La Gata Sobre El Tejado de Zinc Caliente

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LA GATA

SOBRE EL TEJADO
DE ZINC CALIENTE
de

Tennessee Williams

Versión de Ana Diosdado


Un día de verano en la casa de un hacendado, en el delta del Missisippi.
Es la hora del crepúsculo. En primer plano: un dormitorio y un salón que
dan sobre una varanda. Muebles sencillos de bambú. El espacio ha de
guardar una gran unidad de tiempo y lugar. La acción transcurre por la
tarde: dentro de la casa, un rico hacendado festeja su sesenta y cinco
aniversarios. Junto a la alegría se detecta, igualmente, inquietud.
PRIMER ACTO

La puerta del baño, abierta a medias. Alguien se está duchando dentro.


Una bonita joven, con expresión de ansiedad, entra en el dormitorio y se
acerca a la puerta del baño.

MARGARET.- (Intentando cubrir el ruido del agua.) ¡Uno de esos monstruos


cuellicortos me ha puesto perdida! ¡He tenido que subir a cambiarme!

(En sus largos parlamentos, MARGARET usa los trucos vocales de un


sacerdote que entonara una canción litúrgica. A veces introduce un
pequeño canturreo en mitad de una frase.
El agua deja de correr y BRICK le habla, sin que aún se le vea. Su tono
es fingidamente cortés, un tono que encubre indiferencia o algo peor y
que mantiene siempre que habla con MARGARET.)

BRICK.- ¿Qué decías, Maggie? Con el ruido del agua no te oía.

MARGARET.- Nada, que... Bueno, sólo decía que uno de esos monstruos cuellicortos
me estropeó el vestido, así que tuve que subir... ¡a cambiaaarmel

(Abre y cierra a golpes los cajones del armario.)

BRICK.- ¿Por qué llamas monstruos cuellicortos a los críos de Gooper?

MARGARET.- Porque lo son. No tienen cuello. ¿No es suficiente motivo?

BRICK.- ¿No tienen cuello?

MARGARET.- Por lo menos no se les ve. Parece como si tuvieran una cabeza gorda
directamente pegada a un cuerpecito gordo.

BRICK.- ¡Es terrible!

MARGARET.- Sí, sobre todo porque si no tienen cuello no hay manera de retorcérselo.

(Se quita el vestido y queda en combinación, una combinación de seda y


encaje color marfil.)

MARGARET.- Monstruos cuellicortos. Eso, eso es lo que son.

(Desde abajo se oye gritar a los niños.)

MARGARET.- ¿Pero tú los oyes? ¿Tú los oyes gritar, mi vida? Me pregunto dónde
tendrán las cuerdas vocales, porque cuello, desde luego, no tienen.
Durante la cena me han puesto los nervios de punta. Ha habido
momentos en que me apetecía echar la cabeza hacia atrás y gritar hasta
que me oyeran en la China. Se me ocurrió decirle a tu deliciosa cuñada:
«Mae, bonita, ¿por qué no das de comer a estos adorables niños en una
mesa aparte, a ser posible cubierta de hule? Es que lo ponen todo perdido,
y como el mantel es de encaje ...» Se le pusieron los ojos cuadrados,
«Pero ¿qué dices, Maggie? ¿El día del cumpleaños del abuelo? Él no me
lo perdonaría nunca.» Bueno, pues el abuelo no llevaba ni dos minutos
sentados a la mesa con aquellos cinco monstruos cuellicortos, que
manoseaban y babeaban la comida, cuando soltó el tenedor y gritó:
«Gooper, por el amor de Dios, llévate a estos cerdos a comer a la cocina
en un abrevadero!» ¡Fue genial, yo me quise morir... ¿Tú te das cuenta,
Brick? Tienen ya cinco Y están esperando el sexto. Y se traen aquí a toda
la manada como si fueran animales de feria. ¡Y no paran de pedirles que
hagan gracias!... «Mi amor, enséñale al abuelito cómo haces esto,
¡enséñale al abuelito cómo haces lo otro! ¡Anda, di un versito para que
te oiga el abuelo, corazón! ¡Que vea el abuelito cómo haces el pino!» Y,
por supuesto, pinchando, siempre que pueden, con que si tú y yo no
tenemos hijos... Ni que decir tiene que, a mí, lo que me da es risa, pero a
veces... bueno, a veces me molesta porque está muy claro adónde quieren
ir a parar.

BRICK.- ¿Adónde quieren ir a parar, Maggie?

MARGARET.- ¡Sabes perfectamente adónde quieren ir a parar!

BRICK.- (Apareciendo.) Pues no. No se adónde quieren ir a parar.

(Se queda junto a la puerta del baño, secándose el pelo con una toalla y
apoyándose en el toallero, ya que tiene un tobillo escayolado.
BRICK tiene ese encanto adicional, ese frío aire de desinterés que
caracteriza a la gente que ha dejado de luchar. De vez en cuando, sin
embargo, algo vuelve a encenderse en él, algo como un relámpago en
un cielo despejado, algo que demuestra que en el fondo de sí mismo está
muy lejos de sentirse tranquilo. Tal vez una luz más potente haría visible
en él un principio de desintegración, pero la luz tenue, todavía cálida,
de la galería le trata con benevolencia.)

MARGARET.- Pues yo te diré adónde quieren ir a parar. A quedarse con tu parte de la


herencia. Y ahora... (Se interrumpe. Su voz se hace más grave, como si
le diera un poco de vergüenza lo que va a decir.)
... Bueno, y ahora que sabemos que papá se está muriendo de... de
cáncer...

(Se oyen voces desde abajo. MARGARET alza sus hermosos brazos
desnudos y se empolva las axilas, suspirando. Corrige el ángulo de un
espejo para arreglarse el maquillaje. Luego se pone en pie, incómoda.)

MARGARET.- ... En esta habitación hay tanta luz que...


BRICK.- (Seco.) ¿Lo sabemos?

MARGARET.- ¿El qué?

BRICK.- Que mi padre se está muriendo de cáncer.

MARGARET.- Lo han dicho hoy.

BRICK.- Ah...

(MARGARET deja caer las persianas de bambú, que dibujan sobre la


habitación sombras alargadas de reflejo dorado.)

MARGARET.- Me acabo de enterar, y la verdad es, que no me sorprendió, mi vida.

(Su voz es potente y musical. A veces desciende hasta parecerse a la de


un chico, y uno se la imagina jugando a juegos de niño de pequeña.)

MARGARET.- … Cuando vinimos, la primavera pasada, reconocí todos los síntomas, y


te apuesto lo que quieras a que tu hermano y su mujer también se dieron
cuenta ¡De ahí que en vez de irse a la playa, como todos los años, hayan
decidido pasar el verano aquí con todos los enanos chillones de su tribu!
Y de ahí las alusiones que hacen constantemente a Rainbow Hill. ¿Tú
sabes lo que es Rainbow Hill? Una clínica famosa por tratar a todos los
alcohólicos y drogadictos del cine.

BRICK.- Pero yo no hago cine, Maggie.

MARGARET.- Claro, ni tomas drogas. Pero por todo lo demás eres el candidato perfecto
para Rainbow Hill, mi vida, y allí es donde quieren mandarte. ¡Aunque
para eso tendrían que pasar sobre mi cadáver! ¡Sí, tendrán que pasar
sobre mi cadáver, pero lo intentarán con toda su alma! Entonces tu
hermano manejaría los cordones de la balsa y nos daría una limosna de
vez en cuando. Hasta podría conseguir un poder para firmar cheques en
nuestro nombre y cortarnos el crédito cuando le diera la gana. ¡Hijo de
puta!... ¿Te gusta la idea, mi vida?... La verdad es que tú se lo estás dando
en bandeja, pareces su cómplice... Dejas de trabajar, bebes como un
loco… Y la otra noche no se te ocurre más que romperte un tobillo. en
el campo de deportes de la Facultad... ¿Y haciendo qué? ¡Saltando vallas
a las dos de la mañana! ¡Maravilloso! ¡Para que saliera en todos los
periódicos! Un relato de alto interés humano sobre un conocido exatleta
que hace una exhibición en solitario en el campo de deportes de su
antigua Facultad, ¡pero que no se encontraba en condiciones físicas y no
consiguió salvar la primera valla!
(Durante este rápido torrente de palabras, BRICK se recuesta con
negligencia sobre la blanca superficie de la cama y se coloca, con mucho
cuidado, de lado o boca abajo.)

BRICK.- ¿Estabas diciendo algo, Maggie?

MARGARET.- Digo que por lo menos te queda un tanto a favor, un tanto importante.
Tu padre te adora, mi vida. Y, en cambio, no soporta a tu hermano ni a
esa coneja que vive con él. ¡No la puede aguantar! ¿Sabes cómo lo sé?
Por detalles. Por ejemplo, la expresión que le cruza por la cara cuando la
oye discursear todo su repertorio de lugares comunes. Como eso que
cuenta de que rechazo la anestesia cuando dio a luz a los mellizos.
«¡Porque la maternidad es una experiencia grandiosa que la mujer tiene
que experimentar plenamente!» «¡Para darse cuenta hasta el fondo de
toda la maravilla y la belleza que encierra la maternidad!» ¡¡Ja!!

(Acompaña este fuerte «ja» con alguna acción violenta, como, por
ejemplo, cerrar de golpe un cajón.)

…¡Y como se empeñó en que su marido entrara y se quedara junto a ella


durante el parto para que disfrutara también del éxtasis de tanta maravilla
y belleza!... Y todo para no fabricar más que monstruos cuellicortos.

(Este tipo de comentarios resultarían antipáticos en cualquier otro, pero


MARGARET los dice con una gracia especial. Sus ojos centellean y su
voz tiembla con una risa que es en el fondo indulgente.)

Papá piensa de ellos lo mismo que yo. Y de mí… bueno, como le hago
gracia, me soporta. Incluso... a veces tengo la impresión de que
inconscientemente a papá le gusto yo más de la cuenta.

BRICK.- ¿Qué te hace pensar que le gustas a papá más de la cuenta?

MARGARET.- El modo en que me recorre el cuerpo con los ojos cuando le estoy
hablando, el modo en que me mira los pechos y se pasa la lengua por los
labios. ¡Ja, ja!

BRICK.- Tienes una manera de hablar repugnante.

MARGARET.- ¿No te han dicho nunca que eres un mojigato? ¡A mí me parece de lo


más tierno que ese viejo con un pie en el otro mundo, sea todavía capaz
de fijarse en mi cuerpo como mi cuerpo se merece! ¡Ah! ¿Sabes otra
cosa? ¡Papá no sabía cuántos descendientes habían fabricado Mae y
Gooper! «¿Cuántos hijos tenéis?», les preguntó en la mesa, ¡como si los
acabara de conocer! Mamá le llamó bromista, pero yo te juro que no
estaba bromeando. Y cuando le informaron de que ya tenían cinco y
estaban a punto de soltar el sexto... la noticia no pareció gustarle nada.
(Los niños gritan abajo.)

… ¡Seguid! ¡Seguid gritando, monstruos!

(Se vuelve hacia BRICK con una sonrisa repentina, alegre y


encantadora, sonrisa que se borra al comprobar que él no la mira, sino
que contempla con cierta inquietud el dorado espacio que va
oscureciendo. Este rechazo constante es lo que la vuelve irritable.)

... Pues sí, tendrías que haber bajado a cenar, mi vida.

(Cada vez que lo llama «mi vida» la expresión es como una suave
caricia.)

¿Sabes una cosa? Papá..., conste que yo lo adoro y que es la persona más
encantadora del mundo, pero cuando come no levanta los ojos del plato,
como si no quisiera ver nada más.

(MARGARET lanza una risita, avanza y recrea la escena con la voz y el


gesto.)

... Todos los monstruitos cuellicortos estaban alrededor de la mesa, unos


sentados en sillas altas y otros encima de las enciclopedias, con gorritos
de papel en honor del cumpleaños del abuelito... ¡Ah! Y tu hermano y su
cómplice no dejaron de hacerse señas a codazos y a puntapiés. Parecían
tahúres desplumando a un novato. Hasta tu madre, y conste que yo la
adoro, pero no es precisamente una luz, acabó por darse cuenta y le dijo
a Gooper: «¿Se puede saber por qué os hacéis señas tu mujer y tú?» Casi
me atraganto con el pollo, te lo juro...

(Ante el tocador, MARGARET no puede ver a BRICK. Él la observa con


una mirada difícil de definir: ¿Divertida, escandalizada, despreciativa?
Un poco de todo y algo más.)

… Tu hermano sigue convencido de que dio un paso gigantesco en la


escala social cuando se casó con la señorita Flynn, de los Flynn de
Memphis.

(MARGARET se mueve por la habitación mientras habla. Se detiene ante


el espejo, luego sigue andando.)

...Pero yo le bajaría los humos con dos o tres cosas que sé. Los Flynn no
eran más que unos nuevos ricos, y encima acabaron perdiendo el dinero.
Trepadores, eso es lo que son. Una panda de trepadores.
(De pronto ve a BRICK en el espejo, ahoga una exclamación y se vuelve
hacia él. Cuenta hasta diez antes de hablar.)

... ¿Por qué me miras así?

BRICK.- (Silbando suavemente.) ¿Cómo, Maggie?

MARGARET.- (Con mucho interés, asustada). ¡Cómo me mirabas hace un momento,


antes de que te viera, por el espejo, antes de que te pusieras a silbar! ¡Se
me heló la sangre en las venas...! Últimamente te he sorprendido muchas
veces con esa mirada. ¿Qué piensas cuando me miras así?

BRICK.- No me di cuenta de estarte mirando.

MARGARET.- ¡Pues yo sí me di cuenta de que me mirabas! ¿En qué estabas pensando?

BRICK.- No recuerdo haber pensado en nada, Maggie.

MARGARET.- ¿Crees que no sé que...? ¿Crees... que no sé que...?

BRICK.- (Frío.) ¿Qué es lo que sabes, Maggie?

MARGARET.- (Esforzándose por encontrar la expresión exacta.) Que se ha producido


en mí una... repulsiva... transformación que me ha vuelto... ¡dura...
frenética! (Y añade, casi con ternura.) ... ¡Cruel! Eso es lo que llama tu
atención últimamente, ¿no? Claro. ¿Cómo no te ibas a fijar en ello?
(Poco a poco va recobrando fuerzas.) ... Pero es que... ¿Brick?

BRICK.- ¿Decías algo?

MARGARET.- Lo iba a decir. Iba a decir que me siento… sola. ¡Muy sola!

BRICK.- Todo el mundo se siente... solo ...

MARGARET.- ¡Pero vivir con alguien a quien se ama puede ser peor... que vivir
completamente sola!... Si la persona a quien amas no te ama...

(Se produce una pausa. BRICK avanza cojeando y le pregunta sin


mirarla.)

BRICK.- ¿Te gustaría vivir sola, Maggie?

(Otra pausa, después de que ella ahoga una exclamación de dolor.)

MARGARET.- ¡No!... ¡Dios mío!... ¡No me gustaría!


(Ahoga una nueva exclamación, dominando con esfuerzo lo que ha
debido ser un deseo de gritar. Deliberadamente y con trabajo recorre el
camino de vuelta al mundo en que se puede hablar de cosas corrientes.)

MARGARET.- … ¿Estaba buena el agua?

BRICK.- ¡Ahá!

MARGARET.- ¿Muy fría?

BRICK.- No, no...

MARGARET.- Pero te gustó.

BRICK.- Sí, me siento más fresco...

MARGARET.- ¡Yo sé de algo que te haría sentirse mucho más fresco!

BRICK.- ¿Qué?

MARGARET.- Una friega de alcohol. ¡O de colonia, una friega de agua de colonia!

BRICK.- Eso está bien para después de un deporte violento, pero yo ya no hago
deportes violentos, Maggie.

MARGARET.- Y, sin embargo, sigues en forma.

BRICK.- ¿Tú crees?

MARGARET.- Siempre creí que los hombres que bebían se estropeaban, pero es
evidente que me equivocaba.

BRICK.- Eres muy amable, Maggie.

MARGARET.- Tú eres el único bebedor que conozco a quien la bebida no ha llenado de


grasa.

BRICK.- No creas, Maggie. Estoy empezando a engordar.

MARGARET.- Bueno, eso le pasa a todo el mundo tarde o temprano. El mismo Skipper
empezaba ya a ... (Se interrumpe.) Perdona. Siempre acabo poniendo el
dedo en la llaga... Ojalá dejaras de ser atractivo. El martirio de Santa
Maggie sería mucho más soportable. Pero no tendré esa suerte: Hasta me
parece que estás más guapo desde que empezaste a beber.

(Desde abajo llegan los ruidos propios de un partido de crickett. El


golpear de los mazos, voces, cerca y lejos.)
... Lo que sí has tenido siempre es ese aire de indiferencia, como si
jugaras sin que te importase ganar o perder. Y ahora que has perdido...
Bueno, no. No has perdido. Ahora que has dejado de jugar, tienes ese
extraño encanto que sólo se da en algunos ancianos o en algunos
enfermos incurables: el encanto de los derrotados... Una actitud tan fría,
tan fría, tan envidiablemente fría... (Se oye música.) Se han puesto a jugar
al crickett. Ha salido la luna y tiene un color blanco, apenas un poco
amarillento... Eras un amante maravilloso... ¡Era tan hermoso acostarse
contigo! Más que nada, porque parecía darte lo mismo. ¿Me equivoco?
Jamás el menor asomo de ansiedad. Lo hacías siempre con facilidad,
lentamente, con una confianza absoluta y una calma perfecta. Parecía
más bien como si abrieses la puerta para dejar pasar a una señora o la
ayudaras a sentarse a la mesa; nada que ver con el deseo. Tu indiferencia
te volvía maravilloso para el amor... ¿Extraño?... Pero cierto... ¿Sabes?
Si creyera que nunca, nunca, nunca volveríamos a hacer el amor... bajaría
a la cocina, buscaría el cuchillo más largo y más afilado y me lo clavaría
directamente en el corazón. ¡Te juro que lo haría! Pero yo no tengo el
encanto de los derrotados, yo no he tirado la toalla, yo sigo jugando y
quiero ganar.

(Se oye el ruido de los mazos del crickett.)

... Esta noche, más tarde, te diré «Te amo», y puede que para entonces
estés lo bastante borracho como para creerme. Sí, están jugando al
crickett... Papá se está muriendo de cáncer... ¿En qué pensabas cuando
te sorprendí mirándome de aquella forma? ¿Pensabas en Skipper?...

(BRICK coge su muleta y se pon en pie.)

… ¡Perdóname, perdóname! ¡Pero las leyes del silencio no pueden servir


siempre! ¡Las leyes del silencio no pueden servir nunca!

(BRICK va hacia el bar, bebe rápidamente un sorbo y se frota la cabeza


con la toalla.)

… Las leyes del silencio no sirven... Cuando algo se envenena en la


memoria o en la imaginación, callarlo es como cerrar con llave la puerta
de una casa en llamas. No se apaga un incendio no haciéndole frente. El
silencio en torno a un tema no hace más que agravarlo. Crece y se
encona, se vuelve maligno... Vístete, Brick. (El deja caer la muleta.)

BRICK.- Dame la muleta.

MARGARET.- Apóyate en mi hombro.

BRICK.- ¡No quiero apoyarme en tu hombro, quiero mi muleta!


(Esto lo dice de un tirón, bruscamente, con la instantaneidad de un
relámpago.)

BRICK.- ... ¿Me vas a dar mi muleta o tendré que arrastrarme por el suelo y...?

MARGARET.- ¡Toma tu muleta, tómala, aquí la tienes! (Le tiende la muleta.)

BRICK.- (Cojeando.) Gracias...

MARGARET.- No deberíamos gritar. En esta casa las paredes oyen.

(Él se dirige nuevamente al bar para servirse más bebida.)

... Pero ésta es la primera vez desde hace mucho tiempo que te oigo
levantar la voz. ¿Es una grieta? ¿Una grieta en el autodominio?... Me
parece una buena señal... Señal de que aún le queda nervio al jugador de
la defensa...

(BRICK se vuelve y le sonríe fríamente por encima del vaso.)

BRICK.- Todavía no me ha llegado, Maggie.

MARGARET.- ¿El qué?

BRICK.- Ese chasquido que suena en mi cabeza cuando he bebido lo bastante para
sentirme tranquilo... ¿Quieres hacerme un favor?...

MARGARET.- No sé. ¿Qué favor?

BRICK.- ¡No levantes la voz, Maggie!

MARGARET.- (Con un suspiro ronco.) Te haré ese favor, hablaré susurrando o me


callaré del todo con tal de que tú me hagas un favor a mí y me prometas
que ése será el último whisky hasta después de la fiesta.

BRICK.- ¿Qué fiesta?

MARGARET.- La fiesta de cumpleaños de papá.

BRICK.- ¿Hoy es el cumpleaños de mi padre?

MARGARET.- ¡Sabes muy bien que hoy es el cumpleaños de tu padre!

BRICK.- No, no lo sabía. Se me había olvidado...

MARGARET.- Bueno, pues te lo acabo de recordar…


(Los dos se hablan casi sin aliento, como chicos después de una pelea,
aspirando profundamente, agotados y mirándose con una expresión
lejana, temblando y jadeando como si acabaran de separarse después
de una violenta lucha.)

BRICK.- Muy amable por tu parte, Maggie.

MARGARET.- Sólo tienes que garabatear unas líneas en esta tarjeta.

BRICK.- Hazlo tú, Maggie.

MARGARET.- Tiene que ser tu letra; es tu regalo. Yo ya le di el mío. ¡Tiene que ser tu
letra!

(La tensión se agudiza de nuevo, las voces se tensan una vez más.)

BRICK.- No le he comprado ningún regalo...

MARGARET.- Lo hice yo por ti.

BRICK.- Muy bien. Entonces escribe tú la tarjeta.

MARGARET.- ¿Para que se dé cuenta de que no te acordaste?

BRICK.- Es que no me acordé.

MARGARET.- ¡Él no tiene por qué saberlo!

BRICK.- No quiero mentirle.

MARGARET.- Basta con que pongas. «Con mucho cariño, Brick». Por favor...

BRICK.- No.

MARGARET.- ¡Tienes que hacerlo!

BRICK.- No, no tengo que hacer nada que no quiera hacer. Te olvidas
constantemente de las condiciones que puse para seguir viviendo
contigo.

MARGARET.- (Sin darse cuenta de lo que dice) Yo no vivo contigo. Sólo ocupamos la
misma jaula.

BRICK.- Ten siempre presentes las condiciones que acordamos.

MARGARET.- ¡Son inaceptables!


BRICK.- ¿Entonces por qué no...?

MARGARET.- ¡Cállate! ¿Quién anda ahí?... Hay alguien en la puerta.

(Pasos en el vestíbulo.)

MAE.- (Fuera.) ¿Puedo pasar?

MARGARET.- ¡Ah, eres tú! Claro. Pasa, Mae, pasa.

(Entra MAE, enarbolando un arco de mujer.)

MAE.- ¿Es tuyo esto, Brick?

MARGARET.- No, bonita; es mío. Lo gané en un torneo, en la Facultad. Me encanta


disparar con arco. ¿A ti no?

MAE.- Es muy peligroso dejar a mano una cosa así, en una casa llena de niños
rebosantes de vitalidad, que naturalmente se sienten atraídos por las
armas.

MARGARET.- Pues a esos niños llenos de vitalidad y que naturalmente se sienten


atraídos por las armas, habría que enseñarles a no tocar lo que no es suyo.

MAE.- Maggie, mi amor, si tuvieras hijos, sabrías que lo que acabas de decir, es
una tontería. Me harás el favor de guardar esto con llave y de poner la
llave en lugar seguro.

MARGARET.- No te preocupes, mujer, no era un plan para eliminar a tus niños.

(Sale MARGARET, llevándose el arco.)

MAE.- ¿Qué tal el tobillo, Brick?

BRICK.- No me duele, pero me pica.

MAE.- ¡Ay, tendrías que haber estado abajo después de la cena! ¡No sabes la
que organizaron los niños! ¡Todo un espectáculo! ¡Polly tocó el piano,
Sonny, el tambor! Luego apagaron las luces. y salieron Dixie y Trixie
bailando ballet, vestidas de lentejuelas! ¡Papá no cabía en sí de gozo!
¡Estaba como loco!

MARGARET.- (Desde el gabinete, con una carcajada nerviosa.) ¡Me lo imagino! ¡Y se


me destroza el corazón de pensar que nos lo hemos perdido!

(MARGARET, vuelve a entrar.)


... Pero, Mae, ¿por qué les pusiste a tus hijos nombres de perro?

MAE.- ¿Nombres de perro?

(MARGARET ha formulado su pregunta dirigiéndose a levantar las


persianas de bambú, ya que la luz del atardecer ha disminuido. Al pasar
frente a BRICK, le hace un guiño de complicidad.)

MARGARET.- (Dúlcemente.) ¡Dixie, Trixie, Sonny, Polly!... nombres de perro. De


perros de circo.

MAE.- Maggie...

(MARGARET se vuelve con una sonrisa.)

... ¿Por qué eres tan mala? Pareces una gata.

MARGARET.- ¡Es que soy una gata!... ¿No sabes aguantar una broma, Mae?

MAE.- Una broma graciosa, sí, pero...

(Alguien llama desde abajo « ¡MAE! », y ella corre hacia la puerta.)

... ¡Ya van a hacer la segunda parte!

(Sale MAE.)

MARGARET.- Perros de circo.

BRICK.- Maggie, con soltar impertinencias no arreglas nada.

MARGARET.- ¡Ya lo sé!... Pero ¿por qué me he vuelto mala? ¡Porque estoy comida por
la envidia y vivo en una perpetua tensión!... Te he sacado el traje de
shantung que compramos en Roma, el que me gusta tanto, y una de tus
camisas de seda. Voy a ponerle los gemelos. Los zafiros son una
maravilla y nunca consigo que los lleves.

BRICK.- No puedo ponerme los pantalones con la escayola.

MARGARET.- Claro que puedes; yo te ayudo.

BRICK.- No me voy a vestir, Maggie.

MARGARET.- ¿No quieres ponerte un pijama de seda?

BRICK.- Bueno, eso sí.


MARGARET.- Gracias, muchas gracias.

BRICK.- No hay de qué.

MARGARET.- ¡Brick! ¿Hasta cuándo tiene que seguir esto? ¿Este castigo? ¿No he
cumplido ya suficiente condena? ¿No puedo pedir una... reducción por
buena conducta?

BRICK.- Maggie, me estas amargando el whisky. Últimamente, por el tono de tu


voz da la impresión de que llegas corriendo para anunciar una catástrofe.

MARGARET.- No me extraña. No me extraña lo más mínimo. ¿Tú sabes cómo me


siento, Brick?

(Abajo, las voces de los niños y de los mayores se ponen a cantar.)

MARGARET.- ... ¡Me siento como una gata sobre un tejado de zinc caliente!

BRICK.- ¡Pues salta, Maggie, salta! ¡Los gatos saben saltar desde un tejado y
aterrizar, ilesos, sobre sus cuatro patas!

MARGARET.- ¡Ya lo creo!

BRICK.- ¡Entonces hazlo!... ¡Hazlo de una vez!

MARGARET.- ¿Que haga qué?

BRICK.- ¡Búscate un amante!

MARGARET.- ¡Ni siquiera veo a los demás hombres! ¡Hasta con los ojos cerrados te
veo sólo a ti! ¿Por qué no cambias, Brick? Por favor, ¿por qué no te pones
gordo y feo o algo así, para que yo pueda soportarlo?... ¿Cuál es el triunfo
de una gata sobre un tejado de zinc caliente?... Supongo que resistir en
él todo el tiempo que pueda...

(Corre hacia la puerta que da al corredor, la abre y escucha.)

¡Todavía sigue el concierto! ¡Muy bien, monstruitos, muy bien!

(Cierra la puerta con llave con una expresión feroz.)

BRICK.- ¿Por qué cierras con llave?

MARGARET.- Para conseguir un poco de intimidad.

BRICK.- Sabes que no puede ser, Maggie.


MARGARET.- No, no lo sé.

(Corre hacia las puertas de la galería y cierra las cortinas de seda rosa.)

BRICK.- No te hagas la tonta.

MARGARET.- ¡No me importa hacerme la tonta por ti!

BRICK.- Pero a mí sí me importa, Maggie.

MARGARET.- Deja de torturarme. No puedo seguir viviendo así.

BRICK.- Quedamos en que...

MARGARET.- ¡Ya lo sé, pero...!

BRICK.- ¡Tú aceptaste esa condición!

MARGARET.- ¡No puedo! ¡No puedo! ¡No puedo!

(Pone una mano sobre el hombro de él.)

BRICK.- ¡Suéltame!

(Se aparta de ella, se apodera del taburete del tocador y lo enarbola


como un domador frente a un león de circo. Una pausa, como si contara
mentalmente hasta cinco. Ella le observa con un puño apretado contra
la boca. Luego estalla en una risa aguda, casi histérica. Él resiste en su
actitud durante un momento, después sonríe y vuelve a dejar el taburete
en el suelo. MAMÁ llama a la puerta cerrada.) \

MAMÁ.- ¿Estás ahí, hijo?... ¿Brick?

BRICK.- ¿Qué hay, mamá?

MAMÁ.- (Fuera.) ¡Noticias maravillosas respecto a papá, mi vida! Quise decírtelo


en seguida...

(Mueve el picaporte.)

¿Por qué cerráis con llave? ¿Quién piensa que hay ladrones en mi casa?

MARGARET.- Es que Brick se está vistiendo, mamá.

MAMÁ.- ¿Y qué? ¿Supones que nunca he visto a Brick desnudo? ¡Vamos, abre de
una vez!
(Torciendo el gesto, MARGARET va a abrir la puerta. BRICK se dirige
cojeando rápidamente hasta el cuarto de baño y cierra la puerta de un
puntapié. MAMÁ ha desaparecido.)

MARGARET.- ¿Mamá... ?

(MAMÁ aparece por la galería, detrás de MARGARET, jadeando. Es


una mujer de unos sesenta años, siempre tensa, como un pugilista. Su
«familia» era quizá un poco superior a la de su marido, pero no mucho.
Lleva puesto un vestido de encaje negro o gris y por lo menos medio
millón de llamativas joyas. Es terriblemente sincera.)

MAMÁ.- (En voz alta, sobresaltando a MARGARET.) ¡Ya estoy aquí!... He tenido
que pasar por la galería de Mae y Gooper. ¿Dónde está Brick? Brick, mi
vida, sal de ahí; no tengo más que un segundo y quiero contarte lo de
papá... No soporto las puertas cerradas con llave.

MARGARET.- (Pretendiendo no darle importancia.) Ya lo había notado, mamá, pero la


gente necesita proteger su intimidad en algunos momentos, ¿no crees?

MAMÁ.- No. En mi casa, no. (Sin pausa.) ¿Por qué te has quitado el vestido? Te
quedaba precioso.

MARGARET.- Me quedaba precioso, pero uno de mis adorables vecinitos de mesa lo


usó de servilleta, así que...

MAMÁ.- ¡Brick, date prisa!... Lo que te pasa a ti, Maggie, es que no te gustan los
niños.

MARGARET.- ¡Los niños me encantan! ¡Me gustan muchísimo! ¡Pero bien educados!

MAMÁ.- (Suave, cariñosa.) Bueno, ¿y por qué no tienes unos cuantos y los educas
bien en vez de estarte metiendo constantemente con los de Gooper y
Mae?

GOOPER.- (Gritando desde la escalera.) ¡Mamá!... ¡Mamá!... ¡Estos señores se


van!... ¡Quieren despedirse de ti!

MAMÁ.- ¡Di que bajo en seguida!

(Se vuelve hacia la puerta del baño y grita.) ... ¿Hijo?... ¿Me oyes bien
desde ahí?

(Se oye una respuesta ahogada.)


…¡Acabamos de recibir un informe completo de la clínica!
¡Completamente negativo, mi vida! ¡Negativo de arriba abajo! No tiene
nada. Sólo una estupidez que se llama colon espástico. ¿Me estás
oyendo, hijo?

MARGARET.- Te está oyendo, mamá.

MAMÁ.- Pues vestíos. Vestíos los dos. Subiremos todos aquí, ya que Brick no
puede bajar... ¿Qué tal tiene el tobillo, Maggie?

MARGARET.- Roto, mamá.

MAMÁ.- Ya sé que se lo ha roto...

(En el vestíbulo suena el timbre de un teléfono.)

... Lo que quiero saber es si le sigue doliendo mucho.

MARGARET.- Me temo que no puedo darte esa información. Tendrás que preguntárselo
a él. (Corre hacia el teléfono.)

MAMÁ.- ...¿Sí?... ¿Sally?... Hola, Sally. Iba a llamarte ahora mismo para
contártelo... ¿Qué? (Alzando mucho la voz.) Escucha: ¡Tu hermano no
tiene nada grave! Nos acaban de dar el informe. Sólo tiene una cosa que
se llama colon espástico... ¡Espástico!

(Se asoma a la puerta y llama a MARGARET.)

Maggie, ven a contárselo tú a esta cretina. ¡Me ahogo si grito de esa


manera!

(Sale Maggie y habla dulcemente por teléfono.)

MARGARET.- ¿Tía Sally?... Maggie, la mujer de Brick... Me alegro de oírte. ¿Me oyes
tú a mí?... Sí, el informe de la clínica, eso es... Mamá te estaba diciendo
que papá sólo tiene un colon espástico... Espástico, eso es, tía Sally... De
acuerdo, de acuerdo. Hasta pronto...

(Cuelga un poco antes de que al otro lado haya terminado la


conversación. Entra de nuevo en la habitación.)

... Me ha oído perfectamente. ¡Siempre he dicho que lo que hay que hacer
con los sordos no es gritarles, sino pronunciar claramente!

MAMÁ.- Sally no es sorda, es tonta.


(Mamá ha estado haciendo cosas por la habitación, recogiendo ropa tal
vez. Alguien; la llama a gritos desde abajo y ella contesta también a
gritos.)

... ¡Ya voy!...

(Sale. Desde la puerta señala primero la puerta del baño y luego el bar,
preguntando por señas si BRICK ha estado bebiendo, MARGARET finge
no entender, inclina la cabeza y enmarca las cejas como si las señas le
resultasen incomprensibles. MAMÁ vuelve a acercarse a ella.)

... ¡No te hagas 1a tonta conmigo!... ¿Ha bebido mucho? Eso es lo que te
pregunto.

MARGARET.- (Con una carcajada.) ¡Bueno! Se tomó una copa después de cenar.

MAMÁ.- ¡No te rías! Hay hombres que dejan de beber cuando se casan y otros que
empiezan precisamente entonces. ¡Y Brick no probaba el alcohol antes
de...!

MARGARET.- (A gritos.) ¡Eso no es justo!

MAMÁ.- Justo o injusto me vas a decir una cosa: ¿Haces feliz a Brick en la cama?

MARGARET.- ¿Por qué no me preguntas si él me hace feliz a mí en la cama?

MAMÁ.- Pues porque...

MARGARET.- También es un punto de vista interesante, ¿no crees?

MAMÁ.- Yo te digo que hay algo que no marcha. ¡No tenéis hijos y mi Brick bebe!

(Alguien vuelve a llamarla desde abajo y MAMÁ se precipita hacia la


puerta. De nuevo allí, se vuelve y señala hacia la cama.)

… Cuando un matrimonio se va a pique, el problema está ahí y nada más


que ahí.

MARGARET.- Eso ...

(MAMÁ sale de la habitación, dando un portazo)

... no es... justo...

(MARGARET está sola, completamente sola, y se da cuenta de ello. Se


acurruca, se encoge y levanta los brazos, cerrando los puños, cerrando
los puños con fuerza, como una niñita a quien fueran a poner una
inyección. Cuando los vuelve a abrir se ve en el largo espejo ovalado,
tuerce el gesto y pregunta...)

... ¿Quién eres?

(Se acurruca más y se contesta con una voz distinta, aguda, burlona.)

... ¡Soy Maggie, la gata!...

(Se incorpora rápidamente cuando se abre la puerta del baño y BRICK


le habla.)

BRICK.- ¿Se ha ido mamá?

MARGARET.- Sí, ya se ha ido.

(BRICK abre del todo la puerta del baño y sale cojeando, con el vaso
vacío. Va directamente hacia el bar, silbando con suavidad.
MARGARET le sigue con la mirada. Se lleva la mano a la garganta,
como si le costase un esfuerzo hablar, y dice:)

... ¿Sabes?... Nuestra vida sexual no terminó de una manera normal. Fue
interrumpida mucho antes de tiempo y resurgirá en cualquier momento.
Estoy segura. Por eso procuro estar siempre atractiva. Para cuando
vuelvas a mirarme como me miran los otros hombres. Porque les gusto,
Brick. Más de uno daría... ¡Brick, mírame!...

(Se coloca frente al espejo, se acaricia el pecho y las caderas.)

... ¿No es bonito mi cuerpo?

(Su voz es suave y temblorosa, la voz suplicante de una niña. En ese


momento, cuando él se vuelve a mirarla, con una mirada de jugador que
cede la pelota a otro, ella tiene que captar la atención del público con
tanta fuerza que consiga retenerla hasta el final del acto.)

... Los demás hombres me desean, Brick. Mis facciones están casi
siempre tensas, pero mi cuerpo es tan atractivo como el tuyo, y a los
hombres les gusta. Muchos se vuelven a mirarme por la calle... ¡Algún
día acabaré engañándote con cualquiera, ya que te apetece tanto que lo
haga! Pero no te hagas ilusiones porque no te enterarás. No pienso darte
pretextos para un divorcio por infidelidad o como demonios se llame eso.

BRICK.- Pero, Maggie, yo no me divorciaría de ti por infidelidad o como


demonios se llame eso, ¿no lo sabes? Al contrario. Me sentiría más
tranquilo si supiera que te has buscado un amante.
MARGARET.- Pues yo no pienso correr el riesgo. No. Prefiero seguir sobre el tejado de
zinc caliente.

BRICK.- Un tejado de cinc caliente no debe ser muy cómodo.

(Empieza a silbar suavemente.)

MARGARET.- (Alzando la voz para cubrir el silbido) ¡Pero me puedo quedar en él todo
el tiempo que sea necesario!

BRICK.- Podrías dejarme tú, Maggie.

(Sigue silbando. Ella se vuelve y le dedica una mirada furiosa.)

MARGARET.- ¡No pienso dejarte y no lo haré!... Además, ¿qué pensión ibas a poder
pasarme, si sólo tienes lo que te da tu padre?, y él... ¡Él se está muriendo
de cáncer!

(Por primera vez, la idea de la muerte del padre parece hacerse patente
en la conciencia de BRICK, que se queda mirando a MARGARET.)

BRICK.- Mamá acaba de decir que no, que el diagnóstico es favorable.

MARGARET.- Eso cree, porque se lo dijeron delante de papá. Y se dejó engañar igual
que él, pobrecillos... Pero esta noche le van a decir la verdad. Cuando
papá se vaya a la cama, le dirán que él se está muriendo de cáncer...
(Cierra violentamente un cajón de la cómoda.) …Un tumor maligno e
incurable.

BRICK.- ¿Papá lo sabe?

MARGARET.- ¿Lo sabe alguna vez el que lo tiene? Nadie se atreve a decir «Te estás
muriendo». Los engañan. Y ellos mismos se engañan.

BRICK.- ¿Por qué?

MARGARET.- ¿Por qué? Porque los seres humanos sueñan con la vida eterna, ¡por eso!
Sólo que la quieren en la tierra y no en el cielo

(Él lanza una breve carcajada dura ante ese detalle de humor.)

... Bueno ... (MARGARET se retoca el maquillaje,) ... El caso es que así
están las cosas... (Mira en torno.) ... ¿Dónde he dejado el pitillo?
¡Tampoco quiero prender fuego a la casa!

(Lo encuentra y fuma ávidamente antes de seguir.)


... Así que éste va a ser el último cumpleaños de Papá. Y Mae y Gooper
lo saben, ya lo creo que lo saben. Fueron los primeros en informarse en
la clínica. Por eso se vinieron volando con sus monstruos cuellicortos.
Por eso. ¿Y sabes otra cosa? ¿Sabes que papá no ha hecho testamento?
Tu padre no ha hecho testamento en su vida, y por eso han organizado
esta campaña para obsesionarlo con que tú bebes y no tienes hijos.

(Él la sigue mirando durante un momento, luego murmura algo


inaudible y sale, cojeando rápidamente, a la larga galería, donde ya es
muy débil la luz dorada. MARGARET sigue con su canto litúrgico.)

…Yo quiero mucho a papá. De verdad que lo quiero. De verdad ...

BRICK.- (Vagamente.) Sí, lo sé ...

MARGARET.- Siempre he sentido admiración por él a pesar de sus modales y de sus


palabrotas. Papá es lo que es y no lo disimula. No ha intentado
convertirse en un caballero. Sigue tan campesino como debía serlo
cuando entró de capataz aquí. Pero acabó quedándose con la hacienda y
convirtiéndola en la más importante de la región. ¡Mae y Gooper quieren
quitarnos nuestra parte de la herencia porque tú bebes y yo no tengo
hijos... Pero podemos desbaratar sus planes. ¡Y lo haremos!… ¡He sido
tan insoportablemente pobre, Brick... Tú no sabes lo angustioso que es
eso... ¡Es así, Brick!

BRICK.- Yo no digo que no.

MARGARET.- Siempre dándole coba a gente a la que no podía soportar, sólo porque
tenían dinero y yo era pobre como una rata. Tú no sabes lo que es eso...
¡Es como si tuvieras que recorrer kilómetros con tu tobillo roto!... Y sin
muleta... Mi padre también bebía... Se enamoró de la bebida, como tú...
¡Y mi pobre madre jugando toda la vida al quiero y no puedo!... No, tú
no sabes lo que es eso... ¡Hasta para casarme tuvieron que prestarme el
vestido! ¡Por eso, por eso soy como una gata sobre un tejado de cinc
caliente... Mientras se es joven se puede no tener dinero, pero no hay que
llegar a viejo sin dinero... ¡Es así, Brick! (BRICK silba suavemente,
distraído.)

… Bueno, ya estoy vestida, completamente vestida y no tengo ninguna


otra cosa que hacer...

(Desolada, casi con miedo.)

... Completamente vestida y sin nada que hacer... (Camina de un lado a


otro, inquieta, sin rumbo fijo, hablando sola.)
... Y sé perfectamente en qué momento cometí el error... ¿Qué soy yo?
¡Ay, las pulseras!...

(Sigue hablando mientras se pone una colección de pulseras en cada


muñeca.)

… He pensado mucho sobre ello y ahora sé perfectamente cuándo cometí


el error. Sí, me equivoqué al confesarte aquella historia con Skipper.
Nunca debí decirte nada.

BRICK.- Haz el favor de no hablar de Skipper. Lo digo muy en serio, Maggie. No


vuelvas a nombrar a Skipper.

MARGARET.- Tendrías que entender de una vez que entre Skipper y yo...

BRICK.- ¿No me crees cuando digo que hablo en serio? ¿No me crees porque te
lo digo con tranquilidad? Cuidado, Maggie, Eso que haces es peligroso,
¿sabes? Estás... estás... jugando con algo con lo que... con lo que no hay
que Jugar.

MARGARET.- Pues esta vez pienso explicártelo hasta el final. Skipper y yo hicimos el
amor -si a aquello se le puede llamar amor- sólo para buscarte a ti, cada
uno en el otro. ¿Te enteras, hijo de puta, te enteras? Tú le pides
demasiado a la gente. ¡A todos los pobres desgraciados hijos de puta que
te queremos! Y somos muchos; sí, muchos, no sólo Skipper y yo... Le
pides demasiado a todo el que te ama... ¡Criatura fuera de serie, ser
superior!... Hicimos el amor para soñar contigo. ¡Esa es la verdad, la
verdad! ¿Qué tiene de malo? ¡Me gusta la verdad! Creo que es lo único
que... Nunca debí contártelo...

(BRICK mantiene la cabeza inmóvil, artificialmente levantada.)

BRICK.- No me lo contaste tú, Maggie. Fue Skipper.

MARGARET.- ¡Te lo conté yo!

BRICK.- ¡Después de que él lo hiciera!

MARGARET.- ¿Y qué más da quién...?

(BRICK se vuelve súbitamente hacia la galería y se pone a gritar:)

BRICK.- ¡Nena!... ¡Nena, escucha!... ¡Di que suban todos! ¡Que vengan ahora
mismo!

MARGARET.- ¡No me pienso callar! ¡Todos! ¡Seguiré hablando delante de todos si hace
falta!
BRICK.- ¡Anda, nena, corre...! ¡Corre y diles que suban!

MARGARET.- ¡Porque tengo que decirlo y tú... tú nunca me dejas!

(Solloza, consigue dominarse y continúa, más serena.)

... Era como una de esas hermosas historias de las que se habla en las
leyendas griegas... No podía ser otra cosa, puesto que tú eres tú. Y por
eso era tan triste, tan patético, porque era un amor que no tenía horizonte
ninguno, del que ni siquiera se podía hablar abiertamente. ¡Pero yo soy
capaz de entenderlo, Brick, tienes que creerme, soy capaz de entenderlo
todo!... ¡Él fue... fue... noble! ¿No comprendes que soy sincera cuando
te digo que lo respeto? De lo único que quiero convencerte es de que la
vida sigue... y hay que dejarla seguir incluso después de que el sueño de
la vida... ha terminado.

(Apoyándose en los muebles, BRICK va en busca de su muleta, mientras


MARGARET continúa, como poseída por una voluntad ajena a ella.)

... ¡Pero si en la Facultad, cuando salíamos juntos, Gladys y Skipper, tú


y yo, era como si Skipper y tú salierais solos!... Nosotras no hacíamos
más que seguiros... como... como para protegeros... de cara a los demás,

(BRICK se vuelve hacia ella enarbolando la muleta.)

BRICK.- Maggie, ¡podría matarte con esta muleta!

MARGARET.- ¡Pues adelante, hombre! ¿Supones que me importaría!

BRICK.- ¡Sólo he tenido una cosa buena y auténtica en esta vida! ¡Mi amistad con
Skipper!... ¡Y tú la ensucias sólo con nombrarla!

MARGARET.- ¡No la ensucio! ¡Quiero limpiarla!

BRICK.- Lo único hermoso y auténtico en mi vida no fue mi amor por ti, Maggie,
sino mi amistad con Skipper. Y tú lo ensucias al nombrarla.

MARGARET.- ¡Eso es porque no me escuchas, porque no me entiendes!... Lo que estoy


diciendo es que el pobre Skipper murió precisamente para eso... ¡Lo que
había entre vosotros tenía que conservarse entre hielo para que no se
corrompiera!... Y Skipper buscó el hielo de la muerte...

BRICK.- ¿No me casé contigo, Maggie? ¿Por qué iba a casarme contigo?

MARGARET.- ¡Brick, no me tapes la boca, déjame terminar! ¡Yo estoy segura, te juro
que lo estoy, de que era Skipper y no tú quien sentía un deseo,
inconsciente, sí, pero un deseo que no era totalmente puro!... Y déjame,
déjame que haga un poco de historia: Nos casamos a principios de aquel
verano, después de licenciarnos, y fuimos muy felices, ¿no es verdad?
¡Muy felices! ¡Tocábamos el cielo cada vez que hacíamos el amor! Y ese
mismo otoño... ese mismo otoño Skipper y tú rechazasteis todas las
ofertas de trabajo para poder seguir jugando al fútbol... para poder seguir
en el mismo equipo. Pero algo se interponía entre vosotros. ¡Yo me
interponía! Y Skipper empezó a beber... Tú te lesionaste y no pudiste
jugar en aquel partido... Tuviste que verlo por televisión desde la
clínica... Yo acompañé a Skipper. Y vuestro equipo perdió porque el
pobre Skipper estaba borracho. Al salir seguimos bebiendo de bar en bar,
y ya de madrugada, mientras contemplábamos junto al lago, helados y
borrachos, cómo se iba haciendo de día, yo no pude más y le dije:
«¡Skipper, deja de amar a mi marido o díselo de una vez!» ¡Él me cerró
la boca de una bofetada y salió corriendo, juraría que sin detenerse ni una
sola vez, hasta que consiguió refugiarse en su habitación del hotel! Yo le
seguí hasta allí, llamé a su puerta y él tuvo que intentar aquella
lamentable, patética y fracasada demostración de que yo estaba
equivocada...

(BRICK intenta alcanzarla con la muleta, pero sólo consigue destrozar


una lámpara.)

…Y así fue como lo destruí, diciéndole una verdad que tanto él como su
mundo, el mundo en que nació y fue educado, vuestro mundo, no
toleraban que se dijera en voz alta... Desde entonces Skipper no fue más
que una ruina entregada al alcohol y a las drogas… ¿Quién mató al pobre
cervatillo inocente?... Maggie... ¡Maggie, con su arco de Diana cazadora!
(BRICK intenta golpearla y yerra.) ... ¡Fallaste! Lo siento... ¡Brick, no
pretendo justificarme! Sé que no soy buena. Lo que no entiendo es por
qué la demás gente quiere fingir que lo es. Nadie es bueno. Es muy difícil
ser bueno... Yo no lo soy, pero por lo menos... ¡soy, honrada! Eso tendrás
que admitirlo... ¿Quieres admitirlo... por favor?... Brick... ¡Skipper está
muerto y yo estoy viva! Maggie, la gata, está...

(BRICK avanza cojeando torpemente e intenta golpearla de nuevo con


la muleta.)

... ¡viva! ¡Estoy viva, viva! Estoy...

(Él le tira la muleta por encima de la cama, tras la cual se ha refugiado


ella, y cae al suelo, mientras ella termina su frase.)

... ¡viva!

MAMÁ.- (Desde abajo.) ¿Os pasa algo, Brick, hijo mío? ¿Por qué gritáis?
BRICK.- (Alzando la voz.) ¡No gritamos, mamá! ¡Se me escurrió la muleta y me
caí... Pero Maggie va a devolvérmela... ¿verdad, Maggie?

(MARGARET le devuelve la muleta.)


(BRICK se pone en pie, vuelve a llenar el vaso que se le había derramado
y se sienta, con expresión lejana, sobre la cama.)

MARGARET.- Antes tu madre me reprochó qué no tuviéramos hijos... No piensan en


otra cosa... Brick... el otro día fui a ver a un médico... un... ginecólogo...
Me examinó de pies a cabeza y no hay ningún motivo para que no
podamos tener un hijo en cuanto nos lo propongamos… Yo llevo buena
cuenta de las fechas... y estos días… estos son los días en que puedo
concebir. ¿Me estás escuchando? ¿Me escuchas?

BRICK.- Te escucho, Maggie, te escucho...

(Se queda mirando el rostro alterado de ella.)

...Pero ¿cómo demonios te imaginas... que puedes tener un hijo con un


hombre que no te soporta?

MARGARET.- Bueno... ése es mi problema. Y tendré que solucionarlo.

(Gira para enfrentarse a la puerta que da al vestíbulo.)

...¡Ya están aquí!

(Se apagan las luces.)


SEGUNDO ACTO

(MARGARET y BRICK, en las mismas actitudes que al terminar el


primer acto.)

MARGARET.- ¡Ya están aquí!

(El primero en entrar es PAPÁ, hombre corpulento, de expresión a la


vez anhelante y fiera, que se cuida mucho de no traicionar su debilidad,
ni siquiera ante sí mismo, especialmente ante sí mismo.)

BRICK.- Hola, papá... ¡Felicidades!

PAPÁ.- Déjate de tonterías.

(Algunos de los demás personajes vienen por el vestíbulo; otros, por la


galería. Se oyen sus voces desde ambos lados. MAE aparece en la puerta
del vestíbulo charlando con el DOCTOR.)

MAE.- (Casi religiosamente.) Vamos a ver. Ya les hemos vacunado contra el


tifus, contra el tétanos, contra la difteria, contra la hepatitis y contra la
polio y... ¡Gooper!... ¡Gooper! ¿Contra qué más hemos vacunado a los
niños?

MARGARET.- (Un poco antes de que MAE deje de hablar.) ¡Pon la radio, Brick! ¡Un
poco de música para empezar la fiesta!

(Se generaliza la conversación hasta convertir la habitación en una


enorme pajarera. Sólo BRICK permanece aislado, apoyado en el bar,
con una sonrisa lejana, refrescándose de vez en cuando la frente con un
cubito de hielo envuelto en una servilleta de papel. No hace caso a la
petición de MARGARET. Ella se precipita hacia el aparato de sonido y
manipula los botones.)

GOOPER.- Se lo regalarnos nosotros no sé en qué aniversario. Tiene tres altavoces.

(En la habitación surge de pronto el fondo de una ópera de Wagner o de


una sinfonía de Beethoven.)

PAPÁ.- ¡Haz el puñetero favor de apagar eso!

(Se produce un silencio casi instantáneo, roto por la chillona entrada de


MAMÁ.)

MAMÁ.- ¿Qué habéis hecho de mí Brick? ¿Dónde está mi niño?

PAPÁ.- Perdón. Vuélvelo a encender.


(Todos se ríen a gritos. PAPÁ es famoso por sus bromas a costa de
MAMÁ. Y nadie celebra sus chistes más que ella, aunque a veces sean
bastante crueles y tenga que fingir estar haciendo algo para disimular
la herida que la risa no puede esconder del todo. En esta ocasión, feliz,
ya que sus temores sobre la enfermedad de PAPÁ se han disipado, le
dedica a su marido una carcajada tímida y grotesca y se precipita sobre
BRICK.)

MAMÁ.- ¡Pero si está aquí! ¡Si está aquí mi niño! ¿Y se puede saber qué tienes en
la mano? ¡Deja ese vaso, mi vida, déjalo! ¡Tu mano se merece algo
mejor!

GOOPER.- ¡No os perdáis cómo abandona mi hermano la bebida!

(BRICK apura de una vez el contenido del vaso y se lo tiende a MAMÁ.


Todos ríen de nuevo en distintos tonos.)

MAMÁ.- ¡Pero qué malo es mi niño, qué malo es, Dios mío! Anda, dale un beso a
tu madre, mi amor. ¡Fijaos cómo se escabulle! Nunca ha habido manera
de hacerle una caricia. Es un cardo, un cardo... ¡Mucho mimo es lo que
ha tenido siempre, eso es lo que pasa!... ¡Apaga eso, hijo, por Dios!...

(BRICK ha encendido la televisión.)

... No soporto la televisión. La radio ya era un espanto, pero la televisión


es peor... (Se sienta.)
…Pero ¿por qué me siento yo aquí? ¡Si lo que quiero es estar con mi
niño y hacer manitas con él!

(PAPÁ contempla toda la actuación de MAMÁ con una expresión de


desagrado crónico.)

¡Ay, doctor, ayúdeme, que ya no me puedo levantar!

DOCTOR.- Ande, ande, no me venga ahora con sus mañas.

MAMÁ.- ¿Mañas? Le juro que no puedo ponerme en pie. Mi espalda...

DOCTOR.- A ver.

(El DOCTOR le tiende la mano, ella le atrae hacia sí y le hace caer


sentado sobre sus rodillas, lanzando una ruidosa carcajada.)

MAMÁ.- ... ¿Qué? ¿Qué os parece mi modo de ligar con las visitas? ¿Eh, qué os
parece?
(MAMÁ es conocida por sus bromas tontas. MARGARET la observa con
indulgencia, tratando de cambiar una mirada con BRICK. MAE y
GOOPER, en cambio, cruzan miradas ele incomodidad. Uno de los
negros se asoma sonriendo. Están esperando la orden de llevar la tarta
y el champagne. A PAPÁ no le hace ninguna gracia la escena. A pesar
de que el diagnóstico haya sido favorable, sigue teniendo molestias y no
lo entiende. Lo paga con MAMÁ.)

PAPÁ.- (En un rugido.) ¿Quieres dejar de hacer el imbécil?... Eres demasiado


vieja y desagradable para jugar a la niña pequeña. ¡Y además tienes la
tensión alta!... ¡Hace poco tenía 20 de máxima!... Cualquier día le da un
ataque.

MAMÁ.- ¡Ya está aquí la fiesta!

(Entran negros vestidos de chaqueta blanca con una gran tarta de


cumpleaños llena de velitas. Traen también cubos de hielo con botellas
de champagne. MAE y GOOPER empiezan a cantar y se les unen todos,
negros y niños incluidos. Sólo BRICK permanece alejado de todo.)

TODOS.- ¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz!


¡Te deseamos todos, cumpleaños feliz!

(MAE se coloca en el centro y organiza a sus niños en un coro.)

MAE.- (En voz baja.) ¡Uno... dos... tres! (Los niños se lanzan a cantar.)

NIÑOS.- ¡Es un abuelo excelente, es un abuelo excelente!


¡Es un abuelo excelente...
Y siempre lo será!
¡Y siempre lo será, y siempre lo será...!, etc.

PAPÁ.- (A MAMÁ.) ¿Qué coño te pasa ahora?

MAE.- Que se siente feliz, papá.

MAMA.- Eso es; me siento tan feliz que tengo que llorar o hacer algo.

(Se vuelve bruscamente hacia BRICK, en medio del silencio que se ha


producido.)

... Brick, ¿sabes la maravillosa noticia que ha traído el doctor? ¡Papá está
más sano que todos nosotros!

MARGARET.- ¡Qué alegría tan grande!


MAMÁ.- Más sano que nadie. Y ahora que ya sabemos que sólo tiene un colon
espástico, puedo confesaros que yo estaba enferma de angustia, medio
loca... No podía soportar la idea de que papá pudiera tener algo tan
terrible como...

(MARGARET la interrumpe, poniéndose en pie de un salto y exclamando


con voz destemplada:)

MARGARET.- Brick, mi vida, ¿no piensas darle tu regalo a papá?

(Pasa junto a él y le arrebata el vaso que tiene en la mano. Se acerca a


coger un paquete envuelto con un papel de colores.)

...¡Toma, papá! ¡De parte de Brick!

MAMÁ.- Este es el mejor cumpleaños que ha celebrado papá. ¡No sabéis qué de
regalos, qué de telegramas, qué...!

MAE.- (Al mismo tiempo.) ¿Qué es, Brick?

GOOPER.- Apuesto lo que queráis a que no tiene ni idea.

MAMÁ.- Lo mejor de los regalos es la sorpresa. No hay que decir nada hasta que
se abre el paquete. Ábrelo, papá.

PAPÁ.- Ábrelo tú. Yo quiero hablar con Brick. Brick, ven aquí.

MARGARET.- (Abriendo el paquete.) Brick, te llama papá.

BRICK.- Dile a papá que estoy inválido.

PAPÁ.- Eso ya lo veo. Lo que quiero es que me cuentes cómo fue.

MARGARET.- (Para distraer la atención.) ¡Fijaos, si es un batín de seda!

(Levanta el batín para que lo vean todos.)

MAE.- Cualquiera diría que te sorprende.

MARGARET.- Es que nunca había visto otro igual.

MAE.- (Muy irónica.) ¿Qué me dices?

(MARGARET se vuelve hacia ella sonriendo, pero con expresión feroz.)

MARGARET.- ...¡Que en mi familia no se daban estos lujos! ¡Y que todavía me


sorprenden!
PAPÁ.- ¡¡A callar!!

MAE.- (Sin poder contenerse.) En todo caso te sorprendería el otro día; cuando
lo compraste. Y te digo dónde, si quieres.

PAPÁ.- ¡A callar he dicho!

(Los demás han seguido hablando en voz baja de sus cosas durante este
breve diálogo. El grito de PAPÁ los enmudece a todos. El DOCTOR
carraspea, enciende un cigarrillo. Es el primero que rompe a hablar.)

DOCTOR.- Parece que no piensa ceder el calor...

MAE.- (Levantando los brazos y haciendo tintinear las pulseras.) Los


mosquitos deben de estar desatados.

PAPÁ.- ¿Qué dices, Mae?

MAE.- Digo que nos comerán vivos los mosquitos si salimos fuera.

PAPÁ.- No te preocupes, tú seguirás siendo fértil. Haré machacar tus huesos y


los usaré para abonar los campos...

MAMÁ.- (Saliendo rápidamente al paso.) La semana pasada fumigaron los


campos desde un avión, y yo creo que es un sistema estupendo, porque...

PAPÁ.- (Sin dejarla terminar.) Brick, suponiendo que no hayan venido a


contarme cuentos, parece que la otra noche te dio por irte a dar saltos a
tu antigua Facultad.

MAMÁ.- ¡Brick, que te habla papá, hijo!

BRICK.- (Sonriente, ausente, por encima del vaso.) ¿Qué decías, papá?

PAPÁ.- Me dicen que la otra noche estuviste saltando en el campo de deportes.

BRICK.- A mí también me lo han dicho.

PAPÁ.- ¿Estuviste realmente saltando o fuiste a otra cosa? ¿A qué fuiste a las
tres de la mañana? ¿A tirarte a alguna muchachita sobre la arena?

MAMÁ.- ¡Papá, por favor! Ya no estás malito, ya no tienes bula, así que deja de
hablar como...

PAPÁ.- ¡Cállate!
MAMÁ.- ...como un carretero delante del doctor, que...

PAPÁ.- ¡Que te calles, joder! Brick, te estoy preguntando qué hacías la otra
noche en ese campo. Me imagino que estarías jugando con alguien,
jugando al escondite y a más cosas y que en el calor de la persecución
tropezaste y... ¿Fue eso?

(GOOPER se echa a reír falsa y estruendosamente. Algunos lo imitan,


incómodos. MAMÁ chasca la lengua, mueve la cabeza
desaprobadoramente. Luego va junto a MAE y le dice algo en voz baja.
BRICK hace frente a la dura, intensa y sonriente mirada de su padre con
su propia sonrisa vaga, la misma que mantiene a través de todas las
situaciones, protegido por la bebida.)

BRICK.- Pues no. No creo que fuera eso, no.

MAE.- (Muy dulce.) ¿No le apetece respirar un poco el aire, doctor?

(Salen.)

PAPÁ.- Entonces, ¿qué coño hacías allí a las tres de la mañana?

BRICK.- Saltar vallas, papá, pero ya son demasiado altas para mí.

PAPÁ.- Estabas borracho, ¿no?

BRICK.- Por supuesto. De estar sereno hubiera sabido que no podía.

MAMÁ.- (Rápidamente.) ¡Apaga las velitas, papá!

MARGARET.- (Inmediatamente.) ¡Un brindis por papá! ¡Por el hombre más importante
de...!

PAPÁ.- (En un rugido de furia y desagrado.) ¡Si digo que no quiero gilipolleces
es que no quiero gilipolleces! ¡Así que basta!

MAMÁ.- (Poniéndose frente a él con la tarta.) Papá no me gusta que hables mal,
aunque sea tu cumpleaños ni...

PAPÁ.- Yo hablo como me da la gana, ¿sabes? El día de mi cumpleaños y


cualquier otro día. ¡Y si no te gusta, ya sabes lo que tienes que hacer!

MAMÁ.- ¡Ay si yo te tomara en serio!

PAPÁ.- ¿Y por qué no me tomas en serio, eh? ¿Por qué no me tomas en serio de
una puñetera vez?
MAMÁ.- ¡Como si no te conociera...!

PAPÁ.- ¡Tú qué vas a conocer!

(Se han cambiado miradas discretas de unos a otros y todos terminan


por salir a la galería.)

MAMÁ.- Papá, no sabes lo que dices.

PAPÁ.- ¡Sé muy bien lo que digo! Últimamente he aguantado muchas cosas
porque creía que me estaba muriendo. ¡Y tú también lo creías! Por eso
te ibas apoderando de las riendas poco a poco. Pues ya puedes ir
soltándolas, porque no me muero. No me muero, ¿lo oyes?

(Se miran con furia a través de la tarta y de las velas.)

MAMÁ.- ¡Calla, calla! Estas fuera de ti, no sé lo que te pasa.

PAPÁ.- Me pasa que soporté todas las carnicerías de aquella clínica para saber
quién era el amo aquí, si tú o yo. ¡Y resulta que sigo siendo yo! ¡Ese es
mi regalo de cumpleaños! ¡Y mi tarta, y mi champagne!
¡Tres años viéndote ganar terreno! ¡Adquiriendo mando! ¡Paseando tu
cuerpo ridículo por esta hacienda que levanté yo! ¡Yo solo, te enteras!
¡Dejé la escuela a los diez años para trabajar en el campo como una
bestia! Pero llegué a ser capataz en la plantación de Straw y Ochello. ¡Y
cuando el viejo Straw murió me convertí en socio de Ochello, y la
plantación creció, y creció, y creció! Lo hice todo yo solo, sin tu cochina
ayuda, ¡y ahora me vienes con aires de propietaria! ¡Pues quítatelo de la
cabeza, tú no eres propietaria de nada! ¿Está claro? ¿Lo has entendido
bien? ¿Bien del todo? Sólo tengo un colon espástico, y seguro que me lo
has vuelto espástico tú. ¡Tú y toda la jodida hipocresía que he tenido que
aguantar durante el tiempo que llevamos juntos! ¡Anda, apaga las velitas!
¡Apaga las velitas!

MAMÁ.- Pero Papá... Papá, ¿cómo es posible?

PAPÁ.- ¿El qué?

MAMÁ.- ¿Durante todos estos años, no te has dado cuenta de que yo te quería?

PAPÁ.- ¿Qué?

MAMÁ.- ¡Te amaba! ¡Con toda mi alma! ¡Amaba incluso tu odio y tu dureza,
papá!

(Sollozando, se escapa torpemente hacia la galería.)


PAPÁ.- (Como para sí mismo) Tendría gracia que fuera verdad.

(Una pausa, seguida por un estallido de fuegos artificiales:)

...¡Brick!... ¡Brick!...

(Entra BRICK cojeando, la muleta en una mano y el vaso en la otra.


MARGARET le sigue con una gran sonrisa anhelante.)

...No te he llamado a ti, Maggie. Llamaba a Brick.

MARGARET.- Y yo te lo traigo.

(Besa a BRICK en la boca. Él se limpia con el dorso de la mano.


MARGARET se va corriendo como una niña.)

PAPÁ.- ¿Por qué has hecho eso?

BRICK.- ¿El qué, papá?

PAPÁ.- Limpiarte la boca como si te hubiera escupido.

BRICK.- No sé. No me di cuenta.

PAPÁ.- Tu mujer es más guapa que la de Gooper, pero, no sé por qué, las dos
tienen el mismo aire.

BRICK.- ¿Qué aire?

PAPÁ.- No sé explicarlo, pero es el mismo.

BRICK.- No se las ve tranquilas, ¿verdad?

PAPÁ.- No, más bien no.

BRICK.- Están nerviosas, como gatas.

PAPÁ.- Exacto. Nerviosas como gatas.

BRICK.- Igual que un par de gatas en un tejado de zinc caliente.

PAPÁ.- Justo. Eso es lo que parecen. Es curioso que siendo tan distintos tu
hermano y tú, hayáis elegido el mismo tipo de mujer.

BRICK.- Los dos nos casamos con chicas bien, papá.

PAPÁ.- ¡Qué coño chicas bien! No es eso... Tienen un aire...


BRICK.- Creo que ya sé lo que es: están sentadas en medio de una inmensa
extensión de tierra, Papá. Tus veintiocho mil acres. Y las dos están
esperando saltar para quedarse con el bocado mayor.

PAPÁ.- Pues se van a llevar una sorpresa; no pienso soltar esto en mucho tiempo.

BRICK.- Estupendo, papá. Que se saquen los ojos entre ellas.

PAPÁ.- Eso pienso hacer. Esperar muy tranquilo a que esas hijas de puta se vayan
sacando los ojos. (Se ríe.) ...Pero la mujer de Gooper es una buena
coneja, ¿eh? Eso tienes que reconocérselo. ¡Joder!, esta noche los sentó
a la mesa y hubo que traer más pan porque no llegaba. ¡Cinco y el sexto
en camino!

BRICK.- Sí, el sexto en camino...

PAPÁ.- Es curioso, pero no sé cómo llega a pasar.

BRICK.- A pasar, ¿qué, Papá?

PAPÁ.- Consigues un pedazo de tierra, por las buenas o por las malas, las cosas
empiezan a crecer, a acumularse, ¡y antes de que puedas darte cuenta te
desbordan!

BRICK.- Dicen que la naturaleza odia el vacío, Papá.

PAPÁ.- Pues a veces el vacío es muchísimo mejor que algunas de las cosas con
que la naturaleza pretende llenarlo... Hay alguien en esa puerta, ¿verdad?

BRICK.- Sí.

PAPÁ.- (Bajando la voz.) ¿Quién?

BRICK.- Alguien que se interesa por lo que hablamos.

PAPÁ.- ¿Gooper?... ¡Gooper!

(Después de una discreta pausa, MAE aparece en la puerta.)

MAE.- ¿Llamas a Gooper, Papá?

PAPÁ.- Ah, eras tú…

MAE.- ¿Necesitas a Gooper, Papá?


PAPÁ.- No, ni a ti tampoco. Quiero que me dejéis en paz, y hablar a solas con mi
hijo Brick. Hace demasiado calor para cerrar las puertas, pero si tengo
que hacerlo para poder hablar con Brick en privado, dímelo y las cerraré.
Me revientan los fisgones, no me gusta que me anden vigilando.

MAE.- Pero, Papá, si yo... sólo estaba...

PAPÁ.- ¡Tú sólo estabas espiando y lo sabes perfectamente!

MAE.- (Echándose a llorar.) ¡Ay, Papá, por qué serás así, ¡precisamente con los
que de verdad te quieren!

PAPÁ.- ¡Anda, calla, calla! ¡Hoy mismo voy a hacer que os cambien de
habitación! ¡Al otro lado de la casa! No tenéis por qué andar metiendo
las narices en lo que pasa aquí entre Brick y Maggie. Os pasáis la noche
escuchando como un par de lechuzas, y luego le vais con cuentos a
mamá, y mamá me viene con cuentos a mí, y, ¡joder!, me sacáis de quicio
entre todos. ¡Esta misma noche os vais a otro cuarto!

(MAE adopta una actitud de mártir, y se va, llorando por tanta


injusticia.)

BRICK.- (Frente al bar.) ¿Así que nos espían?

PAPÁ.- Sí. Y luego le van con el parte a tu madre. Dicen que... (Se interrumpe,
incómodo.)… Dicen que no te quieres acostar con Maggie, que duermes
en el sofá ¿Es verdad eso?... ¡Si Maggie no te gusta, déjala!...
¿Qué coño haces ahí?

BRICK.- Servirme otro whisky.

PAPÁ.- Oye, lo tuyo es muy serio, ¿eh?

BRICK.- Sí, supongo que sí.

PAPÁ.- ¿Por eso dejaste el deporte, por la bebida?

BRICK.- Supongo que fue por eso, sí.

PAPÁ.- Déjate de suponer, todo esto es importante.

BRICK.- Sí... Claro.

PAPÁ.- ¡Y haz el favor de escucharme y no mirar para otro lado!... La vida es


importante. No tenemos ninguna otra cosa que defender. Un hombre que
bebe, malgasta su vida. ¡No lo hagas, defiéndela! No tenemos ninguna
otra cosa... Anda, siéntate aquí y no tendremos que levantar la voz. En
esta casa, las paredes oyen...

(BRICK se acerca cojeando y se sienta a su lado en el sillón.)

PAPÁ.- ¡Dejar tu profesión!... ¿Por qué? ¿Algún desengaño?

BRICK.- No sé, ¿tú qué crees?

PAPÁ.- ¡Te lo estoy preguntando a ti! ¿Cómo coño voy a saberlo yo, si tú mismo
no lo sabes?

BRICK.- Un día salí al campo y descubrí que ya no tenía reflejos. Entonces... (Se
encoge de hombros.)

PAPÁ.- ¡Entonces lo dejaste!

BRICK.- Sí.

PAPÁ.- Hijo...

BRICK.- ¿Qué?

(PAPÁ se atraganta con el humo del cigarro. Tarda un poco en


recuperarse.)

PAPÁ.- No es nada... El cigarro... Me está mareando un poco... Hijo...

BRICK.- ¿Sí?

PAPÁ.- ¿Por qué es tan difícil hablar?

BRICK.- ...Sí.

(El reloj de la chimenea da dulcemente diez campanadas.)

BRICK.- ¡Qué sonido tan hermoso!... Da sensación de paz... Me gusta... Lo


escucho durante toda la noche.

(BRICK se acomoda en el sofá. PAPÁ se sienta erguido, rígido, inquieto.


Todos sus gestos y ademanes son tensos. Respira ruidosamente durante
la conversación y de vez en cuando dedica a su hijo rápidas y nerviosas
miradas.)

PAPÁ.- Lo trajimos cuando fuimos a Europa tu madre y yo. Un viaje espantoso.


La guerra ha convertido ese continente en una inmensa liquidación por
incendio... Un viaje espantoso. Lo recuerdo con horror, Pero a ella le
gustó. [¡Compraba, compraba, compraba! Y la mitad de las cosas que
compró siguen embaladas en el sótano, pudriéndose con la humedad...
Menos mal que soy un hombre rico... ¡Es una suerte ser rico, ya lo creo!
Y yo lo soy. Mucho. Muy rico. ¿A que no sabes cuánto tengo? ¡Más de
diez millones y veintiocho mil acres de la mejor tierra del mundo!...

(Un silbido y el estallido de nuevos fuegos artificiales. Fuera gritan los


niños.)

…Pero nadie puede comprar su vida con dinero. Nadie puede comprar
su vida cuando su vida se acaba. La vida no está en venta, ni en la
liquidación de Europa, ni en el floreciente mercado norteamericano, ni
en ningún otro cochino lugar donde todo se compre y se venda. La vida,
no. Es un pensamiento angustioso, terrible, que me ha estado rondando
por la cabeza... hasta hoy. Gracias a esta enfermedad soy más sabio, pero
estoy más triste... ¿Sabes lo que no puedo olvidar del viaje a Europa?

BRICK.- No.

PAPÁ.- Los niños corriendo por entre las ruinas, desnudos, mendigando como
perros muertos de hambre. Yo solo podría alimentar a cualquiera de esos
países. Pero el animal humano es egoísta. No creo que todo el dinero que
les di a esos pobres críos aullantes, alcanzara para tapizar de nuevo esta
habitación. Les tiraba monedas como el que tira maíz a las gallinas, se
las tiraba para librarme de ellos, para poder meterme en el coche y
escapar... Hasta que un día no pude más. Volví al hotel y le dije a tu
madre: «Ya estás haciendo las maletas. Nos vamos de aquí.»

BRICK.- Esta noche tienes ganas de hablar, ¿eh, papá?

PAPÁ.- (Sin oírle.) El animal humano sabe que se muere, pero eso no le hace
sentir piedad por los demás; al contrario, parece como... ¿Decías algo?

BRICK.- ¿Ves como te ha dado por hablar?

PAPÁ.- Me he pasado tanto tiempo en silencio, aquí, mirando al vacío... Sentía


un peso enorme que me paralizaba, pero esta noche me han quitado ese
peso de encima y por eso hablo. Lo veo todo distinto...

BRICK.- (Interrumpiéndole.) ¿Sabes lo que más me gusta escuchar?

PAPÁ.- ¿El qué?

BRICK.- El silencio. El silencio absoluto.

PAPÁ.- ¿Por qué?


BRICK.- Me da sensación de paz.

PAPÁ.- Ya tendrás toda la paz que quieras en la tumba.

(Ríe satisfecho.)

BRICK.- ¿Has terminado ya de hablar conmigo?

PAPÁ.- ¿Por qué tienes ese empeño en hacerme callar?

BRICK.- La comunicación es... muy difícil en general y... por alguna razón tú y
yo no...

PAPÁ.- ¿Has tenido miedo alguna vez miedo? ¿Miedo de verdad, terror? (Se
pone en pie.) Espera. Voy a cerrar.

(Cierra las puertas como quien va a comunicar un secreto importante.)

...Brick...

BRICK.- ¿Qué?

PAPÁ.- ¡Creí que tenía...

BRICK.- ¿El qué, papá?

PAPA.- ...cancer.

BRICK.- Ah...

PAPÁ.- Creí que me había llegado la hora, hijo.

BRICK.- Y no le dijiste una palabra a nadie, ¿eh?

PAPÁ.- Los cerdos chillan; los hombres, no… ¿Tú crees que...? ¿Crees que un
poco de whisky le haría daño a este colon de...?

BRICK.- Seguro que te sienta bien.

PAPÁ.- (Sonriendo intensamente.) ¡Dios· mío, si no sé ni cómo explicártelo! ¡Es


como ver el cielo abierto! ¡Abierto, hijo, abierto!

BRICK.- (Contemplando su vaso.) ¿Te sientes mejor, eh, papá?

PAPA.- ¿Mejor? ¡Joder! ¡Ahora puedo respirar!... Toda mi vida he sido como un
puño cerrado... (Se sirve de beber.) ¡Un puño que golpeaba, que
aplastaba, que empujaba!... ¡Pero ahora voy a abrir las manos y a tocarlo
todo! ¡Con delicadeza...! ¿Sabes qué quiero hacer?

BRICK.- No.

PAPÁ.- (Echándose a reír.) ¡Liarme con un montón de mujeres!...

(La sonrisa de BRICK se desvanece un poco, sin llegar a borrarse.)

... (Por la bebida.) Brick, esto quema... Pues sí, hijo, por mucho que te
extrañe, todavía me atraen las mujeres, ¡y hoy cumplo sesenta y cinco
años! Ahora me doy cuenta de todas las oportunidades que he perdido
en ese terreno. Las dejaba escapar por escrúpulos, convencionalismos,
leches... ¡Cuánta estupidez, Dios mío! He tenido que ver la sombra de la
muerte para comprenderlo. ¡Pero ahora pienso organizar un cachondeo
que va a temblar el mundo entero!... ¡Joder, me estuve acostando con tu
madre hasta... déjame que me acuerde... pues hasta hace cinco años, ¡y
no me ha gustado en la vida!

(Desde hace unos momentos está sonando el teléfono. Entra MAMÁ.)

MAMÁ.- ¿Pero no oís el teléfono?

PAPÁ.- Hay cinco habitaciones que dan a esa galería, pero tú tenías que pasar
por ésta, ¿no?...

(MAMÁ le dedica un gesto simpático y sale rápidamente hacia el


vestíbulo.)

(La risa lo hace doblarse en dos, pero el dolor lo hace enderezarse con
una mueca. La risa degenera en un estertor. PAPÁ deja el vaso y BRICK
se pone en pie y se dirige, siempre cojeando, hacia la galería.)

PAPÁ.- ¿Dónde vas?

BRICK.- A tomar un poco el aire.

PAPÁ.- Espera.

BRICK.- Me apetecía respirar un poco.

PAPÁ.- Enciende el ventilador del techo y siéntate.

MAMÁ.- (Desde el vestíbulo.) ¡Eres un caso, Sally, un caso! Ya te lo habría


explicado yo...

PAPÁ.- ¡Joder! Mi hermana otra vez… ¡Qué horror!


MAMÁ.- Cuando quieras, Sally. Tu hermano está deseando verte... Adiós... Adiós.

(Cuelga y se echa a reír. Se acerca.)

…Era Sally. ¿Sabes qué ha hecho? Llamar a su médico para que le


explicara lo que quería decir espástico. ¡Y luego llama aquí para decir lo
tranquila que se ha quedado!... ¡Oye, déjame entrar!

(PAPÁ sujeta la puerta entreabierta y le impide entrar.)

PAPÁ.- No, no te dejo. Te he dicho que no pases por aquí. Tienes otras cinco
habitaciones para pasar por ellas.

MAMÁ.- Papá... todo lo de antes... no lo decías en serio, ¿verdad?

(Él cierra la puerta, pero ella sigue gritando.)

...¡Papá! ¿No lo sentías de verás, verdad que no?

(La voz se interrumpe con un sollozo y sus pasos se alejan. BRICK


intenta una vez más alejarse hacia la galería.)

PAPÁ.- Lo único que le pido a esta mujer es que me deje en paz, pero a ella no
se le mete en la cabeza que no la puedo aguantar. ¡Todavía me queda
mucha guerra que dar, y voy a buscarme una mujer de bandera! ¡Una
real hembra, cueste lo que cueste! ¡Y la voy a cubrir de visón hasta
ahogarla! ¡La desnudaré y luego la cubriré de visón y de diamantes! ¡Y
luego la volveré a desnudar y nos pasaremos el día en la cama! (Se echa
a reír.)

MAE.- (Alegremente, desde la puerta.) ¿De qué os reís?

GOOPER.- ¿Eres tú el que se ríe, papá?

PAPÁ.- ¡A la mierda con esos dos!...

(Se acerca a BRICK y le pone una mano en el hombro.)

... Pues, sí, hijo... ¡Soy... feliz! ¡Feliz, ésa es la palabra, feliz!...

(Se ahoga un poco y se muerde los labios, apoyando la cabeza.


fugazmente, tímidamente, contra la de su hijo. Después, tosiendo, un
poco avergonzado, vuelve con paso inseguro hasta el lugar donde ha
dejado el vaso. Bebe y tuerce el gesto: la bebida le quema. BRICK
suspira y se pone en pie trabajosamente.)
...¿No te puedes estar quieto? Parece que estuvieras sentado sobre
alfileres. ¿Por qué?

BRICK.- Por algo que... que no ha ocurrido.

PAPÁ.- ¿El qué?

BRICK.- (Triste.) Una especie de click. Un chasquido que siento en la cabeza y


que me tranquiliza.

PAPÁ.- No entiendo de qué coño hablas, pero me preocupa.

BRICK.- Tengo que beber lo suficiente para conseguirlo. Es algo así como...
como...

PAPÁ.- ¿Como qué?

BRICK.- Como un interruptor que apaga una luz cegadora y me tranquiliza y me


da paz.

(PAPÁ emite un largo silbido de asombro. Va hacia BRICK y le coge


por los hombros.)

PAPÁ.- ¡No sabía que hubieras llegado a ese extremo!... ¡Pero, hijo, eres... un
alcohólico!

BRICK.- Soy un alcohólico.

PAPÁ.- Eso demuestra lo poco que me he estado ocupando de las cosas.

BRICK.- Necesito ese click, ¿sabes? ¡Todavía no debo tener en la sangre la


cantidad exacta de alcohol!

(Afirma esto enérgicamente mientras vuelve a llenar el vaso.)

PAPÁ.- El miedo a la muerte me puso orejeras. No tenía ni idea de que uno de


mis hijos se estuviera convirtiendo en un borracho en mis propias
narices.

BRICK.- (Suavemente.) Pues ahora ya lo sabes, papá. Así que si me perdonas…

PAPÁ.- No te perdono...

BRICK.- ... Me iré a sentar a solas hasta que oiga ese click. Es un proceso
puramente automático, pero sólo ocurre cuando estoy solo, sin nadie que
me hable.
PAPÁ.- ...Así que vas a quedarte ahí sentado hasta que yo te lo diga.

BRICK.- ¡No hablaremos de nada, como siempre, absolutamente de nada!

PAPÁ.- No te muevas de esa silla.

(Le quita la muleta y la arroja lejos.)

BRICK.- ¡Puedo ir arrastrándome!

PAPÁ.- ¡Pues ándate con cuidado, no tengas que salir de aquí arrastrándote de
verdad y buscar el alcohol donde yo te diga! Eres mi hijo y te voy a hacer
andar derecho. Ahora que yo vuelvo a andar derecho, tú también lo harás.

BRICK.- ¿Ah, sí?

PAPÁ.- Todo lo que me han podido encontrar en esa gigantesca clínica es un


colon un poco espástico y los nervios deshechos por la angustia.

(Una niña irrumpe en la habitación con un bastón de luz en cada mano.


Los agita, saltando y chillando como un mono enloquecido hasta que
vuelve a salir corriendo. PAPÁ le da un coscorrón al pasar. Vuelve a
hacerse el silencio. Los dos hombres se miran. Fuera se oye una risa de
mujer.)

...¡No te puedes imaginar qué alivio cuando me lo dijeron! Mi suspiro


debió parecer un huracán.

(Fuera se oyen risas, carreras, el sonido de los cohetes. Se ven las luces.
Durante un largo momento BRICK mira a su padre con gravedad. Luego
se levanta y va brincando sobre una sola pierna y apoyándose en los
muebles, hasta recoger su muleta. Luego se escapa horrorizado, hacia
la galería. Su padre lo detiene, sujetándole por la manga del pijama.)

PAPÁ.- ...¡Quieto aquí hasta que yo te diga!

BRICK.- No puedo.

PAPÁ.- ¡Ya lo creo que puedes!

BRICK.- No, no puedo.

PAPÁ.- ¡Que te sientes! ¡El que manda aquí soy yo! ¡Entérate de que vuelvo a
ser yo quien dirige la orquesta!

(Entra MAMÁ corriendo.)


MAMÁ.- ¡Papá, por Dios, no grites de esa manera! ¡Es superior a mí!

PAPÁ.- ¡Lárgate!... ¡Fuera!... (MAMÁ vuelve a salir, llorando.)

(BRICK se suelta y vuelve a cojear hacia la galería. PAPÁ le arrebata


la muleta. BRICK pisa con el píe roto, lanza un agudo grito de angustia,
intenta aferrarse a una silla y cae con ella al suelo...)

BRICK.- ¡Dame mi muleta!...

(PAPÁ lanza la muleta fuera de su alcance.)

…Dame esa muleta, papá.

PAPÁ.- ¿Por qué bebes?

BRICK.- ¡No sé! ¡Dame mi muleta!

PAPÁ.- ¡Entérate de una vez de por qué bebes o deja de beber!

BRICK.- ¿Quieres darme mi muleta, por favor?

PÁPÁ.- Primero contéstame. ¿Por qué bebes?

BRICK.- (Poniéndose de rodillas.) Papá, pisé con el pie roto. Me duele.

PAPÁ.- ¡Estupendo! El alcohol no te ha embrutecido lo bastante como para no


sentir el dolor.

BRICK.- Dame el whisky.

PAPÁ.- Hagamos un trato. Tú dime por qué bebes y yo te vuelvo a llenar el vaso.

BRICK.- ¿Que por qué bebo?

PAPÁ.- Sí, ¿por qué?

BRICK.- Puedo explicártelo con una sola palabra.

PAPÁ.- ¿Cuál?

BRICK.- ¡Asco! Ahora dame mi whisky.

(El reloj vuelve a dar la hora, suave y dulcemente. PAPÁ le dedica una
mirada ofendida.)

PAPÁ.- Si te sirvo, ¿me explicarás lo que te produce ese asco?


BRICK.- Lo intentaré...

(PAPÁ sirve un nuevo whisky y se lo tiende solemnemente. Pausa


mientras BRICK bebe.)

...¿Has oído alguna vez la palabra mendacidad?

PAPÁ.- Naturalmente. Es una de esas pedanterías que se lanzan a la cara los


políticos de tres al cuarto... ¿Quién te ha mentido?...

(Los niños cantan en coro fuera de escena:)

NIÑOS.- ¡Que salga nuestro abuelito! ¡Que salga nuestro abuelito!

(Aparece GOOPER en la puerta de la galería.)

GOOPER.- Papá, los niños te reclaman.

PAPÁ.- (Feroz.) ¡Fuera de aquí Gooper!

GOOPER.- ¡Perdón!

(PAPÁ cierra estrepitosamente la puerta detrás de GOOPER.)

PAPÁ.- ¿Quién te ha mentido? ¿Maggie?

BRICK.- No ha sido ella. Eso me daría igual.

PAPÁ.- Entonces, ¿quién te ha estado mintiendo y sobre qué?

BRICK.- No es una sola persona ni una sola mentira.

PAPÁ.- ¿Pues qué es?

BRICK.- Es todo... Todo. (BRICK se frota la cabeza.)

PAPÁ.- ¿Qué te pasa en la cabeza? ¿Te duele?

BRICK.- No; es que estoy intentando... Estoy intentando...

PAPÁ.- Pensar, ¿verdad? ¡Y no puedes porque tienes el cerebro empapado en


alcohol!... (Le arrebata el vaso de whisky.) ...¡Qué sabrás tú de la
mentira! ¡Yo sí que podría escribir un libro sobre eso! ¡Y no tendría ni
para empezar! ¡Tú no sabes todas las mentiras por las que he tenido que
pasar!... Por ejemplo, portarme durante cuarenta años como si quisiera a
tu madre, ¡cuando no la puedo aguantar! ¡No puedo verla, ni oírla, ni
olerla!... No la podía soportar ni siquiera cuando me acostaba con ella...
¡cumpliendo, como debe ser!... Como dicen que debe ser... ¿Y hacer
como que quiero a este hijo de puta de Gooper, y a su mujer, y a sus
cinco loros chillones? ¡Si no los puedo ni ver!... ¿Y la iglesia, eh, y la
iglesia? ¡Me aburro como una mona, pero voy! ¡Y escucho los
sermones!... ¿Y los amigos? Los que convienen, los que no convienen...
Y... ¡Y todo, joder, todo!

(Se abraza el vientre en un espasmo de dolor: Se derrumba en una silla


y su voz se vuelve más dulce y más ronca.)

... A ti te quiero, no sé por qué... Siempre me inspiraste un sentimiento


verdadero... Cariño... Respeto... Sí, siempre... Las únicas cosas que me
han importado en la vida habéis sido esta plantación y tú... Esa es la pura
verdad. ¡No sé por qué, pero ésa es la verdad!... ¡Yo he vivido siempre
entre mentiras! ¿Por qué no vas a poder hacerlo tú?

BRICK.- (Interrumpiéndole.) Podré con esto.

PAPÁ.- ¡Eso no es vivir, es escapar!

BRICK.- Yo quiero escapar.

PAPÁ.- Entonces, ¿por qué coño no te suicidas?

BRICK.- Porque me gusta beber.

PAPÁ.- ... Hasta hace poco, mientras creía que me había llegado la hora... Antes
de saber que no tenía más que ese... colon espástico... Pensaba en ti.
Pensaba en si debía o no debía dejarte la plantación... cuando todo
hubiera terminado. Y unas veces pensaba «¡No!» y otras veces pensaba
«¡Sí! », y no había manera de tomar una decisión. ¡Odio a Gooper, y a
esa perra de Mae, y a sus cinco monos! ¡Y sé que ellos me odian a mí!
¿Por qué iba a dejarles mi tierra a esa gente que no me gusta?... Pero, por
otro lado, Brick... Joder, ¿tengo que ayudar a un imbécil que se da a la
bebida?... Por mucho que yo le quiera… Aunque le quiera con toda mi
alma... ¿Debo hacer eso? ¿Fomentar la mala vida, el desorden, la
corrupción?

BRICK.- (Sonriendo.) Te entiendo muy bien.

PAPÁ.- ¿Ah, sí? Pues eres más listo que yo, porque yo no lo entiendo. Ni pude
tomar ninguna decisión, ni llegué a hacer testamento... Ahora ya no corre
prisa. La angustia ha desaparecido. Puedo esperar a ver qué haces con tu
vida.

BRICK.- Estupendo, papá.


(Avanza, cojeando, hacia la puerta.)

…Y ahora, ¿por qué no salimos a ver los fuegos artificiales y a respirar


un poco?

(Se detiene en la puerta de la galería, contemplando los nuevos


estallidos de luz.)

PAPÁ.- ¡Espera!... Brick... Según tú, bebes para matar tu asco hacia la mentira.
¿Sólo puedes matarlo con alcohol?

BRICK.- Ahora, sí.

PAPÁ.- Pero antes, no, ¿verdad?... Tú empezaste a beber cuando murió tu amigo
Skipper.

(Un silencio. Luego, BRICK inicia un movimiento brusco para coger su


muleta.)

BRICK.- ¿Qué estás insinuando?

PAPÁ.- Yo no insinúo nada.

(BRICK se aleja de su padre, cojeando con rapidez. Se aleja de su firme


y grave mirada.)

…Gooper y Mae dejaron caer que había algo raro en...

BRICK.- (Deteniéndose bruscamente, como acorralado.) ¿Algo raro?

PAPÁ.- Bueno, no sé Algo que no era del todo normal en tu amistad con…

BRICK.- ¿Eso es lo que insinuaron? ¡Creí que había sido Maggie! ¿Y a quien más
se le ha ocurrido eso? ¿A ti? ¿Quién más cree que Skipper y yo éramos...?

(AL FIN LA INDIFERENCIA DE BRICK SE HA ROTO. SU CORAZÓN LATE CON FUERZA. SU


FRENTE ESTÁ HÚMEDA DE SUDOR. SU RESPIRACIÓN SE ACELERA Y SU VOZ SE HACE MÁS
RONCA. LO QUE ESTÁN DISCUTIENDO, TÍMIDA Y TRABAJOSAMENTE POR PARTE DE
PAPÁ, FEROZ Y VIOLENTAMENTE POR PARTE DE BRICK, ES EL HECHO INADMISIBLE
PARA NEGAR POR EL CUAL MURIÓ SKIPPER. LA BASE DE LA «MENDACIDAD» Y DEL ASCO
QUE ÉSTA PRODUCE A BRICK, NACE PROBABLEMENTE DE QUE, SI ESE HECHO ERA UNA
REALIDAD, TENÍA QUE SER NEGADO PARA PODER SEGUIR VIVIENDO «CON LA CABEZA
MUY ALTA» EN EL MUNDO Y EN LA SOCIEDAD EN QUE VIVEN. Y POR ESO BEBE BRICK.
ESA PUEDE SER LA CAUSA DE SU DERRUMBAMIENTO. O TAL VEZ SEA SÓLO UNA DE SUS
MUCHAS MANIFESTACIONES, NI SIQUIERA LA MÁS IMPORTANTE. EL PÁJARO QUE QUIERO
ATRAPAR EN LA RED DE ESTA OBRA NO ES LA SOLUCIÓN AL PROBLEMA PSICOLÓGICO DE
UN HOMBRE. INTENTO CAPTAR LA VERDADERA NATURALEZA DE LA EXPERIENCIA DE UN
GRUPO DE PERSONAS, ESA INTERRELACIÓN BRUMOSA, PARPADEANTE, FUGAZ Y DE UNA
CARGA FEROZ DE SERES HUMANOS VIVOS EN MEDIO DE LA TORMENTA DE UNA CRISIS
COMÚN. ES PRECISO DEJARLE ALGO DE MISTERIO AL PERSONAJE DE UNA OBRA, DEL
MISMO MODO QUE SIEMPRE CONSERVA PARTE DE SU MISTERIO UNA PERSONA EN LA
VIDA, INCLUSO ANTE SÍ MISMA. ESTO NO ABSUELVE AL ESCRITOR DE SU DEBER DE
OBSERVAR, DE AHONDAR, TAN CLARA Y PROFUNDAMENTE COMO LEGÍTIMAMENTE
PUEDA HACERLO. PERO SÍ DEBE HACERLE EVITAR LAS CONCLUSIONES DEMASIADO
TAJANTES, LAS DEFINICIONES FÁCILES QUE CONVIERTEN UNA OBRA EN UNA OBRA NADA
MÁS Y NO EN UN CEBO PARA PESCAR LA VERDAD DE LA EXPERIENCIA HUMANA.

(ELDIÁLOGO SIGUIENTE REQUIERE GRAN CONCENTRACIÓN, UNA INTERPRETACIÓN


CONTENIDA PERO PREÑADA DE TODO LO QUE SE DEJA SIN DECIR.)

PAPÁ.- (Con suavidad.) Cálmate, cálmate, hijo... Mira, yo he vivido mucho...

BRICK.- ¡No me toques!... ¡Tú también lo crees! ¡Mucho «hijo mío, hijo mío» y
me estás llamando...! ¿Por eso nos pusiste en esta habitación a Maggie y
a mí? ¿La habitación que fue de Straw y Ochello, ese par de viejas
solteronas? ¿Para que durmiéramos en la misma cama en que murieron
los dos? Ese par de...

PAPÁ.- Calla, hijo. (Dejando mucho sin decir.) Cuando llegué aquí… Con los
zapatos hechos pedazos y sin... Salté desde un vagón de carga, a un
kilómetro de la carretera, me quedé dormido en un depósito de algodón,
cerca de la desmotadora y... Bueno, Jack Straw y Peter Ochello me
dieron trabajo. Me emplearon para administrar esta plantación, que
después creció hasta ser lo que es… Cuando Jack Straw murió... el viejo
Peter Ochello dejó de comer, igual que un perro al que se le muere el
amo... y acabó por morirse también.

BRICK.- (Muy violento.) ¡Skipper murió! ¡Y yo no he dejado de comer!

PAPÁ.- Pero empezaste a beber.

(BRICK arroja el vaso al otro lado de la habitación, gritando.)

BRICK.- ¿Tú también lo crees?... (BRICK está transformado, como un volcán que
estalla de repente.) ¿Piensas que Skipper y yo éramos...

PAPÁ.- Calla...

BRICK.- ...como Straw y Ochello, un par de...?

PAPÁ.- ¿Quieres dejarme que...?

BRICK.- ...¿Maricones? ¿Un par de maricones...?

(Pierde el equilibrio y cae de rodillas sin sentir el dolor. Se pone en pie,


aferrándose a la cama.)
PAPÁ.- ...Dame la mano, anda.

BRICK.- No quiero tu mano.

PAPÁ.- Bueno, pues yo sí quiero la tuya. ¡Levántate!

(Lo levanta, rodeándole con su brazo, con preocupación, con cariño.)

¡Estás sudando! ¡Y te ahogas como si vinieras de una carrera!

BRICK.- (Desasiéndose del abrazo de su padre.) ¡Me has hecho mucho daño,
papá! ¡Cómo puedes hablar con esa tranquilidad de... de una cosa así!
¿Es que no sabes cómo piensa la gente? ¿No te das cuenta hasta qué
punto les horroriza, les repugna? (Se interrumpe, sin aliento.) Quisiera
irme lejos, muy lejos.

PAPÁ.- ¿Adónde?

BRICK.- ...No sé, a otro país.

PAPÁ.- Bueno, pues yo he ido mucho más lejos: acabo de volver de la muerte,
hijo, y no es fácil que me escandalice por nada de lo que pasa aquí... De
todas formas, siempre he vivido con mucho espacio alrededor, el
suficiente como para no contagiarme con las ideas de los demás. ¡Una
de las cosas que pueden cosecharse en un gran terreno, algo mucho más
importante que el algodón, es la tolerancia!

BRICK.- ¡Mi amistad con Skipper era limpia y verdadera, hasta que a Maggie se
le ocurrió esa misma porquería de la que estás hablando tú! ¡Claro!
Alguna vez me ponía una mano en el hombro o lo hacía yo. ¡Claro! E
incluso a veces, cuando viajábamos con el equipo y compartíamos la
habitación, nos tendíamos la mano de cama a cama para darnos las
buenas noches. ¡Claro, claro que sí!

PAPÁ.- ¡Pero, Brick, nadie dice que eso no sea normal!

BRICK.- ¡Pues se equivocan porque no lo es! ¡Era un sentimiento puro y limpio y


eso no es normal!

(Se miran a los ojos durante un largo momento. La tensión se rompe y


los dos se apartan, cansados.)

PAPÁ.- Sí... Es muy difícil hablar.

BRICK.- Por eso. Vamos a dejarlo.


PAPÁ.- ¿Por qué se vino abajo Skipper? ¿Por qué te viniste abajo tú?

(BRICK vuelve a mirar a su padre. Ya sabe, inconscientemente, que va


a decirle a su padre que se está muriendo de cáncer. Sólo eso podrá
restablecer el equilibrio entre los dos: un hecho inadmisible contra
otro.)

BRICK.- Muy bien. Tú lo has querido, papá. Por fin vamos a tener esa
conversación sincera que querías.

(Vuelve cojeando hasta el bar, abre el cubo del hielo y se queda un


segundo admirando el brillo de las pinzas de plata.)

...A Maggie no le costó mucho meterle en la cabeza a Skipper la idea de


que él y yo éramos una pareja frustrada, una pareja como la de esas dos
viejas locas que vivieron en esta habitación. Y él... ¡pobre Skipper!... Se
acostó con Maggie para demostrar que era mentira. Como aquello fue un
desastre, ¡creyó que era cierto!... No he visto a nadie convertirse tan
rápidamente en un borracho... ni morir tan pronto. ¿Estás satisfecho ya?

PAPÁ.- ¿Lo estás tu?

BRICK.- ¿Yo, de qué?

PAPÁ.- ¿Qué es lo que te has callado?

(El teléfono empieza a sonar en el vestíbulo. Como si le recordara algo,


BRICK mira hacia allí y añade.)

BRICK.- Sí... Una conferencia... Una conferencia que me puso Skipper para
hacerme una confesión de borracho... ¡Le colgué sin dejarle terminar!...
Fue la última vez que nos hablamos en la vida...

PAPÁ.- ¿Le colgaste?

BRICK.- ¡Sí, le colgué, le colgué!

PAPÁ.- En cualquier caso... Ya hemos encontrado la pista de esa mentira que te


da tanto asco y que te obliga a beber. Le has estado echando la culpa a
otro. Ese asco te lo inspiras tú mismo. ¡Tú cavaste la tumba de tu amigo
y lo metiste en ella a patadas!... Todo por no hacer frente a la verdad.

BRICK.- ¡La verdad de él, no la mía!

PAPÁ.- Es igual. Te negaste a hacerle frente con él.


BRICK.- ¿Pero quién puede hacerle frente a la verdad, eh? ¿Quién puede? ¿Tú
acaso?

PAPÁ.- Sí, yo...

BRICK.- ¿Y qué te parece ese ¡feliz cumpleaños! cuando todos saben que éste será
el último?

(La persona que ha contestado al teléfono en el vestíbulo lanza una


aguda carcajada. La voz, que hasta entonces ha sido sólo un murmullo,
se hace inteligible y dice:)

VOZ.- ¡No es eso, claro que no! ¡Estás loco!

(BRICK ahoga una exclamación al darse cuenta de que acaba de hacer


una revelación espantosa. Se mueve cojeando y se detiene sin mirar el
rostro alterado de su padre.)

BRICK.- Anda vamos fuera…

PAPÁ.- ¡No vamos a ninguna parte! ¿Qué has dicho?

BRICK.- No me acuerdo.

PAPÁ.- ¿«Feliz cumpleaños» y todos saben que será el último?

BRICK.- Papá, no me hagas caso. Anda, vamos fuera.

PAPÁ.- Primero explícame eso que has dicho. «Todos saben que será el
último.» ¿No has dicho eso? Empezaste. ¡Termina de decir lo que
empezaste!

(Detrás de ellos un fantasmagórico resplandor.)

BRICK.- …Déjale la plantación a Gooper y a Mae. Yo sólo quiero…

PAPÁ.- ¿Por qué tengo que dejarle nada a nadie? ¡Hoy cumplo sesenta y cinco
años! ¡Todavía me quedan quince o veinte por vivir! ¡Os enterraré a
todos! ¡Te enterraré a ti y tendré que pagar tu entierro de borracho!

BRICK.- Claro, claro que sí. Y ahora vamos a ver los fuegos, ¿eh? Vamos a…

PAPÁ.- ¿Mentira, no? ¿Me han mentido? Sobre el resultado de los análisis…
Había algo… Tengo… tengo… cáncer, ¿no?

BRICK.- La bebida es una forma de escapar. La muerte es otra.


(Toma la muleta de la mano débil de PAPÁ y sale a la galería dejando
abierta la puerta.)

MAE.- (Desde la puerta.) ¡Papá, los jornaleros van a cantar para ti!

PAPÁ.- (Gritando, ronco.) ¡Brick!... ¡Brick!...

MAE.- Está ahí fuera, bebiendo.

PAPÁ.- ¡Brick!

(MAE retrocede, asustada por la pasión que hay en la voz del anciano.
Los niños llaman a BRICK, imitándole. Hay un resplandor en el cielo.
Vuelve BRICK lento, grave, muy sereno.)

BRICK.- Lo siento, Papá. No comprendo por qué a la gente le puede importar tanto
vivir o morir. Quizá sea yo peor porque estoy menos vivo. Nosotros
somos amigos, ¿verdad, papá? Y la amistad consiste en decirse la
verdad…

(Se produce una pausa.)

…Tú me dijiste la mía. Y yo te dije la tuya.

(Un niño entra corriendo por la habitación, coge un montón de cohetes


y sale corriendo.)

NIÑO.- ¡Bang, bang, bang, bang, bang!

PAPÁ.- (Lenta y apasionadamente.) ¡Hijos de puta!... ¡Malditos embusteros


hijos de la gran puta!...

(Por fin se incorpora y se dirige hacia la puerta interior. En la puerta


se vuelve, mirando hacia atrás como si tuviera que hacer una pregunta
inexpresable. Luego asiente y añade:)

¡Ellos sí que están muertos!... ¡Todos esos hijos de puta embusteros!


¡Muertos!

(Sale.)

…¡Muertos!... ¡Muertos!...

(Su voz se pierde. Alguien la da una bofetada a un niño. El niño


atraviesa el escenario llorando como un loco. BRICK permanece
inmóvil mientras se apagan las luces.)
TERCER ACTO

(Poco después de terminar el segundo acto. Entran MARGARET, MAE,


el DOCTOR y los NIÑOS, que corren por la habitación persiguiéndose
con pistolas y gritando: «¡Bang!», «¡Bang!», «¡Bang!»…)

MAE.- ¿Dónde se ha metido papá?... ¡Papá!...

MAMÁ.- (Entrando.) ¡Ay, me gustan mucho los fuegos, pero ese olor a pólvora
me acaba mareando siempre!... ¿Y papá?
Se ha debido acostar. Voy a ver. (Sale. Entra GOOPER.)

MAE.- ¡Hijos, por Dios, ya está bien! Gooper, haz el favor de mandar a estos
niños a la cama. Ahora mismo.

GOOPER.- (Mientras empuja a los niños hacia la puerta.) ¿No está papá?

MAE.- Creemos que se ha ido a dormir.

DOCTOR.- (Aliviadísimo de que se vayan.) ¡Qué vitalidad tienen estas criaturas!

MAE.- Sí, están sanísimos, gracias a Dios... Bueno, a ver si vuelve mamá y
podemos por fin...

DOCTOR.- Me temo que va a ser muy doloroso.

MAE.- En esta vida hay muchas cosas dolorosas. Hay que hacerse a la idea.

(Vuelve GOOPER.)

GOOPER.- (Como un conspirador.) ¡Ya viene mamá!

MAMÁ.- (Entrando.) Tiene la luz apagada y todo, así que...

MARGARET.- Estaría cansado, el pobre.

MAMÁ.- Sí. Le encanta tenernos a todos alrededor, pero le cansa un poco. Y esta
noche estaba muy excitado. ¿No os disteis cuenta de cómo comía! ¡Qué
bárbaro!

GOOPER.- Ojalá no tenga que arrepentirse.

MAMÁ.- ¡Era un placer verle comer de esa manera! ¡Todo le gustaba, de todo
repetía...!

GOOPER.- Mientras no tenga que pagarlo luego...


MAMÁ.- ¡Ay, Gooper, no seas cenizo, hijo!

MAE.- Gooper teme que papá pueda pasar una mala noche.

MAMÁ.- ¡Gooper teme, Gooper teme! ¡Pues que no tema tanto tu Gooper! Papá
tuvo siempre muy buen apetito, y ahora, gracias a Dios, lo ha recobrado.
¿Es que no os dais cuenta del peso que se le ha tenido que quitar de
encima?

MARGARET.- (Dulce y triste.) Pobrecito mío…

MAMÁ.- (Sin entender.) Pobrecito, eso es... ¿Dónde está Brick?

MAE.- Ahí fuera.

GOOPER.- Bebiendo.

MAMÁ.- ¡Ya sé que está bebiendo! ¿Y qué?

MARGARET.- ¡Muy bien, mamá!

MAMA.- Hay mucha gente que bebe. ¿Qué tiene de particular?

MARGARET.- ¡Di que sí! A mí incluso un hombre que no bebe me da mala espina.

MAE.- Gooper no bebe. ¿Te da mala espina Gooper?

MARGARET.- ¿Tú no bebes, Gooper? Si lo llego a saber no digo lo que he dicho...

MAMÁ.- ¡Brick!

MARGARET.- ...¡por lo menos delante de ti! (Ríe dulcemente.)

MAMÁ.- ¡Brick!

MARGARET.- Está en la galería. Voy a buscarlo para que podamos empezar.

MAMÁ.- (Preocupada.) Bueno, ya me contaréis a qué viene tanto misterio...

(Mira a unos y a otros, mientras MARGARET llama a BRICK y éste


canturrea cosas en la galería.)

MARGARET.- ¡Brick!... ¡Brick!...

MAMÁ.- ¿Y por qué tenéis todos esas caras? Abre esa puerta, Gooper, por favor,
que corra un poco el aire.
MAE.- Más vale dejarla cerrada, mamá. Por lo menos hasta que hayamos
hablado. No sea que nos oiga papá.

MAMÁ.- Esta es su casa y aquí no sé habla de nada que él no pueda oír!

GOOPER.- Mira, mamá, es que...

(MAE le da un terrible codazo para hacerle callar. El se vuelve a


mirarla, furioso. Se produce un silencio.)

MAE.- ¡Ha pasado un ángel!...

(Se ríe y no la sigue nadie.)

...Doctor, ¿es usted partidario de esas inyecciones de vitamina B que se


está poniendo todo el mundo?

DOCTOR.- (Encogiéndose de hombros.) Si uno se empeña en ponerse inyecciones,


ésas son tan buenas como cualquier otras.

MAMÁ.- (En la puerta de la galería.) ¡Maggie! ¿Traes a Brick o no?

MAE .- (En voz alta, creando un silencio.) ¡No sé por qué... pero me está dando
la impresión...!

MAMÁ.- (Volviéndose bruscamente.) ¿Qué impresión?

MAE.- La de que Brick le ha dicho a papá algo que no debía.

MAMÁ.- ¿Algo como qué?

GOOPER.- Verás, mamá, es que...

MAE.- ¡No! ¡Espera!

(MAE corre hacia MAMÁ, la abraza y la besa. MAMÁ se la quita de


encima, impaciente, y se acerca al DOCTOR.)

MAMÁ.- Me han dicho que hay ahora unas curas maravillosas para dejar de beber.
¿Sabe usted algo de eso, doctor? No es que Brick lo necesite; es hablar
por hablar...

(Aparece BRICK en la puerta de la galería. MARGARET le sigue.


MAMÁ no le ha visto aún.)
MAMÁ.- ...El pobre está hecho polvo por la muerte de Skipper. ¡Fue todo tan
dramático, tan inesperado! ¡Y ellos eran tan amigos que... (Se interrumpe
y se vuelve.) ¡Si ya está aquí! ¡Ven, mi vida, ven con tu madre...!

(BRICK sonríe y hace un gesto de burlona galantería para que


MARGARET entre primero. Luego se dirige directamente hacia el bar.
Se produce un silencio absoluto y todos miran a BRICK como le miran
siempre en cuanto habla, o se mueve, o simplemente aparece. Él deja
caer uno a uno los cubitos de hielo en el vaso. Luego, como dándose
cuenta, con una sonrisa encantadora, se dirige a ellos.)

BRICK.- ¿Perdón?... ¿Alguien más quiere?

MAMÁ.- No, hijo. y tú tampoco deberías beber más.

BRICK.- Ojalá pudiera, mamá. ¡Pero todavía no he ingerido la cantidad necesaria


para conseguir la paz!

MAMÁ.- ¡Ay, Brick, qué cosas dices! ¡Si tú supieras el daño que me haces...!

MARGARET.- (A la vez.) Brick, ve a sentarte con tu madre.

MAMÁ.- ...¡Cada vez que te veo llenar el vaso y...!

MAE.- Bueno, ahora ya estamos todos y...

GOOPER.- Y podemos hablar de una vez.

MARGARET.- Ve a sentarte con mamá y abrázala.

BRICK.- Hazlo tú, Maggie. Yo soy un inválido saltarín. Me gusta estar de pie.

(Va hasta la puerta de la galería y se apoya en ella, como esperando.


MAE se sienta junto a MAMÁ; GOOPER, enfrente. El DOCTOR
enciende serenamente un cigarrillo, se queda en pie y espera.
MARGARET se aparta.)

MAMÁ.- ¡Bueno, ya está bien! ¿Por qué me rodeáis así? ¿Por qué os miráis de ese
modo?

MAE.- Tranquilízate, Mamá.

MAMÁ.- ¡Tranquilízate tú si puedes! ¿Qué demonios pasa?

(GOOPER tose. Se coloca en el centro del grupo.)

GOOPER.- Doctor, yo creo que...


MAE.- Doctor...

BRICK.- (De pronto.) ¡Shhhh!

(Sonríe y mueve la cabeza, decepcionado.)

…Pues no. No era el chasquido.

GOOPER.- ¡Brick, o te callas o te vas a beber a la galería! Tenemos que hablar de


algo muy serio. Mamá tiene que saber la verdad sobre el diagnóstico.

MAE.- Sí... Tiene que hacer frente a la realidad.

DOCTOR.- Bien, pues...

MAMÁ.- (Poniéndose en pie, aterrada.) ¿Pero es que... hay... algo... que yo no


sepa?

(Con estas pocas palabras, esta pregunta sobresaltada, MAMÁ repasa


los cuarenta y cinco años vividos con su marido, su grande y sencilla
devoción hacia ese hombre, que debe haber tenido algo de lo que tiene
BRICK, algo que le hizo ser amado de tal manera, simplemente por no
amar él mismo lo bastante, ese mismo desdén seductor, unido, como el
de BRICK, a la belleza viril. En ese momento MAMÁ empieza a adquirir
una gran dignidad.)

DOCTOR.- (Después de una pausa, incómodo.) El caso es que...

MAMÁ.- ¡Por favor..., quiero saber!

(Se lleva una mano a la boca cómo para negar lo que ha dicho)

...Que no me mientan... ¡Quiero saberlo! ¡Lo que sea!

MAE.- Siéntate aquí conmigo, mamá.

MARGARET.- (Rápida.) Brick, ve a sentarte con tu madre.

MAMA.- ¿Doctor?...

DOCTOR.- Desde que conozco aquella clínica, no han podido hacer un examen más
minucioso, ni poner más inyecciones a ningún paciente, ni...

GOOPER.- Es una de las mejores clínicas del país. (Silba.)

MAE.- La mejor, la mejor sin duda ninguna.


(Vuelve a darle un codazo a GOOPER, y GOOPER le da un golpe en la
mano sin dejar de mirar a su madre.)

DOCTOR.- Claro que cuando empezaron ya sabíais que, había un tanto por ciento
muy elevado de probabilidades de que...

MAMÁ.- ¿Probabilidades... de qué? ¿De qué, puedo saber de qué?

(Se le corta la voz en un sollozo. MAE la abraza rápidamente. MAMÁ la


aparta con ferocidad y mira al DOCTOR.)

MAE.- ¡Ten valor, mamá!

(BRICK canturrea suavemente en la puerta.)

GOOPER.- ¡Cállate, Brick!

BRICK.- Lo siento...

(BRICK sale a la galería.)

DOCTOR.- Al hacer la biopsia...

MAMÁ.- ¿Qué es eso?

DOCTOR.- Se corta un trozo de tejido y…

MAMÁ.- ¿Tejido? Pero usted le dijo que…

DOCTOR.- (Pacientemente.) Escúcheme...

MAMÁ.- (Furiosa.) ¡Usted nos dijo a los dos que él no tenía...!

MAE.- Pero, mamá, dios siempre...

GOOPER.- ¿Quieres dejar hablar al doctor?

MAMÁ.- Dijo que sólo tenía...

(Su voz se quiebra en un sollozo.)

DOCTOR.- Le dijimos cualquier cosa para que permaneciera tranquilo. Pero al


analizar esa muestra en el laboratorio, pues... Siento tener que decirlo,
pero dio positivo... Es... es maligno.

MAMÁ.- ... ¿Cáncer?


(El DOCTOR asiente gravemente y ella ahoga un grito.)

GOOPER.- ¡Mamá, mamá, había que decírtelo!

MAE.- ¡Tenías que saberlo!

MAMÁ.- ¿Pero por qué no se lo han quitado?

DOCTOR.- Demasiado tarde... Hay muchos órganos afectados. Órganos vitales.

MAE.- Ya no se puede correr un...

GOOPER.- ...riesgo quirúrgico.

MAE.- Eso es, riesgo quirúrgico.

(MAMÁ aspira, como si se ahogara.)

DOCTOR.- Una operación no serviría de nada. Está... muy extendido.

MAE.- ¿Pero no has visto qué color tiene, mamá?

MAMÁ.- ¡Suéltame tú! ¡No me toques! ¡Quiero a Brick! ¿Dónde está Brick!
¿Dónde está mi hijo?

MAE.- ¿Cómo tu hijo? ¿Y Gooper?

GOOPER.- ¿No soy tu hijo yo?

MAE.- ¡Un hombre como es debido, un hombre responsable! ¡Con cinco niños
preciosos! Qué digo cinco, ¡seis!

MAMÁ.- ¡Que me lo diga Brick! ¡Brick!

MARGARET.- (Acercándose desde el rincón, donde no ha dejado de observar y


pensar.) ¡Está tan destrozado por esto, mamá! Tuvo que salir...

MAMÁ.- ¡Brick!...

MARGARET.- Yo te lo explicaré todo.

MAMÁ.- ¡Tú no eres mi hija!

MAE.- ¡Pero Gooper sí, mamá! ¡Y es el mayor!

MAMÁ.- Gooper nunca quiso a papá.


MAE.- (Espantosamente ofendida.) ¿Cómo puedes decir eso?

DOCTOR.- Bueno, bueno, no hay que dejarse llevar por los nervios. Estas
situaciones son terribles, pero... no hay más remedio que superarlas. Hay
que tener calma y... pensar en él. Él es lo único importante ahora. (Se
acerca a MAMÁ y le palmea una mano, comprensivamente.) Haremos
que todo sea lo más fácil posible, que esté cómodo, que...

MAMÁ.- Ha habido un error. Estoy segura. Esto es sólo una pesadilla.

GOOPER.- Yo creo que papá ha empezado a tener dolores y que se los calla.

MAMÁ.- No es más que una pesadilla.

DOCTOR.- Les pasa a muchos enfermos. Tienen la impresión de que negando los
dolores pueden negar la realidad.

GOOPER.- (Encantado.) Claro, niegan. Niegan mientras pueden.

MAE.- Gooper y yo creemos que...

GOOPER.- Tú te callas... A papá habría que empezar a ponerle morfina.

MAMÁ.- Nadie va a ponerle morfina.

DOCTOR.- Cuando tenga dolores serán muy fuertes y necesitará calmantes para
soportarlos.

MAMÁ.- Nadie le va a poner morfina a mi marido.

MAE.- Pero, mamá, tú no querrás verle sufrir: Habrá que...

(GOOPER, a su lado, le da un salvaje codazo.)

DOCTOR.- (Dejando en algún lado un paquete.) En cualquier caso, dejaré esto aquí.
Si de pronto lo necesitara, es mejor no tener que mandar por ello.

MAE.- Yo sé poner inyecciones.

GOOPER.- Las pone muy bien.

MARGARET.- No creo que papá quiera que Mae le ponga inyecciones.

MAE.- ¿Quién querrá que se las ponga? ¿Tú?

(El DOCTOR inicia ademán de marcharse.)


GOOPER.- El doctor se va.

DOCTOR.- Sí, no tengo más remedio. (Estrechando de nuevo las manos de MAMÁ.)
¿Vamos a ser valientes, verdad?

(MAMÁ solloza.)

GOOPER.- Vamos, mamá, no llores.

MAE.- Ven aquí conmigo, ven.

GOOPER.- (Acompañando al DOCTOR.) Bueno, doctor, no tengo que decirle lo


agradecidos que le estamos por todo. Ahora se trata de pensar sólo, en
él, como usted ha dicho, y...

(El DOCTOR le mira significativamente y sale, sin dejarle terminar.


GOOPER se queda muy cortado.)

…Ya supongo que este hombre tendrá muchas preocupaciones, pero


podía ser un poco más amable... ¡Vamos, vamos, mamá...

MAMÁ.- ¡No puede ser verdad!...

GOOPER.- ¡Es verdad! ¡Esos análisis son infalibles!

MAMÁ.- ¿Por qué tienes tantas ganas de ver muerto a tu padre?

MAE.- ¡Mamá...!

MARGARET.- (Suave.) ¡Cómo te entiendo, mamá...!

MAE.- (Feroz.) ¿Ah, sí?

MARGARET.- (Tranquila, triste.) Sí, desgraciadamente, sí.

MAE.- Tú lo entiendes siempre todo, ¿verdad? ¡Claro, tuviste que entender a un


padre borracho y después a un marido borracho!

MARGARET.- ¡Brick adora a su padre! ¡Y esto lo ha destrozado! ¡Por eso está bebiendo
así!

MAE.- ¡Ya!

MAMÁ.- ¡Maggie, tienes que ayudarnos! Tienes que ayudarnos a papá y a mí para
que Brick deje de beber. Papá se morirá de pena si Bríck no reacciona y
se pone al frente de...
MAE.- ¿Al frente de qué, mamá?

MAMÁ.- De esta casa.

(Rápida mirada entre MAE y GOOPER.)

GOOPER.- Mira, comprendo que has recibido un golpe muy fuerte, pero...

MAE.- ¡Todos hemos recibido un golpe muy fuerte!

GOOPER.- Eso es. Pero hay que ser realistas.

MAE.- Papá nunca cometería el disparate de...

GOOPER.- De poner esta casa en manos irresponsables.

MAMÁ.- ¡Papá no va a poner esta casa en manos de nadie! ¡Papá no se va a morir!


¡Que se os meta bien en la cabeza!

MAE.- ¡Ay, mamá, mamá, todos queremos ser tan optimistas como tú! ¡Y
tenemos confianza, claro que sí! ¡Y fe en la oración! Pero hay cosas
que..., cosas que discutir, que solucionar, por si...

GOOPER.- Hay que tenerlo todo previsto, y cuanto antes, mejor... Mae, ¿quieres
traer mi cartera, por favor?

MAE.- Ahora mismo.

(Sale apresuradamente.)

GOOPER.- Bueno, mamá, aclaremos bien las cosas. Lo que has dicho antes es
mentira, y tú lo sabes mejor que nadie. Yo siempre he querido a papá. A
mi manera, eso sí. Yo no sé expresar mis sentimientos; me pasa lo mismo
que a él. ¿Dudo yo de que papá me quiera, aunque tampoco me lo haya
demostrado nunca? (Vuelve MAE con la cartera.)

MAE.- Ten, mi amor.

GOOPER.- Gracias... Naturalmente, mis relaciones con Papá son distintas a las de
Brick...

MAE.- Porque le llevas ocho años y siempre has tenido que cargar con muchas
más responsabilidades. ¿Qué responsabilidades ha tenido nunca Brick?
¡Como mucho, un balón de fútbol!

GOOPER.- Mae, ¿me vas a dejar hablar, por favor?


MAE.- Sí, mi amor.

GOOPER.- Bien. Una plantación de veintiocho mil acres es un asunto muy serio.
Muy serio y muy difícil de llevar.

MAE.- Sin ayuda de nadie, además.

(MARGARET sale a la galería y llama suavemente a BRICK.)

MARGARET.- Brick... Brick ...

MAMÁ.- ¿Pero de qué hablas? ¿Cuándo has tenido tú que llevar nada? ¡Estás
hablando como si tu padre estuviera ya muerto y enterrado! ¡Tú nunca
has movido un dedo en esta plantación!

MAE.- ¡Pero, mamá, por favor, seamos justos! ¿Quién ha dirigido esto en los
últimos cinco años? ¿Quién lo ha dirigido desde que papá empezó a
encontrarse mal? A Gooper no le gusta hacerse notar, y si se puso al
frente de todo fue porque lo consideraba un deber, ¡pero llega un
momento en que...! ¿Qué hacía Brick mientras? ¡Jugar al fútbol!

MARGARET.- (Que vuelve a entrar sola.) ¿Ya estás hablando de Brick? Brick no juega
al fútbol. ¡Brick es el locutor deportivo más importante del país!

MAE.- ¡Ya ves tú!

MARGARET.- ¡Y me vais a hacer el favor de dejar de hablar de mi marido!

GOOPER.- ¡Oye, guapa, yo hablo de mi hermano cuando me da la gana, que para


eso es mi hermano!

MARGARET.- ¿Para insultarle cuando no está delante? ¿Para crearle mal ambiente?
¿Para eso es tu hermano? ¿Para tratar de quitarle lo suyo con malas artes,
para...?

GOOPER.- ¡Anda, calla, calla! ¡Calla y vete fuera a beber con él, anda!

MARGARET.- ¡A mí no me grites! ¡Y delante de mí no le vuelvas a...!

MAE.- ¡Pero no le defiendas tanto, mujer! ¡Si todos sabemos cómo te trata!

MARGARET.- ¡Ya salió! ¿Pero tú te crees que somos tontos? ¿Tú te crees que no nos
damos cuenta Brick y yo de lo que estáis haciendo? ¡Y por, los motivos
más repugnantes y más sórdidos! ¡Por avaricia, por afán de lucro, por…!

GOOPER.- ¿Te vas a callar?


MARGARET.- ¡Cállate tú!

MAMÁ.- ¡Callaros todos!

MARGARET.- (A mamá.) ¡Pero que conste que si nos quedamos aquí un solo minuto
más es por vosotros! Por ti y sobre todo por papá. Y si es verdad que
papá... Bueno, en cuanto haya pasado todo nos iremos.

MAMÁ.- ¿Qué es eso de que os vais a ir? No te disgustes, tú, bonita. Ven conmigo,
hija, ven con mamá.

(MARGARET se precipita hacia MAMÁ.)

MARGARET.- ¡Si tú supieras cómo lo siento...!

GOOPER.- ¡Qué escena tan conmovedora! ¡Me emocionáis!

MAE.- ¿Sabes por qué no tiene hijos ésta? ¿Lo sabes? ¡Porque su atlético marido
ni siquiera la toca!

MARGARET.- ¡Bruja!

MAE.- ¡Lianta!

MARGARET.- ¡Envidiosa!

MAE.- ¡Resentida!

MAMÁ.- ¡Ya está bien!

GOOPER.- ¡En fin! Yo hubiera preferido solucionar todo esto por las buenas, pero
ya que os ponéis así, vamos a cortar por lo sano. Me trae completamente
al fresco que papá me quiera o no. Aquí se ventilan otras cosas. Mae y
yo tenemos cinco hijos y otro en camino, y yo lo único que pretendo es
que se juegue limpio. No voy a negar que en algún momento me haya
hecho mucho daño que papá se olvidara de mí desde que Brick vino al
mundo, que me tratara como si yo no valiera la pena ni de... (Recobrando
su firme tono anterior.) Bueno, es igual. No estamos hablando de eso. El
caso es que papá se está muriendo dé cáncer. Un cáncer muy extendido
que le ha atacado al riñón y le está produciendo uremia. Y por si no sabéis
lo que es uremia, os diré que es un veneno, muy rápido, así que...

MARGARET.- ¡Veneno! ¡Tú sí que estás lleno de veneno! ¿No te da vergüenza hablar
con esa frialdad de tu propio padre? ¡Eso sí que es veneno y no...!
GOOPER.- (Intentando no saltar.) Por favor, estoy pidiendo que juguemos limpio.
Vamos a jugar limpio todos. ¡Y si empezamos a montar números y a
emplear trucos sucios, acordaos de que no en balde soy abogado y me
defenderé a mi manera llegado el momento, eh!...

(Entra BRICK con una tranquila sonrisa y el vaso vacío.)

...Vaya, vuelve el rey de la casa.

BRICK.- (Muy tranquilo.) Se acerca la tormenta.

GOOPER.- No lo sabes tú bien.

MARGARET.- ¡Qué gracioso!

GOOPER.- ¡Si no te hago gracia, tú a mí tampoco!

MAE.- Le hace más gracia el campeón, que es más delicado.

GOOPER.- Ya lo creo, mucho más.

MAE.- ¡Hay quien piensa que demasiado incluso!

MAMÁ.- ¡Basta! ¿Os vais a callar? ¡Todos!

GOOPER.- ¡Pero si esto es sano, mamá! Una bronca de familia siempre saca a flote
lo mejor y lo peor de cada uno.

MARGARET.- ¡En eso sí que tienes razón!

MAE.- ¡Y tanto!

MAMÁ.- ¡Pues yo no quiero oír una palabra más! ¡De nada!

(MAE le señala a GOOPER su cartera. BRICK se sirve un nuevo whisky


mientras canturrea.)

GOOPER.- Verás, mamá, es que yo tengo muchas cosas que hacer y no me puedo
quedar aquí todo lo que quisiera, como otros.

MAMÁ.- ¿Ah, no puedes?

GOOPER.- No, no puedo. Por eso tengo que plantear los problemas ahora. Y
solucionarlos. Y si Brick no estuviera borracho, debería hacer lo mismo.

MARGARET.- Brick está aquí. Estamos los dos.


GOOPER.- Muy bien, pues eso es lo que yo quiero. Voy a leeros lo que hemos
redactado mi socio y yo... No es más que un borrador, un...

MARGARET.- ¡Claro, te veo venir! ¡Quieres organizarlo todo tú y tenernos para siempre
en un puño! ¿no?

GOOPER.- (Como si no la oyera.) Está hecho a conciencia y contando con los


mejores asesores, así que...

MAMÁ.- Gooper...

GOOPER.- (Adelantándose.) ¡Que conste que no es definitivo, ni mucho menos! No


es más que un bosquejo preliminar, pero puede proporcionarnos una
base, un planteamiento viable de...

MARGARET.- ¿Viable para ti, no?

MAE.- ¡Para proteger una hacienda importante de un irresponsable que...!

MAMÁ.- ¡Basta! ¿Lo vais a entender de una vez? ¡He dicho que no quiero oír una
palabra más! ¡Y tú guárdate esos papeles antes de que te los arranque de
las manos y te los haga comer!

GOOPER.- Pero si sólo dicen...

MAMÁ.- ¡No sé qué coño dicen, ni me importa!

GOOPER.- ¡Mamá, por, favor...!

MAMÁ.- ¿No es así como lo diría papá?... ¡Todavía soy su mujer, no su viuda! ¡Y
os voy a hablar como él, hijos de puta!

MAE.- ¡Me ofende profundamente oírte ese lenguaje!

MAMÁ.- ¡Aquí nadie va a repartirse nada! ¡Papá está vivo! ¡Y lo va a estar por
mucho tiempo!... (Se le quiebra la voz. BRICK vuelve a canturrear.) ¡El
tiempo pasa tan de prisa!... La muerte llega demasiado pronto. Mucho
antes de que uno haya podido acostumbrarse a la vida. Tendríamos que
intentar comprendernos, tratar de querernos, en vez de lanzar los unos
contra los otros, ¡como…! ¡Estar tan unidos como fuera posible, para
soportar que algo tan espantoso suceda de pronto sin que podamos hacer
nada!...

(GOOPER le devuelve los documentos a MAE, que vuelve a guardarlos


en la cartera. MAMÁ intenta abrazar a BRICK, que ni se defiende ni le
corresponde. GOOPER los contempla, sintiéndose, una vez más,
excluido. De alguna manera, a partir de este momento, GOOPER se
rinde.)

GOOPER.- Pero, mamá, si yo...

MAMÁ.- (Sin oírle.) ¿Me estás oyendo, Brick?

MARGARET.- Claro que sí, mamá. Y está completamente de acuerdo contigo.

MAMÁ.- ¡Brick, mi niño! ¡Tu padre te quiere tanto! ¿Sabes cuál sería su mayor
alegría? Que antes de morir, le dieras un nieto, tan parecido a él como tú
te le pareces.

(MAE cierra bruscamente la cartera.)

MAE.- Mucho me temo que Brick no pueda hacerle ese favor.

MARGARET.- (Con voz tranquila, pero con energía.) ¿Me queréis escuchar un
momento?

MAE.- Mucho me temo que Brick no pueda hacerle ese favor.

(Se oye la voz de PAPÁ desde la galería.)

PAPÁ.- (Off.) El vendaval ha estado haciendo de las suyas, ¿eh, Lacey?

LACEY.- (Off.) Como siempre, señor.

MARGARET.- ¡Papá está ahí fuera!

PAPÁ.- (Off.) Pero parece que la tormenta se está alejando.

BRIGHTIE.- Sí. Ya está más allá del río, señor.

MAMÁ.- No puedo quedarme aquí. Me lo leería en los ojos.

PAPÁ.- (Off.) ¿Ha habido algún desperfecto por ahí?

BRIGHTIE.- El tejado de la señora Crawley. Se lo llevó el viento.

PAPÁ.- ¿Sólo el tejado? ¿No se ha llevado también a esa vieja loca?

(Se asoma.)

...¿Puedo pasar por aquí?

MARGARET.- ¿Te despertó la tormenta, papá?


PAPÁ.- ¿Cuál de las dos? ¿La de fuera, o la de dentro? Os oí hablar muy alto.
¿Discutíais de algo importante?

MAE.- No... de nada, papá. De nada en particular.

PAPÁ.- ¿Y eso que llevas ahí, Gooper?

GOOPER.- ¿Esto?... No, nada... Cosas mías... Nada.

PAPÁ.- ¿También nada? Me alegro. Temí que tuvieras algún problema.

(Se oye llorar a MAMÁ.)

¿Qué le pasa a esa interesante mujer, cargada de brillantes, que veo ahí
fuera?... ¡Eh, señora! ¿Se encuentra usted mal?

MARGARET.- Se ha mareado un poquito; papá.

PAPÁ.- Pues habrá que cuidarte, mamá. Tiene la tensión muy alta.

MARGARET.- ¡Brick! ¿Te has fijado? ¡Papá se ha puesto tu regalo!... ¡Qué tela tan
suave!

PAPÁ.- Sí, Maggie. Todo es suave esta noche... Todo va a ser suave a partir de
ahora...

MARGARET.- (Arrodiliándose junto a PAPÁ.) ¡Y mis zapatillas! ¡También te has


puesto mis zapatillas!... Papá... Papá, ese no era mi mejor regalo,
¿sabes?... ¡Tengo otro, para ti! No te lo dije antes, pero... ¡ahora es el
momento! ¡Quiero anunciaros algo!... Brick y yo... ¡Brick y yo vamos a
tener un hijo!

MAE.- ¿Qué?

(MAMÁ ahoga una exclamación.)

MAMÁ.- ¡Maggie!... ¡Brick!... ¡Qué maravilla! ¡Casi no puedo creerlo!

MAE.- ¡Claro! ¡Ni yo tampoco!

MAMÁ.- ¿Pero, cómo no me lo has dicho antes? ¡El sueño de papá, su deseo más
grande!

PAPÁ.- Levántate. Levántate, niña, que yo te vea... Sí. No estás mintiendo. No


cabe duda de que hay vida dentro de ti… Gooper, quiero ver mañana a
mi ahogado ¿puedes ocuparte de eso?
(GOOPER asiente sin decir nada.)

BRICK.- ¿A dónde vas, papá?

PAPÁ.- ¡A contemplar mi reino, hijo!... A contemplar mi reino por última vez...

MAMÁ.- ¡Mi amor, mí amor!... Mi amor, ¿puedo ir, contigo? (Sale tras él.)

(BRICK se ha quedado mirando a MARGARET. Ella se dirige


rápidamente hacia él, y le sirve whisky sin dejar de mirarle a los ojos,
casi con ferocidad.)

BRICK.- Gracias, Maggie. ¡Lo que se llama un whisky bien servido!

(MAE se acerca a GOOPER y le da un terrible codazo.)

GOOPER.- (Apartándola de sí, y acercándose a BRICK.) ¿Quieres ponerme un poco


a mí, por favor?

BRICK.- Claro que sí, Gooper, claro que sí.

(Le sirve un whisky, o le da la botella para que él se sirva.)

MAE.- ¡No penséis que vais a engañar a nadie con...!

GOOPER.- ¡Cállate, Mae!

MAE.- ¡No quiero callarme! ¡Esta intrigante lo acaba de improvisar todo!

GOOPER.- ¡He dicho que te calles, joder!

MARGARET.- ¡Qué barbaridad! ¡No creí que la noticia os trastornara tanto!

MAE.- ¡No está embarazada!

GOOPER.- (Encogiéndose de hombros.) Nadie dice que lo esté.

MAE.- ¡Ella! ¡Ella lo ha dicho! ¿Qué médico te ha visto, eh?

MARGARET.- Un buen ginecólogo, el mejor.

MAE.- ¿Te importa darme su nombre y dirección?

MARGARET.- Yo no tengo por qué darte explicaciones a ti.


MAE.- ¡Claro, como que no existe!

MARGARET.- ¡Ya verás si existe mi hijo! ¡El hijo de Brick!

MAE.- No vas a engañar a un pobre moribundo con semejante patraña. ¡Brick


no se acuesta contigo!

GOOPER.- Basta, Mae.

MAE.- ¿No ves que os oímos, todas las noches? ¡Oímos, tus súplicas, y...!

MARGARET.- ¿Y qué? ¡Eso es todo lo que oyes! ¡No todo el mundo hace tanto ruido
como vosotros! ¡No todo el mundo parece que tiene asma, y hace el amor
como si fuera gimnasia! ¡Hay amantes silenciosos, sabes! ¡Nosotros
somos amantes silenciosos! Nosotros...

(Un terrible grito de dolor llena la casa.)

MARGARET.- (Aterrada.) ¿Habéis oído eso?

GOOPER.- Ya os dije que tenía dolores.

MAE.- ¡Ve a verle, Cooper!

(GOOPER niega, despacio, y se termina el whisky.)

MAE.- ¡Ve a verle, te digo!

(GOOPER sale. MAE le sigue, pero se vuelve en la puerta, furiosa.)

MAE.- ¡Zorra! ¡Embustera!

(Cierra con un portazo. MARGARET suspira con alivio, y avanza,


tímidamente, hacia BRICK.)

MARGARET.- Gracias... por callar.

BRICK.- No tiene importancia, Maggie.

MARGARET.- Fue muy leal por tu parte no descubrirme.

BRICK.- ...Todavía no lo he conseguido.

MARGARET.- ¿El qué, mi vida?

BRICK.- El click.
MARGARET.- ¿Ese chasquido que te hace sentirte en paz?

BRICK.- Sí. No se ha producido. Y si no se produce, no podré dormir.

MARGARET.- Claro. Lo entiendo muy bien.

BRICK.- ¿Quieres alcanzarme ese almohadón?

MARGARET.- Esta noche, no, Brick.

BRICK.- Ponlo en el sofá, por favor. Donde yo duermo. (Se acerca cojeando al
bar, y vuelve a servirse.) ¡Ya! (Con el vaso en la mano, sale a la galería.
Le oímos poco después canturrear a lo lejos. MARGARET, se abraza
durante unos momentos al almohadón. Por fin, lo arroja sobre la cama,
corre al bar, coge todas las botellas, se vuelve un momento, indecisa, y
termina por salir con ellas de la habitación, dejando la puerta
entreabierta. BRICK se acerca y vuelve a entrar. Al ver el almohadón
sobre la cama, se ríe, moviendo compasivamente la cabeza, y lo recoge.
Cuando MARGARET vuelve a su vez, lo tiene aún bajo el brazo. Ella
cierra suavemente la puerta, y se apoya de espaldas, sonriendo a BRICK
dulcemente.)

MARGARET.- Durante mucho tiempo, creí que eras más fuerte que yo, y tenía miedo
de que me anularas. Pero ahora... desde que empezaste a beber... Ahora
sé que soy más fuerte que tú, y que tengo que ayudarte... Deja ese
almohadón donde estaba... ¡ Si te lo llevas, lo volveré a poner!...
(Empieza a apagar casi todas las lámparas.) ...¿Sabes? Es cierto que he
ido a ver a un médico. Y sé que, precisamente en estas fechas, es cuando
puedo concebir.

BRICK.- Ya me lo has dicho, Maggie.

MARGARET.- (Interrumpiéndole.) El bar está vacío, Brick.

(BRICK mira bruscamente hacia el bar, y se abalanza inmediatamente


a coger su muleta. Pero MARGARET se le adelanta, corre con la muleta
hacia la galería, y la arroja lejos por encima de la barandilla. Vuelve
jadeando, al mismo tiempo que MAMÁ irrumpe en la habitación.)

MAMÁ.- ¿Dónde está?

(BRICK va a darle el paquete que ha dejado el médico, y ella vuelve a


salir, rápidamente.)
(El significado de esta breve aparición, cambia el clima anterior y
produce un silencio. MARGARET pone nuevamente, el almohadón en la
cama.)

MARGARET.- Esta noche, convertiremos la mentira en verdad, ¿quieres?... Y después,


volveré a traer las botellas, y nos emborracharemos juntos, en este lugar
donde ha entrado la muerte... En el fondo, todo se reduce a eso... La vida
y la muerte... ¡Si dejaras de encerrarte en ti mismo, Brick!... La vida no
es el problema personal de un solo hombre, sino esa relación nebulosa,
centelleante, electrizada, de los seres humanos en medio de la tormenta...
Yo apuesto por la vida, Brick... Y lucharé por ti y por mí... Por toda esa
hermosa gente débil que se rinde... ¡Que se rinde con tanta elegancia!...
Como tú, mi amor... Toda esa gente que sólo necesita que la guíen, que
la quieran... Como yo te quiero, Brick. Te quiero... Te quiero...

BRICK.- (Sonriendo, con encantadora tristeza.) Tendría gracia que fuera verdad...

TELON

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