Independencia Dominicana

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Introducción

Los haitianos ocuparon la parte este de la isla la cual estaba dominada por los españoles.
Esta invasión la realizó Boyer el día 12 de enero de 1822. Pero Boyer tuvo muchos
inconvenientes principalmente en la parte económica, y a medida que la crisis económica y
social se acrecentaba en la parte oriental de la isla, también iba en aumento la oposición al
régimen haitiano, de manera que se fueron profundizando los sentimientos en cuanto a la
necesidad de la separación del estado haitiano.

La lucha por la liberación del dominio haitiano dio origen a varios movimientos, los cuales
estuvieron orientados por diferentes grupos conforme a los intereses de cada uno. Los
principales de estos grupos fueron:

El Pro- Español: Sus integrantes eran partidarios de que España reconquistara su antigua


colonia. Los integrantes de este grupo eran “Sacerdotes”: Gaspar Hernández, Pedro Ramírez
y otros religiosos.

El Pro - Ingles: Sus miembros solicitaban apoyo de Inglaterra para expulsar a los haitianos a
cambio de que controlaran el comercio; este grupo estaba dirigido por Francisco Pimentel.

El Pro - Francés: Los partidarios de este grupo planteaban ponerse bajo la protección


francesa y a cambio ofrecían a Francia el control comercial y la posesión de la bahía de
Samaná. Los representantes: Buenaventura Báez, Manuel del Monte.

Los Trinitarios (Grupo Por Un Estado Libre E Independiente): Este grupo planteó la


creación de un estado libre e independiente de toda dominación extranjera. La figura principal
era Juan Pablo Duarte.

Más adelante veremos detalladamente todo lo que aconteció, en torno a esa situación.
Invasión Y Caída De Boyer

Se inician los contactos con el gobierno haitiano en busca de firmar un tratado de amistad,
comercio y alianza, pero enterado Boyer de las dificultades del nuevo estado envía una carta
al licenciado José Núñez de Cáceres con el coronel Papilleaux, donde le manifiesta si rodeos
que toda la extensión de la isla, comprendiendo las adyacentes, según la opinión general no
debía haber más que una República indivisible para que la independencia estuviera
garantizada por la fusión de todos los corazones. Boyer desoye los consejos de sus asesores
que le recomiendan no presentarse a la parte española de la isla de Santo Domingo como
conquistador, sino como mediador, y el 12 de Enero de 1822 expide una orden anunciando
que los dominicanos se sometían a las leyes de la República de Haití e inmediatamente inicia
la organización del ejército.

Consumada la ocupación, el Gral. Boyer comienza a extender sus dominios por todo el país.
Hace difundir la propaganda de que la isla había logrado su libertad, lo que sin dudas le
proporciona algunas ventajas a sus propósitos. El gobierno de ocupación inicia un proceso de
haitianización de los pobladores de Santo Domingo y aleja del país toda persona con vínculo o
simpatía con España. A pesar de que Boyer promete mantener abierta la Real y Pontificia
Universidad de Santo Tomás de Aquino, antes de marcharse hacia Haití Borgella ordena su
cierre; los estudiantes y profesores solicitan pasaportes y se van a otros países, a seguir
ejerciendo sus labores y junto a ellos desaparecen así los últimos vestigios de educación y
cultura en la parte española de la isla.

A principio de 1824 los ánimos se exaltan y grupos de dominicanos que mantenían vínculos o
que eran fieles a la colonia española realizaron una manifestación contra la ocupación, “La
Revolución De Los Alcarrizos”, llamada así porque se origina en el sector del mismo nombre,
fracasa porque uno de los conjurados delata el plan.

El 1 de Mayo de 1826 Boyer comparece ante el Senado haitiano y presenta un conjunto de


leyes (Código Rural) con la finalidad de reorganizar la economía haitiana, estableciendo la
obligatoriedad del trabajo de los campesinos en las plantaciones y que quien lo eluda sea
castigado. Para el año 1827 la situación se le torna dificil al gobierno haitiano, por los
enemigos de Boyer que dice hay una pobreza demasiado grande en el país. El 18 de Agosto
de ese mismo año el país es azotado por una tormenta que causa grandes destrozos en la
agricultura y el comercio, lo cual aumenta la pobreza y miseria del país.

Sin embargo, Boyer estaba convencido de la necesidad de incrementar la producción agrícola


como base del desarrollo económico; las leyes del 3 de Mayo de 1826 y del 23 de Diciembre
de 1829 lograron que la isla impulsara considerablemente la producción. Pero a finales de la
década del 30, el descontento prevalece y la situación económica del país se deteriora sobre
todo por loa caída de los precios en el exterior de los productos de exportación.
Aparición De Las Ideas Separatistas

La situación en Haití se le complica cada día más a Boyer, debido a que un grupo de
intelectuales y burgueses haitianos buscan deponer su gobierno e instalar uno más
democrático. Para finales de 1842 todo estaba organizado para destituir a Boyer y en una
reunión celebrada por la Sociedad De Los Derechos Del Hombre invisten a Charles Herard
como jefe máximo de la revolución.

A finales de 1843 y comienzos de 1844 el escenario estaba preparado para que Santo
Domingo se sacudiera del dominio haitiano, que a pesar de la represión desatada no había
logrado detener el movimiento revolucionario.

Juan Pablo Duarte

Cuando Juan Pablo Duarte nació era el año 1813. En esa época, mientras iba creciendo, sólo
se oía hablar acerca de que si este territorio era de España, que si pasó a Francia, que si
volvía a manos de España... Todavía tenía ocho años en 1822. A esa edad le tocó vivir el
momento en que los haitianos se apoderaron de este lado de la isla donde vivimos. Vinieron,
se establecieron en este territorio, tomaron el gobierno y convirtieron la isla en un solo país.
Toda la isla se llamaba entonces Haití.

Pronto Juan Pablo Duarte se hizo un joven fuerte e inteligente. Vivía con su madre, doña
Manuela Diez y con su padre, don Juan José Duarte. Cuando Juan Pablo Duarte cumplió 16
años, sus padres lo mandaron a estudiar a Inglaterra. Era ya el año 1828. Desde Inglaterra,
país con casi dos siglos de revolución industrial; Duarte fue a Francia y vio como avanzaba la
revolución burguesa y a España. En esos países pudo ver las libertades y los derechos que
tenían las gentes. Los puntos de vista de los ingleses tras la revolución industrial y las
reformas de Oliverio Cronwell, los cambios producidos en Alemania y en Francia, pero sobre
todo los acontecimientos en España y las reformas de la Corte de Cádiz.

Volvió al país en el año 1833. Desde que regresó buscó a los amigos que había dejado antes
de irse. A cada uno le fue explicando el deseo y la necesidad que había de organizarse entre
todos para conquistar la libertad de la parte de la Isla que nos pertenecía. Duarte trabajó
mucho. Durante el año 1838. Los haitianos no debían saber que esa sociedad existía. A La
Trinitaria fueron entrando otros hombres que también querían la libertad del país.

Juan Pablo Duarte tenía mucha habilidad política. La mostró con la organización de La
Trinitaria y después cuando participó aliado de los haitianos revolucionarios que derrocaron a
Boyer en 1843. Sin embargo, Duarte buscaba algo más que derrocar a Boyer: quería la
independencia dominicana, y por ese ideal siguió luchando. El gobierno haitiano se enteró de
las intenciones de Duarte y comenzaron a perseguirlo. Entonces Duarte tuvo que irse del país
el 2 de agosto de 1843. No se fue solo. Junto a él salieron otros pero no todos. Muchos se
escondieron de los haitianos que los buscaban y continuaron trabajando por la separación.
La Trinitaria

Organización patriótica fundada por Juan Pablo Duarte (ver) y otros compañeros en fecha 16
de julio de 1838. Tenía como objetivo gestar un movimiento pro-independentista. Su
estructura estuvo conformada por células de tres miembros, cada uno de los cuales debía
formar grupos similares con miras a mantener la organización en completo secreto y evitar la
delación de sus miembros entre sí. Es el primer intento de lucha organizada contra la
dominación haitiana. Fue fundada en la casa de Juan isidro Pérez, situada frente a la Iglesia
del Carmen, en Santo Domingo. La Trinitaria fue un importante instrumento para la lucha
independentista. Se disolvió a raíz de la proclamación de la República en 1844. Encarnó al
ideario duartista.

Sus miembros fundadores, además de Juan pablo Duarte, fueron Pedro Alejandrino Pina,
Félix María Ruiz, Benito González, Juan Nepomuceno Ravelo, Felipe Alfau, José María Serra,
Juan Isidro Pérez y Jacinto de la Concha. Posteriormente se unieron a ellos Francisco del
Rosario Sánchez y Ramón Mella y otros.

Los trinitarios hicieron un juramento entre ellos que es el siguiente:

“En el nombre de la santísima augustítisima e indivisible trinidad de Dios omnipotente, juro y


prometo por mi honor y mi conciencia en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte,
cooperar con mi persona vida y bienes a la separación definitiva del gobierno y a implantar
una república libre e independiente de toda dominación extranjera que se denominara
República Dominicana la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules
atravesados por una cruz blanca con las palabras “DIOS, PATRIA Y LIBERTAD”, así lo
prometo ante Dios y el mundo; si tal hago Dios me proteja y si no, me lo tome en cuenta y mis
consocios me castiguen el perjurio y la traición y los vendo.”

La Filantrópica

Era un organismo cultural-propagandista creado por los trinitarios, que tenía por finalidad
promover a través del arte las ideas de independencia. Se propuso promover el sentimiento
nacionalista y patriótico del pueblo dominicano durante la ocupación haitiana. La sociedad
(teatral) presentó obras de teatro que de manera indirecta criticaban el orden establecido.
Juan Isidro Pérez, Pedro A. Pina, José M. Sena y otros, fueron miembros de la Filantrópica.

Retirada De Duarte Y La Manifestación Del 1 De Enero De 1844

El 2 de agosto de 1843 Duarte tuvo que salir del país debido a las persecuciones en su contra.
Después de una intensa correspondencia con Juan Pablo Duarte los trinitarios elaboraron su
estrategia: Duarte conseguiría armas y recursos en Venezuela y Curazao, y con ellos saldría
en un barco para desembarcar el día 9 de Diciembre o antas, en la playa de Guayacanes.
Para Francisco del Rosario Sánchez y Vicente C. Duarte, los creadores del plan, este
movimiento era de suma importancia para poder anticiparse a “la audacia de un tercer partido,
o de un enemigo nuestro, estando el pueblo tan inflamado”. Pero Duarte no pudo conseguir ni
las armas ni los recursos y este plan se vino abajo, por lo que Sánchez y su grupo tuvieron
que adherirse a la táctica desplegada por Ramón Mella, que consistía en tratar de ganar
nuevos partidarios para la causa de la Separación.

Esta nueva actitud dio sus frutos, pues a finales de 1843 los trinitarios pudieron conquistar
para su movimiento a Tomás Bobadilla, antiguo funcionario del gobierno haitiano durante los
años de Boyer, a quien el movimiento de Reforma había dejado fuera de la administración
pública y quien consideraba disidente (personas que se niegan a aceptar la autoridad o, en su
defecto, las leyes establecidas) del gobierno revolucionario. La colaboración de Bobadilla era
algo que no tenía precio en esos momentos en que los duartistas se encontraban divididos y
necesitaban una persona con suficiente experiencia política.

El grupo afrancesado, entretanto, trabajaba calladamente. Los mismos trinitarios llegaron a


creer que se había debilitado de tal modo “que solo los Alfau y los Delgado” permanecían en
él. Pero su labor era llevada a cabo en Puerto Príncipe, que era el verdadero centro de
actividad política, pues sus principales cabecillas era Buenaventura Báez y Manuel María
Valencia, quienes habían sido electos como diputados de la Asamblea Constituyente,
aprovecharon nuevamente la ocasión para ponerse en contacto con el cónsul francés, Mr.
Levasseur a quien apremiaron a conceder apoyo al viejo plan de separación que desde hacía
más de un año se había discutido para favorecer la independencia de la parte del Este y
ponerla bajo la protección de Francia a cambio de que le cedan la bahía de Samaná.

Levasseur, quien al principio había alentado estas ideas entre los dominicanos, en los meses
que siguieron al derrocamiento de Boyer se había visto obligado a inhibirse de fomentarla,
pues el gobierno provisional se había declarado en bancarrota y se negaba a seguir pagando
a Francia las cuotas anuales convenidas en el último acuerdo que realizo Boyer con Francia
en 1838. Esta nueva situación obligaba al cónsul francés a ser más conservador en su política
hacia la parte Este, pues sabía que la deuda era parcialmente satisfecha con las entradas
provenientes de la exportación de tabaco y caoba, principales productos de la región central
de la isla.

Sin embargo, a mediados de Diciembre ocurrió algo que hizo cambiar nuevamente la actitud
del cónsul francés, y fue la llegada a Puerto Príncipe de Mr Barrot del gobierno de Francia con
el encargo de negociar con el gobierno haitiano la cuestión de la deuda y exigir del mismo,
como garantía, cualesquiera ventajas posibles, en especial territoriales, entre las cuales se
encontraba la posesión de la bahía de Samaná. Al conocer Levasseur estas instrucciones de
su gobierno, se dispuso a acelerar sus planes para implantar definitivamente la influencia
francesa en la Isla y obtener la Península de Samaná para Francia, accediendo entonces a las
insistentes peticiones de protección de parte de los diputados orientales y comunicando a su
Gobierno que el 16 de Diciembre él había recibido de manos de los siete diputados
representantes de la parte del Este, “el acto por el cual estos colocan, en nombre de sus
comitentes, su propio territorio bajo la protección de Francia”.

Dice Levasseur que las conversaciones que sostuvo en este sentido con el enviado de su
Gobierno, Mr Barrot, con el jefe de la escuadra francesa y con el nuevo Cónsul francés
destinado a la ciudad de Santo Domingo, lo que movieron a actuar de esta manera. Eso
explica la anticipación con que Báez y los demás miembros del grupo afrancesado fijaron
como fecha del golpe contra los haitianos el 25 de abril de 1844.

Esta noticia, que era la más explosiva de cuantas podían llegar a Santo Domingo, se difundió
rápidamente entre toda la población dominicana, llegando a oídos de Francisco del Rosario
Sánchez, quien se reunió con los trinitarios acordando allí “la necesidad de anticipar el
pronunciamiento y declarar la parte Este estado libre e independiente”, antes que los
afrancesados pudieran hacerlo. El día acordado fue el 20 de Febrero de 1844, o sea, dos
meses antes que los del grupo de Báez. Y así, ambos grupos, separadamente, empezaron a
moverse en el mayor secreto posible.

El día 1 de enero de 1844 los afrancesados de Azua lanzaron un manifiesto demostrando sus
intenciones, de buscar la separación. Quince días más tarde el 16 de Enero de 1844,
Bobadilla y los trinitarios prepararon su propio manifiesto en el cual invitaban a la rebelión
contra los haitianos. Esos dos manifiestos venían a ser la última expresión de la población
oriental que se consideraba totalmente diferente de los haitianos, principalmente en lo que se
refiere a sus rasgos culturales básicos: lengua, religión, raza y costumbres domésticas, que a
pesar de todas las reglamentaciones y presiones oficiales de los últimos 22 años, habían
permanecido inalterables. Ambos manifiestos circularon profusamente por el país, exaltando
los ánimos contra los haitianos. A mediados de Febrero de 1844 la población dominicana en
especial, la ciudad de Santo Domingo, se encontraba suficientemente sensibilizada por la
propaganda separatista de ambos grupos, y se disponía a dar el golpe: los afrancesados en
abril y los trinitarios el 20 de febrero.

Trabucazo De Mella Y Declaración De Independencia

Los trinitarios necesitaban la seguridad de que los hateros seibanos, que tenían como jefes a
los hermanos Ramón y Pedro Santana, decidieran apoyar el golpe. Los días pasaron y no fue
posible para los conspiradores de Santo Domingo llevar cabo ninguna acción hasta el 26 de
Febrero día en que, por fin, recibieron la información de que en la noche anterior los seibanos
se disponían a marchar hacia Santo Domingo

Esta noticia decidió pues la situación y los conspiradores acordaron reunirse la noche del 27
de Febrero a las 11 de la noche, en la puerta de la misericordia para desde allí, lanzarse a
ocupar el baluarte de El Conde. Aunque hubo un momento de vacilación e indecisión por parte
de los conspiradores, esto fue resuelto por el Trabucazo de Mella, que dio la señal para el
inicio de la lucha independentista, después marcharon hacia la puerta del Conde donde con
gran emoción proclamaron al nacimiento de la Republica Dominicana y se enarboló por
primera vez y con gran alegría La Bandera Nacional. El golpe fue consumado al otro día, la
población capitaleña se aglomeró frente a la Puerta del Conde a esperar el resultado de las
negociaciones entre las autoridades haitianas y los revolucionarios, organizados ahora bajo la
dirección de un Comité Insurreccional encabezado por Francisco del Rosario Sánchez.

Ida De Los Haitianos

En el curso de esas semanas se produjeron en el país importantes acontecimientos... Sin


renunciar al colonialismo, la aristocracia y los sectores pudientes se dividieron en lo relativo a
las tácticas a seguir y a la potencia a la cual el país debía subordinarse. En lo que respecta a
las tácticas, un importante sector de estos grupos sociales (Tomás Bobadilla (ver) ejercía la
función de máximo asesor) consideró que lo indicado era pactar con los "duartistas" y luchar
por la independencia como primer paso para lograr el protectorado de Francia. El vehículo
entre este sector burgués y los "duartistas" fue Ramón Mella, y es casi seguro que para
principios de diciembre el pacto ya había sido concertado, pero no hay documentación en la
cual fundamentarse para afirmar que Duarte tuvo noticias de ello.

La colaboración de ese sector conservador precipitó el curso de los acontecimientos. Dio


dinero para los preparativos insurreccionales y de las primeras comunicaciones que sobre el
tópico transmitió el cónsul francés St. Denys, al ministro Guizot, se infiere que dicho cónsul
tuvo una velada intervención en los preparativos. Además, la referida colaboración introdujo
una novedad teórica en el seno del movimiento: en el Manifiesto del 16 de enero de 1844 -que
fue redactado por Bobadilla- aparece por primera vez la palabra "separación" y no se habla
específicamente de "independencia". Ello revelaba, con toda claridad, un desvío del
pensamiento duartiano, y abría el campo a los propósitos proteccionistas o anexionistas.
Las más recientes investigaciones sobre la gesta del 27 de febrero, hacen ver de la importante
participación de Bobadilla, quien se vinculó estrechamente con Santana tan pronto éste llegó
a Santo Domingo con sus tropas de "seibanos". Nadie se opuso a que él asumiera la
presidencia de la Junta Central Gubernativa que hubo de integrarse. De hecho, Bobadilla
asumió la jerarquía política de la República en génesis, y Santana la jerarquía militar. Pero era
evidente que Duarte no podía ser marginado. Se acordó, pues, que el buque "Leonor" partiera
hacia Curazao para traer a Duarte a la República Dominicana.

El 14 de marzo el Apóstol llegó a la nueva capital, donde fue objeto de un entusiasta


recibimiento. Al día siguiente fue nombrado miembro de la Junta Central Gubernativa y
comandante del Departamento.

El triunfo del movimiento iniciado el 27 de febrero impulsó al presidente haitiano Herard a que
fuera invadida la República con un ejército dividido en dos cuerpos, de los cuales uno penetró
por el Norte y otro por el Sur. Correspondió a Santana enfrentarse a este último, logrando una
resonante victoria en Azua, el 19 de marzo. Pero en vez de capitalizar esta victoria lanzando
una activa persecución contra el enemigo, el aun bisoño jefe militar, prefirió retirarse
desordenadamente a Baní y exigir al cónsul francés, que hiciera válidas sus promesas
relativas al protectorado. Así las cosas, la Junta Central Gubernativa ordenó a Duarte que se
dirigiera a Baní, con una fuerza militar organizada por su discípulo Pedro Alejandrino Pina, a
fin de llegar a un acuerdo con Santana sobre la estrategia a seguir contra el invasor. Al no ser
posible este acuerdo, Duarte requirió de la Junta la necesaria autoridad para actuar por su
cuenta, y la respuesta de este organismo, dominado por Bobadilla, fue ordenarle a Duarte que
regresara con sus tropas a la capital. La orden fue cumplida. Pero delataba que el pacto que
el sector colonialista había concertado con el "duartismo" -cuya fuerza principal la brindaba la
clase media-había quedado roto. Advino así una peculiar lucha de clases que a la postre
culminó en el triunfo del sector colonialista.

En efecto, al ser derrotado el ejército haitiano que invadió por el Norte en la batalla del 30 de
marzo, en Haití se produjo una grave crisis política que fue aprovechada por Santana para
imponer su dominio, casi sin combatir, en toda la región del Sudoeste. En esos mismos días,
Bobadilla y el doctor Caminero -que eran en la Junta Gubernativa los representantes más
señeros del sector colonialista- convocaron a autoridades y "personalidades notables" a una
reunión en la cual, con el apoyo del Arzobispo Portes e Infante (ver) expresaron sin reparos
sus tesis colonialistas y la decisión de dar vigencia al Plan "Levasseur". Presentes en la
reunión Duarte y sus discípulos, elevaron una firme protesta. La división en la Junta Central
Gubernativa quedó así confirmada, y puesto que no había posibilidad de llegar a un acuerdo,
el 9 de junio Duarte resolvió depurar a la Junta, mediante un acto de fuerza.
Momentáneamente, el movimiento se impuso... Pero se produjeron fallos en su realización,
razón por la cual no pudieron tomarse todas las medidas imprescindibles para consolidar el
triunfo. Ante ello -y en vista de que Mella transmitía desde el Cibao noticias alarmantes- la
nueva Junta ordenó a Duarte que se dirigiera a esta región del país, para que restableciera "la
paz y el orden necesario para la prosperidad pública". El 24 de junio, partió Duarte hacia la
aludida región. Pero los "colonialistas" no se cruzaron de brazos. Informaron a Santana de lo
que acontecía, y éste, a la vez que desconoció el nombramiento de la nueva Junta, decidió
rebelarse, el 3 de julio, seguido por las tropas que él dirigía. Entretanto, habiendo sido objeto
Duarte de entusiastas recibimientos en las poblaciones del Cibao, Mella promovió en esta
región un importante movimiento tendiente a llevarlo a la presidencia de la República, honor
que el agraciado solo se dispuso a aceptar, si ello respondía a la voluntad de la población,
reveló que en el espíritu de Duarte el trasfondo romántico seguía vivo, pues era evidente que
no había en aquellos momentos la menor posibilidad de llevar a cabo una consulta popular
sobre el punto. No obstante, bien pudo influir en su ánimo la convicción de que, si aceptaba el
honroso cargo, nada podría evitar -dadas las circunstancias- el estallido de una guerra
fratricida, a la cual él se negaba a contribuir.

La insurrección de Santana triunfó. Con ello, el sector colonialista se hizo dueño del poder y
se inició la persecución contra los independentistas radicales. Duarte fue encarcelado en
Puerto Plata y remitido a la capital, donde, mediante una resolución gubernamental, fue
declarado -al igual que Juan Isidro Pérez de la Paz, Pedro Alejandrino Pina, Ramón Mella,
Francisco del Rosario Sánchez, Juan Evangelista Jiménez, Gregorio Delvalle y J. J. Illas-
traidor a la patria y expulsado del país. ¡Se inició así para el apóstol el más largo y doloroso de
sus ostracismos!

Llegó a Hamburgo, Alemania, y desde allí tomó a los pocos días otro barco que lo llevó a St.
Thomas. Luego siguió rumbo a Venezuela, país en cuyo interior estuvo doce años. Al fin, se
avecindó en El Apure. Casi nada se sabe de su vida en el curso de esos largos años. Herido
en lo más hondo del alma, buscó -como buen romántico- el consuelo de la naturaleza. Pero
según afirma su hermana Rosa, escribió sobre la historia de su patria y sobre las costumbres
de los pueblos que iba recorriendo. Infortunadamente, todos estos escritos se perdieron,
"destruidos por las llamas (o) por el fuego de la ambición, que oculta con el manto de la
libertad, destruye cuanto encuentra a su paso”. Es casi seguro que no tuvo noticias del
decreto de amnistía que en favor de él y de sus compañeros, el gobierno de Jiménez
promulgó a principios de septiembre de 1848. ¡Y bien parece que dándose cuenta de que
arruinado él y su familia, cualquier esfuerzo de su parte por torcer el rumbo político de su país
sería estéril, prefirió que el curso de los acontecimientos desembocara en una coyuntura
propicia para su actuación!

Esta coyuntura no tardó en presentarse. Meses después de haberse producido la anexión de


la República a España, en 1961, le llegó la noticia de la misma, se hallaba aún en la zona
selvática del río Negro. De inmediato emprendió viaje hacia Caracas. En esta ciudad recibió
proposiciones del cónsul español, entre ellas la de nombrarlo Capitán General de la colonia
restaurada. Rechazó tales proposiciones, considerándolas indignas. Luego, el Ministro del
Interior de Venezuela le ofreció un cargo, y este apreciamiento también fue rechazado, pues si
lo aceptaba, tendría que reconocer “Por Patria El País A Que Servía”.

En relación con estas proposiciones su hermana Rosa da a entender que él le dijo: “Acepté
con júbilo la copa de cicuta que sabía me aguardaba el día que mis conciudadanos
consideraran que mis servicios no les eran necesarios (pues) a mí me bastaba ver libre, feliz e
independiente mi ínsula”. Tomó, pues, rumbo hacia la patria en guerra, con la decisión de
incorporarse al movimiento restaurador, del cual recibió informes desde Coro, enviados por
Pedro Alejandro Pina. El 25 de marzo de 1864 llegó a Monte Cristy y de allí continuó viaje a
Guayubín. Desde esta aldea envió una carta al Gobierno Provisional, informando de su
presencia allí, y de su disposición a incorporarse a la lucha bélica. El Gobierno le contestó
mostrando regocijo por su llegada.

Entre otras cosas, la respuesta -firmada por Ulises F. Espaillat, Ministro de Relaciones
Exteriores, encargado de la vicepresidencia- dice: “La Historia de los padecimientos de esta
patria es la historia de su gloria”. Dos semanas después, el gobierno volvió a dirigirse a él
expresándole que “habiendo aceptado... los servicios que de una manera tan espontánea se
ha servido usted ofrecernos, ha resuelto utilizarlos encomendándole a la República de
Venezuela una misión de cuyo objeto se le informará oportunamente. En esta virtud, mi
Gobierno espera que usted se servirá alistarse para emprender viaje...”
Pese a que el Apóstol ansiaba "participar de los riesgos y peligros que arrostran en los
campos de batalla los que con las armas en la mano sostienen con tanta gloria los derechos
sacrosantos de nuestra querida patria", se inclinó ante el requerimiento. En realidad, la
República en armas necesitaba entonces de la ayuda moral y material de las naciones
americanas fraternas, y nadie estaba más indicado para solicitar esta ayuda, que el Padre de
la Patria. Partió, pues, hacia Haití, y desde allí se dirigió a St. Thomas; luego siguió viaje al
continente, vía Curazao. Ya en noviembre se hallaba en Venezuela, donde tuvo noticias del
establecimiento del nuevo gobierno restaurador, nacido de la depuración que en las filas del
movimiento llevó a cabo el benemérito general Gaspar Polanco.

Desde Caracas, le escribió al Ministro de Relaciones Exteriores una importantísima carta de la


cual extraemos los siguientes párrafos: “Quedó impuesto de las razones del Gobierno
respecto de su conducta con los traidores, y no quedo menos que decir a usted que mientras
no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán
siempre víctimas de sus maquinaciones: el Gobierno debe mostrarse justo y enérgico en las
presentes circunstancias o no tendremos patria y por consiguiente, libertad ni independencia
nacional...”

“Báez dice en Curazao (a mí no me lo ha dicho pues no lo he visto), que en el Cibao se trata


de una nueva anexión a los Estados Unidos, y que esto los hace estar tan orgullosos, otros
suponen un partido haitiano y aún no hay quien hable de un afrancesado. Esto es falso de
toda falsedad: en Santo Domingo no hay más que un pueblo que desea ser y se ha
proclamado independiente de toda potencia extranjera, y una fracción miserable que siempre
se ha pronunciado contra esta ley, contra este querer del pueblo dominicano... Ahora bien: si
me pronuncié dominicano independiente desde el 16 de julio de 1838, cuando los nombres de
libertad, patria y honor nacional se hallaban proscritos como palabras infames, y por ello
merecí (en el año 1843) ser perseguido a muerte por esa facción entonces haitiana; si
después, en el año 44 me pronuncié contra el protectorado francés ideado por esos facciosos
y cesión a esta potencia de la península de Samaná, mereciendo por ello todos los males que
sobre mí han llovido; si después de veinte años de ausencia he vuelto espontáneamente a mi
patria a protestar con las armas en la mano contra la anexión a España, llevada a cabo a
despacho del voto nacional por la superchería de ese bando traidor y patricida, no es de
esperarse que yo deje de protestar (y conmigo todo buen dominicano) cual protesto y
protestaré siempre, no digo tan sólo contra la anexión de mi patria a los Estados Unidos, sino
a cualquiera otra potencia de la tierra, y al mismo tiempo, contra cualquier tratado que tienda a
menoscabar en lo más mínimo nuestra independencia nacional y cercenar nuestro territorio o
cualquiera de los derechos del pueblo dominicano”.
Conclusión

El 27 de Febrero de 1844 surgió el estado dominicano según el concepto independentista


inculcado por Juan Pablo Duarte y como consecuencia del activismo revolucionario que
desplegaron los trinitarios, a la cabeza de los cuales quedaron Francisco Del Rosario
Sánchez, Matías Ramón Mella, Manuel Jiménez, Vicente Celestino Duarte y José Joaquín
Puello. Pero el surgimiento del estado dominicano contó con el apoyo de personas
experimentadas políticamente como Bobadilla, y con el respaldo de grandes propietarios
como los hermanos Ramón y Pedro Santana. La proclamación de la independencia se
acompañó de una serie de pasos para asegurarla, uno de ellos fue el colocar patriotas
armados en sitios estratégicos para poder mantener la defensa. De esta manera se
establecieron guardias en los puertos de la atarazana, en el puerto y en otros lugares, un
segundo paso fue el obtener la entrada de la plaza de Sto. Dgo. Que estaba bajo el mando
provisional del general Desgrotte, quien no vaciló en celebrar una capitulación frente a la
efectividad con que actuaron los independentistas. Refiere José Gabriel García que el 28 de
Febrero autoridades haitianas y comisionados dominicanos llegaron a un acuerdo en el que
medio el cónsul francés de Sto. Dgo. Luchereau De Saint Denis. En el acuerdo se establecían
las siguientes medidas:

 La garantía de la propiedad legalmente adquirida.

 Respeto, protección y seguridad para las familias.

 La salida honrosa para funcionarios públicos.

 Garantía para todos los ciudadanos.

 La franqueza y lealtad en la conducta de los partidos haitianos y dominicanos.

 Fijación de un plazo de diez días para que pudieran ausentarse del país los militares o
ciudadanos que quisieran hacerlo.

 La entrada de las armas al cónsul francés mientras se efectuaba el embarque de los


militares haitianos.

 Entrega de los fondos de la tesorería a la junta gubernativa.

 La fijación del día 29 de Febrero para la entrega de la plaza de Sto. Dgo.

Como lo decía el acuerdo las autoridades haitianas entregaron el mando a la Junta Centra
Gubernativa que se había formado como primer gobierno del naciente estado Dominicano.
Dicha junta tenía un carácter provisional, estaba compuesto por siete miembros: Manuel M.
Valverde, Manuel Jiménez, Félix Mercenario, Carlos Moreno Echavarría, José María
Caminero, Francisco Javier Abreu Y Tomas Bobadilla, Quien La Presidía.

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