Las invasiones inglesas a principios del siglo XIX se produjeron debido a los intereses militares y comerciales de Gran Bretaña en las posesiones españolas en el Río de la Plata. La primera invasión en 1806 logró ocupar Buenos Aires, pero fueron expulsados por las fuerzas de Santiago de Liniers tres meses después. Una segunda invasión en 1807 también fue rechazada. Estos eventos llevaron a la militarización de Buenos Aires a través de la formación de milicias criollas y españolas para defender la ciudad
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Las invasiones inglesas a principios del siglo XIX se produjeron debido a los intereses militares y comerciales de Gran Bretaña en las posesiones españolas en el Río de la Plata. La primera invasión en 1806 logró ocupar Buenos Aires, pero fueron expulsados por las fuerzas de Santiago de Liniers tres meses después. Una segunda invasión en 1807 también fue rechazada. Estos eventos llevaron a la militarización de Buenos Aires a través de la formación de milicias criollas y españolas para defender la ciudad
Las invasiones inglesas a principios del siglo XIX se produjeron debido a los intereses militares y comerciales de Gran Bretaña en las posesiones españolas en el Río de la Plata. La primera invasión en 1806 logró ocupar Buenos Aires, pero fueron expulsados por las fuerzas de Santiago de Liniers tres meses después. Una segunda invasión en 1807 también fue rechazada. Estos eventos llevaron a la militarización de Buenos Aires a través de la formación de milicias criollas y españolas para defender la ciudad
Las invasiones inglesas a principios del siglo XIX se produjeron debido a los intereses militares y comerciales de Gran Bretaña en las posesiones españolas en el Río de la Plata. La primera invasión en 1806 logró ocupar Buenos Aires, pero fueron expulsados por las fuerzas de Santiago de Liniers tres meses después. Una segunda invasión en 1807 también fue rechazada. Estos eventos llevaron a la militarización de Buenos Aires a través de la formación de milicias criollas y españolas para defender la ciudad
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Las invasiones inglesas
A principios del siglo XlX, la alianza con Francia convirtió a
España en enemiga de Gran Bretaña. Como consecuencia de la derrota en Trafalgar, la Corona española perdió el control de las comunicaciones marítimas con sus colonias. Al mismo tiempo, Gran Bretaña, que se hallaba en plena Revolución Industrial y necesitaba del mercado europeo para colocar su producción, comenzó a padecer los efectos del bloqueo continental decretado por Napoleón. Esta situación la obligó a buscar nuevos mercados en otros lugares del mundo. Fue así como eligió por objetivo las posesiones españolas en el Río de la Plata, donde el monopolio español perjudicaba a los comerciantes británicos. Así se conjugaron dos tipos de intereses, el militar y el comercial. Gran Bretaña quería asegurarse una base militar para la expansión de su comercio y, a la vez, golpear a España de un punto débil de sus posesiones coloniales.
La primera invasión inglesa
En abril de 1806, sin autorización de la Corona inglesa,
tropas británicas emprendieron una expedición desde cabo de Buena Esperanza, con el objetivo de ocupar Buenos Aires. Eran unos mil seiscientos hombres. El 25 de junio desembarcaron en Quilmes. Los jefes ingleses suponían que sería una conquista fácil y que tendrían el apoyo de los criollos, a quienes pensaban convencer con promesas de independencia y de comercio libre. Ante la noticia del avance inglés, el virrey Sobremonte se retiró a Córdoba, en busca de ayuda militar que nunca llegó. El 28 de junio, las tropas inglesas ocuparon la ciudad. Las autoridades españolas no ofrecieron resistencia y juraron fidelidad al monarca inglés Jorge III. En cambio, la mayoría de los criollos no aceptaron la presencia inglesa, en la que veían una nueva dominación colonial. El gobernador, Beresford decidió mantener a todos los funcionarios y magistrados en sus cargos y les aseguró que no tenía intención de favorecer la independencia. Además, implanto el comercio libre con bajas tasas aduaneras y redujo los derechos que gravaban las exportaciones de cueros. Mientras en la ciudad se hallaba ocupada por los ingleses, el capitán de navío Santiago de Liniers (que era frances al servicio de España), Liniers reunió unos tres mil hombres en la Banda Oriental, con los que desembarcó el 3 de agosto cerca de San Fernando. El 12 de agosto entró a la ciudad para iniciar la Reconquista. Los habitantes se sumaron a una intensa lucha callejera en el centro de la ciudad y en la zona del Retiro. Finalmente, los británicos se rindieron. El 14 de agosto, los vecinos celebraron un Cabildo Abierto para decidir sobre la crisis de autoridad que había producido la conducta del virrey. Delegaron el mando militar en Liniers y los asuntos de gobierno en el presidente de la Audiencia. Ante la posibilidad de una nueva invasión inglesa, Liniers organizó cuerpos de milicias y estableció la obligación de prestar servicio de armas para los varones de entre 16 y 50 años. La segunda invasión inglesa
En febrero de 1807, una nueva expedición inglesa al
mando del brigadier Achmuty conquistó Montevideo. Alarmados por la actitud de virrey Sobremonte, quien no interpuso resistencia alguna, el 10 de febrero los habitantes de Buenos Aires exigieron su disposición frente al Cabildo. Liniers convocó a una junta de guerra que resolvió destituir a Sobremonte y reponer a la Audiencia en el gobierno civil y a Liniers en el mando militar. El 28 de junio, unos ocho mil soldados ingleses, dirigidos por el teniente general John Whitelocke, desembarcaron en el puerto de Ensenada y avanzaron sobre Buenos Aires. Liniers intentó detenerlos pero fue vencido, primero en la zona del riachuelo y luego, en los Corrales de Miserere. El 5 de julio los ingleses penetraron en la ciudad, que esta vez se hallaban preparada para la defensa. El comerciante peninsular Martín de Álzaga, alcalde del Cabildo, organizó la resistencia de los habitantes de Buenos Aires, que lucharon junto a los milicianos desde trincheras que cortaban las calles y desde los techos y las ventanas de las casas. Dos días después, sin haber ocupado la ciudad, Whitelocke capituló, con la promesa de abandonar Buenos Aires y también Montevideo.
La militarización de Buenos Aires
La necesidad de defender Buenos Aires de los ataques
ingleses produjo una militarización de la ciudad, con la formación de milicias. Estos cuerpos armados tendrían un papel clave en los acontecimientos de la Revolución de Mayo. Las improvisadas fuerzas que se habían formado durante la primera invasión se convirtieron en cuerpos organizados cuando Liniers asumió la jefatura de armas. A partir de la implementación del servicio militar se organizaron otras milicias según los criterios étnicos propios de la época. Así, Liniers establece milicias de españoles y las de criollos ques estaban divididas, a su vez, según el origen geográfico de sus integrantes. Entre los criollos, los patricios, integrados por naturales de Buenos Aires, los húsares de Pueyrredón y los Arribeños, conformado por gente de las provincias “de arriba”, es decir, del norte.