Modulo 38
Modulo 38
Modulo 38
* el poderío de su imperio,
* abiertas las rutas marítimas para sus fuentes de importaciones y
sus mercados extranjeros, y
* el equilibrio entre las naciones del continente europeo, de mane-
ra que ninguna de ellas llegara a ser lo suficientemente fuerte
como para atacarla o limitar su poderío.
159
* la creciente anarquía de las relaciones internacionales,
* las rivalidades de los imperialismos que buscaban por todos los
medios posibles expandirse para asegurarse materias primas y mer-
cados para sus productos,
* la dependencia de los países más pobres de los más poderosos,
* los nacionalismos, y
* la competencia armamentista.
160
El Desmembramiento Del Imperio Otomano
161
Francia se encontraba aislada desde el año 1882 ante el avance alemán.
Sus alianzas con Austria y Rusia (con ésta última la alianza duró hasta 1890)
se fueron anulando por intereses contrapuestos. La alianza con Italia se anuló
en el año 1882 porque Francia había anexado a Túnez a su territorio en el año
1881, y Gran Bretaña mantenía una política de “espléndido aislamiento” que le
permitía mantener su hegemonía económica despreocupándose de los proble-
mas franceses. Francia deseaba:
Italia era, a comienzos del siglo XX, un país pobre y desde el punto de vista
político sus instituciones democráticas no estaban consolidadas aún. La unifi-
cación italiana había provocado un enfrentamiento entre el nuevo Estado y la
Iglesia, por lo que una parte importante de la población, compuesta en un 95%
de católicos, se abstenía de participar en las elecciones. Esperaba afianzarse
política y económicamente recobrando territorios que consideraba propios y
que estaban, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, en poder de Austria y
Turquía.
1- Ver módulo 36
162
Para mejorar su situación Rusia ambicionaba obtener el control del Bósforo
y los Dardanelos para:
• evitar que su flota quedase encerrada en el Mar Negro en el caso de una posi-
ble guerra con Turquía;
• acceder al Mar Mediterráneo, al Golfo Pérsico y al Océano Indico,
• convertir a Persia en un protectorado ruso,
• tener mejores salidas al Pacífico,
• extender su control a Manchuria, y
• alcanzar su aspiración a ser la guía y protectora de los pueblos eslavos de
Europa Oriental, incluyendo a los que se encontraban bajo la autoridad aus-
tro-húngara.
El avance económico alemán y sus planes para construir la línea férrea
Berlín-Bagdad se convirtieron en el mayor obstáculo para la consecución de los
objetivos rusos.
Los nacionalismos
Los sentimientos nacionalistas condicionaron fuertemente las relaciones
internacionales de fines del siglo XIX y de vísperas de la Primera Guerra
Mundial. Los nacionalistas serbios luchaban desde principios del siglo XX para
convertir a Serbia1 en la Gran Serbia, que abarcaría a las provincias turcas
de Bosnia y Herzegovina, y a las provincias meridionales de Austria-Hungría,
donde se encontraban los croatas y eslovenos a los que consideraban
pertenecientes a su misma raza y cultura.
Cuando Austria anexó a Bosnia y Herzegovina en el año 1908, la lucha de
los serbios se concentró contra los Habsburgo. Los nacionalistas serbios se dedi-
caron a estimular el descontento entre los súbditos eslavos de Austria con la
esperanza de separarlos de ella y anexar a Serbia los territorios que habitaban.
Rusia, que era el país eslavo más poderoso, asumió el rol de guía y protec-
tora de los eslavos sin tener en cuenta el país al que pertenecían, en nombre del
paneslavismo, es decir, según la teoría que todos los eslavos son una gran
familia. Se comprometió a intervenir en todo conflicto que involucrara a
cualquier país eslavo, estimulando y apoyando a polacos, búlgaros, montene-
grinos y demás nacionalidades a sublevarse contra el dominio austro-húngaro,
prometiéndoles su guía, ayuda y protección. Interfirieron en los asuntos inter-
nos de todos esos países tratando de atraerlos a la órbita zarista.
El movimiento pangermano, que se había fundado alrededor del año
1895, había adoptado las ideas que Fichte y otros nacionalistas alemanes
habían desarrollado durante más de un siglo. Abogaban por la expansión de
Alemania en nombre de la superioridad de la raza nórdica, considerando que
1- Serbia: Este país era, a principios de la era cristiana, parte del Imperio Romano. La rama croata fue gobernada por
banes (líderes aristocráticos), hasta su anexión a Hungría; los serbios lo fueron por una serie de caudillos hasta el tiem -
po de Esteban Nemania (1159-1195), que fundó una dinastía que gobernó hasta 1459, cuando fue anexada a Turquía
por Solimán el Magnífico (1520-1566). Los serbios permanecieron bajo el Imperio Otomano durante tres siglos y medio
hasta que, en 1804, Kara-George sublevó al país contra sus opresores y obligó a Turquía a reconocerlo como príncipe
de Serbia.
163
las fronteras del imperio debían incluir a Dinamarca, los Países Bajos,
Luxemburgo, Suiza, Austria y Polonia hasta Varsovia. Algunos de los líderes
del movimiento deseaban extender su dominio a los Balcanes y el oeste de Asia.
Los nacionalistas franceses centraban su acción en una campaña para
recuperar los territorios perdidos a manos de Alemania en la guerra franco-
prusiana y en la expansión de sus colonias de Africa y Asia.
La carrera armamentista
La inexistencia de un organismo internacional que acordara políticas ten-
dientes a equilibrar las necesidades y las ambiciones de los diferentes países
desembocó en una competencia armamentista. Las potencias basaron su
seguridad y prosperidad en un militarismo acentuado. Esto incrementó los gas-
tos militares, convirtiéndolos en una pesada carga para los pueblos.
Muchos políticos vislumbraron los peligros inherentes a la carrera arma-
mentista, pero la mayoría de militares y filósofos se mostraron partidarios del
militarismo. El filósofo francés Ernesto Renán justificaba a la guerra como “el
aguijón que impide que el país se duerma”. El mariscal de campo von Moltke, y
Heinrich von Treichke consideraban que la guerra era uno de los elementos
divinos del universo y una “terrible medicina” para la raza humana.
Sistemas de alianzas
A partir de la década del setenta se pactaron diferentes alianzas de defen-
sa y ayuda mutua entre los países europeos, para lograr sus objetivos
nacionales e imperialistas.
Para el año 1907 las grandes potencias de Europa habían conformado dos
bloques con intereses opuestos: la Triple Entente constituida por Francia,
Gran Bretaña y Rusia, y la Triple Alianza, por Alemania, Austria e Italia.
Este sistema resultó ser muy endeble porque no logró aminorar las disputas
internas entre los países. Los conflictos eran tan numerosos que los miembros
de las alianzas no podían estar seguros acerca de dónde estarían sus contrarios
en caso de una amenaza de guerra.
Crisis Internacionales
Entre 1905 y 1913 hubo varias crisis internacionales que hicieron peligrar
la paz de Europa. En 1905, 1908 y 1911 Alemania y Francia estuvieron al borde
de la guerra porque ambas ambicionaban el control de Marruecos, rica en min-
erales y oportunidades comerciales.
Una crisis muy importante se produjo cuando Austria anexó las provincias
de Bosnia y Herzegovina el 5 de octubre de 1908, violando el Tratado de Berlín
de 1878 según el cual estas dos provincias pertenecerían a Turquía y
164
estarían bajo la fiscalización administrativa austríaca. Como ya
habíamos señalado, los patriotas serbios deseaban anexar esos territorios a
Serbia y duplicar de esta manera la extensión del país, y ubicarse a una dis-
tancia segura del Adriático. La actitud austríaca provocó la inmediata reacción
de los serbios, que pidieron ayuda a Rusia. El zar amenazó con iniciar una gue-
rra contra Austria pero, ante la solidarización de Alemania con Austria, Rusia,
que estaba debilitada y endeudada por su guerra con el Japón, le pidió a los ser-
bios esperar un momento más favorable para la acción.
Otro momento altamente conflictivo en la región fue el año 1912. Rusia se
unió con Serbia, Bulgaria, Montenegro y Grecia, para conquistar la provincia
turca de Macedonia. En menos de doce meses de lucha fue destrozada la
resistencia turca. Serbia contaba con que parte de la provincia conquistada
pasaría a ser parte de su territorio tal como se lo habían prometido sus aliadas
antes de comenzar las hostilidades. Pero Austria, temerosa de incrementar el
poderío de Serbia, intervino en la Conferencia de Paz y consiguió el estable-
cimiento de Albania como un estado independiente desbaratando los deseos de
Serbia . Este hecho contribuyó a incrementar la agitación antiaustríaca en
Serbia y en la vecina Bosnia.
Europa en la época de la
Primera Guerra Mundial. 1914
165
Consigna de trabajo
1. Completa la tabla que hallarás a continuación.
Países Objetivos Nacionales Alianzas
Estallido de la Guerra
El 28 de junio de 1914 fue asesinado el futuro emperador austríaco, el
archiduque Francisco Fernando, durante su visita a Sarajevo, la capital de
Bosnia. El asesinato fue perpetrado por nacionalistas serbios y bosnios que pre-
tendían, por este medio, desbaratar el plan del archiduque austríaco que con-
sistía en
Ibídem. Pág.817
166
El final de la guerra
A comienzos del año 1918 los alemanes seguían manteniendo práctica-
mente intacto su poderío militar. Firmaron los Tratados de Brest Litovsk y
Bucarest, con Rusia y Rumania respectivamente. Según el primero, los
rusos debían abandonar su control sobre Estonia, Letonia y Lituania y la
Polonia Rusa, reconocer la independencia de Finlandia y Ucrania, y pagarles
una indemnización de un millón y medio de dólares a los alemanes. El Tratado
de Bucarest le fue impuesto a Rumania en febrero de 1918. Estipulaba la cesión
de territorios a Bulgaria y Hungría, y le daba a Alemania el control sobre el
Danubio, los ferrocarriles y los campos de petróleo.
Al final del verano de 1918 británicos, franceses y norteamericanos
iniciaron una gran ofensiva asestando golpes demoledores a los bata-
llones alemanes, que se vieron obligados a retroceder hasta la frontera
de Bélgica. A principios de octubre el príncipe liberal Maximiliano de Baden
se dirigió al presidente de los Estados Unidos Tomas Woodrow Wilson (1856-
1952) con el fin de arreglar una paz basada en los Catorce Puntos. El
Presidente no aceptó: exigía la renuncia del káiser. Los aliados que todavía le
quedaban a Alemania se encontraban al borde del de-rrumbe. Turquía se rindió
a fines de octubre; las revueltas de los eslavos resquebrajaron el imperio de los
Habsburgo; la ofensiva austríaca contra Italia no sólo había fracasado, sino que
alentó a los italianos a lanzar una contraofensiva que costó a Austria la pérdi-
da de la ciudad de Trieste y trescientos mil prisioneros. El sucesor de Francisco
José en el año 1916, el emperador Carlos IV (1887-1922), firmó el 3 de noviem-
bre un armisticio que puso a Austria fuera de la guerra. Alemania continuó la
lucha sola. Su poderío militar estaba casi intacto pero la moral de sus tropas
había decaído notablemente. El bloqueo aliado causó tal grado de escasez de ali-
mentos que la población moría de hambre. En diferentes lugares del país
surgieron revoluciones exigiendo un cambio de gobierno que permitiese termi-
nar la guerra de la forma menos humillante posible. El 8 de noviembre se
proclamó la República de Baviera, y la revolución se extendió por toda
Alemania. En Berlín se promulgó un decreto anunciando la abdicación del
kaiser, y un consejo provisional encabezado por Federico Ebert jefe de los socia-
listas en el Reichstag1, se hizo cargo del gobierno. Obligados por Fernando
Foch (1851-1929)2, generalísimo y héroe de los ejércitos aliados, debieron
comenzar inmediatamente las negociaciones para la firma de un armisticio.
Alemania firmó en disconformidad el 11 de noviembre a las cinco de la mañana,
consciente del enorme poderío militar que todavía conservaba. Dos delegados se
reunieron con el mariscal en el bosque de Compiègne y firmaron los documen-
tos que daban por terminada la guerra. Las tropas recibieron la orden de “cese
el fuego” seis horas más tarde. Los Tratados de Brest-Litovsk y Bucarest
que Alemania había firmado con Rusia y Rumania, se anularon. En
París, Londres y Roma millares de personas festejaron la paz. El cálculo de los
participantes, muertos y heridos en la guerra fue aterrador. Más de sesenta y
167
cinco millones de personas participaron en las campañas militares. Hubo más
de ocho millones de muertos en los campos de batalla. Los heridos, inválidos y
desaparecidos llegaron a sumar treinta y siete millones de personas. El
Presidente Wilson declaró que esta guerra debía “terminar con todas las
guerras”.
Entre 1919 y 1920 se realizaron varias conferencias tendientes a
establecer un nuevo orden en el mundo.
El proceso hacia la paz fue sumamente conflictivo. Los aliados tenían
grandes diferencias acerca del castigo que se le debía imponer a Alemania y sus
aliadas. La mayor parte de los franceses deseaban debilitar a Alemania, lo que
significaba desarmarla, privarla de su integridad territorial e incluso de su
unidad, ocuparla militarmente, quitarle su dinero y rodearla de poderosos ene-
migos. El Presidente Wilson se oponía a humillar a Alemania porque una
Alemania totalmente aplastada podía lanzar a los futuros dirigentes del país a
una guerra para modificar esta situación. David Lloyd George hizo su campaña
para las elecciones de 1918 con el lema “Cuelguen al kaiser”, y uno de sus par-
tidarios exigía: “¡Estrujen al limón alemán hasta que las semillas rechinen!”
(McNall Burns, . Civilizaciones de Occidente. Tomo II.pag.829)
168
El Tratado de Versalles
El Tratado se firmó en la Galería de los Espejos del Palacio de Versalles, en
el mismo lugar donde Bismarck había proclamado el Imperio Alemán en 1871.
La ceremonia se realizó el 28 de junio de 1919, cinco años después del fatal inci-
dente de Sarajevo. Los tratados anexos que afectaban a otras potencias lleva-
ban los nombres de los palacios cercanos a París donde tuvieron lugar las
respectivas reuniones: en Saint-Germain- Laye se firmó el de Austria y la
Entente (10 de septiembre de 1919), en Neuilly, el de Bulgaria (27 de
noviembre de 1919); en Trianon, el de Hungría (4 de junio de 1920), y en
Sèvres, el Tratado Provisional de Turquía (10 de agosto de 1920).
169
En el Convenio con Austria, Tratado de Saint-Germain, firmado en
1919, se obligaba a Austria a reconocer la independencia de Hungría,
Checoslovaquia, Yugoslavia y Polonia, y a cederles grandes exten-
siones de su territorio. A Italia debía entregarle la zona de Trieste, el
sur del Tirol y la península de Istria. La población de los territorios cedidos
era predominantemente alemana. Austria quedó como un pequeño estado sin
salida al mar, con un tercio de su población concentrada en Viena y sus cer-
canías.
Con Bulgaria y Hungría se firmó el Tratado de Neuilly y del Trianon.
Bulgaria renunció a casi todo su territorio, pasando partes del mismo a
Rumania, Macedonia Occidental, Yugoslavia y Grecia. Hungría que se había
transformado en un estado independiente, debió firmar el Tratado del Trianon.
Por el mismo cedía Eslovaquia a Checoslovaquia, Transilvania a Rumania y
Croacia-Eslavonia a Yugoslavia. De esta manera resultaba que en Transilvania
más de la mitad de la población era húngara, en la región de Eslovaquia vivían
no sólo eslovacos, sino también un millón de magiares y medio millón de
rutenos1.
Zonas de pebiscitos.
Antiguos territorios de la
Rusia Imperial
170
El acuerdo con Turquía, el Tratado de Sevres y Lausana, se firmó en
agosto de 1920. Armenia debía organizarse como una república cristiana; se
cedía a Grecia la mayor parte de Turquía europea; Eretz Israel y la
Mesopotamia quedaban bajo Mandato Británico, y Siria bajo el de Francia; la
Anatolia meridional fue separada de
la zona de influencia de Italia. El
sultán aceptó este tratado que dejaba
al Imperio Otomano sólo con Constan-
tinopla y las zonas septentrional y
central del Asia Menor. El gobierno
turco, constituido por los nacionalistas
turcos en Angora bajo la dirección de
Mustafá Kemal (más tarde llamado
Atartuk), decidió impedir que se lleva-
ra a la práctica el tratado. Borraron
del mapa a la República Armenia,
expulsaron a los italianos de Anatolia
Liga de las Naciones - Ginebra - Suiza
y conquistaron la mayor parte del
territorio europeo que se le había cedido a Grecia. En 1922 ocuparon
Constantinopla, derrocaron al sultán y proclamaron la república turca. Los ali-
ados debieron volver a firmar un nuevo tratado con la nueva república. Esto se
realizó en Lausana, Suiza, en 1923.
171
LOS JUDÍOS DEFINIDOS COMO MINORÍA NACIONAL
172
Consigna de trabajo
“El problema se complicó aún más a raíz del hecho de que el mundo
general que se abrió a los judíos en el siglo XIX no fue solamente el
mundo del liberalismo, sino también el del nacionalismo. La sociedad
general, la que había inscrito en su bandera los Derechos del Hombre,
no fue una sociedad universal, indeterminada. Los derechos del hom -
bre estaban incluidos en todos los lugares en un idioma concreto e
histórico. La sociedad general a la cual el judío ingresó, o pretendió
ingresar, era consciente de su pasado histórico, el cual era concebido
en imágenes nacionales. La sociedad ya no estaba dividida mera -
mente en hombres de diversas religiones, sino en hombres de diferen -
tes naciones, y del judío que buscaba la emancipación en tal sociedad
se exigían votos de fidelidad a una sociedad nacional polaca o rusa,
cuyas tradiciones y principios le eran extraños y le resultaban insóli -
tos. Más aún: la propia sociedad gentil estaba a menudo confundida
respecto de la posibilidad de integrar en su seno a estos judíos de ori -
gen y tradición diferentes, que a todas luces eran extraños tanto en el
orden nacional como cultural. El joven judío que estudiaba en el cole -
gio polaco debía identificarse con Pan Tadeusz 1; el que estudiaba en
el colegio alemán recitaba la canción de los Nibelungos, mientras que
el joven judío en Francia tuvo que aprender que sus antepasados
habían sido galos y que desde siempre habían habitado en Galia.
La cuestión se tornó aún más aguda en Europa Oriental donde en el
siglo XIX vivía la mayoría de los judíos del mundo y donde confluían
muchas naciones que bregaban por afirmar su identidad. Los polacos
luchaban por su identidad enfrentando tanto a los alemanes como a
los rusos; los ucranianos descubrían su pasado histórico al pretender
definirse frente a los rusos y los polacos; los húngaros se definían a sí
mismos como magiares entre los austro-alemanes por un lado, los
eslavos del sur y los rumanos y eslovenos por el otro, y con los judíos
en el medio”.
Entre los años 1918 y 1919, a raíz de la declaración de los Catorce Puntos
del presidente Wilson, la terminación de los combates, la firma de los acuerdos
de cese del fuego y los fundamentos sobre los cuales debían asentarse los
173
nuevos Estados, se alimentaron entre los judíos europeos las esperanzas de que
el derecho de autodeterminación nacional regiría también para el
pueblo judío.
Pensaron también que podrían vivir como iguales en sus países de residen-
cia después de haber luchado en todos los frentes sufriendo la misma suerte que
sus compatriotas. Más de un millón de judíos fueron parte de los ejércitos alia-
dos, y unos quinientos mil en el de los contrarios. El porcentaje de heridos y
muertos fue el mismo que el de los ejércitos que integraron. A pesar del alto
número de víctimas judías fueron sospechados, en la mayoría de los países
beligerantes, de no haber querido participar en la contienda.
En Europa Central y Oriental encararon la organización y la lucha por sus
derechos políticos, que eran cuestionados. En muchas zonas de Austria,
Checoslovaquia, Galitzia oriental y occidental, el distrito de Poznan, Polonia,
Ucrania, Lituania, Bucovina y Transilvania, representantes de los partidos
políticos judíos establecieron los nationalraten (“consejos nacionales”) que
se propusieron:
* asegurar la representación de los intereses judíos ante la Sociedad de las
Naciones y los gobernantes de los nuevos Estados,
* lograr entendimientos con los representantes de las minorías nacionales en
sus países,
* mantener la neutralidad ante los conflictos en las fronteras donde incluso des-
pués de finalizada la guerra se producían choques entre ejércitos de paí-ses
beligerantes. Esto complicaba la difícil situación económica de las comu-
nidades, obligando a sus miembros a emplear a los soldados judíos que
volvían del frente para vigilar la llegada de los suministros y los servicios
esenciales, y
* contribuir al mantenimiento del orden público.
Los programas de los Consejos Judíos de los países de Europa Central eran
semejantes en sus lineamientos generales. Se basaban en la hipótesis de que los
1- Declaración Balfour: Arthur James Balfour, secretario inglés de Asuntos Exteriores, envió el 2 de
noviembre de 1917 a Lord Rotschild, para que fuese entregada a la Federación Sionista de Inglaterra, una
carta en la que declaraba que :”observaba favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar
nacional para el pueblo judío....”
Ettinger. Sh. Historia del Pueblo Judío. Tomo III. Pág.1175
174
Consejos tenían grandes esperanzas en que la Conferencia de Paz de París
atendiese sus peticiones. Los más optimistas presentaron una solicitud para
que le fuese concedida representación al pueblo judío en la Sociedad de las
Naciones.
1- Nahum Sokolov: Nació en Polonia en el año 1859 y falleció en Londres en el año 1936. Historiador y
periodista. Con Weitzman y Tchlenov luchó para obtener la Declaración Balfour. Fue asimismo Presidente
del Comité Sionista Mundial. Escribió folletos y varias obras, siendo History of Sionism una de las más
importantes.
175
varias tentativas de cooperación con los judíos «orientales», pero la
oposición de los de-legados de la Alliance Israélite a cualquier forma
de derechos nacionales malograría todos los esfuerzos. El «Comité des
délégations juives» siguió existiendo después de terminada la
Conferencia, y actuó como foro para la exposición pública de las
penurias que sufrían los judíos en los nuevos Estados, y para suscitar
el pronunciamiento de la opinión pública en los países occidentales”.
Consigna de trabajo
Reflexiona y responde:
Según el Profesor
Ettinger es difícil apre-
ciar hasta qué punto
este texto influyó en los
preceptos y las cláusu-
las que contenían los
tratados destinados a preservar los derechos de las minorías, porque aún antes
de iniciarse la conferencia el presidente Wilson y varios de sus consejeros
habían advertido que
era necesario proteger a
aquéllas, particular-
mente las alemanas y
las judías, frente a la
mayoría eslava.
176
“Con el fin de poner en práctica el procedimiento aprobado, el Consejo
Supremo de la Conferencia de Paz designó, el 1º de mayo de 1919, un
comité especial para los nuevos Estados y la protección de las
minorías. Este comité redactó los tratados destinados a ser suscritos
con aquéllos, garantizando en ellos los derechos de las minorías,
incluidas las integradas por judíos. El Tratado con Polonia debía
servir como ejemplo de estas garantías. A pesar de la vehemente oposi -
ción presentada por los nuevos Estados, los tratados incluyeron
cláusulas para la protección de las minorías, al tiempo que derechos
autónomos relativos a la educación y la religión. Pero no señalaban
medidas expresas para la supervisión de su cumplimiento, ni para la
sanción de las violaciones de los mismos. El problema de las minorías
se sometía al control del consejo de la Sociedad de Naciones, y las dis -
crepancias podrían ser transferidas al Tribunal Permanente de
Justicia Internacional de La Haya.”
Ibídem. Pág.1116-1117
Polonia
Polonia, que desde fines del siglo XVIII había sido repartida entre Rusia,
Alemania y el Imperio Austro-Húngaro, se conformó nuevamente con territo-
178
rios que habían permanecido en manos de estos países. Sus límites dejaban a
Alemania dividida en dos partes por el “Corredor Polaco” . Ni Alemania ni
Polonia aceptaron con beneplácito tal situación. Alemania afirmaba que la zona
del Corredor le pertenecía, porque la mayor parte de la población que lo habit-
aba era alemana, y los polacos, por su parte, consideraban que el Corredor
debía ampliarse porque las zonas lindantes habían pertenecido a Polonia.
“De los países formados sobre las ruinas del Imperio Ruso y del aus -
trohúngaro, el más grande fué Polonia, con tres millones de judíos,
que constituían el diez por ciento de su población total. Los primeros
años de la República resultaron difíciles. Polonia debió luchar con
Rusia por las zonas fronterizas y detener el avance del ejército rojo,
que llegó casi a las puertas de Varsovia. Desde el primer momento
hubo indicios desfavorables en lo referente a la situación de los
judíos. En noviembre de 1918, mientras las poblaciones de Polonia ce-
lebraban con entusiasmo la declaración de la independencia de su
patria, se realizaron en los barrios de judíos ataques sangrientos con
el pretexto de vengarse de ellos por su posición neutral en la lucha
entre polacos y ucranianos en la Galitzia oriental. Durante la guerra
con los bolcheviques irrumpieron soldados y hordas de polacos en
Vilna una vez que el ejército rojo hubo abandonado la ciudad, y
fusilaron a varios judíos alegando que simpatizaban con el enemigo.
En esta matanza cayó el joven escritor en idisch Abramovich (abril de
1919). En Oinsk, los soldados polacos mataron a treinta y cinco sio-
nistas que se hallaban en reunión, y a quienes no era posible
sospechar de bolcheviques. Después de la retirada del ejército rojo de
la zona de Varsovia (agosto de 1919) las autoridades polacas persi-
guieron con ensañamiento a los judíos de las ciudades que habían
estado durante un tiempo ocupadas por el ejército ruso, esgrimiendo
nuevamente el pretexto de la traición a la patria. Los soldados del
ejército del general Haller vejaban a los judíos en toda oportunidad
en las ciudades; en los trenes cortaban las barbas de los judíos orto -
doxos y arrojaban a los viajeros de los vagones. El presidente
Pilsudski1, creador de las legiones libertarias, no se conmovió ante
estos abusos de su gente, ni prestó atención a las protestas de los
diputados judíos en el Parlamento. La ambición de la joven repúbli -
ca sólo se vió saciada con la paz de Riga (marzo de 1921), que acor-
daba a Polonia un sector considerable de la Rusia Blanca, Volinia y
Lituania. A la nueva Polonia se incorporó un tercio de la población
judía de la Rusia zarista, que junto con los judíos de Galitzia y de
1- Pilsudski, Jozef.(1867-1935): Se destacó siendo estudiante por sus ideas socialistas. Durante la Primera
Guerra Mundial figuró frente a una legión de polacos, auxiliar de los ejércitos austro-alemanes. En 1919
fue elegido presidente de la república de Polonia, cargo que ocupó hasta 1922.En 1928 fue Ministro de
Guerra, y en el año 1930 se encargó de la presidencia del gobierno. En la nueva Constitución que se pro -
mulgó durante su gobierno se le concedieron poderes extraordinarios al presidente.
179
Posen hacían de Polonia un centro de tres millones de judíos. Esto la
colocaba en situación de convertir en igualdad concreta los derechos
igualitarios impresos en el papel.”
Bajo la presión de los países aliados Polonia debió adoptar los siguientes
criterios respecto a las minorías nacionales:
180
Consigna de trabajo
Reflexiona y contesta:
¿Cuáles eran los derechos y obligaciones que tenían los judíos en el
nuevo Estado polaco?
“Nadie dirá que la crisis actual que trajo a los judíos de Polonia al
borde de un holocausto es sólo el resultado de la política impositiva,
implementada por el gobierno con el apoyo del Seim; sin embargo no
cabe ninguna duda y todo aquel que investiga objetivamente la
situación económica reconocerá, que esta política aumenta en gran
medida el peligro de una catástrofe económica que amenaza a los
judíos de Polonia. [voz: ¿Sólo a los judíos?] No, no sólo a los judíos,
también a otros sectores de la población polaca. Yo me refiero a los
judíos y me opongo a que el señor se refiera a otros sectores de la
181
población. [voz: Nosotros hablamos de toda la población polaca]. Pero
existe una diferencia entre la situación de los judíos y la de otros sec -
tores de la población. El desastre económico de los judíos polacos se ve
más amenazante, se nota más, y lo peor de todo es que nosotros no
encontramos una salida a tal situación. Y la mayor desgracia es que
no sentimos que los sectores influyentes que detentan el poder presten
atención al problema y deseen hacer algo para mejorar la suerte de
los judíos; al contrario: todo lo que hacen está dirigido aparente -
mente a incrementar su desazón.
Permítanme Señores, intentar analizar brevemente la situación
económica de los judíos. En comparación con lo que pasaba en
Polonia Central antes de la guerra, su situación empeoró conside-
rablemente. Es un hecho que los judíos de Polonia Central y Oriental
(menos en la oriental que en la central) solían enviar su producción y
mercancías que pasaban del oeste por Polonia hacia el gran mercado
ruso. Este mercado se perdió y este hecho produjo un empobrecimien -
to y la desaparición de las fuentes de trabajo. La solución adoptada
por el gobierno es la de buscar y conquistar nuevos mercados. El pro -
ceso lento y trabajoso no le ha reportado a los judíos, por ahora,
ningún beneficio.
Los impuestos que pagamos no vuelven a nosotros en forma de
salarios para los empleados, y ni siquiera en forma de préstamos, lo
que apoyaría a las instituciones de auto-ayuda que existen y se desa-
rrollan, en general, con la colaboración de los judíos de otras partes
del mundo, especialmente Estados Unidos, no sólo que no reciben
ningún tipo de apoyo, al contrario: enfrentan a cada paso obstáculos
y no pueden facilitar la suerte de los judíos...
Vemos que la legislación vigente no intenta mejorar la situación, por
ejemplo apoyando a los que buscan nuevos rumbos; todo lo con -
trario...La exigencia de certificados de conocimientos exigidos a los
artesanos provocará que miles de éstos no puedan mantenerse con su
trabajo. Estamos seguros que la ley no llegará a tal extremo.
Seguramente se encontrará la forma que los artesanos mayores
puedan continuar con su actual trabajo y no se les robará el sustento
al final de la vida...
Miles de artesanos ancianos podrán continuar con su trabajo; no se
los examinará pero no se les dará el certificado de conocimientos. No
podrán enseñarles a los jóvenes, no podrán recibir alumnos, no ten -
drán aprendices. La consecuencia: la artesanía no podrá desarro -
llarse entre los jóvenes de esta manera [voz: escuelas]. Ya llego al
tema. A esto quiero referirme.
En las escuelas profesionales públicas no existen restricciones, pero
la situación es tal que los judíos no pueden poner el pie en ellas,
excepto en las de Galitzia que se siguen manejando con los reglamen -
tos del poder austríaco. Ustedes preguntarán ¿por qué? Porque las
relaciones entre los alumnos son muy malas; porque se ensañan con
los judíos, y hay, en general, muchas razones que provocan esta
situación.
Reitero que no hay restricciones para el ingreso de los judíos a estas
escuelas, pero de hecho casi no hay judíos allí. [voz: no quieren]. No
porque no quieren, sino porque no pueden, pues es un hecho que se los
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presiona para que no aprendan un oficio. [voz: no está tan mal]. Esto
no es una respuesta. Digan que no es cierto, traigan libros [voz: ¿y en
la pequeña Polonia?] Ya lo dije: en la pequeña Polonia todavía rige el
estilo austríaco, cuando había igualdad, y las relaciones eran más o
menos normales. Ahora, las relaciones cambian para mal también
allí, y se están pareciendo a las que existen aquí en la ex Polonia
[voz: ¿en qué escuelas?]
Existen escuelas profesionales privadas para los judíos, solventadas
sólo por judíos con fondos de la comunidad, donaciones judías y
apoyo del exterior. Todo esto no alcanza. Estas escuelas se encuentran
con obstáculos judiciales, por ejemplo, para recibir el permiso de las
autoridades. El Señor Iarninski, Jefe del Departamento de Educación
Profesional, lleva una clara política que impide el desarrollo de la
educación técnica entre los judíos negando el ingreso de los jóvenes a
las escuelas técnicas. Para conseguir tal objetivo hace uso de argu -
mentos y artimañas variadas. La Asociación Ort, que se ocupa de este
asunto, publicó un folleto en polaco que se ocupa de este tema, donde
podrán leer las epopeyas de diversas escuelas técnicas. Año tras año
tratan sus fundadores de conseguir un permiso para abrirlas y no lo
reciben. Así es como se ponen obstáculos a los esfuerzos judíos para
aprender un oficio por una vía que antes existía para ellos. Si esta
situación no tendiese a mejorar, no hay duda que dentro de veinte
años el número de artesanos judíos se reducirá aún más.”
ORT
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esta nueva coyuntura, Ort acuñó un lema: “ayuda por medio del trabajo”.
Este lema sirvió de orientación a su quehacer: creó talleres para dar
empleo a parte de la mano de obra desocupada, una cooperativa de pro -
ducción y una bolsa de trabajo para aliviar las penurias de los necesita -
dos.
La magnitud de los cambios políticos y sociales acaecidos como conse -
cuencia de la Primera Guerra Mundial, llevaron a un replanteo total de
los objetivos y la estructura de la institución.
Se decidió convertir a Ort en una organización internacional. Así es como
en el transcurso de una conferencia en la que participaron delegados de
Polonia, Lituania, Alemania, Francia y Letonia, se fundó en Berlín, en
agosto de 1921, la Unión Mundial Ort. Sus oficinas permanecieron en esta
ciudad hasta 1933”...
Dubnow relata las dificultades especiales que debieron enfrentar los profe-
sionales judíos:
184
les de comerciantes, artesanos y obreros, y otras organizaciones,
dieron a la población judía la posibilidad de afianzar su posición
frente a la opresión gubernamental.”
Consigna de trabajo
Reflexiona y contesta:
¿Cómo se expresó el antisemitismo económico, cultural y político en
Polonia?