El Cohousing o Vivienda Colaborativa
El Cohousing o Vivienda Colaborativa
El Cohousing o Vivienda Colaborativa
colaborativas...
Papa Francisco.
RESUMEN
Este artículo es la semblanza de una figura habitacional que se relaciona con uno de los
sectores más desprotegidos y que al mismo tiempo no cobra presencia directamente en
el máximo ordenamiento legal como sujeto derecho; por un lado, al adulto mayor; por el
otro, a las viviendas colaborativas, también conocidas con el vocablo inglés cohousing, ya
que son conjuntos habitacionales en México, habitados por gente de otros países.
El análisis presentado cuenta con un enfoque jurídico y contempla promover su adop-
ción por los grupos de adultos mayores, porque permite que personas con ideales simi-
lares puedan mitigar su soledad, al convivir con otros, por medio de la colaboración y la
cooperación, para que mejoren su estado financiero personal y colectivo; este concepto,
como una expresión de la economía social y solidaria, hace posible compartir espacio,
gastos, así como la autogestión del bien inmueble en común.
Palabras clave: Viviendas colaborativas, adulto mayor, economía social y solidaría, espa-
cio y gastos compartidos y autogestión del bien inmueble en común.
ABSTRACT
This article is a semblance of a housing figure that is related to one of the most unpro-
tected sectors and that, at the same time, does not gain a presence directly in our hi-
ghest legal order as a rightful subject; we refer, to the elderly and, on the other hand,
to collaborative dwellings or also known by the foreign word Cohousing, since these
housing complexes, in Mexico, are inhabited by people from other countries.
The analysis presented here, with a legal focus, contemplates promoting its adoption by
groups of national older adults; because it allows people with the same ideals to mitigate
their loneliness, by living with other equals, and, through collaboration and coopera-
tion, improve their personal and collective financial status; since this concept as an ex-
pression of the social and solidarity economy makes it possible to share space, expenses,
as well as the self-management of the common property.
Key words: Cohousing, elderly, social economy and welding, share expenses and space,
self-management of the common property.
INTRODUCCIÓN
El cohousing es una forma de vivir que los adultos mayores han constituido con
la intención de evadir la soledad y ayudarse mutuamente. Se trata de un fenóme-
no social que tiene sus orígenes en Dinamarca y en otros países, de los cuales se
toma el ejemplo.
CONCEPTO
Ahora, se analizarán las viviendas colaborativas como eje central del presente artículo.
Las viviendas colaborativas —cohousing— son desarrollos en donde hay casas
privadas y espacios compartidos, normalmente habitados por adultos mayores
(UNAM-DGCS, 2018). Esta figura funciona en países con economías avanzadas,
debido a que sus sistemas de seguridad social permiten a las personas mayores a
una mejor jubilación y a la posiblidad de un crédito hipotecario.
Se asume la postura de que las viviendas colaborativas tienen un contexto que
hace sentir al adulto mayor en un ambiente que le proporciona tranquilidad y com-
pañía con otras personas que persiguen los mismos ideales y facilitan su existencia,
con quienes comparten gastos y cuidan su economía mediante la autogestión.
Por otro lado, es necesario hablar de los derechos humanos de los adultos ma-
yores, en relación con sus necesidades y el contexto social en el que se desarro-
llan, para vivir en una sociedad en donde la figura del cooperativismo pretende
satisfacer sus principales necesidades (Tapia Vega, 2017).
Para hablar de derechos humanos es inminente traer a colación el documento
histórico, mediante el cual se les da entrada, por lo que se debe citar la Declara-
ción Universal de los Derechos Humanos (Naciones Unidas, 1996-2020), aproba-
da y promulgada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciem-
bre de 1948, en su artículo 25, el cual establece que:
Así, esa inclusión social sería considerar la no tan descabellada idea de un de-
sarrollo habitacional con fines sociales distintos, para un grupo que requiere de
otro tipo de economía, en donde se apueste por el cooperativismo como un medio
de autogestión y con su ejercicio a este grupo olvidado, para que pueda contribuir
a que el país se dirija a una nueva forma de hacer economía, en la que no cabe el
capitalismo.
La economía social solidaria puede funcionar, siempre y cuando no se desvir-
túe su objeto y constitución.
Los autores cubanos citados impulsan a abrazar y sugerir una iniciativa mane-
jada por la OMS en la Red y Programa Mundial de la OMS de ciudades y comunida-
des adaptadas a las personas mayores, en abril del 2013, en el tenor siguiente.
De lo anterior se infiere que los seres humanos deben poner manos a la obra
y buscar nuevas alternativas, para romper el círculo vicioso del capitalismo y,
contrario a su comportamiento e ideología habitual, generar una economia cir-
cular, en donde puedan ganar todos; con la introducción de principios sociales
que siempre han estado —pero no se les ha concedido una aplicación correcta,
mucho menos una orientación adecuada—, como la solidaridad intergeneracio-
nal, la ayuda mutua, el cooperativismo o la autogestion.
Al únicamente en una ideología distinta y acorde a una práctica social soli-
daria, en la cual se conceda operatividad a la cooperación y a la reciprocidad, se
puede hacer a un lado al individualismo. Se trata de un trabajo conjunto, para
poner en actividad un ideario y principios que auxilien a grupos sociales emer-
gentes y poner entredicho la economía capitalista y derribarla.
Con el fin ostensible de poner en marcha una economía que responda a una
lógica contraria, existe la cooperación, la colaboración, la coordinación, la corres-
ponsabilidad y la correspondencia, y así compartir y aplicar una nueva orienta-
ción (que se le puede conceder a la propiedad privada, pero con sentido abierto por
lo común, la comunidad y ensamblarla bajo un carácter comunal), como acontece
con la llamada y mundialmente reconocida economía social solidaria.
Por lo que, para que esto sea posible, se sugiere apostar para lograr que se
obligue a reunir esfuerzos, en el sentido antes indicado, para encausar su opera-
tividad con un sentido viable y factible, y hacerla tangible en la realidad social de
Latinoamérica y, en concreto, de México.
Dentro de los principales objetivos que se buscan, se tiene como piedra angu-
lar (como se ha indicado), escapar de la soledad en cual se encuentran inmersos
muchos adultos mayores.
para fomentar que los adultos mayores adquieran este sentido de pertenencia
con otras personas.
El objetivo radica en generar una sociedad multigeracional, que permita re-
ducir costos al compartir servicios comunes, actividades recreativas y sociales,
así como la individualidad de sus casas para tener su privacidad; las viviendas
son diseñadas para brindarle comodidad y sean proactivas a la movilidad del
adulto mayor (Club Planeta, s.f.).
Se debe traer a colación el caso de las viviendas colaborativas en México, como
claro ejemplo de que es posible este nuevo concepto para los adultos mayores.
otros, y gozán con la individualidad de sus viviendas, que les permite tener ese
encuentro íntimo con su persona.
De igual forma, el aquitecto Alejandro Suárez Pareyón menciona que actual-
mente existe un desarrollo de viviendas colaborativas en Jalisco, impulsado por
extranjeros; al mismo tiempo, hace hincapié en que en México es inviable pensar
en estos desarrollos, debido a su mala economía y al casi colapsado sistema de
seguridad social y pensionario (UNAM-DGCS, 2018).
Es menester señalar la experiencia de países extranjeros y la actual economía
neoliberal (capitalista), lo que viene a darle con guante blanco al adulto mayor. Por
ello, se les ha invisibilizado, a tal grado que ni siquiera se tiene en vísperas la posibi-
lidad de poder materializar en México un proyecto con características diferentes a
las del sector capitalista, como la ayuda mutua, el asistencialismo o el cooperativis-
mo, mediante la autogestión que conceda al anciano mexicano, para ser partícipe y
aplicar una forma de ver y hacer economía, que le permita subsistir en una asocia-
ción correspondiente y dé repuesta a las necesidades ofrecidas a su edad.
En conclusion, México debe apostar por las viviendas colaborativas y es cla-
ro ejemplo de la inversión extranjera, lo que da pauta a conceptuar este tipo de
viviendas y analizar los beneficios que traen consigo a los adultos mayores, así
como trabajar en la concientización con este grupo etario y lograr una organi-
zación entre sí, y mediante la autoproducción tener el sentido comunitario y el
trabajo en conjunto (Club Planeta, s.f.), lo que conduce a hacer real y tangible
este tipo de viviendas en el país.
De lo antes planteado y ante la invisibilidad legal del adulto mayor, en aras de
fraguar un camino diverso, se debe estar convecido de que en México y a nivel inter-
nacional hace falta una Convención mundial que reconozca los derechos del adulto
mayor, como se ha celebrado en el orden interamericano, pero que el Estado mexi-
cano no ratificado, ya que así se le podría exigir los derechos labores de los ancianos.
Por lo que es evidente una regulación en esta materia, aun cuando se evada la nece-
sidad de este grupo etario, como sucede con otros sectores de la sociedad.
Por esa razón, urge que se le mire a los adultos mayores desde otra óptica que,
para que se les dé un trato difereciado que atenda a la ley en la materia y a los
tratados internacionales, para hacer uso de la aplicación del control difuso de la
convencionalidad, para así evitar la desigualdad y discriminación ante este gru-
po etario y vulnerable que merece su regulación en la Consitución. Ya llegará el
momento preciso en el que el peón dé jaque mate al rey (en sentido figurado-le-
gislador) y no tendrá otro andamiaje que formular leyes.
Como corolario y en la directriz de este artículo, se apoya lo anterior en los
datos del Segudo Conteo de Población y Vivienda 2005, en donde se puntualiza
que en el país residían 9 millones de personas adultas mayores, el 36% realizaban
una actividad economica, 45% no tenía una seguridad económica y el 63% desem-
peñaba funciones informales.
Dichas cifras muestran lo benéfico que resultaría legislar las viviendas co-
laborativas. Quiza no sea lo que el adulto mayor requiere, pero serviría como
punto de arranque para un núcleo poblacional totalmente olvidado, que requiere
se atiendan sus derechos humanos y cubrilos con el piso protector que los favo-
rezca, amén de tratar igual a los desiguales (Kurczyn Villalobos, Patricia y Men-
dizábal Bermúdez, Gabriela, 2016).
Téngase presente que la seguridad social se encuentra rebasada, debido a que
encuentran mayor sustento de lo que este puede significar a la población en ge-
neral, especialmente para aquellos grupos en estado de vulnerabilidad, como los
adultos mayores (Menizábal Bermúdez, 2019).
Carbonell (2012) menciona que
para estudiar el régimen económico del país es necesario que el mismo tenga
como origen la Constitución, porque en ella se fijan las reglas e intercambios
comerciales y mercantiles entre otras cosas, tales como los derechos funda-
mentales y la división de poderes.
Es menester buscar obtener una tutela efectiva que regule las viviendas co-
laborativas para el adulto mayor y se haga valer el principio intergeneracional
como una medida para un bien necesario o medida de solidaridad intergenera-
cional (Ferro Veiga, 2011).
México requiere urgentemente que se regulen las denominadas viviendas co-
laborativas, debido al sector a quienes están dirigidas, por su condición etaria
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Resulta interesante mirar con los ojos que desearíamos ser mirados en un futuro
no muy lejano. Admitir que México está en el limbo jurídico, al no actuar legis-
lativamente a favor del adulto mayor. Por ello se requiere que se proceda en esta
esfera para que se reconozca la figura del adulto mayor constitucionalmente y
crear una la ley reglamentaria para llegar a la armonización con lo avanzado por
la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos en la reciente Convención
efectuada.
Desde jóvenes se debe mirar hacia el futuro que se espera y a lo que se aspira.
Con esta perspectiva se deben constituir ahorros para ser parte de un desarrollo
como el de las viviendas colaborativas, para asumir la responsabilidad y tomar
las riendas de cómo se quiere envejecer, así como forjar el destino y la vida que
se quiere en la senectud.
Resulta indispensable que el Estado reconozca la figura de las viviendas cola-
borativas para los adultos mayores, así como ha ganado terreno en México desde
2007 la figura de la hipoteca inversa para los adultos mayores. Ambas figuras
jurídicas tienen como centro al adulto mayor y lo hacen presente, esta última en
mención con el mundo de las finanzas, para contar con un lugar donde vivir que
intenta abrir brecha para lograr el autofinanciamiento y compartir gastos comu-
nes en el espacio que habita.
Así se hace acto de presencia un sujeto de derecho que no se visibiliza en la
Carta magna, porque en ninguno de sus preceptos se hace mención. Se esgrime
que se le procura protección, con lo hasta ahora dispuesto en el párrafo quinto
del artículo 1º de nuestro máximo ordenamiento, al prohibir que una persona
sea objeto de discriminación por su edad. Así se hace mención a este sector, pero
no es un señalamiento que haga referencia a los atributos dotados, los cuales
ocupan un papel dentro del entramado social del país, ni mucho menos se hace
mención del trato que se les debe conceder cuando la edad avanzada se convierte
en discapacidad y no permite igualdad de condiciones en de las actividades y si-
tuaciones que implica vivir.
Cuando la edad avanzada coloca a la persona en una situación semejante a la
que en el noveno párrafo del artículo 4º constitucional, conduce a que el Estado
se comprometa a asumir el cuidado de la niñez, por lo que que sus autoridades
se deben anteponer este principio en todo momento y lo favorezcan en todos los
renglones que se merece.
Es aquí donde cobra relevancia el hecho de que el 15 de junio de 2015 se haya
celebrado en San José de Costa Rica la Convención Interamericana sobre la Pro-
tección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores (OEA, 2015), que en su
artículo cuarto establece:
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