Palimpsesto 2

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El paradigma físico matemático alcanza, como teoría explicativa del acontecer del

universo, un momento de apogeo con dos destacados exponentes cuyas frases


transcribimos a continuación:
“Hay, pues, que considerar el estado actual del universo como efecto de su estado
precedente y como causa del que lo sucederá. Una inteligencia que en un
determinado instante pudiera conocer todas las fuerzas que impulsan la
naturaleza y la respectiva posición de los seres que la componen y que, además
tuviera la suficiente amplitud para someter esos datos al análisis, incluiría en una
sola fórmula los movimientos de los mayores cuerpos del universo y los más
ínfimos átomos; nada le escaparía y tanto el pasado como el futuro estarían en su
presencia”. (Laplace, 1819)i.
La filosofía está escrita en ese grandísimo libro que tenemos abierto ante los ojos,
quiero decir, el universo, pero no se puede entender si antes no se aprende a
entender la lengua, a conocer los caracteres en los que está escrito. Está escrito
en lengua matemática y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras
geométricas, sin las cuales es imposible entender ni una palabra”. ii
Dos autores del siglo XX discuten estas afirmaciones desde su propio ángulo. Por
un lado, Benoit Mandelbrot, autor de la teoría de los fractales y por el otro, Edgar
Morin.
El primero afirma: “Las nubes no son esferas, las montañas no son conos, las
costas no son circulares, la corteza de los árboles no son lisas y los relámpagos
no viajan en línea recta”. Se refería a que la naturaleza no se amolda a la
geometría aprendida en la escuela ya que sigue otras formas, no tan perfectas ni
puras. Es mucho más compleja y rica que lo que lo que aquellos cuerpos que
manipulábamos en la escuela, pretendían representar.
Con respecto al segundo, Edgar Morin afirma que en la naturaleza no existe lo
simple, sino lo simplificado – por el hombre -, dando lugar a la ciencia de la
complejidad como aquella disciplina que lejos de efectuar un reduccionismo de lo
real – por ejemplo al pensarla a partir de los cuerpos geométricos o concepciones
matemáticas -, lo aborda en su inconmensurable exuberancia. La naturaleza, lejos
de manifestarse como un ordenado universo cartesiano, donde cada uno de los
elementos emerge “claro y distinto”, ocupando un lugar determinado y
respondiendo a leyes matemáticas, se presenta ambigua, contradictoria, plagada
de signos superpuestos, desordenados y yuxtapuestos.

Imagino un sendero plagado de huellas, sucesivas, sobreimpresas, disímiles unas de


otras, correspondientes a distintos momentos, personas y circunstancias. Cada una con
sus respectivas tallas, pesos e historias, generando huellas de diversa profundidad,
correspondientes a calzados, trayectorias y planes distintos. ¿Cómo distinguir de ese
universo heterogéneo el indicio correspondiente a una persona y a la inversa, qué lectura
efectuar del colectivo humano que lo transitó?
En este caso se trata de distintas trayectorias que se plasman sobre un mismo soporte
material, el barro, que se dejó marcar por el zapato. Soporte escriturario ya que puede ser
leído – e interpretado - en la medida en que esos índices remiten metonímicamente – por
contigüidad - a la persona que, a su paso, los generó. El barro como las tablillas de arcilla
o piedras de antaño se vuelve soporte de la impronta, testimonio, relato de un pasaje, de
una travesía. Esa primera escena de un sendero plagado de huellas heterogéneas,
ambiguas, confusas, se revela ahora como la convergencia de historias o relatos
yuxtapuestos que, a su vez en su totalidad, forman un nuevo relato, mucho más complejo
aún.
Desde otro orden de fenómenos, el sueño pareciera presentar una estructura similar a la
idea antes propuesta. En un primer abordaje, es posible aprehenderlo como un producto
cuya materia prima son marcas o huellas de historias diversas, restos de relatos
singulares, de diferentes tiempos, actores y lugares que se aúnan confusamente y se
plasman en un resultado donde lo múltiple y lo uno entran simultáneamente en tensión. Lo
múltiple se resiste a ser representado por un único sentido o intención (del sueño) y a su
vez lo uno, pelea contra la fuerza centrífuga o diluyente de lo diferente ya que cada trozo
del sueño demanda su propio sentido.
Adentrándonos en el universo del arte, tal vez podamos apreciar que, en la obra colectiva
o en el Collage como técnica, la fusión de elementos heterogéneos esté más lograda y
responda a la intención del artista, pero, aun así, la diversidad de materiales pone en
contradicción esa tendencia hacia lo uno. Es el juego de lo singular en lo múltiple y de la
multiplicidad que da lugar a lo singular.
Llegados a este punto viene en mi auxilio una idea que tal vez nos permita avanzar en la
idea de pensar un elemento que posibilite un abordaje que pueda contemplar esa
diversidad, sin sacrificarla. Veamos si el palimpsesto nos lo permite.
¿Qué es un palimpsesto?
El nombre proviene del griego παλίμψηστος, compuesto por πάλιν (de nuevo) y la
declinación del verbo ψάω (frotar, raspar). De acuerdo a la antigua usanza, implicaba
tomar un pergamino usado y raspar o lavar la tinta del texto viejo como para poder escribir
en él de nuevo.
Contexto histórico de su surgimiento
La biblioteca de Alejandría, fue creada por Ptolomeo I, regente de la dinastía helenística
en Egipto. Durante su reinado y el de su hijo, Alejandría y la biblioteca crecieron hasta
convertirse en referentes ineludibles en el Mediterráneo. La biblioteca llegó a albergar
hasta 900.000 volúmenes.
Los restos de las otras dos grandes bibliotecas más antiguas del mundo occidental, se
encuentran en Pérgamo y en Efeso. Si bien considerablemente menores, rivalizaban con
la anterior en la calidad de sus escritos.
La biblioteca de Pérgamo, antes plagada de papiros y pergaminos (de ahí el término), fue
la segunda biblioteca más importante de la antigüedad. Se supone que dicha biblioteca
llegó a albergar unos 200.000 rollos. El Pergamino alcanzó gran difusión, debido a la
prohibición egipcia de exportar papiros. Los Ptolomeicos pretendieron mediante dicha
prohibición sostener la superioridad bibliográfica de la capital de su imperio (Alejandría).
El pergamino, como técnica y soporte material de la escritura, presentaba claras ventajas
sobre su predecesor, el papiro. Inicialmente era confeccionado en cuero de cordero o de
cabra y luego de ternero, permitía ser apilado en superficies superpuestas y ser
numerado, de modo de ser fácilmente hallable y accesible al lector. Recordemos que el
papiro sólo podía ser guardado en forma de rollos, dificultando encontrar el párrafo o
referencia buscados y, por otro lado, ocupaba mayor espacio, cuestión nada despreciable
en lo que atañe a la organización de una biblioteca.
Sin embargo, el pergamino también tenía su inconveniente, a diferencia del papiro. Su
alto costo. Por ello, constituyó una práctica frecuente en la antigüedad, ante la escasez de
papiros y el costo de los pergaminos, borrar los pergaminos más antiguos y considerados
obsoletos para así contar con nuevos soportes escriturarios. Sin embargo, ese
lavado/raspado, siempre resultaba inacabado, por lo cual asomaban, por debajo del
nuevo texto, los restos de escrituras anteriores. Precisamente De la práctica imperfecta de
dicho procedimiento en los pergaminos surge el palimpsesto, como escrituras
superpuestas, correspondientes a distintos textos.
La noción de palimpsesto se utiliza en diferentes disciplinas, por ejemplo, en Arqueología,
donde designa un yacimiento donde los distintos estratos se mixturan, impidiendo la
diferenciación entre el superior y el inferior. En geología, un palimpsesto hace referencia a
una característica geográfica compuesta de estructuras superpuestas, creadas en
distintos tiempos.

Si bien el palimpsesto es mencionado en escritos de Cátulo y Cicerón 1, en Plutarco


aparece una alusión metafórica para referirse al tirano Dionisio de Siracusa, en quien
Platón creía haber encontrado al gobernante que pondría en práctica su república ideal.
«sin embargo, encontró a Dionisio como un libro palimpsesto, lleno ya de tachaduras e
incapaz de expulsar el color de la tiranía, tan impregnado e indeleble en él por el paso
del tiempo. Hay que estar todavía impolutos para poder acoger palabras de bien»

Otra frase de Plutarco parece también aludir, aunque en otro sentido, al uso metafórico.

«[los charlatanes], sin embargo, nos desgarran desde luego los oídos con sus
repeticiones, como si estuvieran emborronando palimpsestos»
.

1
Las referencias al palimpsesto, han sido extraídas en gran medida del texto de Ángel Escobar
(Ed.) “El palimpsesto grecolatino como fenómeno librario y textual”. Accesible el 12/07 en:
http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/26/54/_ebook.pdf
La práctica del palimpsesto se difundió a toda Europa, a lo largo de la Edad Media,
extendiéndose a la pintura, donde aún hoy es posible encontrar obras debajo de otras
obras.
Palimpsesto y escena organizacional
En síntesis, tomamos del palimpsesto la idea de escrituras superpuestas. Dejamos de
lado la relación superior/inferior que se corresponde con más reciente/más antiguo que es
propio de otros ámbitos y reforzamos la idea de la convergencia de escrituras diferentes.
En otro lugar (Brandstadter, 2011) desarrollé la idea de la convergencia de escenas
que caracteriza la dinámica organizacional. En esa oportunidad decía que “La escena
organizacional o, más precisamente, las escenas que convergen en el ámbito
organizacional, constituyen un sistema complejo y variado, en el que se superponen
determinaciones o influencias de diversa índole, cada una de las cuales constituye una
escena propiamente dicha que habilita a, cuanto menos, una lectura desde esa
perspectiva. Es posible entonces visualizar simultáneamente escenas o determinaciones
biológicas, psicológicas, grupales, institucionales, políticas, jurídicas, económicas,
nacionales, transnacionales, que convergen en el aquí y ahora de una organización”. A
ello sumábamos la idea de que cada una de esas escenas (por ejemplo la económica)
incluía como un juego de muñecas rusas, las escenas precedentes y aquéllas a las que
tienden. Ese grupo escénico es susceptible de representarse de este modo:
Tratando de identificar a cada una de las escenas que convergen en ese entramado,
podemos mencionar, entre otras, las siguientes:

1) Provenientes del entorno que atraviesan la escena organizacional:


a) Dimensión económica (macro, micro, bloques económicos, acuerdos internacionales).
b) Contexto histórico social
c) Política
2) Surgidas de la institución:
d) Dinámica organizacional
e) Energía organizacional
f) Liderazgo
g) Cultura organizacional
h) Arquitectura del vínculo
i) Armonía organizacional
j) Política corporativa

Diapo 5 y 6

Para ir afinando el instrumento que utilizaremos para desentrañar lo real de la escena


organizacional, partamos precisamente de la noción de complejidad. Como sabemos, Edgar Morin
se dedicó enfáticamente a desplegar sus implicancias. Así define lo complejo como:

“Lo que está tejido (complexus: lo que está tejido junto) de constituyentes heterogéneos
inseparablemente asociado: presentan la paradoja de lo uno y lo múltiple. La complejidad es el
tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que
constituyen nuestro mundo fenoménico”. (Morin, Motta, Ciurana, 2006; Morin, 2007:32; IIPC,
2008)2.

Diapo 7

El tejido permite pensar ya no en capas superpuestas que se suceden temporalmente, sino en los
hilos que lo integran, en forma sincrónica, simultánea, coexistiendo y codeterminándose unos a
otros. Al mismo tiempo, siguiendo cada hebra en su desarrollo, podemos así historizarla, es decir
ver sus variaciones a lo largo del tiempo.

Por ejemplo: si estamos analizando la imbricación del liderazgo con la dinámica organizacional y
otras variables, en una empresa determinada, podemos tomar nota de los distintos liderazgos que
la caracterizaron sucesivamente (diacronía) o relevar las dinámicas a que dieron lugar en cada
momento y su impacto en el resto de las variables (sincronía). Hipotéticamente entonces,
podemos pensar en un liderazgo narcisista que modela una dinámica sostenida en el
reconocimiento hacia el líder que sólo forma seguidores que lo admiran y nutren, contribuyendo a

2
Morin, E., Ciurana, E y Motta, R. (2006). Educar en
la era planetarias. Barcelona: Gedisa.
su infatuación. Esos liderazgos no sólo no consideran las críticas sino que rehúyen la incorporación
de lo diferente por cuanto esto es leído como deseo de destrucción estableciendo una
arquitectura del vínculo muy particular. Si pudiéramos relevar la energía organizacional de un
liderazgo tal, veríamos que se concentra en la cima y el flujo la alimenta, como una distribución
radial que no posibilita el desarrollo de focos esparcidos a lo largo y ancho de una organización.
Estas variables se asientan, a su vez, en una cultura que ensalza al héroe, premia al sumiso y fiel,
castigando al que discrepa y así restringe el proceso creativo que requiere de la posibilidad
producir diferencias, cuestionar y equivocarse. La construcción de futuro se subsume en la
necesidad de dar continuidad al sistema imperante, transformándose así en una proyección del
hoy. Por el contrario, un líder formador de líderes y no de seguidores, privilegia el
funcionamiento organizacional y su desarrollo antes que su propia consistencia, estableciendo una
dinámica donde cada sector estimula y forja conductores, promueve diferencias, instalando una
cultura que las premia. La energía se distribuye a lo largo del sistema y el futuro se analiza como
escenarios a planificar, independientemente de las necesidades del planificador. Un sistema así,
no teme a las diferencias, por lo que la creatividad está incentivada. Si vamos agregando las
distintas hebras a nuestro análisis, podremos entonces acercarnos a un modelo que reproduzca
con mayor eficacia las complejas determinaciones que lo real presenta.

A través de estos dos ejemplos esquemáticos, intento mostrar cómo poner a funcionar la idea de
tejido y la codeterminación de las hebras que lo componen.

Diapo 8
i
Laplace, P.S.: Ensayo filosófico sobre las probabilidades. Accesible el 29/10/2018 en
http://www.ehu.eus/josemari.sarasola/estat2/tareak/tarea06/Probabilidades_Laplace.pdf
ii
Galilei, G.: El Ensayador, Ed.Aguilar, Buenos Aires 1981.

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