Tema 1: La Enseñanza Religiosa Escolar. Carácter Propio, Legitimidad y Finalidad

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Tema 1: La enseñanza religiosa escolar. Carácter propio, legitimidad


y finalidad.

1. Introducción

2. Carácter propio de la enseñanza religiosa escolar

3. Legitimidad de su presencia en la escuela

4. Finalidad de la enseñanza religiosa escolar

1. Introducción

En 1980, Juan Pablo II dirigió un discurso sobre la educación en París en el que


pueden leerse las siguientes palabras:

“La primera y esencial tarea de la cultura en general, y también de toda cultura,


es la educación. La educación consiste, en efecto, en que el hombre llegue a ser cada
vez más hombre, que pueda "ser" más y no sólo que pueda "tener" más, y que, en
consecuencia, a través de todo lo que "tiene", todo lo que "posee", sepa "ser" más
plenamente hombre. Para ello es necesario que el hombre sepa "ser más" no sólo "con
los otros", sino también "para los otros". La educación tiene una importancia
fundamental para la formación de las relaciones interhumanas y sociales” (Juan Pablo
II, 1980, nº 11).

Si la educación es la tarea fundamental de toda cultura, es importante que ésta


se lleve a cabo teniendo en cuenta todas las dimensiones humanas, de forma que la
persona completa sea educada. Todas las personas deben tener derecho a la
educación, pero además esta educación ha de ser integral y promotora de la persona,
de esta manera no sólo se promociona a todos los individuos sino a toda la persona.

En este sentido, la enseñanza religiosa escolar cumple un cometido que no


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puede negarse, ya que ofrece un contenido sobre el ser humano que no aporta ninguna
otra área en el aula. Recuperando las palabras de Pablo VI en Populorum progressio:

“Es un humanismo pleno el que hay que promover. ¿Qué quiere decir esto
sino el desarrollo integral de todo hombre y de todos los hombres? Un
humanismo cerrado, impenetrable a los valores del espíritu y a Dios, que es la
fuente de ellos, podría aparentemente triunfar. Ciertamente el hombre puede
organizar la tierra sin Dios, pero «al fin y al cabo, sin Dios no puede menos de
organizarla contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo
inhumano». No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre a lo
Absoluto, en el reconocimiento de una vocación, que da la idea verdadera de la
vida humana” (Pablo VI, 1967, nº42).

¿Qué aporta la enseñanza religiosa escolar a la educación de los niños y adolescentes?


¿Cuál es su carácter propio y qué finalidad persigue?
¿Existen razones para su presencia en la escuela?

Estas son las preguntas que intentarán resolverse en esta unidad. M.E. Gómez
Sierra publicó en 2011 un interesante trabajo llamado “Didáctica de la religión. Tesoro
escondido de la escuela”, veamos si en este curso podemos ir descubriendo poco a
poco este tesoro enterrado bajo polémicas y controversias que exigen ser resueltas, de
esta manera el tesoro podrá brillar y deslumbrar.

2. Carácter propio de la enseñanza religiosa escolar

En 1979, la Comisión episcopal de enseñanza y catequesis publicó un


documento llamado “Orientaciones pastorales sobre la enseñanza religiosa
escolar. Su legitimidad, carácter propio y contenido”, desde su aparición ha
constituido el punto de partida indispensable para cualquier reflexión sobre la
enseñanza religiosa en España y por ello también en este curso debe constituir una
referencia obligada y recurrente.

Hablar del carácter propio de la enseñanza religiosa escolar no es otra cosa que
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presentar en qué consiste, en definitiva, intentar definirla, distinguirla de otras prácticas


con las que se puede confundir y también indicar cuáles son las principales
aportaciones a la formación de los alumnos.

2.1. Características de la enseñanza religiosa escolar católica.

Siguiendo la exposición de Martínez Carrasco en su obra Pedagogía y didáctica


de la ERE (Rodríguez Carrasco, B., 2001, pp. 69-71), la enseñanza religiosa escolar
tiene cuatro características fundamentales:

a) Exposición del núcleo esencial del mensaje cristiano desde la fe de la propia


Iglesia Católica, como ofrecimiento abierto a todos, según las posibilidades
socioculturales y psicológicas en cada edad y en cada medio humano.

Se trata de exponer lo esencial, pues la enseñanza religiosa escolar es


consciente de sus límites y no pretende abarcar ni agotar todo el conocimiento
del mensaje cristiano. Ahora bien, esta «exposición del núcleo esencial» está
condicionada por una exigencia de fidelidad hacia Dios y la Iglesia por una parte,
y por una exigencia de fidelidad a los alumnos por otra. No cabe hacer una
exposición del mensaje cristiano arbitraria y de libre interpretación, sino tal como
lo enseña la Iglesia, que es la responsable y depositaría de la fe (fidelidad a
Dios). Y, por otra, se trata de garantizar una exposición adecuada a los
destinatarios, esto es, que se tengan en cuenta los condicionamientos
socioculturales y el desarrollo evolutivo de los niños y adolescentes (fidelidad a
los alumnos). Los catecismos de la Iglesia son, sin ninguna duda, unas
herramientas muy útiles para el profesorado que pretenda conocer este núcleo
esencial de la fe, tal es el caso de Youcat o del Catecismo de la Iglesia católica.

b) Diálogo abierto, respetuoso y crítico con los otros campos del saber. Este diálogo
con la cultura tiene su campo de desarrollo en un proceso interdisciplinar, de tal
forma que la enseñanza de la Religión y Moral Católica sea una modalidad
integrada dentro del marco curricular y, por tanto, inserta en una visión
globalizadora de la educación.

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La ERE ocupa un lugar en la escuela en condiciones equiparables a las


demás materias curriculares. De ahí que una de sus características sea la de
entrar en diálogo con los demás saberes aportando su peculiar concepción de la
vida y del hombre en diálogo abierto, respetuoso y crítico con los otros campos
del saber. La ERE ilumina y da un sentido trascendente a todo el proceso
educativo. De ahí que no se aísle de los demás saberes, sino que se integre en
un proceso interdisciplinar. Más allá de la interdisciplinariedad, la LOE y su
promoción de las competencias básicas es una nueva oportunidad para mostrar
la riqueza de la enseñanza religiosa escolar, pues como se verá posteriormente,
el área de Religión puede hacer grandes aportaciones en la adquisición de las
competencias básicas.

c) Apertura del alumno a la transcendencia y ofrecimiento de una respuesta al


sentido último de la vida con todas sus implicaciones éticas de tal manera que el
significado último de su existencia le permita alcanzar una plena educación
integral.
En consonancia con la anterior característica, la ERE ofrece una visión
trascendente de la realidad y además pretende dar respuesta a los grandes
interrogantes de la existencia cuya pregunta clave es la referida al sentido último
de la vida. Hemos de hacer notar que la ERE no queda reducida a una
«información» teórica, sino que hace una proyección a la vida resaltando los
compromisos éticos y sociales que la religión conlleva. No se olvide que
hablamos de «enseñanza de la religión y moral católica». Por eso la ERE se
orienta a la «educación integral» del alumno.

d) Una enseñanza que tiene en cuenta los principios pedagógicos del diseño
curricular y los incorpora a la especificidad propia de la enseñanza religiosa
católica.
Efectivamente, se trata de una «enseñanza escolar» y, por tanto, se ajusta
a todas y cada una de las exigencias curriculares en cuanto a su metodología,
rigor científico, programación, didáctica, etc.

A estas características citadas debemos añadir otras notas que en esquema podemos
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expresar así:

1. Es una materia escolar ordinaria, con una justificación de su presencia en la


escuela.

2. Es de carácter confesional, pues se enseña una religión concreta y no ciencia


de las religiones.

3. Es de libre opción para el estudiante y de obligada oferta para el centro,


pues es un derecho de la persona y de los padres de familia.

4. Tiene una peculiaridad que es tratar de dialogar con la cultura impartida en


otras materias en orden a conseguir una síntesis entre la fe y la cultura que los
alumnos reciben. Como se verá más adelante, el diálogo fe-cultura es
fundamental en la enseñanza religiosa escolar y así lo resalta la conferencia
episcopal (CEE, 1979, pp. 35-41).

5. Tiene su planteamiento de cara a una finalidad específica: educar la dimensión


religiosa de la persona en la escuela.

6. Puede hacer una aportación importante en los colegios: potenciar la capacidad


humanizadora de la escuela.

7. Es un servicio eclesial que brota del derecho a la libertad religiosa. Además, es


una acción distinta de la catequesis, con diferencias significativas, aunque
complementaria especialmente para el creyente católico.

La Enseñanza escolar de la religión no es igual a la Catequesis.

El documento Orientaciones pastorales sobre la enseñanza religiosa escolar


dedica su segunda parte a distinguir entre la enseñanza religiosa escolar y la
catequesis. Nos recuerda este documento la complementariedad de ambas acciones,

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pero insiste en su diferenciación en función de los ámbitos de desarrollo, de la


intencionalidad de los destinatarios y de sus objetivos. Si bien a simple vista ambas
acciones parecen identificarse, es necesario establecer clara distancia entre ambas,
pues de lo contrario graves consecuencias se pueden derivar.

En la clase de religión no se debe hacer catequesis, para ello están las


parroquias, cada una de las acciones tiene un carácter propio. No debe olvidarse que
una de las críticas más recurrentes a la presencia de la religión en la escuela por parte
de asociaciones y medios detractores es el supuesto adoctrinamiento que supone su
presencia para los niños. La distinción correcta entre ambas acciones eclesiales
permite refutar dichas críticas con coherencia.
El salesiano Ángel Téllez Sánchez en su manual para estudiantes Didáctica de
la enseñanza escolar de la religión (Téllez Sánchez, A., 2011, pp. 7-11) comienza por
abordar la distinción entre clase de religión y catequesis a partir de cómo cada práctica
se enfrenta a la realidad que es objeto de estudio. Parte el religioso de que en todo
aprendizaje se establece una relación con la realidad y, en el caso de la realidad
religiosa, entran en juego las mediaciones religiosas y Dios, al que éstas dan acceso,
pues a través de las mediaciones el creyente se relaciona con Dios.

La persona creyente, ante ese Dios, se abre a él, le reconoce y le acepta, pero
la relación la establece a través de las mediaciones: ritos, normas, narraciones,
enseñanzas, instituciones. El no creyente, al estudiar religión, se limita a la "factura
humana" de las mediaciones, ya que sólo las ve como construcciones culturales. Es
decir, para el no creyente la realidad religiosa se limita a construcciones culturales y las
aprecia en la medida en que forman parte del patrimonio cultural de la sociedad.
Siguiendo el texto de Téllez, ante estas dos formas de percibir la "realidad
religiosa" existen también dos modos de entender el "aprendizaje de la Religión", dos
tipos de procesos:
 En la escuela, donde puede haber creyentes y no creyentes, el estudiante se
relaciona con las mediaciones como construcciones culturales. Trata de
conocer su estructura de mediación, su incidencia en la experiencia del
hombre que la vivió como tal. Si la escuela es una institución de naturaleza
cultural, los aspectos de la Religión que entran a formar parte de la escuela
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lo hacen a título de construcciones culturales, aunque en ella estén presentes


creyentes y no creyentes.
 La comunidad cristiana (parroquia o grupos de fe) es el ámbito apropiado
para la catequesis, sin olvidar la familia cristiana. En la enseñanza a través
de la catequesis, se busca que el creyente se relacione con Dios a través de
las mediaciones. Como dice el Directorio General para la catequesis: “la
finalidad de la acción catequética consiste precisamente en esto: propiciar
una viva, explícita y operante profesión de fe” (CEE, 1977, nº 66), por ello se
insiste en que “la catequesis está intrínsecamente unida a toda la acción
litúrgica y sacramental” (CEE, 1977, nº 30).

Tanto en la enseñanza de la escuela como en la de la catequesis las mediaciones


son imprescindibles. En la escuela se ven como elementos culturales, lo cual no las
quieta su importancia. En la catequesis las mediaciones tratan de llevar a la relación
personal con Dios, sin olvidarse nunca de la comunidad de la que se forma parte por el
bautismo.
Reproduciendo el documento Orientaciones pastorales sobre la enseñanza
religiosa escolar (CEE, 1979, nº 59-67) las diferencias principales entre la enseñanza
de la religión y la catequesis se establecen en los siguientes ámbitos:

a) Diversa fuente de iniciativa


En la catequesis de la comunidad cristiana, la Iglesia actúa por propia iniciativa
en las estructuras que ella misma establece para catequizar: catecumenados,
parroquias, grupos apostólicos, pequeñas comunidades,... Es la comunidad la que
convoca e invita.
En la enseñanza religiosa escolar, en cambio, la Iglesia actúa en un ámbito
creado primordialmente para la educación del ciudadano en cuanto tal, en estructuras
de la sociedad para tal fin. En ellas, la Iglesia es llamada a prestar un servicio, como
pueden ser llamadas otras confesiones religiosas u otros grupos culturales. La Iglesia
puede tener o no posibilidades de responder a esta petición. Si acepta, tiene que
adaptar la enseñanza religiosa a los objetivos y métodos propios del quehacer escolar:
encarnar su acción dentro de los condicionantes concretos históricos de la institución
docente.
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Aunque el sistema educativo o el centro escolar pueden adolecer de


condicionantes negativos, hay que impartir enseñanza religiosa en la medida en que
tales condicionantes no entren en contradicción con la fe cristiana.

b) Distinta intencionalidad de los destinatarios


Respecto a la catequesis de la comunidad cristiana, en los padres que envían a
sus hijos, o en los niños y jóvenes que acuden a ella por propia iniciativa, se supone
una intención directa y explícita de buscar la evangelización y una más profunda
integración en la comunidad cristiana.
Respecto a la enseñanza religiosa escolar, cuando los padres piden que la
educación de sus hijos no carezca de esta dimensión, lo que de modo más o menos
explícito desean es que lo religioso se integre en la formación humana, que el sentido
de la vida y visión del mundo que van a recibir en la escuela tengan perspectiva
cristiana.

c) Objetivos diversos
La catequesis de la comunidad cristiana tiene como objetivo que la fe del cristiano
se inicie y madure en el seno de esa comunidad, enraizándose en la fe de la misma,
explicitándose en todas sus dimensiones noéticas o cognoscitivas, nutriéndose en las
celebraciones litúrgicas y robusteciéndose en los compromisos cristianos. La vivencia
de la comunidad cristiana, en suma, es el lugar apropiado para la maduración de la fe
personal y comunitaria.
La enseñanza religiosa escolar tiene como objetivo estimular a que, desde un
conocimiento de la fe cristiana, tenga lugar el diálogo interdisciplinar que debe
establecerse entre el Evangelio y la cultura humana, en cuya asimilación crítica madura
el alumno. La enseñanza religiosa pretende integrar esta dimensión en la formación de
la personalidad, incorporar el saber de la fe en el conjunto de los demás saberes y la
actitud cristiana en el interior de la actitud general que el alumno va adoptando ante la
vida.
Aparece así claramente que estas dos tareas son complementarias. Una
catequesis viva en la comunidad es el terreno más apropiado para que fructifique la
enseñanza de la religión. Y una buena enseñanza religiosa creará el deseo de una
plena catequización en el seno de la comunidad cristiana.
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Cuando el grupo de alumnos que optan por la clase de religión sea


mayoritariamente creyente, la formación religiosa escolar – incluso en un centro
estatal– podrá alcanzar a veces no sólo sus objetivos propios, sino también
dimensiones noéticas y de compromiso cristiano más propias de la catequesis de
comunidad.
Más allá del texto de la Conferencia episcopal, pueden establecerse otros
ámbitos diferenciadores. Ángel Téllez en su manual aporta los siguientes (Téllez
Sánchez, 2011, pp. 8-11):

d) Los contenidos de la ERE y la catequesis se abordan de forma distinta. En la


enseñanza religiosa escolar los contenidos son las mediaciones religiosas en
cuanto construcciones culturales que reflejan la experiencia de un grupo de la
sociedad en el presente o en el pasado.
En la catequesis el contenido es la relación con Dios tal como se muestra a través
de las mediaciones: ritos (Liturgia), normas (moral), narraciones (Biblia), enseñanzas y
fórmulas de fe (Doctrina), instituciones (Derecho). Es decir, para el creyente el
contenido es una parte de sí mismo, que le afecta. El mundo religioso es para él un
mundo vivido en un acto de fe. Los contenidos son para él "algo más" que objeto de
conocimiento, son parte de su vida de fe.
Nos podemos preguntar: ¿Qué son los contenidos para un creyente en clase de
religión? Son parte de su propia fe, pero el profesor los trata y trabaja como “elementos
culturales”, como mediaciones religiosas. Por eso a un creyente la clase, sin ser
catequesis, le ayudará a madurar su propia fe. Más aún, en la escuela el creyente va
elaborando su síntesis personal, vital y cultural, sin prescindir de su propia visión de
creyente. Lo que para el no creyente es un dato cultural, para él es algo más que cultura
o visión del mundo. Es parte de su propia vida.

e) Metodología y actividades de aprendizaje difieren en la ERE y la catequesis


La metodología que utilice tanto el profesor como el catequista, los medios y
actividades han de ser los adecuados al tipo de enseñanza, según el ámbito en el que
se está (escuela o catequesis). Muchos podrán coincidir, pero se han de dejar claras
algunos rasgos.
En la EER, los medios adecuados para trasmitir los contenidos como elementos
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culturales los indica la Pedagogía y Didáctica. Tanto la metodología del profesor como
las actividades de aprendizaje no han de implicar, comprometer o forzar la posible fe
del escolar, del estudiante (creyente o no creyente).
En la catequesis se realizarán metodologías y actividades que ayuden a la
"relación con Dios" en cuanto presente en la existencia humana, es decir en las
mediaciones. Se participa en la celebración, en la fe, en la acción moral... Existe para
ello toda una pedagogía catequética desarrollada a lo largo de siglos en la tradición de
la Iglesia.

f) El sujeto o destinatario no coinciden en la ERE y en la catequesis


El sujeto y destinatario de la Enseñanza escolar es el estudiante, creyente o no.
Si es creyente, no puede confiar exclusivamente a la Escuela su maduración en la fe y
tendrá necesidad de la catequesis (en sus variadas formas: catequesis parroquial,
grupos de fe, movimientos cristianos, catecumenados…) en vistas a la progresiva
maduración de su fe e inserción en la comunidad.
El sujeto de la catequesis es el creyente (o debería serlo) al que se le inicia en la
fe, se le ayuda a madurarla y profundizarla.

g) El profesor de religión no es un catequista


El profesor de religión ha de estar en posesión del título de magisterio y poseer
las diferentes acreditaciones que exige la conferencia episcopal como la declaración de
competencia académica y la declaración eclesiástica de idoneidad (DECA/DEI). Por
una parte, es el enviado de la sociedad, a través de la autoridad civil competente. A él
se le encomienda el área de "saberes" religiosos. Por otra, también es enviado del
Obispo y su tarea es complementaria a la acción catequética.
En el caso del catequista, el agente primero de la transmisión de la catequesis
es la comunidad cristiana y el catequista es su enviado, al que se le encomienda una
función educadora. El requisito principal para que pueda realizar dicha función es que
posea una fe madura y la viva.
El cuadro siguiente puede sintetizar lo expuesto anteriormente (En la página
http://religionmc.wordpress.com/reflexiones/diferencias-entre-la-ensenanza- religiosa-
escolar-y-la-catequesis/ se halla un interesante cuadro resumen que aquí se
completa con otros datos):
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ERE Catequesis
El lugar La escuela La comunidad eclesial
El alumno o sus padres pretenden que lo Se supone una intención explícita y
La intención de religioso se integre en la formación directa de vivencia de la fe y una
los humana, en la cultura, en los demás integración en la comunidad eclesial.
destinatarios saberes que el alumno recibe.
Promueve el diálogo del Evangelio con la Procura la iniciación y la maduración
cultura, la incorporación del saber de la fe de la fe del cristiano dentro de la
Los objetivos en el conjunto de los demás saberes, la comunidad mediante la formación
integración de la actitud cristiana en la intelectual, las celebraciones
actitud global del alumno ante la vida. litúrgicas, el compromiso personal.

Se dirige a sujetos creyentes y a no Va dirigida, en general, a quienes ya


Las personas acreyentes o simpatizantes que desean tienen una adhesión de fe, al menos
las que se conocer más profundamente el Evangelio o inicial. Tiene un componente
dirigen confrontar con el Evangelio su situación de afectivo fruto de un previo encuentro
increencia. entre Jesús y el catecúmeno
La programación, las técnicas didácticas,
Los métodos Métodos pedagógicos propios de la
las actividades…son semejantes a las de
pedagógicos las demás disciplinas escolares. catequética.

Evalúa los conocimientos que los alumnos


adquieren sobre el hecho religioso, las
La
diferentes manifestaciones religiosas y
evaluación
especialmente la religión cristiana, por ser, Valoración de la fe personal

entre otras cosas, el substrato de nuestra


cultura occidental.
Ahora bien…
En Es el mismo en ambas: el mandato de Jesús de anunciar su palabra a todas
cuanto al origen las gentes independientemente de su origen, condición social, lengua, etc.
En el caso de que los alumnos sean creyentes, están destinadas a la complementación, por lo
que se espera que exista un diálogo entre profesores y catequistas para una mejor interiorización
y vivencia de la fe de los alumnos.
Ver Documento OPERE nº 58-82

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2.3. Aportaciones de la enseñanza religiosa escolar a la adquisición de las


competencias básicas.

Cuando en 2006 se aprueba la LOE, las llamadas competencias básicas se


convierten en un elemento clave dentro del sistema educativo. Si en la ley orgánica
citada no encontramos más que una serie de referencias carentes de precisión, es en
los desarrollos legislativos de las enseñanzas mínimas donde se concreta su definición
y se indica cuáles son las llamadas competencias básicas que todo alumno debe
alcanzar al finalizar su educación obligatoria. Es en el anexo I del RD 1513/2006 de 7
de diciembre donde encontramos la definición, las finalidades y cuáles son dichas
competencias:

“La incorporación de competencias básicas al currículo permite poner el acento


en aquellos aprendizajes que se consideran imprescindibles, desde un planteamiento
integrador y orientado a la aplicación de los saberes adquiridos. De ahí su carácter
básico. Son aquellas competencias que debe haber desarrollado un joven o una joven
al finalizar la enseñanza obligatoria para poder lograr su realización personal, ejercer la
ciudadanía activa, incorporarse a la vida adulta de manera satisfactoria y ser capaz de
desarrollar un aprendizaje permanente a lo largo de la vida.

La inclusión de las competencias básicas en el currículo tiene varias finalidades.


En primer lugar, integrar los diferentes aprendizajes, tanto los formales, incorporados a
las diferentes áreas o materias, como los informales y no formales. En segundo lugar,
permitir a todos los estudiantes integrar sus aprendizajes, ponerlos en relación con
distintos tipos de contenidos y utilizarlos de manera efectiva cuando les resulten
necesarios en diferentes situaciones y contextos. Y, por último, orientar la enseñanza,
al permitir identificar los contenidos y los criterios de evaluación que tienen carácter
imprescindible y, en general, inspirar las distintas decisiones relativas al proceso de
enseñanza y de aprendizaje” ( RD 1513/2006, de 7 de diciembre, anexo I) .

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Unos párrafos más adelante continúa:


“En el marco de la propuesta realizada por la Unión Europea, y de acuerdo con
las consideraciones que se acaban de exponer, se han identificado ocho competencias
básicas:
1. Competencia en comunicación lingüística
2. Competencia matemática
3. Competencia en el conocimiento y la interacción con el mundo físico
4. Tratamiento de la información y competencia digital
5. Competencia social y ciudadana
6. Competencia cultural y artística
7. Competencia para aprender a aprender
8. Autonomía e iniciativa personal” (RD 1513/2006, de 7 de diciembre, anexo I).

¿Qué aporta la enseñanza religiosa escolar a la adquisición de estas


competencias básicas? Este contenido ha sido definido por la conferencia episcopal en
el currículo de Religión católica de 2007 y se presenta a continuación (CEE, 2007, pp.
6-11):
“Si bien la enseñanza religiosa está presente y ayuda a la conformación de las
competencias fijadas en los RR. Decretos de enseñanzas mínimas, teniendo en cuenta
que las competencias básicas son aquellas que sustentan la realización personal, la
inclusión social y la ciudadanía activa, algunas de ellas tienen una especial relación con
la acción educativa de la religión católica, e incluso, podría afirmarse que otras, si se
prescinde de la realidad religiosa, carecerían de elementos importantes para su
adquisición y desarrollo. Entre otras proponemos las siguientes:

1. Competencia en comunicación lingüística. La enseñanza religiosa católica


aporta elementos básicos en cuanto al logro de la competencia en comunicación
lingüística pues se sirve del lenguaje académico, de aquellos lenguajes que
conforman la cultura que se trasmite en el área de religión, así como de los lenguajes
de la propia enseñanza religiosa.

El diálogo de la fe con la cultura contribuye a la competencia en comunicación


lingüística, en la medida en que exige ejercitarse en la escucha de la palabra de
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Dios, la exposición de sus contenidos y aplicación a la cultura y a las distintas formas


de vida social, así como a la argumentación adecuada a esta edad y siempre
presente en la enseñanza religiosa.
Por otra parte, es propio de la enseñanza religiosa católica la utilización de
los diversos modos de comunicación que la acción de Dios sobre el hombre ha
utilizado. Su revelación es rica en distintos lenguajes. Así, el lenguaje bíblico y su
riqueza de expresión y simbología, el lenguaje doctrinal y su precisión conceptual,
analítica y argumental, el lenguaje litúrgico y su cercanía al lenguaje de los símbolos
del pueblo cristiano, el lenguaje, en fin, testimonial que hace posible la transmisión
vital de lo creído.
Todo ello es imprescindible para la comprensión del lenguaje en todas las
lenguas de la cultura occidental. La enseñanza religiosa hace posible una verdadera
comunicación lingüística, al utilizar los distintos lenguajes en su expresión verbal o
escrita, explícitos e implícitos en fuentes diversas. Finalmente, el análisis de hechos
sociales que se presentan en la clase de religión, como elementos motivadores de
la realidad evangélica, posibilitan el enriquecimiento del vocabulario.

2. Competencia social y cívica. Con relación a la competencia social y cívica donde


se integran elementos esenciales para la humanización, personales,
interpersonales e interculturales y recogen todas las formas de comportamiento que
preparan a las personas para participar de una manera eficaz y constructiva en la
vida social y profesional. La enseñanza religiosa católica expone, fundamenta y
jerarquiza los valores y virtudes que contribuyen a educar la dimensión moral y
social de la personalidad del alumno, en orden a hacer posible la maduración en la
corresponsabilidad, el ejercicio de la solidaridad, de la cooperación, la libertad, la
justicia y de la caridad. Todo ello, como expresión coherente del conocimiento de
Dios revelado en Jesucristo.
Se trata del ser personal en coherencia con las convicciones propias
libremente asumidas; es decir, a prender a ser motivando y recreando lo
verdaderamente humano en la formación plena del alumno. En este sentido, el
desarrollo del ser entero del hombre, de las capacidades de su mente y de su
corazón, de las potencialidades que le configuran y que desbordan las expectativas
puramente materiales y funcionales, fundamentan y dan sentido a la acción social y
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cívica del alumno. La enseñanza religiosa en este cometido incide substancialmente


en el descubrimiento y desarrollo de la verdadera humanización, capaz de hacerle
competente en la acción social. Con ello estamos fundamentando uno de los valores
básicos, su dignidad como ser humano, como hijo de Dios. El alumno necesita, ya
en estas edades, especialmente motivaciones para amar, para construir la
personalidad más humana, para ilusionarse en proyectos de vida altruista y
desinteresada. El testimonio de hombres y mujeres santos en toda la historia
constituye un referente continuo para la autoasimilación de los valores más
genuinamente cristianos. De esta forma la enseñanza religiosa educa en la iniciativa
personal y autónoma de los alumnos por el bien y la verdad.
En consecuencia, se contribuye directamente a la dimensión moral de la
persona favoreciendo que los alumnos y alumnas reconozcan la raíz de su propio
ser y sus mismos comportamientos. Ello conlleva mejorar las relaciones
interpersonales basadas en principios y valores que emanan de la persona de Cristo
y ayuda en consecuencia a afrontar las situaciones de conflicto mediante el diálogo,
el perdón y la misericordia, valores genuinamente cristianos.
En lo más profundo del ser cristiano surge el gran valor de la fraternidad
universal. De ahí que las mínimas exigencias éticas de convivencia, participación,
conocimiento de la diversidad y de las situaciones de discriminación e injusticia,
estén fundamentadas y sean consecuencias de la fe cristiana. Los valores del
respeto, cooperación, solidaridad, justicia, no violencia, compromiso y participación
tienen su fundamentación y referencias cristianas en la filiación por el amor de Dios,
el amor, la fraternidad, la justicia, la misericordia, el perdón, la donación de sí mismo,
la entrega total a favor de los pobres.

3. Competencia cultural y artística. La contribución a la competencia cultural y


artística se relaciona con sus aspectos de conocimiento y valoración de toda la
expresión artística, plástica, histórica, simbólica, lingüística, de costumbres, ritos,
fiestas, valores y modos de vida impregnados de cristianismo desde su origen y su
desarrollo actual, como manifestación del hecho religioso. El alumno no sólo va a
conocer, sino que podrá comprender y asumir los valores que conlleva el
conocimiento del hecho religioso en su expresión artística, cultural y estética,
teológica y vivencial.
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La cultura y la historia europea occidental, y la propia historia y cultura


española, no pueden ser comprendidas y asumidas si se prescinde del hecho
religioso presente siempre en la historia cultural de los pueblos. Es conocido por
todos que la maduración de la personalidad humana se realiza dentro de la tradición
cultural donde crece y se sustenta.
Esta maduración se realiza en un mundo cada vez más complejo y de mayor
contraste cultural y de presencia, respeto y diálogo de culturas. La religión y moral
católica presenta el acontecimiento cristiano en diálogo con la cultura, incorporando
orgánicamente el saber de la fe en el conjunto de los demás saberes.
Con ello el alumno adquiere una valoración crítica de la cultura a la luz del
evangelio, motivando al mismo tiempo el aprecio de la propia cultura y la estima
adecuada de otras tradiciones culturales y religiosas. En el currículo de religión
católica están presentes también los elementos esenciales que definen las demás
grandes religiones.
La enseñanza religiosa católica no sólo aporta a la competencia cultural y
artística unos cocimientos del arte y cultura con referencia religiosa y unas
destrezas, sino también el sentido y profundidad de su presencia que remite a una
manera concreta de ver la vida, de expresarla y de vivir desde la aportación cristiana
a la cultura. Con ello contribuye también a la conservación y valoración del
patrimonio cultural.

4. Competencia de aprender a aprender. La Religión católica contribuye igualmente


al desarrollo de la competencia de aprender a aprender, fomentando las
capacidades a través de la educación, el impulso del trabajo en equipo, la síntesis
de la información y opinión.
Así mismo, la enseñanza religiosa ayuda a los alumnos a ser protagonistas
de su propio aprendizaje como respuesta a la voluntad de Dios de que el ser humano
colabore activa y libremente con el plan por Él establecido. Por ello, aprender a
aprender conlleva no sólo una propuesta consensuada de sentimientos, valores y
actitudes, sino un marco de referencia aceptado voluntariamente según sus
convicciones, que ha de ser crisol en la búsqueda de la verdad y del bien.

5. Competencia de autonomía e iniciativa personal. En cuanto a la autonomía e


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iniciativa personal la enseñanza religiosa católica se imparte en el campo específico


de la escuela, cuyo objetivo irrenunciable formar a la persona desde dentro, liberarla
de todo lo que le impide vivir libremente conlleva su efectiva referencia a una
determinada visión del hombre y a su sentido último, para afirmarlo, negarlo o
prescindir de él.
Es finalidad fundamental del quehacer de la escuela que los alumnos
descubran su identidad personal, pero esto no será posible sin una apertura al
significado último y global de su existencia humana. La autonomía e iniciativa
personal no podrá realizarse en el alumno si no comienza ya a adiestrarse en el
conocimiento de sí mismo, en su ser más profundo, en suspotencialidades, en su
dignidad y en su sentido. La formación religiosa católica aporta de esta manera una
cosmovisión que hace posible la apertura hacia el fundamento y el sentido último de
la vida y, por tanto, al sentido de la ciencia, de la cultura y de la identidad misma de
la persona humana.
La enseñanza religiosa católica no se reduce a una enseñanza de valores;
se dirige a la persona concreta en sus raíces, en sus posibilidades humanas de
acción y de servicio y, sobre todo, se dirige al ser humano en su finalidad
trascendente. Todo ello conlleva el ofrecimiento del Evangelio de salvación de
Jesucristo, para que, una vez conocido, surja la humanidad nueva hecha de
hombres nuevos conforme al designio de Dios. Por eso la enseñanza ha de
proponer a Jesucristo como camino que nos conduce a la verdad y a la vida y ha de
hacerse desde la convicción profunda que procede de la Iglesia que confiesa,
celebra y vive la fe en Jesucristo, y, en consecuencia, mediante la forma propia y
más coherente de transmitir esa fe de la Iglesia: el testimonio.
En la contribución al desarrollo personal del alumno, la religión es generadora
de valores y de integración social. La religión colabora en esta competencia
entregando al alumno las virtualidades necesarias para crear las disposiciones y
actitudes que favorecen la inserción social. La autonomía del individuo cristiano
viene precisamente favorecida por la apertura a una visión totalizante del mundo y
de la realidad, una cosmovisión que hace posible la formación integral del alumno
frente a visiones parciales y determinantes de la libertad propia.
Desde los procedimientos del área se favorece esta competencia básica
desarrollando iniciativas y atiende especialmente a que los alumnos y alumnas
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construyan un juicio moral basado en los principios, valores y actitudes que genera
el mismo evangelio.

6. Competencia en el conocimiento e interacción con el mundo físico. La religión


católica contribuye al desarrollo de la competencia en el conocimiento e interacción
en el mundo físico a través de la doctrina social de la Iglesia, iluminando las
respuestas y las soluciones a los problemas que surgen en la interacción del ser
humano con el medio físico y con sí mismo.

También contribuye a la valoración ética del uso de la ciencia y de la tecnología.


A su vez apoya y da sentido a las habilidades y destrezas relacionadas con
la ecología que se adquieren desde esta competencia. El cristiano entiende la
naturaleza como creación de Dios, por lo que la valora, la cuida y fomenta. Todas
las aportaciones a las distintas competencias pueden ser agrupadas y definidas en
cuanto a la aportación religiosa como un desarrollo de la capacidad trascendente de
la persona, es decir su aportación espiritual y religiosa. Ello le capacita para dar
sentido a su vida. A este objeto, conforman la capacidad trascendente:

La apertura de la razón a la búsqueda de la verdad en la superación de todo


itinerario racional reductivo, la capacidad de dejarnos confrontar e interpelar por la
llamada a la libertad y a la felicidad verdadera, el empeño en el diálogo de la fe y la
razón, de la fe y la cultura, la atención a la capacidad innata para dinamizar la
inteligencia y llamar a la razón humana a la búsqueda de “algo más”, de la identidad
propia del ser humano, la capacidad de ser y estar junto a los otros desde la
fraternidad, el amor y la misericordia, el ansia de infinito, el anhelo de Dios y la
planificación del ser en la vida eterna... son, entre otros, objetivos y elementos
fundamentales en el desarrollo de las competencias antes descritas”.

Como puede observarse no todas las competencias que la Administración


propone son comentadas por la Conferencia episcopal y, por otra parte, se puede
entrever al final del texto lo importante que es tener presente una posible
competencia espiritual que cabría desarrollar en la escuela y que se ha tratado en
diferentes artículos y libros como los que se proponen en la bibliografía de R.
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Artacho y de Escuelas católicas.

Carlos Esteban es su trabajo Competentes en religión apuesta también por


una cierta aportación de la Religión a la competencia matemática y a la competencia
digital (Esteban, C. y Prieto, R., 2010, pp. 49 y 50):

7. Competencia matemática. La clase de Religión contribuye a esta competencia


cuando se trabaja el razonamiento y la lógica desde los contenidos propios del área,
por ejemplo de la Historia de la Salvación, la historia de las religiones o de la
organización de la Iglesia. Se desarrolla esta competencia cuando se promueve el
pensamiento crítico en el manejo de textos o dilemas éticos; cuando se dialoga
sobre la verdad de las cosas y se buscan las razones de las diferentes posturas
ante problemas de la vida.

8. Competencia digital. La Religión católica contribuye a esta competencia utilizando


correctamente los contenidos propios del área, seleccionando y clasificando la
información sobre el mensaje cristiano, promoviendo la autonomía del alumno en el
manejo de las fuentes de la información. Se contribuye a esta competencia
manejando las habilidades necesarias para el uso de las herramientas informáticas,
buscando, analizando, seleccionando y elaborando contenidos religiosos. La
metodología del área de Religión contribuye a esta competencia empleando
recursos TIC en el tratamiento de los contenidos, procesando y gestionando la
información de la religión que aparece en Internet, analizando la información de la
religión que aparece en la red de forma crítica, mediante un trabajo tanto individual
como en grupo.

3. Legitimidad de la presencia de la religión en la escuela

La legitimidad de la presencia de la religión en la escuela puede justificarse desde


diferentes puntos de vista, la principal es la capacidad humanizadora (Ver Gómez
Sierra, M.E., 2011, pp. 25-30 y Téllez Sánchez, A., 2009) de esta área, pero también
por su necesidad en vistas a una educación integral. Se observa pues que puede
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hablarse de razones pedagógicas, pero no sólo de estas, existe toda una legislación
que exige su presencia en el colegio y por ello también una serie de razones jurídicas.

3.1 .Razones jurídicas


La mejor forma de mostrar dichas razones jurídicas es traer a colación los textos
legales más significativos, ya que es fundamental ir a las fuentes. La simple lectura de
los mismos nos ilumina en el tema que nos ocupa.
a) Constitución Española
«Los Poderes Públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que
sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones» (Art. 27.3).

«Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la


Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de
Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas
materias ratificados por España» (Art. 10.2).

b) Acuerdos internacionales suscritos por España


 Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU 10/12/48).
«Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como
la libertad de manifestar su religión o su creencia indivi- dual y colectivamente, tanto en
público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia» (Art.
18).
«Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que
habrá de darse a sus hijos» (Art. 26.3).

 Pacto internacional de derechos civiles y políticos (ONU 16/12/66).


«Los Estados parte en el presente pacto se comprometen a respetar la libertad
de los padres y, en su caso, de los tutores legales, para garantizar que los hijos reciban
la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con su propias convicciones» (Art.
18.4).
 Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales, firmado
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por España el 28 de Septiembre de 1976 ratificado el 13 de Abril de 1977


(BOE 30/4/77).
«Los Estados parte en el presente pacto se comprometen a respetar las
libertades de los padres de escoger para sus hijos o pupilos escuelas distintas por las
creadas por las autoridades públicas siempre que aquellas satisfagan las normas
mínimas que el Estado prescriba o apruebe en materia de enseñanza, y hacer que sus
hijos o pupilos reciban la educación religiosa que esté de acuerdo con sus propias
convicciones» (Art. 3, e).
 Ley Orgánica de Libertad Religiosa (1980).
«La libertad religiosa y de culto garantizada por la Constitución comprende, con
la correspondiente inmunidad de coacción, el derecho de toda persona a […] recibir e
impartir enseñanza e información religiosa de toda índole, ya sea oralmente, por escrito
o por cualquier otro procedimiento; elegir para sí, y para los menores no emancipados
e incapacitados, bajo su dependencia, Dentro y fuera del ámbito escolar, la educación
religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones» (Art. 2.1).
«Para la aplicación real y efectiva de estos derechos los poderes públicos
adoptarán las medidas necesarias para facilitarla asistencia religiosa en los
establecimientos públicos militares, hospitalarios, asistenciales, penitenciarios y otros
bajo su dependencia, así como la formación religiosa en centros docentes públicos»
(Art. 2.3).

c) Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede sobre enseñanza y


asuntos culturales (1979).
Art I: «A la luz del principio de libertad religiosa, la acción educativa respetará el
derecho fundamental de los padres sobre la educación moral y religiosa de sus hijos en
el ámbito escolar. En todo caso, la educación que se imparta en los Centros docentes
públicos será respetuosa con los valores de la ética cristiana».
Art. II: «Los planes educativos en los niveles de Educación Preescolar, de
Educación General Básica (EGB) y de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y
Grados de Formación Profesional correspondientes a los alumnos de las mismas
edades incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de educación,
en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales.
Por respeto a la libertad de conciencia, dicha enseñanza no tendrá carácter
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obligatorio para los alumnos. Se garantiza, sin embargo, el derecho a recibirla.


Las autoridades académicas adoptarán las medidas oportunas para que el
derecho a recibir o no recibir la enseñanza religiosa no suponga discriminación alguna
en la actividad escolar.
En los niveles de enseñanza mencionados, las autoridades académicas
correspondientes permitirán que la jerarquía eclesiástica establezca, en las condiciones
concretas que con ella se convenga, otras actividades complementarias de formación
y asistencia religiosa».
Art. III: «En los niveles educativos a los que se refiere el artículo anterior, la
enseñanza religiosa será impartida por las personas que, para cada año escolar sean
designadas por la autoridad académica entre aquellas que el Ordinario Diocesano
proponga para ejercer esta enseñanza. Con antelación suficiente, el Ordinario
Diocesano comunicará los nombres de los Profesores y personas que sean
consideradas competentes para dicha enseñanza.
En los Centros públicos de Educación Preescolar, de EGB y de Formación
Profesional de primer grado, la designación, en la forma antes señalada, recaerá con
preferencia en los profesores de EGB que así lo soliciten.
Nadie estará obligado a impartir enseñanza religiosa.
Los profesores de religión formarán parte a todos los efectos, del Claustro de
Profesores de los respectivos Centros».
Art. VI: «A la jerarquía eclesiástica corresponde señalarlos contenidos de la
enseñanza y formación religiosa católica, así como proponer los libros de texto y
material didáctico relativos a dicha enseñanza y formación.
La jerarquía eclesiástica y los Órganos del Estado, en el ámbito de sus
respectivas competencias, velarán porque esta enseñanza y formación sean impartidas
adecuadamente, quedando sometido el profesorado de religión al régimen general
disciplinario de los Centros».
Art. VII: «La situación económica de los Profesores de religión católica, en los
distintos niveles educativos que no pertenezcan a los Cuerpos docentes del Estado, se
concertará entre la Administración Central y la Conferencia Episcopal Española, con
objeto de que sea de aplicación a partir de la entrada en vigor del presente Acuerdo».
PROTOCOLO FINAL: «Lo convenido en el presente Acuerdo, en lo que respecta
a las denominaciones de Centros, niveles educativos, profesorado y alumnos, medios
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didácticos, etc., subsistirá como válido para las realidades educativas equivalentes que
pudieran originarse de reformas o cambios de nomenclatura o del sistema escolar
oficial».

d) Ley orgánica de educación (LOE, 2006)


Disposición adicional segunda. Enseñanza de la religión.
1. La enseñanza de la religión católica se ajustará a lo establecido en el Acuerdo
sobre Enseñanza y Asuntos Culturales suscrito entre la Santa Sede y el
Estado español. A tal fin, y de conformidad con lo que disponga dicho
acuerdo, se incluirá la religión católica como área o materia en los niveles
educativos que corresponda, que será de oferta obligatoria para los centros y
de carácter voluntario para los alumnos.

2. La enseñanza de otras religiones se ajustará a lo dispuesto en los Acuerdos


de Cooperación celebrados por el Estado español con la Federación de
Entidades Religiosas Evangélicas de España, la Federación de Comunidades
Israelitas de España, la Comisión Islámica de España y, en su caso, a los que
en el futuro puedan suscribirse con otras confesiones religiosas.

Disposición adicional tercera. Profesorado de religión.


1. Los profesores que impartan la enseñanza de las religiones deberán cumplir
los requisitos de titulación establecidos para las distintas enseñanzas
reguladas en la presente Ley, así como los establecidos en los acuerdos
suscritos entre el Estado Español y las diferentes confesiones religiosas.

2. Los profesores que, no perteneciendo a los cuerpos de funcionarios docentes,


impartan la enseñanza de las religiones en los centros públicos lo harán en
régimen de contratación laboral, de conformidad con el Estatuto de los
Trabajadores, con las respectivas Administraciones competentes. La
regulación de su régimen laboral se hará con la participación de los
representantes del profesorado. Se accederá al destino mediante criterios
objetivos de igualdad, mérito y capacidad. Estos profesores percibirán las
retribuciones que correspondan en el respectivo nivel educativo a los
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profesores interinos.
En todo caso, la propuesta para la docencia corresponderá a las
entidades religiosas y se renovará automáticamente cada año. La
determinación del contrato, a tiempo completo o a tiempo parcial según lo que
requieran las necesidades de los centros, corresponderá a las
Administraciones competentes. La remoción, en su caso, se ajustará a
derecho.

Como puede verse en todos estos textos legales, las razones básicas para
sostener la religión en la escuela son la defensa de la libertad religiosa y la defensa del
derecho de los padres a educar a sus hijos en la religión que deseen. En definitiva,
responde a lo que exigen los Derechos Humanos.
3.2. Razones pedagógicas
Rodríguez Carrasco, en su libro Pedagogía y didáctica de la ERE ofrece una
presentación de estas razones a partir de dos funciones fundamentales de la escuela:
transmitir la cultura y ofrecer una educación integral (Ver Rodríguez Carrasco, B., 2001,
pp. 59-66). ¿Qué puede aportar la enseñanza religiosa escolar a estas dos tareas
fundamentales? Veamos en primer lugar como dos razones pedagógicas
fundamentales son la aportación que la religión realiza a cada una de estas funciones
de la institución escolar.

a) La ERE es un elemento clave para transmitir la cultura sistemática y


críticamente
Una formación cultural que sea transmitida sistemática y críticamente exige que
el colegio deba:

1. Ayudar a los alumnos a situarse lúcidamente ante la tradición cultural


española, que tan impregnada está de cristianismo
La cultura es un mundo creado por el hombre que hace posible el crecimiento y
el desarrollo de la personalidad: afectos, lenguaje, costumbres, relaciones sociales,
sentimientos, etc. Precisamente la educación consiste en asimilar parte de esa cultura
o rechazar o hacer evolucionar parte de la misma.
“La maduración de la personalidad humana surge dentro de una determinada
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tradición cultural y en este medio se sustenta y crece, pudiendo sólo configurarse a


partir de un dato cultural heredado. Aunque luego el adulto pueda y, en muchos
aspectos, deba distanciarse de esa cultura heredada para hacerla evolucionar, no
podrá hacerlo sin una previa asimilación reflexiva de la misma” (CEE, 1979, nº 13).
Nuestra cultura occidental está sustentada y conformada profundamente por
creencias, costumbres, ritos, fiestas, valores y modos de vida, etc. impregnando todos
ellos de cristianismo. Sería imposible vivir en ese contexto cultural sin estar en
condiciones de vivir, interpretar y conocer di- chos «valores» culturales. ¿Qué sería si
nuestros alumnos creciesen en nuestra sociedad sin una formación cultural básica
sobre el cristianismo, al menos en cuanto sistema de creencias, de valores, de
costumbres y de criterios de pensamiento? Un ciudadano hipotético sin esa formación
cultural sería una «extraño» de nuestra sociedad.

2. Educar a los alumnos para que se inserten críticamente en la sociedad


La función escolar de transmitir la cultura no debe consistir en reproducir sin más
el modelo de sociedad existente. Tiene que preparar ciudadanos capaces de modificar
y mejorar la sociedad. En definitiva, la escuela ha de educar en el sentido crítico, porque
sólo desde una actitud crítica, el alumno es libre y dueño de su propia historia y
constructor de la sociedad en la que vive.
Para que sea posible esta actitud crítica, se hace necesario que la escuela sea
un ámbito en el que los alumnos adquieran una escala de valores, que sirva de
referencia en su análisis crítico de los valores y contravalores que impregnan el
contexto social en que vive. Si tuviéramos que sintetizar, habría que decir que la escala
de valores ha de incluir un concepto de hombre, de sociedad, de historia, de vida, etc.,
que den respuesta a los grandes interrogantes que acosan la existencia humana. Dice
los obispos españoles: “El sistema educativo no puede tener por objetivo reproducir sin
más el modelo de sociedad existente. Habrá de disponer a sus alumnos para que
puedan abordar críticamente esa sociedad e intervenir en ella para cambiar- la o
modificarla. La preparación para esta crítica y futura intervención en la vida social
supone una determinada manera de verla vida, en cuyo fondo hay siempre una
referencia a una escala de valores y a un concepto del hombre” (CEE, 1979, nº 14).
En este sentido, la formación religiosa, y muy particularmente la fe cristiana,
ofrece un universo de valores sin los cuales ni el cristiano ni el que no lo sea podrían
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asumir una postura crítica en nuestra sociedad.


Para el que sea cristiano, es lógico que la formación religiosa le ayude a
enriquecer su convicción creyente; y para el que no lo sea, se encontrará con un
esquema de pensamiento válido para interpretar el contexto sociocultural en que vive.
De ahí que la escuela, si quiere cumplir con su función de transmitir la cultura y educar
a los alumnos en el sentido crítico, deba ofrecer una formación religiosa adecuada.

3. Dar respuesta al sentido último de la vida con todas sus implicaciones éticas
Una tercera exigencia de la escuela, en su función de transmitir la cultura, es la
de ofrecer una educación que abra horizontes de respuestas a los grandes
interrogantes de la vida humana. Decíamos antes que la jerarquía de valores -que los
alumnos han de adquirir y/o completar en la escuela-, debiera dar sentido a la realidad
sociocultural en la que vive, incluyendo los radicales y trascendentes problemas que
afectan a la existencia. Por eso, la educación será más cabal y completa en la medida
en que el educando se encuentre mejor capacitado para afrontar con lucidez los
interrogantes que hacen referencia al sentido último de la vida y a cuantos con él se
relacionan.
La importancia de una educación en este sentido estriba en la trascendencia que
la felicidad tiene para los hombres y, consecuentemente, la orientación ética y moral
que han de darles a sus vidas. El hombre inmerso en el laberinto del desconcierto, de
la duda, de la inseguridad está abocado a la «angustia vital», a la «sentido trágico de
la vida», al «vacío existencial». No es compatible identidad personal y madurez
humana, en definitiva, persona «educada» con una experiencia existencial de «sin
sentido». De ahí que la escuela deba orientar la educación hacia horizontes de
esperanza y, para ello, es necesario proyectar luz sobre la oscuridad del «sentido último
de la vida», tarea ésta que en gran parte corresponde a la escuela.
“Sin una conveniente orientación hacia un significado último y total de su
existencia humana no lograrán el niño y el adolescente su identidad personal, finalidad
fundamental del quehacer escolar. Uno de los objetivos más importantes de este
quehacer es suscitar y aclarar, según la capacidad del educando, sus preguntas
radicales en tomo a sí mismo, a su vida en la comunidad, al sentido último de la historia
y del mundo, a las limitaciones y fracasos, y a la muerte. Proporcionar este sentido es
una de las competen- cias propias de la formación religiosa” (CEE, 1979, nº 15).
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b) No existe educación integral sin la enseñanza religiosa


La «educación integral» es hoy el concepto clave de toda política educativa y,
lógicamente, también de nuestro sistema educativo. El peligro que corre todo discurso
pedagógico es que se hable prolijamente sobre educación «integral» y luego no se
saquen las conclusiones que conlleva ni se asuman en la práctica los compromisos
correspondientes. Veamos, al menos, qué implicaciones encierra una verdadera
«educación integral», meta de la función escolar.

1. Concepto pluridimensional de educación integral


Todos admiten el concepto de educación «integral». Pero ¿qué abarca tal
concepto? ¿Qué dimensiones de la personalidad incluye?
Para responder a estas preguntas necesariamente hay que especificar cuáles
son las principales dimensiones de la persona. Ciertamente caben distintas
concepciones. Por eso mismo, también cabe la concepción religiosa y trascendente.
Podrían enumerarse hasta 7: física, psico-afectiva, intelectual, estética, social, moral y
religiosa.
Nadie duda que el hombre desde sus comienzos históricos -a tenor de los datos
arqueológicos encontrados- es fundamentalmente un «hombre religioso». No se puede
apostillar que tal conducta es por razón exclusivamente cultural, queriendo de esta
manera negar que el factor religioso pertenece a la estructura de la personalidad. La
verdad es que la historia reciente de varios países del Este nos habla de la fuerza
existencia de la religiosidad en el hombre, pues, a pesar de una intervención directa
política, social, ambiental, educativa contra la religión, no ha sido posible su destrucción
o anulación ni de la conciencia ni de las prácticas del pueblo.
La antropología cultural pone de relieve que el hombre histórico es «homo
religiosus» y que tal factor religioso pertenece a la estructura de la persona. En última
instancia cabría decir que, al menos, para los creyentes, la religiosidad es constitutiva
de su personalidad.

2. Integración de la educación religiosa en la formación humana


Una verdadera «educación integral» exige también que la enseñanza religiosa
se integre en el proceso general de la formación humana. Está claro que la escuela
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debe garantizar esa formación humana integral. Pues bien, en consonancia y dentro de
ese proceso formativo, debe incorporarse la enseñanza religiosa, ya que no se trata de
una formación extraña o advenediza. Más aún, la enseñanza religiosa viene a
completar y a dar sentido pleno a dicha formación humana, al menos para los creyentes.

3. Diálogo y síntesis fe-cultura


Un tercer aspecto a considerar en relación con la «educación integral», que debe
garantizar la escuela, es la importancia que adquiere en la formación de los alumnos el
llamado «diálogo fe-cultura». Para un cristiano es fundamental alcanzar una formación
religiosa que le permita dialogar, desde los planteamientos cristianos de la fe, con el
mundo de la cultura, ya que la fe y la cultura son realidades que se interrelacionan y se
condicionan recíprocamente. Lógicamente una formación integral, al menos para
quienes son creyentes, debe facilitar este diálogo.
El diálogo fe-cultura, al que debe llevar la formación integral, realiza dos
funciones muy específicas y determinantes para los educandos:

 Por una parte, significa un “reconocimiento y una asunción leal de aquellos


valores humanos que caracterizan la cultura de nuestro tiempo” (CEE,
1979, nº 36). La fe no se cierra a la realidad humana ni al progreso, sino
que está atenta a los nuevos «signos de los tiempos».

 Por otra, el diálogo fe-cultura permite “ejercer una función crítica


mostrando los riesgos de deshumanización allí latentes, expresando su
sentido acerca de la verdadera liberación y la auténtica cultura humana”
(CEE, 1979, nº 39). En este caso, la fe -la formación religiosa- hace de
instancia crítica y de denuncia frente a toda realidad que sea contraria a
los valores humanos y cristianos.

El ideal de la educación religiosa es alcanzar a una verdadera síntesis fe- cultura,


que consiste en que el educando goce de una concepción de la vida, del hombre y del
mundo iluminada por la fe. La «síntesis fe-cultura» es lo contrario de una formación
dualista: la fe y su doctrina va por un lado y la cultura y sus exigencias, por otro. Como
si fuera posible que el hombre dejara de ser cristiano «aquí y ahora» y no «allí y luego».
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La síntesis permite pensar y actuar en la vida con un único esquema de valor que está
enriquecido por la aportación de la cultura-ciencia y por la fe-formación religiosa.

¿Cómo puede la escuela hacer posible ese diálogo-síntesis entre la fe y la


cultura? Está claro que la formación cultural es el resultado de un proceso de
enseñanza-aprendizaje a partir las distintas áreas y disciplinas que constituyen el
Proyecto Curricular del Centro. Pues en esa misma clave, la escuela, a través de la
enseñanza religiosa y en conexión con los demás saberes, es como posibilita que el
alumno elabore su propia síntesis.
“La conexión de la enseñanza religiosa con las demás disciplinas, en la escuela,
es una forma privilegiada de la relación ineludible entre fe y cultura; es el medio para
que el alumno haga personalmente la síntesis de la fe con la cultura” (CEE, 1979, nº
41).
Con total seguridad resultará muy útil confrontar la cultura y la religión para evitar
fundamentalismos religiosos. La escuela como lugar de diálogo entre lo religioso y lo
científico permitirá que los creyentes también sean críticos con ciertos aspectos de la
religión para buscar la razonabilidad de la fe huyendo de imposiciones y de actos
irracionales. Tomando unas palabras de Paredes Muñoz, al decir diálogo, no debemos
referirnos a “un sencillo intercambio entre personas, sino a la búsqueda compartida de
la verdad y de aquellos fundamentos que avalan a esa verdad y la convierten en punto
sólido de acuerdo entre personas razonables; a la búsqueda de proyectos para superar
las actuales situaciones de injusticia y para construir un futuro más humano; a integrar
la fe en el Dios de Jesucristo en esta situación humana tan novedosa, donde el hombre
consigue por sí mismo muchas de las cosas que hace pocos años le pedía a Dios”
(Paredes Muñoz, J.A., 2003, p. 37).

4. Finalidad de la enseñanza religiosa escolar

Siguiendo el texto de Rodríguez Carrasco, las finalidades de la clase de religión


son las siguientes (Rodríguez Carrasco, B., 2001, pp. 69-71):

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a) Presentar el mensaje y acontecimiento cristiano en orden a un diálogo con la


cultura, lo cual conlleva una sensibilización con las raíces cristianas en que
está inserto el conjunto de los demás saberes.
Se resalta claramente que la finalidad de la ERE es el «diálogo fe-
cultura» del que hemos hablado en el apartado anterior. Pero hay que
subrayar que la ERE tiene como «contenido» no sólo el «mensaje cristiano»
en cuanto doctrina o cuerpo doctrinal, sino que abarca también el
«acontecimiento cristiano», que hace referencia a los hechos y sucesos del
cristianismo. Es muy importante esta distinción, porque lo que caracteriza al
cristianismo no es su «doctrina», sino su «acontecimiento», cuya expresión
máxima es la Resurrección de Jesús. Se pone de relieve, además, en esta
finalidad, que el «diálogo fe-cultura» es fundamental, ya que los demás
saberes, querámoslo o no, se enmarcan en un contexto histórico-cultural de
inspiración cristiana, como ya hemos visto.

b) Presentar y descubrir la religión y, en concreto, la fe cristiana como instancia


crítica de la sociedad. Ello supone invitar a los alumnos a una actitud de
cambio y transformación de la sociedad, mediante una inserción crítica en la
misma, a la luz de los criterios que brotan del Evangelio y de la fe cristiana.

Pudiera parecer o creer que la ERE se reduce -como decíamos antes-


a una exposición de carácter intelectualista, sin ninguna referencia al orden
social, político, económico o cultural. Nada más lejos de ello. Uno de sus fines
es formar a los alumnos para que sean críticos desde la fe cristiana, y
motivarlos para que transformen la sociedad. Se trata, pues, de una
enseñanza con profundo sentido social y ético. ¿No hemos dicho que la
escuela debe ser un ámbito educativo de transmisión de la cultura y de
transformación de la misma en sus aspectos deshumanizadores? Pues la
ERE aporta un gran servicio en este sentido.

c) Presentar el mensaje cristiano en sus exigencias morales y en orden a una


actitud liberadora y humanizadora de la propia persona. Proporcionar una
jerarquía de valores y actitudes respecto al sentido de la vida. Se trata de
Pedagogía y Didáctica de la Religión Católica Tema 1 – pág. 30
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educar la dimensión ético-social de la persona en orden a una apertura


universal y realista frente a los problemas de la humanidad.
Sería un gran contrasentido que la ERE tuviera como finalidad la
transformación social y olvidara la propia transformación del educando. Todo
pro- ceso educativo conlleva una «cambio» en la personalidad. Precisamente
«educar» es ayudar a «crecer» en el proceso de personalización. Pues en
este sentido, la ERE cuida mucho la educación moral de los alumnos
ofreciéndoles un cuadro de valores, desde los que actuar en la vida, y además
los educa en las actitudes morales cristianas. Ahora bien, esta formación
religiosa específica, no hace a los alumnos un “ghetto”, sino que los hace
abiertos y solidarios con los problemas de la humanidad. Esta clave
«universalista» es característica del cristianismo.

d) Proporcionar una visión cristiana del hombre, de la historia y del mundo para
su comprensión y para un diálogo con otras cosmovisiones y tradiciones
religiosas. En este sentido hacer posible que se susciten y aclaren las
preguntas radicales del hombre en torno a sí mismo, a la sociedad y a la
historia en orden a una apertura consciente al sentido de la vida.
En el cuadro y jerarquía de valores que la ERE ofrece a los alumnos,
ocupa un lugar preferencia! la «concepción cristiana del hombre, de la historia
y del mundo». Es lógico que la formación religiosa cristiana pretenda educar
en la «cosmovisión cristiana». Con todo, hay que hacer notar que esta
formación específica no cierra las puertas al diálogo y relación con las otras
concepciones de la vida o cosmovisiones, sino que, al contrario, la hace
posible. Cuando un alumno ha adquirido una formación básica y sólida en
relación a las opciones fundamentales de la vida -las que sean-, es cuando
está en condiciones de establecer un diálogo abierto, serio y respetuoso con
quienes mantengan otras actitudes. La formación en la cosmovisión que
responda a la propia convicción posibilita además el poder responder -como
hemos dichos antes- a los planteamientos existenciales de la vida.

e) Educar la dimensión religiosa de la persona, en orden a una formación


integral.
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Curso Académico
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En apartados anteriores se reconocía la pluridimensionalidad de la


persona, incluyendo, consecuentemente, la «dimensión religiosa». No es
posible, se decía, una educación integral si no se educa dicha dimensión. De
ahí que la ERE tenga como finalidad «educar la dimensión religiosa de la
persona». Es verdad que el mundo religioso cuenta con otros ámbitos para
su educación. Pero es la escuela la que debe también educarlo, porque a ella
compete la formación sistemática, científica, interdisciplinar e integral. Y la
ERE es el cauce para tal formación.

En general, la finalidad de la clase de religión consiste en contribuir a la


educación de la dimensión religiosa de la persona. Y educar la dimensión religiosa en
la escuela conlleva ayudar a los estudiantes a que descubran la dimensión
trascendente de la vida y, libremente, se puedan abrir a ella y la dar la respuesta
adecuada. Es decir, descubrir que la realidad personal e histórica no se agota y cierra
sobre sí mismo, que hay algo o alguien que nos trasciende, que nos desborda, que está
por encima de nosotros y es distinto a nosotros. A esta realidad trascendente se la llama
Dios, Misterio, Absoluto.

Bibliografía
AA.VV. (2008) Reflexiones en torno a la competencia espiritual, Escuelas
Católicas Madrid.
Artacho, R. (2009), Enseñar competencias sobre la religión, DDB, Bilbao. CEE
(1977), Directorio general para la catequesis, Madrid.
CEE (1979), Orientaciones pastorales sobre la enseñanza religiosa escolar. Su
legitimidad, carácter propio y contenido, Madrid.
CEE (2007), Currículo del área de Religión y moral católica, Madrid. Esteban, C.
y Prieto, R. (2010), Competentes en religión. Propuestas y actividades para mejorar la
clase de religión, PPC, Madrid
Gómez Sierra, M.E. (2011), Didáctica de la Religión. Tesoro escondido de la
escuela, PPC, Madrid.
Juan Pablo II (1980), Discurso a la UNESCO, París 2 de junio de 1980. Martínez

Pedagogía y Didáctica de la Religión Católica Tema 1 – pág. 32


Curso Académico
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Carrasco, B. (2001), Pedagogía y didáctica de la ERE, Ediciones Adhara, Granada.


Pablo VI (1967), Populorum progressio.
Paredes Muñoz, J. A. (2003), El diálogo fe-cultura en el siglo XX, Universidad de
Málaga.
Téllez Sánchez, A. (2009), “Humanización, dimensión fundamental de la fe
cristiana”, Educación y futuro, nº 21, 2009, pp. 173-198.
Téllez Sánchez, A. (2011), Didáctica de la enseñanza escolar de la religión, Obra
inédita.

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