Las Invasiones Inglesas

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Las invasiones inglesas

A principios del siglo XlX, la alianza con Francia convirtió a


España en enemiga de Gran Bretaña. Como consecuencia
de la derrota en Trafalgar, la Corona española perdió el
control de las comunicaciones marítimas con sus colonias.
Al mismo tiempo, Gran Bretaña, que se hallaba en plena
Revolución Industrial y necesitaba del mercado europeo
para colocar su producción, comenzó a padecer los efectos
del bloqueo continental decretado por Napoleón. Esta
situación la obligó a buscar nuevos mercados en otros
lugares del mundo. Fue así como eligió por objetivo las
posesiones españolas en el Río de la Plata, donde el
monopolio español perjudicaba a los comerciantes
británicos. Así se conjugaron dos tipos de intereses, el
militar y el comercial. Gran Bretaña quería asegurarse una
base militar para la expansión de su comercio y, a la vez,
golpear a España de un punto débil de sus posesiones
coloniales.

La primera invasión inglesa

En abril de 1806, sin autorización de la Corona inglesa,


tropas británicas emprendieron una expedición desde cabo
de Buena Esperanza, con el objetivo de ocupar Buenos
Aires. Eran unos mil seiscientos hombres. El 25 de junio
desembarcaron en Quilmes. Los jefes ingleses suponían
que sería una conquista fácil y que tendrían el apoyo de los
criollos, a quienes pensaban convencer con promesas de
independencia y de comercio libre.
Ante la noticia del avance inglés, el virrey Sobremonte se
retiró a Córdoba, en busca de ayuda militar que nunca
llegó. El 28 de junio, las tropas inglesas ocuparon la
ciudad. Las autoridades españolas no ofrecieron
resistencia y juraron fidelidad al monarca inglés Jorge III.
En cambio, la mayoría de los criollos no aceptaron la
presencia inglesa, en la que veían una nueva dominación
colonial.
El gobernador, Beresford decidió mantener a todos los
funcionarios y magistrados en sus cargos y les aseguró
que no tenía intención de favorecer la independencia.
Además, implanto el comercio libre con bajas tasas
aduaneras y redujo los derechos que gravaban las
exportaciones de cueros.
Mientras en la ciudad se hallaba ocupada por los ingleses,
el capitán de navío Santiago de Liniers (que era frances al
servicio de España), Liniers reunió unos tres mil hombres
en la Banda Oriental, con los que desembarcó el 3 de
agosto cerca de San Fernando. El 12 de agosto entró a la
ciudad para iniciar la Reconquista. Los habitantes se
sumaron a una intensa lucha callejera en el centro de la
ciudad y en la zona del Retiro. Finalmente, los británicos se
rindieron.
El 14 de agosto, los vecinos celebraron un Cabildo Abierto
para decidir sobre la crisis de autoridad que había
producido la conducta del virrey. Delegaron el mando militar
en Liniers y los asuntos de gobierno en el presidente de la
Audiencia. Ante la posibilidad de una nueva invasión
inglesa, Liniers organizó cuerpos de milicias y estableció la
obligación de prestar servicio de armas para los varones de
entre 16 y 50 años.
La segunda invasión inglesa

En febrero de 1807, una nueva expedición inglesa al


mando del brigadier Achmuty conquistó Montevideo.
Alarmados por la actitud de virrey Sobremonte, quien no
interpuso resistencia alguna, el 10 de febrero los habitantes
de Buenos Aires exigieron su disposición frente al Cabildo.
Liniers convocó a una junta de guerra que resolvió destituir
a Sobremonte y reponer a la Audiencia en el gobierno civil
y a Liniers en el mando militar.
El 28 de junio, unos ocho mil soldados ingleses, dirigidos
por el teniente general John Whitelocke, desembarcaron en
el puerto de Ensenada y avanzaron sobre Buenos Aires.
Liniers intentó detenerlos pero fue vencido, primero en la
zona del riachuelo y luego, en los Corrales de Miserere.
El 5 de julio los ingleses penetraron en la ciudad, que esta
vez se hallaban preparada para la defensa. El comerciante
peninsular Martín de Álzaga, alcalde del Cabildo, organizó
la resistencia de los habitantes de Buenos Aires, que
lucharon junto a los milicianos desde trincheras que
cortaban las calles y desde los techos y las ventanas de las
casas. Dos días después, sin haber ocupado la ciudad,
Whitelocke capituló, con la promesa de abandonar Buenos
Aires y también Montevideo.

La militarización de Buenos Aires

La necesidad de defender Buenos Aires de los ataques


ingleses produjo una militarización de la ciudad, con la
formación de milicias. Estos cuerpos armados tendrían un
papel clave en los acontecimientos de la Revolución de
Mayo.
Las improvisadas fuerzas que se habían formado durante
la primera invasión se convirtieron en cuerpos organizados
cuando Liniers asumió la jefatura de armas. A partir de la
implementación del servicio militar se organizaron otras
milicias según los criterios étnicos propios de la época. Así,
Liniers establece milicias de españoles y las de criollos
ques estaban divididas, a su vez, según el origen
geográfico de sus integrantes. Entre los criollos, los
patricios, integrados por naturales de Buenos Aires, los
húsares de Pueyrredón y los Arribeños, conformado por
gente de las provincias “de arriba”, es decir, del norte.

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