Hechos 5-6
Hechos 5-6
Hechos 5-6
"Cuando oyeron estas palabras el Sumo sacerdote y el jefe de la guardia del Templo y
los principales sacerdotes, dudaban en qué vendría a parar aquello. Pero viniendo
uno, les dio esta noticia: Los hombres que pusisteis en la cárcel están en el Templo y
enseñan al pueblo. Entonces fue el jefe de la guardia con los guardias y los trajo sin
violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo. Cuando los trajeron, los
presentaron en el Concilio, y el Sumo sacerdote les preguntó, diciendo: ¿No os
mandamos estrictamente que no enseñarais en ese nombre? Pero ahora habéis llenado
Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese
hombre."
"Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que
a los hombres."
Los apóstoles estaban obedeciendo lo que su Señor y Maestro les había pedido hacer.
A los creyentes se les pide que se sometan a las autoridades civiles, siempre que éstas
no entren en conflicto con un mandamiento de Dios. Ahora, el versículo 30 de este
capítulo 5 de Hechos dice:
"El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo en
un madero."
Y continuó Pedro diciéndoles cómo ellos habían sido testigos de estas cosas y también
el Espíritu Santo el cual Dios daba a los que le obedecían. Y esas autoridades entonces,
oyendo esta exposición de Pedro, se enfurecieron y quisieron matarlos. Y observe
usted lo que ocurrió aquí en el versículo 34 de Hechos capítulo 5:
Gamaliel hizo salir a los apóstoles para que él pudiese hablar al Sanedrín. Gamaliel, a
propósito, fue el maestro del apóstol Pablo. Era un hombre sobresaliente y muy
respetado. Y les dijo aquí en los versículos 35 al 37:
"y luego dijo: Israelitas, mirad por vosotros lo que vais a hacer respecto a estos
hombres, porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A
este se unió un número como de cuatrocientos hombres, pero él murió, y todos los que
lo obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. Después de este se levantó Judas,
el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él,
y todos los que lo obedecían fueron dispersados."
Observemos que Gamaliel citó algunos ejemplos de los que habían encabezado
insurrecciones y que habían tenido seguidores. Y les hizo notar que en cada uno de los
casos, una vez que el líder había muerto, sus seguidores se habían dispersado. De
modo que les aconsejó que no persiguieran a estos hombres, pues en este caso podría
suceder lo mismo y les dijo aquí, en los versículos 38 y 39.
"Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres y dejadlos, porque si este consejo o esta
obra es de los hombres, se desvanecerá; pero si es de Dios, no la podréis destruir; no
seáis tal vez hallados luchando contra Dios."
Gamaliel concluyó con un consejo excelente. Les dijo: ". . . si esta obra es de los
hombres, se desvanecerá; mas si es de Dios, no la podréis destruir". ¡Qué interesante!
¿No le parece? El tiempo ha confirmado que esta obra era de Dios. Ahora, veamos lo
que hicieron ellos aquí en el versículo 40:
Ahora, aquí hay algo que no estaba bien. Si estos hombres eran inocentes, debían
quedar en libertad. Y si eran culpables, debían detenerles y castigarles. Castigarles y
después dejarles en libertad fue un lamentable subterfugio. Debieron haber escuchado
con más cuidado el consejo de Gamaliel. Leamos ahora los versículos 41 y 42 de este
capítulo 5 de los Hechos.
"Ellos salieron de la presencia del Concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos
de padecer afrenta por causa del Nombre de Jesús. Y todos los días, en el Templo y
por las casas, incesantemente, enseñaban y predicaban a Jesucristo."
¡Mire usted a estos apóstoles! ¿No le parecen admirables? Se alegraron de que habían
podido sufrir injurias por causa del Señor Jesús.
¿Sabe usted estimado oyente, qué es el evangelio? El evangelio es una persona. ¡Es el
Señor Jesucristo! ¿Le conoce usted como su Salvador personal? No hay una posición
intermedia. O bien, confía en Él. O bien, no confía en Él. O Él es su Salvador
personal; o de otra manera, ¡usted no tiene Salvador alguno! Ese fue el mensaje
central, y los apóstoles no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.
Hechos 6:1-15
"En aquellos días, como crecía el número de los discípulos, hubo murmuración de los
griegos contra los hebreos, que las viudas de aquellos eran desatendidas en la
distribución diaria."
Ahora, debemos tener en cuenta que no se trató de un conflicto racial. Esta no fue una
demostración de antisemitismo. La palabra "griegos" aquí, significa helenistas, es
decir, los judíos de habla griega, formados en la cultura griega. Por otra parte, los
hebreos eran los que todavía seguían detalladamente la ley mosaica, leyendo la Biblia
en hebreo en las sinagogas. Pues bien, ocurrió que se formó una disensión entre estos
dos grupos.
El alto nivel al cual el Espíritu había elevado a la Iglesia, fue interrumpido por la
intrusión de una división y confusión satánica. El reparto equitativo de los bienes
materiales que primero caracterizó a la Iglesia, cedió ante el egoísmo de la vieja
naturaleza humana. Y los griegos, evidentemente un grupo minoritario, se sentían
desatendidos y pidieron que sus viudas recibieran igual consideración que las hebreas.
Esta forma comunitaria de vivir no resultaba tan bien como les hubiera gustado. Y así
por último sus quejas llegaron hasta los oídos de los mismos apóstoles. Ahora el
versículo 2 de este capítulo 6 de los Hechos dice:
"Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete hombres de buen testimonio, llenos
del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Nosotros
persistiremos en la oración y en el ministerio de la Palabra."
Los siete hombres tuvieron que ser nombrados debido a la crisis que se había
presentado. Los apóstoles creyeron que era importante que ellos no tuvieran que
llevar la responsabilidad de estos detalles, para poder así dedicarse más a la oración y
al ministerio de la Palabra de Dios.
Ahora, observemos los requisitos espirituales de estos siete hombres que, como
veremos, iban a asumir el cargo de la distribución diaria de los recursos materiales.
Constituyen un útil recordatorio para el ejercicio de labores similares en la iglesia de
nuestro tiempo.
Debemos decir que el cargo de diácono requiere espiritualidad, sabiduría y oración.
Estos hombres tenían que ser hombres de reconocido prestigio. Su conducta tenía que
ser intachable. El segundo requisito fue que estos hombres debían ser llenos del
Espíritu Santo. Debían estar controlados por el Espíritu Santo, como dijo el apóstol
Pablo en su carta a los Efesios, capítulo 5, versículo 18. Además, debían ser hombres
llenos de sabiduría. Debían ser espirituales y capaces de realizar una aplicación de la
verdad espiritual a la vida práctica. Eso era de suma importancia. Es que el hecho de
que asumieran el cargo de la distribución diaria, podía inclinarles a tener una visión
desproporcionada de las cosas. Por tanto, era de la mayor importancia que los
diáconos fueran hombres que viesen estos asuntos desde un punto de vista espiritual.
Veremos que uno de esos diáconos ? Esteban, cumplía los requisitos exigidos. El
versículo 10 nos dice que a sus oyentes no les fue posible resistir la sabiduría y el
espíritu con que hablaba. Tenía una verdadera convicción, era un hombre lleno de fe.
No solo tenía la fe salvadora, sino que también poseía la fe necesaria para cumplir su
misión, una fe que testificaba. Lo importante no era la cantidad de su fe, sino el objeto
de su fe. Nos enteramos según el versículo 8, que Esteban estaba lleno del poder de
Dios. Esta fue, pues, la clase de personas elegidas como diáconos. Leamos nuevamente
el versículo 4 de este capítulo 6 de los Hechos:
No podemos decir más en cuanto a los últimos cinco hombres que se mencionan aquí,
ya que no serán citados más en la Biblia. En cambio, veremos que los primeros dos,
Esteban y Felipe, serán mencionados nuevamente al seguir nuestro estudio del libro
de los Hechos. Todos estos fueron hombres sobresalientes en la Iglesia primitiva.
Aunque fueron hombres elegidos para distribuir los alimentos y servir las mesas,
según los requisitos que ya vimos para tal oficio, evidentemente eran hombres
espirituales y así fueron reconocidos. Dice el versículo 6:
"A estos presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos."
A veces parece que se le da un aspecto muy ceremonial y misterioso, y aun casi mágico
a la imposición de manos.
Observemos también que esto era un servicio social que estos hombres realizaban. La
Iglesia se hacía cargo de los suyos, y creemos que eso aun debe realizarse hoy. La
Iglesia primitiva tenía un programa para los pobres, pero aparentemente incluía sólo
a los miembros de la Iglesia. La Iglesia actual también debiera cuidar de los suyos.
Ahora, el versículo 7 de este capítulo 6 de los Hechos dice:
Ahora, no pasemos por alto la última parte de este versículo que dice: "también
muchos de los sacerdotes obedecían a la fe". Es decir, muchos de los sacerdotes judíos
se convirtieron al Señor. Es seguro que algunos de ellos estaban sirviendo en el
templo, cuando el velo o cortina que separaba el lugar santo del lugar santísimo se
rasgó en dos, en el momento que el Señor Jesucristo murió en la cruz. Muchos de ellos
deben haberse convertido a Cristo después de esa experiencia. Consideremos ahora
Esteban fue uno de los grandes hombres en la iglesia primitiva. Leamos el versículo 8
de este capítulo 6 de los Hechos:
Al parecer, estos diáconos eran como los apóstoles, en cuanto al ejercer los dones que
constituían señales milagrosas; o sea que llegaron a ocupar una posición singular.
Esteban fue un elocuente y poderoso testigo del evangelio, lo cual despertó el odio de
los saduceos hacia su persona. Entonces, testigos falsos fueron llevados ante el concilio
para acusar a Esteban. Leamos los versículos 9 hasta el 15 de este capítulo 6 de los
Hechos:
Ahora veamos esta escena. Esteban fue llevado ante el Sanedrín y también fueron
traídos testigos falsos. Los testigos falsos dijeron la verdad, pero sólo en parte. El
Señor Jesús sí dijo que destruirían el templo y que Él lo levantaría nuevamente. Pero,
Él estaba hablando de Su propio cuerpo. En el juicio del Señor Jesucristo, los testigos
falsos entendieron mal esa declaración y la tergiversaron. Por tanto aquí también
entendieron mal a Esteban cuando él dijo que el templo en Jerusalén sería dejado
desolado. En realidad, el templo sin Cristo, ya había quedado desolado de todos
modos. Y ellos entendieron mal lo que Esteban les dijo, en cuanto a las costumbres
que les había dado Moisés. Por supuesto que los seres humanos nunca han sido
salvados por la ley, sino por la gracia. Pero la salvación en los días de Moisés era por
la gracia de Dios, del mismo modo que en la actualidad. La acusación de ellos se basó
sólo en una verdad parcial. Ahora, según dice el versículo 15, vieron algo maravilloso
en el rostro de Esteban. Y creemos que este hombre se aproximó más a ser un ángel,
que cualquier hombre que jamás haya vivido. ¡Qué hermosa escena esta que
contemplamos aquí con Esteban frente al concilio ? frente al Sanedrín! En nuestro
próximo programa iniciaremos el estudio del capítulo 7, donde veremos la defensa y el
martirio de Esteban. Sólo nos queda tiempo para hacer una reflexión. Por la obra de
Jesucristo en la cruz, Dios puede transformar a los seres humanos, a simples
pecadores, en nuevas personas. Al perdonar a quienes acuden a Él por la fe, Dios les
conduce a una nueva etapa, en la cual el Espíritu Santo trabaja en sus vidas, de
manera que se van pareciendo cada vez más a Jesucristo. Estimado oyente, desde
aquel principio de la iglesia cristiana, Dios transformó al mártir Esteban y a
muchísimas personas. ¿No quisiera usted ser una de ellas?