Unidad 10 DP
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Introducción
En términos prácticos, la teoría del delito nos permite mediante un análisis científico de la conducta
humana determinar la existencia o no de un delito, la acreditación de los elementos que la integran, así
como aclarar todas las cuestiones referentes al hecho punible que se investiga. La instauración en México
del sistema penal acusatorio y oral, hace imprescindible conocer los sistemas doctrinales que estudian al
delito, en virtud de ser la base teórica con la que el Ministerio Público (Fiscal) sustenta la acusación, ya que
conforme a los principios de este nuevo sistema, le corresponde la carga de la prueba, o bien para el
adecuado ejercicio de la defensa técnica del imputado.
Es importante tener claro que esta teoría es independiente de la llamada teoría del caso, ya que,
procesalmente, ésta última permite al Ministerio Público (Fiscal) o abogado defensor establecer una idea
central del caso y estructurar una estrategia que articule los elementos para acreditar la acusación ante el
órgano jurisdiccional o permitan demostrar la inocencia del imputado.
A lo largo de esta unidad usted estudiará los diferentes sistemas doctrinales que explican la evolución de la teoría
del delito, desde su surgimiento en Alemania, hace ya más de un siglo, hasta la actualidad. Estudiará el causalismo, la
acción social, el finalismo, el modelo lógico-matemático en derecho penal, y el funcionalismo, siendo todas éstas, las
que en conjunto, forman la teoría del delito.
El alumnado esquematizará los principales sistemas doctrinales que existen con referencia del delito, integrará los
rasgos del causalismo, de la teoría de la acción social, del finalismo y del modelo lógico, así como de corrientes
funcionalistas.
Temario
Unidad 10. Sistemas Doctrinales Relacionados al Delito
Por ello, para que las relaciones sociales funcionen adecuadamente, cada sociedad considerará ciertas
conductas como delitos, los cuales pueden volver a determinarse en la medida en que así lo requiera la
sociedad conforme a su evolución, esto es, su contenido puede variar en el tiempo y espacio. De acuerdo
con este argumento, conforme al artículo 7 del Código Penal Federal, el delito "es el acto u omisión que
sancionan las leyes penales".
De este modo, el problema radicará en determinar qué elementos integran al delito. Sobre el particular se
han estructurado varios estudios que, en su conjunto, forman la denominada teoría del delito, de esta
forma, el concepto de delito dependerá de los elementos que lo integran.
Debemos saber que a las teorías que estudian el delito se le denomina sistemas doctrinales. En este
sentido, como sostiene García Jiménez, “la teoría del delito se caracteriza por ser, en principio, un conjunto
de conceptos que se desarrollan en torno a la naturaleza, conformación, existencia, inexistencia o formas
de aparición del delito, como realidad jurídica y social” (2003: 31).
No sólo eso, la definición de delito también dependerá del modelo conceptual que se utilice, es decir, la
definición del delito depende si éste es considerado como un ente monolítico−modelo conceptual unitario
o totalizador−, formado por un solo elemento, o como una serie de elementos que conforman al delito
(modelo conceptual analítico o atomizador), lo que implica descomponerlo, fraccionarlo en partes, es decir,
que pasó del todo a fragmentos, que, en su conjunto, conforman al delito.
Sin embargo, para fines pedagógicos, lo mejor es estudiar al delito bajo los sistemas doctrinales. Al
respecto, es importante aclarar que todos los sistemas doctrinales que estudiará en esta unidad coinciden
en sostener que el delito está compuesto por más de un elemento, es decir, utilizan el modelo conceptual
analítico o atomizador.
Por último, podemos sostener, como afirma Urosa Ramírez (2006: 321), que la teoría moderna del delito
inicia con el sistema doctrinal del causalismo, cuyo principal expositor es Franz von Liszt, y es a partir de
este momento, cuando se empieza a hablar de dogmática jurídica. En este sentido, para Franz von Liszt,
la dogmática penal es el estudio de los dogmas, estimando con tal carácter a la norma jurídico penal,
enfocándolo en las normas del Código Penal Alemán de 1871 (García Jiménez, 2003: 32).
El causalismo
Como mencionamos, el principal expositor de este sistema doctrinal es Franz von Liszt, quien utiliza el
método natural para definir al delito y, consecuentemente, los elementos que lo integran.
El método natural consiste en sostener que para que exista un delito es necesario que se configure una
relación de causalidad, es decir, una relación de causa-efecto. Donde la causa es el acto o acción humana,
y el efecto el resultado que se produce en el mundo material, específicamente, éste es el daño producido
en la esfera jurídica del sujeto pasivo (víctima y ofendido del delito).
Este daño en la esfera jurídica del sujeto pasivo puede ser en su patrimonio, vida, personalidad, libertad, en
general, en sus bienes jurídicos tutelado por el Código Penal y por las leyes generales y federales que
establezcan un capítulo de delitos. De esta forma, si la acción del sujeto activo del delito no produce un
daño en los bienes jurídicos protegidos de la víctima u ofendido no hay delito.
Dicho de otro modo, este sistema doctrinal se encuentra caracterizado por concebir a la acción de una
manera simple y clara, lo cual tiene términos totalmente naturalísticos, como es el caso de una acción
compuesta por un movimiento corporal (acción en sentido estricto) y la consecuencia, modificación del
mundo exterior (resultado), unidos por la relación de causalidad (nexo causal) (Plascencia, 2004: 54).
De esta forma, como sostiene Alberto Orellana Wiarco (1998: 9-10), la explicación naturalística del acto o
acción humana, se basa en las relaciones de procesos causales. La acción nace de un movimiento corporal,
un proceso que va a producir un cambio en el mundo exterior, es decir, un efecto, y entre una u otro se da
una relación.
Ahora bien, cuando ese movimiento corporal (acto o acción humana) produce un daño en el bien jurídico
tutelado del sujeto pasivo, se configura el segundo elemento del delito: la tipicidad.
Al respecto, es importante no confundir la tipicidad con el tipo penal, ya que como recordará, son dos
conceptos diferentes:
Otro de los elementos del delito en este sistema doctrinal es la antijuridicidad, considerada como la
inobservancia a una norma jurídica, que establece el tipo penal, derivada de un deber jurídico de obrar
(acción) o no obrar (omisión). De esta forma, la antijuridicidad tiene el objetivo de proteger los bienes
jurídicos tutelados por la Ley, que pueden ser: el patrimonio, la vida, la libertad, la seguridad nacional,
entre otros.
En términos prácticos, la antijuridicidad determina cuando una conducta es ilícita, en cuanto significa prohibir un
comportamiento lesivo o dañino para la sociedad.
Asimismo, otro de los elementos del delito para el causalismo es la imputabilidad, que se refiere a la
capacidad del sujeto activo del delito de ser responsable por la comisión de un hecho delictivo por reunir
las condiciones psíquicas y legales.
Las condiciones psíquicas se refieren a que el sujeto activo del delito esté en pleno uso de sus facultades
mentales, es decir, que no tenga capacidades diferentes que le impidan comprender las consecuencias
legales de cometer un delito; y las condiciones legales, se refieren a que sólo se someterán a un proceso
penal las personas que tienen la mayoría de edad. Lo anterior, no significa que una persona disminuida
cognitivamente, o en su caso, una menor de edad, no se someta a un procedimiento penal, sino que será
juzgada conforme a procedimientos especiales previamente establecidos.
No es extraño que Luis Jiménez de Asúa (1958: 326) sostenga que el concepto clásico de la imputabilidad
se basa en la existencia del libre albedrío y de responsabilidad moral.
En esta teoría, una vez que se sabe que el sujeto activo del delito reúne las condiciones necesarias
(psíquicas y legales) para responsabilizarse por la comisión de un hecho delictivo, lo siguiente será saber en
qué grado se cometió el delito, si fue con dolo o con culpa, éste es precisamente, el último elemento del
delito, la culpabilidad.
De acuerdo con esta teoría, la culpabilidad se basa en un aspecto psicológico, donde será necesario
determinar si la conducta delictiva se realizó con intención (dolo), o sin intención (culpa). En términos
concretos, la culpabilidad es el nexo psicológico entre la conducta y el resultado, siendo sus especies el
dolo y la culpa (Urosa, 2006: 327).
El jurista Ignacio Villalobos (1990: 283) define magistralmente la culpabilidad en sus dimensiones de dolo y
culpa, al sostener que la culpabilidad genéricamente consiste en el desprecio del sujeto por el orden
jurídico, además de por los mandatos y prohibiciones que tienden a constituirlo y conservarlo, desprecio
que se manifiesta por franca oposición en el dolo o, indirectamente, por indolencia y desatención nacidas
del desinterés o subestimación del mal ajeno frente a los propios deseos, en la culpa.
La acción social
Este sistema doctrinal introduce la dimensión fáctica del derecho para el estudio del delito. Utilizando,
básicamente, dos conceptos jurídicos fundamentales: sentido social y dañosidad social.
Los teóricos más representativos de esta postura son Eberhard Schmidt, Werner Maihofer, Hans-Heinrich
Jescheck y Niese (Polaino, 2013: 283). En este sistema doctrinal se estudia, en específico, el concepto
social de la acción.
Su principal expositor es Eberhard Schmidt, quien sostiene que la acción no interesa tanto como
fenómeno fisiológico (naturalista), sino más bien, la acción interesa como fenómeno social, cuya
relevancia se constata socialmente (Cfr. Polaino, 2013: 283).
De acuerdo con el jurista Miguel Polaino Navarrete (2013: 283-284), los postulados científicos esenciales
de este sistema doctrinal son:
Asimismo, en la tesis del jurista Polaino Navarrete (2013: 285), este sistema doctrinal puede dividirse en dos
corrientes:
En resumen, la acción será una conducta humana socialmente relevante dominada por la voluntad o que se puede
dominar por la voluntad.
El finalismo
De acuerdo con el jurista Raúl Plascencia Villanueva (2004: 40), el finalismo concibe a la acción como el
ejercicio final de la actividad humana, constituida por la fase interna y externa.
De acuerdo con el jurista Raúl Plascencia Villanueva (2004: 41), las aportaciones de este sistema doctrinal son:
La coexistencia de la antijuridicidad tuvo que separarse del dolo, una vez entendido éste como pura
realización de la voluntad, y convertirse en factor central del concepto de culpabilidad.
Se distinguieron los supuestos de error de tipo y error de prohibición. Para esta doctrina, el error de tipo, que
excluye el dolo, y con él, la punibilidad, porque sin éste no se realiza el tipo. En este error existen tres supuestos.
Primero, la ilicitud de la conducta porque el sujeto desconoce que existe una ley que lo prohíbe; segundo, se
presenta cuando el sujeto desconoce el alcance de la ley; y, tercero, cuando el sujeto actúa porque piensa que está
justificada su conducta. Por otra parte, el error de prohibición, que elimina la conciencia de la antijuridicidad.
La participación (inducción y complicidad) sólo se presenta en un hecho principal doloso, puesto que sin el
dolo falta el tipo del hecho principal.
La teoría finalista difiere del causalismo al rechazar que la acción sea sólo la manifestación de la voluntad
por medio del movimiento corporal o la ausencia de ese movimiento, que produce un resultado (García
Jiménez, 2003: 160), pues, como sostiene Hans Welzel: “Toda acción u omisión penalmente relevante es
una unidad constituida por momentos objetivos y subjetivos (del hecho y la voluntad). Su realización
recorre diferentes etapas, preparación, tentativa y consumación” (1993: 37). Para entender mejor este
sistema doctrinal, tenemos que citar textualmente a Welzel.
En términos más simples, Francisco Muñoz Conde define a la acción como “todo comportamiento
dependiente de la voluntad humana. Sólo el voluntario puede ser penalmente relevante y la voluntad
implica siempre una finalidad. No se concibe un acto de la voluntad, es siempre algo que se quiere
alcanzar, es decir, un fin. De ahí que la acción humana regida por la voluntad sea siempre una acción final,
una acción dirigida a la consecución de un fin” (1991: 238).
Ahora bien, el sistema doctrinal finalista también considera a la “tipicidad” como elemento del delito. De
esta forma, una acción se convierte en delito si infringe el ordenamiento de la comunidad en algún modo
normado por los tipo penales, es decir, tiene que infringir de un modo determinado el orden de la
comunidad, por ello, la acción ejecutada deber ser típica y antijurídica para que, posteriormente, pueda ser
reprochada al autor como persona responsable (García Jiménez, 2003: 174).
El modelo lógico en derecho penal
El modelo lógico del derecho penal representa para la teoría del delito lo que la teoría pura para la teoría
general del derecho, es decir, un modelo conceptual que delimita los elementos fácticos (hechos) y los
normativos, tanto en la teoría del delito como en la de la pena.
De acuerdo con este sistema doctrinal, el delito se considera como un hecho y, por lo mismo, pertenece al
mundo fáctico. Por su parte, el tipo penal es una descripción general y abstracta, pertenece al mundo
normativo. Nótese que no se habla de que el tipo penal sea una descripción normativa de la conducta
delictiva, pues sería mezclar lo fáctico con lo normativo.
Aunado a lo anterior, resulta importante señalar que en este sistema doctrinal se utilizan principios
lógicos, pues éstos permiten delimitar conceptualmente los elementos del delito. De esta forma, se puede
hablar de cinco niveles, denominados de lenguaje. Dada su importancia, precisaremos cada uno de ellos:
1° nivel
Es el nivel prejurídico. Se ubican las acciones y omisiones antisociales prejurídicas relevantes para el
legislador. Son las acciones y omisiones que constituyen las fuentes reales que legitiman la elaboración de
las normas penales generales y abstractas.
2° nivel
Es el nivel normativo general y abstracto. Se sitúan las normas penales generales y abstractas creadas por
el legislador, integradas con un tipo penal y una punibilidad, si se trata de sujetos imputables o de un tipo y
una descripción legal de medidas de seguridad, si se trata de inimputables.
3° nivel
Es el nivel fáctico particular y concreto con un significado jurídico penal. Se destina a los delitos, que son
acciones y omisiones antisociales, pero con relevancia jurídico-penal en razón de que ya están descritas,
prohibidas y contaminadas penalmente en una norma penal, general y abstracta.
4° nivel
Es el nivel normativo particular y concreto. Se encuentran las puniciones, que surgen en la instancia
judicial. Forman parte de las normas penales individuales y concretas emitidas por el juez a través de la
sentencia penal.
5° nivel
Es el nivel fáctico particular y concreto. Se encuentran las penas, entendidas como ejecución de las
normas penales particulares y concretas.
En conclusión, el modelo lógico nos permite estudiar al delito desde la perspectiva de la lógica formal, cuya finalidad
es establecer criterios objetivos, debidamente delimitados, que le brinden al juzgador y a las partes, dentro del
proceso penal, certeza, seguridad y legalidad jurídicas.
Sustituye la categoría lógica de la causalidad por un conjunto de reglas orientado a valoraciones jurídicas,
pues, la imputación de un resultado, depende de la realización de un peligro dentro del fin de protección
de la norma. La culpabilidad se limita con la necesidad de prevención y juntas originan el nuevo concepto
de responsabilidad, que es la base de la imposición de la pena.
Por otro lado, el funcionalismo sociológico considera al derecho como garante de la identidad normativa,
la constitución y la sociedad, cuyo objeto es resolver los problemas del sistema social. Al igual que
el funcionalismo moderado, reconoce como punto de partida al finalismo; sin embargo, en éste ya no
están presentes las tendencias de política criminal, pues las categorías que integran al delito tienen como
fin sólo estabilizar al sistema.
En este marco, el estudio de los distintos elementos que conforman e interactúan en el acto delictivo,
como los explica cada uno de los sistemas doctrinales revisados están encaminados a generar una certeza
jurídica al determinar si una persona es o no responsable de un hecho que atenta contra las normas
jurídico-penales.
Lo que se ha buscado desde el garantismo clásico es la certeza jurídica para sancionar a la persona que ha
desplegado una conducta delictiva, a fin de superar el sustancialismo penal y el cognocitivismo ético y, el
decisionismo procesal y subjetivismo inquisitivo.
Bibliografía
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Audiovisual
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