Sistema Cardiovascular
Sistema Cardiovascular
Sistema Cardiovascular
UD 4. EL SISTEMA CARDIOVASCULAR
CONTENIDO
1. La sangre. Composición y funciones
2. Estructura y función de los vasos sanguíneos
3. El corazón
4. Circulaciones pulmonar y sistémica
5. El ciclo cardiaco
6. Gasto cardiaco
7. Adaptaciones cardiovasculares al ejercicio físico
8. Enfermedades del sistema cardiovascular
9. Hábitos saludables del sistema cardiovascular
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La misión principal del sistema cardiovascular es comunicar los millones de células
existentes en el cuerpo humano mediante el transporte de sustancias entre ellas.
Estas sustancias pueden ser fuentes de nutrientes, agua y gases procedentes del
exterior o de sustancias de desecho celular. Otra función primordial del sistema
cardiovascular es la regulación de la temperatura corporal.
Se puede decir que el sistema cardiovascular es un conjunto de tubos conectados con
una bomba cuyo objetivo es transportar un líquido a través de todo el cuerpo. El
conjunto de tubos son los vasos sanguíneos; la bomba, el corazón, y el líquido, la
sangre.
La mayor parte de los elementos corpusculares de la sangre duran sólo horas, días o
semanas, y deben ser reemplazados de forma continuada. El proceso por el cual los
elementos corpusculares sanguíneos se desarrollan se denomina hematopoyesis. Antes
del nacimiento la hematopoyesis se lleva a cabo primero en el saco vitelino
embrionario, y más tarde en el hígado, bazo, timo y ganglios linfáticos fetales. La
médula ósea roja se convierte en el órgano hematopoyético primario durante los
últimos tres meses antes del nacimiento, y continúa como la fuente principal de células
sanguíneas después del nacimiento y durante toda la vida.
La médula ósea roja es un tejido conectivo altamente vascularizado localizado en el
interior de los huesos. Alrededor de del 0,05-0,1% de las células de la médula ósea
roja derivan de unas células denominadas células madre pluripotenciales que tienen la
capacidad de diferenciarse en diversos tipos celulares. En los neonatos, toda la médula
ósea es roja y, por lo tanto, activa en la producción de células sanguíneas. Durante el
crecimiento del individuo y en el estado adulto, la tasa de formación de células
sanguíneas decrece; la médula ósea roja en la cavidad medular de los huesos largos se
hace inactiva y es reemplazada por médula ósea amarilla, compuesta en su mayoría por
células adiposas.
a) Glóbulos rojos
Los glóbulos rojos, eritrocitos o hematíes contienen la proteína transportadora de
oxígeno, la hemoglobina, el pigmento que le da a la sangre su color rojo.
Los glóbulos rojos son discos bicóncavos, su membrana plasmática es tan resistente
como flexible, lo que les permite deformarse sin que se rompan mientras se
comprimen en su recorrido por los capilares estrechos. Los eritrocitos carecen de
núcleo y otros orgánulos, y no pueden reproducirse ni llevar a cabo actividades
metabólicas complejas. Contienen moléculas de hemoglobina. Cada glóbulo rojo
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contiene alrededor de 280 millones de moléculas de hemoglobina. Una molécula de
hemoglobina consiste en una proteína llamada globina, compuesta por cuatro cadenas
polipeptídicas (dos alfa y dos beta); un pigmento no proteico de estructura anular
llamado hemo está unido a cada una de las cuatro cadenas. En el centro del anillo hay
un ión hierro (Fe2+). Cada molécula de hemoglobina unirse con cuatro moléculas de
oxígeno.
La hemoglobina también transporta alrededor del 23% de todo el dióxido de carbono.
b) Glóbulos blancos
A diferencia de los glóbulos rojos, los leucocitos poseen núcleo y no contienen
hemoglobina. Los glóbulos blancos se clasifican como granulares o agranulares,
dependiendo de si tienen gránulos citoplasmáticos notables llenos de sustancias
químicas (vesículas) visibles por técnicas de tinción. Los granulocitos incluyen a los
neutrófilos, eosinófilos y basófilos; los leucocitos agranulares incluyen a los linfocitos
y monocitos.
Granulocitos. Tras la tinción, cada uno de los tres tipos de granulocitos exponen
llamativos gránulos de distinta coloración que pueden ser reconocidos al microscopio
óptico. Los gránulos grandes y uniformes de los eosinófilos presentan eosinofilia
(afinidad por la eosina), es decir, se tiñen de rojo-anaranjado con colorantes ácidos.
Los gránulos redondeados y de variable tamaño de los basófilos presentan basofilia,
afinidad por los colorantes básicos, y se tiñen de azul-violáceo con éstos. Los gránulos
de un neutrófilo son menores, se distribuyen en forma pareja, y su color es violeta
claro.
Agranulocitos. A pesar de que los llamados agranulocitos poseen gránulos
citoplasmáticos, éstos no son visibles con un microscopio óptico por su escaso tamaño
y limitada capacidad de tinción.
El núcleo de los linfocitos es redondo y se tiñe de forma intensa. El número de
linfocitos aumenta cuando hay infecciones.
Los monocitos poseen un núcleo con forma de riñón o herradura, y el citoplasma es
azul-grisáceo y de apariencia espumosa. La sangre transporta monocitos desde la
circulación a los tejidos, donde aumentan de tamaño y se diferencian a macrófagos
(células fagocitarias).
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Los glóbulos blancos son mucho menos numerosos que los glóbulos rojos. La
leucocitosis es el aumento de glóbulos blancos, es una respuesta normal y protectora a
situaciones de estrés como la invasión por microbios, el ejercicio intenso, …
Un nivel anormalmente bajo de glóbulos blancos se denomina leucopenia, esta situación
nunca es beneficiosa y puede deberse a radiaciones ionizantes (RX), shock y ciertos
agentes quimioterápicos.
En los focos de inflamación, los basófilos liberan gránulos que contienen heparina,
histamina y serotonina. Estas sustancias intensifican la reacción inflamatoria y están
implicadas en las reacciones de hipersensibilidad (alérgicas).
Los eosinófilos liberan enzimas, como la histaminasa, que combate los efectos de la
histamina y otras sustancias involucradas en la inflamación durante las reacciones
alérgicas. También fagocitan complejos antígeno-anticuerpo y son efectivos ante
ciertos agentes parasitarios. Un alto recuento de eosinófilos suele indicar un estado
alérgico o una infección parasitaria.
Los linfocitos son los soldados destacados en las batallas del sistema inmunitario. Los
tres tipos principales de linfocitos son las células B, las células T y las natural killer o
NK. Los linfocitos B son particularmente efectivos en la destrucción de bacterias e
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inactivación de sus toxinas. Los linfocitos T atacan virus, hongos, células
trasplantadas, células cancerosas y algunas bacterias y son los responsables de las
reacciones transfusionales, alérgicas y el rechazo de los órganos trasplantados. Las
respuestas inmunitarias llevadas a cabo tanto por los linfocitos B como T ayudan a
combatir la infección y proveen protección contra ciertas enfermedades. Las células
NK atacan a una amplia variedad de microbios infecciosos y ciertas células tumorales
de surgimiento espontáneo.
El aumento en el número de glóbulos blancos circulantes suele indicar inflamación o
infección.
c) Plaquetas
También denominadas trombocitos, son fragmentos de una célula denominada
megacariocito, tienen forma de disco y muchas vesículas, pero carecen de núcleo.
Las plaquetas contribuyen a frenar la pérdida de sangre en los vasos sanguíneos
dañados formando un tapón plaquetario. Sus gránulos también contienen sustancias
que, una vez liberadas, promueven la coagulación de la sangre.
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2. ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DE LOS VASOS SANGUÍNEOS
Los cinco tipos principales de vasos sanguíneos son las arterias, las arteriolas, los
capilares, las vénulas y las venas. Las arterias conducen la sangre desde el corazón
hacia otros órganos. Las grandes arterias elásticas abandonan el corazón y se dividen
en arterias musculares de mediano calibre que se distribuyen a lo largo de las
diferentes regiones del organismo. Las arterias de mediano calibre se dividen luego en
pequeñas arterias, que se dividen a su vez en arterias aún más pequeñas llamadas
arteriolas. Cuando las arteriolas entran en un tejido, se ramifican en numerosos vasos
diminutos llamados capilares. La delgada pared de los capilares permite el intercambio
de sustancias entre la sangre y los tejidos corporales. Los grupos de capilares dentro
de un tejido se reúnen para formar pequeñas venas llamadas vénulas. Éstas, a su vez,
convergen formando vasos sanguíneos cada vez más grandes llamados venas. Las venas
son los vasos sanguíneos que transportan la sangre desde los tejidos de regreso hacia
el corazón. Como los vasos sanguíneos requieren oxígeno y nutrientes al igual que los
otros tejidos del organismos, los grandes vasos sanguíneos están irrigados por sus
propios vasos sanguíneos, llamados vasa vasorum (literalmente vasos de los vasos),
localizados en el interior de sus paredes.
2.1. ARTERIAS
La pared de una arteria posee tres capas o túnicas: túnica interna, túnica media y
túnica externa.
a) La capa más interna, la túnica interna o íntima, contiene un revestimiento de
epitelio pavimentoso simple llamado endotelio, una membrana basal y una capa de
tejido elástico llamada lámina elástica interna. El endotelio es una capa continua de
células que reviste la superficie interna de todo el sistema cardiovascular (el corazón
y todos los vasos sanguíneos). Normalmente, el endotelio es el único tejido que tiene
contacto con la sangre. La túnica interna está más cerca de la luz, el hueco central a
través del cual fluye la sangre.
b) La capa media, o túnica media es normalmente la capa más gruesa. Está constituida
por fibras elásticas y musculares lisas que se extienden en forma circular alrededor
de la luz, de forma similar a como un anillo rodea un dedo. La túnica media también
posee una lámina elástica externa compuesta por tejido elástico. Debido a su
contenido en fibras elásticas, las arterias normalmente poseen alta distensibilidad, lo
cual significa que sus paredes se estiran con facilidad o que se expanden sin romperse
en respuesta a leves incrementos en la presión.
c) La capa más externa, la túnica externa o adventicia, está compuesta en su mayor
parte por fibras elásticas y colágenas.
2.2. ARTERIOLAS
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Una arteriola es una arteria muy pequeña que conduce la sangre a los capilares. Cerca
de las arterias de las que nacen, las arteriolas tienen una túnica interna como la de las
arterias, una túnica media compuesta por músculo liso y unas pocas fibras elásticas, y
una túnica externa compuesta en su mayor parte por fibras elásticas y colágenas. En
las arteriolas de menor diámetro, que están más cerca de los capilares, las túnicas
están constituidas por poco más que un anillo de células endoteliales rodeadas por
unas pocas fibras aisladas de músculo liso.
2.3. CAPILARES
Los capilares son vasos microscópicos que conectan las arteriolas con las vénulas. El
flujo de sangre de las arteriolas a las vénulas a través de los capilares se denomina
microcirculación. Los capilares se encuentran cerca de casi todas las células del
organismo, pero su volumen varía en función de la actividad metabólica del tejido al
cual irrigan. Los tejidos corporales con alto requisito metabólico como los músculos, el
hígado, los riñones y el sistema nervioso, usan más oxígeno y nutrientes y, por lo tanto,
tienen redes capilares extensas. Los tejidos con menores requisitos metabólicos, como
los tendones y ligamentos, contienen menos capilares. Los capilares están ausentes en
unos pocos tejidos, como todos los epitelios de cobertura, la córnea y el cristalino y el
cartílago.
Los capilares se conocen como vasos de intercambio porque su principal función es el
intercambio de nutrientes y desechos entre la sangre y las células tisulares a través
del líquido intersticial. La estructura de los capilares está bien adaptada a esta
función. Las paredes de los capilares están compuestas sólo por una capa de células
endoteliales y una membrana basal. Así una sustancia en la sangre sólo debe pasar a
través de una capa de células para alcanzar el líquido intersticial y las células de los
tejidos. El intercambio de sustancias ocurre sólo a través de las paredes de los
capilares y el comienzo de las vénulas; las paredes de las arterias, arteriolas, la
mayoría de las vénulas y las venas presentan una barrera demasiado gruesa. Los
capilares forman amplias redes ramificadas que incrementan la superficie disponible
para un intercambio rápido de sustancias.
2.4. VÉNULAS
Cuando varios capilares se unen, forman pequeñas venas llamadas vénulas que recogen
la sangre de los capilares y la envían hacia las venas. Las vénulas más pequeñas,
aquellas más próximas a los capilares, están constituidas por una túnica interna de
endotelio y una túnica media que contiene sólo unas pocas fibras de músculo liso
aisladas. Las vénulas más grandes que convergen para formar venas contienen la túnica
externa característica de las venas.
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2.5. VENAS
A pesar de que las venas están compuestas esencialmente por las tres mismas capas
(túnicas) que las arterias, el espesor relativo de las capas es diferente. La túnica
interna de las venas es más delgada que la de las arterias; la túnica media de las venas
es mucho más delgada que en las arterias, con relativamente poco músculo liso y fibras
elásticas. La túnica externa de las venas es la capa más gruesa y está formada por
fibras elásticas y de colágeno. Las venas no tienen la lámina elástica interna o externa
que se encuentra en las arterias. Son lo suficientemente sensibles para adaptarse a
las variaciones de volumen y presión de la sangre que pasa a través de ellas, pero no
están diseñadas para resistir alta presión. La luz de una vena es mayor que la de una
arteria de tamaño comparable y las venas a menudo aparecen colapsadas (aplanadas)
cuando se seccionan.
Muchas venas, especialmente aquellas localizadas en los miembros, presentan válvulas,
delgados pliegues de túnica interna que forman cúspides como solapas. Las cúspides
(valvas) de las válvulas se proyectan hacia la luz, apuntando en dirección al corazón. La
baja presión sanguínea en las venas hace que la sangre que está regresando al corazón
se endentezca e incluso retroceda: las válvulas ayudan al retorno venoso impidiendo el
reflujo de sangre.
3. EL CORAZÓN
Los vasos sanguíneos están organizados dentro de vías circulatorias que conducen la
sangre a órganos específicos en el cuerpo, de modo que cada órgano recibe su propio
suministro de sangre fresca y oxigenada. Las dos principales vías circulatorias, la
circulación sistémica y la circulación pulmonar difieren en dos aspectos importantes.
Primero, la sangre en la circulación pulmonar no necesita ser bombeada tan lejos como
la sangre en la circulación sistémica. Segundo, comparado con las arterias sistémicas,
las arterias pulmonares tienen diámetros superiores, paredes más delgadas y menos
tejido elástico.
El lado izquierdo del corazón es la bomba de la circulación sistémica; recibe sangre
desde los pulmones, rica en oxígeno, roja brillante. El ventrículo izquierdo eyecta
sangre hacia la aorta. Desde la aorta, la sangre se va
dividiendo en diferentes flujos, entrando en arterias
sistémicas cada vez más pequeñas que la
transportan hacia todos los órganos, exceptuando
a los alvéolos pulmonares que reciben sangre de la
circulación pulmonar. En los tejidos sistémicos las
arterias originan arteriolas, vasos de menor
diámetro que finalmente se ramifican en una red
de capilares sistémicos. El intercambio de
nutrientes y gases se produce a través de las
finas paredes capilares. La sangre descarga el O 2
y toma el CO2. En la mayoría de los casos, la sangre
circula por un solo capilar y luego entra en una
vénula sistémica. Las vénulas transportan la sangre
desoxigenada (pobre en O2) y se van uniendo para
formar las venas sistémicas, de mayor tamaño, la vena
cava superior y la vena cava inferior. Por último, la
sangre retorna al corazón, a la aurícula derecha.
El lado derecho del corazón es la bomba del circuito pulmonar; recibe la sangre
desoxigenada, roja oscura, que retorna de la circulación sistémica. Esta sangre es
eyectada por el ventrículo derecho y se dirige al tronco pulmonar, el cual se divide en
las arterias pulmonares derecha e izquierda, las que transportan sangre a ambos
pulmones. Al entrar en los pulmones, las ramas se dividen y subdividen hasta que
finalmente forman capilares alrededor de los alvéolos dentro de los pulmonares. El
CO2 pasa desde la sangre a los alvéolos y es espirado. El O 2 inspirado pasa desde el
aire que ingresa a los pulmones a la sangre. Los capilares pulmonares se unen formando
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vénulas y luego las venas pulmonares, que salen de los pulmones llevando la sangre
oxigenada a la aurícula izquierda, completando el circuito.
El miocardio posee su propia red de vasos sanguíneos: la circulación coronaria o
cardiaca. Las arterias coronarias nacen de la aorta ascendente y rodean al corazón.
5. EL CICLO CARDIACO
Un ciclo cardiaco incluye todos los fenómenos asociados con un latido cardiaco. Por lo
tanto, un ciclo cardiaco consiste en la sístole y la diástole de las aurículas más la
sístole y diástole de los ventrículos. Este ciclo tiene una duración aproximada de 0,8 s.
En cada ciclo cardiaco, las aurículas y ventrículos se contraen y se relajan
alternadamente. A medida que una cámara del corazón se contrae, la presión de la
sangre que contiene aumenta.
Durante la sístole auricular, las aurículas se contraen y los ventrículos están
relajados. A medida que la aurícula se contrae, ejerce presión sobre la sangre
contenida en su interior, impulsándola hacia los ventrículos.
Durante la sístole ventricular, los ventrículos se contraen y las aurículas están
relajadas. La presión en el interior de los ventrículos aumenta e impulsa la sangre a
través de las arterias pulmonares y aorta.
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Durante el ciclo cardiaco, cuando las aurículas están en sístole, los ventrículos se
encuentran en diástole o relajados para llenarse de sangre; y cuando los ventrículos
están en sístole, las aurículas se encuentran en diástoles o relajadas para recibir la
sangre que viene del resto del cuerpo.
Cada ciclo cardiaco se denomina latido cardiaco. El número de ciclos cardiacos se
denomina frecuencia cardiaca.
Como sucede con el resto de órganos del cuerpo humano, la actividad cardiaca está
regulada por el sistema nervioso (por el sistema nervioso autónomo involuntario),
aunque el corazón presenta unas fibras musculares especializadas capaces de originar
y transmitir impulsos de forma autónoma y rítmica para que se produzca el ciclo
cardiaco.
Al conjunto de células con capacidad de autoexcitación se le denomina tejido nodal y
está formado por los siguientes elementos:
- Nódulo sinoauricular o sinusal (SA), localizado en la aurícula derecha, próximo a la
desembocadura de la vena cava craneal. Se le conoce como el “marcapasos del
corazón” porque es el lugar donde se origina el latido cardiaco y se determina su
velocidad. Mediante una serie de fibras, el latido se transmitirá a la aurícula izquierda
y al siguiente elemento del tejido nodal, el nodo auriculoventricular. El ritmo de
contracción es de 60 a 80 pulsaciones por minuto.
- Nódulo auriculoventricular (AV), situado igualmente
en la aurícula derecha, pero en su parte inferior,
próximo a la válvula tricúspide. Recibe el impulso
del nódulo sinoauricular, para transmitir a
continuación el latido, mediante unas fibras de
tejido nodal, a lo largo del tabique interventricular;
es el llamado fascículo de His. Se dirige en sentido
descendente y se ramifica por el espesor de los
ventrículos, formando las fibras de Purkinje.
El nódulo sinusal es el que dirige el ciclo, pero,
cuando este nodo falla, la dirección del ciclo
pasa al nódulo auriculoventricular, que también
puede hacer latir el corazón, aunque a un ritmo
más lento, de unos 40-60 latidos por minuto.
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La edad, el sexo, el nivel de entrenamiento y la temperatura corporal también influyen
sobre la frecuencia cardiaca en reposo. Un bebé recién nacido tiene una frecuencia en
reposo por encima de 140lpm; la frecuencia va disminuyendo con los años. Las mujeres
adultas suelen tener frecuencias en reposo mayores que los hombres si bien el
ejercicio regular tiende a disminuir la frecuencia basal en ambos sexos. Una persona
entrenada puede tener bradicardia de reposo, es decir, una frecuencia cardiaca menor
a 50lpm. El aumento de la temperatura corporal, como el que se produce durante la
fiebre o el ejercicio intenso, produce un aumento de la frecuencia cardiaca. El
descenso de la temperatura corporal disminuye la frecuencia cardiaca.
6. GASTO CARDIACO
Hipertensión arterial (tensión alta). La presión arterial sobrepasa los valores que
se consideran normales. Aunque en la mayoría de los casos se desconoce la causa que la
motiva, sí se ha demostrado la influencia del tabaco y del consumo excesivo de sal en
la aparición de esta enfermedad.
La presión arterial máxima normal que tiene una persona adulta joven es de 120
mmHg, y la mínima, de 70 mmHg (también se consideran normales valores próximos a
estos).
Arterioesclerosis. Es el endurecimiento de las arterias. Al perder parte de su
elasticidad, la presión sanguínea se eleva, por lo que la arterioesclerosis guarda
relación con la hipertensión.
Aterosclerosis. Consiste en el depósito de placas de colesterol (placas de ateroma)
en la pared interna de las arterias, lo que provoca el engrosamiento de la zona
afectada. La disminución del diámetro interior de la arteria puede obstaculizar el paso
de la sangre hacia las arterias pequeñas, impidiendo de esta manera que el riego
sanguíneo llegue a los tejidos afectados, y favorece, además, la aparición de coágulos,
que bloquean igualmente el paso de la sangre.
Aneurisma. Se trata de la dilatación anormal de un vaso sanguíneo, generalmente de
una arteria importante, cuya rotura produce un derrame que puede tener
consecuencias fatales. Pueden ser causados por ateromas.
Varices. Son dilataciones anormales de las venas que pueden ser observadas a
simple vista. En las varices, el retorno de la sangre al corazón se hace más lento y
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difícil, pues la presión sanguínea baja. Se establece, así, un círculo vicioso: al disminuir
el retorno venoso, la sangre se estanca y dilata más las venas, lo cual dificulta aún más
la circulación. Cuando las varices afectan a las venas del recto se producen las
hemorroides.
Trombosis. Se denomina así a la formación de un coágulo sanguíneo en el interior de
una arteria. El coágulo puede quedar adherido a la pared del vaso o bien desprenderse
y ser empujado por el torrente circulatorio hasta una arteria más pequeña (en este
caso se habla de embolia), donde puede bloquear el paso de la sangre e impedir el
riego de algún órgano o tejido. Si se trata de un órgano vital, como el cerebro o el
corazón, puede ocasionar la muerte.
Las enfermedades que afectan al aparato circulatorio son, por lo general, muy graves,
sin embargo, es posible prevenir en gran medida su aparición si se tienen en cuenta las
siguientes recomendaciones:
- Evita el consumo abusivo de alimentos ricos en colesterol y grasa saturadas. El
exceso de colesterol se acumula en las paredes de las arterias, este depósito de
colesterol se favorece si las grasas son saturadas. Las grasas insaturadas, por el
contrario, hacen que disminuya.
- No fumes. El tabaco favorece la arterioesclerosis, sobre todo en las grandes
arterias, la formación de placas de ateroma y la angina de pecho.
- Evita el exceso de peso corporal, ya que suele ir asociado a una cantidad elevada de
colesterol en sangre y puede producir, además, una subida de la tensión arterial.
- No abuses de la sal, pues favorece la retención de líquidos, con lo que aumenta el
trabajo cardiaco. Además, la sal común provoca la subida de la presión arterial, por lo
que debe evitarse cuando ésta tiene tendencia a ser elevada.
- Intenta no permanecer mucho tiempo de pie, ya que la sangre debe ascender por las
venas de las piernas hacia el corazón en contra de la gravedad, y esta postura hace
más difícil el retorno. Al ser más lenta la circulación por las venas, todo el circuito
sanguíneo se ve dificultado. Por otra parte, el flujo lento de la sangre puede ocasionar
la dilatación de estas venas y originar varices.
- Procura reducir el estrés y las situaciones de tensión nerviosa, que elevan la presión
sanguínea y pueden influir en la aparición de enfermedades cardiovasculares.
- Evita la vida sedentaria y realiza ejercicio físico de forma habitual, ya que aumenta
la capacidad cardiovascular y reduce la tendencia a padecer arteriosclerosis. El
ejercicio favorece, además, la reducción de otros factores de riesgo para el aparato
circulatorio, como la obesidad y el estrés.
- Trata adecuadamente las infecciones dentales y de garganta para evitar que se
conviertan en crónicas y que los microorganismos responsables puedan trasladarse al
corazón y llegar a lesionar sus válvulas.
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