1 Tallis - Juego y Salud - Alg. Conv. & Cap. 1

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Proyectos

en

Experiencias infantiles, espacios y lugares para jugar


——

Juego y salud
——
Dr. Jaime Tallis
10 juego y salud

Algunas
convergencias
María Eugenia Herrera Vegas
fundación navarro viola 11

Los autores y los proyectos presentados precedentemente, ofrecen un análisis particular de


cada contexto de uso del Juego, en cada volumen. Interesa en esta sección, la construcción
de una mirada de conjunto sobre las texturas del juego que esta obra completa permite.

Juegos y Juguetes
Cada proyecto presentado contiene una sección llamada Juegos y Juguetes. Sea en educa-
ción, salud o práctica comunitaria, pueden distinguirse dos grandes grupos de proyectos:

Tipologías de Juegos y Juguetes. Se trata de experiencias que presentan tipologías


cuidadosamente pensadas, tales como juegos y juguetes dramáticos, de construc-
ción, de reglas y convencionales (en paquetes lúdicos, cajas, rincones, kits, dis-
positivos móviles); juguetes clasificados según escala ESAR 1: juegos de ejercicio,
simbólico, ensamblaje, reglas; juguetes que describen nociones numéricas y pre
numéricas; juguetes vinculados a nociones del cuerpo, la música y el arte.

Diseños situacionales y específicos de Juegos y Juguetes. En estas iniciativas, los


juguetes son “mediatizadores”, asociados a una propuesta vivencial, o a una dinámi-
ca específica. Un espacio-tiempo para la vivencia, una ludoteca, juegoteca, o rincón,
que puede comprender el uso creativo de elementos comunes como papel higiénico
o hilos tensados, o contar con una dotación más o menos estructurada de juguetes.

Estos dos grandes grupos favorecen una reflexión sobre el nivel de intencionalidad que el
adulto deposita en estos juegos y juguetes, y las tonalidades que eso produce.

El pedagogo francés Gilles Brougère considera que el juguete produce un espacio de deci-
sión, un lugar que les permite a los pequeños mejorar sus experiencias, para que a partir de
ellas puedan apropiarse de aquellas que están haciendo y desde ese terreno poder aprender (…)
Cuando uno habla del juego como una actividad lúdica sí se puede relacionar el juego con
la pedagogía puesto que así el juego puede tener un valor educativo, puede ser utilizado para
transformarlo en temas específicos. Pero el juguete en sí, cual elemento, carece de tal perspectiva
aunque gana en su función intrínseca: el divertir, disfrutar, de los niños. (Brougère, 2011).

Al relatar el sentido del juego como una política pública educativa, Patricia Sarlé expresa
que no se trata de armar un espacio y disponer de materiales, sino de una intenciona-
lidad pedagógica que genere contextos ricos en experiencias para los niños y que los
maestros cuenten con la posibilidad de volver a pensar sus prácticas como un campo de
experimentación de propuestas novedosas. —
1
ESAR es un
anagrama que se
Dosificar los estímulos y sentidos del juego y los juguetes con un propósito puede ser una forma con el orden de
adquisición postulado
de las tareas del adulto en el juego. Al observar el Juego como herramienta para el desa- por Piaget. Surge
rrollo, la intencionalidad se entiende como aquello que el adulto hace por un niño, y el en 1996, como un
sentido de por qué lo hace. Por ejemplo, en el caso de los juegos con base simbólica ponen de sistema de clasifica-
ción de los juegos que
manifiesto la relación entre la experiencia previa y la situación imaginada que se aborda. La se da en ‘familias’ o
variedad de escenarios, roles y papeles sociales, secuencias y guiones dramáticos que los niños grupos, vinculados a
su nombre: Ejercicio,
desplieguen en su juego dependerá de las experiencias y el conocimiento que posean sobre los Simbólico, Ensambla-
contextos que están representando (...) Nutrir la imaginación con diferentes fuentes de infor- do-Assembly, Reglas.
12 juego y salud

mación sobre la escena simbólica que se va a dramatizar es un requisito para poder jugar. Y
precisamente, ese es el papel de la escuela. (Sarlé, Juego y educación infantil).

Pero este trabajo también aborda el sentido del Juego sin esa intencionalidad. El valor del
‘jugar por jugar’ como una forma de estar del niño. Tal como el líquido amniótico es el medio
natural del bebé en el vientre materno, jugar es el medio natural del niño pequeño durante su
crianza y crecimiento. En el caso de las prácticas comunitarias un factor común que agrupa a
estas instituciones es provenir de ámbitos de la sociedad civil o del Estado y al mismo tiempo
no contar con regulaciones que especifiquen una intencionalidad educativa formal o relacio-
nada con otros ámbitos regulados tales como el sector salud o educación, sino que intentan ga-
rantizar el cumplimiento de un derecho, más allá de los beneficios que además pueda generar
para el desarrollo integral del niño. (Orezzio, Juego y prácticas comunitarias).

Los juegos y juguetes evolucionan al ritmo de la humanidad, sin embargo es sorprendente


cómo algunos persisten casi sin variantes durante cientos de años (…) También es cierto que
muchas propuestas lúdicas actuales conducen a una modificación del juego espontáneo, con
riesgo a una tendencia en su disminución. En los juguetes modernos, muy estructurados,
altamente complejos y técnicamente avanzados, la interacción ya está diseñada por el fabri-
cante, se cambia la imaginación del niño por quien diseña el juguete, a tal punto que el niño
se convierte en un espectador pasivo. (Tallis, Juego y salud). Es decir que el objeto o estímulo
hoy plantea otras intencionalidades cuyos alcances están siendo estudiados.

El Juego y las Políticas Públicas


Ya sea como un derecho o como una práctica con intencionalidad, desde las políticas
públicas cuatro experiencias fueron incluidas en los tres ámbitos analizados, e ilustran los
enfoques que el Estado brinda para esta ‘institución diferencial’ del niño.

Tanto desde una visión nacional, como desde una jurisdicción puntual (Neuquén y la Ciu-
dad de Buenos Aires), distintas carteras públicas de Educación, Salud y Desarrollo Social
dirigen su mirada hacia actividades lúdicas para la infancia como una cuestión de Estado.

Así, la Dirección de Nivel Inicial del Ministerio de Educación de la Nación ve la inclu-


sión del juego entre sus estrategias como un eje para el mejoramiento de la calidad de la
educación inicial. En tanto, el Programa Juegotecas en Salud del Ministerio de Salud
porteño es reconocido como un ‘Programa de Nivel Central’, con una estadística propia que
le confirma su valor como prestación en Salud. Por su parte, el Programa Juegotecas Barria-
les del Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, surge
de la sanción de la Ley N° 415 en el año 2000, basada en la Convención Internacional
sobre los Derechos del Niño y en la Ley 114 de la Ciudad. A su vez, la Agrupación Taller
Didáctico, perteneciente a la Dirección del Nivel Inicial del Consejo Provincial de Edu-
cación de Neuquén, nace como un proyecto experimental que se transforma en un taller
con la misión de reparar, confeccionar y poner a disposición el material didáctico al alcance
del mayor número de Jardines de la provincia.

El Juego Y FACTORES DE RIESGO DURANTE EL DESARROLLO


Con respecto a los primeros años, la simultaneidad e intensidad de procesos que se pro-
ducen en el bebé y el niño pequeño, durante el crecimiento y maduración, hacen posible
la convivencia de la noción del ‘cuidado’ (de aquello que está creciendo), y de ‘desarrollo’
(de los múltiples procesos que se están generando). El Juego está presente en ambas face-
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tas. Algunos de los proyectos y experiencias transcurren y acentúan el proceso de crianza.


El comienzo de la actividad lúdica compartida debe rastrearse en los juegos de crianza (Cal-
mels, citado por Tallis, Juego y salud). Muchos de los proyectos incluidos sitúan la crianza
de bebés y niños en contextos de riesgo.

El concepto de riesgo deviene de la estadística, más específicamente de la probabilística, y refiere


a la posibilidad de que un acontecimiento no deseado ocurra en realidad. Complementando
este concepto de riesgo, es necesario definir qué son los factores de riesgo y las poblaciones de ries-
go. Los factores de riesgo son todas las circunstancias biológicas, emocionales, sociales, culturales,
económicas y ambientales que podrían incidir para que el acontecimiento no deseado se pro-
duzca (...) Una población de riesgo es aquella que, por cualquiera de los factores mencionados,
se halla más expuesta a sufrir el acontecimiento que se desea evitar.

Este concepto expresado por Tallis, atraviesa distintos riesgos detectados por las institu-
ciones en cuanto a posibles ‘deficiencias’ del desarrollo, tales como la maternidad adoles-
cente, pautas de crianza poco fundantes, pertenencia a hogares insertos en contextos de
violencia y deshumanización. Los riesgos considerados se profundizan por los efectos de
la pobreza, pero las instituciones muestran una mirada que va más allá de las carencias
materiales como causalidad unívoca.

En el caso de la maternidad adolescente en un contexto de riesgo, la vulnerabilidad


condiciona la vivencia de la maternidad (…) El juego y la posibilidad de disfrute, es una
experiencia novedosa para los propios padres. (Saal, Kalwill, Planeta Juego – Juego y salud).
También se expresa la realidad de niños muy carentes en pautas de convivencia, en el caso
de población infantil de 45 días a 3 años de Jardines Maternales o de Centros de Cui-
dados Infantiles municipales con los que trabaja la Agrupación Taller Didáctico en la
ciudad de Neuquén en la capacitación de docentes y provisión de juguetes adecuados a
este grupo etáreo (So, Tosar, Carcereny – Juego y educación infantil). Orezzio cita la rele-
vancia de aportes de dos teorías vinculadas al desarrollo temprano de estructuras cogni-
tivas y afectivas, que se ven afectadas por los contextos de pobreza como factor de riesgo.
Desde la teoría psicoanalítica, la crianza en contextos de pobreza puede generar fallos en
la constitución de la subjetividad y el desarrollo de la capacidad de simbolización. Desde
los aportes de las neurociencias, las operaciones mentales básicas asociadas a la activación de
determinadas redes de células en diferentes áreas de la corteza cerebral, se ven afectadas por
la crianza en condiciones de carencia y riesgo.

Junto a estos factores, las experiencias argumentan las propiedades del juego para redu-
cir y revertir dichos riesgos. Se considera que las emociones positivas actúan como un factor
protector de la salud, porque fortalecen e incrementan los recursos que serán de utilidad para
resolver situaciones presentes y futuras, incluso inevitables. (Curuchet – Ferri, CeAT N° 571
– Juego y salud). Asimismo, el juego funciona como un aspecto de cohesión en los vín-
culos, un puente en contextos de riesgo, un medio de constitución para el niño. El juego
funciona como un factor protector en la vida del niño en los sectores populares, convirtiéndose
en una experiencia creadora donde el niño adquiere protagonismo en su propia vida (Buffa,
Díaz –Rinaudo, Quincunce Asociación Civil – Juego y prácticas comunitarias). Narración
y re-narración de cuentos, caracterizaron los distintos personajes desde el ‘como si’ que posibilita
el juego. Desde allí pudieron hablar de sus miedos y jugar diferentes alternativas reparatorias
de resolución de las situaciones conflictivas (Basile – Asensi, Pensar Asociación Civil – Juego y
prácticas comunitarias).
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El Juego y sus beneficios en el desarrollo infantil temprano


En la sección “Juegos y Juguetes” hemos expresado que el Juego es un medio natural, una
forma de estar del niño y, por ende, un beneficio en sí mismo. También, desde la segun-
da perspectiva presentada, que involucra lógicas de intencionalidad, podemos vincularlo
con el desarrollo infantil y analizar los beneficios en las múltiples dimensiones biológicas
y emocionales del bebé y el niño pequeño.

Las perspectivas teóricas sobre la naturaleza del juego y su rol en el desarrollo cubren un
amplio espectro. Varias ideas influyentes pueden ser rastreadas hasta fines del siglo XIX a
partir de aportes teóricos y perspectivas como las de Friedrich Fröbel, María Montessori,
Jean Piaget o Lev Vygotsky.

Ahora bien ¿qué se entiende por buena enseñanza en Educación Inicial? Esta pregunta no es
ajena a la conceptualización del juego (…) Todavía nos queda mucho camino por recorrer a
fin de dotar a la educación inicial de prácticas específicas que den sentido a la tarea didáctica
que se realiza en sus aulas. Poner en discusión el lugar del juego parece un camino oportuno
para volver a pensar en los niños pequeños y en propuestas de buena enseñanza brindando a
los niños oportunidades de aprender cada vez más en formatos acordes a su edad. (Sarlé, Juego
y educación infantil).

Los juegos despliegan, en su mayoría, un gran movimiento psicomotor y son propulsores del
crecimiento orgánico, respondiendo a la necesidad de acción de los niños; estos son sujetos
activos, exploradores y experimentadores de su propio cuerpo y de los objetos del mundo cir-
cundante. Entonces el cuerpo se construye a través del juego; a través de él se generan acciones
sobre los objetos y se integran datos sensoriales y motrices; esto conduce al desarrollo de las
capacidades físicas. El cuerpo, vivido inicialmente como fragmentado, va construyendo su
noción de totalidad. (Tallis, Juego y salud).

Diremos que (el juego) es la vía regia de acceso al desarrollo de múltiples capacidades de la
vida de un niño: desde el acceso a la simbolización y la cultura, la socialización y la construc-
ción de su pensamiento. (Orezzio, Juego y prácticas comunitarias).

Si bien el trabajo no se propone ser una sistematización o una investigación evaluativa


de las experiencias participantes, sino que éstas brindan un enfoque ilustrativo sobre el
uso del juego en determinados ámbitos, vale la pena resaltar una sección que es transver-
sal a todos los relatos. Desde la diversidad de contextos, actores y el modo particular en
que cada organización cuenta su propia experiencia, se pueden extraer algunas lecturas
comunes de logros, procesos y resultados. Los beneficios del juego se interpretan desde
aspectos estructurales e institucionales, desde la mirada de los adultos, y desde aquello
que se observa en el niño. Estos beneficios se describen de formas muy diversas, tanto de
manera conceptual como empírica.

Encontramos a menudo un paralelo entre la experiencia del juego y el arte: El arte per-
mite expresar las emociones, trascender el dolor y el impedimento físico, permite reafirmar la
vida a partir de la afirmación de lo posible, fortalece la autoestima y la confianza, produce
placer y alegría, es curativo en sí mismo. El juego y el jugar, permiten construir un ‘sentido’ a
esto que le está pasando al niño, facilitando conductas reparadoras y compensatorias, por-
que fortalece los aspectos sanos de este niño y del adulto que lo acompaña, generándose una
adaptación positiva a este contexto adverso. (Gabriela Luján - IPA, Juego y salud; sobre la
situación del niño hospitalizado).
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En la educación infantil, una intervención sobre juego situada en la escuela, que es mi-
rada de manera integral, estableciendo metas, implementando instancias de evaluación,
con actividades diseñadas con riqueza y estructura, permitió un 85% de efectividad en
la implementación de secuencias de juegos de construcción, y un 70% en secuencias
de juego dramático, realizadas por docentes preparados (Batiuk, OEI – Juego y educa-
ción infantil). Este proyecto sugiere, como aspecto estructural, el no considerar políticas
aisladas, entre otras recomendaciones para el tratamiento de políticas públicas de la
educación inicial. A modo de aspecto estructural, y como mencionamos anteriormente,
la Dirección de Nivel Inicial del Ministerio de Educación, ve en el Juego un eje central
para la calidad educativa. A nivel institucional, el juego como abordaje, en muchas orga-
nizaciones, permitió una mayor inserción comunitaria, provocar cambios en dinámicas
laborales y de especialización, brindar estímulo, entre otros aspectos relatados.

Con respecto a adultos, representados como padres y cuidadores, vale mencionar los
proyectos en que el Juego es visto desde la crianza y la salud, tales como las experiencias
del IFD San Carlos de Bariloche, Planeta Juego, CeAT N° 571, IPA Argentina, Funda-
ción Huésped, Lekotek. El juego es contemplado para favorecer vínculos parento-filiales,
abordar la importancia del juego en familia, considerar al juego como una vía de comu-
nicación y encuentro, movilizar roles familiares, sostener la crianza de manera compar-
tida, favorecer el reconocimiento de características y necesidades del niño, respetar sus
tiempos y comprender que el bebé necesita ser tratado como un sujeto activo.

Con respecto a adultos, representados en los proyectos como educadores y profesionales


vinculados a bebés y niños pequeños, el juego permite entrelazar dimensiones estéticas
con éticas, sociales y emocionales (IFD San Carlos de Bariloche, Juego y educación infantil),
incentiva las condiciones como mediadores del juego en promotores de salud (Fundación
Huésped, Juego y salud) o concebir el juego como un servicio tan importante como un
servicio educativo o alimenticio (Piedra Libre – Lekotek, Juego y prácticas comunitarias).

En los niños, los proyectos relatan que el juego permite el desarrollo de variables vincula-
res tales como el reconocimiento de límites, mejoras de convivencia, vínculo entre pares;
de constitución subjetiva: recuperar un espacio posible, conocido y natural en donde po-
der hacer uso y ejercicio de la libertad a través del juego y el arte; maduración, crecimien-
to personal, mayor tolerancia a las frustraciones; efectos específicos y situacionales tales
como reducir los efectos negativos de una internación y de situaciones adversas (IPA,
Juego y salud); mejoras en la salud mental tanto en experiencias breves como prolongadas
(Juegotecas en Salud, Juego y salud); uso puntual de juegos para trasponer aspectos diag-
nosticados en un población específica tales como trabajo con la figura humana, cocina,
rondas y cánticos, narración y dramatizaciones para niños que habitan en una ‘toma’ o
asentamiento (Pensar Asociación Civil, Juego y prácticas comunitarias).

Algunos de los proyectos proponen verificaciones empíricas a través de escalas e indica-


dores. En general, podemos afirmar que en todas las edades, las áreas motora y social fueron
las más logradas y solo se presentaron algunas dificultades en la motricidad fina. En lo cogni- —
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Seguimiento Integral
tivo se pudo apreciar en general dificultades para mantener la atención por un tiempo acorde del Desarrollo Infantil
a cada edad, reconocimiento de nociones de espacio, tiempo y peso. Lograron armar rompeca- (SID). Es una escala
de estudios psicomé-
bezas, copiar formas geométricas y reconocer partes de su propio cuerpo. En tanto en el área de tricos desarrollada
lenguaje, se observaron dificultades en la pronunciación y comprensión de algunas palabras, por una investiga-
lograron narrar situaciones de su vida cotidiana, recordar canciones y cantarlas (sobre la ción de la Facultad
de Psicología de la
aplicación de la Escala de Desarrollo Infantil SID 2 / Buffa, Díaz, Rinaudo, Quincunce Universidad Nacional
Asociación Civil – Juego y prácticas comunitarias). de Córdoba.
16 juego y salud

Numerosas investigaciones sobre desarrollo intelectual indican que un número de habilidades


cognitivas, incluyendo medición, equivalencia, balance, conceptos espaciales, conservación,
descentración, reversibilidad y clasificaciones lógicas, se fortalecen durante la actividad lúdica,
especialmente en el curso del juego simbólico. (Piaget 1962, citado en Tallis, Juego y salud).

Desde el punto de vista empírico, algunos investigadores complejizan los resultados, ex-
presando que los estudios, sean teóricos, observacionales, correlacionales o experimentales,
señalan evidencias “mixtas” sobre los beneficios del juego (Smith, Cowie, Blades; 2007).
Un estudio observacional que brinda indicios de vinculación entre juego y cognición,
habla de secuencias de juego largas, ricas y mediadas por un adulto, con buena inciden-
cia cognitiva en juegos de “alto rendimiento”, como por ejemplo, juegos simbólicos y
de construcción (Sylva, Roy y Painter, 1980; estudio fundado en postulados teóricos de
Brunner). Los estudios experimentales son, en su mayoría, estudios en los que se busca ver
el efecto de privar o enriquecer el juego. Es posible que dada la multiplicidad de procesos
y variables que conviven durante el desarrollo temprano, se haga difícil para la investiga-
ción realizar la observación de comportamientos empíricos que vinculen el juego a sus
beneficios de manera determinística. Pero sin duda, esto es aún materia de estudio.

Estas posturas dejan claro que aún quedan muchos desafíos en materia de conocimiento,
y que este se hace más complejo aún, en función de las variaciones prácticas, transforma-
ciones y mutaciones que atraviesan la niñez y el juego, asociadas al consumo, el acceso a
las nuevas tecnologías y otros cambios culturales en occidente.

Palabras finales
Este trabajo intenta proponer líneas de discusión sobre el Juego en los primeros años de
vida, en distintos contextos de uso. Al hacerlo, construye integralidad entre actores clave,
experiencias, aportes teóricos. Agradecemos a todos los que nos acompañaron a construir
esta propuesta.
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Bibliografía

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1
capítulo

El juego en el
desarrollo infantil
22 juego y salud

Podemos definir el desarrollo infantil como los cambios estructurales, funcionales y conduc-
tuales significativos que se manifiestan en los niños durante su crecimiento y maduración.

Es tema recurrente de los debates sobre el desarrollo infantil, tratar de determinar el peso
relativo de lo genético y lo ambiental en la sucesión de las adquisiciones motoras, cogni-
tivas y conductuales; como así también valorar la compleja interacción de lo biológico, lo
emocional y lo social en las alteraciones que pueden interferir en este desarrollo.

Para cancelar estas discusiones, es necesario apartarse de posturas dogmáticas y aceptar


que hay predisposiciones genéticas, pero esta influencia de los genes nunca tiene efectos
absolutos o inevitables, solo determina potencialidades que pueden modificarse en su
expresión por la acción del ambiente.

Por otro lado hay consenso en entender el desarrollo infantil como una continuidad, de tal
manera que una estructura se construye sobre la anterior, permitiendo las manifestaciones
sucesivas y peculiares de evolución conductual. Esto no implica que no se puedan definir
ciertas etapas en las que los niños expresan más o menos universalmente un grupo de ad-
quisiciones homogéneas. Sin embargo, no podemos dejar de señalar, que si bien las líneas
generales de los progresos son universales, cada niño presenta un ritmo individual en su
maduración, por lo cual es necesario ser cauteloso en señalar anomalías en el desarrollo.

Si bien hay una íntima conexión entre las distintas vertientes del desarrollo, establecién-
dose entre ellas interrelaciones e influencias recíprocas, lo que implica que el mismo debe
ser abordado con el concepto de integridad y continuidad; hay peculiaridades específicas
que permiten observar y evaluar en forma independiente los aspectos físicos, cognitivos,
emocionales y sociales; y de esta forma serán explicitados en este texto.

Mientras el niño disfruta del juego, el estímulo del mismo desarrolla sus aptitudes físicas,
mejora su psiquismo, su creatividad se incrementa junto a su imaginación participando
ambas de su crecimiento intelectual. Por otro lado la interacción con pares y adultos
mejora sus habilidades sociales.

Es decir que el juego participa del desarrollo integral del sujeto: desde lo físico, facilitan-
do lo sensorial, lo motor, lo muscular y lo psicomotriz; desde lo mental, el niño pone
en acción el ingenio, la creación, la originalidad y la disposición intelectual; desde lo
emocional, permite la expresión de los conflictos y las fantasías, y además, al participar
del desarrollo social, conduce al niño hacia un conocimiento del mundo en el cual está
inmerso y en el cual termina de integrarse. Tomamos como nuestras las apreciaciones de
Dinello (2000): las actividades lúdicas, por comprometer elementos altamente creativos, ha-
cen que el niño encuentre en ellas lo que necesita para crecer, para estimular su organismo que
está en pleno proceso de desarrollo. Incluyendo aquí, en los mismos juegos, tanto las activida-
des motoras que lo estimulan fisiológicamente, como las novedades intelectuales que lo despier-
tan mentalmente, como las relaciones interpersonales que lo motivan socio-afectivamente.

Juego y desarrollo psicomotor


No hay juego, de cualquier tipo y formato, que no sea corporal, entendido el cuer-
po como una unidad bio-psico-social, lo que genera un efecto recíproco entre juego y
cuerpo. Señala Bottini (2006) en este sentido que hay una causalidad circular de efecto
recursivo entre el juego y el cuerpo, o sea, el cuerpo se construye en el espacio lúdico fundado en
fundación navarro viola 23

las relaciones tempranas de la persona, a la vez que el juego siempre remite al cuerpo, quien al
ponerse en juego, se construye a sí mismo en permanente interacción con los otros.

Los juegos despliegan, en su mayoría, un gran movimiento psicomotor y son propulsores


del crecimiento orgánico, respondiendo a la necesidad de acción de los niños; estos son
sujetos activos, exploradores y experimentadores de su propio cuerpo y de los objetos del
mundo circundante. Entonces el cuerpo se construye a través del juego; a través de él se
generan acciones sobre los objetos y se integran datos sensoriales y motrices; esto condu-
ce al desarrollo de las capacidades físicas. El cuerpo, vivido inicialmente como fragmen-
tado, va construyendo su noción de totalidad.

Este desarrollo perceptual y de coordinación motriz creciente se produce tanto con


juegos que involucran la totalidad de la actividad corporal, como con aquellos circuns-
criptos al uso de las manos. A través de la ejercitación motriz y la estimulación táctil
profunda de los juguetes, el niño va perfeccionando sus coordinaciones y desarrollando
el esquema motor y la orientación espacial.

El movimiento nace ya desde la vida intrauterina y tiene una progresión continua, desde
los reflejos arcaicos del recién nacido hasta el dominio total del cuerpo. Los primeros pa-
sos en el desarrollo psicomotor se producen en los juegos compartidos de padres y bebés,
los denominados juegos de crianza: desde un punto de vista evolutivo, los juegos de crianza
estimulan el pasaje de la motricidad refleja a la motricidad funcional y de la actividad fun-
cional al comportamiento lúdico. (Calmels, 2004).
24 juego y salud

Si bien en todo tipo de juego: motores, simbólicos, reglados y de construcción, hay dis-
tinto grado de participación corporal, es a través de los primeros (predominantes en los
primeros años de vida) por los cuales el bebé va realizando un control progresivo de su
cuerpo, explorando el ambiente, los objetos y sus posibilidades de acción.

Alrededor del cuarto mes, con la posibilidad del uso de las manos, los objetos —entre
ellos los juguetes— se convierten en atracción y con su manipulación se van perfeccio-
nando las praxias manuales, desde la toma grosera inicial hasta la pinza delicada. Esta ha-
bilidad manual creciente que le permite explorar los objetos, va a contribuir a la percep-
ción de las formas, las texturas, la sensación de peso, temperatura, etc.; todas nociones
que serán parte de su desarrollo cognitivo.

En general en los tres primeros años de vida el niño va tomando un control creciente de
su cuerpo, por ello se observa una eclosión de la actividad motriz en el cuarto año: correr,
saltar, trepar, etc.; todas, actividades corrientes incluidas en el juego.

La actividad lúdica puede mejorar el equilibrio, la fuerza muscular, la flexibilidad, la


ejecución motriz gruesa y fina, y también, como ya lo hemos señalado, es factor significa-
tivo en el desarrollo de las praxias.

Los juegos espontáneos de lucha, golpes, persecución, los vulgarmente considerados


‘brutos’, constituyen el 15% de los juegos físicos de los niños; hay hipótesis que los
vinculan como estímulo del desarrollo del lóbulo frontal; por otro lado es una forma no
agresiva de generar una ubicación en el status social. (Panksepp, 1998).
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Podemos afirmar entonces, que el juego es una oportunidad para el desarrollo psicomo-
tor en forma placentera, espontánea y creativa; tanto aquellas actividades lúdicas indu-
cidas por los adultos en forma dirigida, como aquellas generadas por los niños en forma
individual o compartida.

El movimiento cumplirá la función de expresión, comunicación, defensa y descarga en


relación con sus sensaciones internas ante las exigencias del mundo externo. (Apel, 1997).

El Juego y la salud física


Si bien no es directamente vinculable al tema del desarrollo, nos parece interesante ocu-
parnos aquí, en forma somera, del rol del juego en la preservación de la salud.

Hay una tendencia universal creciente al sedentarismo de adultos y niños, esto conduce a
que los infantes pasen la mayor parte de su tiempo libre frente a la televisión, los videojuegos
y/o la computadora; por otro lado cuando juegan, lo hacen de forma pasiva, sin un desplie-
gue significativo de actividad física. Estas observaciones explican el aumento de la obesidad
infantil y las enfermedades vinculadas: hipertensión arterial, diabetes, hipercolesterolemia,
afectaciones óseas y articulares, entre otras.

Frente a esta tendencia de cambio de estilo de vida y de entretenimiento, el estímulo


para practicar juegos que incrementen la actividad física se convierte no en una alternati-
va sino en un imperativo.

West (1994) plantea la necesidad de diferenciar la actividad física, que implica todo gasto
energético superior al estado de reposo por incremento de la actividad muscular, y el
juego, que implica también actividad física, pero con ciertas reglas obligatorias, aunque
libremente aceptadas, y que entraña placer y alegría, al mismo tiempo que contribuye al
desarrollo psicomotor, emocional, cognoscitivo y social.

Es entonces una necesidad concientizar a la sociedad del valor de los juegos que impliquen
un incremento de la actividad física, para preservar de manera placentera la salud infantil.

Juego y desarrollo intelectual


El juego está directamente implicado en el aprendizaje, como se da cuenta en el volumen
‘Juego y educación infantil’ que forma parte de esta colección. El niño aplica diversas
estrategias en los desafíos que le plantea el juego; hay aciertos y errores en la resolución
de problemas que plantea la actividad lúdica, de ahí que se pongan en práctica todas las
habilidades que favorecen la maduración y el aprendizaje.

Así el juego estimula el pensamiento, la atención, la memoria, la creatividad infantil y


genera zonas potenciales de aprendizaje. Para Vigotsky (2000), el juego es una situación
imaginaria que complementa las necesidades del niño, y a la vez, un medio de desarrollo;
plantea el juego como una necesidad de saber, conocer y dominar los objetos; lo define
como un factor esencial en el desarrollo infantil, creando zonas de desarrollo próximo.

Numerosas investigaciones sobre desarrollo intelectual indican que un número de ha-


bilidades cognitivas, incluyendo medición, equivalencia, balance, conceptos espaciales,
26 juego y salud

conservación, descentración, reversibilidad y clasificaciones lógicas,


se fortalecen durante la actividad lúdica, especialmente en el
curso del juego simbólico. (Piaget, 1962). Este juego imagina-
tivo y creativo se convertirá en el factor decisivo del desarro-
llo posterior del pensamiento abstracto y la posibilidad de
utilización de facultades racionales más complejas.

El niño a través del juego, al cual aplica innumerables


variantes y repeticiones, se equivoca y corrige, se ubica en
un espacio, paulatinamente adquiere nociones temporales
y leyes de causa-efecto; en síntesis, va incorporando las
nociones físicas esenciales para el conocimiento del mundo
real en el que está inmerso.

También es a través de la actividad lúdica que se refuerza e incita


la planificación, la consideración de diversos cursos de acción, que
luego son compartidos con otros pares. (Bretherton, 1998).

Se estimula el pensamiento, base para el razonamiento hipotético y solución de pro-


blemas. Como escribe Russ (1993), el juego simbólico ofrece al niño oportunidades de
creación expresiva. En realidad facilita procesos creativos, lo que conduce tanto al desa-
rrollo de la habilidad de solución de problemas convergentes, como al establecimiento
del pensamiento divergente.

Existe una relación entre el material de juego y la habilidad de considerar diversos cursos
de acción frente a una propuesta que obliga al uso de la creatividad. Esta relación entre
juegos de ficción y pensamiento divergente se apoya en el concepto de descentración,
la habilidad de atender simultáneamente varios hechos del ambiente y transformar los
objetos y situaciones, al mismo tiempo que se comprende la identidad y el estado origi-
nal (Rubin, Fein y Vandenberg, 1983). El desarrollo de este pensamiento divergente se
vincula con el grado de flexibilidad y creatividad del niño.

En relación al lenguaje y la alfabetización, los cuatro aspectos del sistema lingüístico (fo-
nología, sintaxis, semántica y pragmática) están incorporados en el juego infantil (Kuczaj,
1985); de hecho hay juegos lingüísticos de distintos niveles de complejidad (ruidos, soni-
dos, construcciones gramaticales, rimas, palabras, etc.) que facilitan el desarrollo lingüístico
social y cognitivo.

El juego solitario que realiza el niño con las reglas de las palabras es la base del desarro-
llo de las estructuras gramaticales del lenguaje, y siendo tanto el lenguaje como el juego
simbólico dependientes de habilidades representacionales, es fácil deducir la influencia
recíproca entre ambos.

Obviamente los niños juegan por placer y no para favorecer su desarrollo intelectual;
este se da naturalmente y no en forma intencionada; no olvidemos que el niño aprende
jugando pero no juega para aprender. Se desvirtúa la naturaleza del objeto lúdico so-
breponiéndole un objetivo de enseñanza. Como escribe Vandenberg (1998) la emoción
del juego resulta del más puro ejercicio de la libertad sobre la necesidad; y Hughes (2000)
en este sentido afirma el juego es la más natural actividad infantil y la más frecuentemente
observada; elude una simple definición, pero típicamente incluye libertad de elección, placer
personal y enfoque de la actividad y la finalidad en sí mismo más que en los resultados.
fundación navarro viola 27

El valor del juguete en el desarrollo mental ya ha sido señalado por pensadores clásicos,
como Platón y Sócrates, que inducían a los padres a proveer a sus hijos de juguetes para
formar sus mentes. Si bien hay juegos y juguetes universales, que incluso se remontan a los
primeros tiempos de la humanidad, hay características distintivas que derivan de valores
socioculturales específicos.

Es sabido que cuando el niño es criado en ambientes ricos en estímulos, se favorece su


desarrollo intelectual. Los juguetes son desafíos que proveen de incitaciones al ambiente
de crianza de un niño; la acción sobre los objetos se enriquece con la acción sobre los
significados.

Resulta obvio deducir que las condiciones socioeconómicas se vinculan directamente


con la calidad y cantidad de juguetes ofrecidos a los niños, con directa repercusión en el
desarrollo intelectual, social y psicomotor. Al carecer de variedad en sus objetos lúdicos,
paulatinamente el juego se vuelve repetitivo, rutinario y poco creativo.

Estas observaciones no implican que todos los niños en situación de pobreza, al carecer
de estímulos lúdicos adecuados tendrán un enlentecimiento del desarrollo, pero obvia-
mente constituye un factor de riesgo a contemplar.

El valor del juego y los juguetes en el desarrollo cognoscitivo, motriz, lingüístico y social,
ha sido adecuadamente considerado por Caldwell y Bradley (1984) al elaborar su in-
ventario HOME (Home Observation for Measurement of the Environment); instrumento
utilizado universalmente para valorar el estímulo del hogar en el desarrollo infantil. Los
materiales lúdicos ofrecidos al niño constituyen una de las subescalas de este inventario,
y no sorprende que habitualmente aparezca descendida en los estratos sociales económi-
camente comprometidos.

Se puede realizar un correlato biológico desde la ciencia y sus estudios, referido a la desigual
oferta de estímulos ambientales: haciendo un desarrollo comparativo en animales, se ha
descripto que ambientes estimulantes con provisión de materiales lúdicos, generan un 25%
más de contactos sinápticos en relación con sujetos criados en medios carentes de estos
incentivos. (Ackerman, 2005).

Ahora bien, no solo la riqueza de estímulos del medio ambiente y la variedad de objetos a
explorar y manipular intervienen en el desarrollo intelectual, la interacción simultánea con
pares y adultos contribuye para que este desarrollo a través del juego sea más integral.

Señala Henriot (1986) que las actividades lúdicas son las bases de aprendizaje comporta-
mentales y de la construcción de la inteligencia; ellas son la vía de afirmación de la personali-
dad. Todo ello inserto en un contexto sociocultural que está dando las pautas de una manera
concreta de existir unos con otros. Sobre todo en juegos donde participan varios niños de
diversas edades, porque la visión diferente y hasta conflictiva que cada uno presenta para los
otros enriquece el universo de comprensión.

Resaltamos entonces, que desde el punto de vista cognoscitivo, el juego participa de la


evolución de lo subjetivo a lo objetivo, de lo concreto a lo abstracto, de la realidad a la
fantasía y favorece la lógica vinculando causa y efecto. El juego conduce a formar estruc-
turas mentales indispensables para la posterior adquisición de conocimientos reales.
28 juego y salud

Juego y desarrollo emocional


El juego como actividad esencial de la vida del niño tiene un rol fundamental en su
desarrollo afectivo-emocional, y el jugar cumple un papel central e irremplazable en la
constitución y estructuración subjetiva.

Es a través de la actividad lúdica que el niño recrea la realidad, la interpreta y la adapta a


sus necesidades y deseos. El jugar es una manera de conocer el mundo, es una experien-
cia creadora constante y un espacio de expresión del inconsciente; permite una represen-
tación subjetiva de la realidad.

Decimos que el juego expresa inconsciente, pero es más. Es partícipe de la constitución


del mismo, de ahí que sea tan significativo en el desarrollo psicológico. En palabras de
Bruner (2008) El juego es la formación inconsciente por excelencia de la infancia. Si al jugar
los niños realizan el deseo inconsciente, entonces al jugar un niño produce la posibilidad misma
de que el deseo de jugar tenga lugar, y de que el juego sea formación del inconsciente como tal.

Como actividad placentera produce satisfacción emocional, afirma la personalidad, permite


asimilar experiencias difíciles y controlar la ansiedad vinculada a ellas. El juego es un mundo
imaginario donde hay lugar para los deseos irrealizables e insatisfechos, es una idealización
de la vida cotidiana, que puede entonces ser transformada en función de los propios deseos.

Retomando a Bruner: El juego permite y facilita las representaciones tempranas decisivas


para el deseo. Las pérdidas del goce, las renuncias a las satisfacciones pulsionales, las identifi-
caciones secundarias parciales, regresivas (...) En el juego, la trama edípica se pone en escena,
sin riesgo; no hay delito, ni crimen, ni castigo.

Freud (1920) vincula el juego a la realización de deseos insatisfechos y a la expresión de


la sexualidad infantil. La imitación conduce al niño a la identificación con el adulto, y su
maduración psicosexual.

En el juego el niño expresa sus conflictos y trastornos emocionales; pero también es un


lugar donde puede elaborarlos para luego verbalizarlos; es por ello un instrumento cen-
tral del abordaje psicológico en la infancia, como lo ampliaremos en el capítulo 3, en la
sección ‘Juego y Psicoterapia’.

Donald Winnicott (1972), en tanto, profundiza la relación de juego y creatividad, sos-


teniendo que el juego no es absolutamente del orden subjetivo ni del objetivo, en rigor el
juego no es una cuestión de realidad psíquica interna ni de realidad exterior. Si el juego no
está adentro ni afuera del sujeto, ¿dónde está? La respuesta abarca toda su teoría vincu-
lando el objeto transicional del bebé, el juego y las experiencias culturales, como mani-
festación de la potencialidad creadora de los sujetos: el lugar de ubicación de la experiencia
cultural es el espacio potencial que existe entre el individuo y el ambiente (al principio el
objeto). Lo mismo puede decirse acerca del juego. La experiencia cultural comienza con el
vivir creador, cuya primera manifestación es el juego.

Es necesario remarcar el énfasis con que Winnicott relaciona juego, creatividad y psiquis-
mo: un rasgo importante del juego es que en él, y quizá solo en él, el niño o el adulto están en
libertad de ser creadores; afirmando el rol fundamental del juego en el desarrollo de la perso-
nalidad: en el juego, y solo en él, puede el niño o el adulto crear y usar toda la personalidad, y
el individuo descubre su persona solo cuando se muestra creador.
fundación navarro viola 29

Juego y desarrollo social


Si hablamos de desarrollo infantil, no podemos dejar de referirnos a los aspectos sociales,
ya que el niño aprende desde la cuna los valores, creencias y peculiaridades de su cultura;
en la adquisición de estos aspectos de pertenencia sociocultural, el juego también cumple
un papel significativo.

El juego debe considerarse una actividad social por excelencia, en la cual los niños vuel-
can sus formas de pensar, sus emociones y sentimientos.

Durante la actividad lúdica, es habitual que el niño contacte con pares debiendo estable-
cer normas de convivencia y colaborativas que conducen al inicio del conocimiento de
las reglas que determinan la interacción social, pasando, de una relación dual inicial con
alto grado de simbiosis y entorno limitado, a una relación social cada vez más amplia con
encuentros diferenciados y diversificados.

En la relación que el niño establece con objetos y personas, hay componentes perceptua-
les, intelectuales y afectivos; a través del juego el niño se apropia del mundo y recibe su
influencia; el próximo paso será la posibilidad de ser creativo para poder transformarlo.

En última instancia, hasta en el juego solitario hay un contenido que remite a lo social;
ya que está impregnado de los contendidos del medio cultural al cual pertenece.

El comienzo de la actividad lúdica compartida debe rastrearse en los juegos de crianza


(Calmels, 2004), en ellos hay un primer diálogo con un otro; más tarde, con el creci-
miento, el jugar con iguales requiere generar acuerdos que permitan compartir deseos y
necesidades, ya que si hay una acción a la cual no es posible obligar a nadie, es a jugar.

A través del juego compartido se articula lo individual y lo social; ya en los juegos de


representación hay convivencia y cooperación con iguales; el juego reglado obliga a
desarrollar estrategias de interacción social, controlar impulsos y agresividad, resignando
deseos en función de las reglas establecidas.

Pero es en los juegos cooperativos donde se desarrolla significativamente el concepto


de lo social; implican convivencia y colaboración con iguales, superación de prejuicios,
socialización de la agresión y la ansiedad. Paulatinamente hay un incremento de las con-
ductas grupales positivas en detrimento de las negativas.

La forma de relacionarse y entender las reglas de los juegos es indicativo de cómo evo-
luciona el concepto de norma social en el niño. Piaget (1962) desarrolla el concepto de
norma dentro del juego. En este sentido, señala la necesidad de incentivar en los niños
la creación espontánea de juegos de roles sociodramáticos, más que inducir aquellos con
reglas ya estipuladas por los adultos; ya que de esta manera se generan espacios de negocia-
ción y los niños terminan por entender el sentido de las reglas en sí mismo, conduciendo a
un mejor desarrollo social.

Vigotsky (2000) sostiene que el juego espontáneo del niño conduce a la socialización e
incorporación de los valores culturales del medio en que está inmerso; es decir, el juego
y los juguetes son universales, pero toman las características de la cultura que envuelve al
sujeto; y este a su vez, se apropia de la cultura a través del juego.
30 juego y salud

Al respecto es interesante detenernos en el trabajo de Pope Edwards (2000), de la univer-


sidad de Nebraska, revisando las observaciones originales de Whiting (1963) y trabajos
posteriores que enriquecieron el material de la primera investigación. El trabajo original
está conformado por observaciones efectuadas entre 1954 y 1956, sobre el juego de
niños entre 3 y 10 años de seis culturas distintas: en Kenya, México, Filipinas, Okinawa,
India y Estados Unidos. Los aportes posteriores se produjeron entre 1960 y 1990; estos
últimos permitieron comparar los cambios que produjeron en lo lúdico los movimientos
económicos, sociales y culturales de esas poblaciones o similares.

Los juegos fueron divididos en cuatro categorías: creativos, de fantasía, de roles y re-
glados; las observaciones originales mostraron diferencias de género aún en las mismas
sociedades, lo que no sorprende dados los roles disímiles adjudicados a varones y nenas.
El mayor tiempo de juego para las cuatro variedades estudiadas fue encontrado en los
niños de Japón y Estados Unidos.

Los niños de Kenya se incorporaban tempranamente a tareas laborales, tenían poco


contacto social, padres escasamente estimulantes y pocos juguetes; sus deficiencias más
significativas fueron en los juegos de roles, ya que rápidamente eran asumidos en realidad
y no en ficción.

Por supuesto, en las zonas más industrializadas la oferta de juguetes era mayor, por lo
cual la imaginación en lo lúdico era más desarrollada; en general los juegos creativos e
imaginativos son más relevantes cuando más abierta es la sociedad, más expuesta a la
novedad y menor es el control de los adultos.

La tradición determina a qué jugarán las niñas y los niños, también hay diferencias de
género en relación a los juguetes a manipular.

Del análisis del autor se desprende:

• Las normas culturales determinan cuáles juegos deben ser estimulados en su uso
o desestimados, según sean valorados como útiles o dañinos para los niños.
• Las normas socio-culturales definen cuándo los padres deben intervenir para
preservar las tradiciones o instigar la independencia o autonomía de sus hijos.
• Las condiciones históricas y económicas son fuentes críticas para estimular física
e intelectualmente el juego infantil.

Los niños juegan mucho con los modelos sociales, siendo más complejos y elaborados en
sociedades con mayor inclusión escolar y con medios de comunicación más extensos y
penetrantes.

La confección de juguetes es parte de un proceso dinámico de cambios culturales tanto en


las sociedades industriales como las que permanecen en un estado de desarrollo inferior.

Los juegos muestran un logro contradictorio, replican los valores dominantes de la cul-
tura, y en el reverso, sirven para expresar y sublimar las motivaciones y conflictos con los
valores dominantes.

Las diferencias culturales no solo se dan en distintos países y zonas, sino aún dentro de la
misma sociedad en relación a los valores culturales de los distintos grupos poblacionales.
fundación navarro viola 31

Corroborando esta aseveración, es interesante el trabajo de Farver, Kim y Lee Shin


(2000), comparando la oferta de juguetes en la ciudad de Los Ángeles en Jardines de in-
fantes para la colectividad coreana y aquellos de concurrencia de niños angloamericanos:
en los primeros, a cargo de maestras coreanas, se registró una oferta mucho menor de
juguetes para juego espontáneo; en esos espacios, se ofrecían por el contrario, entreteni-
mientos más estructurados y vinculados a aprendizajes formales.

A su vez los autores señalan una diferencia en la cantidad y calidad del juego compartido
con sus hijos entre las madres coreanas que no han podido integrarse adecuadamente a la
sociedad americana y las que sí lo han logrado.

Es entonces que a través del juego vamos develando los códigos de nuestra cultura para
después, al quedar sumergida en ella, compartirla con nuestros congéneres.

Asimismo los juegos y los juguetes evolucionan al ritmo de la humanidad, sin embargo
es sorprendente como algunos persisten casi sin variantes durante cientos de años, sirve
de testigo de esta aseveración el cuadro pintado por Pieter Bruegel en 1560 ‘Juegos de
niños’ (ver pág. 32); muchos de los ahí representados perduran en la actualidad; si bien
la falta actual de espacios abiertos conlleva a la pérdida creciente de juegos colectivos
espontáneos.
32 juego y salud

Por otro lado, hay autores que consideran que la sociedad moderna plantea una modi-
ficación del juego espontáneo; esta preocupación se sostiene por la mayor urbanización
con disminución del espacio natural para el juego, sumado a los temores por la seguridad
de los niños y a una pérdida del sentido de comunidad (Hughes, 2000).

También es cierto que muchas de las propuestas lúdicas actuales conducen a una mo-
dificación del juego espontáneo, con riesgo a una tendencia a su disminución. En los
juguetes modernos, muy estructurados, altamente complejos y técnicamente avanzados,
la interacción ya está diseñada por el fabricante, se cambia la imaginación del niño por
quien diseña el juguete, a tal punto que el niño se convierte en un espectador pasivo, o
en el mejor de los casos, en un repetidor rutinario de la misma interacción con el objeto
de juego.

Podemos cerrar estas disquisiciones sobre el juego, la salud y lo social, citando a Cañeque
(1991): el juego es un factor de permanente activación y estructuración de las relaciones hu-
manas (…) en medio de climas con altos márgenes de libertad, como es el juego, las personas
se conectan mucho más allá de los prejuicios, los estereotipos u otros tipos de ataduras sociales.
Allí se preparan para los enfrentamientos sociales, las frustraciones, los miedos y el amor.
‘Juegos de niños’
de Pieter Bruegel
(1560).
fundación navarro viola 33

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