15 Años
15 Años
15 Años
Se saludaron con
un movimiento de cabeza y se sentó a su lado en el banco. Mientras Emmett hablaba
de cualquier cosa que pasaba por su cabeza, Jasper paseó su mirada por el amplio
parque y la detuvo unos bancos a su izquierda, allí un grupo de tres chicas hablaban y
se reían entre ellas. Jasper no pudo evitar reparar en esos dos grandes ojos verdes que
lo miraban de vez en cuando furtivamente.
Alice frunció el ceño, Edward era unos años menor que Jasper y hasta donde ella sabía,
no tenían una relación muy estrecha.
Edward era solo tres años menor que él, y Bella era de la misma edad que Alice… por
lo que Edward era seis años mayor que Bella…
— Ella tiene casi 16… la edad no lo es todo —dijo apartando la mirada avergonzada
pensando que quizá Jasper habría leído el mensaje entre sus palabras.
Alice continuaba batallando con su problema de cálculo. Jasper bajó las escaleras con
el libro en sus manos y no pudo evitar enternecerse con el adorable puchero que
formaban los labios de la chica.
Alice tragó en secó y miró nerviosa hacia Jasper, su corazón se había acelerado y sus
nervios se habían disparado, intentando no ser muy evidente con sus emociones solo
asintió con su cabeza y movió un poco su cuaderno para Jasper lo pudiese ver con
claridad.
Estaba anocheciendo y llovía a mares, algo normal en Forks… Jasper conducía con
cuidado perdido en sus pensamientos. De repente sus ojos repararon en una pequeña
figura que deambulaba bajo la lluvia. Detuvo el coche y bajó ligeramente la ventanilla
del lado del acompañante.
Alice levantó la cabeza sorprendida y sus ojos se cruzaron con los de él.
— ¿Te llevo a casa? —preguntó Jasper de nuevo.
Alice no contestó, solo abrió la puerta y se metió en el interior del coche sin levantar la
mirada. Jasper la observó en silencio, algo no andaba bien. Alice siempre emanaba
alegría por cada poro, su sonrisa era imborrable y sus ojos siempre tenían un brillo
especial. La chica sentada a su lado, estaba apagada y casi podría decirse que sin vida…
parecía una pequeña muñeca de porcelana olvidada por años en un cajón.
Ella no contestó, no pudo hacerlo, el nudo en su garganta impedía que las palabras
pudiesen salir de su boca. En su lugar comenzó a llorar en silencio, y sus lágrimas se
confundían con las gotas de lluvia que caían de su pelo completamente empapado.
Jasper enfureció al instante y por su mente desfilaron mil formas de torturar a ese
chiquillo hasta la muerte.
Jasper no pudo evitar reírse ante ese comentario y suspiró aliviado a saber que su
pequeña estaba bien… ¿Su pequeña? Negó suavemente con la cabeza y puso el coche
en marcha.
Estaba suspirando en la cola del cine… no le gustaba ir sola a ver películas, pero Bella y
Ángela no habían podido acompañarla por diversos motivos, ella quería ver esa
película, y sabía que si no lo hacía hoy no podía hasta dentro de unas semanas, ya que
comenzaban los exámenes del fin de semestre y tendría que estudiar como loca.
Suspiró de nuevo y miró a ambos lados con la esperanza de ver una cara conocida que
la acompañase y no sentirse tan estúpida de asistir ella sola al cine. Derrotada clavó la
mirada en el suelo y bufó frustrada.
Compró su entrada y sin levantar la vista caminó hacia la sala y se sentó en cualquier
butaca sin fijarse en la numeración, de todos modos, la sala estaba casi vacía. Alguien
carraspeó a su lado y levantó la mirada algo avergonzada por haberle quitado el lugar a
alguien, pero su cuerpo se paralizó cuando los ojos azules de Jasper la miraban con
sorpresa. Sonrió ampliamente sin poder evitarlo.
— Me iba a enfadar contigo… pero si me regalas una sonrisa como esa no podré
hacerlo —se golpeó mentalmente después de decir esas palabras… ¿podría ser más
evidente?
Ambos rieron ante la mala broma y Alice le hizo un gesto con la mano para que se
sentase a su lado. Lo dudó unos instantes, pero las ganas de estar con ella fueron más
grandes que su conciencia y se sentó a su lado sonriendo.
La película comenzó, y cada vez que Alice le comentaba algo sobre la película
susurrando muy cerca de su oído todo su cuerpo se estremecía. Se imaginaba en otra
situación, con su brazo rodeando sus hombros y su cabeza apoyada en su pecho.
Delineando la línea de su mandíbula y mirando como brillaban sus ojos en la penumbra
de la sala. Besando sus suaves y tiernos labios mientras la película continuaba sin que
ninguno de los dos le prestase atención.
Se sentía un depravado por pensar eso, la chica sentada a su lado no era solo la
hermana de su mejor amigo, era una niña de quince años, una chica nueve años menor
que él. No entendía como su cuerpo respondía ante tal aberración, era totalmente
enfermizo que se sintiese atraído por una niña de ese modo.
Y yo no seré
el que te robe tus quince años,
ahora cuando empiezas a vivir.
Y yo no seré
el que descubra el sabor de tu cuerpo.
Tal vez resulta extraño, ya lo sé
No quiero hacerte daño, sin querer.
La navidad había llegado a Forks y con ella las primeras nieves. Jasper caminaba
abatido por el centro comercial de Port Angeles pensando en que comprarle a Rosalie.
Entró en una tienda de ropa femenina y bufó derrotado al no saber lo que le gustaría a
su hermana. Él era un chico, no tenía porque saber que les gustaba a las chicas.
Un borrón negro corría de un lado a otro en esa misma tienda, Alice estaba realmente
emocionada y a la vez muy nerviosa porque sólo tenía unas horas para que el centro
comercial cerrase sus puertas y todavía le quedaban algunos regalos que comprar.
Estaba tan en su mundo que no percató de que alguien estaba tras ellas y al dar dos
pasos hacia atrás para contemplar mejor un vestido chocó contra algo… o debería
decirse alguien.
Avergonzada levantó la cabeza y pidió disculpas susurrando. Pero sus ojos nuevamente
se cruzaron con los de Jasper. Ambos mantuvieron el contacto visual durante un
tiempo indefinido, ninguno fue capaz de pronunciar ni una sola palabra durante varios
minutos, hasta que un niño riendo y correteando escapando de su madre explotó su
burbuja y ambos desviaron la mirada avergonzados.
Alice ayudó a Jasper a elegir un bonito vestido para Rosalie, y Jasper ayudó a Alice a
cargar sus bolsas. Cuando se dirigían hacia el lugar donde Alice había quedado en
esperar a sus amigas, Jasper se detuvo y dejó las bolsas en el suelo. Alice lo miró
sorprendida pero él con un gesto de su mano le pidió que esperase.
Jasper metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó una pequeña cajita. Mientras
buscaba un regalo para su madre en una joyería no pudo evitar reparar en aquel
pequeño dije en forma de hada, en seguida vino a su mente la imagen de Alice y
tampoco pudo evitar comprárselo.
Dudó unos instantes con la cajita entre sus manos, pero extendiéndolas hacia ella se la
entregó con una sonrisa.
— Feliz navidad —susurró antes de besar su cabeza con ternura y perderse entre la
gente rumbo a su coche.
La primavera había llegado, pero el frío y la lluvia seguían presentes en Forks. Contra
todo pronóstico era un día soleado y apenas hacía frío. Alice caminaba por un parque,
con su mp3 a todo volumen con los cascos en sus oídos. Sonreía mirando a los niños
jugar con la arena, y suspiraba con melancolía viendo como las parejas se demostraban
su amor en cada rincón. Se sentía sola, Bella había comenzado una relación con
Edward, la diferencia de edad era muy evidente, pero ambos se amaban y eso era lo
importante. Ángela hacía un par de semanas que compartía con Ben algo más que una
simple amistad, y ella… ella era la única que estaba sola. Se maldecía internamente por
enamorarse de quien no debía, Jasper nunca podría fijarse en ella. Él era tan perfecto
que seguro que tenía una novia estupenda o en su lugar mil chicas dispuestas a serlo.
Ella sólo era la niña hermana de sus mejor amigo.
Aceleró el ritmo de sus pasos rumbo a su casa, comenzó a sentir las lágrimas
aglomerándose en sus ojos y no quería estar en la calle cuando eso pasase. Cruzó la
calle sin apenas mirar, pero eso no era importante, en Forks apenas había coches y si
los había podría oírlo… eso sin contar que estaba escuchando música a todo volumen,
un impulso hizo que levantara la vista y vio las ruedas de un enorme camión
dirigiéndose hacia ella. El miedo la paralizó y su cuerpo se quedó completamente
rígido.
Cerró los ojos esperando el impacto del frío y duro metal contra su pequeño y frágil
cuerpo, pero en lugar de eso solo sintió el calor de unos brazos y una respiración
agitada sobre su cabeza. Abrió los ojos y alzó la mirada sorprendida. Jasper la miraba
con el ceño fruncido.
— ¿Estás bien?—vio como sus labios articulaban las palabras pero ninguna llegó a sus
oídos a causa del alto volumen de la música.
Pero sabiendo lo que le estaba preguntando solo asintió con la cabeza. Jasper no pudo
reprimirlo y la abrazó con fuerza contra su pecho, dejando que sus nervios se liberasen
al sentirla sana y salva entre ellos. Alice comenzó a llorar, la tensión, la nostalgia de
minutos atrás, el calor de los brazos de Jasper en torno a ella… todo fue más fuerte
que su fuerza de voluntad y no pudo evitar que las lágrimas y los sollozos la hiciesen
presa.
Le habían ofrecido un trabajo en Seattle, no era muy lejos, lo suficiente para alejarse
de ella y mantener el contacto constante con su familia y sus amigos.
Lo amaba… que se hubiese alejado como lo hizo sólo le había demostrado que era más
importante para ella de lo que nunca había imaginado que pudiese ser alguien. Pero se
tragó sus sentimientos y los ocultó en lo más profundo de su corazón, tenía que
olvidarlo… como fuese, su vida no podría seguir a base de sueños. Suspiró mientras las
lágrimas descendían por sus mejillas, no sólo le dolía alejarse físicamente de él,
también le dolía la decisión que acaba de tomar, olvidarlo sería lo más difícil a lo que
tendría que enfrentarse en su vida.
Y yo no seré
el que te robe tus quince años,
ahora cuando empiezas a vivir.
Y yo no seré
el que descubra el sabor de tu cuerpo.
A pesar de que me olvides sin saber,
que estoy enamorado sin querer
Que estoy enamorado,
ya lo ves.
Los años continuaron pasando. Alice había finalizado su carrera y volvía a Forks a
visitar a su familia. Además de eso tenía que enfrentarse a una dura decisión. Le
habían ofrecido dos puestos de trabajo, ambos con una muy buena remuneración y
muchas expectativas de futuro. Dos grandes firmas confiaban en su talento y se sentía
alagada por ello. Se había esforzado durante años por cumplir su sueño y ser una gran
diseñadora.
Miraba por la ventana del avión y se debatía entre una opción u otra. Nueva York había
sido su hogar los últimos años, había hecho nuevos amigos y se había hecho un hueco
en el corazón de mucha gente. En Seattle estaba su familia, sus amigos del instituto…
pero nadie la esperaba.
Negó con su cabeza al recordar a Jasper una vez más… ahora tenía treinta y dos años,
podría haberse casado o incluso tener hijos, y ella como una estúpida todavía seguía
enamorada de él. No había podido mantener ninguna de las relaciones que había
empezado los últimos años, ninguno era como él, ninguno la miraba como él… y
aunque había perdido su inocencia no dejaba de pensar en él, en su olor, en sus
abrazos.
Se bajó del avión con el corazón en un puño, buscó alguna cara conocida en el
aeropuerto y un sonriente Edward la estrechó entre sus brazos. Se dejó hacer mientras
las lágrimas descendían por sus mejillas al darse cuenta de cuánto había echado de
menos a su familia.
Su corazón dio un vuelco al imaginar que Jasper había ido a recibirla al aeropuerto,
pero cuando se giró Bella estaba allí, pero no estaba sola. Su boca se abrió formando
un inaudible "oh" y se encaminó hacia su mejor amiga con las manos temblando.
Bella tenía entre sus brazos a una pequeña bebé que sus enormes ojos marrón
chocolate miraba hacia todos lados con expresión curiosa. Le dedicó una hermosa
sonrisa a su tía Alice y esta se derritió al instante. La cargó en sus brazos y al mirar la
felicidad en los ojos de su amiga sintió una punzada de celos.
Bella estaba con su príncipe azul, se había formado un reino a su alrededor y tenía
hasta su propia princesita. Ella estaba sola… enamorada durante años del mejor amigo
de su hermano que era nueve años mayor que ella y que la ignoraba por completo.
Cuando llegó a su casa no faltaron besos y abrazos por parte de todos. Llevaban mucho
tiempo sin verse, y las lágrimas tampoco pudieron faltar a la cita.
Una tarde Alice salió a pasear por aquel parque que tan bien conocía de niña… y de
adolescente. No pudo evitar que miles de recuerdos la embargaran y se sintió más sola
que nunca. Como era habitual en Forks, la lluvia hizo acto de presencia, pero ella
continuó sentada en aquel banco recordando mientras las ligeras gotas empapaban su
ropa y su pelo.
Jasper conducía nervioso de vuelta a casa de sus padres, había pasado la tarde en casa
de su mejor amigo esperando poder verla. Llevaba dos semanas sin dormir imaginando
su rencuentro, no había podido verla desde que se fue a Seattle… hace muchos años.
Vio una figura deambulando por las calles bajo la lluvia y no pudo evitar sentir una
sensación de dejavú. Detuvo el coche y bajó la ventanilla sin esperanzas. Pero cuando
esos ojos verdes se cruzaron con los suyos el mundo dejó de girar.
No recordaba como lo había hecho pero ahora estaba frente a ella, bajo la lluvia. Las
respiraciones de ambos estaban aceleradas y el ritmo de sus corazones era
apresurado, latían al unísono con un mismo sentimiento, pero el otro lo ignoraba.
Sus miradas estaban conectadas por un hilo invisible y una gravedad asombrosa hacía
que sus cuerpos se fuesen atrayendo lentamente. Cuando sus rostros estuvieron a
escasos centímetros sus manos se entrelazaron. Cada uno respiraba en la boca del otro
y su aliento los embriagaba.
Un relámpago iluminó el lugar haciendo que los dos pares de ojos brillasen durante
unos segundos en la oscuridad de la noche. Los dos sentían lo mismo, añoranza, se
lamentaban por haber dejado pasar el tiempo sin decirse nada. Se odiaban a sí mismos
por intentar olvidar algo que era imposible de olvidar.
Sus labios se acercaron y se rozaron débilmente, sus miradas seguían enlazadas, unidas
como siempre lo habían estado, incluso en la distancia. Alice suspiro, golpeando con su
aliento a Jasper, que perdió el control y enterró la cabeza en su cuello aspirando ese
aroma que había añorado tanto.
— Me has hecho esperar mucho tiempo —susurró ella contra sus labios.