PRIMARIA 2° Ciclo Leamos Act 30
PRIMARIA 2° Ciclo Leamos Act 30
PRIMARIA 2° Ciclo Leamos Act 30
Los invito a leer un cuento diferente… compartilo con alguien de la familia. Léelo
en voz alta.
El príncipe que perdió la risa puro, se acercó a una flor hermosa, y quiso reír, palacio sin revisar. Inútil. Inútil todo. La risa no
contagiado de tanta alegría. Pero no pudo. Lo aparecía por ninguna parte.
Escrito por: Neli Garrido de Rodríguez intentó varias veces, pero ¡nada! Y el príncipe continuaba en su triste pose, sin
Quiso entonces ensayar, aunque solo fuera una moverse. Solo de tanto en tanto repetía como
sonrisa... Pero no lo lograba. un autómata:
Esta historia ocurrió hace muchísimos años, en ¡Se había olvidado! ¡Se había olvidado de reír! –¿Dónde está mi risa? ¿Dónde está?
una época en que había reyes y palacios por Ante ese descubrimiento el príncipe, espantado, Entonces enviaron pregoneros para que
todas partes. Es la historia de un príncipe que anunció a gritos: recorrieran la ciudad.
vivía en un país muy hermoso, lleno de –¡He perdido la risa! ¡He perdido la risa! –¡Quien encuentre la risa del príncipe será
montañas, bosques, llanuras y ríos. La noticia se extendió rápidamente, atravesó recompensado generosamente! –decían.
Desde pequeño, el príncipe se preparó para corredores, se introdujo en los salones, en los Y así fueron llegando al palacio cientos de
reinar. Se pasaba días y días estudiando dormitorios, salió por las ventanas, entró por las personas que decían traer la risa perdida.
estrategia militar sobre unos enormes mapas. puertas, llegó a la cocina, salió a los patios, a los Le contaban chistes, le hacían cosquillas. Pero
Y días y días con los sabios del reino que le jardines, a la caballeriza... inútil. La risa no aparecía. Artistas talentosos
enseñaban historia, matemáticas, geografía, y –¡El príncipe ha perdido la risa! ¡El príncipe ha exhibieron sus habilidades frente al príncipe.
todo lo que hasta ese momento se sabía. perdido la risa! Hermosas bailarinas, exquisitos cantantes,
Jamás salía del palacio. No conocía más gente La noticia seguía veloz recorriendo el palacio. Y graciosísimos titiriteros y cómicos aseguraban
que sus servidores y su ejército y no quería la orden no se hizo esperar: traer la risa perdida; pero a todos,
perder tiempo en fiestas, paseos o diversiones. –¡A buscar la risa del príncipe! ¡A buscarla sin invariablemente, les respondía el príncipe
Su única idea era reinar y que su reino fuera el perder un minuto de tiempo! –Esa que traen, es la risa de ustedes. No la mía.
más poderoso del mundo. Y lo consiguió. El príncipe, agobiado, con la cabeza entre las Y seguía tan apenado como antes.
Todas las guerras eran ganadas por soldados manos, repetía sin cesar: Entonces se reunieron los sabios más ancianos,
hábilmente adiestrados. Nuevas tierras –¿Dónde está mi risa? ¿Dónde está? que conocían toda la sabiduría antigua.
conquistadas aumentaban su poderío. El tesoro En tanto, toda la servidumbre, y los pajes, y el Y también los más jóvenes, que conocían toda la
de sus arcas crecía y crecía sin cesar. Su fama se ama de llaves, y los cocineros, y los consejeros, sabiduría nueva.
extendía a lo largo y a lo ancho. Pero, en ¡y hasta los ministros! buscaban por todos los Y pensaron tres días y tres noches. Hasta que
realidad, nadie lo conocía. rincones la risa perdida. Abrían armarios y por fin todos llegaron a la misma conclusión:
Un día, cansado de tanto hacer cálculos y baúles, miraban debajo de los muebles, en –Si el príncipe no recupera la risa, morirá. ¡Nadie
programar batallas, salió a los jardines de su todos los cajones, detrás de los cuadros, debajo puede vivir sin reír!
palacio. Era un día de primavera y las flores de las alfombras... Revisaron la sala de armas, el Entonces el príncipe decidió salir, él mismo, a
asomaban enloquecidas de color y perfume. Y sótano, la bodega, en fin... en todas, todas buscarla. Prepararon equipaje para varios días.
los pájaros cantaban por todas partes. partes, Cargaron carruajes con alimentos y demás
El príncipe aspiró hondamente el aire fresco y hasta que no quedó ni un centímetro del enseres como para llegar hasta donde fuese
necesario. El príncipe, adelante, montó en un –¡Risaaaa...! ¡Risaaaa! –llamaba a grandes parecía nunca acabar. Se disponía a sentarse
caballo blanco sobre el que cargó también dos voces. cuando escuchó unas risas muy cercanas.
alforjas llenas de monedas de oro, se ciñó la –... isa, ... isaaa –respondía el eco. Muchas risas.
espada, y dijo: –¿Dónde estás escondidaaaaaa? –volvía a gritar. ¡Risas sonoras y cristalinas!
–Si alguien tiene mi risa y no quiere dármela, se –... idaaa, ... idaaaaa –respondía el eco. “Acaso esté allí”, pensó, esperanzado. Entonces,
la compraré; y si no quiere el oro, ¡la ganaré con La maraña era cada vez más espesa. Con su internándose entre las espigas, se encontró con
mi espada! espada se abría camino, ya cortando la maleza un grupo de muchachos y muchachas que
Y emprendió la marcha acompañado por una ya matando las alimañas que lo atacaban. Pero segaban el trigo.
numerosa comitiva. no volvía atrás. –¿No han visto por aquí una risa perdida? –
Pueblo por pueblo, calle por calle, casa por casa, –¡Risaaaa! ¡Risaaaa! –volvía a gritar. preguntó.
preguntaban sin cesar. Pero en vano. Nadie –... isaaa... isaaaa –respondía siempre el eco. Todos rieron sorprendidos. Pero, al ver el rostro
había visto la risa perdida. Y siguió andando y andando, y se encontró fuera tan triste del forastero, callaron.
De tanto andar, ya habían dejado lejos todas las del bosque. –No es broma –continuó–, he perdido mi risa.
poblaciones. De pronto se encontraron a la Apenas había caminado un trecho, cuando se –¿Cómo era? –preguntó una joven –. ¿Fuerte?
entrada de un espesísimo bosque. Antes de encontró con un viejecito que llevaba un gran ¿Suave?
internarse en él, preguntaron a un árbol que atado de leña sobre sus espaldas. Tan – ¿Aguda? ¿Grave? –dijo otra.
parecía ser el más viejo de todos: encorvado caminaba, que parecía que con la –¿Era grande o pequeña? –preguntó un tercero.
–¿No sabes si anda por aquí una risa perdida? cabeza iba a tocar el suelo. El príncipe no supo responder. ¿Cómo era su
–No lo sé. El bosque es muy grande ¡y hay tantos El príncipe desmontó y, agachándose mucho risa? Hacía tanto que la había perdido que ya ni
lugares para esconderse! para verle la cara, le preguntó: recordaba cómo era.
Y continuó: –Abuelo, ¿no has visto por aquí una risa –No lo sé, no lo sé –dijo desalentado.
–Pero, ¿quién es el dueño de la risa perdida? perdida? –No te preocupes. Descansa, comparte nuestra
–Yo, señor –contestó el príncipe. –¿Cómo puedo ver una risa, si lo único que veo merienda y, después, seguro la encontrarás.
–Mucha gente para buscar una sola risa –dijo el en mi camino es tierra y más tierra? Merendaron todos con el príncipe y, como
árbol. Y agregó–: Que entre sólo el dueño a El príncipe lo ayudó a bajar la leña, la cargó buenos amigos, se contaron muchas cosas: sus
buscarla. luego sobre su caballo y le dijo: preocupaciones y sus alegrías, sus tristezas y sus
Con mucha pena despidió el príncipe a su –Llévatelo, abuelo, para que no cargues más esperanzas.
séquito y, solo con su caballo, las alforjas y su leña, y si ves mi risa perdida, dile que la ando –Si pudiera comprar un pedazo de tierra, mi
espada, se internó en el bosque. buscando. padre anciano no tendría que trabajar más –
El bosque era oscuro. Escasos rayos de sol se Y siguió andando y andando, con las alforjas al decía uno de ellos.
filtraban entre el tupido follaje de los grandes hombro. –Yo quisiera comprar una vaca –decía una joven
árboles. Y el príncipe estaba muy fatigado. Llegó a un muy rubia –. Ella nos daría leche, con la leche
El príncipe buscaba afanosamente. trigal dorado que se extendía ante su vista y haríamos quesos, los quesos se venden muy
bien, y mis hermanitos podrían ir a la escuela. cómo era, ni qué color tenía. Solo sé que era –¿Quién eres?
Así, uno y otro, y todos, dijeron cuáles eran las mía. –Soy el príncipe.
cosas que más ambicionaban. Pero los pájaros solo pudieron responderle con El niño lo miró de arriba abajo y, sin poder
Cuando se despedían, el príncipe, su canto lastimero: contenerse, dijo riendo:
entregándoles las alforjas llenas de monedas de –¿Cómo podemos ver una risa, encerrados en –Si tú eres el príncipe, yo soy la risa que has
oro, les dijo: esta jaula? perdido.
–Repártanselas, y que ellas los ayuden a realizar El príncipe abrió la jaula y los pájaros Y se puso a reír con tantas ganas que el príncipe
sus sueños. alborozados revolotearon a su alrededor, no pudo menos que mirarse en el lago.
acariciándolo con sus hermosas alas. Y, –¿Este soy yo? ¿Este es el príncipe?
Y siguió andando y andando, hasta que se cantando alegremente, echaron a volar, En efecto: nada menos parecido a un príncipe
encontró con dos hombres que llevaban una diciendo: que la imagen lastimosa que le devolvía el agua.
enorme jaula llena de pájaros. Los pobrecitos –Buscaremos por los vientos, por las nubes. Y le dio tanta risa su figura que empezó a reír
volaban y se chocaban unos a otros en su afán Buscaremos tu risa perdida. Buscaremos... con el niño, tanto, tanto, que la risa le impregnó
desesperado por escapar. buscaremos... la cara, se le enredó en los cabellos, le recorrió
El príncipe los detuvo y les preguntó: El príncipe siguió andando. Andando, andando, los brazos, se deslizó por su cuerpo y corrió por
–Amigos, ¿han visto por ahí una risa perdida? andando. El calor lo extenuaba. Sus zapatos ya sus piernas hasta el mismísimo dedo gordo.
–¿Una risa perdida? ¿De qué color? –dijeron, tenían agujeros. Poco a poco fue despojándose Rió tanto tanto que contagió a los árboles, al
sonriendo. de su ropa y arrojándola al camino. lago y a los pájaros. Y cuando estuvo lleno de
¿De qué color era su risa? No lo sabía. Entonces Primero, la pesada chaqueta, luego la camisa risa, se dio cuenta de que su risa era idéntica a
les dijo: bordada, después los zapatos, luego la espada. la del niño: clara y fresca. Que era una risa
–Acaso se encuentre entre los pájaros. ¿Adónde Así, una a una, hasta quedar apenas con los grande, grande. Que tenía color azul y verde.
los llevan? pantalones. Que tenía gusto a agua.
–Al mercado. Y siguió andando y andando. El sol le fue Y entonces buscó al niño para darle las gracias...
–Los compro todos –dijo el príncipe. dorando el torso y los pies se le endurecieron de Pero el niño ya no estaba.
Pero entonces se dio cuenta de que no tenía una tanto caminar sobre las piedras. El príncipe no sentía cansancio ni tenía más
sola moneda. Se quitó la capa, toda recamada Por fin llegó a un lago de aguas limpísimas y penas. Y saltando, saltando, de la mano de su
en oro y pedrería, y la ofreció a cambio. quietas. Apenas había mojado sus manos en el risa recuperada, emprendió el regreso a su
Los dos hombres, asombrados, aceptaron el agua fresca, cuando un niño se asomó entre los palacio.
trato rápidamente, y salieron corriendo antes árboles. Ilusionado, el príncipe le preguntó:
de que el príncipe se arrepintiera. –Niño, he perdido mi risa. ¿La has visto tú por
Una vez solo, frente a la jaula de los pájaros, el ahí?
príncipe, casi llorando, preguntó: –No, no he visto por aquí ninguna risa extraña.
–¿Está entre ustedes una risa perdida? No sé Y, a su vez, preguntó:
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Personaje
Llegaste al final de la tarea de hoy, por eso te pedimos que respondas las preguntas que están en el
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