Cuento para Vise 3
Cuento para Vise 3
Cuento para Vise 3
En esos días a unos 100Km de distancia de Jerusalén, otro suceso muy importante estaba por
ocurrir, Zacarías, un sacerdote anciano, había ido al templo con su esposa para tomar su turno
como sacerdote oficiante.
Narrador. Zacarías subió los escalones que conducían al santuario, las trompetas anunciaron
que había llegado la hora del sacrificio dela tarde, Zacarías alzó el velo del templo y entró al
Lugar Santo, su tarea le llevaría apenas unos pocos minutos. Pero sus pensamientos estaban
en otro asunto.
Zacarías: Señor, perdona a un anciano como yo, pero Elizabeth y yo ni siquiera tenemos un
hijo, y nuestros corazones se angustian y anhelan un hijo, a pesar de nuestra edad. Oye
nuestra oración, oh Dios, y concédenos un hijo.
Ángel: ¡Zacarías no temas! Tu oración ha sido oída y tu mujer, Elizabeth, te dará un hijo y
llamarás su nombre Juan.
Ángel: Y tendrás gozo y alegría y muchos se regocijarán en su nacimiento, porque será grande
delante de Dios, no beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aún desde el vientre de
su madre y hará que muchos de los hijos de Israel se convirtieran al Señor. E irá delante de él
con el espíritu y poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de
los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
Zacarías. Pero ¿Cómo podré estar seguro de esto? Porque soy viejo y mi mujer de edad
avanzada.
Ángel. Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y he sido enviado a hablarte y a darte buenas
nuevas. Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto suceda, por
cuanto no creíste mis palabras las cuales se cumplirán a su tiempo.
Narrador: Zacarías fue a su casa junto a su esposa Elizabeth y allí esperaron hasta que naciera
el hijo prometido. Este niño tendría una misión muy importante cuando fuera grande; preparar
el camino para el mensajero de Dios.
Pero, ¿Quién sería la madre del Mesías? El ángel Gabriel seis mese más tarde se le apareció a
la joven María en la aldea de Nazaret.
María: Yo soy María, pero ¿quién llama?, brillas tanto que casi no puedo verte.
Ángel: ¡Salve muy favorecida, el Señor es contigo! ¡Bendita tú entre las mujeres!
Ángel: María, no temas, porque has ayado gracia delante de Dios y darás a luz un hijo y
llamarás su nombre Jesús.
Ángel: El cual será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de
David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin.
María: Pero, ¿cómo podrá suceder esto si yo no vivo con ningún hombre?
Ángel: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con tu sombra, por lo
cual también el santo ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.
María: Que extraño suena todo esto, ¿cómo sabré que es así?
Ángel: También tu prima Elizabeth va a tener un hijo a pesar de que es anciana, la que
llamaban estéril está en cinta hace seis meses porque para Dios no hay nada imposible.
María: ¿Elizabeth va a tener un hijo? ¡Esto es un milagro! E aquí la sierva del Señor, hágase
conmigo conforme a tu palabra.
Oh, el ángel está desapareciendo, ya se fue. Que extraño suena todo esto. Debo ver a
Elizabeth, ella me ayudará a comprender, ¡Oh si, iré inmediatamente!
Narrador: Las Escrituras dicen: “Levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad
de Judá”.
Escena 3: María visita a Elizabeth. (Casa de Elizabeth).
Elizabeth: (siente golpear la puerta de su casa) ¿Quién viene a esta hora?(abre la puerta) ¡Oh,
María, eres tú!
Elizabeth: Que la paz sea contigo María. ¡Oh, que extraño, la criatura se mueve en mi vientre!
¡La criatura está saltando con tu saludo!
María: ¡Es cierto lo que me dijo el ángel! ¡Tú también estás esperando un bebé!
Narrador: De pronto Elizabeth fue llena del Espíritu Santo y proclamó una preciosa bendición.
Elizabeth: Efectivamente, es así. María: Bendita eres tú entre todas las mujeres, tú hijo esta
destinado a recibir las alabanzas más grandes de parte de Dios, tu has creído lo que Dios ha
dicho, por eso Él te ha concedido esta bendición incomparable.
María: ¡Mi alma alaba al Señor y mi corazón se alegra en Dios mi Salvador! Porque Dios ha
puesto sus ojos en mí, su humilde esclava y desde ahora me llamarán siempre bienaventurada.
María: él lleno de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías, socorrió
a Israel, su siervo y no olvidó tratarlo con misericordia.
Narrador: Y el temor cayó sobre todos los que vivían en aquellas comarcas y por todos los
alrededores se supo lo que había ocurrido.
Después del nacimiento de Juan, María decidió volver a Nazaret. Ante ella se alzaban serios
problemas y José tendría que hacer una decisión muy difícil en cuanto a su esposa.
Isaac: Lo más honroso, a mi manera de ver, es que canceles los votos de compromiso, los
ancianos comprenderán.
José: Tienes razón, pero me imagino que podrías hacerlo calladamente, no quiero dañarla ni
avergonzarla.
No entiendo porque María hizo semejante cosa, pero no quiero deshonrarla ante la ciudad.
Isaac: Comprendo como te sientes. Mañana expondré tu caso ante los ancianos, pero será algo
difícil, tanto para ti como para María. Quién iba a imaginar semejante cosa de María.
José: No he podido conciliar el sueño desde que hablé con ella.
Isaac: Entonces me voy, ya es tarde. Es mejor que duermas un poco. Que Dios sea contigo José.
Ángel: José, no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque el hijo que va a tener es del
Espíritu Santo.
Ella tendrá un hijo y le pondrás por nombre Jesús, se llamará así porque va a salvar a su pueblo
de sus pecados.
José: ¿Salvar del pecado, un hijo llamado Jesús, un ángel? ¿Ángel? ¡Desapareció!
Escena 7: El ángel anuncia el nacimiento de Jesús a los pastores. (En el campo).
(Los pastores se encuentran junto a sus ovejas cuando de pronto empiezan a ver una luz que
aumenta gradualmente, todos se asustan, piensan que es el fin del mundo, piden a Dios
misericordia, entonces habla el ángel).
Ángel: No os asustéis pastores. Les traigo las buenas nuevas más preciosas que hayan sido
dadas. Estas nuevas son para todo el mundo: El Salvador, el Mesías ha nacido en Belén,
encontrareis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
“Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz para con los hombres de buena voluntad”
Pero no solamente en Israel había gente que esperaba al Mesías. Aquella misma noche,
cuando los pastores veían a los ángeles en las colinas de Belén, ciertos astrólogos y hombres
sabios, llamados los Magos del Oriente, observan en el cielo occidental estudiando las estrellas
como a menudo lo hacían. De pronto una luz misteriosa comenzó a brillar con mayor
intensidad de cualquier estrella. Después de unos momentos la luz comenzó a desvanecerse,
pero en su lugar se veía ahora una inmensa estrella, no solamente se trataba de la mayor
estrella que ahora había en el cielo, sino que también parecía moverse.
Intrigados con el suceso, estos sabios llamados Melchor, Gaspar y Baltazar, preguntaron a los
filósofos de su tierra quienes les indicaron las antiguas profecías de los judíos, una de las cuales
hacía referencia a una estrella:
Entonces decidieron seguir aquella estrella para encontrar así al Mesías prometido.
Cuando llegaron a Jerusalén, el rey Herodes supo la noticia de que había nacido en Belén el
Rey de Israel y se encolerizó al ver amenazado su poder, por lo que incentivó a estos sabios del
oriente para que encontraran al niño con la oculta intención de matarlo.
Melchor: Hay una vocecita aquí dentro (Apunta a su corazón) que me dice que Dios está con
este niño, yo sé que este es el Salvador, el Mesías, y quiero entregarle mi corazón, quiero
adorarlo.
Gaspar: Yo también.
Baltazar: Y yo también.
Pastor 1: Alabado sea Dios por este don que le ha dado a la humanidad.
Narrador: Después de entregar sus dones y de adorar al nuevo Rey, los sabios del oriente se
dispusieron a regresar a Jerusalén. Le habían creído al rey Herodes y pensaban que también él
quería adorar al nuevo rey.
Ahora ellos querían compartir las buenas nuevas y contarle como habían encontrado al
Mesías. Pero esa noche, Mientras dormían en Belén, los tres tuvieron el mismo sueño:
“No debes regresar a Jerusalén, regresa a tu tierra por otro camino, no veas al rey Herodes”
Rápidamente se apartaron de Belén por caminos poco transitados, burlando al rey Herodes.
En tanto los Pastores y demás personas que iban a ver al recién nacido, regresaban llenos de
gozo y anunciaban a todo el que veían en el camino; que el Salvador, el Mesías, había nacido.