La Historia de Manu Ana Maria Del Riopdf
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El plan
caravana larguisiina de autos y microbuses p rimcro vcrla fuc cl pap:i de Man ii.
que subia por el cerro hacia arriba, cada
U3 mucha gente, con ° 6* *'*
vez mas arriba. Todos sultan y sublan y lands sobrc ellos. Y c ntt›nces, toclOS 105
suhJan. Algunos iban asustados. Pero la
habitantcs dCl cquc(ti pucblo del •ilti—
presencia de Kunturo con Manu animando platio vieron lo qtic
a todos, los tranquilizaba.
Ent retanto, los papas de Manu micros, llenos de New re de la ciudad. I ted*
habia n recorri do todo el pueblo m uy ieiido, agitando los
preocupados. Manu no aparecia por nip- saludando a los habitantcs dC1
gun lado. Hablan ido casa por casa prc- Asustados-
guntando poi ella, pero no estaba. No
habia llegado con las llamas. El pay dc
Manu habia subido a los bofedales y ha-
bia encoiitrado a sus doce llamas pastanclo p9jaro, Var ia Manu, puiandolos. El viento
y ply s fuerte, y u »
solas. Manu no estaba por ninguna par-
te. La mama de Manu se habia puesro a
llorar.
;Tanto que le gusta trepar por las
rocas! —sollozo.
is experta trepando, no tengas
miedo dijo e1 papa de Mani, pe.ro él
también tenia miedo. Nunca Manu habia
desaparecido asJ.
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tormenta se avecinaba. El alcalde se bajs
del camion donde venia y se aproxim‹› a1
Jaapa de Mani.
|Viene un tsunami! hija.Tu-
vimos que subir. Una nina maravillosa
de Chipana nos salvo. E indico hacia
arriba, hacia el csndor, donde Manu
sonreia a su padre.
Kunturo atcrrizs sobre la plaza del
pueblo y todos los habitantes sc acercaron.
Se repartieron a los nifios de la ciudad para
cuidarlos en las casas y el resto del pueblo
se acomodo en la plaza y en his caminos
de los alrededores.
Las 5efioras de Chipana comenza-
ron a preparar ollas grandcs dc comida y
at caer la noche todos estaban alrededor
del Luego, comiendo y comentando habia sidt) sri printer dia de colegio y lo an-
csmo Manu los habia salvado. tlfit{;l€ld http $0 ha 913 SCH t l€lt). POS ni ñ os St'
;Es increible el valor de su hija! accrcaron y la abrazaron pidiéndolc 'l
Ie decia e1 alcalde y la directora del los perdonara.
colegio at papa de Manu—. jNo vacils u1i Sim plemente como no sat i.i-
momen- to en venlr a salvarnos! Ella es una mcs tu idioma, creiamos que eras loca
heroina. El papa de Manu mina su hija. dijcron . Pero eso no estuvo bicn.
Ella, muy colorada, dijo: Por favor, pcrdonanos.
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Entonces el papa de Marlu min at
hable aymara y te enseñe en tu idioma. Y
:ilcalde.
ta in bién th aprender as castel la n o para
—Tal vez serta bueno qiie en los poder hablar con tus aim igos en los re-
colegios se enxefiaran las cosas en castella-
creos. ;@ué te parece?
no y en aymara dlji› . De n uestros Manu le sonrio.
pueblos podi'ian ir profesores quc’ supic-
Si quiero —dijo en aymara.
i an aymara y enseñar las cosas q ue hay
La dircctora to repitio en aymara.
que aprender a ninos ayniaras y chilenos Y todos los niños del colegio de la ciudad
ju n tos. Al alcaJde ie parecis una buena repitieron la frase en aymara. due un mo-
idea. mento irony hermoso. A lo lejos se sentla
La directora del cole io se acerco a el rugir del viento y del agua lejana clel
s
Manu y a su madre.
mar. EJ papa de Manu sc quedo un mo-
F-staria m uy feliz st viii ieras a mento silencioso. Luego, intro a la ge!. te
m i colegio, Manu —Ie dijo—. Yo me
de Iquique y al alcalcle y a la directoi‘a y a
comprometo a tener una profesora q uC
los ninos, las mujercs y los hombrcs de la
ciudad y de su pucblo. Nunca los habia
visto juntos.
Creo que ahora me gustarla que
estudiaras en la ciudad —dijo el papa de
Manu a su hija . Porque estamos mu-
cho mas cerca y somos mas amigos que
ayer. Ya la ciudad no sera una enemiga.
Ni la gente de la ciudad sc olvidara nunca
de este tsunami ni de tu ayuda. Creo que
ahora confio en la ciudad.
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Todos aplaudieron y Manti abrazs —;Te quicro mucho! —ie grito.
muy fuerte a su padre y a 5u madre. Kunturo abris y escondio sus ga-
¿Puedo ir con Kunturo al cole- rras en señ al dc saludo y dcsaparecio en
gio? —pregunto. la nochc.
Entonces, e1 alca)de se adelanto.
Ese condor es un verdadero
he- roe —dijo—. En la alcaldia habra
siempre una fuente con came
especialmente dis- puesta para él.
Entonces, todos miraron para arriba y
vieron al condor revolotear suavemente
sobre la multitud. Todos aplaudieron. Y
el papa de Manu dijo:
—Bueno, ha sido un dia memorable.
Pero ahora estamos todos muy
cansados. Hay que irse a dormir.
Y, poco a poco, las luces de las ve-
las y los chonchones de la plaza se
fueron apagando y toda la gente de la
ciudad y del pueblo de Manu durmi6
como si fue- ran hermanos. Desde lo
alto, Kunturo bostezé como bostezan los
csndores y se dirigi6 a su nido, en lo
alto de la roca. Manu, muerta de sueno,
asomad,a a lv puerta de su casa lo vio
pasar y le hizo se- fias con la mano.
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ANA MARIA DEL RIO