Viernes Santo

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PALABRAS

7
VIERNES
DE JESÚS
EN LA CRUZ

SANTO
ÓN PE R M
MISI AN
EN
TE

VICARÍA DE PASTORAL

ArquidiócesisMx
COMISIÓN DE LITURGIA
Y ESPIRITUALIDAD
7 PALABRAS DE JESÚS EN LA CRUZ
PARA USARSE DURANTE LA CONTINGENCIA SANITARIA
VIERNES SANTO

De acuerdo con lo señalado por los Obispos de la Conferencia del Episcopado


Mexicano, y lo instruido por nuestro Arzobispo, el Carlos Aguiar Retes, en tor-
no a la dispensa para asistir a la celebración eucarística dominical, en aque-
llas comunidades donde no sea posible por razones sanitarias, ofrecemos el
siguiente subsidio, con un esquema de las 7 palabras, que se pueda usar en el
seno familiar, y que sirva a los fieles para orar. Conviene que esta celebración
se realice a partir del mediodía, cuando se ha terminado el Viacrucis.
Estando reunida la familia, el jefe de familia da inicio.

INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

MONICIÓN INICIAL
Todos se sientan.

Lector 1:
Desde tiempos inmemoriales, la Iglesia ha considerado como un tesoro inesti-
mable, el testamento de Jesús, sus últimas siete palabras. En ellas se centra y
resume todo el mensaje de la Salvación que Jesucristo el Señor tiene para cada
uno de nosotros. Meditando estas palabras, cada uno de nosotros encuentra
fuerzas para continuar con la misión que Jesús nos ha encomendado: “Vayan,
y hagan discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Pa-
dre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y enséñenlas a cumplir todo lo que yo he
mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del
mundo”.
Estemos dispuestos pues, a escuchar la voz de Jesús, que se manifiesta en
estas palabras, que en la situación que experimentamos hoy, nos dan luz y paz.

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Todos guardan silencio durante algún tiempo. Luego dice:

Jesús en la Cruz: aboga, da al ladrón, nos lega a su Madre


se queja, la sed le ahoga; cumple: entrega su alma al Padre.
Al Calvario hay que llegar, porque Cristo, nuestra Luz,
hoy también nos quiere hablar, desde el ara de la Cruz.

ORACIÓN
El guía:
¡Virgen de dolores y Madre mía! Que, como Tú, acompañe
yo siempre a tu Hijo en vida, redención y muerte.
Y después de glorificado en la tierra, le glorifique
por toda la eternidad, junto a Él y junto a Ti.
Te lo pido por tu aflicción y martirio, al pie de la Cruz.
Asísteme siempre especialmente en este último momento
del combate cristiano que abrirá la eternidad feliz,
en compañía de tu Hijo. Amén.

Digamos juntos:
R. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Primera Palabra
“PADRE, PERDÓNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN”
(Lc 23,34)

Digamos todos.
Yo he sido tu enemigo, mi Jesús, ahora confieso;
ruega por mí, que, con eso, seguro el perdón consigo.
Cuando loco te ofendí, yo no supe lo que hacía:
Jesús, ten piedad del alma mía y ruega al Padre por mí.

Algún miembro de la familia comparte brevemente a partir de esta primer pala-


bra de Jesús lo que el Espíritu Santo le inspira.

3
ORACIÓN
El guía:
V. Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste en la cruz para
pagar con tu sacrificio la deuda de mis pecados, y abriste tus divinos
labios para alcanzarme el perdón de la divina justicia: ten misericordia
de todos los hombres que están agonizando y de mí cuando me halle
en igual caso: y por los méritos de tu preciosísima Sangre derrama-
da para mi salvación, dame un dolor tan intenso de mis pecados, que
expire con él en el regazo de tu infinita misericordia.

Comentarista:
Digamos juntos:
R. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Segunda Palabra
Lector:
“HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO”
(Lc 23, 43)

Comentarista:
Digamos juntos:
Vuelto hacia Ti el Buen Ladrón con fe te implora tu piedad:
yo también de mi maldad te pido, Señor, perdón.
Si al ladrón arrepentido das un lugar en el Cielo,
yo también, ya sin recelo la salvación hoy te pido.
Algún miembro de la familia puede compartir brevemente
su sentir al escuchar esta 2ª palabra.

ORACIÓN
El guía:
V. Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste en la Cruz y con
tanta generosidad correspondiste a la fe del buen ladrón, cuando
en medio de tu humillación redentora te reconoció por Hijo de Dios,
hasta llegar a asegurarle que aquel mismo día estaría contigo en el
Paraíso: ten piedad de todos los hombres que están para morir, y de

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mí cuando me encuentre en el mismo trance: y por los méritos de
tu sangre preciosísima, aviva en mí un espíritu de fe tan firme y tan
constante que no vacile ante las sugestiones del enemigo, me en-
tregue a tu empresa redentora del mundo y pueda alcanzar lleno de
méritos el premio de tu eterna compañía.

Comentarista:
Digamos juntos:
R. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Tercera Palabra
Lector:
“HE AQUÍ A TU HIJO: HE AQUÍ A TU MADRE”
(Jn 19, 26)

Comentarista:
Digamos juntos:
Jesús en su testamento a su Madre Virgen nos da:
¿y quién comprender podrá de María el sentimiento?
Hijo tuyo quiero ser, sé Tú mi Madre Señora:
que mi alma desde a ahora con tu amor va a florecer.

Alguno más puede dar testimonio de la alegría de tener como Madre a María
santísima.

ORACIÓN
El guía:
V, Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste en la Cruz y , ol-
vidándome de tus tormentos, me dejaste con amor y comprensión
a tu Madre dolorosa, para que en su compañía acudiera yo siempre a
Ti con mayor confianza: ten misericordia de todos los hombres que
luchan con las agonías y congojas de la muerte, y de mí cuando me
vea en igual momento; y por el eterno martirio de tu madre amantísi-
ma, aviva en mi corazón una firme esperanza en los méritos infinitos
de tu preciosísima sangre, hasta superar así los riesgos de la eterna
condenación, tantas veces merecida por mis pecados.

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Comentarista:
Digamos juntos:
R. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Cuarta Palabra
Lector:
“DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?”
(Mt 27, 46)

Comentarista:
Digamos juntos:
Desamparado se ve de su Padre el Hijo amado;
maldito siempre el pecado que de esto causa fue.
Quién quisiera consolar a Jesús en su dolor,
diga en el alma: “Señor, me pesa: ya no quiero pecar”.
Otro miembro de la familia puede compartir si ha experimentado la
cercanía de Dios en la enfermedad o en las tribulaciones de la vida.

ORACIÓN
El guía:
V. Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste en la Cruz y tor-
mento tras tormento, además de tantos dolores en el cuerpo, sufris-
te con invencible paciencia la más profunda aflicción interior, el aban-
dono de tu eterno Padre; ten piedad de todos los hombres que están
agonizando, y de mí cuando me halle también en la agonía; y por los
méritos de tu preciosísima sangre, concédeme que acepte con pa-
ciencia todos los sufrimientos, soledades y contradicciones de una
vida en tu servicio, entre mis hermanos de todo el mundo, para que
siempre unido a Ti en mi combate hasta el fin, comparta contigo es-
tando cerca de Ti tu triunfo eterno.

Comentarista:
Digamos juntos:
R. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

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Quinta Palabra
Lector:
“TENGO SED”
(Jn 19, 28)

Comentarista:
Digamos juntos:
Sed, dice el Señor que tiene. Para poder mitigar la sed
que así lo hace hablar, darle mis lágrimas conviene.
Hiel darle, ya se ha visto: la prueba, mas no la bebe:
¿Cómo quiero yo que pruebe la hiel de mis culpas Cristo?
Se puede comentar acerca de la necesidad que tenemos en estos
tiempos de prueba y pandemia, de personas que nos presenten una
experiencia de vida y de encuentro con Cristo.

ORACIÓN
El guía:
V. Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste en la Cruz, y no
contento con tantos oprobios y tormentos, deseaste padecer más
para que todos los hombres se salven, ya que sólo así quedará sa-
ciada en tu divino Corazón la sed de almas; ten piedad de todos los
hombres que están agonizando y de mí cuando llegue a esa misma
hora; y por los méritos de tu preciosísima sangre, concédeme tal fue-
go de caridad para contigo y para con tu obra redentora universal, que
sólo llegue a desfallecer con el deseo de unirme a Ti por la eternidad.

Comentarista:
Digamos juntos:
R. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Sexta Palabra
Lector:
“TODO ESTÁ CONSUMADO”
(Jn 19,30)

7
Comentarista:
Digamos juntos:
Con firme voz anunció Jesús, ensangrentado,
que del hombre y del pecado la redención consumó.
Y cumplida su misión, ya puede Cristo morir,
y abrirme su corazón para en su pecho vivir.
Algún miembro de la familia puede compartir
cuál misión le ha encomendado Dios,
y que le resta por cumplir.

ORACIÓN
El guía:
V. Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste en la Cruz, y desde
su altura de amor y de verdad proclamaste que ya estaba concluida
la obra de la redención, para que el hombre, hijo de ira y perdición,
venga a ser hijo y heredero de Dios; ten piedad de todos los hombres
que están agonizando, y de mí cuando me halle en esos instantes; y
por los méritos de tu preciosísima sangre, haz que en mi entrega a la
obra salvadora de Dios en el mundo, cumpla mi misión sobre la tierra,
y al final de mi vida, pueda hacer realidad en mí el diálogo de esta co-
rrespondencia amorosa: Tú no pudiste haber hecho más por mí; yo,
aunque a distancia infinita, tampoco puede haber hecho más por Ti.

Comentarista:
Digamos juntos:
R. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Séptima Palabra
Lector:
“PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU”
(Lc 23, 46)

Comentarista:
Digamos juntos:
A su eterno Padre ya, el espíritu encomienda;
si mi vida no se enmienda, ¿en qué manos parará?

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En las tuyas desde ahora mi alma pongo, Jesús mío;
guardarla allí yo confío para mi última hora.
Todos, a partir de la experiencia de la pandemia que nos aqueja, en-
comiendan su vida y la de su familia en Cristo.

ORACIÓN
El guía:
V. Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste en la Cruz, y acep-
taste la voluntad de tu eterno Padre, resignando en sus manos tu es-
píritu, para inclinar después la cabeza y morir ; ten piedad de todos
los hombres que sufren los dolores de la agonía, y de mí cuando lle-
gue esa tu llamada; y por los méritos de tu preciosísima sangre con-
cédeme que te ofrezca con amor el sacrificio de mi vida en reparación
de mis pecados y faltas y una perfecta conformidad con tu divina vo-
luntad para vivir y morir como mejor te agrade, siempre mi alma en
tus manos.

Comentarista:
Digamos juntos:
R. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

ORACIÓN FINAL
1 Padre Nuestro, 1 Ave María, 1 Gloria

Los miembros de la familia se pueden organizar, para turnarse a orar en el altar


que se ha puesto en la casa, por espacio de 15 min., de tal manera que todos
acompañen un momento a Jesús.

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