Libro Terminado 100 Años de Soledad PDF

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NOMBRE.

FERNANDA ALVEAR MONTESDEOCA


GRUPO.
COMANCHE
INSTRUCTOR.
CAP. CHISTIAN PÉREZ.
TEMA. RESUMÉN LIBRO LEIDO # 3

FECHA.

DESDE EL . 10/06/2023

HASTA EL. 9/07/2023

TITULO DEL LIBRO.


100 AÑOS DE SOLEDAD.
CAPÍTULO VII.

La guerra había llegado a su fin pero el coronel Aureliano Buendía estaba condenado a pena de
muerte La noche de su fusilamiento José Arcadio Buendía, rifle en mano, rescató a su hermano.
El coronel y seis hombres volvieron a la guerra, dejaron Macondo para seguir con la revolución.
Una buena tarde llegó el telégrafo a Macondo. Rebeca y José Arcadio vivían apartados de su
familia; sorpresivamente, un rio de sangre atravesó el pueblo, desde la casa de Rebeca hasta la
casa de Úrsula, la madre supo que habían matado a su hijo José Arcadio. El coronel Aureliano
volvió a Macondo acompañado de su compadre Gerineldo Márquez. Gerineldo estaba
enamorado de Amaranta y la visitaba todas las tardes. Úrsula le pidió a Amaranta que se case
con el coronel, ésta se indignó y, aseguró, que nunca se casaría.
CAPÍTULO VIII.

Amaranta observaba a Aureliano José, hijo del coronel, desde su mecedor. Su sobrino había
dejado de ser un niño y se resistía a dormir lejos de ella por temor a la lluvia, de juegos inocentes
sanos pasaron a quitarse las ropas, intercambiaron caricias y se perseguían por todos los
rincones para amarse. Un día, cuando Úrsula casi los descubre, Amaranta salió de su fascinación
y terminó de tajo con Aureliano José. El sobrino moriría enamorado de Amaranta. La vida en la
casa cambiaba según las emociones de los habitantes. Una noche, cuando Aureliano José
rondaba desarmado por los antros, y en el contexto de una guerra, un Capitán del gobierno lo
asesinó de tres tiros. El coronel Aureliano Buendía volvió a Macondo acompañado por todo su
regimiento. Úrsula descubrió, que su hijo había perdido el corazón en la revolución.
CAPÍTULO IX.

Llegaron a Macondo seis abogados, representantes del gobierno, en busca del coronel Buendía
para firmar ciertos acuerdos. Se firman los convenios aun cuando los abogados y el Coronel
reconocen que la revolución se ha convertido en una disputa por el poder. Después de veinte
años de guerra, el C
Coronel solicita ayuda a su amigo Gerineldo Márquez para dar fin a la revolución donde, también
había perdido el sentido de la vida y ahora le resultaba vacía. El coronel, para felicidad de su
madre, vuelva a ser el hombre de la casa de los Buendía. Muchos años después, cuando el
Coronel seguía buscando poner fin a la violencia fue mal herido tiempo después logró
recuperarse.
CAPÍTULO X.

Santa Sofía de la Piedad había sido la mujer de Arcadio, tuvieron dos varones: Aureliano Segundo
y José Arcadio Segundo. Los niños fueron tan parecidos cuando eran niños que hasta su misma
madre los confundía. Aureliano Segundo se dio a la tarea de descifrar los pergaminos que
Melquíades había dejado tras su muerte, pero una tarde, el gitano apareció en el laboratorio y
se dispuso a transmitirle todo su conocimiento. En cambio, José Arcadio Segundo se dedicó al
negocio de los gallos de pelea, Úrsula intentó evitarlo pero no obtuvo ningún resultado.
Aureliano segundo conoció a la mujer que lo sacaría de su encierro y con la que compartiría toda
su vida: Petra Cotes. A pesar de ser su mujer y después su concubina, la amaba más que a su
propia esposa. Con Petra conoció la fortuna y la felicidad y juntos, se convirtieron en unos
despilfarradores y holgazanes. En una feria, donde Remedios, la bella, fue proclamada reina,
Aureliano Segundo conoció a Fernanda que, más tarde, sería su mujer.
CAPÍTULO XI

El matrimonio estuvo a punto de terminarse a los dos meses cuando Fernanda se enteró que
Aureliano Segundo mantenía la relación con Petra Cotes. Fernanda venía de una familia
acostumbrada a la buena vida y a cumplir con las reglas de etiqueta. Todo el tiempo que vivió
en Macondo trató de imponer las mismas reglas para los Buendía. Los obligaba a sentarse a la
mesa con manteles de lino y vajilla de plata. Fernanda se desvivía por atender la casa y era muy
estricta con Aureliano. El hombre, agobiado por la dureza de Fernanda, se entregó al derroche
de su fortuna y a vivir apasionadamente con su concubina. Pero, de su matrimonio nació Renata
Remedios que, por su belleza e inocencia, sería la perdición de cuanto hombre la mirara. A su
regreso de la guerra, el Coronel Aureliano se había dedicado a la platería y siempre se le veía en
el laboratorio de Melquíades. Una tarde, a pesar de su voluntad, su madre lo obligó a abrir la
puerta. El coronel se encontró con 17 hombres que lo reclamaban como a su padre. Los 17
aurelianos se dedicaron a recorrer el pueblo y a disfrutar de los placeres de sus mujeres. Uno de
ellos, Aureliano Triste llegó a la casa donde había vivido José Arcadio y después de tirar la puerta,
en medio de la neblina, se encontró con Rebeca que le apuntaba con el rifle. Rebeca había estado
encerrada desde la muerte de José Arcadio y estaba convertida en una anciana. Aureliano Triste
había heredado el gusto por las empresas casi imposibles pero era afortunado en los negocios
y, una buena tarde, decidió llevar el ferrocarril a Macondo.
CAPÍTULO XII.

Llegó a Macondo la luz, el cine, muchas novedades. Con el ferrocarril llegó Mr. Herbert y, un día,
invitado a comer en casa de los Buendía probó los bananos. Le impresionaron tanto que en los
siguientes días siempre se le vio haciendo pruebas y tomando apuntes respecto a la fruta.
Después de varios meses llegó a Macondo una avalancha de forasteros que empezaron a
construir casas y, más tarde, llegaron sus familias y sus animales. El pueblo se llenó de gente
nueva, los gringos se habían asentado en Macondo para explotar la tierra, el banano; y el resto
de la gente había llegado Macondo atraídos por las historias que se contaban del pueblo.
Mientras el Coronel vivía enojado por la invasión, Aureliano Segundo estaba feliz de relacionarse
con gente nueva y vivir en una constante fiesta. Remedios, la bella era la única que no se alteraba
con los vertiginosos cambios, pero todos los hombres que la miraban se volvían locos o se morían
de amor por ella. Una tarde, mientras doblaba ropa limpia, Remedios, la bella dama, salió
volando llevándose con ella unas sábanas. José Arcadio Buendía seguía atado del castaño y en
una ocasión, mientras Úrsula lo alimentaba, le confesó su tristeza por la próxima muerte de su
hijo Aureliano. El coronel cansado y enojado por la presencia de los gringos, decidió retomar las
armas y acabar con ellos, acudió a pedirle ayuda a su amigo Gerineldo Márquez, él se negó a
mirarlo con compasión.
CAPÍTULO XIII.

Con el transcurrir de los años Úrsula estaba perdiendo la vista pero seguía teniendo una energía
que le permitía ocultar su vejez. La abuela se guiaba por los olores y por los sonidos y dedicaba
su tiempo a la educación de José Arcadio, el hijo de Fernanda que sería Papa. Meme, la
primogénita del matrimonio, sería una excelente ejecutante de clavicordio. Llegado el momento,
los dos se fueron a continuar sus estudios en el extranjero. En su soledad, Amaranta había
empezado a tejer su propia mortaja. Aureliano Segundo seguía siendo más feliz en los brazos de
Petra y sólo volvía a la casa cuando sus hijos regresaban de vacaciones. Fernanda, por su parte,
les escribía largas cartas mintiéndoles sobre la felicidad que reinaba en la casa. Aureliano
Buendía pasaba todo el día recluido en el laboratorio, trabajaba en la platería. El único día que
se asomó a la calle fue para ver pasar al circo. Los nuevos visitantes estaban muy lejos de
parecerse a Melquiades y sus amigos
CAPÍTULO XIV

Las vacaciones de Meme coincidieron con la muerte del coronel Aureliano Buendía. Meme había
culminado sus estudios y se dedicaba a pasear con sus amigas y a tocar el clavicordio todas las
tardes. En poco tiempo la casa se llenó de amigas que iban a la costura. Meme sobresalía por su
entusiasmo y reanudó una bella relación con su padre que se desvivía por complacerla. Tiempo
después, la actitud de Meme fue cambiando y su madre, Fernanda, la sorprendió en varias
mentiras. Una tarde, después de días de secreta vigilancia, Fernanda la descubrió besándose con
Mauricio Babilonia en la oscuridad del cine. La madre, como era de esperar, la encerró en la casa
y le prohibió toda clase de visitas. Meme no parecía sufrir y, al contrario, disfrutaba de pasar
horas en su cuarto. Una noche, Fernanda pidió ayuda a la policía para capturar un ladrón de
gallinas que estaba en la parte trasera de la casa. Repentinamente, se oyeron unos disparos y
Mauricio Babilonia cayó muerto dejando a Meme esperando un hijo suyo. Una soleada mañana
Amaranta anunció su muerte y, sin querer confesarse, se acostó en su lecho hasta que cerró los
ojos.
CAPÍTULO XV.
Meme había concebido un niño de Mauricio y llevaba tres años escondido en el laboratorio de
Melquíades. Aureliano Segundo se encargó de su educación y lo llamó José Arcadio. Por su parte,
José Arcadio Segundo había abandonado los gallos de pelea para trabajar en la compañía
bananera, pero después de años de explotación se convirtió en el líder de los trabajadores y
formó el primer sindicato de Macondo. El sindicato peleaba contra los gringos y José Arcadio
Segundo se vio, muchas veces, en peligro de ser encarcelado. José Arcadio entendió mejor a su
tío, el coronel Aureliano Buendía, pero al final de la lucha descubrió que la verdadera razón de
ambos era por el vacío que tenían en el corazón.
CAPÍTULOXVI.

Llovió durante cuatro años, once meses y dos días. Nadie podía dejar la casa, José Arcadio
Segundo se pasaba el tiempo en el laboratorio platicando con Melquíades y absorto en los
pergaminos. Aureliano Segundo esperaba que escampara para ir a casa de Petra. Después de un
tiempo, la comida empezó a escasear y Fernanda le exigía a su marido que saliera en busca de
víveres. Úrsula aseguraba que se moriría cuando escampara. Fue necesario excavar canales. En
esos días se murió el coronel Gerineldo Márquez y el sepelio se vio arruinado por la lluvia. Úrsula
se asomó a la ventana para despedirse de él. Aureliano Segundo va a casa de Petra Cotes y la
encuentra tratando de salvar las pocas reses vivas que les quedaban. Enojada, Petra le reclama
a Aureliano no haber acudido a sus llamados
CAPÍTULO XVII.

Dejó de llover y Úrsula se dedicó a restaurar la casa. Aureliano Segundo tomó sus baúles y
regresó a casa de Petra Cotes. José Arcadio Segundo seguía estudiando los pergaminos de
Melquíades. Con la restauración de la casa, Úrsula se llenó de recuerdos y se esforzó por cumplir
su promesa de morir. La mujer, ya en sus últimos días, regresó el tiempo en su memoria y a los
nuevos descendientes los confundía con los primeros. Rebeca murió a finales de ese año y
Aureliano Segundo se hizo cargo del entierro. Con el diluvio Macondo parecía un pueblo
fantasma, estaba deshabitado y todas las casas perecían caerse con solo mirarlas era un lugar
tan deshabitado que parecía un fantasma . Amaranta Úrsula, la hija menor de Fernanda, se fue
a estudiar a Bruselas. El nueve de agosto, José Arcadio Segundo se murió mientras conversaba
con su hermano gemelo. Pocas horas después, Aureliano Segundo dejó de respirar cuando
dormía en la cama de Fernanda. Petra Cotes intentó ponerle los botines con los que siempre
había deseado morir, pero Fernanda le prohibió la entrada a la casa. Los gemelos fueron
enterrados en baúles iguales y volvieron a ser idénticos como lo fueron en la niñez.
CAPÍTULO XVIII.

Aureliano no abandonó en mucho tiempo el cuarto de Melquíades. Había empezado a traducir


los pergaminos; Santa Sofía de la Piedad se encargaba de llevarle café, un poco de comida y de
cortarle el pelo. Desde la muerte de Aureliano Segundo, Fernanda se encargaba de mandar todos
los días un canasto con víveres. Así humillaba a quien la había maltratado. Para Santa Sofía de la
Piedad el que hubiera pocos habitantes en la casa le permitía descansar, la casa se precipitó en
una crisis de senilidad y estaba casi en ruinas. Santa Sofía de la Piedad después de desistir de
seguir trabajando, tomó sus pocas cosas y abandonó la casa y a Aureliano con Fernanda. Pasaron
los años y Fernanda empezó a disfrutar de los recuerdos,una mañana Aureliano la encontró
tendida en su cuarto vestida de reina. Aureliano, deseoso de seguir estudiando, salió a la calle
en busca de ciertos libros. Así, Aureliano estaba consiguiendo traducir los pergaminos y empezó
a disfrutar de ir a la librería.
CAPÍTULO XIX.

Amaranta Úrsula regresó en diciembre. Apareció sin previo aviso, con bellos vestidos, hermosos
collares y con su esposo. El hombre con quien se había casado era mayor que ella y tenía facha
de navegante. Con Amaranta Úrsula llegó la felicidad. Volvió para quedarse y estaba dedicada a
la salvación de la casa. Aureliano se mantenía encerrado en el taller y absorto en los estudios.
Amaranta Úrsula acabó con las hormigas, revivió las flores, abrió las puertas y las ventanas. Su
marido moría de amor por ella y le cumplía todos sus deseos. Una mañana, Amaranta Úrsula
entró al taller y empezó a conversar con Aureliano. Amaranta Úrsula gozaba de hacer el amor
con su marido sin importarles donde, Aureliano estaba profundamente enamorado de
Amaranta. Se lo confesó a Nigromante, una muchacha con la que Aureliano pasaba muchas
noches. Un día, mientras el marido de Amaranta escribía cartas a sus amigos, Aureliano entró en
la alcoba de su tía y la despojó de sus ropas. Lo que empezó en un forcejeo de resistencia terminó
siendo un acto de amor.
CAPÍTULO FINAL

Pilar Ternera se murió sentada en su mecedor de bejuco. Gastón, el marido de Amaranta Úrsula
decidió viajar a Bruselas para supervisar sus negocios. Con su partida, Aureliano y Amaranta
Úrsula se dieron a la tarea de amarse. Mientras ella cantaba de placer, Aureliano se iba haciendo
más absorto y callado, porque su pasión era ensimismada. De pronto, Amaranta Úrsula recibió
la noticia del regreso de Gastón, la mujer le respondió la carta contándole de su amor por
Aureliano y, para sorpresa de ambos, Gastón los felicitó y les deseo lo mejor. La feliz pareja
estaba esperando un hijo. Aureliano empezó a rastrear su origen pero no encontró a nadie que
lo ayudara. Amaranta Úrsula hacía collares de vértebras de pescados, pero nunca encontró quien
se los comprara. El niño nació y lo llamaron Rodrigo. Después de cortarle el ombligo, la
comadrona se puso a limpiarlo ayudada por Aureliano. Cuando lo voltearon boca abajo
descubrieron que el niño tenía cola de cerdo. La comadrona les dijo que podrían cortársela
cuando el niño mudara los dientes, Amaranta Úrsula y Aureliano se quedaron tranquilos.
Amaranta Úrsula estaba perdiendo mucha sangre y después de varios días se murió. Absorto en
su dolor, Aureliano se olvidó de su hijo hasta que Nigromanta acudió para ayudarlo. Aureliano
tuvo la revelación de encontrar en los pergaminos la historia de sus vidas y el trazo de su destino.
Aureliano descubrió que su familia había estado condenada a cien años de soledad

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