FALLOS - Tributario - 2022

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FALLOS DERECHO TRIBUTARIOS

Fallo “Asociación Benghalensis c/ Estado Nacional”

Antecedentes

Un grupo de entidades no gubernamentales, que desarrollan actividades contra el virus del Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), promovió una acción de amparo a los efectos de obligar al Estado
Nacional a cumplir con la asistencia, el tratamiento, la rehabilitación y el suministro de medicamentos a

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quienes padecieran dicha enfermedad. La Cámara confirmó la sentencia de primera instancia que, al hacer
lugar a la acción de amparo, condenó al Estado nacional -Ministerio de Salud y Acción Social- a dar
acabado cumplimiento a su obligación de asistencia, tratamiento y en especial suministro de
medicamentos -en forma regular, oportuna y continua- a los enfermos de ese mal registrados en los
hospitales públicos y efectores sanitarios del país. Contra ese pronunciamiento, la demandada interpuso
recurso extraordinario federal. La Corte Suprema confirmó la sentencia apelada.

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Principales normas involucradas
Artículo 33, 19 y 75, inciso 22 de la Constitución Nacional, Ley 23.798.
DD
Estándares aplicables
Conforme surge de sus estatutos, los amparistas tienen por objeto la lucha contra el SIDA y, en
consecuencia, están legitimadas para interponer acción de amparo con-tra las omisiones del Estado, por
presunto incumplimiento de la ley 23.798 y de su decreto reglamentario, y fundan su legitimación para
accionar, no sólo en el interés difuso en que se cumplan la Constitución y las leyes, sino en su carácter de
LA

titula-res de un derecho de incidencia colectiva a la protección de la salud, cuyo contenido es la


prevención, asistencia y rehabilitación de los enfermos que padecen el Síndrome de Inmunodeficiencia
Adquirida y sus patologías derivadas, además del derecho que les asiste para accionar para el
cumplimiento de una de las finalidades de su creación que es la de luchar contra el SIDA. (del dictamen
del Procurador General al que remite la mayoría).
FI

Se configura un caso contencioso, en los términos del art. 116 de la Constitución Nacional y del art. 2º de
la ley 27, para suscitar el ejercicio de la jurisdicción, si la acción se dirige contra el Estado Nacional por la
falta de provisión de los reactivos o medicamentos a quienes padecen de SIDA, pues, existe un perjuicio
concreto, actual e inminente, diferenciado de la situación en que se hallan las demás personas y, en


especial, con relación a las consecuencias por la no detección y asistencia a los portadores, infectados y
enfermos o por la interrupción de su tratamiento. (del dictamen del Procurador General al que remite la
mayoría).
La vida de los individuos y su protección -en especial el derecho a la salud- constituye un bien
fundamental en sí mismo que, a su vez, resulta imprescindible para el ejercicio de la autonomía personal
-art. 19, Constitución Nacional-. El derecho a la vida, más que un derecho no enumerado en los términos
del art. 33 de la Constitución Nacional, es un derecho implícito, ya que el ejercicio de los derechos
reconocidos expresamente requiere necesariamente de él. A su vez, el derecho a la salud, máxime cuando
se trata de enfermedades graves, está íntimamente relacionado con el primero y con el principio de la
autonomía personal, ya que un individuo gravemente enfermo no está en condiciones de optar libremente

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por su propio plan de vida -principio de autonomía-.(del dictamen del Procurador General al que remite la
mayoría).
El Estado no sólo debe abstenerse de interferir en el ejercicio de los derechos individuales sino que tiene,
además, el deber de realizar prestaciones positivas, de manera tal que el ejercicio de aquéllos no se torne
ilusorio. En tal sentido, el legislador sancionó la ley 23.798, cuyo art. 1º declara de interés nacional a la
lucha contra el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, entendiéndose por tal a la detección e
investigación de sus agentes causales, el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, su prevención,
asistencia y rehabilitación, incluyendo la de sus patologías derivadas, como así también las medidas
tendientes a evitar su propagación, y su art. 4º impone obligaciones de hacer al Estado, entre ellas, la de

OM
desarrollar programas destinados al cumplimiento de las acciones descriptas en el art. 1º. Dichos
principios llevan a concluir que el Estado tiene la obligación de suministrar los reactivos y medicamentos
necesarios para el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad.(del dictamen del Procurador General al
que remite la mayoría).
Corresponde distinguir entre dos niveles de ejecución de la ley 23.798: por un lado, el de la Autoridad de
Aplicación, responsable primario del cumplimiento de la ley cuyo fin es el de la prevención, asistencia y

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rehabilitación del SIDA. A tal efecto, el legislador nacional creó un régimen único que declaró de interés
nacional y cuyo cumplimiento, en consecuencia, le corresponde al Estado nacional. Por el otro, el de las
autoridades locales que, en ejercicio de las competencias que les reconoce la ley, pueden incluso dictar
DD
normas complementarias pero que, aún en tales supuestos, es responsabilidad de la Autoridad de
Aplicación Nacional -Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación- procurar que aquéllas tengan
concordancia y uniformidad de criterios -conf. art. 3º, dec. regl.-. -.(del dictamen del Procurador General
al que remite la mayoría).
Si bien los gastos que demande el cumplimiento de la ley 23.798 deben ser solventados por la Nación y
LA

por los respectivos presupuestos de cada jurisdicción, ello no supone que el Estado Federal haya
delegado, en los Estados locales, la responsabilidad, en su carácter de Autoridad de Aplicación Nacional,
del cumplimiento del régimen de lucha contra el SIDA declarado expresamente de interés nacional. Por
ello, aun cuando los reactivos o medicamentos se distribuyan a través de los efectores locales, el Estado
nacional es el responsable del cumplimiento de la ley ante terceros, sin perjuicio de la responsabilidad
FI

que, ante aquél, le cabe a las jurisdicciones provinciales o instituciones privadas -obras sociales o sistemas
de medicina pre-pagos-. (del dictamen del Procurador General al que remite la mayoría).
La responsabilidad del Estado, en su condición de Autoridad de Aplicación que diseña el plan de
distribución de los medicamentos contra el SIDA, no se agota con las entregas, sino que debe velar por su


correcto cumplimiento, asegurando la continuidad y regularidad del tratamiento médico. Es por lo que
surge del art. 3º de la ley 23.798, que reconoce que el Ministerio de Salud y Acción Social podrá concurrir
a cualquier parte del país para contribuir al cumplimiento de la ley. (del dictamen del Procurador General
al que remite la mayoría).
Si bien el art. 4º de la ley 23.798 se limita a disponer genéricamente que las autoridades sanitarias de la
Nación, aplicando métodos que aseguren la máxima calidad y seguridad, deben desarrollar programas
destinados a la detección, investigación, diagnóstico, tratamiento, prevención y rehabilitación gestionando
los recursos para su financiación y ejecución, el art. 8º establece el verdadero alcance de estos
tratamientos, al señalar que las personas infectadas tienen el derecho a “recibir asistencia adecuada”,
razón por la cual, para que el tratamiento sea adecuado debe suministrarse en forma continua y regular,
máxime si se tiene en cuenta los riesgos que comporta la interrupción del suministro de medicamentos

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para la salud de los enfermos que padecen las consecuencias del virus VIH/SIDA. (voto de los Dres.
Moliné O’Connor y Boggiano).
Los responsables directos y primarios en la adopción de las medidas dispuestas en los arts. 3º, 4º y 20 de
la ley 23.798 (indispensables para que los enfermos de SIDA puedan recibir una atención digna, lo cual
implica la provisión oportuna de las drogas que necesitan), son los gobiernos locales. El Estado Nacional
asumió una tarea de coordinación en la implementación del Programa Nacional de Lucha contra el SIDA,
razón por la cual, en los casos en que exista un incumplimiento concreto y probado de los gobiernos
locales (vgr. falta de entrega en tiempo y forma de la medicación), el Gobierno Nacional debe responder
frente a los damnificados. Su obligación en tales supuestos es subsidiaria de la que les compete a las

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provincias, por lo que no existe óbice alguno para que luego de cumplida les efectúe el reclamo pertinente
a éstas. (voto del Dr. Vázquez).

Fallo “Ana Craina Campodonico c/ Estado Nacional”

Hechos

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La madre de un menor que nació con un padecimiento grave en su médula ósea dedujo acción de amparo
contra el Ministerio de Salud y Acción Social, que privó a su hijo de la prestación necesaria que le era
suministrada sin cargo por dicho organismo. Condenada la Nación, en ambas instancias, a la entrega de
DD
las dosis requeridas, interpuso recurso extraordinario que en queja motivó el pronunciamiento de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación. El Alto Tribunal, por mayoría, confirmó la sentencia apelada.
LA

Sumarios
La autoridad pública debe garantizar el derecho a la preservación de la salud con acciones positivas -en el
caso, suministro de medicamentos-, sin perjuicio de las obligaciones que deban asumir en su
cumplimiento las jurisdicciones locales, las obras sociales o las entidades de medicina prepaga.
El Estado nacional no puede desligarse del deber de promover y facilitar las prestaciones de salud que
FI

requiera la minoridad -en el caso, suministro de medicamentos- so pretexto de la inactividad de otras


entidades públicas o privadas, pues aquél ha asumido compromisos internacionales encaminados a tutelar
la salud de los menores.
El Estado nacional debe garantizar la regularidad de los tratamientos sanitarios -en el caso, suministro de


medicamentos a un menor-, coordinando sus acciones con las obras sociales y los estados provinciales,
sin mengua de la organización federal y descentralizada que corresponda para llevar a cabo tales
servicios.
Es inadmisible -en el caso- la interrupción del suministro de medicamentos a un menor que los necesita
para salvaguardar su vida y su salud, pues aquél se encuentra amparado por la ley de protección integral
de las personas discapacitadas 22.431 (Adla, XLI-A, 230), que obliga a la autoridad nacional a asegurarle
los tratamientos médicos en la medida en que no puedan afrontarlos las personas de quienes dependa o la
obra social a la que esté afiliado.

Fallo “Zofracor S.A. c/ Nacion Argentina”

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La ratificación legislativa de un decreto de necesidad y urgencia -en el caso, la del decreto 285/99 (Adla,
LIX-B, 1527), que concede ciertas franquicias de índole fiscal a una zona franca situada en la Provincia
de La Pampa- carece de efectos retroactivos cuando la norma ratificada es insanablemente nula en razón
de su inconstitucionalidad original -violación al principio de legalidad en materia tributaria-, por lo que su
contenido, de ser compatible con los principios constitucionales, comienza a regir a partir de dicha
ratificación.

No obstante la nulidad insanable del decreto de necesidad y urgencia 285/99 (Adla, LIX-B, 1527), en

OM
cuanto otorga ciertas franquicias de carácter fiscal a una zona franca situada en la Provincia de La Pampa,
por contrariar la prohibición expresa del art. 99 inc. 3° de la Constitución Nacional, su ratificación por ley
25.237 (Adla, LX-A, 92) hace que aquél rija válidamente a partir de la entrada en vigencia de esta última,
pues resulta clara la intención del legislador de adoptar y conferir rango legal a las disposiciones del
citado decreto.

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El decreto de necesidad y urgencia 285/99 (Adla, LIX-B, 1527), en cuanto concede ciertas preferencias en
materia tributaria a una zona franca situada en la Provincia de La Pampa, es inconstitucional por no haber
mediado una urgencia especial que tornara incompatible el trámite regular previsto en la Constitución
DD
para sancionar las leyes ni razones de fuerza mayor o impedimento alguno para la reunión de las cámaras
del Congreso (del voto de los doctores Belluscio y Bossert).

Es insanablemente nulo el decreto de necesidad y urgencia 285/99 (Adla, LIX-B, 1527), que concede a
una zona franca de la Provincia de La Pampa ciertas franquicias aduaneras, impositivas y de la Seguridad
Social, pues traduce el ejercicio de atribuciones exclusivas del Congreso -arts. 4°, 17 y 75 incs. 1° y 2°,
LA

Constitución Nacional-, vedado al Ejecutivo por aplicación del principio de legalidad tributaria aun en las
condiciones excepcionales que podrían justificar el dictado de decretos de necesidad y urgencia -art. 99
inc. 3°, Ley Fundamental- (del voto del doctor Boggiano).
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Fallo “Josefa Pietranera c/ Gobierno Nacional”

Frente a la incuria por parte del Estado en cumplir no solo las sentencias de contenido dinerario sino las
sentencias de hacer, la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa Pietranera, Josefa y otros c/


Gobierno Nacional10 del 7-IX-96, sienta un principio general que se aplicó en forma pacífica en el fuero
contencioso administrativo hasta la irrupción de las leyes ya citadas de emergencia económica y de
consolidación. Se trataba del caso del desalojo por parte del Gobierno nacional de un inmueble de
propiedad de los demandantes, cuya sentencia no era cumplida por el Estado nacional invocando razones
de interés público y específicamente el art. 7º de la ley 3952. Allí la Corte Suprema de Justicia de la
Nación expresa que el propósito del art. 7º no es otro que evitar que la administración pública pueda verse
en situación de no cumplir un mandato judicial perentorio, pero de ningún modo significa una suerte de
autorización al Estado para no cumplir las sentencias judiciales. Ello importaría colocarlo fuera del orden
jurídico. Como los actores perseguían recobrar la posesión de su propiedad y poder ejercer el ius iutendi,
fruendi y abutendi, la sentencia meramente declarativa violaría expresamente su garantía constitucional de
propiedad. 9 González Pérez, Jesús, “El proceso administrativo y la Constitución,” REDA, nº 14, julio/

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septiembre de 1977, p. 365 y ss. 10 CSJN, Pietranera, Josefa y otros c/ Gobierno Nacional, 1996, Fallos,
265: 291. 226 una mirada desde el fuero contencioso administrativo federal sobre el derecho procesal
administrativo Es por ello que la Corte confirma la sentencia apelada y otorga un plazo razonable al
Estado para que entregue el inmueble y advierte que en caso de silencio el plazo de desalojo se fijará
judicialmente.11 De esta forma, la Corte sentó un precedente que fue utilizado por todos los tribunales
inferiores, suavizando el art. 7º de la ley 3952. Es decir, sin apartarse del principio declaratorio de las
sentencias de condena contra el Estado, se entendía que el Estado; como garante del orden jurídico (ya en
el Preámbulo de nuestra Constitución nacional se promete afianzar la justicia) no puede incumplir las
mandas judiciales, quedando fuera del orden jurídico. Es así que sobre la base de este fallo se creó un

OM
sistema pretoriano que respetando la ley 3952, el bien común que persigue el Estado, los derechos de los
particulares y el respeto que se le debe a toda orden judicial, previó frente a una sentencia firme requerirle
al Estado dentro de qué plazo prudencial iba a cumplirla, fijando un término para la contestación de tal
requerimiento; bajo apercibimiento de que si el Estado no contestase lo requerido, el plazo sería fijado por
el juez actuante. Si el Estado contestaba dentro de qué plazo prudencial iba a cumplir, el juez se atenía a
los términos de su respuesta, y vencido tal término quedaba liberado para ejecutar la sentencia. Si el

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Estado dentro del plazo fijado no contestaba en qué termino iba a cumplir, el juez tomando en
consideración las circunstancias del caso fijaba un plazo para el cumplimiento, al vencimiento del cual si
el Estado no cumplía voluntariamente podía comenzar con la ejecución de sentencia. Resulta claro que
DD
este procedimiento se utilizó sin dificultades hasta la ley 23.696 y con posterioridad hasta la ley 23982,
que suspendieron los juicios contra el Estado y luego consolidaron las deudas a través de la emergencia
económica.

Fallo “Candy S.A. c/ AFIP”


LA

En el fallo “Candy S.A. c/ AFIP y otro” (3-7-2009) la CJSN permitió a la actora la aplicación del
mecanismo de ajuste por inflación previsto en el Título VI de la Ley del Impuesto a las Ganancias (Ley
Nº 20.628, t.o. Dto Nº 649/97). El mencionado mecanismo no puede emplearse por disposición de las
Leyes Nº 24.073 (Modificación del Impuesto a las Ganancias) y 25.561 (Emergencia Pública y Reforma
FI

del Régimen Cambiario). La primera de estas normas establece el deber de “tomar como límite máximo
las variaciones operadas hasta el mes de marzo de 1992, inclusive” respecto de las “actualizaciones de
valores previstas en la ley 11.683, y en las normas de los tributos regidos por la misma” (art. 39). La
segunda norma establece que “en ningún caso se admitirá actualización monetaria, indexación por
precios, variación de costos o repotenciación de deudas, cualquiera fuere su causa…” y que se “mantienen


derogadas, con efecto a partir del 1° de abril de 1991, todas las normas legales o reglamentarias que
establecen o autorizan la indexación por precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier
otra forma de repotenciación de las deudas, impuestos, precios o tarifas de los bienes, obras o
servicios…”, (art. 7 y 10, respectivamente). Aquella prohibición habría producido una absorción (62% del
resultado impositivo anual o 55% de las utilidades del mismo ejercicio) por parte del Estado de una
porción sustancial de las rentas obtenidas por el actor y excede cualquier límite razonable de imposición,
configurándose así un supuesto de confiscatoriedad​.

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La Corte señaló que es indispensable para la existencia del Estado que éste pueda recaudar impuestos,
pero esa facultad es limitada porque no puede provocar una afectación confiscatoria del derecho de
propiedad de los contribuyentes.

El Máximo Tribunal afirmó que es competencia legítima del Congreso dictar una ley que prohíbe el ajuste
por depreciación de la moneda como instrumento para enfrentar la inflación. Destacó que no juzga el
mérito de las políticas económicas, pero sí debe ponerles límites cuando afectan el derecho de propiedad.
Por estas razones, aseguró que no corresponde declarar la inconstitucionalidad de esas normas en forma
abstracta, sino frente a una afectación concreta al derecho de propiedad. En este sentido, indicó que los

OM
precedentes anteriores de la Corte no se refieren al Impuesto a las Ganancias y no pueden ser
directamente trasladados.
Por estas razones, sosteniendo que hay confiscatoriedad cuando se absorbe una porción sustancial de la
renta o el capital, la Corte decidió fijar un criterio enfocado exclusivamente en el caso. Para ello, tuvo en
cuenta que en el año 2002 hubo una inflación de índices de precios mayoristas de 117, 96% y minoristas
de 40,9%, lo que constituye un hecho relevante si se tiene en cuenta la prohibición de indexar. En el caso
el actor presentó un informe especial de contador público del que se desprende que en el 2002 (ejercicio

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fiscal finalizado el 31 de diciembre de ese año) el pago del impuesto sin ajuste no sería del 35%, sino que
representaría el 62% del resultado impositivo ajustado o el 55% de las utilidades ajustadas obtenidas por
la actora durante el ejercicio de ese mismo año, lo que excedería el límite razonable de imposición.
DD
El juez de primera instancia ordenó realizar una pericia que arribó a conclusiones similares que no fueron
suficientemente objetadas por las partes. De estos hechos, resaltó el Alto Tribunal, se desprende que la
prohibición de utilizar el ajuste por inflación resulta inaplicable al caso de autos, en la medida en que la
alícuota efectiva a ingresar insume una sustancial porción de las rentas obtenidas por el actor y excede
cualquier límite razonable de imposición, configurándose un supuesto de confiscatoriedad.
En consecuencia, la Corte resolvió declarar procedente en el caso aplicar el ajsute por inflación por el
LA

periodo fiscal correspondiente al año 2002, haciendo lugar al amparo presentado por la actora.
El ministro Petracchi votó en disidencia porque consideró que no estaba probada suficientemente la
afectación sustancial del patrimonio.

Fallo “Pablo Horvath c/ Nacion Argentina”


FI

Hechos:
A raíz de la denegación de los reclamos deducidos por la actora, tendientes a obtener la restitución de
importes ingresados en concepto de la obligación instituida por la ley 23.256 que creó el régimen
denominado "ahorro obligatorio", el juez de primera instancia dejó sin efecto las resoluciones


administrativas impugnadas y ordenó el pago de la suma reclamada con su actualización desde el día del
depósito hasta el momento de la efectiva restitución, con más sus intereses. La Cámara revocó el
pronunciamiento y, en consecuencia, rechazó la demanda. Interpuesto recurso extraordinario federal, la
Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó, por mayoría, el fallo apelado.

En el fallo de 1995 de autos “Horvath Pablo c/ DGI”, la CSJN se pronunció sobre el denominado “ahorro
obligatorio” instituido por la Ley N° 23.256. El actor planteaba el agravio que le ocasionaba esa
obligación de naturaleza tributaria o de empréstito público ya que ambos supuestos requieren el
consentimiento de los suscriptores y aquella había sido instituida compulsivamente. Por otro lado alegaba
el carácter de confiscatorio de aquel “ahorro” ya que gravaba retroactivamente la renta o el capital durante

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determinado período y este nuevo “impuesto” se superpondría sobre la misma materia imponible gravada
por los impuestos a las ganancias y al patrimonio neto, circunstancia que originaría una confiscatoria
acumulación de obligaciones que violaría el derecho de propiedad garantizado por la CN. Por último se
agravia por la tasa de interés fijada por la ley para la restitución de importe depositado ya que implicaría
una confiscación del capital a causa de la persistencia del fenómeno inflacionario.

La CSJN rechaza los agravios con base en los siguientes fundamentos: se trataría de un tributo de
“contribución nacional” con el propósito de allegar fondos al tesoro público surgido de los objetivos de
política económica del Estado a través de su poder tributario con el cual no se requiere el consentimiento

OM
de los particulares para configurarse la obligación tributaria; por otro lado, la circunstancia de que la Ley
N° 23.256 tome como base para determinar la prestación debida por el contribuyente su situación
impositiva correspondiente al ejercicio anterior a su sanción, no autoriza a sostener que la obligación
tributaria resultante de dicha ley se retrotraiga a ese período, ni constituya un gravamen adicional a los
pagados en él ya que se trataría de una nueva obligación donde su carácter de confiscatorio la debe probar
el contribuyente demostrando que el tributo habría producido una absorción por parte del Estado de una
porción sustancial de su renta que mereciera reproche; y por último, respecto del tercer agravio, la CSJN

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no se expide ya que el a quo no decidió definitivamente sobre esa cuestión que posibilite su tratamiento
por vía de recurso extraordinario federal.
DD
“Fallo Petroquimica S.A.”

En materia de repetición de los impuestos comprendidos en la ley 11.683 (t. o. 1974 ) rigen las normas
propias que este cuerpo legal contiene, entre las que se consagra en los arts. 74 y 76, el principio general
del derecho a repetir los tributos que se hubieran pagado de más, ya sea espontáneamente o a
requerimiento de la Dirección General, imponiéndose a quien lo intenta la demostración de la medida en
LA

que el impuesto abonado es excesivo con relación al gravamen que le correspondía abonar, expresiones
que importan referencia al pago de lo indebido o efectuado sin causa y además, como consecuencia de la
exigencia del solve et repete, la prueba del ingreso al fisco es presupuesto de la acción, sin otras
exigencias, fuera de los recaudos procesales.

La repetición de lo pagado indebidamente, además de su fundamento en el principio de derecho natural de


FI

que nadie debe enriquecerse sin causa a costa de otro, regla ética que alcanza al Estado, reconoce también
sustento en las garantías constitucionales que amparan al contribuyente frente a posibles desvíos de la ley
o su aplicación.


La teoría civil del enriquecimiento sin causa exige presupuestos que no impone la ley 11.683 para la
repetición de impuestos que establece esencialmente al efecto la prueba del pago y la falta de causa y no
ha previsto la acreditación del empobrecimiento del solvens, como la prueba que dicha ley confiere
acción no sólo al contribuyente, sino también a meros responsables que no son los sujetos de la obligación
tributaria.El interés inmediato y actual del contribuyente que paga un impuesto existe con independencia
de saber quién puede ser, en definitiva, la persona que soporte el precio del tributo. (Con este fallo la
Corte modifica la doctrina que al respecto sostenía el tribunal en su anterior composición y se retoma la
de pronunciamientos anteriores).

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