Moises Saenz y El Proyecto Carapan
Moises Saenz y El Proyecto Carapan
Moises Saenz y El Proyecto Carapan
proyecto Carapan
Por Raúl Alvarado Navarro
El Autor es antropólogo social, licenciado en Ciencias de la Educación. Maes-
tro en Educación Social y Animación Sociocultural por la Universidad de
Sevilla. Coautor del libro Mi Primera Crónica Histórica. Socio de Número en
la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística, AC.
raul.alvarado.navarro@gmail.com
Imagen (p. 14). Ichan, Cañada de los Once Pueblos, Michoacán. Fuente: Eduardo López.
7
to, obtuvo mucha de su inspiración por parte del pedagogo John Dewey,
quien fuera uno de sus profesores mientras estudiaba en la Unión Ame-
ricana.
Su experiencia le permitió participar activamente en la planeación
educativa del país pues en 1924 fue nombrado Oficial Mayor de la Se-
cretaría de Educación Pública y un año después asumió el cargo de
Subsecretario en la misma dependencia. Durante este periodo impulsó
importantes reformas en la educación pública entre las que destaca la
creación del Sistema de Segunda Enseñanza, conocido hoy como edu-
cación secundaria. Al mismo tiempo, realizó diversos viajes a través de
la República Mexicana que lo familiarizaron con las condiciones de vida
de la población rural e indígena y que le permitieron tomar concien-
cia de los problemas que presentaban estas comunidades. Pero no fue
sino hasta después de un viaje que realizó a Guatemala, Ecuador, Perú
y Bolivia que trabajó por incorporar y adaptar en las comunidades in-
dígenas del país las experiencias observadas. Es en este momento en el
que viaja a Carapan, en el estado de Michoacán para poner en marcha
el proyecto de la Estación Experimental para la Incorporación del Indio,
proyecto en el que permaneció hasta 1933.
Carapan, una experiencia educativa y de desarrollo rural
El proyecto Carapan o la Estación Experimental de Incorporación
del indio fue un proyecto socioeducativo llevado a cabo entre junio de
1932 y enero de 1933 en el estado de Michoacán, en la zona purépe-
cha de la Cañada de los Once Pueblos. Esta región conocida también
con el nombre de “Eraxamani”, que según el diccionario de la lengua
Tarasca se traduce como “divisar o acompañar con la vista desde lejos”,
se trata de un valle con una extensión de diez kilómetros, irrigado por
seis manantiales que dan origen al río Duero. El proyecto consistió en
un programa de promoción social y educación para adultos y al mismo
tiempo en un proyecto de investigación sobre la realidad indígena en
México. Su finalidad fue la de diseñar programas y políticas para lograr
la integración de las comunidades indígenas a la nación respetando sus
valores culturales. Sin embargo, a pesar de la diversidad étnica de Méxi-
co, no fue sencillo para el Lic. Sáenz, encontrar un lugar que cumpliera
los requisitos y las condiciones para establecer la estación que desea-
ba. Para ubicar el mejor lugar, el profesor se dio a la tarea de recorrer
8
junto al Mtro. Bassols, en ese entonces Secretario de Educación Pública,
diferentes regiones y localidades de los estados de Oaxaca, Michoacán,
Puebla y el Estado de México pero ninguna le pareció adecuada para
el propósito. Tiempo después, en una gira por las escuelas de la Mixte-
ca, el Mtro. Sáenz pensó haber encontrado el lugar que buscaba al visi-
tar varias localidades en el Valle de Oaxaca, pero al final los pueblos no
cumplían con los requisitos establecidos. Y es que las condiciones que
exigía el proyecto no podían reunirse en un solo sitio. Así lo explica el
profesor:
Deseábamos una comunidad de perfil indígena marcado, que hubiera resistido
victoriosa a la lucha con el medio y hubiera sabido conservar su idiosincrasia
india frente a la invasión mestiza. Pero a la vez la queríamos suficientemente
permeable para que las corrientes externas la hubiesen ya fecundado. (Sáenz,
1992, p.31)
El problema y propósito del proyecto, y así lo hacía notar el maestro
Sáenz, era estudiar al indio en el punto justo en que comenzaba a ser
mexicano. Se buscaba que el centro de operaciones estuviera apartado
de las rutas fáciles pero que no resultara un sitio inaccesible, pues su
éxito exigía un aislamien-
to de laboratorio pero era
preciso tener realidad en
el ambiente, una realidad
mexicana, viva y auténtica,
pero sobre todo, genuina.
Se buscaba también una
comunidad no demasiado
grande ni muy compleja
pues tal como afirma el
profesor (Sáenz, 1992),
“es en las agrupaciones
9
primitivas donde mejor pueden observarse los fenómenos sociales que
nos proponemos analizar”. (p.32)
Después de un largo tiempo de búsqueda, el insigne educador se acor-
dó de la Cañada de los Once Pueblos, una región que no conocía sino
por su título y que siempre le había sonado romántico. Un agrónomo,
colaborador de una de las misiones culturales, le comentó que dicha re-
gión era una tierra apartada, habitada por gente buena de costumbres
exóticas, con un clima envidiable y tierra fértil. Con dicha información
regresó a la ciudad de México y se preparó para visitar el lugar.
En el viaje le acompañaron el etnólogo Carlos Basauri y el lingüista
Pablo González Casanova que habían estado con él anteriormente en su
gira por la Mixteca y a quienes había invitado a formar parte del proyec-
to. Desde Zamora se dirigieron al sitio en automóvil, acompañados por
la inspectora escolar en cuya jurisdicción quedaban las escuelas de la
Cañada y quién los habría de presentar con las comunidades. Después
de dos horas de viaje finalmente llegaron a Chilchota, primera localidad
de aquellos poblados que se convertirían en objetos de experimenta-
ción social. El lugar le pareció poco indígena al Mtro. Sáenz y poco des-
pués comprobaría que en efecto, Chilchota era mestizo.
Después de un largo trayecto llegaron finalmente al último pueblo de
la cañada, Carapan. El nombre proviene de la palabra purépecha “Kar-
hapan”, que significa “ir subiendo, o donde se comienza a subir”. Otros
cronistas e historiadores sugieren que una etimología alternativa sería
“Karapani”, que significa “el lugar donde se guardan los registros” o “lu-
gar de espantos”.
En su informe, el profesor hace una descripción detallada de los ha-
bitantes del lugar, de sus rasgos físicos, de su manera de andar y de
vestir, del comportamiento de las mujeres y de las costumbres de sus
pobladores:
Las gentes que veíamos eran de dos tipos. Un mestizo blanquizco, esbelto y bien
parecido y un indio de estatura regular, más bien alto, de facciones agradables
y de andar tranquilo. Los indios llevan ropas blancas de manta, o pantalones de
mezclilla azul, sarape negro de puntas largas, que rozan casi el suelo, y un som-
brero chinesco de palma, de ala ancha y copa muy cónica, demasiado pequeña en
proporción. Las mujeres usan enagua de percal muy ancha o bien un enredado
de lana azul oscuro, con plegado de acordeón. Todas llevan delantal azul. La blu-
sa es de manta blanca, a veces bordada. El rebozo no les falta, es azul marino con
listas blancas bien espaciadas. (Sáenz, 1992, pp 34-35)
10
Más adelante, describe también la distribución del centro de Carapan
y de sus edificios. La escuela, la iglesia y la plaza llaman su atención y las
describe detalladamente en su informe. Desde su arribo al lugar, salta
a la vista la plaza vacía y el silencio y soledad que imperaba en el lugar,
situación que agradó al profesor, sin embargo, evidentemente sabía que
era observado furtivamente desde las puertas y ventanas de innume-
rables viviendas, pero para él, el silencio y la plaza vacía eran la mejor
bienvenida pues sentía que se estaba integrando a la vida de Carapan
desde su llegada.
En el lugar, María García, directora de la escuela, les presentó al jefe
de tenencia y a dos o tres vecinos del sitio, indios todos. Los jefes de
tenencia eran los responsables de establecer el vínculo del gobierno
municipal con las comunidades. Al estar en presencia de los niños de la
escuela comprobaron que estaban realmente en una comunidad indíge-
na auténtica. Al regreso de Carapan, llegaron a Tanaquillo en donde se
alojaron en casa de Isaac Prado, uno de los habitantes del lugar. Él fue
quien los animó a visitar y conocer la Cañada y afirmaba que la gente
era muy buena. Después de dos días en el lugar, el grupo regresó a la
ciudad de México. Fue en este momento en el que el Lic. Sáenz comenzó
a elaborar su reporte dirigido al Secretario de Educación Pública reco-
mendando el establecimiento de la Estación en la Cañada de los Once
Pueblos. Así se lo hizo saber al Mtro. Bassols en su informe:
Estas son las impresiones recogidas en nuestra breve visita de exploración. Las
observaciones son superficiales pero conversamos con quienes pudimos a fin
de completar o explicar lo que vimos. En resumen, proponemos a Ud. que se
establezca en Carapan la Estación Experimental que la Secretaría de Educación
Pública tiene acordada. (Sáenz, 1992, p.43)
Ya en la oficina de la Secretaría de Educación en el Distrito Federal, el
grupo formado por Sáenz Garza, Basauri, González Casanova, Miguel O.
de Mendizábal, José Guadalupe Nájera y en ocasiones por don Rafael Ra-
mírez, discutía sobre el nombre con el que debían bautizar el proyecto.
Fueron diversos los nombres que se manejaron en la reunión: Estación
de incorporación indígena, Estación de incorporación del indio, Institu-
to Social Rural, Instituto de Investigaciones Indígenas, Laboratorio de
Sociología Indígena, entre otros. El grupo tomaba como referencia las
Misiones Culturales y ese era el modelo que pretendían, una misión cul-
tural permanentemente asentada en comunidades indígenas. El grupo
11
tenía muy claro el propósito, se pretendía crear un instituto de estudio
y de investigaciones de orden etnológico y, más ampliamente, sociológi-
co, y a la vez implementar un programa de acción tendiente a culturizar
al indio y a mejorar sus condiciones de vida y a lograr la integración de
las comunidades al conglomerado social mexicano. De tal manera que
el programa debía mantener dos objetivos a la vez; primero, la de hacer
el bien por sí mismo, es decir, beneficiar a los destinatarios y segundo,
el de realizarlo por vía de experimento con el fin de indagar si los pro-
cedimientos llevados a cabo eran los más adecuados para alcanzar los
objetivos generales que el Gobierno de México trataba de lograr frente
a la problemática indígena.
Finalmente, el grupo quedó convencido de que el proyecto se deno-
minaría “Estación Experimental de Incorporación del Indio”, nombre
del que después se arrepentiría el propio profesor Sáenz por encon-
trarlo, según sus palabras, demasiado “pedante”. Pero el grupo estaba
consciente de que el nombre era lo de menos, pues lo más importante
era precisar el rumbo y trazar el método que seguiría la iniciativa.
Es de esta manera en que surge Carapan, un proyecto socioeducativo
y de investigación que siguió la corriente indigenista prevaleciente en
aquella época, con el propósito de integrar a los pueblos originarios al
entorno social del México moderno, mejorar su calidad de vida y docu-
mentar sus realidades.
Fin de un proyecto
El proyecto quedó inconcluso debido a la salida de Sáenz de la Se-
cretaría de Educación Pública provocada por diferencias con el Secre-
tario Narciso Bassols. La Estación funcionó alrededor de siete meses,
de junio de 1932 a enero de 1933. A pesar de haber dejado el proyecto
inconcluso, Moisés Sáenz siguió trabajando por el bien de los pueblos
indígenas del país. Participó en la organización y realización del primer
Congreso Indigenista en 1940, evento en el que fue nombrado Director
del Instituto Indigenista Interamericano, además, elaboró el programa
para la creación del Departamento de Asuntos Indígenas y para la pro-
tección de las comunidades indígenas de México. Durante los siguientes
años, trabajó como diplomático en distintos países pero nunca dejó de
velar por los derechos de los pueblos indígenas.
12
El profesor Moisés Sáenz Garza, falleció el 24 de octubre de 1941 en
Lima, Perú y en 1981 el presidente José López Portillo, decretó que sus
restos fueran trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres en el
Panteón Civil de Dolores, en la Ciudad de México.
El Mtro. Moisés Sáenz siempre estuvo consciente de que el experi-
mento no fue más allá de una iniciación, sin embargo, el propósito fue
genuino y buscaba conocer de manera más profunda la realidad y las
problemáticas de las comunidades indígenas de México. Tal y como
afirma Schaffhauser (2010), Carapan, lejos de solucionar el problema
educativo en la Cañada de los Once Pueblos, comenzó a cambiar la con-
dición social y educativa de los lugareños volviéndolos un poco más
mexicanos, es decir, mejores ciudadanos. Pero no fue sino la pasión y el
interés que Saénz Garza puso en esta empresa lo que dio lugar a diver-
sas iniciativas que buscaron desde entonces, la difusión y protección
de la gran diversidad humana y cultural de los pueblos originarios de
México.
Referencias
Calderón, M. (2009) La Estación Experimental de Carapan y la educación indígena en Méxi-
co. Anuario Antropológico XIII. Antropología del poder. Chiapas, UNACH-Instituto de
Estudios Indígenas, pp. 155-180.
Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (2006). “Antecedentes”, en Asuntos Indí-
genas. www.diputados.gob.mx/cesop/
Del Carpio, C. (1995) Cañada de los Once Pueblos, Michoacán. Cambios y continuidades en
una región interétnica de México. El Colegio de Michoacán, A. C.
González, B. (2013) Cañada de los Once Pueblos. Guía. Semanario Regional Independiente.
Sáenz, M. (1992) Carapan. Tercera edición. Pátzcuaro, México. OEA, CREFAL.
Schaffhauser, P. (2010). El proyecto Carapan de Moisés Sáenz: Una experiencia educati-
va entre indigenismo y desarrollo rural. (Axe III, Symposium 12). Independencias
- Dependencias - Interdependencias VI Congreso CEISAL 2010, Jun 2010, Toulouse,
Francia.
13