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—Es que el sujetador al menos te cubre los pezones. —Se echó a reír.
—Todavía recuerdo el del año pasado. Formaste un tumulto en la playa y nos
llamó la atención la policía.
—¡Es que parecía que ibas desnuda, Ivonne! ¡Al salir del agua, se te
veía todo! ¡Y por cierto, la depilación brasileña hizo que casi toda la playa te
mirara ahí! Flipé cuando te negaste a ponerte la toalla. ¡Por poco te arrestan!
—Solo las nalgas. —Se echó a reír y sus ojos castaños brillaron de
alegría. —Tía, pareces mi madre.
—Ja, ja. No sabrías qué hacer sin mí. Estarías perdida, guapa.
—En dos días te tirarías de los pelos con tanta tranquilidad. Además,
¿en qué trabajarías? Dudo que por aquí necesiten demasiados ingenieros
aeronáuticos.
—Por cierto, los datos que me diste antes de salir están mal.
—Uhmm, maduritos. —Se dio la vuelta para coger las gafas de pasta
negras y se las puso para mirar a su derecha. Los tres eran de unos cincuenta
años, pero en ese momento apareció otro tipo acompañando a una mujer
madura y le cogía la mano ayudándola a pasar entre las rocas mientras reían. A
Claudia se le secó la boca por la sonrisa de ese hombre. Por la sonrisa y todo
lo demás. Llevaba un bañador negro que dejaba ver un cuerpo que dejaría en
shock a la más pintada. Era moreno de pelo y piel. Y se notaba que hacía
ejercicio. Enderezó la espalda sin darse cuenta cuando su mirada bajó por su
pecho musculado, que mostraba que hacía ejercicio, pero cuando siguió por el
ligero vello negro que bajaba hasta su ombligo… ¡Y madre mía, qué ombligo!
Se le endurecieron los pezones con fuerza sin poder dejar de mirar esos
abdominales.
En ese momento escucharon unas risas y vieron llegar a dos tipos con
un grupo de chicas de su edad. Claudia bufó decepcionada. —Tiene novia.
—¡Son tres para tres, Ivonne! —Al mirar a las chicas, vio que una
rubia monísima con un bikini negro de estilo deportivo, se acercaba a su
moreno y le tendía una bolsa llena de aletas y gafas de buceo.
—Menuda mentira.
—Jeff de contabilidad lleva detrás de ti un año y no le haces ni caso.
—¡No se parece a ese ni en el blanco de los ojos! ¿Te dejo las gafas?
—¡Jeff es guapísimo!
—Qué va. —Cogió algo de arena entre sus dedos y la dejó caer. —
Además, está enamorado de tu impresionante cerebro.
—Tuve suerte.
—¡Me importa poco! Nos juramos que nunca nos detendríamos ante lo
que deseáramos. ¡No como nuestras madres que renunciaron a todo por un
matrimonio y una vida aburrida! ¡Me lo juraste!
Ivonne se mordió su labio inferior. —Precisamente por eso.
promesa, ¿verdad?
—Pero si le quieres…
—Olvídalo.
hijos! Tendrás que renunciar a esas tardes en el spa, donde te relajas, para ir a
reuniones de padres. Tendrás que renunciar a quedar a cenar conmigo para
conocer el último sitio de moda, porque uno de los niños se habrá puesto
enfermo o porque tu marido esté hasta las narices de tus salidas sin él.
—Si quieres llevar esta vida, no puedes tener la otra. ¡Y te aseguro que
mi hermana, aunque quiere a sus hijos con locura, se ha tirado mil veces de los
pelos pensando que soltera estaba de perlas!
—Eso a mí no me va a pasar.
—Disculpad.
Claudia.
Frunció el ceño porque hablaba muy bien inglés, aunque tenía un ligero
acento que no sabía identificar. —Sí, llegamos ayer.
—Es genial —dijo Ivonne con sus aletas en la mano—. Seguro que
conoces sitios estupendos. Nadie como alguien del lugar para mostrarte lo
mejor.
—Shusss, te va a oír.
Él que estaba hablando con los cuatro más mayores, se volvió con las
aletas y las gafas en la mano. Las dos sonrieron de oreja a oreja haciéndole
sonreír mientras se acercaba. —¿Listas?
—Son amigos que han venido a visitar la isla. Se van esta noche. No
os preocupéis por vuestras cosas. Ellos las vigilan.
—Ah… —dijeron las dos siguiéndole hasta la orilla—. ¿Les darás las
gracias de nuestra parte? No hablamos español.
—Lo hacen con gusto. —Al pasar a su lado rozó su antebrazo con el
suyo y su vello negro la hizo temblar por dentro. Madre mía, en la vida se
había sentido así por un hombre. Se metieron en el agua y se pusieron las
sino que si estaba lista para algo más. Y solo pensarlo, hizo que su estómago
diera un vuelco. Pero estaba segura de que quería algo con ese hombre, aunque
solo fuera sexo salvaje de vacaciones. —Lista para todo.
—Sí.
—¿Te gusta?
—¿Qué?
Claudia miró hacia arriba para ver el cielo. —¿Cuándo sube la marea
—Sí, mamá.
—Devolvérsela.
—¡Un avión!
Arturo nadó hasta ella. —Me cae bien tu amiga. Está algo loca.
—¿Y eso lo sabes por unos minutos? —Se puso las gafas aún molesta
pezón que rozó la piel de sus pectorales haciéndola gemir. Arturo la cogió por
los glúteos elevándola y se metió el pezón en la boca. Fue como si todo su
cuerpo gritara por más y al sentir sus labios subiendo por su cuello dejándola
caer, perdió el aliento mirando sus ojos pues sentía su sexo erecto a través de
las braguitas de su bikini. —¿Quieres esto?
Mierda. Se arregló la parte superior del bikini y se iba a poner las gafas de
buceo cuando tiraron otra moneda. —¡Espero que no hayas pedido un polvo!
—gritó mirando hacia arriba—. ¡Este pozo de los deseos no asiste peticiones
sexuales!
Mónica miró tras ella y chasqueó la lengua. —¿Te han dejado sola?
Típico.
—¿Perdón?
atrás.
—Por cierto. ¿De dónde eres? —La miró de arriba abajo. —¿Eres
inglesa?
—Totalmente.
—Y déjame adivinar… Eres…
—¿Cajera de supermercado?
—No lo dudo.
creer que después de que Arturo hubiera estado con ella, su amiga se hubiera
Riendo salieron del agua ante ella. —¿Por qué te fuiste? —preguntó
Yvonne acercándose corriendo—. Arturo me ha enseñado un fondo marino
precioso.
—¿Crees que me importa que te hayas acostado con él? ¡Me importa
mucho más que mi mejor amiga no se haya preocupado por no encontrarme al
salir de la gruta!
Arturo apretó los labios. —Es culpa mía. Le dije que seguramente
habías regresado a la playa y le propuse…
—Ahórratelo —dijo con desprecio girándose y empezando a caminar
hacia el sendero que llevaba hasta el hotel.
van los tríos? Pues a mí eso no me interesa, así que búscate a otra. —Soltó su
brazo con fuerza. —Y no vuelvas a tocarme, gigoló de medio pelo.
Estaba claro que quería dejarle los puntos sobre las íes. —Así que os
habéis acostado.
Lo que sí estaba claro era que Arturo la había besado, pero su amiga
no lo sabía, así que es como si para Yvonne no hubiera pasado. ¿Debía
decírselo?
—¿Sabes? Creía que iba a por ti cuando llegó a la playa, pero al final
ha pasado el día conmigo y me ha sorprendido, la verdad. —Su amiga se
metió en la cama desnuda.
Claudia sintió unas ganas terribles de gritar, pero solo dijo —No, ¿por
—¿Imaginando? —Le miró incrédula. —Te has pasado dos días con mi
mejor amiga. No creo imaginarme nada.
—Esperaba que hoy vinieras con nosotros y sobre lo de ayer, creo que
exageraste las cosas. Yvonne y yo solo somos amigos.
Le miró fríamente con sus ojos verdes. —¿Me estás diciendo que en
realidad estás interesado en mí, pero sales con mi amiga para pasarlo bien?
—Te repito que esperaba que hoy vinieras tú. —Parecía cabreado y
ella alucinaba con la manera de pensar de ese tío.
—Mira, deberías tener más cuidado con los sentimientos de las turistas
con las que juegas. —Se levantó de la hamaca recogiendo sus cosas. —¡Sobre
todo porque mi amiga llegó ayer a la habitación totalmente loca por ti!
—¿Ah, sí? ¿Acaso no intentó ayer por la noche que le hicieras el amor
en la playa?
preocupado, dije que había sido yo, pero fue tu amiga la que no le dio
importancia diciendo que nadabas muy bien y que estarías ya en la playa. Y
hoy por la mañana me dijo que habías quedado con un tío que habías conocido
ayer.
No se podía creer lo que oía. Le había mentido para estar a solas con
él. ¡Les había mentido a los dos! Eso significaba que le gustaba y mucho.
Estaba claro que Ivonne se sentía amenazada por ella. Arturo vio cómo se
levantaba y continuaba recogiendo sus cosas. —¿Qué haces? ¿Te vas?
—Pues no.
Teniendo en cuenta que la alerta que le había llegado había sido por
culpa de sus datos erróneos, debía cerrar esa boquita. Miró a Arturo de reojo
y susurró —Que lo paséis bien.
Él apretó los labios y respondió con mala leche —No, que lo pases
bien tú.
era amiga suya y le había mentido. Se había dado cuenta de que se sentía
atraída por Arturo, pero si su amiga había reaccionado así, era porque le
gustaba mucho. Tenía que ser eso, porque Ivonne nunca había sido mala
persona. Además, ella nunca tendría algo duradero con Arturo porque no
pensaba renunciar a su vida por ningún hombre, así que para qué darle más
vueltas. Habían sido unos besos. Solo unos besos. Debía dejarlo correr y
disfrutar de lo que le quedaba de vacaciones.
¿Qué ocurre?
—Me ha dicho que soy una caprichosa de mierda y que había hecho
todo lo posible por joderle el polvo contigo. Ah, y que también soy una
mentirosa manipuladora que no tengo la más mínima clase y que él tiene mejor
gusto. Que ya que le había jodido la aventura contigo, que se iba a casa en
lugar de perder el tiempo con la rubia egocéntrica. O sea, yo. Y me ha dejado
plantada en la ciudad.
No se podía creer que Arturo hubiera sido tan cruel con ella. La miró a
los ojos. —¿Por qué te ha dicho que eres una mentirosa manipuladora?
¡Por una vez quería que se fijaran en mí! A mí también me gustaba, pero no.
¡Arturo tenía que fijarse en ti de nuevo! ¡Cómo Jeff! ¡Cómo todos!
—Pero si ligas mucho más que yo. ¿Qué dices? —No salía de su
asombro.
evitarlo sobresaltándola.
—¡No lo sé!
portazo y volvió a abrir. —¡Por cierto, tus cifras eran una mierda y el satélite
ha dado mal la información que necesitábamos! ¡Ahora tendremos que
empezar de nuevo! ¡Ya que vamos a ser sinceras, lo seremos del todo! —La
señaló con el dedo. —¡Por cierto, yo jamás te habría hecho daño a propósito!
¡Sabías que me gustaba y me mentiste solo para superarme en esto como llevas
intentando hacer toda tu vida!
—Es mentira.
Se echó a reír al ver su rabia. —Más o menos tan lista como tú.
—Perdona.
pienso pegar un repaso que te pasarás las próximas tres semanas haciendo
cálculos.
—¡Cómo vuelvas a decir eso te arreo! —Le guiñó un ojo. —Ya que
estás lista para salir, me cambio y vamos a tomar una copa.
—No me apetece.
—¡Pues te fastidias! ¡Llevo aquí dos días por tu culpa! ¡Así que mueve
el culo!
turista que se te iba a escapar, pero que al final vas a conseguir llevarte a la
cama?
—Vas a ser mucho más que eso, preciosa. —La besó suavemente en
los labios y dijo con voz ronca —Nos vamos. Seguro que tu amiga puede
—¡Me cago en la leche, Claudia! —gritó fuera de sí—. ¡Me has roto
algo!
—Es una pena que no te rompiera las pelotas, capullo. —Se volvió
caminando hacia su amiga moviendo las caderas sensualmente y cuando llegó
ante ella puso una mano en la cintura. Yvonne inclinó el cuerpo hacia la
derecha con una sonrisa en la cara para ver a su víctima. —Ahí viene.
Los chicos que habían estado hablando con Yvonne se echaron a reír a
—No nos van a detener. —Al ver que Arturo la miraba como si
quisiera cargársela dijo —Sí, igual es hora de irse.
habían pagado con las prisas. Yvonne se encogió de hombros. —Ya pagará
Arturo.
—En la guía dice que es una de las calas más bonitas de la isla. —
Miró a su alrededor con desconfianza y su amiga se echó a reír a carcajadas.
—¿Qué?
—¿Crees que nos ha seguido hasta aquí para saltar sobre nosotras en
—¿Estás encoñada?
—Venga, ¿no decías que podíamos tenerlo todo? ¿Una familia, hijos y
todo ese rollo?
cagando leches.
antes?
—Y no me importa.
—Pues básicamente… Sí. —La miró con rencor. —Te odio. —Yvonne
se echó a reír a carcajadas y se levantó cogiendo su bolsa. —¿A dónde vas?
Mierda, pensó para sí mirando esos ojos azules. Forzó una sonrisa. —
Buenos días.
—Claudia…
—¿Sí?
como para marearse de gusto. Sus ojos bajaron hasta sus labios. —¿Ves? En
este momento estás pidiendo que te bese, pero después te cabreas, sales
huyendo, me rompes un dedo o tu amiga nos da por saco. Te quedan unos días
para estar aquí, así que te voy a preguntar claramente lo que quieres, ¿de
acuerdo?
—Mientras estés aquí estarás conmigo. —No era una pregunta y ella
levantó las cejas. —Di que sí.
—Ya veo…
—¿Tu casa?
Madre mía. Qué hombre. Arturo cogió su bolsa y ella la toalla. —¿De
verdad te he roto un dedo?
—Lo sé, pero no quiero que esté sola durante las vacaciones. No es
justo. Es mi mejor amiga.
perdido dos días! —Se pasó una mano por su pelo negro y suspiró. —Mira,
hoy pasaremos el día juntos y mañana ya veremos. Igual no nos llevamos bien
en la cama. —Claudia levantó ambas cejas. —¡Era una hipótesis! Nos irá
estupendamente en la cama.
Una mujer que pasaba con su hijo hacia la playa, jadeó tapando al niño
los oídos dejando caer la sombrilla. Arturo siseó —Esto mejor lo hablamos en
mi casa. —Tiró de ella hasta un Jeep descapotable de color gris. —Sube,
nena.
—¡Déjate de rollos!
—Me lo imagino.
—Sí, ya. —Miró el paisaje y se dio cuenta que estaban subiendo por
una colina. —¿Estamos muy lejos de tu casa?
—Económicas.
—Oh… —Vio que pasaban por una mansión de lujo. —Como esa.
—Como esa. Así que si vendo tres al año, puedo vivir muy bien.
—Entiendo. ¿Por eso sabes alemán? Aquí hay una población alemana
muy amplia, ¿verdad?
—¿Es aquí? —preguntó sorprendida porque sabía que esas casas eran
de lujo. Tenían vistas a la costa y eran las que compraban los famosos para
pasar sus vacaciones.
Claudia abrió los ojos como platos al ver una casa hermosísima. Era
—¿Te gusta?
—Me la compro. —Divertida bajó del coche sin poder quitar los ojos
de la cascada que había en un lateral.
paraíso —susurró mirando a su alrededor. Podía ver una cala a su derecha que
apenas tenía gente y varios barcos veleros que habían anclado cerca de la
costa.
—Claro.
Empujó con el pie una puerta al fondo del pasillo y Claudia protestó
—Ten cuidado, tienes que venderla.
—Así me gusta, que mires por mis intereses. —La dejó caer sobre la
cama y Claudia soltó un gritito por la sorpresa. —Shusss. A ver si Juan va a
pasar por aquí a ver qué ocurre…
vaqueros dejando ver unos bóxer negros. Se quedó en ropa interior dos
segundos después y Arturo levantó una de sus cejas negras divertido. —
¿Quieres que siga?
Se bajó los bóxer sin ningún pudor y Claudia vio que estaba muy
excitado, provocando que la sangre corriera alocada por sus venas sintiendo
un deseo arrollador. —¿Ahora quieres que te desnude a ti? —preguntó con voz
ronca alterando su respiración.
Arturo arrodilló una pierna en la cama y llevó una mano hasta el lacito
de su cadera. —Esto va a ser fácil.
—No te creas.
gritar de placer antes de chupar con fuerza. Él acarició el valle de sus pechos
con sus labios antes de colocarse entre sus piernas, haciéndose espacio para
acariciar con su miembro sus húmedos pliegues. Claudia jadeó arqueando su
cuello hacia atrás sintiendo como entraba en ella lentamente. Tan lentamente
que sintió como todo su cuerpo se tensaba por recibirle. —Joder, nena. Me
abrasas —susurró contra su oído antes de salir con rapidez para entrar de
nuevo con fuerza. Claudia gritó de placer abrazándose a su cuello desesperada
porque lo repitiera—. ¿Te gusta, preciosa? —Lo repitió antes de que pudiera
horcajadas. Sujetando sus muñecas para que sus manos se agarraran al borde
del cabecero, le impidió que se moviera al apretar sus caderas con firmeza.
Sin aliento bajó la cabeza para mirarle y Arturo levantó sus caderas. Al estar
de rodillas gimió al sentir que salía de ella, pero Arturo apoyó los talones
sobre el colchón y movió las caderas con contundencia, tan rápido y tan fuerte
que Claudia sintió que todo su cuerpo se tensaba con fuerza estremeciéndose
en un orgasmo increíble. Con la respiración agitada él se detuvo acariciando
sus nalgas antes de tumbarla de espaldas de nuevo.
—¿Seguro?
Abrió los ojos sorprendida y se pasó una mano por la mejilla. Giró la
cabeza hacia él. —Eres el mejor.
Fueron los días más felices de su vida. Quedaban con Yvonne por la
mañana y visitaban la isla, aunque su amiga la mayoría de las veces tenía algo
de resaca porque había conocido a un grupo de Londres que se pasaba casi
todas las noches de juerga. Ellos la dejaban en el hotel por la tarde y
disfrutaban de sus noches juntos. Arturo la llevó a cenar a sitios increíbles y
intentando animarla—. Dile que quieres seguir teniendo contacto con él.
—Nada. —Sentía que se moría por dentro por tener que irse al día
siguiente, pero él no le había dicho nada al respecto durante sus vacaciones,
así que suponía que solo quería una aventura.
—¡Sí, pero él vive aquí y yo allí! ¿Crees que mi trabajo podría hacerlo
aquí? ¿O que él vendería casas allí? Déjalo, ¿quieres?
Salió porque no quería seguir teniendo esa conversación y frunció el
ceño al ver que Arturo no estaba en la habitación. —¿Cariño? —Se giró para
mirar el pequeño pasillo que llevaba hasta la puerta y sin comprender por qué
se había ido sin avisar, se quedó mirando el croquis de salida en caso de
emergencia.
Sus ojos dejaron salir las lágrimas que corrieron por sus mejillas sin
darse cuenta, intentando encontrar una explicación a todo eso. Arturo no podía
haberles robado. —Dios.
bloquear las cuentas. Vamos a comisaría. No llores, ellos nos dirán qué hacer.
que le habían dado. La casa estaba vacía desde hacía tres meses como les dijo
la agencia inmobiliaria que la llevaba.
—Restriégamelo.
Eso hizo reír a Claudia que no se podía creer que le entrara la risa en
que para él hubiera sido todo una farsa, pero para ella había sido muy real. Lo
más real que había sentido nunca y sabía que si no encontraba algo así de
nuevo, nunca tendría pareja y por lo tanto no tendría hijos. Él le había
arrebatado mucho más de lo que creía y le odiaba por ello.
Capítulo 4
—El nuevo prototipo es una mierda. ¿Te vale con eso? Los chips no
funcionan correctamente.
—Pues los han hecho mal de nuevo. Debemos revisarlo otra vez desde
el principi… —Alguien llamó a la puerta abierta con dos golpes y ambas
miraron hacia allí para ver al dueño de la empresa y director general. Phill
Hunter les sonrió. —Chicas, ¿tenéis un minuto?
Phill apretó los labios. —¿Recordáis que antes de iros os dije que iban
a comprar gran parte de las acciones de la empresa? ¿Qué sería una inyección
de capital que nos impulsaría a Asia?
—Lo recuerdo. —Muy tensa miró a su amiga. —¿Qué ocurre con eso?
—Se ha retirado la oferta. —La miró con sus ojitos castaños como si
fuera una auténtica inútil. —¡Y la razón es, que les han vendido la información
que necesitaban para adquirir la empresa y toda esa información la tenían en tu
ordenador! Me podías haber informado que tenías el desarrollo de siete
prototipos en él, ¿no crees?
—Tú siempre tan pragmática. Aún hay que enviarlo ahí arriba.
conseguido?
—Bueno, hay que probarlo, pero sí. El trabajo está casi terminado. —
Se volvió hacia el satélite. —Lo más difícil es que los propulsores soporten el
trayecto.
Phill apretó los labios y suspiró sentándose en uno de los taburetes que
había ante el panel de control. —Daniel Gombert me acaba de llamar. Dice
que invertirá en nosotros si podemos demostrar que ese chisme funciona.
Yvonne entrecerró los ojos y sonrió con malicia. —No es eso, Claudia.
—GWC.
—Oh, sí. Me muero por verle la cara a ese tipo. —Claudia fue hacia la
puerta que se abrió en ese momento.
laboratorio con otros dos hombres que iban vestidos con trajes hechos a
medida al igual que él. Claudia apretó los puños al ver que Arturo, ignorando
a los hombres, se acercaba a ella con las manos en los bolsillos del pantalón
mirándola a los ojos. Después sonrió con descaro mirándola de arriba abajo.
Sabía que estaba hecha un desastre, pues llevaba dos días sin dormir. Había
parece? Y todo gracias a vuestro trabajo. —Le advirtió con la mirada para que
cerrara la boca. Yvonne apretó los labios mirándoles con odio y Phill forzó la
sonrisa. —¿Qué les parece nuestro nuevo juguete?
—Disculpe.
las pelotas más de lo que lo ha hecho nadie. —Se quitó la bata furiosa y la tiró
al suelo ante Arthur mirándole con odio. —No trabajaría para ti ni muerta,
cabrón.
había reído de ella y que todavía lo hacía. Que se hubiera presentado ante ella
con esa sonrisa en la cara, era tan humillante que solo quería esconderse para
llorar. Yvonne la esperaba fuera y la cogió del brazo tirando de ella por el
pasillo.
bolso porque necesitaba las llaves de su casa y volvió a abrir la puerta para
—¿Ocurre algo?
Yvonne se dio la vuelta para encontrarse con Jeff. —Pues sí. Ya que no
te voy a volver a ver, te diré que me gustabas, pero como estabas tan ciego
pendiente de Claudia, que pasaba de ti como de la mierda, has perdido la
oportunidad de echar el mejor polvo que hubieras echado en tu vida. —Entró
en el ascensor mirando sus ojos azules. —Tú te lo has perdido.
Claudia respiró hondo sabiendo que tenía razón y rezó porque aquel
chisme llegara al hall cuanto antes. Cuando se abrieron las puertas, salieron
del ascensor para ver a diez tíos de seguridad ante ellas con las manos en las
culatas de las pistolas de manera amenazante.
—No hasta que sean registradas para asegurarnos que no llevan nada
que pertenezca a la empresa. —El jefe de seguridad dio un paso hacia ellas.
Al salir Martin intentó cogerlas del brazo de nuevo, pero al ver que le
miraban como dos gatas montesas a punto de atacar, carraspeó diciendo —
¿Me acompañan?
Ese tío era más imbécil de lo que pensaba. Sin decir una palabra llegó
Phill no sabía qué decir, pero Arthur no tenía ese problema porque se
echó a reír divertido. —Sabía que tenías carácter, nena. Pero te recuerdo
con la clave?
—Tú sabrás.
Claudia metió sus cosas en el bolso a toda prisa y Arthur vio cómo se
daba la vuelta. —Un momento. ¿Esto no es tuyo?
Se volvió para ver una memoria externa que no había visto en su vida.
—No. No lo es.
—Igual deberíamos ver qué es lo que contiene. ¿Tú que crees, amigo?
—Apostaría que tiene todos los planos del proyecto del satélite. ¿Qué
pretendía al llevárselo de la empresa? ¿Venderlo a la competencia? —Sonrió
a Yvonne que apretó los puños furiosa. —Creo que deberíamos llamar a la
policía, ¿no crees Arthur?
—Por ahí no… —susurró Phill—. ¡En cuanto salgan por la puerta
tendrán veinte empresas de todo el mundo reclamándolas! Solo estaban aquí
porque les interesaba el proyecto y porque les prometí que después de esto
podrían trabajar en lo que quisieran.
Arthur apretó las mandíbulas viendo el dolor en sus ojos. —No fue así.
toda prisa. Cuando se cerraron las puertas Yvonne la abrazó por los hombros.
—Tranquila. Empezaremos de nuevo en otro sitio.
—Dios. Todavía no me puedo creer que esté aquí. —La miró con
lágrimas en los ojos.
—Todo ha sido una trampa, Claudia. —La miró sin entender. —Nos
han manipulado para acelerar el proyecto. ¿Quién sabía que nos íbamos de
vacaciones a Mallorca? ¿Phill y nuestros padres? No creo que nuestros padres
estén metidos en esto. Te enviaron los fallos en las cifras el primer día de
Pensó en quien podría saber una cosa así y recordó como un día
tomando un café su ayudante le preguntó si se llevaría el trabajo de vacaciones
y ella había dicho que ni loca y que no la molestaran a no ser que fuera
estrictamente necesario.
furiosa por lo que había ocurrido, provocó que terminaras el proyecto para
salvar tu orgullo profesional. Porque quien te conoce un poco, sabe que nunca
dejas el trabajo a medias. Nos han puesto en el límite para acelerar el
resultado. ¿Por qué crees que no nos despidieron después del robo del
ordenador? Cualquier jefe se hubiera puesto de los nervios porque los
en seco. —¿Y por qué lo hizo él mismo? Si querían presionarme con el robo
del ordenador, ¿por qué esperó hasta el último día de vacaciones?
Llamaron al portal y fue a abrir a Yvonne que iba a ayudarla con sus
cosas. Pulsó el botón de al lado de la puerta y siguió sacando libros.
Se dio cuenta de que no había abierto la puerta del piso y fue hasta allí
—Eso ya lo veremos.
—No es otro de mis juegos. Aquí no faroleo. He tenido dos días para
encontrar algo de lo que pudiera tirar para impedir que os fuerais y tu amiga
me lo ha proporcionado. Te aconsejo que le preguntes de dónde sacó ese
coche rojo que le gusta tanto.
A Claudia se le cortó el aliento porque le daba la sensación de que
hablaba en serio y levantó la vista para mirar sus ojos azules. —¿De qué
hablas?
Furiosa cerró los puños con fuerza sintiéndose impotente, sin darse
cuenta de que tenía una figura de cristal en la mano que se rompió, clavándose
con fuerza en la palma. Atónita miró la figura rota por la mitad, dejándola caer
al suelo mientras la sangre manchaba el suelo de parquet. Se levantó a toda
prisa y fue hasta la cocina cogiendo un paño limpio y envolviéndose la mano.
casa. Apretó los labios con fuerza al ver el Porche rojo. Sería idiota. Se metió
en el coche dando un portazo. —¿Qué ha pasado? ¿Te has cortado?
—Llévame al hospital.
—Fue un regalo.
Yvonne la miró con cariño. —Con todo lo que tienes encima, ¿todavía
te preocupas por mí?
—Y lo haré siempre.
—Crees que alguien que va hasta Mallorca y monta este tinglado para
asegurarse de que está invirtiendo su dinero correctamente, ¿no tiene trapos
sucios? Los tiene a montones, solo tengo que encontrarlos. —Se levantó de
repente paseando entre las cajas de un lado a otro como hacía cuando buscaba
la solución a un problema. —Necesito encontrar algo que nos libere. Mierda,
Jack me va a matar cuando se entere de que no vamos a Washington. Nos están
esperando para poner en marcha el reactor.
Yvonne suspiró pasándose las manos por la cara cuando la miró con
los ojos como platos. —Ya se lo que podemos hacer. —Se detuvo mirándola
impaciente. —¿Recuerdas la reconfiguración del GPS del satélite?
—Sí.
—Tiene una clave de acceso que solo tenemos nosotras para que no
roben el satélite en el espacio hackeándolo, ¿no es cierto?
—Sí, fue una de las nuevas especificaciones para que nadie lo trajera
de vuelta para desmontarlo y saber cómo van colocados cada uno de sus
componentes. Para que así no pudieran imitarlo.
—Exacto. Para que nadie nos lo robara cuando ya esté fuera de nuestro
alcance. Pero, ¿y si lo reconfiguramos para que nadie en absoluto tenga acceso
a él ya desde nuestra empresa?
sonriendo. —¿Diga?
—Nena, ¿te crees que soy estúpido? Eso no va a pasar y menos ahora
que estoy avisado…
—¡Pues ahora ya lo sabes! ¡Por eso sabía que te ibas! Ese tío es… —
Y gritó más alto mirando a la pared como si estuviera allí —¡Eres un cabrón!
¿Me oyes? ¡No vas a poder con nosotras!
—¡Te odio!
—Una chorrada como que le quiero. ¡Ja! ¿Te lo puedes creer? Por
cierto, ahora sí que es nuestro jefe. ¡Ha firmado el contrato!
hay micros!
—Como que te lo voy a decir. Y nena… espero que esa tontería sobre
que estás con otro sea un bulo, porque si no me voy a poner de muy mal humor
—¡Qué te den!
—Shusss, habla más bajo. Aquí no sé si nos escucha. Creo que no por
el ruido del agua, así que susurra.
—¿Perdón? Ni loca.
—La que estás loca por él eres tú, por eso estás tan dolida. Es tu
oportunidad de vengarte. Puedes conseguir lo que necesitas estando a su lado y
después pegarle una patada en las pelotas. De manera figurada, aunque si
quieres pegársela de verdad por mí perfecto.
—¡No pienso acostarme de nuevo con él! ¡No pienso caer tan bajo!
raro que te quitaras las bragas nada más verle, pero reconoce que aún te
sientes atraída por él y no le costará llevarte a la cama si se empeña. Tú
disfruta, pero después… ¡Zas!
—¿Zas?
—Cielo, ¿y crees que tendrás que fingir que te gusta? ¡Te gusta!
—¡No!
Yvonne hizo una mueca. —Dile que lo siento. Que ha sido culpa mía.
—Y yo trabajar contigo.
nuestro nuevo jefe, Arthur Wagner, pretende que cumpla el contrato íntegro.
—Entiendo, así que va por las malas. Ten cuidado con él. No es buen
enemigo.
—Esa misma.
—Lo haré.
—Querían ocultar que son los todopoderosos del negocio. Por eso
Phill está tan contento y les consiente en todo. Y por eso decía tu novio que no
trabajarías en el país. Él podría hacerlo. De hecho, podría hacer que no
trabajáramos en este continente. Si quisiera, claro.
—Es tu madre.
—Me alegra oírlo —dijo Arthur de mala leche. Fulminó con la mirada
a su amiga que puso cara inocente—. Nena, deberías mirar la pantalla antes de
contestar.
—Es que todavía no te he sacado una foto. Las tenía en el otro móvil,
¿recuerdas?
—Pero se la devolviste.
—¡Tendría que estar loca! ¿Crees que lo voy a olvidar todo y seguir
como si nada?
resultados increíbles. —Tenía que reconocer que era muy listo. —Y ahora que
podemos relajarnos, era momento para que supieras la verdad.
—¿Por qué lo hiciste tú? ¡Por qué no contrataste a alguien para que me
robara el último día!
—Estás loco.
Alucinaba con el morro que tenía su amiga, pero Yvonne sonrió con lo
que le contestó Arthur, así que se acercó a ella para pegar la oreja a ver si
escuchaba algo.
—¿Está enfadada?
—Está furiosa. Tus flores han seguido el mismo camino que el móvil.
—Me lo imaginaba.
—Sí claro, para que se cabree más. Mejor llámala y díselo tú. Ah, que
no puedes. Uy… que pena. —Colgó el teléfono reteniendo la risa antes de
—¡Bruja!
Una mujer que pasaba por la acera reprimió una risita. —Tu novia no
está muy contenta contigo.
conmigo!
metieran tanto la nariz en su vida. Igual en internet… Eso le hizo recordar que
no tenía ordenador y que su nuevo jefe le debía uno. Y vaya si se lo iba a
cobrar. Con creces.
Capítulo 6
Era increíble la cantidad de cosas que tenía. Era agobiante tener que
recogerlo todo de nuevo y cuando solo había pasado media hora, decidió
darse una ducha para acostarse temprano. Mejor se daría un baño. Así se
relajaría para el día siguiente, que iba a ser algo estresante. O al menos eso
creía si tenía que verle la cara a ese idiota. Se puso una bata de seda azul y fue
hasta la bañera abriendo los grifos.
Como no habían llamado desde abajo creyó que era su vecino, porque había
quedado en darle la llave a él en lugar de a su casera porque estaba de viaje.
Mierda, otra cosa que tenía que arreglar. Si la señora Roberts ya había
comprometido el piso, tendría que buscarse otro. Abrió la puerta sonriendo y
entrecerró los ojos al ver a Arthur al otro lado con un papel en la mano
mostrándoselo. —Tu amiga no ha perdido el tiempo. Este es el presupuesto de
la reparación de su Porche que al parecer tengo que pagar yo. Me lo ha
enviado por mail.
pero él abrió lentamente la puerta haciendo que sus zapatillas resbalaran por
el parquet poco a poco. Él soltó la puerta en cuanto entró en el piso y Claudia
cayó al suelo aún agarrada al picaporte. Gruñó mirando sus zapatos italianos y
se puso de rodillas intentando no hacer más el ridículo. —¿Qué quieres?
era posible que le acariciara el dedo gordo del pie y se pusiera a mil?
Hipnotizada vio como le doblaba el dedo con delicadeza y decía con voz
ronca —No está roto.
—Claudia…
—¿Ah, sí? —preguntó con burla—. Claro que hay algo más. ¡Muchas
mentiras y que te has reído de mí lo que te ha dado la gana! ¡Y un prototipo de
un satélite que al parecer te importa muchísimo! —Fue hasta la puerta y la
abrió. —Ahora lárgate de mi casa porque antes de acostarme contigo de nuevo
lo hago con el primero que pase.
—Piénsate bien eso que acabas de decir. —Muy serio se acercó hasta
mía y lo sabes.
acarició su cuello mientras Arthur abría su bata ansioso, antes de llevar una
mano a su pecho y acunarlo suavemente para rozar su pezón con el pulgar. Ella
gritó en su boca y Arthur la miró sujetándola por la cintura al ver que se le
doblaban las rodillas. —Nena, no te voy a hacer el amor hasta que me digas
que me deseas.
Su voz se hizo paso entre la neblina de su deseo y abrió los ojos. Jadeó
al darse cuenta de lo que había hecho y le arreó un tortazo.
sobre el sofá y cuando apartó su boca, gritó al sentir como agarraba un pezón
entre sus labios. Eso provocó que todo su cuerpo se tensara y arqueó la
espalda mientras él le acariciaba el vientre llegando hasta la goma de su
braguita. Claudia gimió al sentir sus caricias en los húmedos pliegues de su
sexo. Al sentir que apretaba su clítoris entre sus dedos, Claudia gritó de
éxtasis mientras él susurraba a su oído lo maravillosa que era sin dejar de
acariciarla para alargar su placer.
—Capullo.
ella cerrando el grifo y cogiéndola del hombro la sacó del agua para ver que
estaba sangrando por la frente. —¡Joder! —La cogió en brazos y la llevó hasta
la cama, tumbándola sobre el edredón blanco antes de tocarle el pulso y
comprobar que respirara. Suspiró del alivio antes de sacar su móvil sin dejar
de mirarla. —Nena, me necesitas más de lo que crees.
existencia! —gritaba ella a su amiga que observaba el gran apósito que tenía
en la frente. Entrecerró los ojos—. Es un espía ruso que intenta bloquear que
los ingleses les adelantemos en espionaje espacial.
—¡El médico dice que necesitas dos semanas de reposo! ¿Y ahora qué
hacemos? ¡En dos semanas ese chisme tiene que estar perfecto para la subasta!
en malas manos?
—¡Eres alemán!
—Furiosa.
—¿No me digas? —Se quitó una pelusa imaginaria del brazo y sonrió
encantada mientras Yvonne retenía la risa. —Es una pena que el médico haya
dicho que necesito reposo, ¿a que sí?
—No te pongas rebelde ahora. ¡Miles de familias dependen de esos
puestos de trabajo!
Gimió dejándose caer sobre las almohadas y cerró los ojos. —Me
duele la cabeza.
—¿Aprovechado yo?
—Soy un genio.
Arthur reprimió la risa al ver en sus ojos que quería matar a alguien y
le cogió la otra mano besándosela. —Vamos a ver. Eres una científica
buenísima y tengo una suerte enorme de que trabajes para mí y que me
perdones mis estupideces. —Le miró con desconfianza. —Te prometo que
después de este proyecto, podrás trabajar en lo que quieras.
—Ey, ey. Eso tiene pinta de ser muy peligroso. Piensa en algo que no
haga estallar medio país por los aires. ¿Qué te parece un nuevo motor que casi
nena. Pero antes termina el satélite y esos proyectos que tenías en marcha.
Tienen buena pinta.
—Vapor…
piramos a Washington.
—¿Ah, sí?
—¿Eres español?
—Eso es obvio. Con lo listo que se supone que eres, deberías haberte
dado cuenta, ¿no crees?
—Ah, no. ¡Si en seis meses no hay resultados, pasáis a otra cosa! Esto
no es una universidad con presupuesto donado. ¡Lo saco de mis bolsillos y
quiero resultados! —Miró a Claudia a los ojos. —Ahora tengo que irme. —
Se acercó para darle un suave beso en los labios. —Tómate la pastilla y
—¡Serás explotador!
tarjeta de la empresa.
Pensándolo bien tenía razón. Gimió cerrando los ojos. —En este
momento solo quiero dormir. —Se volvió dándoles la espalda.
—La tarjeta.
Miró sobre su hombro para ver como su amiga miraba entre sus veinte
tarjetas de crédito buscando la de la empresa. Tuvo que sonreír al ver la
Entrecerró los ojos. —Tienes razón. Puede que ahora nos guste el
proyecto del motor, pero con él nunca se sabe. Igual mañana quiero meterle el
satélite por donde no sale el sol. Con él estoy en una montaña rusa que nunca
sé a dónde va a llevarme.
—Gracias.
—De nada. Para que luego digas que no soy buena amiga. Hasta me
molesté en sacar la tarjeta de tu móvil y meterla en el nuevo.
Claudia hizo una mueca. —Sí, tienes razón. Un poco pardillas sí que
somos. —Suspiró cogiendo el vasito y se metió la pastilla en la boca. Cogió el
vaso de agua de encima de la mesilla para beber. —Bueno, nos debe unas
—¡Pues eso! Se os enviarán las instrucciones del viaje por mail. Avisa
a tu equipo.
sí.
—En parte. Tengo cuatro días libres y he pensado que podía pasarlos
con mi ingeniera favorita mientras montan ese chisme.
hable así?
—Me gusta más la otra parte del negocio —dijo con voz ronca
mirando sus labios. Notó como se excitaba bajo su trasero y Claudia sintió que
le faltaba la respiración.
—¡Venga ya!
Daniel se echó a reír divertido. —Me parece que estos días con
vosotras van a ser de lo más entretenidos.
—No lo sabes bien —dijo Arthur comiéndose con los ojos a Claudia,
que se puso como un tomate.
recogió su enorme bolso que estaba a los pies de Arthur para sacar el
ordenador portátil.
Arthur apretó los labios al ver que sacaba la bandeja del brazo del
asiento antes de colocar su ordenador encima. —Nena, ya has revisado las
cifras seis veces.
—Ya las repasa ella por mí. —Se encogió de hombros. —De todas
maneras, siempre lo hace. Es una controladora de primera.
modelito es nuevo?
Arthur bufó como si no pudiera con ella y se volvió hacia Claudia que
ya estaba totalmente concentrada en el trabajo y les ignoraba totalmente. —
Estupendo.
como si quisiera devorarla, pero ella no se dio por aludida, aunque lo había
escuchado todo. Una hora después se dio por vencida a trabajar algo, porque
su amiga no hacía más que interrogar a Daniel sobre su vida. Era increíble lo
que podía sacar a un hombre en una charla. Podría trabajar para el FBI. Hasta
le había contado que tenía un proyecto muy interesante con una fibra de
internet que sería revolucionaria.
Cerró la tapa del ordenador y Arthur sonrió alargando la mano. —Ven
nena, siéntate a mi lado. Hace tiempo que no hablamos.
Yvonne dijo con los ojos como platos —Mierda, ya me veo durmiendo
en una litera rodeada de musculosos astronautas con el pecho sudoroso
después de hacer abdominales durante una hora como en la teniente O`Neill.
conmigo a base de engaños, creas que tienes la más mínima posibilidad de que
te perdone y haga como si fuera amnésica para recibirte con los brazos
abiertos y gritarte con ilusión “Venga Wagner, arráncame las bragas que lo
estoy deseando”? —Se acercó a su cara y le gritó —¿Crees que eso me pone
nerviosa? Cualquiera se daría cuenta de que estoy cabreada, pero tú, estúpido
descerebrado, lo retuerces todo a tu conveniencia.
—¿Avanzar? ¡No vamos a avanzar nada! ¡El único nexo de unión que
hay entre nosotros, es un satélite y una amenaza a mi mejor amiga! Si eso no
existiera, estaría encantada de perderte de vista.
En ese momento Arthur se echó a reír y atónita vio que los demás
también se reían. Gruñó levantándose y fue hasta el baño dando un portazo. La
puertecita rebotó antes de cerrarse dándole en la nariz y gimió tapándose la
cara.
—Nena, ¿estás bien?
—Puede que te haya mentido, pero me preocupo por ti. —Hizo una
mueca y cogió una toalla mojándola antes de pasársela bajo la nariz. —Inclina
—No es nada.
sentirse segura entre sus brazos… Era una tortura privarse de todo eso cuando
lo tenía al alcance de la mano. Disfrutó de las suaves caricias de sus labios y
cuando atrapó su labio inferior acariciándolo con la lengua, Claudia gimió
abriendo su boca deseando que entrara en ella y para demostrárselo, acarició
otra vez, la llevó a un punto de no retorno que casi la vuelve loca, hasta que
—Perfecto.
—Sí, jefa.
—Hablo en serio. Estaremos allí para trabajar. —Le cogió por las
mejillas para que la mirara a los ojos. —Solo tengo un prototipo y nada puede
salir mal. Quiero que esté totalmente concentrada en lo que ocurra y que esté
—De nada.
Movió las caderas contra ella y Claudia gimió cerrando los ojos
sintiéndole aún dentro de ella. —¿Así que no te distraigo? —preguntó con voz
ronca besándola en el cuello.
Levantó una ceja mirando a Arthur, que ahora desayunaba frente a ella
mientras sus amigos lo hacían al otro lado del pasillo observándoles
divertidos.
—¡Sí!
los planes. Se sintió culpable después de todo lo que su amiga había trabajado
y no era justo que si quería pasar tiempo con Daniel, ella se lo fastidiara.
—Eres la mejor.
—¿Y me quieres decir que voy a hacer cuatro días allí sin ti? —Arthur
parecía atónito.
—Uy, uy, uy… está cogiendo fuerzas —dijo Yvonne antes de beber su
café—. No le vas a ver el pelo. Cuando come así antes de trabajar, es para
acumular reservas. Lo hace inconscientemente.
—¡Eso sí que no! ¡Las noches estarás conmigo! —Arthur la señaló con
el dedo. —Te lo advierto, como no estés en el hotel a las seis, me voy a
cabrear.
—Totalmente.
—Todo, lo pediría todo. —Ella se echó a reír. —Pero sobre todo estar
contigo y que me perdonaras.
Yvonne sonrió. —Lista para ver el juguetito que llevamos dos años
construyendo.
—¡Seguidlo!
—Cien mil pies de altura —dijo Bruce—. Ciento veinte mil pies.
Se volvió para mirar sus ojos. —Yo dirijo este proyecto y digo que
está bien.
—Datos de temperatura.
—Lo tenía previsto —respondió a Arthur muy seria—. Son las nuevas
placas.
soportaba el esfuerzo.
Sin darse cuenta miró a Arthur, que la observaba de una manera que le
subió la temperatura. Se tapó el micro y susurró —¿Quieres controlarte?
Estamos trabajando.
—Sí, pero lentamente. Está mucho más cerca del sol y eso no ayuda —
respondió su amiga.
—No.
Su amiga dio a un botón. —Abrir las placas. Vamos a ver hasta dónde
llega este pequeño.
—¡No!
Dos soldados se acercaron a ella y asombrada gritó cuando la cogieron
de los brazos —¡Suélteme! ¡Este es un proyecto civil! ¡Esto es ilegal!
—¡No!
Los dos militares la arrastraron hasta una habitación al final del pasillo
y en cuanto abrieron la puerta la empujaron a su interior. Claudia cayó de
rodillas al suelo y escuchó el portazo. Con la respiración agitada se volvió
aún de rodillas y se levantó a toda prisa tirándose a la manilla de la puerta,
pero la habían encerrado. Golpeó la puerta varias veces. —¡Sáquenme de
aquí! ¡No tienen derecho a retenerme! —Volvió a golpear con fuerza y diez
minutos después agotada y con las manos doloridas, se dio por vencida. Se
volvió mirando a su alrededor y solo había una mesa rectangular y cuatro
sillas de acero. Se sentó agotada intentando reprimir las lágrimas de la
impotencia. Apoyó los codos sobre la mesa intentando relajarse, pero
apretaba las manos compulsivamente pensando en que iba a perder dos años
de trabajo. Pero lo que realmente la había dejado en shock era que Yvonne y
Arthur se hubieran comportado así. Intentó encontrar una razón durante la
primera media hora, pero no podía entenderlo. Cuando se calmó un poco, la
rabia dio paso al dolor. Dolor porque Arthur la había traicionado de nuevo.
Estaba claro que sus sentimientos le importaban una mierda y que todo tenía
que hacerse a su manera. Pero eso se había acabado. Y sobre Yvonne…
respiró profundamente negándose a llorar más por ellos. Estaba claro que era
hora de empezar de nuevo.
Capítulo 9
te comportes como una profesional y acates las órdenes como todo el mundo!
¡Que sea tu pareja no significa que puedas hacer lo que te dé la gana!
necesitan otro ingeniero te tienen a ti. Ya que has decidido tomar decisiones
que me corresponden a mí, puedes seguir haciéndolo. Al parecer te va muy
bien. —Él la miraba como si le hubieran salido dos cabezas y Claudia le
rodeó yendo hacia la puerta. —Ahora si me disculpas, creo que voy a comer
algo ya que no lo he hecho en diez horas.
soy estúpida dejé que lo que siento por ti me nublara el juicio. Pero eso no va
a volver a pasar. —Abrió la puerta furiosa. —No quiero volver a saber nada
de ti.
Claudia se echó a reír sin ganas. —No te esfuerces por mí. —Pasó a su
lado arrastrando su trolley.
—¡Exacto! Si se destruía…
Claudia perdió los nervios. —Fue por eso, ¿verdad? —Se echó a reír.
—No fue por el satélite. Fue por mi patente de la aleación desde el principio.
poder.
—No queríamos decirte nada hasta que terminaras las pruebas del
prototipo.
—Claro, para que estuviera tan entusiasmada con el satélite que todo
me diera igual. Además, me deslumbrarían los cien millones, ¿no es cierto?
describirlo. —Sonrió con pena. —Lo que hubiera sido justo es que hubieras
sido sincero desde el principio, pero al menos te has llevado unos cuantos
orgasmos. Espero que te hayan aprovechado.
ella lo quería todo, pero estaba claro por como tenía su corazón en ese
momento, que lo mejor era centrarse en su carrera. Aunque lo único que quería
en ese instante era morirse de la pena.
Revisando los mails pasó por alto los de Yvonne y los de Arthur antes
de enviarlos a la papelera. Cuando sonó el teléfono de su mesa lo cogió
esperando los resultados de las últimas pruebas de su prototipo de motor. —
Alan, ¿tienes los resultados?
indicaba que era una llamada del exterior del complejo. —¿Hola? ¿Me oye?
No sabía qué responder sobre todo porque lo único que quería era
gritarle dolida que la había traicionado por dinero. Yvonne suspiró al otro
lado de la línea. —No quería engañarte. Daniel me dijo que era mejor que no
—Si me llamas para que firme para que así puedas cobrar tu parte, te
has equivocado totalmente. No vuelvas a molestarme. —Colgó el teléfono. Se
mordió el labio inferior negándose a sentirse culpable por colgarle el teléfono.
Con curiosidad, que sabía que no le hacía ningún bien, fue hasta el
icono de la papelera y abrió el mensaje de Yvonne que aún no había eliminado
del todo. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver una foto de las dos juntas
riendo el día de su graduación en el instituto. Abrió otro correo para ver otra
foto de ellas dos con seis años riendo a la cámara. Sonrió sin poder evitarlo al
ver que les faltaban varios dientes mientras una lágrima caía por su mejilla.
Habían sido muchas cosas juntas, pero la traición era difícil de superar. Al
abrir otro mail sin querer le dio a uno de Arthur y apretó los puños furiosa al
ver una foto de ellos dos besándose en Mallorca tumbados en la playa. Si
creía que podía compararse con Yvonne, lo llevaba claro. Furiosa vació la
papelera de los trescientos dieciséis mensajes que no se había atrevido a
basura y al volverse para abrir la nevera de nuevo, vio por el rabillo del ojo
una sombra en el hall. Su corazón saltó en su pecho y se quedó muy quieta
hasta que se dio cuenta que la luz de la nevera la iluminaba. La cerró
lentamente y se enderezó muy nerviosa reteniendo el aliento. Miró su bolso
sobre la encimera en el centro de la cocina y alargó el brazo buscando el
móvil. Gimió horrorizada al darse cuenta de que se lo había dejado en el
laboratorio. El teléfono de la cocina estaba al lado de la puerta y dio un paso
hacia allí intentando no hacer ruido, pero se dio cuenta que lo mejor era
largarse de casa cuanto antes. Cogió las llaves del coche y corrió hacia la
puerta del garaje haciendo que la alarma saltara. Alargó la mano para pulsar
el botón del mando a distancia cuando sintió un empujón en la espalda que la
tiró sobre el capó del coche. Gritó intentando alejarse, pero la agarraron por
—¿Lo tiene?
—Es niño.
—Eh, eh. Sé que ha sido un susto, pero tienes que relajarte porque el
bebé es lo primero. Por cierto, tu novio está fuera con tu amiga y se mueren
por pasar a verte.
—Sí.
—¿Acaso no lo he dicho ya? Solo serán seis horas, así que relájate o
volveré a sedarte. Enseguida te pasarán a planta. —Abrió la cortina y allí
había dos policías de uniforme. —Pueden pasar, pero no la alteren.
Claudia se pasó la mano por la frente apartando los rizos mientras los
—Sí, gracias.
—Gracias.
Claudia les miró con odio y su amiga palideció mirando a Arthur. —Te
dije que no era buena idea.
—¡Está claro para lo que estáis aquí, así que darme los papeles de una
maldita vez y largaros de mi vida!
Arthur intentó tocarla, pero ella chilló —¡No te acerques a mí! —Se
sentó en la camilla y le empujó por el pecho para que se alejara. —¡Los
papeles!
No entendía cómo podía ser tan cínico y mentiroso. Sabía de sobra que
era otra táctica para engañarla y que firmara los papeles de una vez. Le miró
como si le odiara y Arthur desvió sus ojos como si no pudiera afrontarlo. —
Será mejor que descanses. Creo que estás algo alterada.
—¡Tu esbirro me dijo que los papeles llegarían mañana, pero ya que
estás aquí dámelos de una vez!
¿verdad?
Arthur se volvió pasándose las manos por el cabello. Le vio poner las
manos en jarras mirando al suelo como si se estuviera reteniendo. Claudia les
miró con suspicacia antes de dirigirse a Yvonne que mirando de reojo a Arthur
no sabía qué decir. Claudia entonces lo entendió. —Ah, ya lo pillo. No os voy
a denunciar a la policía, así que tranquilos. Supongo que no habéis traído los
papeles por si os denunciaba, así que como ha dicho ese cabrón esperaré hasta
mañana.
Yvonne parecía que quería decirle algo, pero Arthur la cogió del brazo
sacándola de allí a toda prisa. Sin poder evitarlo se echó a llorar poniéndose
de costado, dando la espalda a la enfermera.
Sin saber qué hacer para librarse de él, salió de nuevo y pagó al taxista
dándole una generosa propina por su ayuda. El policía esperó en la acera y
ella entró de nuevo en la casa. Hizo que pasaba por todas las habitaciones y
salió al jardín para sonreír negando con la cabeza. —No me falta nada.
había hecho que Arthur se echara atrás. Igual pensaba que le había denunciado.
Muy nerviosa descolgó el teléfono de la pared y marcó el número de Yvonne
porque no se sabía el de Arthur. El temor a que sus padres les pasara algo la
estaba volviendo loca y se mordió el labio inferior esperando a que su antigua
amiga contestara. Pero no lo hizo, así que colgó el auricular para llamar de
nuevo. Casi llora del alivio al escuchar que descolgaba. —¿Diga?
—Nena, cálmate.
furgoneta.
Sin cerrar la puerta fue hasta el teléfono que tenía colgando cerca del
suelo y lo cogió poniéndoselo en la oreja. —Ya está. ¡La patente es tuya y ya
puedes dejarme en paz! ¡Qué la disfrutes! —Colgó el teléfono que se cayó de
su soporte y furiosa lo volvió a coger dándole golpes una y otra vez hasta que
lo destrozó, echándose a llorar de la impotencia. Agotada se sentó a la mesa
de la cocina y se echó a llorar tapándose la cara. No supo cuántas horas estuvo
allí sentada, pero cuando se dio cuenta de que no había luz se levantó porque
debía comer algo. Para distraerse decidió hacerse unos espaguetis. Estaba
llenando la olla de agua cuando llamaron a la puerta. Dejó caer la olla en el
fregadero y cerró el grifo acercándose a toda prisa a la ventana de la cocina
para ver a dos hombres de traje ante la puerta.
—Ya está solucionado. —Sonrió como si con esa sonrisa ella fuera a
quedarse más tranquila, pero no fue así. —¿Nos deja pasar? Tenemos que
hablar con usted de lo ocurrido para no dejar cabos sueltos.
ya están detenidos.
—Entiendo. Continúe.
Ese proyecto era uno de los muchos en los que ellas se entretenían y al
final ese misil no vio la luz, porque su descubrimiento hizo que tuvieran que
internacional, pues tomaba un vuelo dos horas después destino a Nueva York
con enlace a Londres. Él contrató a Jake Smith, que también está bajo
custodia, para que la amenazara y la aterrorizara. De esa manera la aleación
llegaría a manos de la empresa, pues necesitan ese componente para sacar
adelante el prototipo. Necesitaba que usted cediera cuanto antes, porque como
no había firmado todavía la cesión de la patente, no podía iniciarse la
producción.
en ellos, no haría preguntas pues era lo que quería. Pero al parecer a Wagner
sí que le ha importado que la amenazaran, porque él fue quien nos llamó en
cuanto supo que estaba pasando algo extraño. Al parecer ayer venía a visitarla
con su amiga Yvonne y la vio entrando en la ambulancia. Cuando se dio cuenta
de que alguien la había amenazado, supongo que pensaría que usted no le
creería si decía que no había sido él, así que se puso en contacto con nosotros
de inmediato porque sabía que le iban a enviar el contrato para que lo firmara
y era la única pista que teníamos para tirar del hilo. Me imagino que ese tal
Phill no creía que Wagner la volvería a ver, pues al parecer hace meses que no
avisado por el odio que sentía en su interior. Había sido muy injusta.
—Bien, gracias.
Arthur negó con la cabeza. —Entiendo que pensaras que yo tuve algo
que ver después de todo lo que ocurrió entre nosotros. —Incómodo metió las
manos en los bolsillos del pantalón. —No te preocupes por eso. Odiaría que
te preocuparas por eso cuando sé que te hemos hecho sufrir y yo más que
nadie. —Los ojos de Claudia se llenaron de lágrimas. —No sé si te lo ha
dicho el FBI, pero sigues teniendo los derechos de la patente.
—Aquí estoy bien. Me gusta vivir aquí y la empresa me trata muy bien.
Arthur se pasó una mano por la nuca y suspiró dándose por vencido. —
Está bien. Me voy a quedar un par de días en el Hilton porque el FBI me lo ha
pedido por la investigación. Yvonne también está alojada allí por si quieres
hablar con ella. —Como Claudia no dijo nada añadió —Puede que no me
creas, pero lo ha pasado muy mal con esto. Te echa mucho de menos. Daniel le
ha pedido que se case con él, pero Yvonne se niega a poner una fecha hasta
que tú seas su dama de honor como os habíais prometido cuando erais niñas.
Teme que no acepte casarse nunca si las cosas siguen así. Me jodería que él
que sí ha hecho las cosas bien, pague por mis errores.
cuando me he dado cuenta de que he creado una brecha entre nosotros que tú
no estás dispuesta a cruzar. Y lo entiendo, nena. —Claudia lloraba sin darse
cuenta mirando su espalda. —No sabes cómo lo entiendo. Ahora solo te puedo
pedir que toleres mi presencia para que pueda conocer a mi hijo. —Salió de
su casa cerrando la puerta suavemente y ella se acercó a la ventana del salón
para ver como el chófer le abría la puerta y entraba en el cuatro por cuatro
negro. El chófer rodeó el coche a toda prisa y condujo calle abajo mientras
ella tocaba el cristal deseando que todo fuera distinto.
Capítulo 11
—Tenemos datos para los próximos cinco años, pero yo ya estoy con
el motor que Arthur nos había encargado.
Su amiga se sonrojó viendo que Arthur estaba más tenso aun que el día
anterior y tenía mucha peor cara como si no hubiera pegado ojo en toda la
noche. Yvonne continuó —Sí, claro. Ha sido una sorpresa lo del embarazo.
¿Estás contenta?
—¿Es niña?
—Sí que lo es. Exactamente el que querías. Se nota que te conoce muy
bien.
Exactamente lo que nunca había tenido con Arthur. —Me alegro por ti.
—Sé que lo haces. —La miró con sus preciosos ojos castaños y
—No me lo pidas, Yvonne. Las cosas han cambiado mucho, ¿no crees?
—¡Sí que lo haces! ¡Te sientas ahí con cara de niña buena en lugar de
decir que metiste la pata y que ahora estás arrepentida!
—¡Eso ya lo sabes! ¡No hace falta que me repita! ¡No quieres ser mi
dama de honor, pues estupendo! Tú te lo pierdes porque va a ser una fiesta de
primera. ¡No te voy a echar de menos!
—Chicas…
—¡Te recuerdo que el proyecto era de las dos! ¡Y tengo tanto derecho a
dirigirlo como tú! Si hubieras seguido las instrucciones de Arthur como si
fuera otro jefe cualquiera … No, pero tú no. ¡Tú tienes que ponerte orgullosa y
montar el espectáculo en la sala de pruebas!
—Era la directora del proyecto. ¡Yo! ¡Ni él ni tú! ¡Yo tomaba esas
decisiones y no me vengas con rollos, queríais probar la aleación que me
queríais robar!
Claudia sonrió divertida. —No te has dado cuenta todavía hasta donde
te han tomado el pelo, ¿verdad?
—Nena…
—Lo único que querían desde el principio era la aleación. Todo fue
una pantomima y poner el satélite en órbita solo fue para probar una vez más
el material. Arthur antes de comprar la empresa robó el ordenador para
conseguir las pruebas que le habíamos realizado al compuesto. No los datos
del satélite, porque como dijiste esos se los proporcionaba Phill. No, nos
presionaron para que lo termináramos. Les vino de perlas mentirnos con eso
para que moviéramos el culo y porque necesitaban una excusa para sus
acciones. Por supuesto no podían consentir que abandonáramos el proyecto,
porque sino se quedaban sin la aleación, así que nos obligaron a volver con la
excusa de poner el satélite en órbita. Ahí entró Daniel en escena para
convencerte de que vendieras la patente antes de sacarlo al espacio, para
presionarme a mí a hacerlo también. Pero me puse rebelde con sus exigencias
y tuvo que echarme de la sala para hacer lo que le diera la gana sin oír mis
protestas. Por supuesto pensaba que se me pasaría el berrinche, como lo llamó
él. Pero descubrí los papeles de tu cesión y entonces entendí hasta qué punto tú
me habías traicionado y ellos nos habían utilizado.
muy tenso. —Bueno, y ahora que hemos aclarado las cosas, ¿crees que tendrás
tiempo para ser mi dama de honor?
—¡Arthur!
—¡Pues sí! ¡Nos prometimos que no nos detendríamos ante nada para
conseguir nuestros objetivos y estás en mi punto de mira! ¡No te libra nadie de
ser mi dama de honor, así que deja de fastidiar y dime que lo serás o me verás
contártelo después de las pruebas del satélite. Daniel me aconsejó que era lo
mejor y me acabo de dar cuenta de que tenía razón. Si te hubieras enterado
después nada de esto habría pasado. Pero no contábamos con la mala leche
que tienes y tu afán de dominarlo todo.
—Eso intento.
—Esto es el colmo.
—Yvonne…
La advertencia en la voz de Arthur hizo que su amiga entrecerrara los
ojos. — ¡Pues no me callo! ¡Debería haber hablado conmigo en lugar de
que una lágrima corría por su mejilla fue consciente de que ella también lo
había pasado mal. Tenía razón. Debería haber hablado con ella en lugar de
negarle las llamadas y los mails. No le había dado la oportunidad de
explicarse y no había sido justo.
—¿Cuándo es?
Cuando vio que llegaban a su calle suspiró del alivio. Yvonne sonrió
radiante. —¿Necesitas ayuda con las maletas? Claro que sí, porque estás
embarazada. —Abrió la puerta y dejándola abierta caminó por la entrada de
piedra que llegaba hasta la puerta principal sin dejar de hablar. Se debió dar
cuenta de que no la seguía y se volvió haciendo volar el bajo de su precioso
vestido de gasa azul eléctrico que llevaba. —¡Vamos! ¡No tenemos todo el
día!
Asombrada miró sin querer a Arthur, que carraspeó saliendo del coche
sin decir una palabra. Entrecerró los ojos viéndole rodear el coche por
delante.
—¿Qué trabajo puede ser mejor que el que tenías en GWC? ¡Vamos a
descubrir el motor que cambiará la historia! ¡Y sin límite de presupuesto!
¿Dónde te ofrecen eso, eh? ¿Dónde?
—En cuanto firme los papeles, quieres decir. ¿Los llevas ahí?
Puso los ojos en blanco sacando la llave. Aquello era increíble. Entró
en casa con ellos siguiéndola hasta la nevera y la observaron beber agua. Su
amiga miró en el interior de la nevera sin cortarse. —¡Está vacía!
—¿Y?
—Uy, perdona. La doctora dice que todo va muy bien. —Molesta dejó
su bolso sobre la encimera cuando escuchó ruidos en el piso de arriba. Miró
hacia el techo atónita. —¿Ha subido arriba?
—Serás bruja.
Arthur intentó abrir otro cajón, pero ella intentó cerrarlo. Quitó las
manos de milagro antes de que se las pillara. —Nena, si quieres pelear estoy
dispuesto.
Eso le detuvo en seco dejando caer sus cosas al suelo. Vio en sus ojos
—Largo de mi casa.
—¡Llamaré a la policía!
—¿En serio? ¿Quieres que me detengan en un país extraño, lejos de mi
familia y mi prometido? No, tú no harías eso porque me quieres. Y también
—¡Eso no va a pasar!
—Eso ya lo sé.
embarazo precisamente para que no le dijeran algo así. —No puedo irme
ahora. —Se miró las manos inquieta.
—Es confidencial.
Claudia miró con rencor a Arthur que hizo una mueca. —Estupendo,
—Exacto.
—Perdona por querer saber que todo iba bien —dijo algo molesto.
—Vale.
—¿Perdón?
—Es que lo veo venir y no quiero discutir el asunto. Soy tu jefe y
mañana no irás a trabajar. —Bueno, trabajaría desde casa. —Y si se te está
pasando por la cabeza que vas a trabajar desde casa, vete olvidándolo.
Mañana despejarás y te irás a ver vestidos de novia con Yvonne.
—¡No tienes derecho a decirme lo que tengo que hacer en mi día libre!
—¿Tú crees que le he mentido? ¡Yo creo que he sido muy acertada y
más ahora que estoy aquí! ¡Prácticamente me habéis secuestrado
psicológicamente!
—Interesante.
Arthur en lugar de las de la empresa de Phill. Estaba claro que había tomado
el control. —¿Me quedo en la misma calle de la empresa?
exclusiva.
—Ah… —Silbó al ver el lujo del portal en mármol beige y los tres
ascensores. —Vaya, tiene buena pinta.
—Me alegro de que te guste. Tu casa tiene muy buenas vistas, ya verás.
Se ve el Big Ben.
—Sí, ya. —Mosqueada salió del ascensor para mirar a ambos lados
del pasillo. Había dos puertas una en frente de la otra atravesando el enorme
pasillo, lo que indicaba que los dos pisos eran exageradamente grandes.
—Sí… sí…
¡Le iba a matar! ¿Cómo se le ocurría hacer algo así? Pero pensando en
ello rápidamente supo que Yvonne había tenido algo que ver en la decisión.
Sería bruja. Se acababa de quedar sin dama de honor. Tener amigas para eso.
Entraron en el piso y su padre estaba bebiendo una cerveza viendo un
partido como siempre. —Hola papá.
—No, me quieres. Esto te vendrá genial para que te des cuenta de que
soy el amor de tu vida. —Cerró la puerta y ella se quedó mirando por donde
había salido.
—Hija, ¿qué quieres para cenar? ¿Lasaña? ¿Albóndigas? Va, haré las
dos cosas.
sea.
—Enseguida la preparo.
cremallera del vestido para meterse en la ducha cuando escuchó que llamaban
a la puerta. —Cariño, ¿los espaguetis los quieres con orégano? Cuando estaba
embarazada el orégano me daba ardor.
—¡Mamá!
Entonces se dio cuenta de una cosa. Puede que para ella su madre
llevara una vida aburrida, pero su madre parecía feliz. Había dejado su
—No, claro que no. No puedo decirle a Yvonne a quien tiene que
invitar a su boda. Hablo de la tuya.
—¿Qué has dicho? —Ese tono de su padre siempre le había puesto los
pelos de punta. Se levantó de golpe. —¿Qué has dicho? —gritó a los cuatro
vientos—. ¡Claudia Elizabeth Barry, creo que no te he oído bien!
—¿Enfadada? ¿Por qué? ¡Si la tiene como a una reina! ¡Mira el piso de
—¡No te lo he preguntado!
recordó que él había dicho que sí. Le miró a los ojos. —Has dicho que sí.
Dio un paso hacia ella y Claudia levantó una mano. —¡Quieto ahí!
manipulador.
problema, porque eras tan eficiente que seguro que cuando regresaras tendrías
la solución. Tenía miedo de que nos echáramos atrás e insistió en que lo
solucionarías y para eso nos mostró las últimas cifras. Cuando me enteré de
que os ibais a Mallorca, supe que tenía que ser yo quien me acercara a ti,
porque como te dije ya te había visto. Estaba impresionado por tu trabajo y
cuando nos conocimos no puedes negar que conectamos. No quise llevarme el
ordenador antes, porque quería pasar tiempo contigo y sabía que después me
odiarías. Volver a verte fue un trago, porque vi que te había hecho daño y me
sentí un cabrón, pero tenía que hacer que me perdonaras porque ya me había
de temperaturas, así que la prueba del satélite era perfecta para saber
realmente hasta dónde podía llegar el material. Los dos inventos eran
excepcionales y nos interesaban los dos, pero sabía que si te decía que la
aleación nos interesaba casi desde el principio, te sentirías utilizada otra vez.
Por eso Daniel convenció a Yvonne para que no te dijera nada de la firma de
la cesión de la patente. En cuanto terminaran las pruebas, yo te diría que ese
material me vendría de perlas para otros proyectos después de ver hasta dónde
podía llegar y te ofrecería los cien millones. Y todo iría bien. —Acarició su
espalda pensando en ello antes de continuar —Pero cuando llegó el día de la
—Y yo contigo.
Ella levantó la vista. —Cariño, cuando sepas los resultados del motor
te vas a quedar impresionado.
Arthur sonrió. —¿Qué ocurre aquí? ¿No querrás que revise ahora esas
cifras? Porque te aseguro que no lo voy a hacer. —Se agachó para besarla en
el cuello y Claudia apartó la cara para darle mejor acceso. —¿O es que has
bebido demasiado en la cena?
—Claro que no. Además, esta será niña porque lo pedí en la cueva y la
hicimos allí. —Besó suavemente sus labios mientras él bajaba el tirante de su
camisón.
Sophie Saint Rose es una prolífica escritora que tiene entre sus éxitos
“Sólo mía” o “Mi refugio”. Próximamente publicará “La elegida” y “Dudo si
te quiero”.