Monografia SECPAL - Qué Entendemos Por Compasión

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QUÉ ENTENDEMOS POR COMPASIÓN:

ENFOQUE EMPÍRICO
Enric Benito Oliver
Doctor en Medicina. Palma de Mallorca

Escribir sobre aspectos del ámbito experiencial, hablar de lo subjetivo, del territorio de la conciencia, supone
cierta dificultad y distorsión.
Asumiendo que el mapa no es el territorio, exploraremos la compasión y su relación con el sufrimiento y la
consciencia experimentados en cuidados paliativos. El tono reiterativo de algunas afirmaciones es intencio-
nado para facilitar su integración.
El privilegio de trabajar en el entorno del proceso de morir nos sitúa en un escenario definido por la profun-
didad y la autenticidad de las experiencias. Trabajar aquí, con conciencia, sensibilidad y curiosidad, nos abre
a un espacio de verdad y a vivencias que suelen trascender la superficialidad cotidiana, informándonos de
dimensiones de la realidad, difícilmente accesibles de otro modo.
Quien se acerca al borde del misterio que supone el proceso de morir frecuentemente siente la incertidum-
bre y la amenaza de tener que abandonar todo lo conocido y amado, y prepararse para un viaje a un país
extraño, solo, sin mapas ni experiencia.
Quien cuida y acompaña este proceso debe acercarse desde el respeto y sin juicio, procurando generar
confianza y servir de apoyo en este recorrido que supone, cuando menos, una gran despedida.
Ambos, al conectar, van a compartir, al menos parcialmente, un itinerario de intensidad emocional, pérdidas
y un final incierto.
Estas vivencias pueden adquirir una cualidad transformadora para quienes las comparten, especialmente si
viven la profundidad del momento.
El acompañante, para preparar el encuentro, debe despojarse de (o superar) sus limitaciones para entrar
descalzo en este espacio sagrado. Se requiere un cierto nivel de conciencia para mantenerse lúcido y sere-
no, sin verse atrapado por las apariencias y emociones (a menudo intensas) del proceso.
Desde esta ecuanimidad que permite no «contagiarte» y percibir en profundidad la realidad que se va dando,
puedes observar cómo el sufrimiento generalmente surge de la ignorancia y del apego.
La ignorancia de su propia naturaleza, de quien realmente es, hace que la persona que sufre se sienta amenazada por
lo que vive y trate de rechazar la experiencia, oponiéndose y luchando contra lo que teme o le disgusta. El apego a lo
conocido y el rechazo al cambio que se está imponiendo, y que se percibe como amenazante, son la raíz del sufrimiento.
La ignorancia de no haber descubierto quiénes somos realmente, que nos hace vivir en la superficie de la
conciencia que nos sostiene y alumbra, identificándonos con los objetos mentales (percepciones, pensamien-
tos, relaciones, roles, etc.) y no con la conciencia que somos.
Desde la ignorancia de quien realmente eres, tras identificarte con el personaje que representas, cuando
llega este momento de abandonar este mundo conocido, si no se ha explorado o intuido la conciencia que
subyace y sostiene este personaje, la amenaza a ser engullido y desparecer es enorme. Cuando esta ame-
naza se vive con resistencia o lucha aparece el sufrimiento.

Monografía SECPAL sobre Comunidades Compasivas al Final de la Vida 33


Comunidades Compasivas
al Final de la Vida

Conectar en profundidad con quien sufre, manteniendo tu interés genuino en ayudarle, te permite observar
cómo el sufrimiento es producido por el rechazo y la resistencia que desde su ignorancia le opone al fluir de
a realidad. Esta se irá imponiendo, y acabará transportándolo hacia la propia profundidad que lo sostiene y
que, siendo su hogar, posiblemente no ha visitado antes.
La parte finita de la mente se siente amenazada, lucha desde el miedo e intenta cambiar la realidad que aca-
bará imponiéndose, y aunque temporalmente se pueda rechazar, no puede cambiar nada y finalmente será
abandonada. Para ello debe aceptar, rendirse y abandonar el control.
El cambio de perspectiva se produce al agotarse la resistencia mental y permite que la situación sea «ges-
tionada» (entendida y aceptada) desde la profundidad, desde la consciencia que siempre te ha sostenido y
que ahora debe emerger. El parto comporta ciertos dolores producidos al romperse la cáscara que limitaba
la consciencia al personaje, con quien se había identificado y ahora se disuelve.
Hay en cada uno de nosotros una parte superficial que se aferra y tiene miedo, y una parte sabia que conoce
lo que en nosotros nunca ha estado amenazado. Nuestro grado de madurez y sabiduría es lo que nos permite
conectar con esta profundidad y confianza.
Acompañar este proceso es una oportunidad de cultivar nuestra profundidad, coraje y confianza desde la
compasión.
La compasión es el nombre que toma el amor cuando se enfrenta al sufrimiento. Hay una clara relación entre nivel
de conciencia de uno mismo, de tu propia conexión con tu profundidad, el grado de sabiduría y el nivel de compasión.
La compasión entendida como la conmoción ante el sufrimiento, junto con la intención de aliviarlo, es con-
secuencia natural y espontánea de la conexión con tu propia profundidad, con tu naturaleza esencial, la
conciencia que somos nos conecta con nosotros mismos y con la plataforma del Ser.
Tu conciencia despierta te conecta con el sentido de pertenencia a una realidad de belleza, bondad y verdad
que nos nutre a todos. Y cuando alguien se ha olvidado de quién es realmente, lo más natural, si estás des-
pierto, es al darte cuenta sentirte conmovido por el malestar que surge de su ignorancia y recordarle cuál
es su origen, su familia, a la que ambos pertenecemos.
Cuando estás conectado con la profundidad que te sostiene, y no solo con tu personaje, y te sientes a salvo,
puedes acompañar a otros que han olvidado su origen y destino.
Cuando desde aquí observas a otra persona como expresión de la misma conciencia, que ha olvidado su
propia naturaleza y se ha identificado con el personaje que representa y lo ves sufrir, espontáneamente sur-
ge el acercarte para (en la medida en que él lo permita) transmitirle una presencia que, como un espejo, le
permita conectar con su propia profundidad en la que yace su paz, su bienestar, su ser que nunca ha estado
amenazado y con el que, al soltar las falsas identificaciones, se va a encontrar.
Acompañar el sufrimiento, con lucidez para explorarlo, curiosidad por entenderlo e intención de aliviarlo,
requiere cierto coraje; el que se precisa para pasar por encima y atravesar el miedo que emerge desde
nuestra superficial identificación con la parte limitada y finita de nosotros mismos. Un miedo fisiológico que
nos previene ante lo desconocido, considerado amenazante.
Si tu atrevimiento, interés y afán de ayuda ganan a tu miedo; si desde tu coraje domesticas tu miedo y,
superándolo, te acercas a atender y acompañar al que sufre; si en esta proximidad mantienes una ecuani-
midad lúcida sobre lo que presencias, y sostienes tu intención de aliviar el sufrimiento; si eres consciente
de tus límites y te mantienes en tu espacio, sin pretender cambiar nada, ni huir de la aparente amenaza; si
tu intención es limpia y no esperas ni temes nada, ni premio ni fracaso; si mantienes tu presencia limpia de

34 Monografía SECPAL sobre Comunidades Compasivas al Final de la Vida


PRIMERA PARTE:
ESTADO DEL ARTE: COMUNIDADES COMPASIVAS

pensamiento y de juicio; si eres capaz de no soltar al otro en su aparente naufragio, sabiendo que nada está
amenazado y te mantienes cercano, transmitiendo tu confianza; si acabado el proceso aceptas con desapego
el resultado; probablemente descubrirás que la conexión que estableces con la persona que sufre se va
llenando de una presencia intensa, serena, lúcida y hasta gozosa que, sin perteneceros a ninguno de los dos,
os engloba y dulcemente os va transformando a ambos.
Quizás desde esta conexión y presencia, la persona que acompañas abandone la soledad y el aislamiento
mentales y, gracias a la confianza generada, pueda acceder a otros niveles de conciencia y encontrar a sus
propios recursos, adquiriendo una nueva perspectiva, más amplia, descentrada y serena de lo que está
viviendo.
Si el que sufre acompañado, atravesando sus miedos y soltando las resistencias trasciende su limitada per-
cepción de la realidad, se encontrará con esta paz que le sostiene. En este nuevo espacio, el que acompaña,
a través de la conexión establecida, puede vivir también una experiencia transformadora e impagable.
Desde esta perspectiva, la compasión es la acción promovida desde la sabiduría y el amor, encaminados a
ayudar a que la persona que sufre conecte con sus propios recursos para salir de la ignorancia, y soltando
los apegos pueda descubrir su propia profundidad. Este proceso de recuperación de la integridad a otro nivel
a través del acompañamiento compasivo de quien está conectado con su presencia, lo llamamos sanación.
La sanación puede comenzar con el sufrimiento que, al ser visto con lucidez, se atraviesa y se transforma
accediendo a otro nivel de comprensión de uno mismo y de la realidad. Trascender el sufrimiento y adquirir
esta nueva perspectiva es más fácil hacerlo acompañado por una presencia compasiva.
La compasión aquí es el guía que acompaña el viaje del que sufre hacia su propio interior, traspasando la
dureza y resistencias que la superficie opone a la profundidad.
La compasión es innata en nosotros, surge y se expresa desde la conexión con nuestra esencia y con los
demás, y es la respuesta humana ante el sufrimiento, buscando ayudar a transformar y ampliar la perspec-
tiva del que sufre. Se ejerce desde la conexión interpersonal y se fortalece a través de la práctica, y debe
aplicarse junto con otro componente de la conciencia que es la sabiduría; esta mantiene la perspectiva lúcida
del proceso, anclados en la realidad que lo sostiene todo, y permite verlo como manifestación impermanente
de una realidad que nunca está amenazada.
Esta capacidad humana, la de estar atentos, empatizar con el sufrimiento, conmovernos ante al malestar
del otro y sentir el impulso de acercarnos para ayudar y actuar en beneficio del que está en dificultad, que
llamamos compasión, surge cuando eres consciente, sensible y solidario, y puede cultivarse.
Actualmente disponemos de oportunidades docentes para cultivar la compasión. Algunos lo hemos hecho
de modo empírico, explorando y dejándonos modelar por las experiencias clínicas y aprendiendo de los
errores, guiados por nuestros maestros, aquellos que hemos acompañado y quienes, abriendo sus vidas a
nuestra mirada respetuosa, nos han mostrado la inmensidad de nuestra naturaleza humana y la belleza de
la conexión de ayuda, que nos ha ido transformado.
Dice un proverbio hindú: «Los vivos cierran los ojos de los muertos, y los muertos abren los ojos de los vi-
vos». Acercarse al sufrimiento de quienes viven el proceso de morir, con conciencia y compasión, te abre a
una nueva forma de ver y de ser. Esta es la experiencia que he intentado compartir.

Monografía SECPAL sobre Comunidades Compasivas al Final de la Vida 35

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