Guerra Finanzas
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Editores
Introducción. ...................................................................................................9
BALANCES
ECONOMÍA Y GUERRA
PERSPECTIVAS REGIONALES
INTRODUCCIÓN | 11
tuvo un incremento notable que dinamizó la economía regional, el cual
estuvo vinculado a las potencias del momento, Inglaterra, Francia y Es-
tados Unidos. De esta manera la elite mercantil arequipeña logró cimen-
tar las bases económicas que se desarrollaron durante la República.
El trabajo de María Alejandra Irigoin trata acerca de las vicisitudes
de la acuñación de moneda y las consecuencias económicas resultantes
a la caída del imperio español en América. Su estudio está centrado en
Nueva España y el proceso de fragmentación monetaria que siguió a la
fragmentación política en el México postindependiente, así como tam-
bién en el Río de la Plata y en otros países latinoamericanos, donde se
vivió un período de déficit fiscal generalizado. La consecuencia de la In-
dependencia en materia fiscal fue el surgimiento de gobiernos quebrados
que aumentaron la carga fiscal a los consumidores y generaron deudas
a largo plazo prácticamente incobrables, todo esto agudizado por una
moneda en constante devaluación. Irigoin relaciona el desorden político
y las guerras civiles postindependentistas con la fragmentación moneta-
ria que causó inestabilidad en los mercados y el comercio en general.
El siguiente grupo de ponencias están comprendidas en el acápite Fis-
calidad y finanzas. Se inicia con el artículo de Angelo Alves Carrara, y trata
sobre los costos y beneficios de la fiscalidad en el Brasil durante la Colonia
en un arco temporal muy extenso, que abarca desde 1607 a 1808. El trabajo
evidencia la importancia de las cuatro capitanías principales desde el pun-
to de vista fiscal: Minas Gerais, Río de Janeiro, Bahía y Pernambuco, de las
cuales a la primera le cupo el importante rol de autofinanciar la empresa
colonial con los impuestos generados. En un primer momento fueron el
diezmo y el tributo y posteriormente la minería los que, especialmente
durante el siglo XVIII, lograron muy buenas ganancias para el fisco.
El segundo trabajo es el de Juvenal Luque, “Salarios en la caja real
de Lima, siglos XVII-XVIII”. En este, el autor describe los salarios buro-
cráticos que se pagaban a los administradores de cuatro instituciones
importantes: Real Audiencia, Tribunal de Cuentas, Real Caja y Superior
Gobierno a lo largo de dos siglos. De estudio se desprende la evolución
de los salarios en la larga duración, los cuales estuvieron en relación di-
recta con el proceso de monetización y desmonetización de la economía
colonial. Fue entonces a partir de 1685 que, gracias a la apertura de la
ceca de Lima y otros factores que destaca el autor, que se dio un pro-
ceso de monetización sólida reflejada en los salarios burocráticos. Esta
INTRODUCCIÓN | 13
tuvieron estas instituciones en dinamizar la economía de las elites y de
distintas instituciones como las cajas reales y el Consulado de Comercio.
Este último funcionó como un ente intermediador entre la institución
religiosa y el Estado, al actuar como garante del dinero suministrado por
los monasterios en calidad de censos.
Le sigue el artículo de Julissa Gutiérrez, que toca el tema del ingreso
de negros esclavos por Paita durante el período de asiento de la South Sea
Company (1713-1750). Aborda además el tema de las rutas, los precios,
sus características y los comerciantes dedicados a este tráfico a través del
puerto norteño. El flujo del comercio negrero llevado a cabo por la com-
pañía inglesa estuvo vinculado al comercio de contrabando y generó un
importante desarrollo agrícola de la región, un proceso que se truncó
con el inicio de la guerra hispano-británica en 1740, cuya consecuencia
mayor fue el estancamiento comercial del puerto y su economía.
Por último se presenta la investigación realizada por Julio Lossio,
quien se encargó de analizar Madre de Dios, considerada por los histo-
riadores como una región marginal y poco rentable durante la época del
boom del caucho (1893-1921). En contraposición a esta postura, Lossio
analiza las distintas rutas por las cuales se exportó dicho producto por el
puerto de Mollendo y cómo la inversión en la construcción de caminos
desde el sur reforzaría la idea del incremento de la producción del cau-
cho en dicha región. Sitúa el período de mayor auge entre 1909 y 1914, en
el cual importantes firmas arequipeñas intervinieron en la construcción
de caminos y en la compra y financiamiento de la exportación de gomas.
Para Lossio no fue 1914 sino 1918 la fecha en que comienza la declina-
ción de su precio, e incluso considera que la exportación se mantuvo
hasta 1920. Este es un tema poco estudiado, que el mismo autor recono-
ce que amerita más investigación para dilucidar el desarrollo económico
de una región poco explorada en la materia.
***
INTRODUCCIÓN | 15
Balances
Capítulo 1
Veinticinco años de historia económica
en el Perú colonial
Cristina Mazzeo
Pontificia Universidad Católica del Perú
Producción
Mercado
1. Este trabajo no intenta ser un estudio completo de todo lo publicado hasta el mo-
mento, sino que se presentan aquellos estudios que más se destacan porque plantean
nuevas ideas sobre viejos problemas.
20 | CRISTINA MAZZEO
Capital y crédito
Producción
22 | CRISTINA MAZZEO
administración del tributo sino en la organización de importantes em-
presas económicas.
Otro trabajo sobre el tema es el de José de la Puente Brunke publi-
cado en 1992,4 que trata la encomienda desde el punto de vista institu-
cional. Sitúa el origen de esta en España, y la relaciona con la política
llevada a cabo por la Corona, el problema del control y la evolución
social y económica de la aristocracia. Este texto contiene un apéndice
documental que incluye las encomiendas y los encomenderos de cada
región del Perú, además de cuadros sobre la clasificación y el número de
indios tributarios. Del mismo autor y en la misma línea institucional,
un trabajo anterior del año 1988 trata sobre las tercias partes de tributa-
ción que recibía la Real Hacienda.5 Lo interesante de este estudio es que
penetra en los recodos del derecho indiano para destacar la complejidad
del corpus de normas dispuestas por la Corona, muchas de ellas contra-
puestas, que se aplicaban de acuerdo a diferentes personas, territorios y
circunstancias.
El trabajo de Jorge Zeballos Quiñones sobre las encomiendas truji-
llanas (1996) trata sobre la composición de la tasa de indios tributarios
sin mayor análisis de su funcionamiento.
Respecto a la tenencia de la tierra, destaca el trabajo de Susan Ra-
mírez, que sigue las líneas de investigación de Francoise Chevalier, Ma-
rio Góngora y David Brading, dándole especial importancia a la elite
terrateniente y centrando su estudio en los hacendados de Lambayeque
y sus relaciones de poder frente a la comunidad indígena y a la tenencia
de la tierra más que a la producción.6 Un factor importante a resaltar en
este estudio son los factores climáticos que motivaron el cambio en la
tenencia de la tierra y permitieron la recomposición de la elite. Esto su-
cedió en Lambayeque con el terremoto de 1687, a partir del cual emergió
un nuevo grupo social que con los capitales obtenidos en el comercio
adquirió la tierra. Aquí también destacan fundamentalmente los lazos
de parentesco, los cuales, junto con el matrimonio, fueron mecanismos
utilizados para la adquisición de los derechos de propiedad. La autora
Minería
24 | CRISTINA MAZZEO
del siglo XVII y comienzos del XVIII y la otra a fines de dicho siglo, que
está en relación con las medidas aplicadas por los Borbones.
El núcleo central de los trabajos se ha concentrado en la mina de
Potosí, y estos giran en torno a la producción. Partimos de un pequeño
texto publicado por el IEP en la década de 1980 en el que intervienen C.
Sempat Assadourian, H. Bonilla, Antonio Mitre y Tristan Platt, quienes
consideran el área andina como una región “integrada por múltiples ti-
pos de relaciones sociales y políticas sustentadas en una economía bási-
camente minera y comercial”.8 En este sentido, hubo un eslabonamiento
entre el mercado minero y las regiones que lo abastecían. En ese texto,
los autores ya plantearon una posición distinta al concepto de economía
cuasi cerrada, natural, con claro predominio de elementos feudales por
el dominio de grandes extensiones de tierra y por un trabajo indígena, la
mita, a nivel de servidumbre. Plantearon que el sector minero constituyó
la categoría dominante de la producción, y por lo tanto decidió el rango
de otras producciones regionales.9 Además reconocieron que la produc-
ción mercantil fue dependiente del mercado minero, y por lo tanto la
crisis agrícola del siglo XVII estaría en relación directa con la minería.
Volviendo al tema de la crisis minera del siglo XVIII, Ignacio Gon-
zález Casanovas se centró en el análisis de cuáles fueron los proyectos
aplicados por la Corona para solucionar los problemas suscitados en
Potosí debido a la baja minera a fines del siglo XVIII. Publicó en 1990
un artículo que trata sobre el incumplimiento de la mita por muchos
pueblos y el alto nivel de corrupción debido a la baja ley de la minería
potosina, que trajo como consecuencia una reducción en la recaudación
de los quintos reales. El autor sostiene que la falta de mitayos se com-
pensó con una nueva tasa, “la extensión de la mita y la reducción de
la población forastera en detrimento de las explotaciones agrícolas de
hacendados, curas y curacas”.10 Un trabajo complementario del mismo
autor publicado en el año 2000 cuestiona la política evasiva y ambigua
del Estado español y su posición frente a la cuestión jurídica de la mita,
la cual si bien era duramente criticada por algunos funcionarios de todas
26 | CRISTINA MAZZEO
entonces que la situación en el Perú fue totalmente distinta respecto al
caso de Nueva España, donde, como apunta Brading, la verdadera bo-
nanza se debió a la inversión de comerciantes capitalistas en las minas
individuales.
Contamos además con dos trabajos de Héctor Noejovich, uno sobre
la política del virrey Toledo publicado en 199814 y otro iniciado con F.
Pease y publicado en 2000, los que también están vinculados con la crisis
del siglo XVII. En este último, Noejovich sostiene que en realidad la cri-
sis fue entre la Corona y el virreinato debido a la baja en la exportación
de plata, y al decaer la producción de plata se redujo el número de ope-
rarios. Esta situación, sumada a la evasión del quinto real, la corrupción
debido a la adulteración de la moneda y el auge del contrabando por la
vía de Buenos Aires, generó una caída importante en la producción y
exportación de plata, lo que evidencia en Toledo la falta de una política
minera adecuada para la solución de la crisis.
El texto de Carlos Contreras Los mineros y el rey, publicado por el
IEP en 1995, es el único estudio sobre las minas de Hualgayoc a fines del
período colonial. El trabajo aborda temas como el capital mercantil y
su relación con la producción minera, la mano de obra y la tecnología.
Contreras considera que el régimen de mano de obra en esta región era
asalariada, y que más bien la coacción para el trabajo en las minas se rea-
lizó a través del reparto y el tributo. El capital para la explotación minera
no provino de grandes comerciantes, como en el caso de Nueva España,
sino que fue provisto por el Estado a través de créditos para la compra
de insumos. Por otro lado, los comerciantes fueron muy reticentes en in-
vertir capital en la minería por los riesgos que esto implicaba. En cuanto
a los nuevos métodos usados para una mayor explotación del metal pro-
puestos por la Corona, los aplicados en el Perú fueron un fracaso.
Contreras sostiene además que, a diferencia de Nueva España, don-
de existían grandes complejos productivos que integraban la mina, la
hacienda y las casas mercantiles, en el Perú la minería se desarrolló más
bien pequeñas unidades (p. 72).
Cinco son los rubros que identificamos dentro de este ítem: tenemos los
obrajes textiles, los obrajes de vidrio, las tinas de jabón de la región de
Trujillo, la producción de vinos y aguardiente en la región de Ica y Mo-
quegua y la producción de azúcar en los valles de Lima y Trujillo.
Los trabajos realizados sobre el tema de los obrajes, entre los cua-
les se destacan los de Miriam Salas en Huamanga (1998), los de Neus
Escandell-Tur (1997) en el Cuzco y los de Fernando Silva Santisteban
en Cajamarca (1996-1998), muestran que la producción obrajera actuó
como un eje articulador de otros sectores económicos como la minería y
la hacienda. Y en este tema comprobamos una complementación de los
trabajos clásicos con las nuevas investigaciones sobre el tema.
En el estudio de los obrajes se insertan dos debates, el de la crisis del
siglo XVII y el de fines del siglo XVIII como consecuencia de la aplica-
ción de las reformas borbónicas. Miriam Salas, refiriéndose a la primera
crisis (1986) y centrándose en los obrajes de Huamanga, sostiene que,
contrariamente a lo que se dice, estos dieron lugar a una economía in-
trarregional a partir de la obtención de materias primas, tecnología y
mano de obra. Por otro lado, considera que la crisis minera más bien per-
mitió un proceso de desplazamiento de los productos importados por los
realizados en el país. Y de esta manera dicha crisis no generó un descenso
de la producción textil, sino todo lo contrario, la alentó. Identifica un mo-
vimiento secular de alza prolongada y otros de más corta duración que
se intercalan entre alzas y bajas hasta acentuarse la caída a fines del siglo
XVIII. Mientras que en este último período la minería estaría entrando
en un repunte significativo. En cuanto a la última crisis, Salas considera
que la decadencia producida a fines del período colonial no fue producto
de la importación de telas sino del cambio por la manufactura domés-
tica, es decir, los chorrillos. En la misma línea encontramos el trabajo
de Neus Escandell-Tur publicado en 1997 sobre los obrajes del Cuzco,
quien coincide en reconocer que las reformas borbónicas no produjeron
la crisis de estas industrias, sino que a fines de siglo hubo un cambio en el
proceso de producción provista por unidades de textiles menores.
Posteriormente, en 2006 el trabajo de Carlos Hurtado Ames, sobre
la industria textil en el valle del Mantaro, encontraría la especificidad de
dicha industria en la región. Así, la caída del poder curacal a mediados
28 | CRISTINA MAZZEO
del siglo XVIII, producida como consecuencia de la gran rebelión de
1780, sería la causante de la decadencia de los obrajes en dicho valle.
La producción del vidrio en los valles de Ica fue trabajada hasta el
momento únicamente por Gabriela Ramos.15 Esta autora analiza la co-
mercialización y financiación de la producción del vidrio, la cual estuvo
íntimamente ligada a la de la producción del aguardiente. En un momen-
to la financiación estuvo en manos de la Inquisición, y luego fueron los
comerciantes los que aviaron a los fabricantes. La región de Ica contaba
con los insumos necesarios para esta industria, donde los fabricantes se
establecieron desde época muy temprana, es decir, desde el siglo XVII.
Ramos (1984) analiza no solamente todo lo concerniente a la pro-
ducción sino también a la importancia que tuvieron los jesuitas en el
monopolio de esta. La decadencia de esta industria, por lo tanto, estuvo
vinculada a la expulsión de la orden a partir de 1767, con lo cual pasaron
a depender de temporalidades. Bajo su dirección, el obraje se mantuvo
como una empresa mixta, combinando las labores agrícolas con la ma-
nufactura y el uso de mano de obra libre, estacional y esclava (p. 82).
También utilizaron jornales y arrendatarios para trabajos complemen-
tarios para el corte de la leña, poda y empale de las viñas.
Susana Aldana, especialista en historia regional, se ha detenido en la
investigación de una empresa colonial, las tinas de jabón en Piura y Lam-
bayeque mediante el estudio de un grupo familiar, publicado en 1988.
Se destaca fundamentalmente el carácter integrador de la economía co-
lonial regional a través de la producción y comercialización del jabón.
A diferencia de la producción de azúcar, que necesita un área extensa
dedicada al cultivo y cría de animales, además de un molino de caña, las
casas-tinas se constituyeron en un pequeño complejo autónomo urbano
con menor necesidad de capital para su instalación. Incluso los “tineros”
podían dedicarse a otras actividades mientras comercializaban las cabe-
zas de ganado. Otra diferencia que sustenta el trabajo de Aldana es el uso
de la mano de obra, porque no fueron necesarios un número muy alto de
esclavos en esta industria, ni tampoco significó un costo social para las
comunidades indígenas, como lo fueron los obrajes o trapiches (p. 45).
A diferencia de las casas-tinas de Piura, las instaladas en Lambayeque
30 | CRISTINA MAZZEO
mantenido bastante autonomía, pero cuando la Corona presionó para ob-
tener mayores rentas se produjeron revueltas. De esta manera Brown sos-
tiene que la centralización impuesta por los Borbones afectó a la región.
Las haciendas productoras de pisco se encuentran en la región sur
de Moquegua y Pisco. En la década de 1990, a raíz del conflicto susci-
tado con Chile por la disputa sobre la posesión del nombre de origen,
Lorenzo Huertas publicó un artículo en la Revista Histórica (1991-1992,
n.º 21), en el cual recoge la producción del valle de Ica y sostiene que esta
se inició en el siglo XVI, mucho antes que la establecida en Arequipa por
Kendal Brown, que la ubica recién en 1701. Un dato interesante de su
trabajo es que identifica a indígenas encomendados que vendían mosto
a los dueños de la hacienda para hacer aguardiente en el siglo XVI.
Los trabajos de Alicia Polvarini sobre las haciendas de aguardiente
pertenecientes a la compañía de Jesús en Moquegua revelan una multi-
plicidad de formas empresariales que estaban dirigidas hacia objetivos
económicos precisos, al expandir los mercados no solo hacia los centros
mineros y obrajeros de la sierra, sino también hacia la costa peruana.18
En dicho trabajo, Polvarini destaca el tipo de mano de obra y el proceso
de evangelización, ubicando además unas 45 unidades productivas de
vinos y aguardiente a lo largo de la costa peruana en una extensión de
1000 km en los departamentos de Ica, Moquegua y Arequipa. Realiza
una serie de cuadros sobre la producción de botijas y extiende su traba-
jo hasta el siglo XIX. Considera la producción de vid y aguardiente de
gran complementariedad con otros sectores de la economía, tanto por
la demanda de insumos (madera, ceras, brea, pieles de animales para la
realización de odres y el transporte del aguardiente) como por la con-
fección de botijas de barro. El trabajo de Polvarini muestra la conexión
e integración de regiones distantes a partir de las distintas rutas para la
distribución del aguardiente. Otro trabajo complementario de la mis-
ma autora publicado en 200819 identifica diez destinos principales de la
producción de aguardiente desde Moquegua. Contiene además un mapa
de la ubicación de las distintas bodegas a lo largo del río Osmore. Estos
trabajos tienen el mérito de traspasar el espacio temporal de la Colonia,
32 | CRISTINA MAZZEO
como altamente diversificado, en el que las diferentes regiones tenían
distintas producciones y crearon un mercado interno. Los polos de cre-
cimiento fueron Potosí y Lima, los cuales generaron efectos de arrastre.
La tesis de Assadourian sigue aún vigente y echa por tierra el concepto
de feudalismo.
Por otro lado, hablar de mercado interno en la Colonia nos remi-
te invariablemente a hablar del corregidor, agente de circulación de los
repartos mercantiles. Alfredo Moreno ha sido incuestionablemente la
persona que más ha trabajado el tema. En un artículo publicado en 1999
(en el volumen Relaciones de poder y comercio colonial), diferencia las
consecuencias de la política borbónica referida a los repartos en México
y en el Perú. El reparto en Nueva España fue un elemento articulador
del sistema comercial que conectó el comercio interno con el mercado
exportador regulado por los cargadores del Consulado. Allí el cobro del
reparto se hacía en especies o en mano de obra, mientras que en el Perú
era en dinero. En México, para fines del siglo XVIII, el monopolio había
desaparecido del mercado interior, mientras que en el Perú el comercio
interno era monopolizado por los corregidores. En el Perú, los corregi-
dores actuaron como agentes del proceso productivo y estaban menos
interesados en conectar mercados; se preocuparon por colocar indíge-
nas en las haciendas para cobrar en efectivo las mercaderías repartidas.
En otro trabajo de Moreno Cebrián (2002) destaca la importancia de la
ordenanza de intendencias, la cual suprimió los repartos, pero se permi-
tió que aquellos indígenas necesitados de asistencia pudieran encontrar
un apoyo en la repartición de determinadas mercaderías. Por lo tanto,
la intención de que dicha ordenanza permitiera la libre circulación de
mercancías no pudo cumplir con su cometido.
Jürgen Golte y Scarlett O’Phelan trabajaron las consecuencias del
reparto, pero tienen opiniones distintas respecto a ellas. Para Golte, los
repartos fueron la causa fundamental de las revueltas del siglo XVIII, y
para O’Phelan, estas fueron provocadas por el aumento del tributo, la
alcabala y la colocación de aduanas interiores que encarecían la circula-
ción de mercancías.
Respecto a los circuitos mercantiles, Jorge Silva Riquer, Juan Carlos
Grosso y Carmen Yuste (1995) compilaron un trabajo sobre el tema.22 De
34 | CRISTINA MAZZEO
El comercio de exportación
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de precios más baja y mejores condiciones de venta a crédito, además de
otras facilidades (p. 430). Establecida la compañía de los Cinco Gremios
en Arequipa, tuvo intentos de radicarse en Potosí. El trabajo de Medra-
no y Malamud sobre los Cinco Gremios evidencia que la ruina de las
factorías americanas de la compañía nada tuvo que ver con la situación
económica en las colonias, sino con los sucesos acaecidos en la metrópoli
a fines del siglo XVIII, como la invasión napoleónica y la consiguiente
división de la casa matriz ubicada en Madrid y Cádiz.
En cuanto a la compañía de Filipinas, trabajada por Ramiro Flores,
fue la mayor empresa comercializadora del estado español, con poder
suficiente para competir con otras grandes compañías extranjeras esta-
blecidas en Asia. Representada en el Perú por importantes comerciantes,
estos trataron de controlarla con la intención de mantener la suprema-
cía en el comercio. Al igual que la de los Cinco Gremios, la de Filipinas
decayó a fines del período colonial por la coyuntura internacional y los
conflictos políticos desatados en la metrópoli.
Margarita Rodríguez publicó un trabajo sobre el rol de las com-
pañías de comercio con América que tuvieron privilegios,34 que fueron
ideadas dentro del reformismo borbónico. Rodríguez destaca el objetivo
político de su creación, que buscaba establecer “un monopolio efectivo
de comercio con América con el fin de fortalecer la monarquía e incre-
mentar sus arcas fiscales y a la marina”.
Precios
Capital y crédito
38 | CRISTINA MAZZEO
emitir sobregiros sobre cuentas corrientes depositadas (p. 57). Detalla
también las funciones de la Caja General de Censos de indios, que tenía
por objetivo preservar el remanente de las cajas de comunidades que
venían siendo usadas de manera arbitraria por los corregidores. Descri-
be además las modalidades del préstamo y los distintos tipos de censos
(consignativo, reservativo y enfitéutico).
El crédito público es analizado además por Alfonso Quiroz,40 quien
explica cómo hasta 1750 se mantuvo sin mayores cambios debido a que
estaba limitado por la baja productividad colonial. Diferencia además el
crédito tradicional, aportado por la Iglesia con un relativo bajo interés,
del crédito privado, aportado por los comerciantes. Con la ley de des-
amortización la expropiación de los jesuitas y la abolición de la Inquisi-
ción, los capitales de estas instituciones pasaron al poder del Estado.
Margarita Suárez publicó en 1993 un artículo sobre el crédito ecle-
siástico y el crédito mercantil, en el cual considera que el crédito de par-
ticulares y bancario alcanzó un importante desarrollo en el siglo XVII,
al igual que en el siglo XVIII, porque era más viable que la obtención
del crédito eclesiástico, con lo cual se opone a la tesis de Quiroz, quien
sostiene que el quiebre entre el crédito eclesiástico y el comercial recién
se da a mediados del siglo XVIII.41
El trabajo sobre las cajas reales de Herbert Klein sobre las finanzas
americanas del imperio español fue publicado por el Instituto Mora en el
año 1994. Dicho libro contiene una primera parte sobre la historia fiscal
de la Colonia, especialmente el caso de México y Perú. Klein analiza las
cajas reales de las regiones central, norte y sur del Perú, y además los cos-
tos administrativos anuales de cada una en un lapso de tiempo que va de
1680 a 1809. La conclusión a la que llega es que la decadencia secular de
largo plazo del siglo XVII terminó en la segunda década del siglo XVIII,
con lo cual evidencia la baja producción minera y por ende una dis-
minución en la recaudación. Consideramos que esto no necesariamente
indica una crisis general en el virreinato, como lo demuestran la mayoría
de los trabajos reseñados hasta el momento. Se trató más de una crisis en
la recaudación de las rentas reales.
40 | CRISTINA MAZZEO
Moneda
Los trabajos de Carlos Lazo siguen siendo los referentes sobre el tema.
Publicados hasta el momento tenemos el de 1990, sobre las primeras
acuñaciones de oro de la ceca de Lima; 44 y el de 1991, sobre la acuñación
de monedas macuquinas,45 ambos publicados en la revista Numismática,
y otro comparativo sobre dos modelos de amonedación de las casas de
Lima y Potosí inserto en el texto que recoge obras escogidas del autor
publicado en 2006.46
En dicha materia debemos destacar además los trabajos de Eduardo
Dargent sobre la primera ceca de Lima y el de la moneda en la América
española, entre varios del autor.47
42 | CRISTINA MAZZEO
compulsivos para movilizar la mano de obra indígena, como fue el pago
del tributo, dio lugar a un crecimiento de la producción mercantil y la
ampliación del mercado interior, lo que generó un alto rendimiento en
el espacio colonial.52 Un trabajo más reciente de Nicolás Sánchez Albor-
noz (2003) aborda el tema de la mano de obra indígena en la ciudad de
Arequipa entre los años 1573 y 1645.53
Por otro lado, como comentamos en el acápite referido al mercado
interno y al reparto de mercancías, al obligar a los indios de las comuni-
dades a pagar el tributo en moneda se los forzó a entrar en el mercado la-
boral para que puedan obtener dinero. De esta manera las comunidades
vendieron su fuerza de trabajo en los mercados laborales y se asalariaron
trabajando como mano de obra libre en haciendas, obrajes e incluso en
minas.54
Mano de obra libre fue también el jornalero que se asentó en Lima
para el trabajo artesanal. En este caso se utilizaban indios asalariados
(mingados) como fuerza de trabajo en los talleres de manufacturas de la
ciudad de Lima, aunque el pago en dinero de un jornal era ocasional y de
manera nominal. En ocasiones se utilizaba como medida para establecer
la deuda contraída por el productor y el trabajador. En otras, lo que se
hacía era reemplazar el pago en dinero por especies o servicios.55
En cuanto a la mano de obra esclava, fue la más utilizada en las
haciendas, y en la ciudad conformó un sistema de semilibertad. Esta
mano de obra urbana era adiestrada en diferentes oficios, y se convirtió
en una de las principales fuentes de trabajo para los productores de la
ciudad, dado que estos no contaban con el reparto de mitayos como los
productores rurales. En ocasiones compraban niños esclavos que, una
vez adiestrados en distintos oficios, eran vendidos con un valor agrega-
do.56 Quiroz sostiene que el esclavo era un bien económico caro, y por
lo tanto muchos propietarios los daban en alquiler, colocándolos como
44 | CRISTINA MAZZEO
generó una serie de revueltas en algunas regiones, pero la liberación de
algunos productos permitió el beneficio de los grandes comerciantes y
un aumento en las exportaciones.
Lo que falta aún son trabajos cuantitativos, grandes series que pue-
dan servir para analizar largos procesos en la historia colonial. Nece-
sitamos cifras que engloben trabajos micro o regionales, los cuales se
presentan más bien aislados o de manera parcial, que permiten el análi-
sis de coyunturas precisas.
Un estudio de esa naturaleza solo podría llevarse a cabo a través de
un equipo de gente que rastree los documentos y sistematice todo lo rea-
lizado hasta el momento, para realizar un trabajo grupal a la manera de
las cajas reales de Herbet Klein, que contenga precios, habitantes, censos
de población, productos, etcétera, que pueda servir de base para futuras
investigaciones. Lo que más se ha trabajado son los tributos, pero tam-
bién son esfuerzos dispersos. Contamos con algunas series de productos
y precios durante la Colonia, pero solo tenemos hasta ahora lo compren-
dido entre los años 1784 y 1817 y 1819 y 1829.58
Otro tema es saber qué tanto y cómo afectó el proceso de la Inde-
pendencia. Se dice que hubo una gran emigración de españoles, y ello
conllevó a la pérdida de muchos capitales, ¿pero cuántos realmente se
fueron? ¿Son reales los comentarios de los viajeros? También considero
que es necesario hacer trabajos comparativos, especialmente con la Nue-
va España, que nos puedan servir de referente para analizar situaciones
análogas. Estas son algunas de las ideas que surgen del presente trabajo.
58. Cristina Mazzeo, base de datos con la información de productos, años embarcacio-
nes, comerciantes destino y precios. Inédita.
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Luis Ponce
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Introducción
86 | LUIS PONCE
Según Drinot, los cambios surgen a partir de la Nueva historia ge-
neral del Perú, que recoge la obra de sociólogos e historiadores, como
Alberto Flores-Galindo, Heraclio Bonilla, Manuel Burga, Ernesto Yepes
y Julio Cotler. En esta generación, la mayoría eran provincianos, como
Heraclio Bonilla, Manuel Burga y Wilfredo Kapsoli; también participa-
ron mujeres, como Margarita Giesecke, Piedad Pareja y Carmen Rosa
Balbi, y extranjeros, como Rory Miller, que encontraron tanto material
de trabajo como un ambiente intelectual estimulante.
Entre las influencias y deudas intelectuales de la nueva corriente,
Drinot cree observar una mezcla ecléctica de diversas perspectivas teó-
ricas: la corriente althusseriana, la Escuela de los Anales, la historia so-
cial inglesa, la teoría de la dependencia y el estructuralismo. También
encuentra una sólida conexión con la corriente histórica asociada con
Jorge Basadre y Pablo Macera y un vínculo con la obra de José Carlos
Mariátegui. Sin embargo, para Drinot el aporte relevante habría sido la
teoría de la dependencia. Según Carlos Contreras, una voz autorizada en
el tema, la nueva historiografía usó la teoría de la dependencia por tres
razones. Primero, para disponer de una interpretación eficaz y verosímil
del pasado y presente de América Latina. A diferencia de los modelos
de crecimiento por etapas, como el de Rostow, este enfoque planteaba
que las economías latinoamericanas no podían ser caracterizadas como
si estuvieran en una etapa evolutiva anterior a la de las economías de-
sarrolladas. El problema, más bien, residía en el tipo de articulación
asimétrica que existía entre América Latina y las economías del centro,
caracterizada por una gran desigualdad en la distribución de los gra-
dos de poder. En segundo lugar, por su enfoque histórico del desarrollo,
que permitía explicar el inicio de la relación colonial, que podía llegar
a ser densa y profunda, y con una gran capacidad para regenerarse bajo
nuevas formas. Bastaba que se hubiera desarrollado una demanda por
los bienes de consumo europeos y, de otro lado, que el capital, la tecno-
logía de producción masiva y la mano de obra especializada para pro-
ducirlos estuvieran localizados en los países avanzados. En tercer lugar,
porque dicho modelo proveyó a los historiadores y científicos sociales
peruanos (durante los años setenta y ochenta) de una rica agenda de
investigación que orientó el grueso de la investigación realizada en las
últimas décadas. Esta producción historiográfica puede agruparse en
cinco temas.
88 | LUIS PONCE
que las estrategias de desarrollo económico elegidas por la República
fueron tan malas que sus resultados se situaron por debajo del nivel al-
canzado en la era colonial. Segundo, que el antiguo poder colonial fue
sustituido por un poder “neocolonial” que impidió una auténtica inde-
pendencia del país, impidiéndole ejecutar políticas apropiadas para su
desarrollo.
En el tercer tema, la era del guano, Contreras presenta las diversas
obras que han abordado este tema desde diversas perspectivas, como
la de Yepes (1981), Bonilla (1974b), Shane Hunt (1984), Alfonso Qui-
roz (1987) y William Mathew (1981); concluyendo con un aspecto en el
que hay consenso: el dinero del guano modernizó las finanzas del país,
posibilitó el establecimiento de los bancos y los instrumentos de cam-
bio, la difusión del crédito y elevó la especulación financiera a niveles
nunca antes vistos, aunque por un breve período. Esta expansión no fue
sustentable.
En cuarto lugar, Contreras agrupa los estudios que examinan las
consecuencias económicas de la guerra con Chile, aunque desde un án-
gulo muy actual: ¿la estatización de las salitreras era la evidencia de una
política audaz para el desarrollo de la elite empresarial que la guerra cor-
tó de raíz? Enrique Amayo (1988) responde afirmativamente. De otro
lado, Manrique (1987) plantea un argumento similar, aunque referido a
la economía agraria tradicional de la sierra central. ¿La guerra interrum-
pió su transición hacia una economía capitalista en el último tramo del
siglo XIX? Si fue así, esto explicaría el aislamiento y estancamiento de la
sierra durante el siglo XX. En relación con el sector minero, Contreras
plantea, en un libro sobre Cerro de Pasco, que los empresarios locales
habrían establecido una relación simbiótica con la economía campesina
de la región, la cual se habría convertido en un lastre para el desarro-
llo de la minería, al impedir la modernización tecnológica y laboral del
sector. A la larga, habría favorecido el arribo de las empresas mineras
internacionales con posterioridad a la Guerra del Pacífico (y durante el
siglo XX).
En quinto lugar, Contreras aborda la génesis de la nueva economía
de exportación durante las tres primeras décadas del siglo XX. Siguiendo
a Thorp y Bertram (1985), señala que la demanda mundial por azúcar,
café, lanas, algodón, cobre, estaño, zinc, petróleo y caucho, así como la
disponibilidad de mejores medios de transporte, junto con la apertura
La crítica de la dependencia
90 | LUIS PONCE
Sin embargo, en relación con el tema de la fragmentación social y
económica de la República (la historia regional), la generación revisio-
nista se limitó a expandir sus fronteras para incorporar nuevos espacios
exportadores de materias primas, como Chachapoyas (Nugent 1997),
Piura (Apel 1996), Ayacucho (Galdo Gutiérrez 1992, Gamarra 1992),
Pisco (Peloso 1999) y la selva central (Santos-Granero y Barclay 1998).
Igualmente, la generación de la Nueva Historia incursionó en las esfe-
ras política e ideológica y la economía agraria regional del Cuzco, como
Guillen Marroquín (1989) y Rénique (1991). Jacobsen (1993) amplió el
análisis de la economía lanera hacia Puno y el altiplano, mientras que
Panfichi y Portocarrero (1995) y Parker 1998 (González Carre 1995)
abordaron la ciudad de Lima y la de Ayacucho.
De todos los autores revisionistas, se destaca Paul Gootenberg
(Between Silver and Guano). De manera similar a los ciclos de aisla-
miento y apertura que abaten a la sociedad norteamericana, Gooten-
berg argumenta que el Perú no cayó bajo la influencia inglesa sino que
se aisló comercial y financieramente durante sus primeras décadas de
vida independiente. El caos y la inestabilidad política actuaron como
un muro protector frente a las pretensiones del imperialismo británico.
Igualmente, de manera similar a la guerra civil norteamericana, que en-
frenta al norte industrial proteccionista y al sur agrario partidario del
libre comercio, la Confederación Perú Boliviana (1836-1839) fue rein-
terpretada como una guerra de secesión en los Andes, que enfrentó a
los partidos del libre comercio y del proteccionismo. Para Gootenberg,
la política comercial peruana habría sido proteccionista, con altos im-
puestos a la importación de mercaderías o con prohibiciones absolutas.
Cuando se arribó a períodos con aranceles más favorables al librecam-
bio, la actividad comercial fue desalentada por el caos político, que no
brindaba seguridad a las empresas extranjeras. Por lo tanto, en el esque-
ma propuesto por Gootenberg, la ausencia de comercio e industria solo
puede explicarse por las condiciones internas, como la situación de los
gremios de artesanos, la escasez de mano de obra con calificación indus-
trial y la inestabilidad política y fiscal. En este argumento, la elite juega
un rol marginal.
A pesar de la contundencia de la crítica de la generación revisionista,
se puede concluir que esta constituyó más un aporte que una demolición
de los planteamientos de la Nueva Historia. En realidad, sus propuestas
Nuevos rumbos
En relación con la agenda para el futuro, Drinot plantea que el siglo XIX
ha recibido más atención de la debida. Como ejemplo señala al capítulo
de Bonilla sobre Bolivia y Perú, entre la Independencia y la Guerra del
Pacífico, publicado en The Cambridge History of Latin America, porque
considera que este ya es obsoleto, desde un punto de vista historiográ-
fico, debido a que ese período ha sido sujeto a una intensa revisión (ver
Bonilla 1985, Klaren 1986, Bertram 1991 y Cotler 1991). Para él, en cam-
bio, el siglo XX ha sido estudiado de manera fragmentada. La historia
política y la económica, por ejemplo, no cuenta con estudios detallados
de las presidencias de Benavides, Prado u Odría. Igualmente, el oncenio
de Leguía (salvo las obras ya conocidas) no ha recibido aún la atención
que merece (Irurozqui 1994). El centro de interés ha continuado siendo
los gobiernos democráticos que no llegaron a completar su mandato,
como el breve gobierno de Billinghurst (Blanchard 1977, Huiza 1998),
Sánchez Cerro (Ciccarrelli 1969, Stein 1980) y el de Bustamante y Rivero
(Portocarrero 1983, Haworth 1992). En resumen, a la fecha no existen
trabajos de la envergadura de Thorp y Bertram (1980) sobre el siglo XX.
Por lo tanto, daría la impresión de que hay un abierto descuido o
que no existieran otras opciones disponibles, o que todos los aspectos
relevantes de la historia económica ya hubieran sido examinados y que
posteriores trabajos tendrían poco que aportar, como parece sugerir
Geoff Bertram. No es esta la opinión de Alfonso Quiroz (1995), quien
piensa que el estudio de aspectos fundamentales de la historia financiera
peruana apenas está empezando y que tiene mucho que ofrecer. En su
opinión, este descuido en el estudio del desarrollo financiero peruano
se debe a que los rasgos financieros nativos han despertado poco interés
entre los historiadores. Quiroz señala como áreas de interés dos épo-
cas de auge en el desarrollo financiero peruano durante el siglo XX: sus
primeras décadas y las de 1950 y 1960, que han coincidido con los ciclos
92 | LUIS PONCE
de auge y retraimiento de los mercados financieros internacionales (en
este aspecto coincide con la periodización efectuada por Carlos Marichal
(1988) en su conocida obra sobre la deuda latinoamericana.
De otro lado, tenemos la sugerencia de Carlos Contreras (2006) de
explorar los aspectos fiscales de la República y sus implicancias, un cam-
po que abre varias líneas de investigación sobre temas de gran interés en
la actualidad. Por ejemplo, en la ponencia que mencionamos, Contreras
evalúa el proceso de descentralización fiscal implementado entre 1886
y 1920, que contó con el respaldo de la Presidencia de la República y
el Congreso, de la elite política y económica y de las más importantes
corrientes de opinión, como la de los antiguos miembros del influyente
Partido Civil y de El Comercio, el diario de circulación nacional más
importante de la época.
Sobre la base de las antiguas cajas fiscales, en cada departamento se
estableció un Tesoro Departamental, cuya administración estaba a cargo
de una Junta Departamental presidida por el prefecto. Las relaciones en-
tre las juntas y el prefecto se volvieron tirantes desde un comienzo. De un
lado, porque el prefecto percibió a los miembros de la junta como unos
fiscalizadores incómodos, y de otro, porque la junta vio al prefecto como
un recorte de sus atribuciones. En 1893, se retiró a los prefectos de la pre-
sidencia de las juntas; sin embargo, el cambio no dio los frutos esperados.
Entre 1887 y 1894, la recaudación de los tesoros departamentales repre-
sentó apenas el 17,5% del total de impuestos recaudados en el país. Hubo
provincias enteras, como las de Huanta y Cangallo, en Ayacucho, o la de
Castrovirreyna, en Huancavelica, donde fue imposible hablar siquiera de
cobrar impuestos, como lo constató Pedro E. Dancuart en 1888. Ante el
fracaso de los apoderados fiscales, los subprefectos procedieron a recau-
dar las contribuciones porque el pago de su salario dependía de ello.
Entre 1886 y 1896, los ingresos fiscales peruanos estuvieron estan-
cados en torno a los ocho millones de soles. En cambio, cuando se es-
tablecen las empresas privadas de recaudación, los ingresos fiscales se
triplican, alcanzando los 25 millones de soles entre 1896 y 1906. “Si el
éxito de un sistema fiscal se mide por el incremento en la recaudación,
eso fue sin duda un éxito”. Pero, de otro lado, la descentralización fis-
cal, como lo señala Contreras (2006), acabó desmantelada, dejando a los
peruanos profundamente escaldados con la experiencia, a pesar de la
gran esperanza que despertó.
94 | LUIS PONCE
asumiendo mayores rubros de recaudación, hasta representar más de un
tercio de todos los ingresos fiscales. Varios tesoros departamentales con-
trataron a la Compañía para la cobranza de sus contribuciones, y así esta
extendió sus actividades por todo el territorio nacional.
En tal sentido, Contreras se interroga si la desactivación de una
descentralización fiscal (que no aumentó la recaudación) a cambio de
una empresa privada de recaudación (que sí tuvo éxito, aunque centra-
lizando la recaudación) implicó o no una modernización. Igualmente,
Contreras se pregunta si la búsqueda de la eficacia, representada por una
mayor recaudación fiscal (pero que implicó el abandono del programa
de descentralización fiscal), constituyó o no una modernización: “Pare-
ciera así que en este país la modernización viaja enfrentada con la des-
centralización”. En ese sentido, la ponencia de 2005 fue, en realidad, una
reflexión acerca de la naturaleza de nuestro sistema fiscal y de nuestro
país, “que hace que cuanto se haga por ser más modernos y eficaces im-
plica un mayor grado de centralismo, mientras que una mayor descen-
tralización solo se consigue a costa del arcaísmo” (Contreras 2006).
De otra parte, también podemos plantear otra línea de investiga-
ción que integra las dos sugerencias anteriores. Esto es, el examen del
tipo de entidades y sistemas que se implantaron en el Perú de inicios
del siglo XX para monetizar el país, aumentar la recaudación fiscal y re-
construir el sistema bancario. En un artículo anterior, traté de explicar
por qué en los espacios con mayor desarrollo del comercio, la industria
y las finanzas (incluyendo los enclaves) las instituciones económicas ad-
quirieron formas arcaicas que las economías más avanzadas de la vieja
Europa desdeñaron en su momento. No debe pensarse que los entes eco-
nómicos implementados en las economías europeas líderes fueron una
opción única, pues existió competencia entre diversas alternativas. Por
ejemplo, en relación con la recaudación de impuestos, en los países que
implementaron “el sistema mundial”, se impusieron los entes estatales.
La alternativa estuvo constituida, en este caso, por una empresa privada
de recaudación de impuestos, establecida desde antes de la revolución
francesa: la Ferme Générale (aunque también puede citarse a la Maona di
Chio e di Focea, 1346-1566, que tan bien sirvió a los genoveses). De otro
lado, en relación con el sistema bancario, los países líderes adoptaron la
banca central (como el Banco de Ámsterdam y el Banco de Inglaterra).
La alternativa estuvo constituida por la banca libre y su clearinghouse.
La economía de exportación
96 | LUIS PONCE
Aristocrática (López 1991: 38). De otro lado, también se ha planteado
que la organización del nuevo Estado empezó con Piérola, y que el apo-
geo de este tipo de regímenes se dio entre 1895 y 1919, salvo la pasajera
interrupción que significó el temprano populismo de Guillermo Bi-
llinghurst (Burga y Flores-Galindo 1991: 18)
Al preparar una introducción al proceso político del Gobierno Re-
volucionario de la Fuerza Armada de 1968, Cotler (1978) propuso una
tesis diferente: que la particularidad del gobierno militar y su proyecto
político podía ser comprendida únicamente si es que se conocían los
problemas derivados de la formación social peruana:
Ciclos de exportación
98 | LUIS PONCE
una demanda no satisfecha de los países desarrollados. A base de la esta-
dística disponible, Boloña encuentra que la república peruana enfrentó
tres grandes ciclos de exportación, cada uno de ellos con una duración
aproximada de cincuenta años. El primero de estos, más conocido como
el ciclo del guano, se desenvuelve entre 1830 y 1885, concluyendo en
una fase depresiva (que empieza en la década de 1870). El segundo ciclo
se desarrolla entre 1885 y 1935, cuando las exportaciones alcanzan su
punto máximo durante la Primera Guerra Mundial y los años inme-
diatamente posteriores. La evidencia aportada por Boloña indica que
la mayor expansión de la economía de exportación se dio durante este
ciclo, relevando las tres décadas que van de 1890 a 1920 como las de ma-
yor crecimiento. La fase descendente, en este caso, coincide con la Gran
Depresión de 1929 (Boloña 1994: 27-35).
Sin embargo, de todas las fases descendentes de la economía de ex-
portación, la más severa, en opinión de Boloña, fue la de 1879-1883, que
coincide con la Guerra del Pacífico y la consiguiente ocupación militar.
La conjunción del fin del guano y la pérdida del salitre, así como la ocu-
pación militar de la economía de enclave y la subsiguiente guerra civil,
explican una caída tan grave.
Modernización arcaica
Este proceso se inicia después de la Guerra del Pacífico, cuando los mi-
nistros de Hacienda atravesaron por innumerables dificultades para re-
caudar los impuestos internos, a la vez que la recaudación de ingresos
aduaneros se reducía dramáticamente. Para agenciarse de nuevos recur-
sos, los ministros recurrieron a las viejas prácticas coloniales; es decir, a
solicitar empréstitos forzosos al sector privado, sacar a remate la recau-
dación de rubros cuestionables (como los naipes, alcoholes y el opio) y
volver a los desprestigiados estancos coloniales. Esta es la línea de base,
contra la cual se tienen que evaluar las reformas que conducen a la So-
ciedad Recaudadora de Impuestos de 1896. El éxito de esta empresa pri-
vada de recaudación conllevó a la fundación de la Compañía Nacional
de Recaudación (1900-1913) y luego a la Compañía de Recaudación de
Impuestos (1913-1922). El aumento sostenido de la recaudación a cargo
de estas empresas fue impresionante. ¿Por qué, entonces, los civilistas no
retornaron a la prédica integradora y democratizante de 1871?
El planteamiento de Mc Evoy es sugerente. Logra establecer una
asociación categórica entre el Estado patrimonial de Castilla-Herrera, la
paz social y la solvencia financiera de la caja fiscal. De esa manera explica
la crisis inmediatamente posterior del Estado peruano como resultado
de la pérdida de los ingresos fiscales del guano y del salitre. Mutatis mu-
tandi, se puede establecer también una relación similar entre el Estado
patrimonial y la crisis de la caja fiscal durante la posguerra del Pacífico,
cuando la actividad productiva y el comercio internacional quedaron
en mal pie y los ingresos fiscales descendieron a niveles de inicios de la
República. Sin embargo, poco después, a partir de fines de la década de
1890, cuando se establece la economía de exportación y se fundan las
empresas privadas de recaudación y los impuestos y aranceles del gobier-
no se recuperan asombrosamente, la caja fiscal dispone de fondos para
establecer el proyecto político civilista de 1871-1876, “de intensa parti-
cipación e integración nacional”. Sin embargo ello no ocurre, como lo
puntualiza Mc Evoy. El sistema institucional del Estado y la economía de
exportación mutan, sufren cambios estructurales impresionantes, pero
no se adopta el marco institucional de la Europa moderna. Es un pro-
yecto de modernización sui generis que rearcaiza las relaciones políticas,
sociales y económicas. Se ha construido una economía de exportación,
Procesos agrarios
En los niveles más profundos de la pirámide, los problemas han sido la falta
de acceso adecuado a una educación decente para la mayoría de la pobla-
ción, la concentración de la propiedad, la discriminación contra la pobla-
ción indígena y el intenso conflicto social enraizado en esas desigualdades
básicas. (Sheahan 2001: 244)
[…] el desempeño de las exportaciones peruanas entre 1980 y 1995 fue irre-
gular. Al utilizar como indicador su participación en el mercado de la OCDE,
caracterizado por una intensa competencia, los bienes exportados por Perú
mostraron una escasa penetración y, más bien, retrocesos en los sectores
más dinámicos del comercio internacional. La mayor parte de sus expor-
taciones se concentra en productos estacionarios de dicho comercio y el
país no parece seguir un patrón de especialización acorde con las tendencias
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[…] sino también las producidas por infinidad de ataques punitivos, las
luchas entre los propios grupos étnicos, la destrucción de las cosechas y
el deterioro de los sistemas agrícolas hidráulicos, la plaga del hambre, el
aumento de la tasa de mortalidad por enfermedades endémicas. También la
proyección de la guerra a otras áreas a través de las entradas.1
Encomiendas de Huamanga
5. Sobre las encomiendas, además de los clásicos estudios de Manuel Belaunde Guinassi,
Enrique Torres Saldamando, Rafael Loredo, Silvio Zavala, José Antonio del Busto y
Ruggiero Romano, revísese, entre otros, Assadourian (1978, 1982), Lockhart (1982),
Puente Brunke (1992) y los recientes trabajos de Presta (2000) y León (2002). Muy
buenos estudios de caso constituyen los textos de Trelles (1991) y Salas (1979, 1998).
Sobre los repartimientos en Huamanga consúltese Stern (1982), Urrutia (1985) y
Purizaga (2005).
6. La fundación de la ciudad de Huamanga ocurrió el 29 de enero de 1539 en el pa-
raje de Huamanguilla, ocupado por la tribu de mitimaes anta, y estuvo a cargo de
13. Tasa de la visita general de Francisco de Toledo, pp. 260-282 (Cook 1975 [1570]). Tole-
do, por ejemplo, conformó dos encomiendas con los pabris y condes de Cayara: una
para Garci Diez de San Miguel y otra para el aprovisionamiento de la Corona Real.
14. La frase es de Urrutia 1985.
15. Zuidema 1966, Urrutia 1985 y Huertas 1981, 1998.
16. Ibíd.
17. Zuidema 1966.
18. Compárese la Relación… de 1561 con la visita del virrey Toledo de 1570-1572.
21. Agradezco la colaboración del profesor Freddy León Nina, de la Universidad de Hua-
manga, por haber estimado estos índices de fluctuación poblacional.
22. Cook 1975: XXI.
23. Monzón 1881 [1586]: 170.
24. Rivera y De Chávez 1881a [1586]: 110.
25. Carvajal 1881 [1586]: 146.
26. Cf. Murra 1975.
33. Rostworowski 1993 [1549]: 22. Entre 1539 y 1548 hubo un gran desorden en la renta
de las encomiendas por la ausencia de una tasa oficial, pese a los intentos de las au-
toridades españolas por realizar una tasación general de las encomiendas. En efecto,
entre 1536 y 1537 fueron facultados los obispos Berlanga y Valverde para realizar la
tasa de los repartimientos. Vaca de Castro también fue instruido para llevar a cabo la
tasación y solucionar los múltiples problemas de las encomiendas. Asimismo, entre
1539 y 1548, los gobernantes del Perú enviaron visitadores a los numerosos reparti-
mientos para reglamentar la contribución de indios (Cf. Pease 1978).
34. Assadourian 1978: 22.
35. Según la tasa de La Gasca, los lucanas de Laramati otorgaban cada dos años una
cama de ropa, que son cinco paños con sus goteras y mangas.
36. La encomienda de Ongoy posee una renta de 1200 pesos. No ha sido incluida en la
lista anterior porque se encuentra en la provincia de Andahuaylas, que desde 1565
—año de creación de los corregimientos— pertenece a la jurisdicción del Cuzco. Los
restantes repartimientos de la nómina, que aportan tributos inferiores a los 1000
pesos (Ocobamba y Uranmarca), están también ubicados en esta provincia.
Para el último tercio del siglo XVI, nuevamente las encomiendas más
rentables e importantes de la región eran las de la puna, creadas por Piza-
rro, y que aún estaban en poder de los sucesores de sus primeros propie-
tarios. Como bien señala Cook, los dueños de estas encomiendas eran los
poderosos de la región, que residían en la ciudad de Huamanga y a me-
nudo ocupaban cargos importantes en el Cabildo.49 Por ejemplo, el enco-
mendero de los soras, Melchor Palomino, en 1547 era alcalde ordinario
de la ciudad y en 1541, regidor del Cabildo. De igual modo, Juan Alonso
de Badajoz, el encomendero de los lucanas de Laramati, era regidor del
Cabildo en 1541.50 Sin embargo, el poder económico de los encomende-
ros estaba condicionado por las alianzas que formaron con los curacas de
las tribus y macroetnias de la región, como bien indica Stern.51
53. Cook 1975 [1570]: 263. Gabriel Núñez de Vela posteriormente se benefició con otra
renta ordenada por el virrey Enríquez de Almanza, el sucesor de Toledo.
54. Ibíd., pp. 263-264.
Guillén y Juan Velásquez Vela Núñez en San Francisco de Asís y Martínez de Casta-
ñeda y Juan Palomino en la iglesia de La Merced.
Todo esto fue muy importante para los españoles, de tal modo que
optaron por una conducta política ambigua y hasta oportunista durante
67. Libro de Cabildo... 1540, Álvarez 1944: 9-12 y Stern 1982: 66. Pero algunos de estos
encomenderos ocuparon los puestos de poder por su cercanía con Pizarro. Son los
casos de Crisóstomo de Hontiveros, Diego Gavilán y Francisco de Cárdenas, que
eran pizarristas (Varón 1994).
68. Cieza 1986 [1553]: vol. I, Cap. LXXXVII, 249.
69. ARAy, Corregimiento, Compulsas ordinarias, Leg. 20, año 1709. Es una copia autén-
tica del original de 1608.
Y con esto fueron todos de parecer que convenía de guardar la puente [sic]
y bastaba enviar gente para la defensa de la boca de ella, que estaba hacia
Andahuaylas, y se hiciese algún reparo en ella, porque desde él cincuenta ar-
cabuceros la pudieren defender y que por ser incierta la salida de Francisco
de Carvajal del Cuzco, que se pusiere postas de caballos hasta Andahuaylas
de tres en tres leguas para que avisasen con toda presteza de la venida de
Carvajal y se enviase a toda furia el socorro.73
Cuadro 1
ENCOMIENDAS Y ENCOMENDEROS EN HUAMANGA, 1540-1570
Propietarios
Repartimiento Lugar
1540-1549 1561 1570
Pedro Díaz de
Acos Quinua Pedro Díaz Pedro Díaz
Rojas
Jerónima de
Caviñas Huamanga Cristóbal de Peña Cristóbal de Peña
Chávez
Quechuas, Vilcashuamán,
Juan de Berrio Antonio de
huancas, Huancasancos, Juan de Mañueco
Juan de Mañueco Mañueco
aimaraes Sarhua
Hernando Hernando
Soras Parinacochas Melchor Palomino
Palomino Palomino
Caxamarcas,
Callanmarca Martín de Lezana Juan de Lezana
chancas
* Garci Diez de San Miguel, Martín Yánez de Estrada y Juan Ponce de León.
Fuente: Libro de Cabildo... 1540: 21, Hampe 1979 y Cook 1965
Cuadro 2
POBLACIÓN INDÍGENA DE HUAMANGA, 1532-1754
Tributos
Categoría Unidad Lucanas
Caviñas Soras
Laramati
Dinero Pesos 3000 4500 4200
Vestidos de lana cumbi Unidades 90 120
Vestidos de lana abasca Unidades 160
Vestidos en general Unidades 50
Alfombras de lana Unidades 1 2
Cojines de lana Unidades 6 4 6
Reposteros de lana Unidades 2 4
Cumbi Camas 1
Hilos de algodón Ovillos 36
Ropa Unidades 100
Lana Arrobas 8 4 6
Lana Camas 1
Maíz Fanegas 1500 600 600
Trigo Fanegas 100 500
Coca Cestos 500
Papa Cargas 100 60 100
Ovejas (alpacas) Unidades 211 156 163
Corderos (llamas) Unidades 6 6
Puercos Unidades 50 36 15
Gallinas / aves Unidades 360 500 300
Huevos Unidades 180
Pescado Unidades 1
Sebo Arrobas 12 6 9
Sal Fanegas 10
Alpargatas de cabuya Pares 300 900 60
Alpargatas de lana Pares 60 150 24
Ojotas Pares 100 150
Cinchas Unidades 50 90 40
Sogas de cabuya Unidades 80 150 40
Guascas Unidades 200
Sillas Unidades 6 4
Mesas Unidades 2
Bateas Unidades 20 22
Palos Unidades 10
Magueyes Unidades 100
Platos y escudillas Unidades 48
Costales / cabuya Unidades 30 90 20
Mantas Unidades 16 18 12
Mandiles Unidades 18 61
Fuerza laboral Indios 46 100
Renta total
Repartimiento Encomendero
(en pesos)
Acos Pedro Díaz 2600
Caviñas Cristóbal de Peña 6312
Parixas Diego Gavilán 4700
Angaraes (Huanta) y chocorbos
Crisóstomo de Hontiveros 5500
(Huachos)
Angaraes, yungas, canas Miguel Estete 6000
Hanan chilques Antonio de Oré 2000
Pabris y condes (Cayara) Vasco Sánchez 1500
Urin chilques Pedro Ordóñez 2500
Quechuas, huancas, aimaraes Juan de Mañueco 3000
Tanquiguas Hernán Guillén 2000
¿? (de Ccaccamarca) Juan Palomino 1500
Aimaraes Beatriz Sánchez 1500
Soras Hernando Palomino 7000
Hatun lucanas (Laramati) Pedro de Avendaño 4000
Lucanas (Andamarca) Juan Velásquez Vela Núñez 4800
Astos, chancas Amador de Cabrera 2700
Angaraes (Huaillay) Hernán García Gallardo 1300
Angaraes (Julcamarca) Luis Sotelo 3200
Caxamarcas, chancas Martín de Lezana 1000
Chocorbos (Huaytará) Francisco de Cárdenas 3600
Huaros Vasco Suárez 1600
795 74,4
139 13
300 37,4
267 25
181 17
40 80 453 42,4
70 140
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30 45
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1. Consideramos 1820 para el inicio de este trabajo porque fue precisamente el año en
que desembarcó San Martín y su ejército libertador en nuestras costas, y creemos que
a partir de este hecho la independencia en el Perú deja de ser un anhelo o ideal de
algunos para convertirse en una posibilidad para muchos. La prueba de ello son las
adhesiones masivas de los pueblos del norte, como Trujillo, Piura o Cajamarca. Este
proyecto político se consolidará en 1824, con las capitulaciones de Ayacucho, cuando
casi todos las ciudades y fortalezas en el Perú juren la independencia, excepto los
castillos del Callao. Si algunos investigadores cuestionan el carácter independentista
de las rebeliones de Huánuco de 1812 y Cuzco en 1814, no sucede lo mismo con la
totalidad de enfrentamientos militares que se produjeron en el Perú después de 1820,
como en Cerro de Pasco, Macacona, Moquegua, Torata, Zepita, Junín y Ayacucho. Y
si hablamos desde una perspectiva regional, como la arequipeña, los efectos directos
de estas guerras (ocupaciones, saqueos, confiscaciones y adhesiones) se hicieron más
visibles a partir de 1821, cuando se iniciaron las correrías militares del general Gui-
llermo Miller, y a partir de ese momento se evidenciaron también las adhesiones a
la causa patriota, si bien no masivas, sí de algunos personajes conocidos en la región
como los coroneles Domingo Tristán, Manuel Amat y León, el sargento mayor Juan
Agustín Lira y Anselmo Quiroz, entre otros.
difiere en muchos aspectos de sus homólogas argentina, venezolana y
chilena. Algunas razones de ello estuvieron en la escasa homogeneidad
política, social y económica que presentaba Hispanoamérica al inicio de
este proceso; y también, en los diversos intereses creados en el interior de
cada una de las regiones, que no permitieron concebir la independencia
como un proyecto global.
No es interés nuestro continuar la ya arcaizada discusión sobre el
“verdadero carácter” de nuestra independencia (concedida o consegui-
da), sino más bien tratar de entender mejor este proceso mucho más allá
de la óptica tradicional, aquella que durante décadas la observó con el len-
te geocentrista limeño y con una miopía histórica incapaz de comprender
ni entender una realidad distinta a la suya, donde las actitudes y compor-
tamientos siguieron un derrotero muy diferente al conocido, y peor aún,
donde los efectos generados por varios años de guerra no representaron
necesariamente la misma ruina comercial ni postración económica.
El objetivo del presente estudio, entonces, busca mostrar en la me-
dida de nuestras posibilidades documentales los efectos que produjo la
guerra de la independencia sobre las principales actividades económi-
cas de la región Arequipa, subrayando principalmente los cambios que
se generaron cuando, por diversas circunstancias concurrentes en este
breve periodo (1820-1824), la Intendencia de Arequipa se convirtió en el
centro económico y comercial más importante del virreinato peruano y
en el único nexo entre la metrópoli española y el último bastión del po-
der realista en América del Sur. Curioso período para la Ciudad Blanca,
que se vio favorecida por una importante migración de comerciantes
limeños, peninsulares y extranjeros, cuyas actividades contribuyeron al
crecimiento notable de la actividad mercantil y llegaron a ser, al menos
durante estos breves años, el eje de la economía local y regional.
2. Mazzeo 1995.
3. Anna 2003: 40.
4. El más importante estudio sobre la propiedad agraria en Arequipa durante los siglos
XVI y XVII es el de Keith A. Davies (1974: 96-115).
La producción de vinos
Cuadro 2
PRODUCCIÓN DE VINOS DE LOS VALLES DE AREQUIPA 1821-1825
(en botijas)
16. En 1806, la producción de vinos del valle de Vitor fue de 83.435 botijas; en Majes, en
1805, fue de 106.229, y en 1811, de 112.605 botijas. AAA, Diezmos, valles de Vitor y
Majes…
17. Malamud 1983: 107, Brown 1985: 50 y Wibel 1975: 272.
18. Miller 1975: 53-62. AMA, LAC 29: 9 de octubre de 1823. Reunión del Cabildo de Are-
quipa para rendir homenaje al Exmo. señor virrey don José de La Serna, por haber
liberado a Arequipa de “la opresión en que se hallaba sumergida…”.
19. La menor cifra global se alcanzó en 1821, con 296.305 botijas. Erróneamente Wibel
señaló al año 1824 como el más bajo, tan solo con 212.000 botijas. Wibel 1975: 272.
20. Miller 1975: 231.
21. AMA, LAC 29: 3 de noviembre de 1823. Oficio del General en Jefe de esta provincial
al señor Jefe Político Superior de esta Intendencia…
22. Miller 1975: 231.
[…] tuve la desgracia que desde esta época comensacen a hacerse más crí-
ticas y violentas las circunstancias de la guerra de tal manera que si estas
desde el curso del primer año estorbaban positivamente el expendio y ex-
tracción de frutos, llegaron en lo sucesivo a serar [sic] casi todos los recursos
que necesitaba el desempeño de este negocio; recluta de gentes, requisición
de mulas y caballos, dispersión de operarios y vecinos eran los efectos ordi-
narios y más comunes que producía la guerra y que no pueden ser ignora-
dos por su constante notoriedad.24
En 1823, estaban cruzando las tropas enemigas por este valle, por lo que
humanamente no se pudieron recoger los vinos y la mayor parte se avina-
graron y lo poco que se recogió no dieron lugar a flaquearlo, así las tropas
enemigas, como las patriotas, pues tres veces que mandé hacer quema las
consumieron toda y aun mucha parte de la cosecha de mi hacienda, sucedió
lo mismo de picarse porque entonces, quitaban todas las bestias y burros
aun de los recogedores dejándolos a pie [...].25
23. AAA, Causas civiles, 14 de junio de 1822, Expediente seguido contra don Juan Mar-
ques por dinero que adeudaba al ramo de diezmo de Acarí y Chala…
24. Ibíd., f. 3-4.
25. AAA, Diezmos Arequipa 1824-1826, de 7 noviembre de 1825. Juzgado Decimal con-
tra don Antonio Rivero…
El valle de Vitor
Cuadro 3
ESTRUCTURA DE LOS VALLES VINATEROS DE AREQUIPA
Barrera, Guarango, Corire, Palmas y Santiago. El valle de Vitor, tan solo por los pagos
de Mocoro y Tacar.
31. AAA, Diezmos, valle de Vitor 1800-1825.
Cuadro 5
VENTA Y ARRENDAMIENTO DE HACIENDAS EN EL VALLE DE VITOR
1820-182533
32. Mazzeo 2003: 17-43 y Wibel 1975: 272. Además, sostiene que a diferencia de los otros
valles, los vinos y aguardientes de Vitor fueron enviados mayormente a la ciudad de
Arequipa y posteriormente reexportados a la sierra.
33. Para elaborar ambos cuadros, se extrajeron 32 legajos notariales, sobre venta y
arrendamiento de haciendas de viña en el valle de Vitor, entre los años 1820-1825,
de un total de 5 notarios y 31 protocolos, correspondiendo 14 a ventas y 18 a
arrendamientos.
El comercio regional
44. El comerciante español Lucas de la Cotera, entre 1821 y 1824, logró acumular una
gigantesca fortuna aprovisionando al ejército español y recibiendo en consignación
casi todas las mercancías traídas por los buques extranjeros a la región. Más adelante
nos extenderemos al respecto.
45. Witt 1992: vol. I, 28 de octubre de 1824.
46. ARAR, Notarios, M. Primo de Luque 719, 16 de octubre de 1822, f. 460.
47. Wibel 1975: 273-274. Consideramos que estas cifras de Wibel son bastantes exiguas
comparadas con los datos que presenta el doctor Eusebio Quiroz sobre la Caja Real
de Arequipa. Para el año 1824, los ingresos por exportaciones ascendieron a 225.748
pesos (Quiroz 1976). Asimismo, en el informe presentado al ministro de Hacienda
por el general Francisco de Paula Otero, prefecto de Arequipa, en abril de 1825, sobre
el estado de la economía regional, afirmaba que “[…] en el progreso de un solo año
de 1823 o 1824 adeudó don Lucas de la Cotera, por derechos de alcabala 525,753
pesos un real […]”.
1810-1814 164,441
1815-1819 189,533
1820-1824 252,513
Lucas de la Cotera
48. ARAR, Notarios, N. de Rivera 819, 22 de agosto de 1821. Obligación de 16,000 pesos...
don Manuel Paredes a don Lucas de la Cotera...
49. ARAR, Notarios, N. de Rivera 820, 1822. Poder para pleitos... ff. 67, 92,122.
50. ARAR, Libro de la Caja Nacional de Hacienda, 1822, 16 de enero. “Satisfacción de
5,641 pesos a don Lucas de la Cotera... en parte de pago de 12,260 pesos que le res-
taba la tesorería del manual de 1818, según la libranza expedida por la del Exto. del
Alto Perú...”, f. 16.
51. Malamud 1983: 120, Wibel 1975: 277 y CDIP 1972: 36.
52. AGN, AHH, OL 131-181. Informe presentado por el prefecto de Arequipa, general
Francisco de Paula Otero... 29 de abril de 1825.
53. ARAR, Notarios, Manuel Primo de Luque 717, 13 de septiembre de 1821. Fianza de
don Lucas de la Cotera a favor de don Tomas Crompton en la Administración de
alcabalas... f. 793.
54. Witt 1992: 35.
55. Ibíd., p. 36.
56. ARAR, Notarios, Mathias Morales 746, 18 de setiembre de 1821. Obligación de 13.016
pesos. Manuel Paredes vecino del Cuzco... f. 558. Nazario de Rivera 821, 25 de ju-
lio de 1823. Poder general a don Victoriano Gurruchaga, vecino de la Paz... f. 225.
Manuel Primo de Luque 717, 1 de diciembre de 1821. Poder a don José Ventura
Aguirresolarte de próxima partida a Río de Janeiro... f. 665. Manuel Primo de Luque
721, 23 de noviembre de 1824. Poder a don Juan Antonio Arrien y don Luis Gargollo
del comercio de Cádiz... f . 907.
57. ARAR, Caja Nacional de Hacienda, Libro manual 1822, 6 de diciembre...
63. ARAR, Caja Nacional de Hacienda, Libro manual 1822. Préstamo de la diputación
provincial... 28 de abril de 1822.
64. ARAR, Caja Nacional de Hacienda, Libro mayor 1824. Préstamo forzoso señalado por
el virrey... 14 de junio de 1824.
65. CDIP 1972: vol. 3, Gobierno Virreinal del Cuzco, 36.
66. ARAR, Caja Nacional de Hacienda, Libro mayor 1824. Otras tesorerías: Préstamo Pa-
triótico Desinteresado, ff. 23-27.
67. Ibíd. Gastos de Guerra, 24 de diciembre de 1824.
Marcelino Pareja
68. ARAR, Notarios, M. Primo de Luque 720, 20 de septiembre de 1823. Poder para co-
brar a don Lucas de la Cotera. Don Juan Bautista Detroyat, residente en esta y del
comercio de Burdeos a don Juan Armand... f. 646.
69. ARAR, Notarios, N. de Rivera 822, 28 de diciembre de 1824. Poder especial para co-
branzas al capitán Manuel López de Romaña por don Lucas de la Cotera, próximo a
ausentarse a los “reynos de España”, f. 315.
70. ARAR, Notarios, M. Primo de Luque. En diciembre de 1824 Lucas de la Cotera entre-
gó poderes para que demanden y cobren en esta ciudad a los comerciantes ingleses
Guillermo Cochran y Santiago Ygualt. 721, ff. 947, 722 y 822.
71. AHPR, Sección Protocolos, Notario Faustino Zupide 1829. Leg. 1212, f. 256-259.
72. ARAR, Notarios, M. Morales 753, 4 de septiembre de 1830. Poder para testar… f. 247.
Mariano Polar 798, 16 de enero de 1840. Testamento de Marcelino Pareja… f. 24.
73. ARAR, Intendencia, Causas ordinarias 46, 11 de setiembre de 1805.
74. AMA, Libro de actas del Cabildo 26.
75. ARAR, Notarios, Manuel Primo de Luque 719, agosto de 1822. ff. 229 y 251.
76. Ibíd. 716, 23 de diciembre de 1820, ff. 238.
77. Ibíd. 719, 14 de diciembre de 1822, ff. 635 y 719.
78. Ibíd. 720, 18 de noviembre de 1823, f. 1024.
79. Ibíd. 719, 12 de noviembre de 1822, f. 538.
80. Ibíd. 721, 12 de enero de 1824, f. 122.
81. Ibíd. 721, 26 de junio de 1824, f. 608.
82. Ibíd. 719, 31 de octubre de 1822, f. 502.
90. ARAR, Caja Nacional de Hacienda, Libro manual 1822, 31 de enero y 28 de abril.
91. ARAR, Caja Nacional de Hacienda, Libro mayor 1824, 4 de junio de 1824.
92. ARAR, Notarios Manuel Primo de Luque 722, 1 de marzo de 1825, f. 177.
93. Diario La Estrella de Ayacucho, n.° 28, 13 de septiembre de 1825. Relación de Jueces
de Paz...
94. Barriga 1941: 342.
El comercio extranjero
Para fines del siglo XVIII, el comercio extranjero gozaba de buena salud y
se hallaba bastante bien adaptado al virreinato peruano. Sus habitantes,
particularmente de la costa, estuvieron muy familiarizados con él, a tal
punto que no fue extraño observar por aquellos años en algún puerto
o caleta uno o más navíos extranjeros a la espera de una autorización
gubernamental a fin de iniciar sus lucrativas actividades.
Dicho comercio, a principios del siglo XIX, provenía principalmen-
te de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos. Este último fue de reciente
data en el escenario comercial de las colonias hispanoamericanas, cuyos
beneficios, por tanto, se empezaron a disfrutar recién desde fines del siglo
anterior, cuando España abrió sus puertos coloniales a los denominados
diputados de ese año fueron: Pedro José Gamio, Mariano García de Rivero, Marce-
lino Pareja, Lucas Paredes, Gaspar Benavides y Eugenio Ganaderillas. Ver La Estrella
de Ayacucho, n.º 28, 1825 y La Primavera de Arequipa, n.º 2, 1825. En marzo de 1825,
Mariano Basilio de la Fuente, hacendado y minero de la región, fue nombrado por el
prefecto de Arequipa Francisco de Paula Otero intendente de Moquegua gracias a la
fianza de 26.000 pesos presentada por Manuel Martínez del Campo, Juan Luis Errea,
Carlos Sánchez Cossío, Marcelino Pareja, Juan de Dios Bueno, Buenaventura Beren-
guel, Eugenio Gandarillas, Manuel de Rivero y Ustariz, Lorenzo Murguía, Mariano
Herrera y Cornejo y otros “vecinos y del comercio de esta ciudad”. ARA, Notarios,
Manuel Primo de Luque 722, 1825 , f. 177.
112. Mazzeo 2000: 10.
Cuadro 8
INGRESOS DE LA CAJA REAL DE AREQUIPA
(en pesos)
120. Las mercancías estuvieron sujetas a diferentes impuestos: 21% a la entrada en Espa-
ña. En las aduanas americanas, según lo establecido en el decreto de comercio libre
de 1778: almojarifazgo, 7%; alcabala, 3%; consulado, 1%. En abril de 1822, San Mar-
tín estableció el pago de un 20% sobre todos los géneros que ingresaran en buque
extranjero, 18% sobre los productos que ingresaran en buques de Chile, Río de la
Plata y Colombia y el 16% los buques peruanos. Véase Mazzeo 2003a: 221.
En julio de 1824, el virrey La Serna dio un Reglamento de Comercio Marítimo, es-
tableciendo el cobro de 34% por el real derecho de alcabala sobre las mercancías
extranjeras, además del 6% de derecho de consulado. ARAR, Intendencia, Adminis-
trativos 108, 26 de noviembre de 1824.
121. ARAR, Intendencia, Administrativos 108, 27 de enero de 1824. Cargamento del ber-
gantín Swallon, mandado a practicar por el Superior Gobierno...
122. ARAR, Caja Nacional de Hacienda, Libro mayor 1824, Otras tesorerías.
128. ARAR, Notarios, N. de Rivera 822, 28 de diciembre de 1824. Obligación de 3000 pe-
sos. Don Manuel Gandarillas, vecino de Cochabamba a favor de don Roberto Page...
f. 316. M. Primo de Luque 721, diciembre de 1824. Obligación de 5873 pesos. Don
Salvador García, vecino de Cochabamba a favor de don Samuel B. Mardon... f. 953.
129. ARAR, Caja Nacional de Hacienda, Libro mayor 1824. Préstamo Patriótico Desinte-
resado. Cargo f. 51.
130. Humphreys 1969: 38.
131. ARAR, Notarios, M. Primo de Luque 722, 1825. Poder, don Tomas Crompton a don
José María Gutiérrez, residente de Chuquisaca... reclame al gobierno de Bolivia la
cantidad de 15.000 pesos... f. 773.
132. Whitaker 1964: 209.
133. ARAR, Notarios, N. de Rivera 819, 19 de mayo de 1821. Protesta que hace Dn Eliphaet
Smith V y C de Estados Unidos como capitán y maestre del bergantín americano
Macedonia contra el buque de guerra nombrado San Martín del gobierno de Chile...
ff. 189 y 216.
Reflexiones finales
143. ARAR, Notarios, Manuel Primo de Luque 722, 19 de septiembre de 1825. Escritura
de compañía temporal sobre la mina de Chupica don Mariano Bacilio de la Fuente y
don Guillermo Hodgson... f. 587. Rafael Hurtado 675, 12 de octubre de 1825. Com-
pañía con tiempo. Don Francisco de la Fuente Loayza con don Guillermo Hodgson
para laboreo de una minas de Tarapacá... f. 335.
144. Diario La Estrella de Ayacucho n.º 31 y 32. En Peraltillo Díaz 1971: 135-212.
Fuentes de archivo
l. Intendencia:
3. Protocolos notariales:
a. Libro 3: 1811-1825
a. Libro 5: 1800-1834
4. Diezmos:
a. Arequipa 1816-1826
b. Vitor 1800-1825
c. Majes 1800-1825
d. Moquegua 1810-1825
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1. Una versión previa de este artículo se publicó en The Economic Historic Review, vol.
62, n.º 3, agosto de 2009, pp. 551-575.
plata respecto del oro) como la fuerza que condujo el nacimiento y la
extensión de la globalización desde de 1571.2
Así entonces, la posesión de minas de plata en América y las ren-
tas que de allí extraería el Imperio español fueron la causa principal
del esplendor español —y su declinación— entre los siglos XVI y XIX.
Centrándose en los efectos de la demanda China de plata, estos autores
explican muy sugerentemente el surgimiento y el rol del peso de plata
hispanoamericano. También ofrecen una explicación para la desapari-
ción del Imperio español, subrayando la importancia del poder adqui-
sitivo de la plata más que las cantidades reales de plata producidas, y
cuestionan la “viabilidad fiscal del Hacienda Real [española]” ya a me-
diados del siglo XVII, cuando el premio en la exportación de la plata
como mercancía habría terminado.3 Sin embargo, hubo otros episodios
de renovada demanda de plata desde China en la primera mitad del siglo
XVIII. El crecimiento de la población y del mercado de China —y proba-
blemente la expansión al norte—, según estos historiadores monetarios,
explica esa segunda oportunidad para el arbitraje europeo.4
A pesar de su consideración tan concluyente, Flynn y Giraldez no
tienen una explicación para la caída y pérdida de importancia del peso
de plata en el siglo XIX.5 Lo habitual es tomar la caída de la producción
de plata americana como secuela de las guerras de independencia. Sin
embargo, estudios recientes sobre la oferta, demanda e intermediación
de moneda de plata entre finales del siglo XVII y principios del siglo XIX
contradicen esta causalidad.6
En realidad, el Imperio español fue la unión monetaria y fiscal más
grande jamás conocida. La presión financiera y política que la guerra en
2. Flynn 1982.
3. Ibíd., pp. 391-427.
4. Ibíd., p. 403.
5. Estos autores alegan que la crisis fiscal de España imperial estaba conectada con la
caída prolongada del valor de la plata, que segun indican ocurrió en algun momento
alrededor de 1640. Entonces, los beneficios extraordinarios de la plata (en función
del oro) deberían haber cesado cuando el cambio en China alcanzó la paridad con el
cambio en Europa en ese momento. Esta proposicion intenta emparentarse con las
explicaciones de la crisis del siglo XVII, pero en realidad no ofrece ninguna evidencia.
6. Irigoin, en prensa.
15. Matamala cita la apropiacion de los fondos de rescates por los oficiales del tesoro
para cubrir necesidades fiscales. Las regiones mineras distantes como Zacatecas, Chi-
huahua o Durango recurrieron a fuentes locales de crédito para rescatar el metal. Los
mineros relativamente más cercanos a México, como de Pachuca o el Real del Monte,
continuaron cambiando metal por moneda en México. Matamala 2004.
16. Memoria presentada a la Cámara de Diputados sobre la creación y estado actual de
las casas de moneda de la república (Memoria 1849 en adelante). Oaxaca y Morelia
también acuñaron monedas, si bien brevemente, por su propia iniciativa mientras
estaban cortadas las comunicaciones con la ciudad de México. Meek 1948: 50. Las
autoridades locales declararon que la plata en circulación era escasa, y que los déficits
de la caja resultaban de los (excesivos) gastos militares. Matamala 2001: 20.
17. Matamala 2001: 13-14, Torres Sánchez, Gómez Biscarri y Perez de García 2004.
21. En 1828, otra ceca abrió en San Luis Potosí. Chihuahua reabrió la acuñación en 1832.
La ceca en Guadalupe y Calvo operó después de 1843 y otra en Culiacán desde 1846,
y una pequeña cantidad de pesos fueron cortados en Tlapan, en lo que hoy es Ciudad
de México, como una ceca separada entre 1828 y 1830.
22. Memoria 1849. Ortiz Peralta 1998: 134.
23. Entre 1824 y 1839, Ciudad de México acuñó 24,2 millones de pesos, Guanajuato,
unos 29,5 millones, y Zacatecas, 70,5 millones de pesos. Memoria 1849. En 1847, la
ceca de Ciudad de México fue arrendada en las décadas siguientes. Todas las otras ca-
sas de moneda provinciales fueron gestionadas por intereses privados, la mayoría de
ellos de comerciantes estadounidenses. En 1861, Benito Juárez introdujo el sistema
decimal para la moneda fraccionaria.
24. La ceca de Zacatecas acuñó 144 millones de pesos en el mismo período, Guanajua-
to cortó unos 121 millones y Durango, Guadalajara y San Luis Potosí combinados
acuñaron más pesos que la Casa de Moneda de Ciudad de México.
Figura 1
ACUÑACIÓN DE MONEDAS DE PLATA SEGÚN CASAS DE MONEDA
EN MÉXICO 1824-1856
28. Entre 1728 y1730, el peso había sido reducido en peso y cantidad de plata pura a
417,6 grains o .9166 milésimos de plata fina (11 dineros): la moneda columnaria.
En 1772, Carlos III rebajó el contenido de plata fina otra vez a .90278 (10 dineros 20
grains), pero el peso se mantuvo constante en las monedas conocidas como “busto”,
porque tenían la cara de los reyes estampadas en el anverso.
29. Una comunicación personal del Dr. Antonio Ibarra (UNAM) describe cómo los mi-
neros en Guadalupe y Calvo evitaban la acuñacion de las barras de plata, a pesar de
haber pagado todas las tasas y los cargos. Esto es muy indicativo. De acuerdo con
sus fuentes, los mineros tenían un gran incentivo para contrabandear sus platas. Las
ganancias de mantener plata en piña o barras tenían que ser mayores que los costos
por seignorage. En la función de utilidad de los mineros, el riesgo de adulteracion de
su plata —o el retorno en moneda de baja calidad— puede explicar esta conducta,
que de otra manera sería irracional.
30. “En una hacienda del Jaral al norte de Guanajuato, las tropas del general Mina se
habian hecho de dinero acuñado en Zacatecas (unos 183,000 pesos) ‘con el cuño par-
ticular’ de la provincia. El metal era muy puro, como el cuño era malo esta moneda
solo corría en las ciudades grandes, donde era conocido su valor intrínseco. El ejérci-
to publicó un bando en que se decía que los duros de Zacatecas solo tendrían en valor
de cuatro reales, con lo que disgustó mucho a los soldados que tenían aquella clase
de moneda. Pero estos se vendían en las ciudades por su legítimo precio, ganando de
este modo cincuenta por ciento a costa de los soldados”. Robinson 1824: 137.
31. Matamala 2001: 22. Con el respaldo del consulado, los mercaderes de México y
Veracruz trataron de cerrar las cecas provisionales en 1816, pero la reacción de los
mineros y comerciantes de las provincias lo impidió. Las pérdidas del seignorage se
estimaban en un 5% de los beneficios de la Casa de Moneda de México.
32. Perez Gilbert 1955: 52.
33. López Rosado (1975: 47) indica que siguió una apreciación que reestableció el pre-
mio que las monedas hispanoamericanas habían tenido tradicionalmente en Orien-
te. El autor no indica fechas para este proceso.
34. Irigoin 2008.
35. Estos eran llamados “peso del anzuelo” en referencia a la letra “G” estampada en las
monedas acuñadas en la ceca de Guadalajara.
36. McMaster 1958: 388.
37. Irigoin 2005.
38. United States, 23rd Congress 2nd Session. Doc. 60 House of Rep. Assay of foreign
coins, “Letter from the Secretary of the Treasury transmitting a report of the Director
of the Mint”. 6 de enero de 1835.
39. Así, el éxito de las reformas monetarias de 1903 en México, que permitieron adhe-
rirse al patron oro, es explicado “por el éxito del gobierno [federal] de controlar las
características de las monedas, lo que era imposible antes, dado el numero de casas de
moneda en funcionamiento”. López Rosado 1975: 49-50, 58. Énfasis añadido.
Un fenómeno hispanoamericano
43. “Those from Bogotá were found to be 21 carats fine, corresponding to 84.84 cents
per pennyweight while those of Popayan were of 20 carats 2 grains fine, correspon-
ding to 83.58 cents per pennyweight”. EE. UU, 22 Congreso, 1.ª sesión. Doc 115. Casa
de gobierno. 15 de febrero de 1833.
44. Restrepo 1860: 14.
45. En lo que es hoy Ecuador, el oro en polvo o las barras de plata fundidas en Riobam-
ba circulaban domésticamente mejor que el oro amonedado del período colonial.
Luego de la independencia, monedas peruanas y colombianas circulaban extensa-
mente también. Debido a su diferente valor intrínseco, estas desaparecieron de la
circulación y en 1830 el gobierno empezó a imprimir papel moneda. Los billetes
eran aceptados a la par por un 50% del monto de los derechos de aduana. En 1832,
una casa de moneda empezó a acuñar oro y plata mientras establecía tipos de cam-
bio con las monedas extranjeras. El peso de plata ecuatoriano tenía .875 milésimas
de fino y pesaba 30,64 gramos. Aunque después de 1838 monedas de peor calidad
colombianas y bolivianas empezaron a aparecer en el país, y el estándar oficial de la
plata no pudo ser mantenido. Se sucedieron grandes falsificaciones, y en 1845-1847
la primera crisis monetaria de la que se tenga registro ocurrió en Ecuador. Entre
1859 y 1862, el gobierno autorizó el establecimiento de bancos privados de emisión
que imprimieron pesos papel inconvertibles. La emisión excesiva de billetes y el auge
especulativo expandieron peligrosamente el crédito. En el corto plazo esto ocasionó
inflación y el papel moneda se depreció. El premio del oro alcanzó un 60% para
1874, cuando una segunda crisis monetaria tuvo lugar. Carbo 1978: 36.
46. Safford 2001: n. 55.
50. Humphreys 1940: 150. Comparando el valor relativo de la plata piña y la amonedada
remitida a Inglaterra en 1826, lo que incluía costos de flete, seguros, impuestos y
otros cargos, la diferencia era del 9% en favor de la plata piña. Esto incluía un cargo
extra del 7% sobre el precio de la plata piña por los “gastos de contrabando”. Ricketts
a Canning, 27 de diciembre de 1826, citado en Humphreys 1940: 151.
51. Ibíd., p. 95.
52. La Confederacion Argentina, liderada por Buenos Aires, trató repetidamente de con-
trolar lo que es hoy territorio de Bolivia. Mientras la resistencia indigena persistía en
zonas rurales, los españoles controlaban brutalmente las ciudades. La Casa de Mo-
neda fue saqueada cada vez que cambiaba de manos entre patriotas y realistas hasta
1825, cuando los ejércitos revolucionarios triunfaron.
53. De acuerdo con el decreto del 10 de octubre 1829, las monedas en circulación habían
desaparecido por “la extracción de plata”, y estaban presumiblemente en el exterior
del territorio boliviano. Reproducido en Prados Robles 1995: apéndice 2. El patrón
de plata colonial en Potosí era de 10 dineros 20 grains (.902 milésimos de plata pura)
y 542 granos de peso.
54. La reforma de 1859 trataba de cambiar el sistema bimonetario existente reasumien-
do la acuñación de monedas de plata con .902 milésimos de plata fina, el peso bolivia-
no. Sin embargo, esas piezas pesaban 400 granos en lugar de los 542 granos del peso
de plata colonial, lo que las hacía equivalentes a los pesos febles. En 1865, una nueva
adulteración se hizo con las monedas de baja denominación, los notorios pesos Mel-
garejos, cuyo valor era de solo 6 dineros, o .500 milésimos de plata fina.
Más al sur, en las regiones menos dotadas con plata, el papel moneda rá-
pidamente tomó forma de medio circulante. Aunque en la región del Río
de la Plata los gobiernos de Buenos Aires inauguraron el uso del papel
Figura 3
DEPRECIACIÓN DEL PESO PAPEL DE BUENOS AIRES, 1826-1864
68. En la decada de 1820, la deuda flotante de Buenos Aires originada en las guerras de
independencia se consolidó en una deuda de largo plazo por 5 millones de pesos.
Para 1837, había aumentado a 34 millones en valor nominal. En 1840, en otro in-
tento de lanzar bonos al mercado por otros 10 millones de pesos, estos debieron ser
vendidos al banco, el que imprimió pesos papel para adquirirlos de modo de asegu-
rar un rendimiento del 60% del precio nominal. Esta fue la última venta de fondos
públicos hasta 1856, cuando Buenos Aires estaba renegociando con Baring Brothers
la deuda atrasada del préstamo contraído en 1824. Al mismo tiempo el gobierno
iniciaba una masiva reforma fiscal. Irigoin 2000a.
69. Centeno 1997.
70. Marichal describe el fenomenal ritmo de endeudamiento de la Corona con sus
súbditos coloniales en los años anteriores a la independencia. Marichal (1999).
71. Como indica Tenenbaum, los gobiernos mexicanos, federalistas o centralistas, “en
lugar de reformar el sistema fiscal [...] buscaban la manera de comprar tiempo hasta
que el sistema empezara a funcionar como planeaban”. Tenenbaum 1986: 30.
imposiciones. Con todo, la renta fiscal era cada vez más escuálida.72 Con
el crédito extranjero cortado, los prestamistas locales financiaron al go-
bierno con tarifas “usurarias”. En 1840, aunque el gasto de Hacienda
fue enumerado como 12,5 millones de pesos, solo 2.375.314 correspon-
dieron al gasto real. Los 10 millones de pesos restantes eran pagos para
los préstamos, los pagos de intereses y el reembolso del dinero en de-
pósito en la Hacienda, es decir, “4,21 pesos para cada uno de los costos
genuinos”.73 Por lo tanto, cada gobierno tenía que pedir prestado aún
72. El gobierno pagaba tasas tan altas como 536% en 1828, 308% en 1829-1830 y 232%
en 1831. Ibíd., p. 32.
73. En 1845, la recaudación totalizaba $ 4.780.000, de los cuales había que deducir unos
$ 15.460.000 “pledged to one debt or another”. Ibíd., tabla 9, p. 45.
74. En 1853, la deuda doméstica llegaba a $ 61.950.033, e incluía deudas del período
colonial y con acreedores españoles posteriores a la independencia. La deuda ex-
terna era de $ 55.816.991. Vázquez 1986: 137. La deuda total de México era de
$ 117.767.024, casi la mitad del total de plata exportada (legalmente) en el mismo
período: 1825-1851: $ 237.126.061. Lerdo de Tejada 1967: tabla 52.
75. Sargent y Wallace 1981.
76. Tomado de Flandreau 2003.
77. J. Sierra, The Political Evolution of Mexican People (México, 1901, p. 181). Citado en
Tenenbaum 1986: 53, n. 33.
78 Gootenberg 1991.
79. Vargas 1863.
81. “Lynch, Zimmermann & Co Price Current” era impreso semanalmente en Buenos
Aires y enviado a comerciantes y consignatarios extranjeros. Brown & Ives papers
“South American Correspondents” B 308. F1. PS59 (several dates) en John Carter
Brown Library – Brown University Providence RI.
Conclusiones
Tabla 1
ACUÑACIÓN DE PESOS DE PLATA EN MÉXICO REPUBLICANO,
PROMEDIOS ANUALES EN MILLONES DE PESOS
Pesos en
Denominación Cuño Plata fina Borde
gramos
Hasta
8 reales “Carolus”b 0,903 27,0602c estriado
1808a
Denominación Cuño Plata fina Ceca Peso en gr. Diámetro en mm Borde
1811 8 reales Ferd. VII 0,895 Ninguno 26,84 39,5 Ornamentado
1811 8 reales Ferd. VII 0,895 Ninguno 32,01 40 Estriado
1811 8 reales Ferd .VII 0,895 Ninguno 26,66 42 Plano
1812 8 reales Ferd. VII 8,895 Ninguno 27,33 39,5 Ornamentado
1815 8 reales Ferd .VII 0,895 Ninguno 26,04 39,2 Ornamentado
1811 8 reales Ferd. VII 0,895 Ninguno 19,04 38,8 Plano
1812 2 reales Ferd .VII 0,895 Ninguno 5,69 26,2 Plano
1812 8 reales Ferd. VII 0,895 Ninguno 27.92 39,6 Plano
1812 8 reales Ferd. VII 0,895 Ninguno 24,53 38,5 Ornamentado
Sin fecha 4 reales Ferd. VII 0,895 Ninguno 11,99 35,5 Plano
Sin fecha 8 reales Ferd. VII 0,895 México 26,89 39,7 Ornamentado
1811 8 reales Ferd. VII 0.895 Ninguno 28,66 40,6 Plano
1812 8 reales Ferd. VII 0,895 None 26,24 39,2 Plano
1812 8 reales Ferd .VII 0,895 Chihuahua 26,23 40,7 Ornamentado
1822 8 reales Ferd. VII 0,902 México 26,95 40 Ornamentado
1822 8 reales Ferd. VII 0,902 México 26,99 40 Ornamentado
Notas a) estandar colonial a partir de 1772-1776, b) sello de Carlos III o Carlos IV ; c) hecho de 24,4293 gramos de plata fina + 2,6342 gramos de aleación.
Fuente: <www.cmonedam.com.mx/numismatica/hist_numis.htm/>. Oficina Numismática, Banco de México.
Tabla 3
VALUACIÓN DE MONEDAS HISPANOAMERICANAS EN FILIPINAS
Peso neto
Peso antiguo español Granos finos
Granos
Old Spanish Peso 499,2 445,08
México de 1831 502,08 450,48
de 1832 495,48 442,8
de 1833 502,68 451,2
Bolivia 1829 499,56 450,36
Bolivia 1832 499,08 450,36
Perú 1832 499,08 450,36
Perú 1832 494,4 445,32
Perú 1833 498,6 450,72
Chile 1833 505,92 456,21
Río de la Plata 491,76 442,24
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7. Falcão 1859: 27-29. La India Portuguesa (en portugués “Estado da Índia”) era el con-
junto de posesiones portuguesas que se extendían desde África Austral (Mozam-
bique), India y sudeste de Asia (Malaca, en la península malaya; Macao, en China)
hasta Japón. En el subcontinente indiano las posesiones constituían más bien encla-
ves, como Goa (la capital), Damão y Diu, principalmente.
8. Sobre la guerra contra los indios del interior, en particular del valle del río São Fran-
cisco, véase Puntoni 2002.
9. De acuerdo con Cabral de Mello (1998: 389-90), “no Rio de Janeiro, gente do Nordes-
te também se estabeleceu com lavoura e engenho de açúcar [...]. A nova prosperidade
por que passava o Rio de Janeiro já não se devia ao comércio com o Rio da Prata, que
se reduzirá a partir de 1640, mas, conforme pretendia-se na Bahia, aos emigrados
que haviam construído engenhos à beira-mar e ao longo dos rios”. Según este autor,
Río de Janeiro ofrecía inclusive mayores ventajas que Bahía: tierra más barata y rela-
tivamente exenta de los daños que las guerras holandesas trajeron al comercio y a la
navegación del azúcar brasileño.
Gráfico 5
COMPOSICIÓN DE LOS GASTOS DE LA CAPITANÍA DE MINAS GERAIS,
1736-1751, EN PESOS
Registros
Real Tesoro
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Introduccion1
2. Era un tipo de cambio que se expresaba en tantos pesos de a 9 reales por cada 100
pesos ensayados (ensayado mayor). Este precio en la práctica contable se expresaba,
por ejemplo, como “reducido a 144 o 144%”.
Cuadro 1
OFICIOS REMATADOS POR ENCIMA DE 14.000 PESOS POR CAJA DE LIMA
Índice Índice*
Décadas Ingresos
(1580 = 100) (1780 = 100)
1580-1589 2.611.612 100 64
1590-1599 3.364.704 129 82
1600-1609 3.615.579 138 88
1610-1619 3.484.546 133 85
1620-1629 3.304.044 127 80
1630-1639 3.687.207 141 90
1640-1649 3.976.312 152 97
1650-1659 3.619.158 139 88
1660-1669 2.909.152 111 71
1670-1679 2.742.098 105 67
1680-1689 2.757.980 106 67
1690-1699 2.185.086 84 53
1700-1709 1.793.360 69 44
1710-1719 960.921 37 23
1720-1729 1.320.343 51 32
1730-1739 1.288.613 49 31
1740-1749 1.333.382 51 32
1750-1759 1.550.713 59 38
1760-1769 2.144.378 82 52
1770-1779 1.946.273 75 47
1780-1789 4.112.584 157 100
1790-1799 2.960.460 113 72
1800-1809 3.260.675 125 79
6. Las diferencias porcentuales varían de acuerdo con el año base escogido para los
números índice.
Cuadro 3
ÍNDICE DE SALARIOS PAGADOS POR LA CAJA REAL DE LIMA
ENTRE 1700-1702 Y 1714-1715
Del cuadro es fácil concluir que entre 1700 y 1702 más del 90% de
los salarios se pagaban puntualmente, y en 1714 solo se satisface algo
más de la quinta parte, cerca del 60% en 1715 y 1,8 veces más en 1716 res-
pecto del año base 1700, asumiendo como hipótesis que durante 1714-
1716 el número de empleados fue similar que entre 1700-1702 y que los
salarios no variaron como sucedió en la práctica. Tomando las cifras
relativas de los salarios satisfechos para los citados años tenemos que las
cifras porcentuales de la tercera columna nos muestran tres cantidades
bastante ilustrativas: incapacidad de pago casi absoluta de la caja lime-
ña (1714), recuperación (1715) y actualización de los pagos rezagados
(1716) respecto siempre del año base. Al tomar ligeramente las cifras de
1716 podríamos concluir erróneamente que en este año aumentaron los
7. “Tercio” era un término que significaba que los salarios se pagaban cada cuatro me-
ses o tres veces al año, lo que ocurrió en casi todo el período colonial.
Gráfico 1
SALARIOS SATISFECHOS POR LA CAJA DE LIMA
ENTRE 1700-1702 Y 1714-1716 (en %)
Fuente: AGN, H3, Libro mayor de la Caja de Lima, años 1700-1702 y 1714-1716
Cuadro 4
SALARIOS MÁS BAJOS PAGADOS POR LA CAJA REAL DE LIMA A LA
BUROCRACIA CIVIL EN TODO EL PERÍODO COLONIAL: 1/1714-12/1714
80 142-4
80 127-4
80 139-0
80 71-610
en sus originales pesos ensayados de 450 maravedís puede calcularse usando la fór-
mula: PE= (8*PC)/12,5. Este caso y otros nos indican que las reducciones salariales
en Potosí (siglo XVII) se hicieron sin el interés acostumbrado, que era común en las
ventas de barras o pago de préstamos a la caja. Para esta última situación puede ser
ilustrativo el siguiente ejemplo: en 1632, la Caja Real de Potosí pagó al tesorero Luis
Hurtado de Mendoza, por un préstamo de 20,000 pesos corrientes, 18 barras de plata
que valieron 12.496,3222 pesos ensayados (PE) de 450 maravedís más 84 patacones
(por el equivalente de 53,76 PE de 450) más 249 pesos, 7 tomines, 5 granos ensayados
(por el interés del 2%). Todo lo anterior en conjunto satisfizo la deuda mencionada.
La practicidad de las reducciones potosinas con la presencia del interés y usando
el precio de “tasa” (138,8888% el ensayado mayor) es patente, bastando realizar las
siguientes simples operaciones:
1. Valorar cada PE por 425 maravedís y sumar.
2. Dividir los maravedís de la suma total entre 272.
3. Sumar pesos de a 8 reales preexistentes.
Ejemplo:
Cuadro 5
SALARIOS PAGADOS EN BARRAS Y MONEDAS, 1600-1684
Cuadro 6
SALARIOS PAGADOS POR LA CAJA DE LIMA DONDE HAY PREDOMINIO
DEL ENSAYADO: 1/1603-12/1603
del oro y plata. Ellos a escala nacional fueron los que empezaron a res-
catar las barras que antes nadie se interesó en amonedar. Disposiciones
restrictivas eficientes recién se promulgaron en 1714, 1728 y 1730, ex-
presadas en las respectivas reformas monetarias, las dos últimas imple-
mentadas definitivamente a mediados de siglo con la instalación de una
moderna planta monetaria estatal, capaz de amonedar toda la produc-
ción minera. Estas reformas fueron favorecidas por la circunstancia de
que ahora el rescate en las cecas era de acuerdo al valor intrínseco de la
plata con beneficio para los dueños de las pastas quintadas. Esta moder-
nización fue dirigida por el Estado, que ahora actuaría como empresario
de la amonedación, asumiendo todos los costos de la labor monetaria. La
Este día se pagaron (25-IV-1710) a don Antonio Mari del orden de Santia-
go en virtud del poder que tiene presentado del Excmo. Señor Marqués de
Castell dos Rius [...]: 13,410 pesos 2 reales de a 8 por lo corrido del salario
de Su Excelencia de 4 meses cumplidos en fin de diciembre del año pasado
de 1709 a razón de 25,000 pesos ensayados que goza en cada año con los
dichos puestos. Sacáronse por libranza del 8 de enero de este presente año
en dichos pesos.
PC = pesos corrientes
Son estos salarios los que serán objeto de la reducción y a los que
serán aplicados el nuevo precio del salario (144%) al momento de trans-
formarlos en su equivalente en reales.
Sobre estas bases descansa el pago de los salarios durante este pe-
ríodo. La subida en un punto del precio del salario fue autorizado por el
Texto 1:
Texto 2:
Texto 1:
Texto 2:
Conclusiones
PR = porcentaje de reserva
PS = precio del salario
*Por cada ensayado mayor.
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Desde hace algunos años vengo trabajando un texto que debió haber
llevado por título El leviatán guanero. Cuando el guano se convirtió en
oro (gobernabilidad, rentismo, crisis y el fallido proyecto del salitre). La
sugerencia del subtítulo “Cuando el guano se convirtió en oro” es del
profesor Pablo Macera. Y la característica de rentista de la economía y
sociedad guanera —que bien puede ser aplicada al período colonial y al
Perú republicano en general— es del profesor Shane Hunt (1984: 62), así
definida para la era del guano del siglo XIX:
Pero ¿por qué la liberación de un país [el Perú] de un imperio colonial po-
dría acarrearle resultados económicos tan negativos? ¿No era acaso cierto
que el imperio trabajaba sólo en beneficio de la metrópoli, sin contemplar
como un objetivo en sí la prosperidad de las colonias?3 Por lo menos esa ha-
bía sido la premisa y la conclusión de la historiografía dependentista: para
que el centro se desarrolle, la periferia debía ser sacrificada; el desarrollo del
polo dominante implicaba el subdesarrollo del polo dominado. La ruptura
del vínculo colonial o neocolonial debía ser en consecuencia siempre positi-
va para el territorio dominado. Si no ocurría así, podía ser por dos razones:
1. Que las estrategias de desarrollo económico elegidas por la antigua colonia,
ya emancipada, fueron suficientemente malas, como para que sus resulta-
dos se situasen por debajo del nivel alcanzado en la era colonial; y 2. Que el
antiguo poder colonial fue pronto sustituido por uno “neocolonial”, que no
dio lugar a la auténtica independencia del país, ni le permitió la puesta en
marcha de políticas apropiadas para su desarrollo (énfasis nuestro).
3. Esta es una pregunta muy compleja por resolver que ha sido tratada en Tantaleán
2008.
1. 25,5-29,0 años
2. 29,0-32,0 años
3. 32,0-41,7 años
1. 25,0-26,5 años
2. 26,5-28,5 años
3. 28,5-32,2 años
4. Un Estado así “pensado” resulta productor por delegación: Pardo le entrega a “nom-
bre de la nación” la administración y explotación del salitre a los bancos y hombres
ricos organizados en la Compañía Nacional del Salitre.
5. Entre los múltiples trabajos tenemos: Sunkel 1967, Jaguaribe et ál. 1968, 1970, Frank
1970, Furtado 1971, Cotler 1971: 86-174 y Quijano 1977.
10. En este caso el entrevistador Enrique Hulerig Villegas se refiere al texto de Bonilla
1980.
11. Bajo este título, Teresa Vergara Ormeño ofreció una conferencia en el Instituto Raúl
Porras Barrenechea el 26 de febrero de 2008.
12. Véase Tantaleán 1984, un primer trabajo primario que hiciéramos para el siglo XIX.
13. El influyente Roberto Proctor tuvo un comportamiento cuando menos dudoso por
su interés en nombrar personas extranjeras de su confianza como comisionados y
firmantes del primer empréstito extranjero a la república del Perú el 11 de octubre
de 1822 y en el segundo empréstito del 21 de enero de 1825. Préstamos que dejaron la
impresión en el ministro Morales (1827: 30), en Dancuart y Rodríguez (1902-1926:
vol. I, 221-222) y el historiador Mariano Felipe Paz Soldán (1874; t. II, 156-157) de
que se trató de una “trapacería para el país”.
14. En diversos ensayos y textos hemos intentado demostrar la naturaleza ahistórica del
concepto de gobernabilidad. Véase por ejemplo Tantaleán 2002: t. II, en especial el
capítulo II: “Gobernabilidad curacal. La sociedad étnica de jefatura. La función de
los curacas (el señor de casi todos los tiempos)”, y el capítulo III: “La gobernabilidad
imperial y el expansionismo de los reyes cuzqueños”. También en Tantaleán y Vigier
2003, pero de manera especial el ensayo de Tantaleán 2007: 51-70.
15. Dice Basadre que: “Para introducir la Carta vitalicia no se apeló […] al voto general
del país.” Luego el historiador de la República escribiría que la Constitución de 1826
“apenas duró cincuenta días” (Basadre: t. I, 120). Según Pareja Paz Soldán (1986: t. I,
59): “La Constitución de 1826 rigió […] en el Perú solamente del 9 de diciembre de
1826 al 27 de enero de 1827”.
18. Con razón, el historiador Jorge Basadre (1947), en un escrito de los años 1940 era
concluyente: “La emancipación fue una empresa de ejércitos más que de pueblos, de
caudillos más que de ciudadanos”.
tiempo
k: capital
tiempo
19. Esta frase motivó el texto En qué momento se jodió el Perú (Milla Batres 1990), donde
dieron su punto de vista Luis G. Lumbreras, Washington Delgado, Manuel Burga,
Luis Felipe Alarco, Denis Sulmont, Javier Mariátegui, José Tola Pasquel, Uriel García
Cáceres, Alberto Tauro del Pino, Alberto Ruiz Eldredge, Ana María Gazzolo, César
Lévano y Javier Pulgar Vidal. La más reciente respuesta la ha dado Hugo Neira, en
carta al director de La República, Lima 23 de febrero de 2008. Allí sostiene Neira:
“Aprovecho para añadir algo. ‘El Perú comenzó a joderse’ cuando las fuerzas reac-
cionarias cerraron el paso de Haya en las elecciones de 1931 y siguieron jodiendo al
Perú en 1939, 1945, 1956, todas las veces en que no se dejó al masivo y democrático
partido aprista llevar a su fundador al poder legítimo. Perdimos el siglo XX. Con
Haya habríamos sido ya un país distinto. En nuestras espaldas una socialdemocracia.
Y un Estado fuerte, emprendedor. No habría habido el episodio Sendero Lumino-
so, ni Fujimori ni Montesinos. Tendríamos problemas, pero como los de México o
Brasil, no los actuales. Ese retardo, una República sin pueblo, culpa de todos los que
se encaramaron al poder sin ganas de cambiar las cosas, fue el gran error de muchos
peruanos del siglo XX peruano, y pesa sobre nuestra actualidad”.
20. Para matizar la característica de terrorista del MRTA, tenemos la opinión de Yehu-
de Simon, en entrevista de Michael A. Zárate: “Aspiro a ser presidente”, en Perú 21,
Lima, 24 de febrero 2008: 11: “Hay apristas, como Armando Villanueva, que creen
que Víctor Polay no es un terrorista. ¿Usted qué opina? Conversé con Polay cuando
él ya estaba en la cárcel y creo que él fue prisionero de sí mismo en muchas cosas.
Pero nunca lo vi asesino. Reitero lo dicho por Armando Villanueva y Valle Riestra:
el MRTA empezó como un movimiento guerrillero, no midieron las consecuencias y
hubo desbandes que son reprochables y que terminaron en terrorismo”.
21. Existe una controversia funcional y estructural sobre la manera de caracterizar y
conceptualizar al Estado que comienza su verdadera configuración con el proyecto
de gobernabilidad del virrey Toledo de 1572 hasta 1821. La propuesta de que no se
trata de un Estado colonial está representada por el clásico trabajo de Lohmann Vi-
llena (1994), mientras que el suscrito piensa lo contrario. Esto lo hemos desarrollado
en un ensayo “El Estado colonial en el Perú: 1544-1824” (Tantaleán 2008, documento
no publicado).
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Pontifica Universidad Católica del Perú
1. El presente ensayo es el sumario de una investigación realizada sobre el mismo tema bajo
auspicio del CIES. Agradezco a esta institución y también al IEP, donde realicé el estudio.
Ambas entidades me brindaron un soporte indispensable para el presente trabajo.
momentos de la primera fase de estas instituciones: el segundo civilis-
mo, el Oncenio y la misión Kemmerer.
En un primer momento de este ciclo, el Perú vivió el período llama-
do “segundo civilismo” o “República Aristocrática”, de 1895 a 1919. En
esa etapa, los negocios capitalistas se ampliaron notablemente, luego de
la recuperación nacional posterior a la derrota en la Guerra del Pacífi-
co.2 Se había saneado la deuda externa y afluyeron capitales extranjeros
que marcaban el inicio de una nueva etapa del desarrollo capitalista. Por
aquellos años, la electricidad se incorporó a la industria y se vivió una
revolución tecnológica que se saldó por una afluencia masiva de capital
a los países tercermundistas que disponían de materias primas. Era la
hora de la llamada segunda revolución industrial.
En medio de la expansión general de los negocios en el Perú de hace
cien años, se generalizó el uso de los billetes, que sin embargo tenían muy
mala reputación entre el público. El billete había surgido antes de la Gue-
rra del Pacífico, y durante el conflicto fue perdiendo drásticamente su
valor.3 Durante la reconstrucción nacional, los billetes fueron completa-
mente liquidados y el proceso arruinó a muchas personas, sobre todo de
extracción popular. La profunda desconfianza del público hacia el papel
moneda obligó al Estado a crear una Junta de Vigilancia del Billete. En
realidad, se estaba creando una entidad encargada de vigilar las condicio-
nes legales que autorizaban nuevamente su circulación. La regulación fue
el mecanismo para superar la desconfianza pública. En agosto de 1914, co-
menzando la Primera Guerra Mundial, la Ley 1968 creó esta institución,4
que constituye la primera piedra de la futura supervisión bancaria.5
Unos años atrás, el gobierno había contratado con los bancos priva-
dos un sistema de cobro de tributos, que dio origen a la Sociedad Recau-
2. Basadre y Ferrero 1963. Basadre redactó la primera sección de este libro que cubre
desde la fundación en 1888 hasta la crisis mundial de 1930. De acuerdo con su inter-
pretación, la fundación de la Cámara de Comercio expresa la maduración capitalista
de la elite económica posterior a la Guerra del Pacífico (p. 15).
3. Ugarte 1980: 93.
4. La Junta de Vigilancia del Régimen Monetario se organizó en 1914 y tenía un direc-
torio mixto, donde figuraban dos representantes del Legislativo, uno del Ejecutivo y
dos de la comunidad de negocios particular, uno por la Asociación de Bancos y el
otro por la Cámara de Comercio.
5. Basadre 1983, t. 12: 348.
11. Basadre 1983, t. 14: 106 relata el discurso de Kemmerer en ocasión del banquete de
despedida de Lima en abril de 1931, cuando declaró que “los diversos proyectos se
complementan y son parte de un plan unificado”.
12. Drake 1987: 27-28.
13. Misión Kemmerer, “Exposición de motivos sobre el proyecto de Ley General de Ban-
cos”, en BCRP 1999: 202.
17. Una lectura del velasquismo como un encuentro entre intelectualidad y ejército se
halla en Neira (2005).
24. La gestión de Palacios duró tres años porque, luego del retorno de la democracia, el
primer ministro, Manuel Ulloa, le pidió la renuncia al superintendente.
25. Constitución de 1979, artículo 146.
26. Artículo 155 de la Constitución de 1979.
39. El estimado es producto de una muestra que considera a 153 empresas que habrían
dejado de pagar S/. 339 millones entre 1994 y 1998, y S/. 1135 millones dejados de
pagar por empresas con convenios de estabilidad tributaria desde 1999 en adelante.
Informe final de la CICCOR… 2003.
40. Entrevista con Adrián Revilla, CIDEF, 22 de mayo de 2002.
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Introducción
6. En el siglo XVI, las familias de los caciques solían poseer numerosas propiedades conse-
guidas sobre la base de una serie de asignaciones de mano de obra, tierras y beneficios
basados en privilegios de origen prehispánico, y que se vieron incrementados en muchos
casos desde los inicios de la conquista (al concedérseles ciertos privilegios de nobleza,
como por ejemplo poder disfrutar de mercedes de tierras y crear empresas privadas).
No está muy claro en qué situaciones podían disponer de tierras propias algunos
indios durante la época prehispánica. Assadourian, sobre la base de Cieza, menciona
(en su libro Transiciones) que el inca daba mercedes personales de tierras a los hijos
habidos en sus mujeres secundarias y también a los linajes de las jefaturas étnicas.
Salvo en el caso de Contarhuacho, señora principal de Huaylas y esposa secundaria
y madre de una hija del inca a quien le había cedido el beneficio de los ganados, la
coca, el ají, el maíz y otros productos de la tierra que le correspondían por su alta
investidura, no tenemos muchas referencias de las propiedades de los caciques de
Huaylas en fechas tempranas, excepto las chacras que les beneficiaban sus indios; y
la insinuación de un testigo hispano en la visita de 1557 que denunció que los caci-
ques de Huaraz eran propietarios de una gran cantidad de ganado. Sin embargo, a
fines del siglo XVI, la mayoría de los caciques de Huaylas poseían tierras y ganados
de su propiedad que tal vez habían aprovechado para legalizar según la legislación
española en las composiciones de tierras de la última década del siglo. En otras áreas,
particularmente en Jauja, conocemos con bastante lujo de detalle la considerable
riqueza patrimonial de los caciques principales y de guaranga que eran propietarios
no solo de ganados y tierras, sino también de casas, joyas, caballos y lujosos vestidos y
menajes. Véase la “información hecha por mandado de Su Excelencia sobre los daños
que se han recrecido a los yndios del balle de Xauxa en los pleytos que han tinido
asy en los bienes de comunidad como en los de particulares…”, documento incluido
como apéndice en el artículo de Medelius y De la Puente 2004: 64-82.
7. De todos modos, la alta productividad que sobre todo la guaranga de Ychoc (donde
habitaban los pobladores antiguos, es decir, los huari) mostró tener hace presumir a
9. En los pueblos de Sancta Ana (de Uchup), Lampani, Camcha, Guaylas y Macate se-
gún la visita de Mogrovejo.
10. Ver los “Avisos breves para todos los confesores destos reinos del Perú”, por los cuales
todos los conquistadores estaban obligados a restituir todo el daño que hubieran
hecho en las conquistas y guerras injustas aun cuando para ello quedaran sin bienes
(solo podían quedarse con lo necesario para cubrir las necesidades familiares). Esta
obligación la heredaban los sucesores.
11. Así lo explicaba Matienzo: “Suelen algunos vecinos, o personas que han tenido indios
a cargo, para descargo de sus conciencias, dar o dexar mandado que se les dé alguna
cantidad de dineros que les parece que les debe y que les son a cargo, lo cual —por
mandado de la audiencia o de otras justicias— se emplea en vacas, ovexas de Castilla
o ganado de la tierra [...] lo cual solían gastar los caciques en lo que querían y comerlo,
y no daban cosa ninguna de ello a los probes para quien ello era”. Matienzo 1967: 71.
12. “Ytem mando que de mis bienes se vistan 600 indios e indias los mas pobres que se
hallaren en el repartimiento de Guaillas que yo tengo en encomienda; al indio se le de
manta e camiseta y a la india anaco y lliclla, los quales se les den a reparta al arbitrio
e parecer del religioso que estubiere en el dicho pueblo y de mis albaceas que dejo en
este reino nombrados en este mi testamento”. Rostowrowski 1980: 201.
13. Así aparecen constatadas a fines del siglo XVI en las visitas de Mogrovejo.
En la década de 1560, hubo toda una corriente de opinión entre los ase-
sores y funcionarios imperiales que enfatizaba la necesidad de que la co-
rona regulara y controlara los bienes de comunidad como una estrategia
segura para limitar el notable poder que habían ido adquiriendo caci-
ques y curas en el ámbito local. La creciente cuantía de estos contribuía
en gran medida a la autonomía y concentración de poder de los caciques
que asumían la representación, administración y gestión de un cada vez
mayor patrimonio comunitario.
Los virreyes y la Audiencia se abocaron a esta tarea de control que,
sin embargo, resultaba difícil dada la inexistencia de una información
clara acerca de la cuantía total de los bienes involucrados en cada reparti-
miento. No había un censo ni otro instrumento para evaluar su volumen
ni clasificarlos, y las autoridades hispanas dependían además de la infor-
mación de los caciques para acceder a la información necesaria. A falta
de datos precisos, los funcionarios presumían que los bienes comunes
eran abundantes y cuantiosos, pero sospechaban que la gran mayoría de
ellos no eran usados para los fines previstos porque los caciques los uti-
lizaban en su provecho o no eran capaces de su óptima administración.
Matienzo, por ejemplo, aseguraba que “hay algunos repartimientos que
tienen diez mil cabezas de ganado, y mil y dos mil vacas y mil ovexas
y carneros de la tierra […]”14. Pero lejos de aprovechar estos bienes el
común o los pobres, se los habían apropiado los caciques. La Audiencia
intervino en algunos casos quitando a los caciques la administración
de los bienes de comunidad, proveyendo “en algunos repartimientos un
español” para que administrara estos bienes “en provecho del común, y
no fuese en manos de los caciques expenderlo y gastarlo en su provecho,
al cual se le ha dado el salario que le ha parecido en persona experta”.15
Una década después, Toledo, en su reforma, prestó una atención
preferente a este tema y comenzó el apartado de los caciques de su Ins-
trucción general advirtiendo de la necesidad de hacer una averiguación
de los bienes de comunidad de cada repartimiento para controlarlos y
16. “Averiguaréis qué bienes comunes hay en cada parcialidad que no tengan dueño
ni señor particular y cómo se ha usado de ellos […] para que de aquí adelante se
aproveche de ellos la comunidad del repartimiento [...]. Si los caciques y principales
han vendido algunas tierrras, montes y pastos del repartimietno [...]. Qué bienes
y ganados de comunidad hay en cada repartimiento y en qué cantidad, y qué han
multiplicado, y a cuyo cargo han estado y quien se ha aprovechado de ello y hacerlos
heis todos poner por quipu e inventario por manera que haya cuenta y razón de ello,
encargando la guarda de manera que no se pierda ni disminuya y proveyendo cómo
se trasquile en cada un año y la lana se reparta entre los indios del repartimiento y se
provean los indios pobres”.
17. Por ejemplo, el virrey impuso de forma clara la obligación de que se hicieran cháca-
ras de comunidad con el fin de prevenir años de cosechas estériles guardando parte
de las cosechas abundantes para evitar “que muchos indios por no tener comidas
se ausentan de sus pueblos y muchos de ellos no vuelven nunca más a sus tierras y
otros enferman”. “Lo más necesario es proveer de comida a los pobres en tiempo de
necesidad, a cada uno de los cuales se reparta y de conforme a su necesidad por mano
del corregidor y cacique, alcalde y escribano […] que han de tener las llaves de dicha
caja”. Matienzo había sido muy enfático en aconsejar esta medida “porque en una
república no sólo ha de haber hacienda para que usen en particular los ciudadanos,
pero también en común para las necesidades que ocurren, y para eso conviene que
haya —como he dicho— otros bienes de comunidad, que sea una chácara de comu-
nidad, que labren todos o los que para ello pareciere que son menester, cuatro días
cada uno, ahora sea la chácara de maíz, papas o chuño, o trigo o cebada, conforme a
la calidad de la tierra o comarca, ahora sea vino, como hay algunos que entiendo que
sacan pasas y vino y venden uvas”. Matienzo 1967: 71.
18. Saravia y Lohmann 1986: t. II, 59-62.
19. Ver la “Instrucción” inserta en Medelius y De la Puente 2004: 64-82.
[…] los ganados que llaman de comunidad y otros bienes de ella desta pro-
vincia de Chucuito del Patrimonio real de Su Magestad a Alonso de Estrada
para que los tenga a su cargo y en administración y tenga cuenta y razón de
todos ellos y lo que dellos procediere para que se convierta y distribuya en
utilidad y provecho de los indios desta provincia. 21
23. Ordenanza XVII. “Que se cobre de los indios el tomín de hospital.” Saravia y Lohmann
1986: 259.
24. Véase Lohmann 2001: 128.
Cuadro 1
TASA DE LAS DOS GUARANGAS DE HUARAZ ICHOC Y LLAUCAGUARAZ
REDUCIDOS EN S.S. DE HUARAZ (661 INDIOS TRIBUTARIOS), 1593
Aves (machos
Ropa Trigo y maíz
Plata y hembras por Total gruesa Hospital
(piezas) (fanegas)
mitad)
25. Y eso que se les habían descontado 230 pesos de la tasa anterior por este concepto
“que en lo contenido en el auto de rresiduo en lugar de 376 pesos cinco tomines,
tres granos y medio que le pertenece prorrata de los 400 pesos questan aplicados
para el dicho hefecto por la tassa de Toledo porque los 230 p., 5 t. y 3 granos y medio
rrestantes se han hecho buenos a los dichos indios en virtud del auto de rresiduo y
por los dos tomines nueve granos y medio a cada yndio tributario como se trato en
el primer capítulo de la retasa”. AGN, Juicios de residencia, 19, e. 50, f. 112.
26. “Que los an de aver por mitad el cacique de la parcialidad de Ichochuaraz y el de la
de Allaucahuaraz (47 pesos cada uno)”. AGN, Juicios de residencia, 19, e. 50, f. 112v.
Otrosí decimos que en la dicha caja de Recuay hay muchos pesos pertene-
cientes a las fábricas de estas iglesias y demás pueblos y en ellas tenemos
gran necesidad de ornamentos, campanas y lo demás para el culto divino
y administración de los santos sacramentos por no haberlas en las iglesias;
porque viéndolas tan pobres echamos derramas entre nosotros y así habe-
mos comprado de nuestros propios dineros campanas y puertas y cerrojos
29. Carta de Mogrovejo al rey, Los Reyes, 27 de abril de 1583. García Irigoyen 1906: t. IV,
173-174.
Los caciques, alcaldes y curas debían pasar por un vía crucis bu-
rocrático para solicitar la entrega de sus fondos, con resultados gene-
ralmente nulos. Los corregidores les exigían peticiones y memorias que
luego ellos dirigían supuestamente a la Audiencia Real, de la cual debían
tener conformidad para entregar el dinero; con suerte, conseguían que se
nombrara a alguien en Lima para hacer las compras. En caso contrario,
no obtenían respuesta. Un elocuente testimonio de ello lo ofrece el cura
Diego Rodríguez Saavedra, quien refiriéndose a los corregidores decía:
Son tan tardíos y remisos en todo [...] que es cosa de lástima cuan duros
se muestran en esto; porque si lo pueden hacer [entregar los fondos para
la iglesia], cómo se muestran tan avaros del tesoro que pertenece al cul-
to divino, y si no lo pueden distribuir por qué nos engañan diciendo que
30. García Irigoyen 1906: t. IV, 173-174. Por su parte, el cacique de la localidad de Mara-
via, D. Domingo, escribió otra carta informando que “estando la iglesia deste pueblo
sin puertas, yo, mis indios, mis súbditos compadeciéndose de ello y porque no sea
profanada y no entren ganados ni perros hemos dado orden que, a nuestra costa,
se hagan como se han hecho puertas de madera, muy buenas para la dicha iglesia,
porque teniéndolas no habrá ocasión de que los indios, que tienen poco temor de
Dios, saquen los cuerpos de los difuntos, para llevarlos a sus huacas y adoratorios; y
conviene que, pues las dichas puertas se han hecho a costa de nuestra hacienda, y no
a la de la fábrica de la iglesia, siendo así que tiene muchos pesos de fábrica en la caja
de comunidad, vuestra señoría sea servido de mandar que el corregidor de este par-
tido, nos de y pague los pesos de plata que se hubieren gastado en las dichas puertas,
así de madera como de clavazón y hechura de manos; mandando asimismo que la
dicha iglesia sea proveída de ornamentos y de otras cosas que tiene necesidad”. Gar-
cía Irigoyen 19069: t. IV, 174-175. Las quejas de los caciques eran semejantes en los
vecinos corregimientos y en otras partes del arzobispado de Lima y de los obispados
de Charcas y Cuzco. Véase, por ejemplo, la petición de D. Alonso Huacán Potmaca,
cacique y gobernador de la guaranga de Ocros, encomienda de D. Hernando Nino
(corregimiento de Cajatambo), quien se quejaba de que si bien “nosotros contribui-
mos para la fábrica de nuestras iglesias todos los años y tercios que se recoge el tribu-
to [...] no vemos en qué se expende y así tenemos todas nuestras iglesias pobrísimas
de los necesario y de lo que para el tal efecto pertenece; asimismo, padecen nuestros
indios enfermos grandísima necesidad”. García Irigoyen 1906: t. IV, 158. En este mis-
mo tomo se encuentran ejemplos del arzobispado del Cuzco y del de Charcas.
Así pues, los indios no podían gastar directamente sus fondos ecle-
siásticos y necesitaban la aprobación de estos, cosa que casi nunca se
concretaba, ni cuando llegaba a las altas instancias de la Audiencia, ni
por mano del corregidor. De hecho, en las cuentas de los corregidores a
las que hemos podido acceder de los años iniciales del siglo XVII, cuando
se tomó la residencia al gobernador —corregidor— de Huaylas, Perez
de Maridueña, hay pocos rastros de partidas destinadas para aderezar
las iglesias. Mientras que las detracciones para el Hospital de Santa Ana,
para la iglesia Catedral y para el seminario —todos ellos en Lima— se
hacían sistemáticamente,32 es difícil encontrar gastos eclesiásticos para
las iglesias locales; las partidas destinadas a la Iglesia eran muy espo-
rádicas, tanto que en el juicio de residencia a Maridueña en los cuatro
años que fue corregidor de Huaylas solo hemos encontrado dos partidas:
una de seis pesos y tres tomines para completar el costo de fabricación
de unos hierros para hacer hostias para la iglesia del pueblo de Macate33
y otra de 612 pesos entregados a los caciques de la reducción de Recuay,
arrancada por ellos al corregidor en virtud de una apelación que hicieron
[…] y que saben tienen cirujano para curar los enfermos de las dichas tres
guarangas que es un Juan de Paz que vive en el pueblo de Yungay y que aun-
que algunas veces va a los pueblos de las dichas tres guarangas pasa de largo
tratando y contratando cosas de su provecho en [vez de] detenerse a curar
los dichos enfermos y solo pretende que se entienda va a los dichos pueblos
para con este título cobrar su salario sin aberlo servido ni merecido atento
a lo qual los dichos caciques piden se quite a dicho cirujano pues a ellos no
les da provecho ningunos.39
Paz maestro cirujano desta provincia por nombramiento que tiene del senior D. Luis
de Velasco visorey que fue destos reinos la qual paga no se le debia de haber hecho
por na aver acudido a curar los enfermos deste pueblo porque aunque a venidoa este
pueblo a sido a aconpanando al dicho gobernador y a tomar certificación de su ve-
nida sin acudir a la necessidad de los enffermos ni cumplir con su obligacion porque
su asistencia es en el pueblo de Yungay atento a lo qual los dichos caciques piden quel
dicho cirujano se quite pues a ellos no se les sigue provecho ninguno de la costa y
salario que lleva [...]”. AGN, Juicios de residencia, 19, e. 50, f. 100v.
38. Visita de Yungay. Cuarta visita de Mogrovejo, 1604. Libro de visitas... 2006: 354.
39. AGN, Juicios de residencia, 19, e. 50, f. 60v.
[…] que todas las caxas de los dichos repartimientos [se refiere a las enco-
miendas de Huaylas, Marca Huaraz y Recuay] estan reducidas a una que
es la que esta en este pueblo de Yungay y las llaves dellas las a tenido una el
dicho Melchor Perez de Maridueña y otra un alcalde y un regidor del pueblo
de Caras donde el dicho Melchor Perez de Maridueña a rresidido la mas del
tiempo que ha residido en esta provincia y que de poco tiempo a esta parte
se mudo a este pueblo de Yungai y que en esta conformidad y orden halló
las dichas caxas en tiempo que tomo rresidencia a Joan Baptista de Valencia
su antecesor y que en la dicha caxa estan los libros y quentas de los dichos
rrepartimientos.42
40. Testimonio de los caciques de Recuay. AGN, Juicios de residencia, 19, e. 50, f. 101v.-
102; los testimonios de los caciques de las encomiendas de Huaylas, Marca y Huaraz
son del mismo tenor.
41. Efectivamente, en la cuarta visita del arzobispo Mogrovejo en 1604 aparece viviendo
en Yungay el “gobernador [corregidor] Melchor Perez de Maridueña con su mujer e
hijos y servicio de indios y negros”. Libro de visitas... 2006: 354.
42. 28 de agosto de 1605. AGN, Juicios de residencia, 19, e. 50, f. 8.
En el resto de las cajas las llaves las tenían en la mayoría de los ca-
sos, además del corregidor, el cacique y el alcalde, como lo señalaban las
ordenanzas toledanas, pero de nada les servían, pues estaban sin fondos,
así que en Marca la llave del cacique estaba perdida hacía tres años y me-
dio a la muerte del cacique principal D. Francisco Maeco Yaniax, que la
había tenido en su poder, y nadie se había preocupado en encontrarla.44
[...] estaba vacía sin libros, papeles rreales ni otra cosa y se volvió a cerrar
con las dichas tres llaves que quedo en poder del gobernador [corregidor] y
del dicho D. Hernando Marcapoma y la que estaba en poder de Isabel Cusi
[viuda del anterior alcalde] se la dio al dicho D. Juan Carvallanque alcalde
de este pueblo [...].
Cuadro 2
COMUNIDADES (JURISDICCIÓN CIVIL) EN LA ENCOMIENDA DE HUAYLAS
SEGÚN LAS VISITAS DE MOGROVEJO
[…] habiendo entendido que normalmente los indios tienen plata de sus
comunidades procedida del ganado y tierra y otras cosas y de la parte de
tributos que el virrey D. Francisco de Toledo aplicó a buenos efectos y que
generalmente los corregidores se aprovechan de esto con tanto exceso y ve-
jación de lo dichos indios que sería mejor no tenerlos.46
Hacia 1590, la situación era crítica: una gran parte del patrimonio co-
munal estaba fuera del control de los caciques, inmovilizado en la caja
de comunidad a merced de los corregidores, en manos de los adminis-
tradores españoles o en la Caja de Censos. Sin embargo, caciques y curas
no estaban dispuestos a dejar las cosas en ese estado, así que buscaron
la manera de reorganizar su patrimonio sobre la base de sus intereses.
Contaron para ello con una poderosa aliada: la Iglesia, representada por
sus curas y liderada por el arzobispo Mogrovejo, dispuesto a enfrentar
en las altas instancias de la justicia colonial y sobre el terreno las conse-
cuencias de la reforma impuesta por Toledo y revertirla.
No es el momento ni el lugar de describir con detenimiento el apa-
sionado enfrentamiento entre las jurisdicciones civil y eclesiástica, que
tuvo entre sus batallas más virulentas la que puso frente a frente a varios
corregidores con el propio arzobispo por el control de los bienes de fábri-
ca de la Iglesia (para obras y ornamento de la Iglesia) y los hospitales en
varios corregimientos del arzobispado de Lima, entre ellos el de Huaylas.
Baste mencionar que el obispo argumentaba que eran bienes espirituales
que correspondían a su jurisdicción, mientras que los oidores y corregi-
dores negaban este carácter espiritual, pues si bien dichas rentas tenían
fines eclesiásticos, las entregaban los indios de tributo —“conforme a las
tasas que por mandado de vuestra real alteza se hacen”— y se aferraban
al Real Patronato.
La intervención del arzobispo tuvo como fin reclamar el retorno
jurisdiccional de los bienes de comunidad con fines religiosos al ámbito
eclesiástico —lo que implicaba su fiscalización—. Ello lo hizo librando
arduas batallas legales con la Audiencia y los virreyes, y tomando cuen-
tas a los corregidores de los bienes eclesiásticos de la caja de comunidad
en sus visitas a los corregimientos de su obispado. Ambas estrategias
darían finalmente resultados en los inicios de la década de 1590. El año
de 1591 traería ciertos avances significativos para el arzobispo en esta
indios tributarios en sus pagas con los réditos que producen los censos que tienen en
la Ciudad de los Reyes. AGN, Real Audiencia, Caja de Censos, legajo 3, e. 1, f. 2-2v.
53. AAL, Causas civiles, legajo 12, e. 26, f. 5v. Los gastos de la Iglesia en este momento
(1611) eran variados y podemos hacernos una idea de ellos a través de las cuentas
presentadas por los caciques que pagaban de esos fondos al seminario, los derechos
de ocupación y escritura de hacer las cuentas del visitador. “10 libras de cera labrada:
4 para las festividades de San Juan Bautista advocación del pueblo y para Nuestra Sra
de la Candelaria a 20 reales y las 6 restantes para un cirio pasqual de la dicha cera la-
brada que comparaon a 14 reales por libra para las fiestas y solemnidad de la Pasqua
y Resusrrección; 3 libros blancos y papel que compraron el primero para asentar en
el canto llano y el segundo para asentar en el canto de órgano y el último para asentar
las partidas por los cassados y bapticados naturales del dicho pueblo. Varas de tela
de que se hicieron 3 sobrepellices para servicio de los nonacillos que sirben al culto
divino, 2 candeleros y 2 matahumos. Finalmente, el salario de los 8 pastores, chicha
por la ocupación y trabajo que tuvieron en reparar y cubrir de nuevo en donde era
necesario el techo de la Iglesia”.
54. García Irigoyen 1906: 189-190. Así continuó siendo, por lo general, durante todo el
siglo XVII.
55. AAL, Causas civiles, legajo 2, e. 4, 1596.
56. AAL, Diezmos, legajo VI, e. 12. Los indios del pueblo de San Damián sobre los diez-
mos de la estancia de ganado del hospital. Ver también la queja del cobrador de
diezmos de Yauyos en 1623 y la negativa de los indios y sus sacerdotes a pagar diezmo
del ganado de sus hospitales y cofradías alegando que los ganados de hospitales y
cofradías no deben pagar diezmo. Diezmos, legajo 6, e. 9. Lo mismo los indios de
Huaylas en 1627-1628. Diezmos, leg. 8, fols. sueltos y “autos sobre el derecho que
tiene la iglesia de Lima al cobro del diezmo de las semillas y ganados de las fábricas de
las iglesias y cofradías de las iglesias del partid de Huaylas”, 1643. Diezmos, leg. XVI.
57. En el Antiguo Régimen había un sistema de beneficencia complejo y articulado
(compuesto por hospitales, hospicios, refugios, casas de misericordia, de expósitos,
silos, dotes a huérfanas, socorros a pobres, arcas de misericordia, cofradías, fundacio-
nes docentes, etcétera). Sarasa 1985: 8.
58. Eran estos “cirujanos, barberos que curan y sangran y saben de las enfermedades y
llagas, de las yerbas con que se han de curar, y medicinas y purgas de estos reinos,
curan tan bien como un doctor o licenciado en medicinas y dicen que todas las en-
fermedades proceden de dos cosas que tienn los hombres, calor o frío; en cualquier
enfermedad y las dichas mujeres beats y comadres, médicas que ayudan a bien parir a
las mujeres preñadas y algunas curan los desconcertados, las coyunturas y otras enfer-
medades a estos dichos indios les ponen en pleitos”. Guaman Poma 1987: t. II, 676.
59. Lohmann 2001: 425. El socorro domiciliario no era una práctica privativa del ámbito
andino, sino que ella era habitual en la Península como en los hospitales de La Rioja
en el siglo XVIII, donde los 35 hospitales sanitarios repartían sus rentas “en socorros
domiciliarios, no sólo por la mayor comodidad del asistentente, sino por la mayor
demanda de los asistidos”. Sarasa 1985: 14.
60. Ello mereció una disposición específica para frenar este abuso “porque he entendido
que no se cumple lo que está mandado en las ordenanzas y provisiones que en su
conformidad están dadas, de que se provea a los hospitales de Medicinas, dietas para
la cura de los enfermos y lo que se les dan, es lo mas en vino para […] las grangerías
que los Corregidores y sus Tenientes, criados y allegados tienen, proveyendo en ello
de remedio, os mando que en cumplimiento de las dichas provisiones y ordenanzas
proveais a los dichos hospitales de las medicinas, y dietas necesarias para la cura, y
regalo de los enfermos, sin que les deis ni consintais les den mas vino del que fuere
precisamente necesario para los enfermos”. Los Reyes, 12 de septiembre de 1617,
firmado por D. Francisco de Borja por mandato del virrey.
61. De hecho, casi a mediados del siglo XVII, un cacique era denunciado porque “no
ha usado ni usa con los enfermos en el repartimiento en la renta del hospital que el
corregidor del partido nos reparte cada tiempo vino aseite harina pasas que en todo
tiempo que este gobierna se a aprovechado de los referidos rrepartiendose no mas
de con los indios principales porque no los ponga [¿no lo pongan?] en pleitos por
cuya causa se ha muerto en el repartimiento de hambre y falta de medicamento y
no tener con qué poder sustanciarse el cuerpo”. Ver capítulos y quereclla contra D.
García Guaayanay, gobernador del pueblo de San Cristobal de Uco. AAL, Visitas, leg.
1, f. 44.
62. “Item mando que los caciques y principales, alcaldes y regidores coman en las plazas
donde tienen costumbre de juntarse en sus pueblos porque es justo que en esto se
guarde la costumbre antigua del Inga, atento a que comen con ellos los indios pobres,
comiendo públicamente”. En la antropología clásica estos banquetes eran interpreta-
dos como elementos fundamentales del potlach (traducido quiere decir fundamen-
talmente “alimentar”, “consumir”).
Cuadro 3
PATRIMONIO DE IGLESIAS Y HOSPITALES DE GUARAZ
Propiedad de la iglesia
Localidades Iglesia 1605 Hosp. 1593 Hosp. 1605
1593
198
1218 ovejas 540 cabezas 1333 cab.
Yungay cabezas
Cofradía de Ntra. Sra. Cofradía del ganado
ganado
del Rosario Rosario ovejuno
ovejuno
115 cabezas de ganado
ovejuno más otras 319
544 cabezas de
Carhuaz ovejas que se compraron
ganado ovejuno
ahora por orden de su
Señoría Ilma
319 cabezas de
ganado
(p. sem.)
Diez canchas de ovejas Los Los
Dos pares
(luego señala que 784 pobres: pobres:
de casas
cabezas) 300 328
Caraz
cabezas cabezas
Una tienda
Una estancia con nueve ganado ganado
arrendada
canchas de ganado ovejuno ovejuno
Cofradías que
se sustentan
con limosnas
80 cabezas de ganado
Guacta
ovejuno
202 cabezas de
San Pablo
347 cabezas de ovejas cabras machos y
de Mato
hembras
Huaylas
Estancia
Macate
de pobres
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7. El traspaso de censo era la venta del principal de un censo, de sus réditos al vender la
propiedad directa o útil de un predio. Según Palomares 1656: 187.
8. AAL, Monasterio de La Concepción, 35: 22
9. Información extraída de Campbell 1972: 22-23.
10. AAL, Monasterio de La Encarnación, 26:50.
11. Existían tres clases de arrendamientos: a) llano, que consistía en alquileres de casas,
viñas, huertas y otros inmuebles semejantes que se arriendan por tiempo limitado
entre personas seglares, y, en el caso de eclesiásticos, el tiempo no puede pasar de los
nueves años, haciendo el contrato cada tres; b) por vidas, haciendo cesión de deter-
minadas vidas; tienen forma de censos, expresándose en sus contratos las necesida-
des de reparos; y c) perpetuo, que también es como un censo cuyo contrato posee
algunas condiciones que se conciertan entre las partes. Según Palomares 1656: 122.
telas de algodón de menor precio para los sectores populares, que estuvieron
aumentando en términos demográficos. Estas consideraciones debieron afectar los
pagos de los arrendamientos. Fisher 2000: 126.
18. Vegas 1996: 267.
19. Ibíd., pp. 247, 270.
20. AGN, Cristóbal León y Carvajal, Protocolo n.º 577.
21. Fueron “un conjunto de aposentos y corrales, donde cada cuarto medía 6 ½ varas
de largo por 5 ½ de ancho, con cimientos de piedra de río y barro, techos de madera
ordinaria (mangles acompañados de caña brava y hojas de plátano). A su vez los
muros iban enlucidos de arena que finalmente se blanqueaban y la tierra apisonada
se convertía en piso”. Información extraída de Sánchez 2001: 62.
22. 1734 (Monasterio de La Encarnación, 24: 55), 1797 (Monasterio de La Encarnación,
26: 50) y 1814 (Monasterio de La Encarnación, 27:45).
23. Monasterio de La Concepción, 37:73.
La elite limeña
71. La información sobre los sectores sociales beneficiados por las transacciones eco-
nómicas de La Concepción se basa en los margesíes citados de La Encarnación y los
expedientes del AAL.
72. Este marqués, Francisco Munive y Garavito, fue integrante del Consejo de Indias.
Además, fue primo del oidor Cristóbal Mesia y Munive, marqués de Sierrabella. In-
formación extraída de Campbell 1972: 23.
73. Fue pariente del oidor Manuel Mansilla. Fue el abogado defensor del virrey Superun-
da. Información extraída de Campbell 1972: 24.
74. Esta condesa tuvo una relación cercana con Pablo de Olavide, quien fuera oidor y
asistente de Sevilla. Este estaba en la casa de la condesa cuando acaeció el terremoto
de 1746. Asimismo formó parte de los fiadores del virrey Manso de Velasco. Informa-
ción fundamentada en Pérez Mallaína 2001: 62-63.
75. Obtuvo su grado de coronel durante la guerra contra Inglaterra. Fue quien mandó
una expedición para combatir la sublevación indígena en Huarochirí. Dato extraído
de Pérez Mallaína 2001: 370-371.
76. Fue fiador del virrey Manso de Velasco para afrontar los perjuicios del terremoto de
1746. Información basada en Pérez Mallaína 2001: 279.
77. José Barroeta había llegado al virreinato peruano varios años antes que su hermano.
Fue tesorero de la Caja Real de Guayaquil, aunque renunció para dedicarse al oficio
de comerciante, llegando a ser presidente del Tribunal del Consulado de Lima. Ade-
más, fue nombrado por el virrey Manso de Velasco como sobrestante, quien debía
vigilar la economía de la reconstrucción de la catedral, la cual se inició en 1751. Este
nombramiento se constituyó en una estrategia virreinal para contentar al arzobispo.
Aunque el conflicto entre ambas autoridades continuó, por lo que tuvo que renun-
ciar el hermano del arzobispo a la labor encomendada. Información extraída de Pé-
rez Mallaína 2001: 160-165.
78. AAL, Monasterio de La Encarnación, XXVI: 50, 1797.
79. Ver <www.mariologia.org/advocacionesperu08.pdf>.
80. Mazzeo 2001.
81. AAL, Monasterio de La Encarnación, XXVI: 50.
82. Compró su cargo en 28 mil pesos. Fue persona cercana de la comitiva de gobierno
del virrey Manso de Velasco según el arzobispo Barroeta y el virrey Amat. Fue con-
siderado como enemigo por este prelado. También fue juez conservador de la Caja
de Censos de Indios, siendo acusado por Amat de malos manejos. Fue obligado a
jubilarse con medio sueldo en 1764 (Pérez Mallaína 2001: 238, 246-248, 250-251).
Sus padres fueron el maestre de campo y comerciante español don Juan Bravo de
Rivera y doña María Antonia Correa Padilla (Turiso 2002: 295-296). Fue reinstalado
en 1776 y retirado en 1778. Tuvo siete casas comerciales y una finca en Carabayllo.
Se casó con doña Petronila Zavala de Velasco, con quien tuvo siete hijos. Fue juez,
auditor de guerra y deán de la Audiencia. Campbell 1972: 21.
83. Fue oidor y alcalde del crimen. Tuvo una chacra en Lurigancho, una estancia en
Tarma y una hacienda en Moquegua. Se casó con doña Marcela Arias de Saavedra y
tuvo cinco hijos. Información extraída de Campbell 1972: 24.
84. Fue alcalde del crimen de la Real Audiencia en tiempos del virrey Manso de Velasco
y el arzobispo Barroeta, y antes fue alcalde de Lima. Información extraída de Turiso
2002: 294.
85. Debió tener algún título académico porque fue oidor de la Real Audiencia. Fue pe-
ninsular. Se casó con doña Josefa Tagle y Bracho y tuvo diez hijos. Uno de sus cuña-
dos fue subdeán de la Audiencia de Lima y juez de la Audiencia de Charcas, y otro
fue alcalde de crimen de la Audiencia de Lima y juez de la Audiencia de Charcas; otro
fue arcediano de la catedral de Lima y rector de la Universidad de San Marcos; otro
fue capitán del regimiento de infantería Real de Lima, y otra fue la Condesa de Torre
Velarde. Información extraída de Campbell 1972: 24-25.
86. Hijo legítimo del comerciante español don Manuel de Irazabal Elcorobarrutia y de
doña María Antonia de Paz y Fiesco. Además fue hermano del contador don Manuel
de Elcorobarrutia descrito en las siguientes páginas. Información extraída de Turiso
2002: 312.
87. Vegas de Cáceres 1996: 244.
88. Fue protomédico y catedrático de San Marcos. Fue catedrático de prima y de vísperas
de medicina. Datos extraídos de Delgado Matallana 2006: 133-134.
89. Fue protomédico y catedrático de San Marcos. Fue catedrático de prima y de vísperas
de medicina y catedrático de arte o método curativo de Galeno. Datos extraídos de
Gustavo Delgado Matallana. Evolución histórica de la Facultad de Medicina de San
Fernando, 2006: 133-134.
90. Fue médico y abogado reconocido por la Real Audiencia y catedrático de San Mar-
cos. Fue catedrático de arte o método curativo de Galeno y de anatomía. Datos ex-
traídos de Delgado Matallana 2006: pp. 134-135.
91. Fue un abogado que ejercía la cátedra de leyes en San Marcos en vísperas (tarde)
y postuló a prima (mañana) disputando con Antonio José Álvarez Ron. Fue apo-
yado por el oidor Pedro Bravo del Rivero y, por ende, también por el virrey Manso
de Velasco. Finalmente logró ser nombrado en prima. Información basada en Pérez
Mallaína 2001: 279.
92. AAL, Monasterio de La Encarnación, 24: 71, 1760.
Conclusiones
Los capitales económicos que las religiosas tenían a mano como comu-
nidad sirvieron para preservar y fortalecer sus posiciones en las relacio-
nes de fuerza dentro de la dinámica de la sociedad de la Lima borbónica.
También se indica las instituciones económicas a las que estuvieron
expuestas las religiosas para adoptar estrategias que les permitiesen
ganar en el campo económico borbónico para su propio provecho. Por
tanto, los costos de transacción fueron altos en la época borbónica para
los monasterios por las políticas que promovían la rebaja de los réditos
de los censos (que eran los ingresos más altos junto con los juros) y las
ideas del traspaso de las propiedades de los monasterios a las personas
laicas dentro de un proceso de secularización.111
Este último punto no se cumplió de forma efectiva, empero existie-
ron condiciones reales para su aplicación a nivel de las representaciones
difundidas por cierta elite borbónica gubernamental, eclesiástica y civil;
y por los efectos del terremoto de 1746, al aumentar los casos de ventas
de casas a censo por el deterioro de las propiedades y la falta de dinero
por parte de los monasterios para asumir los reparos, al igual que al-
gunos censatarios o arrendatarios antiguos. Fue una época en que los
monasterios demostraron vulnerabilidad, sin embargo, también expre-
saron su fortaleza dentro de la dinámica de poder limeño al recuperar-
se de manera paulatina en relación con sus ingresos, destacando el rol
111. El conde de Campomanes, ministro de Hacienda del monarca Carlos III, elaboró un
tratado en 1765 con ese propósito. Rodríguez (1975: 1765).
Gráfico 1
PRINCIPALES ADEUDADOS POR LAS REALES CAJAS
A LOS MONASTERIOS LIMEÑOS, 1771
Gráfico 2
MONASTERIOS IMPLICADOS EN LA ENTREGA DE PRINCIPALES AL
TRIBUNAL DEL CONSULADO DE LIMA GARANTIZADOS EN RECAUDOS
FISCALES, 1757-1781
Gráfico 4
DESARROLLO DE LAS RENTAS DE LOS MONASTERIOS DE LA
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Pocos son los estudios que sobre el comercio negrero se han realizado
para las diferentes localidades del Perú. En este contexto, la información
encontrada en los cuadernos de almojarifazgo del Archivo General de
la Nación y en las actas notariales del Archivo Regional de Piura nos
permite analizar el desarrollo del comercio negrero a través del puerto
de Paita en tiempos en que el asiento de esclavos de Panamá, de donde
provenían los negros del Perú, estaba bajo el dominio de la Compañía
Inglesa del Mar del Sur; es decir, desde los inicios de la segunda década
del siglo dieciochesco hasta 1750.
Este tráfico por Paita estuvo influenciado por la situación de la com-
pañía inglesa movida por las relaciones entre España e Inglaterra, así
como por las recientes reformas borbónicas que, en el ámbito económi-
co, buscaban una mayor racionalización en la extracción y producción
de recursos a partir del uso intensivo de la mano de obra esclava. Estas
circunstancias nos permiten hacer un análisis de este período dividién-
dolo en tres etapas, interrumpidas una de la otra por pequeños períodos
de conflicto suscitado entre las coronas española e inglesa. Nos deten-
dremos de manera especial en la tercera de ellas, pues es la más fructífera
en lo concerniente al ingreso de esclavos.
La Compañía del Mar del Sur o South Sea Company
Durante el siglo XVIII, las colonias hispanas, desde el punto de vista mer-
cantil, eran deseadas por Francia e Inglaterra, obteniendo a partir de sus
relaciones con España múltiples ventajas: la primera, Francia, después
de la Guerra de Sucesión española logró sacar partido a través del pacto
firmado en 1701 entre Luis XIV y Felipe V, mediante el cual se le concedió
el monopolio en la introducción de negros esclavos a América;1 así la
Compañía Real de Guinea obtuvo una licencia de 10 años para intro-
ducir 4800 esclavos al año a través de los puertos americanos, incluidos
el Callao y Buenos Aires, los cuales hasta ese momento no habían sido
utilizados para dicho comercio de manera oficial.2 Sin embargo, pese a
estos auspicios, la compañía francesa quebró en 1710, faltando poco para
terminar su compromiso.
Por su parte, Inglaterra, como líder de la gran alianza, tenía muy
claro su objetivo inmediato: conseguir privilegios comerciales que le
permitieran abrirse paso en el comercio hispanoamericano, lo cual no
implicaba posesión de territorios sino más bien la utilización de grandes
rutas del comercio mundial.3 Ello se concretó al finalizar la guerra de su-
cesión al trono de España, y, a cambio de reconocer Inglaterra a Felipe V,
exigió la firma de un tratado comercial “que abarcara la Península y las
Indias, con la cláusula de nación más favorecida, la posesión de algunas
plazas en América y el monopolio de la trata de negros, por lo menos en
las mismas condiciones en que se había otorgado a Francia”. Así, me-
diante el Tratado de Utrecht, Inglaterra consiguió el navío de permiso
y el asiento de negros, lo que, a decir de Geofrey Walker, significaba su
admisión en las Indias por la puerta falsa, considerando que el asiento
de negros era la más ancha y provechosa de todas las puertas, pues los
esclavos eran la única mercancía que, por diferentes razones, no se obli-
gaba a su registro en la Casa de la Contratación, lo cual era sumamente
1. Factor importante a tener en cuenta es que, pese al ejercicio del monopolio por Espa-
ña, esta estaba imposibilitada para suministrar mano de obra esclava a sus colonias,
ya que no tenía posesiones en África que le permitieran proveerse; por ello, salvo
algunos intentos fallidos, siempre dependió de otras potencias.
2. Martínez Montiel 1992: 68-69.
3. Rodríguez Vicente 1959.
La ruta negrera
13. Si bien el asiento fue firmado en 1713, recién se hizo efectivo en 1714, y teniendo
en cuenta que las embarcaciones demoraban tres meses en trasladarse de Panamá a
Paita es que registramos el ingreso de esclavos por Paita en 1715.
14. Esto dependía de las circunstancias climáticas y geográficas: si había llovido o no, si
estaban los ríos crecidos; o también de las circunstancias comerciales: si se llevaba
mucha o poca mercadería o el tipo de mercancía que se conducía, etcétera.
15. Cfr. Schlüpmann 1993: 252.
16. La ruta de Panamá se vio debilitada debido a la ya mencionada guerra entre España
e Inglaterra. Ello trajo consigo la interrupción de las ferias de Portobelo, eje de la
Las embarcaciones
economía panameña, las que se realizaron por última vez en 1736, debido a la fre-
cuente amenaza pirata. Diez años más tarde, en 1746, la Corona española desvió la
ruta que comunicaba a las costas occidentales de América del Sur con la metrópoli.
A partir de entonces, los barcos pasan por el Cabo de Hornos, eliminándose así los
intermediarios del comercio de Buenos Aires. Cabe aclarar que decimos que la ruta
de Panamá se debilita pero no desaparece; por un lado porque el tránsito por el istmo
es inevitable y sigue teniendo importancia para su economía, permaneciendo activo
hasta la intensificación de otros medios de comunicación entre las dos costas, y por
otro, porque como lo afirma Wolf, en el virreinato peruano, sobre todo en Lima y
Trujillo, se había constituido un sólido grupo de comerciantes dedicados al tráfico de
todo tipo de mercancías empleando esta vía, y en Portobelo un grupo de señores de
la feria no se quedaron resignados a que se les escape de las manos las ganancias que
obtenían en la venta de la mercadería destinada al Perú. De ahí que para los esclavos
y la restante importación, no fue habilitado el puerto de Buenos Aires sino muy tar-
díamente. Cfr. Martínez Montiel 1993: 26 y Crespo 1977: 53.
17. Cfr. Mazzeo 1993: 155.
18. Cfr. Klein 1986: 29.
Tabla 2
TIPOS DE EMBARCACIONES QUE INGRESARON POR PAITA (1713-1750)
55 4 1 5 4
19. AGN, Cuadernos de Almojarifazgos. Puerto de Paita. Años: 1726, 1731, 1732. Según
estudios de Schlüpmann, estas fragatas arribaban al puerto con una frecuencia de
una a dos veces por año. Cfr. Schlüpmann 1993: 529.
El tráfico de esclavos en esta época no fue constante, pese a todas las au-
torizaciones, contratos y organización del comercio. La causa principal
fueron las continuas guerras entre España e Inglaterra, hecho que tam-
bién afectó el número de esclavos ingresados por Paita. Así vemos que
frente al registro de una cantidad considerable de esclavos como el de los
años 1717 o 1724, cuando ingresaron 399 y 216 esclavos, respectivamente,
Tabla 3
NÚMERO DE ESCLAVOS INTRODUCIDOS POR PAITA
EN EL PERÍODO 1715-1718
1715 114
1716 13
1717 399
1718 184
25. “Asiento ajustado entre las dos Majestades Católica y Británica, sobre encargarse la
Compañía de Inglaterra de la introducción de esclavos negros, en la América Espa-
ñola, por tiempo de treinta años que empezarán a correr en primero de mayo del
presente de 1713 y cumplirán otro tal día de 1743”. En Moreyra y Paz-Soldán 1959:
tomo II, 95.
26. Torres 1973: 11.
Tabla 4
CANTIDAD DE ESCLAVOS INGRESADOS POR PAITA
EN EL PERÍODO 1722-1727
31. Hacia este año hemos encontrado la denuncia que realiza el comisionado por el
asiento de Inglaterra en Piura, Alejandro Durán, al oficial real Nicolás Gonzáles de
Salazar por haber introducido 20 esclavos de “ilícito comercio”. Gonzáles de Salazar,
valiéndose de su condición, hizo caso omiso a la denuncia. AGN, Tesorería. Común
General de Hacienda Real, C-42, 1724.
32. ARP, Protocolo notarial, Sebastián Jiménez Zarco, protocolo 2, 1727.
33. Hemos realizado un estudio sobre el contrabando de todo tipo de géneros y esclavos
a través de Paita para el período 1701-1750, y no hemos encontrando evidencias del
realizado por los ingleses como sí lo hemos encontrado para el caso francés, sobre
todo en el tiempo del gobierno del virrey de Castelldosrius, quien contó con varios
colaboradores en Piura, siendo uno de ellos el corregidor Francisco Migueles. Un
caso específico sobre el comercio ilícito de esclavos es el que referimos en la cita 24 y
otro fue el de 1731: Luis Galindo Rosas, corregidor y justicia mayor, y Jacinto Joseph
Díaz de Ruiz, al hacer la revisión de entrada de la fragata Nuestra Señora del Puerto
Claro, alias La Galera, encontraron 174 negros en su interior. Su dueño, Manuel Gil
de la Torre, solo había registrado 124, aduciendo que 20 de los 50 extras se utilizaban
para “la dotación y servicio de esta fragata”, y que los 30 restantes “no se pusieron en
partida de registro por haberse cerrado cuando se embarcaron”. ADP, Serie Corregi-
miento, Leg. 26, Exp. 521, 1731. Cfr. Gutiérrez 2007.
Tabla 5
CANTIDAD DE ESCLAVOS INTRODUCIDOS POR PAITA
EN EL PERÍODO 1729-1739
1729 36
1730 98 98
1731 166 147 313
1732 64 50 114
1733 186 40 226
1734 382 160 542
1735 581 260 841
1736 298 260 558
1737 111 22 133
1738 17 2 19
1739 112 57 169
44. Esta catástrofe condujo a una forzada migración de españoles junto a sus esclavos
negros a Lambayeque. Aquí los españoles afincados se dedicaron principalmente a
la producción de estancias ganaderas antes que a otro tipo de actividad económica.
Para ello lograron que los viejos hacendados del lugar urgidos de dinero les arren-
daran sus pastos. Fue, a decir de Peralta, bajo este contexto de redefinición de acti-
vidades productivas que varios cañaverales tradicionales habilitaron algunos de sus
espacios para la crianza del ganado caprino y la instalación de tinas de jabón para su
beneficio. Con el tiempo, el crecimiento de una cuasi protoindustria ganadera pro-
porcionó a la nueva generación de estancieros los medios necesarios para comprar la
totalidad de las instalaciones antes arrendadas. Peralta Ruiz 1998: 146-147.
45. Ramírez 1991: 238.
46. AGN, Serie notarial, Gabriel de Aguizabar, protocolo 224, 1734-1735.
Conclusiones
Para terminar, se debe indicar que si bien han quedado muchos otros
datos en el tintero, debido a que forman parte de una investigación en
curso, este trabajo se propuso demostrar cuál fue el impacto que tuvo
para la economía regional la presencia del Asiento Real Inglés a través de
la South Sea Company en el comercio de negros esclavos hacia el Perú
por el puerto de Paita.
Se ha observado el flujo del comercio negrero en los tres períodos
de desarrollo de las actividades de la compañía inglesa, las cuales estu-
vieron negativamente intervenidas por las constantes actividades de co-
mercio ilícito y contrabando, en muchos casos auspiciados por la propia
compañía.
También se ha resaltado el papel del puerto de Paita en este nuevo
momento comercial a causa de las reformas borbónicas y el desarrollo
de polos económicos en las principales zonas agrícolas costeras del Perú,
las cuales demandaron una cantidad apreciable de negros esclavos en la
tercera década del siglo XVIII, lo que produjo un verdadero aumento del
comercio negrero con la South Sea.
Sin embargo, todo este desarrollo inicial se truncó con el inicio
de las acciones bélicas a inicios de 1740, que trajo, luego de acabada la
guerra hispano-británica, un período de relativo crecimiento que derivó
en un estancamiento comercial y la pérdida de la importancia económi-
ca del puerto paiteño.
Serie Corregimiento
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Introducción
Los mayas lo llamaban caa-o-chu, que significaba “el árbol que llora”
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cuando se descubre el proceso de vulcanización, incrementándose luego
en la década de 1860 por sus aplicaciones en electricidad y posterior-
mente, a finales del siglo XIX, en la fabricación de neumáticos para la
naciente industria automovilística (Roux 1995: 108-109).
Perú exporta caucho por primera vez en 1853: 3591 kilos por el
puerto de Iquitos (Alegría 1986: 32). Entre 1853 y 1868, se exporta un
promedio de menos de cinco toneladas métricas anuales (Pennano 1988:
178-179). Hacia 1884, el volumen exportado fue de 540 toneladas métri-
cas (Santos y Barclay 2002: 41). En 1885, las exportaciones desde Loreto
excedieron las 1000 toneladas métricas (Pennano 1988: 178-179).
Cuando el caucho empieza a escasear en la zona norte de Loreto,
los caucheros se dirigen al sur, por el Ucayali. Así, en 1893, Fitzcarrald
descubre un paso que conecta la cuenca del Ucayali con la del Madre de
Dios, y se inicia entonces la salida hacia Iquitos (y de ahí su exportación)
del caucho de toda esta nueva área. Área nueva para los peruanos, pues
bolivianos y brasileños se encontraban ya explotándola.
La frontera entre Perú y Bolivia, en esta zona, aún no estaba de-
finida. Al ocurrir la independencia de España (1821 en Perú, 1825 en
Bolivia), la frontera amazónica entre estos países quedó en una situación
ambigua. En el primer mapa de Bolivia independiente que se elabora, en
1859, “la parte norte y noroeste, hasta el río Beni figura como ‘regiones
no exploradas pobladas por salvajes’ y lo demás ya no se registra” (Lopez
Beltrán 2001: 576). Cosa similar ocurre en el lado peruano.
Según Dietmar Stoian, la era del caucho empezó oficialmente en
Bolivia en 1863, cuando se otorgó el primer derecho de libre navegación
en la zona cauchera y privilegio para explotarla. La primera exportación
de caucho desde Bolivia fue en el año 1864: 1116 kg por los ríos Mamoré
y Madeira (Stoian 2005: 61).
[...] pequeños capitalistas de Santa Cruz y del Beni, como Antonio Vaca-
Diez, Nicolás Suarez Callaú, Nicanor Salvatierra, Augusto Roca y otros más,
quienes vieron en este negocio un buen futuro. De manera independiente
o con socios europeos, empujaron la industria gomera explorando e incor-
porando territorios, cuya propiedad se autosignaron. (Lopez Beltrán 2001:
576)
La importancia de toda esta región, surcada por los ríos Acre, Ta-
huamanu, Manuripe y Madre de Dios, disputada intensamente por bra-
sileños, bolivianos y peruanos, se reconoce si comprendemos su gran
riqueza cauchera. Para Bolivia era el lugar principal de extracción de
caucho (solo Nicolás Suarez, asentado en esta región, representaba el
60% del caucho de toda Bolivia según Fifer 1970: nota 58). Para Brasil
2. Las migraciones del resto de Brasil a la Amazonía para explotar el caucho se intensi-
ficaron con las fuertes sequías que experimentó el nordeste brasileño. Davis (2006)
identifica las siguientes en la época que nos interesa: en 1876-1879 (que produjo
entre medio millón y un millón de muertes), en 1889-1991 y en 1896-1902. Galeano
señala: “En 1900, cuarenta mil víctimas de la sequía abandonaron Ceará. Tomaban
el camino por entonces habitual: la ruta del norte hacia la selva”. Galeano señala otro
motivo que generó una ola hacia las regiones caucheras: la abolición de la esclavitud
en 1888, por la cual “medio millón de nordestinos emigraron a la Amazonía, convo-
cados por el espejismo del caucho” (Galeano 2004: 116).
6. Es posible que hubieran otras más. Entre las concesiones de terrenos otorgadas por
el gobierno en la hoya del Madre de Dios (Tizón y Bueno 1911: 55-59) figuran otros
apellidos que encontramos también en los trabajos de Flores-Galindo, como Nájar y
Piérola.
Se ha hecho común señalar 1914 como el año del fin de la economía del
caucho debido a una drástica disminución de su precio, cosa que habría
provocado el colapso de la economía de Loreto (Bonilla 1977: 127, Santos
y Barclay 2002: 172-175). Sin embargo, en ese año (y hasta 1917), los pre-
cios están todavía por encima del nivel en que se encontraban en 1894,
cuando se inicia la extracción en Madre de Dios (ver el cuadro de Ball en
Allí [en Arequipa] la crisis era, por circunstancias de origen regional, acaso
más difícil que en otros lugares de la República. Los comerciantes, privados
por las normas de emergencia entonces vigentes, de su libertad para renovar
sus avances en cuenta corriente y sus letras, hallábanse a merced de los ban-
cos. Las limitaciones en la devolución de los depósitos habían hecho exiguo
el fruto del ahorro. La carestía de los artículos de primera necesidad torná-
base agobiante. Dificultades en el comercio de importación y exportación
complicaban la vida económica.
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