La Gran Transferencia de Riquez - C. Peter Wagner
La Gran Transferencia de Riquez - C. Peter Wagner
La Gran Transferencia de Riquez - C. Peter Wagner
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Prólogo
1. TRANSFORMACIÓN SOCIAL: EL CUADRO
GLOBAL
2. COMENZAR UNA EMPRESA DEL REINO EN LA
ECONOMÍA DE DIOS: EL TESTIMONIO DE MANI
ERFAN
3. YA LLEGA LA TRANSFERENCIA DE RIQUEZA
4. NEUTRALIZAR EL ESPÍRITU DE POBREZA
5. LAS PARÁBOLAS DE LOS ADMINISTRADORES
DEL DINERO
6. ¿Cuándo se convierte el dinero en “ganancias
deshonestas”?
7. EL CICLO DE LAS RIQUEZAS DEL REINO
8. DE FINANCIACIÓN BASADA EN DONANTES A
FINANCIACIÓN BASADA EN ENTRADAS
9. FILANTROPÍA DEL REINO
10. ALGUNOS CONCEPTOS BÁSICOS DE DAR
ALEGREMENTE
APÉNDICE: CÓMO ESTABLECER UN FONDO
MINISTERIAL DE ENTRADAS
ACERCA DEL AUTOR
Estoy totalmente emocionado de que finalmente se haya escrito
La Gran Transferencia de Riqueza. Dios es un Dios de
abundancia. Verlo de cualquier otra forma es una distorsión de la
realidad, la mayor realidad de todas: la naturaleza de Dios. El
solo hecho de que haya habido tanto error al tratar este tema solo
demuestra qué es lo que teme el diablo. Él teme que la iglesia
reciba un entendimiento bíblico adecuado de la prosperidad con
un propósito. Y este libro le llevará a ese entendimiento, y
finalmente, a esa experiencia. Peter Wagner nos ha dado grandes
estrategias para renovar nuestro corazón y nuestra mente para
estar totalmente inmersos en los propósitos de Dios para el
planeta tierra. Implementando estas estrategias prácticas
estaremos en buena posición para ayudar a facilitar La gran
transferencia de riqueza, la cual llevará a la mayor cosecha de
almas que el mundo haya visto jamás.
—Bill Johnson
Pastor principal de la iglesia Bethel, Redding, California
Escritor de Cuando el Cielo Invade la Tierra
Mi amigo Peter Wagner siempre me reta a pensar de formas
nuevas. Lo ha vuelto a hacer con su nuevo libro La Gran
Transferencia de Riqueza. Le recomiendo que lo lea.
—John C. Maxwell
Escritor y conferencista
C. Peter Wagner es uno de los líderes apostólicos más grandes e
influyentes en la teología del reino y cambiando paradigmas en el
cuerpo de Cristo. He tenido el honor de recibir mentoría de Peter
y estoy orgulloso de llamarle mi padre espiritual. Es un hombre
de gran integridad y un verdadero apóstol. Ha escrito muchos
libros bíblicamente profundos que han bendecido a la iglesia y
han avanzado el reino de Dios. Ahora Peter le trae el que creo
que es el libro más esencial de esta era del reino: La Gran
Transferencia de Riqueza. Estas páginas están llenas de sabiduría
celestial, una enseñanza bíblica profunda, instrucción celestial y
visión profética que le prepararán y posicionarán para ser un
participante en la gran transferencia de riqueza, como está escrito
en Isaías 60. Conocerá el propósito final de Dios para la
transferencia, y cómo producirá una transformación de la
sociedad. ¡Recomiendo mucho y exhorto a cada creyente a leer
este libro!
—Dr. Ché Ahn
Líder apostólico, HRock Church, Pasadena, California
Presidente de Harvest International Ministry
Rector internacional del Instituto de Liderazgo Wagner
La Biblia describe a Dios como la Fuente de riquezas, el Dador
de riquezas, el Controlador de riquezas y el Dueño de las
riquezas. Dios dice enfáticamente: “Mía es la plata, y mío es el
oro” (Hageo 2:8). La riqueza es la herencia de la familia de Dios
y se ha de usar para los propósitos de su reino. La riqueza con
propósito es puro poder con una poderosa autoridad. El libro de
Peter Wagner, La Gran Transferencia de Riqueza, le dará una
revelación con la aplicación práctica para ayudarle a posicionarle
para el derramamiento manifiesto de la gloria de riquezas con
“una compañía” de cristianos creyentes y preparados. Como
Jesús, oremos: “Padre, la hora ha llegado; glorifica a [tus
siervos], para que también [tus siervos] te glorifiquen a ti” (Juan
17:1), y prepáranos para ser recipientes y distribuidores de La
gran transferencia de riqueza. Ahora es el tiempo.
—Pat Francis, Ph.D.
Pastor fundador de Kingdom Covenant Ministries
Mississauga, Ontario, Canadá
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas son tomadas de la versión Santa
Biblia, Reina-Valera 1960 (rvr), © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado
1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Usadas con permiso. Las citas bíblicas marcadas (ntv) son
tomadas de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © 2008, 2009 Tyndale House
Foundation. Usadas con permiso de Tyndale House Publishers, Inc., Wheaton, Illinois 60189.
Todos los derechos reservados. Las citas bíblicas marcadas (nvi) son tomadas de la Santa Biblia,
Nueva Versión Internacional®, nvi®, © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Usadas con
permiso. Todos los derechos reservados. Las citas bíblicas marcadas (lbla) son tomadas de La
Biblia de las Américas®, © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usadas con
permiso. Derechos reservados. (www.LBLA.org). La cita bíblica marcada (rva) es tomada de la
versión Santa Biblia, Reina-Valera Antigua.
Nota: El texto en negrita en las citas bíblicas significa el énfasis del autor.
La Gran Comisión
Un buen lugar para comenzar nuestra búsqueda de respuestas debería ser la
Gran Comisión. Algo que la mayoría de los cristianos tenemos en común es
un entendimiento mutuo de que todos debemos hacer nuestra parte en el
cumplmiento de la gran comisión de Jesús. Doy por supuesto que muchos
cristianos tienen muy poca o ninguna idea respecto a cuáles son los roles que
deberían desempeñar personalmente para lograr este mandato de Jesús. Es
triste decir que hay demasiados que ni siquiera son capaces de verbalizar qué
es la Gran Comisión. Sin embargo, casi todos ellos estarían de acuerdo en que
la gran comisión de Jesús es una tarea seria para todo creyente,
principalmente porque oyen que se declara de manera regular cuando asisten
a la iglesia.
Con esto en mente, veamos con más detenimiento la Gran Comisión.
Se podría decir que la Gran Comisión aparece en formas distintas en los
cuatro Evangelios, además del libro de Hechos. (Véase Mateo 28:18–20;
Marcos 16:15–16; Lucas 24:46–49; Juan 20:21–22; Hechos 1:8). En este
punto, sin embargo, quiero concentrarme en los libros de Mateo y Marcos.
Me gustaría subrayar la diferencia entre las frases de la Gran Comisión en
estos dos evangelios. Cuando digo “diferencia”, debemos tener en mente que
tanto Mateo como Marcos citan las palabras de Jesús mismo. No es que uno
esté bien y el otro esté equivocado; ambos son correctos. Sin embargo, cada
uno de los escritores escoge subrayar diferentes aspectos de la Gran Comisión
completa.
Comencemos con el evangelio de Marcos. Estas son las palabras de Jesús,
según las narra:
Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que
creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado. (Marcos 16:15–16)
Esta es la Gran Comisión que ha motivado a miles y miles de misioneros a
lo largo de los siglos a dejar sus hogares y predicar el evangelio a personas
perdidas y pueblos no alcanzados en cada continente del mundo. Es sin duda
la versión que usted ha oído citar con más frecuencia.
Ahora, estas son las palabras de la gran comisión de Jesús según las cita
Mateo:
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. (Mateo 28:19)
Algunas personas no ven una gran diferencia entre las dos. Si tienen la
versión de Marcos en sus mentes, quizá interpreten que Mateo está diciendo
que deberíamos ir a todas las naciones posibles y, cuando lleguemos allí,
hacer todos los discípulos posibles. Deberíamos ganar todas las personas para
Cristo que podamos. Permítame repetir que esto es cierto. Debemos ganar
hombres y mujeres para Cristo. Pero hay más.
Esta es la verdadera diferencia: Marcos es personal, mientras que Mateo es
colectivo. Marcos dice “toda criatura”; Mateo dice “todas las naciones”.
Merece la pena analizar este matiz.
Una clave para este asunto es entender el uso que hace Mateo de la palabra
“naciones”. En el original griego, es ethne. Se puede ver fácilmente que de
aquí extraemos nuestra palabra étnico. Así, una manera de resumir la Gran
Comisión, según Mateo, es esta: “Haced discípulos a cada grupo étnico”. Pero
eso es un tanto estrecho. La mejor manera de interpretar ethne es cualquier
grupo social que una a personas en una unidad coherente, como un
vecindario, ciudad, grupo ocupacional o estado; o un grupo étnico, como los
coreano-americanos; o los vascos en España y Francia; o una nación
geopolítica, como Suecia o Vietnam. El punto principal es que la versión de
Mateo de la Gran Comisión destaca el disciplinar a todo un grupo de
personas, no solo a individuos, como lo hace la versión de Marcos. Por eso yo
mantengo que la gran comisión de Jesús, según está escrita en el evangelio de
Marcos, es personal, mientras que su versión en el evangelio de Mateo es
colectiva.
Esta no es una diferencia trivial. Para empezar, discipular toda una nación
es obviamente un reto más formidable que ganar una sola alma para Cristo.
Eso es, no obstante, de lo que trata este libro.
Ed Silvoso estaría de acuerdo. Como fundador tanto de Harvest Evangelism
como de International Transformation Network, su objetivo en el ministerio
es acabar con la pobreza sistémica en el mundo. Él dice: “El objetivo final de
la Gran Comisión, contrario a la sabiduría popular religiosa contemporánea,
no es simplemente hacer discípulos de las personas, sino también disciplinar,
enseñar y bautizar naciones”.1 La mayoría de nosotros tenemos un profundo
deseo de ver a nuestra nación, en mi caso los Estados Unidos, algún día
acudiendo a Cristo para que E. U. de nuevo sea considerada
internacionalmente como una nación cristiana, una nación impregnada y
guiada por las bendiciones y los valores del reino de Dios. Ese día, América,
como nación, ¡proclamará a Jesucristo como Señor! Para que eso suceda, será
necesaria una gran cantidad de riqueza.
El reino de Dios
Cuando pensamos en la estructura subyacente del cristianismo, por lo
general pensamos en la iglesia. La iglesia es una parte importante de ella,
ciertamente, pero es más útil comenzar con el reino de Dios. El reino de Dios
no está limitado a las cuatro paredes de la iglesia local. Incluye la iglesia,
pero es mucho mayor que eso.
Jesús nunca envió a sus discípulos a predicar el evangelio de la iglesia.
Nunca los envió a predicar el evangelio de la salvación. Siempre los envió a
predicar el evangelio del reino. La primera vez que Jesús menciona la palabra
“iglesia” en el Nuevo Testamento es en Mateo 16:18, donde dice: “Edificaré
mi iglesia”. En el siguiente versículo, dice a los apóstoles que les dará las
llaves para lograr esta tarea. Pero me parece importante que no les diera las
llaves de la iglesia; les dio las llaves del reino. Con esto quiero decir que una
de las mejores formas de edificar la iglesia es avanzando el reino de Dios.
¿Qué es el reino de Dios? Observe que la palabra “reino” tiene dos partes:
rei- y no. No hay, claro está, un reino sin un rey. En nuestro caso, el Rey es
Jesucristo. El no es una abreviatura de “dominio”. Un reino, por lo tanto, es el
dominio de un rey. Tenga en mente que el reino de Dios no es una entidad
geopolítica. No tiene fronteras territoriales. No requiere pasaportes. No se
puede unir a las Naciones Unidas. No tiene su propia moneda. Así pues,
¿dónde existe? Existe en cualquier lugar donde la gente reconoce a Jesús
como su Rey. Si Jesús es su Rey, usted está en el reino de Dios. Por eso, en
cierta ocasión, Jesús dijo: “El reino de Dios está entre vosotros” (Lucas
17:21). El dominio de Dios es representado a través del pueblo que le sigue.
En nuestro tiempo y era, es importante aclarar que cuando hablamos de
discipular naciones y avanzar el reino de Dios, no estamos defendiendo una
teocracia. Teocracia en general significa una nación que está gobernada por
Dios, pero en el uso común, significa una nación que está gobernada por la
iglesia. Constantino fue el primer emperador romano en intentar una
teocracia cuando hizo del cristianismo la religión oficial del imperio romano,
un movimiento que le dio el control de la iglesia. A primera vista, esto puede
parecer una buena idea, pero Dios no quiere ser un gobernador político. El
reino de Dios está en la gente, no en las estructuras políticas. Constantino
fracasó terriblemente, y desde ese tiempo en adelante, la iglesia (la iglesia
occidental, en particular) sufrió un daño permanente.
Haríamos el mismo daño si tuviéramos éxito en instalar una teocracia
cristiana en una nación hoy día. Siento la necesidad de subrayar esto, porque,
durante algún tiempo, un contingente vocal de críticas en Internet ha estado
acusando a algunos de nosotros de defender una teocracia, algo que
regularmente evito hacer.
Cuando sueño con una nación como América proclamando a Jesucristo
como su Señor, no me refiero a que la iglesia, ni ninguna otra entidad
religiosa, debería gobernar el país. Tal papel no se encontraría en el reino de
Dios. La Constitución debería permanecer intacta, con su actual Primera
Enmienda, afirmando que no habrá “ninguna ley respecto al establecimiento
de la religión, o prohibiendo el ejercicio de esta”. La democracia y nuestro
actual sistema de dos partidos debería prevalecer. Debería haber libertad y
justicia para todas las religiones. Sin embargo, me imagino un país en el que
una masa crítica de sus ciudadanos, demócratas y republicanos, blancos y
negros, pobres y ricos, de Nueva Inglaterra y de Texas, camioneros y
directores generales, son seguidores de Jesucristo y, por lo tanto, agentes del
reino de Dios. Me imagino a estas personas usando la influencia que tengan
para promover las bendiciones del reino y los valores del reino todo lo
posible por toda la cultura americana. Quizá algunos decidirían seguir el
liderazgo de Margarita Arellanes Cervantes, alcaldesa de Monterrey, México,
que públicamente dedicó su ciudad “a nuestro Señor Jesucristo, para que su
reino de paz y bendiciones sea establecido”.2 La alcaldesa Arellanes no
estaba defendiendo que ni la ciudad de Monterrey ni la nación de México se
convirtieran en una teocracia. Sin embargo, sí invitó a Jesús a convertirse en
el Señor de su territorio.
Invitar al reino de Dios a su ciudad o región nunca debería ser algo a temer
sino más bien a recibir con gusto. ¿Por qué? Intente ver los beneficios del
reino a través de los ojos de Cindy Jacobs: “Este es el reino que necesitamos
liberar en el mundo otra vez: un reino basado en el amor, la justicia y el poder
de Dios, donde la corrupción sea la excepción, los hambrientos y los pobres
sean alimentados y vestidos, las cortes gobiernen con justicia, el gobierno se
ejerza con integridad, las empresas actúen éticamente y la educación consista
más en perseguir la verdad que en adoctrinar a los jóvenes en la filosofía
popular del momento”.3
El mandato de señorear
El diseño original de Dios era que los seres humanos, a quienes creó a su
imagen, gobernaran su creación. Esta verdad se encuentra en la primera
página de la Biblia, donde dice que Dios creó a los primeros seres humanos,
Adán y Eva, y les dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y
sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en
todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:28). De este
versículos es de donde surge el término “mandato de señorear”.
Adán y Eva habían de tener, principalmente, una relación personal con Dios
y amarlo. Sin embargo, el amor no es algo que se pueda coaccionar. Debe
surgir voluntariamente del corazón del amante. Por lo tanto, Adán y Eva
debían ser creados como agentes morales libres. Dependía de ellos tomar la
decisión de amar o no amar a Dios. Para que su amor fuera auténtico, la
decisión debían tomarla ellos.
Lo mismo ocurría con su mandato de señorear en la creación. Adán tenía
que escoger si obedecer o desobedecer el mandato de señorear. Dios le había
dado la autoridad para señorear, así como la autoridad para rechazar señorear.
Y esta autoridad de hecho nos implica a usted y a mí. ¿Por qué? Porque Adán
no es solo el nombre de un hombre; la palabra hebrea para Adán hace
referencia a toda la raza humana. Por muy lejos que esto pueda parecer de
usted y de mí, estamos involucrados en la decisión de Adán, ¡ya que somos
parte de la raza humana!
Desgraciadamente, como todos sabemos, Adán tomó la decisión
equivocada.
¿Cómo se produjo esto?
La tentación y la caída
La decisión de Adán salió mal cuando Satanás entró en la escena. Satanás
era originalmente uno de los ángeles más gloriosos de Dios. Su nombre era
Lucifer, que significa “ángel de luz”. Pero se rebeló contra Dios y como
consecuencia fue expulsado del cielo a la esfera terrenal. (Véase Isaías
14:12–15). Aunque Satanás se mantuvo como un poderoso ser sobrenatural,
Dios retiró de él la autoridad que había disfrutado en el cielo. El poder, sin la
autoridad para usarlo, queda neutralizado. Es fácil entender por qué el deseo
más profundo de Satanás sería reclamar parte de su autoridad. En el huerto
del Edén, Adán le dio esa oportunidad.
La mayoría de las enseñanzas cristianas sobre la tentación en el huerto del
Edén subrayan el deseo de Satanás de seducir a Adán y Eva a pecar para que
la paga de su desobediencia pasara a toda la raza humana. Aunque sin duda
alguna esta idea es válida, no creo que fuera la principal motivación de
Satanás para tentarlos. Creo que cuando Satanás se acercó a Eva con su plan
de engañar, sabía que Dios le había dado a Adán autoridad para señorear, y
que, como agente moral libre, Adán también era capaz de entregar esa
autoridad. Adán podría escoger obedecer a Dios u obedecer a Satanás. Cuando
Adán pecó al desobedecer a Dios, no solo él y sus descendientes adquirieron
una naturaleza pecaminosa, sino que Satanás también tuvo la oportunidad de
usurpar la autoridad de Adán sobre la creación. ¿El resultado? ¡Una creación
caótica empapada de mal y perversión! De hecho, las cosas se pusieron tan
mal, en cierto punto, que Dios se arrepintió de haber creado la raza humana y
casi la destruyó, una vez y para siempre. (Véase Génesis 6:6–7).
Cuando los escritores del Nuevo Testamento analizaron este terrible estado
de cosas, le dieron a Satanás títulos como “el dios de este siglo” (2 Corintios
4:4) y “el príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2). Jesús incluso le
llamó “el príncipe de este mundo” (Juan 14:30). Si duda de la autoridad que
Satanás ha tenido desde el huerto del Edén, considere el siguiente relato de su
tercera tentación de Jesús en Mateo 4:
Otra vez le llevó el diablo [a Jesús] a un monte muy alto, y le mostró
todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te
daré, si postrado me adorares. (Mateo 4:8–9; véase también Lucas 4:5–
7)
Satanás le ofreció a Jesús todos los reinos del mundo si tan solo Él le
adoraba. Por supuesto, sabemos que Jesús venció la tentación citando la
Palabra de Dios: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios
adorarás, y a él sólo servirás” (Mateo 4:10). Lo que quiero establecer es que
Jesús nunca dudó del dominio que Satanás tenía sobre los reinos del mundo
que le había ofrecido, ¡todos ellos!
Satanás quizá sea “el príncipe de este mundo”, con la posición de
“príncipe” dando a entender un reino que él gobierna, pero Jesús vino a la
tierra con la intención de invertir las cosas y llevarlas al plan original de
Dios. Llamado “postrer Adán” (1 Corintios 15:45), Jesús trajo algo al mundo
con lo que Satanás no había tenido que lidiar previamente, es decir, el reino
de Dios. Su entrada en escena fue una descarada invasión del reino de
Satanás.
Durante unos dos mil años, el pueblo de Dios ha estado proclamando el
evangelio del reino, y se ha estado involucrando, en una u otra medida, en la
guerra espiritual de hacer retroceder el reino de Satanás y reemplazarlo por el
reino de Dios. No ha estado luchando contra sangre y carne sino contra los
principados y potestades de las tinieblas. (Véase Efesios 6:12). Aún queda un
largo camino por recorrer, pero se ha conseguido un progreso sustancial, y
hoy día, el cuerpo de Cristo mundial está atacando al diablo con más
ferocidad que nunca antes. Estamos involucrados en cumplir nuestro mandato
de señorear. El objetivo es promulgar la oración que Jesús nos dio: “Venga tu
reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo
6:10).4
Transformación social
Cuando la voluntad de Dios es nuestra meta, inevitablemente nos
involucramos en la transformación de nuestra sociedad. Recordemos que la
Gran Comisión, según aparece en Mateo, es hacer discípulos a las naciones.
Como mencioné antes, la palabra griega traducida en ese pasaje como
“naciones” es ethne, que significa grupos de personas que están reunidas
como una unidad social. Por lo tanto, transformar nuestra sociedad puede
significar transformar nuestras ciudades, nuestros vecindarios, nuestros
estados, nuestras regiones y todos los grupos de personas. Es una
transformación colectiva en vez de una transformación individual, y la tarea
es más apostólica que evangelística o pastoral.
En los años que he estado trabajando hacia la transformación social, me ha
quedado claro que hay muchos factores diversos que se deben sumar a la
ecuación si esperamos que suceda algo. Algunos de estos factores son más
importantes que otros. He seleccionado los factores que yo considero los más
importantes; están ilustrados en el gráfico siguiente.
Transformación social
En el centro de la imagen hay una barra horizontal etiquetada como
“Transformación social”. Este es el objetivo de nuestro esfuerzo. También he
incluido el término “Teología de enseñorear” para acordarnos del mandato
bíblico para la transformación social, el cual describí antes. Satanás tuvo
éxito al usrupar el dominio sobre la creación que Dios originalmente diseñó
para la raza humana. Ahora, estamos involucrados en el cumplimiento de la
comisión de Jesús mientras nos esforzamos por recuperar el dominio que
perdió Adán.
Para lograr esta tarea, debemos hacer algunos cambios importantes en
nuestro pensamiento y nuestras acciones, lo cual exploraremos ahora.
El gobierno de la iglesia
En el gráfico, la barra llamada “Transformación social” está apoyada en
dos columnas verticales, “La iglesia en el mundo laboral” y “La transferencia
de riqueza”, cada una de ellas apoyada en una base fundamental de “El
gobierno de la iglesia” y “Romper el espíritu de pobreza”, respectivamente.
Con “El gobierno de la iglesia” me refiero al diseño original de Dios para la
iglesia, en el cual estaba gobernada por apóstoles adecuadamente alineados
con profetas. Como la iglesia se ha desviado de esta forma de gobierno
durante los pasados dos mil años aproximadamente, es extremadamente
difícil para algunos líderes de iglesias anclados en tradiciones hechas por los
hombres admitir que los apóstoles deberían gobernar la iglesia hoy. Regresar
al plan original de Dios para el gobierno de la iglesia requiere un cambio de
paradigma: un cambio radical en nuestra manera de pensar.
Algunos líderes de iglesias, e incluso algunas denominaciones enteras, han
decidido que no van a cambiar. Las Asambleas de Dios, por ejemplo, han
decretado dos “papeles blancos” oficiales (declaraciones denominacionales
de doctrina) sobre el asunto, uno en 1949, el otro en 2000. En ellos, declaran
que la idea de que los “oficios actuales de apóstoles y profetas deberían
gobernar el ministerio eclesial” es “errónea” y “una desviación de las
Escrituras” y “desviación de la enseñanza”. Su perspectiva es que la obra de
apóstoles y profetas referenciada en el Nuevo Testamento cesó durante algún
momento de la historia de la iglesia primitiva.5 Puedo entender muy bien la
posición de las Asambleas de Dios, porque refleja precisamente la posición
que me enseñaron en el seminario, una posición que yo, como consecuencia,
enseñé durante muchos años. Reconozco que aún es la creencia predominante
entre las denominaciones cristianas. Independientemente de que esté de
acuerdo o no, debo respetar el punto de vista de las Asambleas de Dios,
simplemente porque no muchas otras iglesias han logrado tanto como ellos en
el evangelismo mundial en un periodo de tiempo relativamente corto.
Otra denominación que podría estar a su altura en la obra misionera sería la
Convención Bautista del Sur, que tiene una visión similar del oficio de
apóstol. No culparía a ninguna de estas denominaciones si usaran la lengua
vernácula y dijeran: “Si no se ha roto, ¡no lo arregle!”.
Resulta que yo soy quien ha cambiado de idea, y me doy cuenta de que mi
posición sigue siendo bastante controvertida para muchos. Por lo tanto,
depende de mí defender mi punto lo mejor que pueda, mientras respeto las
conclusiones de otros, como he intentado hacer en varios de mis anteriores
libros, incluidos Apostles Today y This Changes Everything.
Aquí, me apresuro a destacar que, en mi opinión, no hay nada en el Nuevo
Testamento que indique que el gobierno de la iglesia dirigido por apóstoles
tuviera que cesar en algún momento. La Biblia dice: “Y él mismo [Jesús en su
ascensión] constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos
para la obra del ministerio…” (Efesios 4:11–12). ¿Durante cuánto tiempo
debía tener efecto este modelo? Dice: “… hasta que todos lleguemos a la
unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la
medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13). Pocos líderes
cristianos que conozco sienten que hemos alcanzado ya ese punto, así que,
para mí, es un cuestionable ejercicio de la imaginación suponer que dos de
estos cinco oficios han cesado en algún momento de la historia.
Con todo esto en mente, el gobierno bíblico de la iglesia, dirigido por
apóstoles adecuadamente relacionados con los profetas, es el cimiento para la
columna de la izquierda en mi gráfico.
La iglesia en el mundo laboral
En el gráfico, la columna que está construida sobre la base del gobierno
bíblico de la iglesia es “La iglesia en el mundo laboral”. La mayoría de
nosotros supondríamos que el lugar de trabajo es donde la mayoría del pueblo
de Dios pasa los seis días de la semana que no están en la iglesia. Aunque hay
muchas maneras importantes en que la iglesia, o la ecclesia, ha sido diseñada
para funcionar, su composición subyacente esencial es el pueblo de Dios.
Dondequiera que encuentre al pueblo de Dios, encontrará a la ecclesia. Por
ejemplo, cuando el pueblo de Dios está reunido como una congregación los
domingos, esa es la verdadera iglesia. Y cuando el mismo pueblo de Dios está
repartido por el mundo laboral de lunes a sábado, sigue siendo la misma
iglesia, simplemente porque sigue siendo el pueblo de Dios. Esto es a lo que
me refiero con “La iglesia en el mundo laboral”. Tomando prestado el
término de la sociología, me gusta referirme a la iglesia reunida como la
“iglesia nuclear” y la iglesia repartida como la “iglesia extendida”. Hay, por
supuesto, solo una iglesia de Jesucristo, pero estas son dos formas y
funciones importantes de la iglesia.
Una implicación importante del hecho de que la iglesia es siempre la
iglesia es que todo lo que el pueblo de Dios haga en obediencia a Dios, ya sea
como la iglesia reunida o como la iglesia extendida (la iglesia en el mundo
laboral), es una forma válida de ministerio. El ministerio no está restringido a
la iglesia nuclear. Contabilidad, enfermería y agricultura son formas de
ministerio, tanto como dirigir la alabanza, hacer reuniones evangelístcias o
pastorear una iglesia. Soy consciente de que esta forma de pensar exige un
cambio de paradigma para muchas personas, pero es una posición sostenible.
Una segunda implicación, me parece a mí, es que los apóstoles, profetas y
maestros deben operar en la iglesia extendida tanto como en la iglesia
nuclear. La Biblia dice: “Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente
apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros…” (1 Corintios 12:28).
Estamos acostumbrados a tener estos oficios en la iglesia nuclear, pero no
veo razón alguna para suponer que no sean para la iglesia extendida también.
Creo que tenemos apóstoles en el lugar de trabajo y que son cruciales para la
gran transferencia de riqueza.6
De hecho, si vuelve a mirar el gráfico, verá que el único símbolo de acción,
indicado por las flechas, es “Apóstoles en el mundo laboral”. Con pocas
excepciones, la mayoría de los apóstoles en la iglesia nuclear no tienen las
habilidades y la experiencia necesarias para manejar grandes cantidades de
riqueza, asegurándose de que se dirija adecuadamente para los propósitos del
reino. Los apóstoles en el lugar de trabajo serían los más idoneos para recibir
la gran transferencia de riqueza.
Romper el espíritu de pobreza
El fundamento de la columna de la derecha, “La transferencia de riqueza”,
es “Romper el espíritu de pobreza”. Después dedicaré todo un capítulo a este
paso indispensable en la gran transferencia de riqueza, así que no diré mucho
al respecto aquí. Sin embargo, quiero enfatizar que estamos tratando aquí con
nada menos que un demonio de alto rango que opera bajo la guía y autoridad
de Satanás, quien, como expliqué antes, sigue operando en lo sobrenatural
como “el principe de este mundo”. Desgraciadamente, muchas personas han
adoptado un enfoque más bien tímido y pacifista hacia el espíritu de pobreza,
intentando reducirlo a una desvidada psicología social y delirio personal. Esta
idea intenta evitar la confrontación sobrenatural con el mundo espiritual,
enfocándose en cambio en soluciones naturales a los problemas sociales e
individuales que surgen de una mentalidad de pobreza.
Sugiero que evitemos este enfoque. Cuando Jesús enviaba a sus discípulos,
constantemente les decía que echasen fuera demonios; nunca les dijo que los
aconsejasen. Podemos deducir que tratar con el espíritu de pobreza conlleva
una guerra espiritual de confrontación tanto a nivel colectivo como a nivel
personal. Es cierto que el espíritu maligno de pobreza produce una psicología
social desviada y delirio personal, pero el primer nivel de ataque de estos
problemas debería ser sobrenatural, y no simplemente natural. En el capítulo
sobre romper el espíritu de pobreza, explicaré cómo yo fui personalmente
demonizado por este espíritu maligno y cómo fue expulsado de mí. Ya no me
avergüenza la prosperidad, ¡la recibo con agrado!
La transferencia de riqueza
En el gráfico, las dos columnas que sujetan la barra de “Transformación
social” son “La iglesia en el mundo laboral”, la cual ya hemos discutido, y
“La transferencia de riqueza”. No conseguiremos nuestro objetivo de hacer
discípulos a todas las naciones a menos que ambas columnas estén
firmemente en su lugar. La riqueza disponible es esencial para una
transformación sostenida. Piense en esto: a lo largo del curso de la historia
humana, tres cosas, por encima del resto, han causado cambios permanentes
en la sociedad: violencia, conocimiento y riqueza. ¡Y la mayor de todas es la
riqueza! Este hecho es una premisa fundamental de todo este libro.
Poderes cósmicos
Por encima de todo el gráfico hay una carpa, por así decirlo, la cual he
llamado “Poderes cósmicos”. Esta carpa representa los esfuerzos del dios de
este siglo, Satanás mismo, de impedir que el reino de Dios se manifieste en la
tierra como lo hace en el cielo. Satanás está activo movilizando poderes
cósmicos de las tinieblas para impedir la liberación de riqueza para el avance
del reino de Dios aquí en la tierra. Previamente, expliqué cómo Jesús trajo el
reino de Dios como una invasión literal del reino de Satanás, y cómo Satanás
ha estado perdiendo terreno desde entonces. La invasión de Jesús y su pueblo
está provocando que surja una “gran ira” (Apocalipsis 12:12) dentro del
diablo porque sabe “que tiene poco tiempo” (versículo 12). Nadie sabe
exactamente cuánto tiempo queda, pero, con cada nuevo día, ¡hay menos
tiempo para Satanás que el que tenía el día anterior!
Por lo tanto, no podemos ignorar la actividad penetrante y agresiva de los
poderes cósmicos de las tinieblas que intentan impedir la gran transferencia
de riqueza. Debemos movilizar al pueblo de Dios para que se aliste a la
guerra espiritual que es ofensiva, no defensiva. Si no luchamos contra los
principados y potestades de las tinieblas de una manera intencional e
informada, no veremos la riqueza del reino ser liberada como debiera. Este no
es el momento de explicar los detalles de cómo la guerra espiritual se debe
realizar, pero diré que tenemos unos recursos excelentes que nos dan la
información que necesitamos para pasar a una acción agresiva.7
La tierra
Puede ver que ambos pilares del gráfico están cimentados en “La tierra”.
Debemos saber que, como consecuencia de sus actividades en los lugares
celestiales, los poderes cósmicos intentan persistentemente ensuciar
espiritualmente el terreno aquí en la tierra. Si no identificamos con precisión
las causas de la polución del terreno en cualquier área geográfica que Dios
nos haya asignado, y si no cancelamos las maldiciones que han venido sobre
ese terreno usando nuestras armas de guerra espiritual, estaremos
continuamente frustrados en nuestros intentos por ver liberadas las riquezas.
Sin embargo, podemos conseguir la victoria. En 2 Crónicas 7:14 encontramos
la promesa de Dios de que si su pueblo hace las cosas correctas, “sanaré su
tierra”.
En años recientes, nuestra destreza a la hora de descubrir fortalezas de
oscuridad sobre la tierra se ha desarrollado drásticamente. El “mapeo
espiritual”, el término técnico que describe estos esfuerzos, ahora se está
haciendo de manera bastante extensiva a través de los intercesores proféticos
y sus equipos. El mejor libro de texto sobre mapeo espiritual es Informed
Intercession: Transforming Your Community Through Spiritual Mapping and
Strategic Prayer, por George Otis Jr. Aunque la lista de posibles fuentes de
“polución del terreno” espiritual es mucho más larga, los cuatro culpables
más frecuentes son (1) puentes de pacto, (2) idolatría, (3) derramamiento de
sangre, e (4) inmoralidad. Si estos cuatro asuntos no se tratan con eficacia, las
dos columnas centrales, la iglesia en el mundo laboral y la transferencia de
riqueza, se verán obstaculizadas.
1. Ed Silvoso, Transformation: Change the Marketplace and You Change the World (Ventura, CA:
Regal Books, 2007), 38. Énfasis de Silvoso.
2. Carlos Puig, “Cities of God”, nytimes.com, http://latitude.blogs.nytimes.com/2013/06/13/cities-of-
god/?_php=true&_type=blogs&_r=0.
3. Cindy Jacobs, The Reformation Manifesto: Your Part in God’s Plan to Change Nations Today
(Minneapolis, MN: Bethany House Publishers, 2008), 19–20.
4. Para una explicación más completa de esta idea, véase el libro de C. Peter Wagner, On Earth as It
Is in Heaven: Answer God’s Call in Your Life and in the Church (Ventura, CA: Regal Books, 2012).
5. Resolución 7: “El nuevo orden de la lluvia tardía”, Acta del Consejo General de las Asambleas de
Dios, 1949, y “Avivamiento de los últimos tiempos—dirigido y controlado por el Espíritu: Una
respuesta a la Resolución 16”, subsección “Enseñanzas desviadas no aprobadas”, decretado por el
Presbiterio General del Consejo General de las Asambleas de Dios, 11 de agosto de 2000. Ambos
documentos están disponibles en las Asambleas de Dios, 1445 Boonville Avenue, Springfield, MO
65802.
6. Para una discusión más detallada de esta posición, consulte el libro de C. Peter Wagner, The
Church in the Workplace (Ventura, CA: Regal Books, 2006).
7. Para más información sobre la guerra espiritual a nivel estratégico, vea el libro de C. Peter Wagner,
Warfare Prayer: What the Bible Says About Spiritual Warfare (Shippensburg, PA: Destiny Image,
2009); el libro de Cindy Jacobs, Possessing the Gates of the Enemy: A Training Manual for Militant
Intercession (Grand Rapids, MI: Chosen Books [una división de Baker Publishing Group], 1991,
1994); y el libro de Rebecca Greenwood, Authority to Tread: An Intercessor’s Guide to Strategic-
Level Spiritual Warfare (Grand Rapids, MI: Chosen Books [una división de Baker Publishing Group],
2005).
8. Lance Wallnau, “The Seven Mountain Mandate”, en The Reformer’s Pledge, compilado por Ché
Ahn (Shippensburg, PA: Destiny Image, 2010), 187–188.
9. Steven Pinker, The Better Angels of Our Nature: Why Violence Has Declined (New York: Viking
Penguin [miembro de Penguin Group], 2011).
10. Laurence Chandy, Natasha Ledlie y Veronika Penciakova, “The Final Countdown: Prospects for
Ending Extreme Poverty by 2030”, The Brookings Institution, 1775 Massachusetts Avenue, NW,
Washington, DC 20036.
2
COMENZAR UNA EMPRESA DEL REINO EN LA
ECONOMÍA DE DIOS: EL TESTIMONIO DE
MANI ERFAN
Como dije anteriormente, los cristianos que son una expresión de “la
iglesia en el mundo laboral” son los más aptos para recibir la gran
transferencia de riqueza en el reino de Dios del mundo exterior. En este
capítulo me gustaría compartir el inspirador testimonio de un hermano en
Cristo que ha recibido esta transferencia de riqueza y la está usando para
extender el reino de Dios por todo el mundo. El resto de este capítulo es el
testimonio personal inspirado por Dios de Mani Erfan.
***
“Te lo prometo, papá, ¡tendré éxito!”. Esas fueron mis últimas palabras
entre lágrimas mientras le decía adiós a mi padre. Era el año 1983, y un
año antes, mi familia se había ido del país de Irán, desolado y arrasado por
la guerra, para construir una nueva vida para nosotros en Inglaterra. Pero
ahora, con solo dieciséis años, estaba dejando Inglaterra con esperanzas
aún mayores de una vida de éxito en América, y me iba yo solo. Mientras
dejaba a mi padre de pie en la puerta de embarque del aeropuerto de
Heathrow, volví a gritar: “Haré que te sientas orgulloso, papá”. Mi valiente
sueño personal era ir a los Estados Unidos y convertirme en alguien de
éxito, sin importar lo mucho que tuviera que trabajar para conseguirlo.
Durante los años siguientes, con el dinero que mi padre me podía enviar,
asistí a la Universidad de Florida, con una carrera en ingeniería química.
Sabía que, como ingeniero, podría conseguir un buen trabajo y vivir el
sueño americano. No era cristiano en esa época, y no tenía intención
alguna de serlo. Me habían educado en Irán como musulmán chií, pero
nada de eso era tan importante para mí como llegar a ser exitoso
financieramente en esta nueva tierra de oportunidades. ¡El mayor milagro
de mi vida es que Dios tenía mucho más en su plan para mí!
Lo que Dios ha hecho por Mani Erfan es solo la punta del iceberg. Me
gustaría sugerir que se puede encontrar una palabra de Dios para su pueblo
hoy en Isaías 60:4–5:
Alza tus ojos alrededor y mira, todos éstos se han juntado, vinieron a
ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos.
Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu
corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas
de las naciones hayan venido a ti.
Observe la palabra “mira”, la cual vuelve a aparecer como “verás”. Ver
lo que aún no está implica fe. ¿Qué es fe? “Es, pues, la fe la certeza de lo
que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).
Como mencioné en el primer capítulo, varios líderes cristianos hoy día
están de acuerdo en que Dios está listo para liberar cantidades enormes y
sin precedentes de riqueza para avanzar su reino aquí en la tierra. Creo que
el tiempo oportuno para eso está muy cerca y que debemos comenzar a dar
pasos que nos preparen de todas las formas posibles para esta gran
transferencia de riqueza. Muchas personas tienen fe en que la riqueza de
las naciones en verdad está llegando
En su reveldor libro The Future War of the Church, Chuck
Pierce incluye un capítulo estratégico titulado “La transferencia
de riqueza”. En él, hace referencia a la frase de Jesús a sus
discípulos acerca de las llaves del reino de los cielos, y escribe:
“Dios nos está diciendo en esta hora que Él está listo para darnos
llaves. Estas llaves abrirán la provisión que necesitamos para
avanzar sus propósitos de pacto”.11 Pierce sigue diciendo que,
para que podamos recibir y usar las llaves, debemos identificar el
“dominio ilegal de estructuras satánicas de región en región”12 y
después reconocer que “la autoridad apostólica se debe establecer
en un terreno si queremos recoger la cosecha de ese terreno”.13
En otras palabras, si tomamos la frase de Pierce como una
auténtica profecía, lo cual yo sí hago, parece existir una relación
importante, y muy probablemente esencial, entre esta
transferencia divinamente ordenada de riqueza y el don, oficio y
ministerio del apóstol. Intenté poner algunas bases para esta
relación en el capítulo 1.
Pierce sigue desarrollando:
Cómo se recibe a los apóstoles es una vara de medir clave respecto a
cómo el Señor liberará bendiciones o juicio sobre un territorio. Los
apóstoles también tienen autoridad sobre los gobernadores demoniacos
de una región. Tienen la capacidad de demostrar poder sobrenatural que
atrae a toda una región a nuestro Dios que da vida.14
De esto, pienso que sería razonable concluir que si se va a librar una
guerra espiritual a gran escala en una región, los generales de esa guerra es
muy probable que sean los apóstoles, especialmente en los seis montes a
un lado del de la Religión. Los intercesores y profetas también son
esenciales, pero sin apóstoles, los intercesores y profetas solo tendrán una
eficacia limitada.
Según como yo leo la historia, la segunda era apostólica comenzó en
2001. Soy consciente de que algunos no estarán de acuerdo, pero me siento
cómodo con esta interpretación. La primera era apostólica cubrió solo los
tres primeros siglos aproximadamente de la existencia de la iglesia. Esta
segunda era apostólica nos ha traido una nueva tarea de parte de Dios. Un
importante paso hacia delante en la década de 1990 se logró ampliando
nuestro enfoque de solamente la salvación individual a incluir también la
transformación de la sociedad. En ese tiempo, comenzamos con un
enfoque pastoral, usando frecuentemente el eslógan: “Alcanzando
ciudades para Cristo”. Sin embargo, en la década de 2000, pasamos a un
enfoque más apostólico, con un eslógan más fuerte: “Gobernar ciudades
con Cristo”.
¿Cómo incorpora esto la riqueza? Permítame explicarlo.
¿Comprar un país?
En 2006, estaba en Sudáfrica cuando un apóstol que había conocido me
hizo una pregunta sorprendente: “Peter, ¿quiere comprar un país?”.
Tenía tanta curiosidad por descubrir de qué se trataba la pregunta que
rápidamente respondí: “¡Sí! ¿Qué país?”.
Él respondió: “La República Democrática del Congo”.
Para continuar con el diálogo, dije: “De acuedo. ¿Cuánto cuesta?”.
Él comenzó a explicarme cómo la nación se había deteriorado durante
los últimos años. El gobierno, las empresas, la educación, todo estaba en
un estado de caos. La enfermedad iba en aumento. La corrupción se había
convertido en la norma, no la excepción. Sectores de personas estaban en
guerra unos con otros. El crimen estaba barriendo la nación. El hambre y
la pobreza iban en aumento. La miseria prevalecía. Esas eran las malas
noticias. Pero las buenas noticias eran que mi amigo y otros apóstoles
finalmente habían tenido éxito en llevar una unidad sustancial a la iglesia
que previamente había estado enfrentada y muy dividida. A lo largo de los
años, el evangelio había penetrado la RDC de tal forma que la mayoría de
su población era cristiana. Por primera vez, la iglesia se había convertido
supuestamente en una posible fuerza política. Se acercaban unas
elecciones nacionales. ¿Qué se necesitaría para que los cristianos
prevalecieran? ¡Dinero!
Según mi amigo, el precio para ganar las elecciones en cada provincia
sería de unos modestos cincuenta mil dólares americanos, y la presidencia,
la friolera de un millón de dólares. Si algún donante apareciera con esa
cantidad, presumiblemente podría comprar la nación. Yo no tenía manera
de saber lo precisas que eran esas cifras o proyectos. Pero el principio que
había tras ellas era válido. Las elecciones pueden transformar una
sociedad. Y las elecciones cuestan dinero.
Profecías para liberar riqueza
Si usted tiene oídos para oír lo que el Espíritu está diciendo a las
iglesias, indudablemente ha oído en años recientes más de una profecía en
cuanto a que Dios quiere liberar ahora tremendas cantidades de riqueza
para avanzar su reino. Entiendo que no estamos hablando de siete u ocho
cifras, sino de un número de nueve o diez. Quizá otros no estén de
acuerdo, pero lo mejor que puedo deducir es que estas profecías
comenzaron en torno a 1992.
Como ejemplo, recientemente oí a Khian Seng Tan de Christian Growth
Resources en Singapur decir a una audiencia que él recibió por primera
vez una de estas profecías en 1999. La esencia de la profecía era esta:
“Estoy a punto de derramar una riqueza sin precedentes a mi esposa”. Tan
destacó que el tiempo de vida cuando muchos hombres gastan más dinero
es cuando se casan. Su esposa es una posesión invaluable. La boda de
Jesús con la iglesia se está acercando apresuradamente. Quizá no es de
extrañar que Él sienta ahora que es el momento de gastar mucho dinero en
su esposa. Tan sentía que la cantidad indicada sería de millones o incluso
miles de millones de dólares.
Todo esto es impactante. Es impactante porque una corriente estable de
profecías como esta ha estado fluyendo durante más de veinte años, pero
estos recursos financieros aún no han sido liberados en la magnitud
anticipada. Personalmente no tengo duda de que hemos estado oyendo la
palabra veraz del Señor. Los profetas a los que he hecho referencia no son
falsos profetas. Y hay muchos de ellos. Si se tratase solo de una profecía
aislada, podríamos sospechar que un individuo se equivocara en lo que
oyó. Pero no es solo uno. Un número sustancial de profetas reconocidos y
respetados han estado de acuerdo entre sí y diciendo este tipo de cosas.
He confeccionado una lista privada de posibles fuentes de financiación
que me han llamado la atención en años recientes. Algunas, siento decirlo,
han resultado ser fraudulentas estafas piramidales. Otras necesitaban que
ocurrieran una o dos cosas para poder generar la financiación anticipada,
pero esas cosas nunca se materializaron. En otras, el dinero está en el
banco o en ciertos tipos de fondos en las cantidades de las que hemos
estado hablando; sin embargo, obstáculos para transferirlos al reino
(ninguno de ellos considerado insuperable, por cierto) parecen haber
estado impidiendo la liberación de estos recursos. Todos estos fondos han
sido reservados para el avance del reino de Dios. La última vez que miré
mi lista, identifiqué doce posibles fuentes de enorme financiación,
excluyendo las estafas piramidales.
Creo que podemos suponer, entonces, que Dios desea liberar esta
riqueza. Sabemos que el propósito del propio corazón de Dios es buscar y
salvar lo que se había perdido (véase Lúcas 19:10) y demostrar compasión
por los pobres. En breve, es para ver venir su reino a la tierra como ocurre
en el cielo.
Reconstrucción de Jerusalén
La transformación social, o la llegada del reino de Dios a la tierra, ha
sido nuestro objetivo para desear la gran transferencia de riqueza. A
menudo mencionamos la transformación de una ciudad como una de sus
facetas. En esa misma línea, vale la pena recordar que, en la Biblia,
tenemos uno de los ejemplos más dramáticos, minuciosos y duraderos de
una transformación radical de una ciudad en la reconstrucción de la ciudad
de Jerusalén después de que los babilonios la destruyeran cuando llevaron
cautiva a Israel en el año 582 a.C. El rey Nabucodonosor había destruido
Jerusalén, pero setenta años después, el rey Ciro comenzó el proceso de
restauración. Primero se reconstruyó el templo, y luego se restauraron las
murallas de la ciudad.
En el proceso, podemos observar varias combinaciones de los
principales mecanismos para la gran transferencia de riqueza.
Reconstrucción del templo
Esta transferencia de riqueza fue claramente sobrenatural porque fue
Dios quien la inició, no hablando a uno de los profetas de Israel, como se
podría esperar, sino hablando directamente al rey pagano Ciro. Él ordenó a
Ciro que le construyera una casa en Jerusalén (véase Esdras 1:1–2), y Ciro
fue lo suficientemente sabio para escuchar. Ciro ordenó a los ciudadanos
de su reino diciendo: “Ayúdenle [a su vecino judío] los hombres de su
lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias
para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén” (Esdras 1:4).
Este fue también un caso de reposesión de riqueza porque Ciro “sacó los
utensilios de la casa de Jehová, que Nabucodonosor había sacado de
Jerusalén” (Esdras 1:7). Después dice que había ¡5.400 artículos de oro y
plata! Luego, Zorobabel entró en escena, tomó el mando de la
transferencia de riqueza y se aseguró de que fuera usada para el fin
correcto, es decir, para la reconstrucción del templo en Jerusalén.
Restauración de las murallas
Casi setenta años después de esto, Nehemías, un israelita que tenía
mucha cercanía con el nuevo rey de Persia, Artajerjes, se enteró de que
Jerusalén iba cuesta abajo; estaba en una pésima condición, sin murallas
que la protegieran. Se necesitaba dinero para reconstruir las murallas. Dios
no inició esta transferencia de riqueza en concreto directamente, sino que
comenzó con Nehemías, que oró y acudió al rey. En este caso, la riqueza
llegó en forma de la madera necesaria para construir las murallas, que el
rey dio gratuitamente. (Véase Nehemías 2:8).
Nehemías inició el proceso, pero yo sigo interpretando el evento como
una transferencia de riqueza sobrenatural, porque los israelitas terminaron
recibiendo riqueza por la que no habían trabajado ni habían producido
ellos mismos. Nehemías alegremente asumió la responsabilidad y se
ocupó de que las murallas fueran reconstruidas para que permanecieran
durante siglos.
Practicar la paciencia
Un beneficio imprevisto de la frustración de esperar es que ha causado,
tanto en mí como en mucho otros, que nuestra paciencia madure. Tenemos
esta seguridad en Santiago: “Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce
paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis
perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:3–4). En
líneas generales, los apóstoles con los que estoy asociado han estado
mostrando paciencia piadosa. Pablo escribió: “Con todo, las señales de
apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia” (2 Corintios
12:12). La paciencia es algo inherente al carácter del apóstol.
Incluso así, la tentación de perder la paciencia es algo que siempre está
presente. Un peligro a evitar es la urgencia de gastar dinero que aún no se
tiene. ¿Cómo sucede esto? Suponga que aparecen ciertas señales que le
hacen ser extremadamente confiado en que el tiempo de la transferencia
financiera está llegando. Les dice sus amigos, con toda certeza: “¡La
riqueza está siendo liberada!”. Después, cae en la trampa de imaginarse
que ya tiene la riqueza con la que soñó. Comienza a pensar tan
intensamente en lo que va a hacer con el dinero, que las metas que tiene en
mente para la riqueza puede parecer que de hecho están ocurriendo, al
menos en su mente. Quizá incluso llega a hacer promesas financieras a
otros. Después, cuando de repente surgen cincunstancias imprevistas y la
riqueza anticipada no ha sido liberada, ¡quizá pueda sentir que le han
dejado tirado! Tenía fe en que la transferencia iba a suceder, y ahora su fe
está muerta, reemplazada por la frustración y la impaciencia. No permita
que esto suceda. Es una táctica del enemigo.
La gran transferencia de riqueza no ha llegado tan rápidamente como a
cualquiera nos hubiera gustado. Sin embargo, podemos extraer una lección
de la vida de Abraham. Tome un momento para meditar en el siguiente
pasaje:
Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar
por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré
con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado
con paciencia, alcanzó la promesa. (Hebreos 6:13–15)
No importa cuánto pueda tardar la transferencia de riqueza,
dispongámonos a “esperar con paciencia”. A fin de cuentas, ¿por qué no
ser pacientes? Hay mucho que ganar y nada que perder.
11. Chuck D. Pierce y Rebecca Wagner Sytsema, The Future War of the Church: How We Can
Defeat Lawlessness and Bring God’s Order to Earth (Ventura, CA: Renew Books [una división
de Regal Books], 2001), 160.
12. Ibid., 161.
13. Ibid., 162.
14. Ibid., 164.
4
NEUTRALIZAR EL ESPÍRITU DE POBREZA
Prosperidad y suficiencia
Como detallaré más adelante, confieso que durante la mayor parte de mi
carrera ministerial fui oprimido por el espíritu de pobreza. Por lo tanto,
puedo decir que tengo experiencia en el asunto. Entre otras cosas, me
aterraba pensar en que me relacionasen con el llamado evangelio de la
prosperidad. Durante años, mi mente estaba llena de estudios de casos
horribles de individuos que usaban el púlpito para obtener una ganancia
personal en vez de exaltar a Jesucristo. Para distanciarme de tales
personas, desarrollé este eslógan: “Dios no nos promete prosperidad, ¡sino
solo suficiencia!”. Me sentía muy piadoso al declarar esto, tanto en
privado como en público.
Ahora que he sido liberado del espíritu de pobreza, puedo ver
claramente los errores en ese tipo de pensamiento. ¿Por qué debería
pedirle a Dios suficiencia? Obviamente, para poder conseguir lo que
necesito. Cuando uno piensa así, sin embargo, comienza a ver lo egoísta
que es esto.
Así es como Mark Gorman lo expresa:
En varias ocasiones la gente me ha dicho orgullosamente: “No soy
egoísta. Lo único que quiero es tener suficiente para pagar mis facturas”.
Mi respuesta es: “Bueno, quizá usted no sea egoísta, pero es egocéntrico.
Debería querer más que lo suficiente para pagar sus facturas. Debería
querer suficiente para tener extra, con el fin de poder ayudar a otros”.18
Mire lo que tiene que decir al respecto el apóstol Pablo: “Y poderoso es
Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que,
teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda
buena obra” (2 Corintios 9:8). La abundancia es mejor que la mera
suficiencia.
¡Estamos progresando!
El espíritu de pobreza, a pesar de lo poderoso que ha sido en el pasado,
ha estado sufriendo unos reveses significativos en años recientes. Al leer
la historia actual, pienso que puedo discernir cuatro pasos destacados
hacia delante para romper las maldiciones que este malvado principado
impone sobre la gente, sobre unidades sociales y sobre instituciones como
la iglesia. Sin duda hay más de cuatro, pero estos son los que han llamado
mi atención.
1. El movimiento de la Palabra de Fe
Comenzando alrededor de principios de la década de 1970, varios
líderes innovadores como Kenneth Hagin, Kenneth Copeland, Fred Price y
muchos otros, comenzaron a tomar las promesas bíblicas de prosperidad
de modo literal. Lanzaron un asalto frontal contra el espíritu de pobreza en
iglesias. Grandes números de personas creyeron sus mensajes y los
siguieron. El instituto Rhema Bible en Tulsa, Oklahoma, entrenó a líderes
de todo el mundo para atar al espíritu de pobreza. Mediante este
movimiento de la “Palabra de Fe”, muchos creyentes comenzaron a
disfrutar de prosperidad: espiritual, física y material.
No es sorprendente que miembros de la corriente principal del
cristianismo, incluyendo evangélicos, pentecostales y otras
denominaciones, no estuvieran preparados para aceptar un cambio de
paradigma tan radical de sus mentalidades de pobreza. Desgraciadamente,
algunos predicadores de la prosperidad de la primera generación se fueron
a grandes extremos a la hora de exhibir su opulencia personal. Sus recién
adoptados estilos de vida de abundancia fueron desagradables para muchos
observadores. Los sentimientos negativos y las opiniones lanzadas a estos
líderes dieron al espíritu de pobreza un punto de apoyo para seguir
promoviendo su engaño de que “la piedad conlleva pobreza”. El así
llamado evangelio de la prosperidad recibió reseñas muy críticas de la
corriente principal del cristianismo. Felizmente, sin embargo, el péndulo
ha comenzado a oscilar, ya que una segunda generación de líderes de la
Palabra de Fe ahora está uniendo sus manos con otros segmentos del
cuerpo de Cristo. Al margen de cuáles hayan sido sus errores, el
movimiento de la Palabra de Fe tuvo éxito al asestar un golpe significativo
al espíritu de pobreza.
2. El movimiento de la transformación social
Hablé del movimiento de la transformación social en mayor detalle en
el primer capítulo. Me gustaría destacar aquí, no obstante, que acentuar
una parte específica del Padrenuestro en Mateo 6:10: “Venga tu reino.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, confronta
a la pobreza frontalmente, porque no hay pobreza en el cielo. Entre los
líderes de este movimiento, se ha desarrollado un consenso general que
sugiere que el indicativo final de que cualquier unidad social dada ha sido
verdaderamente transformada es la erradicación de la pobreza sistémica.
Obviamente, esto conlleva un revés severo para el espíritu de pobreza.
3. El movimiento de la iglesia en el mundo laboral
Como vimos en el gráfico en el primer capítulo, el movimiento de la
iglesia en el mundo laboral constituye una de las columnas que soportan la
transformación social. Al analizar esto, mencioné la brecha cultural entre
líderes de la iglesia nuclear y líderes de la iglesia extendida, pero me
gustaría añadir un poco más de detalles en este punto.
En su estudio sociológico de las diferencias entre los dos grupos, Laura
Nash y Scotty McLennan destacan que “los empresarios y los clérigos
viven en dos mundos. Entre los dos grupos residen campos minados de
semillas de actitudes acerca del dinero, la pobreza y el espíritu de
empresa, actitudes que se pueden resumir como las de los defensores y
opositores del capitalismo”.22
Ellos siguen diciendo:
El clero tendía a representar a la empresa como un concepto global,
centrado en el dinero y el beneficio… La acumulación de riqueza tenía
asociaciones especialmente negativas con idolatría, pecado,
materialismo, falsos valores, prioridades erróneas, egoísmo y, por
encima de todas, injusticia contra los pobres… La asociación de empresa
con beneficio, y beneficio con significados religiosos adversos respecto
al dinero, fue tan automática que el clero tendió a subestimar su fuerza
moldeando sus perspectivas y distanciándose de los empresarios.23
El resultado neto de exponer la mentalidad de pobreza en la iglesia será
un despertar del agarre que el espíritu de pobreza ha tenido sobre los
líderes cristianos durante siglos. La idea de que hay una iglesia extendida,
la iglesia en el mundo laboral, y que sus líderes están tanto “en el
ministerio” como el clero tradicional, está destinada a forjar nuevos
acuerdos entre las dos partes, lo cual ablandará las actitudes del clero
respecto a la prosperidad financiera. La brecha se está cerrando. Cada vez
más líderes se están sintiendo cómodos con la idea de que Dios llama a
algunas personas al ministerio de hacer mucho dinero. ¡El espíritu de
pobreza odia esto!
4. El movimiento de la transferencia de riqueza
Este movimiento es el tema de todo este libro, así que no necesito
desarrollar más este concepto en este momento. Pero debe ser incluido en
la lista de lo que Dios está haciendo entre su pueblo para neutralizar el
espíritu de pobreza.
La lección es simple
La lección de J. C. y Lynn Collins es simple. ¿Cómo pasamos de la
pobreza a la prosperidad?
Obedeciendo al Señor. (“Vamos a la conferencia”).
Actuando en fe. (“Realmente no tenemos finanzas suficientes, pero aun
así iremos”).
Dando generosamente. (Escuchar la voz que te hace decir: “¿Sientes lo
que yo estoy sintiendo?”).
Humillándonos. (Lloramos cuando otros siguen arrojando dinero a
nuestros pies).
Gozándonos por la bondad de Dios. (Recordamos “esa noche
inolvidable”).
Manteniendo la verdadera meta a la vista. (Esperamos que como
resultado se produzca transformación social y avivamiento).
La gran transferencia de riqueza no llegará mientras el cuerpo de Cristo
continúe permitiendo que el espíritu de pobreza actúe entre nosotros. Sin
embargo, como hemos visto en este capítulo, se puede hacer algo al
respecto. ¡Podemos neutralizar el espíritu de pobreza!
15. Barbara Wentroble, “God Is Doing Something New”, revista International Breakthrough
Ministries (IbM) (enero de 2005), 1.
16. Mark W. Pfeifer, Breaking the Spirit of Poverty (Chillicothe, OH: SOMA, Inc., 2006), 6.
17. Pew Research Social & Demographic Trends, “Are We Happy Yet?” 13 de febrero de 2006,
http://pewsocialtrends.org/files/2010/10/AreWeHappyYet.pdf.
18. Mark Gorman, God’s Plan for Prosperity: A Balanced Perspective on Financial Health (New
Orleans, LA: Mark Gorman, 2004), 5.
19. Chuck Pierce y Robert Heidler, Restoring Your Shield of Faith: Reach a New Dimension of
Faith for Daily Victory (Ventura, CA: Regal Books, 2004), 23.
20. C. Peter Wagner, Sus Dones Espirituales Pueden Ayudar a Crecer Su Iglesia (Terrassa,
Barcelona: CLIE, 1980), 265, y Discover Your Spiritual Gifts (Ventura, CA: Regal Books, 2002,
2012), 151.
21. Larry Huch, Libre al Fin: Removiendo el pasado de su futuro (New Kensington, PA:
Whitaker House, 2009), 143.
22. Laura Nash y Scotty McLennan, Church on Sunday, Work on Monday: The Challenge of
Fusing Christian Values with Business Life (San Francisco, CA: Jossey-Bass, 2001), 128.
23. Nash y McLennan, Church on Sunday, Work on Monday, 128.
24. John Dawson, Taking Our Cities for God: How to Break Spiritual Strongholds (Lake Mary,
FL: Creation House, 1989), 19.
25. Esta historia apareció por primera vez en el libro de Wagner, Church in the Workplace, 72–
74.
5
LAS PARÁBOLAS DE LOS ADMINISTRADORES
DEL DINERO
Mateo 25:14–30
Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos,
llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a
otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue
lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y
ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó
también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y
escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de
aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.
Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco
talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he
ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen
siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el
gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos,
dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos
talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco
has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero
llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía
que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no
esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra;
aquí tienes lo que es tuyo.
Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que
siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías
haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo
que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene
diez talentos.
Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo
que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de
afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Lucas 19:11–26
Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por
cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se
manifestaría inmediatamente. Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un
país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos
suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. Pero
sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada,
diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.
Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante
él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que
había negociado cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha
ganado diez minas. Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo
poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro,
diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo:
Tú también sé sobre cinco ciudades.
Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada
en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo,
que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces él le
dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre
severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; ¿por qué,
pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera
recibido con los intereses?
Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene
las diez minas. Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. Pues yo os digo
que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se
le quitará.
La perspectiva tradicional
Una vez que hemos leído estas parábolas, prestando mucha atención a
los detalles, se hace evidente que los títulos tradicionales, “la parábola de
los talentos” y “la parábola de las minas”, de hecho no ayudan mucho a
ver el punto que Jesús está intentando establecer.
Por ejemplo, la palabra original en griego talenton se refiere a una
medida de dinero, como “dólar” o “peso”. Sin embargo, la palabra talento,
aunque está derivada de la misma palabra griega, actualmente no se usa
respecto al dinero. Hoy día la usamos para referirnos a una capacidad
natural, especial, una aptitud o, en círculos cristianos, un don espiritual.
Para nosotros, una “persona talentosa” puede estar o no en control de una
riqueza destacada.
Permítame subrayar mi punto haciendo referencia a uno de los eruditos
más respetados de nuestros días en el Nuevo Testamento, Donald Hagner,
quien dicho sea de paso, es también amigo personal. Hagner ha escrito un
comentario exegético enorme de mil páginas sobre el libro de Mateo, uno
de los mejores que tenemos en la actualidad. Digo esto porque su opinión
sobre los “talentos” representa de forma precisa la interpretacion
tradicional de los eruditos que comparten la mayoría de los pastores que
yo conozco. Quiero dejar claro que no estoy intentanto criticar a Hagner en
lo más mínimo, sino que tan solo lo estoy usando como un ejemplo del
pensamiento que existe entre la mayoría del cuerpo de Cristo.
Hagner dice:
Por supuesto que el asunto que realmente tenemos entre manos [en
Mateo 25:14–30] no es el dinero… los “talentos” probablemente
simbolizan dones y habilidades personales… Es apropiado, sin embargo,
que la unidad monetaria referida aquí es el “talento”, la palabra griega
que es la raíz de la palabra común “talento”, [que significa] “aptitud
especial” o “don”. Algo así… es lo que se da a entender aquí en vez del
dinero literalmente.26
La mayoría de los sermones predicados sobre esta parábola exhortan a
los creyentes a ser buenos administradores de sus talentos personales,
como la hospitalidad, o la enseñanza, o trabajar con niños, o cantar en el
coro, o evangelizar, o la contabilidad; cualquiera que sea el don que
tengan. Supuestamente, estos están entre los “talentos” que Dios espera
que ellos multipliquen, y que no entierren en la tierra. Eso resume la
perspectiva pastoral tradicional de las parábolas.
La perspectiva apostólica
Creo, especialmente desde que estamos ahora en la segunda era
apostólica, que podemos comenzar a tener una idea más literal de estas
parábolas. Me gusta pensar en ello como una perspectiva apostólica, en
claro contraste con la anterior perspectiva pastoral, tradicional.
Admitamos que estas parábolas son, de hecho, acerca de administrar
dinero, e interpretémoslas en consonancia.
Para comenzar, tenemos que usar números. Investigué los valores
respectivos de “minas” y “talentos” y encontré que los eruditos de
reputación han llegado a conclusiones distintas respecto a su valor. No hay
un consenso general. Tras revisar varias fuentes, finalmente me di cuenta
de que necesitaba sacar mi propia conclusión. Y así, en la economía
actual, valoro la mina en diez mil dólares y el talento en un millón de
dólares. Lo primero que viene a mi mente es la enorme diferencia entre
ellas. Como los pasajes de Mateo y de Lucas no son pasajes paralelos, la
diferencia entre las dos cantidades monetarias es comprensible. De hecho,
incluso hoy día, algunos administradores monetarios se sienten cómodos
con cantidades más pequeñas, como minas, mientras que otros se sienten
más cómodos con cantidades más grandes, como talentos.
Al margen de cuáles sean los valores respectivos, el enfoque de ambas
parábolas obviamente no es el dinero mismo (“talentos” o “minas”) sino
más bien lo que la gente hace con el dinero (“administradores del dinero”).
Si se nos permitiera fundir algunas de las similitudes entre las dos
historias, encontraríamos que hay cuatro individuos mencionados:
El propietario, o director general, de la empresa, obviamente una
persona de riqueza
Empleado A
Empleado B
Empleado C
Veamos estas cuatro personas una a una.
2. Empleado A
En Mateo, el empleado A negoció sus 5 millones de dólares y ganó otros
5 millones, devolviéndole así 10 millones a su jefe. Su ganancia fue del
cien por ciento.
En Lucas, el empleado A negoció sus 10.000 dólares y ganó 100.000
dólares, devolviéndole 110.000 dólares al jefe. Su ganancia fue del mil por
ciento.
3. Empleado B
En Mateo, el empleado B negoció con sus 2 millones y ganó otros 2
millones, devolviendo 4 millones al jefe. Su ganancia fue del cien por
ciento.
En Lucas, el empleado B negoció sus 10.000 dólares y obtuvo 50.000,
devolviéndole a su jefe 60.000 dólares. Su ganancia fue del 500 por ciento.
En este momento, es interesante observar que el beneficio económico
para los Empleados A y B en las dos parábolas fue tan bajo como el 100
por ciento y tan alto como el 1.000 por ciento. ¿Es este un beneficio anual?
Las parábolas no lo dicen. La única referencia al tiempo es que el jefe, en
ambos casos, se fue de viaje. La mayoría de los viajes no son de un año de
duración, y no hay nada en las parábolas que nos haga pensar que esos
viajes duraron tanto. En Mateo, dice que el director general se fue durante
“mucho tiempo” (Mateo 25:19), pero no especifica la duración de su viaje.
Supongo, por lo tanto, que el tiempo para ganar estos beneficios tan
buenos fue menor de un año. Los empleados A y B fueron ambos
elogiados como “buen siervo y fiel” (Mateo 25:21, 23).
4. Empleado C
El empleado C no fue un siervo bueno y fiel. En Mateo, el empleado C
enterró su millón de dólares. En Lucas, el empleado C envolvió sus 10.000
dólares en un pañuelo y lo escondió. Ambos devolvieron a su jefe el dinero
intacto, pero ninguno de ellos lo usó para negociar.
¡Ambos cometieron un grave error! Cuado regresaron sus jefes, les
tacharon de “malo” (Mateo 25:26; Lucas 19:22) y “negligente” (Mateo
25:26).
¿Cuál fue el problema de ambos empleados C? ¡El temor! ¿Temor a
qué? Temor a dos cosas:
Temor al jefe
Temor a asumir un riesgo
Como bien saben todos los negociantes financierons de éxito, hay dos
banderas rojas psicológicas intrínsicamente involucradas en el comercio:
temor y egoísmo. Sucumbir a cualquiera de ellas puede acabar
rápidamente con un negociante. Otras parábolas de Jesús tratan del factor
egoísmo. En estas parábolas, sin embargo, el empleado C sucumbió al
temor.
El temor al jefe era irracional. ¿Por qué digo esto? Porque los
empleados A y B conocían al jefe igual de bien que el empleado C, y no le
tuvieron miedo. Era un empresario normal que quería obtener un
beneficio. No se dice nada malo acerca de él en las parábolas.
Sin embargo, el empleado C estaba obviamente convencido de que el
jefe era un mal hombre. Le acusó de “segar donde no sembró” (véase
Mateo 25:24) y de “tomar lo que no puso” (véase Lucas 19:21). La
primera de estas acusaciones invoca al gremio de la agricultura, mientras
que la segunda habla del mundo de la banca.
¿Por qué no molestó esto a los empleados A y B? Porque ellos eran
negociantes expertos. Entendían cómo se puede hacer beneficio con el
negocio. El cambio y la agricultura son distintos. El cambio y la banca son
distintos. Nos guste o no, en el negocio financiero, cuando hace un buen
negocio usted recibe el dinero de alguien que hizo un mal negocio. Uno de
hecho toma lo que otro ha puesto. Estas son simplemente las reglas del
juego del comercio. El propietario estaba jugando con las reglas del
negocio, no con las de la agricultura o la banca. Al negociar, usted puede
lograr beneficios del 100 por ciento e incluso del 1.000 por ciento, pero
para hacerlo, debe asumir riesgos.
En cada parábola, el temor del empleado C le impidió asumir un riesgo.
Ni tan siquiera intentó un plan B más seguro. El propietario dijo: “Debías
haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo
que es mío con los intereses” (Mateo 25:27). En otras palabras, aunque la
banca podría haber producido un beneficio de solo entre el 5 y el 10 por
ciento en vez del 100 por ciento o más, al menos hubiera estado libre de
riesgo. No sabemos qué habría ocurrido si el empleado C hubiera abierto
una cuenta bancaria en vez de esconder el dinero, pero imagino que
probablemente habría sido degradado o castigado en vez de ser despedido
directamente.
Otro pensamiento viene a mi mente. Imagine que el empleado C hubiera
asumido el riesgo y negociado el dinero y lo hubiera perdido. Esto está
fuera de lo que vemos en la parábola de Jesús, pero sería razonable
imaginarse que el propietario no hubiera sido tan duro con él. Inherente al
mismo concepto del riesgo está la posibilidad de fracaso y pérdida. Todo
negociante experimentado ha tenido tanto pérdidas como ganancias.
Habría sido poco común que los empleados A y B no hubieran tenido
algunas pérdidas en su camino hacia las ganancias finales.
En cualquier caso, la triste suerte del empleado C se expresa
vívidamente en algunas versiones de la Biblia, donde cada talento se dice
que costaba 1.000 dólares en vez de mi estimación de 1 millón. Sin
embargo, el principio es el mismo. El propietario dice que tomen los mil y
se los den al que más arriesgó, y que se deshicieran del que no se arriesgó
para arrojarlo a las más oscura tinieblas. (Véase Mateo 25:28).
Esta es una perspectiva muy importante de la actitud de Dios hacia la
responsabilidad fiscal: a Él no le gusta nada la riqueza improductiva. En
las Escrituras, un hombre que construyó más graneros para su grano es
criticado porque estaba acumulando riqueza improductiva. (Véase Lucas
12:13–21). El dinero no debe ser un fin en sí mismo sino una herramienta
que usamos en el reino de Dios. El error del empleado C fue asegurar
dinero improductivo en vez de usarlo para hacer el bien.
La buena noticia
Suficientes malas noticias para el empleado C. Ahora la buena noticia
respecto a los empleados A y B. Su negocio produjo cuatro buenos
resultados.
1. Asumieron riesgos y lograron beneficios financieros, entre el 100 y
el 1.000 por ciento.
2. El jefe quedo satisfecho, porque es quien les animó a asumir los
riesgos y cambiar su dinero. Les había dicho “negociad” (Lucas 19:13),
o cambiar el dinero, hasta que regresó.
3. Ellos recibieron una buena comisión. No muchos pastores que
predican sobre las parábolas tratan este punto, debido a lo que percibo que
es un espíritu generalizado de pobreza en nuestras iglesias. Aunque hay
algunas notables excepciones, el clero, en general, tiende a considerar el
motivo de conseguir beneficios como algo carnal.
En Lucas, los empleados A y B recibieron ascensos a posiciones bien
remuneradas como compensación por su exitoso comercio: “Está bien,
buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre
diez ciudades” (Lucas 19:17). El empleado A recibió diez nuevas vías de
ingresos: una de cada ciudad. El empleado B recibió cinco ciudades: cinco
nuevas vías de ingresos. Además de todo esto, ¡el empleado A recibió el
bono añadido del dinero improductivo del empleado C!
En Mateo la comisión fue incluso mayor. El jefe se dirigió a ambos
empleados A y B cuando dijo: “Entra en el gozo de tu señor” (Mateo
25:21). ¿Qué significa realmente esto? Significa que iban a ser tan
prósperos como su jefe, es decir, serían ascendidos a socios. En el mismo
versículo en otra traducción el jefe le dice al empleado que por hacer un
buen trabajo será socio suyo. ¡Una asociación es una recompensa muy
buena, sin duda!
4. Terminaron siendo prósperos. “Porque al que tiene [al que negocia
bien], le será dado, y tendrá más” (Mateo 25:29). “Más” es una palabra
fuerte en el griego: perisseuo. Realmente significa “superabundancia”,
“suficiente además de abundancia para gastar” o “muy por encima”.
Conclusión
¿Qué significa todo esto para nosotros hoy día? ¿Qué podemos aprender
de las parábolas de los administradores del dinero?
Como he estado mencionando, vivimos en una época que,
proféticamente, se caracterizará por una gran transferencia de riqueza del
mundo de las tinieblas al reino de Dios. Nuestro papel en el reino de
manejar y distribuir esta riqueza es una asombrosa responsabilidad. Una
parte de lo que me gusta llamar “filantropía estratégica” será asegurar que
cualquier recurso sin distribuir se administre hábilmente para la gloria de
Dios. Estas parábolas de Jesús nos ayudan a mantener una perspectiva
bíblica de nuestra tarea. Aquí hay algunas conclusiones prácticas que
podemos extraer de las parábolas que acabamos de tratar:
1. Jesús tiene una actitud positiva hacia el negocio en los mercados
financieros. Quizá esto no sea generalmente cierto en los Estados Unidos,
pero en otras naciones que no nombraré, me ha impactado saber que
algunos líderes cristianos condenan el cambio de moneda, diciendo que es
una forma de juego, y lo consideran pecado. Inconscientemente, estos
líderes están construyendo una barrera que les impedirá a ellos mismos, y
a las personas a quienes enseñan, participar de la gran transferencia de
riqueza de Dios.
2. El reino de Dios es como el propietario, o director general, que
quiere que su dinero se administre bien durante su ausencia. Como
escribió Mateo en su introducción a la parábola de los administradores del
dinero, Jesús dijo: “Porque el reino de los cielos es como un hombre que
yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes” (Mateo 25:14).
El reino de Dios acepta la prosperidad, no la pobreza.
3. El índice de beneficios en las parábolas es notable, es decir, entre
el 100 y el 1.000 por ciento anual. Esto es mucho más que el mísero 5 al
20 por ciento que esperamos hoy día de los administradores financieros.
Yo sería reticente a mencionar tales beneficios a la inversión si no
estuviera citando las palabras de Jesús. Creo que es justo suponer que
Jesús tenía el conocimiento suficiente sobre el comercio financiero para
usar cifras reales. O eso, o estaba exagerando a propósito usando una
hipérbole, pero no puedo pensar de manera realista en ninguna razón por la
que escogería exagerar en estas historias. Todos tenemos que llegar a
nuestras propias conclusiones con estos datos, pero más adelante en este
libro, personalmente defenderé que la meta del beneficio del 100 por
ciento anual por la inversión en fondos ministeriales de entradas.
De paso, permítame mencionar algo más relacionado con esto. No estoy
en contacto personal con los mundos lucrativos del mundo de las finanzas,
gran parte del cual supuestamente está “fuera de los libros”, pero fuentes
me han informado de que el beneficio en las parábolas de los
administradores del dinero no se consideran irreales en ese ámbito. Me
informaron que hay hoy día negociantes reales que están consiguiendo este
tipo de beneficios, e incluso más, mediante su especulación financiera.
4. Cuando se transfiere la riqueza con el propósito de discipular
naciones (para la transformación social), no se debe hacer con
descuido, enterrarlo en la tierra o depositarlo en bancos. Se debería
invertir sabiamente y que negociantes hábiles lo multipliquen. Repito: a
Dios no le agrada la riqueza improductiva.
5. Cuando se trata de nuestra responsabilidad para manejar la
riqueza del reino, al final queremos oír a Dios decir: “Bien, buen siervo
y fiel”.
26. Donald A. Hagner, Matthew 14–28, Vol. 33B de Word Biblical Commentary (Nashville, TN:
Thomas Nelson Publishers, 1995), 734, 737.
6
¿CUÁNDO SE CONVIERTE EL DINERO EN
“GANANCIAS DESHONESTAS”?
El dinero no es malo
Contrariamente a la opinión popular, la Biblia no dice que el dinero en
sí mismo sea la raíz de todos los males. De nuevo, “porque raíz de todos
los males es el amor al dinero” (1 Timoteo 6:10). Es el amor al dinero de
lo que está hablando Pablo. Piense en dos de los hombres más ricos de la
Biblia: Job y Salomón. Su dinero y otras posesiones materiales se retratan
como bendiciones de Dios, no como fuentes de males. Job lo perdió todo,
pero cuando pasó la prueba y permaneció fiel a Dios, terminó con más de
lo que tenía al comienzo. Salomón construyó el templo, después metió la
pata, no por su dinero sino porque algunas de sus muchas esposas habían
importado dosis letales de politeísmo e idolatría. La coherentes promesas
de Dios a su pueblo fiel incluyen la prosperidad. “Y te hará Jehová
sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y
en el fruto de tu tierra… Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás
prestado” (Deuteronomio 28:11–12).
Por otro lado, amar el dinero es una decisión muy mala. De hecho, amar
el dinero puede ser pecado tanto del pobre como del rico. Esta es la
diferencia: Cuando usted ama el dinero, este se convierte en un objeto de
su afecto que se edifica en su autoidentidad. Por el contrario, para los que
tienen una buena actitud frente al dinero, este es simplemente una
herramienta. Dicho esto, seré el primero en admitir que, en la vida real, la
línea entre amar el dinero y ver el dinero como una herramienta útil no
siempre es algo tan claro como nos gustaría que fuese. No quiero cruzar
esa línea, pero tampoco quiero conformarme. Por eso me preocupo por
ello y escribo capítulos como este. Lo último que quiero es que el dinero
que Dios pueda confiarme se convierta en “ganancias deshonestas”.
Mientras leía el libro de Jane Hamon The Cyrus Decree, puse especial
atención a lo que dijo sobre los israelitas al salir de Egipto. En el capítulo
2, mencioné que los israelitas fueron los recipientes de la transferencia
sobrenatural de riqueza. Esto es cierto, pero aquí está lo que añade Hamon:
“Cuando salieron de la esclavitud, se llevaron consigo las riquezas de
Egipto. Desgraciadamente, esto no terminó siendo de beneficio para ellos.
Tomaron oro y plata, que era la bendición y herencia de Dios para ellos, lo
derritieron e hicieron un becerro de oro, un ídolo al que adorar en lugar de
Dios”.28 Podríamos decir que los israelitas cayeron en la trampa que todos
debemos evitar: dejar que las riquezas que Dios nos ha dado se conviertan
en ganancias deshonestas.
Un principio fundamental de participar en la gran transferencia de
riquezas que Dios está preparando para su pueblo es vencer la perniciosa
influencia del espíritu de pobreza. Intenté detallar este espíritu en el
capítulo 4, pero volveré a mencionarlo aquí. El diablo ciertamente no
quiere que se libere la riqueza para la extensión del reino de Dios, y una de
sus tácticas más eficaces ha sido llenar la iglesia con la idea de que la
pobreza es sinónimo de piedad. El espíritu de pobreza es uno de los
principales agentes del mundo de las tinieblas, y me anima saber que está
siendo expuesto cada vez más con el paso de los años.
En primer lugar, la emergencia y aceptación del fenómeno de la iglesia
en el mundo laboral ha sido una ayuda enorme. Estamos progresando para
alcanzar un acuerdo con la prosperidad de Dios, y por consiguiente
estamos mejor preparados que antes para recibir la transferencia de
riqueza de Dios.
Hasta aquí, todo bien. Pero debemos ser muy conscientes de los
peligros. Podemos tener éxito reemplazando el espíritu demoniaco de
pobreza por el buen espíritu de prosperidad, pero cuando hagamos eso,
también tenemos que evitar saltar de la sartén caliente y caer en el fuego,
por así decirlo. ¿Cuál podría ser el fuego? En pocas palabras: ¡que Mamón
nos atrape!
La trampa de Mamón
Algunos piensan erróneamente que Mamón es sinónimo de dinero.
Desgraciadamente, ciertos traductores bíblicos incluso han utilizado la
palabra griega transliterada “Mamón” como “dinero” en la versión
inglesa. Observe que estoy escribiendo Mamón con M mayúscula. Esto es
porque Mamón es el nombre correcto de un espíritu maligno, así como
Wormwood o Leviatán o Baal o Belcebú. Jesús dijo que no podemos servir
a dos señores: “No podeis servir a Dios y a las riquezas [“Mammón”,
rva]” (Mateo 6:24).
Mamón tiene al menos otros cuatro espíritus trabajando con él, todos
ellos con la tarea de convertir el dinero de Dios en ganancias deshonestas.
Estos cuatro espíritus son (1) egoísmo, (2) codicia, (3) parsimonia, e (4)
independencia.
1. Egoísmo
El egoísmo es un deseo excesivo de posesiones materiales. El espíritu de
egoísmo hace que la gente piense que su bienestar personal está
directamente relacionado con cuánta riqueza posea. Cuando la Biblia dice:
“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero”, la frase que sigue a
esta es la siguiente: “En su intenso deseo por el dinero, se han desviado de
la fe verdadera” (1 Timoteo 6:10, ntv). Una persona egoísta nunca tiene
suficiente. Para el egoísta, el dinero se acumula como un fin en sí mismo,
no por cómo se puede usar para bendecir a otros y avanzar el reino de
Dios. De hecho, la avaricia puede convertirse en una forma de adicción:
adicción al dinero.
2. Codicia
Mientras que el egoísmo se centra en amasar cantidades exorbitantes de
riqueza, la codicia tiene que ver con desear cosas concretas que no son
para usted, como la casa de su vecino, o esposa o buey, como vemos en los
Diez Mandamientos. La codicia es tan mala que se equipara a la idolatría.
(Véase Colosenses 3:5). Si no se mantiene a raya, la codicia puede
convertirse en un peligroso sustituto de Dios.
3. Parsimonia
Mejor conocido como tacañería, este espíritu demoniaco de parsimonia
causa que las personas ricas se vuelvan míseras al escoger vivir en
pobreza, aunque tienen mucha riqueza. Bien podría ser esta la situación en
la que se encontraba la iglesia de Esmirna, la cual hizo que Jesús le dijera
a los creyentes allí: “Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza
(pero tú eres rico)” (Apocalipsis 2:9). El espíritu de parsimonia puede
impedir que la gente diezme o dé ofrendas generosas, limosnas y
primicias. Engaña a las personas haciéndoles creer que no pueden
permitirse algo que necesitan o quieren, cuando en verdad, se lo pueden
permitir fácilmente. Los que tienen un espíritu de parsimonia tienden a
arrastrar a otros con ellos, incluyendo familiares, hacia su extraña y
distorsionada forma de pobreza.
4. Independencia
Una de las formas en que el dinero honesto puede convertirse en
ganancias deshonestas es cuando amasamos riqueza y de repente
decidimos que ya no necesitamos a Dios. Riqueza es poder, y si lo tiene,
puede comenzar a imaginar que es tan poderoso que puede hacer lo que
quiera, por usted mismo. Satanás florece en este tipo de engaño, el cual
aísla a aquellos que sucumben a él.
Lucas
Lucas cita el contraste de Jesús entre ricos y pobres: “Bienaventurados
vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios… Mas ¡ay de
vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo” (Lucas 6:20, 24).
Aquí, Jesús estaba perfilando no a sus fieles seguidores, sino a la
población en general, personas que aún vivían bajo la influencia del dios
de este siglo. Anteriormente en Lucas, cuando Jesús fue anunciado en la
sinagoga de Nazaret, dijo que había venido “para dar buenas nuevas a los
pobres” (Lucas 4:18). ¿Cuáles son estas buenas nuevas que la gente pobre
puede recibir? Obviamente, son las noticias de que ya no serán pobres.
Esto está en el corazón mismo del mensaje del reino de Dios. Aunque,
como Jesús también dijo, siempre tendremos pobres con nosotros (véase
Juan 12:8), Él desea, y nosotros también deberíamos desearlo, que el
mayor número posible de personas no siguieran siendo pobres, sino
prósperos.
Por otro lado, los ricos malos tienden a encontrarse bajo la opresión de
Mamón, uno de los generales de cuatro estrellas de Satanás. Por
consiguiente, como grupo, tienen menos esperanza de vida eterna que los
pobres, que no son tan independientes como ellos. Jesús dijo: “Porque es
más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en
el reino de Dios” (Lucas 18:25). Él no estaba diciendo que los ricos no se
puedan salvar. Muchos de ellos, no obstante, son como el joven rico, que
no fue capaz de soltar las posesiones materiales, aunque Dios se lo pida
directamente. (Véase Lucas 18:18–23). Me gusta lo que dice Ed Silvoso:
“¿Por qué le dijo Jesús que vendiera sus posesiones? No lo hizo porque la
riqueza sea mala, sino porque el joven estaba controlado por las
mismas”.30 El dinero que impide que una persona se acerque a Dios es
dinero que se ha convertido en ganancias deshonestas.
Del mismo modo, Mamón usa las riquezas para ahogar la obra de Dios,
como también Jesús advirtió en su parábola del sembrador en Lucas 8.
Algunas semillas cayeron entre espinos. ¿Qué eran los espinos? “La
[semilla] que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son
ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no
llevan fruto” (Lucas 8:14). La prosperidad mal dirigida se puede convertir
en una barrera para conocer a Dios.
No cabe duda de que a Lucas le encantaba la historia de Zaqueo, un
ejemplo positivo de un hombre rico que, como él, era salvo. El de Lucas es
el único evangelio que incluye esta historia. (Véase Lucas 19:1–10).
Zaqueo aparentemente fue librado del dañino conjuro de Mamón. Para
empezar, cuando se hizo creyente prometió dar la mitad de lo que tenía a
los pobres. Después, para recompensar sus fraudulentos tratos del pasado
con los demás, ofreció devolver la cantidad que había estafado, ¡con un
300 por ciento de intereses! Podemos estar seguros de que Zaqueo nunca
volvió a tocar ganancias deshonestas.
Como la mayoría de los empresarios, Lucas tenía una aversión a las
riquezas improductivas, recursos que no se administran para sacarles el
máximo provecho. En su evangelio incluye cuando Jesús cuenta la historia
del hombre rico que siguió construyendo graneros cada vez mayores para
almacenar sus bienes. Era rico, así que, obviamente, no necesitaba más.
Sin embargo, nunca parecía tener suficiente. Estaba influenciado por el
espíritu de parsimonia. ¡Jesús le llamó necio! ¿Por qué era un necio?
Amasaba riquezas improductivas en vez de usarlas sabiamente, como
debería haber hecho. (Véase Lucas 12:16–20).
Relacionadas con esto están las parábolas de Jesús de los
administradores financieros, las cuales examiné en detalle en el capítulo 5.
Recordemos que en Lucas 19:12–16, tres administradores recibieron una
mina (10.000 dólares) cada uno. Dos hicieron bien al ganar un beneficio
del quinientos por ciento y del mil por ciento, respectivamente. Fueron
buenos siervos. Uno, sin embargo, escondió el dinero que había recibido
en un pañuelo, reflejando parsimonia, o riqueza improductiva. Terminó
siendo castigado como un mal siervo. Debemos tener cuidado con el
dinero improductivo.
Lucas cita a Jesús diciendo: “Mirad, y guardaos de toda avaricia;
porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que
posee” (Lucas 12:15). Aquí, Jesús se está centrando en el principio que
mencioné antes, es decir, que el amor al dinero es la raíz de todos los
males. La mayoría de los creyentes ricos como Lucas son sensibles a esto
y tienen mucho cuidado de que el dinero nunca se convierta en un fin en sí
mismo. El dinero debe ser siempre simplemente un medio para el fin, que
es dar gloria a Dios.
El evangelio de Lucas es firme acerca de la superioridad del reino de
Dios sobre el reino de Satanás. Los discípulos de Jesús acababan de salir
de un reino y de entrar en el otro. Él les explicó, tanto como pudo, cuáles
eran los beneficios del reino de Dios. Su mayor compromiso era dejar de
vivir para sí mismos o lo que pudieran lograr por sí mismos; en cambio,
era vivir para su nuevo Rey: Dios. Un punto de entrada para esta
enseñanza se ve con respecto a sus necesidades cotidianas diarias. Jesús
les dijo: “No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo,
qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido”
(Lucas 12:22–23). ¿Por qué no debían preocuparse? Porque podían confiar
en que Dios supliría para las necesidades de su vida. Jesús continuó:
Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido
daros el reino. Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas
que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde
ladrón no llega, ni polilla destruye. Porque donde está vuestro
tesoro, allí estará también vuestro corazón. (Lucas 12:31–34)
Las prioridades ahora estaban cambiando. No es que las cosas físicas o
materiales no sean importantes, o que todos debamos deshacernos de
nuestras posesiones materiales, sino que parte de conocer a Dios es confiar
en que Él suplirá nuestras necesidades más básicas y que todo lo que
tenemos proviene de Él.
Mientras Jesús entrenaba a sus discípulos, les probaba de vez en cuando.
En una de estas pruebas, les envió a ellos solos a medir el nivel de su
confianza en su provisión. Dijo: “No toméis nada para el camino, ni
bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas” (Lucas 9:3).
Los discípulos tenían que aprender que podían depender totalmente de
Dios para todas sus necesidades materiales. Obviamente, Jesús no estaba
sugiriéndoles que nunca debieran llevar nada cuando salieran a ministrar.
Cuando Jesús iba de lugar en lugar, Él mismo tenía un tesorero, Judas,
entre su círculo íntimo de doce. Pero primero, ellos tenían que
experimentar, al menos una vez, no tener nada, para que se vieran forzados
a confiar del todo en Dios como su proveedor.
La iglesia primitiva
Uno de los grupos más generosos de la Biblia eran los miembros de la
iglesia que se creó el día de Pentecostés. Los creyentes estaban tan llenos
del Espíritu Santo que Mamón no pudo apresarlos, con la triste excepción
de Ananías y Safira. (Véase Hechos 5:1–11).
Hechos 4:31 dice que los creyentes fueron llenos el Espíritu Santo, y
después…
Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y
ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían
todas las cosas en común… Así que no había entre ellos ningún
necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las
vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los
apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad. (Hechos
4:32, 34–35)
Aunque el compartir los bienes naturales no es un principio legalista
para todos los creyentes, la conducta de la iglesia primitiva apunta hacia
una actitud del reino en cuanto a las posesiones materiales que todos
debemos imitar: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,
y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de
mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su
propio mal” (Mateo 6:33–34). Si esta exhortación logra grabarse en
nuestro espíritu, no seremos susceptibles a ver nuestro dinero convertirse
en ganancias deshonestas.
El apóstol Pablo
El apóstol Pablo trató el tema del dinero en tres de sus epístolas más que
en las demás, es decir: 2 Corintios, 1 Timoteo y Filipenses. Veamos los
puntos principales de cada una de estas epístolas.
2 Corintios
Entre los asuntos que discute Pablo en 2 Corintios está el privilegio que
tiene de escoger si toma o no honorarios personales por ministrar a los
corintios. En 1 Corintios, afirmó que “los que anuncian el evangelio, que
vivan del evangelio” (1 Corintios 9:14), pero, en cuanto a lo tocante a los
corintios, él prefirió no tomar ninguna compensación económica de ellos.
Él escribió: “He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros;
y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros” (2
Corintios 12:14). No sabemos precisamente las razones de Pablo para
declinar el pago, pero rehusar honorarios o regalos y ofrendas de amor, en
este caso, era específicamente para los corintios, no un principio general,
como veremos cuando lleguemos a nuestra discusión de Filipenses.
Aunque Pablo no tomó ofrendas de los corintios, no obstante les ordenó
que dieran a otros, especialmente a los santos necesitados de Jerusalén.
Les dijo: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda
gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente,
abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:11). Y añadió: “Para que
estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad” (2 Corintios 9:11).
Según este pasaje, no deberíamos esperar de Dios solo lo suficiente, sino
que deberíamos esperar abundancia si queremos estar en posición de dar a
otros como deseamos.
1 Timoteo
Entre las cualificaciones de Pablo tanto para obispos como diáconos
estaba el hecho de ser “no codicioso de ganancias deshonestas… no
avaro” (1 Timoteo 3:3). Una actitud errónea hacia el dinero puede
descalificar a una persona para el liderazgo cristiano. Pablo instruyó a
Timoteo para que se apartase de los que tuvieran mentes corruptas, los que
“toman la piedad como fuente de ganancia” (1 Timoteo 6:5). Para evitar
este peligro, debemos recordar siempre que: “Nada hemos traído a este
mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y
abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6:7–8). Este pasaje es
donde Pablo también dice que el amor al dinero es la raíz de todos los
males. (Véase 1 Timoteo 6:10). Este es un buen consejo de 1 Timoteo para
el manejo del dinero:
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la
esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios
vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las
disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras,
dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo
por venir, que echen mano de la vida eterna. (1 Timoteo 6:17–19)
Filipenses
La epístola de Pablo a los filipenses es esencialmente una carta de
agradecimiento por los abundantes donativos que hicieron a su ministerio.
Es muy probable que los obsequios de Lucas y Lidia fueran la base de los
fondos misioneros que llegaban de la iglesia de Filipos. Cuando Pablo dejó
Filipos, dijo: “Ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y
recibir, sino vosotros solos; pues aun a Tesalónica [su siguiente parada
después de Filipos] me enviasteis una y otra vez para mis necesidades”
(Filipenses 4:15–16).
Les escribió esta carta mucho después, cuando estaba en prisión en
Roma, y dijo: “Pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi
situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por
todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así
para tener abundancia como para padecer necesidad” (Filipenses 4:11–
12). Pablo, a diferencia de personas como el joven rico, rehusó dejar que el
dinero, o la falta del mismo, controlara su actitud o su ministerio. Sin
embargo, al haber experimentado tanto la carencia como la abundancia de
recursos, Pablo obviamente prefería lo segundo. Por eso, después de
recibir el dinero que los filipenses le enviaron mientras estaba en la cárcel,
les escribió esta carta de agradecimiento y les dijo, con obvio placer:
“Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo
recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto,
agradable a Dios” (Filipenses 4:18).
Pablo nunca se avergonzó de tener mucho dinero, pero sabía cómo
impedir que se convirtiera en ganancias deshonestas. Y nosotros podemos
hacer lo mismo. Debemos recordar constantemente que aunque la
prosperidad es una bendición del reino de Dios, las posesiones materiales
se pueden convertir fácilmente en una trampa. Mamón está al acecho, pero
si prestamos atención a las advertencias bíblicas subrayadas en este
capítulo, el espíritu maligno no encontrará la forma de seducirnos y
ponernos en el camino erróneo.
Pautas personales
Siempre que he invertido dinero, ya sea sin saberlo en un timo u
honestamente en un fondo mutuo reconocido, siempre he actuado según
unas pautas personales que recomiendo mucho que otros adopten para sí
mismos. Primero, nunca invierto más de lo que me pueda permitir perder.
De esa forma, si lo pierdo todo, no afectará a nuestra familia o nuestro
presupuesto familiar. La gente que hipoteca su hogar para asumir un riesgo
como este está actuando neciamente. Segundo, cuando el beneficio
comienza a acumularse, retiro la cantidad invertida lo antes que puedo.
Después de eso, quizá gane, pero no puedo perder. Tercero, después intento
retirar la mitad de las ganancias y reinvertirlo para cuando sea necesario.
También dejo que mi asesor fiscal sepa acerca de esta transacción.
A estas alturas, probablemente se pregunte por mis números. Invertí
10.000 dólares en Greater Ministries. Durante los dos primeros meses,
retiraron de mi cuenta 900 dólares al mes como donativos. A esas alturas,
ya sospechaba algo, así que solicité que cerraran mi cuenta y me
devolvieran el estado de cuentas. En una o dos semanas, recibí un sobre
marrón liso en el correo sin dirección de remitente con órdenes de dinero y
un total en efectivo de 9.090 dólares. Tuve suerte. Esta experiencia de
aprendizaje me costó solo 910 dólares. Poco después, todo salió a la luz, y
los líderes terminaron en la cárcel. Tristemente, a algunos amigos míos les
costó mucho más porque no salieron a tiempo de esa estafa piramidal
basada en la afinidad.
Los que han seguido de cerca de los medios cristianos (y seculares)
quizá reconozcan nombres como Amber Enterprises, New Era
Philanthropy, Wealth for the Nations, International Product Investment
Corporation, JTL (Just the Lord), y otros. Los infractores que estaban
detrás de estas organizaciones fraudulentas eran tan hábiles promoviendo
sus timos y disfrazando los detalles financieros que nombres familiares
como Benny Hinn, Reinhard Bonnke, Wheaton College, las Asambleas de
Dios de Northern California y Nevada, Ralph Wilkerson, Marilyn Hickey,
Fuller Theological Seminary y la Iglesia Cuadrangular, e incluso fondos
sofisticados, como Harvard University y Yale Law School, fueron todos
estafados.
La buena noticia es que quienes amasaron enormes cantidades de
ganancias lucrativas de estos timos fueron, en su mayoría, encarcelados.
La mala noticia es que otros como ellos ciertamente surgirán. Espero que
el pueblo de Dios continúe madurando individualmente y colectivamente,
que aprendamos de nuestros errores, y que, en el futuro, haya una
actividad escandalosa, egoísta y fraudulenta mucho menor de la que ha
habido en el pasado, y que cada vez menos dinero de nuestro reino se
convierta en ganancias deshonestas.
27. Wagner, Sus Dones Espirituales Pueden Ayudar a Crecer a Su Iglesia, 265.
28. Jane Hamon, The Cyrus Decree (Santa Rosa Beach, FL: Christian International Ministries
Network, 2001), 114.
29. Para más detalles sobre esta postura, ver el libro de C. Peter Wagner, The Book of Acts: A
Commentary (Ventura, CA: Regal Books, 200), 361.
30. Ed Silvoso, Anointed for Business (Ventura, CA: Regal Books, 2002), 83.
31. “Greaterlands: God Is Taking Us to New Heights”, documento de circulación privada de
Greaterlands Funds of Tampa, Florida, sin fecha.
7
EL CICLO DE LAS RIQUEZAS DEL REINO
Éxito e influencia
Trato este punto para destacar que, contrariamente a las suposiciones de
muchos líderes del monte de la Religión, la espiritualidad no está considerada
como un indicador principal de influencia en ninguno de los otros seis
montes. Es cierto que una notable falta de espiritualidad puede bloquear el
camino para la influencia orientada al reino en el mundo laboral; sin
embargo, no es la espiritualidad, en sí misma, lo que produce la influencia. Si
no es la espiritualidad, ¿qué genera influencia en los otros seis montes? La
respuesta a esta crucial pregunta se puede dar en una palabra: ¡éxito! En el
mundo laboral, los individuos más influyentes son, invariablemente, los que
tienen más éxito. Obviamente, hay muchas personas de éxito e influencia en
la sociedad que no tienen una mentalidad del reino, y debemos presionar para
que esta situación cambie lo máximo posible. Sin embargo, sería inútil
intentar cambiar la cultura en el mundo laboral para que la espiritualidad
algún día supere al éxito.
¿Qué tiene esto que ver con la riqueza?
Cuando alguien describe a cierto individuo como un “empresario exitoso”,
¿qué implica esto? Por lo general implica que su empresa está teniendo una
cantidad importante de dinero y, por lo general, que la persona en cuestión es
rica. Sé muy bien que esto es bastante molesto para muchos líderes en el
monte de la Religión.
Los sociólogos Laura Nash y Scotty McLennan, a quien presenté
anteriormente, sostienen lo que acabo de decir. En su libro, dicen lo siguiente:
Los comentarios acerca del dinero por lo general llevaron a comentarios
acerca de la cultura, lo cual influenció en gran manera los valores de las
personas. De hecho, el clero usó el término cultura como un símbolo clave
para lo que pensaban que era la raíz del problema: un sistema de valores
centrado en el dinero. La cultura, nos dijeron, es un lugar materialista y
muy comercial, donde se adora el dinero por encima de todo lo demás.32
Este sentimiento negativo hacia el dinero, producido, en mi opinión, por el
espíritu de pobreza, podría degenerar en lo que una persona destacó a los
investigadores: “La iglesia tendía a ver al empresario como fuera de la
comunidad de fe en relación con la iglesia misma”.33
Habiendo dicho esto, la realidad sigue siendo la misma. Las personas más
influyentes en los seis montes no religiosos por lo general son los más
exitosos; y los más exitosos, la mayoría de las veces, son los más ricos. Para
ayudar a aclarar este concepto en su mente, haga un sencillo ejercicio. Anote
los nombres de cinco personas que usted considere que están entre las
personas más influyentes del mundo actual. Es muy probable que todos ellos
sean ricos. Aunque haya escrito líderes del monte de la Religión que
renuncian a la opulencia pesonal, como la Madre Teresa de Calcuta o el Papa
Francisco, encontrará que son (o fueron) influyentes porque, además de su
percibida espiritualidad, controlan o controlaron grandes cantidades de
riqueza institucional. Cierto es que puede haber excepciones, pero estoy
subrayando la regla.
Si queremos que el reino de Dios venga y se haga su voluntad aquí en la
tierra como en el cielo, deberíamos animar a su pueblo con mentalidad del
reino a que sean todo lo ricos y exitosos que puedan, y, por consiguiente, que
sean todo lo influyentes que puedan. Esta es una de las razones por las que
deberíamos estar orando fervientemene para que se produzca la gran
transferencia de riqueza.
¿Por qué no han sido aún liberadas las riquezas? En el capítulo 3 hice esta
pregunta y enumeré siete posibles razones de la demora. Sentía que habíamos
tratado en líneas generales las primeras cuatro razones, pero que las últimas
tres aún están pendientes. Estas son: (1) activar a los apóstoles en el mundo
laboral, (2) desarrollar una infraestructura para la administración de fondos
del reino, y (3) establecer una administración adecuada para la distribución.
Quiero hablar de estos tres aspectos con tanto detalle como pueda en las
páginas siguientes.
Buscadores y servidores
Creo que es preciso percibir que las infraestructuras de distribución, ya
sean fundaciones (lo más común entre filántropos) o concilios apostólicos
(menos restringidos por las regulaciones gubernamentales), por lo general
eligen uno de estos dos modos de operación. Por supuesto, algunos quizá
elijan hacer ambos. Así es como los describo:
El modo buscador: Muchas agencias de distribución caritativa
buscan fondos y proyectos a los que donar fondos. Dentro de sus
organizaciones, por lo general montan una unidad para recaudar
fondos con el propósito de buscar Proveedores que deseen
financiar los proyectos que la agencia ha seleccionado. También
tienen una unidad para buscar proyectos que encajen dentro de su
propia declaración de misión, proyectos que serán atractivos para su
círculo de Proveedores. Tienen una plantilla para procesar
peticiones de becas, realizar la diligencia debida y priorizar las
peticiones de fondos. Algunos Proveedores, desde luego, tendrán
sus propios proyectos favoritos, y suponen que el Distribuidor los
manejará responsablemente. Siento decir que algunos de estos
Distribuidores no supervisan estrictamente el uso subsecuente de
estos fondos, incluyendo la medida de su productividad. Digo
“algunos” porque, felizmente, otros sí implementan la supervisión
necesaria.
El modo servidor: Los servidores no tienen una unidad para
recaudar fondos, porque existen solo para servir a los Proveedores
existentes. Tampoco buscan proyectos que necesiten financiación.
La distribución la hacen los apóstoles individualmente, quienes por
lo general tienen una visión para más proyectos de los que pueden
financiar. The Hamilton Group se ve a sí mismo como un servidor,
no como un buscador. El eslogan de THG es “Filantropía
estratégica para distribución apostólica”. Entraré en detalles sobre
este concepto en el capítulo 8. En el modo servidor, nosotros en
The Hamilton Group servimos a Proveedores, los cuales nos
confían la distribución de sus fondos. También servimos a apóstoles
proveyedo los fondos que necesitan para proyectos que ya tienen
en espera. Un importante beneficio alternativo de este enfoque es
que THG no tiene que supervisar y auditar los proyectos. A los
apóstoles se les pide que hagan esto por nosotros y que nos
informen de los resultados.
Los cuatro eslabones en la cadena que representan del ciclo de riquezas del
reino, Proveedores, Administradores, Distribuidores y Mariscales de campo,
son importantes. Yo enfatizo enérgicamente el tercer eslabón, los
Distribuidores, en este capítulo. En el siguiente capítulo, quiero ver con más
detalle el segundo eslabón, los Administradores.
Centros apostólicos
Probablemente estará familiarizado con las redes apostólicas, agencias
misioneras denominacionales y ministerios cristianos. Sin embargo, quizá
centros apostólicos sea un término nuevo para usted. El fenómeno de los
centros apostólicos comenzó a salir a la superficie después de que la
segunda era apostólica cayó en su lugar en 2001. Por todos los Estados
Unidos, así como en otras partes del mundo, parece como si Dios estuviera
orquestando una transición de iglesias locales tradicionales a centros
apostólicos. Una de las diferencias principales entre las iglesias locales y
los centros apostólicos tiene que ver con el liderazgo y el gobierno. Las
iglesias locales están dirigidas por pastores, mientras que los centros
apostólicos están dirigidos por apóstoles. Los pastores son por lo general
empleados de la iglesia que sirven bajo las órdenes del consejo de diáconos
o el consejo de ancianos o la congregación. Los apóstoles, por el contrario,
tienen la autoridad final en todas las decisiones que afectan a la vida y el
alcance de un centro apostólico. Aunque algunas iglesias y denominaciones
no reconocen el oficio contemporáneo de apóstol, la mayoría de ellas verán
que tienen líderes entre ellos que realmente operan como apóstoles.
Otra diferencia tiene que ver con el enfoque y la visión. El enfoque de la
iglesia local está en la salud, vitalidad y crecimiento de la congregación. El
enfoque del centro apostólico está en el reino de Dios y en la comunidad.
La iglesia local está interesada en llevar personas nuevas dentro de sus
cuatro paredes, mientras que el centro apostólico se concentra en enviar
personas fuera de las cuatro paredes.
Mi propósito aquí no es escribir un tratado sobre los centros apostólicos
sino subrayar algunas ideas generales. Por fortuna, ahora tenemos un
excelente libro de texto sobre este asunto: Apostolic Centers, por Alain
Caron (Arsenal Press). Aunque por lo general se tardan varios años en
hacer la transición de iglesia local a centro apostólico, Caron pudo lograr el
hito tan solo en dos años, sin perder a ningún miembro de su congregación.
Debido a que los centros apostólicos están enfocados en enviar personas
fuera para extender el reino de Dios, están en contacto con los Mariscales
de campo que levantan.
“Desarrollo de donantes”
La respuesta más común e inmediata a este triste estado de cosas es que
el liderazgo de un ministerio lance un nuevo programa de “desarrollo de
donantes”. Esto significa que el liderazgo debe hacer lo que sea necesario
para aumentar el número de donantes para el ministerio y aumentar la
cantidad media que da cada donante. Esto tiene sentido y, de hecho,
describe lo que los líderes del ministerio realmente han estado intentando
hacer durante años. Como los líderes están forzados a admitir que no han
sido capaces de producir los resultados deseados, muchos de ellos deciden
subcontratar la tarea de desarrollar donantes. Pronto se dan cuenta de que
no hay falta de agencias de consultoría a las que les gustaría ayudarles a
hacerlo.
El desarrollo de donantes puede tomar muchas formas, dependiendo de la
agencia que lo lleve a cabo. Yo he reunido algunos ejemplos de estas
formas, y las resumiré aquí para aclarar lo que estoy diciendo.
Este ministerio ha desarrollado cuatro niveles de patrocinadores.
“Patrocinador de fundación” (compromisos mensuales o
aportaciones puntuales de entre 250 y 900 dólares al año),
“Patrocinador ejecutivo” (compromisos mensuales de entre 100 y
499 dólares o aportaciones puntuales de entre 1.000 y 4.999
dólares), “Patrocinador presidencial” (compromisos mensuales de
entre 500 y 999 dólares o aportaciones puntuales de entre 5.000 y
9.999 dólares), “Grupo de inversores” (compromisos mensuales
de 1.000 dólares o más o aportaciones puntuales de 10.000
dólares o más). Como incentivo, cada categoría tiene unos
beneficios en escala, como descuentos, asientos reservados,
paquetes de actualización, cenas especiales o contacto personal
con el presidente de la organización.
“Estamos lanzando un programa ministerial de Socios. Como no
podemos llevar a cabo nuestro ministerio sin el apoyo de fieles
donantes, creemos que la designación de ‘Socio’ es bastante
apropiada para los que demuestran su compromiso con el
ministerio al enviar un donativo regular mensual, o trimestral, por
grande o pequeño que este sea. También creemos que los ‘Socios’
merecen ‘ventajas’ especiales dentro de la organización. Por lo
tanto, estamos ofreciendo a todos nuestros Socios una deducción
continua del 20 por ciento en las tasas de nuestro seminario y
donativos sugeridos para nuestros materiales”.
“Amigos comprometidos que han escogido apoyar nuestro
ministerio pueden escoger entre seis niveles: ‘Guerrero’ (1 dólar
al mes); ‘Plata’ (25 dólares al mes); ‘Oro’ (50 dólares al mes);
‘Platino’ (100 dólares al mes); ‘Platino ejecutivo’ (500 dólares al
mes); ‘Presidencial’ (1.000 dólares al mes)”. De nuevo, hay
beneficios en escala para cada categoría, con los miembros
Presidenciales invitados a una cena anual con el presidente del
ministerio.
Yo no tengo acceso a los resultados de estos esfuerzos en el desarrollo de
donantes, aunque estoy familiarizado con algunos. Siento informar que no
sé de ningún ministerio que haya aumentado de manera significativa su
flujo de ingresos al subcontratar el desarrollo de donantes. De hecho,
cuando Doris y yo dirigíamos Global Harvest Ministries, en tres ocasiones
distintas fuimos y contratamos consultores profesionales de desarrollo de
donantes para que nos ayudaran a aumentar nuestras donaciones. Todas las
veces quedamos decepcionados, porque las tasas de las tres compañías de
desarrollo de fondos resultaron ser considerablemente mayores que el
aumento adicional a corto o largo plazo de ingresos para el ministerio.
Un cambio de paradigma
He trabajado en mi descripción de las deficiencias de la financiación
basada en donantes a través de varias páginas para demostrar que este no es
un asunto trivial. El título de este capítulo es “De financiación basada en
donantes a financiación basada en entradas”. Creo que la solución a largo
plazo para proporcionar una financiación adecuada para los ministerios
cristianos requerirá no solo una mejora en lo que hemos estado haciendo en
el pasado sino también un decisivo cambio de paradigma. Creo que quienes
dirigimos ministerios, así como los líderes de redes apostólicas y centros
apostólicos, tenemos que expandir nuestro pensamiento y salir de la caja
del monte de la Religión y comenzar a usar un poco más de la sabiduría del
monte de la Empresa.
Nunca entendí por qué el pragmatismo ha estado tan difamado dentro del
monte de la Religión. Mi carrera es en la rama de las ciencias. Los
científicos son tozudamente pragmáticos. Constantemente realizan
experimentos para ver lo que funciona y lo que no. Cuando establecen una
meta, intentan hacer lo que sea necesario para lograrla. El fin sí justifica
los medios en este sentido. No me refiero a cuestiones de moralidad o
inmoralidad sino de eficacia. Por ejemplo, yo fui muy criticado por los
líderes del monte de la Religión en la década de 1970 cuando introduje el
uso de los números para ayudar a juzgar la salud de una iglesia dada. Como
fui muy pragmático en cuanto a esto, incluso me convertí en uno de los
principales chivos expiatorios en un libro que castigaba a todos los que,
según el autor del monte de la Religión, veía como los que “¡se
avergüenzan del evangelio!”.
Hasta ahora, no he visto la necesidad de disculparme por lo que me gusta
llamar mi “pragmatismo consagrado”. Mi deseo es aplicar este enfoque a la
financiación ministerial. Si el medio tradicional para financiar ministerios,
es decir, financiación basada en donantes, ya no es satisfactorio, hablemos
de cambiar el enfoque. El fin es el mismo: financiar ministerios cristianos.
Si un medio no logra la tarea, busquemos otro medio que sí lo haga. Si esto
requiere un cambio de paradigma, ¡cambiemos!
37. ECFA, “Recent Nonprofit Developments from ECFA”, e-mail (5 de noviembre de 2013), 1.
38. John Waggoner, “Finding fund winners isn’t cut and dried”, USA Today (27 de diciembre de
2013), B1.
9
FILANTROPÍA DEL REINO
Distribución responsable
Recibir estas riquezas es una cosa; sin embargo, distribuirlas
responsablemente es otra cosa. Por eso entra en escena la filantropía. Se
dice que Aristóteles dijo que cualquier puede dar dinero, pero solo unos
pocos pueden dárselo a la persona correcta, en el momento correcto, para
lo correcto, y de la forma correcta. Esto es algo muy difícil, sin duda, pero
es algo que debemos tener en mente constantemente.
Filantropía viene de dos palabras griegas, que significan “amar a la
gente”. Esto es algo bueno porque Dios ama a la gente. Los que son
nacidos de nuevo por el Espíritu Santo reflejan el amor de Dios por la
gente en sus pensamientos, sus oraciones y sus acciones. No son
egocéntricos, porque sienten que su destino no es tanto ayudarse a sí
mismos sino más bien ayudar a otros. Es importante reconocer desde el
principio que la filantropía y el egocentrismo son conceptos opuestos. Si
queremos cumplir con las normas de Dios para la filantropía, primero
debemos pasar la prueba del egocentrismo. Amar a otros es más
importante que amarnos a nosotros mismos.
Dicho esto, debemos, a la vez, cultivar una actitud bíblica y saludable
hacia nosotros mismos. El libro de Romanos nos dice que si queremos
hacer la voluntad de Dios buena, agradable y perfecta, son necesarias dos
cosas. Primero, no debemos tener un concepto de nosotros mismos más
alto del que debemos. Esto refleja lo que acabo de decir sobre el
egocentrismo. Segundo, debemos pensar de nosotros mismos con cordura.
(Véase Romanos 12:2–3). En otras palabras, debemos desarrollar una
autoevaluación positiva, realista y precisa. Debemos saber quiénes somos
y quién desea Dios que seamos.
Por desgracia, se ha producido alguna enseñanza un tanto errónea en
muchas de nuestras iglesias, sugiriendo que deberíamos denigrarnos para
agradar a Dios. Frases piadosas como “yo no soy nada” son muy comunes.
Uno de los himnos de Isaac Watts nos hacía cantar: “Soy un gusano”. Dios
no nos creó para ser un don nadie o gusanos. Él nos creó a su propia
imagen. Nos creó para ser cabeza, y no cola. (Véase Deuteronomio 28:13).
Cada uno de nosotros es valioso para Dios.
Distribución irresponsable
Una razón por la que me gusta usar la palabra estratégica para modificar
“filantropía” es que algunos filántropos escogen distribuir sus riquezas de
una manera falta de planificación y carente de enfoque. Durante muchos
años he estado suscrito a The Chronicle of Philanthropy, discutiblemente
la publicación con más autoridad en este campo. Considere este editorial:
En pocas semanas, The Chronicle of Philanthropy publicará su
ranking anual de las 400 organizaciones benéficas que más
[dinero] recaudan de fuentes privadas. Mientras que
recaudadores de fondos, filántropos y otros desean siempre ver
qué grupos componen la lista, lo que más nos interesa es qué
organizaciones no lo consiguen.
Aunque los rankings destacan las organizaciones que han
amasado más en donaciones, no incluyen información sobre el
nivel de cambio social que estos grupos sin ánimo de lucro han
logrado. No revelan qué organizaciones han tenido más éxito en
avanzar sus misiones.
Necesitamos una forma de evaluar los grupos sin ánimo de lucro
según los resultados, no el tamaño del presupuesto o el alcance
organizacional. La medida final del desempeño de una
organización sin ánimo de lucro debería ser cuántas vidas salva o
cuántos hogares de bajo costo construye, no cuánto dinero ha
recibido, o lo poco que emplea en gastos generales para recaudar
esos fondos.40
Una cosa es recibir satisfacción de la cantidad de dinero gastado, y otra
cosa es posponer la satisfacción hasta ver lo que el dinero ha logrado. Si
yo, como Distribuidor de banda ancha, hiciera un donativo a un
Distribuidor de banda estrecha, pediría un informe preciso de lo que han
hecho esos fondos en manos de los Mariscales de campo antes de pensar
siquiera en contribuir con otro donativo. Esta es una proposición tan
responsable que llega como una desagradable sorpresa descubrir que no es
el modus operandi de muchas de las mayores organizaciones benéficas de
América.
De la mano con esto está el hecho de que algunos filántropos están
orgullosos de cuánto dinero dan personalmente a las organizaciones
benéficas, no de lo que las organizaciones puedan hacer con ese dinero.
Están más interesados en que sus nombres se incluyan en la lista de los
400 americanos más generosos que en dedicar el tiempo y esfuerzo
necesarios para descubrir cómo se están utilizando sus donaciones. Pienso
que eso es ser un proveedor irresponsable que no se preocupa de la
distribución. Para dar una ilustración positiva, la fundación Bill &
Melinda Gates Foundation es conocida y respetada por revisar y evaluar
los resultados de sus aportaciones. Esto naturalmente les cuesta tiempo y
dinero. Por otro lado, como ya hemos dicho, Warren Buffett no está
interesado en hacer tales cosas, aunque reconoce el valor de las mismas.
Por consiguiente, Buffett da sus contribuciones filantrópicas a la
Fundación Gates, donde sabe que serán distribuidas de manera
responsable.
Distribución apostólica
The Hamilton Group (THG) ha adoptado como su eslogan “Filantropía
estratégica para la distribución apostólica”. Como mencioné previamente,
opera bajo el “modo servidor” en lugar del “modo buscador”. Esas
organizaciones caritativas que usan el “modo buscador” necesitan un
departamento de recaudación de fondos y un departamento de quienes
hacen subvenciones. Los recaudadores de fondos buscan fondos para
apoyar sus organizaciones de beneficencia o fundaciones. Quienes hacen
subvenciones buscan formas de gastar los fondos recaudados, algunos
estratégicamente, otros irresponsablemente, como ya hemos visto. El
modo buscador es caro, porque los recaudadores de fondos, así como
quienes hacen subvenciones, tienen que pagar una plantilla de personal y
un presupuesto para gastos de oficina. Es incluso más caro para ellos
revisar los resultados de los fondos que distribuyen, lo cual es una razón
por la que muchas organizaciones benéficas no llevan a cabo esta tarea.
Cuando organicé The Hamilton Group, elegí el modo servidor en vez del
buscador. Esto nos permite trabajar con un personal mínimo
indispensable. Nosotros no buscamos fondos, sino que servimos a los
Proveedores que desean subcontratarnos su distribución. Si no tenemos
fondos, adoptamos un patrón de espera hasta que llegan. Los que dirigimos
THG tenemos un flujo de entradas personal de otras fuentes, así que las
restricciones por presupuesto elevado se mantienen al mínimo.
¿Por qué la frase “distribución apostólica”? En The Hamilton Group no
necesitamos buscar o procesar peticiones de fondos aleatorias, porque
servimos a apóstoles, cada uno de los cuales ya ha identificado y
priorizado numerosos proyectos. Los apóstoles, o líderes apostólicos,
supervisan un cuerpo de Mariscales de campo que muestran una
supervisión práctica al terminar los proyectos. Identificar los proyectos,
llevar a cabo la diligencia debida, transferir los fondos (en muchos casos
internacionalmente), supervisar los proyectos y auditar el uso de los
fondos son responsabilidad de cada apóstol que ha desarrollado
previamente relaciones personales con los Mariscales de campo
involucrados. El informe de estado de cada proyecto llega del Mariscal de
campo hasta el apóstol, quien después lo entrega a The Hamilton Group,
siguiendo el protocolo prescrito. A través de esta sencilla cadena de
mando, podemos lograr con más rapidez nuestra meta de la distribución
responsable.
¿Cómo escogemos a qué apóstoles servimos? Cada apóstol que conozco
cree que sus proyectos deberían ser los prioritarios. Creo que eso es una
dimensión muy positiva para el liderazgo apostólico. Sin embargo, como
resultado, siempre que tenemos fondos disponibles podemos predecir que
habrá más peticiones legítimas para los fondos, que dinero para ocuparse
de ellos. Así, los que somos Distribuidores de banda ancha tenemos que
priorizar. Parte del plan de Dios para el liderazgo apostólico es asignar
ciertas esferas a apóstoles individuales. El apósto Pablo modeló esto para
nosotros en 2 Corintios 10:13: “Pero nosotros no nos gloriaremos [de
nuestra autoridad] desmedidamente, sino conforme a la regla que Dios nos
ha dado por medida, para llegar también hasta vosotros”.
Después, seguirá que esos apóstoles que tienen la mayor prioridad para
la distribución de riqueza deberían ser los que están en la esfera o esferas
que Dios nos ha dado. Esto no quiere decir que los proyectos para avanzar
el reino fuera de nuestras esferas sean menos estratégicos que los que
están dentro, sino que simplemente refleja la naturaleza relacional del
gobierno apostólico.
39. Estos conceptos sobre los dones espirituales se desarrollan en Sus Dones Espirituales Pueden
Ayudar a Crecer a Su Iglesia y Discover Your Spiritual Gifts por C. Peter Wagner. Ambos libros
tienen un repaso de 135 preguntas para descubrir e identificar los dones espirituales.
40. Editorial, The Chronicle of Philanthropy, 4 de octubre de 2007.
10
ALGUNOS CONCEPTOS BÁSICOS DE DAR
ALEGREMENTE
Pasar la bandeja
Como punto de inicio hacia convertirnos en verdaderos dadores, es
importante que tengamos una visión realista del actual estado de las cosas
en América. Por fortuna, tenemos los datos. Christian Smith y Michael
Emerson han producido un estudio sociológico bastante impactante sobre
los hábitos de dar de los cristianos americanos, llamado Passing the Plate.
Seleccionaré unas pocas frases relevantes de este libro que nos ayudarán a
ver el cuadro global.
Los autores resumen sus hallazgos en la introducción: “Toda la
evidencia, veremos, nos lleva a la misma conclusión: cuando se trata de
compartir su dinero, la mayoría de los cristianos americanos de nuestros
días son destacablemente poco generosos”.43 ¡Esta no es una buena
noticia!
Ellos comienzan el capítulo 1 de la siguiente forma: “Si los cristianos
americanos dieran de sus ingresos generosamente, y digo solo
generosamente y no extravagantemente, podrían transformar el mundo,
comenzando ya mismo. Los cristianos americanos comunes tienen a su
alcance la capacidad de provocar un cambio espiritual, social, cultural y
económico masivo y sin precedentes que refleje muy de cerca sus valores
e intereses”.44 Esta es una observación impactante a la luz de lo que
hemos discutido en el primer capítulo de este libro: que un principal
propósito del deseo de Dios para la transferencia de riqueza es facilitar la
Gran Comisión, como se expresa en Mateo 28:19: hacer discípulos a las
naciones. La sociedad podría ser transformada si tan solo los cristianos
dieran lo que se supone que deberían dar.
¿Cuánto dinero supondría esto? Smith y Emerson escriben: “Calculamos
que si los cristianos comprometidos en los Estados Unidos dieran el 10 por
ciento de sus ingresos después de los impuestos, totalmente pero no más
del 10 por ciento, eso proporcionaría un extra de 46 mil millones de
dólares al año de recursos con los que financiar necesidades y
prioridades”.45
Smith y Emerson siguen enumerando seis datos sociológicos acerca del
dar de los americanos. Mencionaré tres de ellos.
“Hecho 1: Al menos uno de cada cinco cristianos americanos, el
20 por ciento de todos los cristianos americanos, no dan
literalmente nada a la iglesias, paraiglesias, u organizaciones
benéficas no religiosas”.46
“Hecho 4: Los cristianos americanos con ingresos altos, como
los americanos en general, dan poco o no más dinero como un
porcentaje de ingresos familiares que los cristianos que tienen
ingresos bajos”.47
“Hecho 5: A pesar del crecimiento masivo de ingresos reales per
capita comparado con el siglo XX, el porcentaje promedio de
ingresos que dan los cristianos americanos no solo no creció en
proporción sino que en verdad descendió ligeramente durante
este periodo”.48 En el siglo XIX, el porcentaje era del 3 por
ciento, y en el siglo XX fue del 2,5 por ciento.
Yo tomo todos estos hechos y cifras como un toque de atención para la
iglesia. Si somos serios en cuanto al cumplimiento del propósito de Dios
al ponernos aquí en la tierra, tenemos que levantarnos de nuestra
complacencia, especialmente respecto a nuestras finanzas. Es mucho más
probable que nos veamos como “jugadores” cuando llegue la gran
transferencia de riqueza si hemos desarrollado un estilo de vida personal
de dar generosamente y basado en la Biblia.
La Biblia dice que Dios ama al dador alegre. Esto debe de significar que
Él ama a los dadores alegres más que a los dadores reticentes.
Obviamente, no todos los dadores son alegres. Algunos dan “con tristeza”
(2 Corintios 9:7). Dan con la actitud errónea. Otros dan “por necesidad”
(versículo 7). Dan por compulsión, a veces como resultado de la
manipulación. Quiero ayudarle a ser un dador alegre.
Dar generosamente
Smith y Emerson dicen que los cristianos podrían transformar el mundo
si dieran generosamente. ¿Por qué dar generosamente es tan importante?
Cuando piensa en ello, hay cuatro componentes principales de quién es
usted: su tiempo, sus talentos, sus habilidades y su energía. Y después,
también tiene su dinero. Usted tiene la capacidad de compartir cada una de
estas cosas con otros. Es su elección. Si decide no compartir, está siendo
egoísta, y eso es un grave defecto de carácter.
En este capítulo, voy a tratar solo uno de estos cinco componentes de
quien es usted: su dinero. Como acabo de decir, su dinero es parte de quien
es usted, así como su hombro y su glándula tiroidea son partes de su
cuerpo. En la mayoría de los casos, su dinero procede de su trabajo. Parte
va al gobierno en forma de impuestos, pero el resto es suyo para hacer con
él lo que quiera. Es importante saber que su dinero es su posesión
personal, porque cuando usted decide dar su dinero, de hecho está dando
una parte de usted mismo.
¿Dónde damos nuestro dinero? La mayor parte de las veces gastamos
nuestro dinero en nuestra familia inmediata. Dando dinero a su familia,
usted mismo se está dando a su cónyuge e hijos. Pero ¿qué hay de dar
dinero fuera de su familia? Acabamos de leer unas estadísticas
desalentadoras. ¿Sabía que el americano promedio da solo el 2 por ciento
de sus ingresos a organizaciones benéficas? Algunos no dan absolutamente
nada. Eso, claramente, es dar simbólicamente, algo que está muy lejos de
dar generosamente.
La generosidad debe provenir del corazón. Es un rasgo del carácter. Por
eso la Biblia hace esta impactante declaración: “Porque donde esté
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21). Si
quiere que yo sepa dónde está su corazón, enséñeme sus hábitos de dar. Sé
que es algo un tanto al margen, pero por eso yo recomiendo que los
pastores se familiaricen con el historial de dar de sus feligreses. Si usted
da generosamente a la iglesia, y yo soy su pastor, sé que puedo confiar en
usted porque su corazón está en el lugar correcto.
Quiero ayudarle a ser un dador generoso.
El diezmo
El primer paso bíblico y más importante hacia dar generosamente es el
diezmo, lo cual simplemente significa el 10 por ciento de sus ingresos.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento enseñan que dar el 10 por
ciendo es el punto de inicio adecuado.
Malaquías 3 incluye un conocido pasaje bíblico que empieza así:
“¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis:
¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas” (Malaquías
3:8). La premisa aquí es que el diezmo es el dinero de Dios, no de usted. Si
se lo queda, le roba a Dios, porque está reteniendo algo que es legalmente
de Dios. Pero se pone aún más serio.
“Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me
habéis robado” (Malaquías 3:9). La Biblia no usa la palabra “maldición”
a la ligera. Rehusar devolverle a Dios el diezmo puede ser algo más serio
de lo que piensa la gente.
“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y
probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las
ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde” (Malaquías 3:10). En las demás partes de las Escrituras se
nos dice que nunca tentemos ni pongamos a prueba a Dios. (Véase, por
ejemplo, Mateo 4:7; Lucas 4:12). Esto debería ser universalmente cierto a
menos que el Señor nos dijera específicamente lo contrario. Probar o
tentar a Dios en estos versículos conlleva un espíritu de incredulidad.
Aquí, Él nos invita a “probarle” y ver si diezmar no abrirá la puerta de la
prosperidad. Somos necios si no hacemos lo que Él nos pide.
Por favor, no caiga en la trampa de ver el diezmo como una ley del
Antiguo Testamento que ya no tenemos que obedecer porque vivimos bajo
la gracia del Nuevo Testamento. Jesús y los apóstoles practicaban el
diezmo. ¿Cómo lo sabemos? Eran judíos fieles. El Antiguo Testamento era
la única Biblia que tenían. Los judíos fieles diezman. Y el diezmo judío se
remonta a antes de que llegara la ley a través de Moisés, llegando hasta
Abraham, el padre de los isralitas, que diezmó a Melquisedec. Aquí está la
historia en el libro de Hebreos en el Nuevo Testamento: “Porque este
Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a
recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a
quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo…” (Hebreos 7:1–2).
Curiosamente, algunos líderes cristianos de hecho predican en contra
del diezmo. No solo usan los falsos argumentos de que el diezmo es una
ley del Antiguo Testamento, que está pasado de moda, sino que también
adoptan otro enfoque. Dicen que el 10 por ciento es demasiado poco.
Mantienen que Dios no es dueño solo del 10 por ciento de lo que ganamos,
sino del 100 por ciento. He oído la frase “todo le pertenece a Dios”
muchas veces, pero nunca he podido entender la torcida lógica que hay
tras ello. Suena tan piadoso que la mayoría de las personas no pensaría en
dudar de ello; es decir, hasta que hacemos la pregunta: ¿No permite Dios
que los seres humanos tengan sus propias posesiones? Yo creo que sí.
Es cierto que Dios puede ser la fuente de lo que tenemos. Pero Dios es
un verdadero dador, ¿no es así? Si yo le doy algo a usted pero siento que
sigue siendo mío después de habérselo dado, no sería un verdadero dador.
Desde el instante en que se lo doy, es posesión de usted, y deja de ser mío.
Estoy bastante seguro de que Dios quiere que tengamos discrección
personal en cuanto a lo que hacemos con el 90 por ciento de nuestro
sueldo. Ya no es de Dios, sino nuestro, porque Él verdaderamente nos lo
dio. Según continuamos, voy a hacer algunas buenas sugerencias sobre lo
que podríamos hacer con nuestra parte, pero será mejor que no nos
quedemos con el 10 por ciento, porque esa parte es de Dios, no nuestra.
¿Es el diezmo un ejemplo de legalismo? Sí, creo que lo es. Pero es un
legalismo santificado, de sentido común. Es como conducir por el lado
derecho de la carretera, o pagar los impuestos, o abrocharse el cinturón de
seguridad, todo ello son buenas formas de legalismo. Sospecho que pocos
de los que se oponen al diezmo dan incluso el 10 por ciento de sus
ingresos. Rehusar hacerlo puede convertirse en un pretexto. Hace unos
años, el investigador George Barna descubrió que solo el 9 por ciento de
los cristianos nacidos de nuevo diezmaron sus ingresos. ¡Eso significa que
el 91 por ciento de ellos no diezmaron! No es de extrañar que sea tan
difícil transformar el mundo.
Ofrendas
El legalismo se detiene con el diezmo. Todas las demás formas de dar
son voluntarias y discrecionales. Pero los dadores generosos dan
alegremente y constantemente más del 10 por ciento.
Veamos la ventaja de dar ofrendas generosas, como dice la Biblia:
“Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán
en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os
volverán a medir” (Lucas 6:38). Recuerde que estas promesas
extravagantes sirven solo cuando usted da su dinero, no cuando le
devuelve a Dios lo que es de Dios. No se aplican en el caso del diezmo,
solo de las ofrendas. ¿Ve ahora por qué es importante darse cuenta de que
el 90 por ciento es realmente de usted, y no de Dios? Solo si el 90 por
ciento es de usted puede dar ofrendas de su propio dinero.
He oído decir a algunos predicadores: “Nunca deben dar para recibir
más”. No entiendo el razonamiento, especialmente porque la Biblia nos
dice que si damos, nos será dado en una mayor medida. Nuestras ofrendas
a menudo se comparan con las semillas. ¿Por qué siembra un agricultor?
Lo hace para conseguir más. “El que siembra escasamente, también
segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente
también segará” (2 Corintios 9:6). Las ofrendas no son algo legalista, pero
ciertamente son beneficiosas. Si comienza a cosechar abundantemente,
¡rápidamente se convierte en un dador alegre!
Primicias
La mayoría de los creyentes están familiarizados con los diezmos y las
ofrendas, pero nadie conoce las primicias. Por lo tanto, este concepto
necesita un poco más de explicación.
Para dar un poco de trasfondo personal, Doris y yo siempre hemos
diezmado nuestros salarios a nuestra iglesia local, actualmente Global
Spheres Center en Corinth, Texas. Además de esto, regularmente damos
ofrendas a varios ministerios. Durante años, supimos que la Biblia
enseñaba acerca de las primicias, pero realmente no sabíamos exactamente
lo que eso significaba. Durante mucho tiempo, lo mejor que descubrimos
fue que nuestros diezmos y ofrendas se daban de la primera parte de
nuestros ingresos, no de la última, y siempre intentamos dar de esa
manera.
Entonces, hace varios años conectamos con Robert Henderson. En ese
tiempo, él había estado estudiando el dar de las primicias, practicándolo
en su iglesia y enseñándolo a otros. Sus ideas finalmente se publicaron en
un libro, The Caused Blessing, que es el mejor libro sobre primicias que he
visto. En él, Robert enseña con convicción que las primicias no están
directamente relacionadas con diezmos y ofrendas sino relacionadas con
dar financieramente como algo aparte del diezmo. Esta es la primera
mención de las primicias en la Biblia: “Las primicias de los primeros
frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios…” (Éxodo 23:19).
Si revisa su concordancia, encontrará que primicias se menciona treinta y
cuatro veces en el Antiguo Testamento y siete veces en el Nuevo
Testamento.
Uno de los capítulos más instructivos sobre las primicias es Números
18. Para entender el capítulo, es necesario recordar desde el principio que
se le dijo a Aarón. Es Dios hablando a Aarón, que era el sumo sacerdote.
Este capítulo nos ayuda a distinguir entre el diezmo y las primicias. Esta
es la diferencia:
Los diezmos iban para los levitas, una tribu de sacerdotes que
eran un basto equivalente a los pastores de hoy. “Y he aquí yo he
dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad,
por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del
tabernáculo de reunión” (Números 18:21).
Las primicias son para Aarón, el sumo sacerdote. “De aceite, de
mosto y de trigo, todo lo más escogido, las primicias de ello, que
presentarán a Jehová, para ti las he dado” (Números 18:12).
Damos primicias para demostrar nuestro aprecio a Dios por la
bendición. La cantidad o porcentaje de las primicias no es un número
legalista sino más bien se deriva de nuestra percepción personal y
evaluación de cuál ha sido nuestra mejor bendición. En una sociedad
agrícola, es lo primero y lo mejor de la nueva cosecha. En una sociedad
industrial, sería la primera parte de un aumento, bonus, un nuevo contrato,
un beneficio de una inversión, una herencia, y cosas similares. En Global
Spheres Center, sistematizamos nuestras primicias con una celebración al
comienzo de cada mes hebreo, la nueva luna, llamada Rosh Codesh.
Tenemos una celebración, frecuentemente coincidiendo con el último
sábado del mes, para llevar las primicias: lo primero y lo mejor de lo que
esperamos recibir ese mes. Cuando lo hacemos, ¡el centro de adoración
está lleno de dadores alegres!
Ahora que estamos en la segunda era apostólica, creo que es necesario
aplicar el dar las primicias a alguna obra apostólica. En estos días no
tenemos un sumo sacedote como Aarón, pero podemos considerar al
apóstol como el equivalente del sumo sacerdote. Hebreos 3:1 dice: “Por
tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial,
considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo
Jesús”. Aquí, Jesús es llamado “apóstol”, un oficio del Nuevo
Testamento, así como “sumo sacerdote”, un oficio del Antiguo
Testamento. Digo esto para expresar que no deberíamos seguir dando
nuestra primicia al sumo sacerdote sino al apóstol, o apóstoles, con los que
trabajamos. Doris y yo trabajamos con Chuck Pierce y Global Spheres, así
que es ahí donde van nuestras primicias.
La Biblia asocia una promesa muy atractiva a dar las primicias: “Honra
a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán
llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto”
(Proverbios 3:9–10). ¡No creo que podamos equivocarnos jamás si damos
generosamente!
Limosnas
Las limosnas son regalos que hacemos a los pobres y necesitados.
“Limosnas” es una palabra del Nuevo Testamento, pero es un concepto que
se encuentra también en el Antiguo Testamento: “A Jehová presta el que
da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar” (Proverbios
19:17). Si leemos este versículo con cuidado, veremos que, a diferencia de
otras formas de dar, no podemos esperar que lo que damos a los pobres se
nos devuelva en la misma medida, apretado y rebosando. (Véase Lucas
6:38). Las limosnas no son como semillas que se siembran para
multiplicarlas. No damos limosnas para recibir. Cuando damos limosnas a
los pobres, el Señor devuelve solo lo que damos, no más.
Un buen ejemplo de cómo Dios honra a los que dan limosnas a los
pobres es la historia de Cornelio, quien, como recordará, era un oficial del
ejército romano, ni judío ni cristiano. “Había en Cesarea un hombre
llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y
temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al
pueblo, y oraba a Dios siempre” (Hechos 10:1–2).
Sabemos que Dios envió a Pedro para llevar a Cornelio y a toda su casa
a Cristo. En ese momento, llevar a un gentil a Cristo era un evento tan
poco usual que Dios escogió enviar a un ángel con antelación para hablar a
Cornelio y habló a Pedro en una visión, para preparar el camino. Digo esto
simplemente para destacar una de las cosas que el ángel le dijo a Cornelio:
“Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios”
(Hechos 10:4). Aparentemente, dar limosnas con generosidad atrae la
atención de Dios y puede invitar a que llegue el favor divino.
A diferencia de otras formas de dar, las limosnas tienen una advertencia
asociada a ellas: usted debe mantener en secreto la cantidad de sus
limosnas. No creo que esto signifique que no pueda compartir con otros el
hecho de que da limosnas (Pablo lo dijo, por ejemplo, en Hechos 24:17),
pero solo que no diga cuánto da.
En este siguiente pasaje, escogí la versión Reina-Valera 1960 porque usa
la palabra “limosna” mientras que otras versiones utilizan otras palabras.
Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser
vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro
Padre que está en los cielos… Mas cuando tú des limosna, no sepa tu
izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto;
y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. (Mateo
6:1, 3–4)
Estoy seguro de que distintas personas aplicarán estas directrices de
formas diversas. No creo que haya necesidad de ser excesivamente
legalista en esto. Doris y yo damos algunas de nuestras limosnas a los
pobres a través de organizaciones sin ánimo de lucro como el Ejército de
Salvación y misiones de rescate. También damos directamente a los
pobres, sin deducción de impuestos. Como trabajamos juntos, si uno de
nosotros siente dar a un pobre en concreto, se lo dejamos saber al otro para
que no haya sorpresas. Espero que no estemos violando el mandato bíblico
de que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha (véase Mateo
6:3), pero esta práctica nos ayuda a mantener unido nuestro matrimonio.
Sin embargo, no le decimos a nadie más las cantidades que damos.
Permítame hacer dos observaciones finales sobre dar limosnas:
De nuevo, repetiré el principio de que, al dar limosnas, lo que
recibimos a cambio está limitado a lo que damos.
La advertencia de guardar secreto respecto a las limosnas que da
no sirve con los diezmos, ofrendas o primicias.
Dar gradualmente
Dar gradualmente es una de las formas más avanzadas de dar. Diezmos,
ofrendas, primicias y limosnas son prácticas que todos los creyentes
deberían seguir. Dar gradualmente, por el contrario, es un método de dar
reservado solo a ciertos creyentes. Le animo a ver si esta es la forma en
que usted debería dar.
Antes de seguir adelante, quiero explicar dos principios del dar: el don
de dar y modalidades de dar.
El don de dar. Está el don espiritual de dar, al igual que hay
dones espirituales de evangelismo, de administración y de
misericordia. Dios es el que da los dones, y Él escoje a quien se
los da. Un pasaje clave que habla de esto se encuentra en
Romanos 12, donde dice: “De manera que, teniendo diferentes
dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía,
úsese…” (Romanos 12:6). Como ejemplos, enumera los dones
de profecía, servicio, enseñanza y exhortación, y después dice:
“El que reparte, con liberalidad” (Romanos 12:8). Después,
añade los dones de liderazgo y misericordia. Dar es solo uno de
los dones de la lista.
Muchas personas no han entendido que existe el don espiritual de dar, el
cual Dios le da a algunos, pero no a todos, los creyentes, parecido a lo
que expliqué acerca del don de la pobreza voluntaria en un capítulo
anterior. Usted no necesita un don espiritual para dar sus diezmos,
ofrendas, primicias o limosnas. Pero creo que necesita ese don si quiere
practicar el dar gradualmente en serio. Digo esto para no hacer sentir mal
inadvertidamente a aquellos que quizá no tengan ese don.
Modalidades de dar. En verdad, hay un espectro de
modalidades de dar, desde dar intencionalmente por un lado a
dar espontáneamente por el otro, con un número de posibles
posiciones entre medias. Hace mucho, entrevisté a varios dadores
y descubrí que la mayoría de ellos eran intencionales, algunos
espontáneos y otros estaban en algún lugar entre medias. En el
caso de Doris y mío, casi siempre damos de manera intencional.
En la división de trabajo de nuestra familia, yo soy el que da (tras
una cuidadosa consulta). Soy tan intencional que tengo una
cuenta bancaria aparte para dar, la cual llamo “El Sembrador”,
para saber exactamente cuánto dinero hay disponible en cada
momento. Siempre que cobro, mi primera transacción es una
transferencia telefónica a El Sembrador. Nunca llevo esa
chequera conmigo, y por lo tanto reduzco así la tentación de dar
espontáneamente. Al mismo tiempo, a menudo me sorprendo de
algunos de mis amigos más proféticos que espontáneamente
sacan su libro de cheques más de una vez durante un solo
servicio y dicen: “¡Yo doy lo que el Señor me dice!”.
Cuando Doris y yo nos casamos, prometimos al Señor, y el uno al otro,
que diezmaríamos, y lo hicimos, incluso durante nuestros años misioneros
viviendo con sueldos de subsistencia. Cuando regresamos a los Estados
Unidos en 1971, tuvimos que comenzar a llenar el impreso 1040, y por
primera vez calculamos cuál fue realmente nuestra aportación caritativa.
Nos alegró descubrir que nuestra aportación fue del 10,4 por ciento de
nuestros ingresos el primer año y del 10,8 por ciento el segundo año.
¡Habíamos superado nuestro diezmo!
Después llegó un rudo despertar el otoño de 1975, cuando nuestro pastor
en Lake Avenue Church, Ray Ortlund, estaba predicando su sermón anual
sobre el dar. Entre otras cosas, dijo: “Voy a hacer algo esta mañana por
primera vez. Dios indicó que tenía que decirles cuánto damos Anne y yo.
De acuerdo. Anne y yo damos el veinticinco por ciento [de nuestros
ingresos]”. ¿Veinticinco por ciento?
Doris y yo fuimos a casa y hablamos de ello. ¡Nuestro 10,8 por ciento ya
no sonaba tan bien! Fue entonces cuando sentimos que el Espíritu Santo
comenzaba a hablarnos acerca de dar gradualmente. En los Estados
Unidos, tenemos un impuesto sobre la renta gradual. Cuanto más altos son
los ingresos de una persona, más porcentaje de impuestos tiene. ¿Por qué
no hacer lo mismo con el dar? Cada año que nuestro sueldo aumenta,
deberíamos aumentar el porcentaje de nuestras aportaciones. Comenzamos
subiéndolo el 1, 2 e incluso el 3 por ciento. Nos alegramos cuando
pasamos el 25 por ciento de Ortlund, y finalmente llegamos a dar el 40 por
ciento de todos los ingresos, lo cual incluía regalos financieros. Hemos
mantenido ese índice desde entonces.
Durante mucho tiempo mantuvimos esto en secreto. Después, en 2011,
salió el tema mientras estábamos reunidos con un grupo íntimo de
apóstoles. En ese tiempo, muchos de nosotros acordamos que era el
momento de hacer públicas las cantidades que dábamos, para animar a
otros en el cuerpo de Cristo a considerar el dar gradualmente. Entre los
que estaban listos para hacerlo, una pareja nos dijo que daban al menos el
51 por ciento, a veces más; otra pareja llegó al 50 por ciento en 2010,
después el 59 por ciento en 2013; otra pareja regularmente da por encima
del 50 por ciento, otra pareja dio el 46 por ciento en 2010. Es interesante
que todas estas parejas superaban nuestro 40 por ciento.
Permítame repetir que esta enseñanza no tiene intención de hacer sentir
mal a nadie. Lo que espero es poder estimular a algunos a avanzar hacia el
dar gradualmente. Algo que puedo prometer es que todo el que prueba este
tipo de dar, ¡se convierte en un dador alegre!
41. Ché Ahn, The Grace of Giving (Ventura, CA: Regal Books, 2013), 202.
42. Ibid.
43. Christian Smith y Michael Emerson, Passing the Plate: Why American Christians Don’t Give
Away More Money (New York: Oxford University Press, 2008), 3.
44. Ibid., 11.
45. Smith y Emerson, Passing the Plate, 13.
46. Ibid., 29.
47. Ibid., 43.
48. Ibid., 47.
APÉNDICE
CÓMO ESTABLECER UN FONDO MINISTERIAL
DE ENTRADAS