Taller Meditacion

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¿Qué es la meditación?

“Ve y abre la puerta. Quizás afuera haya un árbol, Un bosque, un jardín, Una ciudad
mágica. Ve y abre la puerta. Quizás haya un perro hurgando. Quizás veas una cara, o
un ojo, o la imagen de una imagen. Ve y abre la puerta. Si hay niebla, se despejará. Ve y
abre la puerta. Aunque no haya nada más que el tic tac de la noche, aunque no haya
nada más que el sordo aire, aunque no haya nada, ve y abre la puerta. Al menos hará
viento”

La Puerta, Miroslav Holub.

La puerta de la que el poeta habla es la puerta que se abre hacia dentro para revelar
nuestras necesidades más profundas al igual que nuestras más elevadas aspiraciones.
La meditación es un modo de abrir esa puerta. Al abrirla das el primer paso en el
“sueño” del despertar que, a través de la historia, ha sostenido la imaginación de la
humanidad. Es un sueño sin final predeterminado; es una aventura -la aventura de
recreamos, de reconvertimos-. Es el gran mito humano del trascenderse a uno mismo.
Llamarlo “mito” no implica que sea irreal. Significa, sin embargo, que es más real;
significa que comenzamos a conectar con nosotros mismos de una manera más
profunda, a experimentamos a nosotros mismos como partes de algo mucho más
grande y más inmenso. Nos adentramos en la totalidad del curso de la vida. La puerta
de la meditación La puerta de la meditación es la puerta de la conciencia y el amor
universal, de la expansión sin un límite conocido. La meditación empieza con el
proceso de adentrarse en uno mismo y nos conduce a emerger en la corriente misma de
la vida, siendo nuestra separación de ésta la causa de nuestro más profundo
descontento. Cuando abrimos esta puerta nunca sabemos lo que vamos a encontrar -sí,
puede que sea “un perro hurgando”, pero quizás haya “un jardín o una ciudad
mágica”-. La meditación es una apertura. Al menos soplará el viento” Dh. Paramanada
del libro Cambia tu Mente.”

¿Qué es la meditación? ¿Es una técnica que se puede practicar? ¿Es un esfuerzo que
tienes que hacer? ¿Es algo que la mente puede lograr? No. Todo lo que la mente es
capaz de hacer no puede ser meditación. Se trata de algo que está más allá de la mente,
y en ese terreno la mente resulta absolutamente inútil. La mente no puede acceder a la
meditación. Donde termina la mente, comienza la meditación. Es necesario recordar
esto, porque en nuestras vidas, hagamos lo que hagamos, lo hacemos a través de la
mente; sea lo que sea lo que logramos, lo logramos a través de la mente. Y entonces,
cuando nos volvemos hacia adentro, nuevamente empezamos a pensar en términos de
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técnicas, métodos, acciones, porque toda la experiencia de vida nos muestra que la
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mente puede lograrlo todo. Sí, a excepción de la meditación, la mente puede lograrlo
todo. Todo lo ejecuta la mente, salvo la meditación. Porque la meditación no es un

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logro; es un estado previo: es tu naturaleza. No es necesario adquirirla; sólo es preciso
reconocerla, sólo hay que recordarla. Está allí esperándote: basta con darte vuelta y está
a tu disposición. Te ha estado acompañando desde siempre. La meditación es tu
naturaleza intrínseca: eres tú, es tu ser, no tiene nada que ver con tus acciones. No
puedes tenerla y no puedes no tenerla. No puede ser poseída, pues no es una cosa. Eres
tú mismo. Es tu ser.

La meditación es ser TESTIGO

La meditación comienza por separarse de la mente, por ser un testigo. Ésta es la única
manera de separarse de algo. Si estás mirando hacia la luz, naturalmente, una cosa es
segura: tú no eres la luz; eres quien está mirando la luz. Si estás observando las flores,
una cosa es segura: tú no eres la flor; eres el observador. La contemplación es la clave
de la meditación. Contempla tu mente. No hagas nada: ni repetir un mantra, ni repetir
el nombre de Dios. Sólo observa lo que la mente hace. No la perturbes, no la
obstaculices, no la reprimas; no emprendas nada por tu parte. Limítate a ser un
observador. Y el milagro de la contemplación es la meditación. A medida que observes,
lenta, lentamente, la mente se vaciará de pensamientos. Pero no te estás quedando
dormido; estás cada vez más alerta, más consciente. Cuando la mente se vacía por
completo, toda tu energía se transforma en una llama de despertar. Esta llama es el
resultado de la meditación. Así que puedes decir que la meditación es otro nombre de
la contemplación, del ser testigo, de la observación, sin emitir juicio ni evaluación
alguna. Sólo por medio de la contemplación, saldrás de inmediato de la mente. La
gente ha participado de la meditación trascendental durante años y, en Oriente,
durante miles de años. Pero esto no se ha transformado, para la gente, en un mayor
autoconocimiento, y no los ha convertido en Buda Gautama. Si deseas entender
exactamente qué es la meditación, el Buda Gautama es el primer hombre que arribó a
una definición correcta y precisa: es ser testigo.

La meditación es un SALTO

Nunca puedes ir más allá de la mente si sigues utilizándola. Tienes que dar un salto, y
la meditación implica ese salto. Ésta es la razón por la cual la meditación es ilógica,
irracional. Y no se la puede tornar lógica; no se la puede reducir a la razón. Tienes que
experimentarla. Únicamente si pasas por esta experiencia, adquieres conocimiento. Así
que intenta esto: no pienses en ella; intenta, trata de ser testigo de tus propios
pensamientos. Siéntate, relajado, cierra los ojos, deja fluir tus ideas como fluyen las
imágenes en una pantalla. Obsérvalas, míralas, hazlas tus objetos. Surge un
pensamiento: contémplalo profundamente. No pienses en él; sólo obsérvalo. Si
empiezas a pensar en él, no serás testigo: habrás caído en la trampa. Hay afuera una
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bocina. Surge una idea: "está pasando un auto"; o ladra un perro, o algo sucede. No
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pienses en ello; sólo contempla la idea. El pensamiento ha surgido, ha tomado forma.

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Aunque sea por un solo instante, si eres capaz de observar el proceso de pensamiento
sin pensar en él, habrás aprendido a ser testigo y habrás ganado algo al serlo. Es un
gusto, un gusto diferente del pensar (totalmente diferente). Pero es necesario
experimentar con él. La religión y la ciencia son polos opuestos, pero en algo se
parecen y ponen el acento en lo mismo: la ciencia depende de la experimentación, al
igual que la religión. Sólo la filosofía es no experimental. La filosofía sólo depende del
pensar. Tanto la religión como la ciencia dependen de la experiencia: en el caso de la
ciencia, con objetos; en el caso de la religión, con tu subjetividad. La ciencia depende de
la experimentación con cosas, no contigo; y la religión depende de la experimentación
directa contigo. Es difícil, porque en la ciencia el experimentador está allí, el
experimento está allí y el objeto que va a ser experimentado también. Hay tres cosas: el
objeto, el sujeto y el experimento. En la religión, tú eres estas tres cosas al mismo
tiempo. Debes experimentar contigo mismo. Tú eres el sujeto, el objeto y el laboratorio.
No sigas pensando. Comienza por algún lado, empieza a experimentar. Entonces,
tendrás una sensación directa de lo que es pensar y lo que es ser testigo. Y así llegarás a
saber que no puedes hacer las dos cosas en forma simultánea, así como no puedes
correr y estar sentado al mismo tiempo. Si corres, no puedes estar sentado, entonces no
te sientas. Y si estás sentado, no puedes correr. Pero sentarse no es la función de las
piernas. Correr es la función de las piernas; no sentarse. En realidad, sentarse es la no
función de las piernas. Cuando las piernas están funcionando, no estás sentado.
Sentarse es la no función de las piernas; correr es su función. Lo mismo ocurre con la
mente: pensar es una función de la mente; ser testigo implica una no función de la
mente. Cuando la mente no está funcionando, puedes ser testigo, y entonces tienes la
conciencia.

Las tres llaves de la meditación

Cuando estamos meditando existen tres formas de involucrarse directa y


prácticamente con el proceso de trabajar nuestra mente. La primera forma es a través
del cuerpo, la segunda forma es involucrando las emociones (o lo que llamaremos el
corazón) y la tercera es trabajando con nuestros pensamientos.

El cuerpo

Cuando meditamos no estamos trabajando exclusivamente con nuestra mente ni


exclusivamente con nuestras emociones o sensaciones; estamos trabajando con la
experiencia más concreta que tenemos: el cuerpo. Cuando meditamos tenemos que
“incrustar” nuestro cuerpo en nuestra experiencia meditacional, o hacer que surja de
nuestro cuerpo la experiencia de meditación. Esto implica tener una clara y concreta
experiencia física del objeto que utilizamos cuando estamos sentados meditando, ya
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sea la respiración o el sentimiento de Amor incondicional, Esto es buscar un


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equivalente “físico” de la experiencia que tratamos de cultivar en ese momento de

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meditación. De ese modo cuando estamos haciendo, por ejemplo, el seguimiento de la
respiración hay que encontrar el equivalente físico del objeto de concentración, que es
la respiración; encontrar la experiencia de las sensaciones del aire entrando y saliendo,
o las sensaciones en el abdomen cuando el aire entra y sale del cuerpo. Es encontrar esa
parte física e incorporarla dentro del estado meditacional en toda su extensión.

Corazón

Si no disfrutamos lo que hacemos, tarde o temprano lo dejaremos de hacer. Tenemos


que encontrar este color, este fondo, esta dimensión emocional cuando estamos
meditando; es decir, encontrar una forma de involucrarnos más profundamente con
aquello que es nuestro objetivo. En la meditación del seguimiento de la respiración esto
implica que, siendo el objetivo la atención consciente, tratemos de encontrar una
resolución positiva con respecto al desarrollo de la atención. Y ya una vez meditando,
encontrar una forma de involucrarnos con deleite y gozo en el acto de respirar, o en el
acto de estar serenos, o en el acto de simplemente hacer una cosa a la vez. En la
meditación del seguimiento de la respiración hay un deleite natural, un gozo natural,
incluso una dicha profunda cuando simplemente nos concentramos, cuando la mente
está concentrada es feliz. De este mismo modo cuando podemos hacer la mente feliz o
encontrar cierta satisfacción emocional en lo que hacemos nos llevara a concentrarnos.
Esto es encontrarle el corazón a la meditación.

Mente

Cuando estamos hablando de la mente como una llave de la meditación no estamos


hablando de la mente en un sentido metafísico o en un sentido psicológico profundo,
sino en su sentido más práctico. Involucrar a la mente en la meditación implica dos
cosas: lo primero es mantenernos claros y lúcidos de lo que estamos experimentando.
Sea lo que sea. Idealmente sería, en el caso del seguimiento a la respiración, estar claros
de la respiración y la calidad misma de esta. Cuando no podemos hacer esto podemos
cuando menos mantenernos atentos del estado de distracción que acontece, esto es un
buen comienzo. En segundo lugar es tener continuidad de propósito en el método
específico en el que estamos meditando. En el caso del seguimiento de la respiración,
son los estadios en los que se desarrolla el método; también significa mantenernos con
resolución en la respiración y con claridad de qué es lo que tratamos de hacer. Esto
implica una capacidad de unificarnos y tratar de mantener la continuidad de propósito
a lo largo de los veinte o treinta minutos que meditamos. En caso del amor universal
primero nos ubicamos en la calidad emocional de amor, aunque sea sutil, y tratamos
de mantenerla viva a lo largo del periodo; aunque no podamos llevar a cabo el método
de forma efectiva, intentamos permanecer positivos a lo largo de la sesión. Es común
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que por el solo hecho se estar tranquilos y mantenernos intentándolo una nueva
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calidad de tranquilidad y bienestar emerge. Si tenemos estos tres aspectos vivos en

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nuestra meditación: el cuerpo, el corazón y la mente, vamos a llegar a una experiencia
más integra del objeto de la meditación y más efectiva de nuestra mente trabajado en el
cultivo de las cualidades implícitas en el método. Esto sucede porque estos tres son los
los tres constituyentes más importantes de nuestra experiencia. Con el tiempo y
trabajando así en cada sesión de meditación podremos no solo concentrarnos
fácilmente, sino llegar a un estado de absorción en nuestra meditación.

Los Chakras

El vocablo sánscrito Chakra se traduce literalmente como “rueda” o “disco”. En


el yoga, la meditación y el Ayurveda, este término hace referencia a las ruedas
de energía en todo tu cuerpo. Para visualizar un chakra en el cuerpo, imagina
una rueda de la energía dadora de vida (la fuerza vital que anima a todos los
seres vivos) en rotación. Puesto que todo en el sistema de energía mente-cuerpo
se mueve, es esencial que tus siete chakras principales estén abiertos, alineados,
y fluyan. Si existe un bloqueo, el flujo de energía queda limitado, como el agua
que tiene que correr por un conducto estrecho. Lo mismo sucede con nuestros
cuerpos y los chakras. La clave para desbloquear, mover, y transformar tu
energía para que puedas desarrollar al máximo tu potencial mental, físico y
espiritual es sencilla: la percepción.
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Mantras para alinear los siete chakras:

 Relájate sentado en el suelo, con la espalda recta, las piernas colocadas


una encima de la otra y entrecerrando los ojos.

 Ahora, centra tu atención en el chakra que quieres sanar manteniendo la


atención de la mente en este punto del cuerpo.

Una vez estés listo, pronuncia en voz alta el mantra correspondiente al chakra
que deseas alinear, alargando la pronunciación de la última letra (ejemplo:
“Ommmmmmmmm”) y, después, baja el tono y continua con el mantra en voz
baja.

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GRACIAS.

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