Análisis Llamarada 29552 PDF
Análisis Llamarada 29552 PDF
Análisis Llamarada 29552 PDF
Enrique A. Laguerre Vélez nació en Moca el 3 de mayo de 1906. Finalizada su enseñanza
secundaria, siguió unos cursos en Aguadilla, dirigidos por la prestigiosa educadora Carmen
Gómez Tejera, que lo capacitaron como maestro rural. Ejerció la profesión en una escuela de la
zona azucarera de Puerto Rico y, al iniciarse la década de los treinta, prosigue sus estudios de
pedagogía en la Universidad de Puerto Rico. A la vez, guiado por sus inquietudes literarias,
escribe una serie de colaboraciones en verso y en prosa, que verán la luz en varias revistas
culturales -Ambito, Brújula y Ateneo Puertorriqueño- y, culminando este proceso, aparece su
Finalizada su Maestría en Artes por la Universidad de Puerto Rico (1941), dictó cátedra
en la misma institución y, más adelante, realizó estudios doctorales en la Universidad de
Columbia. Muchas de sus novelas: Solar Montoya (1941), El 30 de febrero (1943), La resaca
(1949) y Los dedos de la mano (1951), La ceiba en el tiesto (1956), Cauce sin río (1962), etc.,
fueron auténticos éxitos editoriales y algunas, como El laberinto (1959) y Los amos benévolos,
Entre sus cuentos más conocidos figuran: El hombre caído, Raíces, El enemigo, Pacholi y
Naufragió. En el 1944 publicó una obra teatral, La resentida, y una buena parte de sus ensayos se
recogen en su libro Pulso de Puerto Rico (1956). Toda esta labor, además de sus recopilaciones
antológicas y colaboraciones periodísticas, confirma a Laguerre como uno de los máximos
En 1985 la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades lo declaró Humanista del Año.
En 1998, el Ateneo de Mayagüez propuso la candidatura de Laguerre para el premio Nobel de
Literatura, a través de una resolución que fue apoyada por las principales figuras y centros
A un mes plazo para cumplir 100 años de una vasta trayectoria literaria, la vida del
escritor Enrique A. Laguerre se apagó, a causa de un infarto cardiaco.
Movimiento Literario
La obra de Enrique Laguerre pertenece a la llamada “Generación del 30”.
La caída de la bolsa de valores en 1928 y la crisis del proyecto cañero implantado por los
estadounidenses en Puerto Rico, sacudieron la sensibilidad de una nueva órbita de letrados.
Desde los ideales de independencia nacional y de defensa de la lengua y cultura hispánicas, estos
letrados van a dar un nuevo giro y despertar a la cultura puertorriqueña.
La narrativa participa del afán de recuperación del alma colectiva puertorriqueña
situándola dentro de la esencia universal de toda la humanidad, es decir, procura encontrar su
lugar en el mundo desde la propia esencia del ser criollo, desde la propia realidad insular, y más
concretamente desde la vida en el ámbito rural. En cuanto al género, es el cuento el más
utilizado, lo que constituye un preludio del importante período posterior, la "Generación del
cuarenta y cinco". Enrique A. Laguerre coloca a personajes de sus propias novelas en cuentos
donde tienen mucha importancia los recuerdos de la infancia. La novela lo tiene como máximo
exponente en este período. Laguerre sentó las bases de la moderna novelística isleña: con un
esmerado cuidado de la forma y gran sencillez expresiva, maneja con soltura el lenguaje para,
en la tierra y la segunda se acerca más a lo urbano. “La llamarada” pertenece a la primera de
ellas. Las novelas de esta fase trasuntan un mundo de profunda y auténtica puertorriqueñidad.
Reproducen la vida puertorriqueña en los distintos contornos que determinan su personalidad.
Desfilan por ellas las diversas tonalidades que repercuten en el ritmo vernáculo dentro del
supersticiones y creencias con que el puertorriqueño vuelca su intimidad. Pueblan al mundo
compendiado la gama de tipos y caracteres portadores de los tintes forjadores de la nacionalidad.
Con “La llamarada”, la primera novela de Laguerre, se incorpora la novelística
puertorriqueña a la corriente hispanoamericana de la novela de la tierra. Laguerre compendia la
problemática histórica de los obreros puertorriqueños en la plantación de caña como situación de
la estructura psicológica del protagonista, Juan Antonio Borrás, cuyo dilema espiritual consiste
en «la lucha entre el corazón y el cerebro», según confesión de él mismo.
Explicación
Ésta es una llamarada de odio. Llamarada que se incendió para consumir el alma y los
sentimientos nobles de las personas, para volver cenizas unos cuantos ideales. Se reflejan los
deseos de lucha y superación; el intento de la peonada de dar a conocer sus derechos como seres
humanos.
Trama
La novela comienza cuando Juan Antonio Borrás emprende su viaje hacia las haciendas
de Don Oscar de Mendoza. Juan Antonio era un agrónomo recién graduado con un espíritu de
lucha y deseos de triunfar. Durante el viaje, a la mente de Juan Antonio vinieron recuerdos de su
vida estudiantil y sus romances con su amada Sarah. Cuando Juan Antonio llegó a la casa de Don
Oscar de Mendoza, éste se sintió como en su propia casa. Don Oscar tuvo la cortesía de llevarlo
personalmente a Palmares. Luego de visitar a Palmares, Juan y don Flor se dirigían a Santa Rosa.
Borrás se figuraba el camino como la felicidad eterna. Sentía que iba caminando por tierras
maravillosas.
Su primera salida la asoció con la de Don Quijote y tuvo la ingenuidad de pensar que iba
a emprender una tarea a lo vaquero. Al llegar, de vez en cuando, la peonada lo miraba de refilón,
con cierta curiosidad. Rato después, Juan Antonio tiene el placer de conocer a la familia
Alzamora. Ésta estaba integrada por Doña Lela, Doña Julia y Delmira. Juan se sintió muy a
gusto ya que esta casa sería su nuevo hogar. Al salir de Santa Rosa visitaron la residencia de los
Moreau. La residencia era un majestuoso edificio de concreto de dos plantas, con amplios
balcones de hierro y unas graciosas torrecillas sobre el techo.
Después de pasados los días y de haber iniciado su trabajo, Borrás se encuentra en el
cañaveral cuando uno de los peones le avisa que Ventura Rondón había sufrido un mal. Juan
Antonio, muy preocupado, salió en busca de éste a lo cual se conmovió mucho. Se dio cuenta de
que llevaba el grito de un hombre clavado, como una flecha. Tiempo después de Ventura haberse
recuperado, Juan decide ir a su casa a visitarlo. Al llegar a la casa, Borrás se da cuenta en las
pobres condiciones en las que viven Ventura y su familia.
En la hacienda se preparaban para empezar el corte en Los Pozos para poder despachar
primero la caña más distante. De barrios vecinos llegó una multitud de jíbaros melancólicos y
sumisos; negros adustos, mulatos fornidos. Días después, cerca del mediodía, se encontraba Juan
Antonio en El Pinto, cuando sintió un gentío detrás de los árboles. Era un entierro. Borrás se dio
a la tarea de seguir a la multitud y le pregunta a uno de los peones: ¿quién murió?, a lo que éste
contestó: Ventura Rondón. A Juan lo atacaron varios recuerdos sobre Rondón, sobre todo por su
familia.
¡Noche de San Silvestre! En casa de don Manuel había baile de gente escogida. Cuando
Juan Antonio entró al baile hubo silencio. “Se echó la casa por la ventana”. Después de un rato,
el dueño de la casa le trae a Borrás una pareja: la muchacha trigueña, la sensación de la noche.
En medio del baile hubo un seis bombeado en el cual participaron casi todos.
Juan Antonio se enfermó, padecía de fiebres y alucinaciones. Una de ellas era sobre un
“incendio en el cañaveral”. Borrás sentía que se quemaba y nadie venía a ayudarlo. Cuando
despertó de esa terrible alucinación, se vio rodeado por doña Lela y Delmira. Después de pasada
su enfermedad es Delmira, quien en ésta ocasión, se enferma. Juan para devolverle el favor de
haber cuidado del cuando estuvo enfermo, se ofrece a cuidar de ella. Llama al doctor y éste le
dice que Delmira sufre de una terrible anemia. Tiempo después la enferma mejora aunque, por
Un sábado llegó la noticia tan esperada : Se iba don Florencio. Don Oscar fue
personalmente a Santa Rosa a hablarle a Juan del asunto; sería nombrado para dirigir los trabajos
de las dos colonias al mismo tiempo. Al otro día llegó don Florencio a darle unos cuantos
consejos a Juan de como trabajar en las haciendas. Ya definitivamente a cargo de las dos
colonias, Borrás se sentía más importante, se sentía el jefe.
Segundo es despedido de la hacienda. Días después, mientras Juan Antonio dormía se
escucharon gritos de alarma en la carretera: ¡Fuego, fuego! Esta vez no eran alucinaciones. Juan
corre a la carretera a lo que se escuchan los gritos: ¡Fuego, fuego! El fuego avanzaba haciendo
estallar las cañas. Hacía un calor insoportable. Tras muchos esfuerzos fue atajado el enemigo de
las lenguas ardientes. Se quemaron seis o siete cuerdas. Cerca del Viernes Santo ocurre otro
incendio. Se sospechaba de Segundo, ya que uno de los peones había escuchado una
conversación de éste con otro peón y al ser despedido...
Borrás y Paco deciden quedarse en Bejucales para seguir al enemigo más de cerca.
Pasaron una, dos, tres noches y nada que se veía. Ya a la cuarta noche Juan no tenía ánimos pero
resulta que esta noche se convirtió en la que tanto habían esperado. Detrás de los árboles se
escuchaban voces: eran las de Segundo y los peones. Cuando salen Juan y Paco los peones se
dan a la fuga y sólo quedó Segundo. Borrás lo pudo haber matado, pero le faltó valor; soltó el
arma y luchó cuerpo a cuerpo. De repente, Segundo saca un puñal y a Paco no le quedó más
remedio que disparar. Juan sintió que el puñal caía, efectivamente, Paco había matado a
Segundo.
Al tiempo, muere don Polo. Manuel se muda lejos para nunca más volver. Juan Antonio
se siente derrotado. Al parecer se había ganado el odio de ciertas personas. Recibe una carta de
su hermana, la cual le hacía la advertencia de que debía volver porque su padre estaba muy mal
de salud. Una vez en el pueblo, su viejo muere. Al volver a Palmares, Borrás reside una carta de
don Oscar de Mendoza, la cual informaba el despido de éste. Juan se encuentra con su amigo de
la infancia, Carlos Ordoñez. Después de irse de la hacienda pasa un mes, Juan Antonio vuelve
Personajes:
Los personajes de esta novela existen, pero no viven. No pueden vivir cuando son
explotados como esclavos, no hay respeto por la vida, por la dignidad... La solución está en la
unión, en la unión de los obreros. No hay otro camino que el enfrentamiento colectivo contra ese
malvado patrón que los margina y los extermina lentamente bajo el candente sol de esta isla
caribeña.
La antorcha encendida es el arma que estos explotadores han de entender, entonces la
otra llamarada arrasa con los sembríos. Fuego intenso que arrasa con todo a su paso. Esa
llamarada es el símbolo de la otra llamarada que quema al obrero en su interior.
• . Juan Antonio Borrás: Agrónomo recién graduado en busca de un buen futuro.
• Sarah: Muchachita sentimental, huérfana de padre y moza de unos dieciséis.
• Don Oscar de Mendoza: Administrador de la central. Un hombre relativamente
joven, bajo de estatura, grueso, vestido con alguna elegancia. Una prematura calvicie y un rostro
• Florencio Rosado: Un hombre de edad provecta, estatura normal, ojos azules, pómulos
pronunciados, quijadas apretadas como desafiando contratiempos.
• Siño Pablo: El encargado del portón. Es un viejo doblado, blanquísimo, con una
venda bajo el sombrero de cogollos, lento el andar, prolongada la tos.
• Adelaida Alzamora: Solterona, ya dentro de esa edad indefinible en que toda
mujer que no se ha casado se resigna, pasa de los cuarenta y tantos años. Es alta, intensamente
• Julia Alzamora: Hermana de doña Lela, muy parecidas en su físico. Solterona también.
• Delmira Alzamora: Ojos melancólicos, pelo negrísimo, rostro pálido y ovalado.
• Balbino Soltrén: Capataz de la brigada. Un hombrecillo desbarrigado y canijo, pálido,
con la barba bastante crecida.
• Lope Corchado: Primer capataz de Santa Rosa. Parecía un despreocupado
salteador de caminos este hombracho de gesto repulsivo, con una cicatriz sobre el labio superior
que le partía el bigote ralo en dos. Cara de zorro, ojillos saltones, color encendido.
• José Dolores: Es un hombre de más de cien años que por lo ágil y avispado que
es, no da manifiestas señales de ancianidad. Cuando se quita el sombrero muestra su pelo
ensortijado y níveo que hace vivo el contraste con el rostro negro de líneas severas. Irradia
simpatías este jirón de humanidad buena, humilde, servicial; hombre de memoria privilegiada.
• Juan Pedro Moreau: Un hombre joven, bastante grueso, de regular estatura, más
trigueño que blanco, rostro aguileño, con cabello tirando a bermejo. Ojos reidores tras los
cristales.
• Ivonne Duval: Señora muy simpática, trigueña, bastante joven aún. Toda su personalidad
irradia cordialidad no fingida.
• Pepiña: Cuñada de Juan Pedro. Es una muchacha en plena mocedad, de algunos
dieciocho o veinte años, alta elegante, soberanamente simpática. Al reír se le forman dos
• Manuel Cabañas: Carpintero de la colonia. Un hombre alto, serio, de facciones
abultadas y grueso bigote; un obrero bien conservado, de mediana edad, cazurro a primera vista.
Es un modelo de hombre. Formal, austero, hasta bonachón. Hombre de pausada actitud y de
• Hipólito: Padre de Manuel. Es un viejo manso...porque no le queda otro remedio.
En su juventud dio mucho que hacer. Es un hombre de historia en el socialismo. Estuvo en la
cárcel un millón de veces. Y ya paralítico, no le quedó otro remedio que la mansedumbre.
• Segundo Marte: Es un mozo de regular estatura, actitud nerviosa, pelo en
desorden. Ojos claros, ligeramente más abiertos de lo natural, como azorados ante alguna
amenaza; la boca apretada, frente amplia, perfil vulgar, rostro paliducho.
muchacha morena, bastante morena, bonita, con unos ojos preciosos, acentuado livor, labios
rojos y ligeramente pulpos, como cerezas maduras. Una niña gentil, elegante, muy femenina;
• Margarita Sandoval: Amiga inseparable de María. Una muchacha ágil, como una
ardilla, robusta si ser gruesa, algo pálida, ojos grises y enormes, bonita también.
• Ramiro: Es un hombracho de rostro encendido, con una cicatriz en la mejilla izquierda.
Usa gafas con montaduras de carey.
• Doña Rosa: Una dama gruesa, blanca, de pelo pajoso perfil aguileño, es tratable y
posee finas actitudes. Parece ser una mujer comprensiva que sabe evadir la tirantez del vivir
cotidiano.
• Doña Catalina: Es una mujer muy gruesa, bastante oscura de color, de trato muy
atrayente. La peonada le tiene un respeto inusitado a la par que la quiere mucho.
• Jesús Cordero: Es un mozo alto y bien fornido, con una cicatriz en la quijada de
una caída que se dio cuando rapaz. Es bastante bien parecido y viste con cierta elegancia rústica.
Es muy trabajador los días laborales, pero casi todo se lo gasta los días de fiesta.
• Natito Rondón: Es un muchacho pálido, en los veinte años quizá, con cierto aire
soñoliento, hasta romántico.
• Juan Perdío: Es un apuesto cuarterón de tez bastante clara y pelo hirsuto. Más o menos de
la misma edad de Natito, alegre, dicharachero.
• Cheíto Cruz: Es el Benjamín del grupo. Es un mozalbete de dieciocho años que lo
único que necesita es una corona de plumas para ser el hijo de un cacique indio. Pelo lacio, perfil
• Jenaro Mediavilla: Era un tipo alto de bastante edad, calvo que vestía un traje de
color inverosímil por lo viejo. Ojos azules y penetrantes. Era empleado del Municipio, un
• Rogelio Martínez: El listero de las colinas. Un joven de pueblo, chistoso y alegre, muy
amigo del jolgorio cuando disponía de tiempo.
• Rafael Vega: El mayordomo principal. Un hombre rubio, solterón empedernido, alto,
enemigo de la charla.
• María: La cocinera. Una mujer aindiada, viejita, un poco habladora pero muy servicial.
• Quintín y Guillermo: Los dos hijos de Balbino. Eran unos muchachos canijos y
trabajadores, obsecuentes del mandato superior.
• Ramón Garrido: El mayordomo de los Moreau. Un viejo español, reliquia de aquellos
tiempos.
• Rosendo Méndez: Uno de los responsables de los incendios. Un hombre desvaído
y pálido, era precisamente el ex arrimado de Palmares, echado de la colonia porque se atrevió a
El tiempo
El tiempo en el que se desarrolla esta novela es en algún momento de extrema pobreza en
Puerto Rico, probablemente a fines de los años 30 o principios de los 40.
• Surcos Abiertos: Aquí se aprecia mayormente los recuerdos de Juan Antonio Borrás.
Recuerdos estudiantiles, amorosos y familiares.
• Mientras la caña crece: Este es un tema en el cual se manifiestan los problemas a
los cuales se enfrenta la peonada día tras día. Podemos apreciar el mal trato que se les daba y nos
podemos hacer una idea de como eran los días de pago.
• Yerba Mala: Se manifiestan las costumbres, tradiciones y también el diario vivir de los
jíbaros. Éstos son descritos detalladamente.
• Incendio: Se da a conocer la terrible enfermedad de la cual padece Delmira. Se
muestra la mezcla de sentimientos de Juan Antonio Borrás en cuanto a Delmira, Pepiña y Sarah.
• El Regreso: Después de un tiempo, aparece Juan Antonio con la noticia de su boda con
Pepiña.
El espacio
En esta novela el problema no se resuelve. Al parecer la intención del autor era sólo
hacernos saber las condiciones de vida y dar a conocer los tratos que se le brindaba a la peonada
en esos tiempos, tal vez para que aprendamos a valorar lo que tenemos hoy día.
La llamarada es una obra que nos encierra en ese mundo de millones de seres humanos
que han sido reducidos a escombros, seres sin educación, seres privados de ser felices, de tener
algo para mantener a sus familias. Seres sin oportunidades de progreso.
Laguerre muestra el camino, uno duro, uno de muerte, uno de enfrentamiento, pero es el
único camino que tienen los obreros, unirse, pelear la buena batalla para que se les haga justicia,
no apagar esa llamarada interior que los impulsa a luchar. Los poderosos no entienden otra
manera, cuando sus intereses se ponen en peligro, entonces, y sólo entonces, deciden cambiar su
actitud.
descubre ese mundo aterrador en que vivía el obrero de la caña a principio del siglo pasado en la
isla. La explotación del picador de cañas por parte de los grandes hacendados, de los grandes
pulpos que llegaron al país y se adueñaron de las hacienda de café provoca esa llama interior que
ardía en cada una de las víctimas. Ese fuego que se nutría del sufrimiento, el hambre, la escasez,
la enfermedad, ese infierno de la caña que degeneraba a miles de buenos trabajadores, que los
convertía en esclavos de ese pequeño grupo de bribones que le robaban el sudor de su escaso
salario.
Solución
En esta novela el problema no se resuelve. Al parecer la intención del autor era sólo
hacernos saber las condiciones de vida y dar a conocer los tratos que se le brindaba a la peonada
en esos tiempos, tal vez para que aprendamos a valorar lo que tenemos hoy día.
Vocabulario
• admonición : advertencia
• aljibe : depósito subterráneo que recoge el agua de la lluvia
• aperos : instrumento que se usa en un oficio
• besara : primer surco abierto en una plantación
• cuchitril : cuarto o lugar pequeño y sucio
• encalabrinaba : excitar los nervios del compañero
• erejo : cristiano que defiende las doctrinas de fe
• lasitud : debilidad
• lindes : líneas o bordes
• marota : traba para caballerías
• murinaque : prenda de tela rígida
• misántropo : persona que siente rechazo hacia otras personas
• petulancia : insolente, presuntuoso
• pinche : persona que ayuda en la cocina
• prángana : pobreza extremada
• silogismo : argumento de tres preposiciones
• soslayo : verde de lado
• tétrica : triste
• corte : constante ir y venir
• cazurro : utensilio de cocina
• egolatría : admiración excesiva a uno mismo
• quejumbrar : quejarse con frecuencia
• embestida : acción de abordar a alguien
• absentismo : descuido de algo
• gemido : sonido de pena o padecimiento
• hondonada : lugar de terreno hondo
• humareda : gran cantidad de humo
• megalomanía : forma de delirio
• supinos : tendido boca arriba
• acaecidos : sucesos
• zozobra : inquietud
• guadañar : cegar hierba
• desventuras : desgracias
• expoliación : despojar con violencia
• moza : criada
• falaz : engañoso
• fauces : parte posterior de la boca
• fronda : hojas y ramas
• sesgo : torcido
• zanco : palo alto para pasar por terrenos pantanosos
• chalina : corbata
• brinza : filamento delegante
• oblación : arte de ofrecer algo a Dios
• espuela : arco de metal que se ajusta al talón del jinete
• magro : flaco
• rictus : contracción de los labios similar a la sonrisa
• huraño : que huyó del trato de la gente
• jubiloso : lleno de júbilo
• grasiento : lleno de grasa
• portentoso : que causa admiración o terror
• abalorios : cuentas para hacer collares
• mojicones : golpes dados en la cara con la mano
• viático :sacramento que se le brinda a los enfermos
• ahíto : fastidiado, saciado, lleno
• zaguán : espacio que sirve de entrada y está contiguo a la puerta de la calle
• fonógrafo : aparato que registra las vibraciones de la voz humana
• otear : mirar desde un lugar alto
• jumento :animal de carga
• cenital : del cenit o relacionado con él