Seoane - La Noche de Los Lápices
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NUÑEZ
LA NOCHE DE LOS
LAPICES
EL ÚLTIMO SOL
142 143 :
El martes 14 le confirmaron lo del astillero. Una suerte
colgada en la peletería. Después de la cena, Nora fue a
completa: podía dejar de estudiar, y trabajar en una
dormir al departamento de una vecina. Los chicos
fábrica naval como quería. Además, su nombramiento
quedaron solos. Parecían contentos, a su edad aún podían
significaba que era "apto" para el régimen. Había
distraer preocupaciones con panqueques de dulce de
llenado una ficha de la SIDE junto con la solicitud.
leche.
Como otra posibilidad, había tramitado la
incorporación a una empresa algodonera del Chaco, que
Panchito se sentía imprevistamente solo. Habían
lo becaría en el colegio agrotécnico durante tres años y
pasado un par de días desde la última conversación con
posteriormente lo enviaría al norte a trabajar como
Claudia. El lunes, el doctor Falcone lo había
técnico en cultivo de algodón. Su padre festejaba; por fin
acompañado a comprarse camisas y Claudia se había
había sentado cabeza.
invitado al paseo, así, de paso, hablaban. Ella tenía
Ni la ficha de la SIDE ni "sentar cabeza" les
ganas de dejar el Bellas Artes. No soportaba la presión
importaban a quienes tenían otros planes para su futuro
represiva y el "discurso pro-milico" de algunos
próximo.
profesores.
En cuanto a Claudio, seguramente ese día había
Esa mañana, Claudio debía repartir volantes antes de
faltado al colegio porque no lo encontró en la esquina de 1
entrar a clases. Si Olga de Acha se quedó dormida y no lo
y 47. Los contactos con él se habían espaciado desde las
despertó, fue porque, en el fondo, quería impedírselo.
detenciones 211 el Nacional. De Emilce Moler, que
Claudio no se lo reprochó aunque estaba molesto por
también venía a las reuniones en su casa, tampoco tenía
haber faltado a su compromiso. Como era habitual
noticias. ¿Qué estaba pasando?
cuando no iba al colegio, cuidó a su hermano Pablo y
Había perdido la tarde buscándolos. Cuando volvió
estuvo practicando juegui-tos con la pelota, solo en el
al almacén, su familia se preparaba para el asado en la
fondo. De 'cualquier manera, no sentía deseos de salir de
casa de los vecinos. Festejaban el mejorado de la calle de
su casa.
tierra. La comida duró hasta tarde. Como siempre, le
Lamentaba no haberse encontrado con Panchito en
pidieron que toara su flauta o la guitarra pero Panchito
los últimos días; se hubieran animado mutuamente. Lo
se disculpó. Esta-a desconcertado; no sabía qué hacer.
del Nacional había sido grueso. El I2 de agosto habían
No se acostó inmediatamente. Su abuela Natividad lo
detenido a Pablo Pastrana de la FJC por 24 horas. Lo
escuchó pasear por el fondo de la casa, pateando
golpearon duro para que informara sobre las actividades
piedritas.
y los miembros del centro de estudiantes. Si a Pastrana,
que tenía 15 años, lo habían tratado así, la edad no
Pablo no veía a los chicos de la UES desde fines de
protegía de las palizas. Lo del 1º de setiembre alimentaba
agosto,-no sólo porque lo dificultaban sus horarios —
su preocupación. El interrogatorio a Krause, Pastrana y
traba-iba por la mañana y por la tarde iba a "La
Marcaciano había terminado en secuestro.
legión"— sino orque la actividad conjunta había
Al atardecer fue a telefonear a una casa cercana. La
decaído mucho. Durante semana había viajado a Las
vecina estaba excitada porque su gata tendría cría de un
Delicias, en Entre Ríos, para arrutar su ingreso al
momento a otro. Conocía la pasión de Claudio por los
colegio agrotécnico mientras tentaba i incorporación a
gatos y
los Astilleros Navales de Río Santiago.
también la oposición de su madre a que tuviera alguno en la
casa.
—Te prometo uno apenas nazcan.
—No, mi vieja no quiere.
—Cómo no, la vas a convencer.
Permanecieron un rato largo hablando sobre, gatos. Apos-
taron al parto esa misma noche o a la mañana siguiente.
Regresó a su casa para la cena. Cuando sus hermanos se
durmieron, se sentó cerca de su madre y escuchó Pato trabaja
en una carnicería. Morís le gustaba tanto como Los Beatles. La pesadilla
Se identificaba más con sus letras y las del flaco Spineta que
con las de Joe Cocker o John Lennon. "Detrás de las paredes
Se acostó cerca de medianoche, con La condición humana que ayer se han levantado
de André Malraux. A poco, se rendía al agobio de esos días te ruego que respires todavía.
de tensión. El libro quedó cubriéndole la cara.
Apoyo mis espaldas
y espero que me abraces,
atravesando el muro de mis días.
Y rasguña las piedras,
y rasguña las piedras,
y rasguña las piedras
hasta mí." Charly
García - Sui Generis
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LA NOCHE DEBAJO DE EL DÍA
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porque sus pulmones estaban enfermos, para impedir que El pequeño Pablo había quedado hipnotizado por el ca-
los seis o siete hombres maltrataran a María Clara y a ñón de una de las armas. "Por favor, tengan cuidado,- está
Claudia. La empujaron con las armas hasta su cama, pero recién operado del corazón, tiene sólo tres años." "Señora,
se repuso y volvió a escuchar el interrogatorio. Vio las ca- no complique las cosas", advirtió uno de los encapuchados.
bezas gachas de las chicas, vendas en sus ojos. Entonces la "¿Quién es ésta? ", preguntó por Sonia, de 11 años. "¿Y éste,
encerraron y ataron al picaporte. Las frases le llegaron a qué hace?" "Es Claudio, va al bachillerato, al Colegio
trozos. Luego, silencio. Se arrastró hasta la ventana y vio a Nacional", contestó Ignacio de Acha. "Bien, debemos lle-
Claudia y a María Clara forzadas a subir a un camión del varlo por razones de seguridad del Ejército." Olga vio có-
Ejército. El living había quedado desierto. Sólo unas lámi- mo lo arrastraban en ropa interior por el pasillo, gritó que
nas y el collage inconcluso sobre la mesa. Apenas llegaron la dejaran alcanzarle un pantalón y lo besó y acarició ape-
el doctor Falcone y Nelva Méndez, avisados por el portero, nas.
al departamento del sexto piso de la calle 56 NB 586, Rosa Eran las cinco de la mañana cuando los de Acha atra-
se desmayó.15 vesaron plaza Italia, y se detuvieron un segundó para abra-
zarse y llorar.16
El almirante Isaac Rojas había celebrado en el Luna
Park otro aniversario de su golpe contra Perón. Más adelan- ¿Qué hacer? Después de lo de la madrugada del 16, sen-
te, la página de espectáculos. No era habitual insertar allí tía miedo de ir al colegio y también de quedarse en su casa.
noticias sobre detenciones de estudiantes, pero Pablo quiso En un momento, se le había ocurrido preguntar por los chi-
asegurarse. David Niven en Tigres de papel y Vittorio Gas- cos en las comisarías pero inmediatamente se asustó de su
man en Nos habíamos amado tanto brillaban desde la nómi- atrevimiento. El impulso de acudir a su padre-aumentó su
na de películas. En otra ocasión se hubiera detenido a con- inquietud y lo descartó.
siderar cuándo las vería: le gustaban los filmes románticos. Al anochecer fue. a la estación de servicio donde traba-
Al costado, la reposición de Yo tengo fe, de Palito Ortega, la jaba uno de sus amigos del barrio, en" 13 y 520.:Que-lo ayu-
programación de televisión y los horarios de funciones del dara a pensar cómo sobrevolar esos días hasta que la tor-
circo Eguino Bros. menta amainara.
Las dos y treinta y cinco. El grupo encapuchado irrum- Las cuatro y cuarenta. Calle 116'N? 542.- Olga Fermán
pió en el NS2539 de la calle 73 al grito de "¡Ejército Ar- de Ungaro pidió tiempo para vestirse a los ocho hombres
gentino, entreguen armas!". Se abalanzaron sobre Ignacio del Ejército que querían entrar,'y se-desesperó hasta el
Javier de Acha y Olga Koifmann que estaban acostados y cuarto de Daniel y Horacio para avisarles. Los chicos tu-
los empujaron hasta la pared dé la cocina: "Los libros, vieron tiempo de desprenderse del arma que escondían de-
¿dónde estonios libros y las armas?". "No tenemos armas, bajo de la almohada: el libro de Politzer, que voló por la
y los únicos libros son los de los chicos, de la escuela ", bal- ventana. Prisionera en Ia cocina, Olga escuchó el interro-
buceó Olga. gatorio y los golpes. Horacio y Daniel repetían que no sa-
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bían nombres, que no conocían a las personas por las que
López que los llevara hasta sus hijos. Los precedió, encaño
preguntaban los encapuchados. Le dijeron: "Los llevamos
nada, por el pasillo lateral de la casa. Cinco autos grandes
para interrogarlos. Más tarde se los devolveremos, seño-
en la puerta y hombres parapetados en los techos. Supo que
ra". Y escuchó cómo los arrastraban desnudos por las es- buscaban sin precisiones cuando entraron ai almacén don
caleras. Cada escalón le desgarraba el pecho, desde el de dormían Panchito y Víctor.
quinto piso hasta la planta baja."
"¿Dónde están las armas?", preguntaron. Panchito negó
que las tuvieran, pero insistieron: él debía tener asignada
Se les ocurrió que la misma estación de servicio podía
una. El grupo que se había desplazado para revisar el
servir de escondite. Juntos, la revisaron de arriba a abajo.
resto de la casa regresó frustrado: ni armas ni volantes. Co-
Pronto se desanimaron; no había huecos en las paredes, la
mo machacaban con la acusación de armas escondidas,
oficina era de vidrio transparente y el foso para coches de-
Panchito les señaló el ropero que compartía con su hermano.
masiado peligroso. Tomaron mate un largo rato, hasta que
Encontraron un rifle de aire comprimido, viejo y partido en
una idea salvadora les despejó la angustia. ¿Quién sospe-
dos, y una pistola de aire comprimido, pero nueva. "¿Nos
charía que dentro de una expendedora de hielo Rolito estaba
estás cargando?", gritaron furiosos. -"Nos lo tenemos que
durmiendo un hombre? llevar, señora. Cuando conteste lo que queremos saber se
Pablo tendió la frazada sobre el colchón de diarios, den- lo devolvemos." Panchito se atrevió: "Es que yo no sé
tro de la expendedora. Acostado, .acarició la idea de que es- nada". "Entonces, pibe", amenazó uno de ellos, "atenéte a
tuviera en servicio. Podría copiar a aquellos famosos de las consecuencias ".
Hollywood que pagaban montañas de dólares para ser con-
Irma les rogó que lo dejaran vestirse. Vio cómo sacaban
gelados y revivir luego de años de vida latente. El sólo ne-
un pulóvery un pantalón azul del ropero. Trató de seguirlos
cesitaba que pasaran esos días.
pero la amenazaron con una ametralladora. Apenas desapa-
Ese domingo 19, desde el suplemento de El Día, el as- recieron corrió a la casa de Luis, su hijo mayor, que era
trólogo Horangel vaticinaba: "El país tiene un porvenir muy quien más la preocupaba. A Panchito, ya se lo devolverían.™
destacado en 1977 (...) y entra como un balazo en 1980".
Pablo no hubiera podido percibir la trágica literalidad de
¿Cuánto tiempo resistiría sin actividades, con la angus-
"como un balazo" porque la muerte, en la adolescencia, es tia del futuro, visitando sobresaltado a su gente? En la tarde
ajena. De otra manera, hubiera sentido el tiempo suspender- del 20, Pablo regresó a su casa y habló con su padre sobre
se y un muro delante de su historia. Pero no leyó la predic- su actividad estudiantil y el secuestro de los chicos. El pro-
ción, preocupado por lo que haría al día siguiente. fesor opinó que nada grave podía pasarle, que permaneciera
en casa, que después de todo él no había cometido ningún
Las cinco de la madrugada. Después de rajar a culata- delito. No logró tranquilizarse.
zos la puerta del NB2123 de la calle 17, los seis hombres Hizo una ronda por las casas de sus amigos y terminó
uniformados con ropa de fajina del Ejército, sólo dos a ca- cenando en lo de "Bachicha", como le decían a su amigo
ra descubierta, le exigieron a gritos a Irma Muntaner de Juan Diego Reales. Comió como nunca.
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—Mira —bromeó con Diego—, creo que de esta noche Pablo era el último de los marcados. La jaula de La noche de los
no paso, así que prefiero estar con la panza llena. lápices se había completado. Hacía frío, amanecía.Era martes
A las cuatro, la primavera irrumpió armada en el N 435 de 21, Día del Estudiante.
la calle 10. Daniel Díaz se asomó por la ventana de la planta
alta respondiendo a los culatazos sobre el portón de entrada.
—Deja —le gritó Pablo—, me vienen a buscar a mí. —
Bajaba la escalera en ese momento subiéndose los pan-
talones.
Los ocho hombres con pasamontañas cubriéndoles la
cara vestían ropas diversas; algunos, bombachas del Ejército.
Lo empujaron y le apoyaron una pistola en la nuca, mientras
obligaban al resto de la familia a tirarse a su lado. Lo
intimaron a entregar lo que tenía escondido.
-—No entiendo, yo no escondo nada —respondió Pablo.
Los escuchó identificarse como Ejército Argentino. "Des-
pués me dijeron que habían robado, que se habían llevado un
bolso de mi hermana, una cámara fotográfica,- anas joyas de mi
madre. Al living entró el hombre que daba las órdenes, la-
mentándose de que en la casa no había nada especial. Un señor
de cuarenta y cinco años, canoso, a quien posteriormente por
fotos pude reconocer como el comisario Vides."
Lo arrastraron hasta la puerta y lo tiraron dentro de uno de
los cuatro coches, sobre alguien que ya estaba boca abajo,
encapuchado.
Imaginó a los vecinos cerrando sus ventanas y dejándolo
solo cuando los secuestradores gritaron: "¡Bajen las persianas
o tiramos!", y esa representación ahondó su miedo."¿A dónde
me llevan?", balbuceó, y recibió un culatazo seco en la
espalda..
Cerca de media hora más tarde y después de una travesía
por la ciudad, frenaron frente a un portón. "Me mostraron
después un croquis y creo reconocer que era Arana. Se decía
campo de concentración Arana."
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