Comicios Romanos

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FACULTAD DE CIENCIAS EMPRESARIALES Y

SOCIALES DEPARTAMENTO DE CIENCIAS


JURÍDICAS Y POLÍTICAS CARRERA DE DERECHO Y
CIENCIAS JURÍDICAS

LOS COMICIOS ROMANOS

ESTUDIANTE: Gabriel Serrudo Suvelza


DOCENTE: Dr. Gustavo Verduguez Orruel
ASIGNATURA: Derecho de las Sucesiones

Cochabamba – Bolivia
LOS COMICIOS ROMANOS
Órgano integrado por un conjunto determinado de personas se reúne para adoptar acuerdos que
vinculan a toda la comunidad y organizan la vida ciudadana.
A los Comicios se les suelen denominar también Asambleas populares.
Clases de Comicios:
Comicio Curiado: Las curias tendrían una cierta base étnica que respondería a los distintos
grupos familiares. La doctrina señala que diez casas formarían una gens y que diez gentes, o lo
que es lo mismo 100 casas, formaría una curia.
La civitas, se habría constituido como consecuencia de la agrupación de distintos grupos
gentilicios o gentes. Se conforma como una comunidad con fines militares de defensa.
en los primeros siglos, existe una diferenciación entre los Patricios y Plebeyos. La composición
de los comicios es de 30 curias.
Las principales funciones son:
A. La inaguratio: posesión del Rex sacrorum, un sacerdote encargado del culto.
B. La cooptatio: pronunciamiento favorable a la admisión de una nueva gens.
C. Testigo calificado: denominado in calatis comitiis, es decir, ante los Comicios
reunidos. Podía realizarse solamente los días 24 de marzo y 24 de mayo.
D. La adrogatio: acoger como filius a alguien que hasta entonces era
paterfamilias, con el propósito de que a la muerte del adrogante, el adrogado
que siendo pater devino en filius se trasforme en paterfamilas de las dos
familias ahora unidas.
E. Lex curiata: es la que concede el poder efectivo a una persona que ha sido
elegida magistrado. La votación de esta Ley es un mero acto formal, sacro y
ceremonial.
Comicio Centuriado: el Comicio no sería otra cosa que el exercitus centuriatus, esto es, el
pueblo dispuesto para la lucha. Adquiere paulatinamente cada vez más presencia y
competencias hasta llegar a convertirse en el órgano más representativo de participación
ciudadana. Se trasforma así, en una verdadera Asamblea de ciudadanos que ostenta la
representación del Populus Romanus. Se da el primer paso en la configuración de ésta como una
democracia directa.
Asamblea plebeya y Comicio por tribus: Puede decirse en la República que la Ley es aquello
que el Comicio manda y establece. Esta función legislativa se altera como consecuencia de la
promulgación de la Ley Hortensia del 286 a.C. por la que se equiparan los Plebiscitos a las
Leyes. El Plebiscito era el acuerdo adoptado en la Asamblea denominada Concilia plebis, en la
que se reunían los ciudadanos que pertenecían a la clase plebeya. Cada ciudadano se integraría
en una determinada tribu. Rammnes, Tities y Luceri, correspondientes al triple elemento étnico
(latino, sabino y etrusco) que contribuye a la fundación de Roma. El voto de cada tribu se
decidía en base al voto por mayoría relativa de sus miembros.
Puede afirmarse que los Comitia tributa son la Asamblea de participación ciudadana más
democrática de las tres. Esto se debe, en primer lugar, a que sus competencias son estrictamente
políticas desvinculadas de toda huella militar; en segundo lugar, a que ha desaparecido todo
vestigio de privilegio patricio que todavía conservaron los Comicios centuriados; y, en tercer
lugar, y, sobre todo, porque la distribución ciudadana no se realiza ya en atención a un criterio
denominado timocrático.
Composición: La distinción entre ciudadanos que pertenecen a la clase patricia o a la plebeya
es prácticamente irrelevante en cuanto a su participación en la Asamblea. La única ventaja a
favor del patriciado es que 18 centurias quedan reservadas por razones de tradición a la clase
patricia.
La riqueza en la primitiva Roma republicana se basa en el patrimonio inmobiliario y no en la
riqueza pecuniaria. Lo que se tiene en cuenta en la elaboración del censo es la cuantificación del
conjunto de bienes, normalmente inmuebles, que conforman un patrimonio que se dedica
básicamente a la agricultura.
Se considera que esta misma reforma supuso cierta moderación del sistema timocrático por lo
que llega a paliarse la diferencia de peso político de un ciudadano u otro por razón de su
patrimonio. Ello no supuso la abolición del sistema. Encuadrar a los ciudadanos, en una u otra
centuria por razón de su riqueza patrimonial atenta contra el principio de igualdad. Esta
deficiencia democrática no quiere decir que el sistema timocrático sea cerrado. Por el contrario,
la organización de los Comicios se renueva cada lustro cuando el colegio de Censores procede a
la elaboración del nuevo censo.
Procedimiento y votación: En cuanto a la convocatoria, los dos Comicios que realmente
funcionan en la época republicana: los Comicios centuriados y los Comicios por tribus. Los
primeros Comicios sólo podían ser convocados por un magistrado que tuviera imperium,
Cónsules y Pretores. Este poder de convocatoria del Comicio se denominaba ius agendi cum
populo (derecho de reunir al pueblo). La convocatoria se haría mediante un edicto del
magistrado que anunciaba el día y la causa o motivo de la reunión. Tanto las proposiciones de
Ley como la indicación de los nombres de los candidatos propuestos para magistrados debían
ser expuestas al público, tres semanas previas, como mínimo, de la fecha señalada para la sesión
oficial. El día de la votación debía ser un día comicial con arreglo al calendario elaborado por el
Colegio de Pontífices.
Si los auspicios eran favorables el pueblo era llamado a reunirse al apuntar el alba. Una vez
constituido el Comicio, el magistrado daba lectura a los nombres de los candidatos propuestos
para ocupar las magistraturas en el caso de que el Comicio desempeñase funciones electorales, o
bien al texto del "proyecto de Ley" que proponía, e invitaba seguidamente a sus conciudadanos
a votar. La votación es oral hasta el siglo II a.C. A partir de la aprobación de tres distintas Leyes,
denominadas Tabellariae, se implanta el voto secreto. La Ley aprobada se denominaba Lex
rogata. Se parece a un acuerdo formal entre el magistrado que propone la Ley y el pueblo que la
acepta.
Por su parte, si el Comicio asume la provocatio ad populum, el voto se concretaba en la fórmula
de: condemno o absolvo. Cuando la votación era oral, una persona llamada rogator apuntaba los
votos sobre una tablilla. Cuando se implanta la votación por escrito, existían unas personas
denominadas apparitores que entregaban una tablilla a los votantes y éstas, una vez
cumplimentadas se depositaban en unas cestas, nombrándose unas personas que se
denominaban custodes ad cistam, que procedían a vigilar las mismas.
Una vez que concluían las votaciones y el escrutinio comenzaba la segunda fase. Decidido el
voto de cada centuria éstas procedían a trasladar su decisión a una votación general. A través de
la misma, se obtenía la voluntad de la Asamblea comicial. Se precisaba para la aprobación, la
obtención de la mayoría absoluta, esto es al menos, 97 centurias. El resultado se proclamaba por
el magistrado. A esta proclamación formal se le denomina renuntiatio. Aprobada la rogatio el
texto de la Ley entraba inmediatamente en vigor.
Competencias: Desempeñaba funciones y competencias que presentan una triple naturaleza:
electoral, legislativa y judicial. En cuanto a la competencia electoral les incumbe la elección de
los magistrados mayores, Cónsules y Pretores, así como la votación de la Lex de potestate
censoria, la Ley que confiere el poder a los Censores. A los Comitia Tributa, corresponde la
elección de los magistrados menores, Ediles y Cuestores, y más tarde procede también a elegir a
los Tribunos, cuando éstos dejan de ser representantes de clase y se integran en el orden
constitucional En la democracia romana la convocatoria a una jornada electoral es la propia
convocatoria del Comicio, ya que éste se conforma sobre el censo. En el sistema actual a los
ciudadanos se les llama exclusivamente a votar. El derecho de participación en el Comicio se
denomina ius sufragii. Es el derecho de sufragio activo o positivo. El derecho a ser elegido para
el desempeño de una magistratura se conoce con el nombre de ius honorum. Es lo que en la
actualidad se denomina derecho de sufragio pasivo.
Especial referencia a la función legislativa: La doctrina constitucional ha identificado
al Parlamento con el Poder Legislativo del Estado en cuanto que sobre el mismo recae la
facultad de aprobación de la Ley. Es la Constitución la que atribuye a la Ley un valor supremo,
en virtud del cual ocupa el primer rango jerárquico de la escala normativa. La Ley expresa el
acuerdo que se alcanza por la votación en los mismos, en cuanto que dicho acuerdo,
mayoritariamente adoptado, debe representar la voluntad popular. republicano. El Parlamento
moderno como el Comicio republicano ejerce principalmente, la potestad legislativa. Este poder
legislativo es compartido en Roma y en la actualidad con otros órganos estatales. Tanto en la
Roma republicana con en cualquier democracia actual, el término Ley se reserva a la norma
aprobada en el órgano depositario de la soberanía popular. Así, en Roma los magistrados más
importantes, tuvieron la facultad de promulgar edictos; y el Senado la capacidad de aprobar
Senadoconsultos. En nuestro tiempo, esta función es asumida en parte también por el Gobierno.
Así el Ejecutivo tiene concedida por la Constitución, en sus artículos 85 y 86, la potestad
legislativa para aprobar "legislación de urgencia" y "legislación delegada”. La primera responde
a supuestos de extraordinaria y urgente necesidad. En estos casos, el Gobierno puede aprobar
disposiciones legislativas de carácter provisional, a través de los denominados Reales Decretos-
Leyes, que no pueden regular ámbitos en los que rija el principio de reserva de Ley, es decir
afectar a materias que la propia Constitución restringe su regulación a una Ley parlamentaria.
En el segundo supuesto, el Gobierno puede dictar un Real Decreto Legislativo solamente sobre
una materia que haya sido delegada, expresamente, por las propias Cortes Generales.
La iniciativa legislativa: En la República romana la iniciativa legislativa correspondía
a las magistraturas revestidas de imperium. La magistratura que, además de ostentar esta
facultad, la ha desempeñado en mayor medida, ha sido el consulado. Los dos Cónsules ostentan
la más alta y representativa función de gobierno. En nuestro tiempo el impulso legislativo de
propuesta y aprobación de proyectos de Ley, lo ostenta el Gobierno. Nuestra Constitución, en su
artículo 97 atribuye al Gobierno "la función de dirección de la política nacional", lo que supone
habilitarle para desarrollar iniciativas legislativas a través de las que pretenda llevar a cabo su
programa de gobierno. Nuestro Texto Constitucional establece con carácter complementario
otros medios como la iniciativa popular. En todo caso, se exigen al menos 500.000 firmas
acreditadas. No procederá dicha iniciativa popular en materias propias o reservadas a su
aprobación por una Ley orgánica, en materias tributarias, en normas de carácter internacional, ni
en aquellas relativas a la prerrogativa del derecho de gracia. Este sistema hace que sea el propio
pueblo quien proponga a sus representantes que procedan a discutir y votar una propuesta
formulada desde la propia base democrática.
El iter legislativo. El proceso de aprobación de la Ley: El denominado iter
legislativo, es decir, el proceso que debe recorrer una iniciativa legislativa para convertirse en
Ley cambia a lo largo de la vigencia del sistema republicano. Hay perfectamente diferenciadas,
dos etapas. El Cónsul procedía a llevar su propuesta a la Asamblea ciudadana y lo hacía
realizando una convocatoria solemne con fines legislativos. Dicha convocatoria se debía ajustar
a las normas y plazos que hemos señalado al exponer el procedimiento comicial. En ningún
caso, el Comicio posee la iniciativa legislativa, sino que ésta le viene siempre impuesta por el
magistrado convocante. En la actualidad existe un medio en virtud del cual es el propio
Parlamento quien toma la iniciativa legislativa. En este caso se habla no de "proyecto de Ley",
sino de "proposición de Ley". A diferencia del Comicio republicano, actualmente el propio
Parlamento que tiene como función primordial la aprobación de la Ley puede, además,
proponerla. Algunos piensan que, a fines de la República, se habría admitido la posibilidad de
realizar una cierta discusión de la propuesta de Ley. Si ello fuese así lo cierto es que no se
trataría de un auténtico debate en toda su amplitud. No obstante, existieron siempre dos
supuestos en los que se exigía inexorablemente la aprobación por parte de los Comicio
centuriados. Son, la votación de la Lex de potestate censoria, por la que se procede al
nombramiento efectivo de los Censores, y la Lex de bello indicendo, que supone la declaración
formal de guerra efectuada por Roma. En este último caso, el Comicio no se podía convocar
para pronunciarse sobre la misma más que cuando se hubiesen formalizado y cumplimentado
dos medidas previas de carácter preventivo y en parte disuasorio. Primero, se requería que el
Colegio sacerdotal de los Feciales declarase formalmente la existencia de una justa causa,
bellum iustum. En segundo lugar, se procedía a realizar un intento de paz a los efectos de que
éste pudiese aceptar las condiciones propuestas por Roma y así evitar el conflicto bélico. Si
ambas condiciones se habían cumplido, el Cónsul podía llevar la propuesta de declaración de
guerra para ser votada.
En el primer sistema de aprobación de una Ley, el magistrado una vez que se había
aprobado la llevaba al Senado. Así una Ley ya aprobada podía no obtener el respaldo moral al
haberse pronunciado los senadores en contra de su vigencia. Una propuesta legislativa que el
Cónsul presenta ante el Senado tiene más probabilidades de ser aprobada por el Comicio y lo
que es tan importante, tiene muchas probabilidades de ser aplicada con un alto grado de
cumplimiento popular. Con la "aprobación" moral del Senado el Cónsul acude a la Asamblea
popular para presentarla y el Comicio normalmente aprobará lo refrendado por el Senado. Un
papel semejante en nuestro sistema legislativo actual debería referirnos al Consejo de Estado.
Limitaciones al poder legislativo del Comicio. Las dos principales limitaciones que en
la República romana se establecen al poder y a la actividad legislativa comicial. La primera es
de carácter religioso, la segunda de carácter civil. El Comicio no puede invadir el campo del ius
sacrum, es decir del Derecho divino o Derecho sagrado. Este Derecho pertenece a la
competencia del Colegio Pontifical en coordinación con el Senado. En relación con la segunda,
el Comicio no podía alterar la estructura político constitucional de la civitas. En este sentido,
puede afirmarse que en Roma existen unos pilares fundamentales y unos principios políticos,
que no alcanzan a formularse en normas escritas concretas pero que son escrupulosamente
respetados.
En este sentido se consideran principios políticos inalterables:
a) La prohibición de restaurar la Monarquía.
b) La prohibición de aprobar Leyes particulares. Se trata de disposiciones
legislativas en las que se pretende favorecer o perjudicar a una persona o a un
conjunto de personas que presentan alguna característica común.
c) Este principio estaría ya formulado en Ley de las XII Tablas a través de la
fórmula: Privilegia ne inrogando. No obstante, en la República, y muy
fundamentalmente cuando ésta entró en crisis se aprueban algunas Leyes que
pretendían perseguir a adversarios políticos. Como, por ejemplo, la Lex Clodia
de exilio Ciceronis, que ordena el destierro de Marco Tulio Cicerón.
d) El derecho del ius provocationis o derecho de los ciudadanos de provocar al
pueblo.
e) Las reglas relativas a la inviolabilidad del Tribuno de la plebe.
Especial referencia al Iudicium populi:
Función judicial del Comicio Centuriado: La competencia judicial del Comicio
Centuriado se circunscribe exclusivamente a determinados supuestos criminales, previstos en la
Ley. La asunción de esta función deriva de la denominada provocatio ad populum provocación
en el sentido, no técnico-jurídico, de apelación al pueblo. Parece que los orígenes de tal función
deben referirse a la misma etapa monárquica. El Rey tendría potestad jurisdiccional para
perseguir y castigar los hechos gravemente atentatorios contra toda la comunidad que se
califican de crimina, crímenes. La primera referencia normativa de la que tenemos constancia es
un precepto contenido en la tabla IX de la Ley de las XII Tablas. Señala que, en los supuestos de
condena a pena capital, la Asamblea popular competente sería el Comitiatus máximas,
denominación que parece referirse al Comicio centuriado. La consolidación de esta práctica
consuetudinaria llegaría entrada ya la etapa republicana. Se trataría de la aprobación sucesiva de
tres Leyes Valerias, la más moderna de las cuales se data en el año 300 a.C. y se conoce como
Lex Valeria de provocadone, Ley Valeria de "apelación".
Procedimiento y naturaleza jurídica del ludicium populi: En cuanto al iudicium
populi, el proceso se desarrolla en cuatro sesiones del Comicio en las que intervenía el pueblo
con la presencia del magistrado. Las tres primeras son sesiones informales e informativas. No
pueden, pues, ser consideradas auténticamente sesiones comiciales. En las mismas el
magistrado procede a la presentación de las pruebas que se hubiesen practicado para probar la
culpabilidad del condenado. Al término de la tercera sesión, parece ser que cabría la posibilidad
de que el magistrado retirase la condena o bien que se ratificase en la misma solicitando la pena
de muerte para el reo. De darse esta ratificación, se celebraba entonces la cuarta sesión en la que
se procedía a la votación. Existe constancia de que en determinados casos el magistrado
proponía al reo una conmutación de la pena capital por el exilium, exilio. El exilio implicaba
además la pérdida de la ciudadanía romana, la confiscación de todo su patrimonio y la
conminación de que podía ser dado muerte por cualquiera, si regresaba a territorio romano. En
la cuarta sesión se hace constar: el nombre del condenado, la imputación del crimen y la pena.
La Asamblea, se pronuncia mediante votación oral o escrita, según la época. La decisión
popular es inapelable. El iudicium populi decae con ocasión de la creación de Tribunales
permanentes, denominados Quaestiones perpetuae, que desde mediados del siglo II a.C. se van
creando para la persecución y castigo de diferentes delitos públicos (crimina).
En cuanto al "juicio popular", algunos autores consideran que, a partir de la Ley Valeria,
existiría una fase instructora en la que el órgano competente investigaría y reuniría pruebas en
las que pudiese sustentarse la eventual culpabilidad del reo. Se entiende, así, que sería la
Asamblea popular la única competente para pronunciar la sentencia que supusiese pena capital.
Por lo que la provocatio supondría un recorte en las facultades del magistrado. Por el contrario,
la doctrina mayoritaria entiende que la "función judicial" del Comicio no puede enmarcarse
dentro del ejercicio de la potestad de jurisdicción criminal. En definitiva, no se trata de un
auténtico proceso penal.

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