Linz
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Linz
JUAN J. OBRAS
ESCOGIDAS
Nación,
Estado y lengua
Edición de
JOSÉ RAMÓN MONTERO y
THOMAS JEFFREY MILEY
' Este capítulo fue publicado como «Construcción del Estado y construcción de la nación», en LA socie-
dad· teoría e investigación empín"ca. Est11dios en homenaJe a José Jirnénez Blanco, editado por Julio Iglesias de Ussel, Vic-
tor Urrutia, Juan del Pino, Manuel García Ferrando, Amonio Izquierdo, Amando de tvliguel y tvliguel Beltrán
(:Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas, 2002), pp. 593-614. Una primera versión apareció en Euro-
pean Review, 1, 4, 1993, pp. 355-369. La traducción ha sido realizada por María Teresa Casado.
2 Reinhard Bendi.-.: plantea muy bien el problema: <<Los términos Estado y nación y sus derivaciones lin-
güísticas construcción de la nación y construcción del Estado son problemáticos, pero inevitables. E l Estado hace
referencia a la esfera de la más aira autoridad y administración gubernamental, pero éste es el significado mo-
derno. En los reinos analizados en la Parte I, el gobernante poseía la más alta autoridad, pero sólo controlaba
sus propios dominios: todavía no ex.isúa un ejecutivo central. El nacimiento del Estado moderno es sinónimo
de la concentración gradual de funciones administrativas en manos del gobierno central. La nación hace refe-
rencia al menos a dos fen:ómenos: (1) una comunidad históricamente desarroU~da con una cultura distintiva y
una lengua común y, (2) la yuxtaposición de un gobierno central y una ciudadarúa que consiste en individuos
que son iguales ante la ley, un principio de gobierno que introdujo la Revolución francesa. Debido a que exis-
ten movimientos nacionales que trascienden las fronteras de varios Estados, Estados nacionales con minorías
nacionales disidentes, Es::ados que carecen de la capacidad de recurrir a una comunidad nacional, Estados en
los que el principio francés de nacionalidad se practica pero en ausencia de una comunidad históricamente
desarrollada, ere., ni siquiera un uso cuidadoso de los términos resulta coherente. Como aproximación, me re-
feriré a EJtados y a la construaión del Estado en el periodo anterior a 1500 y los térnllnos nación y construcción de la
nación (en oc·asiones, Estado nacional) se referirán sólo al periodo posterior a esa fech~l)); en Kings or People1 Po-
wer and the Mandate lo Rule (:Berkeley: University of California Press, 1978).
3 B. Badie, L'État importé. Esssai sur i'occidentalisation de l'ordre politique (:París: Fayard, 1992).
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J. J. LINZ -4' OBRAS ESCOGIDAS 9- NACIÓN, ESTADO Y LE..I\!GUA
CAP. 9. CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO Y CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN
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«Early State-Building and Late Peripheral Nationalisms Against the State>> • Ideal-
mente, al menos desde algunos puntos de vista, ambos procesos -simultánea o que para describir este proceso se invoquen términos e imágenes arquitectorucas
consecutivamente- deben conducir a lo que llamamos Estados nacionales. Sin em- y que con el desarrollo de la física moderna haya llegado a verse como una máquina.
bargo, el éxito total de ese proceso dual apenas se ha producido. E.LP-rQbabl~ SJUe El proceso de consrrucción del Estado carece de las connotaciones de un desarrollo
podamos contar con los dedos de las manos los verdaderos Estados nacionales. \'¡- orgánico y no se le ve con las imágenes biológicas que predominan en el análisis del
vimos en un mundo de_Estados de ios que sólo unos pocos son verdaderos Estados nacionalismo. El Estado no se asocia 1con la idea ele naturaleza, la de haber nacido,
nacionales, mientras otros son Estados exitosos que, en algunos casos, soil" mulána- sino con la idea ele haber sido cteaclo. Fl proceso ele construcción del Estado se de-
cionales o se basan en una nación dominante, pero son cuestionados (en mayor o sarrolla durante varios siglos antes de que la idea ele nación prenda en la imaginación
m:nor g~ado) por ol'ros nacionalismos:¡ Y existen naciones sin Estado. Si fudas las de los intelectuales y de la gente. De hecho, contribuyó de modo decisivo a la lenta
naciones potenciales desarrollaran una 1dentidad nacional distintiva que llevara a to- reducción de los cientos de entidades políticas que pueden apreciarse en un mapa
das ellas a un proceso de construcción de la nación, que tendría lugar con mayor o rustóúco de Europa en 1500 hasta las cerca de 25 en 1900. Hasta la Revolución fran-
menor éxito, la existencia de muchos de los Estados del mundo se vería cuestionarla. cesa y el apoyo de la República francesa a la independencia republicana en su perife-
ria, y más tarde el apoyo ele Napoleón a algunos movimientos nacionalistas,_rlproce-
Ante este hecho, puede afirmarse -y así lo han hecho los que se muestra...'! favo- so de construcCJón del Estado tuvo lugar sin basarse en un sentimiento, identidad o
rables al nacionalismo y consideran la autodeterminación como el valor más precia-. conciencia nacional. La Revolución francesa no exportó el nacionalismo, porque las
do- que todas las naciones deberían aspirar a construir el «tejado» del Estado a su repúblicas que creó en Batavia y Helvecia fueron un instrumento de los ejércitos ex-
cultura e identidad. Incluso cabe afirmar que los pueblos que aún no aspiran a una plotadores y de la ocupación francesa. De haber una relación entre el nacionalismo y
identidad nacional deberían despertar y luchar por su Estado, que el mundo debería la Revolución, ésta se hallaría en el despertar de las respuestas populares contrarre-
ser un mundo de naciones, que un Estado que no se identifique con una nación no volucionarias algún tiempo después del fracaso de los soberanos, políticos y diplo-
debería sobrevivir y que ninguna nación debería existir sin Estado. Desafortunada- máticos en defender al pueblo que toma la soberanía en sus propias manos (como la
mente, como sabemos, el número de naciones potenciales es mucho mayor que el resistencia española a Napoleón). El objetivo de extender las «fronteras naturales
número actual de naciones con o sin Estado, e infinitamente mayor que el número francesas» tampoco estaba, en modo alguno, basado en nuestras concepciones de la
de Estados que hay en el mundo. nación, sino en los intereses del Estado francés. Cuando Napoleón I trazó un nuevo
Aunque hablamos de las Naciones Unidas del Mundo, en realidad nos estamos mapa de Europa, su intención no era crear Estados nacionales para que los goberna-
refiriendo a los Estados Unidos del Mundo. Si los Estados Unidos de América no se ran sus hermanos y sus generales, sino asignarles viejos Estados -reinos- como
hubieran adelantado en llamarse así, Naciones Unidas se habría llamado Estados España o Nápoles, o crearlos como en el caso de Westfalia. Sin embargo, no cabe
TJnidos. Hay pocos, en especial entre los intelectuales, que hayan aceptado la idea de duda de que la identificación con un Estado por parte de los súbditos, o la lealtad a
que, en la medida de lo posible, deberíamos implicarnos en un proceso de construc- un rey común de la gente que vive en diferentes unidades dentro de las monarquías
ción del Estado (aunque ello implique no construir Estados nacionales) y que debe- modernas, vinieron acompañadas ele un sentimiento protonacional 6 . Tarde o tem-
ría ser posible construir lo que se ha denominado «naciones-Estados»: es decir, Esta- QFano, en muchos Je los Estados, el Estado generó un proceso de construcción del
dos a los que los ciudadanos han conferido la lealtad que los nacionalistas creen que Estado nac1onal.
sólo merece la nación. Como veremos más adelante, esto está lejos de ser imposible, Desde una perspectiva histórica, las «naciones» empezaron a aparecer en el SI-
incluso aunque requiriese renunciar a la idea de que todo Estado debe aspirar a ser glo XJX, la mayoría de ellas en su segunda mitad. Sólo unas pocas suven como base
un Estado nacional (en el sentido clásico del término). de procesos de construcción del Estado: I talia, Alemania, Grec1a y, de un modo dis-
Es desde esta íntima perspectiva desde la que pretendo plantear una serie de cues- tintivo, Hungria dentro de la monarquía dual. Bélgica es un caso particularmente in-
tiones que podrían estimular futuras investigaciones. Puede afirmarse que la construc- teresante: es un Estado que obtuvo la independencia ele los Paises Bajos en 1830
ción del Estado y la construcción de la nación sólo pueden separarse conceptualmen- (aunque poseía una singularidad política desde el siglo XVI) y que hubiera podido im-
te, pero ambos procesos se han producido y se producen juntos. Sin embargo, yo diría plicarse, en cierto momento, en un proceso de construcción de la nación; pero en el
que en la realidad rustórica de las sociedades han sido y son procesos diferentes. siglo XX tuvo que enfrentarse al reto del nacionalismo flame nco y se convirtió en un
En primer lugar, la construcción del Estado se inició con la crisis del feudalismo, Estado multinacional. El nacionalismo húngaro figura entre los más fuertes del si-
el Renacimiento\' la Reforma. Fue el resultado de la crisis del Imperio cristiano y de
glo XIX, pero la corona de San Esteban extiende su autoridad sobre un Estado mul-
!las rivalidades entre las nacientes monarquías de Europa occidental y posteriorm..ente tinacional. Los rustoriadores de Italia discuten hasta qué punto el Rúorgimento y la
•del norte. Como señaló el gran historiador Jacob Burckhardt5, el Estado era <runa unificación fue más un proceso de construcción del Estado bajo el liderazgo del
obra de arte» y desde sus inicios ha tenido una naturaleza artificial. No es accidental conde de Cavour que un proceso de construcción de la nación dirigido por Giusep-
pe Mazzini y Giuseppe Garibaldi7• Aunque en Alemania hubo un fuerte movimiento
• Este trabajo está recogido como capítulo 1 en este mismo volumen de las Obrtl.I Esrogida;.
5 J. Burckhardt, Die lCJI/t¡¡r der Rennissance in ltalie (Berna: Hallwag 1943 (1860)). La obra comienza con 6 L. Greenfeld, Natiorralism. Five Roads lo Modernity (Cambridge: Harvard University Press, 1992).
una parte titulada: <<Der Scaat als Kunstwerlo>, pp. 11-144. 7 H. Ulrich, <<Bürgerrum und Narionale Bewegung im ltalien des Risorgimento», en O. Dann, ed., Natio-
nalismNs Nrrd Soziakr Wandel (Hamburgo: Hoffman and Campe, 1978).
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CAP. 9. CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO Y CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN
(Finlandia, Checoslovaquia e Irlanda) eran democracias estables (en comparación los austríacos tras la fundación del Imperio alemán. La obra de Ignaz Seipel, Na/ion and S tate (Viena: Wilhelm
con nueve de los quince antiguos Estados), y ninguno de los Estados sucesores de Braunmüller, 1916), argüía que el nacionalismo cultural no implicaba nacionalismo político y defendía un
los tres imperios derrotados. Estado multinacional liberalizado. Es interesante advertir que a finales del siglo XJX los políticos de Viena, así
como los primeros ministros, el conde Taafe y e1 barón Beck, consideraban la democratización como una ma-
Una cuestión sobre la que volveremos es si las crisis de los Imperios y de los nera de desviar la politica de los conflictos nacionalistas hacia reformas sooales fructíferas. La introducción
Estados creados en el pasado fue un resultado del nacionalismo o si el nacionalismo del sufragio masculino en 1906 por el primer ministro, barón Beck, con el apoyo del emperador Francisco
fue un resultado de las crisis de esos Imperios y Estados que fracasaron de una u José, generó una reducción del voto nacionalista y un aumento de la fuerza de los partidos socialista, social-
otra manera en adaptarse a la modernidad y la democratización, o que fracasaron en cristiano y agrario. En 1908 Edwnrd Benés, quien más tarde sería el cofundador y presidente de Checoslova-
la tarea que se habían propuesto. En el caso de la monarquía dual tras el Ausgieicb, el quia, escribió que la ruptura de Austria-Hungría no era inevitable. En Lz problbne Autrichim et la quution
Tchique (1908) escribió que <da gente sude hablar de un desmembramiento de Austria. En absoluto creo que
Emperador y sus ministros hicieron intentos de reforma que hubieran reestablecido
sea así. Los lazos económicos e históricos entre las naciones austriacas son demasiado fuertes como para que
el Reino de Bohemia y hubieran coronado a Francisco José en Praga. Los húngaros este desmembramiento sea posible. La introducción del sufragio universal y la democratización de Austria,
especialmente de Bohemia, preparan el terreno para el apaciguamiento nacional». No fue tanto el nacionalis-
s Juan J. I.inz cd...a crisis de las democracias)), en Mercedes Cabrera y otros, eds., Europa en crisiJ, mo de las <<pequeñaS>> naciones oprimidas como la intransigencia de las nacionalidades dominantes de los ale-
1919-1939 (Madrid, Editorial Pablo Iglesias, 1991), pp. 231-280. manes y los húngaros, y sus esfuerzos por construir una nación, lo que contribuyó a la crisis del sistema poli-
rico imperial.
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C.w. 9. CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO Y CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN
y la construcción de la nación. Recordemos la definición del Estado de Max We - ejercer su poder no para objetivos colectivos, sino principalmente para beneficio
lJer1L «Por Estado debe entenderse un instituto político de actividad continuada,
cuando y en la medida en que su cuadro administrativo mamenga con éxiw la pre-
¡ propio. Las leyes que promulgan pueden ser ignoradas. Por lo tanto, existen distit"ltos
¡/ __ .-
niveles de estatalidad y Estados en proceso de quiebra.
tensión al monopolio legítimo de la coacción física para el mantenimiento del orden
vigente»; y su declaración subsiguiente: «Caracteriza hoy formalmente al Estado el Subrayemos que existen Estados que persiguen metas colectivas deseables y con-
tribuyen al bienestar de sus ciudadanos, y otros que son opresivos, así como también
ser un orden jurídico y administrativo -cuyos preceptos pueden variarse- por el
Estados nefastos disp uestos a sacrificar a sus ciudadanos por una meta utópica esta-
que se orienta la actividad [---] del cuadro administrativo (a su vez regulado por pre-
blecida por los gobernantes o por intereses personales. Los Estados totalitarios y los
ceptos estatuidos)»,(~n relación con el Estado moderno basado en la dominación ra-
regímenes sultanísticos son prueba de ello 14
cional legal. ,
_Los Estados se caracterizan por ser creaciones artificiales, por ser considerable-
Tomemos una definición más reciente, la de-Charles Tilly 12 : «Una organización meriteirripersonales y por imponer uniformidades a una sociedad. En su forma de-
que controla a la población que ocupa un terriwrio definido es un Estado en la me- en
e_ dida en que (1) se distingue de otras organizaciones que operan en el mismo territo-
rio, (2) es autónoma; (3) es centralizada y (4) sus divisiones están formalmente coor-
mocrática liberal, el Estado moderno ha obtenido crédito la moderación de la
. violencia, incluyendo la reducción de la violencia privada, la creación de un espacio
para el desarrollo del individuo por el reconocimiento de sus derechos básicos, la
dinadas entre ellas». protección de la propiedad y todas las condiciones que han hecho posible la econo-
P,l Estado implica un sistema de roles, una serie de normas y el acceso a ciertos re- mía de mercado moderna. Existe también un considerable debe que cargarse al Esta-
cursos. Esos roles implican una serie de cargos que han llegado a diferenciarse y es- do moderno, particularmente en algunos regímenes 15
tructurarse mucho en las burocracias modernas, los ejércitos, los tribunales de justicia, .J_;-a gente que vive dentro de las fronteras de un_Estado está sujeta a un imperio
las asambleas legislativas, etc. En ~t!J.c:lQ_moderno, las ¡;cciones de_los. .funcionar_ios ~omún de la ley y~ un mis_mo cuerpo soberano, al margen de su cultura, lengua, reli-
se encuentran, en mayor o meñor grado, sujetas a normas, Constituciones, leyes, cos- gión e identificación subjetiva con ese cuerpo soberano. El abate Sieyés partía de
tumbres y, en el pasado, a tradiciones. De hecho, el gobernante en un Estado moderno esta formulación cuando empleó la exp resión <mna unión de personas sometidas a
está~ "ei1 principio,-sujeto a esas reglas aunque era originalmente soberano, es decir, legi- un imperio común de la ley» para definir la nación 16 ;J;:tEstªdo moderno se basa en
bus solutos. El Estado, en principio, tiene el monopolio de la violencia legítima La vio- la ci~dadanía, lo que implica derechos y deberes, incluida una cierta lealtad, pero no
~
lencia, sujeta a normas, es por tanto diferente de la v1olencia de los indiv1duos y, como §iempre 1JQa ide):"!tificación emocional fuerte, una lengua, una religión, un conjunto
\_.:~ de valores, etc. Con todo, las personas en los Estados que son Es.tados nacionales
tal, permite al aparata del Estado hacer cumplir sus normas mediante la coeroón. El
/
Estado también disfruta de recursos económicos gracias a su capacidad de imponer p lenos comparten ademá__:; todas o algunas de estas características.
tributos. El Estado ejerce su control sobre las personas, súbditos, ciudadanos e incluso En cambio, una nación, ;como escribe Weber, s_ignifica sobre todo que se puede
extranjeros que viven en su tenitorio. Tiene el poder de promulgar leyes y normas esperar de ciertos grupos «un sentimiento específico de solidaridad frente a otros
obligatorias, que puede hacer cumplir mediante sus tribunales y sus agentes coeroci- grupos» 17; así, el concepto pertenece a la esfera de los valores. -Como también señala,
vos. Esas leyes pueden ser consideradas justas o injustas, pero incluso en este último no hay acuerdo sobre cómo deben delimitarse esos grupos o qué acción concertada
caso se aplican. Con el progreso de la construcción del Estado, la idea del Rechtssfaat, debe resultar de esa solidaridad. En el lenguaje corriente, u_pa nación no tiene nece-
un Estado sometido a la ley que excluye decisiones arbitrarias no basadas en normas, sariamente que ser idéntica al pueblo de un Estado, es decir, al hecho de la pertenen-
1se ha convertido en la norma. (;:_on el proceso más reciente de la democratización, la c_ia a una deter minada comunidad politica.
,noción de ciudadanía caracteriza el Estado moderno, garantizando a los que no son Esto no significa que no pueda ser idéntica, sino que no ha de serlo. La situación
' e~tranj eros derechos políticos e imponiéndoles deberes 13 . antes de la unificación alemana ilustra la diferencia con bastante claridad. Había dos
-- No todos estos Estados se ajustan a este modelo ideal. Existen Estados que no Estados, aunque también uría pretensión compartida por mucha gente y finalmente
disfrutan del monopolio de la violencia legítima: así ocurre cuando se ven desafiados expresada en la quiebra de la RDA y en la expresión Wir sind ein Volk, de que había
por lideres de guerrillas que controlan parte de su territorio, como,- por ejemplo, los una nación alemana dividida en dos Estados 18 .
escuadrones fascistas en Italia después de la Primera Guerra mundial. Algunos Esta-
dos apenas son capaces de recaudar suficientes impuestos. Los gobernantes pueden 14 Juan J. Linz, «Totalirarian and Authoritarian Regimes», en F. Greenstein y N. Polsby, Handbook of Poli'
tical Science (Reading, Mass.: Addison-Wesley Press, 1975), vol3, pp. 175-411. Hay una edición como libro con
nuevo prólogo, Totalitarion and Authoritarian &gimes (Boulder, Co.: Lynne Rienner, 2000). [Este libro está in-
" M. Weber, Economy ond Sociel)\ editado por Guenther Roth y Klaus Wittich (Nueva York: Bedminsrer
cluido en el volumen 3 de estas Obrat Etcogidas.]
Press, 1968), voL 1, pp. 541-556 (se utiliza aquí la traducción ofrecida por la edición de México del Fondo de
15 G. Poggi, The S tate, Itt Nature.· Developn-tenf and Prospect (Cambridge: Cambridge University Press, y Po-
CuJtura Económica, 2.' ed., 1964, voL 1, pp. 43-44 y 45). lity Press, 1990), pp. 70-85.
12 C. Tilly, <<Reflectioos on the History of European Statemaking>>, en C. Tilly, ed., The Formotion oj Natio·
16 E. Sieyes, Qu'est-ce que le Tiers Étot, 1789, capítulo l.
na/ S toles in We.rlern Europe (Princeton: Princeton University Press, 1975) p. 70. .
" Weber, Economy and Society, vol. 2, pp. 931-936.
" G. Poggi, The Det~lopmenl of the Modern S tale. A Sociologicol Introduction (Stanford: Stanford UnivetsiT)'
18 M. Rainer Lepsius, «'Ethnos» und «Demos'», en R. Lepsius Interessen, Ideen und !nttilutionen (Opladen:
Press, 1978). Westcleutscher Verlag, 1990), pp. 250-251 y 232-246.
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CAP. 9. CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO Y CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN
Pasemos a identificar algunas de las_Q.iferenc1as más rmportames entre Estados y
naciones. Una nación .f!O ti_e~e cargos públicos, y carece de roles definidos, aunque sí L'Estat quedava fonarnentalment diferenciar de la Nació, perque I'Estat era una orga-
posee individuos que actúan como portadores, en el sentido weberiano del término nització política, un poder independent en !'exterior, suprem en !'interior amb for<;a
«Triigen>, de un sentimiento o movimiento nacional, líderes de organizaciones nacio- material d'hornes i diners per a rnantenir la seva independencia i la seva auroritat.
p.alistas, etc. Tampoco existen normas claras sobre la pertenencia a una nación ni de- Y lo diferencia de una nación, a la que define como
rechos y deberes definidos que pueden imponerse legí_tirp~rf1e-nte, aunque ·los nacio-
nalistas ciertamente imponen un comportamiento a quienes se identifican con la Una entitat viva, organica, natural. Existia encara que les Ileis no la reconeguessin. I pe!
nación o a quienes í¡_llos consideran que deben identificarse con ella. Sin embargo, fet d'esser natural es distingia clarament de les creacions artificials de l'home, entre
elles, i fonamentalrnent, I'Esrat 19 •
sin el control del Estado, sin el establecimiento de un Estado nacional o sin la dele-
gación de un Estado no nacional, estos comportamientos no pueden imponerse le- En 1906, el fraile capuchino Evangelista de Ibero, en un catecismo nacionalista
gal ni legítimamente. Una nación carece de recursos, como lo sen el poder coercitivo para los vascos, expresó el mismo sentimiento en unos términos más emocionales.
o los impuestos, para exigir obediencia; sólo el Estado nacional o el Estado que apo- Como escribía, «la nación es una cosa natural, es decir, creada por la misma naturale-
ya las aspiraciones de una nación puede imponer un comportamiento y proporcio- za; el Estado es algo artificial, dependiente de la voluntad human:m20 .
nar los recursos para alcanzar metas nacionales. --- - 1 Los pensadores nacionalistas subrayan constantemente el carácter más natural '
Puede argüirse que una nación que ha cristalizado a partir de un movimiento na- q_uea:?tificial_de la nación. Sin embargo, si reflexionamos sobre el asunto, la nación es 1
cional, aunque no controle un Estado, puede ejercer poder, usar la violencia e impo- un resultado del desarrollo de una cultura, y la identidad que se basa en eUa es una
ner contribuciones sin haber alcanzado la condición de Estado. Pero en un sistema creación tan artificial como el Estado.
mundial de Estados esto significa que el movimiento está realizando algunas de las .Por lo tanto, la construcción del Estado y la construcción de la nación son ambas
funciones del Estado, subvirtiendo su orden, y que el Estado se está desmoronando obras de arte (por usar de nuevo la expresión de I3urckhardt), un resultado de los es-
en el proceso. Los nacionalistas pueden crear ejércitos privados para hacer realidad Fuerzos co~scientes de lideres. La cuestión es, pues, analizar las dificultades y los éXl-
sus aspiraciones y desafiar a la autoridad del Estado, que en algunos casos puede per- tósde ambos procesos y el ¡{rado en que son complementarios o conflictivos. La ta-
der el control sobre un territorio y no poder aplicar de modo coercitivo sus decisio- rea de construir Estados con éxit() no. es, en ab!)olqto..fá~il, peroja construcción de
nes. En ese caso nos topamos con una situación de guerra civil, o de lucha de libera- .Gs nacior1eS, en particular de modo simultáneo a la construcción del Estado, püede
ción nacional que podría terminar en la creación de un nuevo Estado. Sin embargo, mcluso ser más dÜfcil. Pái:adójicamente, la construcción de las naciones r~.s~lta .mu-
en el proceso la gente pierde muchos de los aspectos positivos que pueden asociarse Cho masfácil cüañdoerEstado está en crisis o está experiínentando una ruptura. De
a un Estado moderno, particularmente el democrático liberal. De hecho, ese desafío hecho, en ausencia de una sociedad civil compleja y estructurada, la construcción de
al Estado por parte de los nacionalistas implica casi inevitablemente un muy alto la nació~_es =en...ciert~idos del térm·iño----=-e-speclalmente Tácil. La construc-
grado de poder arbitrario, de violencia y de ausencia de un orden legal predecible. ción de los Estados supone una sociedad civil un tanto compleja. Requiere, por
Sin embargo, no debemos identificar a las naciones con esos movimientos naciona- ejemplo, una cultura legal que dependa de la calidad académica de los estudios uni-
listas que resultan de un sentimiento nacionalista. La nación, como tal, no tiene nin- versitarios de Derecho; sin ella, es casi imposible crear la burocracia mínimamente
guna característica organizativa equiparable a las del Estado. Carece de autonorrúa, eficiente que exige el Estado moderno. Requiere una econorrúa productiva y en gran
agentes y normas, y sólo posee los recursos derivados de la identificación psicológica medida monetaria para poder recaudar impuestos. Estas consideraciones son muy
de la gente que la forma. !.Jn Estado puede existir sobre la base de una conformidad importantes para analizar la evolución en la antigua Unión Soviética, donde encon-
externa con sus normas. Una nación requiere cierta identificación inte.r.o.a._ tramos un Estado en crisis o en proceso de ruptura, una deslegitimación del partido
que ocupó el lugar del Estado y una sociedad civil débil. ~n este contexto, la cons-
JqdQs vivimos bajo la jurisdicción de un Estad9. ~n el mundo nohaylugar.sinla
trucción de una nación parece una salida fácil de la crisis. Desde esta perspectiva es
autoridad, o la preteñSion de autoridad, de un Est<!1:lo. Salvo un puñado de pueblos
comprensible que el nacionalismo haya pasado a ser tan poderoso, o aJ menos relati-
sin Estado, originalmente definidos por la Sociedad de Naciones, que tienen el lla- vamente poderoso, en la crisis actual21 .
mado pasaporte rNansen, todos somos ciudadanos o súbditos de ·u.n EstadoJpero
yrobablemente hay millonés de personas que no son consciente? de pertenecer a En una serie de países europeos el proceso de construcción del Estado se produ-
~!:l~ción concreta. Si se les preguntara, podrían decir en qué país viven, pero no jo durante siglos sobre la base de las monarquías medievales de mis éxito, que pasa-
piensan en términos de una nación determinada. De acuerdo con los criterios de los ron por el período de los estamentos, por las monarquías absolutas, por las monar-
etnólogos, lingüistas, politólogos y lideres de movimientos nacionalistas, muchos de
los que deben ser considerados miembros de una nación específica carecen de ese 19
Enrie Prat de la Riba, citado por Jordi Solé Tura, Catalanirme i r<~~oiNció burguua. LA síntui de Pral de/a
sentirrúento y, de hecho, pueden no tener esa identidad o tal vez identificarse con Riba (Barcelona: Ecücions 62, 1967), pp. 180-181.
otra nación. 20
E. Evangelista de Ibero, Ami Vasco (1906), inclu.ido en el apéndice documental del libro de Fernando
Sarrailh de Ihartza (seudónimo de Federico K.rurwig), Vasconia. Estudio dialictico de una nacionalidad (Buenos Ai-
Ideólogos nacionalistas como el catalán Enrie Prat de la Riba percibieron las di- res: Norhait, 1963), pp. 547-548.
ferencias entre Estado y nación: 21
Juan J. Linz y A. Stepan, <<Political Identities and Electoral Sequences: Spain, the Soviet Union a ~d
Yugoslavia>>, Daedalus, 121, 2, 1992, pp. 123-139.
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CAP. 9. CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO Y CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓ N
Kompf, traducción de Ralph Manheim (Bosron: Houghton lvlifflin, 1943), pp. 386-437.
22 N. von Preradovich, Die Fiihnmguchichltn in Ostnnicb und Pmmen (1804-1918). Mil tinem Ausb/icle bis
25 M. Hroch, Die VorkOinpfir der nalionalem Bewegung bti den lekinen Vo'lleern Europa (Praga: Univerzita Kar-
zum ]abre 1945 (Wiesbaden: Franz Seiner Verlag, 1955).
lova, 1908).
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CAP. 9. CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO Y CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN
dia, sus ·instituciones cuasi-estatales se pudieron utilizar para construir la nación sin
desafiar al Estado zarista, salvo cuando los zares se inclinaron por una politica de ru- naciones en la mayor parte del mundo es difícil y, en ocasiones, extremadamente
costosa en lo que concierne a bienestar humano. Argumentaré además que no siem-
sificación. Fue la derrota del Imperio austro húngaro en la Primera Guerra mundial y
pre es necesaria para proteger o lograr la diversidad cultural que valoramos. También
la crisis generada por las revoluciones en Rusia en 1917 lo que hizo posible la cons-
explicaré que en el siglo XXya .diferencia del siglo XIX, es cada vez más difícil conver-
trucción de nuevos Estados nacionales. La desintegración del Imperio zarista, apar-
tir cada Estado existente en un Estado nacional. De hecho, ese esfuerzo podría con-
te de la independencia total de Finlandia, la de las tres repúblicas bálticas, la unidad
tribuir a hacer inestable, si no imposible, el proceso de construcción del Estado en
de Polonia y la incorporación de Besarabia a Rumania, produjo una serie de casos de muchas partes del mundo.
estatalidad incipiente que duró de uno a tres o cuatro años: Bujara, Jiva, Georgia,
Armenia, Azerbaiyán y Ucrania. Algunos lograron la estatalidad durante menos de Si fuéramos capaces de probar esos dos argumentos, la tarea seria mostrar que
un año: Bielorrusia, Crimea, Bashkortostán, la región de Tatarstán y la estepa kaza- existen Estados democráticos legítimos que no son, en términos estrictos, Estados
jo-kirguisa26. El éxito de ese esfuerzo dependió en buena parte de factores interna- nacionales, y en los que el Estado puede recibir esa lealtad y apoyo emocional que
cionales exteriores al área e, indirectamente, de la preocupación occidental por la Re- para algunos sólo pueden lograr las naciones. ·
volución bolchev1que. En algunos casos, la nación y el movimiento nacionalista eran Por otro lado, defenderemos que quienes se identifican con una nación no nece-
débiles y los soviéticos lograron recuperar el control central, aunque hicieron algu- sitan construir Estados nacionales si sus Estados multinacionales pueden ofrecer un
nas concesiones a las naciones incipientes que pronto les retirarían en la práctica. Las «techo» a su cultura e identidad sin perseguir la exclusividad identificada con el pro-
fronteras de esos nuevos Estados eran inciertas y no se correspondían necesaria- ceso de construcción del Estado nacional tradicional. Encontraremos cierta d:ificctl-
mente con fronteras étnicas y lingüísticas. Sus poblaciones eran en lo fundamental tad en nuestro análisis porque necesitamos una nueva terminología que distinga las
multinacionales y multilingües, algo que propiciaba el irredentismo de las naciones y naciones dentro de un Estado que no aspiran a convertirse en Estados nacionales, y
de los Estados vecinos. El resultado fue un fuerte compromiso con la construc- Estados que están dotados de algunas de las características del Estado nacional sin
ción de la nación que contribuyó a la inestabilidad de esos Estados. El esfuerzo por haber recurrido a una política de construcción de la nación. Los Estados, a los que
construir una nación convirtió en dudosa la lealtad de gran número de ciudadanos podemos llamar «naciones-Estado», son multinacionales o al menos multiculturales.
de esas sociedades y más tarde contribuyó a su desintegración o vulnerabilidad, por Pero nos estamos adelantando y, antes de desarrollar este argumento, debemos anali-
ejemplo en los casos de Checoslovaquia, Polonia y la Yugoslavia dominada por los zar algunos hechos básicos que suelen ignorarse en el debate intelectual (y más aún
serbios. en el político) sobre el nacionalismo.
'1 Vivimos hoy día en un período en el que algunos consideran que los nacionalis- En contra de lo que establecen las ideologías nacionalistas, las naciones no son
mos están quebrando los Estados yug<;>slavo y soviético. Pero tendemos a olv1dar un fenómeno natural que nacen con la pretensión de convertirse en Estados me-
que los nuevos'Estad.os iñdependientes son en muchos. casos resultado de la acción diante el simple toque de una varita mágica. Este argumento ha sido v1gorosamente
9e los que ocupan el poder estatal, que intentan movilizar un sentimiento de !lacio- defendido por Ernst Gellner27 y ha recibido el respaldo indirecto de la sólida investi-
nalidad y, al mismo tiempo, se aferran a la estructura del Estado (y, en ocasiones, al gación de Hroch sobre el enorme esfuerzo y tiempo que ha supuesto despertar el
p'oder que ya tienen) y defienden las fronteras del Estado al margen de las fronteras sentimiento nacionalista de pequeños grupos de gente, y del fracaso del despertar
étnicas, lingüísticas y culturales. En cierto sentido, los Estados bálticos son una ex- del nacionalismo -y, más aún, de las pretensiones de una lucha secesionista- en
cepción. La pregunta que hay que responder en un futuro inmediato es si se debe las naciones que pertenecen a los Estados sólidamente establecidos del Occidente
emprender un proceso de construcción de un Estado democrático que incorpore a avanzado.
todos los que viven en los territorios de la antigua Unión Soviética, que actualmente Tenemos pruebas de que los sentimientos primordiales, en el sentido que le dan
son Estados independientes, o si el énfasis en la construcción de la nación posibilita- Clifford Geertz y Edward Shils, no se traducen con facilidad al «nacionalismo de la
rá la convivencia de la gente con orígenes e identidades culturales diferentes. nación», aunque sí podrían traducirse a una «identidad nacional» 28 • Al analizar
la España contemporánea y el País Vasco francés he podido mostrar que la identidad
primigenia basada en la lengua y la ascendencia puede ser fuerte sin generar una
identidad nacional exclusiva, y mucho menos una demanda de construcción de un
D ificultades en la constru cción d e la n ación y dificultades
Estado nacional. Más bien parece que los nacionalismos extremos han intentado
en la con strucción d el Estad o
abandonar los indicadores primordiales como base de la identidad nacional para rei-
vindicar una base territorial que pueda incluir a los que no comparten esas caracte-
El punto de partida de nuestro análisis es que, a diferencia de las simplificaciones de rísticas primigenias. El cambio que transforma la identidad nacional en una elección
los defensores de la autodeterminación (el derecho de cada nación a convertirse en
un Estado, o el carácter primigenio natural de las naciones), ,la construcción de las
rr E. Gdlner, Nations and Nalionalism (Ithaca: Cornell University Press, 1983), pp. 44-45.
28 Juan J. Linz, ,J:rom Primordialism to Nationalislll>>, en Edward A. Tiryakian y Ronald Rogowski, eds.,
J. Moty~ SoviliD/Qg:¡, Ralionali!J, Nationali!J. Coming lo Grips with Nationalism in the USSR (Nueva York:
20
N"" Nalionalimt of the Developed Wi.st (Boston: Allen & Unwio, 1985), pp. 203-253; este trabajo está recogido
Columbia University Press, 1990), pp. 105-118.
como capitulo 7 en este mismo volumen.
566
567
J. J. LINZ ..q¿ OBRAS ESCOGIDAS ',?- NACIÓN, ESTADO Y LENGUA
CAP. 9. CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO Y CONSTRUCCIÓN DEL\ NACIÓN
voluntiu:ia al margen de las características primordiales implica un rechazo de los na-
cionalistas hacia aquellos que, aun compartiendo las marcas primordiales, no apoyan que su nación existe y es incompatible con cualquier identidad diferente y más ex-
el movimiento nacionalista. El nacionalismo no es simplemente una traducción de tendida. Afortunadamente, existen políticos que aceptan este hecho básico y cons-
las características distintivas primordiales al ámbito político, un argumento expresa- truyen su programa político sobre la base .de la compatibilidad de las dos identida-
do, por ejemplo, en las excelentes páginas de Max Weber sobre el nacionalismo29. des, la de una nación-Estado y la de una nación que no aspira a la estatalidad, aunque
Los ideólogos tienden a ignorar estO cuando argumentan sobre el número de los que en nuestro mundo se suman ocasionalmente a la pretensión nacionalista de crear un
hablan la lengua o de miembros de la religión que sirve de base para un movimiento Estado nacional separado.
nacionalista, sin investigar cuántas personas perciben esa característica como base En efecto, es perfectamente posible concebir una sociedad en la que la gente tu-
para la construcción de una nación o incluso de un Estado nacional. Por otra parte, viera más de dos identidades. Se sentirían, en mayor o menor grado, miembros de
cuando plantean su reivindicación, los nacionalistas suelen contar a todas las perso- una nación, miembros de una nación-Estado o simplemente de un Estado y miem-
nas que viven en un territorio determinado como miembros de la nación que recla- bros de una comunidad mayor como Europa, y esas tres idemidades tendóan dife-
ma convertirse en un Estado, al margen de si comparten las características primor- rentes implicaciones para sus vidas. Unas identidades diferentes que son fundamen-
diales o de si desean lograr la nacionalidad y un Estado nacional. El análisis de todos talmente compatibles y valiosas.
estOs hechos (que no se ha realizado en muchos países donde hay un conflicto na-
cionalista y que no puede hacerse una vez que ha estallado el conflicto) rebajaría de Cuando se preguntó, «¿hasta qué punto está usted orgulloso de ser español?>>
forma importante las demandas que se hacen en nombre del nacionalismo. (con cuatro respuestas para elegir), el33 por ciento dijo estar «muy orgulloso» y el40
por ciento «bastante orgulloso» -(en comparacwn con el promedio español del 45 y
Otro problema que también ignoran los científicos sociales y los políticos es que 40 por 100 respectivamente). Cuando se formuló en Cataluña la misma pregunta so-
las identidades en el mundo moderno no son exclusivas. La gente no se identifica bre ser catalán, el 36 por ciento dijo estar «muy orgulloso» y el 48 por ciento «bastan-
como catalanes o españoles, aungue si se ven obligados a elegir pueden expresar más te orgulloso». Esto significa que una cantidad elevada de encuestados pueden estar
o menos reticentemente que son lo uno o Jo otro. Las personas pueden tener múlti- orgullosos de ambas identidades y que algunos inmigrantes procedentes de -otras
ples identidades. Hay pruebas de que su sentimiento puede ser igual de profundo ha- partes de España están orgullosos de ser catalanes (teniendo en cuenta que constitu-
cia dos identidades nacionales y de que cuando se les permite expresar su identidad yen cerca del 30 por ciento de la población) 31 .
dual se consideran igualmente catalanes y españoles, eslovacos y checoslovacos, e in- A la vista de estos hechos, podemos hablar de una «elaboración» deliberada de las
c;luso croatas y yugoslavos. Es obvio que algunos se sienten una u otra cosa con más naciones y de los Estados, y de una «elaboración» deliberada de la destrucción de
intensidad, y los nacionalistas se esfuerzan por generar una elección polar entre ser las naciones y de los Estados 32. Los primeros dos procesos requieren unos líderes
una cosa o la otra y debilitar (por conversión o provocando un conflicto violento en moderados constructivos que se percatan de las complejidades de la realidad social y
el que no haya elección) el apoyo a los que querrían vivir en una sociedad basada en no piensan en términos de suma cero. Los segundos implican inevitablemente con-
más de una identidad. Es esa identidad dual la que hace posible la supervivencia o la flicto y, con frecuencia, violencia y opresión, bien en nombre del Estado o de la na-
construcción de Estados multinacionales. Se trata de un tema complejo que he estu- ción que desea obtener la estatalidad. En algunos casos, es el Estado el que desea
diado y puedo documentar exhaustivamente30. (En 1982, en Cataluña, el32 por cien- destruir una identidad primordial existente (concebida por algunos como nación)
to se definía como españoles o más españoles que catalanes, el40 por ciento, tan es- mediante una política de desnacionalización, de represión cultural y, en caso necesa-
pañoles como catalanes, el 17 por ciento más catalanes que españoles y d 9 por rio, mediante el uso de los recursos coercitivos del Estado. En otros casos, la des-
ciento catalanes. Entre aquellos cuyos dos progenitores nacieron en Cataluña, Jos trucción de los complejos lazos existentes en una sociedad multicultural compleja se
porcentajes eran, respectivamente, 11 por ciento, 48 por ciento, 26,5 por ciento lleva a cabo en nombre de la nación. El éxito de esas políticas depende, en última
y 14 por ciento; entre hijos de padres inmigrantes, 34 por ciento, 37 por ciento, 12 instancia, de la disposición a utilizar la fuerza y del contexto internacional que per-
por ciento y 11 por ciento; y entre los inmigrantes, 64 por ciento, 26 por ciento, mite ese uso de la fuerza o da su apoyo a uno u otro lado en el conflicto reconocien- ~
4 por ciento y 2 por ciento.) Se trata de una realidad nada conveniente para todos los do su uso legítimo de la fuerza. Tras ese conflicto es dificil, si no imposible, cons-
nacionalistas. Existe quien proclama que el Estado es un Estado nacional y demanda truir una sociedad civilizada en la que puedan convivir en un Estado personas de /
una identificación total con él y la naciqnalidad d<?minante en él, y quien proclama diferentes identidades y distintos grados de identificación con una nación_ El éxodo
y los refugiados son el resultado de ese proceso.
29 Weber, Eronomy and Sodtty, vol. I, pp. 395-398. Nuestra idea de «elaboración» implica que ese resultado no es, en absoluto, nece-
30 Juan J. Linz, con Manuel Gómez-Reino, Francisco Andrés Orizo y Dario Vlia, Conflicto en EMslr.adi sario y nos lleva a reflexionar, como científicos sociales, sobre el modo de evitarlo.
(Madrid: Espasa Cal~, 1986); <<De la crisis de un Estado unitario al Estado de las autonomíaS>>, en Femando Desafortunadamente, muchos científicos sociales que abordan estos problemas, es-
Fernández Rodriguez, ed., La E.Jj>aña tÚ las aJitonomÍili (Madrid: Instituto de Estudios de Administración Lo-
cal, 1985), pp. 527-672; «Peripheries Within the Periphery?», en Per Torsvik, ed., Mobilization, Centtr-Ptriphtry
Slnlrtures ami Na/ion-Building (Bergen: UniversitetSforlaget, 1982), pp. 335-389. [En este mismo volumen están JI F. Andrés Orizo y A. Sánchez Fernández, El simma dt valen tkls cataians (Barcelona: Institut Catalá
recogidas las dos primeras partes del libro únjlir/Q tn E11slr.adi, como capítulos S y 6; y el trabajo <<De la crisis d'Estudis Mediterranis, 1991), p. 307.
de un Estado unitario al Estado de las autonorniaS» está incluido en el capítulo 4.] ' 32
T. Bluhm, BMilding lht Austrian Nation. Th< Political Integra/ion of a Wuttrn Sta/4 (New Haven: Yale Uni-
versity Ptess, 1973), pp. 220-241.
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J.J. UNZ ~ OBRAS ESCOGIDAS ~ NAOÓN, ESTADO Y LENGUA
CAP. 9. CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO Y CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN
pecial,mente en sociedades que carecen de este tipo de conflictos, tienen ideas sim-
plistas sob_re el derecho a la autodeterminación y el derecho o la moral de la sece- de opinión creado y compartido por personas que saben poco o nada sobre las so-
sión, y se sienten emocionalmente solidarios con los que, de hecho o en su opinión, ciedades en las que se implementa la ideología del nacionalismo, y que a menudo es-
han sido oprimidos 33 . La construcción de la nación en contra del Estado o por un tán en conflicto con sus propios valores liberales y progresistas. No nos dejemos
Estado en el siglo XX ha podido ser una fuente de terribles conflictos. embaucar por el discurso sobre el fin de las ideologías en el mundo. En el vado que
Podría argumentarse que los Estados existentes que han logrado la estatalidad de deja la desaparición de muchas otras ideologías, la del nacionalismo cobra más fuer-
la nación o que, al menos, se han convertido en Estados-naciones, lo lograron en el za que nunca.
siglo XIX. Recordemos la clásica monografía de Eugen Weber, Peasants into Frenchmen,
Además, esas elites intelectuales disponen de una audiencia ya existente en una
sobre cómo el Estado francés, inspirado por la idea jacobina de nation unie et indivisi-
sociedad alfabetizada y en una sociedad abierta a una amplia serie de medios de co-
ble, logró superar la heterogeneidad lingüística y cultural de Francia34• El proceso de-
municación de masas que antes no existian. En ese contexto es difícil concebir una
liberado de consrrucción de la nación por parte del Estado francés fue un logro in-
politica culrural y educativa como la de la III República francesa.
crefble, que conrrasta con el éxito más limitado que en el mismo empeño cosechó el
Estado centralista liberal español del siglo XIX, aunque no se debe pasar por alto Vivimos en una época en la que todo el mundo proclama en voz alta los princi-
hasta qué punto España y el Estado español consiguieron crear una identidad espa- pios democráticos liberales de la legitimidad, las instituciones del Rechtsstaat, incluso
ñola que se extendió durante varios siglos, principalmente en los primeros 75 años en los casos en los que puedan violarse constantemente. Esa fórmula de legitimidad
del siglo XIX. Desde la perspectiva de onesrros días esos esfuerzos de los Estados hace imposible en muchos pafses, que necesitan el respeto de la comunidad mundial,
modernos parecen menos admirables y representan un coste que a muchos de noso- proseguir politicas discriminatorias y opresivas contra los que reivindican identida~
tros no nos gustaría pagar. des primordiales, derechos lingüísticos y_culrurales y la articulación de sentimientos
Sin embargo, no se trata simplemente de evaluar ·esos esfuerzos de construcción nacionalistas, incluso de los extremistas. Esta es una realidad que los Estados moder-
de la nación basada en un Estado, sino del grado en el que esos esfuerzos son facti- nos no pueden ignorar excepto inclinándose hacia el autoritarismo, una elección que
bles en el contexto contemporáneo. Nuestra respuesta, basada en un análisis socio- suele ser ilegítima para aquellos que no comparten una simpatia o tolerancia hacia
lógico, es que, independientemente de la deseabilidad de ese proceso (que implica un los nacionalistas que cuestionan la idea de la construcción de un Estado nacional por
juicio de valor), ese esfuerzo está condenado hoy dfa al fracaso en la mayorfa de las el Estado.
sociedades, y con seguridad en las sociedades democráticas liberales. Podríamos ana- En este contexto, es necesario recurrir a métodos nuevos y diferentes para la in-
lizar por qué es asf, pero tenemos que liffiitarnos sólo a unos cuantos temas. tegración del Estado que no se hacen en la construcción de la nación. Sin embargo,
En el mundo moderno, incluso entre las minorfas étnicas, culrurales y lingüísticas no todo en el desarrollo de las modernas sociedades industriales alfabetizadas, e in- ·
menos desarrolladas, periféricas o marginales, toda sociedad produce una elite inte- cluso con economías terciarias, opera a favor de los nacionalistas que cuestionan el
lectual que, por razones emocionales y (no vayamos a olvidarlo) por sus propios in- Estado. No debemos olvidar el mercado y, con él, la necesidad de grandes espacios
tereses, defenderá los valores y las características primordiales. Como Gellner subra- económicos y del libre movimiento de personas y capital como un importante com-
yó correctamente, esas elites no existian en las sociedades agrarias preindustriales. ponente de los Estados que aún tienen alguna frontera económica con otros Esta-
Hoy dfa existen incluso en tales sociedades agrarias. dos. Aunque, como subrayó Gellner, el lenguaje se convierte en recurso esencial y
fundamento de poder y oportunidad en las sociedades industriales modernas y, por
Aunque no comparto el énfasis ·que la literarura sobre el nacionalismo pone en el lo tanto, en ellas crecen las demandas de reconocimiento de las lenguas locales, las
papel de intelectuales, artistas y escritores en la articulación del nacionalismo como lenguas más importantes y usadas representan un bien útil en la esfera más extensa
elemento único o dominante, ya que estas elites no siempre logran sus objetivos, de la economía de mercado. Existe la tentación de usar una lingua franca internacio-
constituyen un factor importante. Hoy disponen de un amplio y difuso legado ideo- nal, como el inglés, en lugar de la lengua del Estado o la lengua del área culrural más
lógico como base sobre la que defender su causa. No debemos pensar que sólo las extensa. La tentación es utilizar el inglés en las transacciones financieras internacio-
ideologías maduras y racionalizadas atraen a los intelectuales. Hemos visto suficien-
nales y el alemán-suizo en la vida cotidiana de la sociedad más que el alemán están-
tes casos en los que una ideología no estrucrurada y no elaborada atrae los senti-
dar. Sin embargo, no debemos ser demasiado optimistas y pensar que siempre preva-
mientos y las emociones de personas muy racionales. Los principios del nacionalis-
lecerán las consideraciones económicas racionales en favor de las grandes unidades
mo pueden aplicarse en cualquier sociedad: hoy están disponibles de una· manera en
politicas. Ciertamente, en 1991 en Yugoslavia nadie estaba tan preocupado por el
la que no lo estaban en los siglos XIX y XX. Ideologías poderosas, como el comunis-
mercado del turismo como para posponer los conflictos nacionalistas hasta después
mo o el fascismo en el pasado reciente, encuentran apoyo en un clima internacional
del verano. Uno de los problemas de la disgregación de la Unión Soviética en Esta-
dos nacionales presuntamente nuevos es que, aunque la economía planificada gene-
33 A. Buchanan, Su<Unon. The MoralitJ of Politital Divorct from Fort S umler lo Lithuania and Quihec (Boulder: raba lazos' económicos que atravesaban las fronteras de las repúblicas, la idea de un
Westview Press, 1991). mercado común soviético y su valor para las repúblicas probablemente no entró, y
34 E. Weber, Peasants into Frenchmen. The Motkrnization of RNral France, 1840-1914 (Stanford: Stanford Uni-
sigue sin entrar, en sus cálculos. Uno de los costes del nuevo nacionalismo podría ser
versiry Press, 1976). · la dificultad para crear mercados más amplios y, de este modo, fomentar el desarro-
llo económico. En ese contexto, la idea de incorporarse al Mercado Común Europeo
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C:71
J. J. UNZ "'<! OBRAS ESCOGIDAS ~ NAQÓN, ESTADO Y lENGUA
CAP. 9. CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO Y CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN
como -alternativa a los mercados de amplitud estatal crea una ilusión nueva, y con
frecuencia falsa, para los nuevos Estados nacionalistas. nales, bien mediante la violencia, con la creación de milicias y, si el Estado es lo
suficientemente fuerte, incluso con actos terroristas. En ese momento los construc-
Podría seguir argumentando sobre la clificultad de utilizar hoy el poder estatal tores de la nación tienden a cliviclirse a menos que el Estado esté desintegrándose o
para crear un tipo jacobino de Estados nacionales, y podría haber profundizado en los nacionalistas reciban apoyo internacional, y algunos optan por trabajar dentro del
los argumentos que explican por qué la construcción pacífica de las naciones en las sistema político. Esta opción es la más fácil cuando se produce la transición hacia la
sociedades multiculturales (en particular cuando la base territorial de las característi- democracia en un régimen anteriormente autoritario que reprimía las aspiraciones de
cas primorcliales y nacionales no es homogénea y no está bien definida) es cliñcil, so- los nacionalistas.
bre todo a corto plazo. Todo esto explica la violencia asociada con los esfuerzos por
construir la nación, bien por parte del Estado, desde arriba, bien por parte del pue- En la transición a la democracia hay dos posibilidades. Si en el entramado autori-
blo y los activistas del nacionalismo, desde abajo. tario ya existen instituciones subgubernamentales autónomas ficticias o reales, inclu-
so si no han apoyado la democracia antes, es probable que quienes las ocupen deci-
A.igUnos podrían señalar que la democracia ofrece una respuesta al problema, es- dan apelar a la identidad nacional contra un centro débil o que se desmorona. A
pecialmente tras su éxito en el debilitamiento y la canalización del conflicto de clases, menos que se creen pronto una autoridad central con legitimi"dad democrática y un
que tan sólo hace unas décadas parecía tan destructivo en las sociedades industriales cuerpo representativo para negociar un nuevo pacto en los Hrnites del Estado, lo que
modernas. Creo que la democracia puede contribuir a solucionar esos problemas, requiere que las elecciones a nivel estatal precedan a las elecciones a nivel de la sub-
pero sólo si se abandona en gran parte la identificación de los procesos democráti- unidad, la opción será reclamar la independencia36 • En esta situación, es probable
cos con una regla de la mayoría incontestable. Lo que es más cliscutible es que la que los lideres conviertan la subunidad de un Estado más amplio en un nuevo Esta-
identificación del principio plebiscitario con la democracia, el uso del voto para deci- do e inicien un proceso de construcción del Estado y de construcción de la nación.
dir las aspiraciones a la autodeterminación, vaya a evitar los problemas que hemos Más tarde o más temprano encontrarán los grandes problemas que se derivan de la
planteado. Si suponemos que hay múltiples identidades de cliferente intensidad en construcción de la nación, y los nuevos Estados podrían verse desbordados por esas
nuestras sociedades, que dentro de cualquier unidad territorial hay mayorías y mino- clificultades. Seguramente ésta es la pauta en las antiguas repúblicas y territorios so-
rías en términos de identidades culturales, el principio plebiscitario aplicado a la au- viéticos, agravada en este caso por el hecho de que los lideres que se hao convertido
todeterminación introduce una elección de suma cero que no se corresponde con la en nacionalistas apenas entienden lo que significan las instituciones democráticas y
compleja realidad cultural y social de muchas sociedades. Ya en la Conferencia de el liberalismo.
Pai de Versalles los defensores idealistas de la autodeterminación de las naciones se
toparon con el problema de que dejar a la gente deciclir no era viable, porque «pri- Cuando la transición tiene lugar, como suceclió en España, sin desintegración del
mero uno tenía que decidir qué personas eran llamadas a decidir, y esa decisión pre- Estado porque fue posible hacer una clistinción entre el régimen y el Estado, y la ini-
suponía en lo fundamt;:ntal el resultado y no era necesariamente aceptable para todas cia un régimen que conduce a la fórmula de reforma pactada-ruptura pactada1 los nacio-
las personas llamadas a deciclin>. En The Approach to Selj-Government, sir Ivor Jennings nalistas se topan con el problema de participar en las elecciones o rehusar toda parti-
lo formuló muy bien: «Superficialmente parecía razonable: dejemos decidir al pue- cipación en el Estado existente. Las estrategias a seguir -participación con una
blo. Pero, en realidad, era ridículo, porque el pueblo no puede decidir hasta que al- demanda continua de independencia, obteniendo representación para negociar un
guien decide quién es el pueblo»3 5. Para el demócrata parece fácil decir «dejemos de- nuevo pacto de Estado que contemple la secesión o la autonomía y las instituciones
cidir a la gente», pero eso es factible sólo en el nivel de los principios abstractos y, en federales o confederales- suelen clividir al movimiento nacionalista. El movimiento
¡,¡ la realidad, es enormemente complejo. Los científicos sociales tienen la obligación nacionalista, cuando no tiene en perspectiva compartir el poder dentro de un marco
de estucliar esa complejidad. La investigación de la opinión pública, utilizada de ma- democrático, puede conservar fácilmente su unidad y sus posiciones raclicales. Con
1
nera inteligente, puede constituir un importante instrumento en ese proceso, pero si la democracia suele clividirse entre los que quieren continuar la lucha por la indepen-
se utiliza mal puede contribuir a la simplificación. En mi propia obra he intentado dencia apoyando, en ocasiones, la violencia y a un movimiento terrorista, y los que
revelar la complejidad del fenómeno nacional formulando preguntas que van más quieren participar en el sistema para hacer el máximo progreso en el proceso de
allá de un simple dualismo, permitiendo a la gente expresar sus identidades duales construcción de la nación.
cuando se encuentra frente a la elección de la <<nacionalidad>>. A su vez, estos últimos suelen clividirse entre los que querrían impulsar ese pro-
La paradoja de la construcción de la nación es que después del proceso de des- ceso rápidamente y los que, tras participar en el proceso electoral y en las institucio-
pertar o crear una conciencia nacional, de la creación de instituciones culturales, la nes del Estado -como la Asamblea legislativa-, están clispuestos a continuar el
estandarización de la lengua, la organización de un movimiento nacional, la manifes- proceso de la negociación y de la presión a favor de la independencia, y aquellos
tación a favor de la estatalidad, etc., llega el momento de que quienes ejercen el lide- otros que, una vez que se han alcanzado nuevos acuerdos constitucionales, pospo-
razgo opten por impulsar la cuestión, bien utilizando meclios pacíficos e institucio- nen las metas de los nacionalistas ad calendar graecas. EstOs últimos, sin abandonar los
sueños nacionalistas, están clispuestos a participar en el gobierno del territorio, la
subunidad reconocida por el Estado como perteneciente a la nación. Y están taro-
35 L C. Buchheit, Secwion. The Legitimacy oj Se!fDetermination (New. Haven: Yale Universiry Press,
1978), p. 9.
36 Linz y Stepan, <<Political Identities and Electoral SequenceS>>, cic
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J. J. LINZ ~ OBRAS ESCOGIDAS ~ NAQÓN, EST.-"l.DO Y LENGUA
CAP. 9. CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO Y CONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN
bién l0s' que continuarán ejerciendo una oposición de principio, pero pacifica, den-
tro de las··instiruciones democráticas, y los que, incapaces de alcanzar sus metas de- lo ilustra el caso de Yugoslavia. La comparación del modo en que el sistema político
mocráticamente, optarán por otros medios. pudo procesar las demandas nacionalistas en ambos casos ilumina nuestro tema. La
construcción de Estados multinacionales es complicada, pero no imposible si las dos
A lo que se enfrentará el movimiento nacionalista y los partidos politicos· que lo ideas dominantes (que todo Estado debe esforzarse por convertirse en un Estado
representan en un contexto democrático es a la alternativa de continuar el proceso nacional y que toda nación debe aspirar a convertirse en un Estado) se abandonan.
de construcción de la nación dentro de un Estado no nacional o seguir la lucha sin Como recordó el gran líder y politico catalán Francesc Cambó 38, es complicado,
hacer ningún progreso inmediato. Sólo si el movimiento nacionalista representa una como todo en esta vida, pero nos puede salvar de los grandes y «terribles sirnplifica-
mayoría en una subunidad territorialmente significativa y si no se divide en torno a dores»39.
las tácticas a seguir, el Estado se enfrentará a una crisis que podría no ser capaz de
resolver salvo mediante el uso de la fuerza. En el contexto de nuestro tiempo, el uso
de la fuerza contra una gran mayoría democráticamente representada deslegitimaría
al Estado y en muchos casos es posible que acabara en la ruptura del Estado. Cuan-
do el movimiento nacionalista se divide entre extremistas y diversas facciones de
moderados, la afirmación de la nación por parte de sus lideres podría terminar en un
compromiso en el que las metas de la construcción de la nación serían perseguidas
en el contexto de un Estado, que en el proceso podría adquirir legitimidad democrá-
tica. Este último resultado es posible y probable cuando hay grandes segmentos de
la población que comparten una identidad nacional dual. La apelación a esa identi-
dad dual posibilitará nuevas fórmulas de construcción de un Estado democrático.
Es, en mi opinión, una situación fluida en la que mucho depende de las opciones
que adopten los lideres del movimiento nacionalista y los representantes del Estado.
Mucho depende también del apoyo de aquellos que tornan a la violencia y de su éxi-
to o fracaso en lograr la espiral de terrorismo, represión, terrorismo reforzado y, en
consecuencia, represión, que conduce a una confrontación de amplia base. La expe-
. riencia española en el País Vasco es interesante desde este punto de vista.
En este contexto, el liderazgo es decisivo. En una transición, las demandas y la
retórica pueden intensificar rápidamente la confrontación, destruyendo la modera-
ción y la capacidad de negociar soluciones pacíficas y democráticas. La construcción
de un nuevo tipo de Estado liberal democrático que incorpore a la nación que desa-
fió a la anterior concepción de Estado nacional centralizado podría generar una nue-
va nación-Estado compatible con las naciones bajo su gobierno. Un Estado demo-
crático, multinacional, multicultural y multilingüe es posible.
Sin embargo, esto no significa que no surjan continuos conflictos y que los
acuerdos alcanzados durante la transición, el proceso de elaboración de la Constitu-
ción, la delimitación de las competencias entre los gobiernos regionales autónomos
y el gobierno central, no estén sometidos a un debate continuo y, probablemente, a
revisiones futuras. Un Estado constitucional liberal democrático con instrumentos
como un Tribunal Constitucional para resolver esos conflictos, la participación de
los nacionalistas en el poder en la periferia y preferiblemente también en el centro, y
su éxito en la persecución de algunas de sus metas, pueden posibilitar un nuevo tipo
de Estado. La experiencia española del EstatÚJ de las autonomías ha sido un éxito de ese
proceso sorprendente y, en muchos sentidos, inesperado 37 . El fracaso de ese camino te en la siguiente generación que pudiero cambiar sus ideas y les ascendiera o trasladara social o geográfica-
mente sin llevar con ellos una identidad, como en el caso de la etnicidad, el lenguaje o la religión. Una identi-
37 En algunas ocasiones me he preguntado por qué todo el mundo ha utilizado constructivamente el re-
dad que podría permitir a los lideres despertar fácilmente viejos odios y recuerdos de hechos sucedidos hace
cuerdo de la Guerra Civil española para decir «no volverá a ocurrir>> y lograr así una transición pacifica des- tres décadas, cuando incluso se dio el caso de que hermanos --en algunos casos literalmente- lucharon. en
pués de Franco, y por qué el recuerdo de la sangrienta guerra civil de Yugoslavia no generó esa respuesta en frentes opuestos en la Guerra Civil española.
l8 F. Cambó MulitacionJ. Dittari (1936-1940) (Barcelona: Alpha, 1982).
los políticos. Quizá la diferencia es que los conflictos ideológicos y de clase no dejaron una marc• permanen-
39 R. Bencfu:, Max Wtbtr. An lnttlltdual Portrait (Berkeley: U niversity of California Press, 1977), p. 462.
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