Estrategias+Didácticas+Díaz+Barriga (Lectura)
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Estrategias+Didácticas+Díaz+Barriga (Lectura)
para un
aprendizaje
significativo
una interpretación constructivista
2 edición
-
I SBN 9 7 0 - 1 0 - 3 5 2 6 - 7
McGraw-Hilí Interamericana
Editores, S.A. de C.V.
789701 0 35269 A SubsidiaryofTheMcGraw-Hül Compontes
McGraw-Hill
In te ra m e ric a n a
DERECHOS RESERVADOS © 2002, respecto a la segunda edición por
McGRAW-HILL/INTERAMERICANA EDITORES, S. A. de C. V.
A subsidiar)’ ofT he McGraw-Hill Companies, Inc.
Cedro Núm. 512, Col. Atlampa
Delegación Cuauhtémoc
06450 México, D. F.
Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. Núm. 736
ISBN 970-10-3526-7
(ISBN 970-10-1898-2 primera edición)
Agradecemos al CECYT Wilfrido Massieu, del Instituto Politécnico Nacional, las facilidades brindadas
para tomar diversas fotografías de este libro.
8901234567 09876532104
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CAPÍTULO 4 APKEND!/AI 1■COÜPERATIVO Y PROCESO DE EN SEÑ A N ZA ............... 99
VISIÓN PANORÁMICA DEL CAPÍTULO ............................................................................... ........ 100
EL GRUPO Y LA INTERACCIÓN EDUCATIVA ............................................................................. 102
ESTRUCTURAS Y SITUACIONES DE APRENDIZAJE COOPERATIVO,
INDIVIDUALISTA Y COMPETITIVO ............................................................................................ 105
TIPOS DE GRUPO Y BENEFICIOS DEL APRENDIZAJE COOPERATIVO.............................. 109
COMPONENTES BÁSICOS DEL APRENDIZAJE COOPERATIVO........................................... 111
ACTIVIDAD DOCENTE Y DISEÑO DE SITUACIONES
DE APRENDIZAJE COOPERATIVO .............................................................................................. 116
ALGUNAS ESTRATEGIAS ESPECÍFICAS DE APRENDIZAJE COOPERATIVO ................. 122
Lluvia o tormenta de ideas (brainstorming) ................................................................................. 126
Grupos de enfoque (focus g ro u p s)................................................................................................... 127
SU M A R IO .................................................................................................................................................... 134
ACTIVIDADES DE REFLEXIÓN E INTERVENCIÓN .................................................................. 135
Representación y pensamiento
didáctico del profesor: su
influencia en el aprendizaje
Sumario
Actividades de reflexión
e intervención
interesado un conjunto de elementos conceptuales y de estrategias aplicables al trabajo en
el aula.
Así, el texto se estructuró considerando las interrelaciones que ocurren entre los protagonistas
y los elementos centrales en el proceso conducente al logro de un aprendizaje significativo (el cual
parte de los conocimientos previos de los alumnos, y permite la comprensión y aplicación de lo
aprendido en situaciones relevantes, reales). De esta manera, en relación con el alumno se analizan
los procesos de aprendizaje significativo y estratégico, la motivación y la interacción entre iguales;
mientras que se estudian las posibilidades de la labor del docente en su papel de mediador de
dichos procesos y proveedor de una ayuda pedagógica regulada. Por otra parte, también se considera
el papel que desempeñan los materiales de estudio y las formas de organización del proceso instruccional;
en este rubro destaca la elaboración de estrategias de instrucción cognitivas y el diseño de actividades
académicas basado en la conformación de grupos cooperativos, integrando asimismo diversas
estrategias de evaluación del aprendizaje.
¿Por qué estrategias docentes? En principio hemos querido evitar la denominación de "métodos"
o "técnicas" docentes de inspiración constructivista, pues consideramos restrictivo el manejo usual
que se da en nuestros contextos educativos a dichos términos, que llegan a equipararse con los de
instructivos o recetarios rígidos que tan sólo señalan la pauta de un cómo hacer no siempre reflexivo
ni contextuado. Por el contrario, utilizamos la denominación de estrategias en el sentido de saberes y
procedimientos específicos, o incluso formas de ejecutar una habilidad determinada; pero para la
cual se tiene que saber el qué, cómo y cuándo de su empleo. Nuestra idea es que el profesor logre
consolidar estrategias docentes en la medida en que emplee los recursos psicopedagógicos ofrecidos
como formas de actuación flexibles y adaptativas (nunca como algoritmos o recetas rígidas), en función
del contexto, de los alumnos, y de las distintas circunstancias y dominios donde ocurre su enseñanza.
Por lo anterior, y en congruencia con el abordaje conceptual que subyace a este trabajo, es preciso
aclarar que no se trata de ofrecer "el modelo didáctico ideal", ni se realizan prescripciones técnicas de
carácter normativo. Esta obra ofrece algunas bases teóricas y principios de aplicación sustentados en
la investigación reciente en el campo de la psicología del aprendizaje y la instrucción, con la idea de
que permitan inducir en el lector una reflexión sobre su forma de pensar el acto educativo, así como
en relación con su propia práctica docente. Tales procesos de reflexión conforman un primer paso en
el camino hacia la innovación de la enseñanza, que será fructífera sólo en la medida que permita generar
un conocimiento didáctico integrador, acompañado de propuestas viables para la acción. Estamos
convencidos de que esta obra aportará elementos valiosos para el lector en la medida en que lo invite
a matizar, diseccionar y reconstruir los conocimientos que aquí se le presentan, en función del contexto
y las situaciones particulares que enfrenta en su actividad como profesional de la educación.
Puesto que pensamos que un texto como éste queda sujeto a una reconstrucción de parte de los
lectores en vinculación con lo que ocurre en sus aulas o ámbitos profesionales, en la segunda edición
reforzamos los componentes que permiten una reflexión sobre la práctica educativa o que inducen
a generar propuestas para la acción. Así, aparte de incrementar el número y tipo de apoyos didácticos
a la lectura (esquemas, mapas conceptuales e ilustraciones, entre otros) incluimos algunas actividades
e instrumentos de reflexión, segmentos de entrevistas u opiniones de profesores, estudiantes o
especialistas, casos ilustrativos y ejemplos reales tomados de escuelas y universidades a las que
hemos tenido acceso, con el propósito de acercar los contenidos del libro a la práctica e intereses de
los lectores. De esta manera, también tratamos de promover un aprendizaje más significativo en
nuestros propios lectores.
Finalmente, deseamos agradecer a todos aquellos quienes contribuyeron a la elaboración y
enriquecimiento de esta obra, en particular a nuestros colegas del área de Psicología Educativa de la
Facultad de Psicología de la UNAM, a los innumerables profesores mexicanos y de otros países
latinoamericanos que nos han brindado sus aportaciones y comentarios críticos al texto, al doctor
Joseph Novack, por su ayuda para conseguir la foto de David Ausubel, a César Coll y Ángel Díaz
Barriga por su apoyo en nuestra formación como profesionales de la psicología y la educación, y de
manera muy especial a la licenciada Alejandra Martínez Ávila y el equipo que coordina en McGraw-
Hill de México.
Semblanza de los autores
■L U b A R I O ............................................................................................................................................... 427
Aunque es innegable el carácter individual y endógeno del aprendizaje escolar, éste no sólo se
compone de representaciones personales, sino que se sitúa asimismo en el plano de la actividad
social y la experiencia compartida. Es evidente que el estudiante no construye el conocimiento en
solitario, sino gracias a la mediación de los otros y en un momento y contexto cultural particular. En
el ámbito de la institución educativa, esos "otros" son, de manera sobresaliente, el docente y los
compañeros de aula.
El profesor es mediador entre el alumno y la cultura a través de su propio nivel cultural, por la
significación que asigna al currículum en general y al conocimiento que transmite en particular, y por
las actitudes que tiene hacia el conocimiento o hacia una parcela especializada del mismo. La tamización
del currículum por los profesores no es un mero problema de interpretaciones pedagógicas diversas,
sino también de sesgos en esos significados que, desde un punto de vista social, no son equivalentes
ni neutros. Entender cómo los profesores median en el conocimiento que los alumnos aprenden en las
instituciones escolares es un factor necesario para que se comprenda mejor por qué los estudiantes
difieren en lo que aprenden, las actitudes hacia lo aprendido y hasta la misma distribución social de
lo que se aprende.
En consecuencia, podemos afirmar que tanto los significados adquiridos explícitamente duran
te su formación profesional, como los usos prácticos que resultan de experiencias continuas en el
aula (sobre rasgos de los estudiantes, orientaciones metodológicas, pautas de evaluación, etcétera),
configurarán los ejes de la práctica pedagógica del profesor. Y dicha práctica docente se encontrará
fuertemente influida por la trayectoria de vida del profesor, el contexto socioeducativo donde se
desenvuelva, el proyecto curricular en el que se ubique, las opciones pedagógicas que conozca o se
le exijan, así como las condiciones bajo las que se encuentre en la institución escolar.
Es difícil llegar a un consenso acerca de cuáles son los conocimientos y habilidades que un
"buen profesor" debe poseer, pues ello depende de la opción teórica y pedagógica que se tome, de
la visión filosófica y de los valores y fines de la educación con los que se asuma un compromiso.
Desde la perspectiva en que ubicamos este texto, coincidimos con Cooper (1999) en que pueden
identificarse algunas áreas generales de competencia docente, congruentes con la idea de que el
profesor apoya al alumno a construir el conocimiento, a crecer como persona y a ubicarse como
actor crítico de su entorno. Dichas áreas de competencia son las siguientes:
1. Despliegue de valores y actitudes que fomenten el aprendizaje y las relaciones humanas genui-
nas.
4. Control de estrategias de enseñanza que faciliten el aprendizaje del alumno y lo hagan motivante.
En una línea de pensamiento similar, Gil, Carrascosa, Furió y Martínez-Torregrosa (1991) consi
deran que la actividad docente, y los procesos mismos de formación del profesorado, deben plan
tearse con la intención de generar un conocimiento didáctico o saber integrador, el cual trascienda
el análisis crítico y teórico para llegar a propuestas concretas y realizables que permitan una trans
formación positiva de la actividad docente. El hilo conductor de este proceso de cambio didáctico
es la problemática que genera la práctica docente y las propias concepciones espontáneas sobre la
docencia. Siendo fieles a los postulados constructivistas (véase el capítulo siguiente), la utilización
de situaciones problemáticas que enfrenta el docente en su práctica cotidiana es la plataforma para
construir el conocimiento didáctico integrador al que se hizo referencia anteriormente. En su pro
puesta de formación para docentes de ciencias a nivel medio, estos autores parten de la pregunta
¿qué conocimientos deben tener los profesores y qué deben hacer?, a la cual responden con los siguientes
planteamientos didácticos:
POSIBILITAN
8 . Utilizar la investigación
e innovación disciplinaria
EXIGE
y psicopedagógica
5. Saber:
• Planificar
• Preparar actividades
• Diseñar apoyos
• Crear clima favorable
POSIBILITAN
7. Saber evaluar.
Por lo anterior, es evidente que, tal como opina Maruny (1989), enseñar no es sólo proporcionar
información, sino ayudar a aprender, y para ello el docente debe tener un buen conocimiento de sus
alumnos: cuáles son sus ideas previas, qué son capaces de aprender en un momento determinado,
su estilo de aprendizaje, los motivos intrínsecos y extrínsecos que los animan o desalientan, sus
hábitos de trabajo, las actitudes y valores que manifiestan frente al estudio concreto de cada tema,
etcétera. La clase no puede ser ya una situación unidireccional, sino interactiva, donde el manejo de
la relación con el alumno y de los alumnos entre sí forme parte de la calidad de la docencia misma
(Barrios, 1992).
La metáfora del andamiaje (scaffolding) propuesta por Bruner en los setenta nos permite expli
car la función tutorial que debe cubrir el profesor. El andamiaje supone que las intervenciones tutoriales
del enseñante deben mantener una relación inversa con el nivel de competencia en la tarea de apren
dizaje manifestado por el aprendiz, de manera tal que cuanto más dificultades tenga el aprendiz en
lograr el objetivo educativo planteado, más directivas deberán ser las intervenciones del enseñante,
y viceversa. Pero la administración y ajuste de la ayuda pedagógica de parte del docente no es sencilla,
no es sólo un cambio en la cantidad de ayuda, sino en su cuaüficación. En ocasiones podrá apoyar
los procesos de atención o de memoria del alumno, en otras intervendrá en la esfera motivacional y
afectiva, o incluso inducirá en el alumno estrategias o procedimientos para un manejo eficiente de
la información.
Para que dicho ajuste de la ayuda pedagógica sea eficaz, es necesario que se cubran dos carac
terísticas (Onrubia, 1993): a) que el profesor tome en cuenta el conocimiento de partida del alumno,
y b) que provoque desafíos y retos abordables que cuestionen y modifiquen dicho conocimiento.
Finalmente, una meta central de la actividad docente es incrementar la competencia, la compren
sión y la actuación autónoma de los alumnos.
Cabe señalar que no se puede proporcionar el mismo tipo de ayuda ni intervenir de manera
homogénea e idéntica con todos los alumnos, puesto que una misma intervención del profesor
puede servir de ayuda ajustada en unos casos y en otros no. Es por ello que Onrubia (ob. cit.)
propone como eje central de la tarea docente una actuación diversificada y plástica, que se acompa
ñe de una reflexión constante de y sobre lo que ocurre en el aula, y que a la vez se apoye en una
planificación cuidadosa de la enseñanza.
La función central del docente consiste en orientar y guiar la actividad mental constructiva de sus
alumnos, a quienes proporcionará una ayuda pedagógica ajustada a su competencia.
Aunque es innegable que el propósito central de la intervención educativa es que los alumnos
se conviertan en aprendices exitosos, así como en pensadores críticos y planificadores activos de su
propio aprendizaje, la realidad es que esto sólo será posible si lo permite el tipo de experiencia
lo. Se proporciona al alumno un puente entre la información de que dispone (sus conocimientos
previos) y el nuevo conocimiento.
2o. Se ofrece una estructura de conjunto para el desarrollo de la actividad o la realización de la tarea.
3o. Se traspasa de forma progresiva el control y la responsabilidad del profesor hacia el alumno.
4o. Se manifiesta una intervención activa de parte del docente y del alumno.
5o. Aparecen de manera explícita e implícita las formas de interacción habituales entre docentes/
adultos y alumnos/menores, las cuales no son simétricas, dado el papel que desempeña el
profesor como tutor del proceso.
Creemos que por lo expuesto en este apartado, se justifica la importancia de ofrecer al docente
una formación que incluya fundamentos conceptuales, pero que no se restrinja a éstos, sino que
incluya una reflexión sobre su propia práctica docente y la posibilidad de generar alternativas de
trabajo efectivas. Los tres ejes alrededor de los cuales se conformaría un programa de formación
docente que asegure la pertinencia, la aplicabilidad y la permanencia de lo aprendido son los si
guientes:
La formación del docente debe abarcar los siguientes planos: conceptual, reflexivo y práctico.
En esta obra nos hemos propuesto ofrecer al docente una serie de conceptos y principios deri
vados de la psicología cognitiva y del enfoque constructivista, susceptibles de ser aplicados en su
clase. No obstante, dichos elementos deben ser objeto de un análisis crítico de parte del profesor (o
mejor: del claustro de profesores) y adecuarse convenientemente a las situaciones de enseñanza
particulares que enfrenta.
Hasta aquí hemos revisado algunas concepciones que definen la tarea docente desde el punto
de vista constructivista. Una síntesis de las mismas se encuentra en el cuadro 1.1. Cabe aclarar que
algunos de estos conceptos se retomarán y ampliarán posteriormente.
No quisiéramos cerrar esta breve revisión del importante papel del profesor en el proceso de
construcción del conocimiento escolar sin hacer referencia al plano de las relaciones interpersonales
y las actitudes del propio enseñante. De manera general, creemos que es muy importante que el
profesor manifieste ante el grupo actitudes y habilidades como las siguientes:
Toma conciencia y analiza críticamente sus propias ideas y creencias acerca de la en
señanza y el aprendizaje, y está dispuesto al cambio.
Promueve aprendizajes significativos, que tengan sentido y sean funcionales para los
alumnos.
Establecer una buena relación interpersonal con los alumnos, basada en los valores que intenta
enseñar: el respeto, la tolerancia, la empatia, la convivencia solidaria, etcétera.
• Ser capaz de motivar a los alumnos y plantear los temas como asuntos importantes y de interés
para ellos.
• Plantear desafíos o retos abordables a los alumnos, que cuestionen y modifiquen sus conoci
mientos, creencias, actitudes y comportamientos.
Si queremos comprender por qué el profesor y los alumnos interactúan de una manera determinada
y se comportan como lo hacen en sus intercambios comunicativos, hemos de atender no sólo a sus
comportamientos manifiestos y observables, sino también a las cogniciones asociadas a los mismos.
Se puede afirmar que un principio que preside las relaciones interpersonales es que la represen
tación que uno se forma del otro es, por un lado, un filtro que conduce a interpretar y valorar lo que
se hace; pero también puede modificar el comportamiento en la dirección de las expectativas aso
ciadas con dicha representación; la cual no se reduce a una selección y categorización de los rasgos
sobresalientes del otro, sino que en ella participan los conocimientos culturales y las experiencias
sociales de los protagonistas.
Algunas de las preguntas cruciales en este sentido son: ¿Cómo concibe el docente el conoci
miento que enseña? ¿Qué papel se concede a sí mismo en relación con la experiencia del que apren
de? ¿Cómo se representa al alumno, qué recursos le concede y qué limitaciones ha identificado en
él? ¿Cómo organiza y transmite el conocimiento propio de un campo disciplinario específico? ¿Hace
ajustes a la ayuda pedagógica que presta a los alumnos en función de sus necesidades y del contex
to? ¿Asume siempre el control de los aprendizajes o lo deposita gradualmente en los estudiantes?
¿Cómo cuantifica y cualifica la posesión y significatividad del conocimiento en sus alumnos?
En la literatura reportada, las representaciones o concepciones del profesor, que se han aglutina
do en el término genérico de "pensamiento del profesor" (Clark y Peterson, 1990), en realidad reco
gen conceptos y metodologías diversas empleadas en el estudio del conocimiento profesional del
profesorado. Así, a los procesos implicados se les ha denominado "creencias", "conocimiento prác
tico", "pensamiento práctico", "modelos o estilos de enseñanza", "teorías implícitas", entre otros
términos. Lo que nos interesa enfatizar por el momento es que los resultados de gran parte de estos
trabajos refutan la tesis de que el conocimiento didáctico del profesor es sólo de naturaleza técnica o
práctica. Más bien, el conocimiento del profesor, en su calidad de profesional de la enseñanza, es de
índole experiencial (véase más adelante a Schón), y constituye una síntesis dinámica de experiencias
biográficas constructivas que se activan por demandas del sistema cognitivo y están en función de
los contextos, directrices y conflictos que plantea la cultura organizada de la escuela.
Aunque los estudios sobre el pensamiento del profesor han comenzado a proliferar, plantean
aún más interrogantes que respuestas. En diversas investigaciones se ha encontrado que "los profe
sores no parecen seguir para planificar su trabajo el modelo racional que normalmente se prescribe
en los esquemas de formación y en la planificación del currículum" (Sancho, 1990, p. 101). La mayo
ría de los profesores estudiados no comienzan o guían su trabajo en función de unos objetivos
específicos, sino más bien en función del contenido que enseñarán y el lugar donde la tarea docente
se realizará. Así su unidad de planificación es la actividad y no el objetivo.
Así como las preconcepciones o teorías implícitas del alumno son el punto de partida de su proceso
de aprendizaje, también lo son para el profesor las teorías implícitas que tiene sobre la enseñanza, en
la forma de una serie de representaciones o pensamiento didáctico espontáneo o de sentido común.
Ahora bien, en este trabajo sostenemos que el conocimiento del pensamiento didáctico del pro
fesor es un elemento insoslayable cuando se aborda un proceso de formación docente. Es más,
algunos autores (Gil, Carrascosa, Furió y Martínez-Torregrosa, 1991) lo articulan dentro de las que
consideran tesis centrales de un programa de formación de profesores, puesto que:
1. Los profesores tienen ideas, comportamientos y actitudes sobre los que hay que conectar cual
quier actividad de formación.
3. Dicha problemática sólo es superable, como sostendremos más adelante, si se realiza un trabajo
docente colectivo, reflexivo e innovador.
• Los docentes tienen una visión simplista de lo que es la ciencia y el trabajo científico.
• Consideran que es algo "natural" el fracaso de los estudiantes en las materias científicas, por
una visión fija o prejuicio de las capacidades intelectuales, el sexo de los alumnos o su extrac
ción social.
• Suelen atribuir las actitudes negativas de los estudiantes hacia el conocimiento científico a cau
sas externas, ignorando su propio papel.
Las ideas que acompañan dicha "docencia del sentido común" no son privativas de los profeso
res de ciencias, pues creemos que implican representaciones compartidas por profesores de las de
más áreas curriculares. Por ejemplo, en nuestro medio existen estudios que han documentado el
pensamiento didáctico de los profesores de historia del nivel bachillerato en relación con su queha
cer docente y sus alumnos (Díaz Barriga, 1998; Monroy, 1998). Algunas de las ideas expresadas por
los docentes se encuentran en el cuadro 1.2.
Algunas ideas expresadas por los docentes entrevistados fueron las siguientes:
C aso 1. Guadalupe, 52 años, 25 de experiencia docente: "Al principio, yo tenía horror a traba
jar como docente. El primer día, sentía un vacío espantoso en el estómago. Cuando me iba a
meter al salón, sentí una náusea y di vuelta atrás. Para superar el pánico, tuve que ser autori
taria. Pero aprendí que la Historia no está terminada, la estamos reelaborando a cada instante,
entonces se me acabó el pánico y se los pude decir a los alumnos. También comprendí que no
puedes ser cerrada con los alumnos, y tratas de ayudarles, tratas de elaborar un conocimiento,
más allá de que '¡Te lo tragas!'. El conocimiento lo estamos elaborando cada día. Con los alum
nos lo reelaboramos; he dejado de sentir que yo tengo el conocimiento. El cambio ha sido que
be abandonado el autoritarismo, pero no todo, en este nivel no se puede, ellos están acostum
brados; si no, se sienten abandonados, es decir, el hecho de que les digas '¡Aquí no pasa nada
si no estudias!', '¡aquí es si tú quieres!'. Todos los días voy a pasar lista y me tienen que hacer
tantas participaciones. Les digo: '¡Dediqúense!'. Yo no estoy de acuerdo en que hagan lo que
quieran."
C aso 2. Xóchitl, 36 años, 11 como docente: "Algunos alumnos la estudian (la Historia), otros la
detestan, y esto es más bien por el manejo de los profesores. Hay maestros que, cuando los
alumnos les preguntan, son sumamente cerrados, y como respuesta les dicen 'Inútiles, ton
tos'. Los alumnos no aprenden porque no les gusta la materia de Historia. Cuando estoy con
grupos de recursadores, lo primero que les digo, es que 'soy su ayuda'."
C aso 3. Manuel, 29 años, 5 como profesor: "La programación para mi grupo es estrictamente
individual. Hay un programa institucional y un programa operativo, y éste se convierte en mi
plan de clase, y se los doy a los alumnos, y los hago corresponsables."
C aso 4. Jesús, 31 años, 7 como profesor: "Para planear, primero necesito saber cuántas horas
tengo, luego, cuánto material debo meter en ese tiempo; pero también necesito saber cómo
vienen los alumnos. Considero que vienen casi de cero."
C aso 5. Olga Lidia, 44 años, 12 como profesora: "Los alumnos te traen lo que pides, pero no lo
analizan, ellos memorizan, no saben discutir, no saben tomar la palabra. Pero debo ver todo el
programa, porque me checan, mínimo debo dar el 90%, para que digan que trabajé. No discu
tamos la calidad y la cantidad, ellos (se refiere a la institución escolar) quieren cantidad."
C aso 6. Ernesto, 33 años, 4 como profesor: "Llego y les digo ¡Vamos a ver tal tema!... luego
hago un cuadro sinóptico y lo expongo... a mí me da buenos resultados."
Caso 7. Filiberto, 51 años, 23 como docente: "Dividía el grupo y les decía ustedes van a leer la
rebelión de Espartaco, y ustedes van a hablar como amos, otros como esclavos... entonces
¡eran unos agarrones!... pero basándose en argumentos... También lo hacía en la época feudal
con las distintas clases sociales y lo mismo con el capitalismo..."
C aso 8. Rita, 28 años, 3 como docente: "En ciencias experimentales se tiene el apoyo del labo
ratorio, en la enseñanza en sociales la cuestión es más abstracta, está limitada al salón de
clases... la historia se da en el pizarrón."
¿En qué medida aparecen en el discurso de estos profesores algunos de los conceptos
vertidos en el capítulo, tales como la función mediadora del conocimiento, el ajuste de la
ayuda pedagógica, la docencia del sentido común, la visión transmisivo-receptiva o construc
tiva del conocimiento escolar? ¿Qué roles se adjudican a sí mismos estos profesores, cómo
conciben su quehacer docente?
Aunque tal efecto no es lineal, e intervienen mecanismos complejos y múltiples variables me
diadoras, cuanto más motivados, inteligentes, atentos, autónomos, etcétera, perciben los profesores
a los alumnos, más esperan de su rendimiento, y en consecuencia, su actuación como docentes se
orientará a conseguir resultados académicos más positivos. La situación inversa también es factible:
cuanto menos capaces, poco inteligentes, culturalmente desfavorecidos o físicamente limitados per
ciban los docentes a sus estudiantes, esperarán menos de su rendimiento, y esto influirá en la mane
ra en que conduzcan su labor docente. En estos trabajos se puso en claro que entran en juego per
cepciones de extracción social, inteligencia, apariencia física y género en la representación que se forma
el docente, y en estrecha relación con ésta, las expectativas de logro académico depositadas en el
estudiante. Comentarios como "Eres el más listo de este grupo, ojalá los otros fueran como tú", "De
plano, no entiendes", "Con alumnos de un medio tan pobre se puede hacer tan poco", "Si en su casa
no los motivan a estudiar, aquí es imposible hacerlo", "A las mujeres les cuesta mucho más enten
der Matemáticas", "Están perdidos, no saben estudiar, seguramente van a reprobar", etcétera, po
nen de manifiesto las verdaderas creencias de los profesores respecto a sus alumnos y a sus posibi
lidades de aprendizaje. Tal como veremos cuando se aborde el tema de la motivación escolar, este
tipo de mensajes del profesor no sólo no ayudan al alumno a superar sus deficiencias, sino que
entrañan una descalificación personal que afecta la autoestima del individuo y propician que se
sienta incompetente e indefenso ante las situaciones escolares.
El gran reto actual es cómo inducir al profesor a tomar conciencia de dichos aspectos, para que
pueda cuestionarlos, manejarlos prepositivamente y generar alternativas a su práctica profesional.
Esto nos introduce al problema de la formación del docente, sobre el cual haremos comentarios en
la siguiente sección.
Desde una perspectiva histórica, resalta que la mayor parte de la investigación, y los intentos por
dar formación docente en el ámbito de la relación educativa, se centran en una concepción limitada
de lo que es la enseñanza eficaz o eficacia docente. Asimismo se observa que se han abordado
principalmente dos cuestiones: las características personales de los profesores que los hacen efica
ces y la delimitación de los métodos de enseñanza eficaces.
En este sentido, resulta prácticamente imposible consensuar, con base en la investigación edu
cativa, una definición ampliamente aceptada de lo que caracteriza a un buen profesor, si es que dicha
definición se quiere plantear a partir de un listado de conductas, rasgos o habilidades inconexas.
No obstante, rescataríamos las ideas de Stenhouse (1975, en Sancho, 1990), quien afirma que un
buen profesor es un profesional independiente; Schón (1992), que lo concibe como un profesional
reflexivo, y la reivindicación que hace A. Díaz Barriga (1993) de su labor como intelectual capaz de
construir sus propias opciones y visiones hacia su quehacer educativo.
Los argumentos anteriores han conducido a una revaloración de lo que ocurre efectivamente en
el salón de clases — "la vida en las aulas"— como objeto de investigación en el campo de la interac
ción educativa, de forma que constituya el punto de partida de todo intento por aportar al profeso
rado más elementos para realizar su tarea docente.
Por lo mismo, cuando se entiende la tarea de formar al docente como una cuestión de dotarlo
de teorías psicológicas o pedagógicas, también se incurre en una visión reduccionista. De hecho, si
en algo ha cambiado el campo de la formación de profesores en las últimas décadas, es en haber
logrado comprender que para que los docentes puedan internalizar las teorías pedagógicas, éstas
deben ser aprendidas en el contexto donde se espera que puedan aplicarlas, es decir, en el contexto
de su clase y en relación con sus principales tareas como docente. Sin embargo, en muchas expe
riencias de formación docente todavía se espera que el profesor traslade las teorías educativas a su
aula y resuelva problemas casi sin ayuda. No obstante, se ha demostrado que los enfoques de for
mación docente que focalizan un análisis crítico o reflexión sobre la propia práctica docente y que plan
tean situaciones de solución de problemas situados en el aula son mucho más productivos en cuanto a
lograr que los docentes cambien sus cogniciones, actitudes y estrategias de trabajo habituales (Díaz
Barriga, 1998).
Al llegar a este punto resalta la importancia de una formación docente eminentemente reflexi
va. Ante el clima de descontento alrededor de la formación que se ofrece en los centros de forma
ción de profesores y de profesionales universitarios y técnicos, Donald Schón (1992) se ha pronun
ciado en contra de la racionalidad técnica y propugna por una formación que denomina el "práctico
reflexivo" (practicum reflexivo). En un esquema de racionalidad técnica se separa el pensar de la
puesta en práctica, y el maestro se convierte en un técnico (en el sentido peyorativo o limitante del
término). De acuerdo con A. Díaz Barriga (1993, p. 69) el profesor "deja de ser no sólo el centro de la
actividad educativa, sino fundamentalmente el intelectual responsable de la misma, para visualizarlo
como un operario en la línea de producción escolar".
Por el contrario, la propuesta del práctico reflexivo se sustenta en una racionalidad práctica,
donde la formación de los profesionales enfatiza la acción práctica, mediante la comprensión plena
de la situación profesional donde se labora, la cual sólo puede alcanzarse por la vía de procesos de
deliberación, debate e interpretación. El rol del docente no es en este caso el de un operario o técnico
Desde esta perspectiva, las soluciones que el docente puede dar a la problemática que enfrenta
en la institución escolar y en su aula dependerán de la propia construcción que haga de situaciones,
donde suelen imperar la incertidumbre, la singularidad y el conflicto de valores (las denominadas
"zonas indeterminadas de la práctica profesional"). A lo largo de las dos últimas décadas se ha
comenzado a entender que dichas zonas indeterminadas son centrales en la práctica profesional, y
por ello "los profesionales críticos coinciden en alertar sobre una queja común: que las áreas más
importantes de la práctica profesional se encuentran hoy más allá de los límites convencionales de
la competencia profesional" (Schon, 1992, p. 21).
Las ideas anteriores nos introducen a un cambio en la visión que tenemos de las profesiones,
incluida la profesión de la docencia. Desde una visión sociocultural, una profesión no se define úni
camente por las disciplinas académicas en que se apoya, y el ejercicio de la misma —en este caso de
la profesión docente— no se restringe a una aplicación rutinizada de teorías científicas o de técnicas
específicas. Por el contrario, una profesión constituye una cultura o comunidad de practicantes o
profesionales de un ámbito particular, quienes comparten no sólo un conocimiento de índole cien
tífico, metodológico o técnico, sino creencias, lenguajes, actitudes, valores, formas prácticas o
artesanales de hacer las cosas y, por supuesto, intereses gremiales determinados. Trasladando lo
anterior al campo de la profesión de la docencia, podemos decir que un docente experto no es sólo
quien sabe mucho de su disciplina o ha estudiado las teorías educativas o instruccionales en boga,
o se ha entrenado en tecnología educativa. Los saberes anteriores tienen que desplegarse estratégi
cam ente, es decir, tienen que m anifestarse de m anera pertinente y exitosa en contextos
socioeducativos específicos, que demandan determinadas prácticas especializadas focalizadas en
la solución de problemas situacionales. Así, el docente experto no sólo es el que sabe más, sino
quien organiza y maneja cualitativamente mejor dicho conocimiento. En la figura 1.2 se esquematizan
las características que posee el conocimiento profesional de un docente experto.
En este punto puede surgir el dilema de si la tarea docente es una labor científica o más bien es
un arte. En alguna medida, ambos aspectos están implicados, tanto en la profundidad y vigencia de
los saberes disciplinares que se posean como en la maestría, y el "ojo clínico" o "virtuosismo" que
se logran con la experiencia. Estas ideas, llevadas al terreno de la formación de los profesores o de
los profesionales en general, nos hablan de la importancia de integrar los saberes teóricos con la
experiencia práctica, de conducir programas mucho más orientados al campo de aplicación profe
sional en cuestión, y de conducir procesos formativos donde la reflexión y la tutoría sean piezas
clave.
Por ello Donald Schon plantea como alternativa en la formación de los profesionales de la docen
cia o de otros campos "la experiencia de aprender haciendo y el arte de una buena acción tutorial",
puesto que los estudiantes aprenden las formas de arte profesional mediante la práctica de hacer o
ejecutar reflexivamente aquello en lo que buscan convertirse en expertos, y se les ayuda a hacerlo así
gracias a la mediación que ejercen sobre ellos otros "prácticos reflexivos" más experimentados, que
usualmente son los profesores; pero pueden serlo también los compañeros de clase más avanzados.
tiene
Conocimiento
profesional
dinámico
estratégico
autorregulado
reflexivo
Existen cuatro constantes en la práctica reflexiva propuesta por Schón que hay que tomar en
cuenta al examinar la acción de los profesionales (en este caso de los docentes):
• Los medios, lenguajes y repertorios que emplean los docentes para describir la realidad y reali
zar determinadas acciones.
• Los sistemas de apreciación que emplean para centrar los problemas, para la evaluación y para
la conversación reflexiva. ~
• Los roles en los que sitúan sus tareas y a través de los cuales delimitan su medio institucional.
Puede observarse que dichas constantes son congruentes con la necesidad de conocer el pensa
miento del profesor y de conducir un análisis de la práctica real del docente en el aula, así como de
sus producciones y recursos didácticos (es decir, sus programas, apuntes de clase, guías de estudio,
pruebas de aprovechamiento, ayudas didácticas, etcétera). Otro aspecto crucial es el de la compren
sión de la interacción educativa que ocurre en su espacio de aula, así como del "clim a" motivacional
y de colaboración que promueve, tal como se planteará ulteriormente.
Complementando lo anterior y de acuerdo con Gimeno (1995, pp. 19-20), los ámbitos prácticos
fundamentales para el ejercicio de la reflexión sobre la docencia son:
a) El ámbito práctico-metodológico
En opinión de Gil y cois. (ob. cit.) sólo de esta manera pueden superarse las limitaciones de la
enseñanza de "sentido común" y del pensamiento docente espontáneo, potenciando una reflexión
colectiva y un trabajo colaborativo.
De este modo, la calidad del aprendizaje depende en gran medida de la habilidad del docente
para adaptar su demostración y su descripción a las necesidades cambiantes del alumno. Para lo-
TAREA:
EL Q U IJO T E
pp. 1 -2 0 0
grar lo anterior se requiere motivar de forma conveniente al alumno y ofrecerle experiencias educa
tivas pertinentes, estableciéndose una relación de enseñanza-recíproca dinámica y autorreguladora.
De acuerdo con el modelo de formación del práctico reflexivo, si los educadores se lo proponen
pueden llegar a sistematizar el conocimiento en la acción, y a desarrollar nuevas formas de com
prensión cuando ellos mismos contribuyen a formular sus propias interrogantes sobre la práctica, y
recogen sus propios datos para darles respuesta. Sin embargo, el enfoque de la práctica reflexiva
corre el riesgo de limitarse a una apropiación pragmática y simplista de parte de los educadores. En
opinión de Osorio (1995, p. 3), para que no se incurra en una visión reduccionista, "la práctica
reflexiva debe llevarnos a formar educadores capaces y competentes para articular la racionalidad
técnica propia de nuestro campo con una ética transformadora, que promueva más autonomía y
libertades creadoras en los mismos educadores".
De esta manera, el proceso formativo de los profesionales de la docencia "tendrá que apoyarse
en la necesaria interacción entre los significados del contenido de la formación con los significados
de los propios profesores como forma de implantar en ellos nuevos elementos de racionalización"
(Gimeno, 1995, p. 17), por lo que puede concebirse a la formación como un proceso de desarrollo
personal-profesional.
Los autores de esta obra creemos que es importante matizar el racionalismo excesivamente
técnico que usualmente orienta la formación y la conceptualización misma de la tarea del docente;
en esta dirección se requiere buscar una nueva articulación entre la formación en el conocimiento
científico y la investigación de la enseñanza, con la reflexión acerca de los significados subjetivos y
la práctica de la docencia; la cual es la concepción de la labor y desarrollo del docente que subyace
a esta obra.
A manera de síntesis de este apartado, se ofrece el cuadro 1.3, donde se hace una integración de
los principios revisados en torno a la formación de los docentes, acentuando su filiación
constructivista.
( C o n tin ú a )
CUADRO 1.3 (conclusión)
En este capítulo se discutió el papel del docente en la promoción del aprendizaje significativo de los
alumnos. Se argumentó que no es suficiente que actúe como trasmisor de conocimientos o facilita
dor del aprendizaje, sino que tiene que mediar el encuentro de sus alumnos con el conocimiento, en
el sentido de orientar y guiar la actividad constructiva de sus alumnos, proporcionándoles una
ayuda ajustada y pertinente a su nivel de competencia.
En consecuencia, se propuso que los procesos de formación docente deben abarcar los planos
conceptual, reflexivo y práctico, orientándose a la generación de un conocimiento didáctico integrador
y a la elaboración de propuestas para la acción viable y situacional.
Actividades de reflexión e intervención
1. LAS REPRESENTACIONES DEL DOCENTE. Con base en la lectura de este capítulo, es impor
tante que el docente describa críticamente la representación que él mismo tiene de la actividad
o tarea docente en su rol de profesional de la educación, así como de los rasgos que en su
opinión caracterizan a los sujetos de la educación con los cuales interactúa (sus alumnos, otros
docentes, autoridades y administradores educativos, orientadores, pedagogos, padres, etcéte
ra). Para tal efecto, sugerimos dos actividades:
Como corolario de esta actividad, se pueden contrastar las ideas del lector con las de los
profesores reportados en el cuadro 1.2 "La voz de los profesores". Otra opción es que esta
actividad y las siguientes sean introductorias para explorar las ideas previas de los profeso
res antes de leer el capítulo.
El propósito de esta actividad es promover una reflexión personal y colectiva sobre los
logros e insuficiencias mostrados por los alumnos en relación con la enseñanza que imparte
el profesor. La idea es que el docente redacte un ensayo libre, de tres a cinco cuartillas,
donde describa lo que considera los principales logros e insuficiencias de sus alumnos
y mencione a qué factores adjudica tales resultados. Lo central es que en la reflexión
que acompaña a dicho escrito, analice en qué medida se percibe a sí mismo como media
dor del aprendizaje de sus estudiantes. De ser posible, que ejemplifique situaciones concre
tas donde se aclare cómo y cuándo proporciona a los alumnos una ayuda pedagógica ajus
tada o ejerza una acción tutorial; además, es importante que revise los efectos de dichas
acciones.
2. MI FORMACIÓN DOCENTE. Esta actividad tiene como finalidad que se analice de manera
crítica las experiencias de formación docente en las que el lector ha participado, en términos de
lo que éstas han aportado a su práctica docente. Asimismo, se busca que el participante identi
fique los abordajes o enfoques que subyacen a dichas experiencias (teórico, tecnológico, reflexi
vo o de solución de problemas). En concreto, la idea es que describa las tres experiencias de
formación docente en que haya participado que le parezcan las más importantes, las más pro
longadas o bien que hayan sido obligatorias para acceder a la docencia. En seguida revise
críticamente los contenidos, forma de trabajo, nivel de aprendizaje logrado, posibilidad de apli
cación de lo aprendido, cambios que introdujo en su docencia como resultado de las mismas,
etcétera. Concluya con una discusión acerca de los factores que permiten que una experiencia
de formación promueva cambios relevantes y favorables.
1.
2 .
3.
Constructivismo y
aprendizaj e significativo
La aproximación
constructivista del aprendizaje y
la enseñanza
E l aprendizaje significativo en
situaciones escolares
E l aprendizaje de diversos
contenidos caniculares
Sumario
Actividades de reflexión
e intervención
Visión panorámica
del capítulo
S i bien es ampliamente reconocido que la aplica
ción de las diferentes corrientes psicológicas en el
terreno de la educación ha permitido ampliar las
explicaciones en torno a los fenómenos educati
vos e intervenir en ellos, también es cierto que la
psicología no es la única disciplina científica res
ponsable de dichas aportaciones, ya que debido a
la complejidad y multideterminación de la educa
ción, también se ven implicadas otras ciencias
humanas, sociales y educativas.
LA APROXIMACIÓN CONSTRUCTIVISTA
DEL APRENDIZAJE Y LA ENSEÑANZA
Hoy en día no basta con hablar del "constructivism o" en singular, es necesario decir a qué
constructivismo nos estamos refiriendo. Es decir, hace falta aclarar el contexto de origen, teorización
y aplicación del mismo. En realidad, nos enfrentamos a una diversidad de posturas que pueden
caracterizarse genéricamente como constructivistas, desde las cuales se indaga e interviene no sólo
en el ámbito educativo, sino también en la epistemología, la psicología del desarrollo y la clínica,
o en diversas disciplinas sociales.
En sus orígenes, el constructivismo surge como una corriente epistemológica, preocupada por
discernir los problemas de la formación del conocimiento en el ser humano. Según Delval (1997), se
encuentran algunos elementos del constructivismo en el pensamiento de autores como Vico, Kant,
Marx o Darwin. En estos autores, así como en los actuales exponentes del constructivismo en sus
múltiples variantes, existe la convicción de que los seres humanos son producto de su capacidad
para adquirir conocimientos y para reflexionar sobre sí mismos, lo que les ha permitido anticipar,
explicar y controlar propositivamente la naturaleza, y construir la cultura. Destaca la convicción de
que el conocimiento se construye activamente por sujetos cognoscentes, no se recibe pasivamente
del ambiente.
trucción del conocimiento es enteramente subjetiva, por lo que no es posible formar representacio
nes objetivas ni verdaderas de la realidad, sólo existen formas viables o efectivas de actuar sobre la
misma. Entre estas diversas corrientes ubicamos algunos de los debates actuales del constructivismo:
¿La mente está en la cabeza o en la sociedad?, ¿el desarrollo es un proceso de autoorganización
cognitiva o más bien de aprendizaje cultural dentro de una comunidad de práctica?, ¿qué papel
juega la interacción mediada por el lenguaje o interacción comunicativa en comparación con la
actividad autoestructurante del individuo?, etcétera.
En este apartado nos centraremos en el terreno de los enfoques psicológicos y en sus derivacio
nes al campo de la educación, pero sobre todo en sus posibilidades de encontrar explicaciones e
intervenir al respecto. Véase el cuadro 2.1., donde un especialista del tema define el constructivismo
en educación.
• El replanteamiento de los contenidos curriculares, orientados a que los sujetos aprendan sobre
contenidos significativos.
• La importancia de promover la interacción entre el docente y sus alumnos, así como entre los
alumnos mismos, con el manejo del grupo mediante el empleo de estrategias de aprendizaje
cooperativo.
Ante la pregunta ¿Qué es el constructivismo? Mario Carretero (1993, p, 21} argumenta lo si
guiente:
"Básicamente puede decirse que es la idea que mantiene que el individuo tanto en los
aspectos cognitivos y sociales del comportamiento como en los afectivos no es un mero
producto del ambiente ni un simple resultado de sus disposiciones internas, sino una
construcción propia que se va produciendo día a día como resultado de la interacción
entre esos dos factores. En consecuencia, según la posición constructivista, el conocimien
to no es una copia fiel de la realidad, sino una construcción del ser humano. ¿Con qué
instrumentos realiza la persona dicha construcción? Fundamentalmente con los esque
mas que ya posee, es decir, con lo que ya construyó en su relación con el medio que le
rodea.
Pero ¿quiénes son autores constructivistas? Delval (1997) dice que "hoy todos son construc-
tivistas", tal vez en un intento de estar con la corriente educativa en boga. En realidad, no todos los
expertos coinciden a la hora de decidir quiénes sí y quiénes no son constructivistas (véase Castorina
et al., 1996; Hernández, 1998; Rodrigo y Arnay, 1997).
En esta obra coincidimos con la opinión de César Col! (1990; 1996), quien afirma que la postura
constructivista en la educación se alimenta de las aportaciones de diversas corrientes psicológicas:
el enfoque psicogenético piagetiano, la teoría de los esquemas cognitivos, la teoría ausubeliana de
la asimilación y el aprendizaje significativo, la psicología sociocultural vigotskiana, así como algu
nas teorías instruccionales, entre otras. A pesar de que los autores de éstas se sitúan en encuadres
teóricos distintos, comparten el principio de la importancia de la actividad constructiva del alumno
en la realización de los aprendizajes escolares, lo cual representa el punto de partida de este trabajo
(véase figura 2.1).
\ '
La educación escolar:
una práctica social y
Las teorías del socializadora La teoría
procesamiento sociocultural del
humano de la • La naturaleza social y la desarrollo y
información función socializadora de la del aprendizaje
educación escolar.
• La educación escolar y los
procesos de socialización y de
construcción de la
identidad personal.
Una explicación profunda de las diversas corrientes psicológicas que convergen en la postura
constructivista (de sus coincidencias y contrapuntos, de los riesgos epistemológicos y educativos
de su integración) escapa a las intenciones de esta obra, pero el lector interesado puede realizarla
por medio de la bibliografía que se le ofrece al final. En especial, recomendamos la lectura de Aguilar
(1982), Castorina (1993-1994; 1994), Coll (1990; 1996), Hernández (1991; 1998) y Riviére (1987). Ade
más, recientemente han aparecido una serie de compilaciones con textos de los autores de habla
hispana más reconocidos en este campo, donde se retoman los debates teóricos, epistemológicos y
educativos relativos a la construcción del conocimiento en situaciones escolares (véase Baquero et
al., 1998; Castorina et al., 1996; Coll et a i, 1998; Rodrigo y Arnay, 1997).
Aunque aquí estamos tratando de ofrecer una visión más o menos unificada del constructivismo
siguiendo la integración que hace César Coll, es importante puntualizar que entre los principales
enfoques constructivistas, como antes lo dijimos, también existen divergencias.
Sin embargo, algunos autores han criticado al enfoque piagetiano por su aparente desinterés en
el papel de la cultura y de los mecanismos de influencia social en el aprendizaje y el desarrollo
humano. De ahí que haya cobrado tanto interés el resurgimiento de la psicología sociocultural.
Según Wertsch (1991, p. 141), el objetivo de un enfoque sociocultural derivado de las ideas de Vigotsky
"es explicar cómo se ubica la acción humana en ámbitos culturales, históricos e institucionales". La
unidad de análisis de esta teoría es la acción humana mediada por herramientas como el lenguaje,
de ahí la importancia que otorga al análisis del discurso. Desde esta postura, son las tradiciones
culturales y las prácticas sociales las que regulan, transforman y dan expresión al psiquismo huma
no, que se caracteriza más por la divergencia étnica o cultural, que por la unicidad de lo psicológico.
En el terreno educativo, esto se traducirá en el énfasis de la función mediadora del profesor, el
trabajo cooperativo y la enseñanza recíproca entre pares.
A pesar de que los diversos autores de tales enfoques se sitúan en encuadres teóricos distintos,
como vimos, comparten el principio de la importancia de la actividad mental constructiva del alumno en la
realización de los aprendizajes escolares. Dicho principio explicativo básico es lo que Coll denomina "la
idea-fuerza más potente y también la más ampliamente compartida", entre las aproximaciones
constructivistas, que si bien pueden diferir en otros aspectos importantes, tienen su punto de en
cuentro y complementariedad en dicha idea-fuerza constructivista. Trasladada al campo de la edu
cación, una idea-fuerza "conduce a poner el acento en la aportación constructiva que realiza el
alumno al propio proceso de aprendizaje; es decir, conduce a concebir el aprendizaje escolar como
un proceso de construcción del conocimiento a partir de los conocimientos y de las experiencias
previas, y la enseñanza como una ayuda a este proceso de construcción" (ob. cit., p. 161).
En el cuadro 2.2 hemos integrado tres de los principales enfoques (la psicología genética de
Jean Piaget; las teorías cognitivas, en especial la de David Ausubel del aprendizaje significativo, y la
corriente sociocultural de Lev Vigotsky) para que el lector los compare (tomado de Díaz Barriga,
1998).
b) Los mecanismos de influencia educativa susceptibles de promover, guiar y orientar dicho apren
dizaje.
Desde la postura constructivista se rechaza la concepción del alumno como un mero receptor o
reproductor de los saberes culturales; tampoco se acepta la idea de que el desarrollo es la simple
acumulación de aprendizajes específicos. La filosofía educativa que subyace a estos planteamientos
indica que la institución educativa debe promover el doble proceso de socialización y de individuali
zación, que debe permitir a los educandos construir una identidad personal en el marco de un con
texto social y cultural determinado.
De acuerdo con Coll (1990, pp. 441-442) la concepción constructivista se organiza en tomo a tres
ideas fundamentales:
lo. El alumno es el responsable último de su propio proceso de aprendizaje. Él es quien construye (o más
bien reconstruye) los saberes de su grupo cultural, y éste puede ser un sujeto activo cuando
manipula, explora, descubre o inventa, incluso cuando lee o escucha la exposición de los otros.
2o. La actividad mental constructiva del alumno se aplica a contenidos que poseen ya un grado considerable
de elaboración. Esto quiere decir que el alumno no tiene en todo momento que descubrir o inven
tar en un sentido literal todo el conocimiento escolar. Debido a que el conocimiento que se
CUADRO 2.2 Postulados centrales de los enfoques constructivistas
Concepciones y principios
Enfoque con implicaciones educativas Metáfora educativa
3o. La función del docente es engarzar los procesos de construcción del alumno con el saber colectivo
culturalmente organizado. Esto implica que la función del profesor no se limita a crear condicio
nes óptimas para que el alumno despliegue una actividad mental constructiva, sino que debe
orientar y guiar explícita y deliberadamente dicha actividad.
Podemos decir que la construcción del conocimiento escolar es en realidad un proceso de ela
boración, en el sentido de que el alumno selecciona, organiza y transforma la información que
recibe de muy diversas fuentes, estableciendo relaciones entre dicha información y sus ideas o co
nocimientos previos. Así, aprender un contenido quiere decir que el alumno le atribuye un significa
do, construye una representación mental por medio de imágenes o proposiciones verbales, o bien
elabora una especie de teoría o modelo mental como marco explicativo de dicho conocimiento.
Construir significados nuevos implica un cambio en los esquemas de conocimiento que se po
seen previamente, esto se logra introduciendo nuevos elementos o estableciendo nuevas relaciones
entre dichos elementos. Así, el alumno podrá ampliar o ajustar dichos esquemas o reestructurarlos
a profundidad como resultado de su participación en un proceso instruccional. En todo caso, la idea
de construcción de significados nos refiere a la teoría del aprendizaje significativo, que se explicará
en el siguiente apartado.
Un enfoque instruccional reciente, vinculado a la psicología sociocultural —que cada día toma
más presencia en el campo de la educación—, es la llamada cognición situada (véase Brown, Collins
Capítulo 2 Constructivismo y aprendizaje significativo
y Duguid, 1989). Dicha perspectiva destaca lo importantes que son para el aprendizaje la activi
dad y el contexto, reconociendo que el aprendizaje escolar es en gran medida un proceso de
aculturación, donde los alumnos pasan a formar parte de una especie de comunidad o cultura de
practicantes.
Desde esta perspectiva, el proceso de enseñanza debería orientarse a aculturar a los estudiantes
por medio de prácticas auténticas (cotidianas, significativas, relevantes en su cultura), apoyadas en
procesos de interacción social similares al aprendizaje artesanal. En gran medida se plasman aquí
las ideas de la corriente sociocultural vigotskiana, en especial la provisión de un andamiaje de parte
del profesor (experto) hacia el alumno (novato), que se traduce en una negociación mutua de signi
ficados (Erickson, 1984).
Cuando hablamos de prácticas auténticas, hay que decir que éstas pueden valorarse en función
de qué tanta relevancia cultural tengan las actividades académicas que se solicitan al alumno, así
como del nivel de actividad social de las mismas. Un ejemplo de cómo se aplican tales ideas, en el
caso de la enseñanza de la estadística en contextos universitarios, se esquematiza en la figura 2.2
(Derry, Levin y Schauble, 1995).
Por desgracia, en opinión de Resnick (1987), la forma en que la institución escolar busca fomen
tar el conocimiento con frecuencia contradice la forma en que se aprende fuera de ella. El cono
cimiento fomentado en la escuela es individual, y fuera de ella es compartido; el conocimiento
escolar es simbólico-mental, mientras que fuera es físico-instrumental; en la escuela se manipulan
símbolos libres de contexto, en tanto que en el mundo real se trabaja y razona sobre contextos
concretos. De esta forma, y retornando de nuevo a Brown, Collins y Duguid (1989), la escuela habi
tualmente intenta enseñar a los educandos por medio de prácticas sucedáneas (artificiales,
descontextualizadas, poco significativas), lo cual está en franca contradicción con la vida real. Invi
tamos al lector a identificar cuáles de los formatos instruccionales planteados en el ejemplo de la
enseñanza de la estadística corresponden a prácticas auténticas y cuáles a las sucedáneas.
Con la intención de dar un cierre que integre los conceptos revisados en esta sección, remitimos
al lector al cuadro 2.3, donde se presentan algunos principios que orientan los procesos de enseñan
za-aprendizaje desde la concepción constructivista.
David Ausubel es un psicólogo educativo que a partir de la década de los sesenta, dejó sentir su
influencia por medio de una serie de importantes elaboraciones teóricas y estudios acerca de cómo
Actividad ,
social
alta
Relevancia Relevancia
cultural — ■ cultural
baja alta
‘ Lecturas ‘ Lecturas
descontextu rizadas; con ejemplos
análisis de datos relevantes (3)
inventados (1)
Supuesto motivacional: La propensión y capacidades de los estudiantes para razonar estadísticamente en escena
rios auténticos (de la vida real) mejora considerablemente gracias a:
a) Una instrucción que utilice ejemplos, ilustraciones, analogías, discusiones y demostraciones que sean relevantes
a las culturas a las que los estudiantes pertenecen o esperan pertenecer (relevancia cultural).
(?) Una participación tutoreada en un contexto social y colaborativo de solución de problemas, con ayuda de me
diadores como la discusión en clase, el debate, el juego de roles y el descubrimiento guiado (actividad social).
Formatos instruccionales:
(1) Instrucción descontextualizada
Instrucción centrada en el profesor, quien básicamente transmite las reglas y fórmulas para el cálculo estadístico. Los
ejemplos que emplea son irrelevantes culturalmente y los alumnos manifiestan una pasividad social (receptividad)
que se asocia con este enfoque tradicional, donde se suelen proporcionar lecturas abstractas y descontextualizadas (el
manual de fórmulas y procedimientos estadísticos).
F ig u ra 2.2 E n fo q u e in stru cc io n a l basado en la cognición situada. Ejem plo: E n señ a n za d e la estadística en la universidad.
David P. Ausubel (1918- )
N ació en Nueva York, Estados Unidos. Estudió psicología en la Universidad
de Nueva York. Su obra se inserta dentro de la psicología cognitiva
norteam ericana. En los escritos de Ausubel se refleja una firm e preocupación
por la definición del estatuto de la psicología de la educación en relación con
la psicología general. Su teoría sobre el aprendizaje significativo, constituye
uno de los aportes más relevantes dentro de la teoría psicopedagógica actual.
se realiza la actividad intelectual en el ámbito escolar. Su obra y la de algunos de sus más destaca
dos seguidores (Ausubel, 1976; Ausubel, Novak y Hanesian, 1983; Novak y Gowin, 1988), han guia
do hasta el presente no sólo múltiples experiencias de diseño e intervención educativa, sino que en
gran medida han marcado los derroteros de la psicología de la educación, en especial del movi
miento cognoscitivista. Seguramente son pocos los docentes que no han encontrado en sus progra
mas de estudio, experiencias de capacitación o lecturas didácticas la noción de aprendizaje signifi
cativo.
Ausubel, como otros teóricos cognoscitivistas, postula que el aprendizaje implica una reestruc
turación activa de las percepciones, ideas, conceptos y esquemas que el aprendiz posee en su
estructura cognitiva. Podríamos clasificar su postura como constructivista (el aprendizaje no es
una simple asimilación pasiva de información literal, el sujeto la transforma y estructura) e
interaccionista (los materiales de estudio y la información exterior se interrelacionan e interactúan
con los esquemas de conocimiento previo y las características personales del aprendiz) (Díaz Barri
ga, 1989).
Ausubel también concibe al alumno como un procesador activo de la información, y dice que el
aprendizaje es sistemático y organizado, pues es un fenómeno complejo que no se reduce a simples
asociaciones memorísticas. Aunque esta concepción señala la importancia que tiene el aprendizaje
por descubrimiento (dado que el alumno reiteradamente descubre nuevos hechos, forma concep
tos, infiere relaciones, genera productos originales, etcétera), considera que no es factible que todo el
aprendizaje significativo que ocurre en el aula deba ser por descubrimiento. Antes bien, este autor
propugna por el aprendizaje verbal significativo, que permite el dominio de los contenidos
curriculares que se imparten en las escuelas, principalmente a nivel medio y superior.
De acuerdo con Ausubel, hay que diferenciar los tipos de aprendizaje que pueden ocurrir en el
salón de clases. Se diferencian en primer lugar dos dimensiones posibles del mismo:
CUADRO 2.3 Principios educativos asociados con una concepción
constructivista del aprendizaje y la enseñanza
Dentro de la primera dimensión encontramos a su vez dos tipos de aprendizaje posibles: por
recepción y por descubrim iento: y en la segunda dimensión encontramos dos modalidades:
por repetición y significativo. La interacción de estas dos dimensiones se traduce en las denomina
das situaciones del aprendizaje escolar: aprendizaje por recepción repetitiva, por descubrimiento repe
titivo, por recepción significativa, o por descubrimiento significativo.
Situ a cio n e s d e l a p re n d iz a je e s c o la r
• Recepción repetitiva
• Recepción significativa
• Descubrimiento repetitivo
• Descubrimiento significativo
No obstante, estas situaciones no deben pensarse como compartimientos estancos, sino como
un continuo de posibilidades, donde se entretejen la acción docente y los planteamientos de ense
ñanza (primera dimensión: cómo se provee al alumno de los contenidos escolares) y la actividad
cognoscente y afectiva del aprendiz (segunda dimensión: cómo elabora o reconstruye la informa
ción).
El cuadro 2.4 sintetiza las ideas de Ausubel acerca de las situaciones mencionadas (Díaz Barri
ga, 1989, p. 7).
Es evidente que en las instituciones escolares casi siempre la enseñanza en el salón de clases
está organizada principalmente con base en el aprendizaje por recepción, por medio del cual se
adquieren los grandes volúmenes de material de estudio que comúnmente se le presentan al alum
no. Esto no significa necesariamente que recepción y descubrimiento sean excluyentes o completa
mente antagónicos; pueden coincidir en el sentido de que el conocimiento adquirido por recepción
puede emplearse después para resolver problemas de la vida diaria que implican descubrimiento,
y porque a veces lo aprendido por descubrimiento conduce al redescubrimiento planeado de pro
posiciones y conceptos conocidos.
E l profesor p u e d e p o te n cia r las experiencias d e trabajo Ju era d e l a u la , p a ra co n ta r con ap ren d iza jes nuis significativos.
CUADRO 2.4 Situaciones del aprendizaje (D. Ausubel)
Recepción Descubrimiento
El contenido se presenta en su forma El contenido principal a ser aprendido
final no se da, el alumno tiene que descu
brirlo
El alumno debe internalizarlo en su es Propio de la formación de conceptos y
tructura cognitiva solución de problemas
No es sinónimo de memorización Puede ser significativo o repetitivo
Propio de etapas avanzadas del desa Propio de las etapas iniciales del desa
rrollo cognitivo en la forma de apren rrollo cognitivo en el aprendizaje de
dizaje verbal hipotético sin referentes conceptos y proposiciones
concretos (pensamiento formal)
Útil en campos establecidos del cono Útil en campos del conocimiento don
cimiento de no hay respuestas unívocas
Ejemplo: se pide al alumno que estu Ejemplo: el alumno, a partir de una
die el fenómeno de la difracción en su serie de actividades experimentales
libro de texto de Física, capítulo 8 (reales y concretas) induce los princi
pios que subyacen al fenómeno de la
combustión
B. Segunda dimensión: forma en que el conocimiento se incorpora en la estructura
cognitiva del aprendiz
Sigiíificativo Repetitivo
La información nueva se relaciona con
la ya existente en la estructura cognitiva • Consta de asociaciones arbitrarias, al
de forma sustantiva, no arbitraria ni al pie de la letra
pie de la letra
El alumno debe tener una disposición
o actitud favorable para extraer el sig • El alumno manifiesta una actitud de
nificado memorizar la información
El alumno posee los conocimientos pre
vios o conceptos de anclaje pertinentes • El alumno no tiene conocimientos pre
vios pertinentes o no los "encuentra"
Se puede construir un entramado o red
conceptual • Se puede construir una plataforma o
base de conocimientos factuales
Condiciones:
• Se establece una relación arbitraria
Material: significado lógico
con la estructura cognitiva
Alumno: significación psicológica
Puede promoverse mediante estrate
gias apropiadas (por ejemplo, los orga Ejemplo: aprendizaje mecánico de
nizadores anticipados y los mapas con símbolos, convenciones, algoritmos
ceptuales)
Ausubel consideraba que el aprendizaje por recepción, en sus formas más complejas y verbales
surge en etapas avanzadas del desarrollo intelectual del sujeto y se constituye en un indicador
de madurez cognitiva. Decía que en la primera infancia y en la edad preescolar, la adquisición de
conceptos y proposiciones se realiza prioritariamente por descubrimiento, gracias a un procesa
miento inductivo de la experiencia empírica y concreta.
En todo caso, es evidente que el aprendizaje significativo es más importante y deseable que el
repetitivo en lo que se refiere a situaciones académicas, ya que el primero posibilita la adquisición
de grandes cuerpos de conocimiento integrados, coherentes, estables, que tienen sentido para los
alumnos.
Pero ¿qué procesos y estructuras entran en juego para lograr un aprendizaje significativo? Se
gún Ausubel, se dan cambios importantes en nuestra estructura de conocimientos como resultado
de la asimilación de la nueva información; pero ello sólo es posible si existen ciertas condiciones
favorables.
La estructura cognitiva está integrada por esquemas de conocimiento, los cuales son abstrac
ciones o generalizaciones que los individuos hacen a partir de objetos, hechos y conceptos (y délas
interrelaciones que se dan entre éstos) que se organizan jerárquicamente. Lo anterior quiere decir que
procesamos la información que es menos inclusiva (hechos y proposiciones subordinados) de mane
ra que llegue a ser subsumida o integrada por las ideas más inclusivas (denominadas conceptos y
proposiciones supraordinadas).
Así, en algunas ocasiones aprendemos contenidos que tienen que ser integrados en esquemas
más generales y abstractos; en otras, se aprenden precisamente conceptos integrados que aglutinan
o subsumen cuestiones que ya conocemos. También se da el caso del aprendizaje de contenidos del
mismo nivel de inclusión, abstracción y generalidad (lo que se llama conceptos coordinados). Es
importante que el docente conozca el nivel jerárquico de los contenidos que enseña, las interrelaciones
que éstos guardan entre sí, y que ayude a los alumnos a entender ese entramado o tejido conceptual
Capitulo 2 Constructivismo y apreadizaje significativo
existente en la disciplina que enseña. Precisamente uno de los mayores problemas de los estudian
tes es que tienen que aprender "cabos sueltos" o fragmentos de información inconexos, lo que los
lleva a aprender repetitivamente, casi siempre con la intención de pasar un examen y sin entender
mucho del material de estudio.
Es indispensable tener siempre presente que la estructura cognitiva del alumno tiene una se
rie de antecedentes y conocimientos previos, un vocabulario y un marco de referencia personal, lo
cual es además un reflejo de su madurez intelectual. Este conocimiento resulta crucial para el do
cente, pues Ausubel piensa que es a partir del mismo que debe planearse la enseñanza. (Véase
cuadro 2.5.)
1. Se realiza un juicio de pertinencia para decidir cuáles de las ideas que ya existen en la estructura
cognitiva del aprendiz son las más relacionadas con las nuevas ideas o contenidos por apren
der.
2. Se determinan las discrepancias, contradicciones y similitudes entre las ideas nuevas y las pre
vias.
3. Con base en el procesamiento anterior, la información nueva vuelve a reformularse para poder
se asimilar en la estructura cognitiva del sujeto.
4. Si una "reconciliación" entre ideas nuevas y previas no es posible, el aprendiz realiza un proce
so de análisis y síntesis con la información, reorganizando sus conocimientos bajo principios
explicativos más inclusivos y amplios.
Para David Ausubel (1976) el conocimiento y experiencias previas de los estudiantes son las
piezas clave de la conducción de la enseñanza:
"Si tuviese que reducir toda la psicología educativa a un solo principio, diría lo siguiente: el
factor aislado más importante que influencia el aprendizaje es aquello que el aprendiz ya
sabe. Averigüese esto y enséñese de acuerdo con ello."
Para que realmente sea significativo el aprendizaje, éste debe reunir varias condiciones: la nueva
información debe relacionarse de modo no arbitrario y sustancial con lo que el alumno ya sabe, de
pendiendo también de la disposición (motivación y actitud) de éste por aprender, así como de la
naturaleza de los materiales o contenidos de aprendizaje.
Cuando se habla de que haya relacionabilidad no arbitraria, se quiere decir que si el material o
contenido de aprendizaje en sí no es azaroso ni arbitrario, y tiene la suficiente intencionalidad,
habrá una manera de relacionarlo con las clases de ideas pertinentes que los seres humanos son
capaces de aprender. Respecto al criterio de la relacionabilidad sustancial (no al pie de la letra), signi
fica que si el material no es arbitrario, un mismo concepto o proposición puede expresarse de mane
ra sinónima y seguir transmitiendo exactamente el mismo significado. Hay que aclarar que ningu
na tarea de aprendizaje se realiza en el vacío cognitivo; aun tratándose de aprendizaje repetitivo o
memorístico, puede relacionarse con la estructura cognitiva, aunque sea arbitrariamente y sin ad
quisición de significado.
El significado es potencial o lógico cuando nos referimos al significado inherente que posee el
material simbólico debido a su propia naturaleza, y sólo podrá convertirse en significado real o psico
lógico cuando el significado potencial se haya convertido en un contenido nuevo, diferenciado e
idiosincrático dentro de un sujeto particular.
Lo anterior resalta la importancia que tiene que el alumno posea ideas previas pertinentes como
antecedente necesario para aprender, ya que sin ellas, aun cuando el material de aprendizaje esté
"bien elaborado", poco será lo que el aprendiz logre.
a) La necesidad que tiene el docente de comprender los procesos motivacionales y afectivos sub
yacentes al aprendizaje de sus alumnos, así como de disponer de algunos principios y estrate
gias efectivos de aplicación en clase (aspecto que tratamos en los diversos capítulos de esta
obra).
Por otro lado, es imposible concebir que el alumno satisfaga tales condiciones si el docente, a su
vez, no satisface condiciones similares: estar dispuesto, capacitado y motivado para enseñar signi
ficativamente, así como tener los conocimientos y experiencias previas pertinentes tanto como es
pecialista en su materia como en su calidad de enseñante.
En el cuadro 2.6 se esquematizan las condiciones para el logro del aprendizaje significativo
antes descritas.
Resulta evidente que son múltiples y complejas las variables relevantes del proceso de aprendi
zaje significativo, y que todas ellas deben tomarse en cuenta tanto en la fase de planeación como en
la impartición de los contenidos curriculares, sin descuidar los episodios de evaluación y asesora-
miento de los alumnos.
Asimismo, el docente no debe olvidar que aunque enfrenta situaciones determinadas por el
contexto escolar o por la historia previa de sus estudiantes, su campo de acción son todos aquellos
aprendizajes sociales y académicos que puede promover en sus alumnos. Si bien por una parte está
el alumno con su estructura cognitiva particular, con su propia idiosincrasia y capacidad intelec
tual, con una serie de conocimientos previos (algunas veces limitados y confusos), y con una moti
vación y actitud para el aprendizaje propiciada por sus experiencias pasadas en la escuela y por las
condiciones actuales imperantes en el aula, el docente llega a influir favorablemente en todas ellas.
Por otra parte, están los contenidos y materiales de enseñanza, y si éstos no tienen un significa
do lógico potencial para el alumno se propiciará un aprendizaje rutinario y carente de significado.
Aquí nuevamente el profesor puede potenciar dichos materiales de aprendizaje al igual que las
experiencias de trabajo en el aula y fuera de ella, para acercar a los alumnos a aprendizajes más
significativos.
CUADRO 2.6 Condiciones para el logro del aprendizaje significativo
Respecto al:
En el mapa conceptual de la figura 2.4 se sintetizan las ideas vertidas sobre el concepto de
aprendizaje significativo.
En este punto quisiéramos resaltar una ampliación al concepto ausubeliano de aprendizaje sig
nificativo que muy atinadamente propone Coll (1990, p. 198). Este autor argumenta que la construc
ción de significados involucra al alumno en su totalidad, y no sólo implica su capacidad para esta
blecer relaciones sustantivas entre sus conocimientos previos y el nuevo material de aprendizaje.
De esta manera, una interpretación constructivista del concepto de aprendizaje significativo obliga
a ir más allá de los procesos cognitivos del alumno, para introducirse en el tema del sentido en el
aprendizaje escolar:
Utilizamos el término sentido con el fin de subrayar el carácter experiencial que, en buena lógica
constructivista, impregna el aprendizaje escolar. La percepción que tiene el alumno de una actividad
concreta y particular de aprendizaje no coincide necesariamente con la que tiene el profesor; los obje
tivos del profesor y el alumno, sus intenciones y sus motivaciones al proponerla y participar en ella,
son a menudo diferentes. Hay, pues, todo un conjunto de factores, que podríamos calificar como
motivacionales, relaciónales e incluso afectivos, que desempeñan un papel de primer orden en la
movilización de los conocimientos previos del alumno y sin cuya consideración es imposible enten
der los significados que el alumno construye a propósito de los contenidos que se le enseñan en la
escuela.
Volveremos a replantearnos este asunto con más detalle en el capítulo correspondiente a los
factores motivacionales en el aprendizaje escolar.
Por otra parte, hemos reiterado que el aprendizaje significativo ocurre en un continuo. Partien
do de esta idea, Shuell (1990) postula que el aprendizaje significativo ocurre en una serie de fases,
que dan cuenta de una complejidad y profundidad progresiva. Según Shuell, varias de las aporta
ciones sobre el aprendizaje realizadas desde diferentes líneas cognitivas (por ejemplo, la teoría de
los esquemas, el enfoque expertos-novatos, los modelos de la flexibilidad cognitiva de Spiro y cois.,
las investigaciones sobre estrategias de Karmiloff-Smith, etcétera), coinciden al entender al apren
dizaje como un fenómeno polifásico. Con base en ello, Shuell distingue tres fases del aprendizaje
significativo, donde integra aportaciones de las líneas mencionadas. A continuación presentamos
ESQUEMAS DE
CONOCIMIENTO
FIGURA 2.4 El concepto de aprendizaje significativo (basado en Ausubel, 1976; N ovaky Gowin, 1988, Ontona, 1993).
una breve descripción de las mismas. En el cuadro 2.7 se comparan las fases del aprendizaje signi
ficativo descritas.
• El aprendiz percibe a la información como constituida por piezas o partes aisladas sin co
nexión conceptual.
• El aprendiz empieza a encontrar relaciones y similitudes entre las partes aisladas y llega a
configurar esquemas y mapas cognitivos acerca del material y el dominio de aprendizaje
en forma progresiva. Sin embargo, estos esquemas no permiten aún que el aprendiz se
conduzca en forma automática o autónoma.
• El conocimiento llega a ser más abstracto, es decir, menos dependiente del contexto donde
originalmente fue adquirido.
O Estrategias mnemó
nicas.
• Igualmente las ejecuciones del sujeto se basan en estrategias específicas del dominio para la
realización de tareas, tales como solución de problemas, respuestas a preguntas, etcétera.
• Existe mayor énfasis en esta fase sobre la ejecución que en el aprendizaje, dado que los
cambios en la ejecución que ocurren se deben a variaciones provocadas por la tarea, más
que a rearreglos o ajustes internos.
• El aprendizaje que ocurre durante esta fase probablemente consiste en: a) la acumulación
de información a los esquemas preexistentes y b) aparición progresiva de interrelaciones de
alto nivel en los esquemas.
En realidad el aprendizaje debe verse como un continuo, donde la transición entre las fases es
gradual más que inmediata; de hecho, en determinados momentos durante una tarea de aprendiza
je, podrán ocurrir sobreposicionamientos entre ellas.
□ Es información discordante con el nivel de desarrollo intelectual y con las habilidades que
posee el sujeto.
A partir de lo expuesto es posible sugerir al docente una serie de principios de instrucción que
se desprenden de la teoría del aprendizaje verbal significativo:
6. Los contenidos aprendidos significativamente (por recepción o por descubrimiento) serán más
estables, menos vulnerables al olvido y permitirán la transferencia de lo aprendido, sobre todo
si se trata de conceptos generales e integradores.
Hasta aquí hemos destacado el papel del profesor como eventual promotor de aprendizajes
significativos en el aula. Sin embargo, cabe preguntamos si nuestros alumnos realmente están dis
puestos a aprender significativamente. Hemos escuchado reiteradamente entre los docentes quejas
como las siguientes: "eso de aprender significativamente está muy bien, pero los alumnos no quie
ren", "los estudiantes vienen de cero, sólo memorizan, no saben ni leer", "a los alumnos el sistema
desde los primeros años los volvió perezosos, sólo estudian lo mínimo para pasar", etcétera. Nue
vamente, destacaríamos que más allá de las diferencias individuales y culturales, estamos ante
aprendizajes sociales en los que vale la pena intentar un cambio antes de considerarnos derrotados.
Aunque resulta evidente que los alumnos no conocen la teoría del aprendizaje significativo y
ciertamente no han leído a David Ausubel ni a los autores que aquí hemos revisado, en algunos
estudios hemos encontrado que los alumnos esperan que sus profesores enseñen significativamen-
Capitulo 2 Constructivismo y aprendizaje significativo
1
te, si por ello entendemos que desearían que acercaran el conocimiento escolar al mundo real y a
sus intereses, o que los apoyaran para extraer el significado de lo que aprenden. A manera de ilus
tración, reproducimos algunas respuestas dadas por alumnos de bachillerato ante la pregunta "¿Qué
te hubiera gustado que tu profesor o profesora hiciera para ayudarte a aprender mejor este tema?"
(Díaz Barriga, 1998):
• "Que los alumnos hiciéramos carteles, láminas o una representación tipo obra de teatro."
• "Actividades en equipo y visitas a algún lugar en donde se nos presente el tema en vivo, como
en industrias."
Tendría lugar incluso preguntamos si como docentes en algún momento hemos explorado las
opiniones o sugerencias de nuestros estudiantes al respecto, o si damos espacios para que ellos
planteen sus propias opciones de trabajo escolar. En el cuadro 2.8 se muestra cómo un par de alum-
nas universitarias de la carrera de psicología interpretaron el concepto de aprendizaje significativo.
Quisiéramos cerrar esta sección comentando algunas de las limitaciones de la teoría del apren
dizaje significativo propuesta por Ausubel, con la intención de que el lector comprenda su espectro
explicativo y de intervención.
En opinión de García Madruga (1990), dicha teoría está más ligada a una explicación de cómo
se adquieren los conocimientos de tipo conceptual o declarativo; mientras que la adquisición de
conocimientos de tipo procedimental, actitudinal o valoral requiere de otros elementos teórico-
epistemológicos. Éste es un aspecto muy importante, que recientemente ha llevado a autores a ar
ticular los horizontes de este marco explicativo con otro tipo de aprendizajes, incluyendo por ejem
plo, aprendizajes de tipo experiencial, enseñanza en el laboratorio, aprendizaje mediante análisis
de casos y solución de problemas, o en el contexto de modelos de aprendizaje basados en experien
cias de servicio a la comunidad.
Por otra parte, Ausubel insistía en la necesidad de utilizar materiales introductorios de mayor
nivel de abstracción, generalidad e inclusividad (por ejemplo, los organizadores anticipados o pre
vios) con el propósito de lograr el aprendizaje significativo; aunque también es posible (y a veces
resulta más fácil y eficaz) activar los conocimientos previos mediante otro tipo de estrategias de
instrucción, como sumarios, mapas conceptuales, etcétera (véase el capítulo respectivo en esta obra).
No siempre es posible acceder a un tipo de conocimiento previo que facilite realmente el apren
dizaje. Se ha demostrado fehacientemente que en muchas ocasiones el conocimiento previo de los
estudiantes no sólo no es pertinente sino que es un obstáculo para aprender. Al respecto, consúltese
el amplio corpus de investigación generado en torno a lo que se ha llamado de diversas formas:
teorías implícitas o personales, preconcepciones (missconceptions), ideas espontáneas, alternativas o
CUADRO 2.8 El punto de vista de los alum nos
COMPAÑERO ESTUDIANTE:
Te ofrecemos el componen
SULFATO DE SIGNIFfCATIVISMO
DE MANERA SIGNIFICATIVA
(Continúa)
REACCIONES SECUNDARIAS:
Puede provocar estados de reflexión, imaginación y criticidad, los cuales no siempre son bien
vistos en algunas escuelas o por determinados profesores.
DOSIS:
Tomar tres tabletas al día, una con cada alimento intelectual que vayas a ingerir. Si es necesa
rio, puedes incrementar la dosis durante el día antes de aprender cualquier cosa nueva.
Se ha demostrado que sus efectos aumentan si se administra una terapia combinada pro
fesor-alumno.
Adaptado del tríptico realizado por Elsa Hernández y Alicia Toribio, estudiantes de Psicología Educativa de la Uni
versidad Nacional Autónoma de México.
intuitivas de los estudiantes, particularmente en el campo del conocimiento científico y social (véa
se Pozo, 1989; 1997 en Rodrigo y Arnay, ob. cit.).
Ha quedado claro que este tipo de conocimiento previo que se contrapone a los saberes escola
res es muy resistente al cambio, por lo que su estudio desembocó en las metodologías didácticas
que buscan promover un cambio conceptual en los estudiantes partiendo de la confrontación entre
los conocimientos "erróneos" y el conocimiento científico integrado al currículo escolar.
Por último, no todas las situaciones de aprendizaje pueden (o deben) plantearse como fin exclu
sivo el aprendizaje verbal significativo, puesto que la memorización comprensiva o el aprendizaje
por descubrimiento guiado o autónomo también requieren un espacio curricular. Nuevamente,
aquí debe apelarse al criterio y experiencia de docentes y planificadores curriculares al momento de
ubicar qué tipo de situaciones de aprendizaje pueden ser las más viables y apropiadas en un contex
to y situación particular.
Ha quedado claro en las secciones precedentes que el aprendizaje escolar no puede restringirse de
ninguna manera a la adquisición de "bases de datos". En esta sección revisaremos brevemente la
posibilidad de fomentar aprendizajes significativos considerando diversos contenidos curriculares.
De acuerdo con Coll, Pozo, Sarabia y Valls (1992), los contenidos que se enseñan en los currículos de
todos los niveles educativos pueden agruparse en tres áreas básicas: conocimiento declarativo,
procedimental y actitudinal (véase figura 2.5).
El saber qué o conocimiento declarativo ha sido una de las áreas de contenido más privilegiadas
dentro de los currículos escolares de todos los niveles educativos. Sin lugar a dudas, este tipo de
saber es imprescindible en todas las asignaturas o cuerpos de conocimiento disciplinar, porque
constituye el entramado fundamental sobre el que éstas se estructuran.
Como una primera aproximación, podemos definir el saber qué como aquella competencia refe
rida al conocimiento de datos, hechos, conceptos y principios. Algunos han preferido denominarlo
CONTENIDO
CURRICULAR
ACTITUDINAL-
DECLARATIVO PROCEDIMENTAL
VALORAL
"Saber qué" "Saber hacer" y
"Saber ser"
Procedimientos, Actitudes,
estrategias, valores, ética
técnicas, destrezas, personal y
métodos, etc. profesional, etc
conocimiento declarativo, porque es un saber que se dice, que se declara o que se conforma por
medio del lenguaje.
Dentro del conocimiento declarativo puede hacerse una importante distinción taxonómica con
claras consecuencias pedagógicas: el conocimiento factual y el conocimiento conceptual (véase Pozo,
1992).
El conocimiento factual es el que se refiere a datos y hechos que proporcionan información verbal
y que los alumnos deben aprender en forma literal o "al pie de la letra". Algunos ejemplos de este
tipo de conocimiento son los siguientes: el nombre de las capitales de los distintos países de
Sudamérica, la fórmula química del ácido sulfúrico, los nombres de las distintas etapas históricas
de nuestro país, los títulos de las novelas representativas mexicanas del siglo actual, etcétera.
El conocimiento conceptual es más complejo que el factual. Se construye a partir del aprendizaje
de conceptos, principios y explicaciones, los cuales no tienen que ser aprendidos en forma literal,
sino abstrayendo su significado esencial o identificando las características definitorias y las reglas
que los componen.
Podríamos decir que los mecanismos que ocurren para los casos del aprendizaje de hechos y el
aprendizaje de conceptos, son cualitativamente diferentes. El aprendizaje factual se logra por una
asimilación literal sin comprensión de la información, bajo una lógica reproductiva o memorística y
donde poco importan los conocimientos previos de los alumnos relativos a información a aprender;
mientras que en el caso del aprendizaje conceptual ocurre una asimilación sobre el significado de la
información nueva, se comprende lo que se está aprendiendo, para lo cual es imprescindible el uso
de los conocimientos previos pertinentes que posee el alumno.
A manera de resumen, se presentan en el cuadro 2.9 sobre las características principales del
aprendizaje factual y conceptual (basado en Pozo, 1992).
A causa de que los mecanismos de adquisición del conocimiento factual y del conceptual son
diferentes entre sí, las actividades de instrucción que el maestro debe realizar tienen que ser igual
mente diferenciadas.
Aprendizaje de Aprendizaje de
hechos o factual conceptos
Para promover el aprendizaje conceptual es necesario que los materiales de aprendizaje se or
ganicen y estructuren correctamente, lo cual les provee de una riqueza conceptual que pueda ser
explotada por los alumnos. También es necesario hacer uso de los conocimientos previos de los
alumnos y hacer que éstos se impliquen cognitiva, motivacional y efectivamente en el aprendizaje.
El profesor debe planear actividades donde los alumnos tengan oportunidades para explorar, com
prender y analizar los conceptos de forma significativa, ya sea mediante una estrategia expositiva o
por descubrimiento.
El saber hacer o saber procedimental es aquel conocimiento que se refiere a la ejecución de procedi
mientos, estrategias, técnicas, habilidades, destrezas, métodos, etcétera. Podríamos decir que a di
ferencia del saber qué, que es de tipo declarativo y teórico, el saber procedimental es de tipo prácti
co, porque está basado en la realización de varias acciones u operaciones.
Los procedimientos (nombre que usaremos como genérico de los distintos tipos de habilidades y
destrezas mencionadas, aunque hay que reconocer sus eventuales diferencias) pueden ser defini
dos como un conjunto de acciones ordenadas y dirigidas hacia la consecución de una meta determi
nada (Coll y Valls, 1992). En tal sentido, algunos ejemplos de procedimientos pueden ser: la elabo
ración de resúmenes, ensayos o gráficas estadísticas, el uso de algoritmos u operaciones matemáticas,
la elaboración de mapas conceptuales, el uso correcto de algún instrumento como un microscopio,
un telescopio o un procesador de textos.
• la meta a lograr,
Asimismo, se ha establecido que un aprendizaje de este tipo ocurre en etapas, que comprenden:
1. La apropiación de datos relevantes respecto a la tarea y sus condiciones. Ésta es una etapa donde se
resalta el conocimiento declarativo, sin ser todavía de ejecución de la tarea. Se centra en propor
cionar al aprendiz la información o conocimiento factual relacionado con el procedimiento en
general y las tareas puntuales a desarrollar, explicar las propiedades y condiciones para su
realización, así como las reglas generales de aplicación.
2. La actuación o ejecución del procedimiento, donde al inicio el aprendiz procede por tanteo y error,
mientras el docente lo va corrigiendo mediante episodios de práctica con retroalimentación. En
esta fase, se llega a manejar un doble código: declarativo y procedimental. Debe culminar con la
fijación del procedimiento.
4. El perfeccionamiento indefinido del procedimiento, para el cual en realidad no hay final. Marca cla
ramente la diferencia entre un experto (el que domina el procedimiento) y el novato (el que se
inicia en su aprendizaje).
Una crítica importante hacia la forma en que habitualmente se enseñan los procedimientos en
la escuela es que no se llega más allá de la fase uno, o si acaso se introduce al alumno a la fase dos.
Parece que la creencia errónea más arraigada al respecto es que es posible ejecutar un procedimien
to simplemente a partir de proporcionar la información "teórica" o las "reglas" que nos dicen cómo
hacerlo. Esto puede ilustrarse si retomamos el ejemplo de la enseñanza de la Estadística en contex
tos universitarios: el alumno recibe una información de "manual" es decir, se le pide que memorice
definiciones de conceptos, se le dicen las reglas básicas a aplicar y se realizan algunos "ejercicios"
(la mayoría aislados, artificiales y rutinarios); la retroalimentación que recibe consiste en informarle
si aplicó o no la fórmula correcta o si las operaciones condujeron al resultado correcto. Casi nunca se
trabaja en contextos de práctica auténticos, no se supervisa la automatización del procedimiento ni
se intenta su perfeccionamiento, no hay episodios de reflexión en y sobre lo que se hace, no se
exploran rutas alternativas, etcétera. Y éste parece ser el caso de otros aprendizajes igualmente
importantes: la metodología de investigación, el desarrollo de habilidades profesionales y la elabo
ración de la tesis o disertación, entre muchos otros.
El aprendizaje de los procedimientos, como el de los otros tipos de contenido, implica un proce
so gradual en el que deben considerarse varias dimensiones (que forman cada una de ellas un
continuo, desde los momentos iniciales de aprendizaje hasta los finales del mismo). Estas dimensio
nes relacionadas entre sí son las siguientes:
1. De una etapa inicial de ejecución insegura, lenta e inexperta, hasta una ejecución rápida y ex
perta.
2. De la ejecución del procedimiento realizada con un alto nivel de control consciente, hasta la
ejecución con un bajo nivel de atención consciente y una realización casi automática.
3. De una ejecución con esfuerzo, desordenada y sujeta al tanteo por ensayo y error de los pasos
del procedimiento, hasta una ejecución articulada, ordenada y regida por representaciones sim
bólicas (reglas).
4. De una comprensión incipiente de los pasos y de la meta que el procedimiento pretende conse
guir, hasta una comprensión plena de las acciones involucradas y del logro de una meta plena
mente identificada.
Es común percibir a los dos tipos de conocimientos (declarativo y procedimental) como separa
dos, incluso a veces se privilegia uno de ellos en detrimento del otro. Pero en realidad debemos
verlos como conocimientos complementarios. En particular, la enseñanza de alguna competencia
procedimental (la gran mayoría de ellas), debe enfocarse en un doble sentido: 1) para que el alumno
conozca su forma de acción, uso y aplicación correcta, y 2) sobre todo para que al utilizarla enri
quezca su conocimiento declarativo.
• Observación crítica
• Establecimiento del sentido de las tareas y del proceso en su conjunto, mediante la evocación de
conocimientos y experiencias previos
• Actividad intensa del alumno, centrada en condiciones auténticas, lo más naturales y cercanas
a las condiciones reales donde se aplica lo aprendido
Como inicio, pasaremos revista a los conceptos de actitud y valor. Dentro de las definiciones más
aceptadas del concepto de actitud, puede mencionarse aquella que sostiene que son constructos
que median nuestras acciones y que se encuentran compuestas de tres elementos básicos: un com
ponente cognitivo, un componente afectivo y un componente conductual (Bednar y Levie, 1993;
Sarabia, 1992). Otros autores (Fischbein) han destacado la importancia del componente evaluativo
en las actitudes, señalando que éstas implican una cierta disposición o carga afectiva de naturaleza
positiva o negativa hacia objetos, personas, situaciones o instituciones sociales.
Las actitudes son experiencias subjetivas (cognitivo-afectivas) que implican juicios evaluativos,
que se expresan en forma verbal o no verbal, que son relativamente estables y que se aprenden en el
contexto social. Las actitudes son un reflejo de los valores que posee una persona.
Se ha dicho que un valor es una cualidad por la que una persona, un objeto-hecho despierta
mayor o menor aprecio, admiración o estima. Los valores pueden ser económicos, estéticos, utilitarios
o morales; particularmente estos últimos representan el foco de los cambios recientes en el currículo
escolar. Puede afirmarse que los valores morales son principios éticos interiorizados respecto a los
cuales las personas sienten un fuerte compromiso "de conciencia", que permiten juzgar lo adecua
do de las conductas propias y ajenas (Sarabia, 1992).
En términos generales, la mayor parte de los proyectos educativos interesados en enseñar valo
res en la escuela toman postura a favor de aquellos que se orientan al bien común, al desarrollo
armónico y pleno de la persona, y a la convivencia solidaria en sociedades caracterizadas por la
justicia y la democracia. La base de los programas educativos se sustenta en la promoción de los
derechos humanos universales (libertad, justicia, equidad, respeto a la vida, etcétera), así como en
la erradicación de los llamados antivalores (discriminación, autoritarismo, segregación, maltrato,
explotación, etcétera).
El aprendizaje de las actitudes es un proceso lento y gradual, donde influyen distintos factores
como las experiencias personales previas, las actitudes de otras personas significativas, la informa
ción y experiencias novedosas, y el contexto sociocultural (por ejemplo, mediante las instituciones,
los medios de comunicación y las representaciones colectivas). Se ha demostrado que muchas acti
tudes se gestan y desarrollan en el seno escolar, sin ninguna intención explícita para hacerlo. De
cualquier modo, el profesor es el que directa o indirectamente se enfrenta a esta problemática com
pleja y difícil, que muchas veces rebasa a la institución escolar misma.
Sin embargo, hay muchas actitudes que las escuelas deben intentar desarrollar y fortalecer (como
el respeto al punto de vista del otro, la solidaridad, la cooperatividad, etcétera) y otras que debe
procurar erradicar o relativizar (como el individualismo egoísta o la intolerancia al trabajo colecti
vo). Para ello el profesor se vuelve un importante agente o un otro significativo, que ejerce su in
fluencia y poder (de recompensa, de experto, etcétera) legitimados institucionalmente, para promo
ver actitudes positivas en sus alumnos.
De acuerdo con Bednar y Levie (1993), hay tres aproximaciones que han demostrado ser efica
ces para lograr el cambio actitudinal, a saber: a) proporcionar un mensaje persuasivo, b) el modelaje
de la actitud y c) la inducción de disonancia o conflicto entre los componentes cognitivo, afectivo y
conductual. Dichos autores recomiendan que se planteen situaciones donde éstas se utilicen en
forma conjunta.
Algunas metodologías y técnicas didácticas que han demostrado ser eficaces para trabajar di
rectamente con los procesos actitudinales son, por ejemplo, las técnicas participativas (juego de
roles o "role-playing" y los sociodramas), las discusiones y técnicas de estudio activo, las exposicio
nes y explicaciones de carácter persuasivo (con conferencistas de reconocido prestigio o influencia)
e involucrar a los alumnos en la toma de decisiones (Sarabia, 1992).
Enfoque Características
CLARIFICACIÓN DE Orientado al autoconocimiento y análisis crítico de
VALORES Y JUICIO la realidad personal, familiar, comunitaria.
CRÍTICO Se basa en preguntas esclarecedoras, reflexión per
sonal, hojas de trabajo e instrumentos de autoanálisis,
y elaboración de proyectos y planes.
(Adaptado del modelo de educación cívica propuesto por Garda y Díaz Barriga, 1999.)
Capítulo 2 Constructivismo y aprendizaje significativo
Las aportaciones del constructivismo en este interés renovado por enseñar valores han puesto
de nuevo al día trabajos pioneros en el tema, como los de Jean Piaget o Lawrence Kohlberg acerca
del desarrollo y del juicio moral, así como diversas líneas de investigación recientes acerca del desa
rrollo afectivo y social de las personas, del estudio de las habilidades de pensamiento reflexivo y
razonamiento crítico, del comportamiento colaborativo y prosocial, entre otras.
En este ámbito es más que evidente que la enseñanza no puede centrarse en la recepción repetitiva
de información factual o declarativa, sino que se requieren experiencias de aprendizaje significati
vas, que permitan no sólo adquirir información valiosa, sino que incidan realmente en el comporta
miento de los alumnos, en la manifestación del afecto o emoción moral, en su capacidad de com
prensión crítica de la realidad que los circunda, en el desarrollo de habilidades específicas para el
diálogo, la autodirección, la participación activa, la cooperación o la tolerancia.
Las siguientes son algunas de las metodologías de orientación constructivista que intentan pro
mover aprendizajes significativos en este complejo campo: la clarificación de valores y actitudes
orientada al autoconocimiento, la discusión sobre dilemas, el análisis de casos, la comprensión y
escritura crítica, el aprendizaje cooperativo y situado, el entrenamiento en habilidades sociales y
autorregulatorias, la participación activa en proyectos académicos y comunitarios de servicio o
prosociales (véase cuadro 2.10). Posteriormente, en el capítulo respectivo, se harán algunos comen
tarios acerca de la evaluación de estos aprendizajes.
En este capítulo se realizó una revisión de la aproximación constructivista del aprendizaje escolar,
en la que se enfatizó la labor de (re)construcción significativa que debe hacer el aprendiz de los
contenidos o saberes de la cultura a la cual pertenece, y se postuló que la finalidad de los procesos
de intervención educativa es enseñar a pensar y actuar sobre contenidos significativos y contextuados.
Se estableció asimismo que el aprendizaje significativo ocurre sólo si se satisfacen una serie
de condiciones: a) que el alumno sea capaz de relacionar de manera no arbitraria y sustancial la
nueva información con los conocimientos y experiencias previas y familiares que posee en su
estructura cognitiva; y b) que los materiales o contenidos de aprendizaje posean significado poten
cial o lógico.
Aprender en grupos.
Aprender de libros.
En este caso, se solicita a los docentes o a los alumnos que en una cuartilla relaten aquella
experiencia de enseñanza o de aprendizaje que hayan sentido más relevante, satisfactoria,
motivante o valiosa en algún momento de su vida como estudiantes o como profesores. El
análisis de dichos relatos debe retomar la noción de aprendizaje significativo revisada, así como
la identificación de condiciones y elementos que potencian lo significativo de la experiencia.
La motivación escolar
y sus efectos
en el aprendizaj e
Visión panorámica del capítido
Conceptualización
y aproximaciones al estudio
de la motivación
Factores que determinan
la motivación por aprender
y papel del profesor
Metas, atribuciones y procesos
motivacionales en los alumnos
Manejo docente de la
motivación escolar: mensajes,
principios de enseñanza
y estrategias
Sumario
Actividades de reflexión
e intervención
Visión panorámica
del capítulo
E n este capítulo se revisarán algunos aspectos re
lacionados con el significado de la motivación
escolar, la cual constituye uno de los factores
psicoeducativos que más influyen en el aprendiza
je. Debido a la imposibilidad de un tratamiento
exhaustivo del tema, fueron seleccionados elemen
tos conceptuales, resultados de investigación y
principios de enseñanza que se consideraron de
utilidad para una explicación e intervención en el
contexto del aula.
Para motivar a los alumnos sólo se requiere trabajar de inicio alguna dinámica o juego
grupal que sea atractivo para ellos.
I .os buenos alumnos están motivados por el aprendizaje en sí mismo; los malos estu
diantes, por las recompensas externas que pueden obtener.
Es poco probable que se llegue a mejorar la motivación por aprender en alumnos con
historia de fracaso escolar, con algún tipo de discapacidad, apáticos o ansiosos.
CONCEPTUALIZACION Y APROXIMACIONES
AL ESTUDIO DE LA MOTIVACIÓN
El término motivación se deriva del verbo latino movere, que significa "moverse", "poner en movi
miento" o "estar listo para la acción". Para Moore (2001, p. 222) la motivación implica "impulsos o
fuerzas que nos dan energía y nos dirigen a actuar de la manera en que lo hacemos". Según Woolfolk
(1996, p. 330), "la motivación es un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta". De
acuerdo con Brophy (1998, p. 3), el término motivación es un constructo teórico que se emplea hoy
en día para explicar la iniciación, dirección, intensidad y persistencia del comportamiento, especial
mente de aquel orientado hacia metas específicas. Así, un motivo es un elemento de conciencia que
entra en la determinación de un acto volitivo; es lo que induce a una persona a llevar a la práctica
una acción.
Sin descartar el papel que pueden tener las recompensas externas o la búsqueda de la aproba
ción de los demás, tanto el enfoque humanista como el cognitivo consideran a las personas como
activas y curiosas, capaces de trabajar arduamente porque disfrutan el trabajo, desean comprender,
resolver problemas o sentirse exitosos y competentes; por ello, dichos enfoques anteponen la moti
vación intrínseca a la extrínseca.
Esta es una distinción clásica en este campo, donde se ha definido a la motivación intrínseca
como una suerte de tendencia natural de procurar los intereses personales y ejercer las capacidades
propias, y al hacerlo, buscar y conquistar desafíos, por lo que el individuo no necesita de castigos ni
incentivos para trabajar porque la actividad le resulta recompensante en sí misma. Por su parte, la
motivación extrínseca se relaciona con el interés que nos despierta el beneficio o recompensa externa
que vamos a lograr al realizar una actividad, por ejemplo, una calificación aprobatoria, evitar la
reprimenda de los padres, obtener dinero a cambio, complacer al profesor, etcétera. Esta distinción
suele ser de utilidad para explicar los motivos o metas que priorizan las personas, o para identificar
su patrón motivacional; sin embargo, ha recibido críticas pues suele llevar a plantear una motiva
ción en "blanco y negro" sin los debidos matices. Por otro lado, Woolfolk (1996) considera que es
imposible saber si el comportamiento de un alumno está motivado intrínseca o extrínsecamente
con sólo observarlo, puesto que hay que conocer las razones del alumno para actuar, es decir, se
requiere ubicar la causa dentro o fuera de la persona (locus de causalidad).
MOTIVACION
enfoque
Motivación
Manejo de
Programas de expectativas, metas y
Reforzamiento,
desarrollo humano, atribuciones,
sistemas de
autoconocimiento, habilidades de
recompensas,
fomento de la autorregulación y
incentivos y castigos
autoestima diseño ¡"o+ri
Una crítica importante que puede hacerse a la institución escolar y a la cultura de la evaluación
que privilegia es que ésta se asemeja a los modelos conductistas de manipulación del comporta
miento mediante sistemas de recompensas y castigos en donde se consideran muy poco las inten
ciones, pensamientos, esfuerzo o las diferencias existentes entre los alumnos. De acuerdo con Brophy
(1998), esto se evidencia en la forma de otorgar calificaciones y premiar o castigar el desempeño de
los alumnos; en los cuadros de honor y las ceremonias de premiación, e incluso en los códigos de
conducta y disciplina habituales. Los resultados negativos que dependen de esta visión son que se
fomenta ante todo una motivación extrínseca en relación con el estudio y un comportamiento
heterónomo respecto a la disciplina escolar; los alumnos responden por el temor a la sanción, al
castigo y a la reprobación, no porque exista un compromiso de conciencia o un deseo intrínseco por
el trabajo escolar.
Desde el punto de vista de diversos autores y enfoques vinculados principalmente con las pers
pectivas cognitiva y humanista, el papel del docente en el ámbito de la motivación se centrará en
inducir motivos en sus alumnos en lo que respecta a sus aprendizajes y comportamientos para
aplicarlos de manera voluntaria a los trabajos de clase, dando significado a las tareas escolares y
proveyéndolas de un fin determinado, de manera tal que los alumnos desarrollen un verdadero
El manejo de la motivación en el aula supone que el docente y sus estudiantes comprendan que
existe interdependencia entre los siguientes factores:
Por lo anterior puede decirse que son tres los propósitos perseguidos mediante el manejo de la
motivación escolar:
3. Dirigir estos intereses y esfuerzos hacia el logro de fines apropiados y la realización de propósi
tos definidos.
Sería ideal que la atención, el esfuerzo y el pensamiento de los alumnos estuvieran guiados por
el deseo de comprender, elaborar e integrar significativamente la información, es decir, que se orien
tara claramente por una motivación de tipo intrínseca; pero un profesor experimentado sabe que
esto no siempre, ni exclusivamente, es así. Ya anticipamos que, en gran medida, la orientación de
los alumnos está determinada por su temor a reprobar o por la búsqueda de una aceptación perso
nal, lo cual es una realidad no sólo porque el alumno así lo haya elegido, sino porque lo ha aprendi
do en el contexto de las prácticas que se fomentan en la escuela.
De esta manera, lo cierto es que la motivación para el aprendizaje es un fenómeno muy comple
jo, condicionado por aspectos como los siguientes:
* El tipo de metas que se propone el alumno en relación con su aprendizaje o desempeño escolar,
y su relación con las metas que los profesores y la cultura escolar fomentan.
* La posibilidad real que el alumno tenga de conseguir las metas académicas que se propone y la
perspectiva asumida al estudiar.
* Que el alumno sepa cómo actuar o qué proceso de aprendizaje seguir (cómo pensar y actuar)
para afrontar con éxito las tareas y problemas que se le presenten.
* Los conocimientos e ideas previas que el alumno posee de los contenidos curriculares por apren
der, de su significado y utilidad, así como de las estrategias que debe emplear.
• Las creencias y expectativas tanto de los alumnos como de sus profesores acerca de sus capaci
dades y desempeño, así como el tipo de factores a los que atribuyen su éxito y fracaso escolar.
• El contexto que define la situación misma de enseñanza, en particular los mensajes que recibe el
alumno por parte del profesor y sus compañeros, la organización de la actividad escolar y las
formas de evaluación del aprendizaje.
• Los comportamientos y valores que el profesor modela en los alumnos, los cuales pueden faci
litar o inhibir el interés de éstos por el aprendizaje.
• El ambiente o clima motivacional que priva en el aula y el empleo de una serie de principios
motivacionales que el docente utiliza en el diseño y conducción del proceso de enseñanza-
aprendizaje. (Véase cuadro 3.2.)
Ya en el primer capítulo se comentó que las expectativas del profesor acerca del alumno pue
den influir en cierta medida en el nivel de logro académico del estudiante; pero también pueden
influir en la motivación y en la autoestima de éste. Quién no ha escuchado a los docentes decir cosas
como las siguientes: "Viene de una familia desintegrada, va a ser difícil que tenga interés en estudiar",
"Este chico es pobre y su familia es inculta. Yo no tengo la culpa, por eso reprueba", "Toño es hiperactivo; no
puede aprender", "Lucía es muy ansiosa e insegura, cómo va a poder exponer oralmente el tema", etcétera.
Aun cuando dichas observaciones y "diagnósticos" puedan ser realistas, siempre lo serán de mane
ra parcial; por otro lado, el profesor no siempre podrá intervenir y menos solucionar tales proble
mas.
No obstante, sí hay una serie de factores concretos y modificables que contribuyen a la motiva
ción de los alumnos y que los profesores pueden manejar mediante sus actuaciones y mensajes.
Dichos factores modificables se refieren, por ejemplo, al nivel de involucramiento de los alumnos
en la tarea, al tono afectivo de la situación, a los sentimientos de éxito e interés, así como a las
sensaciones de influencia y afiliación al grupo (Arends, 1994).
Por ello el docente ejerce una influencia decisiva, ya sea consciente o inconsciente
mente, en lo que los alumnos quieran saber y sepan pensar.
especial el denominado clima del aula, que se relaciona con la atmósfera o ethos1 de aquélla (Arends,
1994). Desde esta perspectiva, la interacción entre las necesidades individuales y las condiciones
socioambientales del salón son factores clave para la explicación de la motivación para el apren
dizaje.
En el cuadro 3.3 encontrará una síntesis de los factores que determinan la motivación en el aula,
algunos de los cuales se discuten en este capítulo.
Así, puede afirmarse que dentro de los motivos principales que animan a los alumnos a estu
diar están aprender; alcanzar el éxito; evitar el fracaso; ser valorado por sus profesores, padres o
compañeros, u obtener muy diversos tipos de recompensas. Tales aspectos se discuten a continua
ción.
Uno de los propósitos centrales de la formación que reciben los niños y jóvenes en las institucio
nes escolares es desarrollar el gusto y el hábito del estudio independiente; en este sentido se espera
que la motivación de alumnos se centre en lo placentero que resulta adquirir conocimientos válidos
que les permitan explicar y actuar en el mundo en que viven. Desde este punto de vista, la motiva
ción intrínseca se verá privilegiada, y lo más deseable será que el alumno se vea absorbido por la
Los alumnos que manifiestan desesperanza aprendida ven sus propias dificultades como fracasos que indican poca habilidad.
naturaleza de la tarea, haga intentos por incrementar su propia competencia y actúe con autono
mía, no obligado.
Por otra parte, se ha visto que las metas relacionadas con la obtención de recompensas externas,
como lograr premios o bien evitar la pérdida de objetos y privilegios, actúan determinando el es
fuerzo selectivo que el alumno imprime en su trabajo (Brophy, 1998).
I. Internas al aprendiz
Motivación de logro
autovaloración: "el i/o
Miedo al fracaso
Aunque es imposible establecer tipologías puras sobre los alumnos preponderantemente moti
vados por uno u otro tipo de metas (ya se admitió que por lo general coexisten y varían incluso de
una situación a otra), autores como Dweck y Elliot (1983) o Brophy (1998) consideran que los alum
nos que afrontan la realización de una tarea académica estableciendo metas de aprendizaje (llamadas
también metas de dominio o metas de involucramiento con la tarea) son diferentes de quienes
establecen metas de ejecución (metas que involucran el ego), donde la preocupación fundamental
está puesta en preservar sus autopercepciones positivas y su reputación pública, de manera que el
quedar bien y/o evitar el fracaso son más relevantes que el aprender en sí. También es frecuente que
los alumnos establezcan de manera prioritaria metas de evitación al trabajo, donde rehúsan adoptar
los desafíos inherentes a la tarea y tratan de minimizar el tiempo y el esfuerzo que le dedican.
Dweck y Elliot han encontrado que la meta que se sigue depende en gran medida de la concep
ción que se tenga de la inteligencia o aptitud intelectual y de las habilidades para el estudio. Se ha
visto que los alumnos cuya meta es conseguir aprender, conciben a la inteligencia como un reperto
rio de conocimientos y habilidades que es posible incrementar mediante el esfuerzo. Por otro lado,
aquellos preocupados por las consecuencias y la aceptación de los demás, consideran a la inteligen
cia como algo estático y predeterminado, por lo que si el individuo se esfuerza y fracasa, la conclu
sión sobre su autoestima es muy negativa ("soy tonto", "no entiendo nada, soy un fracasado",
"nunca podré con las matemáticas"). En el cuadro 3.5 se esquematiza a grandes rasgos las diferen
cias que proponen estos autores.
Nuevamente notamos aquí que uno de los supuestos centrales de los enfoques cognitivos de la
motivación es que las personas no sólo responden a situaciones externas o condiciones físicas, tam
bién lo hacen a sus percepciones o representaciones mentales de tales situaciones. De esta forma, la
teoría de la atribución, desarrollada en los ochenta por Bernard Weiner (1992), describe de qué mane
ra las representaciones, justificaciones y excusas de los individuos influyen en su motivación, expli
cando para sí los resultados que obtienen en la escuela (sus éxitos y fracasos académicos). Esta
teoría tiene como postulados principales los siguientes:
• En sus esfuerzos por encontrar sentido a su propia conducta o desempeño, los individuos están
motivados por descubrir las causas subyacentes.
• Las atribuciones causales generadas durante o después de la ejecución de una tarea es probable
que afecten la motivación subsecuente en situaciones similares.
• Las atribuciones causales pueden distinguirse según si se emplean para explicar el éxito o el
fracaso percibido por la persona.
Meta: Meta:
Aspectos Con el deseo Para quedar bien
motivacionales de aprender o no quedar mal
1. Percepción de la Reto o desafío abordable Amenaza, reto
incertidumbre inalcanzable
inherente a la tarea
2. Pregunta de partida ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Podré hacerlo?
3. Centro de atención del Proceso de aprendizaje Resultados
alumno
4. Interpretación de Natural; producen Fracaso personal por
errores aprendizaje incompetencia
5. Información que Lo que saben y lo que no Lo que valen
buscan saben
6. Valoración del profesor Fuente de orientación y Juez y sancionador
ayuda
7. Tareas preferidas10 En las que pueden En las que pueden lucirse
aprender
Es importante el esfuerzo a Importa la percepción de
reaüzar. su competencia actual.
La inteligencia es La inteligencia es fija
cambiante
9. Autoevaluación Criterios personales Criterios rígidos: quedar
de superación bien o mal
10. Carácter reforzante de Realización de la tarea Propia valoración
la meta
En relación con las explicaciones que los alumnos dan cuando tienen éxito, esta teoría propone
que los patrones óptimos de motivación se encuentran en una combinación de habilidad suficiente
y esfuerzo razonable. Este tipo de alumnos, cuando llegan a fracasar, pueden darse cuenta de sus
fallas, las cuales atribuyen a causas internas y controlables que pueden modificar en un momento
dado. En contraposición, se ha encontrado que los alumnos establecen expectativas continuas de
fracaso cuando atribuyen su desempeño escolar a causas relacionadas con una capacidad baja o a
situaciones externas que salen de su control, ambas difíciles de modificar desde su perspectiva. Por
otro lado, la percepción que el estudiante tenga de sus éxitos y fracasos influye en su autoestima y
en sus expectativas futuras. Así, un alumno que se percibe incompetente y que cree que sólo tiene
éxito cuando la suerte u otros factores fortuitos lo permiten, tendrá una autoestima más baja que un
estudiante que considera que puede controlar su propio aprendizaje, que es capaz de aprender
nuevas habilidades y que piensa que el esfuerzo es un factor clave en el éxito escolar. (Véase cuadro
3.6.)
CUADRO 3.6 El punto de vista de los alumnos: ¿qué piensan
de sus éxitos y fracasos escolares
Los alumnos que manifiestan un "patrón mofivacional óptimo" explican sus logros por
una combinación de habilidad suficiente y esfuerzo razonable:
Marina: "El ensayo me quedó bien porque le dediqué un buen de tiempo y lo hice
tomando en cuenta las recomendaciones de redacción que nos hicieron/'
Alejandro: "La hice porque me di cuenta a tiempo de que tenía dudas en conocimien
tos elementales de álgebra, me puse a repasar y gracias a eso pude resolver las
ecuaciones y los problemas.'
Paula: "No soy buena para exponer en grupo, todos saben que no puedo.''
Por otro lado, se ha estudiado que así como las atribuciones de los alumnos generan expectati
vas y conducen a determinadas formas de actuar, con los profesores sucede algo similar respecto al
desempeño de sus estudiantes. Aunque esta línea de investigación ha suscitado mucha controver
sia, la tendencia encontrada en estudios conducidos a lo largo de más de tres décadas indica que los
estudiantes tienden a desempeñarse en un nivel que es consistente con las expectativas de sus profesores. Los
estudios clásicos sobre este tema fueron llevados a cabo en los sesenta y setenta por Rosenthal y
Jacobson en torno a las llamadas profecías de autocumplimiento o efecto Pigmalión. Una profecía
autocumplida es una expectativa que se cumple sólo porque se le espera; en este caso, se observó un
progreso excepcional en los estudiantes como resultado de las altas expectativas que sus profesores
depositaron en ellos (véase el cuadro 3.7).
También existen diversos estudios que sugieren que los profesores tienden a favorecer a aque
llos que perciben como alumnos de alto desempeño, poniendo en clara desventaja a los alumnos
CUADRO 3.7 Pigmalión en el aula
Según la mitología griega, Pigmalión fue un rey de Chipre que esculpió una estatua de
una joven de gran belleza. Enamorado de su obra, consiguió que la diosa Afrodita diera
vida a su estatua, la cual encarnaba los ideales de perfección de su creador. Pigmalión en el
aula es el título del polémico libro donde se publicaron los primeros experimentos de
Rosenthal y Jacobson a finales de los sesenta. Dichos estudios fueron conducidos en es
cuelas de enseñanza elemental en California y consistieron en probar la hipótesis de si los
alumnos en quienes los profesores depositaban mayores expectativas de rendimiento eran
efectivamente los que realizaban mayores progresos. Se seleccionó al azar a 20% de los
alumnos de todas las clases y grados escolares, y se les dijo a sus profesores que, de acuer
do con los resultados de una prueba de inteligencia que se había aplicado a todos los
estudiantes, dichos alumnos estaban particularmente dotados en aptitud verbal y razona
miento. En realidad, dada la elección al azar, eran alumnos de todos los niveles de aptitud
posibles, no sólo estudiantes excepcionales. Se encontró que estos alumnos tuvieron un
mayor aprovechamiento que el normal durante ese año, y que los profesores los cataloga
ban en términos más positivos (más motivados, más curiosos, más inteligentes, más autó
nomos, etcétera) que al resto de sus compañeros. Por motivos éticos, las expectativas in
ducidas fueron positivas; pero se da por supuesto que la profecía de autocumplimiento
puede operar en la dirección contraria: las expectativas desfavorables de los profesores
pueden afectar de forma negativa el rendimiento de sus alumnos. Estudios ulteriores han
puesto en relieve lo complicado que es replicar el efecto Pigmalión y han matizado la
supuesta universalidad de los efectos de las expectativas y su efecto directo e inmediato.
Entre los factores que median dicho efecto, se han propuesto los siguientes: si las expecta
tivas son inducidas o generadas espontáneamente por el profesor; si los profesores real
mente creen en las expectativas inducidas; el grado académico y el entorno escolar; las
evidencias confirmatorias o no que el profesor disponga; las reacciones diferenciales de
los propios alumnos; el tipo de actuación educativa del docente como consecuencia de la
expectativa.
A la fecha, se considera que los efectos de las expectativas sobre el rendimiento de los
alumnos son una realidad; pero su aparición o no en cada caso particular, su funciona
miento, la amplitud de los efectos dependen de mecanismos muy complejos que no son
lineales ni directos. De manera que la investigación reciente se está enfocando en averi
guar dichas condiciones y mecanismos mediadores (Coll y Miras, 1990).
que generan en el docente expectativas bajas (véase Brophy, 1998; Moore, 2001). De manera sintéti
ca, se ha encontrado lo siguiente:
1. Los profesores sientan lejos de ellos mismos a los alumnos sobre los que tienen bajas expectati
vas, en comparación con los que perciben como alumnos de alto desempeño.
2. Se les pone menos atención en clase a los alumnos que se perciben como de bajo rendimiento
(incluyendo menor contacto visual, señales de aprobación con la cabeza, guiños de ojo y sonri
sas).3
3. Se pide con menor frecuencia a los alumnos que se perciben con un bajo nivel que respondan a
las preguntas que se plantean en la clase y se les da menos tiempo para responder.
Capitulo 3 La motivación escolar y sus efectos en el aprendizaje
4. Se critica más a estos alumnos por sus respuestas incorrectas y se les premia con menor frecuen
cia por sus respuestas correctas.
5. Se refuerzan más las conductas inadecuadas o marginales en los alumnos que generan en el
docente bajas expectativas en comparación con los estudiantes que se perciben con alto desem
peño.
6. Se les proporciona una retroalimentación menos precisa y menos detallada a los alumnos con
expectativas bajas de desempeño.
Por lo tanto, vemos que la interacción con los estudiantes que el docente encuentra particular
mente capacitados se caracteriza por ser más positiva y con mayor apoyo, mientras que los alum
nos que generan expectativas bajas reciben información contradictoria, menos apoyo y en gran
medida son ignorados o incluso rechazados por el docente. No es difícil suponer los efectos que
esto tendrá en la motivación de los alumnos, en sus propias expectativas y en su autoestima.
En este punto creemos conveniente hacer una breve mención de algunos problemas de tipo
motivacional-afectivo que presentan frecuentemente los alumnos, y que pueden atribuirse en gran
medida a las condiciones poco favorables en el aula y al uso incorrecto de la dimensión afectiva por
parte del docente y la institución escolar.
En pocas palabras, la desesperanza aprendida es una sensación experimentada por los alum
nos de que sin importar lo que hagan ya están condenados al fracaso (Woolfolk, 1996). En tal caso,
las conductas de los alumnos se orientan principalmente a evitar el fracaso escolar. De acuerdo con
Moore (ob. cit.) y con base en estudios como los antes reportados, se ha encontrado que la desespe
ranza aprendida en contextos escolares es consecuencia del empleo excesivo del sarcasmo por parte
de los profesores, y de un manejo impredecible de recompensas y castigos. La desesperanza apren
dida es el resultado de tres tipos de déficit: motivacional, cognoscitivo y afectivo, y con frecuencia
provoca en los alumnos depresión, ansiedad y apatía ante situaciones académicas. De acuerdo con
Alonso (1991), se ha observado que a medida que los niños crecen, las manifestaciones de derrotis
mo escolar aumentan; hacen muy poco esfuerzo en la realización de las tareas y su participación
espontánea o voluntaria en clase se vuelve muy escasa. Además, parece que al llegar a la adolescen
cia, estos comportamientos se acentúan. Por otro lado, Woolfolk (1996), plantea que la desesperan
za aprendida es un peligro muy serio en particular para los estudiantes con problemas de aprendi
zaje, historia de fracaso escolar y para aquellos que son víctimas de discriminación por diversos
motivos (género, raza, clase social, etcétera) llegándose a convertir en un círculo vicioso difícil de
revertir. (Véase figura 3.2.)
DESESPERANZA
APRENDIDA
creencia
2. Expresan un pronunciado afecto negativo, en la forma de una aversión a la tarea escolar, aburri
miento o ansiedad.
4. A medida que aumentan las ocasiones o número de ensayos en que han fallado, manifiestan un
decrecimiento en su actuación académica.
Los alumnos que manifiestan desesperanza aprendida e indefensión tienden a ver sus propias
dificultades como fracasos indicativos de su escasa habilidad, considerando que son insupe
rables.
Estos problemas inciden en una disminución de la autoestima respecto a las capacidades perso
nales de estudio del alumno; por desgracia, las condiciones motivacionales imperantes en las es
cuelas, centradas en el castigo, los reforzamientos externos, la descalificación personal y la interpre
tación inadecuada de los errores, tienden a reforzarlos. Ampliando la información anterior, se ha
encontrado que los adolescentes realizan una valoración más negativa de la escuela que la realizada
por los niños de menor edad, y cobran relevancia especial las metas relacionadas con la autovalora-
ción a la par que aumenta la importancia asignada a la aprobación de los compañeros.
En este texto hemos sostenido la conveniencia de que el alumno tome conciencia de la impor
tancia de las tareas de aprendizaje que va a realizar y de que se le ofrezca retroalimentación sobre su
ejecución. No obstante, parece que al darle demasiada relevancia al valor de ejecución de una meta
—mientras el alumno se percibe a sí mismo como poco habilidoso— la retroalimentación que recibe
por sus errores lo conducen a atribuirlos a sus carencias, muestra reacciones afectivas negativas y
abandona todo esfuerzo por superar dichos errores (Elliot y Dweck, 1988). Por lo tanto, es evidente
que no basta con la aplicación irrestricta de algunos principios educativos en el aula si ésta no viene
acompañada de un conocimiento de las características y necesidades especiales que plantean los
diferentes alumnos en el contexto de una clase concreta.
Lo anterior se torna más evidente cuando analizamos la ansiedad que experimentan los estu
diantes en relación con su desempeño en la escuela, particularmente ante los exámenes. Como tan
tos otros factores cognitivo-afectivos estudiados, la ansiedad llega a funcionar como causa o como
Capitulo J La motivación escolar y sus efectos en el aprendizaje
efecto del fracaso escolar: el estudiante presenta un desempeño deficiente porque se encuentra muy
ansioso y a la vez dicho desempeño deficiente incrementa aún más su nivel de ansiedad.
La ansiedad en el aula se fomenta debido a tres factores principales: altos niveles de compara
ción y competencia entre los compañeros de clase; sanciones y castigos severos previsibles para los
alumnos que fracasan, y presiones fuertes por lograr un desempeño exitoso. En algunos estudios se
ha encontrado que los alumnos demasiado ansiosos y con miedo al fracaso, saben más de lo que
demuestran en los exámenes, pero sus temores y pensamientos negativos los hacen mostrar déficits
importantes en atención, concentración, retención, hábitos de estudio efectivos y habilidades para
la resolución de pruebas (Brophy, 1998; Woolfolk, 1996). Sin embargo, también se ha establecido
que el efecto de la ansiedad sobre el aprendizaje varía en función del nivel de intensidad en que se
manifiesta: si es demasiado baja o alta (alumnos apáticos, somnolientos, o por el contrario, dema
siado tensos), el efecto será negativo, en detrimento del aprendizaje, pero si es moderada (nivel
óptimo de actividad y emoción o preocupación por el desempeño), su efecto será adaptativo y
positivo para el aprendizaje, tal como se muestra en la figura 3.3 (Moore, 2001).
Como temática final de este apartado, cabe mencionar que se han encontrado una serie de
cambios "evolutivos" en la motivación de los estudiantes a lo largo de los años de escolarización.
No son cambios evolutivos en el sentido de aprendizajes predeterminados o resultado de la sola
maduración individual, por el contrario, notamos que es evidente el papel que juegan los proce
sos institucionales e interpersonales que ocurren en las escuelas. En el cuadro 3.8 encontrará una
Alto
DESEMPEÑO
Bajo
Baja Moderada
ANSIEDAD
1. Cambia el comportamiento:
• Los alumnos más pequeños valoran la clase más como un entorno social que como
un entorno académico.
• En la adolescencia cobra especial importancia la auto valor ación, lo que hace qué
predomine más la búsqueda de autoestima que la del aprendizaje per se.
• Se estima que esto ocurre a partir de los 8 años de edad, siendo antes excepcional
mente elevadas.
Los educadores a menudo consideran que la motivación por el aprendizaje es una especie de inte
rruptor que se "enciende" al inicio de la actividad de aprendizaje, y que una vez activada (gracias al
empleo de una dinámica de grupo, un acertijo o una serie de preguntas inductoras), continúa auto
máticamente encendida hasta el final.
La motivación
por aprender
requiere
Toma de conciencia
y manejo deliberado
Variables que
definen el contexto
de la actividad
del alumno recursos y
contenidos
materiales
evaluación patrones de
interacción
mensajes y
organización de retroalimentación
la actividad
Sin embargo, no queda claro si como antecedente o consecuencia de lo anterior, los docentes
realizan un manejo motivacional centrado casi exclusivamente en la administración de recompen
sas y castigos externos para manejar a los estudiantes. No obstante, se ha demostrado que tales
factores motivacionales son efectivos en la medida en que están presentes, pero al desaparecer, su
efecto no se mantiene. Es por ello que, aun cuando no se descarte por completo el empleo de recom
pensas y sanciones, la promoción de comportamientos intrínsecamente motivados será más estable
y formativa.
Son dos las condiciones que deben darse para que se produzca en un individuo la motivación
intrínseca hacia la realización de una tarea (De Charms, 1984, en Alonso, 1991; Brophy, 1998):
1. Que la realización de la tarea sea ocasión para percibir o experimentar que se es competente.
2. Que se dé la experiencia de autonomía, que el sujeto sienta que ejerce control sobre su entorno
y su propia conducta.
Lo anterior significa, por un lado, y en relación con el manejo del entorno, que las opciones de
acción y el número de alternativas para el alumno sean lo más numerosas posible. Por el otro,
implica que el alumno necesita tomar conciencia de sus propias motivaciones y ser sensible a la
autonomía de los demás; al mismo tiempo debe comprender el significado de la satisfacción interna
del aprendizaje y qué puede hacer para incrementar su autonomía.
• Que den más valor al hecho de aprender que al de tener éxito o fracaso.
• Que centren más su atención en la experiencia de aprender que en las recompensas externas.
Los cambios motivacionales en los alumnos suelen estar asociados a los mensajes que les trans
mite el profesor por medio del lenguaje verbal y gestual, así como mediante sus actuaciones y en
especial, por la información que les da sobre su desempeño. Estos mensajes pueden centrarse en los
resultados, así como en el proceso de aprendizaje. En el cuadro 3.9 se ejemplifican dichos mensajes
del profesor (Alonso, 1991 y 1992; Alonso y Montero, 1990).
La relación entre la motivación de los alumnos y los mensajes que les ofrecen los docentes
manifiesta también un carácter evolutivo (en el sentido dado antes a este término). Se ha podido
comprobar que a medida que los estudiantes crecen, se van dando cambios sistemáticos en la fre
cuencia con que reciben información de uno u otro tipo, y en el grado en que la asimilan. El refuerzo
social predomina como evaluación en la educación preescolar y los primeros años de la escuela
primaria; mientras que la información de carácter simbólico se incrementa a partir del segundo o
tercer grado. La interpretación que el alumno puede hacer de la información objetiva sobre su eje-
• Valoración/descalificación personal o social:
"Sacaste 10 en el examen."
• Carácter normativo:
B) Sobre procesos
"Así no vas a resolver esta ecuación; en vez de elevar al cuadrado, tienes que elevar esta cifra
al cubo."
"En vez de intentar traducir del inglés cada una de las palabras del texto al pie de la letra, ¿por
qué no intentas inferir su significado a partir del contexto de la lectura?"
cución se relaciona con su desarrollo intelectual (se requiere razonar sobre proporciones), y es más
significativa a partir de los 12 o 13 años de edad. La información normativa implica la comparación
y competencia del alumno con los demás, y se acentúa a partir de los once años de edad.
Por otro lado, se ha visto que el significado que los alumnos otorgan a los mensajes de evalua
ción cambia en función de las nociones que ellos mismos tienen de aptitud y esfuerzo. En los prime
ros años de escolaridad, los alumnos piensan que es lo mismo esfuerzo que inteligencia: las perso
nas inteligentes se esfuerzan mucho y esto las hace inteligentes. Hasta los 11 o 12 años los alumnos
pueden diferenciar entre esfuerzo, aptitud y desempeño; según Woolfolk (ob. cit., p. 350) "en esta
época llegan a creer que alguien que tiene éxito escolar sin trabajar en absoluto debe ser alguien
realmente inteligente".
Existe una serie de principios motivacionales que se desprenden del enfoque adoptado o de los
constructos con base en los cuales se pretende intervenir (factores externos como recompensas y
castigos, satisfacción de necesidades del alumno, manejo de metas, fomento de la motivación in
trínseca). Dichos enfoques y principios se esquematizan en el cuadro 3.10, el cual consideramos que
conduciría al lector a reflexionar sobre el enfoque motivacional que ha permeado en las aulas don-
(Basado e n B rophy, 1 9 9 8 .)
amm
Capitulo 3 La motivación escotar y sus efectos en el aprendizaje
de ha participado, ya sea en el papel de docente o como alumno; por lo demás, ¿qué consecuencias
le ha traído la experiencia?
A partir de los componentes del modelo TARGETT, se derivan un conjunto de principios para
la organización motivacional de la enseñanza, los cuales pueden ser manejados por el profesor de
manera estratégica en el aula. Estos principios se presentan a continuación, integrando además las
ideas de otros autores revisados, en particular de Alonso y Brophy.
Propósitos: Fomentar el atractivo intrínseco de las tareas de aprendizaje y lograr que éste sea signifi
cativo.
1. Activar la curiosidad y el interés del alumno en el contenido del tema a tratar o la tarea a realizar.
Autonomía
Nivel de participación y responsabilidad del estudiante en las
decisiones y actividades escolares: búsqueda de libertad óptima
J
Naturaleza y uso de reconocimiento y recompensas: equidad,
Reconocimiento
progreso en el logro de metas y búsqueda de desafíos abordables
Grupo
Agrupamiento de alumnos y organización de experiencias;
aceptación de todos, cooperación y amplitud de interacciones
J
Evaíuación
Naturaleza y uso de procedimientos de evaluación: valorar
procesos no sólo productos, reducir la ansiedad, ampliar opciones
J
Programación de actividades: enfocada en la tarea y necesidades
Tiempo
de los alumnos, flexible en función de su propio ritmo
Tarea docente
Manejo adecuado de expectativas del profesor, manejo de mensajes,
modelado de valores, conductas y habilidades
1
(basado en Ames, 1992; Woolfolk, 1996)*2
3
Figura 3.5 M odelo T A R G E T T p a r a apoyar la m o tiv a ció n y el ap ren d iza je autorregulado en los alum nos.
• Relacionar el contenido de la tarea, usando lenguaje y ejemplos familiares al sujeto, con sus
experiencias, conocimientos previos y valores.
• Mostrar la meta para la que puede ser relevante lo que se presenta como contenido de la
tarea, de ser posible mediante ejemplos.
Autonomía: En relación con el nivel de participación y responsabilidad del alumno ante la tarea
• Solicitar abiertamente la manifestación de iniciativas por parte de los alumnos donde pue
dan expresarse diversos talentos e intereses.
Capitulo 3 La motivación escolar y sus efectos en e l aprendizaje
Grupo: En relación con la forma de agrupar a los alumnos y realizar las actividades
Propósitos: Crear un entorno de aceptación y apreciación de todos los estudiantes; ampliar sus posi
bilidades de interacción personal; fomentar el desarrollo de habilidades sociales y colaborativas;
apoyar particularmente a los alumnos de alto riesgo.
4. Organizar un buen número de actividades escolares que promuevan el aprendizaje cooperativo en el aula
(véase el capítulo 4 de este libro), sin desatender al mismo tiempo las necesidades personales de los
alumnos.
Propósito: Que las evaluaciones constituyan una oportunidad para el alumno de mejorar su apren
dizaje y dejen de ser episodios amenazantes sin un verdadero valor formativo y de retroalimenta-
ción.
5. Ampliar el tipo de procedimientos de evaluación y calificación dando prioridad a los que permiten una
visión comprehensiva y múltiple de los procesos de aprendizaje, esfuerzo y progreso personal de los alum
nos, y que permiten tomar decisiones respecto a cómo mejorar su desempeño (véase el capítulo 8 de este
libro).
• Promover un cambio en la cultura de la evaluación escolar, intentar que los alumnos perci
ban a la evaluación como una ocasión para aprender y corregir.
• Evitar hasta donde sea posible la comparación de unos contra otros y acentuar la propia
comparación para maximizar la constatación de los avances.
• Diseñar las evaluaciones de forma tal que no sólo nos permitan saber el nivel de conoci
mientos del alumno, sino, en caso de mal desempeño en la prueba, las razones del fracaso.
Propósito: Adaptar el currículo a una programación de actividades escolares que respete los ritmos
de aprendizaje de los estudiantes a la vez que tome en cuenta el tipo, extensión y complejidad de los
contenidos y tareas a realizar.
6. Permitir que la naturaleza de la tarea y los ritmos de aprendizaje de los alumnos determinen una progra
mación escolar flexible.
• Permitir que los estudiantes progresen a su propio ritmo hasta donde sea factible.
Tarea docente: En relación con las expectativas y mensajes que el docente transmite a los alumnos
Propósito: Lograr que los profesores tomen conciencia y cuestionen las creencias y expectativas que
tienen hacia sus alumnos, así como el tipo de mensajes que les comunican, con el fin de replantear
formas de interacción que fomenten el aprendizaje y la autoestima positiva en el alumno.
7. Establecer expectativas apropiadas, pero lo más altas posibles, para todos los estudiantes y comunicarles
que se espera lograr su mejor desempeño.
• Incrementar los mensajes que informan a los alumnos acerca de su proceso de aprendizaje,
no sólo de sus resultados, y evitar mensajes que incidan negativamente en la valoración del
alumno como persona.
— Durante: hacia la búsqueda y comprobación de posibles medios para superar las difi
cultades.
En definitiva, los principios y estrategias anteriores deberán ser analizados por el docente en
función del contexto particular de su clase, y aplicarse a criterio en cada caso.
Para cerrar este capítulo nos gustaría que el lector reflexionara acerca de qué tan conscientes
son los docentes de la necesidad de emplear estrategias motivacionales en el aula, de cuáles em
plean y de cuáles son las demandas que nos plantean los propios alumnos.
Aunque hemos visto que las instituciones educativas no parecen fomentar la motivación por
aprender de manera adecuada, resulta un tanto paradójico que cuando a los profesores se les pide
que describan las estrategias que usualmente emplean para motivar a sus alumnos, se encuentra
que su experiencia es bastante consistente con los conceptos y principios explicados en este capítu
lo, particularmente en lo que toca a la motivación intrínseca. Al menos eso es lo que encontró Brophy
(1998), que hace un recuento de algunas investigaciones sobre este aspecto. Dos de ellas nos pare
cen muy ilustrativas para el profesor de educación media y superior.
En un trabajo de Hoostein (1995, citado por Brophy, 1998), se pedía a profesores de historia a
nivel secundaria que enlistaran las estrategias que empleaban para motivar a sus alumnos. Las diez
estrategias que se mencionaron con más frecuencia fueron las siguientes:12345
1. Trabajar con simulaciones históricas (dramatizaciones, role playing) en las que los estudiantes
representan personajes históricos.
3. Realizar juegos con los estudiantes, como una manera de revisar material contenido en las prue
bas.
También se obtuvieron las respuestas de los estudiantes: se les mostraron las estrategias que
enlistaron sus profesores y se les pidió que seleccionaran aquella que los motivara más. Las dos
estrategias que mencionaron más los estudiantes fueron, en ese orden: el juego de roles con perso
najes históricos y la participación en grupos de discusión con sus compañeros. También tuvieron
frecuencias altas los intentos del profesor para hacer que la materia fuera interesante, como por
ejemplo, relacionar el contenido con sus vivencias e intereses, el "inyectar humor a la clase" me
diante anécdotas, chistes o historias. En opinión del autor, en este estudio los alumnos evidenciaron
que incluso llegaban a disfrutar formas de aprendizaje consideradas como pasivas (como serían las
exposiciones y demostraciones), a condición de que el profesor hiciera interesante el material.
Otro trabajo que arroja luz al tema de la motivación escolar, es el de Zahorik (1996, citado por
Brophy, 1998), donde se pidió a profesores de educación elemental y secundaria que escribieran
una serie de ensayos sobre los aspectos que despertaban más interés en sus alumnos por el aprendi
zaje. Agruparon las respuestas en ocho categorías, que cualitativamente coinciden, de manera glo
bal, con las del estudio anterior, aunque hay variaciones importantes en la jerarquía. Algunas de las
categorías, con ejemplos de actividades posibles, son las siguientes:
• Estrategias para fomentar la confianza de los alumnos: encaminadas a mostrar respeto a la integri
dad, esfuerzo e inteligencia de los estudiantes. Por ejemplo, la comparación de ideas mediante
el diálogo o el debate, la toma de decisiones, o el despliegue de su creatividad personal.
• Las categorías restantes incluyeron emplear materiales de aprendizaje variados, el entusiasmo del profe
sor, la realización de tareas prácticas que involucraran a los alumnos en actividades que tuvieran
alguna utilidad fuera de la escuela o que permitieran elaborar un producto útil, y finalmente, la
realización de actividades variadas.
S u m a rio
1. Detectar los principales problemas motivacionales que presentan sus alumnos en clase. Para
ello, debe tomar en cuenta como elementos de análisis: el contexto del curso; las características
de sus alumnos y las metas que establecen; su actuación como profesional de la docencia, los
mensajes que les envía y la forma en que organiza y conduce las actividades académicas. •
2. Analizar de forma crítica los principios motivacionales propuestos en esta unidad y develar
situaciones particulares en el contexto de su clase donde la aplicación de esos principios haya
resultado efectiva o inefectiva.
A partir de la proyección de los primeros 30 minutos del largometraje Con ganas de triunfar (Stand
and Deliver, E.U., 1988, Warner Bros. Inc., Prod. T. Musca, Dir. R. Menéndez, con Edward James
Olmos y Lou Daimond Phillips), identifique:
a) Al menos tres situaciones en las que el profesor de matemáticas, Jaime Escalante (Edward James
Olmos), esté promoviendo el aprendizaje significativo en sus estudiantes.
bj El tipo de metas que establecen los diversos alumnos que aparecen en la película (Angel, Pan
cho, Ana, Guadalupe, Tito, etcétera). Consulte el cuadro 3.3 ofrecido en este capítulo y analice el
caso de al menos dos de los alumnos referidos.
c) El tipo de mensajes que el profesor de matemáticas o los otros docentes dan a los alumnos y los
efectos que tienen en su motivación por aprender. Ejemplifique al menos 3 mensajes y sus efec
tos previsibles.
A) Los principios y/o estrategias motivacionales que emplea el profesor Escalante con sus alum
nos.
Solicitar a los alumnos de su grupo que respondan brevemente a las siguientes preguntas (las res
puestas pueden ser anónimas para que los estudiantes respondan con veracidad):
h) Lo que me gustaría que el profesor hiciera para que la clase fuera más motivante es
Analice las respuestas dadas por sus alumnos en cada caso e identifique el tipo de metas y
atribuciones que poseen, así como los factores instruccionales vinculados con éstas. En particular,
trate de responder a lo siguiente: ¿están motivados intrínseca o extrínsecamente?, ¿qué tipo de
atribuciones establecen en relación con su desempeño académico real?, ¿cómo perciben el clima del
Capitulo 3 La motivación escolar y sus efectos en el aprendizaje
h) Lo que me gustaría que el profesor hiciera para que la clase fuera más motivante es
Analice las respuestas dadas por sus alumnos en cada caso e identifique el tipo de metas y
atribuciones que poseen, así como los factores instruccionales vinculados con éstas. En particular,
trate de responder a lo siguiente: ¿están motivados intrínseca o extrínsecamente?, ¿qué tipo de
atribuciones establecen en relación con su desempeño académico real?, ¿cómo perciben el clima del
Tomando como referencia el análisis realizado en la actividad anterior y/o con base en el contenido
programático, los materiales del curso o clase que imparte, los resultados de las pruebas que aplica,
la observación del grupo, etcétera, elabore una propuesta sobre cómo mejorar el clima motivacional
en su aula tomando en cuenta los principios y estrategias del modelo TARGETT. Intente elaborar
con el mayor detalle posible dicha propuesta, e integre todos los componentes del modelo.
• Las escuelas deben fomentar la competición, porque en el mundo en que vivimos "el
pez grande se come al chico".
• En el aprendizaje cooperativo es conveniente dar una sola calificación grupal, sin con
siderar los resultados individuales.
Si hablamos de aprendizaje cooperativo tenemos que hablar, ante todo, de la existencia de un grupo
que aprende. Un grupo puede definirse como "una colección de personas que interactúan entre sí y
que ejercen una influencia recíproca" (Schmuck y Schmuck, 2001, p. 29). Dicha influencia recíproca
implica una interacción comunicativa en la que se intercambian mutuamente señales (palabras,
gestos, imágenes, textos) entre las mismas personas, de manera continua en un periodo dado, don
de cada miembro llega a afectar potencialmente a los otros en sus conductas, creencias, valores,
conocimientos, opiniones, etcétera.
La simple proximidad física no define a un grupo; en este sentido, las personas que viajan una
mañana en el mismo vagón del metro, o los asistentes a un juego de fútbol no constituyen necesa
riamente un grupo. Lo anterior no invalida la influencia que pueda tener la simple presencia del
otro o el impacto de los intercambios casuales. Por otro lado, aunque la interacción directa cara-a
cara suele ser la más efectiva en contextos de aprendizaje escolar, es posible conformar un grupo
entre personas distantes geográficamente que interactúen efectivamente y se influyan mutuamente
con apoyo de otros medios (por ejemplo, redes de discusión vía computadora, conversaciones tele
fónicas, circuitos cerrados de televisión, transmisiones de radio y correo, entre otros).
( a pitido A Aprendizaje cooperativo yproceso de enseñanza
Hemos afirmado antes que el rol central del docente es el de actuar como mediador o interme
diario entre los contenidos del aprendizaje y la actividad constructiva que despliegan los alumnos
para asimilarlos. Ello ha conducido a los psicólogos de la corriente sociocultural vygotskiana a
plantear que los aprendizajes ocurren primero en un plano interpsicológico (mediado por la influen
cia de los otros), y después a nivel intrapsicológico, una vez que los aprendizajes han sido inte
riorizados, debido al andamiaje que ejercen en el aprendiz aquellos individuos "expertos" que lo
han apoyado a asumir gradualmente el control de sus actuaciones.
En la figura 4.1 (Cazden, 1988; Coll y Solé, 1990, p. 327) puede observarse el proceso de cons
trucción del aprendizaje que recoge la idea de andamiaje y enfatiza el papel mediador del sujeto
que funge como enseñante.
g e n e ra r e a lm e n t e la c o o p e r a c ió n . D e a c u e r d o c o n S c h m u c k y S c h m u c k (2 0 0 1 , c o n b a s e e n la s id e a s
d e T a lc o tt P a r s o n s ), lo s p r o fe s o r e s q u e f a c ilit a n la i n t e r d e p e n d e n c ia e n tr e s u s e s t u d ia n t e s s o n a q u e
llo s q u e c o n c e d e n g r a n v a lo r a la c o h e s i ó n d e l g r u p o , o f r e c e n a p o y o a lo s a lu m n o s , y p r o m u e v e n
c la se s p r o d u c t iv a s d o n d e o c u r r e n in t e r c a m b io s a f e c t iv o s p o s i t i v o s , s e a t ie n d e y r e s p e t a la d iv e r s i
d ad e n tr e lo s a lu m n o s , y s e c o n d u c e n d is c u s io n e s a b ie r t a s a c e r c a d e l c u r r íc u lo y d e l g r u p o m is m o .
P o r lo a n te r io r , c o n s o li d a r e l a p r e n d iz a je c o o p e r a t iv o e n e l a u la n o e s s ó lo c u e s t ió n d e a p lic a r u n a
té c n ic a p u n t u a l o c o n d u c ir u n a d in á m ic a o a c t iv id a d g r u p a l v in c u la d a a l c o n t e n id o d e la m a t e r ia a
e n señ a r.
La i n s t it u c ió n e d u c a t iv a e n f a t iz a u n a p r e n d iz a je in d iv id u a lis t a y c o m p e t it iv o , q u e s e v e p la s m a d o
n o s ó lo e n el c u r r íc u lo , e l t r a b a jo e n c la s e y la e v a lu a c ió n , s in o e n el p e n s a m i e n t o y la a c c ió n d e l
d o c e n te y s u s a lu m n o s . L a e v id e n c ia r e v e la q u e la s s e s i o n e s d e c l a s e e s t á n e s t r u c t u r a d a s d e m anera
c o o p e r a tiv a s ó lo d e u n 7 a u n 2 0 % ; m ie n t r a s q u e c a s i u n 8 0 % im p lic a a p r e n d iz a je i n d iv id u a lis t a
y / o c o m p e t it iv o (J o h n s o n , J o h n s o n y H o lu b e c , 1 9 9 0 ).
D e a c u e r d o c o n h u e s e o y D e l O lm o (1 9 9 2 ) , u n a s it u a c i ó n e s c o la r individualista e s a q u e lla d o n d e
n o h a y n in g u n a r e la c ió n e n tr e io s o b je t iv o s q u e p e r s ig u e c a d a u n o d e lo s a lu m n o s , p u e s s u s m e t a s
s o n in d e p e n d ie n t e s e n tr e sí. E l a lu m n o p e r c ib e q u e la c o n s e c u c i ó n d e s u s o b je t iv o s d e p e n d e d e s u
p ro p ia c a p a c id a d y e s f u e r z o , a s í c o m o d e la s u e r t e y d e la d if ic u lta d d e la ta r e a . S in e m b a r g o , c o n s i
d e ra m e n o s r e le v a n t e s e l t r a b a jo y e l e s f u e r z o q u e r e a liz a n s u s d e m á s c o m p a ñ e r o s , p u e s t o q u e n o
h a y m e t a s n i a c c io n e s c o n ju n t a s .
A s u v e z , e n u n a s it u a c i ó n e s c o la r competitiva lo s o b je t iv o s q u e p e r s ig u e c a d a a lu m n o n o s o n
in d e p e n d ie n t e s d e lo q u e c o n s ig a n s u s c o m p a ñ e r o s . E n la m e d id a e n q u e lo s a lu m n o s s o n c o m p a r a
d o s e n tr e s í y o r d e n a d o s (d e l m e jo r a l p e o r ) , el n ú m e r o d e r e c o m p e n s a s ( c a lif ic a c io n e s , p r iv ile g io s ,
h a la g o s ) q u e o b te n g a u n e s t u d ia n t e d e p e n d e d e l n ú m e r o d e r e c o m p e n s a s d is t r ib u id a s e n tr e e l r e s to
d e s u s c o m p a ñ e r o s . A s í, b a jo u n e s q u e m a d e c o m p e t e n c i a , e l a lu m n o o b t ie n e u n a m e jo r c a lif i c a c i ó n
c u a n d o s u s c o m p a ñ e r o s r in d e n m u y p o c o , q u e c u a n d o la m a y o r ía m u e s t r a u n b u e n r e n d im ie n t o .
R e t o m a n d o la s id e a s r e v is a d a s e n e l c a p ít u lo s o b r e m o t iv a c ió n y a p r e n d iz a je , r e s u lta c a s i in e v i
ta b le q u e u n e s q u e m a i n d iv id u a lis t a y d e c o m p e t e n c ia g e n e r e u n a m o t iv a c ió n e x t r ín s e c a , c o n m e
tas o r ie n t a d a s a o b t e n e r b á s i c a m e n t e v a lo r a c ió n s o c ia l y r e c o m p e n s a s e x t e r n a s . A n t e la s p r e s io n e s
d e u n a s it u a c i ó n c o m p e t it iv a , e s d if íc il q u e e l a lu m n o s ie n t a e l d e s e o d e a p r e n d e r c o m o u n o b je t iv o
m is m o , p o r lo c u a l la s m e t a s r e la c io n a d a s c o n la t a r e a ( s e n s a c ió n d e a u t o n o m ía , s a t i s f a c c ió n i n t r ín
s e c a p o r e l a p r e n d iz a je lo g r a d o , e t c é t e r a ) p a s a n a u n s e g u n d o p la n o .
E n e l c a s o d e lo s a lu m n o s d is c a p a c it a d o s , c o n d if ic u lt a d e s d e a p r e n d iz a je , b a jo r e n d im ie n t o o
h is to r ia d e fr a c a s o e s c o la r , s e h a r á n m á s e v id e n t e s p r o b le m a s c o m o la in d e f e n s ió n y la d e s e s p e r a n
za a p r e n d id a , lo s c u a le s y a s e r e v is a r o n c o n a n t e r io r id a d . U n a s it u a c ió n c o m p e t it i v a s u e le p o n e r a
e s to s a lu m n o s e n c la r a d e s v e n t a ja , p u e s t o q u e r e c ib e n c o n s t a n t e m e n t e m e n s a je s y e v id e n c ia s q u e
les in d ic a n q u e s u s h a b il id a d e s s o n p o b r e s y s ie m p r e lo s s u p e r a n lo s d e m á s . E s t o r e f u e r z a o tro
c o n c e p t o y a e x p u e s t o : lo s a lu m n o s d e s a r r o lla r á n u n a p e r c e p c ió n p e s im is t a y r íg id a d e s u s c a p a c i
d a d e s e i n t e lig e n c ia , lle g a n d o a c o n v e n c e r s e d e n o p o d e r m e jo r a r d e b id o a q u e ta le s fa c t o r e s e s c a
p a n d e s u c o n t r o l.
O tr o e fe c to n e g a t iv o d e l e s p ír it u d e c o m p e t it i v i d a d q u e p r iv a e n la s in s t it u c i o n e s e d u c a t iv a s ,
e v id e n c ia d o e n d iv e r s a s in v e s t ig a c io n e s (E n e s c o y D e l O lm o , o b . c it., p . 2 4 ), e s q u e lo s a lu m n o s q u e
h a n v iv id o d u r a n t e a ñ o s e s ta e x p e r ie n c ia t ie n d e n a d e s c a l if ic a r la s id e a s u o p in io n e s d e lo s o t r o s , y
Algunos profesores y alumnos plantean que existen obstáculos difíciles de vencer para poder
trabajar en "equipo". Veamos sus argumentos y experiencias (en Díaz Barriga y Muriá, 1999):
Profesor 1: "f lay un exceso de alumnos en el grupo, lo que impide trabajar con los alumnos en clase; la
exposición por equipo no funciona porque el alumno estudia por separado su pedacito y lo lee en cla
se..."
Profesora 2: "A mí no me ha fu sio n a d o el trabajo grupal, se quedan con visiones parciales. Lo que
pasa es que si les doy un tema, por ejemplo, la Revolución Francesa, se lo dividen entre todos y unos ven
sólo las causas, otros las consecuencias. A la hora de exponer me dicen: '¡Maestra, no vino el de las
causas, ¿cómo exponemos sólo las consecuencias?!, si no vino el de las causas', pues es un verdadero
problema."
Profesora 3: ‘‘A muchos de mis alumnos no les gusta trabajar en equipo, se niegan. Sobre todo los que
sí trabajan, porque dicen que terminan haciéndole el trabajo a los otros, regalándoles la calificación y eso
no se vale."
Alumna de bachillerato: "No es justo, porque el equipo era de seis y sólo mi amiga y yo hicimos todo.
Era un día antes de entregar. Bueno, yo saqué la información y ella la pasó a máquina. Luego vino Luis
y le hizo una portada con dibujos y le pegó algunas ilustraciones que compró. Pero los otros tres sólo
pusieron su nombre y de pilón se quejaron de que no estaba tan bonito como el del otro equipo. Y luego
la maestra nos calificó parejo a todos... Eso me molestó mucho pero no dije nada, no quiero enemigos
gratis ni que la maestra me repruebe.”
Alumno de secundaria: "¡Esos dos hicieron trampa y el profesor ni en cuenta! La secretaria del papá
de uno de ellos les pasó en la computadora la información que venía en un libro, luego la cambiaron con
el procesador, que si la letra, el orden de todo, las palabras, y después imprimieron varios trabajos, les
pegaron ilustraciones y ¡los vendieron en el salón! Si les comprabas el trabajo una semana antes costaba
tanto, si era el mero día, costaba más. El maestro pensó que los habían hecho los equipos, yo creo que no
los leyó, los vio por encima y les puso 8 ,9 o hasta 10. Yo no compré nada... estaba muy caro."
Analice los casos anteriores desde la perspectiva de los componentes básicos del aprendizaje
cooperativo discutidos en el capítulo. Comente cómo enfrentaría y resolvería usted las situa
ciones planteadas.
Capitulo -i Aprendizaje cooperativo yproceso de enseñanza
Cuando se trabaja con un esquema individualista y competitivo, se evalúa a los alumnos con
pruebas basadas en el criterio, y cada uno de ellos trabaja sus materiales o textos, ignorando a los
demás. La comunicación entre compañeros de clase no sólo es desestimada, sino castigada.
En opinión de las autoras citadas en líneas anteriores, esta situación se agudiza en particular en
el bachillerato, y aunque muchos docentes son plenamente conscientes de ella, tropiezan con una
serie de dificultades que les impiden conseguir un ambiente cooperativo y solidario. Principalmen
te enfrentan obstáculos como el número de alumnos y grupos que atienden, las normas de la insti
tución educativa y sus sistemas de acreditación, los contenidos curriculares, e incluso las propias
presiones y expectativas de los familiares.
Desde nuestra óptica, otro problema que enfrentan los docentes es el desconocimiento de la
manera de trabajar con verdaderos equipos cooperativos, puesto que no toda actividad que se realiza
en "grupo" implica cooperación. Con frecuencia, la realización de "trabajos en equipo" no es otra cosa
que una división inequitativa del trabajo, donde en realidad no se dan intercambios constructivos
entre los participantes (véase cuadro 4.2). En consecuencia, como veremos a continuación, existe
una serie de condiciones que tienen que darse para que el trabajo en equipo sea cooperativo.
Entonces, ¿qué es el aprendizaje cooperativo? De acuerdo con David y Roger Johnson, codirec-
tores del Centro para el Aprendizaje Cooperativo de la Universidad de Minnesota:
La co o p eració n co n siste en trab ajar ju n to s para alca n z a r o b jetiv o s co m u n es. E n una situ ació n co o p e
rativa, los in d iv id u o s p ro cu ran o b ten er resu ltad o s q u e son b en eficio so s p ara ello s m ism o s y p ara
todos los d em ás m iem b ro s d el gru p o. El ap ren d izaje co o p erativ o es el em p leo d id áctico de gru p os
red u cid o s en los que los alu m n o s trab ajan ju n to s para m ax im izar su p ro p io ap ren d izaje y el de los
d em ás (Jo h n so n , Jo h n so n y H o lu bec, 1999, p. 14).
De manera que cooperar es trabajar juntos para lograr metas compartidas, lo que se traduce en
una interdependencia positiva entre los miembros del grupo. En este caso, el equipo trabaja junto
hasta que todos los miembros del grupo hayan entendido y completado la actividad con éxito, de tal
forma que la responsabilidad y el compromiso con la tarea son compartidos.
En el cuadro 4.3 se comparan las tres estructuras de aprendizaje descritas: individualista, com
petitiva y cooperativa.
De acuerdo con Slavin (en Echeita, 1995), en la definición de una estructura de aprendizaje (sea
ésta competitiva, individualista o cooperativa) intervienen no sólo el tipo de actividades a realizar,
sino también la estructura de la autoridad y la del reconocimiento o recompensa.
La estructura de la autoridad "se refiere al grado de autonomía que los alumnos tienen a la hora
de decidir y organizar las actividades y contenidos escolares y, en consecuencia, al grado de control
que al respecto es ejercido por los profesores o por otros adultos" (Echeita, 1995, p. 170). Es obvio
que en el aprendizaje cooperativo habrá mayor autonomía de parte de los estudiantes en la elección
de los contenidos y formas de trabajar en clase en comparación con las estructuras individualista y
competitiva.
Para Echeita, las tres estructuras de aprendizaje revisadas (cooperativa, individualista y com
petitiva) movilizan distintas relaciones psicosocíales en el aula e implican procesos diversos: cognitivos,
conativos y motivacionales, y afectivo-relacionales.
Individualista
Las metas de los alumnos son independientes en
tre sí; los estudiantes piensan que alcanzar sus
metas no se relaciona con los intentos de los de
más por alcanzar las propias.
El logro de los objetivos del aprendizaje depende
del trabajo, capacidad y esfuerzo de cada quien.
No hay actividades conjuntas.
Es importante el logro y el desarrollo personal.
Competitiva
Los estudiantes piensan que alcanzarán su meta si
y sólo si otros estudiantes no la alcanzan.
Los demás estudiantes son percibidos como riva
les o competidores más que como compañeros.
Los alumnos son comparados y ordenados entre sí.
Las recompensas que recibe un alumno dependen
de las recompensas distribuidas entre todos.
El alumno obtiene una mejor calificación cuando
sus compañeros han rendido poco.
Son muy importantes el prestigio y los privilegios
alcanzados.
Cooperativa
Las metas de los alumnos son compartidas; los es
tudiantes piensan que lograrán sus metas si y sólo
si otros estudiantes también las alcanzan.
Los alumnos trabajan para maximizar su apren
dizaje tanto como el de sus compañeros.
El equipo trabaja junto hasta que todos los miem
bros han entendido y completado la actividad con
éxito.
Son muy importantes la adquisición de valores y
habilidades sociales (ayuda mutua, tolerancia, dis
posición al diálogo, empatia), el control de los im
pulsos, la relativización y el intercambio de pun
tos de vista.
A sí, e l a p re n d iz a je c o o p e ra tiv o se c a ra c te riz a p o r d o s a sp e cto s:
1. Un elevado grado de igualdad. Entendida esta última como el grado de simetría entre los roles
desempeñados por los participantes en una actividad grupal.
En el contexto de los aprendizajes escolares, Johnson, Johnson y Holubec (1999) identifican tres
tipos de grupos de aprendizaje cooperativo:
• Los grupos formales de aprendizaje cooperativo, que funcionan durante un periodo que va de
una hora o sesión a varias semanas de clase. Son grupos donde los estudiantes trabajan juntos
para conseguir objetivos comunes en torno a una tarea de aprendizaje dada relacionada con el
currículo escolar.
• Los grupos informales de aprendizaje cooperativo, que tienen como límite el tiempo de duración
de una clase (una o dos horas, por ejemplo). Son grupos que el profesor utiliza en actividades
de enseñanza directa, demostraciones, discusión de una película, o donde intenta crear un cli
ma propicio para aprender, explorar, generar expectativas o inclusive cerrar una clase, etcétera.
• Los grupos de base cooperativos o a largo plazo (al menos un año o ciclo escolar), que usualmente
son grupos heterogéneos, con miembros permanentes que entablan relaciones responsables y
duraderas, cuyo principal objetivo es "posibilitar que sus integrantes se brinden unos a otros el
apoyo, la ayuda, el aliento y el respaldo que cada uno de ellos necesita para tener un buen
rendimiento" (ob. cit., pp. 14-15).
Estos grupos serán cooperativos en la medida en que cumplan una serie de condiciones (véase más
adelante) y además pueden llegar a ser grupos de alto rendimiento, en función del nivel de compromi
so real que tengan los miembros del grupo entre sí y con el éxito del equipo.
Como contraparte a los grupos antes descritos donde ocurre la cooperación, los mismos autores
identifican a dos tipos de "grupos" no cooperativos:
• Los grupos de pseudoaprendizaje, donde los estudiantes acatan la directiva de trabajar juntos,
pero sin ningún interés. En apariencia trabajan juntos, pero en realidad compiten entre sí, se
ocultan información, existe mutua desconfianza. De manera que trabajarían mejor en forma
individual, puesto que "la suma del total es menor al potencial de los miembros individuales
del grupo" (ob. cit., p. 17).
• Los grupos o equipos de aprendizaje tradicional, en los cuales se pide a los alumnos que trabajen
juntos y ellos están dispuestos a hacerlo, e intercambian o se reparten la información, pero la
disposición real por compartir y ayudar al otro a aprender es mínima. Algunos alumnos se
aprovechan del esfuerzo de los que son laboriosos y responsables, y éstos se sienten explotados.
También sucede que en los grupos de trabajo tradicionales, algunos de los alumnos más habili
dosos asumen un liderazgo tal que sólo ellos se benefician de la experiencia a expensas de los
miembros menos habilidosos. Sucede asimismo que unos cuantos son los que trabajan académica
mente (y por consiguiente son los que sí aprenden el contenido curricular o las habilidades busca
das) y otros sólo cubren funciones secundarias de apoyo (fotocopian, escriben a máquina, etcétera).
Esta división inadecuada de funciones, aunada a un esquema competitivo al interior del " grupo",
llega a manifestarse en luchas de poder, conflictos divisionistas y segregación de algunos miem
bros. Estos grupos se orientan no tanto por el trabajo a desempeñar, sino por la conformidad a la
autoridad, con la que establecen una dependencia.
En síntesis, hay que insistir en que no todo grupo de trabajo es un grupo de aprendizaje coope
rativo. Sim plemente-cotocará los estudiantes en grupo y decirles que trabajen juntos no significa
que deseen o sepan cooperar.
Ahora es pertinente considerar la siguiente reflexión: los profesores a menudo dicen recurrir a
métodos de enseñanza-aprendizaje que potencialmente promueven el aprendizaje cooperativo (por
ejemplo, los grupos de estudio, los equipos de investigación documental y de laboratorio, los talle
res de trabajo, los círculos de lectura, entre otros). Sin embargo, a la luz de todo lo antes expuesto, el
empleo de estas metodologías puede o no favorecer el trabajo en equipos cooperativos, dependien
do de cómo se conduzca.
Aunque parezca obvio, resulta importante preguntarse el porqué es importante trabajar desde
la perspectiva del aprendizaje cooperativo, y qué tipo de beneficios proporciona éste a profesores y
alumnos.
En primer lugar, cabe decir que las relaciones entre iguales (los compañeros de clase) incluso
llegan a constituir para algunos estudiantes, si no las primeras experiencias, sí relaciones trascen
dentes en cuyo seno tienen lugar aspectos como la socialización, la adquisición de competencias
sociales, el control de los impulsos agresivos, la relativización de los puntos de vista, el incremento
de las aspiraciones e incluso del rendimiento académico (Coll y Colomina, 1990).
• Rendimiento académico. Las situaciones de aprendizaje cooperativo eran superiores a las de apren
dizaje competitivo e individualista en áreas (ciencias sociales, naturales, lenguaje y matemáti
cas) y tareas muy diversas, que abarcan tanto las que implican adquisición, retención y transfe
rencia de conocimientos, como las de naturaleza más conceptual (adquisición de reglas, conceptos
y principios). Tal efecto se encontró en todos los niveles educativos estudiados. No obstante, en
tareas simples, mecánicas o de ejercitación mediante sobreaprendizaje, las situaciones competi
tivas fueron superiores en rendimiento.
• Tamaño del grupo y productos del aprendizaje. Existe una serie de factores que condicionaron la
efectividad del trabajo en equipos cooperativos. Un primer factor fue el tamaño del grupo; se
observó que a medida que aumentaba el número de alumnos por grupo, el rendimiento de
éstos se volvía menor. Los investigadores citados recomiendan, por consiguiente, la conforma
ción de grupos pequeños de trabajo (no más de seis integrantes en cada uno). Es más, entre los
alumnos de menor edad, la eficacia de las experiencias de aprendizaje cooperativo es mayor en
grupos aún menos numerosos. Asimismo, se observó que el rendimiento y los logros de apren
dizaje son mayores cuando los alumnos deben preparar un trabajo final.
Por otro lado, el aprendizaje cooperativo se relaciona y facilita al mismo tiempo los siguientes
procesos (Echeita, 1995):
Procesos cognitivos
Procesos motivacionales
Procesos afectivo-relacionales
• Pertenencia al grupo
• Autoestima positiva
• Sentido de la actividad
El docente puede utilizar el enfoque del aprendizaje cooperativo en el aula para promover en
sus estudiantes:
Partiendo de lo expuesto anteriormente, ahora se discutirán los componentes esenciales del apren
dizaje cooperativo (Johnson, Johnson y Holubec, 1990; 1999):
1. Interdependencia positiva
Sucede cuando los estudiantes perciben un vínculo con sus compañeros de grupo, de forma tal
que no pueden lograr el éxito sin ellos (y viceversa), y deben coordinar sus esfuerzos con los de
sus compañeros para poder completar una tarea. De esta manera, los alumnos comparten sus
recursos, se proporcionan apoyo mutuo y celebran juntos su éxito, lo cual quiere decir que se
logra establecer el objetivo grupal de maximizar el aprendizaje de todos los miembros de ma
nera que estén motivados a esforzarse y lograr resultados que superen la capacidad individual
de cada integrante por separado.
Podríamos afirmar que el lema del trabajo en grupo cooperativo, el cual refleja lo que es la
interdependencia positiva, se encuentra consignado en la célebre frase de los mosqueteros de
Alejandro Dumas: "Todos para uno y uno para todos."
Los efectos de la interacción social y el intercambio verbal entre los compañeros no pueden ser
logrados mediante sustitutos no verbales (instrucciones o materiales); más que estrellas, se ne
cesita gente talentosa que no pueda hacerlo sola.
Por otra parte, es sólo mediante la interacción social que se dan aspectos como la posibilidad
de ayudar y asistir a los demás, influir en los razonamientos y conclusiones del grupo, ofrecer
modelamiento social y recompensas interpersonales. Asimismo, la interacción interpersonal
permite que los integrantes del grupo obtengan retroalimentación de los demás, y que en buena
medida ejerzan presión social sobre los miembros poco motivados para trabajar.
cual va hacia el individuo y su grupo, para que de esa manera el grupo conozca quién necesita
más apoyo para completar las actividades, y evitar que unos descansen con el trabajo de los
demás.
• Evaluar cuánto del esfuerzo que realiza cada miembro contribuye al trabajo del grupo.
• Auxiliar a los grupos para evitar esfuerzos redundantes por parte de sus miembros.
Debe enseñarse a los alumnos las habilidades sociales requeridas para lograr una colabora
ción de alto nivel y para estar motivados a emplearlas. En particular, debe enseñarse a los alum
nos a:
Nótese que en estas habilidades están implicados valores y actitudes muy importantes,
como la disposición al diálogo, la tolerancia, la empatia, la honestidad, el sentido de equidad y
justicia en las relaciones con los demás, entre muchas otras. Es por ello que el aprendizaje co
operativo es reconocido como una de las opciones didácticas más apropiadas para la educación
moral y cívica o aquella enfocada al desarrollo humano en sus diversas facetas, y se ha incorpo
rado en prácticamente todas las propuestas educativas relacionadas con dichos ámbitos de for
mación. Aunque, por otra parte, hay que reconocer que éste es el aspecto más complejo y difícil
de enseñar y evaluar.
El profesor, además de enseñar la materia, tiene que promover una serie de prácticas
interpersonales y grupales relativas a la conducción del grupo, los roles a desempeñar, la mane
ra de resolver conflictos y tomar decisiones asertivas, y las habilidades para entablar un diálogo
verdadero.
• Identificar cuáles acciones y actitudes de los miembros son útiles, apropiadas, eficaces y
cuáles no.
• Tomar decisiones acerca de qué acciones o actitudes deben continuar, incrementarse o cam
biar.
Entre otros beneficios, el conducir sesiones de procesamiento en grupo permite que los
estudiantes pasen al plano de la reflexión metacognitiva sobre sus procesos y productos de
trabajo, a la par que es un excelente recurso para promover los valores y actitudes colaborativos
buscados.
GRUPO DE
APRENDIZAJE
COOPERATIVO
También, a manera de síntesis, en el cuadro 4.4 se contrastan los rasgos esenciales del trabajo en
grupo bajo las modalidades "tradicional" (agrupa estructuras individualistas y competitivas) y coo
perativa (en Johnson, Johnson y Holubec, 1990, p. 16).
Deseamos resaltar que la interacción con los compañeros de grupo permite a los estudiantes
obtener beneficios que están fuera de su alcance cuando trabajan solos, o cuando sus intercambios
se restringen al contacto con el docente.
En primer lugar, la interacción con los compañeros hace posible el aprendizaje de actitudes,
valores, habilidades e información específica, que el adulto es incapaz de proporcionarle al niño o al
joven. Adicionalmente, la interacción con los compañeros proporciona apoyos, oportunidades y
modelos para desarrollar conducta prosocial y autonomía.
Por otra parte, es importante que tanto el docente como los miembros del grupo estén al tanto
cuando no está funcionando adecuadamente una estructura de trabajo que pretende ser cooperati
va. Algunos rasgos que indican cuándo no se encuentran presentes un trabajo cooperativo adecua
do y la interdependencia positiva se ofrecen a continuación. En tal caso los alumnos:
4. Acondicionar el aula.
En relación con los pasos de enseñanza antes delineados, los autores proponen la necesidad de
que el profesor maneje las siguientes estrategias:
• Tomar ciertas decisiones respecto a la forma en que ubicará a sus alumnos en grupos de apren
dizaje previamente a que se produzca la enseñanza.
• Evaluar el nivel de logro de los estudiantes y ayudarles a discutir qué tan bien colaboraron
unos con otros.
En relación con la especificación de los propósitos perseguidos, el docente tiene que delinear
dos tipos de objetivos:
1. Los objetivos académicos referentes a los aprendizajes esperados en relación con el contenido
curricular. Sobra decir que el docente debe considerar el nivel conceptual y la motivación de
sus alumnos, sus conocimientos previos y la propia significatividad de los materiales, pudién
dose auxiliar de un análisis conceptual o de las mismas tareas a realizar.
2. Los objetivos para el desarrollo de las habilidades de colaboración, donde deberá decidirse qué tipo de
habilidades de cooperación se enfatizarán. Según Sapon-Levin (1999) el trabajo cooperativo en
la escuela suele fallar cuando no se encuentra directamente vinculado con el currículo escolar o
no permite la consolidación de verdaderas comunidades de aprendices que cotidianamente
trabajen en aulas inclusivas, justas y democráticas.
Cuanto mayor sea el grupo, los miembros más habilidosos deben dar oportunidad a
cada participante para hablar, coordinar las acciones del grupo, alcanzar el consenso,
mantener buenas relaciones de trabajo, etcétera.
Cuanto menor sea el tiempo disponible, resulta más apropiado que el tamaño del
grupo sea más pequeño.
Aunque en la conformación del grupo existen claras excepciones que el docente puede identifi
car según su criterio, por lo general se recomienda que los grupos de trabajo cooperativo sean
heterogéneos, colocando alumnos de nivel alto, medio y bajo (en rendimiento académico u otro tipo
de habilidades) dentro del mismo grupo. Un grupo heterogéneo también representa una buena
opción para romper prejuicios y manejar conflictos de género, clase social, raza, etcétera, que pudie
ran aparecer en la clase, siempre y cuando se logre que la tolerancia y la convivencia igualitaria
estén presentes. (Véase cuadro 4.6.)
• Colocar a los estudiantes en una mesa rectangular donde no pueden tener contacto visual con
los demás miembros.
• Acomodar a los alumnos en escritorios aparte, donde no pueden compartir los materiales de
trabajo ni establecer un contacto personal sin interferir con los otros grupos.
Por otro lado, en relación a los ro les que desempeñan los integrantes del equipo, se sugiere el
establecimiento de roles complementarios, interconectados y rotativos entre los miembros. Los más
importantes son (Johnson, Johnson y Holubec, 1990):
• Un inspector ( c h e c k e r ) , que se asegurará de que todos los miembros del grupo puedan decir
explícitamente cómo arribaron a una conclusión o respuesta.
• Un narrador (re la ter/ela b o ra tio n s e e k e r ), que tiene como tarea pedir a los integrantes del equipo
relacionar los nuevos conceptos y estrategias con el material aprendido previamente.
• Un registrador (r e c o r d e r ) , cuya función es escribir las decisiones del grupo y editar el reporte de
trabajo.
Evidentemente, dependiendo del tamaño del grupo, un alumno puede asumir una o más fun
ciones.
Con el propósito de estructurar metas que permitan una interdependencia positiva, el docente
tiene la opción de recurrir a recursos como los siguientes:
• Pedir al grupo que genere al menos un producto de trabajo conjunto (reporte, proyecto, ensayo,
maqueta, protocolo, prototipo, guión, etcétera).
• Proporcionar recompensas al grupo en relación con el desempeño conjunto de todos los inte
grantes.
No obstante, también debe evaluarse a cada integrante en lo personal, para lo cual el docente
puede, por ejemplo, aplicar algunas pruebas, preguntar al azar a varios alumnos, pedirles que de
muestren a otros lo que han aprendido, solicitar al inspector, narrador y observador del grupo que
describan la dinámica y logros del trabajo realizado, etcétera.
Por último, la evaluación requiere conjugar los aspectos cuantitativos y cualitativos del apren
dizaje logrado por los alumnos, así como conciliar los estándares planteados para toda la clase con
los criterios logrados por cada equipo. El profesor puede realizar una especie de "triangulación", es
decir, considerar diversos elementos al realizar la evaluación, por ejemplo, la elaboración de un
reporte de trabajo, un conjunto de problemas o respuestas que han sido respondidas por acuerdo en
el grupo, e incluso los exámenes aplicados. En la decisión de la calificación a otorgar, puede ponde
rar por ejemplo, el promedio de los puntajes individuales de los integrantes del equipo, o el número
de miembros que lograron el criterio específico establecido de inicio. De hecho Sapon-Levin (ob.
cit.) recomienda el empleo del método de evaluación mediante portafolios (véase capítulo ocho)
como una opción en la que se evalúan tanto los logros individuales como los grupales y se exploran
diversas producciones de una forma dinámica.
Función del docente: Conocer más acerca de cómo piensan los alumnos y cómo funcionan
interpersonalmente en equipo, de manera que pueda emplear dicho conocimiento en pro
porcionar una ayuda ajustada y personalizada a los alumnos y a sus equipos de trabajo.
• ¿Cómo están trabajando en lo individual cada uno de los estudiantes dentro del gru
po? ¿Se muestran implicados, motivados, responsables?
• ¿En qué medida las preguntas y asuntos importantes están siendo discutidos de ma
nera inteligente por los miembros del grupo?
• ¿Hay estudiantes que parecen estar tomando la iniciativa la mayor parte del tiempo?
• ¿Hay estudiantes que se sienten inhibidos para hablar aun en el contexto del grupo
pequeño?
¿Hay alumnos que parecen demasiado ansiosos en aceptar lo que otros han dicho,
mostrándose pasivos o renuentes a expresar su propio punto de vista?
¿Hay personas o grupos que parecen "correr" con las cuestiones a resolver o las acti
vidades a realizar, revisándolas sólo brevemente, con un mínimo de profundidad en
su análisis?
¿Algún grupo o alumno tiende a salirse del tópico, divagando en anécdotas persona
les no relevantes a la tarea o asunto a discutir?
¿El "clim a" del grupo se caracteriza por el respeto mutuo, la aceptación y la empatia;
o, por el contrario, hay segregación, rechazo, exclusión, presión o competencia destruc
tiva, y apatía?
• La cantidad y calidad de los conocimientos relevantes que poseen los alumnos en controversia.
Así como se espera que los alumnos muestren disposición y posean las habilidades requeridas
para cooperar, el docente requiere mostrar actitudes y habilidades que son la contraparte de las
primeras. En especial, y para finalizar esta sección, mencionaremos lo que Woolfolk (1996) describe
como los comportamientos del profesor, que se han encontrado en las aulas donde se apoya la
autonomía y se trabaja efectivamente en grupo:
1. Reconoce los puntos de vista de los estudiantes, se esfuerza por comprenderlos y apreciarlos.
4. Acepta que las emociones negativas son reacciones válidas a los límites, restricciones y tareas
impuestas, e intenta manejarlas positivamente.
En los comportamientos antes descritos se encuentra implícita la función de liderazgo que llega
a ejercer el profesor (e incluso otros estudiantes) en los procesos de grupo. El término líder se refiere
a una persona; pero también a una posición especial ocupada por una persona, que conduce o
influye significativamente las ideas o conductas de los demás miembros del grupo. Un líder puede
surgir de manera "natural", ser elegido por los demás integrantes o designado por una autoridad
superior (Brilhart, Galanes y Adams, 2001). Para que un líder apoye discusiones de grupo efectivas
requiere:
• Ser un comunicador activo que codifica y entiende las ideas de manera clara y concisa.
• Mediar hábilmente la información y las ideas proporcionadas por los miembros del grupo.
• Tener "la mente abierta", preocuparse genuinamente por el grupo, respetar a los otros mientras
hablan, estar dispuesto a cambiar sus ideas, evitar imponerse a ultranza.
• Compartir las recompensas y el crédito con los demás miembros del equipo.
Ya hemos mencionado, desde la perspectiva de los diversos autores revisados, que el tipo de
liderazgo que promueve aprendizajes cooperativos efectivos es un liderazgo compartido, democrá
tico y alternado, puesto que no se trata de impulsar "superestrellas", sino de proporcionar a todos
las mejores oportunidades de crecimiento personal y académico.
Siguiendo con lo expuesto en este capítulo, hemos visto que el trabajo grupal, para ser en realidad
aprendizaje cooperativo, tiene que reunir ciertos componentes básicos (interdependencia positiva,
En la literatura psicológica reportada, son varias las estrategias (algunos autores las denominan
técnicas, otros métodos) que cubren con los requisitos anteriores. A continuación se realizará una
breve descripción de las más significativas y que han sido reportadas por diversos autores (Arends,
1994; Brophy, 1998; Melero Zabal y Fernández Berrocal, 1995; Ovejero, 1991; Woolfolk, 1996).
1. E l ro m p e c a b e z a s (Jig s a iv ) d e A r o n s o n y c o la b o r a d o re s
Se forman equipos de hasta seis estudiantes, que trabajan con un material académico que ha
sido dividido en tantas secciones como miembros del grupo, de manera que cada uno se encar
gue de estudiar su parte. Posteriormente, los miembros de los diversos equipos que han estu
diado lo mismo se reúnen en "grupos de expertos" para discutir sus secciones, y después regre
san a su grupo original para compartir y enseñar su sección respectiva a sus compañeros. La
única manera que tienen de aprender las otras secciones es aprendiendo de los demás y, por
ello, debe afianzarse la responsabilidad individual y grupal. Nótese que la estrategia del rom
pecabezas no es igual a la manera tradicional en que los equipos se reparten el trabajo: cada
quien hace su parte (y es lo único que se aprende), pero ésta no se comparte ni discute con los
integrantes de su equipo ni con los de los otros, dando como resultado que el trabajo elaborado
consista en fragmentos desintegrados, inconexos, que suelen ser copias literales de los libros
consultados.
Los estudiantes se asignan a grupos heterogéneos (edad, rendimiento, sexo, raza) de cuatro
o cinco integrantes. De entrada, el profesor calcula ima calificación base para cada estu
diante individual, que representa el nivel promedio de su desempeño inicial. Posterior
mente, ofrece a los equipos el material académico dividido en unidades o lecciones, y los
estudiantes trabajan cooperativamente en ellas hasta asegurarse de que todos los miem
bros las dominan. Todos los alumnos son examinados de forma individual sobre cada lec
ción estudiada, sin recibir ayuda de sus compañeros de equipo en dicha evaluación. El
profesor compara la calificación individual de cada integrante del equipo con sus puntua
ciones anteriores o calificación base, y si la calificación obtenida como resultado de estudiar
con su equipo es superior, recibe varios puntos que se suman a ios del equipo para formar
la puntuación grupal, y sólo los equipos que alcancen cierta puntuación obtendrán deter
minadas recompensas grupales. Se percibe que esta estrategia incluye elementos de com
petición intergrupos y manejo de recompensas. Se ha aplicado en una gran variedad de
materias y grados escolares. Es interesante notar que se espera que los alumnos tengan un
mejor rendimiento académico en la situación de estudio grupal en comparación a la indivi
dual; el reto de los alumnos es superar con mucho su propio promedio. Además, todos los
miembros del grupo tienen la misma oportunidad de contribuir al número máximo de
puntos para el total de su equipo. Los grupos pueden cambiarse periódicamente, para que
los estudiantes trabajen en diferentes equipos y colaboren con muchos de sus compañeros
de clase.
b) TGT: T ea m s g a m e s t o u r n a m e n t
Es similar a la anterior, pero sustituye los exámenes por "torneos académicos", donde los
estudiantes de cada grupo compiten con miembros de los otros equipos con niveles de
rendimiento similares, con el propósito de ganar puntos para sus respectivos grupos. Se
trata de un entorno de aprendizaje donde los miembros del equipo se preparan coope
rativamente, resuelven juntos problemas o contestan preguntas acerca del material de estu
dio. Pero en vez de resolver pruebas escritas, periódicamente (puede ser una vez a la sema
na) los estudiantes participan en un sorteo y los ganadores del mismo, que deben provenir
de los diferentes equipos, compiten entre sí en relación con los problemas o preguntas que
practicaron con su grupo. La filosofía de dichos torneos académicos es la de proporcionar a
todos los miembros del grupo iguales oportunidades de contribuir a la puntuación grupal,
con la ventaja de que cada estudiante competirá con otro de igual nivel de desempeño. Sin
embargo, el profesor debe manejar cuidadosamente a los alumnos con bajo rendimiento o a
los equipos perdedores, quienes también deben recibir reconocimientos si alcanzan un ni
vel específico de aprendizaje, no importa si no ganan a los otros.
c) TAI: T ea m a s s is te d in d iv id u a t io n
En contraste con las dos estrategias anteriores, aquí se combinan la cooperación y la ense
ñanza individualizada. Se ha aplicado preferentemente en matemáticas con alumnos de
tercero a quinto grados de educación básica; pero puede adaptarse en niveles educativos
más avanzados o en otro tipo de materias.
Los alumnos pasan una prueba diagnóstica y reciben una enseñanza individualizada,
a su propio ritmo y según su nivel. Después forman parejas o tríadas, e intercambian con
sus compañeros los conocimientos y respuestas a las unidades de trabajo. Se trabaja con
base en guías u hojas de trabajo personales, en la resolución de bloques de cuatro proble
mas matemáticos, con la posibilidad de pedir ayuda a los compañeros y/o al docente. Los
compañeros se ayudan entre sí a examinarse y revisar las soluciones a los problemas plan
teados. Cada semana el profesor certifica el avance del equipo y otorga las recompensas
grupales convenidas (diplomas, puntos, etcétera).
d) CIRC: C o o p e ra t iv e i n t e g r a t e d r e a d i n g a n d co m p o sitio n
Es básicamente un programa que se ha empleado para enseñar a leer y escribir en los gra
dos superiores de la enseñanza elemental; pero que también es susceptible de adaptar
a otros niveles y materias. En esencia, consiste en la asistencia mutua de parejas de estu
diantes que trabajan juntos en proyectos de lectura y escritura. Mientras el profesor traba
ja con un equipo, los miembros de los otros grupos lo hacen con parejas provenientes
de dos grupos distintos. Realizan actividades de e n s e ñ a n z a re c íp ro c a como leer mutua
mente, hacer predicciones acerca del texto, resumir unos a otros la historia o contenido
de éste, escribir relatos o formularse preguntas, entre otras. La secuencia empleada en el
CIRC es: instrucción del profesor, práctica por equipos, preevaluación y prueba. Un estu
diante no presenta el examen hasta que los compañeros del grupo determinan que está
preparado. Se recompensa a los equipos con base en el desempeño promedio de todos sus
miembros.
Los objetivos, pasos, roles, estrategias y principios propuestos por estos investigadores ya se
han discutido a lo largo del capítulo. Aquí sólo mencionaremos las cuatro fases generales que
proponen para el trabajo en equipo:
Capitulo 4 Aprendizaje cooperativo y proceso de enseñanza
b) Toma de decisiones respecto a tamaño del grupo, asignación, provisión de materiales, etcé
tera.
Los lincamientos para la realización de cada una de estas fases se han descrito ya antes. Es
una propuesta flexible y aplicable en muy diversos contenidos curriculares y niveles escolares.
Es un plan de organización general de la clase donde los estudiantes trabajan en grupos peque
ños (dos a seis integrantes), que utilizan aspectos como la investigación cooperativa, las discu
siones grupales y la planificación de proyectos. Después de escoger temas de una unidad que
debe ser estudiada por toda la clase, cada grupo convierte dichos temas en tareas individuales,
y lleva a cabo las actividades necesarias para preparar el informe grupal, donde cada grupo
comunica a la clase sus hallazgos. Los pasos para trabajar esta técnica son:
/) Evaluación.
Esta estrategia surgió como una forma de aumentar el involucramiento de estudiantes univer
sitarios en cursos de psicología, permitiéndoles explorar con profundidad temas de su interés;
se encontró que aumenta de manera notable la motivación de los estudiantes. Está orientada, al
igual que la anterior, a tareas complejas, multifacéticas, donde el alumno toma el control de lo
que hay que aprender. Cubre los siguientes pasos:
i) Evaluación (por parte de los compañeros del equipo, de clase y del profesor).
Esta técnica se ha empleado en un formato breve (10 o 15 minutos para preparar una pre
sentación de cinco minutos), o bien en un formato más largo (los equipos tienen todo un perio
do académico para preparar sus presentaciones).
Además de las estrategias anteriores, Brilhart, Galanes y Adams (2001) revisan una diversidad
de técnicas grupales que se aplican en procesos orientados a la solución de problemas. Entre ellas,
rescatamos las dos siguientes, que suelen emplearse en contextos académicos tanto en el plantea
miento y solución de problemas, como en la generación de respuestas creativas en grupo.
Se focaliza en la generación de ideas creativas y soluciones planteadas por los miembros del grupo
en un ambiente donde priva la imaginación, la libertad de pensamiento y un espíritu recreativo. Sin
embargo, el proceso no es caótico, sigue una serie de pasos y reglas:
Capítulo 4 Aprendizaje cooperativo y proceso de enseñanza
Grupos de enfoque ( fo c u s g r o u p s )
Comparte varias de las premisas y formas de trabajar con la estrategia anterior. En este caso, el
propósito consiste en identificar problemas, intereses, preocupaciones, grado de satisfacción, etcé
tera, de los participantes, teniendo en mente la posibilidad de innovar o solucionar algo. Se trata de
Por otra parte, es inevitable que surja la pregunta ¿cómo evaluar el aprendizaje cooperativo? Aun
que en el libro incluimos un capítulo especial sobre el tema de la evaluación del aprendizaje, en este
apartado revisaremos el punto brevemente.
9. Todos los integrantes reciben la puntuación del miembro que puntuó más bajo/alto.
10. Media de las puntuaciones académicas más una puntuación en desempeño de habi
lidades de colaboración.
Antes de terminar el capítulo queremos comentar que al igual que en el caso de los otros tópicos
tratados en esta obra, el tema del aprendizaje cooperativo también se encuentra sujeto a debates
importantes. Algunos de ellos se discuten a continuación.
Por otro lado, no existe un consenso absoluto de que se beneficien por igual todo tipo de estu
diantes, independientemente de su capacidad y rendimiento previo. Aquí resurge el viejo debate
sobre las ventajas y desventajas de los agrupamientos homogéneos-heterogéneos, aunque las ten
dencias apuntan a favor de los segundos, siempre y cuando se reúnan las condiciones mínimas de
un trabajo en verdad cooperativo revisadas en este capítulo.
Otra desavenencia en el campo, que ha enfrentado a los autores más sobresalientes de éste
(Johnson & Johnson vs. Slavin), se refiere a las ventajas de la productividad grupal en comparación
con el aprendizaje individualizado y, por otro lado, a la polémica de si la mayor eficiencia del apren
dizaje cooperativo se desprende de la existencia de recompensas. Slavin postula que la interdepen
dencia se logra a través de la estructura de incentivos, y que deben considerarse los siguientes
principios (Melero Zabal y Fernández Berrocal, ob. cit., p. 48):
• Que la estructura de tareas sea de un tipo donde ésta no se encuentre subdividida o repartida
entre los miembros del grupo, sino que todos ellos la acometan a la vez y conjuntamente.
• Que haya recompensas idénticas para todos los miembros del grupo y no centradas en indivi
duos concretos dentro de los grupos.
• Que estas recompensas al grupo se efectúen en función del rendimiento individual de los suje
tos que forman el grupo y no con base en una medida de rendimiento global del grupo.
• Que a todos se les ofrezcan las mismas posibilidades de hacer sus aportaciones particulares al
éxito del equipo.
En síntesis, puede decirse que una estructura de aprendizaje cooperativa por definición no es
más efectiva que las otras estructuras revisadas (competitiva o individualista) si no se cumplen las
condiciones planteadas.
Instrucciones: Marca e] punto de la escala que representa tu juicio más honesto respecto a
cómo se realizó la sesión de trabajo en tu equipo. Agrega libremente los comentarios y
sugerencias que quieras hacer. No es necesario que pongas tu nombre.
1. ¿Qué tan claros te parecieron los objetivos o metas del trabajo a realizar?
3. ¿Qué tan organizada te pareció la discusión o la realización del trabajo de parte del
equipo?
4. ¿Qué tan efectivo como líder resultó el compañero que coordinó el equipo?
7. ¿Qué tan satisfecho te sientes con los resultados de la discusión o del trabajo realiza
do?
Comentarios y sugerencias:
Objetivo de la observación:
Instrucciones
1 Fuertemente en desacuerdo
2 En desacuerdo
3 Fuertemente de acuerdo
4 De acuerdo
2. Hay tensiones entre ciertos estudiantes que interfieren con las actividades
en el aula (fricción). ( )
3. La mayor parte de los alumnos tienen una idea vaga de lo que el grupo
tiene que lograr (orientación a la meta). ( )
4. Las preguntas de los mejores alumnos son atendidas de una manera más
amigable que las de los demás (favoritismo). ( )5
7. Hay largos periodos durante los cuales los alumnos parecen no hacer nada
(desorganización). ( )
Aprendizaje cooperativo y proceso de enseñanza
10. La mayoría de los alumnos coopera más que competir entre sí unos contra
otros (cooperación/competencia). ( )
14. Muchos estudiantes quieren que su trabajo sea mejor que el de los demás
(competencia). ( )
En esta escala pueden encontrarse elementos para evaluar al docente o a los alumnos en
su calidad de líderes de un grupo de trabajo cooperativo.
Observador:.
Líder observado:___________________
_____ Guió adecuadamente al grupo en las discusiones o en el análisis del problema tra
tado.
____ Fomentó que el grupo evaluara de manera crítica pero respetuosa las ideas y solu
ciones aportadas.
____ Se aseguró que hubiera consensos y acuerdos antes de seguir avanzando en las
etapas del trabajo o la discusión.
____ Pidió a los miembros que discutieran sus sentimientos hacia el grupo, así como los
logros obtenidos.
Comentarios:
__
CKy
Este capítulo se basa en la idea de que la actividad autoestructurante del alumno está mediada por
la influencia de los demás (docente y compañeros) y que la actividad interpersonal desempeña un
rol central en el logro del aprendizaje significativo. De esta forma, puede concebirse a la enseñanza
como un proceso de negociación de significados y de establecimiento de contextos mentales com
partidos, donde resaltan la colaboración y el trabajo en equipo.
La evidencia indica que las situaciones de aprendizaje cooperativo tienen efectos mucho más
favorables que las otras dos, tanto en el rendimiento académico como en las relaciones socioafectivas.
En la última parte se ofreció una serie de principios, pasos y estrategias que permiten el diseño
instruccional y la evaluación de situaciones de aprendizaje cooperativo.
A partir del análisis del contenido de este capítulo, le sugerimos algunas actividades orientadas al
análisis de las estructuras de aprendizaje con las que suele trabajar en clase con la doble finalidad de:
Revise los casos que se consignan en el cuadro 4.2 y determine si en cada uno de ellos están o no
presentes los componentes esenciales del aprendizaje cooperativo discutidos en el capítulo. Asimis
mo, trate de identificar el tipo de grupo al que pertenecen los docentes y alumnos entrevistados.
Finalmente, comente cómo enfrentaría y resolvería usted las situaciones planteadas. De preferen
cia, realice ésta y las demás actividades en forma grupal con otros docentes.
Realice una descripción lo más completa posible de la última ocasión en la que condujo la enseñan
za en su clase apoyándose en equipos de trabajo. Indique el tema y contenido, el propósito de la
tarea, cómo se conformaron los equipos, cómo trabajaron, qué y cómo los evaluó, los logros obteni
dos y las fallas que notó en la experiencia, etcétera. Lleve a cabo un análisis donde indique si apare
cen en su descripción cada uno de los componentes esenciales del aprendizaje significativo revisa
dos.
Con base en la información presentada sobre las diferentes estrategias de aprendizaje cooperativo,
diseñe un plan de trabajo en su clase, donde aborde un tema importante desde la perspectiva del
aprendizaje cooperativo. Seleccione una o más de las estrategias revisadas (puede combinarlas o
modificarlas) e indique, lo más detalladamente posible, cómo conduciría la enseñanza del tema en
cuestión trabajando en equipos cooperativos. (Indique propósitos, tópicos a tratar, materiales, acti
vidades, productos esperados, roles de sus alumnos, conformación de equipos, evaluación del apren
dizaje logrado y del proceso grupal, etcétera.)
Esta actividad puede ser una extensión de la anterior. La idea es que revise los criterios e instrumen
tos de evaluación del aprendizaje cooperativo ofrecidos en el presente capítulo (véase los cuadros
4.7,4.8,4.9,4.10 y 4.11), en términos de su viabilidad y pertinencia para aplicarse en el contexto de
su clase. Haga las modificaciones o adiciones que considere justificadas, o incluso introduzca otros
criterios o instrumentos. La finalidad perseguida es que conforme un paquete de instrumentos que
le permitan a usted evaluar el aprendizaje cooperativo. Sería altamente deseable que pudiera apli
carlos y realizar un reporte de los resultados obtenidos.
La aproximación inducida evidentemente se dirige al polo del aprendiz; las "ayudas" que se
intentan promover o inducir en los alumnos se hacen con el propósito de que se las apropien y las
utilicen posteriormente de manera autorregulada. Es decir, se supone que el aprendiz, una vez que
ha internalizado dichas ayudas, tomará decisiones reflexivas y volitivas sobre cuándo, por qué y
para qué aplicarlas. El lector reconocerá que estamos hablando de la ya ampliamente reconocida
tradición del aprendizaje estratégico y autorregulado, al cual, por su indiscutible importancia, le
dedicaremos dos capítulos en esta obra (capítulos 6 y 7). Con tales capítulos, más la información
vertida en los capítulos 2 y 4, creemos que abordamos con un cierto detalle el ámbito referido al
aprendizaje de los alumnos.
Desde nuestro punto de vista, los dos tipos de estrategias, de aprendizaje y de enseñanza, se
encuentran involucradas en la promoción de aprendizajes significativos de los contenidos escolares.
"Para mí, otra fuente de optimismo para el progreso futuro de la educación es mi creencia de que los
fundamentos teóricos de la educación están mejorando. El creciente consenso sobre la validez de las
ideas epistemológicas constructivistas y sobre los principios cognitivos del aprendizaje sugieren que
[...] la comunidad de la educación en general está moviéndose hacia delante" (J. Novak, 1998).
Nótese que en ambos casos se utiliza el término e s tra te g ia por considerar que el alumno o el
agente de enseñanza, según sea el caso, deberán emplearlas como procedimientos flexibles,
heurísticos (nunca como algoritmos rígidos) y adaptables, dependiendo de los distintos dominios
de conocimiento, contextos o demandas de los episodios o secuencias de enseñanza de que se trate.
No creemos que las dos aproximaciones sean antagónicas ni excluyentes, antes bien lo que
sostenemos es que deben considerarse como complementarias dentro del proceso de enseñanza-
aprendizaje, para con ello lograr que el aprendiz sea más autónomo y reflexivo. De hecho, varias de
las estrategias de enseñanza (no todas) que presentamos aquí tienen una utilidad doble: la primera,
ya antes mencionada, para promover la mayor cantidad y calidad de aprendizajes significativos, lo
cual ya implica un valor pedagógico indiscutible; y la segunda, para introducir y enseñar a los
alumnos cómo elaborarlas, de tal forma que, posteriormente, con ayudas, explicaciones y
ejercitaciones apropiadas (véase las recomendaciones sobre cómo enseñar las estrategias de apren
dizaje en el capítulo siguiente) lleguen a aprenderlas y utilizarlas como genuinas estrategias de
aprendizaje.
Un buen principio para este capítulo, estará de acuerdo el lector, será si empezamos por definir qué
entendemos por estrategias de enseñanza, exponiendo también cómo las entendemos dentro del
concepto más amplio de enseñanza (desde la perspectiva constructivista que estamos consideran
do en este trabajo).
En tal sentido, puede decirse que la enseñanza corre a cargo del enseñante como su originador;
pero al fin y al cabo es una c o n s t r u c c i ó n c o n ju n t a como producto de los continuos y complejos inter
cambios con los alumnos y el contexto instruccional (institucional, cultural, etcétera), que a veces
toma caminos no necesariamente predefinidos en la planificación. Asimismo, se afirma que en cada
aula donde se desarrolla el proceso de enseñanza-aprendizaje, se realiza una construcción conjunta
entre enseñante y aprendices única e irrepetible. Por ésta y otras razones se concluye que es difícil
considerar que existe una única manera de enseñar o un método infalible que resulte efectivo y
válido para todas las situaciones de enseñanza y aprendizaje. De hecho, puede aducirse a lo ante
rior que aun teniendo o contando con recomendaciones sobre cómo llevar a cabo unas propuestas o
método pedagógico cualquiera, la forma en que éste o éstos se concreticen u operacionalicen siem
pre será diferente y singular en todas las ocasiones.
Visto desde otro punto de vista, la enseñanza es también en gran medida una auténtica crea
ción. Y la tarea (que consideramos clave) que le queda al docente por realizar es saber interpretarla
y tomarla como objeto de reflexión para buscar mejoras sustanciales en el proceso completo de
enseñanza-aprendizaje. De hecho, no podrá hacer una interpretación y lectura del proceso si no
cuenta con un marco potente de reflexión (Coll y Solé, 1993), ni tampoco podrá engendrar propues
tas sobre cómo mejorarlo si no cuenta con un arsenal apropiado de recursos que apoyen sus decisio
nes y su quehacer pedagógico.
En fin, no queremos redundar en algo que ya fue expuesto en el capítulo inicial, simplemente
nos interesa recalcar estas ideas centrales sobre las cuales tomamos una vez más postura, y señalar
Consideramos que el docente debe poseer un bagaje amplio de estrategias, conociendo qué
fimción tienen y cómo pueden utilizarse o desarrollarse apropiadamente. Dichas estrategias de
enseñanza se complementan con las estrategias o principios motivacionales y de trabajo cooperati
vo esbozados en los capítulos anteriores, de los cuales puede echar mano para enriquecer el proceso
de enseñanza-aprendizaje.
Además es necesario tener presentes cinco aspectos esenciales para considerar qué tipo de estrate
gia es la indicada para utilizarse en ciertos momentos de la enseñanza, dentro de una sesión, un
episodio o una secuencia instruccional, a saber:
2. Tipo de dominio del conocimiento en general y del contenido curricular en particular, que se
va a abordar.
3. La intencionalidad o meta que se desea lograr y las actividades cognitivas y pedagógicas que
debe realizar el alumno para conseguirla.
4. Vigilancia constante del proceso de enseñanza (de las estrategias de enseñanza empleadas pre
viamente, si es el caso), así como del progreso y aprendizaje de los alumnos.
Cada uno de estos factores y su posible interacción constituyen un importante argumento para
decidir por qué utilizar alguna estrategia y de qué modo hacer uso de ella. Dichos factores también
son elementos centrales para lograr el ajuste de la ayuda pedagógica.
Aunque aquí nos estamos refiriendo principalmente a la educación presencial, los factores tam
bién pueden ser relevantes para otras modalidades de enseñanza, como aquella que se imparte por
medio de materiales textuales o mediante la computadora, donde, sin duda, tomarán matices dife
renciales.
Queda en el agente de enseñanza la toma de decisiones estratégica para utilizarlas del mejor
modo posible. Sin la consideración de estos factores y de las anteriores recomendaciones puestas en
este apartado, el uso y posibilidades de las estrategias de enseñanza se vería seriamente disminui
do, perdiendo su efecto e impacto en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
En esta sección presentaremos algunas de las estrategias de enseñanza que el docente puede em
plear con la intención de facilitar el aprendizaje significativo de los alumnos. Las estrategias que
Capitulo 5 Estrategias de enseñanza para la promoción de aprendizajes significativos
hemos seleccionado para su presentación han demostrado en diversas investigaciones una alta efec
tividad, al ser introducidas como apoyos ya sea en textos académicos o en la dinámica del procese
de enseñanza-aprendizaje escolar (véase Balluerka, 1995; Díaz-Barriga y Lule, 1977; Eggen y Kauchak,
1999; Hernández y García, 1991; Mayer, 1984,1989 y 1990; West, Farmer y Wolff, 1991).
COINSTRUCCIONALES
POSTINSTRUCCIONALES
EPISODIO DE ENSENANZA-APRENDIZAJE
F i g u r a 5.1 Tipos de estrategias de enseñanza, según el momento de su presentación en una secuencia de enseñanza.
Las estrategias preinstruccionales por lo general preparan y alertan al estudiante en relación con
qué y cómo va a aprender; esencialmente tratan de incidir en la activación o la generación de cono
cimientos y experiencias previas pertinentes. También sirven para que el aprendiz se ubique en el
contexto conceptual apropiado y para que genere expectativas adecuadas. Algunas de las estrate
gias preinstruccionales más típicas son los objetivos y los organizadores previos.
Las estrategias coinstruccionales apoyan los contenidos curriculares durante el proceso mismo de
enseñanza-aprendizaje. Cubren funciones para que el aprendiz mejore la atención e igualmente
detecte la información principal, logre una mejor codificación y conceptualización de los conteni
dos de aprendizaje, y organice, estructure e interrelacione las ideas importantes. Se trata de funcio
nes relacionadas con el logro de un aprendizaje con comprensión (Shuell, 1988). Aquí pueden in
cluirse estrategias como ilustraciones, redes y mapas conceptuales, analogías y cuadros C-Q-A,
entre otras.
Por otra parte, las estrategias postinstruccionales se presentan al término del episodio de enseñan
za y permiten al alumno formar una visión sintética, integradora e incluso crítica del material. En
Los mapas y las ilustraciones son estrategias coinstmccionales.
otros casos le permiten inclusive valorar su propio aprendizaje. Algunas de las estrategias
postinstruccionales más reconocidas son resúmenes finales, organizadores gráficos (cuadros
sinópticos simples y de doble columna), redes y mapas conceptuales.
Otra clasificación valiosa es aquella que se refiere a los procesos cognitivos activados por las
estrategias (véase Cooper, 1990; Díaz Barriga, 1993; Kiewra, 1991; Mayer, 1984; West, Farmer y Wolff,
1991). Si bien es cierto que cada una de las estrategias inciden en varios procesos cognitivos, las
hemos clasificado por el proceso al que predominantemente se asocian; no obstante, en el cuadro
5.2 incluimos algunas de las estrategias en distintas clases.
Con base en nuestro anterior trabajo, a continuación proponemos una clasificación más elabo
rada (véase también cuadro 5.3), la cual nos servirá después para presentar con cierto grado de
detalle cada una de las estrategias a lo largo del capítulo.
Son aquellas estrategias dirigidas a activar los conocimientos previos de los alumnos o incluso a
generarlos cuando no existan. Tal como se señaló en el capítulo 2, la importancia de los conocimien
tos previos resulta fundamental para el aprendizaje. Su activación sirve en un doble sentido: para
conocer lo que saben sus alumnos y para utilizar tal conocimiento como base para promover nue
vos aprendizajes.
En este grupo podemos incluir también a aquellas estrategias que se concentran en ayudar al
esclarecimiento de las intenciones educativas que se pretenden lograr al término del episodio o
secuencia educativa.
Capitulo 5 Estrategias tic enseñanza para Lt promoción de aprettdizitjes significativos
]
Objetivos
Preguntas insertadas
Organizadores textuales
Señalar explícitamente a los alumnos las intenciones educativas u objetivos, les ayuda a desa
rrollar expectativas adecuadas sobre la sesión o secuencia instruccional que éstos abarcan, y a en
contrar sentido y valor funcional a los aprendizajes involucrados.
Por ende, podríamos decir que dichas estrategias son principalmente de tipo preinstruccional,
y se recomienda usarlas sobre todo al inicio de la sesión, episodio o secuencia educativa, según sea
el caso. Ejemplos de ellas son las preinterrogantes, la actividad generadora de información previa
(por ejemplo, discusión guiada; véase Cooper, 1990), la enunciación de objetivos, etcétera.
Tales estrategias son aquellos recursos que el profesor o el diseñador utilizan para guiar, orientar y
ayudar a mantener la atención de los aprendices durante una sesión, discurso o texto. La actividad
de guía y orientación es una actividad fundamental para el desarrollo de cualquier acto de aprendi
zaje. En este sentido, las estrategias de este grupo deben proponerse preferentemente como estrate
gias de tipo coinstruccional dado que pueden aplicarse de manera continua para indicar a los alum
nos en qué conceptos o ideas focalizar los procesos de atención y codificación. Algunas estrategias
que se incluiyen en este rubro son el uso de señalizaciones internas y externas al discurso escrito, y
las señalizaciones y estrategias discursivas orales.
Se trata de estrategias que van dirigidas a proporcionar al aprendiz la oportunidad para que realice
una codificación ulterior, complementaria o alternativa a la expuesta por el enseñante o, en su caso,
por el texto. Nótese que la intención es conseguir que, con el uso de estas estrategias, la información
nueva por aprender se enriquezca en calidad proveyéndole de una mayor contextualización o ri
queza elaborativa para que los aprendices la asimilen mejor. Por tal razón, se recomienda que las
estrategias también se utilicen en forma coinstruccional. Los ejemplos más típicos de este grupo
provienen de toda la gama de información gráfica (ilustraciones, gráficas, etcétera).
Como el lector habrá notado, esta clase de estrategias tiene evidentes conexiones con la anterior
(la que se refiere a la mejora de la atención selectiva) y con aquellas que se dirigen a potenciar el
enlace entre conocimientos previos e información nueva (véase más abajo). Es así porque la atención
selectiva es una condición sine qua non para la elaboración profunda de la información, en la cual
necesariamente se utilizan los conocimientos previos. Sin embargo, consideramos que vale la pena
establecer la distinción porque si bien hay estrategias que pudiesen encontrarse en cualquiera de las
tres clases (especialmente en las dos primeras), algunas de ellas, por la función predominante en la
que inciden, se agrupan mejor dentro de ésta que denominamos codificación elaborativa.
Tales estrategias proveen de una mejor organización global de las ideas contenidas en la informa
ción nueva por aprender. Proporcionar una adecuada organización a la información que se ha de
aprender, como ya hemos visto, mejora su significatividad lógica, y en consecuencia, hace más
probable el aprendizaje significativo de los alumnos. Mayer (1984) se ha referido a este asunto de la
organización entre las partes constitutivas de la información nueva a aprender denominándolo:
construcción de "conexiones internas".
Estas estrategias pueden emplearse en los distintos momentos de la enseñanza. Podemos in
cluir en ellas a las de representación visoespacial, como mapas o redes conceptuales, a las de repre
sentación lingüística, como los resúmenes, y a los distintos tipos de organizadores gráficos, como
los cuadros sinópticos simples, de doble columna, cuadros C-Q-A y organizadores textuales.
Son aquellas estrategias destinadas a ayudar para crear enlaces adecuados entre los conocimientos
previos y la información nueva a aprender, asegurando con ello una mayor significatividad de los
aprendizajes logrados. De acuerdo con Mayer (ob. cit.), a este proceso de integración entre lo "pre
vio" y lo "nuevo" se le denomina: construcción de "conexiones externas".
Por las razones señaladas, se recomienda utilizar tales estrategias antes o durante la instrucción
para lograr mejores resultados en el aprendizaje. Las estrategias típicas de enlace entre lo nuevo y lo
previo son las de inspiración ausubeliana: los organizadores previos y las analogías.
En el cuadro 5.4 se presentan de manera resumida los principales efectos esperados de aprendi
zaje en el alumno con cada una de las estrategias, que el lector podrá analizar junto con el cuadro
anterior referente a la clasificación de estrategias. El agente de enseñanza debe tener presente este
tipo de información para tomar las mejores decisiones pedagógicas.
Las distintas estrategias de enseñanza que hemos descrito pueden emplearse simultáneamente
e incluso es posible hacer algunas propuestas híbridas entre ellas (por ejemplo, una analogía repre
sentada en forma de mapa conceptual, donde tópico y vehículo tengan mapas particulares puestos
en comparación; véase más adelante), según el docente lo considere necesario.
Desde la ya clásica declaración de Ausubel (1978) (véase capítulo 2), todos sabemos la importan
cia de los conocimientos previos en la construcción del conocimiento (Miras, 1993). Simple y senci
llamente, la actividad constructiva no sería posible sin conocimientos previos que permitan enten
der, asimilar e interpretar la información nueva, para luego, por medio de ella, reestructurarse y
transformarse hacia nuevas posibilidades. De ahí la importancia de activar los conocimientos previos
pertinentes de los alumnos, para luego ser retomados y relacionados en el momento adecuado con
la información nueva que se vaya descubriendo o construyendo conjuntamente con los alumnos.
Las estrategias que presentamos en este apartado preferentemente deberán emplearse antes de
presentar la información por aprender, o bien antes de que los aprendices inicien cualquier tipo
de actividad de discusión, indagación o integración sobre el material de aprendizaje propiamente
dicho, sea por vía individual o cooperativa.
Conviene que para el buen uso de ellas se tomen en cuenta los siguientes aspectos (véase Cooper,
1990):
a) Hacer una identificación previa de los conceptos centrales de la información que los alumnos,
van a aprender o de la línea argumental del texto a revisar.
Capitulo 5 Estrategias de enseñanza para la promoción de aprendizajes significativos
c) Explorar los conocimientos previos pertinentes de los alumnos para activarlos (cuando existan
evidencias de que los alumnos los posean) o generarlos (cuando se sepa que los alumnos po
seen escasos conocimientos previos pertinentes o que no los tienen).
De entre las estrategias que se emplean en tal sentido, vamos a presentar aquí las que nos han
parecido más efectivas, es decir: la actividad focal introductoria, la discusión guiada y la actividad
generadora de información previa.
Los tipos de actividad focal introductoria más efectivos que pueden utilizarse son aquellos que
presentan situaciones sorprendentes, incongruentes o discrepantes con los conocimientos previos
de los alumnos. Un ejemplo de actividad focal introductoria para plantearse antes de tratar el tema
de materiales conductores o aislantes consiste en envolver un trozo de hielo en papel aluminio y
otro en un pedazo de tela gruesa (juzgado por ellos mismos como tela "caliente") y animar a los
aprendices a predecir cuál de ellos se derretirá primero y por qué creen que será así. Otro ejemplo,
al estudiar el tema de flotación de cuerpos, consiste en utilizar distintos materiales con diferente
densidad que propongan una experiencia "contraintuitiva" y pedir que predigan cuáles se hundi
rán y cuáles no, y que expongan sus hipótesis sobre las variables involucradas en la flotación de los
cuerpos.
De este modo, las funciones centrales de esta estrategia serían las siguientes:
• Actuar como situaciones que activan los conocimientos previos de los alumnos. Especialmente
cuando la presentación de la estrategia se acompaña de participaciones de los alumnos para
exponer razones, hipótesis, etcétera.
Discusión guiada
En este caso se trata de una estrategia que, aunque no lo parezca, requiere de cierta planificación.
Dicha planificación debe hacerse en principio, partiendo de los tres aspectos que deben considerar
se para toda actividad que intente generar o crear información previa.
Cooper (1990) define a la discusión como "un procedimiento interactivo a partir del cual profe
sor y alumnos hablan acerca de un tema determinado" (p. 114). En la aplicación de esta estrategia
desde el inicio los alumnos activan sus conocimientos previos, y gracias a los intercambios en la
discusión con el profesor pueden ir desarrollando y compartiendo con los otros información previa
que pudieron no poseer (o al menos no del mismo modo) antes de que la estrategia fuese iniciada.
Los puntos centrales que deben considerarse en la planeación y aplicación de una discusión son
los siguientes (véase también Wray y Lewis, 2000):
• Tenga claros los objetivos de la discusión, así como hacia dónde quiere conducirla: activar y
favorecer la compartición de conocimientos previos pertinentes que sirvan al aprendizaje de
los nuevos contenidos.
• Inicie la discusión introduciendo de manera general la temática central del nuevo contenido de
aprendizaje solicitando la participación de los alumnos sobre lo que saben de ésta. Anime a
participar a una buena cantidad de alumnos, de manera que los otros escuchen y se involucren
activamente.
• En la discusión, elabore preguntas abiertas que requieran más que una respuesta afirmativa o
negativa. Dé tiempo para que los alumnos respondan.
• Maneje la discusión como un diálogo informal en un clima de respeto y apertura. Anime a que
los alumnos también hagan preguntas sobre las respuestas escuchadas de sus compañeros.
• No deje que la discusión se demore demasiado ni que se disperse; la discusión debe ser breve,
bien dirigida (sin que parezca que lo está haciendo) y participativa.
• La información previa pertinente que interesa activar y compartir, si se desea, puede anotarse
en el pizarrón a la vista de los alumnos.
Una actividad generadora de información previa es una estrategia que permite a los alumnos acti
var, reflexionar y compartir los conocimientos previos sobre un tema determinado. Algunos auto
res se refieren a ésta como "lluvia de ideas" o "tormenta de ideas" (Wray y Lewis, 2000).
Cooper (ob. cit.) propone las siguientes actividades para llevarla a cabo:
• Pida a los alumnos que, sobre dicha temática, anoten todas o un número determinado de ideas
(por ejemplo, 5 o 10) que conozcan en relación con ella. Los alumnos pueden participar en esta
tarea de forma individual, en pequeños equipos o con el grupo completo. Incluso si los alum
nos ya saben elaborar mapas conceptuales o algún tipo de representación gráfica conocida,
se les solicita que elaboren uno con las ideas de la lista (especialmente cuando se realiza de for
ma individual o en grupos pequeños). Marque un tiempo limitado para la realización de la
tarea.
• Pida a cada alumno o al grupo que lea sus listas (que escriba sus mapas, según sea el caso) de
ideas o conceptos relacionados ante el grupo total, y anótelas en el pizarrón.
Tanto la discusión guiada como la actividad generadora de información previa no deben durar
mucho tiempo y se les debe considerar en todo momento como recursos estratégicos que sirven a
ciertos fines. Procure que estas estrategias no se conviertan en la actividad central de la sesión o
sesiones de enseñanza-aprendizaje.
Objetivos o intenciones
Los objetivos o intenciones educativos son enunciados que describen con claridad las actividades
de aprendizaje y los efectos que se pretenden conseguir en el aprendizaje de los alumnos al finalizar
una experiencia, sesión, episodio o ciclo escolar.
Como han señalado de manera acertada Coll y Bolea (1990), cualquier situación educativa se
caracteriza por tener una cierta intencionalidad, lo cual quiere decir que en cualquier situación
pedagógica, uno o varios agentes educativos (por ejemplo, profesores, textos, etcétera) desarrollan
una serie de acciones o prácticas encaminadas a influir o provocar un conjunto de aprendizajes en
los alumnos con una cierta dirección, y con uno o más propósitos determinados.
En particular, en las situaciones educativas que ocurren dentro de las instituciones escolares,
los objetivos o intenciones deben planificarse, concretizarse y aclararse con un mínimo de rigor,
dado que suponen el punto de partida y el de llegada de toda la experiencia educativa; además
desempeñan un importante papel orientativo y estructurante de todo el proceso.
Es sabido que los objetivos tienen un papel central en las actividades de planificación, organi
zación y evaluación de la actividad docente; pero en esta ocasión vamos a situamos en el plano
propiamente instruccional con el interés de describir cómo los objetivos pueden actuar como autén
ticas estrategias de enseñanza.
En este sentido, una primera recomendación relevante que debemos considerar es la intención
de compartir los objetivos con los alumnos, ya que de este modo se ayuda a plantear una idea común
sobre a dónde se dirige el curso, o la clase o la actividad que se va a realizar (Perkins, 1999 y Stone,
1999). Para ello, es necesario formular los objetivos de modo tal que estén orientados hacia los
alumnos.
De este modo, es pertinente puntualizar que como estrategias de enseñanza deben ser construi
dos en forma directa, clara y entendible utilizando una redacción y un vocabulario apropiados para
el alumno; de igual manera es necesario dejar en claro en su enunciación las actividades, contenidos
y/o resultados esperados (lo que interese más enfatizar) que deseamos promover en la situación
pedagógica.
Las funciones de los objetivos como estrategias de enseñanza son las siguientes (véase Cooper,
1990; García Madruga, Martín Cordero, Luque y Santamaría, 1995; Shuell, 1988):
■ Actuar como elementos orientadores de los procesos de atención y de aprendizaje. Esta orienta
ción será más clara para el aprendiz si además existe un adecuado alineamiento (léase coheren
cia) entre los objetivos y las actividades educativas propuestas (Eggen y Kauchak, 1999).
■ Servir como criterios para poder discriminar los aspectos relevantes de los contenidos o de la
instrucción (sea por vía oral o escrita) sobre los que hay que realizar un mayor esfuerzo y proce
samiento cognitivo.
■ Permitir a los alumnos formar un criterio sobre qué se esperará de ellos durante y al término de
una clase, episodio o curso. Este criterio debe considerarse clave para la evaluación.
Con base en lo antes dicho, proponemos las siguientes recomendaciones para el uso de los objetivos
como estrategias de enseñanza:
1. Cerciórese de que son formulados con claridad, señalando la actividad, los contenidos y/o los
criterios de evaluación (enfatice cada uno de ellos según lo que intente conseguir en los alum
nos). Use un vocabulario apropiado para los aprendices y pida que éstos den su interpretación
para verificar si es o no la correcta.
2. Anime a los alumnos a aproximarse a los objetivos antes de iniciar cualquier actividad de ense
ñanza o de aprendizaje.
3. Puede discutir el planteamiento (el porqué y para qué) o la formulación de los objetivos con sus
alumnos, siempre que existan las condiciones para hacerlo.
4. Cuando se trata de una clase, el objetivo puede ser enunciado verbalmente o presentarse en
forma escrita. Esta última es más plausible que la primera, además es recomendable mantener
presente el objetivo (en particular con los aprendices menos maduros) a lo largo de las activida
des realizadas en clase.5
5. No enuncie demasiados objetivos, porque los alumnos pueden extraviarse o desear evitarlos
antes que aproximarse a ellos. Es mejor uno o dos objetivos bien formulados sobre los aspectos
cruciales de la situación de enseñanza (la generalidad de su formulación dependerá del tiempo
Capitulo 1 Estrategias de enseñanza para la promoción de aprendizajes significativos
instruccional que abarque), para que realmente orienten sus expectativas y los procesos cognitivos
involucrados en el aprendizaje.
Tal estrategia conlleva una tradición muy consolidada en el campo del diseño de textos
instruccionales. Aunque recientemente, gracias a los trabajos y metodologías sobre el análisis del
discurso en el aula que han aparecido en los últimos años, se han identificado algunas señalizacio
nes y claves del discurso que resultan útiles para beneficio del aprendizaje de los alumnos.
Dadas las diferencias evidentes que existen entre el discurso escrito y el discurso pedagógico
(oral) empleado en las aulas, presentamos por separado los tipos de estrategias de señalización
para cada una de dichas modalidades, así como sus usos posibles.
Las señalizaciones intratextuales son aquellos recursos lingüísticos que utiliza el autor o diseña
dor de un texto, dentro de las posibilidades que le permite su discurso escrito, para destacar aspec
tos importantes del contenido temático. Antes de presentar algunas de las que han demostrado ser
más eficaces, y para que puedan ser mejor comprendidas, haremos una revisión introductoria a
algunas consideraciones relativas a factores importantes en el diseño y estructuración de los textos.
Por otro lado, también existen evidencias sobre la importancia de estructurar la información
adecuadamente al nivel de párrafos. Kieras (1978, cit. por Hernández y García, ob. cit.) señala que
la mala estructuración de ideas dentro de los párrafos llega a provocar una sobresaturación de la
Según Kieras, los párrafos deben estructurarse comenzando por presentar la idea esencial de
inicio y, posteriormente, las ideas secundarias conectadas con ella. Otros autores añaden a lo ante
rior que las ideas centrales puestas al inicio de los textos actúan como señales o marcos contextúales,
e indican al lector cuáles van a ser los contenidos relevantes que serán tratados en ellos (véase
Hernández y García, ob. cit.). También existe evidencia sobre el llamado "efecto de primacía", que
indica que la información puesta a inicio de los textos tiene una alta probabilidad de recordarse
mejor.
En síntesis, una buena conexión entre las ideas introducidas en el texto, y de éstas con los cono
cimientos previos, asegura una mejor comprensión y aprendizaje de la información contenida en él.
Regresando al tema de las señalizaciones, y con base en lo expuesto en los párrafos anteriores,
se identifican varias estrategias de señalización intratextual que sería importante considerar para
orientar al lector sobre la macroestructura o la superestructura del mismo. Dichas señalizaciones
son las siguientes (véase García, Martín, Luque y Santamaría, 1995; León, 1992 y 1999:
a) Hacer especificaciones en la estructura del texto. Usar adecuadamente expresiones que especifican
los componentes estructurales del discurso. Por ejemplo, si estamos hablando de un texto que
conjunta varias ideas, éstas podrían acompañarse con expresiones tales como "primero", "se
gundo", "en primer término", "en segundo término", "por último" o si estamos hablando de
un texto estructurado en forma de comparación, sería necesario acompañarlos de términos ta
les como "en comparación...", "de igual m anera...", etcétera. (Véase más adelante, en la parte
final de este capítulo, las diferentes estructuras de texto y los marcadores de discurso que se
suelen asociar con ellos; sobre un análisis adecuado de los marcadores recomendamos la obra
de Portolés, 1998.)
b) Presentaciones previas de información relevante. En este caso pueden utilizarse al inicio de los tex
tos, dentro de los párrafos, frases que aclaren de lo que tratará el texto, el propósito del autor,
etcétera, que orienten al lector. Es una forma de explotar el llamado "efecto de primacía", al que
nos referíamos anteriormente.
c) Presentaciones finales de información relevante. Similares a la anterior, pero en este caso la informa
ción relevante o aclaratoria deberá presentarse al final del texto a modo de conclusión. Un
Capitulo 5 Estrategias de enseñanza para
d) Expresiones aclaratorias que revelan el punto de vista del autor. Consisten en expresiones usadas por
el autor o diseñador para destacar su punto de vista personal, poniendo énfasis o aclarando
asuntos de relevancia (por ejemplo, "Cabe destacar que", "Por desgracia...", "Pongamos aten
ción a ...", etcétera).
Estas señalizaciones no añaden información adicional al texto, tan sólo lo hacen explícito u
orientan al lector hacia lo que se considera más relevante a ser comprendido.
Más allá de las señalizaciones quisiéramos presentar, otras estrategias que el autor o el diseña
dor pueden utilizar y que estarían más abocadas a reforzar la codificación y la asimilación de la
información del lector (Hartley, 1996; Hernández y García, ob. cit.). Éstas son las siguientes:
a) Explicitación de conceptos. Consiste en exponer los conceptos de interés dándoles una mayor
claridad en su presentación (por ejemplo, exposición apropiada de sus características definidoras)
o proveyéndoles de mayor contexto para elaborar conexiones internas (relaciones con otros
conceptos subordinados o supraordinados) o de conexiones externas (con los conocimientos
previos).
b) Uso de redundancias. Se refiere al uso de formas lingüísticas alternativas que hablen sobre las
mismas ideas o conceptos ya presentados (aunque sin llegar a la repetición), con la intención de
que sean objeto de un procesamiento ulterior en la memoria operativa.
c) Ejemplificación. Como su nombre lo indica consiste en adjuntar ejemplos pertinentes que acla
ren los conceptos que se desean enseñar o presentar, tratando de concretizarlos con objetos o
situaciones que los ilustren.
Por otro lado, las señalizaciones extratextuales son los recursos de edición (tipográficos) que se
adjuntan al discurso y que pueden ser empleados por el autor o el diseñador para destacar ideas o
conceptos que se juzgan como relevantes. Algunos ejemplos de señalizaciones extratextuales utili
zadas de forma común son las siguientes (véase Hartley, 1996):
■ Empleo de cajas para incluir material que se considera valioso (ejemplos, anécdotas o bibliogra
fía adicional).
■ Inclusión de notas al calce o al margen para enfatizar la información clave (pueden ser concep
tos, frases o hasta pequeños mapas conceptuales).
CUADRO 5.5 El punto de vista de los alumnos
En un trabajo relativamente reciente (Weiten, Guadagno y Beck, 1996), se aplicó una encuesta
sencilla a 134 estudiantes universitarios, sobre la percepción que ellos tenían de las ayudas
pedagógicas empleadas en los textos académicos. El cuestionario aplicado en la encuesta soli
citó evaluar a los sujetos su percepción de 13 tipos de ayudas comúnmente encontradas en los
textos. Los sujetos utilizaron una escala de 7 puntos para evaluar: a) su familiaridad con di
chas ayudas, b) el uso que suelen hacer de ellas cuando las encuentran en los textos, y c) el
valor que les atrihuyen en la facilit ación de su aprendizaje. Los resultados principales se resu
men en la tabla siguiente (tomada de Weiten, Guadagno y Beck, ob. cit., p. 106):
Nota: las evaluaciones fueron realizadas en escalas de 7 puntos de la siguiente forma: la familiaridad tenía un rango
de evaluación que iba desde 1 (no familiar) a 7 (muy familiar); la probabilidad de uso tenía un rango de 1 (uso
improbable) a 7 (uso muy probable); y el valor para el aprendizaje desde 1 (no ayuda) hasta 7 (mucha ayuda).
A pesar de la gran variabilidad encontrada en cada una de las tres categorías de evaluación, es
posible destacar varios hechos. Primero, los alumnos apreciaron mejor ciertas ayudas, por
ejemplo: el uso de negrillas para los términos técnicos, los resúmenes de capítulo, y los glosa
rios de capítulo o en avance (es sorprendente que no les otorguen el mismo valor a ayudas
tales como: objetivos, preguntas de discusión, demostraciones y esquemas de capítulo). Se
gundo, a pesar de la variabilidad, los sujetos reconocen que las ayudas pedagógicas llegan a
ser más provechosas que inútiles para facilitar su aprendizaje (todas fueron evaluadas,
en promedio, por arriba de 4). Por último, puede concluirse, siguiendo a los autores, que
los alumnos suelen ser muy pragmáticos al valorar o utilizar las ayudas que aparecen en los
textos. Al parecer los alumnos utilizan las ayudas sólo para extraer información factual con
miras a presentar sus exámenes, y no usan aquellos apoyos que promueven un procesamiento
más profundo o que les demanden más tiempo. Además, en muchas ocasiones los mismos
alufíinos desconocen los beneficios que pueden obtener o no han aprendido a sacar provecho
de las ayudas pedagógicas colocadas en los textos instruccionales. ¿Usted qué piensa?
■ Empleo de logotipos (avisos).
Si bien el hecho mismo de usar las señalizaciones intratextuales provoca ciertas redundancias
en el texto, creemos que es posible aplicar, para el caso de los textos instruccionales, algunas de las
extratextuales como apoyos visuales adicionales, con el propósito de identificarlas con mayor faci
lidad.
Los seres vivos son irritables, por lo que responden a los estímulos y cambios físicos de su
medio ambiente. En los seres humanos y en otros animales superiores algunas células del cuer
po están muy especializadas y responden a cierto tipo de estímulos: los conos y los bastones
responden a la luz, y ambos se localizan en la retina; algunas células de la nariz y los botones
gustativos de la lengua, responden a estímulos químicos; y las células especiales de la piel lo
hacen a cambios de temperatura o presión. En los animales inferiores y las plantas, pueden
faltar estas células especializadas, pero entonces, el organismo entero responde a la estimulación.
Por ejemplo, los unicelulares responden al calor o al frío. La irritabilidad de las células vegeta
les no siempre es tan manifiesta como la de los animales; pero también son sensibles a cambios
en el medio. En ellas, los movimientos del flujo pueden ser acelerados o frenados por la inten
sidad de la luz.
Ahora, se presenta el mismo pasaje, aunque modificado con distintos tipos de señalizacio
nes. Identifique los que hemos integrado en esta segunda versión del texto y compare.
Aun cuando todos los seres vivos son irritables, ya que responden a estímulos
I r r it a b ilid a d y cambios físicos de su medio ambiente, no todos lo hacen de la misma forma.
Así, por ejemplo, en los seres humanos y en otros animales superiores, algunas células del
cuerpo están muy especializadas y responden a cierto tipo de estímulos:
■ Algunas células de la nariz, y los botones gustativos de la lengua, responden a estímulos quími
cos.
En oposición, en los animales inferiores y las plantas puede haber una ausencia
Ir r it a b ilid a d
de estas células especializadas; pero, entonces, el organismo entero responde a
in d ife ren c ia d a
la estimulación: por ejemplo, los unicelulares responden al calor o al frío.
3. Hacer un uso racional de dichas estrategias puesto que su función es detectar la información
más importante y organizaría. Un empleo exagerado e inconsistente de ellas no permitirá al
alumno diferenciar lo esencial de lo secundario.
Gracias a los análisis recientes que se han hecho sobre el discurso en las aulas, ha sido posible
identificar una serie de estrategias discursivas que los profesores utilizan para orientar, dirigir y
guiar el aprendizaje de los alumnos en el contexto de la situación escolar (en otros contextos, con
seguridad habrá otras variedades de estrategias discursivas).
En este apartado seguimos las aportaciones de Edwards y Mercer (1988; véase también Mercer,
1997) sin abundar demasiado en ellas, porque un tratamiento adecuado de éstos y otros trabajos
(por ejemplo, Coll et a l, 1992; García, Secundino y Navarro, 2000; Lemke, 1997) rebasaría las carac
terísticas del presente capítulo (para los lectores interesados, sugerimos aproximarse a dichas obras).
Aunque sabemos que corremos el riego de incurrir en simplificaciones excesivas, nos interesa
presentar aquí algunas ideas y conceptos que consideramos valiosos y de posible utilidad para los
docentes.
Mercer (ob. cit.), por ejemplo, ha identificado ciertas estrategias y/o formas de conversación
utilizadas para construir una versión conjunta del conocimiento con los aprendices. Tales estrategias,
según su objetivo, se clasifican en tres categorías:
c) Para describir las experiencias de clase que se comparten con los alumnos.
Los profesores necesitan saber lo que saben los alumnos y cómo y cuánto van progresando
en sus aprendizajes. En tal sentido utilizan dos tipos de estrategias básicas en relación con la cate
goría a).
Si bien muchas de las preguntas que los profesores hacen a los alumnos tienen como propósito
lograr el control de los alumnos (Mercer, 1997; Lemke, 1997), otras pueden llegar a ser muy relevan
tes para el proceso de enseñanza-aprendizaje. Mercer (ob. cit.), por ejemplo, señala que las pregun
tas más efectivas son aquellas que se hacen con el propósito de guiar los esfuerzos de construcción
de los estudiantes (preguntas tales como: ¿por qué hiciste...?; ¿explícame cuál es la razón...?, ¿qué
pasaría si...?). Estas preguntas, en cierto sentido, ayudan a que el alumno ponga atención sobre
determinados aspectos de los contenidos, o sobre las acciones relacionadas con ellos, y a que se
esfuerce yendo más allá de su comprensión inmediata.
En otros momentos, cuando los docentes están explicando o hacen una pregunta que los alum
nos no pueden contestar de inmediato, pueden emplear la estrategia de "obtención mediante pis
tas" que consiste en "conseguir" participaciones o respuestas de los alumnos (según sea el caso) por
vía indirecta, mediante pistas visuales o no verbales (incluso pueden ser verbales). Las pistas son
dadas por el maestro de forma estratégica, buscando no decir la respuesta correcta sino sólo insi
nuarla, y queda en el (los) alumno(s) apoyarse en ellas para dar con la respuesta o la idea que se está
solicitando. El uso de dicha estrategia puede justificarse por el hecho de animar a que los alumnos
participen activamente en el proceso de construcción y a que tomen nota de los aspectos relevantes
que se están tratando.
Los profesores también emplean otra clase de estrategias que esencialmente sirven para
retroalimentar o guiar a los aprendices cuando éstos intervienen por medio de participaciones es
pontáneas o respuestas dadas a una pregunta del profesor (categoría b) (véase el cuadro 5.6, donde
se ilustran algunas de las estrategias de esta clase).
Una de las estrategias comúnmente empleadas, que sirven para incorporar las participaciones
de los alumnos en el diálogo es la de confirmación de las mismas (por ejemplo, "sí, lo que acabas de
decir está bien dicho..." [cuando realmente lo sea]). Esta estrategia también sirve para destacar que
lo que ha sido dicho por un alumno, desde el punto de vista del docente, queda legitimado y se
considera correcto.
Otra estrategia, la repetición, también conlleva funciones en el mismo sentido. Consiste en que el
docente repite lo que ha dicho o contestado un alumno con la finalidad de remarcar lo que le parece
que se ha dicho correctamente, y que a su juicio tiene un significado relevante para lo que posterior
mente será aprendido.
La estrategia de reformulación sirve para dar una versión más ordenada o estructurada de lo
que los alumnos han opinado sin la precisión o habilidad suficiente. Aquí el docente integra lo que
hayan dicho uno o varios alumnos, y al mismo tiempo, recompone lo que considera necesario, para
que quede claro cómo es que habrá de comprenderse y aprenderse.
Una estrategia muy similar a la anterior es la de elaboración, que consiste en ampliar, extender o
profundizar la opinión de algún alumno, o de varios, cuyo punto de vista no ha quedado suficien
temente claro o que incluso se ha dicho en forma confusa.
Finalmente, los profesores pueden usar dos estrategias adicionales, cuando las respuestas u
opiniones espontáneas de los alumnos son incorrectas, inexactas o inapropiadas. Éstas son las de
PROFESORA: Bien. Acabamos de leer las instrucciones para el experimento, Gary. Que
remos hablar un poco del equipo de trabajo, ya que vamos a utilizar un felpudo incom
bustible (FRASE DEL TIPO "NOSOTROS..
Um, Debbie, ¿qué pasa con el felpudo incombustible, por qué es importante? Lo ponemos
en la mesa, ¿no? ¿Por qué? (OBTENCIÓN MEDIANTE PISTAS).
PROFESORA: Sí. Porque alguna cosa del experimento podría quemar la mesa, sí. Y por
eso necesitamos el felpudo incombustible (CONFIRMACIÓN/REFORMULACIÓN).
Está hecho de amianto, material que no arde, y esto nos es muy útil, como ustedes saben.
También vamos a utilizar un trípode. Sarah, ¿por qué utilizamos el trípode? ¿Hannah?
(PREGUNTA).
HANNAH: Para colocar, esto, para que puedas colocar el um, el mechero bunsen debajo y
tener algo para que las cosas se apoyen encima.
¿Qué hay que hacerle a un mechero bunsen cuando no lo estás utilizando? (PREGUNTA).
PROFESORA: Hay que pasarlo a una llama amarilla (REPETICIÓN). ¿Por qué esto es
importante, Oliver?
PROFESORA: Para que nadie pase el brazo por la flama, bien (REPETICIÓN/CONFIR
MACIÓN).
rechazar e ignorar, las cuales deben ser empleadas con cierto cuidado, acompañándolas de explica
ciones sobre por qué no se consideran adecuadas.
Como puede apreciarse, todas las estrategias pertenecientes a la categoría b) se pueden colocar
en un continuo que estaría fundado en el grado de precisión que tienen las participaciones de los
alumnos, y sobre cómo éstas pueden ser o no rescatadas para la creación de una versión construida
conjuntamente por el enseñante y los alumnos. Lo que es indiscutible es que todas las estrategias
llegan a servir para señalizar u orientar al alumno sobre qué debe y qué no debe recuperarse para el
aprendizaje como actividad construida, amén de servir a otros fines.
Respecto a las estrategias de la categoría c), éstas ayudan a que los alumnos perciban la conti
nuidad de lo que han venido construyendo desde que iniciaron las actividades de enseñanza y
aprendizaje; también sirven para demostrarles cómo las cosas que se han venido aprendiendo con
anterioridad han mejorado sus niveles de comprensión. De nuevo el uso de estrategias en el discur
so contribuye de manera importante en ello, así como en el proceso de sentar las bases de lo que a
continuación se aprenderá.
Las frases que el profesor utiliza en clase del tipo "N osotros...", donde se involucra él mismo
junto con el grupo clase, es una de las estrategias que se emplean eficazmente para utilizar expe
riencias y / o conocimientos compartidos, logrados en momentos previos de una secuencia o episo
dio didáctico, y para ponerlos en relación con otras cuestiones que se están aprendiendo sobre la
marcha. También ayudan a que los alumnos perciban que se ha logrado compartir una serie de
saberes gracias a la experiencia pedagógica compartida.
Las recapitulaciones literales y las recapitulaciones reconstructivas son otras estrategias que los pro
fesores usan en la clase. Ayudan a restablecer contextos intersubjetivos y, sobre todo, proveen me
dios eficaces para lograr la continuidad (véase también Coll et al., 1992; Edwards y Mercer, 1988;
Lemke, 1997; Mercer, 1997, y Sánchez, Rosales, Cañedo y Conde, 1994). Dichas recapitulaciones son
resúmenes de lo que se ha dicho o hecho y que se considera valioso aprenderse; son ampliamente
reconocidas como recursos discursivos que ayudan y orientan a los alumnos porque ofrecen un
contexto.
En un trabajo interesante, Sánchez, Rosales, Cañedo y Conde (1994; véase también Sánchez,
1993, y Sánchez, Rosales y Cañedo, 1996) intentaron analizar y comparar el discurso expositivo de
profesores expertos y principiantes, partiendo de la idea de que el discurso puede estudiarse como
un texto. De este modo, la perspectiva teórica central de su estudio la constituyen los trabajos que se
han desarrollado desde la teoría de la comprensión de textos, en particular la teoría macroestructural
de Kintsch y Van Dijk (véase capítulo 7 de la presente obra).
Según estos autores el discurso expositivo pedagógico (como cualquier otro acto comunicativo)
se estructura esencialmente por medio del compromiso entre lo "dado" y lo "nuevo".
El problema del discurso expositivo pedagógico, entonces, se traduce en tres aspectos centra
les: a) cómo se ha logrado construir o acordar lo ya dado, b) cómo se desarrollará lo nuevo y, por
último, c) cómo puede el enseñante cerciorarse, mediante actividades evaluativas, de que lo nuevo
realmente se ha aprendido y que en adelante pasará a formar parte de lo ya dado.
Lo nuevo, expresado por medio del discurso, tiene que estructurarse adecuadamente para que
sea comprendido por el alumno. Se debe desarrollar en forma apropiada en los niveles micro, macro
Sin intentar elaborar una reseña minuciosa de dichos trabajos (remitimos al lector interesado a
revisar las obras citadas del grupo de E. Sánchez), lo que nos interesa resaltar son las diferencias
encontradas entre los profesores expertos y los principiantes en la construcción de su discurso
expositivo, a partir de esta propuesta de análisis. De manera simplificada, dichas diferencias encon
tradas son las siguientes:
• Los profesores expertos crean un contexto cognitivo más completo (evocan contenidos verdade
ramente conocidos por los alumnos). Emplean más recursos (por ejemplo, evocaciones, indaga
ciones, uso frecuente de frases tales como: "esto es importante para entender...'') y los usan en
forma estratégica para crear dichos contextos.
• Los profesores expertos estructuran su discurso de información nueva (un discurso dosificado
de ideas) añadiendo una cantidad significativa de repeticiones, ejemplos simples y recapitulaciones,
entre otras cuestiones. Mientras que los profesores novatos muestran una tendencia opuesta:
introducen una cantidad exagerada de ideas nuevas sin apoyos (como los mencionados a nivel
micro y macroestructural) que les den un buen apuntalamiento y sentido.
• Los profesores expertos usan señalizaciones para identificar y presentar ideas o temas nuevos, y para
demostrar la existencia de continuidad temática, con mayor frecuencia y destreza que los prin
cipiantes.
• El uso que los expertos hacen de las repeticiones, etcétera, lo aplican estratégicamente a las ideas
más importantes de su discurso. Por ejemplo, las recapitulaciones se utilizan de manera contigua
a la elaboración de una idea muy relevante en la exposición global.
• Los expertos aplican estrategias evaluativas informales (por ejemplo, preguntas dirigidas a los
alumnos para asegurarse de que "se está comprendiendo") para verificar si se comprenden las
ideas principales de su discurso. Los profesores principiantes casi no realizan evaluaciones.
Como podrá concluirse de los trabajos revisados en esta sección, en el discurso del profesor, sea
que éste se estructure por vía predominantemente expositiva y/o que se desarrolle inmerso en un
diálogo interactivo construido conjuntamente con los alumnos, pueden usarse distintos tipos de
estrategias discursivas en beneficio del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Una vez más, lo importante es que estas habilidades y estrategias discursivas estén presentes y
que, sobre todo, se intente hacer un uso reflexivo y estratégico de las mismas.
Ilustraciones
Las ilustraciones (fotografías, dibujos, pinturas) constituyen uno de los tipos de información gráfi
ca más ampliamente empleados en los diversos contextos de enseñanza (clases, textos, programas
por computadora, etcétera). Son recursos utilizados para expresar una relación espacial esencial
mente de tipo reproductivo (Postigo y Pozo, 1999). Esto quiere decir que en las ilustraciones el
énfasis se ubica en reproducir o representar objetos, procedimientos o procesos cuando no se tiene
la oportunidad de tenerlos en su forma real o tal y como ocurren.
Se han utilizado con mayor frecuencia en áreas como las ciencias naturales y disciplinas tecno
lógicas, no así en áreas como humanidades, literatura y ciencias sociales, donde generalmente, en
comparación con las anteriores, ha sido menor su presencia.
Se ha dicho con cierta agudeza que una imagen vale más que mil palabras; sin embargo, este
refrán debe relativizarse en función de qué imagen, discurso, convenciones e intérpretes sean a
quienes nos estemos refiriendo. Las imágenes serán interpretadas no sólo por lo que ellas represen
tan como entidades pictóricas, sino también como producto de los conocimientos previos, las acti
tudes, etcétera, del receptor.
Precisamente las cuestiones mencionadas son algunas de las características que debemos consi
derar para el buen uso de las ilustraciones, lo cual quiere decir que para utilizar ilustraciones debe
mos plantearnos de una o de otra forma las siguientes cuestiones: a) qué imágenes queremos pre
sentar (calidad, cantidad, utilidad); b) con qué intenciones (describir, explicar, complementar,
reforzar); c) asociadas a qué discurso, y d) a quiénes serán dirigidas (características de los alumnos,
como conocimientos previos, nivel de desarrollo cognitivo, etcétera).
No obstante, es indudable reconocer que las ilustraciones casi siempre son muy recomendables
para comunicar ideas de tipo concreto o de bajo nivel de abstracción, conceptos de tipo visual o
espacial, eventos que ocurren de manera simultánea, y también para ilustrar procedimientos o ins
trucciones (Hartley, 1985).
En los textos, aunque también en las clases escolares, las relaciones establecidas entre discurso
e imágenes pictóricas, muestran una preponderancia a favor del texto, por lo que las ilustraciones
muchas veces sirven para representar algunas cosas dichas en el discurso o bien para complemen
tar, presentando cierta información adicional a lo que el discurso dice.
Retomando la clasificación de Duchastel y Waller (1979) sobre los tipos de ilustraciones más
usuales que pueden emplearse con fines educativos, proponemos las siguientes:
• Descriptiva
• Expresiva
• Funcional
• Algorítmica
Descriptiva
Este tipo de ilustraciones muestran cómo es un objeto físicamente, nos dan una impresión holística del
mismo, sobre todo cuando es difícil describirlo o comprenderlo en términos verbales. Lo importan
te es conseguir que el alumno identifique visualmente las características centrales o definitorias del
objeto. Las figuras A , B y C son ejemplos de ilustraciones descriptivas.
Figura C Enlaces de hidrógeno en: a) la estructura de hoja ¡aplegadaparalela, en la que todas las cadenaspolipeptídicas van en la misma dirección;
y b) hoja apleg ad a antiparalela, en la que las cadenas polipeptídicas van en direcciones opuestas.
Expresiva
A diferencia de las anteriores, las ilustraciones expresivas buscan lograr un impacto en el aprendiz o
lector considerando aspectos actitudinales y emotivos. Lo esencial es que la ilustración evoque cier
tas reacciones actitudinales o valorativas que interesa enseñar o discutir con los alumnos. La figura
D es un ejemplo de este tipo de ilustración.
Figura D Cada año, los desastres naturales causan la muerte de miles de personas.
Otros ejemplos de ilustraciones expresivas son: fotografías de las víctimas de la guerra, la hambruna
o los desastres naturales; fotografías o dibujos de un héroe honrando a la bandera para resaltar
valores patrios.
Construccional
Estas ilustraciones resultan muy útiles cuando se busca explicar los componentes o elementos de una
totalidad ya sea un objeto, un aparato o un sistema. Hay que reconocer que entre las ilustraciones
constructivas y los mapas (por ejemplo, croquis, planos, mapas) hay un continuo y constituyen
toda una veta amplia de información gráfica, que bien podría considerarse aparte (véase Postigo y
Pozo, 1999). Lo importante en el uso de tales ilustraciones es que los alumnos aprendan los aspectos
Capitulo 5 Estrategias de enseñanza pura la promoción de aprendizajes significativos
estructurales que interesa resaltar del objeto o sistema representado. La figura E es un ejemplo de
ilustración construccional.
Figura E Construccional.
Más ejemplos de ilustraciones construccionales son: diagramas de las partes de una máquina; di-fe-
rentes vistas de un transductor neumático; esquema de las partes del aparato reproductor femenino.
Funcional
A diferencia de la anterior, que constituye una representación donde se enfatizan los aspectos es
tructurales de un objeto o proceso, en las ilustraciones funcionales interesa más bien describir
visualmente las distintas interrelaciones o funciones existentes entre las partes de un objeto o sistema para
que éste entre en operación. Así, en estas ilustraciones se muestra al aprendiz cómo se realiza un
proceso o la organización de un sistema, y lo relevante es que aprenda y analice sus funciones
locales y globales. La figura F es un ejemplo de ilustración funcional.
Algorítmica
Este tipo de ilustraciones esencialmente sirve para describir procedimientos. Incluye diagramas don
de se plantean posibilidades de acción, rutas críticas, pasos de una actividad, demostración de re
glas o normas, etcétera.
La intención al utilizar estas ilustraciones es conseguir que los aprendices aprendan procedi
mientos para que después puedan aplicarlos y solucionen problemas con ellos. Un ejemplo se pre
senta en la figura G.
Más ejemplos: diagrama de los primeros auxilios y pasos a seguir para transportar a una persona
fracturada; esquema con los pasos de un procedimiento para elaborar programas de estudio.
Las funciones de las ilustraciones en un texto de enseñanza son (Duchastel y Walter, 1979; Hartley,
1985; Newton, 1984):
■ Permitir la explicación en términos visuales de lo que sería difícil comunicar en forma pura
mente lingüística.
Se cree que las ilustraciones contribuyen de manera importante a generar elementos de apoyo
para construir modelos mentales, sobre los contenidos a los que se refiere la explicación en clase o el
Capitulo 5 Estrategias ele enseñanza para Le promoción de aprendizajes significativos
CREACION DE PLAZAS
N ecesid ades de
D epen d encias creación de
nuevas plazas
N ecesid ades
Estudios Estudio de
de plazas necesidades
administrativos
adicionales
S ecretaria
general
adm inistrativa
Transferencias y
Presupuesto
ajustes . Oficios de
-/
por program a información
presupuéstales
altas/b ajas
Archivo _
de plazas
mm
Figura G Creación de plazas.
texto (véase capítulo 7 de esta obra). Por ejemplo, Mayer (1989) demostró que el empleo de ilustra
ciones (constructivas y funcionales) previo a la exposición de información textual, consistente en
conceptos científicos y de ingeniería, permitían desarrollar modelos conceptuales apropiados, lo
cual mejoraba el aprendizaje (la solución de problemas sencillos) de dicha información.
Asimismo, varios estudios han demostrado que las ilustraciones inducen la formación de imá
genes mentales en los aprendices o lectores quienes las reciben; de hecho, existe evidencia empírica
que demuestra que las ilustraciones se igualan en efectividad con la instrucción explícita para ela
borar imágenes mentales (véase Balluerka, 1995).
Después de una amplia revisión de la literatura realizada por Levie y cois. (Levie y Lentz, 1982;
Anglin, Towers y Levie, 1996; véase también Branden, 1996) sobre el uso de las ilustraciones, se
puede concluir que éstas faciütan el aprendizaje cuando se presentan con materiales textuales. Otras
conclusiones más específicas de interés son las siguientes:
b) Cuando las ilustraciones proveen información redundante al texto facilitan el aprendizaje don
de ocurre tal redundancia.
d) Las ilustraciones pueden utilizarse en ciertas ocasiones como eficaces y eficientes sustitutos de
palabras.
e) Los aprendices pueden fallar para hacer uso efectivo de ilustraciones complejas, a menos que se
les den pistas apropiadas para hacerlo.
f) Las ilustraciones mejoran la disposición del aprendiz y pueden emplearse para evocar reaccio
nes afectivas.
g) En general, el uso de las ilustraciones favorece más a los estudiantes de menor edad y con
escasa habilidad verbal; aunque habría también que tomar en cuenta aquí los estilos cognitivos
y las preferencias de codificación que tienen los alumnos (Hernández y García, 1991).
h) Las ilustraciones suelen ser más útiles para los malos que para los buenos lectores.
i) Las variables de las ilustraciones tales como: tamaño, posición en la página, estilo, color y grado
de realismo llegan a afectar la atención; pero no necesariamente constituyen ayudas adicionales
significativas para el aprendizaje.
Vale la pena reiterar que el simple uso cosmético de las ilustraciones en los textos no conduce a
nada y menos cuando la dificultad del texto es alta, porque surge un efecto distractor más que
facilitador. De este modo, resulta necesario cuidar que las ilustraciones sean utilizadas como verda
deros apoyos de los contenidos que se consideran valiosos a aprender (véase Pérez, Llórente y
Andrieu, 1997).
1. Seleccionar las ilustraciones pertinentes que correspondan con lo que se va a aprender. Es con
veniente tener muy claro qué función desempeñará la ilustración cuando sea utilizada.
2. Incluir ilustraciones que tengan estrecha relación con los contenidos más relevantes que a ense
ñar (Anglin, Towers y Levie, 1996; Hernández y García, 1991). Es necesario colocarlas cerca del
contenido al que se refieren. Es mejor incluir unas cuantas ilustraciones que se relacionen con
las ideas relevantes y entre sí mismas, que incluir demasiadas ilustraciones inconexas o decora
tivas que provoquen saturación.
3. Vincular de manera explícita las ilustraciones con la información que representan. En el caso de
un texto, pueden emplearse pies de figura y referencias a las ilustraciones (por ejemplo: "véase
la figura número 7 donde se observa que..."). Una ilustración inconexa no favorece el aprendi
zaje y el alumno tiende a "saltarla" al revisar el texto.
4. Las ilustraciones a color serán preferibles a las de blanco y negro sólo si esta dimensión añade
información relevante sobre el contenido que se ilustra, o si se busca realzar el atractivo del
material. De no ser así, el color influye poco en el aprendizaje.
6. Es preferible que las ilustraciones sean "autocontenidas" en el sentido de aclarar, por sí mis
mas, qué están representando.7
7. Son preferibles las ilustraciones completas y realistas que las abstractas, sobre todo para el caso
de estudiantes de poca edad.
Capítulo 5 Estrategias de enseñanza para la promoción de aprendizajes significativos
Antes de terminar este apartado, mencionaremos otros recursos representacionales, más allá de
las ilustraciones, que pueden emplearse sobre todo en las aulas; éstos son: las dramatizaciones, los
modelos y lo que algunos autores denominan realia (Eggen y Kauchak, 1999). Dichos recursos son
variedades del continuo constituido entre las representaciones pictóricas y lo real.
Los modelos permiten representar cómo son o funcionan ciertos objetos, procesos o situacio
nes. En cierto modo, son emulaciones especialmente diseñadas a partir de lo que hemos llegado a
saber de la porción de la realidad a la que se refieren.
Así, su función principal como recurso instruccional (diseñado y utilizado por el enseñante) o
de aprendizaje (diseñado por el aprendiz) consiste en ayudar a los aprendices a identificar y com
prender características de lo real que de otro modo resultarían difíciles de entender para ellos.
Dentro de las simulaciones utilizadas en la enseñanza podemos distinguir dos tipos: las simulacio
nes simbólicas y las experienciales (Gredler, 1996). Las simulaciones simbólicas son una forma de
"modelización" posible gracias a los recursos de la tecnología informática.
Una simulación simbólica es una representación dinámica del funcionamiento de algún univer
so, sistema o fenómeno por medio de otro sistema (en este caso la computadora). En particular,
constituye un recurso especialmente valioso para las situaciones pedagógicas.
Por otro lado, las simulaciones experienciales, también conocidas como dramatizaciones, son
representaciones donde el aprendiz puede tener la oportunidad de participar dentro de la simu
lación. Se prestan mucho para emular eventos, acontecimientos o temas sociales. Proponer una
dramatización en clase puede ser una experiencia que motive mucho a los participantes de la mis
ma y a los alumnos en general. Aunque tal vez lleve un poco de tiempo su preparación, los resulta
dos sobre la motivación de los alumnos son más que evidentes.
Finalmente, se encuentra el campo del realia que mientras sea posible, debe abrirse y preferirse
para gozo de los aprendices. No hay nada como los objetos auténticos y tangibles. Todos los recursos
anteriores, incluyendo las ilustraciones, son modos de representar lo real para los alumnos y cada
uno de ellos lo hará con cierto grado de fidelidad y éxito; pero siempre seguirá siendo un sustituto al
que se recurre porque muchas veces los objetos reales no pueden llevarse a las aulas, o porque llevar
una ilustración, un modelo o una simulación puede resultar menos costoso y más práctico.
Capitulo 5 Estrategias de enseñanza pitra la promoción de aprendizajes significativos
Siempre que sea posible y de acuerdo con los fines pedagógicos que se persigan, será mejor
presentar ante los ojos de los alumnos objetos reales y tangibles, que ellos observen y experimenten
directamente.
Gráficas
Las gráficas son otro tipo más dentro de los distintos tipos de información gráfica (véase Postigo y
Pozo, 1999). Se trata de recursos que expresan relaciones de tipo numérico o cuantitativo entre dos
o más factores o variables por medio de líneas, sectores, barras, etcétera.
Las gráficas básicamente son de dos tipos: lógico-matemática (gráficas tipo polígono) y de arre
glo de datos (gráficas tipo histogramas, tipo "pastel", etcétera).
Gráfica lógico-matemática
Otros ejemplos son: gráficas de la curva de la pérdida de la audición en función de la edad y sexo;
gráfica del desarrollo infantil en el área de adquisiciones psicomotoras; gráfica de la variación de la
presión atmosférica en relación con la altitud sobre el nivel del mar.
Para el caso de las gráficas, es menester que los alumnos aprendan cómo interpretarlas (algo que
algunos autores han denominado alfabetización gráfica o graphicacy, véase Postigo y Pozo, 1999), de
lo contrario su utilización como estrategias no tendría ningún sentido para ellos. De hecho, esta
1 9 8 6 -1 9 9 6
Alumnos Personal
docente
alfabetización gráfica se considera cada vez más necesaria en un mundo de información, dentro y
fuera de la escuela, plagado de un sinfín de información gráfica (ilustraciones, gráficas, diagramas,
mapas, planos, etcétera) en todas las áreas del conocimiento.
• Ayudan a comprender mejor las relaciones cuantitativas que si éstas se expresaran en forma
puramente verbal. Es más, muchas relaciones cuantitativas son difíciles de comprender si no se
utilizan las gráficas.
Varias de las recomendaciones en el uso y diseño de las ilustraciones son comunes a las de las
gráficas. A continuación exponemos las más asociadas con estas últimas:
2. Se requiere vincular de manera explícita las gráficas con la información que representan. Es
indispensable rotularlas y aclarar qué fenómenos o variables se están representando.
3. Deberán emplearse dentro del texto pies de figura y referencias a las ilustraciones (por ejemplo:
"véase la gráfica número x que ilustra..."). Una gráfica aislada no le dice nada al alumno o al
lector.
4. Con las ventajas técnicas existentes hoy en día, las gráficas pueden elaborarse en formas
sofisticadas (uso del color, diseño tridimensional, etcétera); pero hay que cuidar que siempre
dejen en claro las relaciones cuantitativas que interesa discutir con los alumnos.
5. Con las gráficas llega a darse el caso de que el texto dependa de lo que la gráfica describe (y no
al revés como con muchas ilustraciones); es decir, la relación verboicónica puede basarse menos
en el texto y más en la gráfica, por tal razón es importante presentar gráficas bien diseñadas y
adjuntar explicaciones adecuadas a ellas, para que, al mismo tiempo que enseñan el contenido
que interesa resaltar, vayan mostrando al alumno-lector cómo hacer una lectura de la misma en
forma apropiada y promoverse así la doble lectura texto-gráfica.
Preguntas intercaladas
Las preguntas intercaladas son aquellas que se plantean al alumno a lo largo del material o
situación de enseñanza y tienen como intención facilitar su aprendizaje. Se les denomina también
preguntas adjuntas o insertadas (Balluerka, 1995; Hernández y García, 1991; Rickards y Denner,
1978; Rickards, 1980).
Esta estrategia de enseñanza ha sido ampliamente investigada sobre todo en el campo del dise
ño de textos académicos. Por tal razón, nuestra exposición se centrará principalmente en el ámbito
de tal modalidad.
Las preguntas intercaladas, como su nombre lo indica, se van insertando en partes importantes
del texto cada determinado número de secciones o párrafos, de modo que los lectores las contestan
a la par que van leyendo el texto.
Los dos primeros procesos son los que se encuentran más involucrados en el uso de las pregun
tas, y si éstas se elaboran correctamente (preguntas de alto nivel) es factible abarcar los tres.
Según Rickards y Denner (ob. cit.) es posible identificar varios factores críticos en su uso: a) la
posición, b) la frecuencia, c) el nivel de procesamiento que demandan y d) la interacción entre ellos.
En relación con la posición que guardan con el contenido a aprender, las preguntas se clasifican
en prepreguntas y pospreguntas.
Las prepreguntas se emplean cuando se busca que el alumno aprenda específicamente la infor
mación a la que hacen referencia (aprendizaje intencional), por lo que su función esencial es la de
focalizar la atención sobre aspectos específicos. En tanto que las pospreguntas deberán alentar a que
el alumno se esfuerce en ir "más allá" del contenido literal (aprendizaje incidental), de manera
que cumplan funciones de repaso, o de integración y construcción.
El número de párrafos en que deberán intercalarse las preguntas, por supuesto, no se halla
establecido; el diseñador lo seleccionará considerando que se haga referencia a un núcleo de conte
nido importante.
La frecuencia de las preguntas dentro de un texto también se fija a criterio, advirtiéndose que
conviene no abrumar al aprendiz con un número exagerado de ellas. Además, se ha comprobado
que el factor frecuencia no parece ser tan relevante, puesto que lo más importante es la calidad de
las preguntas que se elaboran.
Respecto al nivel de procesamiento que demanda la pregunta, podemos identificar, por un lado,
las preguntas que inducen un procesamiento superficial de la información, en tanto que solicitan al
lector el recuerdo literal y de detalles sobre la información (preguntas factuales o reproductivas); y
por otro lado, las que promueven el procesamiento profundo por que demandan la comprensión
inferencial, la aplicación y la integración de la información (preguntas implícitas y constructivas).
Al comparar la eficacia de estas dos clases de preguntas en el recuerdo y comprensión de la infor
mación, se ha demostrado que las preguntas que exigen un nivel de procesamiento profundo de
información son las que producen un mayor recuerdo de la información leída (Hernández y García,
1991).
Por lo general, en los libros de texto las preguntas intercaladas se redactan bajo la modalidad de
reactivos de respuesta breve o completamiento; aunque es posible emplear, siempre que sea perti
nente, otros tipos de reactivos, o bien, referirse a respuestas de tipo ensayo o a actividades de otra
índole.
Al mismo tiempo que se introducen las preguntas, se le puede ofrecer al aprendiz retroalimenta-
ción correctiva (es decir, se le informa si su respuesta a la pregimta es correcta o no y por qué). En ese
sentido, las preguntas intercaladas también pueden ayudar a supervisar el avance gradual del lec
tor-estudiante, cumpliendo funciones de evaluación formativa.
Por lo anteriormente expuesto, es posible afirmar que las principales funciones de las pregun
tas intercaladas son (véase Hernández y García, 1991):
■ Asegurar una mejor atención selectiva y codificación de la información relevante de un texto
(especialmente en las prepreguntas).
La parte sur de Mala puede ser descrita como un desierto. Las lluvias acumuladas son de
menos de dos pulgadas al año. El suelo es rocoso y arenoso, y durante el verano las tem
peraturas han llegado a ser hasta de 57° centígrados.
La historia de Mala ha estado marcada por la explotación. Los primeros esclavos fue
ron forzados a salir de Mala para ser llevados a Europa en 1860. Cuando los europeos
llegaron a colonizar Mala, nunca les pagaron a los nativos por la tierra que ocuparon.
Antes de la llegada de los europeos, tribus de árabes nómadas frecuentemente saqueaban
Mala.
d) ¿Por qué se afirma que las condiciones geopolíticas de Mala no la han hecho progresar
social y económicamente?
• La pregunta c) es una pospregunta que requiere que el alumno haga una inferencia y
conozca el significado del término colonialismo.
1. Es conveniente su empleo cuando se trabaja con textos extensos que incluyen mucha informa
ción conceptual, o cuando se demuestra que es difícil para el alumno inferir cuál es la informa-
ción principal o integrarla globalmente. Se recomienda hacer un análisis previo de las partes
del texto que contienen la información central o identificar los contenidos que interesa que los
lectores-alumnos aprendan, para posteriormente hacer una inserción apropiada y pertinente
de las preguntas, ya sea antes o después de los párrafos, según sea lo que interese resaltar o
promover.
4. Se sugiere dejar al alumno un espacio para escribir la respuesta. Esto es más conveniente que
sólo pedirle que la piense o verbalice.
5. Se deben proporcionar instrucciones apropiadas (pueden ponerse al inicio del texto) al lector
sobre cómo manejar las preguntas intercaladas, indicándole que no las salte.
6. Tienen que ofrecer retroalimentación correctiva si se desea monitorear el aprendizaje del alum
no. Es conveniente no presentarle en forma inmediata o adyacente la respuesta, para no inducir
a su simple copia; puede prepararse una sección especial con la retroalimentación.
Resumen
Una práctica muy difundida en todos los niveles educativos es el empleo de resúmenes sobre el
material que se habrá de aprender. No debemos olvidar que como estrategia de enseñanza, el resu
men será elaborado por el profesor o el diseñador de textos, para luego proporcionárselo al estu
diante como una propuesta mejor organizada del cúmulo de ideas que ya se han discutido o ex
puesto.
Un resumen es una versión breve del contenido que habrá de aprenderse, donde se enfatizan
los puntos más importantes de la información. Dicho en términos de Kintsch y Van Dijk un resu
men alude directamente a la macroestructura de un discurso oral o escrito (véase capítulo 7). Para
construir la macroestructura de un texto es necesario aplicar las macrorreglas de supresión, genera
lización o construcción (véase cuadro 5.10 que se refiere a las macrorreglas) (Kintsch y Van Dijk,
1978; Sánchez, 1993; Van Dijk o Kintsch, 1983).
Para elaborar un resumen de un texto cualquiera, se tiene que hacer necesariamente una
jerarquización de la información contenida en él, en términos de su importancia (dicha jerarquización
en ocasiones está claramente marcada en el texto original, pero en otras no y corre a cargo del
procesamiento del lector).
Se supone que la información de mayor nivel de jerarquía, es decir, aquella que se considera de
mayor importancia, será la información mejor recordada. A este efecto se le ha denominado en la
CUADRO 5.10 M acrorreglas para la elaboración
de la m acroestructura (resúm enes)
• Suprimir información que puede ser importante, pero que es redundante o repetitiva.
Ejemplo tomado del primer párrafo del texto "El ciclo del agua en la naturaleza" (véase más
adelante):
El agua que existe en la naturaleza, distribuida en mares, ríos, manantiales y lagos (supresión de
información secundaria), puede cambiar de estado por la acción de diversos factores del medio
(supresión de información redundante), y así pasar del estado gaseoso al líquido o al sólido en una
serie de transformaciones que forman un ciclo.
Macrorregla de generalización
En el texto se habla de estados “gaseoso", "líquido" y "sólido", lo cual puede sustituirse por un concep
to supraordinado, por ejemplo "estados de la materia".
En los distintos párrafos finales (párrafos del tercero al sexto), se habla de las fases del ciclo
del agua, lo cual puede expresarse del siguiente modo si aplicamos la macrorregla de cons
trucción:
"Las distintas fases del ciclo del agua son manifestaciones de cambios de un estado a otro de
la materia."
Así, en la elaboración del resumen, los lectores deben ser sensibles a los distintos tipos de infor
mación en la jerarquía del texto procesado, para proceder seleccionando los contenidos clave omi
tiendo paralelamente la información trivial y de importancia secundaria (aplicación de las
macrorreglas de supresión). Aunque también deben realizar operaciones más sofisticadas de con
densación, integración y de construcción de la información (macrorreglas de generalización y cons
trucción), sobre todo cuando se trata de discursos largos y complejos.
Estas macrorreglas se aplican en forma inteligente (razón por la cual se les ha denominado
también macroestrategias) sobre la microestructura del texto constituyendo así la macroestructura.
Además, es posible aplicar las macrorreglas (si así se desea) en forma recursiva no sólo al discurso
original (o a su microestructura) sino también a las distintas versiones macroestructurales ya cons
truidas.
Aun así, aparte todavía es necesario realizar un trabajo de redacción para darle coherencia a la
información seleccionada y condensada utilizando expresiones globales metasemánticas (por ejemplo
"este discurso tratará sobre. . "el tema más relevante es. . "lo esencial...", etcétera), indicadores
de resumen o reformuladores recapitulativos ("para resumir...", "en pocas palabras. . . "en suma...",
"en conclusión.. etcétera) y/o de relevancia (véase el uso de adverbios ponderativos tales como:
"esencialmente.. "especialmente...", y expresiones como "recalcar...", "hay que hacer hincapié...",
etcétera) (véase Álvarez, 1998; Portolés, 1998).
Un buen resumen debe comunicar las ideas de manera expedita, precisa y ágil. Puede incluirse
antes de la presentación del texto o de una lección, en cuyo caso sería una estrategia preinstruccional;
o bien, aparecer al final de estos elementos, funcionando como estrategia postinstruccional. Pero
también es posible construirlo en forma acumulativa, en conjunción con los alumnos durante la
secuencia de enseñanza, en cuyo caso fungiría como estrategia coinstruccional.
■ Ubicar al alumno dentro de la estructura u organización general del material que se habrá de
aprender.
Por lo general, un resumen se elabora en forma de prosa escrita, aunque también llega a dise
ñarse esquemáticamente numerando o marcando las ideas principales; o bien, representándolo con
ciertos apoyos gráficos (cuadros sinópticos o mapas que expresen los conceptos más importantes y
sus relaciones; véase más adelante).
El agua que existe en la naturaleza, distribuida en mares, ríos, manantiales y lagos, puede
cambiar de estado por la acción de diversos factores del medio, y así pasar del estado gaseoso
al líquido o al sólido en una serie de transformaciones que forman un ciclo.
Durante la evaporación, el agua pasa del estado líquido al gaseoso; este fenómeno se realiza
principalmente por la acción de los rayos solares sobre las capas superficiales del agua. Al
pasar al estado gaseoso, el agua sube en forma de vapor a las capas superiores de la atmósfera.
La filtración consiste en el paso del agua a través de la tierra; es abundante cuando cae en
bosques y ayuda a constituir depósitos de agua subterráneos. Las corrientes que se forman
brotarán en manantiales que permitirán satisfacer necesidades humanas.
En la fase de escurrimiento una parte del agua que cae, corre de las partes altas a las bajas,
formando los ríos y arroyos que llegarán al mar. De esta manera se cierra el ciclo del agua.
Conceptos esenciales del texto: a) ciclo, b) ciclo del agua, c) cambio de estado, d) evaporación, e)
condensación,/) precipitación, g) filtración y h) escurrimiento.
El agua que se encuentra en la naturaleza puede pasar de un estado físico a otro (SUP del 1er párrafo)
formando un ciclo (GEN) que se repite periódicamente" (SUP del 2o párrafo/CONS).
{"En resumen, durante este ciclo, el agua pasa primero del estado líquido al gaseoso (evaporación)
debido al calor de los rayos solares (SUP del 3er párrafo). Después, el vapor formado se convierte en
gotas que forman nubes (condensación), y cuando estas gotas se unen, caen por su propio peso (precipi
tación) (SUP/CONS: 4o párrafo). Por último, una parte de esta agua es absorbida por la tierra (filtra
ción); mientras que otra corre a través de ella para llegar al mar, donde el ciclo comienza de nuevo
(escurrimiento). (SUP/CONS: 5o y 6o párrafos)} (CONS).
1. Diseñar resúmenes cuando el material que habrá de aprenderse sea extenso y contenga infor
mación con diferentes niveles de importancia; es decir, cuando pueda jerarquizarse toda la in-
2. En el caso contrario, cuando el material de por sí ya viene condensado o casi está conformado
por información clave, más que elaborar un resumen puede convenir darle una organización
alternativa al contenido, empleando una estrategia de organización gráfica (un cuadro sinópti
co o un mapa conceptual).
Organizadores gráficos
Ampliamente utilizados como recursos instruccionales, los organizadores gráficos se definen como
representaciones visuales que comunican la estructura lógica del material educativo (Armbruster,
1994; Trowbridge y Wandersee, 1998; West, Farmer y Wolff, 1991).
Son de gran utilidad cuando se quiere resumir u organizar corpus significativos de conocimien
to y pueden emplearse, como estrategias de enseñanza, tanto en la situación de clase como en los
textos académicos. También es posible enseñar a los alumnos a utilizarlos como estrategias de apren
dizaje. La efectividad en ambos casos ha sido ampliamente comprobada en la mejora de los proce
sos de recuerdo, comprensión y aprendizaje sea por vía textual o escolar (véase revisiones de
Armbruster, ob. cit.; Ogle, 1990; West, Farmer y Wolff, ob. cit.).
Existe una amplia variedad de organizadores y también varios intentos de clasificación desa
rrollados en la literatura especializada (véase al respecto Trowbridge y Wandersee, ob. cit.; West,
Farmer y Wolff, ob. cit.).
En este apartado vamos a centrarnos en sólo algunos tipos de organizadores gráficos, ya que
otros se tratarán en distintos apartados de este mismo capítulo (los mapas y redes conceptuales son
para algunos autores organizadores gráficos al igual que los "organizadores textuales").
Por tales razones, nos limitaremos a presentar aquí los distintos tipos de cuadros sinópticos
(también llamados: marcos, grillas o tramas) y los diagramas simples que jerarquizan la informa
ción.
Un cuadro sinóptico proporciona una estructura coherente global de una temática y sus múlti
ples relaciones. Organiza la información sobre uno o varios temas centrales que forman parte del
tema que interesa enseñar.
Sirven para diseñar la instrucción o como estrategia de enseñanza para textos o su empleo en
clase. También los alumnos pueden aprender a elaborarlos para ser utilizados como estrategias de
aprendizaje.
El llenado de las celdas se realiza por el docente o el diseñador de un texto según sea el caso.
Pero también es factible que los alumnos lo lleven a cabo de forma individual, en pequeños grupos
o colectivamente con el grupo-clase, conformándose dinámicas distintas en cada caso.
Existen básicamente dos tipos de cuadros sinópticos: simples y de "doble columna". Los prime
ros se elaboran en forma un tanto "libre" de acuerdo con la especificidad de los aspectos semánticos
de la información que va a ser organizada; y los segundos, con base en ciertos patrones de organiza
ción prefijados (véase Armbruster, ob. cit.; Harrison, 1994).
Para construir un cuadro sinóptico simple sólo basta con saber cuál es la información central
que interesa destacar. Esta información central son los tem a s o c o n c e p to s p r in c ip a le s que en el cuadro
se desarrollarán en función de ciertas v a ria b les o c a ra cterística s. En este sentido, una primera tarea
básica para su elaboración consiste en identificar los temas o conceptos, y lo que se quiere decir en
tomo a ellos.
Para el diseño del cuadro propiamente dicho, se recomienda que los femas c e n tra le s o c o n c e p to s
se pongan como etiquetas en la parte izquierda de las filas (de arriba a abajo) y que en la parte
cla v e
superior de las columnas se coloquen las etiquetas de las id ea s o v a ria b les q u e d e s a rr o lla n d ic h o s tem a s
(de izquierda a derecha). En un momento determinado los temas también llegan a incluir subtemas
que se añadirán subdividiendo las filas correspondientes.
Hay ocasiones en que es recomendable colocar los temas en las columnas (cuando sólo son dos
temas que interesa por ejemplo comparar) y las variables en las filas (cuando son muchas varia
bles).
Para lograr un buen diseño y así ayudar a que los alumnos comprendan más fácilmente la
lógica del cuadro, se deben tomar en cuenta los aspectos siguientes: 1) analizar cuál es la distribu
ción que conviene para su mejor comprensión, 2) que los temas clave que interesa revisar o discutir
sean señalizados de algún modo (uso de mayúsculas, negrillas, color, etcétera) para que se distin
gan de las variables, y 3) seguir las convenciones que nos rigen en la escritura occidental al hacer el
prellenado o el llenado de los cuadros, es decir, escribir de derecha a izquierda, de arriba abajo y de
lo simple a lo complejo.
El cuadro 5.11 muestra un ejemplo de cómo elaborar un cuadro. En este caso nos interesa orga
nizar la información sobre los distintos tipos de memoria. Para ello, es necesario identificar los tipos
de memoria porque constituirán los temas de nuestro interés para la elaboración del cuadro. Se
trata de los siguientes: memoria sensorial, memoria a corto plazo y memoria a largo plazo.
CUADRO 5.11 Ejemplo de un cuadro sinóptico simple
C a p a c id a d D u ra ció n M odo P é rd id a
d e a lm a c e n a je d e a lm a c e n a je d e la in fo rm a c ió n
Para dichos temas de información es vital desarrollar cada una de las variables siguientes: ca
pacidad de almacenaje, duración de almacenamiento, modo de almacenaje y tipo de pérdida de la
información.
Los tipos de memoria los colocamos en la parte derecha de las filas (de arriba abajo y de la más
simple a la más compleja) y las etiquetas de las variables mencionadas en la parte superior de las
columnas (de izquierda a derecha). De esta forma el cuadro queda como se indica areriba.
Así, en el cuadro 5.11, se analiza cada tema por separado (por ejemplo, analizar las característi
cas de la memoria sensorial en relación con las variables de interés). Al mismo tiempo podrán
establecerse comparaciones entre los tres tipos de memoria (por ejemplo, ofrecer ejemplos, sacar
implicaciones, etcétera); también, lograr una visión de conjunto de todo el sistema para enfatizar,
por ejemplo, la complejidad del sistema global, comparando las tres columnas y considerando to
das las variables.
Armbruster (ob. cit.) comenta que la facilidad para elaborar un cuadro depende tanto de los
conocimientos previos pertinentes a la temática general (y los distintos temas que la componen)
que posee la persona que lo elabora, como de la habilidad para identificar las variables o ideas que
se desee representar en el mismo.
Por otro lado, los cuadros sinópticos de doble columna (véase Harrison, ob. cit.) siguen cierto
formato organizacional basado en las relaciones que representan. De este modo, una vez identifica
do el tema o categoría central, es posible elaborar cuadros sinópticos donde las columnas expresen
las siguientes relaciones:
• Causas/Consecuencias
• Gusto/Disgusto
• Teoría/Evidencia
• Problema/Solución
• Antes/Después
• Acciones/Resultados
Las variables o categorías de las filas pueden ser aquellas que interese desarrollar para el tema
central. Los siguientes cuadros representan ejemplos de cuadros sinópticos de doble columna:
Económicas
Políticas
Sociales
Psicogenética
(Piagetiana)
Como podrá notarse, ios cuadros sinópticos anteriores están constituidos por "dos columnas"
en las que se expresa la relación central que interesa resaltar. Las relaciones mencionadas arriba son
algunas de las más típicamente empleadas en las situaciones de enseñanza y en los libros de textos
de diferentes disciplinas o áreas curriculares. Para el cuadro 5.12 de doble entrada "causa/conse-
cuencia", la temática fue el "Movimiento de Independencia" y las variables (que se siguen colocan
do en las filas) serían los aspectos económicos, políticos y sociales. En el cuadro 5.13, la temática fue
"Teorías evolutivas que explican la autorregulación".
Otra modalidad de los cuadros la constituyen los llamados cuadros C-Q-A (véase Ogle, 1990).
Dichos cuadros de tres columnas han sido ampliamente utilizados con buenos dividendos en el
aprendizaje de los alumnos.
La estructura y función del cuadro C-Q-A se realiza del siguiente modo (véase cuadro 5.14):
b) A continuación se pide que se preparen los cuadros C-Q-A con tres columnas y dos filas (hojas
de trabajo).
c) La primera columna se denomina "Lo que se conoce" (se simboliza con la letra C) y se utiliza
para anotar lo que ya se sabe en relación con la temática, ya sea que se trate de hechos, concep
tos o descripciones, a manera de lista o clasificados.
d) La segunda columna sirve para anotar "Lo que se quiere conocer o aprender" (se corresponde
con la letra Q).
e) En el espacio de la tercer columna se anota "Lo que se ha aprendido", aunque también puede
ponerse simultáneamente, si se desea, "Lo que falta por aprender" (se representa con la letra A).
Capítulo 5 Estrategias ele enseñanza para let promoción de aprendizajes significativos
L o q u e s e q u ie r e
Lo q u e se cono ce c o n o c e r /a p r e n d e r L o q u e s e ha a p re n d id o
(C ) (Q) (A )
( A n o t a r e n f o r m a d e listad o (T o m a r n o ta s o b re lo q u e ( A n o t a r lo q u e s e ha
lo q u e sa b e e n re la c ió n c o n s e q u ie r e a p r e n d e r .) a p re n d id o /lo q u e fa lt a p o r
la te m á tica .) a p r e n d e r .)
El llenado del cuadro C-Q-A se realiza durante todo el proceso de instrucción. Las dos primeras
columnas deben llenarse al inicio de la situación de enseñanza-aprendizaje, para provocar que los
alumnos logren activar sus conocimientos previos y desarrollen expectativas apropiadas. La tercer
columna puede irse llenando durante el proceso instruccional o al término del mismo.
La comparación y relación entre las primera y tercera columnas, evidentemente, resulta útil
para establecer un enlace más claro entre los conocimientos previos y el reconocimiento de la infor
mación nueva que se ha aprendido. Y, en general, las tres columnas permiten que los alumnos
reflexionen y tomen conciencia (metacognitiva) de lo que no sabían al inicio de la situación
instruccional y lo que han logrado aprender al término del proceso, además de cómo se relaciona
una cosa con la otra.
Cada alumno va llenando su tabla individualmente o por grupos pequeños. También el profe
sor puede colocar un cuadro en el pizarrón o un acetato, donde se integren las participaciones de los
alumnos.
En varios trabajos, se demuestra que los cuadros C-Q-A se han empleado como estrategia de
aprendizaje (Ogle, 1990; Wray y Lewis, 2000); aunque también se utilizan como estrategia de ense
ñanza. De hecho, pueden ocuparse primero como estrategia de enseñanza interactiva, para organi
zar lo que se sabe y lo se ha aprendido, y posteriormente enseñarle a los alumnos cómo usarlos en
la clase o cuando se enfrenten a textos académicos. La enseñanza como estrategia de aprendizaje se
efectúa según las recomendaciones plasmadas en el capítulo 6.
1. No use los cuadros de forma indiscriminada; altérnelos con algún otro tipo de organizador
gráfico.2
2. Dos preguntas centrales en la elaboración de los cuadros sinópticos de cualquier clase serían las
siguientes: a ) ¿Cuáles son las categorías, grupos o ejemplares importantes de información aso-
ciados con la temática que se va a representar? y b) ¿Cómo podrían subdividirse tales catego
rías, grupos o ejemplares? (Véase Armbruster, 1996.)
4. Emplee los cuadros sinópticos de diversas formas: preséntelos llenos por completo, llénelos
con los alumnos en una situación interactiva, presénteles el formato y que los alumnos realicen
el llenado, o simplemente solicíteles que los diseñen y elaboren por completo. Los distintos
usos comentados nos permiten interpretar a los cuadros sinópticos (como sucede con otras
estrategias, por ejemplo, los resúmenes escritos, los mapas conceptuales, los organizadores tex
tuales, etcétera) como recursos de enseñanza y aprendizaje en el más amplio sentido: en unas
ocasiones con la tendencia a ser utilizados como genuinas estrategias de enseñanza y, en otras,
como potentes estrategias de aprendizaje.
Finalmente, existen otros organizadores gráficos muy utilizados en las escuelas y en los textos que
también sirven para organizar la información, los más conocidos son los "diagramas de llaves", los
"diagramas arbóreos" y los "círculos de conceptos". En todos estos casos, la información se organi
za de modo jerárquico, estableciendo relaciones de inclusión entre los conceptos o ideas, por lo que
constituyen organizadores alternativos a los mapas conceptuales, aunque carecen de algunos bene
ficios que estos últimos tienen (los mapas especifican más las relaciones entre conceptos, incluyen
relaciones cruzadas, etcétera).
Objetivos
Organizadores previos
Preinstruccionales
Actividad generadora
de información previa
Señalizaciones
Estrategias Coinstruccionales Ilustraciones
de enseñanza Analogías
Mapa conceptual
Resúmenes
Postinstruccionales Mapa conceptual
Organizadores gráficos
Energía solar Energía del viento Agua Oxígeno Animales Medio Energéticos Minerales
domésticos silvestre
Los diagramas de árbol se elaboran estableciendo las relaciones jerárquicas de arriba hacia aba
jo (como en la figura 5.3) o de abajo hacia arriba (por ejemplo, en los diagramas de árbol muy
usados en biología que explican las taxonomías o la evolución de las especies).
Por otro lado, un ejemplo de círculo de conceptos es el de la figura 5.4. Siendo un poco más
explícitos para el caso de los círculos de conceptos, algunos autores han propuesto ciertas recomen
daciones para su elaboración (Trowbridge y Wandersee, 1998, p. 113). De éstas, las más importantes
son las siguientes:
• Considere que el círculo debe tener una etiqueta que representa dicho concepto.
• Para demostrar relaciones inclusivas puede dibujar un círculo pequeño dentro de un círculo
mayor. Cada círculo deberá tener su propio concepto y etiqueta.
Los conceptos que sean mutuamente excluyentes deben representarse por círculos separados.
MONEI
PROTISTAS
ANIMAL
SERES
VIVOS
FUNGI
• Cuando quiera mostrar características comunes entre conceptos dibuje círculos sobrelapados
parcialmente (círculos en intersección) y etiquete en forma apropiada.
• Puede utilizar el tamaño en los círculos representados para indicar el nivel de especificidad de
cada concepto o la cantidad relativa de instancias.
• El título que describe al diagrama debe colocarse en la parte superior del mismo. Se recomienda
incluir una oración explicativa debajo del diagrama.
Como podrá observarse, cada uno de los tres tipos anteriores de diagramas presentan jerar
quías de información sobre temas, categorías o conceptos. En ellos, existe un concepto o idea central
inclusora y una serie de ideas que establecen relación de inclusión.
Los diagramas son de muy fácil elaboración y no sólo se utilizan como estrategias de enseñanza
para organizar la información nueva, sino que también es posible motivar a los alumnos para que
los usen como estrategias de aprendizaje.
Mapas y redes conceptuales
De manera general, se afirma que los mapas y las redes conceptuales son representaciones gráficas
de segmentos de información o conocimiento conceptual.
Como estrategias de enseñanza, por medio de dichas técnicas representamos temáticas de una
disciplina científica, programas de cursos o currículos; además podemos utilizarlas como apoyos
para realizar procesos de negociación de significados en la situación de enseñanza (presentarle al
aprendiz los contenidos curriculares que aprenderá, está aprendiendo o ya ha aprendido). Así, el
docente los emplea, según lo requiera, como estrategias p r e , co o posfinstruccionales.
Los mapas y las redes poseen algunas similitudes; aunque también ciertas diferencias que va
mos a exponer a continuación.
Al vincular dos conceptos (o más) entre sí se forma una proposición. Ésta se encuentra consti
tuida por dos o más conceptos relacionados por medio de un predicado o una o varias palabras de
enlace (ya sea verbos, adverbios, preposiciones, conjunciones, etcétera). Las palabras de enlace expre
san el tipo de relación existente entre dos conceptos o un grupo de ellos. A su vez, cuando vincu
lamos varias proposiciones entre sí, formamos auténticas explicaciones conceptuales.
En términos gráficos, para construir un mapa conceptual, los conceptos se representan por elipses
u óvalos llamados n o d o s , y los nexos o palabras de enlace se expresan mediante etiquetas adjuntas a
lín ea s (relaciones de jerarquía) o f l e c h a s (relaciones de cualquier otro tipo).
Con un ejemplo sencillo explicaremos con más facilidad todas estas ideas presentadas hasta
aquí. Tomemos los conceptos más relevantes del texto "El ciclo del agua en la naturaleza" e intente
mos representarlos por medio de un pequeño mapa conceptual (véase figura 5.5).
De este modo, tenemos un pequeño mapa conceptual, formado por varios conceptos, con dife
rentes niveles de inclusión que establece relaciones semánticas entre sí.
Como ya hemos dicho, en los mapas conceptuales los conceptos y proposiciones se organizan
formando jerarquías. Lo anterior quiere decir que se colocan los conceptos más inclusores o los más
generales en la parte superior del mapa; y en los niveles inferiores, los conceptos subordinados a
éstos. En el ejemplo m encionado, el concepto "ciclo del agua" es un concepto inclusor y
supraordinado en relación con varios conceptos. Pero, a su vez, está subordinado a otro llamado
ciclo, el cual es de mayor nivel de inclusión que todos ellos. Por su parte, los conceptos "evapora
ción" y "precipitación", por ejemplo, son conceptos que pertenecen al mismo nivel, por lo que se
denominan coordinados. Por último, cada uno de los conceptos del mapa se vincula entre sí por
líneas con palabras de enlace; por ejemplo, la frase que realiza el vínculo entre los conceptos "ciclo
F ig u ra 5.5 M a p a de conceptos clave d e l texto '‘E l ciclo d e l agua en la naturaleza".
del agua", "filtración" y "escurrimiento" en el mapa es: "se compone de"; por lo que con tales
conceptos y la frase de enlace formamos la siguiente proposición: "el ciclo del agua se compone
de... filtración... y escurrimiento".
Las redes conceptuales o semánticas también son representaciones entre conceptos; pero a dife
rencia de los mapas no necesariamente se organizan por niveles jerárquicos. La configuración más
típica que resulta en las redes conceptuales es la denominada de "araña" (un concepto central y
varias ramificaciones radiales que expresan proposiciones), aunque también pueden darse estruc
turas de "cadena" (conceptos que se enlazan encadenados unidireccionalmente, por ejemplo, de
derecha a izquierda o de arriba abajo) o híbridas (Jones, Palincsar, Ogle y Carr, 1995; West, Farmer y
Wolff, 1991).
Otra diferencia, quizá más distintiva con respecto a los mapas conceptuales, consiste en el gra
do de flexibilidad para rotular las líneas que relacionan los conceptos. En el caso de los mapas
conceptuales, no existe un grupo fijo de palabras de enlace o símbolos para vincular los conceptos
entre sí; mientras que para el caso de las redes sí los hay (véase Dansereau, 1985; Posner, 1979). Una
última diferencia radica en que las relaciones entre conceptos se indican por medio de flechas que
expresan el sentido de la relación.
Por ejemplo, Dansereau y sus colaboradores (Dansereau, 1985; Holley y Dansereau, 1984) han
identificado tres tipos básicos de relaciones semánticas entre conceptos, objetos o procesos: relacio
nes de jerarquía, de encadenamiento y de racimo (cuadro 5.15).
Relaciones de jerarquía
Símbolo:
La co rtez a c e r e b ra l es u n a p a rt e d e l en céfa lo .
Símbolo: t
Palabras clave identificables: " tip o d e ” , " e je m p lo d e " , " h a y n tipos d e " , " e s u n a cla se de'
Relaciones de encadenamiento
Conexión: sucesión
Símbolo: s
Palabras clave identificables: " a n te s q u e " , " p r im e r o q u e " , “ d e s p u é s q u e' 'p o s te rio r a '
'La e d u c a c ió n bá sica es a n te s la e d u c a c ió n m ed ia .
• Se refiere a las relaciones donde los conceptos o procesos conte
R e la c ió n d e c a u sa lid a d .
nidos en un nodo causan necesaria y suficientemente la realización de otro concepto o
proceso incluido en otro nodo.
Conexión: causa
Símbolo: ca
" L o s p ro c es o s e d u c a t iv o s c a u s a n h o m b r e s e d u c a d o s ."
3. R elacion es de racim o
Símbolo: a
Símbolo: c
Palabras clave identificables: " c a ra cterística d e " , " t i e n e " , " e s u n ra s g o d e "
“ L a d is p o s ic ió n p a ra a p r e n d e r e s u n a c a ra cterística
d e l a p r e n d iz a je s ig n ific a t iv o ."
Conexión: evidencia
Símbolo: e
v ir u s V I H es u n a e v id e n c ia d e S I D A .
Las funciones de los mapas y las redes conceptuales son las siguientes:
■ Permiten representar gráficamente los conceptos curriculares (que se van a revisar, que se están
revisando o se han revisado) y la relación semántica existente entre ellos. Ello le permite al
alumno aprender los conceptos, relacionándolos entre sí según dos códigos de procesamiento:
visual y lingüístico (semántica).
■ Permiten la negociación de significados entre el profesor y los alumnos; esto es, mediante el
diálogo guiado por el profesor, se pueden precisar y profundizar los significados referidos a los
contenidos curriculares. En este mismo sentido, es posible animar y enseñar a los alumnos a
que elaboren sus propios mapas o redes (según sea el caso) de manera individual o en peque
ños grupos, y luego discutirlos mutuamente (Novak y Gowin, 1988; Ontoria, 1992).
■ Si el profesor los utiliza adecuadamente, pueden coadyuvar a que los alumnos relacionen con
más facilidad los asuntos vistos en sesiones anteriores con los nuevos temas que se revisen.
■ Con los mapas y las redes es posible realizar funciones evaluativas; por ejemplo, para explorar
y activar los conocimientos previos de los alumnos y/o para determinar el nivel de compren
sión de los conceptos revisados (véase capítulo 8).
2. Clasifíquelos por niveles de abstracción e inclusividad (al menos dos niveles); esto le permitirá
establecer las relaciones de supra, co o subordinación existentes entre los conceptos.
Capitulo 5 Estrategias de enseñanza para la promoción de aprendizajes significativos
3. Identifique el concepto nuclear. Si es de mayor nivel de inclusividad que los otros (generalmen
te es así), ubíquelo en la parte superior del mapa; si no lo es, destáquelo con im color especial
(este paso puede hacerse simultáneamente con el anterior).
6. Reelabore el mapa cuando menos una vez más; volver a hacerlo permite identificar nuevas
relaciones no previstas entre los conceptos implicados.
7. Si va a ocuparlo con los alumnos, acompañe la presentación o uso del mapa con una explicación.
En la figura 5.6 se observa un ejemplo de mapa conceptual y otro de red semántica utilizando los
mismos conceptos.
2. Identifique el concepto nuclear; luego encuentre y establezca relaciones entre el concepto nu
clear y los restantes conceptos, según las tres categorías básicas propuestas (jerarquía, secuen
cia y racimo), utilizando las convenciones establecidas (uso de flechas y simbolismos para cada
tipo de relación semántica).
Algunas recomendaciones para el empleo de mapas o redes conceptuales son las siguientes:
1. Antes de utilizar los mapas o las redes en la situación de enseñanza, asegúrese de que los alum
nos comprendan el sentido básico de los dos recursos —es indudable que la comprensión de lo
que es una red implica un tiempo mayor por el número de convenciones implicadas— . Aun
cuando sean elaboradas y utilizadas por el profesor, es necesario hacer comentarios introductorios
o, de ser posible, tener algunas sesiones previas con ejemplos vistos en clase.
2. Procure involucrar los conceptos principales; no haga mapas o redes enormes que dificulten la
comprensión de los alumnos. Pondere usted mismo el grado de complejidad y profundidad
necesario.
3. Puede llevar preparados los mapas o las redes a la clase (en acetato o en un cartel) o elaborarlos
frente a los alumnos. En tal caso puede, si así lo desea, aprovechar la situación para enseñar a
los alumnos cómo elaborarlos y, de esta manera, los utilicen ellos mismos como estrategias de
aprendizaje.4
Estrategias
cognitivas
Estrategias Estrategias
eaborado elaborado
de aprendizai de enseñanzi por
Alumno Profesor
pueden ser pueden ser
Imagen Mapa
mental conceptúa]
RED SEMÁNTICA
Imagen Organizador
Elaboración Preinstruccional
mental previo j
Mapas 1
Coinstruccional
conceptualesi
aprendizaji enseñanza.
gura 5.6 Ejemplos de m apa conceptualy red semántica utilizando los mismos conceptos.
Capitulo 5 Estrategias de enseñanza para la promoción de aprendizajes significativos
5. Sugerimos que introduzca con sus alumnos (o los lectores del texto diseñado) sólo una de las
dos modalidades de representación gráfica (especialmente si se trata de alumnos de educación
básica); debe utilizar la que ofrezca la mayor aportación a sus necesidades didácticas. Las redes
suelen servir más para trabajar con contenidos de ciencias naturales y disciplinas tecnológicas;
mientras que los mapas son más útiles para casi todas las disciplinas, incluyendo ciencias socia
les y humanidades.
6. Puede emplear cualquiera de los dos recursos al nivel que se lo proponga (clase, tema, unidad,
capítulo, curso, texto, etcétera), aclarando a cuál se refiere, para ayudar al alumno a tener un
contexto conceptual apropiado de las ideas revisadas o que se revisarán.
7. A partir de las partes de un mapa determinado para una unidad didáctica, es posible construir
nuevos mapas donde se profundicen los conceptos (por ejemplo, a la manera de los niveles de
elaboración sugeridos en la teoría de la elaboración de Reigeluth). Algunos autores (Trowbridge
y Wandersee, 1998) comentan que al relacionar varios micromapas (que generalmente represen
tan contenidos conceptuales a nivel de una sesión) es posible estructurar macromapas, los cuales
representan conceptos centrales de temas o unidades de un curso o hasta de un curso mismo.
En este sentido, los micromapas también son útiles como recursos instruccionales, proporcio
nándoles a los alumnos una visión de conjunto de Corpus significativos de contenidos concep
tuales de un curso, y ayudándolos a contextualizar los aprendizajes conceptuales. También es
posible construir mapas progresivos, que consisten en poner en relación distintos micromapas,
con los que se puede documentar las construcciones logradas por los aprendices (por ejemplo,
relacionar varias sesiones secuencialmente; o para documentar cómo ha ocurrido un proceso
de cambio conceptual) y en señalar explícitamente la forma en que los conceptos entran en
relación, después de completado un episodio, tema, unidad temática, etcétera.
8. No emplee en exceso estos recursos, pues a sus alumnos les resultaría tedioso y, por tanto,
perderían su sentido pedagógico.
Organizadores previos
De acuerdo con Mayer (1982), el contexto ideacional creado por la introducción de conceptos
inclusores relevantes (cuando no estén presentes en los conocimientos previos) o su movilización
(cuando estén presentes) debe ser acompañado de la utilización activa por parte del alumno para
lograr una adecuada asimilación de la nueva información.
Los organizadores previos deben introducirse en la situación de enseñanza antes de que sea
presentada la información nueva que se habrá de aprender; por ello se considera una estrategia
típicamente preinstruccional. Se recomiendan cuando la información nueva que los alumnos van a
aprender resulta larga, difícil y muy técnica (Hernández y García, 1991).
Es importante no confundir al organizador previo con el resumen. Como señalamos, este últi
mo se estructura a partir de lo más importante del propio contenido que se ha de aprender; mien
tras que el primero se configura con base en ideas o conceptos de mayor nivel de inclusión o gene
ralidad que los que se presentarán en la información nueva a aprender. De igual manera, un
organizador previo debe distinguirse de las típicas introducciones anecdóticas o históricas que sue
len presentarse comúnmente en los textos, las cuales muchas veces no presentan conceptos inclusores
relevantes sino datos fragmentarios que no le sirven al aprendiz-lector para asimilar el contenido
de aprendizaje.
Hay dos tipos de organizadores previos: los expositivos y los comparativos (García Madruga,
1990). Los primeros se recomiendan cuando la información nueva que se va a aprender es descono
cida por los aprendices; los segundos, cuando se está seguro de que los alumnos conocen una se
rie de ideas parecidas a las que se habrán de aprender. Así establecerán comparaciones o contrasta-
dones.
No hay que olvidar que, en ambos casos, las ideas o los conceptos que establecen el puente
cognitivo (de similar nivel de inclusión que los conceptos de la información nueva para el caso de los
comparativos y de mayor nivel para el de los expositivos) deben crear el contexto o el soporte
ideacional necesario para la posterior asimilación de los contenidos.
■ Activar o crear conocimientos previos pertinentes para asimilar la información nueva a apren
der.
■ Proporcionar así un "puente" al alumno entre la información que ya posee con la que va a
aprender.
■ Ayudar al alumno a organizar la información que ha aprendido y que está aprendiendo, consi
derando sus niveles de generalidad-especificidad y su relación de inclusión en clases, evitando
la memorización de información aislada e inconexa.
Por lo común, los organizadores previos se elaboran en forma de pasajes o textos en prosa;
aunque son posibles otros formatos como los organizadores visuales en forma de mapas, gráficas o
"redes" de conceptos, donde éstos se diagraman para ilustrar sus relaciones esenciales.
Revisemos ahora un ejemplo de organizador previo elaborado para el tema "El ciclo del agua en
la naturaleza". Confróntelo con el resumen del mismo y observe que el resumen se diseñó a partir de
los conceptos definidos en el texto; mientras que el organizador se desarrolló con los conceptos "ci
clo" y "cambio de estado", que son más generales y engloban a los conceptos definidos.
Ciclos de la naturaleza
Habrás observado que en la naturaleza existen fenómenos que se repiten siempre en el mismo
orden. Por ejemplo, fíjate lo que pasa con las estaciones del año: siempre se presentan en el
mismo orden formando un ciclo. Siempre encontrarás que al terminar la primavera seguirá el
verano y al terminar éste, el otoño y después el invierno y nuevamente llegará la primavera.
Se pueden encontrar muchos ciclos en la naturaleza. Otro ejemplo de ciclo es lo que suce
de cada 24 horas con el hombre: cada día la gente se encuentra despierta y realiza múltiples
actividades; pero al llegar la noche necesita descansar durmiendo para poder al día siguiente
estar despierta y activa, y en la noche volver a dormir.
2. No confundir el hecho de que el organizador previo es más inclusivo y general que el texto, con
la suposición de que, por ello, será más difícil de leer y comprender. Por el contrario, el organi
zador debe formularse con información y vocabulario familiares para los aprendices.
3. No realizar organizadores demasiado extensos de tal manera que el alumno los perciba como
una carga excesiva y decida "saltarlos" o les preste escasa atención.
4. Es conveniente elaborar un organizador previo para cada núcleo o unidad específica de mate
rial de aprendizaje, para que, de esta forma, posea la pertinencia deseable.
5. Cuando el texto resulte muy complejo y se desee desarrollar organizadores para alumnos de
poca edad o con un nivel académico bajo, es conveniente emplear apoyos (como ilustraciones,
mapas, redes, etcétera), en vez de sólo presentar un simple pasaje en prosa.
6. No elaborar organizadores previos para materiales de aprendizaje que ya contienen una intro
ducción o información de contexto bien secuenciada o elaborada.
7. Tampoco deben emplearse los organizadores cuando se aprenderán datos o hechos desorgani
zados o sin una vinculación clara entre sí.
8. No considerar que el mero hecho de presentar el organizador será suficiente para mejorar el
aprendizaje de los alumnos; es mejor si discute el tema con ellos.
a) Elabore un inventario con los conceptos centrales que constituyen la información nueva
que habrá de aprenderse.
b) Identifique aquellos conceptos que engloben o incluyan a los conceptos centrales (o que
sean del mismo nivel de inclusión que los más importantes en la información que se habrá
de aprender). Estos conceptos (supraordinados o coordinados) son los que servirán de con
texto y/o apoyo para asimilar los nuevos; hay que recordar que éstos deben preferente
mente ser parte de los conocimientos previos de los alumnos.
c) Puede elaborar un mapa conceptual para identificar y reconocer las relaciones entre los
conceptos supraordinados (base del organizador previo) y los conceptos principales de la
información nueva que habrá de aprenderse.
d) El desarrollo de estos conceptos de mayor nivel de inclusividad constituirá la base del or
ganizador previo. En su confección, ya sea puramente lingüística y/o visual, deje en claro
las relaciones entre estos conceptos y la información nueva; igualmente anime a los alum
nos a explorar lo más posible dichas relaciones.
Analogías
El empleo de analogías es muy popular y frecuente: cada nueva experiencia tendemos a relacionar
la con un conjunto de conocimientos y experiencias análogas que nos ayudan a comprenderla.
Capitulo .5 Estrategias de enseñanza para la promoción de aprendizajes significativos
Una analogía es una proposición que indica que un objeto o evento es semejante a otro (Curtis y
Reigeluth, 1984; Glynn, 1990). Se manifiesta cuando:
■ Dos o más objetos, ideas, conceptos o explicaciones son similares en algún aspecto; aunque
entre ellos puedan existir diferencias en otro sentido.
■ Cuando una persona extrae una conclusión acerca de un factor desconocido sobre la base de su
parecido con algo que le es familiar.
De acuerdo con varios autores (Curtis y Reigeluth, ob. cit.; Dagher, 1998; Glynn, ob. cit.), una
analogía se estructura de cuatro elementos: a) el tópico o concepto blanco que se va a aprender, que,
por lo general, es abstracto y complejo; b) el concepto vehículo (o también llamado análogo) con el
que se establecerá la analogía; c) los términos conectivos que vinculan el tópico con el vehículo; d) la
explicación que pone en relación de correspondencia las semejanzas entre el tópico y el vehículo.
Según Glynn (ob. cit.), una analogía será eficaz si con ella se consigue lograr el propósito de
promover un aprendizaje con comprensión del tópico. Para valorar la eficacia, se consideran los
siguientes aspectos: a) la cantidad de elementos comparados, b) la similitud de los elementos com
parados y c) la significación conceptual de los elementos comparados.
Como estrategia de enseñanza, se recomienda considerar los siguientes pasos para su aplica
ción (Dagher, ob. cit.; Glynn, ob. cit.):
2. Evocar el vehículo cuidando que sea familiar y concreto para el alumno. Aquí se solicita la inter
vención de los alumnos para que comiencen a buscar las similitudes y se vayan perfilando las
conclusiones.
4. Emplear algún recurso visual (por ejemplo, un diagrama, un mapa conceptual) en el que se
plasmen e integren las similitudes identificadas en la comparación (véase cuadro 5.16).
5. A partir de las comparaciones y contrastaciones, derivar una serie de conclusiones sobre el apren
dizaje logrado del tópico.
6. Indicar los límites de la analogía (el vehículo se parece al tópico pero no es igual), reconociendo
que lo más importante es aprender el tema.
7. Evaluar los resultados determinando el conocimiento que los alumnos lograron sobre los atri
butos importantes del tópico e identificar los errores que pudieron derivarse del uso de la ana
logía.
La similitud entre el tópico y el vehículo generalmente produce que entre ellos haya un concep
to supraordinado que los subsuma o los incluya. Es importante identificar dicho concepto porque
permitiría el establecimiento de nuevas analogías alternativas, que podrían servir en un momento
dado para enriquecer la comprensión de los alumnos. Por ejemplo, en una supuesta analogía crea-
Capitulo 5 Estrategias de enseñanza para la promoción de aprendizajes significativos
CUADRO 5.16
Tópico Vehículo
1.
2.
3.
4.
Cabe hacer hincapié, una vez más, en que esta estrategia de enseñanza debe emplearse sólo
cuando la información que se va a aprender se preste para relacionarla con conocimientos aprendi
dos anteriormente, si y sólo si el alumno los conoce bien. Puesto que el hecho de que el alumno
relacionara la información nueva con datos sueltos o endebles, provocaría confusiones y no se jus
tificaría el uso de la estrategia. Por ejemplo, si se está trabajando sobre el mismo sistema circulatorio
humano y, al tratar de facilitar el aprendizaje, el docente establece como sistema análogo el funcio
namiento de un lavabo y su tubería, pidiendo al alurruno comparar ambos, siendo que los alumnos
no saben casi nada del funcionamiento del lavabo, la supuesta analogía no favorecerá el aprendizaje.
Por último, tampoco hay que confundir las analogías con los ejemplos. Estos últimos son ins
tancias de un concepto determinado; mientras que la analogía es una comparación entre dos o más
conceptos en relación con sus características o elementos componentes.
• Proporcionar experiencias concretas o directas que preparen al alumno para experiencias abs
tractas y complejas.
Ciertas analogías son empleadas reiteradamente por los docentes. Entre ellas, son muy conoci
das la comparación del esqueleto humano con el armazón de un edificio, el cerebro con una compu
tadora, la representación del DNA con una cremallera, el científico con un detective, el flujo sanguí
neo con el funcionamiento de una tubería, el ojo humano con una cámara fotográfica, el sistema
nervioso humano con un sistema de comunicación, la célula biológica con una fábrica, etcétera.
Ejemplos de analogías:
"L a e stru ctu ra y fu n cio n es d e n u estras célu las (T Ó P IC O ) p u ed en co m p ararse co n una fáb rica (V E
H ÍC U L O ). (Inicia E X P L IC A C IÓ N ) E l p ro ceso d e m an u factu ra se asejneja (C O N E C T IV O ) co n el p ro ce
so de v id a que se realiza e n la fábrica. L o s p ro d u cto s fin ales so n los co m p o n e n te s q u e fo rm an las m ú l
tiples partes de la cé lu la ... La oficina p rin cip al y el d ep artam en to de p lan eación de n u estra célu la-fábrica
es el n ú cleo . El n ú cleo es el cen tro de control de la célu la: su p erv isa to d o lo que llega a e lla ..
1. Asegúrese de que el vehículo ciertamente contenga los elementos pertinentes (los que interesa
enfatizar) con los cuales se comparará con el tópico y que exista similitud entre ellos.
2. Cerciórese de que el contenido o situación con la que se establecerá la analogía sea comprensi
ble y conocida para el alumno, de otra forma, la analogía será confusa y no significativa.
4. Vigile que la analogía no "vaya demasiado lejos" en el sentido de ir más allá del punto de
similitud, pues esto la invalida.
5. Explique al alumno las diferencias y limitaciones de la analogía propuesta. Se debe saber hacer
uso de la analogía y reconocer en qué momento es necesario desprenderse de ella.
7. Anime a los alumnos, después de que se hayan familiarizado con la estrategia, a construir con
juntamente con usted las analogías y luego a que lo hagan en forma colectiva (en pequeños
grupos) o autónoma.
Los textos poseen una estructuración retórica que les proporciona organización, direccionalidad y
sentido. A dicha organización de las ideas contenidas en el texto, de acuerdo con la teoría
Capitulo 5 Estrategias de enseñanza para la promoción de aprendizaje>significativos
macroestructural de Kintsch y Van Dijk (1978), se le conoce como superestructura textual, aunque
también se le suele denominar patrón o estructura de textos. Una superestructura se refiere, entonces,
a la forma de organización del texto y no tanto al contenido (el cual tiene que ver directamente con la
micro y macroestructura).
En general, los autores de los textos además de preocuparse sobre cómo expresar adecuada
mente las ideas que les interesa comunicar, utilizando distintas estrategias discursivas y cuidando
aspectos como la coherencia temática, seleccionan y utilizan determinadas superestructuras para
agrupar las ideas que desean expresar, con la intención de mejorar la lectura, la comprensión y el
aprendizaje del lector.
Por su parte, cuando el lector se aproxima a un texto, atiende a los significados proporcionados
por éste y usando sus conocimientos previos construye el texto base y el modelo de la situación
(Van Dijk y Kintsch, 1983; Van Dijk, 1993; véase capítulo 7). Pero también (y gracias a ello puede
construir sobre todo el texto base) procede identificando los aspectos y las claves organizativas o
superestructurales que el autor del texto decidió seleccionar para comunicar sus ideas. Esta habili
dad para detectar las claves de organización superestructural ha sido denominada por algunos
autores como conocimiento o sensibilidad a la estructura del discurso oral o escrito, y se desarrolla
en la medida en que vamos interactuando con los diferentes géneros y estructuras textuales.
Se supone que la destreza de algunos lectores para procesar la estructura de los textos se debe
básicamente a una mejor internalización de su superestructura (en forma de esquema organizati
vo) y a un uso estratégico de las claves retóricas que los acompañan, lo cual afecta en forma positi
va los procesos de codificación y recuperación de la información contenida en el texto (Horowitz,
1985).
En la actualidad se conocen con un cierto grado de detalle las estructuras de los textos narrati
vos (en particular cuentos populares, historietas, fábulas, etcétera), de los textos expositivos (colec
ción, secuencia, comparación-contraste, causa-efecto o covariación y problema-solución o aclarato
rio) y de los textos argumentativos (véase Gárate, 1994; Meyer y Freddie, 1984; Richgels y cois.,
ob. cit.).
Textos narrativos
En la década de los setenta surgió toda una línea de investigación sobre el estudio del procesamien
to de la lectura de los textos narrativos, llamada la "gramática de historias" (véase Fitzgerald, 1991;
Hernández y Rojas-Drummond, 1989). En dicha línea, se elaboró un planteamiento teórico
y metodológico que impulsó de forma notable el estudio de los procesos de comprensión de la
lectura.
Los textos narrativos tienen como función principal divertir y, en algunos casos, dejar una ense
ñanza moral al lector (por ejemplo, las fábulas). Sobre los aspectos estructurales de los cuentos
populares, fábulas, cuentos de hadas, etcétera (otros tipos de textos narrativos son la novela, el
drama, el género policiaco, etcétera. Véase Fitzgerald, ob. cit.), podemos decir en términos genera
les lo siguiente (véase Gárate, 1994):
1. Un texto narrativo está compuesto principalmente por un escenario y una trama o secuencia de
episodios.
3. Posterior a ello, se presentan uno o más episodios constituyendo la trama. Cada episodio se
encuentra compuesto por una secuencia de eventos que constituyen un principio, un desarrollo
y un final.
4. Al principio del episodio ocurre un evento inicial, que generalmente le ocurre al personaje prin
cipal, creándole un problema que dispara toda la secuencia de acontecimientos siguientes.
5. En el desarrollo ocurren básicamente tres tipos de eventos: a) una reacción que consiste en una
respuesta del personaje al evento inicial, que lo puede obligar a crear una meta como respuesta
interna (un proyecto del personaje para salir avante del problema creado por el evento inicial),
b) posteriormente un intento, que es algo que hace el personaje como producto de la reacción
(meta), y c) un resultado (consecuencia del intento que puede o no resolver el problema).
6. En la parte final del episodio puede ocurrir una resolución del problema como producto de la
trayectoria m eta------ j- intento-----» resultado, que se denomina final. 7*
7. Un texto narrativo tiene distintos episodios que se van organizando entre sí por medio de rela
ciones temporales y/o causales. Cuando la historia se encuentra basada en relaciones témpora-
F ig u r a 5 .7 Diagrama de árbol de texto narrativo.
les su estructura es más flexible, en comparación con la estructura causal que le provee de una
organización más rígida. Esto trae importantes consecuencias en el recuerdo de la información
de la historia (Hernández, 1987).
8. Una forma típica de estructuración de los episodios es lo que se llama secuencia de desarrollos
repetidos, que consiste en que el personaje intenta varias acciones antes de conseguir solucio
nar el problema que le provocó el evento inicial, repitiéndose recurrentemente la secuencia de
reacción compleja (m eta)------> intento------> resultado.
9. Por estas razones, se afirma que los textos narrativos tienen como punto central de la trama un
esquema de solución de problemas compuesto de la cadena reacción compleja (m eta)------¡» intento
------* resultado; es decir, al personaje principal le ocurre algo, se plantea una meta y a través de
distintos medios (acciones, intentos, relaciones con otros personajes) pretende solucionarlo (con
seguir o evitar algo) (Gárate, ob. cit.). Muy probablemente tal cadena de eventos lo vuelve más
recordable.10
10. El estilo utilizado por los textos narrativos se caracteriza por usar ciertas formas retóricas. Por
ejemplo en la parte del escenario se usan frases estilísticas tales como "Había una vez. . y en
otras partes del texto, algunas frases como "el m ás.. .que haya existido jamás".
LA BICICLETA
Escenario Había una vez un niño que se llamaba Antonio al que le gustaba
mucho andar en bicicleta.
Primer episodio
Evento inicial Un día, se fue por un camino que nunca había visto antes
Meta interna
Reacción Y se puso muy triste quedándose al lado del camino, sin saber qué
hacer.
Segundo episodio
Textos expositivos
Los textos expositivos son otro tipo de discurso quizá más complejo por su grado de abstracción y
arreglo lógico. Slater y Graves (1990) mencionan que no es fácil definir un texto expositivo; no
obstante, proponen que éste debe poseer cuatro características, a saber:
• Tiene como función principal presentar al lector información de distinto tipo (teorías, predic
ciones, limitaciones, generalizaciones, conclusiones, personajes, fechas, etcétera)•
• Son "directivos" en el sentido de proveer al lector de una guía basada en claves explícitas.
Este tipo de textos son continuamente utilizados en la prosa de distintas ciencias naturales
(física, biología, entre otras), sociales (historia, geografía, etcétera) y otras disciplinas (por ejemplo,
matemáticas, administración). Se dice que la expositiva es la superestructura predominante en los
textos académicos, desde los ciclos finales de la educación básica hasta la educación universitaria.
De hecho, los textos científicos son en esencia expositivos; aunque pueden asumir diferentes géne
ros (por ejemplo, el reporte científico, la monografía, el ensayo, etcétera).
Aunque existe un debate respecto a cuántas estructuras textuales pueden identificarse (véase
Slater y Graves, ob. cit.), varios autores concuerdan en señalar que los textos expositivos asumen
cinco tipos de superestructuras (véase Alonso, 1991; Horowitz, 1985a y b; Meyer, 1984; Richgels et
a l, 1988; Richgels, McGee y Slaton, 1990; Sánchez, 1993; Slater y Graves, 1990), a saber: descripción
(enumeración, colección), secuencia, comparativo, covariación y problema-solución. Cada tipo de texto
se asocia con ciertos marcadores de discurso (o palabras clave). (Véase Portolés, 1998.)
A continuación, realizaremos una breve descripción de cada uno de los tipos de texto expositivo
con un ejemplo sencillo, presentando un esquema (organizador gráfico textual) elaborado en tres
niveles principales jerarquizados: nivel tópico, nivel de ideas principales (relación retórica) y nivel de
información de detalles (véase Richgels y cois., 1988).
El nivel tópico, de mayor jerarquía, corresponde a la idea principal del texto; generalmente se
coloca en la parte introductoria del texto a nivel explícito, o en ocasiones de forma sugerida o implícita.
El nivel siguiente, el de las ideas principales, alude a su característica retórica, es decir, repre
senta el tipo específico de relación estructural que predomina en él y que de algún modo lo caracte
riza porque éste varía en cada tipo de texto. Por lo general, la presentación de la relación retórica
estructural y los marcadores de discurso que la apoyan, constituye la parte más sustancial en conte
nido y se encuentra en lo que podría llamarse el desarrollo del texto.
El nivel jerárquico más bajo se refiere a la información de detalle que extiende la información
retórica esencial del nivel inmediato superior. Dicha información amplía la relación retórica. Po
dríamos pensar que la relación retórica predominante de un texto constituye el armazón del mismo;
y la información de detalle, el relleno necesario para profundizar en su comprensión. Evidentemen
te, la información de detalle también se encuentra desarrollada a lo largo del texto.
Por último, un buen texto debe incluir una sección final de conclusión que cierra el texto. Sin
embargo, no todos los textos requieren de dicha sección, especialmente cuando se trata de textos
expositivos breves. En textos largos o complejos sí es recomendable considerarla, bajo la forma de
recapitulación o resolución.
Otra parte importante es el título, el cual debe ser claro, pertinente e informativo en el caso de
textos expositivos educativos. Un buen título debe tener una relación esencial con el tópico del texto
y con la información retórica superestructural.
1. Texto descriptivo
Este tipo de superestructura está organizada asociativamente alrededor de un tema específico, ar
ticulando en forma subordinada una serie de características, atributos o propiedades particulares.
Capitulo 5 Estrategias tie enseñanza para la promoción de aprendizajes significativos
Los atributos llegan a presentarse en forma de mera asociación (descriptivo tipo simple), o bien, con
mayor organización retórica, ya sea enumerando cada atributo y presentándolos claramente en
forma de lista (descriptivo enumerativo), o agrupándolos en categorías o clases (descriptivo de
colección o de agrupación).
Los marcadores de discurso en los textos descriptivos son los conectores aditivos tales como:
"además...", "aparte...", "incluso...".
En los descriptivos enumerativos los marcadores de discurso son más claros, puesto que cons
tituyen expresiones ordenadoras que indican explícita o implícitamente la enumeración de las cate
gorías presentadas en el texto alrededor del tema básico. Pueden ser: "en primer término...", "en
segundo lugar...", "por último...".
También son claras las palabras clave en los descriptivos de colección o agrupación, tales como:
"hay varias... qu e...”, "una primera clase...", "un primer tipo...”, "un segundo tipo”, "otra clase...”, etcé
tera.
Cabe recordar que todos estos textos agrupan la información sin un orden secuencial rígido (la
información puede ser intercambiable de lugar o de orden en el texto). Los textos descriptivos son
muy empleados en definiciones, biografías, cartas, narraciones y como partes importantes de textos
informativos de diversa índole.
Existen tres tipos de conocimiento que se encuentran incluidos en nuestra MLP: el primero es el
conocimiento declarativo; el segundo, el conocimiento de estrategias y procedimientos; y el terce
ro, el conocimiento metacognitivo.
2. Texto de secuencia
En este tipo de superestructura las ideas se organizan por medio de un orden cronológico. El víncu
lo entre los componentes es estrictamente temporal (no son intercambiables en su orden de apari
ción); por esta razón algunos autores le denominan superestructura de orden temporal. Las palabras
clave en los textos de secuencia son aquellas que expresan semánticamente un orden de eventos,
sucesos o acciones en el tiempo. Algunas de ellas son: "primero...", "segundo...", "acto seguido...",
"posteriormente...", "después...", "por último...", etcétera.
Para elaborar un organizador anticipado se sugiere: primero, partir de un inventario de los con
ceptos o ideas que son objeto de estudio del material de aprendizaje; posteriormente, se identifica
rán los conceptos supraordinados, es decir, los que son más inclusivos o que dan contexto al tema
del nuevo material de aprendizaje; por último, se redactará el organizador anticipado, sobre la
base de los conceptos supraordinados, teniendo en cuenta que debe usarse un vocabulario familiar
para el alumno.
3. Texto comparativo
Las palabras clave son: "a semejanza — diferencia— de", "desde un punto de vista... desde otro
punto de vista", "se asemejan...", "se distinguen...", "es similar a...", etcétera. También se usan los
marcadores llamados conectores contraargumentativos: "sin embargo...", "en c a m b i o . " p o r el con
trario...".
4. Texto de covariación
La superestructura de este tipo de textos se fundamenta en una relación retórica del tipo causa-
efecto (un evento o antecedente causa a otro evento o consecuente). Casi siempre, se presenta la
causa y una serie de explicaciones que la vinculan al efecto. También es posible que se presenten
varias causas (presentadas en forma secuencial o en forma interactiva) y un solo efecto, o una sola
causa y varios efectos. Las palabras clave son todas aquellas que expresan una relación semántica
de covariación (marcadores de discurso llamados ordenadores consecutivos): "la causa principal es...",
"por esta razón...", "la consecuencia es...", "un efecto es...", "otro efecto es...", "por tanto...", "en conse
cuencia...”.
TEXTO DE COVARIACION
Nivel tópico
5. Texto de problema-solución
TEXTO DE PROBLEMA-SOLUCION
Nivel tópico
Estas superestructuras expositivas que acabamos de describir brevemente se presentan en los tex
tos desde el nivel de párrafo, sección o capítulo.
En los textos comunes suelen encontrarse algunas veces en sus formas puras o ideales; pero en
la mayoría de las ocasiones se encuentran implícitas, encubiertas o mezcladas unas con otras.
Por desgracia, la mayor parte de los textos instruccionales, además de tener las carencias o
problemas ya mencionados (véase la sección de señalizaciones en este capítulo), tienen una inade
cuada estructuración, lo cual provoca que en muchos casos las superestructuras no queden sufi
cientemente claras a los lectores, ya sea porque el autor no ha sabido hacer uso de ellas o porque las
presenta en forma oscura, provocando que la comprensión y el aprendizaje de la información con
tenida se vean seriamente afectados.
1. Los niños están más familiarizados con los discursos narrativos desde temprana edad. Todos
los cuentos populares, los cuentos de hadas y leyendas (presentados primero en forma oral y
posteriormente por vía escrita), e incluso las historietas a las que se enfrentan por medio de la
televisión o los cómics (con modalidad oral, visual y/o escrita), siguen un patrón superestructural
similar, aunque con ciertas variantes. Por tanto, la comprensión y el recuerdo de dicho tipo de
textos desde la niñez suelen ser mejores en comparación con otros (véase puntos 3 y 4).
2. Sin embargo, se reconoce que en los textos narrativos, algunos factores llegan a influir en forma
importante en la comprensión, entre otros: la modalidad (los resultados son mejores en el caso
de la presentación oral que escrita), la complejidad, la canonicidad, el contenido, los conoci
mientos previos, los aspectos socioafectivos y los factores socioculturales (Hernández, 1987;
Hernández y Rojas-Drummond, 1989; Gárate, 1994; León, 1986).3
4. En general, se acepta que existe una mayor dificultad para la comprensión y recuerdo de textos
expositivos, en comparación con los textos narrativos. Se ha demostrado en varios trabajos
(véase revisión de Balluerka, ob. cit.) que: a) los textos expositivos exigen más esfuerzo cognitivo
(por elemplo, más procesos atencionales, mayor tiempo de lectura en las frases) y despiertan
menos interés que los textos narrativos; y b) la elaboración de inferencias resulta mucho más
probable en la lectura de textos narrativos que en la de textos expositivos; de hecho, algunos
autores sostienen que la generación de inferencias en los textos narrativos es más automática,
mientras que en los textos expositivos tiende a ser más reflexiva y controlada.
5. No existe un acuerdo total sobre las diferencias debidas a la edad para comprender los cinco
tipos de textos expositivos. A partir de los años correspondientes a los últimos grados de la
educación básica, parece que se va adquiriendo la sensibilidad necesaria para identificar las
superestructuras expositivas en los textos (primero en los textos descriptivos de colección y
enumerativos y después en los de covariación, comparativo adversativos, y problema-solu
ción). De hecho, la tendencia de los lectores más pequeños, quienes no demuestran mucha
sensibilidad a las superestructuras expositivas, es recordar los textos expositivos (por ejemplo,
un texto causal o de problema-solución) como un mero listado de ideas, lo cual afecta seriamen
te la comprensión de las relaciones entre ideas.
6. Como ya se ha insinuado, son las diferencias individuales las que se tornan más claras; es decir,
a partir de la niñez tardía y durante toda la adolescencia, los buenos lectores comienzan a dis
tinguirse por la sensibilidad para identificar y hacer uso de las relaciones retóricas (identifican
do las relaciones de primer orden y utilizando los marcadores sintácticos), primero en el campo
de la comprensión de textos y un poco más tardíamente en el campo de la composición escrita.
Los malos lectores nuevamente tienen dificultades para identificar las superestructuras —espe
cialmente las más complejas— cuando leen y tienden a utilizar la estrategia de listado en su
recuerdo.
7. En todo momento se debe tener presente la importancia de varios factores que se sabe influyen en
el procesamiento de los textos expositivos, a saber: su complejidad, su canonicidad, la relación de
la temática abordada con los conocimientos previos o con el interés despertado en el lector y los
factores culturales implicados en ella (Gárate, 1994; Horowitz, 1985; Richgels y cois., 1987).
1. Proporcionar un discurso escrito (u oral) mejor estructurado. Éstos, como ya hemos comenta
do, llegan a redundar en el aprendizaje y en el recuerdo del contenido expresado. Es menester
recordar una vez más que la significatividad u organización lógica de los materiales de apren
2. Aplicar, a partir de la estructura textual, varios tipos de estrategias de enseñanza. Por ejemplo,
a partir de los elementos estructurales de los textos es posible:
3. Por último, enseñar a los alumnos la estructura de los textos narrativos y expositivos como un
tipo de conocimiento esquemático-estratégico (véase la llamada "estrategia estructural", en el
capítulo 7 de la presente obra) para mejorar el aprendizaje, comprensión y composición de
textos. Este debe ser el fin último: convertir dichos recursos en estrategias poderosas para la
comprensión y composición de textos.
Las estrategias de enseñanza que hemos presentado aquí no necesariamente tienen que utilizarse
cuando se trata de enseñanza expositiva.
Cuando Ausubel (1978) defendió este tipo de enseñanza frente a otras modalidades como la
enseñanza basada en el aprendizaje por descubrimiento, hizo una serie de especificaciones que no
han sido bien consideradas, o han sido mal aplicadas o interpretadas incorrectamente por quienes
dicen utilizarla.
De acuerdo con Ausubel la enseñanza expositiva es recomendable por encima de otras pro
puestas de enseñanza (especialmente para aprendices de mayor edad) si y sólo si: se parte y estruc
tura con base en los conocimientos previos de los alumnos, se le da una organización apropiada al
contenido (de lo general a lo particular o detallado y de lo simple a lo complejo), se le proporciona
una cierta significatividad lógica y psicológica a la información nueva que se pretende enseñar, se
utilizan ciertas estrategias de enseñanza (por ejemplo, organizadores previos), y se garantiza y
se promueve el esfuerzo cognitivo-constructivo de los alumnos (véase Hernández y Sancho, 1993,
así como el capítulo 2 del presente trabajo). Según Ausubel, la toma en consideración de éstos y
otros aspectos hace posible que ocurran aprendizajes significativos por recepción en la enseñanza
expositiva.
cia de enseñanza expositiva se basa en la presentación de contenidos en forma oral, con escasas
posibilidades de explicación alternativa, de retroalimentación y de interacción con los alumnos,
quienes suelen ser receptores pasivos de la información proporcionada, lo cual redunda en un apren
dizaje superficial y una mala comprensión de los contenidos presentados.
Pese a los recientes hallazgos y las nuevas propuestas en el área instruccional, es una reali
dad que la enseñanza expositiva sigue siendo un recurso ampliamente utilizado por los docentes,
porque les permite enseñar grandes cantidades de corpus de conocimiento y porque constituye una
estrategia necesaria para grupos numerosos de alumnos, con quienes las posibilidades de interac
ción se ven seriamente disminuidas.
Una propuesta con cierto parecido a lo anterior es aquella que Eggen y Kauchak (1999) han
denominado modelo de "enseñanza de discusión-exposición", que consiste de cinco fases: a) Introduc
ción, b) Presentación de la información, c) Monitoreo de la comprensión lograda, d) Integración y e)
Cierre.
Otra propuesta un tanto similar es la que Jones, Palincsar, Ogle y Carr (1995) denominan "ense
ñanza estratégica", que se compone de los siguientes (tres) momentos pedagógicos: a) Preparación
para el aprendizaje, b) Presentación de los contenidos que se van aprender y c) Aplicación e integra
ción. Según estas autoras, dichas fases de la enseñanza estratégica corresponden con las etapas que
ocurren en el aprendizaje de los alumnos. Así, tenemos que para Jones y cois. (ob. cit.) todo apren
dizaje pasa recursivamente por las siguientes etapas: a) Fase de preparación del aprendizaje, b) Fase
de procesamiento del aprendizaje y c) Fase de consolidación y profundización (véase también el
capítulo dos de esta obra).
Varias estrategias de enseñanza de las que ya hablamos en el capítulo pueden emplearse con
entera facilidad en cada una de éstas tres fases centrales (véase las recomendaciones hechas por
Eggen y Kauchak, ob. cit.; Jones y cois., ob. cit.).
En la primera fase, los organizadores previos, la explicitación de los objetivos, las actividades
generadoras de información previas, etcétera, pueden utilizarse para activar y generar los conoci
mientos previos y fomentar las expectativas apropiadas.
En la segunda fase se pueden utilizar todas aquellas estrategias que ayudan a codificar el mate
rial de aprendizaje y a orientar su asimilación eficaz, como serían las señalizaciones, las ilustracio
nes y las preguntas; también pueden emplearse aquellas que sirvan para potenciar las conexiones
internas y externas con las nuevas ideas a aprender, como por ejemplo las analogías, los resúmenes,
los organizadores textuales, etcétera; de hecho, en esta fase deben existir amplias oportunidades
para observar cómo están progresando los procesos constructivos de los alumnos para, en caso
necesario, realizar ajustes en la ayuda pedagógica.
Finalmente, para la tercera fase también pueden utilizarse las estrategias de organización de la
información tales como mapas conceptuales, cuadros sinópticos de doble entrada, cuadros C-Q-A,
etcétera, de manera eficaz porque ayudan a la integración y profundización de la información, en
los aspectos a los que nos hemos referido como conexiones internas y externas.
Otra propuesta o modelo de enseñanza que también puede estar relacionada con las anteriores
(aunque en este caso moviéndose hacia el ámbito del aprendizaje por descubrimiento guiado) es la
llamada "enseñanza directa" que se compone de las siguientes fases: a) Introducción, b) Presentación
de la información con modelamiento y explicación, c) Oportunidades de práctica guiada y d) Opor
tunidades de práctica independiente. En esta propuesta de enseñanza que se suele ocupar mucho
para la enseñanza de habilidades y procedimientos (véase capítulo 6) también es posible utilizar las
estrategias revisadas en el capítulo, sobre todo para las primeras tres fases.
Sin embargo, todas las propuestas anteriores siguen estando más centradas en el aprendizaje por
recepción; aunque, como ya dijimos, la enseñanza directa es una propuesta que se acerca al aprendi
zaje por descubrimiento guiado. En la figura 5.13 hemos querido hacer una extrapolación de la clá-
Aprendizaje
con
mayor
significatividad
#
Figura 5.13 Modelos de enseñanza dentro del continuo aprendizaje por recepción-aprendizaje por descubriyniento.
sica gráfica propuesta por Ausubel, Novak y Hanesian (1978) relativa a los tipos de aprendizaje que
ocurren en las aulas, presentando en este caso no los "tipos o casos de aprendizaje" como en su ver
sión original (véase capítulo 2, donde se presenta la gráfica), sino algunos modelos o propuestas de
enseñanza que brevemente discutimos y que han influido en la literatura especializada reciente.
Por otro lado, en otras propuestas de enseñanza que pueden ubicarse dentro del ámbito del
aprendizaje por descubrimiento, ya sea autónomo o guiado, también es factible el uso de estrate
gias de enseñanza.
El aprendizaje por descubrimiento que podríamos llamar "ingenuo” también ha sido objeto de
duras críticas por considerarse una propuesta excesivamente inductivista (se aprende observando,
actuando, etcétera, pero sin ninguna teoría por detrás que oriente y guíe), que muchas veces se ha
confundido con el simple "activismo" (se piensa que basta con muchas y variadas actividades prác
ticas) de los alumnos. Además, tiende a relativizar los contenidos de enseñanza y el papel del ense
ñante en el proceso instruccional.
Un ejemplo en este sentido son las actividades típicas de laboratorio que se realizan en las
clases de ciencias (Física, Química, Biología, etcétera), o las situaciones de aprendizaje mal
estructuradas en grupos pequeños, donde supuestamente se deja que los alumnos jueguen un
protagonismo. Se supone que en dichas situaciones pedagógicas los alumnos tienen que seguir una
metodología inquisitiva compuesta de técnicas activas —en realidad basada en una serie de pres
cripciones de procedimientos y pasos rígidos que los alumnos siguen como si fueran ellos quienes
lo hubieran planeado— , sin un marco conceptual ni una serie de expectativas claras sobre qué están
haciendo y por qué lo hacen. Al final todo se reduce a un mero activismo ingenuo de aplicación de
pasos que terminan con la actividad, donde aparentemente hay una pseudomediación a nivel
metodológico por parte del enseñante o el diseñador de las actividades, sin existir necesariamente
una mediación conceptual, que es precisamente lo que provoca el inductivismo.
En oposición, el aprendizaje por descubrimiento guiado ha sido rescatado por muchas pro
puestas pedagógicas. Ya decíamos que la enseñanza directa como propuesta global, se aproxima o
constituye una forma de aprendizaje por descubrimiento guiado; pero además existen otras pro
puestas o modelos de enseñanza que se acercan más a él. Por ejemplo, las propuestas del " aprendi
zaje basado en problemas" (véase Torp y Sage, 1998), el "aprendizaje como investigación" en el campo de
enseñanza de las ciencias (véase Gil, 1994), o bien, algunas estrategias de enseñanza que se basan en
el "aprendizaje cooperativo" (por ejemplo, los grupos de investigación en el capítulo 4 de esta obra,
o la enseñanza recíproca en el capítulo 7 también de esta obra).
No es nuestro propósito exponer con detalle cada uno de tales modelos, ya que ello nos llevaría
quizás un texto completo (el lector interesado puede revisar directamente las obras referidas); lo
que sí podemos señalar son las características básicas de algunas de ellas (otras, como ya hemos
dicho, se presentan en otros capítulos) y hacer unos breves comentarios sobre el uso de estrategias
de enseñanza. Lo que en principio debe quedar claro es que en todas ellas el papel del alumno es
eminentemente activo, tratando de indagar, explorar y, sobre todo, establecer conexiones internas y
externas (tal y como se definieron páginas atrás), siempre guiado o supervisado en lo general por el
enseñante (en algunas ocasiones más que en otras), quien proporciona diversas formas de ayuda
ajustada fincada en situaciones de andamiaje.
El aprendizaje basado en problemas es una propuesta que se basa en que los alumnos se enfrenten
a problemas (pequeños experimentos, observaciones, tareas de clasificación, aplicación flexible y
razonada de técnicas, etcétera) cuidadosamente seleccionados y estructurados, para tratar de solu
cionarlos activamente mediante situaciones de discusión con los otros (aprendizaje cooperativo).
Durante todo el proceso de comprensión o refinamiento del problema, acopio de información y
planteamiento de estrategias de solución, los alumnos aprenden contenidos y diversos recursos
procedimentales (metodologías, técnicas, habilidades), así como estrategias autorreguladoras so
bre cómo afrontar diferentes clases de problemas. Igualmente, se supone que existen diversas for
mas de coordinación, guía y ayuda que un enseñante proporciona desde los momentos iniciales
(véase Torp y Sage, 1998).
En el caso del aprendizaje como investigación en el campo de enseñanza de las ciencias, se plantea
la posibilidad de que los alumnos aprendan saberes científicos (conceptuales, metodológicos, tec
nológicos) por medio de una situación de investigación dirigida. Una secuencia de enseñanza po
dría ser la siguiente: a) planteamiento de situaciones problemáticas a los alumnos; b) estudio de las
situaciones problemáticas con apoyo documental, y depuración y delimitación del problema; c)
seguimiento de una estrategia científica sobre cómo abordarlo (planteamiento de hipótesis, estrate
gias posibles de resolución, obtención de resultados, análisis, interpretación y comparación de los
mismos con otros compañeros o grupos de trabajo); d) los conocimientos obtenidos de los pasos
anteriores son aplicados a nuevas situaciones para profundizar y afianzarlos, y e) elaboración de
reportes o memorias sobre las actividades realizadas, implicaciones, etcétera (véase Gil, 1993 y 1994).
En la propuesta del aprendizaje como investigación, el papel del enseñante también es el de guía y
supervisor.
El alumno asume un papel más activo en la toma de decisiones, ya sea para obtener documen
tación necesaria, realizar observaciones, elaborar una hipótesis, etcétera; aunque la labor del enseñan
te sigue siendo imprescindible y necesaria para estructurar, guiar y orientar dichas actividades hacia ciertos
fines mínimos indispensables de aprendizaje.
En la realización de dichas actividades están también involucrados, aunque con diferente for
ma y matices, varios tipos de estrategias de enseñanza. Por ejemplo, es posible utilizar algunas
estrategias de enseñanza como señalizaciones y estrategias discursivas, mapas conceptuales, analo
gías, etcétera (cuadro 5.17).
Varias de las estrategias de enseñanza, utilizadas en estas propuestas al inicio de las activida
des, posteriormente se enseñan a los alumnos para que las usen en forma autorregulada como
estrategias de aprendizaje (algo que también debería hacerse en el caso de las propuestas más orien
tadas hacia la enseñanza expositiva).
En general, en todas las propuestas que hemos comentado brevemente, lo más importante si
gue siendo que los alumnos cuenten con los apoyos y ayudas necesarias para que realicen las acti
vidades constructivas de la mejor manera posible. Los objetivos últimos seguirán siendo la promo
ción de aprendizajes significativos y el desarrollo de habilidades de aprender a aprender, creando
situaciones de ayuda ajustada pertinentes y necesarias para ello.
Para finalizar, como colofón diremos que el empleo de estrategias de enseñanza puede contri
buir sensiblemente a las recomendaciones que sagaz y acertadamente hace Pozo (1994, capítulo 13)
en sus ya conocidos " Diez mandamientos del aprendizaje" que todo buen profesor debería saber
(invitamos al lector, y especialmente al docente-lector, a que los reflexione y, por qué no, los practi
que). Así, de modo implícito, en los "mandamientos" pueden leerse tanto los principales aspectos a
considerar en los alumnos para que ocurran aprendizajes valiosos, como una posible guía que sin
tetiza lo que los docentes deben tomar en cuenta y realizar cuando se enfrentan a la tarea compleja
de enseñar.
Las estrategias de enseñanza y las recomendaciones que hemos hecho para su uso en este capí
tulo que aquí termina tienen que ver directamente con, por lo menos, cinco de los mandamientos de
aprendizaje que propone Pozo (por ejemplo, los mandamientos II, III, VII, VIII y X); además de que
en otros capítulos ofrecimos recomendaciones para varios de los otros restantes (el I en el capítulo 3,
el IX en el capítulo 4, el VIII y el X en los capítulos 6 y 7, etcétera).
ENSEÑANZA EXPOSITIVA-ENTERACTIVA Organizadores previos
Preguntas insertadas de tipo abierto
Resúmenes
Mapas conceptuales
Señalizaciones y estrategias de discurso
Objetivos
Ilustraciones
Diagramas
Círculos de conceptos
Analogías desplegadas
Cuadros C-Q-A
Objetivos
Ilustraciones en acto (demostraciones)
Señalizaciones (estrategias discursivas)
Diagramas
Cuadros C-Q-A
Objetivos
Cuadros sinópticos
Mapas conceptuales
Organizadores previos
Ilustraciones
Preguntas insertadas
En este capítulo abordamos con detalle los tipos de estrategias de enseñanza cognitivas que el pro
fesor o el diseñador de materiales o textos de enseñanza pueden utilizar para promover aprendiza
jes significativos en los alumnos.
Las estrategias de enseñanza deben ser utilizadas intencional y flexiblemente por el agente de
enseñanza. Algunas de tales estrategias pueden emplearse antes de la situación de enseñanza, para
activar el conocimiento previo o para tender puentes entre este último y el nuevo, etcétera (por
ejemplo, los organizadores previos o los objetivos); otras, en cambio, llegan a utilizarse durante la
situación de enseñanza para favorecer la atención, codificación y/o el procesamiento profundo de
la información (por ejemplo, las preguntas intercaladas, las señalizaciones); y otras más son útiles
preferentemente al término de la situación de enseñanza para reforzar el aprendizaje de la informa
ción nueva (por ejemplo, el resumen). Incluso ciertas estrategias pueden emplearse en cualquier
momento de la enseñanza (por ejemplo, los mapas conceptuales).
En el capítulo también se discuten las implicaciones educativas que puede tener el uso de las
estructuras textuales por parte del docente o del diseñador de materiales de enseñanza, para favo
recer el aprendizaje significativo, empleando señalizaciones y organizadores textuales.
Para cada una de las estrategias revisadas se presentan recomendaciones y sugerencias genera
les para su diseño y empleo efectivo. No obstante, cabe señalar que los usos creativos y estratégicos
de tales estrategias quedan a juicio del agente de enseñanza según las intenciones educativas que
pretenda, en aras, por supuesto, de proporcionar una ayuda ajustada a los procesos de construcción
de los alumnos.
A partir de una reflexión personal o en grupo con sus colegas docentes sobre el contenido de este
capítulo, realice las siguientes actividades:
El siguiente ejercicio pretende que usted analice las posibles estrategias de enseñanza que regular
mente utiliza en sus clases. Puede llevarlo a cabo en forma de autoaplicación (por ejemplo, después
de una clase cualquiera que usted realice); aunque también sería muy enriquecedor si lo discutiera •
junto con otro(s) profesor(es), lo(s) invitara a observar su clase, o bien, observaran y realizaran el
ejercicio mutuamente.
Al inicio:
Durante:
Al término:
b) ¿Cuántas y cuáles estrategias fueron planificadas de antemano y cuántas y cuáles otras decidió
utilizarlas sobre el proceso en marcha?
Planificadas
) ¿Qué tanta efectividad considera que obtuvo por el uso de dichas estrategias en los siguientes
aspectos?:
* Efectividad de su enseñanza:
Seleccione algún tema (o unidad) del material o texto académico básico que utilice en su clase, e
identifique las estrategias de enseñanza en que se apoya.
Analice cualitativamente los siguientes aspectos: a) la finalidad que persiguen (los procesos en
los que supuestamente se quiere incidir), b) su concordancia con los objetivos de dicho tema o
unidad, c) su diseño y forma de aplicación (tomando en consideración los lincamientos ofrecidos en
este capítulo). Termine la actividad, proponiendo los cambios y mejoras que considere pertinentes
en las estrategias de enseñanza para el tratamiento de la unidad o del tema. El siguiente cuadro le
ayudará a realizar la actividad.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Con base en los modelos teóricos y la investigación realizada a nivel internacional, en este capítulo
se presenta una revisión de los fundamentos, las características y las limitaciones de las estrategias
de aprendizaje en general.
La preocupación central que motivó su creación radica en el análisis de por qué, a pesar de los
múltiples esfuerzos que se hacen para desarrollar herramientas de estudio efectivas en poblaciones
de alumnos de distintos niveles, éstos fracasan con frecuencia. Se parte de la premisa de que esto
ocurre así porque en dichos esfuerzos se observa un desconocimiento de los procesos cognitivos,
efectivos y meta-cognitivos implicados en el aprendizaje significativo y, sobre todo, en su form a de
enseñarlos. Como resultado, la mayor parte de los cursos de "hábitos de estudio", "círculos de lectu
ra" o "talleres de creatividad" han logrado aprendizajes restringidos, poco perdurables y difícil
mente transferibles a las situaciones de estudio cotidianas.
Este capítulo también puede considerarse como un preámbulo del siguiente, donde se aborda
con mayor detalle las estrategias relacionadas con la comprensión y composición de textos. De este
modo, la información que posteriormente se ofrece, para el caso de la comprensión de lectura, se
centra en particular en el denominado aprendizaje estratégico a partir de textos; es decir, se dirige a
los procesos cognitivos que ocurren cuando el estudiante intenta comprender los materiales escri
tos de índole científica, que conforman la parte medular de los contenidos curriculares a que se
enfrenta. En cuanto a la composición escrita, se presentan algunas consideraciones y procedimien
tos probados empíricamente para la enseñanza de la composición de textos, en función de usos y
contextos determinados.
Uno de los objetivos más valorados y perseguidos dentro de la educación a través de las épocas, es
la de enseñar a los alumnos a que se vuelvan aprendices autónomos, independientes y autorregulados, capa
ces de aprender a aprender. Sin embargo, en la actualidad parece que los planes de estudio de todos los
niveles educativos promueven precisamente aprendices altamente dependientes de la situación
instruccional, con muchos o pocos conocimientos conceptuales sobre distintos temas disciplinares,
pero con pocas herramientas o instrumentos cognitivos que les sirvan para enfrentar por sí mismos
nuevas situaciones de aprendizaje pertenecientes a distintos dominios, y les sean útiles ante las más
diversas situaciones.
Quizá hoy más que nunca estemos más cerca de tan anhelada meta, gracias a las múltiples
investigaciones que se han desarrollado en torno a éstos y otros temas, desde los enfoques cognitivos
y constructivistas. A partir de estas investigaciones hemos llegado a comprender la naturaleza y
función de estos procedimientos valiosos que coadyuvan a aprender de una manera estratégica.
A partir de estos trabajos, se ha conseguido identificar que los estudiantes que obtienen resulta
dos satisfactorios, a pesar de las situaciones didácticas a las que se han enfrentado, muchas veces
han aprendido a aprender porque:
• Planifican y examinan sus propias realizaciones, pudiendo identificar los aciertos y las dificul
tades.
Muchas y variadas han sido las definiciones que se han propuesto para conceptualizar las estrate
gias de aprendizaje (véase Monereo, 1990; Nisbet y Schucksmith, 1987). Sin embargo, en términos
generales, una gran parte de ellas coinciden en los siguientes puntos:
• Son instrumentos con cuya ayuda se potencian las actividades de aprendizaje y solución de
problemas (Kozulin, 2000).
• Son instrumentos socioculturales aprendidos en contextos de interacción con alguien que sabe
más (Belmont, 1989; Kozulin, 2000).
Con base en estas afirmaciones podemos intentar a continuación una definición más formal
acerca del tema que nos ocupa:
c) La aplicación de las mismas implica que el aprendiz las sepa seleccionar inteligentemente de
entre varios recursos y capacidades que tenga a su disposición. Se utiliza una actividad estraté
gica en función de demandas contextúales determinadas y de la consecución de ciertas metas
de aprendizaje.
Aunque resulte reiterativo, estos procedimientos deben distinguirse claramente de las otras
estrategias que revisamos en el capítulo anterior y que llamamos de enseñanza. Las estrategias de
aprendizaje son ejecutadas no por el agente instruccional sino por un aprendiz, cualquiera que éste sea (niño,
alumno, persona con discapacidad intelectual, adulto, etcétera), siempre que se le demande apren
der, recordar o solucionar problemas sobre algún contenido de aprendizaje.
La ejecución de las estrategias de aprendizaje ocurre asociada con otros tipos de recursos y
procesos cognitivos de que dispone cualquier aprendiz. Diversos autores concuerdan con la necesi
dad de distinguir entre varios tipos de conocimiento que poseemos y utilizamos durante el apren
dizaje (Brown, 1975; Flavell y Wellman, 1977). Por ejemplo:
1. Procesos cognitivos básicos: son todas aquellas operaciones y procesos involucrados en el proce
samiento de la información, como atención, percepción, codificación, almacenaje y mnémicos,
recuperación, etcétera.
3. Conocimiento estratégico: este tipo de conocimiento tiene que ver directamente con lo que hemos
llamado aquí estrategias de aprendizaje. Brown (ob. cit.) lo describe de manera acertada con el
nombre de saber cómo conocer.
4. JC on ocim ien to metacognitivo: se refiere al conocimiento que poseemos sobre qué y cómo lo sabe
mos, así como al conocimiento que tenemos sobre nuestros procesos y operaciones cognitivas
cuando aprendemos, recordamos o solucionamos problemas. Brown (ob. cit.) lo describe con la
expresión conocimiento sobre el conocimiento.
Los procesos cognitivos básicos son indispensables para la ejecución de todos los otros procesos
de orden superior. Aquellos se ven poco afectados por los procesos de desarrollo; desde edad muy
temprana, los procesos y funciones cognitivos básicos parecen estar presentes en su forma definiti
va, cambiando relativamente poco con el paso de los años. Una excepción que destaca es la referida
a la supuesta capacidad creciente de la memoria de trabajo (operador M: espacio mental) con la
© 2001 by Randy Glasbergen.
edad (de la niñez temprana a la adolescencia), tal como lo han demostrado algunos investigadores
neopiagetianos, por ejemplo, R. Case y J. Pascual-Leone.
• Algunos aprendices, ante una tarea particular para la cual no poseen una buena base esquemá
tica de conocimientos, llegan a actuar como "novatos inteligentes", aplicando distintas estrate
gias (de aprendizaje y metacognitivas) que conocen y que transfieren de otras situaciones o
dominios, donde les han resultado eficaces, para sustituir dicha falla y así no fracasar ante las
situaciones de evaluación futuras (Brown y Palincsar, 1985; Shuell, 1990).
Del conocimiento estratégico, tema de este capítulo, podemos decir por el momento varias cues
tiones, además de lo ya antes dicho y de lo que será expresado con cierta profundidad a lo largo del
capítulo:
Algunas estrategias son aplicables a varios dominios de aprendizaje, mientras que otras tien
den a restringirse a tópicos o contenidos muy particulares. Esto ha llevado a algunos autores a
clasificar las estrategias en generales y específicas, aunque en muchas ocasiones se ha incurrido en
vincular a las estrategias generales con las llamadas metacognitivas. (Véase, por ejemplo, Kirby,
1984, citado por Nisbet y Schucksmith, 1987, quien utiliza el término "microestrategias" para las
estrategias cognitivas o de aprendizaje, y "m acroestrategias" para el caso de las estrategias
metacognitivas.)
Otro asunto relevante, relacionado con el comentario anterior, tiene que ver con el grado de
especificidad que a veces hace confundir al término estrategia con técnica o hábito de estudio o
aprendizaje. Como ya hemos señalado, nos parece que la distinción fundamental entre cada uno
debe ir en relación al grado de flexibilidad e intencionalidad con que sean utilizadas cuando se requie
ran o demanden. En este sentido, cualquier entrenamiento en estrategias es incompleto si se les
concibe como simples técnicas a aplicar (como "recetas de aprendizaje"), aunque no parezca acep
tarse ni en su planteamiento ni en su forma de enseñarlas (véase Muriá, 1994).
>
Con base en la literatura especializada, podemos decir que no existen estadios o etapas de
desarrollo (en el sentido estricto del término) para el caso de las estrategias cognitivas. Algunas
de éstas pueden aparecer en etapas tempranas de aprendizaje, y otras en momentos más tardíos del
desarrollo, dependiendo del dominio de que se trate y del grado de experiencia de los aprendices
en dichos dominios particulares. Sin embargo, sí es posible describir las fases de adquisición o
internalización de las estrategias cognitivas. Otros asuntos relevantes sobre las estrategias que vale
la pena mencionar aquí, son los siguientes:
• Algunas estrategias son adquiridas sólo con instrucción extensa, mientras que otras se apren
den muy fácilmente e incluso parecen surgir "espontáneamente" (Garner y Alexander, 1989).
• Algunas estrategias suelen ser muy específicas para dominios particulares, mientras que otras
tienden a ser valiosas para varios de ellos (generalmente relacionados entre sí).
En este cuadro complejo de relaciones entre los distintos tipos de conocimientos, todavía haría
falta mencionar la intervención de los procesos motivacionales (discutidos ya en un capítulo ante
rior de esta obra, por lo que no nos detendremos en ello aquí), tales como los procesos de atribución,
expectativas y establecimiento de metas, de los cuales se reconoce cada vez más su influencia en la
aplicación de los tipos de conocimiento anteriores y los procesos asociados con ellos. Algunos auto
res han utilizado el término estrategias de apoyo para referirse a algunos de estos asuntos.
Las estrategias de apoyo permiten al aprendiz mantener un estado mental propicio para el apren
dizaje; incluyen, entre otras, estrategias para favorecer la motivación y la concentración, para redu
cir la ansiedad, para dirigir la atención a la tarea y para organizar el tiempo de estudio (Dansereau,
ob. cit.; Weinstein y Underwood, ob. cit,). Las estrategias de apoyo tienen un impacto indirecto
sobre la información que se ha de aprender y su papel es mejorar el nivel de funcionamiento cognitivo
del aprendiz.
En la figura 6.1 se presenta un mapa conceptual donde se vislumbran claramente algunas de las
relaciones comentadas entre los distintos componentes que se encuentran involucrados en el uso de
las estrategias de aprendizaje.
Intentar una clasificación consensuada y exhaustiva de las estrategias de aprendizaje es una tarea
difícil, dado que los diferentes autores las han abordado desde una gran variedad de enfoques.
Las estrategias de aprendizaje pueden clasificarse en función de qué tan generales o específi
cas son, del dominio del conocimiento al que se aplican, del tipo de aprendizaje que favorecen
(asociación o reestructuración), de su finalidad, del tipo de técnicas particulares que conjuntan,
etcétera. Sin embargo, en este apartado retomamos dos clasificaciones: en una de ellas se anali
zan las estrategias según el tipo de proceso cognitivo y finalidad perseguidos (Pozo, 1990, véase
cuadro 6.1); en la otra se agrupan las estrategias según su efectividad para determinados materiales
de aprendizaje (Alonso, 1991). (Las características detalladas de cada una de las estrategias mencio
nadas en las clasificaciones, pueden encontrarse con un buen nivel de profundidad en las obras de
los autores citados.)
Las estrategias de recirculación de la información se consideran como las más primitivas emplea
das por cualquier aprendiz (especialmente la recirculación simple, dado que niños en edad preesco
lar ya son capaces de utilizarlas cuando se requieren. Véase Kail, 1994). Dichas estrategias suponen
un procesamiento de carácter superficial y son utilizadas para conseguir un aprendizaje verbatim o
"al pie de la letra" de la información. La estrategia básica es el repaso (acompañada en su forma más
hacen consciente
su aplicación
se
complementan
Conocimientos interactúan ESTRATEGIAS con Estrategias de
conceptuales DE APRENDIZAJE apoyo o de
específicos administración
su aplicación
requiere de
Técnicas y Procesos
operaciones cognitivos básicos
compleja con técnicas para apoyarlo), el cual consiste en repetir una y otra vez (recircular) la infor
mación que se ha de aprender en la memoria de trabajo, hasta lograr establecer una asociación para
luego integrarla en la memoria a largo plazo. Las estrategias de repaso simple y complejo son útiles
especialmente cuando los materiales que se han de aprender no poseen o tienen escasa significa ti-
vidad lógica, o cuando tienen poca significatividad psicológica para el aprendiz; de hecho puede
decirse que son (en especial el repaso simple) las estrategias básicas para el logro de aprendizajes
repetitivos o memorísticos (Alonso, 1991; Pozo, 1989).
Procesamiento Elaboración de
complejo inferencias
Resumir
Analogías
Elaboración
conceptual
Tanto en las estrategias de elaboración como en las de organización, la idea fundamental no es simplemen
te reproducir la información aprendida, sino ir más allá, con la elaboración u organización del contenido; esto
es, descubriendo y construyendo significados para encontrar sentido en la información. Esta mayor
implicación cognitiva (y afectiva) del aprendiz, a su vez permite una retención mayor que la produ
cida por las estrategias de recirculación antes comentadas. Es necesario señalar que estas estrategias
pueden aplicarse sólo si el material proporcionado al estudiante tiene un mínimo de significatividad
lógica y psicológica.
Alonso (1991 y 1997) también ha propuesto una clasificación de las estrategias con base en el
tipo de información sobre la naturaleza de la información que se ha de aprender y que puede ser de
mucha utilidad para el docente que pretenda inducirlas en sus alumnos.
En la clasificación propuesta por Alonso (1997) se sigue una aproximación inversa a la anterior,
ya que las estrategias son clasificadas según el tipo de contenidos declarativos (véase capítulo 2) para los
que resultan de mayor efectividad. (Véase cuadros 6.2 y 6.3.)
Condiciones
Estrategia de aplicación Características Ejemplo
Repetición: Es especialmente Simple: Mercurio, Mercurio...
simple afectiva en la Se repite varias veces Venus, Venus...
parcial modalidad cada término Mercurio, Venus...
acumulativa acumulativa para Parcial: Mercurio, Venus...
aprender términos Se repiten juntos Mercurio,
que se han de grupos de términos. Mercurio, Venus
recordar en un orden Acumulativa: Mercurio, Venus, Tierra
determinado. En cada repetición se
añade otro término
más a los de la vez
anterior.
T o m ad o d e A lon so , 1997.
Por ejemplo, pueden utilizarse varios tipos de estrategias que han demostrado ser efectivas
para el aprendizaje de información factual dentro de los escenarios escolares. La información fac
tual se presenta de diversas formas en la enseñanza, tales como datos (aprender símbolos químicos
o matemáticos, fórmulas, datos numéricos, fechas históricas, etcétera), listas de palabras o términos
(como los nombres de países de algún continente, los nombres de los ríos de alguna región, los
elementos que componen un medio ecológico, o los que intervienen en algún proceso físico, etcéte
ra) o pares asociados de palabras (como el aprendizaje de cualquier vocabulario extranjero, las
capitales de los países, etcétera) (cuadro 6.2). Es importante reconocer que el aprendizaje simple de
datos, si bien no debe ser el objetivo principal de cualquier acto educativo, es de cualquier modo
importante pues constituye un elemento presente en todo el material curricular de cualquier mate-
Condiciones
Estrategia de aplicación Características Ejemplo
Representación Especialmente útil Los conceptos y sus De estructura secuencial:
gráfica de cuando se pretende relaciones se la idea contenida en un
redes integrar la representan texto « e l entrenamiento
conceptuales información de un mediante redes conduce(C) a la relación
texto en una donde los conceptos au tom ática» se
representación única se incluyen en representaría:
y coherente. espacios cerrados
y las relaciones Entrenamiento
—jerárquicas,
secuenciales o de
agrupamiento— se
representan C
mediante flechas con
una letra que indica
el tipo de relación. Automatización
Resumir textos Especialmente útil Una vez definido el propósito del resumen (por
cuando se necesita ejemplo, extraer la información más importante
expresar en forma con vista a un examen), las reglas a seguir son:
sintética y ordenada
la información más 1. Completar la progresión sistemática del texto.
importante de un 2. Determinar el tema global del texto y el de
texto, de acuerdo con cada párrafo.
un propósito 3. Borrar de cada párrafo la información tribal o
definido. redundante.
4. Si lo anterior no es suficiente, incluir nombres
de categorías supraordinales para resumir
series de elementos que sean ejemplos de las
mismas, siempre que sea posible.
5. Si lo anterior no es suficiente, y si es posible,
inventar una expresión que signifique lo
mismo que el conjunto de elementos del
texto, de forma más breve.
6. Seleccionar de cada párrafo los aspectos que
finalmente resuman el texto
7. Identificar la estructura interna del texto
(descripción, comparación, etcétera) para
organizar el resumen.
Condiciones
de aplicación Características Ejemplo
profundidad de pues no es posible decir qué pasos seguir para
modo que resulten aplicarla, sino un procedimiento que implica la
fácilmente aplicables aplicación de diferentes reglas: pensar en
en contextos ejemplos, traducir las ideas en procedimientos,
distintos. establecer comparaciones, inferir reglas o
principios, etcétera.
ria o disciplina en todos los niveles educativos. Además, el conocimiento factual es imprescindible
para el aprendizaje posterior de información conceptual de mayor complejidad.
Para el caso del aprendizaje de información conceptual, también se ha demostrado que algunas
estrategias tienen gran efectividad cuando son utilizadas de forma correcta (véase cuadro 6.3). Evi
dentemente, el aprendizaje de conceptos, proposiciones o explicaciones (por ejemplo, el concepto
de la fotosíntesis, de los factores causales implicados en la Revolución Mexicana, sobre alguna ex
plicación teórica de cualquier disciplina, etcétera) exige un tratamiento de la información más sofis
ticado y profundo que el aprendizaje de información factual.
En un apartado anterior señalamos de forma somera que la metacognición consistía en ese "saber"
que desarrollamos sobre nuestros propios procesos y productos del conocimiento. Ahora vamos a
analizar con más detenimiento este concepto.
Sin desdeñar los aportes de las tradiciones de investigación antes mencionadas, a juicio de A. L.
Brown (véase Brown, 1987), el uso contemporáneo del concepto desde mediados de los setenta
hasta la medianía de los ochenta en distintas investigaciones realizadas había conjuntado dos líneas
claramente discernióles entre sí, las cuales muchas veces habían provocado que el uso y compren
sión del concepto resultara confuso y oscuro.
De acuerdo con la autora, el conocimiento que tiene una persona sobre su propio conocimiento
es relativamente estable, por lo que se sabe sobre algún área de la cognición no suele variar de una
situación a otra; es constatable o verbalizable por que cualquiera "puede reflexionar sobre sus pro
cesos cognitivos ... y discutirlos con otros" (Brown, 1987, p. 68) y por último, es considerado falible
porque "el niño o el adulto pueden conocer ciertos hechos acerca de su cognición que (verdadera
mente) no son ciertos" (ob. cit., p. 68).
Con el ánimo de poner cierto orden en este campo, Brown señala que a esta área se le puede
atribuir, con certeza, el término metacognición. En este sentido, se afirma que la metacognición es el
conocimiento sobre nuestros procesos y productos de conocimiento.
Otro de los autores que ha dedicado numerosos trabajos a este campo —donde sin duda es
considerado como un pionero— es J. Flavell. En un artículo relativamente reciente (Flavell, 1987),
retomando sus trabajos y experiencia previos en el área, este autor analiza también el concepto de
metacognición y señala que puede a su vez dividirse básicamente en dos ámbitos de conocimiento
(véase también Flavell, 1993):
• El conocimiento metacognitivo
El conocimiento metacognitivo se refiere a "aquella parte del conocimiento del mundo que se
posee y que tiene relación con asuntos cognitivos (o quizá mejor psicológicos)" (Flavell, 1987, p. 21)
1. Variable de persona: se refiere a los conocimientos o creencias que una persona tiene sobre sus
propios conocimientos, sobre tus capacidades y limitaciones como aprendiz de diversos temas
o dominios, y respecto a los conocimientos que dicha persona saben que poseen otras personas
(v. gr., compañeros de clases, hermanos, maestros, etcétera); por medio de este conocimiento
que el aprendiz sabe que poseen las otras personas, pueden establecerse distintas relaciones
comparativas (comparaciones consigo mismo o entre las diversas personas). Otro aspecto in
cluido en esta categoría se refiere a lo que sabemos que tienen en común, cuando aprenden,
todas las personas en general. Por lo tanto, en relación con esta variable pueden adquirirse
conocimientos intraindividuales, interindividuales y universales.
2. Variable tarea: son los conocimientos que un aprendiz posee sobre las características intrínsecas
de las tareas y de éstas en relación con él mismo. Flavell distingue dos subcategorías: a) el
conocimiento que tiene un vínculo con la naturaleza de la información involucrada en la tarea
(por ejemplo, si la información contenida en ella es o no familiar para uno mismo, si es fácil
mente relacionable con nuestros conocimientos previos, si es difícil, etcétera), y b) el conoci
miento sobre las demandas implicadas en la tarea (por ejemplo, saber que es más difícil una
tarea que exige analizar la información que otra que simplemente exige recordarla).
3. Variable de estrategia: son los conocimientos que un aprendiz tiene sobre las distintas estrategias
y técnicas que posee para diferentes empresas cognitivas (aprender, comprender lenguaje
oral y escrito, percibir, solucionar problemas, etcétera), así como de su forma de aplicación y
eficacia. Según Flavell, puede hacerse una distinción entre estrategias cognitivas y metacog-
nitivas: "La función principal de una estrategia cognitiva es ayudar a alcanzar la meta de cual
quier empresa cognitiva en la que se esté ocupado. En cambio, la función principal de una
estrategia metacognitiva es proporcionar información sobre la empresa o el propio progreso de
ella" (p. 160).
Cabe mencionar que, según Flavell, la mayoría del conocimiento metacognitivo está constitui
do por la interacción entre dos o tres de estas categorías. De hecho, la interacción entre ellas es lo
que permite la realización de actividades metacognitivas.
Las experiencias metacognitivas son aquellas experiencias de tipo consciente sobre asuntos
cognitivos o afectivos (por ejemplo, pensamientos, sentimientos, vivencias, etcétera). No cualquier
experiencia que tiene el sujeto es metacognitiva. Para que pueda considerarse como tal, es necesario
que posea relación con alguna tarea o empresa cognitiva. Ejemplos de experiencias metacognitivas
son: cuando uno siente que algo es difícil de aprender, comprender o solucionar, cuando a uno le
parece que está lejos de conseguir la realización completa de una tarea cognitiva o cuando uno cree
que está cada vez más próximo a conseguirla, o también cuando uno percibe que una actividad es
más fácil de realizar que otras. Las experiencias metacognitivas pueden ocurrir antes, durante y
después de la realización del acto o proceso cognitivo, pueden ser momentáneas o prolongadas, sim
ples o complejas.
De acuerdo con Flavell (1987), con el desarrollo el individuo se muestra más capacitado para
interpretar y responder apropiadamente a las experiencias metacognitivas. Mientras que los niños
pequeños (aun cuando pueden tener o darse cuenta de dichas experiencias), tienen una capacidad
limitada para comprender lo que ellas significan e implican para la realización de alguna tarea
cognitiva.
Flavell (1979) señala algunas de las implicaciones de las experiencias metacognitivas en la rea
lización de tareas cognitivas:
Flavell (1987) menciona las siguientes situaciones en donde las experiencias metacognitivas
pueden ocurrir con mayor probabilidad:
• Cuando se plantean situaciones donde se juzga importante hacer inferencias, juicios y decisio
nes.
• Si la actividad cognitiva se encuentra con alguna situación, problema u obstáculo que dificulte
su realización.
• Si los recursos atencionales o mnemónicos no son enmascarados por alguna otra experiencia
subjetiva más urgente (miedo, ansiedad, depresión).
Por otro lado, la regulación de la cognición se refiere a todas aquellas actividades relacionadas con
el "control ejecutivo" cuando se hace frente a una tarea cognitiva, como son las tareas de planea-
ción, predicción, monitoreo, revisión continua, evaluación, etcétera. Actividades que un aprendiz
realiza cuando quiere aprender o solucionar un problema (cuadro 6.4).
Brown (1987) argumenta que esta área o ámbito de actividades cognitivas complejas se le po
dría identificar y agrupar claramente bajo el concepto de autorregulación.
• Experiencias metacognitivas.
Las actividades de planeación o planificación son aquellas que tienen que ver con el estableci
miento de un plan de acción e incluyen: la identificación o determinación de la meta de aprendizaje
(definida externa o internamente), la predicción de los resultados, y la selección y programación de
estrategias. Por lo general, son actividades que se realizan antes de enfrentar alguna acción efectiva
de aprendizaje o de solución de problemas. La planeación sirve para tres fines: facilita la ejecución
de la tarea, incrementa la probabilidad de dar cumplimiento exitoso a la tarea de aprendizaje y
genera un producto o una ejecución de calidad.
Las actividades de supervisión o monitoreo son las que se efectúan durante la ejecución de las
labores para aprender. Involucran la toma de conciencia de qué es lo que se está haciendo, la com
prensión de dónde se está ubicado y la anticipación de lo que debería hacerse después, partiendo
siempre del plan de operaciones secuenciales desarrollado durante la planificación; la supervisión
también está relacionada con el chequeo de errores y obstáculos que pueda tener la ejecución del
plan (en lo general) y de las estrategias de aprendizaje seleccionadas (en lo particular), así como en
la posible reprogramación de estrategias cuando se considere necesario. Puede decirse que el acto
de supervisión consiste en "mirar hacia atrás" (teniendo en cuenta las acciones ya realizadas del
plan y bajo qué condiciones fueron hechas) y en "mirar hacia delante" (considerando los pasos o
acciones que aún no se han ejecutado) al tiempo que atiende a lo que está haciendo en el momento.
Las actividades de revisión o evaluación son todas aquellas relacionadas con el fin de estimar
tanto los resultados de las acciones estratégicas como de los procesos empleados en relación con
ciertos criterios de eficiencia y efectividad, relativos al cumplimiento del plan y el logro de las me
tas; estas actividades, por lo general, se realizan durante o después de la ejecución de la tarea cognitiva.
Basándonos en Kluwe (1987), podemos señalar que estas actividades autorreguladoras pue
den resumirse en las típicas preguntas que se suelen hacer cuando se emprenden tareas cognitivas,
a saber: ¿qué voy a hacer?, ¿cómo lo voy a hacer? (planeación); ¿qué estoy haciendo?, ¿cómo lo
estoy haciendo? (monitoreo y supervisión); ¿qué tan bien o mal lo estoy haciendo? (revisión y eva
luación).
Sin embargo, creemos que en el caso de la autorregulación consciente, que es la que ocurre
cuando se realizan aprendizajes académicos de alto nivel de complejidad porque involucran una
conducta de toma de decisiones reflexiva y consciente (como los que ya ocurren desde la educación
básica), ésta debería ser considerada como relativamente estable, constatable (sobre todo antes de
que ocurra una ejecución estratégica demasiado practicada que tienda a la automatización) y relati
vamente dependiente de la edad (quizá las formas más sofisticadas de autorregulación académica
sólo aparezcan en la adolescencia en sus formas acabadas).
provocándonos experiencias metacognitivas de diversa índole, que luego terminamos por hacerlas
conscientes declarándolas a otros o a nosotros mismos cuando así lo requerimos.
Por otro lado, la autorregulación consciente que ocurre en las actividades académicas de alto
nivel es un saber que se hace, no se declara, sino que se realiza; es decir, es un saber procedimental.
Si la metacognición es declaración, la autorregulación es acción. Así, muchas de las estrategias de
nominadas cognitivas, tales como la planeación o la supervisión, son en realidad actividades o
estrategias autorreguladoras.
Pero todavía nos quedan varias interrogantes que quizá nos aclaren más cuestiones al buscar
sus respuestas: ¿cómo le hacen los aprendices para coordinar de forma exitosa el conocimiento
metacognitivo y las actividades autorreguladoras en sus actividades de aprendizaje complejo?, o
bien, ¿cómo le hacen los aprendices para trasladar lo que saben (conocimiento metacognitivo) al
terreno de la acción (autorregulación) cuando ellos aprenden?
Algunos autores han propuesto recientemente que la actividad de reflexión es tal vez la "pieza
maestra" para establecer el enlace entre metacognición y autorregulación y sus posibles interaccio
nes (Ertmer y Newby, 1996). Por reflexión debe entenderse aquella actividad dinámica que realiza
mos para sacar inferencias o conclusiones sobre nuestras acciones de aprendizaje, y puede efectuar
se durante o después de que éstas han terminado. En ese sentido, la reflexión tiene que ver de
manera importante con el hecho de atribuir sentido a las experiencias de aprendizaje que estamos
teniendo o que ya hemos tenido. Sin embargo, lo más relevante de la reflexión no son las conclusio
nes o inferencias que elaboremos sobre lo que hacemos o lo que ya hemos hecho, sino lo que todo
ello tiene que ver con futuras situaciones de aprendizaje. A partir de la actividad reflexiva, podemos
incrementar nuestro conocimiento metacognitivo, refinar las distintas y complejas actividades
autorreguladoras y profundizar sobre nuestro conocimiento estratégico, para enfrentar con mayor
eficacia situaciones posteriores de aprendizaje. Parafraseando a McCombs (1996) podemos decir
que los aprendizajes más valiosos en torno a los asuntos metacognitivos, autorreguladores, estraté
gicos y reflexivos tienen que ver con el hecho de tener una representación más profunda de noso
tros mismos como operadores o agentes activos capaces de construir conocimientos y como agentes
capaces de reflexionar sobre lo que somos y lo que somos capaces de hacer en el complejo campo
del aprendizaje. En el esquema integrador de la figura 6.2, se observan las complejas interacciones
entre procesos metacognitivos, autorreguladores y reflexivos involucrados en el aprendizaje estra
tégico.
VARIABLES
METACOGNITIVAS
• SUJETO
•TAREA
• ESTRATEGIA
IDENTIFICACIÓN O ELABORACIÓN DE
TAREA ANALISIS DE
DETERMINACIÓN UN PLAN
COMPLEJA DE LA SITUACIÓN
DEL PROPÓSITO ESTRATÉGICO
APRENDIZAJE DE APRENDIZAJE
DE APRENDIZAJE (PLANIFICACIÓN)
SELECCIÓN DE
ESTRATEGIAS DE
APRENDIZAJE Y
DE APOYO EN
FUNCIÓN DE LA
TAREA DE
APRENDIZAJE
249
F ig u ra 6.2 E squem a in teg ra d o r de los procesos estratégicos, m eta co g n itivo s, autorreguladores y reflexivos.
ADQUISICIÓN DE LAS ESTRATEGIAS DE APRENDIZAJE
Varios autores, especialmente aquellos que han hecho investigación sobre este tema en el cam
po del desarrollo de la cognición y de la memoria (J. Flavell, A. Brown y S. París), se han abocado a
trabajar sobre el primer asunto (véase Flavell, 1993; García Madruga, 1991; Kail, 1994).
A partir de las investigaciones realizadas a principios de los setenta por J. Flavell y su grupo,
dirigidas a indagar lo que los niños pequeños eran capaces de hacer respecto al uso de estrategias
de memoria, encontraron algunos asuntos de relevancia singular que merece la pena comentar
aquí. Se demostró, por ejemplo, que desde etapas muy tempranas (aproximadamente desde los 7
años) los niños parecían ser capaces de utilizar, sin ningún tipo de ayuda, estrategias de repaso de la
información ante una tarea que las demandaba. También se demostró que unos años después (a los
9 o 10 años) los niños son capaces de utilizar, también de forma espontánea, estrategias de categori-
zación y elaboración simple para recordar listas de cosas y objetos. En varios estudios se demostró
que el uso de ambos tipos de estrategias al principio es titubeante, pero su aplicación mejora cuali
tativamente con la práctica de estrategias y con el paso de los años (véase Kail, 1994).
El mismo patrón se ha encontrado con estrategias más complejas, como las llamadas estrategias
de estudio. Vale la pena que ahora efectuemos una breve reseña de dos trabajos para ilustrarlo.
Brown y Smiley (1987) estudiaron distintas estrategias de estudio aplicadas a textos complejos
(subrayar, tomar notas, etcétera) con estudiantes pequeños (quinto grado), así como de educación
media (primero y segundo de secundaria, y segundo y tercero de bachillerato). A dichos estudian
tes se les pedía que leyeran el texto en dos ocasiones para luego solicitarles que recordaran lo más
importante (su esencia). Posteriormente se les permitió aproximarse nuevamente al texto dándoles
tiempo suficiente para que lo estudiaran y emplearan las estrategias que considerasen convenientes
para mejorar su recuerdo. Mientras que los estudiantes de secundaria y bachillerato se beneficiaron
del tiempo de estudio recordando más y mejor la información del texto, los niños de quinto grado
no parecieron aprovechar el tiempo extra de estudio. Además, sólo 6% de los pequeños utilizaron la
estrategia de tomar notas, en comparación con los mayores quienes lo hicieron en proporción de
50%. Lo mismo ocurrió con la estrategia de subrayado, en la que pudo observarse claramente el
patrón del que hemos venido hablando: los pequeños de quinto grado casi no la emplearon, en tanto que
los mayores la utilizaron profusamente y además de forma más sofisticada, pues subrayaban en mayor
cantidad los pasajes clave del texto y muy poco los irrelevantes.
Unos años después, el grupo de Brown (Brown y Day, 1983) decidió estudiar la estrategia de
resumen con una muestra de chicos de 10,13,15 y 18 años. Los sujetos leyeron textos complejos tres
veces. Después se les pidió que escribieran un resumen del texto (se les advirtió que podían aplicar
cualquier clase de estrategia que juzgaran necesaria). Al analizar los resúmenes producidos por los
sujetos, encontraron que todos ellos aplicaron la estrategia de supresión de la información superfi
cial y redundante (arriba del 90% de los sujetos de cada edad); pero las estrategias más complejas,
como son la generalización, la identificación de la frase central para ser incluida de párrafos y la
estrategia de construcción, sólo fueron aplicadas por los mayores, mejorando cada una de ellas
cualitativamente con la edad (figura 6.3).
Volviendo con los niños de edad preescolar otro hallazgo más interesante fue demostrar que in
cluso los niños de esta edad llegarían a utilizar los dos tipos de estrategias (repaso y categorización)
y beneficiarse de su recuerdo cuando se les enseñaba directamente a hacerlo. Las diferencias evolu
tivas entre estos niños y los que las utilizaban espontáneamente (diferencias reales de varios años), se
diluían por completo cuando se establecía una comparación en su ejecución en tareas de recuerdo.
Un último asunto revelador encontrado en dichos estudios, sirvió para completar la compren
sión de la existencia de un patrón que describe la forma en que se adquieren estos recursos cognitivos.
A lo largo de varios trabajos (véase Flavell, 1970), se evidenció que los niños en edad preescolar no
utilizaban las estrategias mencionadas si no se les animaba directamente a hacerlo. Con base en
ello, se logró demostrar que estos niños sí eran capaces de hacer uso de los procedimientos estraté
gicos y que no teman ningún "déficit mediacional" (como generalmente se pensaba). El déficit era
más bien de "producción", puesto que utilizaban las estrategias, aunque no de forma espontánea
sino bajo condiciones de inducción. Sólo después, con la práctica de la estrategia, la deficiencia de
producción desaparecía y los niños llegaban a mostrarse competentes para usar las estrategias a
voluntad cuando fueran requeridas ante tareas de aprendizaje y recuerdo. Por tanto, parece ocurrir
un mismo patrón en la adquisición de las estrategias, sean éstas simples o complejas: primero,
cuando no se tiene la competencia para producirlas y utilizarlas (déficit mediacional); segun
do, cuando ya se es capaz de producirlas pero no de utilizarlas espontáneamente, salvo por la
ayuda de alguna actividad instigadora o inductora externa (déficit de producción); y tercero, cuan-
Supresión
O rden superior
F ig u ra 6.3 P orcentaje d e sujetos de d iferen te s edades q u e em plearon cuatro estrategias p a ra resum ir.
Según Flavell (1981, citado por Nisbet y Schucksmith, 1987) las diferencias en la edad existentes
en la capacidad metacognitiva se deben a que los niños mayores poseen un caudal mayor de cono
cimientos y una mejor organización de la capacidad, pero sobre todo, más destreza para utilizar esa
información estratégicamente para fines específicos, porque se va estableciendo una vinculación
cada vez más estrecha entre lo que se sabe y el conocimiento metacognitivo.
Garner y Alexander (1989) opinan que los pequeños no han desarrollado tal conocimiento por
que aún no se han aproximado a reflexionar sobre el conocimiento y/o su cognición como objeto de
conocimiento ante tareas académicas, algo que los mayores se han visto impelidos a hacer debido al
gran número de tareas de aprendizaje intencional que ya han enfrentado en su vida escolar, las
cuales fungen como "catalizadores" y provocan la adquisición de este tipo de saberes.
Por su parte, París y sus colaboradores (véase París y Cross, 1983; París, Newman y Jacobson,
1985) han desarrollado una interpretación interesante sobre los factores que hacen posible la adqui
sición y uso de las estrategias. Ellos apelan a varios principios generales que los aprendices desarro
llan progresivamente en la medida en que se involucran con distintos contextos y demandas donde
se requieren las estrategias de aprendizaje (véase Kozulin, 2000).
El primero es el llamado principio de agencia, el cual se refiere a la toma de conciencia que logran
los aprendices en relación a la mejora que puede lograrse de los procesos de aprendizaje y memori
zación si se actúa intencional y voluntariamente sobre ellos, buscando optimizarlos. Esto quiere
decir que los pequeños llegan a reconocer que no es lo mismo realizar un acto de aprendizaje acci
dental o incidental que uno intencional (este último involucra un esfuerzo cognitivo distinto). En
ello va involucrado el papel activo del agente, quien actúa directamente por medio de ciertas accio
nes autodirigidas para optimizar su funcionamiento. En un principio, los adultos (padres o ense
ñante) son los primeros modelos de agenté activo que el niño reconoce, porque le enseñan (median
te situaciones de andamiaje) cómo conducirse activamente para mejorar su aprendizaje o su ejecución
en alguna tarea de solución de problemas; más tarde, el niño logra entender que él puede desempe
ñar ese papel, y una vez que consigue interiorizarlo, llega a ser capaz de hacerlo por sí mismo.
El segundo principio se refiere al reconocimiento del niño del propósito de aprender, como tarea
cognitiva específica distinta de otras actividades cognitivas que también puede hacer y conoce (por
ejemplo, reconocer, percibir, etcétera). El niño descubre que el propósito de aprender va cambiando
según distintos contextos, demandas y situaciones, lo cual le exige que también tome conciencia de
que son necesarias formas de actuar distintas y de que se requiere de un esfuerzo e involucramiento
diferenciados para actuar de manera adecuada ante cada uno de ellos.
El niño toma el ejemplo y descubre los tres principios en el contexto de las distintas prácticas
sociales en donde interviene cuando aprende. Los adultos por lo general fungen como modelos y
Capitulo 6 Estrategias para el aprendizaje significativo: fundamentos, . __ j . .•
Fase 3:
Uso experto
Fase 2: (flexible) de
Fase 1: Uso inexperto la estrategia
Estrategia no de la estrategia (control
disponible (control externo) internalizado)
actúan como mediadores sociales, proporcionando formas concretas sobre cómo actuar, establecer
propósitos y utilizar recursos para proceder propositivamente en situaciones de aprendizaje. Así,
los niños, al participar en dichas actividades a veces creadas con toda intención para ellos mismos,
van captando y apropiándose de cada uno de los principios y de los recursos estratégicos, para
usarlos después en forma autónoma e independiente.
Retomando ahora el segundo punto de interés sobre el asunto relativo a la identificación de las
fases de adquisición de las estrategias, pueden exponerse los siguientes comentarios.
Partiendo de los argumentos propuestos por Flavell en tomo a la adquisición de las estrategias,
y partiendo también de las ideas vigotskianas de ZDP, intemalización y de la llamada "ley de la
doble formación" de lo ínter a lo intrapsicológico (véase Vigotsky, 1979), proponemos sobre la base
de la idea original de Flavell (1993) una tabla que describe tres fases básicas en el proceso de adqui-
sición-intemalización de las estrategias (véase cuadro 6.5). En ella se señalan algunos aspectos rele
vantes en torno al proceso de su adquisición que tienen una clara implicación educativa.
Bajo esta visión, podemos observar que existe una primera fase en la que en principio no es
posible el uso inducido o espontáneo de las estrategias, simplemente porque se carece de la compe
tencia cognitiva para lograrlo o porque no se ha aprendido la estrategia. En esta fase podemos decir
que hay una deficiencia cognitiva en el uso de mediadores o estrategias en situaciones de aprendi
zaje. Esta fase podría caracterizarse como de nivel novato (cuadro 6.6).
CUADRO 6.6 Niveles de dominio y ejecución en la adquisición
de las estrategias
CONTROL
INTERNO Imposible Imposible Posible y necesario Posible
(puede
automatizarse)
T o m ad o d e P o z o y P ostig o, 1994. é
En una segunda fase el uso de mediadores o estrategias es posible, siempre y cuando haya una
persona que apoye o proporcione directamente la ayuda para hacerlo. Puede decirse que el apren
diz incipiente llega a ser capaz de utilizarla en el plano interpsicológico y recibe ayudas de distinto
tipo, en particular instrucciones diversas, modelamientos, guías, etcétera; sin embargo, sin tales
apoyos, el aprendiz no es capaz de usarlas espontáneamente porque aún no ha ocurrido su intema-
lizadón completa. En comparación con la etapa anterior, ya se tiene la capacidad para utilizar las
estrategias como mediadores o instrumentos cognitivos; pero todavía existe un déficit en su empleo
autónomo y/o espontáneo, puesto que no se ha desarrollado su regulación metacognitiva. Esta
segunda fase correspondería en el cuadro 6.6 al nivel de dominio técnico.
Por último, la tercera fase se caracteriza por el uso espontáneo de las estrategias cuando el
aprendiz lo requiere, gracias a que ha logrado una plena internalización de éstas y posee un conoci
miento metacognitivo apropiado para hacerlo (nivel de dominio estratégico). En esta fase final el
aprendiz ya es capaz de utilizar de manera autónoma las estrategias y, posteriormente, con la prác
tica y reflexión continuas, llegar a aplicar las estrategias en forma flexible, dando pie a transferirlas
a nuevas situaciones de aprendizaje (nivel de experto).
Esta explicación coincide considerablemente con las ideas de Paris y sus asociados, ya nom
bradas antes, en el sentido de que el empleo de las estrategias se aprende en el contexto de prácti
cas de interacción con quienes saben más; éstas son actividades que en un inicio son mediadas
socialmente y que sólo después se van interiorizando y haciendo parte del repertorio de los apren
dices.
Capitulo 6 Estrategias para el aprendizaje significativo: fundamentos, adquisición y modelos de intervención
Por otra parte, dichos programas son de índole extracurricular, se ofrecen en forma adjunta al
plan formal y son impartidos por personal no adscrito a la propia institución educativa, o que no
son los profesores en servicio en ese lugar. Estos factores han provocado que las intervenciones
tengan poco éxito, en términos de su eficacia, permanencia y transferencia.
Al hacer una revisión extensa sobre los modelos y hallazgos de investigación en programas
tradicionales de instrucción en hábitos de estudio, Hayes y Diehl (1982), y Aguilar- (1983) concuer-
dan en que éstos no son congruentes con los modelos recientes sobre procesos cognitivos,
metacognitivos y autorreguladores.
Estos programas, que aún siguen proliferando en nuestro medio, le enseñan al aprendiz las estrate
gias como meros hábitos para aprender, proporcionando un entrenamiento "ciego". Se le llama así
a los programas de entrenamiento que habilitan en forma muy limitada, puesto que sólo explican al
aprendiz la naturaleza de las estrategias que supuestamente les pueden servir en su conducta de
estudio. De manera general, su estructuración se basa en proporcionar a los aprendices instruccio
nes más o menos claras sobre cómo emplear las estrategias (sin explicarles su significado, impor
tancia, función y limitaciones), dándoles posteriormente la oportunidad de aplicarlas a algunos
materiales, para luego proporcionarles algún tipo de información evaluativa sobre el grado en que
fueron utilizadas. La idea central de estos programas es que los aprendices vayan desarrollando un
aprendizaje de las estrategias y una comprensión más o menos general sobre la importancia de la
actividad estratégica.
Según Brown, Campione y Day (1981) con este tipo de entrenamiento puede mejorarse ligera
mente el recuerdo; pero no se favorece de ningún modo el mantenimiento, la generalización o la
transferencia de los procedimientos estratégicos aprendidos.
Uno de los esquemas que han demostrado mayor efectividad para el análisis de la situación de
aprendizaje, y el cual posteriormente ha evidenciado también su potencialidad para orientar la
concepción y estructuración de los programas de entrenamiento informado en las estrategias de
aprendizaje, es el propuesto por Brown (1982) (derivado de las ideas de Jenldns, 1979), denominado
tetraedro del aprendizaje (véase figura 6.4). En él se expresa una concepción contextualista de distintos
aspectos internos (cognitivos, estratégicos, metacognitivos y autorreguladores) y externos (tipos de
materiales, demandas en las tareas, etcétera) que influyen en las actividades de aprendizaje intencio
nal. El modelo coincide perfectamente con muchos de los asuntos tratados en secciones anteriores
respecto a la forma en que las estrategias de aprendizaje deben ser entendidas y enseñadas.
1. Características del aprendiz. Esto se relaciona directamente con la variable de persona según la
clasificación de los constituyentes del conocimiento metacognitivo: lo que el aprendiz sabe so
bre sí mismo (en los dominios afectivo-motivacionales y cognitivos), en relación con determi
nados contenidos, tareas y estrategias.
2. Naturaleza y características de los materiales de aprendizaje. Los materiales que habrán de aprender
se pueden variar en: complejidad, familiaridad, organización lógica, formato de presentación,
etcétera.
3. Demandas y criterios de las tareas. Son las distintas demandas de aprendizaje y solución de pro
blemas que se le plantean al alumno en la situación escolar; por ejemplo, recordar, elaborar
trabajos, presentar un examen, exponer un tema, etcétera. Cada una de las demandas le exige al
aprendiz una forma diferenciada de conducirse. Esta característica y la anterior van relaciona
das directamente con la variable de tarea.4
4. Estrategias. Es el conocimiento que el alumno tiene sobre las estrategias que conoce y respecto a
su forma de aplicación, viabilidad y efectividad, para distintos materiales y demandas de las
tareas. Corresponde a la variable metacognitiva estratégica.
ESTRATEGIAS DEMANDAS
DE Y CRITERIOS
APRENDIZAJE DE LAS TAREAS
Atención, Reconocimiento,
repaso, recuerdo,
elaboración, transferencia,
etc. solución de problemas,
etc.
Es evidente que dentro del tetraedro están implicados distintos aspectos de tipo estratégico,
metacognitivo y autorregulador. Por ejemplo, gracias a él pueden comprenderse (y hacerse com
prender) las distintas relaciones entre estrategias y el conocimiento metacognitivo (variables de
persona, estrategia y tarea), sobre el asunto de cuáles estrategias seleccionar (una cuestión también
metacognitiva) y sobre cómo llegar a enfrentarse a una tarea o material de aprendizaje determinado
de una manera global o contextual. Todos estos aspectos deben tomarse en cuenta para proporcio
nar un entrenamiento informado sistemático, por lo que serían de mucha ayuda para programar
respecto al qué y al cómo tendrán que ser enseñadas las actividades estratégicas, para promover
aprendizajes significativos.
Con base en el mismo, se entiende que la enseñanza de las estrategias no puede hacerse en forma
abstracta, sino en función de explicar para qué tareas o demandas son viables, útiles y eficaces, y
para cuáles otras resultan improcedentes o insuficientes; asimismo, en la enseñanza deberá
explicitarse para qué materiales, dominios y temáticas son valiosas (hay que recordar que muchas
estrategias son específicas de ciertos dominios o contenidos y algunas otras son de aplicación
interdominio refringida). Sin embargo, todavía hará falta enseñar explícitamente cómo utilizar las
estrategias. Esto se verá directamente en la siguiente sección.
Bemad (1995) entrevistó con cierto grado de profundidad a dos alumnas con diferente con
ducta de estudio. A continuación presentamos algunos extractos relativos al tema que nos
ocupa, para que los compare y analice.
Caso 1: María (22 años) con una historia académica sobresaliente desde la escolaridad bási
ca, al momento de la entrevista realiza estudios universitarios.
E: Describe tu método de estudio en la actualidad: cuáles son los componentes más significa
tivos.
R: "Voy a clase regularmente y presto mucha atención a las explicaciones, sobre todo intentan
do entender el fondo de la materia. Cada día repaso lo explicado, y regularmente hago estu
dios más profundos sobre la materia completa explicada. Considero muy importante actual
mente llevar al día la materia, para así asimilar más y mejor las explicaciones..."
R: "Durante la primaria y secundaria, seguía con exactitud los consejos de los profesores;
haciendo siempre las tareas para casa, y haciendo esquemas y resúmenes. En bachillerato...
atendía en clase, estudiaba bastante antes de los exámenes... En la universidad me organizo
mucho más y planeo lo que tengo que hacer cada día y cada semana, puesto que la cantidad
de material a asimilar y estudiar es mucho mayor y muchísimo más compleja... Estudio mu
cho los apuntes también consulto diversa bibliografía para tener enfoques distintos...(Ante
los exámenes) he cambiado mi forma de examinarme... Pienso más antes de contestar y nece
sito utilizar distintas estrategias para resolver los problemas..."
R: "Sigo más o menos el mismo que antes utilizaba, fundamentalmente memorístico. Yo, es
que, en cuanto al estudio, me ha gustado siempre no aprender de memoria sino saber, apren
der las cosas. Pero resulta que comprenderlo no me ha supuesto el aprobar; entonces he cam
biado mi posición de comprender a memorizar solamente para aprobar... Y sigo en esto, in
tento cambiar pero sigo con lo m ism o...
R: "Pues normalmente leer los apuntes, pero estudiarlos, estudiarlos, los últimos días; estu
diar para responder los exámenes; memorizar. Yo notaba que si me lo estudiaba una semana
antes, se me olvidaban las cosas, no retenía; me lo estudiaba todo de memoria, entonces, frase
que me estudiaba, si se me olvidaba una palabra, ya no lo sabía, y no me salía la frase.
para la enseñanza de procedimientos, el cual se basa en gran parte en las ideas de Vigotsky y Bruner
ya comentadas en capítulos anteriores respecto a las nociones de "zona de desarrollo próximo",
"andamiaje" y "transferencia del control y la responsabilidad".
Esta propuesta nos parece que puede ser la "estrategia guía" para la enseñanza de cualquier
tipo de habilidad o estrategia cognitiva (de aprendizaje, metacognitiva, autorreguladora, etcétera;
véase Solé, 1992). Dicha estrategia se basa en la idea de que los procedimientos (herramientas que
forman parte de un bagaje cultural) se aprenden progresivamente en un contexto interactivo y com
partido, estructurado entre el enseñante y el aprendiz del procedimiento. (La propuesta se asemeja
a lo que otros autores han denominado enseñanza directa basada en el andamiaje; véase Rosenshine
y Meister, 1992). En dicho contexto, el enseñante actúa como un guía y provoca situaciones de
participación guiada con los alumnos. De este modo, en la situación de enseñanza se presentan tres
pasos básicos en el tránsito que ocurre entre el desconocimiento del proceso por parte del aprendiz,
hasta su uso autónomo y autorregulado (figura 6.5). Dichos pasos son los siguientes:
Mayor regulación
interna (alumno)
PRESENTACION PRACTICA
DE LA ESTRATEGIA ^ PRACTICA GUIADA ------ INDEPENDIENTE
Interrogación
Auto-interrogación
metacognitiva
Enseñanza
Mayor regulación cooperativa
externa (profesor)
Figura 6.5 Propuesta instruccional para prom over la transferencia de la regulación externa de la estrategia a su regulación interna.
1. Exposición y ejecución del procedimiento por parte del enseñante (presentación de la estrategia)
2. Ejecución guiada del procedimiento por parte del aprendiz y/o compartida con el enseñante
(práctica guiada)
3. Ejecución independiente y autorregulada del procedimiento por parte del aprendiz (práctica
independiente)
Como podrá inferirse, la tarea del enseñante consiste en ayudar a que el alumno logre la cons
trucción del procedimiento estratégico que le propone, no sin antes proporcionarle un contexto de
apoyo y de andamiaje que se modificará ajustándose en función de la creciente capacidad del aprendiz
para utilizarlo. Además, dicha visión de la enseñanza coincide en gran parte con el esquema identi
ficado sobre el patrón de las fases de adquisición de las estrategias, el cual se mencionó en una
sección anterior.
La propuesta, como se ha dicho, puede verse acompañada o traducida por distintas técnicas
más específicas según la estrategia de aprendizaje y el dominio de que se trate.
De acuerdo con varios autores (Dansereau, 1985; Coll y Valls, 1992; Elosúa y García, 1993;
Monereo, 1990 y 1999; Morles, 1985; Muriá, 1994), se identifican varios métodos o técnicas concretas
para el entrenamiento en estrategias de aprendizaje, los cuales pueden utilizarse en forma combina-
da, siguiendo la estrategia básica descrita (como puede observarse en la figura 6.5, donde se inte
gran en una propuesta la estrategia guía y las diversas técnicas). Estas son las siguientes:
• La ejercitación. Consiste en el uso reiterado de las estrategias aprendidas ante varias situaciones
o tareas, luego de que éstas han sido enseñadas de manera previa por el profesor o instructor
que por lo general asignará la situación o tarea y vigilará su cumplimiento, evaluando la efica
cia de la aplicación, así como los productos del trabajo realizado.
• El modelado. Es la forma de enseñanza en la cual el docente "modela" ante los alumnos el modo
de utilizar una estrategia determinada, con la finalidad de que el estudiante intente "copiar o
im itar" su forma de uso. Puede hacerse una extensión y utilizarse el "modelam iento
metacognitivo", en donde el modelo enseña y muestra la forma de ejecución de la estrategia, de
manera conjunta con aquellas otras actividades reflexivas (que generalmente quedan ocultas
en situaciones normales) relativas a las decisiones que va poniendo en marcha cuando se en
frenta a una tarea de aprendizaje o de solución de problemas. De esta manera el alumno obser
vará los pasos en la ejecución de las estrategias y tomará ejemplo a partir de las acciones y
reflexiones metacognitivas del modelo. Respecto al modelado, pueden identificarse otras dos
variantes: el modelado de uso correcto y el modelado de contraste entre un uso correcto y otro inco
rrecto de la estrategia. También pueden ser importantes las actividades de posmodelado, en
donde se aclare con información adicional una "representación alternativa" (analogías, metáfo
ras, etcétera), que les sirvan a los alumnos para su posterior utilización (véase González, 1994).
• El análisis y discusión metacognitiva. Por medio de esta técnica se busca que los estudiantes explo
ren sus propios pensamientos y procesos cognitivos al ejecutar alguna tarea de aprendizaje, con
la intención de que valoren la eficacia de actuar reflexivamente y modifiquen más tarde su
forma de aproximación metacognitiva ante problemas y tareas similares. Monereo (1990, p. 13)
distingue dos variantes: " a) el profesor propone una actividad o tarea, y una vez finalizada pide
que los participantes escriban o expongan oralmente el proceso cognitivo seguido, y b) distri
buidos en parejas, algunos alumnos deben resolver una tarea 'pensando en voz alta', mientras
sus compañeros anotan el proceso cognitivo, para después exponerlo al análisis y discusión de
toda la clase".
Una de las mayores dificultades para los estudiantes que participan en un programa de entre
namiento es poder adaptar las estrategias entrenadas a nuevos contextos y hacerlas compatibles
con sus propias técnicas.
Ya hemos dicho que el entrenamiento con información extensiva (saber cuándo, dónde y por
qué) sobre el uso de las estrategias provee elementos suficientes para que el aprendiz logre com
prender el valor y la utilidad de las estrategias proporcionadas para diversos contextos de aplica
ción. Explicamos también que esto puede hacerse al usar el tetraedro. Pero además debe adjuntarse
la enseñanza que explicite al alumno la forma de regularlas cuando éstas se aplican (entrenamiento
informado con autorregulación).
Otros asuntos deben tenerse también presentes para potenciar el mantenimiento y la transfe
rencia positiva del entrenamiento de las estrategias. Para Ashman y Conway (1990) también debe
considerarse:
• La participación activa del docente y los compañeros en los procesos de generalización (v. gr.,
mediante discusiones en grupo, etcétera).
Ellis, Lenz y Sabornie (1987, citados por Ashman y Conway, ob. cit.) presentan un cuadro sobre
la identificación de cuatro niveles de generalización en el entrenamiento de estrategias de aprendi
zaje (véase cuadro 6.8).
En el apartado final de este capítulo quisiéramos plantear algunas de las actividades que puede
realizar el enseñante dirigidas a promover el desarrollo y optimización de las estrategias de apren
dizaje de sus alumnos. En el trabajo docente es posible que ocurran dos posibilidades en torno al
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asunto que nos ocupa y que recuperaremos en esta sección. En primer término, se encuentra el
trabajo de enseñanza de estrategias que puede realizar el profesor directamente en el aula; y en
segundo término, el que se refiere a su participación en la configuración de una propuesta curricular
especial, para la enseñanza de las mismas.
En lo que se a refiere situación, el profesor como enseñante de estrategias en aula debe tener pre
sente varias cuestiones que pueden llevarse a cabo (exista o no una propuesta metacurricular; véase
más bajo). En principio no hay que olvidar que debe prevalecer como idea central el hecho de que el
enseñante desempeña un papel importante de mediador entre las estrategias-instrumentos que desea
enseñar y los alumnos que las van aprender (figura 6.4).
El propósito anterior será posible sólo en la medida en que las acciones de intervención que
realice el profesor también cumplan las siguientes condiciones que ya hemos discutido; pero
que pueden integrarse aquí (véase Alonso, 1991; Díaz Barriga y Aguilar, 1988; Gaskins y Elliot,
1999; Monereo 1990,1994 y 1999; Valle, Barca, González y Núñez, 1999);•
• Relacionado con el punto anterior, que se demuestre a los alumnos el valor de las estrategias y
la importancia de su aprendizaje; en tal sentido, es menester que los alumnos aprendan a reco
nocer la importancia de las estrategias, a creer en ellas como instrumentos para mejorar la cali
dad de sus aprendizajes y a reconocer su valor funcional para futuras situaciones (Pintrich,
1998); de lo contrario el aprendizaje de las estrategias será poco significativo.
• Explorar las estrategias que los alumnos ya conocen, las cuales muchas veces no les reditúan
beneficios apropiados por no saber ejecutarlas o autorregularlas correctamente. En muchas oca
siones dichas estrategias, si son corregidas y mejoradas en su ejecución, llegan a generar buenos
dividendos en los aprendizajes de los alumnos.
• Que su promoción se realice en las áreas de conocimientos o materias curriculares que enseña;
en este sentido, para ciertas asignaturas o áreas curriculares hay que reconocer que existen
estrategias específicas de dominio (lectura, matemáticas, ciencias naturales y sociales, etcétera;
véase Gaskins y Elliot, 1999; Pozo, 1994) que el profesor de cada asignatura debería explorar e
identificar para luego intentar enseñarlas. Además de éstas, existen otras estrategias que son
comunes a varios dominios, las cuales podrían identificarse dentro del currículo, mediante el
trabajo realizado por grupos de docentes que pertenezcan a academias o áreas de conocimiento
relacionadas. Así, en una propuesta metacurricular podrían conjuntarse ambos tipos de estrate
gias reforzando su aprendizaje y transferencia, ante un amplio rango de tareas y materiales
académicos en el aula.
• La recomendación permanente de que el docente, al enseñar las estrategias, sea sensible a las
necesidades de los alumnos y utilice las técnicas y metodología propuestas no de una manera
mecánica como un instructivo rígido (léase recetario), sino en forma creativa y adaptable.
• Por último, y relacionado con lo anterior, que el docente, al mismo tiempo que es un agente
reflexivo y estratégico de su enseñanza (capítulos 1 y 5), funja como aprendiz estratégico (que
use y reflexione sobre las estrategias de aprendizaje que enseña y, al mismo tiempo, que desa
rrolle un conocimiento declarativo, condicional-metacognitivo y autorregulador sobre las mis
mas) y que en tal sentido represente un modelo para los alumnos sobre cómo enfrentar tareas
de aprendizaje de modo estratégico.
tivo: jundamcntos, adquisición y modelos de intervención
Por lo que toca a la segunda situación, el docente puede participar junto con otros especialistas
en el diseño de propuestas completas de enseñanza de las estrategias. Al respecto existen básica
mente dos modalidades (véase Weinstein, Powdrill, Husman, Roska y Dierking, 1998): la primera
se ha denominado enseñanza o instrucción adjunta; y la segunda, metacurrículo.
Sin embargo, la propuesta que se intenta defender en este texto es alternativa a la anterior. En
este sentido, se aboga por una propuesta determinada metacurrículo, la cual se refiere a la necesidad
de enseñar a los estudiantes cómo aprender el conocimiento de forma más efectiva en cada curso
escolar y en vinculación con áreas de contenido específicas. Así, el propósito central que anima este
tipo de propuestas consiste en que los propios docentes, desde sus propias clases, induzcan el desa
rrollo de estrategias de aprendizaje efectivas a la vez que enseñan el contenido de la asignatura
(Weinstein y Underwood, 1985).
De esta forma, el docente entraría al aula con dos tipos de metas: las referidas a los productos
del aprendizaje, que se enfocan a lo que deben saber o ser capaces de hacer los alumnos, y las
respectivas al proceso de aprendizaje, enfocadas a enseñar a los alumnos, cómo aprender. Esto
convertiría a los modelos de intervención para estrategias de aprendizaje en una modalidad de
currículo inserto y no extracurricular, como el caso de la instrucción adjunta. En consecuencia, a
diferencia de la instrucción adjunta, en la creación de un metacurrículo la participación de los do
centes en el equipo de diseño del mismo (en la que la participación de supuestos especialistas) se
vuelve imprescindible y enriquecedora (en cuanto al conocimiento profundo de la asignatura) en
tomo a las siguientes cuestiones: a) qué estrategias enseñar, b) para qué dominios específicos de
conocimientos, c) cómo enseñarlas, d) qué materias de aprendizaje pueden ser los más apropiados,
e) de qué forma se pueden secuenciar las actividades, y f) cómo relacionarlas con los contenidos.
• Seleccionar o desarrollar, según sea el caso, innovaciones que los profesores sientan que res
ponden a las necesidades reales de los alumnos.
• Asumir que las innovaciones y los cambios requieren de un cierto tiempo de aplicación. Las
primeras experiencias tal vez no logren un grado satisfactorio de aplicabilidad; pero con la
experiencia el desarrollo y la reflexión del personal, las mejoras se harán palpables progresiva
mente, dando lugar incluso a futuras renovaciones.
En este capítulo se ha expuesto y discutido el papel de las estrategias de aprendizaje en las conduc
tas de aprender a aprender. Esto sin duda es una de las metas más desafiantes para toda situación
educativa, porque implica que el aprendiz sea capaz de actuar en forma autónoma y autorregulada,
relativamente independiente de la situación de enseñanza.
En primer término, intentamos hacer una presentación de las estrategias desde un enfoque
constructivista, con el señalamiento de que éstas son procedimientos flexibles que el aprendiz tiene
que apropiarse a partir de contextos educativos en su más amplio sentido, gracias a la intermedia
ción de alguien que sabe más (generalmente el profesor).
También discutimos en el texto, de una manera general, los asuntos relativos a la adquisición, la
enseñanza, los problemas de entrenamiento y transferencia de las estrategias de aprendizaje, con el
establecimiento de un contexto básico conceptual que será retomado posteriormente en el siguiente
capítulo en los dominios de la comprensión y la composición escrita.
Capitulo 6 Estrategias para el aprendizaje significativo: fundam entos, adquisición y modelos de intervenciór,
I. Analice por distintos medios (observación, entrevistas, encuestas) cuáles son las estrategias que
I emplean sus alumnos. Reflexione sobre la posibilidad de que se estén induciendo indirecta
mente algunas actividades estratégicas de bajo nivel (por ejemplo, que promuevan aprendiza
jes memorísticos), debido a ciertos procedimientos o metodologías didácticas que se utilicen en
sus clases.
2. Analice, a partir de las estrategias revisadas en este capítulo (y el siguiente), cuáles podrían ser
las más apropiadas para el aprendizaje significativo de los contenidos de la(s) disciplina(s) que
usted enseña a sus alumnos. Con base en el presente capítulo, reflexione y discuta con sus
compañeros cuál sería la mejor manera de enseñarlas.
3. Para ilustrar los conceptos analizados en este capítulo, considere la siguiente situación ficticia:
se trata de las conductas de estudio de dos estudiantes de bachillerato (Emilia y Mónica), a las
cuales supuestamente se les ha informado que en fecha próxima presentarán un examen abier
to (tipo ensayo) sobre los efectos de la polución ambiental en los ecosistemas. Lea con cuidado
el siguiente relato:
"Cuntido se le informa a E m ilia acerca de la evaluación próxima por medio de una prueba de ensayo, ella
se mostró ligeramente preocupada, no sólo porque el ejercicio de evaluación estaba programado para un
día después del juego de finales de basquetbol, sino también porque era consciente de que las pruebas de
ensayo le resultaban difíciles. Aunque ella se percibe a sí misma como una estudiante "machetera" com
petente, reconoce sus debilidades y sabe que tendrá que ser más selectiva acerca de la form a en que se
preparará para este examen. Ella entiende que debe apartar tiempo y que no debe estudiar en casa porque
se distrae con el teléfono y con los miembros de su familia. Unos días antes del examen, Emilia toma su
texto y su cuaderno de apuntes, y se dirige a su lugar favorito en la biblioteca pública. Le agrada estudiar
ahí porque los escritorios y las sillas son confortables, la iluminación es buena y hay poco ruido. Emilia
recuerda que cuando ella estudia para un examen de opción múltiple, comúnmente empieza por escribir
las definiciones de todas las palabras que se encuentren en negritas. Sin embargo, ella sabe que estudiar
para una prueba de ensayo requiere de diferentes estrategias. Aunque le tomará más tiempo Emilia decide
prepararse para la prueba elaborando un cuadro sinóptico sobre la información del capítulo, para reorga
nizarla de manera que sea más fácil su recuerdo. Dicha estrategia le ha sido útil en el pasado y está de
acuerdo en que le tomará un tiempo extra necesario.
Mientras explora el capítulo, Emilia observa que los autores han presentado la información por me
dio de enlaces entre causas y efectos. Así, divide una hoja en dos columnas, titulando "causas" y "efec
t o s ' y procede a hacer el llenado de la información en dicho cuadro. Conforme va elaborándolo, Emilia se
define periódicamente para evaluar el progreso que está teniendo. ¿Su plan de trabajo funciona en la
form a en que ella lo ha anticipado?, ¿está manteniendo la suficiente concentración?, ¿está comprendien
do el contenido? Emilia juzga que su comprensión ha mejorado por representar visualmente las relacio
nes entre los conceptos presentados. Después de completar su cuadro sinóptico, se autoevahia dibujando
ahora un diagrama del capítulo para ilustrar las relaciones entre los eventos y resultados en el ecosistema.
Durante los últimos días, Emilia revisa su cuadro sinóptico y discute informalmente su comprensión de
los conceptos con sus compañeros de clase. Cuando le aparezcan dudas o ideas que no concuerdan con las
suyas, Emilia vuelve a su texto y, si es necesario, consulta con el profesor sobre tales cuestiones. La noche
anterior al examen realiza un autochequeo final antes de empezar a ver su juego favorito de las finales de
basquetbol.
M ónica también está ansiosa acerca del formato del examen porque sabe que generalmente le va
mejor en las pruebas de opción múltiple. Mónica no sabe exactamente a qué se debe; pero considera que si
Resulta esencial para Emilia y Mónica utilizar flexiblemente su conocimiento sobre los ecosiste
mas cuando se enfrentan al examen. Debido a que la aproximación de Emilia ha mejorado su compren
sión del funcionamiento de un ecosistema, es capaz de acceder a su conocimiento desde una variedad
de perspectivas y, por tanto, se desempeña de una manera confiable y competente. Aunque Mónica in
crementó su conocimiento de la terminología específica relacionada con los ecosistemas ambientales,
encuentra difícil utilizar dicha información para responder a las preguntas de ensayo. Ella sale de la
prueba sintiéndose ansiosa sobre su calificación'' (a partir de Palincsar y Brown, 1989 y Ertmer y
Newby, 1996).
A continuación, intente hallar las diferencias entre las dos estudiantes ficticias, apoyándose en
el siguiente cuadro:
Características de las
estrategias autorreguladoras
empleadas
Estrategias de apoyo
utilizadas (cuántas y cómo)
¿Cuáles son sus conclusiones respecto a las conductas de estudio de ambas estudiantes?
WJfmSsSP'
’S J 1
ih
Estrategias para el
aprendizaje significativo II:
comprensión y
composición de textos
Visión panorámica del
capítulo
Introducción
La comprensión
y el aprendizaje de textos
Estrategias de composición de
textos
Sumario
Actividades de rejlexión e
intervención
Visión panorámica
del capítulo
L e e r y escribir son actividades que implican
construcción de significados y que ocurren en co
textos comunicativos y socioculturales. Cuando
leemos un texto, realizamos procesos complejos
de construcción de significados y de atribución de
sentido a partir de la información que éste nos pro
vee. De igual forma, cuando redactamos un textijj
coherente con ciertas finalidades comunicativas y
retóricas, también nos involucramos en un proce
so de construcción de significados que nos puede
conducir a transformar lo que sabemos.
Leer para comprender y componer textos inteligentemente son dos procesos de aparente sencillez
pero de gran complejidad. Decimos que son de aparente sencillez, porque generalmente ocurren en
los currículos de educación básica y media, y la atención que se les proporciona es a todas luces
insuficiente. En varios estudios realizados, por ejemplo, ha quedado demostrado que en las aulas
apenas se destina tiempo para enseñar dichos procesos de forma explícita, desplegando prácticas
ingenuas o estereotipadas que escasamente conducen a aprender dichos procesos como verdaderas
actividades constructivas y estratégicas con sentido.
En esta breve introducción quisiéramos dejar en claro algunos presupuestos sobre nuestra con
cepción de estos procesos, antes de comenzar su problematización y la presentación de estrategias
para su enseñanza.
1. En principio, tenemos que partir del hecho de que la alfabetización de ningún modo termina
con el mero aprendizaje del código (las habilidades de codificación y descodificación), sino que
se prolonga hasta las formas más sofisticadas de hablar, leer, escribir, pensar de forma compe
tente (Garton y Pratt, 1991). La alfabetización genuina —llamada por algunos "alfabetización
funcional" (Cook-Gumperz, 1988; Verhouven, 1994)— debe permitir desarrollar la competen
cia cognitiva y comunicativa de los educandos en el más amplio sentido (Lomas, Osoro y Tu
són, 1988), hacerlos educados y educables, e incluso, yendo más allá, posibilitar el desarrollo
social, cultural y político de la sociedad o comunidad cultural en que se encuentran inmersos.
En tal sentido, las formas más complejas de alfabetización lecto-escrita las constituyen la com
prensión crítica y reflexiva de textos y la composición escrita, como actividades de construcción
de significados.
4. Se puede decir que no se aprende a comprender o componer un discurso escrito por mera
ejercitación y práctica, ni es algo que emerja de manera automática o como producto de una
maduración "natural", después de haber adquirido las aptitudes básicas de acceso al código
escrito. El lenguaje escrito como función psicológica superior (y aquí incluimos la capacidad de
Capitulo 7 Estrategias para el aprendizaje significativo II: comprensión y composición de textos
escribir y comprender) se adquiere gracias a la asistencia de otros que saben más; se aprende y se
desarrolla cuando se participa con ellos en ciertas prácticas socioculturales y educativas. De
este modo, leer y escribir también se entienden como actividades que se construyen conjunta
mente con otros.
5. Con la lectura y la escritura se abre la posibilidad de dialogar con otros más allá del tiempo y
del espacio inmediato. Se abren nuevos horizontes en el aprender, al compartir voces y discur
sos de otros, al hacer que los pensamientos se estructuren a partir de tales discursos y al ir más
allá de lo real creando nuevos mundos posibles.
En al ámbito académico, leer y escribir pensando son habilidades muy apreciadas. La mayor parte
de la información que tiene que aprenderse, desde la educación básica hasta el nivel profesional, es
a partir de textos. La escritura no es menos importante, además de involucrar en gran medida la
lectura, su papel en la producción de conocimientos es fundamental. En los programas curriculares
actuales se manifiesta una evidente toma de conciencia por ello; pero aún falta un largo camino
para que se modifiquen significativamente las prácticas tradicionales de su enseñanza.
Hoy sabemos que la comprensión y la producción de textos pueden enseñarse desde una óptica
distinta a la tradicional. Los avances logrados en los últimos años sobre dichos temas, desde las
perspectivas cognitiva y constructivista, han hecho aportaciones valiosas sobre cómo comprender
dichos procesos y cómo mejorarlos. En este capítulo queremos presentar algunos de estos argu
mentos, experiencias y propuestas emanados de la investigación aplicada, para que el docente o el
experto las recupere en su ejercicio profesional.
Nuestro propósito en esta sección es describir cómo se comprende y aprende de manera estratégica
la información contenida en los textos académicos que habitualmente estudian los alumnos de di
versos niveles educativos.
Uno de los campos en que se han investigado más los procesos de adquisición, uso y enseñanza
de estrategias es el de la comprensión de textos. Como resultado, durante las últimas tres décadas
han aparecido infinidad de revistas y textos especializados sobre este tema y procesos asociados.
La comprensión de textos está presente en los escenarios de todos los niveles educativos y se le
considera una actividad crucial para el aprendizaje escolar, dado que una gran cantidad de infor
mación que los alumnos adquieren, discuten y utilizan en las aulas surge a partir de los textos
escritos. Durante mucho tiempo, sin embargo, esta actividad fue descuidada por centrarse dema
siado en la enseñanza de habilidades simples de decodificación y automatización de la lectura.
Retomando los comentarios mencionados por varios autores (véase Alonso, 1991; Solé, 1992;
Wells, 1990) para analizar el tema de la comprensión de textos, se estima necesario considerar los
siguientes tipos de conocimiento que se encuentran involucrados en ella, los cuales por supuesto
deben ser incluidos en los currículos e instrucción de la comprensión lectora, a saber:
4. El conocimiento de que los textos pueden comprender una amplia variedad de géneros y es
tructuras textuales.
5. El conocimiento de que los textos tienen propósitos variados y que deben contemplarse
enmarcados dentro de actividades o prácticas sociales y comunicativas de distintos tipos.
En los escenarios escolares, los aprendices enfrentan distintos tipos de textos, los cuales poseen
diversas características. Algunos difieren en el grado de complejidad y de familiaridad, en el volu
men de la información contenida, etcétera, y por lo general los alumnos tienen que aproximarse a
ellos con restricciones de tiempo, intentando comprenderlos y/o buscando aprender de ellos. Po
cos alumnos pueden llegar a conseguir ambas actividades y ello implica una gran dosis de esfuerzo
cognitivo, otros son capaces de lograr una comprensión poco profunda y, por ende, un aprendizaje
poco significativo; sin embargo, la gran mayoría de ellos tiene serias dificultades para su compren
sión objetiva y lo único que les queda por hacer es aprender la información contenida en forma
memorística (Mayer, 1984).
Con base en la literatura desarrollada en el campo, se ha demostrado que los principales atribu
tos que debe poseer un buen lector son: el uso activo del conocimiento previo pertinente y la capa
cidad de seleccionar y emplear de manera flexible y autorregulada estrategias de lectura (cognitivas
y autorreguladoras) pertinentes. Estas dos habilidades le permiten a los lectores competentes adap
tarse con facilidad a una variedad de condiciones de estudio y tipos de material de lectura (véase
más adelante).
La comprensión de textos es una actividad constructiva compleja de carácter estratégico, que implica
la interacción entre las características del lector y del texto, dentro de un contexto determinado.
Se considera que es una actividad constructiva porque durante este proceso el lector no realiza
simplemente una transposición unidireccional de los mensajes comunicados en el texto a su base de
conocimientos (Colomer, 1992; Díaz-Barriga y Aguilar, 1988; Solé, 1992). El lector trata de construir
una representación fidedigna a partir de los significados sugeridos por el texto (para lo cual utiliza
todos sus recursos cognitivos pertinentes, tales como habilidades psicolingüísticas, esquemas, ha
bilidades y estrategias), explotando los distintos índices y marcadores psicolingüísticos y los de
formato que se encuentran en el discurso escrito. La construcción se elabora a partir de la informa
ción que le propone el texto, pero ésta se ve fuertemente enriquecida por las interpretaciones,
inferencias e integraciones que el lector adiciona con la intención de lograr una representación fiel y
profunda de lo que el autor quiso comunicar (por supuesto, el lector en un momento dado puede
incluso ir más allá del mensaje comunicado). De este modo, se puede afirmar que la construcción
realizada por el lector tiene siempre un cierto matiz especial de su persona (aspectos cognitivos,
afectivos, actitudinales y volitivos), de manera que es imposible esperar que todos los lectores que
leen un mismo texto puedan lograr una representación idéntica.
Así, la forma específica que asuma la interpretación dependerá de las interacciones complejas
que ocurran entre las características del lector (sus intereses, actitudes, conocimientos previos, etcé
tera), del texto (las intenciones presentadas explícita o implícitamente por el autor) y el contexto (las
demandas específicas, la situación social, etcétera) en que ocurra. Esto último hace que se considere
al proceso de comprensión de lectura una actividad esencialmente interactiva (De Vega, 1984, León
y García Madruga, 1989).
);jra el aprendizaje significativo II: comprensión y composición ■
Las interacciones entre las características del lector y del texto ocurren dentro de un contexto
en el que están inmersos ambos. Por ejemplo, no es lo mismo leer un texto determinado cuando
existe una demanda externa propuesta por el docente que cuando no la hay, tampoco es igual
enfrentarse a un texto para pasar un examen de admisión que para simplemente divertirse. Asi
mismo, no es lo mismo un texto propio (en cuanto a género y estilo) de la comunidad social especí
fica en donde el estudiante se encuentra, que otro que no es tan característico de su contexto
sociocultural.
Por tanto, debe reconocerse que el contexto desempeña un papel determinante en la natura
leza y calidad con que se conduce el lector frente a situaciones de comprensión de la información
escrita.
Por último, también se considera que la comprensión de la lectura es una actividad estratégica
porque el lector reconoce sus alcances y limitaciones de memoria (especialmente de la memoria de
trabajo), y sabe que de no proceder utilizando y organizando sus recursos y herramientas cognitivas
en forma inteligente y adaptativa, el resultado de su comprensión de la información relevante del
texto puede verse sensiblemente disminuido o no alcanzarse, y el aprendizaje conseguido a partir
de ella puede no ocurrir. En ese sentido, el lector que intenta comprender un texto y que desea "leer
para aprender" debe planear el uso de distintos procedimientos estratégicos, los cuales también
deben ponerse en marcha y supervisarse de manera continua, en función de un determinado pro
pósito o demanda contextual planteada de antemano (Solé, 1992).
CONTEXTO
LECTOR TEXTO
• Habilidades psicolingüísticas • Contenido temático
• Conocimientos previos • Estructura textual
(esquemas) relacionados con • Nivel de dificultad y extensión
el tema, con los eventos del • Significatividad lógica y
texto y con el género y psicológica
estructura del texto • Formato
• Factores motivacionales • Ayudas y señalamientos
(propósitos, expectativas,
intereses) y actitudinales
• Estrategias de lectura
específicas
• Estrategias metacognitivas
y autorreguladoras
• La identificación o construcción de las proposiciones (ideas) a partir de los enunciados del texto.
• La vinculación de las macroproposiciones entre sí, encontrando el hilo conductor entre ellas:
coherencia local entre proposiciones.
Interpretación
E xtraer el significado global - *
textual
(m acroestructura)
R epresentación
M ovilizar los conocim ientos previos - *
situacional
Las actividades de macroprocesamiento (macroprocesos) son aquellas que tienen que ver cor
la construcción de la macroestructura (representación semántica de naturaleza abstracta y global de
texto) y del modelo de la situación derivada del texto (modelo mental análogo a las situaciones descri
tas en el texto) (véase García, Elosúa, Gutiérrez, Luque y Gárate, 1999; Kintsch, 1998; McNamara
Miller y Bransford, 1991; Sánchez, 1993; Van Dijk y Kintsch, 1983; Van Dijk, 1994-1995; Vidal-Abar
ca, 2000) (figura 7.2).
• La integración y construcción coherente del significado global del texto (coherencia global),;
partir de las macroproposiciones: elaboración de la macroestructura.
El texto también posee una organización sobre cómo se presenta la información escrita en si
estructura global predominante. A este nivel de organización del texto en cuanto a su forma (m
respecto a su contenido) se le conoce como superestructura retórica. El conocimiento que el lecto
posee sobre las distintas superestructuras textuales puede contribuir significativamente a mejora
la comprensión (influye incluso en la construcción de la macroestructura) y en el recuerdo del textc
Por otro lado, la construcción del modelo de la situación no es una representación estrictament
textual o proposicional, sino la creación de un posible mundo análogo a partir del texto, dond
intervienen en forma decisiva los conocimientos previos y las actividades ipferenciales que el lecto
realiza. Puede construirse a la par de que se ejecuta la representación textual (microestructura
macroestructural y superestructural del texto). Así, si la macroestructura representa la esencia de
texto en código, digamos, lingüístico-textual, el modelo de la situación sería un "mundo cread
para el texto" y su logro constituiría el nivel más complejo y quizá el más determinante para 1
comprensión del mismo.
Gracias a la extensa investigación realizada en este campo, actualmente se reconoce que los
procesos micro y macro no operan de manera serial o estrictamente unidireccional (de los más
simples a los más complejos), sino que interaccionan en sentido bidireccional; es decir, mientras se
lee un texto ocurren en forma simultánea procesos que dependen de las características del lector y
otros que inician a partir de lo que el texto provee (procesos de "abajo hacia arriba" o del lector al
texto, y de "arriba hacia abajo" o del texto al lector) (De Vega, Carreiras, Gutiérrez-Calvo y Alonso
Quecuty, 1990). Lo que en la actualidad queda claro es que inmediatamente después de que inician
las actividades de microprocesamiento (que siempre son las que inician el acto), empiezan a acti
varse y participar, no sólo ahí sino durante todo el proceso de comprensión (en la construcción de la
microestructura y la macroestructura), los conocimientos previos del lector (aunque la participa
ción de los conocimientos previos sea más intensa en la construcción del modelo de la situación).
Así, a partir de todas estas actividades de procesamiento del texto, se afirma que el lector parti
cipa activamente probando interpretaciones, verificándolas, depurándolas, decantándolas y dán
doles seguimiento para construir conscientemente la representación textual y el modelo de la situa
ción del texto, e incluso para lograr una asimilación crítica necesaria, que le permita desarrollar
conductas más complejas como poder aprender significativamente la información contenida en él y
aplicarla de forma inteligente a otras situaciones.
Entonces, tenemos que dos de los problemas más básicos en la comprensión, por los cuales los
alumnos no llegan a construir la microestructura de un texto son: 1) por desconocimiento del signi
ficado (o no poder inferirlo por el uso de las claves contextúales) de ciertos términos centrales den
tro del texto (utilizando las expresiones de los alumnos: "no entender ciertas palabras") y 2) por
carecer de las habilidades necesarias para seguir la progresión temática o, dicho en otras palabras,
para relacionar las ideas nuevas (el comentario) con las ya dadas (el tema), provocando así serias
dificultades para establecer la coherencia local necesaria (en las palabras de los alumnos: sentir que
se "pierde el hilo"). Evidentemente, el primer problema radica en que no se accede al significado de
las palabras (especialmente las más significativas del texto) y como consecuencia no pueden elabo
rarse las proposiciones o ideas en forma apropiada; respecto al segundo problema, la dificultad
estriba en que no se están relacionando de modo adecuado las proposiciones adyacentes, lo cual
Comprende) un texto es una actividad estratégica que im plica construíi significados
trae como resultado una falla en la estructuración de la continuidad temática del texto, necesaria
para procesamientos posteriores de mayor complejidad.
Otro problema, quizá el más típico, es aquel que tiene que ver en forma directa con la construc
ción de la macroestructura. Esta dificultad reside en que una vez que los alumnos reconocen que el
texto es inteligible, y que las ideas tienen una cierta lógica y sentido, no llegan a ser capaces de
construir con certeza una representación de la información contenida en él, que le dé sentido como
una totalidad (en palabras de los alumnos: "no sé bien lo que me quiere decir el texto"). El problema
aquí, entonces, consiste en una inadecuada aplicación de los macroprocesos (por ejemplo, las
macrorreglas), ya sea por falta de madurez para poder hacerlo (se ha demostrado una cierta evolu
ción en la aplicación y comprensión de las macrorreglas, véase Brown y Day, 1983, y el capítulo
anterior en la reseña breve de esta investigación) o debido al desconocimiento de cómo ejecutarlas
en forma correcta.
Un cuarto tipo de dificultad estaría relacionado con la identificación de la estructura formal del
texto. El problema aquí radica en que los alumnos, teniendo las habilidades para construir los ele
mentos centrales de la microestructura y la representación global del texto, no son capaces de iden
tificar que las distintas partes del texto conforman una superestructura, que les permitiría, a su vez,
perfeccionar su representación macroestructural. Metafóricamente hablando, puede decirse que los
alumnos logran identificar los "árboles" (los enunciados y hasta los enunciados principales del
texto); pero no consiguen percatarse del "bosque" (la superestructura) del que son parte.
expresión de los alumnos que correspondería a este tipo de dificultad sería: "cuando no sé qué es lo
que suponen que debo saber".
Muchas veces en las situaciones de enseñanza se desea que los alumnos no sólo identifiquen o
construyan los significados de las palabras, de los enunciados o del texto en su totalidad, sino que
sean capaces de tener una representación potente (el modelo de la situación) y con mayor profundi
dad, que les permita aplicar lo leído a diversas situaciones que lo demanden (por ejemplo, aprender
un procedimiento a partir de un texto y, gracias a los conocimientos previos, comprender las rela
ciones espaciales, temporales y contextos de uso que no están escritos pero que están implicados) o
que incluso les permita reflexionar o derivar conclusiones sobre el texto leído.
Nos parece que a esta descripción bien lograda de Sánchez (1998) sobre las dificultades de
comprensión, todavía podríamos añadir otras dos que los profesores logran identificar en su prác
tica.
La primera de ellas se refiere a que no pocos alumnos (sobre todo en educación básica, y en
educación media en los lectores menos competentes) parecen asumir una conceptualización de la
lectura fuertemente centrada en las habilidades de descodificación. Baker y Brown (1984) se han
referido a este problema y han señalado al respeto que estos alumnos no logran tomar conciencia de
que leer consiste en construir interpretaciones a partir de la información contenida en los textos; por
lo contrario, parecen enfocar sus esfuerzos a la descodificación adecuada de frases y palabras. Tal
vez dicha dificultad esté asociada con algunas de las siguientes razones: 1) que los alumnos conti
núan haciendo su lectura de comprensión como si fuera una "lectura en voz alta" (la cual por cierto,
es una práctica muy utilizada en la escolaridad básica), en la que hay que cuidar demasiado la
descodificación a expensas de la comprensión, porque de lo contrario la audiencia no entendería lo
que se está leyendo (pruebe el lector leer varias páginas de este texto en voz alta y comprobará que
por estar más centrado en descodificar correctamente, la comprensión de las ideas disminuirá sen
siblemente); o bien, 2) que los alumnos no explotan en forma adecuada las pistas contextúales nece
sarias para construir el significado del texto, habilidad que por cierto no siempre se promueve en
las actividades que se realizan en clase. También es probable que este problema esté asociado con
alguna o varias de las seis dificultades anteriores (por ejemplo, segunda, tercera y sexta dificulta
des) o que incluso sea consecuencia de alguna(s) de ellas.
Luego de minuciosos análisis, Schraw y Bruning demostraron, entre otras cuestiones, que los
sujetos universitarios que se guiaban por el modelo transaccional recordaban más información de
textos expositivos (cantidad de proposiciones), que sus contrapartes que se adherían al modelo
de transmisión; asimismo, se demostró que los del modelo transaccional hicieron un mayor uso de
sus conocimientos previos y hacían interpretaciones más personales y críticas de los textos.
La segunda dificultad adicional se refiere a la falta de motivación que parecen mostrar muchos
alumnos para ejecutar, o a veces para iniciar, el proceso de comprensión lectora satisfactoriamente.
Una buena cantidad de alumnos no quieren realizar la actividad lectora por factores asociados ya
sea al texto (los temas no parecen interesarles, los textos les parecen muy complejos o aburridos,
contienen términos o explicaciones complejas, etcétera), a ellos mismos (tienen creencias negativas
de autoeficacia lectora, actitudes negativas hacia la lectura, malos hábitos de lectura, patrones
motivacionales inadecuados, etcétera); o bien, al contexto instruccional (a muchos alumnos no les
gusta leer obligados o bajo situaciones de competencia). En tal caso el paso inicial consistiría en
reconocer el origen del problema y posteriormente trabajar en función del mismo (por ejemplo,
para el caso de textos complejos, escoger otros más sencillos pero pertinentes a los fines educati
vos que se buscan, diseñarlos de manera más apropiada, etcétera; para el caso de problemas mo
tivacionales o actitudinales, varias de las recomendaciones hechas en el capítulo tres de esta obra
pueden ayudar a solventarlos).
Antes de dar paso a la siguiente sección, es necesario tener en cuenta cuáles son las posibles
funciones que llega a asumir el lector cuando se enfrenta a un texto en nuestra sociedad (véase
Freebody y Luke, 1990, citado por Wray y Lewis, 2000). Estas funciones, que se encuentran relacio
nadas entre sí, pueden disociarse en ciertos momentos, prácticas y contextos. Las funciones son las
siguientes:
1. Como descodificador o descifrador que se enfrenta a problemáticas como las siguientes: ¿qué
dice este texto?, ¿cómo puedo descifrarlo?
2. Como intérprete del texto: ¿qué significa el texto?, ¿qué puedo comprender?, ¿qué ideas cons
truyo a partir de él?
3. Como aprendiz a partir del texto: ¿qué aprendo de él?, ¿qué he aprendido a partir de él?
4. Como usuario del texto. Las preguntas clave serían: ¿cómo puedo utilizar lo que el texto me
dice?, ¿qué puedo aplicar?, ¿para qué situación(es) es útil lo que me dice?
5. Como analista crítico del texto. Las preguntas clave aquí son muy variadas, pero las más repre
sentativas podrían ser: ¿qué propósito tiene este texto?, ¿qué aspectos me parecen adecuados o
inadecuados, interesantes o no interesantes?, ¿qué me quiso comunicar el autor?, ¿qué otras
lecturas alternativas puedo hacer del texto a la que me propone el autor?, ¿qué implicaciones
tiene el texto?, ¿qué críticas puedo hacerle?, ¿qué tan valioso o transcendental lo encuentro?
Quisiéramos presentar aquí algunos de los típicos argumentos de los alumnos que asumen el
modelo transaccional de la lectura que describen Schraw y Bruning (1996). Los lectores que se
guían por este modelo implícito, además de creer que el significado de un texto se construye
de la interacción entre éste y el lector, de hacer lecturas más críticas y de usar más activamente
sus conocimientos previos, también demuestran más reacciones e involucramiento afectivo-
emocional sobre lo que leen. Algunos ejemplos con estudiantes universitarios así lo demues
tran (después de realizar una lectura sobre la "Guerra del Golfo Pérsico", Revista Times,
1991):
• "No puedo creer que pueda hacerse tanto daño en sólo 42 días" (respuesta con contenido
emocional).
• "La historia fue efectiva porque produce muchas emociones en la gente" (respuesta de
valoración sobre el texto).
• "Le puse atención a la historia. Pienso que fue aburrida porque no tiene relevancia para
mi vida" (respuesta sin involucramiento personal).
• " ... me gusta la historia porque a pesar de todo es más interesante que mi libro de texto"
(respuesta sin involucramiento emocional).
Creemos que estas funciones deben ser consideradas para que las actividades estratégicas de
aprendizaje y de enseñanza que se desean utilizar sean aplicadas en forma adecuada, ya sea por el
aprendiz o por el enseñante. Sin duda, las más valiosas en el ámbito académico serían aquellas que
se describen a partir de la segunda función (desde donde se implica la construcción de la
macroestructura y el modelo de la situación); aunque en ciertos momentos y bajo ciertas circunstan
cias puede ser valiosa también la primera de ellas (es decir, en la lectura en voz alta o al momento de
corregir un texto cuando se escribe).
Pero de cualquier manera, nos parece que todas deben ir encaminadas —y quizá sea uno de los
objetivos centrales de la genuina alfabetización que vertebre los currículos de todos los niveles de
escolaridad— a desarrollar un lector activo, capaz de interpretar textos y de construir significados
(guiados por el modelo transaccional al que nos referíamos líneas arriba y no por el modelo de
transmisión-traducción), que sea capaz de utilizar estrategias para lograr un aprendizaje significa
tivo y hacer una lectura crítica de los mismos. Los alumnos-lectores no podrán llegar a hacer una
interpretación valiosa, a construir una representación lingüística y situacional, o llevar a cabo una
lectura reflexiva, consciente y crítica si no utilizan de modo inteligente todos sus recursos cognitivos
(conocimientos previos; estrategias específicas de lectura, metacognitivas y autorreguladoras),
psicolingüísticos (competencia comunicativa general, conocimiento del lenguaje escrito, conocimien
to de las superestructuras textuales y sus funciones) y socioculturales (conocimientos de los signifi
cados y contextos culturales) adquiridos.
En esta sección, mencionaremos brevemente los distintos tipos de estrategias que pueden ser ense
ñados a los alumnos para que mejoren su tratamiento de la información de textos y haremos una
breve reseña en torno a la enseñanza de las mismas. Por último, presentaremos una descripción de
uno de los procedimientos que ha comprobado ser el más eficaz para la enseñanza de estrategias de
comprensión lectora.
Son muchas las clasificaciones de los tipos de estrategias específicas que se han elaborado, fun
damentadas en un sinnúmero de investigaciones de tipo empírico y aplicadas sobre el proceso de
comprensión de textos. Sin embargo, quisiéramos exponer una clasificación que sigue de cerca el
trabajo de Solé (1992) (véase cuadro 7.3). Dicha clasificación tiene como base establecer una distin
ción de las mismas a partir de los tres momentos que ocurren cuando se lleva a cabo todo el proceso.
En ese sentido, es posible hablar de estrategias que pueden aplicarse antes, durante o después del
proceso lector. Dicho de otro modo: se trata de ¡estrategias para todo el proceso!
Es necesario considerar que la separación entre los tres momentos principales de la ocurrencia
del proceso es un tanto artificial (según Solé, ob. cit., "algunas de las estrategias son intercambiables,
para varios momentos"); pero es evidente que dicha división existe y, en ese sentido, tiene una
cierta validez psicológica. Además, esta taxonomía también permite comprender y ubicar mejor los
diferentes tipos de estrategias, e igualmente facilita los fines de exposición de las estrategias de
nuestro interés en esta sección.
ESTRATEGIAS
ESTRATEGIAS ESPECÍFICAS
AUTORREGULADORAS DE LECTURA
rrollado las habilidades metacognitivas y autorreguladoras necesarias para poder hacerlo, por ello
es que hemos incluido en el cuadro 7.3 ambos tipos de estrategias.
Comprenden todas las que se plantean preferentemente antes de llevar a cabo el proceso, las cuales
tienen que ver con el establecimiento del propósito para leer y con las actividades de planeación
sobre cómo enfrentar el proceso de comprensión de la lectura utilizando los recursos cognitivos
disponibles.
Cuando iniciamos una actividad lectora, siempre debe existir un propósito que la antecede
(aunque generalmente en la escuela, dichas finalidades son impuestas desde el exterior por el do
cente o por las exigencias del programa académico). Por ello, se considera que establecer el propó
Establecer el propósito de la lectura. Podemos decir que, en el contexto escolar, se privilegian cuatro
tipos de propósitos para la comprensión de textos:
Gran parte de las actividades de lectura llevadas a cabo en la escuela son propuestas general
mente por el profesor o los propios textos, por lo que el alumno/lector tendrá que adaptar su pro
pósito en función de dichas propuestas. Se ha demostrado que la capacidad para saber cómo adap
tar el propósito de la lectura a las demandas de las tareas que implican comprensión y aprendizaje,
es un elemento crucial para poder plantear y llevar a cabo actividades de planeación de estudio
eficaces y desarrollar en forma apropiada las actividades de supervisión metacognitiva. Los lecto
res más pequeños y menos habilidosos tienen dificultades para adaptarse a los requerimientos de
sus tareas y para comprender los distintos propósitos de la lectura (Brown, Armbruster y Baker,
1986).
Sin embargo, también debe tenerse en cuenta que las actividades que demandan comprensión
de textos (las cuales son planteadas desde "afuera", por el profesor, el texto, etcétera), muchas veces
están reñidas con la actividad autotélica de leer por placer (que en ocasiones es establecida por el
alumno como una meta personal cuando tiene la oportunidad de hacerlo). En ese sentido, debería
mos intentar inducir en los alumnos los propósitos mencionados, de modo tal que ellos participen
directamente en su propuesta y los perciban como actividades autoiniciadas (véase motivación de
control, capítulo 3), mejorando así su motivación por leer. Igualmente, tendría que enseñarse que
no todos los propósitos requieren la misma forma de aproximación al texto. Leer para aprender o
leer con sentido reflexivo y crítico requiere de una lectura atenta, minuciosa, activa y consciente,
donde se aplican una variedad de actividades estratégicas, lo cual no ocurre cuando la lectura va
encaminada a encontrar información específica.
Una vez que ha quedado claro el propósito para el lector, la actividad estratégica autorreguladora
posterior consistirá en planificar distintas acciones, estrategias y operaciones a realizar, desde ese
momento, durante y después de todo el proceso para poder conseguir la actividad de comprensión
(véase también cuadro 7.4).
Puede elaborarse un plan para leer el texto, teniendo en cuenta las variables metacognitivas de
persona, tarea y estrategias (revisadas en la sección sobre metacognición y autorregulación del apren
dizaje del capítulo anterior) y con base en ello, seleccionar algunas estrategias pertinentes para
desarrollar el acto de lectura. Se ha demostrado que los lectores más eficaces saben decidir cuáles
estrategias de las que conocen son las más adecuadas y efectivas en función de ciertos propósitos,
demandas de tareas y tipos de textos (Paris, Wasik y Turner, 1991).
H
CUADRO 7.4 Estrategias autorreguladoras en la comprensión
de lectura
Componentes Autopregiuitas-guía
Planificación
Supervisión
Evaluación
¿Cómo lo comprueba?
Estas estrategias pueden realizarse con cierta facilidad a partir de una aproximación inicial al
texto, ya sea leyendo el título, explorando el índice de contenido, revisando someramente los subtí
tulos o las ilustraciones contenidas, atendiendo a las pistas de la superestructura (palabras clave), o
bien, gracias a los comentarios hechos antes en forma intencional por el profesor.
Uso del conocimiento previo. Tiene que ver directamente con el conocimiento esquemático que
posee el lector. Sin el conocimiento previo, sencillamente sería imposible atribuir sentido y cons
truir algún significado sobre los textos; no se tendrían los elementos para poder interpretarlo, o
para construir alguna representación por muy vaga que ésta fuese. De igual forma, sin los esque
mas de conocimiento sería imposible la construcción de la macroestructura y la creación del modelo
de la situación que pueda desprenderse de él (véase McNamara, Miller y Bransford, 1991).
Resnick (1984, citado por Vidal-Abarca y Gilabert, 1991) ha distinguido tres tipos de esquemas
que puede utilizar el lector cuando se enfrenta a un texto (no sólo antes sino durante todo el proceso
de lectura). Éstos son los siguientes:
a) Esquemas de conocimiento acerca del dominio o temática específico que trata el texto.
Estas estrategias son las que se aplican cuando ocurre la interacción directa con el texto y cuando se
están ejecutando los micro y macroprocesos de lectura. Una de las actividades autorreguladoras
más relevantes que ocurren durante la lectura es la de moni toreo o supervisión del proceso. Esta
actividad autorreguladora se ejecuta en función del propósito y del plan previamente especificados
y tiene que ver con los siguientes asuntos: 1) la consecuencia del proceso de comprensión (experien
cia metacognitiva de "sentir que estoy comprendiendo"), 2) la intensificación del proceso (lo cual
está relacionado directamente con la experiencia metacognitiva de "saber si entiendo o no lo sufi
ciente") y 3) la identificación y resolución de distintos problemas u obstáculos que vayan aparecien
do durante el proceso (véase cuadro 7.3) (Baker, 1985; Mateos, 1991).
Baker (1985) ha señalado que cuando leemos usamos varios tipos de criterios para monitorear
nuestra comprensión. Grosso modo podemos decir que éstos pueden clasificarse en criterios de tipo
léxico (evaluación de cadenas de letras que forman palabras y palabras completas), sintáctico (co
rrección gramatical de frases) y semántico. En este último, a su vez, se incluyen aspectos que eva
lúan la cohesión proposicional local (relación entre enunciados adyacentes) y global (que los distin
tos enunciados tengan relación con la temática global del texto), la consistencia interna (que no
haya incongruencia entre distintos enunciados del texto), la congruencia externa (relación de la
información con el conocimiento del mundo que uno posee) y la claridad informativa global.
Detectar carencias o fallos en la comprensión (de tipo léxico, sintáctico, etcétera) debidas a la
insuficiente información proporcionada por el texto o a la inadecuada representación construida
por el lector, es decir, saber que se está fallando en la comprensión en un momento determinado
dentro de la lectura del texto, es una habilidad (por supuesto de monitoreo o supervisión) esencial
que distingue una ejecución apropiada de comprensión de textos, de otra que no lo es.
Lo contrario, o sea, no saber distinguir los fallos, implica por supuesto no saber diferenciar
cuándo se comprende y cuándo no, o dicho en otras palabras, ignorar que no se sabe o no saber que
se está ignorando lo esencial del texto. Algunos autores han denominado a esta falsa ilusión
metaigiionmcia (ignorar que se está ignorando, en este caso, la información relevante propuesta en el
texto por el autor).
En relación con el punto 3, Mateos (1991) ha señalado que pueden identificarse dos aspectos
claramente implicados: a) la evaluación del grado de comprensión conseguido en un momento
determinado del proceso, lo que ya implica detectar inconsistencias, y b) las acciones reguladoras
ejecutadas cuando ocurre o se encuentra algún fallo en la comprensión por medio de la modifica
ción de las estrategias empleadas o la inclusión de una o varias estrategias remedíales apropiadas
para solventarlos. De entre las estrategias remediales a las que en un momento dado el lector puede
cudir, se encuentran las siguientes: a) ignorar el problema y continuar leyendo, b) aventurar una
interpretación que más adelante puede ser corroborada o refutada, c) releer el contexto en que se ha
encontrado el fallo y, por último, d) acudir a una fuente experta (texto similar, diccionario, profesor,
compañero, etcétera) (véase Solé, 1992). Como podrá notarse, dichas estrategias están enlistadas en
función del grado de interrupción que puedan provocar en la continuidad de la lectura, por esta
razón se recomienda que las últimas deben emplearse sólo cuando se considere verdaderamente
necesario, en función, claro está, del grado de perturbación a la comprensión global del texto y del
propósito de lectura perseguido.
Una actividad también muy relevante para ir construyendo una comprensión adecuada del
texto, es la identificación de la información de mayor importancia contenida en él (el llamado "efec
to de los niveles", que tiene que ver con la identificación de macroproposiciones para construir la
macroestructura). Cuando se lee un texto es imposible procesarlo todo al mismo nivel, dadas las
limitaciones de nuestra memoria a corto plazo, por lo que siempre es necesario ir diferenciando,
conforme ocurre el proceso, aquella información que tiene mayor importancia de la que tiene una
importancia secundaria o de la que es completamente irrelevante. Apoyados en esto, podremos
darle sentido a lo que leemos (usando los esquemas de conocimiento) y construir paulatinamente la
representación global del texto.
La detección de la información depende en gran parte del propósito que hayamos establecido y
de nuestros conocimientos previos. Por ejemplo, se ha hecho una distinción relevante que vale la
pena tener presente cuando nos enfrentamos al problema de cómo enseñar a los alumnos a detectar
la información relevante. Esta distinción señala que es posible encontrar información relevante a
Capítulo 7 Estrategias para el apreadizaje significativo 11: comprensión y composición de textos
partir tanto de los puntos de vista del autor (generalmente coincidentes con los del profesor) como
del lector (aunque en la escuela generalmente se privilegien los puntos de vista del primero sobre el
segundo).
Respecto a la importancia de la información desde el punto de vista del autor, existen muchas
evidencias que hablan a favor la mejor capacidad que tienen los lectores expertos sobre los novatos
para identificarla y para utilizarla, e incluso trascenderla o asimilarla críticamente, gracias a saber
usar su conocimiento esquemático (especialmente el referente a la superestructura de los textos)
(véase Dole y cois., 1991; véase también estrategia de resumen más abajo).
El lector puede aplicar muchas estrategias para potenciar la extracción y construcción de los
significados relevantes a partir del texto base. No nos vamos a detener a describir todas las estra
tegias durante la lectura presentadas en el cuadro 7.2. Algunas de ellas ya han sido someramente
consideradas en éste y otros capítulos de la presente obra. Sin embargo, queremos referirnos de
manera breve a dos de ellas, dada su importancia para el proceso que nos ocupa, a saber: la elabora
ción de inferencias y el uso de estructuras textuales como estrategias. También expresaremos algunos
comentarios sobre dos estrategias muy empleadas por los alumnos: el subrayado y la toma de notas.
Saber sobre la temática tratada en el texto o tener conocimiento acerca de determinados even
tos, sucesos o situaciones que se describen en él, permiten construir activamente inferencias, las
cuales pueden ayudar a subsanar distintos problemas. Algunas de las actividades que pueden rea
lizarse gracias al establecimiento de inferencias son:
En la enseñanza recíproca, las actividades de guía y modelado que realiza el profesor y los diálogos de los participantes constituyen
un magnífico contexto para el aprendizaje de una lectura estratégica.
• El llenado de huecos (producto de detalles omitidos u olvidados durante la lectura).
• El esclarecimiento del significado de partes del material que le parezcan oscuras al lector (pala
bras, frases, ideas).
• La elaboración de interpretaciones hipotéticas posibles sobre cómo entender el mensaje que nos
está proporcionando el autor.
• El desarrollo de una lectura interpretativa entre líneas advirtiendo ciertas pistas implícitas en el
texto.
Muchas de las inferencias elaboradas por el lector mientras se ocupa de la lectura, son de natu
raleza automática (por ejemplo, las inferencias-puente), otras sólo son realizadas cuando el lector
tiene alguno de ios problemas antes citados (por ejemplo, omisiones o huecos en su comprensión).
Estrategia estructural. El uso deliberado del conocimiento de las superestructuras textuales por
parte de los lectores cuando leen, ha sido denominado por Meyer (1984) como la estrategia estruc
tural, la cual consiste en aplicar los esquemas estructurales pertinentes a los textos que se intentan
comprender. Dicha aplicación sólo es posible toda vez que los lectores los hayan internalizado pre
viamente.
Los lectores que han desarrollado cierta sensibilidad a las superestructuras textuales o que usan
la estrategia estructural (narrativa o expositiva), comprenden más y mejor los elementos estructu
rales importantes que definen a los textos. Esto es, cuando comprenden la información contenida
en ellos lo hacen teniendo en cuenta los distintos componentes y construyen su representación
textual con base en dicha organización estructural, lo que garantiza la veracidad de su comprensión
(no olvidar que la superestructura textual influye determinantemente en el procesamiento semántico
de lo esencial del texto: la macroestructura; véase figura 7. 3). Mientras que los lectores que son
insensibles a las estructuras tienen un recuerdo desestructurado del texto por lo que sólo consiguen
elaborar una lista acumulativa de enunciados (estrategia de listado) centrándose más en los aspec
tos triviales —detalles— que en los verdaderamente relevantes (Horowitz, 1985; Sánchez, Orrantia
y Rosales, 1995).
• Familiarice a los alumnos con las relaciones implicadas en las distintas superestructu
ras expositivas (relaciones-secuencia, comparación-contraste, causa-efecto, problema-
solución, etcétera) mediante enunciados simples que expresen contenidos sencillos.
Proceda enseñando a identificar cada una de las relaciones.
Í •
dominante de cada texto. Utilice textos académicos preferentemente.
Enseñe a los alumnos la importancia de las palabras clave que indican la superestruc
tura textual.
• Utilice textos más largos y deje que los alumnos identifiquen: tema (véase más ade
lante), relación retórica, palabras clave y que elaboren una representación visual por
medio de organizadores gráficos (capítulo 5). Enseñe a los alumnos la importancia
del valor de la representación visual para la construcción de un resumen.
Por último, esbozaremos algunos comentarios sobre las estrategias de subrayado y de toma de
notas. Dichas actividades estratégicas sirven para apoyar el aprendizaje y el estudio que se hace por
medio de textos (Balluerka, 1995; Gall, Gall, Jacobsen y Bullock, 1994).
Algunas recomendaciones para el subrayado serían: a) no subrayar todo, hay que ser selecti
vos, puesto que se puede perder el sentido de la actividad; b) no hay que hacerlo de forma mecáni
ca, sino hasta después de haber entendido el texto (algunos recomiendan subrayar después de leer
BUENA COMPRENSIÓN COMPRENSIÓN POBRE
T em a
T em a
M: macro proposiciones
D: detalles
(Tomado de Sánchez, Orrantía y Rosales, 1995)
F ig u ra 7 .3 Descripción gráfica de la representación del texto a i sujetos con buena y pobre comprensión.
una primera vez una porción considerable del texto o todo el texto), y c) realizar alguna actividad
adicional con los subrayados (releer selectivamente, resumir, autocuestionarse, etcétera).
Tomar notas. La actividad de tomar notas es aún más compleja que el subrayado. Demanda un
tratamiento de mayor profundidad de la información leída porque, además de potenciar la aten
ción y selección de la información importante encontrada en el texto, requiere que la comprenda
mos y la recodifiquemos en nuestras propias palabras (parafraseo). Las notas escritas pueden orga
nizarse en forma lingüística, como sería por medio de un resumen acumulativo, o bien, en forma
viso-espacial por medio de cuadros sinópticos, organizadores gráficos (comparativos, causa-conse
cuencia, secuencia temporal, etcétera) o mapas conceptuales (véase capítulo 5 de esta obra).
Para la toma de notas de los textos es importante ser sensible a las palabras clave o marcadores
encontrados en el texto, los cuales nos indican su superestructura retórica. Algunas recomendacio
nes adicionales son: a) es mejor tomar notas con paráfrasis que literales, b) se presta más cuando se
trata de textos con información compleja y c) se debe cuidar la adecuación de las notas con el texto
y con el propósito de lectura, para que tenga resultados positivos.
Estas estrategias son aquellas que ocurren cuando ya ha tenido lugar la actividad de lectura (o
cuando ha finalizado una parte de la misma). El primer lugar lo ocupa la estrategia autorreguladora de
Capítulo 7 Estrategias para el apreadizaje significativo II: comprensión y composición de textos
ií ó t i
evaluación de los procesos y de los productos, en función por supuesto del propósito establecido. El
segundo lugar le corresponde a las actividades estratégicas específicas que son concretizadas (pero que
vienen trabajándose de antemano) toda vez que se haya realizado todo el proceso (o una parte del
mismo).
Las estrategias típicas que se realizan después de finalizar el acto de comprensión son dos va
riantes de la atribución del sentido conseguidas gracias a la interacción entre los conocimientos
previos y las características del texto: la identificación de la idea principal y el resumen.
Las estrategias de identificación de la idea principal y el resumen, en realidad son dos actividades
cognitivas que pertenecen a una misma especie: el procesamiento macroestructural del texto. La
primera llevada hasta su grado más depurado, y la segunda conservando algunas características de
mayor detalle sobre la información relevante de primer nivel. No obstante, podríamos decir que
la idea o ideas principales son un resumen en su más alto grado de expresión, pero no podemos
decir lo inverso porque un resumen, en sentido estricto, es más que un listado simple de ideas
principales.
Identificar la idea principal. Antes de empezar a definir qué es la idea principal de un texto, conviene
distinguirla de lo que es el tema de un texto (Solé, 1992). El tema de un texto es aquella parte de la
macroestructura que nos permite contestar en un momento determinado a la pregunta: ¿de qué
trató el texto?, y se expresa a lo más por medio de un enunciado simple. En cambio, la idea princi
pal, siendo también parte de la macroestructura, se refiere a la identificación o construcción del
enunciado o enunciados de mayor relevancia que el autor utiliza o sugiere para explicar el tema. La
idea principal se podría contestar mediante la pregunta: ¿cuál es la idea más importante que el
autor utiliza (o sugiere) para explicar el tema? Como se verá, para construir la idea principal prime
ro se requiere especificar el tema (el cual, por cierto, a veces coincide con el título, o en su caso, con
el subtítulo del texto).
¿Cómo es que los lectores eficaces aprenden a identificar las ideas principales de un texto?
Winograd y Bridge (1990) señalan que se debe básicamente a dos razones. La primera va en relación
con su experiencia previa con multiplicidad de textos y la creciente capacidad para identificar las
palabras clave o marcadores textuales que encuentren en ellos; los lectores proceden siguiendo
las pistas usadas por los autores, lo cual los conduce a identificar la superestructura textual y, con
ello, la idea principal. La segunda razón aduce que se debe al rico conocimiento temático que po
seen y activan durante la lectura, lo que les lleva a diferenciar la información principal de la secun
daria.
El resumen. En palabras de Kintsch y Van Dijk, un resumen es: "Un discurso con respecto a la macro-
estructura de otro discurso." La elaboración de resúmenes, como estrategia elaborada por el alum
no, ha sido investigada en varios estudios realizados a partir del modelo macroestructural de Van
Dijk y Kintsch (1983). De acuerdo con estos autores la construcción de la macroestructura, la cual
tiene que ver directamente con los resúmenes, se elabora a partir de la aplicación de las macrorreglas
y de la superestructura (véase capítulo 5 de esta obra y la sección introductoria del presente capí
tulo).
Ya nos hemos referido a los tipos de macrorreglas identificadas por Van Dijk y Kintsch (capítulo
5) y a su importante papel en la construcción del significado global del texto. Para la elaboración de
la macroestructura, además de la aplicación de las macrorreglas, también juega un papel central el
conocimiento de las superestructuras textuales (la estrategia estructural) (véase también capítulo 5).
El resumen constituye una estrategia potente porque quien lo elabora con el deseo de mejorar el
aprendizaje significativo del texto, se obliga a profundizar y reflexionar de manera consciente sobre
la macroestructura y la superestructura del texto, a emplear el conocimiento previo temático (para
elaborar y profundizar sobre el modelo de la situación) y a reformular con los códigos y el vocabu
lario personales aquello que el autor nos quiso decir por medio del texto. Si bien el resumen es
esencialmente reproductivo (porque se parte de un texto al que se quiere reducir a sus ideas más
relevantes), también es una actividad compleja y reconstructivo-creativa.
Recomendaciones para enseñar el resumen
• Utilice inicialmente textos sencillos. Simples antes que complejos, con temáticas familia
res antes que desconocidas, breves antes que largos.
• Anime a los alumnos a identificar párrafo a párrafo la idea principal. Si se encuentra ex
plícita pueden marcarla con un subrayado, y si más bien está implícita pueden anotarla al
margen usando sus propias palabras. Dicha actividad sirve para enseñar a parafrasear la
información.
• Enseñe las macrorreglas, practicándolas párrafo a párrafo de ser posible. Empiece con
ejercicios para enseñar la supresión de información trivial y redundante y, una vez que se
domine, siga con los otros para el caso de la generalización y la construcción.
• Enseñe a utilizar los marcadores de resumen ("en suma...", "en pocas palabras...", etcéte
ra).
• Practique el resumen acumulativo (resumir por partes e irlas acumulando hasta acabar
con el texto); de este modo puede tener un resumen en forma de lista. Enseñe también a
jerarquizar la información de la lista.
• Practique el resumen global después de leído todo el texto (enseñe a identificar el tema, la
idea principa] global y luego el resumen global; muestre la continuidad entre estos con
ceptos). Enseñe a trabajar la coherencia del resumen y el parafraseo.
Algunos estudios han demostrado que la elaboración de resúmenes es una habilidad que se
desarrolla con la práctica y la experiencia. Sin embargo, también se debe condicionar lo anterior
según el tipo de texto del que se hable. Por ejemplo, se reconoce que es más fácil resumir textos
narrativos que expositivos.
Como ya señalábamos en el capítulo anterior, Brown y sus colegas (Brown y Day, 1983; Brovvn,
Day y Jone, 1983) demostraron que los niños mayores y los lectores expertos manifiestan una ma
yor capacidad para resumir textos que los menores. También identificaron cierto patrón en el uso
de las macrorreglas para la construcción de resúmenes. Por ejemplo, se encontró que los niños
(desde 5o. grado de primaria hasta 2o. de secundaria, aproximadamente), que utilizaban textos
complejos, fueron capaces de suprimir lo irrelevante y de copiar en forma literal lo que les parecía
importante; pero también se demostró que les fue difícil abreviar, parafrasear e integrar la infor
mación relevante (uso de las macrorreglas de generalización y de construcción), que implica
moverse ágilmente de un párrafo a otro (algo que hicieron sin aparente dificultad los estudiantes
Por su parte, Winograd (1984) encontró que las diferencias existentes entre lectores adolescen
tes con buena y pobre comprensión se debían básicamente a la dificultad que tenían para detectar
las ideas principales de los textos, lo cual coincide con el hallazgo de Brown y asociados en torno a
la estrategia de supresión. Aunado a esto, Winograd encontró que los dos grupos de lectores pare
cían tener criterios diferentes para seleccionar lo que consideraban importante del texto. Los malos
lectores seleccionaban información que describía hechos concretos y detalles visuales que no juga
ban un papel relevante en la comprensión del texto, pero que despertaban su interés (de acuerdo
con lo que decíamos líneas atrás, seguían el criterio de relevancia contextual). Mientras que los
lectores más habilidosos demostraban mayor capacidad para detectar las ideas que sí eran impor
tantes desde el punto de vista del autor (el criterio de relevancia textual) para la comprensión global
del texto.
Las diferencias según Winograd, se deben a que los lectores deficientes seleccionaban los enun
ciados, que luego utilizaban en sus resúmenes, en función de criterios personales, sin atender de
forma estratégica los avisos o marcadores puestos explícitamente por el autor del texto. Por el con
trario, los lectores más habilidosos llegan a aplicar ambos criterios, aunque suelen anteponer los
criterios del autor a los personales, cuando la tarea así lo demanda.
Por lo tanto, gracias a éstas y otras investigaciones se sabe que la habilidad para resumir apare
ce y se desarrolla desde la mitad de la escolaridad básica hasta la educación media y universitaria,
aproximadamente. A los niños les cuesta más trabajo resumir textos (en especial si éstos son com
plejos para ellos); pero poco a poco van mejorando su ejecución durante la niñez tardía y, sobre
todo, en la adolescencia, gracias al reconocimiento paulatino de la importancia de la información
superestructural de los textos, a su capacidad creciente para aplicar las macrorreglas más complejas
y a su mayor habilidad para detectar y localizar la información central de los textos. Se considera
que ya en la educación media superior y superior, la mayor parte de los alumnos son capaces de
manejar estas habilidades, mejorando ostensiblemente su capacidad para elaborar resúmenes en
forma coherente y precisa (Dole y cois., 1991).
En esta breve exposición sobre las estrategias de comprensión de lectura, hemos introducido
intencionalmente algunos comentarios sobre las diferencias individuales identificadas en el uso
que se hace de ellas. Quisiéramos terminar esta sección con un cuadro integrador de resumen (véa
se cuadro 7.6), elaborado a partir de las múltiples investigaciones realizadas en el campo que se han
dirigido a identificar las diferencias principales entre los lectores más capaces y los menos habilido
sos en la comprensión de textos. Sin duda, el reconocimiento de las diferencias de habilidades y
conocimientos entre unos de otros, es un paso necesario para acometer el problema de qué es lo que
tenemos que enseñarles a los aprendices si deseamos promover en ellos una mejor capacidad de
comprensión lectora, para que cuenten con más oportunidades de acceso a la cultura letrada. El
tema de la enseñanza de las habilidades estratégicas será retomado directamente en la siguiente
sección.
• Uso escaso del conocimiento previo • Uso activo del conocimiento previo
En principio, debe tenerse en cuenta la necesidad de planear el entrenamiento con base en una
concepción que enseñe las estrategias de comprensión (antes, durante y/o después) de manera
informada y autorregulada. La enseñanza de estrategias específicas de comprensión debe realizarse
en forma conjunta con el conocimiento metacognitivo y autorregulado (Baker y Brown, 1984; París
y Lindauer, 1982). No basta con enseñar en qué consisten cada ima de las estrategias que se inclu
yan dentro de un programa, ni tampoco es suficiente con explicarle a los alumnos los pasos necesa
rios sobre cómo deben realizarse cada una de ellas. Ambos tipos de conocimiento (declarativo y
procedimental, respectivamente) de las estrategias son necesarios, pero no suficientes para que los
alumnos las aprendan y usen de manera significativa en contextos cotidianos de comprensión y
aprendizaje de textos académicos y extraacadémicos. En relación a esto Baker y Brown (1984) han
sido suficientemente explícitos y contundentes al señalar que el simple conocimiento de un reperto
rio de estrategias no garantiza de ningún modo su activación y uso apropiado ante las distintas
tareas que los demanden.
Nos parece que el análisis realizado por Mateos (1995) aporta información importante en ese
sentido. Según esta autora, varios programas de entrenamiento como los estudios de Brown y co
laboradores, sobre el contexto de enseñanza recíproca (Brown Palincsar y Armbruster, 1984; Palincsar
y Brown, 1985; Brown y Palincsar, 1989), el programa de París y sus asociados llamado estrategias
informadas para el aprendizaje (ISL: Informed Strategies Learning, véase Jacobs y París, 1987; París,
Wasik y Turner, 1991), las investigaciones de Bereiter y Bird, el programa de "enseñanza directa" de
Baumann (1990) y las realizadas por el grupo de Mateos y Alonso (véase Mateos, 1995), han demos
trado gran efectividad debido a que se han configurado mediante una concepción basada en las
cuestiones cruciales antes mencionadas. Además, dichos programas, según Mateos (ob. cit.), coinci
den en varios aspectos considerados en el entrenamiento y la forma de enseñarlas y los cuales a su
vez concuerdan coir las ideas expresadas en el capítulo anterior, a saber:
• El enseñante es un guía que orienta y crea las condiciones y el contexto apropiados para el
aprendizaje de las estrategias.
• La estrategia general de los programas está basada en el traspaso del control del enseñante al
aprendiz por medio de situaciones de andamiaje y práctica guiada (véase al respecto la sección
correspondiente a la enseñanza de estrategias del capítulo anterior).
Una de las metodologías más ampliamente reconocida e influyente entre los programas de
entrenamiento y las prácticas educativas actuales de la enseñanza de comprensión de textos, es
la de enseñanza recíproca propuesta por Brown y Palincsar. Esta propuesta también difiere un poco
de los anteriores porque al mismo tiempo que se promueve un aprendizaje guiado, lo esencial de la
propuesta se basa en el aprendizaje cooperativo por medio de contextos de lectura compartida. En
ese sentido, quisiéramos presentar una descripción más detallada de la misma, por considerarla
lina aproximación valiosa para su utilización creativa en la enseñanza de estrategias en el aula.
Esta metodología, tal como lo reconocen las autoras, está en gran parte inspirada por las ideas
de Vigotsky. Según Palincsar y Klenk (1992) son tres los principios teóricos derivados de la teoría
vigotskiana que influyen en su concepción:
1. El origen social de los procesos psicológicos superiores (éstos aparecen primero en el plano de
lo interpersonal y después son internalizados y apropiados por el aprendiz).
2. La noción de ZDP ("la enseñanza recíproca fue diseñada para proveer una ZDP en la cual los
estudiantes, con la ayuda de los maestros y de compañeros más avanzados, toman una respon
sabilidad cada vez mayor en la realización de una actividad", p. 213).
3. Los procesos psicológicos son adquiridos en una actividad contextualizada y holística (las es
trategias no son aprendidas fuera del contexto de la lectura funcional o significativa).
• Resumir (autorrevisión).
En ese contexto, son puestas en marcha las distintas estrategias por medio de diálogos que
ocurren en forma natural. Primero, los participantes leen el fragmento del texto asignado en forma
colectiva o individual, luego se elaboran preguntas sobre aspectos relevantes de texto y de inmedia
to se elabora un resumen sobre lo esencial del fragmento leído. Durante el intercambio puede
solicitarse la aclaración de algunas partes del texto que no fueron comprendidas claramente por
alguno o por varios de los miembros debido a alguna palabra, idea, etcétera, la cual es retomada por
el grupo para resolverla por medio de comentarios colectivos o por medio de alguna relectura in
mediata. Por último, se elaboran algunas predicciones relativas a lo que tratará el siguiente frag
mento del texto sobre la base de lo previamente leído. Las distintas estrategias son aprendidas en el
contexto de construcción conjunta de la comprensión de la lectura o el aprendizaje del contenido, lo
cual constituye la meta principal.
En las sesiones iniciales el guía es quien modela ante los aprendices la forma en que se practican
las distintas estrategias, por lo que éstos deben asumir una actitud más pasiva. Conforme avanzan
las sesiones se va haciendo efectiva la toma de turnos y los aprendices van participando activamen-
En un texto editado por Fry (1991), se compendia la opinión de varios psicólogos especialistas
en el campo de la lectura de comprensión, ante la petición de que ellos anotaran las 10 mejores
ideas o recomendaciones para los maestros de lectura. Incluimos aquí la opinión de algunos
expertos en el tema:
J. Flood y D. Lapp
“Las diez prácticas que han demostrado ser exitosas para ayudar a los alumnos a desarrollar sus habili
dades de comprensión... 1. prácticas de preparación para la lectura [por ejemplo, activar y reflexio
nar sobre los conocimientos previos pertinentes al texto]; 2. prácticas de enseñanza recíproca;
3. prácticas para comprender y utilizar las estructuras de textos narrativos; 4. prácticas para compren
der y utilizar las estructuras de textos expositivos; 5. prácticas de elaboración de preguntas [por ejem
plo, que los alumnos elaboren y respondan preguntas]; 6. prácticas de entrenamiento para pre
guntas inferenciales; 7. prácticas de procesamiento de información [por ejemplo, elaborar cuadros
C-Q-A o mapas conceptuales, véase capítulo 5 de este texto]; 8. prácticas de elaboración de analo
gías; 9. prácticas de elaboración de resúmenes; 10. prácticas de lectura voluntaria/recreativa."
D. Alvermann
"1. Enseñar estrategias de alto-orden que se usen en discusiones en pequeños grupos integrando las cua
tro áreas del lenguaje: leer, escribir, escuchar y hablar; 2. seleccionar estrategias de discusión que activen
o getieren el conocimiento previo acerca del material a ser leído; 3. enfatizar las estrategias de discusión en
grupos de aprendizaje cooperativo que motiven a los estudiantes a examinar las dos caras de un evento;
4. dar tiempo a los diferentes puntos de vista, también a los consensos, para que sean compartidos en
actividades de grupo total; 5. inculcar en los estudiantes la idea de que una actitud de cuestionamiento es
un prerrequisito para aprender a leer críticamente; 6. recordar que las pseudo-discusiones o discusiones,
en las que las preguntas o respuestas rápidas prevalecen, no son substitutos para las discusiones en las
que ocurren la reflexión y la elaboración; 7. incitar a los estudiantes a dirigir su habla a otros, no sólo al
profesor o a quien está dirigiendo la discusión; 8. use preguntas con el propósito de clarificar y conseguir
diferentes puntos de vista; 9. recuerde que planear una discusión de postlectura efectiva empieza con la
determinación del propósito: ¿se está leyendo para aprender el contenido del texto, para examinar los
eventos o hechos descritos o para solucionar un problema?; 10. planear discusiones que combinen la in
teracción en pequeños grupos o con el grupo total. Hacer esto estimula que cada alumno participe y per
mite tiempo para una síntesis grupal también."
J. Nelson-Herber y H. L. Herber
"Las siguientes diez ideas están basadas en nuestro conocimiento de la investigación, nuestra experiencia
trabajando con profesores y nuestro interés en la instrucción de la lectura y la escritura en áreas de con
tenido: 1 .facilitar el aprendizaje de los estudiantes dentro de un marco para la instrucción (... recomenda
mos una estructura que incluye: a) actividades de preparación para la lectura y la escritura, b) actividades
para guiar los procesos de lectura y escritura, y c) promoción de la lectura y escritura independientes...);
2. activar los conocimientos de los estudiantes sobre el contenido del texto; 3. desarrollar el conocimiento
de las estructuras del texto; 4. expandir el vocabulario de los estudiantes; 5. hacer de los estudiantes lec
tores activos; 6. promover en los estudiantes actividades de prelectura; 7. incrementar en los estudiantes
la complejidad de la comprensión [por ejemplo, promueva primero la comprensión literal, poste
riormente la creativa y crítica]; 8. ayudar a los estudiantes a integrar la lectura y la escritura; 9. facili
tar el aprendizaje Ínteractivo-cooperativo; 10. facilitar la independencia lectora de los estudiantes."
te en la aplicación de las estrategias. El guía retroalimenta continuamente la forma de aplicación de
las estrategias y motiva a los demás miembros del grupo para que colaboren en esa dirección. Des
pués de que los aprendices van demostrando una competencia plausible en el manejo de las estra
tegias, pueden empezar a asumir el rol de guía y coordinar las actividades de los otros miembros
del grupo. En todos los casos la presencia del guía siempre es fundamental porque está presto a
reorientar en todo momento las discusiones y los comentarios suscitados sobre el uso de las estrate
gias y de la comprensión del contenido del texto, cuando ocurren disgresiones o desviaciones (véa
se cuadro 7.8).
1. Los aprendices son instruidos a utilizar un repertorio de estrategias (por ejemplo, las
cuatro estrategias: clarificación, elaboración de preguntas, predicciones, resumen) las cuales
pueden ayudarlos a comprender mejor lo que leen.
E 4.
esta parte del texto? o ¿alguien tiene algo más que agregar a la predicción que hice?
.
Se les provee a los aprendices ayuda y guía ajustada al nivel en que ellos son capaces
de ejecutar las estrategias.
5. Los tutores apoyan las participaciones de los aprendices mediante el diálogo, usando
instigaciones, sugerencias y pistas, explicaciones, retroalimentaciones, modelaje adi
cional, parafraseo, apoyos y elogios.
8. Durante los diálogos, se provee instrucción sobre dónde, cuándo y por qué las estra
tegias enseñadas pueden utilizarse adecuadamente.
enseñanza recíproca y 2) el empleo de la enseñanza recíproca precedido de sesiones de enseñanza
directa. En el primer caso, el modelaje y la enseñanza de las estrategias se desarrolla en los diálogos
conjuntos que ocurren al interior de las actividades del grupo. En la segunda modalidad se realizan
algunas sesiones de enseñanza directa (por medio de ejercicios conducidos por el maestro con el
grupo-clase total) sobre las estrategias con la intención de que los aprendices se introduzcan en el
lenguaje básico utilizado posteriormente en la enseñanza recíproca.
Por último, queremos terminar esta sección con algunas recomendaciones específicas, que se
añaden a las antes mencionadas, para la enseñanza de las estrategias (véase Dole y cois., 1991;
González, 1994):
1. Cuando se deseen enseñar estrategias para la comprensión de textos, es mejor enseñar sólo
algunas de ellas explícita e intensivamente y no una multiplicidad superficialmente. Respecto a
las estrategias seleccionadas, conviene que se haga una reflexión previa sobre los siguientes
aspectos: funcionalidad, adecuación a contenidos, significatividad para las necesidades de los estudian
tes, viabilidad y susceptibilidad de entrenamiento.
• Conocimiento de la estrategia.
• Su flexibilización.
6. La propuesta de la enseñanza de las estrategias se realiza según las dos modalidades que se
revisaron en un capítulo anterior: en cursos o asignaturas extracurriculares o en una propuesta
metacurricular. En este sentido, las recomendaciones a seguir serían en términos de decidirse
por una u otra de las propuestas mencionadas. La participación del docente sería un tanto
diferente, dependiendo de la propuesta asumida, tal y como se comentó en el capítulo anterior.
Las siguientes son algunas recomendaciones generales sobre la comprensión de textos en el aula
que el profesor puede retomar para su práctica ddcente cotidiana.
Contextos de lectura. Desde hace mucho tiempo se ha insistido en la práctica de la lectura individual
como una actividad privilegiada dentro de las aulas; es esencial para el desarrollo de una lectura
autorregulada y constituye la fase final a la que toda enseñanza de comprensión lectora debe aspi
rar. No obstante, existen otras prácticas muy enriquecedoras que deben recuperarse para el logro de
dicho proceso. Una de las más valiosas es la de crear contextos de lectura compartida con ios estu
diantes.
Los contextos de lectura compartida llegan a ser muy variados; van desde aquellos donde el
docente participa con el grupo total hasta aquellos otros en los que anima participar a los alumnos
en situaciones de pequeño grupo (aprendizaje cooperativo o colaboración entre iguales), o bien, en
la creación de verdaderas comunidades de aprendices (lectores y escritores).
Respecto a la situación en que el docente participa con el grupo total, no cabe duda de que la
propuesta de la estrategia guía, para promover el traspaso y la cesión en el manejo de una estrate
gia, sería la más recomendable. Como ya se mencionó, la idea básica consiste en guiar y modelar las
estrategias o el modo de aproximación al texto frente a los alumnos (por ejemplo, leyendo frente a
ellos y comentando en voz alta cómo ejecuta o practica una estrategia, o qué tipo de comentarios
hace en relación con el texto, etcétera), para luego, en una segunda fase, construir una situación de
andamiaje apropiada, con la ayuda que se requiera, en la que ellos tengan oportunidad de practicar
las estrategias y el modo de aproximación al texto enseñado en la fase anterior (para lo cual el
docente tendrá que pensar en una estrategia de evaluación formativa necesaria y observarla); hasta
que finalmente se dé paso a una tercera fase donde los alumnos desarrollen una ejecución indepen
diente. El énfasis debe ponerse en que los alumnos tengan un referente o un modelo sobre el que
partan para lograr su aprendizaje; es decir, que los alumnos tengan acceso a ver lo que el profesor
hace usualmente en solitario: cómo se desenvuelve frente a los textos, cómo aplica una estrategia,
cómo utiliza sus recursos intelectuales, cómo comenta el texto, etcétera.
üj
Todas estas situaciones de lectura compartida deben coadyuvar a que los alumnos/lectores se
vean a sí mismos como intérpretes, como constructores de significados interesantes, como exploradores de
textos, y no sólo como meros receptores de la información que proviene de éstos. Lo importante es
que desarrollen su comprensión al grado de que puedan conseguir aprendizajes significativos y
reflexivos. Simultáneamente, ello les conducirá con seguridad a conceptualizar a ios textos como
recursos sobre los cuales se puede dialogar, reflexionar, aprender y, por supuesto, disfrutar.
Ambos enfoques no son excluyentes sino complementarios y el docente puede utilizarlos con
juntamente. Creemos que existen situaciones y momentos determinados en que pueden aplicarse
ciertas estrategias de enseñanza para beneficio del aprendizaje significativo de los contenidos in
cluidos en los textos. Ahora interesa destacar aquí lo siguiente:
[
den usarse múltiples estrategias tales como "lluvia de ideas", "actividades generadoras de co
nocimiento previo", "discutir el objetivo del texto", "elaborar un organizador previo", etcétera,
para asegurar que los alumnos se enfrenten con una buena cantidad de ideas activadas de su
base de conocimientos, que sabemos van a redituarles en una buena construcción de la
macroestructura o del modelo de la situación del texto. Ni qué decir, por ejemplo, de los bene
ficios que se obtienen sobre la construcción de la macroestructura de un texto, cuando se intro
ducen pistas tipográficas o señalizaciones en las palabras clave de la superestructura textual o
cuando este texto va acompañado de una representación gráfica (organizador textual) que alu
da igualmente a su organización retórica.
b) Es importante que se enseñe a utilizar las estrategias de apoyo a la lectura (estrategias de ense
ñanza) que muchas veces los textos académicos ya traen consigo y que los alumnos/lectores
luego no saben o no quieren explotar. En muchas ocasiones hemos constatado cómo los apoyos
o estrategias que los autores y diseñadores han introducido en sus textos para orientar su com
prensión son subestimados por los alumnos. Así, vemos que muchos alumnos no suelen revisar
los índices, se "saltan" los títulos, no atienden a las pistas tipográficas, "evitan" los organizado
res previos o los resúmenes, etcétera, en detrimento en efecto de su propia comprensión. Por lo
tanto, conviene sensibilizar a los alumnos ante tales hechos, e incluso advertirles, y quizá de
mostrarles con ejemplos, el valor de estos recursos.
c) Varias estrategias pueden ser a la vez de enseñanza y de aprendizaje. Es decir, algunas estrate
gias son elaboradas por el enseñante para el momento instruccional (capítulo 5) y de éstas
varias pueden ser a la vez estrategias de lectura autogeneradas por los alumnos (capítulo 6 y el
presente), tales como: los mapas conceptuales, las analogías, los resúmenes, la estrategia estruc
tural, etcétera. Presentarlas como estrategias de enseñanza en un momento determinado puede
ser ocasión de aprendizaje y discusión, para que los alumnos las adopten como estrategias de
aprendizaje. Muchos profesores presentan cuadros sinópticos, resúmenes escritos y mapas con
ceptuales cuando enseñan información o discuten textos con sus alumnos, y no se dan cuenta
de que a la vez que tales estrategias cumplen su función instruccional, los enseñantes pueden
dar pie para iniciar o reforzar el aprendizaje que los alumnos tienen de ellas como estrategias
de aprendizaje. Los profesores podrían comentar, por ejemplo, cómo y por qué las elaboraron,
o animar a que los alumnos elaboren las suyas propias, y discutir las diferencias y semejanzas
conseguidas entre ellas y las que el profesor elabora. Ésta también sería una manera de discutir
cómo el enseñante y los alumnos pueden aproximarse al texto desde diferentes ópticas, como
intérpretes y constructores del saber contenido en él.
Motivación y lectura. Uno de los principales problemas de los alumnos cuando leen es su baja moti
vación o su orientación negativa para leer los textos que sus profesores sugieren en clase. En el
capítulo 3 se esbozaron algunas estrategias para mejorar las condiciones motivacionales en el aula y
para influir en la motivación de los alumnos, que igualmente resultan eficaces en el caso del domi
nio de la comprensión lectora (véase Pressley, 1999). Aquí señalaremos algunas cuestiones prácticas
adicionales para el caso específico de la comprensión de textos que pueden tenerse en cuenta para
la práctica docente, saber: a) cuando sea posible, permita que los alumnos elijan los textos que
deseen leer; b) cuando haya lecturas obligadas, elija varios textos para que de entre ellos los escojan;
c) asegúrese de que los alumnos tengan acceso a libros interesantes; d) procure elegir textos que
tengan significatividad psicológica para sus alumnos (ni tan difíciles ni tan fáciles, sino adecuados
a su competencia cognitiva y lectora); e) trate de recrear con los alumnos experiencias auténticas de
comprensión lectora, actividades significativas de lectura para las que el acto de leer y el leer para
aprender tengan verdadero sentido; f) valore y reconozca el esfuerzo de los alumnos como lectores;
g) anime la curiosidad de los lectores cuando ésta aparezca, o foméntela; h) promueva motivos de
lectura social, es decir, leer entre familiares y amigos; i) fomente el crecimiento de la autoeficacia
lectora, porque cuando uno cree que es capaz de leer bien se mejora la actitud hacia los textos;
j) reconozca al alumno como lector y como intérprete de textos.
b) Como ya vimos en la parte inicial de este capítulo, como producto de la comprensión el lector
construye una representación multidimensional, basada tanto en sus conocimientos previos y
recursos cognitivos como en lo que el texto le propone. Así es posible evaluar alguno o varios
aspectos de la comprensión, siempre y cuando sea de interés. Para evaluar los aspectos referi
dos a la microestructura, por ejemplo, pueden plantearse preguntas que requieran información
explícita o literal, ya sea estructuradas (opción múltiple) o de respuesta breve; también se pue
de solicitar a los alumnos que identifiquen la idea principal de párrafos de un texto. Otra tarea
recomendable en este nivel son las preguntas de tipo cloze (aquellas que se plantean como enun
ciados con espacios vacíos, para que sean llenadas por los sujetos). Para evaluar aspectos de la
superestructura, puede solicitarse a los alumnos que identifiquen la superestructura que tiene el
texto utilizado para valorar la comprensión, puede valorarse el grado en que ellos usan los
marcadores textuales para mejorar su comprensión, o bien, se les puede pedir a los alumnos
que elaboren una representación visual del texto (un organizador gráfico, una tabla causa-con
secuencia o comparativa, etcétera). Para valorar los aspectos de la macroestructnra, es posible
solicitar a los alumnos tareas tales como: identificar el tema del texto, identificar la idea princi
pal de un texto por medio de una tarea de estimación (seleccionar de entre varias la más apro
piada), o bien, construirla, y la más típica que consiste en solicitar un resumen, ya sea escrito o
expuesto por medio de un mapa conceptual; cada una de estas tareas retomará algún aspecto
de la macroestructura y el enseñante podrá optar por alguna de ellas, dependiendo lo que
desee evaluar. Para la evaluación de los aspectos relacionados con el modelo de la situación, son
útiles las preguntas abiertas de tipo inferencial (que requieran información implícita), de tipo
aplicativo (que exijan aplicaciones de lo leído), de opinión reflexiva y crítica, o bien, ensayos
donde se manifiesten las implicaciones del texto y el punto de vista personal; lo importante
aquí es valorar la aplicación de los conocimientos previos que el lector integró durante la com
prensión. El grado de profundidad de dicha aplicación hará que la comprensión sea cada vez
más analítica y creativa, aunque más personal. Por lo que respecta a la valoración de los asuntos
referidos a la metacomprensión, pueden evaluarse: el grado de congruencia entre el propósito de
lectura perseguido y la aproximación al texto; asimismo, para evaluar la supervisión, pueden
utilizarse distintas tareas tales como introducir inconsistencias semánticas o cognitivas en los
textos (véase los criterios de Baker sobre la supervisión) que habrán de ser detectadas y corregi
das por los alumnos, si aplican correctamente las operaciones involucradas en el monitoreo.
Obviamente en todo el proceso habrá que tener en cuenta la naturaleza del texto como un factor
que puede incidir decisivamente en tales actividades. Es necesario considerar que el texto sea
significativo lógica (buena organización de la información; buen tratamiento lingüístico) y psi
cológicamente (que plantee una distancia cognitiva óptima para los conocimientos previos)
para los alumnos, y que sea pertinente a los aprendizajes que se quieren promover en ellos.
d) No cabe duda de que, como se señala en el capítulo 8, si se sigue una estrategia constructivista
de enseñaza y aprendizaje, la mejor evaluación la constituye la evaluación formativa, que es
parte fundamental del acto de enseñanza. Durante el proceso de enseñanza de cualquier activi
dad, estrategia u operación lectora, la evaluación formativa cumple funciones de regulación y
autocorrección necesarias para ajustar las ayudas que el enseñante estructura, y las cuales son
imprescindibles para dispensar el andamiaje. Por ello, en dicha evaluación se obtiene informa
ción valiosa que sirve para mejorar o reflexionar sobre la eficacia de lo que el docente hace y
sobre el proceso de adquisición de las estrategias u operaciones de la comprensión. Las evaluacio
nes a posteriori de tipo puntual, como exámenes o situaciones de prueba, también proporcionan
información valiosa; pero sirven menos para realizar ajustes porque se centran en el producto de
la comprensión (capítulo 8).
Introducción
Debe reconocerse que en el ámbito académico, la escritura es una actividad que se considera
como imprescindible dentro de los currículos de los distintos niveles de educación formal. Sin em
bargo, también como en el caso de la comprensión de textos, a este proceso no se le ha otorgado la
atención necesaria, por enfatizar demasiado la enseñanza y adquisición de las habilidades básicas
de codificación y el manejo adecuado de las reglas del código lecto-escrito.
La enseñanza tradicional de la composición se centra en los productos logrados por los alum
nos, en donde el profesor señala y trata de corregir las fallas que éstos tengan, pero donde poco o
nada se enseña sobre cómo construirlos desde una perspectiva propiamente retórica, discursiva y
funcional. Asimismo, la enseñanza no se orienta a los subprocesos y estrategias determinantes en el
desarrollo de esta actividad, en su lugar, se enseñan habilidades de bajo nivel y reglas o convencio
nes de organización y de estilo (morfosintaxis, puntuación, ortografía, concordancias locales, etcé
tera), y aún más, las prácticas de redacción son totalmente artificiales y de ejercitación inocua, dado
que poco se implica a la composición como una actividad funcional, dentro de un contexto comuni
cativo propiamente dicho (Boscolo, 1991; Vila, 1993).
En los últimos años se han desarrollado varias líneas de investigación sobre la escritura y los
procesos cognitivos relacionados, desde varias áreas de investigación psicológica sobre aspectos
lingüísticos, evolutivos, cognitivos y educacionales, que pueden resultar promisorios respecto a
cómo construir nuevas prácticas de pensamiento letrado (véase Wells, 1990), con el fin de lograr
innovaciones significativas en la enseñanza de este dominio.
La composición de textos
En términos generales, la gran mayoría de las investigaciones concuerdan al señalar que la compo
sición escrita es un proceso cognitivo complejo que consiste en traducir el lenguaje representado
(ideas, pensamientos, sentimientos, impresiones de tipo episódico que posee el sujeto) en discurso
escrito coherente, en función de contextos comunicativos y sociales determinados. No hay que olvi
dar que un texto escrito finalmente es un producto comunicativo y sociocultural.
algunas décadas, Vigotsky (1993) señalaba al respecto que el lenguaje escrito requería de una doble
descontextualización a partir del lenguaje oral: descontextualización del aspecto sonoro y de la
relación directa con el interlocutor. Entonces, para dicho autor, aquel que escribe debe manejar su
competencia lingüística en un alto nivel de descontextualización-abstracción (el nivel de las ideas)
y elaborar su escrito por medio de una especie de habla-monólogo, ya que su interlocutor es esen
cialmente imaginario, recreando la situación comunicativa en el plano de la representación.
No obstante, de acuerdo con M. Bajtín (véase Holquist, 1993; Morson, 1993; Wertsch, 1993),
existen otras dos características del texto que se deben tomar en cuenta simultáneamente, y que en
cierto modo relativizan y complementan las afirmaciones anteriores. Primero, considerar que toda
producción es siempre dialógica puesto que participa de un flujo comunicativo del que parte y al
que también contribuye y que, en última instancia, le da sentido (¿si no para qué se escribe?). Todo
texto nace en respuesta a un proceso comunicativo previo (muchas veces más allá de la dimensión
de lo escrito) donde se dice que no sólo participa el escritor sino que, desde la misma creación del
texto, también participa e influye el o los destinatarios con los cuales se intenta dialogar, y en quie
nes cobra significado el texto; de manera que éste se produce con la finalidad de continuar un
proceso comunicativo que, de hecho, constituye su contexto (Silvestri y Blanck, 1993).
Segundo, también debemos partir de la idea de que todo texto es polifónico o intertextual, en
tanto que reúne en él "voces" o distintos textos previos que el autor retoma (incluso desde su habla
interna, véase Emerson, 1993 y Silvestri y Blanck, 1993), y los hace presentes en "su" texto de una u
otra forma, presentando puntos de vista alternativos, horizontes conceptuales, argumentos y
contraargumentos, voces de personajes, etcétera.
Asimismo, otros autores declaran que la actividad de producción escrita llega a generar otros
beneficios adicionales. Por ejemplo, se considera que escribir es una actividad que también puede
tener (aunque no siempre, como veremos más adelante) una función epistémica (el lenguaje oral
también la tiene, pero en menor potencialidad), en tanto que puede servir como un medio para el
descubrimiento y la creación de formas novedosas de pensamiento y conocimiento en la mente del
escritor, cuando éste escribe sobre algún tópico determinado (véase Miras, 2000).
Como proceso cognitivo complejo, la composición escrita se analiza desde dos dimensiones
esenciales: la funcional y la estructural (cuadro 7.9) (Fayol, 1991). Conforme los aspectos funciona
les, se organiza con base en un tema determinado, en torno a un propósito comunicativo-instru-
mental esperado sobre un lector-destinatario y tomando en cuenta ciertos factores contextúales.
Así, la persona que redacta un escrito tiene que tomar decisiones reflexivamente en tomo a las
siguientes cuestiones: ¿qué va a decir?, ¿cómo es que va a hacerlo?, ¿para qué y para quiénes?, ¿con
qué finalidad, intensión o deseo se hará?. Además, tendrá que plantearse la necesidad de tomar en
cuenta el contexto comunicativo y social donde insertará el texto, considerando su posible
involucración comunicativa con un(os) otro(s) para quien construye su texto.
Hayes y Flower (1986) han abundado sobre este punto al señalar que cuando se componen
textos se realiza una actividad orientada a metas o propósitos determinados. En pocas palabras, es
una tarea de solución de problemas complejos. Los escritores de una u otra manera se plantean una
meta y la acometen con una serie de consideraciones y decisiones. Es común que cuando los escri
tores han identificado o tienen claridad sobre sus metas principales (el tópico que quieren exponer,
la forma de aproximación a la audiencia o público lector, la forma textual, etcétera), pueden estruc
turar varias submetas en el trayecto de conseguir aquéllas, lo que permite que el proceso completo
sea realizado satisfactoriamente.
En la planificación del escrito se genera una representación abstracta (en la mente del escrito) de
aquello que se desea escribir como producto de una búsqueda exhaustiva de ideas e información en
la memoria del escritor, en función de las cuatro preguntas funcionales citadas arriba (sobre los
aspectos temáticos, comunicativos, lingüístico-organizativos, instrumentales, etcétera) y su com
pleja interacción entre sí. En dicha representación se incluye una especificación más o menos deta
llada sobre el texto que queremos escribir, lo que se denomina el "plan de escritura", que en esencia
es un plan jerarquizado de metas y submetas sobre cómo operará el proceso compositivo en forma
global y sobre la naturaleza del producto escrito que se intentará lograr.
312
Estrategias docentes para un aprendizaje significativo
Subprocesos
313
Los tres procesos antes señalados, como dicen Hayes y Flower (1986), están fuertemente en
trelazados durante la producción escrita. Esta vinculación estrecha se debe a dos razones: 1. la com
posición puede ser ejecutada por partes, de manera tal que los procesos de planificación, textualización
y revisión ocurren para el párrafo primero, luego para el segundo, etcétera, 2. los procesos son apli
cados en forma recursiva, de tal forma que mientras se realiza un proceso (por ejemplo, la revisión)
pueden ser invocados los otros, siempre y cuando sean requeridos para mejorar la redacción, por
ejemplo, la detección de un error en partes del texto o la necesidad de escribir un párrafo de informa
ción faltante. Por lo tanto, los tres procesos no necesariamente ocurren en forma secuencial, sino que
pueden aparecer durante la composición en forma simultánea, cíclica o recursiva.
A continuación se presenta una breve reseña (que no pretende ser exhaustiva) sobre algunos de
los hallazgos principales, demostrados por vía empírica, entre escritores expertos y novatos a partir
de los tres procesos que intervienen en la composición (véase cuadro del perfil del buen escritor en
la pág. 322).
Planificación
En el proceso de planificación, como ya señalamos escuetamente, hay cuatro aspectos que desem
peñan un papel central en la elaboración del plan de escritura. Estos son: 1) el conocimiento sobre el
tópico, 2) el conocimiento sobre la organización del discurso, 3) la sensibilidad y atención a las
demandas de los posibles lectores y 4. el conocimiento estratégico específico de apoyo a la planifica
ción (Hayes y Flower, 1986). Sobre todos estos aspectos se han encontrado diferencias notables
entre los escritores más habilidosos y los que tienen dificultades para hacerlo.
Los escritores expertos al generar su plan de escritura, reflexionan activamente sobre qué quieren
decir y cómo lo quieren decir, y al mismo tiempo tienen en cuenta una serie de presuposiciones sobre
las necesidades de información de los posibles lectores de su escrito. De este modo, se asegura que
la planificación experta consiste precisamente en elaborar un plan de escritura que se adecúe a una
situación retórica determinada (tema, destinatario, demanda e intención comunicativas). Flower ha
denominado a la planificación del escritor habilidoso como planificación constructiva. Desde el ini
cio, los escritores habilidosos poseen una representación interna de la tarea de componer en forma
de una organización jerárquica de metas y submetas, la cual es de tipo dinámica, lo que después les
servirá como guía para el proceso posterior de textualización. Se dice que esta organización jerárquica
es dinámica o flexible, porque en el experto puede sufrir ajustes de mayor o menor grado, durante
el avance de la escritura en aras de lograr mayor realce en la composición (Flower y Hayes, 1986;
Cassany, 1989).
Hace algunos años, en la revista París Review (1963, para ser precisos) se publicaron algunas
entrevistas hechas a ciertos escritores prominentes, con la intención de explorar sobre lo que
ellos hacían cuando componían un texto literario. De manera breve extrajimos algunos co
mentarios anecdóticos mencionados en Grahan y Harris (2000) en tomo a dichas entrevistas.
Varios escritores mencionaron utilizar algunas estrategias para controlar ciertos procesos am
bientales, conductuales y de tipo personal-social. Ejemplos de estrategias para controlar los
eventos físico-ambientales son los siguientes: E. Hemingway tenía una rutina diaria de escribir
partes de sus obras por la mañana, porque ésta era "silenciosa y fresca"; J. Kerouac prefería
escribir a la luz de un candelero hasta que éste se consumía.
Algunos casos sobre estrategias conductuales de revisión son: T. Capote, por ejemplo, hacía
varias revisiones de su trabajo de composición, primero una revisión sobre la versión manus
crita, luego otra tras haberla mecanografiado, y posteriormente otra más, una o varias sema
nas después.
Otros utilizaban estrategias para regular estados afectivos o cognitivos: T. Wilder comentó al
respecto que antes de iniciar su escritura, tomaba una larga caminata para crear un estado
motivacional apropiado.
Por su parte, los escritores novatos parecen tener dificultades para estructurar lina red jerárqui
ca de metas y submetas en la planificación y, en el caso de aquellos que logran crear un esbozo de
ésta, lo suelen hacer con una pobre integración entre los distintos tipos de metas y submetas involu
cradas. Así, los escritores principiantes planifican en forma superficial, centrándose preferentemen
te en lo que tienen que decir pero no logran articular esto último con el establecimiento de propósi
tos específicos y las características posibles de una audiencia determinada. A este tipo de planificación
se le denomina planificación guiada por el conocimiento.
Referente a algunos datos sobre la evolución de la capacidad de planificar, varios estudios han
demostrado que hacia los diez años, los niños prácticamente no realizan actividades de planifica
ción, lo que suelen hacer es un primer borrador, en lugar de un plan escrito. Para estos niños la
planificación todavía no forma parte de la actividad de escritura. Posteriormente, los adolescentes
de entre 12 y 15 años, recién empiezan a trabajar la planificación en un nivel más abstracto (aunque
es un plan ciertamente breve, sin muchos comentarios), donde se deja entrever ya una capacidad
incipiente para elaborarlos enunciando metas (especialmente submetas, que no son coordinadas en
metas más amplias y complejas), infiriéndose que ellos empiezan a comprender el valor funcional
del proceso de planificar dentro de la composición (Scardamalia y Bereiter, 1985).
Bereiter y Scardamalia (1987) encontraron diferencias evolutivas en este subproceso entre estu
diantes universitarios y niños de escolaridad básica (4o., 6o. y lo. de secundaria). Los estudiantes
universitarios (escritores habilidosos) elaboraban una planeación completa de su texto antes de
iniciar la escritura, generaban numerosas listas de ideas sobre el contenido que decidían escribir y
luego establecían entre ellas múltiples relaciones mediante líneas o flechas; también estos alumnos,
cuando planificaban, utilizaban muchas notas, marcadores estructurales y enunciados evaluativos.
Las notas de planificación de los estudiantes menores de este estudio generalmente estaban com
puestas por enunciados que luego eran editados sin sufrir demasiados cambios para ser incluidos
dentro de sus borradores.
Otro aspecto relacionado con la planificación (aunque también con el proceso de textualización),
en donde también existen diferencias entre expertos y novatos, se refiere al conocimiento que se
posee sobre los tipos de superestructuras textuales (narrativos, expositivos, argumentativos, cartas,
• Lectura. Los escritores competentes son buenos lectores o lo han sido en algún periodo
importante de su vida. La lectura es el medio principal de adquisición del código
escrito.
• Planificar el texto. Los escritores tienen un esquema mental del texto que van a escribir,
se formulan una imagen de lo que quieren escribir, y también de cómo van a trabajar.
Se marcan objetivos.
• Releer los fragmentos escritos. A medida que redacta, el escritor relee los fragmentos que
ya ha escrito para comprobar si realmente se ajustan a lo que quiere decir y, también
para enlazarlos con lo que desea escribir a continuación.
• Revisar el texto. Mientras escribe y relee el texto, el autor lo revisa e introduce modifi
caciones y mejoras. Estos cambios afectan sobre todo el contenido del texto: al signifi
cado.
En el caso de los novatos (niños mayores) existen bases suficientes para señalar que, aun cuan
do ante otras tareas (que tienen que ver más con la comprensión) parecen demostrar que poseen un
conocimiento de las características y elementos estructurales de algunos géneros (en particular,
narrativos y también argumentativos), frente a tareas de composición no son capaces de utilizarlos
estratégicamente como lo hacen los expertos. Si bien las composiciones de los novatos parecen ya
manifestar una cierta tendencia a adecuarse a los requerimientos sintácticos de ciertos géneros
(narrativos, argumentativos, persuasivos pero no expositivos), no alcanzan a hacerlo en forma ade
cuada (Bereiter y Scardamalia, 1992; Scardamalia y Bereiter, 1984 y 1985).
Textualización
Los novatos también suelen escribir composiciones más cortas, en comparación con las de los
expertos. Sus producciones poseen poca riqueza, integración conceptual y coherencias entre las
ideas expresadas en ellas (McCutchen y Perfetti, 1982) — tienen un estilo parecido al que se ha dado
en llamar de tipo segmentado, en contraposición con el de tipo cohesionado, que podría ser caracterís
tico del experto (véase Serafini, 1994)— . Sus producciones contienen ideas menos elaboradas y
originales.
Finalmente, suele decirse que los escritos de los novatos son discursos que no están basados en
un posible lector potencial o audiencia, sino más bien en la subjetividad de su propio curso de
pensamiento (Cassany, 1989). La información vertida en la redacción parece estar exenta de una
serie de supuestos, que ciertamente conoce el autor pero que cualquier lector del texto desconoce,
afectándose seriamente la claridad con que son expresadas las ideas. Las composiciones son por lo
tanto carentes de un cierto contexto intralingüístico y de las presuposiciones necesarias para su
comprensión correcta.
En contraposición, los expertos van concretizando el plan elaborado, eligiendo la forma más
adecuada de expresar las ideas que activan en función de un formato estructural y teniendo en
cuenta al posible lector destinatario para quien se escribe y con quien se desea establecer comunica
ción. De este modo, el experto procede consiguiendo las submetas demarcadas en el plan, para así
alcanzar la meta final de su producción.
Revisión
Como ya hemos comentado, en el proceso de revisión, el texto producido por el escritor se vuelve
un insumo que es necesario reprocesarlo con el fin deliberado de mejorarlo. Como con los otros
procesos, los escritores expertos y novatos entienden y realizan el proceso de revisión en una forma
distinta.
En un trabajo realizado por Hayes, Flower, Spilka, Stratman y Carey (citados por Hayes y Flower,
1986), cuando se les pedía que revisaran sus propias composiciones a escritores expertos y novatos,
se demostró que los primeros eran muy superiores en detectar y diagnosticar errores en compara
ción con los segundos.
Igualmente, Scardamalia y Bereiter (1985) han señalado que el reprocesamiento menos frecuen
te en los escritores novatos es aquel que involucra las metas y las ideas principales del escrito, algo
que es congruente con su marcada incapacidad para representar el texto en un nivel de metas e
ideas principales (véase la sección de planificación). Por lo tanto, las revisiones de los novatos pare
cen tener una doble desventaja: se centran básicamente en los aspectos triviales de su escrito los
cuales son los únicos que reciben una mejoría superficial (y no en los verdaderamente relevantes).
Con base en varios años de investigación fructífera sobre el campo, Bereiter y Scardamalia (1987,
1992) propusieron dos modelos cognitivos para describir y explicar los procesos de composición de
los escritores expertos y novatos (véase cuadro 7.13). Cada uno de estos modelos corresponden a
una racionalización teórica de la forma en que se conducen estos dos grupos de sujetos cuando
escriben. Según los autores, tales modelos son cualitativamente distintos, debido a la forma de
enfrentar la tarea de composición. Dichos modelos son: el modelo de decir el conocimiento (Knowing-
telling) y el modelo de transformar el conocimiento (Knowing-transforming).
El modelo de d e c ir el c o n o c im ie n to
El modelo de decir el conocimiento (E)C) explicaría de una manera genérica la conducta de los escrito
res novatos. Según dicho modelo la composición se realiza como un mero acto de "vaciado" de la
información, que el escritor conoce en el momento en que se decide escribir el texto; es decir, se
escribe lo que se sabe, sin enmarcar el acto global de la composición dentro de una actividad com
pleja de solución de problemas retóricos.
La producción escrita en este modelo se inicia sin ningún proceso de planificación previo y sólo
basta con activar alguna presentación de lo que se desea escribir (en forma autogenerada o deman
da desde el exterior) para que se disparen ciertos identificadores del tema (sobre qué escribí) y de
género (sobre cómo escribí) y ocurra la textualización. Así, una vez producidas algunas frases o
líneas sencillas (según la forma que acabamos de mencionar), éstas sirven para reiniciar procesos
similares, con lo cual se logra garantizar una cierta "coherencia" temática basada en asociaciones
conceptuales, hasta que las ideas se agoten y finalice el acto de composición. Como consecuencia
del modo de proceder del sujeto que se guía por el modelo DC, la escritura se convierte en una
secuencia de frases relacionadas con el tema, pero con una interconección global escasa entre ellas.
El modelo DC, según Bereiter y Scardamalia, provee una solución natural y eficiente a los escri
tores poco habilidosos cuando se enfrentan a la tarea de redactar sin ningún apoyo externo, debido
a dos razones principales: 1. por qué el conocimiento puede ser, en apariencia, fácilmente recupera-
CUADRO 7.13 Modelos que explican las conductas del novato
y del experto en la composición escrita
Otra razón de prevalencia de esa forma de componer en ciertos alumnos se debe al hecho de
que los profesores, la mayoría de las veces, planifican, deciden y establecen de forma arbitraria y
ficticia las consignas sobre qué escribir y cuándo hacerlo, dejando que los alumnos simplemente se
centren en la mera textualización; es decir, se les quita toda posibilidad de realizar una actividad
reflexiva de planificación, que obviamente repercute también en: 1. el escaso nivel que tienen los
alumnos tanto para explorar lo que saben y cómo lo saben (conocimiento metacognitivo), y 2. la
posibilidad de transformar lo que en ese momento saben para acceder a formas más sofisticadas del
conocimiento (Bereiter y Scardamalia, 1993).
El modelo de tra n s fo rm a r el c o n o c im ie n to
Por otro lado, el modelo de transformar el conocimiento (TC) constituye un intento de explicación
sobre el proceder genérico de los compositores maduros o expertos. Un supuesto básico de quienes
poseen el modelo TC es entender la escritura como un acto complejo de solución de problemas.
Dicho proceso de solución de problemas implica dos espacios problema: el espacio de contenido o
temático y el espacio retórico. En el primero se trabaja sobre problemas de ideas, creencias y cono
cimientos. En tanto que en el segundo se opera sobre los problemas relacionados con el logro de las
metas de composición. En este sentido, se supone que el escritor hace interaccionar activamente lo
Se dice que el modelo DC constituye una parte del modelo TC, en tanto que los procesos de
activación asociativos son similares en ambos, con la salvedad, como ya se ha dicho, de que en el
modelo TC se contextualizan en la dinámica interactiva y reflexiva de los espacios problema temá
tico y retórico.
Planificación
a) Falta consideración adecuada de los factores comunicativo-contextuales en que se insertará el texto. Re
sulta necesario analizar con cierto grado de detalle varias preguntas funcionales clave, de lo
contrario, su inadecuada consideración puede repercutir en la calidad del texto y en su funcio
nalidad comunicativa. Las preguntas siguientes deben considerarse como claves:
• Quién escribe: ¿qué debe expresar el texto de mí?, ¿qué estilo debo utilizar (personal o imper
sonal)?, etcétera.
• Para quién se escribe: ¿con qué conocimientos cuentan los destinatarios acerca del tema sobre
las formas y géneros discursivos?; ¿qué vocabulario y complejidad discursiva serán ios
más apropiados para ellos?, etcétera.
• Para qué se escribe: ¿qué intención se pretende conseguir: informar, opinar, explicar, hacer
una petición, convencer, persuadir, criticar, divertir, enseñar?, etcétera.
• Dentro de qué contexto comunicativo o social se inserta la producción escrita: ¿se puede escribir
como respuesta a otro texto, dentro de una comunidad de científicos o de ciertos marcos
institucionales?, etcétera.
b) Exploración sobre el tema que se escribe. Muchos escritores fallan en esta acción al considerar en
forma inadecuada qué es lo que saben o cuánta y cuál información son capaces de conseguir
sobre el tema que se escribe; de tal forma que puede darse un tratamiento del tema según las
preguntas clave anteriores. Es necesario explorar adecuadamente y reflexionar sobre los cono
cimientos previos que se tienen sobre el tema, así como de aquello que se sabe sobre cómo
conseguir información adicional y necesaria, como por ejemplo, documentación a partir de
textos, medios informáticos, o consulta con el profesor o con miembros expertos de la comuni
dad literaria. Posterior a ello, se deberá realizar una reflexión sobre la información recabada
(por ejemplo, usando mapas conceptuales), incluso para intentar organizaría (tomando deci
siones sobre qué sirve y qué no, con qué tanta profundidad se ha conseguido información,
etcétera) y diseñar una idea de la forma de estructuración retórica y discursiva apropiada para
satisfacer apropiadamente las demandas de las preguntas funcionales y del contexto para, de
este modo, poder ir concretizando el plan.
Textualización
Durante el subproceso de generación del escrito, quienes escriben algún tipo de texto suelen enfren
tar distintos tipos de problemas. Tales problemas pueden clasificarse en cuatro clases:
a) Problemas de normatividad lingüística. Estos problemas están relacionados con deficiencias orto
gráficas, de léxico, de puntuación, de morfología y de sintaxis, que llega a tener el autor del
escrito. La consulta de diccionarios generales y de sinónimos, de libros de ortografía (que inclu
yen reglas ortográficas y de puntuación), textos gramaticales de apoyo y de manuales de redac
ción, puede ser un buen recurso para ayudar a solventar estos problemas (cuadro 7.10). La
consulta con escritores más habilidosos y expertos también es de gran ayuda.
b) Problemas de tipo organizativo o textual. Estos problemas tienen que ver con deficiencias para
establecer la coherencia local y global, la organización retórica, el estilo y la adecuación a la
demanda comunicativa. La consulta de textos de redacción para conocer los mecanismos de
cohesión y las estructuras y componentes de textos narrativos, expositivos, descriptivos,
argumentativos, epistolares, etcétera; o bien, la lectura y el análisis de textos reales análogos a
aquellos que se desean escribir, junto con las entrevistas con profesores o expertos en redacción,
facilitan la solución a este tipo de problemas. Los escritores poco habilidosos, guiados por el
modelo DC, tienen serios problemas para organizar el texto con base en las superestructuras
textuales, y, por lo general, terminan organizándolos sobre formas simples de adición de ideas
(listado o yuxtaposición de ideas) con escaso nivel de construcción y bajo nivel de complejidad
sintáctica. Respecto a la organización de la información, un lugar importante lo tienen tanto el
conocimiento de una forma de representación de las estructuras textuales (por ejemplo, organi
zadores textuales) como el conocimiento de los marcadores de discurso. Sobre estos últimos es
menester que el escritor conozca sus propiedades morfosintácticas, semánticas y pragmáticas y
que practique su uso adecuado en la construcción textual, ya que esto puede facilitar las posibi-
lidades de comprensión en el futuro lector, así como las inferencias que éste pueda construir
(Portolés, 1998, véase cuadro 7.14).
c) Problema de tipo temático. Se refiere al contenido sobre lo que se escribe. Aquí los problemas
principales radican en la falta de conocimiento sobre la temática o en carecer de suficiente
profundización sobre ella, lo cual repercute en aquello que se quiere decir, o bien, en la claridad
sobre su expresión y posible organización temática. La construcción de mapas conceptuales o
de algún otro recurso de representación viso-espacial resulta de mucha utilidad para explorar
nuestro conocimiento y lo que nos hace falta saber y consultar.
Los escritores, para resolver estos problemas, llegan a recurrir a distintos tipos de recursos que
pueden considerarse como estrategias de apoyo a la actividad de componer. Los distintos tipos de
problemas requieren diferentes actividades de solución.
Revisión
Por último, respecto al subproceso de revisión, los problemas más típicos son:
a) Los que derivan de la dificultad para entender el texto como un objetivo a conseguir desde el
punto de vista del destinatario potencial. Algunas causas específicas son: la representación in
adecuada e incompleta del texto real o del texto que originalmente se planificó, la visible difi
cultad para establecer una correspondencia directa entre uno y otro, la historia de fracasos en la
corrección, etcétera.
b) Para aplicar la secuencia cíclica: repaso —>evaluación —>detección del problema —>corrección
—>reevaluación. Los escritores poco habilidosos tienen dificultades para aplicar en forma ade
cuada este ciclo básico durante la revisión. Los ejercicios reflexivos continuos de autorrevisión,
revisión compartida con el profesor, con otros compañeros o amigos, apreciación de las revisio
nes que realizan los expertos, etcétera, constituyen algunas actividades apropiadas para desa
rrollar ésta y la anterior habilidad.
Según Espéret (1991), para producir una composición escrita es preciso el manejo de una serie de
conocimientos, a saber:
• Las estrategias específicas y autorreguladoras asociadas con los procesos de la producción es
crita.
En esta sección revisaremos en forma breve algunos de los principales hallazgos en la literatura
especializada, referentes a la mejora de los distintos tipos de conocimiento y habilidades menciona
dos. Primero reseñaremos brevemente algunos estudios sobre la importancia del contenido y del
aprendizaje de las estructuras en la composición escrita. Posteriormente, intentaremos describir
algunos trabajos que hablan sobre la importancia de la interacción entre iguales en la composición
y sobre la enseñanza de estrategias relacionados con los procesos de planificación, textualización y
revisión. Por último, presentamos algunos comentarios sobre entornos apropiados para la enseñan
za de la composición y algunas recomendaciones para su enseñanza.
Pocos estudios se han abocado a indagar sobre los efectos de la mejora en el conocimiento del tema
y en la promoción de ciertos aspectos lingüísticos en las composiciones. McCutchen (1986) ha de
mostrado que una mejoría en el conocimiento sobre el tópico del que se escribe, repercute directa
mente en mejores redacciones escritas.
Hillocks (1984), en su vasta revisión de estudios sobre composición, señala de manera conclu
yente que los trabajos realizados sobre ejercitación de combinaciones y arreglo sintáctico entre enuncia
dos, tuvieron efectos positivos posteriores en la calidad de las composiciones solicitadas.
Otros estudios han intentado demostrar los efectos de la instrucción de las estructuras textuales
en las producciones escritas de los sujetos. La gran mayoría de ellos se han realizado sobre estructu
ras narrativas y sólo pocos trabajos han sido efectuados con estructuras expositivas.
Gordon y Braun (1983 y 1985; citado por Espéret, 1991) demostraron con niños de 11 años que la
enseñanza explícita de los constituyentes estructurales de los textos narrativos tuvo un efecto direc
to sobre el número de componentes estructurales que los pequeños incluyeron en sus composicio
nes de historias. Los efectos permanecieron estables después de una evaluación efectuada a dos
meses de terminado el entrenamiento.
La influencia del conocimiento estructural en las composiciones, cuando se trata de otro tipo de
textos, no es tan clara. Quizá se deba a la poca familiaridad que tienen los alumnos, especialmente
ios más pequeños, con otro tipo de textos (por ejemplo, los expositivos) y a la poca cantidad de
estudios realizados sobre el tópico en cuestión. Sin embargo, algunos estudios han intentado inda
gar la composición de estructuras expositivas, sin obtener aún resultados concluyentes. Por ejem
plo, varios estudios realizados por Raphael y sus colaboradores, con niños de once y doce años
(véase Englert y Raphael, 1988), reportaron resultados positivos en el entrenamiento de composi
ciones de estructura expositiva (textos adversativos y problema-solución).
Pueden realizarse algunos ejercicios sencillos antes de que los trabajen de manera individual
con los organizadores gráficos para elaborar sus textos. Por ejemplo, a partir de organizadores grá-
fíeos llenados por el docente (donde se especifique el tipo de texto, las relaciones retóricas y los
contenidos semánticos) sobre algunos párrafos o textos simples que los alumnos utilicen en clase;
se les puede pedir que elaboren "su" propia versión del párrafo o del texto según sea el caso. El
profesor posteriormente puede pedir a los alumnos que establezcan una comparación de la versión
elaborada por ellos con el párrafo o texto original, analizando y discutiendo sobre las semejanzas y
diferencias en la coherencia local y global, el estilo, el uso de marcadores discursivos, etcétera. A
partir de ejercicios como éste, surgen muchas variantes que el docente puede plantear a sus alum
nos (por ejemplo seguir una redacción a partir de un texto incompleto; escribir el final o el principio
del texto, etcétera, todo en función de la estructura textual) para introducirlos en la reflexión y
enseñanza de la organización superestructural de los textos.
Otros recursos que no excluyen a los anteriores, son los ejercicios por medio de guías o esque
mas para las estructuras textuales (Salvador, 1997; Wray y Lewis, 2000) (cuadro 7.15). En estas guías
se incluyen algunas preguntas elaboradas de acuerdo con la organización superestructural del tex
to que se desee escribir, de manera que al contestarlas el alumno realiza una actividad reflexiva
sobre qué va escribir y cómo lo va a organizar, en función de una organización textual y discursiva.
Dos últimas recomendaciones esenciales: Primero, que la enseñanza de las estructuras para las
composición puede hacerse siguiendo la estrategia guía del traspaso de la sesión y responsabilidad
(véase capítulo anterior). Así, el docente plantea los ejercicios modelando primero la ejecución de
su redacción ante los alumnos; luego proponiendo ejercicios de práctica supervisada, y terminar
con ejercicios de práctica independiente. También son altamente recomendables las actividades de
■
CUADRO 7.15 Guía de estructuras narrativas
l. Escenario
Í a)
b)
¿Cuándo sucede la historia?________________________________________________
2. Problema
3. Respuesta
4. Resultado
aprendizaje colaborativo (véase más adelante). La segunda recomendación iría en torno a que la
enseñanza de las estructuras para la composición también incluya los componentes funcionales; es
decir, que se trate de elaborar textos ya sean narrativos, argumentativos o expositivos con funciones
comunicativas genuinas como informar, persuadir, convencer, divertir, etcétera, pensando al mis
mo tiempo en destinatarios reales y diversos (Camps, 1993).
Como ya hemos dicho, los escritores novatos tienen dificultad para retomar el punto de vista del
posible lector, lo que en un momento dado sirve para planificar, escribir y evaluar la calidad de su
redacción. Dada su competencia en esta área, ellos se encuentran en una situación "egocéntrica"
que les permite escribir, como dirían Flower y Hayes, "prosa de escritor" y no "prosa de lector" (la
primera es una escritura para el que escribe, la segunda para comunicar algo a un lector posible;
véase Cassany, 1989).
Cada vez más se reconoce el valor de las interacciones sociales y su efecto en el desarrollo
cognitivo, en los procesos de socialización y en los aprendizajes académicos (por ejemplo, la escri
tura). Algunas de las ideas desarrolladas sobre los procesos de interacción han sido retomadas para
el caso de la enseñanza de la escritura. La idea central es la siguiente: los procesos de interacción
social y de intercambio de opiniones, pueden permitir la creación de contextos apropiados para una
escritura cooperativa o con un valor funcional comunicativo, de manera que los procesos de plani
ficación, textualización y revisión de los participantes, se vean influidos en forma recíproca, en
tanto que en la interacción comunicativa, los alumnos desempeñan roles simultáneos de lectores y
escritores.
Una clasificación interesante sobre los tipos de estructuras subyacentes a las actividades de
escritura en grupos, es la presentada por Saunders (1989). Según este autor, la escritura grupal
implica cuatro variantes en función del tipo de organización y de los tipos de tareas asignadas:
b) Copublicacíón. Tiene una estructura cooperativa incompleta, puesto que los miembros co-
publicadores producen textos individuales, aun cuando participen colectivamente en los pro
cesos de planificación, revisión y correcciones. Los copublicadores trabajan juntos para desarro
llar un documento colectivo, pero éste se compone de textos realizados individualmente por
cada uno de los miembros.
c) Coedición. Ésta es una estructura cooperativa basada en la ayuda. Los coeditores no comparten
la co-autoría de los textos (como en las dos anteriores), sino que más bien dentro de un grupo
los textos son planeados y producidos individualmente y sólo son revisados en forma conjunta.
Esto es, dentro de un grupo, todos son escritores (planean y escriben sus propios textos), luego
cada uno de ellos muestra sus "borradores" a los miembros restantes del grupo quienes opinan
y revisan los textos críticamente.
d) Auxiliares del escritor. En esta modalidad, los compañeros pueden ayudar voluntariamente en
cualquier momento de la composición (planificación, textualización y revisión), sin embargo,
no comparten la autoría que posee el escritor que recibe la ayuda; tampoco se especifica la
participación en tareas asignadas, todo depende de la acción voluntaria del auxiliar.
NI MALTRATES r
En la coei.cntura todos los miembros comparten la autoría de composición de un texto y colaboran activam ente en todos los procesos.
Con base en algunos estudios efectuados sobre escritura en grupo (las cuatro variantes), Saunders
(ob. cit.) llega a algunas conclusiones de interés, para su puesta en práctica, a saber:
• En cuanto al proceso de revisión, aun cuando pueda ser posible que los coeditores practiquen
más profusamente las estrategias referidas a este proceso, los coescritores también realizan re
visiones continuamente de sus escritos colectivos, desde que planean (revisión de lo planeado),
cuando escriben (revisión en marcha) y al terminar el producto (revisión del escrito completo).•
En el taller varios alumnos se reúnen en sesiones de una o dos horas para realizar ejercicios de
escritura bajo la guía de un experto, quien coordina las actividades (puede ser un experto en com
posición escrita o el profesor de clase). Se constituye un temario para el trabajo de composición en
las sesiones partiendo del interés de los propios alumnos, quienes pueden hacerse cargo de encon
trar documentación necesaria de soporte para las redacciones.
Antes de que los alumnos escriban textos, se recomienda contemplar algunas sesiones en que
se realicen actividades de demostración, modelamiento y de coredacción enseñante-alumnos. En
ellas la idea es que el profesor escriba demostrando ante los alumnos cómo se elaboran algunos
textos (aspectos retóricos, normativos, etcétera). Después se recomienda comenzar con sesiones de
coredacción, iniciar la escritura él solo y luego escribir conjuntamente con los alumnos ciertas par
tes de la composición, o dejar para ellos distintas tareas, como pueden ser: completar la planifica
ción, la textualización, la revisión, etcétera. En todas las actividades, mientras el profesor redacta
ante los ojos de los alumnos puede ejecutar actividades de modelamiento metacognitivo (véase
capítulo 6) sobre los distintos subprocesos o estrategias involucradas.
Posteriormente, como parte más importante del taller, se deben realizar actividades extensivas
de producción a cargo de los alumnos. Las funciones del enseñante en ellas serían las de guiar y
asistir a los alumnos participantes en todo momento. El enseñante proporciona dicha ayuda me
diante "encuentros" que consisten en:
a) Diagnosticar y leer. El docente pregunta al alumno sobre sus propósitos de escritura, la percep
ción que él tiene de su composición, las dificultades y carencias que ha tenido, etcétera; poste
riormente, procede a leer las producciones conjuntamente con el alumno, al tiempo que elabora
algunas preguntas y escucha comentarios de los alumnos sobre su construcción, etcétera.
b) Comentar las producciones. El docente hace sugerencias y recomendaciones sobre las produccio
nes de los alumnos, en relación con errores o aspectos poco trabajados que merecen ser depu
rados.
____
Los talleres ele expresión escrita son una propuesta interesante para el aprendizaje de subprocesos, estrategias y habilidades de escritura.
Se han llevado a cabo varios estudios para intentar enseñar las estrategias, habilidades y procesos
que caracterizan el pensamiento del escritor experto, en sujetos novatos o inmaduros y a través de
ellos se ha intentado desarrollar técnicas y procedimientos de enseñanza para las estrategias y
subprocesos, con el fin de estructurar metodologías más amplias o intentos curriculares que pue
dan ser introducidos en las escuelas (véase Alonso, 1991; Bereiter y Scardamalia, 1993; Bruer, 1995;
Salvador, 1997).
Antes de iniciar, cabe decir que la mayor parte de los alumnos, de los ciclos iniciales hasta los
superiores, tiende a guiarse por el modelo de "decir el conocimiento". Ya sea por la naturaleza de
las tareas y actividades que se plantean en las instituciones escolares, o por buscar una estrategia
que les reditúe poco esfuerzo y velocidad en el acto. Como ya hemos visto, una gran parte de los
alumnos planifica y reflexiona poco sobre sus escritos, no autorregula el acto de la composición
teniendo presente los propósitos por los cuales escribe, y revisa de manera imperfecta sus procesos
y productos de escritura. Al parecer ha quedado claro que el objetivo central es cómo hace que los
alumnos logren enfrentarse a las distintas tareas de composición en su vida escolar cotidiana de
una manera estratégica y autorregulada, considerando los aspectos retóricos y comunicativos den
tro de ciertas prácticas culturales y como unidades de discurso.
En los últimos años, la investigación en el campo ha centrado sus esfuerzos en buscar cómo
mejorar dichos aspectos, por lo que queremos dedicar en esta breve sección a presentar algunos
trabajos que nos parecen relevantes (amén de considerar también los anteriores apartados) para
una propuesta de enseñanza de la composición escrita.
Se forman parejas (el "escritor" y el "asistente"; aunque también podrían formarse grupos pe
queños) que trabajan el subproceso de planificación considerando las dimensiones propósito, au
diencia y organización retórica, para escribir con ayuda de un "pizarrón para planificar", (figura
7.5). En dicho pizarrón se presentan paneles que indican los aspectos que el escritor debe tomar en
cuenta para su actividad planificadora y que sirven también al asistente para que comente sobre la
naturaleza y las características de la planificación que está desarrollando aquél. Primero, el escritor
explica lo que desea escribir y presenta con cierto detalle el plan que tiene sobre cómo desarrollarlo;
posteriormente el asistente podrá dirigir preguntas al escritor sobre los aspectos cruciales del panel,
por ejemplo: ¿quién será tu destinatario o audiencia?, ¿qué tanto sabes de lo que quieres escribir?,
¿cómo desarrollar tu texto para expresar el punto clave?, etcétera (los papeles de escritor y asistente
deberán intercambiarse durante las sesiones). En las interacciones entre escritor y asistente se van
estableciendo construcciones conjuntas sobre cómo elaborar una planificación más eficaz de los
Como podrá observar el lector, lo importante consiste en hacer visibles las preguntas clave que
deben ocurrir en el "espacio de planificación", las cuales son problema tizadas conjuntamente con el
asistente durante las sesiones, para que el escritor, al final, aprenda a desarrollar una planificación
constructiva. Esta propuesta de la planificación colaborativa ha demostrado su eficacia con estu
diantes universitarios, quienes, después de realizar un entrenamiento en esta propuesta, demostra
ron mayor habilidad para planificar sus textos, pues aprendieron a tomar en cuenta de una manera
más eficaz los distintos elementos del "espacio de planificación". Asimismo, se han realizado varias
aplicaciones y experiencias dentro del aula inspiradas en la propuesta, ya sea en las clases de lengua
o en otras (por ejemplo, Ciencias Sociales), logrando igualmente resultados positivos.
El grupo de Englert y Raphael (1988) han propuesto una metodología de entrenamiento que
ellos llaman aproximación dialógica, basada en la creación de una situación de enseñanza, donde el
instructor apoya a los aprendices (escritores novatos) verbalizando sus pensamientos y estrategias
"en voz alta" cuando escribe. Simultáneamente, el instructor puede ir enseñando los recursos
cognitivos de que dispone mediante el modelado y continuas explicaciones. En el contexto de este
diálogo instructor-aprendiz, se supone que este último internalizará las autoinstrucciones y las estra
tegias que regulan la ejecución escrita en cada uno de los tres procesos que la componen.
Englert, Raphael y sus asociados han realizado varios estudios para demostrar la eficacia de
este procedimiento de enseñanza contextualizado dentro de un programa más amplio que han
denominado Instrucción cognitiva de estrategias de escritura, donde además se usan otros recursos
como las llamadas "fichas para pensar" (thinks-sheets), así como la enseñanza explícita de estructu
ras retóricas (cuadros 7.16, 7.17 y 7.18).
Por ejemplo, Englert, Raphael, Anderson, Anthony y Stevens (1991) llevaron a cabo un estudio
para examinar los efectos del programa con sujetos normales y con sujetos con problemas de apren
dizaje en sus composiciones de textos expositivos (explicativos y adversativos). Los sujetos del
estudio fueron niños de cuarto y quinto grado provenientes de clases regulares y especiales.
El núcleo central del programa lo constituyeron los diálogos entre el instructor y los estudian
tes, y la creación de situaciones de andamiaje y transferencia del control para la enseñanza
autorregulada de estrategias de composición de textos expositivos. En el entrenamiento se utiliza
ron las "fichas para pensar" como apoyos y también se enseñó la estructura de algunos textos
expositivos. Durante siete meses de entrenamiento se realizaron las siguientes actividades: entrena
miento en la estructura de los textos, modelamiento de las estrategias de escritura, práctica guiada
y uso independiente de estrategias.
Los hallazgos centrales del estudio reportaron que el programa basado en la aproximación
dialógica, fue efectivo en las dos poblaciones, lográndose la mejora de las composiciones expositivas
entrenadas. Asimismo, se demostró que dichos efectos en el aprendizaje de las estrategias de escri
tura fueron transferibles a otro tipo de textos no contemplados durante el entrenamiento. Englert y
colaboradores explican sus resultados destacando que el procedimiento de enseñanza dialógico
tiene la ventaja de hacer visibles los procesos y estrategias empleadas por el instructor experto
cuando compone textos, de tal modo que al alumno se le facilita su comprensión y su posterior
internalización.
Del mismo modo, Bereiter y Scardamalia (1987) desarrollaron algunas propuestas para la ense
ñanza de los subprocesos y estrategias realizadas durante la composición. De acuerdo con su pro
pia propuesta de los modelos del escritor experto y del novato, expuestos en una sesión anterior, el
objetivo principal de sus trabajos se ha centrado en idear procedimientos eficaces para promover la
¿A quién va dirigida? ¿Quién la leerá? ¿Cuál(es) puede(n) ser su(s) punto(s) de vista?
Organice el texto
Debe pensar cómo organizar las ideas que tenemos. Para hacerlo, lo más importante es
tener en cuenta el objetivo propuesto, el tipo de texto que quiere hacer y quién va a leerlo.
Debe decidir:
• ¿Cómo empezar?
Organice el texto
Debe decidir cómo empezar su redacción y el orden que seguirá para explicar sus ideas.
¡I Lo más importante es pensar en el objetivo propuesto, el tipo de texto que quiere hacer y
quién va a leerlo.
¿Cómo empezaré?
í __________________________________________________________________________________
¿Y después?
¿Qué he escrito?
Ahora que ya ha acabado de escribir, lea el texto entero y fíjese primero en los apartados
que le gusten más y en los que le gusten menos.
• Coloque un asterisco en los apartados que más le gusten, aquello que le parece que no
hay que revisar.
• Coloque un signo de interrogación (?) en aquellos apartados que crea que no quedan
suficientemente claros y que no le gusten.
• ¿Por qué?____________________________
;Y el final?
; Resulta interesante?
ha facilitación procedimental es un sistema de ayuda que se compone de los apoyos del facilitador
y de una serie articulada de rutinas y ayudas externas confeccionadas ex profeso, para auxiliar a los
aprendices a ejecutar las funciones autorreguladoras sobre los subprocesos involucrados. Algunas
de las metas instruccionales principales de la facilitación procedimental son las siguientes: 1) explicitar
el conocimiento y las estrategias que ocurren en forma implícita e interna en el escritor; 2) hacer uso
de las estrategias de modelado y guiado como elementos centrales del sistema de ayuda, no de la
enseñanza directa, y 3) promover la autorregulación en la ejecución de los subprocesos y la re
flexión metacognitiva necesaria para el diagnóstico de los errores y la corrección de los mismos.
En este sentido, con base en el conocimiento que se tiene sobre cómo proceden los expertos
cuando componen, se ha diseñado una serie de apoyos externos que denominan "fichas de trabajo"
(similares a las hojas para pensar véase cuadros 7.16,7.17 y 7.18), que fungen como autoinstrucciones
asociadas con los subprocesos. Los alumnos pueden interactuar en grupos y el enseñante supervi
sarlos continuamente, mientras se utilizan las fichas de trabajo.
Según Bereiter y Scardamalia, los dos tipos de aproximaciones de enseñanza son compatibles
en tanto que una influye en los medios y deja las metas abiertas (facilitación procedimental) y la otra
influye en las metas al precisarlas, pero deja los medios abiertos (concretización de metas).
Por ejemplo, en un estudio realizado por Bereiter, Scardamalia y Steinbach (1984), donde se
utilizó la técnica de la facilitación procedimental, se intentó mejorar las actividades autorreguladoras
(enseñarlos a coordinar las interacciones entre los espacios retórico y de contenido) de la composi
ción en niños de doce años.
Se asignó al azar a dos grupos naturales de sexto grado a situaciones de control y experimental.
En la situación experimental se les proporcionó una instrucción basada en la facilitación
procedimental, modelaje e instrucción directa, la cual se realizó en 19 sesiones semanales (las pri
meras diez se enfocaron sobre producción de ensayos de opinión y las nueve restantes sobre textos
de exposición factual). Los resultados demostraron que en el grupo experimental hubo un incre
mento en los procesos reflexivos en los que interaccionaban los espacios tópico y retórico, los cuales
a su vez eran acompañados por mejoría en la planificación de los tipos de textos estudiados y en la
calidad de las producciones. Sin embargo, las mejoras conseguidas en la planificación fueron aque
llas referidas especialmente a los niveles locales y no a los globales de la composición.
La primera conclusión deriva en que es posible desarrollar una serie de técnicas y procedimien
tos de enseñanza, encaminados a fomentar los aspectos más creativos y procesales de la composi
ción escrita. Los enfoques presentados coinciden al intentar la enseñanza de procesos y estrategias,
dejando de lado posturas simplistas, basadas en la enseñanza de habilidades de bajo nivel (ortogra
fía, puntuación, sintaxis de enunciados, etcétera), o en la mera ejercitación y práctica. La simple
ejercitación o el dar continuamente la oportunidad a los aprendices de escribir lo que ellos quieran,
según sus intereses y deseos, se considera insuficiente para mejorar los procesos y estrategias de
composición (de hecho, como señala Alonso, ob. cit., se corre el riesgo de reforzar en ellos el modelo
de "decir lo que sabe"). La enseñanza de los subprocesos y las estrategias debe hacerse de forma
explícita, haciéndolos visibles a los alumnos.
La última conclusión es que se considera necesario proveer un entorno propicio para la adqui
sición de las estrategias de composición, basado en un contexto interactivo entre los aprendices (nova
tos) y un instructor (experto), logrado a través de situaciones de andamiaje y transferencia de control
progresiva. Las propuestas también coinciden en utilizar la interacción entre iguales como un con
texto propicio para el aprendizaje y la práctica de los subprocesos y estrategias.
Con los avances de investigación recientes en este dominio es claro que los aspectos estratégicos,
reflexivos y creativos de la escritura pueden ser enseñados si atendemos adecuadamente a las estra
tegias y procesos que la componen. Los enfoques que se basan en el aprendizaje "natural", en los
productos o en la ejercitación de habilidades simples, deben considerarse como necesarios, pero de
ningún modo como suficientes para la enseñanza de la composición escrita.
A partir de las investigaciones sobre este dominio, en las últimas décadas se han revelado im
portantes cuestiones que debemos considerar si queremos enfrentarnos acertadamente a la proble
mática de su enseñanza.
Desde finales de los años setenta hasta mediados de los ochenta la mayoría de los trabajos se
centraron en realizar investigación básica de los procesos involucrados en la composición y de las
diferencias existentes entre expertos y novatos. Gracias a los hallazgos arrojados por este tipo de
trabajos fue posible identificar los procesos, habilidades y estrategias de la conducta experta, lo cual
trajo como consecuencia lógica la aparición de nuevos enfoques de enseñanza para la enseñanza de
la composición.
Las técnicas para la enseñanza de las habilidades de composición pueden ser de distinto tipo:
• La importancia de estructurar actividades de interacción con los pares, en las que ellos desem
peñen roles simultáneos de lectores y escritores (por ejemplo, los talleres de escritura).
• El uso de distintos recursos de apoyo para facilitar el proceso de internalización de las estrate
gias.
• El valor de las actividades cotidianas en donde puedan negociarse ampliamente textos (escribir
y leer), atendiendo a necesidades comunicativas reales (en función de distintos destinatarios y
fines).
1. Ante todo, partir de la idea de que el desarrollo de un texto implica un cierto tiempo, que en
ocasiones los docentes no están dispuestos a reconocer explícita o implícitamente, por lo que es
necesario considerarlo cuando se solicita a los alumnos la elaboración de un escrito, ya sea para
comunicar algo o como actividad orientada al aprendizaje de contenidos.
4. Enseñar distintos tipos de géneros y estructuras textuales, atendiendo a las características estructu
rales y al uso apropiado de las palabras clave (véase capítulo 5) en cada uno de ellos, pero sobre
todo insistir en la enseñanza de los aspectos funcionales (para qué sirven y en qué contextos
5. Si bien es recomendable enseñar a los alumnos una amplia diversidad de géneros textuales, sin
lugar a dudas el discurso científico debería tener un lugar central, puesto que la mayor parte de
los textos que los alumnos tienen que escribir dentro de las instituciones escolares, desde la
educación básica pero sobre todo en la educación media y superior, se refiere a este tipo de
discurso (Cassany, 1999). Las formas privilegiadas de composición que se suelen enseñar, y las
que más se volaran, son las de corte literario. Esto también ha tenido como consecuencia que los
alumnos muchas veces terminen valorando un "estilo literario malentendido", es decir, la escri
tura complicada, oscura y opaca a las intenciones comunicativas (se escribe mejor cuando ¡me
nos se entiende!). Los textos científicos comúnmente son expositivos o argumentativos, escritos
de manera impersonal y de forma explícita y directa; a los alumnos se les exige en las escuelas
múltiples modalidades de éstos en los resúmenes, las monografías, los proyectos de investiga
ción, los reportes e informes, etcétera. Valdría la pena que se enfatizara este tipo de discurso en
los programas de enseñanza de la escritura, dadas sus importantes implicaciones pedagógicas
y prácticas.
6. Los ejercicios de modelado, con los materiales escritos de diversos tipos de géneros o discursos,
pueden ser importantes si se plantean de forma adecuada (en función del nivel de desarrollo,
etcétera). Por ejemplo, a partir de modelos escritos (algún texto conocido para los alumnos)
pueden plantearse ejercicios de reescrituración (volver a escribir una parte del texto), amplia
ción (aumentar y profundizar una parte), descripción (dar cuenta más precisa de una escena
del texto), personificación (cambiar la persona o voz que escribe, por ejemplo, de primera a
segunda persona, etcétera) (véase Teberosky, 1993).
7. En los procesos de composición que ocurren en el aula (más allá de la clase de español o lengua,
y pensando incluso en la idea de un metacurrículo), es necesario reconsiderar la relación entre
estrategias, estructuras y contenidos de aprendizaje, y los profesores pueden contribuir recono
ciendo cuáles de estas estrategias y estructuras pueden resultar más efectivas para las discipli
nas que enseñan. Esta actividad es crucial para la inclusión de las mismas en el programa de
entrenamiento que se quiera implantar o en el metacurrículo que se intente promover.
9. Las computadoras han venido a constituirse como un entorno innovador que trae consigo be
neficios evidentes para el aprendizaje de la composición escrita (Prat y Vila, 1993; Salvador,
1997; Znyder, 1993). El uso de procesadores de textos, cada vez más utilizados dentro y fuera de
la clase, tiene varias implicaciones educativas como las siguientes: a) facilitan la actividad del
acopio de ideas, y el uso y manejo de esquemas, notas y borradores de textos; b) favorecen las
actividades individuales y cooperativas de planificación, textualización, edición y revisión;
c) incrementan la motivación mientras se escribe; d) generalmente facilitan la corrección orto
gráfica (los correctores ortográficos ya existentes todavía dependen mucho de las decisiones y
el conocimiento del escritor) y el aumento de vocabulario (por ejemplo, los diccionarios perso
nales); e) los alumnos de diferentes edades piensan que al usarlos mejoran sus estrategias de
El entorno informático plantea también problemas que es necesario sortear para que resul
te verdaderamente eficaz en las aulas, como por ejemplo: contar con equipo adecuado, posibi
lidad de acceso igualitario para todos los alumnos, alfabetización informática básica, etcétera.
Aun subsanando tales problemas y aceptando los beneficios indiscutibles, no se asegura que el
proceso de composición pueda mejorarse por el hecho de utilizar la computadora. En este sen
tido, la eficacia de tal entorno dependerá en gran medida de explotarlo adecuadamente, en
todas las posibilidades que abre, para enseñar los subprocesos y estrategias. Los procesadores
de texto y otros tipos de soportes lógicos (es posible utilizar o diseñar programas para la ense
ñanza de la comprensión o la producción escrita, ya sean tu tonales simples, inteligentes o basa
dos en HyperCard) serán capaces de beneficiar el aprendizaje de los procesos complejos de la
escritura, si están diseñados y utilizados como herramientas que apoyen las recomendaciones
hechas en este capítulo.
Para terminar quisiéramos presentar de manera esquemática algunas notas breves, que considera
mos de importancia, relativas a la evaluación de la composición escrita (véase Camps y Castelló,
1996: Cassany, 1993 y 1999; Cassany, Luna y Sanz, 1994; Salvador, 1997).
2. Cuando se haga las correcciones sobre los escritos de los alumnos, debe procurarse no sólo
enfatizar los aspectos negativos sino también los positivos. Los aspectos positivos de la escritura
deben reconocerse y animarse, adjuntando comentarios sobre por qué son valiosos para el escri
to; cuando haya aspectos negativos (preferible llamarlos "mejorables"), deberán haceifse reco
mendaciones claras y precisas sobre cómo contrarrestarlos o solucionarlos, lo cual quiere decir
que en la evaluación de la composición escrita hay que sancionar menos y retroalimentar más.3
3. El profesor también debe aprender a respetar los escritos de los alumnos y procurar que éstos no
terminen diciendo lo que él quiere y al modo en que él lo quiere. En tal sentido, se recomienda que
el profesor compare el texto real del alumno (el esquema, el borrador 1, el borrador 2, etcétera) no
con el texto que el profesor tiene en mente que el alumno haga, sino de preferencia con el texto
originalmente planificado por el alumno, el cual debe ser conocido por el enseñante en encuen
tros que tenga con él. Muchas veces debido a las interacciones, diálogos y apoyos que el enseñan
te proporciona al alumno, el texto termina siendo coplanificado entre ambos. Ya sea el texto pía-
Hhví*.'
í ***
NORMATIVA Ortografía
Morfología y sintaxis
Léxico (barbarismo, precisión...)
niñeado por el alumno o el coplanificado con el profesor, siempre se debe recuperar la parte ori
ginal y de autoría que pone el alumno para ser reconocida en la evaluación y para, a partir de ella,
hacer los comentarios pertinentes sobre los aspectos posiñvos y mejorables de su escrito.4
6. Para la evaluación de los subprocesos o de las producciones de textos de ciertos tipos de discur
so, algunos autores han diseñado ciertas pautas o listas de chequeo que pueden utilizarse para
facilitar la labor evalúativa al enseñante (véase cuadro 7.20). Dichas pautas también pueden
simplificarse y hacer que los alumnos las utilicen en forma reflexiva para realizar autocorrecciones
y autoevaluaciones, ya sea en solitario o, de preferencia, en situaciones de coevaluación con sus
pares. Ajuicio de Camps y Ribas (1998), las pautas utilizadas por los alumnos les ayudan a que
éstos reflexionen metacognitivamente sobre la actividad de la escritura (los procesos ejecutados
y los productos conseguidos).
7. Es muy recomendable evaluar los productos escritos de manera diacrónica, para valorar los
progresos en las ejecuciones de los alumnos. La importancia de los esquemas, notas, borrado-
■
CUADRO 7.20 Pauta de evaluación del proceso
de composición escrita
Esta pauta puede utilizarse siempre que se escribe un texto para reflexionar sobre el
proceso que se ha seguido.
He aprendido____________________________________________________________________
En este capítulo nos hemos centrado en describir los procesos de comprensión y composición de
textos, los cuales se consideran de importancia fundamental por sí mismos y para la realización de
distintas actividades académicas de todos los niveles educativos.
Tanto para la enseñanza de las estrategias de comprensión como para las del dominio de la
composición, la enseñanza que se ha demostrado más efectiva es aquella que se basa en la transfe
rencia del control y la práctica guiada en contextos dialógicos entre un enseñante y los aprendices.
1. Analice cuáles son las características generales de las actividades de comprensión y producción
de textos que realizan sus alumnos. Compárelas, sin ánimo de afectar a sus alumnos, con las
descripciones ideales de los lectores y escritores hábiles que se presentaron en el texto. ¿Qué
conclusiones puede obtener de ello?
2. Con base en lo revisado en el texto, indague y reflexione por diversos medios (observación de
los productos, comentarios, entrevistas, discusiones grupales, etcétera) sobre las estrategias y
habilidades que sus alumnos poseen para comprender y componer textos.
3. Analice qué posibilidades tienen sus alumnos para profundizar en la comprensión y composi
ción durante las actividades que usted propone en clase.
4. ¿Qué tantas oportunidades u opciones han tenido sus alumnos dentro de su clase para realizar
una actividad de lectura o escritura compartida? Acepte el desafío y planee una situación de
este tipo; posteriormente discuta y valore la experiencia con sus propios alumnos y, de ser
posible, con otros profesores.
Nadie puede negar que la evaluación educativa es una actividad compleja que al mismo tiempo
constituye una tarea necesaria y esencial en la labor docente.
Al desempeñar sus funciones en alguna institución educativa, cualquier docente debe tener
una cierta concepción del modo en que se aprende y se enseña, lo mismo que acerca de cómo,
cuándo, por qué y para qué evaluar.
Se dice que detrás de cada decisión sobre la tarea evaluativa que realiza el profesor, se manifies
ta, implícita o explícitamente, una cierta concepción del aprendizaje y, por supuesto, de la enseñan
za (véase Quinquer, 1999).
El profesor también debe poseer un cierto conocimiento teórico y práctico más o menos preciso
de un nutrido arsenal de estrategias, instrumentos y técnicas para evaluar los aprendizajes de los
alumnos en los momentos pertinentes en que decida hacerlo, sea porque él lo considere así o por
que la institución o el currículo se lo demanden.
Por ello debe señalarse en forma enfática que la evaluación es parte integral de una buena enseñan
za, de hecho podríamos decir sin ningún menoscabo que no es posible concebir adecuadamente a la
enseñanza sin la evaluación. En consecuencia, una mejora en las propuestas de enseñanza y apren
dizaje también requiere necesariamente un cambio significativo en los modos de entender y reali
zar la evaluación (véase Jorba y Sanmartí, 1993).
La evaluación del proceso de aprendizaje y enseñanza debe considerarse como cura actividad
necesaria, en tanto que le aporta al profesor un mecanismo de autocontrol que le permitirá la regula
ción y el conocimiento de los factores y problemas que llegan a promover o perturbar dicho pro
ceso.
Sin la actividad evaluativa difícilmente podríamos aseguramos de que ocurriera algún tipo de
aprendizaje, cualquiera que éste fuera, o nos costaría mucho saber apenas nada sobre los resultados
y la eficacia de la acción docente y de los procedimientos de enseñanza utilizados. Sin la informa
ción que nos proporciona la evaluación, tampoco tendríamos argumentos suficientes para propo
ner correcciones y mejoras.
En este capítulo abordamos de manera directa los asuntos relativos a la evaluación dentro del
aula desde el marco conceptual constructivista. Para ello presentamos primero una revisión sobre
algunas consideraciones conceptuales que juzgam os relevantes para situar la evaluación
psicoeducativa desde la perspectiva señalada; después, ampliaremos los asuntos relacionados con
los procedimientos e instrumentos evaluativos, los tipos de evaluación psicoeducativa, así como el
!
problema de la evaluación de los contenidos curriculaxes. Como nota aclaratoria inicial para el
lector queremos expresar que este capítulo ha sido desarrollado principalmente para que el docente
reflexione sobre la tarea evaliiativa desde el marco constructivista y no contiene una exposición en la
que se enfaticen los aspectos técnico-prácticos sobre diseño de instrumentos y técnicas o sobre su
forma de uso preciso. Consideramos que esta labor ha sido desarrollada comúnmente en varios
textos sobre evaluación, con los cuales el lector podrá complementar los temas cuando decida pro
fundizar sobre dichos aspectos si así le interesa.
Evaluar, desde nuestro punto de vista, implica seis aspectos centrales (Jorba y Casellas, 1997;
Miras y Solé, 1990; Santos, 1993; Wolf, 1988):
1. La demarcación del objeto, situación o nivel de referencia que se ha de evaluar: identificación de los objetos
de evaluación. En este capítulo nos referiremos principalmente a la evaluación dentro del proce
so de enseñanza y aprendizaje, y para cada aspecto en particular que se desee evaluar (por
ejemplo, los aprendizajes de los alumnos) habrá que considerar ciertos objetos de evaluación, lo
que se refiere indudablemente a qué queremos evaluar.
2. El uso de determinados criterios para la realización de la evaluación. Estos criterios deben tomar como
fuente principal las intenciones educativas predefinidas en la programación del plan de clase,
del programa y/o del currículo en cuestión. Existen dos tipos de criterios: de realización (nom
bran los actos concretos que se esperan de los alumnos) y de resultados (contemplan aspectos
tales como: pertinencia, precisión, originalidad, volumen de conocimientos utilizados, etcéte
ra). Evidentemente, en este caso, lo que interesa saber es si para un objeto de evaluación dado se
han alcanzado los conocimientos correspondientes y en qué grado.
5. La emisión de juicios. Con base en los puntos anteriores será posible elaborar un juicio de natura
leza esencialmente cualitativa sobre lo que hemos evaluado. Tras la confrontación entre los
criterios predefinidos en las intenciones educativas y los indicadores emergerá este juicio
valorativo que constituye la esencia de la evaluación. La elaboración del juicio nos permite
6. La toma de decisiones. La toma de decisiones realizada a partir del juicio construido constituye
sin duda el porqué y para qué de la evaluación. Las decisiones que se tomen en la evaluación
pueden ser de dos tipos: de carácter estrictamente pedagógico (para lograr ajustes y mejoras
necesarias de la situación de aprendizaje y/o de enseñanza) y de carácter social (las cuales
tienen que ver con asuntos como la acreditación, la promoción, etcétera).
Cuando en renglones arriba hablábamos de la diferenciación entre los dos tipos de decisiones
que pueden establecerse con base en un juicio evaluativo, ya estábamos de hecho pisando terreno
sobre los dos tipos de funciones que es posible distinguir en la evaluación de los aprendizajes, a
saber: la función pedagógica y la función social (Coll y Martín, 1996; Coll y Onrubia, 1999; Jorba y
Sanmartí, 1993; Marchesi y Martín, 1998) (véase cuadro 8.1).
La función pedagógica tiene que ver directamente con la comprensión, regulación y mejora de la
situación de enseñanza y aprendizaje. En este sentido, se evalúa para obtener información que
permita, en un momento determinado, saber qué pasó con las estrategias de enseñanza y cómo es
que están ocurriendo los aprendizajes de los alumnos, para que en ambos casos sea posible realizar
las mejoras y ajustes necesarios. En consecuencia, esta función pedagógica es un asunto central para
la confección de una enseñanza verdaderamente adaptativa.
Ampliando un poco más, puede decirse que la función pedagógica se integra al proceso de
enseñanza como una genuina evaluación continua, dirigida a tomar decisiones de índole pedagógi
ca y que verdaderamente justifica o le da sentido a la evaluación. En este sentido, los objetos de la
evaluación no sólo son los procesos de aprendizaje de los alumnos, sino también el proceso mismo
de la enseñanza.
Sin embargo, no es común que en las prácticas evaluativas que se llevan a cabo en las aulas se
recupere la función pedagógica de la evaluación de los aprendizajes, porque se tiende a enfatizar la
llamada función social (Quinquer, 1999).
La función social de la evaluación se refiere a los usos que se dan de ésta más allá de la situación
de enseñanza y aprendizaje, y que tienen que ver con cuestiones tales como la selección, la promo
ción, la acreditación, la certificación y la información a otros. Como ya hemos dicho, esta función ha
tendido a prevalecer por encima de la anterior debido a la idea de que evaluar es aplicar exámenes
al final del proceso instruccional o que es calificar y asignar un número que certifique si se ha
aprendido o no.
Según Coll y Onrubia (1999), las funciones pedagógica y social son inherentes a toda evalua
ción educativa. De hecho, en ocasiones se encuentran confundidas y no resulta tan fácil disociarlas,
Qué Qué
información En que consecuencias
E
E Finalidades recoge momentos se derivan
U,
xmo en el caso de la evaluación diagnóstica, cuyos resultados pueden servir para tomar decisiones
ie orden adaptativo entre el programa y las características psicopedagógicas de los alumnos y, al
nismo tiempo, se puede ocupar con fines de selección o segregación para decidir quiénes van o no
:participar en un determinado programa.
Las situaciones educativas se caracterizan por ser actividades complejas que tienen una cierta
intencionalidad y que están planeadas y dirigidas hacia el logro de ciertas metas. Así, la fundón
pedagógica de la evaluación se vuelve imprescindible para valorar si la actividad educativa ocurrió
tal y como intencionalmente fue pensada y si se alcanzaron o no las metas o intenciones para las que
fue diseñada. Igualmente, sin la función pedagógica de la evaluación del proceso de enseñanza-
aprendizaje no se podrían realizar los ajustes que en un momento determinado se consideran nece
sarios para el logro de las metas educativas, ni se podría saber si se ha logrado el éxito deseado.
Por otro lado, la educación es una actividad social y socializadora y, por ende, sus metas por
naturaleza son sociales. Toda propuesta educativa tiene un proyecto social y cultural, así como un
cierto ideal de cómo formar hombres educados que se aculturen y socialicen para su inserción y/o
participación en la posible transformación de su sociedad. En este sentido, la evaluación cumple su
función social al acreditar o certificar, ante la sociedad y comunidad cultural, si los educandos han
conseguido determinados logros académicos o si poseen determinadas capacidades para acceder a
la cultura, ejercer determinadas funciones sociales o asumir ciertos roles en la misma.
Por ello, como señalan Coll y Onrubia (ob. cit.), ambas funciones pueden considerarse en prin
cipio como compatibles, en tanto que responden a momentos diferentes en el proceso educativo. La
función pedagógica es fundamental mientras ocurre el proceso (antes, durante y después del mis
mo); asimismo, la función social tiene pleno sentido cuando el proceso tiene su fin y el alumno
cumple un ciclo o se presta a insertarse en un contexto laboral (cuadro 8.1). Ocurre que en muchas
ocasiones se han malinterpretado dichas funciones o se les ha considerado como radicalmente opues
tas, prevaleciendo una sobre la otra, como ya señalábamos líneas arriba.
La función pedagógica merece ser analizada y que se le dé el lugar que le corresponde por el
importante papel que desempeña en la regulación del proceso de enseñanza-aprendizaje. En cuan
to a la función social, resulta necesario comprender el sentido de su existencia y ponerle ciertos
límites dentro de las prácticas escolares, porque en muchas ocasiones ha competido directamente
con la función pedagógica y llega a anularla, debido a una inadecuada interpretación que se hace de
la función social por la idea que prevalece en los centros escolares y la comunidad educativa gene
ral (personal docente, padres de familia, alumnos).de ver a la evaluación relacionada con la califica
ción y la acreditación (se ha sobrevalorado la evaluación sumativa acreditativa) y como una prácti
ca o un mecanismo que permite la clasificación y la selección de los alumnos.
Otra cuestión que abordaremos aquí para analizar la evaluación escolar en toda su compleji
dad, es la necesidad de ubicarla o incardinarla en relación con varios asuntos relevantes. En esta
óptica, Coll y Martín (1993) consideran que la evaluación escolar debe contemplarse teniendo en
cuenta tres importantes dimensiones:
3. La dimensión normativa.
Por último, dentro de la dimensión normativa se implicarían los asuntos relacionados con filies
administrativos e institucionales. Estas actividades tienen que ver con factores tales como la acredi
tación, la promoción, los documentos de evaluación, las evaluaciones sobre la institución y la eva
luación del profesorado.
Las tres dimensiones mencionadas mantienen una relación de influencia recíproca entre sí. Sin
embargo, a nuestro juicio, es el referente psicopedagógico y curricular asumido el que desempeña
mi papel determinante en todas las actividades evaluativas y que de hecho puede darle un matiz o
sesgo especial a los ámbitos técnico-práctico y normativo. Es evidente que sin un referente
psicopedagógico y/o curricular claro, las actividades de evaluación pierden con mucho su razón de ser y
pueden convertirse en prácticas con un fuerte sesgo tecnicista o en prácticas que privilegien lo burocrático-
adrninistrativo sobre lo académico. Sin un marco conceptual las prácticas evaluativas también pueden
reducirse a cuantificaciones simplistas y perder toda su riqueza interpretativa, aportando muy poco
al proceso de aprendizaje y enseñanza.
En los últimos años han aparecido distintas aproximaciones y paradigmas sobre evaluación educa
tiva. En cada una de ellas se enfatizan algunos aspectos y se descuidan otros (véase Hernández y
Carlos, 1992; Rosales, 1990).
Antes de exponer algunas directrices esenciales para una propuesta constructivista de la eva
luación, quisiéramos presentar brevemente una caracterización de lo que todavía hasta hoy puede
considerarse, por desgracia, la evaluación tradicional de los aprendizajes (véase Quinquer, 1993;
Santos, 1995; Vizcarro, 1998):
• Parte de una concepción del aprendizaje asociacionista en la que se hace hincapié en el conoci
miento memorístico descontextualizado de hechos, datos y conceptos.
• Se enfatizan los productos del aprendizaje (lo "observable") y no los procesos (razonamiento,
uso de estrategias, habilidades, capacidades complejas); de la evaluación de los productos ge
neralmente se enfatiza la vertiente negativa.
• Es una evaluación cuantitativa (el examen de lápiz y papel es el principal instrumento) basada
en normas y algunas veces en criterios para la asignación de la calificación.
• El docente es quien casi siempre define la situación evaluativa, a veces de una forma autorita-
ria-unidireccional (muchas veces se evalúa para controlar), sin especificar a los alumnos el por
qué y el para qué de la evaluación.
• La evaluación tiende a promover una relación condicional con la enseñanza; es decir, la evalua
ción puede moldear lo que ha de ser enseñado.
• Se escogen los ejercicios que casi nunca se revisan en la enseñanza, pensando que la transferen
cia y/o la generalización de saberes es una cuestión espontánea.
Sin intentar profundizar demasiado en ello y con la brevedad a que nos vemos obligados a
hacerlo por razones de espacio, baste con ver, a guisa de ejemplo, cómo los alumnos se ven influi
dos poderosamente en sus conductas de aprendizaje cuando se sigue una evaluación como la que
acaba de describirse.
Ya habíamos dicho páginas atrás que si se desean promover cambios en la manera de enseñar y
de aprender es necesario aparejar una serie de cambios en la evaluación escolar. En lo que sigue,
presentamos una propuesta desde el marco constructivista para fundamentar ese posible cambio
en la conceptualización de la evaluación (Coll y Martín, 1993; Coll y Onrubia, 1999; Marchesi y
Martín, 1998). La comprensión de algunas de las ideas expuestas en capítulos anteriores en conjun
ción con las vertidas en este apartado referentes al caso de la evaluación, ayudarán al lector a com
prender mejor las siguientes secciones.
Es obvio que las conductas que demuestran la ocurrencia de algún tipo de aprendizaje están
respaldadas por todo un proceso de actividad constructiva (la aplicación de una serie de procesos y
operaciones cognitivas) que finaliza en la elaboración de determinados tipos de representaciones
(esquemas, significados, etcétera) sobre los contenidos curriculares. En este sentido, el profesor
puede considerar todos aquellos recursos cognitivos y afectivos que los alumnos utilizan durante el
proceso de construcción de los aprendizajes, por ejemplo:
Diversas técnicas y procedimientos pueden utilizarse para obtener información valiosa sobre la
forma en que estos procesos y operaciones, así como otros posibles, están importantemente involu
crados en todo el proceso de construcción del conocimiento escolar.
Por último, se deben tener presentes dos cuestiones para evaluar el proceso de construcción:
1. Es necesario tratar de valorar todo el proceso en su dinamismo; las evaluaciones que sólo toman
en cuenta un momento determinado (cualquiera que éste sea) resultarán más limitadas que aque
llas otras que tratan de apreciar distintas fases del proceso; en este sentido, también conviene seña
lar que un conjunto de valoraciones (utilizando diversas estrategias y técnicas evaluativas) que
traten de dar cuenta del proceso en su dimensión temporal nos permitirán contar con una descrip
ción más objetiva y apropiada que una simple valoración aislada. 2. El proceso de construcción no
puede explicarse en su totalidad partiendo exclusivamente de las acciones cognitivas y conductuales
de los alumnos, de las acciones docentes en su más amplio sentido (actividades de planeación, de
enseñanza y hasta las evaluativas) y de los factores contextúales del aula también desempeñan un
papel importante y quizá decisivo.
En particular, respecto a los productos finales de la construcción, debe ponerse una atención central
en la valoración del grado de significatividad de los aprendizajes logrados por los alumnos.
• El grado en que los alumnos han construido, gracias a la ayuda pedagógica recibida y al uso de
sus propios recursos cognitivos, interpretaciones significativas y valiosas de los contenidos revisa
dos.
Capitulo 8 Constructivismo y evaluación psicoeducativa
• El grado en que los alumnos han sido capaces de atribuir un valor funcional (no sólo instrumen
tal o de aplicabilidad, sino también en relación con la utilidad que estos aprendizajes puedan
tener para otros futuros) a dichas interpretaciones.
Por último, es necesario plantear y seleccionar de forma estratégica las tareas o instrumentos de
evaluación pertinentes que permitan hacer emerger los indicadores que proporcionen información
valiosa sobre la significatividad de lo aprendido (véase Coll y Martín, 1993). Serán mejores aquellos
instrumentos o estrategias evaluativas que permitan que se manifieste la gradación de la significatividad
de lo aprendido en. toda su riqueza, para que pueda valorarse con mayor objetividad qué y cómo
aprendieron los alumnos.
Pero a partir de ello, ¿qué es lo que se debe observar para valorar la significatividad? Como
dicen Coll y Martín (ob. cit.), el grado de amplitud y el nivel de complejidad con que se han elaborado
los significados o ios esquemas.
Si partimos de las ideas de Ausubel, por amplitud y complejidad de los aprendizajes debe
entenderse el grado de vinculación o interconexión semántica (cantidad y calidad de relaciones) exis
tente entre los esquemas previos y el contenido nuevo que se ha de aprender según los mecanismos
de diferenciación progresiva y de integración inclusiva (Ausubel, Novak y Hanesian, 1983; véase
también el capítulo 2 de este texto).
Una base de conocimientos sobre un determinado dominio de saber, que tiene una mayor ri
queza de significados (mayor número, mayor grado de interconexión y organización de esquemas:
amplitud y complejidad) ha sido producto de múltiples experiencias de aprendizajes significativos
en ese dominio. Esta base de conocimientos poseerá, como ya hemos dicho, un alto nivel de organi
zación y permitirá al mismo tiempo un mejor almacenaje y una adecuada recuperación de la infor
mación cuando sea requerida. Pero sin duda lo más importante es que permitirá, con un alto grado
de probabilidad, una mayor cantidad de aprendizajes futuros de este tipo en el dominio del que
estemos hablando y en otros que le sean próximos (véase García Madruga, 1990; Gamer y Alexander,
1989; ver también Shuell, 1990).
No creemos que valgan las recetas que expresen que tal o cual instrumento puede facilitarle
esta labor al profesor, puesto que asumimos que ningún instrumento es por sí mismo suficiente
(aunque hay algunos que definitivamente son superiores que otros) si no se utiliza en forma inteli
gente y reflexiva. Esto quiere decir que el profesor muchas veces podrá obtener información valiosa
a partir de ciertos instrumentos o situaciones que por sí mismos la provean escasamente, o bien que
en otras ocasiones él mismo podrá plantear o desarrollar múltiples tareas o formas creativas de
utilizar distintos procedimientos, instrumentos o situaciones de evaluación (o la combinación de
ellos) que le proporcionen datos relevantes sobre los procesos de construcción que realizan sus
alumnos.
Aquella exhortación, señalada con insistencia en los textos de evaluación, que destaca la nece
sidad de que el profesor cuente con la mayor cantidad y diversidad posible de criterios, indicadores e
instrumentos para estimar con mayor objetividad un objeto o proceso determinado, sigue siendo válida para el
caso de los aprendizajes significativos. Entre más información obtengamos por diversos medios sobre
el proceso de construcción y del producto construido de aprendizajes significativos, podremos es
tar más seguros de que vamos rumbo a nuestro objetivo.
Como señalan Marchesi y Martín (1996), la funcionalidad de los aprendizajes tiene que ver directa
mente con la utilización de éstos para situaciones futuras de aprendizaje y/o con su involucramiento
para la solución de problemas cotidianos. Así, se reconoce que uno de los indicadores más potentes
de la significatividad sería el liso funcional que los alumnos hacen de lo aprendido, ya sea para
construir nuevos aprendizajes o para explorar, descubrir y solucionar problemas derivando de ellos
nuevas formas de profundizar su aprendizaje. En una línea parecida de ideas, aunque con ciertas
diferencias en la conceptualización, Perkins (1999) señala, en relación con el "aprendizaje con com
prensión" (noción similar al aprendizaje significativo), lo siguiente:
Prim ero, para ap reciar la com p ren sió n de una persona en un m o m en to d eterm in ad o, p íd anle que
haga algo que ponga su com p ren sió n en juego, exp lican d o , reso lv ien d o un p roblem a, con stru y en d o
un arg u m en to, elabo ran d o un p rod u cto. Segu n d o , lo que los e stu d ian tes resp o nd en no só lo d em u es
tra su nivel de com p rensión actu al sino lo m ás probable es que los haga avanzar. Al trabajar por
m edio de su com p ren sió n en respuesta a un d esafío particular, llegan a co m p ren d er m ejo r (pp. 71-72).
liemos elegido esta cita porque además de ilustrar sobre los argumentos anteriores, nos de
muestra implícitamente que otro elemento central a considerar en la funcionalidad de los aprendi
zajes es lo que se refiere a la flexibilidad de hacer uso de lo aprendido.
Por último, en la funcionalidad de los aprendizajes también se derivan una serie de criterios
(con variedad y complejidad crecientes) que podríamos denominar de ejecución de la funcionalidad,
que dependerán de lo que se quiera que aprendan los alumnos y que determinarán la elección de
instrumentos y tareas de evaluación.
Capitulo 8 Constructivismo j' evaluación psicneducativa
No obstante, es necesario remarcar que la asunción del control en el manejo de los contenidos
que puede lograr el alumno, sólo es el momento terminal de un largo y lento proceso. El inicio de
este proceso comienza cuando el control y la organización de la tarea son detentados por el profesor
y continúan con una cesión progresiva del control y de la responsabilidad hacia el alumno, en la
medida en que éste mejora su desempeño.
Toda vez que el alumno demuestre en forma sostenida un grado de avance en el manejo de los
contenidos, y suponiendo que no ocurran rupturas como producto de incomprensiones o lagunas
en el proceso de traspaso, las ayudas y apoyos del profesor disminuirán hasta conseguir precisa
mente el control autónomo y/o autorregulado por parte del alumno en el contenido que se ha
enseñado.
En ese sentido, conviene desarrollar una evaluación continua que permita darle seguimiento a
todo el proceso. La evaluación formativa (y la formadora, véase más adelante en este mismo capítu
lo) se yergue en un instrumento poderoso para valorar la creciente asunción del control y la respon
sabilidad que logran los alumnos. Para valorar la creciente competencia del alumno, conviene tener
claras ciertas cuestiones; a saber:
• Valorar cuantitativa y cualitativamente el tipo de apoyo requerido para los alumnos. En este caso se
puede intentar una valoración diferenciadora (ya sea intra o interalumnos; en el primer caso
comparaciones antes-después; en el segundo, comparaciones sincrónicas entre alumnos), rela
tiva a la cantidad de ayudas que aún se requieren ante una o varias tareas donde se manifieste
lo aprendido (como sería en el caso de la llamada "evaluación dinámica" propuesta por el gru
po de A. Brown). Dicha valoración que también deberá hacerse en forma continua, permitiría
saber hasta dónde han llegado los aprendizajes y qué es lo que falta para que sean consumados;
también resultaría de suma importancia para saber cómo proporcionar la ayuda pedagógica
inmediata siguiente, e incluso la prestación de una ayuda pedagógica adaptativa a las diferen
cias individuales.
Se debe tener siempre presente que la naturaleza de los contenidos (conceptuales, proce-
dimentales, etcétera) y las características del aprendiz (diferencias evolutivas, individuales, etcéte
ra.) determinarán en gran medida el curso de todo el proceso de traspaso de control y responsabili
dad mencionado.
Así como la evaluación le proporciona al docente información importante sobre los aprendizajes
logrados por los alumnos, también puede y debe permitirle sacar deducciones valiosas sobre la
utilidad o eficacia de las estrategias de enseñanza propuestas en clase.
Tal información es relevante para decidir sobre el grado de eficacia de distintos aspectos rela
cionados con la enseñanza, como pueden ser las estrategias de enseñanza, el arreglo didáctico, las
condiciones motivacionales, el clima socio-afectivo existente en el aula, la naturaleza y adecuación
de la relación docente-alumno o alumno-alumno, en función, claro está, de las metas educativas
que se persiguen. De hecho, resulta altamente deseable que se puedan sacar elementos importantes
para establecer una vinculación entre los aprendizajes de los alumnos y la evaluación del proceso
instruccional.
No hay que olvidar que desde el marco constructivista, la enseñanza debe entenderse como
una ayuda ajustada y necesaria a los procesos de construcción que realizan los alumnos sobre los
contenidos programados. En ese sentido, la actividad de evaluación continua puede considerarse
como una condición sine qua non para proporcionar la ayuda correspondiente y para tomar una
serie de decisiones que se estructuren en beneficio de que esta ayuda sea lo más ajustada posible a
las actividades constructivas de los alumnos (véase más adelante la sección sobre la evaluación
formativa).
De ese modo, la información aportada por la actividad evalúativa le permite al docente realizar
observaciones continuas sobre la situación didáctica en un doble sentido: "hacia atrás" y "hacia
adelante". La primera, para valorar la eficacia lograda del arreglo y puesta en marcha de los recur
sos pedagógicos utilizados; la segunda, replanteando las prácticas didácticas, cuando sea el caso,
para proporcionar el "andamiaje" contingente y oportuno. Ambas actividades, por supuesto, en
caminadas hacia la negociación de sistemas de significados compartidos y el logro del traspaso
del control y la responsabilidad a los alumnos, respecto al manejo del material curricular. En estas
ideas coinciden también Edwards y Mercer (1988) cuando argumentan que la vigilancia permanen
te de las actividades realizadas y próximas a realizar en la enseñanza (algo que es imposible sin
actividades evaluativas) le permiten al profesor contar con bases suficientes para el logro de la
"continuidad" necesaria durante todo el curso o secuencia educativa, y también para el estableci
miento y mantenimiento de contextos "intermentales" indispensables en la tarea de compartir sig
nificados.
Precisamente aquí es donde toma sentido la importancia de recuperar la función pedagógica déla
evaluación (véase apartado anterior) y el porqué la evaluación puede considerarse una reflexión
constante y necesaria sobre la situación de enseñanza.
Uno de los reclamos más fuertes de entre los muchos que se le han hecho a la evaluación tradicional
es que se ha preocupado demasiado por evaluar saberes descontextualizados por medio de situa
ciones artificiales. A partir de las investigaciones en la línea del "aprendizaje situado" (Brown, Collins
y Duguid, 1989), hemos llegado a aprender la importante relación que existe entre los saberes y los
contextos donde éstos aparecen. (Véase capítulo 2, cuando se discute el aprendizaje auténtico.)
Cada dominio (matemáticas, ciencias naturales y sociales, lectoescritura) tiene sus propias acti
vidades de creación y aplicación del conocimiento. Igualmente, para cada dominio de conocimien-
Es posible identificar en cada dominio de conocimiento una serie de tareas auténticas donde
estas actividades complejas se manifiesten. Hermán, Aschbacher y Winters (1992) señalan al respec
to que la evaluación que ellos llaman auténtica se caracteriza por:
D em an d ar que los apren dices resuelvan activam en te tareas com plejas 1/au tén ticas m ientras usan sus co n o
cim ien to s previos, el ap ren d izaje reciente y las h abilid ad es relevan tes para la solu ció n de problem as
reales (p. 2, el su b ray ad o es n u estro).
De esta manera, la identificación de dichas tareas auténticas debe ser considerada tanto para la
propuesta de la situación instruccional como para desarrollar actividades relevantes de evaluación.
En particular en este último caso, utilizando una amplia variedad de tareas auténticas como situa
ciones evaluativas, los alumnos pondrán al descubierto, mediante distintos desempeños, la utiliza
ción funcional y flexible de los aprendizajes logrados.
Una de las metas que debe tenerse presente en todo momento y hacia la cual tendría que aspirar
toda situación de enseñanza que se precie de ser constructivista, es el desarrollo de la capacidad de
autorregulación y autoevaluación en los alunónos. Asimismo, el aprender de forma significativa y
aprender a aprender se consideran metas valiosas en la educación; la actividad, de aprender a
autoevaluarse debería ser considerada igualmente relevante, ya que sin ésta aquellas formas de
aprendizaje difícilmente ocurrirían en situaciones de aprendizaje autorregulado.
Por eso, es importante que se propongan situaciones y espacios para que los alumnos aprendan
a evaluar el proceso y el resultado de sus propios aprendizajes, según ciertos criterios que ellos
aprenderán principalmente a partir de las valoraciones relevantes realizadas por los maestros. A
partir de la evaluación formativa, pero sobre todo mediante una evaluación formadora, es posible que
los alumnos aprendan a desarrollar su propia autoevaluación y autorregulación. Las estrategias de
evaluación mutua, de coevaluacióu y de autoevaluación se vuelven prácticas relevantes en este sentido
(véase más adelante la sección de evaluación formativa).
Dado que las aportaciones curriculares que se proveen en el contexto escolar pueden ser de distinta
naturaleza (conceptuales, procedimentales y actitudinales), la evaluación de sus aprendizajes exige
procedimientos y técnicas diferenciadas.
Mientras que algunas técnicas evaluativas son válidas para todos Jos tipos de contenidos (por
ejepaplo, la observación, la explcración), otras suelen tener un uso restringido para ciertos tipos
de contenidos. Lo relevante aquí es que todas las evaluaciones de los aprendizajes de cualquier
contenido tiendan a apreciar el grado de significatividad y la atribución del sentido logrados por los
alumnos.
Es también muy importante iirsistir que entre el asunto de la enseñanza y la actividad evaluativa
debe existir una profunda coherencia en aras de promover aprendizajes significativos. Si el profesor
ha insistido por diversos medios (organizando sus materiales de enseñanza, utilizando diferentes
estrategias y procedimientos de instrucción, etcétera) en la promoción de esta clase de aprendizajes,
para luego terminar evaluando la simple reproducción literal de los contenidos que se han de apren
der, provocará tarde o temprano que el alumno adopte el aprendizaje memorístico de la informa
ción. Por el contrario, si el docente plantea a sus alumnos tareas, actividades e instrumentos de
evaluación donde se demanden o impliquen las interpretaciones y significados construidos como
producto de aprendizajes significativos, los alumnos tenderán a seguir aprendiendo en esta forma.
Y si además a estas últimas experiencias se le añaden actividades didácticas del tipo que se desee,
encaminadas a que los alumnos reconozcan y valoren la utilidad de "aprender comprendiendo", el
resultado será mucho mejor.
Una práctica desafortunada, pero que se ha hecho una costumbre entre el profesorado de casi
todos los niveles educativos, consiste en establecer una marcada distancia entre lo que se suele
enseñar y lo que luego se evalúa (véase Coll y Martín, 1993).
Así por ejemplo, como ya ha sido comentado, ocurre que los docentes reservan los ejercicios
más difíciles, las tareas o situaciones más complejas para el momento de la evaluación. Detrás de
esta práctica errónea hay una supuesta justificación que aduce una genuina valoración de los apren
dizajes: se busca determinar "en qué medida los alumnos están generalizando o transfiriendo los
aprendizajes". Posiblemente exista una razón distinta en ello, referida a las formas de ejercer el
poder en el aula... Cuando se usan experiencias evaluativas de este tipo, los alumnos terminan por
fracasar y como consecuencia de ello desarrollan injustamente atribuciones negativas sobre su per
sona lo cual afecta su disposición futura para aprender con sentido los contenidos de ese dominio o
de otros similares.
Si es de nuestro interés provocar que los alumnos generalicen o transfieran sus aprendizajes,
debemos proceder en forma distinta, preocupándonos por este problema desde la situación de en
señanza.
Para ello deben plantearse, en el proceso de enseñanza, experiencias didácticas en las que se
amplíen progresivamente los contextos de aplicación de los saberes aprendidos, de manera que los
significados que se construyan adquieran una mayor riqueza semántica y no necesariamente se
vinculen a uno solo de dichos contextos (Coll y Martín, 1993). Como señalan estos mismos autores,
el significado más potente es aquel que se relaciona con una amplia gama de contextos posibles.
Sólo procediendo de este modo en la enseñanza, podrán plantearse diversas situaciones en la eva
luación para valorar la transcontextualización de los significados aprendidos. Las situaciones de
evaluación que se planteen a los alumnos dependerán de la amplitud de los contextos usados en la
enseñanza, proponiéndose en la evaluación ejercicios que tomen en cuenta hasta qué punto desea
mos que los alumnos lleguen y qué es aquello que deseamos valorar de sus aprendizajes.
Es importante decir que varias de las técnicas e instrumentos que presentamos a continuación
no pueden ser etiquetadas de una sola vez en alguno de los tipos incluidos. La forma de uso de las
técnicas y de los instrumentos, y el modo de presentarlos a los estudiantes, puede resultar determi
nante para ubicarlos incluso en alguna otra categoría distinta a la que se les está presentando aquí.
En primer término se encuentran las llamadas técnicas informales, las cuales se utilizan dentro de
episodios de enseñanza con una duración breve. Como exigen poco gasto didáctico, pueden utili
zarse a discreción en la misma situación de enseñanza y aprendizaje. Además, dichas técnicas se
distinguen porque el profesor no suele presentarlas a los alumnos como actos evaluativos; por ende,
los alumnos no sienten que estén siendo evaluados, lo cual resulta ideal para valorar sus desempe
ños tal y como en ese momento se encuentran.
La observación es una técnica que utiliza el profesor en forma incidental o intencional al enseñar
y/o cuando los alumnos aprenden en forma más autónoma.
La observación de lo que los alumnos dicen o hacen cuando aprenden es una actividad impres
cindible para la realización de la evaluación formativa y procesal. También llega a utilizarse de
manera indistinta para valorar diagnósticamente o evaluar lo aprendido después de terminado un
episodio instruccional (como evaluación sumativa); aunque en estos casos será más instrumentada
y, como hemos dicho, tenderá a ser una actividad evaluativa más formal. Por medio de la observa
ción es posible valorar los aprendizajes de los distintos contenidos curriculares (conceptuales,
procedimentales y actitudinales).
De entre las actividades realizadas por los aprendices, el profesor puede dirigir su atención en
los siguientes aspectos: el habla espontánea o inducida (mediante preguntas) de los alumnos, las
expresiones y aspectos paralingüísticos, las actividades que realizan los alumnos (incluyendo habi-
I
Qipitulo 8 Constructivismo y evaluación psicoeducativa
lidades, estrategias y formas de razonamiento e incluso los "errores"), y los productos que ellos
elaboran (en forma individual o en grupos pequeños).
F.n el habla espontánea expresada por medio de interacciones con el profesor o con los compa
ñeros (participaciones espontáneas, preguntas elaboradas, comentarios hacia el profesor o entre
compañeros, intervención en discusiones y debates) dentro del grupo-clase, en pequeños grupos o
en interacciones cara a cara, el profesor tiene una fuente importante de datos para valorar lo que los
alumnos están comprendiendo, sus posibles estrategias, conocimientos previos, etcétera; además,
es posible derivar información relevante sobre la dificultad de los contenidos o la ineficacia o inope-
rancia de los recursos didácticos empleados.
Se debe tener presente que son varios los factores que pueden afectar la ocurrencia del habla de
los alumnos; por ejemplo: la edad, la escasa familiaridad con los contenidos, el clima de respeto, la
atmósfera de aceptación desarrollada en clase y los factores socioculturales.
Por el lado de las actividades, los docentes pueden ir observando las acciones y la forma en que
éstas se realizan (orden, precisión, destreza, eficacia, etcétera). Igualmente, los productos (de distin
to tipo) son importantes fuentes a observar por los profesores para valorar el aprendizaje y progre
so de los alumnos.
En el uso de la observación como evaluación informal, el profesor debe desarrollar una cierta
sensibilidad para atender a estos aspectos y sus posibles indicadores. Se ha encontrado, por ejem
plo, que los maestros experimentados, a diferencia de los más noveles, tienden a utilizar distintas
claves que les son útiles para interpretar el tipo de comprensión o entendimiento que van logrando
los alumnos en la situación de enseñanza. Asimismo, estos profesores se muestran más sensibles a
toda la información que ocurre en clase y que permite comprender, interpretar y evaluar las distin
tas situaciones que se les presentan (Gage y Berliner, 1992; Genovard. y Gotzens, 1990). Sin embargo,
la observación incidental puede estar sujeta a sesgos de subjetividad e irregularidad.
La observación llega a volverse más sistemática cuando se planifica, se determinan ciertos obje
tivos que delimitan lo que se observará, y se utilizan ciertos instrumentos que sirven para registrar
y codificar los datos, para posteriormente hacer la interpretación necesaria que permita la toma de
decisiones. Igualmente, por medio de una técnica como la triangulación, se puede lograr una ma
yor fiabilidad de los datos obtenidos (Casanova, 1998). Existen varias técnicas e instrumentos que
permiten sistematizar el acto de observación. Por ejemplo:
• Registros anecdóticos. Se describen por escrito episodios, secuencias, etcétera, que se consideran
importantes para evaluar lo que interesa en un alumno o en un grupo de alumnos. Los registros
pueden realizarse por medio de fichas (véase ejemplo en el cuadro 8.2) y luego integrarse en un
anecdotario (véase cuadro 8.3) que cumpla el tiempo necesario para que puedan visualizarse
las observaciones registradas diacrónicamente.
• Listas de control. En las listas de control se incluyen las conductas o rasgos de las mismas que
interesa evaluar en forma de listado. La tarea de evaluación consiste en ir haciendo una verifi
cación de la presencia o ausencia de cada una de ellas (véase más adelante en la sección de
técnicas formales).
Fecha:_______________________
Alumno/a:_______________________________________________________________________
Observador:______________________________________________________________________
Curso:___________________________________________________________________________
Contexto:
Interpretación/valoración:
Diarios de clase. En ellos se recoge la información que interesa durante un periodo largo (el
diario debe escribirse con cierta regularidad) y sirve para analizar, interpretar o reflexionar
sobre distintos aspectos del proceso educativo (el aprendizaje de los alumnos, la enseñanza, las
interacciones maestro-alumno, los procesos de gestión, la disciplina, etcétera) (Bolívar, 1995;
Zabalza, 1998). Pueden incluirse en el mismo observaciones, comentarios, sentimientos, opi
niones, frustraciones, explicaciones, valoraciones, preocupaciones, etcétera.
El uso de los diarios se inserta dentro de la tradición del profesor como investigador y constitu-
in instrumento valioso para la reflexión sobre la enseñanza (véase Bolívar, 1995). Los aspectos
algunos autores recomiendan incluir en el diario son: a) contexto o ambiente de clase (dinámi-
eladones sociales, participación), b) actuación del profesor (estrategias metodológicas, formas
rteracción, propósitos) y c) comportamientos de los alumnos (implicación en las actividades,
itegias, incidentes).
Se sabe, a partir de los análisis realizados sobre el tipo de discurso que utiliza en clase el profesor,
que dos terceras partes de su habla consisten en preguntas (y explicaciones) dirigidas a los alumnos
las cuales son elaboradas en su mayor parte sobre la base de los tópicos abordados en la enseñanza
(véase Coll y Solé, 1990).
Las preguntas que el profesor suele plantear en el aula se elaboran con el fin de estimar el nivel
de comprensión de los alumnos sobre algo que se está revisando, y con base en ello, proporcionar
de manera oportuna algún tipo de ayuda requerida (repeticiones, reformulaciones, aclaraciones y
profundizaciones sobre algún aspecto, correcciones, rechazos; véase en capítulo 5 lo relativo a las
estrategias y señalizaciones discursivas). En el capítulo 5 también se expuso cómo los profesores
expertos constantemente utilizan estrategias evaluativas informales, como son las preguntas dirigi
das a los alumnos, para asegurarse de que "se están comprendiendo" las ideas principales de su
discurso. En cambio, los profesores principiantes casi no realizan este tipo de evaluaciones informa
les en sus exposiciones, y son más proclives a realizar las llamadas "pseudoevaluaciones" (¿Me
entienden? ¿Sí comprenden, verdad? ¿Estamos de acuerdo?...) que en realidad poco sirven para
constatar la comprensión lograda por los alumnos (véase Sánchez, Rosales y Cañedo, 1996 y págs.
162-168 de esta obra).
Otro asunto relevante a la hora de plantear preguntas a los alumnos es saber reconocer que se
requiere un tiempo apropiado para que los alumnos piensen y elaboren la respuesta. Muchos pro
fesores elaboran las preguntas y no dejan tiempo para que los alumnos las reciban y preparen sus
Si bien Genovard y Gotzens (1990) han expresado que existe evidencia de una correlación posi
tiva entre la frecuencia de preguntas elaboradas en clase y el nivel de rendimiento de los alumnos,
debe decirse que la elaboración de preguntas hechas por el profesor precisan ser confeccionadas: 1)
sobre la base de las intenciones u objetivos de clase, o de la temática abordada, 2) de manera que
demuestren pertinencia y no disgreguen la atención de los alumnos hacia asuntos irrelevantes, y 3)
para explorar (e indirectamente inducir) un procesamiento profundo de la información (grado de
comprensión, capacidad de análisis, nivel de aplicación, etcétera) y no sólo soliciten la mera repro
ducción de la información aprendida.
Por medio de lo que los alumnos dicen y hacen, durante la situación de clase el profesor tiene la
oportunidad de identificar importantes indicadores como hipótesis, estrategias, concepciones erró
neas, que le informan sobre el modo y grado en que se está consiguiendo el aprendizaje de los
contenidos curriculares. Esto también le proporciona bases suficientes para saber de qué manera
tiene que utilizar nuevas explicaciones o ayudas pedagógicas que se ajusten a su actividad de apren
dizaje.
Otro de los principales problemas que se le imputan es su bajo nivel de validez y confiabilidad
logrado. Al respecto, Airasian (1991) propone tres sugerencias para contrarrestar tales críticas:
• Considerar una muestra amplia de estudiantes cuando se intente conseguir información (no
sólo incluir los alumnos voluntarios).
Las pregunta* del profesor durante la clase son una técnica de evaluación informal muy utilizada por los docentes.
• Tratar de tomar en cuenta diversos indicadores para valorar el progreso del aprendizaje (no
sólo si los alumnos ponen atención).
Como conclusión de esta sección, tenemos que las dos formas de evaluación mencionadas de
ben ser utilizadas ampliamente por los profesores en su práctica docente, a pesar de ser desdeñadas
por aquellos enfoques que insisten demasiado en los resultados finales del aprendizaje, porque son
recursos de sumo valor que ofrecen resultados adecuados para realizar la evaluación formativa
(Blázquez, González y Montanero, 1998a).
Técnicas semiformales
Otro grupo de técnicas de evaluación son las semiformales, las cuales se caracterizan por requerir
de un mayor tiempo de preparación que las informales, demandar mayor tiempo para su valora
ción y exigir a los alumnos respuestas más duraderas (lo cual hace que a estas actividades sí se les
impongan calificaciones); en particular por esta última razón los alumnos suelen percibirlas más
como actividades de evaluación, en comparación con las técnicas informales.
• Las tareas y los trabajos que los profesores encomiendan a sus alumnos para realizarlos fuera
de clase.
• La evaluación de portafolios.
Por lo común, el profesor suele plantear a los alumnos una serie de actividades con el fin de valorar
el nivel de comprensión o ejecución que son capaces de realizar en un momento determinado del
proceso de enseñanza y aprendizaje.
Lo más importante en el planteamiento de los trabajos y ejercicios es que estén alineados con los
objetivos de aprendizaje y se presenten de manera tal que no resulten aversivos ni sin sentido para
los alumnos. Un trabajo o ejercicio bien seleccionado, informativo y motivante provoca mayores
dividendos en el aprendizaje de los alumnos y en la evaluación del profesor sobre sus progresos,
que cualquier otro que se repita incesantemente y que no tenga sentido ni valor funcional.
Pero también son importantes para el profesor porque una vez que se efectúan y revisan le
permiten valorar o estimar sobre la marcha en qué momento del aprendizaje se encuentran sus
alumnos. En tal óptica, los trabajos y ejercicios realizados en clase son importantes recursos para que el
profesor desarrolle una evaluación formativa (y una ayuda ajustada), permitiéndole tomar decisiones
para la regulación interactiva, retroactiva o proactiva (véase más adelante la sección de tipos de
evaluación).
La regulación interactiva proporcionada en el momento y situación en que se realizan los traba
jos y ejercicios es con seguridad la modalidad más valiosa. Como consecuencia de ello, el profesor
deberá buscar las formas más apropiadas de comunicar los mensajes pertinentes sobre el éxito de
las tareas y ejercicios, sobre el uso correcto o incorrecto de las estrategias cognitivas y metacognitivas
utilizadas para resolverlas y corregir directa o indirectamente, según sea necesario, los errores co
metidos. No hay que olvidar que los mensajes comunicados también llegan a afectar aspectos re
lacionados con la motivación de los alumnos y su autoestima.
Por último, sobre la evaluación de los trabajos de los alumnos, es posible emplear distintas
estrategias en las que directamente se involucre a los alumnos como evaluadores. Quizás éstos son
los momentos más oportunos en los que se puede ir enseñando a los alumnos cómo evaluar sus
procesos y productos (uso de la coevaluación primero y, posteriormente, de la autoevaluación).
Asimismo, conviene utilizar estrategias de evaluación mutua entre compañeros, para que éstos
comparen sus trabajos con ima serie de criterios bien definidos y discutan abierta y respetuosamen
te, guiados por el enseñante, sobre sus avances logrados.
Los trabajos que los profesores suelen encomendar a sus alumnos pueden ser muy variados: ejerci
cios; solución de problemas; visitas a lugares determinados; trabajos de investigación en la bibliote
ca, en museos o en el ciberespacio, etcétera. Se pueden realizar en forma individual o en grupos
cooperativos.
Las recomendaciones son las mismas que para los trabajos realizados en clase. Deben plantear
se trabajos que más que dejar agotados y desmotivados a los alumnos, los hagan practicar reflexiva
mente, pensar y aprender.
Estos trabajos extraclase, aun cuando pueden ser objeto de algunas críticas, también permiten
obtener información valiosa al alumno y al profesor.
Al igual que los trabajos en clase, deberán plantearse de modo tal que los aprendices no sólo
puedan obtener información respecto a si fue o no exitosa su resolución, sino que, en caso de hacer
los en forma incorrecta, les permitan obtener información relevante acerca de las razones que con
tribuyeron a su fracaso.
La información obtenida a partir de los trabajos deberá ser retomada en el contexto de enseñan
za; de lo contrario, su práctica puede perder todo sentido. Esto quiere decir que los trabajos, cuando
sean revisados y calificados por el profesor, se deben devolver lo más rápido posible con retroali-
mentación correctiva precisa. Incluso es recomendable que el profesor los retome en la clase y expli
que los procesos correctos de solución (con la explicación respectiva), así como las fallas típicas que
han cometido los alumnos, y al mismo tiempo ofrezca una explicación concisa sobre las intenciones
y los criterios de evaluación tomados en cuenta con el fin de que los alumnos identifiquen los pun
tos más relevantes del ejercicio y de la tarea evaluada.
La evaluación de portafolios
Una técnica de evaluación que puede clasificarse como de tipo semiformal es la llamada "evalua
ción de portafolios o de carpeta" (Airasian, 2001; Hermán, Aschbacher y Winters, 1992; King y
Campbell-Allan, 2000; Quintana, 1996; Valencia, 1993).
Este tipo de evaluación consiste en hacer una colección de producciones o trabajos (por ejem
plo, ensayos, análisis de textos, composiciones escritas, problemas matemáticos resueltos, dibujos,
ideas sobre proyectos, reflexiones personales, grabaciones, ejercicios digitalizados) e incluso de al
gunos instrumentos o técnicas evaluativas (tales como cuestionarios, mapas conceptuales, exáme
nes) que los aprendices realizan durante un cierto episodio o ciclo educativo (cuadro 8.4). Incluso
pueden elaborarse portafolios digitalizados (véase Niguidula, 2000).
La evaluación de portafolios tiene posibilidad de utilizarse en todas las disciplinas y con ello es
posible evaluar los distintos tipos de contenidos curriculares (uso y aplicación de conceptos, habili
dades, destrezas, estrategias, actitudes, valores, etcétera).
Ya sea que se proponga el portafolios para la clase de matemáticas, física, lectoescritura o arte,
el propósito es el mismo: contar con una muestra de trabajos que hagan constar los aprendizajes y
progresos de los alumnos durante un cierto periodo escolar (cuadro 8.4).
Lo más importante en la evaluación de portafolios es que permite la reflexión conjunta sobre los
productos incluidos y sobre los aprendizajes logrados. Por un lado, es posible que el docente re
flexione sobre las producciones de los alumnos para analizar los progresos de su aprendizaje, al
mismo tiempo que le permite analizar las actividades y estrategias docentes empleadas, y orientar
su actividad docente próxima. Por otro lado, por medio del portafolios los alunemos llegar a re
flexionar sobre sus procesos y productos de aprendizaje (King y Campbell-Allan, 2000).
Por tanto, es una estrategia evaluativa que promueve la evaluación del profesor, la coevaluación
profesor-alumno, la evaluación mutua entre compañeros y, sobre todo, la autoevaluación.
Clase de lengua
• Una narración (acompañada de una nota escrita en la que expliques por qué la selec
cionaste).
• Tu peor trabajo (acompañado de una nota escrita donde expliques por qué fue el peor
trabajo y qué aprendiste en este proceso).
Matemáticas
• Dos a tres ejercicios que evidencien tu habilidad para resolver problemas matemáti
cos.
• Dos o tres ejemplos que pongan de manifiesto tu habilidad para comunicar los cono
cimientos matemáticos efectivamente.
Actuación
- K, .
1. Que se definan con claridad los propósitos por los cuales se elabora. Esta cuestión es indispen
sable para saber exactamente qué se evaluará por medio del portafolios y cuáles aspectos de
aprendiz serán especialmente valorados. Algunas preguntas clave en tal sentido son las siguien
tes: ¿cuáles objetivos se evaluarán con el portafolios? ¿Se desea evaluar los procesos involucra
dos en la elaboración de los trabajos, éstos por sí mismos o ambos? ¿El portafolios es la mejoj
estrategia para evaluar lo que interesa? ¿Se desea evaluar una muestra de los mejores trabajos c
el progreso de aprendizaje?
• Lo que debe incluirse en el portafolios (es mejor escoger una muestra —sean o no los mejo
res trabajos— que absolutamente todo aquello que el aprendiz realiza en el periodo que
comprende el portafolios).
• Qué características deben tener los trabajos que se incluyen (los trabajos pueden ser de
distinto tipo —por ejemplo, narraciones elaboradas, resúmenes, ensayos, cuestionarios—o
de un solo tipo —por ejemplo, sólo ensayos argumentativos—, según se decida).
• Cómo debe organizarse el portafolios (en forma cronológica, en grupos de trabajo, se debe
incluir un índice, etcétera).
Estos criterios deberán proponerse de tal forma que permitan conseguir los propósitos que
guían el portafolios. De modo que si se decide, por ejemplo, tratar de establecer un perfil del
progreso del aprendizaje en un conjunto de habilidades de dibujo durante un cierto periodo,
podrá incluirse en el portafolios una muestra de trabajos terminados donde estas habilidades
hayan estado en juego; pero también aquellos trabajos que demuestren cómo dichas habilida
des se ejecutaban imperfectamente en un inicio y cómo fueron perfeccionándose paulatina
mente, en conjunción con las retroalimentaciones y reflexiones que requirieron en su momento.
Una pregunta clave, siguiendo con el ejemplo, sería si se tomaron decisiones apropiadas para
incluir aquellos trabajos que ciertamente pusieran al descubierto los progresos de dichas habi
lidades.
La selección de los trabajos para un portafolios puede hacerse en forma conjunta entre
profesor y alumnos; aunque también es posible (y deseable) que sean estos últimos quienes
realicen esta tarea una vez que se hayan familiarizado tanto con el instrumento como con los
objetivos particulares.
3. Definir también criterios para valorar los trabajos en forma individual, grupal y/o global. Al res
pecto hay que tomar en cuenta al menos los siguientes puntos:
• Decidir si las evaluaciones se realizarán cada vez que se hagan las entradas y/o cuando se
complete un cierto periodo o el portafolios completo.
• Para la evaluación de cada producto se pueden diseñar ex profeso rúbricas, listas de control
o escalas (véase más adelante).
• Las valoraciones que se propongan deberán realizarse, insistimos, por medio de estrategias
de evaluación docente, coevaluación, evaluación mutua y autoevaluación.
Este tipo de evaluación longitudinal e integral permite valorar, más que los productos, el proceso
de desarrollo de aprendizajes y habilidades complejas durante un episodio de enseñanza amplio.
Puntuación
1. Entregó todos los trabajos
(15 puntos) Falta:__________ ___________
2. Demuestra dominio de las características de la buena
comunicación escrita (claridad, coherencia, concisión,
precisión, variedad) (20 puntos). ___________
3. Demuestra dominio de la estructura de los escritos
(10 puntos). ___________
4. Demuestra que conoce el proceso de la redacción
(15 puntos). ___________
5. Hay evidencia de su progreso como escritor
(10 puntos). ___________
6. Las autoevaluaciones evidencian un proceso
de reflexión constante y serio (10 puntos). ___________
7. Escribe tomando en consideración las normas gramaticales
y ortográficas establecidas por la norma culta (20 puntos) ___________
TOTAL
COMENTARIOS:
Ausencias:
• Permite observar los trabajos de los alumnos por medio de un "lente" distinto, desde el cual se
evalúa el progreso de las producciones y de los procesos que las originan.
• Permite que los alumnos reflexionen sobre su propio aprendizaje y que dicha reflexión incida
en actuaciones futuras.
• Tiene más validez de contenido que una prueba, ya que evalúa diferentes producciones realiza
das en un cierto periodo.
Técnicas formales
El tercer grupo de procedimientos o instrumentos de evaluación son los que se agrupan bajo el
rubro de técnicas formales. Dichas técnicas exigen un proceso de planeación y elaboración más
sofisticados y suelen aplicarse en situaciones que demandan un mayor grado de control (Genovard
Este tipo de técnicas suelen utilizarse en forma periódica o al finalizar un ciclo completo de
enseñanza y aprendizaje. Dentro de ellas encontramos varias modalidades:
• Pruebas o exámenes
• Mapas conceptuales
A pesar de los inconvenientes y las fuertes críticas que se les han hecho, las pruebas de lápiz y papel
continúan siendo los instrumentos más utilizados en la evaluación escolar.
Podríamos definir a los exámenes, en su forma típica, como aquellas situaciones controladas
donde se intenta verificar el grado de rendimiento o aprendizaje logrado por los aprendices.
Supuestamente, los exámenes son recursos que han aparecido en el ámbito educativo con la
intención de lograr una supuesta evaluación objetiva, lo más "libre" posible de interpretaciones
subjetivas, ai establecer juicios sobre los aprendizajes de los alumnos. Otra característica adicional
asociada al examen es la supuesta posibilidad de cuantificar el grado de rendimiento o aprendizaje
por medio de calificaciones consistentes en números.
Los exámenes pueden ser por lo menos de dos tipos: los estandarizados (por lo general los
elaboran especialistas en evaluación) y los formulados por los profesores según las necesidades del
proceso pedagógico. Esas dos modalidades también coinciden con dos tipos de juicios o interpreta
ciones que se establecen a partir de los puntajes resultantes. Así, podemos identificar evaluaciones
basadas en normas o en criterios.
La evaluación referida a normas sigue una aproximación similar a la de las pruebas psicométricas
estandarizadas; es decir, se compara a un sujeto contra su grupo de referencia (en este caso el gru
po-clase). Dicha evaluación con pruebas estandarizadas ha recibido, entre otras, las siguientes crí
ticas:
• Tales exámenes sirven más bien para medir capacidades generales y no conocimientos o habili
dades específicos.
• La distribución o curva normal sólo ocurre cuando tenemos un número amplio de califica
ciones.
• Por medio de dicha evaluación sólo se obtiene información sobre el grado de acierto a ítems o
reactivos respondidos por los alumnos; mientras que la información sobre las causas de las
Vale la pena que nos aproximemos un poco a las opiniones que tienen los alumnos sobre las
calificaciones, la evaluación en la escuela y los exámenes. A pesar de que los siguientes estu
dios no fueron realizados en nuestro contexto, reflejan lo que muchos de los alumnos nos
comentan de manera informal en los pasillos de nuestras escuelas.
Después de una encuesta aplicada a alumnos de un centro de bachillerato, Sancho (1987)
encontró lo siguiente:
— 10.7% de los estudiantes que contestaron a la encuesta pensaron que las calificaciones no
servían para nada. La mayoría parece haber interiorizado el valor social de las calificacio
nes escolares.
— Sólo 6.8% las consideraba un factor estimulador de la competitividad con consecuencias
negativas y positivas.
— Para casi la mitad de los estudiantes (48%) las calificaciones representaban una frustra
ción, ya que consideraban que no estaban en relación con los esfuerzos que ellos habían
realizado.
— Por último, sólo una quinta parte las consideraba un indicador adecuado de su progreso
en el aprendizaje, progreso del que también responsabilizaban al profesorado.
Los alumnos, habituados al uso del examen de lápiz y papel como única estrategia cono
cida para realizar la evaluación, terminan aceptándola, aunque con algunas condiciones (véa
se Vidal, 1984). Según entrevistas realizadas a estudiantes de educación media, las respuestas
a las siguientes preguntas fueron:
Sobre la finalidad y el papel de los exámenes afirmaron su utilidad:
— Para hacer estudiar.
— Para enseñarte a competir con tus amigos.
— Para obligarnos a estudiar con poco tiempo.
— Solamente para tener una calificación.
— Para estar seguro de lo que sabes para obtener un título, lo demás es bonito pero falso.
— Los globales sí, pero los parciales no porque después te lo juegas todo en el final.
— Para que los profesores sepan si tienes capacidad para seguir adelante.
— Para lograr por medio de ellos una disciplina y una mayor preocupación por los estudios.
— Para hacernos trabajar más.
— Para que pongamos más interés en estudiar.
— Para ver si he "em po llado " lo suficiente.
Para algunos, los exámenes representan una experiencia bastante negativa, que se usan:
— Para aterrorizar a los alumnos.
— Para hacer que odies estudiar.
— Para darte un disgusto.
— Creo que es una tontería y lo que hace es que nos desanimemos más.
— Para angustiarte durante todo el año y dar disgustos innecesarios a los padres.
— Para marcarte socialmente.
— Para fastidiar.
— Para desmoralizarnos.
• Las comparaciones y las discriminaciones que se establecen no suelen agradar a los alumnos.
La evaluación criterial compara el desempeño de los alumnos contra ciertos criterios diseñados
con anterioridad (generalmente plasmados en los objetivos educativos). De hecho, se dice que un
instrumento de evaluación criterial se utiliza para estimar el lugar de un aprendiz en relación con
un dominio (conceptual, procedimental, etcétera) que previamente ha sido definido.
En oposición a las pruebas referentes a normas, las basadas en criterios son sin.etüda más reco
mendables porque, como ya hemos dicho, evitan los efectos de las comparaciones entre alumnos,
dado que éstas afectan distintas variables psicológicas en ellos (por ejemplo, autoconcepto, autoes
tima, expectativas, metas y atribuciones).
Existe la posibilidad de seguir otros procedimientos al establecer los juicios interpretativos; por
ejemplo, mediante comparaciones intraindividuales (el alumno contra sí mismo) o con el estableci
miento de los juicios sin partir de criterios tan cerrados o previstos, dando una orientación más
apreciativa y respetando la variabilidad de aprendizajes y las ejecuciones de los alumnos (esta últi
ma dependerá del tipo de dominio o tarea que se vaya a realizar).
Como se sabe, los exámenes están construidos por medio de un conjunto de reactivos. El nivel
de estructuración de estos últimos influye de manera importante en el tipo de procesos cogrutivos y
de aprendizajes significativos que logran los alumnos.
Así, por ejemplo, los reactivos de alto nivel de estructuración como son los de "falso—verdade
ro", "correspondencia" y "complementación", de manera evidente exigen a los alumnos principal
mente el simple reconocimiento de la información. Los reactivos de "respuesta breve" o
"completamiento" y los de "opción múltiple" demandan, por lo general, el recuerdo de la informa
ción (proceso más sofisticado que el de reconocimiento), aunque si son adecuadamente elaborados
pueden valorar niveles de comprensión (parafraseo reproductivo y productivo) y hasta aplicación
de los conocimientos.
• La elección de los reactivos o de las respuestas de éstos por parte del diseñador no está exenta
de subjetividad.
• Gran parte de los reactivos pueden responderse de manera efectiva por medio de aprendizajes
memorísticos o poco significativos.
Elaboración conceptual
l
Aplicación simple
de la información
I
Solución de problemas
Procesamiento profundo I
(aprendizajes más significativos: Análisis conceptual
elaboración y construcción l
de la información aprendida) Reflexión crítica-creativa
Figura 8.1 Clasificación de los tipos de procesos involucrados en los reactivos dentro de un continuo de niveles de procesamiento.
Todavía existen otros dos tipos de reactivos que suelen utilizarse en los exámenes; pero que
demandan una evaluación cualitativa y no cuantitativa como en los casos anteriores. Dichos reactivos
son los de "respuesta abierta" y los de "desarrollo de temas". A diferencia de los anteriores, deman
dan actividades de mayor complejidad y procesamiento tales como comprensión, elaboración con
ceptual, capacidad de integración, creatividad, habilidades comunicativas, capacidad de análisis y
establecimiento de juicios reflexivos o críticos.
Es evidente que para calificarlos el docente debe establecer juicios o interpretaciones cualita
tivos que muchas veces suelen estar cargados de dosis de subjetividad. Sin embargo, para garanti
zar un cierto nivel de objetividad en las calificaciones pueden aplicarse listas o catálogos de crite
rios sobre las respuestas o producciones solicitadas, que permitan garantizar mayor fiabilidad.
Podríamos intentar, con base en lo anterior, una clasificación de los tipos de procesos que sue
len ser demandados con las clases de reactivos para exámenes (véase figura 8.1). Los reactivos (la
mayoría de los estructurados) que demandan como respuesta el simple reconocimiento de la infor
mación, o el recuerdo al pie de la letra, exigen un nivel de significa ti vidad del aprendizaje muy bajo
que puede juzgarse como de aprendizaje o procesamiento superficial. En cambio, los reactivos abier
tos, de solución de problemas o de temas a desarrollar, que solicitan que el alumno diga con sus
propias palabras lo esencial (parafraseo) o que son elaborados de modo que demanden la aplica
ción y la solución de problemas, así como el análisis y/o la reflexión crítica de la información apren
dida, valorarán un aprendizaje de mayor significatividad porque exigen que se usen de modo flexible y
funcional.
5. Síntesis: combinación creativa de partes de información enseñadas para formar un todo origi
nal.
La taxonomía de Bloom ha sido objeto de numerosas críticas. Se ha dicho, por ejemplo, que tal
clasificación taxonómica no fue elaborada sobre la base de un modelo teórico sólido, ni tiene sufi
ciente evidencia empírica que la respalde, debido a esto se cuestiona su validez psicológica y de
enseñanza (véase Biehler y Snowman, 1990; Santoyo, 1986).
2. Varios autores (Furst, 1981; Seddon, 1978) argumentan su rechazo a la jerarquización de niveles
planteada en la taxonomía, y expresan, por ejemplo, que algunos niveles considerados como
superiores (por ejemplo, la "evaluación") no necesariamente son más complejos que otros con
siderados inferiores (los referentes a al "análisis" y "síntesis").
Para terminar la sección sobre los exámenes, a continuación resumimos algunos de los princi
pales cuestionamientos que éstos han recibido:
• Sirven más para la valoración de los contenidos de tipo declarativo y menos para los de tipo
procedimental, actitudinal y valoral.
• No permiten establecer juicios sobre la consistencia del desempeño del aprendiz ni predecir su
desempeño futuro.
• Por lo común, a los alumnos no se les informa sobre los criterios de evaluación antes de su uso.
M apas conceptuales
Son una alternativa interesante para la evaluación de contenidos declarativos (Moreira y Novak,
1988; Novak y Gowin, 1988; Ontoria, 1992). Hay que recordar que los mapas son recursos gráficos
que permiten representar jerárquicamente conceptos y proposiciones sobre un tema determinado
(véase capítulo 5).
Novak y Gowin (ob. cit.) han propuesto varios criterios basados en los procesos y mecanismos
psicológicos que describe la teoría de la asimilación de Ausubel, para valorar la calidad de los
mapas construidos por los alumnos, cuando se decide utilizarlos como una estrategia evaluativa.
Tales criterios son:
• Apreciar la validez y precisión semántica de las distintas relaciones establecidas entre los con
ceptos involucrados. Esto se refiere a que todas las relaciones sean veraces y estén rotuladas con
el grado de precisión aceptado en el proceso instruccional.
• Tomar en cuenta dentro del mapa la densidad (nivel e integración correcta de conceptos) y las
relaciones cruzadas (relaciones establecidas entre distintas partes del mapa), ya que involucran
procesos de reconciliación integradora.
La evaluación por medio de mapas conceptuales puede realizarse según tres variantes que
atienden en mayor o menor medida a cada uno de los aspectos anteriores, a saber:
1. Solicitando su elaboración a partir de que el profesor proponga una temática general o un concepto nu
clear. Con base en una temática o concepto nuclear se pide a los alumnos que construyan un
mapa con los conceptos y relaciones que ellos consideren para su adecuado desarrollo. Obvia
mente, tanto el concepto nuclear como los involucrados en la construcción del mapa serán prin
cipalmente aquellos que se revisaron en el proceso instruccional.
En este caso es posible valorar al "natural" los distintos aspectos considerados por Novak y
Gowin; esto es: la forma en que los alumnos son capaces de evocar una serie de conceptos perti
nentes al concepto nuclear, el modo en que son jerarquizados en niveles de inclusividad, la
precisión semántica con que se les ubica y la habilidad que se manifiesta para establecer las
relaciones apropiadas entre conceptos. Es decir, según esta modalidad no hay referentes que les
ayuden a elaborar el mapa salvo el concepto nuclear, de modo que el alumno tiene que evocar
los conceptos pertinentes y las relaciones existentes entre ellos. Este tipo de estrategia puede
utilizarse en las tres formas de evaluación (véase más adelante); pero es más recomendable
para evaluaciones iniciales por diagnosis y prognosis y en la evaluación sumativa parcial o
final.
2. Solicitando su elaboración a partir de un grupo o lista de conceptos que el profesor propone. Para este
caso se sugiere no dar una lista enorme de conceptos que haga demasiado difícil su elabora
ción; es menester seleccionar los conceptos que se juzguen apropiados para valorar el tema u
objetivos que interesa evaluar. Esta segunda situación puede resultar más fácil que la anterior,
porque los alumnos cuentan con los conceptos a relacionar y no necesitan evocarlos. Por tanto,
el interés debe centrarse en cómo usan los conceptos para organizarlos jerárquicamente y con
qué grado de veracidad y precisión manejan las relaciones semánticas entre los conceptos. En
este caso es posible utilizar para evaluación diagnóstica, formativa o sumativa.
3. Dando a los alumnos la estructura de un mapa conceptual sobre un tema determinado y pedirles que
incorporen en él los conceptos que consideren necesarios. Aquí, la estructura del mapa podrá estar
identificada por el concepto nuclear y se podrá o no proporcionar a los alumnos una lista de los
conceptos involucrados para el llenado del mapa, según se considere pertinente. El énfasis de
berá ubicarse en verificar si los alumnos son capaces de relacionar los conceptos revisados con
una estructura conceptual que los englobe.
Otras variantes de esta modalidad son: a) presentar un mapa semivacío (un mapa con con
ceptos y ciertos espacios en blanco para ser llenados por otros conceptos) y solicitar que sea
completado, y b) pedir a los alumnos que a partir de varios micromapas (presentados por
el maestro o, en su caso, aquellos que los alumnos hayan elaborado previamente) integren
un mapa (o macromapa) que los incluya especificando las relaciones. En la situación del inci
so a), evidentemente la evaluación se basa en gran medida en el reconocimiento y no en el
recuerdo.
El caso b puede ser especialmente útil para observar cómo los alumnos han aprendido
a relacionar las diferentes temáticas (por ejemplo, varios temas del programa) revisadas en
clase, al tiempo que especifican la manera en que éstas se relacionan. Cuando se trate del
caso de micromapas que se han venido elaborando en varios momentos instruccionales pre
vios y que han sido guardados, por ejemplo, en un portafolios, se puede solicitar que los alum
nos los integren en un macromapa analizando la creatividad y precisión en las integracio
nes, además de otros aspectos tales como apreciación de la jerarquía, precisión conceptual, etcé
tera.
Cada una de estas modalidades evaluativas pueden aplicarse en forma individual o grupal y
exigen que los alumnos conozcan y se hayan familiarizado de antemano con la técnica de elabora
ción de mapas. Tal vez sería mejor si se solicita a los alumnos que los acompañen con una explica
ción escrita (u oral), ya que pueden proveer más información para la evaluación.
Para la valoración de los mapas, lo más recomendable es establecer una serie de criterios en los
que se atienda, según el tipo de estrategia seleccionada, lo que más interese evaluar.
Jerarq u ía concepto
clave
concepto concepto
Nivel 1
general general
conexión
Nivel 2 concepto
conexión conexión
ejem plo e je m p lo / conexión
acontecim iento j cruzada
f conexión
Nivel 3
Nivel 4
2. En el caso de los ejemplos correctos: la mitad del valor que en las relaciones correctas o igual
valor.
3. Para los niveles jerárquicos bien puestos: de tres a diez veces lo que vale una relación correcta.
4. En el caso de las relaciones cruzadas correctas: dos veces el equivalente a un nivel jerárquico
bien puesto.
También podría obtenerse un coeficiente porcentual con respecto a un mapa conceptual "ex
perto", por ejemplo, con el establecimiento de un cociente entre el puntaje total del mapa del alum
no (obtenido por medio de los distintos aspectos mencionados en el párrafo anterior) y el puntaje
total del mapa "experto" (realizado por el profesor).
O bien, podría establecerse una valoración intraalumno al comparar los mapas elaborados an
tes, durante y después de la secuencia de enseñanza que se quiera evaluar, para determinar el
progreso de la construcción de los aprendizajes. Estos mapas pueden integrarse en un portafolios y
estar sujetos a evaluación formativa con estrategias de evaluación docente y autoevaluación.
Varios autores (Ontoria, 1992; Ontoria, Molina y Luque, 1996) sostienen que los profesores de
ben experimentar sus propios criterios y escalas de puntuación. Para ello, lo importante es saber
qué es lo que se considera más importante a ser evaluado (pueden tomarse como base los criterios
recomendados en el inicio de esta sección), en función de qué estrategia (cualquiera de las tres
presentadas con sus variantes) y con qué finalidad.
Los mapas también sirven como guías de entrevista o de observación en clase. En este caso el
profesor puede construir primero el mapa (el mapa "experto") y, con base en él, conformar una
entrevista con una serie de preguntas clave sobre conceptos y proposiciones centrales de una temá
tica. Por medio de las preguntas dirigidas a los alumnos individualmente es posible hacer una
valoración de sus concepciones o ideas. Sin duda, este recurso puede resultar muy útil para tareas
de exploración e investigación, o cuando se considere necesario efectuar un análisis del manejo que
los alumnos tienen de temáticas o conceptos complejos.
Otro tipo de instrumentos de evaluación formal son las llamadas pruebas de desempeño o de ejecución.
Estas consisten en el diseño de situaciones donde los alumnos demuestran sus habilidades aprendi
das ante tareas genuinas tales como aplicar una técnica de primeros auxilios, escribir un texto per
suasivo, ejecutar una pieza musical, hacer un experimento, ejecutar una estrategia cognitiva com
pleja, solucionar problemas matemáticos, etcétera (véase Arends, 1998; Gage y Berliner, 1992).
Puede decirse que esencialmente son situaciones de evaluación donde interesa que el alumno
ponga en acción el grado de comprensión o significatividad de los aprendizajes logrados. Así, se
afirma que intentan valorar el uso funcional y flexible de lo aprendido, y que constituyen una alter
nativa interesante a la trdicional evaluación de lápiz y papel.
Aunque se ha considerado que este tipo de pruebas es muy útil para la evaluación de conteni
dos procedimentales, también lo pueden ser para los conceptuales y los actitudinales.
Las evaluaciones del desempeño tienen la ventaja de plantear situaciones menos artificiales
que las propuestas por las pruebas escritas; asimismo, permiten evaluar aspectos que las típicas
pruebas objetivas simplemente no pueden. De hecho, se considera que este tipo de evaluación por
medio de tareas auténticas llega a tener mayor sentido para los propios alumnos, quienes, al obser
varse a sí mismos como poseedores de mía habilidad o destreza que les permite solucionar tareas o
resolver problemas cotidianos, la perciben como algo motivante, que los hace sentirse competentes
y con una sensación de logro.
A continuación se presentan algunas características deseables que deben tener las tareas involu
cradas en las pruebas de ejecución (véase Hermán y cois., 1992):
«* Que la tarea demandada represente el contenido y los procedimientos que se esperan conseguir
en los estudiantes.
• Que la tarea permita a los estudiantes demostrar su progreso y sus habilidades implicadas.
En la literatura especializada muchas veces aparece que la evaluación del desempeño es sinóni
mo de evaluación auténtica. De hecho, uno de los problemas con este tipo de evaluación es que no
existe una terminología precisa, pues diferentes autores utilizan también otras expresiones tales
como evaluación de portafolios (véase atrás), evaluación alternativa o evaluación directa (estas úl
timas empleadas para diferenciarlas de la evaluación con pruebas de lápiz y papel, que se considera
como tradicional e indirecta).
Sin embargo, algunos autores han intentado establecer una distinción entre la evaluación del
desempeño y la evaluación auténtica (véase Arends, 1998; Meyer, 1992; cuadro 8.7).
Dos de las críticas más recurrentes que se han dirigido a la evaluación del desempeño se refie
ren: 1. a su dificultad de diseño y uso para los maestros, y 2. que aquejan problemas de validez y
confiabilidad.
Caso 1
Cada mes de mayo el distrito escolar "X" realiza una evaluación directa de escritura. Por cuatro
días todos los estudiantes en los grados seleccionados participan en una serie estandarizada de
actividades para producir muestras de su composición escrita. Usando un manual cuidadosamente
diseñado, cada día los maestros enfrentan a los estudiantes a situaciones de evaluación con instruc
ciones limitadas y tiempo suficiente para que ellos escriban (hasta 45 minutos): introducción al
tópico y preescritura (primer día), elaboración del borrador (segundo día), revisión y edición (tercer
día), correcciones y versión final (cuarto día). La evaluación claramente apoya la enseñanza de la
composición escrita vista como un proceso.
Caso 2
El distrito escolar "Y" también conduce una evaluación de la composición escrita anualmente en el
mes de mayo. Cada estudiante tiene una asesoría con su maestro para determinar cuál escrito de su
portafolios se someterá a propósitos de evaluación. Los escritos en el portafolios no han sido genera
dos bajo condiciones estandarizadas sino, más bien, representan el trabajo en progreso de los estu
diantes durante el año lectivo. Todos los escritos fueron desarrollados por los estudiantes con el
tiempo necesario para ejecutar cada una de las etapas de la composición escrita vista como un
proceso.
¿El caso 1 es un ejemplo de evaluación auténtica? No. Aun cuando a los estudiantes se
les pide ejecutar la conducta específica a ser evaluada, el contexto es artificial. En la vida
real, las personas rara vez escriben bajo las condiciones impuestas de la evaluación
estandarizada directa que se les propuso. ¿El caso 2 es un ejemplo de evaluación auténti
ca? Sí. El desempeño es evaluado en un contexto más parecido al que ocurre en la vida
real; por ejemplo, los estudiantes determinan en forma independiente cuánto tiempo van
a ocuparse en cada una de las etapas del proceso de composición, creando tantos borrado
res como ellos consideren necesarios para la versión final.
Sobre el primer punto, hay que aceptar que las pruebas de desempeño tienen una corta tradi
ción en los escenarios escolares y muchos profesores no están familiarizados con ellas. En la medida
en que vayan tomando un mayor protagonismo y los profesores se decidan a probar y experimen
tar en su diseño y uso, paulatinamente se irá desarrollando una experiencia compartida que mitiga
rá el temor que se tiene ante lo desconocido. En lo que respecta al segundo punto, el problema de la
validez puede resolverse en gran medida si se cuenta con distintas tareas equivalentes para valorar
las habilidades y destrezas del dominio de interés (validez de criterio); sobre la cuestión de la con-
Capitulo 8 Constructivismo y evaluación psicoeducativa
fiabilidad se requiere que se definan con claridad los criterios que permitan valorar con precisión
las habilidades, destrezas o características de los productos. El uso de las rúbricas, las listas de
control y las escalas puede contribuir a subsanar adecuadamente muchos de los problemas de con
fiabilidad y objetividad en la evaluación del desempeño. A continuación abordaremos el uso de
dichos instrumentos como elementos indispensables para la realización de este tipo de evaluación;
no obstante, hemos querido presentarlas en rubros aparte por derecho propio, para abordarlas con
mayor grado de detalle.
Rúbricas
Las rúbricas son guías de puntaje que permiten describir el grado en el cual un aprendiz está ejecu
tando un proceso o un producto (Airasian, 2001). Algunas de las características más importantes de
las rúbricas como instrumentos de evaluación son las siguientes:
• Son usadas para evaluar los productos y los procesos de los alumnos.
De acuerdo con Airasian (ob. cit.) son ocho los pasos para diseñar y usar las rúbricas. Dichos
pasos son presentados a continuación con un ejemplo ilustrativo (véase Airasian, 2001, p. 264):
1. Seleccione un proceso o producto a enseñar. Por ejemplo, las respuestas a preguntas sobre un texto
de una revista en niños de quinto grado.234
2. Identifique los criterios de desempeño para el proceso o el producto. Los siguientes son algunos crite
rios a considerar para evaluar las respuestas:
3. Decida el número de niveles de clasificación para la rúbrica, usualmente de tres a cinco. Para este caso
se proponen cuatro niveles.
• Excelente (3): Respuestas que son muy completas y adecuadas. La mayoría de las respues
tas están apoyadas con información específica de las lecturas e incluyen citas directas. La
estructura de los enunciados es variada y detallada. Los aspectos mecánicos de la escritura
son apropiados, incluyendo la ortografía, el uso de mayúsculas y la puntuación.
• Bueno (2): Las respuestas son regularmente completas y adecuadas. Dichas respuestas es
tán apoyadas con información específica de las lecturas. La estructura de los enunciados es
variada. Los aspectos mecánicos de la escritura son generalmente correctos, incluyendo
ortografía, uso de mayúsculas y puntuaciones.
• Necesita mejorar (1): Las respuestas son de parcial a completamente adecuadas. Estas res
puestas requieren estar apoyadas con más información específica de la lectura. La estructu
ra de los enunciados es variada. Los aspectos mecánicos de la escritura precisan de mejoras
en lo que respecta a la ortografía, el uso de mayúsculas y la puntuación apropiada.
• Pobre (0): Las respuestas son inadecuadas o apenas esbozadas. La estructura de los enun
ciados con frecuencia es incompleta. Los aspectos mecánicos de la escritura requieren de
una mejora significativa.
Un aspecto clave para el uso y diseño de las rúbricas radica en la definición de los niveles de
ejecución. Para poder establecer niveles de desempeño apropiados se requiere que los criterios estén
claramente establecidos, y que a partir de ellos se vayan definiendo modos graduales en que éstos
puedan manifestarse, desde un estado inferior en que no sea posible cumplirlos hasta un estado
superior en que se satisfagan adecuadamente (compárense al respecto los cuatro niveles de ejecu
ción del ejemplo, por los criterios que expresan).
Como se señala en los pasos 4 y 5, los criterios de ejecución definidos en los objetivos pueden
ser identificados por medio de una ejecución "completa o experta" (compuesta de varios criterios
de ejecución) a la que se quiere llegar, y a partir de ahí se pueden ir graduando diferencias en la
forma de ejecutarlo de modo que se identifiquen avances y progresos en los procesos y/o los pro
ductos del desempeño que interesa evaluar.
Existen dos métodos básicos de evaluar con rúbricas: holístico y el analítico (Airasian, 2001). El
holístico se emplea sobre la ejecución completa de un alumno usando todos los criterios de ejecu
ción (en el ejemplo anterior se aplicó una evaluación de tipo holística). En cambio, la evaluación
analítica se utiliza para valorar a partir de cada criterio de ejecución señalado en la rúbrica; es decir,
cada criterio de forma separada usando los diferentes niveles de ejecución ya determinados. Por
ejemplo, en el caso de los dos primeros criterios puestos en el ejemplo, una forma de evaluar analí
ticamente sería:
Primer criterio
3 o generalmente
2 o parcialmente
1 o incipientemente
0 o rara vez
B o parcialmente
C o casi nunca
Nótese que para cada criterio es posible utilizar niveles con código alfabético, numérico o des
criptivo.
Para finalizar, las rúbricas pueden ayudar a los maestros y a los alumnos de las siguientes
formas (Airasian, 2001, p. 268):
A los maestros a:
• Especificar criterios para enfocar la instrucción, así como la evaluación de los alumnos.
• Contar con argumentos para la evaluación debido a criterios y niveles de desempeño claros.
• Proveer descripciones del desempeño del alumno que sean informativas a padres y alumnos.
A los alumnos a:
Aplicadas conjuntamente con las pruebas de desempeño, las listas de control y las escalas pueden
utilizarse para realizar observaciones en aulas de distinto tipo, e igualmente como reclusos para
dirigir la atención a los aspectos relevantes (Hermán y cois., 1992; TenBrink, 1993).
Estos instrumentos, al igual que las rúbricas, pueden servirle al profesor para determinar el
grado de adecuación con que las ejecuciones involucradas en las tareas o situaciones de prueba
están siendo realizadas por los aprendices.
Las listas de control son instrumentos diseñados para estimar la presencia o ausencia de una serie
de características o atributos relevantes en la ejecución (por ejemplo, el manejo de un instrumento,
producción escrita, aplicación de una técnica quirúrgica, etcétera) y/o en el producto (dibujos, pro
ducciones escritas, diseños gráficos, etcétera) realizados por los alumnos.
Para construir una lista de control se necesitan realizar cuatro pasos básicos:
3. Establecer un orden lógico esperado con base en la aparición y secuencia de las actividades
involucradas en la ejecución; el orden puede no ser tan estricto para el caso de la evaluación de
productos.
Se recomienda además que la lista de control no sea muy extensa, que los ítems sean enunciados
con claridad y se centren en aspectos relevantes, y que se dejen espacios entre reactivos, para añadir
algunos comentarios adicionales posibles sobre la naturaleza de la acción o del procedimiento rea
lizado y/o del producto final.
Registre si
Procedimiento se observa Comentarios
Tipo de estrategia
seleccionada
Utilización correcta
del equipo
Medición adecuada
Registra sus
observaciones
_________________________
Si bien las listas de control permiten obtener información útil sobre la presencia o ausencia de
determinados atributos de las ejecuciones o productos, no proporcionan información de naturaleza
cualitativa sobre la forma en que han sido realizados. Las escalas aportan alternativas para la solu
ción de este problema.
Podemos definir las escalas como instrumentos que permiten establecer estimaciones cualitativas
dentro de un continuo sobre ejecuciones o productos realizados por los alumnos.
Dentro de las escalas se pueden distinguir varios tipos: escalas formales de actitudes (LiJkert,
Thurstone, Guttman), escalas tipo diferencial semántico, escalas de estimación y escalas de produc
ción escolar (Bisquerra, 1989). Cada una de ellas tiene importantes aplicaciones en los escenarios
educativos; aunque sin duda son relevantes las dos últimas. Su elaboración es, por supuesto, más
compleja que la de las listas de verificación, aunque pueden segiurse básicamente los mismos pasos
necesarios para el diseño de éstas, pero se agrega la confección de escalas-continuo para cada di
mensión relevante de la ejecución o producto que interese evaluar (véase cuadro 8.9).
Los continuos de las escalas pueden tener distintos puntos o segmentos donde pueda calificar
se la característica o dimensión particular de que se trate, y ubicarla entre dos polos: uno positivo y
otro negativo. Para ello, no existe una regla preestablecida; pero al menos pueden hacerse las si
guientes sugerencias:
• Que los puntos sean siempre más de dos (una escala de cinco o incluso siete puntos es más
confiable).
• El número de puntos deberá permitir identificar diferencias claras para establecer algún tipo de
comparación (intraalumno, intergrupo, etcétera).
Las escalas también pueden ser utilizadas por los alumnos (u otras personas involucradas, por
ejemplo: padres, hermanos, etcétera) y no sólo por los profesores. Para ello es necesario asegurarse
de que la escala propuesta esté bien diseñada (que tengan suficiente claridad en sus reactivos o
ítems, en sus continuos-escalas, en sus opciones, etcétera).
No deseamos terminar esta sección sin haber incluido un cuadro integrador basado en Her
mán, Aschbacher y Winters (1992), en el que se exponen las tendencias y nuevas propuestas
que han aparecido en los últimos años sobre la evaluación de los aprendizajes escolares (véase
cuadro 8.10).
TIPOS DE EVALUACIÓN
Cada una de estas tres modalidades de evaluación deben, de hecho, considerarse como necesa
rias y complementarias para una valoración global y objetiva de lo que está ocurriendo en la situación
de enseñanza y aprendizaje.
En seguida haremos una descripción concisa sobre cada uno de los tipos de evaluación mencio
nados a partir de las tesis plasmadas en la sección anterior.
EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA
Cuando se trata de hacer una evaluación de inicio a un grupo o a un colectivo se le suele deno
minar prognosis, y cuando es específica y diferenciada para cada alumno lo más correcto es llamarla
diagnosis (Jorba y Casellas, 1997).
La evaluación diagnóstica también puede ser de dos tipos: inicial y puntual (Rosales, 1991).
Evaluación diagnóstica inicial. Entendemos por evaluación diagnóstica inicial, la que se realiza de
manera única y exclusiva antes de algún proceso o ciclo educativo amplio. Para la evaluación
diagnóstica de tipo macro, lo que interesa es reconocer especialmente si los alumnos antes de iniciar
un ciclo o un proceso educativo largo poseen o no una serie de conocimientos prerrequisitos para
poder asimilar y comprender en forma significativa los que se les presentarán en el mismo. Otras
cuestiones complementarias que también se evalúan, por su importancia para el aprendizaje, son el
nivel de desarrollo cognitivo y la disposición para aprender (afectivo-motivacional) los materiales o
temas de aprendizaje (Luchetti y Verlanda, 1998).
La evaluación diagnóstica inicial se ha entendido en una doble interpretación quizá, por encon
trarse asociada con dos referentes teóricos distintos (Miras y Solé, 1990).
Una primera interpretación la define como aquella que se realiza con la intención de obtener
información precisa que permita identificar el grado de adecuación de las capacidades cognitivas generales
y específicas de los estudiantes, en relación con el programa pedagógico al que se van a incorporar.
1. Los que manifiestan que los alumnos son cognitivamente competentes y pueden, en conse
cuencia, ingresar sin ningún problema al proceso escolar correspondiente.2
2. Aquellos otros donde un número significativo de los alumnos demuestran no poseer las aptitu
des cognitivas mínimas necesarias para abordar con éxito el proceso, para lo cual, a su vez, se
suelen tomar dos tipos de medidas:
a) Modificar la programación impuesta tanto como sea posible para que haya una mejor ade
cuación entre la capacidad cognitiva y el programa escolar.
b) Que los alumnos participen en algún curso o en una serie de lecciones preliminares de
carácter propedéutico o remedial, o que se les excluya del ingreso al ciclo educativo.
Cuando después de aplicar la evaluación diagnóstica (sea por prognosis o diagnosis) nos en
contramos en la situación 1, se considera que es innecesario realizar adaptaciones en el programa
curricular al cual ingresarán los alumnos. Con base en tales resultados, se tendrán razones suficien
tes para considerar que los alumnos se sintonizarán adecuadamente con el programa escolar tenta
tivo, y se podrá partir de que éstos poseen los prerrequisitos (conocimientos previos pertinentes,
habilidades cognitivas de un determinado estadio de desarrollo) necesarios para el logro de apren
dizajes posteriores a incluirse en el arreglo programático.
Respecto de la situación 2, las decisiones que pueden tomarse son de naturaleza pedagógica
y/o social (sobre todo en la opción del inciso b). En la opción del inciso n, la propuesta estriba en
hacer un ajuste didáctico válido consistente en la modificación del programa (por ejemplo, incluir
el aprendizaje de los prerrequisitos faltantes al inicio del mismo u otras acciones pedagógicas alter
nativas en función de las capacidades cognitivas manifestadas por los alumnos).
Dicho ajuste pedagógico, sin duda, permitirá que los alumnos, al ingresar al ciclo o proceso de
enseñanza, encuentren un grado mayor de significatividad psicológica y lógica de los contenidos
curriculares reorganizados, y que ello repercuta de forma positiva en su rendimiento y aprendizaje
escolar. Evidentemente, la decisión en este caso es exclusivamente pedagógica porque las decisio
nes tomadas a partir de la evaluación repercutirán sobre los procesos de aprendizaje de los alum
nos.
Hay que recordar que para realizar lo anterior debe partirse de la idea de sostener una postura
flexible sobre la organización de los programas o planes de enseñanza para hacer, en lo posible,
algunas modificaciones tratando de atender a la diversidad de los alumnos (Onrubia, 1993).
Aun cuando no sea la mayoría de los alumnos sino más bien una minoría quienes no posean los
saberes prerrequisitos, pueden proponerse algunas actividades adaptativas compensatorias (expe
riencias pedagógicas o ejercicios de recuperación y/o práctica sobre los prerrequisitos faltantes) sin
necesidad obligada de incluir al grupo-clase en su totalidad.
Hay que tener presente que los conocimientos previos que registren los alumnos al inicio de un
ciclo asumen las siguientes tres formas distintas:
Los tres tipos de conocimiento previo exigen estrategias didácticas distintas y, de cualquier
manera, es necesario que el profesor los identifique utilizando distintos instrumentos evaluativos,
pues todos son útiles de una u otra forma para ayudarle al alumno a construir sobre ellos, o con
ellos, los contenidos escolares.
Así, una tarea prioritaria para toda actividad de enseñanza radica en que el profesor identifique
la naturaleza de los conocimientos previos pertinentes (sin duda los más útiles por su relación con
los temas o contenidos nuevos) que poseen los alumnos luego de diagnosticarlos (y activarlos) por
medio de una técnica o instrumento evaluativo sensible a ellos, y que luego estos conocimientos
puedan ser recuperados intencionalmente en el proceso de enseñanza para establecer relaciones significativas
con la información nueva a aprenderse (Miras, 1993).
Evaluación diagnóstica puntual. Debe entenderse como una evaluación que se realiza en distintos
momentos antes de iniciar una secuencia o segmento de enseñanza perteneciente a un determinado
curso.
Está claro que la función principal de la evaluación diagnóstica puntual consiste en identificar y
utilizar continuamente los conocimientos previos de los alumnos luego de que se inicia una clase, tema,
unidad, etcétera, siempre que se considere necesario. También llega a coadyuvar en el grado de
ajuste de la programación a nivel micro, por ejemplo, de las sesiones o de temas particulares.
¿Quéy cómo hacer las evaluaciones diagnósticas? En primer lugar, como aclara Jorba y Casellas (1998),
los objetos de la evaluación diagnóstica inicial estarán determinados por un análisis lógico de los
contenidos (disciplina, asignatura, módulo, etcétera) del programa de que se trate, y un análisis
psicopedagógico de cómo y cuál es la mejor manera de que éstos sean aprendidos. Así podrán
identificarse para un determinado programa escolar (o para varios dentro de una propuesta curricular
amplia) cuáles son los prerrequisitos (conocimientos y procedimientos previos, nivel de desarrollo
cognitivo, etcétera) sobre los que se habrá de dirigir la evaluación.
Para el caso de la evaluación diagnóstica puntual, el análisis será mucho menos formal y corre
rá a cargo del docente, quien tiene la ventaja de interactuar directamente con los alumnos, cono
ciendo con cierta profundidad el programa.
En seguida se proponen seis pasos para realizar una evaluación diagnóstica formal (véase
Luchetti y Berlanda, 1998):
1. Identificar y decidir qué contenidos principales son los que se proponen para el ciclo/unidad
temática.
2. Determinar qué conocimientos previos se requieren para abordar/construir los contenidos prin
cipales propuestos en el paso anterior. De los dos primeros pasos se podría construir una tabla
como la del cuadro 8.11 que sirva para integrar la información:3
4. Aplicar el instrumento.
Cabe señalar que la exploración realizada en los dos tipos de evaluación diagnóstica no sólo
debe ceñirse al caso de los conocimientos declarativos, sino que puede extenderse también a otros
tipos de saberes previos que poseen los alumnos, como por ejemplo: expectativas y metas previas,
habilidades y estrategias previas, actitudes previas, etcétera.
• Técnicas informales: observación (por medio de listas de control), entrevistas, debates, exposi
ción de ideas.
Los cuestionarios abiertos o cerrados y de redes sistémicas son más difíciles de construir que los
cuestionarios KPSI. Consisten en pruebas elaboradas a partir de los contenidos prerrequisito, para
saber cuáles conocen los alumnos y en qué grado. También pueden identificarse estrategias, modos
de razonamiento, hábitos y actitudes asociadas (cuadro 8.13).
CUADRO 8.12 Cuestionario KPSI sobre “conocimiento
de materiales” y parrilla de resultados
A continuación tienes una lista de unos cuantos materiales metálicos y plásticos (columna
vertical) y de cada uno de ellos se pregunta sobre su aspecto, propiedades y aplicaciones
(filas horizontales).
En cada uno de los ítems debes escribir un número según el siguiente código:
1 = No lo sé.
2 = Lo sé un poco.
3 = Lo sé bastante bien.
4 = Lo sé bien.
5 = Lo podría explicar a otra persona.
¿Los sabrías
distinguir por su ¿Conoces sus ¿Conoces sus
Materiales ASPECTO? PROPIEDADES? APLICACIONES?
Fundición
Acero
Bronce
Latón
Aluminio
Celuloide
Poliuretano
Fenólico
Aminoplástico
Polivinilo
Polietileno
Poliéster
Añade otros materiales que crees que deberías conocer o que te interesaría conocer:
Parrilla de resultados
Aspecto Propiedades
Materiales
1 2 3 4 5 1 2 3 4 5
Fundición 14 7 3 3 1 14 9 4 1 0
Acero 1 9 9 7 2 2 14 8 4 0
Bronce 4 5 10 5 4 7 13 5 3 0
Latón 9 12 1 3 3 15 18 2 3 0
Aluminio 1 2 11 9 5 2 11 8 6 1
Celuloide 14 9 2 3 0 19 8 1 0 0
Poliuretano 24 1 1 2 0 25 1 2 0 0
Fenólico 28 0 0 0 0 27 1 0 0 0
Aminoplástico 24 4 0 0 0 24 4 0 0 0
Polivinilo 23 5 0 0 0 27 1 0 0 0
Polietileno 27 1 0 0 0 26 2 0 0 0
Poliéster 25 3 1 0 0 24 4 0 0 0
Aplicaciones
1 2 3 4 5
Fundición 11 8 5 3 1
Acero 1 9 11 6 1
Bronce 3 12 9 2 2
Latón 8 15 3 2 0
Aluminio 0 3 17 5 3
Celuloide 16 7 4 0 1
Poliuretano 23 2 3 0 0
Fenólico 28 0 0 0 0
Aminoplástico 25 3 0 0 0
Polivinilo 25 3 0 0 0
Polietileno 25 2 1 0 0
Poliéster 21 5 2 0 0
Cobre (10), oro (9), plata (9), hierro (6), titanio (5), cerámica (5), platino (3), zinc (3),
estaño (3), vidrio (3), nilón (3), metacrilato (2), cromo (2), vanadio (2), fibra de vidrio (2),
plástico (2), madera (2), roca (2), pvc, baquelita, barro, cemento, yeso, goma, poliéster,
diamante, cuarzo, grafito, mercurio y plutonio.
Hoy nos plantearemos algunos de los aspectos que podemos conocer sobre la luz y sobre
los fenómenos que están relacionados con ella. No lo podremos estudiar todo en este
tema. Al final de la actividad concretaremos los aspectos que trabajaremos.
1) Seguramente habréis observado muchas veces que en los días soleados, vuestro cuer
po proyecta una sombra en el suelo.
a) Cuando el Sol está detrás vuestro, ¿dónde está vuestra sombra ¿Por que? Hacer
un dibujo que lo explique.
b) ¿Vuestra sombra es más larga a las 9 de la mañana o a las 12 del mediodía? ¿Por
qué?
Explicar con detalle qué pasa entre sus ojos, la lámpara y el libro. Podéis hacer un esque
ma y todo aquello que os ayude en vuestra explicación.
CUADRO 8.13 ( c o n tin u a c ió n )
Red sistémica
Código Alumnos
La sombra está:
Delante 1
Detrás 2
Al lado 3
Razones:
El cuerpo no deja pasar la luz del Sol 4
Otras 5
Razones de las 9 h:
El Sol está más bajo 8
Otras 9
No lo justifica 10
Razones de las 12 h:
Hace más luz, es más intensa 11
El Sol está más alto 12
Otras 13
No lo justifica 14
Esquema:
Luz de la lámpara al libro, y de la lámpara al ojo 15
Luz entre el ojo y el libro, sin indicar dirección 16
Otros tipos de dibujos 17
No dibuja ningún esquema 18
ideas:
La luz viaja:
— Se refleja desde el libro al ojo 19
— Entra en el ojo 20
— Otras 21
No se refiere al camino que sigue la luz:
— El sentido de vista nos permite ver 22
— La luz de la lámpara permite ver 23
— Otras 24
Incodificables 25
P a rrilla d e re su lta d o s
Códigos
NOMBRE
ALUMNOS 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25
1 X X X X
2 X X X X X X
3 X X X X X
4 X X X X X X
5 X X X X X X
6 X X X X X X
7 X X X X X
8 X X X X
9 X X X X X X
10 X X X X X
11 X X X X X X
12 X X X X X
13 X X X X X
14 X X X X X X
15 X X X X X X
16 X X X X X X
17 X X X X X X
18 X X X X X X
TOTALES 17 0 1 8 5 9 8 3 4 2 4 0 3 1 1 1 0 16 0 0 0 1 11 1 2
Desde el punto de vista del alumno, la aplicación de las evaluaciones diagnóstica inicial y pun
tual puede ayudarle en varios sentidos: a tomar conciencia de sus conocimientos previos, a conocer
qué es lo que realmente sabe y qué es lo que creía saber y por desgracia no fue así; a reconocer sus
modos de razonamiento y los obstáculos o dificultades que tiene para comprender ciertos temas; en
fin, la evaluación diagnóstica le permite tomar conciencia del lugar en que se encuentra de cara al
programa o tema que va a enfrentar.
Por otro lado, pueden crear en los alumnos una serie de expectativas sobre lo que a continua
ción se va a aprender (Shuell, 1988), lo cual, a su vez, contribuye sensiblemente en proporcionarles
un contexto (set) que repercuta de modo favorable en la atribución del sentido de los aprendizajes
que posteriormente irán consiguiendo.
No debe perderse de vista el hecho de que los resultados de las evaluaciones previas muchas
veces degeneran en prejuicios o expectativas negativas, que afecten sensiblemente la forma de con
ducirse del profesor con determinados alumnos (proporcionándoles mayor o menor atención, inte
rés, etcétera, según sea el caso, en forma discriminada; véase, por ejemplo, el "efecto pigmalión" y
las profecías de autocumplimiento revisados en el capítulo sobre motivación).
Evaluación formativa
Esta forma de evaluación es aquella que se realiza concomítantemente con el proceso de enseñanza-
aprendizaje por lo que debe considerarse, más que las otras, como una parte reguladora y consus
tancial del proceso. La finalidad de la evaluación formativa es estrictamente pedagógica: regular el
proceso de enseñanza-aprendizaje para adaptar o ajustar las condiciones pedagógicas (estrategias, acti
vidades) en servicio del aprendizaje de los alumnos (Allal, 1979; Jorba y Sanmartí, 1993; Jorba y
Casellas, 1997). Este tipo de evaluación, como ya lo preconizara desde los sesenta M. Scriven, parte
de la idea de que se debe supervisar el proceso del aprendizaje, considerando que éste es una acti
vidad continua de reestructuraciones producto de las acciones del alumno y de la propuesta peda
gógica. Por tanto, no importa tanto valorar los resultados, sino comprender el proceso, supervisarlo
e identificar los posibles obstáculos o fallas que pudiera haber en el mismo, y en qué medida es
posible remediarlos con nuevas adaptaciones didácticas in situ.
También importan los "errores" cometidos por los alumnos, que lejos de ser meramente sancio
nados son valorados (véase Astolfi, 1999; véase cuadro 8.14 sobre concepción de los errores desde el
punto de vista constructivista), porque ponen al descubierto la calidad de las representaciones y
estrategias construidas por ellos, así como lo que a éstas les faltarían para refinarse o completarse en
el sentido instruccional propuesto.
Quisiéramos compartir con el lector un extracto de un artículo de Allal (1979), donde se expresa
de manera muy clara lo que hemos intentado decir en los párrafos anteriores:
En una ev alu ació n form ativ a se intenta an te todo comprender el funcionamiento cognitivo del alumno
frente a la tarea propuesta. Los d atos d e in terés p rio ritario s son los que se refieren a las representaciones
que se hace el alumno de la tarea y las estrategias o procedimientos que utiliza p ara lleg ar a un d eterm in ad o
resultado. L os "errores" son objeto de un estudio particular en la medida en que son reveladores de la natura
leza de las representaciones o de las estrategias elabo rad as por el alu m n o (las cu rsiv as las h em o s añ ad id o
nosotros).
En la evaluación formativa, también existe un interés por enfatizar y valorar los aciertos o lo
gros que los alumnos van consiguiendo en el proceso de construcción, porque se considera que
CUADRO 8.14 La voz de los expertos
En un interesante texto sobre la concepción de los errores desde el punto de vista constructi vista,
J. P. Astolfi (1999) señala lo siguiente:
Astolfi (ob. cit.) en su discusión propone el siguiente cuadro que nos permite distinguir la
forma tan diferente de entender los errores desde el punto de vista de los modelos tradicional-
transmisivo, conductista y constructivista.
ello consolida el aprendizaje y le da al alumno la oportunidad de saber qué criterios se están si
guiendo para valorar su aprendizaje (criterios que posteriormente podrá internalizarlos y aplicar
los por sus propios medios).
Modalidades de evaluación formativa. Son tres las modalidades de evaluación formativa que se em
plean para que ocurra la regulación del proceso enseñanza-aprendizaje (véase Jorba y Casellas,
1997):
• Regulación interactiva
• Regulación retroactiva
Regulación proactiva
La regulación interactiva ocurre de forma completamente integrada con el proceso instruccional.
En esta modalidad, la regulación puede ser inmediata, gracias a los intercambios comunicativos que
ocurren entre enseñante y alumnos, a propósito de una estructuración de actividades y tareas nece
sarias para llevar a cabo el proceso instruccional. Algunos materiales y programas computacionales
bien diseñados permiten ciertas formas de regulación, de modo que pueden ocurrir varios tipos de
regulación simultánea. Evidentemente, la regulación proporcionada por el enseñante y los otros
siempre será más enriquecedora por las múltiples formas comunicativas que llega a asumir.
Por medio de los distintos intercambios y las estrategias discursivas que usan los enseñantes en
el aula (véase capítulo 5) es posible observar y dar seguimiento a las representaciones construidas
por los alumnos. El profesor observará e interpretará lo que dicen y hacen los alumnos, decidirá el
uso de ciertas estrategias tales como confirmaciones, repeticiones, rechazos, elaboraciones; hará
recapitulaciones; propondrá ejemplos alternativos; o incluso decidirá el uso de ciertas estrategias
de enseñanza, para mejorar la organización de la información, para mejorar la codificación, etcé
tera.
Este tipo de regulación se realiza principalmente mediante técnicas de evaluación de tipo informal
(observaciones, entrevistas, diálogos), ya sea por medio de la evaluación, de la coevaluación con el
profesor, y de la autoevaluación y la evaluación mutua con otros compañeros.
En la regulación retroactiva los resultados arrojados por la evaluación puntual demuestran que
algunos alumnos no han logrado consolidar ciertos aprendizajes, y la regulación retroactiva preten
de constituir una nueva oportunidad de actividades de refuerzo, para ayudar a solventar las difi
cultades encontradas. También puede ser el caso de que el profesor suponga su necesidad, dadas
ciertas evaluaciones realizadas, por considerar que no se ha logrado consolidar el aprendizaje sufi
cientemente bien en el episodio pedagógico ya consumado. Dos opciones para proporcionar la
regulación son: a) repetir los ejercicios ya elaborados por todo el grupo clase, o b) repetir el proceso
de forma simplificada. No obstante, Jorba y Casellas (1997) señalan que otra opción puede ser la
que se describe en los pasos siguientes: a) se designa una hora semanal para tareas de regulación;
b) en esta hora, se convoca a los alumnos agrupados por tipologías de dificultades; c) se realizan
entrevistas en las que se identifican las dificultades, y se negocian las formas de regulación más
apropiadas (esto puede hacerse por medio de un contrato didáctico).
La regulación proactiva está dirigida a prever actividades futuras de instrucción para los alum
nos, con alguna de las dos intenciones siguientes: lograr la consolidación o profundización de los
aprendizajes, o bien, buscar que se tenga la oportunidad de superar en un futuro los obstáculos que
no pudieron sortearse en momentos anteriores de la instrucción.
Las regulaciones proactivas son adaptaciones sobre lo que sigue; es decir, operan "hacia ade
lante". En el caso de los alumnos que no tuvieron problemas en la secuencia inmediata anterior, se
pueden reprogramar nuevas actividades para ampliar lo aprendido; y para aquellos que encontra
ron ciertos obstáculos, se pueden proponer actividades especiales que no ofrezcan dificultades adi
cionales (sobre todo si están relacionadas) para que progresen con mayor facilidad.
La figura 8.4 muestra una propuesta de Alia! (1988, citado por Jorba y Casellas, 1997), donde se
integran los tres tipos de evaluación formativa de una manera esquemática.
Para proporcionar los distintos tipos de regulación se requiere del uso de formas alternativas de
evaluación. Los profesores muchas veces comentan que evaluar formativamente es muy costoso y
casi impracticable; sin embargo, Jorba y Casellas (1997) aducen que deben tomarse en cuenta dos
cuestiones:
• Para la evaluación formativa debe buscarse un equilibrio entre la intuición (formas de evaluación
informal) y la instrumentación (formas de evaluación semiformal o formal). En el caso de la regulación
interactiva, ésta se encuentra en muchas ocasiones integrada en el acto de enseñanza.
• Deben buscarse también estrategias didácticas alternativas que faciliten la evaluación formativa.
Existen otros mecanismos de regulación adicionales a la evaluación formativa: la autorregulación
de los aprendizajes realizados por los alumnos y la interacción social con sus pares.
C ontrol/
S ecuencia S ecuencia
regulación
A B
sistem áticos
Actividad
O bservación e de regulación
2. interacción con retroactiva
los alumnos
Diferenciación
Colección de trazas de las
Análisis de
de los procesos de actividades de
los resultados
los alum nos la secu encia B
(regulación
proactiva)
Figura 8 1 Descripción esquemática de una posible articulación de las tres m odalidades de regulación.
Evaluación formadora. Si la evaluación formativa está orientada a que el docente, como agente
evaluador, logre regular el proceso de enseñanza-aprendizaje, la evaluación formadora estaría diri
gida a promover que el alumno sea quien aprenda a regular sus propios procesos de aprendizaje.
Así, tomando como base las aportaciones de Nunziati (1990, citado por Col] y Martín, 1996), la
evaluación formadora consiste en ayudar a que el alumno aprenda, desde la heterorregulación
evaluadora del docente, a apropiarse de los criterios para aprender a autorregularse en su evalua
ción y en su aprendizaje. La evaluación formadora es una propuesta para lograr el traspaso de la
responsabilidad de la evaluación y del aprendizaje por medio de estrategias e instrumentos de
autoevaluación (Marchesi y Martín, 1998; Quinquer, 1999) (figura 8.5).
C O N S E G U IR Q U E L O S E S T U D IA N T E S
C O N S T R U Y A N S U P R O P IO S IS T E M A
P E R S O N A L D E A P R E N D IZ A J E Y Q U E
L O M E J O R E N P R O G R E S IV A M E N T E
T
de las REPRESENTACIONES
(Tomada de Jorba y Sanmartí, 1993, p. 27.).
• La evaluación mutua: que se refiere a las evaluaciones de un alumno o un grupo de alumnos que
pueden hacerse sobre las producciones de otros alumnos o grupos de alumnos.
Ahora bien, ¿cómo hacer que los alumnos aprendan a regular su propia actividad evaluativa?
(figura 8.5). Según Jorba y Casellas (1998) es necesario que se trabajen en el aula los siguientes
aprendizajes:
1. Que se comuniquen los objetivos y que se compruebe la representación que los alumnos hacen
de ellos, lo cual quiere decir que los alumnos necesitan conocer cuáles serán los propósitos
educativos y, dentro de ellos, los criterios principales que guían la enseñanza y la evaluación
(véase capítulo 5 donde se argumenta a favor de los objetivos como estrategias de enseñanza).
La apropiación de los objetivos que se desea alcancen los alumnos, por medio de una negocia
ción constante fincada en la comunicación, coadyuvan a que ellos vayan comprendiendo el
porqué y el cómo de las evaluaciones y de la regulación, ya sea cuando éstas sean iniciadas por
el docente o por ellos mismos.
2. Que se logre que los alumnos vayan dominando las operaciones autorreguladoras de anticipa
ción y planificación de las acciones. En el capítulo 6 veíamos la importancia de la actividad de
planificación metacognitiva (identificar el problema o la meta, predecir resultados, generar un
plan estratégico, y representar y anticipar las acciones) como central para el proceso global de la
autorregulación. Asimismo, destacamos la importancia no sólo de la planificación, sino tam
bién de la supervisión de las operaciones y del proceso global. Se sabe que los alumnos que son
capaces de desarrollar estas habilidades autorreguladoras son más eficaces en su aprendizaje;
igualmente, se tiene conocimiento de que tales habilidades son aprendibles por mediación de
alguien que sabe más (que puede modelarlas y mostrarlas en forma visible).
3. Que los alumnos se vayan apropiando de los instrumentos y criterios de evaluación que usan
los profesores. Es deseable que los docentes compartan con los alumnos cuáles son los criterios
que usarán para evaluar sus aprendizajes, para que vayan comprendiéndolos y progresiva
mente haciéndolos suyos (de hecho importa verificar que los que logren representarse sean
aquellos que el profesor quiso comunicar). Existe evidencia de que los alumnos que mejor in
terpretan los objetos, y los criterios de evaluación que al profesor le interesa tomar en cuenta
para la evaluación, son aquellos que mejor salen adelante en las evaluaciones, porque muy
probablemente autodirigen su actividad de aprendizaje en función de ellos.
Para el caso de la apropiación del uso de los instrumentos, las actividades de autoevaluación,
coevaluación y evaluación mutua son imprescindibles.
¿Cómo hacer la evaluación formativa? Consideramos que la evaluación formativa tal y como acaba de
ser descrita y gracias a los aportes de los investigadores francófonos (Allal, Nunziati, Cardinet,
Bonniol, etcétera), se ve enriquecida por los aportes que propone el marco constructivista, y que de
alguna manera la colocan en un primer plano dentro de todo el proceso de enseñanza y aprendiza
je, pues llega a ser parte integral de éste.
1. L o s p r o c e s o s d e c o n s t r u c c ió n r e a liz a d o s p o r lo s a lu m n o s s o b r e io s c o n t e n id o s e s c o la r e s , p a r a
s a b e r si s e e n c u e n t r a n e n el c a m in o s e ñ a la d o p o r la s in t e n c io n e s e d u c a t iv a s .
2. L a e fic a c ia d e la s e x p e r ie n c ia s y e s t r a t e g ia s p e d a g ó g ic a s q u e e l p r o fe s o r h a p l a n e a d o y / o e je c u
ta d o d u r a n t e e l p r o c e s o m is m o , e n r e la c ió n c o n e l a p r e n d iz a je d e lo s a lu m n o s , y q u e tie n e c o m o
f in a lid a d q u e é s t o s lo g r e n e n fo r m a a u t ó n o m a e l m a n e jo d e lo s c o n t e n id o s . N o d e b e m o s o lv i
d a r q u e la e v a lu a c ió n fo r m a tiv a e s u n a a c t iv id a d i m p r e s c in d ib le p a r a r e a liz a r e l a ju s t e d e la
a y u d a p e d a g ó g ic a , ta n n e c e s a r ia p a r a e l lo g r o d e u n a e n s e ñ a n z a v e r d a d e r a m e n t e a d a p ta tiv a .
E l a ju s t e p e d a g ó g ic o e n s e r v ic io d e la a c t iv id a d c o n s t r u c t iv a d e lo s a lu m n o s n o s e r á p o s ib le si
n o s e r e a liz a n a c t iv id a d e s c o n t in u a s d e o b s e r v a c ió n y v ig ila n c ia p a r a s a b e r s i s e e s tá lo g r a n d o o
n o lo q u e s e p l a n if ic ó e n u n p r in c ip io y si e s t á n o c u r r ie n d o lo s p r o g r e s o s e n el a p r e n d iz a je e n la
d ir e c c ió n e s p e r a d a . C u a n d o g r a c ia s a d ic h o s e g u im ie n t o q u e p e r m it e la e v a l u a c i ó n fo r m a tiv a
s e tie n e n e le m e n t o s s u f ic ie n t e s p a r a c o n s id e r a r q u e la s a c t iv id a d e s , e x p e r ie n c ia s y e s t r a t e g ia s
d e e n s e ñ a n z a n o e s t á n r e s u lt a n d o lo s u f ic i e n t e m e n t e e fe c t iv a s d e a c u e r d o c o n lo e s p e r a d o , se
r e q u e r ir á d e la o r q u e s t a c ió n y a r r e g lo d e c ie r t a s a y u d a s o a ju s t e s e n la a c t iv id a d d o c e n te .
U n a s p e c t o q u e ta m b ié n e s d e s u m a r e le v a n c ia e s la n e c e s id a d d e ir a b r ie n d o e s p a c io a u n a
e v a lu a c ió n fo r m a d o r a e n b e n e f ic io d e la s h a b il id a d e s d e a u t o r r e g u la c ió n d e io s a p r e n d iz a je s d e io s
a lu m n o s .
M ie n t r a s q u e , p a r a e p is o d io s d id á c t ic o s m á s a m p lio s , v a r ia s d e la s té c n ic a s d e e v a l u a c i ó n fo r
m a l m e n c io n a d a s s e r á n s in d u d a la s m á s a d e c u a d a s , ta le s c o m o : tr a b a jo s m á s e s t r u c t u r a d o s , p r u e
b a s d e d e s e m p e ñ o , p o r t a fo lio s , m a p a s c o n c e p t u a le s , c u e s t io n a r io s , s o l u c i ó n d e p r o b le m a s y e n s a
y o s , e n tr e o tro s .
La ev alu ació n [...] ya no es, en esta con cep ción , la sim p le com p aración del trabajo del alu m n o con
una norm a previa. Es un esfu erzo de com u nicación intersu bjetiva, en el qu e el m aestro y el alu m n o se esfu er
zan por an alizar las represen taciones de la otra p arte y com pren derlas para hacerlas converger. La corrección
de los ejercicios p erm ite este in tercam bio acerca d el ob jeto de estu d io , que los "e rro re s " de los alu m
n os perm iten an alizar m ejor (C ard inet, 1987, cit. p o r A m ig u es y Z e rb ato -P o u d o u , 1999, p. 225, las
cu rsiv as son nu estras).
Evaluación sumativa
L a e v a lu a c ió n s u m a t iv a h a s id o c o n s id e r a d a c o m o la e v a lu a c ió n p o r a n t o n o m a s ia , a l p u n to q u e
c u a n d o s e h a b la d e e v a lu a c ió n e n la s c o m u n id a d e s e s c o la r e s , in m e d ia t a m e n t e s e le a s o c ia c o n e lla .
Como ya lo han expresado varios autores, su fin principal consiste en verificar el grado en que
las intenciones educativas han sido alcanzadas. Por medio de la evaluación sumativa el docente
conoce si los aprendizajes estipulados en las intenciones fueron cumplimentados según los criterios
y las condiciones expresadas en ellas. Pero, especialmente, esta evaluación provee información que
permite derivar conclusiones importantes sobre el grado de éxito y eficacia de la experiencia educa
tiva global emprendida.
Si bien debe reconocerse que la evaluación asume una importante función social, hay que seña
lar de inmediato que la evaluación sumativa no necesariamente debe ser sinónimo de acreditación.
Coll y Martín (1993) señalan que tan criticables son las posturas que intentan vincular y confun
dir la evaluación sumativa con la acreditación, como aquellas otras que pretenden lograr una total
disociación entre ellas (a final de cuentas, la acreditación es necesaria en el caso de la finalización de
ciclos completos), de manera que puedan tomarse decisiones sobre la acreditación a partir de ins
trumentos que evidentemente no evalúan la significatividad de los aprendizajes.
La solución que estos autores plantean se basa en la propuesta de establecer una coherencia
entre ambas basada en una concepción constructivista, que matice por igual los asuntos académico-
curriculares y los relativos a las cuestiones de tipo institucionai-normativos.
La evaluación sumativa puede tener un sentido diferente cuando, por ejemplo, se realiza con el
propósito de obtener información para saber si los alumnos serán o no capaces de aprender otros
nuevos contenidos (en un nuevo ciclo posterior) relacionados con los ya evaluados (Coll, 1987) y, en
caso necesario, buscar realizar ajustes pertinentes aun cuando se trate de un curso nuevo, o bien,
para derivar conclusiones sobre la eficacia de las experiencias y estrategias pedagógicas propuestas
en el proceso o ciclo terminado. En el primer caso, las consecuencias, pueden recaer sobre los mis
mos alumnos en el próximo ciclo; y en el segundo, los beneficios repercutirán no sobre los alumnos
evaluados sino sobre una generación nueva de alumnos que podrían interactuar con un programa
mejorado gracias a las conclusiones obtenidas en dicha evaluación.
La coherencia así vista permite reconocer también el hecho de que la evaluación sumativa,
además de cumplir con ciertas funciones sociales, al mismo tiempo puede contribuir a tomar deci
siones de orden pedagógico, que repercutan de una u otra manera en los procesos educativos y en
el alumnado.
Coll y Onrubia (1999) señalan una serie de propuestas para recuperar y reforzar la función
pedagógica de la evaluación sumativa, a saber:
• Vincular la evaluación sumativa de los aprendizajes con la evaluación del proceso de enseñanza-
aprendizaje. Y procurar que los resultados de la evaluación sumativa repercutan en las mejoras
del proceso de enseñanza-aprendizaje. Como ya se mencionaba, la información arrojada por la
evaluación sumativa en un momento dado puede contribuir a una mejor adaptación del progra
ma nuevo al cual se integrarán los alumnos, y/o le permitirá al docente reflexionar y derivar
conclusiones globales sobre la propuesta pedagógica que siguió en dicho proceso o ciclo.
• Buscar formas alternativas de comunicar a los padres y a los alumnos los resultados de la eva
luación sumativa que procuren disminuir el componente acreditativo. En tal caso, habría que ir
más allá del mero dato calificativo o comparativo, y en su lugar proveer información que desta
que la dimensión pedagógica de la evaluación. Así, por ejemplo, podría ser más ilustrativo
proporcionar un informe que incluya un "conjunto de valoraciones, explicaciones y orientacio
nes específicas y contextualizadas" (Coll y Onrubia, ob. cit., p. 149). Dicho informe podría ser
vir como una pauta orientadora para los padres y para los docentes de los próximos ciclos
(diferenciada según el caso), para que ellos analicen las capacidades y progresos de los alum
nos, y a partir de dicho informe tomen un referente para potenciar sus próximos avances.
• Que la evaluación sumativa asuma su función acreditativa sólo al término de un ciclo completo
(por ejemplo, al final de la educación primaria, media, etcétera).
Por su propia naturaleza, la evaluación sumativa atiende principalmente a los productos del
aprendizaje como consecuencia del proceso de enseñanza global. Por ello, la mayoría de los instru
mentos de tipo formal constituirán los recursos más utilizados para valorar la calidad de la enseñan
za y de los aprendizajes logrados al término del ciclo. Los cuestionarios, las pruebas abiertas y
cerradas, las pruebas de desempeño, los portafolios, los trabajos complejos — tales como ensayos,
monografías, etcétera—, son instrumentos muy utilizados en las evaluaciones sumativas.
No obstante, es importante tomar en cuenta que la selección o diseño de las estrategias e instru
mentos de evaluación que se utilicen, aun cuando tengan funciones de tipo acreditativo o promocio
nal, deben siempre enfatizar la amplitud y profundidad de los aprendizajes logrados, así como la
funcionalidad y flexibilidad de los mismos como indicadores importantes de los aprendizajes signi
ficativos conseguidos.
En primer lugar, se debe partir de la idea básica de que así como las estrategias de enseñanza y
aprendizaje deben ser distintas para el aprendizaje de los contenidos factuales (datos, hechos) y
conceptuales (conceptos, principios), las prácticas de evaluación para ambos tipos de aprendizaje
declarativo requieren ser diferentes (véase Pozo, 1992; Blásquez, González y Montanero, 1998b).
En forma breve podemos mencionar que la evaluación del aprendizaje factual tiene las siguientes
características:
1. La evaluación debe atender a la simple reproducción de la información (ya sea por la vía del reconoci
miento o del recuerdo literal de la información aprendida). Esto es, los datos y ios hechos sólo
pueden aprenderse al "pie de la letra", por lo que la mejor forma de evaluarlos es solicitar a los
alumnos que los reconozcan (como en los reactivos de apareamiento, falso-verdadero, ordena
ción, opción múltiple) o que los recuerden tal cual fueron aprendidos (como reactivos de
completamiento o de respuesta breve).
2. Evaluación de "todo o nada". Los datos y los hechos tan sólo pueden o no aprenderse, por lo que
su evaluación también resulta de "todo o nada"; es decir, las preguntas sólo intentarán averi
guar si los alumnos saben o no la información requerida de datos o hechos según sea el caso.
3. Evaluación de tipo cuantitativa. La evaluación del conocimiento factual, dado el punto anterior,
facilita que se realice la cuantificación al asignar puntos a las respuestas correctas y luego éstas
puedan ser contabilizadas.
Para este tipo de evaluación, las prácticas evaluativas por medio de pruebas objetivas construi
das mediante reactivos muy estructurados (opción múltiple, complementación, falso-verdadero,
respuesta breve, etcétera) pueden utilizarse sin ninguna dificultad. El grado de significatividad
evaluado es muy reducido.
Hay que recordar que el aprendizaje factual es útil y necesario en ciertos casos, sobre todo
cuando tiene importancia funcional para el aprendizaje de declaraciones posteriores, y cuando se
relaciona con conceptos de soporte que les ofrezcan un cierto sentido.
Por otro lado, el conocimiento conceptual exige el uso de estrategias y de instrumentos más complejos.
Asimismo, evaluar la comprensión o asimilación significativa es mucho más difícil que el simple
recuerdo de datos o hechos. La evaluación de conceptos puede basarse en varios tipos de estrate
gias:
• Solicitar la definición intensiva de un concepto o principio. En este caso debe pedirse no la mera
reproducción de la definición sino su comprensión (lo esencial del concepto o principio), de
esta manera el alumno se verá comprometido a ir más allá de ellos; por ejemplo, parafraseando
la información, buscando ejemplos, añadiendo explicaciones, etcétera.
• Reconocer el significado de un concepto entre varios posibles. Como en los reactivos de opción múlti
ple donde se parafrasea la opción correcta y el alumno debe identificarla de entre otras posibles.
• Trabajar con ejemplos. En este caso se le puede solicitar explícitamente que proponga ejemplos
ilustrativos, seleccione los ejemplos positivos de entre varios posibles, o los categorice por su
tipicidad. Conviene solicitar que además añada explicaciones que justifiquen su proceder.
• Relacionar los conceptos con otros de mayor o menor complejidad (clasificación, organización,
jerarquización) por medio de recursos gráficos (mapas conceptuales, diagramas). Lo importante
aquí es analizar cualitativamente cómo relaciona los conceptos, tratando de identificar con ello
la riqueza semántica de sus propias construcciones.
• Emplear la exposición temática. En este caso, también los conceptos deben ponerse en relación y
saber utilizarse en el plano discursivo. Puede solicitarse a través de la construcción de explica
ciones por medio de una redacción (por ejemplo, pruebas de ensayo, resúmenes, ensayos, tra
bajos monográficos, etcétera) o de la exposición oral, (exámenes orales, discusiones y debates en
clase, etcétera).
• Aplicar los conceptos a tareas de solución de problemas. En esta estrategia de evaluación lo que se
requiere es que el alumno utilice el concepto o el principio aprendido para solucionar un pro
blema o realizar una aplicación del mismo en forma estratégica. Constituye sin duda una de las
formas más completas de evaluar un contenido conceptual porque involucra valorar su uso
funcional y flexible.
Evidentemente, las tres primeras estrategias evalúan de manera más restrictiva 1a. significatividad
de los aprendizajes conceptuales en comparación con las tres últimas.
Para la evaluación del aprendizaje conceptual, lo que se requiere es seguir una aproximación
cualitativa, porque se trabaja esencialmente sobre cómo se interpreta el concepto, o cómo se usa en
explicaciones y aplicaciones. La asimilación de un concepto o principio no está sujeto a la ley del
"todo o nada" como en el caso de un hecho o un dato; esto es una cuestión de grado, por lo que hay
que tener definidos claramente los criterios que permitan la valoración cualitativa, los cuales diferirán en
función de lo que queramos enfatizar en su aprendizaje o evaluación.
Los instrumentos que permiten la evaluación de los contenidos conceptuales son las pruebas
objetivas (limitadas para valorar la complejidad conceptual), las pruebas de ensayo o abiertas, la
elaboración de resúmenes, el desarrollo de monografías o ensayos, la resolución de tareas de solu
ción de problemas conceptuales, la categorización y organización de la información conceptual por
medio de mapas conceptuales o redes semánticas; o si se trata de algún texto y los alumnos conocen
las estructuras textuales, se les puede animar a construir el esquema textual del texto, etcétera.
El docente debe demostrar una coherencia total (y hacérselo entender así a sus alumnos por
diversas vías) entre el tipo de contenido declarativo que intenta promover (factual o conceptual)
con los procedimientos de enseñanza y, sobre todo, con las actividades y técnicas de evaluación. Si
esta coherencia no se consigue en todo el ciclo de enseñanza, se corre el riesgo de que los alumnos
generen aprendizajes que el profesor no haya querido promover de manera intencional, que sin.
embargo ha provocado indirectamente (véase García Madruga, 1990).
Ante la pregunta de cómo realizar la evaluación de los procedimientos, hay que tener en cuenta los
acertados comentarios de Col! y Va lis (1992) sobre el aprendizaje significativo de los procedimien
tos, mencionados anteriormente en el capítulo 2 de este texto. Como consecuencia de ello, plantea
mos de entrada dos consideraciones que nos parecen pertinentes:
1. Los procedimientos no deben evaluarse como acontecimientos memorísticos. La evaluación
que solicite que los alumnos "reciten" los pasos de un determinado procedimiento están valo
rando una parte muy limitada del mismo (véase más abajo).
2. Debe evaluarse la significatividad de los aprendizajes. Dos cuestiones esenciales en este senti
do son, sobre todo para el caso de procedimientos no necesariamente algorítmicos, la funciona
lidad y la flexibilidad.
Para lograr una valoración integral de los procedimientos, deben contemplarse las siguientes
dimensiones (véase Valls, 1998):
• El sentido otorgado al procedimiento. Que los alumnos sean capaces de valorar su actuación al
ejecutarlo, dándole un sentido. Se denomina la dimensión valorativa del procedimiento.
Sobre la primera dimensión, el conocimiento del procedimiento, pueden utilizarse las siguien
tes estrategias de evaluación:
• Evaluación indirecta por observación. En lo que el profesor puede centrarse aquí es en identificar si
el alumno conoce los pasos del procedimiento; por ejemplo, verificar si al plantear un problema
en física o matemáticas, se sigue el procedimiento adecuado (conocimiento de los pasos) para
llegar a su solución.
• Solicitar a los alumnos directamente que nombren los pasos del procedimiento. En este caso interesará
saber si se mencionan todos los pasos y en el orden adecuado.
• Solicitar a los alumnos directamente que se refieran a las reglas que rigen el procedimiento o a las condi
ciones principales que hay que atender para su ejecución. Tanto ésta como la anterior se pueden
llevar a cabo de forma verbal o por medio de una prueba escrita.
• Solicitar que los alumnos expliquen a otros el procedimiento. Permitirá observar si el alumno indica
de forma adecuada los pasos; si sigue correctamente las instrucciones, las reglas, las condicio
nes, el manejo de errores posibles, las recomendaciones, etcétera.
2. El grado de automaticidad de la ejecución. En este caso se requiere que el alumno llegue a dominar
el procedimiento al grado de ser capaz de automatizarlo (para algunos procedimientos no es
necesario alcanzar un grado de automatización).
Para esta segunda dimensión pueden utilizarse las siguientes estrategias evaluativas:
• Observación y seguimiento directo de la ejecución del procedimiento. Durante la enseñanza del proce
dimiento la evaluación formativa y formadora debe resultar crucial para que el alumno vaya
aprendiendo a ejecutarlo. En tal caso, los continuos intercambios y el seguimiento atento se
dirigirán a aspectos tales como: ejecución de todas las acciones o pasos, precisión y ajuste de las
mismas, errores comunes, eficacia lograda, etcétera. La observación podrá ser informal o
sistematizarse mediante rúbricas, listas de control diseñadas ex profeso para evaluar el procedi
miento, y aplicarse durante la enseñanza del mismo, o después de ella, para valorar el grado de
apropiación logrado.
• Observación y análisis de los productos logrados gracias a la aplicación de los procedimientos. Será
posible evaluar los productos logrados después de aplicar los procedimientos utilizando una
serie de criterios claramente definidos sobre los que más interesa valorar. Cuando se trata de
procedimientos muy complejos que requieren un largo tiempo de aprendizaje, puede utilizarse
una estrategia evaluativa que conjunte los productos y los pueda comparar temporalmente,
para valorar los progresos en la ejecución (por ejemplo, la evaluación de portafolios). Evidente
mente aquí como en la anterior pueden utilizarse estrategias de autoevaluación, de coevaluación
y de evaluación mutua.
• Plantear tareas que exijan la aplicación flexible de los procedimientos. Se plantearán tareas donde se
solicite a los alumnos que utilicen el procedimiento en nuevos contextos de aplicación, valoran
do el grado de generalización y adaptación logradas (evaluación del desempeño).
Por último, en relación con la dimensión valorativa del procedimiento que se refiere al grado de
implicación personal del alumno en su aprendizaje y ejecución, pueden emplearse estrategias simi
lares a las anteriores:
En ambos casos, lo que interesa en esta dimensión es valorar el esfuerzo, el grado de interés
mostrado, el gusto por ejecutar la tarea, la implicación personal, el cuidado en la ejecución, la per
sistencia o el afán de superar dificultades; todos estos aspectos, que el alumno va demostrando o ya
puso en evidencia después de un cierto periodo de aprendizaje, le indicarían al docente el sentido
del aprendizaje atribuido por el alumno al procedimiento.
Se sabe que la evaluación de las actitudes y los valores es menos común que la de los contenidos
declarativos y los procedimentales. Una razón de ello radica en la gran complejidad que tiene la
evaluación de este tipo de contenidos curriculares. Otras razones tienen que ver con el respeto a la
En la medida en que la evaluación de las actitudes y los valores se haga una práctica común
dentro de las aulas, los mismos alumnos comenzarán a reconocer que este tipo de contenidos son
tan relevantes o más que los otros en los escenarios escolares y, al mismo tiempo, se percatarán de
que ellos también se encuentran realizando una serie de aprendizajes actitudinales y valorativos
cruciales para su proceso de desarrollo personal y social. Asimismo, permitir que los alumnos rea
licen autoevaluaciones hará posible que ellos logren un mayor autoconocimiento y exploración de
sí mismos y de sus relaciones con los demás.
Para la evaluación de las actitudes y los valores es necesario contar con instrumentos y técnicas
poderosas para poder valorar con veracidad la forma en que éstas se expresan ante objetos, perso
nas o situaciones.
Un aspecto relevante a tomar en consideración sobre la evaluación de las actitudes y los valores
es no quedarse en una valoración a nivel declarativo que se quede simplemente en el nivel del
discurso. En su lugar hay que tratar de orientar la evaluación de modo tal que permita valorar la
coherencia entre el discurso y la acción, es decir, la coherencia entre lo que los alumnos dicen en
relación con ciertas actitudes o valores y lo que realmente hacen respecto de las mismas.
• Registro anecdótico
2. Cuestionarios e instrumentos de autoinforme. Una de las técnicas más ampliamente utilizadas para
la valoración de actitudes en los contextos educativos es el instrumento de autorreporte. El uso
de dichos instrumentos permite una valoración predominantemente cuantitativa de las actitu
des expresadas en forma verbal. Su aplicación es poco costosa y fácil cuando se cuenta con los
instrumentos apropiados. La interpretación y el análisis en ocasiones exige una cierta prepara
ción técnica; pero en general no resulta difícil. Sin embargo, su uso debe ser reservado porque
como cualquier instrumento de autorreporte los alumnos suelen falsear las respuestas por di
versos motivos (por motivos de deseabilidad social o autopresentacionales) o aun el instru
mento llega a generar un efecto de reactividad. Dentro de éstas tenemos:
• Escalas de actitudes:
— Escalas ex profeso para valorar las actitudes hacia conocimientos científicos (cuadro
8.16)
Importante -3 -2 -1 0 +1 +2 +3 Trivial
Divertido -3 -2 -1 0 +1 +2 +3 Aburrido
Agradable -3 -2 -1 0 +1 +2 +3 Desagradable
Fácil -3 -2 -1 0 +1 +2 +3 Difícil
Justo -3 -2 -1 0 +1 +2 +3 Injusto
3. El análisis del discurso y la solución de problemas. Pueden realizarse análisis de lo que los alumnos
dicen y opinan de manera incidental o ante tareas estructuradas. Es también pertinente buscar
formas de relacionar lo que dicen con lo que hacen, en los distintos momentos de interacción
que se tienen con ellos en el aula. En este rubro podemos encontrar los siguientes tipos de
instrumentos o técnicas:
• Entrevistas
• Sociometría
Por último, sobre la interpretación de la exploración o valoración de las actitudes, Sarabia (1992)
presenta un cuadro integrador donde se engloban las dimensiones que deben considerarse para
una evaluación integral de las actitudes (tiempo, lugar, circunstancia, lenguaje, etcétera; véase cua
dro 8.18).
14. Compartir los hechos científicos que conozco hace que me sienta bien. ( )
DILEMA MORAL
Un día durante el tiempo de recreo, irnos cuantos alumnos sacan el balón y se ponen a
jugar con él dentro de la clase, a pesar de conocer la norma que lo prohíbe. En el juego,
rompen un cristal, y cuando llega el tutor y se entera, los amenaza con castigar a toda la
clase si no salen responsables.
2. ¿Debe una persona decir la verdad cuando sabe que será castigada? ¿Por qué?
Como no salen los responsables, el profesor castiga a toda la dase a estar una semana sin
recreo.
3. ¿Está bien que sea el profesor el que toma una medida cuando no se cumplen las
normas? ¿Por qué? ¿Quién y cómo debería tomar medidas?
Luis, que estaba tranquilamente en clase charlando con otros compañeros, no quiere ser
castigado, y le dice al profesor quiénes han estado jugando.
Fuente: C ab a, 19 9 3 , p. 91.
T om ad o d e Bolívar, 1995, p. 167.)
CUADRO 8.18 Modelo de análisis evaluativo
de las observaciones
Circunstancia ¿Está asociado con ¿Se siente de ¿Cómo actúan los alumnos
roles y grupos? ¿De distinta manera en en grupos diferentes?
qué manera? diferentes roles y
acontecimientos?
B a sa d o e n S a ra b ia , 1992.
I
; C K /
Tuvo un interés particular analizar los tres tipos centrales de la evaluación psicoeducativa: las
evaluaciones diagnóstica, formativa y sumativa. Desde nuestro punto de vista, la evaluación
formativa constituye el recurso más valioso del profesor desde el marco interpretativo constructivista,
por las posibilidades que abre para la regulación del proceso de enseñanza-aprendizaje y para la
autorregulación del propio alumnado.
Sin intentar hacer una presentación técnica y exhaustiva, se presentaron en el capítulo algunas
estrategias, técnicas e instrumentos para evaluar los aprendizajes de los alumnos, con el objetivo de
hacer reflexionar a los docentes sobre las cuestiones técnicas y pedagógicas de la evaluación en el
aula.
1. A partir del análisis de este capítulo, describa y analice el papel que le ha otorgado usted a las
actividades de evaluación dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje. Reflexione también
sobre el papel alternativo que puede desempeñar, desde el marco constructivista.
2. Reflexione sobre las distintas estrategias, procedimientos y prácticas evaluativas que conoce y .
utiliza, a partir de lo siguiente:
• En qué medida resultan informativas las estrategias respecto a los aprendizajes significati
vos (procesos y productos) que sus alumnos realizan.
• Cuál es el grado de información valiosa que proporcionan sobre la efectividad de los proce
dimientos y estrategias de enseñanza que usted ha utilizado.
• En qué medida pueden ayudarle para proporcionar una ayuda ajustada a los procesos cons
tructivos de los alumnos en los distintos niveles de la enseñanza.
3. Reflexione de manera crítica sobre las actividades de evaluación formal, semiformal e informal
que usted utiliza en su actividad docente (la tabla siguiente puede serle útil en este sentido).
Evaluación
diagnóstica
Evaluación
formativa
Evaluación
sumativa