HIPOTECA

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HIPOTECA (pág. 491 De los contratos civiles – Ramón Sánchez M.

290. DEFINICIÓN. Contrato por el que el deudor o un tercero en una determinada obligación,
conceden al acreedor el derecho a hacer que se venda un determinado bien en caso de
incumplimiento de dicha obligación ya que se pague con su precio el pago de la misma con
preferencia a otros acreedores.

El Código civil define la hipoteca en la otra acepción que tiene esta palabra, o sea como derecho
real derivado generalmente del contrato (2893), y de cuya naturaleza y contenido se tratará más
adelante.

291. CLASIFICACIÓN. Contrato accesorio, pues su existencia depende de la existencia de una


obligación principal; y contrato de garantía, porque sirve para asegurar el pago de un crédito y su
preferencia respectiva.

Dado su carácter accesorio, la hipoteca no puede subsistir por regla general cuando se ha
extinguido la obligación que garantiza; si bien hay dos aparentes excepciones en que a pesar de
que tal obligación se haya extinguido por dación en pago (2492) o por novación (2220 y 2221),
puede subsistir o renacer la hipoteca, según se indica al señalar las causas indirectas de extinción
de la hipoteca.

El contrato de hipoteca se encuentra fuera de las clasificaciones ordinarias de unilateral o bilateral,


dado que no engendra obligaciones, ni derechos de crédito, sino sólo da nacimiento a un derecho
real, el derecho real de hipoteca. Borja Soriano define, por ello “el contrato de hipoteca es aquél
por virtud del cual nace un derecho real que afecta a un inmueble generalmente, para garantizar
el cumplimiento de una obligación principal y su preferencia en el pago” (Teoría General de las
Obligaciones. México, 1953, Tomo 1, núm. 103, pág. 138).

A este respecto cabe recordar que para que exista un contrato, basta que el acuerdo de
voluntades produzca o cree derechos reales, sin necesidad de que también dé nacimiento por
fuerza a obligaciones o derechos de crédito (1793).

Es de advertir también que aunque ordinariamente la hipoteca es un contrato, a veces puede


nacer el derecho real de hipoteca de una simple declaración unilateral de voluntad, como sucede
en algunos casos de hipoteca necesaria (2919, 2931 y 2935), según acontece con el deudor
alimentista (317), el tutor (519-1) y el albacea (1708).

Algunos autores españoles (Castán Tobeñas, Clemente de Diego y Sánchez Román) pretenden
descubrir en el contrato de hipoteca el nacimiento de una obligación a cargo del acreedor
hipotecario, consistente en el deber de éste de cancelar el gravamen hipotecario, una vez
extinguido el crédito garantizado por el mismo. Sin embargo, no hay propiamente en este caso
una obligación a cargo del acreedor hipotecario, ya que nada impediría que el constituyente de la
hipoteca, sin el concurso del acreedor hipotecario, obtuviera directamente en el Registro Público
de la Propiedad la cancelación de la hipoteca, con la sola comprobación fehaciente de que se
extinguió por pago o por otro modo legal la obligación principal (2941-11). Es más, de oficio se
cancela una hipoteca por orden judicial, también sin la voluntad del acreedor hipotecario, en caso
de remate judicial (2941-V y 2325), pues en tal supuesto se opera una verdadera “purga” o limpia
de hipotecas sobre el bien rematado.

Finalmente, tampoco puede considerarse como una “obligación de no hacer” derivada de la


hipoteca, la prohibición para que el constituyente de la misma dé en arrendamiento por más de
ciertos plazos o reciba anticipos de rentas por más de determinado tiempo, con respecto al bien
hipotecado (2914), ya que se trata en estos supuestos más bien de una limitación legal al ejercicio
del derecho de propiedad del constituyente de la hipoteca, según se explica más adelante, para
evitar que una libertad irrestricta dejada al constituyente de la hipoteca para rentar o recibir
anticipos de rentas sobre la finca hipotecada, expusiera al acreedor hipotecario a que se
convirtiera en nugatoria su garantía real, impidiéndole realizar el valor de la cosa y obtener con su
producto el pago preferente de su crédito, pues una cosa rentada a plazos largos o con anticipos
de rentas, haría que no se presentaran interesados en adquirir al momento del remate la finca
hipoteca o que fueran muy bajas las posturas que ofrecieran los postores. Hay aquí una razón
similar a la que existe para declarar la terminación del contrato de arrendamiento celebrado
dentro de los sesenta días anteriores al embargo de una finca que posteriormente fue enajenada
en sucesivo remate judicial (2495), como una excepción al principio general de que la enajenación
de la finca arrendada no pone término al contrato de arrendamiento, sino que el adquirente
continúa con los derechos y obligaciones de arrendador que tenía el enajenante (2409).

292. HISTORIA. La hipoteca, al igual que su nombre, tuvo su origen en Grecia, donde existió como
una garantía real en favor del acreedor, pero sin conceder a éste el derecho de proceder a la
enajenación de la cosa hipotecada (Girard).

Para tratar de remediar estos inconvenientes, se empezó por la “mancipatio fiduciae causa cum
creditore”, a virtud de la cual el deudor

enajenaba un determinado bien a su acreedor por medio de la "mancipatio"

y pactaba con él que al pagar su deuda, debía retransmitirle la

propiedad de dicho bien. Esta garantía era muy completa para el

acreedor, pero tenía grandes desventajas: sólo podía usarse con las "res

mancipi" y no con las "res nec mancipi" y, asimismo, exponía al deudor a

la infidelidad del acreedor, que por convertirse en dueño de la cosa,

podía en el ínterin abusar de la propiedad que había recibido, transmitiéndola

o gravándola a favor de tercera persona. Además, se privaba

al deudor de la posesión de la cosa, de los frutos de la misma y de un

instrumento de crédito para obtener nuevos créditos.


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Hipoteca

La hipoteca es un producto bancario que se utiliza para lograr la financiación correspondiente para
adquirir un bien generalmente inmueble con la obligación de devolver la cantidad prestada y unos
intereses en cuotas periódicas.

El deudor poseerá el bien inmueble mientras esté pagando la cantidad correspondiente, pero si
incumple con su obligación de pago, el acreedor o prestamista se quedará con el bien hipotecado
en concepto de garantía del préstamo. Es decir, la propiedad del bien garantiza el cumplimiento de
la obligación.

El préstamo hipotecario se formaliza en un contrato que establece las obligaciones del deudor y
las condiciones por las que se regirá el préstamo.

Contrato de Crédito Hipotecario


El crédito hipotecario, también conocido como hipoteca, es un contrato en virtud del cual el
deudor concede al acreedor el derecho de disponer de un determinado bien enajenable, sin
entregar la posesión del mismo, para garantizar el cumplimiento de una obligación y su
preferencia en el plazo.

La hipoteca es un derecho real que faculta al acreedor, en el caso de que el deudor no cumpla, a
ser pagado con el valor del o los bienes hipotecados.

En dicho contrato debe tomarse en cuenta que el importe no sea mayor al valor total del inmueble
que se dé en garantía. Es responsabilidad del banco vigilar que los fondos se apliquen al destino
para el que fueron otorgados; debe haber peritos que determinen el costo de la construcción y
valor de las obras o bienes.

Requisitos generales para el otorgamiento del crédito

Características del  Persona física con solvencia moral,


Solicitante económica y capacidad legal para contratar.
 Por lo general, mínimo de 21 años y máximo
de 50.
 Cumplir con las políticas de aseguramiento
que marca la aseguradora.
Nivel de Ingresos  Depende directamente del monto del
crédito solicitado.
Información Laboral  Por lo general, tres años de continuidad
laboral en el empleo actual o en actividad
económica.
Partes que intervienen en el contrato
El Banco (o acreditante). En su carácter de acreedor pondrá a disposición del acreditado el monto
del crédito solicitado.

El Solicitante (o acreditado). Es el cliente del banco, la persona que recibirá el importe del crédito y
constituirá la garantía hipotecaria.

Derechos y obligaciones de las partes

Del banco o acreditante


 Poner a disposición del acreditado el importe del crédito, descontando del mismo los
gastos y las comisiones que se hayan generado una vez suscrito el contrato de hipoteca
por las partes.
 Recibir los pagos que realice el acreditado una vez iniciada la vigencia del contrato. El
acreditado podrá solicitar al banco un informe sobre el monto del pago a realizar y el
banco no podrá negarse a recibir tal importe.
 Elaborar y enviar el estado de cuenta. En el estado de cuenta se deberá asentar el importe
de los pagos realizados, el cálculo de los intereses, el importe de éstos en caso de
generarse y los demás cargos y comisiones debidamente detallados.
 Solicitar el pago anticipado del importe del crédito cuando considere que el cliente está
haciendo un uso incorrecto de los recursos. En caso de que el banco considere que el
acreditado ha incumplido con las condiciones establecidas en el contrato poniendo en
peligro la recuperabilidad del crédito, podrá solicitar la cancelación y pago anticipado del
mismo.
 Cargar al importe del crédito las cuotas por comisiones. Una vez definidos los conceptos
por los que se cobrarán las comisiones, el banco cargará el importe al monto total del
crédito.

Del cliente al acreditado


 Realizar el pago de la cantidad del objeto del crédito de la manera establecida en el
contrato. El pago podrá pactarse a una o varias exhibiciones, dependiendo del plazo y
monto del mismo, siendo responsabilidad del acreditado cumplir con el calendario de
pagos.
 Pagar los intereses ordinarios y moratorios y cualquier otro cargo que el banco le cobre,
siempre y cuando éste se encuentre estipulado en el contrato.
 Constituir la garantía hipotecaria a favor del banco. Toda vez que el propietario del
inmueble será el acreditado, será su responsabilidad constituir de manera simultánea al
otorgamiento del crédito, la garantía hipotecaria.
 Contratar un seguro de vida que garantice el importe del crédito y un seguro que ampare
el bien otorgado en garantía. En ambos casos, el beneficiario será el banco, a fin de que de
esa manera quede liberado de la obligación del pago acreditado a sus herederos.
 Disponer de los recursos en la forma pactada en el contrato. Las partes podrán decidir si el
banco provee de los recursos en una sola exhibición o en parcialidades, debiendo
ajustarse ambas partes a esa condición.
Bibliografía:
https://ti.unla.edu.mx/iusunla10/actualidad/CONDUSEF.HTM
Una especial característica de la hipoteca es que los bienes sobre los que ella se constituye no se
entregan al acreedor, lo que la distingue radicalmente del derecho de prenda (a. 2858). Esto
encuentra su explicación en la naturaleza de los bienes que por su naturaleza pueden ser objeto
de ella y que no necesitan de su entrega física para servir de garantía.

La hipoteca recae forzosamente sobre bienes específicamente determinados. Constituye ésta una
importante innovación del derecho moderno.

Del Art. 2894.

Como consecuencia del carácter real de la hipoteca, el derecho se transmite con el bien
hipotecado.

La hipoteca resulta inseparable del bien hipotecado, se acostumbra asumir en forma expresa por
los adquirientes (por ejemplo, en el caso de la compraventa) la responsabilidad para su pago, lo
que desde luego no constituye una inútil precaución.

Si esto es así, el monto de lo garantizado con la hipoteca formará parte de la contraprestación


establecida.

Del Art. 2895

Determinar los bienes significa señalarlos en su individualidad, identificando con precisión las
características y cualidades que permiten distinguirlos de los demás objetos de su mismo género.
Si se trata de inmuebles, por ejemplo, es indispensable señalar su ubicación, medidas y
colindancias, pero no resulta necesario hacer lo mismo con las accesiones del inmueble principal.

Por el principio de accesoriedad, la hipoteca cubre también las accesiones naturales, las mejoras,
los bienes muebles inseparables y las edificaciones. Ello permite conceptuar a la hipoteca como un
fenómeno jurídico integral que adopta un aspecto global frente a la obligación garantizada.

Las mejoras se encuentran reguladas en los artículos 817, 818 y 819. Respecto de los inmuebles
incorporados de manera permanente a la cosa hipotecada, la ley establece expresamente la
necesidad de que no puedan separarse del objeto principal sin deterioro del mismo o de los
propios muebles incorporados.

La hipoteca asimismo comprende las edificaciones sobre el terreno hipotecado y los nuevos pisos
que se construyan sobre la edificación ya existente, en vista del carácter integral de la garantía y la
indivisibilidad del objeto.

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