Colacho Hermanos o Presidentes de América

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CESAR VALLEJO

Colacho hermanos o
 Presidentes de América

LIMA - PERÚ
 

El presente documento es una reproduc


reproducción
ción digital
digitalizada
izada de la farsa “Colacho hermanos o
Presidentes
Presidentes de Améric a” de César Vallejo, tal como apareció en la recopilación: “César
América”
Vallejo / Teatro completo”, tomo II, edición y prólogo de Enrique Ballón Aguirre, con
supervisión de Georgette Vallejo (Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo
Editorial 1979).
 

TABLA DE CONTENIDO:

Colacho hermanos o Presidentes de América


 Personajes, por orden de entrada
Cuadro Primero
Cuadro Segundo
Cuadro Tercero
Cuadro Cuarto
Cuadro Quinto
Cuadro Sexto
 

Colacho hermanos o Presidentes de América

En 1934 Vallejo escribe su única sátira teatral que titula Colac


Colacho
ho Hermanos
Hermanos o
 Presidentess de América y un esbozo de guión cinematográfico con la misma
 Presidente
te
temática de Cola
máti Colacho
cho Herm
Hermanos
anos. Lu
Lueg
egoo es
escr
crib
ibir
iráá ot
otro
ro guió
guiónn que
que ti
titu
tula
lará

sucesivamente Vestiaire,  Dressing-room y por último Charlot contra Chaplin.
 Dressing-room
 Ninguno de estos dos guiones
guiones cinematográficos se conservan.
conservan.

 No podemos dejar de notar la estrecha relación temática entre Colacho


 Hermanos,  El Tungsteno  y la serie de artículos que Vallejo publicara en
"Germinal " de París durante junio de 1933 con el título general ¿Qué pasa en
el Perú? Estos textos y la militancia ideológico-política marxista de Vallejo,
constituyen el magma germinal de la pieza de teatro que toma como asunto la
farsa de la democracia burguesa en el Perú y su obsecuencia ante los poderes
de las transnacionales en la economía y la política nacionales.
 

Personajes, por orden de entrada

ACIDAL, el mayor de los hermanos Colacho

EL MAESTRO

LA PEQUEÑA Y SU MADRE

SORAS: 1-2-3

VIEJO CIUDADANO: Nº 1

CORDEL, hermano de Acidal Colacho

UN RAPAZUELO

 NOVO: hijo de Acidal

OROCIO: dependiente del bazar de los Colacho

LA SORA RIMALDA

MR. TENEDY, gerente de la "Quivilca Corporation"

SORA: 4

COMISARIO BALDAZARI

SORAS: 5-6, un hombre y su mujer 

ZA
ZAVVALA,
de los blanco, joven y fino, que las circunstancias convierten en preceptor
Colacho
 

TAPA sirvienta de los Colacho

DON RUPE, padre de Taya

MACHUCA: empleado de la "Quivilca. Corporation"

RUBIO: empleado de la "Quivilca Corporation"


 
BENITES: empleado de la "Quivilca Corporation"

LA ROSADA (una de Las Rosadas) o ZORAIDA (querida de Cordel)

PANCHO, hombre de confianza de los Colacho

PACHACA, soldado

DR. TROZO, abogado


CORONEL TOROTO

CAPITÁN COLLAZOS

CORONEL TEQUILLA

CORONEL ZERPA
ZERPA

EL MARIDO Y SU MUJER

DR. ZEGARRA

CORONEL BANDO

DR. DEL SURCO

EL SECRETARIO (Roque)

EL EDECAN

DE SOIZA DOLL, encargado de negocios del Brasil


 

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO

EL MINISTRO DE JUSTICIA (Dr.


(Dr. Collar)

EL NUNCIO

LA SEÑORITA MATE y

EL PEQUEÑO

EL PREFECTO

EL GENERAL NATÓN

EL CORONEL COLONGO

EL CORONEL CARAZA
UN VIEJO CIUDADANO: nº 2

EL CORONEL-SECRETARIO SELAR 

multitudes — grupos — voces — manifestantes — un teniente — gendarmes


 — miembros de la Casa militar — etc.
 

Cuadro Primero

Un radiante mediodía en Taque,


Taque, aldea de los Andes.
El interior de la tienducha de comercio de los hermanos Colacho. Al
fondo, una puerta sobre una rua en que se yergue, entre arbustos, una que
otra pequeña casa de barro y paja. A la izquierda, primer plano, tiradas
 por el suelo, pieles de oveja
oveja y una burda frazada: la única cama de lo
loss dos
tenedores de la tienda. Más al fondo, horizontal a la rua, un mostrador
m ostrador.. En
los muros, casillas con botellas y otras mercaderías de primera necesidad.
El monto del conjunto, miserable, rampante.
Es domingo y día de elección de diputado. Se ve pasar por la calleja,
yend
yendoo y vini
vinien
endo
do del
del camp
campo,
o, nume
numeros
rosos
os camp
campesi
esino
noss —hom
—hombr bres
es y
mujeres. Los hay bebidos y camorristas. Otros cantan o tocan antara,
concertina.

Acidal Colacho está muy atareado en arreglar, del modo más atrayente
 para la clientela, las mercaderías
mercaderías en las casillas.

Acidal es un retaco, muy gordo, colorado y sudoroso. El pelo negro e


hirsuto, da la impresión de que nunca se peina. Tipo mestizo, más
indígena que español. Su vestimenta es pobre y hasta rotosa. La camisa
su
suci
cia,
a, si
sinn cuel
cuello
lo ni pupuño
ñoss visi
visibl
bles
es.. Ll
Llev
evaa es
espa
padr
dril
illa
las.
s. Su as
aspe
pect
ctoo y
maneras son, en suma, los de un obrero a quien el patrón le hubiese
encargado un momento el cuidado de su tienda. Cuarenta años.
 
Un cliente de unos treinta años —probablemente el maestro de escuela
del lugar—, está leyendo un periódico, sentado sobre un cajón, junto a la
 puerta que da a la calle.
calle.
 

ACIDAL, sin dejar de trabajar, mercaderías a los transeúntes :—


trabajar, pregona sus mercaderías
¡Adentro, adentro!... Bueno, bonito y barato!... ¡Cigarrillos amarillos! ¡Sal!
¡Ají seco! ¡Pañuelos casi de seda! ¡Velas blancas! ¡Adentro, adentro! ¡Bueno,
 bonito y barato!

UNA PEQUEÑA de la mano de su madre, desde la puerta :— ¿Tienes, taita,


hilo negro?
ACIDAL:— Pasa no más. ¿Cuánto quieres?

LA MADRE, entrando con la pequeña:— Un carrete del 40. ¿A cómo está?

ACIDAL, disponiéndose a servirlas:— Es decir... ¿Es lo único que quieren?


 No se les ofrece además otra cosita...?
cosita...? ¿Anilina? ¿Fósforos? ¿Un buen jabón?

LA MADRE:—
MADRE:— Lo que buscamos es, pues, taita, el hilo negro.

ACIDAL:— Pero hijas, da lo mismo jabón que hilo negro. Cuando la ropa
está muy rota, en vez de remendarla, hay que lavarla bien, refregándola con
 bastante jabón, y entonces aparece relumbrante, como nueva. ¡Les venderé un
 jabón de chuparse los dedos!
dedos! ( Les
 Les muestra el jabón)

LA PEQUEÑA saliendo con la madre:— Qué se hará pues, taita,


taita, si no tienes
hilo negro. Estamos apuradas.

ACIDA
ACID AL, reteniéndolas :— PeroPero no se vaya
vayan.
n. Tengo
engo ta
tamb
mbié
iénn cara
carame
melo
loss
verdes,
verde s, manteca, píldoras
píldoras para el dolor de muelas, para las almorranas
almorranas y para
el mal del sueño... ( Pero
 Pero las campesinas
campesinas han salido. Acidal, desde la puerta, a
los transeúntes) Adentro, ¡muchachos! ¡Hay cañazo, tabaco en mazo, coca de
Huayambo y cal en polvo! ¡Todo bueno y barato!... ( Tres mozos se detienen
ante Acidal. Uno de ellos toca su concertina y los otros bailan una danza
indígena, haciendo palmas) ¡Carajo! ¡Qué bomba la que se traen! ¡Y a esta
hora!

MOZO PRI
MOZO PRIMER
MERO:O:—— Deogra
Deogracia
cias,
s, taita.
taita. (Saca de su bolsillo un enorme
 pañuelo rojo y deshace en él un nudo que contiene todo su peculio) ¿Tienes,
 pues, taita, traguito?
traguito? (Cuenta sus monedas)

ACIDAL: ¡Claro, hombre! ¡Y de primera! ¿Cuánto quieres?


 

MOZO PRIMERO:— Sólo una botellita. ¿A cómo está?

MOZO SEGUNDO:— A ver, pues, taita, una rebaja.

ACIDAL, sacando la botella:— Cincuenta centavos la botella, con casco y


todo. ¡Y qué cañazo! ¡Con una sola copa, a soñar puercos con gorra!

MOZO PRIMERO:— Muy caro, patrón.

MOZO SEGUNDO:— ¿Cuánto, pues, dices, taita?

ACIDAL:— Cincuenta centavos la botella. Pero por ser para ustedes y para
que siempre vuelvan a comprarme, pegaré además en la botella, como regalo
extraordinario que les hago a los tres, un papel colorado con el nombre de la
casa. A ver, a ver… ( Busca en el suelo, recoge un retazo
retazo de papel colorado en
él que escribe algo con lápiz y lo pega con goma a la botella ) ¡Ahí la tienen!
¡Llé
¡L léve
vens
nsel
ela!
a! ¡Aun
¡Aunququee se veng
vengaa abaj
abajoo mi nego
negocicio!
o! ( Los
 Los tres mozos,
desc
de scon
once
cert
rtad
ados
os de
dell cini
cinism
smoo de Acid
Acidal
al,, perm
perman
anec
ecen
en pens
pensat
ativ
ivos.
os. Acid
Acidal
al,,
tomando este estupor por estupidez) ¿No entienden todavía? ¡Qué animales! A
ver.. La botella vale para todos los clientes cincuenta centavos.
ver

LOS TRES MOZOS:— Cincuenta centavos.

ACIDAL:— Pero, a ustedes, para que vuelvan a comprarme siempre, les doy,
con la botella, un regalo especial para los tres...

MOZO TERCERO:— ¿Qué nos regalas taita?

ACIDAL:— Les regalo un papel colorado con mi nombre. ¿Me comprenden


ahora?

MOZO PRIMERO, tras una nueva reflexión, pagando:— Gracias, pues, taita,
tu papel coloradito. ¡Dios te lo pagará!

MOZO SEGUNDO, mirando atentamente el papel colorado :— ¡Qué regalo


más bonito! Con sus letras sentaditas
s entaditas en sus sillas…

ACIDAL:— ¡Un cañazo de 38 grados! Especial para... ¿En qué trabajan


ustedes?
 

MOZO TERCERO:— Somos, taita, pastores.

ACIDAL:— Precisamente
ACIDAL:— Precisamente,, mi cañazo es un cañazo
cañazo especi
especial
al para pastores.
pastores.
Los animales, sobre todo los bueyes, en los rodeos de San Pedro y San Pablo,
vienen a su pastor por el olor de mi cañazo. Con este cañazo, no hay oveja que
se pierda, ni puerco que lo roben.

UN VIEJ
VIEJOO CAMP
CAMPES ESININO,
O, quit
quitándos
ándosee el sombrer
sombrero,
o, entra tímidamente —
tímidamente
¡Alabado sea Dios, taita!

ACIDAL:— Entra. ¿Qué se te, ofrece? Pasa. ( Los tres mozos, salen, tocando
ACIDAL:—
 su música y bailando. botellaa)
bailando. Uno de ellos lleva en alto la botell

EL VIEJO a Acidal :—
:— Perdóname, pues, taita, que te moleste.

ACIDAL:— ¿Qué quieres que te venda?

EL VIEJO, con un retazo de papel azul en la mano :— Para que me digas por
cuál de los patrones he votado para diputado. Desde bien de mañana, que di
mi voto a los taitas de la plaza, ando por las calles rogando que me digan por
cuál de los patrones he votado y no hay nadie quien me haga este favor. ( Al
oír esto, el maestro de escuela se acerca al viejo)

ACIDAL, al viejo:— A ver este papel que te han dado los taitas de la plaza.
¿Es ése que tú tienes ahí? ( Le papel azul )
 Le toma el papel

EL VIEJO:— Sí, taita. Como no sé leer... ( Acidal


 Acidal lee la cédula y el maestr
maestroo
hace lo mismo) ni sé tampoco los nombres de los patrones candidatos...

ACIDAL Y EL MAESTRO:— Ramal. Por el Dr. Ramal. Has dado tu voto por
Ramal. Así dice la cédula.

EL. VIEJO, sin comprender:— ¿Quién dices, taita? Remar?...

ACIDAL Y EL MAESTRO, juntos:— Ra-mal. Maaaal. Has votado por el Dr.


Ra-maaal.

EL VIEJO,
VIEJO,  pensativo, miranda el papel :—
:— Ramaaal... ¿Quién es, pues, taita?
El patrón Ramal,. ¡Pst!... ( Resignado
 Resignado) ¡Así será, pues, taita! ¡Qué se hará! ( El
 El
viejo sale) Dios se los, pague, taitas.
 

ACIDAL, al maestro
maestro:— ¡Ya ve usted! Casi todos los que votan por Ramal no
saben leer ni escribir.
escribir.

EL MAESTRO:— ¿Y,
¿Y, usted sabe quién firma por todos los analfabetos?

ACIDAL:— ¡El burro! Ya


Ya lo sé, que es secretario de Ramal.
EL MAESTRO:— Peor fue la vez pasada.

ACIDAL,
ACIDA L, lavando unos vasos:— ¿Cuándo? ¡Ah, si! Cuando las elecciones
 para Presidente de la República.
República.

EL MAESTRO:— ¿Se acuerda usted? ¡Qué escándalo!

ACIDAL:— En todas las elecciones es lo mismo. ( Un grupo de electores


 pasa delante de la tienda, conducidos por un capitulero,
capitulero, lanzando: "¡Viva el
 Dr.. Ramal! ¡Viva
 Dr ¡Viva el Desiderio, que les los soldados!" )
les tapó la boca a los
EL MAESTRO:—. ¿Usted, sabe lo que he visto, esta mañana, en la mesa
receptora de los sufragios de la Iglesia?

ACIDAL:— ¿Qué ha visto usted?

EL MAESTRO:— ¡He visto a 27 muertos que votaban por Saruño! ( Aquí,


 pasa un segundo grupo de electore
electoress por la calle, gritando "¡Viva
"¡Viva Saruño!
¡Abajo Ramal! ¡Abajo el gendarme TapiaTapia y su mujer,
mujer, la loca Gumercidal!"
Gumercidal!" El
maestro dice entonces a Acidal ) Un momento... Ya regreso... ( Da un salto y va
a reunirse con los manifestantes y grita a plenos pulmones ) ¡Viva, señores, el
Dr. Saruño! ¡Viva!... ( La
 La muchedumbre
muchedumbre se aleja entre vivas y aplausos, en
momentos en que llega Cordel Colacho, de prisa y malhumorado) ( Cordel es
hermano mellizo de Acidal, con quien tiene un asombroso parecido, físico y
moral. Si no fuese por el traje que es distinto en cada uno de ellos, se podría
 fácilmente tomar
tomar el uno por el otro.
otro. Cordel
Cordel está vestido aún más estrictamente
estrictamente
que Acidal, de peón, pero de peón endomingado)

CORDEL, sacándose la gorra y enjugándose el sudor :—


:— ¡Uf, carajo!... Vengo
sudando como una bestia. ¿Cómo van las ventas?

ACIDAL:— ¡Pésimas! ¿Y tú? ¿Te ha visto Saruño?


 

CORDEL:—. No. Pero me ha visto el Tuco. ( Abre el cajón del mostrador y


cuenta el dinero) ¿Cuánto has vendido desde que me fui?

ACIDAL:— Tres pesos sesenta. La gente ni siquiera se asoma a la puerta. Así


me reviente gritando.
 
CORDEL:— ¿Tres pesos sesenta? ¿Nada más en toda la mañana?

ACIDAL:— ¡No sé lo que vamos a hacer con el viejo Tuco!

CORDEL:— ¡Qué Tuco ni gato muerto! ¡Le pagaremos cuando podarnos!

ACIDAL:— Qué tu dices... El viejo está furioso por su plata. Acaba de venir
la Chepa... a decirme que su hermana Tomasa le ha oído ayer al Tuco gritar
 pestes de nosotros. El viejo —dice—, va a demandarme al sub-prefecto para
echarnos a la, cárcel...

CORDEL:— ¡Chismes y huevadas! (Comiendo golosamente unas galletas)


¡Me muero de hambre! No nos han dado nada en casa de Saruño.

ACIDAL:— ¡Ah, pero así vas a acabar la caja de galletas! ¡Tú sí que eres
contra la gran lechuza! ¡V
¡Ves
es como estamos y te pones a comer lo poco que hay
en la tienda!

CORDEL:— ¡Oye! dejé anoche tres papas en la olla para hoy. ¿Quién se las
ha comido? Si estuvieran aún ahí, no tocaría ahora tus galletas. (Tirándolas a
la cabe
cabeza
za de Acid al ) ¡T
Acidal  ¡Tom
oma!
a! ¡C
¡Cóm
ómetetel
elas
as tu
tuss gall
gallet
etas!
as! Y que
que te haga
hagann
 provecho!... (Un rapazuelo entra corriendo, con varios sobres en las manos)

EL RAPAZUEL
RAPAZUELO, O, escogiendo uno de los sobres:— Los señores Colacho?
Una tarjeta del Alcalde. ( Entrega el sobre a Cordel y sale, apurado. Cordel
abre ansiosamente el sobre y Acidal temeroso a su vez, se acerca a ver de qué
 se trata. Ambos leen ávidamente la tarjeta que Cordel ha extraído del sobre.
 Al fin, Cordel vuelve lentamente a Acidal unos ojos desorbitados y ambos
quedan mirándose mudos de estupor )

CORDEL, reaccionando él primero, relee a trozos la tarjeta, pasmado:— A


los señore
señoress Acidal
Acidal y Cordel
Cordel Col
Colach
acho..
o.... a almorz
almorzar
ar...
... Silver
Silverio
io Carran
Carranza.
za.....
alcalde de la provincia..." (Volviéndose de nuevo a su hermano, en un grito de
 

 gloria) ¡Acidal! ¡Fíjate! (le entrega tarjeta) Una invitación del Alcalde de
Colca! —¡me oyes bien!— nada menos que del señor Silverio Carranza, del
señor Alcalde
Alcalde de Colca, a los señores Acidal y Cordel Colacho...

ACIDAL
ACID AL,, aturdido, relee a su turno:—
:—.. ¡No
¡No!.
!..... ¿No
¿No pue
puede
de ser?
ser? ¡No
¡No es
 posible!

CORDEL
CORD EL:—
:— ¡Sí!
¡Sí! ¡Ahí
¡Ahí es
está
tá!! ( Abraza frenéticamente a su hermano) ¡El
 Abraza frenéticamente
alcalde! ¡A nosotros! ¡A nosotros, hermano mío!...

ACIDAL
ACID AL,, tras una reflexión se serena y trata ya de entrever las posibles
consecuencias de tal invitación:— ¡Hum!... ¡Carajo!... ¡creo que de esta fecha,
nos hemos salvado!... ¡Salvado, carajo!

CORDEL,  paseándose a grandes zancadas, triunfal :— : — ¡Al


¡Al fin,
fin, cara
carajo
jo!!
¡Después de tanto sufrir, de tanto, padecer, al fin! ¡Al fin, somos alguien en
Colc
Co lca!
a! ¡Aho
¡Ahorara si
si!.
!..... ¡Aho
¡Ahora
ra si
si!—
!— ( Lanza
 Lanza una gran risotada de júbilo
incontenible)
ACIDAL, no se cansa de releer algunas palabras de la tarjeta :— tiene el
honor..." (Volviéndose a Cordel) ¿Oyes tú? ¡Dice que tiene el honor! ¿Lo has
leído?

CORDEL:— ¡Que tiene el honor!. .. ¡Y el resto!. .. ¡Y todo lo demás!..


 
ACIDAL, releyendo siempre la tarjeta, tiene un sobresalto:— ¿Qué hora es?

CORDEL, consultando un enorme reloj de bolsillo:— Las doce y veinte. ¿Por


qué?

ACIDAL:— ¿Por qué? ¡Pero porque dice que es para la una de la tarde! ¡Ya
no tenemos tiempo!
tiempo! Habrá que contestar
contestar antes de ir? ¿Cómo se hace en estos
casos?

CORDEL:— Tendrás que ir sólo tú, porque tengo que cuidar la tienda. Ya
 puedes ir vistiéndote.

ACIDAL:— Y ¿tú? ¿Por qué no vas a ir tú, que eres más listo y sabes

 presentarte entre gente?


 

CORDEL:— Pero tú eres el mayor. Van a decir que somos unos brutos, que
ignoramos urbanidad. Entre la gente decente, es el mayor de los hermanos que
va siempre, cuando no pueden ir los dos.

UNA INDIA, desde la puerta:— Tienes, patrón, azúcar?

CORDEL
COR DEL;; a Acidal :—
:— ¡No es hora de vender! ( A la india) No hay azúcar.
Vuelve mañana... ( A
 A Acidal ) Cierra la puerta. Tienes que vestirte. ( La india ha
 salido y Cordel cierra la puerta de la calle, de golpe) ¡Qué ventas ni ventas!
¡Con el almuerzo del alcalde, vas a ver! ¡Vas a ver: relaciones, negocios,
dinero, todo! Así se comienza siempre. ¡Vistete! Ponte el saco azul y el cuello
duro.

ACIDAL:— Pero mejor sería que vayas tú, Cordel. Tú eres más simpático,
más buenmozo. Además,
Además, a mí me duelen los zapatos...

CORDEL
CORD EL,,  sacando de un baúl la ropa para su hermano:— Déja Déjate
te de
cojudeces y vístete. ¿Dónde están los zapatos, para verlos? ¿Dónde está la
camisa rosada con pintas verdes? ¿Está limpia?
l impia?

ACIDAL:— ¡Anda, tú, Cordel! Mira que tú sabes mejor que yo andar con
zapatos. A mí me hacen doler el dedo chico horriblemente.
hor riblemente.

CORDEL, exasperado:— ¿Así que no quieres ir? ¿No? ¡Bueno!

ACIDAL:— Por favor, yo no. Tú, sí, Cordo. ¡Por dios!

CORDEL
CORD EL,,  furioso, arroja la ropa otra vez al baúl :—
: — ¡Esto es de no te
muevas! ¡Vamos a perder por tu culpa la única ocasión; y que nos cae de las
manos de Dios, de entrar en la buena sociedad!

ACIDAL:— ¡Pero si yo no sé sentarme entre gente! Y tú lo sabes. Tengo


vergüenza. Le ponen a uno tenedor y otras huevadas. Si me ven que no sé
comer, entonces sí que nos joderíamos. Nunca más nos invitarían a ninguna
otra parte.

CORDEL:— ¿Dónde hay papel de carta, del bueno, para contestar la tarjeta y
enviar la respuesta, antes de la hora del almuerzo?
 

ACIDAL
ACID AL,,  sacando papel de un cajón:— Aquí hay. ¿Se contesta así las
invitaciones? Me parece que es después de comer que se agradece.

CORDEL:— ¡Antes! En la buena sociedad, se agradece antes de comer. En


Mollendo vi una vez que así lo hizo el tuerto Pita. ¡Escribe!... ( Acidal se
dispone a escribir ) Haz una buena letra. Clara. Redonda. Cierra bien los ojos
de tus os. Ponles cruces a tus tes. ¡Y con tinta negra!... ( Vuelve a sacar la
ropa)

ACIDAL, recuerda algo de pronto:— ¡Hombre! ¡Hay por ahí un modelo de


ca
cart
rta,
a, ju
just
stam
amen
ente
te en el mosa
mosaic ico!
o!...... ( De
 De entre papeles que hay,
hay, saca y
desempolva un libreto desencuadernado y busca una página ) ¡Pistonudo!
¡Como pedrada en ojo tuerto!...

CORDEL, impaciente:— ¡Ya ¡Ya son las doce y media! ¡Qué mosaico ni mosaico!
¡A qué hora vas a vestirte!
vest irte!

ACIDAL
ACID AL,, que ha encontrado la página modelo:— ¿No ves? Aquí está.
¡Estupendo! (Se pone a copiar el modelo) El caso es exactamente igual.
(Cordel, entre tanta, cepilla la ropa y limpia los zapatos apuradamente .
repente, contrariado, los ojos fijos en la página del mosaico ) ¡Qué
 Acidal, de repente,
vaina! ¡Carajo!...

CORDÉL:— ¡Pero apúrate, hombre! ¿Qué sucede?

ACIDAL:— Hay una palabra borrada en el mosaico,


m osaico, y no se sabe lo que dice.

CORDEL, acercándose:— ¿Dónde? A ver…

ACIDAL, lee y muestra la página a su hermano:—... "Tenemos la. . ." ¿Tú


ves?... Está borrado. (Raspa con la uña la página) Y raspar resulta peor…
Parece que se hubieran meado... No se puede ver lo que dice.

CORDEL:— ¡Espérate! ( Raspando,


 Raspando, a su turno, la página) ¡Carajo! ¡Nada!...

ACIDAL:— Serán los ratones que se han cagado.

CORDEL: —¡Qué vaina! ¡Arréglalo como puedas! ¡De cualquier modo!


 

ACIDAL, volviendo a escribir :—:— Lo que debe decir ahí es: honra... "Tenemos
la honra de agradecer a usted", ¿No te parece que la palabra en que se han
cagado, los ratones es "honra"? ¡Mira bien!

CORDEL, volviendo a mirar la página:— Creo que sí... Sí, sí. Además, ¿qué
otra palabra podría ser? ( Lee
 Lee) "Tenemos la...

ACIDAL:— "... honra"

CORDEL:— "honra", no cabe duda, No puede ser la gloria" o "la alegría" o...
la..."

AL,, convencido:— No... Eso es "Tenemos la honra". ¡Ratones sin


ACIDAL
ACID
vergüenza! (Sigue escribiendo)

Apúrate no más. ¿Te has afeitado? ( Le mira bien la cara) Bueno,
CORDEL:— Apúrate
menos mal. Tienes que peinarte. (Va a traer el peine y se acerca a peinar a su
herm
herman
ano,
o, mien
mientr
tras
as éste
éste escr
escrib
ibee con
con sumo
sumo esme
esmerro la ca rtaa). ¡E
cart ¡Ell ti
tiem
empo
po
vuela!... No muevas la cabeza.
 
ACIDAL, la cabeza rigurosamente inmóvil, agachado:— ¿Cómo se escribe
"honra"?

CORDEL, continuando el peinado de Acidal :—


:— Honra, sin hache.

ACIDAL:— Ya sé, pero ¿con una o dos erres? (Silabea, martillando sobre la
"re de "honra")  Hon-rrra!... Después de n, con una sola erre, me parece.
Ooon-rrra... Si. ( Reanuda redacción)
 Reanuda su redacción

CORDEL:— Onra se escribe con una sola erre, desde luego, pero ponle dos o
tres, para que no vayan, a pensar que es por miseria… Te he dicho que no
muevas la cabeza.

ACIDAL:— Ya está. Va con tres erres. ¡Qué más da!

CORDEL, en éxtasis:— ¡Recórcholis! Los Torres van a cagarse de envidia:


¿Acidal Colacho invitado a la mesa del señor Alcalde? ¡Para servir a usted!...
( Ha
 Ha terminado de peinar a Acidal y ahora se pasea, impaciente, hablándole
 sin en)elNo
cesar 
¡Fíjate hables
honor quemucho en lademesa.
vas a tener comerMuy
con serio y respetuoso
la familia del Al cony todos.
Alcalde
calde con el
 

Sub-Prefecto, los doctores y toda la crema de Colca!... Y así son las cosas:
 bastará que te vean una sola vez en la mesa del Alcalde, para que los demás
aristócratas empiecen también a invitarnos: el juez, el médico y hasta el
mism
mi smoo di
dipu
puta
tado
do,, cuan
cuando
do sasalg
lgaa eleg
elegid
idoo Saru
Saruño
ño...... (Un
Unaa ri
risa
sa in
inef
efable)
able
¡Ayayayaya!... De este almuerzo depende nuestra suerte… El secreto está en
entrar en la buena sociedad... De esto estoy convencido... El resto vendrá por
su propio peso: la fortuna, los honores... ¡Oh qué grande es la bondad del
Creador! ¡Cómo le ha tocado el corazón al alcalde para que nos invite a
nosotros, pobrecitos, que el viejo Tuco quiere demandar y echar a la cárcel,
 por sus 47 soles que le debemos!... (Contemplando una vez más la tarjeta) ¡Lo
veo y no lo puedo creer!

ACIDAL, cerrando la carta de respuesta al alcalde:— Ya está. ¿Cómo vamos


a mandarla?

CORDEL:— Voy a ver al Cholo Fidel que está aquí, al lado... Tú, mientras
tanto, ¡vístete a las voladas! ( Toma el sobre y sale al trote ) Ahí, tienes la ropa.

ACIDA
ACID AL:
L:—
— Pero
Pero,, ¡o
¡oye
ye!! ¡No
¡No voy al al almu
muer
erzo
zo!! Irás tú.... (Co
Irás tú Corrdel
del ya
desaparecido. Acidal, a solas, examina la ropa, como un condenado que
contempla el aparato, de su ejecución) ¡Coche de mierda!... ¡Siempre quiere
que yo sea el que me joda!... (Se desabotona el chaquetón para cambiarse de
traje, mas luego se rebela, furioso) ¡Ahora es cuando no he de ir!... ¡Que vaya
él!... ¡Que se vista él!... ¡Que no me joda a mí... ( Se deja caer sobre un cajón,
apoyando la frente en ambas manos. Después alza los ojos y considera los
acerca, los toca para verlos bien) ¡Claro! Un calzado comprado
 zapatos. Se acerca,
 para dos no es para ninguno!... ( Luego
 Luego se mira seriamente, de pies a cabeza,
 y medita. Da unos pasos majestuosos: gira solemnemente sobre sus talones;
vuelve
vue lve con arroga
arroganci
nciaa la cabeza
cabeza;; mira
mira con dignid
dignidad;
ad; parpad
parpadea;ea; queda
queda
 soñador; se pone las manos en los bolsillos de ambos lados del chaquetón,
cimbrándose hacia atrás; murmura unas palabras cortesanas, puliéndose )
Si... ya lo creo... Lo comprendo perfectísimamente... ( Volviendo bruscamente
la cara a otro lado, fino y galante) ¿Decía usted, señorita?... Quizá... Es muy
 posible... En las tardes. Cuando el sol se aleja tras de los montes... ¿Cree
usted?. ¿De veras?... (Se queda pensando. Una queja se escapa de sus labios )
¡No voy! ¡No voy! ¡No puedo ir! ¡No puedo!... (Una mezcla mezcla de angustia
angustia y de
terror le posee)

(CO
CORDRDEL
EL,
  Acidal
Acidal , que
está vuelve
sentado corriendo
sobre :— la¿Y?
su cajón, ¿Qué
cara cosa?
oculta ¿Todavía
en ambas sin) vestir?...
manos ¡No seas
 

 bárbaro, Acidal! Mira: hoy,


hoy, tú vas al almuerzo del alcalde, que
que es su santo. Ahí
vas a conocer a mucha gente importante. Vas a dar la mano a personajes
grandes. Si mañana necesitamos una recomendación, una garantía, una fianza,
en fin, alguna cosa, nos la darán inmediatamente. Seguro que el sub-prefecto
va a estar en el almuerzo. Si el viejo Tuco quiere hacernos poner en la cárcel,
el sub-prefecto, una vez que te haya visto de invitado del alcalde, no va a
 poder echarnos a la cárcel así no más... ( Acidal descubre el rostro
rostro y considera
detenidamente a Cordel ) Se hará el tonto, porque tendrá miedo de enojar a un
amigo del alcalde— En fin... Tú sabes como son todas estas cosas... Además y
 por último, es así como viene el dinero: con amigos. ( Acidal,
 Acidal, sin contestar
nada, vuelve a desabotonarse el chaquetón y empieza a cambiarse de traje ) Y
el mismo viejo Tuco. Estará ahí y ahora que te vea a tí también, entre, los
 personajes de Colca, ya no se va a atrever a hacernos nada. ( Esta idea es ya,
resultado espléndido de la invitación) ¡Nada, mi viejo! ¡Es
 por sí sola, un resultado
claro y lo vas a ver! ¿No lo crees? ¡Hombre!

ACIDAL, vistiéndole ahora cada vez más apresuradamente :— ¡Mira el reloj!


¿Qué hora es? ¡Alcánzame la corbata!
CORDEL
CORD EL,, haciendo, cuanto le dice Acidal :—:— Todavía tienes el tiempo, el
tiempo justo... Son las... ¡Veinte para la una! ¡Son veinte minutos! ¡Con tal
que llegues a la una en punto! ( Dándole consejos) No tengas miedo. ¡Qué
carajo! Después de todo estos caga-parados son, en el fondo, unas cacatúas!
 No te apoques... Si te preguntan por mí, diles que estoy muy bien... es decir,
con cierto tono: ( Lo
 Lo silabea, puliéndose) "un poquito resfriado, pero sin
gravedad"... ( Le
 Le cepilla la espalda) Procura hablar de cosas importantes... con
mucha seriedad, y sonriendo sólo de cuando en cuando, sin abrir demasiado la
 boca, como el carnero Erasmo…

ACIDAL,  poniéndose los zapatos:— Si mucho me aprietan, no respondo de


nada. Tendrán
Tendrán que verme que cojeo y todo se irá al agua...

CORDEL
CORD EL,,  sin oír :—
:— Trata
rata de acer
acerca
cart
rtee cu
cuan
anto
to pued
puedas
as al su
sub-
b-pre
prefe
fect
cto.
o.
Acuérdate de la Chepa y del viejo Tuco...

ACIDAL, de pie, inmóvil :-


:- ¿Dónde has puesto el sombrero?

CORDEL,  preci
 precipitándose, sombrero:— ¿Dónde se pone la servilleta,
pitándose, trae el sombrero
cuando se come? ¿Te acuerdas dónde se pone?
 

ACIDA
ACID AL, nenerv
rvio
iosí
sísi
simo
mo,, tran
transp
spir
iran
ando
do a chor
chorrros y má
máss colo
colora
rado
do que
que de
ordinario:— ¿La Servilleta?... Se la tiene en la mano. Digo... Me equivoco: en
la derecha.

CORDEL:— No. Se la pone en el pecho, como babero. No te olvides. ¿Me


has oído?

ACIDAL, sin atreverse
atreverse a moverse de su sitio:— Ya... En el pecho... Me voy...

CORDEL:— A ver... Anda un poco, para verte. Da unos pasos

ACIDAL, da los primeros pasos con zapatos, frunciéndose de dolor :—


:— No sé
si voy
voy a pode
poderl
rlos
os so
sopo
port
rtar
ar.. ¡T
¡Ten
engo
go lo
loss dedo
dedoss chiq
chiqui
uito
toss comp
comple
leta
tame
ment
ntee
apachurrados!

CORDEL:— Haz, querido hermano, un esfuerzo. Tú sabes que yo tampoco


 puedo ponerme zapatos.
zapatos. De otro modo y en último
último caso, iría yo en tu lugar...
lugar...

ACIDA
ACID AL,  ya en la puerta, con dolorosa
dolorosa resignación
resignación:— Sí..
Sí.... Así
Así anda
andass
siempre diciendo. Hasta luego.

CORDEL:— Espérate. Sería bueno que te ensayes un poco para que sepas
 bien lo que has de hacer
hacer.. A ver: anda, como si entraras a la casa del alcalde.
Cami
Ca mina
na,, Avanz
vanza,
a, ¡C
¡Con
on totoda
da dign
dignid
idad
ad!! ¡Der
¡Derec echi
hito
to!.
!..... ( Acidal
 Acidal ejecuta el
movimiento como dice Cordel ) Así. Así... Puedes poner una mano en el
 bolsillo del pantalón. La izquierda... Eso es... No, la metas demasiado en el
 bolsillo. Dicen que eso no es limpio... Di: "Buenas tardes, caballeros".
"Buenas tardes, señora". A ver: suponte que te encuentras en el patio con un
sirviente. Yo soy el sirviente. Y yo te saludo... ( Cordel saluda a Acidal, con un
infinito respeto) "Buenas tardes, patroncito. Y tú, ¿cómo vas a contestar?
Respóndeme... ( Repite
 Repite el saludo) "Buenas tardes, pues, taita".

ACIDAL, pavoneándose, la voz seca y gruesa, tieso, despreciativo


despreciativo sin mirar
al sirviente:— Buenas.

CORDEL:— Magnífico... ¿Y si te encuentras a un doctor?... Yo soy el Dr.


López, que paso a cierta distancia de ti. ¿Cómo harías? ¿Cómo saludarías?
(los dos ejecutan la maniobra)
 

ACIDAL, quitándose el sombrero, inclinándose, sonriente, la voz dulzona y


 servil :—
:— ¡Adiós, señor doctor!...

CORDEL:— ¡Estupendo!... ¿Te duelen todavía los zapatos?

ACIDAL, sobreponi
 sobreponiéndose
éndose al dolor, heroísmo:— ¡Oh, espantosamente!
dolor, con heroísmo
Pero, ¡carajo! prefiero los zapatos al badilejo. O a tener que ir a la cárcel, por
los 47 soles del viejo Tuco. ( Sale rápidamente, cojeando)

CORDEL, siguiéndole unos pasos:— ¡Bravo, hermanito! ¡Bravo! Dios te mira


con ojos de misericordia en el almuerzo!... ( Acidal desaparece y Cordel abre
de par en par la puerta de la calle. De pie en el dintel, los pulgares agarrados
a las axilas de los sobacos, pregona con voz vigorosa, casi imperativa y
 señorial ) ¡Bueno! ¡Bonito! ¡Y barato! ¡Azúcar a dos y media... ¡Fósforos con
cabeza colorada! ¡Chocolate!... ¡Pañuelos casi de sedal... ¡Adentro, adentro! ...
¡Ají seco!... ¡Cigarrillos amarillos! ¡velas blancas!... ¡Todo bueno, bonito y
 barato!...

TELÓN
 

Cuadro Segundo

Una tarde en el gran bazar de los hermanos Colacho, en las minas de oro de
Cotaroa, de la provincia de Taque.
Taque.

A la izquierda de la escena, un largo mostrador, que va desde las candilejas


hasta el fondo de las tablas. En las casillas de todos los muros, sobre cajones y
en una parte del mostrador
mostrador,, mercadería
mercaderías,s, telas,
telas, víveres,
víveres, atestando
atestando el loca
local.l. Al
fondo, una ventana, por la que se columbra montañas cubiertas de nieve. A la
derecha, dos, puertas abiertas sobre tina, explanada o calle en construcción. A
la izquierda, detrás del mostrador, una puerta que da a la trastienda.
tras tienda.

Cordel, vestido contra el frío, como los demás personajes de éste y del cuadro
cuarto, aparece de perfil, primer plano, detrás del mostrador, sentado, en una
oficina
oficina pequeña
pequeña pero confortable
confortable y hasta elegante.
elegante. Está hojeando
hojeando unos libros
libros
de contabilidad,
contabilidad, con títulos dorados sobre fondo rojo. Su traje y sus modales
indican que ha dejado, al fin, de ser un obrero, para con vestirse en patrón.
Pero, en el fondo, bajo su cáscara patronal, conserva el tuétano del peón.

Un poco más allá, también detrás del mostrador, lava un lote de botellas Novo,
hijo
hijo de Acida
Aci
huérfano. dal,
A la l, de unos
unOrocio,
derecha, os diez
diez elaños
añdependiente
os,, flac
flacuc
uche
hent
nto,
—30o, años—
ti
timo
morat
rato
o y humilde
muy con
con cara
carapero
de
muy activo, sacude y arregla tejidos y paquetes en las casillas.

Cordel, echa frecuentemente sobre Orocio y sobre Novo, vistazos de severa


vigilancia. Un tiempo.

CORDEL, bruscamente a Novo:— Dame una de las botellas que has lavado.
( Novo,
 Novo, por apurarse, produce
produce un choque entre las botellas y dos o tres se
rompen. Cordel, furibundo, se lanza sobre él ) ¡Carajo! ¿Qué tienes en las
manos, animal?...
todo! (Con ( Novo,
los puños Novo, aterrado,
cerrados, da un traspié
traspi
amenazador  é) molería
) ¡Te ¡No sabes
lasmás que romperlo
costillas! ¡Recoja
 

usted estos vidrios! ( Novo


 Novo recoge los vidrios y Cordel
Cordel lo abofetea. Novo se
echa a llorar ) ¡Y limpie ese suelo!... ( Novo limpia el suelo) ¿Ya está?... ¡Siga
lavand
lavandoo las botell
botellas!
as! ¡Y cuida
cuidado
do con
con que vuelva
vuelvass a quebra
quebrarla
rlas!
s! ¡Porqu
¡Porquee
entonces sí que yo te quiebro las mandíbulas! ¡Un diente por cada botella!
¿Me has oído?... ¡Contesta! ¡Estoy hablándote!

 NOVO, llorando:— Sí, tío.


CORDEL pasa cerca de Novo, le mete brutalmente la mano en un bolsillo:—
¿Qué tienes ahí? (Novo se queda paralizado) No te muevas... (Sacándole del
 bolsillo un caramelo) ¿Quién te ha dado este caramelo? ¿De dónde lo has
agarrado? ( Novo gemir, con la cabeza agachada) ¡Ladrón!
 Novo no hace más que gemir,
¿Sabes manto nos cuesta a tu padre y a mi un caramelo? ¿Uno solo?... ( Le
 Le
toma de una mecha de pelo de cerca de la oreja y le levanta en alto,
haciéndole retorcerse de dolor )

OROCIO, interviene tímidamente:— ¡Patrón!... ¡Al menos, porque no tiene


madre...

CORDEL, soltando su presa que se ahoga llorando:— No tiene madre pero


tiene dos padres, en lugar de uno. Yo soy más que su tío... ( A Novo) ¡Debes
saber, animal, que yo también, soy tu padre porque lo que comes sale también
de mis bolsillos!... ¡Lava, carajo, las botellas, si no quieres que te meta, como
a los soras, a trabajar en los socavones, para hacerte volar los huesos a punta
de dinamita!...

UNA SORA, entrando:— Buenas tardes, taita.

CORDEL:— ¡Ah, la vieja Rimalda! ¿Cuántos huevos me traes?

LA SORA, poniendo un lote de huevos sobre el mostrador :—


:— Cuéntalas, taita.
Dos semanas de la gallina negra y una de las dos pollas. ( Cordel cuenta los
huevos) Tú verás y me dirás también cuánto te he traído en todo y por todo,
 porque quiero llevar unas
unas cositas de tu tienda.

CORDEL:— Catorce. A tres por medio, son... dos reales y medio.

LA SORA:— ¿Cuánto, taita?

CORDEL:— Hoy,
Hoy, me traes catorce. El precio lo veremos después.
 

SORA pensativa:— Catorce... Así será, pues, taita.

CORDEL:— ¿Y dices que quieres saber cuántos huevos me has traído por
todo?

LA SORA:— Sí, taita. No me acuerdo.


CORDEL con consul
sultan
tando
do una libre ta:—
libreta:—.. Voy a decí
decírt
rtel
ela.
a..... ( Escribe
 Escribe unos
números en un papel aparte) Aquí está... El 8 me trajiste 8: el 12, 16, y hoy
me traes 14… Vamos a ver... (Se dispone a hacer la suma) Mira bien,
Rimalda, para que no vayas a pensar que te robo...

LA SORA:— ¡Vaya con Dios, el taita!...

CORDEL,,  puestas en el papel las tres cantidades, una debajo de otra, en


CORDEL
columna vertical, hace la suma, ante los ojos de la mujer, cantando en alta
voz la operación:— Cuatro y seis, diez; diez y ocho, diez y ocho; dejo ocho y
llevo uno… Pero... (Se queda pensando. Mirando afectuosamente a la mujer )
Pero ¡qué te voy a llevar a ti, pobre vieja!... ¡Para que sigas trayéndome
siempre
siemp re tus huevos, no te llevo nada! ¡Mira, pues, lo bueno
bueno que say contigo!
contigo!
 No te llevo nada…

LA SOBA:— Gracias, taita, que no me lleves nada. Dios te lo pagará.

CORDEL:— Y aunque no me lo pague, Rimalda. Yo soy incapaz de llevarme


nada a una pobre vieja como tú... (Vuelve a la operación) Decíamos: cuatro y
seis, diez; diez y ocho, diez y ocho. Dejo ocho y yo no te llevo nada. Uno y
uno, dos. Son 28 huevos en total, los que te debo… ( Orocio mira a Cordel,
desconcertado).

LA SORA:— Así Así será pues, taita.


 
CORDEL, sacando de un cajón unas monedas:— 28 huevos a 4 por cinco
centavos, son 35 centavos en total. Aquí tienes tu plata.
 
LA SORA recibe las monedas:— Mil gracias, patroncito. Dios te lo pagará.

CORDEL:—
 PresentándoleNoelme
( Presentándole agradezcas,
papel vieja.de
con las cifras Yo
Yolanooperación
hago sinooperada,
cumplir bien
con mi deber.
cerca de
 

los ojos de la sora) Mira ¿estás o no conforme? Aquí no se engaña a nadie. Tú


me conoces bien. (Orocio mira otra vez a Cordel )

LA SORA:— ¿Qué me enseñas, pues, taita, tus escrituras? ¡Si Dios hubiera
querido que yo conozca números!...

CORDEL
CORD EL,,  palmeándole en el hombro
hombro:— ¡Ah, buenamoza Rimalda! ¿Qué
quieres llevar del bazar? ,¿Tu tocuyo? ¿Tu sal? ¿Tu jabón?

LA SORA:— Una varita de tocuyo, taita. ¿A cómo está? No sé si podrás


dármelo, por la platita de los huevos...

CORDEL:— Se te dará tu vara de tocuyo. Orocio, dale una vara de tocuyo a


la Rimalda, del de 30.

OROCIO, apresurándose a cumplir la orden:— Bien, patrón…

CORDEL:— Y tú Novo, ¿qué esperas que no guardas, estos huevos?

 NOVO volando a recoger los huevos:— Ahí voy, tío.

CORDEL, volviendo a sus libros de contabilidad, a Orocio :— Dale también


medio de sal. ( A
 A la mujer ) La sal
sal es por
por lo
loss ci
cinc
ncoo cent
centav
avos
os rest
restan
ante
tes.
s.
Quedamos mano a mano. Treinta y cinco centavos justos.

LA SORA:— Así
Así será, pues, taita.

CORDEL:— Y no
no dejes de seguir trayéndome tus huevos, todas las semanas.

LA SORA:— Pierda cuidado, taita. Cuenta con tus huevecitos. ( Habiendo


 sido despachada con la sal y el tocuyo, la sora pone el dinerodinero que le diera
Corrdel,
Co del, so
sobr
bree el most
mostra
rado
dorr, dela
delant
ntee del
del depe
dependndieient
nte,
e, co
como
mo pago
pago de su
compra) Velay... Dios te lo pague, patroncito. ( Sale)

OROCIO, entregando el dinero a Cordel :—


:— Adiós,
Adiós, mama. Que le vaya bien.

CORDEL, a Orocio:— ¿Contaste cuántos paquetes de fósforos han venido en


los cinco cajones recién llegados?
 

OROCIO, va a consultar unos números en un papel :— :— Todavía no patrón.


Aquí están para sumarlos. ( Se dispone a hacer la suma de los cinco cajones)

CORDEL:— ¿Cuántos paquetes han venido en cada cajón? Dímelos uno por
uno, antes de sumarlos.

OROCIO, consultando sus apuntes:— En el uno han venido 25, en el otro 15,
en el otro 17, en el otro 26 y en el otro 24.

CORDEL, se acerca a ver que haga bien la suma el dependiente:— Ahora


súmalos: Cuenta fuerte, que yo te oiga.

OROCIO, sumando su columna de cinco sumandos:— 5 y 5, 10; y 7, 17; 6,


23, y 4, 27; Pongo 7 y llevo 2...

CORDEL, saltando y parándolo:— ¡Ah; no! ¡Alto ahí! Tú no te llevas nada...


(Un vistazo sobre Novo) ¿Qué maneras son éstas de llevarte mercaderías que
no te pertenecen? Tú, aquí, no eres sino mi dependiente y no tienes derecho a
llevarte nada del bazar. Absolutamente nada. (Otro vistazo a Novo)
bazar. Absolutamente

OROCIO, desconcertado:— Pero, patrón, es sólo para sacar la suma... que yo


me llevo 2... no por otra cosa.

CORDEL, tomando él mismo el lápiz para hacer la operación:— ¡Ah, sí, si!...
¡Ya, ya!... ¡Yo conozco a mi gente! (Una risita zumbona)

OROCIO:— Yo
Yo no he llevado nunca nada de su casa...

CORDEL:- ¡Silencio! ¡Cállese! (Otro vistazo sobre su sobrino) ¡A ver! ( Hace


 Hace
la suma en alta voz) 5 y 5, 10; y 7, 17; y 6, 23; y 4, 27. Pongo 7 y me llevo 2...

OROCIO,, rápidamente:— ¡Ve usted, patrón! ¡Usted también, para sacar la


OROCIO
suma, lleva 2…

CORDEL, violento:— ¡Yo sí, por supuesto! ¡Pero soy el dueño del bazar y no
sólo puedo llevarme 2, sino todos los paquetes de los cinco cajones! ¿Qué
cosa?... ¡Hase visto!
 

MR. TENEDY,
TENEDY,  gerent
 gerentee de la "Quivilca Corporation", entra, fumando una
 gran pipa y dice seco y autoritario, en un español britanizado y esquemático:
 — Don Cordel, buenas tardes...
tardes...

CORDEL, cambiando, de inmediato su aire de patrón por el de un esclavo :—


¡Mr. Tenedy! Buenas tardes, Mr. Tenedy... ( Le alarga la mano para estrechar
la del yanqui, en el preciso momento en que éste da mediavuelta hacia la
calle)

MR. TENE
MR. TENEDYDY,, desde la puerta del bazar, dirigiéndose a alguien que el
 público no ve:— ¿Quién va por ahí cantando? ¡Eah!... ¡Ese!... ¡Pcht! ¡Pcht!...
(Se oye en efecto, un tanto distante, un canto indígena, entonado por un
hombre. Cordel permanece en silencio y a la resguardia del yanqui, atento a
lo que hace y dice Mr.
Mr. Tenedy
Tenedy,, quien se vuelve a la derecha de la rua y da una
orden) ¡Gendarme!... ¡Usted!... ¡Gendarme!...

LA VOZ DE UN GEND GENDAR ARME


ME:—
:— Su se
seño
ñorí
ría.
a..... ( Aparece
 Aparece y se cuadra
respetuosamente ante Mr. Tenedy)

MR. TENEDY:— ¿Usted oye, desde luego, ese canto que se aleja en el
campamento?

EL GENDARME:— Es un peón, Su Señoría, de los de Colca.

MR. TENEDY:— Hace muchos días que ese peón anda cantando aires de
Colea. Es señas que extraña su familia y tiene pena de su tierra. Uno de estos
días puede mandarse mudar. Vigílelo. Usted me responde de él. ( Mr Mr.. Tenedy,
enedy,

dicho esto, vuelve a entrar al bazar ).


).
EL GENDARME:— Muy bien, Su Señoría. Perfectamente, Su Señoría. ( Se
va)

MR. TENEDY:— Don Cordel, la empresa necesita en el día 50 peones más.


Los soras continúan huyendo. Ya no quedan en los socavones sino gente de
Colca. En los talleres de fundición
f undición faltan mecánicos y los obreros competentes
también faltan. Hágame el favor, don Cordel, de reemplazar, por lo menos, a
los soras que han huido o han muerto en este mes...

DON
mismo.CORDEL:— Mr. Tenedy,
En el acto. Aunque, comovoyusted
a dirigirme porTenedy,
sabe, Mr. telégrafo
losa indios
Acidal.yaHoy
no
 

quieren venir.
venir. Dicen que es muy lejos. Quieren mejores salarios, el entusiasmo
del comienzo ha desaparecido...

MR. TENEDY:— Lo sé. Pero ¿y el sub-prefecto qué hace? ¿Para qué sirven
sus gendarmes? Don Cordel, ya estoy cansado de estos chismes. La empresa
necesita 50 peones y ustedes me los ponen aquí, antes de fin de mes, sea como
fuese.
CORDEL:— Mr. Tenedy, se hará por supuesto lo que se pueda, todo lo que se
 pueda...

MR, TENEDY
TENEDY, con un gesto de impaciencia:— No me diga usted eso, don
Cordel
Cordel.. Todo lo posibl
posible,
e, no signif
signific
icaa nad
nada.
a. Dígame
Dígame categó
categóric
ricame
amente
nte que
vendrán esos peones. Es urgente. Impostergable.

CORDEL, bajando la frente:— Mr. Tenedy, vendrán esos peones, cueste lo


que cueste.

MR. TENEDY:—
TENEDY:— 50. Ni uno menos.

CORDEL:— Si. Mr. Tenedy. Voy en este momento a telegrafiar a mi hermano.

MR. TENEDY, las manos para irse:— Eso es. Bien. ¿Ninguna novedad por
aquí?

CORDEL: — Ninguna; Mr. Tenedy.

MR. TENEDY:—
TENEDY:— Hasta luego, don Cordel.
CORDEL:— Hasta luego, Mr. Tenedy. ( Mr.  Mr. Tenedy
enedy,, al salir,
salir, se cruza en la
 puerta con un sora joven, airee enfermizo)
joven, frágil y de air

EL SORA, quitándose el sombrero, cae de rodillas, aterrado, ante Mr. Tenedy :


 — ¡Taita!
¡Taita! ¡Taita!
¡Taita!

MR. TENEDY, que ha vuelto sobre sus pasos hacia el centro de la tienda :—
¡Granuja! ¡Eres uno de los prófugos! ¿De dónde vienes ahora? ¿Cuándo has
vuelto? ¡Levántate y responde!
 

EL SOR
SORA,A, levantándose, con voz imperceptible, sin atreverse a alzar la
cabe
cabeza
za,, si
sinn somb
sombrrero,
ero, los
los braz
brazos
os,, cruz
cruzad
ados
os:— ¡Per
¡Perdo
dona
na,, pues
pues,, ta
tait
ita!
a!
¡Enfermo! ¡Las espaldas! ¡No me he ido! ¡Las espaldas!

MR. TENEDY, en un grito estridente y violento como un rayo:— ¿Cómo? (El


sora ha dado un salto y cae al suelo, fulminado, inmóvil)

CORDEL, se acerca al sora y le mueve con la punta del pie:—, ¡Levanta,


animal! Huacho, ¿oyes? ¿Qué tienes?

MR. TENEDY:— Raza inferior, podrida.

CORDEL
CORD EL,,  sigue golpeando con la punta del pie la cabeza del sora:—
¡Levanta, te digo! ¡Contesta, Huacho!

MR. TENEDY:—
TENEDY:— Este bribón huyó, hace mes y medio, con siete más.

CORDEL:— No pensó que iba usted a reconocerlo. ( Aquí, Aquí, empieza a moverse


el cuerpo del sora. Luego, una mirada larga, fija y vacía, rueda lentamente en
 sus órbitas. Pero,
Pero, de pronto,
pronto, despavorido, lanza
lanza gritos de terror )
terror 

EL COMIS
COMISAR ARIOIO,, qui
quien
en pasaba surge:— ¿Qué
pasaba,, surge ¿Qué su
suce
cede
de aquí
aquí?? ¡Ah,
¡Ah, Mr.
Mr.
Tenedy! Buenas tardes... ( Ha
 Ha sujetado de inmediato al sora por su brazo y
Cordel por el otro)

EL SORA temblando, los ojos fijos en Tenedy:— ¡El taita! ¡El taita!

MR. TENEDY,
compañeros al comisario
de fuga. :— Que
Si no declara, declare
déjele en laen el cepo,
barra hasta donde están
mañana. ( Or ya susy
Ordena
dena
 sale)

EL COMISARIO:— Perfectamente, Mr. Tenedy. A sus órdenes, ( El comisario


llama a lo lejos. Dos gendarmes pronto aparecen y entran ) Llévense a éste a
la barra. ( Los
 Los dos gendarmes toman al sora que no cesa de dar de gritos de
espanto y le llevan. Los tres desaparecen)

CORDEL: ,—¡Serranos brutos! ¡Serranos perezosos! ¡Huilones!

EL COMISARIO:— Tiembla ahora como un perro envenenado.


 

CORDEL:— Por terror al gringo. Apenas lo divisan que todo los soras se
 ponen a temblar y se echan a correr sin control posible. (Una pareja
pareja de soras
 se asoman a la puerta y penetran al bazar )

EL HOMBR
HOMBRE E Y LA MUJE R, quitándose el sombrero y con humildad :—
MUJER, :—
Taita, buenas tardes.

CORDEL, con vivo interés:— ¡Hola, muchachos! ¿Al fin sé decidieron? ( A
 A
 Baldazari) Perdone, por favor, comisario, un momentito.

EL COMISARIO, pasando al mostrador,
mostrador, a servirse a sí mismo una copa de
whisky y hablando del sora a quien acaban de llevarse los gendarmes :— ¡Ha
visto usted como se hacía el motolito
m otolito el muy pendejo!

CORDEL, a los dos soras:— ¡Adelante! ¡Pasen; pasen! ¡Entren de una vez!

EL HOMBRE que se ha quedado mirando con su mujer, unos pañuelos de


colores que hay colgados en la puerta del bazar :—
:— ¡Qué bonitos achalayes!
achalayes!
¡Tus verdes y granates, taita!

CORDEL, aparte:— Orocio, sácales las garrafas de colores. ¡Rápido! ( Orocio


ejecuta la orden y Cordel a los dos soras ) ¿Les gusta los granates? Entren,
entren. ¿Se decidieron por lo de la chacra?...

EL HOMBRE, entrando con su mujer :—


:— ¡Taita, pues, que se hará!

CORDEL, mostrándoles a la luz y en alto las garrafas de colores :— ¡Miren

qué bonito
bonito!..
gallinas !....sombrero
con ¡Miren
¡Miren!..
!....que
( El
 Elhay
comisario toma su whisky
aquí pintadas?... ) ¿Ven ustedes
( El comisario las
lanza una
carcajada que él reprime al momento. El propio Orocio hace esfuerzo para
mantener la hilaridad. Cordel le dice, aparte, furibundo ) ¡Carajo! ¡como te
rías!

LOS DOS SORAS consideran maravillados las garrafas:—. ¡Ay, taita, qué
 bonito!...

CORDEL:— ¿No son, bonitas de verdad? En esta otra, más grande, hay unos
árboles de oro, con gendarmes en las hojas. ¡Miren lo que es achalay!... ( El
comisario ríe a escondidas. Como los soras no se atreven a tocar las
 

Cordel les dice) ¡Agárrenlas sin miedo!... (Pone una en manos del
 garrafas, Cordel
sora) ¡Toma, te digo! ¡Agárrala de aquí! ¡Así!...

EL HOMB
HOMBRE RE,, con la garrafa en las manos, inmóvil :—
:— ¡Espérate, pues,
taita!... No te apures...

EL COMISARIO Y CORDEL, a la vez:— ¡Así, hombre!... ¡Así sí!! Puedes


hasta moverte con ella... No tengas miedo... ( El sora, sin embargo,
embargo, no se
atreve a hacer el menor movimiento. La cabeza derecha y rígida, habla
moviendo apenas los labios)

EL HOMBRE:— ¡Tómala, taita! ¡Agárrala! ¡La suelto!

CORDEL, tomándole de un brazo y haciéndole dar unos pasos, como a un


ciego:— ¡Qué
¡Qué cholo
cholo tan zonzo!
zonzo!...
... ¡Ven!
¡Ven!...
... ¡Ava
¡Avanza
nza!..
!.... ¡Camin
¡Camina!.
a!..... ¡Así!.
¡Así!.....
¿Ves?... ( Mientras el sora camina,
¡Así!... Procura por supuesto no tropezarte! ¿Ves?...
con la garrafa bien agarrada en sus manos, la mujer le sigue con los ojos,
también de gran ansiedad )
 presa también
 
EL COMISARIO:— Puedes también voltear. Y volver a caminar. ( A Cordel )
¡Es usted un portento, un compadre! ( Bebe
 Bebe otro whisky.
whisky. El sora está en un
extremo del bazar, inmóvil, con la garrafa levantada a la altura del pecho. Su
mujer corre a colocarse a su lado, lista para auxiliarle)

CORDEL:— ¿Ya ven que no pasa nada? ¿Qué dicen ahora? ¿Les gusta ésa
que tienen ahí? ¿O quieren otra?

EL HOMBRE:— ¡Mucho, taita! ¡Esta!


CORDEL:— ¡Pues tómenla por el terreno de trigo de Gorán! ( Es Es una decisión
heroica) ¡Qué caramba! ¡Llévensela! ¡Llévensela no más! ( Los  Los soras no
 parecen acabar de compre
comprender propuesta)
nder,, a tal punto estiman halagadora la propuesta
Yo soy así: ¡todo lo que tengo se lo doy a mis clientes! ( Cordel envuelve la
 garrafa en un papel )

EL COMISA
COMISARIO RIO,,  fingiéndose escandalizado de la largueza
largueza de Cordel,
Cordel, se
opone:— Pero, don Cordel, ¿va usted a darles un garrafa azul por un simple
terreno de trigo? ¡Está usted loco!

CORDEL:— Sí, señor… Ya


Ya ve usted: no puedo con mi genio.
 

EL COMISARIO, impide que Cordel siga envolviendo la garrafa y la saca a


relucir, levantándola a la vista de todos:— ¡Qué barbaridad! ¡Por un terreno
de trigo! ¡Ha viste usted!

CORDEL:— Acabaré,
Acabaré, comisario, quedándome sin nada... ¡Qué más da! ( A
 A los
boquiabiertos). ¿Qué dicen ustedes? ¿Aceptado?
 soras, que permanecen boquiabiertos
EL SORA, emocionado:— Taita, pues... ¡qué te diré!

EL COMISARIO:— Don Cordel, ¡me resiento!

CORDEL:— ¿De qué, comisario? ¿Qué ocurre?

EL COMISARIO:— Usted sabe perfectamente que ando, desde hace tiempo,


suspirando por una garrafa azul y, ahora, en vez de vendérmela a mí, usted
 prefiere regalarla a estos indios por un simple terreno de trigo! ¡Esto no se
hace a un amigo, don Cordel!

CORDEL:— Tengo
Tengo otra, comisario, en la trastienda.

EL COMISARIO:—
COMISARIO:— ¡No diga!
diga! ¿De veras tiene
tiene usted
usted otra? ¿En la trastienda,
trastienda,
dice usted?

CORDEL:— De veras, comisario. Esa, se la venderé a usted; se lo prometo.

EL COMI
COMISA
SARI
RIO,
O, a los soras:— Pues, entonces, ¡ahí la tienen ustedes!
Llévensela, muchachos.
CORDEL:— Claro: yo sé perfectamente que en el negocio, yo soy quien
 pierde plata. Orocio, envuelve esta garrafa... ( Al
 Al comisario) Así es la vida.
¡Qué quiere usted!

EL SORA, besa la mano de Cordel y en un grito de felicidad:— ¡Taita! ¡Dios


te lo pagará! ( La
 La mujer besa también la mano de Cordel
Cordel y el comisario,
riendo a escondidas, vuelve a beber otro whisky)

CORDEL:— Anoche,
Anoche, soñé huevos: ¡para robo!
 

EL COMISA
COMISARIORIO,, aparte, a Cordel : ¡Pellízqueme, compadre: ya no puedo
más! (Y, en efecto, lanza una carcajada incontenible. Los soras dan un
traspié, espantados y se persignan. Orocio, envolviendo la garrafa, ahoga
también otra risotada)

CORDEL:— Burro, ¿de qué te ríes? ¡De tus cascos! ( Volviéndose se al


comisario) Por supuesto, un simple terreno de trigo no vale una garrafa azul.
Ya lo sé. Pero, ¡a lo hecho, pecho!... No me pesa…

EL COMISARIO, interrumpiendo:— ¡Ya,


¡Ya, ya, ya, ya!... Y
Yoo no quiero meterme
en sus negocios.

CORDEL:— Apúrate,
CORDEL:— Apúrate, Orodio.
Orodio. Una garrafa espléndida
espléndida,, que sólo los patrones
patrones
tienen en su casa. ¿No es verdad comisario?

EL COMISARIO:— Los patrones y también los obispos. Los obispos también


tienen garrafas azules. ¿No es verdad, don Cordel?

CORDEL
CORD EL:—
:— ¡Ah,
¡Ah, tambi
también
én loloss obis
obispo
pos,
s, desd
desdee lu
lueg
ego!
o! Pero
Pero lo
loss obis
obispo
pos,
s,
comisario, los obispos son los obispos...

EL COMISARIO, bebe otro whisky:— ¡Por supuesto!

OROC
OROCIO
IO:—
:— Aquí
Aquí est
está,
á, ppat
atró
rón,
n, llaa ga
garra
rrafa
fa.. _ 

CORDEL
CORD EL,, tomando la garrafa para dársela a su turno al sora :—. Toma,
chol
cholaz
azo,
o, tu garra
garrafa
fa.. ¡A
¡Agá
gárra
rrala
la bien
bien fuer
fuerte
te!! ¡Con
¡Con cuid
cuidad
ado!
o!.. No vaya
vayass a
soltarla...
EL HOMB
HOMBRE RE,, tomando el objeto en ambas manos, con gran cuidado :–
Taita... Dios te lo pague. ( Después
 Después lo levanta a la altura de sus ojos y así lo
lleva, como un sacerdote la hostia consagrada)

EL. COMISARIO:– ¡Mira bien dónde pones las patas, para no tropezarte!

CORDEL, saca por un brazo al sora a la calle, muy despacio:– Ven... Paso a


 paso... Por aquí. .. Poco a poco... Así... Así... ( La
 La mujer sigue, al paso, a su
marido)
 

EL COMISARIO:– Vaya usted a ver eso. ¡Una garrafa azul por una chacra de
trigo! ¡Ayayay, carajo!...

CORDEL
CORD EL,,  parando de pronto
pronto al sora:– ¿Cuá
¿Cuánd
ndoo me hace
hacess entr
entreg
egaa del
del
terreno?

EL HOMBRE:– Agárralo,
Agárralo, pues, taita; cuando te parezca.

CORDEL:– De cuántos meses está el trigo?


tr igo?

EL HOMBRE:– Sembrado en Todos


Todos los S
Santos.
antos. Estamos en los carnavales.

CORDEL:– Iré a verlo dentro de una semana. De todos modos, el terreno es


ya mío. ¿No es así?

EL HOMBRE:– Así será, pues, taita. Es tu terreno.

CORDEL:– Espérame la próxima semana. (Suelta el brazo del sora empuja


 suavemente por detrás, en dirección
dirección de la calle) Adiós, cholazo. ( El
 El sora sale,
mujer, paso a paso. con la garrafa en alto) Saludos a la china
 seguido de su mujer,
Guadalupe.

EL COMISARIO, mirando hacia lo lejos en la calle :– Mire, mire, don Cordel:


ahí sale el gringo de su escritorio. ¡Apuesto que va a ver al sora en la laguna!

CORDEL, mirando en dirección indicada:– ¡Sí, si, si!... ¡Ahí va!... Ya lo veo...

EL COMI
CO
¡Para losMISA
SARI
RIO
sapos O empina
que de un sorbo
son cutulos!... ( Cordelsusigue
copacon
y sale unos:–¡Carajo!
corriendo
la mirada instantes
al comisario. Permanece luego pensativo. Se vuelve al dependiente que sigue
arreglando
arregla ndo y sacudiendo las mercad erías) ¡Orocio!
mercaderías

OROCIO:— Patrón...
 
CORDEL: – Venga usted acá.

OROCIO acudiendo de inmediato:– Patrón.

CORDEL:--: ¿Dónde está Novo?


 

OROCIO:– Adentro,
Adentro, en el depósito, patrón.

CORDEL
CORD EL,,  severo y en voz baja, para no ser oído de Novo:– ¿Por qué te
encaprichas en dar el mal ejemplo a mi sobrino?

OROCIO, tímido:– Patrón, no doy el mal ejemplo...

CORDEL:– ¿Qué has hecho, hace un momento, con la suma de los fósforos?

OROCIÓ:– ¿Qué he hecho, patrón?

CORDEL:– ¿Sabes lo que significa, a los ojos de un monigote de su edad, que


un dependiente como tú, se lleve, aunque sólo sea en pensamiento, para los
efectos de una operación de suma, dos o más paquetes de mercaderías, en la
cara y en las barbas del dueño de tienda? ¿Sabes lo que eso significa, como
mal ejemplo, para que Novo quiera también un día, llevarse lo que se le antoja
del bazar, so pretexto de que va a hacer con las mercaderías tal o cual cosa?
¡Contesta!

OROCIO:– Patrón, es muy distinto...

CORDEL:– A los muchachos no hay que enseñarles, ni siquiera de broma, ni


 por algún motivo, a llevarse
llevarse nada de lo que no les pertenece.

OROCIO:– Patrón, sólo era para la suma. Porque así se dice, siempre.

CORDEL:— ¡No, señor! Te digo que por ningún motivo. ¿Me has oído? ¡Me
 parece que hablo castellano!
castellano!
OROCIO:– Bien, patrón. No volveré a hacerlo.

CORDEL:— ¡Jamás! ¡Que, eso no se repita! Cuando Novo está aquí y tengas
que hacer una suma en su presencia, no hay que cantar en alta voz la
operación. Hay que hacerla mentalmente o hay que esconderse para hacerla.
 Novo no sabe sumar, ni entiende nada de las palabras que se dicen al sumar.
sumar.
Lo único que él oye es que tú te llevas los paquetes, y el resto no comprende.

OROCIO:— Patrón, ¿y cuando usted me ordena que haga la suma en alta voz
 bien fuerte?
 

CORDEL, vacilante:— Cuando yo te ordeno... Pues... Entonces... entonces...


Pues, en lugar de decir: "Llevo dos, o tres, o cuatro" o el número que sea,
debes decir: "Patrón, lleva usted 2 ó 3 ó 4" o lo que sea.

OROCIO:— Muy bien, patrón. Ya sé.

CORDEL, disponiéndose a escribir, en alta voz:— ¡Novo!

 NOVO, viniendo de la trastienda a toda carrera:— Tío...

CORDEL, escribiendo:— Llévame este despacho al telégrafo. ¡Corriendo!

 NOVO; que está esperando:— Sí, tío...

CORDEL, le da el telegrama:— Toma. ¡Y no pises muy fuerte para no acabar


la zuela de tus zapatos!

 NOVO:— Sí, tío. ( Sale al vuelo. Cordel hojea un libro de cuentas y luego, a
Orocio) Mira en tu libreta cuántos indios murieron en las minas en el mes
 pasado y cuántos huyeron.
huyeron.

OROCIO, consultando una libreta:— En seguida, patrón...

CORDEL:— Mr. Tenedy quiere 50., Yo no creo que la cifra sea exacta.

OROCIO, leyendo:— Huidos: 27; muertos: 19. Total


Total 46.

CORDEL,
mes  pensativo:— Sí... Más o menos, es el número; 50... ¡Hom!... ¿Y el
anterior?

OROCIO, leyendo:— Huidos: 3; muertos: 26; total: 29.

CORDEL, como para sí :—


:— Curioso... Huyen cada vez más y mueren menos...

MR. TENEDY,
TENEDY, vuelve al bazar, de buen humor :—
:— Don Cordel, deme usted un
whisky, hágame el favor.

CORDEL, solícito:— En el acto, Mr. Tenedy. (Sirve la copa)

MR. TENEDY:—
TENEDY:— Los gendarmes acaban de coger a doce soras.
 

CORDEL:— ¿De los prófugos?

MR. TENEDY:— De los prófugos de la última semana. Acompáñeme con


otra copa.

CORDEL:— Con mucho gusto, Mr. Tenedy. (Sirve las copas)

MR. TENEDY:— Han declarado que gran número de los otros prófugos anda
 por aquí cerca, en Parahuac. ¡Salud!

CORDEL:— Salud, Mr. Tenedy.

MR. TENEDY:
TENEDY: Esta misma
m isma noche van a salir los gendarmes a buscarlos.

CORDEL:— Ya se lo había dicho al comisario: estoy seguro que la mayoría


de los soras que han huido han bajado a Parahuac.

MR. TENEDY:— De todas maneras, siempre necesitamos más peones. Los


más que se pueda.

CORDEL:— Acabo
Acabo de mandar justamente un telegrama a mi hermano.

MR. TENEDY:—
TENEDY:— ¿Cómo se porta con ustedes en Colca el sub-prefecto Luna?
llág
llágam
amee el favo
favorr de cont
contes
esta
tarm
rmee la verd
verdad
ad.. ¿Les
¿Les pres
presta
ta la
lass faci
facili
lida
dade
dess
necesarias para el enganche de peones? ¿Qué le escribe don Acidal?

CORDEL:— El sub-prefecto
está del todo satisfecho es completamente
de su apoyo. Sinceramente,nuestro, Mr. Tenedy. Acidal
Mr. Tenedy.

MR. TENEDY, bebe su whisky:— Usted sabe naturalmente que la "Quivilca


Corporation" hizo nombrar a Luna sub-prefecto, con el único fin de tener a sus
gendarmes a nuestras órdenes en todo lo tocante a la peonada.

CORDEL:— Mr. Tenedy, ¡lo sé perfectamente!

MR. TENEDY:— Ahora, si Luna no se portase como se debe con ustedes,


te
tend
ndrí
ríaa que
que decí
ecírme
rmelo en el acto,
cto, Don Cord
Cordeel, y yo lo comu
comuni
nica
carí
ríaa
inmediatamente a nuestro escritorio que lo reemplazaría en el día.
 

CORDEL:— Mr. Tenedy, vuelvo a decirlo: Acidal me escribe que Luna le


 presta toda clase de facilidades.
facilidades.

MR. TENEDY:—
TENEDY:— ¿Entonces, su hermano podrá ponernos aquí, antes del 30,
los 50 peones que necesitamos?

CORDEL:— Seguro, Mr. Tenedy. (A una sora que entra) Anda por la otra
 puerta. ¡Orocio! Atienda a esa mujer.
mujer.

OROCIO, del otro lado del bazar:— Ahora mismo, patrón.

MR. TENEDY,  sig sigue


ue bebiend o:— ¿Qué sabe usted de política? ¿Qué le
beb iendo:—
cuenta don Acidal?

CORDEL:— De política, Mr. Tenedy... no sé nada de nuevo.

MR. TENEDY,
la candidatura detono va aMire
íntimo:—
su hermano usted,
tropezar condon Cordel...
muchas se me ocurre que
dificultades... que

CORDEL:— Mr. Tenedy, es lo que yo no me canso en escribirle.

MR. TENEDY:— El solo hecho de vivir a diario con la gente y los  _


 políticos de Colca, le crea una multitud de envidia
envidia y recelos.

CORDEL:— Aborrezco la política, Mr. Tenedy. Acidal se encapricha en


ser diputado: ¡allá él!

MR.don
que TENEDY:—
Acidal sea Además...
diputado? ¡Diputado!... ¿Qué ganaría nuestra empresa con

CORDEL:— Acidal, Mr. Tenedy, es un niño en estas cosas.

MR. TENEDY:— La "Quivilca Corporation" no necesita de diputados ni


de niño
niños.
s. Nos
Nos bast
bastaa con
con tene
tenerr de nues
nuestr
traa part
partee al Presid
Presiden
ente
te de la
República.

CORDEL:— Por supuesto, Mr. Tenedy. Se comprende muy bien.

MR. TENEDY,
TENEDY
importantes, , pensativo:—
don Cordel, muyLos intereses de nuestro sindicato son demasiado
fuertes...
 

CORDEL:— Evidente, Mr. Tenedy...

MR. TENEDY:— Y para protegerlos, ¿qué es un diputado? Pero... de


todos modos, la empresa recomendará la candidatura de su hermano al
gobierno, pues es el deseo de don Acidal. (Bebe)

CORDEL:— Un millón de gracias, Mr. Tenedy. Es usted como nuestro


 padre.

MR. TENEDY, las manos, misterioso:— Don Cordel... Se me ocurre que


un día la "Quivilca Corporation" lo obligará a entrar en la política. Hay
todavía tiempo de hablar de eso...

CORDEL, so
 sonr
nrie
iend
ndo,
o, sin
si n comp
co mpren
rende
der:
r:—— Mr. Tenedy, yo... La política...

MR.
lejos. TENEDY, inter
interrumpi
rumpiendo:— ¡No se apure! Aquello está todavía
endo:—

CORDEL:— Mr. Tenedy, la política... sería para mí el peor castigo que


me podrían imponer. La política me asusta, me descompone...

MR. TENEDY:—
TENEDY:— Ya Ya veremos. Los negocios, don Cordel, son los negocios. Y
usted, antes de todo, es un hombre de negocios.

CORDEL:— Sí... prefiero mi bazar, Mr. Tenedy; vender mi chancaca y


mi coca a los indios. Lavar
L avar mis
m is botellas.
botella s. En fin, ganar mi pan,
pan, ttra
raba
baja
jand
ndoo
humildemente en mi comercio...
TENEDY,  para irse:—
MR. TENEDY, irse: — Mr. Edison ha dicho, don Cordel, que el peor
defecto del individuo está en no cambiar de oficio. Hay que ensayarlo
todo, don Cordel. En la criatura más oscura puede esconderse un gran
hombre ...

CORDEL:— Hasta luego, Mr. Tenedy.

MR. TENEDY,
TENEDY, de la puerta:— ¡Mr. Edison, don Cordel, muy interesante!
Buenas tardes. (Sale)

CORDEL
CORDEL:—
:— Buenas
Buenas tardes
tardes.. Mr.
Mr. Tenedy
enedy.. (Una vez
vez sol
oloo, para
ara sí,
 

int r i g a d o ) ¿ E n l a p o líti
líticc a yo?
yo? ..
.... ¿Di
¿Di put
put ado?
ado?..
.... ¿ A lc
lcal
aldd e?..
e?....
¿Senador?... (Ríe burlonamente) El gringo está whiskeado hasta el cu-
lito...

OROCIO, con un lote de botellas en el mostrador, del otro extremo


de la tienda:— Patrón: ¿cuántas botellas de agua le pongo a cada botella
de cañazo? ¿Siempre 2 a cada una?

CORDEL, colérico:— ¡Calla, carajo! ¡Que no vayan a oírte! Ponle... ¡tres a


cada una!

OROCIO:— Bien, patrón. Perdóneme...

TELON 
 

Cuadro Tercero

El comedor de las hermanos Colacho, en una espléndida casa, en


Taque, instantes después de la cena. Una puerta del fondo que
comunica con un gran bazar y otra a la derecha que da al patio de la
casa; ambas abiertas. Muebles y ambiente elegantes.

Acidal, convertido en patrón, al igual que Cordel, aparece vest


vestid
idoo
con rebuscado
Acidal y excesivo
hace resaltar aliño.controlándolas
más aún Maneras melindrosas y estudiadas,
frecuentemente. Todoque
lo
cual no impide que, de pronto, salte a menudo en él la osatura del
 peón.

Taya está ocupada en quitar la mesa y en atender, turnándose con


Acidal, a los clientes del bazar. La criada Taya es una india de unos
veintee años,
veint año s, de una gracia
grac ia rural
r ural y de una gran
gran man
mansed
sedum
umbr
bre.
e.

Zavala, según parece, acaba de comer en compañía de Acidal. Muy


delgado, 25 años, rasgos finos, blanco, distinguido.

ACIDAL,  pas paseá
eándo
ndose
se,, preocup
preo cupado
ado,, a Zaval a:— Usted cree entonces que
Zav ala:—
sin leer libros no se puede ser persona decente, en fin, persona buena para
la sociedad, la política, la diplomacia? Etc.

ZAVALA:— Una vez, estaba por entonces en París, entré en casa del
senador francés Félix Potin. ¿Qué montaña de libras! ¿Y sabe usted quién
quién
era Félix Pontin? Un industrial enriquecido, corno usted, con bodegas, y tan
conocido y admirado en París como el Presidente de la República, Maurice
Chevalier o Fernandel. ¡Nada menos! Pero, pues, claro, ¡leyendo libros!

ACIDAL,  so
 soña
ñado
dorr y  si
 siem
empre
pre preoc
pre ocup
upad
ado:
o:—— Ah..
Ah .... Vea usted eso... ¡Es
 

formidable! ¿Y quién es éste que usted me decía?

ZAVALA:— ¿Fernandel? El Prefecto de París. Si usted piensa, en realidad,


meterse en la política  y lanzarse en la vida del gran mundo, tendrá usted,
en mi opinión y forzosamente, que leer libros. Indispensable.
Indispensable.

ACIDAL:— Eso es una gran vaina.

ZAVALA:— ¿Dónde está su libro de urbanidad? Permítamelo un momento.

ACIDAL,  sa  saca


cand
ndoo el li libro
bro del
de l esta
es tant
nte: — Ya lo creo. Ahí lo tiene
e:—
usted... (L e da e l li b ro) Yo me he fi fija
jado
do,, si
sinn emba
embarrgo
go,, que
que lo
loss
diputados, los gringos y demás personajes que vienen de la capital o de
otra parte, hablan y conversan como yo, como cualquiera...
cualquiera... (Zavala
(Zaval a hojea
el libr
libroo de urba
urbaninida d) ¡Y qué me dice usted de los personajes de
dad)
Colea!... ( E s c é p t i c o e n l o q u e t o c a a l a o p i n i ó n d e Z ava
avala)
Francamente... yo no sé... No sé.
TAYA, quitando el mantel de la mesa, a Zavala:— Con su permiso, don
Julio

ACIDAL, contcontraria do, en voz baja, a Taya:— ¡Chut! ¡Silencio! (Ta-ya,


rariado,
averrgonza
ave da)) ¡Do
gonzada ¡Doss falta
faltass graví
gravísim
simas!
as! Primer
Primera:
a: hablar
hablar a un cabal
caballe
lero
ro
cuando lee;
lee; segunda: pedir
pedir permiso cuand
cuandoo ya se ha jalado el mantel.
mant el. (La
muchachaa permanece
muchach permanece inmóvil,
inmóvil, cada vez más avergonz
avergonzad a) ¡Por Dios,
ada)
Taya! Los tiempos han cambiado. Yo no voy a poder invitar a caballeros en
mi casa en tales condiciones.

ZAVALA,  se detien


det ienee en una página
pág ina del libro,
lib ro, absor
abs orbid
bido: — ¡Qué pro-
o:—
 blema!.
 blem a!..... ¿Dice
¿Dic e uste
ustedd que sus ocupacio
ocup aciones
nes no le dejan
deja n absoluta
abso lutamente
mente
tiempo para leer libros?

ACIDAL:— ¡Pero claro que no! ¿Cuándo? Podría leer uno, dos, ¡cuántos
más! Vivo muy atareado.

ZAVALA:— Malo... Malo... ¿Qué se puede hacer?

ACIDAL:— Es Cordel, más bien, quien desde chico era más listo que yo
 para
 pr
 primeestas
ro al cosas.
imero que yoMe
as acuerdo
asist
istí ent re que
í entre gen tepara
gente decirente—,
decent ae—,
un almuerzo delonce
de eso hace alcald
alc alde
e —el
años, fue
f ue
 

Cordel quien me enseñó cómo debía portarme. Después se ha acojudado, no


sé por qué... En cambio, yo, viendo, aunque tarde, lo necesario que es el
 buenn ha
 bue habla
blar,
r, el bie
bienn portar
por tarse
se,, me he propu
pro puest
estoo aprend
apr ender
erlo
lo a macho
ma cho y
martil
mar tillo.
lo. Lo único
único que me pe pesa
sa hoy es habe
aber empe
empezazaddo ta
tann ta
tard
rdee..
....
Demasiado tarde...

ZAVALA, que ha reflexionado concienzudamente al respecto:— En fin,


don Acidal, mire usted: de dos males,
males , el menor. A falta de unos
unos dos,
dos, tres
tres
mil libros que debería usted leer (Ac
(Acida
idall hace
hace un gesto pavor), y esto
gesto de pavor),
sería aún muy poco, quedémonos ¡qué quiere usted! con esta cartillita (La
Urbanidad)

ACIDAL, liberado:— ¡Vaya, don Julio! ¡Hombre, por Dios! ¡Cuánto se lo


agradezco!

ZAVALA:— Sin duda, con esta Urbanidad, bien aprendida ya puede uno
desenvolvers
desenvolverse e en sociedad y hasta
el Palacio presidencial. has ta en la Cámara
Cá mara de Diputa
Dip utado
dos,
s, y hast
hastaa en
en

ACIDAL, re regoci
gocijado:— ¡Pero desde luego! ¿No le parece a usted? (A
jado:—
Taya) Llévate el mantel. (Llaman compradores del bazar y Taya va a
atenderlos)

ZAVALA:— ¿Repasa usted siempre el capítulo "Entre gente de negocios"?

ACIDAL:— Es decir... no... No. Y le diré por qué. Me parece que ya se lo


he dicho: yo no pienso seguir en el comercio. Mi bocación es la política.

ZAVALA corrigiendo:— Se dice: vocación ¡"vo" "vo"! Con v chica.

ACIDAL:— Ah, muy bien. Mi yo es la... ¡Qué estoy diciendo! Mi vocación


es la política y la diplomacia. Creo, siento... ¿Se dice así: siento, en lugar de
creo?

ZAVALA:— Sí... Pero eso depende. ¿Qué quiere usted decir?

ACIDAL
ACID AL:—:— Quie
Quieroro deci
decirr qu
que.
e...
.. sisien
ento
to qu
quee he naci
nacido
do para
para ho
homb
mbre
re
 públ
 pú blic
ico.
o. ¿Est
¿E stáá bien
bi en dich
di cho?
o? (Zava
(Zavala respuesta) ¿O se dice,
la medita en la respuesta)
quién sabe: "creo haber nacido"?
 

ZAVALA:— A mí me parece, don Acidal, que usted en verdad no ha


nacido...

LA VOZ DE TAYA del bazar:— bazar:— Para dar más luz, don Acidal ¿de qué
lado se da vuelta el tornillo de la lámpara?

ACIDAL, contrariado:— Un instante... ¡Esta muchacha!... (Elevando la


Taya)) De izquierda a derecha. Echale kerosene. (Baja la voz)
voz. a Taya
Perdone, don Julio, (Fuerte, de nuevo, a Taya) ¡Y no derrames!

ZAVALA:— Le decía que me parece que usted, no ha nacido para esta vida
mísera de Colca y que su destino está más lejos y más alto.

ACIDAL:— ¡No le  pare  parece!


ce! El capítulo
cap ítulo "Entre
"En tre gente
gent e de nego
negocios
cios"" le iría
ir ía
 bienn a Corde
 bie Co rdel,l, que se pr
propo
opone
ne segui
seg uirr en los negoc
neg ocios
ios y llegar
lle gar a ser un
yanqui. Aunque él cree que al negociante no le hace falta educación, Yo le
mando siempre,
Urbanidad, endemis
recortes cartas a consejos,
periódicos, las minas,etc.
copia de día,
El otro algunas
nada reglas
menos,de
le
mandé un recorte de "La Prensa" en que decía cuantos años necesita el
carbón para convertirse en diamante en, las entrañas de la tierra. ¡Algo
estupendo!

ZAVALA:— Sin eso, en efecto, será muy difícil que su hermano triunfe
en los negocios.

ACIDAL:— ¿Me creerá usted, si le digo que nunca en su vida ha querido


asistir a un convite y ni siquiera sabe ponerse un cuello duro? ¡Primero, se
deja capar!
ZAVALA:— ¡Aberración! ¡Ni me lo diga! ¡Es un salvaje!

ACIDAL, anotando en su cuaderno:— "A-b "A-be-rra-ci


e-rra-ción".
ón". ¡Qué bonita
bonita palabra!
Así le digo... Puede hasta echar a perder nuestro negocio si se encapricha
en su plebeyez. Así se lo digo, pero no me hace caso.

ZAVALA, co conn repen


epenti
tino
no asom
asombr
bro:
o:—
— ¡Ca¡Caram
ramba
ba,, do
donn Acidal
Acidal!! ¡Qué
¡Qué
adelanto! ¡"plebeyez"! ¿De dónde me saca usted esa palabra?

ACIDAL,  gest
tiempo.  gestoo despec
des pectiv o:— Palabras corrientes... que sé desde hace
tivo:—
 

TAYA, asasom
omán
ándo
dose
se a la puerta
puerta que
que da al baza
bazar:
r:—
— Don Acidal, un
momentito. Preguntan si tiene usted agua bendita por litros. (Za vala no
 puede reprimir
reprimir un gesto de sorpresa)
sorpresa)

ACIDAL a Taya:— Sí. Ya Ya lo creo


creo.. Es decir,
decir, espérate..
espérate.... Por litros,
litros, no tenemos
ten emos
 por el mome
mo mentonto.. Por copas
cop as,, todo
tod o lo que
qu e quier
qu ieran
an.. (Después de una
reflexión) Diles que, por litros,
litro s, tendré
tendr é mañana
m añana,, bien
b ien tempr
tempranano.
o. Apen
Apenasas se
abra la iglesia.

TAYA, retirándose:— Bien, don Acidal.

ACIDAL, a Zavala:—  No tiene


tien e uuste
sted,
d, amigo
amig o mío,
m ío, por qué asustar
asus tarse
se que yo
venda agua bendita en mi bazar.

ZAVALA:— Oh, no, no, no. No me asusto yo de nada.

ACIDAL:— Es cosa, sabe usted, del párroco y del médico. ¡Allá, ellos!
Yo no soy sino un comisionista. (Volviendo atropelladamente a los temas
anteriores) ¿Qué estábamos hablando? ¡Esta muchacha de cuerno!...

ZAVALA:— Hablábamos...
ZAV Hablábamos... ¡Ah, sí! Decíamos
Decíamos que para triunfar
triunfar en el
mundo económico, para ser, en una palabra, un yanqui, el capítu
capí tulo
lo "En
"Entr
tree
gente de negocios", más un minimum de recortes de periódicos, con algunas
noticias de almanaque, basta, si no me equivoco, como base mundana y
cultural. Pero, eso sí, don Acidal, esta base es tan indispensable para su
hermano como sería indispensable para usted en su destino de hombre
 pú
 públ
blic
ico,
 pequeño o, libro...
le
leer
er libr
li bros
os.. Pero
Pe ro,, en fin, hemos quedado por último que con este

ACIDAL:— ¿Quiere usted, don Julio, examinarme un poco el capítul


cap ítuloo "En
"En
los altos círculos políticos y diplomáticos"? ¿No le molesta mucho? Sea
franco.

ZAVALA:— ¡Qué ocurrencia! ¡De ninguna manera! (Hojeando la Urbanidad)


ve r... (Taya viene del bazar y sale al patio)
Vamos a ver...

ACIDAL:— ¿Ya sabrá usted que acabo de ser designado por la Junta
Conscriptora Militar para integrarla como vecino notable de Col-ca?
Col-ca?
 

ZAVALA:— ¡Muy bien dicho eso de "para integrarla", don Acidal! Va usted
 progresando con una rapidez
rapidez extraordinaria, se lo asegu
aseguro.
ro.

ACIDAL, con un  nu nuevevoo gest


gestoo desp
despec
ecti
tivo :— Re
vo:— Repit
pito:
o: son palabr
palabrasas
corrientes que sé desde hace tiempo. Lo cierto es que, precisamente,
 pasado
 pasa do mañana,
mañan a, la Junta Conscripto
Consc riptora ra celebra
celeb ra sesión
sesió n y yo voy a asistir
asis tir por
po r
 prim
 pr imer
eraa Vez
ez.. Como
Co mo es na
natur
tural
al,, quis
qu isier
ieraa que mi salid
sa lidaa a la vida política sea
lo más brillante posible.

ZAVALA:— ¿Sabe usted, don Acidal, que su


ZAV s u lenguaje se
s e hace cada vez más
m ás
conciso? ¡Hace apenas seis meses que le conozco y descubro ya entre el
Acidal Colacho de ayer y el de hoy una diferencia monumental!

ACIDAL, de repente:— Un momento... Hay gente en el bazar. (Sale al


bazar) Vuelvo enseguida. (Taya viene del patio)

ZAVALA:— Taya, oiga usted.


TAYA:— Don Julio.

ZAVALA,
ZAV ALA , confidencial:— ¿Quién visita a don Acidal? En fin, ¿quién habla
con él así, a menudo, como ya hablo con él, de Urbanidad y demás?

TAYA:— Yo no sé, don Julio. ¿Quién habla con él de Urbanidad?

ZAVALA:— Sí... De las buenas maneras. De lo que converso yo aquí con


él. ¿Quién le habla de todo eso?

TAYA:— Será el Chapo,


Ch apo, ccreo...
reo...

ZAVALA:— ¿El Chapo? ¿Quién es el Chapo?

TAYA:— El Chapo es el sacristán. El hijo del señor cura.

ACIDAL, vovolvi
lviend
endoo del ba
bazar
zar,, de mal
mal humor:
humor:—— ¡Indios pícaros! ¡Za-
marras! ¡Para eso me llaman a gritos!... (Taya se escurre hacia el bazar)

ZAVALA:— ¿Qué pasó, don Acidal? ¿Por qué pícaros?

ACIDAL:— ¡Par supuesto, pícaro! Un indio pregunta por espejos. Se los


 

saco a enseñar. Se ve la cara en uno y me pregunta si tengo espejos para


ciegos. ¿Usted se da cuenta de eso?

ZAVALA, impr mpresi


sionadoo:— ¿E
onad ¿Esp
spej
ejos
os para
para ci
cieegos?
gos? ¡Qu
¡Qué extr
extrañ
añoo!..
!...
¡Extrañísimo!...

ACIDAL:— Lo que quería el indio, en resumidas cuentas, era venderme


una piedra que traía en su alforja, diciéndome que es un espejo para
ciegos. ¡Y me pedía
p edía por ella un cesto de coca, el muy
mu y ladrón
ladrón!!

ZAVALA:— ¿Cómo era la piedra? ¿Grande? ¿De qué color?

ACIDAL:— Pequeña... como un reloj de bolsillo. Negra, muy negra. Sin


 brillo
 bri llo.. Y peluda.
pel uda. Una piedra
pied ra rarísi
rar ísima.
ma. Par
Parecía
ecía más bien un animal...

ZAV
ZAVALA:— Porque no sabrá usted, don Acidal,
Acidal, que los indios conocen
conoc en cosas
cosa s
maravillosas que nosotros
una cultura enigmáticas quedesconocemos totalmente.
nos parecen hasta Poseen
ridículos, pero,una ciencia
según diceny
los sabios, muy adelantadas y profundas. Precisamente, todo esto tiene usted
que conocer un poco, don Acidal, si ambiciona usted ser diputado el año
entrante...

ACIDAL, repentino y vivam


vivamente
ente intrigado,
intrigado, sale a ver si, por acaso, el
indio
indio está todav
todavía bazar:— ¡Espérese! Yo creo que ahí vuelve...
ía en el bazar:—
(Zavala le sigue. Pero Acidal regresa ahí mismo del bazar)  No ... Ya
se fue... Nadie.. (A
(All tr
trast
astee con indio, y a lo práctico) Señor
con lo del indio,
Zavala, ¿cuál debe ser, a su entender, el modo como debo comportarme
 pa sado
 pasa do maña
ma ñana
na,, en la sesi
se sión
ón de la Ju
Junt
ntaa Cons
Co nscriptora
criptora Militar? Al grano.
ZAV
ZA VALA:— Eso es. Refundamos,
Refundamo s, don Acidal, la teoría con la práctica.
práctica.

ACIDAL:— ¿Debo llegar antes o después que los demás miembros de la


Junta?

ZAVALA:— Primeramente, tiene usted que llegar a la sesión después de


todos. Luego, ¿qué vestido piensa usted llevar?

ACIDAL:— Levita. Será la primera vez que lleve leva. Dejar a los
demás con un palmo
p almo de narices puesto que
q ue ninguno
ningun o de ellos
el los tien
tienee le
leva
va..
 

ZAVALA:— No, no. No se lleva levita en estos casos. La levita una


sesió
sesiónn de la Junta
Junta Consc
Conscrip
riptor
toraa Mili
Militar
tar de Colca,
Colca, podría
podría ser fatal.
Jaquette.

ACIDAL, decepcionado:— Jaquette... Ah...


Ah... ¡Qué vamos a hacer!

ZAVALA:— Luego, lo que más importa en política, más todavía que...

ACIDAL, intercalando:— Le suplico no olvide el lado diplomático. Son


dos: la diplomacia y la política.

ZAVALA:— Exactamente. Lo que más cuenta en la política y en la


diplomacia, a veces más que el traje, es el don de gentes, la palabra fácil y
elegante, los gestos, las genuflexiones...

ACIDAL,  sacando al vuelo la palabra:— "ge


"genuf
nuflex
lexion
iones"
es" ¡Qué
¡Qué bella
bella
 pala
 pa
 porlabr
bra!
sera!un(La nota culto!
hombre en su Perra suerte!Ge-nu-fle-xio-nes. ¡Qué no da-. ría yo
cuaderno)

ZAVALA:— Genuflexiones quiere decir movimientos...

ACIDAL, completando:— Movimientos de las rodillas, me parece, como


cuando uno adula.

ZAV
ZAVALA:— Eso es. Así... Así... (Hace unas genuflexiones)

ACIDAL:— ¿Hasta la barriga no más, o también hay que mover el espinazo y


la cabeza?
ZAVALA:— Hasta la barriga no más. Y a lo sumo, hasta el estómago.
Lea su diccionario. Le decía que lo que más cuenta es la palabra
 brillante, los ademanes...
ademanes...

ACIDAL:— ¿Más que el traje, cree usted? ¿En la diplomacia? (Gui


(Guiña
ña el
ojo escéptico) ¿Hom?

ZAVALA:— En la diplomacia, el traje; en la política, el gesto y la palabra.

ACIDAL:— Le la
del mundo, es he inglesa,
oído decirporque
a Mr. Tenedy, una vez, que
los diplomáticos la mejorson
ingleses diplomacia
los que
 

mejor visten. Mr. Tenedy decía que eso era una vaina, porque los yanquis
visten muy mal.

ZAVALA:— Pero ahora tienen dinero. Son hombres de negocios. Y en los


tiempos que corren, todo se arregla con dinero. No sería extraño que su

yhermano
un granCordel llegue, más
diplomático, por su camino
pronto queeconómico, a sersiunbien
usted. Porque diplomático
es cierto
lo que decía Mr. Tenedy de los ingleses, no menos evidente es que los
yanquis, a punta de dólares, están llegando a imponerse en la diplomacia
internacional. ¿Me comprende?

ACIDAL:— Sí, sí, sí, don Julio.


J ulio.

ZAVALA:— Aunque también puede suceder que la política y la diplomacia


de usted lo lleven a ser un hombre de negocios, un gran yanqui, más
 pronto que Cordel. ¿Me
¿Me comprende lo que digo?
digo?

ACIDAL,  ye yend
ndoo direct
di rectam
amen
ente
te a lo inme
in medi
diat o:— Bueno: llegar antes que
ato:—
todos. Jaque...

ZAVALA:—
ZAV ALA:— MuchaMucha desi
desinvo
nvoltu
ltura.
ra. ¡Ah
¡Ah,, sí, mucha
mucha desi
desinvo
nvoltu
ltura!
ra! En la
 palabra y en el gesto.

ACIDAL:— Se discute un artículo de la ley o...

ZAVALA:— Diga usted cualquier cosa, lo primero que le venga a la


cabeza, con tal que no olvide de intercalar siempre una de esas frases:
"Natu
"Naturalme
fuera ralmente..
de la nte...",
.", "Tratánd
ley...", "Tr
"Miatándose
ose de...",
de...
excelente ", "En mi
colega...", concepto..
concepto...",
"Adhiérame o.",discrepo
"Dentro
"Dentrodeo
dicha opinión...", y otras que seguiré indicándole ma
maña
ñana
na..

ACIDAL
ACID AL:—:— Díga
Dígame
me uste
ustedd ya las
las otra
otras.
s. Esta
Estass que
que uste
ustedd acab
acabaa de
decirme, las conozco más o menos. Dígame otras más importantes.

ZAVALA:— Si las que acabo de indicarle son las más importantes.

ACIDAL:— ¡No! ¿Es posible? (Inc (Incrédulo) ¿Palabras tan corrientes? ¡Si
rédulo)
son palabras que no dicen nada!...

ZAV
ZAVALA:— ¡Precisament
¡ Precisamente!
e! En la política y en la diplomacia,
diplomac ia, las palabr
palabras
as
 

más importantes son las palabras que no dicen nada.

ACIDAL, iluminado:— ¿Cierto? ¡No diga!

ZAVALA:— ¡Ah, se me olvidaba! Intercale usted muchos latinajes. ¡De

vital importancia
import"Vox
operandi", ancia!
"Vox !populi
"Ad livitum",
livitum ", "Modus
vox dei", "Mod us vivendi",
"Sursumvivendi", "In
corda", "Sine qua non",
non"
partíbus in ,fidelius",
"Modus
"Requiescant in pace", etc.
e tc. Mañana, repasaremos todo esto.
esto.

ACIDAL:— ¿Y lo demás? Cómo debo hacer en lo demás?

ZAVALA:— ¿En lo demás? Lo difícil está en saber decir las cosas: la


mímica. La voz. Siéntese, don Acidal, y diga usted ahora lo siguiente,
comoo si est
com estuvi
uviera
era en sesión
sesión de la Junta
Junta Conscr
Conscrip
iptor
toraa Milita
Militar:
r: (Acidal se
 si
 sien ta)) "En mi opinió
enta opinión,
n, señore
señores,
s, el servici
servicioo milita
militarr, en vez de ser
ser
obliga
obl igator
torio,
io, deberí
deberíaa ser un servic
servicio
io esp
espont
ontáne
áneo,
o, libre,
libre, facult
facultati
ativo
vo de los
ciudadanos". Repita usted. A ver...
ACIDAL, importa
importante,
nte, solemne:—
solemne:— En mi opinión, señores, el servicio
militar, en vez de ser...

ZAVALA, inte interrump


rrumpiend o:— Y sería bueno que, al decir esto, se
iendo:—
acariciara usted suavemente la barba, con desenfado y gravedad.

ACIDAL:— Como usted no se la había acariciado...

ZAVALA:— Es que no tengo barba. Repitamos.

ACIDAL, acaacarici
riciánd
ándose
ose el mentón :— En mi opinión, señores, el
mentón:—
servicio militar, en vez de ser obligatorio, debería ser... ¿Cómo era el
resto?

ZAVALA:— "... espontáneo, libre, facultativo..."

ACIDAL,  pr  prot


otes
esta
tand
ndo:
o:—— ¡Pero, don Julio, no! ¡Eso no puedo yo decir
decir
en la Junta Conscriptora Militar! Eso va contra la Patria.

ZAVALA:— ¡Es sólo un simple ejemplo, don Cordel! Para ensayar la


m ím ic
ím ic a y l a v o z.
importancia. z. E l f o nd
nd o , e n e s ttee c a so
so , n o t iiee ne
ne n i n gu
gu n a
 

ACIDAL:— ¡Cómo que no tiene ninguna importancia! El fondo im-


 porta más que todo, a mi entender
entender.. Yo
Yo no puedo decir,
decir, ni por ensayo...

ZAVALA, inter
interrumpi
rumpiendo:
endo:—
— Otra verdad política y diplomática que
usted debe
 público: en losaprender
discursos, desde
discursos, el fondoeldecomienzo de es
lo que se dice, su locarrera de hombre
de menos.

TAYA, desde la puerta que da al bazar:— Don Acidal, perdone, acaba


de llegar mi taita.

ACIDAL
ACID AL:—
:— Pero
Pero..
.... ¿Es
¿Es hoy
hoy que
que debí
debíaa veni
venir?
r?..
.... Que
Que agua
aguard
rdee un
momento.

TAYA, retirándose:— Bien, don Acidal.


`

ZAVALA.
hacer...  disponiéndose a partir:— Bueno, don Acidal... Ya
disponiéndose Ya tiene
tien e que
qu e

ACIDAL:— Espérese. En resumen: llegar a la sesión después de


todos...

ZAVALA:— Jaquette.
ZAV Jaquette. Mucha desinvoltura.
desinvoltura. Mucha mímica. Buena
voz. ¿A propósito, cómo van esos callos? ¡Los pies, importantísimo en
materia diplomática y política!

ACIDA
ACI DAL:—
L:— Mejor
Mejor.. Casi
Casi del todo
todo bien.
bien. ¿Y usted?
usted? ¿Cómo
¿Cómo va del
hígado?
¿Lo (Le ha tocado el bolsillo bajo de la izquierda del chaleco)
mismo?

ZAVALA:— Lo mismo. ¡Y de allá, no, recibo ni un real?

ACIDAL,  po
 poni
nién
éndol
dolee unas
un as mone
mo neda
dass al bols
bo lsil
illo:
lo:—
— Para cigarrillos. Ma-
ñana, a comer conmigo, y, luego, el fin de "Los altos círculos políticos
y diplomáticos". Será la última lección.

ZAVALA:— Con un ensayo general, hasta la salida de la sesión de la


Junta Conscriptora Militar, su paso por la plaza principal y su vuelta
a su casa.
 

ACIDAL:— ¡Ah, don Julio, ya se verá lo que se hace por usted, una
vez elegido yo diputado!

ZAVALA:— ¡Ojalá, don Acidal! (L


(Las
as mano s) Mientras tanto, hasta
manos)
mañana.

ACIDAL:— Hasta mañana, don Julio. (Poniéndose el índice en los


labios) ¡Y por supuesto, punto en boca! Es su interés y el mío.

ZAVALA, sa
 sali
lien
endo
do po
porr la puer
pu erta
ta del
de l baza
ba zar:
r:—— ¡Hombre!...

ACIDAL, fuerte:— ¡Taya! Que pase tu padre.

LA VOZ DE TAYA:— Ya, don Acidal (a partir de ese momento,


 Acid
 Ac idal
al aban
ab ando na su  pre
dona  preoc
ocup
upac
ació
iónn de eleg
el egan ciaa y  se pro
anci produ
duce
ce en té
tér-
r-
mino medio, entre sus maneras empleadas con Zavala y las que tenía
enl elpad
 El
 E primer
pa d re acto.
d e Taya
Tay a e n t r a . Do
Donn R u p e e s u n i ndi
nd i o c i n cu en
entt ó n ,
cabizbajo, jorobado, con poncho. Viene, mascando coca, seguido de
Taya que entra detrás de él)

ACIDAL a Taya:— Anda. Vete,


Vete, tú, al bazar.
bazar. Y ciérrame esta puerta.
(La que comunica con la tienda) Y que nadie nos moleste.

TAYA, obedeciendo:— Muy bien, don Acidal.

DON RUPE, humilde:— Buenas noches, taita.

ACIDAL:— ¿Cómo va, don Rupe? Entre usted y siéntese. En esta silla
o en la que usted quiera.

DON RUPE:— Muchas gracias, taita.

ACIDAL:— ¿Ya le dijo la Taya para qué le he hecho venir?

DON RUPE:— Sí, taita, y aquí estoy.


estoy. Tú dirás.

ACIDAL, habl
hablándo
ándole cerca:— ¿Ha traído usted todo lo necesario?
le de cerca:—
¿No necesita usted nada? ¿Su cañazo? ¿Su coca? ¿O su tabaco?
 

DON RUPE:— Sí, taita, y aquí estoy.


estoy. Tú dirás.

ACIDAL,  se
 sent
ntán
ándo
dose
se frent
fre ntee a don Ru pe y en tono de enfermo a su
do n Rupe
médi
médico :— Mi
co:— Mire
re,, don
don Rupe
Rupe:: quie
quiero
ro que
que me di diga
ga uste
ustedd cómo
cómo ir irán
án
nuestros
nuestros negocios;
negocios; si van a prospera
prosperarr y si llegaremos
llegaremos al fin a realizar
realizar lo

que
me iráaspiramos
bien en ladesde haceytantos
política, años. le
si a Cordel Quiero
irá bienqueenmelosdiga usted si
negocios. Ena fin,

quiero que me diga usted todo lo que pueda sobre nuestro porvenir.
(Don Rupe oye, agachado, mascando su coca) ¿Puede usted contestarme
a estas preguntas? Taya me ha dicho que usted contesta a todo lo que se le
 pregunta. Por ese, le he hecho llam ll amar.
ar. A vever...
r... Refl
Re flex
exio
ione
ne...... Re
Refl
flex
exio
ione
ne,,
donn Rupe.
do Rupe..... (Pau
Pausa Acid Acidalal se pase
pasea,a, mira
mirand ndoo a don don Rupe Rupe queque
 perm
 pe rman
anec
ecee inmó
in móvi
vil,l, sent
se ntad
adoo como
com o un ciego
ci ego)) ¿Quiere usted tal vez que le
deje
de je solo
solo?? Pued
Puedoo sa salilirr al bazar
bazar un moment
momento.. o.... (do
(donn Rupe
Rupe guarguarda
 si
 sile
lenc
ncio
io.. Paus
Pa usa.
a. A cida
ci dall se pone
po ne a reme
re memo
morr ar lo loss hech
he choo s más
má s sa
sali
lien
ente
tess
de su vida,vida, momono
nolog logan ando
do con
con nost
nostal
algigiaa apac
apacib ible
le y melancólica)
Mocosos
 pobres todavía,
pastores que nos
éram huim
hu
ér amosimos
....osnosde pega
os.. Aya
Ayavi
pe viri
bari.....el. Roto
gaba Ro toso
tait sos,
ta ita. ..s,y hamb
a... hahuimo
humbrie
rient
imossntos
os,
los,s unos
lo un
doos
dos,
s,
Cordel y yo, lejos, hasta Moliendo…

DON RUPE, interrumpiendo:— Taita, no hables.

ACIDAL:— ¿Qué ocurre?

DON RUPE:— Nada. Pero déjame pues que me arme. (Sa (Saca
ca su checo
y  se popone
ne a cale
ca lear.
ar. Paus
Pa usa,
a, dura
du rant
ntee la cucual
al Acid
Ac idal
al perm
pe rman
anec
ecee
 pens
 pe nsat
ativ
ivo,
o, preoc
pre ocup
upad
ado.
o. Lueg
Lu ego,
o, Don
Do n Rupe
Ru pe cesa
ce sa de ca
cale
lear,
ar, abst
ab stra
raíd
ído)
o)
Está difícil... No quiere...
ACIDAL, tími tímida
dame
ment
nte:
e:—
— ¿Qu
¿Quier
ieree mojarla? (Don
mojarla? Don Rupe
upe, por to
todda
respuesta, vuelve a calear nerviosamente)

DON RUPE:— Así fue para la Tacha...

ACIDAL, muy inquieto:— ¿Qué pasa? ¿Qué pasa, don Rupe? (El viejo
no responde
responde,, los ojos cerrados.
cerrados. Acidal da unos pasos, cada vez más
inqu
inquie
ieto
to.. Lueg
Luegoo se ac
acer
erca mesa y, ac
ca a la mesa acod
odán
ándo
dose
se sobr
sobre ella
ella,, hu
hund
ndee la
cabe
ca beza
za entr
entree las manoss y vuel
las mano vuelve
ve a monologa
monologarr como en sueños).
Apenas sabíamossoles
reunir cincuenta firmar y leer cien,
y después nuestros
día anombres... ¡Cuánto
día, centavo nos costó
por centavo,
centavo, con
 

un salario de cincuenta céntimos diarios! El sol en las espaldas, desnudos


hasta la cintura, cargando fardos catorce horas al día... en Moliendo, junto al
mar...

DON RUPE:— El mar... ¿Qué es el mar? ¿Dónde es el mar, taita?

ACIDAL:— Una cantidad de agua enorme. ¡Una lagun


ACIDAL:— lagunaa inmensa que se
 pierde
 pier de de vista
v ista a lo
l o más
m ás lejo
lejos!
s! Ahí trabaja
tra bajamos
mos,, Cord
C ordel
el y yo,
y o, muchos años...

DON RUPE:— ¿Y quieres que te diga si irán bien tus negocios?

ACIDAL, acercándose a don Rupe:— Cordel se opone a que yo entre en


la política, pero creo yo que hay que entrar en la política. ¿Quién cree
usted que tiene razón, don Rupe? ¿Qué camino hay que seguir? Digámelo
usted. Por eso le he llamado.

DON RUPE:— Dame un platito, taita, y un vaso.


ACIDAL, alcanzándole el pedido:— El platito,
pla tito, don Rup e... y el vas
vasoo.

DON RUPE:— Con un poco de agua en el platito.

ACIDAL, vaciand garrafa: Con un poco de agua... ¿Qué


vaciandoo agua de una garrafa: ¿Qué
otra cosa necesita? ¿Nada más?

DON RUPE,  sa


 saca
ca de bajo
ba jo su po
ponc
ncho
ho un palo
pa lo de ch
chon
onta
ta ne
negr
gro,
o, de
medio metro de largo:— Retírate un poquito de la mesa. Siéntate más
allá. (Acidal
el platito conobedece) Ahí... Ahí...
agua, levanta el palo(Don Rupe, parado
de chonta con ambas el vasoloy
antemanos;
 sost
 so stie
iene
ne vert
ve rtic
ical
alme
ment
ntee a la altu
al tura
ra de su ca cabe
beza
za y  pr
 pree st
staa oí
oído
do en totorn
rnoo
 suyo
 su yo.. Acid
Ac idal
al le ob obse
serv
rvaa con
co n visi
vi sibl
blee an
ansi
sied
edad
ad.. Mi
Mira
rand
ndoo lu lueg
egoo fi
fija
jame
ment
ntee
el palo negro, don Rupe, alucinado, tranquilo, sacerdotal:) Patunga es
la laguna sin fin, allá, por los soles y las lunas... Un cerro boca abajo en la
la
lagu
guna
na busc
buscaa llor
lloran
ando
do la hier
hierba
ba de or oroo y el metal
metal de la laguna laguna...
...
(Interrump
(Inte rrumpiéndo
iéndose) se) ¡Taita! no te muevas de tu sitio! (Sujeta con la
mano izquierda su chonta, horizontalmente y a cierta altura sobre la
mesa y con la derecha voltea el vaso a medias sobre el agua del plato,
los ojos fijos en el palo)

ACIDAL, en voz baja:— ¿Podré ser diputado? ¿Debo ser diputado?


 

DON RUPE, en una especie de canto o de gemido:— Al río tu camisa


de mañana; al fuego tu sombrero al mediodía... (Arroja bruscamente
bruscamente vaso
vaso
sobre la mesa y se desploma en una silla)
 y chonta sobre silla)

ACIDAL, de pie, vivamente:— ¿Va bien la cosa?


DON RUPE,  se  s e reco
re coge
ge prof
pr ofun
unda
dame
mentntee e n s í mis
mi s mo,
mo , la mir
mi r ada
ad a e n e l
 su
 s u elo,
el o, in
inmó
móvv i l, mudo
mu do.. Tiemp
Tie mpoo . Des
De s pué
pu é s s e l evan
ev antt a, co
como
mo pr pree s a de
una locura repentina va y viene. Y luego, parado, enfurecido: —  enfurecido: — ¡Dime¡Dime
de quién está preñada mi Taya! (Acidal da un traspié: una chispa
terrible hay en los ajos de don Rupe) ¿De ti? ¿Del taita Cordel?

ACIDAL:— ¡Don Rupe! ¡Qué está usted diciendo!

DON RUPE:— Yo sabía que mi Taya era tu amiga y también del taita
Cordel.
dije!: sus Ella no me lo ha dicho sino mi coca. ¡Qué se hará, pues, me
patrones...

ACIDAL:— ¡Falso! No es mi amiga, ni tampoco de Cordel.

DON RUPE:— Pero


P ero ahora está preñada. Mi coca me lo acaba de deci
decirr.

ACIDAL:— No. Le digo que es mentira.


ment ira.

DON RUPE:— ¡Mi Taya está preñada, digo! ¡No lo niegues! ¡Mi coca
nunca miente!

ACIDAL am amena
enazad
zador: — ¡Don Rupe, don Rupe! no me venga con
or:—
historias. ¡No le he hecho venir a mi casa para que me salga con cuentos
de esta laya! ¿Qué significa eso? ¡Disparates! ¡Cojudeces! ¡Ideas que sólo
 pasa
 pa sann por
po r el magín
ma gín de los
lo s coque
coq uero
ros!
s!...... (Don Rupe saca checoo y
saca su chec
vuelve
vuel ve a masticar
masticar su coca
coca,, taciturn
taciturno.
o. Acidal, cam-' biando de tono,
vuelve a lo suyo) A ver, don Rupe. ¿Va usted al fin a contestarme lo que
le he preguntado o no?

DON RUPE,  sin un movimi


mov imient
ento,
o, lejano :— Mucha plata... mucho poder...
lej ano:—
Mucho brillo... (De nuevo, en un rugido) ¡Mi Taya está preñada de los
dos! ¡De los dos! ¡Se empecina mi coca!
 

ACIDAL, violen to, tomándolo por un brazo:— ¡Silencio, carajo! ¡Calla o


violento,
te rompo las narices!

RON RUPE,  po  pose seso :— Subes con diez bastones y te paras sobre una
so:—
 pied
 pi edra
ra ca
cans
nsad
ada.
a..... El tait
ta itaa Co
Cord
rdel
el tamb
ta mbié
iénn su
sube
be a la pi
pied
edra
ra...... ¡L
¡Los
os dos
caen, taita!
¡Ríos!... ¡Y Los brazos
vuelan se hacenpor
las cabezas ríos... ríos,vomitando
el aire, las piernas... ríos las
sangre, venas...
unas letras
negras y oro en polvo...

ACIDAL, estrangulándolo:— ¡Jijoput


¡Jijoputaa mentiroso! ¡Farsante! (Lo derriba
derriba
al suelo. La puerta del bazar se abre violent amente y apar
violentamente aparece
ece Zavala,
 segu
 se guid
idoo de Taya que
qu e vien
vi enee soll
so lloz
ozan
ando
do.. Acid
Ac idal
al su
suel
elta
ta a don
do n Rupe)

ZAVALA, in incr
crep
epan
ando
do a Ac
Acid
idal :— ¿Qué es esto, don Acidal? (Taya,
al:—
ll
llor
oran
ando
do,, le
leva
vant
ntaa a su p adr
adre del
del suelo) ¿C
suelo) ¿Cómo
ómo es posi
posibl
blee que
que
ustedes?...

ACIDAL:— ¡Puras invenciones y calumnias, don Julio! ¡Mentiras de este


viejo para sacarme plata, el bribón!

TAYA, defendiendo a su  pad re:— ¡Por mí, don Acidal!... Por favor,
 padre:— fa vor, há
hágal
galoo
usted por mí!

DON RUPE:
DON RUPE:—
— ¡Dónd
¡Dóndee irán
irán qu
quee no pagu
paguen
en lo que
que han
han hech
hechoo con mi
Taya!

ACIDAL, le abof
abofet
etea :— ¡Si
ea:— ¡Sile
lenc
ncio
io,, te he di
dich
cho!
o! ¡Te
¡Te vo
voyy a mole
moler!
r!
(Zavala y Taya se interponen)
DON RUPE:— ¡Hijo de dos hermanos! ¡Será un monstruo mi nieto!

ZAVALA, to toman
mandodo del bra
brazo Acidal y lle
zo a Acidal lleván
vándol
doloo al bazar:— ¡Por
bazar:—
favor, don Acidal! ¡Cálmese! ¡Salgamos un poco afuera!...

ACIDAL:— A este viejo, la coca le ha subido a la cabeza. (Z


(Zavala y
avala
Acidal salen y vuelven a cerrar la puerta)

DON RUPE:— ¡Taita


¡Taita malo, no tienes sentimientos!
sentimientos! (T
(Taya
aya sigue llorando,
llorando,
abrazada a su padre)
padre)
 

ACIDAL, vol
volvie
viendo
ndo al pun
punto
to con Zavala:
Zavala:—— Dale su buena copa de
cañazo a tu padre que le pase el efecto de la coca, a ver si entra en
razón.

TAYA hace lo ordenado:—


ordenado:— Ahora mismo, don Acidal.
Acidal.

ZAVALA:
ZAV ALA:— — ¡Eso
¡Eso es!
es! Repó
Repóng
ngas
ase,
e, don
don Rupe
Rupe.. Mejo
Mejorr entr
entrar
ar en razó
razón.
n.
(Volviendo a despedirse) Don Acidal,
Acidal, domínese. Hasta
Has ta luego.

ACIDAL:— ¡Pero por supuesto, don Julio! Hasta mañana. (Vase Zavala
 porr la puer
 po pu erta
ta del
de l baza
ba zarr. Acid
Ac idal
al es
está
tá para
pa rado
do ante
an te don
do n Rupe
Ru pe que
qu e reci
re cibe
be
la copa de cañazo de las manos de su hija, cabizbajo, silencioso) ¡No
faltaría más! ¡Habríase visto! ¡Vamos, vamos!... (U (Unn tiempo
tiempo)) ¡Cómo me
duele la barriga! Taya, prepárame una taza de coca con chancaca, bien
caliente.

TAYA:— En seguida, don Acidal.


ACIDAL, co consnsul
ulta
ta su reloj
eloj:—
:— Veinte para las nueve. ¿Qué le habrá
 pasa
 pa sado
do a Cord
Co rdel
el que
qu e no mell
me llaa es
escrcrit
itoo y ah
ahor
oraa no ll
lleg
ega?
a? (Don Rupe
Rupe tiene
 su cop
co p a en la manoma no pepero
ro no l a bebebe be.. A cida
ci dall le di
dice
ce,, co
conf
nfii denc
de ncia
ial,l,
mientras Taya ha salido a la cocina) ¡Don Rupe!... Usted también es
hombre. Usted ha sido joven. Los deslices de la vida, usted comprende...
Su hija
hija..
.... ¡Que
¡Que quie
quiere
re uste
usted!
d!..
.... Ahor
Ahora, a, que
que Cordel
Cordel también se haya
metido... eso yo no sé. En cuanto a mí... (Don Rupe le escucha,
recon
econcecent
ntra
radodo y m u d o ) Una noche. noche... .. Taya es esta
taba
ba en la coci cocina
na,,
 planc
 pla nchan
hando.
do..... (Vivamente) ¿Pero preñada? No, don Rupe. Tome usted su
(Vivamente)
copa... (Don Rupe no se mueve)
DON RUPE:— Nadie se va de ésta, taita, sin pagar lo que debe.

ACIDAL,  sirv
 si rvié
iénd
ndos
osee otra
ot ra copa
co pa de cañaz
cañ azo:
o:—— Eso, don Rupe, ya lo
creo...

DON RUPE,  prosi prosigui


guiendo :— Vendí a mi Taya, todavía chiquita, de siete
endo:—
años, al taita cura Trelles, y de los ocho soles que me ofreció por ella, sólo
me dio la mitad y el resto en una misa por el alma de mi Tacha. ¿Qué se
hizo el taita cura?

ACIDAL que bebe de un solo sorbo su copa:— ¡Estoy bien fastidiado!


 

¿Qué decía usted? ¡Ah, sí! El cura Trelles se rodó, con mula y todo,
quebradas abajo.

DON RUPE:— La mula, ¡Dios nos ampare!, (se persigna) era ña Ubalda,
su querida.

ACIDAL, paseándose, nervioso:—
nervioso:— Me da usted miedo, don Rupe.

DON RUPE:— Dicen que los sábados a medianoche, montaba en ella con
espuelas y freno de candelas y corría como loco por calles y caminos. ¡El
mismo diablo en traje de mujer!

ACIDAL, vo volv
lvie
iend
ndoo a serv
servir
irse
se otra
otra copa
copa:—
:— ¡La Ubalda en crin de
mula!... (Una risa forzada) ¡Qué hijares y qué ancas, don Rupe!...

DON RUPE:— Después, fue ña Serapia, la hacendada de Sonta. Poco


antes
la de rodarse
vendió por doselconejos
taita cura,
de la regaló a (Acidal
Castilla... m i Taya
mi Tayalea ña
oyeSerapia. Dicen
D icen que
con impaciencia)
La vieja me echó un día de su casa, porque fui a pedirle una una alforja de
 papa
 pa pass porpo r mi hija
hi ja.. Me echó
ec hó su
suss perr
pe rros
os y su
suss pavo
pa vos.
s..... Pero
Pe ro de
desp
spué
uéss lo
 pagó
 pa gó...... (Don Rupe bebe su cañazo de un solo trago)

ACIDAL:— ¿Rodándose también ella?

DON RUPE:— No. Una noche, llegaron a Sonta S onta los montoneros. Ama
Amarraron
rraron a
ña Serapia y a sus hijas doncellas, y a machetazos les arrancaron las sortijas y
los brillantes con dedos y todo...

TAYA, entrando:— Ya está su taza de coca, don Acidal.

DON RUPE:— ¡Después, pasaron por sus cuerpos más de treinta monton
m ontoneros
eros!!

ACIDAL:— Anda cierra el bazar. Me la darás más tarde. (Bebiendo su


cañazo) Bueno, don Rupe, no me guarde usted rencor. Hay que olvidarlo
todo.

DON RUPE, bebiendo también:— Allá, taita,


t aita, ccada
ada cual
cua l con su concienc
conciencia
ia..

ACIDAL ¿Por
quizás...  sentán
 sen tándos
dose
qué e frente
no? fren te a don
Quizás... e:— Porque
Rupe:—
Rupotras
(Sirve en buena
copas) Todo cuenta...
es posible en
 

este mundo, don Rupe... ¡Tres años con la Taya! ¿Qué le parece?

DON RUPE:— Tres años, en el Corpus.

ACIDAL:— ¿No está usted contento que yo la haya robado a los Chumango?
¿Qué sería de ella a estas horas?
DON RUPE:— Vaquera... Una vaquera...

ACIDAL:— ¡Mientras que ahora!... Que le cuente ella misma: ¡zapatos


con taco! ¡Medias!
¡Medias! ¡Pañuelos blancos!
blancos! ¡Vinchas
¡Vinchas y aretes! ¡Y qué sé yo!...
¡Hasta sortija de cobre tiene! (Taya
(Taya vuelve de cerrar el baz ar)) ¿No es
bazar
verdad,, Taya?

TAYA, reticente:— Verdad, don Acidal.

ACIDAL, a don Rupe:— ¿No lo oye usted?


S í... Antes... (Taya va a sentarse lejos) Antes...
DON RUPE:— Sí...

ACIDAL co como
mo obse
observ
rvaa a Taya,
aya, al pasar:
pasar:—— ¿Qué tienes? ¿Otra vez
lágrimas?

TAYA, co conn una


una sonr
sonris
isaa tris
triste:— Un poco de catarro... Está cayendo
te:—
helada... (Pero está llorando)

ACIDAL,  ya bebi


be bido
do,, sirv
si rvee otra
ot rass copa
co pas:
s:—— Ella manda y dispone en mi
casa,
digan como
lo quedueña.
digan, Por eso está
su hija la gente
en misecasa
hacey puede
lenguas. Pero,
hacer en don Rupe,
mi casa lo
que se le dé la gana...

DON RUPE:— ¿Y el taita Cordel? ¿Qué dice el taita Cordel?

ACIDAL:— Dirá lo que digo yo. ¡Déjese de chismes, don Rupe! Aquello
de... ¡Qué disparate! Tenga usted mi palabra de honor... (Le tiende la
mano
ma no queque don don Rupe Rupe de
deja
ja en el air
aire) Preñada... Quizás... Es muy
 poss ib
 po ible
le...... P ero.
er o..... ¿d
¿dee los
lo s dos?
do s? (V
(Vue
uelv
lvee lo
loss oj
ojos
os relumb
elumbran
rantes
tes de
alcohol y los pone en el montón informe que hace el cuerpo de Taya
en la ysombra
Taya som bra dequien,
a Acidal, un rincón
rinalcón.
. Don
cabo de Rupe observ
observaa , al
unos segundos
segundos, alte
llatern
llamarnat
ma ativ
livam
a laa amen
ente
sirv
sirviete
ient a)d
nta)
 

¡Taya!

TAYA:— Don Acidal


A cidal..

— Ven. (A Taya que se ha acercado a ellos) Aquí estamos


ACIDAL:—
ACIDAL:
con
yo latuquiero...
padre. Siéntate. (Taya
Mi corazón es deseella...
sienta) Donllora
(Taya Rupe, su hija,
bajo) Taya,esnoverdad,
llores.
Tu padre dice... ¿es cierto que estás preñada? Habla... ¿Qué tienes con
Cordel? Habla delante tu padre.

TAYA:— ¡Por favor, don Acidal!

ACIDAL:— Contesta y no tengas miedo. Tú comprendes que no voy a tener


celos de mi hermano. ¿Entonces? En vez de llorar, ¡responde! ¿Estás
 preñada?

DON RUPE:—
frío mis calzones.Será porsigue
(Taya ser pobre, china. Con razón, al anochecer, me dan
sollozando)

ACIDAL:— Yo no quiero, don Rupe, que se vaya usted enojado conmigo. No


es po
porq
rque
ue yo teng
tengaa mied
miedoo a su
suss bruj
brujer
ería
ías,
s, si
sino
no porq
porque
ue Ta-ya
a-ya es
es,, en
resumidas cuentas, de la casa.

DON RUPE, a Taya:— Yo te hice con tu madre honradamente. Ella me dio


su todo y yo le di mi
mi todo. ¿Por
¿Por qué no declaras
declaras?? ¿Acaso estoy
esto y borrac
bor racho?
ho? Yo
no me voy ahora sin saberlo todo. (Amenazador) ¡China, a ver!...

ACIDAL:— Taya,
Taya, di que no estás preñada. ¿Estás preñada?
TAYA, agachada:— Sí, don Acidal, estoy preñada.

ACIDAL, con una rabia


rabia repent
repentina,
ina, que él procura
procura disimular:— ¿Sí?
disimular:—
¡Cómo! ¿Estás preñada? ¿De quién estás preñada?
pr eñada?

TAYA:— No sé, don Acidal, de cual de los dos. No sé...

ACIDAL: Entonces, ¿tú has dormido con Cordel?

TAYA:— Don Cordel dice que es de usted.


 

ACIDAL:— ¿Don Cordel dice que estás preñada de mí? ¿Cuándo te ha


dicho eso? ¿Te das cuenta de lo que hablas?

TAYA:— Me lo dijo la vez pasada, que vino de Quivilca.

ACIDAL:— ¿Por qué se lo preguntaste a él y no a mí?


TAYA:— Yo creía que el hijo era de él.

DON RUPE  sa ltaa y la toma furiosamente por el cuello:— ¿No sabes de
 salt
quién es el hijo? ¡China caliente!

ACIDAL,  se interpon


inte rpone:—
e:— ¡Don Rupe, hágame el favor! ¡Qué está usted
haciendo!

DON RUPE,  so


 solt
ltan
ando
do a Taya
ay a que
qu e ll
llor
oraa dese
de sesp
sper
erad
adam
amen
ente
te:—
:— ¡Qué
vergüenza! Tener
Tener un nieto con dos padres y hermanos todavía.
TAYA, en entr
tree soll
solloz
ozos
os:—
:— ¡Per
¡Perdó
dóne
neme
me ususte
ted,
d, ta
taita! (S
ita! (See ar
arrrodil
odilla
la an
ante
te su
 pa re )  ¡Le pido hincada su perdón!
 p a d re)

DON RUPE:— Los dos te habrán montado en una misma noche.   Por
eso no lo sabes, ¡china puta!  Por eso no lo sabes, ¡china puta!

TAYA:— Sí, taita. Los dos en la misma noche. ¡Qué voy a hacer!

ACIDAL, levantando a Taya por un brazo:— Levántate. Ya está...


(Tocan a la puerta de la calle, por el lado del patio. Todos prestan oído) Están
tocando...

TAYA:— Sí... (Vuelven a tocar)

ACIDAL, sal
 salee por el patio:
pat io:—
— A esta hora ¿quién puede ser?... (Sus  pasos
 se pierden)
pierden)

DON RUPE, bajando la voz:— ¿De cuántos meses estás?

TAYA:— Me parece
pa rece que de
d e tres.
tre s.

DON RUPE:— ¿Los dos saben que duermes con ellos dos?
 

TAYA:— Sí. Pero se hacen los que no saben.

DON RUPE, con odio profundo y misterioso:— ¡Las dos torres se caen
 porr el su
 po suel o!...... (Besando una cruz que él hace de sus dos de-
elo! de -  dos,
 sin
 sinies
iestro) ¡Por
tro) en
de cascos ésta! ¡Acuérdate! (Ruido atropellado de pasos, de voces y
el patio)

TAYA, en un sobresalto:— ¡Don Cordel!

DON RUPE:— ¡Es don Cordel! ¿O don Acid


Acidal?
al?

TAYA, salien
 saliendo
do a la puerta
pu erta del patio:—
pa tio:— ¡No! ¡Es don Cordel!

LA VOZ DE ACIDAL:— ¡Taya! ¡Taya!

TAYA,
 si
 sigu en ha
guen ressalido
reson
onan
andoal, patio:—
do, conf
co nfus as.¡V
usas ¡Voy
oy,,ndon
. Do
Don RuAcidal!...
Acida
pe,, a l!...
Rupe so
sola (Los
las,
s, sa ca suy las
pasos
saca ch
checvoces
o y,
eco
 si
 sirv
rvié
iénd
ndos
osee de la agaguj
ujaa de su cale
ca lead
ador,
or, ar
arroj
rojaa en el di dint
ntel
el de ambas
am bas
 puerta
 pue rtas,
s, unos
uno s grano
gra noss de cal,
cal , hacien
hac iendo
do unos
uno s di
dibuj
bujosos cabal
cab alíst
ístico
icoss en el
aire. Don Cordel,
Cordel, en traje de viaje, entra, seguido de su hermano)

ACIDAL, ansioso:— Pero ¿qué ocurre? Siéntate. Descansa. ¿Has comido


algo, al menos? ¡No! Que te preparen
p reparen una sopa.

CORDEL, de desp
splo
lomá
mánd
ndos
ose:
e:—— Tenemos
enemos que hablar
hablar...
... ( f at ado y
atii g ado
ceñu
ce do)) ¡Qué barbaridad! (Don Rupe se desliza, casi arrastrándose
ñudo
como unpor
que sale ahí? y  sa
animal  sale
le al pati
pa tio.
o. Cord
Co rdel
el le ha adve
ad vert
rtid o) ¿Quién es ése
ido)

ACIDAL qu
quee se había
había olv
olvida
idado Rupe:— ¡Ah! El padre de la
do de don Rupe:—
Taya.

CORDEL:— Cierra las puertas, las dos, que nadie nos interrumpa.

ACIDAL:— Primero tómate una taza de cualquier cosa... Tienes que tomar
algo...

CORDEL,
Más  paseán
 pas
tarde, puedaeándos
dose,
ser... e, muy agitado:—  Na
 Nada
da por el mome
mo mento
nto,, te di
digo.
go.
 

ACIDAL, cer
cerran
rando
do la pue
puerta
rta del patio
patio y elev
elevan
ando
do la voz:— ¡Taya!
Estamos ocupados. No vengas.

LA VOZ DE TAYA:— Bien, don Acidal.

CORDEL, patético:— ¡Inadmisible! ¡Verdaderamente


¡Verdaderamente inadmisible!

ACIDAL con creciente ansiedad:— ¿No me digas que has peleado con
Mr. Tenedy?

CORDEL:— ¿Zavala ha terminado el balance del último semestre?

ACIDAL: —Sí. Justamente (saca un libro de cuentas) aquí están


es tán las
la s cifras
cifras
de los resultados.

CORDEL:— El semestre anterior arrojaba, si recuerdo bien, unos 20,000


soles de utilidades...

ACIDAL que se ha detenido en una página del libro:— Veamos...eamos ... Aquí
está... Sí. Son 21,775 y 29 centavos de ganancias líquidas entre los dos
 bazares, socorro de peones, arrieraje y transporte de metal.

CORDEL,  pens
 pensativ o:— 21,775 y 29 centavos... No es mucho... ¿Tienes
ativo:—
también ahí todos los demás balances, los anteriores?

ACIDAL:— Todos, no. Lo que recuerdo es que, a partir del año en que
acabamos de pagar
ningún semestre al Tuco, elhace
de aumentar de eso
capital 10 años,
lo menos no15hemos
en 40 dejado en
45% anual...

CORDEL, con un gesto de exasperación:— ¡Pero si es lo que me parecí


parecíaa
a mí también! ¡Entonces! ¿Qué más se puede?

ACIDAL:— En fin, Cordel. ¿me vas a decir si o no lo que pasa con Mr.
Tenedy?

CORDEL:— ¡Pasa con Mr. Tenedy que él quiere ponerme de Presidente


de la República!

ACIDAL cl
clav
avad
adoo de es
estu
tupe
pefa
facc
cción, y  sin compren
ión, com prender
der además
ade más:—
:—
 

¿Cómo?... ¿Quién quiere poner a quién de Presidente de la República?

CORDEL:— ¡A mí! ¿No oyes? ¡Es a mí que Mr. Tenedy quiere poner de
Presidente de la República!

ACIDAL:—
lo inesperado ¡Hombre, que dices!
de la noticia ¡No puede
mantiene ser! (Enenlasunréplicas
a Acidal que siguen,
tal aturdimiento
que no le permite tomar conciencia de la cumbre apoteósica a que Mr.
Tenedy pretende llevar a los Colacho. En cuanto a Cordel, la perspectiva
de la
l a Presidenc
Pres idencia
ia le
l e tiene
ti ene sumido
sumid o en un páni
pá nico
co abso
absoluluto
to))

CORDEL:— Ayer Ayer,, por la mañana, me llamó a su escritorio.


escritorio. "Don Cordel
Cordel
 —me dijo— los intereses de Wall Street y, sobre todo, de la "Quivilca
Corporation", exigen que usted sea cuanto antes Presidente de la República".

ACIDAL: ¡Presidente de la República!

CORDEL;— ¡Figúrate! ¡Ponte en mi lugar!

ACIDAL:— ¿Y qué le contestaste?

CORDEL:— ¿Qué le iba a contestar?


CORDEL:— contestar? ¿Tú no conoces como son los gringos?
gr ingos?
Al cabo de no sé cuántas súplicas, le dije que, en último caso, tú, mejor que
yo, podría ser Presidente...

ACIDAL, fuera de sí:— ¿Cómo? ¡Por dios, Cordel, eres...

CORDEL:—
la empresa nos ¡Noecharía
te apures! Terminó quitándonos
de Quivilca, Tenedy por decirme que, en
los bazares, el este
engacaso,
engancho
ncho
de los peones, el arrieraje y todo lo demás. "Usted, don Cordel —me dijo—,
es el hombre
hombre de mayor confian
confianza
za que tiene
tiene nuestro sindicato en este
es te país
p aís  y es
usted el único
ún ico que
qu e puede
pue de tr
trabajar
abajar con nos
nosotros
otros en el gobier
gobierno
no para servir
servir a su
 patria y a la mía..."

ACIDAL:— ¿Pero no le has dicho?...

CORDEL:— ¡Qué no le he dicho! Le dije que yo no tenía ni carácter ni


in
instr
struc
ucci
ción
ón para
para seme
semeja
jant
ntee pues
puesto
to;; que
que podí
podíaa yo se
servi
rvirle
rless mejor
mejor de
muchos otros modos, pero no de Presidente de la República porque yo no
me he puesto nunca de levita ni de tarro, que nunca he conversad
conversadoo con un
 

ministro, que nunca he pronunciado


pronuncia do discursos en público
público y en banquet
banquetes...
es...

ACIDAL:— ¿Y que decía?

CORDEL:— Parece que ni oía. Creo que la revolución es cuestión ya de


unas semanas
coroneles más. Dicemucho
y generales, que ladinero
"Quivilca Corporation"
por supuesto cuenta
y todo con muchos
lo necesario. No
están contentos con este Presidente porque favorece a las empresas inglesas
en contra de las suyas. "Ya
"Ya no tenemos confianza en nadie —dice—. TodosTodos los
 políticos de este gobierno son unos pícaros
píca ros.. Necesita
Nece sitamos
mos y queremo
quer emoss un
hombre honrado, un hombre nuestro, que no nos traicione, un hombre como
usted".

ACIDAL:— Por último, ¿en qué han quedado?

CORDEL:— Pero en lo mismo: yo de Presidente... ¡Es horroroso! ¿Qué se


 puede hacer?
ACIDAL, cuy o es tup o r del pri me r mom ent o h a empe zad o a
transformarse en ansiedad mirífica:— Bueno, bueno... No hay, por dios, que
alocarse... Veamos...

CORDEL:— Bien sabes que no tengo ni he tenido miedo a nadie. Las


 penas, los trabajos, las miserias, de todo eso me río. Pero que me obliguen
obli guen a
estar en salones,
salones, a ponerme zapatos
zapatos pulidos
pulidos y camisa tiesa, que tenga que
hablar (Hace con la boca un ruido de eses, frunciendo las narices y los
labios) frunciendo la jeta como culo de conejo, eso, carajo, no. Me llevan
los demonios.
ACIDAL:— ¿Estás seguro que Tenedy no aceptará que yo te reemplace
reemplace??

CORDEL:— Ni hablar...

ACIDAL:— Porque viéndolo bien, Cordel, ¡Presidente de la Repúblic


República!.
a!.....

CORDEL:— ¡Sí! ¡Presidente de la República, yo, que no sé nada de nada!


¡Yo que no sé ni las cuatro operaciones completas! ¡Qué no sé andar sobre
una alfombra! ¡Ni sobre piso con cera!

ACIDAL, enérgico, totalmente ganado a la ambición:— Oye, Cordel, yo


 

tampoco tengo carácter ni instrucción para ser Presidente y ni siquiera


diputado. Por desgracia, hemos nacido fregados y somos unos brutos. ¡Pero
eso no quita que yo tenga ganas de ser grande y de mandar! Cordel, un
esfuerzo, el último: vuelve a pedirle a Mr. Tened
Tenedyy que yyoo te reempl
reemplace
ace.. De
 pronto, acepta.

CORDEL, con pesadill a:— ¡Concesiones caucheras en el Amazonas!...


pesadilla:—
¡Const
¡Co nstruc
rucci
ción
ón de un ferro
ferroca
carri
rrill por el Marañ
Marañón!ón!..
.... ¡Empré
¡Emprést
stit
itoo aqu
aquí,
empréstito acá, y no sé de cuántas cosas más!... ¡Para eso quieren ponerme de
Presidente!...

ACIDAL:— ¡Pero tú o yo, da lo mismo! Pero si no quiere que sea yo,


¡e
¡ent
nton
once
cess ac
acep
epta
ta tú
tú,, Cord
Cordel
el!! ¿M
¿Mee oyes
oyes?? ¡Ace
¡Acept
pta,
a, aunq
aunque
ue te quedes
quedes de
Presidente sólo un día! ¡Pero
¡ Pero que te pasa! ¡Un mozo como tú que no tiene
miedo ni a las balas, ahora tienes miedo a una levita, a un tarro, a una
alfombra!

CORDEL, vién viéndo


dose
se ment
mental
alme
ment
ntee de levi ta y ta
levita rroo :— ¡Caracoles!
tarr
¡Hasta tengo piel de gallina!

ACIDAL:— Si es por el cuello duro, machúcalo! Y si es por los zapatos


 pulidos...

CORDEL, interrumpiendo:— ¡El cuello, los zapatos y todo el resto!

ACIDAL
ACID AL:—
:— ¿Qué
¿Qué rest
resto?
o? ¿Los
¿Los disc
discur
urso
sos?
s? ¿Las
¿Las conv
conver
ersa
saci
cion
ones
es?? ¿Las
¿Las
recepciones con altos personajes? ¿Los sofás dorados?

CORDEL:— ¿De dónde voy a sacar qué decir, cómo pararme o voltear la
cara?

A C IDA L,  sa saca ndoo un li


cand libr
bro,
o, su libribro de Urba
Urbannid
idad :— ¡Espérate!
ad:—
Precisamente, mira: ¿sabes lo que es esto? ¡Esto es un libro formidable! Con
este libro estás salvado. Con este libro, se puede ser todo: diputado,
ministro, presidente de la República, todo. (L (Loo hoje a) Mira y fíjate:
hojea)
 just
 ju stam
amen
entete aq
aquí
uí tien
ti enes
es un capí
ca pítu
tulo
lo es
estup
tupen
endo
do:: "Los
"L os alalto
toss círculos
círc ulos
 político
 polí ticoss y diplomáti
diplo máticos
cos".
". Otro,
Otro , mira:
mira : en éste está dicho
dich o todo
tod o lo que
qu e hay
ha y
que hacer y lo que hay que decir entre prefectos, ministros, diputados y
Presidentes. (Cordel se queda mirando el libro) Además, tenemos aquí a
Zavala, para que te aleccione.
 

CORDEL:— ¿Es de este libro que me hablabas en tus cartas, que te dio
Zavala?

ACIDAL:— Este es. ¡Pero lee! ¡Lee! (Leyendo él en el libro) "Cómo se


entra
"De laenmanera
el salóndederecibir
la esposa de una ministro,
a comer cuyo marido
un embajador", "Cómoestá ausente",
se conversa
del tiempo que hace con la hija soltera de un senador", "Cómo se anuda la
corbata para pronunciar un discurso ante una muchedumbre", "A qué hora
se saca el reloj para ver qué hora es en un baile" ¡y así cuántos más!

CORDEL:— Sí... pero no entiendo. No entiendo nada de nada.

ACIDAL:— ¿Qué no entiendes? Es de lo más sencillo. (A


(Air
irado) Pero,
ado)
hombre, ¿qué te ocurre? ¡Un niño...

C ORDEL, br
reemplaces. brus
usca
Harécatodo
deci
delo
cisi
sión Tiene
ieness razó
ón::pueda...
que razón.
n. Le volv
volver
eréé a pedi
pedirr que
que me

ACIDAL:— Y si no... De todas maneras, Cordel, ¡no podemos perder esta


ocasión! (En un  tra
transp
nsport
ortee de inefab
inefable
le exa
exalta
ltación)) ¡Presi
ción ¡President
dentee de la
República! ¡Presidente! ¡Presidente del país! (Ríe y llora al mismo tiempo)
tiempo)

CORDEL aplastado por el entusiasmo de Acidal:— Sí...   Pero si otra vez


se niega Mr. Tenedy a que me reemplaces, le diré que haga entonces lo
que quiera de nosotros... Lo que quiera...

TELON
 

Cuadro Cuarto

Diez de la noche, decorado del segundo cuadro.

El bazar está cerrado para la clientela.

Cordel
Cord el y Mr.
Mr. Tened
enedyy apur
apuran
an unas
unas copa
copass de whis
whisky
ky.. Atmó
Atmósf
sfer
eraa
confidencial y de trascendencia.

MR. TENEDY, chu chupan do su pipa:— Ya le he dicho que los Estados


pando
Unidos tienen invertidos ingentes caudales en el país que no pueden ser
abandonados al actual caos político.

CORDEL:— Lo comprendo, Mr. Tenedy.

MR. TENEDY.— De otra parte, los propios intereses nacionales exigen


 pone
 po nerr térmi
tér mino
no a esta
es ta situ
si tuac
ación
ión.. El pueb
pu eblo
lo,, en la mise
mi seri
ria.
a. Los
Lo s indios
ind ios,,
explo
explotad
tados.
os. Los obrer
obreros
os,, sin
sin traba
trabajo.
jo. Los fu funci
ncion
onari
arios
os y el ejé jérc
rciito,
impago
impa gos.
s. Cent
Centen
enar
ares
es de ciud
ciudad
adan
anos
os,, pres
presos
os o dest
dester
erra
rado
dos.
s. (C
(Cor
orde
dell le
escucha y asiente respetuosam
respetuosamente)
ente) Ofic
Oficiales
iales y civiles,
civil es, fusi
fusila
lado
dos.
s. Otro
Otross
 perseguidos...

CORDEL.— Por desgracia, es verdad, Mr. Tenedy.

MR. TENEDY:— Usted, don Cordel, va a salvar a su patria, de la anarquía y


de la ruina.

CORDEL:— ¡Haré, Mr. Tenedy, cuanto pueda!

MR. TENEDY:—
TENEDY:— En esta tarea, cuente usted con mi más decidido apoyo
apoyo y
la entera protección de nuestro sindicato.
 

CORDEL:— Lo debemos todo, Mr. Tenedy, a su gran protección.

MR. TENEDY:— Y ya le he dicho también que, el mismo día en que suba


usted al poder, tendrá a su disposición el dinero que necesite el gobierno.
gobierno. Y
 por último,
en todo la "Quivilca
" Quivilca Corporation"
momento. Corpor ation" estará siempre a su lado, para ayudarlo

CORDEL:— Mr. Tenedy, un millón de gracias. ¡No sé verdaderamente cómo


 pagárselo!

MR. TENEDY, chocando su copa con la de Cordel:— ¡Salud, por su buen


viaje!

CORDEL:— ¡Por usted, Mr. Tenedy, salud!

MR. TENEDY:— ¿A qué hora sale usted mañana?


CORDEL:— A las seis de la mañana, Mr. Tenedy.

MR. TENEDY:—
TENEDY:— Trate usted de llegar a lo más tardar el 29 por la noche
 porque
 por que el general
gene ral Otun
Otunaa le espera
esp era el día 30, para
par a presen
pre sentar
tarle
le a los demás
dem ás
 jefes
 jef es y of
oficia
iciales
les del mov
movimi
imient
entoo que luego,
lue go, podría
pod ríann a lo mejor ser
dispersados.

CORDEL:— Acidal lo tiene todo preparado en Taque para que pueda llegar
el sábado a lo sumo.

MR. TENEDY,
TENEDY, parando el oído a la calle:—
calle:— Ahí vienen, me parece. ¡Cuidado
con que nadie huela nada!

CORDEL:— Pierda usted cuidado, Mr. Tenedy. (Suenan afuera pasos y


voces confusas. Tocan a una de las puertas) ¡Ahí voy! (Apresurándose,
rirr ) ¡Ahora mismo! (E
v a a a b ri (Ent
ntran
ran en son de ju juer
erga
ga el ininge
geni
nier
eroo
 Rubi
 Ru bio,
o, el caje ca jero
ro Mach
Ma chucuca,
a, el comi
co misa
sari
rioo Bald
Ba ldaz arii y el profe
azar profesor
sor
 Beni
 Be nite
tes,
s, to
todo
doss empl
em plea
eado
doss de la "Q
"Qui
uivi
vilc
lcaa Corp
Co rpor
orat
atio
ion"
n".. Corde
Co rdell vuelve a
cerrar la puerta)

TODOS, en algazara:— ¡Mr. Tenedy, buenas noches!... ¡Bravo, Mr. Tenedy!...


¡Las
¡Las 10 en punt
punto!
o!...... ¿Aqu
¿Aquíí esta
estamo
moss o no esta
estamo
mos?
s?...... (Mr. Tenedy
enedy ríe
 

 pat
 p atee rnal
rn alme
ment
nte,
e, rode
ro dead
adoo resp
re spet
etuo
uoss ame
am e n t e. H um
umoo d e t a baco. Ambiente
de jarana)

EL COMISARIO:— ¿Entonces, don Cordel, siempre para mañana ese viaje?


viaje?

MR.
reunirTENEDY:—
don Acidal. Todo depende del número de peones que haya podido

MACHUCA, a Cordel:— ¿Cuántos piensa usted traer?

CORDEL:— Lo más que se pueda, desde luego. Unos ochenta o cien...

RUBIO:— Mientras tanto, don Cordel, bebamos la primera por su viaje.


¿Qué tomamos, Mr. Tenedy?

TENEDY, señalando su copa:— Lo mismo para cambiar.


MR. TENEDY, cambiar.

BENITES:— ¡Exactamente, whisky! ¡La bebida de los dueños del dólar!


(Cordel sirve las copas)

MACHUCA:— ¿Y con quién deja usted a la Rosada, Colacho?

CORDEL:— ¡Ah!... mi amigo... no lo he pensado... Si usted quiere,


 juguémosla al cachito.
cachito.

VARIOS:— ¡Estupendo! ¡Bravo! ¡Eso es, al cacho! Juguémosla entre todos!


(Forman inmediatamente un círculo en torno al mostrador)

CORDEL, ag agit
itan
ando
do ruid
ruidos
osam
amen
ente
te el cach
cacho: — ¡Se
o:— ¡Señor
ñores!
es! ¡Al palio
palio!!
¿Quién manda? (Tira los dados y cuenta, señalando sucesivamente con
el dedo
dedo a los
los conter
contertulios)) Uno, dos, tres cuatro. (A  Be
tulios  Beni
nite s) Usted
tes)
manda, amigo mío.

BENITES, quien va jugar el primero:—


primero:— ¿Y qué jugamos?

EL COMISARIO:— ¡A la Rosada, hombre! ¿No está usted oyendo que


vamos a jugar a la Rosada?

BENITES, asom
asombrad o:— ¿A la Rosada? ¿Jugar al cacho a una mujer?
brado:—
¡No! ¡Eso no se hace! Juguemos una copa de champaña.
 

VARIAS VOCES con zumba:—zumba:— ¡Vea usted el moralista! ¡A la escuela el


 preceptor! ¡Afuera usted y su prédica!
prédica! ¡Afuera, afuera!

BENI
BENITE
TES
S DE UN GEST
GESTO
O RESU
RESUELTO tir
ELT iraa lo
loss dado
ados:
s:—
— Adentro a la
Rosada. ¡Trinidad!
VARIAS VOCES, leyendo en los dados:—  Nad
 Nada..
a.... Cero..
Cer o.... Mano
Man o virgen...
vir gen...
Ahora, usted, Mr. Tenedy.

MR. TENEDY,
TENEDY, tirando los dados:— ¡A la Rosada, con chupete!

VARIAS VOCES, en desorden:— 3 y 4, 7! y 6, 13! ¡Trece! ¡Trece! ¡La


nariz te crece! ¡Bravo Mr. Tenedy!
Tenedy! ¡La ganó!

RUBIO, tirando:— ¡Silencio, con la izquierda! ¡Y


¡ Y 5 dedos!

VARIAS VOCES, entre risotadas de burla:— ¡Nada! ¡Se jadió! ¡A usted


Baldazari! ¡Vamos a ver!

EL COMISARIO, tirando:— ¡Mr. Tenedy! ¡Se la cedo, Mr. Tenedy! ¡Me


voy, me iré, me fui!

VARIAS VOCES:— 3 y 3, seis, y... 3 y 3... ¡Brutal! ¡Tres treses! ¡Brutalísimo!

MACHUCA, tom
tomand
andoo el cacho:— ¡Un momento, un momento para el
cacho:—
 párroco!

VARIAS VOCES en tumulto:— ¡Ya para qué! ¡Se acabó! ¡Pero, has visto
qué bárbaro!

CORDEL:— ¡Mano de hombre! Lo merece.


mer ece. Bravo, comisario.

MACHUCA, echando los dados:— ¡Zas! ¡Con gusto en la cocina!

VARIAS VOCES:— Tres... 3 y seis, nueve: y 2, once. ¡Tinta! ¡Jebe! ¡Tinta y


lápiz!...

CORDEL, tomando:— ¡Señores! Si gano, ¿me permiten ceder a la Rosada


a quien yo quiera?...
 

RUBIO, interrumpiendo:—  No, señor. señ or. La Rosada


Rosa da nos perten
per tenece
ece a tod
todos
os,, a
 part
 pa rtir
ir de
dell momen
mom ento
to en que
qu e us
uste
tedd la ha pues
pu esto
to en juego
jue go.. En dado vino, en
dado debe irse.

MACHUCA:— Colacho,
otros vuelven a llenar antes de tirar, agua para la caballada. (Cordel y
las copas).

BENITES:— ¡Señores! Yo cedo mis derechos sobre la Rosada a cualquiera.


Yo no puedo jugar a los dados a una mujer, por más humilde que ella sea.
Eso repugna a mi conciencia. (Una gran carcajada general le responde)

CORDEL, echa los dados:— ¡Señores, anteojos para el más chico!

VARIAS VOCES:— ¡Fitz! ¡Cero! ¡El remojo, comisario! ¡Qué


¡ Qué suertaza!

MACHUCA:
MACHUCA:—
ancas así!... — ¡Quéesto,
(Dice buenaabriendo
chola
chola se va
losusted a comer
brazoscomer,
en ,círculo
comisario! ¡Tien
¡Tiene
y haci
haciendoe unas
endo un as
una
mueca golosa y repug
repugnante
nante de sensualidad)

RUBIO, copa en mano:— Bebamos por la Rosada y por el comisario...

EL COMISARIO:— No señor. ¡Bebamos, señores, esta copa por Mr. Tenedy,


nuestro patrón, el gran gerente de la "Quivilca Corporation"!

TODOS:— ¡Por supuesto! ¡Por Mr. Tenedy! ¡Bravo, muchos bravos por Mr.
Tenedy!

MR. TENEDY:—
TENEDY:— ¡Gracias, mis amigos! (Beben)

EL COMISARIO:— Mr. Tenedy, le desafío a jugar mano a mano a la


Rosada.

MR. TENEDY:—
TENEDY:— ¡Eso, no,
n o, Baldazari! Es cosa ya ganada.

VARIAS VOCES:— ¡Ah, sí! ¡Sí, sí! ¡Los dos: Mr. Tenedy y el comisario!...
¡Adentro!...

EL COMISARIO da un dado a Mr. Tenedy:— Sí, Mr. Tenedy. Hágame el


favor.. ¡Tire! ¿Quién manda? (El comisario y  Mr. Ten
favor ened
edyy t i r a n u n d a d o
 

uno y los
cada uno
cada los demá
demáss les odean)) Yo mand
les rodean ma ndo.
o. Lo mism
mismo:
o: tri
trinid
nidad
ad..
(Agita el cacho y tira los dados)

VARIAS VOCES:— ¡Puf! ¡Chambonazo! ¡Ni un solo tres!... MR. TENEDY


tira:— ¡Adentro! ¡Todo
¡Todo trigo es limosna!

TODOS:— Tres y seis, nueve... ¡18 y a tostar! ¡Lo mató! ¡Champaña!


¡Champaña, Mr. Tenedy! ¡El remojo!

MR. TENEDY,
TENEDY, riendo:— Don Cordel, una copa de champaña.

CORDEL,  sir
 sirvie
viendo :— Lo que
ndo:— q ue usted quiera, Mr. Tenedy
Tenedy.. ¿Haré
¿Ha ré venir en
en el
acto a la Rosada? ¿Quél manda usted?

RUBIO: —Mándela traer ahora mismo.

VARIAS
de culito! VOCES encontradas:— No, no...
no.. . Sí...
Sí. .. Ahora
Ah ora no...
no.. . ¡Sí.
¡Sí . Que venga

CORDEL:— Que ordene Mr Tenedy.

MR. TENEDY:— Caballeros, no ha sido eso sino una broma... Además, el


que de veras ha ganado es Baldazari.

EL COMISARIO:— Mr. Tenedy, lo ganado es ganado. La Rosada le


 pertenece en buena ley.
ley.

MACHUCA:— ¡Es una hembra opípara! ¡Caldo de ternera!


RUBIO:—
RUBIO: — ¡Cuand
¡Cuandoo camina algo!..... (Hace restallar la lengua contra el
camina es algo!.
 pala
 pa lada
darr, sabo
sa boreá
reánd
ndos e) ¡Y qué boca, Mr. Tenedy! ¡Puñalada revesera!
ose)
(Risa general)

MR. TENEDY:—
TENEDY:— ¿Y usted cree, don Cordel, que ella va a venir si usted
usted la
hace llamar?

CORDEL:— En el acto, Mr. Tenedy. Más volando que andando.

MR. TENEDY,
TENEDY, decidido:— Entonces, que la traigan.
 

VARIO
ARIOS:
S:—— ¡Per
¡Peroo por
por su
supu
pues
esto
to!! ¡Des
¡Desde
de lu
lueg
ego!
o! ¡Lo
¡Lo demá
demás,
s, coju
cojude
dece
ces!
s!
¡Vamos, que sí!

CORDEL llamando a la trastienda:— ¡Novo! ¡Novo! ¡Ven inmediatamente!

LA VOZ DE NOVO, medio dormido:— Ahí, voy, tío...


CORDEL:— Mr. Tenedy, las copas están listas.

 NOVO, que viene corriendo de la trastienda:— Tío, aquí estoy.

CORDEL:— Escucha Novo: anda a la casa de las Rosadas y dile a la


Zoraida que venga aquí, al bazar, que la estoy esperando, porque ya me
voy a Colea. Si te pregunta con quién estoy,
estoy, no le digas quienes están aquí.
Dile que estoy solo, completamente solo. ¿Me has oído?

 NOVO:— Sí, tío.


CORDEL:— ¡Cuidado con que te olvides de decirle que estoy solo y que
no hay nadie en el bazar! ¡Anda y apúrate!

 NOVO, parte con el recado carrera:— Muy bien, tío.


recado a la carrera:—

EL COMISARIO y  Ma  Mach


chucuca,
a, al pe
pequ
queñ
eñoo que
qu e tr
tras
aspo
pone
ne la puer
pu erta
ta:— 
:— 
¡Volando!
¡Volando! ¡Volando!
¡Volando! ¡Ya
¡Ya está
estáss de vuelta!

MR. TENEDY,  si


 sigu
guie
iend
ndoo el curs
cu rsoo de un
unaa co
conv
nver
ersa
saci
ción
ón que
qu e co
conn Rubi
Ru bioo
y  Beni
En Be nite
tesde
vista s sost
so sten
esasenía
ía mien
mi entr
tras
as los
circunstancias, lonuestra
s demá
de más s hací
ha cían
oficina an ll
llam
centralamar
dearNueva
a la York
Rosa
Ro sa da:—
exige
un aument
aumentoo inmedi
inmediato
ato en la extrac
extracció
ciónn de metal
metal de to toda
dass nues
nuestrtras
as
explotaci
explo taciones
ones en esta parte de América del Sur... Sur... (Cordel, el comisario y
 Macc huca
 Ma hu ca se han ha n unid
un idoo a esta
es ta conv
co nvee r sa
sacc ió
ión,
n, e n la que la tertulia toma
un giro severo)

RUBIO:
RUBI O: — Los Los Esta
Estado
doss Unid
Unidos
os so
sonn verd
verdad
ader
eram
amen
ente
te un gr
gran
an pueb
pueblo
lo,,
generoso, idealista...

VARIOS, admirativos:— ¡Hombre, sí!... ¡Eso sí, amigo mío! ¡Es un país
enorme! ¡Una nación sin par!
 

BENITES:— ¡Ese Roosevelt, por ejemplo, un portento! ¡Qué tal revolución


económica la que realizó!

MACHUCA, en una explosión de entusiasmo:— ¡Señores! ¡Los Estados


Unid
Unidos
os so
sonn el pue
uebl
bloo más
más grand
randee de la ti
tier
erra
ra!! ¡Q
¡Quué pro
roggreso
reso!! ¡L
¡Loos
hombres más ilustres
está en manos han nacido
de los yanquis! ¡NoenesEstados Unidos! ¡Toda
cosa sencillamente América del Sur
estupenda!

EL COMISA
COMISARIO RIO:—
:— Las mejore
mejoress empresa
empresass minera
mineras,
s, los ferroca
ferrocarri
rriles
les,, las
expl
explot
otaci
acione
oness cauc
caucher
heras
as y azuc
azucare
areras
ras,, todo
todo se está
está hacie
haciend
ndoo aquí
aquí con
con
dólares...

CORDEL:— ¡Y sobre todo, señores, por la "Quivilca


CORDEL:— "Quivilca Corporation"
Corporation"!! ¡Viva,
caballeros, la "Quivilca Corporation"! ¡Viva!
¡Viva! (Aclamación general)
general)

RUBIO:— Si es el más grande-sindicato minero de la República. Minas de


cobre en el ¡Cojonudo!
¡Formidable! norte, minas de oro y plata en el centro y en el "sur.

EL COMISARIO:— Y como lo sabemos, son los socios de la "Quivilca


Corporation" que son los más grandes millonarios de los Estados Unidos.
Además, muchos de ellos son banqueros y socios de otros mil sindicatos de
minas, carteles de automóviles, aviones, trusts de azúcar, de petróleo...

MACHUCA,  ya bebi be bido,


do, copa
co pa en mano:
man o:—— En resumen, señores, les invito
a beber una copa, y diez copas por los norteamericanos!

TODOS, a gran grande


dess voce
voces,
s, copa
copa en manomano,, ha
haci
cien
endo do un ¡V
corr
corro Mr
de.
homena
hom enaje
je a Mr
Mr.. Tenedy
enedy,, que
que sonríe
sonríe con indulg
indulgenc
encia: — ¡Viva
ia:— iva Mr.
Tenedy! ¡Viva la "Quivilca Corporation"! ¡Viva los Estados Unidos! ¡Los
gr
gran
ande
dess Esta
Estado
doss Unid
Unidos
os!! ¡Hi
¡Hip! ¡Hip
¡Hip!! ¡H
¡Hiip! ¡Hur
¡Hurra
ra!.
!..... (Una sa
salv
lvaa de
aplausos. En medio de la bulla suenan varios disparos de revólver.
 Rubi
 Ru bioo y  Ma
 Mach
chuc
ucaa saca
sa cann su pañu
pa ñuel
eloo y bailan una marinera. Mr. Te-
nedy, muy colorado, no cesa de reír)

O, ces
RUBIO,
RUBI cesand
andoo de cantar
cantar y de bailar
bailar, revólve
evólverr en mano, da unos
unos pasos
pas os
atrás, en frente de Machuca, con quien bailaba, le apunta en la
cabeza, diciéndole:— ¡Alto ahí! ¡Un momento! ¡Quédese parado! (Machuca
obedece. Los demás acuden y los rodean) ¿A qué no es usted hombre
de dejarme que le pegue un tiro en el borde
bor de de la orej
reja?
 

VARIOS:— ¡Qué cosa! ¡No, hombre! ¡Desde luego que no! ¡Está usted
loco! ¡Qué va hacer usted!

MACHUCA, desafiado en su sentimiento de coraje:— Pues los tiros que


usted
ust
 pu ede,qu
 pued
ede,quie
leiera.
levara.ntaaDispare
vant Dispa recho
el pech
pe donde
don
o ydemira
qui
quiera
era y ti
tire
re no
fijamente el más.
más. (Sedelyergue
cañón arma cuanto
que le
apunta, presentando blanco a Rubio)

RUBIO:— ¡Un solo tirito, nada más! ¡Unito en el borde de la oreja, no


más!

MR. TENEDY, tomando rápidamente un candelero, con una vela que


Cordel acaba de encender, para alumbrar el bazar, mientras pone
kerosene a la lámpara, dice a Rubio, haciéndole alto con la mano)
¡Unn mome
¡U moment
nto!
o! ¡Esp
¡Esper
eree un mome
moment
ntit
ito!
o! ¡Va
¡Va uste
ustedd a ver!.... (Trae el
ver!..
candelero y lo pone,
cabeza de Machuca) con sí!
¡Ahora, la vela encendida, en equilibrio sobre la

CORDEL:— ¡Bravo, Mr. Tenedy! ¡Bravo!

EL COMISARIO a Cordel:— ¿Qué tal, no?

MR. TENEDY,
TENEDY, a Rubio:— Apague usted la vela, del primer tiro de revólver,
sin tocar a Machuca, por supuesto...

BENITE
ITES, tímidamente:— Pe
Pero
ro...... ¡cui
¡cuida
dado
do!! ¡Es
¡Es muy
muy impr
imprud
uden
ente
te,, Mr.
Mr.
Tenedy!...
RUBIO:— A que se la apago, Mr. Tenedy. ¡Del primer tiro! (U (Unana viva
ansiedad cruza por todos los semblantes. El candelero se bambolea
 sobr
 so bree la cabe
ca beza
za de Mach
Ma chuc
uca,
a, cuya
cu ya embr
em bria
iagu
guez
ez le impi
im pide
de per
pe r manecer
quieto

MR. TENEDY— ¡A ver ahora! ¡A ver qué tal puntería!

BENITES, muy nervioso:— ¡Pero, Machuca, no se deje! ¡Dígame, Machuc


Machuca!
a!

MACHUCA,  fi  firm


rmee en su luga
lu garr, páli do y orgulloso:— ¡Que tire no más!
pá lido
(A Rubio, con expresión
expresión de hér oe) ¡Apunte!... ¡Fuego!
héroe)
 

RUBIO, apunta la llama:— Quieto... No se mueva, no se mueva... (Los


contertulios se han quedado en silencio, inmóviles, con una sonrisa
inconsciente e inexpresiva en las caras, mirando al candelero y a la
cabeza tambaleante de Machuca. Un relámpago y una detonación
atraviesan
muerte. el una
Luego, y el bazar
airecarcajada se tinieblas)
en las hunde en la oscuridad. Silencio de

V O C E S de ang
angust ia y de re
ustia regocij
gocijo,
o, entremezc
entremezcladas
ladas:—:— ¡Machuca!...
¡Conteste, Machuca!... ¡Chambón!... ¡Qué barbaridad!... ¡Estúpido!...
(Alguien enciende luz y  Ma  Macc huca
hu ca apar
ap aree ce de pi
piee en s u mis
mi s mo sitio,
con una risa muda, lívida, en su cara de jaguar)

MR. TENEDY  se acerc


ac ercaa a Mach
Ma chuc
uca,
a, rodea
rod eado
do de lo de máss y lo exa-
loss demá
hombros:— ¿Nada, Machuca? ¿No ha sido
mina a la luz la cabeza, los hombros:—
usted tocado?

MACHUCA, con una vanidad aparatosa:— ¡Un whisky para el herido!


¡Y una copa de champaña para el muerto!

VARIOS:— ¡Bravo! ¡Una copa para Machuca! ¡Colacho, una copa!

RUBIO, buscando el candelero y la vela por el suelo:— He sentido que


di al blanco. A la misma vela. Estoy seguro.

EL COMISARIO que ha encontrado el candelero y la vela:— Aquí está.


(T
(Todos o bjetos) ¡Ni trazas de la bala! ¡Chambonazo!
odos acuden a ver los objetos)

VARIOS:— Tiro yo mejor que él. ¡Toda la vida! ¡Vaya!

MR. TENEDY
TENEDY, aguaitando por la cerradura de la puerta a la calle:— 
¡Chut! Creo que ya viene la Rosada. (La comparsa calla)

CORDEL, en voz baja:—  No


 No,, na
nadi
die.
e..... Na
Nadi
diee habl
ha bla.
a..... Pe
Pero
ro ya no tarda
ella en venir.

EL COMISARIO, en voz baja:— Hay que esconderse todos. Cada uno


uno en
en
un rincón. Apúrense en colocarse ya.

MR. TENEDY:—
TENEDY:— Detrás del mostrador sencillamente.
 

BENITES:— O detrás de los barriles también.

CORDEL
CORD EL:—
:— ¡Cál
¡Cálle
lens
nse!
e! Oi
Oigo
go paso
pasos.
s. (T
(Tod
odos,
os, men
menos
os Corde
Cordel,
l, se han
ocultado y  gu
 guard
ardan
an sisile
lenc
ncio
io.. Corde
Co rdell ar
arreg
regla
la,, haci
ha cien
endo
do co
como
mo si
estuviese
dolorido solo,
cruzabotellas y copas
a lo lejos. Luego,sobre
una el mostrador.
melodía Un silbido
indígena agudo lay
llega desde
calle. Unos pasos de hombre)
hombre)

MACHUCA:— Este que pasa, es Quispe, el gendarme.

TODOS:— ¡Cállese! ¡Chut! ¡Silencio, se ha dicho! (Se distingue una voz de


mujer, acercándose. Nuevos pasos)

CORDEL:— ¡Ella es! Reconozco sus pasos.

MACHUCA:— Sus piernas, dirá usted.


S:— ¡Pero cállese, carajo! (Las voces y los pasos de la Rosada y
TODOS:—
TODO
de Novo se aproximan. Un tiempo. Tocan a la puerta)

CORDEL:— ¿Quién es? Adelante.

LA ROSADA, entrando:— Buenas noches, don Cordel.

CORDEL:— ¡Tú, Zoraída. Pasa. Pasa. Te he hecho llamar porque ya me


voy a Colca.

LA ROSADA:—
ROSADA:— Sí... Así me dice su sobrino.

CORDEL
CORD EL:—
:— Maña
Mañana na,, a la prim
primereraa hohora
ra.. PeroPero,, si
sién
énta
tate
te,, ¡hom
¡hombr
bre!
e!
Siéntate. (U n a re pen
pen t i n a car staa l l a e n e l b a z ar y los
carc a j a d a e st
contertulios aparecen de golpe ante la Rosada, quien da un traspié
cont
co ntra
ra el muro,
muro, estupefac
estupefacta)
ta)

TODOS la rodean, le estrechan la mano, la abrazan, le acarician el


mentón:— ¡Zoraída! ¡Aquí estás! ¡Bravo, Zoraída! ¿Cómo estás, linda? ¡Qué
 buena moza te veo!

CORDEL, dest
destern
ernillá
illándo
ndose
se de risa:— ¡Qué quieres! ¡Es la despedida! Y
risa:—
 

aquí están los amigos... ¡Y el patrón! ¡Nuestro grande y querido Mr.


Tenedy!

EL COMISARIO:— Don Cordel, agua para la caballada.

BENITES:— La copa de Machuca está servida.


CORDEL:— Las copas están listas. ¡Al palio! Mr. Tenedy! (Cor
(Cordel
del alcanza
alcanza
una copa a Mr. Tenedy y otra a la Rosada)

LOS DEMAS, tomando cada cual su copa:— Tomemos por Zoraída. Una
copa por Zoraída. Salud, Zoraída. ¡Por ella, hasta verte, Cristo mío!

LA ROSADA, acobardada:— Gracias. Muchas gracias, caballeros.

TENEDY, a Benites:— Traiga usted la guitarra. Don Cordel, ¿dón


MR. TENEDY, ¿dónde
de
está la guitarra?
CORDEL:— Al instante, Mr. Tenedy, aquí la tiene. (Vuela a buscar el
instrumento entre unos fardos de mercaderías)

LOS DEMAS, el alcoho subido muy alt


alcoholl ha subido altoo en las cabez
cabezas:— ¡Por
as:—
supuesto!... ¡Guitarra y marinera!... ¡Benites, una marinera!...

MACHUCA, el más borracho, le dice a la Rosada, galante:— Ayer te vi


 por el cerro. ¿No me has visto?
visto?

LA ROSADA:— No, señor Machuca. ¿A qué hora sería?


MACHUCA:— Llevabas un pañolón granate, que te quedaba de rosas.
(Arrimándose) ¡Y esos ojos!...

LA ROSADA:— ¡Ah, señor Machuca! Siempre con sus piropos. (Benites ha


empezado a puntear la guitarra)

RUBIO:— Un momento: Mr. Tenedy, el patrón y gerente de la "Quivilca


Corporation", va a romper el baile con una marinera.

TODOS, en una solasola ovación


ovación:— ¡Eso!..... ¡bravo!... ¡Viva la "Quivilca
:— ¡Eso!.
Corporation"!... ¡Viva Mr. Tenedy!... ¡Viva los Estados Unidos!... (Mr.
 

Tenedy da el brazo a la Rosada y la saca a bailar, mientras Benites


 prelu
 pre ludi
diaa una
un a mari
ma rine
nera
ra y empieza a cantar, acompañado, como segunda
voz, por Rubio)

MACHUCA, abrazando a Mr. Tenedy:— ¡Patrón! ¡Su humilde servidor!


¡Usted
tendríaneselcomo micada
pan de padre!
día.Sin
(A lalos"Quivilca
demás conCorporation"
una rabiosamis hijos no
convicción)
¡Carajo! ¡Doy mi vida por los Estados Unidos! (Se desploma en un
asiento)

CORDEL, a Mr. Tenedy, aparte, refiriéndose a la Rosada, mientras


hablaba
habla Machuca:— Mr. Tenedy, ¡ahora mismo un "tabacazo" y arreglado!
ba Machuca:—
¡Al minuto, la tiene usted meándose! ¡Va
¡Va a ver usted!...

MR. TENEDY,
TENEDY, pal
 palmeá
meándo
ndole
le el hombro
hom bro a Corde
C ordel:
l:—— Es usted
us ted un portento
portento..

CORDEL:—
(Dic
(D icie
iend Por
ndoo esto
esto, prusted,
, prep araa Mr.
epar en Tenedy,
una
una co
copa no
pa, digo
, cuid
cu una
idando querida:
ando de no se¡Mi
ser vivida
r visto entera!
sto por la
 Rosa
 Ro sada
da que
qu e está
es tá le
lejo
joss de seme
se meja
jant
ntee mani
ma niob
obra
ra,, una
un a mezc
me zcla
la misteriosa
de licores y sustancias: el "tabacazo")
"tabacazo")

MR. TENEDY,
TENEDY, a la Rosada, mientras se desenvuelve el preludio en la
 guit
 gu itar
arra
ra,, sost
so sten
enid
idoo por
po r las
la s palm
pa lmas
as acom
ac ompa
pasa
sada
dass de Rubi
Ru bio:
o:—— ¿Usted
tiene familia en Quivilca?

LA ROSADA, muy tímida:— Sí, patrón. Tengo


Tengo mis dos hermanas.

MR. TENEDY:—
TENEDY:— ¿Ah, sí? ¿Trabajan?
LA ROSA
ROSADA DA:—
:— Sí,
Sí, patr
patrón
ón.. Hace
Hacemo
moss desd
desdee lu
lueg
egoo lo que
que pode
podemo
moss para
ganarnos la vida. (Benites y  Ru Rubio
bio han empez
emp ezado
ado a cantar
can tar la marinera,
con gran refuerzo de palmas y de punteo de guitarra)

MACHUCA, se le levan
vanta
ta de pron to y hace callar a los cantor
pronto es:—  No. Esa
cantores:—
no. Toqu
Toquen
en "La rosa
rosa y el clavel"
clavel".. Para
Para Mr.
Mr. Te
Tened
nedy:
y: "La rosa
rosa y el clavel"
cla vel"..
(Enton
(En tonaa com
comoo puede
puede la marine
marinera ra indica
indicada,
da, palmot
palmotean
eando
do ante
ante Mr.
Mr.
Tenedy, y dedicándole el canto) "Ya salieron a bailar, ¡ay, como no! ¡Ay,
señora, ay,
ay, como no! la rosa con el clavel"...

CORDE
CO RDEL,
L, trayendo las copas: una para Mr. Tenedy y otra para la
 

 Ro sada
 Rosa da (el
(e l "t
"tab
abac
acaz
azo"
o"),
), que
qu e se han
ha n qued
qu edadadoo para
pa rado
dos, s, uno
un o fr
fren
ente
te a
otro, pañuelo en mano, por la interrupción de Machuca:— Mientras
ta
tant
nto,
o, Mr.
Mr. Tened
enedyy, perm
permít
ítam
amee qu
quee les
les sirv
sirvaa un
unaa co
copa
pa...... ¡Y de nuevo
nuevo a
acomod
aco modars
arse!.
e!...
.. (La guitarra empieza nuevamente y  Mr  Mr.. Ten edy y la
enedy
 Rosada beben)

MACHUCA Y EL COMISARIO, haciendo palmas:— ¡Entra!... ¡Entra!...


¡Entra,
¡Ent ra, que te quiero echada!..
echada!.... (Benites y  Rub
 Rubio
io rompen
rompe n a c a n t a r " L a
rosa y el clavel". Y  M
 Mr. Ten e d y y la Rosada bailan, entre palmoteos y
r. Tene
 gritos sincopados)

MACHUCA, a Cordel, siguiendo con ojos ávidos los movimientos de la


 Rosada al bailar:—
bailar:— ¡Qué nuca más peluda! ¡Y qué caderas! ¡Yegua de paso!
(Acercándose al comisario) ¡Un culo como para pobres!... (Al llegar llegar a la
 fuga
 fu ga de la mari
ma rine
nerr a, un f uro
ur o r fr
fren
enét
étic
icoo se d e senc
se ncaa dena
de na en to
torn
rnoo al
cuerpo seductor de la Rosada. El comisario, Cordel, Machuca, y
hasta
tocand
toc ando—Rubio
o— sig yuen
 B
 Ben
siguen enit
aites
es
la —que
—q
jov ue
en se
joven conhan
harnequieb
equpues
puiebr
esto
to
rosdeentusi
entpi
pie e astas.
aun
au nas.ca
usiast cantntan do ay
ando
Machuc
Mac huca
arroja al suelo, a los pies de la pareja, todos los sombreros que
encuentra.
encue ntra. La Rosad
Rosada, alcohol y la mezcla preparada por
a, en quien el alcohol
Corrdel,
Co del, empi
empiez
ezan
an a hace
hacerr efec
efecto
toss fulm
fulmin
inan
ante
tes,
s, se remanga el traje por
delante hasta media pantorrilla y  se la nzaa en un   za
lanz  zapp at
ateo
eo deli
de lira
rant
nte.
e.
 Macc huca
 Ma hu ca,, f uera
ue ra de sí, co ge u n a copa llena de champaña y  se la
sí , coge
rompe ruidosamente contra el mostrador. Hasta que Benites pone fin a
la fuga, con una gran queja romántica, vibrante, espasmódica. La
 parej
 pa rejaa se para
pa ra ento
en tonc
nceses en seco
se co,, en un esco rzoo sensual y arr
es corz arrogant
ogantee de
victoria)

TODOS:— ¡Bravo! ¡Formidable! ¡Hurra! ¡Viva! ¡Hurra, hurra, hurra!...

CORDEL:— Copa con su pareja. Eso merece copa. (Vuelve a servir una
copa a Mr. Tenedy y otra a la Rosada, que se han quedado, el uno
 frente al
al otro, esperando la segunda vuelta
vuelta del baile)

BENITES:—
BENITE S:— ¡Viv
¡Viva,
a, señore
señoress Mr.
Mr. Tenedy!
enedy! (Los demás corean el viva y
hacen al yanqui una gran ovación, mientras la Rosada no cesa de reír,
 jadeante y sobre
 sobrexitada)
xitada)

MR. TENEDY,
TENEDY, modesto:— Es ella. Me ha cerrado.
 

LA ROSADA que empieza a producirse libremente:—  No, Mr. Tenedy.


Tenedy.
Usted. Baila usted muy bien.

EL COMISARIO  peg
 pegánd
ándose
ose a la Rosada
Ros ada,, cas
casii besánd
bes ándola :— ¡Esos labios!
ola:—
¡Los
¡Los come
comerí
ríaa con
con roco to!! (Be
rocoto (Beni
nites
tes prelu
preludi
diaa la sesegun
gunda
da part
partee de la
marinera)
MACH
MA CHUC
UCA, A, a Mr. Tenedy:— A quien Dios se lo da, Mr.
Mr. Tenedy
enedy,, San
San
Pedro se lo bendiga.

RUBIO:— ¡Zoraída abajo el pañolón! Las ancas libres.

MACHUCA Y EL COMISARIO, quitándole el pañolón a la Rosada:—


Abajo el pañolón. ¡Arriba esas tetitas! Déjate. Déjate.

LA ROSADA, sin dejarse:—  No. Eso no. Hágame el favor.


favor. (Benites canta,
acompañado
 Ro
 Rosa
sada
da rompedenRubio
rom pen ba"Unos
a bail ar, dicen
ilar, meque
en medidioo lasdeJuanas".
palm
pa lmot Y sMr.
oteo
eosMry. Tenedy y   la
requiebros
estentóreos)

MACHUCA:— Colacho, otra tanda de champaña.

CORDEL:—
CORDE L:— Ya.
Ya. Todo el bazar
bazar es suyo.
suyo. (Mr. Tenedy, muy borracho,
empieza a hacer zetas en el baile; se para, se acerca acerca a la Rosada y la
besa en el pecho, le pasa el pañuelo por el cuello y por los
l os homb ross y barre
ho mbro
con él el suelo, persiguiéndola y husmeándole los cabellos. Al llegar
la f uga
uga , la R osad
osada,
a, e n u n re p enti no y es
entino espo
pontntán
áneo
eo acce
accesoso de
entusiasmo, se descubre por delante el pañolón, lo toma por ambas
 pu ntas
 punt un o y otro lado de la cintura y así se ciñe el talle, echando el
as,, a uno
busto hacia atrás y  zapateando la marinera. Las excl
ex clam
amac
acio
ione
ness y rugidos
de los hombres llegan entonces al paroxismo)
paroxismo)

TODOS,
TODO S, haciendo palmas, los ojos chispeantes, giran en torno a la
 Rosada:— ¡Abrete! ¡Quiébrate! ¡Muévete! ¡Más! ¡Más! (Mr. Tenedy, vencido
 porr la Rosa
 po Ro sada
da,, trenz
tre nzán
ándo
dosese y acesando, la toma en sus brazos y la
levanta en vilo, apretándola contra sí y colmándola de besos, en un
arranquee desenfrenado
arranqu lujuria. Benites y  Ru
desenfrenado de lujuria.  Rubi
bioo cesa
ce sann de golp
go lpee de
cantar y de tocar y el primero levanta la guitarra en alto y la parte
 furi
 fu rios
osam
amen
ente
te en dos.
do s. Un disp
di sparo
aro de revól
rev ólve
verr cruz
cr uzaa la ti
tien
enda
da,, segu
se guid
idoo
de un   ruid
ruidoo de cris taless y de losas
cristale losas ququee se quieb
quiebraran.
n. Los
Los grit
gritos
os
 

redoblan) ¡Bravo!... ¡Cuarenta veces bravo! ¡Viva la Zoraída! ¡Champaña!


¡Champaña!

BENITE
BENI TES,S,  subido en una silla, dominando el barullo:— ¡Seño¡Señores!
res! ¡Una
 pala
 pa labr
bra!
a! ¡Una
¡U na sosola
la!! ¡E
¡Ess impo
im port
rtan te!! (Todos callan. Solemne y tras-
ante

Tenedy a la¡S
cendental) ¡Señ
eñor
ores
es!! Machuca
Rosada, ¡Des
¡Despu
pués
éssedeacerca
Dios
Dica
acer os,,a elellaSexo
Seyxo!.
la!...
..besa
(Ala soltar
sol
la tar Mr
Mr.
fuerza..
fuerza
mismo Rubio y el comisario)
 Luego, hacen lo mismo

CORDEL, tomando por el brazo a la Rosada Ros ada la trae


t rae hacia Mr.
Mr. Tened
Tenedy:
y:
 — Ven ppor
or aquí...
a quí... Ven donde
do nde Mr.
M r. Tenedy...
Tenedy... A su lado...

TENEDY: toma apasionadamente a la Rosada entre sus brazos— 


MR. TENEDY
Déje
Dé jela
la.. Déje
Déjela
la co
conn su gust
gusto.
o. (Pero la Rosada, riendo nerviosamente,
trata de eludir los brazos de Mr. Tenedy)

C Oanquila!
RDELla!
¡Tranqui
¡Tr ,  severo:— ¡Z
 severo:— ¡Zor
¿No sabes oraí
aída
da,ar
, Zora
respetar
respet Zo
el raíd
ída!
a!ón?¡Qué
patrón?
patr ¡Q(L
uéa es
(La Roseso!
eso! , ¡No
Rosada
ada, ¡N
noo obstan
te tante,
obs muev
mute,
evas
as!
s e!
se
evade de los brazos de Mr. Tenedy y evoluciona por la tienda, los
cabellos desgreñados, sin pañolón, presa de una crisis de risa in-
contenible)

LA ROSAD
ROSADA, A, con una voz que denuncia su completa embriaguez:— 
¡Nada de cantos tristes! ¡Un huaino! ¿Quién baila un huaino conmigo?
Usted, Mr. Tenedy, ¿un huaino conmigo?

MR. TENEDY, a Rubio y a Benites que empiezan a cantar un yaraví:


 — Alto, señores, un huaino.
BENITES:— "El río vuelve a su cauce, palomita..." (Y canta el huaino
acompañado de Rubio y de Machuca, que toca rítmicamente con los
 puño
 pu ñoss en el most
mo stra
rado
dorr en luga
lu garr de caja
ca ja de bate
ba terí
ría. Tene dy da un
a. Mr. Tenedy
beso en los senos desnudos de la Rosada y  se la lanz
nzaa co
conn ella
el la a lo
loss
compases de la danza, en medio de un vocerío frenético. Al venir la
 fuga
 fu ga,, Cord
Co rdel
el se apro
ap roxi
xima
ma vari
va rias
as vece
ve cess a la Rosa
Ro sadada y le dice algo al
oído)

LA ROSADA que acaba de comprender se vuelve entonces brusca-


mente a Cordel, parándose de bailar, colérica:— ¡Don Cordel! ¿Qué ha
dicho usted?... (El canto ha cesado y rodean a la Rosada que se ha
 

echado a llorar)

TODOS:—
TODOS: — ¿Qué
¿Qué hay? ¿Qué ha pas
pasado
ado?? ¿Qué
¿Qué sucede?
sucede? ¡Zoraída,
¡Zoraída, que te
 pasa? ¿Por qué lloras?

CORDEL, riéndose:— ¡Las copitas! ¡Déjenla que se desahogue. ..


LA ROSAD
ROSADA, A,  sollozán dose:— ¿Qué ha dicho usted, don Cordel? ¡Cómo
 sollozándose:—
 puede ser!... ¡Cómo puede ser!...

MR. TENEDY, tomándola del brazo la lleva al mostrador:—  No ha haga


ga
caso, Zoraída. No se mortifique. Tomemos una copa, una copa de whisky,
¿no? ¡Don Cordel, un whisky!

CORDEL:— En el acto, Mr. Tenedy. Veinte whiskys.

TODOS:—
(Benitess pr
(Benite ¡Cien whiskys
preludia
eludia por Zoraída!
en la guitarra ¡Por pero
un huaino la Zoraida!
per ¡Y otro
o la Rosada huaino!
permanece
permane ce
agachada, con el rostro oculto entre las manos)

EL COMISARIO:— Ya no llores. Zoraída. Ponte alegre. ¡Ya se acabó!

LA ROSADA,  pensativa, inmensamente triste:— Soy una pobre


desgraci
graciada
ada...
... nad
nadaa más...
más... Usted
Ustedes,
es, unos
unos cabal
caballer
leros.
os...
.. ¡Qué
¡Qué se hará,
hará,
señores!

BENITES, tocando y cantando:— "Yo he venido a tener gusto. No he


venido a tener pena. Si se acaba, que se acabe. Que se acabe en hora
 buena..."

LA ROSA
ROSADA DA:—
:— No,
No, seño
señorr Beni
Benite
tes,
s, mari
marine
nera
ra,, no.
no. Ahor
Ahora,
a, sí
sí,, un yaraví
yaraví..
Ahora, sí, que estoy triste. "Mi corazón tiene ganas de llorar..." (Y  Be
 Beni
nite
tess
 prelu
 pre ludi
diaa un yara
ya raví
ví)) Don Cordel... venga usted a mi lado...

CORDEL:— ¿Qué tienes? ¿Qué deseas?

LA ROSADA:— ¿Quién es usted para mí, don Cordel? Yo que sólo soy
unaa pobr
un pobre.e...
.. (El yaraví comienza y la tertulia escucha en silencio.
 Ma c h u c a d u e r m e e n u n a s i l l a . A l m o r i r e l c a n t o , l a R o s a d a en
entotona
na
 sola
 so la un huai
hu aino
no,, que
qu e B enit
en ites
es se apre ap resu
sura
ra a acom
ac ompa paña ñarr en la guigu i ta
tarr ra y
 

los demás con palmas. Luego, en un transporte de entusiasmo y de


embriaguez, se echa una  pu punt
ntaa del
de l paño
pa ñoló
lónn al homb
ho mbro
ro y las manos a la
cintura, zapatea un huaino, sola)

TODO
TO S, rodeándola y  palmoteando:— ¡A
DOS, ¡Así
sí!! ¡Eso
¡Eso!! ¡Eso
¡Eso!! ¡Así ¡Así!! (La
¡Así!! ¡Así
 Rosada da un traspié y Mr
 Mr.. T
Tenedy
enedy la sostiene)
COR
CO RDEL,
DEL, a Tenedy aparte:— ¡Y
enedy,, aparte:— ¡Ya,
a, Mr.
Mr. Tenedy!
enedy! ¡Ya
¡Ya está
está en pun
punto!
to!
¡Mírel
¡Mírela!
a! (El canto y la guitarra han cesado, Benites ha doblado la
cabeza contra el mostrador y duerme)

 LA ROSA
RO SADA DA que
qu e Mr. Tenedy
Tene dy ha hech
he choo sent
se ntar,
ar, ca
cant
ntaa so
sola :— ¡"Hay, me
la:—
voy... y ya no he de volver, palomita..."

CORDEL, ante Tenedy y  Ru


 Rubi
bio,
o, como
co mo a una
un a cieg
ci ega,
a, seve
se vero :— ¿Me ves,
ro:—
Zoraída? Contesta. Aquí está Mr.
Mr. Tenedy...
enedy... El patrón... Mr. Tenedy que
es como nuestro padre de todos... (Cordel se inclina largamente ante el
 yanqui)

LA ROSADA, al oír el nombre de Mr. Tenedy, cesa de cantar y le


besa humildemente la mano:— ¡Patrón! Su pobre esclava...

CORDEL:— Mr. Tenedy


Tenedy va a encargarse de ti (Guiña el ojo a Mr. Tenedy
y a Rubio) mientras mi ausencia... ¿Me oyes? ¿Has oído?

LA ROSADA,  si
 sinn conc
co ncie
ienc
ncia
ia:—
:— ¿Cóm
¿C ómo?
o?...... Sí
Sí...... Sí
Sí...... (B
(Bos
oste
teza
za))

CORDEL:— El verá por ti...


LA ROSADA: Como no...

CORDEL
CORD EL:—
:— El hará
ará mis
mis vece
vecess en todo
odo y para
para to
todo
do.. (Cor
(Cordel
del hace
muecas de burla repugnantes) Obedécele como a mí mismo. ¿Me oyes
 bien?

LA ROSADA, la voz arrastrada y los ojos cerrados:— Sí... Sí... (Rubio


ahoga una risotada, tapándose la boca)

CORDEL, a la Rosada:— Besa a Mr. Tenedy. Aquí está, a tu lado...


 

LA ROSADA, en un relámpago
relámpago de conciencia:— No. No...

CORDEL, muy irritado:— ¿Cómo, no? ¿No le besas? ¿Desobedeces lo


que yo te ordeno?

LA ROSADA:— Eso... no.


EL COMISARIO, en voz  baja:— Ya, Mr. Tenedy. Entrele no más. (Mr.
Tenedy toma entonces a la Rosada en sus brazos y la c ubre de besos
y de caricias, sin que la muchacha parezca sentir ni darse cuenta de
nada)

CORDEL,  sat
 satis
isfec
fecho:
ho:—
— Mr. Tenedy,
Tenedy, he cumplido
cump lido mi
m i deber. Usted
Us ted dirá...
dirá...

RUBIO:
RUBI O:—— ¡Car
¡Carajajo!
o! ¡Qué
¡Qué barr
barrig
igaa má
máss ri
rico
cota
ta!! (La Rosada levanta de
 pro
 p ronn t o l a c a be z a y   clava unos ojos de asombro en Mr. Tenedy y , d e
uno en de
apenas uno, enagarrándose
pie, el comisario, Rubio y   en
delenmostrador Cordel.
para Luego,
no caer. se  pone
Cordel  hace
a todos señas de dejarla hacer. Como la muchacha está a punto de
desplomarse, Cordel la toma por un   brazo y la conduce,
conduc e, paso
paso a paso
paso,, a
la trastienda)

LA ROSAD
ROSADA A  se resist
resi stee vari
va rias
as vece
ve cess a avanz
av anzar :— ¡Don Cordel! ¿A
ar:—
dónde me lleva usted?

CORDEL:— Ven... Ven, no más... Avanza... Necesitas dormir.

LA ROSADA:— Sí... Pero ¿a dónde?... No puedo abrir los ojos… Don


Cordel, no me deje usted... Don Cordel, no me abandone... ( Al   llegar a
la oscuridad de la trastienda, se agarra despavorida a las sosolalappas de
Cordel) ¡Don Cordel! ¡Don Cordel! ¿Dónde estamos?

CORDEL:— No tengas cuidado. Aquí estoy a tu lado... (Ambos


desaparecen, mientras los demás esperan en silencio. Cordel vuelve
 solo
 so lo al in
inst
stan
ante
te.. Most
Mo stra
rand
ndoo la puer
pu erta
ta de la tr
tras
asti
tien
enda
da a Mr. Ten
ened
edy,
y, en
un ancho ademán de cortesía) A la hora ho ra que usted
uste d guste,
gu ste, Mr. Ten
Tened
edyy.

RUBIO:— ¡Mr. Tenedy, por aclamación, a la palestra!

MR. TENEDY,
TENEDY, riendo y eludiendo:— ¿Duerme?
 

CORDEL:— Como una vaca, Mr. Tenedy.

MR. TENEDY:— Bueno. Sírvanos de beber.

CORDEL, sirviendo:— Con mucho gusto, Mr. Tenedy.


MR. TENEDY consultan do su reloj:— Las tres y media. (Rubio toma la
consultando
 guitarra y toca en tono menor un yaraví)

EL COMISARIO:— Muy bonita noche, Mr. Tenedy...

CORDEL:— Y Mr. Tenedy nos ha honrado con su presencia...

MR. TENEDY:—
TENEDY:— El gusto ha sido para mí, amigos míos. (Pa
(Para
ra el oído a
la call
callee ) ¿Oigo voces de mujer me parece? (Lo
(Loss demás
demás,, a su vez
vez,
escuchan y Rubio cesa de tocar)
EL COMISARIO:— Sí... Son voces de mujer...

MR. TENEDY:— Y han dicho "Zoraída". Serán sus hermanas... sus hermanas
que la busca
buscan..
n.... (D
(Dee repen
epente
te,, en un cu
cuch
chic
icheo) Apag
heo) Apague
ue la luz...
Callémonos... (Cor del apaga y el bazar se queda en la oscuridad y en
(Cordel
el más completo silencio)

LA VOZ
VOZ DE RUBIO:— Nadie

VOZ DEL COMISARIO— ¡Cállese! (Nuevo silencio)


VOZ DE CORDEL:— No es nadie.

VOZ DE MR. TENEDY:—


TENEDY:— Mejor quedarse a oscuras.

VOZ DE RUBIO:— Por supuesto, y hablar muy bajo. (En el silencio


 se
 s e o ye a l g ui en qu
quee c a m i n a a p a s o q u e d o y s e pi erd
er d e en la tr
tras
asti
tien
enda
da..
 Rubi
 Ru bio,
o, ento
en toncnces
es,, toca
to ca y cant
ca ntaa a me
medidiaa vo
vozz un yayara
raví
ví.. De mome
mo mentntoo en
momento, el fuego de un  cigar cigarrillo
rillo chispea
chisp ea e ilumin
iluminaa el ba
baza
zar)
r)

VOZ DE BENITE ITES, des


desper
pertán
tándose:— ¿C
dose:— ¿Cor
orde
del?
l? ¿R
¿Rub
ubio
io?? ¿Por
¿Por qu
quéé han
han
apagado la luz ustedes?
 

VOZ DE CORDEL:— Porque por ahí están pasando las hermanas de la


chola... Le hablo despacio para no despertarle. (Unos ruidos de cama
llegan de la trastienda) Siga usted durmiendo no más. (Pe
(Peroro se precisan
los ruidos que Rubio se empeña en ahogar
ah ogar o disimu
d isimula
larr con
con el punt
punteo
eo de
la guitarra)
VOZ
VO Z DE BENIBENITE
TES:
S:—
— ¿Qué
¿Qué ruruid
idoo es és
ése?
e? (M
(Muy
uy exit
exitado) ¡Carajo!
ado)
¿Quién está adentro con la Rosada?

VOZ DE CORD
VOZ CORDELEL:—
:— ¡Cál
¡Cálle
lese
se,, le he di
dich
cho!
o! Uste
Ustedd es
está
tá so
soña
ñand
ndo.
o. ¡Qué
¡Qué
Rosada ni Rosada! Ya se fue hace rato.
VOZ DE BENITES:—
BE NITES:— ¿Y ¿ Y Tenedy
Tenedy,, a qué hora se fue?
f ue?

VOZ DE CORDEL:— Acaba de irse.

VOZ DE BENITES:— ¿Y Machuca?


VOZ DE CORDEL:— Aquí está durmiendo entre los barriles. (El ruido
ha crecido y se hace inconfundible)
inconfundible)

VOZ DE BENITES:— ¡Ah, no, carajo! ¡No me van hacer cojudo!

VOCES DE CORDEL Y DEL COMISARIO, vio violen


lentos,
tos, impidi
impidiend
endoo a
 Benites avanzar:— ¡Alto ahí! ¡Quieto! ¿Dónde va usted? ¡Siéntese!

VOZ DE BENITES, hecho un energúmeno:— Quiero ver quién está aquí.


Machuca está con la Rosada. ¡Todos ustedes han estado con ella y a mí
me quieren hacer cabrito! (Inte
(Intenta
nta furiosam
furi osamente
ente avanza
avan zarr de
de nue
nuevo
vo))

VOCES DE COR
VOCES CORDE DELL Y DELDEL COMI
COMISAR
SARIO
IO,, que han agarrado a
 Benit
 Be nites sol apass y los brazos:— ¡Tranquilo, carajo! ¡Ni un paso
es por las solapa
más, y se va a callar!

VOZ DE BENITES, alzán alzándose, violenta:— ¡Qué cosa! ¿Joderme a


dose, más violenta:—
mí? ¡Es lo que vamos a ver!

VOZ DE RUBIO qu quee ha cesad


cesadoo de toc ar y de cant
tocar cantar :— ¡Ya están
ar:—
oyendo las Rosadas! ¡Por favor, silencio, Benites! ¡Ahí ya vienen!... (Benites
ha dado un tirón y   avanza a la trastienda) ... y van a tocar!... (Una
 

 gr an bofe
 gran bo fetatada
da resu
re suen
enaa en l a oscu
os curi
ridd ad
ad,, s eg
egui
uida
da de un fo force
rceje
jeoo la
largo
rgo
 y conv
co nvul
ulsi
sivo
vo.. Al
Algu
guie
ienn cae
ca e pesa
pe sada
dame
mentntee al su
suel
elo.
o. Su
Suee na un  disparo. Una
de las puertas se abre y se cierra ruidosamente)

VOZ DE MACHUCA que despier


despierta
ta de golpe:
golpe:—
— ¿Qué es esto? ¿Qué
sucede?
 sa
 sali ¿Quién
r) ¡Oiga!
lir) ha salido?
¡Oiga! (No ha(Sale
cesado a toda prisay Rubio
el ruido detrás vuelve
del quea acaba
tocar ydea
cantar. Poco a poco va apagándose a pausas el yaraví y Rubio   queda
d o r m i d o . L a l u z d e l d í a i n v a d e a h o r a e l b a z a r y  se hace
ha ce
completamente de día. Cordel y   Mr. Mr. Tened
en edyy apare
ap arece
cenn so
solo
los.
s. Habl
Ha blan
an en
tono grave)

MR. TENEDY,  se  seve


vero,
ro, desd
de sdee mu
muyy  alto:—  Nu
 Nues
estr
troo emba
em baja
jado
dor,
r, uno de los
accionistas más importantes de nuestro sindicato es hombre excelente. Hay
que consultarle siempre. El general Otuna le pondrá al corriente de
cualquier detalle y un par de meses a su lado será tiempo suficiente para
 pone rse usted
 ponerse uste d al tanto de la vida política
polít ica de la capi
ca pita
tall y de
dell pa
país
ís.. y en
contacto
conta cto con el engr
engranaj
anajee íntim
íntimoo de nues
nuestra
trass ofi
oficin
cinas
as capi
capital
talina
inas.
s.

CORDEL, vi visi
sible
bleme
ment
ntee en un su
supr
prem
emoo esfu
esfuerz
erzo:
o:—— Permítame, por
úl
últi
tima
ma vez,
vez, Mr.
Mr. Tened
enedy:
y: es mate
materi
rial
alme
ment
ntee impo
imposi
sibl
blee que
que Acid
Acidal
al me
reemplace...

MR. TENEDY,
TENEDY, casi con un grito de impaciencia:— ¡Don Cordel!...

CORDEL, co conn inst táneaa y res


instaantáne esig
igna
nada
da su
sumi
misi
sión:— ¡Perd
ón:— ¡Perdone,
one, Mr.
Mr.
Tenedy! Como lo ordena usted...

MR. TENEDY, las manos:— Buen viaje y fe. Seguridad en usted mismo
y en la causa. Adiós. (Sale)

CORDEL, saliendo al propio
propio tiempo que él:— Adiós, Mr. Tenedy. Mi caballo
me espera ya ensillado. (Las puertas
pu ertas se cierran
cier ran enérgicame
ené rgicament
nte)
e)

TELON
 

Cuadro Quinto

En la capital. Medianoche, en la casa política de Cordel Colacho.

Una sala escritorio. Decorado lujoso. Dos puertas: una al fondo,


abierta a medias al corredor; la otra a la derecha, cerrada, comunicando
con otra pieza invisible para el público. Un poco a la izquierda, en el
muro del fondo, una ventana cerrada.

Cordel y Acidal, asistidos de Zavala, secretario político de Cordel,


aparecen presas de una gran efervescencia. Los tres hombres están
vestidos
vestidos con extrema
extrema corrección
corrección.. Sin embargo,
embargo, los hermano
her manoss Colacho
Cola cho no
logran disimular un recalcitrante fondo nuevo rico. Cordel sobre todo,
dent
dentro
ro del
del traje
traje y del
del ambie
ambient
ntee elega
elegantes
ntes en que se mueve, demuestra
demues tra
un embarazo trágico-cómico.

De la pieza vecina llegan ecos de voces y de pasos de gente que


entra y sale.

CORDEL, consultando su reloj:—


reloj:— La una menos veinte. Ya no tarda.

ZAVALA:— ¿El soldado es un indio?

ACIDAL:— Sí. Un indio de la altura.


a ltura. Colono de una hacienda.

CORDEL:— Si demora, se va a encontrar con Trozo, ¡y es una broma!

ACIDAL:— ¿Por qué? Mejor que se encuentren. Así verán los dos que
estamos en contacto con muchos elementos.

CORDEL:— Pero, en suma, ¿qué quiere ahora Trozo? ¿A qué viene? ¿No
 

hay necesidad?

ACIDAL:— Viene
Viene como delegado de la Confederación de Artesanos.

CORDEL:— ¿Tienes confianza en él? Es lo principal.

ACIDAL:— Según lo que me dijo ayer, parece decidido con nosotros.


Además, las cosas andan ya tan avanzadas, que no se le puede ocultar nada.
Dentro de unos minutos, la revolución
revolu ción será del dominio públi
público
co...
...

ZAVALA,  pon
 ponie
iendo
ndo a Acida
Ac idall en guardi a:— ¡Don Acidal! ¡Trozo es un
gu ardia:—
abogado! ¡No lo olvide usted!

CORDEL:— Es un agitador profesoral. Un anarquista, según me dicen...


dicen...

ZAVALA, cuidando que no le oigan de afuera:— Profesional, don Cordel.


 No se dice profesoral. Se dice profesional.
profesional. Sio-nal.
ACIDAL:— Tú ves... No te lo decía... Has esperado el último momento
 para estudiar un poco las palabras
palabras y las maneras...

CORDEL:— Profesor... profesoral... En fin, profesional...

ZAVALA:— Sería preferible no emplear, por ningún motivo, las palabras que
no hemos estudiado. A veces, una palabra dicha sin detenerse a saber lo
que ella significa exactamente...

ACIDAL, int interru


errump endo::— Puede echar a perder a un hombre
mpiiendo
definitivamente.

CORDEL:— Lo comprendo. Y sobre todo en política.

ZAVALA:— En conclusión, don Cordel, mucho cuidado. Cuando quiera


usted decir una de esas palabras, aún ignorando su significado exacto, al
menos
me nos prpronú
onúnc
ncie
iela
la enred
enredán
ándo
dola
la con
con la
lass demá
demáss palab
palabrras, rápido y
atropellando las sílabas...

ACIDAL:— Como quien tiene mucha prisa...

ZAVALA:— Y siga imperturbable a fin de que no se note la palabra mal


 

dicha o mal venida...

CORDEL:— Como el otro día con "sigilo", ¿no?

ZAV
ZAVALA:— ¡Precisament
¡Prec isamente!
e!

ACIDAL:— Y debes seguir, sobre todo en las primeras semanas de tu


gobierno, leyendo mucho periódico y también los discursos de las cámaras.
¡Muy importante!

CORDEL, transido:— ¡He pasado toda la noche repasando el diccionario!

ACIDAL:— Y ten confianza en tu persona...

ZAV
ZAVALA:— Es lo principal.
p rincipal.....

ACIDAL:—
ACIDA L:— Sí, porque
porque tiene verdaderame
verdaderamente
nte una cabeza
cabeza de caudillo.
caudillo. Esta
mañana, cuando hablaba con los dos senadores y que hacía con la cabeza
(Hace movimientos negativos) estabas, Cordel, realmente imponente, serio,
digno, en fin...
fin.. . verdaderament
verda deramentee Presidente.
Pre sidente. ¿Se fijó
fijó uste
usted,
d, Zava
Zavala?
la?

ZAVALA a Cordel:— ¡Oye usted a su hermano qué bien habla!

CORDEL:— ¡El, por supuesto, es estupendo!

ACIDAL:— Pero... ¿debido a qué? A los estudios que hemos hecho con
Zavala, durante años y años. Si hubieras querido hacer lo mismo, hoy
hablarías como yo. ¡Haber estudiado en cambio de negarte!
ZAVALA:— A ver, don Cordel, una última vez: enumere a la ligera pero
como si estuviese usted ya en Palacio ante los generales y coroneles, los
 principales males de que sufría
sufría el país bajo la dict
dictadura.
adura.

ACIDAL aconsejando a su hermano:— ¡Énfa


¡Énfasis!
sis! ¡Aplomo!
¡Aplomo! ¡Mirada vibrant
vibra ntee
de luz! No tiembles. No te apoques. Habla fuerte aunque digas lo que
digas. Con lo poco que te ha enseñado Zavala basta y sobr
sobra.
a.

CORDEL, de pie,pie, se ensay


ensaya:— ¡Los derechos, conculcados! ¡El tesoro
a:—
fiscal en derrota! ¡La moneda despreciada! ¡Las industrias paralizadas!
¡Ventarrones de odio, soplando de los cuatro puntos cardenales!...
 

ACIDAL:— No; ¡cardinales¡ ¡di¡ ¡cardi! ¡con i!

ZAV
ZAVALA:— Otra vez, ddon
on Cordel.
Co rdel.

CORDEL, re
repiti
pitiend
Además, creerán endo:—
que o:—
es Ventarrones
defecto de odio... (Volviéndose a Acidal)
de la lengua...

ZAVALA:— Desde luego. Repita, don Cordel.

CORDEL:— ¡Ventarrones de odio soplando de los cuatro puntos cardinales


del país! Y, señores, muy doloroso es decirlo: no ha habido un hombre, ni
uno solo, que levante su voz en defensa del bienestar y de la paz colectivos!

PANCHO, hombr
hombree de confianza de los Colacho, entra:— Señor, ahí está
 presente, Pachaca.

ACIDAL:— Muy bien. Hazlo pasar. (Pancho sale. Vuelve al momento


 seguido del soldado).
soldado). Pachaca, pase usted. Adelante.
Adelante.

PACHACA, qu quit
itán
ándo
dose
se el kepí :— Buen
kepí:— Buenas
as noches,
noches, señores.
señores. (Pancho
vuelve a salir y Zavala cierra la puerta)
puerta)

CORDEL:— Siéntese, Pachaca.

PACHACA. se sienta:— Gracias, patrón.

ACIDAL con un matiz de severidad:— Lo estábamos esperando. ¿No lo


habrán visto entrar?

PACHACA:— No. No creo, patrón.

PANCHO, que ha vuelto a entrar:— Señor, el doctor Trozo.

CORDEL:— Que pase. (Pancho regresa a la pieza, hace pasar a


Trozo, y luego sale, cerrando la puerta)

ACIDAL:— Llega usted a tiempo, Trozo. ¿Cómo le va?

TROZO, el abogado:— Caballeros, buenas noches.


 

CORDEL, sirviendo unas copas:—


copas:— Bueno, señores... hace frío...

ACIDAL:— Eso sí, hombre. Un coñac no nos hará mal...

CORDEL:—
regad
regados Dicen
os siempr
siempre que
e con
co n los grandes
alcoh
alcohol acontecimientos
ol.. (U
(Un
n vist
vistaz devala
azoo a Zava
Za lala,
historia
que nacieron
, que le hace
entender que la frase está magnífica)

ACIDAL:— Posiblemente...

TROZO:— Y otras veces con sangre.

ACIDAL:— Pero eso, no siempre. (Zavala distribuye las copas)

CORDEL:— Dicen que Lindberg, cuando atravesó el Atlántico, no se


alimentó, durante las 40 horas, sino de whisky. De whisky. Salud, señores.
ACIDAL,  pas
 pasand
andoo los cigar
cig arril
rillos
los:—
:— Como la hora es avanzada, me
 parece, Cordel, que podríamos
podríamos empezar.
empezar.

CORDEL:— Pero de, acuerdo. En seguida.

ACIDAL:— Tanto más cuanto que todos sabemos ya de qué se trata y no


falta ya sino ir a los hechos por el camino más corto.

CORDEL:— Aquí, doctor Trozo, tenemos a Pachaca, sirviente del coronel


Tequilla, Jefe del Estado Mayor General del Ejército.
Ejérc ito.
ACIDAL:— Podemos hablar íntimamente. Todos pertenecemos a la misma
causa.

CORDEL:— A Pachaca, le hemos hablado del movimiento revolucionario y


le hemos hecho ver la necesidad que tenemos de que nos ayude, como
 patriota
 patr iota y buen soldado
sol dado que es, en asegurar
aseg urar su éxito.
éxi to. La labor
labo r de Pachac
Pac hacaa
es que, esta misma noche, a la madrugada, a la hora en que el general
Otuna ataque Palacio, se encargue él de Tequilla... Es decir... ya comprende
usted...

ACIDAL:— Es decir que lo suprima, hablando clara y categóricamente.


 

CORDEL:— Categóricamente, eso es: que lo suprima...

ACIDAL:— En nombre de la patria. En nombre de la libertad.

CORDEL:— En eso hemos quedado. ¿Cuál es su respuesta, Pachaca?


PACHACA, tras una corta pausa:— Pero, patrón, ¿qué cosa es, en buena
buena
cuenta, la revolución? Explíquemelo un poco...

ACIDAL:— Usted sabe, Pachaca, que el país padece, desde hace quince años,
los rigores
rigores de la tiranía.
tiranía. El tirano manda
manda robar y matar al pueblo y se ha
encaramado en el poder; y, por consiguiente, no puede haber ningún otro
Presidente...

CORDEL:— Pero, ahora, un gran número de ciudadanos ha decidido


derribarlo a la fuerza. El golpe está ya listo. Tenemos con nosotros a la
mayoría de los batallones...

ACIDAL:— Y de los generales y coroneles.

ZAVALA:— El capital suficiente...

CORDEL:— Y el apoyo más entusiasta del país..

ACIDAL:— Pero el coronel Tequilla, uno de los más pícaros y sanguinarios


ahijados de la tiranía, sostiene al tirano en el poder, contra la voluntad del
 pueblo...
CORDEL:— Y es su deber, Pachaca, ponerse del lado del pueblo que
gime bajo las garras ortodoxas (U (Unn vi
vist
staz
azoo con
con el ra
rabo
bo del
del oj
ojoo a su
 secretario) del dictador Palurdo.

ACIDAL:— Apenas y ya victoriosa la revolución, será usted debidamente


recompensado por su acción y mérito. Primero, será usted capitán y más
luego...

CORDEL:— Aparte
Aparte y ante todo de una buena gratificación en plata sonante.

ZAVALA:— Y se va a publicar su nombre con grandes letras de imprenta en


 

la primera página de todos los periódicos. y lo verá usted luciendo entre los
de los demás defensores de las libertades ciudadanas.

ACIDAL:—
ACIDA L:— ¡Usted
¡Usted oye! ¡Qué
¡Qué le parece
parece,, Pachac
Pachaca!
a! ¡Qué
¡Qué dice
dice ahora!
ahora! (Pero,
 Pachaca, cabeza agachada,
agachada, no responde)
responde)

CORDEL,  ju
 juzg
zgaa ento
en tonc
nces
es ll
lleg
egad
adoo el mome
mo ment
ntoo de ha
habl
blar
ar bi
bien :— Usted,
en:—
Pachaca, ha nacido en el corazón de la nación y como tal debe usted
salvarla del yugo de una de las tiranías más perínclitas del mundo.
¡Pachaca! ¡Hombre de leyenda! ¡Cumpla usted su deber de militar y de
 patriota!

ZAVALA encadena, apresurándose a aturdir a los interlocutores:—Por


interlocutores:—Por
desgracia, Pachaca, las grandes revoluciones a veces exigen efusión de
sangre. El doctor Trozo acaba de reconocerlo hace un momento.

ACIDAL:— Si Tequilla sale al combate, la cosa costará la vida a centenares


de personas.

CORDEL:— De lo contrario, todo se hará sin derrame de sangre. La to


toma
ma
de Palacio será fácil, pacífica..

ACIDAL:— ¿Ya se da usted cuenta, Pachaca, dé lo noble de su acción?


¿No tendrá usted luego derecho de estar orgulloso de su obra?

PACHACA:— ¿Y quién entonces será Presidente, Patrón?

ZAVALA:— ¿Quién será Presidente? Aquí, delante de usted: el general Cordel


Colacho.

CORDEL, de un tirón, empinado, aquilino:— Así lo quiere la voluntad


frigia del pueblo, Pachaca. No me queda sino obedecer. Los destinos de
los pueblos y de los hombres son así: ¡heraldos bifrontes e inmortales!
(Mirada de soslayo a su secretario)

ZAVALA co
ZAV como
mo el rayo
rayo:—
:— Y es que los jefes y directores del movimiento
revolucionario han reconocido en el señor Colacho, en su honradez incólume,
su bello patriotismo y su gran inteligencia, al salvador de la nación.

ACIDAL:— Vemos
Vemos que Pachaca es hombre de larga reflexión. Pero ya no hay
 

tiempo suficiente de pensarlo más...

CORDEL, con impávida y desbordante inspiración:— ¿Qué es la Patri Patriaa


país   desde su bicolor
Pachaca? ¿Cuáles son las rutas paralelas que guiaron al país 
romanticismo hasta la actual tiranía?...

ZAVALA de nuevo y de inme


ZAV inmedi
diat
ato,
o, trat
tratan
ando
do de cu
cubr
brir
ir la
lass pala
palabr
bras
as de
Corrdel:
Co — Di
del:— Diga
ga us
uste
tedd mism
mismo,
o, Pach
Pachac
aca,
a, ¿cuá
¿cuále
less so
son?
n? Habl
Hablee con
con to
toda
da
libertad.

ACIDAL
ACID AL:—
:— ¡Ay!
¡Ay! ¡Si
¡Si Pach
Pachac
acaa tuvi
tuvier
eraa más
más ininst
stru
rucc
cció
ión,
n, te
tend
ndrí
ríaa más
más
 preparación para comprender estas altas
altas cuestiones nacionale
nacionales.
s.

CORDEL, con santa ira:— ¡Desg ¡Desgracia


raciadodo país! ¡Ciudadan
¡Ciudadanosos ignorante
ignorantes!
s!
¡Com
¡C omoo San
San Ju
Juan
an Nepu
Nepumu
muceceno
no,, predi
predicó
có en el desie
desiert
rto!
o! No hay
hay quien me
escuche. (Se vuelve a Zavala y  se pase pa sea,
a, in
indi
dign
gnad
ado)
o) ¡La imagen de la
Patri
Pa tria,
a, chor
chorre
rean
ando
do sang
sangre
re!! ¡El dict
dictad
ador
or,, con
con mano
manoss impú
impúbe
bere
res,
s, le si
sigu
guee
arrancando el manto, la corona y el sagrado sarcófago!

ACIDAL ráp rápida


idament e:— Y siguen los hombres sin oír, sin comprender
mente:—
nada de su deber!

ZAVALA:— ¡Ay, señores, es para morirse de pena!

ACIDAL:— De pena, dice usted, ¡y de vergüenza!

CORDEL:— Con su silencio épico y tenaz,


CORDEL:— tenaz, está usted, Pachaca,
Pachaca, diciéndonos
claramente que no se adhiere a la revolución. (Amenazador)
¡Perfectamente! ¡Está bien! ¡Si mañana, por obra de los cobardes que, como
us
uste
ted,
d, no quie
quiere
renn se
segu
gund
ndar
arno
noss para
para derr
derrib
ibar
ar la augu
auguststaa ti
tiran
ranía
ía,, caen
caen
 perpen
 per pendic
dicula
ularm
rment
entee las column
col umnasas de la nac
nación
ión,, los acus
ac usar
aréé yo, y pepedi ré '
diré
castigo ejemplar para ellos a la sombra del templo de Licurgo! (Cordel
busca los ojos de su secretario)
secretario)

ZAVALA, terrible, pálido:— ¡Ay de los culpables! ¡Ay, Pachaca!

PACHACA, por fin catequizado:—


catequizado:— ¡Patrón, doy la vida por mi Patria!

CORDEL:— ¡Así tenía que ser, Pachaca! ¡Así! (Estrechándole la mano) Lo


felicito en nombre de la Patria, en nombre de la libertad!
 

ACIDAL,  sirvien
 sirviendo
do otra copa:— ¡Magnífico, Pachaca! Es usted un indio
valiente. (Zavala distribuye las copas)

CORDEL, triunfal:— Y conste que lo de Tequilla, no es traición, sino más


 bien un plinto de
de nostalgia. ¡In partibus in fidelius!
ACIDAL:— Salud,
ACIDAL:— Salud, señores,
señores, salud.,
salud., ¡Por el ejérc
ejército,
ito, defensor de los derechos
derechos
cívicos!

ZAVALA:— ¡Por el triunfo de la revolución!

CORDEL:— ¡Y por el futuro capitán Pachaca! ¡Salud, Pachaca! (Beben)

TROZO, que ha asistido a esta escena, estupefacto y mudo, de pronto, a


quema-
quema-rropa:—
opa:— Pa Pach
chac
aca:
a: ¿q
¿qui
uiere
eress deci
decirme
rme por
por qué
qué va
vass a mata
matarr a tu
coronel? (Extrañeza general)
PACHACA, titubeante:— ¿Por qué voy...? ¿Voy a qué...?

TROZO:— ¿Qué has entendido de todo lo que acaban de decirte estos


se
seño
ñore
res?
s? ¿Qué
¿Qué cree
creess tú queque es épic
épico,
o, frig
frigia
ia,, para
parale
lela
las,
s, roma
romant
ntic
icis
ismo
mo,,
sarcófago, perínclito, in partibus?...

ACIDAL:— En el caso de Pachaca,


Pa chaca, las palabras no tienen importancia.

ZAVALA:— Y el caso es que Pachaca es inteligente.

TROZO,  sin hacer cas o:— Conté


hace r caso:— Contéstame,
stame, Pachaca. ¿Por qué vas a matar al
coronel Tequilla? ¿Qué crees tú que es una dictadura? (Pachaca se siente
entre la espada y la pared y no atina qué responder)

CORDEL, serio:— Doctor Trozo, ¿qué significa eso?

ACIDAL:— Pachaca es consciente de sus actos. Y además, no tiene por


qué contestar a sus
s us preguntas, doctor Trozo.

TROZO:
TROZ O:—— Seño
Señoreres,
s, es un dere
derech
cho,
o, nues
nuestr
troo dere
derech
cho.
o. Pach
Pachac
acaa es un
ciudadano, y yo, otro ciudadano. Ambos vamos a luchar con ustedes contra la
tiranía. Natural es entonces que nos entendamos y vayamos conscientemente a
 

 jugar cada
ca da uno
un o nues
nu estr
troo pa
pape
pel.l. (Volviéndose a Pachaca) ¡Fíjate que tú vas
(Volviéndose
a matar a un ciudadano! ¿Por qué vas a matarle?

PACHACA:— Por la Patria.

TROZO:— ¿Qué cosa es la Patria,


P atria, a tu entender?
PACHACA:— La Patria es…
es … mi país.

TROZO:— ¿Y qué cosa es tu país?

PACHACA:— Mi país es... la Patria.

TROZO:— Entonces
TROZO:— Entonces ¿tú tienes
tienes Patria, Pachaca? ¿Cómo es tu Patria? ¿La
has visto alguna vez? ¿Qué cara tiene?

PACHACA, COPIO ante una visión, iluminado:— ¡La Patria es grande! ¡Con
una corona! ¡Y una cobija roja sobre el cuerpo!... Está siempre sentada... Se
 pare
 pa rece
ce a la Virgen del So Socor
corro
ro...... ¡Yo mori
mo riré
ré por el
ella
la!! ¡Yo no
n o quie
qu iero
ro plata
pla ta,,
ni quiero ser capitán!..
capitán!.. (T (Tro
rozo
zo ale
alegaga algo, como: ¡eso de capitán!, que
 suss in
 su inte
terl
rloc
ocut
utor
oree s, le
leva
vant
ntan do la voz, no dejan oír)
ando

CORDEL, ACIDAL y ZAVALA, aprueban con gran alboroto:— ¡Muy bien,


Pachaca! ¡Ve usted, doctor Trozo! ¡No se lo decía! ¡Bien contestado!
¡Estupendo!

PACHACA, para irseirs e a Cordel,


Corde l, decidi do:— Patrón, cuente usted conmigo.
dec idido:—
Me voy a mi cuartel.
CORDEL, volviendo a ahogar nuevos alegatos de Trozo, con voz de
 jefe,
 jef e, a Pachac a:— Perfectamente, cumpliendo tu deber. Eres un bravo. Un
Pac haca:—
gran muchacho.

ACIDAL, a Pach Pachac


aca: — Pasa por la oficina de al lado. (Toca un
a:—
timbre) Ahí, te van a dar las instrucciones necesarias. ( A   Pa
 Panc
ncho
ho que
qu e
acude inmediatamente)
inmediatamente) Lleva al señor Pachaca al instructor. (Toca otro
timbre. Sale Pachaca, seguido de Pancho)

ACIDAL y ZAVALA:— Adiós, Pachaca. Vaya con Dios. (Dos hombres


 fornidos aparecen)
aparecen)
 

CORDEL, indicando a Trozo:— Lleven a este señor al sótano y me lo


encierran ahí. (Los dos hombres se llevan por la fuerza al abogado)

TROZO, protesta
 protestando:—
ndo:— ¿Cómo? ¿A mí? ¿Por qué? ¡Protesto enérgicamente!
¡Demagogos! ¡Farsantes! (Lo han sacado y cierran la puerta)
ACIDAL:— ¡Es lo que había que hacer! ¡Eso, la solución!

CORDEL:— ¡Abogados no me den ni con arroz!


ar roz!

EL CORONEL TOROTO, TOROTO, entrando, seguido del capitán Collazos:— ¿Se ¿Se


 pued
 pu ede,
e, seño
se ñore s? (Presentando) El capitán Collazos... El general Colacho,
res?
 jefe del movimiento revolucionario.
revolucionario.

CORDEL:— ¿Contamos con su ayuda, capitán Collazos?

CAPITAN COLLAZOS:— Ya se lo he dicho al coronel Toroto; mi ayuda


decidida, general. Estoy por la revolución, desde hace tiempo.

ACIDAL:— ¿No teme que le hayan visto entrar a esta casa, es decir, ¿no
cree que en su calidad de edecán del Presidente Palurdo, haya usted
despertado sospechas en Palacio?

CAPITAN COLLAZOS:— General, ni preocuparse por ese lado. Anoche


CAPITAN
 justamen
 just amente,
te, me llamó
llam ó el Pre
Preside
sidente
nte para
par a pregunta
preg untarme
rme si era o no cierto
cie rto que
yo anda
andaba
ba mezcl
mezclad
adoo a cier
cierto
to movimi
movimien ento
to revolu
revoluci
ciona
onario
rio que,
que, según
según
rumores, llegados hasta Palacio, se tramaba contra él. "
CORDEL y ACIDAL:—
ACIDAL:— ¿Y?... ¿Qué contestó usted?...

CAPITAN COLLAZOS:— Contesté que yo, por cierto, no sólo no estaba


mezclado absolutamente en tal complot, sino que ni tenía de él la más leve
noticia.

EL CORONEL TOROTO, burlón:— "La más leve noticia": textual.

CAPITAN
CAPIT AN COLLAZ
COLLAZOS:OS:—— "¿Me
"¿Me lo jura
jura usted,
usted, capit
capitán?
án?"" —me pregun
preguntó

entonces el Presidente. Y yo, sin inmutarme, le respondí: "Se lo juro,
Excmo. Señor".
 

CORONEL TOROTO:—
TOROTO:— General Colacho, ya ve usted: el capitán Collazos le
ha jujura
rado
do al dict
dictad
ador
or su leal
lealta
tad.
d. En adel
adelan
ante
te,, pued
puedee en toda
toda liberta
libertadd
 presta
 pre stamos
mos su precios
pre ciosaa colabo
col aborac
ración,
ión, a lo seguro
seg uro y sin temor de que le
espíen. (Movimientos de aprobación general)

CORDEL:— A partir de hoy, capitán Collazos, es usted


uste d Sargento
Sargen to May
Mayor
or..

CAPITAN COLLAZOS,
CAPITAN COLLAZOS,  saludando militarmente:— General, a sus órdenes.
(Se retira)

EL CORONEL TOROTO, sa
 sale
le a su vez: — Señore
ve z:— Señores,
s, vuelvo en segu
s eguiida.

ZAVALA:— El capitán parece todo un hombrecito.

ÁCIDAL:— ¡Un verdadero militar! diga usted. Se le ve por las ventanas


ventanas de
de
la nariz.
UN VIEJ
VIEJOO CI
CIUD
UDADADAN
ANO O ba
barb
rbad
ado,
o, con
con abri
abrigo
go,, entr
entraa si
sinn quit
quitar
arse
se el
 somb
 so mbrero :— Excúseme, señores. ¿El general Cordel Colacho, jefe del
rero:—
movimiento revolucionario?

CORDEL:— ¿Qué desea, mi amigo? A su disposición.

EL CIUDADANO cierra la puerta y en un abrir y cerrar de ojos, o  se


 s e qu
quit
itaa
el sombrer
sombrero, abrigo y las barbas, dejando ver un uniforme de
o, el abrigo
onel, una cara afeitada y una calva:— Habla usted con el coronel
coronel,
cor coronel
Tequi
equill
lla,
a, jefe
jefe del
del Estad
Estadoo Mayo
Mayorr del
del Ej
Ejérc
ércit
ito.
o. (Un grito
grito si
sim
mulultá
táne
neoo
reprimen los circunstantes)

CORDEL desconcertado:— Coronel Tequilla...

ACIDAL:— ¡Pancho! ¡Coronel Toroto!


Toroto!

ZAVALA, tocando desesperadamente el timbre:— ¡Coronel Zerpa! ¡Francisco!


timbre:—

CORONEL TEQUILLA,  sa


 saca
cand
ndoo su revól
rev ólve
verr, seren
se reno:
o:——  Na
 Nadi
diee se
mueve.

VARIOS CORONELES y OFICIALES y CIVILES entran, revólver en


 

mano:— ¡Alto ahí! ¡Manos arriba! ¿Quién es? ¿Qué pasa?


p asa?

CORDEL,  señ  s eñal


alan
ando
do al coro co rone
nell Tequi la:: — El coronel Tequilla...
Teq uill la equilla...
( To d o s h a n re c o n o c i d o a l p u n t o a l J e f e d e l E s t a d o M a y o r y
 perm
 pe rmanecen
anecen paralizados)

UNA VOZ:— ¡Preso! ¿Cómo ha venido aquí?

CORONEL TEQUILLA:—
TEQUILLA:— General Colacho, vengo en mi carácter de Jefe del
Estado Mayor del Ejército
Ejérc ito y responsable ante la ley...
ley...

CORONEL ZERPA, interrumpiendo:— Coronel Tequilla, ¡ay de usted si


hace la menor tentativa de apresarnos! ¡Va
¡Va su vida!

OTRA VOZ:— Ha venido con un batallón. La casa está rodeada de


soldados y ametralladoras.

CORDEL, da dando
ndo un pu puñet
ñetaz
azoo sobr mesa:— ¡De aquí nadie sale
sobre la mesa:—
 pres
 pr eso!
o! ¡Viva
¡Viv a la revo
re volu
luci ón!! (U
ción (Una
na vasta
vasta aclam
aclamaci
ación)
ón) ¡Viva el general
Cordel! (Se oyen a lo lejos unos disparos)

TODOS:— ¡Balazos! ¡Ha venido con ametralladoras!

CORONEL TEQUILLA:— General Colacho, en mi carácter de Jefe del


Estado Mayor del Ejército, tengo el honor de poner, a partir de este
momento, al servicio de la causa revolucionaria, la totalidad de las fuerzas
armadas nacionales... (Gritos y aplausos de entusiasmo) ¡Vi ¡Viva
va el General
Colacho! ¡Viva la revolución! (Las ovaciones
ovaciones resuenan
resuenan en una delirante
confusión, mientras que los disparos
disparos se multiplican afuera)) Señores, los
multiplican afuera
tiros que suenan ahora, son los que está haciendo el batallón 7 que, al
venir aquí, he mandado a la toma de Palacio. (Nueva ovación. Un
 grup
 gr upoo de ciud
ci udad
adan
anos
os,, ofic
of icia less y  so
iale  sold
ldad
ados
os pene
pe netr
traa en tutumu
mult
lto,
o,
rodeando a un hombre y a una mujer del pueblo, presos)

LA MULTITUD:— ¡Son espías! ¡Ellos saben dónde está Palurdo! ¡Que


digan dónde está el tirano! ¿Dónde está Carlos Palurdo?
P alurdo?

UN TENIENTE de entre los que llegan, saludando militarmente:— 


General Colacho, estos son dos sirvientes de Palurdo. Acabamos de agarrarlos
en la esquina de la casa del tirano.
 

EL MARIDO:— Sí, señor, somos sirvientes del señor Palurdo...

LA MUJER:— Pero nosotros, señor, no sabemos dónde está el patrón, ni lo


hemos visto desde hace días...

EL TENIENTE:— ¿Dónde viven ustedes?

EL MARIDO:— En la calle de la Libertad.

VOCES EN LA MULTITUD:— Mienten. Viven en la misma casa del


tirano, de allí acaban de salir.

CORDEL:— ¿Es verdad que no vienen ustedes, en este momento, de la


casa de Palurdo?

LA MULTITUD:— ¡Que los fusilen!


EL MARIDO Y LA MUJER:— No, señor, no venirnos de ahí.

CORDEL, a la multitud:— Muchach


Muchachos,
os, todos ahora pasan por el cuerpo de
esta mujer, delante del marido, hasta que declaren dónde está el tirano
Palurdo. Llévenselos.

LA MUJER, horrorizada:— ¡Oh! ¡No! ¡No!

LA MULTITUD, llev llevánd


ándolos:— ¡Hasta que declaren! ¡A los sótanos! ¡Y
olos:—
delante al marido! ¡Rápido! (Los sacan)
VOZ DE LA MUJER, debatdebatiéndo
iéndose:—
se:— ¡Pedro, socórrame! ¡Pedro, socorro!
¡Socorro! (Una descarga cerrada de artillería se oye a lo lejos)

CORDEL:— Coronel Tequilla,


Tequilla, tenemos que conferenciar largamente.

CORONEL ZERPA, ent


entran
rando:— General, son las dos monos veinte. La
do:—
reunión...

CORDEL, interrumpiendo:— ¡Ah, sí! Precisamente...

CORONEL ZERPA:— Los caballeros citados están ya en la otra pieza.


 

CORDEL:— Que pasen, coronel.

ACIDAL:— Que pasen en el acto. (El coronel Zerpa sale)

CORONE
COR ONEL L TEQUIL
TEQUILLA: LA:—— ¿No seráserá acaso
acaso mi presen
presencia
cia más necesar
necesaria
ia
afuera, general, al lado del general Otuna?

CORDEL:— Un momento, coronel.

ACIDAL a Tequill a:— Tenemos ahora mismo una breve reunión de


equilla:—
algunos jefes y caballeros, para constituir definitivamente el ministerio...

CORDEL:— Y hay cierto desacuerdo... Usted puede sernos útil, coronel.


(Llegan voces y gritos confusos de la calle)
calle)

CORO
CO RONE
NEL L TEQ
TEQUILL
UILLA:
A:—
— Es el pueb
pueblo
lo que,
que, en ma
masa
sa,, se pl
pleg
egaa a la
revolución...

CORONEL ZERPZ ERPA,


A, volviendo y haciendo pasar a varios jefes y civiles:
 — Adelante, señores.

EL GRUPO, entrando:— Caballeros... Buenas noches... ¡Viva el general


Colacho!... ¡Viva el nuevo gobierno!...

CORDEL:— ¡ Adelante! ¡Entren! ¡Viva


¡Viva la revolución!

ACIDAL:— El coronel Tequilla, uno de los más pundonorosos jefes de las


fu
fuer
erza
zass ar
arma
mada
dass del
del país
país,, que
que se ha pues
puesto
to al servi
servici
cioo del
del movimi
movimien
ento
to
revolucionario espontáneamente...

DOCTOR ZEGARRA:— Sí... ¡el coronel Tequilla bien merece de la


República!

CORONEL TEQUILLA:— En mi larga carrera militar, señores, yo no he


obedecido jamás sino a los dictados de mi
m i conciencia.

CORDEL:— Asient
CORDEL:— Asiento,
o, señores. La reunión es para nombrar defini
definitiva
tivamen
mente
te a
los ministros. La lista es la siguiente: (Leyendo un papel que le acaba
de pasar Zavala) Presid
Presidente
ente del Consejo, general Luca
Lucass Otuna
Otuna.. Min
Minis
istr
troo
 

de Relaciones Exteriores, Doctor Samaniel Zegarra. Ministro de Gobierno,


coma
comand
ndan
ante
te Anit
Anitoo Mont
Monteses.. Mini
Minist
stro
ro de Guerra,
Guerra, coronel
coronel Zuncho
Zuncho Toroto.
oroto.
Mini
Mi nist
stro
ro de Ju
Just
stic
icia
ia,, doct
doctoror Torcu
orcuato
ato Chuñ
Chuño.
o. Mini
Ministr
stroo de Marin
Marinaa y
Aviación, capitán de navío Armando Soto. Ministro de Fomento, señor
Acidal Colacho. Ustedes verán, por un lado, que la lista no termina ahí y,
 po r ot
 por otro
ro la
lado
do,, que
qu e el des
desac
acuer
uerdo
do ya no ex
exis
iste
te porqu
por quee el coman
com andan
dante
te
Montes será Ministro de Gobierno y el doctor Surco será nombrado
Embajador
Embaja dor en los Estados
Estados Unidos.
Unidos.

CORONEL BANDO:— Señores, permítanme insistir en que la cartera de


Gobierno vaya siempre al doctor del Surco. (Movimiento diversos) Yo no
(Movimientoss diversos)
me propongo denigrar, a este respecto, al valiente comandante Montes. Lo
que no debemos olvidar es que la revolución ha tenido en la campaña
 period
 per iodíst
ística
ica y orator
ora toria
ia del doctor
doc tor del Surc
Su rco,
o, su más
má s poten
pot ente
te y persua
per suasi
siva
va
 palan
 pa lanca
ca.. Si la opinió
opi niónn públic
púb licaa se ha adher
adh erido
ido en fo
form
rmaa tan arro
ar rolla
llador
doraa a
nuestra causa, es al doctor del Surco que lo debemos...

DOCTOR ZEGARRA, interrumpiendo:— Pero, coronel Bando, el doctor del


Surco va a ser embajador.

ACIDAL:— La hora es grave. No podemos eternizamos en este desacuerdo.


Además, se trata de un gabinete provisorio.

DOCTOR ZEGARRA:— General Colacho, es inadmisible que un instante


tan solemne y trascendental el coronel Bando se encapriche en poner
dificultades al gobierno que viene a redimir al país. (Cordel, en tanto se
desa
desarr
rrol
olla
la es
esta
ta disc
discus
usió
ión,
n, se hall
hallaa comp
compleleta
tame
ment
ntee absor
absorbid
bidoo en
escuchar a' su secretario que le habla febrilmente y en voz baja)
CORONEL BANDO:— ¿El doctor Zegarra —me pregunto—, se siente capaz
de reemplazar al doctor del Surco en la difícil tarea de dar un cuerpo de
 prin
 pr inci
cipp io
ioss a la revo
re volu
luci
ción
ón?? (Dirig
(Dirigiéndose Zegarra)) ¿Usted tiene, por
iéndose a Zegarra
ventura, la cultura jurídica y filosófica necesaria, para formular las bases
del proyecto de la nueva Carta fundamental?

ACIDAL:— ¡Señores! ¡Estamos perdiendo el tiempo!

DOCTOR DEL SURCO:— No, señor Colacho, (S (See di


dirig Acidal)) no
rigee a Acidal
estamo
estamoss perdi
perdiend
endoo el tiemp
tiempo.
o. Aunque
Aunque yo no querí
queríaa ter
terci
ciar
ar en esesta
ta
discusión, por tratarse de un incidente en que está de por medio mi
 

 pe rsona
 pers ona,, me veo,
veo , sin
si n embar
em bargo,
go, obliga
obl igado
do a ha
hacer
cerlo,
lo, para
par a decirles,
de cirles, dejando a
un lado falsas modestias y contemporizaciones malentendidas, que si la
revolución
revoluci ón no llega a traduci
traducirse
rse en un renacimiento
renacimiento moral y profundo del
alma nacional —cosa que sólo es posible por por una transformación radical de
las bases doctrinales de nuestra constitución política—, el movimiento no
tendrá más valor que el de uno de los tantos cuartelazos vulgares a que
estamos acostumbrados en ese país...
país...

SOTO Y TEQUILLA:— ¡Exactamente! ¡De acuerdo! ¡Necesitamos ideales y


 principios!

DOCTOR ZEGARRA:— Que sólo pueden brotar de los surcos cerebrales del
doctor del Surco...

DOCTOR DEL SURCO:— Se dice que si el gobierno revolucionario no


encuentra dinero para solucionar la crisis del Tesoro Fiscal, caerá a las 48
horas. Peor sería, señores, que, solucionada esta crisis verbigracia por medio
de un empréstito yanqui, durase el gobierno 8 horas en el poder sin
solucionar la tremenda crisis moral por la que atraviesa la nación. La
cuestión no-es
está
tá en que
que dur
durem
emosos en el poder,
pode r, sino
s ino en que hagamos
haga mos,, de este
est e
 pobr
 po bree pa
país
ís en que
qu e na
naci
cimo
mos,
s, un Estado más o menos digno... (Movimientos
diversos)

CORDEL, n e r v i o s o y ti titu
tube te:: — Se
beaa n te Seño
ñore
res,
s, armo
armoní
níaa y buen
buenaa
voluntad, por favor. Les pido patriotismo...

DOCTOR SURCO:— Mándeme adonde tenga usted por conveniente,


DOCTOR conveniente,
general Colacho, (Aci
(Acidal
dal y Zavala
Zavala le desl
deslizan
izan al oído de Cordel
Cordel algo
que parece éste no percibir o no comprender bien y que lo pone más
nerv
ne rvio
ioso
so aún)
aún) yo no me peleo por puestos. Pero yo le pregunto,
general, ¿qué revolución realmente nacional va usted a llevar a cabo?
¿Cuáles son sus ideas al respecto o quién se las va a dar?

ACIDAL, en sumo grado de impaciencia:—  No es ho


hora
ra de trat
tr atar
ar de
estos asuntos.

CORDEL,  pu  pues


esto
to en apri
ap riet
etos
os ideol
ide ológ
ógic
icos
os,, visi
vi sibl
blem
emen
ente
te co
conn penos
pe nosoo
esfuerzo:— DoctDoctoror del Surco...
Surco... nadie ignora que hay que hacer pro-
gresar al país: nueva constitución, nuevo parlamento, instrucción y
 pann pa
 pa parr a el pu
pueb
eb lo,
lo , gar
ga r an
antt ías
ía s , (Consultando con la mirada a su se-
 

cretario) orden público...

DOCTOR DEL SURCO:— Muy bien, general Colacho, pero concrete


sus ideas...

DOCTOR ZEGARRA, violento:— Señores, lo que hace el doctor Surco


es nada menos que un cobarde sabotaje...

DOCTOR
DOCTO R SURCO,
SURCO,  sin detenerse:— Si Sinn pri
rinc
nciipi
pioos, no se pued
puedee ser
ser
revo l u c i o n a rio
rio . L a f u e rza
rza m a t e ria
ria l p o r s í s o l a —di
—din er
er o o
ametralladoras— es nefasta o es estéril.

CORDEL, de desa
safi
fiad
adoo en su orgu orgulllloo in
inte
tele
lect
ctua
ual,
l, movi
movililiza
za totoda
da su
dialéctica:
dialéc —  Ne
tica:—  Nefafast
staa o es esté
téri
rill es
es,, en efec
ef ecto
to,, Doct
Do ctor
or Surc
Su rco,
o, la fuer
fu erza
za
material en los pueblos... en los pueblos que sufren tiranías, desde lue-
go, doctor Surco. Los principios políticos deben salir por el origen y
no por la gragmática de los bellos cerebros. Estamos de acuerdo...
Las revoluciones son así. Tendremos que hacer grandes esfuerzos en
este sentido. Por el momento, no hacemos, señores, sino empezar.
¡Ard
¡A rduouo y psíq
psíquiuico
co es el se sendnder
ero!
o! ¿Vam
¿Vamos os a volv
volver
er at
atrá
ráss a caus
causaa
solamente de un opúsculo momentáneo? ¡Jamás, señores! (M (Mir
iraa de
 so re t a r i o ) Este gabinete es sólo instantáneo. El doc
 s o s la yo a s u s e c ret doctor
del Surco
Surco ocupa
ocupará
rá más tardetarde,, pala
palabra
bra de ho honor
nor,, el lugar
lugar que le
l e corr
co rres
espo
pondndee
en los túmulos del nuevo Parlamento. Pero ahora, vayamos unidos al
 po de
der.r. La Revo
Re volu
lucc ión
ió n F r an cesce s a as
asíí s e h izo
iz o : co
conn la unión sagrada de
todos los franceses...

VOCES Y APLAUSOS:— ¡Bien dicho! ¡Pero muy bien dicho! ¡Bravo!


¡Viva la revolución!

DOCTO
DOCT O R D EL SURC
SURCO: O:—
— Lame
Lamentnto,
o, seseño
ñore
res,
s, no habe
haberr podi
podiddo
entender ni jota de lo que acaba de expresar el general Colacho.
(Movimientos diversos) Lo único que empiezo a comprender es que el
 jefe
 je fe del movimiento revolucionario
revolucionario no sabe ni siquiera
siquiera lo que dice.

VOCES airadas:— ¡Afuera los traidores! ¡Afuera y basta de sermones!


¡Menos sabe usted lo que dice!

DOCTO
DOCT O R DELDEL SUR
SUR CO:—
CO:— CansCansad
ados
os es
esta
tamo
moss de c aud
aud il
illi
litt os
analfabetos. ¡Yo proclamo la verdad —como dijo San Pablo—, aunque
 

después me rompa! (Protestas y tumulto) ¡Revolucionarios de feria!


¡Presidentes de opereta!...

ACIDAL:— ¡Que saquen a este insolente!

Z AVA L A : — ¡ Vi va e l g e n e ral
ral Colacho! ¡ Vi v a el g o b i e rno
rno
revolucionario! (Ovación)

DOCTOR DEL SURCO, en un arranq


arranque
ue patético :— ¡Tinieblas! !Y
patético:—
nada más que tinieblas!

CORDEL, hu humi
mill adoo y h er
llad erid
idoo e n l o m ás vi
vivo
vo de su d igigni
nida
dadd
intelectual, saca su revólver y hace fuego a boca de jarro sobre su
advers
adv ersar
ario
io en eleloc
ocue
uenc
ncia :— ¡Ba
ia:— ¡Bast
sta,
a, caraj
carajo!
o! ¡Así
¡Así conte
contest
stoo yo a loloss
abogados! ¡Bala con las palabras!... (El doctor Surco cae al suelo,
ante
an te el estupor
estupor de los
los demás)
demás)

CORONEL ZERP ZERPAA e n tr


tr a c om
om o u n b ó llii d o,
o, a l a c ab
ab ez
ez a d e l a
muchedumbre   qu quee acla
aclama
ma a Cor
Cordel
del y a la revolu evolució
ción:—
n:— ¡General
Colacho, a Palacio! ¡A Palaci
Palacio!
o! ¡La revolución ha triunfado en toda la
línea!... ¡Viva!

CORDEL  se vuel


vu elvv e c om
omoo movi
mo vido
do por
po r res rtee :— ¿Q
re s o rt ¿Qué
ué dic
dice?
e? ¿A
Palacio?

CORONEL ZERPA:— El coronel Otuna está esperándolo en Palacio.


El dictador ha huido.

CORDEL, aire y tono de mando:— ¡Señor es a Palacio ! ¡A Pa la laci


cioo y
a redimir la nación! (Aclamaciones) ¡Vamos a grabar en el tricolor con
carácteres jacobinos y geroglíficos eternos el nombre de la Patria! (Se
multip
mul tipli
lican
can las aclama
aclamacio nes y lle
ciones llevan Cordel en hombros) ¡En
van a Cordel
marcha, noble pueblo! ¡El gabinete en masa! ¡Viva la revolución! (Salen,
rodeados de la multitud
mul titud que apla
aplaude
ude y aclama).
aclama).

TELON
 

Cuadro Sexto

El despacho del Presidente de la República.

El Presidente Cordel Colacho aparece sentado ante su escritorio,


asistido de su secretario Roque.

Cordel se ha adaptado considerablemente al traje, a los usos y   a la


atmósfera del gran mundo oficial.

EL PRESIDENTE:— ¿Con qué carácter quiere verme de Soiza Doll? ¿Como


 particular?

EL SECRETARIO:— Excmo. Señor, me parece que como Encargado de


 Negocios de su país.

EL PRESIDENTE, contrar
contrariado:—
iado:— Mentira. Los diplomáticos aprovechan
del uniforme diplomático para venir a hablarme de asuntos que no
tienen nada que ver con sus funciones. ¿Por qué no le ha dicho usted que
los domingos el Presidente no recibe a particulares?

EL SECRETARIO:— Excmo. Señor, se lo he hecho entender claramente.


Pero me
m e ha asegurado
a segurado que se trata
t rata de algo urgente
urgen te de su
s u leg
legac
ació
ión.
n.

EL PRES
PRESID IDEN
ENTE
TE:—:— ¡Ah!
¡Ah! Ya sé lo que
que quie
quiere
re de Soiza
Soiza Doll
Doll:: su
suss
egipcios. ¿Qué hay de sus cigarrillos?

EL SECRETARIO:— Excmo. Señor, me parece que salieron de Alejandría


hace diez días, según cálculos aproximados del jefe del Protocolo. A la
fecha,
fecha, deben
deben estar
estar en París.
París. Espera
Esperamos
mos el anunci
anuncioo cable
cableggráfi
ráficco del
Ministro de nuestro país en Francia.
 

EL PRESIDE
PRESIDENTENTE,, toca
tocand
ndoo un titimb
mbrre:
e:—— ¿C¿Cuá
uále
less son
son las
las ot
otras
ras
visitas, decía usted? (Más contrariado) ¡La
contrariado) ¡Lass cuat
cuatro
ro y media!
media! No sé a qué
hora voy a recibir al Ministro de Fomento y, después, al Nuncio, al
Presidente del Congreso y al embajador norteamericano!

EL EDECAN, entrando:— Excmo. Señor.

EL PRESIDENTE:— ¿Quién lloraba, hace un momento, en la ante-


sala?

EL EDECAN:— El héroe de Mote, Excmo. Señor. Dice que tiene a un nieto


muy enfermo y que carece de lo estricto para médico  y remedios.

EL PRESIDENTE:— Haga usted entrar al Encargado de Negocios del


Brasil. (El edecán se inclina y sale)

EL SECRETARIO,
SECRETARIO, leye leyend
ndoo un
unaa li
list
sta: — Las otras
a:— otras vi
visit
sitas,
as, Excmo.
Excmo.
Señor, son dos únicamente: el Prefecto de Ayacucho (Urgente) y la
señorita Mate, prima del Arzobispo.

EL EDEC
EDECANAN,, d e l a p u e r t a , a n u n c i a n d o : — Su Ex
Exce
cele
lenc
ncia
ia,, el
Encargado de Negocios del Brasil. (El secretario
secretario sale por otra puerta)

DE SOIZA DOLL, entrando:— Excmo. Señor, buenas tardes.

EL PRESIDENTE, de pie:— Encantado, señor de Soiza Doll. ¿Cómo


está usted? (Las manos) Hágame el favor de tomar asiento.
DE SOIZA DOLL:— Muy amable, Excmo. Señor, y yo muy agradecido de
haber sido recibido a pesar de ser domingo. Seré breve, Excmo.
Señor...

EL PRESIDENTE, adel adelantá


antándos e:— Sus egipcios, señor de Soiza
ndose:—
Doll, salieron de Alejandría hace diez días, según cálculos aproximados
dell je
de jefe
fe del
del Prot
Protoc
ocol
olo.
o. A la fech
fechaa debe
debenn esta
estarr en Nuev
Nuevaa Yor
ork.
k.
Esperamos aviso cablegráfico de nuestro Ministro en Inglaterra.

DE SOIZA
SOIZA DOLLDO LL,, rectifi
ectifican
cando
do cortésm
cortésment e:— En Washington...
ente:—
Excmo. Señor.
 

EL PRESIDENTE:— Digo, en los Estados Unidos. Tiene usted razón.

DE SOIZA DOLL, retirán


etirándose:— Mil gracia
dose:— gracias,
s, Excmo.
Excmo. Señor
Señor,, por tanta
tanta
gentileza. No quiero retenerle por más tiempo. (Las manos) Buenas
tardes.
EL PRESIDENTE:— ¿Noticias de su país?

DE SOIZA DOLL:— Sin novedad, Excmo. Señor. La revolución de


Sao Paolo sigue su curso normal.
n ormal. La salud del Presidente, inalterable.

EL PRESIDENTE:— ¡Cuánto me alegro! Señor de Soiza Doll, mis


respetos a su señora.

DE SOIZA DOLL, saliendo:— Gracias, Excmo. Señor. Buenas Tardes.

EL PRESIDENTE:— Hasta cada rato, señor de Soiza Doll, (Toca un


timb
timbrre, y el secr
secreta
etario
rio vuelve)
vuelve) Roque, dígame usted ¿por qué los
egipcios, para venir aquí, han de tener que pasar por Nueva York?
¿Usted no se equivoca?

EL SECRETARIO, tímidamente:— Por... París, Excmo. Señor.

EL PRESIDENTE, rectifirectificándose:— Por París, efectivamente. ¿Por


cándose:—
qué tienen que pasar por París?

EL SECRETARIO:— Excmo. Señor, me parece que es por razones


modernistas o algo semejante. París da a las cosas más antiguas, co mo
los egipcios, un sello moderno. En América del Sur no se fuma si sinno lo
lo
que pasa por París. Sucede con el tabaco lo que pasa con las modas.

EL PRESIDENTE:— ¡Hum!... Y si en vez de pasar por París, pasasen


los egipcios por Nueva Y
York?
ork? ¿Qué ocurriría?

EL SECRET
SECRETARIO:—Ex
ARIO:—Excmo.cmo. Señor
Señor, en esto de mode
modernis
rnismo,
mo, como
usted sabe, mucho está cambiando últimamente, no sólo en América
del Sur, sino en el mundo entero. Nueva York, después de la guerra,
está rivalizando con París y con ventaja. Si París es muy moderno,
 Nueva York es archimodernísimo.
 

EL PRESIDENTE, regocijad egocijado:— o:— ¡Hombre! Yo confundí París con


 Nue
 N uevava York.
Yor k. P e ro el bra br a s iler
il er o, a p en
enaa s l e ha
habl
bléé de Nue
Nu e va York,
Yor k, se
 pus
 p usoo co
conn te
tenn t ísim
ís imoo y s e fu e o lvid
lv idaa ndo,
nd o, de p ur
uroo gus
gu s to
to,, s us s á ba
bana
nass .
¿Qué hay de sus sábanas? ¿Algo sabe usted? (Agobiado) ¡Qué hombre!

EL SECRETARIO:— Excmo. Señor, nuestro ministro en París sólo


recién ha recibido el pedido. No se puede ser más rápido.

EL PRESIDENTE, exasperado:— En adelante, ¡no me tome usted más cita


con ese hombre! ¡Por ningún motivo! Cualesquiera que sean el día y la
hora en que quiera verme.

EL SECRETARIO:—
SECRETARIO:— Bien, Excmo.
E xcmo. Señor. ¿Hasta cuándo?

EL PRESIDENTE:— Lo menos por un mes.

EL SECRET
SECRETARIO ARIO,, títím
m idam
idamenente :— Ex
te:— Excm
cmo.
o. Seño
Señorr, ¿aun
¿aunqu
que,
e, en
realidad, se trate de un asunto oficial de su legación?

EL PRESIDENTE:— Aunque se rompan las relaciones


r elaciones diplomáticas.

EL SECRETARIO:— Bien, Excmo. Señor.

EL PRESIDENTE:— Y asimismo con el Ministro de... ¿Cuál es ese


ministro extranjero que pedía dos sargentos para cocineros de su casa?

EL SECRETARIO:— El Embajador de los Estados Unidos, Excmo.


Señor.

EL PRE
PRESIDSID ENTE
ENTE,,  so
 sorp
rpren
rendi
dido :— ¿C
do:— ¿Cóm
ómo?
o? ¿Era
¿Era el emb
embaj
ajad
ador
or de
 Norteamérica?
 No rteamérica? (Repentinamente furioso) ¡Y a que apuesto que el Ministro de
Guerra
Gue rra,, de puro
puro estúpi
estúpido,
do, no ha accedi
accedido
do todaví
todavíaa a su pedido!
Hágame llamar en el acto al general Valverde.

EL SECRETARIO:— Excmo. Señor, el Ministro de Guerra, el mismo


día que vino el embajador a Palacio, le envió los dos sargentos solicitados.
Dos sargentos, de los mejores, de la Escuela Militar, candidatos a
oficiales.
 

EL PRESIDENTE, calmado:— ¿Seguro?

EL SECRETARIO:— Seguro, Excmo. Señor.

EL PRESIDENTE:— Prepáreme un discurso para recibir esta noche la


medalla de los "Héroes de Arica". Un discurso mediano, regular. Tome un
 po co de
dell Pr es
esid
iden
entt e Ro os
osev
evel
elt,t, es m ás patr
pa trio
io ta q ue el d e Francia.

EL SECRETARIO:— Bien, Excmo. Señor.

EL PRESIDENTE, toc andoo un  tim


tocand timbr e:— Hable algo en el discurso de mi
bre:—
 padr
 pa dree que
qu e com
co m ba
bati
tióó en Chor
Ch orrr illo
il los.
s. No pong
po ngaa r ep
epet
etid
idas
as vece
ve cess
"conciencia nacional", que parece que ya no es de moda.

EL EDECAN, entrando:— Excmo. Señor.

EL PRESID
PRESIDEN ENTE:
TE:—— El Presi
Presiden
dentete de
dell Cong
Congres
reso.
o. (E
(Ell edec
edecán
án se
inclina y sale. El Presidente, en un sobresalto, a su secretario)
¡Roque, es entendido de sobra que el embajador de Washington,
Washington, él sí
que puede, como siempre, pasar a verme cuando quiera! Tome debida
nota. ¡Cuidado con confundir las cosas!

EL SECRETARIO:— Perfectamente, Excmo. Señor. (Ha notado)

EL EDECAN, desd
desdee la puerta,
puerta, anun
anuncia:
cia:—— El señor Presidente del
Congreso.

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO, entr entran


ando :— Buenas tardes,
do:—
Excmo. Señor.
Señor. (E
(Ell se
secr
cret
etar
ario
io sa
sale
le por
por la ot
otra
ra puer ta)) Ape
puerta Apenas
nas un
instante. Una pequeña dificultad...

EL PRES
PRESID
IDEN
ENTE
TE:—
:— Sién
Siénte
tese
se,, gene
genera
ral.
l. ¿De
¿De qué
qué se trat
trata?
a? ¿L
¿Los
os
 bo tones?

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO:— Precisamente, Excmo. Señor.


¡Los botones!

EL PRESIDENTE:— He leído yo ese debate en la prensa.

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO:— ¡Un escándalo mayúsculo,


 

Excmo. Señor! Inmediatamente dispuse lo necesario para que ningún


otroo periód
otr periódico
ico publi
publicase
case el debate
debate sino
sino suprimi
suprimiend
endoo las prueba
pruebass y
documentos presentados por los diputados de la oposición...

EL PRESIDENTE:— ¿Ugarte y Chumpitaz?

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO:— Los de siempre por supuesto,


Excmo. Señor. ¡Cómo lamento la complacencia...

EL PRES
PRESIDIDEN
ENTETE:—
:— ¡Ahí
¡Ahí tien
tienee uste
usted,
d, pues
pues,, sus
sus ahij
ahijad
ados
os!! Cría
Cría
cuervos, general, que te sacarán los ojos...

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO:— Excmo. Señor, la culpa, en


realidad, es mía. Es cierto: usted no quiso apoyarlos en las elecciones
y yo me empeciné estúpidamente en darles a cada uno un sub-
 pr
 p r e f ec
ecto
to y p lata
la ta p a ra l o s gas
ga s to s ele
el e cto
ct o r a l es
es.. . . P er o, Ex c m o . S eñ o r,
créamelo: yo nunca sospeché que, un día, se volviesen contra el
régimen que los hizo elegir, para hablar (Sarcástico) de "honradez",
de "erario público" y otras zarandajas!

EL PRESIDENTE:— General ¿qué opina usted de una pequeña tem-


 porada, unos seis meses, para Ugarte
Ugarte y Chumpitaz, en San Lorenzo
Lorenzo??

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO:— Como usted lo ordene,


Excmo. Señor. En la isla o a la "sombra".

EL PRESIDENTE, tocando un timbre:— Arreglado: en el panóptico. Y


ahora mismo.
EL PRESIDENTE DEL CONGRESO:— El mal ejemplo cunde,
Excmo. Señor. Mañana, otros diputados se creerán igualmente auto-
rizados a hablar de "libertad" y "democracia" ¡en plena Cámara de
Diputados!

EL EDECAN ENTRANDO:— Excmo. Señor.

EL PRESIDENTE:— Trasmita usted inmediatamente al Intendente


Var
arga
gass la orde
ordenn de dete
detene
nerr ipso
pso fact
factoo a lo
loss di
dipu
puta
tado
doss Ugar
Ugarte
te y
Chumpitaz y de dar cuenta de ellos al Ministro de Gobierno. (El
edec
ed ecán
án se inclina y  sale)
inclina sale)
 

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO:— Dijeron, Excmo. Señor, que el


Ministro de Guerra y el jefe del Estado Mayor del Ejército, con la
auto
au tori
riza
zaci
ción
ón persperson
onalal del
del PresPresid iden
entete de la Repú Repúbl blic
ica,
a, habí
habíanan
decretado la compra por el Estado a un particular, de un lote de
 bo
 b o t on e s pa r a un ifo
if o r m e s m ili
il i t a r e s , q u e er a n n a da m en o s q ue d e la
 pr
 p r op ie
ieda
da d del
de l E sta
st a do . Leye
Le yerr o n, a l e f ectoec to , u na c ar t a de un h ij ijoo d el
coronel jefe del Gabinete Militar, dirigida a un X, en que se le
autoriza a tomar los botones de los depósitos del Arsenal de Guerra y
en que se le reitera la necesidad de "dividir el total del precio, en
 parr te
 pa tess ab
abso
solu
lutatame
ment
ntee igua
ig uale
les,
s, en
entr tree los
lo s cuat
cu atro
ro homb
ho mbreress que
qu e us
uste
tedd sa
sabe",
be",
 —así decía textualmente la carta...

EL PRESIDENTE, interrumpiendo:— Usted tiene razón, general: entre


la isla y el Panóptico, la "sombra" por medio año.

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO:— La osadía de Ugarte llegó


hasta afirmar que, según la filosofía del derecho, "no hay venta de lo
ajeno ni compra de lo propio" y que, en consecuencia, el Estado no
 podía comprarse a sí mismo cosas y bienes
bienes de su pertenencia.

EL PRES
PRESID IDEN
ENTE TE:—
:— Estr
Estrag
agos
os de lo loss estu
estudi
dios
os univ
univer
ersi
sita
tari
rios
os..
 Nove
 No velerías
lerías abogadiles. Habrá, general, que volver a cerrar las universidad
universid ad es
es,,
con la policía y, esta vez, por varios años. Cuestión de paz y de salud
moral para el país.

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO:— Chumpitaz fue más lejos


aún, Excmo. Señor: dijo que los cuatro malversadores del Fisco, a que se
alude en la carta antes citada, eran el Ministro de Guerra, el jefe
del Estado Mayor del Ejército, el particular en cuestión y Arturo
Carrizal, ahijado de matrimonio del Presidente de la República.

EL PRESIDE NTE,, indi


PRESIDENTE indign
gnad
adís
ísim
imo:
o:—— ¿C
¿Cóm
ómoo pued
puedee habe
haberr ca
caíd
ídoo
semejante carta en manos de esos miserables? (Un pequeño timbre
resuena sobre el escritorio presidencial. El Presidente toca otro timbre)
Un momento, general.

EL SECRETARIO,
SECRETARIO, entrentran
ando :— Exc
do:— Excmo.
mo. Señor
Señor,, pr
pregu
egunt
ntaa el se
seño
ñorr
Ministro de Justicia si puede ser recibido, para un asunto urgente de
su cartera.
 

EL PRESIDENTE, despu
después
és de reflexio
reflexionar:—
nar:— Conteste que, sí, puede
venir.

EL SECRETARIO, saliendo: —Bien, Excmo. Señor.


Señor.

EL PRES
PRESID IDEN
ENTE
TE:—
:— ¿L
¿Laa cosa
cosa,, gene
genera
ral,
l, no pasó
pasó más
más al
allá
lá en el
Congreso?

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO:— Por dicha, Excmo. Señor.


Señor.

EL PRESIDENT
PRESID ENTE: E:—
— De pri
primer
mera.
a. A ot
otra
ra cosa.
cosa. ¿Cómo
¿Cómo va eso de
 Nee g r i t o s ?
 N

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO:— Excmo. Señor, sigo luchando


denodadamente con seis diputados más que exigen sumas fabulosas
 porr sus
 po su s voto
vo tos,
s, dici
di cien
endo
do que,
qu e, en caso
ca so cont
co ntra
rari
rio,
o, no só
sólo
lo vota
vo tará
ránn en
contra, sino que denunciarán el caso ante la opinión pública.

EL PRESIDENTE:— ¿Les habrá dicho naturalmente que la cantidad


que nos fija la Standard Oil, como gratificación extra y fuera del
contrato,, para obtener la concesión
contrato concesión petrolera quitánd
quitándosela
osela a la Royal
Deutch, apenas alcanza 15 millones? ¡Una bicoca a dividir entre 70
diputados y los miembros del Ejecutivo!

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO:— Se lo saben de sobra. Excmo.


Señor.

EL PRESIDENTE:— ¿Entonces? (A (Air


irado) En este país, general, no lo
ado)
olvide usted, el gobierno se hace obedecer por el Parlamento sólo de dos
maneras: comprándolo o a sablazos. Siga usted, general, en sus patrióticas
gestiones.. Agotado el primero
gestiones p rimero de lo
loss medios,
m edios, habrá que
que pasa
pasarr al ssegu
egundo
ndo..

EL PRESIDE
PRESIDENTE NTE DEL CONGRE
CONGRESO, SO,  par
 p araa ir
irse :— De acuerdo,
se:— acuerdo,
Excmo. Señor. Completamente de acuerdo.

FL PRESIDENTE, las manos:—  No se descu


des cuide
ide,, ge
gener
neral
al.. Buen
Bu enas
as tardes.

EL PRESIDENTE DEL CONGRESO:— Excmo. Señor, mi entera lealt lealtad


ad..
(Sale. El Presidente toca un  timbre y  entra el edecán) Que pase el Ministro
 

de Justicia. (El edecán se inclina y  se


se retir
ret ira,
a, mien
mi entr
tras
as el Presi
Pre side
dent
ntee to
toca
ca
otro timbre y rereapar
aparece
ece su secretario
secretario)) Roque, puede usted asistir a la
entrevista con el Ministro de Justicia.
J usticia.

EL EDECAN, anunciando:— El señor Ministro de Justicia.

EL MINIST RO DE JUSTICIA,  en
MINISTRO entr
tran do::  —
ando  —Ex
Excm
cmo.
o. S eñ
eñor,
or, buen
bu enas
as
tardes.

EL PRESIDENTE:— Doctor Collar ¿cómo está usted? ¿De qué se trata?


Le ruego sea breve. Tengo mucho que hacer.

EL MINISTRO DE JUSTICIA:— Excmo. señor... (Ab (Abre


re un  pl
 plie
iego
go que
traí
traíaa bajo
bajo el braz
brazo)o) anoche la policía ha descubierto, en los barrios
textiles de Vitarte,
Vitarte, un complot comunista y anarquista.

EL PRESIDENTE imp
impacientee y  bur
acient lón::  —S
burlón  —Sí,í, el milés
mi lésimo
imo del año.
año . ¿Y
luego?

EL MINISTRO DE JUSTICIA:— Se tomaron, Excmo. Señor, varios presos.


He ordenado, esta mañana mismo, se instaure el sumario correspondiente,
 por delito
del itoss contr
con traa la segur
seg urida
idadd del Esta
Es tado.
do. Pero
Per o he aq
aquí
uí que
qu e el Ag
Agenente
te
Fiscal de turno se niega a formular la debida acusación, alegando que,
conforme a la Constitución y al código penal, no hay lugar a tal acusación,
 porque los comunistas y anarquistas gozagozan,
n, como los demócrat
demó cratas
as o lliber
iberales
ales,,
de la libertad de reunirse y de opinar, consagrada por la legislación de la
República.

EL PRESIDENTE:— ¡Animal! ¿Quién es ese Agente Fiscal?

EL MINISTRO DE JUSTICIA:— El doctor Alberto Azuela, Excmo. Señor,


que anda atrayéndose a los estudiantes y a los obreros, con el fin de lanzar
su candidatura a la diputación por esta ciudad.

EL PRESIDENTE:— Reemplácelo inmediatamente. ¿Eso era lo que tenía


usted que consultarme?

EL MINISTRO DE JUSTICIA:— ¿Y a quién debo nombrar, Excmo. Señor,


 para reemplazar a Azuela?
 

EL PRESIDENTE, después de meditar:—  No  Nombmbrere us


uste
ted.
d..... (Extrae unas
nota
notass de su car
carpeta
peta y  le
leee ment
mental
alme
ment
nte)
e) Puede usted nombrar...
nombrar... Un
momento... Nombre
Nomb re usted al capitán de artillería
artiller ía retirado, Félix
Félix G Gál
álve
vez.
z.

EL MINISTRO DE JUSTICIA, tími tímidame


damente:
nte:—
— Excmo. Señor, según la
ley,, el Agente Fiscal debe ser en todo caso doctor en derecho,
ley d erecho, para poder
poder
conoce
con ocerr de cuesti
cuestione
oness jurídi
jurídicas
cas y legale
legales,
s, que un milit
militar
ar de
desd
sdee lu
lueg
egoo
ignora...

EL PRESIDENTE, contrariado:— ¿Doctor en Derecho? ¡Qué vaina!

EL MINISTRO DE JUSTICIA:— La ley estipula también, Excmo. Señor,


quee el nomb
qu nombra
rami
mien
entto debe
ebe hace
acerlo
rlo el Eje jecu
cuti
tivvo, so
sobbre tres
res te
tern
rnas
as
 prese
 pr esenta
ntadas
das por la Cor
Corte
te Sup
Superi
erior,
or, despué
des puéss de habers
hab ersee compr
com proba
obado,
do, por
un proceso especial, las razones y motivos por los cuales se destituye al
magistrado que se reemplaza...

EL PRESIDENTE, interruminterrumpiendo, lapidario:— Doctor Collar, cumpla


piendo, lapidario:—
usted en definitiva con la suprema voluntad del Presidente de la República
y ríase de esas leyes. Usted conoce mis ideas al respecto.

EL MINISTRO DE JUSTICIA:— Perfectamente, Excmo. Señor. (Marcando


 su nota
no ta en un pape l) El capitán de artillería retirado, Félix Gálvez...
pa pel)
(Cierra
(Cierra su pliego
pliego para retirar se) Excmo. Señor, se hará como usted lo
retirarse)
ordena.

EL PRESI
PRESIDE DENTNTE:E:—
— ¿Hab
¿Había
ía en
entr
tree los
los comu
comuni
nista
stass al
algu
guna
na pers
person
onaa
conocida... en fin, alguna persona de más o menos importancia?
EL MINISTRO DE JUSTICIA:— No, ninguna, Excmo. Señor. Obreros,
todos.

EL PRESIDENTE:— Doctor Collar, un pequeño consejo para lo sucesivo:


mien
mi entr
tras
as no figufigure
renn en las
las reun
reunio
ione
ness comu
comuni
nist
stas
as,, pers
person
onas
as as
asíí de ci
cier
erta
ta
i mpo
mpo rt
rtaa n ci
ci a, n o h ay n adaada q uuee t emer
emer d e l o s o bre
brero
ros.s. A nu
nu llee
sencillamente el sumario instaurado y que siga en su puesto el Fiscal
Azuela...

EL MINISTRO DE JUSTICIA:— Y hago poner en libertad a los


obreros...

EL PRESIDENTE:— ¡Eso no, precisamente! Están muy bien en la


cárcel, sin necesidad de juicio ni de acusación. Estos comunistas, doctor
docto r
Collar, no merecen ni siquiera el honor y el trabajo de ser juzgados.
Se les aplasta con la suela y asunto concluido.

EL MINISTRO DE JUSTICIA:— Conforme, Excmo. Señor. Buenas


tardes.

EL PRESIDENTE:— Adiós, doctor Collar.


Collar.

EL MINISTRO DE JUSTICIA, vol volvieviendondo de mediomedio camino:


camino:— — Me
olvidaba,, Excmo. Señor: (abr
olvidaba (abree de nuevo su pliego) se tomó también
a n o c h e a l o s o b r e r o s u n p e r i ó d i c o . . . A q u í es tá . .. (Leyendo)
"Claridad"... con varios artículos subversivos, incendiarios, contra el
régimen y contra el orden social...

EL PRESIDENTE, toman tomando


do el periódi co:— ¿Y quiénes son los que
periódico:—
escriben aquí? (Leyendo) Salvador Calderón, Vicente Vásquez, Justino
Molle, Profesor Ein...

EL MINISTRO DE JUSTICIA:— Einstein, Excmo. Señor.

EL PRESIDENTE:
PRESIDENTE:— — Pablo Sifuentes..
Sifuentes.... (V
(Volviéndose
olviéndose al ministro)
ministro)
¿Quiénes son estos individuos? ¿Conoce usted a alguno de ellos?

EL MINISTRO DE JUSTICIA:— Absolutamente a ninguno, Excmo.


Señor.
EL PRESIDE
PRESIDENTE NTE,, cacans
nsaa do de o cupa
cupars
rsee d e ta tann ba
bana
nall asun
asunto
to,,
colé
co léri
rico :— Mét
co:— Métameame usted
usted,, doctor
doctor Collar
Collar,, en chiron
chirona,
a, hoy mismo,
mismo,
antes de las 6 de la tarde, a todos estos miserables. ¡A todos! ¡Sin
exce
ex cepc
pcióiónn y sisinn comp
compas
asió
ión!
n! A es
este
te Cald
Caldererón
ón,, a eseste
te Vásq
Vásque
uez,
z, al
 prof
 pr ofes
esor
orcito
cito éste... ¿cómo se llama?

EL MINISTRO DE JUSTICIA:— Einstein, Excmo. Señor.

EL PRESI
PRESIDE DENT
NTE:
E:—— Al Ei Eins
nste
tein
in és
éste
te y al Sifu
Si fuen
ente
tes.
s. Qu
Quee lo
loss
saquen, esta misma tarde, de donde estén.
 

EL SECRETARIO, int
intent
entaa decir algo:— Excmo. Señor, el profesor
decir algo:—
Einstein...

EL PRESIDENTE, hec hecho


ho un energ
energúmen o:— ¡Nada, señor! ¡Doctor
úmeno:—
Collar, duro y a la cabeza a todos estos pícaros e ignorantes!

EL MINISTRO DE JUSTICIA:— Excmo. Señor, mía es su opinión...

EL PRESIDENTE, volv volviend periódico y leyendo:— Y a


iendoo a tomar el periódico
ese profesorcillo (L(Lee
ee de nu
nuev o) Ein...stein, que se le bote de la
evo)
escuela donde está enseñando, ¡ipso facto!

EL MINISTRO DE JUSTICIA:— La policía, Excmo. Señor, fue, a las


4 ó 5 de la madrugada, a buscar a éstos a sus casas pero no encontró
a ninguno de ellos. Salvador Calderón no parece que ha dormido en
su casa. Einstein estuvo a punto de caer preso en su cocina, pero
huyó...
EL SECRETARIO vuelve a querer decir algo:— El profesor Einstein es…

EL PRESIDENTE le interrum
interrumpe seco:— Doctor Collar, le ruego
pe en seco:—
entrevistarse sin pérdida de tiempo con el Ministro de Gobierno. Todo
cuanto ustedes hagan a este respecto, lo apruebo de antemano.

EL MINISTRO DE JUSTICIA, de nuevo con su pliego bajo el


brazo:— Excmo. Señor, descuide usted. Buenas tardes.

EL PRESIDENTE:— Mucha severidad, doctor Collar, y no se case


conn nadie.
co nadie. ( E l M i n i sstt rroo d e J us al e ) Buen
us t iicc i a s al Buenas
as tardes.
tardes. (El
 Pre
 P resi
side
dent
ntee refl
re flex
exio
iona
na y da unos pasos, luego toca el timbre) Roque,
hágame el favor de dejarme un instante solo con mi hermano.

EL SECRETARIO,  sa
 sali
lien
endo
do:—
:— Perfectamente, Excmo. Señor.

EL EDECAN, entrando:— Excmo. Señor.

EL PRESIDENTE:— Haga pasar al Ministro de Fomento. (El edecá


e decánn
 se inclina y sale. Pausa)
EL EDECAN, anunciando: El señor Ministro de Fomento. (Sale)

ACIDAL, entra
entrando:
ndo:— — ¿Cómo estás? (Sí no fuese por los inconve-
nientes anatómicos de su persona, Acidal, a esta hora, haría, debido a
 suss progre
 su pro greso
soss cult
cu ltur
ural
ales
es,, verda
ve rdade
dera
ra fi
figu
gura
ra mund adaa y ha
mu ndad hast
staa de
estadista)

CORDEL:— Pasa. Siéntate.

ACIDAL:— ¡Qué multitud de visitas! ¡Domingo y todo!

CORDEL:— Me tienes recibiendo desde la una de la tarde. No me


han dejado ni almorzar.

ACIDAL, tendie
tendiendo
ndo un cable
cablegrama hermano:— Otro, llegado al
grama a su hermano:—
mediodía. La más apurada es la Huallaga Corporation. (Cord (Cordelel lee el
cable) S é ... además... por cables recibidos anoche en la Cámara de
Comercio que, desde el viernes, ha empezado una baja alarmante en
Wall Street, para el cobre, el algodón, el caucho y el azúcar. Can esta
devaluación sistemática sobre nuestros productos, están sembrando el
 pánico para obligarnos
obligarnos a concluir el negociado.
negociado.

CORDEL, que ha ter termin


minado
ado de leer,
leer, molest o:— Esta mañana, vino
molesto:—
Baltodán. Dice que su grupo puede, desde luego, votar en masa la
enmienda constitucional. Pero, al hablarle de tu elección inmediata
como Presidente interino, me respondió que eso era ya otra cosa y
que habría que consultarla a los demás grupos del Congreso. T Total
otal una
una
evasiva. La misma respuesta me han dado García y Siccha.

ACIDAL, muy agitado:— ¡Pero, Cordel, hace ya meses que estás en la


Presidencia, y aún no te has dado cuenta que todo en este país hay
que hacerlo a la fuerza! Tu viaje a Nueva Y York
ork se hace cada vez más
urgente
urge nte y si no te decides a tomar tus maletas y a dejarme a mí en el
 pod
 p od er
er,, ¡ co
conn o s in e l vo to p r e vio
vi o de las
la s C á m a r a s , p eg
eguu é monos un tiro y
acabemos!

CORDEL:— ¡Un momento, un momento!... De pensarlo tanto, se me


ocurre otro procedimiento: ¿qué dices si me reemplazas de hecho en
la Presidencia, sin elección, sin consultar por supuesto a nadie, y
hasta sin poner el cambio en conocimiento del Congreso ni del país?
Así como así y sin más trámite.

ACIDAL, sin comprender:—
comprender:— ¿Cómo? No te entiendo. ¡Explícate!
¡ Explícate!

CORDEL:— Es bien claro: tú te sientas en la silla presidencial ahora,


al instante mismo, y sigues despachando en este escritorio, en mi
lugar, recibiendo las visitas, firmando, dando órdenes, etc. Mientras
tanto, yo por mi parte salgo de aquí ahora mismo y mañana salgo
 para Nueva York...

ACIDAL:— Sin notificarlo ni comunicar nada a nadie... Sin ningún


manifiesto a la nación...

CORDEL:— Sin decir nada, te repito...

ACIDAL, muy  pe


ACIDAL,  pens
nsat
ativ
ivo: — ¿Y por qué no?... Desde luego... Por
o:—
supuesto... Claro que se puede...

CORDEL:— ¿Cómo llegué yo al poder? ¿Le pedí permiso acaso a


 perico de los palotes?
palotes? ¿Quién me eligió?

ACIDAL:— ¡Mr. Tenedy!

CORDEL:— ¡Como lo dices: Mr. Tenedy!

ACIDAL:— Pero habría entonces q ue hacer lo que tú dices a rengló


renglón
seguido.

CORDEL:— ¿Qué nos puede ocurrir? ¿Qué peligro corremos?


ACIDAL:— ¡Eso, sí, ninguno! El pueblo no diría ésta es mi boca
 porq
 po rquu e n o s q u i e r e ba s t a n t e . D e b e m o s a p r o v e c h a r d e n u e s t r a
 po
 p o p u l a ridad.

CORDEL:— En el peor de los casos, tenemos el Ejército y la


Armada.

ACIDAL:
ACID AL:— — Y, ante
antess que
que nada,
nada, tene
tenemo
moss el apoy
apoyoo de lo loss Esta
Estado
doss
Unidos, cosa formidable, encima de la opinión pública y de todo.
CORDEL:— Saliendo de aquí, iré a ver directamente al jefe del

Estado Mayor del Ejérci


Estado Ejército, to, al Minist
Ministro ro de Guerra al de Marina y al
 pr
 p r e f ec
ecto
to , y les
le s n oti
ot i fica
fi carr é s en c ill
il l a m en t e qu e d ura
ur a n t e m i a us en c ia t e
obedezcan a tí como a mí mismo...

ACIDAL:— Siendo hermano tuyo y dadada da la estrecha unión política en


que ambos estamos, a nadie se le va ocurrir protestar o acusarme de
haberte usurpado el gobierno. Casos semejantes se han dado en otros
 países...

CORDEL:— ¡Ni una palabra más! ¡A la obra! (Arregla unos papeles


en la mesa)

ACIDAL, mirándose en un espejo:— Mi jacquette está tan decente y


apropiada corno la tuya. ¿Quién viene ahora?

CORDEL, di disp
spon
onié
iénd
ndos
osee a aban
abando
dona
narr el de desp
spac
acho
ho:—
:— El Nunc
Nunciio, el
Embaja
Emb ajado
dorr norte
norteame
ameri
rican
canoo precis
precisame
amente
nte,, y dos
dos vi
visit
sitas
as más si sinn
importancia.
import ancia. Pero se me ocurre que hay que tomar las precauciones
precauciones
necesarias para el caso de que tu presencia repentina y de hecho en la
Presidencia,
Preside ncia, despierte
despierte resistencias
resistencias o pequeños
pequeños revuelos en Palacio
Palacio o a
los ojos de las personalidades y funcionarios que vengan ahora a verme
y se den de manos a boca y sin esperárselas contigo...

ACIDAL, enérgico:— ¡Qué revuelos ni resistencias! ¡Déjame sentarme


en esta silla (Terrible) y vas a ver, cojones, quien soy yo!...

CORDEL:— Lo prudente
CORDEL:— prudente no quita
quita lo valiente.
valiente. S iént
iéntate
ate en esa silla y
toma posesión de tu despacho. Entre tanto, yo me quedaré unos
minutos en la sala vecina, a fin de observar desde allí lo que aquí
suced
suc ede,
e, duran
durante
te tus
tus primer
primeros
os actos
actos presid
presiden
enci
ciale
ales.
s. Luego
Luego —si no
hubiere
hubi ere novedad, como lo espero— saldré en seguida de Palacio. Pe-
ro, si ocurriese algo,
algo, ahí estoy yo para salir y ponerme de inmedi
inmediato
ato al
frente del gobierno y evitar que se nos escape de las manos. (Pasa a la
 sala indicada)

ACIDAL,  se
 sent
ntán
ándo
dose
se en la sill
si llaa presi
pre side
denc
ncia
ial:
l:—
— ¡Al hecho! ¡Vamos a
ver!

CORDEL, desde la puerta:— Imponte desde el primer momento. Tú


conoces a nuestros paisanos.

conozco!... (Cor
ACIDAL:— ¡Si los conozco!...
ACIDAL:— (Cordel
del cierra la puerta y   Acid
Ac idal
al to
tocc a
un timbre. Pausa, durante la cual Acidal se compone el pecho y toma
un aire solemne y majestuoso. Entra el secretario)

EL PRESIDENTE,  si sinn volt


vo ltea
earr a verl
ve rle,
e, auto
au tori
rita
tari
rio: — Roque, telefonee
o:—
inmediatamente al general Chotango, anunciándole que acaba de ser
nombrado ministro de Fomento y que se presente a Palacio esta
misma noche después de comer a prestar el juramento de ley.

EL SECRETARIO
SECRETARIO qu quee ha avan
avanza
zado
do hast
hastaa el escr
escrit
itor
orio
io pr
pres
esid
iden
enci
cial
al,,
estupefa
estu pefacto:
cto:—— Excmo. Señor... Perfectamente... Es decir... Perfec-
tamente... (Da unos pasos vacilantes para salir, se detiene, vuelve a
avanzar, mira al Presidente, y   vuelve a balbucear, restregándose los
ojos para ver mejor) Excmo. Señor... Muy bien...

EL PRESIDE
PRESIDENTE NTE,,  pe
 pers
rsig
igui
uién
éndo
dole
le con
co n la mira
mi rada
da fi
fija
ja,, hi
hipn
pnót
ótic
ica,
a,
irresistible
irresistible,, cas
casii amenaz
amenazado
adora: — ¡Ro
ra:— ¡Roque
que!! Advier
Advierto,
to, desde
desde algún
algún tiempo
tiempo,,
cierta negligencia de su parte en el cumplimiento de sus deberes.
Corríjase o me veré obligado a reemplazarlo.

EL SECRETARIO,  si  sinn volv


vo lvee r de su estu
es tupe
pefa
facc
cció
ión,
n, de
deso
sori
rien
enta
tado
do:— 
:— 
 Exc mo.. Señor, una especie de vértigo... (Se siente
 E xc mo vacilar)  No e s
siente vacilar)
nada... (Rea
(Reaccio
ccionand
nando) o) El general Chotango, ¡al instante, Excmo.
Señor! (Sale. El presidente toca otro timbre)

EL EDECAN, entrando:— Excmo. Señor.

EL PRESIDENTE,  sin voltear:— ¿Quiénes esperan afuera?

EL EDECAN,
EDECAN, ad advi
virt
rtie
iend
ndoo de pron
pronto
to a Acid
Acidal
al en el asasie
ient
ntoo del
del
 Pres
 Pr esid
iden
ente
te,, desc
de scon
once
cert
rtadado:
o:—— Excmo. Señor, afuera... Afuera... Afuera,
el Nuncio Apostólico... El prefecto de Ayacucho...

EL PRESIDENTE:— Introduzca usted al Nuncio de Su Santidad. (El


edecán vacila e intenta decir algo. Pero, luego, se inclina y sale)

EL EDECAN volv volviend


iendo,
o, anuncia:
anuncia:—— Su Eminencia, el Nuncio de Su
Santidad. (Sale)
 

EL NUNCIO, entrando:— Excmo. Señor, ¡tanto gusto en saludarle!

 EL PRES
PR ESIDIDEN
ENTE
TE,, se pone
po ne de pie
pi e y avan
av anza
za al
algu
guno
noss paso
pa soss al en
encu
cuen
entr
troo
del Nuncio:— Adelante, su Eminencia... Una satisfacción inmensa en
recibirlo. (Las manos)

EL NUNCIO
NUNCIO,, reconoceconocieniendo
do en el Pres Preside
idente
nte al hast
hastaa enton
entonces
ces
 Mini
 Mi niss tr
troo d e Fo
Fome
ment
nto,
o, s e estr
es trem ecee y tartamudea:— Excmo. Señor...
emec
Señor... Excmo...

EL PRESIDENTE:— Suplico a Su Eminencia tomar asiento. Por


aquí... Moléstese, Monseñor
Monseñor..

EL NUNCIO, en el colm
colmoo de su estup
estupor :— Infinitamente amable...
or:—
Excmo. Señor.

EL PRESIDEN
PRESIDENTE, TE, a m b o s s e n t a d o s , u n o f re n t e a o t ro : — Me
 pr ep
epaa raba, desde ayer,
ayer, a recibir su Eminencia...

EL NUNCIO:— Desde ayer, en efecto... Sí...

EL PRESIDENTE:— Para gozar de su charla espiritual y luminosa.


Pero, antes que nada, para presentarle mi saludo respetuoso.

EL NUNCIO, no obstante su desconcierto, tiene que decir algo:— 


Señor   Presidente... Señor Presidente de la República... Siempre que vengo a
Palacio, lo hago, entre otras cosas, por el placer
pla cer de verlo,
ver lo, Excmo.
Excmo. Señor
Señor..

EL PRESIDENTE:— Felicito a Su Eminencia por el completo


restablecimiento de la salud de su Santidad, el Papa. ¿Una pequeña gripe
sin consecuencia?

EL NUNCIO, que no cesa de observarobservar,, alelado


alelado,, al President
Presidente:—
e:— Sí,
Excmo. Señor, sin consecuencias. Felizmente.
F elizmente.

EL PRES
PRESIDE
IDENTNTE:E:—— Apar
Aparte
te de eseste
te acon
aconte
teci
cimi
mien
ento
to,, lo
loss nego
negoci
cios
os del
del
Vaticano siguen, según m mee entero, su curso normal... (El Nuncio da signos
d e u n a g r a n a ns i ed ad y qu quie
ierre, por
por mome
momentntos
os,, ininte
terr
rrum
umpi
pirr al
 Pres
 Pr esid
iden te y    pre
ente  pregu
gunt
ntar
arle
le algo
al go grav
gr ave.
e. Pero
Pe ro le fa
falt
ltan
an fufuer
erza
zass para
pa ra
hacerlo
hacerlo.. Acidal,
Acidal, compr
comprend
endién
iéndol
dolo,
o, finge
finge no darse
darse cuenta nada y
cuenta de nada

redobla su conversación). ¡Oh, qué inteligente política internacional, la


de Pío XI! ¡Es algo verdaderamente maravilloso!

EL NUNCIO, ausente:— Admirable, Excmo. Señor.


Señor.

EL PRESIDENTE:— En cuanto a nuestra Iglesia, ya le he dicho, Monseñor,


que el principal deseo de mi gobierno es que Su Eminencia encuentre en el
 prelad
 pre ladoo naciona
nac ionall la devo
devoción
ción y obedien
obe diencia
cia nec
necesarias
esarias para el éxito completo
de su sagrada misión apostólica entre nosotros.
nosotros.

EL NUNCIO, que ya no puede más:— Excmo. Señor, aunque mi cargo


diplomático se halla absolutamente al margen de la política interna
interna de
de los
los
 países y de sus vicisitudes —muy humanas y hasta naturales—, no deja, sin
embargo, de llamar mi atención...

EL PRESIDENTE,  sa  sali


lién
éndo
dole
le al paso
pa so,, rehuy
reh uyee el at
ataq
aque
ue:—
:— Ya...
a. .. Ya
comprendo el estupor de Su Eminencia. No es para menos.
EL NUNCIO:— ¿No es cierto, Excmo. Señor? Le ruego ponerse en mi
caso. Permítame, Señor Presidente, confesárselo...

EL PRESIDENTE:— Me adelanto a presentar a Su Eminencia mis excusas,


en nombre de mi gobierno y de las instituciones republicanas. Suplico,
humi
hu mild
ldee y resp
respet
etuo
uosa
same
mentnte,
e, a Su Emin Eminen encicia,
a, no ver ver en el hecho
vergo
vergonzo
nzoso
so que nos ocupa
ocupa la expre
expresió
siónn autént
auténticicame
amente
nte nacional del país,
sino, más bien, uno de esos extravíos inevitables por los que que toda
toda repúbli
república
ca
 joven como la nuestra, tiene que pasar a vece ve ces,s, en el cucurs
rsoo de su tu
turb
rbul
ulen
enta
ta
historia... (La  pu
 puer
erta
ta que
qu e comu
co muni
nica
ca con
co n la pipiez
ezaa en que
qu e se hall
ha llaa Corde
Co rdell
 se entre
en treab
abre
re li
lige
gera
rame
ment
ntee y, d esd
es d e allá
al lá,, sin
si n s e r vist
vi stoo p or el N unci
un cio,
o,
Cordel aprueba, emocionadísimo, las palabras de su hermano, con
movimi
mov imient
entos
os de la cabeza y cconon palma
palmass silenc
silencios
iosas)
as)

EL NUNCIO respira un tanto satisfecho:— En efecto, Excmo. Señor, el


destino de los pueblos jóvenes está siempre alumbrado por todos los
fuegos de la pasión, de la inquietud y —¿por qué no decirlo?—del ideal,
máss o meno
má menoss tumu
tumultltuo
uoso
so y cont
contra
radi
dict
ctor
orio
io en apar
aparie
ienc
nciia, pero
constantemente bien intencionado.

EL PRESIDENTE:— Monseñor es en extremo indulgente y me conmueve


hasta las lágrimas.

EL NUNCIO:— Excmo. Señor, es el deber de la Iglesia: comprender el


alma
alma de los indi ndivid
viduos y de los puebpuebllos y ayud
ayudaar a los demá
demáss a
compre
com prende
nderla
rla.. El resto
resto —la políti
política
ca tempor
temporal,
al, el protoc
protocolo
olo—,
—, ocupa
ocupa
segundo plano a los ojos de la Iglesia. No hablemos más de ello, Excmo.
Señor.. Venía,
Señor Venía, Señor Presidente, con el objeto de pedirle disponga...
EL PRESIDENTE:
PRESIDENTE:— — Monseño
Monseñorr está en su casa y sabe que en ella nada
nada
 puede serle negado.

EL NUNCIO:— Excmo. Señor, muy obligado. Venía con el objeto de


solic
sol icit
itarl
arlee di
dispo
spong
nga,
a, pre
previ
vioo el est
estudi
udioo que
que mi solic
solicit
itud
ud merez
merezca
ca del
ministerio respectivo, que un trozo tomado de una pastoral sobre la idea
de democracia, de Su Santidad Benedicto XV, que figura en el texto
oficial de la Historia nacional del país para instrucción primaria, figure
asimi
asimismo
smo,, en la Hist
Histori
oriaa Un
Univ
ivers
ersal
al Co
Contntem
emporá
poránea
nea para la Segunda
Enseñanza, tal como él aparece en el primero de los textos que le cito.
¿Me parece, Excmo. Señor, que no habría inconveniente para ello?

EL PRESIDENTE:
PRESIDENTE:— — Absolutam
Absolutamente
ente ningún
ningún inconveni
inconveniente
ente,, Monseñor.
Monseñor.
Voy a dar en el acto las instrucciones necesarias al Ministro del Culto y
las cosas se harán a beneplácito de Su Eminencia.

EL NUNCIO:— ¿Puedo hablar al señor Ministro del mismo asunto? ¿Me da


usted su venia, Excmo. Señor?

EL PRESIDE
PRESIDENTE NTE:—:— De todotodo corazó
corazón,
n, Mon
Monseñ
señor
or,, con
con tanto
tanto más
regocijo que la pastoral de Su Santidad se refiere a la democracia,
idea que ha sido siempre la más amada de mi vida y que, corno sabe
Su Eminencia, inspira y guía constantemente a mi gobierno.

EL NUNCIO:— Usted lo ha dicho, Excmo. Señor: constantemente.

EL PRESIDENTE:— Aunque quisieran ciertos rumores...

EL NUNCIO, de pie para irse:— Excmo. Señor, siga usted, sereno


corno siempre, el recto camino que se ha trazado. (L
(Las
as mano s) La
manos)
Iglesia lo bendice. Buenas tardes.
EL PRESIDENTE:— Su Eminencia es infinitamente bondadoso. Le

reitero, una vez más, mis excusas por el hecho bochornoso que hoy ha
sumido a Mon señor, con tan justa razón, en el más grande estupor
estupor.

EL NUNCIO, que ha llegado a la puerta de salida:— Repito, Excmo.


Señor, cosas ineluctables y comprensibles en los países recién iniciados
iniciados
en las luchas republicanas.
EL PRESIDENTE:— Puede usted, Monseñor, Monseñor, tener toda la seguridad
de que
que mi gobi
gobier
erno
no va a cast
castig
igar
ar los
los culp
culpab
able
less de es
esta
tass nuev
nuevas
as
maniobras de origen comunista, con rigor inquebrantable y ejemplar.
ejemplar.

EL NUNCIO, nue
nuevam
vament
entee estupe
estupefact o:— Pero... Excmo. Señor...
facto:— Señor...
Creía...

EL PRE
PRESID
SID EN TE,
TE, incl
inclin
inán
ándo
dose
se en sisign
gnoo de desp
desped
edid
ida,
a, fing
fingee no
apeercib
ap rcibir
irse
se del
del efec
efecto
to de sus
sus últi
última
mass pala
palabr
bras
as y le interru
interrumpe
mpe,,
abrien
abr iendo
do la ppuer
uerta:— Monseñor
ta:— Monseñor,, buenas tardes. Hasta cada rato, Monseñor.
EL NUNCIO, no tiene tiempo ya ni fuerzas para insistir sobre la
causa de su desconcierto y  se deci
de cide
de a sa
sali
lirr, in
incl
clin
inán
ándo
dose
se a su tu
turr n o :
 — Excmo. Señor, hasta muy pronto. (El presidente cierra la puerta)

CORDEL,  sa sali
lien
endo
do de la sala
sa la veci
ve cina :— ¡Estupendo! ¡Cojonudo! ¡Has
na:—
estado pasmoso! ¡Ya
¡Ya no hay lugar a temor alguna!

ACIDAL, desplomándose en un sofá, agotado:— Un poco de agua...


(Se enjuga el sudor con su pañuelo) ¡Parece que me hubieran dado
una paliza en los riñones! (Cor(Cordel
del le alca
alcanza agua) ¿Pero
nza un vaso de agua)
lo he vencido, Cordel, o no lo he vencido?

CORDEL:— ¡Mi palabra! ¡Se fue agarrándose los huevos!

ACIDAL:— ¿Crees que volverá a corcovear? Al salir —¿no te fijas


fijastte?
 —, quiso resollar otra vez, pero no lo dejé yo ni bbostezar!
ostezar!

CORDEL
CORD EL:—
:— ¡Tet
¡Tetud
udec eces
es!! ¡Moj
¡Mojig igat
ater
ería
ías!
s! No es más más que
que un vi
viej
ejoo
 panz
 pa nzóó n , q u e n o t i e n e n i n g u n a i m p o r t a n c i a . (D
(Dee pr
pris a) Ahora, el
isa)
embajador de los Estados Unidos.
ACIDAL:— Opino que puedes irte ya. Pierda cuidado. En cuanto al

embajado
embaja dorr, le diré
diré categ
categóri
órica
camen
mentete que hemos
hemos to tomad
madoo el único
único
camino que había con esa sarta de carajos que son los diputados.

CORDEL:— Aún no... Conviene que me quede todavía unos mo-


mentos en Palacio. No hay que precipitarse. No sabemos todavía lo
que puede aún sobrevivir.
ACIDAL:— Lo difícil era empezar. Hubo un momento, cuando vino
Roque, que realmente me estremecí. El sudor me picó en las dos
ingles. Pero ya ves: al toro por los cuernos, y... y al pueblo, por la
iglesia. El nuncio va a traernos buena suerte.

CORDEL:— Estás sudando. ¿Te has bañado?

ACIDAL:— De los pies a la tutuma. ¿No sabes que yo me baño siem


siempr
pree
sólo dos veces al año, para marzo y para agosto?

CORDEL, vol volvien


viendodo a su escondite:
escondite:— — Bueno, bueno. Haz entrar a
Mr.. Solt
Mr Soltóó n.
n. ¡De
¡D e u nana v ez!
ez! Ya se h ace ace ta tard
rde.
e. El emb emb aja ajadd or
or y,
después, me voy. (Desap (Desaparearecece en la sala vecina y  Ac  A c i d a l v u e l v e a
 sent
 se ntararse
se an
antete la mesa
me sa pres
pr esid
iden
enci
cial
al,, toma
to mandndoo de nu nuevevoo el ai aire
re de un
 Je
 J e f e d e E st ado
ad o . Un p e q u e ñ o ti mb
mbre re s u e n a s o b re e l e s c r i t o r io y
re res
 Acidal toca otro)
otro)

EL CORONEL,  je  j e f e d e l a C a s a Mi l i t a r, e n t r a n d o p o r u n a p u e r t a del


de l
 fond
 fo ndo:
o:—— Excmo. Señor, un meeting de desocupados acaba de llegar a
las puertas de Palacio y la multitud pide que salga el Jefe de Estado a
los balcones presidenciales... (El coronel reconoce de pronto a Acidal
y calla, paralizado) Es decir... Excmo. Señor... Es un meeting...

EL PRESIDENTE, imperativo:— ¿Mucha gente?

EL CORONEL, buscando con los ojos a Cordel en torno del despacho,


maquinalmente:— Mucha... Digo, Excmo.
Ex cmo. Señor...
S eñor... Sí, mucha gente
gente......

EL PRESIDENTE:— Reuna usted en seguida a la Casa Militar y espere,


con ella lista, que lo llame dentro de unos m
minutos.
inutos. Avise usted también a

lo
loss senten
 pre
 presenmini
miten
nist
stro
rossediatam
que
quetament
inmedia
inm es
esté
ténne aen
ente fin es
este
deteacomp
mome
moment
nto
a compaña o en
añarme
rme Pala
Palaci
a salir acio,
o, balcones.
los para
para que
que se
 

EL CORONEL, vacila:— Excmo. Señor... Es decir... Perfectamente... Sí...


(Quiere añadir algo)

EL PRESIDENTE, interrumpiéndole:— Haga usted inmediatame


inmediatamente
nte anunci
an unciar
ar
a las manifestantes que el Presidente accede a su pedido (Un gesto
concluyente)
EL CORONEL no se atr atreve
eve a deci
decirr nada
nada más:— Muy bien, Excmo.
más:—
Señor. (Da media vuelta y sale)

CORDEL, sa  saca
cand
ndoo la cabe
ca beza
za por
po r la puer
pu erta
ta de la sa
sala
la co
cont
ntig
igua
ua,, en voz
baja:— Háblales de nuestras glorias nacionales. Si se muestran difíciles y
siguenn pidiendo
sigue pidiendo pan o trabajo,
trabajo, sácales
sácales nuestra bandera
bandera y arrodíllate
arrodílla te ante ella,
como Joffre en Waterloo, ofreciéndoles sacrificarte por la Patria.

ACIDA
ACID AL, toca
tocand
ndoo un ti
timb
mbrre:
e:—
— ¡Cuid
uidado! ¡Que te van a oír! (Cordel
desaparece)
EL EDECAN, entrando:— Excmo. Señor.

EL PRESIDENTE:— Introduzca usted al embajador de los Estados Unidos.


Unidos.

EL EDECAN:— Excmo. Señor, todavía no ha llegado el embajador de los


Estados Unidos.

EL PRESIDENTE, de desp
spués
ués de refle
eflexi
xion
onar:— Haga usted pasar a la
ar:—
señorita Mate de la Flor. (E (Ell edec
edecán
án se inincl inaa y  sa
clin  sale
le.. Pa
Paus
usa.
a. E l
 Presidente se enjuga el sudor y sopla)

EL EDECAN anuncia:— La señorita Mate de la Flor.


Flor. (Sale)

LA SEÑORITA MATE, entrando, con un niñ niñoo de unos tres


tres años,
años, de la
mano:— Excmo. Señor, muy buenas tardes.

EL PRESIDENTE:— Señorita Mate de la Flor ¿cómo está usted? Adelante.


(Las manos)

LA SEÑORITA
SEÑORIT
tenido A MATE:—
MATE:—
que molestarle. Es ustedPidiéndo
Pidiéndole
le perdón,
sumamente perdón, Excmo.
Excmo
bondadoso, . Señor,
SeñorSeñor , de haber
Presidente.haber
 

EL PRESIDENTE:— Siéntese, señorita. Hágame el favor.

LA SEÑORITA MATE, sentándose:— Muchas gracias, Excmo. Señor.


Señor.

EL PRESIDENTE, acariciando al chico:— ¿Y tú? ¿Cómo estás? ¿Cómo te


llamas?
LA SEÑORITA MATE, seve  severa, chic o:— Saluda al señor Presidente de la
ra, al chico:—
República: "Buenas tardes, Excmo. Señor". ¡Saluda, Pepito! "Buenas tardes,
Excmo. Señor". (El pequeño se niega y el Presidente ríe) ¿Cómo? ¡Es el
señor Presidente
Pres idente de la República, Pepito! ¡Salu
¡Sa luda
da!!

EL PEQUEÑO:— Buenas taides, señoi...

EL PRESIDENTE:— Buenas, pequeño mío. ¿Cómo te llamas?

LA SEÑORITA MATE, cor


corrig
rigien
iendo
do al pequeño:— Señor Presidente, se
pequeño:—
dice.

EL PEQUEÑO:— Señoi... Señoi... Señoi...

EL PRESIDENTE:— No quiere. Pero muy simpático.

LA SEÑORITA MATE:— Sí, quiere, Excmo. Señor, pero no puede todavía.

EL PRESIDENTE, al pequeño:— Oye, tú, ¿cómo te llamas?

EL PEQUEÑO:— Pepito de la Flol. Y mi abuelita se llama T


Tota.
ota.

EL PRESIDENTE, a la señorita Mate:— ¿Cuántos años tiene?

LA SEÑORITA MATE:— Tres años, menos un mes Excmo. Señor.

EL PRESIDENTE:— Muy tierno todavía, pero se le ve muy despierto.

LA SEÑORITA MATE:— Precisamente, es por el niño que me he permitido


di
distr
straer
aer su atenci
atención
ón,, Excmo.
Excmo. Señor
Señor.. Monse
Monseñor
ñor,, el Arzobi
Arzobispo,
spo, nos ha

olvidado completamente, a mí y a esta criatura (Habla de Pepito)


EL PRESIDENTE:— ¿Monseñor Cochar es pariente muy cercano de

usted?

SEÑORITA MATE:— Excmo. Señor, es nada menos que mi primo


hermano. Y Pepito, naturalmente, viene a ser su sobrino en segundo
grado.

EL PRESIDENTE:— ¡Ah.! .. ¡Qué tal!... (Mirando al pequeño) ¡Tan


chiquillo, y ya sobrino del Arzobispo, no!

SEÑORI
SEÑO RIT
TA MATE
MATE:— :— Sí,
Sí, Excm
Excmo.o. Seño
Señorr. Es hi
hijo
jo natu
natura
rall de una
una
muchacha nuestra, originaria de Junín, que se ha vuelto a su pueblo,
abandonando al chico. Una mujer de vida un poco licenciosa, Excmo.
Señor. Pero yo he tomado a mi cargo al niño y le pienso adoptar. Es
como un hijo mío...

EL PRESIDENTE:— ¿Monseñor, el Arzobispo conoce al pequeño?

SEÑORITA MATE:— Excmo. Señor, precisamente yo lo adopté por


consejo de mi primo, Monseñor Cochar. El mismo, consideraba al chico,
al principio, como sobrino suyo.

EL PRESIDENTE:— ¡Qué tal! ¿Como sobrino suyo? Y usted ¿como si


fuera su hijo? Ah, ah... Comprendo. Comprendo, señorita. ¿Y ahora?
(Ella se ruboriza)

SEÑORITA MATE:— Ahora, Excmo. Señor, mis recursos personales


escasean y Monseñor Cochar, sin saber por qué, nos ha olvidado y ni
siquiera
siqui era quiere recibirme en su palac
palacio,
io, ni saber nada de nosotros.
nosotros. No
sé lo que haya de por medio, él, que es un hombre tan bueno y
caritativo para todos los demás...

EL PRESIDENTE:— ¡Oh, Monseñor Cochar, un dechado de virtud!


¿Qué desearía usted, en suma, señorita?

SEÑORITA MATE:— Desearía, Excmo. Señor, que usted interviniera


en alguna forma acerca de Monseñor Cochar, a fin de que cese esta
situación, que se hace cada día más difícil y penosa.

EL PRES
PRESID
IDEN
ENTE
TE:—
:— Muy
Muy bien
bien,, se
seño
ñori
rita
ta.. Haré
Haré lo nece
necesa
sari
rio.
o. Le
 prometo.
 pr ometo. En este momento, hay una manifestación en llaa plaza yy...
...

SEÑORITA MA
SEÑORITA MATE,TE,  pa
 para
ra ir
irse
se:—
:— Excmo. Señor, usted me excuse, por
favor, la molestia.

EL PRES
PRESID IDEN
ENTETE:—:— Haré
Haré lo nece
necesa
sari
rioo y, con
con much
muchoo gust
gusto,
o, le
comunicaré el resultado. Confíe en mis gestiones.
LA SEÑORITA MATE:— ¡Cuánto se lo agradezco, Excmo. Señor!

EL PRESIDENTE, las manos:— Hasta luego, señorita. No tiene usted


de qué agradecerme. (Al peque ño) Adiós, amigo mío. Hasta muy
pequeño)
 pronto, ¿eh?

SEÑORITA MATE:— Le digo, Excmo. Señor, que es (El pequeño)


muy inteligente. A su edad, ya sabe lo que será cuando sea hombre.
Es vivísimo.

EL PRESIDENTE, al pequeño:— A ver, Pepito, dime: ¿Di qué quieres


hacer
hac er cuand
cuandoo se seas
as gra nde?? (E
grande (Ell pequ
pequeñ
eño,
o, con
con la cara
cara de pron
pronto
to
dolorosa,, no contesta)
dolorosa

SEÑORITA MATE:— Contesta, Pepito, al Señor Presidente. ¡Di qué


quieres hacer cuando seas grande! (El pequeño, con la cara cada vez
más compungida, da muestras de una angustiosa ansiedad) ¡Responde!
¡Responde! ¿qué quieres hacer?

EL PEQUEÑO, a la se
seño
ñori
rita
ta Mate
Mate,, gi
gimo
mote
tean
ando :— ¡Qui
do:— ¡Quiero
ero hacer
hacer
caca!...

SEÑORITA MATE,
SEÑORITA MATE, cont
contraria
rariadísi
dísima:—
ma:— ¡Oh, muchacho! ¡Cómo dices
eso! (L
(Lee ti ra por un  brazo y  s
tira  see l o l l e va r á p i d ame
am e n t e , en ext
ex t remo
re mo
avergonzada) ¡Disculpe, le suplico, Excmo. Señor! Mil gracias, S eño eñorr
Presidente.

EL PRESIDENTE, toca ndoo un  ti


tocand timb
mbrre:
e:—— Buenas tardes, señorita.
Hasta cada rato. (La señorita Mate sale)

EL
miem
mi CORONEL,
embr
bros  Je
 Jla,
os de el
ellae,f eofic
ofdeicia
l ales
ialeCsa sdel
a lMil
de MiEjér
Ejl iérci
tacito
r, toe n tyr ade
n d olaa Marina,
l a ca
cabb e z aque
d e lo
los
ses
cuad
cu rann y  pr
adra  pres
esen
enta
tann su salu
sa ludo
do al Pr
Pres
esid
iden
ente :— Excmo. Señor. (El
te:—

 Pre
 P resi
side
dent
ntee toca
to ca otro
ot ro ti
timb
mbrere y  po
 porr la puer
pu erta
ta quequ e da a la secrse cret
etar
aría
ía,,
 pene
 pe nett ran
ra n var
va r ios
io s mi
mini
nist
stro
ross en m edio
ed io de cie
ci e rto
rt o cu
cucc hi
hich
chee o y revuelo
misteriosos, que el Presidente, lleno de inquietud, se apresura a aca acall
llar
ar
con arrogancia)

EL PRESIDENTE,  sa  s a li
lien
endo
do rápi
rá pidadame
ment nt e al en
encucuee nt
ntro
ro de a l guno
gu noss
ministros
ministr os que intentan decir algo en alta voz, da unos pasos decididos decididos
y enérgicos en dirección de la puerta que da a los balcones que acaban de
abrirse y  po
 porr l a que
qu e e ntr
nt r a u n v a s to c la
lamo
morr c onfu
on fuso
so de much
mu ched
edum
umbre
bre
en gran efervescencia, y ordena, erguido, imponente, casi terrible:—
¡Señores, seguidme! ¡Vamos a domar los furores de la masa! ¡A los
 balc
 ba lcon
ones
es!! (El séquito, sin tiempo ni ocasión de precisar su inquietante
murmullo
murm ullo,, sigue
sigue auto
automát
máticam
icamente
ente y en tropel al Presidente. Luego
resuenan aplausos y voces contradictorias de la multitud)

LA VOZVOZ DEL DEL PRES PRESID IDENENTETE,, vig


vig o ro sa:
sa: — ¡Pue
¡Pueblo
blo soberano!
soberano!... ...
¡Empleados y obreros! La crisis económica del mundo se agrava día a
día. La crisis que se siente aquí es, como lo sabéis, eco directa de la
 pr imer
im eraa . La s itua
it uacc ión
ió n es
es,, po r eso,
es o, d ifíc
if ícil
il de r es
esol
olve
verr la por
po r noso
no sott r o s
mismos e independi
independientementemente
ente de las demás nacionenaciones.s. Sin embargo,
embargo,
mi gobierno os puede asegurar que, de aquí a unos tres meses, no
habrá más desocupados en el país. (Aplausos y voces incrédulas)

UNA VOZ  pe  perd


rdid
idaa entre
en tre la much
mu ched
edum
umbr
bre: — ¿V
e:— ¿Verd
erdad?
ad? ¿Nos
¿Nos lo
 promete
 pr omete usted?

LA VOZ DEL PRESIDENTE:— Sí, ¡señores, os lo prometo solemne-


mente. Mi gobierno tiene en estudio un vasto programa de obras
 públ
 pú blic
icasas,, que
qu e es
espe
pero
ro se
será
rá vota
vo tado
do por
po r el Pa
Parl
rlam
amen
ento
to en es
este
te me
mess . En tre
tr e
tanto, os pido calma y paciencia. Confiad en mi gobierno, que está
deci
de cidi
didodo a salvsalvar
ar al país
país,, de la mi mise
seri
ria,
a, po
porr to
todo
doss lo
loss medi
medios os
 pos
 p os ib
ibll es . U n p lazo
la zo de tr es m e s es , e s to do lo q ue o s p id
idoo . Ve n c id
idoo
este plazo, juzgaréis mis actos y mis promesas. Nuestro país es rico.
¡Ayudadme a engrandecerlo y a llevarlo a la meta de sus grandes
destinos!... (Algunos vivas, que ahoga un gran murmullo de la masa
insatisfecha. Revuelo en los balcones. El Presidente vuelve, erguido
 siempre y dominador, seguido de su comitiva silenciosa)

EL PRESIDENTE,  se co y de prisa:— Señores, estoy muy ocupado. Os


 seco
ruego retirarse. Si alguno de vosotros tiene algo que comunicarme,

 pue
 p uedd e ve
venn ir a ve
verr me dedesp sp ué
uéss d e las
la s s e is
is.. (Ceñudo y reconcentrado,
 se s i en
enta
ta a s u esc es c rit
ri t ori
or i o y e n e l m o m e n t o e n q u e e l s équi
équitt o
 presidencial
 presidenci al esboza nuevos rumores levantiscos, el edecán penetra
apresuradamente)

EL EDECAN:— Excmo. Señor, acaban de traer al general Natón, que cayó


 pr es
esoo esta
es ta m añ
añaa na y q ue us
uste
tedd or
orde
denó
nó que
qu e co
comp
mp are
ar e ci
cier
eraa en Palacio.

 EL PRESIDENTE, tras una corta reflexión:—reflexión:— Señores, un momento. (Todos


 se de c á n ) Que me lo traigan aquí inmediatamente. (El
 s e c a ll an . A l e dec
edecán se inclina y  sa  sall e) El ex-presidente de la República, general
 Nató
 Na tó n, va a v en ir (Sensación). Yo quiero que él me diga, en presencia
de ustedes, las razones
razones que ha tenido
tenido para conspirar
conspirar contra el régime
r égimenn y
contra el orden público... (Cierran la puerta que da al balcón)

EL EDECAN, anuncia:— El señor Prefecto...

EL PREFECTO entr entrando


ando bruscamen te:— Excmo. Señor, el general
bruscamente:—
 Natón está aquí...

EL PRESIDENTE:— ¡Hágalo pasar! (La sensación general general es grande.


 El gene
ge nera
rall Nató
Na tónn —uno
—u noss 60 años añ os—— lasla s mano
ma noss at atad
adas
as a la espa
es pald
lda,
a,
 suci
 su cio,
o, en trtraj
ajee de camp
ca mpañ
aña,a, sin
si n kepí
ke pí,, en
entr
traa co
conn pa paso
so le ntoo y transido.
lent
 La r abia
ab ia y la amar
am argu
gura
ra c risp
ri span
an su rost
ro stroro y arrancan de sus ojos una
llama salvaje. Un silencio, mezcla de curiosidad y de estupor, impera
en el despacho presidencial, mientras el preso avanza hasta el centro
de la sala y le ponen frente a frente al Presidente. Natón baja los
ojos
oj os.. El Presi
Preside
dent
nte,
e, desp
despué uéss de obser
observa varl
rlee concon renco
encorr, le didice
ce
airada
air adamen
mente)te) ¡Miserable! ¡Traidor a la Patria!... ¿Qué fines le han
guiado para conspirar, desde hace seis meses, contra mi vida personal
y contra la estabilidad de mi m i gobierno? ¿Por qué me ha hecho usted la
revolución, casi desde el día en que llegué al poder? ¿Quería usted
volv
vo lver
er a la Presid
Presidenenci
cia,
a, para
para manc
mancha harl
rlaa de nuevonuevo concon la sa sang
ngre
re
inocente del pueblo y para echarse otros varios millones al bolsillo?
¡Conteste!... ( A un   edecán) Desátele las manos. (Se las desatan. El
 Pre
 P resi
side
dent
ntee saca
sa ca ento
en tonc
nces
es un revó
re vólv
lver
er del
de l bo
bols
lsii ll
lloo y se l o da a l pr
pres
esoo )
¡Tome usted! ¡Ahí tiene mi revólver! (Natón toma maquinal mentee y
maquinalment
el Presidente
usted a gritos se
mi lecabeza,
ofreceycomo
bien, blanco) ¡Máteme!
aquí la tiene. Aquí(Natón
¡Tire!... estoy. Pedía
sigue
inmóvil.
inmó vil. El Presiden
Presidente
te saca entonce
entoncess otro evólverr y, apuntando al
otro revólve

 pe choo del


 pech de l prpris
isio
ione
nero,
ro, lo desa
de safí a, f u r i b u nd o) Ahora, ¡de hombre a
fía,
hombre!
hom bre! ¡Apunt¡Apunte! e! ¡Tire
¡Tire!! Al que qued quedaa de pi pie, e, la Presid
Presidenc
encia.
ia...
..
(Rumores
(Rumor es y   movimi
movimientosentos diversos)
diver sos) ¡Uno
¡Uno!. !..... ¡Dos !..... ¡Levante su arma, le
¡Dos!.
digo! ¡Y apunte!... ¡Como! ¿Dónde está esa valentía?... ( Y como Natón
tiene una sonrisa sonrisa enigmáti
enigmática,
ca, el Presi
Presidendente te le dic
dicee con despr
despreci
ecioo y
rabi
ra a) ¡Cobarde! Deme ese revólver. (Le arranca violentamente el
bia)
a r m a y or orde
denana)) Amár
Amárrenrenle
le otra vez.vez. (L (Laa orde
ordenn se ej ejec
ecut
uta.
a. El
 Pre
 P ress i d e n t e s e a c e rca pre so y, metiéndole la cara por los ojos, ruge)
rc a al preso
¡Cobarde! (L (Lee arra
arranc ncaa de loslos homb
hombrros la lass char
charrreter as)) ¡No las
eteras
merece!
merec e! ¡Soldado
¡Soldado indigno!
indigno! (En fin, el preso de nuevo atado, el
 Pre
 P ress i dent
de ntee l e esc up e a la cara) ¡Llévenselo! ¡Me da asco!
es c upe

EL GENERAL NATON leva


GENERAL NATON levant
ntaa de golp golpee la cabe
cabeza
za y ech
echaa unos
unos
ramido s ronco s d e fu ror:— ¡N
b ram ¡Nii si siqu
quie
iera
ra te desp
despre
reci
cio!
o! ¡Bes
¡Besti
tiaa
heddionda!
he nda! ( L e l l e v a n a l a f u e r z a ) ¡Ni siqui
siquiera
era te despr
despreci
ecio!
o!
(Murmullos y movimientos diversos. Todos salen)

ACIDAL,  so solo
lo,, enju
en jugá
gánd
ndos su dorr y  echán
osee el sudo dose viento:— ¡Cordel...
echándose
(En el momento en que Cordel asoma por la puerta que da a la
 piez
 pi ezaa v ecin a, un   t i m b re re s u e n a s o b re l a m e s a y  Áci
ec ina,  Á cida
da!,
!,
automáticamente, toca otro. Cordel vuelve a escabullirse)

EL EDECAN entrando:— Excmo. Señor, el Prefecto pregunta si puede


ser de nuevo recibido para una comunicación urgente del servicio.

EL PRESID
PRESIDENENTE,
TE, t r a s u n a c o r t a re f l e x i ó n : — Quee
Qu entr
entre.
e.
Inmediatamente. (El edecán se inclina y  sale.
sale. Pausa)

EL EDECAN, anuncia:— El señor Prefecto.

EL PREFECTO, ent entran


rando:
do:—— Excmo. Señor, la muchedumbre sigue
ante los balcones presidenciales, dando mueras al gobierno. Los obre
obrero
ross
siguen lanzando gritos sediciosos...

EL PRESIDENTE,  fr  frun


unci
cien
endo
do el ceño :— Pero ¿qué quieren? ¿Qué se
ce ño:—
 proponen, después de
de lo que acabo de ofrecerles?

EL PREFECTO:—
tratan de entrar a sacoSus gritosy pulperías...
a fondas son de "Pan o trabajo", y algunos grupo
gruposs
 

EL PRESIDENTE,  f ful
ulmi
mina
nant
nte:
e:—— Dispérselos a sable. Que cargue la
caballería.

EL PREFEC
PREFECTO TO,, t í m i d a m e n te
te:: — Ex
Excm
cmo.
o. Seño
Señorr, cont
contes
esta
tarí
rían
an a
 pedr
 pe dradas.
adas. Están muy excitados. Es de temer que la multi
multitud...
tud...

EL PRES
PRESID IDEN
ENTETE:—
:— Coro
Corone
nell Barr
Barro,
o, rest
restab
ablé
lézc
zcam
amee el or
orde
denn a
cualquier precio que sea. Usted sabrá arreglarse.

EL PREFECTO:— Excmo. Señor,


Señor, tendría que tirar sobre la masa...

EL PRESIDENTE
PRESIDENTE,,  po  pone
ne brus
br usca
came
ment
ntee fi
finn a la co
cons
nsul
ulta :— ¡Bien!
ta:—
Desoxide
Desoxi ametralladoras alguna vez siquiera. (Un timbre resuena
de las ametralladoras
en el escritorio)

EL PREF PREFEC ECTT O :—


:— A sus sus ó rd
rd en
en es,
es, E x cmo
cmo.. Señ or. (S
Señ or (Sal
ale.
e. El
 Pre
 P ress i dente toca otro
otro timbre)
timbre)
EL SECRETARIO, ent entran
rando
do,, con u n cablegrama en las manos:— 
 Exc mo.. Señor, un cablegrama, que acaban de traer de las oficinas
 E xcmo
"Colacho Hermanos".

EL PRESIDENTE, tom tomaa el cable


cablegra
grama: — Gracias, Roque. Puede
ma:—
usted retirarse. (El secretario
secretario se va y el Presidente lee el despacho.
Un sobresalto y llama) ¡Cordel! ¡Cordel!

CORDEL acud acudiend inmediato:— Te has impuesto una vez más.


iendoo de inmediato:—
¡Ya te has impuesto del todo!

ACIDAL, le lee el cable:


cable:—— De Nueva York. Ya no vas a Nueva
York. (Cordel lee ávidamente) Dicen que no es necesario.

CORDEL, jubiloso:— ¡Formidable! ¡Vaya, hombre! Todo se allana.

ACIDAL, volviendo a leer el papel, en alta voz:— Innecesario viaje.


Asunto Huallaga aceptado nuevas bases...

CORDEL:— Ya
Ya ves: todo tiene remedio. Tú eres muy impaciente.
ACIDAL,  pr
 preo
eocu
cupa
pado
do:—
:— Per o ¿qué ha cemos ahora con la

Pr
Pres
esid
iden
encia?
cia? ¿D
¿Debes
ebes volver
volver a ella
ella o yo me quedo
quedo??

CORDEL:— ¡Hombre! Ya Ya lo creo que debo volver a ella. ¡Qué duda


cabe! Y ahora mismo. Felizmente, no creo que la nueva de mi salida
de ella se haya esparcido aún aquí y, menos todavía, en el resto del
 país
 pa ís.. Y así
as í se hu
hubi
bier
eraa es
espa
parc
rcid
ido,
o, debe
de bemo
moss prec
pr ecis
isam
amen
ente
te desmentirla
de smentirla
inmediatamente.

ACIDAL:— ¿Y los ministros? ¿Y la Casa Militar? ¿Y el Nuncio? ¿Y


lo
loss d emá
emáss ¿Y,
¿Y, p oorr ú lti
ltimo
mo,, el p ueb
ueblo
lo mism
mi smoo , al q ue
u e acab
acaboo d e
h a blarle
blarle del balcón?
balcón?

CORDEL:— ¡Ni preocuparse! Puedes estar seguro que nadie se ha


dado exacta cuenta del cambio de Presidente. Si se han apercibido,
los tiene sin cuidado o no acaban de entender lo que ha pasado. (Se sienta
conf
co nfor
orta
tabl
blem
emen
ente
te en el sill
sillón
ón presi
preside
denc
ncia
ial)
l) Y tútú,, a tu mini
minist
ster
eriio de
Fomento. Otro día vendrás a reemplazarme. No te apures.
apures. (Cordel vuelve a
los papeles de su mesa)

ACIDAL:— ¿En qué sentido hay que contestar a Nueva York? ¿Pido
detalles cablegráficos del arreglo con la Huallaga Corporation? (se dispone
dispone
a partir)

CORDEL— A ti, ¿qué te parece?

ACIDAL:— La cuestión del empréstito me preocupa.

CORDEL:— Pide entonces pormenores sobre el empréstito. Apúrate. Ya


son las 5 y cuarto, y yo tengo que recibir todavía a varias personas.
Vuelve a comer conmigo.

ACIDAL:— A las nueve. No antes. Hasta luego. (Cordel toca


t oca un timbre y
u n timbre
 Acidal sale)

EL SECRETARIO, ent entran


rando:
do:—— Excmo. Señor... (E(Enn el in
inst
stan
ante
te en que
 Roque reconoce
reconoce a Cordel, una descarga
descarga cerrada de metralla resuena de golpe
golpe
 fuera de Palacio)

EL PRESIDENTE:— ¿Qué ocurre? ¿Es en la Plaza? ¿Delante del balcó


balcón,
n,
creo?

EL SECRETARIO:—
SECRETARIO:— Sí, Excmo. Señor. Una refriega con los manifestantes.

EL PRESIDENT
PRESIDENTE, E, indi
indifer
ferente:— ¡Ah, sí! Avise usted al general Chotango
ente:—
que su nombramiento como ministro de Fomento ha quedado sin lugar.

EL SECRETARIO:— Al instante, Excmo. Señor. (Sale. Pausa, durante la


cual el Presidente, muy  abstraído, consulta unas notas. Luego, se dirige a
 sus habitaciones privadas y el despacho presidencial queda desierto. Pausa.
Se oye en torno al despacho, viniendo de todas partes,
partes, un vocerío confuso,
confuso,
órdenes militares, traqueteo de puertas, pasos de muchedumbre. Después,
la puer
puerta
ta de los
los edec
edecan
anes
es se abr
abre brus
bruscacame
ment
ntee y el gene
genera
rall Col
olon
onggo
 penetra, seguido de una multit
multitud
ud de oficia
ofi ciales
les y civile
civ iles,
s, que le aclama
acl aman,
n,
muchos de ellos revólver o fusil en mano)

LA MUCHEDUMBRE:— ¡Viva el general Colongo! ¡Viva la revolución!


¡Muera
¡Mu erann los Colacho!
Colacho! ¡Abajo
¡Abajo los
los tirano
tiranoss Colach
Colacho! o! (Por diversas puertas,
desemb
desemboca
ocann divers
diversos
os funcio
funcionar ios y ofi
narios oficia
ciales
les,, estupe
estupefac
factos.
tos. El coronel
coronel
Caraza,, Jefe de la Casa Militar de los Colacho, entra, revólver
Caraza revólver en mano,
 por una de las puertas
puer tas del fondo,
fon do, dispue
dis puesto
sto a la batalla)

EL CORONEL COLONGO le orde ordena


na en un grgrit
itoo sa
salv
lvaj
aje:— ¡Coronel
e:—
Caraza! (S
(Señ
eñal
alan
ando
do los
los depa
depart
rtam
amen
ento
toss pr
priv
ivad
ados
os de Co del) ¡Lléveme
Corrdel)
inmediatamente preso a ese hombre!

EL CORONEL CARAZA,  prote  protesta


stando: — ¡Pero General Colongo! ¡Usted
ndo:—
no puede... (Un griterío hostil ahoga sus palabras)

EL GENERAL COLONGO, ele elevan


vando voz:— Si no cumple usted mis
do la voz:—
órdenes, usted también va preso...

EL CORONEL CARAZA:— Mi lealtad militar y política al general


Colacho... (La muchedumbr
muchedumbree vuelve a cubrirle la voz)

EL GENERAL COLONGO, con brusca decisión:— Coronel Caraza, queda


usted nombrado Ministro de Guerra. (Volviéndose a la muchedumbre)
¡Seño
¡Señore
res,
s, (indicando la puerta de los departamentos privados de Cordel)
cuatro guardias en esa puerta!
EL CORONEL CARAZA,  Min
 Minist
istro
ro de Gue
Guerra :— Excmo. Señor... si así lo
rra:—

exige el pueblo, Excmo. Señor... (Dis (Dispon


ponién
iéndose
dose a ejecuta
ejecutarr la or
orden
den de
Colongo) En el acto, Excmo. Señor. (Se dirige,di rige, seguido de varios
varios oficiales
oficiales y
civile
civiless a la mencio
mencionad
nadaa puert
puerta.
a. Volv
Volvién
iéndose
dose de medio cam ino)) ¿Qué hay
me dio camino
que hacer
ha cer con
c on los
lo s hermanos
her manos Colacho,
Colac ho, Excm
Excmo. o. Seño
Señor?
r?

EL GENERAL COLONGO, co conn un gesto


gesto de impac
impacien
iencia:— ¿Qué hay
cia:—
que hacer?... Por el momento, que lo fusilen. Después veremos lo que se
hace.

LA MUCHEDUMBRE:— ¡Bravo, Colongo! ¡Viva el general Colongo! ¡Viva


la revolución! (Una formidable ovación. Etc.)

EL GENERAL COLONGO, de pie ju junt


ntoo a la sill sillaa pr
pres
esiidenc
denciial al::— 
¡Ciudadanos! Hénos aquí triunfantes. (Nueva ovación) ¡Sile ¡Silencio,
ncio, por
por favor!
favor ! El
 pueblo
 pue blo trae
tra e hasta
has ta aquí
aqu í sus santa
sa ntass iras
ira s y, arroj
ar rojánd
ándola
olass a la faz
fa z de los
tira
tirano
nos,
s, lo
loss cubr
cubree de verg
vergüeüenz
nzaa y los
los sesepu
pult
ltaa en el opro
oprobi o! (Otra
bio!
ovaci
ova ón) Aquí, señores, tenéis la silla a la que los Colacho se habían
ción)
encaramado
encar amado para robar y asesinar
as esinar al país.
pa ís. Vacant
Vacantee está
está ahor
ahoraa la silla.
silla.....

LA MUCHEDUMBRE:— ¡La Presidencia para el general Colongo!


¡En la silla presidencial Colongo! ¡Viva el Presidente Colongo! ¡Sí!
¡Sí!

EL GENE
GENERA RAL L COLO
COLONG NGO: O:—
— Sólo
Sólo el puebpueblo
lo lo pued
puedee deci
decidi
dirr,
ciudadanos. ¡Yo no me sentaré en ella si así no me lo exige el manda-
do popular! (Vivas y  rumores bastante confusos)
(Vivas

UN VIEJ VIEJO O CIUD


CIUDAD ADAN ANO:O:— — GeneGenera rall Colo
Colong
ngo,o, creo
creo in inte
terp
rpre
reta
tarr
fi
fiel
elme
mentntee la vovolu
luntntadad dedell pupueb
eblo
lo sobesoberarano
no,, in
invivitá
tánd
ndol
olee a to toma
marr
 pose
 po sesi
sión
ón d e e s a s ill
il l a s im bó l ica
ic a a h o r a m is m o . (Ovación) Señores: en
ism
todas las repúblicas de la historia, el sillón presidencial es como el
arca santa, donde la constitución del Estado tiene depositadas las
llaves de la vida democrática. Esta silla, señores, es la única que
manda y que dispone del destino de los pueblos. Por ella luchan los
 part
 pa rtid
idos
os y lo s ho mbr
mb r eses.. P orq
or q ue e s só sólo
lo des
de s de e ll
llaa que
qu e s e gobi
go bier
erna
na..
Porque es sólo sentado en ella que se es jefe de un estado. (Ovación)
¡General Colongo! ¡Tomad asiento en ella! ¡Pero honradla con un
 bu en gobi
go bier
usurpen! erno
¡No noolvidéis
! No la ma
macu
queculé
léis
ellais..es¡ No cons
co nsin
intá
táis
la encarnaciónis,, sde
obr
ob rlae to do,
do , que
patria, qulae curul
os la
suprema del poder y, en fin, que si un día la perdéis, habréis perdido,

con el gobierno, todo el respeto y adhesión con que el país os pone


ahora en ella! (Estruendosa ovación).

EL GENERAL COLONGO:— ¡Señores! ¡Muchas gracias! Os prometo


cumplir religiosamente los deberes sagrados de mi cargo. (Se sienta
aparatosamente en el sillón presidencial. Luego, el general Colongo,
 Pres
 Pr esid
iden
entete de la Repú
Re públ
blic
ica,
a, con
co n tono
to no im
impe
peri
rios o) Señores, os ruego
oso)
retiraros. Hay que formar inmediatamente el ministerio y organizar el
g obi
obierno
erno,, a fin fin d e dic
dic tar
tar l as med med i d as nec
nec es
esar
arii as a l a p ront
rontaa
normal
nor maliza
izació
ciónn de la vida
vida nacion
nacional.al. (La muched
muchedumbumbrre se reti etira,
ra,
aclamando al Presidente, con quien sólo queda en el despacho pre-
 si
 side
denc
ncia
iall uno
un o de sus
su s luga
lu gart
rten
enie
ient
ntes
es,, el co
coron
ronel
el Se
Sela
larr. El Pres
Pr esid
iden
ente
te,,
diri
dirigi
gién
éndodosese a éste
éste)) Sel
Selarar,, queda
queda usted
usted nombra
nombrado do secret
secretari
arioo del
Presidente de la República. Siéntese y escriba...

EL CORONEL SECRETARIO:— Como no, Excmo. Señor. En el


acto. (El secretario se dispone o escribir lo que va a dictarle el
 Presidente))
 Presidente

EL PRESIDENTE, dictando:— Manifiesto a la Nación. Los tiranos


Colacho han sido derrocados del poder. La ola de indignación y de
odio nacionales acaban de arrojarlos para siempre del gobierno. Una
nueva era de paz y libertad se inaugura en estos momentos para la
 pat
 p atrr ia
ia.. En m i cali
ca lidd a d d e n uevo
ue vo J e fe d el E s tado
ta do , p r ocla
oc la m a d o p o r la
voluntad espontánea y libre del país, juro y prometo a la nación
servirla y sacrificarme por ella, acabando definitivamente con los

vicios y democracia
nuestra egoísmos que, desde hace atiempo,
y precipitan carcomen
la patria los cimientos
en el abismo... de
(Aquí,
reflex
reflexiona
iona,, repiti endo)) y precipitan a la patria... en el abismo...
repitiendo
(Sorprendiendo de pronto una mirada pérfida en el secretario) En el
abismo...

EL SECRETARIO:—
SECRETARIO:— En el abismo...

EL PRESIDENTE, reanud eanudan


ando
do su dicta
dictado :— La seudo-asamblea
do:— seudo-asamblea
constituyente ha sido disuelta. Los dos tiranos han sido fusilados. El
 prob
 pr oble
lema
ma de los
lo s deso
de socu
cupa
pado
doss se
será
rá de
defi
fini
niti
tiva
vame
ment
ntee res
re s uelt
ue ltoo ante
an tess de
fin tinos
da de año... (Reflexionando)
pasos, antes de
buscando las ideas)
buscando fin de año... (SeHay
¡Conciudadanos! pone pie y
quedeacabar
con el arribismo, que escala el poder todos los días, produciendo una

inestabilidad vergonzosa de las instituciones republicanas. ¡Abajo los


golpes de cuartel! ¡Abajo los dictadores de una hora!... (Aquí, el
 secr
 se cret
etar
ario
io,, apro
ap rovevech
chanandodo que
qu e el Pres
Pr esididen
entete evol
ev olucucioiona
na al azazar
ar porpo r el
 saló
 sa lónn en busc bu scaa de idea id eas,
s, se desl
de sliz
iza,
a, co
como
mo quiequ ienn no hace ha ce la c os osa,
a,
hacc ia la si
ha sill
llaa p resid
esiden enci
cial
al,, en el prec precis isoo m omenomentoto en qu quee el
 Pre
 P ress i d e n t e s e v ue pr ov i s o ) Cuento con la buena volunta de
uell v e de i m prov
m isis c o n c i u d a d a n o s p ar a .. . ( El El P re re si
si d en
en ttee s e i nntt e rr
rr um
um p e a l
 sorp
 so rpren
rende
derr la manima niobobra
ra del
de l secre
se cretatari o, y  se lo qued
rio, qu edaa vien
vi endo
do,, dánd
dá ndos osee
cuenta
cue nta de las Todas odas intenc
intencioniones
es de Sel Selarar.. Per
Pero,o, inminmedi
ediata
atamen
mente te y
 fing
 fi ngieiend
ndoo no ha habebers
rsee aperc
ap ercibibid
idoo de nada
na da,, sigu
si guee didictctan do))  pa
ando  para
ra...... pa
para
ra
ayudarme lealmente en la dura tarea de salvar los derechos y ga garantías
rantías
re
repu
publ blic
ican
anas as,, conc
concul ulca
cadadass porpor los los gobi
gobier ernonoss anteanteri
rior
ores
es..
.... (El
 Presi
 Pre side
dent
ntee vuel
vu elve
ve a darda r unos
un os papaso
soss y, como el secretario intenta otra
vez colocarse subrepticiamente en la silla presidencial, Colongo vuelve
rápida
ráp idamen
mente te a ella
ella e interp
interponi
oniénd
éndoseose entre
entre la sillasilla y   el secretario,
dice misteriosam
misteriosamente) ente) Selar, no se acerque usted demasiado al sillón
 pr es
esidid en
enci
ciaa l. Man
Ma n tén
té n ga
gass e, le ru eg egoo , e s loloss lílímm it
itee s de su as ienie n to de
secretario.

EL SECRETARIO, que se ha replegado a su asiento:— Excm


Excmo.
o. Señor,
Señor, si
yo no me he movido en absoluto.

EL PRESIDE
PRESIDENTENTE,, dictando:— Bueno... Conculcadas por los gobiernos
anteriores...

EL SECRETARIO:— Anteriores...

EL PREPRESIDE
SIDENT
NTE:
E:—
— ¡Vi¡Viva la Patr
Patriia! ¡V
¡Viv
ivaa la demdemocra
ocraci
ciaa! (El
 secret
 se cretar
ario,
io, en un nuevo
nue vo descui
des cuido
do del Preside
Pres idente
nte,, ha sa
salta do,, en un   abrir
ltado
y cerrar de ojos, a la silla presidencial y en ella se queda sentado
 soberanamente)

SECRETARIO, revólver en mano, amplio ademán de mando, al


EL SECRETARIO,
 Preside
 Pres idente
nte de la Repúbl
Rep ública :— ¡Co
ica:— ¡Cololongo
ngo,, deme
deme ese manifi
manifiest
estoo que
que lo
firme! ¡Rápido! (El general Colongo, ante la rapidez y   la audacia del
 secr
 se cret
etar
arii o, se ha qu
qued
edaa do p etri
et rifi
fica
cado
do.. Sel
Se l ar, amen
am enaz
azaa dor)
do r) ¡Rápido, le
he dicho! ¡Vivo! ¡Dese prisa!

EL PRESIDENTE COLONGO, balbuciente:— ¡Pero... Selar!...


 

EL PRESIDENTE SELAR:— ¡Colongo! ¡Los tengo muy rayados!

EL GENERAL
GENERAL COLONG
COLONGO,
O, en un postr
postrer
er al
aleg
egat
ato:— ¡Trai
o:— ¡Traidor!
dor! ¡V
¡Voy
oy a
llamar!...

EL PRESIDEN
PRESIDENTE TE SELAR,
SELAR, apuntando con su revólver a Colongo:—
¡Siéntese y agregue al manifiesto lo que voy a dictarle!

EL GENERAL COLONGO, tras una suprema pero débil resistencia, se


 si
 s i enta
en ta e n l a sil
si l la d e s ecre ar io y  s
ec rett ario  see d is
ispp on
onee a e s c r ib
ibii r:
r:—— Está bien...
Muy bien...

EL PRESIDENTE SELAR,  sin soltar


sol tar su revólver
revól ver:—
:— ¿Dónde nos hemos
quedado? ¿Qué dice? ¡Lea!

EL SECRETARIO COLONGO, leyendo:— ¡Viva la democracia!

EL PRESIDENTE SELAR:— Viva la democracia... Añada usted: ¡Viva la


libertad, la igualdad y la fraternidad!

EL SECRET
SECRETARI ARIO O COLONG
COLONGO, O, escribe, silabeando:— La-li-ber-tad... la-i-
gual-dad... y la fra-ter-ni-dad.

EL PRESIDENTE SELAR:— Muy bien: y la fraternidad. Eso es. (Con


 frat
 fr ater
erna
nall cordi
co rdial
alid ad)) Páseme eso, mi querido general, que lo fir
idad firme
me.. (El
 secretario le da el manifiesto. En el momento en que  el Presidente lo está

 firm
 fi rman
ando
Colongo do,
, gu
guacomo
saca, a rdan
rd ando
do su revó
re vólv
relámpago, ellver
er e n l a mano
suyo) ma no izquierda, el secretari
secretarioo

EL SECRETARIO COLONGO apuntando al Presidente Selar que, a su


turno, ha levantado su arma en contra del otro:— ¡Fuera de aquí! ¡Fuer
¡Fueraa
y de prisa!

EL PRESIDE
PRESIDENT NTEE SELAR
SELAR:—:— ¡Que
¡Que se cree
cree us
uste
ted!
d! (Entonces, Colongo
con su revólver en una mano, toma con la otra por el brazo a Selar
y lo saca de un tirón brutal de la silla presidencial y  se sien
si enta
ta en ella)

COLONGO,
pe
perm
rman
anec
ecee in de
inmó nuevo
móvi
vil an tepresidente
l ante presi
él :—dente
él:— de laenRepública,
Siéntese su sitio de ordena a Selar,
secretarioSelar
o lo ,hago
que
 pe rman
 perm anec
ecee in
inmó
móvi
vill ante
an te él:
él :
fusilar acto seguido.

SELAR, a su vez el revólver siempre en una mano, coge con la otra


a Colongo por la solapa:— ¡Imp ¡Impost
ostor!
or! ¡Salga
¡Salga de ahí!
ahí! (Per
(Peroo Colongo
Colongo
 pone
 po ne in inme
medidiat
atam
amenente
te el cañó ca ñónn de su armaar ma en di dire
recc
cció
iónn de la c abez
ab ezaa
de su rival. Los dos hombres palidecen. Silencio de muerte. De
 sú
 s ú b i t o , S e l ar s e pre
pr e c i p i t a d e n u e v o s ob re C o l on go y l o g r a e x t r aerl
ae rlee
brutalmente de la silla presidencial. Colongo cae en el trance a
tier
tierrara y Sela Selarr se si sien
enta ta otra
otra vez
vez en el si sill
llón
ón pres
presididen
enci
cial
al.. MasMas
Colongo se levanta y hace lo propio con Selar. Y así continúa el juego,
uno y   otr otroo sentánd
sentándose ose alternat
alternativam
ivamente
ente en el sill sillón
ón presid
presideencial,
mientras baja el telón)

F I N
 

SCG
2009

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