ACALE SÃ NCHEZ, Razones y Sinrazones para La Reforma, 2021
ACALE SÃ NCHEZ, Razones y Sinrazones para La Reforma, 2021
ACALE SÃ NCHEZ, Razones y Sinrazones para La Reforma, 2021
Cómo citar/Citation
Acale Sánchez, M. (2021).
Delitos sexuales: razones y sinrazones para esta reforma.
IgualdadES, 5, 467-485.
doi:https://doi.org/10.18042/cepc/IgdES.5.06
Resumen
Palabras clave
Abstract
The proposal to reform sexual offences contained in the draft Organic Law on
the Comprehensive Guarantee of Sexual Freedom, which is currently being processed
by Parliament, has been received in a disparate manner. Within it there is an overlap
of planes between the right to sexual freedom as well as its guarantee and its exerci-
se, so that everything that does not have to do with the exercise of sexual freedom,
should be left out. In particular, this paper analyzes the reasons for the change in the
regulation of crimes of sexual assault and abuse, as well as the nonsense that may be
eclipsing the true entity of the model of legislative intervention that encloses beyond
protection, the guarantee of sexual freedom.
Keywords
Sexual freedom; consent; sexual violence; rape; prostitution; sexual work; deter-
mination of the penalty; gender mainstreaming.
SUMARIO
I. INTRODUCCIÓN
1
«El que con ánimo de lucro y de manera habitual destine un inmueble, local o estable-
cimiento, o cualquier otro espacio, abierto o no al público, a favorecer la explotación
de la prostitución de otra persona, aún con su consentimiento, será castigado con la
pena de prisión de uno a tres años, y multa de seis a dieciocho meses sin perjuicio de
la clausura prevista en el art. 194 de este Código».
2
Por todos véase Villacampa Estiarte (2020: 113 y ss).
3
Pueden verse en este sentido las afirmaciones que realiza Ramírez Ortíz (2021: 37) en
su crítica sobre la regulación de los delitos sexuales contenida en el Anteproyecto,
en el sentido de afirmar que «crea más problemas que soluciones», afirma con Agustín
Malón «desde la sexología» que hay varios planos que deben distinguirse en cuanto al
consentimiento sexual: «Por un lado, el asentimiento interno al acto sexual. En segun-
do lugar, un comportamiento o manifestación externa de ese asentimiento. En tercer
lugar, la interpretación del estado interno de la mujer por parte del hombre a partir de
la conducta eterna. Finalmente, la valoración del estado interno del hombre por parte
de un observador externo, como ser la persona que juzga el caso». La lectura del pasaje
no aclara si el autor se está refiriendo al consentimiento a los efectos de la sexología
porque, de ser así, es de suponer que se tendría que estar refiriendo al consentimiento
de las dos o más personas intervinientes en una relación sexual sin caer en la trampa
de la que supuestamente se presume estar libre; esto es, la de rechazar los estereotipos o
al consentimiento en el ámbito de las relaciones sexuales delictivas que se caracterizan
precisamente por su falta.
Del conjunto de sus disposiciones, las de naturaleza penal han sido las
que más atención y más críticas han suscitado por parte de la doctrina, como
se verá posteriormente —que lo tachó de populista y punitivista—4, y de los
órganos jurisdiccionales que emitieron sus respectivos informes.
Así, en el trámite, el Consejo Fiscal se posicionó a favor del texto, si bien
propuso que se invirtiera la definición de falta de consentimiento por otra en
la que en positivo se pusiera el acento en cuándo concurre y se eliminara de su
interior la referencia a los delitos de explotación sexual5. Por su parte, el Consejo
General del Poder Judicial6 emitió un largo informe del que conviene resaltar
las últimas 35 páginas, en las que se presentan unas conclusiones interesantes
que, no obstante, eclipsan la seriedad y credibilidad de su objetivo principal
—informe técnico-jurídico sobre el texto del Anteproyecto, no político-cri-
minal— el hecho de que se apueste por el castigo de la tercería locativa en
una ley cuyo objetivo es garantizar la libertad sexual. También la asociación
Jueces y Juezas para la Democracia emitió su propio informe7, en el que al
tiempo que se critican los aspectos más populares de la reforma proyectada se
ignora el castigo de la tercería locativa, de forma que sus conclusiones resultan
realizadas de espaldas al bien jurídico que se pretende garantizar8. Retrospecti-
vamente, todo apunta a que el debate en torno a la propuesta político criminal
presentada en marzo de 2020 no debía haber salido de las lindes habituales
por las que transcurre la crítica dogmática, criminológica y político-criminal.
El texto publicado el 26 de julio corrige algunas de las críticas funda-
mentales que había recibido el de 3 de marzo de 2020 y sin duda alguna ha
salido robustecido de este proceso de revisión. El camino que aún le queda por
recorrer hasta llegar convertido en ley al Boletín Oficial del Estado es largo y es
de esperar que todavía salga enriquecido con las aportaciones de los distintos
4
Díez-Ripollés (2018, 2019); Quintero Olivares (2020); Gimbernat Ordeig (2020).
5
Puede verse en: https://bit.ly/3q0FJ16 (fecha de la última consulta realizada: 21 de
julio 2021).
6
Puede verse en: https://bit.ly/3BCRsFb (fecha de la última consulta realizada: 21 de
julio 2021).
7
Puede verse en: https://bit.ly/3mJPNtn (fecha de la última consulta realizada: 21 de
julio 2021).
8
Pero reconoce, como no podía ser de otra manera —más aún en la sede de la Aso-
ciación de Jueces y Juezas para la Democracia—, que la política criminal la diseña
el Parlamento y al resto nos toca criticarla, pero no suplantarla a base de una crítica
invasiva y subversiva con fin de acoso y derribo. El número 13 de 2021 del Boletín de
Pena,titulado «Monográfico: Anteproyecto de Ley Orgánica de Garantía Integral de la
Libertad Sexual», pone de manifiesto el denso debate habido dentro de la Asociación.
9
Además de otros ajustes más puntuales, como —por ejemplo— la reforma del delito
de matrimonios forzados (art. 172 bis), en el que se tiene en consideración las previ-
siones del art. 32 del Convenio de Estambul en cuanto a las consecuencias civiles del
delito de matrimonios forzados; o la reforma del delito de stalking del art. 172 ter,
en el que se elimina el resultado material «alteración grave del desarrollo de su vida
cotidiana» de acuerdo con la definición del art. 34 del Convenio.
10
No lo entiende así Díez-Ripollés (2019: 12).
11
El informe del GREVIO (grupo de expertos creado por el Convenio de Estambul
para seguir su implementación por los países firmantes), Baseline Evaluation Report
Spain, puede verse en: https://bit.ly/2ZK38sX, p. 85 (fecha de la última consulta: 21
de julio 2021).
Por su parte, la Unión Europea en la Resolución de 21 de enero de 2021, sobre la
estrategia de la Unión para la igualdad de género (2019/2169/INI), en su punto
33 «pide medidas más enérgicas en relación con la legislación sobre delitos sexuales
y subraya que el sexo siempre debe ser voluntario; pide a la Comisión que incluya
recomendaciones dirigidas a todos los Estados miembros para que modifiquen la
definición de violación en su legislación nacional de forma que se base en la ausencia
de consentimiento».
12
Siempre que se trata de un sujeto mayor de dieciséis años «cuando el autor sea una
persona próxima al menor por edad y grado de desarrollo o madurez», según señala el
art. 183 quater.
13
Si la anulación de la voluntad de la víctima por la ingesta de esas sustancias es llevada
a cabo por el autor, se agrava la pena (art. 180.7).
14
Disponible en: https://bit.ly/3w7Xs7C (fecha de la última consulta: 23 de julio
2021).
15
«Como medida relevante, se elimina la distinción entre agresión y abuso sexual, consi-
derándose agresiones sexuales todas aquellas conductas que atenten contra la libertad
sexual sin el consentimiento de la otra persona, cumpliendo así España con las obliga-
ciones asumidas desde que ratificó en 2014 el Convenio de Estambul. Este cambio de
perspectiva, además de reorientar el régimen de valoración de la prueba, contribuye a
evitar los riesgos de revictimización o victimización secundaria. También se introduce
expresamente como forma de comisión de la agresión sexual la denominada “sumisión
química” o mediante el uso de sustancias y psicofármacos que anulan la voluntad de la
víctima. Igualmente, y en línea con las previsiones del Convenio de Estambul, se in-
troduce la circunstancia cualificatoria agravante específica de género en estos delitos».
Puede verse las afirmaciones que realiza Olivas Díaz (2021: 16) sobre «no puede de
ninguna manera excluir una audiencia imparcial para cualquier persona imputada»,
sin justificar en forma alguna de dónde saca ese riesgo.
la acusación ha aportado una prueba de cargo que puede ser valorada razona-
blemente por el Tribunal alcanzando como conclusión la existencia del hecho
y la participación del acusado. Para que quede desvirtuada la prueba de cargo
o para demostrar la irracionalidad de la valoración del Tribunal sería precisa
otra prueba de sentido diferente o algún elemento que debilite su poder demos-
trativo, pero esa aportación ya no corresponde a la acusación sino a quien alega
la insuficiencia de la prueba aportada por aquella.
En realidad, más allá de toda esta normalización, visto que las referencias
que se hacen a cuándo existe consentimiento se limitan a trasponer a la letra de
la ley la forma de actuación de los tribunales, puede concluirse que se trata
de una disposición que solo aporta seguridad jurídica, algo que en el ámbito de
los delitos contra la libertad sexual no debe ser despreciado.
16
«La disposición final cuarta modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre,
del Código Penal. Como medida más relevante, elimina la distinción entre agresión y
abuso sexual, considerándose agresiones sexuales todas aquellas conductas que aten-
ten contra la libertad sexual sin el consentimiento de la otra persona, cumpliendo
así España con las obligaciones asumidas desde que ratificó en 2014 el Convenio de
Estambul. Este cambio de perspectiva contribuye a evitar los riesgos de revictimiza-
ción o victimización secundaria. También se introduce expresamente como forma de
comisión de la agresión sexual la denominada “sumisión química” o mediante el uso
de sustancias y psicofármacos que anulan la voluntad de la víctima. Igualmente, y
en línea con las previsiones del Convenio de Estambul se introduce la circunstancia
cualificatoria agravante específica de género en estos delitos».
existente entre los delitos de agresiones y abusos sexuales, que está basada en
una criminógena, sutil y artificiosa diferenciación entre la intimidación y el
prevalimiento, y pasan a poner el acento en la falta de consentimiento para
distinguir el ámbito de las conductas típicas de las atípicas. De esta forma, la
regulación de las agresiones sexuales se pone en sintonía con el Convenio de
Estambul y permite afirmar con Pitch (2003: 209) que «la violencia empieza
donde no hay consentimiento», en tanto que no es ya que sea «la violencia la
que revele la falta de consentimiento», sino que es «la falta de consentimiento
la que define una relación sexual como violenta».
Así, el art. 178.2 establece que
a los efectos del apartado anterior, se consideran en todo caso agresión sexual los
actos de contenido sexual que se realicen empleando violencia, intimidación o
abuso de una situación de superioridad o de vulnerabilidad de la víctima, así como
los que se ejecuten sobre personas que se hallen privadas de sentido o de cuya
situación mental se abusare y los que se realicen cuando la víctima tenga anulada
por cualquier causa su voluntad17.
17
El engaño no es un elemento típico a estos efectos. Con la redacción vigente, si la víc-
tima engañada que presta su consentimiento tiene entre dieciséis y dieciocho años, es
de aplicación el abuso sexual del art. 182, que en el Proyecto se deroga. De esta forma,
el engaño solo va a ser típico si se trata de un menor de dieciséis años en atención a lo
dispuesto en el art. 181 en relación con el art. 183 bis.
18
En cualquier caso, hoy no debe olvidarse que si la violencia, la intimidación, el preva-
limiento, etc., son individualmente constitutivos de delito, debe abrirse la posibilidad
de admitir el concurso medial de delitos: así lo hace el Tribunal Supremo en sus Sen-
tencias 46/2012, de 1 de febrero, 1277/2011 de 22 de noviembre; 1078/2010, de 7
diciembre; 625/2010, de 6 de julio; 892/2008, de 11 de diciembre; 673/2007, de 19 de
julio; 886/2005, de 5 de julio; 1259/2004, de 2 de noviembre; 1305/2003, de 6
de noviembre; 786/2017, de 30 de noviembre.
19
Puede verse la STS 14-05-2020 (caso la manada de Valencia) en la que, si bien la
Audiencia Provincial 18 de abril de 2019 castigó de forma separada las lesiones y
la agresión sexual, el Supremo, siguiendo en este punto la interpretación llevada a
cabo por el Tribunal Superior de Justicia (en su sentencia de 31 de julio de 2019),
entiende no existió tal delito autónomo de lesiones físicas leves.
20
No cambia en este sentido el espíritu del Anteproyecto de 3 de marzo de 2020, pero
sí su letra porque entonces se señalaba que «si en los delitos descritos en los artículos
precedentes, además del atentado a la libertad sexual, se produjere lesión o daño a la
vida, integridad física, salud, integridad moral o bienes de la víctima o de un tercero,
se castigarán los hechos separadamente con la pena que les corresponda por los delitos
cometidos, salvo que ya estuvieran castigados con una pena más grave en otro precepto
de este Código»
21
Que es, por cierto, otro delito contra la libertad sexual.
22
En esta línea debe recordarse el debate surgido en sede jurisdiccional en torno a la
interpretación del concepto de violencia a los efectos de los delitos de coacciones,
en cuyo interior se admite tanto la violencia, estrictamente hablando, como la
intimidación cuando el mal con el que se amenaza se supone que se va a producir en
este momento o la fuerza en las cosas, con la rotura de la cerradura de una casa, por
ejemplo, o el cambio de esa cerradura.
La unificación en una sola figura delictiva de lo que hoy son dos distintas,
castigándolas con una misma pena, es una tarea compleja, por cuanto de
imponerse para todas ellas las penas hoy establecidas para las modalidades
de agresión sexual, podía resultar excesivamente penados comportamientos
que hoy solo son constitutivos de abusos, y viceversa, de imponerse a todas
esas conductas las penas que hoy establece el Código para los abusos, las hoy
constitutivas de agresión sexual podrían resultar desprotegidas.
Se trata de un problema de difícil solución al que, sin embargo, el
Código ya se ha enfrentado al mismo en los artículos 153.2, 171.6, 172.2
(último párrafo), 242.4, 270.4 (párrafo 2.º), 274.3, 286 bis.3, 307 ter, 318
bis 6, 368 (párrafo 2.º), así como en el art. 579 bis.4. En todos ellos se incluye
una cláusula en la que se establece —tomando como ejemplo el art. 153.4—
que «no obstante lo previsto en los apartados anteriores, el juez o tribunal,
razonándolo en la sentencia, en atención a las circunstancias personales del
autor y las concurrentes en la realización del hecho, podrá imponer la pena
inferior en grado». Se trata de una cláusula que al tiempo que reconoce la
importancia de los bienes jurídicos en juego y la gravedad de las conductas
típicas, permite que, en el caso concreto, a la hora de la determinación judicial
de la pena, el juez haga uso de su discrecionalidad. El Tribunal Constitucional
ya ha tenido ocasión de manifestarse sobre este tipo de cláusulas en relación
con las cuestiones de inconstitucionalidad presentadas con ocasión de la
reforma operada del Código Penal por la Ley Orgánica 1/2004, de Protección
Integral frente a la Violencia de Género y en ella pone todas sus esperanzas de
alcanzar la proporcionalidad en el caso concreto (Sentencia 59/2008, de 14
de mayo de 2008, 76/2008, de 3 de julio; 81, 82 y 83/2008, de 17 de julio;
95, 96, 97, 98, 99 y 100/2008, de 24 de julio; 45/2009, de 19 de febrero;
213/2009, de 26 de noviembre; 127/2009, de 26 de mayo).
En esta línea, sobre esta base, el art. 178.3 permite al órgano sentenciador23,
razonándolo en la sentencia, y «siempre que no concurran las circunstancias
del art. 180», imponer «la pena de prisión en su mitad inferior o multa de
dieciocho a veinticuatro meses, en atención a la menor entidad del hecho y a
las circunstancias personales del culpable». Si se interpreta esta cláusula en los
mismos términos que lo ha hecho el Tribunal Constitucional en las sentencias
23
En el Anteproyecto de 3 de marzo 2020 se hacía referencia al «juez o tribunal». Su
sustitución por «el órgano sancionador» ha de ser bien recibida porque incide en la
utilización no sexista de los términos jurídicos.
24
En muchas ocasiones, cuando se han aprobado leyes orgánicas de reforma del Código
Penal, nuestras Cámaras legislativas no han visto impedimento en incorporar en el
texto la reforma de preceptos de muy distinta significación: basta con repasar el títu-
lo de las leyes orgánicas de reforma del Código y detenerse en el contenido de cada
una de ellas. Pero una ley específica para garantizar el ejercicio de la libertad sexual
parece demasiado focalizada como para incluir en su interior preceptos que no tengan
esa misma finalidad.
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