Jesús: Ese Maestro de Pastores Y Pastoras: Capítulo 1
Jesús: Ese Maestro de Pastores Y Pastoras: Capítulo 1
Jesús: Ese Maestro de Pastores Y Pastoras: Capítulo 1
Schipani, editor
Ediciones Kairós, en colaboración con Pandora Press y Ediciones Semilla
Copyright © 2011 Ediciones Kairós — Reproducción con permiso en www.menonitas.org
Capítulo 1
Hugo N. Santos1
El título de este capítulo intenta poner de manifiesto la idea
central del mismo2. Si bien los Evangelios no fueron escritos
como un curso de acompañamiento o asesoramiento pastoral,
encontramos, en todos ellos, relatos donde Jesús es el perso-
naje central ofreciéndose, mediante su acción, como ejemplo
en los vínculos interpersonales y en su aproximación pastoral
y terapéutica, a aquellos ministros o agentes de la pastoral
de la iglesia comprometidos en las relaciones de ayuda y pro-
moción de la salud y el crecimiento humanos no solo a nivel
personal, sino también en un plano comunitario.
1
Hugo N. Santos es Doctor en Psicología por la Universidad del Salvador, Buenos
Aires. Se ha especializado en las áreas de Asesoramiento Pastoral y Psicología de
la Religión. Es profesor titular y coordinador de los departamentos de Teología
Práctica, Correlación y Extensión Universitaria en el Instituto Universitario ISE-
DET. Además es pastor de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina y psicotera-
peuta.
2
En lo sucesivo cada vez que me refiero al pastor estaré incluyendo también a
la pastora, ya que este ministerio puede ser ejercido por la mujer o el hombre
llamados por Dios. Por extensión, también se puede aludir a otros miembros de
la iglesia que, de hecho, sin haber sido ordenados o designados para tal tarea, son
agentes de la pastoral, llevando a cabo un ministerio de cuidado, acompañamien-
to, sostén, guía y asesoramiento como parte de la tarea que la iglesia realiza.
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y ocho años había estado enfermo, tal vez por mucho de ese
tiempo al costado de este baño terapéutico intermitente, pero
nunca se había podido bañar. La multitud lo dejaba de lado y
él no podía bajar a las aguas en el momento adecuado. Parecía
que en el contexto dramático de la historia de este hombre la
pregunta de Jesús sonaba como fuera de lugar. Pocos acom-
pañantes pastorales se hubiesen atrevido a hacer semejante
pregunta que parecía tener una obvia y única respuesta.
Pero la comprensión de Jesús, más allá de lo que el su-
jeto aparenta, lo lleva a hacer una pregunta fundamental,
una opción cardinal al comienzo de todo proceso de cambio:
“¿querés curarte?” Es ésta la pregunta que debería estar en el
principio de cualquier proceso sanador. Tal vez quiso también
Jesús saber hasta dónde la parálisis había llegado en esta per-
sona. Para curarse es necesario que la persona quiera. Curarse
implica también (y no lo deberíamos dar por sobreentendido)
un acto de voluntad, una decisión que no debe dejarse en ma-
nos del médico porque se trata de una opción por la vida.
El paralítico está como en una etapa infantil donde los
otros asumen el rol de padres proveedores. Hay muchas per-
sonas así que se dan por vencidas. Jesús se dirige a la voluntad
del enfermo antes de curar su cuerpo.
La psicología ya ha estudiado el fenómeno llamado “be-
neficio secundario de la enfermedad” por el que se obtiene
algo positivo con el padecimiento de una enfermedad o con
el diagnóstico de la misma, una ventaja que el paciente o sus
familiares obtienen a partir de la diagnóstico de la misma; una
ventaja o privilegio que el paciente o sus familiares obtienen
a causa de la misma. De modo que muchas veces quien quie-
re curar al enfermo tropieza, para su sorpresa, con una gran
resistencia, lo que demuestra que el enfermo no tiene la in-
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