Referente Teorico
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Dentro de la enseñanza musical se aplican varias metodologías, las cuales usan diferentes terminologías y modos de
ejecución para un buen aprendizaje musical en la infancia la adolescencia y adultez.
Cabe resalar que la enseñanza musical se da por medio de un aprendizaje significativo, donde el estudiante explora
cada una de los conocimientos de la música por medio de lenguajes prácticos y lúdicos – pedagógicos.
La metodología desarrollado por Émile Jaques-Dalcroze (Viena, Austria, 1865 - Ginebra, Suiza, 1950) a finales del
siglo XX, y que tanto éxito ha tenido en el mundo entero como recurso para la formación educativo-musical de los
niños, jóvenes y adultos, no fue concebido originalmente con ese propósito, sino con la intención de auxiliar a los
estudiantes del Conservatorio de Música de Ginebra, Suiza, a superar los desafíos técnico-musicales que encaraban
día a día como parte de su entrenamiento. Como profesor de Armonía, Jaques-Dalcroze se dio cuenta de que
muchos estudiantes no podían escuchar con su oído interno los enlaces armónicos que se les encargaban, ni
resolver exitosamente los ejercicios de rítmica y solfeo que formaban parte de sus clases de teoría. En otras
palabras, los estudiantes no podían sentir y expresar la música que tanto amaban. Así, Jaques-Dalcroze se abocó a
diseñar ejercicios y actividades que fomentaran en los estudiantes el desarrollo de sus habilidades para escuchar,
sentir, imaginar, crear, recordar, leer, escribir y ejecutar música, de una manera práctica y vivencial. Una máxima
dalcroziana muy importante es: “toda música puede convertirse en movimiento y todo movimiento puede
transformarse en música”.
El enfoque desarrollado por Dalcroze está integrado por tres dimensiones totalmente interconectadas: rítmica, el
solfeo e improvisación. Cada dimensión tiene objetivos específicos, pero no implica una rigidez metodológica, sino
una filosofía a partir de la cual, el profesor crea actividades basándose en las necesidades del grupo y apoyándose
en su propio criterio.
En cada sesión de educación musical se aborda un contenido particular a través de la escucha, el canto, la
improvisación, el sentimiento y el movimiento corporal expresivo, con el propósito de lograr objetivos específicos. El
pulso, el ritmo, las figuras rítmicas, el fraseo, la dinámica, la agógica, el carácter y la altura, son sólo algunas pocas
instancias de contenidos a desarrollar.
El objetivo principal consiste entonces en lograr la más perfecta unión entre el oído y el movimiento, entre la mente
que crea, recrea y comprende y el cuerpo que actúa y viceversa. En ese sentido, el método Dalcroze enfatiza el
desarrollo del oído interno, del sentido rítmico, de la creatividad y de la expresividad musical, en unión estrecha con
las sensaciones musculares.
Carl Orff nació el 10 de julio de 1895, en Múnich, Alemania y falleció ahí el 29 de marzo de 1982. En el ámbito de la
educación musical, Orff es conocido por haber desarrollado un enfoque educativo musical de naturaleza lúdica, que
tiene como propósito promover el desarrollo musical integral del niño, adolecente y adulto. Este enfoque se basa en
la exploración y experimentación de los elementos que integran la música: sonido, ritmo, forma y armonía.
En el método Orff, los instrumentos más importantes son el cuerpo y la voz. Así, el estudiante aprende a explorar las
posibilidades sonoras de su cuerpo y a utilizarlo para vivenciar diversos elementos musicales, como el pulso, el ritmo
o una frase musical. Del mismo modo, la palabra hablada y el canto son explorados de diversas maneras en las
primeras fases del entrenamiento musical. Al principio, los elementos musicales son sumamente sencillos. El
estudiante es estimulado para que encuentre diversas maneras rítmicas de decir su nombre o los nombres de otros,
o a emitir frases familiares con diversas entonaciones. Posteriormente, aprende a organizar sonidos agrupándolos en
esquemas rítmicos repetitivos u ostinato.
Para hacer más divertida la práctica musical, los estudiantes exploran las posibilidades sonoras de esos ostinato
ejecutándolos con instrumentos de percusión, estos aprenden que las posibilidades de exploración/experimentación/
expresión sonora son infinitas. Así, alentados por su maestro, ellos juegan y experimentan con sonidos fuertes,
suaves, huecos, sólidos, etc.
El proceso creativo puede maximizarse si en vez de utilizar instrumentos de percusión convencionales, los
estudiantes crean cotidiáfonos, es decir, instrumentos construidos con objetos de distintos tipos. Las posibilidades
también son enormes. Botellas de lata, de vidrio, de plástico, trozos de madera, cajas de cartón de distinto grueso,
peines, piedritas, canicas o frijoles, son apenas algunos materiales que pueden utilizarse para que el estudiante
desarrolle aún más su capacidad de exploración y experimentación.
El siguiente paso en el proceso creativo consiste en exhortar al estudiante para que encuentre distintas maneras de
combinar los esquemas rítmicos u ostinato para que tengan una estructura formal con un inicio y un final y así crear
una “composición”. Del mismo modo, ellos descubren que hay muchos medios de manipular los sonidos que puede
producir nuestra boca, y hacer lo que ha sido llamado beatboxing, algo que es tremendamente divertido para ellos,
además de que contribuye al desarrollo del lenguaje y del canto.
El enfoque educativo-musical de Zoltán Kodály (1882–1967) combina una diversidad de recursos didáctico-
pedagógicos, algunos de los cuales fueron desarrollados por otros pedagogos. Por ejemplo: el sistema de lectura
musical basado en el do móvil fue desarrollado por Sarah Glover en Inglaterra; la utilización de sílabas como “ta”, “ta-
ca”, “ta-ca-ta-ca”, etc., para descifrar la rítmica, fue creado por el francés Emile Chevé en Francia, mientras que la
fonomimia deriva de un método de lectura y entonación musical desarrollado por el británico John Curwen en
Inglaterra. La aportación fundamental de Kodaly consiste en la unificación de todas estas técnicas, en un enfoque
pedagógico fundamentado por una filosofía educativo-musical sólida, que sería aplicado, desarrollado y
sistematizado por sus estudiantes y seguidores.
Es de muchos conocida, la afirmación de Kodály, de que la educación musical debería comenzar, no nueve meses
antes de nacer el niño, sino nueve meses antes de nacer la madre de éste (Kokas, 1970). Aun cuando hoy en día
sabemos que un bebé puede reaccionar a la música aun antes de nacer (Jardri, Houfflin-Debarge, Pierre Delion,
Pruvo, Thomas y Pins, 2012; Rand y Lahav, 2014; Voegtline, Costigan, Pater, DiPietro, 2013), los editores
consideran que, lo que en realidad Kodály quería enfatizar, es que la experiencia musical temprana del niño depende
en buena medida de la educación musical de los padres, ya que corresponde a ellos inculcarles el gusto y amor a la
música y de favorecer un ambiente estimulante, en el que se fomente la escucha musical, la entonación de cantos y
rondas, así como el disfrute de juegos musicales.
Como resultado de crecer en tal ambiente, se generaría en la familia un deseo permanente de disfrutar y aprender
música, se forjaría en ella un convencimiento sólido acerca de los beneficios que el involucramiento en actividades
musicales implica y se desarrollaría la determinación de compartir ese conocimiento con la siguiente generación, con
lo que se establecería un círculo virtuoso que contribuiría a la formación de seres humanos con una educación más
integral.
Por supuesto, la educación musical iniciada en el hogar debe ser reforzada en las instituciones educativas de nivel
básico, para así contribuir en la formación integral del niño y en su bienestar psicológico; no se debe olvidar que los
niños y jóvenes de la actualidad serán los padres del mañana. Así, Kodály creía que la educación musical debería
llevarse a cabo a través de la práctica del canto, pues la voz es un instrumento con el que todos contamos (a menos
que se padezca alguna condición médica), y del aprendizaje de canciones de buena calidad, sobre todo de
canciones folklóricas. Partiendo de esa máxima, Kodály consideraba que el niño debería involucrarse en el
aprendizaje de lecto-escritura musical, pues una vez que el niño ha aprendido a leer música puede involucrarse más
plenamente en el canto y en la práctica coral. Además, no existe fundamento alguno que haga creer que el mismo
ser humano que es capaz de leer palabras no puede aprender a leer música. Y es que, la lectura musical no debe
pertenecer a unos cuantos, sino que debe formar parte del bagaje educativo y cultural de todos.
En ese sentido, el enfoque Kodály utiliza, en primer lugar, diversas sílabas para descifrar la rítmica de las obras que
se van a aprender, tales como “ta” para las notas negras; “ta - ca” para las corcheas y “ta-ca-ta-ca” para las doble
corcheas.
En cuanto al solfeo, en el enfoque Kodály se utiliza el Do móvil, en el que la tónica de cualquier tonalidad mayor es
llamada do y la tónica de toda tonalidad menor es llamada la. Así, una misma nota musical puede tener el nombre de
cualquiera de las siete notas de la escala, ayudado por la fonomimia, el alumno es entrenado a leer música con el
enfoque de la lectura direccional y a reconocer y entonar diversos intervalos.