Miedos Juveniles

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Los m i e d o s d e

lo s j o v e n e s

“En la cultura del miedo la gente teme decir lo que piensa, hablar con la
verdad, asumir una responsabilidad, confrontar alguna conducta o dar una
iniciativa.”
El miedo siempre ha sido el gran
instrumento efectivo de control de las
sociedades y se hace especialmente
presente en contextos juveniles de crisis como los
que estamos viviendo. Una sociedad en la que los ideales han
dejado hace tiempo de mover y lo que actualmente está moviendo a nuestros jóvenes es
el miedo, miedo a errar, a fracasar a intentar y muchos otros más.

Como Iglesia debemos estar atentos a estas realidades que los jóvenes viven actualmente para así poder entenderlos y sobre
todo acompañarlos en la toma de decisiones importantes para su vida, siempre a la luz del evangelio enfatizando que la felicidad
radica en vivir una vida plena con Jesús que implica el vivir en una sana y pacífica convivencia social, el velar los unos por los
otros erradicando de esta manera el individualismo social, salir de yo para ayudar a los demás como Jesús nos enseña en los
evangelios.

Consumismo

Desde que el hombre vive en comunidad se ha visto en la necesidad de adquirir o intercambiar productos, para asegurar
su subsistencia. Así que a raíz de esto los seres humanos teniendo necesidad de consumo, consistente en adquirir, tener y
usar distintos bienes, materiales e inmateriales, ha venido construyendo relaciones sociales recreando así su forma y estilo
de vida, hasta crear su propia cultura. Por eso que a medida que el individuo se desarrolla, a estas necesidades básicas se
les suman nuevas necesidades de origen social. Todo esto implica en el individuo, una nueva necesidad de consumir, esta
vez alejada de la necesidad original de satisfacción de las necesidades básicas.

El consumismo es un problema bastante grande especialmente en nuestros jóvenes ya que la sociedad misma les hace
creer que no son nada si no tienen lo actual, sufren de discriminación, ansiedad, frustración y baja autoestima, y todo esto
atenta contra ellos, cambia su identidad, sin valores que los frenen porque los vuelve egoístas ya que los hace pensar
únicamente en ellos mismos olvidándose del prójimo.

El Papa Francisco en una de sus homilías nos anima a que “hagamos algo por los que tienen menos: no el enésimo regalo
para nosotros y nuestros amigos, sino para una persona necesitada en la que nadie piensa. Como respuesta pastoral ante
el mundo consumista, debemos volver a la vida de Jesús, que vino a servir y no ser servido. Desde dentro de la iglesia debe
enseñar a los niños, adolescentes y jóvenes la importancia de compartir con el mas necesitado.
La Muerte

Nos fiemos o no de sus intuiciones, este miedo sustenta de alguna forma


todos los demás, siendo, se ha llegado a decir, la madre de todos los
miedos.

Todos tememos que morir. El paso de esta vida al más allá nos plantea
siempre interrogantes y, aún con el don de la fe, el instinto de supervi-
vencia nos tira. Además, la gran mayoría de nosotros ama esta tierra
que tanto nos ha dado y en donde tanto hemos disfrutado, incluso en
medio de los dolores que hemos pasado. Pero, no obstante, es inevita-
ble que, tarde o temprano, todos dejaremos de existir y pasaremos a «la
otra orilla», la de la eternidad. La incógnita, pues, no radica en el llegar,
sino en el cómo llegar y estar preparados para cuando llegue el mo-
mento. Y aquí es donde precisamente la juventud de hoy esta siento
atacada directa e indirectamente porque hay “un esfuerzo sistemático
por desahuciar la preocupación por la eternidad”.

Es decir, el mundo actual está bombardeando a las generaciones


actuales con ideologías de vivir la vida como queramos, (vicios, sexo,
pornografía, ateísmo, etc.) nos presenta una libertad que más bien es
libertinaje, los jóvenes cada vez más creen menos en una vida después
de la muerte.

Es por ello que en respuesta pastoral se debe evangelizar más, ser cris-
tianos verdaderos y no ligth como lo dice el papa para que las nuevas
generaciones se sientan verdaderamente amadas por Dios, ya que a
mi criterio es la raíz de todo el problema, “los jóvenes no son escucha-
dos y mucho menos atendidas sus inquietudes” por lo cual buscan vivir
como la sociedad se los presenta, sin pensar en una vida eterna.
Medio
Ambiente
Estamos inundados de noticias e imágenes que muestran a pueblos enteros desarraigados de sus tierras a causa de desas-
tres naturales provocados por el clima, por lo que se ven obligados a migrar. Pero el efecto que tienen estas historias en
nosotros y cómo respondemos, si suscitan en nosotros respuestas fugaces o desencadenan algo más profundo, si nos
parece algo lejano o las tenemos muy presentes, depende de nosotros, si nos esforzamos por ver el sufrimiento que conlle-
va cada historia para así “tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al
mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar” (Laudato si’, 19).

Como bien lo dice el documento estudiado en nuestra actualidad los jóvenes en su mayoría tienen una preocupación
sobre el medio ambiente en el que hoy vivimos. Muchos grupos organizados de jóvenes, escuela, universidades instan a los
jóvenes a cuidar de él.

A esto podemos decir que se tiene ventaja ya que es una preocupación mundial, sin embargo debemos dar espacio a los
jóvenes para que puedan crear estoy proyectos de solidarizarían con nuestra casa común con una buena orientación
pastoral para que pueda realizarse con eficacia y no olvidando lo más importante que es la vida humana.
Miedo al fracaso
y síndrome FOMO

El trabajo de la Iglesia ante estas adversidades juveniles implica, caminar, creer y confiar en los jóvenes tal y como lo indica el
Papa. Y por supuesto hacer ver a los jóvenes que alguien va con ellos siempre, y que nuestra meta
final está más allá de lo que este mundo nos ofrece y que debemos creer en un Dios que todo lo puede.

Enseñar a los jóvenes a querer ser mejores como persona y no como competencia, enseñar que su vida es especial, única y con
un propósito, que es irrepetible creado a imagen y semejanza de Dios.

Confianza en Dios, algo que muchos hemos perdido, especial-


mente los jóvenes o peor aún, como se mencionaba anterior-
mente el dejar de creer en Dios y creernos autosuficientes. El
joven comenzará a darse cuenta que no siempre se tiene éxito
en la vida y que un simple resbalón puede hacerle entrar en un
tobogán hacia el abismo.

Lo dijo el papa Francisco en su homilía «Dios nos da el valor para


caminar contra corriente». ¡Apuesten por los grandes ideales, por
las cosas grandes, nosotros los cristianos no hemos sido elegidos
por el Señor para las cosas pequeñas, vayan siempre más allá,
hacia las cosas grandes!

¿Qué mejor forma de tener bien controlados a los jóvenes que el


miedo a fracasar en una sociedad en la que el fracaso ya no es
una posibilidad sino algo prácticamente seguro?

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