Nicolás - González

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Nº11 “Fuera de era: epistemes y metodologías postapocalípticas”- 2022

Revista Contenido. Cultura y Ciencias Sociales.

UN EXTRAÑAMIENTO DE SÍ

AN ESTRANGEMENT FROM ONESELF

NICOLÁS GONZÁLEZ, escritor independiente, parte de Vitrina Dystópica y


Espacio .tierra

“Toma el sueño por realidad y la realidad por sueño, constantemente. No hay


pasadizos lógicos. Entre el sueño y la realidad solamente hay un ínfimo movimiento
físico: el de cerrar o abrir los ojos. En el sueño despierto, ni siquiera existe ese
movimiento”1

Jan Svankmajer

“Si pusiéramos en suspenso al hombre en cuanto representación única y exclusiva


de la vida, si la vida estuviera hecha de la misma materia que el cuerpo, lo que se
abre es un agujero por donde puede ingresar como un animal invertebrado -hecho
de carne, porque la carne no se fosiliza, no tiene mundo al que trascender ni mundo
por el que ser trascendido-, al salvaje reino de lo desconocido, donde vivir y morir
queden abiertos a las imágenes por venir”2

Paz López

1
Jan Svankmajer (2014). Para ver, cierra los ojos. España: Pepitas de calabaza.
2
Paz López (2020). La vida: una imagen que nos falta. Santiago: Cuadro de tiza.
“Un humano y un animal se abrazan en el lugar preciso en que la comprensión se
retira”3

Julieta Marchant

“El otro día me di cuenta que el animal a veces se asoma por los ojos. Aparece en el
peso del párpado. Como cuando tenemos alergia o picamos cebolla. Me refriego a
ver si se pasa el malestar. Pero el animal también necesita exudar lo que tiene
dentro, y su opción es hacerlo por los ojos”4

Katherine Hoch

La mirada y la experiencia del cuerpo no están necesariamente escindidas. Partir,


entonces, de nuestras sensibilidades y armarnos desde allí un pensamiento, saberes o
entendimientos que están emparentados con una erótica, una sensualidad, una re-
sensibilización de aquello que permanecía entumecido. Hacernos carne las
ensoñaciones políticas, raja el velo que divide lo imaginario de lo animal: re-flexión
erógena entonces, donde la sensibilización corporeo-anímica permite re-activar un
pensamiento de los sentidos, es decir, un presentimiento.

¿Prioridad de lo táctil por sobre la mirada? Habría que ver. Y es que hay un mirar que
activa aún más las sensibilidades, una fascinación que se incrusta a los ojos y en-
carnando las ensoñaciones políticas -eso que no podemos dejar de mirar, puesto que
precisamente atravesamos la noche despiertos porque tenemos sueños- opera un
pasaje al acto del deseo, acción erótico directa que desentumece la singularización de
la lingua-órgano ahí donde la descentramos de su función kapital: elaboración y
circulación de signos/mercancías.

La investigación, experimentación y usos de las formas de la potencia abren un


tiempo por-venir, que es siempre inmanente: un aquí y ahora que amplía su campo de
acción más allá de los proyectos, planes y representaciones programáticos. Y al
mismo tiempo un más acá hacia infraestructuras, gramáticas y lógicas, ensamblajes y

3
Julieta Marchant (2020). En el lugar de la mano el ímpetu de un río. Santiago: Bisturí 10.
4
Katherine Hoch (2021) Crónica de otoño. Versión web: Revista Oropel.

2
anudamientos que logran siempre ser imprevisibles y sorpresivas a las funciones
kapitalísticas.

Cierta objeción ofensiva que opera una habitabilidad pagana, terrenal con lo ominoso,
es esa sensación de lo extraño que nos hace decir “ya no más”. Pero no sólo por
impotencia e inadecuación, sino porque ya se está en función de otras
coordenadas y en la elaboración de otro plan: un respirar-con que es siempre una
pausa que busca prolongar el deseo; un respirarnos boca a boca, más allá de los
llamados al “auto-cuidado” y al aislamiento. Como diría Deleuze, una objeción
“viene siempre de afuera, proviene de un punto irreductible al sistema de
coordenadas en el que estamos”5; es decir una insuficiencia, un extrañamiento de sí y
un presentimiento que imprime una tonalidad diferente al conflicto contra la
dominación, la explotación y la “extorsión de potencia”6 de todo organismo vivo.
Este estar-mal que en su conflictividad nos hace presentir que estamos fuera del
sistema de coordenadas, pero más acá de eso que se comienza a elaborar.

Y es que se trata de implicarse siempre: aceptar la posibilidad de armar, de hacer


mundo, configurar saberes y epistemes con lo ominoso: la rotura que viene
emparejada al percibir un mundo -el mundo del kapital- en todo su desastre y locura.
Y allí observar los puntos donde nosotrxs nos organizamos para habilitar otros modos
de habitar fuera del sistema de coordenadas del anthropos moderno. Pero también, al
romper con aquello no necesariamente el movimiento o agitación siguiente sea
componer-con, porque puede ocurrirnos que nos alejemos para reencontrarnos en
otros nudos, preguntas, paisajes. Como las amistades de estrellas, que tanto gustaban
a Nietzsche. Y en ese otro aislamiento ir repoblando con nuestras manadas.

Lo ominoso, lo extraño, aquello que es al mismo tiempo lo más desconocido y lo más


íntimo, remiten siempre a algo salvaje, indómito y animal. Se convocan entre sí
diferentes formas de habitar los territorios, las lenguas, los cuerpos y ánimos que nos
hacen chocar y salir del mundo del kapital. Y es que ahí radica la mayor trampa del
sistema de coordenadas del anthropos moderno: el hombre como medida de toda
existencia, de la Vida con mayúsculas. Presentimos, entonces, que la modificación
5
Gilles Deleuze (2014). El poder. Curso sobre Foucault. Tomo II. Buenos Aires: Cactus.
6
Suely Rolnik (2018). Esferas de la insurrección. Apuntes para descolonizar el inconsciente. Buenos
Aires: Tinta Limón.

3
permanente de la vida a la que nos estamos abriendo, no se reduce al organismo-
humano. Y es parecido a una fiesta, a un carnaval. Incluso cuando debamos volver a
mirar de frente al horror, ese horror que parece nunca detenerse y acumularse hacia el
infinito.

Dinamitado el sistema de coordenadas moderno, el querer-vivir7 ya no es propiedad


única del anthropos moderno. Y es que quizás nunca lo haya sido, y esa sea la mayor
trampa del kapital.

Frente a la fragmentación que sigue a la dinamitación de las coordenadas del mundo


moderno, ahora nos toca hacernos de y armarnos los dispositivos técnicos, las
prácticas anímicas, la defensa de los territorios y la autodeterminación, que nos
permitan comprender y habitar otras temporalidades, otras espacializaciones
singulares, otros calendarios, otros pliegues. Y así prepararnos para el encuentro con
lo imprevisto que es siempre el querer-vivir, pero esta vez en composición con lo
extraño, lo indómito y lo salvaje, lo animal.

Ninguna esperanza, ninguna utopía a realizar: querríamos siempre decir insuficiencia.


O sea, una promesa siempre insatisfecha ante la cual no cabría ninguna espera, sino
más bien toda sospecha y una experimentación de/con aquello que está siempre-por-
venir.

A partir de la década del '60, se produce una desvalorización de la ética protestante,


en tanto “represión del deseo”, y su reemplazo por una ética del cuerpo; ética que
tendría en cuenta todo un proceso político y un campo abierto de disputa de la
potencia que porta cada cuerpo. Este proceso de corporeización, de
(re)sensibilización del cuerpo, se convierte en un elemento central y fundamental
tanto para los procesos de subjetivación política, como para los procesos de
experimentación y (re)descubrimiento de una política colectiva. Para Bifo, “lo
posible está contenido en el colapso de la potencia de la abstracción y en el
dramático retorno del cuerpo concreto como portador de necesidades”8.

7
Santiago López-Petit (2003). El infinito y la nada. El querer vivir como desafío. Barcelona:
Bellaterra; (2009). Entre el ser y el poder. Madrid: Traficantes de sueños; (2015). Hijos de la noche.
Buenos Aires: Tinta Limón
8
Franco “Bifo” Berardi (2020). Más allá del colapso. Tres meditaciones sobre las condiciones
resultantes posibles. Versión web: Transversal text.

4
Para Spinoza, la idea de “forma” con relación al alma, no es otra cosa que la
“existencia práctica de un cuerpo en acto”9. El gran mérito de Spinoza, nos dice
Catherine Malabou en Ontología del accidente, no es solamente haber concebido al
organismo biológico y sus emociones, sino también “haber inscrito en el ser mismo
el conatus: la tendencia de todo viviente a perseverar en su ser”10.

No se puede ser sin-ser-afectado. Algo así como una “fisura fenoménica”, una
brecha que abre toda existencia en relación con cierto aquí-y-ahora que no deja de
escapar. Una relación fisurada con el mundo, un des-coincidir con la realidad que
configura el kapital: una apertura radical hacia otra cosa.

Para Foucault, “la abertura hacia un lenguaje del que el sujeto queda excluido, la
puesta al día de una incompatibilidad tal vez sin recurso entre la aparición del
lenguaje en su ser y la conciencia de sí en su identidad, constituyen hoy una
experiencia que se anuncia en puntos bien diferentes de la cultura. (...) Nos
encontramos así ante una abertura que ha permanecido invisible para nosotros
durante largo tiempo: el ser del leguaje no aparece por sí mismo más que en la
desaparición del sujeto”11. Desaparición que nombramos como “extrañamiento de
sí”, ruptura identitaria que abre a la multiplicidad de experiencias y sensibilidades
como efectos prácticos de la deriva del fin del sujeto moderno: una nueva
sensibilidad y una nueva experiencia de lo político: una nueva piel. Para Foucault,
esta “insuperable ausencia” no busca captar algún fundamento o justificación, sino
más bien componer la espacialidad en la cual se despliega la multiplicidad de
sensibilidades, “el vacío que le sirve de lugar, constituyendo lo que podría llamarse
el pensamiento del afuera”12.

Una vez llevado al acto el extrañamiento de sí, ese vació potencial en que queda a la
intemperie la subjetividad, y conectando con lo que dice Malabou, “la única salida
posible ante la imposibilidad de huir parece ser, precisamente, la constitución de
una forma de huida. Es decir, la constitución de un género o de un ersatz de huida y,

9
Baruj Spinoza (2020). Ética demostrada según el orden geométrico. Madrid: Trotta.
10
Catherine Malabou (2018). Ontología del accidente. Ensayo sobre la plasticidad destructiva.
Santiago: Pólvora.
11
Michel Foucault (2008). El pensamiento del afuera. Valencia: Pre-Textos.
12
Idem.

5
a la vez, la constitución de una identidad que huye, que huye de la imposibilidad de
huir. Identidad desertada y disociada. (…) La plasticidad destructiva hace posible la
aparición o la formación de la alteridad en donde el otro falta absolutamente. La
plasticidad es la forma de la alteridad en donde falla toda trascendencia, sea a la
manera de una huida o de una evasión. El único otro que existe entonces es el otro
por sí mismo”13.

Para Malabou la transformación es una forma de redención, “una extraña salud, pero
al fin y al cabo una salud” 14. A la inversa, la identidad de huida forjada por la
plasticidad destructiva huye primero de sí misma -extrañamiento de sí-, ella no
reconoce salud ni redención y no está allí para nadie, y sobre todo no está para sí
misma. Ella no tiene cuerpo de corteza, ni armadura no ramas. Al conservar su piel,
ella se vuelve irreconocible para siempre. Formas de subjetividad postraumática,
figuras inéditas del vacío, de la deserción identitaria, figuras del afuera, que escapan
a toda terapéutica. “La plasticidad destructiva como procesos de (des)subjetivación,
invita a reflexionar sobre un sufrimiento, sobre la emergencia de una nueva forma
de ser, extraña a la antigua. Dolor que se manifiesta como indiferencia al dolor,
imposibilidad, olvido, pérdida de referentes simbólicos”15. Esta mutación radical que
es la plasticidad destructiva pone en juego un arte plástico emparentado con la
pulsión de muerte, a saber, como emergencia de una nueva forma a partir de una
desidentificación, de una desterritorialización, un “extrañamiento de sí”.

Toda herida traumática, sea cual sea su naturaleza, provoca de una forma u otra
comportamientos como son la ausencia de emociones o la incomunicabilidad
sensitiva. En Malabou, “la cuestión es precisamente saber como pensar el vacío de
la subjetividad, el alejamiento del individuo que se convierte en apátridaontológico,
intransitivo, sin correlato, sin genitivo y sin país al cual llegar. Una nueva persona,
cuya novedad no se inscribe en ninguna temporalidad. Las personas con daño
cerebral no están locas, sino que desertan de la locura misma”16.

13
Catherine Malabou (2018).
14
Idem.
15
Idem.
16
Idem. Énfasis nuestro.

6
Malabou nos da una definición contemporánea del conatus spinozista: “El conjunto
de disposiciones establecidas en los circuitos cerebrales que, una vez activadas por
condiciones internas o ambientales, buscan tanto la supervivencia como el
bienestar”17. Ante un episodio traumático vivido ocurre un estado de apatía e
indiferencia a la propia subsistencia. Aquí el extrañamiento de sí afecta de manera
que solo hay pasiones tristes e irreacción y el conatus ha dejado de buscar la
supervivivencia y el malestar.

Un cambio de identidad no es sólo la consecuencia de un acontecimiento exterior,


que sobreviene de manera puramente azarosa para afectar y alterar una identidad
originariamente estable. Para Malabou y la plasticidad destructiva, “la identidad
'normal' es desde un principio una entidad mutable y transformable, siempre
susceptible de fallarse a sí misma o de decirse adiós” 18. El reconocimiento de la
plasticidad destructiva es para Malabou “permitir radicalizar la deconstrucción de la
subjetividad e imprimirle un nuevo giro”19. Este reconocimiento muestra que, en el
corazón mismo de la constitución misma de una identidad, “se esconde una potencia
de aniquilación, y que se trata de la firma de una ley del ser que siempre parece
estar a punto de abandonarse a sí mismo y esquivarse” 20. Un extrañamiento de sí,
cierto desplazamiento que comporta rasgos de un arma hermenéutica para
comprender los rostros contemporáneos de la violencia y sus traumas, ya sean éstos
biológicos o políticos: asimilación del ser del sujeto a la formación plástica
constructiva de su identidad. “La inscripción de una pulsión de muerte en el cerebro
a la manera de una frialdad emocional no sólo es visible en quienes tienen lesiones
cerebrales, los esquizofrénicos, los asesinos en serie, los traumatizados o todos los
excluidos, ella está virtualmente presente en cada uno de nosotros como una
amenaza”21. De nuevo, no sabemos lo que puede un cuerpo.

REFERENCIAS

17
Idem.
18
Idem.
19
Idem.
20
Idem.
21
Idem.

7
Berardi, Franco “Bifo” (2020). Más allá del colapso. Tres meditaciones sobre las
condiciones resultantes posibles. Versión web: Transversal text.
Deleuze, Gilles (2014). El poder. Curso sobre Foucault. Tomo II. Buenos Aires:
Cactus.
Foucault, Michel (2008). El pensamiento del afuera. Valencia: Pre-Textos.
Hoch, Katherine (2021) Crónica de otoño. Versión web: Revista Oropel.
López, Paz (2020). La vida: una imagen que nos falta. Santiago: Cuadro de tiza.
López-Petit, Santiago (2003). El infinito y la nada. El querer vivir como desafío.
Barcelona: Bellaterra; (2009). Entre el ser y el poder. Madrid: Traficantes de sueños;
(2015). Hijos de la noche. Buenos Aires: Tinta Limón.
Malabou, Catherine (2018). Ontología del accidente. Ensayo sobre la plasticidad
destructiva. Santiago: Pólvora.
Marchant, Julieta (2020). En el lugar de la mano el ímpetu de un río. Santiago:
Bisturí 10.
Rolnik, Suely (2018). Esferas de la insurrección. Apuntes para descolonizar el
inconsciente. Buenos Aires: Tinta Limón.
Spinoza, Baruj (2020). Ética demostrada según el orden geométrico. Madrid: Trotta.

BIO
NICOLÁS GONZÁLEZ (entre Colina y Conchalí, 1990) Tiene estudios
incompletos en Filosofía. Escribe con regularidad para Revista Oropel. Librero en
Alma Negra Librería y Plataforma. Miembro del ex-Colectivo Vitrina Dystopica y
Espacio .tierra. Vive en Santiago Centro.

8
MAIL: nico.gonzalezrodriguez@gmail.com

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