Seoane - La Noche de Los Lápices

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MARÍA SEOANE HÉCTOR RUIZ

NUÑEZ

LA NOCHE DE LOS
LAPICES
EL ÚLTIMO SOL

El 15 de setiembre, desde temprano, el sol se exhibió


despreocupado frente a la amenaza de las pequeñas y escasas
nubes. Después de un otoño y un invierno más desapacibles
que los habituales, la primavera de 1976 se anticipaba sobre
La Plata. Para los vecinos de la ciudad, ese miércoles no se
presentaba diferente a muchos otros. A su lado, un grupo de
adolescentes vivía, como una angustia imprecisa, sus
presagios.

Ese mediodía, después de llegar del colegio Claudia se


sentó a esperar a María Clara para contarle la última discusión
con su hermano. Jorge estaba enojado por la ligereza con que
manejaba sus actividades estudiantiles. Aunque apoyaba su
lucha apasionada por ideales compartidos, le reprochaba la
negación del peligro que en esos días era el protagonista de la
ciudad. Rosa 'Tata" Matera no preguntó nada cuando la vio
ensimismada. Sabía que un rato más tarde Claudia estaría
cocinando alguna torta o toneladas de papas fritas. "Los vicios
no se pierden así nomás", pensó. En ese
momento la escuchó recordarle que al día siguiente se
realizara en el lugar donde la subversión había sido
cumplía el 21a aniversario de la Libertadora. derrotada, y reafirmó que se combatiría la infiltración
—Día de brujas para cazar peronistas —ironizaba ideológica.
Claudia desde la cocina.
El recuerdo de la historia familiar asaltó Las directivas para los rectores sobre ese tema, señalaría
inmediatamente a Rosa Matera, pero Claudia no se luego a los periodistas, "eran de carácter reservado".
detuvo en el augurio. Estaba escuchando las noticias por Claudia tuvo la certeza de que la circular firmada por
radio. Solari, adoptada en el Bellas Artes, que ordenaba la
Videla había tenido un almuerzo de trabajo con varios represión a los Testigos de Jehová y a quienes se negaran
gobernadores, una reunión con la comisión ejecutiva de la a venerar los sím bolos patrios13, se integraba a la trama
Conferencia Episcopal y seis horas de maratón con sus que se estaba hacien do pública en Tucumán.
colegas de la Junta para analizar la marcha del plan A media tarde, fue a buscar a su madre al trabajo. Le
económico de Martínez de Hoz. Con la Iglesia trató varios pidió plata para comprar una lámina porque debía llevar
temas. Había pedido a los obispos que retiraran de un collage como tarea. Nelva la vio contenta y juguetona
circulación la Biblia Latinoamericana, editada en 1974 por como sie mpre.
Ediciones Paulinas de España, aún en época del
generalísimo Franco, "por su contenido e ilustraciones María Clara buscó a Horacio. El le gustaba pero no
marxistas". Los monseñores Juan Carlos Aram-buru, hubiera podido definir sus sentimientos. Seguía
Vicente Zaspe y Raúl Primatesta también escucharon sus poniéndose colorada cuando Nora Ungaro la llamaba:
explicaciones sobre la marcha de la represión y los logros en "cuñada". Se preguntaba si sus sensaciones habían
"la pacificación del país", e incluso una promesa de mejorar despertado aquel día de marzo, en que habían estado
el salario de los trabajadores. El secretario del Episcopado bailando toda la noche en una peña del Bellas Artes, o si
Carlos Galán fue el encargado de calificar a la reunión en esos meses del exilio en La Plata lo había buscado
como "muy cordial". Sobre la Biblia impugnada, se como refugio contra su soledad. Se sentía todavía más
apresuró a recordar que el obispo de San Juan, Ildefonso desprotegida desde la última semana de agosto: debió
María Sansierra, había abierto el fuego una semana antes apartarse de su familia porque el Ejército había allanado
("La Biblia Latinoamericana es un fraude y una la casa de la calle 63. La buscaban a ella pero se
falsificación marxista"), e informó que la Comisión de llevaron detenidos a sus padres por unas horas.
Teología estaba estudiando el tema. Encontró a Horacio en su casa, solo, concentrado en
En Tucumán se estaba desarrollando la V Asamblea pintar sobre su delantal un ojo enorme y una gran
del Consejo Federal de Educación. El ministro Bruera lágrima. La clásica representación de la tristeza. "
presidía las deliberaciones, a las que asistía invitado el —Creo que es mejor no vernos por unos días, fijóte lo
gobernador tucumano y jefe de la V Brigada, general que les pasó a los chicos del Nacional. Claudio piensa lo
Domingo Bussi. Como anfitrión, correspondió el mismo.
discurso de apertura al ministro de Educación local, —¿Te parece que se las tomarán con nosotros? —pre-
Olegario Von Burén, quien señaló el "Dios, Patria y guntó Horacio. .
Hogar" como meta de la educación. Bruera se —¿Todavía no estás convencido?
congratuló por el hecho de que la Asamblea se
Horacio la observaba jugar con los pinceles. La enfermedad de su abuela, que decidió el repentino
—Estas medio bajaneada, ¿no? viaje de su madre a Punta Alta, había perturbado a Daniel.
—Más o menos... Mis viejos no vinieron a la cita del do- Vivía un momento especialmente inoportuno para sufrir au-
mingo, espero que no les haya pasado nada. sencias definitivas o temporarias. Aunque. en cuanto a su
—Miró, no te calentes al pedo. Ya los tuvieron y los lar- madre, el viaje tal vez le evitaba explicaciones. Las deten-
garon. No tiene sentido que les sigan haciendo problemas. ciones de otros estudiantes lo habían decidido a dejar su ca-
Dale, "cieguita ", anda a cebar unos mates. Apenas venga sa por algunos días. Su hermana Norma discutió esa resolu-
mi hermana tengo que ir a atender el kiosco de mi vieja. ción, intentando convencerlo dé que se quedara, qué nada
Cucharita, yerba y azúcar que no le impidieron recordar sucedería; finalmente, se había resignado. Consiguió que
el último encuentro con sus padres en la misa del Sagrado una amiga suya le permitiera al hermano dormir en su de-
Corazón, en 9 y 58. ¿Había sido el último domingo de partamento. Pero esa noche, Daniel no podía contar con el
agosto? No. un poco antes. Después de ese día había con-
refugio. La amiga se había reconciliado con el novio y en un
seguido hablar con ellos por teléfono, pero no era suficien-
departamento de un ambienté no cabían los tres.
te. Necesitaba tocarlos aunque tuviese miedo de ponerlos
Había oscurecido cuándo busco a Horacio en el kiosco.
en peligro. Sí, había sido a mediados de agosto. Escucha-
Se entretuvieron comentando' el partido que Gimnasia le ha-
ron misa con aquella música detrás de los rezos: "Escucha
bía ganado a Independiente en la primera fecha del torneo
hermano la canción de la alegría, en que los hombres vol-
nacional. Daniel insistía en que no podía faltar el domingo
verán a ser hermanos". Su padre la-había mirado con ternu-
siguiente: Gimnasia, de local, frente a Temperley. Horacio
ra, mientras ella se abrazaba a su madre con un llanto anti-
estaba desganado. Aunque no lo percibía, el fútbol era su re-
guo pero breve.
curso natural para conjurar la inquietud.
—Mate sí, Ungaro —gritó desde la cocina— pero a
No tenían otra alternativa, así qué "fueron" a pasarla no-
cambio del libro que estás leyendo.
che en el departamento de Olga de Ungaro.'Apenas llegados
—Espera que lo termine. ¿Estás segura de que no te vas
se trenzaron en una disputa recurrente por esos días: sus res-
a escandalizar con Politzer? Vos sos medio monjita... —la
pectivos méritos para el padrinazgo del hijo de Inés.14 Ser
provocó Horacio.
tíos a ésa edad era "un lujo". Nora intervino para calmarlos,
Nora Ungaro alcanzó a escuchar la discusión sobre el fi-
con poco éxito. Terminaron trabados en una reñida-lucha li-
lósofo marxista desde el pasillo. Estaba acostumbrada a los
jueguitos diarios de su hermano y María Clara, quien final- bre sobre la cama, como eirá habitual. Impotente frente a las
mente se resignó a esperar el libro unos días más. Atardecía risotadas y forcejeos, Nora les ofreció panqueques dé dulce
cuando salieron juntos del departamento. Horacio hacia el de leche a cambio del cese de hostilidades. Se los tenía pro-
kiosco de su madre y María Clara a la casa de "Tata" Mate- metidos desde hacía varias semanas:
ra. Ante ella debía seguir fingiendo que sus padres estaban Comieron desaforadamente miraron1 dibujos animados, y
en Bahía Blanca. luego terminaron de pintar,'juntos, el ojo y la lágrima en el
delantal. La idea había sido de"'Daniel'. Ese ojo estaba en la
reproducción del Guernica de1 Picasso qué su madre tenía

142 143 :
El martes 14 le confirmaron lo del astillero. Una suerte
colgada en la peletería. Después de la cena, Nora fue a
completa: podía dejar de estudiar, y trabajar en una
dormir al departamento de una vecina. Los chicos
fábrica naval como quería. Además, su nombramiento
quedaron solos. Parecían contentos, a su edad aún podían
significaba que era "apto" para el régimen. Había
distraer preocupaciones con panqueques de dulce de
llenado una ficha de la SIDE junto con la solicitud.
leche.
Como otra posibilidad, había tramitado la
incorporación a una empresa algodonera del Chaco, que
Panchito se sentía imprevistamente solo. Habían
lo becaría en el colegio agrotécnico durante tres años y
pasado un par de días desde la última conversación con
posteriormente lo enviaría al norte a trabajar como
Claudia. El lunes, el doctor Falcone lo había
técnico en cultivo de algodón. Su padre festejaba; por fin
acompañado a comprarse camisas y Claudia se había
había sentado cabeza.
invitado al paseo, así, de paso, hablaban. Ella tenía
Ni la ficha de la SIDE ni "sentar cabeza" les
ganas de dejar el Bellas Artes. No soportaba la presión
importaban a quienes tenían otros planes para su futuro
represiva y el "discurso pro-milico" de algunos
próximo.
profesores.
En cuanto a Claudio, seguramente ese día había
Esa mañana, Claudio debía repartir volantes antes de
faltado al colegio porque no lo encontró en la esquina de 1
entrar a clases. Si Olga de Acha se quedó dormida y no lo
y 47. Los contactos con él se habían espaciado desde las
despertó, fue porque, en el fondo, quería impedírselo.
detenciones 211 el Nacional. De Emilce Moler, que
Claudio no se lo reprochó aunque estaba molesto por
también venía a las reuniones en su casa, tampoco tenía
haber faltado a su compromiso. Como era habitual
noticias. ¿Qué estaba pasando?
cuando no iba al colegio, cuidó a su hermano Pablo y
Había perdido la tarde buscándolos. Cuando volvió
estuvo practicando juegui-tos con la pelota, solo en el
al almacén, su familia se preparaba para el asado en la
fondo. De 'cualquier manera, no sentía deseos de salir de
casa de los vecinos. Festejaban el mejorado de la calle de
su casa.
tierra. La comida duró hasta tarde. Como siempre, le
Lamentaba no haberse encontrado con Panchito en
pidieron que toara su flauta o la guitarra pero Panchito
los últimos días; se hubieran animado mutuamente. Lo
se disculpó. Esta-a desconcertado; no sabía qué hacer.
del Nacional había sido grueso. El I2 de agosto habían
No se acostó inmediatamente. Su abuela Natividad lo
detenido a Pablo Pastrana de la FJC por 24 horas. Lo
escuchó pasear por el fondo de la casa, pateando
golpearon duro para que informara sobre las actividades
piedritas.
y los miembros del centro de estudiantes. Si a Pastrana,
que tenía 15 años, lo habían tratado así, la edad no
Pablo no veía a los chicos de la UES desde fines de
protegía de las palizas. Lo del 1º de setiembre alimentaba
agosto,-no sólo porque lo dificultaban sus horarios —
su preocupación. El interrogatorio a Krause, Pastrana y
traba-iba por la mañana y por la tarde iba a "La
Marcaciano había terminado en secuestro.
legión"— sino orque la actividad conjunta había
Al atardecer fue a telefonear a una casa cercana. La
decaído mucho. Durante semana había viajado a Las
vecina estaba excitada porque su gata tendría cría de un
Delicias, en Entre Ríos, para arrutar su ingreso al
momento a otro. Conocía la pasión de Claudio por los
colegio agrotécnico mientras tentaba i incorporación a
gatos y
los Astilleros Navales de Río Santiago.
también la oposición de su madre a que tuviera alguno en la
casa.
—Te prometo uno apenas nazcan.
—No, mi vieja no quiere.
—Cómo no, la vas a convencer.
Permanecieron un rato largo hablando sobre, gatos. Apos-
taron al parto esa misma noche o a la mañana siguiente.
Regresó a su casa para la cena. Cuando sus hermanos se
durmieron, se sentó cerca de su madre y escuchó Pato trabaja
en una carnicería. Morís le gustaba tanto como Los Beatles. La pesadilla
Se identificaba más con sus letras y las del flaco Spineta que
con las de Joe Cocker o John Lennon. "Detrás de las paredes
Se acostó cerca de medianoche, con La condición humana que ayer se han levantado
de André Malraux. A poco, se rendía al agobio de esos días te ruego que respires todavía.
de tensión. El libro quedó cubriéndole la cara.
Apoyo mis espaldas
y espero que me abraces,
atravesando el muro de mis días.
Y rasguña las piedras,
y rasguña las piedras,
y rasguña las piedras
hasta mí." Charly
García - Sui Generis

146
LA NOCHE DEBAJO DE EL DÍA

En la mañana del viernes, Pablo repasó las páginas del


diario El Día, por segunda vez y ya con escasas esperanzas.
Sobre la suerte de los chicos, nada. En primera plana, a cin-
co columnas, la declaración inicial del Consejo Federal de
Educación reunido en Tucumán: "El Estado está inserto en
un orden cristiano y debe proteger la esencia de la naciona-
lidad, las instituciones, la paz, el orden, los símbolos nacio-
nales, la moral y la integridad de la familia". De acuerdo a
las noticias que había recopilado durante el día anterior, no
correspondía al Estado extender esa protección a sus com-
pañeros.

El día 16 tenía transcurrido sólo treinta minutos. Rosa


Matera se acomodaba al sueño leve de sus setenta y ocho
años, cuando escuchó los primeros golpes en la puerta, en
seguida otro sobre los muebles heredados de sus padres, los
pasos duros en el living y las voces extrañas. Encontró fuer-
zas para salir de su dormitorio y gritó con las entrañas,

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porque sus pulmones estaban enfermos, para impedir que El pequeño Pablo había quedado hipnotizado por el ca-
los seis o siete hombres maltrataran a María Clara y a ñón de una de las armas. "Por favor, tengan cuidado,- está
Claudia. La empujaron con las armas hasta su cama, pero recién operado del corazón, tiene sólo tres años." "Señora,
se repuso y volvió a escuchar el interrogatorio. Vio las ca- no complique las cosas", advirtió uno de los encapuchados.
bezas gachas de las chicas, vendas en sus ojos. Entonces la "¿Quién es ésta? ", preguntó por Sonia, de 11 años. "¿Y éste,
encerraron y ataron al picaporte. Las frases le llegaron a qué hace?" "Es Claudio, va al bachillerato, al Colegio
trozos. Luego, silencio. Se arrastró hasta la ventana y vio a Nacional", contestó Ignacio de Acha. "Bien, debemos lle-
Claudia y a María Clara forzadas a subir a un camión del varlo por razones de seguridad del Ejército." Olga vio có-
Ejército. El living había quedado desierto. Sólo unas lámi- mo lo arrastraban en ropa interior por el pasillo, gritó que
nas y el collage inconcluso sobre la mesa. Apenas llegaron la dejaran alcanzarle un pantalón y lo besó y acarició ape-
el doctor Falcone y Nelva Méndez, avisados por el portero, nas.
al departamento del sexto piso de la calle 56 NB 586, Rosa Eran las cinco de la mañana cuando los de Acha atra-
se desmayó.15 vesaron plaza Italia, y se detuvieron un segundó para abra-
zarse y llorar.16
El almirante Isaac Rojas había celebrado en el Luna
Park otro aniversario de su golpe contra Perón. Más adelan- ¿Qué hacer? Después de lo de la madrugada del 16, sen-
te, la página de espectáculos. No era habitual insertar allí tía miedo de ir al colegio y también de quedarse en su casa.
noticias sobre detenciones de estudiantes, pero Pablo quiso En un momento, se le había ocurrido preguntar por los chi-
asegurarse. David Niven en Tigres de papel y Vittorio Gas- cos en las comisarías pero inmediatamente se asustó de su
man en Nos habíamos amado tanto brillaban desde la nómi- atrevimiento. El impulso de acudir a su padre-aumentó su
na de películas. En otra ocasión se hubiera detenido a con- inquietud y lo descartó.
siderar cuándo las vería: le gustaban los filmes románticos. Al anochecer fue. a la estación de servicio donde traba-
Al costado, la reposición de Yo tengo fe, de Palito Ortega, la jaba uno de sus amigos del barrio, en" 13 y 520.:Que-lo ayu-
programación de televisión y los horarios de funciones del dara a pensar cómo sobrevolar esos días hasta que la tor-
circo Eguino Bros. menta amainara.

Las dos y treinta y cinco. El grupo encapuchado irrum- Las cuatro y cuarenta. Calle 116'N? 542.- Olga Fermán
pió en el NS2539 de la calle 73 al grito de "¡Ejército Ar- de Ungaro pidió tiempo para vestirse a los ocho hombres
gentino, entreguen armas!". Se abalanzaron sobre Ignacio del Ejército que querían entrar,'y se-desesperó hasta el
Javier de Acha y Olga Koifmann que estaban acostados y cuarto de Daniel y Horacio para avisarles. Los chicos tu-
los empujaron hasta la pared dé la cocina: "Los libros, vieron tiempo de desprenderse del arma que escondían de-
¿dónde estonios libros y las armas?". "No tenemos armas, bajo de la almohada: el libro de Politzer, que voló por la
y los únicos libros son los de los chicos, de la escuela ", bal- ventana. Prisionera en Ia cocina, Olga escuchó el interro-
buceó Olga. gatorio y los golpes. Horacio y Daniel repetían que no sa-
150 151
bían nombres, que no conocían a las personas por las que
López que los llevara hasta sus hijos. Los precedió, encaño
preguntaban los encapuchados. Le dijeron: "Los llevamos
nada, por el pasillo lateral de la casa. Cinco autos grandes
para interrogarlos. Más tarde se los devolveremos, seño-
en la puerta y hombres parapetados en los techos. Supo que
ra". Y escuchó cómo los arrastraban desnudos por las es- buscaban sin precisiones cuando entraron ai almacén don
caleras. Cada escalón le desgarraba el pecho, desde el de dormían Panchito y Víctor.
quinto piso hasta la planta baja."
"¿Dónde están las armas?", preguntaron. Panchito negó
que las tuvieran, pero insistieron: él debía tener asignada
Se les ocurrió que la misma estación de servicio podía
una. El grupo que se había desplazado para revisar el
servir de escondite. Juntos, la revisaron de arriba a abajo.
resto de la casa regresó frustrado: ni armas ni volantes. Co-
Pronto se desanimaron; no había huecos en las paredes, la
mo machacaban con la acusación de armas escondidas,
oficina era de vidrio transparente y el foso para coches de-
Panchito les señaló el ropero que compartía con su hermano.
masiado peligroso. Tomaron mate un largo rato, hasta que
Encontraron un rifle de aire comprimido, viejo y partido en
una idea salvadora les despejó la angustia. ¿Quién sospe-
dos, y una pistola de aire comprimido, pero nueva. "¿Nos
charía que dentro de una expendedora de hielo Rolito estaba
estás cargando?", gritaron furiosos. -"Nos lo tenemos que
durmiendo un hombre? llevar, señora. Cuando conteste lo que queremos saber se
Pablo tendió la frazada sobre el colchón de diarios, den- lo devolvemos." Panchito se atrevió: "Es que yo no sé
tro de la expendedora. Acostado, .acarició la idea de que es- nada". "Entonces, pibe", amenazó uno de ellos, "atenéte a
tuviera en servicio. Podría copiar a aquellos famosos de las consecuencias ".
Hollywood que pagaban montañas de dólares para ser con-
Irma les rogó que lo dejaran vestirse. Vio cómo sacaban
gelados y revivir luego de años de vida latente. El sólo ne-
un pulóvery un pantalón azul del ropero. Trató de seguirlos
cesitaba que pasaran esos días.
pero la amenazaron con una ametralladora. Apenas desapa-
Ese domingo 19, desde el suplemento de El Día, el as- recieron corrió a la casa de Luis, su hijo mayor, que era
trólogo Horangel vaticinaba: "El país tiene un porvenir muy quien más la preocupaba. A Panchito, ya se lo devolverían.™
destacado en 1977 (...) y entra como un balazo en 1980".
Pablo no hubiera podido percibir la trágica literalidad de
¿Cuánto tiempo resistiría sin actividades, con la angus-
"como un balazo" porque la muerte, en la adolescencia, es tia del futuro, visitando sobresaltado a su gente? En la tarde
ajena. De otra manera, hubiera sentido el tiempo suspender- del 20, Pablo regresó a su casa y habló con su padre sobre
se y un muro delante de su historia. Pero no leyó la predic- su actividad estudiantil y el secuestro de los chicos. El pro-
ción, preocupado por lo que haría al día siguiente. fesor opinó que nada grave podía pasarle, que permaneciera
en casa, que después de todo él no había cometido ningún
Las cinco de la madrugada. Después de rajar a culata- delito. No logró tranquilizarse.
zos la puerta del NB2123 de la calle 17, los seis hombres Hizo una ronda por las casas de sus amigos y terminó
uniformados con ropa de fajina del Ejército, sólo dos a ca- cenando en lo de "Bachicha", como le decían a su amigo
ra descubierta, le exigieron a gritos a Irma Muntaner de Juan Diego Reales. Comió como nunca.

152 153
—Mira —bromeó con Diego—, creo que de esta noche Pablo era el último de los marcados. La jaula de La noche de los
no paso, así que prefiero estar con la panza llena. lápices se había completado. Hacía frío, amanecía.Era martes
A las cuatro, la primavera irrumpió armada en el N 435 de 21, Día del Estudiante.
la calle 10. Daniel Díaz se asomó por la ventana de la planta
alta respondiendo a los culatazos sobre el portón de entrada.
—Deja —le gritó Pablo—, me vienen a buscar a mí. —
Bajaba la escalera en ese momento subiéndose los pan-
talones.
Los ocho hombres con pasamontañas cubriéndoles la
cara vestían ropas diversas; algunos, bombachas del Ejército.
Lo empujaron y le apoyaron una pistola en la nuca, mientras
obligaban al resto de la familia a tirarse a su lado. Lo
intimaron a entregar lo que tenía escondido.
-—No entiendo, yo no escondo nada —respondió Pablo.
Los escuchó identificarse como Ejército Argentino. "Des-
pués me dijeron que habían robado, que se habían llevado un
bolso de mi hermana, una cámara fotográfica,- anas joyas de mi
madre. Al living entró el hombre que daba las órdenes, la-
mentándose de que en la casa no había nada especial. Un señor
de cuarenta y cinco años, canoso, a quien posteriormente por
fotos pude reconocer como el comisario Vides."
Lo arrastraron hasta la puerta y lo tiraron dentro de uno de
los cuatro coches, sobre alguien que ya estaba boca abajo,
encapuchado.
Imaginó a los vecinos cerrando sus ventanas y dejándolo
solo cuando los secuestradores gritaron: "¡Bajen las persianas
o tiramos!", y esa representación ahondó su miedo."¿A dónde
me llevan?", balbuceó, y recibió un culatazo seco en la
espalda..
Cerca de media hora más tarde y después de una travesía
por la ciudad, frenaron frente a un portón. "Me mostraron
después un croquis y creo reconocer que era Arana. Se decía
campo de concentración Arana."

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