5 - Leyenda Templo D Sol - PG 230 - 241

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230 REVISTA DEL COLEGIO DEL ROSARIO LEYENDA DEL TEMPLO DEL SOL 231

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•••
Leyenda del Templo del Sol La idea, ya tradicional entre nosotros, de que el
Templo del Sol en Sogamoso había sido algo muy no­
· «Leves vuelan cenizas desdichadas»
table por la grandeza de su fábrica y por sus orna­
• Rodrigo Caro-A las ruinas de ltálícu.
mentos riquísimos, nació al calor_ de las primeras his­
Hace algunos años estuvieron de plácemes nues­ t orias que acerca del Nuevo Reino se escribieron. Sus
autores fueron, por lo general, hombres aficionados a
tros arqueólogos e historiadores con el hallazgo de al­
gunos restos y reliquias pertenecientes, según dicen, al · lo maravilloso, cómo . fray Pedro Simón, o amigos de
•engrandecer las cosas a poder de la elocuencia, como
Templo del Sol que tenían los aborígenes en las vecin­
dades de Sogamoso Y. que fue celebradísimo por los el obispo Piedrahlta; eran, asimismo, discípulos e Imi­
cronistas coloniales. tadores de historiógrafos muy dados a entretejer sus
1 Loado sea Dios I exclamé yo para mis adentros al narraciones con aventuras estupendas, y no podía exi­
tener las primeras noticias del descubrimiento. ¡ Loado gírseles, habiendo tenido tánta par(e en la c·onquista,
sea Dios I porque también acá sale del olvido la delei­ que no ensalzasen las proezas de los indios o la va­
table antigüedad y,· merced a los estudios y a la peri­ lentía y bravura de los españoles. Era natural, final­
cia de los sabios, van a revivir épocas remotísimas cu­ mente, que al escribir pensaran en recomendar a la
yas artes, costumbres y creencias nos sorprenderán se­ admiración de sus lectores, en especial de los de la
guramente por sus peregrinos y sutiles engarces con Península, las cosas extrañas, los sucesos desacostum­
otras artes, costumbres y ·creencias más antiguas o más brados y los hallazgos peregrinos que continuamente
recientes. se les ofrecían por tierras tan dilatadas e Incógnitas
Ahora, seguía yo pensando, podremos afianzar con como éstas. Quiere decir e_sto que en nuestros cronistas
el testimonio fehaciente de la arqueología los datos se cumple puntualmente aquella máxima de Menéndez
portentosos que constan en nuestras sabrosísimas his­ Pelayo: «El historiador se lanza al mundo poético de
torias acerca de la Jllagnltud ele los tesoros que dieron lo verosímil en alas de lo verdadero».
nombre y fama singulares al Templo del Sol. Y quién Por eso al encontrarse con el Templo del Sol, no
quita que sean tales las maravilJas con que nos grati­ se contentaron con describirlo a secas, excusando pon­
fiquen las excavaciones que se adelantan por los lados deraciones, sino que atendieron a magnificarlo decoro­
de Sogamoso, que si no alcanzan a entrar en paran­ samente.
gón ni a competir con la grandeza del otro Templo Oigamos a fray Pedro Simón : «En el cual (habla
del Sol descubierto en el Cuzco (cuya primera descrip­ del Templo) entraron a la callada y con el silencio de
c�ón fue obra de Garcilaso de la Vega y cuya mejor l a noche, pasada_s ya. algunas horas de ella,• Miguel
noticia se debe en estos días al señor Walter Lheman) (i), Sánchez y Juan Rodríguez Parra, soldados de mucho
sí basten a Ilustrar gloriosamente la opulencia de nues­ valor y brío, rompiendo las cerraduras de las puertas,
tros antepasados. que eran muchas vueltas de cordeles, y ellas de caña,
( 1) Véase The Illustrated London News, número 4.425.
,
LEYENDA DEL TEMPLO DEL SOL 233
232 REVISTA DEL COLEGIO DEL ROSARIO � ���
barbacoas o poyos de'caña, que deb!er�n ser de gente
Y tan bajas que se entraba a gatas, y con hachones
calificada ; todos revueltos en finas telas de algodón
de paja encendida, comenzaron a desvolver el Templo» ( 1 ).
con muchas joyas de oro fino de diversas hechuras y
Nadie negairá que estas líneas dejan en el ánimo
muchas sartas de cuentas» ( 1 ).
una impresión de majestad y de misterio tan grandes·
Un poco después iluminan el recinto las siniestras
que no llega a desvirtuarla ese pormenor· humilde de
claridades de un Incendio que se propaga rapidísima­
las puertas d� caña con ataduras de cordeles,- otros datos
mente; «para ocuparse en los despojos de los muertos
vienen en seguida a fomentar la exaltación de la fan­
le_s fue forzoso (a los dos soldados) desocupar las ma­
tasía o, cuando menos, a predisponerla en favor de las
nos de las hachas, poniéndolas en el suelo, - sfo dejar­
imágenes raras y maravillosas. «Lo primero con que
les la codicia advertir que se habían de pegar al es­
toparon· fue con un viejo muy cano y de una barba
partillo, como lo hizo, yéndose quemando sin alzar lla­
larga, ctue fue la primera que hasta allí habían visto
ma hacia una pared que éstaba forrada de carrizo seco
en indio; por ser, como·' hemos dicho, todos desbarba­
de arriba a abajo, pegóse comenzando luégo a levan­
dos, y así por cosa peregrina lo debieron de tener por
tar llama y· tomar tántas fuerzas, que cuando volvieron
jeque o mohán (qu� es tanto como sacerdote entre nos­
la cabeza los soldados, no b.istaron las suyas a apa­
otros), para guarda y servicio de aquel tan famoso tem­
garla, y así, tomando del oro y rancheo que tenían
plo, y el que hacía las ofrendas y daba al pueblo las
junto, todo cuanto pudieron lograr, dejando 1� demis
respuestas de lo que le pedían al demonio, y como mi­
encomendado al fuego, salieron fuéra ....» ( 2 ).
nistro fiel suyo hizo aguella fineza de no huir, cuando
«Dejando lo demás encomendado al fuego». ¿ Quién
los demás, por no dejar desamparada la majestad del
no se imagina, al leer esta frase, una de aquellas pi­
Templo, en quien toda la tierra tenía puesta su con­
fianza» (2). ras enormes que los antiguos alzaban en homenaje a
Al llegar aquí los lectores van sucumbiendo al he­ sus héroes para que ardiesen juntamente los cadáveres
chizo de lo fantástico y arcano; ese viejo silencioso y y las riquezas que dejaban los difuntos? .No faltan aquí

con barbas nunca antes vistas entre los indios, semeja los cadáveres, abundan las riquezas y es inmensa la
una aparición; hácese sentir el demonio en mitad de hoguera, porque el Templo-advierte fray Pedro-«en
la cláusula y la fraso noble y .rotunda con que termi­ un punto se vido todo el arder».
na el período, suena como una evocación del poderío Y con antecedentes de esta especie, ¿qué no podrían
divino de Remlchinchagagua y nos trae un eco de las y deberían fantasear los lectores y el mismo fray Pe­
preces que le ofrecían lejanas e incontables muchedum­ dro, en lo tocante a la mole y opulencia del Templo,
bres. al enterarse de que· «en lo que sí hubo verdad infal[.
También los muertos acuden a la escena. «Los sol­ ble, fue que duró el fuego, · sin acabarse ni dejar de
dados-dice fray Pedro-comenzaron a hacer despojo humear, un año entero, y memoriales han venido a mis
en unos cuerpos secos que estaban puestos en unas manos-sigue diciendo el padre Simón-que afirman
haber durado cinco años, sin que aguaceros de tanto
(r) Noti"cias historiales, volumen 2.º, página 196, ed. Bog o­
tá, 189 r. (1) L. c., página 197.
(2) L. c., página 197.
(2) L. c., página r97.
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tiempo y tan grandes como los' vemos por aquel país, jaron sepultadas. Mucho tiempo duró el incendio, porque
bastasen a .apagarlo del todo, en todo aquel tiempo de fue mucho lo que tuvo que gastar la llama; no me· atre-.
un año, que el de· cinco paréceme mucho tiempo» ( 1 ). veré a determinarlo por no peÚgrar entre malos cre­
Finalmente, a despecho de la realidad que no mos­ yentes» (1).
traba en el Templo del Sol sino aifombras <tde espar­ Pero antes que Piedrahita refrendase la leyenda del
tillo seco y menudo, paredes forradas en carrizo seco Templo del Sol, Joan de Castellanos había contribuído
y estructura deleznable», al fin como de paja, la ima­ poderosamente a autorizarla poniéndola en forma poética
ginación haciendo caso omiso de estos detalles, se adue• y facilitando con esto su difusión entre las gentes.
ñó del miserable santuario, y lo entregó a la posteri­ Oigámosle también:
dad, rodeado de prestigios diabollcos y consagrado con
Et fuego en esta casa fue durable
ritos sangrientos y horrorosos. «Y para más fortalecer­
espacio. de cinco años, sin que fuese
lo, les había aconsejado el enemigo del género humano
invzerno parte para consumz'rto;
que cuando hincaran los maderos en la tierra, pusieran
'J' en· este tiempo nunca faltó humo
debajo un indio esclavo, para que plantados sobre carne
en el compás y sitio donde estaba;
y sangre humana, fuera su duración perpetua ; mentira
tanto grosor tenia la cubierta,
bien manifiesta de el que es padre de ellas, pues ni esta
gordor 'J' · corp1tlencia de los palos
crueldad que usaron en su fábrica, ni tres puertas que
sobre, que fue la fábrica compuesta ( 2 ).
tenía una sobre otra, ni otros ornatos, todo en orden a
su perpetua duración, se la pudo dar, ni defensa contra Para mí no es dudoso que esta noticia de la dura­
.t
ción increíble del incendio, tradicionalmente conservada
el ímpetu del fuego» (2).
por el pueblo y jamás contradicha por nadie, fue lo que
V_éase ahora cómo el Templo del Sol, rústico adora­
más obligó a los historiadores a esmerarse tánto en las
torio de los Indios y bohío principal de Sogamoso y de
su valle (que en aquel tiempo se llamaba_ Iraca), adquie­ descrl?ciones <lel Templo, que al fin lograron ponerlo
re prop_orcíones monum�ntales · y aspecto suntuoso al en condición y categoría de maravilla sin semejante.
ser tocado por la elocuencia del obispo Fernández Ple­ Y si m e preguntaran cómo vino a creerse en un incen­
drahita: «Ningún volcán se mostró más ardiente en el dio, no digamos de cinco años, sino de uno sólo, yo
arrebatado curso de sus llamas que este edificio avivado resp ondería con el padre Aguado, que es el más sobrio
de los soplos del viento, siendo lastimoso espectáculo de nuestros cronistas, que «la causa de durar tánto el
de aquellos tiempos, considerada la majestad de su fá­ fuego dicen haber sido la mucha paja que sobre sí tenía,
brica, la grandeza de sus tesoros y la curiosidad de que conservaba después de quemada el fuego en los
sus �rreos; y si a los ojos de los bárbaros fue objeto maderos gruesos que debajo de esta ceniza estaban» (3).
de lagrimas por el violento destrozo de Jo más sagrado Hízose allí, en otros términos. un horno grandísimo por
que veneraban, no fue menos lastimoso a los españoles el estilo de éstos que se usan en La Calera para labrar
por las esperanzas que entre las ruinas del fracaso de- el carbón vegetal, y como reparasen algunos en que me-
( 1) L. c., página 197. (1) Historia General de las Indias, página n8, Bogotá, 1881.
(2) L. c., página 198. (2) La cita es de Piedrahita, página u9.
(3) Aguado, Rec. Hist., página 159.
LELENDA DEL TEMPLO DEL SOL
REVISTA DEL COLEGIO DEL ROSARIO

ses después del incendio todavía se hallaban tizones y * * *


rescoldo debajo de las cenizas, cundió la noticia, pon­ Al estrago que hicieron las llam,as en el Templo del
deróse el suceso y de exageración en exageración, más Sol no podemos calificarlo .de definitivo, porque preci­
fáciles a medida que el acontecimiento iba alejándose, samente de entre esa� cenizas surgió el Templo le­
llegó a estimarse la duración del incendio hasta en seis gendario y magnífico que estábamos acostumbrados a
años, como se dirá más adelante. imaginar en las cercanías de Sogamoso. Como el fénix
A los ojos de Strauss, esto sería un ejemplo del mito­ renace de sus propias pavesas, así renació de las suyas
histórico. Cuádrales en realidad a estos seis años de com­ el adoratorio muisca a impulsos de la fantasía, y fue
bustión aquello de que «un hecho rigurosamente histó­ en esta segunda existencia que le procuró la leyenda,
rico puede revestirse de formas diversas merced a la mucho más imponente, rico y majestuoso de lo que ha­
índole de los antiguos y al lenguaje que les era inspi­ bía sido en la realidad. Y fue también más duradero ;
rado por su mucha Imaginación». La de los indios y porque el Templo del Sol que nos dieron a conocer los
conquistadores no sería muy brillante y p�r eso se con­ cronistas subsistió en la memoria de los hombres por
tentó con multiplicar el tiempo y convertir dos o t�es cuatrocientos años, no bien cumplidos; mas de !eguro
meses en seis años. no alcanzó a tánto el Templo del Sol que fabricaron los
Admitidos estos seis años, fue preciso buscarles una indios a la entrada del valle de Monqulrá.
causa o razón suficentes y para ello hubo que convertir Si el Templo real y verdadero sucumbió allá hacia
el Templo del Sol en la más señalada fábrica o monu­ la mitad del -siglo XVI por la codicia desapoderada y
mento de los muiscas. Oponíanse a este propósito el ciega de los buscadores de tesoros, ahora parece que
buen juicio y la templanza del padre Aguado, pero pudo está suc umbiendo el Templo fantástico por la codicia
más el apetito de cosas maravillosas, y el Templo de noble e inteligente de los que andan en pos de la ver­
Sogamoso guardó su fama durante los tiempos colonia­ dad histórica. Entre las llamaradas q�e engendró el des­
les y con ella incólume pasó a la época republicana, -cuido de unos soldados se desplomó el bohío que alzaron
como nos lo atestigua el señor Groot, quien, dicho sea los indígenas, y ante la luz que esparcieron las solicitudes
de paso, cuidó de añadir otro dato importantísimo para e investigaciones de los peritos oficiales ( 1 ), va a desva­
engrandecer aún más la idea que entonces se tenía del necerse para siempre jamás el Santuario que fantasearon
Templo: «Como el edificio era tan grande y todo de los cronistas.
maderas y paja,· se levantaron tales llamas, que no sólo Porque de este Templo de tánta majestad, «en quien
iluminaban toda la ciudad, sino aun muchos de los cam­ toda l a tierra tenía puesta su confianza»-sorr palabras
pos circunvecinos. Los cronistas antiguos atestiguan -de fray Pedro Simón-ya no nos queda sino una choza
que el fuego se conservó hasta por seis años bajo las de 114 metros de circuito, y de esas ·columnas que no
ruinas del Templo, cuyas columnas eran de maderas tan alcanzaban a abarcar cuatro hombres con los brazos
fuertes e incorruptibles como el guayacán, tan gruesas abiertos, no quedan sino unos maderos de 80 a 90 cen­
que no alcanzaban a abrazarlas cuatro hombres con los tímetros de diámetro.
brazos abiertos» ( 1 ).
( 1)El General Carlos Cuervo Márquez y el doctor Gerardo
(r) Historia Ecle., ;te., volumen I. página 39, ed. de r869. Arrubla.
REVISTA DEL COLEGIO DEL ROSARIO LEYENDA DEL TEMPLO DEL SOL
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Así lo atestigua la Comisión oficial que despachó el sabe tan sólo que los soldados que a él entraron, vieron
Gobierno de la República ( 1) para explorar el sitio y unos cuerpos humanos momificados que reposaban sobre
estudiar las reliquias del Templo de Sogamoso; y no barbacoas o poyos de caña, envueltos en finas telas de
· puede úno r!;lsolverse a seguir cr�yendo en esa magnifi­ algodón y adornados con joyas de oro y sartas vistosas
cencia legendaria ni a fomentar la ilusión de que que­ de cuentas» (1).
den por descubrir algunas maravillas de esas con que Peró nadie se resigna fácilmente a ver empobrecido
soñaron los historiadores, si se atiende a que la Comi­ el Templo del Sol y convertidas su majestad y su opulen­
sión mentada juzgó suficientes dos días para esclarecer cia e n humo fantástico. Otro tanto nos acontece a/los
el asunto, recoger tradiciones, dictar una confer-encla. que mira�o� y acogemos con predilección toda leyenda,
Interrogar testigos y hacer excavaciones en el predio y así es muy natural que haya empeño en conservar a
de «Los Solares», que será famoso en adelante, porque todo trance esa idea de las riquezas pasmosas recatadas
allí es donde con mayor verosimilitud puede situarse el en e l adoratorio de Suamox. Se dice, pues, a este pro­
Templo muisca (2). pósito : «Sobrado tiempo tuvieron los aborígenes para
No yaya a creerse, sin embargo, que lo somero de poner a buen recaudo lo mejor de los tesoros de Suamox» (2).
estas pesquisas y la celeridad con que se llevaron a cabo, Desgraciadamente, no es esta la opinión del obispo
autoricen a nadie para suponer que el historiógrafo Lucas Fernández de Piedrahita, el cual, después de re­
Arrubla Y el arqueólogo Cuervo Márquez desestimaron el ferir cómo «los indios sacaron mucha parte de las ri­
monumento indígena y menoscabaron su importancia. quezas que tenían en sus casas y adoratorios», concluye
Consideraron, por el contrario,.que si los restos y vestiglos con esta frase: «aunque del Templo mayor (o porque
del adoratorio no dan de sí cosa mayor, ni pueden pro- fuese religiosa atención, o por cosa común y lo más
. meter ulteriores revelaciones, todavía puede salvarse algo cierto, -porque no fue posible) no pudieron sacar la ri­
Y mucho de lo que nos trasmitió la tradición colonial� queza que bastara para el remedio de muchos, si pu-
de ahí que la comisión dijera: «La fama del Templo no diera lograrse» ( 3).
ha de entenderse por la belJeza o magnificencia de su Quien lea estas líneas, supongo que acudirá luégo a
arquitectura, sino por las riquezas que encerraba> ( ). defender la conjetura opuesta con estas otras que figuran
3
Homenaje es éste tributado al testimonio de Piedra­ en el informe oficial de la comisión arqueológica:
bita, que habla de «la grandeza de los tesoros del Tem­ «Existe otra circunstancia muy digna de apuntarse,
plo y de la curiosidad de sus arreos>; pero yo no sé y es la del hallazgo en el mismo sitio de que se trata,
si
tendremos· que rebajar estos cálculos y confinarlos en el de gran cantidad de ojetos de oro, piedra y arcilla, ca­
dominio de la leyenda, por cuanto a ciencia cierta no racoles, sartas de cuentas. etc.. que bien pudieron ha­
con ��ª que tales riquezas existiesen fuéra de la imagl ber sido las ofrendas hechas a la divinidad tutelar del
­
nacton de los cronistas. El mismo doctor Arrubla así Santuario, que se guardaban en alcancías o gazofilaclos.
lo
reconoce: «De los tesoros encerrados en el Temp
lo, se y téngase presente que el lugar en donde se alzó el
(r) Comisión oficial. El Nuevo Tiempo, marzo
28 de 1924• ( 1) .Santa Fe y Bogotá, L. e.
(2) El Nuevo Tiempo, L c.
(3) Santa Fe y Bogotá, mayo de 192 , págin (2) Santa Fe y Bogotá, L. c.
4 a 27 e. (3) Santa Fe y Bogotá, L. c.
REVISTA DEL COLEGIO DEL ROSARIO LEYENDA DEL TEMPLO DEL SOL
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desdicha­
Templo tuvo · que tentar la codicia de los buscadores de ; n o quedará de todo ello sino «lev es c enizas
ciones pa­
tesoros desde la época d e la conquista, quienes, segu­ das» que vuelen por los campos de las tradi
desaparece:,
ramente, practicarían numerosas excavaciones» ( 1 ). trias ? De la leyenda que estamos ·v iendo
tajada hermosura, de mas
¿ No es cierto -se dirá-que bastan y sobra n esos e·no surgirá otra de más av en
ficado �•
hallazgos y estas excavaciones para confirmarnos en la largos alcan ces y de más profun do signi
tiene que
opinión de que abundaron el oro y las preciosidades en Por mi parte, no solamente creo que así I
a futura ten­
el santuario muisca? suced er, sino que sospecho que esa l eyend
lo muisca.
A lo cual respondería yo que ello es algo problemá­ drá por asunto la glorificación del pueb
años para
tico , visto que casi todas las tradiciones relativas a t e­ Ignoro si serán menester pocos o muchos
ar al i n dio que
soros en terrados y a e n cuentro de guacas y santuarios, con struír la tal ley e nda y para transfigur
su raza un sím­
como decimos por acá, suelen andar mezclados con mil habitó estas tierras y hacer de él y de
es que el ger­
suertes de exageraciones, y de ordinario se reducen a bolo ideal e imperecedero ; lo que sí sé
ya en n uestros
puros embelecos, trampa n tojos y quimeras que abultan men de su glorificación advenidera vive
eólogo Cuer­
Y magnifican algún hallazgo de m enor cuantía. Y en ánimos y que allí fueron a buscarlo el arqu
de existencia
cuanto a las excavacion es que ha n venido haciéndose vo y el historiador Arrubla para darle fe
que piden
«desde la époc� de la conquista», es muy de sentir que con e sas palabras fin ales d e su informe
en
conmemora­
la comisión oficial no nos haya dicho si al revolver y al Gobierno <;la erección de un monumento
ón aborigen Y
estudiar el terreno de «Los Solares», halló rastros y tivo que perpetúe el recuerdo de la naci
ización Y de
pruebas de ese rebusco perti n az, ahincado y codicioso sea símbolo de sus tradiciones, de su civil
que se mencion a en el I nforme re ndido. sus infortunios».
que hay
En suma, es bien posible que el predio y jurisdicción De éstos, sobre todo, porque lo más excelso
de «Los Solares» no haya atesorado más riquezas que el e n el i n dio son sus dolores
, conforme a 1� que dijo Juan
lágrimas, yo
«Pozo de Dona to», donde se cuenta que fueron lanzadas Montalvo : «Si mi pluma tuviera dón de
llorar al
las enormes riquezas del Cacique de Tunja. P ero no hay escri biría un libro titulado l!.l Indio, y haría
que olvidar que éstos son «rastros y noticias ·ciegas», mundo».
LUIS SoRACTA
como dice fray Pedro Simón.
Colegial
* **
Hacia 1537 las llamas destruyeron el T emplo d el
Sol, que ten ían los mulscas en Sogamoso (2); en n uestros
días el examen crítico de las crónicas antiguas y de los
restos arqueológicos ·acabará con el Templo lege n dario
Y fabule so que fraguaron los historiadores coloniales •
'
(1) Santa Fey Bogotá, L. c.
(2) Moscas o muiscas, llama el padre Simón a los
indios habi­
tadores de Bogotá y Tunja, L. c., página 1 _
93

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