ReDCE 27 PDF
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DE DERECHO CONSTITUCIONAL
EUROPEO
EUROPÄISCHES VERFASSUNGSRECHT ZEITSCHRIFT
RIVISTA DI DIRITTO COSTITUZIONALE EUROPEO
REVISTA DE DIREITO CONSTITUCIONAL EUROPEU
EUROPEAN CONSTITUTIONAL LAW REVIEW
REVUE DU DROIT CONSTITUTIONNEL EUROPÉEN
REVISTA DE DRET CONSTITUCIONAL EUROPEU
EUROPAKO KONSTITUZIO ZUZENBIDEAREN ALDIZKARIA
REVISTA DE DEREITO CONSTITUCIONAL EUROPEO
27
Año 14, número 27, Enero-Junio de 2017
DIRECTOR
Francisco Balaguer Callejón
CONSEJO ASESOR
PRESIDENTE DE HONOR: Peter Häberle PRESIDENTE: Carlos de Cabo Martín
VOCALES
Ricardo Alonso García Miguel Ángel Aparicio Pérez Xavier Arbós Marín Rainer Arnold
José Asensi Sabater Mercé Barceló Serramalera Javier Barnés Vázquez Rafael Barranco Vela (1959/2013)
Paola Bilancia Roberto Blanco Valdés Carmen Calvo Poyato Antonio Cántaro
A. Antonio Cervati Manuel Contreras Casado Javier Corcuera Atienza Pedro Cruz Villalón
Lorenzo Chieffi José Francisco Chofre Sirvent Ricardo Chueca Rodríguez Antonio D’Atena
Francesc de Carreras Serra Francisco del Río Muñoz Jacqueline Dutheil de la Rochère Teresa Freixes Sanjuán
Miguel Ángel García Herrera Manuel Gerpe Landín José Joaquim Gomes Canotilho Yolanda Gómez Sánchez
Tania Groppi Christian Hillgruber Javier Jiménez Campo Markus Kotzur
Fulco Lanchester Diego J. Liñán Nogueras Juan Fernando López Aguilar Alberto López Basaguren
Antonio López Castillo Francisco López Menudo Antonio López Pina Jörg Luther
Gonzalo Maestro Buelga Stelio Mangiameli Miguel Martínez Cuadrado Didier Maus
Gilmar Ferreira Mendes Roberto Miccù Lothar Michael Lucía Millán Moro
Martin Morlok Alessandro Pace Miguel Pascuau Liaño Ingolf Pernice
Alessandro Pizzorusso (1931/2015) José Antonio Portero Molina José Carlos Remotti Carbonell Paolo Ridola
Gil C. Rodríguez Iglesias Giancarlo Rolla Roberto Romboli Francisco Rubio Llorente (1930/2016)
Modesto Saavedra López Remedio Sánchez Férriz Sixto Sánchez Lorenzo Helmuth Schulze-Fielitz
Antonio Torres del Moral Alejandro del Valle Gálvez Jaume Vernet i Llobet Eduardo Vírgala Foruria
Gustavo Zagrebelsky
SUMARIO
PRESENTACIÓN.......................................................................................................... 7
Francisco Balaguer Callejón
ESTUDIOS
El discurso del odio como límite a la libertad de expresión en el marco del convenio
europeo.................................................................................................................... 81
Germán M. Teruel Lozano
ARTÍCULOS
PERFILES/NOTICIAS
TEXTOS CLÁSICOS
JURISPRUDENCIA
LEGISLACIÓN
FORO
NOTICIAS DE LIBROS
Adquisitivo) sino que supera también al conjunto de la Unión Europea. En las pre-
visiones del FMI para 2017 tiene todavía mayor importancia la cada vez más frágil
posición de los distintos países europeos en la economía global: tan sólo Alemania
sigue ocupando un lugar destacado, el quinto puesto, si bien pasará previsiblemente
pronto al octavo puesto si siguen avanzando posiciones Rusia, Indonesia y Brasil. En
la posición 9 y 10 (por tanto fuera de las reuniones del G8 si estas se acomodaran al
peso económico real de los países) están ahora el Reino Unido y Francia, que posi-
blemente sean superadas en un futuro más o menos próximo por México, Turquía
y Corea del Sur, dejando de estar entre las 10 primeras economías del mundo. Por
lo que se refiere a España e Italia ya hemos dejado de estar en esas posiciones: Espa-
ña ocupa el puesto 16 e Italia el 12 y también en ambos casos, las previsiones son
descensos sucesivos frente a Turquía y Corea del Sur (en el caso de Italia) o frente a
Canadá y otros países en el caso de España.
La paradoja que hemos vivido con el Brexit es que países que son cada vez más
débiles y que representan cada vez menos en el contexto global pretendan «recupe-
rar» su soberanía perdida como si esa pérdida fuera imputable a la Unión Europea
y no a la globalización. La respuesta la vimos justamente unos días después del
referéndum sobre el Brexit en el Reino Unido, cuando la nueva Primera Ministra
decidió paralizar el proyecto de construcción de una central nuclear con parte de
capital chino, como manifestación de ese nuevo espíritu de «recuperación» de la
soberanía. Dos meses después, tuvo que ceder y autorizar el proyecto, evidenciando
así que los países europeos no pueden volver al Estado nacional soberano sino que
tienen que asumir su destino común y compartir la «soberanía» en el marco de la
integración europea. La alternativa a la Unión Europea no es recuperar el poder po-
lítico perdido sino perder el poco poder político que les queda frente a los grandes
agentes globales.
Han sido precisamente el Brexit y el resultado de las últimas elecciones presi-
denciales norteamericanas los que han marcado un cambio de paradigma a nivel glo-
bal, que afecta especialmente a la Unión Europea. Si bien la caída del muro de Ber-
lín en 1989 definió un nuevo contexto global, lo hizo dentro del ámbito europeo,
modificando las condiciones del orden mundial resultante del final de la Segunda
Guerra Mundial, pero todavía con el patronazgo de Estados Unidos (en permanente
sintonía con el Reino Unido para modular el alcance del proceso de integración)
sobre las instituciones europeas. Las recientes declaraciones de la Canciller Merkel
en sentido de que Europa tiene que asumir su destino y no puede descansar ya so-
bre sus aliados atlánticos no son sino la consecuencia lógica de los acontecimientos
que hemos vivido en los últimos meses y que redefinirán la posición futura de los
distintos agentes globales.
Si queremos saber qué existe fuera de la Unión Europea, no tenemos más que
mirar al Reino Unido: desconcierto, confusión, debilidad, riesgo de división in-
terna, pérdida de relevancia en el ámbito global, entre otros efectos negativos del
Brexit. Por más que, como indica Peter Häberle en el artículo que publicamos en
este número, para Europa también «el Brexit es algo más que un accidente, es un
desastre, una pérdida cultural de primer rango». Desde esa perspectiva, Europa debe
ser consciente de lo que pierde con la salida del Reino Unido y debe asumir que no
puede ofrecer solamente una imagen en negativo de lo que supone como proyecto
político. No se trata de que fuera de la Unión Europea se esté peor que dentro sino
de generar las condiciones para que el proyecto de integración vuelva a ser de nuevo
un proyecto atractivo para la ciudadanía europea. Eso exige un cambio de modelo y
un avance decidido hacia la Europa democrática, social y constitucional.
La parte monográfica de este número de la Revista se centra en las cuestiones
relacionadas con la Seguridad en perspectiva europea. En concreto, los trabajos de
Manuel Carrasco Durán sobre «Las garantías procesales en caso de terrorismo: dis-
tintos modelos, en perspectiva comparada», el de Carolina Cerdá Guzmán, que lleva
por título «Los derechos fundamentales y la lucha contra el terrorismo: Francia bajo
el estado de emergencia» y el de Germán Teruel sobre «El discurso del odio como
límite a la libertad de expresión en el marco del Convenio Europeo».
La Sección de Artículos está encabezada por un texto de Peter Häberle titulado
«La ciencia jurídica europea como ciencia de la cultura», que recoge la Conferencia
Inaugural que impartió en el Congreso que celebramos en su Honor en Granada en
mayo de este año, bajo el título de Los nuevos desafíos del constitucionalismo contem-
poráneo. Está prevista su publicación simultánea este mismo año en Italia por Fulco
Lanchester, en Perú por Domingo García Belaunde y en nuestra Revista. Le sigue
un trabajo de Alberto Vespaziani sobre «El referéndum constitucional y la saga de las
reformas institucionales en Italia: much ado about nothing». Cierra esta Sección un
artículo de Miguel José Arjona Sánchez acerca de «La devaluación del dinero como
problema constitucional. El ejemplo histórico de la libra esterlina».
La Sección dedicada a Perfiles y Noticias, incluye en esta ocasión una referen-
cia al Congreso celebrado en Granada en Honor a Peter Häberle sobre Los nuevos
desafíos del constitucionalismo contemporáneo. El Tagungsbericht, que se publicará
también en Alemania, ha sido elaborado por Markus Kotzur y da cuenta con gran
acierto de la consolidación de esta comunidad häberliana que se ha ido formando
a lo largo de los años en todo el mundo y que se reúne periódicamente en España,
nos de los invitados españoles no pudimos participar por motivos ajenos a nuestra
voluntad. Recuerdo que tanto el Profesor Rubio Llorente como yo estuvimos espe-
rando dentro de un avión la autorización para despegar que no llegó debido a una
huelga de controladores aéreos en Francia. Nos es ahora muy grato poder acoger la
espléndida recensión preparada por el Profesor Porras Ramírez que recoge también
un recuerdo para el Profesor Rubio Llorente, gran amigo de Albrecht Weber, y ca-
lifica con razón a este libro como «una obra de referencia en el estudio del Derecho
de la Unión Europea».
Por otro lado, Miguel Azpitarte Sánchez comenta el libro La Constitución po-
lítica de España. Estudios en homenaje a Manuel Aragón Reyes, edición a cargo de F.
Rubio Llorente, Javier J. Campo, Juan J. Solozábal Echavarría, P. Biglino Campos y
A. Gómez Montoro, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2016. Como
se puede ver, el Profesor Rubio Llorente sigue estando presente en nuestra revista
y así seguirá siendo en el futuro. En este caso, como coeditor del Libro Homenaje
dedicado a su primer discípulo, el Profesor Aragón Reyes. En este caso, sí me fue
posible participar con uno de los trabajos que se incluyen en la obra, sin que eso me
suponga impedimento para valorarla objetivamente, como hace el Profesor Miguel
Azpitarte, por referencia a la figura del Profesor Aragón, indicando que «la temática
se ensambla a la perfección con los temas que el homenajeado ha tratado durante su
extensa labor académica y que hasta cierto punto, dada su presencia en los momen-
tos germinales de nuestra disciplina, conforman los asuntos estándar del derecho
constitucional, aquellos en los que nos reconocemos».
Este número 27 de la Revista es, para todo su equipo, una edición muy especial.
No porque celebremos ningún aniversario nuevo, más allá del que suponga el relato
cronológico de su numeración, sino porque, en el curso de este primer semestre de
2017, se ha producido el nombramiento como Magistrada del Tribunal Constitu-
cional de nuestra Directora de la Sección de Legislación, la Profesora María Luisa
Balaguer Callejón. Para nosotros es un motivo de especial alegría porque se trata
de una de las fundadoras de la Revista, que ha dirigido desde el primer número esa
Sección, acreditando su compromiso con el Derecho Europeo y con el Derecho
Constitucional. Hemos compartido siempre con ella una misma visión de la labor
académica, y una metodología inspirada en las enseñanzas de Juan José Ruiz-Ri-
co, nuestro añorado maestro, con el que comenzamos la andadura universitaria,
así como de nuestro maestro alemán, Peter Häberle, del que seguimos aprendiendo
cada día. Su incorporación al Tribunal Constitucional es una magnífica noticia para
quienes conocemos su sensibilidad como jurista y su sentido de la Justicia. Es la
SUMARIO:
1. LOS MODELOS DE RESPUESTA AL TERRORISMO, EN EL MARCO DE LA DICO-
TOMÍA ENTRE LIBERTAD Y SEGURIDAD.
2. EL MODELO DEL ESTADO DE GUERRA: ESTADOS UNIDOS.
3. EL MODELO DEL ESTADO DE EXCEPCIÓN: REINO UNIDO Y OTROS PAÍSES DEL
ÁMBITO ANGLOSAJÓN.
4. EL MODELO DE LOS PODERES POLICIALES.
5. CONCLUSIONES Y CRÍTICAS.
en la estela de los atentados terroristas», Teoría y Realidad Constitucional, n.º 12-13, 2003-2004, pp.
475 y 477.
2 MONTESQUIEU, Del Espíritu de las Leyes, Libro XI, Capítulo VI, trad. M. Blázquez y
Pedro de Vega, Tecnos, Madrid, 1972, p. 151.
aplicación de medidas contra el terrorismo. Nosotros emplearemos algunas de las categorías empleadas
por este autor para definir distintos modelos de normativa antiterrorista. En este contexto, las citadas
categorías adquieren otro significado y dan lugar, asimismo, a resultados diferentes. VéaseM. ROSEN-
FELD, op. cit. Sobre modelos de normativa antiterrorista, véase F. THUILLIER, «La menace terroriste:
essai de typologie», Revue politique et parlementaire, n.º 1.028, 2004, pp. 37 y ss., G. VERGOTTINI,
op. cit., pp. 11-36, A. BENNAZZO, L’emergenza nel conflitto fra libertà e sicurezza, Giappichelli,
Turín, 2004.
7 Registra el uso del Derecho penal con efecto preventivo en materia de terrorismo E. NÚÑEZ
CASTAÑO, Los delitos de colaboración con organizaciones y grupos terroristas, Tirant lo Blanch, Valen-
cia, 2013, p. 298.
8 Para una revisión general de la forma en que las medidas antiterroristas afectan a distintos
derechos fundamentales, véase M. CARRASCO DURÁN, «Medidas antiterroristas y Constitución,
tras el 11 de septiembre de 2001», en PÉREZ ROYO (Dir.) y M. CARRASCO DURÁN (Coord.),
Terrorismo, democracia y seguridad, en perspectiva constitucional, Marcial Pons, Madrid, 2010, pp.
13-56, M. A. CATALINA BENAVENTE, «La restricción de derechos fundamentales en el marco
de la lucha contra el terrorismo», Fundación Alternativas, EP 21/2006, pp. 28 y ss., P. TENORIO
SÁNCHEZ, Constitución, derechos fundamentales y seguridad: panorama comparativo, Thomson Re-
uters, Navarra, 2010, M. REGENGA SÁNCHEZ (Dir.), Terrorismo y Derecho bajo la estela del 11
de septiembre, Tirant lo Blanch, Valencia, 2014, y E. ÁLVAREZ CONDE, y H. GONZÁLEZ, «Le-
gislación antiterrorista comparada después de los atentados del 11 de septiembre y su incidencia en
el ejercicio de los derechos fundamentales», ARI, n.º 7, 2006, disponible en http://www.realinsti-
tutoelcano.org/wps/portal/!ut/p/a0/04_Sj9CPykssy0xPLMnMz0vMAfGjzOKNg318fEKcHX1NT-
Zz9QgKNXI0NDSBAvyDbUREAbg0Kqw!!/?WCM_PORTLET=PC_Z7_3SLLLTCAM54CN-
TQ27F30000000000000_WCM&WCM_GLOBAL_CONTEXT=/wps/wcm/connect/elcano/
elcano_es/zonas_es/ari+7-2006 (visitado en mayo de 2017). Un interesante, y actual, estudio de dere-
cho comparado, con amplias referencias jurisprudenciales, puede encontrarse en A. PERTICI, «Terro-
rismo e diritti della persona», Gli Speciali di Questione Giustizia. Terrorismo internazionale. Politica della
según la cual el país estaba en guerra contra el terrorismo 9, y este estado de guerra
cristalizó en una serie de normas que, en la práctica, dejaban un gran margen de discre-
cionalidad a la Administración a la hora de adoptar medidas para prevenir la comisión
de acciones terroristas10.
No puede extrañar que esta línea de actuación se dejara sentir de manera especial-
mente clara en forma de privación de las garantías procesales clásicas, las cuales supo-
nen, de modo ordinario, el control más poderoso frente a actuaciones arbitrarias de la
Administración. De hecho, es característica de la reacción que tuvo lugar en Estados
Unidos a partir de 2001 la derogación fáctica de las garantías procesales en relación
con las personas sobre las que recayera la sospecha de estar involucradas, de cualquier
manera, en la organización o la comisión de acciones terroristas.
Ya la USA PATRIOT Act11 previó la posibilidad de detener a una persona ex-
tranjera hasta que sea expulsada, si se considera que aquél está implicado en acciones
terroristas o en cualquier otra actividad que ponga en peligro la seguridad nacional. La
detención puede ser prolongada por tiempo indefinido en caso de que su liberación
amenazara la seguridad de los Estados Unidos o la seguridad de la comunidad o de
cualquier persona. Esta medida queda sometida a revisión por el Fiscal General cada
seis meses, si bien se admite la posibilidad de la persona de instar el habeas corpus.
Pero fueron las condiciones de la reclusión de los llamados combatientes enemi-
gos en Guantánamo las que mostraron las medidas más incisivas en derechos básicos
de los afectados12. De esta forma, la Military Order, Detention, Treatment, and Trial
of Certain Non-Citizens in the War Against Terrorism, de 13 de noviembre de 2001,
atribuía al Presidente de Estados Unidos la calificación de una persona como «comba-
tiente enemigo13», sobre la base de unas circunstancias extremadamente vagas y apli-
9 Debe recordarse el discurso del presidente George W. Bush ante las dos cámaras del Congreso
de Estados Unidos el 20 de septiembre de 2001, en el que anunció la guerra al terrorismo («war on
terror») como respuesta al acto de guerra («act of war») que habrían significado los atentados contra
las Torres Gemelas.
10 E. GÓMEZ CORONA, «Estados Unidos: política antiterrorista, derechos fundamentales y
división de poderes», en PÉREZ ROYO (Dir.) y M. CARRASCO DURÁN (Coord.), op. cit., p. 95.
11 Uniting and Strengthening America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept and
Obstruct Terrorism Act of 2001.
12 Sobre el tema, en general, T. E. FROSINI, «El Estado de Derecho se ha detenido en Guantá-
namo», Revista Española de Derecho Constitucional, n.º 76, 2006, pp. 33 y ss.; E. GÓMEZ CORONA,
«Guantánamo y los tribunales militares de excepción diez años después del 11-S», Revista Española de
Derecho Constitucional, n.º 93, 2011, pp. 377 y ss.
13 El origen de esta expresión está en una resolución del Tribunal Supremo de 1942, mediante
la cual aquél se declaró incompetente para juzgar acerca de la legitimidad de un proceso especial segui-
do en Comisiones militares contra algunos saboteadores militares, respecto a los cuales se entendió que
no podían ser considerados prisioneros de guerra. Véase T. E. FROSINI, op. cit., p. 39.
14 E. GÓMEZ CORONA, op. cit., p. 69.
15 El papel del Tribunal Supremo en la revisión de la normativa antiterrorista posterior al 11
de septiembre de 2001 es controvertido. Una parte de la doctrina señala el papel clave que desarrollan
los jueces en el control de la constitucionalidad de estas medidas, como es el caso de R. DWORKIN,
«Guantánamo y la Corte Suprema de Estados Unidos», Claves de Razón Práctica, n.º 146, 2004, pp.
4-11; D. FRANKLIN, «Enemy Combatants and the Jurisditional Fact Doctrine», Cardozo Law Re-
view, n.º 29/3, 2008, pp. 1.001 y ss., R. H. FALLON, y D. MELTZER, «Habeas Corpus Jurisdiction
Substantive Rights and the War on Terror», Harvard Law Review, n.º 120/8, 2007, pp. 2.029-2.112;
G. VERGOTTINI, op. cit., p. 36, y R. BIN, «Democrazia e terrorismo», en www.forumcostituzionale.
it. En sentido crítico, resaltando el limitado alcance de la jurisprudencia del Tribunal Supremo, M.
OWEN FISS, «The War against Terrorism and the Rule of Law», Oxford Journal of Legal Studies, n.º
26/2, 2006, p. 256, E. GÓMEZ CORONA, op. cit., pp. 75-80; CERDÁ-GUZMÁN, «La Constitu-
tion: une arme efficace dans le cadre de la lutte contre le terrorismo?», Revue Française de Droit Consti-
tutionnel, n.º 73, 2008, p. 58; y P. TENORIO SÁNCHEZ, «Constitución y legislación antiterrorista»,
RDPol, n.º 71-72, 2008, p. 580. Sobre el tema, resulta especialmente interesante M. REVENGA
SÁNCHEZ, «Tipos de discurso judicial en la guerra contra el terrorismo. A propósito de la sentencia
del Tribunal Supremo de los Estados Unidos en el caso Boumediene contra Bush», Teoría y Derecho.
Revista de pensamiento jurídico, n.º 4, 2008, pp. 228-242.
16 Hamdi v. Rumsfeld, 541 U.S. (2004).
17 Rumsfeld v. Padilla, 542 U.S. 426 (2004).
18 Dworkin critica que el Tribunal Supremo afirmara que el tribunal competente sería aquel en
del Tribunal Supremo, en esta primera etapa, es la dictada en Rasul v. Bush, donde
considera que los detenidos en Guantánamo quedan sujetos a las leyes y la jurisdicción
federales y que aquéllos tienen derecho a presentar un habeas corpus ante un tribunal
federal, con independencia de su nacionalidad19.
Las sentencias de los casos Hamdi y Rasul provocaron la reacción del Gobierno
estadounidense. En este sentido, el 7 de julio de 2004 se dictó, por parte del Depar-
tamento de Defensa, la Order Establishing Combatant Status Review Tribunal, cono-
cida como el Memorándum Wolfowitz, que sería posteriormente completada por el
Memorándum Gordon England, de 29 de julio. De esta forma, se establecieron unas
comisiones para la revisión de la condición de combatiente enemigo formadas por tres
oficiales «neutrales» del Ejército. Los detenidos no tenían garantizado el derecho a un
abogado de su confianza, de manera que su asistencia se preveía a través de un personal
representatives designados por el Gobierno, que tendrían acceso a toda la información
relevante en posesión del Departamento de Defensa, pero no podrían compartir con el
detenido la información clasificada. Los detenidos podían instar la práctica de prueba,
si bien esta solamente se admitía si la comisión la considerara razonablemente dispo-
nible. Finalmente, la Orden establecía que las comisiones no estaban sometidas a las
reglas ordinarias sobre la prueba y que podían decidir, incluso, sobre la base de simples
rumores20. Por otra parte, la Orden amplió el ámbito de la noción de combatientes
enemigos, permitiendo aplicarla a personas que no hubieran participado en ninguna
acción de guerra21.
La Detainee Treatment Act de 2005 confirmó el sistema de revisión por parte de
comisiones militares, si bien introdujo normas complementarias. Por un lado, esta-
bleció unos «estándares uniformes para el interrogatorio de personas detenidas por
el Departamento de Defensa», lo cual significaría, en la práctica, privar a partir de la
que el detenido estuviera recluido, lo cual permitía al Gobierno trasladar a los detenidos a lugares en los
cuales existieran tribunales de línea más conservadora. Cfr. R. DWORKIN, «What the Court Really
Said», The New York Review of Books, 12 de agosto de 2004. Disponible en: http://www.nybooks.com/
articles/2004/08/12/what-the-court-really-said/
19 Revirtiendo el precedente sentado en el caso Johnson v. Eisentrager, de 1950. La referencia
es Rasul v. Bush, 542 U. S. 466 (2004).
20 J. BLOCHER, «Combatant Status Review Tribunals: flawed answers to the wrong ques-
tion», The Yale Law Journal, n.º 116/3, 2003. Es significativo del resultado que arroja la regulación de
estos tribunales el título del artículo de J. A. GOLDSTEIN, «Habeas without Rights», Wisconsin Law
Review, 1165, Roger Williams Univ. Legal Studies Paper, n.º 47, 2007.
21 Algo discutible ya en el momento de la aprobación de la Orden, a la luz de la sentencia del
Tribunal Supremo en el caso Hamdi. Véase D. FRANKLIN, op. cit., p. 1.006.
GA SÁNCHEZ, M, op. cit., pp. 229 y ss., y R. DWORKIN, «Why It Was a Great Victory», The New
York Review of Books, n.º 55/12, 2008.
29 E. GÓMEZ CORONA, op. cit., pp. 93-95.
30 M. CARRASCO DURÁN, op. cit., pp. 45-47, y, más por extenso, M. LOREDO CO-
LUNGA, «El cierre de Guantánamo: el difícil equilibrio entre voluntad política, legalidad y opinión
pública», Indret: Revista para el Análisis del Derecho, n.º2, 2011.
31 Sobre este tema, D. L. FRANKLIN, «Enemy Combatants and the Jurisdictional Fact Doc-
trine», Cardozo Law Review, n.º 29/3, 2008, A. J. MENÉNDEZ, «Bush II’s Constitutional and Legal
Theory. The Constitution of Emergency between Law and Propaganda», Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales. Papeles de trabajo, n.º 3, 2008, E. ÁLVAREZ CONDE, y H. GONZÁLEZ, op. cit.
32 Como es conocido, la elección de la base de Guantánamo como centro de reclusión se pro-
dujo por el intento de evitar la aplicación, a un tiempo, del derecho vigente en los Estados Unidos y
del Convenio de Ginebra relativo al trato de los prisioneros de guerra, para crear una suerte de vacío
jurídico.
33 Para un examen de la normativa antiterrorista británica anterior a 2001, B. RODRÍGUEZ
RUIZ, «Entre la soberanía parlamentaria y los derechos humanos: seguridad y política antiterrorista
en el Reino Unido», en J. PÉREZ ROYO (Dir.) y M. CARRASCO DURÁN (Coord.), op. cit., pp.
100-106.
34 Irlanda del Norte quedó sometida, así, a un régimen que ha sido denominado como «exilio
interno», propia de un territorio extranjero. Véase D. BONNER, Executive Measures, Terrorism and
National Securiy: Have the Rules of the Game Changed?, Ashgate, Hampshire, 2007, p. 82.
35 La denominación de estos tribunales está tomada de Lord Diplock, que los propuso en un
informe presentado al Parlamento en diciembre de 1972. Los delitos sometidos a su enjuiciamiento lo
eran con independencia de la finalidad, terrorista o no, con que hubieran sido cometidos, pero el fiscal
general del Estado (Attorney General) podía remitir a juicio ordinario con jurado los casos que, en su
opinión, no tuvieran relación con el terrorismo.
36 Esta norma sufrió reformas en 1976, 1984 y 1989. Sobre su evolución hasta 1984, véase C.
WALKER, The Prevention of Terrorism in British Rule, Manchester University Press, 1986, pp. 22 y ss.
judicial, como muy tarde, en el cuarto día de la detención, si bien el órgano judicial
podía ampliar la detención hasta un período máximo de siete días, que fue incremen-
tado a catorce por la Criminal Justice Act de 2003 y a veintiocho por la Terrorism Act
de 200637, para volver al tope de los catorce días el 25 de enero de 2011. Este último
tope es el que establece la Protection of Freedoms Act 2012.
La influencia de los atentados del 11 de septiembre de 2001 dio lugar, sin embar-
go, a un retroceso, que se refleja en la Anti-terrorism Crime and Security Act (ATCSA),
de 14 de diciembre de 200138. Esta ley, en su Parte 4, previó la posibilidad de some-
ter a detención indefinida, sin garantías judiciales, a aquellas personas no nacionales
sobre las que el Ministerio de Asuntos Exteriores tuviera sospechas razonables de su
conexión con el terrorismo nacional, o cuya presencia en el Reino Unido «suponga un
riesgo para la seguridad nacional» (sección 2139). Esta detención podía tener lugar no
solo en el período previo a la expulsión del extranjero a su país de origen, sino también
en los supuestos en que los compromisos jurídicos internacionales del Reino Unido o
razones políticas impidieran temporal o indefinidamente su repatriación. La detención
podía ser objeto de recurso ante una comisión especial (Special Immigration Appeals
Commission), en un marco en que no se contemplaba proporcionar a los detenidos
información sobre su detención, debido a la naturaleza sensible de dicha información.
Las previsiones anteriores fueron derogadas por la Prevention of Terrorism Act 2005
(PTA), que supone una reacción a la sentencia de la Cámara de los Lores de 2004 que
citamos más abajo. La nueva norma establecía un sistema de órdenes de control desti-
nadas a las personas, tanto de nacionalidad británica como extranjeras, sospechosas de
estar implicadas en actividades terroristas y consideradas como un peligro para la segu-
ridad pública, y que suponían determinados límites en el ejercicio de derechos, que, en
37 El proyecto de ley preveía extender la detención hasta noventa días. Un intento de establecer
el período máximo de detención en 42 días fracasó al hilo de la discusión parlamentaria del proyecto
de Counter-Terrorism Act 2008.
38 Sobre la repercusión procesal de las medidas antiterroristas aprobadas en el Reino Unido tras
los atentados contra las Torres Gemelas, véase A. M. SANZ HERMIDA, «Medidas procesales contra el
terrorismo en el Reino Unido y limitación de derechos fundamentales: aspectos conflictivos», en J. R.
SERRANO-PIEDECASAS FERNÁNDEZ, y E. DEMETRIO CRESPO (Dirs.), Terrorismo y Estado
de Derecho, Iustel, Madrid, 2010, pp. 499-514. Más en general, sobre la normativa antiterrorista, B.
RODRÍGUEZ RUIZ, op. cit., pp. 110-122. Desde una perspectiva más cercana a la ciencia política, F.
GREGORY, «Policía y estrategia contra el terrorismo global en el Reino Unido», en Ch. T. POWELL,
y F. REINARES, Las democracias occidentales frente al terrorismo global, Ariel, Madrid, 2008, pp. 151
y ss.
39 Esta figura dio lugar a una nueva derogación del CEDH conforme a su artículo 15.
el supuesto más extremo, podía llegar al arresto domiciliario40. Las órdenes debían ser
emitidas por un juez, a solicitud del ministro del Interior (Home Secretary), si bien en
caso de urgencia podían ser emitidas por el ministro y sujetas a revisión judicial, para
su confirmación o revocación en el plazo de siete días. La posibilidad de revocación se
ceñía al caso de que la orden resultara manifiestamente defectuosa41.
Asimismo, el Reino Unido registra un particular uso de la excepción contemplada
en el artículo 15 del Convenio Europeo de Derechos Humanos. En 1966, el Reino
Unido se acogió al artículo 15 del CEDH. En agosto de 1984 dejó de acogerse a dicho
artículo y esto dio lugar a varias sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Huma-
nos sobre la aplicación de la normativa antiterrorista británica. La más significativa de
ellas es la relativa al caso Brogan y otros c. Reino Unido, de 1988, por la que el TEDH
declaró que la detención por un período de siete días prevista en la Ley de Prevención
del Terrorismo vulneraba el artículo 5.3 del CEDH, ya que no aseguraba el derecho
de la persona detenida a ser conducida sin dilación a presencia de un juez o autoridad
judicial. Esta sentencia provocó que el Reino Unido volviera a acogerse a la excepción
del artículo 15 del CEDH en diciembre de 198842.
En el Reino Unido, los órganos judiciales han mantenido tradicionalmente un
escrutinio muy laxo de la aplicación de la normativa antiterrorista. No obstante, el
control empezó a hacerse más rígido a partir de la entrada en vigor de la Human Rights
Act de 199843. De hecho, esta tendencia encontró su punto de inflexión en la sentencia
de la Cámara los Lores de 12 de noviembre de 2004 en el caso A (FC) and others (FC)
40 Las órdenes de control se clasificaban en derogatorias y no derogatorias. Las primeras re-
querían la derogación del artículo 5 del CEDH e implicaban la posibilidad de privación de libertad
mediante arresto domiciliario, y debían ser emitidas por orden judicial, a solicitud del Ministro del
Interior. Las órdenes no derogatorias implicaban otro tipo de medidas, pero lo cierto es que la dife-
rencia con las órdenes no derogatorias, cuando estas conllevaban el arresto domiciliario, era difícil de
establecer. También en Australia se previeron las órdenes de detención sobre circunstancias muy vagas.
Véase D. WRIGHT-NEVILLE, «La política del miedo: antiterrorismo y democracia australiana», en
Ch. T. POWELL, y F. REINARES, op. cit., pp. 73 y ss.
41 Sobre la regulación de estas órdenes de control, su aplicación y la jurisprudencia a la que han
dado lugar, B. RODRÍGUEZ RUIZ, op. cit., pp. 119-120.
42 S. MARKS, «Civil Liberties at the Margin: The UK Derogation and the European Court of
Human Rights», Oxford Journal of Legal Studies, vol. 15, 1995, pp. 69-95.
43 Sobre la importancia que la aplicación de la Human Rights Act ha tenido en la normativa
antiterrorista británica y en su aplicación, antes y después del 11 de septiembre de 2001, B. RODRÍ-
GUEZ RUIZ, op. cit., pp. 106-117, y C. GEARTY, «11 September 2001, Counter-terrorism and the
Human Rights Act», Journal of Law and Society, vol. 32, 2005, pp. 18-33.
(Appellants) v. Secretary of State for the Home Department (Respondent)44. Esta sentencia45
consideró discriminatoria y desproporcionada la previsión de la Parte 4 de la ATCSA
que permitía la detención gubernativa indefinida de extranjeros sin intervención judi-
cial, por contraria a los artículos 5 y 14 del CEDH. Asimismo, resulta importante la
sentencia del caso A (FC) and others v. Secretary of State for the Home Department, de 8
de diciembre de 200546, que excluyó la posibilidad de admitir instrumentos de prueba
obtenidos bajo tortura en terceros países por ser contraria al artículo 3 del CEDH. De
igual manera, la Cámara de los Lores decidió en varias sentencias que el parámetro de
enjuiciamiento de las medidas de control debía ser el artículo 5 del CEDH47.
Por su parte, el TEDH, en su sentencia del caso A and others v United Kingdom,
de 19 de febrero de 2009, decidió que los procedimientos ante la Special Immigration
Appeals Commission deben estar sometidos a garantías procesales y que, si bien éstas
no tenían por qué ser las propias de los procesos civiles y penales, sí debían ser propor-
cionales a la privación de libertad sufrida, con aplicación de las garantías del artículo
6 del CEDH48.
Finalmente, las órdenes de control fueron derogadas mediante la Terrorism Pre-
vention and Investigation Measures Act 2011 (TPIM), que las sustituyó por las llamadas
TPIM notice. Éstas siguen manteniendo la naturaleza preventiva del control, ya que
van dirigidas a personas a las que no se puede perseguir penalmente o expulsar el país,
44 Véase B. RODRÍGUEZ RUIZ, op. cit., p. 113, C. GEARTY, «Civil Liberties and Human
Rights», en BAMFORTH y LEYLAND (Eds.), Public Law in a Multi-Layered Constitution, Oxford,
hart, 2003, pp. 385-387, y S. SHAH, «The UK’s Anti-Terror Legislation and the House of Lords: The
First Skirmish», Human Rights Law Review, 2005, pp. 416-421.
45 (2004) UKHL 56. Comentarios a esta sentencia en A. TOMKINS, «Readings of A v Se-
cretary of State for the Home Department», Public Law, n.º 259, 2005, pp. 259 y ss., y C. BASSU,
«La Camera dei Lords giudica illegitima la legislazione britannica anti-terrorismo», en http://archivio.
rivistaaic.it/cronache/estero/lords_terrorismo/index.html Para la comparación entre la jurisprudencia
estadounidense y la británica, S. PAPAPOLYCHRONIOU, «Le juge constitutionnel, garant de la
liberté individuelle dans le contexte de la lutte contre le terrorisme», en www.droitconstitutionnel.org/
congresmtp/textes5/PAPAPOLY.pdf (visitado en mayo de 2017).
46 (2005) UKHL 71.
47 Secretary of State for the Home Department v. JJ and others (2007) UKHL 45; Secretary of State
for the Home Department v. MB (FC) (2007) UKHL 46; y Secretary of State for the Home Department
Respondent v. E and another (2007) UKHL 47. Igualmente, la sentencia en el caso Secretary of State for
the Home Department v AF and another (2009) UKHL 28.
48 En el mismo sentido, la sentencia de la Cámara de los Lores en el caso Secretary of State for
the Home Department v. MB and AF (2007) UKHL, 46, si bien esta sentencia se pronuncia en términos
más genéricos.
pero que suponen una amenaza terrorista. Sin embargo, el objetivo de la nueva regula-
ción es limitar, conforme al principio de proporcionalidad, el impacto en los derechos
de las personas sometidas a este tipo de medidas. De forma destacada, las TPIM notice
deben ser acordadas por un tribunal, o bien confirmadas por un tribunal, en caso de
que sean impuestas con carácter de urgencia. La norma pretende garantizar, asimismo,
la revisión de cada caso en que las medidas sean impuestas, así como el derecho a re-
currir en apelación.
Con posterioridad, la ley de mayor interés para la materia que venimos exami-
nando ha sido la Justice and Security Act 2013, que regula los llamados closed material
procedures, es decir, procesos civiles relevantes49 en los cuales el órgano judicial de-
clara que se puede hacer una solicitud para no dar publicidad a material considerado
sensible, por dañar los intereses de la seguridad nacional. Para estos casos, el órgano
judicial puede prever la intervención de un special advocate 50nombrado por el Attorney
General51, que asume la representación de la parte en estos procesos y que puede tener
acceso a la prueba declarada secreta, si bien no es responsable hacia la parte a la cual
representa. Estas previsiones han extendido la práctica de las llamadas secret courts, que
pueden dar lugar, incluso, a secret judgments.
La misma tendencia se ha dado en Canadá. La Anti-terrorism Act (ATA), que en-
tró en vigor el 15 de octubre de 2001, instauró, por una parte, las investigative hearing,
por las que una persona podía ser obligada a comparecer ante un juez en el curso de
una investigación de un delito de terrorismo para proporcionar información sensible,
si bien las pruebas obtenidas mediante este instrumento no podían ser utilizadas en
procesos posteriores contra la persona conminada a comparecer. Por otra parte, esta-
bleció la recognizance with conditions, que permitían la detención durante veinticuatro
horas, período tras el cual el juez podía iniciar una audiencia, que significaba la prolon-
gación de la detención durante cuarenta y ocho horas adicionales. Al terminar dicha
audiencia, el juez podía poner en libertad bajo fianza y con condiciones a la persona
durante un período máximo de doce meses, o bien ordenar su encarcelamiento en caso
de no constituir la fianza. Estas normas tenían una vigencia de cinco años y su vigencia
49 Son aquellos seguidos en materia no penal ante High Court, Court of Appeals, Court of Session
o la Supreme Court.
50 La figura del special advocate surgió en el Reino Unido para actuar en algunos procedimien-
tos secretos en materia de inmigración, asociaciones prohibidas o empleo, o en asuntos relativos a
Irlanda del Norte. También ha sido utilizada en Canadá y Nueva Zelanda.
51 En los procesos que se desarrollen en Inglaterra y en Gales. En los desarrollados en Escocia,
corresponderá dicha función al Advocate General for Scotland, y en los que se desarrollen en Irlanda del
Nore, al Advocate General for Northern Ireland.
52 M. NOVO FONCUBIERTA, «La respuesta de Canadá al terrorismo transnacional: una op-
ción jurisprudencialmente corregida», en PÉREZ ROYO (Dir.) y M. CARRASCO DURÁN (Coord.),
op. cit., pp. 139-142. Más por extenso, K. ROACH; «The 9/11 effect in comparative perspective: some
thoughts on terrorism law in Canada, Spain and the United States», en M. REVENGA SÁNCHEZ
(Dir.), op. cit., pp. 21-60.
53 M. NOVO FONCUBIERTA, op. cit., p. 150.
54 M. NOVO FONCUBIERTA, op. cit., pp. 151-154. Este instrumento había sido incor-
porado a la anterior Immigration Act a principios de la década de los noventa. La IRPA supone un
endurecimiento del régimen anterior.
55 M. NOVO FONCUBIERTA, op. cit., p. 168.
58 Véase, para India, M. CARRASCO DURÁN, op. cit., p. 34, y para Australia, D. WRI-
GHT-NEVILLE, «La política del miedo: antiterrorismo y democracia australiana», en Ch. T. POWE-
LL, y F. REINARES, op. cit., pp. 73 y ss.
59 Leyes de 4 de diciembre de 2001 y 22 de agosto de 2002. Véase M. CARRASCO DURÁN,
op. cit., p. 35.
y seis jueces auxiliares, y ocho en apelación), lo cual, además, suponía una excepción
al juicio por jurado60. El Consejo Constitucional entendió que estos tribunales penales
eran conformes con la Constitución. En el año 2006, la competencia de estos órganos
judiciales se extendió a la jurisdicción de menores61.
Posteriormente, la Ley n.º 2001-1062, de 15 de noviembre de 2001, de Segu-
ridad Cotidiana, admitió la figura del testigo protegido, si bien el uso de esta figura
se encuentra sujeto a control judicial, y se prevé que la condena no puede ser basada
solamente en sus declaraciones62. Asimismo, la Ley n.º 2006-64, de 23 de enero de
2006, relativa a la lucha contra el terrorismo y diversas disposiciones relativas a la se-
guridad y a los controles fronterizos, permitió la posibilidad de adoptar dos prórrogas
adicionales de veinticuatro horas en la detención, hasta totalizar 144 horas63. Fue ele-
mento fundamental para que el Consejo Constitucional entendiera como conforme
con la Constitución esta medida el hecho de que dichas ampliaciones son competen-
cia del juez de las libertades y deben adoptarse en auto motivado64. Por otra parte, la
regulación de la detención se ha visto confirmada, en sus líneas generales, por la Ley
n.º 2011-392, de 14 de abril de 2011, relativa a la detención preventiva, que permite
una regulación escalonada de las prórrogas de la detención, la cual puede alcanzar un
máximo de 144 horas en caso de riesgo serio de la inminencia de una acción terrorista
en Francia o en el extranjero, o si las necesidades de la cooperación internacional lo
requieren imperativamente.
Asimismo, a partir de la ley de 2006, se ha permitido el acceso a los datos de
conexión a Internet con la autorización, no de un juez, sino de una autoridad adminis-
trativa, previsión que se ha confirmado a través de sucesivas reformas legales65.
60 Una Ley de 29 de diciembre de 1997 permitía trasladar estos tribunales a otros sitios distin-
tos de París.
61 A. BARRERO ORTEGA, «El control de constitucionalidad de la más reciente legislación
antiterrorista francesa», PÉREZ ROYO (Dir.) y M. CARRASCO DURÁN (Coord.), op. cit., p. 182.
62 Arts. 706-58 a 706-62 del Código de procedimiento penal reformado. En realidad, un an-
tecedente de esta figura se encuentra en la Ley de 1986, que permitía evitar la pena al testigo cuyas
declaraciones impidieran la comisión de un acto terrorista, lo que en otros países se ha llamado Crown
teste o «testigo principal».
63 Art. 706-88 del Código de procedimiento penal reformado.
64 DCC 2005-532, de 19 de enero de 2006. A. BARRERO ORTEGA, op. cit., p. 183.
65 Esta previsión ha sido confirmada por el Consejo Constitucional. Un detallado resumen de
la normativa antiterrorista francesa se puede encontrar en http://www.vie-publique.fr/chronologie/
chronos-thematiques/trente-ans-legislation-antiterroriste.html Se puede decir que Francia se ha dota-
do de un auténtico «arsenal legislativo antiterrorista», como lo denomina O. LECUCQ, «La Consti-
68 Desde 2001, el art. 226 del Código de Procedimiento Penal permitía la interceptación pre-
ventiva con autorización del Fiscal General del Estado, si bien estaba prohibido hacer uso de los resul-
tados de tales interceptaciones en el proceso penal. Para más detalle sobre el marco normativo italiano,
A. PERTICI, op. cit., y P. TENORIO SÁNCHEZ, op. cit., pp. 154-165, esp. pp. 163-165.
69 Para un sector de la doctrina, estas previsiones instauran un paradigma de la sospecha y
resultan contrarias al derecho de defensa. Véase A. PERTICI, op. cit.
Con todo, este modelo mantiene la garantía de la revisión por parte de órganos
judiciales de la aplicación de las medidas dispuestas en la legislación antiterrorista, el
enjuiciamiento también por parte de órganos judiciales, la posibilidad de designar
Abogado defensor en el proceso y la plena capacidad de aportar prueba y discutir la
prueba presentada por la acusación. En definitiva, el núcleo, al menos, del derecho a la
tutela judicial efectiva y del derecho a un proceso con todas las garantías.
Alemania y Francia, tras la instauración del estado de urgencia vigente en la ac-
tualidad, constituyen casos particulares. Alemania, en las décadas de los años setenta
y ochenta, y en el contexto de la lucha contra el terrorismo de la RAF, se dotó de un
régimen que, también en el marco del proceso, integra algunos elementos propios del
modelo del estado de excepción. Así, se prevé, la exclusión del abogado defensor en
determinados casos, o bien la fijación de un número máximo de abogados defensores
y la prohibición de la defensa múltiple, la posibilidad de llevar a cabo la vista oral sin
presencia de abogado, la limitación del derecho a declarar, la extensión de la detención
preventiva, la previsión del «testigo principal», la intervención de la correspondencia
entre el abogado defensor y el sujeto imputado por delitos de terrorismo y la designa-
ción del Fiscal Federal General y de los Tribunales Superiores de Justicia (Oberlandsge-
richt) como órganos para la investigación y enjuiciamiento de las causas por delitos de
terrorismo70. La normativa más reciente ha ido dirigida a reforzar las facultades de los
servicios de inteligencia para compartir información en la lucha contra el terrorismo
internacional71 y 72.
En la Unión Europea, las normas aprobadas van dirigidas a instar a los Estados
la tipificación del delito de terrorismo, facilitar el intercambio de información, obsta-
culizar la financiación de grupos terroristas y la agilización de la entrega de detenidos
mediante la euroorden73. En relación con este último instrumento74, debe destacarse
la Decisión 2009/299/JAI del Consejo, de 26 de febrero de 2009, que concreta los
supuestos en que no podrá denegarse el reconocimiento ni la ejecución de resoluciones
dictadas en juicios celebrados sin la comparecencia del imputado.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha perfilado la interpretación de la
normativa relativa a la euroorden reforzando, por un lado, la obligación de proceder
a la entrega incluso cuando aquélla pudiera contradecir los derechos fundamentales
reconocidos en el ámbito nacional, en el caso de que fueran interpretados para dotarlos
de un canon de protección superior al garantizado por la Carta de Derechos Funda-
mentales de la Unión Europea y el Convenio Europeo de Derecho Humanos (senten-
cia del Tribunal de Justicia de 26 de febrero de 2013, C-399/11, asunto Melloni75) y,
varias normas relativas a la intervención de las comunicaciones y manejo de datos por las autoridades,
normalmente mediante el uso del juicio de proporcionalidad. La última sentencia, en esta línea, es de
20 de abril de 2016. Para sentencias anteriores, véase M. CARRASCO DURÁN, op. cit., pp. 40-41.
73 En el paquete normativo de la Unión Europea en torno a medidas antiterroristas asumen un
papel especial las directivas, las decisiones marco e instrumentos de soft law. Se opta, por tanto, como
señala Tinoco Pastrana, por la aproximación de legislaciones internas, más que por su armonización.
Para un detalle de estas normas, A. TINOCO PASTRANA, «La lucha contra el terrorismo en la
Unión Europea desde una perspectiva procesal», Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política
y Humanidades, n.º 36, 2016, pp. 439-463, esp. p. 440; F. J. JIMÉNEZ FORTEA, «La respuesta
procesal penal al terrorismo en el marco de la Unión Europea: un ejemplo de cooperación judicial
penal y policial», en M. P. CALDERÓN CUADRADO, y J. L. IGLESIAS BUHIGUES, El espacio
europeo de libertad, seguridad y justicia: avances y derechos fundamentales en materia procesal, Thomson,
Madrid, 2009, pp. 63-98; M. RODRÍGUEZ-IZQUIERDO SERRANO, «Las líneas de acción contra
el terrorismo de la Unión Europea y sus condiciones de constitucionalidad», en PÉREZ ROYO (Dir.)
y M. CARRASCO DURÁN (Coord.), op. cit. , pp. 228-235. Sobre los problemas que estas medidas
aprobadas en el ámbito de la Unión Europea pueden suponer, confrontadas con los estándares naciona-
les de los derechos reconocidos en las Constituciones de los Estados miembros, M. RODRÍGUEZ-IZ-
QUIERDO SERRANO, op. cit., p. 236.
74 La euroorden está regulada en la Decisión marco 2002/584/JAI del Consejo, de 13 de
junio de 2002, relativa a la orden de detención europea y a los procedimientos de entrega entre
Estados miembros. Sobre este tema existe gran volumen de doctrina, pero destacamos, por su
tratamiento desde la perspectiva de las medidas antiterroristas, A. TINOCO PASTRANA, op.
cit., pp. 454-461.
75 Para un examen de los problemas jurídicos planteados por este asunto, véase M. CARRAS-
77 Además, el artículo 3.5 de la Directiva recoge que «en circunstancias excepcionales y úni-
camente en la fase de instrucción», los Estados miembros podrán dejar de aplicar «temporalmente»
el derecho a la asistencia de letrado, «en caso de que la lejanía geográfica de un sospechoso o acusado
imposibilite el ejercicio del derecho a la asistencia de letrado sin demora injustificada tras la privación
de libertad.» Recientemente, debe destacarse la Directiva (UE) 2017/541 del Parlamento Europeo y
del Consejo, de 15 de marzo de 2017, relativa a la lucha contra el terrorismo y por la que se sustituye la
Decisión marco 2002/475/JAI del Consejo y se modifica la Decisión 2005/671/JAI del Consejo, que
prevé normas para asegurar el enjuiciamiento de los delitos de terrorismo en el ámbito de la Unión.
78 Regulado por la Ley n.º 55-385, de 3 de abril de 1955, relativa al estado de urgencia, mo-
dificada, entre otras, por la Ley n.º 2015-1501, de 20 de noviembre de 2015, y la Ley n.º 2016-987,
de 21 de julio de 2016.
existen razones serias para pensar que representan una amenaza para la seguridad del
Estado o que están en relación directa, y no fortuita, con tales personas. No obstante,
la ley no ha modificado los términos del control judicial respecto a los existentes pre-
viamente79.
5. CONCLUSIONES Y CRÍTICAS
Como conclusión de cuanto hemos expuesto puede afirmarse que se ha conso-
lidado en Derecho comparado un estándar de respuesta jurídica al terrorismo consis-
tente en un conjunto de medidas preventivas que suponen una ampliación del margen
de actuación de las autoridades y que conllevan limitaciones en derechos tales como
los relativos a las garantías del período de detención preventiva, el secreto de las co-
municaciones, la inviolabilidad del domicilio y la protección de datos, sin perjuicio de
que ocasionalmente puedan verse afectados otros derechos y de que se dé también un
agravamiento del tratamiento penal de los delitos conexos con el terrorismo. Hemos
denominado el citado estándar como modelo de los poderes policiales.
En este modelo también sufren adaptaciones y limitaciones las garantías inheren-
tes al proceso. Por ejemplo, hemos visto que existe una tendencia a la centralización de
los órganos judiciales competentes para investigar y enjuiciar a las personas implicadas
en actos de terrorismo. Asimismo, son posibles otras limitaciones, como las que difie-
ren el control judicial de determinadas actuaciones de los agentes de la autoridad a un
momento posterior a su realización o limitan el derecho a la libre elección de abogado
en la fase de la detención. Sin embargo, se mantiene el núcleo del derecho a la tutela
judicial y de las garantías procesales. En especial, se atribuye la investigación y enjuicia-
miento de las personas envueltas en actos terroristas a órganos judiciales de naturaleza
ordinaria y se respetan garantías tales como el derecho a aportar prueba, a la presun-
ción de inocencia y a la libre elección de abogado en el marco del proceso. De hecho, el
mantenimiento del control judicial ha sido un elemento de importancia trascendental
para que órganos como el Consejo Constitucional francés o el Tribunal Constitucional
español hayan aceptado algunas de las medidas previstas en la legislación antiterrorista.
El propio Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en sentencia de 13 de sep-
tiembre de 2016, asunto Ibrahim y otros c. Reino Unido, ha aceptado la limitación
del derecho a la asistencia de abogado durante la detención y la admisión en el juicio
79 Para Garapon, en Francia el terrorismo se enfoca como un problema de seguridad interna y
de naturaleza predominantemente judicial; cfr. A. GARAPON, «¿Tiene Francia una ventaja en la lucha
antiterrorista?», ARI, n.º 110, 2005.
de declaraciones de los detenidos hechas sin asistencia letrada, debido, entre otras razo-
nes, al interés público en prevenir y sancionar ataques terroristas de gran magnitud que
se daba en el caso y a que el proceso, en su conjunto, no podía considerarse injusto, a
pesar de tales circunstancias80.
Particularmente, debe señalarse que las medidas antiterroristas escapan de la clá-
sica categorización entre estado de normalidad y estados de excepción. El estándar
descrito configura un modelo intermedio entre el régimen jurídico aplicable en condi-
ciones de normalidad y el de los estados de excepción que, salvo el caso de España, no
encuentra acogida expresa en las Constituciones.
Es necesario tener en cuenta lo anterior, también, porque el uso de las categorías
tradicionales puede llevar a confusiones cuando tratamos de la lucha contra el terroris-
mo. Por ejemplo, el estado de urgencia declarado en Francia viene siendo aplicado con
unas medidas que podemos encuadrar en el que hemos denominado modelo de los
poderes policiales. Por otra parte, resulta inevitable reconocer la existencia de distintos
grados de severidad de las medidas dentro de este modelo. Francia marca, por ejemplo,
un grado de máximo reconocimiento a los agentes de la autoridad de capacidad para
adoptar medidas de carácter preventivo. El caso de Alemania muestra la posibilidad
de que algunas medidas propias del modelo del estado de excepción se incrusten en el
marco del modelo de los poderes policiales. A la hora de encuadrar a estos países en el
modelo de los poderes policiales nos hemos guiado por la impresión de conjunto que
se extrae de su normativa, resultando determinante que se respete, de forma general, el
núcleo esencial de las garantías clásicas del proceso, y, dentro de estas, especialmente,
el enjuiciamiento por parte de tribunales independientes encuadrados en el poder
judicial.
De hecho, este estándar normativo se ha consolidado como permanente e, inclu-
so, la práctica muestra un agravamiento de algunas medidas propias del modelo de los
poderes policiales, especialmente en lo relativo a acceso y registro de datos personales.
80 Se aplicó a los afectados legislación anterior a la reforma de 2001. Se denegó la demanda de
tres de los demandantes, pero se estimó la de uno que había sido citado como testigo y que, durante su
testimonio, comenzó a autoincriminarse, sin que los agentes de la policía lo advirtieran de sus derechos.
La práctica de la policía británica se confronta, en la sentencia, con el test sobre acceso a asistencia
letrada establecido en la sentencia de 27 de noviembre de 2008, asunto Salduz c. Turquía. En el caso,
se trataba de tres detenidos por haber intentado llevar a cabo un atentado en tres vagones de metro y la
principal estación de autobús de Londres dos semanas después de los atentados de 7 de julio de 2005.
El cuarto demandante fue llamado a declarar, en principio, como testigo, aunque posteriormente re-
sultó incriminado en virtud de sus propias declaraciones.
Ahora bien, las medidas que hemos examinado plantean tres grandes cuestio-
nes, que se hacen especialmente acuciantes en los modelos del estado de excepción y
del estado de guerra: la primera, relacionada con su compatibilidad con los derechos
fundamentales (la cuestión de los derechos); la segunda versa sobre su compatibilidad
con el modelo de Juez y de proceso característico de un Estado Derecho (la cuestión
institucional); la tercera se refiere a su efectividad (la cuestión de la eficacia)85.
Para comenzar con la cuestión de los derechos, resulta útil traer a colación una
frase del jurista australiano Nicholas Howen, que afirmó en 2005 que en un Estado
democrático no se puede permitir «un poco» de tortura86. De igual manera, añadimos,
un Estado democrático de Derecho no se puede permitir «un poco» de arbitrariedad,
tomando como excusa la lucha contra el terrorismo. En realidad, no se puede evitar la
impresión de que, tras medidas como las que integran el modelo del estado de excep-
ción y el modelo del estado de guerra, se encuentra una pretensión de admitir el riesgo
de actuaciones arbitrarias del Estado con tal de proporcionar a la población una ficticia
sensación de seguridad87.
Por otra parte, resulta contradictorio con el modelo de Juez característico de nues-
tro Estado de Derecho configurar a los órganos llamados a desempeñar funciones judi-
ciales como piezas al servicio del engranaje represivo del Estado, alterando su configu-
ración original como órganos de tutela de los derechos. En el mismo sentido, pervierte
el significado del proceso característico de nuestro Estado de Derecho una regulación
que, al no asegurar adecuadamente el derecho de defensa de la persona acusada, se
desvía de la finalidad de buscar la verdad real que debe impregnar el proceso penal88.
el interés público no justifica medidas que extingan la esencia más básica de los derechos de defensa
de los demandantes.
85 W. HOFFMANN-RIEM, op. cit., p. 480.
86 Este principio fue enunciado por el jurista citado como «you cannot have a little bit of torture»
en el congreso International Summit on Democracy, Terrorism and Security, celebrado en Madrid del 8
al 11 de marzo de 2005, disponible en http://summit.clubmadrid.org/keynotes/freedom-security-and-ci-
vil-liberties.html (visitado en mayo de 2017).
87 W. HOFFMAN-RIEM, op. cit., pág. 480; BIGO, D.; «Prácticas iliberales de los regímenes
liberales: política del terror y política de la inquietud en el régimen contraterrorista global», en Ch. T.
POWELL, y F. REINARES, op. cit., p. 373.
88 J. DAMIÁN MORENO, op. cit., pp. 112-114. Al final, se trata, como dice Serrano-Piede-
casas, de la sustitución de la «razón jurídica» por la «razón de Estado»; J. R. SERRANO-PIEDECA-
SAS, «Tratamiento jurídico-penal del terrorismo en un Estado de Derecho», en L. ZÚÑIGA RODRÍ-
GUEZ, y otros, El Derecho penal ante la globalización, Colex, Madrid, 2002, p. 78. No obstante, estos
autores se refieren a la regulación española.
89 Para E. NÚÑEZ CASTAÑO, op. cit., pp. 297-307, el agravamiento de los tipos del Código
Penal como medida para luchar contra el terrorismo, más que una aportación a la eficacia, resulta un
anacronismo. Para la situación española, véase C. LAMARCA PÉREZ, «Legislación antiterrorista: la
normalización de la excepcionalidad», Jueces para la Democracia, n.º 8, 2017, p 47. La misma autora
contrasta la permanencia de las medidas derivadas del desarrollo del artículo 55.2 de la Constitución
con el final de la actividad de ETA en «La excepcionalidad procesal en materia de terrorismo. Una vi-
sión general», en A. R. CUERDA RIEZU (Dir.), El derecho penal ante el fin de ETA, Tecnos, Madrid,
2016, pp. 197-210. En contraste, es tradicional la inutilidad del control parlamentario de las medidas
antiterroristas. Véase, al hilo de la correspondiente previsión del artículo 55.2 de nuestra Constitución,
J. J. SOLOZÁBAL ECHEVARRÍA, «Espagne-Table ronde: lutte contre le terrorismo et protection
des droits fondamentaux», AIJC, n.º XVIII, 2002, p. 51; y F. ÁLVAREZ-OSSORIO MICHEO, «El
“adecuado control parlamentario” (art. 55.2 CE), según la STC 71/1994», REDC, n.º 45, 1995, pp.
283 y ss.
Resumen
En el presente trabajo se examinan, en clave de Derecho comparado, las medidas adoptadas en
el marco de la lucha antiterrorista que han tenido como consecuencia la privación o la limita-
ción de garantías procesales. En el primer apartado, se expone el marco teórico que utilizaremos
para explicar y enjuiciar dichas medidas. Examinaremos el debate sobre la ponderación entre
libertad y seguridad y los modelos de reacción contra el terrorismo desde el plano del Derecho
que han tenido lugar en Europa continental y el área anglosajona. En el segundo epígrafe,
expondremos las distintas medidas con repercusión en derechos procesales que se han adoptado
en el marco de la lucha antiterrorista en los países escogidos. Finalmente, haremos un balance
y un enjuiciamiento crítico de tales medidas, partiendo de la base de que, precisamente, la
actitud hacia el mantenimiento, la limitación o la supresión de las garantías procesales marca
la línea que permite distinguir diferentes modelos de tratamiento jurídico de la lucha contra
el terrorismo.
Palabras claves
Terrorismo, garantías procesales, EE.UU, Reino Unido, Francia, Alemania, España
Abstract
This paper, using the comparative law methodology, analyzes the measures in the realm of an-
titerrorism law to identify the limitation of procedural guarantees. The first point is devoted to
the theoretical frame, going through the debate balancing freedom and liberty and the reactions
in Europe and the Anglo-Saxon area. In the second paragraph, the paper takes account on the
consequences of antiterrorism war and procedural rights. Finally, in a critical assessment I will
underline that procedural rights are the red line that enables to distinguish several models in
the fight against terrorism.
Key words
Terrorism, procedural rights, U.S.A., United Kingdom, Germany, France, Sapin
SUMARIO:
1. LAS CONSECUENCIAS DIRECTAS DEL ESTADO DE EMERGENCIA SOBRE LOS
DERECHOS FUNDAMENTALES.
2. LAS CONSECUENCIAS INDIRECTAS DEL ESTADO DE EMERGENCIA SOBRE LOS
DERECHOS FUNDAMENTALES.
3. CONCLUSIÓN.
La lucha contra el terrorismo, como toda política que pretende reprimir las
alteraciones del orden público, conduce necesariamente a disminuir el ámbito de
los derechos fundamentales. Para que esta restricción no sea percibida como una
violación de los derechos fundamentales, la doctrina suele recurrir a la imagen de
la balanza. De un lado se sitúa la seguridad, y de otro la protección de los derechos
fundamentales. Toda restricción de los derechos fundamentales es considerada como
justa y equilibrada si es proporcional a la amenaza sobre la seguridad.
A la luz de los hechos, no se puede negar que Francia es objeto de una amenaza
terrorista constante, que se ha ido acrecentando desde el año 2015. En efecto, el año
2015 empezó tristemente con un ataque terrorista el 7 de enero en la redacción del
periódico satírico Charlie Hebdo. Los hermanos Chérif y Saïd Kouachi asesinaron
aquel día a doce personas e hirieron a once. Dos días después, otro terrorista (Amedy
Coulibaly) mata a una policía municipal y cuatro clientes de un supermercado a los
que había secuestrado. Estos ataques, que tuvieron una resonancia mundial, desgra-
ciadamente no fueron los únicos que ensangrentaron ese año, ya que lo peor estaba
por venir. La noche del 13 noviembre de 2015, varios ataques se efectuaron en la
región parisina. Tuvieron en particular por objetivo el estadio de Seine-Saint-Denis,
las terrazas de cafés y de restaurantes de dos distritos parisinos y la sala Bataclan,
provocando ciento treinta muertos y más de cuatrocientos heridos. Desde enton-
ces, Francia ha sufrido otros ataques. El 13 de junio de 2016, dos policías son ase-
sinados en su propia casa. El autor de este ataque, Larossi Abballa, reivindicó su
acción en nombre del Estado islámico. El 14 de julio de 2016 en Niza, Mohamed
Lahouaiej-Bouhlel lanza un camión de gran tonelaje contra el público que se había
reunido para disfrutar de los fuegos artificiales de la Fiesta nacional, provocando la
muerte de ochenta y cuatro personas. El 26 de julio de 2016, un sacerdote es asesi-
nado en Saint-Etienne de Rouvray. Y el 3 de febrero de 2017, una patrulla militar
emplazada en el carrusel del Louvre es atacada con un machete. Por lo tanto, los
ataques terroristas son constantes en Francia desde el año 2015. Cabría pensar, así,
que la necesidad de incrementar la seguridad justificaría debilitar la protección de
los derechos fundamentales.
Aunque atractiva y muy visual, la imagen de la balanza es en realidad extrema-
damente engañosa. Lejos de funcionar sobre un simple sistema de pesos y de equi-
librios, la protección de los derechos fundamentales se apoya en una serie de presu-
puestos y de procedimientos que no son contabilizados en esta balanza. Por ejemplo,
ciertos derechos fundamentales no pueden estar en los platillos, como es el caso de
la prohibición de la tortura; cualquiera que sea el peligro o el riesgo en la seguridad
pública, no puede ser objeto de una negociación. Además, los derechos fundamen-
tales integran una serie de elementos que, si bien no suponen una protección directa
de los derechos fundamentales, constituyen una garantía indirecta de los mismos.
Es, por ejemplo, el caso del reparto de competencias entre el juez administrativo y
el juez judicial (un elemento crucial en el ordenamiento jurídico francés, su summa
divisio). En efecto, ciertas limitaciones de las libertades son consideradas como más
justas si son acordadas judicialmente, e incluso, exigen un procedimiento jurisdic-
cional específico. Por ello, es importante depurar el análisis y examinar el conjunto
de los elementos que protegen directa e indirectamente los derechos fundamentales,
con el fin de hacer una evaluación más precisa del estado de los derechos en Francia
desde los atentados de 2015.
En rigor, tal análisis debería integrar y revisar la totalidad de las medidas con-
tra el terrorismo emprendidas en Francia y en Europa. No obstante, debido a su
amplitud y a su diversidad, no será posible llevar a cabo en estas páginas un estudio
exhaustivo de las mismas. Así las cosas, hemos optado por orientar el ensayo en ex-
clusiva sobre el estado de emergencia1. Esta reducción del objeto puede justificarse
1 Para un estudio sobre el modelo francés de lucha contra el terrorismo, ver por ejemplo: P.
PONCELA, «Les naufragés du droit pénal», Archives de politique criminelle, n.º 38, 2016/1, p. 7 y ss.;
O. CAHN, «“Cet ennemi intérieur, nous devons le combattre”. Le dispositif antiterroriste français,
une manifestation du droit pénal de l’ennemi», Archives de politique criminelle, n.º 38, 2016/1, p. 89
y ss.; L. GAUTIER, «Les voies et les moyens de la lutte antiterrorista», Pouvoirs, n.º 158, 2016/3, p.
39 y ss.
con el fin de responder a una crisis. Cada estado es libre de crear o de prever regíme-
nes de excepción y cada estado es también libre de crear diversos tipos de regímenes,
con las adaptaciones correspondientes, según los tipos de crisis que justifiquen su
establecimiento. Desde este punto de vista, Francia es relativamente precavida ya
que existen tres regímenes de excepción diferentes en el derecho positivo francés.
emergencia puede ser determinado por el Parlamento, pero el poder ejecutivo tam-
bién es libre de ponerle término por un decreto en Consejo de ministros antes de la
fecha fijada por el Parlamento.
Sin embargo, cabe subrayar que este procedimiento (idéntico al del estado de
sitio) sólo fue instaurado en 1960, a través de una ordenanza que modifica la ley
sobre el estado de emergencia12. Inicialmente, la ley de 3 de abril de 1955 preveía
que el estado de emergencia podía ser declarado sólo por ley, dejando totalmente al
Parlamento el poder de apreciación y de decisión en la materia. El cambio de pro-
cedimiento condujo a difuminar un poco esta especificidad procesal del estado de
emergencia, aunque permanecen algunas pequeñas particularidades. El artículo 4 de
la ley precisa dos casos de caducidad del estado de emergencia: «al final de un plazo
de quince días hábiles según la fecha de dimisión del Gobierno o de la disolución de
la Asamblea Nacional».
1.1.b.2. La diversidad de las medidas que pueden ser tomadas en el marco del esta-
do de emergencia
Según la ley de 3 de abril de 1955, el estado de emergencia supone la extensión
de la competencia de las autoridades de policía (principalmente la de los prefectos
y del Ministro del Interior), permitiéndose severas restricciones sobre las libertades
colectivas e individuales. Este incremento de los poderes de las autoridades de poli-
cía conduce, por lo tanto, a distinguirlo claramente del estado de sitio, y de hecho
el Código de la defensa prevé muy explícitamente que el estado de sitio y el estado
de emergencia no han de ser utilizados simultáneamente (art. L. 2131-1 del Códi-
go de la defensa). La ley de 3 de abril de 1955 establece una lista exhaustiva de las
medidas que pueden ser adoptadas una vez declarado el estado de emergencia. El
artículo 5 de la ley indica que los prefectos pueden adoptar las medidas siguientes:
interdicciones de circulación de las personas y de los vehículos en ciertos lugares y a
ciertas horas; previsión de zonas de protección o de seguridad que permitan regular
la estancia de las personas; o prohibir la permanencia en un lugar de toda persona
que intente dificultar, de cualquiera manera, la acción de los poderes públicos.
Por su parte, el Ministro del Interior, según el artículo 6 de la ley del 3 de abril
de 1955, tiene conferida la competencia para poner bajo arresto domiciliario a toda
12 Ordenanza n.º 60-372, 15/04/1960, J.O., 17/04/1960, p. 3584. Para una crítica de esta
modificación de la ley sobre el estado de emergencia por una ordenanza, ver: A. HEYMANN-DOAT,
op. cit., p. 68. Para un análisis más positivo, ver: P. TÜRK, «Les commissions parlementaires et l’état
d’urgence», Revue Française de Droit Administratif, 2016, p. 455 y ss.
persona sobre la que recaigan «razones serias para pensar que su comportamiento
constituye una amenaza para la seguridad y el orden público».
Además, se pueden tomar otra serie de medidas, bien por el Ministro del Inte-
rior, bien por los prefectos, como el cierre provisional de las salas de espectáculos, los
establecimiento que despachen bebidas y los lugares de reunión de toda naturaleza,
en particular lugares de culto (art. 8 §1); la interdicción de reuniones, cortejos, des-
files o concentraciones (art. 8 §2 y 3); el establecimiento de controles de identidad y
de registros de vehículos (art. 8-1); la entrega de armas y de municiones (art. 9), re-
quisas (art. 10), o registros administrativos del domicilio de día y de noche (art. 11).
Cabe señalar que esta lista ha sido modificada desde la entrada en vigor del es-
tado de emergencia en noviembre de 2015. En efecto, la primera ley de prórroga del
estado de emergencia del 20 de noviembre de 201513 ha suprimido ciertas medidas
que existían inicialmente, como el control de la prensa, pero al mismo tiempo ha
añadido otras como la posibilidad de disolver, por decreto del Consejo de ministros,
asociaciones o grupos de personas que «implicados en la comisión de actos que
lesionen gravemente el orden público o cuyas actividades propicien esta comisión
o inciten a ello». Igualmente, el Ministro del Interior puede desde 2015 «adoptar
cualquier medida para asegurar la interrupción de todo servicio de comunicación en
línea que suponga la comisión de actos de terrorismo o la apología de los mismos».
El conjunto de las medidas habilitadas en el marco del estado de emergencia
es a la vez vasto y exhaustivo. En efecto, el estado de emergencia es un régimen que
permite adoptar más medidas que el estado de sitio pero es una lista cerrada. Así,
las autoridades de policía no disponen de un cheque en blanco comparable al del
artículo 16 de la Constitución. Procede ahora analizar más en detalle la aplicación
concreta de este régimen desde el año 2015.
23 Como lo reconoce el Consejo de Estado en sus dictámenes sobre los proyectos de ley de
prórroga del estado de emergencia: «(…) las prórrogas del estado de emergencia no deberían suceder-
se indefinidamente (…) el estado de emergencia debe ser temporal». Ver: Consejo de Estado (Conseil
d’Etat), dictamen n.º 392427, 8/12/2016.
La ley del 3 de abril de 1955, tal como ha sido modificada, contempla sin em-
bargo algunos límites a los arrestos domiciliarios. No pueden exceder de doce horas
al día. Además, las personas concernidas deben poder residir en una zona urbana o
en las cercanías inmediatas de una zona urbana. La ley también prohíbe la creación
de campos de personas sometidas a arresto domiciliario. El texto legislativo precisa
también que la decisión de arresto domiciliario de una persona debe necesariamente
ser renovada en cada prórroga del estado de emergencia para continuar produciendo
sus efectos. Esta medida es útil porque el fin de un período de prórroga debe permi-
tir a la autoridad administrativa evaluar la situación y la peligrosidad de la persona
concernida y formular nuevos argumentos para justificar su arresto domiciliario.
Asimismo, la ley precisa que a partir de la declaración del estado de emergencia y
durante toda su duración, la misma persona no puede ser sometida a un arresto
domiciliario durante un período que supere los doce meses. Si la autoridad admi-
nistrativa considera necesario extenderlo, debe requerirlo al Consejo de Estado; esta
autorización de prolongación no puede exceder más de tres meses. Tal límite tem-
poral permite así evitar arrestos domiciliarios indefinidos y constituye una forma de
atemperar los efectos de las continuas prórrogas del estado de emergencia.
A pesar de este marco, los arrestos domiciliarios siguen siendo medidas parti-
cularmente restrictivas de los derechos fundamentales. Lo son en sí, pero también
a causa de la debilidad de las garantías procesales que las rodean. En efecto, la ley
únicamente exige que la autoridad civil pruebe que la persona afectada tuvo un
comportamiento que constituye «una amenaza para la seguridad y el orden públi-
co». Para demostrarlo, el Ministerio del Interior se apoya esencialmente sobre un
tipo de documento llamado «notas blancas» (notes blanches), que son documentos
que contienen informaciones proporcionadas por los servicios de inteligencia26. A
causa del carácter sensible de estas cuestiones, estas «notas blancas», no contienen la
totalidad de la información de que se dispone. No obstante, los jueces competentes
para controlar la legalidad de los arrestos domiciliarios admitieron que se recurriera
a estas «notas blancas». Tal ausencia de transparencia es extremadamente perjudi-
cial, no sólo para la persona sometida a un arresto domiciliario, sino también para
el juez que debe apreciar la legalidad del acto con datos limitados. Y es que no es
descabellado dudar de las informaciones suministradas por los servicios de inteli-
gencia. Por ejemplo, el 22 de enero de 2016, el Consejo de Estado comprobó que
los elementos suministrados por el Ministro del Interior eran falsos y decidieron
entonces, por vez primera, suspender una orden de arresto domiciliario, en cuanto
que suponía una restricción grave de la libre circulación27. En este caso, el deman-
dante aparecía como miembro de un círculo de influencia islamista radical, algo
que fue refutado. Otro de los argumentos formulados por el Ministerio del Interior
fue que el demandante había sido acusado en un asunto de tráfico de vehículos. En
cambio, el demandante demostró que lo había sido pero únicamente en calidad de
testigo y de víctima. Además, la nota blanca subrayaba la presencia del demandante
repetidas veces en las cercanías del domicilio de un responsable del periódico Charlie
Hebdo, donde había sido observado tomando fotografías, pero pudo demostrar que
en realidad telefoneaba a su mujer en modo «altavoz» antes de visitar a su madre
que vivía en las cercanías. Esta intervención del Consejo de Estado, que ciertamente
supuso el fin para el demandante de una violación de sus derechos, demuestra los
riesgos de una confianza ciega en las informaciones comunicadas por el Ministerio
del Interior, porque este arresto domiciliario no había sido suspendido en primera
instancia y sobre todo porque el trabajo de investigación fue llevado esencialmente
por el demandante y sus asesores jurídicos.
Otra decisión del Consejo de Estado en la que también merece la pena reparar
es el dictamen sobre juicios sumarios adoptada el 9 de febrero de 201628. En este
asunto, el demandante logró aportar elementos que demostraban su buena fe. Fren-
te a la ausencia de pruebas tangibles por parte del Ministerio del Interior, el Consejo
de Estado decidió suspender con urgencia el arresto domiciliario. Sin embargo, el
Consejo de Estado quiso precisar que si en la fecha en la que dicta la resolución, el
arresto domiciliario conllevaba una restricción grave y manifiestamente ilegal de la
libre circulación, en cambio, en la fecha de la adopción del arresto domiciliario «po-
dían existir razones serias para pensar que el comportamiento del Sr. C. justificaba
esta medida». Esta precisión tiene su importancia, ya que en el marco de un análisis
de fondo, la legalidad de los actos administrativos es apreciada con referencia a la
fecha de la adopción de los actos sin considerar la fecha del juicio29.
Estos dos ejemplos muestran los límites del control judicial de los arrestos do-
miciliarios; control que existe pero sin una intensidad suficiente, lo que incrementa
el riesgo de una restricción excesiva en los derechos y libertades fundamentales.
34 A. HEYMANN-DOAT, op. cit., p. 69 y ss.; D. SALAS, op. cit., p. 80; O. CAHN, op. cit.,
p. 109 y ss.; O. LE BOT, «Etat d’urgence et compétences juridictionnelles», Revue Française de Droit
Administratif, 2016, p. 436 y ss.
se divide en dos ramas. La policía administrativa se configura así como la misión que
consiste en prevenir las lesiones del orden público. La policía judicial tiene como
objetivo, con carácter previo a la instrucción, la comprobación de las violaciones de
la ley penal, recabar pruebas y buscar a los autores del ilícito; tras la instrucción tiene
encomendada la función de velar por el cumplimiento de todas las medidas dictadas
por la jurisdicción instructora. Ésta es la base a partir de la cual se realiza el repar-
to competencial entre el juez administrativo, considerado como único competente
para pronunciarse sobre la legalidad de las medidas de la policía administrativa, y
juez judicial, competente para realizar idéntica actuación respecto de las medidas de
la policía judicial.
Este reparto, aparentemente bastante límpido, no está exento de excepciones,
una de las cuales se contempla en el propio texto constitucional. El artículo 66 de
la Constitución, por ejemplo, hace del juez judicial el único garante de la libertad
individual. Así, toda medida de policía, incluso administrativa, que atente contra
la libertad individual, debería según la Constitución ser de la competencia del juez
judicial. En realidad, el reparto de las competencias entre juez administrativo y juez
judicial es un equilibrio muy frágil, hoy fuertemente desestabilizado a causa del
estado de emergencia.
35 Ver el Fundamento 6 de la sentencia: Sentencia n.º 2015-527 QPC, 22/12/2015, J.O.,
26/12/2015, p. 24084.
36 Adjetivo utilizado por Catherine Haguenau-Moizard. Ver: C. HAGUENAU-MOIZARD,
op. cit., p. 665 y ss. Otros autores se quedaron perplejos: D. SALAS, op. cit., p. 81.
37 Sentencia n.º 96-377 DC, 16/07/1996, J.O., 23/07/1996, p. 11108.
38 Sentencia n.º 83-164 DC, 29/12/1983, J.O., 30/12/1983, p. 3871. Ver: C. HAGUE-
NAU-MOIZARD, op. cit., p. 665 y s.
39 Sentencia n.º 2016-536 QPC, 19/02/2016, J.O., 21/02/2016.
muy deferente con el poder, tanto en este ámbito como en el relativo al de la lucha
contra el terrorismo.
2.1.b.1. Un Consejo constitucional que exige poco con respecto a las legislaciones
antiterroristas y sobre el estado de emergencia
El estado de emergencia ya había marcado la jurisprudencia del Consejo cons-
titucional. Cuando fue aplicado en 1985 en Nueva Caledonia, se planteó un recurso
instando al Consejo a que verificara la conformidad de la ley de 1955 con la Cons-
titución. En aquella época (y así fue hasta la reforma constitucional de 2008), el
Consejo constitucional sólo podía controlar las leyes que acababan de ser adoptadas
por el Parlamento y que iban a ser promulgadas. No podía controlar la constitucio-
nalidad de una ley ya promulgada, como la de 1955. No obstante, en su sentencia,
indicó por primera vez que era competente para controlar la constitucionalidad de
una ley ya promulgada, siempre y cuando la ley que le había sido sometida a control
(aún no promulgada) modificara o completara las disposiciones de la ley anterior.
Esta audacia jurisprudencial no alcanzó el fondo del asunto, ya que consideró que
la ley sobre el estado de emergencia no era inconstitucional. Por lo tanto, sabiendo
que, según el Consejo, la ley de 1955 era conforme con la Constitución, resultaba
poco probable que el Consejo constitucional censurase la ley, incluso a través del
nuevo procedimiento de constitucionalidad de las leyes promulgadas (la cuestión
prioritaria de constitucionalidad).
Esta presunción se ve reforzada por el débil control que en general ha ejercido
el Consejo Constitucional sobre la legislación antiterrorista. No procede hacer un
resumen completo de la jurisprudencia constitucional en la materia, pero sí, en
efecto, subrayar la actitud particularmente indulgente del Consejo42. Por ejemplo,
la ley de 1986 que estableció una definición bastante amplia del terrorismo no se
consideró contraria al principio de legalidad de los delitos y de las penas43. Asimis-
mo, la ley sobre los poderes de información de los servicios de inteligencia de 24 de
julio de 2015, anterior a la instauración del estado de emergencia pero posterior a
42 Para un análisis más exhaustivo de la jurisprudencia del Consejo constitucional sobre este
punto, ver: M. GARRIGOS-KERJAN, «La tendance sécuritaire de la lutte contre le terrorismo», Ar-
chives de politique criminelle, n.º 28, 2006/1, p. 187 y ss.; O. CAHN, op. cit., p. 89 y ss.; K. ROU-
DIER, «Le Conseil constitutionnel face à l’avènement d’une politique sécuritaire», Les Nouveaux Ca-
hiers du Conseil constitutionnel, n.º 51, 2016/2 p. 37 y ss.
43 Sentencia n.º 86-213 DC, 03/09/1986, J.O., 05/09/1986, p. 10786.
más fuerte de los derechos fundamentales. Asumir esta posición conduce tanto al
Parlamento como al Ejecutivo a relegar los mecanismos de los que disponían para
proteger de la mejor manera los derechos y libertades fundamentales en este tiempo
de crisis.
47 En la sesión del 20 de noviembre de 2015, durante la cual se debatía del primer proyecto de
ley de prórroga del estado de emergencia, el Primer ministro Manuel Valls afirmó antes los senadores:
«Dudo mucho acerca de la conveniencia de iniciar un procedimiento ante el Consejo constitucional.
Deseo que seamos más rápidos al aplicar las medidas» (Sesión del 20 de noviembre de 2015, Senado,
http://www.senat.fr). Para un análisis adicional, ver: F. SAVONITTO, «Etat d'urgence et risque d'in-
constitutionnalité», Revue des Droits et Libertés Fondamentaux, n.º 15, 2016.
administrativas les transmitirán sin demora copia de todos los actos que se adopten
en aplicación de la presente ley». Teniendo como base estas disposiciones, ambas
cámaras del Parlamento decidieron crear comisiones de control del estado de emer-
gencia, permitiéndoles centralizar las informaciones comunicadas por el Gobierno,
dar audiencia a diversos expertos, así como también preparar con anticipación el
trabajo legislativo necesario para los proyectos de ley de prórroga presentados por
el Gobierno48. El trabajo de centralización de la información es innegable49. No
obstante, el impacto de estas comisiones es más que limitado50. Todos los proyectos
de ley han sido prorrogados sin contestación, ni examen muy profundo. En descarga
de los parlamentarios, hay que reconocer que el procedimiento legislativo de estos
proyectos de ley es bastante rápido51. Además, comprobamos que las enmiendas
presentadas por los parlamentarios van más bien en el sentido de una restricción de
los derechos y libertades fundamentales y no necesariamente hacia una protección
más amplia. La inmensa mayoría de estas enmiendas restrictivas son rechazadas,
pero su número plantea la cuestión de la capacidad de los parlamentarios para ga-
rantizar la protección de los derechos fundamentales52.
Peor aún: no es sólo que el Parlamento realice un control superficial del es-
tado de emergencia, sino que acepta introducir en el derecho común las medidas
que hasta entonces estaban reservadas al estado de emergencia. Por ejemplo, el
artículo 1 de la ley de 3 de junio de 2016, que refuerza la lucha contra el crimen
organizado, el terrorismo y su financiación y que mejora la eficacia y las garantías
del procedimiento penal, autoriza al juez de las libertades y de la detención, a ins-
tancia del fiscal, a realizar registros domiciliarios y requisas de noche en el marco
de investigaciones preliminares sobre actos de terrorismo53. Esta extensión de la
48 Para un análisis global de la acción del Parlamento en el control del estado de emergencia,
ver: P. TÜRK, op.cit., p. 455.
49 A. HEYMANN-DOAT, op. cit., p. 69; P. TÜRK, op.cit., p. 455.
50 D. SALAS, op. cit., p. 83.
51 P. TÜRK, op. cit., p. 455.
52 Ver por ejemplo las enmiendas presentadas pero rechazadas por los diputados al proyecto
de ley n.º 4295 que prorroga por quinta vez el estado de emergencia: http://www2.assemblee-nationale.
fr/recherche/amendements#listeResultats=tru&idDossierLegislatif=35433&idExamen=6900&mission-
Visee=&numAmend=&idAuteur=&premierSignataire=true&idArticle=&idAlinea=&sort=&dateDebu-
t=&dateFin=&periodeParlementaire=&texteRecherche=&zoneRecherche=tout&nbres=10&format=ht-
ml®leTri=ordre_texte&ordreTri=croissant&start=1(visitado en junio de 2017). Para un análisis de las
enmiendas sobre las tres primeras leyes de prórroga, ver: P. TÜRK, op.cit., p. 455.
53 Ley n.º 2016-731, 03/06/2016, J.O., 04/06/2016. Ver:P. PONCELA, op.cit., p. 24.
3. CONCLUSIÓN
La conclusión de este estudio es bastante pesimista. No se puede negar que des-
de los atentados del 13 de noviembre de 2015, la protección de los derechos funda-
mentales ha disminuido en Francia, debido directa o indirectamente a la aplicación
del estado de emergencia. Es verdad que podría aportarse una visión más optimista
para finalizar este análisis. La reciente sentencia del Consejo constitucional de 10 de
57 Para más detalles sobre este punto, ver: D. SALAS, op. cit., p. 83 y ss.; C. HAGUE-
NAU-MOIZARD, op. cit., p. 665 y ss.; L. FONTAINE, «Pouvoirs exceptionnels vs garantie des
droits: l’ambigüité de la question constitutionnelle», Revue du Droit Public, n.º 2, 2009, p. 351 y s.
58 C. SCHMITT, La Dictature, 1921, rééd. Seuil, Paris, 2000.
Resumen
Este trabajo tiene como objetivo interrogarse sobre la extensión de la restricción de los dere-
chos fundamentales en Francia desde la instauración del estado de emergencia en respuesta
a los atentados de 2015. El análisis está dividido en dos partes. La primera se dedica a
examinar el régimen francés del estado de emergencia y su impacto directo sobre los derechos
fundamentales. La segunda parte está focalizada en el análisis de las incidencias del estado
de emergencia sobre el reparto de los poderes del Estado y por tanto en el impacto de esta
reorganización silenciosa de la posición de las instituciones sobre los derechos fundamentales.
Palabras claves
Francia, estado de emergencia, derechos fundamentales.
Abstract
This paper goes through the restriction of fundamental rights in France after the state of
emergency declared in France following the terrorist acts of 2015. It is divided in two parts.
The first one analyzes the French regulation of the state of emergency and its direct impact on
fundamental rights. The second part takes account of the influence of the state of emergency
on the division of powers and how this has as well an impact on fundamental rights.
Key words
France, state of emergency, fundamental rights.
SUMARIO:
1. Introducción: la libertad de expresión y sus límites en el CEDH.
2. Intentos de delimitación del concepto discurso del odio en el ámbito europeo y esbozo de una
caracterización propia.
3. ¿Cualquier expresión de discurso del odio constituye un límite a la libertad de expresión? El
estándar de protección a la luz de la jurisprudencia del TEDH.
4. (Sigue) Breve contraste con los límites a la libertad de expresión ante otros discursos extremos.
5. Conclusión: la (superable) dificultad de consensuar unos estándares comunes de protección a
nivel europeo para armonizar una respuesta frente al discurso del odio.
1 Referencia tomada de la noticia de Europa Press, «A 15 años de Durban se han hecho muy
pocos progresos contra el racismo», 21/03/2016, accesible en: http://www.europapress.es/otr-press/
cronicas/noticia-15-anos-durban-hecho-muy-pocos-progresos-contra-racismo-20160321140312.
html (visitada en mayo de 2017)
cia exige respuestas políticas, sociales y también jurídicas. Ahora bien, precisamente
estas últimas obligan a abrir una reflexión sobre los límites a la libertad de expresión
ante este tipo de discursos discriminatorios. Nos sitúan ante la paradoja de la tole-
rancia que planteara Karl Popper: ¿Hasta dónde tolerar a los intolerantes? ¿Hasta
dónde reconocer libertad a los enemigos de la libertad?2
Pues bien, este trabajo tiene un objeto mucho más modesto. Pretende hacer
una recapitulación crítica de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos sobre el discurso del odio como límite a la libertad de expresión, tratando
de buscar –si las hay– algunas líneas maestras que permitan esbozar una respuesta en
el marco del Convenio Europeo a esta paradoja.
El Convenio Europeo de Derechos Humanos, adoptado en Roma el 4 de no-
viembre de 1950, declara en su artículo 10 el derecho de toda persona a la libertad
de expresión. Un derecho a opinar, a expresarse libremente, y a poder difundir y
recibir cualquier información o ideas, «sin que pueda haber injerencia de autoridades
públicas y sin consideración de fronteras ». El cual, además, desde momentos muy tem-
pranos fue afirmado con notable amplitud por el TEDH al reconocer, en su célebre
sentencia al caso Handyside c. Reino Unido (1976), que la libertad de expresión
«constituye uno de los fundamentos esenciales de una sociedad democrática, una de
las condiciones primordiales de su progreso y del desarrollo de cada persona»3. Lo
cual exigiría, según el propio Tribunal, dar protección «no sólo a las “informacio-
nes” o “ideas” que son favorablemente recibidas o consideradas como inofensivas o
indiferentes, sino también para aquellas que chocan, inquietan u ofenden al Estado
o a una fracción cualquiera de la población. Tales son las demandas del pluralis-
mo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin las cuales no existe una “sociedad
democrática”». Un pluralismo y unas exigencias de tolerancia que, sin embargo,
han de contar con límites. No pueden reconocerse libertades absolutas y, de hecho,
el propio Convenio prescribe que el ejercicio de estas libertades entraña «deberes
y responsabilidades» (art. 10.2 CEDH), citando expresamente toda una serie de
bienes o valores que justifican establecer limitaciones a estos derechos (entre otros,
seguridad nacional, defensa del orden y prevención del delito, protección de la salud
o de la moral, protección de la reputación o de los derechos ajenos…). Pues bien,
en relación con aquellos discursos discriminatorios que pueden ofender a personas
o grupos sociales, el Tribunal Europeo ha reconocido que también la «tolerancia y el
respeto por la igual dignidad de todos los seres humanos constituyen los fundamen-
4 STEDH (Sección 1.ª) de 6 de julio de 2006, caso Erbakan c. Turquía, apartado 56.
5 La denominación discurso del odio ha sido criticada por algún sector doctrinal al considerarla
«imprecisa y equívoca», ya que sería la discriminación, y no el odio, el centro del problema en este tipo
de discursos que bien podrían ser denominados «discursos discriminadores» (F. Rey Martínez, «Dis-
curso del odio y racismo líquido», en M. Revenga Sánchez (dir.), Libertad de expresión y discursos del
odio, Universidad de Alcalá/Defensor del Pueblo, Madrid, 2015, pp. 53-54). También O. Salazar Be-
nítez, y L. Giacomelli, «Homofobia, derecho penal y libertad de expresión: un estudio comparado de
los ordenamientos italiano y español», ReDCE, n.º 26, Julio-Diciembre, 2016, p. 6, reconoce que «es
más preciso reconducir este tipo de actuaciones al concepto de discriminación». Más allá, M. Revenga
Sánchez, «Los discursos del odio y la democracia adjetivada: tolerante, intransigente, ¿militante?», en
Id. (dir.), Libertad de expresión y discursos del odio, Universidad de Alcalá/Defensor del Pueblo, Madrid,
2015, pp. 18-19, ha negado la condición de «discurso» a lo que, a juicio del autor, no son más que
«prejuicios irracionales y los deseos de injuriar de quien las profiere», por lo que prefiere referirse a ellos
como «expresiones insultantes, discriminatorias o contrarias a la dignidad», si bien advierte que en este
caso tales manifestaciones se podrían terminar identificando con la comisión de ilícitos penales. A este
respecto véase también A. Cortina, «¿Cómo superar los conflictos entre el discurso del odio y la liber-
tad de expresión en la construcción de una sociedad democrática?», Conferencia impartida en la Real
Academia de Ciencias Morales y Políticas el 25 de octubre de 2016. Texto accesible en: http://www.
racmyp.es/intervenciones/intervenciones.cfm?i=1563&t=t(visitado en mayo de 2017).
De tal manera que el elemento definidor, según parece deducirse, sería manifes-
tar intolerancia y odio, discriminación u hostilidad, por cualquier tipo de motiva-
ción discriminatoria (racial, xenofobia, antisemita, nacionalista…). En sentido simi-
lar el TEDH ha reconocido como discurso del odio «todas las formas de expresión
que propaguen, inciten, promuevan o justifiquen el odio basado en la intolerancia
(incluida la intolerancia religiosa)»6. Si bien, más allá del contenido del mensaje que
se transmite (ideas intolerantes o expresiones de odio), el Tribunal Europeo ha seña-
lado que este tipo de discursos se caracterizan también por revestir distintas formas
ofensivas, que son las que terminan por justificar la limitación a la libertad:
«la incitación al odio no necesariamente supone una llamada a cometer actos de
violencia y otras conductas criminales. Sin embargo, cualquier ataque contra un grupo
específico de la sociedad, ya sea por medio de insultos o de declaraciones que busquen
ridiculizarlo o difamarlo, es suficiente para que las autoridades privilegien el combate
contra los discursos racistas frente a la libertad de expresión, cuando ella es ejercida de
forma irresponsable»7.
6 STEDH (Sección 1.ª) de 4 de diciembre de 2003, caso Müslum Günduz c. Turquía, apartado
37.
7 STEDH (Sección 1.ª) de 9 de febrero de 2012, caso Vejdeland y otros c. Suecia.
Introduce así dos elementos que resulta de interés señalar: por un lado, que las
conductas expresivas han de dirigirse contra una persona o grupo de personas, y,
por otro lado, se especifica con claridad que deberán estar movidas («por razón de»)
determinadas circunstancias discriminatorias.
Más recientemente, la Recomendación General n. 15 sobre líneas de actuación
para combatir el discurso del odio de la Comisión Europea contra el Racismo y la
Intolerancia, adoptada el 8 de diciembre de 2015, ha definido como discurso del
odio:
«el uso de una o más formas de expresión específicas –por ejemplo, la defensa,
promoción o instigación del odio, la humillación o el menosprecio de una persona o
grupo de personas, así como el acoso, descrédito, difusión de estereotipos negativos o
estigmatización o amenaza con respecto a dicha persona o grupo de personas y la jus-
tificación de esas manifestaciones– basada en una lista no exhaustiva de características
personales o estados que incluyen la raza, color, idioma, religión o creencias, naciona-
lidad u origen nacional o étnico, al igual que la ascendencia, edad, discapacidad, sexo,
género, identidad de género y orientación sexual».
8 Como se explica en ODIHR, Hate Crimes. A practical guide, 2009, los delitos de odio se
caracterizan por dos elementos: la existencia de una infracción penal (intimidación, amenazas, daños a
la propiedad, asesinato) motivados por unas razones discriminatorias. Sobre los delitos de odio, véase
con más detalle E. Borja Jiménez, Violencia y criminalidad racista en Europa occidental. La respuesta del
Derecho penal, Comares, Granada, 1999.
9 F. Rey Martínez, op. cit., pp. 55-56.
10 Ibídem.
les de reacción: desde una perspectiva jurídica, tanto penal como administrativa y
civil, pero también otras respuestas políticas.
De esta guisa, a mi entender, el discurso del odio en sentido estricto vendría
caracterizado por los siguientes elementos: 1.º) Expresiones dirigidas contra un
grupo social especialmente vulnerable, definido por determinadas características
(raciales, étnicas, religiosas, de condición sexual, etc.). Esta especial vulnerabili-
dad evidenciaría, como ha señalado Adela Cortina, una situación de «desigualdad
estructural» y lleva a reconocer que se trata de discursos construidos en clave ex-
cluyente, de enfrentamiento entre «los unos» frente a «los otros»11. 2.º) Elemento
ofensivo de las expresiones: insultantes, vejatorias, humillantes, amenazantes, pro-
vocadoras a la comisión de actos de hostilidad, violencia o discriminación contra
un grupo social o sus miembros. 3.º) Intencionalidad directa, referida al elemento
ofensivo (insultar, vejar, provocar…), y también una motivación concreta al ac-
tuar por razón de esa intolerancia.
Así definido, entrarían dentro de esta categoría del discurso del odio los dis-
cursos discriminatorios, entendiendo por tales aquellos que menosprecian, humi-
llan, promueven odio, desacreditan a una persona o grupo y que están motivados
por prejuicios raciales, étnicos, de género u orientación sexual, y un largo etcétera,
siempre y cuando se advirtiera en los mismos un componente ofensivo. Aunque,
como se verá, uno de los puntos de discusión es si este componente ofensivo
se considera ínsito en el propio mensaje intolerante o si se requiere un ulterior
análisis para verificar si tales manifestaciones son insultantes, amenazantes o pro-
vocadoras.
También se suele incluir dentro de este grupo las expresiones de negacionis-
mo, y muy en particular el negacionismo del Holocausto. Como tuve la ocasión
de describir en otro lugar con más detalle, se pueden calificar como discursos
negacionistas aquellas manifestaciones que, normalmente por unos motivos ideo-
lógicos concretos y valiéndose de discutibles metodologías académicas o pseu-
do-científicas, pretenden la negación o justificación de graves genocidios u otros
crímenes contra la humanidad12. Se incluirían tanto conductas de pura negación,
como de minimización o de justificación, así como el ensalzamiento de los autores
de estos crímenes. Para dar mayor seguridad jurídica, como hace la Recomenda-
ción General n. 15, siguiendo a su vez los pasos de la Decisión Marco 2008/913/
13 En relación con la diferencia entre negacionismo y revisionismo y los límites a la libertad
de expresión y a la libertad de investigación histórica vuelvo a remitirme a la obra antes citada G. M.
Teruel Lozano, op. cit.
14 A este respecto puede verse la Recomendación 1805 (2007) de la Asamblea parlamentaria
del Consejo de Europa sobre blasfemia, insultos religiosos y discurso del odio contra personas por ra-
zón de su religión, en la que se recomienda la penalización de este último tipo de conductas y la despe-
nalización de las dos primeras. De forma más desarrollada, cfr. European Commission for Democracy
Through Law, Report on the relationship between freedom of expression and freedom of religión: the issue of
regulation and prosecution of blasphemy, religous insult and incitement to religious hatred, 17-18/10/2008.
terminado calificando como discurso del odio a mensajes que no dejaban de ser
chistes, por muy de mal gusto que resultaran15.
15 Entre otras, cfr. STS 4/2017 de 18 de enero, caso César Strawberry, o la SAN 9/2017 de 29
de marzo, caso Cassandra. Muy llamativo resultó el conocido como caso de los titiriteros (cfr. Auto del
Juzgado Central de Instrucción n. 1 de 6 de febrero de 2016, y Auto del Juzgado Central de Instruc-
ción n. 2 de 10 de febrero de 2016, en las Diligencias Previas Proc. Abreviado 8/2016).
16 Cfr. M. Revenga Sánchez, op. cit., y R. Alcácer Guirao, «Víctimas y disidentes. El “discurso
del odio” en EE.UU. y Europa», Revista Española de Derecho Constitucional, n.º 103, 2015.
17 A. Gascón Cuenca, El discurso del odio en el ordenamiento jurídico español: su adecuación a los
estándares internacionales de protección, Aranzadi, Navarra, 2016, pp. 59 y ss.
dentro del mismo también se observan, según será analizado, distintas sensibilidades
y planteamientos diversos sobre cómo afrontar este tipo de colisiones18.
Ahora bien, sí que parece haber consenso en que el discurso del odio, en sus dis-
tintas formas, incluye expresiones en todo caso nocivas por su carácter intolerante y
por el desprecio que transmiten. Se reconoce incluso el daño que pueden comportar
este tipo de discursos. Así, como se ha adelantado, este tipo de discursos pueden le-
sionar bienes dignos de protección, reconocidos por el propio Convenio, como son
la protección de la reputación y de los derechos de las personas, la seguridad pública
o la prevención de desórdenes y delitos (art. 10.2 CEDH). En palabras del TEDH,
este tipo de discursos atentan «contra la dignidad, incluso la seguridad, de tales par-
tes o grupos de la población. Los discursos políticos que incitan al odio basado en
prejuicios religiosos, étnicos o culturales representan un peligro para la paz social y
la estabilidad política en los Estados democráticos»19.
Pero este reconocimiento no resuelve el problema, sólo lo plantea. Porque el
hecho de que se advierta que un determinado tipo de expresiones son perjudiciales
o dañinas no implica de manera necesaria que esté justificada su limitación. La esen-
cia del reconocimiento de la libertad de expresión es precisamente amparar ciertas
expresiones que son ofensivas. Como expresara T. Scanlon, la doctrina de la libertad
de expresión afirma «que los actos protegidos son inmunes a [limitaciones jurídicas],
aunque de hecho acarreen daños que normalmente bastan para justificar la imposi-
ción de sanciones legales»20.
Pues bien, el TEDH se ha acercado a este conflicto principalmente a través de dos
vías para enjuiciar limitaciones nacionales a la libertad de expresión ante supuestos de
discurso del odio21: la primera de ellas, aplicando la doctrina del abuso de derecho (art.
17 CEDH) con un efecto «guillotinante»22 por el que ha cercenado cualquier género
de protección a este tipo de discursos. La segunda, más matizada, le ha llevado a anali-
zar estas restricciones desde la perspectiva del art. 10 CEDH a través del denominado
test de Estrasburgo, en virtud del cual el Tribunal Europeo considera, a la luz del caso
18 Sobre los distintos estándares de protección del TEDH en relación con el discurso del odio,
cfr. A. Gascón Cuenca, op. cit., pp. 55 y ss.
19 STEDH (Sección 2.ª) de 16 de julio de 2009, Féret c. Bélgica, apartado 73.
20 T. Scanlon, «Teoría de la libertad de expresión», en R. Dworkin, La filosofía del Derecho,
Fondo de Cultura Económica, 2014, p. 318.
21 Cfr. Press Unit. TEDH, Factsheet. Hate Speech, Marzo, 2017.
22 H. Cannie, y D. Voorhoof, «The abuse clause and freedom of expression in the European
Human Rights Convention: an added value for democracy and human rights protection», Netherlands
Quarterly of Human Rights, vol. 29/1, 54-83, 2011, p. 58, se refiere al «guillotine effect ».
23 Por todas, véanse a este respecto SSTEDH (Gran Sala) de 7 de diciembre de 1976, Handy-
side c. Reino Unido y de 26 de abril de 1978, Sunday Times c. Reino Unido.
24 Cfr. S. Van Drooghenbroeck, «L’article 17 de la Convention européenne des droits de l’hom-
me: incertain et inutile?», en H. Dumont et. al. (eds.), Pas de liberté pour les ennemis de la liberté? Grou-
pements liberticides et droits, Bruylant, Bruselas, 2000, pp. 141 y ss. También cfr. C. Caruso, «Ai confini
dell’abuso del diritto: l’hate speech nella giurisprudenza della Corte Europea dei Diritto dell’Uomo»,
en L. Mezzetti y A. Morrone, Lo strumento costituzionale dell’ordine pubblico europeo, G. Giappichelli,
Turín, 2011, pp. 339-352. Con una crítica muy severa a la aplicación de este precepto, véase H. Cannie
y D. Voorhoof, op. cit., pp. 54-83.
25 STEDH (Sección 1.ª) de 14 de marzo de 2013, Kasymakhunov y Saybatalov c. Rusia, apar-
tado 103.
26 J. García Roca, «Abuso de los derechos fundamentales y defensa de la democracia (art. 17
CEDH)», en J. García Roca y Pablo Santolaya (coords.), La Europa de los Derechos. El Convenio Euro-
peo de Derechos Humanos, CEPC, Madrid, 2005, p. 728.
pasó a enjuiciar estos asuntos realizando un escrutinio mínimo («minimal degree of scru-
tiny»34) en el que valoraba la necesidad en una sociedad democrática de las injerencias a
la luz del art. 17 CEDH. Reconocía en estos supuestos que la libertad de expresión no
puede ser usada en sentido contrario al art. 17 CEDH, es decir, con fines tendentes a la
destrucción de los derechos y libertades reconocidos por el propio Convenio.
El TEDH, por su parte, también comenzó afrontando los primeros casos de negacio-
nismo del Holocausto a través de ese escrutinio mínimo que le llevaba a revisar si las res-
tricciones enjuiciadas estaban previstas por ley y su finalidad era legítima, aunque a la hora
de valorar la necesidad de las mismas aplicaba el art. 10 CEDH de acuerdo con el art. 17
CEDH. Concluía que éstas resultaban proporcionadas sobre la base de la sola constatación
de que con tales discursos se habían perseguido unos fines nacionalsocialistas que resultan
«incompatibles con la democracia y los derechos humanos»35. Sin embargo, en el caso
Roger Garaudy c. Francia (2003) el Tribunal Europeo optó por un planteamiento radical,
«guillotinador»: excluía ratione materiae de protección a los discursos negacionistas del Ho-
locausto, al considerarlos «una de las más serias formas de difamación racial de los Judíos
y de incitación al odio contra ellos […] incompatibles con la democracia y los derechos
humanos porque infringen los derechos ajenos. Sus propuestas indiscutiblemente tienen
un propósito que cae en la categoría de fines prohibidos por el Artículo 17 de la Conven-
ción»36. Posteriormente, en el caso M’Bala c. Francia (2015)37 el Tribunal Europeo reiteró
su doctrina y consideró inadmisible el recurso al concluir que el espectáculo del cómico, a
pesar de su carácter satírico y provocador, había supuesto una demostración de odio y anti-
semitismo y un apoyo al negacionismo del Holocausto y, por tanto, resultaba incompatible
ratione materiae con el Convenio de acuerdo con el art. 17 CEDH. Un acercamiento que
ha mantenido también para otras formas de discurso del odio. Así, ha excluido de plano
la protección en aplicación del art. 17 CEDH discursos por su «contenido» y «finalidad»
racista, antisemita o islamofóbica38.
34 L. Pech, «The law and the Holocaust denial in Europe: towards a (qualified) EU-Wide cri-
minal prohibition», Jean Monnet Working Paper, 10/2009, pp. 26-39.
35 Cfr. Decisión del TEDH (Sección 4.ª) de 20 de abril de 1999, sobre la admisibilidad del
asunto Hans-Jürgen Witzsch c. Alemania y Decisión del TEDH (Sección 1.ª) de 1 de febrero de 2000,
sobre la admisibilidad del asunto Hans Jorg Schimanek c. Austria.
36 Decisión del TEDH (Sección 4.ª) de 24 de junio de 2003, sobre la admisibilidad del caso
Roger Garaudy c. Francia.
37 Decisión del TEDH de 20 de octubre de 2015, sobre la admisibilidad del caso M’Bala c.
Francia.
38 Véanse la Decisión del TEDH (Sección 1.ª) de 20 de febrero de 2007, sobre la admisibilidad
del asunto P. Ivanov c. Rusia, por un caso en el que un editor ruso había sido castigado por publicar
Ocurre, desde una perspectiva crítica, que, como se verá a continuación, el Tribunal
aplica esta doctrina del abuso de derecho con una «geometría variable», sin que queden
claros los criterios en los que se basa para recurrir a la misma39. Asimismo, se cuestiona que
se recurra a esta «guillotina» del art. 17 CEDH sin hacer un juicio de peligrosidad mínimo,
atendiendo únicamente al puro contenido y a la intencionalidad de las expresiones40. Todo
lo cual justifica las llamadas a que el Tribunal haga un uso prudente de esta cláusula41.
3.2. Ponderada valoración de la necesidad de las restricciones ante otros discursos del
odio de conformidad con el art. 10 CEDH
El TEDH no siempre afronta los supuestos de discurso del odio valiéndose del severo
art. 17 CEDH, como una forma de abuso de derecho. Así las cosas, en ocasiones el Tri-
bunal Europeo ha descartado aplicar el art. 17 CEDH ante formas de discursos de odio
que, al entender del propio Tribunal, no revestían la suficiente seriedad o gravedad42; o en
una serie de artículos en los que llamaba a la exclusión de los judíos, y en el que el Tribunal resolvió
que el «contenido» y la «intencionalidad» de los escritos por los que había sido sancionado constituían
un vehemente ataque que resultaba ratione materiae contrario al Convenio. Y la Decisión del TEDH
(Sección 2.ª) de 16 de noviembre de 2004, sobre la admisibilidad del asunto M. A. Norwood c. Reino
Unido, donde el Tribunal se enfrentó a una sanción en Reino Unido por haber colgado un cartelón
después de los atentados del 11-S asociando musulmanes y terrorismo y en el que el Tribunal concluyó
que «ese ataque general, vehemente contra una grupo religioso, vinculando al grupo como tal con un
grave acto de terrorismo, es incompatible con los valores proclamados y garantizados por el Convenio,
especialmente la tolerancia, la paz social y la no discriminación», por lo que «la petición debía ser re-
chazada como incompatible ratione materiae con las previsiones del Convenio».
39 J. García Roca, op. cit., p. 755.
40 Véanse las críticas que realizan H. Cannie y D. Voorhoof, op. cit., pp. 64 y ss.
41 Entre otros muchos, cfr. J. García Roca, op. cit., p. 755; o M. Elósegui Itxaso, «La negación o
justificación del genocidio como delito en el Derecho europeo. Una propuesta a la luz de la recomen-
dación n. 15 de la ECRI», Revista de Derecho Político, n.º 98, 2017, pp. 306 y 316.
42 Así, en la STEDH (Sección 5.ª) de 2 de octubre de 2008, caso Leroy c. Francia, en la que se
enjuiciaba la condena por un delito de apología del terrorismo por la publicación, el 13 de septiembre
de 2001, en un seminario francés, distribuido en una región políticamente sensible, de una caricatura
simbolizando el ataque de las Torres Gemelas con el mensaje «Todos nosotros lo hemos soñado, Ha-
más lo ha hecho», el Tribunal concluyó que no hubo violación del art. 10 CEDH y, en relación con la
invocación del art. 17 CEDH, estimó que las expresiones en litigio no entraban en su ámbito de apli-
cación, habida cuenta de su «forma humorística» y de que su contenido no constituía una justificación
«inequívoca» del acto terrorista, debiendo analizarse la posible ofensa a la memoria de las víctimas del
11-S a la luz del art. 10 CEDH sin que fuera posible la exclusión ratione materiae de la publicación
supuestos en los que, aun estimando que pudiera ser aplicable esta doctrina del abuso del
derecho, directamente ha preferido acudir a su test de acuerdo con el art. 10 CEDH43.
También se encuentran casos en los que el Tribunal ni siquiera se ha planteado la aplicación
del art. 17 CEDH y, aunque las manifestaciones cuestionadas fueran formas de discurso
del odio, las ha enjuiciado directamente conforme al art. 10 CEDH: así, asuntos relaciona-
dos con la incitación al odio racial44, al odio étnico45 y al odio nacional46, y con la difusión
de mensajes homófobos47.
Como se ha dicho, cuando el TEDH enjuicia siguiendo el test propio para
valorar las injerencias en el art. 10 CEDH tiene en cuenta tres elementos –previsión
en cuestión. De forma aún más concisa, véase la STEDH (Sección 5.ª) de 10 de julio de 2008, caso
Soulas y otros c. Francia, en el que se conocía la condena al autor de un libro por un delito de incita-
ción a la discriminación, al odio y a la violencia por el contenido de éste en el que abordaba problemas
relacionados con la inmigración en Europa y defendía la incompatibilidad entre la civilización europea
y la islámica, el Tribunal aplicó su test conforme al art. 10 y declaró que no había habido violación del
mismo y, en cuanto al art. 17 CEDH, concluyó que «los pasajes del libro de que se trata enjuiciados no
son lo suficientemente graves para justificar la aplicación del artículo 17 del Convenio en el presente
caso. Por consiguiente, el Tribunal rechaza la excepción del Gobierno basada en este artículo y concluye
que no ha habido violación del artículo 10».
43 Por ejemplo, en la Decisión del TEDH (Sección 5.ª) de 7 de junio de 2011, sobre la ad-
misibilidad del caso Bruno Gollnisch c. Francia, ante un supuesto de expresiones con connotaciones
revisionistas y negacionistas realizadas por el diputado B. Gollnisch, el TEDH resolvió el asunto sin
aplicar el art. 17 CEDH, aunque utilizando un requiebro argumentativo para no separarse de su doc-
trina anterior en relación con los discursos negacionistas: recordó que «no cabe duda de que cualquier
proposición dirigida contra los valores sobre los que se basa el Convenio se vería sustraída por el artícu-
lo 17 a la protección del artículo 10»; pero, a renglón seguido, el Tribunal entendió que en este caso no
necesitaba pronunciarse sobre este extremo ya que anticipaba que la propia apelación presentada sobre
el art. 10 iba a resultar inadmisible y justificaba entonces tal inadmisibilidad sobre la base del juicio
que impone este artículo. También en la STEDH (3.ª Sección) de 23 de octubre de 2012, asunto V. A.
Molnar c. Rumanía, donde el Tribunal afrontó la sanción a un ciudadano rumano por poner carteles
con contenido nacionalista y homófobo, y, aunque consideró que el mensaje podía ser excluido de
protección según el art. 17 CEDH, terminó enjuiciándolo a la luz del art. 10 CEDH.
44 Cfr. STEDH (Sección 2.ª) de 16 de julio de 2009, caso Féret c. Bélgica; Decisión (Sección
5.ª) de 20 de abril de 2010, sobre la admisibilidad del caso Le Pen c. Francia; STEDH (Gran Sala) de
23 de septiembre de 1994, caso Jersild c. Dinamarca
45 Cfr. STEDH (Sección 3.ª) de 4 de noviembre de 2008, caso Balsytè-Lideikienè c. Lituania.
46 Cfr. DTEDH (Sección 4.ª) de 7 de octubre de 2014, sobre la admisibilidad del caso Hösl-
Daum y otros c. Polonia. No entra al fondo porque inadmite por falta de agotamiento de las vías
procesales nacionales.
47 Cfr. STEDH (Sección 1.ª) de 9 de febrero de 2012, caso Vejdeland y otros c. Suecia.
legal, fin legítimo y necesidad en una sociedad democrática–. Ahora bien, el núcleo
gordiano del enjuiciamiento se va a encontrar en el último de ellos, en el análisis de
la necesidad en una sociedad democrática de la concreta restricción.
En este sentido, el Tribunal Europeo no ha dudado de la potencial ofensivo de
los discursos que incitan al odio y los ha reconocido como un límite justificado a la
libertad de expresión, aun cuando no haya provocación a la violencia o al delito48.
Pero, al revisar en cada caso la restricción impuesta por las autoridades nacionales
para determinar si ésta fue proporcionada y respondía a motivos pertinentes y sufi-
cientes, se ha detenido a considerar distintos parámetros a la luz de las circunstancias
concretas. Muy especialmente, como explica la Jueza emérita F. Tulkens, los dos
principales elementos han sido el contexto y la intencionalidad, aunque también ha
tenido en cuenta otros como el estatus del emisor o el impacto del discurso49. Por
ejemplo, a pesar de la mayor protección que el Tribunal ha reconocido al debate
político, sin embargo ha exigido también una mayor responsabilidad a los represen-
tantes políticos en su ejercicio de la libertad de expresión, sobre todo en períodos
electorales50. Asimismo, el TEDH también ha valorado con particular detalle si las
medidas impuestas resultan proporcionadas en sentido estricto, es decir, la «mode-
ración» de la sanción o restricción51.
Por otro lado, el Tribunal Europeo tampoco ha mantenido el acercamiento
radical del art. 17 CEDH en casos de revisionismo histórico52 e incluso ante otros
48 STEDH (Sección 2.ª) de 16 de julio de 2009, caso Féret c. Bélgica, apartado 73 y STEDH
(Sección 1.ª) de 4 de diciembre de 2003, caso Müslum Günduz c. Turquía, apartado 37.
49 F. Tulkens, «When to say is to do. Freedom of expression and hate speech in the case-law of
the European Court of Human Rights», European Court of Human Rights-European Judicial Training
Network, 8/07/2014.
50 Así, en la STEDH (Sección 2.ª) de 16 de julio de 2009, caso Féret c. Bélgica, apartados
75-79, el Tribunal reconoce el impacto potencial que puede tener que la difusión se diera en un
contexto electoral y declara que «la calidad de parlamentario del demandante no puede conside-
rarse una circunstancia atenuante de su responsabilidad. A este respecto, el Tribunal recuerda que
es de crucial importancia que los políticos, en sus discursos públicos, eviten difundir palabras
susceptibles de fomentar la intolerancia (Sentencia Erbakan contra Turquía, núm. 59405/2000,
6 julio 2006, ap. 64). Estima que los políticos deberían ser particularmente escrupulosos, en tér-
minos de defensa de la democracia y de sus principios, puesto que su objetivo último es la propia
toma del poder».
51 Entre otras muchas, cfr. STEDH (Sección 5.ª) de 10 de julio de 2008, caso Soulas y otros c.
Francia; STEDH (Sección 5.ª) de 2 de octubre de 2008, caso Leroy c. Francia; y STEDH (Sección 2.ª)
de 16 de julio de 2009, caso Féret c. Bélgica.
52 Cfr. STEDH (Gran Sala) de 23 de septiembre de 1998, asunto Lehideux y Isorni c. Francia;
STEDH (Sección 2.ª) de 29 de junio de 2004, caso Chauvy y otros c. Francia; y STEDH (Sección 3.ª)
de 21 de septiembre de 2006, sobre el caso Monnat c. Suiza.
53 Cfr. STEDH (Sección 5.ª) de 15 de enero de 2009, caso Orban y otros c. Francia, donde el
Tribunal, ante una condena por delito de apología de crímenes de guerra por la publicación de un libro
de un antiguo miembro de los servicios secretos franceses en el justificaba sus actuaciones en Argelia,
legitimando torturas y ejecuciones extrajudiciales, valoró la restricción al art. 10 CEDH sin hacer nin-
guna referencia al art. 17 CEDH, considerando que, al tratarse de un caso de justificación de crímenes
pasados, había que tener particularmente en cuenta la afectación a los sentimientos de las víctimas, la
motivación del autor y la actualidad e interés público del debate.
54 Cfr. STEDH (Gran Sala) de 23 de septiembre de 1998, asunto Lehideux y Isorni c. Francia
y STEDH (Sección 3.ª) de 21 de septiembre de 2006, sobre el caso Monnat c. Suiza.
55 Cfr. STEDH (Gran Sala) de 23 de septiembre de 1998, asunto Lehideux y Isorni c. Francia;
STEDH (Sección 2.ª) de 29 de junio de 2004, caso Chauvy y otros c. Francia; y STEDH (Sección 3.ª)
de 21 de septiembre de 2006, sobre el caso Monnat c. Suiza.
56 STEDH (Gran Sala) de 23 de septiembre de 1998, asunto Lehideux y Isorni c. Francia; y
STEDH (Sección 2.ª) de 29 de junio de 2004, caso Chauvy y otros c. Francia. Para una crítica más
detallada a la jurisprudencia del TEDH a este respecto, y en especial a la aplicación del criterio de los
«hechos históricos claramente establecidos», véase G. M. Teruel Lozano, op. cit., pp. 144 y ss.
57 STEDH (Gran Sala) de 15 de octubre de 2015, caso Perinçek c. Suiza, apartado 113.
o social tenso, si atendiendo al contexto podían ser vistas como una llamada o una
justificación directa o indirecta a la violencia, al odio o a la intolerancia, o la forma
de los discursos y su idoneidad directa o indirecta para producir consecuencias da-
ñinas58. En cuanto a los discursos revisionistas de cuestiones históricas, el Tribunal
ha declarado que habría que valorar la forma del discurso, los derechos afectados,
el impacto o el tiempo transcurrido, y ha concluido que «al igual que ocurre en re-
lación con el “discurso del odio”, el reconocimiento por el Tribunal de la necesidad
de la interferencia en discursos relacionados con hechos históricos ha sido bastante
específica para cada caso y ha dependido del juego entre la naturaleza y los poten-
ciales efectos de las manifestaciones y del contexto en el que se habían realizado»59.
En conclusión, cuando el TEDH ha aplicado el test del art. 10 a casos de
discurso del odio su jurisprudencia es casuística porque realiza un análisis de las
circunstancias concretas del caso, atendiendo, eso sí, a una serie de parámetros más
o menos comunes (naturaleza y forma del discurso, intencionalidad, contexto, po-
tenciales efectos…). Ahora bien, lo cierto es que el Tribunal Europeo a la hora de
enjuiciar la legitimidad de estas injerencias no desciende a comprobar si existió un
daño efectivo (o un peligro efectivo) y se ha conformado con comprobar que las
autoridades nacionales justificaron que existía un daño o peligro potencial. Algo
que ha sido cuestionado en notables votos particulares por un sector de los jueces
integrantes del propio Tribunal que han reclamado que la justificación de cualquier
injerencia en la libertad de expresión se funde en la existencia real de una ofensa,
daño o peligro para los bienes o valores con los que colisiona, sin que sean admisibles
limitaciones sobre la base de «peligros puramente especulativos»60.
58 STEDH (Gran Sala) de 15 de octubre de 2015, caso Perinçek c. Suiza, apartados 204-207.
59 STEDH (Gran Sala) de 15 de octubre de 2015, caso Perinçek c. Suiza, apartado 220.
60 Opinión disidente del Juez András Sajó, suscrita por los Jueces Vladimiro Zagrebelsky y
Nona Totsoria a la STEDH (Sección 2.ª) de 16 de julio de 2009, caso Féret c. Bélgica. En sentido
similar pueden verse la opinión parcialmente disidente de la Jueza Palm y la del Juez Bonello, así como
la de los Jueces Tulkens, Casadevall y Greve a la STEDH (Gran Sala) de 8 de julio de 1999, caso Sürek
c. Turquía.
61 Cfr. Decisión del TEDH (Sección 1.ª) de 1 de febrero de 2000, sobre la admisibilidad del
asunto Hans Jorg Schimanek c. Austria.
62 STEDH (Sección 2.ª) de 8 de julio de 2008, caso Vajnai c. Hungría, apartado 49.
63 Ibídem, apartado 53.
64 Ibídem, apartado 57.
65 STEDH (Sección 2.ª) de 24 de julio de 2012, caso Fáber c. Hungría.
había habido violación del art. 10 CEDH en la medida que no se había evidenciado
ningún comportamiento abusivo o amenazante, ni se había probado un peligro para
la seguridad pública, por lo que no estaba justificada la multa por la mera exhibición
de la bandera, aunque pudiera ser irrespetuosa o molesta.
Una línea argumentativa que se mantiene en relación con la difusión de men-
sajes religiosos que resultan incompatibles con los valores democráticos, como por
ejemplo la defensa de la Sharia, los cuales han sido amparados por el Tribunal Euro-
peo al abrigo del art. 10 CEDH, siempre y cuando en el análisis concreto del caso
no se percibiera una provocación a la violencia66. No obstante, a diferencia de los dos
supuestos anteriores, aquí el Tribunal más que valorar la peligrosidad o el daño «real
y presente», consideró el contexto y la intencionalidad en un juicio más genérico, al
modo de lo que ocurría con el discurso del odio.
Sin embargo, si de lo que se trata es de actuaciones de partidos políticos, la
doctrina del TEDH parece más severa ya que, aunque ha reconocido la posibilidad
de promover cambios de la legislación o de las estructuras legales y constitucionales,
lo ha hecho imponiendo dos condiciones: 1) Que los medios utilizados sean legales
y democráticos; 2) Que el cambio propuesto sea en sí mismo compatible con los
principios democráticos fundamentales67. Lo que permite adoptar medidas restric-
tivas, incluso la ilegalización de partidos que incitan a recurrir a la violencia o que
propugnan proyectos políticos que no respetan normas básicas de la democracia68.
66 A este respecto puede verse especialmente la STEDH (Sección 1.ª) de 4 de diciembre de
2003, caso Müslüm Gündüz c. Turquía, en la que excluyó que pudiera considerarse como discurso
del odio la defensa en un programa de televisión de la Sharia ya que las ideas que fueron expresadas,
aunque resultaran extremistas, no constituyeron una llamada a la violencia y, en consecuencia, consi-
deró que la condena por las mismas había violado el art. 10 CEDH. En sentido similar, véase STEDH
(Sección 1.ª) de 6 de julio de 2006, caso Erbakan c. Turquía.
67 Por todas, véase STEDH (Sección 1.ª) de 14 de marzo de 2013, caso Kasymakhunov y
Saybatalov c. Rusia, apartado 105.
68 En relación con la ilegalización de partidos políticos se pueden distinguir dos grandes grupos
de sentencias: por un lado, casos en los que el Tribunal ha amparado a partidos políticos que habían
sido ilegalizados por haber mantenido un proyecto político incompatible con los principios y las estructuras
del Estado pero que no eran contrarias en sí a las reglas democráticas. En este grupo se pueden incluir, entre
otras: SSTEDH de 25 de mayo de 1998, caso Partido Socialista y otros c. Turquía; de 30 de enero de
1998, asunto Partido Comunista Unificado de Turquía; de 8 de diciembre de 1999, caso del Partido de
la Libertad y de la Democracia (IZDEP) c. Turquía; y STEDH (Sección 4.ª) de 9 de abril de 2002, caso
Yazar c. Turquía. Por otro lado, estarían las sentencias sobre partidos políticos cuya ilegalización ha sido
entendida como justificada, ya fuera por tratarse partidos fundamentalistas islámicos (STEDH (Sección
3.ª) de 31 de julio de 2001, caso Refah Partisi y otros c. Turquía; y STEDH de 13 de febrero de 2003,
Es cierto, eso sí, que en sus sentencias el TEDH normalmente ha aplicado su test
en relación con los derechos en juego, recurriendo ocasionalmente al art. 17 CEDH
como un refuerzo argumentativo, y no en su aplicación radical69.
Más allá, en los supuestos de restricciones ante discursos apologéticos o provo-
cadores a la violencia y ante discursos filo-terroristas, el Tribunal Europeo los ha revi-
sado a partir del test del art. 10 CEDH pero realizando un análisis de la necesidad de
las medidas muy apegado a los términos y al contexto para comprobar si hubo algún
tipo de provocación o fomento de la violencia o de la resistencia armada70. Ello ha
llevado a que también en este caso surgieran algunas opiniones disidentes en el seno
del Tribunal que han reclamado que el enjuiciamiento se centre en el contexto y el
riesgo real, y no tanto en los términos o el tono del mensaje71. Incluso, se ha llegado
a exigir que se requiera la creación de un peligro cierto e inminente para justificar los
límites a la libertad de expresión en estos casos72.
Por otro lado, el Tribunal Europeo no ha admitido la sanción de discursos que
podían atentar contra la identidad nacional o los símbolos del Estado, con el límite
de que éstos no resulten «gratuitamente ofensivos», ni «insultantes», ni inciten al
odio, a la violencia o a la resistencia armada73. Como tampoco admitió la condena
en el caso Otegi Mondragón c. España (2011) por injurias al Rey, ya que no se había
caso Refah Partisi y otros c. Turquía); o por resultar partidos filo-terroristas (STEDH (Sección Tercera)
de 7 de diciembre de 2010, asunto Eusko Abertzale Ekintza – Acción Nacionalista Vasca (EAE_ANV)
c. España; STEDH (Sección 5.ª) de 30 de junio de 2009, caso Herri Batasuna c. España; STEDH
(Sección 5.ª) de 30 de junio de 2009, asunto Etxeberria, Barrena Arza, Nafarroako Autodeterminazio
Bilgunea y Aiarako y otros c. España; STEDH (Sección 5.ª) de 30 de junio de 2009, asunto Herrita-
rren Zerrenda c. España).
69 A este respecto pueden verse, con diferentes formas de acercarse al art. 17 CEDH, la STEDH
de 25 de mayo de 1998, caso Partido Socialista y otros c. Turquía, apartado 53; la STEDH (Sección
3.ª) de 31 de julio de 2001, caso Refah Partisi y otros c. Turquía, apartado 96; o la STEDH (Sección
1.ª) de 14 de marzo de 2013, caso Kasymakhunov y Saybatalov c. Rusia, apartados 103 y ss.
70 La sentencia de referencia a este respecto es la STEDH (Gran Sala) de 8 de julio de 1999,
caso Sürek c. Turquía.
71 Así, la opinión parcialmente disidente de la Jueza Palm a la STEDH (Gran Sala) de 8 de
julio de 1999, caso Sürek c. Turquía. Más recientemente pueden verse también, entre otras, STEDH
(Sección 5.ª) de 2 de octubre de 2008, caso Leroy c. Francia, STEDH (Sección 2.ª) de 1 de febrero
de 2011, caso Faruk Temel c. Turquía; STEDH (Sección 2.ª) de 6 de octubre de 2015, caso Müdür
Duman c. Turquía; y STEDH (Sección 2.ª) de 31 de marzo de 2015, caso Öner Türk c. Turquía.
72 En este sentido, véase la opinión parcialmente disidente del Juez Bonello a la STEDH (Gran
Sala) de 8 de julio de 1999, caso Sürek c. Turquía.
73 Cfr. STEDH (Sección 2.ª) de 14 de septiembre de 2010, caso Dínk c. Turquía.
74 STEDH (Sección 3.ª) de 15 de marzo de 2011, caso Otegi Mondragón c. España.
75 Cfr. STEDH (Gran Sala) de 20 de septiembre de 1994, caso Otto-Preminger -Institut c.
Austria y STEDH (Sección 2.ª) de 13 de septiembre de 2005, caso Í.A. c. Turquía.
76 Cfr. H. Cannie y D. Voorhoof, op. cit., pp. 64 y ss.
77 Pech, L., op. cit., p. 38.
78 Cfr. Opinión disidente del Juez András Sajó, suscrita por los Jueces Vladimiro Zagrebelsky y
Nona Totsoria a la STEDH (Sección 2.ª) de 16 de julio de 2009, caso Féret c. Bélgica.
79 Así, en la Opinión disidente del Juez András Sajó, suscrita por los Jueces Vladimiro Zagre-
belsky y Nona Totsoria a la STEDH (Sección 2.ª) de 16 de julio de 2009, caso Féret c. Bélgica se llega
a afirmar que: «Salvo que se acepte que los “delitos de opinión” son compatibles con el orden demo-
crático, se ha de constatar la existencia de un acto (ilegal) punible que derive directamente del discurso
o que, al menos, esté sensible y realmente favorecido por éste»; porque «…la mera intolerancia, el
sentimiento sin acción, o al menos sin tendencia manifiesta a la acción, no puede constituir un delito».
A lo que añade de manera muy clara: «La sentencia (que se aleja así de sus propias concepciones en
materia de discurso político) considera a los seres humanos y a toda una clase social unos “atontados”
incapaces de responder a los argumentos y argumentos contrarios debido a la pulsión irresistible de sus
emociones irracionales». De esta forma «[b]astan unos sentimientos desagradables para que sea delito».
Véanse también la Opinión parcialmente disidente de la Jueza Palm y la del Juez Bonello, así como, en
menor medida, la de los Jueces Tulkens, Casadevall y Greve a la STEDH de 8 de julio de 1999, caso
Sürek c. Turquía. También puede verse la Opinión concurrente del Juez Spielmann, a la que se une el
Juez Nussberger a la STEDH (Sección 1.ª) de 9 de febrero de 2012, caso Vejdeland y otros c. Suecia.
como ha advertido S. Sottiaux, el «bad tendency» test «should allow decisión makers
to suppress or to sanction the suppression of speech with which they disagree. “Bad
tendency” is simply too broad and vague a notion to provice meaningful free speech
protection»80. Por ello debe rechazarse un enjuiciamiento de este tipo.
A mayor abundamiento, puede reconocerse la necesidad de forjar un consenso,
un estándar europeo, que todavía hoy no existe, para afrontar este tipo de limitaciones.
Hay que tratar de superar las diferentes sensibilidades nacionales al afrontar este tipo
de colisiones, particularmente identificadas en el conflicto entre libertad de expresión
y dignidad humana. Urge en la medida que en Europa hemos creado una comunidad
con intensos vínculos jurídicos, pero también políticos y sociales. Se ha dicho que la
disciplina del discurso del odio tiene como finalidad «estabilizar las normas conside-
radas importantes para cada sociedad» y, al intervenir el Derecho, «decide qué normas
sociales y en consecuencia qué comunidad y qué cultura sostener»81. Pues bien, si
predicamos una cultura de los derechos europea es necesario entonces afrontar con cri-
terios comunes este equilibrio. A lo que añadir que la apremiante realidad de Internet
lo justifica aún más al haber creado un foro de discusión pública global que trasciende
las fronteras y exige respuestas coordinadas82. Y a tales efectos el TEDH ocupa una po-
sición privilegiada para ayudar a ir construyendo este consenso, siempre que sea capaz
de dibujar unos estándares claros y equilibrados.
En este sentido, considero que para lograr un equilibrio entre las distintas apro-
ximaciones que actualmente existen en Europa sobre el discurso del odio como límite
a la libertad de expresión, el TEDH tendría que abandonar el recurso al artículo 17
CEDH por las razones ya aducidas y debería proceder realizando una revisión más
meticulosa de las injerencias nacionales de acuerdo con el art. 10 CEDH. En este aná-
lisis el Tribunal Europeo ha de reconocer el daño que pueden provocar los discursos
intolerantes tanto para las concretas personas que pueden verse ofendidas como los
peligros que entrañan para el conjunto de la sociedad83, de los cuales nuestra historia
80 S. Sottiaux, «“Bad Tendencies” in the ECtHR’s “Hate Speech” Jurisprudence», European
Constitutional Law Review, vol. 7, n.º I, 2011, p. 57.
81 O. Salazar Benítez, y L. Giacomelli, op. cit., p. 18.
82 Entre los casos más recientes en relación con el discurso del odio e Internet pueden verse la
DTEDH de 9 de marzo de 2017, caso Pihl c. Suecia; STEDH (Sección 4.ª) de 2 de febrero de 2016,
caso Magyar Tartalomszolgáltatók Egyesülete y Index.hu Zrt c. Hungría; y STEDH (Gran Sala) de 16
de junio de 2015, caso Delfi AS c. Estonia.
83 A este respecto considero que los límites a la libertad de expresión deberían fundarse princi-
palmente en la ofensa a bienes jurídicos individuales, sin desconocer la peligrosidad que puedan com-
portar para la sociedad. Sobre estas cuestiones puede verse G. M. Teruel Lozano, op. cit., pp. 530 y ss.
es fiel testigo. Y precisamente en esa ponderación entre libertad de expresión con estos
otros valores y derechos es donde creo que el Tribunal Europeo tiene que afinar más
de lo que hasta ahora viene haciendo. Para lo cual no puede dejarse seducir por las
aproximaciones más proteccionistas o militantes y debe reconocer que todo discurso
intolerante va a estar protegido al amparo del Convenio salvo que se haya producido
de forma efectiva (real) una ofensa (daño o puesta en peligro) a uno de los valores
también amparados por el Convenio. Estas ofensas se pueden concretar, específica-
mente, de tres formas: a) Cuando se den insultos o expresiones que impliquen veja-
ción, humillación o descréditode personas, aunque sea de forma indirecta a través del
ataque a grupos sociales. b) Cuando se dé una provocación que genere un peligro real
(no especulativo) de que se cometan actos ilícitos. Estos actos deben tener una cierta
consistencia y no basta con genéricas hostilidades o sentimientos de odio. Como ya
dijera en su sentencia al caso Vajnai c. Hungría (2008) tales sentimientos, estos temo-
res, no pueden justificar un límite a la libertad de expresión. Pero, además, la relación
de peligrosidad debe concretarse en un juicio de causalidad que exige verificar una
alta probabilidad de que se verifique el evento dañino. Creo que en este punto se hace
necesario importar la doctrina del «clear and present danger» ya que, al tratarse de va-
loraciones y juicios probabilísticos sobre situaciones socio-políticas, sólo un alto grado
de certeza y de inmediatez dan una mínima solidez. No reconocerlo así lleva a que se
terminen admitiendo límites basados en como suenan unos determinados discursos
y abre la puerta a una excesiva discrecionalidad aplicativa. c) Cuando se produzcan
manifestaciones amenazantescon un efecto coactivo real. Nuevamente aquí no vale
justificar el límite en la intencionalidad o en la forma del discurso y habrá que valorar
en concreto el efecto coactivo que tengan las expresiones sobre las personas.
Estos criterios considero que ofrecen una respuesta equilibrada al discurso del
odio en el marco de una democracia pluralista que reconoce y garantiza la libertad de
expresión. Se trata de afinar algunos aspectos en los que, a mi juicio, la Recomenda-
ción General n. 15 sobre líneas de actuación para combatir el discurso de odio de la
ECRI no ha alcanzado la precisión debida, y, sobre todo, se aportan unas pautas que
podrían ser asumibles por el Tribunal Europeo en su jurisprudencia para la definición
de un estándar europeo común.
Tales criterios definirían aquello que será considerado ilícito, pero no prejuzgan la
respuesta que deba darse a los mismos (penal, civil o incluso administrativa). Y, muy
especialmente, no impiden que se reconozca que, aunque determinados discursos que-
den amparados, ello no significa que haya que santificarlos. Muy al contrario, siguien-
do las recomendaciones del Plan Rabat también deben identificarse aquellos discursos
Resumen
Este trabajo ofrece una revisión crítica de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos sobre el discurso del odio como límite a la libertad de expresión. Analiza los distintos
estándares de enjuiciamiento mantenidos por el Tribunal y propone la asunción de unos pará-
metros comunes a nivel europeo para afrontar el equilibrio entre libertad de expresión y respeto
de la dignidad humana ante estos discursos intolerantes.
Palabras clave
Libertad de expresión, discurso del odio, discriminación, dignidad humana, Tribunal Europeo
de Derechos Humanos.
Abstract
This paper offers a critical review of the ECHR’s case-law on hate speech as limit to freedom of
expression. It analyzes the different standards of protection followed by the Court and it pro-
poses the assumption of common standards at European level to confront the balance between
freedom of expression and respect for human dignity before intolerant speeches.
Key words
Freedom of expresión, hate speech, discrimination, human dignity, European Court of Human
Rights.
84 Human Rights Council, Report of the UN Hight Commissioner for Human Rights on the expert
workshops on the prohibition of incitement to national, racial or religious hatred, 11/01/2013.
85 Opinión disidente del Juez András Sajó, suscrita por los Jueces Vladimiro Zagrebelsky y
Nona Totsoria a la STEDH (Sección 2.ª) de 16 de julio de 2009, caso Féret c. Bélgica.
SUMARIO:
1. Primera parte: repaso histórico.
2. Segunda parte: la ciencia europea hoy y aquí.
3. Tercera parte: la ciencia europea como ciencia de la cultura, su concretización.
4. Conclusión.
Este breve texto parte del desarrollo histórico de nuestra disciplina, que se cons-
truye en tres escalones, siempre desde una perspectiva cultural: la Teoría del Estado
(H. Heller, 1934), la Teoría de la Constitución (mi propia propuesta de 1982) y,
finalmente, la Ciencia Jurídica Europea, que he desarrollado en pequeños pasos, por
ejemplo, «Europa in kulturverfassungsrechtlicher Perspektive» (1983), así como las
siete ediciones de mi Europäischen Verfassungslehre desde 2001/02, ahora una octava,
mejorada gracias a la ayuda de M. Kotzur.
Nuestra disciplina está en crisis. En parte por las cinco crisis políticas de la
Unión (la financiera, el terrorismo, la guerra en Ucrania -¡entre miembros del Con-
sejo de Europa!, la económica y la de los refugiados). Pero también porque estamos
ante una «Unión cada vez más estrecha», en una Europa «de dos velocidades», y en
la que nos preguntamos si queremos «más o menos» Europa, pero sin saber cómo
alcanzar una Europa mejor. Nuestra única salida es esforzarnos en cultivar el opti-
mismo científico, pese a que los límites de la ciencia europea nunca se habían senti-
do de una forma tan dolorosa. Me gustaría pensar que la comprensión de la ciencia
como una «búsqueda eterna de la verdad» (tal y como dijo W. von Humboldt o el
TCFA) nos llevará un poco más lejos. No olvidemos que Europa, un gran éxito hasta
ahora, fue un proyecto visionario, fruto de importantes dosis de idealismo (nacido
a partir de visiones religiosas, artísticas, científicas y políticas de distintas épocas y
países). Por ello, sigue siendo necesaria la soledad y libertad del estudioso, la pasión
del político europeo y, no menos, la del ciudadano europeo. Hace falta humildad
para no dejarnos engañar por el dominio económico; la casa común europea debe
sujetar las fuerzas (nacionales) en estampida.
Luego vino la Comunidad Económica del Carbón y del Acero (1951) y el Trata-
do de Roma (1957), cuyo espíritu no se hace evidente en su texto, sino que necesita
una interpretación cultural. De hecho todavía en la década de los cincuenta, las clases
de derecho en Tubinga, Bonn o Friburgo, prescindían del TEDH. Es cierto que ya
existían personalidades como P. Koschaker y F. Wieacker, que fueron «juristas euro-
peos», invadidos por lo más profundo de la historia cultural europea. Trabajaron sobre
los fundamentos jurídico-culturales de Europa, en especial en el ámbito del derecho
privado y de algún modo actualizaron el derecho común que venía del derecho roma-
no. En esta tradición se insertaría el CEDH o el ya citado Tratado cultural. Y en la
misma línea, el «pensamiento de Friburgo», partiendo de la Constitución (K. Hesse)
alcanzó un lugar principal y todavía hoy es ejemplar el modo en el que los «Grundzü-
ge» de K. Hesse (publicados inicialmente en 1968) estructuraron la Ley Fundamental.
Después, poco a poco, llegaron al campo científico las Comunidades Europeas y con
ellas el Derecho Europeo. Fueron pioneros H.P. Ipsen y la Escuela de Hamburgo, con
su segunda y tercera generación, con G. Nicolaysen, E. Grabitz y hoy A. Hatje. En la
práctica de Estrasburgo, J.A. Frowein fue influyente desde muy pronto. Los tribunales
europeos de Estrasburgo y Luxemburgo fueron ganando estatura, fuerza normativa
y autoridad, hasta el punto de que hoy los deberíamos identificar como «tribunales
constitucionales», puesto que, al igual que el Derecho Europeo, van generando mo-
mentos constitucionales.
Hoy tomamos por clásica la expresión de H. Conig, «de Bolonia a Bruselas» dicha
en el «annus mirabilis» (1989). Van surgiendo muchos científicos europeos, tanto en
el interior como en «el extranjero», aunque ciertamente el término «extranjero» no es
el más preciso por referencia a los otros países de Europa. Los grupos científicos que
se han desarrollado en Italia, España y Portugal (bien comunicados por su cercanía
lingüística) han aportado muchas ideas. En Alemania hallamos ya incluso algunas
disciplinas (venia legendi) como el Derecho Europeo, el Derecho Penal Europeo (U.
Sieber en Friburgo), y por encima de todo el Instituto Max-Planck (ha de citarse el
Handbuch Jus publicum Europaeum de A. Bogdandy y P.M. Huber) y P. -Ch. Mü-
ller-Graff en Heidelberg. Se trata de fundamentos institucionales con fuertes vínculos
personales que todavía hoy cuentan: cátedras de Derecho europeo, el Colegio de Eu-
ropa en Hamburgo, las Cátedras Jean Monnet, el Colegio de Europa en Brujas con
su anexo en Natolin, algunas revistas como EuR, EuGRZ, el Zeitschrift für europäis-
ches Privatrecht y la Europäisches Wirtschaftsrecht. Sin olvidar las grandes decisiones
europeas del TCFA o de otros tribunales como el de Madrid o Brno. Habrían de ser
suficientes palabras claves como Maastricht, Lisboa u OMT. Por otro lado, el Tribunal
«Región de Europa». Todos estos ejemplos prueban que a partir de pequeñas unidades
políticas –Länder, Regiones, Municipios– se construye Europa desde un punto de
vista político y jurídico. Se trata, sin duda, de una Europa cultural y es de lamentar
que los trabajos científicos no hayan atendido lo suficiente a estos procesos. Por decir-
lo de algún modo, esta Europa que crece desde abajo (dicho de otro modo, desde el
principio de subsidiariedad) protege el humus cultural de Europa en todas sus facetas.
La Europa vivida se manifiesta cotidianamente, por ejemplo, en el Programa Erasmus
o en el himno y la bandera europea, símbolos estos dos últimos, que encontramos en
todos lados pese a que carecen de un específico fundamento legal –la cultura, como
la lengua, alimenta la vida colectiva, el «Nosotros, el pueblo». La ciencia, aquí, como
suele ocurrir, interviene a posteriori. Así, en 1991, se empezó a trabajar con el concep-
to de «Derecho constitucional común europeo», y J. Schwarze fue pionero en tratar el
Derecho Administrativo europeo. En cualquier caso, en este campo también se hace
evidente que la labor científica no es apolítica, y que nunca es fácil la distinción entre
Derecho constitucional y política.
W. Hallstein fue uno de los primeros juristas europeos de nuestro tiempo, y con todo
acierto, I. Pernice nombró su Instituto en Berlín en honor a este primer presidente de
la Comisión.
nicamente podría decirse que en 1864 los turcos se sublevaron frente a Viena y fueron
vencidos (con la ayuda de los polacos), pero hoy es la Unión la que está en manos de
Turquía en lo que se refiere a los refugiados. Por otro, el golpe de Estado en Turquía
de julio de 2016 tuvo como consecuencia un contragolpe del Gobierno de Erdogan.
Miles de jueces, de científicos, de periodistas e incluso soldados fueron suspendidos y
condenados. Es obvia la vulneración del principio de división de poderes y del Estado
de derecho democrático; a lo que hay que añadir la guerra contra los turcos en su
propio país. La recuperación de la pena de muerte sería contraria al CEDH, aunque la
situación de excepción encuentra su sostén en el artículo 15 del CEDH. Es innegable
que la historia de Turquía nos ofrece grandes logros en el ámbito arquitectónico, en la
pintura o en la literatura (pensemos en la «Marcha turca» o «El rapto del Serrallo» de
Mozart –un claro enriquecimiento fruto del contacto con otras culturas). La cuestión,
sin embargo, es entender el modo de actuar de la Unión, también en su dimensión
cultural. Pensemos también en las sociedades turcas dentro de Alemania o Francia,
formadas por trabajadores que en los inicios fueron muy bien recibidos.
Es indiscutible el fracaso de la Unión en la crisis de los refugiados, tal y como
he manifestado en otras ocasiones. Si no se acomete una protección segura de sus
fronteras exteriores, será imposible un reparto equilibrado de los refugiados entre los
27 Estados miembros (afortunadamente ha fracasado el referéndum en Hungría de
2016). «La confusión entre Dublín y Schengen» es un lío incluso para los expertos. ¿Es
posible un derecho único paro los refugiados y solicitantes de asilo? Italia se ha queda-
do sola a menudo, pese al Frontex. Falta tanta solidaridad como acción común (J.C.
Junker ha sido desilusionante). ¿Es suficiente el llamado proceso de Bratislava, bastan
los logros que se han alcanzado en materia de seguridad interior y exterior, migración y
refugiados, con sus políticas de crecimiento e inversión? El mar Mediterráneo es el mar
de la muerte para muchos, y ha perdido a corto plazo su condición de «mare nostrum»
o «mare constitucionale». Pero también es cierto que la identidad cultural europea se
inunda en interrogantes, cuando millones de refugiados de otros círculos culturales lle-
gan cada año (aunque no podemos olvidar, por ejemplo, la riqueza que han aportado
a la cultura alemana hugonotes y polacos). No hay tiempo para tratar otras cuestiones
específicas del derecho de asilo en Alemania, aunque cabe dejar algunas palabras cla-
ves: una pérdida puntual del control sobre las fronteras, la falta de una diferencia entre
los solicitantes de asilo y los migrantes (para estos segundos sí cabe una regulación
mediante la reserva de ley), la relevancia constitucional de las «fronteras» y el territorio
estatal como elemento culturalmente determinado). El artículo 16 de la Ley Funda-
mental, dogmáticamente puede configurarse como un derecho de prestación bajo la
4. CONCLUSIÓN
El esfuerzo acometido en estas páginas, a saber, comprender Europa desde un
punto de vista cultural, arroja solo una parte de la verdad. Otras perspectivas, sea
desde la economía o desde el derecho positivo, también reclaman su posición. La pro-
posición cultural no es una «comprensión mundial», una «teoría general»; más bien
se ha de incluir en el modelo teórico de Popper, por más que este no haya fundado
su famosa «sociedad abierta» desde un punto de vista cultural. Conscientemente he
buscado las zonas problemáticas que son hoy para Europa dramáticamente actuales.
Quizá esté demasiado presente el aspecto de la crisis, pero no quería dejar a un lado las
dificultades que se agolpan frente a los juristas. Al menos a vista de pájaro, es indudable
que la cultura Europea se diferencia de la cultura asiática, africana o latinoamericana,
siendo muchos, no obstante, los puentes entre Europa y Latinoamérica. Y no es menos
cierto que junto a la identidad europea encontramos las identidades nacionales. He
de reconocer que no he citado todos los ámbitos en crisis: por ejemplo, los procesos
pendientes frente a Polonia (donde curiosamente el derecho constitucional procesal
es «derecho constitucional concreto» que se utiliza contra la propia Constitución, en
especial el principio de división de poderes y el Estado de derecho), o la reunificación
de Chipre. Desde mi punto de vista la subsidiariedad y la solidaridad, la Unión como
comunidad de paz y de derecho son todavía los conceptos esenciales. Pero todos han
de tener claro hacia dónde vamos. Europa siempre ha sido reformable. Una política
de integración diferenciada quizá sea el futuro. Me gustaría quedarme con la siguiente
precomprensión: la imposibilidad de renunciar al optimismo científico en relación
con la «casa abierta» de Europa, que a su vez ha de luchar mediante métodos culturales
frente al pensamiento económico dominante (Europa como lugar para la memoria
y objetivo educativo en las escuelas, con fundamento en las cláusulas europeas que
darían lugar a una «interpretación pedagógica»).
Hoy nos encontramos a menudo con la «cabeza de medusa» denunciada por H.
Kelsen. Frente a ella debe situarse con firmeza la política de la paz (una cultura de la
paz). No debemos caer en una dicotomía norte/sur, o en una tensión entre el este y el
oeste de Europa. Y las exigencias pesan especialmente sobre la próxima generación de
juristas europeos, que se han encontrado el regalo de Europa y lo dan por supuesto.
A la luz de la globalización hemos de construir una «casa europea duradera y estable,
y abierta al intercambio con otros continentes». Aquí también cabe el texto clásico de
Goethe: «Dios es del Oriente, Dios es de Occidente, el Norte y el Sur se mecen en la
paz de sus manos».
Resumen
Este trabajo se divide en tres partes. La primera hace una síntesis de la reciente evolución histó-
rica de nuestra disciplina. La segunda se centra en las personalidades más relevantes de nuestra
disciplina hoy día desde una perspectiva comparada. Y, la tercera, vuelve sobre la tesis clásica
de Peter Häberle sobre la ciencia jurídica europea como ciencia de la cultura, si bien proyecta
sus presupuestos sobre las crisis que actualmente afectan a Europa.
Palabras claves
Ciencia jurídica, Europa, ciencia de la cultura, crisis europeas.
Abstract
This paper is divided in three parts. The first one makes a resume of the recent history of
Constitutional law. The second one goes through the main personalities of this discipline in a
comparative view. And the third one, moves around the classic thesis of Peter Häberle on the
European law science as cultural science, and it looks the main actual crisis through its lenses.
Key words
Law Science, Europe, Cultural Science, European crisis.
SUMARIO:
1. La historia de las reformas institucionales en la Italia republicana.
2. El proyecto de ley constitucional (la llamada ley Boschi-Renzi).
3. La deliberación constitucional 2.0, la polarización de la opinión pública y la fragmentación del
sistema político.
4. ¿Hacia una «juristocracia» a la italiana?.
El segundo reproche tenía que ver con la larga lista de candidatos bloqueados,
que impedían a los electores, privándolos del voto de preferencia, la elección de sus
representantes. El sistema electoral que resultaba de la sentencia era de tipo propor-
cional con umbral de bloqueo, mientras que la orientación en los partidos políticos
era la de mantener y reforzar un sistema mayoritario. Por eso se procedió a la adop-
ción de una nueva ley electoral, llamada Italicum, con la intención de subrayar la
continuidad con la tradición nacional de legislaciones proporcionales con premio a
la mayoría, como era típico en las leyes de 1953, y de 1993 para los Ayuntamientos,
Provincias, Regiones, o la del 2005.
Declarada inconstitucional la ley electoral del 2005, con la que se habían cele-
brado las elecciones de 2006, 2008 y 2013, la Corte producía un efecto perturbador:
deslegitimaba políticamente al Parlamento, preparando el terreno para uno de los
argumentos que más habían calado en la opinión pública durante la campaña del
referéndum: ¿con qué título un Parlamento electo en virtud de una ley inconstitu-
cional se arrogaba el derecho a adoptar un acto como la reforma de la Constitución?
Es verdad que en la parte final de la sentencia, la Corte recordaba que «esta decisión
no tiene ninguna incidencia en relación a los actos que las Cámaras adoptarán antes
de las nuevas elecciones: las Cámaras son órganos necesarios e indefectibles y en nin-
gún momento pueden dejar de existir o perder la capacidad de deliberar» (Sentencia
de la Corte Constitucional 1/2014). Al reiterar el principio de la plena legitimidad
jurídica de las Cámaras electas con leyes contrarias a la Constitución, la Corte, sin
embargo, contribuía al clima de deslegitimación política de las instituciones repre-
sentativas, las cuales, como el Barón Münchhausen, estaban intentando salvar el
funcionamiento de la forma de gobierno parlamentario tirándose de sus propios
pelos para salir del pozo.
Con el trasfondo de esta sentencia, el Gobierno Renzi realizó una apuesta cons-
titucional: proponer a la Cámara una nueva ley electoral, de corte mayoritario, solo
para la Cámara de Diputados y, al mismo tiempo, proponer un proyecto de ley de
reforma constitucional que reservase la relación de confianza al circuito exclusivo
Gobierno-Cámara baja. De este modo, ley electoral y reforma constitucional pasa-
1 G. ZAGREBELSKY, Loro diranno, noi diciamo, p.32: «La Italicum es incompatible con toda
la parte I de la Constitución […] La pareja Italicum -revisión constitucional hace evidente que el ver-
dadero objetivo de la reforma consiste en mover los elementos institucionales a favor del ejecutivo».
2 Sobre el iter parlamentario de la reforma constitucional, M. RUBECHI, «Il percorso della
reforma» , en AA.VV. Perché Sì, Bari, 2016.
C. FUSARO, «Per una storia delle riforme istituzionali (1948-2015)», Rivista Trimestrale di Diritto
Pubblico, Anno LXV Fasc.2 – 2015, p. 431 y ss.
menina a la dignified constitution, pero las reglas sobre el funcionamiento del poder
quedaron al apaño exclusivo de los padres. La lectura de los debates de la segunda
subcomisión nos devuelve a un clima cultural libre y apasionado, favorecido por la
ausencia de publicidad, pero achatado por una escasa cultura comparatista8. Como
hizo notar uno de los padres constituyentes más reverenciados, Pietro Calamandrei, «el
texto no es un ejemplo de escritura hermosa, diría que incluso está carente de estilo»,
porque «los componentes de esta asamblea, la comisión de los 75, los componentes de
las subcomisiones, ni estaban ni están de acuerdo sobre los fines, las metas y el ritmo
de la revolución que está por hacer»9.
Ante la división insuperable sobre la forma de gobierno a adoptar, la segunda
subcomisión alcanzó un acuerdo sobre el orden del día propuesto por Tommaso Pe-
rassi: «teniendo en cuenta que las condiciones de la sociedad italiana no responden ni
al gobierno presidencial, ni al de directorio, se adoptará un sistema parlamentario que
habrá de ordenarse, no obstante, con los mecanismos constitucionales idóneos para
garantizar la exigencia de estabilidad de la acción de Gobierno y evitar la degeneración
del parlamentarismo». Con 22 votos a favor, 6 abstenciones y ningún voto en contra,
los padres constituyentes, el 4 de septiembre de 1946, se comprometieron a proponer
a la Asamblea constituyente una forma racionalizada de gobierno parlamentario que
evitase el regreso a las derivas asamblearias de la tercera república francesa. Pero el
orden del día de Perassi acabó siendo una promesa incumplida en el proceso constitu-
yente y el compromiso político se alcanzó a la baja, redactando unas pocas y vagas nor-
mas sobre el poder ejecutivo, evitando introducir instrumentos de estabilización del
gobierno parlamentario y dejando la configuración concreta de la forma de gobierno a
la dinámica de la política y de sus sujetos centrales, los partidos. De la racionalización
ausente se pasó bien pronto a la construcción de la partitocracia, que ha estructurado
el sistema político italiano desde 1948 hasta 1992. Sin embargo, es oportuno recor-
dar que los padres tenían una noble concepción de su labor y eran conscientes de las
limitaciones de los resultados a conseguir; el mismo Presidente de la Asamblea consti-
tuyente, Meuccio Ruini, a la hora de presentar al pleno el proyecto de Constitución,
antes de la votación, se expresó en los siguientes términos:
«al darnos una Constitución de carácter rígido, como exige la tutela de la libertad de-
mocrática, hemos establecido un proceso de revisión de la misma, que exige una reflexión
meditada, pero que no cristaliza en una inmovilidad estática. Existe el modo de modificar
Así las cosas, solo dos meses después de la entrada en vigor de la Constitución,
la propia Asamblea constituyente adoptó una ley electoral proporcional también para
el Senado, comenzando el proceso de igualación de la segunda cámara respecto a la
primera. Ya en el año 1948, el presidente del Senado De Nicola, había establecido un
Comité de estudio de modificación de la composición del Senado y en 1953 se inició
la costumbre constitucional de disolver anticipadamente el Senado para equiparar la
duración de su mandato con el de la Cámara (en la primera versión de la Constitución,
el mandato de la Cámara duraba cinco años y el del Senado seis). Esa praxis, luego
encontró fundamento textual en el artículo 60 con la ley de revisión de 1963 que igua-
ló a cinco años la duración del mandato de ambas Cámaras. En ese año se consolidó
la excepcional estructura del bicameralismo italiano, calificado desde entonces como
paritario, indiferenciado o repetitivo. Pese a que permanece una diferencia conspicua
en el sufragio activo (el artículo 58 especifica que «los senadores son elegidos por
sufragio universal y directo entre electores que han superado los veinticinco años de
edad», frente a la regla general del artículo 48 que califica como «electores a todos los
ciudadanos, hombres y mujeres, que han alcanzado la mayoría de edad»), y aunque
los reglamentos parlamentarios son distintos para cada Cámara (en virtud de la auto-
nomía concedida por el artículo 64), en el conjunto de atribuciones y funciones de las
dos Cámaras, esencialmente una es repetición de la otra. La idea de que una Cámara
controla lo realizado por la otra, de ahí la función de compensación o reflexión del
Senado, encontraba una vez más su fundamento político-ideológico en la desconfianza
recíproca entre las fuerzas políticas dominantes durante el periodo constituyente; no
en vano, hasta 1994 existió la convención constitucional según la cual la Presidencia
de la Cámara baja le correspondía a un representante de la minoría. Pero, dada una
11 Sobre este punto. P. RIDOLA, «Il nuovo bicameralismo italiano e l’Unione europea», en
AA.VV., La Riforma della Costituzione, Milano, 2016, pp. 42 y ss.; A. MORRONE, Trasformazioni
costituzionali, Torino, 2016, pp. 45 y ss. Para la tesis según la cual eliminar la elección directa de sena-
dores habría vulnerado el principio de la soberanía popular del art. 1 de la Constitución, A. PACE, «Le
ragioni del no», en AA.VV., La Costituzione bene comune, Roma, 2016, pp. 27 y ss.
12 Cfr. S. CECCANTI, La transizione è (quasi) finita, Torino, 2016, p. 55: «Los decretos-leyes
nacen a menudo magros, sino directamente anoréxicos, pero luego muchas veces se convierten en seres
obesos, lo que no ocurriría si el Gobierno fuese el eje del procedimiento».
llevado el no a la victoria, en lo que parece más un voto antisistema que una defensa del texto consti-
tucional» (infodata.ilsole24ore.com, 5 diciembre 2016).
ban la oposición del pueblo a la reforma propuesta por líderes carismáticos. No obs-
tante, se ha de subrayar que en las reformas del 2001y del 2005, tras la aprobación
de la ley de revisión constitucional y el referéndum, vinieron elecciones legislativas
que abrieron paso a un cambio de mayoría política; por el contrario, el referéndum
del 2016, habiendo una continuidad en el Gobierno, provocó el efecto plebiscitario
que identificó el rechazo a la reforma y la «desconfianza» al Presidente del Consejo.
Por otro lado, la adopción de la ley electoral de 2015, la aprobación de la refor-
ma constitucional en el Parlamento, su rechazo por el cuerpo electoral en 2016, y la
nueva sentencia de la Corte constitucional en el 2017 sobre la ley electoral, mues-
tran cómo los dos planos, el legislativo-electoral y el constitucional, se entrecruzan
y están sujetos al principio simul stabunt, simul cadent. Después del rechazo a la
reforma constitucional se mantuvo en vigor un bicameralismo paritario con una ley
mayoritaria para la Cámara y una proporcional para el Senado, con un riesgo bien
fundado de que el siguiente proceso electoral trajese mayorías diversas entre la Cá-
mara baja y alta, con la consecuente dificultad para formar Gobierno. De este modo,
después de que el cuerpo electoral rechazase la reforma constitucional cruzándose
con la ley electoral, la Corte constitucional declaraba la inconstitucionalidad de la
ley electoral cruzándose con la falta de reforma constitucional.
Declarando inconstitucional una ley electoral nunca aplicada, la Corte inno-
vaba profundamente el sistema de justicia constitucional italiano, tradicionalmente
centrado sobre la fictio litis, al introducir un control abstracto y preventivo de la
ley18.
Con sus dos decisiones pioneras sobre la ley electoral, la Corte constitucio-
nal ha logrado reorientar el derecho electoral dentro del paradigma proporcional.
Erigiéndose en custodia de los valores originales y de la visión de los padres consti-
tuyentes, ha declarado inconstitucionales las leyes electorales del 2005 y del 2015
y ha reconducido el sistema político a la lógica de reparto de poder del periodo de
fundación republicana. Es significativo un párrafo de la Sentencia 35/2017 en el
que la Corte, declarando la inconstitucionalidad de la técnica de la «segunda vuelta»
18 Los comentarios a la Sentencia 52/2017, ofrecen de modo casi unánime un panorama apo-
logético, aunque hay críticas como la de P. PASQUINO, «La Corte decide di decidere ma non coglie
la natura del ballottaggio», en http://www.forumcostituzionale.it/wordpress/wp-content/uploads/2017/01/
nota_35_2017_pasquino.pdf (visitado en junio de 2017): «si bien es inevitable que la justicia constitu-
cional extienda su control sobre todas las leyes que amenazan con romper el pacto entre ciudadanos y
Estado (esto es, la Constitución), la tendencia frente a la transformación del Estado constitucional en
un Justizstaat supone el riesgo de deformar el carácter poliárquico de la democracia representativa, lo
que es peligroso incluso para la Corte».
tal y como estaba dispuesto en la ley electoral 52/2015, realizaba una ponderación
entre el principio de representación y el principio de gobernabilidad, sancionando
la superioridad de primero sobre el segundo:
«la aplicación de un sistema con segunda vuelta debería tener en cuenta nece-
sariamente la función específica y la posición constitucional de la asamblea, órgano
fundamental en la estructura democrática del conjunto del ordenamiento, teniendo en
cuenta que, en una forma de gobierno parlamentaria, cada sistema electoral, si bien ha
de favorecer la formación de un gobierno estable, tiene en primer lugar que asegurar el
valor constitucional de la representatividad».
19 Los candidatos del Movimiento cinco estrellas rubricaron un contrato con una empresa pri-
vada dueña del logo, se someten a rígidas reglas internas entre las cuales la expulsión del disidente no
es cosa rara y en las que, en cualquier caso, prevalece la voluntad del jefe, incluso en caso de consultas
democráticas internas.
Resumen
El artículo reconstruye el proceso el proceso que ha conducido al referéndum constitucional
desarrollado en Italia en el año 2016, intentando evaluar las razones del resultado y sus
consecuencias político-constitucionales. Se procede en cuatro partes: en la primera se sitúa
la reforma fracasada en la línea en el surco de la historia de la ausencia de reformas cons-
titucionales; la segunda parte recuerda el contenido del proyecto de ley de reforma constitu-
cional sometido a referéndum; en la tercera parte se analiza las fracturas políticas, sociales,
geográficas, ideológicas y generacionales que se perciben en el voto. En la cuarta se sostiene la
tesis de que la única institución que saldría reforzada los recientes acontecimientos sería la
Corte Constitucional, anunciando una transformación en sentido juristocrático del débil y
fragmentado sistema político italiano.
Palabras claves
Italia, referéndum constitucional, forma de gobierno, reforma institucional, reforma consti-
tucional, ley electoral, jurisprudencia constitucional.
Abstract
This paper goes through the process that ended in the constitutional referendum in Italy,
2006. The essay tries to evaluate the reason of its result and its political and constitutional
consequences. It has four parts: the first one set the failed reform in the Italian empty history
of constitutional reforms; the second one, recalls the main features of the constitutional re-
form voted in referendum; the third one, analyzes the political, social, geographic, ideological
and age cleavages. In the fourth part, the papers sustains the thesis that only the Constitutio-
nal Court would be empowered in the fragile Italian political system.
Key words
Italy, referendum, system of government, institutional reform, constitutional reform, electo-
ral law, constitutional jurisprudence.
SUMARIO:
1. Las devaluaciones y los excedentes del capital.
2. La devaluación en relación con la función constitucional de los bancos centrales, el caso del banco
de Inglaterra.
3. Más allá de las finanzas: la «city» y el imperio.
4. El debate constitucional en la devaluación de Harold Wilson.
5. Las devaluaciones en el actual debate internacional.
1 Y ello pese a que «muchos autores concluyeron que la UE no era un área monetaria óptima, y
que la unión monetaria no era recomendable debido a la escasa integración comercial, la baja movili-
dad del trabajo, la persistencia de las diferencias estructurales entre el norte y el sur (centro-periferia) a
pesar de los altos niveles de comercio intra-industrial y la ausencia de un federalismo fiscal fuerte para
complementar la integración monetaria». Desajustes, que paradójicamente (y según algún autor como
Theurl) pudieran dar lugar a una aceleración del proceso de integración política. PHILIPPE DE LOM-
BAERDEP, «Robert A. Mundell y la teoría de las áreas monetarias óptimas», Cuadernos de Economía,
v. XVIII, n.º 31, Bogotá, 1999, pp. 39-64, p 55 y 57. Disponible en Web (mayo 2015): http://www.
revistas.unal.edu.co/index.php/ceconomia/article/view/11105/21040
5 El artículo de Mundell que revitalizó el debate sobre las áreas monetarias fue el ya reseñado de:
R. A. MUNDELL, «A Theory of Optimum Currency Areas», Op. cit.
6 Quejas de las que se ha hecho eco la prensa nacional estadounidense, la de la propia China y
la prensa internacional. Véase, por ejemplo: M. YE HEE LEE, «Trump’s outdated claims that China is
devaluing its currency», The Washington Post, December 15, 2016. Disponible en Web (consulta 25
de julio de 2017): https://www.washingtonpost.com/news/fact-checker/wp/2016/12/15/trumps-out-
dated-claims-that-china-is-devaluating-its-currency/?utm_term=.fbc4250499d6
7 Por hacer referencia al «mecanismo de reciclado de excedentes», expresión usada por el profe-
sor Varoufakis –ex Ministro de Finanzas de la República Helénica– que ha tenido un enorme éxito en
la literatura económica respecto de los intercambios financieros internacionales. Y. VAROUFAKIS, El
minotauro global, Capitán Swing Libros, Madrid, 2014, p. 122.
8 Para por así decirlo, que el sistema no quede «exhausto» por ninguno de sus «lados», ya sea
éste el de la producción o del consumo, por no tener dentro de esa área concreta a quien vender o
con que comprar…; o dicho mediante otra metáfora, para que «la bola de la economía pueda seguir
rodando…».
9 Pero no en exclusividad, ya que tanto las teorías keynesianistas como del «New Deal» son
más complejas y no sólo actúan en el ámbito territorial, sino generando transferencias de renta a los
ciudadanos, mediante distintos mecanismos.
fuera más evidente su fragmentación, ésta se mantenía aún como un amplio me-
dio de reserva e inversión, conviviendo con un sistema de control de sus capitales
calificado como excesivamente poroso14. Resulta fácil de entender –no obstante–
que bajo dichas circunstancias, la estabilidad del tipo de cambio fuera considerada
especialmente esencial para conservar al área esterlina como una zona de comercio
preferencial15, y mantener a la moneda británica como una divisa de reserva16. Como
consecuencia de dicha prioridad, la especulación sobre la divisa británica pondría
sobre la mesa un debate de: dar preferencia a la convertibilidad de la libra y a los
intereses del Reino Unido como plaza y potencia financiera, u optar por retomar el
control de su producción monetaria y su economía, protegiendo su capacidad in-
dustrial, y los avances sociales que de ella se derivaban17. La controversia tendría dos
14 «Although the United Kingdom had not yet established full external convertibility (it would
do so in 1958), its system of capital controls was fragmented and porous. The pound was widely held as a
reserve and investment medium and thus – in problem was widely held as a reserve and investment me-
dium and thus – in contrast to the other currencies affected by Suez – was subject to sepeculative pressure.
The problem was compounded by the transparency of the reserve position, which the government publi-
shed each month. The official reserve target since the late 1940s was to maintain a minimum balance of $
2 billion ($ 2,000 million). To fall through that floor would be interpreted in financial markets as a signal
that devaluation or even floating would have to be seriously considered». [«A pesar de que el Reino Unido
aún no había establecido la plena convertibilidad externa (lo haría en 1958), su sistema de controles de
capital era fragmentado y poroso. La libra se mantuvo ampliamente como medio de reserva y de inver-
sión y por lo tanto –en contraste con las otras monedas afectadas por Suez– estaba sometido a la presión
especulativa. El problema se agrava por la transparencia de la situación de las reservas, que publicaba el
gobierno cada mes. El objetivo oficial de reserva desde finales de la década de 1940 era mantener un saldo
mínimo de 2 mil millones de $ (2.000 millones de $). Caer de ese suelo sería interpretado en los merca-
dos financieros como una señal de que la devaluación o incluso la flotación tendría que ser considerada
seriamente»]. J. M. BOUGHTON, « Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF», International
Monetary Fund Working Paper, International Monetary Fund, n.º 192 diciembre 2000, p. 12. Disponible
en Web (consulta 3 de agosto de 2016): https://www.imf.org/external/pubs/ft/wp/2000/wp00192.pdf.
http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=880301
15 Malograda la preferencia imperial.
16 «(…) and it regarded exchange rate stability as essential for preserving both the sterling area
as a preferential trade zone and sterling's broader role as a reserve currency». J. M. BOUGHTON, «
Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF», Op. cit., p. 12.
17 Tras la II Guerra Mundial el Reino Unido comenzó la configuración de un Estado del Bien-
estar construido sobre un mayor control de las finanzas del país, así durante el mandato del Primer Mi-
nistro Clement Attlee tuvo lugar la fundación del «National Health Service», la extensión del «National
Insurance», y la nacionalización del «Bank of England».
18 C. R SCHENK, «The origins of the eurodollar market in London: 1955-1963», Op. cit., p.
234.
19 «The relationship between the Bank of England the United Kingdom government is set
out in Paragraph 4, Subparagraph 1, of the Bank of England Act of 1946 wich reads, “The Treasury
may from time to time give such directions to the Bank as, after consultation with the Governor of
the Bank, they think necessary in the public interest” (Aufricht, 1961, p. 186)». [«La relación entre el
Banco de Inglaterra y el Gobierno del Reino Unido se establece en el párrafo 1 del apartado 4 de la Ley
del Banco de Inglaterra de 1946, que dice: “El Tesoro puede, de vez en cuando, dar instrucciones al
Banco, previa consulta con el Gobernador del Banco, cuando lo crean necesario para el interés público”
(Aufricht, 1961, p. 186)»]. H. AUFRICHT, «Central Banking Legislation: A Collection of Central
Bank, Monetary and Banking Laws», International Monetary Fund, 1961. En: R. BADE, M. PARKIN,
«Central Bank Laws and Monetary policy», London. En: Department of Economics University of Western
Ontario, 1988, p. 7. Disponible en Web (consulta 7 de septiembre de 2016): http://economics.uwo.ca/
people/parkin_docs/CentralBankLaws.pdf
Radcliffe que denominó a «las autoridades» como una «única autoridad monetaria
unificada», lo que significaba que debían trabajar al unísono20. El informe contenía
una guía útil sobre la labor del Banco durante este período, que apuntaba a que la
política monetaria se determinaba por el Gobierno y no por el Banco, pero que éste
último no era un agente pasivo, a merced de las instrucciones del Tesoro, sino que
estaba íntimamente asociado a la formulación y aplicación de las técnicas moneta-
rias21. El Comité presidido por Lord Radcliffe había sido convocado por el Gobierno
británico en abril de 1957, para «investigar acerca del funcionamiento del sistema
monetario y de crédito, y formular recomendaciones»22. Una de las cuestiones que el
Comité tuvo que analizar fue la velocidad del dinero, y el impacto que los tipos de
interés tendrían en los movimientos internacionales de capitales23, pero «al estudiar
al funcionamiento del mercado monetario, el Comité tuvo necesariamente que con-
siderar la posición constitucional del Banco de Inglaterra, y sus relaciones con otras
20 «It is this paragraph which enabled the Radcliffe Committee [Committee on the Working
of the Monetary System (Report, Cmnd. 827, 1959] to talk about “the authorities” as a single unified
monetary authority meaning the Treasury and the Bank of England working in unison». [«Es este pá-
rrafo el que permitió al Comité Radcliffe (Informe, Cmd 827, 1959) hablar de “las autoridades” como
una única autoridad monetaria unificada, lo que significa que el Tesoro y el Banco de Inglaterra traba-
jan al unísono»]. R. BADE, M. PARKIN, «Central Bank Laws and Monetary policy», Op. cit., p. 7.
21 «Policy was determined by the government, not the Bank. However, the Bank was not pas-
sive agent, mercly implementing instructions from the Treasury; it was intimately associated with the
formulation and application of monetary techniques ». F CAPIE, The Bank of England: 1950s to 1979,
Cambridge University Press, 2010, p. 57.
22 «Los economistas ingleses ante el Comité Radcliffe Resumen de un Symposium», Revista
de economía política, n.º 20, enero-abril 1958, p. 270. Disponible en Web (consulta 13 de febrero de
2017): https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2494200
23 «A principios de 1959, cuando se estaba escribiendo el Informe del Comité no era posible
predecir sí tales condiciones continuarían (en cuyo caso hubiera sido adecuado mantener un tipo ban-
cario bastante estable para ayudar a la política de tipos de interés a largo) o si entraríamos en un mundo
en que los movimientos internacionales a corto plazo se harían cada vez más sensibles a las diferencias
en los tipos de interés (en cuyo caso hubiera sido razonable utilizar el tipo bancario principalmente
con fines internacionales, siempre que esto no perturbara gravemente la política de tipos de interés a
largo plazo). Como el mundo se ha movido después por esta segunda senda, las autoridades han ma-
nejado el tipo bancario principalmente (aunque no exclusivamente) con los ojos puestos en los efectos
internacionales». «El informe Radcliffe y la política británica actual», Revista de economía política, n.º
31, 1962, p. 38-55, p. 47-48. Disponible en Web (consulta 13 de febrero de 2017): https://dialnet.
unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2496104
28 «In the Federal Reserve Act of 1913 and in the Banking Act of 1935 there is no provision
for instructions to be issued to the Federal Reserve Board by the federal government of the United
States. The Federal Reserve Reform Act, 1977, Section 202, provides for congressional review of the
general policy of the Federal Reserve Board and for a dialogue between the Congress and the Board
on monetary policy. It does not, however, reduce the authority of the Board in any way; nor does it
permit any formal role for the executive branch of the U.S. Government in the formation of monetary
policy 2 (see Federal Reserve Bulletin, December 1977, p. 1076). The Board of Governors of the Fe-
deral Reserve System with their statutory Federal Open Market Committee and other agencies are the
ultimate decision-makers concerning monetary policy. Thus the government has no control over the
day –to– day policy matters of the Federal Reserve System». [«En la Ley de la Reserva Federal de 1913
y en la Ley de Bancos de 1935 no hay ninguna disposición para que el gobierno federal de los Estados
Unidos le dé instrucciones a la Junta de la Reserva Federal. La Ley de Reforma de la Reserva Federal
de 1977, sección 202, prevé el examen por el Congreso de la política general de la Junta de la Reserva
Federal y un diálogo entre el Congreso y la Junta sobre política monetaria. Sin embargo, no reduce la
autoridad de la Junta de ninguna manera; Ni tampoco permite un papel formal para la rama ejecutiva
del Gobierno de los Estados Unidos en la formación de la política monetaria 2 (véase el Boletín de
la Reserva Federal, de diciembre de 1977, página 1076). La Junta de Gobernadores del Sistema de la
Reserva Federal con su estatutario Comité Federal de Mercado Abierto y otras agencias son los últimos
tomadores de decisiones en relación con la política monetaria. Por lo tanto, el gobierno no tiene con-
trol sobre los asuntos de política cotidiana del Sistema de la Reserva Federal»]. R. BADE, M. PARKIN,
«Central Bank Laws and Monetary policy», London. En: Department of Economics University of Western
Ontario, 1988, p. 9. Disponible en Web (consulta 7 de septiembre de 2016): http://economics.uwo.ca/
people/parkin_docs/CentralBankLaws.pdf
29 HANS AUFRICHT, «Central Banking Legislation: A Collection of Central Bank, Mone-
tary and Banking Laws», Vol. 2, International Monetary Fund, 1961, p. 252. En: R. BADE, M. PAR-
KIN, «Central Bank Laws and Monetary policy», Op. cit., p. 9.
30 «Article 6 of the Deutsche Bundesbank Law, 1957, states in Subsection 1 that “the Central
Bank Council shall determine the monetary and credit policies of the Bank” (Aufricht, 1967, p. 252,
translated from Gesetz über die Deutsche Bundesbank, Article 6 (1)). Then Bank´s relationship to the
federal government is explicity stated in Article 12 as, «The Deutsche Bundesbank shall be obligued
insofar as is consistent with its functions, to support the general economic policy of the Federal Go-
vernment. In the exercise of powers conferred on it under this Law it sahll ot be subject to instructions
from the Federal Government» (Aufricht, 1967, p. 255, translated from Gesetz über die Deutsche
Bundesbannk). Article 13 requires the Bundesbank to “advise” the federal government on matters in
the field of monetary policy and Subsection 2 of Article 13 permits “members of the Federal Govern-
ment... to take part in the deliberations of the Central Bank Council. They shall have no vote, but may
make notions. At their request the taking of a decision shall be deferred, but for not more than two
weeks” (Aufricht, 1967, pp. 255, 256, translated from Gesetz über die Deutsche Bundesban). It seems
clear from this that the Deutsche Bundesbank is an indepednent central bank». [«El artículo 6 de la
Ley del Deutsche Bundesbank de 1957 estipula en la Subsección 1 que “el Consejo del Banco Central
determinará las políticas monetarias y crediticias del Banco” (Aufricht, 1967, página 252, traducido
del artículo 6 del Gesetz über die Deutsche Bundesbank, (1)). Después la relación del Banco con elgo-
bierno federal está explícitamente establecida en el Artículo 12 como: “El Deutsche Bundesbank estará
obligado, en la medida en que sea consistente con sus funciones, a apoyar la política económica general
del Gobierno Federal. En el ejercicio de los poderes que le confiere la presente Ley, estará sujeta a las
instrucciones del Gobierno Federal” (Aufricht, 1967, página 255, traducido de Gesetz über die Deuts-
che Bundesbannk). El artículo 13 obliga al Bundesbank a “asesorar” al Gobierno federal en materia
de política monetaria y el apartado 2 del artículo 13 permite “a los miembros del Gobierno Federal...
participar en las deliberaciones del Consejo del Banco Central”. No tendrán voto, pero podrán presen-
tar ideas. A petición suya, la decisión podrá ser aplazada, pero por no más de dos semanas (Aufricht,
1967, pp. 255, 256, traducido de Gesetz über die Deutsche Bundesban). Parece claro por eso que el
Deutsche Bundesbank es un banco central independiente»]. R. BADE, M. PARKIN, «Central Bank
Laws and Monetary policy», Op. cit. p. 8.
principios que debían regir las relaciones entre el Tesoro y el Banco, y entre el Banco
y otros bancos31. Por su parte, el Banco también constituía una excepción con res-
pecto a otras instituciones, en relación a los nombramientos, que correspondían a la
Corona –esto es, al Primer Ministro– en lugar de al Chancellor of the Exchequer, que
se limitaba a aconsejar al Prime Minister32, con lo que la subordinación del banco a
la dirección política del país quedaba patente.
Es bien cierto que con anterioridad a la nacionalización, el banco ya existía
como entidad jurídica33, y había desarrollado su labor con enorme éxito, lo que
diferenciaba su situación de la de otros bancos centrales. Probablemente esa pu-
diera ser una de las razones por lo que sus operaciones no fueron establecidas con
31 «The constitution and powers of the Bank were determined largely by the Bank of England
Act 1946 and the associated Royal Charter. Other Acts of Parliament contained further definitions,
especially in relation to the public debt and issue of Bank notes. 3. The 1946 Act, a slim piece of legisla-
tion comprising six clauses, was the first element in the post-war Labour Government´s nationalisation
programme. It transferred the whole of the Bank´s capital stock of £ 14.553 million to the Treasury
in exchange for the issue of government stock bearing interest at 3 per cent per annum. Stipulations
were made concerning the number and means of appointing Governors and Directors and the persons
who were disqualified from holding office. Also covered were relations between the Treasury and the
Bank and between the Bank and other banks. Sections of existing enactments were repealed by the Act,
while a new charter, dated 1 March 1946, revoked the provisions of existing charters, except where
they incorporated the Bank of England. The primary purpose of the charter was to define the powers
and responsabilities of the Court and Directors, and the document also contained sections relating to
appointment and remuneration. 4». [«La constitución y los poderes del Banco fueron determinados
en gran parte por la Ley del Banco de Inglaterra de 1946 y la Carta Real asociada. Otras leyes del
Parlamento contenían otras definiciones, especialmente en relación con la deuda pública y la emisión
de pagarés bancarios. 3. La Ley de 1946, una delgada parte de la legislación comprendida en seis cláu-
sulas, fue el primer elemento del programa de nacionalización del Gobierno Laborista de posguerra.
Traspasó la totalidad del capital social del Banco de 14.553 millones de libras esterlinas al Tesoro a
cambio de la emisión de acciones del Estado con un interés del 3% anual. Se hicieron estipulaciones
sobre el número y las modalidades de nombramiento de los Gobernadores y Directores y las personas
que quedaban inhabilitadas para desempeñar sus funciones. También se cubrieron las relaciones entre
el Tesoro y el Banco, y entre el Banco y otros bancos. Secciones de leyes que existían fueron derogadas
por la Ley, mientras que una nueva Carta, de fecha 1 de marzo de 1946, revocó las disposiciones de las
Cartas existentes, excepto cuando fueron incorporadas al Banco de Inglaterra. El propósito primordial
de la Carta era definir las facultades y responsabilidades de la Junta y de los Directores, y el documento
contenía también secciones relativas a los nombramientos y las remuneraciones. 4»]. F. CAPIE, The
Bank of England: 1950s to 1979, Op. cit., p. 34.
32 Ibid., p. 36.
33 Ibid., p. 34.
precisión; pero resulta estimulante imaginar una razón de fondo más importante,
más definitoria, incluso menos ortodoxa (aunque no necesariamente keynesiana)
en torno al valor de la moneda34. De hecho, Mynors –uno de los asesores del Go-
bernador al final de la guerra– llegó a proponer una fórmula convencional para las
funciones del banco, como era: «Controlar el sistema bancario y de crédito en divisas
del Reino Unido, y mantener y proteger el valor externo de la libra esterlina»35. «Este
fue el único intento conocido de esta definición», pero dado que cayó en saco roto
dejó el acto central de la constitución monetaria de Gran Bretaña «excéntricamente
desprovisto de cualquier referencia a las más amplias responsabilidades y propósitos
de la banca central»36. Para el caso de un país que había protagonizado gran parte
del desarrollo de las finanzas modernas, había construido el centro financiero más
importante del mundo, y dirigido los vaivenes de la última divisa mundial parecía
difícil achacar dicha ausencia a un mero olvido. Por consiguiente, la Ley regaló al
Banco el mantenimiento de un significativo grado de autonomía, clarificó la base
legal sobre la que dirigir la política monetaria, pero mantuvo gran parte de la fle-
xibilidad habitual del constitucionalismo británico, continuando con su tradición
de regular en los altos asuntos constitucionales de forma no escrita, o al menos sólo
parcialmente37. Como observó el distinguido economista Sayers en una conferencia
pronunciada en 1953 ante el Instituto de Banqueros, las tareas del Banco no podían
34 Aunque el nuevo gobernador fuera contrario a las ideas keynesiasnas. «The new Gobernor
may have lacked unanimous support from government, but he was well respected in the City, a critical
attribute for his position. A pragmatism rather than an academic, he was well known for his suspicion
of Keynesian economics. Fforde describes Cobbold as a commanding personality in the Bank and
someone determined to maintain the authority of the Governor». [«El nuevo Gobernador pudo haber
carecido de un apoyo unánime del gobierno, pero era muy respetado en la City, un atributo crítico para
su posición. Un pragmático más que un académico, era bien conocido por su suspicacia respecto de
la economía keynesiana. Fforde describe a Cobbold como una personalidad dominante en el Banco, y
alguien determinado a mantener la autoridad del Gobernador»]. F. CAPIE, The Bank of England: 1950s
to 1979, Op. cit. p. 44.
35 J. FFORDE, The Bank of England and Public Policy, 1941-1958, Cambridge University
Press, 1992, p.13. En: F. CAPIE, The Bank of England: 1950s to 1979, Op. cit., p. 35.
36 «This was the only known attempt at such a definition, but it fell on stony ground, leaving
the central act of Britain´s monetary constitution “eccentrically devoid of any reference to the wider
purpose and responsabilities of central banking”». [«Este fue el único intento conocido en esta defi-
nición, pero cayó en terreno pedregoso, dejando el acto central de la constitución monetaria de Gran
Bretaña “excéntricamente desprovisto de cualquier referencia a las más amplias responsabilidades y
propósitos de la banca central”»]. Ibid.
37 F. CAPIE, The Bank of England: 1950s to 1979, Op. cit., p. 35.
ser definidas con tanta claridad, ya que según él, «la esencia misma de la banca cen-
tral es que debe ser fluida y adaptarse a las necesidades de la época»38; para el experto:
«el negocio fundamental de un banco central es controlar la banca comercial de tal
manera que apoye la política monetaria dirigida por el Estado»39. El resultado de
todo ello fue que el Reino Unido pudo mantener una seria y profunda discusión
sobre el valor del mantenimiento del valor de su moneda, muy alejado de los dog-
matismos que impregnaban tanto al constitucionalismo alemán, como –aunque en
menor medida– el estadounidense.
38 «the very essence of central banking that it should be fluid and should adapt its ways to the
needs of the time ». R. SIDNEY SAYERS, Central banking after Bagehot, Oxford: Clarendon Press,
1957, p. 33 En: Ibid., p. 57.
39 «For Sayers, “the fundamental business of a central bank is to control the commercial bansk
in such a way as to support the monetary policy directed by the State”. Contemporary accounts are
useful on the functions of the Bank during this period. The fourth edition of Sayers´s Modern Banking
provides a clear exposition of the Bank´s position and role in the banking world in the 1950s. 110.
For Sayers, “the fundamental business of a central bank is to control the commercial bansk in such a
way as to support the monetary policy directed by the State”. 111. To achieve this, the Bank had to
be source of cash, pursue open market operations, and stand ready to act as the lender of last resort. It
also regulated the note issue. Other work, such as banker to the government or to private customers,
was not essential to its basic function as a central bank. Neither was foreign-exchange business, which
was conducted mainly as agent for the Treasury, “indissolubly related” to the Bank´s main functions
». [«Las cuentas contemporáneas son útiles en las funciones del Banco durante este período. La cuarta
edición de la Banca Moderna de Sayers ofrece una clara exposición de la posición y rol del Banco en el
mundo bancario de los años cincuenta. 110. Para Sayers, “el negocio fundamental de un banco central
es controlar la banca comercial de tal manera que apoye la política monetaria dirigida por el Estado”.
111. Para lograr esto, el Banco tenía que ser fuente de efectivo, llevar a cabo operaciones de mercado
abierto, y estar listo para actuar como prestamista de último recurso. También regulaba la emisión de
billetes. Otros trabajos, como ser banqueros del gobierno o de clientes privados no eran esenciales para
su función básica como banco central. Tampoco era el negocio de divisas, que se realizó principalmente
como agente del Tesoro, e “indisolublemente relacionado” con las principales funciones del Banco.
112»]. Las notas corresponden a: R. SIDNEY SAYERS, Modern banking, Oxford: Clarendon Press,
1958, p. 79. En: F. CAPIE, The Bank of England: 1950s to 1979 , Op. cit., p. 57.
40 Y que todavía es. Véase: R. FENTIMAN, «Is London the world´s legal capital?», January 26
th 2015, Oxford University Press´s Academic Insights for the Thinking World (OUP blog). Disponible en
Web (consulta 17 de agosto de 2016): http://blog.oup.com/2015/01/is-london-worlds-legal-capital/
41 Véase: J BARUCH, El acreditivo documentado, naturaleza y alcance de esta operación bancaria
de crédito documentado, y sus funciones de financiación y seguridad en el comercio internacional (Prólogo
Dr. Baiocc), Universidad de Buenos Aires-Facultad de Ciencias Económicas. Buenos Aires, Colección
de Tesis Doctorales de la Biblioteca Central Alfredo L Palacios, Tesis Doctoral 001501/0450, 1949. p.
27 y 28. Disponible en Web (consulta 12 de agosto de 2016): bibliotecadigital.econ.uba.ar/download/
tesis/1501-0450_BaruchJ.pdf.
42 Ibid.
43 Ibid.
44 Ibid.
45 Ibid.
46 «(...) Del ejemplo dado, surge claramente la importancia que tiene la intervención de la plaza
de Londres en la operación. Teóricamente, sería posible que el exportador argentino girase una letra a
90 días vista con documentos sobre el Banco local sudafricano, que en este caso actuaría como Banco
acreditante. Pero los inconvenientes se presentarían en el momento de la negociación de la letra, ya que
el Banco local sudafricano es menos conocido que el Banco londinense y la letra se giraría, posiblemen-
te, en libras sudafricanas, moneda que es mucho menos corriente, desde luego, que la libra esterlina
inglesa. Además, tratándose de letras a 90 días vista, la tasa de descuento en Sudáfrica sería, probable-
mente, más elevada que la de Londres. En síntesis, todos estos factores tendrían como consecuencia
que el exportador argentino vendría a recibir un equivalente más reducido cuando negociara una letra
documentada de esta índole». Ibid. p. 57.
47 « (...) determinados comerciantes ingleses gozaban de una reputación tal, que sus vendedores
extranjeros cobraban sus importes de venta mediante el giro de una letra sobre los primeros. Otros im-
portadores establecidos en el exterior tenían que someterse a condiciones más engorrosas. Por lo tanto,
buscaron ellos en Inglaterra una firma que gozara de gran crédito y le pedían que pagara o aceptara la
letra por cuenta de ellos mediante una remuneración determinada. De este modo, se creó la posibili-
dad de pagar las deudas con letras giradas a un plazo relativamente largo, mientras que los vendedores
podían procurarse el dinero en efectivo mediante el descuento de estas letras. Se encontraría aquí, ya en
forma rudimentaria, el acreditivo moderno, bastante usado en Inglaterra y también en los Países Bajos
en los siglos XVII, XVIII y XIX. Cahn opina que, probablemente, el acreditivo se ha desarrollado de
ambas maneras.
El hecho es que con anterioridad al año 1914, Londres poseía prácticamente, el monopolio de este
procedimiento de crédito. Eran principalmente las llamadas accepting houses (casas de aceptación),
sucesoras de los famosos marchant bankers (banqueros-comerciantes) quienes se ocupaban de esta
clase de operaciones.
La “City”disponía de un mercado de aceptaciones extraordinarias bien equipado, y de un mercado
monetario de gran capacidad de absorción. Los Bancos londinenses poseían una experiencia iniguala-
ble en el campo de las financiaciones internacionales y gozaban de la confianza del mundo entero. Ellos
tenían prácticamente un conocimiento perfecto e íntimo de todas las casas exportadoras e importado-
res establecidas en los distintos países, que participaban del comercio internacional.
La libra esterlina era solicitada y conocida fuera de los límites del Reino Unido. La liquidación
financiera de transacciones comerciales entre los países sudamericanos y los Estados Unidos, entre los
distintos países europeos y, desde luego, entre los varios componentes del Imperio Británico, era dirigi-
da en su casi totalidad por vía Londres». J BARUCH, El acreditivo documentado, naturaleza y alcance de
esta operación bancaria de crédito documentado, y sus funciones de financiación y seguridad en el comercio
internacional, Ibid. p. 27-28.
48 La «Compagnie universelle du canal maritime de Suez» –o «Compagnie de Suez»–, también
del canal batieron las aguas financieras sobre las que navegaba –hasta entonces de
forma razonablemente plácida– la libra esterlina, interrumpiendo el itinerario dise-
ñado por sus autoridades. Mediante la nacionalización, Egipto asumiría el control
del estrecho, adquiriendo no sólo el derecho a obtener las regalías por el paso de
mercancías, sino el control de la importante plaza geopolítica. La captura del canal
tenía tanto valor, que de manera casi inmediata Francia, Israel y el Reino Unido
reaccionaron con una operación militar conjunta, por la que Israel invadiría el Si-
naí el veintinueve de octubre, y la República Francesa y el Reino Unido llevarían a
cabo ataques militares sobre el área, dos días más tarde. Sin embargo, tan sólo una
semana después, Gran Bretaña suspendería sorprendentemente sus operaciones mi-
litares aceptando la resolución de Naciones Unidas para un alto al fuego, y el tres
de diciembre anunciaría la retirada de sus tropas (que pronto seguirían Francia e
Israel), despejándose el conflicto con una reapertura del canal bajo control egipcio,
en abril49. Pese a las irreparables bajas humanas y daños materiales, las operaciones
más decisivas no habían tenido lugar en el teatro de operaciones propiamente bélico,
sino que se habían desarrollado en los despachos gubernamentales y las delegaciones
diplomáticas de las potencias concernidas, y en los despachos de los funcionarios de
las instituciones de Bretton Woods. Tras bambalinas, se había librado una batalla –a
la postre decisiva– cuyas balas habían sido la presión financiera, y cuyos estrategas
no habían salido de las salas de mapas, sino de los despachos repletos de colecciones
jurisprudenciales y tratados internacionales; y que habían conducido al fin del con-
flicto mediante una singular interpretación de los Acuerdos constitutivos del FMI
(realizada por su Asamblea) servida «a la carta»50.
Pese a que el Reino Unido conservó en todo momento un superávit por cuenta
corriente –incluso durante las interrupciones en el comercio internacional– a lo lar-
conocida como «Universal Suez Ship Canal Company» fue fundada en 1848, y construyó el canal
entre 1859 y 1869 (la primera piedra fue puesta el 25 de abril de 1859, y la inauguración oficial tuvo
lugar el 17 de noviembre de 1869). La compañía –que en más de la mitad de su capital fue financiada
mediante suscripciones del pueblo francés –pertenecía– tras varias vicisitudes– a franceses y británicos
que gestionaban el canal.
49 Sobre los acontecimientos existe una abundante literatura que incluye espléndidos docu-
mentales históricos sobre dichos hechos, sus causas y consecuencias, tanto geopolíticas como financie-
ras. Véase: «Suez: A very British Crisis», L. HOOPER (DIR), C. DILKS (WRITER), BBC (BRITISH
BROADCASTING CORPORATION), Reino Unido, 2006, 59 m. «The other side of the Suez»,
Reino Unido-Canadá, BBC (BRITISH BROADCASTING CORPORATION)-CBC (CANADIAN
BROADCASTING CORPORATION)-WARK CLEMENTS, 2004.
50 Ad hoc.
go de 1956 y 1957, habían tenido lugar fuertes presiones especulativas sobre la libra
esterlina51, que al menos en parte estuvieron relacionadas con los acontecimientos
del mediterráneo oriental52. Como consecuencia de dichos ataques, el Banco de In-
glaterra se vio obligado a agotar sus reservas de dólares en la defensa de la estabilidad
del valor de la libra, pero pese a su pericia, la amenaza de una devaluación forzada e
incluso la opción por la libre flotación era muy real en el mes de diciembre53. Dichos
acontecimientos tuvieron lugar en un momento en el que el FMI prácticamente no
había intervenido en ninguna crisis financiera, sólo había prestado de forma esporá-
dica y en pequeñas cantidades, y aún estaba desarrollando el concepto de préstamos
stand-by sujetos a condiciones políticas acordadas54. Sin embargo, entre septiembre y
octubre de 1956, la institución financiera recibió la petición de asistencia financiera
de tres de los cuatro países envueltos en el conflicto55, y se vio obligada a tomar cartas
en el asunto. Aunque del Banco de Inglaterra se esperaba acceso al crédito y recursos
propios suficientes para defenderse sin la asistencia del FMI, si el especulativo flujo
de salida de la libra esterlina seguía manteniéndose de forma sostenida, la divisa
podría entrar en problemas para mantener su tipo de cambio, dando al traste con
los planes liberalizadores56. Ello hacía de la contingencia británica un caso distinto
51 «The British problem, in a nutshell, was a speculation that the Bank of England would have
to abandon the sterling parity, which had been set at $ 2.80 in 1949 in 1949. Maintaining that rate was
important for several reasons. The government viewed $ 2.80 as appropiate for trade purposes, it feared
the inflationary consequences of having to pay expensive dollars for oil importants while the canal was
closed, and it regarded exchange rate stability as essential for preserving the sterling area as a prefe-
rential trade zone and sterling´s broader role as a reserve currency». [«El problema británico, en pocas
palabras, era una especulación por la que el Banco de Inglaterra tendría que abandonar la paridad de la
libra esterlina, que había sido fijada en 2,80 $ en 1949. El mantenimiento de esa tasa era importante
por varias razones. El gobierno veía los 2,80 $ apropiados para sus fines comerciales, temía las conse-
cuencias inflacionarias de tener que pagar dólares caros para las importaciones del petróleo, mientras
que el canal estuviera cerrado, y la estabilidad del tipo de cambio era considerada como esencial para
la preservación de la zona de la libra como una zona de comercio preferencial y papel más amplio de
la libra como moneda de reserva»]. J. M. BOUGHTON, «Northwest of Suez: The 1956 crisis and the
IMF», International Monetary Fund Working Paper, International Monetary Fund, n.º 192 diciembre
2000, p. 12. Disponible en Web (consulta 3 de agosto de 2016): https://www.imf.org/external/pubs/
ft/wp/2000/wp00192.pdf http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=880301
52 Ibid., p. 4.
53 Ibid.
54 Ibid.
55 Ibid., p. 5.
56 Ibid.
57 Ibid., p. 5.
58 Although the United Kingdom had not yet established full external convertibility (it would
do so in 1958), its system of capital controls was fragmented and porous, and the pound was widely
held as a reserve and investment medium. Since the late 1940s, the Bank of England had sought to
maintain a minimum balance of $2 billion in official reserves. If they were to fall below that floor, the
Bank assumed, this would be interpreted in financial markets as a signal that devaluation or even floa-
ting would have to be seriously considered». A pesar de que el Reino Unido aún no había establecido la
plena convertibilidad externa (lo haría en 1958), su sistema de controles de capital estaba fragmentado
y era poroso, y la libra se mantenía ampliamente como medio de reserva e inversión. Desde finales de la
década de 1940, el Banco de Inglaterra había tratado de mantener un saldo mínimo de 2 mil millones
de $ en reservas oficiales. Si fueran a caer por debajo de ese piso, el Banco asumió, sería interpretado
en los mercados financieros como una señal de que la devaluación o incluso la flotación tendría que ser
considerada seriamente»]. Ibid., p. 12.
59 Ibid., p. 14.
60 Ibid.
61 «Either they could temporarily waive the interest due on lend-lease credits avanced during
the Second World War, or they could provide new loans through the Export-Import Bank». [«Incluso
podrían renunciar temporalmente a los intereses derivados de los créditos de Préstamo y Arriendo
avanzados durante la Segunda Guerra Mundial, o podrían proporcionar nuevos créditos a través del
Banco de Exportación e Importación»]. Ibid.
todo ello fallaba, los británicos contaban con el apoyo estadounidense para que el
FMI les entregara pequeñas cantidades, a las que creían tener prácticamente dere-
cho; es más, aspiraban a construir un estatuto especial para su país, informalmente
aceptado por el resto de los miembros, basado en su condición de fundador y de
segundo socio en importancia, que finalmente les permitiera retirar cantidades con-
siderablemente mayores y durante más tiempo62. Dada la ponderación de los votos
en el FMI, el éxito de la iniciativa dependía casi por completo de la actitud estadou-
nidense63.
Los acontecimientos que prosiguieron mostraron el poder que las finanzas ju-
gaban en el orden internacional, y a medio plazo, la vía jurídica a través de la que
podría ponerse en marcha una eventual liberalización del movimiento de capitales
en el mundo: la interpretación ad hoc. Desde septiembre a diciembre, los dirigentes
del Reino Unido cortejarían a los de los EEUU, con la esperanza de conseguir el
apoyo financiero norteamericano, utilizando todo tipo de argumentos –desde la
posición acreedora de los británicos con respecto al Fondo, a las desastrosas con-
secuencias de una eventual victoria del comunismo frente al mundo libre–64. Sin
embargo, no sería hasta el anuncio de retirada de las tropas británicas del canal, que
el Primer Ministro podría presentarse ante la Cámara de los Comunes anunciando
un rápido acercamiento al FMI, mientras hacía públicas las pérdidas de reservas
durante noviembre65.
62 «As late as 1967, long after performance criteria (required policy adjustments) had become
standard practice in Fund stand-by arrangements, the Fund approved arrangements for the United
Kingdom without formal policy conditions. Prior to 1956, the United Kingdom had drawn small
amounts on four occasions in 1947-48 but had maintained a credit position since November 1953».
[«Mucho después, los criterios basados en los comportamientos (con requerimientos de cambios de
políticas) llegarían a convertirse en la práctica estándar de los acuerdos stand-by, hasta 1967 el Fondo
aprobó disposiciones para el Reino Unido sin condiciones políticas formales. Antes de 1956, el Reino
Unido había conseguido pequeñas cantidades en cuatro ocasiones entre 1947-48, pero mantuvo una
posición acreedora desde noviembre de 1953»]. Ibid.
63 Ibid.
64 En discretos contactos que tuvieron lugar tanto al más alto nivel (durante las Reuniones
Anuales de la Juntas de Gobernadores del FMI y del Banco Mundial), como a través de emisarios
enviados desde Londres. Ibid.
65 Se trata de unos deliciosos pasajes que muestran muy a las claras el poder de las finanzas
como arma internacional y la determinación británica por mantener la paridad de la libra, y los intere-
ses asociados a ella. Véase: Ibid. p. 16-18. «In the Suez crisis, Britain was forced to abandon its political
objectives in exchange for IMF credit. But the Bank of England and Treasury achieved a limited success
in that they defended sterling without allowing a large discount on transferable sterling, until the ne-
gotiation of the IMF and EXIM Bank loans. A widening of the transferable discount would have been
a significant retreat from convertibility. Our finding that the British authorities targeted this discount
demonstrates that the they regarded convertibility as a priority in 1956, before the members of the Eu-
ropean Payments Union formally adopted convertibility. The evidence also suggests that convertibility
may have been regarded as more important than the foreign policy objectives of the Suez expedition».
[«En la crisis de Suez, Gran Bretaña se vio obligada a abandonar sus objetivos políticos a cambio de
crédito por parte del FMI. Sin embargo, el Banco de Inglaterra y el Tesoro lograron un limitado éxito
defendiendo la libra sin permitir un gran descuento sobre las libras esterlinas transferibles, hasta la
negociación de los préstamos del FMI y el “Ex-Im Bank”. Una ampliación del descuento sobre las
transferibles habría constituido una retirada significativa de la convertibilidad. Nuestra conclusión es
que las autoridades británicas dirigiendo ese descuento demostraron que consideraban a la convertibi-
lidad como una prioridad en 1956, antes de que los miembros de la Unión Europea de Pagos adopta-
ran formalmente la convertibilidad. La evidencia sugiere también que la convertibilidad puede haber
sido considerada más importante que los objetivos de la política exterior en la expedición de Suez»].
A. KLUG, G. W SMITH, «Suez and Sterling, 1956», Queen´s Economics Deparment Working Paper,
n.º 1256, Kingston –Ontario-Canada–, 1999, p. 18. Disponible en Web (consulta 2 agosto 2016):
https://core.ac.uk/download/pdf/6494165.pdf
66 «large or sustained». Ibid. p. 18. El artículo rezaba así: «Article VI Capital Transfers. Section
1. Use of the Fund´s general resources for capital transfers. (a) A member may not make net use of the
Fund´s resources to meet a large or sustained outflow of capital, and the Fund may request a member
to exercise controls to prevent such use of the resources of the Fund. If, after receiving such a request,
a member fails to exercise appropiate controls, the Fund may declare the member ineligible to use the
resources of the Fund. (b) Nothing in this Section shall be deemed: (i) to prevent the use of the resour-
ces of the Fund for capital transactions of reasonable amount required for the expansion of exports or
in the ordinary course of trade, banking, or other business; or (ii) to affect capital movements which
are met out of a member´s own resources of gold and foreign exchange, but members undertake that
such capital movements will be in accordance with the purposes of the Fund». Articles of Agreement of
the International Monetary Fund, 22 July 1947 –entered into force 27 December 1945–). Disponible
en Web (consulta 4 de agosto de 2016): http://www.cvce.eu/en/obj/agreement_of_the_international_
monetary_fund_22_july_1944–en–736e2f6e–fcd2–49d7–8b62–d601a3a8b839.html
67 J. M. BOUGHTON, « Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF», Op. Cit, p. 5.
Estado miembro podía hacer uso de los recursos del FMI siempre y cuando se «refleje
que se necesitan inmediatamente»68, cuestión –que como era de esperar–, había sus-
citado dudas entre los policymakers estadounidenses durante el proceso de ratificación
del Acuerdo, al generar sospechas de que podrían dar lugar a que un Estado miembro
terminara utilizando los recursos del Fondo, para financiar una huida de capitales «am-
plia o sostenida», e incluso obtenerlos sin apenas condiciones, con la exclusiva demos-
tración de que se necesitaban con celeridad69. Dicha posibilidad, que requeriría de im-
portantes recursos del principal donante (los Estados Unidos), concitó un agrio debate
68 «represents that it is presently needed». JEFFREY M. CHWIEROTH, Capital Ideas: The
IMF and the Rise of Financial Liberalization, Princeton, Pricenton University Press, 2010. El artículo
rezaba así: «Article V Transactions with the Fund. (…) Section 3. Conditions governing use of the
Fund´s resources. (a) A member shall be entitled to buy the currency of another member from the
Fund in exchange for its own currency subject to the following conditions: (i) The member desiring
to purchase the currency represents that it is presently needed for making in that currency payments
which are consistent with the provisions of this Agreement; (ii) The Fund has not given notice under
Article VII, Section 3, that its holdings of the currency desired have become scarce; (iii) The proposed
purchase would not cause the Fund´s holdings of the purchaising member´s currency to increase by
more than twenty–five percent of its quota during the period of twelve months ending on the date of
the purchase nor to exceed two hundred percent of its quota, but the twenty–five percent limitation
shall apply only to extent that the Fund´s holdings of the member´s currency have been brought above
seventy–five percent of its quota if they had been below that amount; (iv) The Fund has not previously
declared under Section 5 of this Article, Article IV, Section 6, Article VI, Section 1, or Article XV,
Section 2 (a), that the member desiring to purchase is ineligible to use the resources of the Fund. (b) A
member shall not be entitled without the permission of the Fund to use the Fund´s resources to acquire
currency to hold against forward exchange transactions».
69 «(...) but Article V, Section 3a states that a member state can draw on IMF resources if it
“represents that is presently needed”. Policymakers quickly recognized that this ambiguity could po-
tentially enable a member state to use IMF resources to finance “large or sustained” capital outflows
(or to acquire such resources unconditionally, another issue that caused bitter debate among the Fund
membership in the early postwar era) so long as it could represent that such resources were presently
needed». [«(…) el Artículo V, Sección 3 bis establece que un Estado miembro puede hacer uso de los
recursos del FMI si “refleja que se necesita inmediatamente”. Los políticos rápidamente reconocieron
que esta ambigüedad podría potencialmente permitir a un Estado miembro utilizar los recursos del
FMI para financiar la salida de capitales “grandes o sostenidas” (o adquirir dichos recursos sin con-
diciones, otro problema que provocaba un agrio debate entre los miembros del Fondo en la era de la
posguerra) con tal de que pudiera representarse que en la actualidad se necesitaban esos recursos»]. J. M
CHWIEROTH, Capital Ideas: The IMF and the Rise of Financial Liberalization, Princeton University
Press, Princeton – New Jersey (USA)/Oxfordshire (UK), 2009, p. 111.
70 Ibid.
71 «(...) the resources of the Fund … might be squandered in financing capital flight from
members that maintained overvalued currencies». J. GOLD, International Capital Movements Under
the Law of the International Monetary Fund, International Monetary Fund, 1977, p. 23–24.
72 «The “commentary” prepared by the U.S. Treasury in 1944 to explain the purposes and
operations of the proposed Fund expressed this point clearly. “In considering the probable attitude
of the Fund toward the sale of foreign exchange to facilitate a transfer of capital, it should be borne
in mind that the provisions of the Fund proposal are designed to give effect to the general principle
that the Fund´s resources should be used primarily for settling international balances on current ac-
count”». [«El “comentario” preparado por el Tesoro de EE.UU. en 1944 para explicar los propósitos
y operaciones propuestas para el Fondo expresan claramente este punto. “Al considerar la probable
actitud del Fondo en relación a la venta de divisas para facilitar una transferencia de capital, hay que
tener en cuenta que las disposiciones de la propuesta del Fondo están diseñadas para poner en práctica
el principio general de que los recursos del Fondo deben ser utilizados principalmente para solucionar
las balanzas internacionales por cuenta corriente”»]. J. K. HORSEFIELD, The International Monetary
Fund 1945–1965: 1969: Twenty Years of International Monetary Cooperation, Washington D.C., Inter-
national Monetary Fund, Vol. 3, p. 167. Disponible en Web (consulta 12 de agosto de 2016): elibrary.
imf.org/fileasset /IMF_History/IMF_45–65_vol3.pdf.
73 J. M CHWIEROTH, Capital Ideas: The IMF and the Rise of Financial Liberalization, Op.
cit., p. 111. Debe tenerse en cuenta que los republicanos habían vuelto a la Casa Blanca, y que la crisis
del Canal de Suez tuvo lugar con Eisenhower como Presidente, lo que (como ya comentamos) significó
si no un abandono a las ideas del «New Deal», si una cierta vuelta a posturas más neoclásicas.
74 «The issue was a matter that required interpretation, and on this occasion it was U.S. Power
that would resolve the ambiguity. In approving the Bretton Woods Agreement Act in 1945, Con-
gress instructed the U.S. IMF governor and executive director to secure an interpretation that would
bar the use of the Fund´s resources for purposes “beyond current monetary stabilization”, including
operations “to meet a large or sustained outflow of capital”. The matter was subsequently referred to
the IMF board». [«La cuestión era un asunto que requería interpretación, y en esta ocasión sería el
poder de los EE.UU. el que resolvería la ambigüedad. En la aprobación de la Ley sobre el Acuerdo de
Bretton Woods en 1945, el Congreso de Estados Unidos dio instrucciones al Gobernador del FMI y
Director ejecutivo para asegurar una interpretación que prohibiría el uso de los recursos para fines del
Fondo “más allá de la estabilización monetaria actual”, incluyendo las operaciones “para satisfacer una
gran o sostenida salida de capitales”. El asunto se sometió posteriormente a la Junta del FMI»]. J. M.
CHWIEROTH, Capital Ideas: The IMF and the Rise of Financial Liberalization, Princeton, 2009, p.
111.
75 «(...) to give temporary assistance in financing balance–of–payments deficits on current ac-
count for monetary stabilization operations». IMF Excecutive Board Decision 71–2, (26 September
1946), reprinted in Horsefield, International Monetary Fund, 1945–1946, vol. 3, p. 245. En: J. M.
CHWIEROTH, Capital Ideas: The IMF and the Rise of Financial Liberalization, Princeton, Pricenton
University Press, 2010. p. 111.
76 «unduly restrictive». J. GOLD, International Capital Movements Under the Law of the In-
ternational Monetary Fund, International Monetary Fund, 1977, p. 24. En: J. M. CHWIEROTH,
Capital Ideas: The IMF and the Rise of Financial Liberalization, Op. cit., p. 111.
77 Ibid.
colocar la carga de los ajustes de las futuras crisis financieras, sobre las espaldas de
los países deficitarios78.
Ante tal estado de cosas, una eventual petición de ayuda británica al FMI de-
mandaba una negociación entre los dos principales miembros del FMI –incluido su
nuevo Director–79 que determinara la estrategia jurídica a seguir. El reconocimiento
de que los créditos financiarían a una Gran Bretaña –que sufría semejante salida de
capitales– demandaba una cierta originalidad en la solicitud de la ayuda, que me-
recía ser consensuada. Las deliberaciones que finalmente tuvieron lugar rechazaron
forzar una interpretación contraria a la exigida por el Congreso estadounidense (lo
que habría provocado importantes problemas constitucionales en aquel país), pero
encontraron un argumento que podría salvar la situación; aquella de que en la me-
dida de que dichas ayudas fueran consideradas «adelantos y retrasos» en los pagos
que el país del Támesis realizaba al Fondo, estarían vinculadas directamente con la
financiación de su cuenta, y no con la situación que enfrentaban sus reservas debido
a la salida de capitales80. Por otra parte, los británicos utilizarían otro argumento de
peso para los intereses norteamericanos, el de sus dificultades para caminar hacia el
establecimiento de la plena convertibilidad de la libra esterlina en las transacciones
por cuenta corriente81. Hay que recordar que hasta ese momento, el FMI había tra-
tado a las cuentas corrientes y a las de capital como esencialmente separables82, pero
debido al papel del Reino Unido como banquero internacional, la diferenciación pa-
78 «By restricting governments from using IMF resources to finance capital out–flows and refu-
sing to implement cooperative controls, U.S. officials placed the burden on deficit countries to adjust».
Ibid.
79 El sueco Per Jacobsson –proveniente del Banco de Basilea– había sido nombrado el tercer
Director del FMI el 3 de diciembre, cargo que mantendría hasta su muerte en 1963.
80 «They acknowledged that the credits would finance a capital outflow, but Jacobsson sugges-
ted (rather stretching the point) that to the extent that these flows were in the form of “leads and lags”
in payments, they were linked directly to the financing of the current account». [«Reconocieron que
los créditos financiarían una salida de capital, pero Jacobsson sugirió (en lugar de forzar la cuestión)
que en la medida en que estos flujos fueran en forma de “adelantos y retrasos” en los pagos, estarían
vinculados directamente a la financiación de la cuenta actual».]. J. M. BOUGHTON, «Northwest of
Suez: The 1956 crisis and the IMF», Op. Cit, p. 22.
81 «Harcourt then made a more coherent argument: without this financing, it would be di-
fficult for Britain to maintain progress toward establishing full convertibility of sterling for current
account transactions». [«Harcourt hizo luego un argumento más coherente: sin esta financiación, sería
difícil para Gran Bretaña mantener sus progresos para el establecimiento de la plena convertibilidad de
la libra esterlina en las transacciones por cuenta corriente»]. Ibid.
82 Hay que recordar que la cuenta corriente refleja los intercambios de bienes y servicios.
83 «Until this point the Fund had followed the lead of its founding fathers (John Maynard
Keynes and Harry Dexter White) in regarding the current and capital accounts as essentially separable
phenomena. Because Britain´s role as an international banker made that separation impossible this re-
cue operation was about to break the mold». [«Hasta ese momento, el Fondo había seguido el ejemplo
de sus padres fundadores (John Maynard Keynes y Harry Dexter White) en relación con las cuentas co-
rrientes y de capital como fenómenos esencialmente separables. Pero el papel Británico como banquero
internacional hizo que la imposible separación en esta operación de rescate estuviera a punto de romper
el molde».] J. M. BOUGHTON, «Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF», Op. Cit, p. 22.
84 Al tomarse como verdadero algo que no existe o que podría existir pero se desconoce.
85 «The staff report that was circulated to Executive Directors two days later stated explicity
that financing was needed for the capital account, not the current account. It also raised the specter
of systemic repercussions if the Fund failed to act on the British request: “The Staff believes that the
policies desinged to restrain internal demand … will be adequate to maintain the United Kingdom´s
competitive position and to overcome the temporary payments in the coming months. However, given
the status of sterling as an international currency and the United Kingdom´s role as banker for a large
trading area, its efforts to overcome its balance of payments difficulties and to follow a policy of exten-
ding the area of freer trade and payments could be undermined if confidence in sterling were weakened
by further sustained losses of monetary reserves. Moreover, the danger would arise of serious repercus-
sions on the volume of world trade an on the progess made in freeing trade and payments from external
restrictions”». [«El informe del personal que se distribuyó a los directores ejecutivos declaró dos días
más tarde explícitamente que era necesaria la financiación de la cuenta de capital, no la de la cuenta
corriente. También planteó la posibilidad de una repercusión de carácter sistémico si el Fondo no
actuaba frente a la solicitud británica: El personal considera que las políticas diseñadas para contener
la demanda interna... serán adecuadas para mantener la posición competitiva del Reino Unido y para
superar los pagos temporales en los próximos meses. Sin embargo, dado el estado de la libra esterlina
como moneda internacional y el papel del Reino Unido como banquero de una gran zona comercial,
sus esfuerzos para superar sus dificultades de balanza de pagos y de seguir una política de extensión de
la zona de libre comercio y pagos podría ser socavada si la confianza en la libra esterlina se debilita por
más pérdidas sostenidas de reservas monetarias. Por otra parte, el peligro surgiría por las graves reper-
cusiones sobre el volumen de un comercio mundial en el que se progresa por liberar el comercio y los
pagos de las restricciones externas».] Minute of the meeting by the Personal Assistant to the Managing
Director (December 6, 1956); in IMF/CF, C/United Kingdom/1760, «Stand-by Arragements 1952-
1960». En: J. M. BOUGHTON, «Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF», Op. cit., p. 22.
86 J. M. BOUGHTON, «Northwest of Suez: The 1956 crisis and the IMF», Op. Cit, p. 23.
87 C. R. SCHENK, «The origins of the eurodollar market in London: 1955-1963», Explora-
tions in Economic History, n.º 35.2, 1998, p. 221-238, p. 222.
88 E. HELLEINER, States and the reemergence of global finance. From Bretton Woods to the
1990s, Ithaca and London, Cornell University Press, 1996, p. 4.
89 Al menos en lo referente al argumento sobre el papel del Reino Unido como centro financie-
ro internacional y las consecuencias que de ello se derivaban.
90 Sobre la evolución del Fondo como gestor de las crisis, véase: J. M. BOUGHTON, «From
Suez to Tequila: the IMF as crisis manager», The Economic Journal n.º 110 (January), Issue 440, Royal
Economic Society Oxford –UK– y Malden-Massachuset USA, 2000, p. 273-291. Disponible en Web
(consulta 12 agosto de 2016): http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/1468-0297.00501/pdf
91 «El informe Radcliffe y la política británica actual», Op. cit., p. 50-51.
92 H. WILSON, «Pound in your pocket' speech», 19 de noviembre de 1967. Disponible en
Internet (consulta 14 de febrero de 2017): https://www.youtube.com/watch?v=-IHVQU9BSks
93 «The main source of difficulty was the balance of payments: any major increase in Britain's
economic activity led to an increase in imports which was not balanced by a corresponding increase in
exports. As a result, the demand by British importers for foreign currencies (especially US dollars) with
causas, entre las que sin duda alguna estaba el declive del área esterlina, lo que
arrastraba importantes consecuencias constitucionales, para un país que aún se
veía a sí mismo como un Imperio. Desde el comienzo de las dificultades –en
noviembre de 1964– el gobierno se había aferrado a su compromiso por el man-
tenimiento del valor internacional de la esterlina, lo que necesitaba de crecientes
e ingentes recursos, mientras cada vez quedaba más claro que la única forma de
superar la crisis –sin devaluar la moneda– era reducir el crecimiento económico,
con las evidentes consecuencias sobre el empleo y la prosperidad industrial del
país94.
which to pay their foreign suppliers sharply exceeded the demand by foreigners for pounds with which
to pay British exporters. The value of the pound thus fell, giving rise to the possibility of devaluation.
The problems would then snowball as a result of “leads and lags” (British importers paying their foreign
suppliers as promptly as possible, while foreign buyers of British goods dawdled over payment) and
speculation, with some operators willing to borrow sterling short-termat up to five hundred per cent
per annum in order to sell it at the current rate in the hope of soon buying it back at a much lower
rate. These problems were greatly exacerbated by the fact that sterling had an important international
role». [«La principal fuente de dificultades fue la balanza de pagos: cualquier aumento importante
de la actividad económica de Gran Bretaña condujo a un aumento de las importaciones que no fue
compensado por su correspondiente aumento de las exportaciones. Como resultado, la demanda de
monedas extranjeras (especialmente dólares estadounidenses) por parte de los importadores británicos
con las que pagar a sus proveedores extranjeros excedió en gran medida la demanda extranjera de libras
con las que pagar a los exportadores británicos. El valor de la libra cayó, dando lugar a la posibilidad
de una devaluación. Los problemas surgirían como resultado de los “adelantos y retrasos” (los importa-
dores británicos pagaban lo antes posible a sus proveedores extranjeros, mientras que los compradores
extranjeros de bienes británicos se quedaban rezagados por el pago) y la especulación, con algunos
operadores dispuestos a pedir préstamos en libras esterlinas a corto plazo a quinientos por ciento por
año con el fin de vender a la tasa actual con la esperanza de volver a comprar pronto a una tasa mucho
más baja. Estos problemas se vieron exacerbados por el hecho de que la libra esterlina tenía un papel
internacional importante»]. D. BLAAZER, «“Devalued and Dejected Britons”: The Pound in Public
Discourse in the Mid 1960s», History Workshop Journal. No. 47. Oxford University Press, 1999. p.
121-140, p. 122-123. Disponible en Web (consulta 14 de febrero de 2017): https://www.jstor.org/
stable/4289605?seq=1#page_scan_tab_contentsSobre las circunstancias económicas que rodearon a la
devaluación, véase también: «The Cabinet Papers», The National Archives. Disponible en Web (consulta
14 de febrero de 2017):
http://www.nationalarchives.gov.uk/cabinetpapers/themes/devaluation-pound.htm
94 «Despite being beset by an almost continual succession of exchange-rate crises from Novem-
ber 1964 onwards, and despite the growth of a substantial body of expert opinion in favour of devalua-
tion, the government stuck fast to its commitment. The political and financial costs were enormous.
The only alternative way to overcome balance of payments crises was to slow economic growth, thus
curbing prosperity and increasing unemployment. Moreover, each successive currency crisis required
substantial foreign loans which came at the price of satisfying international bankers' demands for
reductions in government expenditure, especially on health and welfare. Naturally such policies sorely
tested the unity of the Labour cabinet and the loyalty of its supporters, culminating in the very public
near-resignation of George Brown on the announcement of a particularly draconian set of deflatio-
nary measures in July 1966». [«A pesar de haber sido acosado por una sucesión casi continua de crisis
cambiarias a partir de noviembre de 1964, y a pesar del crecimiento del sustancial cuerpo de expertos
en favor de la devaluación, el gobierno se aferró a su compromiso. Los costos políticos y financieros
eran enormes. La única forma alternativa de superar las crisis de la balanza de pagos era frenar el cre-
cimiento económico, frenando así la prosperidad y aumentando el desempleo. Por otra parte, cada
crisis monetaria sucesiva requería préstamos externos sustanciales que se dieron al precio de satisfacer
las demandas de los banqueros internacionales de reducir los gastos gubernamentales, especialmente
en salud y bienestar. Naturalmente, tales políticas pusieron a prueba la unidad del gabinete laborista y
la lealtad de sus partidarios, culminando en la muy pública renuncia de George Brown al anuncio de
un conjunto particularmente draconiano de medidas deflacionarias en julio de 1966»]. D. BLAAZER,
«“Devalued and Dejected Britons”: The Pound in Public Discourse in the Mid 1960s», Op. cit. p. 123.
95 «Under the Bretton Woods system of fixed exchange rates the pound could trade only within
a very narrow range of values. If the government could not sustain it above $2.78 or below $2.82 it
was obliged to seek the permission of the International Monetary Fund (IMF) to change the value or
to widen the permissible range». [«Bajo el sistema de Bretton Woods de tipos de cambio fijos, la libra
sólo podía operar dentro de un rango muy estrecho de valores. Si el gobierno no pudiera sostenerlo por
encima de los 2,78 dólares o por debajo de los 2,82 dólares, se vería obligado a solicitar el permiso del
Fondo Monetario Internacional (FMI) para cambiar el valor o ampliar el margen permitido»]. Ibid.,
p. 122.
96 «The British pound, even more than most currencies, was ready for the attribution of a speci-
fically national significance. Its alias, sterling, had long ago evolved an additional meaning of a type of
reliability, genuineness and first-rateness that were felt, even after the imperial heyday, to be somehow
uniquely British. Moreover, the fact that sterling still had a major role in the post-war period as one of
the world's two reserve currencies was one of the few remaining vestiges of Britain's great power status,
and for most of the time the least complicated». [«La libra británica, incluso más que la mayoría de las
monedas, estaba lista para la atribución de un significado específicamente nacional. Su alias, la libra
esterlina, había desarrollado hace mucho tiempo un significado adicional de un tipo de confiabilidad,
autenticidad y primer rasgo que se sentía, incluso después del apogeo imperial, para ser de alguna
manera exclusivamente británico. Además, el hecho de que la libra esterlina siguiera desempeñando un
papel importante en el período de posguerra como una de las dos monedas de reserva del mundo era
uno de los pocos vestigios restantes del gran estado de poder de Gran Bretaña y, en la mayoría de los
casos, el menos complicado»]. Ibid., p. 123.
97 «Cartoonists used the conventional national symbols of Britannia, the Lion and St George,
to denote the national significance of the exchange rate». [«Los caricaturistas utilizaron los símbolos
nacionales convencionales de Britannia, el León y San Jorge, para denotar la importancia nacional del
tipo de cambio»]. Ibid., p. 126.
98 «The most powerful and authoritative voices in the devaluationist cause were, quite litera-
lly, silenced until the actual moment of devaluation, leaving the field open for the development of
a public discourse in which devaluation was represented as an object of dread by all but academic
economists and a few financial journalists in the highbrow press. It is time to consider that discourse
in some detail». [«Las voces más poderosas y autoritarias de la causa devaluadora fueron, literalmente,
silenciadas hasta el momento real de la devaluación, dejando abierto el campo para el desarrollo de un
discurso público en el que la devaluación fue representada como un objeto de temor por todos menos
economistas académicos y unos cuantos periodistas financieros en la prensa. Es hora de considerar ese
discurso con algún detalle»]. Ibid. p. 124.
99 «A common trope by which the sublimation was achieved centred on the representation of
the effort to maintain the existing parity as a “battle”. The metaphor was not new in the 1960s, having
appeared briefly during the parliamentary debate over devaluation in 1949, and in the press during
1956 and 1957». [«Un tropo común por el cual se logró la sublimación se centró en la representación
del esfuerzo por mantener la paridad existente como una “batalla”. La metáfora no era nueva en los
años sesenta, habiendo aparecido brevemente durante el debate parlamentario sobre la devaluación en
1949 y en la prensa durante 1956 y 1957»]. Ibid. p. 125-126.
100 «Being a war, the effort to maintain the exchange rate required enemies. The most ob-
vious and least controversial enemies of the pound were “foreigners”. While the term was often used
generally, it was more usual to specify foreign bankers or foreign speculators. The term “Gnomes of
Zurich” had been in widespread use since Harold Wilson had coined it during the 1956 sterling crisis.
By the mid-1960s “gnome” was used ubiquitously to refer to European bankers and financiers, often
in a mock-sinister tone». [«Siendo una guerra, el esfuerzo para mantener el tipo de cambio requería
enemigos. Los enemigos más obvios y menos controvertidos de la libra eran los “extranjeros”. Aunque
el término se usaba con frecuencia en general, era más usual especificarlo en los extranjeros o a los espe-
culadores extranjeros. El término “gnomos de Zurich” había sido de uso generalizado desde que Harold
Wilson lo acuñó durante la crisis de la libra esterlina de 1956. A mediados de la década de 1960, el
“gnomo” se usaba omnipresente para referirse a los banqueros y financieros europeos, a menudo en un
tono siniestro»]. Ibid., p. 128.
101 P. HÄBERLE, «El Estado Constitucional Europeo», Cuestiones constitucionales: revista
mexicana de derecho constitucional, n.º. 2, 2000, p. 87-104. P. HÄBERLE, «El Estado Constitucional
Europeo», Revista de Derecho Constitucional Europeo:
http://www.ugr.es/~redce/REDCE11/articulos/14PeterHaberle.htm#10. Disponible en Internet
(consulta 14 de febrero de 2017).
102 «This complex range of anxieties about Britain's external power, and social, economic,
political and moral order was duly sublimated into anxieties about the value of the pound…». [«Esta
compleja gama de ansiedades sobre el poder externo de Gran Bretaña, y el orden social, económico, po-
lítico y moral, fue debidamente sublimada en ansiedades sobre el valor de la libra…»]. D. BLAAZER,
«“Devalued and Dejected Britons”: The Pound in Public Discourse in the Mid 1960s», Op. cit. p. 125.
103 Leonard James «Jim» Callaghan, Baron Callaghan of Cardiff fue un político británico que
sirvió como Primer Ministro del Reino Unido desde 1976 a 1979, fue líder del Partido Laborista desde
1976 a 1980, «Chancellor of the Exchequer » desde 1964 a 1967, «Home Secretary » desde 1967
a 1970, y «Foreign Secretary » desde 1974 hasta su nombramiento como Primer Ministro en 1976.
104 «[i]t is not a matter of prestige with me. That is rubbish. I do not regard sterling as being
any great symbol» Commons Debates, vol. 751, c. 101. En: D. BLAAZER, «“Devalued and Dejected
Britons”: The Pound in Public Discourse in the Mid 1960s», Op. cit. p. 125.
105 «The truth is that if the price of a currency is wrong it has to be put right». Times, 20 Nov.
1967, p. 9. En: Ibid. p. 131.
106 Michael Mackintosh Foot fue líder del Partido Laborista desde el 10 de noviembre de 1980
al 2 de octubre de 1983.
107 Peter David Shore, Baron Shore of Stepney fue miembro del Parlamento desde el 15 de
octubre de 1964 al 1 de mayo de 1997, «Secretary of State for Economic Affairs» desde el 29 de agosto
de 1967 al 6 de octubre de 1969, Ministro sin cartera desde el 6 de octubre de 1969 al 19 de junio de
1970, «Secretary of State for Trade» desde el 4 de marzo de 1974 al 8 de abril de 1976, y «Secretary of
State for the Environment» desde el 8 de abril de 1976 al 4 de mayo de 1979.
108 «The vesting of devaluation with national and moral significance did not go uncontested.
Michael Foot spoke for many when he insisted that “questions of the exchange rate are technical eco-
nomic questions”, as did Peter Shore, the Minister for Economic Affairs, when he scorned “the enor-
mous amount of humbug about the moral issues involved in devaluation”.36». [«La adquisición de la
devaluación con importancia nacional y moral no fue incontestable. Michael Foot habló por muchos
cuando insistió en que “las cuestiones del tipo de cambio son cuestiones técnico-económicas”, al igual
que Peter Shore, ministro de Economía, cuando despreciaba “la enorme cantidad de farsas sobre los
problemas morales de la devaluación”»] El entrecomillado pertenece a 36 Commons Debates, vol. 754,
c. 1162, c. 1263. D. BLAAZER, «“Devalued and Dejected Britons”: The Pound in Public Discourse
in the Mid 1960s», Op. cit., p. 130.
109 Véase: D. BLAAZER, «“Devalued and Dejected Britons”: The Pound in Public Discourse in
the Mid 1960s», Op. cit., p. 124 y p. 131. En realidad, dicha visión sigue aún muy extendida en la sociedad.
110 «From now the pound abroad is worth 14% or so less in terms of other currencies. It does
not mean, of course, that the pound here in Britain, in your pocket or purse or in your bank, has been
devalued. What it does mean is that we shall now be able to sell more goods abroad on a competitive
basis» « 1967: Wilson defends “pound in your pocket”». On this day 1950-2005, 19 of november,
BBC News. Disponible en Web (consulta 14 de febrero de 2017): http://news.bbc.co.uk/onthisday/
hi/dates/stories/november/19/newsid_3208000/3208396.stm?first=17
111 «A number of Tory MPs made much of the claim that 18 November 1967 was “the third
time on which Socialist policies have brought this country to the humiliation of devaluation”, 26
suggesting that by devaluing, the government was acting “true to its socialist tradition”.27. 26 (John
Peyton), Commons Debates, vol. 754, c. 946. 27- (Anthony Barber), Commons Debates, vol. 754, c.
1421». [«Varios diputados conservadores hicieron gran parte de la afirmación de que el 18 de noviem-
bre de 1967 fue “la tercera vez que las políticas socialistas llevaron a este país a la humillación de la
devaluación” 26, sugiriendo que el gobierno, devaluando actuaba de acuerdo con su tradición socia-
lista.27»]. D. BLAAZER, «“Devalued and Dejected Britons”: The Pound in Public Discourse in the
Mid 1960s», Op. cit., p. 129. Harold Wilson había manifestado que: «At home my government's first
concern will be to maintain the strength of sterling». [«En política doméstica, mi primer interés será
mantener la fortaleza de la libra esterlina»]. House of Commons Debates, Official Report, Fifth series,
vol. 701, c. En: Ibid.
112 D. BLAAZER, «“Devalued and Dejected Britons”: The Pound in Public Discourse in the
Mid 1960s», Op. cit., p. 135.
113 El Teniente Coronel George Rowland Stanley Baring, Tercer Conde de Cromer –conocido
como Visconde de Errington antes de 1953– fue además de militar, un banquero y diplomático britá-
nico. Durante su carrera ocupó el puesto de Gobernador del Banco de Inglaterra entre 1961 y 1966, y
Embajador Británico en los Estados Unidos entre 1971 y 1974.
114 Ibid., p. 135.
115 «56. To raise a $lm loan in London after devaluation would require £416,667 as opposed
to £357,143 before. Similarly, a New York banker would now only need to raise $1.2m to finance a
£500,000 loan, instead of $1.4m. The same principle obviously applied where a British and an Ame-
rican bank competed to lend money in a third currency». [«56. Para obtener un préstamo de $ lm en
Londres después de la devaluación requeriría £ 416.667 frente a £ 357.143 de antes. Del mismo modo,
un banquero de Nueva York ahora sólo tendría que recaudar $ 1.2 millones para financiar un préstamo
de £ 500.000, en lugar de $ 1.4 millones. El mismo principio se aplicaba obviamente cuando un banco
británico y un americano competían para prestar dinero en una tercera moneda»]. Ibid.
116 «Tellingly, the fall in Wilson's popularity immediately after devaluation was smaller than
the fall which followed the announcement of the severe “squeeze and freeze” package of July 1966 - a
package expressly designed to “save the pound”». [«La caída de la popularidad de Wilson inmediata-
mente después de la devaluación fue más pequeña que la caída que siguió al anuncio del severo paquete
de “compresión y congelación” de julio de 1966, un paquete diseñado expresamente para “salvar la
libra”».]. Ibid., p. 133.
117 Ibid., p. 136.
118 Debido a la enorme tradición financiera del país, y de su propio sistema jurídico con res-
pecto a ella.
119 «After serving as foreign secretary in 1974-1976, Callaghan succeeded Wilson as prime
minister in 1976. He responded to Britain's deepening economic recession by adopting deflationary
policies and cuts in public expenditure, which anticipated the monetarism of Margaret Thatcher after
1979 ». [«Después de ocupar el cargo de Ministro de Asuntos Exteriores entre 1974-1976, Callaghan
sucedió a Wilson como Primer Ministro en 1976. Respondió a la profunda recesión económica de
Gran Bretaña mediante la adopción de políticas deflacionarias y recortes en el gasto público, que antici-
paban el monetarismo de Margaret Thatcher en 1979»]. «James Callaghan (1912-2005)», BBC History.
Consulta (26 de julio de 2017): http://www.bbc.co.uk/history/historic_figures/callaghan_james.shtml
120 Véase: Y. VAROUFAKIS, El minotauro global, Capitán Swing Libros, Madrid, 2014.
121 R. PALAN, «International financial centers: the British-Empire, city-states and commer-
cially oriented politics», Theoretical Inquiries in Law January, 2010, p. 149-176, p. 149. Disponible en
Web (consulta el 18 de febrero de 2017: www7.tau.ac.il/ojs/index.php/til/article/view/736/695
122 Lo que a la larga aumentaría la sensación de abandono por parte del norte y el centro oeste
del Reino Unido que en el caso Escocés y Galés terminaría fraguando en un aumento del nacionalismo
e independentismo político.
123 Fred Imbert, «Trump calls China a “currency manipulator”, but he's wrong », CNBC, 7
Dec 2016. Disponible en Web (consulta 26 de febrero de 2017): http://www.cnbc.com/2016/12/07/
donald-trump-is-wrong-china-is-not-a-currency-manipulator.html
124 J. E., LANDER, International Economic History, Industrialisation in the World Economy
1830-1950, Op. cit., p. 173.
Resumen
Probablemente uno de los principales problemas del capitalismo como sistema económi-
co, lo constituya el problema de sus excedentes, que lo convierte en un sistema inestable
que genera déficit y excedentes de capital. Si bien en el ámbito nacional este problema
ha sido afrontado desde el constitucionalismo económico, fundamentalmente a través
del principio de solidaridad, la ausencia de una autoridad monetaria internacional ha
llevado a su corrección mediante el mecanismo de la devaluación monetaria, duramente
rechazado por el constitucionalismo neoliberal.
El presente trabajo pretende estudiar las repercusiones que un acto sencillo como la
devaluación representa en relación con los consensos constitucionales. La elección de la
devaluación llevada a cabo por el Primer Ministro laborista Harold Wilson en 1967
como objeto del análisis, nos ha ayudado a analizar los distintos modelos confrontados.
Un análisis que no es meramente histórico, sino que pretende contribuir a entender las
claves de la batalla por la consideración de una moneda como divisa de reserva inter-
nacional, como ya ocurre en relación con la divisa china.
Palabras claves
Constitucionalismo económico, excedente y déficit, moneda, devaluación, consenso cons-
titucional.
Abstract
Probably one of the main problems of capitalism as an economic system is constituted
by the problem of its surplus, which makes it an unstable system that generates capital
deficits and surpluses. Although at the national level this problem has been faced from
the Economic Constitutionalism fundamentally through the principle of solidarity, the
absence of an international monetary authority has led to its correction through the
mechanism of monetary devaluation, hard rejected by neoliberal constitutionalism.
The present paper tries to study the repercussions that a simple act as the devaluation
represents in relation to the constitutional consensus. The election of the devaluation ca-
rried out by Labour Prime Minister Harold Wilson in 1967 as the object of analysis has
helped us to analyze the different economic models confronted. An analysis that is not
merely historical, but aims to contribute to understanding the keys to the battle for the
consideration of a currency as an international reserve currency, as is already happening
in relation to the Chinese currency.
Key Words
Economic Constitutionalism, surplus and deficit, money, devaluation, constitutional
consensus.
crisis actual (basta con pensar en la crisis de la deuda, del Estado de derecho o la
crisis de los refugiados), pero también desde una perspectiva de futuro (en atención
al libro blanco de la Comisión sobre la «integración diferenciada»). En el caso de
Latinoamérica, D.G. Belaunde y J.F. Palomino Manchego buscaron referencias en el
modelo europeo, sobre todo a la luz de la crisis en Venezuela, si bien, dadas las dife-
rencias culturales, tampoco se asume de manera totalmente acrítica, sino que requie-
re un desarrollo específico para la realidad latinoamericana. Belaunde reconoció que
esta metodología tiene su raíz en la idea de Häberle sobre «la recepción cultural», y
afirmó que él se siente especialmente vinculado a esta propuesta. También Palomino
Manchego siguió las huellas de Häberle y su metáfora de Estado en construcción, al
describir Latinoamérica como un experimento político (centrado en la superación
del analfabetismo) y reclamó que la economía sea instrumental al ser humano antes
que un fin en sí mismo.
IV. La cuarta y última mesa, moderada por V. Pereira da Silva versó sobre el
Derecho constitucional y la globalización, pero no para caer de modo apresurado
en la defensa de un «global constitutionalism», sino para buscar los elementos de
calidad constitucional más allá del Estado y las comunidades políticas de integración
regional como la Unión. S. Pinon, M. Rodrigues Canotilho y J.F. Sánchez Barrilao
nos ofrecieron miradas muy instructivas.
V. La conferencia de cierre estuvo reservada a. D’Atena, que la aprovechó para
realizar un homenaje personal de Peter Häberle. Desarrolló la idea del «punto cul-
minante de la identidad cultural», yendo desde el origen del constitucionalismo en
los Estados Unidos hasta llegar a los procesos de integración europea y latinoameri-
cana, destacando el valor del concepto de «Constituciones parciales» elaborado por
Peter Häberle. Mostró su preocupación por una deconstitucionalización de Europa
–con el Brexit como referente–, tal y como hizo Häberle en su intervención final.
No obstante, primó el optimismo científico. Todavía es posible profundizar en la
integración europea más allá del «patriotismo europeo» de Sternberger, sobre todo
si se busca la compañía de la ciencia, tomamos la política en serio, y recuperamos la
emoción europea en el día a día de los ciudadanos. De este modo se cerraría el cír-
culo postulado por F. Lanchester: un intercambio científico, guiado por la amistad,
que permite la recepción de los más variados impulsos. En este sentido, las jornadas
de Granada fueron un ejemplo excepcional.
SUMARIO:
1. Introducción.
2. La doble paradoja de Agamben.
3. El derecho constitucional positivo.
1. INTRODUCCIÓN
Llamamos estado de excepción a una situación en la que, invocando la exis-
tencia de circunstancias excepcionales particularmente dramáticas y la necesidad
de hacerles frente –pensemos por ejemplo en una catástrofe natural, una guerra,
una insurrección, actos terroristas o una epidemia–, quedan suspendidas de forma
provisional la aplicación de las normas que regulan ordinariamente la organización
y el funcionamiento de los poderes públicos dando lugar a la aplicación de otras,
evidentemente menos garantistas, que suponen una mayor concentración del poder
y la restricción de derechos fundamentales.
Hasta hace relativamente poco, los juristas se han sentido poco atraídos por esta
cuestión. La historia, no obstante, ha sido pródiga en acontecimientos graves, que
han conducido a descartar las normas generalmente aplicables –desde el gobierno
revolucionario, hasta los poderes especiales de la guerra de Argelia–, pero tal opera-
ción no se ha consumado de sólito a través de la aplicación de reglas formalmente
constitucionales, y raras eran las constituciones que incluían disposiciones relativas
al estado de excepción. Por ello, los tratados o manuales clásicos de derecho cons-
titucional no contienen sino esporádicos y precarios desarrollos sobre este tema, e
incluso un autor, cuyo nombre es sistemáticamente hoy día asociado a toda reflexión
sobre el estado de excepción, no señala apenas nada en la obra que dedica al derecho
constitucional: la teoría de la Constitución.
En Francia, es sobre todo a partir de 1958 cuando se aborda la cuestión del esta-
do de excepción, ya que la Constitución de la Quinta República incluyó un artículo
16 que concretamente confería al Presidente de la República poderes excepcionales
en situaciones de crisis. Pero el artículo 16 sólo fue abordado doctrinalmente desde
el punto de vista político. Lo que se pretendía ante todo era alertar del riesgo de que
un Presidente de la República se sirviera de esta disposición para llevar a cabo un
golpe de estado y establecer una dictadura.
Es sobre todo tras el 11 de Septiembre cuando comienza el interés por el estado
de excepción, pero los juristas, tanto en Francia como en los Estados Unidos, solían
emprender sus análisis desde la perspectiva de los derechos humanos. Se constata-
ba así que las medidas tomadas tras los atentados, primero en los Estados Unidos,
después en otros países, como en Gran Bretaña, sobre todo, tenían por objeto la
restricción de los derechos fundamentales, como el derecho a la vida, la integridad
física, la libertad de expresión, la libertad de circulación, la protección de la vida
privada o el derecho a la libertad personal. El debate se centraba fundamentalmente
en la cuestión de saber si el peligro terrorista justificaba cualquier restricción de estos
derechos –y, en caso afirmativo, cuál sería el grado de limitación que podía ser jus-
tificado– así como en precisar la estructura institucional que debería operar durante
estos períodos1. En otras palabras, los problemas que se discutían eran problemas
prácticos, de política jurídica, o bien problemas teóricos, pero que no se derivaban
del análisis del derecho positivo –esto es de normas en vigor– sino de la filosofía
política o moral.
Así pues, son sobre todo los filósofos los que se han interesado por el estado de
excepción. Además de por su rabiosa actualidad, este interés se explica por diferentes
razones.
La primera se refiere a la razón con la que habitualmente se justifica la procla-
mación del estado de excepción, la preservación de la democracia. Nos encontramos
en presencia de circunstancias graves –una guerra internacional, civil, el terrorismo,
una catástrofe natural– y se ponen en marcha mecanismos excepcionales; esto es, se
concentra el poder en las manos de algunos órganos que habitualmente ejercen el
poder, se les atribuyen competencias más amplias y se les permite restringir liberta-
des fundamentales. Pero si de lo que se trata es de afrontar estas circunstancias, de
1 Entre los más recientes y mejores, se puede citar a B. ACKERMAN, Before de Next Attack.
Preserving Civil Liberties in a Age of Terrorism, New Haven, Yale University Press, 2006; D. DYZEN-
HAUS, The Constitution of Law; Legality in a Time of Emergency, Cambridge, Cambridge University
Press, 2007.
preservar la democracia, ¿no son los medios a los que se recurre –por definición no
democráticos– un riesgo de lesión del fin mismo que pretenden lograr?
De otro lado, el derecho del estado de excepción nos lleva a reflexionar so-
bre lo que es normal y lo que es excepcional. Podemos abordar esta relación desde
diferentes puntos de vista. Cabe, en primer lugar, mantener que la excepción es,
sencillamente, una situación diferente de la situación normal, una situación que,
por consiguiente, justifica que se apliquen reglas diferentes a las habituales. Esto no
implica que las reglas diferentes válidas para una situación particular sean realmente
excepcionales salvo en un sentido muy poco específico del término «excepcional».
Así, podemos considerar un acto jurídico cualquiera, una ley, una ordenanza muni-
cipal, un reglamento de empresa, que contiene un conjunto de reglas que concluyen
con una fórmula de estilo del tipo: «excepcionalmente, estas reglas no se aplicarán el
14 de julio, día de la Fiesta Nacional, día en el que se aplicarán las disposiciones de la
ley o de la ordenanza n.º…». En este caso, las reglas aplicables el 14 de julio y las que
son válidas para el resto de los días son simplemente reglas diferentes, previstas para
situaciones diferentes. Las primeras sólo se denominan excepcionales para indicar
que la situación que regulan es menos frecuente, pero en absoluto cabe entender con
esta expresión que la situación así caracterizada sea poco deseable o que las reglas que
le sean aplicables sean malas y tolerables únicamente en función del carácter singular
y temporalmente limitado de la situación.
Pero podemos también definir la situación normal como aquella que es desea-
ble y la excepcional la que solo es aceptable cuando –y en la medida en que– tuviera
por objeto la vuelta a la normalidad.
Numerosas confusiones sobre el estado de excepción resultan de esta ambigüe-
dad de la palabra excepción: algunas veces el estado de excepción es un conjunto de
reglas excepcionales, adoptadas con pesar, pero justificadas por su finalidad, que es el
retorno a la normalidad; mientras que en otros casos, nos encontramos en presencia
de reglas diferentes para situaciones diferentes. De esta forma se llama excepcional
tanto a una dictadura provisional o a una restricción de las libertades públicas que
pretenden afrontar un complot terrorista o una tentativa de golpe de estado, como a
una situación en la que tras una catástrofe natural en una parte del territorio los po-
deres excepcionales se confieren, por ejemplo, a un prefecto para permitirle adoptar
rápidamente las medidas necesarias, que sin embargo no suponen afectación real de
los derechos fundamentales.
En tercer lugar, el estado de excepción no puede ser definido al margen de
las reglas que le son aplicables, que son, por lo tanto, constitutivas del estado de
excepción. En efecto, es rigurosamente imposible dar una definición objetiva del
estado de excepción que condujera a aplicarle las reglas previstas. Consideremos, por
ejemplo, el caso de la Constitución francesa de 1958, cuyo artículo 16 permite al
Presidente de la República adoptar «las medidas exigidas por (las) circunstancias» ex-
cepcionales. El Presidente no se ve así limitado por sus atribuciones competenciales
ordinarias y puede adoptar medidas que «normalmente» corresponderían al poder
legislativo o al poder ejecutivo, esto es, al gobierno. Pero ¿cuáles son estas circuns-
tancias excepcionales? El artículo 16 parece aportar una definición: son aquellas que
concurren «cuando las instituciones de la República, la independencia de la nación,
la integridad de su territorio o el cumplimiento de sus compromisos internacionales
son amenazados de una forma grave inmediata y el funcionamiento regular de los
órganos constitucionales se ve interrumpido». Pero, ¿qué es una interrupción en el
funcionamiento regular de los órganos constitucionales o una amenaza grave inme-
diata sobre la integridad del territorio? El artículo 16 no lo precisa, y sólo podría
hacerlo con la ayuda de términos que deberían ser a su vez objeto de definición
inmediata. Pese a ello, este artículo 16 concede al Presidente de la República la po-
testad de apreciar si las circunstancias son tales que justifican que ejerza los poderes
excepcionales. Este poder de apreciación se ejerce sin control, salvo la eventual acu-
sación de alta traición que pueden plantear las dos Cámaras. En otras palabras, si no
concurre tal acusación, es necesario considerar que jurídicamente las circunstancias
que el Presidente de la República haya considerado excepcionales son efectivamente
excepcionales, y justifican así la aplicación de los poderes de crisis.
Nada tiene de extraña la conclusión anterior. Desde el punto de vista jurídico,
en efecto, no hay realidad objetiva, ya sea natural o social, sino tan sólo realidades
cualificadas por el derecho. Pongamos un ejemplo sencillo: es imposible afirmar, al
margen de cualquier calificación jurídica, que una persona está casada, o que a una
persona, por estar casada, se le deben de aplicar las reglas del matrimonio, puesto
que la única definición posible de persona casada es que está sometida a las reglas del
matrimonio; esto es, el objeto mismo que se trata de regular no puede ser definido
sino por las reglas que lo regulan. Lo mismo ocurre con el estado de excepción. Por
lo tanto, no podemos considerar que el estado de excepción sea previo a las reglas
que lo regulan. El estado de excepción es la situación que es objeto de las reglas sobre
el estado de excepción. Más aún, el estado de excepción es aquella situación que una
autoridad competente decide considerar como estado de excepción.
Pero, si el estado de excepción fascina, es sobre todo porque en el periodo en el
que está en vigor el poder político es a menudo concentrado e ilimitado, lo que lleva
a ciertos filósofos a pensar que es allí –y no en los períodos de normalidad– donde se
podría percibir y analizar la esencia misma del poder político. Está idea ha sido sobre
todo expresada con gran contundencia por el filósofo italiano Giorgio Agamben2, en
una obra reciente, así como en un largo artículo publicado por Le Monde3.
Considero necesario exponer y analizar esta tesis antes de contrastarla con el
derecho constitucional positivo.
lo que no puede adoptar forma jurídica (…) Esta articulación es paradójica conside-
rando que lo que debe estar inscrito en el interior del derecho se muestra fundamen-
talmente como algo externo ya que se corresponde, nada menos, con la suspensión
del ordenamiento jurídico mismo»5. La paradoja estribaría, en definitiva, en que el
derecho suspendería el derecho.
Se pueden plantear múltiples objeciones a este argumento. La principal sería
que una verdadera paradoja es una frase que se contradice a si misma porque es
autorreferencial, como lo es la famosa paradoja griega: «yo soy un mentiroso». Se
habla aquí de paradoja porque si es cierto que soy un mentiroso he emitido una
proposición verdadera, y por lo tanto no soy un mentiroso, con lo que la proposi-
ción es falsa; pero si es falsa, soy realmente un mentiroso, y por tanto la proposición
es verdadera. Lo mismo ocurre con las paradojas normativas: si proclamo la orden:
«Desobedezcanme», y me desobedecen tal y como he demandado, me están obede-
ciendo, y si me obedecen, me desobedecen.
¿Estamos ante una paradoja de este género? En absoluto. En primer lugar,
es empíricamente falso que en el estado de excepción haya una suspensión com-
pleta del derecho; la suspensión nunca deja de ser parcial. Decir que se suspende
completamente el derecho significaría que desaparecen las reglas sobre el derecho
de propiedad o sobre la filiación. Nunca se da una situación parecida. Ningún
estado de excepción, ninguna revolución, por radical que sea, ha adoptado nunca
ni adoptará jamás una medida semejante. La revolución bolchevique de 1917 no
suspendió todo el derecho y muchas de sus partes se mantuvieron durante muchos
y largos años.
Pero sobre todo, la norma jurídica, que suspende una parte del derecho y es-
tablece el estado de excepción, no es en absoluto autorreferencial; la decisión de
quien suspende la constitución no señala que él mismo queda suspendido. No hay,
por tanto, paradoja. No podría, por otra parte, haberla ya que nunca hay derecho
al margen del derecho. De la misma manera que el Rey Midas transformaba en
oro todo lo que tocaba, el derecho transforma en derecho todo lo que toca y si una
regla que permite concentrar los poderes exceptúa una regla precedente, ésta sería
una regla jurídica y por consiguiente la excepción también sería jurídica. En ningún
momento ésta se sitúa al margen del derecho.
Nuestra conclusión sería, por tanto, que el estado de excepción no tiene nada
de paradójico, que no es una suspensión del derecho sino que está siempre definido
y configurado por el derecho, que siempre supone la aplicación de un marco jurídico
que sustituye a otro conforme a lo establecido en una norma jurídica superior. Y así
se desprende del análisis del derecho positivo.
Resumen
El autor mantiene que el estado de excepción es aquella situación que una autoridad compe-
tente decide considerar como estado de excepción. Igualmente considera que no supone una
suspensión del derecho sino que está siempre definido y configurado por el derecho; que siem-
pre supone la aplicación de un marco jurídico que sustituye a otro conforme a lo establecido
en una norma jurídica superior. Esta es la conclusión que desprende del análisis del derecho
positivo francés contestando así la teoría de Giorgio Agamben, según la cual es durante la
excepcionalidad –y no en los períodos de normalidad– donde se podría percibir y analizar
la esencia misma del poder político
Palabras clave
Teoría del estado, Constitución, Excepción, normalidad, Agamben, Francia.
Abstract
The author maintains that the state of emergency is the situation where the competent au-
thority decides to consider as a state of emergency and which involves a suspension of rights
but is always defined and configured by law; it always means the application of a legal fra-
mework that replaces another in accordance with what is established in a higher legal norm.
This is the conclusion that emerges from the analysis of French positive law, thus answering
the theory of Giorgio Agamben, according to which it is during exceptionality –and not in
periods of normality– that one could perceive and analyze the very essence of political power
Key words
Theory of State, constitution, exception, normality, Agamben, France.
SUMARIO:
1. Introducción.
2. El art. 575 cp. radicalización terrorista.
3. La sentencia de la audiencia nacional núm. 39/2016, de 30 de noviembre.
4. Valoraciones finales.
1. INTRODUCCIÓN
El peso que desde siempre han tenido y tienen los atentados terroristas en la
conciencia pública, su excepcional repercusión mediática, así como su –en no pocas
ocasiones– instrumentalización política, son aspectos que hacen que los legisladores
penales no se hallen nunca satisfechos con el arsenal penal antiterrorista disponible,
por más que la experiencia histórica venga demostrando que el éxito de la lucha
contra tan temible fenómeno depende en muy escasa medida de la legislación.
La irrupción en Occidente del terrorismo islamista en forma de atentados de
terribles consecuencias físicas en las víctimas directas, a la vez que psicológicas en el
seno de la población en general, ha dado lugar a imbuir a este tipo de delincuencia
* Este trabajo ha sido realizado en el marco del Proyecto de Investigación «Ciber-Hache. Inci-
tación a la violencia y discurso del odio en Internet. Alcance real del fenómeno, tipologías, factores
ambientales y límites de la intervención jurídica», financiado por el Ministerio de Economía y Com-
petitividad. Referencia: DER2014-53449-R.
2 Sobre el papel de Internet en el concreto ámbito del terrorismo islamista, véase, en detalle:
M. A. CANO PAÑOS, «El binomio Internet/Terrorismo islamista», Iter Criminis, n.º 21, Cuarta
Época, Mayo-Junio, 2011, pp. 115-161. Más recientemente: M. A. CANO PAÑOS, «Odio e in-
citación a la violencia en el contexto del terrorismo islamista. Internet como elemento ambiental»,
InDret, n.º 4, 2016, pp. 1-37. En general, sobre la relación entre el fenómeno terrorista e Internet,
véase: G. Weimann, Terrorism in Cyberspace. The next generation, Woodrow Wilson Center Press:
Columbia University, 2015.
3 Véase al respecto: «Diez mil europeos a la yihad», diario El Mundo, edición online de 9 de mar-
zo de 2015. Según las últimas estimaciones de Naciones Unidas, la propaganda llevada a cabo por EI ha
conseguido reclutar entre los años 2015 y 2016 a más de 35.000 combatientes extranjeros procedentes
de 100 países distintos para unirse a las filas del EI en Siria.
4 Para un análisis detallado de las reformas operadas en los delitos de terrorismo por parte de
la LO 5/2010, véase, entre otros: M. CANCIO MELIÁ, «Delitos de terrorismo», en F. J. ÁLVAREZ
GARCÍA, y J. L. GONZÁLEZ CUSSAC, Comentarios a la reforma penal de 2010, Valencia, Tirant
lo Blanch, 2010, pp. 521 y ss.; M. A. CANO PAÑOS, «Los delitos de terrorismo en el Código Penal
español tras la reforma de 2010», La Ley Penal, n.º 86, 2011, pp. 17-33.
5 Este alejamiento de las fronteras de lo punible en relación con actos que no suponen una
Pues bien, en el año 2015, y una vez que el terrorismo yihadista había dejado
de nuevo su impronta en territorio europeo con los terribles atentados cometidos en
el mes de enero en París y unas semanas más tarde en Copenhague, los dos partidos
entonces mayoritarios en España (PP/PSOE) firmaron a comienzos de febrero un
pacto de Estado conjunto dirigido a «afianzar la unidad en defensa de las libertades
y en la lucha contra el terrorismo».6 El mencionado acuerdo constaba de una de-
claración de unidad y un total de ocho puntos que debían desarrollarse en el futuro.
De ellos, el más importante era sin duda una proposición de Ley Orgánica destinada
a modificar el CP para hacer frente a las «nuevas formas de terrorismo».7 Dicha
proposición de ley debía tramitarse separadamente del Proyecto de Ley Orgánica
dirigida a modificar en profundidad el entonces vigente Texto Punitivo.
Tras su tramitación parlamentaria, el 31 de marzo de 2015 se publicó en el
Boletín Oficial del Estado la Ley Orgánica 2/2015, de 30 de marzo, por la que se
modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, en mate-
lesión efectiva del bien jurídico ha sido tradicionalmente calificada por un sector considerable de la
doctrina penal española como «peligrosa», en la medida en que supone, a su vez, un cierto desenfoque
del principio de ofensividad, contribuyendo en cierta manera a esa «confusión de misiones» entre el
Derecho penal y otras ramas del ordenamiento jurídico como puede ser el Derecho policial. Todo esto
podría determinar la inconveniencia del recurso al Derecho penal y, derivado de lo anterior, incluso la
inconstitucionalidad. Véase al respecto: G. QUINTERO OLIVARES, Parte General del Derecho Penal,
Cizur Menor, Thomson Aranzadi, 2015, p. 319.
6 Véase: «Gobierno y PSOE firman el cuarto acuerdo antiterrorista en democracia», diario
El País, edición de 2 de febrero de 2015. Consultable en Internet: http://politica.elpais.com/politi-
ca/2015/02/02/actualidad/1422891425_334894.html (último acceso: 19 de mayo de 2017).
7 En concreto, los puntos 1 y 2 del mencionado Pacto antiterrorista venían redactados en los si-
guientes términos: «1. Promover la modificación del Código Penal en materia de delitos de terrorismo,
a través de una Proposición de Ley Orgánica que ambas fuerzas suscribimos, y a cuya firma o apoyo
convocamos al resto de fuerzas parlamentarias. La modificación del Código Penal que esta Proposición
recoge tipificará los delitos de terrorismo, con independencia de que se realicen o no en el seno de
un grupo u organización terrorista, atendiendo a la finalidad con que se cometen, y cuyo elemento
común es la provocación de un estado de terror en la población. Tipificará, así, como delito de terro-
rismo el desplazamiento al extranjero para incorporarse a una organización terrorista o colaborar con
ella. Asimismo contemplará las conductas propias de las nuevas formas de terrorismo, especialmente
en aspectos como la captación y el adiestramiento de terroristas, incluido el adiestramiento pasivo, el
uso de las redes de comunicación y tecnologías de la información a estos efectos, la financiación de
organizaciones terroristas y las distintas formas de colaboración activa con ellas. 2. Acordar que, tal y
como ha venido recogiendo nuestro ordenamiento jurídico, a los delitos de terrorismo con resultado
de muerte les será siempre aplicable la máxima pena privativa de libertad recogida en el Código Penal».
8 BOE núm. 77, de 31 de marzo de 2015, pp. 27.177-27.185. Hay que decir que el mismo día
se publicó en el BOE la LO 1/2015, de 30 de marzo, de modificación del Código Penal, la cual dio
lugar a que el Texto Punitivo sufriera la reforma más profunda desde su aprobación en el año 1995, ya
que la mencionada LO afectó a un total de 252 artículos.
9 Efectivamente, si uno analiza la evolución de la legislación antiterrorista en España, puede
observarse cómo, desde la reinstauración de la democracia, han sido varias las leyes que han tratado el
fenómeno terrorista, en algunos casos extramuros del CP. Así, por ejemplo, la LO 9/1984, de 26 de
diciembre «contra la actuación de bandas armadas y elementos terroristas y de desarrollo del art. 55.2
CE», sistematizó en un corpus iuris único –y al margen, por tanto, del CP– los instrumentos jurídicos
más relevantes para la represión del terrorismo, tanto sustantivos como procesales.
11 R., GARCÍA ALBERO, «Comentario al Artículo 575», en: G., QUINTERO OLIVARES
(Dir.), y F., MORALES PRATS (Coord.), Comentarios al Código Penal Español, Tomo II, 7.ª Ed., Cizur
Menor, Thomson Reuters Aranzadi, 2016, p. 1906.
con fines terroristas, sino sólo el hecho de proporcionarlo. Pues bien, como a nadie
escapa, el «adoctrinamiento» (político, ideológico, religioso, etc.) es algo distinto
al adiestramiento. Y el concepto de adoctrinamiento no aparece en ninguno de los
instrumentos internacionales que han sido reseñados; muy al contrario de lo que
sucede en el referido art. 575 CP, que lo mencionada (y sanciona) expresamente.
Como se puede observar del tenor literal del art. 575 CP, uno de los objetivos
declarados de la reforma del año 2015 en los delitos de terrorismo es profundizar
y, al mismo tiempo, extender la punición del denominado «terrorismo individual»
en los casos de adiestramiento y adoctrinamiento pasivos (apartado 1 del art. 575
CP), auto-radicalización (apartado 2) y traslado a un país extranjero (apartado 3),
bien para participar en acciones terroristas, bien para integrarse en o colaborar con
una organización o grupo de esa naturaleza. El objetivo de la reforma penal del año
2015 es combatir de la manera más efectiva posible el fenómeno de los terroristas
individuales o «lobos solitarios», es decir, aquellos sujetos que se radicalizan y llevan
a cabo acciones terroristas sin estar (oficialmente) insertos en un entramado grupal.
Para ello se pretende activar la respuesta punitiva del Estado en una fase tem-
prana en lo temporal, interviniendo en aquellos casos en los que, por ejemplo, un
sujeto recibe adoctrinamiento o adiestramiento por parte de terceras personas, o
bien se auto-radicaliza por sí mismo mediante la consulta de materiales o el acapara-
miento de contenidos de naturaleza terrorista, o bien se traslada a países en conflicto
con el aparente objetivo de unirse a grupos yihadistas. En este sentido, conviene se-
ñalar que el Preámbulo de la LO 2/2015 establece que «[E]l Código Penal no debe,
en ningún caso, perder esa perspectiva de tipificación de las conductas articuladas en
torno a organizaciones o grupos terroristas, pero es evidente que las nuevas amenazas
exigen la actualización de la normativa para dar cabida al fenómeno del terrorismo
individual (…)», y añadiendo: «[N]o menos importante es el fenómeno de los com-
batientes terroristas desplazados que deciden unirse a las filas de las organizaciones
terroristas internacionales o de sus filiales en algunos de los escenarios de conflicto
bélico en que los yihadistas están participando, singularmente, Siria e Irak».
Un vistazo al contenido típico del art. 575 CP permite inferir que el legislador
español del año 2015 utiliza la técnica de tipificación de delitos de peligro abstracto
para abordar cuestiones relacionadas con el adoctrinamiento y adiestramiento terro-
ristas. En este sentido, el legislador –no sólo español– considera que la evolución del
fenómeno terrorista, en calidad y en cantidad, impone la necesidad de abordar los
riesgos que el mismo entraña, estando convencido de que hay bienes jurídicos de
elevada importancia, como la vida, que requieren que su protección penal se adelan-
te, castigando conductas que se consideran peligrosas para ellos. No cabe duda de
Una primera valoración del contenido del apartado 1 del art. 575 CP, tras el
análisis efectuado en los párrafos anteriores, arroja como resultado la existencia, en
general, de evidentes reparos de naturaleza dogmático-penal con respecto a la legi-
timidad de instaurar esta novedosa punición de actos preparatorios llevados a cabo
por sujetos individuales; actos preparatorios que se encuentran situados en estadios
bastante alejados tanto de la tentativa punible como de la propia ejecución delictiva.
Y es que de la conducta consistente en dejarse instruir en la fabricación o manejo
de determinadas armas, objetos o sustancias, y –con menos motivo– en la recepción
de adoctrinamiento ideológico, todavía no se puede deducir que exista un potencial
de peligrosidad (concreta) para la vida o la libertad de una o varias personas, o bien
la estabilidad y seguridad del Estado; incluso en aquellos casos en los que el (poten-
cial) autor abriga la seria intención de iniciar la preparación de un (futuro) atentado
terrorista. Más bien al contrario, el objetivo principal de este sujeto está situado
todavía en su foro interno, es decir, dentro de su propia esfera jurídica. Si se produ-
jera una interrupción de la cadena de acontecimientos prevista mentalmente por el
autor tras la realización de uno de los actos previstos en el art. 575.1 CP, en ese caso
la conducta de aprendizaje, fabricación o adquisición quedaría reducida a lo sumo a
una acción indeseable desde una perspectiva social, pero en ningún caso merecedora
de reproche penal. Por consiguiente, en todos estos casos la eventual lesión o puesta
en peligro de un bien jurídico está situada en un estadio temporal incierto y nada
concretizado, ubicándose el acto preparatorio en una fase de planificación precoz en
lo temporal y vaga en lo material.
Dicho esto, no cabe duda de que algunas de las conductas contenidas en el
analizado apartado 1 del art. 575 CP sí que presentan un eventual grado de peligro-
sidad con respecto a bienes jurídicos de gran valor. Así, puede observarse un cierto
contenido de injusto de carácter objetivo si se atiende a conductas de carácter prepa-
ratorio en las que aparecen aparatos explosivos, armas químicas o biológicas, entre
otras. Por consiguiente, algunas de las constelaciones que recoge el mencionado
precepto cumplen en teoría con los requisitos generales con respecto a la creación de
un riesgo para bienes jurídicos de importancia, el cual eventualmente podría resultar
merecedor de reproche penal a través de la correspondiente creación de un delito de
peligro abstracto.
Quizá el problema central en relación al elemento subjetivo del tipo contenido
en el art. 575.1 CP, a saber, «la finalidad de capacitarse para llevar a cabo cualquiera
de los delitos tipificados en este Capítulo», se encuentra básicamente en la existen-
cia y –sobre todo– constatación de aquellas circunstancias que permitan afirmar a
ciencia cierta que realmente se da en el autor esa específica intencionalidad delictiva.
Así, en estadios tan tempranos ubicados en la fase inicial de los actos preparatorios
–piénsese, por ejemplo, en la mera participación de un individuo en un curso online
de entrenamiento yihadista, o en su regular seguimiento de un curso de adoctrina-
miento ideológico en la yihad impartido por un líder religioso a través de una serie
de lecciones– difícilmente puede demostrarse que ese sujeto se encuentra ya prepa-
rando un atentado terrorista. Más bien al contrario, este último puede escudarse en
la afirmación de que su participación o seguimiento tenían como finalidad la mera
curiosidad en los métodos utilizados por la violencia terrorista en pleno siglo XXI,
o bien el vivir una experiencia espiritual asociada a su credo religioso. Tal y como
señala GARCÍA ALBERO, en la tarea de aportar y constatar la prueba –indiciaria
por necesidad– relativa a tal elemento subjetivo del injusto, descansa por completo
la delimitación entre lo que resulta penalmente relevante por un lado y el ejercicio
de derechos fundamentales básicos (a difundir y recibir información, a la libertad
ideológica, a la libertad de expresión, etc.), por otro.12
Por si esto fuera poco, la nueva regulación contenida en el art. 575.1 CP re-
sulta muy perturbadora en lo que hace referencia a la conducta identificada como
«adoctrinamiento»,13 ya que la misma abre la vía a que se incriminen meras mani-
festaciones de opinión, lo cual hace que aquélla sea difícilmente compatible con de-
rechos tan fundamentales como la intimidad, la libertad ideológica o la libertad de
expresión.14 Efectivamente, mientras que el adiestramiento (pasivo) dirigido a, por
ejemplo, la construcción de un artefacto explosivo, puede quizá denotar una cierta
peligrosidad de cara a la futura comisión de una acción terrorista, no cabe afirmar
lo mismo con respecto al simple adoctrinamiento en, por ejemplo, los ideales del
yihadismo militante. Es evidente que el «adoctrinamiento», conducta difícilmente
distinguible de la mera expresión de ideas, no puede ser objeto de tipificación penal,
por mucho que dichas ideas puedan resultar discutibles en un Estado social y de-
mocrático de Derecho, ya que las mismas entran dentro de la libertad de expresión,
15 En opinión de Llobet Anglí, la tipificación que del adoctrinamiento ya se llevaba a cabo en
el art. 576.3 CP, introducido por la mencionada reforma del año 2010, podría conllevar el castigo de
manifestaciones ligadas a la ideología de un sujeto que simplemente aludieran a los principios religiosos
del Islam realizadas en mezquitas, sin realizar mención alguna a la comisión de delitos. Véase: M. Llo-
bet Anglí, «Terrorismo», en: Memento Experto Francis Lefebvre, Reforma Penal. Ley Orgánica 5/2010,
Madrid, Ediciones Francis Lefebvre, 2010, p. 599.
las dos alternativas, entre ellas el peligro que supone penalizar el simple y puro
«adoctrinamiento» ideológico. Además, la referencia implícita que se hace a que el
sujeto activo debe adquirir o poseer dicho material con la finalidad de capacitarse
para cometer alguno de los delitos de terrorismo tipificados en el Capítulo VII,
supone añadir altas dosis de inseguridad jurídica, ya que deberá ser el propio Juez
o Tribunal quien, con los elementos probatorios que obran en su poder, decida
si los hechos son susceptibles de ser perseguidos como delitos de terrorismo, o si
más bien constituyen actos sin relevancia penal alguna. Piénsese, por ejemplo,
en el caso de un individuo de religión musulmana, devoto en su práctica, el cual
ejerce su labor investigadora en un centro universitario, y que tiene almacenados
en su ordenador documentos con un claro contenido yihadista, admitiendo aquél
que la finalidad de su posesión era exclusivamente científica. Por consiguiente, y
siguiendo de nuevo a GARCÍA ALBERO, no podría entenderse presumida sin
más tal finalidad, ya que ello puede resultar contrario al derecho fundamental a la
presunción de inocencia, que entre otras cosas impide que algunos de los elemen-
tos típicos se presuman en contra del acusado.16
Es evidente que, en la práctica, cualquier explicación alternativa verosímil de
por qué se ha accedido habitualmente a contenidos de carácter radical, o por qué se
poseen, debilita la posibilidad de prueba de tal elemento (finalidad periodística, de
investigación, etc.). Pero el problema es que cuando no concurran dichas circuns-
tancias, el recurrente y habitual acceso a dichos contenidos considerados como de
carácter «radical», los cuales, aun no estando directamente enderezados a incitar a la
violencia terrorista, simplemente se piensa que son «idóneos» para espolearla, em-
pujará inevitablemente a un tratamiento de la prueba indiciaria que, llegado el caso,
puede colisionar de forma grave con el principio del Derecho penal del hecho, ya
que eventualmente las creencias, la religión, la procedencia geográfica o cultural, la
conducción o forma de vida del acusado pueden determinar, aún sin que se explici-
ten, las conclusiones inferenciales del Tribunal encargado de subsumir una determi-
nada conducta dentro del contenido típico del art. 575.2 CP. Paradigmático en este
sentido resulta lo establecido en la STS 503/2008, de 17 de julio, donde recuerda
que, para considerar a un sujeto como «terrorista», resulta insuficiente con establecer
que el acusado tenga determinadas ideas acerca de la religión, un sistema político
o una forma de entender la vida. «No basta, pues, demostrar que el acusado piensa
de una determinada manera, o que contacta o se relaciona con otros de la misma
o similar ideología. Es necesario, mediante la constatación de hechos significativos,
17 Tal y como acertadamente señala GARCÍA ALBERO, «el legislador podría haber configura-
do un tipo penal consistente en la simple posesión, aún el acceso, a material gráfico o audiovisual que,
con inequívoca finalidad apologética o propagandista, consista en la representación de un delito de te-
rrorismo, como ha hecho en otros ámbitos (por ejemplo, pornografía infantil e incluso en los delitos de
incitación al odio cuando se posee determinado material con la finalidad de distribuir). Pero no lo ha
hecho. En consecuencia, no se está ante un simple delito de acceso o posesión calificado por la clase de
contenido, sino por el objetivo que persigue el sujeto: capacitarse para cometer delitos de terrorismo».
R. GARCÍA ALBERO, op. cit., p. 1911. En el polo opuesto, ZARAGOZA AGUADO, defensor de la
existencia del contenido típico del art. 575.2 CP, considera que hay que tener en cuenta que el mencio-
nado tipo penal no sólo se integra por un elemento objetivo o material, sino que, además, es necesaria
la concurrencia de dos requisitos sin los cuales no habrá conducta delictiva; requisitos que, en opinión
del mencionado autor, acotan el ámbito de la tipicidad y permiten deslindar las acciones punibles de
otras que deben ser objeto de protección como ejercicio lícito de derechos. Los dos requisitos son:
(1) Un elemento teleológico, ya que los hechos deben ejecutarse con la finalidad de capacitarse para
cometer cualquiera de los delitos regulados en el Capítulo VII; (2) Un elemento normativo, en cuanto
que los contenidos de las comunicaciones online deben estar dirigidos o ser idóneos, y los documentos
que se adquieran o se posean deben estar dirigidos o, por su contenido, resultar idóneos, para incitar
a la incorporación a una organización o grupo terrorista, o a colaborar con ellos o en sus fines. Véase:
J. ZARAGOZA AGUADO, «Comentario al Artículo 575», en M. GÓMEZ TOMILLO, y A. M.
JAVATO MARTÍN (dres.), Comentarios prácticos al Código Penal, Tomo VI, Cizur Menor, Thomson
Reuters Aranzadi, 2015, p. 643.
18 Así, y haciendo en este caso referencia a la legislación británica, en el mes de marzo del año
2015, tres jóvenes «yihadistas» británicos, con edades comprendidas entre los 17 y los 19 años, fueron
deportados al Reino Unido por parte de las autoridades de Turquía nada más llegar al aeropuerto de
Estambul, ya que, al parecer, la intención de estos individuos era viajar hasta la frontera con Siria para
unirse a las filas del EI. Una vez en territorio británico, los tres jóvenes fueron ingresados en prisión pre-
ventiva en aplicación de la Ley Antiterrorista del año 2006. Véase: «Detenidos tres jóvenes británicos en
Turquía al tratar de cruzar a Siria», diario El País, edición de 15 de marzo de 2015.
19 Varias han sido las sentencias dictadas en los últimos años en España en las cuales se ha
condenado a sujetos por su participación más o menos activa en organizaciones y grupos terroristas
de naturaleza yihadista. Entre las más importantes, además de la que se ocupó de los atentados del 11
de marzo de 2004 en Madrid, cabe destacar la Sentencia de la Audiencia Nacional (Sección 1.ª) núm.
47/2013, de 2 de julio, por la que se condenó a Faisal Errai, un individuo marroquí de 29 años, por
un delito de colaboración con la organización terrorista Ansar Al Mujahideen, así como la Sentencia de
la Audiencia Nacional (Sección 4.ª) núm. 21/2014, de 29 de mayo, por la que se condenó a Mudhar
Hussein Almaliki, saudí de 53 años, por un delito de integración en organización terrorista, al conside-
rársele un miembro destacado del aparato de propaganda de la red Ansar Al Mujahideen.
El 16 de febrero de 2016, Mohammed publica dos vídeos y dos fotos, con sus
correspondientes textos añadidos. Ambos vídeos con duras escenas de matanzas de
niños, con imágenes de sus cadáveres calcinados, así como escenas de salvamento
posteriores a bombardeos sobre la población civil en ciudades sirias. Al primer ví-
deo, Mohammed añade el siguiente comentario: «Así acaban los niños y mujeres en
Siria con los ataques de Rusia y Francia (Ase no se puede vivir así. Todos los días)
Allah’akbar Allah! Los que matan a los niños por ser musulmanes y los que quieren
terminar con la religión verdadera. Estamos en la guerra Santa la tercera guerra
mundial contra el islam. 80 países contra un Estado: Iraq y sería (Siria)» (sic).
En los siguientes días, el acusado prosigue con la actividad de buscar en Internet
vídeos y fotografías de radicalismo yihadista, guardando y publicando en su muro
de Facebook muchos de ellos, de similar contenido a los ya descritos anteriormente.
Así, el 8 de marzo, Mohammed publica cuatro vídeos, siendo el tercero de ellos el
que tiene un comentario personal añadido por el propio joven marroquí. En el vídeo
se ve un grupo de musulmanes, de rodillas en el suelo, desnudos salvo la ropa inte-
rior, con las manos atadas a la espalda con bridas. Sus captores, con grandes palos de
madera cilíndricos, y agarrándolos por el pelo, les golpean en la cara, la espalda, los
brazos, les dan patadas, etc. Mohammed publica el mencionado vídeo añadiendo
el siguiente comentario: «Como torturan a los musulmanes sunnís… y luego les
llaman terroristas… les hacen serlo» (sic).
El 20 de marzo publica una nasheed del EI, la cual va acompañada por una
imagen de la propia organización terrorista. La imagen es un dibujo en blanco sobre
fondo negro de un caballo blanco al galope, saltando, con las crines al viento y sien-
do perseguido por una manada de lobos. Sobre su lomo aparece impresa la bandera
negra del EI. Escrito en árabe, en la parte superior derecha del vídeo, aparece el
texto «Si no eres un muyahidin que lucha por el camino de Dios no seas un judío
que lucha en el camino de satanás». En los créditos del vídeo aparecen enlaces para
contactar directamente con canales de comunicación directa con EI.
El día 28 de marzo, Mohammed publicó un documental de 50 minutos de
duración sobre el EI y su propaganda, al que añadió el siguiente comentario: «La
verdad del ISIS y por eso no la quieren los políticos» (sic).
Ante el incremento de sus publicaciones y la –en palabras del Tribunal– «radica-
lización de las mismas en el alineamiento con el islamismo yihadista», Mohammed
Akaarir fue detenido por la policía autónoma vasca (Ertzaintza) el día 5 de abril de
2016. En el momento de su detención le fue incautado su teléfono móvil, en cuya
memoria externa se hallaron 14 mensajes guardados conteniendo diversos nasheeds,
cánticos y oraciones «de carácter radical yihadista», así como algunos otros docu-
mentos con instrucciones sobre cómo y qué se debe enviar por las redes sociales.
Por otro lado, la sucesión temporal del material publicado por Mohammed Akaa-
rir en Internet, y más concretamente la evolución en cantidad y calidad de los vídeos,
fotografías y dibujos aparecidos en su cuenta personal de Facebook, lleva al Tribunal a
constatar un «veloz adoctrinamiento y asunción de los principios y valores del yihadismo
radical», lo cual, en opinión de los magistrados, se ve respaldado por la prueba pericial
practicada en el plenario a agentes de la Oficina Central de Inteligencia de la Ertzaint-
za, quienes constataron que en el caso de Mohammed se había producido «un proceso
muy, muy rápido de radicalización», el cual «les alarmó»; llegando a afirmar que el joven
marroquí había pasado «en muy poco tiempo todo el proceso de radicalización». A este
respecto, la Sentencia hace mención a la existencia, en general –y sin dar más explica-
ciones sobre la base teórica que fundamenta sus afirmaciones– de un proceso de (auto)
radicalización islamista el cual se extendería a lo largo de las siguientes cuatro etapas: (1)
Victimismo; (2) Culpabilización; (3) Solución; (4) Activismo. Proceso el cual el Tribunal
ve confirmado en la persona de Mohammed Akaarir si se atiende a las características y la
sucesión temporal de los documentos publicados por éste en Internet. En este sentido, la
SAN señala, entre otras cosas, lo siguiente: «En la segunda fase del proceso de auto-adoc-
trinamiento ya se han asumido los postulados del grupo EI, mostrando un apoyo explí-
cito en las redes sociales. Mohammed constituye una más de las piezas fundamentales
en la estrategia de estos grupos armados, como es servir de amplificador de sus mensajes.
Así, se podría llegar a considerar que Mohammed está realizando a su manera la yihad
mediática». Ciertamente, hay que considerar exagerado y carente de todo fundamento el
subsumir dicha actividad online desplegada por el joven marroquí como un indicio evi-
dente de apoyo a una organización terrorista como el EI, sobre todo si se considera que
la mayoría de los documentos publicados por Akaarir eran vídeos donde se mostraban,
no atentados terroristas o ejecuciones, sino bombardeos de ciudades sirias por parte de
tropas rusas y aquellas otras afines al régimen de Al-Assad, o bien fotografías o dibujos
en los que se mostraba la solidaridad con la causa palestina («Free Palestine! Needs more
hands… to help them… to pray for them», dibujo publicado por Mohammed el día 21
de noviembre de 2015). Por otra parte, resulta sorprendente cómo el Tribunal, a pesar
de estar convencido de que Mohammed estaba realizando la «yihad mediática», siguió
considerando la existencia de un delito del art. 575 CP, no decantándose eventualmente
por aplicar un delito de colaboración con organización o grupo terrorista, previsto como
se sabe en el art. 577 CP.25
25 Si ir más lejos, la SAN 47/2013, de 2 de julio condenó a Faisal Errai por un delito de cola-
boración con organización terrorista, al considerársele responsable de la gestión de una serie de foros
online pertenecientes a la organización Ansar Al Mujahideen.
Primer Pilar del Islam.26 Una cosa es asociar una determinada bandera (en este caso
la de EI) a una ideología radical absolutamente rechazable y condenable, y otra muy
distinta asociar, sin más, a dicha bandera un concepto clave del credo musulmán –la
shahada – el cual debe mantenerse absolutamente al margen de cualquier valoración
o interpretación de naturaleza radical.
Continúa el Tribunal señalando que en esta cuarta fase, el joven marroquí co-
mienza a colgar vídeos en los que se recogen «explícitas amenazas a Occidente»,
difundiendo además material audiovisual de carácter «radical» como vídeos místicos
y de guerreros de EI, así como algunos vídeos de preparación para la muerte heroica.
Para ello, el Tribunal hace referencia a un vídeo publicado por el joven marroquí el
día 20 de marzo de 2016 donde aparece una nasheed de EI, en la cual, entre otras
cosas, se muestra «un caballo con la bandera de EI; perseguido por lobos, cántico
que es una alabanza a la yihad; o la imagen, creada por él mismo, en la que se le ve
empuñando un arma corta, con el rostro (boca y nariz) tapados, así como el pelo,
con el comentario “Dios es grande. Los traidores y los infieles se van a enterar. Dios
nos va a hacer ganar al pueblo del kuffar ”». Para los magistrados de la AN, «este
mensaje, directamente elaborado por él, requiere poca interpretación, y carece de
credibilidad el alegato exculpatorio efectuado en el plenario de que es una foto hecha
de broma, o que había fumado hachís. La rotundidad y claridad de la imagen y el
texto han de ser interpretados en los claros términos de su enunciado».
Los argumentos expuestos en los párrafos anteriores –y que, como aquí se seña-
la, carecen por completo de cualquier rigor jurídico– sirven al Tribunal para concluir
que el material publicado por Mohammed Akaarir en su perfil de Facebook demues-
tra que el joven marroquí se había imbuido de la ideología radical de la organización
terrorista EI, empezando no solamente una actividad proselitista encaminada a en-
salzar las bondades de dicha organización, sino también a realizar amenazas más o
menos explícitas hacia todos aquellos que no siguiesen los postulados de EI, o hacia
los países que se enfrentasen a ella.
Así, en la parte final de la sentencia se señala que la finalidad del art. 575.2
párrafo 3 CP, a saber, el «capacitarse para la comisión de cualquiera de los delitos de
terrorismo contemplados en el capítulo», la cual, por cierto, el Tribunal considera
«de dificultosa prueba», se encuentra sin embargo acreditada en las conductas que
se someten a enjuiciamiento, dado el «avanzado estado del autoadoctrinamiento
alcanzado por Mohammed, quien había asumido total y plenamente los postulados
y fines del Estado Islámico, colaborando de forma activa en la difusión de sus ac-
Por otro lado, las actividades del joven marroquí dirigidas a la difusión de material
relacionado en mayor o menor medida con la problemática actual asociada al conflicto
sirio y a la existencia de una determinada organización terrorista (EI), la cual tiene en-
tre sus objetivos imponer mediante la violencia un califato universal, no podían verse
respaldadas (a efectos de justificación) por una determinada finalidad, ya sea ésta pe-
riodística, religiosa o científica. De este modo, lo que hizo el Tribunal es simplemente
unir esa prueba indiciaria (documental y testifical) a una serie de características –fun-
damentalmente personales– asociadas a la persona de Mohammed Akaarir, como por
ejemplo su edad, religión, procedencia geográfica o cultura, estilo de vida o creencias,
para, de este modo, inferir la existencia de un individuo radicalizado que constituía
un peligro manifiesto para la seguridad pública. Esto revela la indubitada existencia de
un Derecho penal de autor, donde la criminalización de una determinada conducta se
asocia, no a una serie de hechos fácticos con caracteres de delito, sino más bien a una
serie de condiciones presentes en la persona de su autor, las cuales, en el supuesto que
se analiza en el siguiente trabajo, le predestinaban por decirlo así a convertirse en un
terrorista.
En otro orden de cosas, resulta también tremendamente criticable la criminaliza-
ción que el Tribunal realiza de la conducta relativa al (auto)adoctrinamiento,29 si bien
hay que decir que, en este caso, la AN no hace sino cumplir a rajatabla con el –polé-
mico, como se ha visto en epígrafes anteriores– contenido típico del art. 575.2 párrafo
3 CP, donde explícitamente se sanciona el hecho de que un sujeto utilice motu proprio
la red global de Internet para adoctrinarse en una ideología (islamista) radical. En este
sentido, resulta llamativo cómo los miembros del Tribunal olvidan la jurisprudencia
sentada por el Tribunal Supremo en relación al mayor atentado terrorista cometido ja-
más en España. Así, en la STS 503/2008, de 17 de julio, dirigida a resolver un recurso
de casación interpuesto en su día contra la Sentencia dictada por la Audiencia Nacio-
nal en relación a los referidos atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, se señala
que para condenar por un delito de terrorismo resulta insuficiente con establecer que
un sujeto tenga determinadas ideas acerca de la religión, un sistema político o una
forma de entender la vida. «La acción terrorista es, pues, algo más que la expresión de
ideas. La libre expresión y difusión de ideas, pensamientos o doctrinas es una caracte-
rística del sistema democrático que debe ser preservada. (…) La condición esencial es
que esa defensa se lleve a cabo a través de vías admisibles en democracia. Esto excluye
las vías y medios violentos. Salvo los casos de apología del terrorismo o provocación al
delito, incluso la mera expresión de ideas violentas, sin otras finalidades, no es todavía
un delito. (…) Es preciso acreditar que quienes defienden esas ideas, convirtiéndolas
en sus fines, han decidido imponerlas a los demás mediante medios violentos, como ya
se ha dicho, orientados a intimidar a los poderes públicos y a intimidar y aterrorizar a
la población. Dicho de otra forma, es preciso establecer que, desde la mera expresión y
defensa de unas ideas, han iniciado de alguna forma, incluso con la decisión efectiva de
llevarlo a cabo, su paso a la acción con la finalidad de imponer sus ideas radicales fuera
de los cauces pacíficos, individualmente y como grupo. (…) No basta, pues, demostrar
que el acusado piensa de una determinada manera, o que contacta o se relaciona con
otros de la misma o similar ideología. Es necesario, mediante la constatación de hechos
significativos, probar, al menos, que ha decidido pasar a la acción».
Por consiguiente, la eventual «radicalización» terrorista de Mohammed Akaarir
en el caso sometido a enjuiciamiento por parte de la AN, a efectos de considerar la
real puesta en peligro de bienes jurídicos de especial importancia, debería haberse
manifestado a través algún hecho verificable y significativo, que acredite al menos el
inicio de acciones concretas encaminadas a la obtención aquellos medios idóneos para
llevar a cabo una (futura) acción terrorista. Si bien ello puede darse en el caso de la
participación de un sujeto en cursos de adiestramiento terrorista, o bien adquiriendo o
poseyendo instrucciones para, por ejemplo, construir una bomba, más difícil resulta,
sin embargo, constatar la existencia de un peligro para bienes individuales o colectivos
por el mero hecho de publicar un dibujo en Internet en el cual aparece, a lomos de un
caballo blanco, la efigie de un jinete que porta en uno de sus brazos una bandera de
EI, o bien de una fotografía en la que el joven marroquí acusado, con el rostro tapado
por un pañuelo, aparece empuñando una pistola de juguete.
Por todo lo explicado a lo largo de los párrafos anteriores, no pueden en absoluto
compartirse los argumentos utilizados por la AN para condenar a Mohammed Akaa-
rir por un delito de auto-adoctrinamiento en virtud de lo establecido en el art. 575.2
párrafo 3 CP. Si bien no puede ponerse en duda el desvalor social de muchos de los
documentos publicados por el joven marroquí en su portal de Facebook, o bien de
algunos de los comentarios vertidos por él sobre los mismos, ello debería dar lugar, a lo
sumo, a una eventual reprobación moral, sin que, por el contrario, se tuviese que po-
ner en marcha la maquinaría punitiva estatal. Más bien al contrario, supuestos como
el que es objeto de estudio en el presente trabajo pueden dar lugar a minar la eficacia
de derechos fundamentales básicos como son la libertad ideológica o la libertad de
expresión. Baste en este punto señalar que, actualmente, no son pocos los sujetos que,
bajo el manto de los mencionados derechos, se escudan en un mayor o menor ano-
nimato para, a través de redes sociales como Twitter o Facebook, realizar comentarios
ofensivos y humillantes que superan con creces cualquier límite de pudor, empatía
y consideración con respecto a la dignidad humana, pero que en muchos casos ni
siquiera son penados.30
Ni que decir tiene que sujetos como Mohammed Akaarir pueden con el tiempo
–y bajo determinadas circunstancias– constituir auténticas bombas de relojería. Indi-
viduos que, con el devenir de los acontecimientos y su progresivo nivel de radicaliza-
ción, pueden acabar insertos en entramados terroristas más o menos homogéneos, y
realizar acciones letales, bien en el primer frente de batalla (Siria o Irak), bien la reta-
guardia (países europeos). Ejemplos de lo explicado no han faltado, desgraciadamente,
en los últimos meses.
Con todo, procesos como el desarrollado por el joven marroquí pueden justificar,
en función de las circunstancias, y siempre con respeto al principio de proporcionali-
dad y lesividad, una investigación, un control policial o de los servicios de inteligen-
cia, ya incluso una restricción temporal de algunos derechos individuales, como por
ejemplo, el derecho al secreto de las comunicaciones, en la medida en que tal forma de
expresarse represente un indicio razonable de la existencia de un peligro, constituido
por la posibilidad cierta de que algunos de los que participan de una u otra forma en
la expresión o en la difusión de tales ideas «puedan avanzar hacia la acción», tal y como
al respecto indica la mencionada STS 503/2008. Lo que resulta ya más dudoso es que
el Derecho penal tenga que intervenir en semejantes fases del todo punto alejadas de la
efectiva lesión de un bien jurídico, ya sea éste individual o colectivo.
30 Siendo miles y miles los tristes ejemplos, podría aquí destacarse el caso de una usuaria espa-
ñola de Facebook, declarada antitaurina, la cual en el año 2016 publicó un mensaje en el que deseaba
la muerte a un niño valenciano de ocho años, enfermo de cáncer y cuyo sueño era ser torero. «Adrián,
vas a morir» es el deleznable mensaje que esta usuaria publicó en la mencionada red social, provocando
con ello una oleada de reacciones de condena, dando lugar incluso a una investigación por parte de la
Fiscalía.
31 Art. 16.1 CE: «Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las
comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del
orden público protegido por la ley».
32 Art. 20.1 CE: «Se reconocen y protegen los derechos: a) A expresar y difundir libremente
los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de repro-
ducción».
4. VALORACIONES FINALES
La LO 2/2015 que ha sido objeto de análisis a lo largo de los anteriores epígra-
fes constituye un vivo ejemplo de lo que se conoce como «Derecho de prevención
frente a peligros». Efectivamente, sobre la base de una latente amenaza procedente
de variados ámbitos de la criminalidad –entre ellos la violencia terrorista–, el actual
discurso penal en la mayoría de los países europeos viene dominado fundamen-
talmente por un interés en establecer y mantener los mayores niveles de seguridad
posibles en la población, aunque ello suponga menoscabar esferas de libertad del
individuo y principios fundamentales no sólo del Derecho penal, sino también de
otras áreas no menos importantes como es el Derecho constitucional. Y, en este
sentido, España no constituye desde luego una excepción.
Desde una perspectiva penal sustantiva, y bajo el trasfondo de una efectiva o
supuesta situación de peligro, puede observarse cómo el legislador español se mues-
tra a favor de crear la base legal necesaria para la criminalización de actos ubicables
en estadios bastante alejados no sólo de la tentativa, sino de la propia preparación
delictiva. Lo que se persigue con la nueva regulación es básicamente impedir la
comisión de atentados terroristas actuando para ello en una fase lo más temprana-
mente posible. Es lo que podría denominarse «defensa frente a peligros de carácter
abstracto mediante un Derecho penal desenfrenado». Por otra parte, el concepto de
terrorismo se difumina, abarcando una serie de conductas ajenas por completo a lo
que tradicionalmente se venía considerando como violencia terrorista, lo cual no
hace sino poner en serio peligro principios fundamentales del Derecho penal como
el de taxatividad o el de proporcionalidad.
Y es que, con las reformas operadas en los delitos de terrorismo en el año 2015,
la imposición de una pena no se conecta a la comisión de un determinado injusto
–ciertamente, en la adquisición de determinadas habilidades o destrezas, o –sobre
todo– en el adoctrinamiento ideológico en las bondades de la yihad, y teniendo para
ello en cuenta, además, la función limitadora de la pena inherente al principio de
culpabilidad, no puede vislumbrarse la existencia de un injusto merecedor de re-
proche penal como el previsto en el art. 575 CP, por mucho que puedan adivinarse
«intenciones maliciosas» en el autor de los hechos– sino que lo que realmente se
pretende es «llegar a tiempo» para impedir actividades terroristas que, a lo sumo y
con respecto a determinadas constelaciones de casos, se encuentran en una más que
temprana fase de preparación. Propósitos, intenciones, planes, motivos o conviccio-
nes pueden desde luego aparecer junto a la actuación delictiva de un determinado
sujeto. Pero esos elementos de carácter subjetivo nunca pueden, aisladamente con-
siderados, justificar la imposición de una pena, ni en los casos en los que aparecen
por sí mismos, ni tampoco cuando se encuentran vinculados a una conducta de
carácter neutro que no está dirigida claramente a la lesión o puesta en peligro de un
bien jurídico.
Pues bien, el análisis que en la segunda parte del presente trabajo se ha realizado
de la controvertida Sentencia de la Audiencia Nacional núm. 39/2016, de 30 de
noviembre, confirma que el Tribunal encargado de imponer una pena de prisión al
acusado adivinó una serie de «intenciones maliciosas» en la persona de Mohammed
Akaarir, considerando como típicamente de contenido yihadista un conjunto de
publicaciones que, en todo caso, deberían estar respaldadas por la libertad ideoló-
gica y de expresión. Justo lo contrario es lo que decidió el Tribunal en su sentencia,
aplicando el discutido delito de adoctrinamiento autodidacta previsto en el art. 575
CP y llevando a prisión a un sujeto de 24 años, sin antecedentes penales. Está por
ver qué es lo que sucederá cuando ese joven cumpla su condena.
Resumen
La reforma de los delitos de terrorismo llevada a cabo en España en el año 2015 ha dado
lugar a ampliar hasta límites desconocidos las conductas susceptibles de ser consideradas
como terroristas. Entre las mismas hay que destacar el denominado «auto-adoctrinamien-
to», regulado en el art. 575 del Código Penal. Tras la entrada en vigor de la reforma, en
noviembre del año 2016 se produjo en España la primera condena por auto-radicalización
yihadista a través de Internet, dictada por la Audiencia Nacional. El objetivo de este trabajo
es realizar un análisis crítico tanto de la reforma penal como de la mencionada sentencia,
debido fundamentalmente al menoscabo que se produce de derechos fundamentales como la
libertad ideológica y la libertad de expresión.
Palabras clave
Terrorismo islamista, adoctrinamiento, radicalización, derechos fundamentales, libertad de
expresión.
Abstract
The reform of terrorist crimes carried out in Spain in the year 2015 has led to a considerable
expansion of the behaviours considered as terrorist acts. Among these it must be highlighted
the so-called «auto-indoctrination», regulated in the Art. 575 of the Spanish Penal Code.
Following the entry into force of the reform, in November 2016, the Spanish National
Court issued the first condemnatory sentence related to a jihadi self-radicalization on the
Internet. The objective of this paper is to carry out a critical analysis of both the criminal
reform and the aforementioned sentence, mainly due to the considerable restrictions of fun-
damental rights such as ideological freedom and freedom of expression.
Key words
Islamist terrorism, indoctrination, radicalization, fundamental rights, freedom of expres-
sion.
inversión exija que haya de ser ese país, o que se mantengan por cuenta de un cliente
profesional y sea expresamente solicitado por este.
Los estados deberán exigir a las empresas que las cuentas de apertura lo sean en
un banco central, en una entidad de crédito autorizada, en un banco autorizado o
en un fondo de mercado habilitado.
El art. 4 regula las exigencias a las empresas de inversión por parte de los esta-
dos, de que las empresas tengan en cuenta la experiencia y la reputación en el mar-
cado de dichas entidades o fondos del mercado monetario con objeto de asegurar
la protección de los derechos de los clientes, así como cualquier requisito legal o re-
glamentario o práctica de mercado relacionada con la tenencia de fondos de clientes
que pueda menoscabar los derechos de los clientes.
Los estados no deben permitir que las empresas de inversión establezcan acuer-
dos para operaciones de financiación de valores en lo relativo a instrumentos finan-
cieros cuya tenencia ostenten por cuenta del cliente, a menos que los clientes hayan
otorgado su consentimiento expreso previamente, y esa utilización se contraiga solo
a los términos en que se haya prestado.
El art. 6 establece la obligación de que las empresas de inversión usen de ma-
nera correcta los acuerdos de garantía, no poniendo a los clientes en peligro de in-
solvencia. Esta norma se completa con la exigencia del art. 7 de que estas empresas
designen un único responsable con destreza y autoridad suficiente para salvaguardar
los intereses de estos clientes.
El art. 8 regula las auditorías externas como una garantía más del cliente. Y en
ese sentido se proponen a los estados medidas garantistas como la de seguimiento,
desarrollo y revisión periódica de esos fondos, información exhaustiva sobre la viabi-
lidad de las operaciones y de sus riesgos, e información con detalle de las garantías.
En cuanto a los productos, el art. 10 también establece obligaciones para que
los estados legislen con suficiente información de las empresas. El art. 11 regula los
honorarios que deben percibir los asesores por la prestación de los servicios y en
qué condiciones deben hacerlo. Y en los arts. 12 y 13 se regulan los honorarios de
asesores independientes, y los de investigación por parte de terceros a las empresas
de inversión.
La rapidez en la obligación de recepcionar la Directiva, es en este caso llamativa,
ya que termina el 3 de julio de 2017, y su aplicación lo será a partir del 3 de enero
de 2018.
5. Directiva (UE) 2017/541 del parlamento europeo y del consejo de 15 de
marzo de 2017, relativa a la lucha contra el terrorismo y por la que se sustituye la
Resumen
Este texto recoge las principales novedades legislativas del semestre. Aborda normativa que
va desde la protección de los trabajadores, hasta la configuración del terrorismo, pasando por
medidas de tutela de los consumidores financieros.
Palabras clave
Protección de trabajadores, terrorismo, protección de consumidores.
Abstract
This chronicle takes account of the main legislative novelties of the European Union. It goes
through the protection of workers, the definition of terrorism and the protection of consumers
in the finance area.
Key words
Protection of workers, terrorism, consumer protection.
Señoras y señores:
Me dirijo a ustedes con un sentimiento de profunda gratitud y con emoción
en este discurso de inauguración del Centro de historia del derecho y de las ideas
políticas de Toulouse, que se concibe como un importante enclave de reflexión sobre
«las claves de la excepcionalidad».
El sentimiento de gratitud obedece a que soy bien consciente del honor que su-
pone el confiarme la responsabilidad de impartir esta intervención inaugural. Tam-
bién siento la emoción propia de quien ve desfilar ante si, al preparar estas palabras,
una buena parte de su trayectoria profesional.
Y es que sin contar con genuinas credenciales de historiador –ni del derecho
ni de las ideas políticas– el estudio de lo extraordinario como categoría del derecho
público, o de la excepción, como noción equivalente, me condujeron, en el inicio
de mi carrera académica, un poco por azar, a la historia constitucional y, en menor
medida, a la historia de las ideas políticas. Un aspecto de no poca importancia de
nuestra historia constitucional común (la francesa y la española) constituyó, de esta
* Traducido del francés por Enrique Guillén López. Intervención inaugural en el marco del
coloquio interdisciplinar celebrado en la Universidad de Toulouse en los días 30 y 31 de marzo de
2017 con el título «Les ressorts de l'extraordinaire. Police et justice dans la fabrique de l'exception.
Perspectives historiques et contemporaines».
Resumen
Este trabajo aborda los desafíos a los que se enfrenta el marco jurídico de gestión de las
crisis en la actualidad. Certifica así, a que el principio de temporalidad ha cedido y que ha
venido a reemplazarlo el principio de proporcionalidad. No obstante concluye alentando
un entendimiento del principio de identidad constitucional que pueda servir de referencia
firme para resaltar las líneas rojas que no deben ser cruzadas ni siquiera en situaciones de
excepcionalidad.
Palabras clave
Normalidad, excepción, TJUE, principio de proporcionalidad, identidad constitucional.
Abstract
This paper focusses on the current challenges of the legal framework for crisis management. It
certifies, that the principle of temporality has failed and that the principle of proportionality
has replaced it. Nevertheless, he concludes by encouraging an understanding of the principle
of constitutional identity that can provide a firm reference to highlight the red lines that
should not be crossed even in situations of exceptionality.
Key words
Normality, exception, CJEU, principle of proportionality, constitutional identity.
que, como indicaba Ulpiano y se recoge en el Digesto, «quod ad statum rei Romanae
spectat». Así, ha analizado cuantas relaciones o vínculos, regulados por el Derecho,
tienen por referente o fuente necesaria a la forma de organización política que, en
cada circunstancia, adopta la comunidad humana, llámese ésta municipio, «land»
o región, Estado, federación, organización internacional, sociedad global, o Unión
Europea. De ese modo, a su dimensión primigenia como internacionalista, se unen
su condición de estudioso del Derecho público alemán, tanto en su vertiente admi-
nistrativa como constitucional y comparada, del Derecho de la Economía y, sobre
todo, y muy especialmente, del Derecho Europeo, al ser, en relación a este último
ámbito, sin duda, uno de los pioneros o precursores de la interpretación del Derecho
de la, hoy, Unión.
Así, el espléndido libro homenaje que ha promovido, desde el cariño y la admi-
ración, fundamentalmente su discípulo, el Prof. Hermann Blanke, se compone de
trabajos que no son sino desarrollos de sus propuestas germinales y que invito a leer
atentamente. De ese modo, habida cuenta de la inquietud constante demostrada por
el homenajeado por el estudio de los procesos de integración supraestatal, en gene-
ral, y de construcción de la Unión Europea, en particular, en el marco de la globali-
zación, la mayor parte de los trabajos del libro homenaje se vinculan a este punto. Y
gracias a las aportaciones de autores como Cruz Villalón, Arnold, Cromme, Cons-
tantinesco, Cardoso da Costa, Starck, Galett, Delperée, Mokrosch, Regenbogen,
von Borries, Sommermann y Barnés se sigue el curso del extraordinario proceso de
integración económica y política emprendido en el interior de las viejas Comuni-
dades Europeas, haciendo hincapié en su aportación a una cultura constitucional y
administrativa común, fundada en unos mismos valores y principios.
Mas la Unión que conocemos padece hoy una auténtica crisis sistémica, que
remueve y sacude sus fundamentos. Así lo demuestra el haberse puesto en cuestión
aquéllos, junto con las instituciones y políticas promovidas por la misma en un con-
texto mundial en el que se advierte un claro cambio de rumbo de la globalización
(reparemos en el auge del proteccionismo o en la contracción de los movimientos in-
ternacionales de capital), tal y como la conocíamos, siquiera desde la caída del muro
de Berlín, cuando el proceso de integración de los mercados de bienes, capitales y
servicios había experimentado una aceleración aparentemente irrefrenable. Mas el
problema está, no sólo en la envergadura del desafío, ciertamente muy considerable,
sino en la tibia y muy imperfecta respuesta que la Unión está dando a sus problemas.
Así, a la vieja cuestión, no resuelta, del «déficit democrático» de las estructuras de
gobierno de la Unión, en relación a aspectos tan relevantes como la legitimación, el
control, la transparencia o la participación popular, que genera una brecha notable
damentales. Así, trabajos como los de Müller-Graf, Stern, Vidal Prado y Renoux in-
sisten en la posición esencial que los derechos fundamentales juegan en el proceso de
integración europea, procediendo a su estudio, tanto en su dimensión procedimen-
tal, como material. En lo que a la primera de ellas se refiere, cabe destacar no sólo el
interés por perfeccionar los mecanismos jurisdiccionales de garantía de los derechos,
sino la voluntad de precisar la significación alcanzada por la Carta de los Derechos
Fundamentales de la UE, en el marco de la relación entre ordenamientos. Y, a su
vez, desde una perspectiva sustancial, las aportaciones a esa «cultura jurídica europea
común», en materia de derechos, se orientan, en la obra de referencia, a la protección
de las minorías, en el marco de una concepción de la Constitución en la que existe
una clara voluntad de exaltar la significación alcanzada por el pluralismo, ya sea en
su vertiente política (de ahí su interés por la relación entre sistemas normativos y,
en particular, por el diálogo entre parlamentos y entre jurisdicciones, evidenciada
en la aportación de Fromont); territorial (por eso sus estudios sobre regionalismo y
federalismo en la UE, que Luther y Nicolás Muñiz subrayan) y, sobre todo, social (lo
que explica su atención a las minorías, ya sean éstas étnicas, lingüísticas o religiosas,
cuestión ésta en la que se explayan Garlicki, Klein, Eichenhofer, Horspool, y Ziller).
De todo ello se ofrece cumplida referencia en un libro en el que se insiste, de
manera reiterada y común, en apostar por más, y no por menos Europa, y en el
que sus autores abogan por el aumento de las competencias de carácter federal que
posee la Unión, si se quieren obtener respuestas rápidas, inmediatas y eficaces a los
desafíos que hoy se nos presentan. Sólo así el primer proyecto mundial consistente
de democracia postestatal que representa la Unión podrá afrontar los retos y ame-
nazas crecientes de un mundo globalizado. Para ello servirá de gran ayuda recurrir
a esa cultura jurídica europea común, la cual se asienta en los valores y principios
constitucionales compartidos, y que no está de más recordarlos, no son otros que la
dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de derecho y los
derechos humanos, incluidos los de las personas pertenecientes a las minorías, junto
con el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la
igualdad entre hombres y mujeres, sin distinción por causa alguna. Cultura jurídica
europea común que se enriquece con la dedicación de intelectuales de la altura de
Albrecht Weber y con obras como la dirigida en su honor por Hermann Blanke.
nexión con las inquietudes personales, se van rescatando uno a uno los ensayos hasta
el punto de que cada lector conforma una comprensión particular de la obra. Pero
es que, además, es un libro que va cambiando con el tiempo. Los autores tienden a
incorporar dos tipos de ensayos. Trabajos de gran actualidad, que pasado el tiempo
adquieren la cualidad de ensayos de referencia. O bien artículos que aspiran a ofre-
cer las claves principales de un tema al momento dado y que, sin quererlo, paran el
tiempo y sirven al estudioso del futuro para hacerse una imagen cabal de cómo eran
las cosas en el aquel entonces y en qué medida se han experimentado transforma-
ciones.
El libro del que se da noticia en estas páginas es un buen ejemplo de lo dicho.
Resulta banal destacar una vez más la contribución del Profesor Aragón Reyes a
nuestra disciplina. El currículum que cierra la obra es expresivo de la magnitud de su
trabajo, pero también de su importancia. Poco más se puede añadir. Y en cualquier
caso el prólogo de Rubio Llorente ofrece claves adicionales para quien pretenda ade-
más conocer algunos rasgos de la historia personal del homenajeado.
Estamos, pues, ante una obra que reconoce la larguísima trayectoria profesional
de Aragón Reyes. Y aunque ya he dicho que no hemos de buscar en ella un espíritu
de escuela, sí que se hace presente un halo, en tanto que la mayoría de los autores
son constitucionalistas más jóvenes que él y que desempeñan su labor en Universi-
dades donde el Profesor Aragón ha tenido una influencia destacada. Es por ello que
la temática se ensambla a la perfección con los temas que el homenajeado ha tratado
durante su extensa labor académica y que hasta cierto punto, dada su presencia en
los momentos germinales de nuestra disciplina, conforman los asuntos estándar del
derecho constitucional, aquellos en los que nos reconocemos.
Comienza el libro con una sección dedicada a la «Forma parlamentaria de go-
bierno y fuentes del derecho». En el ámbito de las fuentes nos encontramos con
problemas clásicos, como el carácter dual de la ley, pero la mayoría están atentos a las
novedades, bien conjugando asuntos típicos con nuevos perfiles (el decreto-ley au-
tonómico) o bien abordando cuestiones inéditas como la nueva Ley de Tratados, las
habilitaciones reglamentarias de la Ley de Publicidad, o la jurisprudencia en México.
En el ámbito de la forma de gobierno, hallamos tres trabajos que analizan cuestiones
clásicas a la luz del presente –responsabilidad de los poderes públicos, reforma elec-
toral y democracia–, a los que se unen ensayos que abordan aspectos actuales, como
la nueva oficina presupuestaria, las comisiones parlamentarias o las enmiendas. Al
margen queda el trabajo del Ángel Garrorena, siempre atento a la textura dogmática
de nuestra disciplina y que quizá debería haber abierto la siguiente sección.