Pais de Las Sombras Largas: Ítulo

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· T ítulo de!

original en inglés:
r oe OF THE WO R LO Ha ns Hu escbI
Traducción de
, ALBERT O L UIS Il IX IO , \1,

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Tapa y diagramaci ón .de
H B. LAC ÚN
PAIS DE !,

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" LAS SOMBRAS
LARGAS
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'1 LOS HOM BRES "

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Colección
! NOVELAS Y CUENTOS DE LA ISLA
l'
,,, Di rigida por
, n ASILl a URIOE y I L fER.."li\ NDEZ LONG

e EDITORIAl. LA ISLA. S.R.L. · Os. Aires 196 2


México : JOSO- In ) OS AS. UANDO al de spert arse Em enek leva n t ab a
ISDN: 950-6.17-00.1 -6 la ca beza del saco de p ieles, su prim er p ensamien to
ISDN, 968-7I .1 2-67-2 era h ab itu almente p ara el mont ón de ca rne pu esta
a podrir cerca de la lámp ara pa ra que se h iciera
OCI¡W;l edición - México, 19 9 ~. 5.000 ejemplares
tierna y gus tosa.
I:v1PRESO EN ARGEi'o11".'l¡\ • Pero no aque l d ía, , ,'
Printcd in Argentina Aqu el d ía viendo a Siksik en un rinco nr- ito del
l .a presen te edic ión ha sido euronz ada pequeñ o igLú, d ispuesta a estrega r las ro pa s d,,~ su
.,
i:
por Edilorial La lsla, para s u venta m arid o. LOmÓ u na súb ita decisión a nt es de ~ at i)­
-cxctusívemcr uc en Mb d co. por intermedio facer la s exige ncias de su estóm ago : ;p uesro jque
de EMECÉ MEXICANA . Editora y Distribuido-a, S.A. de C.V. co ntr ibu ía má s de lo q ue e ra su debe r al ma n te n i-
\ V il o Alc ssio Robles 1.:l0 m ien to de la minúscu la com u nida d , bi en p ~) d í a
.'
c.r. 0 10.10· M éxico, D.I;. · MEXICO pretende r pa rticipar ta m bién de los d6\ "echm co n-

¡\ 7

1 \
,
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yuga les de Anarvik, sin nece sid ad d e pedirle pe ro Muchas de .esas tri bu s no merecen ya tal \ norn-
mi so cad a vez que le hadan falt a los servicios de bre; pero el ex iguo n ú mero de esq ui ma les .potares
Siksik . ,
que ll eva una ,e ~ is t e n ci a nómad e e n las reg¡iones
E rn enek n u n ca había tenido una mujer propia ,
centrales del ÁrtICO, cer ca de l Pol o ma gn é tico, re-
porq ue era joven y porgue en los hielos de l ex tre-
giones inaccesibles para el h ombre bl a nco, no 'carn-
mo norte escasean las mujeres tanto corno' ab un -
d an los osos; sin em bargo. conocía la importancia biaron su. tosca ma nera de vivir, la m isma de cuan do
~a ra za hum a.na ~ra jove n. Son como ni ñ os, alegres,
de tener un a mujer propia, hábil en ra spa r las
rop as y e n confeccion ar calzado, y con la cual podía Inge nuos y SIn p ied ad, En la époc a d e los tanq ues
uno cha rla r d uran te la n oche. . de guerra, emp u ñan tod a vía arcos de cu er no )'
Sobre tod o do nde la noche dura cin co meses. huesos de ba llena, y fle cha s con punta de p ied ra:
Precisamente ahora, a n tes de par tir para la caza, s~ reparten el producto de la caza y no sabe n rnen-
tIT. H asta tal punto son d e toscos . . .
le habr- ía gustado relrse un par de veces con Si k.s ik
per o bien se daba menta de lo que convenía y d~ Er nenek era u n esq uima l .p olar. \
lo qu e no con ven ía a u n verdadero hombre; por eSo Sobre la lámpara de estea tit a, el té se esta ba
sa b ía ha sta q ué pumo era in conveniente goza r de enfriani:l o. Siksik llenó un tazón y. bam bol eán dose,
los favores de una muje r sin haberle p edido a n tes con los p ies sep a rados a ca usa de las ca lzas de p iel
permiso al marido. d e foca que le ll egaban hasta la ingle, se lo lIev6 a
y Er ne ne k poní a siem pre cuidado en no cometer Ern::nek con .~ n a sonr isa. El hombre y la mujer.
n ingun a in conv en ien cia. vestid os del m ismo modo, a mbos rechonchos y mu s-
Co n to do, ya estaba cansad o de pedir permiso. Y cu,losos, pero con p ies y ma nos peq ue ños, y co n ' el
no porque An a rvik se 10 negar a, pues rehusarse a mismo rostro chato, grueso y cam pec ha no, se disr in-
prestar su . p ropi a mujer o el cu chillo, hab rfa sido gu ían en su aspecto sólo por los cabellos, q u e ¡e l
d l g~ o de Inaudi ta mezqu indad ; pero, así y todo, el hombre ll evaba largos y sueltos, m ient ras que la
p ed ir co n u n u arnen te fa vores no era digno de quien mujer se los había levantad o cuid adosam ente, con
perten ece a u na ra za tan orgu llosa que sus miern - un peinad o mu y alt o, en form a de torre, sostenid o
hros se lla ma n a sí mismos sen cill amen te ínuit es con espinas de pesca do.
decir h ombres, para dar así a entender al mundo q u e - ¿Dó nde está Ánarvik ? -pregu n tó Ernen ek to ·
las o ~ras razas , com parada s con la su ya. no pueden ma ndo el tazón .
consid erarse comp uestas por verd ad eros hombres: -No es imposib le que h a ya ido a cazar a la ba h¡'a
y esto, au nq ue el res to de l m un do no sea de la misma d e la Mors a Ciega e-dij o Siksik- . O cu rr e que h ace
opi n ión y los llam e esq ui ma les, térm ino des pec t ivo un sue ño us tedes dos se d evora ron una foca en te -
qu e les da ba e l puebl? lim ít rofe p iel roja Algo n- ra - agregó ri en do, y Ernen ek le hizo eco, co n esa
q UlOr y que sign ifica' comedores de carne cru da " r isa fácil y sie m p re pron ta de su ra za.
El té estaba ca lie nte corno vien n e de muj er, es

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H acia calor, apen as uno s q u ince gra dos bajo cero,
Uc.-U I . demasiado caliente p ara Ernen ek, que no de ma nera qu e Er nenek no se veía obligado -a tro-
sopor taba el r a lor, t o sop ló largamen te antes, de tar jun to al trine o para calen tarse, sin o que p odi a
beber lo. mie n tras escrutaba a Siksik po r enc im a d el gOla r del pase o, sen ta do cóm oda men t.e en _ ~ l pes -
tazón . Lue go se lo b eb ió todo de un trago, jun tó can te. A l sur. el firma m ento se hab la reñ id o d e
las hoj itas q ue ha b ia n q ue d ado e n el fondo, s: las a zul , reverberaci ón de un sol au sente. azu l q ue se
comió y sal ió del saco. Ll evab a puesto un ligero iba esfum a nd o poco a po co. con virt iéndose en vio-
vest id o h echo de pi el de garzas ma rin as, con el let a, ha cia el nor te, Bajo aq ue l pálido cielo. la
p lu m ón ha cia adentro. Sobre éste se' puso u n pesado ti erra se mostraba a ném ica y descol orida. sin m ari-
sayo de piel de oso, con el pel o ha ci,a afu era , y .me . ces ni som bras. ca!11O a los ojos de los perr os, qu e
ri ó el extremo d e las calzas en un p ar d e botines no di sti ngu en los co lores.
de cuero de foca . Enco rvad o. porque la bóved a de El Océano Gl acial, congelad o en un espesor de
h ielo era demasiado ba ja pa ra él, COrlÓ con el cu - un p ar d e me tr os, esta ba recu bi er to de una de lga d a
chillo circula r gruesas tajad as d el m on tón d e carne cap a de n ieve en la qu e se m ar caban l,.-~ s huellas del
soba da y pasada de sazón y con la p al m a de la tri rieo de An arvik , A la d er echa se velan cade nas
man o se llenó la bo ca. d e mon tes abru p to s y coli nas cónic as. b lancas y de s-
Se deslizó ga tea ndo por el estrecho túnel d e n ie- n udas. A la izqui erd a, sólo .la b ruma primav eral
ve, apoyán dose en los codos y las rod ill as, y arr as- li mitaba el océano.
tran do detrás de sí. tom ado de las orej as, al perro Er nenek no se vo lvió n i siq u iera u na vez p ar a
ca beza de trineo, sal ió d el igl ú. El re sto d el tiro echar una mirad a al minúscul o iglú. soli taria b oli ta
los siguió. sacu dié ndose la escarcha de l espeso pelo. d e h ielo puesta sob re el techo d e la tierr a. Su cere-
lad rand o por el h am br e y descubriendo los d ient~'" bro, qu e a cau sa d e su modesta ca pacidad sólo P'"
a p lanad os a golpes de piedra pa ra que no dev ora~en dia a lberga r u n pe nsam ie nto po r vez, se ten d ía
los arreos del tri n eo : con m ás de lobos q ue d e pe· enterament e hacia la gr an ba h ía d onde d ebta en-
rros, mostr aban agu dos h ocicos y ojos a ma ri llos. y cont rar se An arvik . Esta ba t an ahsor t o en su pro-
rel ucien tes. pósito qu e se ha bía olvidado de llevar consigo la
Erne ne k se asegu ró de qu e todos ll evaba n las abar- indi spen sa hle grasa d e foca que d~ I Ul y calor, L?
cas que debían protegerles las pa tas de la m ord e- p reocupab a dem asiado el p ensa.ml cnto de la peu-
d u ra de los h ielos y de la sal marina . Lu ego los . ción qu e iba a hacer a A narvik . p ara pen sar en
en ganc hó al trineo , subió a éste, re ti ró el an d a se- o tras C0 5a ... .
pultad a en u n mo nt ón de h ielo .y ag itó el lá tigo, A tod a petición podía responderse ele dos lJ~ a ne.
Los pcrros avanz aro n sob re el m ar congelado. m íen - ra s: Er neu ek s... bia }Jor lo menos es10. aU1l4ue Ign o-
tras se nbrta n er: a ba n ico y hacían cruj ir la s corr eas rase m u ch as cosas, Si A u a rvrk .ncp tuba, Erne ne k
con que r.ula u no estaba a tado separada me n te al se sent iria humil lado p o r haber r er ibido u n íav or
tri neo.

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/0
má s. Anar vik era orgu lloso. un verdadero h ombre, y Er nene k estab a ca nsado de esper a r.
}' seria muy capaz de mortificado con un censen- El trineo de An arvik apareci ó a la vista com o un
ri rnie n to inmediato. por Jo que para- -rehacer su p unti to negro sob re la enorme ex ten sión blanca
dignida d p erdi da. Ernen ek se vela obligado a redo- del mar congelado y Er nen ek inci tó al tiro con
bla r sus esfu erzos de cazador, y a su vez, mo rt ificar gr itos y azotes. Al cab o de un a ho ra el puntito
al compa ñe ro haciéndole el don de grandes can ti- se h a bía convenido en u na lí nea , luego el trine o se
dades de caza . h izo visib le, y por fin a pa re ciero n Anarvik ' y Jos
. Si en ca mb io, Anarv ik le negaba el p erm iso pe- p errQs. Los p erros estaba n vivame nt e excitados.
did o, Ernenek podría mofarse de él por su avarí- Ernenek erroj ó el ancla del trineo, aseguró el
cía y mezquindad ; pero de todos modos és te sería tiro de perros y avan zó a pi e sobre el h ielo . A pesar
u n consuelo bien magro, comparado con la m olestia de su impacienc ia. and aba lent am en te, por l<i fuer-
de tener qu e buscarse u na com pañera en o tr a pa r le, za de la costumbre, con p asos m esura do s, pa ra no
para lo cual deber ía em igrar sol itar io, p or uno o ah uyen ta r a las -Iocas q ue había por d e bajo -de la
dos años, hacia el sur, donde ab undan las mujeres, costra h elad a. Anarvik, ex tend id o en el suelo, le
p ero escasea n los osos; hacia ' el p a!s de l sol alto y volv ía Las espald as. Er nenek se de tuvo det rás de
de 1., som bras cortas, poblado por tribus cu yas cos- él y un poco de lado; le veía el ros tro oscu ro y.
tum bres son ext ra ñas a u n esqu imal p ol ar, y por a p esa r d e la capa d e aceite y h ol l ín, las ar rugas
tanto desagrad a bles. De un modo u o tro, una vez ex cavad as po r los años alrededor de las sie nes; los
he cha la petición, sus días esta rí an colmados d e ojos oscuros, oblicuos y astutos; la ren egrida rnele-
d ificultades. n a, que cortada en flecos sobre la fre n te , le caía a
Sin embargo, todav ía n o podía marcharse. Hacía los lados, rígida por la capucha d el sayo, mie n tras
ya dos a ños que Anarv ik le prom etía la inm ine n te q ue 'por d et rá s se le de sparramaba desorde nada -
llega d a de su h erman o U lu lik. mente sob re la espalda.
-Tiene dos h ijas y t ú podrías eleg ir un a -le -Algu ien t iene que hacerte una pregunta L d i]o
h a bía di cho r ie ndo. Ma s las estaciones p asaba n, Er ne nek con voz -íuer te, para darse ánimo.
Ernenqk esperaba en van o, y Ana rvik se h a bí a limi- - ¡Silencio! - le mandó Ana rvi k sin volverse-o
tado a en coge rse de h om bros "y a decir le : U n hom bre que trabaja no puede escu cha r ' pre·
- Tal vez venga para fines del p róxi mo in vierno, gu ntas~ U na cosa p or vez.
. Un i n v ~ erno m ás o me nos parecía tener poca Desalen tad o, Ernene k se le acercó en silencio,
rmpo rtan cra pJ ra el, qu e h ab ía visto m uch os. Pero por ver qué hacía su' compañe ro. Ana rv ik n o estaba
para Ern cne k, q ue ha b ía visto pocos , n o era así. a l acecho, con el ar p ón en la mano, al bor de de
¿Y si al fin de CUentas L'Iulik no vcnía? Pod ía ha- uno de esos pozos de a ire q ue las focas ab ren en
ber cambiado d e idea. O haberse mue rto. O h aber la capa de hi elo , sino que estaba o cupado con su
dado la s h ijas a otros. . cuch illo; de rodi ll as sobre u na pi el d e carib ú, pa ra

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no q uedarse helado en el suelo. Lle no d e curios i-
d ad Ernenek m ir ó en to rno y de scub rió el obje to Con un cuchill o de pied ra h a hl a sep a rado una
d el inter és de An arvik y de la exci tació n de los var illa del arco d e ballen a, Arro lló la varilla , dejó
perros: un oso. qu e ésta se disparara para p rob ar su ela stici da d y
y ese oso ten ía ha mbre. luego le aguzó las PUOl", Desp ués sacó d e su sayo
' u na bola de gr asa de foca qu e habia pues to a
Me ses de du ra vida le h ab ían con sum id o la grasa ab landar a l calo r de su cuerpo y. opera n do rápi da-
acu m ulad a d ura nte el vera no, y el la rgo manto mente a ntes d e que la grasa se co ngela ra. e nvolvió
in ver n al le pendía .Ilojo alrededor de los flan cos con ella la var illa de ba lle na en ro ll ada. A penas
d escar nados. El oso pola r "n o in verna ba : mientras puesta sob re el hie lo, la gra sa d e endu reció.
todo el mun do a nim al emigr aba h acia el m ed iod ía An ar vik comenzó a avanzar a gatas h a cia el oso
o se retiraba debaj o d e la costra 'he lad a d el m ar, y éste re tro cedió gru ñendo y a salriros; An a rvik se
en busca de re poso y calor, sólo el oso conti n uaba d etu vo; gesti cula ndo, lanzó gr iios de lam ento, y el
caza ndo y pes cando a la. lu z de las es tre llas, para oso volvió con caute la. desc ri bie nd o un sem icírculo.
él y pi ra la compañera. q ue paría en una guarida Los ralos bigotes de Anar vik vibra ro n cu an d o arro-
excavada en el h ielo. jó la amarilla bola sobre la d elgad a capa de nieve.
Poco tie mpo a ntes ese oso ha b ía desa n ida do a un El cebo fu é a para r a unos p ocos pasos de l oso.
armi ñó hembr a a la qu e hab ía d évorad o con tod a q ue lo h usm eó, lleno de curiosid ad , alargando el
su prole aú n no nacida . Ah ora, excitado su a pe tito, cu ell o y gr u ñen do receloso. El hambr e le incitab a a
ob servab a ate ntam ente a los dos ho mbre s. - com er; pe ro ot ro inst into, m ás profu ndo y m isterio-
En aque lla región 'todo lo que se m ue ve es exclu - so, ' le sug ería que desco n fiara de to do cua nto prove-
siva mente carnívoro. El oso es la p resa más cod i- nía d e aq ue llos ex traños seres, mu cho más peq ue ños
ciada por el hombre; el hombre, la p resa más co- q u e él, pero terr iblement e segu ro s de sí m ismos.
d iciad a por el oso. Allí nc se ha deci d ido todavía An arv ik esperó inmóvil , ap lastado contra el sue-
del todo cuá l de los dos es el r ey de la crea ción . ]0 , con los brazos y p iern as ab iertos. De trás de él
- N o es imposib le q ue a lgui en in tente ab at ir este Ernenek , con una ro d illa en el hi elo y conte niendo
oso -dij o Anarvi k osten tan do in d iferen cia. la resp iración , vi6 que el oso, t it u bea n do, alarga ba
Trémulo por la avide z de la caza, Erne ne k d ijo: su gr an len gu a azu l y la p asa ba u na vez P?" .el
- Solt émosle los pe rros. cebo. para re tirarse, y luego vo lver a lamerlo y
An arvik meneó la cabeza. nuevam ente retirarse. Pero el oso no pod ía resistir
-Pod rí a n hacer lo h u ir, o él matar ia m uc hos pe· , po r m u ch o tiempo la [entación . , U n oso, de spu és
n os. Y no ten emos demasiados. N o . E ruenck . Dej a d e to do, no es más qu e u n ser h um a no. Co n un
q ue un est úp ido homb re siga, como de costumbre, movim ie nto ond ulante, a largó sú b ita me nt e el ho-
el cam ino más len to. pero más seguro. cico y se tragó el cebo.
En el m ismo mom en to, An a rvik y Ern en ek se

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pusieron en p ie de un salto y estallaron e.O ri sas gana, aba n don é el o c éano r comenzó a trepar por
y gr ito s de j ú bilo : ah ora el oso les perten ecia. las escarpad as elevacio nes de tierr a firme.
O casi. La p lanta de sus p a tas esta ba provista de espe .
se pelo qu e le permit ía an da r con seguridad so bre
Al o ír el rep e ntino gri terío, el oso se enderezó el h ielo: en cam bio , las sue las del calzado de los
estupefacto y se p uso a d ar vueltas alrede dor d e hombres hacia n po ca p resa en él; ademá s, teniar
los d os hombres corno un a mano a lrededor d e la que evi ta r sudar, puesto que suda r sign ificaba rno -
muñeca . Luego se sentó pa ra estu d iar los, sin d igo. rir en u na camisa de h ielo. Pero el oso avanzaba
nar se a echa r siq u ie ra una mirada a los perros qu e inseguro, titu beando y ca m b iando a menudo d e
a u lla ba n con sus bocas babea rues. Por ú ltimo se camino, de suerte que sus p erseguidores pod ían
decidi ó a acercar se. man tener se cer ca recorriendo menos ca mino que ¿1.
Los hombres se d ispon ía n ya a ' h u ir cua ndo el
oso, sob resaltado, lan zó u n rug ido que, ex rendién- En las alturas, el fr ío a umen tó y llegó a un os
dese sob re el gran mar blanco, e nm u de ció a los cua rent a grados bajo cero; sop lab a el frlgido bó reas
pe rros e hi zo estremecer a los cazadores; luego co- q ue a 'los dos h om bres ta nt o les gustaba. Eran feli-
me nzó a salta r de aq uí p ara all á, e nco rva ndo el ces porq u e cazaba n. Ni siqui er a un instan te se
lomo y a u lla ndo salvajeme nte. De p ro nto se en de- preocuparo n por h aber aband onado las provisiones.
rezó y se alejó gimie ndo. los perros y a la mujer. Pero ah ora no ren tan h um-
- Oc urre que en su panza se ha di suel to la gr a- breo L os perros siempre ten ían ham bre, comieran
sa -d ijo Anarvik jubiloso. o no; y en cu a n to a la m ujer, segurameme se las
- ¡Y se ha dispar ad o la h oj a ! -agregó Ern en ek . com po nd ría de cu alqui er ma ne ra, como todas las
y sin d ecir más, se pusieron a segu ir a su p resa . m uj eres. Ahora estaba n cazand o, y la caza era la
cam biá ndose jubilosas m iradas y riendo. exaltados esen cia mi sma de la vida.
por la caza y olv id ad os de toda otra cosa . No comieron o tra cosa qu e las heces del oso,
Ya habí a oscurecid o , pues los dfas era n tod avía estriadas de sa ng re, y cuan do aq ué l se hubo vaciado
breves y la cima del mund o .se aclar a b a po r pocas de lodo, menos de miedo y de dol or, y el hamb re
horas a cada vue lta del sol. Cojea ndo yIa ment án- Iu é a golpear a las pa rede s d el estómago de los
d ese. el oso se ret iró h acia la costa, p orqu e los hom bres, Ernenek dijo :
h o mbres le cortaban el paso hacia el mar h el ad o, - Algu ien tien e h ambre.
su elem ento y su patria . Se dete nía frecu entemente, Esas fuer on las p rimeras pal abr as pron un ciad as
m ir aba ha cia atrás por ver si aú n lo segu ía n y desde el comienzo d e la persecución.
mostr ab a hi los de saliva q ue le colg aba n sobr e el Ana rvik asin tió. Pero a ning u no se le ocu rr ió
pecho . Su guarida no d ebla d e esta r lejos, pero no ;;_ _.:--;- P-.Qr un insta n te pensa r en volver a trá s.
q ue rí a conducir a los ca /a do res hasta ell a. De mala , _. Cu and o una súb ita to rme nta fué a esta lla r en

16 17
vik- . En to nces uno de nosotros p odrá retira r las
\a cim a ce r mu ndo, en medio de la noch e. levan- provision es.
ta ndo la nevi sca del suelo y oscurecie ndo el cielo ,
Procu ra ron orientar a l osa en la dirección desea.
perdi eron de: vista a la presa y, ala rm ados, se lan-
da, pe ro rué en va no: el a n imal no sa bía que all í
zaron hacia adelante, Los lamen tos del oso les hubiera pro visiones.
permi tieron volver a encontrar su pista ; casi 'ch oca- Cuando se les de sva ne ció esa esperanza, habían
ro n con el a nima l, y An arv ik logró asestarle un pasado cua tro vue ltas de sol de sde el mom ento e n
la nzazo en tre las cost illas. Un form idable aulli do de qu e h ab ían com ido y do rm ido, de manera qu e
ra b ia se elevó de Ia enorme som bra erguida en tu vier on que reemplazar las fuerzas d el cue r po,
m edio del torbell ino de ni eve, y se alejó con el
vien to : a partir de aq uel momen to, los h ombre.s
sigu ier on a su p resa de tan cerca Ru e podía n ~erC1 .
II que mengu aban , con las de la volu nt ad; y p u esto
que la id ea de aba ndonar la p ersecu ción no les
cabía en la cabeza, su ex istenc ia se encont ró irre-
bir e l acre olor de m iedo qu.e emana ba de su piel.
I
vocablemen te ligada a la capt ura del'oso, y e l j ú bi -
De cua ndo en cu ando, el a nim al se vo lvía y les lo de la caza se exaltó ante aqu ell a repen tin a ame.
ha cia frente rug iendo. En ton ces Ernenek y Anarvik na za d e m uert e.
I
h u ían gim iend o de miedo. tropezan do y resbalando
por las escarpa da s pend ientes, ·h asta qu e e l oso Pe rd ieron la noción del t iempo hasta que la to r-
term inaba por sentarse sobre las an cas, y all í se me nta, al ceder, reveló que ya había des p untado
q ueda ba balancea ndo la cabez á: pero ape ? as pa sado . el nuevo día. Desde Jas a lturas, los dos cazado res
el p eligro, los dos h ombres se de sternill aban de' do mi naba n el Océa no Glaci al, castigad o por nu bes
ri sa. '. de ne visca: pero ha cia el su r el cielo respla n decía
La segu nda noche fué la pt;0r de tod as: .L~ . to r- y la t ierra silenciosa p ar ecía aguard ar e l sol na .
i cien te.
me nt a de n ieve se hi zo m ás violen ta, la visibil id ad
d ism inuyó aún más y los cazado res se vieron .ob li- Aho ra el oso estaba agota de . Se arr astraba peno-
gados a perma necer m u y cerca, d e la presa, para same n te, rozando .e l suelo con la cabezota que se
no perder su pi sta, mi ent ras la mordedu ra d el h~ m. le hab ía torn ado demasiado pesad a. T ro p eza ndo y
bre los de bil itaba y la d ebilidad aumenta b a el r res- cayendo sobre las rodill as los hombres lo seguía n ,
go d e suda r. Y aquel oso, q ue parecía tener cien pe ro sin reírse p , con los ro stros, unt ados de gra sa,
.
vid as con rinu aba andando
, sin tregua, de aqu í pa ra
allá. por las he la da s pendi entes.
ma rcados por el esfuer zo y con los ojos e n rojecid os
y cercados de escarcha. El h am bre había desa par e-
cido. N i siqu iera se incli naban a l suel o para reco -
En u n mo me nto estuvi eron cerca de un o de los
g ér ni eve. Llevaban las m a nd íbulas ap re ta das ; se
de p ósitos de víveres que los d os cazadores ten ían
h a bía n olvid ado de los estí m u los del vie n tre y h as.
d isem in ados en el h ielo y en la tierra.
ta en sus cabezas habíans e desv anecido pensamie n-
- T . I vez el oso vaya en esa dire cción -d ij o A nar-

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t0 5 y recuerdos. En tr e la carne y la pi el, la _g rasa s~ intestin os por qu e estaban vacíos. Arrastraron des-
h ab ía ido consumie nd o in exora blemente. El mov í- pu és al osa cuesta abaj o. h ast a el mar. Lo sepul-
m ie nto ya no los cale nta ba: temblaba n ligera mente tara n en la n ieve y' se pusie ron e n ma rcha. riendo
y a cada inspiración sen tí a n en la garg a nta la cu- clam orosamente Y d án do se u no a otros grandes pa lo
chillada del hielo. madas en las espaldas. .
y sin embargo ¿pod ia haber algo má s bello que Ava nzando en lín ea recta sobre la risa pista del
p er seguir alosa bl anc o por la cima del mun do? mar emp learon menos de una vue lta de sol para
llegar al lugar d onde h ab ía n d ejado los tr ineos.
El fin sobrevino con rapi dez fu lmí nea. Súbi ta - Si los fam élicos perros no se habla n aú n devora.
. me n te el oso se detuvo . Parecía h aber decid id o que do u nos a OH·OS se debla a q u e tenían los . dientes
si tení a que mo ri r, era mejor morir con d ignidad. quebra dos; pero de todos modos, se h ab ían pelea-
Se se ntó sob re las ancas, rec ogi ó sus patas y esperó. do fu ri osamen te alrededor de la bo lsa d e pescado
Una espu ma roja y helada le rodeaba el t u ello. que estaba en el tri neo de Anarv ík, y algu nos. se
Tenia las or ejas ga chas. y los labios le va ~ltad os so- lamla n las h erid as helada s. ,
bre el hocico ' echad o hacia ad elante dejaban ver Con uno de los tr ine os los cazadores íueron a
los d ientes como en una r isotada. Ya no se lame n - cobrar su presa. El olor de la sa ngr e les habla esti-
ta ba , pero las bla nca s n ubecillas de su aliento era n mu lada el apetito, de manera qu e durante todo el
rápi das y cortas, y los o jillos in yectados de sa ngre viaje de ida y todo el tra yecto de vuelta masticaron
se movían con angustia en la cabezo ta tri angular. pedacitos de p iel de foca para engaña r el hambre.
Los dos h ombres se le acercaro n con ca u tel a, Dura nte su au sen cia se ha b ía levan tad o otro iglú
pron tos a esquivar el ataque del ani ma l, Ernen ek junto al suyo, y fren te a la e n trada jugaba n perros
d e frente y Anarvik d e costado. Con u n zarpazo el desconocidos.
oso qu ebró la lanz a de Anarvik en el ins ta nte en Siksik salió de l t únel segu ida por U lulik, qu e
q ue Erne nek le traspa sa ba la garga nta, por debaj o acab ab a de llegar junto con su muje r Pau ti y las
del max ilar , dond e la p iel es más delgada . dos hi j as casaderas, tan esperad as, Imina y Asiak.
No comieron d e la ca rne del oso porque sus Fu é un a llegada clamorosa, p uesto que siete es-
est óm agos estaban aún p ara lizad os y por9 u e, al quima les constitu yen (Oda u n a mu lti tud. Prime ro
to rnar a la casa, querían mostrar la presa rnt acta; ' se salu daro n lodos con mu chas ceremon ias. cam-
mas, para recupera r algu n a fuer za, Ern enek ch upó bia ndo sonrisas muy ampl ias y profunda s incli na-
la sangre de la herida, a u nq ue le quemata los la: ciones, mi entras se estrechaba n las ma no s po r en ci-
b ias, y Ana rvik succionó el cerebro a través d e un ma de la s cab ezas. Lu ego se restregaron recíproca-
agujerillo q ue abrió e n la ba se del crá neo. Luego , mente las narices. Enton ces la famili a d e Ululi k
trabaja ndo rápida me nte, antes de q ue la car ne se prodigó exclamaciones de sup erl a tiva ad miración
co ngela ra, apa rt ar on las víscera s y d espreciaron los '. po r el bot ín cobrado , como " N o e'I n ad a chico"

20 21
mientras los cazadores di sminufa n su im portan cia ,
para da r a en tend er que er an capaces de em presas cha~. demasiad o jóven es aú n par a pod er acept a rlo.
mucho mayores, di ciend o: "No es má s qu e un fal- Sin embarg.o. Heg.a ron a consum irl o rápid amente
deri llo: nad ie quer ía hacerle dañ o, pero él insistía cuan do Ul uhk, dej ánd ose vencer por el ape tito
en h acerse ma tar." y a despecho de la cort esía, le di6 un mordi sco, des.
Por fi n todos se ech aron a tierra bo ca ab ajo y pu és de Jo cual todos se pr ecipitaron sobre el higa.
entraron en el igl ú p ara charl ar y come r. d? con ~jentes y cu chillos. Ernenek pro voc ó estre-
p itosas ." IS~ S cu an do, cega?o por la avid ez, d esca rgó
Ju n to con u na agu ja de coser y un cuch illo col- un~s ~~ ch ¡J la dda~ en la m ej jlla de la vieja P au t i, que
ga ron d e un palo .el bazo y la ve jiga d el oso, pol se a 13 pren Ido a l h ígado con los pocos d ientes
vía de ofrenda , a fin de q u e el' espíritu de! animal J. qu e le qued aban .
fue ra a contar a los demás osos qu e los h ombres lo I En m~dio de r~ido sa alegria comieron todas las
h ab ían tratado magn ífic amente: por lo cual haría pa rtes tier na s, mien tras de jaban a un lado. a fi n
que su s com p añ eros dese aran a su vez ha cerse de que se abl and aran p or la d escom p osición, los
cazar. tro zos más d u ros: la len gua íu é puesta a seca r ;.1 1
Luego comen zó el festín. hu mo de la lámpara. Comieron la d ulce car ne de
Espe rando q ue el oso se deshelara, com en zaro n a oso con tro zos de sebo y médu la verd e por e l moh o
a ta car las varias go losinas que ten ían guard ada s eI:J, aher nand.o lo s bocados COn la rgo s sorbos de té. •
la despensa, cuid ando de no to car el pescad o mie n- A ~edld a q ue com ían au men taba el hambre de
tras com ían car ne , para no provocar la ira de los :,-na rvlk y Ernenek . Completament e desn u dos y
geni os tute lares. U na vez qu e el oso se h u bo ab la n- jadeantes de alegrla y d e calor. com inu ?ban h ar-
dado. Anar vik lo desolló. Le correspondí a la piel t~ nd.ose mi ent ras sus vientres se di la ta ba n a ojos
porqu e ha bía sido él quien de scubri era la presa. vl,stas. Cua ~ do ya no co nsigu ieron rnaru enc rse en
Pero como Ernenek la admi ra ba , An ar vik lo hurni- ple se ten dieron en e l sue lo y pcr miri r-ron qu e las
lit> red i éndosela. mujer es les p usieran en la boca, e nu e e r ucto y cr u c-
En cam bio el hígado correspond ía a Er nenek, to, escog idos tro zos. .
que h ab ía m atado alosa, pero se lo regal ó a An ar- rQ u é hermosa era la vida !
vik pdTa ve ~ ga r5e de la do nac ió n qu e éste le h abía Con I ~s ojos la gr im eantes por el rnu rho r eir , Fr.
h echo de la pi e l. A nnrvik , que no pod ía so por ta r n ene~ m.l ra ~a ya a u na, ya a la otra , de 1:I s h ij :l ~ d e
scrne ja nu- lu urtifl ación, d ió el higad o inmed ia ta- Ulu l ik, in clin ad as so bre él con al eg re semb la nrc y
rncm c ;1 Pau t i la cual . CO ln O b ue na e S!>QI;d . se lo con las m anos ll e nas de de licadezas. ¡Il e :1quí muo
p avó :1 Ul uli k. l~ "' l (' , ga lant em en te . lo urre.:iú a la .ch a~h a s qu e ~a be n cóm o h a ~· . q ue t~',J[ a r :1 IIn ho m-
d ueña el e r;I ';;I, xik aik , lple a su vci lo puso J. di spo- bre " Y por cien o que tambi én sa hlan cO !1 rNc il) n:J T
sici ón de Ern cnck , qu ien Jo pasó a las d os mu cha - vest idos y abarcas, y rea lizar ot ros per¡u t.' r1os me -
ne ster es d orn ést icos, Pero lo cie no era q ue Ern en ck

22
23
, no sa b ía a cu=i l de las dos eleg ir. I rnina era m ás
hennos a, pero Asiak ten ía un a sonrisa m ás cálid,a.
Ernen ek se se ntía sati::i fecho del mundo y amigo
,
I
de rodos. Cerró ojos Y boca y se abandon ó al agra· r
da ble sopor en el que se disolvió el alboro rc que
lo rod eaba. Quería dar tiempo a que la comida ,
baja ra un poc o para volver a comenzar de nuevo. r.
Pero antes de entr egarse al sue ño , ala rgó u na mano ,
para ascg unrse de que Anarv ik estaba ju n to a él.
y en efecto , allí estaba Ana rv ik qu e ya roncaba
co mo una man ada entera de morsas. Ernen ek tu vo II
la vaga impresión de q ue deb ía pr eguntarle algo; ,
pero en va no pro curó recor darlo . LA CAZA DE LA MUJ ER
Su pensam ien to estaba muerto, sepultado Y o l-
v idado'.

P á IIN A MENTI:
AULAT las jorn adas se hiicieron cada
vez .ID s argas, ha sta qu e el sol estu vo o tra vez
~~f';;;:. del ho rizonte durante las vein ticua tro h!r~:
b ' y. aun que no se leva ntara mu cho y las
ra~ co nti nu aran siendo largas a causa de la .SO~.
~~eCt~nm~~tl;;i::J~s~iai:s
. d
ep~:rnbd;Oración del sol ~~c~ila
r, en tan to que
ausencia e la no che co ntri buía a torna )
ra tu ra ins oportab lem ente a lta pa ra 1: ~ te~pe­
po lares. si bien no .alcan zaba a d , s I om res
del m ar congelado , err eur a costra
" gi;aU ~~ ~~~a khabria. comprend ido que la sola He-
o , u n pil lo alegre 1 arrog ante... , que sm
.

25
24
.-, .. .., ..
'
perd er tiem po se había puesto a rondar a las h ijas
de Utullk, sign ificaba que hab ia llegado la hora de se sonr ojaba y reía. corrid a; pero Ernenek golpe ó
toma r una decisión. el suel o Con el pie.
Cualqu iera. menos Er nenek. ~Un hombre quiere a l mina, no a Asiak.
Erne nek sabía cómo se' mata un oso y c ómo se Siksik meneó la cabeza y dijo:
en sarta una foca, pero la mujer era caza demasiad o ' -Debías haberla pedido.
gra nd e para él. Se pasó todo el verano en bromas. . Ern enek escupió con rabia y se metió por el cú -
. , si n llegar a decidirse, con Imina y Asiak, que se riel, L? s .otros lo sigu iero n arrastrándose y ri endo.
defendían valerosamen te: hasta que. al volver de . -M I Uro .de pe rros está cansado ; pero sie rn re
una partida de caza, cua ndo el d ía estaba pe rdien- Irá más r áp ido que el de Kidok. Lo a lcanzaré ~á.
do ya algo de su esplendor. se vi6 correr una lín ea cil merue.
oscura sobre el blanco horizo nte marino, lo cua l ~i n em bargo partió con mu cho retraso. Primero
indicaba que un tiro de perros y un tr ineo se acero enpezó los perros y se aseguró de .que tod os lleva.
caban ° se alejab an : de cualq uier manera aquél era ban las abarcas, m ientras gri taba ordenando qu e
un gran aconte cimiento. . le .prep araran. las provisiones. Luego recu brió los
Anarvik y UJulik se hallaban en el igl ú con sus pau nes del tr ineo co~ una nueva capa de hielo.
mu jefes y co n Asiak . Pero Imina no estaba co n ellos. Cu an do todo ' ~stuvo listo se dió cuen ta de q ue te.
- Ocurre que Kidok partió hace un instante He- n ía sed y volvi ó a la casa pa ra beber apresurada.
vándose a nuestra hija -anunció U lul ik-. Como tú men .te una taza de té. Pero el té no term inaba de
no le decidías, se decidió él. enfr-iarse, de ~ anera que Emenek se quemó un
R ieron tod os menos Etnenek que permane ció in- " dedo qu e me tió .en el líqu ido "para probar su temo
I peréJ(UTa: R ompi ó en maldiciones mient ras saltaba
m óvil, abriendo lentamente la boca, m ientra s los
I en un ~Ie a causa de l dol or y, esperando que el té
ojos se le llenaban de estup or. Por último consigu ió
hablar. se e ~ fn ara . se puso a comer, lo cua l le aguzó el
-¡Pero yo quería a Irnina : ma taré a ese lad ró n de ape t ~to. Entre u n bocado y otro parloteaba. más
Kidok y la recuperaré l . co nsJgo m ismo , como de costumb re, q ue co n los
-Nos ha dad o un arco y un a sierra nueva -hi zo ot ros.
not ar Ulu lik, con lo que quería sign if icar que el .-Alguien hundirá su cueh illo en la garga nta de
m atrimon io era legal; Pauti , su muj er, agregó : Kid o k, le cortará las orejas y se las pondrá en la
- ¿Por qu é no torn as a nu estra peque ña A siak? boca; luego le abrirá el pecho y le ex traerá el cor a-
Tampoco ell a vale g ran (0$3 , pero sab e hacer todo zón aún caliente. De spués le cortará la cab e za"y se
lo que sabe hacer Imina. .la pondrá sobre el pecho. Luego le ha rá saltar los
A siak se cubri ó el rostro con las: manos, mientras oJos y se los pondrá sobre la Cabeza. IEso le servirá
de lección I
,
26 I 27
I
1.
-S i lo ma tas - le ad vir tió A narv lk-, ya na d ie te A últi mo mo mento U lul ik h izo ava nzar a su hi ja
reci birá e n su igl ú. y d ij o :
- {N i siq u ier a tú ? -Ll évate a Asiak ; así ser á más fácil ll egar a un
-N i siq u iera yo. No recibimos asesino s. acuerdo. con Kid ok. Kidok pagó po r u n a de n ues-
·E rn e ne k se quedó pe nsa tivo. La expu lsió n de la tr as h ij as. No podemos dej a r q ue se va ya con las
comun idad era la ún ica pena conocida por esa m an os va c ías.
ge nte qu e ignorab a la ex istencia de autoridad es. E r ne nek vac iló un inst ant e a ntes d e ind ica r a
código s y p r isiones; pero una pe n a temid a, tanto Asia k, con un adem án, qu e su biera a l tri neo. Ape-
. co mo se teme la muerte. por qu ien cons ide ra la na s ésta se h u bo sen tado , Ernene k agitó el látigo y
compa ñía h u m an a como el más p recioso de' los
los pe rros se la nzaro n hacia adela nte ent re ladrid os
bie nes ; y Ernenek se mara vill aba de qUL: u n sim p le y ch illid os.'
ases inato se castigara con ta n to r igor. puesto que
_El trineo . de Kid ok se ha b ía redu cido a un pu n-
él m ism o no veía en el acto d e dar muerte a un
ti to negro en e l delga do y áspero manto de n ieve
hom bre n ingún mal. Después de todo, era p recisa-
m ente lo que h acían los m ach os jóvenes de las focas est iva l q ue cu bría el O céano G lacia l.. Las ne vad as
cu a ndo mata ba n a sus compa ñeros más viejos p or eran raras, a ca usa del intenso frío qu e reinaba
la posesión de la hem br a. au n e n verano. E n algunos puntos. e n med io de la
y todo cu an to h acían las focas a Ernenek le enorme .ex tensí ón blanca, te mpestade s m ari nas h a-
p arec ía b ien hecho . bían ro to las ag uas petrificad as y fo rmad o bloq ue s
-Si pie nsa s así - di jo po r fin ma lhumo ra do -. me de ex tra ñas for mas q ue evocaban ciu dad es legenda -
l imita ré a d ar le u na bue na paliza. Pero si se d e- r ias de rasca cielos ro tos. En la lej a n ía se veía la
fiende lo mata ré como a un a foca. ti erra bl a nca cort ad a por crestas de roca, cuy os pero
- y si en verdad no puedes hacer m enos qu e m a- file s m ue rtos y desn udos se a lza ban co ntra el cíe-
ta rlo, n o te o lvides de comerte un troci to de su lo ver de p áli do. La tem p er at ura era apenas d e unos
h ígado pa ra ap lacar al fa ntasma - d ijo A narvik, d iez gra dos baj o cero, por lo q ue Ern enek se ha .
hombre d e gr a n experiencia-o Un Ia n ta sm a irrita- bía desn uda do h ast a la ' cintu ra para gozar el che -
do pu ed e ser mu y peligroso. qu e del vie n to contra su pech o . H a b ía de ja do e n
En el ínter in el té se había enf riado. Er nene k lo el igl ú el sayo de p ieles d e oso y sólo ll eva ba puesta
bebió ru ido samen te y se precip it ó af uera . Aunqu e la ropa in terior de pi el de ga rzas marin as.
sus per ro s a u lla ba n de ha mbre :'lt" gua rdó mu ch o . -Lo a lcanzaré dentro de poco -dijo cu a ndo se
de alime nt arl os, porqu e los pf' IT() ~ ham bri e ntos son dis ipó la exci ta ción inicial d e los perros y p udo
pe rr os ve loces; se sent ó. .. in II Ó~ t rá r nites. sobre el oí r el son id o de su propi a voz.
fardo pu esto e n la part e au te-ri ut del tr ineo )' q ue ' .;"No es imposible q ue en el m ismo tiempo Kid ok
servía d e pe sca nt e. )' wgi() t i U tigu . h aya h ech o o tro tan to de ca m ino -o bser vó Asiak,

28 29
e-Tambi én los nuestros necesit an descansa r.
sen tada pl ácidamen te contra las espaldas d e E r- Pero Ernen ek su pl ió la comida y el descanso d e
ne nek y con los b razo s cruzados sob re el pecho. los p erros con lati ga zos. ha sta que aq uéllos comen-
zaron a perder el pa so, a ech ar se los un os so bre
El ti em po se me d ia por [a tra yectoria del sol qu e Jos o tros y a enred ar las co rreas. En to nces Erne ne k
reco rrí a pálido el horizont e, leva ntándose ~ n poco tu vo que baj ar del trineo p ara deso vi lla rlas . Los
3 mediodía, desce nd iendo un poco a med Ia noche. animales gru ñe ro n e inte nt ar o n morder lo, pe ro
P ero a tod a hora el hi elo ha cía tan deslumbradora Er nenek los calm ó a fu erza de ba sto nazos, Lu ego
a que ll a lu z pálida q ue. para evitar su re ver bera- les arr,a jó .a,l guno~ trozos .d e pescado hela do que los '
ción. los viajeros ren tan q ue en negrecers e co n ~ o. pe,rros tragaron S in ma sti car, co n todas las espinas.
ll ín los párpados y las nari ces y protegerse los oJos m ientras se , pelea ban, Ernenek mord isqueó un pe·
co n un a tablil la d e ma dera pro vista de dos aber- da zo d c l mi smo pe scado y di ó ta m b i én u n trozo a
tu ra s. Asiak.
- ¿P or qué sigu es a Kid ok? -pregun tó Asiak . Mien tr as tam o, los perros se h a hi a n echado al
- P ara tener a I rnin a. ¿No lo sab es toda vía? sue lo y. con el hocico m eti do ent re las pat as, se
- Sé un a cosa : que du r ante. años y años todos ~e n egaron a moverse, Ern enek los azotó hasta que
burlarán de t i. ¿Q u ién h a visto algu na vez a u n se le ca nsó el brazo.
h o m bre correr de trás de una muj er? Además, com o -Tal vez sea me jor qu e los dej em os d esca nsar
tú mism o sabrá s, las focas s610 se deJa n caza r por - di jo Asiak blandamente,
h o m bres que .t ienen éxito co n las muj er es: ya verás Er nenek. re sop ló de im pa cie nci a y. p ara no des-
qu e a pe na s ha ya corr id~ en tr e las focas la voz . de perd iciar el tiempo mie ntras esp eraba , decid ió pa-
esta ind ecorosa persecu ción tu ya, no logr arás cazar sa r un a nu eva capa de hi elo sobre los patines de l
n i una m ás. trineo, R efun fu ña nd o lo de scargó de los fardos y
- ¡Qué muje r su per5ticiosa l. -gri tó Em ~n ek su - lo volcó. Se pu so en la bo ca un puñado d e nieve
ma mente irritado- o ¡Como Sl yo no su p iera qué con cu ya agua roci ó luego una co ja de zor ro . P asó
conju ros ha y q ue hacer para que las foca s no lle- la co la empapada so bre la capa de lodo de q ue
guen a sabe r nad a l . . . esta b an reves tidos los pa ti ne s de hue so ; luego los Iro-
Cuando el sol hubo re co r rid o la m it ad de su t ra- tÓ rápid am ente con la p iel, p ara 4u e el h ielo. a l
yecto del día , el tiro d e perros ? ió seña les d e can- for m ar se, se h iciera u nifor me y resbal oso . Ma s,
sancio, jadeaba cada vez más, ti raba cad a vez ~e­ cua ndo hubo vu elt o J. lJ lg:U el tr -in co . se di ó cu e n-
nos y tro pezaba frecu'entem ente; pero el p u nt~ to . ta de que ten ía sueño,
n egro q ue estaban sigu iend o se agrandaba a oJos E nca rgó J Asia k y' u~ lo de spertara a l ra bo de
un rat o y se ext end i ó ..llo l e 1m la rd o') par<l echa r
vistas.
- Debe de haberse deten ido p a ra qu e los perros u n sue ñíto.
de scansen -d ijo Ernenek.

JI
.. JO
i:
Pero ru a ndo se de spe rtó 10 5 penos formaban u n do k se h ab ía de ten id o. Al ac ercarse, com p reud io
mon tón d e escarcha en medio de la ni eve, Asiak el moti vo de la p arada : K id ok e-s taba pesca ndo .
d c r m í a profundame nte, el so l se hall aba a l otro H ab ía aserrado e n un cuad rado la superficie d e!
lad o d el hor izon te y el trin eo de Kidok se había océa no ' y ahora , sosten ien do en la ma no el arp én
a leja d o a levosam en te. pro nto p a ra h er ir, esta ba inclina do so bre las osru -
Emenek escupió, ma ld ijo y se puso e n pie d e u n ras aguas, con el tr asero vue lt o h aci a e l cielo y . la
sa lto ; inf undió vida a los pe rr os con tina granizada nar iz, que rozaba la sup erficie del agua , metida e n
de palos y a ntes de qu e Asiak logr ara despabilarse el agujero . Volv ió la, cab eza por uro in st ante rua nd o
del tod o, ha bía comenzado la persecución. sus per ros di eron la alarma ; pero na se mo vió ha sta
Continuaron a toda carrera siguiendo las h uell as 1 q ue el tr ineo de Er nenek estu vo casi a p u m a (le
de Kid ok , comie ndo en el m ism o tr ineo y bebiendo em bestirlo: Enton ces, se p uso p restamente de pi e,
puñados de ni e ve qu e cog ía n del sue lo, co mo los saltó a su trineo, q ue I mina tenía ya prepa rado.
perros, sin det enerse. Cuando por fin volvieron a y partió vel ozmente como u n a hoja ll evada po r e l
a vista r el tr ineo d e Kid ok, Ernenek lanzó u n alari- vie nto.
do de j úb ilo . Erne nek pa só junto al hoyo de pesca lanzan do
- Pe ro, ¿por que los sigues? -preguntó lán guida- gritos pa ra in ci ta r a los perros y haciendo restall ar
mente A siak . el lá tigo. Pero d e p ronto detuvo su marcha . [Pes-
e-Debes d e ser rea lmente estú p ida - res pond ió cadol Ce rca del hoyo se veía u na en orm e cabez a
Ern eu ek , cad a vez más irritado - o Te ' lo d ij e: por de tr uc h a, de ca r ne ro ja com o la sangre.
l m ina. ' -¿Y ahora qué pasa? - p regu ntó Asiak . Er nen ek
La situa ció n no cambiaba, sa lvo en lo q ue res- ba jó del tri neo e, ind eciso, se b alan ceó apoyand o.
pe ct a a IJs provisiones. q ue comen zaba n a escasear. se ya en un pie, ya en el otro.
Pa só la oleada de calor y el a ire se hi zo re sp ira- - Aq u í h ay pe ces magn Hicos.
ble : l a tem pera LUra bajó a un os treinta gr ados bajo -Sí, Kid ok es un m agnífico p escador.
cero ; a lguna s ráf agas hela das provenie ntes d e detrás - Si Kid ok pescó éste, alguie n p ued e pescar otr os
de los montes recorda ron a Ernenek el amado cie r- m uchos m ás grandes,
zo in vern al y le h icieron est reme cer de pl acer el -¿T e parece? - preg un tó Asiak con a ire de duda.
-¡ Pro nto tend rás la pr ue bal Kidok n o h ar á mu o
torso d escu b ier to : entonces come nzó a ha blar volu -
tho camino, pero tú ti enes que qu eda rte qu iera y
bl em en te consigo mi smo, como sali a hacer. cua ndo
cuidar tamb ién que los perros no se muevan sob re
estaba d e b ue n humor. .
el h ielo , porq ue d e otra mane ra los peces h uirán .
y au n cu a ndo no lo estaba.
Ext en di ó un a pi el ele carib ú sob re e l borde del
[oso hecho p or Kidok y se arrodilló en la m isma
Lo do min ó la a videz cuan do d escubri ó, qu e Ki-
posición e n qu e nqu ét estaba. Con la mano dere-

J2
33
cha sostení a el arpó n m ient ras que con la izqu ier- - H as hec ho un aguje ro en el agua -d ijo Asiak - .
da man ejaba el cebo, consti tuí do por un pe ceci llo' U na m ujer ha o ído cómo se reía n tus pel:es.
de h ueso suje to a un sedal de n erv io, de mane ra Ernen ek mon tó en cól era y decidió pa rti r. M ien-
qu e cu and o Ern enek ag ita ba el sedal el pececillo d e tras tanto, la tem pera tu ra ba jaba .
reclamo movía las ale ta s.
Pasab a el t iem po, p e, o el pescador est aba derna- Los per ros segu ía n la p ista sin d ificu lt ad, de
siado ab sorto en su ocu paci ón para advertirlo. En ma nera que Ernene k y Asiak perit an dorm ita r d e ve.
el fondo oscu ro pero b ien t ransp arent e veía r elu cir en cuando sob re el trineo, sin pre ocu parse d e
peces m uy grandes. Cu a ndo po r fin afloró uno a la d irigi rl o. En ver a no dormía n po co pues dej a b an
su p erf icie, Ernenek ba jó suavement e el arpón ha- los largos sueños pa ra la larga no ch e in ver nal; sin
cia el agu a, lu ego d esca rgó repent ina men te el golpe emba rgo, d e cu ando en cu ando deb ían d etenerse
y retiró el a rpón, tem b loroso por la carga de un pa ra de jar q ue el t iro d e perros d esca nsa ra . Mi en -
salmón negro que arrojó al hiel o. El salmón vaciló, tras éstos dorm ían, Er nen ek p erfora ba el h ielo con
d i ó un salto morta l y volvió a caer, hel ado, al suelo. sierr a y pu nzón y por el h oyo atrapa ba algún pes-
R iendo, Ern enek lo sopesó y se lo te~ di ó a Asiak. cado; en u na ocasión, hallán d ose cerca d e la costa,
Pe ro ésta se encogió de hombros.• ma tó una zorra de ·u n flechazo . Asiak la d esolló
- No es tan grande. No' a traparás nunca peces diestra men te, vali éndose del cuchillo d e p iedra;
sirvió a Ern enek las vísceras tiernas, apen as se e n-
ta n gr andes como los q ue pesca Kid ok . Y te acon-
friaron, y puso a estacionar las part es más du ra s,
sejo que no p ierdas más tiem po si qu ier es al ean-
m ient ras cons ervaba la p iel como estropajo.
l ar lo.
~f á s que la oscu ridad crecie nte, a la q ue sus o jos
Ernenek echó una m ira da al mar helado.
se Iban acostumb ra ndo poco a po co, fueron los pri-
- N o están mu y lej os y los alca nzaremos con rna- mer os pelos bla ncos de la pi el -de la zorr a los que
yor facil idad cuando los perros h ayan de scansado. les anun cia ro n la proxim idad del inviern o . A cada
y as! d iciendo volvió a meter la n ari z en el revolución, el so l bajaba un poco más, amp liando
aguJer o. con tinu amen te el tra yecto elípt ico ; de ntro de poco
Asiak sonr ió con sus redondas mej illas que esta- d esa parecer ía detrá s d e las montañ as o se hun di r ía
lia ban d e grasa, y co n la pun ta ,d el cuchillo de e n el mar, y volver ía a caer la noche sobre la cima
n ieve apa rtó las esp inas d el salmón y se lo comió. de l m u ndo .
Pasaron muchas horas, pasar on mu ch os peces, Así p a s ~ r o n varios d ías, tal vez sie te u ocho, has-
pero Ernen ek no logr ó pescar ninguno. En un mo- ta que estalló un a tormenta, y Ernene k comenzó a
mento en q ue un ca rdu men en tero se acercó al ha b lar cons igo mismo , pr esa d e gran exci tación.
hoyo, Ernenek quiso ensartarlo todo y lo q ue con- La oscu rida d reducía el h ielo ; el hela d o cierzo,
sigu ió fu é sólo hacerl o h uir. jrrurnpiendo desde Jej a nas al tu ras, barrió la su pe r·

34 35
fieie d el mar y emp ujó h or izo n talmente grises n u-
.
Si n o p od emos a vanz ar nosotros, qu iere decir que
bes de n ev isca so bre la exte n si ón sin tér min o, 10 tampoco puede ava n zar él.
qu e o b ligó a los viajeros a agr ega r otra capa de gra- Empujaron el trineo ha sta colocarlo de trás de u n
sa al ro str o y a man tene r los ojos sernicerra do s. De repliegue que presenta ba la sup erficie del ma r y a
n uevo, el trineo de Kidok de sapa reció de la vista : cuchillad as desh icier on los n udos de las correas
los perros perdie ron sus h u ellas y u n a y o tra vez en red ad as. Una vez li bres, los pe rr os se pusieron
Ernenek tu vo que dete ner se, bajar de l ~r ineo y des- a ex cavar desesperadamen te con las patas, ch illa n-
cu bri r con el pie los rastr os borrad os por la ni eve!" do y bus cand o en vano abr igo e n la de lgada capa
Los p erros. segu ía n un a línea ondulante y el t ri- de nie ve. .
neo se bam bolea ba bajo la presión del viento, Eme- T ra bajando de p ri sa y con precisión, Ernenek
nek empezaba a sen tir la falta d el grueso sayo come nzó a construir u n iglú. Co n la punta de l cu-
ex te ri or, provisto d e cap uch a, que sólo deja al des - chillo tr azó sobre el hi elo u n ci rculo cu yo di áme-
cu b iert o los ojos; tenía las cejas cargadas de cris ta - tro medía lo que él en altura. Luego, permane-
li te s de h ielo y las orejas lle na s de ne visca. ciendo . den tro de l círcul o. con la mandíb ula de
Con todo, no se h abría de ten id o de no h aberse escualo qu e ten ía en el trineo, serr uchó grandes
producido un incid ente. cu bos d e hielo que di spu so e n torno, sobre la l ínea
tr azada. Erigiendo cubos y cortá ndo los al prop io
Para castigar al viento por su in solen cia y .p ar a tiernpo.. sacó del hi elo que p isaba ot ros cu bos que
quebrarle su fu ria, Ernenek se ha b ía puesto a gol- Iu é dispon iend o sob re los a nter iores de m anera tal
pearlo co n el látigo y a tra spasarlo con el cuchillo ; que al fin u n solo b loq ue b astó para cerrar la
pero el viento no sólo se negó a someterse, sino bóveda. Mientras tan to. afuera . Asiak, castigada
q ue se rebe ló y con una furi osa ráfaga volcó el por el viento, reducía la nevisca a me nu do po lvi-
tr in eo, que arrastró más de cien metro s. mi entras 110 con la pala de cuero helad o y Jo arr ojab a con -
tra las paredes del ' igt ú n acie nte. para cerrar las
far d os. viajeros y perros rodaban por el su elo e n
rend ijas q ue q uedaban ent re uno y otro cu bo.
u na gran con fusión. Los pe rros aullaro n. Ern ene k
El igl ú terminado se levan tab a apena s un metro
maldijo. Asiak rió. En vano tra taron d e levantar
sob re la su perficie d el océano, esféri co y compa cto
el trin eo sob re los patines. E l viento torn aba a vol-
para q ue ,no se ofreciera a la furia d e la tempest ad ;
carlo.
el resto de l espacio se había ganado a expensas del
-Perdona a una mu jer q ue vale poco y que se suel o .
atreve a hablar le a u n hom b re como t ú, pe ro te En el cen tro del techo Ernenek hi zo un agu jero
hago notar que el trineo se ro mperá y qu e entonces p equeño p ara d ar salid a al hum o ; lu ego co nstruyó
ya n o pod rás alca nzar a Kid ok - gritó Asiak e n el :c e] banco d e nieve y despu és el t únel sinuoso que
oí do lle no de nieve de Ernenek-. Dete ngám onos. • pennitía entra r el ai re) pero no el vient o) y en el

36 37
qu e deb ía alt. er garsc ,= 1 tilo de perros. M ie n tras sílice era ror ta, y el cuc h illo pa ra us o doméstico,
Asiak llevaba a la casa las provisiones y los u tensi- de h ueso d e car-i bú . er a circ u lar, d e sue rte q ue para
li os domésticos y rcc u br¡ a el ban co con p iel es de emplearlo s610 bastaba real izar un movimien to co n
ca r ib ú , E rnen ck ;,J: iéJ pa n. sepu ltar el' tr ineo: d es- la muñ eca , en lu gar de tene r qu e move r tam b ié n el
pués volvió a entrar en el iglú y se q uit ó cu ida - codo, lo cual habr¡a sido incó mod o en u n amble n-
d osarnen re de en cima tod a la nieve, antes d e sen -
ta rse sobre las pi eles del ba nco.
En med io de 1.. oscuridad oyó cómo Asi ak p re·
paraba la lámpara . daha Iucgo a la yesca de hongos
I le ta n re d ucido.
Asiak , como toda mu ier d e su casa, tenía u n sin-
n úmero d e cosas qu e ~h at:er: regu lar m e n te h a b ía
que qu it ar el pabilo para qw: no h um ea ra , volver
secos med ian te la pied ra de sílice y e ncend ía el p a- de ' continuo las ropas tendid as e n el secadero. re-
b ilo de m usgo. A med ida que la gr Js a de fo ca se parar los de sgarro n es y raspeH las pieles, un a vez se-
der ret ia e n el recipie nte de esteatita , la ll amita creo cas, y luego ma sti carlas hasta q ue volvie ra n a ad -
cía h acie ndo brili ar Ia pa red circ u la r y diíu n d ien- q u ir ir su su av idad .
do ca lo r. . El cruj ido d e la agu]n. la reverbe ra ció n a na ra n-
Con dos ar?o r:~s clavados en la pa re d por enci - jada de la s h el adas paredes y ~I o lor fa mi liar del
ma de la l ámpa ra. Asiak im provisó UJi secad ero pabilo que flota ba CP. la grasa de fo ca invitab a n a
sobre el cual extendió S11 ropa exterior q uc esta ba Ernenek a co n cili ar e! sueño ; pero Er nenek sen tí a
moj ada . Ayud ánd ose 'co n I 'JS die n tes q ui tó a Er ne - frí o. H ab ía de splegad o m uc h a energ ía y no se hab ia
nek 13s calzas de cuero tam bi én moja d as y rasgadas. n u trido suficie ru err.e ruc . como h ace n los hom b res
que secó con n ieve y rerr t r ó co n la aguja de b a llena cuando corren de trás de un a m u jer, y d esde luego
qu e lleva ba en el re~o y co n ne rvio de cari b ú . ames n o habría sido él 'ii no se h u hiera olvid ad o de
de ex te nd erlas (':1 el secadero . algo que tenía un a im pon an c¡a pr ima r ia. co mo
El seca dero , la lím nara. el mon tón de ca r ne. el por ejemplo la s ropas adecuad as pJ t"a emprender
pedernal . el cubo "de nie ve .p.Jiab!e y tod os jos otros semeja nte via je. Se me tió e n el saco de p iel de
u ten silios esta ban di sp u estos de acuerdo con un reno, con la s pier na s u n pow m ás alta s q u e el
orde n 111";': <; l'Higuo que la h istor ia, tran sm it id o d es- cue rpo, a fin de qu e el a ir e calient e su b iera a los
de la no che de los t iem pos de padres a h ijos: cada pies aterid os; pero así y todo no co nsigu ió dormir-
cosa estaba a l alca nce d e la m ano, para qu e se la se. H abi tu a lme n te Ir. g usta ba ado r mec erse ha l la n-
p ud iera en cont ra r Idcilmc n tc au n en loa oscurida d de se a med ia s hel ad o ; pe !'o esa vez no logró conci-
)' para qu~ todo se pudiera hacer. sin moverse de! li ar el sueño.
ba nco, Ese iglv. era id éntico al iglú q ue ha b ía n Observa ba a Asia k p0r entre la s pe stañas . A l ca bo
d ejad o y :i los ¡gl úes q ue -hah ían de te n er e n el d e un rato la m uch acha ter mi n ó de cose r. Ch upó
Iut u ro, )' todos los enseres- estaban he ch os tenien d o un poco de p escado hel ado, Cenó el ag uje ro d el
en cuen ta las d imen sion es d e ese iglú. El h acha d e [ech o COel un pedazo de p iel. Bostezó l ige ra me nt e.

38 39
Luego, sin pe d ir perm iso, se in trod uj o en el saco de peq ueñ o igltl en cogido bajo 1.1 tem pestad y casi como
E rn en ek . pletamen te cu bierto por la nevisca.
Este fingió dormi r. Bien pron to el pa bilo a ban- El ladrido de los perros anunci ó su llegad a. El
donado a si mismo comenzó a hu mea r, lu ego crepí- in ter ior del iglti de Kidok era idén tico a l d e Eme-
t ó y termi nó por a pagarse. L a furia d e la tormen ta nek , con los m ismos u tensilios di spuestos d el mi s-
les llega ba ate nu ada a través de las gruesas paredes. mo mod o. Desde su saco de pieles, Kidok so nri ó
De cu ando en cua ndo el iglú se estre me cía a causa a los recién llegados.. y las her manas se restregaron
del mo vim iento del ma r su byacen te y se o ía el. las nari ces, rie ndo y oliéndose . .
gorgoteo de las aguas debajo de la helad a costra . -c-Algu ien ha veni do a lle varse a I mi na - anu n-
Asia k, me tida en el saco de pi eles, le in fu n d ió calor ció Ernen ek sin ceremoni as.
y antes de q ue se di ese cue nt a de ello, Ernenek se - Vimos q ue n05 seguías co n tu trineo, pe ro cre ta-
durmi ó. mos q ue lo had as por ju gar - d ijo Kidok riendo-o
Q uerías p roba r la. velocidad de m i tr ineo.
Cu ando despertó. la tormenta cont inuaba aú n - No , no lo hacía po r jugar, sino para apoderar me
azo tan do la helada llanu ra, pe ro era me nos viole nta de Imin a.
qu e ant es. Asiak estaba ocup ada en a bla nd ar sus - ¿Poro q ué no te qu ed as con Asiak ? Acaso no sabe
calzas d e cuero con un raspador de hu eso y, en -las raspa r y coser y h acer todas las o tras cositas qu e
pa rt es más du ras, con los d ientes. suelen hac er las mu jeres? ,.h

Ernenek tenía h ambre. Lo espe ra ba el té tibi o - Sí, sí, rasca y cose las rop as; pero algu ien q u ie-
que se bebió mientras comía tr ozos de pescad o y re a I mi na por qu e . . . - y aq u í Erne ne k ya no su po
d e grasa . Cuan do terminó de comer, las provisio nes q ué d ecir. No se le .ocu rr ió q ue ta l vez des eaba a
esta ban casi del todo agotad as. . Irnina s610 porque la h abía tornado Kidok. Ernba-
razado, se incli nó sob re el mon t ón d e pescad o
-Alg u ien va a buscar a Kidok antes de q ue pue-
helado y cortó un a tajada. Los otros reí an a car o
d a escapa rse -d ijo ento nces h urgá ndose los d ient es
con las u ñas. . caj adas, mien tras Ernen ek se ponía cad a vez más
encarna do. Com o h ab ía di cho Asiak, n o era d igno
.- No es im posible q ue una mu jer te acom pañe. de u n hombre dem ost rar . u n interés particular por
Kido k n o p ued e estar mu y lejos. un a mujer' panicu la r.
Saliero n, abri éndose cam ino a codaz os en tre los - Cierto es que n ad ie pued e forzar a un a muje r
pe rr os C!ue dorm ían en el t únel. El vient o sopla ba - d ijo Kidok most rando gr an sabid urí a- de maner a
a ú n co n fuerza, el cielo se p resenta-ba so m br ío y que Imina es li bre de irse con tigo si así lo qu iere.
la tem peralU ra e~a cru el. Ent recerra ndo los ojos Pero en ese caso, ¿sé id. Asiak ta l vez con un
en la nu be de rue ve y enco r v ánd ose para, resistir .{ª~i,l dor de poco valor 'a qu ien no le gus ta viaj ar
las r áfagas de vien to, terminaron por d escub r ir un sólo ?

40 41
.
- N o es imp osib le -d ijo Asiak so n r ie nd o, co n
con Asiak .c.b a l b uceó E rne ne k prof u nd amen te e m-
bara zado- . [Vu el ve a tornar J I m in a l
el rost ro en cen d id o.
Kidok rom pi ó a re ír, Ern en ek de b la de estar
Por un instant e Ern enek se qued ó perplejo. Lue-
lo co. ¿Acaso u n a m u jer no val¡u t an to .corn o otra?
go se le ensombrec ió el semblante. Se sintió tan ' A Ki dok la cuest ió n no le j m por ta ha , siemp re q ue
in fel iz q u e tu vo qu e re currir mu ch as veces a l mono
Erne nek se d ecid iera d e u na v'ez po r todas. Para
t6n de pescad o pa ra consolarse; sólo se le o ía cómo castigarlo , le hi zo volver a ca rgar el tr ineo, la bor
se ch u pa ba los dedos ent re uno y o tro bocado, q u e Ern en ek cu mp lió con g ra ~l I.nio, :-anla ndo a le-
mi entras sus com pa ñero s ch arlaron a leg re me nte grem en te ; y po r u n a vez se SInUÓ [eliz 3 1 ver a le-
hasta q ue se ca lmó la torme nta . ja rse u n trineo.
Cuando el trineo de Kido k estu vo preparado pa ra ' . A penas hu bo llevado a Asia k a l fglú c?me nzó a
part ir , todos decid iero n vo lver al ¡giú 0(r3 vez oler la y a po nerle las ma nos e nc l~a SIO perder
p 3ra to m ar juntos un ú lt imo ta zón de té y cha rl a r tiem po. Pero Asiak le asestó un ru idoso golpe en
aun u n poco, lo cua l les lle vó alrededor de o tra la ca ra con u n salm ó n he lado.
sem a n a . - Segu iste a I m ina d ur ante d iecisiet e vuelt as d e
Sólo se festejaban las llegadas y encue ntros, pe ro sol an tes de decid irte, y aho ra tendrás qu e perse-
no la s despe d idas, pues las separ ac io n es so n tri stes gu ir a la he rm an a po r lo menos dos vuelta s an tes
cu and o la compa ñia es rar a; a lo su mó pod ta decirse de q ue ella se deci da . No es im posible que sea más
a qu ien aba ndonaba u n iglú: aporn iakina tit, esto di fícil re nd ir a un a estúpida mujer qu e a u n 0 50_
es: "amigo. pon aten ción en no chocar con la cab eza E r nen ek se q uedó d escon cert a d o Y seriamen te
en el tún el". alar m ado al pensar en el efecto que esta nu e ~ a de -
De sue rte q ue Er ne nek de bería h aber ig no rado rro ta po d ría tener sob re las. (ocas. L uego Asiak le
la part ida de Kidok y Asiak y habe rse qued ado en h izo u na pregun ta q ue termin ó de ? esa le nta rlo : .
e l 19l ú o mi ra ndo cualquie r. otra cosa . P ero en lu gar - ¿Quieres decirme ahora para q ue has persegu ido
de hacerlo ast, se pla ntó junto al tr ineo con ojos a Kidok?
trágicos y mand íbu las apre tadas, y cu ando el tiro y corn o Ern enek no respo nd iera, agregó:
se lanzó hacia adelante, ob edeciendo la ord en de -Verd aderam ente debes de ser tonto.
las riendas, E rnene k se a rro jó sobre el p erro ca beza Ern en ek , pen sati vo, cogió u na cabeza de pesca-
y d etuvo el trineo ta n b r uscam en te q ue carga y . do que se ha lla ba sob re el b anco ~ . ref un fu ñ ando
p asajer os rod ar o n sobre el hela do sue lo en u n in - con sigo m ismo se pu so a h acer co n je t u r as sob re el
fiern o de ch ill idos, m ald iciones y r isas.' enigma de 10 im ponderable .
Kidok se levant ó, se sacudió la ni eve q ue lo cu -
bría y se q uedó m ira ndo a E r nen ek . m ara vill ad o.
- Pensándolo mejor, ~ Igu ie n prefiere qu edarse

4}
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d e las viviendas a fi~' de qu e el te mor de qu e ñah a con sigo m ismo. Asiak, para oc ulta r su t ur-
lo atrapa ran alejara al fan tasma. Cierto qu e no era bación, arrojó trozos de pescado helado a lo, pe·
fácil estar vivo; pero tampoco lo era estar muerto. rros, a 19S que inju rió más que de costu mbre y
castigó con gran brío en los agudos hocicos, cuan-
An ar vik y Siksik partieron h acia. Ia región donde do los an im ales se irrit ar on .
ab u nd ab a el car ib ú al comenza r el veran o. Y desde Mien tras tanto, sen tada co n . gran dign id ad en la
lu ego lo h icieron sin despedirse; pero Pa ur i, la m a- piel d e carib ú , Pau t i obser vaba a su h ija co n o jos
d re d e Asiak, esta ba en fer ma y era de m asiado vieja pre ocupad os.
p a ra pod er viaja r, d e -modo q ue Ern enek y su mu- Asiak estaba en cint a y probablemen te n o te nía la
jer se. qued ar on en el lugar para cui darl a, au n q ue men or id ea de q u e se ha llaba muy pr óx im a ya a d ar
ta m b i én ellos ten ía n grandes de seos d e viajar. a lu z. N un ca h ab ía asistido a .u n pa rto h u man o ;
Se con du jeron bon da dos a men te con la viej a, qu e po r eso la mad re se pregu nt aba si en ese terreno
ya no pod ía con tar con n ad ie, despu és de la m u erte ha bía apre nd ido su íicientemen te de I:1s perras.
de su ma rido UIu !ik y u na vez que su ot ra h ij a se - Acérca te. pequ eña . Un a vieja in úti l q u iere h a-
h u bo m ar chado con Kido k: le diero n de co mer, au n- blar te.
q u e sus . man os endu re cidas .ya no era n cap aces d e Asiak obedeció y escuc hó respe tuosamente las pa·
coser y sus d ien tes, consum idos ha sta las e ncí as labras de su madre .
de tant o masticar pieles, no pod ian ya abland ar - N o e~ imposibl e qu e estés enci n ta y q u e de ntr o
el cu er o. Le reservab an los bocados m ás tiernos y d e poco eches 'a l mu ndo un n iño, Procura record ar
Asiak le ponía en la boc a comida ya b ien mas ticada ; to do lo qu e te di go . Cua ndo lleg ue e l mome n tO
así le pa ga ba cu a nt o h abía recibi do d e la m adre po n te de rodi lla s, qu e esa posición Iaci l i t a r el n a-
á

d u ra nt e la in fancia ; aq u ella er a u na h onesta re tri - cimien to. Si te encu entras en el iglú , retira las pi e-
bu ción . Pero com o el in vierno, to do aq u ell o ten ía les d el su elo, porque de otro modo se m an char án ;
sin embar go q ue llegar a un fin'. Y así Iu é. luego excava p or d ebaj o de ti un foso bas ta n te pro-
Pa u ti comprendió mu y b ien por qu é, en med io fu ndo, pa ra que el n iñ o ten ga espacio al sa li r. De-
de la noche, Eme nek 'y Asiak la cargaro n en el tri- bes hacer de iod o para facilitarle la salida; e l ch ico
neo y la condu jeron a través de la gr an lla nura blan- está im paciente por ve ni r a l mu nd o y por eso lo
ca d el m ar, respla nd ecie n te de estre lla s. N inguno sie n tes ag ita rse en tu vientre. Pero h as de sab er q ue
de ell os h ab ló duran te el viaje, ni siq u iera cua ndo en el últi mo mo me nto tiene m iedo y au n cu a ndo ya
se detu vieron, y Er nenek exten d ió sobre el océa no h aya sali do perm ane ce un id o a la mad re, cosa di s-
un a p iel de caribú para que la vieja p udi era m orir t in ta de la qu e ocu rre con los perros, que n acen ya
co n to d a comod idad . Lu ego, em barazado, Er nenek lib res. Por eso t ienes q u e sep ararlo de t i po r cua l-
volvi ó al trin eo con su paso bam bo lean te y fin gió qu ier m ed io : con un a cuchilla aguda, con un cu -
q u e se oc up a ba de las cor reas, mi en tras refun íu- chillo afi lado o con los d ient es: mas sep arar lo d e ti

16
"'1
" en segu id a porque de o tra manera morirían los d os. pa rte de Asia k y -Ernenek d espedirse, com o por
" , -¡Cuánto sa bes, madrel p arte de ella most rar q ue se d a ba cuen ta de q ue
_ y ah ora escúcha me bi en ; apenas te ha yas li be- aquéllos pa rtían.
rada del reci én naci do habrás de m ira r si es macho Pero aun de spués de haberse ext ing u ido en la
o hem bra. Si es mach o li mp ialo con tu lengua y noche el últi mo ladrido de los perros. la viej a con-
luego úntal o co n grasa; sólo algu nos sueños más tinu ó vie ndo a la joven pa reja, tan fami li ar le era
tar de podrás lavarlo con orina. Pero si n ace hern- el ritmo de la vida inm u tabl e desd e los dí as de su
bra , tie nes que estra ngu larla inm ed iatam e nt e. in fancia . Y se ave rgonzó de no sen tirse comple-
-¿Por qué; , tame n te sat isfech a despu és d e u na ex isten cia ri ca y
- H as de sa ber qu e durante el p eriodo d e la Jac- ple na, sino de al bergar aú n ot ro deseo: el de ver,
tanci a m u cha s mujeres no conciben ot ros hij os. de o ír y soste ner siq uiera un a vez e nt re sus brazos vie-
man era que por criar a una hem bra inútil vend r ías jos y h u esosos a ,un tierno recién na cido. Y m ien -
a re tra sar la llega da de un macho, el cua l nunca tras aguarda ba pacientemente la mu erte, co n el pen-
llega d emasiado pronto po rque la vejez sobreviene samiento acompa ñaba a la hija ha sta el min úscu lo
mu y rápid o; y jo cierto es que se n ecesita un ma- iglú donde en aq uel instante se estaba ya pr epa-
cho joven que nos provea d e alime ntos. U n a vez ra ndo el milagr o de l nacim iento, y la vieja veía cla-
q u e ha yas te n ido un varón, po drás ento nces cria r ramente, como si estu viera p resent e e n el luga r,
u na n iñ a, si es q ue llegas a tene rla; per o tien es q u e tod o lo q ue a llí ocurría.
saber que m u chos pad res d ejan con vida a sus h i- T odo, salvo u na sola cosa.
j as sólo cua ndo ya antes del na cimiento algu ien
p romete t-om a rla como muj er y proveer a su sub- Mien tras Pa uti esperaba la m uerte se n tada sob re
siste ncia mientras crece. De cua lqu ier manera ' h as la piel de caribú, el hi jo de Asiak estaba a punto
de ma tarl a en segu ida , p ues de no h acerl o así te de venir al mundo, impulsado tal vez po r los gran-
encariñas. ¿Lo has comprend ido todo pequeña ? des d olores de la madre. Ya duran te el viaje de
-Creo haberlo compre ndido casi todo, regr eso, Asiak se había sentido at ravesada por vio-
-Enton ces alguien es feliz. lentas punzad as, pero no había lanzado u na sola
y p ara dar a su hi ja la oportuni dad de ale- voz de lamento. .
j ar se, Pauti apa rtó d e ella los ojos y se puso a m irar Al llegar el t ri neo, los cachorros d e los perros,
fijame n te las lejanas sombras, indicio de tierra, q ue soñolient os, sacaron sus cabezas d el túnel ladr ando
limitaban el mar, como si las viera por ' primera y sacudiéndose la nieve de las lanu da s pe la mbres.
vez. Sentía gra n respeto por todas las regl as d el Mi ent ras Er nene k desengan chaba el tiro. Asiak no
bu e~ compo r ta mie n to. las cuales exigía n Hue se se puso, como de costumbre, a de scarga r el t rineo,
festej ar an sólo las llegadas y qu e no se observara n sino que se echó e n segu ida de , b ru ces sob re la
las separaciones. ~ a br ía sido tan incorr ecto por ,- nieve y se arra str ó no sin di ficultad po r el ang os·

43 49

. '- -. , ..
-~ . ~ - ' --"- - -'
o pasaje del ¡g l ú. . En cen d'ió la lámpara , se q i.h ó más de g ras a a su rost ro , volvió a engan char el tiro
la ro pa exterior y, rend id a de esp aldas sobre el y pa rtió en b usca del lo mo de vaca m arin a .
banco de nieve, st q u edó esperan do. Asia k se sen tía sacudida por estr eme cimien tos de
Enton ces entró E rne nek. · fr ío, au n q ue h asta ento nces su gravidez la h abí a
Su presen cia le mole stab a . mantenido más calie nte que un a tr ip le piel de oso .
-¿ R ecuerdas el lom o d e vaca mar ina almizclera Con el pie a justó el b loq ue de ni eve qu e tap ab a
que sepu lt amo s en el l itoral la primavera pasada? la sali da; lu ego, también sin aba nd o n ar el lec ho,
- le pregunt ó Asia k manten iendo los ojos cerrados. tom ó un trozo de n ieve potab le, lo h izo derretir
A l recordarlo, el rostro .de Ernenek resplandeci ó sobre la, lá mp ara y b ebió ávidam ente.
de júb ilo, L a cr iat u ra pa taleaba y los dolores hacía n que
- ¡La vac a m ar ina más gr and e que se haya ma- Asia k te mbl ara y apretara los d ien tes, mientras los
t il d o ! p ies se le cr ispaba n convu lsiva mem e. Sentía nau -
-Ahora debe de estar deliciosam ente madura . seas y una sed inex tinguib le . Lo s cabellos se le ha -
Un a estúp id a mujer de sea un pedazo. bían pega do en la fre nte húmeda y el sudo r le
La car a de Ernene k asumió u na exp resión gra ve. que ma ba los lab ios, que Asiak se h ab ía mordido
-c- Es u n viaje largo y a lgu ien está can sad o. h asta ha cerse sangre .
- O curre que u n a m u jer m ol esta ,. y 'cap rich osa El p abi lo que flo ta ba en la gr asa come nzó a
parpadear y a emiti r vo lutas de humo negro que
desea un poco de esa ca rne.
co rrí an h acia la abertu r a de la bóved a. Esto in di -
-En la d espens a ten em os car ne de foca muy gor~
caba qu e era necesario despab ilar la luz, p ero la
da - dijo Er ne nek co n acento persuasiv o-e, y un
mu jer lo ign oró. En cambio, haciendo u n esfu erzo,
hígado bi en cargado d e moho. ab and onó el banco. retiró las p ieles del suelo y co n
- H ay en este m un d o una mujer que no de sea un raspador d e ropa excavó un hojo en el h ielo,
ahor a ni carne de foca gord a ni h ígad o, por podri- L uego se bajó las calzas hasta las rod ill as, se p us o
d o q ue est é, sino que sólo quiere lomo de vaca de h in ojos sobre el h oyo y se q uedó espera ndo con
marin a a lmiz cler a. un codo apoyad o en el ban co y el otro so bre el
E ~ los últi mos tiemp os h abía" tenido de pronto m on tón de nieve po t abl e . La luz an ar a nja da se hi zo
simila res ' deseos y Er ne nek se preguntaba frecuen- m ás débil; lu ego, pa rda, violeta , azu l, gr is. Por
tem ente por q ué no se lo s hacía pasar con un buen fin, todo q uedó en vuel to en tin ieb las.
bofe tón; pero no encon trab a respuesta a su pregun- y en medio de espesas tinieblas vino al mun d o
ta . M ás eran las cosas a las cu ales Ernenek no sabía el pr imogé n ito de Asiak, golpeando con la cabeza
respo nd er que aq uélla s qu e se le podían pregun- en el fon do d el Iioyo de hi elo.
tar. Go lpeó con los p ies en el su elo, refunfuñó y Sin tiendo q ue alg o le tira ba , Asiak se curvó ha -
J;¡nz(j imp recacio ne s; pe ro luego agregó un poco cia ad elan te y con los ag udos dientes se liberó com -
.
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,
pl etamente del runo . Casi en el mismo mome n to, uñ as y d ient es para mantenerl? alejado de su
un vagido mu y agudo llenó el ig/u, y Asia k se vientre.
apresuró a encende r la luz por ver q ué cosa había y aqu el largo periodo en que Asiak se le negó,
echado al mu nd o. había desconcert ado .J Erne nek que no sabía más
Era un varón, y la po tencia de su voz la hizo qu e Asiak acerca de· las fuerzas pr imo rdial es q ue
so nr eír, porq ue le re cord ab a a Ernene k. Lamió el go bernaban la sangre de su mujer.
tierno mantoncito de carne de color castaño p á-
lido hasta que brilló inmaculado , salvo en la m o- Cuando Er nen ek volvió con el lomo de vaca
gólica man cha azul qu e se veía en la base de la m ar ina, la boca y los ojos se le ab riero n desmesu-
column a vertebr al; lo sec ó con un estropa jo de r adamente por el estup or. J un to a la cabeza de
Asiak vió un mech ón de pelo. negro como el ho-
pi el de zorro y lo untó de grasa. Luego lo depositó
ll ln que asom aba po r el saco de pie les.
bruscamente en el banco, po rque la asalta ron los
-O curre q ue u na mujer ha echado a l mundo
dolor es posteri ores al parto.
un hijo' -d ijo Asiak so nriend o avergo nzada-o ¿ ~o
Una vez qu e éstos pasaron, sint ió frené ti co de- es hermoso? -:-agr egó levan ta ndo en el aire a la
seo de comer y se puso a devorar la placen ta, si- cr iatura . '
guiendo el ejemplo de las pe rr os, porq ue sabí a po r Erne nek meneó la cabeza con aire de dud a.
ex per iencia qu e las perr as no se equivocan . Aqu ella -Se han visto hasta cachorros de mejo r aspecto
en voltura viscosa era dul zona y d ura y alcanz ó j usto -dij o, y se sentó, olvidándose de sacud irse el po l-
par a dejarla harta. Ento nces, sintiéndose invad ida vill a de h ielo de sus ro pas.
por un a gran calma y un a sensación de com pl eto - Al ' crecer mejorará -dijo Asiak decididarnen-
apaciguam ient o, se me tió en el saco de pieles. te-«. Mientras tanto. tiene todo lo que tiene q ue
Como la cria tu ra berreaba terrib lemente, le tapó ten er. H asta u n nombr e. Se llama Papi k.
la boca con el seno y el niño comenzó a ch u par con - ¿Estás segura?
tod as sus fuerzas; le hacía dañ o, pero al p ropio - Estoy segur a.
tiem po le daba una sensación q ue se parecía ex- - ¿Cómo' sabes que se llama Papik? - le preguntó
tr añamente al pl acer sexual. Ernenek.
y éste fué el signo de qu e volv ía a desper ta rse -Porque a u na in ú ti l mujer le gu sta este nom bre.
su sensualidad que, como en los anim ales salva- Ernenck recostó a Papik en la nieve y lo miró
jes, se había ado rmecido en el momen to de la con- con ojos mara villad os" pues no se acostumbrab a
cepción, la cual ha bía obligado a todo su ser a aún' a su n ueva cond ición de padr e.
co ncen trarse en sí mismo y a mante ner se en u na - Desnudo sobre la ni eve pod ría tener fr lo - ob·
act itud de defensa con tra el mu ndo exterior, in- servó Asiak. •
cluso su marido, cont ra q uien h abía luchado con En to nces Er ne nek lo sentó en sus rod illas y lo

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.... - .... _ '" . -.- .


exa m inó de pies a cabeza. ri endo d ivertid o ante la s mo recip ient e p rodu ctos de ma r y pro d ucros d e
min úscu las di me ns io nes de todo lo q u e veía ; d e tierr a?
suerte q ue Asiak se sint ió ofen d ida y se irrit ó por· - ¡N o, n u nca !
q ue, en verd ad, el pequ eño ca zador era muy ro bus- - E n to nces h ab rás dado mu ert e a un a Iora o a
t o y estaba co nstitu ido a la manera d e los verd a-
un caribú bl a n co o hab rá s cosid o fu era de bes·
d er os hombre s, con espaldas cu ad rad as, brazos coro raci ón . ¿Po r q ué no lo co n fiesas?
tos pero pod erosos. pecho amp lio y macizo, pómulos - ¡Porq u e no h ice nada de to d o eso! Pro ba bl e-
an chos y ojos lige ra me n te oblicuos, q ue brillaba n men te fuiste tú quie n trasg red ió a lg ún tab ú. Pie n-
ne gros y vivaces en la carita u n tada de grasa . sa, p ién salo Bie n.
Er ne nek q u iso asegu ra T6e d e que a su h ijo no le - ¡Un a mujer ha bla así a su ma r ido! ¿Ad ó nde
fal taba abso lu rarnenre n ada : las u ña s t iernas y d i he mos ll egad o?
m inutas so bre los cha tos dedos, la nari z corta , que e- Pe nsem os m ás b ie n en Jo q ue h a l emos - d ijo
casi d esap arec ía ent re los carri llos regorde tes, la bo- Asiak , q ue se mo rd ió vi vam ente los la bi os y pro-
quita h in ch ada y redo nda , la le ngua m inúscu.la _. . curó co ntene r la s lágr imas. po rq u e de masiado b ien
-¡ Asiak ! - gr itó E rne ne k- . Se p uso en p ie de sa b ía , com o Jo sab ía Er nene k, lo qu e h ab ía que
go lpe , ch ocó con la cab eza .en la b óv ~da del ¡gilÍ y ha cer.
sosten ién dol o por u n p ie, levan tó en aire a Pa- Erne nek se vo lvió, tosió, re fu n fuñ ó y lanzó im-
pi k q ue estall ó en un estr id en te b er ri do m ie n tr as preca cio n es. L u ego se esforzó por reí r y po r ha cer
se le ponía la ca ra...m erad a. cre er q u e la cosa no le impo r taba nad a.
- ¿Qué pasa ? -preg u nt ó Asiak asusta da . Asia k Iu é la p rim era en d ecir Jo q u e ambos
- ¡N o t iene dien tes! sabía n.
A estas pa lab ras sigu ió u n momen to d e verda de.ra <Lo dejaremos en el h ielo. Cu a n to a ntes lo ha -
cons te rnación . Asia k pasó un dedo po r las en cias gamos - será mejor.
del h ijo, sin preocup arse por sus gri tos. Ern en ek re- Ern ene k acari ció la cabeza de su mu jer y la ol-
n ía razón : no se desc u brí a n allí r ast ros de d ien tes. fateó :
Asiak se dej ó caer sobre. 'el lecho, y por primera -Ten d rás ot ros hi jos y ta l vez esos ve nga n pro-
vez Er nenek le vi ó lág rimas q ue no eran d e ale- vistos de di entes.
gr ía.
- Debes de haber inf ring ido algún ta b ú -le d ij o Aun q ue u n tan to de bi li tad a por el pano. Asiak
él severa me nte. qui so acompa ña r a l pequ eño P api k en su ú ltim o
-No, qu e yo sepa . ' , viaje. Paut i d eber ía de h all arse aú n viva, a men os
~¿No hab rás com ido a n imales m arinos junto co n q u e un oso n o h u biera llega do p a ra devo rar la , y
a n ima les terr estr es? ¿O n o h a brás puesto en el m is- el p ensamie nto de qu e su h ijo p asarí a a la e ter n i-

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d ad ent re Jos brazos de la abue la consola ba a Asiak ch upaba d el dedo de la ab uela, y ju go de hígado
en medio de su gran do lor . de pescad o que le expr im ían en la boca. En carn-
Ningún oso se había ap ro ximado a la vteJ<f y bio, la vieja apenas se n u rr la. Se convirtió, más que
la encontraro n en el mismo lugar en 'q ue la d eja- n un ca, en pie l y h uesos, la nariz se le acusaba cada
ro n , sen tada serena me n te, en medi o de la bl an ca vez más entre las meji lla s descarnadas y surcadas
ex tensión , como la rein a del mar. H abía qu ed ado de p rofu nd as ar rugas. Sin embargo. sus ojos refle-
un poco rígida a causa d el ai re frío , pero cua ndo jaba n más vida qu e un a pare ja de focas jóvenes
po r úl timo consiguió separar las ateridas mandí - en el agu a.
b ulas, hi zo un anu ncio pasmoso: Papik crecía a ojos vistas; pero Asiak, q ue le
- No es imposibl e que u na vieja p resu nt uosa sepa ex ploraba en vano las en cías, se iba po niendo ra-
hacerl e crecer los dientes. citu rn a ; muchas veces Er nenek, despen ado por los
5610 q ue era menester esperar a q ue llegar a el sollozos d e su mu jer, sacab a la mano del saco de
ver an o, segú n explicó Pau t i , para q ue las Po ten cias pieles y, en la oscuri dad, le tocaba el rostro bañado
d e las Ni eves y de los Vientos. con las cuajes ella, en lá gr imas.
po r ser mujer mu y an cian a, se hallaba en excele ntes Desgan ad amente Asiak confeccion aba con la aguo
relac iones , escuchara n su petición . Pero en tonces ja tri angul ar y con los nervios de perro y de caribú
Papi k obtendría sus d ien tes, Y aun q ue Asiak y Er- las ro pitas pa ra el niño y las ab arcas de piel d e
nen ek no esta ban mu y convencidos de ello, po rque foca joven ; desganadarnerue, abla ndaba y raspaba
a menudo las viejas dicen toda suerte ' d e cosas las pieles. Cuand o el viento proven ient e de más
tan al ejad as de la verdad como está lejos el hi elo all á d e las mo nt añas lo pe rmitía. la mujer salia
d e la lu na, dec idie ron arriesgarse. a la noche estrellad a y vagab a tambaleá ndose por
Volvieron pues al campamen to con la vieja y el el hielo; u na y otra vez se sorp rend ió hablando
niño ; Ernenek tuvo q ue con str uir otro igiú co n nie - co nsigo m isma en voz alta, como ha cía Ernenek.
ve fresca y templ ada, pegado al primero y comu ni- Su cuer po robusto pe ro agr aciado. que se había
cado co n él, don de Pa u ti p ud iera a islarse co n el des a.rrollado durante la actividad estival , se afinó
nieuro, po rq ue d eseaba q ue nad ie la molestara en como siempre en el in vierno; pero deb ía d ormir
sus con versaciones con las Potencias de los Vientos más, como hacían tod os en esa estación; sin emba r-
y d e las Nieves. go apenas dormía. Aq ue l casq uete de hielo pues-
y Asiak ten ía q ue tascar el freno an te la en tra da to en la cima de l mun do podía estar lleno de fe-
proh ibid a. espera nd o a q ue la llam aran par a dar licidad : era pequ eño. con el [in de qu e el calor de l
d e ma mar - a su hijo. ¡ . cuerpo h u mano bastara par,a calen tarlo, pero tenia
suficiente gra sa y comida y tod as las comod idad es
Ad em ás de la leche ma terna, desde los primeros im aginabl es; y cuan do a tr-a v és de las espesas pa·
d ías di eron a Pap ik grasa de ba lle na qu e el niño red es se oía el mugido de la tormenta qu e se en-

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,,

íu r ec¡a afuera, y el sordo fra gor d el mar que se rápidamen te por las ven as, volviénd olos inqui etos
agitaba ab ajo, 'el ¡gi lÍ era un ri nconcito lleno d e y ávidos, empuján dolos a pre pa ra r febri lmen te la,
in timi dad, con su cálida luz ana ranjad a, la fragan - correas de los tr ineos, a af ila r sus armas ya revisar
cia d e la grasa de foca que se con su mía en la l ám- los arcos de asta y de ballena.
pa ra y la de las carnes q ue se podrían, y u n in - - En la pr imera etapa los abando naremos a los
tr ép ido cazador como Ernen ek que ro n ca b ~ .d ent ro dos -dijo ccñud amente Erne nek, d e pie y erguido
de l saco. A Asiak se le ha cía larga la reapa ric ión d el en tre las br ill antes p aredes de hi elo, co n el po de-
sol; cuando éste volviera a salir, todo s se diri giría n roso pecho rel uciente d e grasa.
hacia el mediod ia para buscar caza y la ; id a se ll~­ Asiak sint ió que su corazón q uedab a más frlo
naria de d iversos hechos q ue la ayud ar- ían a olvi qu e u n ¡g/u aban don ad o.
da r' cuando volviera a mostrarse el sol, pod r ta.. -Pero ah ora gue remos mu cho al peq ueño. ¡Si
seguir la pista del car ib ú ' y . cazar la vaca mar i.na. se le habla sonrtet
tender lazos y tram pas y enco ntra rse con rruñri tu- ~ I S i , con la boca desde n tad al
d es d e ot ros hombres, tal vez hasta ocho o d iez, -A medida que vaya creciendo, una to nta mad re
co n los cuales se pud iera reír y cazar. . pod ría prepararle en su pro pia boca la comida .
Le había du rado poco la esp era nza de q ue Papik - ¡Y q ui én Jo har á cuando t ú mueras! ¡Los hom -
pu d iera cu rarse y y;:¡ se arrepen tia de' haberlo con- bres se burlarán de él )' la s mujeres lo escarnece-
servad o. rán ; y así será toda su vidal
Ahora la se parac i ón seri a insoportable; Ernenek se 'volvió y salió refu nfu ñando a pre·
parar el tr ineo.
Volvió la primavera , la la rga alborada . la breve Cuan d o estuvieron di spuesto s para pa rtir, la vie-
au ro ra, y las estrellas palid ecieron m.ien tra s el cielo. ja salió d el jgl ú lle van do en los bra zos 3 su ni erito.
se aclaró, tiñéndose de u n colo r VIoleta car gado, -Ocu rre q ue le están aso mando los di entes. Pue-
qu e poco a poco se tra nsform ó en rojo p úr p u ra, de n llevarl o; no es necesario que yo vaya.
en rojo sangre, en oro viejo, en oro nuevo, . en y lo cieno era que bajo el ded o investigado r de
luz, en d ía, en rayo y por fin . . . lel. soll Y Asiak, Asiak se man ifestaron dos puntas agudas y me nud as;
sigu ie ndo la ant igu a costum b re, apagó la l ám para, Pau ri asegu ró que o tras pumitas hab rían . de segu ir
arroj 6 el comb ustible y volvi ó a llenarla d e grasa a las pr im eras. y luego una fila .cornpleta de d ien-
fresca y a colocar un pabilo virgen . . tes blanc os y per fectos, capaces de ma sticar carne
El soplo de la vicia q ue resurgía desde . d~baJo crud a. De q ué manera la vieja lo había logrado es
d el horizonte, P U 50 en Iuga . ju nto con las tinieblas cosa que nad ie sabe . Pero sí se sabe fJue rea lmen te
de la noche. el sopor in vern al de los hom bres: sus ocurri ó porque I tti mangn erk, el tra íica n te nóm ade
cu erpos paral izados por el pr olongad o . letargo re - que vió a Ernenek , a Asiak y a Papi.k el veran o si-
clamaban carne, m ientras la sangre les cor ría más guie nte y les ven dió u na vejiga llena de té a cam-

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bi o de algunas pi eles de zorr o, lo contó a algu ien, nera que Pau t i. sa bie ndo q ue les seria n útil es a
que nun ca lo s orprend i ó e n mentiras. sino por ra- Asiak, las h a bía dejad o en el ¡gl ti y sólo llevaba
zo nes de lucro. . puesto u n vestido de p ieles d e pe rro . ga stado v cast
Asiak se a br azó al cue llo de su m adre y le olió desprovistq de pelos. .
el rostro mientras restrega ba su n ar iz contra la de El cielo era plom izo; el vie nto ululaba y las h ela-
la vieja y la inun d aba de lágrimas; Emenek se das rá fa~a ~ h acían di f i ~uh os a la m archa de aquel
p uso a d ar salt os d escomuna les. cuerpo vIeJo y apergam in ad o 'l lle había gaslado d e-
-Tie nes que qu eda rte co n noso tros - di jo Asiak masiadas energías d urante e l inv ier no. No oía otra
en med io d e lágrim as y ri sas- o ¿Qué har íamos si cosa qu e el cr ujido que h acia n sus p ies al cruz ar
n os na cieran otro s h ijos sin d ientes? la .capa de nieve, y por de bajo de ella el estrem ec í-
-No te preocupes. La s Po tencias de los Vie n tos y mie n to.del ma r, de l ma r bu e no y rico, r ico en bue-
de las Ni eves me p rometier on que todos tu s hijos nos y sabras as peces.
tendrá n d ient es, aun cu ando no los m uestr en a l And uvo .h as~ a qu: se c~ b rió ~e sudor , COsa que
p rimer mom ento. O curre que una vieja está can sa- de sde . la mas ne rna infancia ha bl a aprend ido a evi..:
da de -estos largos viajes. Está muy débi l y tiene tar, salvo cua ndo se en contra ba de n tro d el saco de
much o sueño. La pr imavera ya no agita su sa ngre. pieles; y continuó avan zan do con todas las fue rzas
P uesto que parti r en aq uel momento hab rí a sido que.le qu ed a ban para sud a r aú n má s. Se detuvo por
in corr ecto , abrier on u n fard o y volv ier on a entra r fm Jadea n te y bañ ad a, en un a crest a de h ielo qu e se
en el igiú , donde prepararon té, rie ron , charlaron levan taba en medio de' la bla nca lla n ura. Sus ojos
y hur garon los dientecitos de Papik. Ern enek le cansados ya no veían el igl ú.
puso e n la boca ped acitos de carne y un a vez Asiak AlU se sentó y espe ró serenamente a q ue el sudo r
tu vo qu e meterle los de dos en la ga rga n ta para sa- se helara . -
ca rle un trozo de ma siado grande que ame naza ba aho-
garla. Se d ieron a la com ilona hasta qu e Asiak, Al prin cip io, la cam isa de hiel o q ue le ap retaba
ven cida por súbito cansancio, se adormeció. Ern e- cad a vez más el cu erpo fu é dolorosa. Sen tía que se le
n ek conti nu ó comi e nd o solo, ha sta qu e ta m b ié n él congelaba n las carne s, los h u esos, el cerebro. Lu e-
se vió vencido po r el sue ño. go di sminu yó la sens ibilidad , la m ente se le en torpe -
Ent onces Paut i se leva nt ó y salió d el 19i 1i. sile n- ció, así como la circu laci ón d e la s~ ngre , y la vieja
ciosame nte. Los pe rro!i lad raron, pero ella los ca lmó Iu é presa de p ro funda somno le nc ia. Ya no sentía el
con eJ m an go d el. cuc hillo . frío, estab a con tenta y completam ente apa ciguada,
Entre vió la silueta de un oso yue ava nz.a ba sobre
La s rop as interiores, de piel de ga rza, tenían m u- el hi elo, y pensó en la alegria q ue habría tenido
cho valor, ya qu e para un ir ta n tas pie les peque ña s Ern~ nek de ha ber avistado a aque l gr an cazador
se req uer ía un gran número de puntadas; de rna- blanco. El oso se le aproximaba co n preCa ución, con -

60 61
.
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teniendo sus cua troci en tos kil os de hambre, descon - Cu ando el oso se d ecid ió por fin a.. acercárselt
fiado como era de tod o aq uello que se parecier a al Pauti estaba ya tan ater ida, q ue ap ena} ad virt ió el
ho mbre, porq ue el hombre se parecía demasiado caliente aliento de la bestia que le daba en el ros-
al osa. Se mo vía con u na pesadez que er a s610 apa- tr o. .y así fu é cómo, casi sin sent ir d olo r algu n b,
rente ; lle vaba erectas las or ej as, mo v ía viv azme n te pasó a las reg ion es d el sueño eter no y apa cibl e. j
el br ill ant e hocico, y los ojillos vigilan tes en la ca,
bezota triangular; gr uñí a sor damente y exha lab a '
po r la boca ab u ndant e vapor .
Pauti no pu do con tener u na so nrisa al pe nsar que
s610 u na s faccion es humanas bastaban, a 10 menos
por u n mom ento, para mantener a raya a un animar
tan poderoso, y se d ijo q ue en verd ad el oso ten ía
ra z ón en desconfiar ; era segu ro q ue algú n d ía aq uel
oso habría de en cont rarse con Erne nek en el gr an
mar bla nco y el cazad or lo emb au car la con un a bola ',,'
de grasa que ocultab a la muerte y 19 seguir la en
su agon ía hasta pode r dar le fin. Frent e a u n nue vo
¡giú vol verían a levanta rse los viejos gritos de ale- i
gr ta. y Paut i ya veía a Ernen ek de sollar la presa,
a Asiak extraer las vísceras y a Pap ik hundi r su
perfecta hi lera de d ien tes en el h ígado humeante, de
suerte q ue en poco tiempo no queda r ía d el oso sino
las man chas de sangre que salpicarían las brillantes
paredes del i~ { ú , .
La vieja conocía el fu tu ro porque conocía el pasa,
do, y su fam iliaridad con las cosas de la vida le per-
mitía com p render y. por lo tan to, aceptar sin rencor,
la et erna tr aged ia de la naturaleza: es me nester
qu e la carn e perezca para que la carne pueda vivir.
Ella debí a morir a fin de que el oso pudiera vivir
hasta el dí a en qu e Erne nek lo matara para nutrir
a 'Asiak y a Pa pik, carne de su car ne. '
y así ella volverí a (1 sus seres <ju erions.

62 63
••
tOS de madera qu e el océa no de shela do arrojaba a l
las costa s.
Su principal problema era el modo de Jlena.:se l
el vientre, y resolverlo demand aba tod o su ernpeño. Í
Cuando apartaban provisiones de comida q ue se;
had an út iles en períodos de ca restía - desecaban la!
car ne al sol o la sep ult aban e~ hoyos a~iert os _~nl
el hi elo- no 10 hacían con rruras al man an a smo,
porqu e au n con' la mejor voluntad no pod ían con ~
sum ir todo cuanto cazaban. No se preocupaba n DI
de l fut uro ni del pasado, sino tan sólo d el eternol
presen te. Y como do nde aparecía n los .ho m ~)fes la
IV caza no ta rdaba en d esaparecer, se velan SIempre
obligados a emigrar. a ~a mb ia r co n t i n ua me ~ te _de
U N NEGOCIÓN territorio de caza y a h u ir de aq uello qu e mas ano-
raban : la compañía de ot ros ho mbres.
Ernenek y Asiak habrían co n tinuado, pues, mar-
chando in defin idamente de este modo, si I tti mang-
.
nerk el traficante nómad a, no h ubiera pl ant.ad o la
sem ill a de la curiosid ad en sus cora zones. Ittimang-
n erk er a un hlbrido v ba stardo en el alma: mitad
M en las tierras siempre verdes los esqu i-
I E NTR AS
mal es polares languidecía n y morían, en el hi elo
indígena y mitad extra njero. m itad cazad or y mi tad
come r cian te, mitad carne y m itad pescado. La ca-
sua lidad 10 hab ía llevad o, siendo aú n mu y joven , a
per en ne vivían sanos y feli ces. Al negar el in vier no, en con trarse con los hombres blancos, qu ienes le
lev an ta ban sus mi nú sculos igl úes en el océano petr i- hab ían com u nicado sus pasiones y su eterna am bi-
ficado que, gra cias a las aguas de aba jo, era más ción , sin conseguir, empero, ma tar en él al esqu i-
caliente q ue la tierra helad a. En primavera salían ma l, con lo qu e lo hab ían condenado a. vacilar
del letargo. se quitaban las ropas, raspaban la sucie-, co nt inuam ente ent re los dos modos de Vida ; de
d ad d el cuer po y se la comían, se acoplaban con todas man eras era un hom bre infeliz, a quie n nad ie
la ma yor pr omiscu idad. cam b ián dose las m u jeres. amaba y todo s d espreciaban. ,
bai lab an y festej aban e l d ía naci ente, cazaba n la El otoño hab la ya ap agado la descolorid a luz
toca y el oso blan co o emigr aban had a el su r en solar, mientras teñ ía la cim a d el mundo d e u n color
bus ca d e manada s de morsas y de los preciosos res- • gr is ma lva, cuando Ittiman gn erk y su muje r H ai ko
!I

64 65
descu bri eron , en med io de la gran extensión d el sobre su estó mago calie nte,-sin deja r de reír por las
ma r. u n d imi nuto rglú qu e brillaba con el colo r cosqu ill as,
de l ámba r en Ja penu mbra crep uscu la r. Apenas se le hubieron calent ado los pies. I tti-
Al entra r en él enco ntr aron a Ernenek, comple- man gnerk demo stró qu e, si no tení a las costumb res
tamen te desnudo y relu ciente de grasa, recreándose de un .ex tranjcro. tenía por cierto sus ma neras. E n
con ese ma ravilloso muñeco irrompib le qu e era el efecto, no invitó a los d ueños de casa a revisar y
peq ue ño Pa pik: tir á ndolo p or un pie lo arrastra- revolver sus far dos, como lo exigla la costumbre,
ba por ent re las esp in as y la s cabezas de pescado ni se prec ipi t ó sobre la despensa d e la casa, como lo
ro lda s, permit ía la trad ición. Era h ombre ter r iblernen re
Ernenek di ó alegreme n te la b ienven id a a Jos re- avar o de sus pro p ias cosas, de ma ner a q ue no qu e·
cié n ll egad os. les estrech ó las man os y p alpó el ría acepeH regalos pa ra no se n ti rse ob ligado a h a-
vien tre de It tima ngn er k por ver si ' éste estaba bie n cer los. Pero siempre estaba di spu esto a com er ciar ,
nu trido. Asiak interrump ió sus tr abajos domésticos com o h acian los ho m bres b lancos, sus maestros.
pa ra pr epar ar te: to mó 'un pu ñado de ni eve pota- A fuer de gra n hombre d e negocios, no ten ía
bl e y lo puso sobre la lám p ar a. ya que cu alqui er tiem po qu e perd er, de modo ~ u e no se estu vo u n
cosa qu e ee bebi era tení a an tes que de rreti rse; l~e. par de sema nas solazándose antes de expo ner el
go ay udó a los visita ntes a q u itarse la ropa extenor moti vo de S\I visita , sino qu e. d espu és de h aber
y las calzas de p iel, que exam in ó ate n tamen te. sorbi do sólo u nos pocos tazo nes de te, chu pado
No habla nada que reme ndar: era evidente q ue un tr ozo de su propio pescad o h elad o, refer ido los !

los re cién llegados se hab lan de tenid o a nt es de . últ imos chi smes, en med io de gra ndes risos y haber
entrar en el igl ú para cam b iarse la ropa , p ues esta- descabez ad o u n sue ñ ito, mostró sus mercaderías:
ba comp leta mente seca y no presentaba' ni ngún ras- hoj as de té negro. en vuel tas en u na veji ga de ren o,
tro del viaje. H aiko era cosa verd ad eramente digna y u n roll o de mech as.
de verse : mientr as su ma ri do vestía casi como ~ n - ¿Tienen pieles de zorros? - pregu nr ó mirand o
verda dero homb re, ella llevaba suaves zapa tos d e en torno.
pi el d e reno, ca lzas ornad as con colas de armiño, - No es imp osible qu e ha ya algu nos estropajos de
un a chaqueta ent er ament e h echa de d elicadas pi e- pieles de zorro de trás de la lámpara . T oma los
les d e zorro y, en tre las largas trenzas que le caían qu e te h agan falt a. A noso tros nos basta un o p ara I
sob re el pec ho, osten taba cuen tas de vidrio y cintas l im pi a r las vasijas.
de colo res que dejaron estupe fact a a Asi ak, qui en I tt imangnerk exam inó la s pi eles con gran se-
n unca h abía visto n ada parecido a aq uello. ri edad'.
Cu ando I ttim ang ner k manifestó qu e sen tía frlo - Alguien pu ede u tilizar sólo estas sie te. A camb io
en los pie s, Asiak se quitó la chaqueta. se bajó e l de ell as recibirá s un paq u ete de ti, y cu a tro b razas
cin tu ró n y puso las he ladas plantas del hombre de mech a de algod ón de tu nd ra, q ue da mu cho m ás

66 67 I

I
lu z gu e los pa bilos h ech os de mu sg o. Si tu vie ras la s pa redes cir cu lares. astilla nd o el hi elo, h asta . que
p iel es li mp ias. q ue no hu bi era s u sad o rom o estro- el cargador quedó vació .
pajos, n - pod ría dar m ás té y m ás mecha s. C uando el h u mo se h ubo d isipado a trav és de la
Al o í! estas' p alab ras. Ernenek se de shiz o en ri - abertura de! a cúpu la. Ernenek, que h a bía q ued ado
sa~. Cuando estuvo en condicio nes de poder hablar en m udeci do. mos tró un p eq ueño orificio en su
di jo: na lga, d onde se había a lojado u n a ba la que había
- O (u rrc q ue no qu er em os má s té o mecha s, pues· rebotado en la pared . Ahora le tocó a I tt irua ugne rk
to que nos basta Con lo que tenernos. reí rse con so no ras. carcajadas . S" echó d e espald as '
- E r:u o nces le mostrare a lgo <lue qu err ás tene r. sobre el banco. sosteni énd ose los ij ares. m ie ntras
E l ni ma ngner k se ar roj ó de b ru ces al tún el y a l Ha iko y Ern erie k ha cían otro ta n to .
cabo de un ra to volvió agi tan do u n fusil. Era un Sólo Asiak parecía no aplt' ( iar la broma .
viejo M arti ni, resto de div ersas guerras . que, de - Con estos estúpidos jueg o:'! han hecho llorar a
todos m odos. p;na Emenek bie n pod ía se r el ú lt i- P a pi k - tlij o suma men te ir r itad a. L uego. co n el
mo mod elo . pU CH O qu e el esqui m al nu n ca había de do meñique sondeó la herid a de l mar ido. extra jo
visto un arma de fuego . la bala con la p unta del cuch illo de n ieve y ta p ó el
- ·¡Si consigues re unir un n úmero su ficiente de ag ujero, que había com enza do a sa ngrar como co n-
hu en as p ieles. pod rás tener esto ! secuencia de la inte rvenció n qu irúrgi ca. co n acei te
- l b ( o, a de beber o de com er? - p reguntó Asiak. de hfgado de pesca do conde nsado por el fri a .
- Es un fusil, el ar ma d el h om br e b lanco -dijo L a caro ta de Ernenek' no manifestó la menor erno- I
soscgad a mem e lr ti m angnerk- . Con est a arma ha sta ción d ura n te los man ejos de Asia k; cua ndo ésta
un niño peq ueñ ito puede mata r a un oso grande. hubo terminado, Emenek sonr ió. Pero Asiak m iró
Basta a pr etar esta palanquita para q u e cu a lq ui er fijamente a I ttima ngnerk con ojos lla me a n tes, hasta
an imal, y ha sta u n hombre bla nco, caiga de espa l- q ue éste se sintió em barazado.
da s sin hacer objecion es. - Sólo querí a mostrar cómo Iuncio na -dijo, pro·
y como sus con ocimien tos sobre las armas de cura ndo disculparse- o ¿Cóm o pod la sa be r qu e la
fu ego no era n mu ch o m ás profundos qu e los de bala rebot ar ía? Pre cisamente eso de m uest ra la po-
Er ne nek, apretó demasiado el ga ti llo. de ma ne ra ten cia del arma. Ma ra 3. d istan cia cua lquier a nima l
que el arma , di spa rándose, sacud ió todo el iglú y I si la bala no da ames' contra una pa red , I

lo llenó de hum o. Ern enek torn ó en 'su\ man os et Iuxi] y Asiak se


Por un instante todos se m iraron pasmados; Papik apresuró a rodear <J Pa pi k co n sus b razos,
se p uso a chi lla r; luego l u imangner k, p resa del - No tem as - d ij o l ui m an gn e rk - , acu ne que ya
rep entin o fre nesí d e lo, hom bres, hi zo fuego u na y no hay p royectiles ni pod emos obte ne r o tros ha sta I
o ~ ra vez, mie n tras el am biente St;' oscurecía más que vol vamos a ped írselos a l ho mbre blanco.
y más. y las ba las pa sab an sil ba ndo .. lo largo de . ' -":"'- , Q ué cosa qui ere s que te d é por esta arma ?

68 69
'[
-pregu n tó Ernenek excit ad ísimo, mi entras pon ía
u n ojo e n la ho ra del fu sil.
- Mu ch ísir1) tls pi ele s de zor ro que no tiene s. Pe-
I Erne nek camb ió a lgun as r isas co n H a iko, y Asiak 1
co n I tt ima ngnerk. No h ab ía pu es q ue maravill ar- J
se de qu e la solita ri a pa reja del non e d eseara qu e I
ro cu ando ha yas amonton ad o un número suficien- los visita n tes perman ecieran a ún u n ti em po más con l
te pu ed es presen tan te de mi parte en el pu esto de
inte rcambi o y el hombre b la nco te dará un fu sil. II
ellos, para aligera r la mono tonía de la larga noche ]
po lar, co n otro s re latos y o tras risas: pero Inimang-l
- ¿Y cu án tas pieles tengo qu e llevar?
- Cinco veces u n h omb re conta d o hast a el Iinal, I
nerk er a h ombre m uy a tarea d o, de ma nera q u e.]
de spués de ent regarse a un b reve sueño, partió co n,
. '
De sp u és de h aber hech o sus cá lcu los, Ern enek se H aiko, hacien do gala , po r un a vez, de (a cto y buena
l
sintió estremecido por un ca lo frío. P uesto que todas ed uc ac i6n : se march ó sin d eci r pal abra mientras
'las cuentas se h aci an m ed iant e los dedos d e los Ernen ek y Asiak d orm ían. y no sin llevarse con él
pies y de las man os, un h om bre con tado hasta el Jos jam o nes de oso qu e ha b ía en la casa, cier tamen te'
[in al sig nificaba ve in te, la ci fra más alt a qu e los co mo señal de admir ación po r aque l gran cazador:,
esquimales conocía n . Cin co ve ces esa suma era una que era Ernen ek .
ci fr a q ue Ern en ek no lograba siqu iera imaginarse; ¡
pero co mpre nd ía que era elevad ísima. . Mie ntra s tanto. la p lanta de la cu rios idad habla
- T am bién podría lle va r p ie les de reno y de lobo echado ra fees y crecía, y si bi en en un iglú in vern al
-dijo esperanzado, h abía mucho que ha cer entre un sueñ o y o tro - Er·
. n ar y' re pa rar ar mas y co-I
nen ck ten ía q u e co n feccio
- El h om bre bla nco sólo quiere p ie les de zorro.
r Tiene. gustos extraños. pero sabe Jo que quiere. Su rreas y Asiak cuida r de las ropas y del pequeño
r cerebro no es mu)' agu do, pero su cabeza es baso P ap ik- el recl am o de la aventu ra y de los mundos
tante dura. ig notos n o dejaba en p az a la p areja . Ernenek no
Ern en ek y Asia k q ui sieron enter arse de o tros p or- habl aba d e otra cosa que de l gra ndioso fragor d el
menores acerca del homb re ,blanco y de sus rarezas. fu sil, y Asi ak fanta seaba incesan tem ente acerca de
y m ientras Iu im angnerk, que era un gra n conver- la vida que se lleva ría en el pueslO de intercamb io,
sad or, les sa tisfacía el de seo, ello s distrib uían gran- en torno al cu al Itti mangne rk le h abía desper tado,
des ta jadas de carne de f oca hel ada que Jos o tros sin satisfacerla, u na gr an cu ri osid ad . I
una vez concertad os los negocios, acep taba n a hora - El hombre b lan co -<leda Asiak pensa tiva", nr
sin escrú p ul os. T od os mo rdisquearon y tragaron, aprecia el pescado hel ad o ni la ca r ne pasada , sino
eructaron y rie ron ruid osamente entre preguntas y que los echa a perder quem ándolos al fu ego. i
respuest as, y de cuan do e n cuando Asi:ik pegaba L-pero en cambio ti ene m uchos fu sile s - replicaba
sus lab ios a 103 de P apik y le me tía en la b eca la Ernenek sal ier-dc en defensa del he rma no blanco-L.
ca rne m asti cada , q ue el p equeño de voraba ávida - y aun cuando le esforzaras, n u nca serias ca pa z de
ment e no sin ensu ciars e el mentón. imi tar el ruid o qu e hacen. I

70 I 71

I
- Vive en un a eno rme ca sa d e u rad el a l len a de
ca lo r, y sin emba rg o . siem pre tien e Ir io . '
.
las oro visio ncs iban di srru n uv endo rap idene m e y ,~
Asiak em peza ba :1 preocu p arse: '
- Pero tiene más balas, q ue tú sesos, y cada bala - ; Cómo ha re mos este in vier un- I
puede m at ar un oso como si se trat ara de u n a garz a. - Comerem os un poco me no.. qlle de ro-unn bre]
i Es segu ro que no comerá o tr u L053 4 t1 e h ígado y -cre spondta alegremente E r ne ne k, co mo sí luego ,'
le ngua de oso ! llega do el mom en to, fuera ca p az Uf' ajustane el cin~
Cua ndo vo lvió el día a la cima del mu ndo, Er ne - tur ón-c . Pero u na vez qu e renga un Iu ail. recoger é
nek no aserró el hie lo pa ra pescar. no -e p u m a l ta nt o bot ín qu e- fáci lme nte pod remos llegar a ser
a ce cho junto a los aguj eros d e aire d e las focas y de el d oble de gord os de 10 q ue esta mos abora .
las m orsas, y hasta la vista d e los osos qu e se b arn- No era fácil caza r ta ntos zorros . Abundaba en
bolea ban so bre los hi elos lo dej ó indi ferente. Si cambio la ca za m ás d ócil, la foca V la morsa, V un
poco 'más h acia el su r, la vaca m ..ar ina y el ca r ib ú .
a ba ndo nó el O céa no Gl a cial y leva nt ó un a tienda
Pero n ing ún an imal era ta n remiso a d{'jar ~ e cap· ·
d e p iel es e n la tierr a firm e, lo hi zo sólo para tender
turar como el zorro, co n la ex cep ci ón, na ru ra lrne n!
lazos y excavar tram pas entre la veget aci ón ena na
te, de l glo tó n . Una vez el zorro qu e hah ía caíd o en
qu e afloraba tr ab aj osam ente a trav és d el man to in -
la tra mpa huía dej andu e n tre los cli ente s una pata ;
h vernal ; y cua nd o de scubr ía u n zorr o" en libertad
se precipita ba en su seg u im ien to y le lanzab a sus
o tra el emprendedor, el sa ngu ina r io, ~ I pérfid o glo-
tó n, hada di spararse, por pu ra maldad . una hilera
H
t
flecha s de pu nta de piedra. entera de tra m pas tend id as y siem pre lograba esca-
F M ientras tan to, Asia k, co n el n iño a rad o a la pa r incólume, no sin h aberse apode rad o antes del

":1- esp al da, iba con el tr ineo a pro veerse de v íver es e n cebo; y cu ando enc o nt ra ba en la tra mpa algú n
los d epósit os d isemin ados p or"ma r " por tierra, bus-
~,
zorro, 'el glo tó n se d iver ría redu ciéndol o a jiro nes.
caba las di stintas clases de hoj as pa ra hacer té o o se lo llevaba a su cub il co n la tram p a com pleta
j u n ta ba h on gos que, desecad os al sol, cons riru ía n la y sin d eja r n ingún rastr o.
, yesca para el p eder na l. ISi Ernenek h u bie ra pod id o, aunq ue sólo fue ra
1 Du ra nte el vera no, mi en tras cazaba n y cu ida ba n por una vez, echa r e l guante a un gl otón vivo ! En
de las tram pas, ten ía n la costu m bre de ('lo!mir m u y cambio, apenas hab ía logrado ver, a lgu na rara vez,
p o co, pe ro en co m pe nsació n se al im entaban prod í- uno de estos exasperantes anima les, in visib les si n?
g iosa men re . y aque l año má s qu.e nunca : Eme- están en ' mov imiento, dema siado astu tos para rno-
nek p o rqu e corría incansable detr ás de los zorros; o verse en las cercan ía s de los hombres, y aparente-
Asia k porq ue estaba nu evame nte enci nta; Pap ikpor- men te empeñados só lo en maqui na r em pr esas cuyo
q ue estaba crecie nd o ; y los perr os por ninguna úni co fin era enfurecer a la gente.
r az ón parti cul ar. Y si bi en co ns umí an h asta los Con todo, tend iendo más trampa s qu e las que el
úl tim o s re sto s la car ne de lo s zorros cap tu r ad os, glotón co nsegu ía elu d ir, ret irando los zo rros caí dos
,

72
I
I 73

I
e n las tramp as, antes de que pud ieran liberarse de q ue no hab ía modo de hacer camb iar de idea a una
ellas , cariá ndo se la p at a con los d ientes, o a ntes m ujer, fuera d el saro de p ieles. De man era q ue se
de que el glotón pu dier a hace r estr agos, Ernenek rué a cazar y a pescar desganadamente, envu elto
ju n tó sus cien p ieles. Ya estab a harto de la carne d e en el crepúsculo otoñal, mientras . miraba con d es-
zorro. fibrosa y dul zona; hab la ago tado las reservas p recio sus armas blancas.
de víveres y llegado al Ion do d e casi toda la des- Cuando el invierno hubo hecho hu ir parte de
p ensa. Pero podi a agitar las pi eles ant e la nar iz de la caza ha cia el su r y part e debajo de la capa de
Asiak, cada vez que ésta le profeti zaba, con alarma h ielo de l m ar. y cu a ndo po r fin Er nen ek se vió
fem enina, la carestía y la inevitable consunción de l obligado a ponerse el sayo de p iel d e oso, él y su
peq u eñ o P api k, seguid a de la de ella m isrna , y por mujer abandon aron la helada tierra y fueron a cons-
fin de la de Erne n ek. q ue q uedaría solo, aband o- tru ir su m inúsculo 19lú encima de la tibieza del
nado y ro ído por el remordi mien to. agu a. Era ése el perí odo del re poso y de los tran-
A todo esto el sol había desaparecido silenc ios a- q uilos trabajos domésticos, y Asiak esperaba que
men te, como u n hu ésped l¡ien ed u cado y. a tra vés -Ernenek ahogarla en el sueño su ene rg ía.
del helado velo invern al qu e se h aci a cad a vez más Pero los sueños de Ernenek eran agitados y hasta
denso, comenzaban a ap un tar las estrell as. Ernenek, cuando dormía desvariaba en Val alta acerca del
presa de la man ía del progreso, qu ería ponerse en fu sil.
cam ino , sin más trámite, hacia el puesto de inter-
cambi o : pero esta vez Asiak se opuso decididamente: En me dio de la noche Asiak d ijo repe n ti na men-
- Primero tenemos que do rmi r un par ,de meses, te:
po rque un a mujer comien za a sentir sueño después -Así no podemos segu ir. Una mujer casi ni lo -
de un verano mu y laborioso. , gra dormir ni presta atención a su trabajo . Tal
- Si partimos dentro de un par de meses no ll ega- vez todo se arregle si vamos al puesto de inter-
remos al puesto de int ercamb io antes del deshi elo. cambi o.
En aquel la región el ma r se derrite cad a año y sólo · Er ne nek se puso de pie en u n santia mé n, revisó
se p uede llegar all í e n invi erno. febril mente las correas, se precipitó afuera para
- Si en con tramos el mar Iíq uido esperar emos en desent errar el trineo y, presuroso, recubrió con u na
tierra a qu e se hiele de nuevo. capa de hi elo los pa tin es, mientras Asiak p repa rab a
- Está bi en , pero perderemos m uc ho tiem po . los utensi lios de la casa.
- T e nemos tiempo p ara per der. Una vez disipada su som nolenc ia, los perros co-
-Pero a alguien no le gusta perder tiempo - pro· menearon a reñir y el cabeza tuvo que a ta car los
testó Ernenek, con el tono del hombre que tiene rep etidas ve ces, para hacerlos colocar en su puesto .
deberes que cum plir. Permanentemente faméli cos, eran capaces de de vo-
M as Asiak se mant uvo firm e, y Ernenek sabía ra r todos los d ías el equ ivalen te de su p eso en carne

74 7.5
i
o pescado , pero estaban acostumbrados a pasarse" to abundantem ente de amuletos contra las insidia~
sin corui da J ur ante varia s v u elta s d e sol co ns ecu ti- del destin o. Ll evaba n un m ano jo de p elos de ce ne-
vas: cua tro o cinco cuando via jaban 'y u nos diez jo de nieve con tra la mo rd edu ra del hiel o, una coja
d ía s cua ndo re posa ba n . d e comad reja co n tra la torme n ta, un a uña d e os~
Ern en ek degoll ó Jos ú lt imo s cu a tr o cachorro s qu e contra el ra yo. un diente de cari bú contra el h am -
aú n no habían terminado en las fau ces de los pe- br e. una piel d e m art a cont ra los percances, u na
rros de tiro. los red u jo a U OlO~ su ficie nteme nte cola de gIoto n con tra la locura , u na cab eza de zorro
peq ueños para que se los p ud iera comer, ') JI ~ nt: c~· co n tra las celad as: una gavio ta di secad a pa ra te ner
sida d d e cortarlos de nuevo, lo cua l habr ía sido di- íor ur na en la pesca, u na oreja d e re no para tener
fici l un a vez. he lados, y los ca rgó en el trineo co mo oído su til, un poqui to de holl ín para ser fuertes
comid a para los perros. El peq ue ño Pa p ik partici- [p uesto qu e el hollí n resiste h asta el fuego), una
paba de la exci tación general l' también él se ba lan- mosca para ser in vulnerables (puesto q ue es d ifí-
ce ó d e aq uí para allá, como un pato, sob re los cil go lpear a una mosca) y un ojo de foca con tra
pi ececitos separados , m etidos en blancos zaparitos el mal de ojo y contra los var ios esp íri tus hostiles.
de piel de foca joven, ha sta que llegó el mornen- H asta los perros llevaban am ul eto s. Pero el más im -
to d e p art ir . po rta nt e de todos ellos era la piel de armiño que
Ittiman gn erk no habr ía podido d escr ibir el iti- Erne nek lle vaba cdsida en el sayo : asaltado por
nerari o con m ayor p recisi ón : po tencias superiores, Ernenek podría infundirle vida
,•. - Atrav iese n la Bahía de la Foca Bizca, pa sen a y el fer oz a nimalejo se a rr ojar ía co n inconte nib le
., tr a vés de los d os islo tes pun tia gudos llamados Senos violencia contra cualquier cuerpo enem igo, De m a-
del Diablo y luego costee n el litoral bajo que haya ne ra que no ha bía que mal avillarse por el hecho
la derecha. Mantén ganse a alguna d istan cia de esa de que a van zar an sin inconven ientes y con el vien -
costa, po rque los homb res del interior . que tienen to a las espa ldas: viento del lia rt e que du ra nt e to do
la piel roja y son m alí simos, por ser h ijos d el d ía- el invierno casi no cesaba de sop lar .
blo, los mat arán con toda segu ridad si ~e int ernan El intenso frlo con gelaba la capa de grasa ex teri-
e n sus domi nios: conti núe n pues avan zando sobre . dida s?bre l?s r~slros y e~ a lien to se con de nsa ba. f n
el mar hasta llegar a una cad ena de montes altos y pequenos cr istal itos de h ielo en torn o a las n an ~'e s
escarpados. Allí, ten ga n los o jos bi en ab iertos pa ra ya las cejas; cua ndo escupían , la sal iva se congelaba
poder descu brir las desembocadu ras de los ríos. El en medio del ai re y se oía el tic q ue p roducía ¡'a l
p u esto de int ercam bio se encuentra sobre el cu art o caer sobre el hi e lo , Ape nas notaban q ue la punt <l
río, en la segu nda cur va y precisamente en la costa. de la nariz o de los dedo s perdía sensi bil id ad, a m
No puede n eq u ivoca rse. bos sa lta ba n fuer a de l tr ineo y trot aban junto a lél
No po día n equ ivoca rse ni pod ían enco n trar d iíi- hasta volver a calen tarse. Pero Pap ik, e n vuelto e n
cultad alguna en el cam ino, pu es se ha bían proviso el amplio sayo de A< iak y sólida mente atado con.

76
,"
.
..
;-"
tra sus espaldas. go za ba siempre 'la tib ieza del cu er- h aber fijad o el a ncla. el perro cabeza d abe ino pi na. 1
po materno . damenre la seña l d e part ir, Jos de m ás lo o be de cran ¡
Se turnaba n para dormir en ple na carrera; sólo y los amos se veían ob ligados a segui r el tr inco a '
cu an do el tir o de perros daba señales pe cansancio, toda carr era ; o si en el ca mino descu brran h eces de I
Er ne nek ordenaba al cabeza que se de tuviera y oso o de foca se lanz aban sobre ella s, comba tiend o ¡
ec h aba el an cla . ," sal vaj emen te en tre sí pala apro p iá rselas. con riesgo I
Aprovecha ba la parada para descarga r el trineo de volca r el trineo. En aquellas ocasiones no habla
y d ar nueva capa d e h ielo a los pa tin es, o bien p ara b aston azos qu e los ca lmaran. l'
pescar. Era imp osible llevar p rov isiones suficientes En in viern o, el, cielo, barr ido por el hel ad o bó-
para tantas bo cas en u n viaj e tan largo. de m anera reas, se presentaba cas¡ siempre ter so , y baj o su I
que ren tan q ue pr ocu rarse la comida en, el camino, bóveda rel uciente. en la q ue respl and ecía sobera na I
lo cual no era fácil en invie rno. S610 en la proximí- y central la Estrella Polar, el a ire olía a ozono. El
da d de los promon tor ios y en torno a los icebergs, ] it or~ l , qu e los vi aj eros no deb ían perder n u nca I
la costra helada era u n poco menos espesa y Jo su- de VI sta, se pre senta ba aho ra ní tida me nt e recortad o
fici entemente del gad a para poder cor tarla con la en el cielo fulgurante. y la tierra firme y las islas
sierr a; luego era n necesarios much a paciencia y proyect aban som bras d e un azu l in te nso sobre e l
u n gra n cla ro de lun a par3 poder tr aspasa r alguna naca rad o p ai saj e esp ectral.
truch a color d e sangre o algú n salmó n colo r de sol. De vez en cuando se ola CÓ mo el hielo tembl aba
í Los perros se aovillaban donde se de tenía n y al o se hend ía por los m ovimien tos del ma r su byacen.
.'l'
, po co t iem po no form aban sino un cúmulo de pieles te: y ento nc es Er nenek estaba a lerta pa ra d ete ne r I
cu bierto de esca rcha, de suer te qu~ p ar,a volver a el tr ineo. Si las gr ie tas. en las cuales se o ía el gor- I
.•, p one rlos en movim ie n to era menester repartir les go teo del agu a. era n ango sta s, el ti ro d e p err os las I
palos y golpes en p rofu sión. De cuando en cua ndo.
al d espert arlos. Ern en ek desmenuzaba con el hacha
p asaba d e un sa lto .y el trin eo, delib erad amen te
largo, lo seguía sin dificultad; pero si aq uellas gr ie- ,
I
un po co de car ne o de pescado helado que los pe·
r ros cogla n a l vue lo y tragaban. sin masticar los
tas er an dem asi ado an chas, h ab ía qu e costea rlas, a
veces por trechos la rgu tsimos, antes de p oder segu ir
I
hu esos o las esp in as; pero para e vit ar q ue se hicieran la r u ta.
perezosos, Erne nek n un ca los al imen ta ba h ast a sa- Cuando se desencad en aba una d e las r ar as toro
ci ar los y. en .eíecto , siempre tira ba n de l trin eo con
I
I m entas inver nal es qu e lle nab an el a ire de nevisca,
gran volu ntad .y con las colas en alto. Estaban lle-
nos de viv acid ad y pron tos tamo a juga r alg u na I que barrían el techo del mundo de todo lo qu e se I
m ov iera y de bu en a parte d e lo q ue ro o se m ov ía,
mala pasada como a de vora r cualquier cosa q ue j' Asiak y E r nenek se det en ían y a toda pr isa cons-
pudiera comerse. Algu na s veces cuando, habie ndo j tr u ían un reparo sóli da me n te er ig id o en medi o del
deteni do el tri neo, Ernenek y Asiak se al ej ab an sin h ielo. E n el in ter-ior riel ielú,
, se n tados en el sotá
I
78
I
79
,
de nie ve y al calo r de la llama y de sus propios cuer- ma terial más raro y precioso->, y todo Iastuosa me n-
po s, chu p aba n pescad o helado, m ordisq uea ba':l un te ilu minado por una lá mp ara de petróleo.
pu ña do de nieve y ~e me tían .en los sacos de p ieles; ¡Y q ué cantidad de gente se amontonaba en
bien pront o el mugido amorugu.ado de la ~orm e n ta aquel puesto l [Exac tamen te un hom bre contad o
q u e arre cia ba af uera y el zumbido del ocea no q u e hasta el Iinal ., ju sto veinte, como hu bo de estable-
se ag itaba por deba jo les arrull aba el sue ño . cer Asiak de spués de un cuidados o calcul o, sin
Asiak er a siemp re la pr imera en despert arse en conta r siquiera los niñ os sen ta dos en las fald as
med io de la densa nieb la q ue se formaba despu~s de . la s muj eres, las cuales form aban alreded or d e
q ue la lá mpara se apagaba'. Pr epa raba ~ I té Sin un tercio de aqu ella mu lt itu d l IY su lenguaje l f as-
a ba nd on ar e l lecho. luego ret ira ba los vestidos. y los cin ador, puesto que en su mayor parte era Incom -
zapatos del secadero y se pon ía a abla ndarlos. prensib le. penetrado, como estab a, por vocabl os
A ntes q ue el té se congelara se de spert aba Er- ext ra njeros. Muchos homb res sonriero n con mues-
ne nek . tr as de ad mirac ión a Asiak, la cua l les devolvió la
sonrisa, riendo embarazada mien tras se le enrojec ía
A medida qu e se alejaba n del nor te, aume nta ba el rostro.
I el calor y la nieve y poco antes de llegar al pues to
I Luego, saliendo .de la par ed divisori a, apa reció

, d e inter cambio Ernenek se desnud ó ha sta la cin tu ra el hombre blanco. Era no tab le por su figu ra alta y
"
.,¡
y d u rante d os vueltas de luna perm aneció con el
to rso desnudo a causa del inso portable calor de
delgada, el en orme tamaño de las manos. la s rop as
nad a pr ácticas y la ba rba roj iza q ue le cub ría el
~¡ u nos pocos grados bajo cero. .
Se q uedaron admira ndo largamente y a d istancia
. rost ro, largo y severo. Los esquimales tenía n la cos-
tumbre de arrancarse su ya escaso bozo, pa ra evitar
¡ la casa d el homb re blan co antes de llegarse hasta que en él se acumulara el hielo: sólo mu y pocos d e
'J ella . l ttirnangnerk no había exagerado. ¡Qué gran- ent r e ellos se dejab an crece r un os ralos bi got es.
I,
d eza I¡Qué he rmosura! j Qué imponente. era . su as- - Una ridícula mujer se lo esperaba blan co como
i. pecto y qué in teresan te d eb ía de ser su inter íor l
Er3 u na ba rrac a comp uesta de u na sola habita-
la nieve - susurró -Asiak dccepcio na da - después d e
haber oído hablar tanto del hombre blanco. Es
I,
c rón de alrededor de vei nt e metros de largo. hecha más oscuro que nosotros, cuando nos raspamos el
I, de troncas de ár boles ennegrecidos por el h u mo y holl ín y la suciedad de la cara .
'1 provista d e dos veruani tas lle nas de holl ín . Contra - O cu rr e -dijo Ernenek al ho mb re bl anco, igno-
las paredes más larga, se di spon ían dos filas dobles rando la char la de su mujer y entrand o de llen o
d e catres, un a sobre la ot ra : había u n mostrador, en los negocio's- 'q ue alguien enviado por I ttirnan-
cajas y estantes, una pequeña pared di visori a, un a gn er k h a tra ído unas pocas pi eles de zorro de n in-
estu fa Y, como si tod o eso no bas tara , una mesa y gú n , valor.
sillas parejas hechas emera me nt e de madera - el Y se quedó agua rd and o, lleno de expectación.

80 81
El ho mb re hlanco no dió se ñales de h aber com .
1
I examin ó las pi eles una po r u n a con el ceño frun-
' He n d id o , pel o gr itó:
-¡ U nd ik l
, cido. Por ú ltimo, d ijo algo a Undi k en to no ~ave.
- D ice qu e no son exa cta me n te las p ieles que
y enton ces u n esq uim al d e pelo b la nco, con e\ I qu eria -traduj o Undi k-; pero así y tod o te dará
rosrro sun ado de in nu me ra b les arrugas y con u n un fu sil.
I
p a r d e b igot es entecos qu e le ca ían perpend icular-
men te sob re el ment ón, se acer có bala nceándose
co mo un oso sob re sus arq u ead as pi er na s. L levaba
I trador r
Entonces el esqu ima l desap a reci ó detr ás del mos-
volvi ó con un a venerab le escope ta, abuela
del fu si que It tima ngn erk h ab ia exhi bi do con tanto
zap:ll oc; y ca lzas indígenas. pero u na chaqu e ta de éxi to en el igl«, y se la di ó a Ern en ek.
(Orle c'X ó , iro puc5la sobre u na cami sa d e la na.
I - Si q u ieres proyectile s ten d rás qu e. tr aer otras
·- ¿Q ué q ui eren? -pregu nt ó Undi k- . El h ombre p ieles. El fusil sólo cont iene' un a ba ja pa ra que te
b la nco na ent iende la lengu a d e los hom bres. asegu res d e que fu nciona. Pero deb es probarlo
Er ne ne k y Asia k cam b iaro n u n a mirad a y es ta lla afu era.
r o n e n clam orosas r isas. Al cabo d e un in st ante e\ Er nen ek lo torn ó con temb lorosas m ano s, abrió
h om bre bla nco golpeó con el p ie en el m ela , "] de p ar en p ar la pu ert a, d ispa ró un tiro en la noche
ll n d ik dij o impacien te: . y se volvió rad ia nte, rodeado p or u n a n ube de
- -¿Qu é qu ieren? D ice q ue nom braron a lt ti m an - humo.
gne rk. -H ace aú n má s ru id o qu e el o tro - dij o Ernenek
Erne nek refrenó su alegría y rep itió tod o cuan to y Ju ego, d irigiéndose a Und ik , agregó- : Dile al
hahla di cho a l hom bre bla nco. ho mbre bl a nco que si tiene ganas de reir Co n la
-¿ Q u ieres un fusil? - p regu n tó U nd ik. m u jer d e a lguie n pu ede h acer lo sin más.
- No , no - gr itó Ernen ek p on iéndos e encarnado- . y así d icien do m iró a Asiak , 'Iue bajó Jos ojos y
¿Cómo p ued e prete nders e un fusil a camb io d e unas se sonrojó.
pocas pieles de zorr o enco n trad as po r p u ra casu a -No, no - di jo U ndi k- a est e h ombre blanco no
Iid ad ? le gust a re ír con las m uj er es de los hom br es ni
- ;'\1u éstramelas, pe rm itirá qu e tu m uj er ría con ot ro s en esta casa.
- T e ru ego qu e no in sistas. ' Me a ver gon zar é de R ecu érd alo.
mo stra r esas pi eles ti u n ho m bre blan co. ¿Q u é pe no Erne nek y Asiak se m iraron confusos y p rofun -
sar fa de no so tr os? Son po cas y m al as, d am ente monificados; U ndi k agr egó en to rro con-
e-Desp ach a. Erne nek. al hombre ,bb nco no le- ciliador :
gu sta la char la. - P uede n descan sar aq u í. SI están fat igados.
T od os los circu nstan tes rod earon a Ernenek cu an - Estaban cansados, pero no d eseab an dormir. H a-
do éste, por últ imo, se d ejó pe rsua d ir y se p u so a bía demasiad as cosas int eresantes que ver en aquel
d eshacer sus fardos e n el su elo. El hombre. bla nco lu gar fabuloso y no querían p erder n i un a so la.

82 83
Hasta el pequeño Papik era todo ojos y oídos, pero rella, m ientras todos los circunstantes estallaban en
se mostraba huraño y despavorido al ver t a n t a ge n- risas -«. Se llama agua de fuego; no tiene buen sabor
te reunida, de manera que no se separaba de las p ero te mantiene caliente y alegre.
calz as de su madre . - Mi mujer d ice que soy siempre demasiado ale-
gre y ya estoy estallando de calor sin esa agua de
Los hombres del puesto de in ter cambio comían fu ego.
extraños alimentos calientes que extraían de cajas y así diciendo, Ernenek comenzó a desnudarse.
de metal y bebían té hirviendo . No s610 su modo Pero Undik lo cogió de un brazo.
de comer y de beber sino todo cuanto tenían , - El hombre blanco no ql1'ere ver gente desnuda .
hacían y decían era extraño. Usaban cu ch illos de Ernenek echó una mirada en torno. Al principio
metal muy brillante que cortaban la carne como si no l o había advertido, pero lo cierto era que allí
fu ese grasa de foca, 10 cual era evidentemente venta- todos estaban vestidos, aunqu e en la habitación
jaso; pero todas las costumbres que habían tomado hada tanto calor que casi no se podía respi rar.
del hombr e b lanco, como 105 juegos de dados y de En el su r, donde en vc ta no el gran desh ielo im-
~ cartas, eran incomprensibles, y su objeto no parecía ped ía los movimientos de los trineos, el invierno era
~;
n ada claro a la ingenua pareja del norte, aunque l a estación reservada para 'v iajes y visitas, de mane-
to dos se esforzaban por ilustrarla. así-como por ex - ra que los cazadores, los trafi cantes y sus mu jeres,
p licarle los principios del comercio, esto es, q ué cosa q uerien do aprovechar ei hecho de hallarse en el
f era una venta, u n trueque, u n buen negocio.
A lg u nos estaban bebiendo un líquido ambar ino
p uesto de intercam b io. continuaron alborotando,
juga ndo ' y comiendo, hasta que el h omb re blanco
re de una botella de vidrio, y co me aque lla era la se re tiró detrás de la pareo divisoria y Und ik a nun-
prim era vez que 'Et- nenek veía vidr io, tocó una de
,..
..

las botellas, cuyo dueño le preguntó:


ció que ya era hora de apagar la luz.
I n vit aro n a Ernenek y a Asiak a probar los ca -
-¿Quieres un poco? . tr es. Asiak aceptó pero Ernenek, temiendo algún

I Si Ernene k se h ubiera limitado a probar u n po..


qu ito de aquella bebida en luga r de beberse un
eno rme trago, el efecto habría sido menos d esastre-
so. Pero entonces aquel hombre no habría sido
nu evo percance, prefirió extenderse sobre el suelo
con los que se había n ,quedado sin cama. En la
oscuridad n o se veían sino las re nd ijas d e la estu fa
encendida. Algunos .hcu ib res charlaba n todavía un
Er neuek. Pod ía tragarse espinas de pescado sin q ue poco antes de unirse al coro de los que ya ron-
le produjeran daño alguno; pero el trago que tomó ca ba n .
de aq ue lla botella le bajó por la garganta como A fuera sopl aba el bóreas y la barraca cr u jía con
un arpon azo. Tosió y escupió mientras se le ponía todo su maderamen.
la cara morada y los ojos se le llenaban de lágri mas.
- Y;¡ t e acostumbra rás -di jo el due ño de la bo- Asiak no conseguía conciliar el sueño . El calo r

84 I 85
I

1,
era sofoc a nte, el t ufo de pe tról eo, d e tabaco y de est ú pi do o Joco. Si es estú pido, no está bien qu e nos
cocina apes taba el aire. La. cabeza le daba vu eltas ap rove che mos d e él; si es Joco, nos conviene alejar-
por tod o lo qu e hab ía visto. Apre tó a Pa pik contri nos de aqu ¡ lo má s pronto pos ibl e. porqu e la locura
su pecho y lo hus-meó, sint ié ndos e extra ña en un es contagiosa . T enemos q ue a ban donar este pue sto
mundo ext ra ñ o. y no vol ver ya nu nca más a él.
- Er nenek - llamó súb itamente-e, ¿t:;s tás d espierto? - Pe ro a lgu ien tiene q ue volver a traer las pieles
- Si -resp o ndi ó Ernenek desde el suel o. pa ra recibir las ba las .
- Aquí h ay algo qu e no . anda bien. , , En el ínteri n algu ien h abía cesado de ronca r y
I
- ¿Qué? se solazab a- escuchan do la con versació n.
I
-Co nside ra al hombre bla nco. ¿Por q ué " se des- - En este caso -dijo Asiak re suelt ament e, mien-
p ren de d e tod os esos objetos p rec iosos a camb io de tra s sa ltaba de l cat re -s, tú pod rás veni r a b uscar tus
simples p ieles de zorr o que se ec ha n a perder f ácil- bala s y una m uj er se irá a b uscar a o tro hombre.
men te ? ¿Po r q ué ignora q ue u n ¡glú S6 construye y H ay más h om bres qu e mujere s.
se cal ien ta m ás rá pidam ente q u e un a casa gr ande E.n la oscu r.idad tr opezó con u n m ueb le y pisó la
como ésta? T iene que camina r p ara encon tra r cual- n arrz d e ~ lgu le.n . Eso no podía ocu rr ir en Un igl ú,
qu ier obje to que necesit e en lugar d e al argar sen- pe nsó Asiak mientra s buscaba su ropa exterior. La
cill a me n te u n brazo en la oscuridad. r y a lguien ha en co~ tró, no sin di ficu lt ad es, se la puso y cargó a
nota do q ue a veces no encuen tra lo que busca a su hIJO so bre las espa ldas. T antean do se llegó hasta
pesar de haber tanta luz . T end rá una gra n can tidad I ~ , p uert a ; a l a brirl a dej ó ent ra r una rá{agJ de
de fu siles, pe ro es mu y d udoso que sirvan para VI ento he lad o y por fi n anu nció :
cazar, porque de otro modo, ¿po r q ué come esas - O curre qu e u na mu jer d e ningún valor está
cosas hediondas q ue pone en recipi en tes de hierro? b.usc~ndose u n nuevo m or-ido, un o que ~ e pa preso
¿Y por qué bebe agu a de fuego. que quema la gar- . cind ir de l. ~ ombr e b lan co. E~a mu je r es estúp ida.
ga n ta y se la hace be ber a los demás? ¿Por qué no to r P7 y vlep, pero a veces nene ta nta suerte q ue
permi te que nos desnude mos cuando hace dern asia - co nsigu e de soll ar animales, curtir las pieles, coser
do ca lor ? ¿Y po r q ué · no so nríe nunca ? ¿Y por qué con puntadas d iminutas y pre parar su t iles aguj as:
no le gus ta reí r con las m uj er es de los hombres y ad emás sabe ha cer o tras cosas pa ra q ue un h ombre
ha sta pro h ibe a los o tros que se r ían con ellas? . se .sien ta a gusto. Pe ro él tien e qu e ser u n bue n
-¿ Q ué q uieres decir con tod a esa cha r la? -gritó caz ador, porq ue la muj er en cuest ión tie ne un hij o
Ernene k con to lla irr ita do, para demostrar su auto- so b re sus esp ald as y o tro en el vien tre.
rid ad->. [Qu é mujer q ue hace bu llar H ab iendo di ch o estas pa labras se re tiró y sa lió
- Sí, pe rd ona a u na muj er descarada el Que se a la noche sin p reocuparse de cerrar la p u erta,
a treva J habl ar en presen cia de tantos hombres Una lámpara de estea t ita qu e Ernen ek dió a los
m ag nífi cos. p ero el homb're bl anco d ebe de ser o padres de Asiak ha b ía bastado p ara sella r su un ión

86 87
-r-
oC -
y una lámpa ra de esteatit a e n la cabeza d el marido mado, se lanzó sobre su riva l co n los puños en alt o.
pod ía ba star para ro m p erl a . . . para romper la ca- El otro bajó el fusil" guisa de lanza, lo apoyó
beza, la lámpa ra o la un ió n . con tra el p echo de Ernen ek e hizo fueg o.
El valor de aquella ar ma de fuego cons istía, más
En m edio de la noch e si n estrellas, Asiak en con- que en ningu na ot ra cosa, en la corti na de h um o
tró co n d ifi cu lt ad su tiro de p erros entre los num e- qu e prod ucí a. Cu an do e l viento la hub o disipado,
ro sos cum u la s de nie ve. D obl ándose bajo la fuerza se vi ó a Ernen ek exte ndido sobre la nieve, mientr as
d el viento, come nzó a prepa rar el trineo. el otro, do blado en d os, Sé' oprim ía el vientre dol o-
Prov en ien te de la ba rraca, un hombre se acercó rido por el con tragolpe del fusil.
en la osc urid ad. As iak leva nt ó del suelo el arma que el homb re
:1
, - N ecesito una muj er -gritó el ho mbre con tra el h abía dejado caer, la aferró por el cañó n y una y
1. vie n to-o Desde que la m ía fu é tr agad a p o r los ot r a vez la d escargó sobre la cabeza de l extraño
hi elos d el invier no pasado sé qu e un a mu jer es casi h asta que la culat a voló hecha pedazos y el homb re
tan necesaria com o un tiro de p erros. No me impor- se alejó gimoteando.
ta no volver a l pue:;to de inte rcambio. Entonces se arrodilló ju n to a su mar ido .
- ¿Eres u n bu en ca zado r? - p regu ntó Asiak, pro- Un haz de luz llega ba desde la barraca y todos
curando penetrar las tin iebla s. La silu eta de l hom- los perros, despert ados por el disparo, ladraban ,
bre re velaba que éste no era g ra n cosa-o ¿Y tienes gruñían y a ullab an , m ientras el hombre blan co,
tod avía to dos los dien tes? segu ido por los esq ui m ales, se acercaba maldiciendo,
"o;
El h o mbre sonrió. con una lin tern a en la m an o .
-Soy u n cazador tan bravo que no sólo ten.g o El fuego del fusil había q uemado la cha q ueta de
un fusil - y así diciendo lo bl an di ó frente a los ojos Ernenek y la bala se le habí a alojado junto a la
d e Asiak-, sin o también muchísimos proyectiles. clavícula . Esta vez se estrem eció y gim ió cuan do
Ad emás ten go todos los d ie n tes menos dos. Asiak le sond eó la herid a con la pun ta de l cuchillo.
Otra persona se estab a acerc ando. Asiak, que re- -Puesto qu e tod avía p uedes move r el bra zo, n o
conoció la mole m aciza de E rne nek y su p aso bam' es necesario ex traerla -d ijo Asia k- . Por lo me nos a
bolean te, d ij o al extraño, lev ant and o la voz: partir de' este momento, ten drás siemp re contigo
-Me iré contigo si te apre su ra s. una bala.
Ernenek ya estaba junto a ellos. Ernenek se puso e n p ie, vacilando ligeramen te y
- Ve te d e aquí, hombre - gruñ ó. m uy embarazado.
-¿N o h as oído lo que d ij o -esta mujer? T ú eres - Q ue alguien va ya a buscar su ro pa exterior y
q u ien debe salir de aq uí. su cuchillo -dijo Asiak .
Erne nek, q ue no hab ía logrado enco ntra r su cu- -¿~or qué? - preg u ntó Ernenek.
chillo en la oscuridad de la barraca y esta ba desar- -Porque nos vamos.

88 89

-Pero yo soy Ernenek. no soy el hombre con - En ef ecto , rué un gran negocio -di jo Asia k sin
qu ien qu edas marcha rte. ni ngún sarcasmo.
Asiak se en cogi ó de h om bros. ' Lo s pe rros vo lvieron a po nerse en mar cha con
- Pues ése se escapó y ta n to vale un o como o tro. todo brío, ba jo el estímul o de l láti go, y se ab rieron
Del corrillo de los pr esen tes se levantaron voces en abanico g imiendo y lad rand o d etrás de las nu -
de alegria y ri sas. cua ndo vieron a la peq u eñ a íam i- becillas de va po r blan co q ue sa lían de sus bocas.
lia encaramada .en el tr in eo. Y h asta el homb re M ulti tu des de n u bes heladas y som br ías corría n
bl anco n o pudo ocult ar un a sonri sa. p or el cielo emp~jada s por el bóreas y p ro venie nt es
El viejo Undik palmeó la espalda de Ernenek y d~ la .region hacia la cual se di rigí a el trin eo, re-
le d ijo: glón do nde ho m bres y anima les come n carne cruda
-V ue lve a tu país, hom bre, y q u édat e alli. y se calie n tan en el h ielo : el tech o el e la tier ra la
Luego to do s se retir aron para permi tir q ue el tri - cima de l mun do . '
neo se pus iera en m archa. . .
No h abía n reco rrido m ucho cam in o cuando Er -
nen ek det uvo bruscamen te a los perros.
- O cu rr e que a lgui en se ha olvid ado un Iusi l,
- No, Ernen ek, como Iu í.tan estúpid a d e romper
el fus il de aq u el hombre. le -di je a Un dik q ue le
di era el tu yo . Perú si tengo que vo lver a comer
car ne d e zorr o du rante tod o el veran o , para q ue tú
pued as tene r o tro fusil, sera mej or q ue vu el vas en
segu id a y lo recobres.
Er ne nek se q ued ó un instant e pensati vo y luego
meneo la cabeza.
- El fusil no vale nada.
-U na mu jer ign orante ya lo hab ía comprendido
así desde mu ch o tiem po at rás. ~hora po ngamos un,
poco de cam ino ent re no sotros y el pu esto de in ter-
camb io . L uego nos deten dremos pa ra construir un
¡gIú. Dormimos poco este invierno.
- En tregamos las pieles y no nos nevamos el fu-
sil : verda deramen te un buen nego cio -excl amó Er-
nenek sarcasticamen te.

90 91
,
d a qu e ll evaban had a m u y incó moda la gravide z e
imposible la cri a nza de una pro le numerosa ; pero
cu a nd o Papi k cump lió do s añ os, Asia k se vi6 obli-
ga d a a d este ta rlo, p orq ue el p eq ueño esta ba tan
áv ido d e carne q ue la herí a co n sus ag ud os die n-
tecitos.
y 'u n año de sp ués de h aber deste tado a P a pik,
Asia k d ió a luz u na n iñ a a la q ue llamó l va l ú.
T amb i én la regió n sacra d e Iv al ú p re senta ba la
v mogóli ca m an ch a azul q ue en Pa p ik ha b ía ya cas i
de sapareci do, porqu e el n iño h abía crec ido y se
EL HO MBRE BLA :\CO E" L A había hecho u n verd adero ho mb re cito , fuert e y
T IERRA BLA:\ CA b ien plantado, q ue prome tía co nver ti rse algú n dí a
en un va le roso ca zador. Y no pod ía ser de ot ro mo-
do : porq ue lleva ba el p ro pio cordó n u m bili cal dese-
cado en la cha q ue ta , porq ue al cu m p li r un añ o le
hab ía n o bligado a comer un a ca beza de perro pa r a
que su propia cabeza adq uir iera el vigor de la del
an imal 'y porque llevaba suje to alrededo r de la mu o
ñeca un pene de foca q ue harí a de él un bu en caza-
EL con tacto que E rnen ek y Asia k tu viero n con
el h om b re b la nco ha bía sido ta n breve qu e a veces
do r de focas, m ientras los tr ocitos de p iel de oso
cosidos a la s mangas garant iza ban q ue con el tiempo
se pregu nta ban si no era tan sólo u n fr uto de su sería un h áb il cazador de osos.
im ag inació n . Sin embar go. no pe nsaba n mu cho en , y P apik b ien p ro n to hab ría necesitado d e todos
él - tod avía no-s empeñad os como se hall ab an en los amuletos que p ud iera llev ar, po rq u e u n n uevo
sus a ctivida des cot id ia nas : Ern e nek caza n do y pes- p eligro comenzaba a au ment a r los obs tácu los n atu -
ca ndo. Asia k co n la casa y el cu ida do de la fa mi lia . ral es de la región árt ica.
R eco rd an do q ue su ma dr e le h ab ía d ich o qu e El n ue vo pelig ro era el ho m bre b lan co .
la lacta nci a, a l inter r u mp ir la men str ua ción. podía Cu ando I val ú' cumplió cua tro a ños, u n grupo de
de jar a u na m uje r prolo ngadam erue est éril "desp ués ex p lorado res ava nzó ta n to e n la reg ió n d el círcu lo
de un p a rt o, Asiak ha bría qu erido co nt in uar ama- p ola r qu e Ern en ek y Asia k, a l avistar el campa·
man tan do a su h ijo a ú n por mu chos años, co mo ha- m ento' en la a u ro ra borea l, no p ud ier o n resisti r la
cía n otras m u jeres q ue había co n oci do, ya que la vi- tent ación
, de visi tarl o.
l .a e xped ició n esta ba (om p uesta de oc ho horn-

92 93
T
b res bla ncos y de esq u im ales más nu merosos que
u n hom bre con ta do h asta el fina l: aú n más impre:
II de Jos expl orado res, recibió sob re los d edos ta l baso
ton azo que Iu é a pa rar roda nd o a u n r incón; pero
cu a ndo lu ego le ofrecieron agu a de fu ego, se con-
sio name er a el nú me ro de tri ne os y de perr os: d ie-
I venci ó de q ue aq uellos hombres era n d ecidid am e nt e
cinueve tri neos )' u na verda de ra mu lt itu d d e perros.
Lo s esquimal es pro ven ían de leja n as t:ribus mer i- h ost iles, por lo que re solvió marc harse.
d ion ales, CU ,"'3 S costu m bres eran muy di ferentes d e Si lo hu bi er a he cho. ha bría sid o mejo r.
la s d e los h;rri bres pol ares': hadan her vir la ca r ne, P ero As iak estaba cansada, el cielo a menaz ab a con
co mí an m uchos alimen tos del homb re blanco y un a tormenta y el vien to se en íu rec¡a : po r eso d e-
pra cti caban mu chos d e sus u sos. t er m in aro n cons tr u ir u n igl ú y h acer provisión d e
Los ex pl or ad ores creían que aquc:llo s in d í ge? ~s su eño an tes de ponerse en ma rch a .
eran capaces d e guiarlos con segundad y penoa
a través de las zonas heladas , pero ése no era el · Ernenek Iu é de sper tado por Asiak, qu e le an u n-
p arecer de Er nenek , Según él, los esq ui ma les mer i- ciaba jubil osamente:
d ionales no sab ían mucho más q ue el bombre b lan- - T ene mos visita s.
ca , lo cual era mu)' po co.; y a veces h asta sab ían U no de los explora d ores, un hombrecill o enclen -
a ún menos. que, de h o m bros caí d os; de cara a zul ada ''':0 0 u na
Los extra njer os llevab an consigo, de sde .el h~gar nari z mu y roja y gra nd es o reja s ca rgadas d e sab a ño-
de qu e p artí an , toda la com ida y ~ l com bu stib le n es, se en contraba e n el ~g l ú . Ernen ek , sint ié nd ose
nec esarios para el via je. Por el cammo levan tab an .m u y h onr ado, lo sa lu dó mostrando la má s gen ero sa
t ie ndas q lle e! vie nto se llevaba o gra ndes casas de d e su s son ris as.
nie ve q u e intentaban ca len tar co n estu fas d ~ car- El visitan te se sen tó en el ba nco de n ieve y miró
bón , cosa qu e no co nseguí an , a causa d e las dl~en­ en torn o co n evide nte curiosid ad . Pero cu a ndo se
sie nes de Ios amb ientes. Además, ten ía n n ece sidad d ió cuent a de q ue se h ab ía sent ado sob re e l esti ér-
de much ísimos trineos para tra nsportar el carb ón col de los cachorros mostr ó gr an fasti dio. Asiak 10
t
t y de ot ro s t rineos pa ra la s estu fas; luego n ecesita- lim p ió con un a p iel d e arm iño y d ijo al eg remen te:
I ba n t rin eos su plemen ta rios pa ra tr an sport ar la co- - No es más q u e esti ércol.
mida de los pern?s que ti r ~ b an de los tri ne?s ,d el Pero aqu el h o m bre a nd uv o bu... cando co n gT an
carb ón y d e las estufa s. Por lo ta nto n ecesitab an ga zmoñería un lugar li mp io a nt es de sen tarse ; Iue-
" o tro s esq uim ales q ue cu ida ran de esos perros y d~ go sacó un cuader n ill o y un lá p iz y co m en zó a
i'. esos trineos, y los tales esq u im ales, a su vez, n ecesi- emborronar u na p ágin a.
ta b an com id a )' combus tible. d e suerte que todo D e cua ndo en cu an do cogía co n la mano alg ú n
aq ue llo se conver tia en -u n circule vicioso sin re- u tensill o y luego traza ba lí nea s so bre el cu ader no ,
, m ed io. . m ientras Jos niñ os lo mi ra ban co n ojos p asm ad os.
Cu nnd c Er n ene k se pliSO a h l ~ rga r en las cajas )o rsgano o por encima del ho mbro del visita nte,

94
Ern en ek y Asiak vier o n qu e h acía u nos esbozos de l -Algu nos qu ie re n y o tros , no . A\í me lo han
ígtú y de l odo cuan to és te con te n ía . M ie ntra s tan to , in form ado olr:., 'm uje res. quie nes me ha n contado
la expresión de ma lestar no desaparecía de l rostr o que a ;.¡ lgulIos . hmn bres hla nros les gll st;¡ mu cho
d el h om bre. reír ro n las muj eres de lo- ho mb res y que- luego
C uando Ernenek le ofr eció hígado putrefacto . les ha cen hermosos )".e g al ll ~ . Y l;md.li 2n J los mar idos.
vo lvi ó la ca beza de gol p e como si le hu bieran pre· - ·'T:ll Ve? sea e-olo q ue qui ere -eextlam ó Ei ne nek
se n tad o de sechos. y lo m ismo h izo cua ndo Asiak le mi entras , 1<1 sonrisa le vol - 13 :1 lo, lab ios-.. Ponte
pu so bajo la na riz un buen ped azo de méd ula hermosa.
ran cia, q ue contaba m as d e un añ o y que estaba R iend o¡ Asiak ~l' ~ (l l l l'l el jl(, !Il. ~r h'v an t ú la, man .
llena d e gu sanos, fineza con la q u e cua lq u iera se aa s y h u ndi ó Ja, I1I <0 1OS en 1:1 1 ina ja Ut' h ori na :
h ubi e ru reg abdo. El buen hu mor de E rne ne k co- luego se- p asó los dedos por t:1 pet» pflq (111(' evt uvre -
me nzaba a desapare cer. . ra s.u a~e )' bril!a ~t!" EIHO nth " u san do como espejo
-¿ El hombre blanco ha ven ido para ofender nos? la tm aja, se pemo con unu ('''p ln::t de sal mun levan.
-pregunt ó a Asiak . tó los ,ca beJlos y Jos fijó co n {' spi lla~ de pescado.
-Ta l vez esté acostumbrado a otras com id as. Desp u és sacó de la l ámpara un poco de grasa semi.
¡. - T al vez ha ya dejad o las bue nas m an eras en su derretida pOI la llama y se un r ó el rostro , Resplan-
,.," p aís. deciente y son riendo. se sentó ju n to JI homb re
" -Ahora no vayas a en fu recert e ha sta e l pun to de bla nco,' 9-ue había segu ido c? n ojos perplejos esto s
em p re nderla a golpes con él. P iensa en la flaca preparativos. Él fué re tr oced iendo a ter ror izado has.
figu r a q ue harías frent e a los otros; no te olv ide s ia el extremo del banco, mie ntras ella se le acercaba
q ue es nuestro h uésped. ofrecié ndo le. amoro sa, su sonr isa. '
Ernen ek hi zo un últ im o inten to con 'u na golosina . - No tengas v:r~üe n za -le dijo Ernenek so n.
q u e hab ía reservado para él mi smo; trat ába se de fl.e_ndo-. Un mar id o va a ha cer un pas eíto con los
un a mezcla bien masticada de o jos de ca rib ú, estiér- runos.
co l d e p tarrnigan, liga de garza y sesos d e oso Ier- L uego, ' re cord and o que el visita nt e no compren.
mentados; pero no por ello obt uvo m ás éx ito. d ía la lengu a de los h om bres, con las ma nos di 6 a
- ¿P orq ué vino al p aís de los h om b res si no le entender q ue iba a marcharse.
gu sta su comi da? -gritó en ton ces, estallando de E n to nces el nombre blanco se arrojó de bru ces
cólera. al sue lo e intent ó gan a r la sa lid a, pero Eruenek,
-Quizá no te nga h a mbre -dijo As iak-; q u izá con los ojos lIameante.s, de cólera, lo afe rró por los
sólo q u iera reí r co n un a mujer .- p an ta lones y lo arroJO sob re el ba nco , mientras
-¿ R ecu erdas a l hombre blanco del p ues to de Ansia k, mo rtalmen te of en d ida, romp ía a llorar.
intercam bia r Aquel no q ue ría sa ber nada d e esas -¡ Hijo de un perro sin co la y de u na morsa
cosas. desdentada I -grit6 Ernenek al visita n te qu e, enro-

96 97
gido sobre si mismo. temblaba asu stado-e. (Cómo pc rta rnien to ? - a ulló Er nenek, roj o de em barazo. Y,
te atreves a in su ltar as' a un hombre? m ient ras él p roced ía a cu m pl ir el rito de l asesino
Lo afe rró por los hombros. Io,levant.ó y lo golpeó, segú n la ve nera ble trad ición. Asiak se precip itó a
repetidas veces contra la pared. haciendo que el cu bri r tod os lo ) recip ie nt es que co n ten ían líqu id o
cr áneo chocar a cont ra el h ielo, ha sta que en la y co mid a. an tes de q ue la sombra del mu erto p u-
bóveda ap ar eció u na manch a de sa ngre, Sólo enton- di era ru n taminarlos.
ces soltó su p re,. , y el explo rado r cayó.al suelo como En el moment o de partir, un o de los explorado-
u n mo ntón d e ropas vacías . res Iu é a cu r iosear j uma al trineo y Ernenek le
- ,Esto le ser vir á de lecci ón ! . so nrió. nerviosa me nte: pero los esq u imales q ue
Aquel extra nj ero ya no insu lt arí a a 1? mujer de acompañ a ba n a 10 <; mi embros de la exped ición,
n in gún h om b re. En efecto. el extra n jero estaba vie ndo que esta ba 3 punt o d e pon erse en march a,
muerto: la san gr e y J'I ma teria cere bral se escurrían mir a ron h acia ot ra pa rte .
lentamente de su crá n eo deshecho. De esta man er a, la pegtl eña fa milia ab ando nó
- IM ira lo qu e has h echo l -<lijo Asiak , sacu d ida sin ser mol estad a el cam pamen to de los hombres
todavía por los sollozos, mientras los niños, asusta- bl an cos y volvió a l cora zón de sus prop ias reg iones ,
dos se estrechaban llorando contra ella. donde estar ía al a brigo de Jos ab usos y de las ofen-
~Verdaderamen'e soy un nombr é desdichado sas de los ex tra njer os m al criados.
-dijo Ernenek, abriend o desconsoladamente los bra- Por lo menos así lo creía n.
zos-, No quería matarlo.
-r.1 es m ás desdic hado que tú. Pero ah ora sus Los hombres bla ncos alca nzaro n a Erne ne k a
compañ er os se fastid iará n m u cho con no sotros, y med iados d el ver ano. De rod illa " ju nto a u n h oyo
sin duda pensarán que somos gentes ~ al ed ucad a. cu adrado q ue h ab ía aserra do en el O céan o Glacia l,
Im agínate qu é tr iste figur a h aremos SI nos expul- y protegid o por u na especi e de bi om ho h echo de
san d e aq u í, com o es seguro que h arán.' -lám in as de h ielo. Ern enek esta ba ta n a bsorto. escu-
Er nen ek med itó u n in stante. d riña ndo las verdes agu as oscu ras, q ue no se di ó
- Si nos mar chamos ahora no podrán expu lsarnos cuenta de la p resencia d e dos homb res que se le
y por lo tanto no h aremos mal p apel. acercaba n a p u nt ánd olo con los fusiles.
-Entonces marchémon os en .seguida. Pero, pues: -Ernenek, le vánt at e - ord en ó el más viejo d e
to que el fant asma de un hombre ~ la nco de be. ser ell os. un h om bre alfo. de ojos cla ros en un rostro
particularme nt e peli gro so. no te olvide s de r ealizar a ma r illento y severo. Su com pa ñ er o era .atgo más
antes todos los con juros del caso, como comerte un bajo y robusto. Am bos ten ían h arba.
trocito de su higad o y cortarle un dedo de la mano Ernenek se levant ó. miró sin tem or alg u no a los
y uno del pie. y metértelos en la boca. fu siles, y su gruesa ca ra se extendió en una amplia
-(Crees que no conozco ,las regl as del buen corn- sonrisa que le redu jo los oj os a dos lin eas relucientes.

98 99
- .Nun ca oí deci r que los hom bres b lancos hayan justamente procesado y luego suspend id o de \111
ll eí;ado tao a l norte. árbol con una cuerda al cuello, pa ra q u e mu era.
- H icimos to do este camino por ti, úni camente Aq uell os dos hombres habl aban m u y ma l la len
por ti -expli có so m b rIo el má s alto de los hombres. gua de, los h o m bres y ésa deb ía ser la razón, según
Er nen ek ~e sen tí a suma men te co m placido. pensó Ernenek, por la cual no le comprendían sus
- ¿D e ver as? Es la prim era vez que te veo, p ~ r o explica ciones .
la pr im aver a p asada vi a un com pa ñero tu yo que -Tenía razón cuando lo mat é - <l ijo co n tn uc ha
form ab a p arte de l gru po de los b lan cos. paciencia- o H ab ía of endido mo rtalmente a un hom.
- c.P r eci same n te - asintió con tono grave el más bre y ta m bién a su 'm u jer.
jov en de los hombres. , -Guarda tus bríos para la cuerda -diju el horu-
- l. os g ui aré hasta dónde q ui eran, p ero antes ten- bre alto- o Disponemos de buenos penos q u(' 110'-;
go q ue ir a recoger los amule tos d e viaj e a mi rien- l leva rá n al luga r del Juicio durante el i n '.' ier no. si
(J¡¡, q ue se levant a en la costa , no lejo s de aq u í" y tenemos su erte . Entonces se te pe rm iti d hab!.u uu
don de serán m is h uéspedes. AlU podremos recoger poco, antes de que te ahorq uen .
ta mbi én el trin eo con el que mi mujer está ahora -Bien se ve que están ustede s br o meando ···di jo
re co rr ie ndo los lugares en los q ue hemos tendido Erne nek, mi ent ras la son r isa le tornaba u los LI -
tra nJpa .:.. b ios-. Si estuvieran decididos a matarme lo ha¡ Ia n
- EII luga r de eso tendrás que venir en segu ida inm ed iata men te. ¿Qué nec esidad tienen de hacerm e
con nosotros. Ya tenem os un trineo. L o dejamos h acer antes u n largo viaje. duran te el cua l yo podría
deuñ s de aqu el islo te cuando te av istamos, por crea rles d ifi cul tades?
temor a qll e le al ejaras si no s veías llegar. - Así lo exige n nuestras leyes.
_I V por que habí a de alejarme? Erne ne k ya lo hab ía oído, sahía q ue todo s debl.m
- c Asccina stc a un hombre blanco y m ut.ila ste ha- incl ina rse a nte las leyes de los hombres blancos,
rr ib lcme rue su cadáver, Ernenek; ten dr ás q ue res - q u ie nes no respe tan, en camb io, la s leye s d e los de -
pon d e r de ell o -c-di j o el hombre m ás joven co n más. No reflexionó si aquello era juste o in justo ,
1011 0 so lemn e. tan sólo pe nsó qu e. puesto qu e eran JO'i y est aban
Ern e nek ro mp ió a reír. armados de fusiles, nada podía ha cer .
-P ucdo respo nd ert e en segui d a : j no só lo tenía El más joven de los hom bre s torn ó l' I r uch ¡J lu
yo ra z ón, sino que é l tuvo la culpal de nie ve q ue · Er ne nck había en ta llad o laboriosa-
-i-Ex pl icarti s todo eso a quien es te juzguen . me nte en el hu eso, la sierra de mn nrhbuln d e tib u-
Erne n ek lr u nri ó el ceño y preguntó: rón. el 'hac h a y el punzón de síl ice , e l .rrp óu de
-¿~nc't n 'l US pa rien tes? madera y asta , y los arrojó en el agujero d c p{' ~ ca,
-No, pero quien ma ta a un hombre bla nco es D estruir u tensilios q ue procuraban co mi da y rep aro

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y q ue tanto trabajo costaba elaborar, era un pecado; mu y poco p rác tico en la extensa y lisa pista d el
Er nen ek estaba abso lu tame nte segu ro ~'e ello. .. ma r, pues bas taba que u n perro se de sviara o que
- U na mu jer está esperando a ~u marido -dIJO. no ti rara con el debido brío para qu e se desord ena-
sin tié ndose hervir de cólera -e. Prim ero espera rá . y ra tod a la fila.
luego empezará a p reo~pa r~: . Al pr incipio avanza ron velozmente bajo 'el sol
El hom bre alto sonnó y d ijo: . que nu nca se ocu lt aba . U nas focas, q ue forma ndo
- U na mujer nun ca se preo<;u pa po r mu cho l1~m· u n pequeño ban co tom aban sol sobre la he la da
po; sólo hasta que llegu e o,tro hombre:
Ern en ek se quedó ru miando esta observación,
. , ll anura, se les qu ed aron mirando atónitas has ta

mien tras con la cabeza gacha andaba en tre Jos dos


¡, que. al estruen do de los fusiles, algun as de ellas
se d ebatieron en su p ropi a sangre y las otras se
hombres y se dev anaba en vano los sesos por en e?"· la nzaro n a correr locamente, alb orotando y silban-
rrar algú n medio d e. vencer a aquellos dos fusiles d o antes d e meterse en los aguje ros de aire.
q ue rent a a ambos lados. . . A Er nen ek se le hi zo agua la boca al ver tod a
úl timamen te habla hecho calor. de maner a que el aquella buena carne ab and onad a, porque los h om-
,, m anto de nieve fresca que recubrí a el O céano Ola - bres bla ncos despreciab an lo mejor; y cuando se
cial pon ía obstáculos al camino. El hori zonte ma- detuvieron y levantar on la tienda de tel a, lo que
,i ri no, los islotes cónicos q ue aClora ban sobre la m ás lo entristeció Iu é la comida que le di eron - ar-
" blanca ' ll an u ra, y la Unea coste ra, falta .de tod o vejas en lata calen tadas sobre un pr ímus-s, porque
ras tro de vegetación, se presen ta ba n parcialmen te los ún icos vegetales que le agr ada ban eran los que
borrados por la te nu e niebla levan tada por el sol. encon traba en el estómago d e la vaca mar ina alrniz-
El tri neo d e los hombres blancos. pesado y sobre- clera , Pidi ó entonces u n trozo de pescado helado
cargado. estaba he cho entera men te de ma dera . y que los hom bres llevaban en el trin eo para los
provisto de patines de meta l, que . no era preciSO perros, y mas ticándolo con cabeza y escamas se
rec u brir de capas de hi elo. Lo gu iaba el ho mbre conso ló. mient ras la n ieve cru jía ent re los dientes.
alto. Ern enek , sentado en una caja en tre los dos. Por último, los hom bres blancos prepararo n sus
consi deraba con ojo s crít icos el tiro d e perros en sacos de pieles.
acción : die ciséis robustos perros indíge na s. qu e pa· En ese momento cometieron el atropello mayor:
recian q uebrantados por los d esniveles de la p.ista. lo encadenaron como u n perro . Le p usieron esposas
No estaban enganchados separada men te al trm eo en las muñecas y le a tare n los pies con una cuerda;
con u na corr ea por cada perro. lo cual les habr ía luego se durmi eron tr an quilos.
permitido ab ri rse en abanico y t.irar i nd ep:nd~en~e.
mente un o de l otro, sino que Iban en fila ind ia, Cuando se despert aron , Ernenek estaba furioso
suje tos por una ú nica '! Ja rgu ís im~ correa. Este sis- y con tin uó fur ioso aun cua ndo lo desa taron . No le
tema era ind ispensable en un ter re no b oscoso, pero im por taba no habe r dormido, porq ue en verano

102 103
p od ía p ~ s a r sesin d o r m ir d urante seman as enteras ; Ern en ek perdió la noción de l tiempo. Se le hi nchó
p ero el u l t r aj e y la in j u s ti ci a le pare cía n d emasi ado ~l b razo, la h er ida le quema ba; pecho y espaldas
g ra nd es. Era menester q u e h iciera algo. irrad ia ban lenguas de fuego ; la cabeza le g ira ba
M ie n tras el jov en carga ba la s cajas en el trineo, en tor be llino: y él apenas tocaba el pescado q u e le
Ern e uek asestó repentina men te u n p u ñe tazo en . la arroja ban ,
ca beza d el otro hombre q ue tenía jun to a él y qu e H asta en to nces había h echo tanto calor q u e ca-
se desplomó. sin. lan zar siq uiera un lamento; pe ro yeron aú n unas cu an tas nevad as; el calor aumenta-
en ese p reCI so Insta nt e su com p a ñero levantó los ba el ma lestar de Ernenek ; luego la temper at u ra
o jos. ba jó p recipitadament e, se levant ó el bóre as víviíi-
. Er nenek arrebat ó el fu sil del ca ído, apuntó al ca nte, las nubeciJlas de alient o se hicieron Cada vez
Jov en y a p retó el ga tillo; pero el tiro no salió . En m ás bla ncas y ya se oy,ó d e n u evo el tic de los sa li-
tod a su vid a, E rn ene k sólo u na vez ha bía di sparado vazos en el h ielo ; a med ida q ue iba reco brá n dose ,
u n arma d e fuego, y había m u chos fusiles de los Erne nek volvía a tom ar su ant igua costu mb re de
cuales ign or aba muchas cosas. Demasiado tar de ya refu nfu ñar co nsigo mismo d urant e todo el d ía, y
se dec idi ó a emp lear el a rma a manera d e maz a: el día n o, termi naba "n un ca.
pero el joven ya h ab ia re cog ido su fusil, qu e ten ía De vez en cu ando el t rin eo ten ía qu e costear
apoyado en un a caja. Ap unt ó e hi zo fu ego . Er ne - gr ietas a bier tas e n la costra de h ielo y en las cUaJes
n ek sinti ó u n d olor sordo y q ue se le desgarraba la se oí a el mugido d el mar. El vien to a um en tó su
ca r ne d el brazo. Los dedo s se negaron a obedecerle violencia y un a nevisca en cegu ecedor a castigó los
y el fu sil se le escapó de las ma nos. ' rostros de los h omb res, ba jo las cap uchas d e pieles,
Mien tras tam o, e l homb re alto se h abía re cobra - ' y oscureció el aire a tal pun to ql.;le a veces el perro
do del go lpe. Con u na zan cadilla de rribó a E rnenek cabeza del , tiro desap ar ecía en medio de l blanco
al su elo y lu ego le de scargó sobre el rostro una Hu. torbell in o.
~ ia . de go lpes, hasta que el vera no se convirtió en E rn enek se habría de ten ido p ar a co nstru ir un
invierno para Ernenek, rep ar ? En ca mbio se dirigí an haci a tierra a gra n
- ~rue ba otra vez - di jo el joven cuando volvió veloc idad, probablemente con la in ten ción de levan -
el d ía para Er nenek- y te dispara re mos a la gar- tar una rid ícul a tienda junto a la costa ; Erne nck
g ;lIlta . se sin tió alarmado. porque se esta ba n d irig iendo a
Le le van t ó la manga, y con vendas de tela b la n ca u n promon torio donde. a ca usa de las fuertes co-
(U ln t ó la h er-id a, de la qu e la sangre salía a borbo-
rrientes su bm arinas, el peli gr o de encontrar he ndí -
tr.nes, A pe ~ a r del dolor , Ernen ek no pesta ñeó. . d u ras en el terreno era mayor q ue nun ca du ra nte
Volv ie ron a m a.n i~ t a ~ lo y desd e aquel momento u na temp estad .
110 lo desa taro n m SIQUie ra pa r a co mer. - ¿Llevan por lo me nos sus am u letos? - ·pregu n to
El so l di ó alzu n as vue ltas; nueve, di ez u . once; volvié ndose haci a atrás.

]04 105
E l joven sacud ió la cabeza con gesto ,ne9a.t ivo . y 'hend td ura de varios me tros de ancho y larga ha sta
Ernenek se sint ió sobrecogido d e terr or. ¡Via jar Sin d ond e alcanz aba la vista, perr os y arnes es flotab an
amuleto sl I Era la mayor de las locurasl , en torno a la cara a mora tada de l náufrago q ue,
El conductor se volvió y le dij o. acari ciando su jadea nte, agi ta ba fren éticamen te los b razos.
fusil: -Ayúdame a sacarlo - gritó su compañero.
-Éstos son nuestros amu letos. Ernen ek sonrió al oír esta n ueva locura.
-Esos amuletos podrá n servir en el pa ís de uste- -Ya es hombre terminado. Por lo demás, el mar
des ; pe ro en el océa no se necesit a por 10 menos se resentid a si le arreb a tá ra mos u na víctima y n os
una cola de comadreja y u n ojo de foca. Desgra- castigaría cort ándonos los víveres; de m an era que
cia da men te sólo llevo los am u letos pa ra la pesca, i es m ejor qu e no nos mezclemos e n esto .
porq ue me hab la alejado ,por p~co tiem p~ de mi Pero un golpe qu e el otro le asestó con la cu la ta
tienda. Si me de satan les construir é un 19lu. \' del fusil le recordó que los hom br es bla ncos h ablan
M as aqu ellos hOJ?bres er a n sordo s a 1~ razón, de ¡ p ero no escu cha n. En to n ces se extendi ó de bruces
I
modo que Erne nek comenzó a pronuncIar apresu· sobre el bord e de la gr ieta. alargó los brazos, cui-
ra damen te frases mágicas y a tocarse los órganos
genital es par a conj ura r el desastre .
i
!
da ndo d e no mojarse las ma nos, mien tr as el joven
10 sostení a por las piernas. El náufrago se afe rró
Pero ya era d emasiado t ard e. I a las esposas de Erne nek, L as ropas mo jadas lo
h ablan hech o m uy pesad , o y a dur as p ena s los d os
El perro cab eza se desvi ó de pron to con un salto consigu iero n sacarlo del agu a.
r¡' tan brusco. qu e el segu nd o y el tercero, continuando Lo pusieron de p ie, pero el hom bre no consigu ió
, su carrera a nt es de segu irl o. d eterminar on q ue ha bla r. Bajo el azote del vien to , las ropas empa pa ·
,
I tod as la s corre as se enreda ra n y que los ú ltimos d as se end urecieron a l instan te, miJ lon es de agu jas
roda ra n de sordenada me nte .sobre los primeros . En b lancas se form aron sobre la cha queta d e p ieles y
medio de aquel ovillo de patas. hocic~s y dientes. la cara del hom bre se cubrió co n un a m áscara de
el pesado trine o volcó y cayó en un a grIet a llena de hielo, a tr avés de la cu a l se veía n bri llar los ojos
agu a. , . dilatados y ví treo s. Su comp añ er o comen zó a coro
Erne nek, que mantenía las ojos bien abi~rlos por tarl e a gra ndes cu ch illadas las ro pas en d urecidas:
el m iedo, fu é el p ri mero en sal tar r4pldamente pero tam bi én el cue rpo esta ba ya cubierto de hielo .
del tr in eo ; 'el jove n, qu e se h all ab a a ¡su s espaldas, Le sal ta sa ng re de los codos y d e las rodillas he ri das,
apenas tu vo tiempo p ara im itarlo, pero el conduc- y la sangre d erre tía la capa de h ielo desde ade n tro ,
to r, que ib a' en el pescan te, cayó a l mar. tiñ éndo la de u n rojo b ri llant e.
Seis perros, q ue se ha bí an ~a fa do d~ sus c?rreas, Luego, tamb rcn la sa ngre se he ló.
ladrab an en el borde de la grIeta a la incógnita del Ernenek men eó la cabeza. ¿De ma nera q ue tamo
agu a qu e los lamía y les in fu nd ía terror. En aquella bién para morir elegían el camino más difícil? Por
,

106 107
r
I
10 men os ¿.~ c h abi a m uerto de p ie. Cua ndo C-I }'Ó
pareci ó qu e raía un bloque de hi elo.
M udo y horrori zado, su com p a ñe ro mira ba el
cad áve r.
- Esta m os en-d ificu lt ad es -ca n u nr- ió Em enek, ron-
lentísimo, restregá ndose las manos-o Cuando u ste-
des van a tierr-as extran jeras debería n llevar a sus :
m u[eres y 110 sus leyes.
El hombre b lanco se sacud i ó. e mp ujó el cad á ver
h asta e l agu a y luego hi zo el in ve n tar io de los obje-
tos C}ue les qu edaba n .
e-T en e mos seis p erros ~ el cuchillo d e caza - di jo VI
con sú b ita resol ución , gri ta ndo en el vie nto- o Co -
me remos los perros y conti nu aremos nuestro carni- EL CAMINO DEL NOR T E
no a pi e.
Ern e ne k esta lló en un a carcaja da , porqu e el hom-
bre blan co hab laba como si todavía fu era él q u ien
manda ba . Y r ió porq ue estaba libre: hasta d onde
alca nzaba la m irad a y aú n m ás a llá . no h abía m ás
q ue ma r cu bie rto de hi elo, islas cu biertas de hielo
y tierra de-snud a y desierta, helada en su profun-
did ad. U N h ombre irá por su cam ino - di jo Eme-
nek - . Tú pued es seguir el tuyo si así lo d eseas;
pero te advierto qu e mi t ie nd a está más cerca na.
El bóreas los cast igaba. y e l po lvillo de ni eve se
les p ega ba a los p árpados y a las nar ices, do nde
forma ba min úscu las estalactitas q ue les pr oducían
d ol or cua ndo se las Quitaba n.
-M is manos son dos peda zos de hi elo - d ijo el
hom bre bl an co, q ue se hab la torn ado a ho ra mu y
d ócil-o T ocaron el agu a.
-Ha sido bie n torno permi t ir qu e ocurriera : tan
tonto como arroj a r 31 ma r e l cadá ver de tu ca m pa·
ñero, sin re ti ra rle an tes el cu ch illo )' las ropas.

108 109
- ¿Por qué? carse; cuan do Ernenek in ten t ó agarrarlos. los ani-
-Los cuchillo s nunca son demasiados. y ademá s males huyeron. Enton ces se sentó y les habló en
habríam os podid o comer sus ropas, pqr lo menos ton o alegre, m ie ntras masticaba un po cn de niev e y
las de lana y p ieles de animales. Y si ustedes, hom - reía. Apen as uno de los perros se av e ut urú a ppner·
bres extraños, tuviera n vestidos debidamente cosi - se al alca nce de la man o de Ernenek, l'S[C' In árerró
dos e imp ermea bles tomo lo s nuestros, podría n por el pescue zo e inm edi atame nte le ab r i ó e ] vien
cae r en el mar sin moj arse y. un a vez qu e salieran tr e, en tre lo s alarid os de sus compañeros.
' de él, el agua se helaría antes .de llegar a pene trar Obediente a Jas órdenes de Ernenek, el hojn bre
hasta la piel. De ahora e n adelante debes presta r blanco me tió las man os en el vien tre hume an te del
atención a lo que hagas. porque otro error sería perro, hasta qu e sintió las yemas de los dedos p in -
'probablemente el úl timo. y recuerda que· un solo chad as po r inn umerables alf ile res. .
desg arró n en tu rop a o en tus zapatos sign ifica el -Me duelen ] 0 5 de dos de ma ne ra ,atroz - di jo
Cin , pu esto qu e .no tenemos agujas para coser los .
. - ¿Qué tengo que ha cer? !• e ntonce s. Se avergonzaba al sentir. a Ipesar suyo,
que 'Ios ojos se le llen aban de lágrim as- . Es el dol or
-Antes que ninguna ot ra cosa, desatarme las ma- más fuerte qu e sentí en mi vida.
nos ; luego te mos traré cóm o se conv ier te un o en -Es signo de qu e la vida vuelve. Y con la vida
ami go del hielo y cómo se consigue que éste nos tor na el dolor. Sólo la mu erte es ind olora .
sirva en lug ar de ser nuestro enem igo. Bajo la pie l de la ingle del perro, Ernenek había
Cuando se vio lib re de las esposas, Ernenek las encontrado u n poco de grasa, con la que untó su
arrojó al agua . Luego quit ó al hombre blanco los cara y la de l homb re blanco . Ex trajo Jos inte stinos
gua ntes y los volvió al revés. El interior d e los del anima l, qu e arrojó a los pe rros; luego sacó el
gu antes estab a cubi erto por una delgada co stra de humeante hígado . le hincó el die nte vo lu ptuosa-
hielo. mente y se lo pasó a su co mpa ñero .
- D ame [U cuchill o y rnan t én las manos en los . - Come antes de q ue se hiele -di jo. dando ~n a
bolsillos de tus pan talones, donde hace más calor. risotada con la boca roja por el hfga do- . T endre-
Con la hoja del cuch illo raspó la capa de hi elo mos ne cesidad de la carne para con struirnos un
de los guantes, que luego secó con nie ve, y se ase- tri neo.
guró, con el lab io superior, de que estaban b ien y mientras el o tro cla vaba los dientes en el h lga-
secos. ' . do , Ernenek desoll ó el perro, hacien? o" co rrer el
-:-La s manos me ha n qued ado insensibles - dijo cuchillo entre la carne y el cuero y tirando de l a
el hom bre blanc o. asustado-o Están muertas. "p iel. Trabajando. ráp idamen:~, a causa del h iel?
-Todavía no - dijo Er nenek, .riendo- . 'Todavra q ue estaba invadiendo los tejidos, des huesó al aru -
no es tán del todo mu ertas. Espera y verás. ma l. cortó la ca rne en largas tiras y co nse rvó los
Llamó a los perros. pero estos se
negaron a acero nervio s en la chaqueta, pa ra man tenerlos bland os

lIO 111
:1

al calo r d el cuerpo. L uego se sentó sobre la p iel y vigilar si algú n oso se les ap roxi ma ba . Cua ndo los
se puso a tr abajar en el este rnó n con el c~chi llo. p erro:;, j adeantes, se detu vieron y co menz aron a
El so l pálido continua ba su cu rso po r encima d el ladrar, Er nen ek los a hu yent ó. dejó caer al suelo
h orizont e. El homb re blanco corr e tea ba de u n lado su (ar po de carne y con sus manos eng ua nta das se
a o tro p a ra calen tarse. Ernenek trabaja ba ca n tu - puso a remover con preca ución la ni eve.
rrea nd o. El cuc h illo de acer o le hacía má s fácil la - Aqu í hay un agujero d e aire.
ta rea q ue la silice agu zada con la q ue solía tr a baj ar. - ¿Tan pequeño? ¿Có mo se las arregla la foca
p ero se di ó cue nta de qu e era p reciso ma nejarlo p ara llegar has ta acá arriba, ~ i el hi elo tiene un
co n cau tela pa ra q ue no se quebra ra . espe sor de varios pies?
Del hueso h izo un a pu nta de arpón. en forma -El agujero se a rpplía poco a poco por de baj o
de gancho; luego mojó la piel del perro en la grie- de la su perficie, ha sta llega r a ser más ancho qu e tu
ta de agua , la extendió sobre el hielo y la arrolló estat ura. Ah ora un hombre espera rá que alguna
l apresur ad a mente. d án dole forma de lanza . En una
extremid ad puso la p unta del arp ón. La piel rno - I foca se llegue h asta aqul arr iba p ara respirar;
mien tr as tan to, tú no d ejar ás de anda r en círculo.
jada se endu reció casi in stan táneamente. Ató la
punta y la lanza con los nervios del perro y las
I j u nt o. con los perros. Eso h ar á que las foca s hu yan
r de los aguje ros de la periferia y las empu jará hacia
soldó co n una última inmersión en el agua. I el ( en tro .
-No lejos de aq uí hay un banco de locas -dijo
bla nd iendo su nuevo arp ón-o Ocu rre qu e alguien II Emenek espe ró in móvil, con el arpón en la ma-
no y los ojos lijos en el agujero. Se quedó con tern -
las oyó bramar du rante el viaje. poco a n tes del pi ando el orificio que se achicaba hacia arr iba,
accide n te. El viento borró las huellas del trin eo, II vencido por el hielo, y el borde helado que se
pero los pe rros sa brá n segu ir la pista. estrech aba poco a poco. Por encima de la su p erf icie
Se ca rgó la car ne a las espaldas y se puso a anda r I del agua se for mó un a membrana trém ul a y lu ego
a gra ndes pa sos. la opaca costra del h ielo.
Aunque poco antes los perr os tenían miedo de D e pronto Erne nek se sint ió de sesp eran zad o y
los ho mb res, ahora tenían miedo de qu edarse solos, abatido. Nunca ha bia estado tan cansado. Es que
de man era que los siguieron; y bien pronto se en los último s d ías habla comido demasiado poco.
enco ntra ba n preced iéndolos. ra streand o con el olfa- Él, que p od ía devora r u na foca en tera en una sola
to el cami no ya recorrido. comida no se hab ía alimentado sino con alg u nos
miseros trozos d e p escad o desti nado a los perros,
Si a Ernene k le p ar ecía que el banco de focas no d u ra nte jorn ad as ente ras, desp ués de haber sid o
estaba m uy alejado. a su co mp añero. en cambio, inju ri ado, ma ltratado y her ido. Y todo eso ocu rr ía
le pareció lejísimos. Los do s ho mbres se encontra- porque cierta gente viaja ba sin amu letos y se inmis-
Dan. como siempre. en el mar abierto, donde podía n cula en los asuntos de los demás .. .
"

112 11 3
Ru mi aba amarga me nte esto s pen sam ien tos cu a n- a la de la fo ca l - pregu n tó el ho m bre bla nco , .1
d o oyó el ru ido d el h ielo qu e se astillaba y -un qu ien el fr ío y el ma lesta r no le habían hecho oh j.
luerte re so pl id o. De p~o nto u n ch orro , de agu a y dar la per pe tua cu ri osidad de su . aza ,
escam illas de h ielo le d ieron en la cara ; u na cabeza , - La foca siem p re tiene mu cha sed, puesto q ue
alar gad a, r elu ciente y ne gra relampagueó en el VIve en el agua salada; ahora el espí r itu d e esta
pozo}' dos ojos redondo s y en ormes lo rruraron es- f~ca referirá a las otras el b uen trata miento q ue le
tupe factos. La sorp~esa rué reciproca: la ~be za di mos y h ará qu e la s dem ás venga n a « le agu je-
desapareció tan ráp idamen te q u e E.n~enek . casi creo ro para recibir a su vez un poco de a~ua du lce.
yó qut: había soñad o aq uella ap~ncJ 6~, 51 no h u- Chupó la sangr e negr a Y o leosa de la her -ida hu -
biera sido por el agua que vela agita rse en el mean te, luego desolló el an imal. di ó de comer a los
agu jero reab iert o. . , . perr os algunos tro zos de pie l y extrajo el estómago
Enton ces, tenso y conten iendo la ' respira ci ón, se , lleno de moluscos y cru stáceos aún vivos, que hast a
I, puso a espera r' a ten tame n te. Era segu ro q u e la foca
lo esta ba esp ia ndo desde el fo ndo oscu ro del agu a '1
el ex tra njero gUStÓ, condim entados con los agr ios
jugos. gástr icos; el ho mb re bl anco acep tó también
,I y, si b ie n el ins tin to le in d icaba 9ue camb l~ ra de I parte . del h ígad o y del co razón ; pero rechazó los
agujero, la cu riosidad esta ba destinada a triu n far . intesti nos lle no s de gra sa, au nq ue Emenek le ase-
r Ernenek agu ard ab a inmó vil. . I gu ró q ue co nst itu ían un a d elicad eza semeja nt e a
las otras. Er nen ek en cam bio d evoró varios me-
Por últ imo, la foca volvió a aflorar . Se hallaba
aú n subiend o, cuan do el ar pó n la hirió donde era tros; luego cor tó la carne en gran des tiras, corno
preciso herirla, esto es, en el lab io sup er ior. E~a h abía h echo co n la d el perro, mientras ahu yen taba
un m acho pesado y bigotudo q ue no queda mo rir. a cuchillada s a los perros hamb rient os, q ue no lo
de modo que Ern en ek, c?nsi ~ i e n do a d uras pe n as d eja ban en p az.
m antener fir me la la nza, gritó a l h ombre b lanco -Ahora tráeme un poco de tierra ce la costa.
qu e "lo ayud ara y ensa nchara el agu jero con el cu -' T end rás qu e rem over la nieve co n las bo tas y luego
ch illo ; mas tan grand e era la pres a q ue en tre los ra spar la tierra helad a con una piedra.
dos apenas consigu iero n saca rla del po~o . - ¿Para qu é necesitas ti err a? - preg u n tó el horn -
An te todo, Ernenek le arran có un ojo y se lo br e blanco con voz cansada .
puso en la ch aq ue ta . . . . -H az lo q ue te digo.
- ¡Ahora estamos segu ros! - anu nél6 . Jub tlosa- - Estoy ex tenu ad o. Con ociend o el mo tivo por e l
mente- o Este ojo nos p~otege~á de ul;enores des- que me mandas, me será masfácil pres tar me a ello.
graCias. - O cu rr e que algu ien está por construir un ui -
. y a part ir de aq uel mo mento, ya nad a pudo ate- ne o; per o la n ieve, gr anulosa a causa del gra n ír ¡o ,
nuar su bue n hu mor. , ' se pegarí a a los patines que no resba larían bi en .
- ¿r ol' q ué di suelves nieve en la boca y se la ech as P ara qu e eso no ocu rr a hay qu e pa sarles un a G lp;t

114 Jl 5

,,
I
de hielo . Pero el h ielo no se ad hiere a los pa tin es;
la tie rra, si. En tonces se empl ea la tierra para pegar
i
1
T rabajaba no sólo con g ran rap idez , sino muy
aten tamen te y co n la frente fruncida . La capa de
el h iel o el los patines: primer o se recub ren ,los I barra había de ser abundante pero lisa, El agua
pat ines con una capa de tierra; luego la tierr a co n
una capa tic h ielo . Ya cono ces el mot ivo .
,I n o tenía qu e estar demasiado calien te, porq ue de
otro modo derretiría el barro , ni tam po co demasia-
I
M ie n tras el homb re blan co se alejaba como un d o fría , porq ue se habr ía hel ado antes de ex ten-
au tómata , rígido y aterido, Ernenek parti ó la pie l
de foca en do s mitade s, en el sent ido lon gi tudina l.
.,, ,
,
derse. El revesti m ien to de h ielo no tenía que ser de-
masiado grueso , porque de serlo no se adhe riría,
M oj ó los dos trozos en el agu jero y los enrolló, n i demas iado delgado, porque se resquebrajaría.
apre surad ament e sobre el h ielo para que se helaran; Cuando qu edó satisfecho de su obra, Ernene k
as ¡ ob tuvo los patines de l trineo . unció los perros a su mo do, es decir, les puso las
Pero necesitaba aún otra foca, y -desp ués de , correas alrededor del p ech o y at ó cada anima l sep a·
,
1
una espera que habría parecido larga a qui en m ide rad am ente al trineo. Pero an tes de par tir, arroj 6 al
el tiem po por ho ras en luga r de hace rlo por es ta -
I agua los esq ueletos, en vi rtud de u n pacto que los
cione s- cap turó u na segu nda foca, más peque ña l' hom br es h ab lan sell ado con el reino de las focas
q ue la primera, cu ya piel cort ó en delgad as lonjas desde el principio d e los siglos, pac to según el cu al
que, anuda das, le serv iría n de correas. 'Luego con s- i qui en ma taba a una foca tení a que restituir al mar
tru yó lo s travesaños; coloc6 las tiras de carne sobre
los pati nes y las at ó con las lonjas de piel. Por
I
I
tod os sus hue sos, porque de o tro modo nin gun a
foca se dej arla ya atrapar p or ' un h om bre.
último so ldó los pu nto s de jun tura, rociando sobre Ern enek lanzó un golpe de arpón a l perro que
ellos ag ua d e ma r, med ian te la cola d el p erro, tenía más cerca d e él, que au lló y elec trizó a sus
mien tras trab ajaba ap resurada men te, rivalizando compañeros. qu ienes .se pusi er on en movim iento
en velocid ad con e l hi elo, qu e to do lo pe tri fica ba . con todos los kilos de su fuerza y aun algu na o nza
Verd ad er a que el hu eso de ba llena propo rcio- más. y el trineo come nzó a deslizarse sobre el
-..ha p a ti n es más lisos, verdad que la m ad era daba océano .
travesañ os más livia no s, pe ro no mucho. Con. ru mb o al norte.
En el ín terin . el ho mbre blanco hab ía v uelto co n
el pol vo de tie rra helada. Mezclándola con o rin a Hi cieron bue n trecho de cam ino si n det en erse.
cali ente, Ernenek o btuvo una pasta barrosa con la Al principio se sentían fuert es y calie ntes, rea ni-
cua l revi st ió abundantemente los pati nes. Lue go mado s co mo es taban por la carne y la grasa de la
alisó la su perficie con el gua nte. H abi énd osele a c~ · segu nda fo ca; adem ás sus ro stro s, recién untados,
bada la o rina. derr iti ó nieve en la bo ca, empa po eran insensi bles al v iento; pero cua ndo sobrev ino
la cola del pe rro y recub ri ó el fango con un a ' del- el h am bre, el frío comenzó a p enetrarlos y a obli-
gada cap' d e lu elo. gar las a cada ra to a bajar del tri neo y a tr otar para

116 117
cal en rurse. A pen as los pe rros comenzaro n atrope· in tact os sus d ientes. D esp ert ó bru sca me nte a l h om-
Z(t T. Ern en ek h izo un alto. bre bla nco, y m ientras éste man tení a ab ierta s las
- Te nemos qu e de jarlos descansar. No podemos fau ces de los perros con la lanza d el arpón , Erne-
correr el ri esgo de perder siquie ra un o. I nek les fra cturó l os colmillos con el ma ngo d el
-Qu isiera dor m ir u n poco. cu chillo.
- N() Jo harás al aire libre. po rque ya no te des-
pert arí as; ah ora nos q ueda poco cam ino por h ace r. C~nti ~ u ar?n a n d~ n do sin come r ni dorm ir por
-c-Nunca llega ré 3 tu tienda. M i cansancio es tan . el d ía sm fin , cast igados po r e l viento, at or men-
gr and e como el o céano . tad os por la n evisca y tort u rados por el frío y el
-c Cazare rnos otr as focas y si po r lo menos quis ie- hambre. Er nene k, cons iderando qu e no tenía im -
ra s h a rt arte de gra sa y de sangre como hace n los portan d a el qu e u n a muleto se llevara fu era o de n-
hom bres te sen tirias fuerte y calien te y no ten dr ías , tro del cuerpo, se comió el ojo de la foca ; d espu és
necesid ad de dor m ir . La com ida sus tituye a l sueño. j, d e lo cu al ya no les q uedaba p ara masticar o tra
Pe ro el so l habí a d ado ya -dos vue ltas y los hom - cosa .que un tr ocit o de piel ; obligó al ho mb re b la n-
hre s se hab ían detenido muchas veces para dar I ca a imit arlo, po.'que ha bía observado desde tiem po
desca nso al tiro , ant es d e que los pe rros h usmearan a trás q ue las p ieles d e cua lqu ier an im al marin o
otro ban co de focas. Er nenek se pu so ·31 ace cho I ten ían un poder víviíicante y du radero, ma yor aún
sobre u no d e los aguj eros de aire, ma s, a p esar de I que la gra sa y la carne. A todo esto maldecfa a
>

I
t
que el hom bre blan co no dejó de conducir el tri-
neo e n redo ndo, no a nOTÓ a la su perficie n inguna
foca. Se las podí a oír m ugi r, resoplar y rugir en
II Asiak, quien era u na costurera de masiado' con cien -
z~da , de ma nera que ~l in terior de las ropa s con Iec-
cío nada s po r ell a brill aba a fuerza de estar b ien
I
I todos .los agujeros. m enos e n aqu él donde Ernen ek cu rt id o, ra sp ad o y m asticad o, y no conservaba ni e l
las esp era ba . menor rastro de carn e o de grasa.
- Es cla ro - gritó alarma do- o Se ve que en el De vez en cua ndo u na tem pestad les obliga ba a
mundo de las focas ya se d ifundi ó la VO l d e q ue cobija rse en algu na he n ded ura de la costa o en un a
tú y tu comp añero ma taron algu nas sin devolver Jos imi taci ón de igl ú constr u ido a tod a prisa, sólo a
huesos al mar, y ahora las otr as se niegan a dej arse go lpe, de cuchi llo.
a tra P'' r. El hom bre blan co co nt inu a ba som br ío y tacitur-
Pero el hom bre hla nco no hab ía o ído' la ac u- no. H a bía enfl aq uecido y en m rostro veí an se m ar-
sació n : se h ab ía ad orm ecid o m ientras los perros. cad os los sufrimien tos: pero tod avía esta ba basta nt e
a ban d on ado s n si mismos, a tacaban salvajement e los fuerte pa ra negarse a mori r. En u na epoca h ab ía
lr i!V eSJ110 S del t r in e o . creído q ue ~ ya no tenia n ad a que apre nder so bre'
Ern cnek m aldij o Ja Ignorancia de los extranjeros, esas regio nes: sab ia que en ella se había n reg istra -
qu e permi tían q ue Jos perros de trineo conservaran do tem peraturas mínimas de unos sese n ta gra tino¡

11 8 11 9
Celsiu s ba jo cero, q ue u n a fam ilia de cua tro persa: q u eta y, con ell os cub ri6 la her ida para que ab sor-
n as como la de Ernenek di sp onía. según las esta- bieran la sangre y se Form a ra u na cost ra . Luego se
dísticas. d e más d e 2500 km 2 de territorio, q ue la arroj ó de bru ces al suelo y procu ró a ta car la foca
incli n ación del sol no sup era ba los vein tisiete gra· con los d ientes, empeño en que rivalizó con los
d os a mediod ía y los on ce grados a medi anoche; perros; pero entre tod os n o cons iguieron siquiera
sa bi a di st i nguir los o pacos hielos de agua salada llegar a la p iel.
pro venientes de la co ngelació n d el ma r y el hi elo No Iu é fácil h acer q u e 10 5 perros ari scos y locos
de agua du lce, que se origin aba en los días y en las d e h ambre vol viera n ' a ocu p ar su puesto. H allá-
escasa s 'precip itaciones at mosféricas, los cuales siem- banse todos en pésimas con di ciones: uno cojea ba ,
p re era n tr an sparentes y llenos d e burbujas d e ai re. otro te nía un ojo cerrad o po r u n golpe, el ter cero
Pe ro .allí se acaba ba n sus conoci mientos prácticos . sangraba por la boca, el cu arto se lament aba ininte-
Por ej emp lo, ignoraba q ue la n ieve ase ntada, ásp e- rrump idamente, y todos, h abié nd ose comido las
ra y gra n u losa, daba más agu a y era más dulce que a ba rcas, tenían las patas llagad as por las marchas
la ni e ve .fr esca, y qu e la misma agua del mar p erd ía forzadas y por la sal del mar . Al cabo de otro trecho
su salin id ad y se ha cia ~ po table después d e h ab er d e camino, el qu in to perro, q ue mostraba ' menos
esta do por largo tiempo h elada . . defe ctos que los otros , se re costó sobre u n costa do
y men os a ún hab rta : pod ido reconocer focas y se negó a moverse',
muertas en los cúm u los de nieve junto a los cua les Sen ta dos sob re los cuartos pos teriores - con hilos
Er nenek d et uvo el trin eo, focas que ni siq u iera el d e baba q u e les pend ía n sob re el pecho, ob servaba n
ol fat o de los perros registr6. cómo Ernenek pret en d ía h acer en tra r en razón a
-esta es u na de las focas que ma taron ustedes su com p a ñero, a gol p es d e arp ón, De pront o apa re·
al pa sar -d ijo, descubriendo con el cuchil lo un a ci6 un a gota de .sa ngr e en el lugar en que la pun ta
p iel pa rda cub ierta de cica trices- ; pero aquí h arfa del arp6n golpe6 al caído. Como obedec ie ndo a u na
falta una sierr a. señ al, todos los pe rros le cayero n en cima. No era
No co nsigu i6 move r la foca del fondo h el ado; posibl e det ener los, y Ernenek ni siqu ier a lo int ent ó.
s610 logr ó sacar la punta de las aletas, que deshe l6 Pa cientemente, el moribu ndo mira ba, con ojos
e n la boca. Aquellos tr ozos con tenía n mu ch a gra- ofuscados, có mo se le oscurecía el día.
sa, lo qu e le incit6 el ham bre y, presa de Ia impa- Ap enas se ate nuó la avidez de los penos, Ernenek
ciencia, el cuch illo le resb aló sobre el cadáver pe tri - co rtó la lengu a del mu ert o co n el cu ch illo. Entre
ficado }: le hizo u n taj o en la mano. Los pe rros tan to, el vient re de los o tros cuat ro se h inchaba
se p recipit aron a la mer golos amen te la sang re qu e se visibl emen te, mi en tras arra ncaban y tra ga ban la
escu rr ía so bre la niev e, sin dejar de echa r ávid as I
I . carne casi sin mas ticarla y tr it ura ban los huesos con
mirad as al guante em bebido en sangre. los d ientes qu ebrados, ha sta que de su co mpa ñero
Ern en ek arra nc ó u n mo nt6n d e pelos d e la ch ao no q ued aro n ni las corr eas; luego se echa ro n en el

120 12'
suelo e Instanraneameru e comenzaro n 3. roncar. - ~ ~ es te m u n do h ay gCnlt g ue CU r !;1 ') il.: ln p re la s
Erne ne k los dejó en paz. provrsrones en trozos peq ueños a n tes d e sep ul tarlas.
Pero por poco tiempo. y sin más d emora, Er nenek se pu~o a buscar el
escond ite, mi ent ras el hombre blanco lo segu ía ro n

El sol había dado ya varias vueltas y los homb res aire fúnebre,
ham bri entos conti nuaron incitando a los pe rros ham- U n torr ent e de mald iciones anu nció que Fr neuck
brientos hasta que aba ndo naron el Oc éan o C la- hab ía en contrado lo q ue b uscaba . .. y qu e ah ora
cial para ganar la ..ierrc firme. All¡ el terreno ya no estaba allí. Una famil ia de g IO lO IlC~ lo había
mon tuoso y accid entarlo no permitia q ue ta n pocos precedido, y no mu cho antes: habían exca vad o el
y ta n ma ltrechos pe rro5 tirara n del tri neo, d e ma- ~erreno -co n las u ñas y p rec ipitado J I val le los pe-
nera que Ernenek lo qu ebró contra un a roca para nascos q ue cu b rta n las provisiones; se h a bí a n dado
re cu per ar la car ne de los travesaños. u n ba nq ue te y sólo hablan dej ad o 10s h uesos ro ídos
Arrojó a los p t:ITO S los patines y él in ten tó co- y las hu ell as de sus propias P" ~a s ,
merse los trav esañ os helados; pero sólo era posible ,, Precisam en te en el mome nto en q ue Er nenek,
ch u pa rlo s lent am ent e, 10 cual lo ex asperaba ; sin - 1 ca n s ~ do de maldecir contra la ra lea d e los gloto nes,
tiendo una necesid ad imperiosa e inmedi ata de I se d~sponí a a p roseguir la ma rcha, h usmeó la P' ":
I se nc ia de u na zon-a . Buscó la pista y la sigu ió con
carne, Ernenek qui so mata r a un o de los perros,
ma s como éstos S~ ha llaban de nuevo alerta , Iué i la esperan za d e que lo condu jera hasta la guar ida
imposible acercarse a elles y Ernenck se, dió gr an- do nde esta ría n los zor r itos: en cambio la p ista lo
des puñetazos en la cabeza por haberlos liberado llevó a un lugar donde la zorr a hab ía acu mulado
d emasi ad o pronto de las corr eas. Pero sú bi tamen te carne de ga r za en el int eri or de u na gTUla que se
su carota se iluminó. encontraba entre las r OC3 s ; y esa car ne. de liciosa-
- ¡Algu ien recuerda que ,sep ultó provISI of!es en men te pasada y violácea, lo reanimó y le devol vió
estos parajesl la alegria.
- ¿Provisiones d e que? .Pero el h om br e blanco se negó a gust ar aque l
- De carne o de pescado. ali mento. Por lo dem ás, sus zapatos claveteados se
- ¿Dó nde? aferraban escasamente en los d eclives hel ados. de
- A derecha o a izquie rda . man era qu e, después de haber resbalado por m il é-
-¿Cuándo? Sima vez, se negó a levan tarse.

- H ace mucho o hace poco. -Te das por vencido demasiado fáci lmen te -di-
- Pero cu alqu ier cosa q ue sea -dijo el ,hombre jo Ernenek muy aleg re-. U na noche, un h omb re
blanco irritado y ca nsado-c. esta rá helada en el q ue conoz co, h abien do perd id o las aT m <JS y las
suelo como la carne de las focas, y no pod remos guarn icion es del tr ineo, a fin de adquiri r la fue rza
re tira rla de allí. necesaria para arras trarse hasta su casa. se comió

122 123
los pies, q ue a deci r verda d ya no le hab rí an serví - - Algu ien ha hecho un botí n bien [J aco - ad mitió
do, po rqu e esta ban helados. Aun h a)' tod os nos Er nen ek p b r primera vez en su vid a.
desternillamos d e risa cuan d o ese h ombre nos cuen- Cu ando fu eron a buscarlo, el h om b re bla nco no
ta la aventu ra. dorm ía ; n i tampoco consigu ió conciliar el sueño
Apen as cons iguió ref renar su hilaridad, Ernenek sobre el lecho de pieles en la tienda , ni aun después
se cargó en hombros al compa ñero y volvió a po- que Asiak le h u bo servi do té de tu ndra y un a taj ad a
ne rse en m archa: peco no consig uió ha cer mucho d e carne, especialmen te carbo nizad a pa ra él al Iu e-
camino, po rq ue ahora ya comenzaba a demostrar go de la lá mpa ra. H a bía estado desp ierto por u n
cansan cio, de modo q ue tu vo q ue d ejarlo nueva- período m ás largo del qu e le er a posib le resist ir, y
mente en el suelo. algú n engran aje in teri or se le había d et eri orado:
-Lleva ré los perros conmigo, mostrá nd oles un a pesar d el enorme cansan cio físico, conser vaba el
trozo de trin eo; así no te destroz arán. Lu ego vol-
'veré por ti. M ientras tant o ch upa este travesafioY l'
I
cerebro ardi entemente desp ierto.
A Erne nek no le ocu rr ió lo mismo ; cuerpo y me-
maria se ap resura ro n a olvidar las tribu laci ones
procura no dormirte.
y así dicie ndo, se alejó cantu rrea ndo . . pasadas. No tardó en h art arse h asta las orejas de
tod as las clases de carne que encont ra ba al alcance
E nco n tró su tienda de pieles donde la h abla de- de la manp, a las que· agregó grandes pedazos re
ja do, es dec ir, al pie de un a gran ro ca; sus perros sebo, para facilitar la d igestión. Cuando est uvo
lo recibi er on jubil osos y luego h usmearon con re ce- dema siad o h art o para ten erse en pi e, se exte nd ió
lo a los cuatro m ísero s canes que lo seguí an. de espalda s y dejó que Asiak cont inuara d ándole de
De la tiend a salió prime ra el pequeño P api k, comer hasta q ue no fué capaz de tragar ya U I ·
más a nch o que alto, metido en su ropa de pelo. solo bocado. En ton ces cayó en pro fu ndo suelto .
saltando y ch illan do d e alegría. Luego apa reció N o lo d espertó el hecho de q ue Asiak le q ui tar.
Asiak, cuyos negros ojos parecían son reír cornp la- el calzado; y cuando con un cuch illo ell a le ra spó
cidos en la gru esa cara. Por en cima de su homb ro, los pies, E rnen ek no h izo sino camb iar el tono de
la peque ña Ivalú, atad a a las espa ld as de la madre. sus ro nq uidos. .
miraba con evidente estupor aq ue lla figura eno rm e
qu e se dec¡a su padre. Desde su lech o de pieles. el hombre blanco ob ser-
- H as estado afu er a dur ante muchos sueños -;-dijo vaba a Asiak, en tregada a los q uehaceres d om ésti-
Asiak con to no indiferente- o Debes de haber jun- cos, mientras I val ú. casi siemp re at ada a las espa l-
tado un mont ón de pe scado . Espera q ue p repare
el tr ineo para qu e vayamos j u n tos a re coger el
bo t ín.
l' das d e la madre, do r,:, ia plácidamente o le mostra-
ba la ca ra moflet ud a y ri su e ña . El pequeñ o Papik
se dete nía a men udo cur ioso, j u nt o al ex traño hu és-
,
I
124 f 125
I
!
ped, pa ra o bservarlo ; le tocaba el rostro hirsu to y -e- Desde Ju ego gue sería hermo so, ahora que me
se reía con esa risa cálida y fácil de su 'gen te. esr é p rohi bido.
Despu és de haber dorm ido u na buena vuelta d e - T ú me ha" alvado la vida, Ernenek. Por eso
sol, Ernenek se de spe rtó. impaciente por llenarse qui siera pon er las (osa s e n orden, J fin de que ya
de nuevo el vientre y por salir a cazar. no rengas que temer a mi s com pañeros. Pero debe -
-Usted es no son com o los ind ígena s con los que: . rás presen tarte a eIJos; yo le ayud are a expl ica rlo
come rci amos -obser vó el ho mbre blanco. todo.
- Así es. U na vez intentamos dormir en 'el pue sto -c Er es m u y am ab le - d ijo Ernenek , fel iz.
de intercamb io y casi no s so focamos. H acía tanto -cDi me, seg ún lo que me co ntaste, el ho m bre
calo r que el hielo de la pa la ngana po r mo mentos . a 1 que di s te mue rte te provocó , ¿no es así?
se derretía. . -e Terr ib leme me .
- Desde luego qu e la vid a es más cómod a y diver- - ¿Insultó a Asia k)
tida en el sur - di jo Asiak-; hemos estado alll. - N o sólo a ella si no también a It l í y d e mod o
Puedes an dar en un a canoa. IY ha y ¡anta gen te y ind ign o.
una variedad tal de ' comidas! Las mujeres lle van . - Me imagino qu e quisis te d efen der la de la codi-
vida de lujo y usan livianos. vestidos hechos, de piel era de! ho mb re y qu e lo ma taste , en medio del
de zorra , suaves bo tas d e piel de reno "que apenas alterca do q ue h abrá segu ido.
llegan ha sta la rodilla y me tlias de foca manchada. . Ernenek y Asiak cambiaron una m irada y rom-
en lu gar de llevar n uestr as pesada s ropas de p iel de pieron a reír.
oso y las toscas calzas de foca. - La co sa no ocu rrió exac tame nte así - prot estó
- y los hombres a bordo de gigantescos um iak p or fin Asiak.
dan caza con el arpón al narval y a la ball ena bl an- - M ira cómo ocurrió -d ijo Ernen ek-. A quel
ca - exclamó Ernenek, ho mbre blan co d esde ú ó todos nuestros ofrecim ie n-
-y el aire está lle no de mosquitos am argos y los tos, aunq ue era nuestro huésped. [Rechazó nu estras
piojo s, de gusto tan dulce, se arrastran po r todas .ca rnes más viejas !
par tes en el cuerpo. de manera que hombres y muo -Tienes qu e comprende r, Ernen ek, que a mu-
jeres p ueden dive rti rse qu itánd oselos unos a otros cho s de noso tros no nos g usta la carne vi eja .
y comiéndoselos. . -Pero los gusanos estab an frescos - hizo notar
- ¡Pero cazar el oso blan co y ensartar la gord a Asiak. .
[o ca de l norte, que nun ca vi ó al hombre, es má s . - Lo cierto es que los blancos esta mos acostum-
ex citante! - d ijo Erne nek- aun cuando aq u í h aga brad os a comid as completa meme diferen tes.
dem asiad o fria para los piojos. Además ahora es -En efecto, no s di mos cuen ta de ello -co ntinu ó
peli groso acercarse a los hombres blancos .. Ernenek- y por eso. esperando ponerlo por fin
- ¿Quieres ir a verlos? -preguntó el hu ésped. comento, le propu se que riera co n Asiak.

126 127
-Dejame q ue lo expl iq ue yo - in tervino cual no debería prestar a InI m UJl'r. [Pr esto m i
A sia k- . M e la vé lo s cabe llos p ara q u e se sua viza ra n, n-m eo y me lo devuelven d est ro zado: presto mis
me unté J;:¡ ra ra con grasa de foca y me raspé bien , perros y vuelven a casa cansados; prc!oto mi sierra
pero muy bien con el cu ch illo, para estar limpia. y luego resulta que le faltan dien tes; pero cad a vez
- Sí - gri tó Ern enek pon iénd ose d e pi e-o ¡Se ha- qu e presto 'a Asiak, vuelve como nu e va ]
bía empe rejilad o muy bienl ¿Y qué hizo el hombre
. blanco? ¡Arrugó la narizl ¡Eso e ra dema siado l H abía pasado el vera no . El sol había am pliado
¿Puede un homb re dejar que se infie ra a su mu je r su trayecto elíptico y a cada un a de sus revolu cione s
seme jante afrenta? ¿Puede soportar en sile ncio tal se escon día bajo el hori zonte por un período cada
hu miJJ ación sin perder el respeto por si mismo? De vez más prol on gado, hasta qu e por últ imo desapare-
modo q ue aferré a aq uel d esdichad o por sus mise- ció por completo y el dí a se re tiró de la cima del
rables homb ritos y lo golpeé un poco con tr a la mun do y cedi ó paso a la larga noche qu e infundió a
pared . No tenía int en ción de matarlo , sino tan tod o lo qu e tenía vida un sopor tan desm edido qu e
sólo de romperle ligerame nte la cab eza. Recon ozco hasta un estómago sin fondo, como el de Ern enek,
q ue fué u na desgraci a que se le rom pier a tanto. per d ió todo in ter és por la comida. E n to nces la pe-
Como ves, la cul pa era tod a de su cráneo. Una qu eñ a familia plegó la ti end a. carg ó al hu ésped so-
p~ r.s o n a qu e tie ne el cráneo tan débil no de bería bre el trineo, junto con los enseres dom ésticos, y
via jar . abandon ó la tierra he lada, para gan ar el tibio mar.
- Erne nek hi zo mu chas veces lo m ismo a ot ros Cuando los esquima les se adormecieron en el
hom bres - exp licó Asiak-, pero siemp re se rom pió Jgl ú~ arrullados por e l océano subyacen te. la lámpa-
primera la pared. ra, ab andonada a sí misma, se apagó, y entonces,
-I U n juez nuestro no comprendería ab solu ta- en medio de las tini eblas, el gran sueño descen dió
men te nada , de semejante asunto l 1Prestar a tu tam bién sobre el homb re blanco.
mu je r . . . I e-exclamó profundamen te ind ig nado el Descendió poco a p oco, com o u n ve lo que pau la-
hom b re bla nco. rinarnente va haciénd ose cada vez más de nso, como
- ¿Por qué no? - d ijo Ernen ek- . A los hombres la bruma, como la . noche. De vez en cuando, e n
. les gusta y a las mujeres les hace brillar los o jos. d uermevela, el hombre bl an co intuía más que sen-
Asiak rió y luego di jo: tía, cóm o Erne ne k trabajaba con sus instrumentos
- ¿Acaso ustedes no toman prestadas las mu jeres de caza o cómo .Asiak en cen día la lámpara, prepa·
de Jos ot ros? rab a aguja s. raspab a las ropas o mo vía el bloqu e de
- Eso no hace ahora al caso. No está bien, eso es ni eve qu e cerraba la boca del igiti y alimenta ba a
tod o. los penos que engor daban en el tún el.
- ¡Lo que no está bien es rehusarl -exclamó . Cuando le ofrecían gr asa de p escado , la tragaba
Er ne ne k indi gnad o- o Dime un solo motivo por el " sin p rotestar, pues habí a no tado q ue le infundía

128 129
mas calor que un a est ufa colm ad a de leñ a. De rna- - Como qu iera q ue sea, tengo ga nas de volver
nera que cuand o por pr imera vez le acerca ro n a a ver u na casa d e ma dera con tod as sus d iversiones,
los lab ios una escudilla he cha co n el cráneo de u n a d espués de haber hec ho tanto camino. U na vez de-
vaca marina y llena de sangre negr a de foca, veteada cidimos no ten er ya ning una relaci ón co n los horn -
de a ceite. la sorh ió ha sta la ú lt im a go ta . bres bla ncos, pe ro desde qu e te conocimos camb iamos
Al terminar el inviern o, cuando el d ía iba a ap u n· . d e idea, ¿no es ciert o, Asiak?
tar y Er nenek comenzaba a afilar sus armas, y Asiak Asiak asint i ó.
sacaba la cab eza fuera del tú ne l para ver la luz El homb re blan co me neó la cabeza y d ijo:
del sol que tre paba len tame n te. h ~cia el. t.e'cho de la - V.uelve a tus regiones, Ern en ek . Yo diré a mi s
tierra, el hombre blanco se. sin tió suficientemente compa ñero s q ue te vi mor ir. Este es el úni co medio
fu erte par a em prender el viaje. de retorno. d e qu e puedan, no perd on art e; pero sí olvida rse
- Viaj aremos j u ntos -l e dij o Erne ne k- . Ver ás d e ti.
que será tan fácil como convert -irse en pa d re. Emen ek sonri ó.
y partie ron co n los primeros resplandores del -Comp ren der án y me perdonarán la muerte de
al ba . su compa ñe ro, como la comprendiste y la pe rdo-
na ste tú mi smo .
Estaba bien entrada la noc he cua ndo avistaron - AuII (lia ndo u no u otro comprend ieran, no
la ba rra ca de madera a la q ue se diri gía el homb re podrían dejar de castigarte, Ern en ek, porqu e sus
blanco. :este hi zo det en er el tr ineo a d istancia y leyes son más fu ertes que ellos mismos. L as leyes
bajó a tierra. de los hombres bla ncos se han he cho más podero sas
- No te dej es ver po r mis compañeros, Ernenek . que aq u éllos q u e las esta bleciero n . ¿Co m p rend es?
- ¿Por qué? - N o.
-Porq u e te están buscando. Y siempre puede - Ento nces te lo explic aré de o tro modo. Escu ch a :
haber aqu í al gún t raficante indíge na qu e te co- estoy ha sta la coro nilla de (U compa ñia , te di sparar é
naz ca, u n a ba la en el est óm ago ' penas hay amos llegado a
- Ya se h ab rán o lv idado -de mi. la ba rraca y luego daré a Asiak y a tus h ijos, como
-Los hombres blancos no olvida n, Ern enek. T o- com ida a los osos.
dos te buscarán hasta qu e te halle n y ten en cuen ta y mien tras la boca de Ernen ek se ab r ía d esmesu-
que ha y más hombres blancos q ue car ibúes. r adamen te por la sorpresa, el hom bre blanco le
- Es posible que los que me .conod an ya hlt )'~n asest ó un golpe en el bajo vientre y le de s.(~fgó una
muerto. Los hombre.. bl ancos mue ren muy fácil- granizada d e puñ e ta zos 500 re la cara a fligid a : l ~ e .
men te. 'go echó a correr hacia la b arr ar a. con 105 pIe s
- Pero consignan tu nom bre en gr an rles libros. sepa ra dos. porr¡ ue iba vestido con las al tas calzas
Los hom bres mu eren p ero los libros qu ed an , ind ígen as fab rir-a d as por I\~ i a l.

130 131
E r n en ek 10 siguió con ojos estupefactos, acari-
ciándose con la mano las partes más castigadas por
el hom bre blanc o. ¡Después de todo lo que habí an
hecho por él! IDespués que Erne nek hab ía cazado
para él y Asiak reído con él!
Se volvió hacia su mu jer, qu e también es taba
pasma da de sorpresa, y ambos se maravi llaron, una
'vez m ás, de las rarezas de los hom bres blancos.
Ernenek tornó a sub ir al pescante del trineo y
orde nó a las perros qu e volviera n sobre sus pasos.
,.
VII

EL , LAR GO VIAJE

P oca tiempo desp ués de haberse separado del


ho mbre bla nco, Asiak se encontró nu evame nte en-
cinta, Ya era un problema criar dos hij os y la pare·
ja duda ba de si convenía dejar vivir al que espe-
raba n . Por fin decidieron conservarlo en e l caso de
q ue fue ra un varón y restitu irla a los hi elos si
era una niña; después de todo, no es posible ali -
mentar sino un número determinado de bocas .
I
I
Nació una niña.
Pero cuando vieron que tenia el pel o color del
I sol na ciente y los ojos color del cielo de med iados
I de verano , y la piel blanca y fresca como la nieve,
q uedaro n enamorados de la criatura. Indu dable-

j.
132 133
m ente hab ía .~ Il JO el h uéspe d in vern al el que la son rrva . L as man os se ir h icier on nudosas. com en .
procr ear2. y Er ncnck esta ha orgul loso -de q ue su zaro n a d ole rte las a r ticu lacjrnu-s ¡: va no con scc uia
m ujer le hu bi era rega tad o una cria tura de un h om- .saca r d el h ueso aq uell as agll ia~ dl' ·rose :- tan r;";1:I<;,
bre bl an co. de q ue ta nto se eno rgullee:a ; SIl 'i di entes. conxu m i-
L a lla m aron H igg iug iu k. dos h ast a las encías a Iu er za d e masricar ro pas, sól o
Pero u n mal dí a. u n dia de torme nt a, cu and o se rv ~a n a hora par:-t cu r t ir la d eli- ad a pi el de "g a r l a
era a ú n de ma siad o pequeña p2r a sabe r lo q u e hacía, m arin a q ue d ien tes ma s jóven es y :lgud os h abr ían
H iggiu giu k aband o né e l ig l ~ y se ave n tu ró so la pod id o d añ ar, per o ya no era n ca paces de abla n da r
por el mun d o. Asia k, que estaba ad or me cid a , un las pi el es d e oso y de [ 0 0 :, y m enos aú n de masca r
poco a ca usa de la cerca nía de! in vie rno. y u n poco ca r ne fresca.
porq ue habí a q ued ad o d e nuevo enci n ta, ad vi rt i ó Asta k se estaba conv ir tie nd o en U Jl3 muj er in út il
la ausen cia de la nifia sólo cua ndo el viento habí a y gra vosa. y se daba cue rn a de r- Ilo.
borrado ya sus hu ellas. Er ne nek estaba cazand o , d e Com en zó a d esear la ~i bi C7a v las comod idad es
m od o que Asiak tu vo qu e bus car so la a la peq u eñ a m erid ion al es, pero pu esto que Id" hom bres b la n cos
vagabu nd a, a la que lla m é a gra nd es voces, m ie n- eran e ne m igos de Erueue k ell a m isma ins istió e n
tra s trope zaba a cada p aso 1:11 med io d e un a ter- I.F~ e se con fin aran en las so ledades h iperb óre as,
menta de n ieve tan impe tu osa qu e ei ' perro no donde no se corrí a e! peligro de enco nt rarse CO I1 los
consigu i ó r astrea r ·J;¡S hue lla s. lo cos ex tr a n jeros ni con los h om bres q ue tra fica b a n
M u chas h oras después , el mi smo perro hu bo de co n ellos.
guiar a Er nenek hasta el luga r donde estaba Asiak , P?r ,eso la p reciosa mad era qu edó entera me nte
La en contró cu bierta de sangr e ba jo un cú mu lo de sust itu ída por t i h ueso y e l ma rfil d e morsa; las
n ieve am asa da por el vie nto. Asiak había ab or tado pesada s p ieles de oso y de foca reem plazar on co m-
y del ira ba. No se encontr ó ningún ras tro de , H i;Zg iu- pl eta mente los su aves cuernos de reno y de va ca
giu k, como si Silc. e! hombre m alo q ue h ab it a e n m a r-i n a : Jo s arco s d e Er nenek estaba n hechos d e
e l cielo , se la hub iese lle vado d e la faz de la tierra, ast a e n lu gar de hue sos de ba llena ; sus trineos,
de m a nera qu e no pudieron sep ul tarla, como a de p iel es y de hu eso, de ca rne r d e pescad o co nge-
los otros ni ñ os, junto con u na cabe za de perro, lados. Y a hora enco ntr aban s610 muy de cu a ndo e n
a fin de q u e el sab io a nim al pud ier a indi ca r a la cua ndo a lgu nos pocos esq u ima les po lares, p u es Sl1
peq ueñ a alm a extr aviada el cam ino de esa remota nu m ero er a ta n ex iguo como vast o su rerr ito r io . Y
. ti erra a la cua l se di rig en tod os los esqui ma les. en cont raba n tam bién algu na rar a familia d e nóma-
Asiak no con sigu ió reponerse ya del tod o. Desde d es n echi ll ik.
que no ten ía niñ as que criar, se encont raba enci nta y sin em ba rgo, esos breves contactos ba sta ban
todos los añ os y todos los a ños a bo r taba. Así, se le pa ra adver t irles q ue e l mu ndo esta ba ca mb iand o.
fu eron co nsumiendo las fuerzas, - Ia j u ventu d y la El número de Jos hombres bla nc os crecía. cad a

134 13 ~
vez más; sus pu estos de in tercambi o germ inaban ten cia se cifr aba en teramente e n la caza de la
co mo hon gos, y cad a vez qu e se en contraban, .los foca- ma ta r m ás de tre s focas por año, mien tr as
hom bres h a blab an inevitab lemen te sobre los ex - ellos m ismos, con sus fusiles, an iqu ilaba n espe cies
tranj eros. El hombr e bla nco in vadía ine xorabl e- e n teras; se Ileva bam sólo las pieles, deja ba n lo de -
me nt e la tierra blanca, preced ido de su fama , acom - más a las gav iot as y no d evolvían los h u esos al m ar.
pa ñado de sus almas, de sus comid as, de sus be b idas, N o, lo q ue ha cía el hom bre blanco no tenía ni
de sus tr ajes, d e sus idiomas, de sus tesoros, de sus p ies n i cabeza.
di oses; ll eva ba cosa s q u e n ad ie le pedía y to m aba Y, ad emás de sus leyes y de su s me rca derías el
ot ras sin pedirlas; impon ía sus leyes y trasgr ed ía hombre blanco h ab ía in trod ucid o ta mbi én sus en-
las de los d em ás; y dej a ba en su este la u n fu ri oso fermedades. Las infecc ion es vené reas, la gripe, la
remolino : a veces d e a legr ía y de ri q ueza ; ot ras, tuberculosis. y sobre todo el sara m p ión , h acían
de d esolación, m u ert e O pr isió n. estragos en, orga n ismos q ue desd e t iempos inme-
H asta muy lejos se ex tend ía la ga rra d e 'S us r e- m oriales ha b ían · ign orado toda enferme da d y no
glame n tos, y era h ombre sa bio aqu el qu e se a pre· esta ba n acostu m brad os a defen d erse. De m an era
suraba a resp eta dos , Como co nsecue ncia de las qu e hombres agu erridos en las bata Itas cont ra e l
nu evas leyes, se ahorcó a u n h omb re sólo po r h aber oso blanco e in cólu mes a la in tem perie, suc u m b ía n
d ado mu ert e a otro qu e le hab ía robadofa mujer , en masa frente a l e ne migo escond id o e n la sangre, y
cosa q ue cu alq u ier ma rido h abr ía hecho, porq ue en tal med ida q ue en algu nas comu n idades, con la
es lí cito cambia r o pres ta r a la muj er. pero no lo llegad a de los hom br es blancos, las epidem ias ha-
es robar la. b lan destruid o ocho h ab itantes sob re diez e n el
y un a muje r Que, ha llánd ose 3 la deriva. e n un cu rso de pocas sema nas.
en orm e bloque de hielo, junto con sus tres hijas, Empero, si no to das las cosas de l ho mb re bla nco
se h ab ía comido a la m ayor de ellas pa ra co nserva r era n justa s, agr ad ab les o. comprensib les, todas eran
la vid a - la hij a se hab ía quitado expresam ente la ' sin duda fascinan tes; ten ían la fascinación de los
vida, p ar a sa lvar a las otras de una m uerte segu ra- abismo s; y ta m bi én los a ngmagssa lik, tam bién los
fu é lle va da a la ci udad de los h om bres blancos y net ilingm iu t, los k in ipi tu , tamb ién los u nal aska,
encerrada al l¡ en un a ja u la de la ,q ue no podría tam b ién Jos a tka, ta mb ién 'los ita, tam b ién los ne-
sa lir ha sta el d ia de su mu erte;' ad em ás, le h ab ían chillik, . ha bí an cafdo víctima s de su a rcana fasci-
qui tad o los h ijos; tod o lo cua l hacía d esdi ch ad a a na ción: no p od ía n vivir sin los cu ch ill os d e los
much a ge nt e y n o p odía ser ven tajoso p ar~ n in gu- b lan cos. sin su s fogones, sin su agua rdient e, sin
n o, n i siqu iera pa ra los hom bres bla ncos. Por lo sus armas de fue go, sin sus golosina s, sin sus cint as
de má s se sabí a qu e en las zonas qu e ellos gober na - d e colo res, sin su s espejos, sin sus cu en tas de vidrio
ban se h abí a pr oh ibido a los esqu ima les -qu e sin y sin las mercaderí as m ás impensa das y nu ev as q ue
emb argo se h alla ban en su propia casa y cu ya exis- di os introdu c ían y q ue los esqu ima les co nsta nt e-

136 13i
m e n te ad quiria n, reemplaza ba n o ag rega b an a las cu and o q ue rí a levant arse, y él mi smo se daha cue n-
que ya rent an. co mp rá ndol as con p ie les, acei te de ta d e la graci o sa figu ra q u e har ía y se un ¡a a la s
pe scad o y ma no de obra . risas de su s famili ares. Podía a ndar . y h asta correr,
Cada vez dis mi nu ía. más el n úm ero de los qu e 'Pero no por m uch o ti empo, y cad a esfuerzo q u e
contin uaban viviendo seg ún la ma ne ra d e sus abu e- h acía le producía dol ores ta n fu enes q u e lo hacían
los en las sol edades pola res; pero au n éstos ten ían vol ver a la cama .
re ato cad o el esp íritu po r el cán cer bl anco. y Asiak A los cua renta años, era un homb re viejo, to d aví a
sentía a menudo q ue los sile ncios de sus se res que- el m ismo gran comilón de siemp re. pe ro no el ca-
ri ci os estaba n carga d os d e asp ira ciones, y sus n oche s zador que hab ía sid o una vez; ya m ostraba distin-
sin sue ño s, a nim ad as de mara villas prohi bidas. tament e las señal es de l lar go viaj e q ue h abía cu rn-
plido a t ravés d e los año s: profu nda s eran las a rruo
C u a ndo a Ia edad d e a lrededor de nueve años, ga s que le surcaban el rost ro, la s me j ill as hundidas
P a p ik m a t ó la primera foca - u na íoqu ita qu e toda- y apergaminad as, abu ndan te la nieve de su s sienes
vía Ti a hab ía ap re nd ido a nada r - , Er nen ek lo hizo y d e los ralo s b igotes que le caía n so bre el mentón
e x te n der de br uces en el suelo y le pas ó por la arr uga do. Su mirad a se carga b a de a dmira ci ón cu a n -
esp a ld a el anim a l muerto. ;¡ fin de que éste no do co n tem plaba a Pap ik - el dard o q u e ha bía d is-
tu viera mi ed o de' Pa p ik y no ad vin ier a a las o tras parado a tra vés del arco de Asia k- , pu es t ant o le
fo ca s que se guard ar an de él., Pero te nía n que pasa r ,l : re cordab a Jo q ue él m ismo había sido en un t iem -
aún mu ch os años antes de q ue Pap ik se co nvirt iera po,' que le parecía sor p renden teme n te cercano. Y
en un verda dero caza dor , capaz de su stentar una
farn ifia. II en ef ecto, cua nd o P apik, de acu erdo co n las co n je-
tu ras de su madre, te nía unos d ieciséis o d iecisie te
y la fam ili a lo nece sitab a. añ os, se parecía m u ch ísimo a Ern enek : era ya casi
Un accid ent e h abí a d isminuído para siem pre la .I ta n grande y muscu loso como él : era al tiv o co mo
capacidad de caza de Ernenek: mie ntras pers igu ió ar- su padre, pero no ta nto; tem erar io co mo Er ne ne k,
dorosamente u n oso en el trineo, Ernenek , caye ndo p ero no del tod o; impu lsivo y jovial , fran co y gro-
por u na escar pada pendiente, habfa roto un mo ntón sere te como Erne nek, pero no tanto .
de h iel o y él mi smo se h ab ía ro to la esp alda . Quedó I y n unca podría haberlo sid o ta n to, puesto qu e
inert e du rante m uch as lunas, y cuando por últi mo I tambi én era híj o de Asiak.
estu vo e n cond iciones de levant ar se, no podí a ya
d ob larse, n i agacharse ni sentarse: la col umn a ver - II Jva lú era algo má s baja que su herm ano, pu es no
est aba a ú n comple ta mente d esa rrol la da : pe ro ya era
tebral le hab ía quedado más rígida qu e el h ielo . , {uene y rob usta . Te n ía, lo mi smo q ue Asiak , la bios
Sólo pod ía estar ex ten dido a lo largo o b ien de gr uesos y lle nos, pero no hin chados, mientr as qu e
p ie y erguido. Er a cómico verlo retorce rse sob re el II el cort e d e sus ojillos oscu ros y vivaces era el de
han co de n ieve y pegarse a lo largo de la s p ared es Ern enek , L a cera virgen de su men te era impresio
I,
]) 8 I; 139
nable y suscep tible a los con tacto s con la gen te, rab le" Ernenek ha bía te nido la d esfach atez d e res-
porque h ab ía conoc ido poca ; y su h u mor era ' va- po nd er le. . "E n efecto", Es qu e aq uella o izca de
ri a ble como el viento : . pero en ell a la sere nida d modestia que h ab ia 'a prend ido Iarigosameme a os-
ter mi na ba síefnp re por impo nerse. ten tar en el pa sad o, se h abla esfu mado del todo en
H ast a el día en que conoció a u n jo ven lla mado los úl ti mos añ os, d u rante los cua les, por falta de
Mil ak. . co nt acto con los seres h umanos. Ern enek no h abl a
tenido ocasión de ej ercit ar la .
Se ha b ían encontrado d u ra nte un a cacería est ival ¿Había pues q ue maravi llarse de que la h ija de
en la q ue cambiaro n sólo u n as pocas pa lab ras:. de- semej ante hombre, ade más de ser la mu jer más
masiado pocas, pen só Mi lak cuando volvió a su tonta e in úti l que h u b iera exi stido , se riera de él?
aldea . Y a l a ño sigu ient e emprendió un segu n do Pero, lo cierto es q ue ell a estaba hecha así: Mi lak
viaje pa ra volver a verla . Pero tamp oco esta vez te nía que tomarla o 'deja rla como era,
llegó a concretar nad a. y él qu er ía tom arl a. .
-N inguna tiene necesid ad de un hombre -dijo -Mira ....!.le di jo, p rocuran do ha cerla en trar en
Iv a lú. . razón y esforzándose por dorn in arse-, tu padre ya
- Si no , t ienes necesid ad d e un hom bre, ello se no es el cazador que u n a vez íu é, y tu herma no
deb e a q ue no eres una muj er. pron to encon trará un a mu jer a quien mantener .
-cP ue s, ¿q ué soy e ntonces? - ¡Soy capa z de' cazar y pescar sola l
-Una niña , y por añadidu ra, estúp ida. ¡U na - Pero, ¿qu ién coserá? Tú no podrá s h acer las
niña co n ce rebro de ga rza y cora zón de glo tón l Só- d os cosas. ni tam poco correr de trá s de un oso o
lo un a ni ña es capa z de p ensa r que p uede pasarse doblarte sobre un agujero de pesca, cu ando tengas
sin un h om br e. un hi jo en el vien tr e o en la espalda.
- A u na Hiña le gus ta tu p resunc ión. po rque la - ¿Y q uié n te d ice q ue tendré h ijos?
hace estalla r de ri sa. - Los h ijos llegan na tu ral mente, a medida que se
¡Q ué vulgarotes eran estos sep rent r io n a lest, pe no crece, como los senos . Y cuando tengas uno o d os
sa ba Milak que era or iund o del sur. Sólo Asiak h ijos, tendrás q ue buscarte un m ar ido.
mostraba alg ún rasgo de gen tileza, porque evid en - . - ¿Por qué?
temen te pro ven ía de alguna fa m il ia meri dional. -Porq ue tu herm ano. no puede p roveer a las neo
Pero I val ú y Papik era n toscos como el padre. O cesidades de tanta gente.
casi. Porque nadi e, a de cir verda d , pod ía se! tan -Ta l vez ni no puedas, pero m i hermano sí. N os-
to sco como Ernenek. otros somos del norte, y el ún ico terreno en el que
Ape nas un sue ño an tes, cua nd o Mil a k le ha bía us tedes p uede n ve ncernos es en el de la presunción
d icho, d espués de u na partida de caza, " Comp ara- ql:lc tienen :
do co n el tuyo, mi bot ín es ve rdaderame nt e mi se- A Milak se le enrojeció de rabia el rostro, deba jo

14 0 141
d e la cr.t pa d e grJsa y d e hollí n.. Se levant ó, go lpeó nos dijo q u e en su a ldea ha y un cu rand ero r¡ue ti e-
co n lo s pies en el suelo y escupió, mientras I val ú ne g ra ndes pode re s. Con sult érnoslo .
lo miraba con interés: aque l ho m bre le fascin ab a I val ú voló a a braza rla )' a »llarcai!a . tamb ién
purque proven ía de l p a ís de las som bras co rtas, d el Erne nek y Pap ik se alegraro n e inmed ia ta me nt e
cal ido , a legre. mi sterioso med iod ía. desde do nd e co men zaro n a preparar los fa rd os.
Il r g:lJl b l uz, el reno y la va ca ma r ina. P ero Asiak p erm an eció sombría v ceñu d a.
- Un h o m bre prefiere volve r solo - di jo por úl-
timo Milak. Y se ret ir ó, co n tran q uil o conti ne n te, C ua ndo pa rtier on hacia el su r. tu é Pa p ik q uien
en d irecci ó n al sol. se sent ó e n el pesca n te d el trin eo y man ej ó e l lá-
I va lú soñaba con ho mb res. de cu erpo poderoso, tigo co nt ra el vie nto. mie ntra s Er nene k, a sus es-
hom bres al boro tado res y al egr es como su' p adre, y pa ldas, se m antc n¡a de p ie y ergu ido sob re el ú l-
M il ak era por co mp le to d ifere nte. Di estr o y ast u to, ti mo travesañ o. L a tie rr a d or m ía a ú n ; la veget ació n ,
era u n h áb il cazado r, pero, no sie nd o mu y m us cu -
enana toda vía. nu ha bi a a pu n tado desde debajo d e
loso, parecía frági l; com p ara d o 'co n los esquimales'
la cost ra de invie r no, y la ocu lta vida an im al n o
en genera l y en especia l con los esq u imales poJares.
. mo straba n i un pelo -o si 10 mostra ba, como te nía el
R eía m u y pocas veces, y su rost ro m óvil y ca mb ian-
co lo r del hielo, perm anecía in visib le. en m edi o del
te revel ab a la co nsta n te luch a de los pe nsamie ntos.
gr is de l a lb a ; el oso , demas iado fuer te y demasiado
Sí, cuanto m ás pensaba I va lú en é), despu és de
su p art ida , m ás se convencía de que M ilak no era 1, orgu lloso pa ra esco nderse, era . la ún ica exce pció n.
el ti po de hombre q ue le gus ra ba. Este pensamien to C ua n do el ma l tiempo los obl iga ba a a ncla r e l
no la dej ó en paz, has ta que u n dj a d ijo a Asiak : t ri n eo j' a cons trui r un 19lú , Pa pi k e Ival ú se en-
- Parece qu e en el su r h ay cu randeros q ue tie nen carga ba n de reali zar to do el traba jo, m ient ra s Er-
e l pod er de procurar buen tiem po y caza fru ct ífera , ne nek se en cargaba de h acer tod as las cr tuc as .
cu rar ma les y enfermed ad es. Ta l vez u no d e ellos - N o le h agan caso - decía Asiak -, porque este
p ueda cu ra r la espalda de pa pá . ' pad re fa nfarrún sie m pre sabe h acer tod o mej or que
Asiak susp iró. lo, d emás.
-Quizá te ngas raz ón, peq ueña , Estoy aburrida y y los hi jos se reían a carcajada s. en med io d e la
ca nsad a de oír cómo tu padre se q ueja consta nte- borrasca, e iba n coloca ndo en círcul o cubos de
men te de sus dol or es. h ielo q u e cimentab a n con n ieve, mie ntras Ernenck
- ¿No tiene s m ied o cie que los hom bres b lan cos rode a ba la con- tru cci ón farfulland o y escarneci én-
me apres en? - p regu ntó Er nenek. m ara villad o. 'do los. En el . in terior riel IgiIÍ se acosta ba n to dos
- Pro cu rare mos ma ntenernos a lejados de e llos, alin earlos y mu y a p re tad os, co mo sal mo nes puestos
Por Jo demá s, ah ora eres viejo y está s invá lid o. de a secar ; se permitia a los t ier nos cachorr os que se
ma nen ']lIe si fe ma ca n perderías b ien poco. Mil ak acur ru caran ent re lo s patro nes, sIempre qu e n o les
,

1-4 _? 143
lam ieran la grasa de pescado con qu e lleva ban un- - ¿Y el tru eno? Siemp re me pregunto qué es el
tad os Jos rostros. trueno.
- Cuando mi espald a est é san a, les mostra ré cóm o - Los espíritus que disput an entre si p rodu cen el
se constr u ye un igiú -decía Erne nek re vo lvién dose trueno.
en su an gosto lecho. - ¿Y los relám pagos?
-S i - re p lica ba Asiak -, t ú sa bes h acer los F ~qu e· -c'Tam b ién. A fuer za de di sputar. los espí ri tus
ño s por fu er a y gra nd es por de n tro. E l cu ra ndero terminan casi siemp re volcando la- lám para, lo cual
tal vez p ueda cura rt e la espald a, pero no la ed ad . produce los rayos. Esa es la razó n por la q ue los
Ahora eres viejo y, d e acue rdo con la norma, ten- true nos y los relámpa gos siemp re vienen jun tos.
drí am os que a bando narte a los h iel os. - ¿Y las estrellas fuga ces?
En to nces los hij os volvían a des ter nilla rse de r ua: - L ágrimas de estrell as, n at u ral men te. ¿Qué otra
pe ro Ernen ek no apreciaba las brom as cu a ndo él cosa podían ser ?
era el blanco de ell as. - Es verdad. Sin emba rgo, nunca lo habla pen-
- y pensa r q ue Asiak solía lla mar a ho mbres y sado. ¿Q uién h izo 'a los p rime rns h ombres?
mujeres. cua ndo yo volv ía con el bot ín , y qu e todos -El Cuervo Negro.
termi naban con dol or d e ba rriga de ta nto llenar se - ¿Y q u ién 19 hi zo a él?
d e ca rne. [C ómo h an cambi ado los tiemposl - U n a vez, la costra helada se partió co n inmenso
- Los ti em p os no. -decía Asia k-; pero tú , sí. fr agor y ese est r ue ndo for mó a l Cue rvo. Era Ne-
y esta réplica p rovocaba otros ac cesos de hila rl -
gro, .porque rein ab a noche p rofunda . Como se abu-
rría, ha llándose com pletamen te solo e n la noche
d ad , ha sta q ue el sue ño ahoga ba rod a esa alegría.
oscura, decidió h acer pequeños hom bres con mon o
ton citos de ba rr o. Los h omb res, aburr id os a su vez
Pero a veces la expectación por las cosas que les
porque no ten ían a nadie co n qui en reñ ir. hi cieron
esperaban hacía q ue todos se sin tiera n inquie tos y pequeñas mujeres con montoncit os d e nieve.
ávidos, co mo si sup iera n que aquel viaje d eterrn i- - ¿Y dónde se encuentra aho ra el Cuervo?
n arí a grandes cam bios no sólo en el pa isaje, 'sino - Está muerto. Los pequeños h omb res, apenas
tam b ién en sus vidas; y eu med io de la oscuridad
creciero n, 10 m at aron.
y de l sile n cio q ue precedía n al sue ño, los hij os foro -Pero, ¿p or qué?
mut aban a la madre las e ter nas preguntas . . . y no - Para comé rselo . . . y lo h iciero n a ntes d e haber
h ab ía pregun ta a la q ue la madre no su p iera res - tenido tie m po d e com prende r q ue sólo él ha bría P?'
ponder. dido imped ir qu e los hom br es mu riera n.
- ¿De d ónde viene toda esta ni eve, mamá? -E'sto me recuerd a u na p regunta que ha ce mu o
- La nieve es la sangre de los muertos. H ...} mu- cho q ue rí a hacert e. ¿A d ón de van n u estras almas
e'nos m ue rtos, por eso na y tan ta n ieve . cuando m orimos?

144 145
- A uno de los tres paraísos :el primero está en el al sol. A menudo arreba ta de la tie t ra a U II ser
ai rc, el segu ndo en Ia tierra y el tercero en el fondo h u ma no y se 10 llev a.
de: m ar. -¿ Por qu e SOn tan mal os los r spíril us ?
- : Qué asp ecto tie ne el a lma? - Son co mo ,los hom bres . Los h a y buenos)' 1m
_·Se· asemeja a la perso na qu e la alberga, sólo . h ~ y m alos. ¿Co mo pod rí amos ser b uenos , si no hu -
que es mucho más peq u eña. biera gente mala? Sedna , por eje mp lo, la m u jer con
-¿Có mo d e pequeña? cola de foca, qu e gobiern a las cr ia tu ras mari nas.
-Como una de las ga rzas mar ina s men ores. es muy bue na : es ell a quien nos e nvía ta n buen o s
-¿ y qu é aspecto tienen los nombres de las pe r- p ecc:s. Lu ego ~s t á ta mb ién e l esp ír itu de l a ire . qu e
gobierna Jos vreruos y Cjue no es ni bueno ni m alo.
sonas?
¿Q ué o tra cosa quer ías sabe r?
- Los nombres se parece n a las al m as, ' pero so n
a ún más pequ eñ os. - ¿Es qu e h ay a lgo m ás q ue haya ~ ue sa ber?
Asia k me ditó un instant e an tes d e respon de r.
-¿Viste algu na vez un al m a?
-Yo no, pero mi ma d re , si-o Vi6 tam bi én la ml a. - En efecto, no ha y n inguna otra cosa que saber .
- ¿Verdadera me nre la vi6?
- ¿Por q ué h abr ¡a de d ecirlo ' si no la hu biera Mientras de scendía n ha cia el sol, éste se le va n.
visto? . ta ba a encon trarl os en mita d de cam ino . El hori -
zonte adq ui r ió el color de l h íga do, el color del
- ¿Y adó nde van los nom bres de los mue rt os? coraz~ n , cnme .nz6 a sangr ar, se tiñ ó de púrpura,
- Vagan , tri stes y so litar ios, por el aire frí o, hasta d e rOJo, de r OJ o ron tendencia al oro. de o ro ama .
r¡ u e en cu ent ran un. nuevo cue rpo en el cua l pueda n r ~llo y J ~ ego . . . el tri un fo de l sol que en ro jeció e l
al be rgarse. Po r eso. siem p re h ay que dar a los n iñ os ~ Ie lo rocia ndo las b lancas lla nuras y los cerros, las
y a los cachorros recién n aci dos los nomb res de los Isla s y la tierra fi r m e, h asta que , co m p le ta me nte
difuntos. ex a ng ü«, se detuvo pa ra contemplar, e xha us to y
-¿Y qué es lo que h ace nacer a los. niños y a los ané mico, Un mun do monó tono .
cachorros? Se le vant ó la n iebla . Cayó la nieve. Era med io.
- El Esp íritu de la Lun a, que .tiene f~ cei o n e5 d ía: el verano.
human as y el pod er de ha cer fecundas o es tériles Viajaren todo el d ía sob re el m ar sólido, a veces
a las muj eres, de acu erno con su capricho . Ve tam o e~np ~ l.iados, ~ veces trab ados en su m ar cha , p or el
bi én to d as la s infraccio nes qu e Jos hombres ha cen v.cruo, Conían por IJS vasta s ll an uras, de bajo d e
a los tab ú es. y castiga a los cu lpables. :a'> ~1l~l e5 se oía. el rumor de) agua : pasa ro n por
- ·¿Es rea lme nte tan m alo como se di ce? e ntre Islot es CÓOI COS q ue eme rg ían d el océa no , co so
- y a u n m ás. Sólo un .esp ír itu es peor que éste: tearun lengu as d e tierra nevada, montañas escaro
el de Sil a, el homb~e glle vive en el cielo y ahuyen ta panas y despeñ ad eros ab iertos. Comenz ó a h acer

146 14 7
I
.1
tan to calor q ue ya se oía cómo el h ielo vi braba
ba jo los pa tines del tr ineo y cómo el océa no mugía
I de cli naba cual si estu vier a ca nsad o por el esfuerzo
hecho, se agrandaba y vol vía a adquiri r abigarrado
m uy cerca de la costra hel ad a. El aire estaba lleno
de m inúscu los pero mu y fastidiosos mosqu ito s qu e
I co lo rido, a medida qu e desce nd ía hacia el hor i-
zonte:. adquiría t:l color de un 0:0 en cendid o, que
ib an aum entand o paul atinam ente, hasta qu e un a lueg o se transforma ba en amari llo, rosado, rojo.
nevada, que dejaba e l aire lim p io y terso, lo s hací a ma lva ; y viero n por últi mo CÓmo desaparecía de .
desaparecer. tr,ás de ~a t i err~ 1 deja ndo un a es tela de sangre . El
Las ne vada s, las aves y las seña les de vida vege tal d ía habl a ter m inado y comenzaba la no che. M íen -
au m ent aban a me dida qu e los vi ajeros baja ba n ha- tras lo s colores mortan, la luz se hacia cada vez
cia el sur; el sol aparecía cad a vez m ás alto. las más escasa .y la ti erra se estremeció en el abrazo de
som bras eran cada vez m ás cortas, en tanto que los . I las ti nieblas.
vientos esta ban cargados de las remo tas fraga nci as y en me dio de la quietud de aquel mund o que
de niebl a, de mar abierto, de tierra, de hi erb a y de esperaba la noche, e n medio de la luz incolora del
flo re s. crepú scu lo , ll egaro n justo a tiempo pa ra asistir al
AIIl la helada llanura se h all aba en cont inu o es pectáculo , nu ev o y casi increíble par a Pa pik e
mo vimi ent o y en co nti nu a transformació n, po r o bra I val ú, de l océano liquido y brilla nt e, punteado de
de l despla zami ento de las agu as, de las forme n tas, Iceberg' y ba ncos de h ielo flotantes.
de las m areas, de las corrie nte s; las gri etas q ue obli- - lEs 'com o el ciel o l - excla mó Papik.
gaban a los viajeros a cam biar de ruta se h ad an -Como el cielo lleno' de ag ua -mu rmu ró ! va lú
cada vez más frecuen tes, y cuando éstos se en con- ernbelesada ,
traro n fre nte a la exte nsió n del hielo que comen- .
zaba a moverse, abandonaron et océa no y prosiguie-
ron su camino po r tierra firme .
El terren o era mo ntuoso y áspe ro y el avance Ile-
no d e d ifi cu lt ad es. Cu a ndo desce nd ían por los gla-
ciares teni a n que arrojar el anda y enga nchar
lo s perro s detr ás del trineo , para que sirviera n de
fren o ; cu ando subían, to dos ayudaban a tira r del
trineo .
-El cu rande ro tendrá que curar no una , sino dos
espaldas - ded a Asiak desp u és de tales esfuerzos. Y
lo s h ijos se dob laban en do s por la risa.
Vier on cómo el sol, que, si b ien alt o, no h a bí a
alc an zado a acercarse al centro del firmame nto,
,
,"
143 I 149
La curiosidad íu é re cíp roca: tod a la ald ea se
agolpó alreded o r del tr ineo d e los [or astero s. y.
con cautela primero . pe ro con creciente Iarnil ia r i-
dad, hombres y mujeres metieron las manos en los
fardos d e Jos recién llegados y se apod eraro n con
gritos d e al egr ía, de los trozos de carne de oso qu e
.enco n traro n, bajo la m irada jubi losa d e Ernen ek .
P ero éste expe rime ntó un a viva co nt rar iedad cua n-
d o se enteró de que o tro aco n tecim iento oscu re cía
el d e su p ro pia llegad a.
M uch as vuelt as de sol a tr ás, a med iad os de l ve-
rano, un barco se hab ía abierto paso e ntr e los bl o-
VIII q u es de hi el o flot ante. Era u n gr a n navlo q ue
echa ba hu mo y q ue hab ía pe netrad o en la' bahía
EL FIN DE UN HOM BRE para que desembarc ar an seis h om bres b la ncos y
p ara descargar un a enorme cantid ad de carbón, d e
m adera y de ca jas . E l buque h u meante ha bl a vue lo
to a pa rti r en segu ida , por temor de verse encerr ado
po r el hiel o hasta el verano sigu ien te. (¿Y au nque
así h ubi era ocurrido? ¿Po r q ué los hombres b lan cos
ten ían esa mal d ita prisa?) Las ca jas con ten ía n

L A AL DEA, sit uada en una peq ue ña ra~a. h all a-


base ceñ ida por altos m on tes n evados. Mi en tr as el
ute nsi lios e instru men tos mi sterioso s y la ma d era
ha b ía serv ido para co ns tr u ir un a casa hecha de ta o
blas desd e el sue lo h asta el te ch o, casa en la cual
mar y el va lle se en contraban cubiert?s d e som br as, . los extranj eros h abían pasado el verano, calen tá n-
los ulti ma s rayos del so l ya desap arecido llegab an a dose con una est u fa de carbón y al ime ntá ndose d e
las cimas que hacían brilla r con tonos 'rosados y r e- com idas q u e sacaban de la tas y de beb idas em bo-
flejos do rados. Pap ik e Ivalú nu nca ha b ía n visto tella das.
u na com u nidad ta n gr ande : se is casas co lectivas, Asiak se aseguró de que aquellos ex tra njeros n o
moradas sem ipe rma ne n tes, h ech as de n ieve, tierra y era n ej ecuto res de leyes. sino explor adores intere-
huesos de b all ena, y adem ás un as vein te ca bañas sados e n estud iar la con figu ración de la región y
cón icas de pi ed ra,' pa ra fami lias ind ividu ales. no los n ombres de sus hab it an tes,
y ha sta habí a u na casa construid a en teramen te Esperaban qu e el océa no se con gel ara pa ra lan-
de mad era. zarse aú n m ás a l nort e, a través del terr itorio de los

150 151
esq uimales polar es. qu e pensaban sobre pasar. Al tantas bocas q ue d ependía n d e él, porq ue todos lo
fin, po r u na vez no querían viajar como lo hacían considera ba n con en vidi a y ad mirac ión .
Jos d em ás hombr es bla ncos, sino a la ma nera de los Argo no sólo poseía un fusil, q ue tal vez habría
ind ígenas, esto es, llevando consigo pocas provisio- funcio nado de tener mun iciones, sino qu e además
nes, bu scand o repa ro en el hi elo y obt eniendo la su casa era la ún ica q ue se g lor iaba de ostentar u n
comid a y el combustible del océa no, a medida que calen tador pri mus, qu e fu ncionaba mu y bien cuan -
ava nzab an. do la casual ida d q uerí a q ue estu viera cargado con
T odo esto lo su po Er nenek por Siorakidsok, el kerosen e. En' el p asado este calenta do r s610 se ha-
curandero local, en cuya casa de nieve se h ab íá bía usad? 1'ara d i: olver la nie ve y h acer el té, pero
reun ido la comu nidad para enterarse de las noti- en los, ultimas tIempos ta m bi én se hab ía cocido
cias que les llev aba el viento de más allá de los con él la carne, para ver q ué en contraban los horn-
mu ertos. bres blancos en·.las com id as cocid as, Es que tales
Pa p ik e l valú estaban atolondra dos y confusos esquimales eran "merid ionales" sólo respecto del
I pequeño gn,lpo polar, para cu yos miem bros lodo
por las no ved ad es q ue los rodeab an y por todas •
aq uellas cara s desconocidas; pero, a pesar de su forastero era u n merid io na l; pero par a los hombres
atolond ramie n to, I val ú veía mu y bien a Milak, bla ncos, la aldea represen taba el ex tremo baluarte
au nq ue éste se hallaba sent ado a la mayor di stancia hacia el nort e d e vida h umana; además sus habi -
posible en aquella habitación . tantes n u nca ha blan visto, hasta aq ue l momento,
Siorakidsok era un viejo fla co y vivaz, con ojos hombres blancos.
pr ofunda me nte h undidos y casi ocultos en la som- Salvo Mil ak, qu e era un gran viaj ero. y Siorakid-
bra de la frente. Había quedado paralítico para sok, que lo había ViSlO todo, in cluso el Espiritu de
tod a su vid a y casi sordo. y si aún no había sido la Lu na.
aba ndo nado a los hielos, lo deb ía sólo i su gran
repu tación d e curandero. íntimamente aliado a los Un eno rme caldero de pi edra, re ple to de nieve
genios tutelares. H ad a ya mu chos años que 'se y de los trozos de carne de oso de Er nenek, se ha .
habí a q ued ado sin die ntes, de manera q ue sus n ie- Haba sobre el prim us, pues los homb res blancos ha.
tas -o tal vez bisnietas-e, Torngek y Negh é, tenían btan ced ido a los esqu im al es u n poco de kerosene.
q ue p repararle la comida ma sticánd ola en sus bocas. En u n ángul o de la estancia y bien a la vista,
T orngek, la m ás vieja, tenía d os marid os, caza- hall á base u n gTa n recipient e de esteatit a. en el cual
d ore s d ecad entes q ue habían decid ido repartirse los miembros de la familia )' los visitantes orina ban
tan to los gastos como las alegr ías de la vida con- y lo ten ían allí, al alca nce de la mano, para cua ndo
yuga L En cambio el marido de N eghé era u n gra n fuer a ne cesario curt ir pi eles o tr ajes, o lavarse la
cazador y el verd adero sosten edor de l gr upo fami- cabeza. La mayor parte de ho mbres y muj eres fu.
liar . Se llamaba Argo y estaba orgu lloso de tene r maban en p ipa' y el olor del tabaco de las hojas de

152 153
n nn arsiak y de arrayá n , qu e apesta ba el aire, ju n to de tod o lo qu e vea n . ¡D ice n - y aq u i Siorak idso k
co n e l tufo de l petról eo, de carne hervida y, sob re se inclin ó hacia ad e la nte, m ien tr as u na risotad a d e
lod o, de orin a, ofe nd ía las delicadas nari ces de los
su negra boca le cubrí a el rostro d e una apre tada
sep te n triona les. Los esq uimales pola res ten ían la
red de arruga s- q ue qui eren m ed ir el fria y pesar
costumb re de sacar fuera de la casa la orina cu ando los vien tos:
se d esperta b an y cons idera ba n tal costumbre como
Estas palabras provocaron sonoras carcajadas au n
u n a p rueba de finiti va de ema nci pación y de su- .
perioridad sob re los su cios y d espreciab les m erid io- d e parte de aqu ellos que estaban enterado s d e la
'cosa.
nales.
P er o m ien tras Asiak arrugaba la n ariz y sus h ij os - Pr omet ieron dar u n fu sil, un cu ch illo de a cero
mir ab an espant ados aq uello s u sos extraños. Ernenek y un m on t ón de mu niriones a cada hombre qu e los
esta ba radi ant e de gozo por el camb io ~ por la nue- acompañ e; de ma nera qu e tod os se ofreciero n, hasta
va compañ ia. los niñ os y los viejos -continuó d iciendo Siora kid-
- ¿Por q u é qu iere n los hombres b lancos ir al sok-. Pero Iu é d ific il con vencer los de q ue er a in -
norte? -grit ó por tercer a vez en la enorme pero dispensable llevar también algu nas mujeres. [Cr e ía n
insensible ore ja de Siorakid sok. _ q ue era posibl e via jar sin muje res:
-Qu ieren ver lo q ue hay e n 'aq uellos parajes - d ijo Estall aron otros a ccesos d e hilaridad gene ral.
po r fin el decrép ito cu ra nd ero, riendo con su boca - ¡Cómo puede n ser tan estúpidos! -prosigui ó
d esde ntada . Sioraki dsok que, gr aci as a su sorde ra, ign orab a las
- Algu ien pu ede decir lo que ha y en el norte. interrupcio nes, de su erte qu e sus d iscursos eran
H ay h ielo, gra nd es extension es de hielo, y tam bi én Ia rgos y frecuentes-o ¿Q u ién en cie nd e las lám pa ras
tierra, com plet amente cu b iert a de nieve sóli da y ,I cu ando los h ombre s sep ulta n los trineos> ¿Q u ién
hielo. Y po r enci ma del hiel o hay vie nto. Sobre
el h ielo, y a veces me tido dentro de él, está el oso .
¡ p r~par a el té mi entras ell os caza n?
e-En tonces, ¿q ué de cid ieron ? - pregu n tó Er nen ek
Debajo del hie lo hay peces y foca s. co n impa cien cia .
Sal p icab a cad a una d e sus fra ses con rui dosas, Siorakidsok, empero, pr osigu ió imp erturbab le.
car cajad as. - ¿Qu ién les seca las ropas mientras come n y se las
- Di a Jos hom bre s b la ncos -prosigu ió- qu e no rep ara y ab landa m ie nt ra s d uermen? Por eso u n
pierda n el t iempo: no en con tra rá n ot ra cosa. simp le cu ra ndero les sugirió qu e se llev ara n por lo
-Quieren asegura rse co n sus propios ojos. N o menos aqu ell as m uje re s que no están embara zad as.
cree n en las pala bras deJos hombres. y por fin los h ombres b lancos se rindieron a la
- ¿Por qu é? . razón .
- T a l vez porq ue no comprenden bastante b ien - Perdon a q ue u n a mu jer ch a rl at ana se a treva
n uestr a lengu a. Dicen que quieren saca r imágenes a h abla r e n presencia d e ta ntos h om bres Im po rt an-

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tes - d ijo Asiak- pe ro a lgu ien p iensa qu e tu suges- modo ta l q ue se escapa tod a sensació n, y cena r
tión ind ica u na gran sa bid ur ía. profunda mente la ca rn e sin derr ama r sa ngre . ~Por
Esta ob servació n cayó en el oíd o bu eno de. Siora- qu é n o pruebas p rimero con el curandero blanco?
k id so k, que asintió, ma ni festand o p erfecto acu er do .¡ Comparado c?n él no soy sino un m ísero impostor.
co n e lla . ¡H e aq u í un a mujer verdader ame n te sab ia - Veamos SI lo s hombres b lan cos qui eren ho nrar.
y p ersp icaz! nos y gu star nuestras com id as - di jo Argo-. Par a
- N o es im posib le que algu ie n qui era a cop larse ellos pusimo s a cocer la car ne de oso. Nun ca la h a.
a l viaje de los ho mbres bl an cos - comenzÓ a decir I bía n probado.
Ern en ek . .
Asiak levant ó de golpe la cabeza, pero no d ijo . Cu.and ~ los seis ext ra njeros entraro n en la ha.
nada . Mas .l val ú, venciendo su timi dez, exclamó : bltaCló,n. se produ jo un profundo silencio. Papik
-¡ Los hombres blan cos no sabrán qu é h acer con e I v_alu estaba n ate rrorizados , Era n demasiado pe.
a lg u ien q ue tien e la espa lda rot a l H iciste este viaje que~lOs. cua ~d o u ~o de esos seres hab ía pasado
pa ra cur a r te ta y no pa ra emprende r ot ro. u n mvierno en su rgl ú y ya no se acor d a ban de él'
Erne nek ma m ó en violenta cólera. p.ero ha~ía n o ido d ecir q ue los hom bres blanco~
- ¡Cómo se a treve a h ab lar así a su .pad re un a ttepen p ies de caribú ; éstos. sin em ba rgo , calzaban
mu chacha estú pi da , que ni siq u iera rió aú n con un botas, de modo q u e no se les .ve ía n los pies. Er an
hombre! - gritó golpeando con el pie en el suelo-o tod ps más bien jóvenes, robu stos y barbudos. Uno
¿En qu é se está conviniendo el mu ndo? de ellos, que para ser un homb re blanco ha blaba
y luego, diri giéndose a Siora kidsok, d ijo : muy bien el esqu imal. explicó que el jefe de los
I b.la ncos emplearía gus tosam ente tamb ién a Er nenek,
- Algu ien ha oído de cir que sabes ahuyen ta r los
espí ritus maléficos que produ cen los dolore s, ¿Qu ie·
I siem pre que se le cu rara la espalda.
res cu rar u na espa lda in festada de espí r itu s, pa ra .¡ L a revisión médica Fu é breve. Ernenek se qu itó
qu e a lg uie n pued a pa rt ir con los hombres b lancos? la cha q ueta y Jos, p an tal ones y el curandero de los
I h om bres bl a ncos, d espués de abri rse p aso. a fuerza
La sord er a de Siora kid sok alcan zó su puma cu lo
m ina~ te. Ern enek tuvo qu e acercársele aún m ás y
I d e cod os, en el círcu lo de curiosos. recorri ó con la
ta m bi én se le acercó Argo, y los dos repitieron mu- ! ma.no Y, palpó las poderosas espaldas de Erne nek,
qUle,n n ó por las cosqu illas; luego se enderezó y
ch as veces, gr ita ndo a voz en cu ello, juma a am bas
orejas, lo que querí an de él.
Por último, Siorakidsok dió señales de haber como
.,
I em itió su diagnóstico:
- No hay nada que hacer. .
prendido. Entonces tod os volv ieron la mi rada ha cia Sicra-
- Los hombre s b lancos tienen con ellos u n curan- kid sok, q ue mostra ba aire triunfan te: ahora le too
d ero que sabe ha cer cosas maravillosas, como por caba a él.
ejem plo int rodu cir delgadas aguj as en el brazo, de .. -Un estúpido curandero le h ará salir un poco

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j'
de san gre de la espalda, y ju nt o con la sa ng re sal- la espa lda de Ern enek, para ha cerle olv id ar u n d o-
dr á el espíri tu m aligno qu e lo atormenta . ¡T orn - lor con o tro .
gek. trae los instrume n tos q u irúrgicos! Esta cer et.TI0 ni a continuó por un espacio de tiem-
y m ientras su n ieta favorit a se preci pitaba a obe- po 9 u ~ d e bi ó pare cer lar go al p aciente. P or últ im o,
de cerle, Siorakidsok se pu so a m ach acar con los el Ci ruj a n o, con voz ya ro nca, perm it ió q ue todos se
pu ños en la espalda de Erne nek, i ~itand o sucesi- descubriera n y q ue encendier an las lámp ara s. L u e-
vamen te el grito de la ga rza , el ladrido de l p~rr?.' go, exh a usto, ma nd6 que le llevara n Una p iel de
el ul u lar d el lobo y el g¡-uñir de l oso. Cua ndo sm tio . (Qpo~ . co n la q ue se li mp iaban Jos re cip ien tes, la
q ue la esp a lda esta ba a pu nto, in tr odu jo a la al- ~b n o d e saliva y la aplicó sobre la herid a cau te-
tura d e la q uint a vértebra, un pequ eño escalpelo ruada p or la mech a encendid a. Ernene k se le vant ó
d e sílice, qu e go lpeó una y otra vez con una gr~ n los pa ntalon es con un susp iro de al ivio .
pied ra p la n a. Al re tirar el escalpelo bro tó del taj o - ¿P u ed es doblane ?
u n ch orro d e sangre. Sior akid sok se i'pcli nó h acia - N o -rep uso Ernenek.
adelan te. aplic6 los labios a la herida y ch up ó co n . - Eso sig n~fjca ~ue ~ í1 Y en l i otros espi ruus m a-
fue rza la sa ngre. , Jig nos - replICÓ Siorak íd so k e n lona de reproche - o
- Ahora rr áern e u na lám pa ra - ordenó, sep ará n- I T enemos que com e nzar todo d esde el p rin cipi o,
dose de la heri da y relamiéndose los labios. Sac ó de I
I d en tro de u na o do s vuelt as de sol.
la lám p ara la mecha a rd iente y la ap lic6 sob r~ ·la I Después de es to. todos volv iero n aleg re me n te a
herid a, sin d cjar de reavivar la Barna con el al ien-
too Ernene k ni se mo vió. !
.I
ocu p ar sus lugares; los hom br es sent ados en cír cu lo,
las m uje res a su s espald as, prontas a servirlos y a
Cu ando la mecha se consu m ió del todo , Siora- I h a cerse eco de la h il aridad de Jos m aridos.
kidsok gr ir ó.: . Ah ora todos ten ían much a h am bre, de manera
- ¡Ahc ra cúbranse todos' las cab ezas, apa guen l a qu e em p ezaro n a circular las golosinas tan espe ra.
lu z y a bra n el [echo p ara que el esp íritu pued a huir! da s: est óm agos d e va ca m arin a llenos d e fu cos. ba o
A br ieron el aguj ero del tech o, a paga ro n la, l árn- yas. mu sgo y l íq ue nes, án ad es peque ñas q ue d esde
pa ras y cada cua l se cubrió la cabeza con la ch~. u n pa r de años a trás se sazo naba n emb u tidas en in.
q uer a, porqu e los esp íritus, seres su mame nte sensi- test in os llenos de grasa, v ís ceras crudas de aves la
ble s, se avergüen zan de q ue se ] 0 5 vea hu ir. Lu ego susta nc ia viscosa de la p iel de la garz a, raspada y
todos los circun stan tes, en medio de la oscu ri dad , sazo ?a da con la orina h u ma na qu e se us aba p ara
se u n iero n 3 Sioraki dsck par a imitar las voces d e curtir. larvas de moscas de car ibú y l a jadas d e d u lce
los an im a les; h icier on U!l 3 bata ho la infernal, con en lata, regalo de los hom bres bla ncos, mezcl ad as
el fin de a pr esurar la ' huida de l espí rit u mal ign o. con sebo y con heces de cier vo, q ue las h acían más
m ientr as Siorakidsok volv ía a p u nzar nu eva m en te gusrosas.

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dibulas formidables, y los múscu los q ue partían de
El caldero que había n puesto sobre el e.alen ta. por encima de las orejas era n tan desarroll ad os que
d a r comenzaba a hervir acariciando las nan ces d e sólo una m inú scula par te del cen tro d el cráneo
los comensales con el olor dulz ón de la carne de oso. queda ba d esprovista de ellos. Su vozarró n ha cía
Gra ndes carcajadas y exclamaciones festivas llen a. tem blar el aire de la estan cia .
ban la sa la. Escu pi ó ruidosamente y exclamó, con voz bas o
- Cualquiera se consideraría a f?r tunad~. de .per· ran te fuerte para ,que el propio Siorakidsok lo oyera
m ane cer aq uí solo con tan tas mujeres -diJO SIora- en segu id a : ..
kidsok, procu ra ndo consolar a Erne nek que estaba - Es vergon zoso q ue u n grupo de m íseros meridio-
m ás negr o qu e el invierno. nal es, que ries en necesid ad de cen tenares de perros
- Pero no le servirá de nada si tiene las espaldas para la caza del oso y que p refieren la de la {oca
r ígid as - d ijo Argo , cuya obse rvació n provocó car- porque es menos peligrosa. se atrevan a hab lar así
cajad as sin fin. a alguien qu e mató, él solo, más osos q ue los o tros
- ¿Es peligroso para una m ujer o no lo es? - I?re· focas . , Acaso. ha n luchado alguna vez con un oso,
gu n tó u no de los mar idos de Torngek a Asíak, desp ués que se les hubo roto la lanza, y le abrieron
q uie n el udi ó la pre gu nta ech ándose a re.fr. el vie n tre con u n cuchi llo de nieve? ¿Acaso alguna
- Se dice que un hombre q ue no es peh~oso p~ra vezsacaron d el agua u na morsa tirándole de l hocico
u n oso no p ued e serlo tampoco para una mujer y rompieron su cabeza a p uñetazo limpio]
- d ijo Argo-. ¿O no es as!? . Las carcajadas q ue saludaban a cad a una d e sus
En o tras circunstan cias, Ernen ek se habrfa sen- frases le h icieron 'subir la sangre a la cabeza. No
tido muy d ichoso por encon tr arse en med io d e una era q ue los ot ros no creyeran lo que dec ía, pero
compañ ia tan brillan te y tan alegre, pero aque l d ía, aq ue ll a era la primera vez q ue esas gentes oia n a un
no. Nun ca le habia ocur rido qu e 10 excluyera n de hombre vanagloriarse públicam en te. Asiak com pren-
un a gran aventura. de suerte que .105 manj ares me- día qu e el comporta miento de Ernenek en sociedad
ridionales, si bie n con seguí an quitarle las arrugas dejaba mu cho que desear , d e suert e q ue se senua
d el estómago, no bastaban para borr arl e la ama r- su m amente embarazada; pero los hi jos, q ue no po-
gu ra de l corazón. . dí an sopo rta r .q ue se rieran de él, estaban fur iosos:
Ergu id o sobre 'sus pierna s sepa ra das, baj o el al to tes parecía que en cualquier reu nión mundana, la
techo de nieve sostenido por travesaños d e h ueso presen cia de Ernene k debía considerarse como un
de ball en a, a la escasa luz o toña ! q ue se filt raba a or namento y un honor. Pap ik, con la faz enrojecida,
través del Iimpido h ielo y de las vent an as hechas.de se p uso en pie de un salto y gri tó:
vejiga <te car ibú, Ernenek c~nstitu í~ u na flgu ~a rm- -1 Es como lo d ice mi pad re!
presio rta nte, con sus pel udos vestidos. d e pi e! d e E I valú agregó fu rib un da:
oso. N o era el más alto, pero si i nd udableme nt~ I - ¡El qu e no ' sepa n qué clase d e hombre es Er-
el m ás m acizo de todos los pre sen tes. T en ía rnan-
I
161
160
I
'1
,
"
nen ek, h asta para demostr'a r la p ro verbi al ignora n- un' oso. Aqu el oso d ebí a de estar h amb rien to, pues
da d e los me ri di onalesl sus huell as se hall aban m uy ju n tas y mo str aba n las
y Ern enek, pa ra qu e to dos p udie ran empezar a ga rras vueltas h acia ade n tr o, lo cu al indi caba qu e
co m p render en segu ida q ué clase d~ h Ol~.bre era, se tr ataba de un an imal flaco.
levant ó el pesado raldero del té y lo h izo am eos con- Ernenek sigu ió la pi sta qu e se remon taba hasta
tr a el suelo. el l indero de l glaciar, pe ro al llegar al fondo roco-
so, la perdió. Luego, al de scubr ir a la di stancia
Los pasos de Erneuek cr u jían en el áspero y d el- heces d e oso, enco nt r ó h uell as m ás re cien tes, que
gado m anto de nieve estival q ue cubrí a escasa me nte lo llevaro n a tra vés de u na garga n ta rocosa. El
los cerros a lo la rgo del li toral. Est aba un poco ' su e lo estaba recu bi er to de n ieve con gelada, pero
can sado po r el viaje, la cabeza le giraba, a c:~u sa ~ e . las fald as escar pa d as de la monta ñ a estaba n pela -
la pérdida d e sangre, y las espal d as, que irra di a - d as. Le aume nt ó el do lor de "espald as con el es-
ban p u nzadas de do lor hasta las p iernas, le do l ían fu erzo. qu e rea lizó pa ra escalar el mon te y, sin-
m ás que nun ca: p'ero era m ás fácil soport ar u~ d o- t ien do que tambi én le dolí an los ri ñon es, tu vo qu e
lo r que el p ru r ito d e demostrar a aqu ellos misera- apoyarse en la lanza. Para esta r más libre d e mo-
bles me r idiona les de qu e cosa era capaz un verd a- vim ien tos, no había llev ado consigo el arco, per o
d ero h ombre. en las calzas gua rda ba el cuchillo más filoso.
Po r eso ha b ia aba ndonado la alegre comp añ ía D etr ás de u na roca, un osezno de pelo cor to y
reu n id a en casa de Sioraki dsok . lan u do jugaba. mordisqu eéndose las patas. Sus oji-
El a ire estaba fresco e in móvil. Los rum ores d e Ilos, ll en os de ad m iración, contem pl aba n u n mun -
la ald ea llega ban di stin tame nte a oi dos de Ern e~ ek. do cu yos peli gr os n o h a bla aú n exp lorado.
Cua ndo hacía ca lor y esta ba p ara n evar, los r uidos Ernenek se arr ojó a l suelo boca a bajo y comenz ó
no llegaban mo y lejos; pero en el ~ire frío podía a gem ir. EJ osezno se p uso a con side rar la ex traña
o írse u na voz h um a na a la di sta n cia de una jom a- figu ra tend ida en la n ieve y- q ue ta m o se p arecía
d a ente ra de viaje. O ía el ladrido de un .perro, la ,1 a u n oso . Lu ego se apro ximó a Ernenek , husmean-
!
ca nt ilena de u na mujer, et ru ido de u na sierra y el
gr ito de algu nos n iño s 9ue se d eslizaba n .sobre una
¡ do' el aire , no p or p rud enc ia sino por curiosida d,
con el peq ueño hocico b ri lla n te que se mo vía como
pi el de foca po r la pendien te , Y adem ás, justa?,ente I un d edo.
frente a su n ariz, perc ib ía el zu mb ido de m ill ares
de minúscul os mosq uitos que Ern en e~ asp ira b a y l
I
El olo r d el h om bre n o le decía n ada .
P ero el prim er en cu en tro qu e tuvo con él Iu é
ap las taba entre la lengu a y el paladar, degusta nd o
su sa bor agridu lce.
I bru sco y ' penoso : de p ro nt o, la ma n.o .de Ern enek
aferr ó al an im al por la suave y t ib ia ga rg anta.
Cuando llegó a los pi es del glaci ar no d espegó Aullando por el dolor q ue le causaba el esfuerso,
los ojos del sue lo ha sta q~ e en contró las hu ell as de Ernen ek se ende rezó, apoyánd ose en la p ar ed ro-

J 62 163
.
cosa , m ientras el osezno chilla ba ro ncamen te. .mas-
u-a n d o la lengua azul y los dientes bla nqu íaim os,
de la 'chaquet a y lo arrojó al aire. Estaba segu ro:
el oso se en contraba casi ex actamente en la d irec-
sin dej ar de agitarse. Cuando el anima l se cansó de ción desde donde soplaba el viento.
ch illa r, Ern enek le p inchó el vientre rosad o y tú r- No era posible retirar el trozo de lanza de la gar·
gido con la la nza, y entonces el osezno comenz ó nue- garua de la : osa. : qu e hab ía ido a mori r a algunos
va men te a gr itar. pasos 'deid ístancia, sin qu e el oso . lo oyera , p ues
Por últi mo, llegó la madre. sólo la p ared, rocosa lo separaba de el : d e modo que
Erne nek la oyó j adea r sob re la roca q u e tenía Ernen ek d ecid ió esp erar inmóvil.
sob re su ca beza, y, apoyá ndose cont ra la p ared. se E ncontrá ndo se a sotavento, Ernene k oía la resp l'
pre pa ró para recib ir el ataque. ración del 'oso y de cuan do en cuando sen tía cómo
La osa se p recipitó velozme nte por la escar pa d a el an ima l dejaba d e resp irar para escucha r. Se es-
roca y rug iendo se la nzó de rechame nte sobre Er- , ta ba alejando . Dentro de poco Erne ne k pod rta re-
ne ne k. este le op uso como escudo al osezno, con lo cu perar el trozo de lanza , luego invita ría al 0 0;; 0 a
cual co nsigui ó atenuar el ímpe tu del ataque y ga- bailar. Se ri ó con sigo mi smo pensando e n las cara s
nar tiem po p ara empuñar la lanza. q ue pondr ían los de la ald ea cuando vieran su b o-
M ie n tras la o sa se erguía sobre las pa ta s pos,te- tín y oyera n su rela to. ¡S(, tod avía era capaz de
riores, la lan za le penetró en la boca abierta de p ar procurar u n bue n a tra có n a u n mo nt ón de gen te.!
en par y se le clavó en la ga rganta. El aire se hada cada vez más de nso de mo sqlll '
En sus intentos de qu itarse el arm a con las p at.as, tos. atra idos por el olor de la sangre. Ernenek as-
el anim al q ueb ró ~n dos 1.a lanz a, . ~o n 1.0 q.u~ hu? piró profundamen te e inhaló un pequ eñ o en jam-
a ú n mayor su hend a. Casi no emiti ó mngun son i- b re . Antes d e que se die ra cu en ta, un insecto . le
do ; sólo se oyó un gra n cho rro de sangre e spumas> prod ujo un cosqu illeo en la garganta q ue lo hIZO
e n el aire' frío y luego u n gorgoteo; por fm se aba - toser.
tió, m ie n tras el osezno h u ía albo rota ndo. Er nen ek Desde aquel mome nto, los acon tecimien tos se pre -
mi ró alr ed edor par a ver si llegaba el macho. cipi ta ron.
y en efecto. el ma cho estaba llegando. Traicionad a ahor a su pre sencia, Ernen ek se la nzó
Pero los ojos de éste, mu cho menos a~ do~ qu e h acia la osa, se arrojó al suelo y comenzó a ext raerl e
el o ído no hab ían a vistado aún al enemigo ni a la de la ga rga nta el ped azo de lan za; y echando . mi-
hembr ~ mo rib un da : ava nzaba con circunspección, radas angu stiad as ha cia la pared rocosa q ue te nía
co n las o rejas erec tas y h usmea nd~ el vien to" . a sus espalda s, 'm ien tr as el terror le hada con tra er
En otra época, Ern en ek se habr ía h u m~d e Cld~ el las víscera s, u n rinconcit o recóndito d e su cerebro
la bio superior p ar a estab lecer la di rección d el vien- I
se d ivertía eno rm emen te pensando en la marav illo sa
to, pe ro ahora q ue su epid ermis no poseía ya la a ven tu ra que podría contar al círcul o de atón itos
sens ibilidad necesar ia, a rrancó un p u ñad o de p elos oyent es

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y el oso ya se acerca ba bam bol e ándose y baj ando culos y se los extirpó con un tirón en el que puso
por la par ed in clinad a, más lento, más precavid o. todas la s fuerz as que le quedaba n.
más calcu lado r que la hembra, T ratábase de un Una bal a recibida en p leno coraz ó n no habría
ejem p lar flaco y altis imo y Ernenek 9la el raspar produ cid o un efec to tan inm ed iato : co n un gruñi do
de sus ga rras sobre el fo ndo rocoso . entrecortad o , el oso afloj ó al instante la presió n y
Ernen ek ha bla consegu ido apenas recuperar el se levantó vaci la nte, o primié ndose con las patas
pedazo de lanza y se levanta ba apoyán dose sob re anteriores la ingle; pero así y lodo no conseguía
Ja pa red roco sa cua ndo el oso. cu briendo al gal ope contener la sang re. L uego cayó. J adea ndo ráp id a-
el ú lt imo trecho que lo separaba del h om bre y , m ente, comenzó a g irar so bre un costado husmean.
lanzan do de su ga rgant a u n sordo gru ñ ido, se aba- do y en ro jeci endo la nieve en to rno .
lan zó sobre él co n las patas an terio res en alto . . Er nen ek in tent ó le vantarse. El brazo le daifa
Ernenek miró vagamente, más por instinto qu e por a hora qu e h abía pasa do el caJor d e la lu cha y ten la
intención delibe rada, para. lo cual le fal tab a tiempo. lo s lom os apl astados cla vados al sue lo . Si n embargo.
la humeant e cav idad que se abatía sobre él. La lan- consiguió ponerse en p ie; el sud or que le perlaba
za ens angre ntada ent rÓ en la boca del a n imal y sali ó el rostro revel aba esfuerzo y do lo r; pero si había
por la q uij ad a, sin desviar ni atenu ar la violen cia de mori r q uería morir de pie.
de l at aqu e. Ahor a Ernenek tend ría q ue haberse d e- De la a rteri a ro ta de l brazo triturado br otaba
jada caer de espaldas . ende rezarse co n la rapidez la sangre e n chorros q ue alca nzaban hasta tres me.
del rayo y sacar el cuc h iIlo que lleva ba en las calzas. tras. sigu ien do el ritmo de las pul saciones del co-
Ernenek se d ejó caer de espaldas . . . y allí se razón ; Ernenek o bserva ba cóm o el ritmo se hada
q ued ó. cada vez m ás lema. Con tod as las fue rzas que le
Se tecien tas libras de fur ia le cayero n encima y 10 q uedaban no consigui ó sino o prim irse el codo para
aplastaron con tra el suelo: apenas tuvo tiempo para ; am o rtigu ar el dol or y asis tir al espec tácu lo de la
interpone r su an tebra zo izq ui erd o en tre las rnan- ,I vida que aba ndona ba su cuerpo.
d tb ulas del animal, mientras el aliento humeante Band ad as d e mosq u itos le bail aban frente al ros-
le q uemaba la cara. Por d eba jo del muslo sen tía tro. U n pt arm igan aleteaba. U na co madreja. q ue
el cu chill o qu e no pod ía to mar : el peso del oso lo hab ía echa do los prime ros pelos blanco s de inv ier-
inmovil izaba . no. estaba al acecho de una presa invisible. .U na
El oso le estaba triturand o el brazo a través de la ' ba ndada d e g arzas ex tend ía las alas co ntra el cielo
mang a, pe ro Erne nc k lo mantu vo firme ; hab ía
I terso , ant es d e volar defi nitivamen te para cl ima s
apren dido a extraer goc e del dolor físico, para so- más d u lces.
po rtarlo mej o r. Con un mov im ien to de la muñ ec a ¿Podía aq ue llo ser el fin? ¿T an claro > ¿T :m sen-
se desembaraz ó del gua n te de la man o dere cha, cillo? ¿Y tan inesper ad o?
busc ó sobre el vient re Jiso del adversario los test í-

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d áver don de lo hab ía e ncontrado y así habri n aho-
nado a todos u na ca ntidad de disgustos.
S6 10 a las mu ch ach as impúberes y a las vieja s qu e
h a bían pasado ya la ed ad d e la fecundidad les era
líci to manipular 'Un cadáver, y esto aun co n las
m an os engua ntadas . Despu és .de haberlo lavado. lo
ataro n 'doblado en dos, con las man os y loe¡ pi es
juntos, pa ra ob staculizar lo s movim ientos de su
fan tasma . Lu ego le tap aron las nari ces co n musgo
y tam bién co n mu sgo le cubr ieron el omb ligo y los
órganos genitales.
-U na mujer está mortif icada porque su marid o
IX causa tantos disgustos -d ijo Asiak a Siorakid sok.
q ue d irig ía las operacion es del rito->. ¿Por qu é no
EL FI N DE UN A MU JER volvemos a llevar el cadáver afuera , como h acernos
en el nort e? Los animal es se en cargarían de hacerlo
desap arecer, y ustedes no tendrían que preocuparse
por n ada.
-Ahora el cadáver est á en casa - dijo Siorakid sok
preocupado y descontem o- y tenemos que hacer de
todo para proteg~rnos de su somb ra. El espírit u de

P APIK e l valú llo raron , se desesperaron y se gol-


pearon las cabezas co n tra las pa redes. pe ro Asia k
su marido es con segu ridad mu y nefasto.
- So bre es to no puede haber la me nor du da.
y así, en torno al cadáver de Ernenek, desnudo y
no m ostró dolor alguno. aunq ue lo exigi eran las doblado en do s. en el cent ro de la habita ción y
buenas man eras; se limit ó a abraza r a sus dos hi jos . de ba jo d e un agujero pra cticado en el techo para
como cua ndo eran pequeños - y peque ños eran q ue por él pud iera vola r su alma. se reunieron tod as
entre sus brazos- para o lerlos y mojar su prop io las m ujeres que se de sorden aron vestidos y pe lo. que
ro stro co n las lágrimas de los jóve nes. . se araña ron el rostro. se go lpearon el pecho y ala-
H ab ía sido Pa pik quien. sigu iendo las hu ell as d e) baron superla tivamente al muerto entre u n alarido
padre. hab ía en contrado y llevado el cad áver a la y o tro. para co ngraci arse co n su fantasma.
casa de Siora kidsok, co n la esperanza de que el A ,l a ceremonia asist ió hasta uno de Jos hom bres
curande ro, o bie n los ho mbres blan cos. pudieran bl an cos.
d evolver le la vida. Pe ro si Papik hub iera sabido Era un misionero qu e se hab la unido a la expe·
a lgo de las cosas de la muerte h abr ía de jado el ca-

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dici ón pa ra llevar la luz a, aque llas remo tas exten- . , d r ía mos enter rar su cuerpo en el ceme ut eri o cr¡ s-
srones nórdicas, no ilum in ada s aú n po r la fe . Cu an- t iano, junto al cuerpo de Al inal uk, bajo un a <TII L .
d o se p resen tó en la habitac ión , tod os enmudecie- en luga r de sepu ltarlo en suelo pagano, Ahora sólo
ro n . Era u n hom bre corp ul ento. de esta tu ra me. podemos rogar a D ios qu e tenga mi sericordia d e
dian a y co n un a gra n m elen a ru bi a qu e en seguida su alma pecador a. Amén.
le había valido el nombre de Koh artok, esto es, - ¿Q ué dij o? - pregu ntó I valú a su rrud re-«. T ú
Pelo De sco lorido. Su barba roj iza era fina y sua ve comprendes lo q ue los hom bres blancos q u iere n
y los ojos, de u n azul muy claro. d ecir con sus p alab ras.
Se acercó al difunt o y pronu n ció un sermón . Era - C áll ate ahora -susurró Asiak - . No tengo la
evid ente que se habí a tom ad o gra n traba jo p ara meno r ide a de lo que ha ya q uerido deci r, salvo q u e
apren d er el idi oma de los esq u imales. po rque lo. lo ll am ó u n gr an cazador. Cada tribu tie ne sus
gra ba ex p resar con ba stan te faci lidad sus pe nsa- , p rop ias costumbres y las de los hom bres bl an cos
rm eruos en la lengu a de los hombres. so n su mame nte extrañ as. Este debe de ser su m od o
- O tro pecador va a su último lugar de reposo de ap lacar al fant asm a,
- com en zó a decir m irando en derredor en el círcu -
lo d e los presen tes- o Pero ¿encon trará , verdadera- Durante cin co vuel tas de sol las mujeres desgr e-
men te re poso? Lo dudo. puesto . qu e se Iu é sin ha. ña las y descom pu estas se desgañ itaron para llorar
berse reconciliado con su Creado r. Ahora es de. al m uerto, b uscando cada vez n uevas expresion es
rnasiado tard e P:H3 ello. Oj alá esta muerte sirva de ala ba nza . El terr or q u e les inspira ba el fantasm a
d e adve rte nci a a aq ue llos que todavía no se han d e Ernen ek er a tal q ue p ar a demostrarle el dol or
so me ti do a Dios; ojalá sea u na advertencia p ara por la m uerte de l ho mbre, to dos incl uso los perros,
to dos , de qu e es menester hacer pe nit enci a sin m ás se abstu vieron de come r , salvo a escond id as, d uo
dem or a. porque el R ein o de los Cielos está cerca. rante ese perlado de tiem po .
Ya os lo h e di cho de sde el m om en to en qu e llegué. Al sexto día , las m u jeres cosieron el cadá ver en
p orq ue éste es el ob je to de m i venida: esp arci r un féret ro de pi eles nu evas y se celebraron los
en tre VOsotros la Buen a Sim ien te. Oí decir q ue este ,. fu nerales.
hom bre Iu é un gran cazador. Pera ¿de qu é le valen . Argo salió a través de un agu je ro que h izo en
ah ora los muc ~os osos .q ue ma tó? Por cierto qu e l a p ared de nieve de la casa y el cor tejo fúnebre lo
podrá p asarse Sin sus pi eles en el fueg o eterno en siguió por la bre ch a. I nmed iat amente repara ron
el cu a l se está que ma ndo .. ¿N o habría sido preferí- la p ared para q ue .el a lma de Emenek, si todav ía
ble d edica r men os tiem po a la caza y más a la se ha llaba en él, na pud iera encontrar el cam ino de
ora ción e invo car de D ios el perdón de sus pe ca. regr eso n i causarles los d años que las alma s d e los
dos? Su a lma se encon tra r la ahora en el R ei no de m u ertos suelen ha cer . Luego cargaron el fér e tro en
1.05 Ci elos en lu gar de h all arse en el infierno, y p o- el trineo qu e guiaba P a pik. Detrás de Asiak e I val ú

/ 70 Ji/
. en vidiado p or la vida que nevó y no. ~ompadecid o
iba Siorakidsok transportado e n una alfom bra por po r su fin . Toda vida terrru na y. ¿que Im porta q ue
_ .,5 U S o tros U05 yer n os. Las m ujeres del séq u ito lan - ter mine un p oco ' an tes o un poco después , pu e.sto
zaron alaridos con voces ya roncas y los hombres qu e de todos mo d os term ina ? T od o lo que termina
cast igaro n a bastonazos a los perros pa ra que tam o I es b reve. IY acaso será u n mal el q ue la vida sea
bi én e llo s di eran algu nas seña les de dolor. breve? N o, porque su brevedad es l~ que la h ace
El cortejo se d etuvo en una coli na d esd e la cua l preciosa. Y este .h ombre sacó de su VIda cu anto po·
no se veía la a ldea y los hombres come nza ro n a día saca r.
ca va r una fosa. El vera no había derretid o la pr í- Iv al ú escondi ó el rostro en la capucha de su rna-
me ra t apa de h ielo h asta u n pie de profundidad, de d re. Los sollozos, los lamen to s y los alar idos er~n
ma ner a qu e la tierra, ju n to con la ni eve ca ída re - tal es que ha sta el oído más sordo podía oí rl os:
cie n te me nte, formaba un pi e de fango ; pero por Sioraki dsok estaba radi ante: ¡Aq uel era en verdad
debajo d e la primera capa, el suelo helado era un fu neral im ponen te, cumplido de modo perfecto :
ina tacab le, po r lo q ue Iu é necesa ri o const rui r un e-Este hombre vi ó crecer a sus hijos, cazó gra nde s
rectángu lo de p ied ras dent ro d el cual depositaron osos,' comi ó en ormes can tidades de carne y, en ge·
el cad áver. neral, de la m ejor q ue existe. ¡Par: ce qu e ha sta
Pa p ik estran gu ló a l perro preferido d e Ernenek llegó a ma tar a un hombr~. b lanco SIO q u e lo caso
y lo puso j un to a él, con sus armas , el pedernal, la tigaran l ¡O jalá vuestros h iJOS lleguen. a ser como
yesca de ho ngos secos y un a lámpa ra con m ucha él ! Ahora no os olvidéis de borra r CUIdadosamente
mecha y grasa, pues en el interi or de la sep u lt ura vues tras hu ell as al volver, para qu e e l fan tasma
h aría m ucho frío y estaría m u y oscuro. no pueda seguirnos a la alde ay ven garse de n os-
Luego Siorakidso k pro nu nció su oración fúne- o tros por la rabi a de sabernos.a.un VIVOS. .
bre: T odos los que hab ían pa rticipado e~ e l ent.lerro
-Cu ando ha yáis cub ier to la tumba de modo que arroja ron sus guantes a la tu mb a, que re cu bner?n
no p a rezca una tu mba, a fin de no asusta r a los con pie d ras suficie n temente ~andes pa ra que run-
ca mrna ru es, tené is tambi én que borrar para siem- - gún lobo o n in gún glotón pudieran moverlas. Luego
pre d e vuest ra s conversacio nes el nombre del m uer- el corte jo se deshizo y Sior aki dsck se aseguró perso-
to y su image n de vuestra mem ori a. na lmen te d e qu e los q ue march aba n a r et aguard ia
El a ire, agitad o violentamente po r el viento, h ada b orrara n con cuidado todas las huell as. .
q ue los o yentes cap tara n sólo algu nos fr agmen tos de Una vez en sus casas, tod os se lavaro n con a rma
la eleg ía. para pu rificarse de cualquier' ma l con q ue ~a som-
-Tu visteis cinco d ías pa ra derra ma r tod as las bra dei mu erto hubie ra podido co n ~a m lO ~ rl os ;
lágr im as que puede n derrama rse por un h ombre y lu ego bebiero n· en la taza de Ernenek nieve di suel-
alabar todas las hazañ as q ue u n hombre sea cap az ta y arrojaron al suelo algunas go tas pa ra q ue ta mo
de cumpl ir. Ahora basta . Este ho mbre deberla ser

17)
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bi én Emenek pu diera b eb er; com ieron carn e y di - tiem po a rr as.ce ñ ía el li toral, ha bía perdi do su co lor
semin aro n por el sue lo algu nos trocitos. mi entras grisaceo y se h a? ía hecho enteram ent e bl anca, y Iue-
de d an : ' go, bastan te sólida pa ra soportar el peso de hombres
-Come esta carne d e nu estras provisiones)' ay ú- y trineos; y cada vez ten día a am plia rse más l- acia
d an os a ob tener a ira e n la .pr óxirna estaci ón . el m ar, pu es la co nge laci ón se extend ía rá pida me nt e
Pusieron después las h abi tu ales trampas fin gi das como ,· con secu encia de, la d esapa rició n del sol y
alr ededor de la a ldea , pa ra infund ir al fantasma u n tam bi én p orqu e con tri buía n a ella los hielos flo-
solemn e terror en el caso de qu e se' a trevie ra a ta nt es que , provi nien do d el norte, se soldaban ba jo
volver. la p resión d el empu je.
- ~ P o r qu é tú y [U hi ja se cub r ieron la Iren te de Pa p ik- se di spon ia a part ir con la expe dición,
h all in ? -pregu n tó Sior aki d sok cu ando, al entrar - Algui e n volve rá con u n fusil y cuchillos de
en su casa. encont ró a Asiak cosie ndo, con las calzas ace ro . y ap re nd erá las costu m bres de l ho mbre blan-
d e Er ne n ek p uestas sobre la cabeza. ca - d ijo a su m adre, d esh echa en lágr imas. En.
- Ya sé que según las regl as n o se debe n m an ejar r onces pod ré p rocurarte fáci lmente toda la ca rn e
instr u mentos de filo o de pu n ta d ura nte varios y las pi eles qu e nece sites.
dí as, para no herir a l fant asma -repuso Asiak-, -~n a muj er vieja no querr ía qu e partieras. Pe·
p ero ocu rre qu e los hombres q ue dejaron' sus gua no ro SI no p u edes me nos q ue irte n o ha s de preoc u·
tes en la t u m ba de Ern e ne k nece sita n urgentemen te p ar te p~r u na m ad re in ú til, sino qu e debes pensa r
gu antes n uevos y se h all an a pu n to de p art ir; enne- en Iv alu y h acer qu e a t u regr eso ell a se conviert a
g recerse la fren te cons tituye u na buena 'p ro tección en u na b uen a mu jer de un hombre valiente.
co ntra el tab ú de coser. Así decía m i madr e, quien , Al o ír estas p a lab ras, Mil ak, que esta ba det rás de
a su vez lo ha bía apre n di do d e la suya. , Pap ik, se ad ela nt ó.
- ¡A h, mu jeres, mu jeresl - excla mó Sior ak idsok , - No es necesario espe rar tant o, Al gu ien ti ene
con desp recio-e. ¡Son todas igua lmente estúpidas y u rgente necesid ad de un a m ujer que le raspe los
supersticiosas! H aces bie n en ponerte sob re la ca- tra jes d uran te un viaje qu e está a punto de ern -
be za las calzas de tu m ari do p ara a pa cigu ar lo, pero prender, y es posib le que se la lleve con él.
la única protección eficaz con tr a la proh ibició n de ; - Es posib le - re p uso Asiak - , pero n o p robable,
coser con siste en trazar en el suelo un círcu lo con '1 - ¿Por qué?
la aguja y coser perm aneciendo dentro de esa zona .....Ocu rre qu e Ivalú es la m u y estúpida hija de
de seguri d ad , una mu y estúpid a madre, d e ma n eta qu e aún n o
- í Es incre íble lo q ue sabes l -exclamó Asiak apre - sabe r aspar las pi eles como se debe, ni tampoco
surá ndo -e en pone r por obra el conse jo . coser bien. Es t odavía dem asiado n iñ a para con.
ver u rse en la muje r d ign a de u n hombre valeroso.
Mientras mnro, la cap" nr I,iclo qu e desde algún - A cam bio de tu hij a se te d ar á u n a Jampara

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de poco valor, algun as cin tas de colore s reci bid as marcha , el techo de l mu ndo se habl a oscurecido
de los hom bres bla ncos, y un poco de c arne ord i- sens iblemente. .
nari a. I
Sin ten er en cu en ta las costu mbres, Asiak. e I valú
-Una est úpi da vieja ya posee u na lám para de acom pañaro n la expedición por un trecho del ca-
po co va lor, no es digna de adornarse con cin tas mino. junto con algunos ni ños que no conodan aún
de colores y no tiene mucha hambre. No, no, Milak , las bu en as maneras. El cielo estaba cargado de
guárda te tu s riquezas y una vieja gua rda rá a su nu bes y un viento helado barrfa el litoral.
inútil hi ja . Treinta y cin co in dígena s con otros tan tos trin eos,
A todo esto, Milak se comía con los ojos a I val ú, d oce mujeres y cinco explorad ores blan cos viajaban
-Pero, si un hombre volviera de u n via je, como sobre la costra de h ielo. I ba a la cabeza de la expe-
es po sible q ue ocurra, ¿se le permi tirá hablar a dició n Pap ík, cuyos perros estaban flacos y fuert es
solas con ell a, cosa que hasta ahora no ha hec ho? como consecuencia de l reciente viaje rea lizado, en
¿Y au n reír con ella ? tanto que los de la aldea estaba n aún gordos y
-Es prob able - d ijo Asiak , y M ilak se retiró far- pesados.
fu llan do. - ¿Por qué no me dejaste ir con Mil ak? -preguntó
e-Cuando vuelva con u n fusil - d ijo Pap ik a su Ivalú enojada, procurand o man tener el paso veloz
mad re- es posible q ue también yo tome 'm u jer. En d e su ma dre.
estos dí as vi a u na muchacha conven ien te, pero - Porque no q u iero q,ue viajes con hombres bl an-
ella m e reh uye cua ndo ·int en to hablarle. Una vez coso Son locos peligrosos. Papik es ya dem asiado
hasta me dió un bofetón porque la toqu é. tu en e para qu e yo pueda prohibi rle algo, pero tú ,
- Ese es un signo de buena educació n . ¿Cómo se no.
1Iama? - IAh ora ya . no encont raré mar ido ! - exclamó
- Viví. I val ú rompien do a llor ar-e. Milak fu: el único mu o
En el ínt erin, los hombres blancos tascaban el cha cha q ue me pidió pn3 mujer suya .
fren o, pero tant as veces los esquimales tu vieron -Milak fué el único muchacho q ue te vió, No
que de scargar los trineos y volver a hacer los fardos tema s, pequeña ; eres graciosa, y a los hombres les
a l record ar algo qu e habían olvidado,' ta n las' veces gus tan las mujeres graciosas más que ni ngun a ot ra ;
tor nar on a sus casas para beb er otra taza d e té tQ apen as seas suficientemente fue rte pa ra poder lle-
p ara reír u na últi ma vez con las muj eres que se var una buena carga a I;lS espa ldas encon trarás
fácilmente un pa r de maridos y aún más.
qued aban en la aldea, tantos tirantes y correas y
:""¿Estás segu ra?
cin ch as tu vieron que re pa ra rse a último momento
-Complet amente segura . Piensa qu e un a niña
o se rompi eron en el insta n te de partir qu e, an tes
pequ eñ a tiene tan poco valor que en genera l se la
de q ue la expedición se hubiera puesto por fin en
ha ce morir: pero precisamente por esta ra zón tiene

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m ucho va lo r apena s se ha ce grande. Sólo cuando Asiak escu chó gra vem ente I<1 S pal rbr a s d e Srora-
llega a mi ed ad u na muj er vu elve a' n o va ler nada. kid sok y re spon d ió como co nve nía
Cuando los ' trineos desap arecieron en medio de -Es en verdad un gra n hon or el que nos haces,
la bruma. Asiak. e Ival ú' volvieron a la casa de pe~o, ¿no es u n pecad o come r tu com ida y qu e dos
Siorak id sok, dond e encon tra ra n a Torngek y a inútiles m u jer es ap rovech en esta he rmosísim a casa?
-,\eg he prep aran do el té ant es de acostar se. N o, nos constru iremos u n iglú.
Negh é estab a tranqu ila, pero T orngek lloraba. . -Algui en se sentirá feliz y halagado si accptas
Argo. el ma rido de Negh é, no su fri ría sin dud a por su [Jaca hospitalidad - r epuso Siorak idsok, y orde -
falt a de m u jeres du ra nre el via je, puesto q u e tod os nó a sus n iet as q ue le llevaran el té.
los hombres q u e hab ían llev ado cons igo a sus espo- Una vez q ue tocios bebie ro n e l r é, se envolv ieron
sas, se sen ti rían orgu llosos de prestárselas, d e man e- en lag p ieles y se ech aron a dorm ir.
1> que Negh é no tenia qu e preocupa rse por el bien- Pero Asia k no ta rdó en d esperta rse.
esta r de su m ar ido . En cam bio su gorda y vieja,
herma n a T or ngek pe nsaba q ue sus dos marid os, - Peq u eña -dijo sacu d iend o a su h ija -o Una m a-
siem p re esca rnecid os y m al trat ad os por to dos, la d re sa be que tienes necesidad d e ser guia d a d ur ant e
necesitarian : ell a hab ía querido acompaña rlo s, pe ro otro trecho del cam ino y q ue no d eb ería aba ndo-
Siora kidsok ap recia ba tan to su compa ñí a, porque narte en este pu m a . Pero está vieja )' es in útil d e
T orngek era du lce y bonachona, qu e ,no le había man era q ue nad ie p uede com pl acerse en cuid ar
perm it ido pa rt ir. de ella.
- U na in úti l vieja y su estúp id a hija .van a con s- - ¿Q ué qu ieres decir, ma m á? - pr egu ntó Ivalú
tru irse u n igl ú -anu nc ió Asia k al ent rar. levan tan do la m irad a velad a por el sueño.
- Para un a muj er qu e durante tod a su vid a tu vo
- N ad ie p uede censu ra rte p orque quier as aban-
el pr ivileg io de conced er favores a los de más , no es
donar la compa ñia de u n viejo inv álido y d e su s
di gn o acept ar la ho sp ita lid ad d e los extra ños.
r id ícu las nietas -d ijo Siora kidsok cuand o por fin
Jvalú ten ia a ún la cabez a n u b lad a p or e l sueño.
h ubo compre nd ido lo que Asiak dijera- pero sin
- ¿Qué pr etendes h acer?
hom bres es ta casa y to da la aldea, estarán inusita-
-Irme, pequeñ a; pero no pie nses qu e algui en te
d ame nt e tra n qu ilas. Y como ocu rr e .q u e el verano a ma menos por que te deja . Aquí t ú estás b ien ;
pasado m u ch ísimas vacas ma rina s cayeron h er ida estás pro tegida y alimen tad a, es u n lugar segu ro y
por las flechas de Argo. y que también la pesca rué lujoso. .
excelente. ah ora los depósitos de víveres es tá n col- I va lú se despertaba lentamen te .
m ados )' tú har ías un gr an honor a esta aldea si te - ¿Ad6nd e qui eres ir? - le pregunt6 echá ndole los
digna ra s aceptar su hosp italid ad y alegrar la casa br azos al cuello y rompiend o a Ilora r-. ¿~o me
de un viejo cura ndero con tu graciosa p resencia. a bandonarás tú tam b ién , n o es así?

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-c-S ile ncio, peq ueña, que despertarás -a los otros. de l peso de sus cu erp os, volvían a em erger lu ego,
Vuelve a dormirte. Pareces mu y cansada. Una m Ui ligeros. mientras' el 3.gua le" go teaba de los rostros
jer desea reunirse con su marido, en aque lla tierra untad os y jubilosos. .
do nde vuelv en a encontra rse todos los hom bres y Asiak sonri ó al pen sar en Ernenek, que muchos
allí te esperará. años a trás hab la q uerid o p roba r u n kayak; pero,
I val ú quería decir algo más , pero el cansancio le I habi endo despreciado los consejos de los expertos,
pesaba tan to so bre los párp ados q u e dej6 que su
madre la envolv iera en las pieles .
l después d e la segu nda cabr iola ' la emb ar caci6n , y
aun el propio Erne nek, con tenían más agua que
Asiak la olfat eó por un breve instante y luego aire. Mas el mo tivo fundamental del accidente
se deslizó silenciosamente fuera de la casa. consistía en que entre los ochenta amuletos que
El tiempo se había puesto he rmoso y el cielo pre- Ernenek lle vaba, falta ba la pa ta d e un som orgu jo,
sentaba un color vespertino pálido y puro" Un a el . ún ico amul eto capa z de asegurar la habi lidad
m u jer salud 6 a Asiak cua ndo ésta se di ri gía hacia necesaria para manejar un kayak.
el mar. Asiak respondió con una sonrisa ausente. Asiak sigu i6 con la mi rad a a los much achos, has-
Los restos de morsas, de narvales y de una ballena ta q u e los perd i6 d e vista ; luego avanz6 h aci a el
bla nca se h a llaba n d iseminados sob re la playa, jun- b orde d e la cap a h ela d a, d onde el h ielo er a gris.
to a dos grandes umiak cuidadosamente "pro tegidos De pronto tuvo la. sensación de que estaba flotand o.
por p ieles. En efec to, b aj o . su p eso, se h ab la desp rendido u n
Asiak se adentró en la capa helada, en dirección b loq ue d e hi elo que se hallaba a la de ri va en la
al agua . corriente. Se di6 cuenta de ello sin necesidad de
Por un momento contempló interesada a dos mu- volver se, ya q ue el bloq ue de h ielo gi rab a y, al
ch ach itos qu e jugaban con sus frágiles kayak de cabo de un rato, Asiak se encon tró con la cara
p ieles de foca, en los arro yuelos de agu a q u e q u eda. vuelt a hacia la aldea, y. separada de la tierra firme
b an entre íos bl oques de hielo flo tan tes; estaban por un canal que se iba haciendo rápid amente cada
enfun d ad os en ch aq ue tas im p ermea bles h ech as de vez más ancho,
intestinos que. apretadamente atadas en las muñe- Se opr im i6 la cha que ta sob re el pe cho como si
cas y cerradas herméticament e alrededor de la aber- tuviera frío. Pero no sentí a mi edo. Creía im p l íci-
tura de la emba rcación. los convertía en un a parte tamente . como todos los de su raza, en la inrnor-
de la pequeña canoa, 10 cual les permitía volcarla ta lidad del alm a, y ten ía la segur id ad de que la
y vo lver a emerger sin que en la embarcación en- muerte no podía ser más dura qu e la vida, persua·
trara agua. Para mostrar sus habilidades freme a did a como estaba de que ya había enco ntrado en
Asiak, los muchachos realizaban rápidas cabriolas. se sus trabajos coti dianos y en sus desgracias terren a.
zam bu ll ía n e n el m ar y, h acie ndo dar u na vuel ta les am plio castigo por cu alq u ier pe cado qu e hu -
com ple ta a sus kayak, med iante el despl a zamiento biera podido come ter.

180 181
~ - ,. .
-
Dos mujeres 1;): vieron andar a la deriva en el mi entras arañab a el rostro de Asiak co n su s uñas
jóvenes aún no desgastad as.
mar.
-A siak corre ~ S1l muerte - dijo una a la otra . I E n un mo men to, Asiak se aferró a él ins tin tiva-
--¿Querrá ahoga rse o senc illament e se tratará de l. mente. Luego aban donó la pr esa, ale já nd ola d e sI,
y en un gorgo teo , d ijo:
una d esgracia?
-Qu ién sabe. I - Ve te. ve le.
Permanecieron contemplándo la. pero se g uarda- I.
ro n bien de socorrerla, pues sabian que la divini d ad
del mar . ten ía de recho a u n cierto número de víc-
tim as y que, si se la de frau da ba, se vengaría e n
ell as. que se inm iscu ían en aquel asunto, y en toda
la comunida d.
Asiak miró el agua que la rodeaba y se preguntó
qué se nsació n exper ime ntaj- ía si se arrojara a ella.
Su cuerpo nun ca había estado en contacto co n el
agua. La su pe rfi cie reflejaba el cielo con ton alid a-
d es grises y azulad as, y Asiak descubrió en el fond o
gru esos peces qu e nad aba n y se escabull ían. que se
escab ull ían y nadaban .
i El agu a tibi a y buena l ¡Los bue nos' y gordos
pe cesl
U n cachor ro de los perros de trineo dej ado por
P apik . !a había segu ido sin que ell a lo ad virti era .
Con la col a enro llada y la frente fruncid a por en- .
cim a de Jos c jil los o blicuos observab a alter na tiva-
m ent e a su ama y al agua desco no cida, m o vi endo
co n peque ños in terva los la lanud a cabeza. I
Asiak se di ó cuen ta de su presen cia sólo desp ué s
de haber salt ado al ag ua, al salir a la supe rfi cie.
l.
respirando entrecor tada rncn te. Sus ropas se estaban I
ha ciendo pesadas co mo la ro ca, las orejas y las I
narices estab at: llen as de agua , y el sabor aspero
de la sal le hería la ga rga nta. El perri to la h abí a
seguido al mar " ahora nada ba desesperadamente,

182 183
vó sobre su pu er ta un carte l con la paab ra "M i-
sión", aunqu e él era el ún ico qu e sabía leer. Ade-
más de muchas provisio nes. 'demasiado peadas para
llevárselas en los trineos, los exploT<l ciores le ha-
b/an dejado también algu nas caja s llen as de in stru -
mentas y de libr os en los qu e habían anotado sus
\. observaciones. Los exploradores no volverían a aqueo
lIa aldea , sino que segu irían camino d irectamen te
hacia el pals del sol, después de atra vesar el gran
casquete ártico de trás del cual se hallaba.n o tros
hombres blancos y barc os humeantes que los Ile-
x var ían a sus países.
D e manera que los guí as esqui ma les volverían
LA SIM IENTE solos.
Kohartok dispon ía además de muchas pro visio-
nes que le ha bían don ado gente blanca de buena
vol untad y qu e le ayu dab an a esparci r la Bu en a
Semilla entr e ' ! QS salvajes. Mie ntras comparti ó la
barraca con los exploradores, había comenido su
cel o de mision ero y se hab ía con tentado con cele-
brar sólo las ceremo nias do minicales y a convocar
K el misionero blanco, poseía una cam-
DH ART OK,
pana que hada sonar con tod as sus fuerzas cuando
a la gen te a un número 'reducido de reuniones;
pe ro un a vez que partieron los blancos, se di ó con
su libro le indicaba que era domingo . cuerpo y alma a su act ividad redentora . En reu nio-
Era él la única persona que ha bla quedado en nes diarias, a las que convocaba a toda la aldea,
tierra firme una vez que el hielo y la noche inva- leía en voz alta- u na versió n simp lifi cada de las
di ero n la rada. En efecto, la tierra se hab la hec,ho Sagradas Escrituras, preparada por la Misión que
tan [ría que se habrían necesitado ingentes can ti- Jo habia en viado, y lu ego . exh ibía las ilustraciones
dad es de aceite para calentar las casas de piedra. en colores que acompa ñ aban el texto.
De mo do que la comun idad se habla mudado a Conscien te de que para cristianizar a susdiscípu-
la cos tra del mar, donde construyó una serie de los se necesitaba ante todo con ve ncerlos de qu e
19lúes cerca de la pla ya y de la barraca de madera eran pecador es, empleó buena parte de l invi ern o
que ocupaba el hombre bl an co. y toda su 'ha bilidad de per suaci ón para hacer que
Apenas partieron sus compañeros, Koha rtok cla- se dieran cuenta de la mald ad de la naturaleza

184 185
hum an a , cosa qu e parecí an ignora r po r comp le to . p ortado po r sus nie tas; cuando termi naba la co nfe-
J nsisri ó en la necesid ad de q ue se salva ra n, hasta rencia , se h acía desperta r y, d espu és d e ha ber jun-
q ue los di scipulos co me nzaro n a ~ospechar qu e tado las últ im as migajas y limpiado la azu ca rera , se
estaba n perdid os. Pero, record ando que u n buen
pre dica do r debe da r ír u to ~ no flores. Ko har tok
dab a fin a las re unio nes dis tri buyendo té azuca rad o
, pon ía a con versar con Koh artok sobre tem as m ás
o m en os p rof und os.
E n m u ch as comu n id ade s indígen as, rrusroneros
y d u lces en va sados. dem asiad o celo sos de sus deb ere s habían choca do
N aterk. u na mu jer a la q u e normalm ente debe- con el cura ndero local : pero Kohar tok era suave
rí a n ha ber aba ndon ado ya a los h ielos, le ayu daba como la lun a y Siorakidso k, sufir ien te me n te sab io
a cum pli r los debe res de la ho spi talida d y le go· par a d ejar en paz a q uien lo d ej ab a vivi r. A n in-
berna ba la casa. gu no de 10 5 dos le im porta ba si u na h erid a se
Teniendo pro visio nes su ficien tes p ara pasar el tr at aba co n ti ntura d e yodo o co n estiércol de
in vier n o sin preocupaciones y pri vad as de to d a oca- co ne jo, ya q ue a mbos métodos r esu lt ab an igua lmen-
sió n de ch isme por la au senci a de los hom bres, las te ef icaces y pu esto q ue , fren te a casos m ás graves,
mu jeres esta ban ans iosas de cua lq u ier d iver sión, de, los dos hom bres era n igua lmente impo te nt es. De
ma n era qu e a las reun io ne s de Koharr ok , interesan- esta suene, la b la nca n avecilla d e la doctrina cris-
tes ad emás d e fruc tu osas. nun ca fal ta ba nadie. ti an a ava n zaba co n las vela s h inch ad as, p or la
I
Entre el mi sio nero y e l cura nd ero se había esta- peq ue ña rad a.
blecido u n t ácito acuerdo : Sio rak idso k pod ía con ti- i Por lo menos al comienzo .
n ua r cu rand o a los en fermos a su m odo e i nfl u yen- I
d o en los cam bi os d el t iempo y en la caza , siem pre I U n a m uje r h ab ía dejado a tu rdi do a u n glot ón
qu e no tra bar a la act ividad de Koha r tok . El decr é-
p ito cu ran dero ha sta se hab ía empeñado en reco-
I hem bra. media nt e u na afortu na d a ped rada ; le ha-

I
bí a a tado hocico y pa tas y hab ía lla mado a sus
mendar a tod os la nueva doctrina , con la condición compa ñer as y a los n iñ os pa ra q ue le ayud aran a
d e qu e Ko h a r tok adv in iese ' a la grey q ue. ayudar celebrar la fiesta , Ent re tod os habí an ex ti r p ado
I
a los vie jos , en lug ar d e aband onarlos al hie lo, er~ i u na de las u ñas del a n ima l. arra ncado la lengu a y
cosa grata a D ios, especia lment e cua nd.o . se tratab a ¡ Iraspasado la vejiga con agu jas de coser; lu ego le
de cu rand eros venidos a men os: condici ón q ue el h ab ía n ex tra ído las crí as del vien tre grá vid o y se ha-
mi sio ner o no t u ve d ificu ltad en' aceptar, con 10 bían d ivertido co n ellas, olvidando a la m ad re .
cu al co nvenc ió a Siora k idso k de que la religión Koh ar tok. que h abía acud ido al oír el a lbo rot o,
cr istian a era un do ctr ina verdadera me nte nobl e y se encoleriz ó m uchlsirno.
elevada . Pe ro eso no ru é nad a com pa rado co n la ira de
El viejo, glo tó n im pt'ni tcn t.t:, siem pre .C!J el pri- y ue Iu é presa cuando se enteró de qu e u na m ad re
mero en acu d ir al llamad o e Iba a la M ISl6n transo d e cuatro h ijos ha b ía llevado a l ceme n ter io a su
,

187
I
186
hij a recién nacida y la había abandona do all! des- hartok . a la a lde a, u n a d elegación de marid os.
nuera, después de haberle llen ado la boca co n nieve agrade cid os por las go losinas, lo habla invitado a
. ' reír con la mujer que él e~c og i e ra. Era seguro q ue
para que mur iera más pro nto.
El co me tido de Kohartok no era fácil. Mientras un hom bre que habla rea lizado un largo viaje sin
el vocab ulario esquimal disponía de much os térm i- g?zar de la compañía de mu jeres tendría que estar
nos para. designar al . diablo, no poseía siqu iera un o dis pu esto , de , buena gan a, a reír un par de veces
que de signa ra a DIOs; por eso la Misi6n se vi6 co n una mujer. Pero parecía que, en el caso de
que estuv iera dispuesto a reir, Kohanok reta solo
o?l.igada a ¡nv.eo tar uno, qu e aproxi madamente sig-
n i ñ eaba Espíritu Supremo, y Kohartok suda ba tin- potq ue rechazó desdeñoso la p ro pos ición, y desp i-
ta para explicar el sent ido d e esta expresió n. Al dió a la delegación ame na zador amente. Koh artok
asegurar, por una parte, la ex istencia de atroces
apr ovechó aque l incidente para iniciar una violen ta
torm en tos en el infierno, y por o tra, de grandes re- campaña ~ont ra el adult erio, el cambio de esposas,
compe nsas en el paraíso, los m isioneros no hab ían el amor li bre y cualquier o tra fonn a de pecado a
en c~n tra d o nunca grandes d ifi cultades pa.ra con-
qu e se entregaban los ind ígenas.
vertir a los esq uimales, dulces y tolerantes por na- H ast a a qu el dia, los esqu ima les hab ía n cons idera -
t~ ~ l eza , y res pe ~u o~os de los ex tran jeros. Per61 tra-
- , do pecado dar muer te a un caribú blanco, que las
di cio nes y creencias Inveterad as no podían ext irparse mUj eres cazaran focas y ballenas, que cosieran fuera
de un d la para el otro, n i siquiera donde el d ía de la estación, que se mezclaran los productos del
du ra varios meses; de manera que a menudo las roa: con lo~ prod uct os de la tierra, y muchas otras
normas de la nueva doctrina ten ían que compartir accion es. ni nguna de las cuales, empero, se referIa
el cam po con las vieja s cos tu mbres. t a la . act ivi dad sexu al; el nuevo tabú q ue el hom bre
Por eso los ind ígenas se m a ravill aba n de que
Kohartok no od iara ta n to como ellos a l dele téreo
I
;
bIanc? procuraba in tr odu cir amenazaba pues re-
volucionar las costumbres de los ind ige nas y los
d eja ba perplejos.
glo tón , qu e no tolera ra que se limi tara el número
d e h ab itantes mediante la mu erte de lo! viejos y de !I El blanco favo r ito del des d én de l m ision ero era
T ornge k, quien' aun cu a n do se enteró de q ue la
los recién nacidos, medida ten diente a adecuar la
población a la capacidad de abastecimien to de la zo-
na, que no sop ortara la desnud ez, au n cuando hiciera
mu cho calo r, y q ue condenara la glotone r ía cuando
¡ bigamia era ~n delito, se neg ó a prometer que una
vez qu e volvie ran sus maridos rechazaría a uno de
ellos y se casaría regul armente con el otro ' sino
abundaba la carne. . r que insistla en decir que se había encariñad'o con
Pero lo q ue más alarma ca us ó fué su actitud am bos y que ambos ten ían necesid ad de ell a. P or
-, eso ~ o fu é considerad a d igna del ba utismo. En
respec to de las cuestiones sexuales.
Al ter mi na r la reu n ión in icia l q ue se hab la cele- cambi o, a su her mana N egh é le agradaba la idea
brad o p oco tiempo después de la llegada de Ka- d e la monogami a, p ues le garan tizaba la exclusivi-

188 1119
r
I

dad de las atencion es de Argo: aun cuando las otras tocante a elegi r no mbre, se sigu ió la costumbre in d í-
mu jeres de la aldea :onsideraban su ~ c ti tu ~ suma- gena de imponerle el de una persona d ifu nt a. P ues-
mente egoísta y destinada a causar disturbios. to que el nombre de Asiak se le h a b ia dad o ya a
Kohartok , hombre co ncienzudo" era mu y cauto un gr aci oso perro d e tr in eo, la n iña de Neghé reci-
en sus co nversion es, pu es sabía que entre los b ió el de Er nenek, q u e to cav ía se h all aba b uscan do
pueblos primitivos muchas personas abrazaban un a
,1 un cuerpo e n el cual refugiarse . I val ú se sintió
!
I .
nueva fe sólo porque está de mod a o por mos~rarse feli z porque el nombre de su p adre h a bía cesado
corteses con el visitante ex tranjero, y en ocas iones, por fin de vagar solitario en la oscura noc he .
en comu nidade s de mayor progreso, po rqu e e s~er a n H ubo otros nacimient os. A ntes de par tir, los
qu e una vez convertidas obtendrán un t r a ta rru e n ro hombres hablan plan tado su simiente e n la buena
favorable en el puesto de in terc ambio, lo cual, en tierra de las mujeres, y ahora la semill a ge rmi naba,
e fecto, ocurre a menudo. ,¡ crecía, d aba frutos. T orngek, la úl tima m ujer ern -
El ú ni co bautismo qu e imp art ió Koh anok an tes barazada qu e queda ba, d ió a luz un a p are j a de
de la pa rt ida de la exped ició n era el de Ali na lu k,
! gem elos, de lo cual ri ó tod a la aldea, afi rmand o
una vieja moribunda. H ab ía muerto de gangrena, f que hab ía p ari do gemelos porq ue te nia d os mari -
a pesar de los exorcismos de Siorakidsok y de las d os. Kohan ok di ó mu estra s de q ue no le agrad ab a
repetidas apl icacio nes de tintura de yo'd.o y rle es- este gé nero de humorismo, pero luego , cuando le
tiércol de conejo. En in vierno, la pnm era que tocó bau tizar a las criaturas, estaba radi ant e porque
bauti zó fu é Viví , la muchacha de qu ien se h ab la ha bía arrebatado dos almas al fuego eterno .
enamorad o Pap ik, } lu ego a su m ad re Krulí, y poco Por un buen tiempo, ya no habría qu e bautizar
a poco a todas las otras mujeres y ,n iñ os; bauti zó a ningún recién nacido , pues toda s las mujeres
tam b ién a la vieja N aterk, su a ma de ll aves, de la h ab ían d ado a lu z.
cu al se sen t ia seguro s610 por el hech o de qu e,
gracias a su edad , la muje r se encon traba ya fuera En tre las mujeres de caras anchas y campechanas,
de la órbita d e los pe cados más gra ves. de gruesos labios y de ojos alme ndrad os que se
T ambién Siorakidsok se 'declaró di spuesto a -con- ali neab an en los ba ncos de made ra y acogían la
ven irse, por espíritu de amistad. Esta razón no Buena Nueva, h ab ía una que resaltaba de modo
pareció suficie nte a Koh artok, de manera que el particular : era una joven de rostro ate nto y em be-
cu randero vin o a enterarse, con cierto aliv io, que lesado, qu e se sentaba con las piernas separadas,
se le negaba el bau tismo. . . en fu nda das en gra nde s botas de p ie l de foca q ue 1,
Mas los niños podí,an ba uti zarse sin escrúpulos, llega ba n h asta la ingl e.
de suerte que cuando, en las tin ieblas de l in vierno, Kohartok habí a reparado en ella cua ndo la jove r
Negh é echó a l mund o una niñ a, ésta Iué la prim era f jugaba con los niñ os, llevaba ni eve po table a la
recié n nacida cristian a de la comunidad. En 10 casas o cosía y raspaba las p ieles. Jun to a Viví, a lt:
[
190 ¡ 19.

r
I -¿Segui ste tod as las leccione s tan ate n tamen te
y ág il, con la q ue se mostraba a menud o acompañ a- I
rla, la mu cha cha parecía tosca y torp e en sus r ústi-
cas ropas d e oso q lle llevaba en luga r d e los vesti dos
he chos con p ieles de zorros de di stintos colores, ele-
I). como la p rimera, hija mía ?
- Sí.
- En ton ces te d arás cuen ta de qu e tu he rmosa al-
gidas y cosid as con 'arte, adorn os de co nch illas y ma con tin ua rá viviend o eternamente en un mund o
de pi el de armiño, qu e las otras m uje res u saban ; I mejor que éste, una vez que tu mi serable cuerpo
sin em bargo, era dere cha y agr aci ada, pues la m a- haya muerto. ¿no es así?
ternidad todavía no le hab ía def orm ado las caderas. - Por cier to ; es ésta una de las po cas cosas qu e
y mi entras las o tr as m ujeres lleva ban la ca bellera ya sab ía d e pequeñ a.
p artida en el cen tro y recogida en dos bandas lisas - ¿Y estás di spuesta a salvar te?
que les caían sob re el pe cho en un par d e largas - ¿Salvano e de qui én? Nadi e intenta hacerm e da-
tren zas, ella se la recogía. a manera de torr e, atada ño. T od os. son buenos con migo.
con un gra n n ud o en lo alto de la cabeza y. asegu ra- - Salvarte de ti mi sma. Es "en tu interior d onde
d a con espin as de pescado , según la usanz a de los
anida el verdadero pel igro.
esquimales polares. El negro violáceo d e la cabe llera
- ¿Qué qu ieres .decir, Koha rto k? .Mi estupidez no
y el castaño casi negro de sus ojos hacían apar ecer
más d eslu mbra nt e el marfil viejo de 'la piel y el tien e límites!
marf il nuevo d e los dientes. - Dios ama a los simples. I va lú. Re cuerda : B ien-
Debería haber son reído con mayor frecue ncia . ave ntu rados los pobres de espíritu , porqu e d e elfos
Una vez, de spués q ue los ot ros se hu bi eron mar- es el reino de los cielos; y bie naventurados los puros
chado, el misionero se sen tó en el banco j unto a la de corazón } p or que verán a Dios.
mucha cha y le tom6 u na mano. Al contacto, los - ¿Y crees que lo veré alguna vez?
ojos d e la joven se dila taron. Nunca hab ía visto - Cier tamen te, I va lú , si confías a Él tu alm a.
manos así: anchas, déb iles y suaves ' como las de ¿Estás . d isp uesta a eonfiársela?
un recién nacido, manos q ue evide nteme n te nun ca - ¿Es que nuestr as alma s no están todas en su
hab ían empu ñad o un a lanza ni manej ado un lá tigo. mano?
- ¿C6mo te llamas, hij a mía? - le pregun t ó afec- -P~r cier to que lo están. Pero, ¿estas pron ta a
tuosamente Koh art ok. deja rlo en trar en tu corazón?
-I valú. - ¿Acaso ~1 no tien e acceso a todas partes?
-Es un hermoso nombre; es el nombre de la - En su ma : ¿estás di spuesta o no - exclamó Ko-
primera mujer que Dios cre6 de la costilla del' pri- har tok con u n ademá n de impacienc ia- a recon-
mer hombre. ciliar te con tu Creador?
-Sí, y una muchacha se conm ovi 6 ho nd ame nte . Ivalú se puso in tensamente roja y ba j6 los ojos.
cuando lo su po. - ¿Por q ué ? ¿Acaso habiamos reñido?

192 193
I val ú se sintió feliz. No sólo era un honor servir
Koh ar tok, hombre de fe profund a, sabía re cono- al hombre bl an co, sino q ue además la ide a de
cerla en los dem ás y por eso veía, sin abrigar la poder ayud arl o en su ac t ividad de mi sionero la
men or d.u d~ , que Ivalú no era la ú ni ca que acep- conmovía profundam ent e. Por ot ra p arte , la s nue -
ta ba J,a te. SI ncerame nte, Tal vez s ólo fuera aquella vas ta reas I ~ asegura ban cie rta a uto ridad en la al-
v ld~ in usitada , sm hombres, lo que hacía que las I dea: guardar ~ as ll aves de la d esp ensa de la M isión
mUJeres se mostrara n partj cularrnente di spuestas a
reCl.blT la ~ue n a Semil la. Pe ro, cualquiera fuera la l' era. el sueño de tod os.
De todos, me nos de Ival ú, q ue todavía no se ha-
razon , lo crer to era q ue la Bu ena Semilla producía
sus fr utos.
Todos adora ban al predi cador. Ei a un hom bre de
II bí a h ech o go losa.
Viendo que el estado de Naterk empeoraba, Ko-
, har tok p reguntó a Siorakidsok :
gra n bondad . Cua ndo la vieja Na terk, se en ferm ó - ¿Por q u é no in tentas ali via r los su frim ie n tos de
con fu erte s do lores d e estómago, el m isionero se I la pobre vieja?
ocu pó de ell a mu cho más de lo que la vieja podria ¡ - N o soy m ás que un cu ra nde ro impotente. Pero
ocu pa rse de él y lo hizo con b ue n cora zón ; sólo
vacil ab a u n po co fre nte a.los p iojos q u e infestaban
los escasos ~ab elJos y los vestidos casi pelados d e la
e~ re.rm :l., rmenua s se pre gu.rltaba quien podría sus-
I u n a p ersona sab ia como tú debería sa ber expulsar
a los espíritus in mu ndos de su p an za.
-Ta l vez sea capa z de expu lsar al dia blo de su
alma , pero no los dolores de su cuer po: m as sé que
tlt Uirl a en los qu ehaceres domésticos. a vece s los pr ocedimientos que ustedes practica n
Fu e a aco nsej ar se con Sio raki dsok . con tra las enfermed ad es son mu y efi cace s.
Siorak idsok le di ó dos sugestiones. Ante todo , le Siorak idsok se hizo rogar largamente antes de
h izo nOl~r C)1I t' . m ient ras que er a justa proveer a decl arar:
las nece sl~ a d e s d e u n homb re sa bio y ancia no, t ra - - ¿Recu erdas lo que ocurrió en el caso de Erne-
tar de l .ffi.lsmo modo a u na mujer cua lq u iera, vieja nek ? A un cur andero no se le d ió t iempo para h a-
y decr.e plta , ~ ra ex agerar las cosas, p or Jo cu al cer un via je a la luna y lu ego vino a sa berse,
aconsejaba dejar a Naterk expuesta a la brum a, dem asiado tarde, qu e en el en fermo ha bía a ú n otros
~ara qu e (J y~ra . en el sueño final . y así se pond rí a espíritus m a lig no s. Esta vez un cu ra nde ro ignor an-
f~n a sus su frim ien tos y se econom izar ían las provi - te quiere primero consu ltar al Esp ír itu de la Luna,
s~o ne s; además le aconsejó confiar las tareas dom és- para saber exactamen te a q ué cura conv ie ne some-
u cas ~e la Mi sión a I val ú , _muchacha fuer te y vo- ter a Naterk. .
l u~ t a n os a , q ue. pro bablemen te sería' capaz de trae - Haz lo que te parezca. pero procura ayudarla.
bajar tres veces más C)uc Na terk. En to nce s Siorak idsok pidió que lo ll evara n a un
,J<.oha rtok rechazó la primera p roposición con la lu g-ar que h ab ía en tre los cerr os, para iniciar desde
misma p ro n titud con que aceptó la segunda, allí uno de los mi steriosos viaj es qu e Jos cu r an deros

194 195
emprenden en casos de eme rgencia, h acia el Pa ís Como a pesar de todo esto, no daba signos de
d.e la Lu na. Pero, p uesto qu e el Espíritu de la Lu na mejoría. Sicrak idsok le punzó el vientre para faci-
tiene un a na tu raleza sum a me nt e irascib le y p uesto lit ar la fuga de los do lor es; luego mató una nid ada
q,u e no le g usta, con ced~r a ud iencias, no pod ía pa rtir de topos y extend ió la p iel caliente de los animales
S l ~ ll evar con sigo v~ nas o fren d as de escog id as co- sobre la he rida .
midas, para co ngraciarse con el ESpíri tu. Nater k fué la segu nd a pe rso na d e la aldea sepul-
ta da eñ " el ceme n terio cristiano poco tiempo des-
.En u n aleja do luga r sit uado en tre los cerros ' Jos pu és, con un a solemne cere mo nia y un a edificante
mi em b ros d e la comu nid ad le co nstruyeron un ' mi.
n~ sc u l o ¡g /u, p ro visto d e su aves pieles - u n igl ú elegía.
bien .c~ n forla b l e. p ues era el punto de partida pa ra
un ~ J aJe .3 la lu.03- y luego transportaron hasta all í I va lú cumplía tan bien sus ta reas domésticas q ue
a SIO,rak ld30k, Junto con numerosos recipientes de el misionero se preguntab a cómo hab la podido
go los.mas, entre las cuale s h abía gr an can tid ad pasarse hasta ento nces sin ella .
de p iel de ba llena hervida, de na rval y u na delicío- Pero I valú suí r ía mucho el ca lor en aq uellacasa
sa mezcla de sal món .m asrícado, sesos de morsa. in - d e madera calentad a con carbón. sob re todo duo
testinos crudos de pescado y aceite de foca. A nadie ran te las horas de reposo, pues cuando trab aj aba
l~ est3?a permitido acerca rse a aq uel iglú mi en tras estaba demasiad o ab sorta para darse cue n ta de na -
~ lOra k l d sok estuv iera en viaje , so pena d e muerte d a. Dormía en u n catre de la habitación q ue había
in med iata y horrib le. pertenecido a Naterk y q ue a IvalúIe pare d a un
T res sueños despu és, tod a la aldea fué a buscar cuarto lujosísimo . No era má s que un oscuro cua r-
a su curandero. Lo encon tra ro n dormido, visible. tu cho, separa do, med iante un a pared divisor ia, de
mente . e~ b a usto a ,causa de l azar oso viaje y r odeado la habitación prin cipal, en la cual el mi sionero
de recip rent es vacros, lo cu al era u n buen signo: eL d ormía junto a la estufa. Aq uel hombre detestaba
Espí ritu de la Luna deb ía de haber acep tado las el frí o como al demonio. N un ca permitía que se
ofrendas. abrieran las venta nas . y cuando. antes de lavarse,
Sior akidsok dij o que era menester dejar calva la ponía la pala ngana sobre el fuego par a derretir el
cabe za de Na terk, porque el Espíritu de la Lu na hielo, Ivalú lo veía sacud ido DOr estremecimientos
le . h abí a comu nicado que los agen tes responsables de frío.
de l mal se a lbe rgaba n en los pel os de la vieja . La bondail del hombr e se hacía cada vez más
En to nces sacaron a la muj er al aire libre, le derra- evidente. Los exploradores le había n dejado algunas
maron en la cabeza agua y, cuando ésta se congeló. botellas de agu a de fuego. qu e él conserv aba celo"
un gol pe seco sepa ró el bloq ue de hielo de la ca. samente para eventuales momentos de mal estar , de
beza, q ue q uedó perfect ame nte calva. suerte qu e cuando veía qu e Ivalú lloraba, porq ue
Luego volvieron a llevar a N aterk a la Misión . se sent ía tr iste ·y sola, le ofrecía algun as gotas de

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aqu ella agua me zclada co n u n poco de ' ni eve , d es- y le jan as, y volvian h acia a trás, a lo lar go de la
pu és de ha ber bebido tambi én él un tra go, para pa r te interior d e los m uslos, do nde la pi el era m ás
demostrar q ue no hacia daño. li sa y sua ve, impacientes por volv er a encon trarse
Lo m ismo que su pad re, I valú sab ía ad or me cers e dond e se ha bía n separado, para det enerse en las
h all á nd ose sernih elad a, pero no logró acostumbrar- márgenes del cr áter, atra íd as po r su cál id o misterio.
se a co nc iliar el sueño cu a n do sen tí a excesivo ca lor. ig norantes de la la va q ue a lbergab a d ent ro.
P o r eso cuando se iba a dormir , se q uitaba toda la A vece s, de spués de h aber .expl orado su cuer po,
ropa , cosa que, no hizo sin haber p regun ta do an tes l va lú proyect aba el pensam iento hacia el futu ro;
a Kohartok si desnuda rse .era pecado. Al gú n tanto per,o, como no co nsegu ía p ene trar las n ieb las qu e lo
p erplejo, el misionero le hab ía re spondido qu e no esco nd ían, recu r ría a l pasad o, qu e en su mente se
lo era cu a ndo un o estaba sol o, y únicamente era mos traba claro , alegre. lleno de mo vim iento' y ya
ilícito andar por la casa d esnudo a. plena luz . emb ell ecid o por el tiempo. Le p ar ecía tan h erm oso
Ex te nd ida en su cuchi tril cá lido y oscuro, l val ú que le ll en aba el co ra zó n de tr isteza y los oj os d e
experimenta ba por p rim era vez con l-as manos e l lágrima s. [Co n cuán ta nost alg ia pe nsab a en la san -
co ntacto de su pro p ia ' carne. grie n ta pis ta 'del oso , en las silenciosas espera s
Sus pa lmas menudas y d u ra s, adentr ándo se cau - ju nto a los aguj eros de pesca , e n las car reras de sen-
tas en el te rritorio inex p lo rad o que era su cu er po, fre nadas sobre el gran mar h elado , e n la presu rosa
se sorprend ían por la tersura de la su perficie. D es- constr u cción de reparos en m ed io de los alaridos del
ce nd iendo de sde las nórdicas regiones de colinas viento polar . . . 1 ¡C uá nto ha bría da do po r poder
suavem ente ond ulad as, form ada s por sus robustos 'sent ir un a so la vez m ás lo s ol ores fam iliares del
hombros, las manos subía n la ard ua cuesta de los iglú de su in fa n cia, vo lve r a ve r la lu ceci ll a colo r
fi r mes senos y se dete nían ' e n su cima ; desde all í d e ámba r en la s pa redes circu lares. o ír CÓmo Asia k
dominaba n todo surco, a ltu ra y saliente de l ter re- ra spaba las p ieles y hacia agu jas. y escu char su voz
n o. L u ego, baja ha n por la estrecha garganta d e la tranquil a, los , ronq uid os d e Er ne ne k y sus est re -
conca vid ad de los senos y reco rrfan la fre sca y maci - p itosas carcaj ad as . . . 1
za llanura del estómago. y la dep resión i nfl amada P ara co nso larse d el p ara íso per d id o, co menzó a
d el vientre, suave co mo el m u sgo joven . Y desde volver su s pensam ien tos ha cia el para íso fu turo y
al l! cont in uab an d irigiéndose hacia el sur, h acia las , h abl ó a D ios. Y mi ent ras le habl aba. ten ía la im -
regiones trop icales y hacia la m an ch a de selva vir- presió n d e qu e Él la escuch aba con mu ch a at en ción:
gen - t ierra de nad ie- q ue crecía en las .Ia ldas del pero no estaba seg u ra de ello. Kohartok, cu ya r es-
volcán. Aqu í las auda ces expJ oradoras se sep araba n pi ra ció n le ll ega ba profunda y regular, de la habi-
y cad a una se aventura ba por su cuenta, p or las tació n contigu a, prueba de qu e no lo asalta ban
regiones de los ~ us l os, pode rosos y a te rciopelados du das parecidas. le h a b ía di cho q ue la ú nica cu lo
por sua ve hierb a. Se deten ían en la s rodillas frias p a ble era ella misma.

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- ¿Es posib le qu e El qu iera m anifestarse a un a
e stúpida mu cha cha ? - le pregu n tó u n a vez I va l ú .
-Desd e luego, si tienes fe. Bien sabes qu e Dios
t ien e predilecció n por los pob res d e espí r itu , pero
d ebes o ra r y creer. 10 h as ol vid ado que el Buen
Li bro di ce: T odo lo que pidáis con fe en la oraci6n
lo obtendréis.. . ?
-Pero, ¿cómo reconoceré Su ve nid a?
- N o tem as, que te d arás cuenta de ella . Si no
estás segu ra, qu iere decir q ue no ha venido.
Er a pues ob vio que no se le ha bía p resenta do a
ella, e I valú estaba preocupada. Este pensamient o
le imped ía dormi r, y ella ap rovech a ba el insomnío XI
p ara orar con toda el alma y p ara pedi r qu e t.1 le
d iera algún signo de su amor. Au nque sólo fu er a en EL FRUTO
el sueño. O to cándole u na m ano. Una sola vez le
bastaría .
Ival ú se lo im aginaba en forma hum ana, p u esto
que Él h abi a he cho al hom br e a su imagen y serne-
janza: si n emba rgo , ten ia suficie nte sen tido para
comprender q ue no podía estar a disposici ón inme-
d iata d e cu a lq u ier est úpi da muchacha que quisiera
ver lo, sino qu e evide n temen te de bía esta r ocupado T ORNG.E.K. que siemp re Iu é conside ra da un a ex-
con pe cadores mu ch o más importantes que ella. Se pe rta en la m a teria a causa de su repren sibl e
armó pues de pacie ncia y, reza ndo, esperaba que Él estado de bi gamia, pronun ció el di agn óstico de fi-
encontra ra un poco d e tiempo p ar a visitarla. nitivo. La cond ició n de I val ú no se debía, como
A veces le parecía oí r una voz en medio d e la tem- pensaba esa ignora n te m uch acha , al he cho de q ue
pe st ad , percibir u n dedo en la corriente de aire que hubiera com ido mu ch o, si bi en en los últi mos t iem-
acar iciaba su desnud ez en las tiniebl as; pero estos p os su apetito hab ía aum en tad o n o ta blem ente . I va-
sign os n o era n su ficie nt ement e claro s, razón por la l ú esta ha embarazad a. Esa era la verdadera razón de
cual con clu ía q ue El toda vía no se hab ía presentad o . su engrosamiento.
y tenía r azón . i\ el que su estado de gra videz se debiera a un
Po rq ue cua ndo El, por fin, la visit ó, no dej ó 'lu - m ilag ro era ta n patente como la em inencia de la
ga r a la men or dud a. blanca lla nura d e su vientre; toda s las mujeres se

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reunieron en la casa d e Siorakidsok para .verla con H iaral lak en la expedi ción , para no perder los ser-
sus propios ojos y tocarla con sus propias man os. vicios religiosos dom inicales.
Las estrella s habían palidecid o, el resplandor vio- -Asi debe de ser - cuchi cheó T omgek, jun tando
láceo que anunciaba el alba circuía el hor izonte;' las manos.
seis meses habían transcurrido desde la part ida de Ivalú se sintió invadida por una feli cidad que
la exped ición que se h abi a llevado con ella a tod os no era de este mundo.
los hombres. El mu ch acho mayor de la aldea no -Ahora me parece que comprend o todo lo q ue
tenía aún oc ho a ños y que Sioraki dso k estaba fuera ocurre.
de combate era cosa qu e las mujeres hab ían ase- y au nque hablaba en Va l mu y baja, el circulo de
gu rado desde tiem po inmemori al; de manera que oyentes he chizadas no perd ió ni u na sola sílaba.
en ed ad viril sólo qu edaba Kohartok, quien natu- . -U na vez, al irme a do rmir, sintiéndo me más so-
ralmen te estaba excluido de cualqu ier actividad de la que de costu mbre, lloraba en voz al ta . Enton ces
ese gé nero, a causa de los precep tos de su fe. Koh artok me leyó la frase del Buen Li bro que di ce:
y despu és de todo, Ivalú ten ía q ue sabe r si h abía Biena ven turad os los qu e lloran, porq ue serán co n-
solados, Lu ego me ofre ció un trago de agua de Iue-
reido co n un hom bre; pero lo cierto era que nin-
go que, como la oración, es una poderosa medicina
gu na muchacha estuvo algu na vez tan . segu ra de
y una fuente de consuelo . Pero en mi lecho me
qu e aq uello no ha bla ocurrido. I magin ó que tal
sen tí más sola y acalorada que nu nca y lloré en
vez bastara pensar en un ho mbre o que u n hom bre
voz alta, hasta q ue q uedé déb il y at urd ida por las
la m irara como la había mirado Mil ak, para que · much as lágrimas. Enton ces (U ve un sueño.
darse embarazada; pero las muje res de más expe- - ¿Qué sueño? - preguntaron las mujeres a coro,
riencia no ccmpa r t ian esta opinión. porque I valú se hab ía detenido.
- Sin emba rgo - o bservó T orngek- b ien sabes - H acia mu cho tiempo q ue rogaba a Dios que
que la lu na llen a pued e de jarte embarazada. me visitara: y esa vez El se llegó hasta mí.
-Es cierto - d ijo Neghé-. ¿Miraste algu na vez de - ¿Lo viste con tu s ojos? - pregu ntó Kru lí, con
fren te a la luna llena? ¿O be biste agu a en qu e se un hil o de voz.
haya reflejad o la luna llen a? . - No lo vi con los ojos, pues tod o estaba muy
- N o, nun ca - respondió I val ú con firmeza-o oscuro, sino qu e lo sentí.
Una madre decía qu e sólo las mu jeres ca sadas pue-. - ¿Lo tocaste?
den hacerlo. - No, fu é 1':1 q u ien me tocó. De pro nt o ad vert í
. - En ese caso, lo que tienes en el vientre no pue- qu e dos grandes manos cal ientes me secaba n l as
de ser sine el. hijo de Dios - d ijo con aire em bele- lágrim as y me acariciaban el cuerpo . Entonces (U ve
sado la mad re de Viví, KruIí , mujer mu y r eligio sa, ganas de llo rar aún más, no de miedo, sino porque
que se había negado a acompañar a su marido me sent ía presa de u na gran ternura , como si tod as

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que llevaba a lo intimo de su ser repolO y d isten-
las cosas y todas las perso na s que había amado en
m i vida se h ubieran r e u n id o en aq ue llas manos sión.
Comenzó a desear la soled ad, mientras cuerpo y
y en m i ser.
alma parecían converger h acia la nueva vida q ue
-Pero, ~era un sue ño o no lo era? -pregun tó
su'rgía de la nada, que crecía en la .0sc.u~idad . y
Neghé im paciente.
que comenzó a ser para Ival ú centro, prinCipiO y fin
- No lo sé. En aqu el mom ento pen sé que era defodo el un iverso. Com par ado con eso, (odas las
u n sueño ; pero ahora creo q ue tuv e la ilu sión de un
sue ño, porq ue estaba atur di d a a cau sa del mucho
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otras cosas se d esvan ecían . La falta de los padres,
el regreso de Papik y de Milak, qu e fuera invierno
llorar y tal vez también a causa de l agua d e fuego. ! o vera no que se hallara en el sur o en el norte,
y verd ad eramente pienso que Él se llegó ~ mi en qu e las f~cas afloraran o qu e llegara e~ caribú , ¿qu é
persona. Por la mañana siguiente me dolia la cabeza , 1 importa ncia podía tener todo eso? Lo umco que rm-
y también el vien tre me dolfa un poco. po rtaba era la nuev ~ vid a que se a gita~3 en ella,
-Pequ eñ a Ivalú --ex clam ó Krull con la voz vela- que se agitaba y pataleaba, con tanto .vigor <;lue a
da y Jos ojos lle nos de lágrimas- éste es en verdad veces las mu jeres veían cómo se mOV13 el vien tre
u n gra n mome nto. [H ay qu e avisar a Kohartokl de la jo ven y ésta d eb ía sostenerlo con las m anos,
y tO(' 35 ju ntas se precipitaron hacia la Mis ión. en 'medio de la hilaridad general.
Pero Kohartok no recibió la buena nueva con el Koh artok torn ó a un a mujer ancia na, T ip po,
en tusiasmo que esperaban. I nd udablement e se mee- para que rea lizara los tr abajos d e la casa, pu es, s~·
tr ó impresionado y ha sta conmovido, po rq ue se gún decía, l valú no debía esforzarse en las condi -
puso pálido y le temblaron los claros ojos, com o los ciones en q ue se hall aba, au n cuando ella ~o con -
de un prarrnigán abatido; pero ningún grito de sideraba su trabajo com o un esfuerzo. T ippo se
alegría su rg ió irrefrenabl e de su garga nta . Ningú n sintió feliz de habi tar en . Ia Misión e Ival ú como
repiqu eteo festi vo de campa nas, ningún hosan na, par tió con ella su cuart uc ho.
ningun a plegaria se elevó para glorificar la anun- El misionero daba seña les lentas per o segura s d e
ci ación milagrosa. Kohartok permaneció mudo e que también a él lo h ab ía turb ad o pro fundam e n ~e
in móvil, petrif icado po r la sorp resa. . el acontecimien to. Se hao más seno y ya no reta
- T enías r az ón - le d ijo I val ú, bajando h umilde- ni bromeaba nun ca; pa red a cansado, aunq ue in-
mente la cabeza- o Tuve fe y :tI vin o a mí. quieto. y hasta u n poco envejecidct sus senno ~es
se hicieron más solemnes, sus oraciones má s m -
I va lú se pu so tranqu ila y contenta . Sus vivaces tensas y más pró diga la asistencia que prestaba a
ojos se hi cieron serenos y un sentido de ma d ur ez viej os y enfermos.
y apacigu am iento la llen ó con un calor profu ndo, U n profu ndo fer vor se adue ñó de todas las alm as
u n calor que ya no la mante nía despierta, sino Siguiendo el ejemplo d e su pastor, la grey se acusa

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ha a si mi sma en coro y ardorosamente. La p ropia morsa y fáciles de conserva r pa ra el invierno si se
J val ú . para no ser menos que los demás, admitia las de jaba congelar en gr asa de ball en a.
con en tus iasmo que era un a in veterada pecadora . El océano ya li g u ido ab u n dab a en [ocas y si se
Sin embargo. todos la consideraban con envi dia y h ubieran hall ad o p resen te los hom br es. la aldea
ven er aci ón, En las ejecuciones de los he rmosísimos habria pod ido banque tear y hartarse de carne, san-
h im nos cris tianos, importados poi el m isionero para gre fresca y ostras vivas extraidas del estómago de
sus ti tui r a las inmorales b aladas indígenas, la Val las focas; per o no era lícito q ue ninguna muje r
apasionada de Ivalú, aunq ue uo muy bien afi nada, matara u no de estos anima les. porqu e de hacerlo
d esta r ábase de todas las demás. así tod os los d em ás, morta lme nte ofendidos, se re·
"Somos falsos "j estam os llenos de pe'eado", ente- ti rarían al fondo de l mar . para no volve r ya nun-
naba Ko hartok con su voz de baj o p rofund o. Y la ca a la su perficie; y los niños 'eran demasiado pe·
comu nid ad repetía alegremen te y a voz en cuello: q ue ño s para capt u rar otr a cosa que no _fuera un
- Som os falsos y estam os lle nos de pecado. ejemplar muy joven, de prim er pelo, casr exangüe
y co n el estómago vacío .
Volv ió la primavera y, gr acias al in inte rrumpido
calor y a la luz permanen te, se di solvió la escasa A m edi ados del verano, un barco h umeante pen e·
nieve y la vegetación enana se desarro lló con gr an tr ó en la pequeño r ada.
rap id ez: en pocas semana s la parda tierra qu edó en- Su llegada consti tuyó u n gra n aconteci miento:
teram ente cubierta de endebles abedules, achaparra- ros tros nuevos. voces nuevas. comidas nuevas. Ade-
dos por el sue lo, de min úsculos sauces, de ama polas m ás los tr ipul an tes anunciaro n que la exped ición
amari llas, de sax ifragas multicolo res. mie ntras ni- habia llegado a : u destino. lo cua l sign ificaba que
uia rsíak roj os y violáceos trepa ban por la s rocas y los ho mbres de la aldea se encontraban ya en viaje
los helechos servían de alfombra en los barrancos de regreso.
más húmedos. De nuevo vola ro n por el cielo pá lido El barco no llevab a com erci antes de profesi ón ;
las gavio tas y las garzas; de nuevo en la rada brilla - sin embargo. todos los tri pulan tes, desde el fogone-
ba el agua y entre los hielos ílotantes navegaban los ro al capitán , esperaban h acer algún ne gocio. T odos
frág iles kayak , las mujeres excavaban trampas y ten- tenían numerosos espejitos, cuentas de vidr io, cu-
dían lazos; Jos niño s cazaba n garzas con liga . cap - chi llos de acero y cintas mu lt icolores q ue qu erían
turaban con la man o los lerdos ptarm igan o escala - cam biar por pieles de zorro, arm iño y ~arta . Eran
ban las rocas para saq uear los nidos de las gav io tas. hombres de elevada esta tu ra , toscos e hirsu tos, q ue
cuyos hue vos manchados se ponían a podrir al sol ; rara vez sonre ían, pero qu e hacían mucho rui do.
las niñas re cog ían arándanos. moras. arrayanes y No tar d aron en organiza r bailes 3 10$ so nes de sus
tod a la va riedad de ba yas gue apu ntaban en tre los cajas d e música, y cuando h abían beb ido dem asiado
setos, que eran exq uisitas mezcladas con aceite de agua de luego se comportahan como locos, se ha-

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da n ligeros de manos y armaban un alboroto en - pál ido y enflaquecido y q ue most rab a grandes som o
d iab lado, m ientras p ersegu ían a las mujeres, hasta bras a. lrede do r d e los ojos.
a las viej as desde nt ad as, como si nunca h u bieran -H e d ecid id o d ej ar este puesto, hi ja mia.
oíd o ha blar d e pecad os y de los tormen tos d el -i-Perc ¿po r q ué? - preguntó J val ú. espan tada - o
infiern o. A veces sus propios compa ñeros d eb ían ¿T e has cansado de esparcir la Bu en a Semi lla?:
llevarl os a bordo, no sin di ficultad y en medio d e El mi sion ero se mov ió nerv iosame nte en el banco.
riñ as. Sin embargo, las mujeres de la alde a estab an -Tam bién u n mi sionero tiene mom entos en los
conte nta s con su pr esencia, q ue rep resentaba una cua les com ienza a du dar; no d e Dios, sino de sí m is-
d iversi ón agrada ble. mo. Para continua r mi obra necesito ayuda y te la
El m isionero en camb io tenía aspecto de . en oj a- pido a ti, I valú .
do, pero n ~ dij ~ nada, ni, siqu iera cuando por pri- - ¿La ayuda de una muchacha ton ta?
mera vez VJ6 asten tos vacios en tre los ba ncos d e la - Sí. Lo q ue ahora oirás ta l vez te sorpre nda , pero
M.isión, ni cua~do algunas mujeres ya no p udie ro n deseo que te conviertas en mi mujer. Casémonos
mirarlo a .Ios OJ05 desp ués .de haber salido a pa sear con el con sen tim ien to de Dios, peque ña I val ú, y
con los miembros de la tn p ulación. . juntos llevar emo s la luz a las tin ieblas.
El barco hu mea n te se había llegado hasta la Tu ve q ue repe tir y explicar su p ropos ición varias
aldea con el fin de embarca r las cajas de los explo- veces, an t.es d e que Iv al ú com prend iera' su sent ido.
rad o~es. El ca p itá~, u no de los pocos que preferí a En tonces la jo ven bajó los ojos y se sonr ojó.
los rt CO~ pero peligr osos mares hi per bóreos in festa- -¡ Cu án to q uisier a qu e mis pa d res estuviera n vi-
• vos y vier an el d ía en qu e un homb re b lanco, y u no
do s de icebergs, te nía p risa por par tir, porque sien -
do breve el vera no, aq ue llos' parajes estaban abier- ¡ de tu· importancia, me pide en m atrimon io ! ¿Te
¡ par ece que nos esta r án observa nd o?
tos a la navegación apen as un mes por año, y ésa '
er a la estación de la cala de la ballena. L a nave -Es posible.
era gra nd e sólo a los ojos de los indígenas que -Me sien to mu y honrada, Koh artok .
nunca habí an visto otra mayor ; pero en verd ad se El mi sionero d ejó escapar u n suspi ro y se acar i-
tr at aba de un a pe q ue ña y sucia ball enera, con el ció pensari vamente la ba rba rojiza.
casco de mad era r asp ado, astilla do y descortezado - No hay por qu é pequ eñ a.
por los hielos, y sólo la proa, que a menud o tenía -y me ent.ristece el no pod er ,:,cep tar este honor.
qu e servir de arie te. estaba provista de. gruesas - ¿No pued es? Pero, ~ por q ué? - exclamó el hom-
. pl anchas d e acero. bre 'con alivio.
U n sueño ant es d e qu e el vapor zarpara, Kohar- -Lo mismo que todos los hombres blan cos, tú
tok se p resen tó aún un a vez más junto a Ival ú, ' en seguramente no er es un bu en cazador ni sab rás rna-
un o de los toscos ban cos de madera y le tomó una nejar un trineo y un tiro de perros, ni sab rás hace r
ma no ent re las suya s. La joven notó que estasa muchas cosas que gusta n a un a mucha cha. Por
1

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eso no puedo . Pero lo que m e p reoc u pa es esto: A horda de sus k ayak J .•
¿qu ién bautizará a mi hijo cu an do llegue y tú n o b arco h umeant e a tr avésa dgu no s nlD OS sig u iero n al
1
estés aquí? ¿Y q u ién d ir igirá Jos servicios religiosos ent re los bloq ues d e hi elo e a, estela q ue dejaba
y nos se ñalará la re cta vía? Jo siguió can la mirada h ~ s ra e resto de la a ldea
-De D ios n o pu edo enseñ a r te n ad a que tú ya no chimenea se pe rd íó en J . bq¡ ue el h u mo de la
a me a estival
sep as, peq ueñ a Ivalú : no soy sino un p obre pecad or Entonces Ival ú sacó d 1 h .
com o m uchos ot ros. Tú misma podrá s asumi r m is barómetro que síemp re ~a;íar ~duet~. el m isterioso
[unciones, bau tiza r a los recién nacidos y ocu pa rte villa pa ra J . SI o O Jeto d e mara.
d e la gre y.. T e de jar é m i l ib ro para q u e las liguras deja do com~ ~~;:;~;d~a~o~o;uJ~ Ko; anok le h a bía
te ay uden a record ar la Buena N ueva . mira r ,e l eSlUpen do r egaJo. ro ea ro n para ad -
Sacó de las págin as del libro u n a flor desecad a Ival ú 10 rompió con un a' .
-una flor con cu a tro gr andes pé ta los violáceos- y s entre os circu nstantes. p iedra y rep arti ó los
trp z o ]
se la ofreció a Ivalú:
-Toma. Es u na flor de mi país. L a nc tícia de la p resencia d 1
- ¡Q u é b ueno es esto! -excl amó I val ú mientras se habla p rop agad o po J e a n ave en la r ada
se la com ía->, [Bueno como tú ! ' . d r os mon tes y p or J
e esa manera mister iosa Con e mar..
L a p a rtida de Koh artok e ntristeció a toda la al-
d ea. ¡Era u n hombre ta n fina l lTenia ojos tan como
das las n oticías de suer t
tiem po, apar e¿ó un
'I ue se propagan too
e qu e, a cabo d e muy poco
prensivosl J Eru cta ba co n ta n ta delicadeza l Sin ern - levantó sus tiend gr upo de nóm ad es ne ch illík q ue
bargo, se despid ió 'de manera h asta incon ven ien te, bien el verano e~~ ~n las afu eras. d e la aldea, si
porq ue a nu nc ió a todos qu e part ía y visitó u no por: Pero u na vez qu e la n: v p~orb estaci ón pa ra viajar.
u no a los miembros de la com un id ad a nt es d e em- mar char on los n ómad e u o zarpado. tam bién se
barcarse. Entonces todos lo aco m pa ña ro n al vapor la noch e, el mar q u ed~S J' cua nd o. habiendo caí do
con las lágrim as en Jos ojos. aun aq uellas mujeres y los in d ígenas se m uda e n ue vo cu blen o de h ielo
que lo ha bían d ecepcionado al fa lta r a las reunio- lado, la comunidad vol :j~n o tra vez al m ar conge-
ne s y a los serv icios religiosos .du ra n te la p erm a· l ulgor de las lá mpa tas se 1~1t~~ bes tado norm al. El
nen cia d e la tripu lación e n tierra . pa~edes d e nieve y la lila de iglúe~ ~ .~~a~és d e la s
A tod o el mun do le parecía qu e en Jos últimos cá1J do color salmón en la TI a a con u n
tiem p os el m isionero hab ía pe rdi do mu cho de su .
L as re u mon oscura ra da
es reli . s . '
a n tiguo r igor. E n su di scurso de desped ida n o im - rección de I v ' .g JOsa cont Inu aro n ba jo la di-
precó cont ra los pecadores. sino q u e se ' limitó a de KOhan ok .aleum ' pqeUlcnl se .servía d el Jibro iJustrad o
record arl es las p alabras d el Bu en Libro: Vigilad y . ro a Joven no t '
sa ber cuándo era domin d cma modo de
Orad para no caer ~lJ la ten tación; sí, el espíritu cios se cele braba n m u ~o. e ¡manera q ue los servi-
está pronto, pero la carne ~s débil. vez e n cuan do se le o y I?, egu arlmen te. Cu and o de
curna que a com unidad nece-

2/0
,i 211
I
I
sitaba un poco de religión, I val ú hacía sonar la , Un~ de las niñas d e -rorngek rué en viada a adver-
campa na y mujeres y niños acudía n a escucha r su tlr.a as o tras m ujeres q ue bien 11
pa lab ra y a loma r su té. Expli caba la Bue na Nueva rien do y bromeando . . pronto egaron
lo mejor que podía y del mismo mod o respo ndía _ d i ~ol :~~a n ruido qu e despertar án a Síorakid sok
a las pregu nt as. i a U - , Al gui en no curere que él la .
La vieja Tippo se mostraba rencorosa y difícil de Ylví lleg ó jadeant e y su~amente excitada~lIre:
tratar; por eso I valú rehu ía su compañia lo más 9uHar en seguida los calzones a Ival ' ¡ qu Iso
posible y. para tenerla aleja da de ella, le per mit ia Jef es se burlaro n de ella u, pero as m u o
em pel lón le dii . ' y T orngek, dándole un
dorm ir en la habita ción grand e, junto a la' estufa. . 'Jo,
La vieja golosa se pasaba noche s enteras sin dor- -Qu édate qu ieta, estúpida. T odavía es dern .
mir, med itando en algún me d io qu e le permitiera d o pronto. ' asia-
llegar a los du lces que Ival ú ten ía bajo llave, por- , Síor akidsok que, como bu en d í
qu e Kohar tok hab ía sido muy explícito en lo tocan - qu e no 1 b ' , sor o, o a todo lo
Al e C la o ir, se despertó con el alboro to
te al modo de admi nis trar las provisio nes de la . - gu l~l JI t~ ruega que salgas de la casa po~
Misión. ¡Ay de aqu ellos ind ígen as qu e, de modo en- tiempo - e dIJO Ival ú . un
terame nte paganc .. creyeran qu e 13; rep ar-tici ón de - ¡He ~i.stu n arer mu chos niñosl - . ó 1
los bienes que ellos practicaban pod ía ex ten derse clero fastidiado. gru e cur an -
a la despen sa de la Mi sión l I valú deb ía adm in istrar- - L o sé; pero de 'todos modos algui en
la con la máxima parsimonia; por eso.. para prote- que salgas. te ruega
ger la azucarera de la rapacidad de Tippo había Por último , co nvmteron
. ~ .. .
en Instalar 1 ..
pedido a Viví qu e la ayuda ra a distribuir las galo. el ángulo más d istante de la habitación a v'fJo en
si rias, precaución qu e aumentó el renco r de la vieja. vuelt a a la pared; desp ués de dejarlo all íc Ias a ca,ra
Vi ví en cambio era una buena amiga. co n la risa res d:i.~ agruparon a lr ededon de I val ú qu~ se ~~r
sie mpre pronta en los labios. Y como Papik antes
de partir. había dem ostrado q ue se int eresaba por
d:~ ~ ~o~o~;er~:'~:~~~s~e nie ve. con' los oj os c:rra~
ella, I valú le habl aba a menu do de su her ma no. ~ua~do éstos la ':saltaba~:fe ~~;:~~a~:nl~~sd~~~r~s,
Los dolores la asaltar o n en medio de l sue ño e p:r
n
;e::n:~~r ~f¡'e~~~~:' ~~rouhacia lo posibl~
Ivalú comprend ió en seguida que habia llegado la se d espertara Siora kidsok Pq q ehnbo¡ q uer ía que
roncar. , J ue a .a vuelto a
hora . La sacudía n estremecimientos de frío . Se vis-
tió rápidamente y en silen cio. para no despe rtar a Cuando los dolo res q' 1 !J '
Tippo, y se pr ecipitó a la casa de Siorak idsok. vez más frecuentes ~om:le se la tan hecho cada
. . , enza ro n a sucederse .
-¡H a llegado la hora l Ustedes que rian esta r pre· SI!1 Interru pción, murmuró: "Ah " . casi
bie ra d ado a lu z much ora . como 51 hu -
sen tes. as veces,

212 213
La levan taron del · banco y la pusieron de rodi-
n as en el suelo. Un par de manos le ba jó los calzo-
nes y dobló hacia abajo las calzas. Algu ien cavó
r - Aqu l está. Es un varonci to -di jo Ne gh é, que lo
había limpiado y untado con grasa.
- Algu ien q uerr ía qu e hubiera mucha luz -di jo
debajo de ella un foso en la nieve y T orn gek la
abrazó por detr ás y la oprimió, diciendo: I I valú .
Las mujeres le acercaron al bo rde del lecho do s
-¡Empu jal . antorchas de sebo. Mientras la madre lo levan taba
El dolor le oscurecía la vista y le secaba la boca. p ara verlo a la luz, el peq ueño dejó de berrear.
Percib ía agud amente las cosqu illas que le hadan Sólo se oía el crepitar de las a n t otc has y la perra
las golas de sudor sobre la pun la de la nariz. O yó qu e lam ia la sangre del suelo. L uego sonó la voz
que las mujeres gritaban: ' de Sicra kidsok, que se hab ía despertado a medias:
- IAq ul est é la cabezal ¡Empuja con más fuerza l - ¿Ya está por llegar el h ijo de ! valú? ·
¡T ienes que ayuda r, est úpida ! U na vez que salga lt Nadie re spondió. T odas la s mujeres se hablan
cabeza ya pasó lo peor. . arrodil lado - n adoración . con las manos juntas.
Sint ió q ue se desgarraba y, en la niebl a causad, La perra se acercó husmeando y alargando el ho-
por el dolor, ent revió de pronto, debajo de si, la cica hacia el lecho, y se puso a gañir de mara villa
br ill an te cabeza del ni ño, con un a cresta de cabell os y asom bro , porq ue, au nque era vieja, aunque habla
húmedos. . , viajado mucho y ten ido acceso a muchas casas de
Con tin uó haciendo fuerza, ayud ada por T orngek. nieve. nu nca había visto un recién nacido como
mientras las mujeres la alentaban vociferando, y la aq uel.
perra de la casa. que se había acercado gañendo y En efec to. aquel era un pequeño hombre qu e
husmea ndo, recibió un golpe qu e la hizo rodar por salía de lo común, con ojos azules como el cielo y
la habltaclon .Y, casi antes de qu e se di era cuent a de cabellos rojos como el infierno.
ello, ! valú había dado a luz y el peso de T orngek
se retiró de sus espaldas.
KruIl recogió al recién nacido y apenas T orn-
gek lo sepa ró de la madre, se oyó un vagido Iort í-
sima. Las mujeres pusieron un a piel de zdrro entre
las piernas de Ivalú , le volvieron a levan tar los
calzones y le dieron a beber un tazón de nieve
derretida.
-Descansa un poco antes de vol ver a tu casa.
- Perdonen a una muchacha tonta el haberles
causado tantas molestias -dijo Ivalú ex tend í énd o-
se sobre el ba nco-o ¿Dónde está el peq ueño ?

214 215
l'
I
VI CIOS religiosos y para bautizar su propio hijo
varón I ¿Qué habí a hecho pa ra merecer todo eso?
Mientras tanto, bajo su régimen religioso . la dis-
ciplina se había aflo jado algún tanto. A veces esa
mu chacha negligente dejab a de reprender a los
q ue andaba n por la casa desnudos o comían des-
mesuradamente. Además no quedaba excluida la
posibilidad de que ella misma se permi tiera algu-
na de estas libertades.
Pero lo cierto es. que la gen te se agrupaba a su
alrededor para escucha rla y para adorar a su hijo.
j' no sólo las mujeres de la aldea. sino también pe-
XII regri nos llegados desde lejos. Los nómades que se
afincaron en la rada durante la permanencia del
TITERARTI barco hu meant e. -h ab ía n propagado la not icia del
milagro más allá de los límites de la pequeña aldea.
Parecía que todos sentían gran interés en .escu char
y repetir historias relativas a partos. Y así, pasando
de boca en boca, la noti cia se había difundido de
Ighi en iglú y había sido acogi da, ora. co n risas. ora
con adm iraci6n, ton fe o con befas ; pero se había
difundido en todas las d irecciones, y sobre todo
1VA LÚ celebró el bautismo de su hijo con la rna-
yor pompa posible. Lo llamó Pupililuk.
hacia el sur, como los rayos del sol. N umerosos tri-
neos, despu és de haber errado largam ente en la
Cada nombre tení a un significado bien def inido, bruma invernal, echaban el ancla en la pequeña
pero 1valú ignoraba lo que qu ería decir Pupililuk, rada y perros forasteros u n ía n su ulular a la luna
nombre que provenía de una tribu mu y alejada. (todaví a corría por sus ven as sangre de lobo) a los
cuya len gua era incompren sible para los esquimales ladridos de los perros de la aldea, mientr as los re-
polares; pero cuando en una conversación, la mu- cié n ,llegados levantaban sus iglúes en las proximi-
chacha había oído ese nombre, se había enamorado dades de la Misión.
de él a tal pun to. que siempre había esper ado echar Al entrar en la casa encon traban al niñ o con I va-
al mundo un hijo para poder llamarlo Pupiiiluk. Iú, su madre. Entonces se pos traban y lo adoraban .
Nunca se hab ía imaginado que podla , llegar a Ab rían luego sus tesoros y le ofrecían, como regalo s,
ser tan feliz. [Tener permiso para celebrar los se r- muñecas de píe les o talladas en madera y en hueso.

216 217
,-

cuchillos de mango de asta cince lada, figurillas de


r"1 acostum bra da a ver muj er es que tu vieran var ios
!
marfil de mor sa, vejigas repl etas de té o de tab aco, m ar-idos, pero hab ía ten ido que ir al medi odía para
le las suaves obte nidas de los traficantes' ex tranje ros ver a un hombre con más de una mu jer.
en leja nas coma rcas, com idas desconoci~as metidas En verdad, Ivalú nu nca ha bía comprend ido la
en brill ante s cajas de metal y. de vez en cu an do. r azón po r la cual la poligam ia er a un pecado, p ero
una botella de agu a de fuego. sabía q ue los tabúes estaba n hechos pa ra ser r es-
Algu nos visitantes eran p a g a no~ y o tros cr rsu a- p et ad os y no comprendi dos; por eso comunicó a
nos, pero todos escuchaban con igual re spe te:> el Solo q u e. si deseaba el baut ismo. ten ía que d esh a-
mensa je de verdad qu e anuncia ba Ival ú y se unía n cerse primero de un pa r de mujeres.
a ella e n las o racio nes . en los cantos y e n las ala- Tampoco Solo esta ba acostumbrado a di scu tir Jos
ban zas al Altí simo . Mu chos pagan os .ilum inados por t á b ú es.
Ivalú ped ían que los convir tiera, y ell a los de ja ba - Si es realm en te necesar io, me desh aré d e ell as
co ntentos, rociándolos con agu a y tocá nd ol os con -rep~i có Can u n susp iro-. .Pero nece sito tiem po pa -
sal , como había visto que hací a Koh artok; y esa ra d ecidir cuál de las tres me conv iene conse rv ar,
gen te volvía a par tir satisfecha. Algu nos sin ernbar- porque ha ce po co qu e las tengo. después de h aber
go se quedaban ; pero no IOdos lo h acían pa r a ado- matado; a pe tición de ellas, al marid o, qu e era un
rar y rezar; se queda ba n porque la aldea antes ig- hombre sumamente a n tipá tico y descortés.
nor ad a, se estaba conv irt ien do en una com u n ida d Ivalú lo reprendió áspera mente y le d ijo que no
im por tan te. y porque les gu stab a la con fus ión y el esta b a b ien ma tar marido s. po r m ás ant ipá ticos q ue
ir y veni r de los tri neos. fu era n, pero le concedió tod o el tiem po nece sario
T a m b ién llegaron trafica ntes que asimismo vi· p ara reflexio na r sob re una cuestión de ta l impor-
airaren "a Ivalú y al niño y que, después de salir tan cia. En el ínterin y fiándose de su pa la bra, lo
de la M isió n, se. reían y se ponían a merca r. bau tizó de todos modos, ju n to con sus tre s mujeres.
Cerca de la Misión gennina ban pequeñ os iglúes . So lo le q uedó mu y agr adecido y se- estableci ó en
y "grandes casas colecti vas de nie ve, y para dar ca- la a ldea. Su presencia ayudó mucho a la comun i-
b id a a todos los visitantes en el cuarto grande de d ad , como era de esperarse de u n hombre q ue lo-
la Misión. fué necesario constru ir nuevos bancos. graba mantener a tr es mu jeres. En aq uella esta ción
hechos de nieve y cu biertos d e pieles.' mie n tras se la caza no era abunda nte y adem ás resu lt a ba d ifl-
iban acumu lando. alrededor del al tar sob re el cual cil avi starl a en la oscuridad ; pero Solo er a un ca-
yacía Pu p ililu k para q u e: lo adoraran, las ofr en d as lador tan vale roso que en poco tiempo se hizo car-
de los fieles. go de la d irecci6n de las cacerías. Como todos Jos
jefes esqui males, tenía infl u encia, pero no auto-
U no de Jos peregrinos llamad o Solo pidió qu e jo r id ad: po d ía aconsejar pero no man d ar. Pro yec-
.ba u tiza ran j un to con sus tres esposas. I val ú estaba ta ba las cacer ías y clirigía a los h omb res. q ui en es,

21 8 219
docena. no valían en general gran cosa: eran casi
h a biendo compro bado la superiorid ad d e Solo en
esa m ateria, lo seguían. Si algunos se iban 3; cazar toda gente que no poseí a ni perros ni tr ineos,
po r su cuenta y vo lvían co n las manos v ací as, la LilS mu jeres d e la aldea esta ban preocupa das.
pues reco rdaban lo qu e había oc urrido du ran te
cosa no ten ía g ran impo rtancia; podía n igu alm en te
o tra carestía, cuando los an imales marinos se ha-
participar del bot ín co m ún . Pe ro hacían u n fl aco
bían retira do al fondo del mar, los osos se hab ían
papel. mi entras Solo se regocija ba y se pavoneaba,
ido a· cazar a otras reg io nes. las vacas marinas. los
hum ill ándolos co n las po rciones particul arm ente
caribúes y la caza m en o r hab ía desap arecido tan
abundantes que les daba. Y adem ás rodas las mu-
m isteriosam e n te co mo h ab ían lleg ado, y la gente.
jeres no te nía n ojos sino para él. . despu és de co merse sus pe rros. trineos, canoas de
Pero al desp un tar el d ía, a pesar de la presenCia pieles, zapatos y sacos de pelo, h abía devorado a
de Solo. el espectro del "ha mbre se irg u ió sobre la los muerto s y hasta a aqu ellos que no estaban del
alde a. La pob lación. excesivamen te aumen tada, h a- todo 'm uertos.
bia agotado las provisiones de víveres y' hecho huir
la caza. En el futuro próx imo no pod ía esperarse El m ás alarmado de todo s por la situació n ali-
pues ningu na mejoría. sino todo lo (o nt.rario . La mentaria era Siorak id sok, t i era el responsable de
primavera. que estaba ya por llegar ~f"a siem pre la toda de sgracia q\le pud iera herir a la comunidad
estación de mayor carestía: cuando las aves no se I
y si no conseguía evita rla corrfa el r iesgo de que lo
han u nido "todav ía n i se ha desarrollad o la vegeta- consider ar an un impo sto r y. que lo trataran como
ción, el océano quebrado y mo vedizo impide la a cua lq u ier viejo in ú til. aho ra que ya no gozaba
pesca. ya sea a pie. ya en canoa; además la retirarla de l a pro tección de Kohart ok. Cuando los primeros
del hielo comporta asimismo la retirada del oso. Por rayos del sol cayeron sobre la rad a. da ndo asl prin-
eso mu chos hombres decid ieron h acer sus fardos y cipio al período critico y Siorak idsok se d ió cuen ta
partir m ient ras el ma r congelado perm it iera aú n de que 10 m iraban de reojo. con vocó a la comu n í-
el uso de los trineos, para vol ver a emprender su dad para darles un a urgen te com uni cació n.
existencia nóm ade, en grupo s peq ueños y en zonas ~ Alguno d e usted es h a pecado - anu nció mien-
donde, siendo más escasos los hombres. era más tras echaba en to rno m iradas am enazado ras y todos
abundante la caza. portian caras con trita s, evitando sus ojos relarn pa-
También pa rtió Solo, quie n mantu vo su pro- gueantes-. Pro bablem ente algu na mujer inten tó
mesa de reducir gradualmente el .número de sus matar un fo ca o cocinó carne junto co n pescado ,
mujeres; por eso comenzó abandonando en la aldea o hizo algo aún peor. ¡Siempre SOll las m ujeres las
a la más vieja, a la que dejó sin provisio nes. con que pecan y los hom br es los qu e deben pagar por
poca ropa y con el corazón d eshe cho. ellol ¿Entonces? -con tinuó co n aire am enazador,
Los h om bres que qu edar on. alreded or de u na porque n adie se movía-- . Sabe n m uy nien que así

220 221
.

~
\., .':'
,

como la simple infra cci ón de un ta bú trae dcsgra- •• él, pero tam p oco se: h ab ía prosternad o en ad ora -
da , la pública confesión Gel pecado puede bas tar ción . Pero a hora qu e Ivalú se ent rome tía en sus
para q u e qu ed emos lava dos de toda cu lpa y ahc..
ÍTemos así a la com u ni dad el castigo q ue h an de
.i proyectos de viaje , se exasper ó y man ifestó su de -
seo de hab larle a solas.
infligirnos los gen ios tut ela res. l Por q ué son siem - 1

- N o se sa be si e l Dios cr ist iano no s proveerá de
pre tan re misos en confesa r, banda de pecadores y comida - le d ij o en voz baja cuando estuvieron so-
pe cador as/ . los- p ero se sa be con cert eza q ue el Esp íri tu d e la
T am poco nadi e respo~dió a .es:as pal a b r~s .. SIO- ' L un a, qu e ya a hora está espera ndo nuestros dones,
rakidsok h izo .gesros de desesperaci ón y suspiro va- se venga rá cruel me nte si tú y tu hi jo im p iden e l
ria s veces a n tes de p rosegu ir: viaje de u n cura nde ro . Bien sa bes q ue Con él no
- Quiere decir q ue un cura ndero tendrá 9 u.e mo- se juega.
lestar se aú n u na vez para consu lta r ai Esp íritu de l valú no h ab ía p ens ad o en esa posibilidad. La
la Lu na y preguntarle el nombre de la cu lpa ble. amenaza contra la segu ridad de su h ij o venció in-
¡Ay de ella l ¡Será ex pulsada d e la ~ldea y tendrá med ia tarn en re sus resiste ncias y ell a mi sma con tri -
qu e irse a morir de hamb re, sol a, sin arras trarnos b uyó con sus provisiones a acrecentar el nú mero
a nosotros en su b ien m erecida ru in a ! Comien cen d e exq u isitas d elicad ezas, tod as pa st as de liciosa-
p ues en seguida a prepa ra r las ofre ndas y h aganlc
me nte bl an das y viscosas, la rgam en te m asticadas,
con mayor cuidado que de cos tumbre ; ,ponga n 10
pues el te rr ib le Espí ritu de la L u na er a u n hombre
mejor q ue ha ya qu eda do en las despe nsas. ¡No es
m u y viejo y sin d ientes. Y los d e la a ldea volviero n
éste el momen to d e hacer econom ías!
a tra nsportar de n uevo a Siorakidsok , jun to con las
Se vieron caras largas, pero nadi e protestó: salvo
ofrenda s. a un reparo improv isado levanta do entre
Ival ú que. haciéndose de v~ lo r. se a de~antó y. di jo: los cerros.
- Si es Iícito q ue u n a mucha~ha Impertme? te
contradiga a tant a ge nte sabia, dirá que no exis te J ustamente d u ra nt e su ausencia se p rodu jo una
in vasión de cari búes, au nque tales a nima les nun ca
ningún peligro de carestía.
habían abundado en semeja nte estación . Pero en
- ¡Por qué nol .. .
p rim a vera, cu ando la nie ve de la su perficie se
-Porq ue Dios provee a todos sus hi JOS. siempre
q ue ore n y crean. H om bres de p oca fe. ¡por qué fund e bajo los rayos del sol y luego vu elve a he-
dudáis? ¿No h an oído la Buena Nueva? l Acaso una Iarse por u n ret or no del frí o, forman d o u na costra
mu chacha perezosa no ha gr itado sU f ~cie~temen t e q ue los cascos de l cari bú no con siguen rom per p ar a
fu ert e para que pud iera pene trar en " ')~ oí dos de qui tar el mus go y los líque nes q ue h ay deba jo,
u sted es? grandes m ana d as come nzan a emigrar y se lan zan
Siorakidsok no se hab ía manifestado ni en pro desorde nad am ente en todas las d irecciones en bus-
ni en contra del m ilagro. N o se hab ía b urlado de ca de ali m en to.

222 223

y un a de esas manadas se volcó sobre la aldea am bio poseía u na larga ba rba que le caía rec ta y
d onde h al ó era rein a y su hi jo. rey. . Iisa, hasta la cin tura.
El car ib ú es un anim al d ócil y bueno, q u e ama No conociendo el idioma d e los esquimales mejor
a los hombres y que se deja ma ta r de buena gana que Koh artok, empleaba las palabras con tal h a-
por éstos, d e dife re ntes maneras: con lan zas y fle- bilidad q ue el más ob tu so de los oyentes no tarda ba
chas, o sencillamen te con el cuchillo, u na vez q ue en comprender lo que le gusta ba y lo qu e no le
se le h an cortado los jarr e tes, o precipitá ndose en gustaba a aquel h ombre.
p ro fu ndos fosos adonde son a traídos por el olor de Ante todo no le; gus ta ba I va lú .
la ori na , qu e les gu sta mu chí sim o a causa de su
- ¿Quién está enca rga do d e la Misión ? - preg un ·
con tenido salino; y, dura nte va rias vue ltas de sol.
tÓ el recié n llegad o al p on er p ie en tierra.
los h om bres. muj eres y n iñ os comieron hasta h ar -
I val ú, q ue se en con traba co n los ot ros en la pla -
ta rse; de esta sue rt e aumentó aú n más el pres tig io
ya pa r ~ p resenciar el de sem barco, se adelant ó son.
d e I val ú . aunque ella se mostra ba do lorid a por el
riendo.
he cho de qu e h ub iera n du d ado .
C uando Sío rakidso k volvió, no mostró ni ngu na -Muéstrarne el cami no -dijo el h omb re brus-
admira ció n por lo ocu rrido, sino que se apresuró a camen te, y la sigu ió en silencio, mientras Pupililuk,
explicar que él mi smo había logrado pers uad ir al metido en la ch aq ue ta de Iv al ú, volvía l a cabeza
Esp íritu d e la Luna de qu e p erdonara. por modo sin dejar de mira r al extranjero. Cuando llegaron a
ex cepciona l. a la aldea sus pecados y de que en vía- la Misió n el hombre hizo señ as a los que lo segu ía n,
ra lo más p ronto posible todos aq uellos hermosos incluso a Tippo, de qu e se marcharan y luego cerró
carib úes. Y la aldea, nu sab iendo . si de b ía estar la puerta.
agradecida al Dios cri stiano o al Espíri tu de la 1valú le mostró la estan cia, el alt ar cargado d e
Luna, aco rd ó a a mbos el benefici o de la duda. ofre ndas y su cuartucho. lle no de im ágenes sagr a·
das colgadas de las p aredes, alrededor d e su catre.
Al llegar el vera no, u n ba rco humeante. ab r i én - Sin dev ol ver las sonrisas, el mi sionero se sen tó. Sus
d ose cam ino con los golpes de ariete de la p roa labios se cerra ron · form a ndo una linea de lgad a,
entre 10 5 iceb ergs penetró en la ra da y de él dese m- mientras permanecía escr u tando en sil encio a la
barcaron los tripul antes. como siempre ru idosos. joven.
y tamb i én u n nuevo mi sio nero. - ¿Eres tú la muchacha llamada ! valú? - p re·
Éste era d e más eda d que .su predecesor, alto y gu n tó p or fin.
mu y delgado, con rostr o somb río y hu esoso, n ariz I val ú asint ió con u n a son ri sa.
fin a y aguil eña y fre nte al ta debajo de l a cual - ¿Vives aq u í?
re spl and ecían los hundidos ojos . Su pe lo negro, que - Sí, un a muchacha hace la limp ieza y cu ida de
mostraba algu nos hilos blan cos. era ralo. p ero en la despensa.
1

224 225
~'.,
- Da me las llave s y ve te. To ma en seguid a tus
cosa s.
I Co mo Jos R eyes Magos q ue fueron a adorar al Ni ño
l va lú lo miró at ón ita . L u ego se llegó lentamente J esús -agregó con fer vor y b ajand o los ojos.
hasta la mesa y tomó su libro. - ¡Bas ta ya de ese cr iminal engañol - gritó re-
-Mu éstramelo. .pentinarnente el mi sionero. roj o de ira_ o ¡BI liS'
-El otro mi sionero, Kohart ok, m e lo regaló antes fema sl
d e part ir par" qu e me ay udara a difun dir la verd ad . El esta ll ido de ir a d ejó a terrada a Ival ú. Bi en
- ¿Y de qu é modo lo ha ces? pudiera ser que. de sp ué s de tod o, el hom bre bla nco
I vulú sonrió. no se hu biera llega do h asta allí para adorar a su
hijo.
-c H a blo de Dios y J esús. An uricio la Bu ena N ue-
- Perdo na a u na mucha cha ignora nte si no logra
va y muestr o las figuras del li b ro. Los dem ás es-
comprende rte.
cu c h an y m iran . Luego ca nt a mos y rezamos.
-Me refiero a tu presu mo pa rto m ila groso.
El rn isionc r o la m iraba pa smado. Ell a interpretó
I va lú, como asustada, no co nseguía hablar.
su silencio l omo . u n signo d e aliento y con tin uó - Escu ch a, I valú - contin uó el hombre procuran-
di ciendo, con u na so nr-isa : , do ad opt ar un tono con ciliador-o Pienso que esta
-M u ch as personas, despu és de h aber o ído la Ia n t ásrica histori a comenzó cu an do te encontraste
Buena Nu eva en esta h abi tación, se hici ero n cris- embarazad a y no te at reviste a con fesar que hab ías
tian as. estado con un homb re.
- IY probablemente fuis te t ú qu ien los convirti ó! - ¿Y por qué no h abía de con fesarlo?
-ti ijo e l hom bre, burlón . I
- Por te mor de que tu s p ad res te castiga ra n.
- Pro ba b lemente. Pero no me Iué d ifícil : no se -En p ri mer lu gar, no tengo pa d res que pu eda n
con ver u an ta n to po r el m érito de u na estú p ida casti garm e, pero si vivi era n , estar ía n locos d e a le-
mu chacha com o por el mérit o d e él - y así dici en- gria p or tener un niet ito, Co n segu ridad qu e m am á
do se ñal ó ron el p ulg a r a Pu pil íluk , que se le aso- no se habr ía arrojad o a l ma r si lo hu hiera visto .
rn aba por enci ma del hombro. - ¡De modo qu e tu m adre se mató l
- O i hab lar de elle h ijo tu yo -dijo el rmsionero El hombre se pu so de p ie y se le di lat aron los
co n voz lenta y grave. ojos como si hu biera hecho un gra n de scubrim ient o.
-¿Si? - y es de im aginarse qu e tu padre era un ase-
- Si, Y por eso he ve n id o. sino, ¿no es así?
A I va Iú se ' le ilu min ó el ro stro. - Sólo m ató a un hombre .
-M ucha s person as vinieron de lejos pa ra reno El m isio nero se golpeó las man os y m iró al lecho.
dirle home na je, p ero tú debes de h aber hecho m ás - Tu pa d re u n asesino y tu mad re una su icida .
cami no que ningún otro. Es un gran honor . . . Era in evh a ble qu e ge nerara n a una me nt irosa per-
versa. No por na d a dice el Bu en Libro : Un árbol

226

I
.~
;., " ' .
,.
'., una 'mu cha cha y estarían esp ecialmente Contentos
p od rido no p uede da r bu enos frulos. T'ú no eres
la úni ca respon sable de tu ma ldad, pobre muchacha. de ha cerl o con u na q ue ya les lleva un hij o varón,
Comen zó a pasearse arr iba y abajo por la est án- .'/
~~ con lo q ue se ahor ra tiempo y fatigas. ¿No lo sabes.
cia, pr esa de gr an agitación: aq uella era un aJma I acaso?
que valía la pena salvar. ,I -Escuch a -d ijo el mision ero, esforzándose por
- Po r ellos. I val ú, no podemos h acer va nada. permanecer tranqu ilo-o T odo nacimiento se debe
Pero estamos a ún a tiem po para sal varle a ti . . a la volunt ad de Dios, pero tú no puedes pretender
El hombre se pla ntó frent e a la mu chacha. que fué Él mismo qu ien te hi zo el hi jo. Esta es una
-Pu edo ponerte en el buen camino, pero luego .blasfemia horr enda. Dios no an da hacie ndo hi jos
has de ser tú qui en dé los pasos. por el mundo.
- No q uiero otra cosa. Pero, ¿crees verdade ra- - ¡En tonces, no ll enes fe! -la voz de Ival ú ex-
men te qu e mis pad res está n eternam ente conde- presaba . la mayo r incredulidad- o ¿Dudas de la
nad as? -pregu nt ó preocupada- o Kohar rok, tu pre· Buena Nueva ?
decesor, no me parecía de la misma opinión . - ¡De lo qu e yo dudo es de tú nueva! -gritó el
- ¡Te ru ego que no hables de mi .predecesor y mision ero volviendo a perder la paci encia - o Has
que no te po ngas imperti nente! ¿Qu é te cree¡s? comprobado que {a mentira te era muy convenien.
-ent reveía la aurora de un a n ue va victoria - o ¿Pue- te, viendo las ofrendas que se acumula ba n y toda
des dudar acaso de que se estén quemando en el la gente que ven ía a adorarte. lPero estás come-
fu ego por sus peca do s y que tú te les reunirás si tiendo un gra ve pecado y tend rás el castigo que te
no te apresuras a hacer penitencia? mereces! "-
-Yo quiero reu nirme con ellos de cua lqu ier ma- -Debes de ser un gran sab io - d ijo I valú reve-
nera y cu alquiera sea el lugar en q ue se encuen- rentemente- ' porq ue no consigo comprender un a
tren - di jo con firmeza I valú. sola palabra de todo cuanto dices.
El misionero se q uedó desconcert ado, pero se re- -;-Q uiero decir que no tenías ningún derecho
cobró en seguida. para in struir a los demás ni para celebrar las ce-
-Si de seas reconciliarte con Dios, tl podr ía es- remoni as religiosas.
cuchac tos oraciones y tener misericordia de sus - IPero si Kohartok me lo permi tiól
alma s, así com o de la tu ya. Pero, an te todo, ti en es - ¡Y yo te lo prohibo ! Las convers iones y los b au-
q ue decir la verdad. ¿Inventaste esta fáb u la tal vez tismos que celebraste _son un sacrileg io y tienen el
porqu'! temías qu e nadie quisiera casarte contigo mismo valor que una blasfemia .
sabiéndote madre; IR espon del -Todo esto me deja confusa . ¿Quiere decir en-
l val ú fr unció el ceño . No consegu ía comprender tonc es que mi hijo Pupililuk no es u n cristian o?
ad ónde q uer ía llegar aquel hombre. - ¡Desde luego 'q ue no lo esl Escucha fvalú: una
- Muchos hombres se casarfan gustosame nte con gra n organización me ha hecho emprende r este

228 22y
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uno .de sus tú rgidos senos, de azu les venas que con -
Via je ex p~esamente. para que te p er su ada de que I vergían en el negro pezón .
es n ecesari o qu e d igas la verd ad . No serás castiga -
rla, pero debes dec ir el no mbre del padre d e tu - ¡No deb es ha cer eso l - tronÓ el misionero, go l·
cria tu ra y, SI logr amos encontrarlo, lo obligaremos pean do con el p ie en e l suelo y ponicndose m orado
a que se ~ase regu lar mente con tigo; en to nces p ro n- de ra bi a.
to se olvidará toda est a rid ícul a hi stor ia. - T ien e ha m bre ' . .
-¿Có mo pu ed es creer que le sea posi ble olvi- -¡Pero no tien es que ha cerlo en presencia de los
d arla alguna vez a u na m uch ach a? dem ás!
--: Eres joven, te recobr arás. Y si tem es que las M ortificad a y con fu sa , se cub rió el seno, m ien-
I tra s el ni ño , sin tiéndose defra uda do, gritaba a voz
mUjeres se burl en de ti por tu 'd esho nor , te llevaré I
a un lu gar do nde n ad ie te conozca . en cue llo :
I
. -~Po r q ué ten dría n q ue burl arse de mí las muo -Ahora ve te, I val ú , y no vuelvas a poner el pie
Jf'T.es? .¿Y po~ ..qué es un deshonor tenter u n hi jo? en esta casa h asta q ue n o te aco nsejes mejor
T u mi smo diji ste que era la vol u n tad de D ios.
El m isio nero avan zó ha cia I val ú con p asos rá - Nun ca nadi e se h ab ía precipi tado de tant a a l-
p id os y ro stro amen azado r; la m uch ach a retrocedió tura a tan profundo abismo como I valú en una
a terrad a. breve tr ayectori a del sol.
-~scucha bie n . muchacha . Ta l vez en tu ign o- E l n u evo m isione ro convocó a todos los ha bitan-
r anci a n? te h ayas d ado cue nt a de la gra veda d de tes ind ígen as. N o le interesab a la tri pula ció n de l
tu me nt ir a. Pero ahora quiero u na respue sta elata ba rco; pronun ció su sermó n exclu sivam ente en len-
a esta p~ egunt a : ¿Co n quié n consumaste tu pecado? gu a esq u ima l, pu esto que no se h ab ia ll egado hasta
Los oJos de I val se llenaro n de lágri mas. Aquel
ú
all í p ara salvar ho m bres blancos, quienes proba-
hombre la a terrorizaba; pa recía u n poseído y d ecía blement e no te n ían ne cesidad de redención . sino
cosas incom prensibles. Probablemente estaba loco : que se asegu ró de q ue todos los indí gen as es tuv íe-
proba blem en te un glotó n había mord id o a su rna- ran presentes, envió mensajeros para que sacara n de
d re mientras lo llev aba en las entrañas. I val ú que· su s sacos a los dorm ilon es, para yue llamara n a
ría sen tir a P up ilil u k en tre los brazos, un p oco los trafica ntes, a los cazadores y a los pescadores:
para protege rlo, y un poco para sentirse ell a m isma y todos estu vieron presentes menos I vul que se
ú .

pro tegida. ~Iojó l.as correas q ue le ceñ ía n el pe · h a bía refugia do en la casa de Siorak id sok. .
r ho, extendió hacia a trás una man o, extraj o al .Como antes de dar comie nzo al sermó n lo vie-
pequeño pagano de la fu nda y lo estrechó contra ron escribir algo en u n libro y como los no mbres
SIl pecho.
de los hombres bla ncos no son para los esq u ima les
Lo estrechó con tanta fu erza q ue Pu p ili Juk co- sino gruñidos impron unciables, los indíge nas die-
ron al misionero el nom bre de T'i te rart i , o sea, El
m enzó a llorar. En ton ces I valú sacó de la chaque ta

230 231
que escribe. Y he aq u í lo q ue oyeron de boca de -Debe de haberse un ido con algún ex tranjero
El que escribe en la estanc ia de la Misión: fuer a de la aldea, y lo habrá mantenido alejado , o
- Viajé por lejanas tierras y conocí .e n mi vida bien lo habr á matado, para ganar. honor y gloria
m uchos pecadores. pero nunca vi que se · ofendiera con esa pa tra ña del parto mi lagroso - dijo Negh é,
a D ios tan graveme nte como en esta com uni dad. que albergaba un res; n ~ imiento latente po r ha ber
U na mujer sola y sin marido no sólo pecó del modo tenido que ceder a Ivalu el puesto de pn mera muo
ord inario, sino que po r añadidura recurrió al más jer de la aldea.
ex tra ordinario sacril egio para justificar el fruto de -Quizás se haya acop lado con un oso -sug irió
su culpa. Es posible que Dios. en su misericordi a Tippo en voz ba j a- -. La gen te del norte hace las
in finita, perdone la bl asfemi a y el pecad o; pero cosas más extr añas. M i madre contaba que las mu -
esa mujer se niega a reconocer su yerro y rehu sa jeres septentrio nales acost um bran acoplarse con osos
a rrepen tirse, [Mas, no debe conduci r a o tros a l.a y morsas.
p erdi ción l T al vez mu chos de vosotros os ha llabais - ¡Ustedes no son más que unas viejas envid iosasl
ya cerca de salvaros. cuando sucumb!steis a su rna- - intervino con ira T orngek.
lig no hech izo. Vuestra simpli cidad no puede com- - ¿No oíste lo ' que dijo el misionero? - pregu ntó
petir con la astuci a de una muj er ambiciosa e 'in- en el mismo tono su herma na Neghé.
{am e. Por eso tenéis que acep tar la palabra de quien -No debes creer tod o lo que diga un m isionero
ha ve nido ex profeso para il uminaros. Esa mujer - replicó To rn gek, li beral.
es un a impostora y los que la secundan en su en - - ¿A quién deb emos creer enton ces? - pregu ntó
gaño son idólatras, condenados al infi erno, lo mis- Krulí -. La sabidurí a del mi sionero prov ie ne d i-
roo que aquellos qu e creen en las men tiras de los rectamente de D ios. Por cierto que una m adre no
c uranderos. Apartaos pues de su compañía y segu id permitirá que Vi ví siga frecuentando a Ival ú.
el con sejo del Bu en Libro : Si tu ojo derecho te - No sé si la sabid uría proviene de Dios, pero sé
escandaliza, sáco. telo y arrájalo lejos de ti; es me- con seguridad que el hijo de Ivalú proviene de 1': 1.
jor qu e se pierda un solo miem bro y no qu e el ;- ILa qu e sale de tu boca es la voz de l d iablo,
cue rpo entero sea arrojado al Gehena del fuego. T orngekl -repl icó a gr itos T'ippo, elevando as! el
A m en , tono confidencial de la discusión- o [Está s ll en a de
-Amén -hizo eco la congregaci ón, pasmad a. pecados, pues tie nes dos maridos, y en ti no puede
- Siem pre sospech é qu e era una mentirosa -con· haber lu gar para D ios, perversa pecado ra!
fesó Krulí en segu ida al círculo íntimo de sus arni- T orngek reaccionó golpea ndo .a Ti ppo en el
gas, sin perder tiempo en preguntar si también en vie ntre y la vieja cayó al suelo gimiendo como
aq uell a ocasión se distribuirían go losinas- . Desde una foca apa leada . El albor oto hizo q ue acu dier a
el pr incipio pensé q ue en aquella pr eñez h ab ía T iterarti.
algo que sabí a a pecado. - ¿Q ué ocurre?

232
233
-Mi herma na C!il¡í pose ída por el demon io.
- Sí, sí -ccon ñrm ó Kr u lí->. T or nge k est á llena
de pecados y a favor de Ival ú.
-¡ Ya ven! e-exc lamo Titerar t i tr iunfante-o [Ya ,
ven lo que ocu rre cua ndo per mite n q ue el d iab lo "
I
se detenga en tre usted es! ¡P ala bras im p ías, vio- ¡,
lencia y una pobre vieja ma ltra tad a l ¡T e ngo la in- ,
ten ción d e traer la paz a esta com un ida d , p ero si
no expu lsan a Sa tá n, la ira de Dios cae rá sob re
b a ld ea! IY D ios puede ser terribl e en su ira !
T am bién T' iterar t i se manifes ta ba terrible en
su ir a, co n esos ojos qu e le relam pagueaba n en el XIII
ro st ro largo y som br ¡o.
LA EXPl1 LSI O N

j T u prese ncia des hon ra nue stra casa y tra erá des -
gra cia s a nue stra a ld ea !
Con esta s pala bras Negh é atacó a I valú a la que
. encontró en su casa. al vol ver d e la Misi ón.
- ¿De qu é se (ra ta? - g ritó Sio r akid sok-.. I val ú
no hace sino llora r desde q ue ent ró y no es po sible
arrancarle u na sola p alab ra.
Com o el nuevo mi sionero lo h abía ignorad o a l
desembarca r y luego ni siq u iera h abía pedido h a blar
.co n él, Siorak idsok, por vía de represa lia. no h a-
bí a asistido al sermón, de m anera qu e n ad ie ha b ía
ten ido ti empo d e expl icarle las razones d e todo
aq ue l trastorno.

231 I 235

I
'!t
- iCállate. Neghél ¿Qué pe cado cometiste, I val ú?
- Titerart i nos ha d ado a en tender que nos neo
gará los servicios religiosos si frecu entamos a I val ú.
I ¡Confiésalo l
-Con segur ida d habré peca ~o po rque Of' no. ""
. ,I
No nos casará de la n te de Di os cuando vuelvan as! Dios no me castigaría ha ciendo q ue u n mISIO -
n uestros hombres, no bau tizará a n uestros hijos ni , ne; o no me prest.e fe; serí a mu y dich osa si pud iera
nos d ará té y dulces.
confesar cua lq uie r pecado, pa ra evit ar sufri mientos
- ¿Q ué no nos da r é té y dulces? - gri tó Siorakid-
sok esca nda lizado. a la aldea, pero antes q u isiera saber cómo, cuánd o
Neg hé ap un tó con u n ded o a Ivalú y dijo: y dónd e pequ é.
- ¡No, porqu e ésta pecó de modo horren do al - u n curande ro está p ronto a creer que en tu
ment ir acer ca d e su preñezl El mar se va ciará de infi nita ignora ncia hayas infri ngido algún tabú sin
peces, la tierr a se hará desier ta y los niños morirán sab erlo. Cada región tien e sus pro pios -ab úes y tú
si ésta continúa 'co ntamin ánd onos con su presen 4 no cono ces todos los de nues tra región ni tampoco
cia. ¡Dio s puede ser terribl e en su ir;a l todo s los tab úes de los hombres bl an cos.
- E n ese caso - d ijo I valú con tono cansa do, mien- _ y enton ces, '¿qu é debo hacer?
tras se levant aba de l lecho con la cara hinchad a ' y -Un curand ero deberá em prende r otro Vi aj e a
los ojos enrojecidos- algu ien se ma rchará de aqu í. la luna - d ijo Siorak idsok con aire resignado- o No
-¿Adónd e vas? - gritó Siorakidsok, ' como si ell a, existe otro medio d e saber -cu ál sea tu cul pa.
y no él. estu viera afectada de sordera. - ¡Se term inaron tus viajes a la lu nal - intervino
- A con strui rme una casa, para estar alejad a d e Neghé- . T iterar ti ya nos ha d ad o a entender q ue
los 9ue temen llena rse de desg racias por m i pre· no de be mos ayudar a u n curand ero si qu eremos
sencra. gozar del beneficio d e sus servicios religiosos. de
- lEs u na excelen te idea l - d ijo Siorak idsok, de s- ma ne ra q ue ya nadie te p rep arará ofr endas para .tus
p ués de ha be rse hecho repetir mu chas veces lo que viajes. Y alguien piensa qu e esto es un g~a n bien.
I valú ha bía d icho-o Pero, ¿q uién vesti rá y alimen- porqu e el Espíritu de l a Lu na es t~vo remiende u n
tará a tu cachorro y a ti? . poco d emasiado en los ú lti~o.s u empos: .
Iva lú no pudo men os que sonreír al comprobar - ;S. I de aqu í, N egh é. vle)a decr épi ta! -cgr h ó
tant a ingenuidad. Siorak id sok en conad o-o Alguien qUiere habl ar a
- Dios, como siempre. El ni ño es suyq y ti no solas co n I val ú.
le hará, por cieno, sufrir ni frí o ni h ambre.
-¿ Qué d ijist e? - pregunt ó Síora kidsok. N eghé se 'm archó de m ala ga na. En tonces ~ iora .
- Q ue D ios p roveerá a su h ijo - le gri tó I val ú en kidsok se incl inó hacia adel ante y d IJO a I valú :
un o ído , mientr as N egh é aulla ba en el o tro: -Si es cier to que ya no pod ré ir a la lu na, ¿cómo
-¡ Es un a pecado ral ¡Lo d ijo T it erart il Cómo se se podr á d escub rir cuál sea tu pecado y poner 1as
permi e pronu nciar todavía el nomb re de Dios? •

237
236

I
cosas en su luga r? Pero ta l vez l Ú logres encontrar
p ersonas q ue me ayud en <i parti r a escond idas.
- S:-':o ha s oído ? N ad ie q uie re ayud arm e -gritó
h a lu.
r
: ~.:

I
.
deshacerse de u na muj er Vie ja pa ra lomar una
nueva. ¿Es po sib le qu e nun ca nad ie l e haya ped ido
en mat rim onio?
- ·¿ Po r qu ~ no h abl as en voz alta, to n t ita? ¿No - Claro es qu e no . Me respet an por la manera
ves qu e na di e pu ede oírn os? en q ue tuve a Pupi li luk .
.- ,N o puedo ~? nt a r c~n los o tro s, ni siq u iera Con . - Per o si te ofreces a e llos, e nco n trarás segu ra·
VI"'I - se d r sganlt6 Ivalu en el oído del curandero- o men te a algu ien q ue te q uie ra como mu je r, au n-
Adem ás no q ui ero co nt rar iar los de seos de Tuera rt¡ qu e todavía no er es m uy fue rt e n i estás lam poco
qu e represen ta a Di os. ' m uy gorda. T a l vez yo mismo le q uer ría para muo
, - En ese caso, será mejo r pa ra codos que te vayas.
L n curandero reconoce como pecado sólo aqu ello
I jer m ía si tu viera u n par d e años m enos.
- Graci as, Siorak idso k.
-1
que da ña a Ja com un id ad y po r e l momento veo ' -A aque l qu e sea el mej or cazador , ha s d e de
tres p ecadores prin cípaJes en esta al dea : Ti terarri
[ ~ y t ~ hij o. Tú y T' Iter art ¡ porq ue siem br a n J~
II cir!e: " H om bre, prepara tu tr inco, q ue nos vam os
h acia el norte. Un a mu ch a ch a te trae como dote
d iscor dia, y tu hi jo po rqu e es la cau sa de ell a. Y un hijo varón, te coserá los tr a jes y r eirá contigo
p ue~to qu~ por .ahora no tengo el p oder d e aleja r durante las la rgas no ches. h asta que l e lagri meen
a Ti terarn , porqu e u na al dea ingra ta parece q ue re r los oj os."
aband?nar . a su cu ra n~ e ro e ignorar sus consej os, -':'Seg-uir ia de buena ga n a tu excel e nt e conse jo.
eres t ~ qu ~e n debe a lejarse con tu hijo. Siora kid sok, si no fue ra pre cisam ente p or este niño.
Jva iú baj ó la cab eza. Pero, puesto qu e es el h ijo de D io'> y tendr é que
- Era eso lo q ue q uería h acer. ll egar a se r el nu evo R edentor, q ui ero ded ica r toda
- ¡Es inút il que te n iegues, muchacha, o bs tina da, mi vida a ins trui rl o, para que u n d ía pu ed a llevar
p ues tendrás q ue irte l Pe ro a ntes tienes qu e en. la verdad al coraz ón de los hom br es. incluso el
co n ~.ra r a u n hom bre q ue los mantenga. Mira Jo f tu yo, Sio ra kidsok. Es lást im a qu e tus sa bias orejas
qu e debes hacer : con la ex cepcíó n de ti y d e Viví, I sean dem asiad o sordas para dejarla e nt ra r.
e ~ la a.ldea n? ~ a y actu a lment e m ás que un mon t ón I - Acé rcale, Ival ú , p ara q u e te pueda sol ta r u n
de m Ujeres viej as, q ue nad ie- tocaría sin o para me- b ofetón .
terlas en l ~ fosa. Preséntat e pues a los hom bres y
pregunt a SI un o d e ell os te quiere.
I
I
Ivalú se acercó respetu osam ente y Siorad iksok le
di 6 u na señora bofetad a.
- Ya tod os ti en en m uje r, y segú n las ú lu m as re.
gla s, no es lí cito te ne r mas de una. ~ Es q u e ya lo I - ¡H as de . saber q u e los cu ran deros posee n un a
gran luz inte rior q ue les revel a r~das I.as :'erdad es!
ha s o lvidado?
'- ¿Por qué p ues no cre es en D IOS, s lgtl1en ~ O I ~
- Pero los hom bres . siernpre está n di spuestos a e nseña nza s de la Buen a Nue va ? - p regu n tó I val ú
acariciándose la m ejilla.
238
239
;r¡
!

- jPero si u n curandero cree I ¡Cree en todos los estúpi da tiene u n d ios estúpi do, los i n te l i~ent e s t i~ ­
di o se s l E l mu ndo es g r a nde y mu chas son las tr ibu s ne n un di os in telig en te , Jos hue n os, un dIOS b u eno .
q ue cazan, pescan y pe can, de modo q ue hacen los malos. u n di o~ mal o. El dios de los hombres
fal ta mu cho s dioses, po rqu e uno solo no pod ría com- bla ncos' es un dios terri ble, celoso ~ vengativo, por-
ponerlas . que los blancos ' son gentes terrib les. celosas y ven-
-1 Es evident e que dormí as d ura n te las lecciones, ga tivas. Los cono zco mu y hie n. H ace muchos, mu-
Sior ak idsok l Koh ar tok, y tam bi én una mu chacha chos años, cua ndo habi ta ba en el sur, algunos de
to nt a, repit ieron mil veces q ue sólo ha y un D ios. ellos, q ue cala ba n la ballena blan ca en nuest ros
- No vayas a creer lo, I valú. Los hombres bl ancos ma res. deci d iero n llevar-e consigo ocho homb res,
son ge ntes rú sticas y presu ntuosas. Por eso tien en pa ra mostrarlos en su p;: js. tlomlc. nu nca se los ha-
la desfac ha tez de afirmar qu e existe, a lo su mo, un ; bía visto . Yo fu i uno d e los elegidos.
..!
solo Dios (natura lmen te el su yo) , que sólo él vale - ¿De vera s?
algo y q ue es me nester echar a todos los' o tros . Pero - ¡Pero no llegué a ir! Fu í suficien temente sabio
no es así, au nqu e seri a descortés y ha sta peligroso pa ra negar me: po r eso estoy hoy todaví a vivo. Ya
cont r adecirlos. Si alguien ob ra o piensa de m a- había oído habl ar de los terr ibles terr itorios de los
ner a di stinta de la de ellos, lo conside ran un pe- hombres blancos, do nde las muj eres se rehus an a
cado r. ¿Sabes por q ué proh ibe n a un hómbre tener hacer . los trabaj os pesad os y se los cargan a sus
mu ch as muj eres y a u na mujer ten er muchos mari- maridos.
d os? Porqu e los bla ncos no ser ían capa ces d e tratar - ¡Qué verg üen za!
con equ idad a d istintos ma ridos y a di stintas m u- -All í las muj eres golp ean a los varon es desde el
jeres, y esto acarre aría celos, li tigios y muertes sin nacimiento, si se niegan a trabajar : por eso todos
fin. I H e oído decir que cuando en u n país un hom - los homb res blan cos crecen acostu mbrados al ira-
bre toma p restad a la muje r de otro, lo hace a es- bajo y con u n mi edo loco de sus mujeres, algunas
cond id as, sin ped ir pe rmiso al marido l ¿Cómo p ue· de las cuales anda n con las u ñas teñid as de rojo
d es imag ina rte q ue el Dios de gente tan villana por la sangr e d e los hombres.
pueda h acerte feliz y d arte tr anq uilid ad ? Y si no Ivalú lo mira ba aterrad a.
te hace feliz (y por cierto q ue no tienes el aire de - ¡Nunca oí cosas ta n hor renda s!
ser lo) , qu iere decir qu e no se trata del Dios que - N o, I valú ,· ninguno de aq uellos hombres volvió.
te con viene , ¿comp rendes? En el barco h um ean te se embarcaro n ocho, de los
I valú arrugó la nar iz, lo q ue equivalía a una qüe ya no se tuvo ningu na noticia. Durante mu-
negativa . chos añ os, cad a vez q ue veíamos a un barc o le
-Escucha , p ues, estúp id a mu chacha. Ca da tribu pregun táb am os cóm o h ab ían terminado los h orn-
ti ene el di os q ue se merece; porque cada d ios está bres, que se hablan marchado para el país de los
hecho a im agen de q uien cree en él. Y así la gente blancos y siempre se nos respond ía qu e ha bían o ído

210 241
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I así tamb ié n él puede reir u n poco. Y tambié n q~iere


ha bl a r de la llegada, pe ro nadie sab ia o q uerí a la felicidad d e sus cri atu ras porque la gen te feli z es
sabe r dónde hab ía n i da a ter m inar. T od os d esa p a- bue na, mie ntras que los in feli ces son mal vados.
recieron sin deja r rast ro s: ., ¿Compre ndes?
Siorak idsok hi zo una bre ve pa us a, p ara saborear .I, I val ú vol vió a arr ugar la n ari z.
el terror qu e ha bía d espert ado en I val ú, - Escu ch a, mucha cha : el que es feliz desea col-
- ¿Qué has d icho ? - pregun tó, aun que Ivalú no ma r de ge ntileza s y d e bondad a los q ue lo rodea n ,
h ahí a di cho na d a- o Escu ch a en Jugar d e h ablar. 5610 los in felices roban , pelean 'j mat a n. Es eV I-
La re ligión de l ho mbre blan co está hech a e xpresa- dent e que T iterar tí es u n hom br e in feliz, porqu e
mente pa ra pone r diqu es a la m ald ad de u n a ge n te de o tro m od o no sería tan m ajo cont igo.
m uy mala y que tien e gra n mied o de mo rir. Su - En efect o, adv ertí en su rostr o los signos de la
amor a Dios se funda en el mi ed o a la m uerte. in felicidad y oré por él sigu iendo el consejo d el
Cr éerne, es menes ter. el alma de u n hombre blanco Bue n Li bro que d ice: R ogad por aquellos que os
pa ra llevar el fardo d e sus ' cre enc ias, no u n a lma I p ers igu e ~ y os', :alum nian.. .
como la lu ya. Pero por cieno que no has compren·
di do n i una sola p ala bra de lo que d ije .
I Siorak id sok h JZO u n movimr e ruo CIrc u lar con la
ma no y co nt inuó imperturbable su discu rso:
- N i siq u iera u na -di jo Ival ú ,ll ena d e admi ra-
ción.
I -Mira en tor no. Aqu i vivimos en m ed io de un

- Si crees que el d ios ,cr istiano es verdade rame n te I


I
luj o y con u n refinam ien to casi incre íb les. Esto
re presenta el mod o de vida de sah oga do de l meri-
tan pe ligroso como lo de scribe T iterarr i, enton ces d ibnal, p ero no es [ U modo d e vivir. T ú nu n ca
te conviene escondert e de él. Si en camb io es bu eno. "será s feli z entre el tufo de la cocina , del taba co
corno afir ma ba Koh ar tok, nada tienes que tem er. y de l petról eo, porq u e n o estás "acostu mbra da a
¿Por q ué el cam in o que con d u ce a u n d ios q u e estas cosas, así como tu m en te no está ta mpoco
p re tende a ma rte ten dr ía qu e ser u n send ero p e- acostu mb rada a las ense ñanzas de los hombres bla n -
dregoso qu e te hiera los pies , en Jugar de se: u n a coso T u cu erpo está hecho a ot ro modo de vivir , y
pi sta lisa como el océa no? ¿Cree s q ue ese d IOS te I U án imo a otro mod o de se n tir. Entre los homb res
q ui ere h acer íeliz o infeli z? bl a ncos eres como una foca privada "de agua, com o
- Com o de costu m bre, no sé qu é res po nde r . un a ga rza pri vada de l cielo. Por otra pa rte, si .a ba n-
- Un cu ra nde ro no conoce n i le im po rta con ocer don as Os T iterart i en el hi e lo, ve rás que mor ir á a l
al dios de los hombres b lan cos. Nosotros siempre cab o de u n a vuelta de sol, a pesar d e toda s sus
nos la pa samos mu y bien sin él. Pero la luz in terior oracione s y de todos sus h im nos. Pero , d ~sd e l u e~o
q ue ilu m ina a tod os los cu randeros nos revela q u e qu e no ha brás co m prend ido lo que qUie ro d ecir
q u ien hizo a los hom bres los qu iere felices y n o con esto.
infelices. No q u iere ver caras f únebres, sino caras - Por cierto que n o.
so nrient es. No q uiere oí r lamentaciones, sino ri sas;

243
242
~.".'"
;":1 . -
.1
-Si intentas im itar a los hombres bla ncos, estás rgl úes. T u dios no mo ra -en una sofocan tecasa de
perdid a, 1valú . como lo está n e llos en la tier ra .d e madera ca len ta da co n carbón, sino en los grandes
los ho m b res, si no tienen leñ a y ca r bó n, El d IOS espa cios helados. No teme el ír ío po rq ue tiene la
d e los ho m bres blancos no tiene el pode r de p ro tege r . p a n1.a ll en a de grasa. Nun ca cre as en UIl dios qu e
n i a ti ni a ell os en los hi el os polares: el frío Jo q uiere venga rse e n su s propias cr ia turas por ha-
pa rali za. Mu chos, p ero mu chos hom bres bl ancos in- berlas creado llenas de defectos; ése es UI1 falso d ios
ten taron siemp re avanz ar ha cia el norte con equi- y los qu~ p ropagan su teo ría son unos ignorantes
pos enormes, con e normes cantidades de ca rbón y ¿comp rendes?
.estu ías, co n infin idad de p erros, tri neos y barcos Iv al ú llo raba con la nariz arr ugad a y sacud iend o
h u meantes; pero su di os siempre los dej ó p lan ta- la cabeza.
dos y se vol vi ó a su casa ape nas se ago tó el com- - Mis oidos oyen tus bellísimas palabras, oh Sic-
b ustibl e, de suerte qu e tales viajes deb ieren q u e~
d ar inter r u m p idos por la m it ad o te rmi na ron e n
. I ak idsok, pero mi me nte no compren de su sentido.
, ! ;Tengo ta n tos deseos de compre nder y tan poc a
a lgú n d esastre. Allí donde rein a el hom bre bla nco, 1
ca p acida d ! ,¡Si por lo menos existi er a el modo d e
tu eres ignora n te: per o en tu ti erra, los ign ora nt es adq u irir un po co d e tu sab idu rí a !
so n ellos. Por eso un cura ndero te dice: Vuelv e a - Ese med io ex iste : si coges un os pi ojos de la ca-
los sile nciosos h ielos del norte, do nd e tú eres sab ia , beza de u n cu ra ndero y lo s pones en tre tus pelos,
p ues no exi ste pecado má s grave que el de la ign o- los piojos te tr an sm iti rán un poco de la sabid uría
ra ncia , y a llí esta rás al resg uardo de los h ombres del cu ra nd ero. Vamos, hazlo, I val ú .
bl an cos y de la venganza de su dios, qu e t ie ne los -Eres mu y bu eno. Siora kidsok - d ijo I val ú, y
mismos ra sgos qu e ell os: rasgos de ti rano f únebre y llena de gra titud sigu ió ti consejo d el viejo.
ven gati vo, . q ue fija u n precio a la salvación y e n-
cade na a sus hij os en lugar de hacerlos libres. Hu ye. Se fué' a vivir a u na min úscu la casa de piedra y
d e u n d ios qu e te di ce: Q ui ero ser amado so b re ba rro, p ro tegida por una pared de -rocas y situad a
toda s las cosas, porqu e de no ser así, te ar rojaré a cerca de la aldea , pero no m u ch o ; y a JIf esperó con
un horn o en ll am as. Cree en ca mbio, en u n d ios cri stiana resign ación a qu e oc u rr iera algo, sin saber
q ue te d iga : Peq ueñ a I valú, te amo mucho, y ,n o exacta me nte qu é. Tornge k le h ab ía procur ad o JI·
d eseo o tra cosa que tu feli cid ad. g unos a yud an u-, para construir la casa, pero Viví,
-Sé q u e ' Dios me ama -dijo I val ú sonriendo-o severamente vigil ada por la madre, no había apa·
¿Acaso tI mi smo no me dió la p r ueba de e llo? recido. .
- T u d ios tie ne q ue esta r h echo a imagen d e t i A I valú s6lo le h abía n q uedad o u nos p ocos ut en -
misma y de los tu yos, ha de ser u n cazado r alegre silios domésticos qu e Asiak le d ej ara. Au n cu an do
y genero so q ue d ivide el produ cto d e su caza y ríc los o bje tos he cho s ron las pro pi as ma no s fu eran ·la
con tod as las mujeres y h al e hijos en todos los ún ica propied ad pri vada q ue p ud iera hered arse,

245
era n ecesario q ue estuvieran efectivamente en u so
para que la comu n idad los respetara; pero puesto ca y suave, exp resa men te he ch a para confeccionar
q ue en la casa de Siorakidsok, y también en la Mi - las bo titas qu e necesitaba PupiJiluk.
sión , Ivalú no ha b ía tenido oportunidad d e usar. I
1
E Ivalú se llevaba a su casa todos aqu ell os d on es
de Dios, sonrie ndo consigo misma con aire de pero
u tens ilios propios, los miembros de la comu n ida d
se h a bí an ido ad ue ña n do de ellos p oco a poco. sa n a en te rada. ¿Cóm o podía un sabio, estúpido cu-
To rn ~ek le p rocuró los en seres que le faltaban y rand ero , temer qu e qued ara aba ndo nad a? ¡Si aque l
ta m b i én una per ra para que la protegi era , la m is- h ombre quisiera sólo cambiar un po co d e su sa bio
ma q ue ha bía estado presente en el n acimiento duría por u n poco d e fel
de P u p ililuk. T rat éba se de una perra mu y valien te; El vera no pasó sin q ue I valú sint iera el d eseo o
porqu e cu a ndo peq ue ña le habían atad o al cuell o la necesidad de acercarse a la a ldea. N o se h abía
__ 1¡
u na a visp a viva envue lt a en un paño,' de l a cual acostumbrado aú n a las multitud es; ad em ás, un n iño
h a b ía ad q u irid o la au daci a. ' p equeño y un a perra gra nde la ten ía n ba sta nte ocu-
] valú d isp onía de su ficie nte. com ida y ropas, p ara pad a. A veces se senta ba frente a su casu ch a pa ra
pod er pa sar se sin pescar ni tender trampas; pero m ira r las nubes de mosq u itos que co nsri tu tan un
no porqu e los de la alde a la proveyeran. El e né r- verdadera flagelo. o 3 los niñ os qu e, a bordo de sus
gico Ti tcran i se ha bía impuesto de tal ' modo a la ka yak lan zab an flech as a las garzas m a r inas, cu yas
com u ni d ad llu e nadie. ni siquiera una oveja n egra enormes band adas podían o fuscar la luz de l sol,
como T nr ngek . se at revía a desafiar las iras de I y cuyo dulce gor peo hacia - vibrar tod o el firm a-
Di os, y men os aú n las d e' aquel misi onero. al fav o- '1
I
ment o cuando las aves rozaban el agu a pa ra p escar.
rec~ r. a .u na pe cadora im pertinente dej ad a fu era de
, . Pero si I valú descubría un urmak ca rgad o d e
la igresra. Pero ru ando Jos hombres qu e vo lvía n de b all eneros armados de a rpones q ue se ade ntraba
cazar pa sahan frent e a la casita de pied ra, las co- en las olas, ell a se a presu raba a escond erse en la
rreas qu e s~s le n ía n el hotín se aflojaban m íst erlo- " casa. sa b iendo que las b allenas y los n arva les son
sam ent.e y srern pre ca ía a lgo al suelo sin que n adie de natural eza su ma men te suscept ib le y se ni egan
lo adv irtie ra. La man o de Dios, pensaba Ivalú. Y a dejarse matar en presenc ia d e m ujeres. Esta s y
cuando a lgu no volv ía de las colinas con una sarta otras cosas habla aprendido I val ú desd e que habi-
de g arzas a la.. espaldas. un par de aves se soltab a taba en el su r.
de los lazos y cnta a l su elo como por obra de m agi a. Se ntía qu e ib a ma d u ra ndo en el cuerpo y en el
lI nao vez q u ~ Ivn tú víó ~ aer un par de gua n tes y" alma y que se esta ba convirt iendo en u na m uj er de
corr i ó presurosil para avisar al grupo d e hombres gran experien cia. Por sus ropas ad ven ía q u e estaba
que p asa ha, nad ie los re-cla mó . Ora encontraba al. aún creci endo , pero sa b ía cuidarse a sf m isma , como
gú n saq u ito llen o de hu evos helados, ora pieles de hubo de comprobar cu and o perdió a . n i p erra .
zorr o, ora la p iel de u na foca de primer pelo, blan- La p erra había ba tallado con u na pa rej a de
lobos que ro nda ban la casa. hasta qu e al gun os

246
I 247
I
ptarmigan. y otras de li ca.dez~s d e este g~nero ; o
ho m bres p e la a ldea. a traídos po r el a lboroto, rna-
tar e n u no de Jos lobos y p usieron e n fu ga a l ot ro ; bi en te llevaba n a lguna Iigu rill a de estea tita o al-
pero en la pe lea la perra hab ía perd id o u n ojo y gún a nim ali to 'h echo con sus p ro pi as ma nos, pa ra
hubo d e mor ir poco despu és. C ua nd o I valú vió Pu p iJiluk. Aunq ue era verano, cont inua ba n lle-
vo lver al otro lobo, afil ó un cuch ill o, lo recubrió gando a lgunos p eregr inos qu e ha b ian o ído hab la r
de gras a y lo plantó con el mango en tierra, a la d el p arto mil agr oso y querían ver al ni ño ; I valú
en trad a de la casa. Luego se re tiró ade nt ro. Des- contaba sonriendo lo q ue sabía ; ellos devolvía n la
pu és de h aber h usmeado largam ente la hoja del sonri sa y a menud o dej ab an algu na ofren da . T odos
cuc h illo, e l lob o se puso a lamerl a. Bi e n p ron to se mostrab an bondadosos. Algunos er an cr isti an os
com e nzó a sa ngra rle la bo ca. pero el sabo r de su bautizados por m isioneros de o tras lo ca lidades y
prop ia sangre no hizo sino au me ntar' la voracidad éstos iban a h urtad ill as pa ra ev it ar q ue lo sup iera
del a nima l, q ue co nt inu ó la m iendo la h oj a h asta T it erarti. '
que la le ngu a le quedó red u cid a a j iro nes. Un Ival ú' ll egó a en te rarse 'd e m u ch as cosas sobre el
sue ño después. I val ú lo encon tr ó t ieso en el suelo; nue vo ID isionero.
pero sa bía qu e tenía q ue and ar con ca u tela, pues a H ab ía roto con Siorak id sok y conven cido a los
los lobos no les gu sta morir , y por precauci ón se miembros de la a ld ea de q ue creer e n un cura n-
le acercó en silencio con u n cu ch illo en la mano d ero no er a sino crasa idolatría q ue les va ldr ía la
y le cort ó la ga rganta. A partir d e aq ue l m ome nto. perd ición etern a. Siorakidsok , q ue veí a. así esfu-
co me nzó a rodea r su casa de trampas, cu idadosa- marse d efini ti vam ente sus proyectos para u lt eriore s
m en te revest id as de tierr a, y de bo las d e grasa que ' viajes a la lun a, estab a sum ame nt e al a rmado por
ocu Itaban en su interior huesos afila dos. ese estado de ' cosas y en su casa se hab ía prod ucido
De su padr e ha b ía ap rend ido a di sponer de cu al- una ser ia d iside nci a e ntre él y T or ngek por una
qui er a ni m a l, desde el oso b la n co h asta los mi- pa r te y Negh é y sus amigas po r o tra.
n úscul os pi ojos, q ue cap tu raba m etiéndose en tre su
'Ti ter art i. qu e h ab ía llegado sin llevar provisio nes
ca rne y la ropa un trocito de p iel u n tado de gr asa
prop ias, no tard ó en consu m ir las q u e Koh arto k
y a lado a IIn n e rvio; cu a ndo Jo r etira ba , estaba
ha bl a d ej ad o. Así y todo no salí a a cazar ni a pe,eal
ca rgado de insectos.
ni tampoco pa rt icipaba, d esde luego, en los tra baj os
Sí, con I:1 a yuda de Dios ell a e ra m uy capaz de
cu ida r de sí mi sma. comunes, pero' acep ta ba tra nq uilame n te rod a la car
n e y to da s las golosina s qu e le lleva ban los d e 1,
De vez en cua ndo algui en se de ten ía para carn- aldea, qu ien es lo com p ad ecían a rausa d e su poe<
bi ar cuatro p ala bras con I valú. A veces Viví y habilidad; y la gra n en tere za de ánimo de q ue dab:
T orngek le ll evaban a escondi das peq ue ños rega los: prueba a l no mo strar se n u ru- a afl igido ti h u mil ladc
un p la to d e ostra s, algún ojo de foca, menudos de por los nu mer osos rega los que re cib ía, rev elaba U I

248 24 ~
.~~
!

esptrhu verd ad eramen te su perior, q ue suscitaba la idea, porqu e se co nsideraba e:-posa de un tal T u-
ad mirac i ón de ~'{l..lt ll a I}cn te p rim itiva. tiak, hombre que hab ía part ido con la exped ición.
Trabaja ndo in ran rablemen tc, h ab ía in ,::u k3 d~ ': 0 ¿Qué ocurriría cuand o volviera T'u tiak? Pero T ite-
el ánimo d e : ~ p.Te'! e! temor de D ios y d e su m .rus-
~ I • • rar tí le asegur ó q ue na ocurriría nad a . porq ue la
n-o, d e manera que ya }(:5 fieles se esp iaban y denun- u nión co n Tu riak, fundad a en el pecad o. era ilegal
ciaban recípr ocame n te, mon ta ndo u na buen a ella r- y, por lo tant o. s610 le da ba derecho a Un puesto
dia en las pucn::¡s del Re ino. Ya nadie sal ía a cazar en el infierno.
los domin gos ni can taba balad as in morales ni ano Ti terar ti in sistió ta nto qu e ha br ía pa reci do poco
daba d esn udo por la casa, ni .com ía ha sta hartarse, cortés no accede r a su exigencia, de modo que. por
ni reía sin o con Quien esta ba u nido legalmente en respeto a! hombre blanco, la par ej a se av ino a sus
el ma tr imo nio celebrado por el propio T' iterart i. deseos; pe ro no sin cierta mala ga na.
O por lo men os no abier tame n te". En cambio se d ió
un a ed ific ante sucesió n de pl egarlas. salmos, sermo-
nes confirmaciones, conversaciones, ceremonias npp-
( iales y serv icias religiosos. :
Las ceremoni as p ías habían gana do en de coro y
dignidad desde 'iue todos les fieles ma~nten.ían e~
sus rostros cxn rcsiones gr::!ves, pu c~t o que Therar t¡
frun d a el ceño • e interrn mpía su d iscurso . cuan d o
descubrla scn rieas dura nte el serv icio religioso. Los
perros ya no era n ad mitidos en la Mi sión : y si d u-
rant e el ri:g:men de Kohar tok J de Ivalú las mu-
jeres so lían da r de m ama r a sus h ijos o colocarlos
sobre las vasijas ' q ue tenía n expresamen te pu estas
debajo del beneo de la Misión, ahora, si u n n iño
lloraba, la ma d re se apresuraba a saca rlo afu era,
segui da por las severas mira das de T itcrar ti.

Un a muj er de edad med iana, llamarla Mintk, ha-


bía Qued ado em barazada d e uno de Jos nómades q ue
llegar an en la p rimavera y qu e hacía poco se hahía
convertido. T'iterarti apos tro fó a los d os d urante el
servici o d omini cal, como se lo me recían. Luego Jos
in d ujo a q ue se casaran. A Minik no le gu stÓ esta

250 251
.
~'v'1 " ,
,
ro n d evorarlos po r 10 .0; perros de t iro : a u n h omb re
b lan co se le ronge la ron las p ier n as y. h ubi énd ose le
desa r rol lado 1<1 ga ng re na, f U l; ucresar io utn p u tá tse-
las a l Ikg<tr a l p uer to merid ional : u n h ijo de !\'egIH~ .
qu e hab ía \'ueJ.1O so b ~c sus pa sos u n ~ rech (J , para
bu scar u n cuchillo olvid ado. ~'a no habl a regresado.
Estas fuer on las pri meras noticias qu e s~ d i fu ~ d j t' ­
Io n por la aldea entre el alboro to d e las bienve n id as.
lva lú fu é la ú lt im a en enterarse de ellas.
Sosten ie nd o a P u pililuk so bre las espa ldas , esta ba
pe scand ó en un ho yo' q ue hab ia hecho en el mar ,
X IV cerca de su Iglü de in vier no, porque comenzaban a
escasearl e Iás p rovisiones desde qu e la noche ha b ía
hecho huir la caza y d esde que los hombres dormían
m ás y cazaba n menos. El vien to que provenía d e
los montes le ap agab a comin uaruen te la lám para.
No h abi a lu na y 'p ocas era n las estrell as en el ci elo
cargado de nubes; sin una lu z era d ifícil atrae r los
peces y. d ifícil verlos, ta nt~ qu e ha sta ese mom ent o
Ivalú no había pescad o nmgu no.

CO
Nel inv ierno llegaro n al mar congelado la'
H ad a. tanto tiempo q ue estaba incli nada sobre
aq ue l agujero q ue se ' sent ía en tum ecida ; de pro m o,
no che )' los ho m b res . ad virtió la presen cia de alguien, y al levan ta r los
H a b ía n viaj ado h acia el norte sobre el O c éano ojos recon oció la esbelta silu eta de Milak, q ue es-
G la cial )' el gran casq ue te árt ico, hasta 411e se e n- taba de p ie fren te a 'ell a. No lo h abía oí do acercarse :
cont ra ron nu evame nte en el sur , do nde hay o tros po r eso se heló ~e terro r al pensar qu e M il ak pod ia
hom b res blancos y ba rcos h u mean tes. Allí , un? vez estar muerto, qu e aq ué l era su fan tasma, y q ue ha -
reci bid os los fusiles v cuc h illos p rom et id os, se sepa- bí a ido co n mal as inten cion es; se guardó pues de
raro u de Jos explo rado res para emprender el cam ino moverse, hasta q ue el o tro habló: "
de regreso . " -Ocurre que alg ui en ha vuelto de un viaj e -d ijo
Ad emá s de la s ar ma s y de las mun iciones, lleva- MiJak con tono indiferente, como con venía a un
h an m uch as ( osas qu e (.' o n I J T. Dos muj ere s y nurne- verdadero homb re, y su voz clara hi zo di sipar el
rusas per ras habl an d ad o a luz durante el viaj e ; un . mi edo de Ivalú ,
n iño hab ía naci do mu er to y mu ch os cachorros fue- -Milak . . .

252 253
I
.~ ..
,
-Porque este niño es hijo suy o. ¡M íra lo! Fu é pro·
Ivalú se puso en pie de un salto, para corr er al
!
I cread o sin la in terve nci ón d e nin gún hombre y sin
encue ntro del hombre, pe ro lu ego se con tuvo y se I
I
que siquiera mirara yo la lu na llena. Llegará a ser
le acercó mesuradam en te. Se estrecharon l as man os, un m isionero y di Cu ndir á en tre los homb res el m eno
I
agitándolas por en cima de la.5 cabezas, ~ie n tra~ se saje de la verd ad.
h ad an incl inaciones y cambiaba n sonr isas. Luego M ilak la m iró espantado.
Mil ak intentó restregar su nari z contra la de Ivalú. - Pero, ¿qué cosas estás d iciendo? Debe de haberte
Per o ésta se echó hacia atrás. La roía el d eseo de entrad o en el cuer po un espiri tu malé fico que te h a
ped irle n oticias de Pap ik, per o ~n. el caso ,d e qu e he cho volve r más loca que un glotó n. [Más valdría
éste hu b iera muerto d uran te el VIaje y algu ien p ro- que riera s . conm igo ant es de dec ir tal cúmulo de
nu n cia ra su no m bre. el fantasma sería pe rturbad o: rontertast
p or eso Ivalú ren un ció a hacer la pregu nta. . l valú frun ció el ceñ o.
- Nada dices del n iño que llevo a ' la espalda -dI' , - ¡D u ra nt e cu á nto tiem po mi cue rpo sintió hamo
jo en cambio - o Seguramen te ya le habrán ha blado br e del tuyo, Milakl Siempre te llamaba. Mi calor
de él en la aldea . . . h ab ría pod ido fund ir tod o el caslJ ue te de hielo que
- Alguien no ha tenido tiempo de escuchar las nos separaba . Felizment e ocu rri ó algo que acalló
charlas de la aldea. Acabamos de llegar. Bien se ve esa ham bre y apagó ese calor : mi preñez.
que tienes un niño. ~T i enes..tambié? mari do? - ¡Pero el calor vuelve! ¡Siempre vuel ve!
- N o, ni ngún mand o -dIJO .lvalú con una son- - No dejo que vuelva. Es un gra ve pecado.
.
r isa.
. T en ian q ue estar muy cerca el uno del otr o para
- ¡Desde lu ego que n o, porque de ~enerl o no es- verse los oj os al fulgor de las escasas estrellas. La
tarí as aq uí pescando l En todo este. tiempo h~brá.s mirada d e I valú corría rápid a. sob re el rostro de
p od ido darte cue nta de qu~ es muy l?cómodo m.c~ l. M iJak, como el vien to antes de un a to rme nt a. [Cu án -
n arse sobre u n a gujero de pesca ten iend o .u n ru no to amaba las expr esiones cambian tes de aquel rostro ,
en las entrañas o a las espaldas, com o algu ien te 10 aquella frente sombría y aquella boca despectiva I
adv ir t ió hace much o tiempo. Pa n d a in creíble que esa frági l figura y ese ro stro
- No es incómodo en modo alguno - dijo terca- ner vioso h ubieran de safia do los vien tos y las temo
men te Ival ú-«. Sólo una vez el pequeño se me res- pe st ades y que hubier an visto sangre y muertes vio-
baló fuera de la chaqueta y fué a dar ~I pozo ~e len tas.
pesca, porq ue me hab ía in clinado demasiad o h acia -Mira -dijo Ivalú antes de que él pudiera re-
adela nte. Aun ahora m e r ío al pen sar en ell o,' aun - plicarle- mi hijo es tod o y yo no soy nada, po rque
que en aquel m omento tu ve mu cho mied o. ¿Di ste es el h ijo de Dios y porq ue la semi lla es m ás im par.
ha blar algu na vez del Di os cri stia,no, M il.ak? tan te .q u e la tierra. N o q uiero otros hij os, p ara po -
-Con basta nte h ecuen cia en mIS a n teriores via- der dedi car así mi vid a a éste, pa ra velar sobre él,
jes, ¿por qué?
255
254
"'j'"
i:.;:,'''';

I
para instruirlo en su misión y ayudarlo a llevar su I Ella tendría qu e ha be rlo mordido. arañado, gol.
cruz. peado y escupid o , co mo lo exig lan las buenas mane-
-Bien se conoce que tu cerebro está envenenado , ras; pero perma neció iner te y frígid a al tiempo q ue
por- el fuego del vien tre qu e pretendes negar y que i los oj osse le vela ban de lágrim as. El ardor de Mil ak
sólo p ued e .apagar el calor del hombre. El frío se se apagó en med io d e ta n to h ielo. y el joven se
combate con el hielo, pequeña; y el fuego con el
fuego.
y repentinamente la apre tó en tre rus brazos, con
i
,
sepa ró de (valú, pas ánd ose u na mano trémul a por
el pelo revuelto.
I valú se sentó, puso en orden su sayo y, sonriendo,
lo q ue hi zo llor ar " Pup_ililu k,. , .. tom ó en brazos a P upililuk. H a bía pasado la to r-
-No qued a hacerle dano - dIJ O mor tificado, aflo-
jando el abrazo ,
I menta y h abía vue lta la calma.
- A veces soñaba que reía s conmigo, pequeño Mi-
Ivalú se sentó en la nie ve. '-1
lak, porque r.e ír en sueños no es pecado.
- No es nada. Es fácil hacerlo callar. I -Tienes que irte de aquí. peq ueñ a, y volver al
-El hijo de Dios ch illa como cualq u ier cachorro
-cobserv ó M ila k COI1 una carcajada de befa; pero
I nort e. Alguien le h abla r :! sobre esto a Papík.
- ¡Papik l ¿Dónde est:!? - gr itó l valú feliz.
luego, viend o cúmo I val ú sacaba el ~se n o y.se 1,0 -Lo verás dentro de poco.
ofrecía al niño, calló mientras el rostro le palid ec ía - ¿Por qué no vino en segu ida?
y se le pon ía tenso. - f ué a ver a un a mujer que para él es más im-
- ¡Ah, me ol vidaba . . . no tienes q ue mirar! portante que la hermana.
-¿ Que no tengo que mirar? - gritó Milak mon- -¿Cómo es posible? '
tando de nuevo en rúlera- ·. [Pues bien , haré otra -¿Y por qué n o?
casal - Crecimos jun tos. Jugamos con los mismos mu o
Con temblorosas manos le arrancó el niño del ñecos. N uestra carne es la misma, formada de la
seno y. a pesar de sus gri tos. lo dej ó sob re e.l hielo. misma semilla y de la misma tierra, criada en el mis.
Los ojos de l valú se dil at ar on, pero sus la b ros pero roo seno, crecida con la misma comida. ¿Habia una
manecieron cerrados. Milak le abrió el sayo. y, apre- foca? A m í me d aban la ale ta izquierd a y a él la
tándole el seno lle no y aún húmedo, la hizo ex- derech a. ¿Había u n oso>: Yo recibía el ojo derecho
tender de espaldas. . y él el izqu ierdo. ¿Cómo puede h abe r para él u n a
- Algui en hará de ti una magnífica pecadora -dI- mujer más importante ?
jo con los dientes apret ados, mientras le bajaba los -Es que. el tiemp o pasa, y los n iños se hacen tan
calzones por la lisa y bla?ca llanura del vientre '! grandes que ya .n o qui eren jugar más con muñ ecos
seguía con la mano la suti l cabeza de flecha de mi - de cuern-o y pieles, sino con los de carne y hueso.
núsculos pelos, qu e partlan del ombligo y apun· Por eso Papik fu é ante todo a ver a Vi ví, así como
ta ban al su r. "uno que tú con oces te visitó a ti primero.

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En el sile ncio q ue sigu ió Iv alú se quedó mi ran do en sq:!; u ida que el muchacho n o se había llegado
fi jam ent e la pu n ta de sus b.otas. ~e pro n to, el si- h asta all l só lo para cha r-lar. com er y desca nsar, sino
len cio qued ó roto por el ladndo fu rioso de ' u nuevo qu e le urgía sa ber a lgo y q ue estaba furioso.
perro dom éstico, q ue se hallaba a la en tr ad a d el I En la pi el de Pa pi k sent ía el olor de la cólera .
,gl u. . -¿ Que ocu rre, P api k?
- Vie ne alguie n - gr itó Ival ú jubilosa, y se p reci o
I -c-O curre que u n herma no ha regresado - d ijo
p itó ha cia ' u casa, Il ev~ nd o a Pupil ilu k en Jo, brazos. Pa p ik, volviendo J sen tarse pesadame nte.
- y oru r re que una her m an a tu vo un hijo d uo
Encont raro n al perro, qu e aporr ead o se lam en- r a nt e tu au sencia.
ta ba en un rincón, la lám para -ence nd ida y. ten di da Pap ik levantó en e l aire a Pup il iluk y se no
en el banco de n leve. iu na figu ra ma ciza. una caro ta como si se hubiera tratad o de un a broma . H ab ía
chata de so nrisa llena; de ' gran des die n tes, mas ri- ol vid ado sus preocupacion es: una (osa por vez.
cadores de carne cruda: la ima gen m isma de Eme- -¡Qué n iñ o ex traño ! Tien e ojos y pelo com o
nek, tal como se le apareció a A siak una generación só lo vi "entre los hombres blan cos.
an tes. -Porq ue proviene de l d io, de los hombres bl an-
- ¡P eq ueño Papik l -'-e I val ú cor r ió .a abrazarl o. co so Luego te lo conta ré todo . Dime ahora qué
Era t an " pequ eño" que, a u nq ue rnanten ía Ja ca- pi ensa, h acer. ¿H ay algo que no a nd a bi en?
beza incl inada. sus cabe llos rebe lde s rozaban el Pa pik dejó en el suelo al niño y vo lvió a asumir
hiel o de la bóveda. Era una m asa de m úscu los , má s su aire preocu pado .
robusto y más alto q ue cuando había partido. y - O curre -:-d ijo ceñudo- qu e un hom bre ha re-
mostraba aque llas contorsiones de los lab ios, aquel flexion ad o.
brusco alzar del mentón, aquello s movimientos pe- - ¿Y qué sacó de esas refl exi o nes?
tul an tes del tó rax poderoso q ue habían sido pro- -An te todo u n gran dol o r de cabeza; luego, una
pios de su padre. conclusi ón, Despu és de haber pasado do s años con
I va lú restregó largam ente su ro stro contra el de los hom bres bl ancos, Jos co nozco mejor y los co mo
Pap ik, golpeá ndole la, mejillas con la n ariz y o l- prendo menos q ue an tes. Sus co stum bres SO n derna -
Ia tea ndo lo, mien tras los ojos se le llenaban nu eva- sia do di stintas de las d e los hombres, I valú . Algu -
me nte de lágri ma s; 'per o esta vez n o eran lágr imas nos de nosotros se habituaro n a ell as, pero yo no .
de dol or ; ha bia vuelto a ve r a Pap ik, su propi a Por eso decidí regresar a aq uellas regio nes do nde
carne. su propi a sangre : Ernenek vue lto y Asiak no h ay ' extr anjeros. do nde ef mar nu nca se d errite
contin uad a. En el olor de J r ostro , en Ja fusi ón d e y d on de se cazan ani ma les q ue jamás v iero n seres
sus alie nt os volv ió a encontrar el aire de la infan- hum ano s.
cia )' de lo, primero, iglúes d onde hab la vivid? M ilak se rió co n am argura .
¡De Pa pik lo sa bía todol Y por eso comp rend i ó - Yendo hacia el norte no puedes hu ir d e Jos

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hombres blancos, y tú bi en lo sabes, Papik. No, no . -¿Explosivos para matar 'gen te? H ab ré en ten-
Es m ejor hacerse a migo de ell os, comerci ar con dido ma l -dijo I valú.
ellos y ha sta tal vez prO<.:urar aprender sus normas. - Los hom bres blancos se matan unos a ot ros a
- ¿Por qué" yendo h aciá el norte no se los puede in tervalos regul ar es. ¿No es eso lo que ellos mi smos
evitar? -preguntó Ivalú . d ijeron, Papik?
-Porqu e también ellos irán hacia allá. Asl lo Pap ik asintió, mi entras Ivalú miraba a un o y
dij eron , no es ver dad , Papik? o tro con ojos espan tados.
Papik asint ió con aire sombrío . -Parece - con tin uó dici endo Milak-· q ue d e vez
-Es verda d. ¡Pero qu e vayan ! Prepararemos ~ u~ en cuando un 'gran fr enesí se ap odera d e los hom-
chillas muy afilados, flechas bien agudas y lanzas bres blancos y, que emo n.ces grande s tri bus se re- ·
mu y largas, y cuando llegu en allá los mataremos ún en para -destrui r a otras grandes tri bu s. En tales
como a lobos. ocasiones matan más homb res y mujefes en u na
- ¿Pero por qué quier en ir hacia el norte? A elIos estació n q ue nosotr os carib úes.
no les gu sta ni el fr ío ni las la rgas no ches y si -Pero , ¿por q ué h acen eso?
quier en aceite pueden ob tene rlo con ma yor facili- -Parece' q ue tien e q ue ver con su come rcio. Deb e
dad en el sur, donde el mar se d errite. de ser un a cosa mu y complicada . porq ue ni ellos
-Los hombres blancos de sean dos cosas. aú n más mismos estaban de acu erdo en las expl icacio nes, y
que el aceite d e pescado -d ijo Milak y los o tros tant o es así q ue estuvi eron a pu nto de reñ ir po r·
gua rda ron silencio- ; la p rimera es cierto. me ta l que cad a uno q uerí a exp licarlo a su mo do.
q ue esperan encontrar debajo de l gran casque te -Todo esto es poco claro .- d ijo Ival ú-. No lo
de hi elo. Para ob tenerlo se disponen a venir con explicas bien .
gra ndes cant idades d e expl osivos (es esa cosa que e-Tampoco ellos lo exp licaba n bien . Pero nos
ha ce ruid o y lanza los proyectil es de los fusiles) dieron á en tende r mu y clara me nte q ue m uchos
para hacer salta r el casquete y llegar así al me ta l hombres blancos irán al norte pa ra h acer salta r el
su byacen te. hielo y bu scar el me tal: luego se establecerán allí,
- ¿Y qu é harán con tan to metal ? ¿No tienen ya aun cuando no lo en cuent ren ,
bastante? - ¿Por qu é?
-~e tra ta d e un meta l especiar q ue sirve para -Esta es la segunda ra zón d e su vellida : para
fab r icar una nueva clase d e explosivo, aún m ás po- impedir que o tras tri bus se esta blezcan allí ant es
deroso q ue el que con ocemos y con el cual será qu e e~ los, Pare ce qu e la primera q~e llegue tendrá
fácil matar a mucha gente de un solo golpe. Este ven taps sob re las o tras y podrá d efend erse mejor
metal escasea en la ti erra de los hombres blancos, de la de stru cción, o bie n podrá de str uir más f ácil-
m ie nt ra s 9 ue, segú n sus curanderos, tiene q u.~ abu n- mente a las otras, duran te el próximo frenesí.
dar debajo de l gran casq uete del norte. Ival ú iba d e sorpresa en sorpresa.

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.
-,Pero, no conocen 1:1 ~ enseñ an za s d e ·D ios? ¿No
tien en mi sioneros?
- T al vez sus misioneros está n dem asiado o cu-
r .
",.:..t
u n cuch illo nu evo v rnu mc rones. Pero antes ped í
ver su labor d e costu ra.
Le importa ba no dejar la menor duda de que
pados con nosotros -eo bservó M ilak->. Sea lo que sus actos estaban di ctados por IJ con veniencia y no
fuere, lo cien o es q ue vend r án : p ri mero llegan los por cua lquie r sen timie nto, jo cual habría sido hu -
misioneros, luego los traflcan tea. y po r [in .los hom- mill ante pa ra un verd adero hombre.
bres arm ad os. Parece qu e yo. hic ieron esto en todo - Yo vi mu chos de sus tr ab aj os -d ijo Ivalú- . Será
el mundo, y por eso creo qu e mejor seria que nos u na bu ena esposa.
hiciéramos amigo s de ellos. -Pero su madre. Kru lí, no sólo se negó a mos-
- Por ahora - d ijo Papik obst inado- el nort e es trarme las la bor es de la hija, sino qu e rechazó mi
nue stro y tengo el pro pósito de retorn ar a él. Pero ofrecimie n to. Parece que su acritud tie ne algo que
ocurre que estoy can sado de tener que pedir con- ver con los deseos del hombre blanco , lo que me
tinuame n te mu jeres p restad as: los mari d os se d an resulta sum ame nte extraño.
siempre aire de impor tancia, au n cuando en' como - Mir a, T iterar ri, el misionero, es u n experto en
. pe nsación les dé yo buenos regalos. pecados y nos dice lo que se puede hacer y lo que
Milak asintió enérgic amente. no-se puede ha cer, según los deseos de Dios.
- Es humillan te. Mejor es tener u na mujer pro· - ¿Quién es ése? Ya van dos veces qu e lo nomo
pía para prestar, que pedirla prestada a los demás. bras .
-No, no -declaró I va lú c-. perd óne n me si los co n- - Es el mu y pod eroso Espíritu de los hombres
tradi go. pero amba s cosas están mu y ma l. blan cos. m ás pod eroso que todos los o tros espír itus
- ¿Por q ué? . jun tos, y mu y va liente, pues ni siq uie ra tiene mie-
-Nad ie sabe por qué, pero 'es ast: lo dicen Jos do de las almas de los muertos, sino q ue las ha ce
misioneros blancos. y ellos saben exactamente lo qu emar en u n fuego enorm e, si tr asgredieron sus
ta b úes,
qu e está bien y lo qu e está mal.
Papik frunció el ceño.
- ¿Cómo sabes que lo saben? - preguntó Pap ik.
- Duran te n uestra au sencia apr end ieron a decir
- Lo dicen ellos.
y a ha cer muchas cosas que los hombres no consi-
- Comp rendo; pero. de tod os mod os, y d espu és guen comprender. Por ejem plo, Tut iak no se ex-
de profu nda r efl exi ón, decid í llevarme con migo plica el motivo por el cua l su muje r Minik lo
u na mujer p ropi a, antes de .part ir pa ra el norte. rehuye; pa rece q ue el homb re blanco ind ujo a
- Es Viví, , no es cierto? -,d ijo Iva lú como al otro a robársela. Argo ha reñido con Neghé . Y
acaso-e. Cose verd ader amente bien. Kru l í , no sólo se niega a darme a Viví, sino que
- Así me lo dij eron mis compañeros de viaje, h asta ' se resiste a reír con H iatall ak, su mar ido,
de ma nera que apenas llegué ofrecí a sus pa dr es antes de que T it erart i dé su conform idad. H as de

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comprende r q ue ningú n ho mbre pu ed e some terse - Q ue te h agas cr istia no .
a taj e s h u m ill a cio n es. Las mu jeres d e la aldea y - Mu y bien . ¿cómo se h a ce ?
tod os Jos rec i én llegados no h acen sin o h ablar d e -Tienes qu e encont ra r la fe.
p ecad os y d e nu evos rab úes. Los h om bres blancos - ¿Dónde se encue ntra? ¿Por los mon tes, en el
con q u ienes viaj am os nunca hablaban de esas co- hi elo o en el mar? ¿Se caza con trampa, arp ón o
sas; el único ta bú que resultaba peligroso tr asgre- flech as?
d ir era la p rohib ición de tocar sus objetos. De todos - Se encuentra en el propio corazó n, un a vez
modos, Kru lí me d ijo que t ú pod rías explicarme que uno escuchó la Buena N ueva y a p re ndió a
lo que qui ere el hombre blanco pa ra acorda rno s obedecer la s nuevas regl as q ue nos ense ña n a amar
su permiso. Tal vez pu eda dá rselo, si no se tra ta a todos, h asta a n uestros ene m igos," a hacer el bie n a
d e alg o mu y hu millan te. los que nos odia n y a pe rd ona r al qu e nos hace
l val ú asintió. daño. .
-Quiere que todos se h agan cnsu an os. Viví y -Todo eso me p arece completamente to nto.
su ma dre SO Il verd aderas cr istianas, d e manera que - N o cuando hayas h echo entrar a Cristo en tu
Viví sólo p uede casarse con u n cr istia no. ¿Está cora zón, como hi zo una est ú pid a mu ch acha .
claro? - ¿T e ha dolido mu cho?
-No - declaró Pa pik. - ¿Q ué?
- Sí - d ijo Milak- . Vi m uch os casos p arecidos - Esa cosa q ue te entr ó en el corazón. Sin d uda
en los lu ga res do nd e habla misioneros blancos. te ha brá .he cho da ño.
- Cu alq u ier muj er se casarí a co n 'u n buen caza- - No, Papik, por ol cont rario, te colm a de dul-
d ar - d ijo Papik impaciente-o Alguien sabe cazar zura.
y Vl vl sa be coser. Entonces, ¿qué tiene que h acer - ¿De manera qu e si pe rdona s a los que te hicie-
aq uí el h om bre bla nco? ¿Ara so irá a cazar para ron mal y amas a tus enemigos. eles u n cristiano?
Viví? -Qu izá. si lo dice el misionero.
- T ú no com pre ndes, Papik. Nosotras procura- - ¿t I es pu es cristiano?
mos resp erar los tab úes establecidos por el mi sio- -Desde luego q ue lo es.
n ero. - En to nces ~ por qu é no te perdon a?
- ¿Y él respe ta nuestros tab úes> Ivalú se quedó reflexion ando u n instant e.
-No. -Tal vez porq ue sólo ten emos q ue per donar a
-Entonces, ¿por q ué respe ta n ustede s los suyos ? nu estros en emi gos, y n o a los am igos.
- Creemos en sus tab úes, como en todos los o tros -Per o en fin, ¿qué tabú trasgrediste?
tab úes. Persona lment e, una mu chacha ama mucho Ivalú arrugó el ceño y di jo:
los ta b úes: cr ee qu e cua nto más ha ya mej or será. --Soy d emasido estúpida pa ra comp re nde rlo,
- En su ma : ¿cuá l es la solu ción? Pap ik. .

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-¿Tocaste algún obj eto de Ti terarti? to - en mi boca hay gu sto a sangre. Por un ins tante
-No, no. Pero qu izá debo expiar ahora toda s la s pude hablar con Viví a sol as y ella estaba dispues ta
veces que no fuí a los servicios domin icales antes a segu irme; pero intervi no Krulí diciendo que no
de conocer a Kohar tok, o el ser hi ja de pe cadores. ren ta que ha blarle ni ver -la antes de ob ten er el
U n dí a Jo sabré . Mir a, noso tros no sabemos nada, p e~i so del ho":,bre blan co, Y bi en, aho ra voy a
en tan to q ue él lo sab e todo. p ed ir-l e ese pen mso. ¡Y el hombre bl anco hará bi en
- Pero, ~po r qué no te ama, si dice qu e es menes- en dá rmelo!
ter amar a todo s? IY él no te ama, Iv alú l Lo sup e ' T amb ién Mil ak se ha bía puesto de pie.
por Kruli. , - Voy contigo,
-IS i haces tan tas preguntas nu nca llegarás a ser Asim ismo Ivalú se levant ó.
un buen cristiano, mi pequeño Papikl Refl exi on é - Excusen la impert inencia de una muc hacha
en (Odas estas cosas hasta dolerme la cabeza, como - dijo cerr an do rápidamente la salida d el igl ú- pero
te ocu rrió a ti ; pero todo íué en vano . Noso tros alguie n' desea habl ar con el hombr e bl an co an tes
vivíamos en un mundo misterioso."Y a decir verdad que usted es. Nada bueno puede nacer de la cólera .
no sabí a ha sta qu é p un to e ra m isterioso', h as ta qu e Iré a verlo mient ras usted es toman té.
el hom bre blanco me lo explicó. - Apre súrate -dijo P apik- no tengo gan as de
- IO h I valú l Muc ha gent e d ice qu e te has vu elto tom ar té. Sien to que la cólera desborda de m í y
loca y yo comie nzo a creerlo. N o di ces una sola q ue no puedo refrenarla.
pala bra con sent ido . ¡No deberías haberte qued ado Estaba pá lido, le tem bl aban las manos y su cóle-
sola l ra inflam ó ta mbién a Milak.
y el sile ncio qu e sigu ió a estas ,palabras estaba -Esperare mos un po co -d ijo Milak-; luego ire-
lleno del recue rdo de Asiak, de cuya muerte debí a mos con nuestros fusiles.
de h aberse enterado Pa pik sólo unos momentos - Pe ro antes tomen el té.
antes. Al cabo de u n rato el mu chacho agregó: Con gran pr isa, Ival ú p uso un pu ñado de n reve
- Un a madre so lía decir: "El ho mbre blan co es a derret ir sobre Ja lám para, se suje tó el ni ño a las
como una de sus enfermedades, de las cu ales está espa ld as y salió á la carrera.
un o al resgua rdo sólo en med io del gra n frío d el ,
no rte." Por eso tenemos qu e irnos tan al norte que A través de una ventana de la Misión se filtraba
hacia cualqu ier parte que vo lvamos la mirada nos la luz, pero la pu erta estaba cerrada. Kohartok
encon tremos mira ndo ha cia el sur; y a llf matare- nunca cerraba la puerta. L lamad y os será abi erto,
mos a quien se atreva a seguirnos. se di jo Iv al ú para darse án imo. Y llam ó. '
A lim entada por sus propias palabras, crecía la - ¿Quién es?
furia de Pap ik. - Ivalú.
-I val ú - exclamó pon iéndose en pie de un sal- Se oyó el disparo de la cerradura y Ti terarti la

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hizo en tra r. Sob re la silla y bajo la lámpara de - Es na tu ral: te to rtura n los remord imie n tos. y
petróleo hab ía un libro a bierto. quiero es p er a r que no te march a rás sin re ti r ar
- ¿Qué qui er es? a ntes públicamen te lo que d ij iste de tu p arto .
Su ro stro revel aba cansa ncio e Ivalú le tuvo lás- -¿ Y agr egar asl el p ecado de la menti ra a iodos
tim a. Debía de su fr ir m u cho, pero sus ojos llamea n- 10s ol.ros pecados? Por cierto que no lo haré, T i.
les no pedían pi edad . , terar n .
- Tengo q ue de cirte cosas muy gr aves, 'Titer ar ti. -¡Ent onces vete, I valú! ¡Y que Dios te nga pi ed ad
En este mun do está n ocurriendo cosas espa n tosas: de tu alma perversa l
acabo de en terarme de que los hombres bl ancos, -G~a ci as• .T iterarti. Es ésta la p rimera vez q ue
de cuando en cua nd o son presas de un gra n Irenesí me dices un palabra ben évola. Nos iremos en se.
y que se matan un os a otros en gran número; proo· gu ida, pero Papik piensa lle varse consigo a Viví,
lo irá n al norte para buscar un metal media nte el porq ue en el norte escasean m ucho las mu jeres.
cua l podrán ma tar aún má s gente.
¿Q UIeres casarlos en presencia de Dios, an tes de
-¿V h as venido s610 p ara decir me eso? que p an an?
-Una muchacha de poco valor pe nsó que si tú
-Est~y . dísp ues to ~ hab lar con Pap ik y espero
lo sabías podrías correr a repararlo. [Prec ipltate al
p afs d e los hombres blancos e infórmales que es qu e m IS p ala bras caIga n en u n terr eno m ás fértil
que el lUYO.
pecad o matar tanta gente l .
T iterarti go lp eab a el sue lo con la pu nta de l pie. - Siem pre dices frases mu y bella s, Tite ra rti . Pero
-M u y atento de ni parte es darme estas infor- a h?ra u na estúpida muchacha querría saber qu é
qUler~s dec ir con estas últimas.
macion es - dijo secamente . .
-No h ay de qué Titer art i. Fu é un verd adero - .Quiero deci r qu e Papik tendr á que o ír mu chas
p lacer, leccion es antes de qu e yo p ueda convert irlo y acor-
-¿Y h ay algun a otr a cosa que u n ignorante mi- dar le u n ma trimonio cristi ano.
sionero deba saber, según tú? -Pero n o ha y tiempo. Cásalo en segu id a y yo le
- Sí, se tra ta de mi h e rm a no Pap ik, que aca ba de e nseña ré luego tod o lo q ue necesita sa ber. Conozco
llegar. Deseo volver con él al norte, donde la vida bien la Bu en a Nueva y tamb i én el cami no del ce ra-
está llena d e alegría, mientras que aqu í no hay más zón de mi hermano.
que lágri mas y p reocupaciones. Nu nca lloré tanto -=¿Co nfiar a u na me ntirosa como tú la m isió n
n i reí tan poco como aquí. En otra época todo er a de e~seña r la verd ad - Pobre m uchach a, ¿es qu e no
mu y se ncillo. Ahora los pensamien tos me d an vu el- term inar ás nun ca d e decir tonter ías>
tas en la cabeza . Pi enso y p ienso, no co nsigo co nci- - O cu rr e -d ij ~ Ival ú co n un hi lo de voz- que
liar el sue ño y. cua nto más reflexiono, más co n fusa Papik está decidid o a casarse inmedi at amerne con
me sie n to. Viví y que si j ú no Jos. u nes en ma tr imon io cr istia-

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lI
no ellos se marcha rán de todos modos y llevarán sin q ue la jn ~ i te n y habla sin perm iso -d ijo rápi-
una vid a de pecado. d ~m ent e I val ú-, pero ocu r re que mi h erm an o esci
-¿De manera que es ésta la cla~~ de h erI?an ó d lSp~ e~to a cederles su feísimo fusil y todas sus
que tien es? ¡Es verdad e~amente dIgn0 de lI1 ¿Y m um.cl.on es, .q ue b ien p oco valo r ti en en , a cambio
te nd ré q ue decla ra r cns u ano a semeja n te hombre? de VI V1. Pa p ik es un cazador su ficie nt eme n te b ueno.
- ¡Para ev ita r vio le nci asl - ¿Y q ué d ice Ti terart i? - p regu n tó Kru lí, con
- 1Las amena zas de! ,di ablo son vanas en la casa sembla n te severo .
de D iosl [Ll évate a tu herman o y no vu elvas a -qui~re h a ~er las rosas con tiem p o; en camb io
esta casa hasta qu e D ios le haya most r~ d o el recto ~a p lk llen e pr isa. Por eso" si u na mu chacha impero
cam ino l ¡Ya causaste bas tan te turbaci ón en esta . ~me n ~ e pu ede expresar su parecer, ser ía tal vez me.
aldea ! }or darsela ~ e u n. modo 11 otro, y m ás ta rd e, cua ndo
-Creo C}ue precisa ment e en este mom en.to Dios y~ h.aya teni do tiem po de instru ir lo, Pap ik se hará
me mu estra el recto camino. No h aces S100 col- cnsua no.
ma rme el coraz ón de amargu ra. Sió rak idsok ten ía - ¿Te h as vuelto loca?
r azón : de ben d e ex istir mu chos d ioses y tu Di os no . - ¡O h, rodas d icen qu e estoy local Pero u nos lo
pu ede ser el de Kohartok. Desde qu é lIe~a s te aquí d icen po r una razón y ot ros por la opu esta . Sin
Ti terarti no lo sentí ni u na vez en mi corazón, embargo, u n a cosa es segu ra: Pap ik vend rá a lle-
po rq ue tI no pod ría acercarse al lu gar e n qt¡e tú vars e a Viví y si no se la da n ocu rr irá alg un a des.
gracia.
estás. ¡Pero sé dó nde enron tr arlol . .
- ¡Sal de aquí, blasfema! - gr Itó el rmsrc nerc - ¡Que vengal - gri tó Kru lí en to no de d esafio-
furioso. señalándole la puer ta . [Por la salvación del al ma de n uestr a h ija, comba-
Pero I valú ya le había vuelto las esp ald as y se lIr.em os h asta el ú l n mo a lie n to! ¿No es verdad
alejaba corr iendo. H ia rallak ?
H iatallak asin tió, riend o id iot a me nte y pregun.
En tró de sope tó n en el iglú de Viví. En aque lla tánd ose d e q ué estar ían h ab lando, mien tra s se ras.
casa Kr u lí era la rein a y su mari do, H iatallak , tan ca ba la ca beza .
sólo u n siervo, aunque am bos siem p re habían m an o Viví, con la cabeza enhiesta. ma n te ní a la m irada
teni do oculto a la comu n ida d ese estado de cosas. fij a en el rostro d e I val ú,
N o pare cía n conten tos de vo lver ' a verse, sino q ue -~ Irá s con Pap ik si te Jo p ide, peq ueñ a?
estaban d istanciados el uno del otro, y con los ros- Viví se sonrojó y d ijo con u n h ilo d e voz:
tr os somb ríos y tempestu osos. - U na mu chacha irá.
Los ojos de Viví, enrojecid os p or el llanto, se U n in stan te después. baj o la mirada aterror izad a
ilum in aron al ver a ' Ival ú. de I va l ~ . qu e n u n ca h a b ía- visto a los padres pegar
- Excusen a u na estú p ida mu chacha qu e en tr a a su s h iJOS. e l p u ño efe Kr u l¡ b derrib ó a l sueJo.

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Lu ego la vieja se volv ió a Ivalú, co mo una tur ia. - ¡Ya corre sangre y pr onto correrá más sangre I
- Sal de aquí y que no te vuelva a ,ve: , mu chacha Tut iak dió muerte a un ho mbr e que no qu ería
malvada. Empiezo a creer que no fue smo el demo- devo lverle a su mujer, Minik , y el hombre blan co
nio mismo quie n te hizo este ni ño que ll evas a la em brujó a Neghé. T ant o es así qu e se niega a reír
con migo. que so y su m arid o . Fué a refugiarse a la
espa lda. d KilI
Pero lv al ú no la escuchal;>a; la có lera e ru ~ Misión. perra sin co la . ·y aho ra va y a bu scarla, y
h abía hecho recordar la có lera qu e se estaba afi- la aporrear é hasta que le vuelva n las ganas de reír.
mentando en su propio igLú; se puso pu es. a co rrer - ¡Espera , espera l - lo llamó en vano I val ú, En
en dir ección a su casa. Comenzaba ~ . senti r el can - ese momento oyó el cruji r de a iras bot as sobre la
sancio de tantas idas y veni da s y PUYlhluk le pesaba. nieve y de pronto Papik y Milak se le apareciero n
Encontró el .gl lí vacio. el pabJlo apag ado y el entre las tinieblas. Ambos iban arm ados con fu siles
agu a del t é congelada. y tr ot aban hacia la M isión.
-,Eres tú ! valúl
Afuera las rod ill as parecieron qu
. N
erer ceder otra
b ' qu é
-Sí, Papik, ,a dón de vas?
vez por la ansiedad ~ el ransanctc. o S3 13 . En la voz de Papik hervía el deseo de dar bata lla.
ha cer a qui én rClu rn r. Recordó lo Que solfa con - Co mo qo vo lvías fui mos a buscar los fu siles a
tarl e .Asiak y tuvo mi ed o: los hom~res es.taban a nuestros trineos y por el camin o nos enteramos de
pun to de co me ter algú n acto de violencia Y ,l os que había n llevado a Viví a la casa del hombre
bl ancos los perseguirían, les env~nen~rí.an la vida blanco. Ahora vamos a li bertarla.
con la amena za de su po der. al inscrib ir l?s nom- Ival ú sólo a duras penas pod ía seguirlos. Hachas
bres en libr os que sobrevivía n a la memona. .
encendidas, voces y pasos convergían hacia la Mi-
T ornó a recorr er el camino que había hecho,
.si ón desde todas partes. Argo iba a la cabeza de los
jadeante y bañ ada e n sudo r, tropezando frecue~!e~
h ombres y pronto aparecieron tam bi én los dos ma-
m ent e por el cansan cio, hasta qu e des.penó alomo ,
ue se pu so a llorar. Se detuvo van as veces pa ra rid os de Torngek, que llevaban a Siorakidsok so-
~ol ver a tomar alien to . Ful go res ~e hach as ericen- bre la alfomb ra.
d idas brill aban en el mar o scuro y proyecta ban -¡Man den .al d iablo blanco a su pa isl - vocifera·
largas so m bras oml ulantes entre las casuchas blan- ba Siora kidsok a voz en cuello.
En la explanada que había fren te a la Misión se
cas' ! valú aceleró el paso.
Argo pasó ju ntO a e lla co n una antorch a encen- vió de pronto la sombra ergu ida de la vieja T ippo.
d ida en una ma no y un fusil en la otra . , -¡Atrás hijos del d iablol
- , Qué ocurre Argo? , Por qué no estás en t u También ella ten ía UI1 fusil que agitaba como
h é después de tan larga au senCia? un a band era; desde que la expedición había regre-
casa con Neg <. . b sado, la aldea estab a lle na de fusiles.
_pr eguntó Ivalú man teniéndose ju n to al hom re.

273
272
- ¡No profan en la casa de Dios, porque exper i- bres de buena vo luntad se unan en la lucha Contra
menta rán su ira l el demonial
- ¡Cierra la boca, para qu e no se te . vean has ta Mie?tras a, sus espald as sonaba n otros..disparos
los pies, vieja foca desdentada l - yoClferó Siora- de fUSIl, Ivalu alcanzó a su her man o e intentó con-
kidsok. ten erl o; pero Papik continuaba descargando golpes
-Aparta ese fusil. Tippo -dijo Argo con aire ,? bre la pU~"ta, con las venas del cuello y de las
so mbrío y seren o, mientras pasab a junto a la vie- sienes prodIgIOsamente hi nchadas. Con todo, la
ja - . Podría di spararse,' vieja estú pida. . pu erta no cedía.
-Sí, e n tu s espaldas, si no vue lves a trás en segu ida , _E n ton~es in tervino Milak . Saltó desde ab ajo, rá-
Pero Argo sigu ió avanzando, sin cui darse de ell a. pid o y silenci oso, al p órt ico y descargó velo z contra
Papik se le adelan tó a la carre ra. saltó a la gal~- . l ~ puerta todo su peso . La pu ert a se quebró corno
ria de la M isi6n y se puso a desca rgar una llu via SI fu era d~ n!eve y Milak rodó con ell a al inte rior
de cu latazos de fusil contra la pue rta. de la ha bitaci ón, arrastrando con sigo a Papik
- ¡Ha z sal ir a Viví, hombre blanco, o aquí ter- Iv alú los siguió rápidamente. .
minarán tus d ías entre los vivosl .
-¡ Algu ien quiere ver el color de t~ hlgado, T ite- ~ l misio nero los esper aba apu n tándol os con un
rart il -gritó Milak con su voz clara y resonante. fUSIl ; est~ba muy pálido pero se ma nten ía erguido
- Si lo envía n al rein o de los cielos le harán un y, con aire d.e de~afíol cub ría a Viv í y a Neghé;
favor a él y tamb ién a noso tros - aulló Siorakidsok, JUnto a él lema a Kru ll y a Hi at aJlak. Krul ¡ blandía
co n voz de false te muy agu da. m ie ntras su cuerpo la la nza de su marido.
descar nado se agi taba frené tica mente dentro de sus - ¡Atrás. Sata n ás! - tro nó Ti terar ti agit ando el
ropas dema siado amp lias . afm.a; e~a evide n te q ue. no sabía ma nejarla .
Sonó un d isparo y Argo. qu e ha bía puesto ya ?Jn dign arse echarle u na m irada, Pap ik arrojó
u n pie en la galería . cambió de idea. Se llevó u na rU1 dosa~e nt e su fusil a los pies de KruIí.
mano al costado, luego se desplomó al suelo y allí -To ma esto -d ijo, pro curando parecer sereno-
permaneció inm óvil, mie ntras su an torch a se apaga.. qu e un hombre se llevara en cambio a Viví
ba en la ni eve . y precisan:en te como Jo h ub iera he cho E;nenek,
- Les ad ver t í que no se acercaran a la casa de se adelantó Impert ur bable, con desprecio del arma
Dios - grit aba T ippo, agitando el fusil humeante. qu e lo apu nta ba y de Ias garras de Krulí.
- IMat en a esa vieja local ¡Mátenla como a un - ¡Atrás Sat anásl - gr itó la vieja arrojá ndo le la
glot ón, ar ráuquenle las_ tri~as l - chillaba. Siorakid- lanza. .
sok, mi ent ras desde el mtenor de la MISl Ón se o ía Papik lo vió con lada clar idad. pero su dign idad
el eco de la voz de Titerarti: de hombre no le per m itía agacha rse frente a una
- ¡Socorro l [Que 'todos los cristianos y Jos hom- muj er: por eso no tra tó de evitar el lanzazo. El

274 275
que los h ombres ten ían u n tad os los rostros e hicie-
ar ma le rozó un póm u lo y luego Iu é a clavarse ron que las pieles se arq u eara n.
pesad am en te e n la p ared qu e Papik tenia a sus Entonces Pa pi k se arra ncó a l hech izo
espaldas. Con el rostro b añ ad o e n sangre, Pa pik -Ven V,i Ví, m i tr ineo esta to davía ca~gado y mis
sigu ió avan zan do. p erros esta n Haces y SO Il veloces. Ven I val ú
"Titer-ar t i pa recía por fin di sp uesto a disparar su Mil k Al.
1 a _
' on os rá p id a ment e: afuera
cJem • dis paran. ven
ar m a ; pero ant es de que pudiera h acerlo, Krul í se y p ,?drí a alcanzarnos alguna b ala, porq ue h ay de-
arrojó sob re Pa pi k para cast igar lo con u na lluvia d e m asl ~d a oscuridad pa ra qu e la ge m e pueda saber
p uñ et azos. pero in vo lunt ari amente le sirvió d e es- a qUi en apum a.
cudo , d e m an era q ue cua ndo Papik la a rro jó al S~ cólera, "e h ab ía d esvan ecid o por completo
sue lo , M ilak ya ha bia e n trado nu evam e nte en acción . Cogió a V IVI por u na m an o y la sacó de la casa. .
R áp ido co mo el rayo y silencioso como el sol se -~orro a prepa ra r mi tr in eo, q ue est á cerca de
desli zó e ntre los circu nstan tes indecisos, a rran có el tu Jg{~. - dijo M ilak a I valú-. All í te esperaré.
fusil d e las man os del m isione ro y con él le golpeó T am?l.en m IS perros está n fla cos y son veloces - y
la ca be za, u na , dos, tres veces, y a ú n m ás, después así di ciendo se largó afue ra.
q ue lo h ubo h echo desploma rse, h ast a q ue Iv al ú se Las n ~ma~ hab ía n ya con q u istado la m it ad del
in te rpuso. Sólo enton ces desisti ó Milak de segu ir sue lo y co n tin uaba n ava nzando e n med io de silbi-
go lpe a ndo. Estab a pál ido y temb loroso; lu ego se d os y llenand o de h u mo la ha b itación I val '
vo lvió y come nzó a rom per todo lo que encontr ó d d ill . . u se
P uso e ro I as Junt o al cu e rp o de T ite rart ¡ n .
t d ' 1 . ' ..., uren
a lrededor. o av ia en e suelo, se llevab a la ma no a la cabeza
En el ínt erin tam bi én la cólera crecien te había ensa ngre n tada y gem ía.
h echo presa de Pa p ik. Con el cu ch illo se hab ía - ¿Pu edes le vantarle? - le p regun tó Ivalú tusiendo
p uesto a de strozar los lib ros y a rom per lo s cach a- a causa d el h u mo '
Tr OS. Por fin cor tó la cuer d a q ue soste nía la lám pa- - T ú eres el diabl o encar na do - di jo T' it erart i con
ra. Po r u n ins tant e la h ab itación q uedó a oscu r as, voz q ue brada- o Tenemos q ue ag rade certe a t i y a
p ero lu ego el pet ró leo d erram ad o se in fla mó al los de tu ra lea lo q ue h a ocu rrid o.
co n ta cto co n la mecha encend ida . -P~ ro 'si no q ue rem os agra deci m iento d e n di
El t"spect;Írulo de las llam as que se ex te ndía n - SIn. us ted es esta
. sería una com un idad fe!"a le.
rá}Jid ~ullcnte sobre e l p iso de m ad era, apagó en un tranqu ila . IZ y
insta nt e la furia de los do s hombre s. Nu nca h ab ían - Esta rnos a p un to. de pa rt ir - d iJ'o Ival ú sonr i .
vis10 U II luego semejan te Y se qued aron mirándolo, do t i ' rt en-
a a .pensam len to- ; pe ro tienes qu e sali r de aqu í
fascin ados, hec h izados. Pe ro HiatalIak lanzó un ala- en seguida, po rque las lla ma s se te acercan.
rid o de terror y hu yó seg ui do por Krull y N eghé. Lo ayud ó a leva nta rse y sa lió de la casa presur .
Por la puerla entró un a ráfaga de aire que avivó sam e nte. ' o
el luego y las llama rad as derritieron la grasa con

277
"?"
/ 6
Al bajar tro pezó con el c~ dáver de Argo, q ue ya· Encon tr ó a Milak ap orrean d o a los perros qu e se
cía en med io de u n cha rco de san gre. N eghé le h abian d eclarado en a bierta re bel ión . porq ue en
sacu día la cabeza y lo llam aba llor ando. U n ~o co lugar de la com ida esperada segu ian vien do el
má s allá estaba T ippo q u e, con la cara en la nieve lá tigo.
se agita ba en los úl tim os estremecimien tos. T oda
-Pa p ik y Viví ya part ieron - di jo Milak- seguí-
la exp lanad a q ue h abla fr en te a la Mi sión estaba r emos sus h u ellas.
de siert a, Algunas an tor chas aba ndonad as, porq ue su
luz ofrec ía bu en b lanco, crep ita ba n en la ni eve y -¿Tomaste mi lámpara y los otros enseres de l
igl ú1
el aire estab a impregnad o. d el acre olor de la pólvo-
ra de los d isparos, nuevo p ara Ivalú . - Sí, saq ué todo lo q ue podi a servi r.
La cólera se ha bía exte nd ido. Se hab ía ini ciado - ¿U nciste a la cab eza del ti ro las perras q ue
la gu erra san ta. Det rás de las casas y de lo~ i~lúes están en celo p ara q ue los perros tir en COn JrrJyor
resona b a n t iros y gri tos; pero tan to los crrsn an os brío?
com o los p aganos di spa ra ba n sobre tod o pa ra ca- -¡ Desde lu ego, pe qu eña l -respondi ó Milak ale-
lent arse los guantes, po rque resu lta b a i!"posible ~e r gremente.
nada e n la noche, de la que ha b la des aparec ido - ¿Y enganch aste al fina l las q ue están em ba ra-
hasta la ú lti ma estrell a. . zada s para que Jos dem ás perros no se coman a Jos
Ival ú cam in ab a ráp idame nte. O yó que algu nos cachorros que podría n nacer en el camino? T en.
proyectiles le silba ba n en torno, pero en n ingún drem os necesid ad de n uevos pe rros de tr ineo .
momen to sin tió m iedo de qu e la alcan zaran . Esta- - IH ice todo lo qu e era n ecesa rio! Aho ra su be.
ba contenta porque Pu p ilil uk se m an ten ía tra nqu il o. que alguien desenred ar á las correa s.
- ¡Aniq u llen los a tod~sl IA.n iq u ilen a los peca· Pero Ivalú no o bedeció. Los perros estaba n exc í-
d or es heréticos! -oyó que gr itaba Titerar ti a sus tados y se mord ían unos a otros, gru ñe ndo , sordos
espaldas. Y al volverse lo descu brió, largo y negr o, a l.as órdenes. En to nces, bajo los ojos ad mira dos de
e n ei ma rco de la puer ta, destacá ndose co nt ra el Milak - pu es eran pocas las mujeres cap aces de go-
fondo de fuego, rnie nt rás el edificio d e la M isión berna r u n ti ro de perros-e, I val ú tomó la vara y siste-
se tr a nsformaba en fil igran as su t iles. máti cament e la descargó sobre 10 5 perr os, los cua les
Estaba agotada; sin emb argo, m antuvo el p aso cu and o se pusieron en orde n de ma rcha, volvieron
veloz, bajo el cielo enrojecido por los r eflejos d el a recib ir o tra tu nda y empezaron a tira r con ta nto
incen d io, hasta que el estrue n do de la ba talla se brío qu e si el tri neo no hu b ier a avanz ado, la tie rra
desva neció en el pasado. ' se hab r ta corrido h ad a a trás: 'en tonces I valú saltó
El viento hab la calmado, la noc he era tibi a y al trineo, de lan te de M ila k, de cuyas "m a nos tomó
el aire prometía nieve; por eso los sonidos no lle- e! lát igo de corto mango de mad era y de Iargu ísima
gaba n lejos. trra d e pleJ de foca, por ver si consegu ía aú n hacerlo

278 279
,
restallar contra el viento de la carrera, hasta las - ¿Estás segura de q ue murió?
orejas del perro cabeza. . - Está muerto y quemad o. Lo vi con mis propios
y lo co nsegu ía aún muy bien . oJos -e I val ú "e dió cuenta de que por fin hab ía
Co mo recordaba, nunca había que azotar al perro aprendido a mentir..
cabe za, porq ue éste, como todos los jefes que ~e -Entonces - dijo Milak con indiferenci a- me
respe tan, era orgulloso y si sentía el fuego del láti- ahorr ar é el fastidio de hacer u n viaje al sur. Pero,
go en su cuerpo, inmed iatame nte mordía al compa- ¿sigues. todavía decidida a no reír conmigo? Has de
ñero que tenía más cerca, para demostrar que no saber qu e yo por mi parte decidí hacerte reír, pe-
quería creer, que nrJ podía admitir que el latigazo queña, aunque sea a palos.
est uvi era dirigido realmen te a él, sino que el torpe -Ya te Jo advert í en el igl ú, peq ueño Milak -dijo
amo había seguramente errado el golpe. con voz baja y' de nuev o grave-o En las largas
Au nque tiraban con gra n brío detrás del cabe za, noches solitarias rogué a Di os que me diera algun a
Jos perros apen as humea ban, porque hada calor. señal y ~l oyó mi p legaria y me "d ió esta cria tura
1valú dejó el l átigo y se abrió la chaqueta hasta que ah ora du erme tan tranquil a, ¡Es un a señal de -
la cintura, para sentir en el pecho el viento de la masiado clara, Milakl Por eso estoy resuelta a sacrí-
carrera. Aspiró profundamente, saboreando el aire Ficársel o todo; [hasta a ti te sacrifico! T al vez haya
carga do de la fragancia de la in mi nen te caída de en el norte un rincon cito que los hombres bla ncos
nieve. Al cabo de algunas bocan adas, Iv al ú había no descubran y donde no haga n saltar el hielo; y
recu perado sus fuerzas. . all í lo criaré en la verdad, y de allí , si su Padre
- Milak -gritó absorbiendo el viento- o ¿Por qu é lo qu iere, partirá un día para preparar los ca minos
permanecí tanto tiempo alejada de Jos trineos? ¡Me de D ios, para ender ezar Sus senderos.
sien to otra vez llena de alegria! ¡Soy feliz, Mil ak, - A veces pienso que no eres tú la que hab la,
cua ndo pienso en el iglú qu e co nstruiremos cuand o Iv al ú, sino qu e lo hace un espíritu extraño que en-
estemos cansados, y en el ig lú seré feli z pen sando tró en tu.cerebro, y me parece que estás loca, y esto
en la carrera que segu irá al reposo. Pero, ¿serás feliz me da miedo,
en el norte, Milak? Ivalú rió ,
-Siempre puedo volverme atrás, si no estoy con- - T ienes razón, Mi lak. Alguna vez empleo las
tent o. frases del Buen Li ~ro para ~xpresar mis ideas, por-
-No, nunca podrás vo lver. que me es más fácil con cebirlas que traducirlas en
- ¿Por qué no? palabr as; pero 'Pegar á un d ía en que mi hijo sepa
- Mataste a Titerarti, MiIak -dijo Ivalú con -voz expresa! lo que su madre sólo puede sentir. Él será
tra nq uila- y bien sabes q ue los homb res blancos el Salvador que nec esitan . urgentemente los h om -
nu nca te lo perdona rá n y q ue tu nombre quedará bre s 'blancos.
inscripto para siempre en sus li bros. Y como Mila k no respondiera, Ivalú agregó:

280 281
-S i Dios no d esea q ue Pu pif ilu k siga las h uellas puestos al aire y ráp idame nte se endurecieron al
de Su otro H ijo, asl como nosotros segu imos la pis. ' vien to de la a u rera.
ta d e Papi k, si Él cons idera ra a SllS cri atu ra s ind ig· -Esperemos que Papik se detenga pronto; así yo
nas de un nuevo Salvador, porH,ue ignoran las ense- y la perra podremos al imen ta r" nue str os pequeñ os
ñanzas del primero. pues bien, Dios revelaría este - d ijo l valú-. Felizment e Pu p ililuk está muy tran-
deseo, dándome alguna otra se ñal. lNo compren- quil o. ¡Cuán juicioso se muestra ya!
d es? ' -Pero los cachorros ya me dan mucho qoe hacer
"Oh , p eq ueñ a I val ú", pensó Mi lak a ngus tiado, e n torno a mis pechos -dijo Milak esforzándose
por sonre ír.
porq ue esa señal él ya la hab ía visto. la había visto
desde el moment o ,en que sus ojos se acostumbraron Ival ú en cambio se rió de todo corazón.
a la oscuridad: la capucha de Ivalú no era sino un a - Peq ueño Milak, ¿podremos alguna v ei en re n-
demos?
gr a n mancha dé sa ngr e en cu yo b orde se bambol ea.
, - ¿Por qu é lo di ces?
ba exán ime la cabeza de Pu pilil uk .
- Es que somos tan diferen tes. Yo soy estúpid a;
La voz j ubi losa de Iv alé lo arra ncó de sus pensa·
tú , int eligent e ; yo ,soy lerda, tú ágil; vengo del n or-
miemos.
te. tú vienes del sur, lo cual significa que prefiero
- ¡M ira, aq uella perra está pariendo: comer carne, mientra s tú pre fieres comer pescado.
Desde hacía ya u n buen r at o, la p erra más p ró- Además yo soy una mu jer, en tanto que tú eres un
xima al trineo daba señales de inqu ietud, se volvía hom bre.
frecuentemente como para mo rderse la cola, 10 cu al -¡Concordaremos como el arco con la flecha, pe-
le había valido recibir más latigazos que su s com pa- queñal Pe:o por ahora tenemos o tra cosa en qué
ñeros. Ah ora, ayudad o' por el movimie nto ; cayó en pensar. MITa , ha comenzado a nevar, y esto bien
la nieve el primer cachorro liado en un envoltorio. puede ser una ventaj a, porq ue la nieve borrará
Ival ú lo recogió en plena carrera y con lo s d ient es nuestras hu ell as y n ad ie pod rá segu irn os, pero pu e·
romo ió la envoltu ra elástica y humeante. Se res- de también ser un incon veniente, si Papik no se
tregÓ el cachorro húmedo contra el rostro y luego detu vo. po rque perd eremos las suyas.
se lo pasó a M ila k, que se lo meti ó en la chaqueta , - N o temas, Milak, Papik sabe cómo debe viaj ar.
mientras I val ú se ,preparaba a recoger los otros. Al - se en el h ielo y lo que de be hacerse.
canzaron en total a o nce, y nacieron a int ervalos Tendieron el oído y agu zaron la vista . Los perros
que diero n justO el tiempo suficiente para desemba- empezaban a agitarse, mie ntras husmeaban y lad ra-
rozarl os de la en vol tu ra ; p ero Ival ú sólo liberó ' los ba n Y' bien pronto se oyó la respuest a de o tros ,
ri ru'o primeros, porque u na p~rra en vi aje no podía perros en la noche.
cr iar más; en cuanto a los otros, qu e daría como - ¡O curre qu e se detuv ieron ! - gr itó Mila k con
com ida a jos perros del trineo, los man tuvo ex- aire triunfante.

282 283
,
- y la nieve está cayendo espesa, espesa -dijo
I va lú volv iend o a l ciel o el rostro y abriendo la boca
para recibir en ella los copos. .
La .nieve caía espesa, espesa, y cubría sus ,huellas.

lNDICE

L Los ho mb res . 7
JI. La caza de la mujer . !5
'11. Ma¡ia blanca , ., _ . ...
IV. Un.negoción r • • • • • • •• • • • • • • • •• • • • •• 64
V. El hombre bla nco en la tierra blanca , 92
VI. El camino del No rt e . 109
VII. El largo viaje . . . . . . . . . . . . . . 133
VII I. ti fin de un h om bre . . 150
IX. El fin de un a mujer . 168
X. La simiente : . 184
~I . El fruto , , , ," . 201
,
XI I. T iterarti , , " . 216
X III . J...ao expulsión . , : , , . 2n
XIV, El regrese " " "" , , .., . , 252

284

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