Las Políticas de Reparación Simbólica A Las Víctimas Del Conflicto Armado Interno: Avances en El Caso de Accomarca, Ayacucho
Las Políticas de Reparación Simbólica A Las Víctimas Del Conflicto Armado Interno: Avances en El Caso de Accomarca, Ayacucho
Las Políticas de Reparación Simbólica A Las Víctimas Del Conflicto Armado Interno: Avances en El Caso de Accomarca, Ayacucho
DOI: https://doi.org/10.15381/rsoc.n33.21800
ISSN impreso: 1605-8933 / ISSN en línea: 1609-7580
RESUMEN
En el 2003 se realizó la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación que
recogió alrededor de 7,300 testimonios de víctimas del conflicto armado interno vivido entre los años
1980 y 2000 en el Perú. A partir de lo recogido, se brindó recomendaciones y reflexiones con la idea
de generar una nueva ciudadanía y reformar las instituciones para prevenir la violencia y respetar los
derechos humanos. Sin embargo, estas acciones necesitan un proceso de reconocer a las víctimas y
brindarles un debido proceso de justicia y reparación.
En el presente artículo, se presenta parte de la investigación que sigue en proceso sobre el programa
de reparaciones simbólicas en el distrito de Accomarca de la región de Ayacucho, el cual sigue a la
espera de la construcción de un lugar de memoria para recordar, albergar y encontrar las memorias,
vivencias y luchas de su comunidad.
Palabras clave: Conflicto armado interno, políticas de memoria y reparación, lugares de memoria,
reparación simbólica, Perú, Argentina, Chile, Accomarca.
© Los autores. Este artículo es publicado por la Revista de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional
Mayor de San Marcos. Este es un artículo de acceso abierto, distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons
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Geraldine Yolanda Garrido Espíritu
human rights. However, these actions need a process of recognizing the victims and providing them
with a suitable process of justice and reparation.
This article addresses part of the investigation that is still in process on the symbolic reparations
program in the Accomarca district of the Ayacucho region is presented, which continues to await
the construction of a place of memory to remember, house and find the memories, experiences and
struggles of their community.
Keywords: Internal armed conflict, policies of memory and reparation, places of memory, symbolic
reparation, Perú, Argentina, Chile, Accomarca.
Introducción
E
l 28 de agosto del 2003 se realizó la entrega del Informe Final de la Comisión
de la Verdad y Reconciliación en el 2003 al ex mandatario Alejandro Toledo.
Durante la ceremonia, Salomón Lerner, presidente de la comisión, señaló que
más de 69 mil peruanos y peruanas fueron víctimas del conflicto armado interno.
Asimismo, reveló que como país debemos aprender a vivir con estas cifras pues es
momento de asumir nuestra responsabilidad como sociedad y Estado.
La investigación dio como resultado nueve tomos que narraban los hechos de
horror vividos por ciudadanas y ciudadanos de diferentes partes del país, sin em-
bargo, la gran cantidad de testimonios recogidos en zona rurales y de difícil acceso
eran escalofriantes. De un momento a otro, las víctimas y sus familiares empezaron
a reunirse y relatar, las organizaciones se pusieron de pie y brindaron testimonios
que habían recogido por su cuenta. Y cuando no fue suficiente esto, se empezaron a
realizar en señal abierta las audiencias públicas transmitidas por el canal del Estado.
A medida que pasaba el tiempo, una pregunta retumbaba en los comisionados y
la población: ¿Dónde había estado el Estado para todas estas víctimas?
A partir de lo mencionado, los gobiernos sucesivos empezaron a tomar acciones
para reestructurar las relaciones entre las instituciones públicas y ciudadanía que
fueron afectadas por la violencia y desigualdad. La implementación y ejecución
de políticas de reparación a las víctimas comenzaron a ser un punto en la agenda
nacional, sin embargo, tras más de quince años de la entrega de la Comisión de la
Verdad, las luchas por la verdad persisten. Por ello, el presente artículo considera
pertinente y necesario abordar de qué forma se ha llevado a cabo las políticas
de reparación en el Perú, tras la búsqueda de justicia por más de 40 años de las
víctimas y sus familiares.
El presente artículo tiene como objetivo presentar parte de una investigación
personal sobre el programa de reparaciones simbólicas en el distrito de Accomarca
de la región de Ayacucho. Comunidad que sigue a la espera de la construcción
Cuando se habla del conflicto armado en el Perú, suele entenderse como un pe-
riodo de tiempo pasado y ajeno. En algunos casos, es preferible no mencionarlo o
removerlo porque no es solo doloroso y confuso, sino que depende la posición en
que nos encontremos para entender sus complejidades, como sostiene Reátegui
(2010). Sin embargo, lo cierto es que muchas veces, socialmente hablando, ha sido
más cómodo no nombrarlo y voltear la página.
Pero qué pasa cuando aún se busca a alguien, cuando no se ha podido enterrar
a una madre, padre, hermano o hermano, es más, no se tiene la certeza de quié-
nes se lo llevaron y sí se tiene, estas personas están libres y siguiendo con su vida.
Entonces ¿cómo se puede reparar la desaparición o muerte de una persona? ¿Es
realmente posible hacerlo? ¿Se puede hacer justicia en estos casos? Estas preguntas
las dejaré abiertas por el momento.
A raíz de los hechos de violencia producidos en los años 1980-2000 que gene-
raron graves consecuencias en la dignidad e integridad de las personas que fueron
torturadas, desplazadas forzadamente y encarceladas injustamente mencionadas
en la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que en adelante será CVR, se puede
desglosar que es importante también señalar que muchos de estos casos tuvieron
mayor incidencia en los sectores más pobres del Perú, ya que muchas veces no han
tenido una presencia total por parte del Estado y a causa de eso han sufrido la indife-
rencia y muchas veces la soledad para poder afrontar la violencia (CVR, 2008, p. 17).
El tema de la reparación es bastante complejo debido a que no se puede
compensar la pérdida o la desaparición de una persona, sin embargo, desde la
Comisión de la Verdad y Reconciliación, “la reparación es un gesto que reconoce
y reafirma la dignidad de las personas” (CVR, t. IX, 2003, p. 141). En la historia del
Perú, la violencia no es un tema nuevo, sin embargo, tras lo investigado por la
Comisión de la Verdad se logró hablar de un pasado –reciente- el cual aún tenía
muchos temas por cerrar, pero sobre todo heridas de invisibilización que debían ser
reconocidas, escuchadas y reparadas (CVR, t. IX 2003, p. 316). Asimismo, el trabajo
de las instituciones de derechos humanos hizo del tema de las reparaciones una de
las principales demandas, logrando así que en diciembre del 2006 se promulgase la
Ley N° 28592 Plan Integral de Reparaciones (PIR) (Congreso de la República, 2006).
Con ella, se crea el Consejo de Reparaciones, que en adelante se llamará CR, cuya
institución sería la encargada de elaborar el Registro Único de Víctimas (RUV). Este
registro permitiría tener una relación oficial de las víctimas del conflicto armado a
nivel nacional. Y, por otro lado, podrían acceder a los programas de reparación que
se estaban empezando a implementar con la normativa (Congreso de la República,
2006). Sin embargo, estas acciones no son exclusivas de nuestro contexto nacional,
a continuación, se presenta de forma breve algunas políticas y acciones de dos
países hermanos: Argentina y Chile.
Bajo el Decreto 187 en el gobierno de Raúl Alfonsín en Argentina, el 15 de
diciembre de 1983 se dio inicio a la Comisión Nacional sobre las Desaparición de
Personas (CONADEP). Su mandato estuvo ceñido a investigar las violaciones contra
los derechos humanos ocurridos entre 1976 y 1983. Además, tenía la aprobación
para recibir las denuncias sobre desapariciones y secuestros para elaborar un
documento de trabajo.
La investigación pudo recoger testimonios que narraron la historia de detenidos
y desaparecidos durante nueve meses en la capital, así como filiales. La labor fue
muy difícil, sin embargo, el ímpetu para esto era motivada para aportar al surgi-
miento de una sociedad democrática que no volviera a vivir estos años oscuros.
Ernesto Sábato presidio la CONADEP que estaba integrada por doce comisionados.
La representación incluía a iglesias (católica, judía y metodista) y tres diputados
que llegaron a pedido del presidente de la época. Además, la integraron alrededor
de sesenta investigadores.
Al igual que la Comisión peruana, en el caso argentino la identificación de
responsables no era la misión encomendada de la investigación, sin embargo,
mencionó las acciones y vulneración de derechos de organismos como el Estado y
grupos violentos. Se contó con la ayuda de organismos de DDHH para la recepción
de testimonios.
La comisión entregó finalmente el nombre de 1351 opresores el 20 de sep-
tiembre de 1984 con más de 50 mil carillas y el 28 de noviembre, un mes después,
se presentó el libro “Nunca más”. Los resultados fueron atroces: más de ocho mil
personas desaparecidas – detenidas, así como más de 300 centros de detención.
(Espinoza, Ortiz y Rojas, 2003, p. 14 -16).
Tras esto, se establecen recomendaciones y dirigidas a dos ámbitos. La primera
promover iniciativas para prevenir y reparar la repetición de la violencia contra los
(2011), se cuenta con más de 30 políticas sobre memoria y reparación que incluyen
espacios de memoria, instituciones especializadas y reconocimientos públicos.
Siguiendo lo mencionado, Jelin (2002) señala que, durante periodos que suceden
en épocas de violencia y traumas donde se pusieron en suspenso los derechos
humanos, emerge un nuevo clima de búsqueda de justicia y verdad donde diversas
memorias y sus interpretaciones son elementos fundamentales para la construcción
de identidades individuales y colectivas. Por ello:
[...] las memorias de quienes fueron oprimidos y marginalizados [...] surgen con
una doble pretensión, la de dar la versión “verdadera” de la historia a partir de su
memoria, y la de reclamar justicia. En esos momentos, memoria, verdad y justicia
parecen confundirse y fusionarse, porque el sentido del pasado sobre el que se
está luchando es, en realidad, parte de la demanda de justicia en el presente”.
(Jelin, 2005, p. 23)
apoyo a los sobrevivientes” (p. 87). De forma sucinta, la reparación está sujeta a las
categorías de: verdad, justicia, reconciliación, prevención y promoción. En el Perú,
como en otros contextos donde se vivieron periodos de violencia, el auge de la
memoria se relaciona con la lucha política que se desarrolla en el plano de la cultura
entre formas contrapuestas de entender y valorar el horror de los años de violencia
(Barrantes y Peña, 2010). Existe justamente, los conflictos entre “las memorias” se
dividen entre quienes fueron víctimas y quieren sustentan la memoria salvadora
que justifica “el costo inevitable que se tuvo que pagar para alcanzar derrotar el
terrorismo” (Degregori, Portugal y Salazar, 2015, p. 15-16).
Como se mencionó, con el Decreto Supremo N° 011-2004-PCM se crea la Comi-
sión Multisectorial de Alto Nivel (CMAN), quien estaba encargada del “Seguimiento
de las Acciones y Políticas del Estado en los ámbitos de la Paz, Reparación Colectiva
y la Reconciliación Nación”1.
El Marco Normativo del Plan Integral de Reparaciones - PIR para las víctimas de
la violencia ocurrida durante el período de mayo de 1980 a noviembre de 2000,
conforme a las conclusiones y recomendaciones del Informe de la Comisión de la
Verdad y Reconciliación. (Congreso de la República, 2006, p. 2)
Para efecto de la presente Ley son consideradas víctimas las personas o grupos de
personas que hayan sufrido actos u omisiones que violan normas de los Derechos
Humanos, tales como desaparición forzada, secuestro, ejecución extrajudicial,
asesinato, desplazamiento forzoso, detención arbitraria, reclutamiento forzado,
tortura, violación sexual o muerte, así como a los familiares de las personas muertas
y desaparecidas durante el período comprendido en el artículo 1 de la presente
Ley. (Congreso de la República, 2006, p. 2)
1 Según la finalidad que tiene la labor de la Comisión Multisectorial de Alto Nivel (CMAN) expuesta en su pág.
Web: https://cman.minjus.gob.pe/quienes-somos/ . (última consulta: 14/11/2021)
establecimiento de las bases militares, sin embargo, bastaba que alguna autoridad
no quisiera renunciar a su cargo para que fuera asesinado.
Sin embargo, una de las características centrales de los primeros años del conflicto,
es que no ocurrió un cambio inmediato en la vida cotidiana de la comunidad, sino
que ésta fue afectándose de manera gradual. Así, durante los primeros años, en
Accomarca las actividades económicas y educativas siguieron su curso normal, a
pesar de lo cual, algunas personas de la comunidad empezaron a mostrarse en
desacuerdo con el PCP-SL porque se les prohibía cuestionar a los dirigentes, se
impuso un sistema de producción distinto al normal y eran obligados a asistir a
las asambleas. (CVR, t. VII, 2003, p. 155)
De esta forma, el año 1982 transcurrió hasta que, en los años siguientes, las ac-
ciones de sendero fueron cada vez más violentas donde la negación por parte de
la ciudadanía era castigada con la muerte, precisando estos actos de violencia, se
recoge lo siguiente del mismo tomo mencionado líneas arriba:
Ante esta situación, en 1983 se iniciaron las primeras incursiones por parte del
Ejército en las denominadas “zonas liberadas”, o lugares donde Sendero pretendía
haber instalado “comités populares”. Las incursiones a los poblados tenían como
resultado la detención y muerte a discreción de campesinos. Sendero Luminoso
se había convertido en un enemigo invisible que las fuerzas del orden no podían
identificar, lo que resultaba en acciones arbitrarias contra el conjunto de los habi-
tantes, que eran culpabilizados por asociación. (p. 156)
Sumado a todo esto, el ejército comenzó a realizar sus operativos de forma más
rigurosa, y lamentablemente, bastaban las sospechas para condenar a un poblador
o comunidad entera.
Las autoridades del Ejército del departamento de Ayacucho estaban seguras que
sectores de la población del distrito de Accomarca estaban vinculados al PCP-SL,
que existía una “Compañía Accomarca” de Sendero Luminoso, y que en la parte baja
de este distrito —Quebrada de 156 Huancayoc— funcionaba una “escuela popular”.
El Ejército arribó a dichas conclusiones luego de que, en la primera semana del
mes de agosto de 1985, se produjeran enfrentamientos con columnas de Sendero
en las alturas de Sarhua, Caracha y Putuccasa del distrito de Huancasancos, que
habían causado 25 bajas entre los senderistas. En estos enfrentamientos fueron
detenidos un número de presuntos subversivos que habrían aceptado pertenecer
a la “compañía Accomarca”, la cual, según informaron, estaba conformada por un
total de 32 hombres organizados en cinco pelotones. (p. 156-157)
Este proyecto, desde antes de la pandemia quedó paralizado pues los temas
administrativos y la falta de apoyo por parte del municipio y representantes esta-
tales generó malestar en la comunidad que lejos de olvidarlo, sigue manteniendo
la unión de las familias por lograr una visibilización y reconocimiento.
A modo de conclusión
En la historia de cada país, región o localidad han existido diferentes hechos his-
tóricos: algunos buenos que aportaron al crecimiento de mejores condiciones de
vida para sus ciudadanos, y otros, nefastos y crueles que han dejado huellas que
hasta el día de hoy generan dolor e impotencia.
Según Rodríguez (2013), cada Estado tiene la obligación de investigar y sancio-
nar, según sus leyes y normas, a los responsables de violentar Derechos Humanos.
Además, para poder esclarecer estos terribles hechos se deben conformar espacios
donde “el poder político aliente o apoye activamente una investigación seria de
abusos cometidos en el pasado” (p. 268).
De esta forma, las Comisiones de Verdad se fueron implementando como
mecanismos no judiciales, pero sí de carácter oficial que constatan hechos de vio-
lencia donde han ocurrido violaciones de Derechos Humanos a lo largo de ciertos
períodos de años como se señala:
contra los Derechos Humanos sin dejar de lado temas de discriminación, racismo
y otros temas correspondientes.
Sin duda, la creación de comisiones de verdad marcó un precedente histórico
como señala Huber y Del Pino (2015) porque su conformación por múltiples per-
sonalidades de diversas identidades políticas e ideológicas parecía coincidir en la
búsqueda de la reconstrucción democrática y la verdad histórica, anteponiendo
los derechos humanos y la justicia para la reparación, como la base de este nuevo
Estado.
Como lo mencionan tanto Degregori, Portugal, Salazar (2015) como Burbano
y García (2016) las reparaciones involucran una serie de criterios y requisitos los
cuales deben adecuarse a las necesidades de la ciudadanía. Entre ellos, podemos
rescatar los siguientes: alcance, cobertura, amplitud, complejidad coherencia interna
y externa, y finalidad.
De esta forma, los programas de reparación pueden ejecutarse de diferentes
formas. Como mencionó el Centro de Derechos Humanos en Santiago de Chile, en
el caso de Argentina se crearon alrededor de 50 políticas y en la experiencia chilena
se han contabilizado 31.
La reparación no es un proceso netamente institucional, sino colectivo. La par-
ticipación de organizaciones acompaña a los organismos estatales, quienes, como
se ha visto líneas arriba, deben cumplir un mandato de atención. Sin embargo, el
estudio de Sinthya Rubio (2013) ha recogido las críticas al Plan Integral de Repara-
ciones (PIR) implementado en el Perú desde el año 2004.
[…] no se tuvieron en cuenta las experiencias locales y los planes regionales que ya
se encontraban en marcha; que no se dio un enfoque de género e interculturalidad
de manera adecuada, […]. Igualmente, no se incluyó a los pueblos indígenas que
fueron muy afectados por el conflicto armado interno, además está pendiente la
reparación integral a las personas en situación de desplazamiento por la violencia,
ellos también deben ser incorporados en las reparaciones colectivas. (p. 60)
Entre sus aportes, señala que es importante relacionar el contexto social, político
y económico de las comunidades y poblaciones agredidas. No se puede crear o
implementar en medidas de atención sin antes conocer la realidad y necesidades.
Menos si parte de estas poblaciones han luchado por conquistar espacios de orga-
nizaciones sociales y hasta conseguir disputas legales internacionalmente.
De esta forma, el programa de reparaciones a pesar de haberse instalado como
una política pública de memoria durante casi 20 años, todavía presenta desafíos
en su implementación y ejecución.
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