Activ I Dad 6 Abel Castillo

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LECTURA N°2

Texto A
Después de escuchar, debatir, leer libros y revisar evidencias y argumentos a favor y en
contra de las vacunas, tanto de líderes antivacunas como de epidemiólogos, inmunólogos,
médicos de familia y pediatras, mi posición es claramente a favor de las vacunas incluidas
en el calendario vacunal.

Pero también soy firme defensor de que las vacunas han de ser las justas y no más. Las
vacunas son extremadamente seguras, pero hay que tener en cuenta que, aunque es
infrecuente, las vacunas, como cualquier medicamento, pueden tener efectos secundarios:
la mayoría leves, alguno grave (1 por 100 000 a 1 por millón de dosis) y,
excepcionalmente, alguno muy grave (menos de 1 por cada 1-10 millones de dosis). Estas
complicaciones también ocurren cuando se pasan las enfermedades de forma natural, pero
con una frecuencia muchísimo mayor, de manera que el beneficio siempre compensa con
creces el extremadamente bajo riesgo de vacunarse.

El principal motivo que algunas personas tienen para no vacunarse es la desconfianza en la


seguridad de las vacunas. Las clásicas y más benéficas, como las de la difteria, tétanos, tos
ferina o polio, llevan años usándose y han sido sometidas a un escrutinio de efectos
secundarios muy estricto.

Dejar de vacunar a un niño lo pone en riesgo a él y al resto de su comunidad, especialmente


a las personas más debilitadas y no vacunadas por cuestiones de contraindicación o de
dificultad de acceso a la sanidad, y dificulta la labor de erradicar enfermedades del planeta.

Texto B
En la historia de la medicina moderna, han ocurrido algunos hechos que desencadenaron el
miedo a las vacunas en algunos círculos sociales. Existe una serie de argumentos de estos
grupos para oponerse o relativizar el uso de vacunas.

Por ejemplo, en 1998 se publicó un estudio en la revista médica The Lancet que relacionaba
la vacuna de la triple vírica con el autismo. Posteriormente se supo que su autor había
falseado los datos para hacer parecer que existía tal asociación cuando no era así; sin
embargo, los temores sobrevivieron. Otros casos de brotes de enfermedad por vacunas
defectuosas se remontan a cuando comenzaba la era de las vacunas en los siglos XVIII y
XIX, con la viruela, o en la primera mitad del siglo XX, con otras vacunas. En estos casos,
las vacunas produjeron efectos secundarios negativos en parte significativa de la población
vacunada.

Aunque siempre se podrán mejorar los protocolos de aplicación y la composición misma de


las vacunas, la mayoría de estas acusaciones de efectos secundarios perniciosos no se
sostienen Entre estos falsos efectos secundarios se mencionan el autismo, las alergias, la
esclerosis múltiple y el Alzheimer, que por desgracia se han ido extendiendo por el «boca a
boca» y a través de personajes mediáticos con conocimientos científicos escasos o
sesgados.

Los grupos antivacunas tienden a infravalorar de forma excesiva las complicaciones de las
enfermedades infecciosas, mientras que magnifican los efectos secundarios de las vacunas
y ofrecen una visión muy sesgada de la realidad, que resulta alarmista y genera
desconfianza gratuita entre la población.

Adaptado de López Heras, D. (2015) ¿Vacunarse o no vacunarse? Seguridad, riesgos y


beneficios de las vacunas. A propósito del caso de difteria en Cataluña.
En http://www.drlopezheras.com/2015/06/vacunarse-o-novacunarse-seguridad-
vacunas.html

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