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M O D U L O

El pueblo de Israel como minoría


nacional en Europa Oriental y Central

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL


38
Antecedentes y causas
El equilibrio de poder establecido en 1818 por Austria, Prusia, Rusia, Francia
y Gran Bretaña se mantuvo hasta el año 1900. La paz armada fue interrumpi-
da en varias ocasiones por la guerra de Crimea de 1854 a 1856, la franco-pru-
siana de 1870 a 1871 y la ruso-turca de 1878 a 1879. Gran Bretaña, que era uno
de los países más ricos del mundo, regulaba las relaciones internacionales por
medio de su poderío económico y naval.
Londres era el “centro de la economía mundial”. Su mercado monetario era
el más amplio y barato del mundo. La libra esterlina era la moneda tomada
como valor de referencia para todas las transacciones internacionales. Gran
Bretaña fijaba los precios de muchos productos. Por medio de su poderío naval
dominaba las rutas marítimas, asegurándose un rápido y libre acceso a sus
fuentes de importaciones y a sus mercados extranjeros. Era la dueña de la ruta
del Mediterráneo y de la India gracias a sus posesiones de Gibraltar, Malta,
Chipre, Suez y Aden. El cincuenta por ciento de los países fuera de Europa
dependían de ella. A pesar de los esfuerzos de los demás países industriales
para liberarse de su hegemonía, todos dependían de su mediación para con-
quistar nuevos mercados para sus productos.
Su política estaba orientada a mantener:

* el poderío de su imperio,
* abiertas las rutas marítimas para sus fuentes de importaciones y
sus mercados extranjeros, y
* el equilibrio entre las naciones del continente europeo, de mane-
ra que ninguna de ellas llegara a ser lo suficientemente fuerte
como para atacarla o limitar su poderío.

A partir del año 1900 la estabilidad monetaria, la fácil circulación de capi-


tales y hombres, la multiplicación de los medios de transporte y la expansión
económica de Francia, Alemania, Bélgica y otros países de Europa se vieron
amenazados por:

159
* la creciente anarquía de las relaciones internacionales,
* las rivalidades de los imperialismos que buscaban por todos los
medios posibles expandirse para asegurarse materias primas y mer-
cados para sus productos,
* la dependencia de los países más pobres de los más poderosos,
* los nacionalismos, y
* la competencia armamentista.

Europa en el año 1900

El desmembramiento del otrora poderoso Imperio Otomano com-


plicó aún más la precaria “paz armada” europea.
Desde el año 1829 los turcos fueron perdiendo territorios. En 1908 Austria
anexó las provincias de Bosnia y Herzegovina que, según el Tratado de Berlín,
sólo podía administrar; y en 1911-1912 Italia libró una guerra contra Turquía
por la conquista de Trípoli. Entre los años 1911-1913 Turquía perdió su última
provincia africana y casi todas sus posesiones europeas excepto Constantinopla,
y los árabes de Siria y Mesopotamia se rebelaron contra su autoridad. El movi-
miento nacionalista de los Jóvenes Turcos surgió en reacción a las crecientes
dificultades políticas y económicas del país. Muchos de los hombres de este
movimiento nacionalista, educados en las universidades de Inglaterra y
Francia, creían que la introducción en Turquía de las concepciones occidentales
sobre la ciencia, el patriotismo y la democracia produciría un cambio favorable
para el país. Apoyados por las poblaciones rurales del Asia Menor ocuparon el
poder, proponiéndose la modernización del Imperio y el restablecimiento de la
antigua dominación turca en los pueblos del Cáucaso, el Turquestán Occidental
y Persia.
Gran Bretaña, Alemania y Rusia seguían atentamente los vaivenes políti-
cos de Turquía, acechándose mutuamente.

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El Desmembramiento Del Imperio Otomano

El Imperio Austro-Húngaro no se equiparaba en su poderío a los países


poderosos de Europa. Estaba presionado por las diferentes nacionalidades que
lo componían. Los patriotas deseaban incrementar su control sobre Trieste y
otros lugares de la costa Adriática habitada por italianos que, por su parte,
esperaban ansiosos poder integrarse a Italia. El Imperio tenía serias dificul-
tades para controlar los territorios que administraba en la Península
Balcánica.

Alemania, que llegó tarde al proceso de industrialización, logró, a partir


de fines del siglo XIX, aventajar a otros países europeos. La asunción al trono
del kaiser Guillermo II (1859-1941), quien gobernó entre los años 1888 y
1918, significó un cambio en la política del país que hasta ese momento había
sido liderado por Otto von Bismarck. Este se vio obligado a renunciar por sus
diferencias con la política militarista y expansionista que emprendió el kaiser,
quien contaba con el apoyo de capitalistas y nacionalistas para construir un
ferrocarril de Berlín a Bagdad, lo que le facilitaría su control sobre el Imperio
Otomano.
En el plano interno el kaiser desarrolló políticas tendientes a la protección
de la industria local, al respaldo a los bancos, al impulso a la educación y a la
investigación, que sentaron las bases del desarrollo industrial en áreas como
la metalurgia, la química y la electricidad, en las que superó a Francia e
Inglaterra. En el comercio y la industria naviera comenzó a competir con Gran
Bretaña.

161
Francia se encontraba aislada desde el año 1882 ante el avance alemán.
Sus alianzas con Austria y Rusia (con ésta última la alianza duró hasta 1890)
se fueron anulando por intereses contrapuestos. La alianza con Italia se anuló
en el año 1882 porque Francia había anexado a Túnez a su territorio en el año
1881, y Gran Bretaña mantenía una política de “espléndido aislamiento” que le
permitía mantener su hegemonía económica despreocupándose de los proble-
mas franceses. Francia deseaba:

• detener o al menos equilibrar el creciente poderío de los alemanes y sus ali-


ados,
• recobrar Alsacia y Lorena (perdidas en la guerra franco-prusiana) con el
objeto de utilizar el hierro que abundaba en la región, que le permitiría
aprovechar un descubrimiento de la época para transformar hierro en
acero, y
• anexar Marruecos a su Imperio Africano, lo que le abriría el acceso a los ricos
depósitos minerales del país asegurándose, al mismo tiempo, con una impor-
tante reserva de tropas.

La caída de Bismarck en el año 1890 significó el fin del sistema de alian-


zas que él había contribuido a establecer. Gran Bretaña abandonó su ais-
lamiento y, con el objeto de aislar a Alemania, concertó un acuerdo con Francia
y con Rusia. Esta, a su vez, canceló un acuerdo previo de ayuda mutua que
había mantenido con Alemania, Austria e Italia.

Italia era, a comienzos del siglo XX, un país pobre y desde el punto de vista
político sus instituciones democráticas no estaban consolidadas aún. La unifi-
cación italiana había provocado un enfrentamiento entre el nuevo Estado y la
Iglesia, por lo que una parte importante de la población, compuesta en un 95%
de católicos, se abstenía de participar en las elecciones. Esperaba afianzarse
política y económicamente recobrando territorios que consideraba propios y
que estaban, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, en poder de Austria y
Turquía.

Rusia1 continuaba con sus problemas políticos irresueltos después de la


revolución del año 1905. Ni los campesinos, ni los obreros, ni tampoco la bur-
guesía liberal habían encontrado respuesta a sus demandas de liberaliza-ción
del país, por lo que la situación política y social seguían siendo altamente con-
flictivos.
La economía del país, basada en la agricultura que se explotaba al estilo
medieval, no permitía mejorar las precarias condiciones de vida de los
campesinos, y la industria estaba escasamente desarrollada. Para intentar
ponerse a la par de las potencias desarrolladas de la época, y ante la debilidad
de los capitales privados locales, el gobierno del zar implementó una política
económica intervencionista y tendiente a atraer capitales extranjeros. Esto
convirtió a Rusia en un país dependiente económicamente de Francia, Gran
Bretaña, Alemania y Bélgica.

1- Ver módulo 36
162
Para mejorar su situación Rusia ambicionaba obtener el control del Bósforo
y los Dardanelos para:

• evitar que su flota quedase encerrada en el Mar Negro en el caso de una posi-
ble guerra con Turquía;
• acceder al Mar Mediterráneo, al Golfo Pérsico y al Océano Indico,
• convertir a Persia en un protectorado ruso,
• tener mejores salidas al Pacífico,
• extender su control a Manchuria, y
• alcanzar su aspiración a ser la guía y protectora de los pueblos eslavos de
Europa Oriental, incluyendo a los que se encontraban bajo la autoridad aus-
tro-húngara.
El avance económico alemán y sus planes para construir la línea férrea
Berlín-Bagdad se convirtieron en el mayor obstáculo para la consecución de los
objetivos rusos.

Los nacionalismos
Los sentimientos nacionalistas condicionaron fuertemente las relaciones
internacionales de fines del siglo XIX y de vísperas de la Primera Guerra
Mundial. Los nacionalistas serbios luchaban desde principios del siglo XX para
convertir a Serbia1 en la Gran Serbia, que abarcaría a las provincias turcas
de Bosnia y Herzegovina, y a las provincias meridionales de Austria-Hungría,
donde se encontraban los croatas y eslovenos a los que consideraban
pertenecientes a su misma raza y cultura.
Cuando Austria anexó a Bosnia y Herzegovina en el año 1908, la lucha de
los serbios se concentró contra los Habsburgo. Los nacionalistas serbios se dedi-
caron a estimular el descontento entre los súbditos eslavos de Austria con la
esperanza de separarlos de ella y anexar a Serbia los territorios que habitaban.
Rusia, que era el país eslavo más poderoso, asumió el rol de guía y protec-
tora de los eslavos sin tener en cuenta el país al que pertenecían, en nombre del
paneslavismo, es decir, según la teoría que todos los eslavos son una gran
familia. Se comprometió a intervenir en todo conflicto que involucrara a
cualquier país eslavo, estimulando y apoyando a polacos, búlgaros, montene-
grinos y demás nacionalidades a sublevarse contra el dominio austro-húngaro,
prometiéndoles su guía, ayuda y protección. Interfirieron en los asuntos inter-
nos de todos esos países tratando de atraerlos a la órbita zarista.
El movimiento pangermano, que se había fundado alrededor del año
1895, había adoptado las ideas que Fichte y otros nacionalistas alemanes
habían desarrollado durante más de un siglo. Abogaban por la expansión de
Alemania en nombre de la superioridad de la raza nórdica, considerando que

1- Serbia: Este país era, a principios de la era cristiana, parte del Imperio Romano. La rama croata fue gobernada por
banes (líderes aristocráticos), hasta su anexión a Hungría; los serbios lo fueron por una serie de caudillos hasta el tiem -
po de Esteban Nemania (1159-1195), que fundó una dinastía que gobernó hasta 1459, cuando fue anexada a Turquía
por Solimán el Magnífico (1520-1566). Los serbios permanecieron bajo el Imperio Otomano durante tres siglos y medio
hasta que, en 1804, Kara-George sublevó al país contra sus opresores y obligó a Turquía a reconocerlo como príncipe
de Serbia.
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las fronteras del imperio debían incluir a Dinamarca, los Países Bajos,
Luxemburgo, Suiza, Austria y Polonia hasta Varsovia. Algunos de los líderes
del movimiento deseaban extender su dominio a los Balcanes y el oeste de Asia.
Los nacionalistas franceses centraban su acción en una campaña para
recuperar los territorios perdidos a manos de Alemania en la guerra franco-
prusiana y en la expansión de sus colonias de Africa y Asia.

La carrera armamentista
La inexistencia de un organismo internacional que acordara políticas ten-
dientes a equilibrar las necesidades y las ambiciones de los diferentes países
desembocó en una competencia armamentista. Las potencias basaron su
seguridad y prosperidad en un militarismo acentuado. Esto incrementó los gas-
tos militares, convirtiéndolos en una pesada carga para los pueblos.
Muchos políticos vislumbraron los peligros inherentes a la carrera arma-
mentista, pero la mayoría de militares y filósofos se mostraron partidarios del
militarismo. El filósofo francés Ernesto Renán justificaba a la guerra como “el
aguijón que impide que el país se duerma”. El mariscal de campo von Moltke, y
Heinrich von Treichke consideraban que la guerra era uno de los elementos
divinos del universo y una “terrible medicina” para la raza humana.

Sistemas de alianzas
A partir de la década del setenta se pactaron diferentes alianzas de defen-
sa y ayuda mutua entre los países europeos, para lograr sus objetivos
nacionales e imperialistas.
Para el año 1907 las grandes potencias de Europa habían conformado dos
bloques con intereses opuestos: la Triple Entente constituida por Francia,
Gran Bretaña y Rusia, y la Triple Alianza, por Alemania, Austria e Italia.
Este sistema resultó ser muy endeble porque no logró aminorar las disputas
internas entre los países. Los conflictos eran tan numerosos que los miembros
de las alianzas no podían estar seguros acerca de dónde estarían sus contrarios
en caso de una amenaza de guerra.

Crisis Internacionales
Entre 1905 y 1913 hubo varias crisis internacionales que hicieron peligrar
la paz de Europa. En 1905, 1908 y 1911 Alemania y Francia estuvieron al borde
de la guerra porque ambas ambicionaban el control de Marruecos, rica en min-
erales y oportunidades comerciales.
Una crisis muy importante se produjo cuando Austria anexó las provincias
de Bosnia y Herzegovina el 5 de octubre de 1908, violando el Tratado de Berlín
de 1878 según el cual estas dos provincias pertenecerían a Turquía y

164
estarían bajo la fiscalización administrativa austríaca. Como ya
habíamos señalado, los patriotas serbios deseaban anexar esos territorios a
Serbia y duplicar de esta manera la extensión del país, y ubicarse a una dis-
tancia segura del Adriático. La actitud austríaca provocó la inmediata reacción
de los serbios, que pidieron ayuda a Rusia. El zar amenazó con iniciar una gue-
rra contra Austria pero, ante la solidarización de Alemania con Austria, Rusia,
que estaba debilitada y endeudada por su guerra con el Japón, le pidió a los ser-
bios esperar un momento más favorable para la acción.
Otro momento altamente conflictivo en la región fue el año 1912. Rusia se
unió con Serbia, Bulgaria, Montenegro y Grecia, para conquistar la provincia
turca de Macedonia. En menos de doce meses de lucha fue destrozada la
resistencia turca. Serbia contaba con que parte de la provincia conquistada
pasaría a ser parte de su territorio tal como se lo habían prometido sus aliadas
antes de comenzar las hostilidades. Pero Austria, temerosa de incrementar el
poderío de Serbia, intervino en la Conferencia de Paz y consiguió el estable-
cimiento de Albania como un estado independiente desbaratando los deseos de
Serbia . Este hecho contribuyó a incrementar la agitación antiaustríaca en
Serbia y en la vecina Bosnia.

Europa en la época de la
Primera Guerra Mundial. 1914

165
Consigna de trabajo
1. Completa la tabla que hallarás a continuación.
Países Objetivos Nacionales Alianzas

2. Teniendo en cuenta el mapa y las alianzas existentes entre los países


europeos, reflexiona y contesta:
¿Cuáles eran las consecuencias políticas previsibles?

Estallido de la Guerra
El 28 de junio de 1914 fue asesinado el futuro emperador austríaco, el
archiduque Francisco Fernando, durante su visita a Sarajevo, la capital de
Bosnia. El asesinato fue perpetrado por nacionalistas serbios y bosnios que pre-
tendían, por este medio, desbaratar el plan del archiduque austríaco que con-
sistía en

“convertir a la monarquía doble en monarquía triple. Además de la


Austria Germana y la Hungría magiar1, ya prácticamente autónomos,
iba a haber una tercera unidad semiindependiente compuesta por los
eslavos.”

Ibídem. Pág.817

Austria responsabilizó a Serbia del asesinato del archiduque, marcando el


inicio de un rápido deterioro de las relaciones entre los países europeos, que
finalmente desencadenaron la Primera Guerra Mundial.

1- magiar: pueblo de idioma afín al Finlandés, que habita en Hungría y Transilvania.

166
El final de la guerra
A comienzos del año 1918 los alemanes seguían manteniendo práctica-
mente intacto su poderío militar. Firmaron los Tratados de Brest Litovsk y
Bucarest, con Rusia y Rumania respectivamente. Según el primero, los
rusos debían abandonar su control sobre Estonia, Letonia y Lituania y la
Polonia Rusa, reconocer la independencia de Finlandia y Ucrania, y pagarles
una indemnización de un millón y medio de dólares a los alemanes. El Tratado
de Bucarest le fue impuesto a Rumania en febrero de 1918. Estipulaba la cesión
de territorios a Bulgaria y Hungría, y le daba a Alemania el control sobre el
Danubio, los ferrocarriles y los campos de petróleo.
Al final del verano de 1918 británicos, franceses y norteamericanos
iniciaron una gran ofensiva asestando golpes demoledores a los bata-
llones alemanes, que se vieron obligados a retroceder hasta la frontera
de Bélgica. A principios de octubre el príncipe liberal Maximiliano de Baden
se dirigió al presidente de los Estados Unidos Tomas Woodrow Wilson (1856-
1952) con el fin de arreglar una paz basada en los Catorce Puntos. El
Presidente no aceptó: exigía la renuncia del káiser. Los aliados que todavía le
quedaban a Alemania se encontraban al borde del de-rrumbe. Turquía se rindió
a fines de octubre; las revueltas de los eslavos resquebrajaron el imperio de los
Habsburgo; la ofensiva austríaca contra Italia no sólo había fracasado, sino que
alentó a los italianos a lanzar una contraofensiva que costó a Austria la pérdi-
da de la ciudad de Trieste y trescientos mil prisioneros. El sucesor de Francisco
José en el año 1916, el emperador Carlos IV (1887-1922), firmó el 3 de noviem-
bre un armisticio que puso a Austria fuera de la guerra. Alemania continuó la
lucha sola. Su poderío militar estaba casi intacto pero la moral de sus tropas
había decaído notablemente. El bloqueo aliado causó tal grado de escasez de ali-
mentos que la población moría de hambre. En diferentes lugares del país
surgieron revoluciones exigiendo un cambio de gobierno que permitiese termi-
nar la guerra de la forma menos humillante posible. El 8 de noviembre se
proclamó la República de Baviera, y la revolución se extendió por toda
Alemania. En Berlín se promulgó un decreto anunciando la abdicación del
kaiser, y un consejo provisional encabezado por Federico Ebert jefe de los socia-
listas en el Reichstag1, se hizo cargo del gobierno. Obligados por Fernando
Foch (1851-1929)2, generalísimo y héroe de los ejércitos aliados, debieron
comenzar inmediatamente las negociaciones para la firma de un armisticio.
Alemania firmó en disconformidad el 11 de noviembre a las cinco de la mañana,
consciente del enorme poderío militar que todavía conservaba. Dos delegados se
reunieron con el mariscal en el bosque de Compiègne y firmaron los documen-
tos que daban por terminada la guerra. Las tropas recibieron la orden de “cese
el fuego” seis horas más tarde. Los Tratados de Brest-Litovsk y Bucarest
que Alemania había firmado con Rusia y Rumania, se anularon. En
París, Londres y Roma millares de personas festejaron la paz. El cálculo de los
participantes, muertos y heridos en la guerra fue aterrador. Más de sesenta y

1- Reichstag: parlamento del Imperio Alemán.


2- Foch, Fernando: mariscal de Francia que se distinguió en la Primera Guerra Mundial. Generalísimo de
los ejércitos aliados.

167
cinco millones de personas participaron en las campañas militares. Hubo más
de ocho millones de muertos en los campos de batalla. Los heridos, inválidos y
desaparecidos llegaron a sumar treinta y siete millones de personas. El
Presidente Wilson declaró que esta guerra debía “terminar con todas las
guerras”.
Entre 1919 y 1920 se realizaron varias conferencias tendientes a
establecer un nuevo orden en el mundo.
El proceso hacia la paz fue sumamente conflictivo. Los aliados tenían
grandes diferencias acerca del castigo que se le debía imponer a Alemania y sus
aliadas. La mayor parte de los franceses deseaban debilitar a Alemania, lo que
significaba desarmarla, privarla de su integridad territorial e incluso de su
unidad, ocuparla militarmente, quitarle su dinero y rodearla de poderosos ene-
migos. El Presidente Wilson se oponía a humillar a Alemania porque una
Alemania totalmente aplastada podía lanzar a los futuros dirigentes del país a
una guerra para modificar esta situación. David Lloyd George hizo su campaña
para las elecciones de 1918 con el lema “Cuelguen al kaiser”, y uno de sus par-
tidarios exigía: “¡Estrujen al limón alemán hasta que las semillas rechinen!”
(McNall Burns, . Civilizaciones de Occidente. Tomo II.pag.829)

En la Conferencia de París; que se reunió oficialmente entre enero y


junio de 1919, se firmó el Tratado de Versalles. Fue elaborado por los llama-
dos Tres Grandes: Wilson, presidente de los Estados Unidos, Lloyd
George , Primer Ministro de Gran Bretaña y Clemençeau, jefe del
gobierno francés. La concepción que predominó en los diferentes tratados que
se firmaron fue que la guerra había sido una cruzada del Bien contra el Mal.

El Concejo de los Cuatro

Divisiones alemanas dirigiéndose


hacia el frente Somme

168
El Tratado de Versalles
El Tratado se firmó en la Galería de los Espejos del Palacio de Versalles, en
el mismo lugar donde Bismarck había proclamado el Imperio Alemán en 1871.
La ceremonia se realizó el 28 de junio de 1919, cinco años después del fatal inci-
dente de Sarajevo. Los tratados anexos que afectaban a otras potencias lleva-
ban los nombres de los palacios cercanos a París donde tuvieron lugar las
respectivas reuniones: en Saint-Germain- Laye se firmó el de Austria y la
Entente (10 de septiembre de 1919), en Neuilly, el de Bulgaria (27 de
noviembre de 1919); en Trianon, el de Hungría (4 de junio de 1920), y en
Sèvres, el Tratado Provisional de Turquía (10 de agosto de 1920).

“Se exigía de Alemania que entregase Alsacia y Lorena a Francia, el


norte de Schleswig a Dinamarca, y la mayor parte de Posen y la
Prusia occidental a Polonia. Debía ceder a Francia las minas de car -
bón de la cuenca del Sarre, para que este país las explotase durante
quince años. Al culminar ese plazo, el gobierno alemán tendría el
privilegio de volver a comprarlas. El territorio del Sarre sería admi-
nistrado por la Liga de Naciones hasta 1935, fecha en que se
realizaría un plebiscito para decidir si continuaría bajo la adminis -
tración de la Liga de Naciones, volvería al poder de Alemania o sería
concedido a Francia. La provincia de Prusia oriental quedó separa -
da del resto del territorio alemán, y el puerto de Danzig, casi por com -
pleto alemán, fue sometido a la fiscalización política de la Liga de
Naciones y al dominio económico de Polonia. Y, desde luego, fue desar -
mada. Entregó todos sus submarinos y su armada de superficie, con
excepción de seis acorazados pequeños, seis cruceros ligeros, seis
destructores y doce torpederos. Se le prohibió la posesión de aviones
militares o navales, y se limitó su ejército a cien mil oficiales1 y sol -
dados cuyo alistamiento sería voluntario. Para asegurarse de que no
volvería a atacar a Francia ni a Bélgica, se le prohibió mantener sol -
dados y fortificaciones en el valle del Rin. Por último, se respon-sabi -
lizó a Alemania y sus aliados de todas las pérdidas y daños sufridos
por los gobiernos de la Entente y sus ciudadanos “como consecuencia
de la guerra impuesta por la agresión de Alemania y sus aliados”.
Esta fue la estipulación del tratado llamado “de culpabilidad por la
guerra” (artículo 231), pero sirvió también de base para las repara -
ciones alemanas.”
El problema de determinar la suma total que debía pagar Alemania
quedó a cargo de una Comisión de Reparaciones designada por los
gobiernos aliados. Esa comisión presentó su informe en 1921: fijaba
las reparaciones en la enorme suma de treinta y tres mil millones de
dólares.”

McNall Burns, E. Civilizaciones de Occidente. Tomo II. Pág.832

1- En una clase se enrolaban aproximadamente 1,500,000 soldados.

169
En el Convenio con Austria, Tratado de Saint-Germain, firmado en
1919, se obligaba a Austria a reconocer la independencia de Hungría,
Checoslovaquia, Yugoslavia y Polonia, y a cederles grandes exten-
siones de su territorio. A Italia debía entregarle la zona de Trieste, el
sur del Tirol y la península de Istria. La población de los territorios cedidos
era predominantemente alemana. Austria quedó como un pequeño estado sin
salida al mar, con un tercio de su población concentrada en Viena y sus cer-
canías.
Con Bulgaria y Hungría se firmó el Tratado de Neuilly y del Trianon.
Bulgaria renunció a casi todo su territorio, pasando partes del mismo a
Rumania, Macedonia Occidental, Yugoslavia y Grecia. Hungría que se había
transformado en un estado independiente, debió firmar el Tratado del Trianon.
Por el mismo cedía Eslovaquia a Checoslovaquia, Transilvania a Rumania y
Croacia-Eslavonia a Yugoslavia. De esta manera resultaba que en Transilvania
más de la mitad de la población era húngara, en la región de Eslovaquia vivían
no sólo eslovacos, sino también un millón de magiares y medio millón de
rutenos1.

Cedido por Alemania

Sarre bajo el control de la Liga de


Naciones. 1919-1935

Renania, desmilitarizada. 1919-1936

Austria-Hungría hasta 1918.

Zonas de pebiscitos.

Antiguos territorios de la
Rusia Imperial

1- ruteno:de Rutenia. Pueblo eslavo.

170
El acuerdo con Turquía, el Tratado de Sevres y Lausana, se firmó en
agosto de 1920. Armenia debía organizarse como una república cristiana; se
cedía a Grecia la mayor parte de Turquía europea; Eretz Israel y la
Mesopotamia quedaban bajo Mandato Británico, y Siria bajo el de Francia; la
Anatolia meridional fue separada de
la zona de influencia de Italia. El
sultán aceptó este tratado que dejaba
al Imperio Otomano sólo con Constan-
tinopla y las zonas septentrional y
central del Asia Menor. El gobierno
turco, constituido por los nacionalistas
turcos en Angora bajo la dirección de
Mustafá Kemal (más tarde llamado
Atartuk), decidió impedir que se lleva-
ra a la práctica el tratado. Borraron
del mapa a la República Armenia,
expulsaron a los italianos de Anatolia
Liga de las Naciones - Ginebra - Suiza
y conquistaron la mayor parte del
territorio europeo que se le había cedido a Grecia. En 1922 ocuparon
Constantinopla, derrocaron al sultán y proclamaron la república turca. Los ali-
ados debieron volver a firmar un nuevo tratado con la nueva república. Esto se
realizó en Lausana, Suiza, en 1923.

En 1920, siguiendo los lineamientos del Tratado de Versalles inspirados en


los Catorce Puntos del Presidente Wilson, se creó la Sociedad de las
Naciones. Tenía por finalidad

* asegurar el cumplimiento de los tratados,


* establecer las fronteras de los países,
* supervisar la limitación de los armamentos y
* resolver diplomáticamente los litigios internacionales.

Desde sus comienzos la Sociedad tuvo grandes dificultades para cumplir


con su cometido, por lo que cedió ante las presiones de Japón permitiéndole
quedarse con las anteriores posesiones alemanas en China, aprobó la exclusión
de Alemania y Rusia de la Sociedad, para complacer a los franceses, y fracasó
en solucionar grandes litigios que surgieron entre los países entre las dos gue-
rras, como por ejemplo el del año 1920 cuando no reaccionó contra Polonia
cuando se apoderó de Vilna. En el año 1923 los italianos no aceptaron la inter-
vención de la Asamblea en su litigio con Grecia. En el año 1931 el Japón se
apoderó de Manchuria y la Liga no pudo hacer nada.

171
LOS JUDÍOS DEFINIDOS COMO MINORÍA NACIONAL

Los nuevos Estados creados después de la Primera Guerra Mundial se fun-


daron en el principio de la autodeterminación de los pueblos. Esto signifi-
caba que cada gobierno debía implementar los medios necesarios para que toda
su población gozara de los derechos y deberes cívicos. Después de una cruenta
guerra como la que todos ellos habían sufrido, esto no era sencillo. En el caso
de los nuevos Estados europeos el problema se complejizaba más aún porque
estaban conformados por diversas minorías nacionales. Una minoría nacional
se define como

“la parte de la población de un país, que difiere de la mayoría de la


misma población por la raza, la lengua o la religión.”

Espasa- Calpe pág.7183

Respetar sus derechos significaba que se debía respetar su lengua, cultura


y religión, esperándose de ellos un fiel compromiso con los intereses de toda la
nación. Este objetivo era de difícil realización.

172
Consigna de trabajo

1. Describe los problemas que, a tu criterio, dificultarían la organiza-


ción de los nuevos Estados en base al respeto a las minorías nacionales.
2. Reflexiona y contesta: ¿Cuáles serían los problemas específicos que
tendrían los judíos como minoría nacional en los nuevos Estados?

Shlomó Avineri describe la problemática de la nueva situación:

“El problema se complicó aún más a raíz del hecho de que el mundo
general que se abrió a los judíos en el siglo XIX no fue solamente el
mundo del liberalismo, sino también el del nacionalismo. La sociedad
general, la que había inscrito en su bandera los Derechos del Hombre,
no fue una sociedad universal, indeterminada. Los derechos del hom -
bre estaban incluidos en todos los lugares en un idioma concreto e
histórico. La sociedad general a la cual el judío ingresó, o pretendió
ingresar, era consciente de su pasado histórico, el cual era concebido
en imágenes nacionales. La sociedad ya no estaba dividida mera -
mente en hombres de diversas religiones, sino en hombres de diferen -
tes naciones, y del judío que buscaba la emancipación en tal sociedad
se exigían votos de fidelidad a una sociedad nacional polaca o rusa,
cuyas tradiciones y principios le eran extraños y le resultaban insóli -
tos. Más aún: la propia sociedad gentil estaba a menudo confundida
respecto de la posibilidad de integrar en su seno a estos judíos de ori -
gen y tradición diferentes, que a todas luces eran extraños tanto en el
orden nacional como cultural. El joven judío que estudiaba en el cole -
gio polaco debía identificarse con Pan Tadeusz 1; el que estudiaba en
el colegio alemán recitaba la canción de los Nibelungos, mientras que
el joven judío en Francia tuvo que aprender que sus antepasados
habían sido galos y que desde siempre habían habitado en Galia.
La cuestión se tornó aún más aguda en Europa Oriental donde en el
siglo XIX vivía la mayoría de los judíos del mundo y donde confluían
muchas naciones que bregaban por afirmar su identidad. Los polacos
luchaban por su identidad enfrentando tanto a los alemanes como a
los rusos; los ucranianos descubrían su pasado histórico al pretender
definirse frente a los rusos y los polacos; los húngaros se definían a sí
mismos como magiares entre los austro-alemanes por un lado, los
eslavos del sur y los rumanos y eslovenos por el otro, y con los judíos
en el medio”.

Avineri, Shlomó. El sionismo como revolución.

Entre los años 1918 y 1919, a raíz de la declaración de los Catorce Puntos
del presidente Wilson, la terminación de los combates, la firma de los acuerdos
de cese del fuego y los fundamentos sobre los cuales debían asentarse los

1- Pan Tadeusz: nombre polaco de uno de los doce apóstoles.

173
nuevos Estados, se alimentaron entre los judíos europeos las esperanzas de que
el derecho de autodeterminación nacional regiría también para el
pueblo judío.

Escribe el Profesor Ettinger:

“Las esperanzas se extendieron...entre los millones de judíos de


Europa Oriental y Central, que no sólo creyeron que había llegado el
gran momento en que podrían vivir como iguales en sus países de resi -
dencia, sino que también celebraron como un gran acontecimiento
político el anuncio de la Declaración Balfour 1. Concibieron la espe -
ranza de que ese documento garantizaría el constante crecimiento y
desarrollo del “Hogar Nacional Judío” en Eretz Israel.

Ettinger,Sh. Historia del Pueblo Judío. Tomo III. Pág. 1113

Pensaron también que podrían vivir como iguales en sus países de residen-
cia después de haber luchado en todos los frentes sufriendo la misma suerte que
sus compatriotas. Más de un millón de judíos fueron parte de los ejércitos alia-
dos, y unos quinientos mil en el de los contrarios. El porcentaje de heridos y
muertos fue el mismo que el de los ejércitos que integraron. A pesar del alto
número de víctimas judías fueron sospechados, en la mayoría de los países
beligerantes, de no haber querido participar en la contienda.
En Europa Central y Oriental encararon la organización y la lucha por sus
derechos políticos, que eran cuestionados. En muchas zonas de Austria,
Checoslovaquia, Galitzia oriental y occidental, el distrito de Poznan, Polonia,
Ucrania, Lituania, Bucovina y Transilvania, representantes de los partidos
políticos judíos establecieron los nationalraten (“consejos nacionales”) que
se propusieron:
* asegurar la representación de los intereses judíos ante la Sociedad de las
Naciones y los gobernantes de los nuevos Estados,
* lograr entendimientos con los representantes de las minorías nacionales en
sus países,
* mantener la neutralidad ante los conflictos en las fronteras donde incluso des-
pués de finalizada la guerra se producían choques entre ejércitos de paí-ses
beligerantes. Esto complicaba la difícil situación económica de las comu-
nidades, obligando a sus miembros a emplear a los soldados judíos que
volvían del frente para vigilar la llegada de los suministros y los servicios
esenciales, y
* contribuir al mantenimiento del orden público.

Los programas de los Consejos Judíos de los países de Europa Central eran
semejantes en sus lineamientos generales. Se basaban en la hipótesis de que los

1- Declaración Balfour: Arthur James Balfour, secretario inglés de Asuntos Exteriores, envió el 2 de
noviembre de 1917 a Lord Rotschild, para que fuese entregada a la Federación Sionista de Inglaterra, una
carta en la que declaraba que :”observaba favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar
nacional para el pueblo judío....”
Ettinger. Sh. Historia del Pueblo Judío. Tomo III. Pág.1175

174
Consejos tenían grandes esperanzas en que la Conferencia de Paz de París
atendiese sus peticiones. Los más optimistas presentaron una solicitud para
que le fuese concedida representación al pueblo judío en la Sociedad de las
Naciones.

“A comienzos del año 1919, los diversos intentos de dar satisfacción a


las aspiraciones judías se concentraron principalmente en la activi -
dad diplomática. A París llegaron muchas delegaciones judías; rep -
resentaban al Congreso Judío Norteamericano, a la Alliance Israélite
Universelle, al Joint Foreign Committee del judaísmo inglés, y a los
consejos nacionales de varias regiones de Europa Oriental y Central.
Había asimismo representantes de las comunidades judías de
Crimea, Georgia, Besarabia, Rusia Blanca, Grecia e Italia.
Concurrieron también delegaciones de la Benei Brit, de la
Organización Sionista y de la Asamblea Nacional Judía de Palestina.
La mayor parte de estas delegaciones eran de orientación naciona-
lista y sionista, y presentaban sus demandas bajo ese carácter. La de-
legación de la Alliance Israélite, que se consideraba la anfitriona y la
más importante debido a sus conexiones con las autoridades france -
sas, solicitaría derechos civiles y políticos para los judíos de todos los
países; pero se opuso absolutamente a toda clase de exigencia
nacionalista, aduciendo que exigencias de ese tipo eran contrarias a
los postulados de la emancipación. Tampoco la delegación inglesa
respaldó los principios nacionalistas, pero se declaró dispuesta a apo -
yar las demandas colectivas, como eran el derecho a la educación
judía autónoma y al mantenimiento de instituciones de beneficencia,
así como la observancia del sábado como día de reposo. En la dele -
gación del Congreso Judío Norteamericano tendrían una actuación
muy destacada los representantes del American Jewish Committee—
entre ellos Louis Marshall—, a quienes no entusiasmaba la solicitud
de derechos nacionales. No obstante, la delegación en pleno convino
en presentar un programa conjunto, con el título de «Jewish Bill of
Rights», el cual contenía el derecho a la autonomía nacional en los
campos de la cultura y el bienestar social, la representación propor -
cional de las minorías en los parlamentos nacionales, el reconoci -
miento del sábado como día de descanso, etc. En París, se intentó
establecer un cuerpo colectivo que representase a todas las delega -
ciones judías; la iniciativa fracasaría debido a las diferencias bási -
cas de opinión existentes entre los representantes «orientales» por una
parte, y los de Francia e Inglaterra por otra. A fines de marzo de 1919
se creó el «Comité des délégations juives auprés de la Conference de la
Paix», integrado por todas las representaciones, excepto la Alliance
Israélite y el British Joint Foreign Committee. Presidía este «Comité
des délégations juives» Julian Mack, de la delegación norteamerica -
na, que poco tiempo después sería reemplazado por Louis Marshall.
Pero el alma dinámica del comité, que sería elegido formalmente pre -
sidente en julio de 1919, era Nahum Sokolov1. Se realizaron entonces

1- Nahum Sokolov: Nació en Polonia en el año 1859 y falleció en Londres en el año 1936. Historiador y
periodista. Con Weitzman y Tchlenov luchó para obtener la Declaración Balfour. Fue asimismo Presidente
del Comité Sionista Mundial. Escribió folletos y varias obras, siendo History of Sionism una de las más
importantes.
175
varias tentativas de cooperación con los judíos «orientales», pero la
oposición de los de-legados de la Alliance Israélite a cualquier forma
de derechos nacionales malograría todos los esfuerzos. El «Comité des
délégations juives» siguió existiendo después de terminada la
Conferencia, y actuó como foro para la exposición pública de las
penurias que sufrían los judíos en los nuevos Estados, y para suscitar
el pronunciamiento de la opinión pública en los países occidentales”.

Ibídem. Pág. 1115

Consigna de trabajo

Reflexiona y responde:

¿Qué diferencias puedes señalar entre los derechos que le correspon -


derían a los judíos como minoría nacional, y la emancipación judía?

Oficiales retirados judíos


del ejército imperial.

Según el Profesor
Ettinger es difícil apre-
ciar hasta qué punto
este texto influyó en los
preceptos y las cláusu-
las que contenían los
tratados destinados a preservar los derechos de las minorías, porque aún antes
de iniciarse la conferencia el presidente Wilson y varios de sus consejeros
habían advertido que
era necesario proteger a
aquéllas, particular-
mente las alemanas y
las judías, frente a la
mayoría eslava.

Cocina pública del ghetto


de Viena, durante la
primera guerra mundial

176
“Con el fin de poner en práctica el procedimiento aprobado, el Consejo
Supremo de la Conferencia de Paz designó, el 1º de mayo de 1919, un
comité especial para los nuevos Estados y la protección de las
minorías. Este comité redactó los tratados destinados a ser suscritos
con aquéllos, garantizando en ellos los derechos de las minorías,
incluidas las integradas por judíos. El Tratado con Polonia debía
servir como ejemplo de estas garantías. A pesar de la vehemente oposi -
ción presentada por los nuevos Estados, los tratados incluyeron
cláusulas para la protección de las minorías, al tiempo que derechos
autónomos relativos a la educación y la religión. Pero no señalaban
medidas expresas para la supervisión de su cumplimiento, ni para la
sanción de las violaciones de los mismos. El problema de las minorías
se sometía al control del consejo de la Sociedad de Naciones, y las dis -
crepancias podrían ser transferidas al Tribunal Permanente de
Justicia Internacional de La Haya.”

Ibídem. Pág.1116-1117

La situación de los judíos en los nuevos Estados


Los Catorce Puntos de Wilson que fueron la base del Tratado de Versalles
estaban destinados a preservar la independencia nacional, la coo-
peración entre las naciones y la paz mundial por medio de la Sociedad
de las Naciones. Los pueblos de Europa comprobaron inmediatamente que la
concreción de estos principios era sumamente difícil.
Polonia no estaba conforme con sus límites, y atacó a Rusia que estaba in-
mersa en la guerra civil; Rumania no estaba conforme con las partes de terri-
torio húngaro que se le habían destinado, y atacó a Hungría; los griegos comen-
zaron una guerra contra Turquía por territorios que consideraban suyos; Italia
tenía un conflicto con Yugoslavia y Grecia, Checoslovaquia con Polonia;
Alemania se sentía humillada y enemistada con el resto de Europa. La Liga de
las Naciones logró apaciguar estos conflictos recién a mediados de la década del
veinte. Los conflictos internos de los nuevos Estados resultaron ser más difí-
ciles aún.
Los nuevos Estados independientes se establecieron según el principio de
la autodeterminación; esto se interpretó como el derecho de cada nación a
disponer de su propio Estado soberano. Algunos de los nuevos Estados, por
ejemplo Checoslovaquia y Yugoslavia, eran asociaciones de diferentes pueblos,
y otros, como Polonia, estaban compuestos teóricamente por una sola naciona-
lidad, pero contaban con minorías muy numerosas e influyentes. Los sen-
timientos nacionalistas hacían casi imposible la aplicación del principio.
Los límites de los nuevos Estados tuvieron directa incidencia en los graves
problemas económicos de estos países. Muchos de los límites se trazaron tenien-
do en cuenta a las minorías nacionales que existían en la zona. Se trató de no
separarlas, pero respetar este criterio perdía de vista que la base de sus-
tentación económica de muchos de estos grupos no se basaba en la separación
de las diferentes minorías. A este factor deben sumarse los problemas que se
generan cuando un país debe pasar de una economía de guerra a una de paz,
177
donde se deben insertar los miles de soldados que vuelven de los frentes en el
mundo laboral. Todo esto en el marco de economías devastadas y descapita-
lizadas por la guerra. Los países aliados pensaban reencaminar sus economías
con los fondos provenientes de las indemnizaciones que los alemanes estaban
obligados a pagar. Las dificultades de Alemania para cumplir con los pagos
obligó a los países aliados a depender de la ayuda económica que podía ofrecer-
les Estados Unidos.

Polonia
Polonia, que desde fines del siglo XVIII había sido repartida entre Rusia,
Alemania y el Imperio Austro-Húngaro, se conformó nuevamente con territo-

178
rios que habían permanecido en manos de estos países. Sus límites dejaban a
Alemania dividida en dos partes por el “Corredor Polaco” . Ni Alemania ni
Polonia aceptaron con beneplácito tal situación. Alemania afirmaba que la zona
del Corredor le pertenecía, porque la mayor parte de la población que lo habit-
aba era alemana, y los polacos, por su parte, consideraban que el Corredor
debía ampliarse porque las zonas lindantes habían pertenecido a Polonia.

El historiador Shimón Dubnow, un testigo privilegiado, describe la


situación de los judíos en el marco de estos problemas:

“De los países formados sobre las ruinas del Imperio Ruso y del aus -
trohúngaro, el más grande fué Polonia, con tres millones de judíos,
que constituían el diez por ciento de su población total. Los primeros
años de la República resultaron difíciles. Polonia debió luchar con
Rusia por las zonas fronterizas y detener el avance del ejército rojo,
que llegó casi a las puertas de Varsovia. Desde el primer momento
hubo indicios desfavorables en lo referente a la situación de los
judíos. En noviembre de 1918, mientras las poblaciones de Polonia ce-
lebraban con entusiasmo la declaración de la independencia de su
patria, se realizaron en los barrios de judíos ataques sangrientos con
el pretexto de vengarse de ellos por su posición neutral en la lucha
entre polacos y ucranianos en la Galitzia oriental. Durante la guerra
con los bolcheviques irrumpieron soldados y hordas de polacos en
Vilna una vez que el ejército rojo hubo abandonado la ciudad, y
fusilaron a varios judíos alegando que simpatizaban con el enemigo.
En esta matanza cayó el joven escritor en idisch Abramovich (abril de
1919). En Oinsk, los soldados polacos mataron a treinta y cinco sio-
nistas que se hallaban en reunión, y a quienes no era posible
sospechar de bolcheviques. Después de la retirada del ejército rojo de
la zona de Varsovia (agosto de 1919) las autoridades polacas persi-
guieron con ensañamiento a los judíos de las ciudades que habían
estado durante un tiempo ocupadas por el ejército ruso, esgrimiendo
nuevamente el pretexto de la traición a la patria. Los soldados del
ejército del general Haller vejaban a los judíos en toda oportunidad
en las ciudades; en los trenes cortaban las barbas de los judíos orto -
doxos y arrojaban a los viajeros de los vagones. El presidente
Pilsudski1, creador de las legiones libertarias, no se conmovió ante
estos abusos de su gente, ni prestó atención a las protestas de los
diputados judíos en el Parlamento. La ambición de la joven repúbli -
ca sólo se vió saciada con la paz de Riga (marzo de 1921), que acor-
daba a Polonia un sector considerable de la Rusia Blanca, Volinia y
Lituania. A la nueva Polonia se incorporó un tercio de la población
judía de la Rusia zarista, que junto con los judíos de Galitzia y de

1- Pilsudski, Jozef.(1867-1935): Se destacó siendo estudiante por sus ideas socialistas. Durante la Primera
Guerra Mundial figuró frente a una legión de polacos, auxiliar de los ejércitos austro-alemanes. En 1919
fue elegido presidente de la república de Polonia, cargo que ocupó hasta 1922.En 1928 fue Ministro de
Guerra, y en el año 1930 se encargó de la presidencia del gobierno. En la nueva Constitución que se pro -
mulgó durante su gobierno se le concedieron poderes extraordinarios al presidente.

179
Posen hacían de Polonia un centro de tres millones de judíos. Esto la
colocaba en situación de convertir en igualdad concreta los derechos
igualitarios impresos en el papel.”

Dubnow,Shimón. Historia del pueblo judío. Tomo X. Pág. 513-515

Bajo la presión de los países aliados Polonia debió adoptar los siguientes
criterios respecto a las minorías nacionales:

2... Polonia se compromete a proteger plenamente la vida y la libertad


de todos los habitantes, sin diferencias de origen, nacionalidad, raza
o religión.
3... Polonia acepta y declara a todos los alemanes, austríacos, hún -
garos y rusos que se encuentran en su territorio como ciudadanos
polacos...
.....
7...Todos los ciudadanos de Polonia gozarán de igualdad cívica...no
habrá limitaciones para ningún ciudadano polaco en el libre uso de
su idioma, en los asuntos privados, comerciales, religión y prensa.
...
9...Polonia se ocupará de que en las escuelas públicas en las ciudades
y zonas donde hay un alto porcentaje de polacos que hablan otro
idioma, los niños estudien en su idioma de origen...
10...Los consejos educativos de cada lugar, nombrados por las comu -
nidades judías de Polonia, se ocuparán...de la repartición propor -
cional de los fondos destinados a las escuelas judías, de acuerdo al
artículo 9, y a la organización y dirección de estas escuelas. Lo esti -
pulado en el artículo sobre el uso del idioma en las escuelas, también
rige aquí...
11. No se debe obligar a los judíos, a hacer algo que ellos consideren
como una violación del Shabat, y que no se los perjudique porque se
nieguen a aparecer en juzgados estatales o hacer alguna actividad
legal en Shabat. Esta ordenanza no exime a los judíos de las obliga -
ciones a las que están sujetos todos los ciudadanos de Polonia: el ser -
vicio militar, la defensa de la nación y el orden público.
Polonia declara que evitará realizar elecciones generales o munici -
pales en Shabat...
12...Polonia está de acuerdo en que las condiciones de los items ante -
riores, relativos a las minorías raciales, religiosas o idiomáticas, con -
stituirán un compromiso internacional, y su vigencia será puesta
bajo la garantía de la Sociedad de las Naciones...

Mimiljamá lemiljamá. 1918-1945. Ministerio de Educación y Cultura.


Israel. Pág. 6-7, 19. Traducción y adaptación del hebreo.

180
Consigna de trabajo

Reflexiona y contesta:
¿Cuáles eran los derechos y obligaciones que tenían los judíos en el
nuevo Estado polaco?

Las medidas adoptadas por el gobierno de Polonia les garantizaban a los


judíos la igualdad cívica, autonomía en lo educativo y religioso, y posibilidades
para desarrollarse económicamente.
Relata Dubnow:

“La República polaca, albergaba a más de diez millones de pobladores


pertenecientes a otros pueblos —ucranianos, ruso blancos, alemanes y
judíos— sobre una población total de 30 millones; era una típica
“nación de minorías”. Debía servir de modelo a otras en el sentido de
sus obligaciones con respecto a las minorías nacionales. Pero el públi -
co polaco hacía todo lo contrario. El sector de mayor influencia se
agrupó en torno del fanático partido extremista dirigido por
Damovsky, cuyos miembros se hacían llamar “demócratas nacionales”
(endekes). Este partido aun antes de la guerra había inscrito en su
plataforma la lucha contra el judaísmo de Polonia. Esos legatarios de
la judeofobia zarista desempeñaron un papel importante en los
primeros años de la República y acabaron por debilitar la influencia
del liberal Pilsudski, que antes había pertenecido al partido socialis -
ta polaco. Los partidos judíos, que tenían en ambas cámaras del
Parlamento de veinte a cuarenta representantes, lucharon contra
quienes obraban contra la ley de la equiparación; pero los antisemitas
del gobierno central y de los go-biernos locales desarrollaban un plan
contra el cual la lucha era sumamente difícil: reconocían formal -
mente la igualdad de los judíos, pero iban estrechando desde todos los
rumbos el círculo de su vida económica.”

Dubnow, Shimón. Historia del Pueblo Judío. Tomo X. Pág. 514

El diputado I. Grinboim presentó el problema ante el Seim el 3 de febrero


de 1930 en los siguientes términos:

“Nadie dirá que la crisis actual que trajo a los judíos de Polonia al
borde de un holocausto es sólo el resultado de la política impositiva,
implementada por el gobierno con el apoyo del Seim; sin embargo no
cabe ninguna duda y todo aquel que investiga objetivamente la
situación económica reconocerá, que esta política aumenta en gran
medida el peligro de una catástrofe económica que amenaza a los
judíos de Polonia. [voz: ¿Sólo a los judíos?] No, no sólo a los judíos,
también a otros sectores de la población polaca. Yo me refiero a los
judíos y me opongo a que el señor se refiera a otros sectores de la

181
población. [voz: Nosotros hablamos de toda la población polaca]. Pero
existe una diferencia entre la situación de los judíos y la de otros sec -
tores de la población. El desastre económico de los judíos polacos se ve
más amenazante, se nota más, y lo peor de todo es que nosotros no
encontramos una salida a tal situación. Y la mayor desgracia es que
no sentimos que los sectores influyentes que detentan el poder presten
atención al problema y deseen hacer algo para mejorar la suerte de
los judíos; al contrario: todo lo que hacen está dirigido aparente -
mente a incrementar su desazón.
Permítanme Señores, intentar analizar brevemente la situación
económica de los judíos. En comparación con lo que pasaba en
Polonia Central antes de la guerra, su situación empeoró conside-
rablemente. Es un hecho que los judíos de Polonia Central y Oriental
(menos en la oriental que en la central) solían enviar su producción y
mercancías que pasaban del oeste por Polonia hacia el gran mercado
ruso. Este mercado se perdió y este hecho produjo un empobrecimien -
to y la desaparición de las fuentes de trabajo. La solución adoptada
por el gobierno es la de buscar y conquistar nuevos mercados. El pro -
ceso lento y trabajoso no le ha reportado a los judíos, por ahora,
ningún beneficio.
Los impuestos que pagamos no vuelven a nosotros en forma de
salarios para los empleados, y ni siquiera en forma de préstamos, lo
que apoyaría a las instituciones de auto-ayuda que existen y se desa-
rrollan, en general, con la colaboración de los judíos de otras partes
del mundo, especialmente Estados Unidos, no sólo que no reciben
ningún tipo de apoyo, al contrario: enfrentan a cada paso obstáculos
y no pueden facilitar la suerte de los judíos...
Vemos que la legislación vigente no intenta mejorar la situación, por
ejemplo apoyando a los que buscan nuevos rumbos; todo lo con -
trario...La exigencia de certificados de conocimientos exigidos a los
artesanos provocará que miles de éstos no puedan mantenerse con su
trabajo. Estamos seguros que la ley no llegará a tal extremo.
Seguramente se encontrará la forma que los artesanos mayores
puedan continuar con su actual trabajo y no se les robará el sustento
al final de la vida...
Miles de artesanos ancianos podrán continuar con su trabajo; no se
los examinará pero no se les dará el certificado de conocimientos. No
podrán enseñarles a los jóvenes, no podrán recibir alumnos, no ten -
drán aprendices. La consecuencia: la artesanía no podrá desarro -
llarse entre los jóvenes de esta manera [voz: escuelas]. Ya llego al
tema. A esto quiero referirme.
En las escuelas profesionales públicas no existen restricciones, pero
la situación es tal que los judíos no pueden poner el pie en ellas,
excepto en las de Galitzia que se siguen manejando con los reglamen -
tos del poder austríaco. Ustedes preguntarán ¿por qué? Porque las
relaciones entre los alumnos son muy malas; porque se ensañan con
los judíos, y hay, en general, muchas razones que provocan esta
situación.
Reitero que no hay restricciones para el ingreso de los judíos a estas
escuelas, pero de hecho casi no hay judíos allí. [voz: no quieren]. No
porque no quieren, sino porque no pueden, pues es un hecho que se los

182
presiona para que no aprendan un oficio. [voz: no está tan mal]. Esto
no es una respuesta. Digan que no es cierto, traigan libros [voz: ¿y en
la pequeña Polonia?] Ya lo dije: en la pequeña Polonia todavía rige el
estilo austríaco, cuando había igualdad, y las relaciones eran más o
menos normales. Ahora, las relaciones cambian para mal también
allí, y se están pareciendo a las que existen aquí en la ex Polonia
[voz: ¿en qué escuelas?]
Existen escuelas profesionales privadas para los judíos, solventadas
sólo por judíos con fondos de la comunidad, donaciones judías y
apoyo del exterior. Todo esto no alcanza. Estas escuelas se encuentran
con obstáculos judiciales, por ejemplo, para recibir el permiso de las
autoridades. El Señor Iarninski, Jefe del Departamento de Educación
Profesional, lleva una clara política que impide el desarrollo de la
educación técnica entre los judíos negando el ingreso de los jóvenes a
las escuelas técnicas. Para conseguir tal objetivo hace uso de argu -
mentos y artimañas variadas. La Asociación Ort, que se ocupa de este
asunto, publicó un folleto en polaco que se ocupa de este tema, donde
podrán leer las epopeyas de diversas escuelas técnicas. Año tras año
tratan sus fundadores de conseguir un permiso para abrirlas y no lo
reciben. Así es como se ponen obstáculos a los esfuerzos judíos para
aprender un oficio por una vía que antes existía para ellos. Si esta
situación no tendiese a mejorar, no hay duda que dentro de veinte
años el número de artesanos judíos se reducirá aún más.”

Ziv M. Ettinger Sh. Landau I. Divrei Haiamím.


Tomo 4. parte 2. Pág. 367-369
Traducción y adaptación del hebreo.

ORT

Fue fundada por un pequeño grupo de personas para empren -


der la ímproba y en esos momentos, casi utópica tarea de
crear en la Rusia de 1880 un fondo destinado a mejorar las condiciones
socio-económicas de los judíos de ese país.
La educación, orientada hacia el trabajo agrícola y la artesanía, fue la he-
rramienta elegida para rescatar a los judíos más desprotegidos y, espe -
cialmente, a las nuevas generaciones, de la difícil situación en la que se
encontraban.
La iniciativa de Samuel S. Poliakov, encontró un eco favorable en el Zar de
Rusia, y el Comité Provisorio pudo iniciar rápidamente las tareas de orga -
nización y recolección de fondos. Sin embargo, la ola reaccionaria que
azotó a Rusia a partir de los pogroms de 1881-1882, postergó hasta 1906 la
convalidación final de los estatutos de la nueva organización. Ello le per -
mitió, a partir de allí, incrementar y diversificar su accionar.
En 1913 ya existían agrupaciones activas de Ort en veinte ciudades de
Rusia.
La Primera Guerra Mundial, convirtió a Europa en un gran campo de
batalla: el hambre y la devastación afectaron a extensas poblaciones. Miles
y miles de refugiados se vieron forzados a encontrar otros horizontes. Ante

183
esta nueva coyuntura, Ort acuñó un lema: “ayuda por medio del trabajo”.
Este lema sirvió de orientación a su quehacer: creó talleres para dar
empleo a parte de la mano de obra desocupada, una cooperativa de pro -
ducción y una bolsa de trabajo para aliviar las penurias de los necesita -
dos.
La magnitud de los cambios políticos y sociales acaecidos como conse -
cuencia de la Primera Guerra Mundial, llevaron a un replanteo total de
los objetivos y la estructura de la institución.
Se decidió convertir a Ort en una organización internacional. Así es como
en el transcurso de una conferencia en la que participaron delegados de
Polonia, Lituania, Alemania, Francia y Letonia, se fundó en Berlín, en
agosto de 1921, la Unión Mundial Ort. Sus oficinas permanecieron en esta
ciudad hasta 1933”...

Una historia que es parte de la historia. Ort. 1996

Dubnow relata las dificultades especiales que debieron enfrentar los profe-
sionales judíos:

“Especialmente cruel fue la guerra contra los intelectuales judíos de


las profesiones liberales. Ellos debían soportar la rivalidad de los
médicos y abogados polacos que, en su casi totalidad, pertenecían al
partido de los endekes. Con el fin de eliminar de raíz esta competen -
cia los antisemitas levantaron el lema del “numerus clausus” para los
estudiantes judíos de las escuelas superiores. Lograron que en el
“Seim” (legislatura) se presentara un proyecto limitando su número
al diez por ciento. El proyecto estuvo a punto de ser aprobado por el
Parlamento, pero este desaprensivo atentado al derecho de las
minorías provocó alboroto fuera del país. El comité de Delegaciones
Nacionales de la Liga de los Derechos del Hombre en París llevó el
hecho a conocimiento de la Sociedad de las Naciones y del gobierno
francés. El primer ministro francés, Poincaré, intervino, y el proyecto
de ley fue relegado.
Después de la revolución de Pilsudski (mayo de 1926), que desplazó a
los endekes del gobierno, no volvió a manifestarse el antisemitismo
estatal; pero las autoridades locales, compuestas en su mayoría de
endekes, continuó oprimiendo a los judíos. Como el mariscal
Pilsudski (que en sus últimos años se inclinó hacia el fascismo), no
contrarrestó la actuación del Seim, el grupo judío de este Parlamento
persistió en la defensa de la igualdad, y se unió con la oposición de las
fracciones izquierdistas y los demás representantes de las minorías.
La acción contra el antisemitismo económico no se limitó a las protes -
tas políticas. También se exteriorizó en autoayuda concreta.
Cooperativas de diverso tipo, cajas de ayuda mutua, uniones gremia-

184
les de comerciantes, artesanos y obreros, y otras organizaciones,
dieron a la población judía la posibilidad de afianzar su posición
frente a la opresión gubernamental.”

Dubnow, Shimón. Historia del Pueblo Judío. Tomo X. Pág. 515

Los problemas de los judíos polacos fueron planteados al presidente Wilson.


Enterado de la situación envió una delegación encabezada por Henry
Morgenthau1 para que investigase la conducta polaca con respecto a los judíos.
Lo mismo hicieron Gran Bretaña y Francia. La reacción de la prensa antisemi-
ta no tardó en acusar a la “internacional judía” de intervenir en los asuntos
internos de Polonia avasallando su soberanía, incitando de esta manera a sus
simpatizantes a actuar en contra de los judíos.

Consigna de trabajo

Reflexiona y contesta:
¿Cómo se expresó el antisemitismo económico, cultural y político en
Polonia?

1- Morgenthau, Henry: Judío norteamericano que se oponía al sionismo.


185

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