Procedimientos Indirectos: Pedro de Alcántara
Procedimientos Indirectos: Pedro de Alcántara
Procedimientos Indirectos: Pedro de Alcántara
Pedro de Alcántara
Procedimientos indirectos 1
Abreviaturas
Abreviaturas
Las abreviaturas utilizadas en las referencias a los libros de Frederick Matthias Alexander y los años de su primera edición son:
ACC Artículos y conferencias: Artículos, cartas publicadas y conferencias sobre la técnica de F. M. Alexander (Londres, 1995)
HSH La herencia suprema del hombre (Londres 1910, Nueva York 1918)
CCCI Control consciente y constructivo del individuo (1923)
USM El uso de sí mismo (1932)
CUV La constante universal en la vida (1941)
Notas de la traductora:
Otras abreviaturas de obras a las que se hace referencia:
Dictionary A Dictionary of Vocal Terminology: An Analysis, de Cornelius Reid, Nueva York: Joseph Patelson Music House, 1983.
Essays Essays on the Nature of Singing, de Cornelius Reid, Huntsville, Texas: Recital Publications, 1992.
Free The Free Voice: A Guide to Natural Singing, de Cornelius Reid, Nueva York: Joseph Patelson Music House, 1972.
Libertad Libertad para cambiar: Desarrollo y ciencia de la Técnica Alexander, de Frank Pierce Jones, 1976.
Man The Man who Mistook his Wife for a Hat and Other Clinical Tales, del Dr. Oliver Sacks, Nueva York: Harper Perennial, 1990.
Notebooks Notebooks 1924-1954, de Wilhelm Furtwängler, Londres: Quartet Books, 1989.
Piano The Art of Piano Playing, de Heinrich Neuhaus, Londres: Barrie & Jenkins, 1973.
Principles Principles of Violin Playing and Teaching, de Ivan Galamian, 2ª edición, Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall, 1985.
Singing Singing: The Physical Nature of the Vocal Organ. A Guide to the Unlocking of the Singing Voice, de Frederick Husler e Yvonne Rodd-
Marling, Londres: Faber & Faber Ltd., 1965.
Tao The Tao of Jeet Kune Do, de Bruce Lee, Burbank, California: Ohara Publications, Inc., 1975.
TAVM La Técnica Alexander vista por mí, de Patrick Macdonald, 1989.
Viola Playing the Viola: Conversations with William Primrose, de David Dalton, Oxford University Press, 1988
Vocal Vocal Wisdom: Maxims Transcribed and Edited by William Earl Brown, de Giovanni Battista Lamperti, Nueva York: Taplinger Publishing
Co. Inc., 1975.
Webster's Webster's Ninth New Collegiate Dictionary.
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Abreviaturas
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Prefacio de Sir Colin Davies
Mucha gente ha oído ahora hablar de la Técnica Alexander y sabe que F. M. Alexander soñaba con la recuperación del “buen uso
de sí mismo”. Así que ¿cómo y cuándo perdimos este “buen uso” con el que nacimos y que disfrutábamos de niños? Por el camino.
En Diálogo de yo y el alma, Yeats ha dicho esto por nosotros: todos debemos
Soportar el peaje de crecer;
La ignominia de la muchachez; la aflicción
De la muchachez cambiando a hombre;
El hombre inacabado y su pesar
enfrentado cara a cara con su propia zafiedad.
¿El hombre terminado entre sus enemigos?
¿Cómo, en nombre del Cielo, puede escapar
de esta forma corrompida y desfigurada
Que el espejo de ojos maliciosos
Pone ante sus ojos hasta que finalmente
Él piensa que ese aspecto debe ser su aspecto?
¿Se puede encontrar el camino de regreso, restaurar ese “buen uso” y las demás cosas que van con él y recuperar durante el largo viaje la capacidad de vivir de
nuevo como un niño pequeño? No lo sé: pero pienso que vale la pena el esfuerzo. Trabajar sobre esta “forma desfigurada”, esforzarse por recuperarla, quitarle el
barniz, ese oscuro sedimento de los años de conflicto entre la tentativa de pensar bien de uno mismo y ¡el conocimiento cada vez más hondo de la propia
insuficiencia para la tarea!
El “método” de Alexander fue un verdadero descubrimiento: encontró otros medios de enfrentarse al viejo problema del hombre mecánico, esclavo de la idea de sí
mismo. Su enseñanza nos proporciona un nuevo interés por nosotros mismos. La atención de un buen maestro nos hace, como Mozart nos hace, por todas nuestras
absurdidades, aceptables a nosotros mismos. Nos ayuda a ser conscientes de hábitos inútiles y opiniones petrificadas y a aceptar la posibilidad de cambiar, aunque
pequeña, progresando por lo tanto a lo largo del método y escapando de la amenaza perpetua de convertirse en el pilar de sal inerte que es la muerte en vida.
Siempre estaré agradecido a Sir Adrian Boult que me envió a Wilfred Barlow para mi primera clase de Alexander. Me dijo: “¡Chico, serás un lisiado si sigues así!”
Eso fue hace unos cuarenta años. Ahora mi esposa es una maestra de Alexander y nuestra familia de músicos da clases con ella. Está claro que todos nosotros
estamos convencidos de la importancia de la Técnica. No es una cura, no es ejercicio, no es análisis, pero implica trabajar sobre uno mismo en cada faceta del
propio comportamiento y comparar la libertad conseguida durante la clase con el propio progreso lleno de obstáculos a lo largo del día, mientras aquí y allá nos
podría llegar el eco de “las risas ocultas/ de niños entre el follaje”.
“Tenga cuidado con el material impreso”, dijo F. M. Alexander. Sí, pero ¿qué otra cosa tenemos? ¿Y cómo podríamos leer entre líneas donde no hay líneas?
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Prefacio de Sir Colin Davies
¡Persevere! Hay mucha sabiduría en este libro, junto con algunas citas importantes, muchas fotografías y análisis exhaustivos de los propósitos y aplicaciones de
los descubrimientos de Alexander. Si hay una frase o afirmación que de repente le habla al lector y le pone en el buen camino, entonces el enorme esfuerzo del Sr.
Pedro de Alcántara está más que justificado. ¡Dé algunas clases y tenga un buen viaje!
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Prefacio
Prefacio
Es bien difícil para el lector medio aprender geología o trigonometría con un libro de texto, sin la ayuda de un maestro cualificado y simpático. En temas en los
que las experiencias sensoriales son parte integral de los procesos de aprendizaje, se vuelve imposible aprender directamente con un libro. Se han escrito muchos
libros buenos sobre el canto, por ejemplo, pero nadie espera aprender a cantar leyéndolos. Lo mismo ocurre con la Técnica Alexander. Este libro no es un manual
de hágalo usted mismo. Está pensado como guía para gente que ha estudiado la Técnica Alexander o que la está estudiando ahora. También está pensado para
despertar la curiosidad de los lectores que nunca han recibido una clase de Alexander; sinceramente espero que tales lectores seguirán yendo a clases de la Técnica,
la única forma de aprenderla. A lo largo del libro, recordaré a los lectores repetidamente la imposibilidad de entender las experiencias sensoriales mediante la
palabra escrita; me disculpo ante aquellos que encuentran tediosa mi insistencia en este punto.
A lo largo del libro hago referencia a los maestros de Alexander y a los alumnos con el pronombre masculino de tercera persona genérico. Esto no quiere decir que
todos los maestros sean hombres como lo soy yo, si no voy errado. La misma observación se aplica al uso del pronombre masculino en general y al uso de la
palabra “hombre” con la que me refiero al “ser humano”.
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Introducción
Introducción
Un niño prodigio de tocaba como un ángel, pierde su inocencia y se vuelve tímido con su instrumento, su interpretación, el público que le adora. A pesar de mucha
introspección, es incapaz de evitar que sus actuaciones se vuelvan incluso más erráticas.
Un joven, uno de los talentos sobresalientes de su generación, sufre de dolor de espalda discapacitante, debido, parece, a un defecto de nacimiento. Necesita
cirugía mayor de espalda siendo aún veinteañero. A pesar de su enorme éxito con el público y la crítica, algunos de sus compañeros músicos que han seguido de
cerca el florecimiento de su exquisito don, encuentran algunas de sus actuaciones extrañamente insatisfactorias.
Una joven con facilidad y capacidad es vendida por su compañía discográfica como símbolo sexual de la música clásica. Ella admite haber desarrollado tres
personalidades diferentes, con la familia, en el escenario y la suya propia, para enfrentarse a las expectativas y exigencias que se le hacen.
Un estudio de una revista muestra que una alarmante gran mayoría de músicos de orquesta vive en un estado de constante aprensión e inseguridad. Muchos de
ellos beben mucho antes y después de las actuaciones y también durante los intervalos. Otros toman tranquilizantes y supresores de la ansiedad. Muchos se quejan
de diferentes enfermedades al parecer relacionadas con el trabajo, incluyendo dolor de espalda, dolor de cabeza, tendonitis, lesiones por tensión repetitiva, úlceras
y una plétora de condiciones mentales incluida la depresión y quejas de infelicidad.
El comportamiento de muchos eminentes directores de orquesta, cantantes y solistas se aparta mucho de las normas aceptadas de la decencia humana. Los
berrinches, las actuaciones canceladas y el comportamiento generalmente ultrajoso de la diva llenan de las columnas de cotilleo. Se nos dice que es el mal
necesario, un signo de “temperamento artístico”.
El talento malgastado, las carreras cortas, las actuaciones inadecuadas, el comportamiento censurable, la frustración, sufrimiento y penalidades son la norma de la
profesión musical. Y uno se pregunta: “¿Debe ser así?” ¿Hay algo intrínseco a la interpretación musical que la hace inevitablemente penosa?
La respuesta, naturalmente, es que no. Nos maravillamos ante la gracia sin esfuerzo de Arthur Rubinstein, de la alta cualidad de todas sus actuaciones, de su
juventud en la vejez. Escuchamos, arrobados, la maestría de un Vlado Perlemuter, un Richter, un Perahai. Reverenciamos a Claudio Arrau, cuya interpretación
tiene la profundidad y el aire de un viejo sabio y el virtuosismo deslumbrante del joven ganador de un concurso. Nos inspiramos en los grandes cantantes que
siguen siéndolo durante décadas y que actúan, enseñan y viven con sencilla dignidad.
Músicos de todas las edades y capacidades, enfrentados a problemas al parecer insuperables, han ofrecido muchas buenas razones de sus defectos y fracasos. Pero,
a la luz de los éxitos de otros músicos, estas razones no soportan el escrutinio.
Una explicación muy manida de los problemas de un músico, y ciertamente de cualquier otro, es el estrés. En Anatomy of an Illness as Perceived by the Patient:
Reflections on Healing and Regeneration (Nueva York: Bantam Books, 1981, página 65), Norman Cousins escribió que “el problema de salud más predominante
y, por lo que sabemos, más grave de nuestro tiempo es el estrés, que Hans Seyle, decano del concepto del estrés, define como 'medida del desgaste normal en el
cuerpo humano'. Esta definición abarcaría así todas las exigencias, sean emocionales o físicas, que están por encima de la capacidad disponible de cualquier
individuo dado.”
Esta definición del estrés va muy desencaminada. Pongamos un ejemplo de ingeniería. Decimos que un puente está bajo estrés (por el flujo de tráfico constante,
por ejemplo, o por la acción de los elementos), es decir que el puente tiene fatiga. El puente sufre el desgaste natural y como resultado podría partirse o
derrumbarse, no de estrés sino de fatiga. El estrés es un estímulo, la fatiga una respuesta. Está claro que es la respuesta lo que causa el problema, no el estímulo;
Procedimientos indirectos 7
Introducción
después de todo, muchos puentes han resistido siglos de estrés sin parar. El estrés de la vida es permanente e inevitable, y en sí mismo no es ni negativo ni
indeseable. Dan testimonio los muchos músicos sanos que medran bajo las situaciones más estresantes, incluido desnudar el alma ante cientos o miles de personas.
Un argumento relacionado con esto es el “diseño humano”. Podría alegar usted que los puentes bien construidos resisten el estrés, pero que el cuerpo humano no
fue diseñado para soportar lo que ha de soportar hoy día. Esto es una doble falacia: la del “diseño humano” y la de la “civilización moderna”.
Consideremos el diseño humano primero. Mucha gente cree que un cuerpo pequeño no es adecuado para tocar la viola, o que una mano pequeña no es adecuada
para tocar el piano, o que la voz humana no fue diseñada para cantar por encima de las orquestas sinfónicas modernas. Este argumento tiene mucha tela. No fuimos
diseñados para correr maratones, llevar zapatos, caminar sobre hormigón, etc.
Además, la alegada insuficiencia o no-adecuación del diseño humano es fácilmente refutable. El violinista y maestro William Primrose dijo: “Para tocar la viola,
tener una mano grande y ser de estatura media o grande es una ventaja, pero ciertamente no una necesidad.” (Viola, página 7.) El pianista Heinrich Neuhaus,
maestro de Sviatoslav Richter, Emil Gilels y Radu Lupu, entre muchos otros, llegó más lejos y escribió:
La anatomía de la mano humana es... ideal desde el punto de vista del pianista y es un mecanismo conveniente, adecuado e inteligente que proporciona gran abundancia de
posibilidades para extraer los sonidos más variados a un piano. Y el mecanismo de la mano está, naturalmente, en completa armonía con el mecanismo del teclado. (Piano,
página 72.)
Manos pequeñas con poca extensión es bien obvio que han de hacer un uso mucho mayor de la muñeca, el antebrazo y el hombro, de hecho, de la totalidad de la
“superficie”, que las manos grandes, particularmente las manos grandes con una gran extensión... A veces es por esto que la gente dotada de manos pequeñas y difíciles
tiene una comprensión mejor de la naturaleza del piano y de su cuerpo “pianista” que la de manos grandes y amplios huesos... Dicho en pocas palabras, ella convierte sus
desventajas en ventajas. (Piano, páginas 109 a 111, cursiva de PdA.)
Abandonemos la falacia del “diseño humano” y reconozcamos con Hamlet que los humanos son “la belleza del mundo, el parangón de los animales”, bípedos
plenamente evolucionados con adorables pulgares oponibles y otros incontables atributos. El cuerpo humano, maravillosamente hermoso y dotado ricamente, es
capaz de cubrir todas las demandas de la interpretación musical.
Podría alegar usted: “Diseño humano aparte, el progreso nos ha alejado tanto de la Naturaleza que los humanos son ahora constitucionalmente incapaces de
enfrentarse a las demandas de la civilización moderna. Tome las sillas de orquesta, por ejemplo. Están mal diseñadas. O las competiciones musicales. Seguro que
son dañinas. ¿Qué hay sobre las giras largas? ¿Vivir en ciudades grandes? ¿Respirar el aire de los tubos de escape de los coches? La vida era mejor antes. Si sólo
pudiéramos abandonar la carrera de ratas y trasladarnos al campo. O volver al siglo XVIII. O al XVI. O mejor volver al Edén.”
Así funciona el argumento de la “civilización moderna”. Las intenciones que hay detrás son nobles, pero el propio argumento es defectuoso.
Por ejemplo, algunos observadores encuentran las sillas emblemáticas de los males de la vida moderna. Dicen que sólo si se pudiera fabricar una silla ideal,
muchos problemas de salud se mitigarían o eliminarían. En Todo está bien si termina bien de Shakespeare, el payaso dice unas pocas frases que nos ayudan a
reconocer los límites de la ergonomía: “Es como la silla de barbero, que se ajusta a todas las nalgas, las puntiagudas, las planas, las carnosas o nalgas
cualesquiera.” (II. ii.) Tal silla nunca existirá. Es más, ningún mueble esté diseñado como esté diseñado, puede proporcionarle la salud si no sabe usted cómo
usarlo. El mobiliario mal diseñado aumenta la probabilidad de estar incómodo, el mobiliario bien diseñado la disminuye; la certeza no surge de ninguno de ellos.
Alexander escribió: “lo que necesitamos hacer no es educar nuestro mobiliario escolar, sino educar a nuestros niños.” (HSH, 1ª-7.)
Procedimientos indirectos 8
Introducción
Las competiciones son otro azote de la brigada anticivilización. Se dice que las competiciones han envenenado la profesión musical, destruido carreras de músicos
jóvenes y pervertido el gusto del público. La verdadera competición es un instinto humano saludable e incorregible y cada cultura y cada trance histórico ha tenido
un elemento de competición. ¿Se serviría mejor a la música si no se hubiera incitado a los grandes cantantes de la era del Bel Canto a pelear en competiciones los
unos contra los otros? ¿Debería Gales proscribir su Eisteddfodau? [Competición anual de poetas y músicos.]
Siendo realistas, no podemos culpar a las propias competiciones de los infortunios de ningún músico, joven o viejo, ganador o perdedor. Es la actitud del
competidor lo que hace las competiciones tanto benéficas como dañinas. Rod Laver, el gran campeón de tenis australiano, dijo refiriéndose a la competición:
Lo haces lo mejor que puedes. Si no juegas tu propio juego, perderás de todas formas. Si empiezas a preocuparte por la importancia de ganar antes de que ello ocurra, vas a
meterte en un pánico completo. Das los golpes tal como los ves. Así no empiezas a desear que los golpes entren. Cuando empiezas a desear, estás en problemas. (Richard
Williams, “Age of the Rocket Man”, Independent on Sunday Review, 20 de junio de 1993, página 11.)
Como observé, la consecuencia lógica de culpar a la vida moderna de nuestros problemas es desear volver atrás en el tiempo, un deseo rastrero que todos tenemos
ocasionalmente. Ciertamente, la gente ya sentía así hace miles de años. “Nunca digas: ¿Por qué es que los tiempos pasados fueron mejores?, porque nunca
preguntarás esto sabiamente.” Bellamente escrito en Eclesiastés 7-10, este consejo puede expresarse también como “Anhelar el pasado es estúpido.” Si nuestras
capacidades para cubrir las demandas de la vida son inadecuadas, entonces necesitamos aumentar nuestras capacidades en lugar de disminuir las demandas que se
les hacen. El camino correcto es claramente hacia delante, no hacia atrás.
Otra causa favorita de los problemas del músico es los demás. Algunos alegarían que los padres prepotentes, o los ejecutivos discográficos agresivos, hacían sufrir
a la joven de mi ejemplo de personalidad dividida. Los músicos de orquesta culpan a los directores y administradores de sus infortunios. Los directores y
administradores culpan a los músicos de la orquesta y y se culpan entre sí. Los cantantes culpan a todo el mundo.
Entonces, el estrés, el diseño humano, la civilización y los demás, todos han sido considerados parte de los problemas del músico y se han sugerido las terapias
adecuadas. Los padres prepotentes provocan problemas psicológicos; la solución es la psicoterapia. Las manos pequeñas provocan tendonitis; la solución es la
fisioterapia; las sillas malas causan el dolor de espalda; la solución es la ergonomía. El estrés de la vida de concertista provoca el miedo escénico; la solución son
los beta-bloqueadores. La vida moderna provoca infelicidad; la solución es el retorno a la Naturaleza.
Estas soluciones han estado dando vueltas por aquí durante mucho tiempo y han sido probadas por muchos sufridores. Y el problema aún persiste. En todo caso, la
situación general de la profesión musical es peor hoy de lo que era hace una o dos generaciones. La incapacidad y pesar han aumentado, la excelencia ha
disminuido.
Un diagnóstico siempre implica un remedio. Obtenga un mal diagnóstico y el remedio podría amenazar la vida del paciente. Podemos decir con seguridad que la
forma en que los músicos diagnostican sus problemas se ha convertido en parte de los propios problemas. Psicoterapia, fisioterapia, drogas y lo demás, han
fracasado en resolver los problemas de los músicos satisfactoriamente.
Frederick Matthias Alexander (1869-1955) comprendió la naturaleza de los males humanos y propuso soluciones eficaces, no paliativas o agravantes de estos
males. Como escribí antes, Alexander consideraba la mayoría del pensamiento moderno falaz. Pensaba que erramos tanto en el diagnóstico como en la terapia.
Alexander encontró la causa de nuestros problemas no en lo que se nos hace, sino en lo que nos hacemos a nosotros mismos. Vio que el problema no estaba en el
estimulo de la vida moderna, sino en nuestra respuesta al estímulo; no en el estrés, sino en el esfuerzo. Llamó al esfuerzo excesivo mal uso de sí mismo; su causa
no es el diseño humano, sino la obtención del fin. Explicaré ambos términos y su relación en el próximo capítulo.
Procedimientos indirectos 9
Introducción
Las ventajas del planteamiento de Alexander son múltiples. Alexander encontró el hilo común de problemas aparentemente dispares. En lugar de decir que los
padres prepotentes provocan neurosis, Alexander afirmó que la obtención del fin causa el mal uso. Él no diría que las sillas malas provocan dolor de espalda; de
nuevo, sugeriría que la obtención del fin causa el mal uso. Similarmente reformularía la ecuación entre el diseño corporal y la tendonitis, la civilización y el estrés
y todo lo demás.
Los descubrimientos de Alexander ofrecen tanto un diagnóstico como un remedio, unificando con ello toda la ecuación: La obtención del fin causa el mal uso; la
solución es la inhibición, un concepto que discuto en el capítulo 4. Así que la Técnica Alexander es capaz de resolver más problemas y con más eficacia que los
planteamientos a trozos de la psicoterapia, fisioterapia, cirugía, drogas, ergonomía e insultar al director.
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1ª parte: Principios
1ª parte: Principios
1 El uso de sí mismo
y funcionamiento.
Sir Charles Sherrington escribió convincentemente sobre el sí mismo y su unidad. Sus palabras constituyen una definición adecuada del término:
Cada nuevo día es un estado dominado por lo bueno y lo malo, en la comedia, farsa o tragedia, por una persona dramática, el “sí mismo”. Y así será hasta que caiga el
telón. El sí mismo es una unidad. La continuidad de su presencia en el tiempo, a veces duramente rota por el dormir, su inalienable “interioridad” en el espacio (sensual), su
consistencia de punto de vista, la privacidad de su experiencia, se combinan para dar su estatus como una existencia única. Aunque múltiples aspectos lo caracterizan, tiene
cohesión propia. Se ve a sí mismo como uno, los demás lo tratan como uno. Se dirigen él como uno, por un nombre al que él responde. La Ley y el Estado lo alistan como
uno. Él y ellos lo identifican con un cuerpo que él y ellos consideran que le pertenece íntegramente. En pocas palabras, convicciones no disputadas ni cuestionadas suponen
que es uno. La lógica de la gramática respalda esto mediante un pronombre personal singular. Toda su diversidad se funde en la unidad. (The Interactive Action of the
Nervous System, 2ª edición, New Haven: Yale University Press, 1961, página 14.)
Alexander no dividía el sí mismo en cuerpo y mente; es más, no subdividía la mente. En la práctica esto significa que para Alexander el cuerpo no controlaba la
mente (o viceversa); ni el “subconsciente” controlaba el “consciente” (o viceversa). Él explicaba que su propia concepción del “sí mismo subconsciente” “es más
de unidad que de diversidad de la vida... [En relación con la expresión “control consciente”] esta concepción no implica necesariamente ninguna distinción entre la
cosa controlada y el control en sí mismo.” (HSH, 1ª-3.)
Esto es un indicador del entendimiento de Alexander de cómo el sí mismo funciona. Invalida la metáfora común del cuerpo como un coche y el cerebro como su
conductor. Discutiré este asunto más en el siguiente capítulo.
Me gustaría poner un ejemplo. Imagínese hablando con una persona que usted conoce. El asunto tratado no importa; tampoco la identidad de su amigo. En esta
situación, están ustedes dos hablando. Cada voz tiene su timbre, matiz, resonancia, dicción e inflexión. Ustedes dos usan sus mecanismos vocales, labios, lengua,
mandíbula, el aparato respiratorio y junto con el cuerpo entero. Cada uno de ustedes tiene su personal elección de palabras, gramática, puntos de vista y formas de
argumentarlos. Usted suda o no; balbucea, tartamudea, susurra, vocea, ríe o no. Gesticula; ríe echando la cabeza atrás; interrumpe a su amigo. Su amigo cecea y
babea. Usted es ruidoso, impetuosos, irrazonable, colérico. Su amigo es tímido, indeciso, oscuro; desvía la mirada cuando se dirige a usted.
En ningún momento durante su discusión, le será posible a usted decir que hablar es un acto puramente físico o puramente mental. La forma de usar la voz es una
actividad orquestada del sí mismo entero. Sería mejor referirse no al modo en que usa la voz, sino al modo en que se usa a sí mismo mientras habla, reconociendo
así la totalidad de este acto. Este uso de sí mismo es único de usted e indivisible en sus múltiples manifestaciones.
Procedimientos indirectos 12
El uso de sí mismo
Procedimientos indirectos 13
El uso de sí mismo
maestros de Alexander han dicho que la Técnica se preocupa por la conducta postural, un concepto que abarca la postura y va más allá de ella.
Generalmente, entendemos postura como una posición corporal que mantenemos, consciente o inconscientemente, durante cierto tiempo. Ahora que estamos de
acuerdo en que cuerpo y mente son inseparables, debemos cambiar esta definición. Háblele de “buena postura” a un amigo no receloso e inmediatamente, él
“enderezará la espalda”, echará los hombros atrás y se aguantará rígidamente, imitando al estereotipo de un soldado o a un mal bailarín. Él no reconoce que la
postura (el arreglo visible de partes corporales) está relacionada inextricablemente con un conjunto de actitudes, pensamientos y sentimientos. Ciertamente, la
postura es equivalente a la actitud.
Postura y movimiento están también más íntimamente relacionados de lo que se cree en general. El biólogo George Coghill conoció a Alexander y defendió su
trabajo. Sobre la postura escribió:
En el sueño profundo [una condición que ilustra la inmovilidad], el individuo se mueve respecto a sus funciones viscerales, circulatorias, respiratorias y demás... la
diferencia entre movilidad e inmovilidad es relativa y no puede hacerse ninguna distinción absoluta entre ellas... Bajo estas circunstancias [de movilidad], el organismo está
en una o dos fases de acción, postura o movimiento... en la postura el individuo se mueve (integrado) según un movimiento que tiene un patrón definido y que en el
movimiento, este patrón es ejecutado... estas diferencias [entre postura y movimiento] son relativas y se pasa de una fase a otra imperceptiblemente... En la postura, el
individuo es tan activo como en el movimiento. (“Valoración” en CUV.)
Dicho brevemente, no hay nada que distinga postura de actitud ni de movimiento. Definir postura como una posición corporal es, entonces, doblemente
desorientador.
Alexander y otros maestros, notablemente Patrick Macdonald, escribieron con claridad sobre el asunto de las posiciones corporales. El argumento de Alexander es
simple. El desarrollo humano nunca acaba y cada individuo se desarrolla de forma única. Si pudiera usted encontrar una “posición correcta”, sólo sería correcta
para usted y durante un corto periodo de tiempo. Mi correcta es necesariamente su incorrecta y su correcta hoy su incorrecta mañana. “No existe la postura
correcta, sino que lo que existe es la dirección correcta”, dijo Alexander. (ACC, 4ª-aforismo 16.) Esto quedará más claro tras nuestras discusiones sobre el Control
Primario en el siguiente capítulo y sobre la dirección en el capítulo 5.
Los músicos cultos entienden la falacia de buscar una posición fija. Heinrich Neuhaus escribió: “Mantengo que la mejor posición de la mano sobre el teclado es
una que puede ser alterada con la máxima facilidad y velocidad” (Piano, página 101). Esto se aplica a las posiciones de la mano en el instrumento y a las
“posiciones del cuerpo” o postura.
Procedimientos indirectos 14
El uso de sí mismo
La verdadera relajación, ilustrada por la falta de esfuerzo aparente de Rubinstein o Heifetz, no es la causa del dominio de un músico de su instrumento, sino un
efecto de ello. Por lo tanto, es inútil buscar la relajación en sí misma. Giovanni Battista Lamperti escribió en su libro Vocal Wisdom:
Relajar un músculo es beneficioso sólo para educar y disciplinar los músculos más exteriores para que desempeñen su papel en el proceso.
De otro modo se está debilitando el resultado final.
Es la acción conjunta y no la inacción lo que hace que el esfuerzo controlado parezca libre de esfuerzo.
… Cantar se consigue oponiendo movimientos y el equilibrio mesurado entre ellos.
Esto provoca la apariencia engañosa de descanso e inmovilidad, incluso de relajación. (Vocal, página 29.)
La voz cantante en realidad nace del antagonismo de principios opuestos, la tensión de fuerzas en pugna, llevadas hasta el equilibrio. (Vocal, página 63.)
La palabra “tensión” ha adquirido una connotación negativa injustificable. Cuando alguien se queja de tensión, lo que quiere decir en realidad es que tiene
demasiada tensión o, con más precisión, el tipo y cantidad de tensión incorrectos, en los lugares incorrectos, durante un periodo de tiempo incorrectos. La tensión
en sí no es negativa. “La tensión es el atributo apropiado al comportamiento humano: no se puede vivir sin ella.” (TAVM, Anotación 98), escribió Patrick
Macdonald. La tensión crea y sostiene la vida y la lleva hacia delante. La tensión (del tipo correcto) es un prerrequisito del esfuerzo humano dinámico, enérgico y
vital.
La causa de la tensión incorrecta es más a menudo la carencia de tensión correcta. En tales casos es infructuoso intentar relajar estas tensiones erróneas
directamente; la solución recae en crear las tensiones correctas y permitir a la relajación llegar por sí misma. Considere un pianista que envara el cuello, los
hombros y los brazos al tocar. Es probable que envare el cuello simplemente para compensar la falta de tensión necesaria en algún otro sitio. Si usa la espalda y las
piernas para sostener los hombros y brazos adecuadamente, entonces el cuello se relajará por sí solo, un ejemplo de procedimiento indirecto.
La importancia de este asunto y la magnitud de los conceptos erróneos ligados a él merecen otro ejemplo. El maestro de canto Cornelious L. Reid escribe:
Todos los signos externos visibles de esfuerzo reflejan una condición en la que los músculos están relajados cuando deberían estar en tensión. Si los músculos del tracto
laríngeo y faríngeo no están adecuadamente ajustados, la energía utilizada al cantar debe dirigirse a algún otro lugar y, en consecuencia, los músculos de la mandíbula,
cuello, hombros y pecho entrarán en tensión cuando deberían estar relajados. Sin embargo, estos músculos sólo pueden ser relajados al invertir el proceso coordinador. La
inversión exitosa de una técnica errónea hará que desaparezcan las tensiones que interfieren, sin siquiera haberse ocupado directamente de ellas. ( Free, página 12.)
Argumenté antes que la Técnica Alexander no es un método de posiciones corporales ya que no son posiciones correctas, sólo direcciones correctas. Mantengo
ahora que la Técnica tampoco es un método de relajación física. El buen uso de sí mismo asegura la tensión correcta: correcta en tipo, cantidad, lugar y tiempo.
Prestaré más atención a la cuestión de las posiciones, direcciones, tensión y relajación a lo largo del libro.
Procedimientos indirectos 15
El uso de sí mismo
entre “lo controlado y el propio control”. Es una comprensión simple, pero revolucionaria de cómo funcionamos. No es mi espalda la que da problemas, sino yo
quien crea el problema. La forma en que me uso a mí mismo afecta la forma en que funciono, y para mejorar mi funcionamiento debo cambiar mi uso.
Para apreciar mejor la relación del uso con el funcionamiento, consideremos varias situaciones en las que esta relación está subvertida.
1. Cantar en la máscara. El maestro de canto le pide al alumno que cante en la máscara o que “envíe el sonido hacia delante” (La máscara es el área facial
alrededor de nariz y ojos. Tras ella yacen cavidades que algunos maestros de canto creen que son los principales resonadores del sonido vocal.) Un cantante
cantando de cierto modo, podría sentir, subjetivamente, como si estuviera situando el sonido hacia delante. Frederick Husler e Yvonne Rodd-Marling escriben
que, por muy útil que pueda ser esa ficción, “el sonido de una cámara de resonancia [en este caso la llamada máscara] siempre es una manifestación
secundaria, resultado de movimientos musculares en el mecanismo vocal... Sigue sin explicar que las causas primeras de los distintos fenómenos acústicos
que aparecen al cantar, recaen en el propio órgano vocal y es a éste al que el entrenador de voz debe aprender a escuchar.” (Singing, página 72.) En otras
palabras, el sonido de una cámara de resonancia es un aspecto del funcionamiento de la voz cantante y los movimientos musculares en el mecanismo vocal
constituyen su uso. Para afectar al funcionamiento de la voz, el cantante no tiene otra elección que actuar sobre su uso; por lo tanto, intentar situar el sonido
hacia delante directamente es un absurdo patente. Desgraciadamente, la mayoría de las directivas de la pedagogía del canto de la corriente principal
contemporánea se basan en intentos de afectar el funcionamiento, no el uso. Este es el caso tanto del “soporte” como del “control respiratorio” que discutiré en
el capítulo 7, “Respiración”.
2. Diagnosticar el dolor de espalda. Un trombón tiene dolor de espalda. El médico le diagnostica una espalda débil y le recomienda un programa de levantar
pesas y natación. Pero considere esto: por un lado, los atletas destacados (hombres y mujeres de elevada fuerza) sufren de dolor de espalda como cualquiera.
Por otro lado, la anciana africana que carga con pesos inmensos equilibrados cómodamente sobre la cabeza, sin siquiera lesionarse. Ella no tiene más fuerza
muscular que un atleta o que nuestro trombón con problemas. Seguro que el problema del trombón no es la debilidad, sino el mal uso. La fuerza es resultado
del buen uso: un efecto, no una causa; “Soy fuerte porque me uso bien a mí mismo” y no “me uso bien a mí mismo porque soy fuerte”.
3. Dirigir la orquesta. Un director de orquesta concibe una interpretación en los oídos de su mente. La música que él imagina despierta ciertas emociones y
respuestas corporales en él. Entonces, muy parecido a como un niño marcha entusiásticamente con la música marcial, el director hace la coreografía de sus
reacciones corporales para su concepción de la pieza, con la esperanza de que orquesta reproducirá los sonidos que le hacen reaccionar de esta forma en primer
lugar. Pero una orquesta posiblemente no puede convertirse en causa del efecto del que el director hace la coreografía. Cuanto más duro intenta el director
hacer que la orquesta acate su deseo, peor interpreta. Pronto el director tiene uno de los berrinches temperamentales por el que es temido en todo el mundo. La
orquesta no suena mejor al final del ensayo. Dirigir no es como montar a caballo a pelo. Mary Wanless escribe en Ride with your mind: A Right Brain
Approach to Riding (Londres: The Kingswood Press, 1991, página xvi):
El jinete puede tener mucha más influencia en el caballo de lo que yo nunca habría imaginado posible. A menudo, cuando estaba montando un caballo que parecía
rígido y terco, un jinete mejor me sustituiría y yo vería trasformarse al caballo ante mis propios ojos, volviéndose mucho más hermoso en el movimiento, más
orgulloso en el porte y de conducta más complaciente. Era como si el jinete fuera un escultor y el caballo su material: cuando yo lo montaba era completamente
inflexible, pero en manos de uno de estos buenos jinetes se convertía en un medio maleable, listo para ser moldeado a cualquier forma y movimientos que el jinete
eligiera para él.
El mejor jinete no le grita al caballo ni le fustiga, ni aprieta las piernas en la espalda del caballo para hacerle obedecer. En cambio, se usa bien a sí mismo y el
caballo responde correspondientemente. Cada aspecto del uso de un director afecta a la interpretación de la orquesta. Como un caballo bajo diferentes jinetes,
Procedimientos indirectos 16
El uso de sí mismo
la orquesta cambia casi milagrosamente bajo diferentes directores, gracias en gran parte a las diferencias en su uso. Repito las palabras de Alexander:
“Hablando de la individualidad y carácter de un hombre: es la forma en que se usa a sí mismo.” (ACC, 4ª-aforismo 120.) Si un director desea afectar el
funcionamiento de la orquesta, todo lo que necesita hacer es cambios en su propio uso, en lugar de intentar controlar el funcionamiento directamente.
Dicho simplemente, ir directamente a por un fin (ganar) provoca un mal uso de sí mismo (el juego indiferente) que hace el fin inalcanzable. Luego, participe
en competiciones no deseando ganar, sino hacerlo lo mejor que pueda, lo cual podría o no asegurarle un premio.
Procedimientos indirectos 17
El uso de sí mismo
La lista de ejemplos podría ser interminable. La obtención del fin es el más predominante de todos los hábitos. Está tan extendido y es tan insidioso que la mayoría
de la gente no se da cuenta de que que ella y los demás están obteniendo el fin todo el tiempo. Quitarse los zapatos sin desatar los cordones (arruinando así los
talones) es obtención del fin. Conducir un coche en el arcén de una carretera atestada es obtención del fin. Las dietas para perder peso son obtención del fin; una
dieta saludable le ayuda a obtener su peso ideal, pero una dieta para perder peso suele ser malsana. Es obtención del fin tomar medicamentos con el único
propósito de suprimir los síntomas de una enfermedad. Acusar a los demás de los resultados de sus propias acciones es obtención del fin. Intentar cambiar a los
demás en lugar de cambiar usted mismo es obtención del fin.
En una clase de Alexander, el maestro le ayuda a hacerse consciente de su obtención del fin en actos sencillos de la vida cotidiana, tales como sentarse, ponerse de
pie, caminar, hablar, usar los brazos, etc. A medida que se vuelve usted consciente de cada ejemplo de obtención del fin, se vuelve usted consciente de la propia
obtención del fin y con el tiempo, su comprensión de la obtención del fin debería abarcar todo lo que usted hace.
No estoy de acuerdo con un punto de esta definición. En una serie de pasos intermedios, el paso más importante en cualquier momento seguro que es el que está
siendo ejecutado en ese mismo momento, siendo el siguiente paso el segundo en importancia. Imagine que hay cinco pasos en la ejecución de un ejercicio. Si, por
ejemplo, está usted pasando por la ejecución del segundo paso, éste y sólo éste debería ser el primero en su mente, no el paso previo, no el resultado de los pasos
combinados, no el fin que quiere alcanzar usted.
El principio de los medios por los cuales se aplica a todas las situaciones: el diagnóstico y solución de problemas, practicar, ensayar y actuar, ejecutar acciones
simples o perfeccionar habilidades complejas. Explicaré e ilustraré el principio a lo largo del libro.
La manera en que usa las muñecas al piano es sólo un hábito. Como todos los hábitos, es una reacción familiar a cierto estímulo. Podría haberlo desarrollado usted
consciente o subconscientemente y podría ser consciente de ello o no. El hábito podría ser dañino o no.
Un hábito sólo se convierte en un problema cuando es automático, dañino y está más allá del control de la voluntad consciente. Imagine un pianista que utiliza mal
las muñecas consistentemente. Sufre de dolor incipiente; su ejecución es desigual y el sonido flojo. Para él, el mal uso es tanto un hábito como un problema.
Para apreciar cómo la Técnica Alexander consigue resultados específicos sin descuidar la unidad fundamental del sí mismo, consideremos la definición de
Alexander de hábito:
La influencia de la forma de uso es una constante sobre el funcionamiento general del organismo en cada reacción y durante cada momento de la vida y... esta influencia
puede ser dañina o beneficiosa... por eso no hay escapatoria. Por tanto, puede decirse que esta influencia es una constante universal en una técnica para vivir. (Introducción
de CUV.)
Alexander escribió: “El hábito podría definirse ciertamente, como la manifestación de una constante.” (CUV, 1º-9.) El uso del pianista de su muñeca es un hábito
y como tal, es la manifestación de una constante: la influencia del uso sobre el funcionamiento.
Esto tiene consecuencias extremadamente prácticas. Como la influencia del uso sobre el funcionamiento es una constante, cambiar el uso produce un cambio
indirecto inevitable en el hábito (una manifestación de esta constante). En lugar de controlar el hábito actuando sobre él directamente, trabaje sobre su uso en su
lugar.
Túnel carpiano: Puente fibroso, el retinaculum del flexor, se extiende sobre los huesos pequeños de la base de la palma de la mano. El túnel carpiano es la abertura entre
el retinaculum del flexor y los huesos. Los tendones flexores de los dedos pasan por este túnel, encerrado en capas sinoviales deslizantes que previenen la fricción en este
espacio estrecho. Entre los tendones está el nervio mediano.
El síndrome del túnel carpiano surge de la compresión del nervio mediano en el túnel. En la mano, el nervio mediano lleva fibras motoras a los músculos de la almohadilla
del pulgar y fibras sensoriales desde el pulgar y los dedos índice, medio y anular. La presión sobre el nervio provoca pinchazos, entumecimiento o dolor en esta área y a
veces, debilidad en el pulgar. La artritis o una lesión en la muñeca pueden producir este síndrome, pero usualmente no hay una razón obvia para ello. El hecho de que sea
de lo más común en mujeres de mediana edad y durante el embarazo, sugiere un desarreglo hormonal. Los síntomas a menudo son peores después de acostarse. Algunos
casos responden al entablillado de la muñeca durante la noche. Las inyecciones de hidrocortisona usualmente proporcionan al menos un alivio temporal. Si fracasan estas
medidas sencillas, la condición se cura a menudo cortando las fibras constrictoras del retinaculum. (Página 96.)
De no tratarse, esta condición conduce a la discapacidad permanente. El diagnóstico médico hoy está complementado por la opinión de que esta condición podría
estar causada por el exceso de uso de la muñeca; el síndrome del túnel carpiano es un ejemplo específico de lesión por tensión repetitiva. La Medicina ofrece las
opciones de reposo, fisioterapia, inyecciones de cortisona y cirugía.
Procedimientos indirectos 19
El uso de sí mismo
Los maestros de Alexander proponen un planteamiento diferente. El síndrome del túnel carpiano no está causado por el uso excesivo de las muñecas, sino por el
mal uso de la totalidad de sí mismo, incluidas las muñecas. Descansar las manos no sería un solución; si el mal uso persiste, el problema volverá a aparecer tras el
periodo de inacción. Los ejercicios de muñeca basados en el principio de obtención del fin, se arriesgan a convertirse en parte del problema, no la solución. La
cortisona (que alivia el dolor sin alterar la propia condición) es una droga extremadamente poderosa con serios efectos laterales. La cirugía no corrige el problema
del mal uso; algunas operaciones ciertamente salvan la vida, pero otras son innecesarias y quizá incluso dañinas.
El problema de muñeca de Juana era sintomático de un cuadro más grande. En todo lo que ella hacía, al piano y lejos de él, usaba mal la totalidad de sí misma. Ella
habitualmente contraía la cabeza dentro de la columna vertebral, torcía el tronco, acortaba, estrechaba y curvaba la espalda, alzaba los hombros y creaba una
tensión excesiva en todas sus extremidades.
Su uso (su “individualidad y carácter”) tenía otras características definitorias. Juana era una mujer voluble que reaccionaba rápida y fuertemente a todo lo que
ocurría a su alrededor. Su charla era a menudo agitada y estaba bañada de emoción. En efecto, ella siempre reaccionaba excesivamente y sus relaciones
interpersonales estaban marcadas por un antagonismo innecesario. Juana, como mucha otra gente hoy día, era adicta a estímulos de todo tipo: intelectual,
emocional, sensorial, gastronómico. Comía extremadamente deprisa, consumía grandes cantidades de azúcar y chocolate, tenía problemas digestivos y estaba
muchos quilos por encima de su peso ideal.
Era una pianista de talento y bien formada, técnicamente aventajada, musicalmente sofisticada y estaba cómoda ante la audiencia. Era brillante, imaginativa y
emprendedora. Su mal uso no era más pronunciado que el de otra gente, pero la había pillado y le causaba dolor, como usualmente hace, tarde o temprano, en la
persona corriente.
La muñeca dolorosa era un producto colateral de la totalidad de su forma de ser, la manifestación de una constante. Para un maestro de Alexander, “tratar su
muñeca” y dejar todo lo demás sin tocar sería impensable. Y sería igual de absurdo trabajar sobre sus hábitos del habla, la digestión, relaciones interpersonales,
tocar el piano, etc. Como hábitos, todos son manifestaciones de la misma constante.
El mal uso de Juana ejercía una influencia dañina constante sobre su funcionamiento. Obviamente, la solución a sus problemas recaía en que ella detuviera el mal
uso. Usándose bien a sí misma, invertiría esta influencia dañina sobre su funcionamiento; a su debido tiempo, su buen uso ejercería una influencia beneficiosa
constante sobre su funcionamiento, incluido el de la muñeca.
Junto a demostrar la relación entre uso y funcionamiento, Alexander mostró que existe cierto mecanismo de la cabeza, cuello y espalda que afecta al uso total de sí
mismo. Él llamó a esto el Control Primario y lo describiré en el siguiente capítulo.
Mi trabajo con Juana consistió en gran manera en ayudarla a cambiar el uso de su Control Primario, según los principios y procedimientos descritos en este libro.
No arreglamos su muñeca problemática directamente. Ni trabajamos sobre su habla, sus hábitos dietarios o su forma de tocar el piano. Y sin embargo, tras algún
tiempo, ella empezó a comer diferente y a perder peso. Ella se presentaba de forma más elegante. Se volvió considerablemente menos reactiva, sin perder su
capacidad de reaccionar. Informó de haber encontrado nuevos y, para ella, alarmantes matices al piano. Cambió su técnica del piano que estaba dominada por
fórmulas pedagógicas y por la exigencia de resultados rápidos. Se volvió menos antagonista en sus relaciones. Su coordinación nuevamente encontrada, la ayudó a
tener un embarazo libre de problemas. El montañismo, una de sus aficiones, se volvió más fácil. Efectuó cambios positivos en cada uno de sus hábitos (de trabajo,
comida, amor e interpretación).
No es necesario decir que salvó su muñeca del riesgo de una operación y de las inyecciones de cortisona de dudoso valor y se salvó a sí misma del retiro temprano
Procedimientos indirectos 20
El uso de sí mismo
como pianista. La Técnica Alexander no cura la enfermedad. En cambio, aspira a cambiar la influencia constante del uso sobre el funcionamiento, cambiando con
ello todas las manifestaciones de esta constante. Si Juana vuelve a la obtención del fin, su dolor bien podría volver. Sin embargo, la próxima vez ella podría ver su
dolor simplemente como un recordatorio de sus deberes consigo misma.
Procedimientos indirectos 21
El control primario
2 El control primario
El Control Primario es ese “mecanismo del patrón total” en el uso de sí mismo. Idealmente, el patrón total (hereditario e innato, en palabras de Coghill) debería
tener prioridad sobre todos los patrones parciales (cultivados individualmente). En otras palabras, cada acción localizada (la actividad de brazos, manos y dedos, de
los labios, lengua y mandíbula) debería ser ejecutada en armonía con la coordinación de cabeza, cuello y espalda. El mal uso resultante afecta a cada parte de su
organismo, desde la cabeza hasta los dedos de los pies, y cada aspecto de su funcionamiento desde el vibrato, la entonación y el cambio de posición de la mano
izquierda sobre el mástil a la producción del sonido, la respiración y el bienestar general.
Primario no es.
1. Naturalidad y artificialidad. No es algo que usted adquiera; todo aquel que nace con una cabeza, un cuello y una espalda ya
tiene Control Primario. No obstante, lo que podría usted adquirir, desarrollar y refinar es una cierta forma de usar su
Control Primario. Aprender un uso consciente del Control Primario podría “sentirse nuevo” para usted, pero esto no quiere
decir que esté ideado artificialmente. Como los niños sanos, los adultos bien coordinados y los animales salvajes y
domesticados usan su Control Primario de esta forma, sólo podemos llamarlo natural, acorde con las leyes de la
Naturaleza. Mirando al hombre civilizado mal coordinado corriente, es difícil apreciar la importancia del Control Primario
y la belleza de su funcionamiento. Pero mire a un gato saltar o a una gacela corriendo y puede ver usted claramente cómo
la orientación de la cabeza influye en la organización de la totalidad del organismo. En los seres humanos, el Control
Primario podría manifestarse de forma diferente (un bípedo usará necesariamente la cabeza y el cuello de forma diferente a
un cuadrúpedo), pero tiene el mismo efecto integrador sobre la coordinación total. En los humanos al igual que en los
animales, “la cabeza dirige y el cuerpo la sigue”. Esto está hermosamente ilustrado en la fotografía del niño que aprende a
caminar (figura 1).
Figura 1. La cabeza dirige y el cuerpo la sigue. (Foto de Chris Joyce para Rover Cars.)
2. Unidad del sí mismo. El Control Primario no es algo que el “cuerpo” haga independientemente de la “mente”. La Fisiología
nos ha proporcionado una explicación precisa de la forma de funcionar del Control Primario a cierto nivel, pero esto no
quiere decir que sólo funcione a ese nivel. He aquí una descripción parcial de su funcionamiento mecánico por Margaret E.
Hogg en A Biology of Man, volumen ii: Man the Animal (Londres: Heinemann Educational Books, 1966):
Los impulsos propioceptivos más importantes [en la conservación del equilibrio y la orientación espacial] surgen en los órganos sensoriales localizados dentro de los
propios músculos y en las articulaciones y tendones. Estos propioceptores informan al sistema nervioso de la posición de las extremidades con relación al resto del
cuerpo; una articulación floja o una cabeza caída causan cambios en los ángulos y presiones en las articulaciones y los estiramientos en los músculos... El estímulo [de
los propioceptores] pone en marcha un tipo de reacción conocida como reflejo de estiramiento: es de estos reflejos de estiramiento de lo que depende básicamente el
llamado tono muscular. (Página 41.)
Los propioceptores de los músculos... se llaman husos musculares... Asociados íntimamente con cada huso hay el extremo de una rama de una fibra nerviosa
sensorial... [que va por] los nervios espinales hasta la médula espinal. (Página 50.)
Continuamente tendemos a perder el equilibrio, resbalando, deslizándonos, cayendo y recuperando el equilibrio. Algunos músculos están particularmente bien
situados para ser estirados y tirar de ellos en cada movimiento del cuerpo: son los músculos del cuello que sostienen el cráneo firmemente en el extremo superior de la
columna vertebral. Están muy bien provistos de husos. Cuando la cabeza se mueve sobre el cuello, algunos de estos músculos son obligados a estirarse y los husos son
estimulados. La excitación se trasmite entonces de la forma usual a la médula espinal. Pero dentro de la médula, estos impulsos son retransmitidos no sólo a las
neuronas motoras inferiores del mismo nivel que los llevarán a los músculos del cuello, sino también a los músculos de muchas otras partes del cuerpo: el efecto es
que provocan tanta contracción como sea necesaria para devolver al cuerpo la posición erecta. Estos reflejos musculares son ciertamente muy importantes para ayudar
a recuperar el equilibrio. (Página 54.)
Nunca sentirá usted a un huso muscular en acción mientras estudia la Técnica Alexander. Pero pensará, reaccionará y se comportará de diferente manera una
Procedimientos indirectos 23
El control primario
vez se haga consciente del Control Primario. “Cómo funciona” no está finalmente relacionado con “cómo usted lo hace funcionar”. Esto se aplica
universalmente. Una comprensión fisiológica del órgano vocal, por ejemplo, no le ayudará necesariamente a cantar mejor.
3. Colocar la cabeza. Usar bien el Control Primario no significa mantener la cabeza en la posición correcta. Alexander habla de relatividad entre la cabeza y el
cuello, y entre estos y la espalda. Esto implica un equilibrio dinámico, una relación siempre cambiante en la que la fijación no tiene lugar. Mientras camina, se
sienta, se pone de pie, habla o toca el violín, ajusta usted el Control Primario constantemente. Además, su comprensión activa del Control Primario cambiará
mientras usted aprenda y se desarrolle. Por lo tanto, la relación de cabeza, cuello y espalda es fluida tanto a corto como a largo plazo. Y así debería ser. Las
fotografías de Pablo Casals (figura 2), Janos Starker (figura 3), Art Blakey (figura 4) y Jascha Heifetz (figura 5) ilustran que no hay una “posición correcta” de
Procedimientos indirectos 24
El control primario
la cabeza. La cabeza de Casals cae ligeramente hacia delante, la de Blakey hacia atrás;
las cabezas de Starker y Heifetz están rectas. Sin embargo, los cuatro hombres usan bien
el Control Primario. La columna vertebral no está contraída ni floja. La espalda se está
alargando y ensanchando, los hombros se ensanchan. El cuello sigue siendo una
extensión de la columna vertebral, permitiendo a la cabeza moverse libremente sobre la
articulación que hay entre el cráneo y el cuello. Sus cuerpos enteros están orientados
hacia arriba y sus energía hacia afuera.
Figura 5. El joven Jascha Heifetz, 1976.
4. No-hacer. Usar el Control Primario bien no asegura que haga usted lo correcto. Ello
requiere más bien que usted deje de hacer lo incorrecto. Esto no implica el mismo tipo de
actos musculares necesarios para que usted levante un objeto o abra una puerta. No hay
ejercicios físicos para mejorar el Control Primario. En cambio, debe usted primero dejar
de contraer la cabeza contra el cuello y luego prevenir que se repita esta contracción.
Discutiré el cese y la inhibición de la actividad innecesaria en el capítulo 4.
Control Primario no es la posición de la cabeza, sino la relatividad de la cabeza respecto a cuello y espalda. Finalmente, asegura que el medio de cambio no es algo
que usted hace con la cabeza y el cuello, sino algo que usted deja de hacer, es decir, contraer la cabeza contra el cuello.
Es difícil si no imposible, describir con precisión la cualidad del tono muscular que intenta obtener un maestro de Alexander en el cuerpo del alumno. El buen uso
del Control Primario no tiene nada que ver con el torcer la cabeza y el cuello que puede hacer usted en el calentamiento para las clases de baile, por ejemplo. Ni
implica el tensar y relajar alternado que aprende usted en las clases de relajación. Más bien requiere una combinación de estiramiento de la columna vertebral y
movilidad de la cabeza que no es semejante a nada producido por el hacer muscular habitual. Trataré este asunto de nuevo en el capítulo 5, “Dirección”.
La mejoría del Control Primario de Marcos (guiada por mis manos o de cualquier otra forma) tiene consecuencias alarmantes. Al cambiar la forma en que usa la
cabeza, cuello y espalda, Marcos afecta a su coordinación total y empieza también a usar brazos y manos de forma diferente. Como resultado hay mejorías
observables en su producción del sonido y en el uso de la mano izquierda. Entonces, al no prestar atención indebidamente a la mano izquierda, Marcos se vuelve
más capaz de controlarla. En general, el patrón parcial (de la mano izquierda) se vuelve secundario y subordinado al patrón total (de cabeza, cuello y espalda).
En el capítulo anterior escribí sobre el hábito como la manifestación de una constante. Para eliminar un hábito, cambie las condiciones que permiten existir al
hábito. Haga un cambio en el uso de sí mismo y, necesariamente, el hábito (una manifestación del uso de sí mismo) deberá cambiar o desaparecer, incluso sin
ocuparse usted del propio hábito. Como dice Alexander, puede dejarse que los resultados de los cambios básicos en el uso de sí mismo tomen su propia forma.
Condicione el patrón total y los patrones parciales se ocuparán de sí mismos. Alexander escribió: “El empleo correcto de este control primario lleva
indirectamente a la desaparición gradual de los defectos; pues en realidad estos defectos eran los efectos colaterales de un mal empleo del control primario.” (CUV,
9º-6.)
Esto hace la Técnica Alexander radicalmente diferente de otros métodos de cambiar el comportamiento humano. Pretende alterar el uso, no el funcionamiento;
además, busca alterar el uso indirectamente, mediante cambios en el uso del Control Primario. Viene usted a la Técnica para curarse una tendonitis o el dolor de
espalda; abandonando el deseo de eliminar la queja específica y trabajando, en cambio, en mejorar el uso de la totalidad de sí mismo mejorando el uso del Control
Primario, hace usted cambios positivos en todas las esferas de su vida y se libra usted de la queja específica en el proceso.
Podemos ahora establecer directrices para resolver todos los problemas, sean “físicos”, “mentales”, “técnicos” o “musicales”.
• Lo primero de todo en su mente al resolver cualquier problema debería ser cambiar el uso de su Control Primario, o más precisamente, prevenir la
interferencia con su funcionamiento natural.
• En el mejor de los casos, cada procedimiento o ejercicio que siga usted debería mejorar el funcionamiento natural del Control Primario. Ciertamente, esto
Procedimientos indirectos 26
El control primario
El gran cantante tiene un gran control vocal: ha alcanzado un “plano de guía y control conscientes”. Pero su control es el resultado de un viaje, no los medios
usados para emprender el propio viaje. Como implica el pasaje anterior, para convertirse en un gran cantante no piense en controlar la voz, sino mejor en eliminar
los errores vocales. El resultado final del proceso de eliminar errores es el control.
Si el control es un plano a alcanzar, no un método de alcanzarlo, ¿qué es exactamente este método de alcanzar el control? Encontraremos la respuesta al examinar
la actividad humana y ver cómo traducir la idea de una acción en la propia acción.
Procedimientos indirectos 27
El control primario
Frank Merrick en Practising the Piano (Londres: Rockliff, 1958, página 1) describe la misma cadena de acontecimientos y la llama “Pensar, tocar, juzgar”.
Merrick imputa esta fórmula eficaz a Theodor Leschetizky, el gran maestro de piano polaco entre cuyos alumnos estuvieron Paderewski y Schnabel.
Llamemos a este esquema “concepción, inhibición, dirección, acción”. (Alexander presuponía que la retroalimentación es constante, aunque no-fiable, como
veremos en el próximo capítulo.) Para un músico esto significa “piensa, librate de pensamientos erróneos, piensa de nuevo, toca.”
Comparado con el esquema de Mantel, Alexander tiene dos características distintivas: inhibición y dirección. Si la guía y control constantes es un plano a alcanzar,
la inhibición y la dirección juntas comprenden el método de alcanzarlo. No obstante, antes de estudiar la inhibición y la dirección, debemos mirar cómo formamos
las ideas en nuestra mente.
Procedimientos indirectos 28
Conciencia sensorial y concepción
Procedimientos indirectos 29
Conciencia sensorial y concepción
colega: él se equivoca, usted está bien y no le gusta él mucho. Observamos que esta opinión ha sido formada al menos en parte, por una impresión sensorial, una
sensación. Alexander escribió: “Hemos de reconocer que nuestras peculiaridades sensoriales son el fundamento de lo que pensamos lo mismo que de nuestras opiniones y que
de hecho, el noventa por ciento de las opiniones que tenemos son más el resultado de lo que sentimos que de lo que pensamos.” (CCCI, 2º-6-2.)
Pongo otro ejemplo. Su maestro de viola le pide que no alce los hombros cuando usted toca fuerte; le señala que el sonido se vuelve rasposo cuando lo hace. Aquí
decide usted que su maestro se equivoca en las dos cuestiones. Está usted bien seguro de que no está alzando los hombros y que su sonido, naturalmente, es
hermoso. No es necesario decir que se forma usted una opinión de su maestro muy parecida a la que se hizo de su colega.
Surgen aquí dos opiniones. Forma usted su gusto musical, en el ejemplo en lo relativo a la belleza del sonido, del mismo modo que forma usted sus opiniones:
mediante la conciencia sensorial. Mientras la conciencia sensorial sea defectuosa, el gusto se arriesga también a ser defectuoso. Cornelious L. Reid escribe que “la
mayoría de expresiones del gusto del tipo 'me gusta' o 'me disgusta' tienden a ser un prejuicio casi por definición”. (Free, página 86.) El viejo dicho “sobre gustos
no hay disputas”, merece ser reconsiderado: el gusto es ciertamente discutible. Discutiré más sobre el gusto más adelante en este capítulo y en gran detalle en el
capítulo 17, “Juicios estéticos”.
3.3 Propiocepción
Nuestra segunda observación concierne al propio sentido. Todos aprendemos en la escuela que tenemos cinco sentidos: vista, oído, gusto, tacto y olfato. No
obstante, en realidad tenemos otro mecanismo sensorial, no el “sexto sentido” sinónimo popular de la intuición, sino la propiocepción. La intuición no tiene la
misma naturaleza que los otros sentidos; es completamente desorientador llamarla un sentido. Sin embargo, la propiocepción es un sentido exactamente igual que
los otros cinco y debería ser contado entre ellos por derecho. Pero me temo que el uso del término “sexto sentido” para la intuición está demasiado bien establecido
para que se lo asignemos a la propiocepción.
El Dr. Oliver Sacks escribe:
Tenemos cinco sentidos de los que nos jactamos y que reconocemos y celebramos, sentidos que constituyen el mundo sensible para nosotros. Pero hay otros sentidos
(sentidos secretos...) igualmente vitales, pero irreconocibles y sin laudes. Estos sentidos, inconscientes, automáticos, han de ser descubiertos. Históricamente, ciertamente
su descubrimiento llegó tarde: lo que los victorianos llamaban vagamente “sentido muscular”, la conciencia de la posición relativa del tronco y las extremidades, surgido
de los receptores en las articulaciones y tendones, no fue definido (y llamado “propiocepción”) en realidad hasta los años 1890. (Man, página 49.)
Volvamos a nuestro último ejemplo. Su maestro le dice que alza usted los hombros cuando toca, algo que simplemente usted no siente. La propiocepción es ese
sentido responsable de calibrar la posición relativa del cuerpo y sus partes. Su no sentir la posición de los hombros es sintomático de la propiocepción defectuosa.
La propiocepción está relacionada con todos los aspectos de la actividad muscular: orientación en el espacio, posición relativa de las partes del cuerpo, movimiento
del cuerpo y las extremidades, evaluación del esfuerzo y la tensión, percepción de la fatiga, equilibrio estático y dinámico. (El sistema vestibular en el oído interno
desempeña un papel importante en el establecimiento y mantenimiento del equilibrio, pero no carga él solo con la responsabilidad de ello. El Dr. Sacks escribe en
The Man..., página 74: “La propiocepción, en considerable amplitud, puede compensar los defectos de los oídos internos. Así, pacientes que han sido privados
quirúrgicamente de los laberintos... podrían aprender a emplear y mejorar la propiocepción maravillosamente; en particular, a usar los sensores de los músculos
dorsal ancho de la espalda, la extensión muscular más grande y móvil del cuerpo, como un accesorio y nuevo órgano del equilibrio, un par de vastos
propioceptores parecidos a alas.”)
Procedimientos indirectos 30
Conciencia sensorial y concepción
Para los alexandrinos, la propiocepción es el más vital de todos los sentidos. Los músicos valoran el oído por encima de todo. Sin embargo, es posible para un
músico estar virtualmente sordo y, gracias a la propiocepción, ser aún un adepto a la interpretación musical: da testimonio de ello el notable caso de la
percusionista Evelyn Glennie. Sin embargo, es imposible para un músico tocar música si está falto de propiocepción. El Dr. Sacks escribe: “Si la propiocepción
está completamente noqueada, el cuerpo se vuelve, por así decir, ciego y sordo a sí mismo y (como el significado de la raíz latina propius indica) cesa de
'pertenecerse', de sentirse a sí mismo como propio.” (Man, página 72.)
El Dr. Sacks escribe que la propiocepción es inconsciente y automática. “Para el hombre normal, en situaciones normales, [los reflejos propioceptivos]
simplemente no existen.” (Man.) Pero eso no quiere decir que la propiocepción debería ser inconsciente o que no puede hacerse consciente. George Coghill
escribió que Alexander había “demostrado el sumamente importante principio psicológico de que el sistema propioceptivo puede ser puesto bajo control consciente
y puede ser educado para llevar a los centros motores el estímulo que es responsable de la actividad muscular que proporciona la forma de funcionar (usar) los
mecanismos de la postura correcta.” (“Valoración” en CUV.)
La genialidad de Alexander consistió en: 1) entender que la idea que tiene usted del movimiento, de la acción, de sí mismo, de los demás, su concepción de la vida,
depende enteramente de la percepción sensorial; 2) destacar la importancia de la propiocepción en relación con el uso total de sí mismo; 3) reconocer la
penetrabilidad de la conciencia sensorial defectuosa; 4) desarrollar un método de traer la propiocepción a la esfera de la guía y control conscientes, fiables. Para
ver cómo podemos reeducar nuestra conciencia sensorial y hacerla con ello fiable, es útil entender cómo se vuelve no-fiable primero.
Procedimientos indirectos 31
Conciencia sensorial y concepción
Cuanto más libre está una parte del cuerpo, más capaz es de sentir con precisión lo que está haciendo. Cuando se usa usted mal a sí mismo, contrae demasiado
algunas partes del cuerpo y deja otras demasiado flojas. La totalidad de sí mismo sufre, incluidas la cabeza, el cuello y la espalda. Cada vez que contrae usted el
cuello, altera usted sus numerosos propioceptores y distorsiona la retroalimentación. En otras palabras, el mal uso siempre causa una distorsión de la percepción
sensorial.
Procedimientos indirectos 32
Conciencia sensorial y concepción
piernas, por ejemplo), evitando con ello toda obtención del fin en el proceso. Poniendo la inhibición por delante, se asegura de que más que hacer lo correcto, el
alumno deja de hacer lo incorrecto. Más tarde, usando direcciones, evita las trampas de los mecanismos corporales y del condicionamiento clásico. Discutiré la
inhibición y la dirección en los dos capítulos siguientes.
Entonces, el círculo vicioso de la experiencia errónea y la concepción errónea se rompe de dos maneras. El maestro de Alexander le proporciona una experiencia
nueva, no corrompida por sus ideas previas o por el recuerdo de intentos anteriores. Además, la mejoría del uso, producida por la nueva experiencia, provoca una
mejoría indirecta automática en su conciencia sensorial. Por un lado, usted esquiva sus ideas habituales sobre lo correcto y lo incorrecto; por otro lado, usted se
vuelve más capaz de calibrar objetivamente lo correcto y lo incorrecto.
Procedimientos indirectos 33
Inhibición
4 Inhibición
Procedimientos indirectos 34
Inhibición
4.2 Un ejemplo
Examinemos el caso de Roberto con detalle. El proceso de cambiar su vibrato puede enseñarse en cinco fases distintas, pero relacionadas entre sí.
1. El maestro le da al alumno primero las instrucciones verbales y de manipulación necesarias para cambiar su
coordinación en una base general. Esto asegura dirigir la cabeza, cuello, espalda, hombros, brazos y piernas.
2. El maestro le pide entonces a Roberto que toque una nota sostenida con el violonchelo, pero sin hacerla vibrar (figura 6:
ejercicio 1). Muchos violonchelistas encuentran difícil no hacer vibrar una nota, tan profundamente engranado está su
hábito de intentar siempre vibrar. Está claro que la totalidad del procedimiento depende, para su éxito, de la buena
voluntad y el deseo del alumno de inhibir su deseo de vibrar y parar su vibrato usual antes de aprender un nuevo vibrato.
Figura 6: ejercicio 1.
3. En un instrumento de cuerda, la acción del brazo derecho afecta a la acción del brazo izquierdo y viceversa. Llamemos a esta dependencia mutua Transferencia
Bilateral. (Discutiré esto en el capítulo 10, “Brazos y manos”.) Sin un brazo del arco usado eficazmente, el vibrato será invariablemente defectuoso. Mientras
Roberto inhibe todas las perturbaciones de este nuevo y relativamente mejorado uso de sí mismo, y mientras inhibe su deseo de vibrar, debe también ver de
usar el brazo del arco con movimientos cómodos, confiados, firmes, bien controlados que producen un sonido sostenido con fuerte dinámica. Cuanto mejor
coordinado esté el brazo del arco, más libre se volverá el vibrato.
4. El maestro puede ahora colocar el brazo y la mano izquierdas sobre el brazo y la mano izquierdas del alumno y poco a poco, pero claramente, iniciar las
oscilaciones rítmicas del antebrazo que son la base para un vibrato libre, fácilmente controlado y con sonido vocal. En este momento, mientras el maestro
mueve el brazo izquierdo del alumno, el propio alumno debe continuar inhibiendo:
• toda alteración de su coordinación general;
• su deseo de vibrar; y
• toda interrupción en la continuidad de acción en el brazo del arco.
El alumno debe suspender temporalmente sus juicios sobre si está bien o mal y no permitir a su gusto musical actual interferir con su búsqueda de libertad.
(Discutiré este asunto en el capítulo 17, “Juicios estéticos”.)
5. Esta experiencia podría clarificarse mediante repetición, variaciones en las instrucciones verbales y de manipulación, y variaciones en velocidad, amplitud y
dirección del vibrato. El maestro y el alumno pueden experimentar también con el propio mecanismo del vibrato. Lo que hace que el vibrato sea “bueno” no es
un mecanismo correcto, sino una forma correcta de usar un mecanismo, ya sea el del antebrazo, la muñeca o la mano.
Una vez que las nuevas experiencias del vibrato quedan claras, el maestro podría pedirle al alumno que asuma la responsabilidad de activar el vibrato. Al principio
hace esto intermitentemente: el maestro y el alumno se turnan para activar el vibrato, intentando no romper la continuidad de la acción. Finalmente, deja ir
enteramente el brazo izquierdo del alumno y permite al alumno vibrar por sí solo.
Este sólo es uno de los muchos métodos de trabajo del vibrato. Los violonchelistas pueden mejorar el vibrato en conexión con otras funciones de la mano
izquierda, tales como la articulación, el pizzicato y el cambio de posición de la mano izquierda sobre el mástil. Pueden utilizar ciertos ejercicios mecánicos con
Procedimientos indirectos 35
Inhibición
ayuda de un metrónomo. Pueden confiar en la imitación, si las condiciones son las correctas. En cualquier caso, la inhibición debería desempeñar un papel
fundamental en todos estos distintos procesos de aprendizaje.
En el caso del vibrato de un violonchelista, es posible para un maestro de Alexander proporcionar al alumno las nuevas experiencias del patrón parcial deseado. En
otros casos, el maestro no será capaz de dar al alumno una experiencia de poner manos directa sobre una gesticulación específica. Por ejemplo, la voz sólo puede
ser afectada indirectamente, mediante cambios en el patrón total. (Algunos maestros de canto para obtener el fin intentan afectar las voces de los alumnos
manipulando sus gargantas.) Pero tanto si las manos del maestro afectan a un patrón total o parcial, la inhibición de los deseos de obtener el fin que dispara el mal
uso sigue siendo clave en el proceso entero del cambio.
Cuando Roberto consigue inhibir su vibrato habitual, tiene la posibilidad de experimentar dos sensaciones sorprendentes, que debemos discutir extensamente. La
primera es que su nuevo vibrato es tan diferente del que le es familiar que Roberto siente que no es un vibrato “real”, sino alguna otra sensación, un efecto musical
diferente del todo. La segunda es que él bien podría sentir que no está vibrando para nada: el vibrato parece que ocurra por sí solo.
Empecemos con la primera de estas dos sensaciones, la del vibrato como “algo distinto del vibrato”. Esto merece un inciso.
4.4 No-hacer
La segunda sensación desconocida de Roberto (la sensación de que no está vibrando en realidad, sino que el vibrato se “hace él solo”) nos ayuda también a
entender la naturaleza de la Técnica Alexander. Podría resultar útil considerar la inhibición brevemente como un proceso fisiológico. Como vimos en nuestra
discusión del Control Primario, el cerebro proyecta mensajes a través de las vías nerviosas a los diferentes mecanismos musculares. Sir Charles Sherrington
escribió (en un folleto titulado El cerebro y su mecanismo, Cambridge University Press, 1937): “Podría parecer que doy énfasis a la preocupación del cerebro con
el músculo. ¿Podemos dar demasiada importancia a esta preocupación cuando cualquier camino que sigamos en el cerebro conduce directa o indirectamente al
músculo?” (Citado en CUV, 5º-2ª-15.) La inhibición debería ser preparatoria a la ejecución de todas y cada una de las acciones, un vaciado de las vías de la
corriente desenfrenada y automática de mensajes habituales.
Husler y Rodd-Marling escribieron que “es enteramente no-fisiológico intentar erradicar malos hábitos cultivando hábitos mejores.” (Singing, página 5.) La
inhibición no consiste en hacer algo nuevo, sino en no hacer algo antiguo. Y además, este despejar las vías, este no-hacer, es en sí mismo una actividad.
Sherrington escribió (en el mismo folleto anterior): “Hoy el aforismo debe modificarse para admitir que a menudo, refrenar un acto no es menos un acto que
cometer uno, porque la inhibición es al igual que la excitación, una actividad nerviosa.” (Citado en CUV, 5º-2ª-15.) El violinista Carlos M. Ramos Mejía escribe
sobre el hecho bien conocido de que los músculos están colocados por pares y que “cada músculo que se contrae produce una contracción refleja en su par
antagonista. Mediante la preparación [esto es, la inhibición] entendemos la acción de nuestra voluntad de producir una relajación del músculo antagonista.” (La
dinámica del violinista, Buenos Aires: Ricordi Americana, 1947, página 36).
La inhibición o no-hacer, significa no usar tensiones erróneas (tales como la contracción del músculo antagonista de un par). El término “no-hacer” ha creado
mucha confusión. Las palabras de Patrick Macdonald son las más claras al respecto: “Está bien hacer, mientras haga lo correcto.” (TAVM, Anotación 83.) No-hacer
no significa que esté usted blanducho o colapsado o que se haga el muerto. Macdonald escribió: “El culto a la pasividad y lo llamado relajación es uno de los
desarrollos más peligrosos de nuestro tiempo. Esencialmente, puede representar también un modelo de camuflaje: el deseo doble de no ver los peligros y desafíos
de la vida, y de no ser visto.” (TAVM, Anotación 121.) Nuestro no-hacer significa simplemente, no hacer nada que son sea correcto y deseable. En condiciones
ideales, cuando la inhibición precede y acompaña cada acción, la actividad queda libre la tensión excesiva, pareciendo por ello sin esfuerzo para el que hace y para
el observador. Tal es el caso de nuevo vibrato de Roberto: parece tan fácil y libre de gravamen que Roberto se ve tentado a decir: “¡No estoy haciendo nada!”,
cuando de hecho está haciendo mucho. Macdonald escribió: “Naturalmente, no-hacer es un tipo de hacer, pero es muy sutil. La diferencia es que al hacer, lo haces,
mientras que al no-hacer, ello te lo hace. Aquellos de ustedes que nunca han tenido experiencia práctica de la Técnica Alexander, probablemente encontrarán esto
difícil de entender. ” (TAVM, Anotación 90.)
Procedimientos indirectos 37
Inhibición
hábito de no esperar realmente. Esperar, la suspensión temporal de la actividad en la vida cotidiana, hace posible el intercambio social. Muchas convenciones lo
requieren: detenerse con el semáforo en rojo, por ejemplo, o hacer cola en la caja. Su cultivo tiene una gran esfera de acción, sea en el contexto de Alexander o no.
Es la base del sentido común y la urbanidad, dos cualidades queridas para todo alexandrino entregado.
La espera es también una herramienta de aprendizaje indispensable. La mayoría de maestros de Música han tenido la experiencia de enseñar a un alumno, que no
dejará de tocar el tiempo suficiente para escuchar lo que el maestro tiene que decir. El alumno sigue de su manera habitual, sin haber escuchado lo que dijo el
maestro o haber entendido lo que quería decir.
Como maestro de violonchelo, a menudo recurro a quitar el arco y el violonchelo de las manos de un alumno demasiado impaciente mientras doy alguna
sugerencia o consejo y no le devolveré su instrumento hasta que esté bien seguro de que ha asimilado la información ofrecida. Él no espera porque quiere hacerlo
bien. Tarde o temprano el alumno entiende la naturaleza de su comportamiento. Con el tiempo, esperar se vuelve sintomático del abandono de su impaciencia por
hacerlo bien. Entonces es sinónimo de inhibición.
La inhibición-como-espera es vivamente necesaria también, en situaciones en las que la actividad que tiene lugar es eminentemente intelectual. Tome el ejemplo
del entrenamiento del oído. Toco cuatro veces una melodía simple de cuatro compases. Le pido a usted que no intente escribirla la primera vez, sino que
simplemente la escuche. La segunda vez que la toco, le pido que establezca la clave de la melodía y escriba su ritmo. La tercera vez le pido que encuentre los
patrones melódicos y las melodías subyacentes y la cuarta vez le pido que escriba la melodía completa. Este es un procedimiento paso a paso lógico que debería
ser fácil de seguir. Sin embargo en la mayoría de las clases de entrenamiento del oído siempre hay estudiantes que sienten pánico y se sienten del todo incapaces de
seguir el dictado. En lugar de seguir mis sencillas instrucciones, se preocupan tanto por el último paso del ejercicio que descuidan los medios por los cuales
podrían cumplir este fin. Son ganadores del fin e intentan escribir la melodía completa después de oírla por primera vez. La solución a sus infortunios es inhibir:
esperar antes de responder y dejar de desear hacerlo bien.
El tiempo, entonces, es un elemento de la inhibición, pero no la define. Alexander dijo: “Cuando se le pide que no haga algo, en lugar de tomar la decisión de no
hacerlo, intenta usted evitar hacerlo. Pero esto sólo significa que usted decide hacerlo y luego usa tensión muscular para evitar hacerlo.” (ACC, 4ª-aforismo 13.) La
inhibición no es simplemente la suspensión temporal de una actividad: es la suspensión del propio deseo de actuar. Mark Twain era aficionado a regañar a la gente
que intenta dejar de beber, cuando lo que necesita en realidad es dejar de querer beber.
Procedimientos indirectos 38
Inhibición
un estado de inhibición y excitación mezcladas. Por ejemplo, cuando Roberto vibra al violonchelo, inhibe ciertos mecanismos del cuello, los hombros y los brazos
y excita otros ciertos mecanismo, incluidos aquellos de la espalda y y las piernas.
Podríamos quizá llamar voluntad a la capacidad de inhibir y excitar el sí mismo según demande cada situación. La Técnica Alexander hace consciente, selectivo y
efectivo lo que ocurre inconscientemente y más o menos por azar en la vida cotidiana. En palabras de Alexander:
El gato salvaje que acecha la presa, inhibe el deseo de saltar prematuramente y controla con un fin deliberado su anhelo por la gratificación inmediata de un apetito natural.
… Los animales tienen el poder heredado [de inhibir]; el hombre también lo tiene como herencia física, pero con las posibilidades añadidas debidas a la experiencia
acumulada conseguida del uso consciente de esta fuerza maravillosa. (HSH, 1ª-3.)
Cuando lleve por primera vez la inhibición al reino de la conciencia, bien podría usted necesitar exagerar su componente de espera, la suspensión temporal de la
actividad. Pero los alumnos de Alexander experimentados pueden y deberían inhibir en movimiento, sin un miedo o indecisión indebidos. Un fogonazo de
pensamiento habitual es suficiente para poner en marcha el mal uso habitual. (Si le sujeto electrodos a las nalgas y digo la palabra “silla”, los electrodos registrarán
una respuesta significativa sin importar lo pasivo que usted pretenda estar.) Dadas las condiciones correctas, un fogonazo de pensamiento diferente (un
pensamiento integrador coordinante), pondrá en marcha la actividad integrada coordinada. No necesita usted ni debería, confundir indecisión con inhibición.
La inhibición abre el proceso entero de autodescubrimiento que llamamos la Técnica Alexander. Hace de la Técnica un método de cambio de largo alcance, ya que
afecta cada faceta de la vida de un individuo. También hace la Técnica difícil de aprender. Como escribió Alexander, inhibir es posponer la gratificación
instantánea de un deseo. En este sentido, la inhibición es una forma de autonegación: cuando inhibe, se niega a sí mismo el deseo de reaccionar de su manera
habitual. La mayoría de la gente encuentra esto un esfuerzo, a pesar de la inmensa recompensa que la inhibición ofrece. Además, el no-hacer alexandrino va
directamente en contra de su deseo largamente establecido de obtener resultados haciendo algo y mediante ser visto estar haciendo algo.
Recuerde las palabras de Alexander: “Hablando de la individualidad y carácter de un hombre: es la forma en que se usa a sí mismo.” (ACC, 4ª-aforismo 120.) Para
cambiar su uso debe usted necesariamente, abandonar su individualidad tal como la ve usted hoy y probablemente desencadenará usted una buena batalla. Lo que
está bien se siente mal y lo que está mal se siente bien. En la Parte III de este libro, discutiré varias formas de aplicar la inhibición a interpretar música, pero el
mejor lugar para que un músico empiece a aprender inhibición no es con su instrumento (donde él ha invertido tanto emocionalmente), sino en los simples actos de
la vida cotidiana.
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Dirección
5 Dirección
5.3 Simultaneidad
En mi situación imaginada, pienso y hago muchas cosas al mismo tiempo. Esto es válido para cualquier situación de la vida cotidiana. A veces no hago más que
dos o tres cosas, otras veces muchas más. Pero nunca pasa que yo haga una cosa y sólo una. La Técnica Alexander desarrolla su capacidad innata de atender a
muchas cosas a la vez de una forma específica, esto es, pensar en su uso al mismo tiempo que lleva a cabo tareas cualesquiera de la vida cotidiana.
Dirigir y tocar música no debería descolocarle; después de todo, hace tiempo que es usted capaz de pensar en muchas cosas al mismo tiempo. Podría afirmar usted
que necesita “concentrarse” en su ejecución, excluyendo todos los demás pensamientos. Dirigir el uso significa simplemente prestar atención a los medios que
Procedimientos indirectos 40
Dirección
necesita para alcanzar un fin. Decir que prestar atención a los medios haría más difícil alcanzar el fin es un absurdo patente. Discutiré la concentración ahora
mismo.
5.5 Jerarquía
En mi situación imaginada, mi comprensión de la estructura musical y mi capacidad de ejecutar movimientos del arco y de los dedos son más importantes que
pensar en un chiste o qué ofrecer de beber a los amigos en el descanso. Es indiscutible que hay una jerarquía de pensamientos. No obstante, la Técnica Alexander
se aparta del sentido común aceptado, al sostener que inhibir el mal uso del Control Primario (la relación entre cabeza, cuello y espalda), debería ser su
pensamiento más importante en todo lo que usted haga.
Cuando inhibo las interferencias con el Control Primario, prevengo un patrón general de mal uso, ya que el Control Primario pone en marcha la coordinación de la
totalidad de sí mismo. Todo aspecto de mi uso y funcionamiento (mi sonido, ritmo, capacidad de tocar y escuchar a mis colegas al mismo tiempo) mejora cuando
inhibo un patrón total de mal uso. Inhibiendo un patrón total, me vuelvo más capaz de inhibir o excitar un patrón parcial también.
Llamemos a un patrón total de mal uso “echar abajo” y a un patrón total de buen uso “pensar arriba”. Si inhibo mi echar abajo, soy más capaz de inhibir el miedo a
las notas altas o a los movimientos rápidos del arco. En efecto, estos miedos no son más que manifestaciones de mi echar abajo. Cuando pienso arriba, o bien no
pierdo ninguna nota alta o, si lo hago, no estoy indebidamente preocupado y puedo continuar tocando sin perder la continuidad de la música, lo que es más
importante que tocar todas las notas correctamente. Inhibo mis miedos y, continuando a pesar de equivocarme aquí y allá, inhibo las frustraciones que de otro
modo alimentarían mis miedos. Las direcciones que previenen el mal uso del Control Primario se llaman direcciones primarias y las describiré más adelante.
Procedimientos indirectos 41
Dirección
automáticas estorban mi ejecución en lugar de ayudarla. La dirección alexandrina corrige el problema doble de conciencia y eficiencia. Al hacerse consciente de
órdenes que ha dado usted siempre automáticamente, aprende usted a distinguir entre órdenes útiles y dañinas. Con el tiempo, se libra usted de las directivas
innecesarias de su cerebro y de las acciones superfluas que perpetúan. Además, el automatismo de la órdenes alexandrinas es de naturaleza diferente al de las
órdenes aprendidas al azar. Un hábito adquirido con buena dirección sigue siendo accesible al control de la voluntad, de forma que siempre puede ser reexaminado,
alterado o incluso descartado. (Este tipo de automatismo requiere un proceso de aprendizaje específico, que describiré más adelante en este capítulo.)
Tarde o temprano, la dirección alexandrina se vuelve eficiente y automática. No obstante, cuando aprende usted por primera vez a dirigir, bien podría sentirse usted
demasiado consciente de cada movimiento y podría perder usted también algo de la eficiencia que tenía usted antes de estudiar la Técnica Alexander. En otras
palabras, las cosas se ponen peor antes de mejorar. Esto es inevitable. Lo mencioné antes en el capítulo 3, “Conciencia sensorial y concepción” y lo seguiré
discutiendo en el capítulo 17, “Juicios estéticos”.
Hasta ahora he hablado de las formas en que la dirección de Alexander es similar al pensamiento ordinario. En ambos hay una unión total de cuerpo y mente; en
ambos hay concomitancia y jerarquía de pensamientos; en ambos hay órdenes inhibitorias y excitativas; en ambos hay grados de conciencia y automatismo. Dirigir
debería ser mejor que el pensamiento ordinario en cada uno de estos puntos, pero no difiere del pensamiento ordinario en ninguno de ellos. No obstante, antes de
continuar con las cuestiones prácticas de dirigir, nos queda por ver de que maneras dirigir es verdaderamente diferente del pensamiento ordinario.
Procedimientos indirectos 42
Dirección
Hay muchas otras direcciones así: apunte con los hombros hacia los lados-separándose; apunte los codos afuera alejándose de los hombros y alejándose entre sí;
apunte las rodillas separándose, alejándose de las caderas y alejándose entre sí; apunte los talones abajo; y más aún.
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Dirección
Macdonald sigue explicando las diferencias entre una posición y una dirección. Es posible, aunque
difícil, dirigir la cabeza hacia delante-arriba incluso si está yendo atrás-abajo en el espacio. Esto está
mejor ilustrado en la foto de George Balanchine y Arthur Mitchell (figura 7). Sus posiciones en el
espacio son similares, pero sus direcciones muy diferentes. La cabeza de Balanchine está dirigida hacia
delante-arriba, la de Mitchell hacia atrás-abajo.
Figura 7. George Balanchine y Arthur Mitchell ensayando Los cuatro temperamentos (1958).
Sobre la idea importantísima de enviar varias direcciones todas juntas, una después de la otra, Alexander escribió que
para mantener la unidad que requiere esta serie conectada de actos, [el alumno] tendrá que continuar proyectando las instrucciones necesarias para la realización del primer
acto de la serie al mismo tiempo que proyecta las instrucciones necesarias para la realización del segundo y así a lo largo de toda la serie hasta que se hayan realizado todos
los actos preliminares en su secuencia conectada... Este proceso es análogo al de disparar una metralleta desde un avión, en el que la maquinaria está tan coordinada que
cada disparo de la secuencia está sincronizado para pasar entre las palas de una hélice que gira a 1.500 revoluciones o más por minuto. (USM, 3º-1.)
Al dirigir, puede usted usar las palabras de muchas maneras. Hágase preguntas a sí mismo: “¿Estoy pensando arriba? ¿Está libre el cuello? ¿Estoy llevando la
cabeza hacia delante-arriba?” Declare en primera, segunda o tercera persona: “Estoy pensando arriba y apuntando los hombros hacia los lados separándose.”
Exhorte: “¡Hacia delante-arriba! ¡Hacia delante-arriba!” Avise: “No te eches abajo, no te contraigas, no te precipites.” Pase lista: “Cabeza, cuello, espalda, columna
Procedimientos indirectos 44
Dirección
vertebral, piernas, rodillas, talones.” Use la variación, la imaginación y el humor. No olvide que las palabras son una ayuda para organizar las experiencias
cinestésicas y no las experiencias mismas. Y recuerde que las experiencias sensoriales son casi imposibles de describir, pero un poco más fáciles de demostrar en
una clase.
Alexander no siempre definía su terminología claramente. Estuvo a punto de dar una definición precisa de dirección cuando escribió: “Cuando utilizo las palabras
'dirección' y 'dirigir' con 'uso' en frases como 'dirección de mi uso' y 'dirigir el uso', etc., quiero indicar el proceso que se produce al proyectar mensajes desde el
cerebro a los mecanismos y al conducir la energía necesaria para el uso de estos mecanismos.” (USM, 1º-nota 5.) En otras palabras, las direcciones son mensajes
del cerebro a los músculos vía los nervios. Estos mensajes dan energía al sí mismo de distintas maneras, según sea necesario. Recuerdo mis lecturas de las palabras
de Gerhard Mantel: “Cada impulso motor consiste en una serie de impulsos sueltos como puntos. La frecuencia de los impulsos y el número de fibras musculares
implicadas determinan la amplitud y la fuerza del movimiento, respectivamente.” (Cello Technique: Principles and Forms of Movement, Bloomington, Indiana:
Indiana University Press, 1975, página 3.)
Las direcciones son un proceso que implica el enlace del pensamiento a la acción. Uno de los resultados de este proceso es dar energía al cuerpo. Cuando el dirigir
es saludable, da como resultado una característica muscular particular que está viva, es elástica, vital. A veces los maestros de Alexander se refieren al proceso
hablando del resultado; hablan del tono muscular elástico de una persona bien coordinada que está bien dirigido. Con ello se corre el riesgo de creer que las
energía resultantes de dirigir pueden ser obtenidas de algún modo sin relación con el pensamiento que las crea, una creencia que es mejor evitar.
Procedimientos indirectos 45
Dirección
Otras partes del cuerpo podrían necesitar tensarse. Por ejemplo, un pianista con articulaciones hiperextendidas bien podría tener que aprender a apretar algunas de
las articulaciones para tener la fuerza y estabilidad necesarias en los dedos al tocar.
Los hombres y mujeres cuya coordinación es buena por naturaleza, a menudo tienen poco o ningún conocimiento anatómico o fisiológico. Pasar del mal al buen
uso tampoco requiere este conocimiento, como dan testimonio los éxitos de maestros de música que no confían en el control mecánico, sino en la imaginación de
sus alumnos y su capacidad para reaccionar de forma diferente con todo su ser en una situación dada, el propósito final de dirigir. El conocimiento de la Anatomía
y la Fisiología, aunque no es estrictamente necesario, podría ser útil, pero sólo si no tienta al alumno a apartarse de este propósito.
Similarmente, puede usted mover el cuerpo hacia delante en el espacio mientras lo dirige o apunta hacia atrás en la dirección opuesta. También durante el reposo el
cuerpo podría tender hacia arriba o hacia abajo, hacia delante o hacia atrás, etc. Macdonald escribe: “Posición, movimiento muscular y 'dirección' son tres
actividades diferentes; la tercera actividad ('dirección') debería continuar dentro de las otras dos actividades.” (TAVM, 4º-1.)
La capacidad del cuerpo para moverse en una dirección mientras tiende hacia otra dirección es esencial para su bienestar. Llamemos a este fenómeno “oposición”.
Procedimientos indirectos 46
Dirección
Hay dos tipos de oposiciones: entre dos o más partes dentro del sí mismo, y entre el sí mismo y una fuerza exterior sostenida sobre él. Si apunto la cabeza hacia
delante-arriba y la espalda hacia atrás-arriba, establezco una oposición entre la cabeza y la espalda; si apunto el codo hacia afuera, alejándose del hombro y del
tronco, y apunto la muñeca hacia dentro, alejándose del codo y hacia el tronco, establezco una oposición entre el codo y la muñeca. Si coloca usted la mano sobre
mi espalda y me empuja hacia delante, yo apunto mi espalda hacia atrás contra su contacto y creo una oposición entre nosotros dos.
La oposición permite que las posiciones corporales sean estables y dinámicas y que el movimiento sea fluido y eficiente. Hay innumerables posibilidades de
oposición dentro y fuera de sí mismo. No necesita usted considerar la palabra “oposición” negativamente. Cuando usted baila con su pareja (el vals, el swing) es la
oposición o resistencia entre ustedes dos lo que permite que se muevan como uno. Ya he citado a G. B. Lamperti en mi discusión sobre la tensión y relajación:
Se consigue cantar oponiendo movimientos y el equilibrio medido entre ellos.
Esto provoca la apariencia engañosa de reposo y fijeza, incluso de relajación. (Vocal, página 29.)
La voz cantante nace en realidad del choque entre principios opuestos, la tensión de fuerzas conflictivas llevadas al equilibrio. (Vocal, página 63.)
La oposición puede ser extremadamente placentera en todas sus manifestaciones, ya sea la danza, soplar aire por la boquilla de un oboe, pasar el arco por la cuerda
o simplemente dirigir la cabeza en oposición a la espalda.
Procedimientos indirectos 47
Dirección
Alexander dijo: “Para hacer algo que afecte a los procesos, debe usted hacer algo que afectará a los resultados de aquellos procesos.” ( ACC, 4ª-aforismo 79.)
Cuando mejor se use usted a sí mismo, mejor tocará el piano; concentrarse en tocar el piano en detrimento de sus direcciones primarias, sólo puede hacerle tocar
peor.
Procedimientos indirectos 48
Dirección
Concentrarse en pensar arriba a lo largo de la columna vertebral crea su propios problemas. Los alumnos dicen: “Si no me concentro, no seré capaz de sentir lo que
está pasando”. Se puede demostrar que esto es falso. Macdonald presenta la escena siguiente:
El maestro, tocando ligeramente al alumno en el hombro: “¿Sintió esto?” Alumno: “Sí.” Maestro: “¿Intentó sentirlo?” Alumno: “No.” Maestro: “Del mismo modo, cuando
le coordino a usted con mis manos, no necesita intentar sentir lo que hago. Si lo intenta, sólo interferirá con lo que debería estar usted registrando.” ((TAVM, Anotación
5.)
Es fácil adivinar cuando un alumno está concentrándose: él mira al espacio sin pestañear, restringe la respiración y deja de hablar o de escuchar. Podríamos
también llamar a esto “autohipnosis”. Estas no son claramente las condiciones óptimas para coordinarse a sí mismo.
Dirigir requiere una aceleración de la mente consciente que aumente su conciencia de sí mismo, de los demás y del ambiente que hay alrededor de usted. Bruce
Lee, el gran artista y maestro de artes marciales, escribió que “la concentración clásica... se centra en una cosa y excluye todas las demás y la conciencia... es total
y no excluye nada”. (Tao, página 21.) “Una mente concentrada no es una mente atenta, pero una mente que está en estado de conciencia puede concentrarse.” (Tao,
página 203.)
La diferencia entre concentración y conciencia está perfecta aunque inconscientemente ilustrada por este extracto sobre las capacidades fabulosas de dos grandes
directores, Erich Kleiber y su hijo, Carlos:
Erich Kleiber daría largos paseos con una partitura en la mano y sus hijos caminando delante de él, completamente inmerso en cualquier trabajo que
estuviera preparando, pero al mismo tiempo permaneciendo consciente de todo lo que pasaba a su alrededor. Una vez, detuvo la lectura el tiempo suficiente
para salvar a Carlos de un accidente y luego, tranquilamente volvió a su partitura. (La concentración del propio Carlos no es menos sorprendente: cuando
hizo su debut en La Scala en la temporada de 1974-75 con Der Rosenkavalier, continuó dirigiendo durante todo el terremoto de Fruli, que sacudió el lugar,
zarandeó las lámparas de araña y vació el anfiteatro. “¡No me enteré!”, dijo después cuando se le explicó lo que había pasado al quejarse de que ¡la orquesta
parecía inquieta!) (Helena Matheopoulos, Maestro: Encounters with Conductors of Today, Londres: Hutchinson, 1982, página 446.)
Kleiber padre era consciente de todo; al incluirlo todo su conciencia, él podía concentrarse en su partitura mientras seguía la pista de todo lo que pasaba a su
alrededor. Sin embargo, Kleiber hijo se concentraba en su música e ignoraba el mundo a su alrededor. (Me apresuro a añadir que Carlos Kleiber es quizá el más
refinado y más al estilo Alexander de todos los directores que trabajan hoy. Imagino que es capaz del conocimiento perfecto, ¡pero resbala en la concentración de
vez en cuando!)
En otras partes del libro, especialmente en el próximo capítulo, “Acción” y en el capítulo 17, “Juicios estéticos”, discutiré más sobre la actitud mental, el paso de la
concentración a ser consciente, las dificultades para hacer las direcciones intuitivas aunque fiables, y las diferencias entre conciencia de uno mismo y conocimiento
de uno mismo. Por ahora cito al maestro Nicholas Brockbank: “La clave para aplicar la Técnica con éxito a la vida cotidiana debe ser no mirar como si fuera usted.
Esto debería llevar con el tiempo, a no mirar como si usted lo necesitara.” (Crítica de Jonathan Drake, Body Know-how, Alexander Journal, nº 12, otoño de 1992,
páginas 48 y 49.)
Procedimientos indirectos 49
Acción
6 Acción
“Inténtelo de nuevo, esta vez con menos tensión” es una directiva que todos oímos y damos libremente. Si la intención y el deseo tras una gesticulación fracasada
siguen siendo los mismos, la propia gesticulación seguirá fracasando, independientemente de la cantidad de tensión implicada. Luego, una directiva mejor es “no
Procedimientos indirectos 50
Acción
Tito Gobbi, el gran cantante que fue notable por sus destacadas capacidades de actuación, habla del cantante que falla el ademán en escena:
No obstante, una palabra de advertencia a cualquiera que añada estos refinamientos [ademanes y sonrisas] a sus representaciones: si se pierde o estropea alguno de estos
momentos, nunca mire atrás hasta que la representación termine. El momento ha pasado y nunca puede ser recuperado. El quedarse en ello sólo incrementará la sensación
de confusión que puede conducir rápidamente al desastre. Permitir incluso que parte de su mente se preocupe con lo ocurrido es como sacudir la piedra que empieza la
avalancha. (My Life, con Ida Cook, Londres: Macdonald and Jane's, 1979, página 72.)
Preocuparse por un error en la actuación y castigarse por ello incluso mientras usted actúa, es claramente indeseable. En la práctica diaria y durante una clase de
Alexander se aplica el mismo principio. Es cierto que fuera de la actuación en público puede usted parar, repetir un ademán y corregir un error. Sin embargo,
incluso entonces si se demora en la "incorrección" de un ademán mientras lo ejecuta, se arriesga a apoyarse en el ademán y hacerlo irremediablemente mal. Ejecute
cada uno de sus ademanes con ímpetu y autoridad, tanto si está mal como si lo siente mal, y mírese a distancia el ademán y considérelo con despego.
Procedimientos indirectos 51
Acción
6.5 Tiempo
La indecisión y la impaciencia están ambas ausentes de un ademán adecuado cronometrado. Aquí debemos mirar de nuevo la relación de la inhibición con el
tiempo y la velocidad.
El propósito principal de inhibir es darle a usted la oportunidad de elegir. Inhibir es preguntarse: ¿Soy consciente de lo que estoy a punto de hacer hacer? ¿Quiero
reaccionar realmente de la forma acostumbrada? ¿Qué alternativas tengo? ¿Cuál prefiero? ¿Están mis preferencias dictadas por el hábito, por la negligencia o por
la elección?
Inhibición no significa necesariamente tomarse tiempo para actuar o actuar lentamente o no actuar para nada. Los alexandrinos experimentados pueden hacerse
todas las preguntas que he propuesto en una fracción de segundo. También pueden hacerse estas preguntas en el mismo momento en que se mueven, cantan,
actúan, caminan o hablan. El esquema de Alexander de concepción, inhibición, dirección y acción no implica que usted conciba o inhiba o dirija o actúe. Mientras
canta la primera mitad de una melodía, ya piensa usted en la segunda mitad e inhibe los hábitos de mal uso correspondientemente; usted concibe, inhibe, dirige y
actúa todo al mismo tiempo.
Con todo, al aprender a inhibir es útil elegir un ademán (sentarse, pulsar un acorde, cantar una escala) y tomarse unos instantes antes de ejecutarlo. Concibe usted
el ademán en la mente, inhibe sus motivaciones para alcanzar el fin, dirige el uso de la totalidad de sí mismo. Entonces decide usted actuar. Inmediatamente de
haber tomado esta decisión, ¡actúe! En otras palabras, dese tiempo entre concebir el ademán y ejecutarlo (“mire antes de saltar”), pero no entre la decisión de
actuar y la actuación (“el que duda está perdido”).
Procedimientos indirectos 52
Acción
Husler y Rodd-Marling tratan este asunto en relación con el canto, particularmente con el “ataque” (el inicio de la vocalización):
Todos los movimientos musculares (ejercicios de tensión) deberían practicarse tan rápidamente como sea posible para empezar, nunca lentamente y con indecisión... [Las
contracciones efectuadas rápidamente] diríamos que recuerdan a los músculos su propia existencia, eludiendo los “malos hábitos” (tipos habituales de fijación, por
ejemplo) y otras deficiencias del órgano vocal.
[Estos movimientos] deben ser producidos primero, no sólo rápidamente, sino repentinamente, sin premeditación o deliberación, para evitar ciertas complicaciones que
invariablemente se establecen al empezar la formación. (Singing, página 107.)
Observe que Reid insiste tanto en la instantánea “transformación del mecanismo respiratorio en un instrumento productor de sonido” como en descuidar “la
cualidad en sí”. Sobre decidir actuar, actúe enseguida y sin tener en cuenta el resultado final de su acción. Bruce Lee dijo: “No mire atrás una vez decidido el
rumbo” (Tao, página 12). Entonces, para eliminar la indecisión y el exceso de impaciencia, necesitará usted controlar el inicio de sus acciones con precisión, no
anticipar su resultado y suspender los juicios de bien y mal, para así volverse verdaderamente objetivo.
Antes escribí que para volverse usted libre necesita actuar sin preocuparse por el resultado de sus acciones. En una clase de Alexander o en una clase de Música,
esto le obliga a arriesgarse, sobre todo a arriesgarse a perder su control habitual. Cuando se trata de aprender algo nuevo y diferente, hay varias actitudes posibles.
Tomemos el patinaje sobre hielo como ejemplo.
Hay gente que simplemente no desea aprenderlo. Hay gente que da vueltas por la pista lentamente, prudentemente, sujetándose de la barandilla de alrededor, sin
caerse nunca, pero sin progresar nunca. Hay gente que se cae y se levanta de nuevo con determinación inflexible hasta que “lo consigue”. Y hay gente que se cae y
se ríe, gente que ama las sensaciones de descontrol y de dejarse ir y hacerlo mal. A menudo les digo a mis alumnos de Alexander que algo está mal en una clase si
al menos uno de los participante (el maestro o el alumno) no está riéndose. Entonces, para conseguir la libertad arriésguese, pierda el equilibrio, equivóquese, y
¡páselo bien!
Con el tiempo pasa usted de mal a bien. Este mismo pasar es también excesivamente agradable. Puede usted entonces divertirse al hacerlo mal, cuando pasa de mal
a bien y como es natural, cuando lo hace bien.
Finamente, observe que la expresión de Alexander “guía y control conscientes” no le obliga testarudamente a controlar todo aspecto de cada una de sus acciones.
El buen uso y la conciencia de sí mismo no son el resultado de todo lo que usted hace, sino más bien de todo lo que usted deja de hacer. En lugar de controlar la
acción, piense en permitir que ocurra. Deshaga los malos usos de la cabeza, cuello y espalda y mucho que es correcto, fácil y del todo agradable seguirá por su
propia decisión.
Procedimientos indirectos 53
2ª parte: Procedimientos
2ª parte: Procedimientos
7 La clase
Aún así, debería haber al menos unos pocos elementos en común en todos los maestros de Alexander serios. Después de todo, la Técnica se basa en principios bien
definidos que tienen una cierta lógica interna y que es demostrable que están de acuerdo con leyes naturales inmutables. En realidad, el término “Técnica
Alexander” ha llegado a abarcar un amplio rango de prácticas diferentes y a veces claramente contradictorias. No está dentro del ámbito de este libro considerar
por qué es esto así. Además, sería imposible hacer justicia aquí a todos los diferentes estilos de enseñanza que coexisten hoy. Describiré unos pocos formatos de
clase diferentes y explicaré el razonamiento que hay tras los procedimientos de Alexander presentados en los capítulos siguientes. Los lectores que encuentren
estilos de enseñanza que se apartan significativamente de lo que yo propongo aquí, tendrán que decidir por sí mismos los méritos y deméritos de estos estilos y del
mío propio.
El primer aspecto de una clase de Alexander es precisamente lo que la palabra implica: es una clase, no una sesión terapéutica. El maestro de Alexander y su
alumno tienen una relación maestro-alumno, no una terapeuta-cliente.
Es cierto que la Técnica, al crear las condiciones correctas para que el organismo sane y se regenere a sí mismo, ha sido utilizada a menudo y con gran éxito, en el
tratamiento de una serie de males y enfermedades. También es cierto que muchos alumnos buscan primero la ayuda de un maestro de Alexander debido a una
condición patológica específica y frecuentemente, una que ha persistido a pesar del cuidado médico tradicional.
No obstante, esto no cambia el carácter fundamental de la Técnica Alexander. El propósito del maestro de Alexander es ayudar al alumno a activar y refinar el uso
de los dones de la Naturaleza: la capacidad de inhibir y dirigir. El maestro nunca afirma curar una enfermedad específica; en cambio, trabaja sobre el uso de la
totalidad de sí mismo de su alumno. Como la enfermedad está causada a menudo al menos en parte por el mal uso de sí mismo, los cambios en el uso asegurados
por el estudio entregado a la Técnica Alexander tienden a producir la curación de la enfermedad. Podríamos decir que la curación es un efecto secundario de la
Técnica Alexander y que la curación que tiene lugar es siempre una autocuración. El maestro no se atribuye el crédito por la curación; dicho simplemente, él no es
un sanador y el alumno no es su paciente.
Procedimientos indirectos 54
La clase
Esto no es mera semántica. Los papeles del paciente y el alumno son diferentes. El alumno es plenamente responsable de su propio bienestar. Él permanece
completamente activo, incluso cuando sigue aparentemente pasivo al enfrentarse a ciertos estímulos. Como dijo Sherrington: “Refrenar un acto no es menos un
acto que cometer uno, porque la inhibición es al igual que la excitación, una actividad nerviosa.” (Citado por Alexander en CUV, 5º-2-15.) El alumno de Alexander
aprende a no hacer nada, pero este es un tipo de nada muy diferente al del paciente bajo el escarpelo del cirujano y las agujas del acupuntor.
7.2 Emociones
Durante las clases de Alexander, muchos alumnos pasan por un profundo disturbio emocional. El maestro es un agente en este disturbio y sin embargo, no debe
ocupar el lugar de un consejero o terapeuta. Nadie puedo serlo todo para todo el mundo y los maestros no son una excepción. Un maestro tiene tres elecciones al
tratar con las emociones de los alumnos. La primera es no tratarlas en absoluto: crear cierta distancia (llamémoslo el espacio pedagógico) entre él y el alumno y
dejarle claro al alumno que está allí para aprender la Técnica Alexander, no para hacer psicoterapia. Establecer este espacio pedagógico, no necesita ser traumático
para el alumno; es suficiente con que el maestro se comporte con sentido común y la decencia humana normal.
La segunda elección del maestro es recibir formación como asesor psicológico y combinar la enseñanza de la Técnica con una verdadera asesoría psicológica. Esto
tiene ventajas obvias y desventajas menos obvias. Una vez rotos los límites del espacio pedagógico, maestro y alumno se arriesgan a perder de vista las metas
verdaderas de la Técnica Alexander, metas que podrían divergir de aquellas de la psicoterapia.
La tercera elección del maestro es meterse en la vida emocional del alumno sin haber recibido formación profesional. Esto es indiscreto y debería ser evitado tanto
por el maestro como por el alumno.
Resumiendo: la Técnica Alexander trata mejor las emociones cuando lo hace indirectamente, a través de la inhibición y la dirección. El alumno estará siempre
mejor servido por un planteamiento pedagógico en lugar de terapéutico. Inhibir es decidir por sí mismo, cómo reaccionar mejoren cualquier situación dada y tener
la capacidad de llevar adelante sus propias decisiones. No podría haber mayor fuente de otorgamiento de poder individual y bienestar emocional.
habérsele dicho lo contrario en tantas ocasiones. Es también mucho más fácil hacer ejercicio durante media hora diaria (quizá delante del televisor) que pensar de
verdad sobre cómo reacciona usted a los acontecimientos y a la gente de su alrededor. De verdad, el ejercitarse y la Técnica Alexander tienen muy poco en común,
aunque puede usted aplicar la Técnica a todos sus ejercicios favoritos, estén relacionados con la interpretación musical o no. (Discutiré más el asunto de los
ejercicios en el capítulo 16, “Práctica diaria”.)
Alexander resumió la esencia de una clase netamente. Dijo: “No está usted aquí para hacer ejercicios o para aprender a hacer algo bien, sino para ser capaz de
encontrarse con un estímulo que siempre le pone mal y aprender a manejarlo.” (ACC, 4ª-aforismo 81.) A menudo les digo a mis alumnos que sus reacciones en
cualquier situación dada podrían ser o bien normales, como la de cualquier otro, como han sido siempre, o bien naturales, según las leyes de la Naturaleza, como
deberían ser idealmente. En el curso de una clase de Alexander, el maestro le presenta una serie de estímulos con el objetivo de ayudarle a reaccionar a ellos
naturalmente en lugar de normalmente.
Procedimientos indirectos 56
La clase
Estas diferentes funciones de las manos del maestro se superponen bien naturalmente. Difícilmente es posible que el maestro use las manos exclusivamente para
vigilar los movimientos del alumno sin causar algún cambio inmediato en la conciencia del alumno y consecuentemente, en su uso. Por ejemplo, si coloco las
manos sobre su caja torácica, es probable que usted altere la respiración inmediatamente, independientemente de las intenciones con que yo le toque.
Podemos referirnos a las manos de un maestro de Alexander como sanadoras, guías o incitadoras. El toque sanador alivia o tranquiliza al alumno, ayuda a soltar la
tensión excesiva y a veces alivia el dolor de cabeza, el dolor de espalda y otros tipos de dolor. Este toque y sus efectos han ganado para la Técnica Alexander
muchos devotos agradecidos. Esto, pienso, puede conducir a graves errores sobre la naturaleza de la Técnica Alexander. Su propósito primario no es sanar o
calmar, mucho menos hacer que el alumno se sienta bien, sino enseñarle a inhibir y dirigir, incluso si esto le causa incomodidad o dolor. Volveré sobre esto
enseguida.
El toque guía da apoyo y energía al alumno al pasar por los movimientos variados que el maestro requiere de él. En el capítulo 4, “Inhibición”, sugería cómo un
maestro podría ayudar a un violonchelista con el vibrato; éste era un buen ejemplo del toque guía en funciones. El trabajo educativo de un maestro de Alexander
está fuertemente asociado a este tipo de manipulación. Su importancia se hace evidente cuando aceptamos la perversidad de la conciencia sensorial defectuosa. Es
el toque guía lo que rompe el círculo vicioso de una experiencia percibida incorrectamente tiñendo la percepción, y de la percepción enturbiada tiñendo y
predeterminando la experiencia.
Finalmente, hay el toque incitador. Patrick Macdonald escribió: “Hoy un alumno me dijo: 'Usted no me hace cosas con las manos; ellas me persuaden de que haga
cosas por mí mismo.' Este debería ser el propósito de todo maestro.” (TAVM, Anotación 110.) La persuasión es la manera ideal. No obstante, a veces fracasa. Los
alumnos a menudo se resisten al fluir del cambio. Tienen muchas razonas para esto: mal uso, miedo a perder el control o sólo la simple y vieja terquedad. Estas
barreras deben ser salvadas. Cornelious L. Reid escribió sobre el trabajo rápido en las clases de canto: “En general, se utilizan pasajes de movimiento lento cuando
se anima al estudiante a pensar, pasajes de movimiento rápido para eludir su mal pensar.” (Free, página 129.) Las manos incitadoras, actuando con velocidad o
insistencia calculadas, o ambas cosas, apartan al alumno de su concepción limitada y limitante de cómo deberían ir las cosas y le meten en el torbellino de la
experiencia. Percepciones poderosas repentinas pueden surgir de esta pérdida de control forzada.
Procedimientos indirectos 57
La clase
uso, esta es una proposición arriesgada y para desempeñarla se necesitan un maestro con muchos recursos y un alumno que responda muy bien. Para mí, el
planteamiento de los “primeros principios” tiene más probabilidades de tener éxito que el planteamiento de las “aplicaciones”. Discutiré este asunto más delante y
en relación con la interpretación musical, en el capítulo 18, “Normas y desviaciones”.
Tradicionalmente, se ha enseñado la Técnica Alexander en una base de uno a uno. Si acepta usted la razón del planteamiento de poner manos, la siempre
penetrante conciencia sensorial defectuosa, entonces la dificultad de enseñar la Técnica Alexander a grupos se hace evidente. Alexander mantuvo fuertes opiniones
al respecto. Él creía en la necesidad de cambio personal en base individual, no colectiva:
La percepción sensorial fiable no puede conferirse en el principio de la enseñanza masiva o mediante precepto o exhortación. Sólo puede hacerse mediante enseñanza
individual y trabajo individual. Es más, la gente masificada puede ser gobernada por el "instinto gregario" y debemos ayudar al hombre a salirse de esa influencia lo antes
posible y para este fin debemos tener desarrollo consciente e individual. (CCCI, 2º-6.)
Aprender la Técnica se parece a aprender música. Por ejemplo, las clases particulares de piano siempre seguirán siendo más útiles que las clases en grupo. No
obstante, en las situaciones en que las clases individuales no son posibles, las clases en grupo podrían servir de algo. Sin embargo, el pianista en ciernes cuya
formación entera se ha limitado a clases de grupo, no puede afirmar saber mucho sobre tocar el piano; lo mismo ocurre con el alumno de Alexander cuya única
experiencia han sido unas pocas clases de grupo.
Las clases de especialistas son otra cuestión por completo. Actuar para un maestro delante de un grupo de iguales es obviamente beneficioso. Similarmente,
observar a otros reaccionando a los estímulos de una clase de Alexander es enormemente educativo. Gracias a la conciencia sensorial defectuosa, podría encontrar
usted más fácil ver a alguien con obtención del fin y mal uso que verse a usted mismo, aprendiendo sobre su propio comportamiento por comparación e inferencia.
Este es el mérito principal del trabajo de grupo de Alexander. No obstante, conseguirá usted un cambio real trabajando sobre sí mismo más que en grupo.
Procedimientos indirectos 58
La clase
ventaja mecánica (el mono o la embestida, por ejemplo) y podrá usted pensar arriba en cualquier lugar y tiempo en su vida cotidiana.
Describiré algunas de estas posiciones de ventaja mecánica que son típicas de una clase de Alexander: mono, embestida, manos sobre el respaldo de la silla, “a”
susurrada y trabajo de mesa. Los maestros de Alexander de hoy usan una docena de otros procedimientos, desde arrastrarse y gatear por el suelo hasta sentarse en
sillas de montar. Pero estoy justificado al limitar mis elecciones a los procedimientos anteriores por muchas razones:
1. Todas fueron desarrolladas por el propio Alexander y su valía colectiva está enteramente demostrada por el tiempo.
2. Hay procedimientos prácticos atractivos universalmente y aplicaciones directas inmediatas. Cada procedimiento se dedica a uno o más requerimientos
comunes a todos los seres humanos y no necesita estar usted sufriendo de una enfermedad rara para beneficiarse de hacerlo.
3. Todos pueden ser observados, alterados, mejorados y refinados mediante el proceso dual de inhibición y dirección.
4. Todos pueden ser vigilados y cambiados por el maestro usando las manos sobre el alumno.
5. Son procedimientos de la vida cotidiana ordinaria, no-esotéricos y no son complicados incluso cuando aprenderlos podría ser un proceso complejo. (Discutiré
las diferencias entre complicación y complejidad en el capítulo 13 ,“Procedimientos combinados”.)
6. Son relevantes y útiles para todos los practicantes de la música.
7. Considerados en conjunto, tratan virtualmente todos los aspectos de la coordinación de la totalidad de sí mismo. Si puede usted hacer todos los procedimientos
bien, quedará poco por encima de sus posibilidades.
Las consideraciones anteriores podrían ayudarle también a decidir sobre la valía de otros procedimientos que podría aprender usted en sus clases de Alexander. En
el Apéndice B, “Preguntas y respuestas”, discutiré algunas de las cuestiones prácticas de las clases de Alexander: a cuántas clases debería asistir usted, cómo
encontrar un maestro, etc.
En los capítulos del 9 al 13, describiré en detalle algunos procedimientos de Alexander. No obstante, antes de seguir me gustaría discutir la respiración. La
comprensión de Alexander de la respiración es radicalmente diferente del conocimiento aceptado. En la Técnica no hay ejercicios respiratorios, aunque cada
procedimiento de Alexander afecta a la respiración de algún modo. Para apreciar esta paradoja aparente, necesitamos estudiar la cuestión en detalle.
Procedimientos indirectos 59
Respiración
8 Respiración
8.1 Confusión
Pronto en su carrera de enseñanza, Alexander fue conocido por muchos como “el hombre que respira”. Incluso hoy, los profanos en la materia y demás parecen
pensar que la Técnica es un método para respirar mejor. Es cierto que Alexander tuvo una comprensión perspicaz de la importancia de la respiración y que las
clases de la Técnica podrían mitigar o eliminar muchos problemas llamados respiratorios. No obstante, el propio Alexander mantenía opiniones sobre la
respiración que casi están en completa contradicción con mucha de la práctica actual y pensar en su trabajo como un método respiratorio es entender mal tanto la
esencia de la Técnica como la naturaleza de la propia respiración.
En una obra en dos volúmenes y 1.600 páginas sobre fisiología de la respiración (Handbook of Physiology: A Critical, Comprehensive Presentation of
Physiological Knowledge and Concepts, Section 3: Respiration, editado por Wallace O. Fenn y Hermann Rahn, Washington, DC: American Physiological Society,
1964), leemos:
Seguro que ningún órgano o sistema del cuerpo humano está completamente entendido actualmente, anatómica o fisiológicamente. No obstante, sería difícil encontrar un
órgano vital sobre el que se haya escrito más, del que más diferencias de opinión vitales sean aún expresadas por escrito y del que más quede por aprender, que el pulmón
de los mamíferos. (Vernon E. Krahl, “Anatomy of the Mammalian Lung”, página 213.)
Con la evidencia aportada por muchas fuentes, los intercostales internos y externos se han considerado tanto espiratorios como inspiratorios, actuando tanto los
inspiratorios como los espiratorios simultánea y alternativamente, y finalmente, regulando sólo la tensión del espacio intercostal. (Emilio Agostini, “Action of Respiratory
Muscles”, página 381.)
Las “diferencias de opinión vitales” son visibles enseguida, por ejemplo, cuando dos o más cantantes discuten sobre respiración. Sus opiniones pueden ser tan
divergentes como para resultar mutuamente excluyentes. Hay muchas razones para esto. Primera, que gracias a la conciencia sensorial defectuosa, lo que los
cantantes (y los demás) creen que hacen es a menudo diferente de lo que hacen en realidad. Segunda, que como tanta gente respira mal, lo llamado respiración
normal (“según un promedio estadístico”) no es necesariamente la respiración natural (“ideal”) y además en la discusión tendemos a tomar la una por la otra.
(Examinaré la diferencia entre “normal” y “natural” en el capítulo 17, “Juicios estéticos”.) Tercera, que es difícil observar la respiración natural:
La respiración verdaderamente espontánea es difícil de estudiar porque los factores psicológicos tienen una fuerte influencia en la forma en que respiramos. Por ejemplo,
los individuos que no son conscientes de la respiración, comúnmente respiran en reposo entre 15 y 20 veces por minuto. Mientras que los sujetos a test respiratorios
usualmente respiran más lentamente, entre 10 y 15 veces por minuto. Los sujetos de test experimentados tienden a respirar más regularmente que los sujetos no
entrenados... Pero la regularidad no implica necesariamente espontaneidad. (Jere Mead y Emilio Agostini, “Dynamics of Breathing”, en el mismo manual citado antes,
página 421.)
Cuarta, que incluso cuando un observador profano ha sentido u observado con precisión la respiración ideal, es probable que la describa usando lenguaje empírico
(“confiando sólo en la experiencia u observación, sin la debida consideración al sistema o teoría”, Webster's). En otras palabras, él describe una experiencia
correcta, correctamente evaluada, usando palabras incorrectas, contribuyendo así a la confusión reinante. Por ejemplo, algunos cantantes hablan del diafragma
cuando quieren decir los músculos abdominales. Cornelious L. Reid escribe: “Los procedimientos pedagógicos iniciados con la intención expresa de empujar el
Procedimientos indirectos 60
Respiración
diafragma hacia 'arriba' o 'adentro', confunden la acción del diafragma con la tensión muscular abdominal. Lo que crea la ilusión de actividad diafragmática es que
la pared abdominal es tirada hacia dentro durante la espiración y consecuentemente, mueve el contenido abdominal hacia arriba”. (Dictionary, página 88.)
Procedimientos indirectos 61
Respiración
los intercostales. Si un cantante intenta respirar con los intercostales, es decir, con las costillas, ha de controlar la salida del aire contrayendo la garganta (como al “cargar”
los pulmones para toser) y este procedimiento produce el sonido estrangulado de un mal cantante. Pero si inspira con el diafragma, distiende los músculos abdominales que
él puede entonces equilibrar contra el diafragma para regular la salida del aire. La corriente de aire puede ser un torrente o un goteo y la laringe no interviene en su
regulación; se necesita usar los músculos sólo para determinar el tono de la nota. (Página 406.)
Reid, cuyos escritos deberían ser apreciados por todos los músicos y maestros de Alexander, discute unas cuantas falacias relativas al soporte respiratorio en su
Dictionary of Vocal Terminology. Él indica que el “Sonido vocal no es más que las variaciones de presión creadas por el movimiento oscilatorio de las cuerdas
vocales cuya frecuencia determina el tono. Es físicamente imposible 'soportar' estas pautas vibratorias.” (Dictionary, página 42.) En otras palabras, el “soporte” es
en el mejor de los casos una imagen, una metáfora más que un proceso físico real.
Los autores de la Penguin Medical Encyclopedia hablan de que el cantante respira “con el diafragma”. Esto implica que el cantante inicia conscientemente la
respiración con el diafragma. Pero Reid señala que “el diafragma no tiene terminaciones nerviosas propioceptivas y por lo tanto no tiene sensaciones. Así que es
imposible ejercer ningún control sobre el movimiento del diafragma excepto a través del acto reflejo de la respiración” (Dictionary). Alexander escribió que “en
todas estas contracciones y expansiones [del tórax], el suelo de la cavidad (diafragma) desempeña su papel moviéndose arriba o abajo en simpatía con el ajuste
particular del tórax óseo”. (CCCI, 2º-9; cursiva de PdA.) No respira usted porque mueva el diafragma. Más bien mueve usted el diafragma porque respira.
Igualmente para el control de la espiración, Reid adelanta de nuevo una opinión contraria: “La cantidad de consumo respiratorio está regulada por: 1) el
estrechamiento de las cuerdas vocales falsas... y 2) el tamaño de la apertura de la glotis, que a su vez, queda determinado por … el registro.” (Dictionary, página
42.) Husler y Rodd-Marling concurren enfáticamente: “Una laringe que funciona adecuadamente regula y entrena en alto grado (mediante el oído) los músculos
respiratorios necesarios para cantar”.(Singing, página 42.) Giovanni Battista Lamperti, a pesar de escribir extensamente sobre la buena respiración como una
condición previa para cantar bien, admite que “finalmente la voz controla la respiración, no al contrario”. (Vocal, página 134.)
El concepto de soporte respiratorio, concluye Reid:
conduce al conocimiento de la conciencia de sí mismo del cuerpo, confunde fines con medios y pasa por alto el hecho de que en una técnica ideal, todos los sistemas
musculares implicados están en equilibrio, lo que significa que se soportan a sí mismos... La verdadera cuestión... es mejorar la relación coordinada del sistema altamente
complejo de músculos de la laringe, que está más allá del control voluntario. Ningún sistema conocido de “soporte respiratorio” trata este problema. (Dictionary, página
42.)
Michael McCallion, quien basó en gran parte su Voice Book en sus estudios de Alexander, afirma que “la entera cuestión y práctica del soporte son mortificadas en
el mundo de la producción de la voz”. (The Voice Book, Londres: Faber & Faber, 1989, página 39.) No obstante, él utiliza una definición útil de soporte: “Dicho
simplemente, es la negación a colapsarse.” (The Voice Book, Londres: Faber & Faber, 1989, página 37.) visto así, el soporte no es algo que usted haga, sino algo en
contra de lo cual usted inhibe, un no-hacer en lugar de un hacer.
Casi estamos listos para volver a la idea de Alexander de la respiración No obstante, primero considere este extracto del tomo de Richard Miller sobre
“preferencias de sonido nacionales”:
Appoggio es el término utilizado [por la escuela italiana] para resumir el tipo de coordinación muscular en que se basa el sistema italiano de control respiratorio...
Appoggio abarca un sistema total de canto que incluye no sólo factores de soporte, sino también factores de resonancia (declara tales términos como appoggiarsi in testa y
appoggiarsei in petto). En lo relativo al control respiratorio del instrumento del canto, appoggio abarca la interrelación del tronco y el cuello, combinándolos y
equilibrándolos de forma tan eficiente que la función de cualquiera de ellos no es violada por la acción exagerada de algún otro. (English, French, German and Italian
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Respiración
Techniques of Singing: A Study in National Tonal Preferences and how they Relate to Functional Efficiency, Metuchen, NJ: The Scarecrow Press, 1977, página 40.)
Por lo tanto, Appoggio es un “sistema total” del que la respiración no es más que un aspecto. Reid aclara más el asunto: “Es cierto que cuando todas las actividades
musculares implicadas están en equilibrio, uno es consciente de que el cuerpo está en una condición cómoda, equilibrada y toda la voz está 'soportada'.” (Essays,
página 190.) Pero esta sensación de soporte es un resultado final de cantar bien, no el proceso por el cual usted mejora la voz: un efecto y no una causa. Podemos
ahora volver a las opiniones de Alexander.
La respiración está a caballo de la línea que separa las funciones corporales voluntarias e involuntarias. Reid señala que “en común a todos estos sistemas se aplica
la regla: si un único miembro de un sistema muscular complejo es involuntario, todos los miembros del sistema deben ser tratados como si también fueran
involuntarios”. (Essays, página 168.) Será más fácil entender la visión de Alexander de la respiración si examinamos en detalle los malos usos de alguien que hace
la respiración primaria y voluntaria, en lugar de subordinada e involuntaria.
Pídale a alguien que “haga una inspiración profunda”. La mayoría de la gente se someterá a una serie de malos usos que no podrían de ningún modo mejorar su
respiración. Estos malos usos son exagerados por la ejecución del ejercicio, pero están igualmente presentes, aunque en menor grado, en la mayoría de la gente la
mayor parte del tiempo: en movimiento o en reposo, mientras habla o está en silencio, en el ensayo y en la actuación, en una clase de yoga o en la consulta del
fisioterapeuta. “La mayoría de la gente, al pedirle que haga una 'respiración profunda', procederá a ... 'sorber aire dentro de los pulmones para expandir el pecho'”
(HSH, 3ª-2 final del punto 1), boqueando o sorbiendo aire por la nariz, tensando y acortando el cuello y deprimiendo la laringe, levantando la parte superior del
pecho y los hombros para inhalar y colapsando el pecho al espirar, y metiendo la espalda y sacando el abdomen.
Boquear y sorber son casi universales. Puede usted comprobar esto por si mismo escuchando a los anunciantes, cantantes y demás músicos de la radio o la
televisión, a la gente que le habla a usted, incluso el mensaje saliente de su propio contestador telefónico. Sorber aire por la nariz es a la vez innecesario y dañino.
Alexander señaló que ello “causa el colapso de las aletas de la nariz. También tiende a producir la congestión de la membrana mucosa del tracto respiratorio en el
sistema del que sorbe, estableciendo el catarro y sus males consiguientes, tales como los desórdenes de garganta, pérdida de voz, bronquitis, asma y otros
problemas pulmonares.” (HSH, 3ª-3.)
Sobre echar la cabeza atrás-abajo y apretar la laringe, Alexander escribió que “es sin duda el mayor factor causante de los problemas de garganta, especialmente en
lo que a los profesionales de la voz concierne.” (HSH, 3ª-2 apartado 2a.) Él menciona la presión intraabdominal anormalmente desordenada, el aumento de “la
presión intratorácica y así hay un estancamiento de sangre en las venas de finas paredes y en las aurículas y se estorba la acción del corazón” (HSH, 3ª-2 apartado
2g) y las consecuencias de una laringe deprimida sobre la libertad de la lengua que está unida a ella, y sobre “la abertura adecuada y correcta de la boca para
Procedimientos indirectos 63
Respiración
formar la cavidad de resonancia necesaria para la vocalización de la 'A' verdadera.”(HSH, 3ª-2 apartado 2h.)
Entender la mecánica de la inspiración podría ayudarle también a dejar de hacer algunos de sus hábitos respiratorios y el mal uso que engendran. Alexander
escribió:
La inspiración no es sorber el aire hasta los pulmones, sino una afluencia instantánea inevitable de aire debida al vacío parcial provocado por la expansión automática del
tórax. (HSH, 2ª-3 nota 3.)
Si el tórax se expande correctamente, los pulmones enseguida se llenaran de aire por la presión atmosférica, exactamente igual que se llena un fuelle al separar las asas.
(HSH, 3ª-2 punto 1.)
Ni siquiera es necesario pensar en tomar aire; de hecho, es más o menos peligroso hacerlo... (CCCI, 2º-9.)
Esta explicación de la inspiración tiene siglos de antigüedad. La imagen de los fuelles es recurrente. Leonardo da Vinci hacía referencia al movimiento de los
músculos intercostales de la respiración, y decía que “como no existe el vacío en la naturaleza, el pulmón que toca las costillas desde dentro, debe necesariamente
seguir a su expansión y por lo tanto, los pulmones siendo como un par de fuelles, sorben aire para llenar el espacio así formado”. (Notebooks, citado por John F.
Perkins, Jr. en “Historical Development of Respiratory Physiology” en Handbook of Physiology: A Critical, Comprehensive Presentation of Physiological
Knowledge and Concepts, Section 3: Respiration, editado por Wallace O. Fenn y Hermann Rahn, Washington, DC: American Physiological Society, 1964, página
7.) Francisco Sylvius de la Boë escribió en 1660: “Los pulmones no se expanden porque se llenen de aire, sino que se llenan de aire porque se expanden.” (Opera
medica, Geneva: de Tournes, 1681; citado en la página 17.)
Alexander señaló que “la mayoría de la gente... al... practicar ejercicios respiratorios, tienen una idea fija, a saber, la de provocar una gran expansión del pecho,
cuando su apropiada y adecuada contracción es igualmente importante. Ciertamente hay muchos casos en los que el movimiento de espiración necesita más
atención que el de inspiración”. (HSH, 3ª-2.)
Ciertamente, la expansión del pecho que causa la inspiración debería aparecer por reflejo, un punto elegantemente explicado por Huster y Rodd-Marling: “El
cantante que espira según las leyes de la naturaleza, tendrá poca dificultad en respirar apropiadamente... Una vez que el aire ha sido expelido, el diafragma
automáticamente cambia a inspiración, un proceso que no necesita atención o esfuerzo consciente; ciertamente, en caso contrario sería más probablemente que se
alterara este perfecto control natural”. (Singing, página 36.)
La gente a veces intenta expandir el pecho y aumentar la toma de aire para aliviar síntomas múltiples, físicos y psíquicos, de la falta de aliento percibida. Pero los
efectos de la hiperventilación y la respiración excesiva son quizá peores que aquellos de la respiración reducida. Estos efectos incluyen “tirantez, temblores o
tetania [espasmos musculares] ocasional por un lado y sensaciones anormales como envaramiento, entumecimiento, pinchazos por otro... hiperactividad, tensión,
transpiración e inestabilidad emocionales y varias alteraciones viscerales del corazón, la tripa y la vejiga... vértigo, languidez, alteraciones visuales y estados de
conciencia alterados”. (R. A. Cluff, “Chronic Hyperventilation and its Treatment by Physiotherapy: Discussion Paper”, Journal of the Royal Society of Medicine,
nº 77, octubre 1984, páginas 855 y 856.) “La hiperventilación actúa por la expulsión de cantidades excesivas de anhídrido carbónico...” No obstante, “un nivel bajo
de anhídrido carbónico por sí mismo, no causa síntomas necesariamente”; son las “fluctuaciones a corto plazo... las que caracterizan del síndrome de
hiperventilación crónica”. (L. C. Lum, “Hyperventilation and Anxiety State”, Journal of the Royal Society of Medicine, nº 74, enero de 1981, página 2.) Entonces,
hacer demasiado poco, hacer demasiado y fluctuar de uno a otro, son todos dañinos.
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Respiración
Patrick Macdonald escribió: “Si permite usted moverse a sus costillas, como es el propósito de la Naturaleza, respirará usted apropiadamente. Lo que ha de
aprender usted es a permitirles moverse. Permitir es la palabra operativa”. (TAVM, Anotación 14.) Esto se aplica a ambas, la inhalación y la exhalación; Alexander
escribió: “el acto de la exhalación debería ser un movimiento controlado que permite al aire escapar, no un esfuerzo especial para 'echarlo' fuera.”. (ACC, 1ª-XI:
“Por qué los ejercicios de 'respiración profunda' y cultura física hacen más mal que bien”.) Entonces, lo más importante sobre la respiración no es hacerla, sino
permitir que ocurra por sí misma. Idealmente, “el aliento 'se toma a sí mismo' en lugar de tener que ser tomado”. (C. L. Reid, Essays, página 176.) Consideremos
ahora cómo.
Procedimientos indirectos 65
Respiración
el propio Alexander: “Si yo fuera a que alguien me diera clases de canto, no importaría lo que me enseñara; no podría dañarme”. (ACC, 4ª-aforismo 112.)
Procedimientos indirectos 66
El mono y la arremetida
9 El mono y la arremetida
9.1 El mono
Como escribí antes, los estilos de enseñar la Técnica Alexander varían de un maestro a otro. También, un buen maestro varía su propio planteamiento según las
necesidades de cada alumno. Por lo tanto, no podemos decir que haya una clase de Alexander estándar. No obstante, si hay un procedimiento de Alexander básico
universal es el conocido como el mono, ya que muchos maestros se lo enseñan a muchos de sus alumnos.
El mono es una posición de ventaja mecánica. Coordina el uso de la espalda y las piernas, una condición previa para mejorar otras partes de sí mismo, tales como
las extremidades superiores o los labios, la lengua y la mandíbula. El mono es también más simple y en cierto modo más fácil de efectuar que las manos sobre el
respaldo de la silla o la “a” susurrada (que describo en los capítulos siguientes). Por lo tanto, es lógico aprenderlo antes que otros procedimientos.
El mono es una manera apropiada de examinar las cuestiones de la tensión, relajación, equilibrio, postura, posición, movimiento, control, inhibición y dirección.
Además de ser efectivo para desarrollar la coordinación sobre una base general, el mono es útil cunado necesita usted agacharse: para lavarse la cara, planchar la
ropa, firmar un cheque sobre el mostrador de una tienda, recoger un objeto del suelo, etc. Como hay incontables situaciones como esta en la vida cotidiana (y en la
vida de un músico practicante), el mono es ciertamente un procedimiento coordinador indispensable.
Aquí y en otros capítulos, describo un procedimiento, sus peligros latentes y sus aplicaciones. Antes de decidir ahorrarse la ayuda de un maestro cualificado en
aprender el mono, considere las observaciones siguientes.
1. Con toda probabilidad, su conciencia sensorial es defectuosa. Por sí mismo, se arriesga usted a efectuar los monos mal; ciertamente, incluso podría usted
dañarse. El maestro valora las necesidades que tiene usted, demuestra y explica el procedimiento, le guía con las manos, le proporciona la retroalimentación
objetiva sobre su ejecución y le aconseja cómo hacerlo usted solo. Las instrucciones escritas no pueden ocupar el lugar del maestro, sin contar lo claramente
escritas que estén las instrucciones y cuán inteligentemente las lea usted.
2. Podría necesitar usted plantearse el mono o cualquier otro procedimiento de forma diferente a la de cualquier otro. Es imposible establecer una fórmula para
todos. Además, sus propias necesidades y capacidades cambian de clase en clase. Los monos que efectúa usted hoy podrían guardar poca semejanza con los
monos que efectúe dentro de tres semanas.
3. Durante una clase de Alexander, el maestro le ayuda en un mono sin haber hecho usted suposiciones por adelantado sobre lo que un mono es o debería ser. En
otras palabras, usted no sabrá realmente cómo se siente y a qué se parece un mono bien hecho hasta después de haberlo hecho.
4. La naturaleza real del procedimiento es de coordinación, no de posición. Prenda los principios de coordinación en el proceso de hacer monos y puede aplicar
usted los principios a todas las posiciones. Si trata usted los monos como posiciones a ser mantenidas durante unos pocos minutos unas pocas veces al día,
habrá perdido usted su significado enteramente.
Habitualmente, al bajar e inclinarse (por ejemplo, para recoger un objeto del suelo), la mayoría de la gente dobla la espalda y se encorva. La espalda humana tiene
cierta flexibilidad innata. Con entrenamiento puede volverse muy flexible ciertamente. Esto no significa que doblar la espalda sea beneficioso o natural. Recuerde
dos cosas. Primera que lo que usted siente como “natural”, podría no estar “de acuerdo con las leyes de la naturaleza”, un punto que aclararé en el capítulo 17,
Procedimientos indirectos 67
El mono y la arremetida
“Juicios estéticos”. Segunda que podría usted derivar algunos beneficios a corto plazo de doblar la espalda (una sensación de lo llamado relajación, por ejemplo),
pero a un alto precio a largo plazo. Entonces, deje de doblar la espalda incluso cuando esto pudiera parecerle natural y hacerle sentir bien. Volveremos a este punto
más tarde.
Para ponerse en mono, póngase de pie y coloque los pies separados a la anchura de los hombros o ligeramente más separados, apuntando los dedos de los pies
ligeramente hacia afuera. Doble las rodillas ligeramente. Ahora inclínese ligeramente hacia delante desde las articulaciones de la cadera. La necesidad práctica
debería determinar dónde coloca usted los pies y hasta donde dobla las rodillas o se inclina hacia delante. Normalmente, debería usted ser capaz de hacer monos a
cualquier altura con igual facilidad.
Tan simple como parece, el mono es difícil de efectuar a la perfección. La razón principal de esto recae en el antagonismo entre dirección y movimiento. La
mayoría de la gente presta más atención al movimiento que lleva a la posición que a las direcciones que harían el movimiento libre. Su cuerpo se mueve hacia
abajo-delante en el espacio cuando dobla usted las rodillas y se inclina por encima, pero aún debería usted seguir dirigiendo hacia arriba-atrás antes, durante y
después del movimiento. En otra palabras, debería usted pensar arriba para doblar las rodillas y pensar arriba para inclinarse hacia delante.
Procedimientos indirectos 68
El mono y la arremetida
evitar. Igualmente, no fije los ojos en ninguna posición y no mire fijamente: la mirada en blanco es siempre un síntoma de mente en blanco. Los ojos deberían
estar alertas y móviles todo el tiempo, y capaces de moverse independientemente de la cabeza. Si le pido que deje caer la mirada, no necesita usted dejar caer la
cabeza y si le pido que mire hacia arriba, no necesita usted echar la cabeza atrás, contra la columna vertebral.
9.3 Variaciones
1. Es útil efectuar monos mientras apoya la espalda contra una pared. Esto ayuda a mantener el equilibrio al inclinarse hacia delante. Póngase de pie con la
espalda contra la pared. Coloque los pies separados la anchura de los hombros o un poco más, a pocas pulgadas de la pared, los dedos de los pies apuntando
ligeramente hacia fuera. Asegúrese de que está apuntando hacia atrás hacia la pared con su espalda, no con la cabeza, la cual debe seguir separad a de la pared.
Es la columna vertebral la que soporta la cabeza, no la pared. Doble las rodillas ligeramente. Entonces inclínese ligeramente hacia delante, manteniendo todo
el rato el trasero contra la pared. Deje que los brazos cuelguen libremente a los lados del tronco. Aquí le recuerdo una vez más que sin el “pensamiento arriba a
lo largo de la columna vertebral” todo este procedimiento es inútil. Este pensamiento y su sensación acompañante son indispensables y se aprenden mejor con
la ayuda de un buen maestro de Alexander.
Experimente con las siguientes variables cuando ejecute monos, de pie tanto separado como contra la pared:
• la distancia entre los pies y el ángulo que forman;
• el grado con que dobla usted las rodillas;
• el grado con que se inclina usted hacia delante;
• la velocidad de cada fase del movimiento.
Obviamente, estas variables son independientes entre sí. Con los pies muy separados, por ejemplo, podría usted doblar las rodillas e inclinarse hacia delante
mucho; con los pies muy juntos, podría doblar mucho las rodillas y no inclinarse nada hacia delante. Estos sólo son dos ejemplos. Hay infinitas variaciones en
el mono. Lo que caracteriza un procedimiento de Alexander no es la posición de las partes del cuerpo en el espacio, sino las direcciones (o tendencias) que
estas partes podrían tener, la una respecto a la otra y cada una respecto al total. Debería ser usted capaz de hacer toda combinación y variación con igual
facilidad. Observe que un mono muy bajo se convierte en las cuclillas.
2. Hay muchas formas diferentes de hacer un mono. La más fácil es doblar las rodillas primero, luego inclinarse hacia delante. Ello destaca las diferentes
direcciones y tendencias que usted necesita para ponerse en mono y reduce la probabilidad de que pierda usted el equilibrio al bajar. Experimente ponerse en
mono inclinándose primero hacia delante, luego doblar las rodillas; en un sólo movimiento, sin separar el doblar las rodillas de inclinar el tronco hacia delante;
desde sentado; desde una arremetida.
3. El mono es una preparación excelente para sentarse. En efecto, la mayoría de la gente se sienta haciendo primero un mono bastante mal ejecutado. (Sin tener
conciencia de ello.) Experimente con pasar del mono (en su infinita variedad de grados) a sentado, recordando siempre que para aplicar la Técnica con éxito,
debería parecer que usted no la está aplicando para nada. Finalmente, experimente con pasar de sentado a mono. No es muy fácil y casi inútil, pero bien
divertido.
Procedimientos indirectos 69
El mono y la arremetida
9.4 Aplicaciones
Un mono bien ejecutado es una posición de gran estabilidad y fuerza. Las piernas dan el soporte muy necesario a la
totalidad del cuerpo y el torso se afirma y alarga. La respiración mejora ya que hay una tendencia natural de la
espalda a ensancharse y de la caja torácica a expandirse. Como las piernas están soportando la totalidad del cuerpo,
las extremidades superiores no necesitan implicarse en mantener el equilibrio y están libres para comprometerse en
cualquier actividad que la situación demande de ellas.
Figura 8. El joven Brandon Lee.
La mayoría de los niños sanos, particularmente los más pequeños, entran y
salen de los monos naturalmente mientras juegan. Brandon Lee, el hijo de
Bruce Lee, demuestra el equilibrio perfecto en un mono profundo con los
pies muy separados (figura 8). Observe que su mono es vigoroso y
dinámico; en él, Brandon muestra la tensión necesaria más que relajación.
También se puede enseñar a niños más mayores a hacer monos con
facilidad y elegancia. En la figura 9, Alexander colocado en una embestida,
trabaja con una niña para quien el mono parece del todo natural.
Figura 9. Alexander en embestida, enseña el mono a una niña.
Los adultos bien coordinados usan los monos en una variedad de
situaciones. Mire la foto de Wilhelm Furtwängler esquiando (figura 10). Está
doblando las rodillas e inclinándose hacia delante desde las caderas, mientras
mantiene la espalda recta y la cabeza bien equilibrada sobre el extremo
superior de la columna vertebral. Claramente, “su cabeza dirige y el cuerpo la
sigue” cuando esquía pendiente abajo.
Figura 10. Wilhelm Furtwängler.
La foto del violonchelista Aldo Parisot enseñando a un joven alumno (figura 11) ilustra cómo podría usted expresar
entusiasmo y pasión mientras conserva (mejor dicho, mejora) el pensamiento hacia arriba. El alumno haría bien en imitar esta
habilidad del Sr. Parisot. Tanto Parisot como Furtwängler demuestran como los hombres y mujeres bien coordinados se usan a
sí mismos en toda situación: al tocar música, en los deportes, en la vida cotidiana. Si aprendiera usted cómo hacer monos
ortodoxos, todos los aspectos de su uso y funcionamiento se beneficiarían, no menos que su interpretación musical.
Es útil para un músico practicar su instrumento (o su canto) estando en mono. Por ejemplo, tome un oboe que habitualmente
inclina el cuerpo entero y dobla las piernas como si estuviera haciendo la coreografía de su propia interpretación. Esta
inclinación no es más que un desperdicio de preciosa energía que se está dispersando en lugar de ser dirigida en la verdadera
interpretación musical. Los efectos de este malgasto de energía son numerosos: un mayor cansancio al final de los ensayos y
Procedimientos indirectos 70
El mono y la arremetida
los conciertos, posibles inexactitudes rítmicas y dificultades con los dedos, desenfoque del
sonido, tanto en cualidad como en su proyección en la sala de conciertos, y mareo en sus
compañeros músicos y en miembros indiscriminados del público.
Figura 11. El violonchelista Aldo Parisot enseñando a un joven estudiante.
El movimiento indisciplinado y excesivo en el escenario es típico de muchos músicos que
actúan de pie: solistas de viento y cuerda, cantantes, directores, etc. A menudo es sintomático
de deficiencias técnicas más que de elecciones interpretativas. William Primrose, el gran
violinista, dijo de la inclinación excesiva:
A veces veo mucho movimiento y enredo por parte del solista, que me molesta terriblemente.
Contrastando con estas maneras de boxeo de sombras, Heifetz y Kreisler eran ejemplos ideales de
gran distinción sobre el escenario, gran aristocracia... En unos pocos [músicos, este enredar] se
convierte casi en una vulgaridad. La expresiones faciales y los movimientos sinuosos y giros
parecen los de una danzarina del vientre. El movimiento excesivo usualmente forma parte de la
naturaleza de la persona y si está arraigado, es muy difícil de detener. Podría ser inconsciente o
hasta cierto punto puede surgir del instinto de alardear, sospecho. No estoy seguro si no podría ser
una influencia de las estrellas del rock actuales. A veces puedo corregir enseguida a un estudiante diciéndole: “Mire, moviéndose de esa forma, tiene usted que recordar que
los orificios de las efes están en diferentes planos todo el tiempo. El sonido siempre sale con un ángulo diferente, lo que es indeseable. Además, desde mi punto de vista, su
modo de girar es feo.” (Viola, página 174.)
Richard Shepherd Rockstro escribió un tratado completo sobre la flauta, sacado de muchas fuentes históricas. Del flautista que se mueve en el escenario, escribe:
El intérprete debería estar de pie o sentado lo más quieto posible; no debe haber inclinación de la cabeza o el cuerpo en cadencia con la música, ni debe haber ninguno de
los bamboleos y contorsiones desmañados y ridículos que demasiado a menudo sustituyen la expresión musical. El verdadero músico se esforzará por producir un efecto
mediante su lucimiento artístico de la música del que él es exponente; no mediante ninguna actuación o amaneramiento. (A Treatise on the Flute, 2ª edición, Londres:
Musica Rara, 1928, reeditado en 1967, página 420.)
Un modo excelente de detener este girar es colocar al delincuente en posición de mono, quizá con la espalda contra la pared. Como he observado, el mono mejora
el uso de las pierdas y de la espalda y da estabilidad y solidez a la totalidad del cuerpo. Los resultados de tocar o cantar en mono a veces llaman la atención. El
sonido se vuelve más centrado, producido y proyectado uniformemente; el ritmo y la articulación se vuelven fiables, los rubatos convincentes; el aspecto del
músico se vuelve profesional y autoritativo. (No necesita usted dar una actuación pública en mono: úselo como herramienta de aprendizaje en la sala de prácticas.)
9.5 La arremetida
La arremetida es una variación del mono. De nuevo, el cuerpo baja en el espacio, pero ahora los pies están usualmente situados asimétricamente y una de las
piernas está doblada y la otra recta. En cambio, su principio básico es el mismo que el del mono: doblar las articulaciones (de la cadera, rodillas y tobillos)
mientras se mantiene constante la relación entre cabeza cuello y espalda: el cuello siempre libre, la cabeza dirigiendo hacia delante-arriba y la espalda alargándose
y ensanchándose.
Procedimientos indirectos 71
El mono y la arremetida
En la arremetida hay infinita variación de movimiento y relatividad de las partes. La arremetida puede así adaptarse a un número enorme de tareas prácticas, tanto
en la vida cotidiana como en la interpretación musical.
Hay numerosas maneras de hacer una arremetida. Empezaré describiendo la más formal de estas maneras, porque contienen el mayor número de oportunidades de
inhibir, dirigir y pensar arriba contra la reacción habitual del mal uso. Describo una arremetida izquierda. Una arremetida derecha requiere los pasos simétricos.
1. De pie, coloque los pies juntos.
2. Ponga el talón del pie izquierdo en el hueco del pie derecho, es decir, avance el pie izquierdo ligeramente hacia delante y coloque el pie izquierdo formando un
ángulo de unos 45º con el pie derecho.
3. Gire la cabeza y el tronco de forma que quede usted mirando en la misma dirección de los dedos del pie izquierdo.
4. Levante la rodilla izquierda en el aire de forma que el pie se separe completamente del suelo.
5. Inclínese hacia delante y deje caer el pie izquierdo, lejos del pie derecho.
6. Doble ligeramente la rodilla izquierda.
7. Incline el tronco hacia delante, desde las caderas.
Esta forma particular de arremetida es útil porque puede usted efectuar y repetir cada paso independientemente de todos los demás, haciéndole a usted más fácil
prevenir los muchos ejemplos de mal uso que cada paso podría causar. Recuerde la definición de Frank Pierce Jones del principio de los medios por los cuales:
“Serie coordinada de pasos intermedios que deben ser cumplidos para alcanzar un fin. El principio de los medios por los cuales es el reconocimiento en la práctica
de que estos pasos intermedios son importantes como fines en sí mismos”. (Libertad, Glosario.)
Procedimientos indirectos 72
El mono y la arremetida
2. Cuando pone usted el talón de un pie cerca del hueco del otro, tenga cuidado de no balancear el cuerpo innecesariamente (en un intento de equilibrarse) y no
gire el tronco junto con la pierna. A lo largo de toda la embestida debería aspirar usted a la independencia de los partes corporales, de forma que el movimiento
de una parte (una pierna o un pie, por ejemplo) no altere la colocación de las otras partes (la cabeza y el cuello, la espalda, los brazos, etc.)
3. Cuando gire usted el torso en la dirección de los dedos del pie girado, mantenga constante la relación entre cabeza, cuello y espalda y evite torcer el pecho o
contraer el torso.
4. La mayoría de la gente encuentra difícil al principio levantar una rodilla sin desbaratar el equilibrio de la totalidad del cuerpo. Levantar las rodillas es necesario
al caminar, al subir o bajar escaleras, al poner el pie sobre un escalón para atarse los cordones de los zapatos, etc. Podría querer usted estabilizarse primero
tocando suavemente una pared o una silla mientras levanta la rodilla. Haga de esto sólo una medida temporal para ayudarse a inhibir el mal uso; ello no
debería convertirse en una muleta.
5. Inclinarse hacia delante y bajar el pie delantero causa problemas a la mayoría de los alumnos, quienes tienden a aterrizar pesadamente sobre el pie delantero
con un golpazo desagradable que reverbera por la totalidad del cuerpo. Como todo mal uso, esto denota una deficiencia en el pensar arriba a lo largo de la
columna vertebral. Asegúrese de no irse hacia delante con el pie, lo que hace que se meta la espalda. En cambio, dirija hacia delante con la espalda y use el pie
de delante para detener su caída.
6. Cuando aterriza usted sobre el pie delantero, la pierna se doblará naturalmente (por la cadera, rodilla y tobillo). Una vez que se encuentre usted en esta
posición, podría usted doblar y desdoblar la rodilla delantera a voluntad. Aquí se arriesga usted a desviar las caderas, metiendo la parte inferior de la espalda y
echando la cabeza atrás por inercia. Como en todas las demás situaciones, “la cabeza debería dirigir, el cuerpo debería seguir”. Asegúrese de no dirigir con las
caderas al doblar la rodilla. En esta posición, se han de vigilar dos tendencias: una relajación excesiva de la pierna, lo que causa tambaleo e inseguridad, lo que
a su vez hace que el cuello se apriete como mecanismo compensador, y una rigidez excesiva en las articulaciones, lo que causa falta de libertad y movilidad.
Doblar y desdoblar la rodilla delantera en esta posición es útil por muchas razones. El movimiento podría mejorar la flexibilidad; a menudo, un equilibrio
dinámico es más fácil de conseguir y mantener que uno estático; y moverse es darse un estímulo a sí mismo para posiblemente hacerlo mal, lo que crea la
oportunidad para inhibir y dirigir aún más.
7. Finalmente, cuando inclina usted el tronco hacia delante desde la cadera, crea usted las mismas posibilidades para el mal uso que creó usted en el mismo
movimiento en el mono: hundirse, encorvarse y meter la espalda, mover la cabeza por inercia, apretar los hombros y los brazos, restringir la respiración, etc.
Volveremos a las aplicaciones prácticas de la embestida en breve. Pero de las observaciones anteriores, debería quedar claro que la embestida, además de ser útil
en la vida cotidiana, es un procedimiento extremadamente valioso para aprender cómo inhibir el mal uso y enviar direcciones a la totalidad de sí mismo.
Recordemos siempre la frase de Alexander: “No existe la postura correcta, sino que lo que existe es la dirección correcta”. (ACC, 4ª-aforismo 16.) Exenta de
dirección, como una mera posición en el espacio, la embestida no tiene más mérito que cualquier otra postura corporal. Pero, si usted inhibe el millar de malas
direcciones posibles en una embestida, se habrá colocado usted en una “posición de ventaja mecánica” y habrá aprendido algo mucho más valioso que
simplemente una posición corporal útil.
9.7 Variaciones
Como todos los procedimientos de Alexander, no hay un modo único y fijo de hacer una embestida. La embestida, como el mono, debe convertirse en un suceso
Procedimientos indirectos 73
El mono y la arremetida
fácil, natural, espontáneo, automático; no debería haber nada formal o artificial al respecto. La embestida paso a paso que he descrito es útil por la gran abundancia
de oportunidades que proporciona para evitar la obtención del fin y para la inhibición. Y simplemente dar un paso hacia delante y hacia el lado es también una
embestida.
Puede usted combinar fácilmente uno o más de los pasos que
he descrito. Por poner un ejemplo, puede usted poner los pies
juntos y el talón izquierdo en el hueco derecho y girar la cabeza
y el tronco de una sola vez. Puede también experimentar con
muchas variables diferentes al embestir: la distancia entre los
pies y el ángulo entre ellos, la altura a la que levanta la rodilla,
el grado con que dobla las rodillas, la inclinación del tronco, la
velocidad con la que arremete usted, etc.
Es fácil entrar y salir de la arremetida. Recuerde la definición
de Heinrich Neuhaus de una buena posición: “una que puede
ser alterada con la máxima facilidad y velocidad”. Estudie las
fotos de una alumna de Alexander poniéndose en arremetida y
moviéndose hacia atrás y hacia delante mientras está en
arremetida (figuras 12a-d). Es fácil ponerse en arremetida y
moverse en ella, mientras piense usted arriba para hacerlo. La
arremetida es muy estable, pero no es ni rígida ni fija. Hay al
menos cinco formas distintas de pasar de una arremetida
izquierda a una arremetida derecha. En lugar de describirlas, le
dejaré a usted el descubrirlas por sí mismo.
Figura 12. La embestida.
Colóquese en arremetida con los pies juntos: esta es una posición de pie excelente para todo propósito. De hecho es más fácil pensar arriba y proporcionar energía
a todo el organismo cuando los pies están en esta posición asimétrica. Con los pies paralelos, tenderá usted a empujar la pelvis hacia delante y a meter y acortar la
espalda. Alexander la llamaba la “postura del hombre de club”.) Además de la mayor facilidad para apuntar hacia arriba a lo largo de la columna vertebral, la
arremetida corta permite también libertad de movimiento. Usted puede fácilmente desviar el peso del cuerpo hacia delante y atrás (aliviando con ello la fatiga de
las piernas), dar pasos en cualquier dirección, inclinarse hacia delante y atrás, doblarse hacia abajo, ponerse en mono, etc. La arremetida es útil como preparación
para caminar, bailar o subir escaleras, como posición para estar de pie largos periodos de tiempo, para empujar mobiliario pesado o levantar cosas, como
preparación para inclinarse y alcanzar objetos que no están a la distancia del brazo y de muchas otras formas.
En las primeras etapas de la formación de Alexander, un alumno a menudo siente que el mono y la arremetida son invenciones incómodas. Afirma que se siente
desequilibrado en el mono, que las piernas estás demasiado tensas o demasiado vacilantes, que se “vería ridículo” haciendo un mono en un lugar público. El efecto
de sus argumentos combinados es hacerle creer que el mono no es natural.
Procedimientos indirectos 74
El mono y la arremetida
Como posiciones de ventaja mecánica, el mono y la arremetida no son exclusivas de la Técnica Alexander. La gente bien coordinada de cualquier edad, en todas
las culturas entran y salen de monos y arremetidas todo el tiempo, sin esfuerzo y elegantemente. Los niños normales y sanos juegan en monos; las gentes que no se
han visto afectadas por los efectos corruptores de la civilización (los aborígenes sudamericanos, los masai) usan monos para cazar, bailar, tocar instrumentos y la
vida cotidiana; los buenos esquiadores, patinadores sobre hielo y windsurfistas hacen el mono; los que dominas las artes marciales hacen monos y arremetidas. En
cada caso el mono y la arremetida son factores que contribuyen a una vida saludable y eficiente.
Esto sirve para demostrar que el mono y la arremetida son intrínsecamente naturales, esto es, innatos en el organismo humano. Podrían sentirse antinaturales para
el alumno mal coordinado, pero esto sólo es una consecuencia de la conciencia sensorial defectuosa. A su debido tiempo, el alumno de Alexander pasa de creer que
es antinatural hacer monos a simplemente hacerlos por reflejo, sin interferencia aparente de la mente consciente.
La aparente complicación de la arremetida no debería hacerle abandonar. Alexander hizo una clara distinción entre
“complejo” y “complicado”, que discutiré en el capítulo 13, “Procedimientos combinados”. Por el momento, es suficiente
decir que la arremetida no es complicada, aunque requiere un arreglo complejo de las partes del cuerpo, cuyo funcionamiento
es perfectamente simple.
El resultado final de un estudio entregado de la Técnica Alexander, es una facilidad inconsútil de movimiento y ademán. Es
fácil entrar y salir de monos y arremetidas y del uno en el otro; los monos son buenas preparaciones para sentarse, las
arremetidas para caminar. Ello significa que sentarse, ponerse de pie, caminar, subir escaleras, inclinarse, doblarse, ponerse en
cuclillas, todos pueden fluir cada uno del otro.
9.8 Aplicaciones
Como el mono, la arremetida la usan niños, atletas, gente del espectáculo y muchos otros. Que la arremetida es intemporal
puede verse en el bronce de Jacobo Alai Bonacolsi (figura 13). La escultura tiene casi 500 años; presumiblemente describe a
un joven romano de la antigüedad inmóvil.
Figura 13. Bronce de Jacobo Alai Bonacolsi (aproximadamente 1460-1528).
Seigo Yamaguchi, el gran maestro de aikido, demuestra el poder de una arremetida estable aunque dinámica (figura 14). La
arremetida no está definida culturalmente; sigue la lógica de todo organismo. Por lo tanto, sigue siendo correcta y buena en toda
cultura, en toda época: en Roma hace dos mil años, en Japón, sobre un rascacielos neoyorquino (figura 15). Vea como Jascha
Heifetz y el compositor Isidor Achron practican esgrima en arremetidas bien estables, inclinándose hacia delante y atrás según
se necesite y pensando arriba antes y durante cada movimiento. El uso de Heifetz era magnífico al violín y sin él. Si quiere
usted emularlo, empiece trabajando en sus arremetidas.
Figura 14. Christian Tessier y Seigo Yamaguchi.
La arremetida con los pies juntos es una postura ideal para todos los músicos que interpretan de pie: solistas de instrumentos de
viento de madera, los que tocan instrumentos de cuerda grandes, directores, cantantes acompañados al piano, etc. No obstante,
recuerde que la palabra “postura” no implica una posición corporal rígida, sino una relatividad dinámica y flexible de las partes
Procedimientos indirectos 75
El mono y la arremetida
Así escribía Hotteterre-le-Romain alrededor del año 1700, aconsejando a los flautistas, oboes
e igualmente a los que tocan la flauta dulce. Un tratado moderno sobre la flauta coincide: “Un
pie debería estar un poco por delante del otro para asegurar el equilibrio”. (Nancy Toff, The
Flute Book, Londres: David & Charles, 1985, página 81.) Comparado con la última escritora,
Hotteterre-le-Romain podría sonarle anticuado. Pero creo que hay más virtud en su consejo, sobre todo por el uso de la palabra “actitud” en relación con el porte
del intérprete.
Podría argumentar usted que el consejo de Hotteterre-le-Romain suena anticuado porque es anticuado: la “actitud elegante” que es agradable a la vista, que le
parece forzada al músico moderno. La arremetida no es “molona”. Patrick Macdonald escribió que durante una clase de Alexander, “uno de mis estudiantes... dijo
que se sentía 'anticuado'. Creo que es una descripción muy buena de lo que se siente cuando la coordinación del cuerpo está mejorando”. (TAVM, Anotación 120.)
El movimiento corporal es natural y necesario en la interpretación musical. Pero los movimientos de un músico mal coordinado son ineficaces y desmañados. A
menudo no están determinados por la necesidad musical, sino por el hábito, por las deficiencias técnicas o por un deseo de “lucimiento”. Un músico que se mueve
fortuitamente o excesivamente mientras toca o canta, podría usar la arremetida tanto para hacerse consciente de estos movimientos, como para cambiarlos.
Además, la arremetida, bien estable como es, contiene las semillas de la movilidad natural de verdad. No necesita usted preocuparse por que la arremetida vaya a
impedirle tocar estando libre. Al contrario: coordinando todos sus movimientos (aquellos que facilitan la técnica lo mismo que aquellos que dan vuelo a su
expresividad) con los distintos movimientos que proporciona una arremetida, puede usted hacer más libre su interpretación que si se mueve usted quieras o no
quieras.
La arremetida forma parte del fundamento técnico para todos los que tocan instrumentos de cuerda. Esto podría estar claro para violinistas, violas, contrabajos,
menos para los violonchelistas (quienes deben estar necesariamente sentados para tocar). Pero incluso la coordinación básica de un violonchelista está relacionada
con la arremetida, gracias al fenómeno de la transferencia cuadrilateral, que discutiré en el siguiente capítulo.
Procedimientos indirectos 76
El mono y la arremetida
Procedimientos indirectos 77
Brazos y manos
10 Brazos y manos
10.1 Introducción
El uso de un músico de los brazos y las manos es de importancia suprema; podemos estar todos de acuerdo con esto enseguida. Ciertamente, pianistas, los que
tocan instrumentos de cuerda y directores, entre otros, dedican mucho tiempo de práctica a examinar y ejercitar las extremidades superiores. Esto es razonable,
considerando las complejas exigencias de su interpretación musical. Aún así, si los músicos descuidan otros aspectos de su uso, se arriesgan a perder eficacia en las
extremidades superiores por sus muchos esfuerzos en mejorarlas.
Esta preocupación excesiva está inconscientemente tipificada por la siguiente definición de la técnica del violín, dada por un maestro especialista: “Técnica es la
capacidad de dirigir mentalmente y de ejecutar físicamente todos los movimientos necesarios para tocar, de manos, brazos y dedos izquierdos y derechos”. (Ivan
Galamian, Principles, página 5.)
La mayoría de los músicos aceptarían esta definición. Discutiré sus defectos en el capítulo 15, “Técnica”. Por ahora es suficiente decir que falla al no considerar el
uso de los brazos y manos en relación con el resto de sí mismo. El propósito de este capítulo es establecer tal relación, discutiendo en detalle todo el tiempo las
opiniones de Alexander sobre el uso específico de brazos y manos y viendo cómo un músico puede poner estas opiniones en práctica.
Empecemos con un experimento de observación. Debido a la conciencia sensorial defectuosa, le resultará más fácil captar el asunto efectuándolo con otra persona.
Pídale a un amigo que se ponga de pie, con los pies separados la anchura de los hombros y pídale que levante los dos brazos frente a él, a la altura de los hombros,
con los codos estirados y las palmas de las manos hacia abajo. Si el uso de su amigo no es sino el corriente, echará la cabeza atrás-abajo, levantará los hombros
metiéndolos hacia el cuello, acortará la columna vertebral, estrechará la parte superior de la espalda y meterá la parte inferior de la espalda, inclinará la parte
superior del cuerpo hacia atrás y sacará la pelvis hacia delante. También es probable que deje de respirar y mire fijamente al vacío en el espacio, dos síntomas
comunes de “concentración” mal dirigida.
Gente diferente se usa mal a sí misma en diferentes grados, pero el modelo que describo es casi universal. Demuestra que la mayoría de la gente al usar los brazos,
interfiere con el uso correcto de la cabeza, cuello y espalda. Levantar los brazos como he descrito en mi experimento, es similar a lo que hacen todos los directores,
músicos de instrumentos de cuerda, pianistas, trombones y todos los demás músicos al interpretar su música. Por lo tanto, necesitamos encontrar modos de usar los
brazos que no interfieran con el Control Primario; mejor aún, modos de mejorar positivamente su funcionamiento.
Alexander desarrolló un procedimiento así y lo llamó “poner manos sobre el respaldo de la silla”. Los maestros de Alexander tienen muchas formas diferentes de
trabajar sobre brazos y manos. Limito mi discusión al procedimiento original de Alexander porque es comprensivo en este ámbito; el alumno que lo ha dominado,
encontrará que todas las otras formas de Alexander de examinar y cambiar el uso de brazos y manos cubren un terreno familiar. Alexander describió “manos sobre
el respaldo de la silla” en detalle en su segundo libro, Creative Conscious Control of the Individual (CCCI, 2º-8-9.) Patrick Macdonald también tenía mucho que
decir al respecto y en esta discusión, estoy en deuda tanto con Alexander como con Macdonald.
Me gustaría recordar a mis lectores que si intentan este procedimiento ellos solos, sin la ayuda de las manos conocedoras de un maestro, es probable que caigan en
todas las dificultades usuales creadas por la conciencia sensorial defectuosa. Alexander dijo: “Cuídese del material impreso: podría no leerlo usted como está
escrito”. (ACC, 4ª-aforismo 110.)
Procedimientos indirectos 78
Brazos y manos
Procedimientos indirectos 79
Brazos y manos
tensión y relajación, fuerza y flexibilidad, movilidad y estabilidad. Por ejemplo, cuando el alumno está sentado, su espalda debería estar firme y recta, sin la
columna floja, y también las articulaciones de la cadera debería estar perfectamente libres, permitiendo al tronco inclinarse hacia delante y atrás fácilmente, sin
ninguna pérdida de longitud en la columna. También la cabeza debería estar móvil sobre el extremo superior de la columna, aunque sin caerse. Este equilibrio
es difícil de conseguir, ya que los alumnos tienden a envarar las articulaciones al intentar estabilizar la espalda y colapsan la espalda al intentar liberar las
articulaciones.
2. Una vez que el alumno ha conseguido, con la ayuda del maestro, cierto grado de coordinación entre cabeza, cuello y espalda,el maestro prosigue con los
hombros del alumno. El alumno medio tiende a apretar los hombros, alzarlos, contraerlos uno hacia el otro y rotarlos hacia delante o atrás. El trabajo del
maestro consiste en inhibir con sus manos estas tendencias dañinas en los hombros de su alumno y cultivando las tendencias opuestas, soltando y ensanchando
los hombros. Entonces, en este momento, el maestro trabaja sobre los hombros del alumno mientras constantemente se remite a su cabeza, cuello y espalda.
3. Una vez que los hombros empiezan a soltarse y ensancharse, el maestro podría continuar con los brazos. Mueve y estira cada brazo por turno de formas que
varían de un maestro a otro y de un alumno a otro. La prioridad es librar a los brazos de la tensión innecesaria, asegurándose todo el tiempo de que el cuello
permanezca libre, la espalda fuerte y los hombros sueltos. Además de liberar los brazos, el maestro los apunta hacia afuera, alejándose de los hombros. (Los
maestros de Alexander a menudo mueven y estiran al mismo tiempo una parte del cuerpo, evitando con ello tanto las lesiones causadas por estirar una
extremidad que no está móvil, como los peligros de permitir a una extremidad relajarse demasiado y perder el tono muscular: una ligera contracción
característica del músculo sano incluso estando en reposo.)
4. Una vez que el maestro obtiene las condiciones correctas en cabeza,
cuello, espalda, hombros y brazos, pone las manos del alumno sobre
el respaldo de una silla. Esto consiste en tomar cada brazo por turno,
estirarlo, girarlo con la palma hacia arriba y doblarlo por el codo y la
muñeca (esta más después); mientras continúa estirando el brazo,
estirando la mano y los dedos y llevándolos alrededor del listón
superior del respaldo de la silla que hay frente al alumno; y
finalmente, le pide al alumno que sujete el listón de la silla con los
dedos, asegurándose todo el tiempo de que el alumno está pensando
primariamente arriba a lo largo de la columna vertebral y
secundariamente, implicándose con la silla que tiene delante. Estudie
los dos conjuntos de fotografías del procedimiento (figuras 16a-m y
17a-c) para hacerse una idea de cómo el maestro lo desarrolla.
Figura 17. Manos sobre el respaldo de la silla en solitario.
El maestro podría trabajar en silencio o no. Decir en voz alta las diferentes órdenes mientras ocurren, sirve para muchos propósitos. Ello aclara el propósito del
procedimiento; eleva la conciencia del alumno de las diferentes partes del cuerpo y su relación de funcionamiento como una unidad; destaca la jerarquía de las
direcciones; y ayuda al alumno a memorizar las direcciones para sus futuros vuelos en solitario. Las palabras son una guía nemotécnica para las sensaciones
cinestésicas y no sustituyen a las propias sensaciones.
Procedimientos indirectos 80
Brazos y manos
Las posiciones de brazos y manos son mucho menos importantes que sus direcciones. Esto significa que el maestro y el alumno pueden jugar con variables tales
como la distancia entre las manos, el grado de doblamiento de codos y muñecas, la altura de los codos, etc., sin perderse el beneficio para el alumno, mientras él
mantenga las direcciones correctas.
El fin, sujetar la silla con las puntas de los dedos, tiene poca importancia respecto a los medios, la relación coordinada de cabeza, cuello, espalda, hombros, brazos,
codos, muñecas y manos. Maestro y alumno permanecen fieles a una jerarquía bien definida de direcciones, que son ejecutadas “todas juntas, una después de la
otra” y no se permite que ningún paso de la larga secuencia interfiera con los pasos precedentes. Por ejemplo, si mientras yo trabajo sobre su hombro, usted
empieza a descuidar las direcciones a su cabeza y cuello, debemos abandonar los hombros un minuto y renovar las direcciones para la cabeza y el cuello.
Similarmente, si mientras sujeta la silla con los dedos, usted olvida mantener los hombros libres, debemos volver al principio, a la coordinación de cabeza, cuello y
espalda, luego los hombros y brazos, luego los codos y muñecas, antes de poder usted sujetar la silla de nuevo.
Tocar la silla con los dedos no debería causar la inmovilidad del resto del cuerpo. El cuello sigue libre, la cabeza móvil, la columna vertebral alargada. Debería ser
usted capaz de mover el torso fácilmente hacia delante y atrás, y en círculos completos, semicírculos y elipses, tanto en el sentido del reloj como en el contrario.
Ciertamente, es así como los grandes pianistas se mueven al piano, sin perder nunca la integridad de la relación cabeza-cuello-espalda. Incluso cuando el torso no
se mueve realmente, mantiene la movilidad latente completa. Además, hay un movimiento continuo dentro del torso: la caja torácica nunca deja de expandirse y
contraerse con cada respiración. Antes de seguir discutiendo el uso de los brazos, me gustaría considerar unas pocas de las características más generales de este
procedimiento.
Procedimientos indirectos 81
Brazos y manos
nuestro ejemplo estará bien, pero se sentirá mal y necesita llegar a un acuerdo con sus sensaciones no-fiables.
3. Calibrar la tensión necesaria. El procedimiento le enseña eficazmente cómo calibrar la tensión en el grado más sutil. Hasta el momento preciso en que el
maestro le pide que sujete la silla, se le encarga que mantenga los brazos completamente libres de toda tensión. Para sujetar la silla, usa usted entonces la
tensión mínima necesaria. La diferencia entre ninguna tensión y tensión mínima se hace incluso menor al progresar usted, hasta que usted se vuelve capaz de
pasar de la una a la otra casi imperceptiblemente: una habilidad inestimable y un goce sensorial. Puede que haya tenido usted la experiencia de coger un cartón
de leche vacío con mucha más fuerza de la necesaria, simplemente porque usted suponía que estaba lleno. Su actitud mental es mala, la forma en que usa usted
la totalidad de sí mismo es mala y consecuentemente, la forma en que usa usted los brazos al coger el cartón es mala. (Sin saberlo, la mayoría de nosotros nos
usamos de esta forma la mayor parte del tiempo.) La forma de Alexander de trabajar con brazos y manos, inestimable como es para los propios brazos, tiene
dos beneficios más grandes. Hace el uso de los brazos subordinado al uso coordinado de la totalidad de sí mismo y sobre todo, despeja la mente de ideas
preconcebidas sobre la tensión necesaria, ciertamente, de ideas falsas de “bien” y “mal”. ¿Qué podría ser más útil?
Procedimientos indirectos 82
Brazos y manos
Cuando los brazos están pronos y las manos aducidas, los codos van hacia afuera,
alejándose el uno del otro, las muñecas van hacia dentro, la una hacia la otra. Puede
ver usted esta relación funcionando en las fotos de los alumnos de Alexander
colocando las manos sobre el respaldo de la silla (figuras 16a-r y 17a-c). Estudie las
dos fotos de Arthur Rubinstein al piano (figura 18). En ambas muestra un uso
extraordinario, de cabeza hacia abajo. Los brazos están listos para la acción;
muestran la tensión necesaria en lugar de relajación. ¿Coincidiría usted conmigo en
que Rubinstein de mayor tiene incluso mejor aspecto que de joven? Esto tiene
sentido; si se usa usted bien a sí mismo, tenderá a mejorar con el tiempo,
independientemente de lo bien que se use usted al empezar.
Figura 18. Arthur Rubinstein en Berlín, a los 19 años de edad; en Nueva York, a los 75 años
de edad.
Mire de nuevo las fotos de Pablo Casals y Janos Starker (figuras 2 y 3) en el
capítulo 2, “El Control Primario”. No podría encontrar usted dos músicos con
aspectos artísticos más dispares, pero aún los dos tienen los brazos y manos pronos
al violonchelo, demostrando que esta relación de coordinación es verdaderamente
natural, aplicable a todos y no una idiosincrasia.
La pronación de los brazos es útil tanto en movimiento como en reposo. Mire a dos personas soberbiamente coordinadas, los maestros de aikido Christian Tessier
(figura 19) y Seigo Yamaguchi (figura 20). Mientras Tessier domina al contrincante, sus brazos están en prona, los codos van hacia afuera y las muñecas
ligeramente hacia adentro. Mientras Yamaguchi está de pie frente al contrincante, sus brazos están perfectamente en pronación incluso cuando no está usándolos
activamente. (Podría querer mirar usted sus brazos cuando él arremete contra Tessier en la figura 14.)
Sus fotos, al igual que las de Rubinstein, Casals y Starker ilustran varios principios. El uso de los brazos debe ser secundario al uso de la totalidad del cuerpo. La
gente bien coordinada tiende a tener los brazos en pronación, aunque esto no quiere decir que los pongan en pronación permanentemente. Finalmente, usar los
brazos bien no significa dejarlos relajados, sino en cambio, dirigirlos con la tensión necesaria. Me gustaría demostrar la validez de estos principios discutiendo
unos pocos ejemplos de cómo funcionan en la interpretación musical.
Al tocar el violonchelo, la mano izquierda tiene varias funciones separadas: articulación de notas sobre el mástil, vibrato, extensiones entre dedos en la misma
posición, posiciones de cambio y pizzicato con la mano izquierda. Cuando el brazo izquierdo está en pronación, el codo hacia afuera y la muñeca hacia adentro, la
mano se encuentra en la mejor posición para articular las notas; los dedos pueden extenderse más lejos y más fácilmente dentro de cada posición; el brazo
izquierdo cambia de posición con más suavidad y la mano prepara cada nueva posición con más presteza; el vibrato se vuelve más uniforme y vocal y más fácil de
controlar y alterar a voluntad; los dedos de la mano izquierda están en mejor posición para coger las cuerdas en los pizzicatos con la mano izquierda; y el brazo
tiene mayor movilidad y presteza para cambiar de cuerda en cuerda. William Pleeth escribe sobre la pronación de la mano izquierda sobre el violonchelo:
La posición inclinada [en pronación] de la mano izquierda tiene gran apoyo en muchos factores. Como hay una línea recta desde el dorso de la mano hasta el codo, la mano
está centralizada y esto no sólo permite la transmisión libre y directa de la energía de la mano a la cuerda (dando al sonido mayor riqueza y expresión), sino que permite
Procedimientos indirectos 83
Brazos y manos
también a la mano crear un vibrato que tiene un movimiento perfecto a cada lado del punto de contacto (y de ahí un centro que puede expandirse o contraerse a voluntad).
(Cello, Yehudi Menuhin Music Guides; Londres y Sydney: Macdonald & Co., 1982, página 161.)
Figura 19. Christian Tessier con un contrincante: brazos en pronación en acción.
Figura 20. Seigo Yamaguchi con un
contrincante: brazos en pronación en reposo.
La pronación de la mano derecha del
violonchelista y la aducción de esta mano
derecha tendrán un efecto beneficioso
similar, incluso cuando el brazo derecho
tiene funciones completamente diferentes
de las del brazo izquierdo. Cuando el
codo derecho tiende hacia afuera, es más
fácil transferir, apalancando, la potencia
que procede de la espalda y las piernas, a
través del brazo y las puntas de los dedos,
hasta el punto de contacto entre el arco y
la propia cuerda. Esto es cierto en
particular al tocar con la punta del arco,
comúnmente fuente de dificultades al
tocar instrumentos de cuerda. El brazo es
también más capaz de hacer los ajustes de
altura necesarios para cruzar de cuerda a cuerda. La pronación hace más fácil de tocar el legato y el
sostenido.
Esto ilustra la distinción entre uso y funcionamiento y su relación. El mismo uso del brazo (en
pronación, dirigido hacia afuera, codos afuera, muñecas adentro) afecta el funcionamiento
positivamente, sin tener en cuenta la función específica: cambio, extensión, anticipación, cruzado
de cuerdas, sostenido, etc.
Si esto resulta ser cierto (que funciones diferentes requieren todas el mismo uso), debería poderse
demostrar también en ejemplos distintos de tocar el violonchelo. Leon Goossens y Edwin Roxburgh
escriben sobre tocar el oboe:
La buena postura afecta a todas las facetas de la técnica. El ángulo recomendado para el instrumento
no será particularmente eficiente si la caja torácica queda restringida por los codos o los músculos del estómago están entumecidos por una postura sentada perezosa. La
totalidad del cuerpo está activa controlando la presentación del sonido, de forma que si alguna parte del tronco elude su contribución al equilibrio en la postura física
Procedimientos indirectos 84
Brazos y manos
general, aparecerán fallos en la producción. Los codos deberían equilibrarse lejos de las costillas para permitir la expansión plena al inhalar el aire. (Oboe, Yehudi Menuhin
Music Guides; Londres y Sydney: Macdonald & Co., 1977, página 59.)
La relación codos fuera, muñecas dentro en el piano es examinada mejor en un video de Arthur Rubinstein al piano. Recomiendo su “Last Recital for Israel”
(RCA) (obras de Beethoven, Schumann, Debussy, Chopin y Mendelssohn, registradas el 15 de enero de 1975 en el Ambassador College, Pasadena, California,
distribuido por BMG), en el que las cámaras le muestran de perfil, de frente, de espaldas y desde arriba. Su maestría al piano es asombrosa y la relación codos
fuera, muñecas dentro está claramente funcionando cuando él toca.
Otto-Werner Müller, un músico soberbio y podría decirse que el maestro de dirección más
admirable de hoy día (en la escuela Juillard de Nueva York y el instituto Curtis de Filadelfia),
ha dicho que el mejor sonido de la orquesta se consigue cuando el director apunta los codos
hacia afuera y las muñecas hacia dentro (comunicación personal al autor). Esto queda ilustrado
hermosamente en la fotografía de Leopold Stokowski, el joven (figura 21). Empezábamos
nuestra discusión sobre brazos y manos con un experimento en el que alguien levantaba los
brazos delante de él. Stokowski está haciendo precisamente eso; observe cómo usa los brazos
en completa armonía con la cabeza, cuello y espalda.
Figura 21. Leopold Stokowski, hijo. (Foto de Cate Novas.)
La musculatura que sostiene el brazo en alto es liberada de la cantidad de presión que queda en la cuerda; cuanto más alto sea el sonido, más relajada estará la musculatura.
Esta regla es fácil de demostrar: si la nuez del arco se coloca sobre la cuerda y el brazo está completamente relajado, la cantidad innecesaria de presión queda sobre la
cuerda. Para disminuir esta presión, debemos usar la musculatura que sostiene el brazo levantado. Este hecho por sí solo nos muestra lo cuidadosos que debemos ser con
Procedimientos indirectos 85
Brazos y manos
palabras como relajación. Si uno se ve forzado a practicar el pianissimo durante un periodo de tiempo largo (quizá porque los vecinos están durmiendo) el brazo se cansa
mucho más deprisa que tocando alto porque los músculos deben activamente sostener el brazo entero, incluido el arco. (Cello Technique: Principles and Forms of
Movement, Bloomington, Indiana: Indiana University Press, 1975, página 144.)
Lo mismo se aplica a todas las situaciones en las que se requiere el uso de los brazos (tocar el piano, dirigir la orquesta) y a situaciones en las que la sonoridad no
depende del uso de los brazos (cantar, tocar instrumentos de viento). Esto no quiere decir que deba usted tocar alto todo el tiempo, sólo que tocar alto se consigue
con menos esfuerzo y mayor confianza y libertad y debería constituir la norma al tocar. (Volveré a este asunto en el apartado 18.6, del capítulo “Normas y
Desviaciones”.)
Pero para que esta norma sea verdaderamente saludable, debe alcanzarla con los medios de coordinación correctos. La fuente de potencia física, al tocar música y
en cualquier otro caso, recae en la espalda, no en los brazos. (No necesita usted los músculos desarrollados de un atleta; recuerde nuestra discusión sobre la
natación en el capítulo 1. Si la espalda está bien coordinada, será por definición fuerte, incluso en ausencia de músculos abultados o tirantes.) Janos Starker
escribió: “Tocar 'relajado' es en realidad la distribución uniforme de tensión muscular... la potencia [física] está dirigida a los puntos de contacto sobre las cuerdas,
vía el arco y los dedos de la mano izquierda. La potencia del brazo se origina en los músculos de la espalda... Al levantar los brazos, los músculos de la espalda, no
aquellos de la parte superior del brazo, son requeridos para la potencia necesaria.” (“An organized Method of String Playing”, en Concepts in String Playing:
Reflections by Artist-Teachers at the Indiana School of Music, editado por Murray Grodner, Bloomington, Indiana University Press, 1979, páginas 138 y 139.)
Es difícil describir cómo deberían sentirse una espalda poderosa y los brazos libres. Los brazos libres no están flácidos o exánimes, lo mismo que una espalda
poderosa no es corpulenta o rígida. El tono muscular característico de los brazos libres es el del agarre de un bebé o un niño pequeño: vital, firme pero sutil. El
apretón de manos de un hombre o mujer de pie, tranquilamente seguro de sí mismo, proporciona una sensación similar. Cuando un médico experimentado y
cuidadoso maneja a un paciente con este toque (seguro, cálido, tranquilizador y que revitaliza), el paciente responde inmediatamente relajándose y abriéndose. Lo
mismo debería hacer un piano al ser tocado por el pianista.
Hay una frase atribuida a Ferruccio Busoni o bien a Dinu Lipatti: “Un pianista debería tocar con brazos de espagueti y dedos de acero.” Esta idea algo enigmática,
no es inexacta desde el punto de vista de Alexander. Los músicos a menudo tocan con “hombros, codos y muñecas de acero”. No obstante, si la espalda se
convierte en la fuente de potencia, los brazos pueden volverse de espagueti. H. H. Stuckenschmidt cita a Walter Niemann sobre el tema de la interpretación de
Busoni: “bien incomprensible, esta forma moderna de tocar octavas, ligera como una pluma, toda la fuerza asumida por los músculos de la espalda.” (Ferruccio
Busoni: Chronicle of a European, Londres: Calder & Boyars, 1970, página 79.)
El trabajo de Alexander sobre brazos y manos conduce a la conciencia y coordinación aumentadas, lo que tiene efectos sanadores sobre la bursitis, el codo de
tenista, tendonitis, el síndrome del túnel carpiano, etc. Estas lesiones son causadas, al menos en parte, cuando las diferentes articulaciones y otras partes de las
extremidades hacen un trabajo que corresponde a la espalda.
Usar una espalda poderosa para liberar los brazos afecta a todas las facetas de la interpretación musical. Los cambios en la calidad del sonido son particularmente
llamativos. Al tocar el piano, por poner un ejemplo, el uso alexandrino de la espalda y los brazos conduce naturalmente a una clase de sonoridad que resuena
libremente, como la voz, potente aunque luminosa, plástica, trasmitiendo vitalidad. Nadie que haya oído la única grabación que sobrevive de Ferruccio Busoni
(obras de Bach, Bach-Busoni, Beethoven-Busoni, Chopin y Liszt, registradas en 1919, Pearl GEMM CD9347) puede dejar de emocionarse con este sonido
extraordinariamente hermoso. Indudablemente, este fue resultado de su entera personalidad y destreza musical. Pero su calidad de sonido no puede disociarse de la
relación entre su espalda y brazos, una realidad tangible que la Técnica Alexander hace mucho por corregir.
Procedimientos indirectos 86
Brazos y manos
No sugiero que todos los pianistas deberían sonar como Busoni o como ningún otro. La calidad del sonido es y siempre seguirá siendo personal. El sonido de
Busoni es exclusivamente suyo. Pero comparte algunas características con los de Guiomar Novaes, Magda Tagliaferro, Dinu Lipatti, Clara Haskil y Vlado
Perlemuter. En cambio, los sonidos de Glenn Gould pertenecen a una categoría diferente. (El lector bien podría decir que él prefiere Gould a Lipatti. Pero fueron
las proezas de movimiento hacia delante rítmico lo que señaló su genio, no la calidad de su sonido.)
En la gente mal coordinada, la transferencia bilateral impide el uso de la totalidad de sí mismo, ya que las insuficiencias de una extremidad afectan al uso de la
extremidad opuesta. No obstante, en la gente bien coordinada, la transferencia bilateral mejora el buen uso, ya que las fuerzas de la extremidad buena tienden
entonces igualmente a reflejarse en el uso de la extremidad opuesta y el uso de ambas extremidades se vuelve armonioso. Naturalmente, una persona mal
coordinada podría usar la transferencia bilateral para adquirir buena coordinación.
En la transferencia cuadrilateral, el uso de cualquier extremidad afecta al uso de todas las otras extremidades. El uso de una pierna influye en el uso de la otra
pierna y en el uso de ambos brazos. Por ejemplo, algunos músicos contraen los pies cuando tocan, a menudo debido al mal hábito de mantener el ritmo golpeando
con los pies. Los intérpretes de música clásica, a menudo golpean de manera irregular, arrítmica; a menudo no son conscientes de que golpean o de su
irregularidad, o del mal uso acompañante de los pies. Su golpeo es un esfuerzo por encubrir, externamente, una carencia de claridad rítmica interna. Si usted usa
mal los pies (golpeando o de otra forma), se ve obligado a activar mecanismos compensadores en las piernas, luego las caderas, luego el torso, etc. hasta las
extremidades superiores. (Discutiré más sobre el ritmo en el capítulo 16, “Práctica diaria”.)
La mayoría de los músicos consideran las extremidades superiores e inferiores completamente diferentes en naturaleza y funcionamiento, y se concentran en el uso
de las extremidades superiores. No obstante, al igual que la transferencia bilateral, la transferencia cuadrilateral puede ser una fuerza para bien o para mal.
Descuidando el uso de piernas y pies, los músicos permiten a la transferencia cuadrilateral trabajar en contra de la coordinación total en lugar de a favor de ella.
Es útil pensar en usted mismo como un “cuadrúpedo erecto”, en lugar de como un bípedo. Tocar el violín, dirigir y cantar requieren todos el uso coordinado de
todas las extremidades. Por lo tanto, es extremadamente útil combinar las manos sobre el respaldo de la silla con un mono, una arremetida o el movimiento de
sentado a de pie y viceversa. Por favor, consúltelo en el capítulo 13, “Procedimientos combinados”.
Las direcciones para el uso de los brazos son esencialmente las mismas ya esté usted caminando, conduciendo un coche o tocando el violín. Mediante el cultivo de
Procedimientos indirectos 87
Brazos y manos
estas direcciones en todo momento, puede usted mejorar su interpretación musical incluso cuando no practica. Sus brazos estarán más listos para tocar o dirigir si
ha estado usted cultivando las tendencias correctas antes de manejar un instrumento o una orquesta. Por ejemplo, preste atención a los brazos al caminar y las
transferencia cuadrilateral hará del caminar un uso mejor de su tiempo que practicar su instrumento durante horas y horas cada día. Incluso mientras conduce usted
un autobús o está acostado sobre la espalda en casa, podría continuar usted dirigiendo los brazos. Por ejemplo, es bien divertido aprender a dirigir los brazos en un
restaurante mientras come con los amigos. El reto está en dirigir sin cohibirse y sin hacer que sus amigos piensen que es usted un alexandroide.
Procedimientos indirectos 88
Brazos y manos
recuperación. Frank Pierce Jones explica un episodio instructivo que tuvo lugar después de una clase de Alexander:
Esa noche fui despertado por una tormenta y me levanté a cerrar la ventana. Olvidando que estaba en un hotel del campo y que la ventana no llevaba contrapeso, se me
escapó y la ventana bajó golpeándome el dedo. Nunca había sabido cómo enfrentarme a este tipo de dolor y siempre me vi sumido en la agonía palpitante de la sensación.
Esta vez, indudablemente como consecuencia de la clase de esa mañana, percibí la sensación como un patrón con valores de tiempo y espacio y encontré que podía inhibir
las oleadas de tensión que me estaban pasando en ondas desde el cuello, bajando por el hombro y el brazo hasta el dedo. Mientras yo mantenía la inhibición conservando la
conciencia de mi cabeza y cuello centrales y mi dedo periférico, la sensación cambió de dolor isquémico a calor encendido al empezar a volver la sangre al dedo. Por la
mañana no había nada que me recordara el episodio excepto una fina línea roja cruzando la uña. (Libertad, 8º. El Webster's define “isquemia” como “anemia de tejido
localizado, debida a la obstrucción de la sangre arterial”.)
No recomiendo que un patoso confirmado se arriesgue atolondradamente, sino más bien que deje de ser un patoso. El buen uso de sí mismo resultante del estudio
entregado a la Técnica Alexander, asegura una conciencia constante de todas las cosas, dentro y fuera de sí mismo, una conciencia que le mantiene fuera del
camino de los problemas. Una persona inclinada a sufrir accidentes, es una de obtención del fin mal coordinada. Si se convierte usted en una persona bien
coordinada, no necesita tener los accidentes o lesiones de sus extremidades o lo que sea.
11 La a susurrada
Procedimientos indirectos 90
La a susurrada
5. Mientras piensa arriba sonriendo y sin permitir a la mandíbula inferior retroceder ni cerrar la boca, exhale una vocal casi en silencio, la “a” susurrada. La
mayoría de los alumnos se quedarán completamente sin aliento incluso antes de exhalar, demostrando que se “concentran en hacerlo bien” hasta llegar a
olvidar respirar normalmente. Después de darse cuenta de que se han quedado sin aliento antes de efectuar la a” susurrada, recurren a la estrategia de hincharse
de aire como grandes ranas, para tener mucho aire de reserva para el gran momento. Simplemente están sustituyendo un mal acto por otro, ya que la “a”
susurrada no es un concurso de capacidad torácica, sino un procedimiento para coordinar la totalidad de sí mismo. Cuando ejecuta usted una serie de “as”
susurradas bien, no necesita usted ahorrar aire; no necesita usted tomar aire extra en el último instante antes de exhalar; siempre tendrá usted aire suficiente en
los pulmones para susurrar una “a” de cierta longitud. ¡No intente controlar la respiración y estará perfectamente controlada! Otro mal uso corriente consiste
en sacar todo el aire de los pulmones forzadamente. Esto se consigue mediante una contracción intencionada de la caja torácica, durante la cual la mayoría de
los alumnos acortan la columna vertebral, estrechan la espalda y contraen el cuello, hombros y brazos. Evidentemente, usted siempre puede y debería efectuar
la “a” susurrada sin forzar o apretar, sin tener en cuenta lo alto o rápidamente que la haga.
6. Tras haber exhalado y mientras aún piensa arriba, cierre la boca sin contraer la mandíbula o entrechocar los dientes, relaje el labio superior y respire por la
nariz. Se ha completado el ciclo de la “a” susurrada.
Puede efectuar el ciclo completo en dos segundos o en dos minutos, dependiendo de sus necesidades, propósitos y capacidades. Como con todos los
procedimientos de Alexander, cada paso intermedio es un fin en sí mismo. Practique cada paso separadamente, tantas veces como desee, antes de pasar a los demás
pasos. Por ejemplo, puede usted gesticular un rato antes de intentar gesticular y desplazar la mandíbula hacia delante al mismo tiempo; o puede usted abrir y cerra
la boca varias veces antes de susurrar una “a”.
11.2 Variaciones
Hay muchas variaciones de la “a” susurrada. Con la intención de evitar crear nuevas tensiones, algunos maestros no insisten en la sonrisa o mueca o en desplazar
la mandíbula hacia delante. También violinistas y violonchelistas, por ejemplo, sufren a menudo de mandíbulas retraídas y deberían volverse capaces de redirigir la
mandíbula hacia delante cuando lo necesiten. Ciertamente, tener una perfecta movilidad de la mandíbula es un don natural humano y no trabajar en ello no es la
solución a los problemas de la mandíbula congelada. Aunque todas las diferentes variaciones de la “a” susurrada tienen su valor, un alumno bien coordinado
debería ser capaz de hacer todas las variaciones, incluidas las más difíciles. La propia “a” puede variar; puede empezar usted con un suave golpe de glotis, lo que
hace la salida del aire más fácil de controlar, o sin él, lo que hace la garganta más libre.
Es imposible describir el sonido de la “a” susurrada. Obviamente, debe mantener usted la garganta libre y la lengua relajada y no debe usted hacer ruidos extraños,
tales como el aclararse la garganta del fumador, sisear, refunfuñar, gorgotear o los sonidos de defecar violentamente. Pero la “a” tampoco debería ser
completamente silenciosa. La cualidad de la vocal desempeñará un papel en la determinación del grado en que gasta usted el aire. Haga el experimento siguiente.
Cante la vocal “a” en una sola nota larga en el extremo superior de su espectro vocal. Ahora haga lo mismo con la vocal “ai”. A menos que sea usted un buen
cantante, encontrará la segunda vocal más difícil de sostener: una “a normal es más fácil de cantar que una “ai” normal. Utilice esta conclusión (que algunas
vocales son más fáciles de cantar que otras) para deducir que una “a” ideal es también más fácil de sostener que una “a” corriente normal. También la “a”
susurrada ideal debería ser más fácil de sostener que una “a” susurrada corriente.
En una de mis variaciones favoritas de la “a” susurrada, le pido al alumno que diga una frase al final de la exhalación, antes de volver a tomar aire. El principiante
reacciona a esto de varias maneras. A menudo piensa lleno de pánico: “¡No sé qué decir!”; y aguanta el aliento, congela el cuello y las extremidades, etc. No es
Procedimientos indirectos 91
La a susurrada
necesario decir que él malinterpreta el propósito del ejercicio, que no es examinar su capacidad de improvisación, sino simplemente el de animarle a no expeler el
aire de los pulmones tan enérgicamente que sea incapaz de hablar al final de la exhalación. (Igualmente, todos tenemos la capacidad de improvisar con facilidad, y
lo hacemos cada día.) Incluso cuando le doy al alumno la libertad de decir lo que quiera (“ábrete sésamo” o “dulce de vainilla y chocolate”), él desperdicia esta
libertad y mal usa la totalidad de sí mismo en un esfuerzo extremo de obtención del fin.
En esta situación, el alumno a menudo toma de nuevo aliento antes de hablar, usualmente por la boca, con un boqueo audible. No es consciente de inspirar o
boquear. Está tan pendiente del fin del ejercicio (decir unas pocas palabras) que se olvida de los medios por los cuales podría conseguirlo.
Después de una “a” susurrada bien ejecutada, debería ser usted capaz siempre de hablar fácilmente y en extensión considerable. La capacidad de hacer esto podría
considerarse el papel de tornasol del éxito de las “as” susurradas. Me gusta llevar esta variación de la “a” susurrada a extremos desafiantes, pidiéndole al alumno
que hable en un idioma extranjero, por ejemplo, que alterne en la misma respiración, segmentos de “as” susurradas con charla real.
La “a” susurrada corrige cuestiones de identidad personal y desarrollo personal. Esto queda claro en las reacciones polifacéticas que tienen todos los alumnos al
aprender la “a” susurrada: miedo, pánico, titubeo, duda, ansiedad excesiva, desagrado, diversión, a veces incluso júbilo. Es imposible disociar la llamada
“mecánica corporal” de los llamados “estados mentales”. Un alumno que cambia sus reacciones al aprender la “a” susurrada del temor a un tranquilo despego, es
un alumno que se ha convertido en un ser humano diferente.
Una vez enseñé a un trompetista que se quejaba de ponerse nervioso antes de las audiciones. Era un joven muy nervioso, apasionado en sus opiniones y que se
excitaba con demasiada facilidad. Su forma de hablar, incluso al discutir sobre cuestiones cotidianas, a menudo era tan agitada que él difícilmente podía terminar
las frases. Había vivido en Israel y yo disfrutaba haciendo “as” susurradas con él y pidiéndole que dijera unas pocas palabras en Hebreo al final de sus
exhalaciones. Se agitaría tanto que sería incapaz de hacer nada aparte de balbucear; y balbuceaba con todo su ser, de la cabeza a los dedos de los pies. Él estaba
decidido a eliminar sus nervios previos a la audición, pero desgraciadamente nunca estableció las relaciones entre la forma en que se usaba a sí mismo en la charla
cotidiana y sus infortunios profesionales. Dejó de venir a mis clases sin haber dominado lo básico de la “a” susurrada.
Procedimientos indirectos 92
La a susurrada
ayuda al alumno a pensar arriba al espirar y pensar arriba al inspirar, eliminando con ello el efecto acordeón. Observe que el maestro y el alumno trabajan
sobre el uso del alumno, no sobre su respiración, que sigue siendo un efecto, no una causa. Muchos desórdenes respiratorios (el asma es el ejemplo principal),
son síntomas de mal uso de la totalidad de sí mismo. Corrigiendo la causa raíz del problema, la “a” susurrada elimina el problema, en lugar de suprimir sus
síntomas.
3. Tensión facial. Gracias a soltar la tensión de la mandíbula, los músculos faciales, el cuello y los hombros, la “a” susurrada contribuye a aliviar los dolores de
cabeza, migrañas y el malestar de los dientes apretados involuntariamente. La “a” susurrada ayuda a abrir y limpiar los senos y provoca también un cambio en
el tono muscular facial. Los alumnos que fruncen el entrecejo podrían entonces hacerse conscientes de ello y ser capaces de inhibirlo, y los alumnos a los que
falta tono muscular en la cara, notan una mejoría en sus facciones. Hay también un cambio de condición en la piel de la cara, debido a que mejora la
circulación sanguínea.
4. Síndrome de la articulación temporomandibular. Algunos ortodontólogos afirman que el mal alineamiento de la mandíbula y la sien causa numerosos males,
incluidos los dentales, esqueléticos y otros problemas de salud. Los dentistas se refieren a este mal alineamiento y a sus efectos como síndrome de la
articulación temporomandibular (ATM). Una vez tuve a un alumno dentista que era especialista en el síndrome de la ATM en Londres, que quedó sorprendido
por los efectos de la “a” susurrada sobre la coordinación entre la mandíbula y la sien. Según él, la “a” susurrada conseguía los mismos resultados a que él
aspiraba en su consulta, pero con mayor economía y elegancia de medios. La “a” susurrada no se basa en técnicas mecánicas violentas. En cambio, le ayuda a
permitir a la mandíbula estar libre. Parafraseando a Patrick Macdonald, “permitir” es la palabra operativa.
Procedimientos indirectos 93
La a susurrada
Menuhin Music Guides; Londres y Sydney: Macdonald & Co., 1977, página 76.) Considere ahora el papel de los labios, lengua y mandíbula en el caso
particular de tocar el trombón: “Sacando el labio inferior, arqueando la barbilla hacia delante-abajo y relajando la tensión muscular dentro de la embocadura,
se vuelve muy fácil pasar a los registros más bajos del trombón.” (Denis Wick, Trombone Technique, edición revisada, Londres: Oxford University Press,
1973, página 20.) La interacción entre labios, lengua y mandíbula obtiene al tocar la flauta también:
Taffanel y Gaubert desacreditan el uso de la mandíbula para controlar la corriente de aire. Hay dos buenas razones para no usarla; ello tiende a tensar los músculos
faciales y la garganta y desanima la concentración en la flexibilidad del labio. En cualquier caso, muchos flautistas destacados, particularmente Marcel Moyse, utilizan
técnicas de mandíbula para complementar la acción de los labios. El punto importante a recordar es que la mandíbula es meramente una herramienta auxiliar; no
debería ser vista como un sustituto del control de la embocadura... La razón de que Moyse defienda el uso de la mandíbula inferior para modificar [la relación de la
flauta con los labios], más que los propios labios, es precisamente porque deja los labios libres para vibrar y obtener diferentes tonalidades.
Cuando se aprieta la mandíbula o se echa atrás, la columna de aire se dirige más abajo dentro del agujero de la embocadura. Esto disminuye el tono y hace el registro
inferior sonar mejor. En cambio, proyectar la mandíbula hacia delante eleva el tono y ayuda a producir notas altas más fácilmente. Entonces, Moyse sugiere que la
mandíbula debería estar ligeramente tensa en los pasajes suaves y bien floja en los fuertes, igual que los labios deberían estar ligeramente apretados en los pasajes más
suaves, menos en los fuertes. ( Nancy Toff, The Flute Book, Londres: David & Charles, 1985, página 93.)
Observe que flautistas diferentes recomiendan técnicas diferentes, quizá incluso divergentes. Sin embargo, la verdadera libertad técnica no consiste en dominar
la relación “correcta” entre labio, lengua, mandíbula y garganta, sino en ser capaz de ejecutar, sin esfuerzo o efectos colaterales indeseables, todas las
diferentes técnicas defendidas por los diferentes maestros. Un flautista que ha adquirido la completa independencia de la mandíbula que sigue a aprender la
“a” susurrada, puede mover la mandíbula sin tensar la cara o contraer el cuello y la garganta. Puede entonces usar la mandíbula para controlar la corriente de
aire, si lo desea. La “a” susurrada coordina la totalidad de sí mismo y ello le invita a detener lo que está mal antes de hacer lo que está bien. Por lo tanto,
dominarla le permitirá beneficiarse mejor de los muchos ejercicios de labio, lengua y mandíbula tradicionales para instrumentistas de viento y metal.
4. Otros instrumentos. Los músicos cuya interpretación musical no depende de sus mecanismos vocales o faciales (por ejemplo, los que tocan instrumentos de
cuerda o el piano), podrían pensar de partida que la “a” susurrada no tiene una relación directa con su arte. No obstante, es casi imposible tener la mandíbula
apretada y los hombros y brazos libres. Por lo tanto, liberar la mandíbula puede tener un efecto marcado sobre el uso de hombros, brazos y manos y sobre la
ejecución total. Bud Winter, un gran entrenador de corredores con una tira genuina de récords mundiales que lo acredita, habla de examinar a los corredores de
corta distancia: “Si [el corredor] es algún tipo de atleta, la correrá [treinta yardas con salida rápida] en tres segundos. Entonces hablamos de ello y le digo que
tenga dos cosas en mente cuando la corra de nuevo: mantener las manos sueltas y la mandíbula suelta. Invariablemente, él mejora en una décima o dos su
velocidad. (Running with Style, Mt. View, California: World Publications, 1975, página 36.) La misma flojedad de la mandíbula podía ayudar al pianista en sus
escalas, a un violonchelista en los cambios de la mano izquierda, a un director en la suavidad de sus pulsaciones y cambios de dinámica.
5. Nervios previos al concierto. Finalmente, puede usar usted la “a” susurrada para controlar los nervios previos a un concierto hasta cierto punto. La “a”
susurrada es un procedimiento de coordinación total, con el que aprende usted primariamente a pensar arriba y secundariamente a usar los mecanismos
faciales, afectando las dos cosas juntas a su respiración indirectamente. Recuerde esto y una serie de “as” susurradas bien ejecutadas podría alejar su mente del
nerviosismo de la situación, ayudándole a regularizar la respiración y el ritmo cardíaco. Dicho de otro modo, el nerviosismo es un síntoma de mal uso de sí
mismo y la “a” susurrada ayuda a eliminar el síntoma al inhibir el mal uso que lo causa. Volveré a este asunto en el capítulo 23, “Miedo escénico”.
Procedimientos indirectos 94
Trabajo de mesa
12 Trabajo de mesa
12.1 Introducción
El trabajo de mesa es una característica distintiva de la Técnica Alexander. La mayoría de los maestros la usan en la mayoría de sus clases, algunos de ellos rara
vez, otros casi hasta la exclusión de otros procedimientos. Pero el maestro que no usa la mesa para nada es raro.
Es importante reconocer en qué formas el trabajo de mesa es similar a otros procedimientos de la Técnica Alexander. El objetivo de todo trabajo de Alexander es
que usted se encuentre con un estímulo que le pone mal y aprender a manejarlo. Por ejemplo, en el mono este estímulo requiere que usted reconsidere sus ideas de
equilibrio, movimiento, posición, tensión, relajación, y sobre todo, dirección. En el trabajo de mesa, todos estos aspectos toman parte y su jerarquía permanece
constante: dirigir, sobre la mesa y en cualquier parte, es más importante que moverse o posicionarse.
Durante un turno de mesa, el maestro le manipula diferentes partes del cuerpo en sucesión y alternativamente, con el propósito de enseñarle a soltar y dirigir cada
parte separadamente y en relación con el resto del cuerpo. Cada vez que el maestro le toca, se enfrenta usted a una elección de reacciones: la habitual, que
habitualmente consiste en que usted contrae el cuerpo donde es tocado y por todas partes también; o la natural, que consiste en que usted suelta una parte del
cuerpo sin tensar o colapsar otras partes. Cada reacción motiva un estado de coordinación total, más que una mera respuesta corporal: en uno hay ansiedad,
impaciencia, indecisión, insuficiencia, en el otro hay libertad, calma, soltura, control. Si puede pasar usted de un estado al otro, entonces habrá aprendido usted
algo inestimable del trabajo de mesa.
Esto es un indicador tanto de la valía del trabajo de mesa como de sus peligros latentes. La mayoría de los alumnos encuentran el trabajo de mesa extremadamente
calmante y relajante; el trabajo de mesa por sí solo ha ganado para la Técnica Alexander incontables adeptos. Recibir un turno de mesa de un maestro
experimentado se siente magnífico. Pero el propósito de la Técnica no es hacerle sentirse bien, sino ayudarle a pasar de lo conocido a lo desconocido, siendo lo
conocido lo malo y lo desconocido lo bueno. ¡A veces esto podría no sentirse bien para nada! El trabajo de mesa puede convertirse un poco en una experiencia fija,
placentera y restauradora. Por muy valioso que pueda ser esto, como todo lo fijo puede apartar de la verdadera solución de un problema y convertirse en parte del
propio problema.
Alexander se refería con cierto desprecio al trabajo de mesa, llamándolo “trabajo acostado”. A menudo dejaba a sus ayudantes dar un turno de mesa a sus alumnos,
prefiriendo dedicar sus propias energías a lo que él consideraba aspectos más vitales de la Técnica. A pesar de esta observación preventiva, el trabajo de mesa se ha
convertido en una característica bien establecida de casi todas las clases de Alexander. Los maestros podrían empezar o terminar una clase con un turno de mesa de
longitud variable. Puede ser notablemente poderoso por derecho propio; usado con inteligencia y moderación, contribuye positivamente a la adquisición del buen
uso de la totalidad de sí mismo. ¡Y sí, se siente magnífico!
Procedimientos indirectos 95
Trabajo de mesa
Procedimientos indirectos 96
Trabajo de mesa
totalidad de sí mismo, pues en caso contrario se arriesga usted a contraer la espalda y el cuello indebidamente ablandando incluso la columna vertebral
mientras está acostado “sin hacer nada”. “No hacer nada” de la forma correcta no causa lasitud o estupor y a menudo conseguirá usted el mayor descanso y
recuperación acostándose sobre la espalda durante periodos breves.
3. Preparación para dormir. La persona corriente se usa de mala manera a sí misma mientras duerme. Al dormir, como en todas partes, debemos distinguir entre
posición y dirección. Es posible dormir en una llamada “buena posición” (por ejemplo, sobre la espalda) y usarse mal a sí mismo contrayendo la cabeza contra
el cuello, los hombros contra la espalda, etc. Con todo, es más fácil tener un sueño bien dirigido acostado en supina (sobre la espalda, las piernas estiradas o
sostenidas por almohadas pequeñas) y con los brazos en pronación, las manos descansando sobre el tronco o las caderas, que acostado boca abajo sobre el
estómago. Acostarse sobre la espalda y dirigir antes de dormir puede tener efectos notables sobre la calidad del propio sueño y en el descanso que provoca.
Alumnos que afirman encontrar imposible dormir sobre la espalda, caerían profundamente dormidos tras un ratito sobre una mesa de Alexander si sus
maestros se lo permitieran, prueba positiva de que los hábitos de sueño son ciertamente cambiables.
4. Prevención de la fatiga y las lesiones. Cuando está usted cansado, lo mejor es indudablemente descansar, y acostarse en posición semisupina y dirigir es una
buena forma de descansar. Mejor aún sería no fatigarse. Mejor que practicar durante horas hasta el final y luego sucumbir a la fatiga, haga descansos
frecuentes en su práctica para acostarse durante unos instantes y termine su sesión de trabajo con más energía que cuando la empezó. Acostarse sobre la
espalda se vuelve entonces preventivo en lugar de recuperador. Esto se aplica a todas las actividades: practicar, estudiar, leer, hacer labores manuales, etc.
(Discutiré las cuestiones de hacer descansos sin perder continuidad en el capítulo 16, “Práctica diaria”.) Observe también que la consecuencia natural de la
fatiga crónica es la lesión y enfermedad. El cansancio es de dos tipos: de haber trabajado duro y de haber trabajado mal. El que trabaja duro necesita descansar
y el que trabaja mal necesita cambiar sus métodos de trabajo. Si tiene usted el hábito de continuar a pesar del cansancio (sea cual sea el origen de este
cansancio), está usted buscándose problemas.
5. Sanación y consuelo. Frank Pierce Jones cuenta una historia instructiva sobre AR, el hermano de Alexander y un buen maestro de la Técnica él mismo:
La fiebre tifoidea le había dejado con la visión dañada de mala manera y poco después de la guerra sufrió una lesión severa de espalda. Había estado montando a
caballo en Hyde Park una mañana, cuando se encontró con su esposa de pie en la acera con su hijo pequeño. Mientras AR estaba sentado allí hablando con ella, sacó
los pies de los estribos un momento justo cuando pasaba un coche a motor. El caballo se encabritó y le tiró al suelo, destrozándose la base de la columna vertebral. Los
doctores le dijeron que nunca podría volver a andar y durante dieciocho meses estuvo acostado en una habitación en penumbra sin nada que hacer (no podía leer) más
que practicar la inhibición y las órdenes directivas. Al final fue capaz de demostrar la equivocación de los doctores, primero con dos bastones y luego con uno.
Cuando yo le conocí, usaba el bastón sólo para mantener el equilibrio, nunca apoyándose en él pesadamente y podía andar con un curioso movimiento de balanceo
durante considerable distancia, con el tronco muy enderezado y las piernas balanceándose suavemente de las caderas. (Libertad, 8º.)
Los doctores a menudo prescriben reposo después de una lesión, una operación o una enfermedad. En algunos casos el reposo parece ser la única terapia
disponible. Pero lo que puso bien a AR no fue estar acostado y descansar durante dieciocho meses, sino dirigir acostado durante todo ese tiempo. Muchos
males para los que el reposo es la cura tradicional se arriesgan a hacerse peores por el mismo remedio. No obstante, dirigir convierte el estar acostado en una
forma eficaz de avisar a los poderes autocurativos del organismo.
6. Práctica mental. Puede aprender usted una pieza con el instrumento o sin él, con música o sin ella. Una buena forma de trabajar con las piezas y los ejercicios
técnicos es acostado sobre la espalda y practicando mentalmente. Le ayuda a concebir la música que está usted estudiando, separadamente de sus hábitos de
tocar o cantar, y a cultivar el buen uso junto con la concepción artística. Caminar por el bosque, recorrer su habitación, sentarse, ponerse de pie, estar en mono
Procedimientos indirectos 97
Trabajo de mesa
o arremetida, todo proporciona oportunidades de practicar mentalmente. No obstante, estar acostado en virtud de su quietud, es particularmente útil para
desconectar los hábitos de uso erróneos de la concepción musical. Finalmente, acostarse en posición semisupina es útil para memorizar partituras, lo que
discuto como parte del capítulo 16, “Práctica diaria” y al tratar sobre el miedo escénico, al que dedicaré el último capítulo del libro.
Procedimientos indirectos 98
Procedimientos combinados
13 Procedimientos combinados
trate las extremidades superiores, como manos sobre el respaldo de la silla; y (3) la “a” susurrada y combine (1) y (2); (1) y (3); (2) y (3); (1), (2) y (3).
Podría hacer usted un mono y luego poner las manos sobre el respaldo de la silla; hacer una arremetida y luego una “a” susurrada, ya sea una después de la otra o
en pasos intercalados; hacer un mono primero, luego poner las manos sobre el respaldo de las silla, luego efectuar una “a” susurrada y sentarse y levantarse de la
silla mientras mientras continúa con las “as” susurradas y dirigiendo los brazos sobre la silla.
¿Por qué debería pasar usted por todo esto? Primero, cultiva usted la coordinación total y recibe sus muchos beneficios. Segundo, algunas de estas actividades se
parecen mucho a la interpretación musical y pueden ser utilizadas como ayudas indirectas, pero poderosas, para adquirir y refinar destrezas técnicas. El trompetista
que hace una arremetida, dirige los brazos y hace “as” susurradas, está activando todos los mecanismos que utiliza al tocar la trompeta, con el mérito añadido de la
jerarquía de órdenes y la ausencia de juicios estéticos que habitualmente impiden la búsqueda de libertad. (Discutiré este último asunto en el capítulo 17, “Juicios
estéticos”.) Tercero, combinar procedimientos de Alexander es divertido, así que ¿por qué no hacerlo?
Podría usted también combinar un procedimiento con tocar música. Un violonchelista o un pianista pueden tocar y hacer “as” susurradas al mismo tiempo. Un
violinista o un oboe pueden tocar en mono. Un cantante puede hacer una arremetida, dirigir el brazo y cantar.
Cuando el violonchelista susurra una “a”, suelta la mandíbula, deja caer los hombros, ensancha la espalda y se hace más capaz de negociar un cambio de posición
de la mano izquierda. Cuando hace un mono, el oboe deja de moverse fortuitamente, se hace más capaz de proyectar el sonido enfocado y disciplina su rubato.
Combinar procedimientos de Alexander con la interpretación musical podría parecer raro, incluso tonto a veces, apartándose como lo hace de la práctica habitual.
Pero las demandas inusuales sobre la coordinación de un músico pueden romper patrones largamente establecidos de comportamiento defectuoso, permitiendo con
ello el movimiento libre y espontáneo. Cuando se le pide que haga algo al parecer sin relación con sus intereses inmediatos (una “a” susurrada al violonchelo, por
ejemplo), pierde usted momentáneamente el control sobre estos mismos intereses. Como el control habitual a menudo es inadecuado, perderlo es un primer paso
necesario para adquirir el verdadero control natural, un control que no está superpuesto a los viejos hábitos, sino que surge en cambio de esquivar o inhibir los
malos hábitos.
Esta estrategia no es exclusiva de Alexander. Otros maestros han explorado el potencial del cambio en la interpretación musical a través de cambios en la
coordinación habitual; lo testimonian el éxito de los métodos Rolland y Suzuki. Pero creo que la Técnica Alexander es única en su insistencia en no-hacer, la
preeminencia del Control Primario, la inhibición de las respuestas habituales y la dirección de la totalidad de sí mismo, el uso de las manos del maestro para
impartir información sensorial y el pasar de lo general a lo particular en todos los casos.
No propongo que mis lectores se trasladen a mi casa. La cuestión es que un alumno de Alexander, exactamente igual que un estudiante de Música, debe reconocer
las dificultades de trabajar solo y proceder con la mayor circunspección. Igualmente, existen modos eficaces de trabajar sobre usted mismo, por sí mismo.
observar a los demás significa observar el mal uso. Por lo tanto, necesitará usted aprender a imitar lo contrario de lo que ve. Esta es una educación en lo que no
hacer, esencialmente una experiencia negativa, pero igualmente del todo beneficiosa.
Además , si busca usted con cuidado encontrará ejemplos admirables de buen uso a su alrededor. Yo obtengo una inspiración enorme de mirar a niños bien
coordinados jugando, a los grandes atletas, bailarines y músicos, a los animales tanto salvajes como domésticos, a los (reconocidamente raros) extraños anónimos
de la calle que parecen natural y inconscientemente cómodos consigo mismos y con el mundo. Vale la pena imitar a tales modelos de buen uso.
La Técnica Alexander no trata del “uso de su cuerpo”, sino de sus reacciones. El ejercicio físico en todas sus formas (deportes, aeróbico, estiramientos, desarrollo
muscular, etc.) no es el sustituto adecuado para trabajar sobre sí mismo.
La gente que se usa mal a sí misma exagera habitualmente su mal uso cuando hace ejercicio. En tales casos, hacer ejercicio es claramente dañino. No obstante, si
inhibición y dirección preceden y acompañan una actividad, la actividad se vuelve sinónimo de “trabajar sobre sí mismo”. Naturalmente, podría usted llevar su
conocimiento sobre inhibición y dirección como apoyo de todas sus actividades, incluido el ejercicio. Sólo entonces y no de otro modo, el ejercicio será algo
beneficioso.
Idealmente, debería usted aplicar los procedimientos de Alexander reflexivamente: sin ayuda aparente de la mente consciente y sin detener el flujo de movimiento
para considerar su mecánica. Antes de que pueda usted “ser” un mono en toda situación que lo requiera, necesita usted ser capaz de “hacer” buenos monos y
arremetidas por mor a sí mismos, sin la ayuda de un maestro e independientemente de las situaciones de la vida real.
Esfuércese por ser capaz de efectuar por sí mismo todos los procedimientos descritos en este libro. Comprenda su lógica interna y los principios subyacentes que
enlazan los procedimientos en una unidad coherente. Vuélvase capaz de hacerlos fácilmente, a diferentes velocidades, en todo tipo de variaciones, en serie,
alternados y combinados. Efectúe cada paso de cada procedimiento solo y todos los pasos juntos lisamente. Efectúe todos los procedimientos como fines en sí
mismos y como aplicación a todos los problemas de la vida cotidiana y la interpretación musical.
Al final de su larga vida, alguien le preguntó a Alexander si alguna vez dejó de trabajar sobre sí mismo. “No me atrevo”, replicó. Trabajar sobre sí mismo es
delicioso a veces y arduo, aburrido, desalentador e incluso doloroso otras veces. Sin embargo, sus recompensas hacen que merezca la pena el tiempo dedicado.
La mayoría de la gente intenta evitar las situaciones estresantes; Alexander nos exhorta a reaccionar de forma diferente a ellas. Trabajar sobre sí mismo es
presentarse a sí mismo voluntariamente un estímulo que “le pone mal”. Esto ocurre cada vez que está usted sometido a tensión o, más concretamente, cada vez que
usted se fuerza al enfrentarse a una situación estresante. Use entonces su conocimiento de la inhibición y dirección para reaccionar de otra forma.
Puede hacer usted esto sobre una base específica, practicando y actuando en circunstancias excepcionales (esto es, potencialmente adversas); o sobre una base
general, buscando desafíos para su coordinación. En ambos casos, estará trabajando usted sobre su adaptabilidad. Consideremos cada caso por separado.
3ª parte: Aplicaciones
15 Técnica
a su propio “cómo”. Patrick Macdonald escribió: “Los medios condicionan los fines, directamente, y los fines condicionan los medios, indirectamente. ” (TAVM,
Anotación 73.) El “cómo” determina el “qué” y viceversa. Lo mismo se aplica a la interpretación musical: no hay ni puede haber separación entre técnica (el
supuesto “cómo”) y música (el supuesto “qué”).
Heinrich Neuhaus citaba una observación de Nietzsche sobre los escritores: “Perfeccionar un estilo es perfeccionar las ideas. Cualquiera que no esté de acuerdo
con esto enseguida no tienen perdón.” Neuhaus comentaba: “Este es el verdadero significado de técnica (estilo). A menudo les digo a mis alumnos que la palabra
'técnica' viene de la palabra griega 'techne' y que significa arte.” (Piano, página 2.) “El objetivo [el 'qué'] ya es un indicador del medio de alcanzarlo [el 'cómo'].”
(Piano, página 82.)
También Wilhelm Furtwängler entendió la conexión entre técnica y arte:
Previamente, técnica era algo positivo, porque sólo corría paralelamente a lo que tenía que expresar. Desde que se puede aprender, algo que no era así antes (téngalo en
cuenta), desde entonces se ha alejado más y más de su significado... Por lo tanto, el problema real de nuestro tiempo es cómo reconciliarla con la satisfacción... Y ahora
resulta aparente que aún hay otra técnica de la que el mundo de hoy ya no es consciente, la cual es infinitamente más difícil. La diferencia entre estos dos conceptos de
técnica contiene todo lo que es de alguna importancia que el mundo de hoy debería conocer y no conoce. (Notebooks, página 30.)
El problema del que habla Furtwängler, el de reconciliar técnica y satisfacción, es un ejemplo específico de la meta de la Técnica Alexander, que es integrar la
totalidad de sí mismo en una base general. La capacidad técnica no es más que un aspecto de la forma en que un músico se usa a sí mismo, siendo la técnica
“buena” cuando refleja el funcionamiento armonioso de sí mismo. Esto está caracterizado por una conexión que unifica clara, vital, dinámica, orgánica entre cada
gesto y su pensamiento animador. En la esfera de la actividad musical, esta conexión que unifica es el propio matrimonio de la técnica con la satisfacción musical
del que Furtwängler escribe.
Husler y Rodd-Marling afirmaban que la técnica no existe, al menos no con el significado corriente de la palabra. Usarse a sí mismo es poseer técnica. No necesita
adquirirla, ni superponerla sobre la forma en que se usa usted a sí mismo.
Desgraciadamente, la afirmación de que la técnica no existe se expone a ser mal entendida de maneras lamentables. Un pianista consagrado convertido en director
dice que “si es usted capaz de comunicar, si tiene usted algo en su alma y mente, puede hacer música sin una gran técnica.” (Matheopoulos, Maestro: Encounters
with Conductors of Today, Londres: Hutchinson, 1982, página 470.) Su argumento se sostiene, suponiendo que él se use a sí mismo perfectamente. El propio uso
de un director es su “cómo” realizar su concepto de la música; siendo el “cómo” inseparable del “qué”, el “algo” que podría tener él en su alma y mente no puede
existir independientemente de la forma en que se usa a sí mismo.
16 Práctica diaria
actividad humana. Alexander escribió: “la esencia íntima del cambio exige entrar en contacto con lo desconocido y que por tanto, sus experiencia pasadas [de los
alumnos] (lo conocido) no ayudarán sino que los obstaculizarán.” (CUV, 8º-15.) Dijo también: “A la gente que no tiene pescado que freír, ello le parece del todo
bien.” (ACC, 4ª-aforismo123.) ¡Los estudiantes avanzados y los profesionales tienen la mayoría demasiado pescado que freír!
Los buenos maestros hacen lo mejor que pueden por eliminar todas las barreras que un alumno pudiera haber creado para la correcta ejecución de cada ejercicio.
En este sentido, todo maestro de música ha de ser también un psicólogo. Paciencia, humor, imaginación y maña son todos tan importantes para el buen maestro
como el conocimiento técnico. Estamos listos para dar el primer paso para trabajar según el principio. Alexander escribió: “Cuando queremos proporcionar al
paciente el control consciente, la consideración de la actitud mental debe preceder la ejecución del acto prescrito. El acto ejecutado tiene menos consecuencias
que la forma de ejecutarlo.” (HSH, 1ª-6-1.)
convierte en la causa principal de la mayoría del sufrimiento y dolor de muchas de las llamadas enfermedades mentales y físicas.” (TAVM, La Técnica Alexander-
1.) La respiración, la circulación, hacer el amor, la locomoción, todos demuestran que el funcionamiento saludable es naturalmente rítmico.
Un buen ritmo mejora el uso y el funcionamiento, al mismo tiempo que el buen uso mejora el ritmo: se alimentan el uno al otro. Los movimientos a tirones,
irregulares, marcados nunca son libres; la disciplina rítmica es el primer requerimiento de un músico en busca de libertad. El gran director Hans von Bülow dijo:
“La biblia de un músico empieza con las palabras: 'Al principio había ritmo'” (Citado por Neuhaus, Piano, página 33.)
Cuando hablo de disciplina rítmica, no me estoy refiriendo exclusivamente a la precisión del metrónomo. La precisión es ciertamente esencial para el buen ritmo y
sostengo que el metrónomo es el mejor amigo del músico. No obstante, tocar con metrónomo es similar a mirarse a sí mismo en el espejo. El espejo le muestra su
aspecto, pero por sí mismo no puede hacerle a usted hermoso. Por ejemplo, haga un cambio en su postura y con la ayuda del espejo podría ver la diferencia. El
metrónomo no le hará a usted preciso, pero escuchándolo cuidadosamente puede saber usted si el ritmo es preciso o no.
El ritmo perfecto incluye la precisión, pero también energía, dinamismo, ímpetu: lo que los músicos usualmente llaman movimiento hacia delante. Esto es casi
indescriptible. El movimiento hacia delante forma parte de la cualidad musical que hace que usted desee seguir el ritmo con los pies o pretender ser el director.
Hablando del elemento rítmico en la interpretación de Sviatoslav Richter, Heinrich Neuhaus citaba a Goethe: “Piensa usted que empuja, pero está siendo usted
empujado.” (Piano, página 32.) El movimiento hacia delante hace la música impulsora y añade a la disciplina rítmica la vitalidad de la que carece la mera
precisión del metrónomo.
Muchos músicos distorsionan el ritmo de una frase musical o un ejercicio para acomodar una ineptitud técnica. Un músico que está aprendiendo una pieza nueva,
podría precipitarse en los pasajes fáciles y ralentizar los difíciles. Podría afirmar que se está “concentrando” en la producción del sonido o los dedos o tocar las
notas, etc. y por lo tanto que “el ritmo no es importante”. Pero virtualmente, todas las dificultades se conquistan a través del buen ritmo, no antes de él y sobre
todo, no separadamente de él. El buen ritmo es el medio por el cual un músico podría adquirir libertad y para él, descuidarlo es obtención del fin.
El ejercicio más simple y el pasaje más complejo deberían siempre ser ejecutados rítmicamente. Husler y Rodd-Marling escribieron:
Animando el sentido rítmico de un músculo, las energía profundamente asentadas dentro de él son liberadas (como en todas las formas de vida orgánica, los músculos están
constituidos rítmicamente). Esto ayuda a la facilidad y libertad de movimiento. La vida sin satisfacción rítmica nunca es muy vital. Un músculo que trabaja arrítmicamente
siempre está impedido y practicar arrítmicamente significa que todos los músculos se deteriorarán con el tiempo con certeza. Como lo definió Platón: “el ritmo regula el
movimiento”. (Singing, página 107.)
Tiene usted varias opciones a elegir cuando no puede tocar un pasaje difícil a tempo: toque con un tempo más lento, simplifique el pasaje o reduzca el número de
cambios de variables sin cambiar el ritmo (explicaré esta última opción en el capítulo 20, “Variables y constantes”). En cada caso debería tocar usted el pasaje con
un ritmo perfecto; en caso contrario no será usted capaz de regular los movimientos corporales que necesita para dominar la dificultad en el pasaje.
Husler y Rodd-Marling corrigieron la relación entre ritmo, libertad funcional y musicalidad. Escribieron que un órgano vocal plenamente saludable, “se encarga
del ritmo para así poseer tanto velocidad como flexibilidad. Salvo que el cantante resulte carecer milagrosamente de todo talento, la expresión de tipo sencillo
sigue automáticamente como resultado de los movimientos físico-psicológicos correctos del órgano vocal. Es más, su buena condición estimula la inventiva del
cantante.” (Singing, página 13.)
En otras palabras, el buen uso es intrínsecamente rítmico y contiene en sí mismo las verdaderas semillas de la musicalidad. Este es un punto extremadamente
importante que expliqué en el capítulo previo, “Técnica” y al que volveré en el próximo, “Juicios estéticos”.
oídos de su mente. Luego puede usted tocar, cantar o dirigir con precisión rítmica y
movimiento hacia delante sin usar mal la cabeza, cuello, hombros, espalda, piernas y pies.
En la figura 22, he expuesto las diferentes fases de este ejercicio 2. Recuerde que cada fase
puede ser variada infinitamente; lo que he escrito no es más que una posibilidad. Verá usted
que el ejemplo termina con un pasaje de la literatura del violonchelo. Contiene tanto ritmos
complejos como dificultades técnicas, particularmente de la mano izquierda. Dominando
los ritmos por separado de su interpretación, según los principios que he descrito, el
violonchelista seguro que se volverá más capaz de superar las dificultades técnicas del
pasaje sin descuidar o distorsionar sus ritmos en el proceso. Ciertamente, la claridad
rítmica del violonchelista mitigará, si no es que elimina, muchas de estas dificultades.
Figura 22: ejercicio 2. a) Piense arriba en silencio y colóquese en arremetida con los pies juntos, el
pie derecho ligeramente hacia delante-afuera, la rodilla derecha ligeramente doblada, la pierna
izquierda recta. b) Añada un pulso chasqueando los dedos de la mano derecha. c) Agrupe las
pulsaciones en compases (entre rayas verticales) moviendo el brazo derecho. d) Añada un ritmo,
regular o variado (arriba: voz; abajo: dedos de la mano derecha y brazo derecho). e) Elija una
melodía simple y lea su ritmo en voz alta, aplicando los pasos anteriores (arriba: voz; abajo:dedos y
brazo). No necesita cantar la melodía. Domenico Gabrielli, “Canon a dos violonchelos”. f) Mire si
puede leer el extracto siguiente sin olvidar pensar arriba, el pulso o el metro del pasaje (arriba: voz;
abajo:dedos y brazo). Podría subdividir la pulsación y chasquear los dedos dos veces para cada
pulsación, sin cambiar la gesticulación básica cuádruple (abajo, izquierda, derecha, arriba). J. S.
Bach, Suite en re mayor para violonchelo sin acompañamiento, BVW 1012, Allemande.
mentalmente, con los oídos de la mente más que representando la medición con el cuerpo,
pues al hacer eso distorsiona su técnica, su producción de sonido y el mismo ritmo al que
pretende ayudar. Lo mismo se aplica a otros ejemplos de dificultades rítmicas. He aquí la
estrategia. Recuerde de nuevo que las variaciones sólo están limitadas por su propia
imaginación. El procedimiento está expuesto al completo en el ejercicio 3 (figuras 23 y
24).
Toque una escala larga y lenta. Tóquela de nuevo y ahora diga en voz alta aquellas
pulsaciones de cada nota larga que siguen a la primera pulsación de la nota. Use una
sílaba fácil como “tam” o “pam”, con una primera consonante clara, una vocal sostenida
y terminada en una “m” final redonda y blanda. La calidad de esas sílabas modularán su
interpretación; hágalas convincentes, confiadas, pero sin gritar; use crescendos y
diminuendos; pruebe con diferentes énfasis (por ejemplo, en las pulsaciones segunda y
cuarta, sólo en la tercera). Imagine que está en el escenario y que tanto lo que usted toca
como lo que dice deben transmitir un mensaje musical.
Ahora toque escalas a otras velocidades y ritmos y use la voz para decir en voz alta las
pulsaciones internas y las subdivisiones de las pulsaciones. No diga cada pulsación suelta
en voz alta; permita que haya un intercambio entre tocar algunas pulsaciones y decir
otras. Esto hará la componente rítmica de su interpretación musical tanto precisa como
dinámica.
Ahora elija un pasaje de la literatura de su instrumento. Mientras lo toca, use la voz para
dar precisión de metrónomo a las notas largas, las notas punteadas y las notas ligadas.
Permita que su voz contribuya a su capacidad para tocar legato y sostenido. Úsela
también mientras prepara los cambios de notas largas a cortas. Sea tan bueno como un
metrónomo y mejor que él: a diferencia del metrónomo, es usted imaginativo y está vivo.
Use las subdivisiones dichas para medir su rubato, haciéndolo a la vez disciplinado y
libre.
Figura 23: ejercicio 3. a) Prepare su trabajo inventándolo en silencio. b) Toque una escala sencilla
a velocidad moderada. c) Toque la misma escala diciendo en voz alta las pulsaciones siguiendo la
línea inferior. d) Haga la escala ligeramente más deprisa y rítmicamente más elaborada. e) Elija
una signatura de tiempo y velocidad diferentes. f) Ponga un poco de fantasía en sus pulsaciones
en voz alta. g) Elija un pasaje de su repertorio y use la voz para preparar los inicios de todas las
frases, notas largas, notas punteadas y ligadas, etc. R. Schumann, Concierto en la menor para
violonchelo y orquesta, Opus 129.
Pero estas tres situaciones pedagógicas son claramente excepcionales. Normalmente no hay ninguna buena razón para practicar algo mal repetida y
voluntariamente. Hacer eso es simplemente, cultivar malos hábitos. Alexander remarcaba torcidamente: “Sería de suponer que la repetida experiencia del fracaso
le llevaría, por si sola, a ponerse a trabajar según un principio diferente” (USM, 3º-1). Patrick Macdonal escribió: “Si no lo consigue a la primera, nunca vuelva a
intentarlo, o por lo menos, no del mismo modo” (TAVM, Anotación 1), reinventando así el famoso dicho.
El pianista André Benoist, que interpretaba con Heifetz, narra un cuento interesante que ilustra con claridad el valor de no practicar cosas malas. Cuando era niño,
a Heifetz le enseñó primero su padre quien también supervisaba su práctica diaria. Benoist escribe que a Heifetz:
no se le permitió tocar nunca una nota fuera de tono. Nunca se le permitió sostener o usar el arco mal, ni siquiera una fracción de segundo. Cuando terminaba su tiempo de
práctica, le quitaban el violín y el arco inmediatamente y los ponían fuera de su alcance. Naturalmente, las consecuencias fueron que nunca tuvo la oportunidad de deshacer
ninguno de los beneficios ganados durante la práctica. El resultado final fue también que él nunca dio un paso atrás; y dando cada paso firmemente hacia delante, él
progresó a pasos agigantados y a los nueve años de edad (habiendo empezado a los tres) era un virtuoso completo. (The Accompanist... and Friends: An Autobiography of
André Benoist, Neptune City, NJ: Paganiniana Publications, 1978, página 284.)
El argumento de no repetir algo que está bien podría parecer menos apremiante. Pero “un ser humano se vuelve menos humano con la repetición idéntica de la
misma acción”, escribió Hiroide Ogawa, entrenador de baloncesto y maestro de Zen. “Practicar disparar desde el mismo sitio una y otra vez no es más útil que
apretar los mismos tornillos de ocho de la mañana a cuatro de la tarde. Una postura diferente. Una posición diferente. Una pelota diferente. Un jugador diferente.
¡Eso es lo que cuenta!” (Enlightenment through the Art of Basketball, James N. Delavaye y Otis McCrail, con imágenes de Peter Nuttall, Cambridge y Nueva
York: The Oleander Press, 1979, páginas sin numerar.)
Como usualmente, muchos gestos y sonidos son imperfectos, debería pretender usted hacer cada gesto diferente de algún modo al precedente. Si siente usted la
necesidad de ejecutar el mismo gesto repetidamente, asegúrese de variarlo constante e imaginativamente. Son posibles variaciones infinitas, grandes y pequeñas
(de ritmo, velocidad, acento, intensidad, tonalidad, etc.) en cada ejercicio. Estas alteran la forma externa sin distraerle del objetivo de su ejercicio.
A veces, podría hacer usted un gesto saludable, natural, satisfactorio, intrínsecamente correcto. Hacer algo bien crea sus propios problemas, sobre todo la tentación
de intentar reproducir las sensaciones que este gesto saludable le proporcionó. Esto es un “peligro de la mente” en palabras de Alexander desconcertantes,pero
evocadoras. No debería intentar usted nunca reproducir las sensaciones de una acción correcta, sino mejor sus procesos coordinantes , no siendo las sensaciones
más que un efecto de estos procesos. Alexander dijo: “La experiencia que usted necesita está en el proceso de conseguirla. Si tiene usted algo, abandónelo.
Conseguirlo, no tenerlo, es lo que usted necesita.” (ACC, 4ª-aforismo 34.)
Lo que decía Furtwängler sobre ensayar en exceso es, naturalmente, cierto sobre practicar en exceso y sobre repetir demasiado un ejercicio. Aquí podría ser útil
hacer una distinción entre estar seguro y sentirse seguro. Igual que la mayoría del agente se siente harta sólo después de comer en exceso, podría sentirse usted
técnicamente seguro sólo después de practicar en exceso. Es una sensación engañosa, un ejemplo de conciencia sensorial defectuosa. El verdadero control a
menudo se siente como falta de control. Corrigiendo este asunto en base general, mirando su coordinación total, el maestro de Alexander le ayuda a manejarlo en
una base particular, en lo relativo a su interpretación musical.
Hay músicos que practican el mismo pasaje docenas, no, cientos de veces. Incluso si la meta de fiabilidad mecánica fuera deseable o alcanzable, ¿sería necesaria la
práctica obsesiva? Alexander claramente no pensaba así:
Igual que un gato por puro instinto, la primera vez que ensaya un salto, evalúa su potencia y la distancia con exactitud, así, con más razón y mayor facilidad, el sujeto
humano utilizando el intelecto controlado conscientemente y experiencia similar en lugar del instinto, debe ser capaz de dirigir sus capacidades para un fin preciso, con
menos tensión física y menos repetición física, es decir, "práctica" de la usual. (HSH, 2ª-3.)
Repetir el mismo pasaje irrazonablemente refleja una inmoderada ansia de control: una demostración interesante de la conexión entre fines y medios. Dominará
usted toda dificultad tras poquísimos intentos si practica inteligente y económicamente. Surgen entonces tres cuestiones: ¿Cuánto debe durar una sesión de
práctica? ¿Cuando debería parar usted? ¿Cómo debería usted distribuir el tiempo durante la práctica?
Considero las dos primeras cuestiones en el apartado siguiente. A la tercera no se puede dar una respuesta que cubra todas las necesidades del músico, pero
encontrará usted algunos indicadores y directrices en los apartados “Objetivos de la práctica diaria” y “Alternación, continuidad y resistencia”.
Es virtualmente imposible para un músico, por brillante que sea, oírse a sí mismo con la debida atención durante un espacio de tiempo demasiado largo. Este es un
Procedimientos indirectos 120
Práctica diaria
hecho indiscutible de la práctica diaria. Jascha Heifetz, el parangón de los violinistas, dijo: “No olvide, que cuando dedica cierta cantidad de esfuerzo a la práctica,
como en todo lo demás, tiene entonces que relajarse usted. No creo que pudiera haber hecho yo ningún progreso si hubiera practicado seis horas diarias... Incluso
aunque pudiera practicar tres horas diarias, ciertamente que no tres horas seguidas, sino más bien tres horas con intervalos frecuentes para la relajación
entremedio.” (Heifetz, editado por Herbert R. Axelrod, Neptune City, NJ: Paganiniana Publications, 1978, páginas 123 a 126.)
Podría alegar usted que estaba muy bien para Heifetz practicar sólo unas pocas horas al día, pero que como músico corrientemente dotado, necesita usted trabajar
mucho más duro, especialmente si desea usted conseguir tanto como Heifetz. Esto es desviarse de la cuestión. Heifetz era capaz de sacar el máximo de sus dotes
considerables. La única forma en que usted puede imitarlo es haciendo el máximo con sus dotes, sean cuales sean. Heifetz era un modelo de buen uso, al violín y
sin él. El buen uso asegura una conciencia sensorial fiable, la capacidad de escucharse a sí mismo y la capacidad de graduar la tensión, esfuerzo y movimiento.
Trabaje en su uso (con ayuda de la Técnica Alexander) y practicará más eficazmente, colmando mejor con ello sus talentos. Emule, luego, no los resultados de la
práctica de Heifetz, sino su propia manera de practicar.
Heifetz hacía descansos frecuentes en su práctica diaria. Hacer descansos es una buena idea en sí misma, pero puede convertirlo en un hábito particularmente
saludable trabajando sobre su uso cada vez que se tome un descanso. Mejor aún, hágalo al revés y considere practicar durante los descansos que podría tomarse
usted al trabajar sobre su uso.
La práctica eficaz asegura saber cuando parar. Esto significa cuando pasar de un ejercicio al siguiente, cuando hacer un descanso de la práctica y cuando dejarlo
por ese día. Si desea usted crear un claro recuerdo cinestésico de un gesto dado, es mejor que efectúe ese gesto cinco veces seguidas perfectamente, que nueve
veces perfectamente y una décima vez imperfectamente, manchando con ello su recuerdo de la totalidad del conjunto. Similarmente, detenga el trabajo diario antes
de que empiece la fatiga, no después. Cuando practique, cree las condiciones para hacerlo usted lo mejor posible. Una vez lo consiga, déjelo. Recuerde lo que dijo
Alexander: “La experiencia que usted necesita está en el proceso de conseguirla... Conseguirlo, no tenerlo, es lo que usted necesita.” (ACC, 4ª-aforismo 34.)
Déjelo en su mejor momento y su impresión de la sesión de práctica total será enteramente positiva, incrementando la probabilidad de éxito al día siguiente. Hay
verdad en el dicho: nada engendra el éxito como el éxito.
Vimos en el capítulo anterior que: (1) el gran problema del músico es casar la técnica con la satisfacción; (2) la técnica no es más que el uso aplicado de sí mismo;
Procedimientos indirectos 121
Práctica diaria
y (3) el buen uso de sí mismo contiene en su interior las semillas de la musicalidad. El objetivo de la práctica diaria debería ser cultivar el mejor uso posible de sí
mismo en una base general y aplicarlo correctamente en una base específica, a tocar, cantar o dirigir.
En otras palabras, trabajar el vivir bien debería ser previo a trabajar el tocar bien. El objetivo de la práctica diaria debería ser para usted, hacerse una persona
mejor, trabajando el uso de la totalidad de sí mismo. Como consecuencia, se convertirá usted en un músico mejor; esto a su vez, le conducirá a convertirse en un
músico mejor. Alexander escribió: “Desde el momento en que nos adherimos en todo lo que hacemos al principio de inhibir conscientemente la interferencia con el
empleo del control primario, nuestras actividades cotidianas ordinarias pueden convertirse en medios constantes de desarrollo psicofísico en su más amplio
sentido.” (CUV, 3º-1ª-17.)
Las palabras de Alexander atañen al tema del calentamiento. Lo que diferencia el calentamiento de la ejecución no es la naturaleza de su actividad, sino el grado de
complejidad. El calentamiento ideal no es una serie de ejercicios físicos o técnicos, lo que negaría la unidad de su ser, sino una versión más sencilla de un gesto
que afirma su unidad. Por ejemplo, use una escala o arpegio, pero ejecútelo según el principio desde la primera nota en adelante: usando la totalidad del sí mismo
coordinado e infundiendo en el gesto musicalidad y movimiento hacia delante rítmico.
Bruce Lee escribió: “El atleta de edad más avanzada, tiende a calentar más lentamente y durante más tiempo. Este hecho podría deberse a la necesidad mayor de
un periodo de tiempo más largo de calentamiento o podría ser porque el atleta tiende a ser 'más listo' al hacerse mayor.” (Tao, página 29.) Las normas, que definiré
en el capítulo 18, “Normas y desviaciones”, constituyen un material de calentamiento excelente. Cuanto más listo se vuelve usted, más normas practica.
involucradas en su deporte particular. Esta es la exposición razonada del entrenamiento cruzado, que no es más que una manifestación del principio de
alternación.)
Alexander escribió: “Un nivel apropiado de perfección mental y física implica una adaptabilidad que hace fácil al hombre cambiar de una ocupación en la que
emplea cierto conjunto de músculos, a otra que conlleva acciones musculares totalmente diferentes.” (HSH, 2ª-4.) Es fácil para el músico bien coordinado cambiar
de una tarea a otra (o de tocar a descansar) en su práctica. Ciertamente, este alternar contribuye positivamente a su coordinación total y bienestar.
El segundo argumento en contra de practicar durante periodos cortos concierne a la resistencia. El violinista Carlos Ramos Mejía escribe que además: “la fatiga es
una incomodidad que no puede ser vencida 'acostumbrándose a ella' (como es aceptado generalmente entre los violinistas), sino eliminando su causa”. (La
dinámica del violinista, Buenos Aires: Ricordi Americana, 1947, página 56.)
Mucho más a menudo la fatiga no es un síntoma de la debilidad o falta de resistencia, sino del mal uso. Como escribí en el primer capítulo, una anciana africana
puede portar pesadas cargas sobre la cabeza largas distancias, no gracias a su fuerza muscular, sino gracias a su buen uso. Igualmente, la resistencia no es más que
un efecto del buen uso. Debería ser adquirida indirectamente, mediante el buen uso, más que directamente mediante largas sesiones de práctica. Estas tienen su
lugar en el ciclo de alternación, pero como una excepción más que como una norma.
Alexander tiene una mayor relación directa. Cuanto mejor registre usted algo, mejor lo memoriza. Esto es un axioma, pero merece nuestra atención.
Alexander escribió sobre enseñar a un alumno cómo hacer una “a” susurrada: “La primera vez que se dieron las instrucciones fue obvio que, antes de que el
maestro terminara de hablar, el alumno estaba tratando de memorizarlas tal como se le daban, mediante un proceso (sensorial) 'físico', es decir, intentando 'sentir'
las instrucciones al tiempo que eran dichas, en lugar de adquirirlas mediante un proceso de memoria (lo que llamamos, 'usar la memoria').” (CCCI, 3º-4.)
El alumno erra dos veces. Primero intenta seguir las instrucciones antes de haberlas entendido. Segundo intenta memorizar las instrucciones sintiéndolas en lugar
de escuchándolas. Si sus sensaciones no son fiables, se arriesga a aprender algo distinto de lo que el maestro está intentando enseñarle. Su recuerdo de estas
instrucciones será tenue, ya que él no las ha escuchado en realidad, y no-fiable ya que lo que el alumno “sintió” no es necesariamente lo que el maestro dijo.
Para memorizar un gesto, diga primero “no” al mismo deseo de memorizarlo. No actúe: en cambio, preste atención a la totalidad de su uso y en particular a su
Control Primario. Mientras no-actúa, escuche, mire o piense según se necesite. Luego considere las órdenes mentales que el gesto demanda, no las sensaciones que
estas órdenes provocan. Después de haber parado, no-actuado, dirigido su uso, escuchado las instrucciones y memorizado las órdenes de guía, puede intentar usted
el gesto y examinar cómo lo siente.
Podría aplicar usted este principio de trabajo a todo lo que quiera memorizar: un gesto, una técnica, un conjunto de instrucciones, una melodía, un personaje de la
ópera. Veamos cómo podría usted depositar una partitura en la memoria. (Recuerde que trabajar sobre su uso, una condición previa a memorizar partituras, no
excluye que use usted trucos mnemotécnicos tradicionales, como memorizar una partitura desde el final hasta el principio.)
No empiece tocando una pieza nueva de memoria demasiado pronto, no sea que memorice notas erróneas. Una vez que conoce la partitura claramente bien, use el
principio de alternación y practique con y sin música, con el instrumento y sin él. Se hacen las mayores demandas sobre su memoria cuando usted practica sin el
instrumento y sin partitura. Colóquese en una posición de ventaja mecánica y, mientras dirige la totalidad de su uso, oiga la partitura en los oídos de su mente. Por
ejemplo, acuéstese en semisupina y deje la partitura a su alcance. Repase una frase o sección mentalmente; luego, sin abandonar la posición, tome la partitura y
compruebe la precisión de su memoria. Podría también mirar primero la partitura, luego repasar un pasaje mentalmente.
Algunos artistas han aprendido a memorizar partituras enteras antes de tocar siquiera una nota de ellas. Esto cuesta genio o disciplina ilimitada, pero podría usted
intentarlo también, empezando con piezas cortas y fáciles y progresando con otras más complejas.
Hasta ahora he tratado principalmente el tema del registro. Sobre almacenamiento y recuperación, Alexander expuso un punto intrigante:
Poca duda puede haber de que el hábito creciente de leer el periódico y literatura ligera y el declive que le acompaña en la lectura de libros o cosas para ser retenidas como
conocimiento valioso, vienen acompañados de dañinos hábitos psicofísicos que hoy día están afectando seriamente la memoria humana, en mayor o menor grado según el
nivel de funcionamiento psicofísico del individuo considerado. (CCCI, 3º-4.)
Descartamos mucho de lo que leemos casi inmediatamente de haberlo leído. En el proceso, las capacidades de retener, relacionar y analizar la información sufren,
sobre todo si nos usamos mal.
Finalmente, la memoria afecta al uso tanto como el uso afecta a la memoria. El buen uso es la incorporación de coherencia y continuidad: entre un pensamiento y
una acción, de pensamiento a pensamiento y de acción a acción. Alexander escribió:
El empleo de la inhibición necesita del ejercicio de la memoria y la atención; la primera para recordar los procedimientos implicados en la técnica y la apropiada secuencia
en que deben ser utilizados; y la segunda en el reconocimiento de lo que ocurre. En el proceso, ambas potencialidades se desarrollan y aumenta gradualmente la esfera de
Hasta cierto punto y dadas las condiciones correctas, cuanto más tiene usted en la memoria, más fácil es memorizar. Si no tiene usted el hábito de tocar de
memoria, el primer concierto es intimidatorio. No obstante, una vez supera usted la inercia de una memoria desentrenada, “la experiencia se alimenta de ella
misma”, por usar una frase de Alexander (ACC, 4ª-aforismo 100), y su memoria da la bienvenida a nuevas piezas cada vez más dispuesta y fiablemente.
Resumiendo, vaya de lo general a lo específico tanto en el diagnóstico como en el remedio. Cultive maneras prácticas y objetivas de describir sus fortalezas y
debilidades. Considere su uso en todo momento, con énfasis sobre el Control Primario. Conozca sus prioridades y sea fiel a ellas. Dese tiempo para saber lo que
quiere hacer y cómo quiere hacerlo. Intente determinar si lo que usted imagina, lo que hace y lo que siente que hace, coinciden todos. Y no piense demasiado, por
favor.
17 Juicios estéticos
Aquí Alexander usa “natural” con el significado de “estar de acuerdo con la naturaleza o determinado por ella; basado en un sentido inherente de bien o mal”
(Webster's ). Brevemente, “natural” podría significar “impremeditado” o “intrínsecamente correcto” y si no especificamos ningún significado al usar la palabra,
nos arriesgamos a la confusión. Esto está ilustrado inconscientemente en un folleto sobre correr: “Haga lo que le salga naturalmente, mientras 'naturalmente' sea
mecánicamente seguro. Si no lo es, haga lo que sea mecánicamente seguro hasta que se convierta en natural.” (Bud Winter, Running with Style, Mt. View,
California: World Publications, 1975, página 4.)
Cuando mi alumno afirma que el mono no es natural, quiere decir que hacer un mono es una experiencia extraña, siendo “natural” para él sinónimo de “habitual”.
Pero como lo que llamamos “el mono” aparece en muchas situaciones fuera de las clases de Alexander (en los niños pequeños cuando juegan, en muchos adultos
en las culturas no-occidentales y en los adultos bien coordinados en las occidentales, en los practicantes de artes marciales y deportistas y bailarines), como en
cada caso el mono es una manifestación de buen uso y funcionamiento, y como el adulto con una coordinación corriente puede aprenderlo fácilmente (mejorando
con ello tanto el uso como el funcionamiento), debemos considerar el mono verdaderamente natural (de acuerdo con las leyes de la Naturaleza) y por lo tanto,
intrínsecamente correcto.
Mi alumno afirma que le parece cómico hacer el mono en público. Aquí no demuestra que el mono sea antinatural; más bien reconoce que hay una diferencia entre
lo que es intrínsecamente correcto y lo que es socialmente aceptable.
Alexander escribió: “Una de las características más interesantes del hombre es su capacidad de acostumbrarse a condiciones de casi cualquier género, tanto
favorables como desfavorables, tanto en sí mismo como en su entorno y una vez acostumbrado a ellas, estas condiciones le parecen correctas y naturales.” (USM,
4º.) La adaptabilidad del hombre, importante como es para su supervivencia y evolución, también le oprime. En el caso sencillo del mono, hoy es “correcto”
hundir, inclinar y torcer la espalda y el cuello para perder altura; todo el mundo lo hace, por lo tanto, es considerado “normal”. El convencionalismo social no sólo
permite este mal uso, lo exige positivamente, convirtiendo el mono en una desviación de la norma. Wilhelm Furtwängler escribió: “Los contemporáneos
encuentran difícil definir el límite de lo antinatural porque coincide con lo convencional. Es difícil de creer que se siga tragando tal cantidad de cosas
antinaturales.” (Notebooks, página 139.)
La palabra “normal” tiene también dos significados. Si la mayoría de los miembros de un grupo actúan de cierto modo (imaginémonos que beben mucho), este
comportamiento es “normal” para ellos (“está dentro de la media”), aunque no sea ejemplar (“según un ideal”). Desgraciadamente, muchos modelos corrientes de
gusto y comportamiento se basan en tales normas. Todos nos enfrentamos a la elección constante entre hacer lo que es correcto y hacer como todos los demás.
Como dijo Alexander, hay un modelo absoluto de uso correcto de sí mismo, un modelo que se adapta y aplica para convenir a toda circunstancia. La ópera en sí
misma es antinatural; también lo es conducir coches, leer periódicos y vivir en la ciudad de Nueva York. Pero hay aún una forma intrínsecamente correcta de
cantar ópera y de llevar una vida urbana moderna. Estaría usted más próximo a la Naturaleza usándose a sí mismo bien en un entorno urbano que usándose mal en
la selva.
En un hermoso relato corto, “El teatro de marionetas”, el dramaturgo alemán Heinrich von Kleist hace una defensa convincente de la espontaneidad y el
conocimiento propio. El relato termina así:
Vemos que en el mundo natural, mientras el poder de reflexión se oscurece y debilita, la gracia asoma más radiante, más dominante... Pero eso no es todo; dos líneas se
cortan, se separan y pasan a través del infinito y más allá, sólo para reaparecer repentinamente en el mismo punto de intersección. Mientras miramos en un espejo cóncavo,
la imagen se desvanece en el infinito y aparece de nuevo cerca ante nosotros. Precisamente así, después de que la cohibición, por decirlo así, pasó por el infinito, la
cualidad de la gracia reaparecerá y esta cualidad renacida aparecerá en la mayor pureza, una pureza que o no está cohibida o tiene conciencia ilimitada; la muñeca
articulada o el dios... Debemos comer del árbol del conocimiento de nuevo y volver a caer en un estado de inocencia... Ese es el último capítulo en la historia del mundo.
(The World of Zen, editado por Nancy Wilson Ross, Nueva York: Vintage Paperbacks, 1960, página 299.)
Al discutir la pérdida de espontaneidad, podría resultar útil establecer la diferencia entre cohibición y conciencia de sí mismo. Mientras que ambos implican una
medida momento a momento de toda acción suya, la cohibición denota una preocupación excesiva e incómoda por sí mismo y sobre todo, por la forma en que los
demás le juzgan, mientras que en la conciencia de sí mismo esta medida de sus acciones y de sus entornos va aliado a una actitud de no-juzgar que le permite
actuar libremente y sin restricción indebida.
Entonces, en el viaje de lo conocido a lo desconocido, hay la pérdida de su primera espontaneidad, la espontaneidad de no-saber. Esto es cierto
independientemente de cómo se emprenda el viaje, ya sea mediante escolarización o por el paso del tiempo, o mediante clases de Técnica Alexander.
Inevitablemente esta pérdida amenaza su bienestar y su sentido de la individualidad; igualmente, es un primer paso necesario en el camino a la conciencia de sí
mismo.
Esto se aplica en todas las esferas del esfuerzo humano. Algunos músicos se apartan de estudiar análisis, armonía, contrapunto, historia, etc. temiendo que este
conocimiento pudiera hacer sus actuaciones menos espontáneas y conmovedoras. Esto no es necesariamente así. El músico inteligente acepta la pérdida de la
inocencia. Si es particularmente talentoso, lo persigue activamente. Claudio Arrau dijo: “En cierto momento, en el momento de la difícil transición de la manera
intuitiva de tocar hacia una comprensión consciente, pensé en abandonar mi carrera. Pero sólo por poco tiempo.” (Horowitz, Conversations with Arrau, Nueva
York: Knopf, 1982, página 49.) Volveré a este asunto enseguida.
Como Alexander, Fowler expresó instinto e intuición en términos evolutivos. En nuestro viaje de lo conocido a lo desconocido (nuestro deber con la evolución, por
decirlo así, y “el último capítulo en la historia del mundo”) abandonamos el instinto para abrazar la intuición.
Fundamentada en la razón, la intuición no es menos subconsciente: funciona por reflejo, sin ayuda del hombrecito con bata de laboratorio que los antirracionalistas
imaginan que es la razón. Yo equiparo el subconsciente intuitivo a una puerta de doble sentido. Los hábitos adquiridos mediante la Técnica (mediante guía y
control conscientes) permanecen al alcance de la razón y pueden ser desarrollados, alterados, reformados y eliminados a voluntad. También puede dejárseles solos.
En cambio, el subconsciente instintivo es una puerta de sentido único: sus hábitos están permanentemente fuera de alcance. En la intuición, el hábito está al
servicio del individuo; en el instinto, el individuo es esclavo del hábito.
Podría usted analizar el lenguaje armónico de Robert Schumann y destacar sus acordes alterados cromáticamente por el hábito adquirido, reflexivamente, mediante
la intuición mejorada, sin convertirse en lo que algunos músicos considerarían un intérprete frío, analítico. Similarmente, podría usted estudiar la Técnica
Alexander y “pensar arriba” mediante la intuición mejorada, sin parecer menos espontáneo que cuando se echa abajo.
Observe de pasada que si mantenemos al uso propuesto de las palabras “instinto” e “intuición”, Arrau quiere decir en realidad “instintiva” cuando habla de la
manera de tocar infantil que precede a su dominio de sí mismo.
Patrick Macdonald escribió:“Mucha buena gente hoy día, confunde la crasa descoordinación con la originalidad.” (TAVM, Anotación 32.) La Técnica Alexander le
ayuda a liberar su verdadera originalidad al coordinar la totalidad de sí mismo según las leyes inmutables (y totalmente no-originales) de la Naturaleza. Para un
original bien coordinado, lo que Furtwängler llama naturalidad es la verdadera fuente de su originalidad.
válidas para mi petición. Antes de intentarlo y en parte como justificación para no intentarlo, ella dice: “Eso no me gusta, prefiero tocar la nota en dos movimientos
de arco separados.” Esta es una antipatía a la que ella no tiene derecho. Todos conocemos gente que dice “no me gusta bailar” y que no ha bailado nunca, o “odio
las ostras” que nunca ha probado una. Independientemente de que mi violinista esté de acuerdo conmigo o no, si ella no comprueba algo y si no lo domina, no
tiene derecho a opinar.
Para estar exento de prejuicios, ha de librarse usted de toda restricción técnica. No puede usted afirmar que elije ejecutar un pasaje de la forma en que lo hace si no
es capaz de ejecutarlo igualmente bien en todo un conjunto de formas diferentes. Reid escribe: “El beneficio a obtener de una respuesta coordinada saludable, es
que le proporciona la espontaneidad absoluta de expresión. Alcanzando la libertad funcional (lo que Alexander llama buen uso de sí mismo), el cantante se vuelve
entonces capaz de expresar lo que tiene que decir de la manera en que desea decirlo, no de la manera en que ha de decirlo.” (Free, página 18.)
Libertad funcional significa ser capaz de ejecutar, libre y convincentemente, elecciones interpretativas que podrían no gustarle en particular. Ivan Galamian
escribió: “Incluso cuando un matiz del sonido producido por cierto tipo de vibrato podría ser contrario al gusto de un lugar o tiempo concretos... la capacidad de
producirlo no puede volverse obsoleta y así, tiene una plaza definida dentro del inventario de los valores absolutos de un equipo técnico completo.” (Principles,
página 4.)
La libertad artística es inconcebible sin la libertad funcional. Para dar expresión verdadera a su musicalidad, debe usted primero y ante todo tener los medios
necesarios a su disposición. Reid escribe: “La libertad funcional por sí sola es capaz de liberar la sensibilidad, la percepción interior, la profundidad emocional e
intelectual y la percepción musical.” (Free, página 18.) Brevemente, la verdadera espontaneidad le llegará si persigue usted no lo que le gusta, sino lo que es libre.
observación de Cornelius L. Reid la reinventa de una forma que quizá es más útil para un alexandrino convencido: “La libertad funcional despierta el sentimiento
y cuando eso ocurre, no es necesario 'ponerle' sentimiento a nada. Ya está ahí.” (Free, página 109.) En otras palabras, úsese bien a sí mismo al tocar música y la
mayoría de su trabajo interpretativo está hecho. Reid escribe: “Casi es evidente, concedida una personalidad musical, que todos los sonidos verdaderamente libres
son tanto hermosos como legítimamente expresivos.” (Free, página 86.)
“Poner sentimiento” en sus actuaciones es obtención del fin. El sentimiento debería surgir por sí mismo, a través de la libertad técnica y la sustancia de la misma
música. Para conseguir permitir existir al sentimiento, en lugar de desear su existencia, necesita usted observar unas pocas directrices.
En el capítulo anterior hablaba de disciplina rítmica y movimiento hacia delante al interpretar música. Estas dos cualidades son indispensables tanto para liberar su
técnica como para llenarla de significado musical. Igualmente con la belleza del sonido, úsese usted lo mejor que pueda y su sonido será todo lo libre que puede
ser. Si busca usted la libertad, la belleza llegará por sí sola. Pero si busca usted la belleza directamente, se arriesga a perder libertad y la belleza que la acompaña.
Contemple ahora la relación entre el músico y la propia música. Dije antes que es obtención del fin producir excitación por medios ajenos a la misma música. Esto
ocurre cuando la personalidad del músico oscurece o potencia demasiado el trabajo artístico.
Furtwängler escribió: “Cada obra lleva dentro su propia 'distancia', desde la que uno debe considerarla. Descubrir esta distancia y actuar convenientemente es el
principal deber del ejecutante.” (Notebooks, página 139.) Es esta distancia la que permite a los grandes músicos revelar al público el despliegue de la estructura de
una pieza. Nadia Boulanger explica una anécdota instructiva:
Bruce Lee escribió: “No se trata de 'estoy haciendo esto', sino más bien un darse cuenta interiormente de que 'esto está ocurriendo a través de mí', o 'esto lo está
haciendo por mí'”. (Tao, página 7.) Poner sentimiento en su interpretación musical, excitarse, mostrar una emoción exagerada, usar tempos, dinámicas y
articulaciones ridículas, usar ligados exagerados y rubatos caprichosos, demorarse en los detalles a costa de la totalidad podría gratificar al músico. Pero él estaría
perdiendo algo infinitamente más satisfactorio. Nadia Boulanger dijo:
Siempre he preferido la palabra “transmitir” a “interpretar”, parece tener en cuenta mejor la actitud necesaria para aquellos cuyo trabajo es arrojar luz sobre una obra... En
mi opinión, una vez que el intérprete toma el mando, el juego se desequilibra. El intérprete gana, pero la obra pierde. Una interpretación sublime es esencialmente una que
me hace olvidar al compositor, olvidar al intérprete, olvidarme de mí misma; lo olvido todo excepto la obra maestra. (Bruno Monsaingeon, Mademoiselle: Conversations
with Nadia Boulanger, Manchester: Carcanet Press, 1985, página 95.)
es bueno, correcto y libre. El pianista Gyorgy Sandor escribió: “Desde el punto de vista técnico, los movimientos extra lentos y flexibles podrían tener valor, ya
sean instintivos o cultivados conscientemente.” (On Piano Playing: Motion, Sound and Expression, Nueva York: Schirmer Books, 1981, página 229.) Un pianista
que sacude la cabeza vigorosamente o mete la espalda podría excitar a la audiencia, pero se daña a sí mismo. No obstante, si se mueve de un lado a otro o se
inclina hacia delante y atrás desde las articulaciones de las caderas mientras mantiene constante la relación entre la cabeza, cuello y espalda, podría cautivar a los
miembros del público visualmente orientados sin perjudicarse a sí mismo o a su interpretación. Ciertamente, moverse así es una forma excelente de luchar contra
lo que Sandor llamaba “amaneramiento negativo”, la rigidez escénica causada por el miedo o la timidez.
Concluyamos este capítulo celebrando la diversidad humana, ya se manifieste como “lenguaje corporal”, gusto, personalidad o musicalidad. La manera de Alfred
Cortot no es la única de interpretar a Chopin. Simplemente, es más próxima al ideal alexandrino de no-hacer que las interpretaciones que abastecen los gustos
intemperados del público. Todos deberíamos estar agradecidos a la gran abundancia de concepciones artísticas que el mundo ha conocido siempre. Como
alexandrinos entregados, deberíamos estar aún más agradecidos por los medios que existen para que discernamos, entendamos y realicemos la más preciosa de
estas concepciones.
18 Normas y desviaciones
Para llevar a cabo un acto, debe usted de antemano estudiar efectivamente todos los actos que lo componen. La maestría depende de que usted no se desvíe de
ninguna de las normas que, juntas y en sucesión, forman cualquier gesto dado.
El principio de la norma y desviación es pertinente a todo esfuerzo humano. Podría aplicarlo usted al cultivo del buen uso en general, y también a su interpretación
musical. En su práctica diaria, establezca normas de sonido, ritmo, entonación, articulación y precisión; en el concierto, prevenga toda desviación de estas normas.
Las normas de buen uso y las de interpretación musical están relacionadas íntimamente; trabajar en unas es trabajar en las otras. Por ejemplo, la arremetida es una
norma de comportamiento postural de la que el flautista o el violinista no debería desviarse mientras ejecuta un concierto. Las manos sobre el respaldo de la silla
establece normas del uso de brazos, muñecas, manos y dedos que el violonchelista o el pianista debería aplicar al tocar en todo momento. Un cantante usa la “a”
susurrada para establecer normas de libertad y coordinación para el cuello, labios, lengua y mandíbula; una vez establecidas estas normas, inhibe entonces todas las
desviaciones de ellas al hablar y al cantar.
Las normas específicas para la interpretación musical (ritmo, articulación, etc.) nunca están divorciadas de las normas del uso de sí mismo. Las últimas preceden y
contienen a las primeras: cuanto mejor se use a sí mismo, mejor cantará o tocará. Discutamos las normas y desviaciones primero relativas al uso aplicado, luego
relativas a aspectos específicos de la interpretación musical.
Neuhaus considera también tocar el piano desde esta perspectiva y enumera los bloques constructivos de la técnica en orden creciente de complejidad: la nota
suelta, grupos de dos a cinco notas, escalas, arpegios, notas dobles, el acorde, saltos y polifonía.
Las frases y pasajes contienen usualmente muchos elementos combinados. Usando nuestra estructura actual, podríamos decir que el dominio técnico y musical
conlleva establecer normas de libertad y belleza para los bloques constructivos más simples y prevenir todas las desviaciones de estas normas al juntar los bloques
en una totalidad armoniosa. En la práctica diaria, perfeccione los bloques constructivos independientemente primero, en combinaciones de complejidad creciente
después y como aparecen en la interpretación real más tarde aún.
avanzando hasta que haya limpiado los oídos de su mente de todos los sonidos feos, ya sean oídos,
anticipados o temidos.
Figura 28: ejercicio 6, ejercicio 7, ejercicio 8, ejercicio 9, ejercicio 10, ejercicio 11.
5. Siga con una norma nueva: una escala descendiente (ejercicio 8, figura 28.) Recuerde todo el tiempo que no
está usted “pulsando los botones correctos” o “moviendo las palancas correctas”; en cambio, está usted
haciendo música. Cada una de sus notas, escalas y arpegios debería impeler al observador a sentarse y
escucharle atentamente.
6. Empiece combinando diferente normas (para el uso de la totalidad de sí mismo, para una nota suelta, para
una escala, para un arpegio) de una manera que parezca una melodía de Mozart, sin ser tan exigente musical
y técnicamente, como la propia melodía (ejercicio 9, figura 28.) Resista las tentaciones cada vez mayores de
obtener el fin y desviarse.
7. Lleve su escala más cerca de la melodía de Mozart, cantando aún una vocal fácil (ejercicio 10, figura 28.)
8. Antes de seguir, cambie el plan de acción por un rato: cante una nota suelta sostenida de nuevo, pero
cambiando de vocales. Intente cambios fáciles primero, por ejemplo de “a” a “au”, o de “a” a “ai” (ejercicio
11, figura 28.) Una vez que pueda hacer esto sin interferir con la continuidad de la línea vocal, intente la
secuencia de vocales que el texto de Mozart requiere.
9. Antes de cantar la melodía totalmente como la escribió Mozart, establezca normas para hablar lo bastante
claras para no ser alteradas al cantar. Dirija el cuello, cabeza, espalda, labios, lengua y mandíbula. Ejecute
una pocas “as” susurradas. Luego diga el texto de Mozart sin rima primero y luego con el ritmo de la melodía
(ejercicio 12, figura 29.)
las dos cosas. Hay una lógica orgánica en la forma en que los pasos siguen el uno al otro. Se ha dicho que lo que importa no es lo rápido que usted vaya, sino lo
pronto que llegue allí. Incluso si hay diez o más pasos en el procedimiento, es un camino mucho más corto hacia la maestría y la libertad (el fin deseado) que
simplemente repetir toda la frase una y otra vez, sin conciencia de cómo está construida o de cómo se usa usted a sí mismo mientras la canta. En cualquier caso, al
efectuar con éxito todos los pasos que llevan a una frase en particular, cultiva usted muchas normas que se repiten en las frases siguientes, que puede usted
practicar entonces en menor detalle. Como dijo Alexander: “La persona que aprende a trabajar según un principio al hacer un ejercicio, habrá aprendido a hacer
todos los ejercicios”. (CUV, 10º-17.)
Podría parecer aburrido, pero no lo es para un artista o un profesional consumado. Bruce Lee escribió: “Convertirse en campeón requiere una condición de
prontitud que hace al individuo abordar con placer incluso la práctica más tediosa.” (Tao, página 44.) Cuanto mejor se use usted a sí mismo, más disfrutará la
disciplina de la simplicidad.
El último pero no el menor, cada uno de los pasos que da usted en este camino aumenta su conciencia de la forma en que usted se usa a sí mismo. Las normas de
uso y las normas de interpretación musical se entretejen, y trabajar sobre sí mismo y trabajar en la interpretación musical se convierten en una y la misma cosa.
Podríamos reescribir el dicho de Keats “la belleza es verdad, la verdadera belleza” como “la belleza es libertad, la belleza libre”. Use el concepto de normas y
desviaciones para liberar su canto y la belleza de Mozart brillará por sí misma.
Figura 30: ejercicio 13. L. van Beethoven, Sonata para piano y violonchelo en la mayor, opus 69, Scherzo: Allegro molto.
No necesita usted limitar el concepto de normas y desviaciones a trabajar con las escalas y
arpegios escondidos en pasajes musicales. En la frase de la literatura del violonchelo citada en
el ejercicio 13 (figura 30), la dificultad técnica yace en tocar las corcheas y la apoyatura limpia
y fácilmente. Primero conciba el esquema más desnudo del pasaje, luego añada los detalles y
adornos uno a uno, por orden, hasta que llegue al pasaje tal como lo escribió Beethoven
(ejercicio 14, figura 31). Dedique más tiempo a las versiones más sencillas del pasaje y domine
cada versión antes de pasar a la siguiente. Practique con la precisión y exigencia rítmicas
siempre presentes. Observe dónde yacen las dificultades mientras progresa de la simplicidad a
la complejidad y dirija su uso de acuerdo con ello. Si sigue usted estas directrices, dominará
esta dificultad particular en el menor tiempo posible, ganará confianza y hará los siguientes
obstáculos cada vez más fáciles de superar. Recuerde que todo en la música deriva de los
elementos más simples; puede aplicar usted el procedimiento anterior a su repertorio entero,
según lo necesite.
Figura 31: ejercicio 14.
No obstante, para que esta práctica sea efectiva no es suficiente cultivar las normas al pie de la letra. Frank Merrick escribe:
Buen uso, deseo musical, y gran precisión rítmica y movimiento hacia delante deberían difundir todos sus gestos. Las partes componentes deben ser semejantes a
la totalidad; en caso contrario, no estará cultivando usted las verdaderas normas de libertad.
Aquí recuerdo el principio de alternación, discutido en el capítulo 16, “Práctica diaria”. En la práctica inteligente, alterna usted tocar alto y bajo, rápido y lento,
gestos vastos y los pequeños, poniendo siempre el énfasis en alto, moderadamente rápido y vasto. Heinrich Neuhaus escribió: “Como la confianza es prerrequisito
de la libertad, por lo que se debería esforzar obstinadamente, es por la confianza.” (Piano, página 88.) “El tocar debería ser intenso, fuerte, alto, profundo y
preciso.”(Piano, página 91.)
La regla de la práctica diaria es simplificar los pasajes, trabajar en las normas e inhibir las desviaciones. No obstante, el método opuesto tiene sus méritos también.
Hacer un problema más difícil aumentando su complejidad musical y técnica, o desafiando más su coordinación al ejecutar el pasaje en cuestión. Si puede usted
hacer malabares al mismo tiempo que monta en monociclo, entonces hacer sólo malabares o sólo montar en monociclo debería resultar bien fácil.
El dialéctico Neuhaus señala que esto es la antítesis de la tesis de cultivar normas. Hace la práctica completa. No obstante, para ser verdaderamente
efectivo,debería desempeñar un papel secundario en su trabajo diario y siempre alternándolo con el método estándar de desmontar las dificultades.
Finalmente, puede usar la práctica de normas tanto para mejorar su preparación para el concierto en el último minuto como para reducir el miedo escénico. Es un
axioma de la pedagogía musical que es demasiado tarde para aprender una pieza la víspera de una representación. Si se descubre a sí mismo tocando
frenéticamente los pasajes difíciles entre bastidores antes del concierto, no ha hecho usted los deberes adecuadamente. Independientemente de su estado de
preparación, lo mejor a hacer inmediatamente antes de un concierto y en los días previos, es no practicar pasajes difíciles, sino las normas subyacentes a estos
pasajes. Tocar un pasaje difícil es trabajar en el problema; practicar normas es trabajar en la solución. Practicar normas es intemporal: incluso en el saloncillo de
los actores y durante los intervalos, sigue siendo saludable trabajar en ellas.
El miedo escénico es una bestia de muchas cabezas y lo estudiaremos en el capítulo 23, “Miedo escénico”. Aquí admitamos que trabajar en las normas reduce la
probabilidad del miedo escénico, mientras que desviarse de ellas la aumenta.
19 Continuidad aplazada
encuentra al final de un segmento; la segunda es moverse rápidamente a la posición en que empieza el siguiente segmento y hacer la pausa en esta nueva posición
hasta el final del silencio. El buen uso y la libertad técnica exigen que esté usted cómodo con ambos métodos y que pase fácilmente de uno a otro.
20 Variables y constantes
20.1 Definición
Si todas las cosas cambiaran todo el tiempo, sería un caos. Si nada cambiara nunca, no habría vida. Y lo mismo con la música. En toda composición, desde el canto
gregoriano a la ópera italiana, desde Mozart a Boulez, la interacción entre los elementos que cambian y los que permanecen igual proporciona la verdadera esencia
de la pieza. Vea la apertura del Preludio en do mayor del primer volumen de Well-Tempered Clavier de Johann Sebastian Bach. (Ejercicio 20, figura 36.)
Figura 36: ejercicio 20. Johann Sebastian Bach, Preludio en do mayor, BWV
846, de Well-Tempered Clavier.
Pulso, metro y ritmo son todos constantes. El perfil del arpegio es
constante: siempre ascendiente con descensos situados a intervalos que
varían relativamente poco. La articulación permanece constante. Todo esto
son bloques de construcción que cambian poco durante toda la duración
de preludio. Un único elemento diferencia una raya de compás de la
siguiente: un cambio de armonía y el cambio correspondiente de tono y
digitación.
Llamemos a cada bloque de construcción una variable. Pulso, metro,
ritmo, perfil, articulación, armonía son todos variables. En el ejercicio 20,
hay un único cambio por raya de compás. Todas las demás variables
permanecen constantes a lo largo del compás y después de él.
El carácter de una pieza está determinado por un lado, por la elección de las variables hecha por el compositor, y por otro lado, por la proporción de cambio de
variables. En nuestro ejemplo, tanto la simplicidad de las variables como su baja proporción de cambio, determinan cómo la pieza nos impresiona a los oyentes:
oímos una sensación de uniformidad, de calma y simplicidad, de flujo fácil. Entendemos enseguida cómo Charles Gounod fue capaz de convertir este preludio en
una oración (su “Ave María”).
Conscientemente o no, observamos el mundo físico como si se tratara de un conjunto de variables y constantes. Hacer esto nos permite recoger y analizar gran
cantidad de información. Entendemos así la naturaleza de la música de Bach y la de Mozart, Beethoven y cualquier otro.
Aparece una solución de manera bien lógica a partir de tal diagnóstico. En los dos primeros casos, simplificamos los pasajes que contienen gran número de
variables, o aislamos las variables complejas y las dominamos una a una; en ambos casos establecemos normas, como discutíamos en el capítulo 18, “Normas y
desviaciones”. En el último caso, en el que las variables cambian demasiado deprisa, reducimos la proporción de cambio de las variables. Me explico:
Para ejecutar con éxito cualquier pasaje de su repertorio, necesita usted estar cómodo con cada variable contenida en él y con la velocidad con que la variable
cambia. Aunque a veces la proporción de cambio es incómodamente lenta, para la mayoría de los músicos, las dificultades técnicas surgen cuando las variables
cambian demasiado rápidamente.
Tradicionalmente, los músicos han tratado tales dificultades practicando los pasajes en cuestión lentamente. Por útil que pueda ser esto, no es siempre una solución
verdadera al problema. Cuando toca usted lentamente una secuencia de notas rápidas, utiliza mecanismos completamente diferentes de los que usa al tocar la
secuencia a su velocidad, igual que usa usted las piernas de diferente manera al correr y al caminar; caminar no es lo mismo que correr lentamente.
Además, tempo y ritmo desempeñan un papel definido en el carácter de la pieza, más que, por ejemplo, la articulación o la dinámica. Tocar un pasaje rápido
lentamente, cambiará inevitablemente el carácter musical del pasaje, al
igual que sus requerimientos técnicos. La maestría técnica sin maestría
musical no es para nada maestría.
En lugar de practicar lentamente, deje intactas aquellas variables que
determinan el carácter de la pieza y reduzca no el tempo del pasaje, sino
su proporción de cambio de las variables. Tomo el preludio de Bach y lo
toco como se indica en el ejercicio 21 (figura 37). En la versión original de
Bach, había un cambio de variable por raya de compás. He reducido la
proporción de cambio a la mitad, a un cambio de variable cada dos rayas.
Figura 37: Ejercicio 21.
20.4 Un ejemplo
Procederé con un ejemplo práctico antes de seguir explicando el
procedimiento. Considere la frase del solo de apertura del Concierto para
violonchelo y orquesta en re mayor, opus 101, de Joseph Haydn (ejercicio
26, figura 39). Los violonchelistas han considerado durante mucho tiempo,
que esta es una pieza difícil que requiere un gran virtuosismo, pues las
muchas variables de ritmo, tono, perfil, figuración, posiciones de la mano
izquierda, movimientos del arco, distribución del arco y articulación son
difíciles en sí mismas y cambian en proporción casi alarmante.
Figura 39: ejercicio 26, Joseph Haydn, Concierto en re mayor para violonchelo y
orquesta, opus 101, primer movimiento.
La solución tradicional a este problema consiste en practicar el pasaje lenta, cuidadosa, fragmentalmente. Pero como dije antes, esto cambia también el carácter del
pasaje y sus aspectos técnicos, lo que no puede ser considerado una solución. Tocar este pasaje lentamente podría crear incluso nuevas dificultades.
En cambio, yo mantengo intactas las variables de pulso y carácter musical, para así
realizar las pretensiones de Haydn con todos mis gestos. Yo podría elegir trabajar con el
metrónomo. Lo pongo a sesenta por minuto, una buena velocidad de ejecución para esta
pieza.
Figura 40: ejercicio 27, ejercicio 28, ejercicio 29, ejercicio 30, ejercicio 31, ejercicio 32, ejercicio
33, ejercicio 34.
Empiezo no-haciendo nada, un buen principio de trabajo (véase el ejercicio 27, figura
40). Organizo mis ideas. Primero y ante todo está mi pensar arriba a lo largo de la
columna vertebral, lo que no sólo es una manera de dirigir la cabeza, cuello y espalda,
sino igualmente una actitud. No hago suposiciones sobre las posibles dificultades a las
que me enfrento; permanezco alerta, confiado, ni vacilante ni demasiado impaciente, listo
para actuar, pero queriendo esperar. Mientras continúo pensando arriba, compruebo que el
violonchelo esté bien colocado contra mi torso, que las piernas están libres de tensión, que
no estoy ni restringiendo ni forzando la respiración, que con los ojos observo todo lo de
mi alrededor con facilidad y con alegre despego.
Mientras continúo pensando arriba (con todo lo que eso ocasiona), empiezo a planear el
desdoblamiento musical de la frase que tengo delante. Pienso en el sonido, completo
aunque libre; en la articulación, clara y uniforme; en el movimiento hacia delante, seguro
y apremiante. Pienso en el trabajo a hacer por los brazos, manos y dedos. Oigo el sonido
re mayor en los oídos de mi mente. Hago todo esto mientras siento sin parar el pulso
estable de la música de Haydn incluso en silencio.
Sin perder mi pensamiento arriba y habiendo preparado mis gestos en el pulso y carácter
de la agradable melodía de Haydn, empiezo a tocar una nota repetida (ejercicio 28, figura
40). He disminuido la proporción de cambio considerablemente, pero no he eliminado
aquellas variables (tempo, pulsación, articulación, movimiento del arco) que, en la mayor
parte, proporciona a la frase su carácter. Esta simple nota repetida contiene dentro de ella
la semilla de la totalidad de la melodía y el oyente bien podría sentir mucho placer
oyéndome tocarla. Cuando estoy seguro de tocar esta nota hermosamente, con el espíritu
de Haydn y Alexander, añado la pequeña nota de gracia, sin permitirle alterar el
movimiento del arco estable, económico que establecí antes (ejercicio 29, figura 40).
Cumplida esta tarea, me preparo para continuar. Sin siquiera parar la ejecución repetida
de mis notas sueltas al estilo de Haydn, renuevo mis direcciones hacia arriba-afuera y
paso al siguiente evento en la melodía (ejercicio 30, figura 40). Aquí cambian muchas
variables: ritmo, articulación, movimiento del arco, posición de la mano izquierda. Pero no dejo que ninguno de estos cambios altere el flujo musical que he
establecido hasta ahora. No permito que el miedo a cambiar las posiciones de la mano izquierda, me haga mover la mano izquierda bruscamente. Ciertamente, la
proporción de cambio de las variables, mi tiempo psicológico, es lo bastante lento para que yo no tenga miedo alguno.
Repitiendo la primera nota muchas veces, me he dado tiempo de sobra para preparar las nuevas articulaciones y movimientos de arco. Puedo entonces prevenir con
éxito todos los acentos indeseables y los ruidos extraños. Repito esta nueva figura las veces suficientes para sentirme plenamente cómodo con ella. Observe
también que alterno el tocar la figura original de Haydn con su inversión. Esta podría no aparecer en la melodía original, pero mi ejecución de ella es
suficientemente haydnesca para no menguar el carácter de la melodía. Cuando busca usted libertad, más importante que tocar las notas correctas es para usted tocar
cada gesto con el carácter correcto, sin tener en cuenta las notas. Es bastante fácil encontrar las notas correctas después de haber cultivado la verdadera naturaleza
del gesto; es más difícil instilar carácter a las notas correctas que ha aprendido usted sin tener en cuenta su naturaleza musical.
Al poco rato decido que no debo consentirme durante demasiado tiempo las sensaciones placenteras que este pequeño modelo permite y cambio al ejercicio 31
(figura 40). Este lo manejo con facilidad. Uso el silencio de un punto para renovar mi pensamiento arriba, que nunca doy por sentado. Mi siguiente tarea me
recuerda la primera nota de la melodía. Aspiro a tocar esta nota con los mismos movimiento de arco y articulación que tenía antes (ejercicio 32, figura 40). Esto no
es difícil de hacer. Descubro que puedo tocar esta nota, continuar pensando arriba y preparar el nuevo gesto, lo que es algo más camandulero (ejercicio 33, figura
40).
Observe que aunque he introducido una variable (los sextetos y su movimiento de arco acompañante), he aplazado otra (la secuencia de tonos descendientes y la
actividad de la mano izquierda acompañante). Primero uso la mano derecha con autoridad, luego llevo esta autoridad a apoyar la mano izquierda. Esto lo llamamos
transferencia bilateral y lo discutimos en el apartado 10.6 del capítulo “Brazos y manos”. Si mis movimientos del arco son claros, bien disciplinados, ligeros y
vivaces, y si estoy satisfecho con que el pensamiento arriba anima mis movimientos, puedo entonces introducir la figura deliciosa del ejercicio 34 (figura 40).
Quizá ya no necesito ilustrar más el procedimiento. Aplico los mismos principios de inhibición y dirección, de disciplina e improvisación, al resto de la frase.
Compare la frase original de Haydn con la forma en que la practico
(ejercicio 35, figura 41). Sostengo que, tocada con gracia y control, esta
extraña frase es más del estilo de Haydn, más concreta, más vital y más útil
que la frase original de Haydn tocada lenta, robótica, trabajosamente, como
la oímos practicar miles de veces por violonchelistas bienintencionados por
todo el mundo. Mi transformación de la frase de Haydn es una forma
maravillosa de aprender cómo pensar arriba y tocar al mismo tiempo. Me
ayuda a aprender inhibición en acción, como opuesto a inhibición en espera
o en inacción. Me ayuda a resolver problemas técnicos y musicales sin
separar la destreza técnica de la satisfacción musical. Y me ofrece una
entrada al mundo de la improvisación.
Figura 41: ejercicio 35.
20.5 Improvisación
En el pasado, la improvisación formaba parte integral de la vida cotidiana de todo músico. Ser músico significaba ser un compositor, un improvisador y un
intérprete. Estas actividades eran escasamente distinguibles entre sí. Ya no; e indudablemente, esta especialización de actividades es un factor que contribuye a las
deficiencias y males del músico moderno.
Pídale al músico clásico medio de hoy día que improvise, por ejemplo, una melodía de cuatro compases al estilo de Mozart. Su primera reacción probablemente
será: “¡De ningún modo!” No puede, no lo hará y podría incluso afirmar que no quiere hacerlo.
Por definición, improvisar es cantar o tocar sin saber lo que va a salir. Luego, tener miedo a improvisar es tener miedo a lo desconocido. Este miedo universal
siempre se manifiesta en el mal uso de la totalidad de sí mismo. Aprender a improvisar es perder el miedo y, consecuentemente, dejar de usarse mal a sí mismo.
Mencioné en otro lugar que todos improvisamos al hablar. Libre como es, el habla obedece ciertas reglas estrictas de vocabulario y sintaxis. También la
improvisación musical tiene sus bloques de construcción y su sintaxis, pero estos quedan enteramente fuera del ámbito de este libro.
Desde el punto de vista alexandrino, ponerse a tocar las “notas correctas” por encima de todas las demás consideraciones es obtención del fin. Al concentrarse en
las “notas correctas” se arriesga usted a distraerse de la continuidad más importante de la línea musical. Además, la continuidad de la línea musical está siempre
aliada a la continuidad del gesto físico. Cuando una cosa es continua, también lo es la otra; cuando una se rompe, también la otra. Olvídese de las “notas
correctas”, disminuya la proporción de cambios de las variables, improvise y trabaje sobre la continuidad del gesto y de la música. Entonces alcanzará toda la
libertad que necesita para tocar las notas que son correctas, literalmente y en intención.
21 El trampolín
Ahora tenemos un retrato completo del mal uso de sí mismo. Incluye la totalidad del cuerpo, de la cabeza a los dedos de los pies; va inextricablemente ligado a la
frustración en sus muchas manifestaciones; y afecta cada aspecto de la interpretación musical.
Procedimientos indirectos 154
El trampolín
Alexander escribió retorcidamente que “sería de suponer que la repetida experiencia del fracaso le llevaría, por si sola, a ponerse a trabajar según un principio
diferente” (USM, 3º-1). Pero si se da usted una vuelta por los pasillos de una escuela superior de Música, oirá a cierto número de estudiantes (y maestros) tocando
el mismo pasaje una y otra vez, y fallando las mismas notas cada vez. Haciendo eso están practicando el problema, no su solución.
Si la memoria muscular del fracaso se instaura en usted después de fallar una nota unas pocas veces,entonces el propio deseo de tocar la nota bien es probable que
dispare una reacción fija, caracterizada por el mal uso de sí mismo que hace que usted pierda la nota. La solución está clara: necesitará usted abandonar la
estrategia de ejecutar el mismo gesto erróneo repetidamente. Además, necesitará usted abandonar el propio deseo de conseguir la nota bien, que es, en el último
análisis, la razón de por qué el gesto es erróneo. Alexander escribió que un alumno debe:
... aprender por experiencia, que intentar obtener su fin e intentar hacerlo bien, es la forma segura de fracasar... (CUV, 5º-2ª-12.)
... toda “fuerza de voluntad” ejercida por un alumno cuyo uso de sí mismo está mal dirigido iría en la dirección equivocada... No es el grado de “voluntad” o de “esfuerzo”
lo que va a hacer eficaz esa “voluntad” o “esfuerzo”, sino la orientación que se da a la energía. (USM, 3º-1.)
Puede parecer paradójico que la única posibilidad del alumno de tener éxito está no en "intentar hacerlo bien" sino en lo contrario, en "querer hacerlo mal" (mal, esto es, de
acuerdo con cualquier idea suya). (CCCI, 2º-10-1.)
Hay tres fases separadas para desaprender la memoria muscular errónea de gestos grandes, rápidos. Implican cultivar una memoria precisa del destino del gesto,
abandonar la idea de acertar las notas buenas y preparar el inicio del gesto.
21.2 El destino
Deje colgar el brazo derecho al costado del cuerpo. Ahora cierre los ojos y suba el dedo índice derecho hasta su cara rápidamente y tóquese la punta de la nariz. Es
probable que no acierte la nariz o que no le dé en el centro, o que se sienta un poco inseguro incluso si acierta la nariz a la primera.
Ahora golpéese la nariz ligeramente, pero con seguridad varias veces en sucesión rítmica; deje colgar el brazo al costado; y tóquese la punta de la nariz de nuevo.
Pienso que encontrará el blanco más fácilmente, al haber adquirido una memoria muscular precisa del destino al que llega su mano al final del gesto.
El pianista cuyas manos recorren el teclado debería usar el mismo principio. En lugar de practicar el mismo viaje, practica el destino, de forma que el viaje pudiera
volverse más fácil. Toca la nota o acorde al final del gesto repetidamente, con gran claridad y exigencia rítmicas, preferiblemente en dinámica fuerte (pues ello
hace más claro el recuerdo del gesto), siempre prestando la debida atención al uso de la totalidad de sí mismo: la cabeza bien equilibrada sobre el extremo superior
de la columna vertebral, la columna ni apretada ni floja, los hombros libres, la espalda alargándose y ensanchándose, las piernas participando plena y
positivamente en el gesto. Trabajar según este principio garantizará que su recuerdo del fin deseado sea clara, fiable y esté imbuida de libertad y confianza.
21.3 Equivocarse
Como señalé antes, podría necesitar usted disociar un mal uso habitual del brazo del deseo de encontrar la nota buena que dispara el mal uso. En otras palabras,
necesita usted perder su miedo a fallar notas. Para ello, toque notas malas voluntariamente, con confianza y placer.
Imaginemos que el pasaje que está practicando exige un salto de una octava. Toque el pasaje con todos el flujo rítmico, dinámica y articulaciones requeridos, pero
permítase fallar el propio salto: toque una novena, una treceava o cualquier nota anterior. Puede permitir usted a la mano volar directamente fuera del teclado si lo
desea, mientras lo haga con gracia y con buen uso de la totalidad de sí mismo. No es bueno fallar una nota y corregirlo inmediatamente. Como escribe el
violonchelista Christopher Bunting sobre corregir errores: “el propósito no es adquirir la destreza de 'poner las cosas bien', sino de 'hacer las cosas bien'.” (Essay
on the Craft of Cello-Playing, volumen ii: The Left Hand, Cambridge University Press, 1982, página 6.)
En efecto, de lo que trata este ejercicio no es de acertar con la nota buena, sino de mover el brazo sin sus tensiones habituales. Olvídese de conseguir la nota buena
y encontrará la libertad; encuentre la libertad y acertará la nota buena.
Lo que caracteriza un brazo libre en movimiento no es la “relajación”, sino lo que llamamos oposición. Esto se manifiesta de dos formas diferentes. Primero,
necesita haber una oposición entre el brazo y la espalda, de forma que mover el brazo no altere la cabeza, cuello y espalda. Para que ocurra esto, la columna
vertebral no debe estar floja, o sino el movimiento rápido y vigoroso del brazo hará contraer la cabeza contra el cuello en un efecto de latigazo.
Segundo, el gesto de la mano debería ser preparado mediante un movimiento ligero (de los dedos, mano o brazo, dependiendo de la situación) alejándose del
destino pretendido, no hacia él. Mire a un gato saltar sobre una mesa y verá usted cómo baja antes de saltar arriba. Este es un principio universal. El violonchelista
que mueve la mano izquierda desde cerca del clavijero a cerca del puente (bajando en el espacio, pero subiendo de tono) debe apuntar el brazo en dirección
opuesta al movimiento pretendido, como preparación del propio movimiento. Esto ayuda a soltar el brazo y vencer la inercia de la posición de la mano con una
acción tipo muelle.
21.4 El trampolín
Es sorprendente para un observador oír cómo el músico corriente se prepara para las notas importantes o las notas difíciles de tocar o cantar: en el momento
anterior al gran acontecimiento hay una pequeña indecisión, un pequeño desánimo; la atención musical balbucea y la continuidad de la línea musical se rompe.
Este es un ejemplo claro de obtención del fin: el deseo de conseguir la nota alta (o conquistar cualquier dificultad que se presente) es tal que el músico descuida los
propios medios por los cuales podría vencerse la dificultad.
Viktor Fuchs escribió: “Caruso mencionó una vez en una entrevista en Berlín que la nota anterior a la gran nota es la más importante.” ( The Art of Singing and
Voice Technique: A Handbook for Voice Teachers, for Professional and Amateur Singers, Londres: Calder & Boyard, 1973, página 83.) Preste mucha atención a la
preparación al salto y permita al propio salto seguir lógica y naturalmente a todo lo que lo precede. Un atleta prepara un gran salto desde el trampolín rebotando
muchas veces, pensando y no pensando aún en el salto que vendrá con seguridad, preparándose a sí mismo inhibiendo el deseo de saltar prematuramente. Cuando
finalmente salta, muestra la misma certidumbre y vigor que usaba en su rebote preparatorio.
Tocar un salto ante el teclado implica “pensar arriba”, repetir la nota (o acorde) que precede al salto muchas veces seguidas mientras respeta el pulso del pasaje y
luego, proceder con el salto mientras mantiene la confianza, el buen uso y el flujo rítmico que usted estableció en la nota preparatoria repetida.
Un violonchelista que necesita tocar el salto mostrado en el ejercicio 36 (figura 42) repetiría entonces la nota más baja hasta que las condiciones para el salto
fueran buenas (ejercicio 37, figura 42). Observe que puede usted combinar esta preparación con la idea de fallar las notas altas a propósito y alternar los saltos muy
retardados en las notas buenas con los saltos muy retardados en las notas malas: ejercicio 38 (figura 42). Si esto no resuelve el problema, al menos será muy
divertido.
22 Imitación
El joven músico que busca inspiración en un modelo así, descuida un punto importante. Su ídolo tiene menos éxito gracias a su talento artístico que gracias a la
fuerza de su personalidad. El músico que imita la individualidad de otro, nunca desarrollará la fuerza de su propia personalidad. Por lo tanto, nunca se volverá
como su ídolo, cuya característica definitoria es su singularidad.
Traté una cuestión similar en el capítulo 16, “Práctica diaria”, cuando escribía sobre un violinista que practica incesantemente con la esperanza de ser “como
Heifetz”. El propio Heifetz practicaba escasa e inteligentemente. La mejor manera de ser “como Heifetz” y homenajearlo es emular la inteligencia de sus métodos
de trabajo. Estos le permitieron realizar su propio potencial y podrían ayudarle a usted a realizar el suyo.
lo que desee con su voz, incluidas docenas de imitaciones y caricaturas de otros cantantes. ¿Pero puede el cantante menor imitar al grande? No antes de adquirir la
misma maestría de su uso.
Hemos llegado al meollo de la cuestión. Para que la imitación sea operativa y saludable, debemos imitar no los efectos sino las causas, no las manifestaciones
externas de coordinación sino los procesos coordinadores mismos, no el funcionamiento de sí mismo sino su uso.
El observador que mira el mundo con una estructura mental alexandrina, se impresiona con las notables similitudes entre seres humanos profundamente diferentes.
Arthur Rubinstein, Jascha Heifetz, William Primrose y Emanuel Feuermann (pianista, violinista, viola y violonchelista respectivamente) expresaban todos su
talento artístico de maneras únicas a cada uno de ellos. Y sin embargo, había tanto en común en todos ellos: su compostura, su economía de medios, su energía
concentrada, el dominio completo de sus instrumentos, su magnetismo en escena; resumiendo, su perspectiva artística y los medios que usaban para realizarla.
En la actuación, no estaban ni demasiado tensos ni demasiado flojos. Movían el cuerpo con discreción y elegancia, siempre manteniendo la relación entre cabeza,
cuello y espalda, constante, dinámica, orgánica, pero no fija. La energía que tenían en la punta de los dedos de las manos surgía de sus espaldas poderosas, sólidas
y viajaba a través de los brazos y muñecas que estaban equilibradas y listas para trabajar, ni blandos ni apretados. Sus facciones revelaban total implicación en su
interpretación musical y cierto despego también; creaban enorme excitación en la audiencia sin estar ellos mismos desbordados de la excitación. Fueron y siguen
siendo modelos extremadamente buenos, no por ser llamativos o halagüeños, no por ser prominentes, sino simplemente, porque se usaban bien a sí mismos.
Los gustos y aversiones personales no necesitan participar en la imitación alexandrina. No tiene que estar usted de acuerdo con las interpretaciones de Heifetz o
aprobar la manera en que trató a sus esposas para adoptarle como uno de sus modelos. En el capítulo 17, “Juicios estéticos”, discutí las diferencias entre las normas
de bien y mal que son absolutas e inmutables, y las reglas de bien y mal que varían según las circunstancias. Las elecciones de estilo de Heifetz eran quizá,
correctas en su época, hoy lo son menos; pero su uso del violín era intrínsecamente bueno y seguirá siéndolo siempre.
Señalé antes cómo le es posible afirmar su propia individualidad copiando la singularidad de otro. Por paradójico que pudiera parecer, es copiando lo universal de
un modelo, como da usted el primer paso para afirmar su individualidad.
Rubinstein, Heifetz, Primrose y Feuermann tienen todos opiniones altamente individuales, a pesar de todo lo que los hace simulares entre sí. Si comparamos no a
los que tocan diferentes instrumentos, sino a diferentes intérpretes del mismo instrumento, vemos de nuevo la grandeza como el florecer individual de principios
universales. Los pianistas Vlado Perlemuter, Jorge Bolet, Nikita Magaloff, Sura Cherkassy y Lili Kraus, por mencionar sólo a unos pocos, comparten todos
bastantes características de uso. Sin embargo no confundiríamos la interpretación de uno con la interpretación de otro. Está claro que puede usted imitar su uso
común y no sólo retener su individualidad, sino también mejorarla.
3. Para imitar bien a los demás, necesita usted verse a sí mismo y al mundo de su alrededor claramente y usarse lo bastante bien a sí mismo para traducir algo que
usted ve en algo que usted hace.
Recordando todas las observaciones anteriores, consideremos ahora lo que puede hacer usted para imitar a los buenos modelos de manera constructiva.
1. Intente estar en presencia de gente con buen uso. Cuando esté en presencia de gente con mal uso, asegúrese de no perder su propia orientación hacia arriba.
Una vez que se vuelva usted consciente del uso (el suyo propio y el de los demás), se sorprenderá de cuán predominante es la imitación y cuán pronto imita
todo el mundo a una persona con mal uso y fuerte personalidad. Por ejemplo, esto está claro en el caso de los niños y sus padres. Una vez vi a un hombre alto
agacharse para pasar bajo el marco de una puerta baja; su hijo de tres años lo vio y se agachó también al pasar.
2. Mire conciertos, películas y videos con una conciencia constante del uso de los intérpretes. Descubra qué intérpretes tienen buen uso y haga un esfuerzo
concienzudo por ir a sus conciertos y coleccionar sus videos.
3. Desarrolle la valoración de lo bueno en un modelo imperfecto, y cópielo tal como es. Uno de mis maestros de violonchelo nunca practicaba el violonchelo o
ejecutaba la literatura del solo; a menudo estaba “desentrenado”. Pero cuando hacía demostraciones con el violonchelo, tenía siempre tal orientación hacia
arriba-afuera positiva de la totalidad de su ser que yo siempre me beneficié de imitarle, incluso cuando él tocaba desentonado y con un sonido rasposo. Yo
imitaba su uso, no su interpretación.
4. Como la vasta mayoría de la gente se usa mal a sí misma todo el tiempo, observar a los demás con ojos alexandrinos es observar el mal uso. Esta es una
educación de qué no hacer; si es usted consciente de la mecánica de la imitación, puede conscientemente amoldarse a un buen modelo y al opuesto de uno
malo si fuera necesario. Dos alumnos míos, Nathalie y Olivier, compartieron una vez una clase. Le estaba dando a Olivier un turno y había encontrado cierta
resistencia de Olivier sobre un procedimiento en particular por el que le quería hacer pasar. Hasta entonces, Nathalie siempre había presentado la misma
resistencia en sus clases particulares. De repente, ella captó la naturaleza de su comportamiento previo, al ver a alguien distinto comportarse igual que ella.
Tuvo una fuerte reacción práctica al ver a un mal modelo: ella supo que haría mejor en ser distinta de lo que veía y no ofreció ninguna resistencia cuando llegó
su turno.
5. Si va usted a imitar características universales de buen uso, entonces no tiene que limitar sus modelos a la gente que hay en su campo de actividad. Un
violonchelista puede obtener inspiración de un pianista, un pianista de un bailarín, un bailarín de un alfarero, un hombre de una mujer, un adulto de un niño.
Me gustaría tocar el violonchelo tan bien como Art Blakey toca la batería; aprendo más cómo convertirme en un buen violonchelista mirando a Blakey que lo
hago viendo a un violonchelista experimentado con mal uso.
6. Es mejor que copie a un modelo sin experiencia que se usa bien a sí mismo, que a uno consumado que se usa mal a sí mismo. Cuando me puse por primera vez
a patinar sobre hielo, observé de cerca a un niño de cuatro años que estaba empezando a patinar y que era un parangón del buen uso. Había algunos otros niños
mayores que silbaban confiadamente al pasar, con los cuerpos contraídos y retorcidos por la impaciencia exagerada de la obtención del fin. Aunque el niñito
iba lenta y cuidadosamente por la pista, era un maestro mejor que los chicos más rápidos y engreídos.
7. He escrito hasta ahora sobre usted imitando a los demás. Todas mis observaciones se aplican igualmente a los demás que le imitan a usted. Inevitablemente,
alguna gente le copiará ciertamente, sean (ellos o usted) conscientes de ello o no.
Alexander advierte: “¿Podría cualquier fallo ser más gravoso a la conciencia humana que aquel por el cual, quizá inconscientemente, otra vida humana se hubiera
torcido? ” (HSH, 1ª-7.) Creo que todos deberíamos esforzarnos por ser buenos modelos para los demás. A menudo intentamos influir en otros directamente: por la
Procedimientos indirectos 162
Imitación
fuerza, manipulación y chantaje, regañando, alegando, intimidando y mandando. Cambiarse a usted mismo es infinitamente mejor que cambiar a los demás, y ser
un modelo viviente de buen uso es quizá el mejor modo de ayudar a los demás indirectamente.
23 Miedo escénico
El buen juicio dicta unas cuantas reglas sobre la vida diaria de un artista que actúa. No seguirlas es simplemente estúpido y la Técnica Alexander no llega tan
lejos como para compensar la estupidez. (Resulta bastante interesante que el estudio a largo plazo de la Técnica Alexander podría conducir a muchos cambios
en el estilo de vida. Beber, fumar o comer en exceso podrían hacerle perder su orientación hacia arriba-afuera. Con el tiempo llegará usted a preferir estar
arriba a estar abajo y perderá el deseo de ser indulgente consigo mismo.)
3. Circunstancias inusuales. A veces uno o más detalles en las circunstancias del concierto podrían disparar el miedo escénico en un músico que está
completamente bien preparado, sobrio, bien alimentado y bien descansado. Hay un retraso de pocos minutos antes del inicio del concierto; la iluminación del
escenario es diferente de la del ensayo; hay corriente de aire; el suelo cruje; un niño tose en la tercera fila. En la realidad, las circunstancias casi nunca son las
ideales. Los verdaderos profesionales tienen en cuenta las imperfecciones en la puesta en escena de sus interpretaciones y, o bien no se preocupan por ellas o
tocan bien a pesar de estar preocupados. Esta actitud es también una perspectiva artística: La música que estoy tocando es verdaderamente grande; de ella
derivo inspiración ilimitada; mi audiencia se extasiará incluso si un gato caza un ratón bajo el piano. Para manejar el miedo escénico en estas circunstancias,
necesita usted tanto cultivar la perspectiva artística necesaria, como someterse en la práctica diaria de buena gana, con disciplina concienzuda, a los estímulos
de circunstancias anormales. Esto lo discutí en el capítulo 14, “Trabajar sobre sí mismo”. Ahí argumentaba que el problema no recae en los estímulos de las
circunstancias inusuales, sino en su reacción ante ellos. Aprenda a inhibir toda interferencia con el Control Primario y no necesitará temer usted lo inesperado o
anormal. Volveremos a esto en breve.
En otro sitio, Alexander hablaba de los atletas profesionales que sufren de miedo escénico y actúan mal en grandes acontecimientos:
Probablemente cualquiera con el conocimiento de qué constituye interferencia con el empleo del control primario del uso, sería capaz de observar en estos jugadores la
clase de interferencia con este control que podría provocar la variación del nivel de su juego en momentos diferentes. La forma de interferencia varía con los diferentes
modos de usarse a sí mismo y el grado de interferencia tiende a aumentar con la repetición. (CUV, 10º-10.)
Hace tiempo que soy hincha de Steve Cram, el gran corredor de media distancia británico. En sus mejores tiempos ( por ejemplo, cuando rompió el récord de la
milla en 1984) su uso era ejemplar. La totalidad de su ser estaba orientada hacia arriba-afuera; sus energías estaban recogidas, sus movimientos eran económicos,
sus zancadas potentes. Siendo su uso tan bueno cuando estaba en forma, fue de lo más educativo observarle cuando no estuvo en forma. La relación entre su
cabeza, cuello y espalda se deterioró visiblemente. La cabeza se sacudiría de un lado a otro y hacia delante. La totalidad de su coordinación sufrió en consecuencia
e igualmente su capacidad para ganar una carrera. Él ilustraba a la perfección la relación entre uso y actuación en situaciones de alta presión.
Como remedio para el miedo escénico, Alexander escribió que en clase, el maestro
no le pide al alumno que haga ningún intento en absoluto de conseguir el "fin", sino que aprenda gradualmente a recordar las ordenes de guía o direcciones que son los
precursores de los medios por los cuales se conseguirá el fin algún día. Puede que no sea hoy, mañana o pasado mañana, pero ocurrirá: el alumno podrá entonces repetir el
acto con precisión matemática cada vez y bajo cualquier circunstancia, pues aquellos impedimentos como los reflejos del miedo indebidamente excitados, las emociones
incontroladas y los prejuicios fijos no se habrán desarrollado durante el proceso acabado de describir...
La relación de todo esto con la importante cuestión de la habilidad para "no perder la cabeza" en momentos críticos, es clara... (CCCI, 2º-10-1.)
Luego, el miedo escénico no es sino un síntoma “de una condición psicofísica desequilibrada” (CCCI, 2º-10-1), un síntoma del mal uso de sí mismo. Está
Procedimientos indirectos 165
Miedo escénico
caracterizado por la interferencia con el Control Primario y su remedio es la inhibición de la obtención del fin que la causa y la dirección de los medios por los
cuales cualquier fin podría ser alcanzado.
La rectitud del planteamiento de Alexander queda evidente de tres maneras. Primera, Alexander no habla de causas “físicas”, “mentales” o “sociales” del miedo
escénico. Al considerar la totalidad del individuo, Alexander le hace el mayor servicio. Segunda, él ve el miedo escénico como una manifestación específica de un
fenómeno general. Trabajando en el uso de la totalidad de sí mismo, en una base general, y permitiendo al funcionamiento (del que el miedo escénico o su
ausencia, no es más que una faceta entre muchas) mejorar indirectamente, alcanzamos de un golpe resultados múltiples que son comprensivos, sólidos y a largo
plazo. Tercera, Alexander ve la solución al miedo escénico no como un hacer, sino como un no-hacer: previniendo el mal uso del Control Primario. Los méritos de
no hacer algo para combatir el miedo escénico directamente, podrían no ser evidentes al principio, pero la mayoría de los músicos están acostumbrados al aumento
del miedo escénico que llega con los testarudos esfuerzos por controlarlo.
Todos los procedimientos descritos en este libro siguen la estructura de Alexander de obtención del fin, mal uso, inhibición y dirección. Aplíquelos firmemente en
su trabajo cotidiano y bien podría usted perder el temor al miedo escénico. Repito las palabras de Alexander: “Puede que no sea hoy, mañana o pasado mañana,
pero ocurrirá.” (CCCI, 2º-10-1.)
El propósito es librarse de la misma noción de miedo escénico. Actor, antes de ser maestro, Alexander solía dirigir a sus propios alumnos y maestros formados en
obras de teatro que se representaban en público. Escribiendo sobre una de estas producciones, dijo que debido a que sus estudiantes habían preparado sus
actuaciones según los principios de su Técnica, “la idea del 'miedo escénico' les parecía meramente absurda. Me dijeron que no entendían en que consistía tal
condición.” (HSH, 1ª-7.)
Esta idea va en contra de los supuestos comunes sobre la relación entre cuerpo y mente. Creemos que aprehendemos el miedo al fracaso, por ejemplo, en nuestras
mentes; que esta aprehensión nos “da” el miedo escénico; y que el miedo escénico a su vez, hace que nos tiemplen las piernas y vuelve anormales nuestra
respiración y digestión. Proponer que una percepción mental precede un estado corporal y lo causa, esto implica sutilmente una separación entre cuerpo y mente.
James sugiere que el estado corporal es la emoción. Es interesante que la ciencia moderna está ahora validando la opinión centenaria de James. La investigación
neurobiológica actual defiende que “emociones y sensaciones no son, como dicen poetas y filósofos, reflejos efímeros del alma humana”, sino más bien “la
interpretación del cerebro de nuestra reacción visceral al mundo en general”. (Sandra Blakelee, “The Physical Roots of Emotion”, International Herald Tribune, 8
de diciembre de 1994, página 8.)
Quizá recuerda usted la cita de Alexander sobre el “subconsciente”: “Esta concepción no implica necesariamente ninguna distinción entre la cosa controlada y el
control en sí mismo.” (HSH, 1ª-3.) La mente no controla el cuerpo; el cuerpo no controla la mente. No hay “estados mentales” o “estados corporales”, sólo estados
de sí mismo. El miedo escénico es uno de tales estados y al tratarlo no debe usted perder de vista el discernimiento fundamental de Alexander y de James.
El miedo escénico no es más que una reacción a un estímulo. El estímulo podría ser universal para todos los intérpretes, pero la reacción a él varía de una persona a
otra. Callas respondía al miedo escénico de una manera que, incómoda como podría haber sido, mejoraba efectivamente sus interpretaciones. Ella sobresalía
debido a su miedo escénico, no a pesar de él. Bruce Lee escribió que: “el atleta experimentado reconoce [la presencia del miedo escénico] no como una debilidad
interna, sino como un superávit interno”. (Tao, página 69.) Sospecho que, de poder elegir, Callas no habría abandonado su miedo escénico si ello ocasionaba
actuaciones mediocres.
Para unos pocos afortunados, la anticipación de una actuación y la propia actuación son ambas totalmente positivas. Para los demás (como Callas y Casals), la
anticipación es negativa, aunque la actuación positiva. Para los demás, tanto la anticipación como la actuación real son negativas. Además, estas reacciones
negativas se manifiestan de manera diferente en músicos diferentes. Algunos tiemblan, otros tienen diarrea, otros aún precisan caer dormidos.
Resumiendo, miedo escénico significa cosas diferentes para ejecutantes diferentes. Se manifiesta de maneras únicas en cada individuo e incluso podría ser un
fenómeno positivo , una manera de que el ejecutante se forzara a sí mismo a llegar a mayores alturas de las que alcanzaría en ausencia del miedo escénico.
Hasta ahora hemos examinado diferentes tipos de miedo escénico y sus posibles causas y remedios. Hemos mirado también la estructura alexandrina, que
proporciona procedimientos indirectos para eliminar el miedo escénico a largo plazo. Podemos ahora considerar las estrategias directas para manejarlo a corto
plazo, aunque precisamente por ser a corto plazo y directas, no pueden sustituir a los verdaderos “medios por los cuales” eliminar el miedo escénico. Hay cuatro
aspectos diferentes a considerar: preparación interna, anticipación del miedo escénico, uso de rituales y conducta del saloncillo de actores.
prácticas.” (On Piano Playing: Motion, Sound and Expression, Nueva York: Schirmer Books, 1981, página 220.) La sala de prácticas es ordinaria, el escenario de
conciertos extraordinario. La singularidad de la actuación es doble. Puede usted practicar tanto y tan a menudo como quiera, pero con toda probabilidad no tendrá
la oportunidad de actuar tanto y tan a menudo como practica usted. Actuar es extraordinario porque es menos frecuente que practicar. Pero sigue siendo
extraordinario incluso cuando se vuelve frecuente. El concertista que toca en un centenar o más de recitales al año, aún encuentra que caminar por el escenario no
es comparable a ninguna otra experiencia. Actuar es extraordinario porque es glorioso. Actuar frecuentemente, por útil que sea, no elimina automáticamente el
miedo escénico ya que no cambia la naturaleza gloriosa de la interpretación.
Responde usted a la exaltación del concierto entrando en un estado extraordinario de sí mismo. Para manejar mejor este estado, puede usted provocarlo fuera del
escenario usando rituales antes del concierto.
Cada músico tiene un ritual personal elegido: planchar una blusa, sacar brillo al par de zapatos de concierto, ducharse o maquillarse, ir de paseo tranquilamente o
rezar. Prescribir un ritual para todos sería contraproducente, pero unas pocas directrices podrían resultar útiles.
Es importante distinguir entre rituales que centran la mente y que son del todo beneficiosos, y rituales de naturaleza supersticiosa y que posiblemente crean el
riesgo de mayor miedo escénico. Los rituales útiles ayudan a los propósitos de autodisciplina, de encontrar la fuerza interna para responder a una situación
extraordinaria. La superstición, en cambio (“Si llevo la ropa interior a topos, nada puede ir mal”), es un escape de los riesgos y responsabilidades a que se enfrenta
usted cuando sube al escenario y se basa en pensamiento ansioso en lugar de en inhibir y dirigir. También puede ir terriblemente mal. ¿Qué pasa si la ropa interior a
topos está en la lavadora? Finalmente, es el propósito del ritual lo que lo hace positivo, no su forma.
Otro aspecto importante del ritual positivo es que no debería estar dirigido sólo a su estructura mental, sino al uso de la totalidad de sí mismo. Alexander escribió
enfáticamente sobre la “divagación mental” y la concentración. El alegaba que la divagación mental es una condición de la totalidad del ser psicofísico y que la
concentración tal como se entiende y se practica ordinariamente, es tan indeseable como la condición que se supone que remedia. Escribí sobre la diferencia entre
concentración y conciencia en el capítulo 5, “Dirección”. Repito dos citas de Bruce Lee: “la concentración clásica... se centra en una cosa y excluye todas las
demás y la conciencia... es total y no excluye nada.” (Tao, página 21.) “Una mente concentrada no es una mente atenta, pero una mente que está en estado de
conciencia puede concentrarse.” (Tao, página 203.)
Muchos músicos han elegido combatir el miedo escénico “concentrándose” y han usado rituales con este propósito. Los rituales deberían ser primariamente un
proceso de adición, no de sustracción. En lugar de intentar excluir las distracciones visibles que “alejan su mente” de la tarea entre manos, es más beneficioso
añadir la conciencia de su cabeza, cuello, espalda y la totalidad del organismo a las actividades que preceden a un concierto. Podría sentir usted fuertemente que
pensar en el cuello podría distraerle de su interpretación y hacerle tocar peor. Pero cuanto mejor se use usted, mejor tocará. Espero que para ahora, ya haya
aceptado usted esto como un axioma. Entonces, use los rituales antes del concierto, no para concentrarse en su actuación, sino mejor para adquirir una conciencia
elevada de su uso, lo que le ayudará a interpretar tan seguro como que el día sigue a la noche.
Primero debemos considerar de nuevo la cuestión de la tensión y relajación. Muchos músicos creen que el miedo escénico está causado por el exceso de tensión y
que la solución es la relajación. Esto es entender mal la naturaleza de la tensión y su papel en la interpretación. En el apartado 1.4 (del capítulo 1) alegaba: “La
tensión crea y sostiene la vida y la lleva hacia delante. La tensión (del tipo correcto) es un prerrequisito del esfuerzo humano dinámico, enérgico y vital.” La
tensión es inevitable, necesaria y deseable. Un ejecutante bien coordinado no está relajado, sino recogido [vuelto en sí]: “poseído de calma y compostura a
menudo mediante esfuerzo concentrado” (Webster's). “Recogido” tiene un segundo significado “juntado”, que también se aplica en este caso. Luego, lo que
necesita el ejecutante no es eliminar la tensión, sino dirigirla y aparejarla, y hacerla servir para el propósito artístico apropiado.
A veces, aparejar la tensión no ocurrirá de manera calmada y compuesta. Heinrich Neuhaus cuenta una anécdota instructiva sobre el gran pianista del siglo XIX
Anton Rubinstein (que no es pariente de Arthur), quien “era muy nervioso e incluso una vez rompió un espejo en el camerino de un puñetazo antes de salir al
escenario (lo que pareció haberlo calmado)”. (Piano, página 211.) Dar un puñetazo a un espejo es quizá una solución demasiado perjudicial, pero es más fiel a la
naturaleza de la tensión artística que la relajación y los ejercicios de respiración profunda prescritos usualmente para los nervios previos al concierto. No lo
recomiendo; en cambio, sugiero una serie de monos, arremetidas y “as” susurradas vitales y vigorosos, cuyo propósito no es relajar sino despertar y dirigir las
distintas tensiones necesarias para la interpretación.
Un comentario sobre la “a” susurrada. Como insistí cuando la discutí por primera vez, no es un ejercicio respiratorio, sino un procedimiento coordinador y afecta a
la respiración, pero indirectamente. Para que las “as” susurradas sean útiles en el saloncillo de actores, necesita abandonar la propia idea de controlar la respiración
o de usar la respiración para controlar sus emociones. En lo que puede usted influir directamente es en el funcionamiento de su Control Primario: la relación entre
cabeza, cuello y espalda. E incluso entonces no hay mucho que pueda usted hacer; en cambio, debe usted deshacer o no-hacer, según sea el caso. Esta es
seguramente la respuesta al miedo escénico, como lo es para la mayoría de los demás problemas.
pronto fueron usados por actores y atletas para suprimir el miedo escénico y mejorar sus actuaciones. (En algunos deportes su uso ha sido declarado ilegal por
ello.)
Muchos músicos han encontrado los beta-bloqueadores extremadamente efectivos para tratar el miedo escénico. Algunos afirman que, a diferencia de los
tranquilizantes, los beta-bloqueadores no los convierten en actores no excitados ni excitantes; en cambio, permiten la excitación de la interpretación sin los efectos
mutiladores del miedo escénico. Sería justo decir que los beta-bloqueadores han salvado las carreras de algunos músicos. ¿Contradice el éxito de los beta-
bloqueadores la Técnica Alexander de algún modo?
Debemos observar que los beta-bloqueadores, drogas poderosas como son, podrían tener efectos colaterales graves, incluyendo “letargo, constricción de los
conductos de aire pequeños, empeoramiento del asma, espasmos de las arterias de las piernas empeorando el dolor al caminar (cojera) e incluso, aunque raramente,
espasmo de las arterias coronarias empeorando la angina que la droga se suponía que prevenía” (Wingate & Wingate, The Pengin Medical Encyclopedia, página
64), así como disminución del apetito sexual. Claramente, a largo plazo los beta-bloqueadores podrían ser más un problema que una solución.
Además, como observé antes, para desarrollar su confianza como ejecutante, no es suficiente actuar frecuentemente. Si fracasa usted en cinco actuaciones
seguidas, bien podría espera usted fracasar la sexta vez y se arriesga usted a fracasar como resultado de una profecía autorrealizadora, un círculo vicioso que podría
resultar difícil de romper.
Creo que el uso de beta-bloqueadores podría estar justificado con dos propósitos (pero nunca recomendado positivamente): combatir el miedo escénico
discapacitante antes de haber adquirido usted conocimiento suficiente de la Técnica Alexander y para romper el círculo vicioso del fracaso. Si decide usted tomar
beta-bloqueadores (y sinceramente espero que encuentre usted otras maneras mejores de manejar el miedo escénico), entonces sáquele el mejor partido y lleve una
conciencia de su uso a su actuación ayudada por drogas, de forma que empiece usted a asociar el buen uso con el éxito. Con el tiempo, el buen uso se convierte en
la fuente del éxito, no una de sus características. No obstante, si descuida usted sacar esta lección de las actuaciones para las que ha tomado beta-bloqueadores,
pondrá usted en peligro tanto su salud como su carrera.
Todos los médicos están locos; todos lo sabemos. Pero está más loco quien toma drogas sin la supervisión de un médico capaz y simpático. Recuerde que los beta-
bloqueadores son drogas poderosas y potencialmente dañinas y no las use mal ni abuse de ellas. Esté dispuesto también a explorar alternativas homeopáticas como
el gelsemium.
Neuhaus fue un gran maestro y un hombre de profunda sabiduría y encuentro difícil no estar de acuerdo con sus opiniones. Soy consciente de que al estar de
acuerdo con ambos, Alexander y Neuhaus, sostengo dos opiniones opuestas sobre el mismo asunto. Neuhaus siempre habla de la “ley de la dialéctica”. El
Webster's define esta como “el proceso hegeliano de cambio en el que un concepto o su verificación pasa por alto el interior y es preservado y realizado por su
opuesto”. Observemos que la carrera de Neuhaus como concertista de piano fue muy corta por el miedo escénico discapacitante. ¿Podría su carrera haber sido
salvada por Alexander?
Conclusiones
1. La mente consciente
A lo largo de su vida, Alexander encontró ardientes defensores en los campos de la ciencia, la educación, la política y todas las artes. Entre sus alumnos hubo
hombres prominentes tales como George Bernard Shaw, Aldous Huxley, John Dewey, los biólogos George Coghill y Sir Charles Sherrington, y muchos otros.
La Técnica Alexander pertenece honradamente a la corriente principal del esfuerzo humano intelectual y práctico, por mucho que pueda apartarse de la sabiduría
recibida. Pienso que podríamos llamar a Alexander un gran racionalista. Él afirmaba que el triunfo sobre los poderes de toda enfermedad y las discapacidades “no
se conseguirá durmiendo, en trance, en sumisión, en parálisis o en anestesia, sino en una clara, abierta de miras, razonable, deliberada concienciación y
comprensión de las maravillosas potencialidades poseídas por el género humano, la herencia trascendente de una mente consciente. ” (HSH, final del Prefacio a la
edición de 1945.)
No obstante, no debemos olvidar que Alexander dijo también: “De hecho, es mucho más útil la sensación que lo que llaman 'mente' cuando está bien.” (ACC,
aforismo 111.) No debe confundirse razón con un hacer el pino intelectual, lo cual excusa y justifica lo irrazonable. Rechacemos esta “mente” necia, pero no en
favor de la sensación no-fiable, que no es mejor.
Para algunos miembros del público, así como para algunos maestros de Alexander, la Técnica forma parte del movimiento de la Nueva Era y como tal, conlleva
ciertos comportamientos que, en mi opinión, son contrarios a la racionalidad. Esto es desafortunado de muchas maneras. Ello atenúa los logros de Alexander,
diluye y tergiversa sus principios, y reduce el impacto que la Técnica podría hacer sobre la sociedad a la larga.
Un maestro no puede evitar que un alumno de mente mística crea que la Técnica trata sobre lo llamado Metafísica, pero esta no era ciertamente la intención de
Alexander. Él escribió irónicamente: “siempre me ha parecido que el primer deber del hombre era y sigue siendo, entender y desarrollar aquellas potencialidades
que pertenecen a la esfera de sus actividades aquí en la tierra.” (CCCI, Prefacio.)
2. Recuperar lo innato
Al aprender la Técnica Alexander, desarrolla usted una forma totalmente diferente de usar la totalidad de sí mismo; diferente, es decir, de cómo se usa usted a sí
mismo como adulto mal coordinado normal. Discutí los diferentes significados de “normal” y “natural” en el capítulo 17, “Juicios estéticos”.Podría sentir usted
que el uso alexandrino es antinatural, pero sólo sería correcto llamarlo no-habitual, pues ciertamente que es natural (acorde a las leyes de la Naturaleza). Alexander
escribió: “La reeducación no es un proceso de añadir algo sino de recuperar algo.” (CUV, .) En otro sitio dijo: “Cuando llegue a hacerse una investigación, se
descubrirá que cada una de las cosas que estamos haciendo en el Trabajo es exactamente lo que está siendo hecho por la naturaleza cuando las condiciones son las
correctas, con la diferencia de que estamos aprendiendo a hacerlo conscientemente.” (ACC, aforismo 56.)
Husler y Rodd-Marling escribieron: “Nada externo puede añadirse al órgano del canto,... todas las cualidades necesarias para cantar ya existen dentro de él.”
Además, escribieron: “nada puede liberar estas cualidades excepto el funcionamiento adecuado del propio órgano”. (Singing, página 3.) Esto es así en la
interpretación musical y fuera de ella. Pienso que fue Platón quien dijo sólo se puede enseñar a alguien lo que ya sabe. La Técnica Alexander le proporciona algo
que era suyo desde siempre. Pero al redescubrir su verdadero sí mismo, se vuelve usted totalmente diferente de quien es hoy.
4. Límites de la Técnica
A lo largo del libro me he centrado, como es natural, en la estructura de la Técnica Alexander. Esta dice que el uso afecta el funcionamiento; la obtención del fin
causa el mal uso de sí mismo; y la inhibición de los deseos de obtención del fin y de la interferencia que la acompaña con el Control Primario es la clave para
resolver cualquier problema, “físico” o “mental”, técnico o musical.
Esta estructura es extremadamente poderosa, pero debemos aceptar aún que la Técnica tiene sus limitaciones. Con esto no me refiero a las insuficiencias que
siguen a dar media docena de clases de Alexander con un maestro con poca experiencia. Para juzgar una teoría objetivamente, debe considerar usted una aplicación
en profundidad de sus principios y procedimientos en condiciones ideales.
No obstante, incluso en las mejores condiciones hay cosas que la Técnica nunca conseguirá. Alexander dijo: “No puede usted cambiar el curso de la naturaleza
coordinándose a sí mismo.” (ACC, 4ª-aforismo 8.) En la Introducción hablé algo destituidoramente de “los planteamientos a trozos de la psicoterapia, fisioterapia,
cirugía, drogas, ergonomía e insultar al director.” Yo quería destacar las diferencias entre la Técnica Alexander y estas otras maneras de manejar los problemas. A
pesar de la importancia de su uso, siempre habrá dificultades que pueden ser tratada con éxito sólo mediante drogas, cirugía o ciertamente, insultando al director.
Pero discutir estos problemas queda fuera del ámbito de este libro.
La Técnica Alexander sólo puede ayudarle a volverse lo mejor posible. No obstante, podría suceder que su mejor posible no le convierta en un concertista de clase
internacional. El estudio concienzudo de la Técnica Alexander le ayudará a descubrir y desarrollar sus potencialidades y no más. Recuerde sin embargo que usted
(y su familia y maestros) siempre han valorado sus talentos a la luz de su mal uso habitual. Hasta que no libere usted su uso de las restricciones del hábito y la
conciencia sensorial defectuosa, no sabrá usted lo lejos que puede llegar realmente.
5. Teoría y práctica
Alexander nunca se propuso crear una filosofía o una escuela de pensamiento. Lo que lo motivó fue la necesidad de encontrar una solución práctica a un problema
de la vida real. Dijo: “Nos vemos forzados en nuestra enseñanza en cada instante a traducir teorías a procesos concretos.” (ACC, 4ª-aforismo 70). Pero la calidad
de práctico de la Técnica Alexander se vuelve de lo más impresionante por la amplitud y profundidad de sus principios. No puede usted practicar la “técnica”
separadamente de sus principios. Alexander escribió:
La dificultad que tenemos todos es empezar una nueva forma de vivir en la que debemos aplicar principios en lugar de los métodos fortuitos de obtención del fin del
pasado. Esto indica un proceso lento y todos debemos contentarnos con la mejoría morigerada día a día; pero para ello debemos ver que estamos dependiendo realmente de
la aplicación de nuestros principios en todos nuestros esfuerzos en toda dirección cada día. (ACC, 4ª-aforismo 73, cursiva de PdA.)
Muchos de mis lectores podrían quedar descolocados por la jerga de la Técnica, por las reclamaciones hechas para ella por Alexander y otros (incluido yo mismo)
y por la forma en que la Técnica parece negar algunas creencias apreciadas. Pero sería injusto juzgar la Técnica por su estructura intelectual (tal como yo la
presento) únicamente. Si usted no examina algo y hasta que la domina, no tiene usted derecho a opina. Para descubrir si le “gusta” la Técnica Alexander y si
“cree” en ella, debe usted probarla y dominarla primero. No la juzgue por sus teorías como yo las presento en este libro, sino por los efectos del estudio entregado,
práctico de ella.
6. Un largo camino
Un hombre sabio dijo hace tiempo: “La vida sin examinar no vale la pena vivirla.” La Técnica Alexander no es el único modo de examinar su vida, pero
ciertamente es eficiente, fiel a la Naturaleza, lo abarca todo y muy divertido. No pienso que tenga usted que aprender la Técnica para colmar su potencial, estar
sano y ser feliz, pero creo que para alcanzar estas metas ha de pasar usted por un viaje de autodescubrimiento y transformación. Si es para llevarle hacia delante y
arriba desde donde está usted hoy, este viaje,como quiera que sea emprendido, inevitablemente compartirá algunas características con el de Alexander.
Alexander solía decir que “no hay ningún camino fácil a nada que valga la pena” (HSH, 2ª-3). Hacia el final de su larga vida, se le preguntó si alguna vez dejó de
trabajar sobre sí mismo. Replicó: “No me atrevo.” Cualquiera que diga que es fácil aprender la Técnica, se engaña a sí mismo. Un breve curso de clases de
introducción produce a veces resultados sobrecogedores, pero la fuerza del hábito y la conciencia sensorial defectuosa inseparable de ella, no pueden aún ser
valorados en exceso.
Los músicos aceptan que el suyo es un viaje largo y difícil. Ferruccio Busoni, considerado el primer gran pianista moderno, dijo sobre la práctica del piano que es
“como un animal al que le crecen cabezas continuamente, por muchas que le cortes.” (H. H. Stuckenschmidt, Ferruccio Busoni: Chronicle of a European,
Londres: Calder & Boyars, 1970, página 86.) Maurice Ravel asistía a la clase de composición de Gabriel Fauré en el Conservatorio de París incluso después de
haber escrito su magnífico Cuarteto de cuerda. Lotte Lehmann, al final de su distinguida carrera de cantante, dedicaría aún cuarenta y cinco minutos diarios a
ejecutar una única escala lenta perfecta. Podía encontrarse a Nadia Boulanger, la sobresaliente maestra de composición y análisis musical, practicando ejercicios de
armonía sencillos al teclado a avanzada edad.
Estos artistas brillantes, hombres y mujeres de talento excepcional, trabajaban larga y duramente lo básico de sus habilidades. ¿Podemos nosotros, músicos mal
coordinados de capacidad corriente, conseguir algo en seis fáciles lecciones? No lo creo. Coordinarse a sí mismo, aprender, cambiar y crecer, pasar de lo conocido
a lo desconocido: no hay meta que valga más la pena ni mayor aventura. Tampoco hay nada más difícil en la vida.
Al bribón de Alexander le gustaba decir: “Podemos librarnos del hábito de toda una vida en pocos minutos si utilizamos el cerebro.” (ACC, 4ª-aforismo 43.) Es
enteramente cierto. La trampa está en que nos cuesta una vida entera aprender a usar el cerebro.
Durante mucho tiempo he intentado invitar a un maestro de Alexander a mi pueblo, sin conseguirlo. ¿Qué puedo hacer?
En algunas circunstancias podría resultar verdaderamente imposible conseguir un maestro de Alexander. Aquí le recuerdo una de mis conclusiones: la Técnica Alexander es
una gran manera de ir hacia delante-arriba, pero no la única. La Técnica es una manifestación de cierta visión de la vida. Si no puede usted encontrar un maestro de Alexander,
busque a alguien cuya visión esté en armonía con la de Alexander. He tenido maestros de aikido y de canto, por ejemplo, cuyo trabajo estaba bañado en los principios de la
Técnica, incluso aunque estos maestros no habían hecho nunca trabajo de Alexander. La Técnica está basada en principios universales que inevitablemente asoman en otras
esferas de conocimiento y actividad. No necesito describir todos estos principios aquí. Trabaje de lo general a lo particular; no intente hacer lo correcto, sino que deje de hacer lo
incorrecto; no busque la relajación, sino la tensión necesaria. Recuerde que los fines condicionan los medios indirectamente, pero los medios condicionan los fines directamente.
Por lo tanto, debe usted siempre ser fiel a los medios correctos.
Podría ser que, en ausencia de un maestro de Alexander, un maestro alfarero, un bailarín, alguien de las artes marciales, un sacerdote ilustrado le ayudaran a lo largo del buen
En cada una de estas situaciones hipotéticas, la Técnica Alexander desempeñaría un papel positivo: permitirle a alguien que está bien, seguir estando bien o volverse mejor
aún, permitir a un intérprete convertirse en un maestro mejor, etc.
Mi maestro de Alexander está en desacuerdo con todo lo contenido en este libro. ¿Cómo puede ser?
Patrick Macdonald, mi amado maestro, tituló su libro: La Técnica Alexander vista por mí. La mayoría de los libros escritos sobre la mayoría de los temas deberían incluir este
pequeño “visto por mí” en el título. No hay unanimidad sobre nada en este mundo, y eso también es bueno.
Apéndice D: Mi panteón
A lo largo de este libro, he mencionado a muchos músicos mientras argumentaba varios puntos sobre la Técnica Alexander. A veces, los he citado (Furtwängler, Neuhaus,
Boulanger, etc.). A veces he citado de sus biografías (Busoni, por ejemplo). Ocasionalmente he mostrado sus fotos (Rubinstein, Casals, Stokowski y demás). Unas pocas veces he
referido al lector a las grabaciones y videos de sus actuaciones (Primrose, Rubinstein, Busoni). Pero el lector aún podría no poder valorar mis argumentos sobre la Técnica
Alexander si sigue sin conocer a los músicos que he puesto como modelos.
Una discusión detallada de sus vidas y las fuerzas históricas que actuaron sobre ellos y que a su vez les dieron forma, quedaría fuera del ámbito de este libro. En cambio
quiero decir unas pocas palabras sobre algunos de estos músicos. Caprichosamente he elegido limitarme a siete de ellos. (¿Ha oído usted hablar de la película titulada Los seis
samurais? No lo creo.) Ser comprensivo sería tanto difícil como innecesario: mis retratos, breves e incompletos, están pensados para estimular su
curiosidad y animarle a emprender su propia investigación interminable. Espero que continuará leyendo sobre estos y otros músicos y coleccionará sus
grabaciones y videos.
Nadia Boulanger (nacida en París en 1887; fallecida en París en 1979) fue pianista, compositora, directora y pedagoga. Inició el redescubrimiento
moderno de Claudio Monteverdi, grabando una serie de madrigales con su conjunto vocal en 1937. Fue la primera mujer en dirigir una actuación
completa de la Royal Philharmonic Society en Londres, también en 1937. El logro insigne de Boulanger fue como maestra de composición y teoría
musical. Sus alumnos incluyen a Aaron Copland, Walter Piston, Eliot Carter, Lennox Berkeley y docenas de otros instrumentistas, cantantes,
compositores y directores consagrados. Boulanger ha dejado también un legado grabado como pianista y directora. Podría desear usted oírla en su
grabación de 1948 del Réquiem de Gabriel Fauré, así como una selección de madrigales de Monteverdi, reeditados en CD (EMI CDH 7 61025 2).
Escuche también los deliciosos valses de Johannes Brahms que Boulanger grabó con Dinu Lipatti, uno de sus grandes alumnos y pianista a quien
debería usted conocer también. Estos valses están incluidos en un CD de las actuaciones de Lipatti (EMI CDH 7 63038 2), junto con obras de Chopin,
Liszt, Ravel y Enescu.
Ferruccio Busoni (nacido en Empoli en 1866; fallecido en Berlín en 1924) es considerado por muchos como el primer gran pianista moderno, cuyo
virtuosismo y brillantez podrían haber sido igualados pero no superados. Nadia Boulanger describió unos pocos aspectos de su interpretación: “[Su]
articulación era perfecta, y procedía no sólo de la sorprendente uniformidad de su técnica, sino sobre todo de su prodigioso sentido del ritmo... Tocaba de
manera singular, con el aire de componer mientras tocaba.” (Bruno Monsaingeon, Mademoiselle: Conversations with Nadia Boulanger, Manchester: Carcanet
Press, 1985, página 99.) Para mí, esto describe al intérprete ideal, el que todos haríamos bien en emular. Busoni fue un pedagogo notable y un compositor
prolífico, cuyas obras visionarias sólo ahora empiezan a ser apreciadas ampliamente. En el capítulo 10, “Brazos y manos”, he dado detalles sobre su única
grabación superviviente.
Pablo Casals (nacido en el Vendrell, Cataluña, en 1876; fallecido en Río Piedras, Puerto Rico, en 1973) fue pianista, compositor y director, pero su mayor contribución a la
historia de la música fue como violonchelista. Revolucionó la técnica del violonchelo y la producción de sonido, restableció las Suites de Bach para violonchelo sin
acompañamiento como parte principal del repertorio y enseñó a muchos buenos violonchelistas. Dejó muchas grabaciones de sus recitales, como solista de concierto, músico de
cámara, director y compositor. Existen también videos de sus clases magistrales en las que su uso del violonchelo es un placer de ver.
Wilhelm Furtwängler (nacido en Berlín en 1886; fallecido cerca de Baden-Baden en 1954) dirigió muchas de las grandes orquestas de todo el mundo,
pero sus permanencias más largas fueron con la Filarmónica de Berlín, desde 1922 hasta el final de su vida, y con la Filarmónica de Viena en 1927-30 y
1947-54. Permaneció en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y el final de su vida estuvo acosado por la controversia política. Aunque fue
eximido de actividades pro-nazi en 1946, los activistas estadounidenses le mantuvieron fuera de los EE.UU. después de la guerra. Podría querer usted
meterse en el viejo juego que los músicos juegan entre ellos, que consiste en comparar Furtwängler con Arturo Toscanini (nacido en Palma en 1867;
fallecido en Nueva York en 1957) y tomar partido apasionadamente por uno en contra del otro. Las grabaciones y escritos de Furtwängler merecen ambos
escrutinio. Un documental soberbiamente filmado, The Art of Conducting: Great Conductors of the Past, disponible con la marca Teldec (distribuida por
BMG), incluye unos pocos minutos de su talento artístico. Volveré a este documental en breve.
Quizá ha notado usted que la mayoría de los músicos anteriores fallecieron siendo octogenarios o nonagenarios. Esto tiene sentido a la luz de la Técnica Alexander. (El propio
Alexander tenía 86 años cuando falleció.) Si ciertamente estos hombres y mujeres incorporaban principios saludables de uso y actitud, entonces es lógico que vivieran largas y
productivas vidas.
Podría haberse preguntado usted también si es que yo sólo admiro a personas fallecidas. Para nada; simplemente, con el propósito de esta discusión me he limitado a figuras
cuyas vidas podemos considerarlas a cierta distancia. Algunos de mis otros modelos amados tienen sólo dos o tres años de edad.
Finalmente, podría alegar usted, tras escuchar las grabaciones que he mencionado, que en realidad no le gustan. No necesitamos estar de acuerdo en nuestros gustos y
aversiones, pero para tener una discusión significativa sobre perspectiva artística y gusto, necesitamos ambos estar bien informados. Informar, no convencer, es el único propósito
de este apéndice. (He intentado convencerle en todo el resto del libro.)
Contraportada
Los problemas de un músico tienen muchas causas y muchas posibles soluciones. Mientras que las condiciones de
trabajo, el estrés y el diseño del instrumento y el mobiliario son todos factores significativos, el aspecto más
importante sigue siendo, no lo que se les hace a los músicos, sino lo que se hacen ellos a sí mismos.
F. M. Alexander (1869-1955) veía al individuo como una totalidad y hablaba no del “cuerpo”, sino del “sí mismo”; no
de la “postura”, sino del “uso”. El propósito de la Técnica Alexander no es enseñarle a hacer lo correcto, sino ayudarle
a dejar de hacer lo que está mal, mediante una serie de procedimientos prácticos que despiertan su conciencia de la
forma en que se usa a sí mismo y le permiten desarrollar su potencial innato. La Técnica puede ser aplicada a todas las
áreas de la actividad musical, desde la técnica instrumental y vocal, la producción del sonido y la interpretación hasta
la práctica cotidiana, las rutinas de ensayos y a mitigar el miedo escénico y otros problemas de salud. Este libro, de un
músico profesional experimentado y maestro de Alexander, es el primero en tratar específicamente, sobre las
aplicaciones de la Técnica a la interpretación musical.
Pedro de Alcántara obtuvo un título superior de Música en la Escuela de Música de Yale en 1983. Estudió la Técnica
Alexander con Patrick Macdonald y Shoshana Kaminitz en Londres y enseñó durante tres años en el Instituto
Alexander bajo la supervisión del Dr. Wilfred Barlow. Su prosa y poesía han sido publicadas en diarios literarios en
Francia y en los EE.UU. Vive en París.
OXFORD UNIVERSITY PRESS