1 Tallis - Juego y Salud - Alg. Conv. & Cap. 1
1 Tallis - Juego y Salud - Alg. Conv. & Cap. 1
1 Tallis - Juego y Salud - Alg. Conv. & Cap. 1
en
Juego y salud
——
Dr. Jaime Tallis
10 juego y salud
Algunas
convergencias
María Eugenia Herrera Vegas
fundación navarro viola 11
Juegos y Juguetes
Cada proyecto presentado contiene una sección llamada Juegos y Juguetes. Sea en educa-
ción, salud o práctica comunitaria, pueden distinguirse dos grandes grupos de proyectos:
Estos dos grandes grupos favorecen una reflexión sobre el nivel de intencionalidad que el
adulto deposita en estos juegos y juguetes, y las tonalidades que eso produce.
El pedagogo francés Gilles Brougère considera que el juguete produce un espacio de deci-
sión, un lugar que les permite a los pequeños mejorar sus experiencias, para que a partir de
ellas puedan apropiarse de aquellas que están haciendo y desde ese terreno poder aprender (…)
Cuando uno habla del juego como una actividad lúdica sí se puede relacionar el juego con
la pedagogía puesto que así el juego puede tener un valor educativo, puede ser utilizado para
transformarlo en temas específicos. Pero el juguete en sí, cual elemento, carece de tal perspectiva
aunque gana en su función intrínseca: el divertir, disfrutar, de los niños. (Brougère, 2011).
Al relatar el sentido del juego como una política pública educativa, Patricia Sarlé expresa
que no se trata de armar un espacio y disponer de materiales, sino de una intenciona-
lidad pedagógica que genere contextos ricos en experiencias para los niños y que los
maestros cuenten con la posibilidad de volver a pensar sus prácticas como un campo de
experimentación de propuestas novedosas. —
1
ESAR es un
anagrama que se
Dosificar los estímulos y sentidos del juego y los juguetes con un propósito puede ser una forma con el orden de
adquisición postulado
de las tareas del adulto en el juego. Al observar el Juego como herramienta para el desa- por Piaget. Surge
rrollo, la intencionalidad se entiende como aquello que el adulto hace por un niño, y el en 1996, como un
sentido de por qué lo hace. Por ejemplo, en el caso de los juegos con base simbólica ponen de sistema de clasifica-
ción de los juegos que
manifiesto la relación entre la experiencia previa y la situación imaginada que se aborda. La se da en ‘familias’ o
variedad de escenarios, roles y papeles sociales, secuencias y guiones dramáticos que los niños grupos, vinculados a
su nombre: Ejercicio,
desplieguen en su juego dependerá de las experiencias y el conocimiento que posean sobre los Simbólico, Ensambla-
contextos que están representando (...) Nutrir la imaginación con diferentes fuentes de infor- do-Assembly, Reglas.
12 juego y salud
mación sobre la escena simbólica que se va a dramatizar es un requisito para poder jugar. Y
precisamente, ese es el papel de la escuela. (Sarlé, Juego y educación infantil).
Pero este trabajo también aborda el sentido del Juego sin esa intencionalidad. El valor del
‘jugar por jugar’ como una forma de estar del niño. Tal como el líquido amniótico es el medio
natural del bebé en el vientre materno, jugar es el medio natural del niño pequeño durante su
crianza y crecimiento. En el caso de las prácticas comunitarias un factor común que agrupa a
estas instituciones es provenir de ámbitos de la sociedad civil o del Estado y al mismo tiempo
no contar con regulaciones que especifiquen una intencionalidad educativa formal o relacio-
nada con otros ámbitos regulados tales como el sector salud o educación, sino que intentan ga-
rantizar el cumplimiento de un derecho, más allá de los beneficios que además pueda generar
para el desarrollo integral del niño. (Orezzio, Juego y prácticas comunitarias).
Tanto desde una visión nacional, como desde una jurisdicción puntual (Neuquén y la Ciu-
dad de Buenos Aires), distintas carteras públicas de Educación, Salud y Desarrollo Social
dirigen su mirada hacia actividades lúdicas para la infancia como una cuestión de Estado.
Este concepto expresado por Tallis, atraviesa distintos riesgos detectados por las institu-
ciones en cuanto a posibles ‘deficiencias’ del desarrollo, tales como la maternidad adoles-
cente, pautas de crianza poco fundantes, pertenencia a hogares insertos en contextos de
violencia y deshumanización. Los riesgos considerados se profundizan por los efectos de
la pobreza, pero las instituciones muestran una mirada que va más allá de las carencias
materiales como causalidad unívoca.
Junto a estos factores, las experiencias argumentan las propiedades del juego para redu-
cir y revertir dichos riesgos. Se considera que las emociones positivas actúan como un factor
protector de la salud, porque fortalecen e incrementan los recursos que serán de utilidad para
resolver situaciones presentes y futuras, incluso inevitables. (Curuchet – Ferri, CeAT N° 571
– Juego y salud). Asimismo, el juego funciona como un aspecto de cohesión en los vín-
culos, un puente en contextos de riesgo, un medio de constitución para el niño. El juego
funciona como un factor protector en la vida del niño en los sectores populares, convirtiéndose
en una experiencia creadora donde el niño adquiere protagonismo en su propia vida (Buffa,
Díaz –Rinaudo, Quincunce Asociación Civil – Juego y prácticas comunitarias). Narración
y re-narración de cuentos, caracterizaron los distintos personajes desde el ‘como si’ que posibilita
el juego. Desde allí pudieron hablar de sus miedos y jugar diferentes alternativas reparatorias
de resolución de las situaciones conflictivas (Basile – Asensi, Pensar Asociación Civil – Juego y
prácticas comunitarias).
14 juego y salud
Las perspectivas teóricas sobre la naturaleza del juego y su rol en el desarrollo cubren un
amplio espectro. Varias ideas influyentes pueden ser rastreadas hasta fines del siglo XIX a
partir de aportes teóricos y perspectivas como las de Friedrich Fröbel, María Montessori,
Jean Piaget o Lev Vygotsky.
Ahora bien ¿qué se entiende por buena enseñanza en Educación Inicial? Esta pregunta no es
ajena a la conceptualización del juego (…) Todavía nos queda mucho camino por recorrer a
fin de dotar a la educación inicial de prácticas específicas que den sentido a la tarea didáctica
que se realiza en sus aulas. Poner en discusión el lugar del juego parece un camino oportuno
para volver a pensar en los niños pequeños y en propuestas de buena enseñanza brindando a
los niños oportunidades de aprender cada vez más en formatos acordes a su edad. (Sarlé, Juego
y educación infantil).
Los juegos despliegan, en su mayoría, un gran movimiento psicomotor y son propulsores del
crecimiento orgánico, respondiendo a la necesidad de acción de los niños; estos son sujetos
activos, exploradores y experimentadores de su propio cuerpo y de los objetos del mundo cir-
cundante. Entonces el cuerpo se construye a través del juego; a través de él se generan acciones
sobre los objetos y se integran datos sensoriales y motrices; esto conduce al desarrollo de las
capacidades físicas. El cuerpo, vivido inicialmente como fragmentado, va construyendo su
noción de totalidad. (Tallis, Juego y salud).
Diremos que (el juego) es la vía regia de acceso al desarrollo de múltiples capacidades de la
vida de un niño: desde el acceso a la simbolización y la cultura, la socialización y la construc-
ción de su pensamiento. (Orezzio, Juego y prácticas comunitarias).
Encontramos a menudo un paralelo entre la experiencia del juego y el arte: El arte per-
mite expresar las emociones, trascender el dolor y el impedimento físico, permite reafirmar la
vida a partir de la afirmación de lo posible, fortalece la autoestima y la confianza, produce
placer y alegría, es curativo en sí mismo. El juego y el jugar, permiten construir un ‘sentido’ a
esto que le está pasando al niño, facilitando conductas reparadoras y compensatorias, por-
que fortalece los aspectos sanos de este niño y del adulto que lo acompaña, generándose una
adaptación positiva a este contexto adverso. (Gabriela Luján - IPA, Juego y salud; sobre la
situación del niño hospitalizado).
fundación navarro viola 15
En la educación infantil, una intervención sobre juego situada en la escuela, que es mi-
rada de manera integral, estableciendo metas, implementando instancias de evaluación,
con actividades diseñadas con riqueza y estructura, permitió un 85% de efectividad en
la implementación de secuencias de juegos de construcción, y un 70% en secuencias
de juego dramático, realizadas por docentes preparados (Batiuk, OEI – Juego y educa-
ción infantil). Este proyecto sugiere, como aspecto estructural, el no considerar políticas
aisladas, entre otras recomendaciones para el tratamiento de políticas públicas de la
educación inicial. A modo de aspecto estructural, y como mencionamos anteriormente,
la Dirección de Nivel Inicial del Ministerio de Educación, ve en el Juego un eje central
para la calidad educativa. A nivel institucional, el juego como abordaje, en muchas orga-
nizaciones, permitió una mayor inserción comunitaria, provocar cambios en dinámicas
laborales y de especialización, brindar estímulo, entre otros aspectos relatados.
Con respecto a adultos, representados como padres y cuidadores, vale mencionar los
proyectos en que el Juego es visto desde la crianza y la salud, tales como las experiencias
del IFD San Carlos de Bariloche, Planeta Juego, CeAT N° 571, IPA Argentina, Funda-
ción Huésped, Lekotek. El juego es contemplado para favorecer vínculos parento-filiales,
abordar la importancia del juego en familia, considerar al juego como una vía de comu-
nicación y encuentro, movilizar roles familiares, sostener la crianza de manera compar-
tida, favorecer el reconocimiento de características y necesidades del niño, respetar sus
tiempos y comprender que el bebé necesita ser tratado como un sujeto activo.
En los niños, los proyectos relatan que el juego permite el desarrollo de variables vincula-
res tales como el reconocimiento de límites, mejoras de convivencia, vínculo entre pares;
de constitución subjetiva: recuperar un espacio posible, conocido y natural en donde po-
der hacer uso y ejercicio de la libertad a través del juego y el arte; maduración, crecimien-
to personal, mayor tolerancia a las frustraciones; efectos específicos y situacionales tales
como reducir los efectos negativos de una internación y de situaciones adversas (IPA,
Juego y salud); mejoras en la salud mental tanto en experiencias breves como prolongadas
(Juegotecas en Salud, Juego y salud); uso puntual de juegos para trasponer aspectos diag-
nosticados en un población específica tales como trabajo con la figura humana, cocina,
rondas y cánticos, narración y dramatizaciones para niños que habitan en una ‘toma’ o
asentamiento (Pensar Asociación Civil, Juego y prácticas comunitarias).
Desde el punto de vista empírico, algunos investigadores complejizan los resultados, ex-
presando que los estudios, sean teóricos, observacionales, correlacionales o experimentales,
señalan evidencias “mixtas” sobre los beneficios del juego (Smith, Cowie, Blades; 2007).
Un estudio observacional que brinda indicios de vinculación entre juego y cognición,
habla de secuencias de juego largas, ricas y mediadas por un adulto, con buena inciden-
cia cognitiva en juegos de “alto rendimiento”, como por ejemplo, juegos simbólicos y
de construcción (Sylva, Roy y Painter, 1980; estudio fundado en postulados teóricos de
Brunner). Los estudios experimentales son, en su mayoría, estudios en los que se busca ver
el efecto de privar o enriquecer el juego. Es posible que dada la multiplicidad de procesos
y variables que conviven durante el desarrollo temprano, se haga difícil para la investiga-
ción realizar la observación de comportamientos empíricos que vinculen el juego a sus
beneficios de manera determinística. Pero sin duda, esto es aún materia de estudio.
Estas posturas dejan claro que aún quedan muchos desafíos en materia de conocimiento,
y que este se hace más complejo aún, en función de las variaciones prácticas, transforma-
ciones y mutaciones que atraviesan la niñez y el juego, asociadas al consumo, el acceso a
las nuevas tecnologías y otros cambios culturales en occidente.
Palabras finales
Este trabajo intenta proponer líneas de discusión sobre el Juego en los primeros años de
vida, en distintos contextos de uso. Al hacerlo, construye integralidad entre actores clave,
experiencias, aportes teóricos. Agradecemos a todos los que nos acompañaron a construir
esta propuesta.
fundación navarro viola 17
Bibliografía
BrougÈre, G. “La retórica de los juguetes: una Lewkowicz, I. y Corea, C. ¿Se acabó la in-
lectura de la cultura material y popular de los fancia? Ensayo sobre la destitución de la niñez.
niños de hoy”. En: Conferencia inaugural del Buenos Aires: Lumen-Humanitas, 1999.
Seminario Infancia, Juegos y Juguetes. Buenos Maturana, H. El Sentido de lo Humano.
Aires: FLACSO, 2010. Santiago de Chile: Comunicaciones Noreste
BrougÈre, G. “Pensar el juguete como elemen- Ltda., 2007.
to pedagógico es negarle su identidad”. Área Sarlé, P. Enseñar el Juego y jugar la enseñanza.
Educativa,14 de febrero de 2011. [Consultado Buenos Aires: Paidós, 2006.
el 19 de septiembre de 2011]. Disponible SMITH, P.; COWIE, H. y BLADES, M. Unders-
en: http://www.areaeducativa.com.ar/sitio/ tanding Children’s Development. 4a ed. Malden,
noticia_detalle.php?id=1200&t=Pensar%20 MA (USA); Oxford (UK), Carlton (Australia):
el%20juguete%20como%20elemento%20 Blackwell Publishing, 2003.
pedag%C3%B3gico%20es%20negarle%20 SYLVA, K.; ROY, C. Y PAINTER, M. Child
su%20identidad Watching at Playgroup and Nursery School.
Londres: Grant McIntyre, 1980.
1
capítulo
El juego en el
desarrollo infantil
22 juego y salud
Podemos definir el desarrollo infantil como los cambios estructurales, funcionales y conduc-
tuales significativos que se manifiestan en los niños durante su crecimiento y maduración.
Es tema recurrente de los debates sobre el desarrollo infantil, tratar de determinar el peso
relativo de lo genético y lo ambiental en la sucesión de las adquisiciones motoras, cogni-
tivas y conductuales; como así también valorar la compleja interacción de lo biológico, lo
emocional y lo social en las alteraciones que pueden interferir en este desarrollo.
Por otro lado hay consenso en entender el desarrollo infantil como una continuidad, de tal
manera que una estructura se construye sobre la anterior, permitiendo las manifestaciones
sucesivas y peculiares de evolución conductual. Esto no implica que no se puedan definir
ciertas etapas en las que los niños expresan más o menos universalmente un grupo de ad-
quisiciones homogéneas. Sin embargo, no podemos dejar de señalar, que si bien las líneas
generales de los progresos son universales, cada niño presenta un ritmo individual en su
maduración, por lo cual es necesario ser cauteloso en señalar anomalías en el desarrollo.
Si bien hay una íntima conexión entre las distintas vertientes del desarrollo, establecién-
dose entre ellas interrelaciones e influencias recíprocas, lo que implica que el mismo debe
ser abordado con el concepto de integridad y continuidad; hay peculiaridades específicas
que permiten observar y evaluar en forma independiente los aspectos físicos, cognitivos,
emocionales y sociales; y de esta forma serán explicitados en este texto.
Mientras el niño disfruta del juego, el estímulo del mismo desarrolla sus aptitudes físicas,
mejora su psiquismo, su creatividad se incrementa junto a su imaginación participando
ambas de su crecimiento intelectual. Por otro lado la interacción con pares y adultos
mejora sus habilidades sociales.
Es decir que el juego participa del desarrollo integral del sujeto: desde lo físico, facilitan-
do lo sensorial, lo motor, lo muscular y lo psicomotriz; desde lo mental, el niño pone
en acción el ingenio, la creación, la originalidad y la disposición intelectual; desde lo
emocional, permite la expresión de los conflictos y las fantasías, y además, al participar
del desarrollo social, conduce al niño hacia un conocimiento del mundo en el cual está
inmerso y en el cual termina de integrarse. Tomamos como nuestras las apreciaciones de
Dinello (2000): las actividades lúdicas, por comprometer elementos altamente creativos, ha-
cen que el niño encuentre en ellas lo que necesita para crecer, para estimular su organismo que
está en pleno proceso de desarrollo. Incluyendo aquí, en los mismos juegos, tanto las activida-
des motoras que lo estimulan fisiológicamente, como las novedades intelectuales que lo despier-
tan mentalmente, como las relaciones interpersonales que lo motivan socio-afectivamente.
las relaciones tempranas de la persona, a la vez que el juego siempre remite al cuerpo, quien al
ponerse en juego, se construye a sí mismo en permanente interacción con los otros.
El movimiento nace ya desde la vida intrauterina y tiene una progresión continua, desde
los reflejos arcaicos del recién nacido hasta el dominio total del cuerpo. Los primeros pa-
sos en el desarrollo psicomotor se producen en los juegos compartidos de padres y bebés,
los denominados juegos de crianza: desde un punto de vista evolutivo, los juegos de crianza
estimulan el pasaje de la motricidad refleja a la motricidad funcional y de la actividad fun-
cional al comportamiento lúdico. (Calmels, 2004).
24 juego y salud
Si bien en todo tipo de juego: motores, simbólicos, reglados y de construcción, hay dis-
tinto grado de participación corporal, es a través de los primeros (predominantes en los
primeros años de vida) por los cuales el bebé va realizando un control progresivo de su
cuerpo, explorando el ambiente, los objetos y sus posibilidades de acción.
Alrededor del cuarto mes, con la posibilidad del uso de las manos, los objetos —entre
ellos los juguetes— se convierten en atracción y con su manipulación se van perfeccio-
nando las praxias manuales, desde la toma grosera inicial hasta la pinza delicada. Esta ha-
bilidad manual creciente que le permite explorar los objetos, va a contribuir a la percep-
ción de las formas, las texturas, la sensación de peso, temperatura, etc.; todas nociones
que serán parte de su desarrollo cognitivo.
En general en los tres primeros años de vida el niño va tomando un control creciente de
su cuerpo, por ello se observa una eclosión de la actividad motriz en el cuarto año: correr,
saltar, trepar, etc.; todas, actividades corrientes incluidas en el juego.
Podemos afirmar entonces, que el juego es una oportunidad para el desarrollo psicomo-
tor en forma placentera, espontánea y creativa; tanto aquellas actividades lúdicas indu-
cidas por los adultos en forma dirigida, como aquellas generadas por los niños en forma
individual o compartida.
Hay una tendencia universal creciente al sedentarismo de adultos y niños, esto conduce a
que los infantes pasen la mayor parte de su tiempo libre frente a la televisión, los videojuegos
y/o la computadora; por otro lado cuando juegan, lo hacen de forma pasiva, sin un desplie-
gue significativo de actividad física. Estas observaciones explican el aumento de la obesidad
infantil y las enfermedades vinculadas: hipertensión arterial, diabetes, hipercolesterolemia,
afectaciones óseas y articulares, entre otras.
West (1994) plantea la necesidad de diferenciar la actividad física, que implica todo gasto
energético superior al estado de reposo por incremento de la actividad muscular, y el
juego, que implica también actividad física, pero con ciertas reglas obligatorias, aunque
libremente aceptadas, y que entraña placer y alegría, al mismo tiempo que contribuye al
desarrollo psicomotor, emocional, cognoscitivo y social.
Es entonces una necesidad concientizar a la sociedad del valor de los juegos que impliquen
un incremento de la actividad física, para preservar de manera placentera la salud infantil.
Existe una relación entre el material de juego y la habilidad de considerar diversos cursos
de acción frente a una propuesta que obliga al uso de la creatividad. Esta relación entre
juegos de ficción y pensamiento divergente se apoya en el concepto de descentración,
la habilidad de atender simultáneamente varios hechos del ambiente y transformar los
objetos y situaciones, al mismo tiempo que se comprende la identidad y el estado origi-
nal (Rubin, Fein y Vandenberg, 1983). El desarrollo de este pensamiento divergente se
vincula con el grado de flexibilidad y creatividad del niño.
En relación al lenguaje y la alfabetización, los cuatro aspectos del sistema lingüístico (fo-
nología, sintaxis, semántica y pragmática) están incorporados en el juego infantil (Kuczaj,
1985); de hecho hay juegos lingüísticos de distintos niveles de complejidad (ruidos, soni-
dos, construcciones gramaticales, rimas, palabras, etc.) que facilitan el desarrollo lingüístico
social y cognitivo.
El juego solitario que realiza el niño con las reglas de las palabras es la base del desarro-
llo de las estructuras gramaticales del lenguaje, y siendo tanto el lenguaje como el juego
simbólico dependientes de habilidades representacionales, es fácil deducir la influencia
recíproca entre ambos.
Obviamente los niños juegan por placer y no para favorecer su desarrollo intelectual;
este se da naturalmente y no en forma intencionada; no olvidemos que el niño aprende
jugando pero no juega para aprender. Se desvirtúa la naturaleza del objeto lúdico so-
breponiéndole un objetivo de enseñanza. Como escribe Vandenberg (1998) la emoción
del juego resulta del más puro ejercicio de la libertad sobre la necesidad; y Hughes (2000)
en este sentido afirma el juego es la más natural actividad infantil y la más frecuentemente
observada; elude una simple definición, pero típicamente incluye libertad de elección, placer
personal y enfoque de la actividad y la finalidad en sí mismo más que en los resultados.
fundación navarro viola 27
El valor del juguete en el desarrollo mental ya ha sido señalado por pensadores clásicos,
como Platón y Sócrates, que inducían a los padres a proveer a sus hijos de juguetes para
formar sus mentes. Si bien hay juegos y juguetes universales, que incluso se remontan a los
primeros tiempos de la humanidad, hay características distintivas que derivan de valores
socioculturales específicos.
Estas observaciones no implican que todos los niños en situación de pobreza, al carecer
de estímulos lúdicos adecuados tendrán un enlentecimiento del desarrollo, pero obvia-
mente constituye un factor de riesgo a contemplar.
El valor del juego y los juguetes en el desarrollo cognoscitivo, motriz, lingüístico y social,
ha sido adecuadamente considerado por Caldwell y Bradley (1984) al elaborar su in-
ventario HOME (Home Observation for Measurement of the Environment); instrumento
utilizado universalmente para valorar el estímulo del hogar en el desarrollo infantil. Los
materiales lúdicos ofrecidos al niño constituyen una de las subescalas de este inventario,
y no sorprende que habitualmente aparezca descendida en los estratos sociales económi-
camente comprometidos.
Se puede realizar un correlato biológico desde la ciencia y sus estudios, referido a la desigual
oferta de estímulos ambientales: haciendo un desarrollo comparativo en animales, se ha
descripto que ambientes estimulantes con provisión de materiales lúdicos, generan un 25%
más de contactos sinápticos en relación con sujetos criados en medios carentes de estos
incentivos. (Ackerman, 2005).
Ahora bien, no solo la riqueza de estímulos del medio ambiente y la variedad de objetos a
explorar y manipular intervienen en el desarrollo intelectual, la interacción simultánea con
pares y adultos contribuye para que este desarrollo a través del juego sea más integral.
Señala Henriot (1986) que las actividades lúdicas son las bases de aprendizaje comporta-
mentales y de la construcción de la inteligencia; ellas son la vía de afirmación de la personali-
dad. Todo ello inserto en un contexto sociocultural que está dando las pautas de una manera
concreta de existir unos con otros. Sobre todo en juegos donde participan varios niños de
diversas edades, porque la visión diferente y hasta conflictiva que cada uno presenta para los
otros enriquece el universo de comprensión.
Es necesario remarcar el énfasis con que Winnicott relaciona juego, creatividad y psiquis-
mo: un rasgo importante del juego es que en él, y quizá solo en él, el niño o el adulto están en
libertad de ser creadores; afirmando el rol fundamental del juego en el desarrollo de la perso-
nalidad: en el juego, y solo en él, puede el niño o el adulto crear y usar toda la personalidad, y
el individuo descubre su persona solo cuando se muestra creador.
fundación navarro viola 29
El juego debe considerarse una actividad social por excelencia, en la cual los niños vuel-
can sus formas de pensar, sus emociones y sentimientos.
Durante la actividad lúdica, es habitual que el niño contacte con pares debiendo estable-
cer normas de convivencia y colaborativas que conducen al inicio del conocimiento de
las reglas que determinan la interacción social, pasando, de una relación dual inicial con
alto grado de simbiosis y entorno limitado, a una relación social cada vez más amplia con
encuentros diferenciados y diversificados.
En la relación que el niño establece con objetos y personas, hay componentes perceptua-
les, intelectuales y afectivos; a través del juego el niño se apropia del mundo y recibe su
influencia; el próximo paso será la posibilidad de ser creativo para poder transformarlo.
En última instancia, hasta en el juego solitario hay un contenido que remite a lo social;
ya que está impregnado de los contendidos del medio cultural al cual pertenece.
La forma de relacionarse y entender las reglas de los juegos es indicativo de cómo evo-
luciona el concepto de norma social en el niño. Piaget (1962) desarrolla el concepto de
norma dentro del juego. En este sentido, señala la necesidad de incentivar en los niños
la creación espontánea de juegos de roles sociodramáticos, más que inducir aquellos con
reglas ya estipuladas por los adultos; ya que de esta manera se generan espacios de negocia-
ción y los niños terminan por entender el sentido de las reglas en sí mismo, conduciendo a
un mejor desarrollo social.
Vigotsky (2000) sostiene que el juego espontáneo del niño conduce a la socialización e
incorporación de los valores culturales del medio en que está inmerso; es decir, el juego
y los juguetes son universales, pero toman las características de la cultura que envuelve al
sujeto; y este a su vez, se apropia de la cultura a través del juego.
30 juego y salud
Los juegos fueron divididos en cuatro categorías: creativos, de fantasía, de roles y re-
glados; las observaciones originales mostraron diferencias de género aún en las mismas
sociedades, lo que no sorprende dados los roles disímiles adjudicados a varones y nenas.
El mayor tiempo de juego para las cuatro variedades estudiadas fue encontrado en los
niños de Japón y Estados Unidos.
Por supuesto, en las zonas más industrializadas la oferta de juguetes era mayor, por lo
cual la imaginación en lo lúdico era más desarrollada; en general los juegos creativos e
imaginativos son más relevantes cuando más abierta es la sociedad, más expuesta a la
novedad y menor es el control de los adultos.
La tradición determina a qué jugarán las niñas y los niños, también hay diferencias de
género en relación a los juguetes a manipular.
• Las normas culturales determinan cuáles juegos deben ser estimulados en su uso
o desestimados, según sean valorados como útiles o dañinos para los niños.
• Las normas socio-culturales definen cuándo los padres deben intervenir para
preservar las tradiciones o instigar la independencia o autonomía de sus hijos.
• Las condiciones históricas y económicas son fuentes críticas para estimular física
e intelectualmente el juego infantil.
Los niños juegan mucho con los modelos sociales, siendo más complejos y elaborados en
sociedades con mayor inclusión escolar y con medios de comunicación más extensos y
penetrantes.
Los juegos muestran un logro contradictorio, replican los valores dominantes de la cul-
tura, y en el reverso, sirven para expresar y sublimar las motivaciones y conflictos con los
valores dominantes.
Las diferencias culturales no solo se dan en distintos países y zonas, sino aún dentro de la
misma sociedad en relación a los valores culturales de los distintos grupos poblacionales.
fundación navarro viola 31
A su vez los autores señalan una diferencia en la cantidad y calidad del juego compartido
con sus hijos entre las madres coreanas que no han podido integrarse adecuadamente a la
sociedad americana y las que sí lo han logrado.
Es entonces que a través del juego vamos develando los códigos de nuestra cultura para
después, al quedar sumergida en ella, compartirla con nuestros congéneres.
Asimismo los juegos y los juguetes evolucionan al ritmo de la humanidad, sin embargo
es sorprendente como algunos persisten casi sin variantes durante cientos de años, sirve
de testigo de esta aseveración el cuadro pintado por Pieter Bruegel en 1560 ‘Juegos de
niños’ (ver pág. 32); muchos de los ahí representados perduran en la actualidad; si bien
la falta actual de espacios abiertos conlleva a la pérdida creciente de juegos colectivos
espontáneos.
32 juego y salud
Por otro lado, hay autores que consideran que la sociedad moderna plantea una modi-
ficación del juego espontáneo; esta preocupación se sostiene por la mayor urbanización
con disminución del espacio natural para el juego, sumado a los temores por la seguridad
de los niños y a una pérdida del sentido de comunidad (Hughes, 2000).
También es cierto que muchas de las propuestas lúdicas actuales conducen a una mo-
dificación del juego espontáneo, con riesgo a una tendencia a su disminución. En los
juguetes modernos, muy estructurados, altamente complejos y técnicamente avanzados,
la interacción ya está diseñada por el fabricante, se cambia la imaginación del niño por
quien diseña el juguete, a tal punto que el niño se convierte en un espectador pasivo, o
en el mejor de los casos, en un repetidor rutinario de la misma interacción con el objeto
de juego.
Podemos cerrar estas disquisiciones sobre el juego, la salud y lo social, citando a Cañeque
(1991): el juego es un factor de permanente activación y estructuración de las relaciones hu-
manas (…) en medio de climas con altos márgenes de libertad, como es el juego, las personas
se conectan mucho más allá de los prejuicios, los estereotipos u otros tipos de ataduras sociales.
Allí se preparan para los enfrentamientos sociales, las frustraciones, los miedos y el amor.
‘Juegos de niños’
de Pieter Bruegel
(1560).
fundación navarro viola 33
Bibliografía
Ackerman, D. Magia y misterio de la mente. Kuczaj, S. A. “Language play”. En: Early Child
Buenos Aires: El Ateneo, 2005. Development and Care, 19, 53-67. 1985.
Apel, T. De la Cabeza a los Pies. Aique, 1997. Panksepp, J. “Attention deficit hyperactivity
Bottini, P. “El Juego corporal: soporte técnico disorders, psychostimulants, and intolerance
conceptual para la práctica psicomotriz en el of childhood playfulness: A tragedy in the
ámbito educativo”. En: revista Iberoamericana making”. En: Current Directions in Psychological
de Psicomotricidad y Técnicas Corporales N° 22, Science 7:91. 1998.
2006. Piaget, J. Play, dreams, and imitation in childhood,
Bretherton, I. “Reality and fantasy in make- New York: Norton, 1962.
believe play”. En D. Bergen (ed.) Play as a Pope Edwards, C. “Children's play
medium for learning and development. Olney, in cross-cultural perspective: A new look
MD, Association for Childhood Education at the six cultures study”. En: Cross-Cultural
International, 1998. Research Vol. 34 N° 4, 2000.
BRUNER, N. Duelos en Juego. Buenos Aires: Letra Rubin, K. h.; Fein, G. c. y Vanden-
Viva, 2008. berg, B. Play In Mussen E., Handbook of
Caldwell, B. m. Y Bradley, R. h. Home Child Psychology. New York: Wiley, 1983.
observation for measurement of the environment. Russ, S. W. Affect and Creativity. The Role of Affect
Arkansas: Little Rock, 1984. and Play in the Creative Process. New Jersey:
Calmels, D. Juegos de Crianza. Buenos Aires: Hillsdale, 1993.
Biblos, 2004. Vandenberg, B. “Rial and not Rial. A vital
Cañeque, H. Juego y Vida. Buenos Aires: El development dichotomy”. En O. Saroka y B.
Ateneo, 1991. Spodeck (Eds.), Multiples perspectives on play
Dinello, R. Jornadas UNICEF, 2000. in early childhood. Albany: State University of
Farver, J. a.; Kim, Y. k. y Lee-Shin, Y. New York Press, 1998.
“Within cultural differences”. En: Journal of Vigotsky, L. S. El Desarrollo de los Procesos Psi-
Cross-Cultural Psychology. 131:583. 2000. cológicos Superiores. Buenos Aires: Crítica, 2000.
Freud, S. Tres Ensayos para una teoría sexual West, J. Terapia de Juego Centrada en el Niño.
(1905), Obras Completas Tomo 2, Madrid: Manual Moderno. México, 1994.
Biblioteca Nueva, 1984. Whiting, B. B. (Ed.) Six Cultures: Studies of
Henriot, J. “L'éducation par le jeu et Child Rearing. New York: Wiley, 1963.
l'environnement”. En: revista Perspectivas Winnicott, D. W. Realidad y Juego. Buenos
N° 23, París, 1986. Aires: Granica, 1972.
Hughes F. P. “Spontaneous play in the 21st.
century”. En: Journal of Cross-Cultural Psycholo-
gy. 31:583-602. 2000.