Stealing Home - Nicole Williams
Stealing Home - Nicole Williams
Stealing Home - Nicole Williams
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Sinopsis Capítulo 16
Capítulo 1 Capítulo 17
Capítulo 2 Capítulo 18
Capítulo 3 Capítulo 19
Capítulo 4 Capítulo 20
Capítulo 5 Capítulo 21
Capítulo 6 Capítulo 22
Capítulo 7 Capítulo 23
Capítulo 8 Capítulo 24
Capítulo 9 Capítulo 25
3
Capítulo 10 Capítulo 26
Capítulo 11 Capítulo 27
Capítulo 12 Capítulo 28
Capítulo 13 Epílogo
Capítulo 14 Sobre el autor
Capítulo 15 Créditos
Ser la única mujer que trabaja para un equipo de béisbol profesional no
es fácil. Como la nueva preparadora deportiva de los San Diego Shock, Allie está
al corriente de todo acerca de las horas de trabajo largas, los viajes
interminables y cómo mantener a raya los flirteos de los jugadores. Dado que
ya es objeto de un puñado de rumores sobre lo “afortunada” que fue por haber
conseguido una posición tan codiciada, no puede ni siquiera mover una pestaña
en dirección a un jugador si quiere que la tomen en serio.
Pero el número once está haciendo más que mover las pestañas en
dirección a Allie. Mucho más. Luke Archer está en la cima de su juego y no
permite que el miedo a ser eliminado le impida batear. Este es un lema que él
4 aplica tanto dentro como fuera del campo, pero Allie parece inmune; al parecer
no ve a Luke más que como una cinta de advertencia con piernas.
Es un jugador, y con base a la experiencia de Allie, todos son iguales. No
arriesgará su trabajo, ni su corazón por otro más de ellos, sin importar lo
diferente que este diga ser. Pero a medida que Allie lo conoce, descubre que el
número once que el público cree conocer, es muy diferente del verdadero Luke
Archer. Parece demasiado bueno para ser verdad.
Y quizás lo sea.
Allie tendrá que hacer frente a las historias relacionadas con un jugador
de la talla de Luke Archer y decidir en quién pondrá su fe: ¿En el hombre del
que se está enamorando? ¿O en los rumores?
Traducido por Smile.8
Corregido por Nanis
T
rabajar para un equipo de béisbol profesional iba a ser el final
de mi vida amorosa. Los últimos dos años confirmaban esa
teoría, así como el último mensaje que había recibido de mi
último exnovio.
La mitad del año en la carretera, añadido a que en la siguiente mitad del
año las horas de trabajo agotador rivalizaban con las de un médico residente en
su primer año, lo que equivalía a un montón de tiempo no libre que había que
rellenar con una agenda social. Desde que fui contratada por los San Diego
5 Shock, esta temporada y los San Francisco Kings, el año anterior, la relación
más larga que había mantenido abarcaba ocho semanas.
Esta última, apenas, había llegado a la marca de las cuatro semanas.
Mi estilo de vida era costoso, pero valía la pena. El béisbol estaba en mi
sangre, y la medicina deportiva estaba en mi corazón.
Había crecido en un pequeño pueblo del Medio Oeste, donde la gente
todavía se reunía para comidas informales y todo el mundo del pueblo, desde el
ermitaño de la ciudad hasta el alcalde, asistía a un funeral. Donde el único lugar
en el que se espera que estuvieras después de la iglesia, en un domingo, era en
las gradas del campo de béisbol. No importaba si era un juego de Tee-ball1 o los
campeonatos de la escuela secundaria, las gradas siempre estaban llenas.
El béisbol era una allí religión donde crecí, estaba cosido a las fibras de
mi vida, así que no fue una sorpresa cuando terminé saliendo con un jugador de
béisbol. No, la sorpresa vino después de haberlo seguido a la universidad y
encontrarle en la cama con alguien más.
1 Tee-ball: deporte de equipo basado en y que simplifica el béisbol y el softbol. Está pensado como una
introducción para niños de 4 a 6 años para desarrollar habilidades de juego de pelota y divertirse.
Me había cortado las alas, junto con mi tendencia a confiar primero y
dudar después. Ben llevaba acostándose con otras chicas durante un tiempo
para cuando lo descubrí; mis amigos lo habían sabido y no habían dicho nada, y
ese fue el día en que me hice la promesa a mí misma de nunca permitir que otro
chico me hiciera tanto daño como él me había hecho, que nunca más me
pondría en ridículo de esa manera.
Después de cambiar de universidad a mitad de año, empecé a estudiar
medicina deportiva y nunca miré atrás. O al menos no muy a menudo. Solo
rememoraba el pasado cuando me encontraba a mí misma sintiendo algo
similar a lo que había sentido por Ben. La relación nunca duraba mucho tiempo
más después de eso.
Como se demostraba por mi nueva relación fallida.
—¿Qué trasero tengo que patear, Doc?
Dejando caer mi teléfono en mi regazo, miré al otro lado del pasillo para
ver quién estaba al otro lado del pasillo, en la fila de delante de mí.
Luke Archer.
6 Conocido por los fans como el mejor bateador de los Shock, o de todo el
béisbol profesional. Conocido por las mujeres por su buena apariencia y por su
diabólica sonrisa. Conocido por la revista Cosmo como el chico que más votos
consiguió como el Mejor Culo del béisbol profesional. Y conocido por el
personal de preparadores deportivos como un completo dolor en el culo.
No porque él pensase que sabía más o fuera otro prima donna, de los
cuales el deporte no tenía escasez, sino porque él aún mantenía el código de la
antigua escuela de cuidar una lesión “caminando para que se pasara”. Si eso no
funcionaba, entonces normalmente le podíamos convencer para que se tomase
uno o dos analgésicos después del partido, y, algunas veces, si él se sentía
especialmente servicial, aceptaría una bolsa de hielo.
Luke Archer era el verdadero hombre de acero, y nadie hasta la fecha
había logrado convencerle de que también estaba hecho de esos materiales
propensos a lesiones conocidos como carne y hueso.
—¿Doc? —La voz de Archer se abrió camino a través de mi neblina de
pensamientos—. Solo dame su nombre y me ocuparé de ello.
El resto del equipo y personal estaban moviéndose por el pasillo entre
nosotros para encontrar sus asientos en el avión del equipo, pero su mirada
apuntaba hacía mí de manera inflexible.
—¿Qué te hace pensar que el culo de alguien merece una patada? —
pregunté.
Choqué los cinco con Reynolds mientras pasaba por mi lado. Se había
torcido el tobillo en el partido de ese día, y yo había sido la primera en el campo
en ocuparse de él. Había sido la última en salir de los vestuarios para terminar
de ocuparme de él, también. Como novata, tenía que trabajar el doble de duro.
Como mujer, tenía que trabajar diez veces más duro.
—Tengo tres hermanas menores. Tengo más experiencia que la mayoría
acerca de chicos que se merecen patadas en el culo.
El último de los chicos pasó por nuestro lado. Sin el obstáculo de sus
cuerpos pasando entre nosotros, la mirada de Archer llegó a ser demasiado
intensa. Sus ojos parecían capaces de fijarme a la parte posterior del asiento.
El jefe de preparadores deportivos, Dax Shepherd, se ocupaba de los
7 jugadores “estrella”, aquellos como Archer, que traían aficionados al estadio y
eran una gran parte del impresionante ratio de victorias frente a derrotas de
los Shock. Hasta este momento, no sabía que Luke Archer era consciente de mi
existencia en este equipo o planeta.
—¿En serio tienes tres hermanas pequeñas? —pregunté.
A diferencia de la mayor parte de la población femenina, no conocía hasta
el último dato sobre Luke Archer. La noticia sobre sus padres había sido noticia
de portada hacia unos cuantos años, y eso era todo lo que sabía sobre su vida
personal.
—En serio. Y hablo con ellas o nos enviamos mensajes todos los días.
—Además de patear culos por ellas.
Los ojos color avellana de Archer se iluminaron.
—Además de eso. —Se retorció en su asiento por lo que casi estuvo
frente a mí, con sus ojos cayendo al teléfono en mi regazo—. ¿Entonces? Nadie
se mete con mis hermanas. Y nadie se mete con mi equipo.
Mi frente se arrugó.
—No soy uno de tus compañeros de equipo.
—Eres una parte de mi equipo. El hecho de que no juegues en el campo
ni golpees un bate, no quiere decir que no lo seas. Nos mantienes sanos y
fuertes allí fuera. —Cuando me ve alzar una ceja, añadió—: Y cuando nos
lesionamos, te aseguras de componernos rápidamente para que podamos
volver a hacer lo que amamos. Eres tan vital para este equipo como… —Movió
su mirada, arriba y abajo, por todo el pasillo como si estuviera buscando a
alguien con quien rellenar el espacio en blanco.
—¿Como Luke Archer? —completé por él.
Su respuesta a eso fue un levantamiento de sus ojos.
—Soy un hombre que puede balancear un bate.
—Un bate muy, muy fuerte. Y de forma muy, muy exacta —intervine.
Él continuó:
—Te aseguras que veinticinco hombres puedan seguir balanceando sus
propios bates.
—Bueno, estoy yo, los otros dos preparadores deportivos, el
fisioterapeuta, los entrenadores personales, y el médico real que ayudan
8 también con eso. No puedo llevarme todo el crédito.
—Trabajas el doble de duro que cualquiera de ellos, por lo que deberías
al menos llevarte la mayor parte del crédito.
Cuando su teléfono empezó a sonar en el bolsillo de sus pantalones, lo
sacó, lo apagó, y lo metió de nuevo en su bolsillo.
—Y dado que lo más cercano a ti, que Shepherd y el entrenador Beckett
me han permitido estar, es para darte una botella de agua, ¿cómo sabrías eso?
Señaló con sus dedos sus ojos.
—Tengo dos y los utilizo para observar de vez en cuando.
—¿Cuando ellos no están buscando a su próxima conquista? —Gemí
internamente justo después de que hubiera expresado algo que debería no
haber dicho.
Mi relación con los jugadores había sido siempre profesional y rara vez, o
más bien nunca, profundizaba en el ámbito de la información personal. Si no
tenía que ver con prevenir o atender lesiones, no tocaba el tema.
Hasta ahora. Cuando acababa de sugerir que Luke Archer tenía una
reputación en todas las ciudades que los Shock habían visitado, en cada hotel
en los que se habían alojado. Una forma perfecta de empezar mi primera
conversación real con el jugador estrella del equipo, y de todo el béisbol
profesional, ya puestos.
Archer se quedó en silencio, estudiándome con esa sonrisa ladeada por la
que era famoso.
—¿Conoces mi opinión sobre los rumores? —dijo un minuto más tarde.
Fui incapaz de hacer algo más que negar con la cabeza.
—Que son iniciados por resentidos. Difundidos por tontos. Y aceptados
por idiotas.
Mi cabeza se inclinó.
—¿Me estás llamando idiota?
Sus ojos brillaron.
—¿Me estás llamando mujeriego?
9 Lo estudié, mientras él holgazaneaba en su asiento con sus piernas
extendidas frente a él, su amplio pecho estirándose bajo la chaqueta de su traje,
sus largos brazos apoyados en los apoyabrazos. Su cuerpo era suficiente para
debilitar la resolución de alguien tan saturada de ver jugar a los jugadores como
yo lo estaba, pero su rostro no jugaba de suplente.
Cabello castaño iluminado por el sol, piel suave bronceada por este, una
mandíbula fuerte y unos ojos de color avellana que mostraban una tendencia
más hacia el extremo verde del espectro; Luke Archer era posiblemente el
hombre más atractivo sobre el que jamás hubiera puesto mis ojos. De acuerdo
con el sondeo aleatorio hecho a unas cinco mil mujeres del Sports Anonymous,
él era el hombre más guapo de los deportes profesionales de hoy en día. Las
otras millones de mujeres del planeta habrían estado de acuerdo con ese título,
supuse.
—¿Siempre te tomas tanto tiempo para responder una pregunta? —
Archer me hizo un gesto con la mano, esperando.
—No —dije, recordando la última pregunta que me había hecho.
Concéntrate—. No creo que seas un… mujeriego —susurré la última parte.
Había tenido suficiente experiencia con los rumores que deambulaban,
como para ser comprensiva con el objetivo de tantos. Al ser una de las primeras
y la única preparadora deportiva en el deporte profesional, había sido objeto de
un centenar de rumores cuando había sido contratada. Todas las versiones
tenían que ver conmigo follándome a alguien para conseguir el puesto.
—Bien. —Asintió Archer, pareciendo satisfecho—. Porque desde luego
no pareces una idiota.
—¿Gracias?
Él asintió de nuevo.
—De nada.
Fue entonces cuando la voz del piloto se hizo eco a través del avión del
equipo, anunciando su discurso habitual. Estábamos dejando Tampa para
dirigirnos a Chicago. Ahora que la temporada estaba en su apogeo, yo perdía la
noción de las ciudades de las que nos marchábamos y a las que nos dirigíamos.
Toda mi atención estaba centrada en los jugadores y en que superaran la
temporada tan libres de lesiones como fuera posible.
10 —Todavía estoy esperando ese nombre, Doc. —Archer se puso su
cinturón cuando una de las azafatas se detuvo junto a él, viéndose lista para
sujetar su cinturón por él.
Cuando ella vio el mío desabrochado, todo lo que conseguí fue una ceja
levantada y un dedo señalando hacia el cinturón, antes de moverse al siguiente
pasillo.
—Oh, está bien. Él no merece la pena. —Levanté mi teléfono hacia él
antes de dejarlo caer en la bolsa de lona que tenía a mano en todo momento.
Vendas, esparadrapo, analgésicos y un refrigerador pequeño con bolsas de
hielo estaban siempre preparados cada vez que estaba con el equipo—.
Cualquier tipo que rompa con alguien a través de un mensaje de texto no
merece mucho la pena.
—¿En serio? ¿Con un mensaje? —Los ojos de Archer se entrecerraron—.
Es por eso que se inventó la patada en el culo. Para esa clase de tipos.
Me encogí de hombros cuando el avión comenzó a rodar por la pista, las
luces interiores disminuyendo de intensidad.
—Ni siquiera hemos estado juntos un mes. A decir verdad, duró más de
lo que pensaba que haría. Este tipo de vida —giré mi dedo alrededor del
avión—, hace que sea difícil mantener una relación a largo plazo.
—Es por eso por lo que no soy un fan de ellas.
—¿De las relaciones a largo plazo?
—Cualquier tipo de relación —dijo.
Asentí a modo de entendimiento. Los jugadores lo tenían peor que el
personal del equipo. Por lo menos, en términos de tener que cuestionarse si
una persona estaba con ellos por lo que eran o por su trabajo, la fama y el
dinero que venían con ello.
—Siempre estoy o bien entrenando para un partido, o bien jugando un
partido, o bien recuperándome de un partido, o bien cargando las pilas y
descansando para un partido. No hay tiempo para mucho más —dijo.
Apoyándome en mi reposabrazos, me di cuenta de cuán extraño era estar
teniendo una conversación tan fácil con Luke Archer. Se sentía natural, no
forzada. La mayoría de los jugadores se tomarían unos minutos para charlar
11 conmigo sobre algo relacionado con el juego, pero todavía era la chica nueva.
Me sentía como si tuviera que pasar alguna prueba antes de que me fueran a
aceptar como miembro del equipo.
Sin embargo, Archer no parecía pensar igual.
—Sí, lo sé. Es como si necesitaras encontrar a alguien que pueda viajar
contigo justo a donde quiera que tú vayas, ¿verdad? —dije, pensando en lo fácil
que sería estar en una relación con alguien a quien pudiera ver a diario sin dos
pantallas de ordenador.
—Exactamente. Alguien que entienda el estilo de vida. Que aprecie los
sacrificios que tienes que hacer. —Mi cabeza cayó hacia atrás en el cojín con la
inercia del despegue, pero todavía podía sentir los ojos de Archer sobre mí—.
Alguien que entienda que el trabajo es lo primero. Alguien que no se ponga
inseguro o celoso o se enfade por solo conseguir los pocos pero preciosos
minutos entre el trabajo. —Cuando mi cabeza se volvió hacia él de nuevo, me
encontré con Luke Archer mirándome fijamente con una especie de intensidad
que no había visto dirigida hacia mí en mucho tiempo. Mi respiración se quedó
atrapada, y aunque la fuerza de su mirada amenazaba con abrumarme, le
sostuve la mirada—. Alguien que entienda el juego. El compromiso. El tiempo.
El sacrificio. Alguien que esté tan comprometido como tú. —La comisura de su
boca se crispó, tallando un hoyuelo en su mejilla—. No es como si jamás
pudieras esperar encontrar una persona como esa sentada en tu fila al otro lado
del pasillo, ¿verdad?
12
Traducido por Ale Grigori
Corregido por Nanis
15 El médico del equipo viajaba con nosotros y asistía a los partidos, pero
tenía un horario más flexible. Él podía tener más estudios, pero al final del día,
eran los preparadores quienes atendían la mayor parte de las lesiones, tanto
para prevenirlas como para tratarlas. El médico estaba cerca para prescribir
medicamentos y consultas sobre lesiones más serias.
—Entrenador, ¿está bien con esto? —pregunto Shepherd, sus manos
sobre sus caderas.
—Oh, apéate del burro, Shepherd. Si Archer quiere que Eden vaya con él,
bien. Me sentiría de la misma forma si estuviera en sus zapatos.
—¿Porque es la única mujer que hay por aquí? —disparó Shepherd.
Seguí mordiéndome la lengua. Era la única mujer por aquí, y no ayudaba
que no hubiera confusión sobre mi género cuando un chico me miraba. Era de
estatura baja, lo que automáticamente hacía que todos quisieran ayudarme a
bajar algo de un estante o levantar algo que pareciera pesado. También era
curvilínea, lo que significaba que sus ojos se distraían fácil y frecuentemente. En
un esfuerzo por combatir mi pequeña y curvilínea talla, me recogía el cabello
con una coleta y nunca usaba maquillaje. No era como si estuviera tratando de
ser uno de los chicos; solo intentaba encajar un poco más.
El entrenador lanzó otra mirada de advertencia en dirección a Shepherd.
—Porque ella es jodidamente buena en su trabajo. Ese es el por qué.
Archer me saludo con la mano.
—¿Doc? ¿Si no te importa? Tengo prisa por terminar con esto.
Palmeando la rodilla de Hernández me levanté. Me mostró una sonrisa
de agradecimiento antes de que yo arrojara mi abrigo sobre mi hombro y
corriera hacia las puertas. Shepherd me estaba mirando fijamente, pero lo
ignoré. Archer me estaba mirando fijamente de nuevo, y no pude ignorarlo tan
fácilmente.
Llevaba puestos unos vaqueros gastados que se extendían a lo largo de
sus muslos y su trasero, los cuales le quedaban perfectamente; una camiseta, y
una gorra de béisbol del equipo. Mantuvo la puerta abierta para mí y comenzó a
moverse por el largo pasillo como si supiera a dónde íbamos. Lo cual yo no
sabía.
Pasaba mi tiempo en el vestuario o en el campo. No estaba segura de
para qué era esta sesión fotográfica, dónde iba a tomarse, ni qué involucraba.
16 Como el partido estaba programado para que comenzara en un par de horas,
supuse que no íbamos muy lejos, pero quién sabía. Los acuerdos de patrocinio
que tenían estos jugadores eran una locura, y para los mejores jugadores, los
patrocinios podrían generar más dinero que el cheque que ganaban por jugar a
la pelota.
—Entonces, ¿qué vas a patrocinar hoy? ¿Una bebida deportiva, una
marca de cereales, una compañía de seguros? —pregunté, teniendo que dar dos
pasos por cada una de sus grandes zancadas. Archer era treinta centímetros
más alto que yo y más rápido.
—Ninguna de las anteriores. —Cuando miró hacia atrás y notó que me
apresuraba para mantener el ritmo, aminoró el paso—. Hoy voy a hacer una
sesión para Sports Anonymous. Solo se imprimirán un número limitado de
ejemplares, y se subastarán para conseguir beneficios para el hospital infantil
de San Diego.
Conocía el hospital del que estaba hablando. Durante la temporada baja,
cuando tenía más de tres minutos libres seguidos, era voluntaria allí. Era un
edificio que no cobraba nada a las familias que no podían permitírselo y
brindaba atención de primera línea.
—Y antes de que llegues demasiado lejos en estimar cuánto van a
pagarme por hacer esto, puedo darte el número exacto. —Archer levantó su
mano, su pulgar y su dedo índice se unieron para formar un círculo—. Cero
dólares y cero centavos. —Sonrió, levantando el círculo que sus dedos estaban
haciendo a la altura de su ojo. Me observó a través de él.
Una risa se extendió por mis labios.
—Eso es refrescante. No mucha gente hace algo sin primero pensar en lo
que obtendrán con ello, ¿sabes?
Archer se metió las manos en los bolsillos e inclinó la cabeza hacia un
grupo de personas que parecía estar esperándolo.
—De la manera en que yo lo veo, ya estoy viviendo el sueño. Me pagan
por hacer lo que amo.
—Te pagan mucho por hacer lo que amas —añadí. Lo último que había
escuchado es que Archer era uno de los cinco jugadores mejor pagados del
deporte.
—Podría ser el único tipo en este deporte con preferencia por las
17 hamburguesas aunque tenga presupuesto para bistecs, pero quizás algún día
me vuelva loco y compre una casa o algo así.
Mis cejas se juntaron.
—¿No tienes una casa ya?
—Tengo un apartamento en San Diego. Nada elaborado, pero funciona.
Pasamos tanto tiempo en la carretera que tener el tipo de propiedades en
crecimiento que tienen algunos de los muchachos y solo disfrutar de ellas unas
cuantas semanas al año, parece una gran pérdida. Además… —El discurso de
Archer llegó a un final breve.
—¿Además qué?
El equipo de personas al final del pasillo estaba abriendo las puertas que
conducían a una habitación, prácticamente pavimentando una pista para
nosotros. El logotipo de Sports Anonymous estaba enlucido en todas partes,
desde la alfombra que conducía a la sala, a los cordones de seguridad alrededor
del cuello de la gente, hasta las etiquetas en el costado de las cámaras que
parecían estar filmándonos a medida que nos acercábamos.
Luke Archer era un dios en este mundo; era fácil olvidarlo cuando
caminaba a mi lado con las manos en los bolsillos y hablaba de apartamentos.
—Además… —Archer se encogió de hombros, disminuyendo la velocidad
a medida que nos acercábamos—, ya sabes.
—No sé.
Él exhaló por la nariz.
—Además, no quiero vivir solo en una gran casa. Mis hermanas aún viven
en la casa de nuestra familia al norte de San Diego, y no quiero ir a una “casa”
sin nadie. Hasta que tenga a alguien que espere por mí, mi apartamento
funciona estupendamente.
Su ritmo volvió a subir, y esta vez parecía que quería poner distancia
entre nosotros. Podría haberle dicho que sentía lo mismo. Podría haberle dicho
que esa era la razón por la que vivía en mi propio apartamento en San Diego.
Podría habérselo dicho, pero algo sobre la forma en que Luke Archer me
miraba, me hacía preguntarme si mantener las partes privadas de nuestras
vidas para nosotros mismos era lo mejor.
18 No podía involucrarme con otro jugador. Definitivamente no con uno que
estaba en el mismo equipo para el que trabajaba. La gente ya hablaba mierdas
sobre cómo yo había llegado hasta aquí. Si se descubría que estaba durmiendo
con la estrella del equipo, nadie me volvería a tomar en serio nunca más. Mi
credibilidad como una maldita buena preparadora deportiva sería aniquilada
por la suposición de que hacía mi mejor trabajo sobre mi espalda.
No. No podía involucrarme con un jugador.
Especialmente, no con uno como Luke Archer.
Traducido por Ashtoash
Corregido por Nanis
E
ste no era el tipo de sesión fotográfica que estaba imaginando.
Esta era la sesión del jugador sexy de béisbol equivalente a la
edición de trajes de baño de Sports Anonymous.
Gracias a mi línea de trabajo, había visto más que mi parte justa de
hombres medio a totalmente desnudos. Ni siquiera parpadeaba cuando la
procesión de hombres, totalmente expuestos, salía de las duchas después de un
partido. Pero por alguna razón, ver a Archer sin camisa, a una distancia de unos
seis metros, estaba amenazando con provocarme un paro cardiaco.
19
Nunca antes había trabajado con él, ya que Shepherd lo supervisaba, pero
cuando Archer había salido del vestidor unos cuantos minutos después de ser
enviado ahí, me sentía aliviada de no haberlo hecho. Aferrarme a mi
profesionalismo demostrado habría sido imposible mientras trabajaba con
Archer.
Había un montón de cuerpos buenos en este deporte. Muchos cuerpos
buenos en los que ponía mis manos, por todas partes. Un buen cuerpo ya no me
hacía girar la cabeza. Se habían convertido en algo común y cotidiano.
Pero Luke Archer… su cuerpo iba más allá de bueno y se incluía en algún
lugar del ámbito de lo irreal.
Músculos súper tonificados, desde sus hombros hasta sus antebrazos,
venas que dibujaban patrones irregulares en sus brazos. Su pecho era ancho,
estrechándose en un estomago que estaba muy marcado, y me encontré
preguntándome cuántas mujeres habrían fantaseado con pasar la lengua por
los cañones que se perdían hacía su pantalón.
El pantalón de béisbol que le habían entregado era al menos dos tallas
más pequeño, mostrando el trasero ideal de un beisbolista, junto con algo igual
de prominente al frente.
Mierda. Mirar el paquete de Luke Archer no estaba bien.
Aparte del pantalón demasiado pequeño, le proporcionaron un cinturón
azul marino que hacía juego con sus calcetines, unas par llamativo de zapatillas
Nike, y habían mantenido la gorra de su equipo sobre su cabeza, tapando sus
ojos justo lo suficiente. Deseé que la voltearan porque los ojos de Archer
seguían la misma melodía que su cuerpo: irreales.
Él tenía un bate de béisbol apoyado detrás de su cuello, sus brazos
curvados en la parte posterior del bate, mientras el fotógrafo tomaba foto tras
foto. Exactamente, ¿cuántas variantes de la misma pose necesitaban?
—¿Cómo me estoy viendo por ahí, Doc? —Archer mantuvo sus ojos en la
cámara, arreglándoselas para mover sus labios justo lo suficiente para hablar.
Por el número de vallas publicitarias, revistas y artículos en los que lo he visto,
probablemente tenía mucha experiencia perfeccionando esa habilidad.
2Eye Black: algunos deportistas aplican una sustancia negra en los pómulos justo debajo de los ojos
como parte de la preparación para el juego, que reduce el resplandor en los días soleados y las luces
brillantes durante los juegos nocturnos.
Nadie me detuvo cuando me moví frente a las cámaras hacia él. El
fotógrafo dejo de disparar fotos como si hubiera derramado leche sobre sus
píldoras de velocidad para el desayuno, para ver lo que estaba tramando.
—Mi rostro no es bonito. —Archer hizo malabares con el bate,
pasándoselo de mano a mano, casi sonriéndome mientras me acercaba—. Es
rudo.
Después de desenroscar la lata, pasé mis dedos por el eye black e hice
una pausa antes de levantarlos a su rostro. Cuando recibí un gesto de manos de
“adelante” del fotógrafo y de un par más de Sports Anonymous, dibuje una raya
en un lado de su rostro. No parpadeó mientras me observaba dibujar otra línea
más en su otra mejilla. Sumergiendo los dedos de nuevo, los llené aún más
antes de pintar una raya gruesa en el costado de su cuello.
Mantuve mi atención en lo que estaba haciendo, en lugar de a quien se lo
estaba haciendo. Me concentré en mover mis dedos, en lugar de contra que se
estaban moviendo mis dedos. El calor de su piel se estaba transfiriendo a las
yemas de mis dedos, elevándose desde su pecho hacia mi cuerpo.
22
Traducido por Luisa.20
Corregido por Nanis
N
ada más que un par de piezas de ropa interior y un innegable
jersey número 11 con el nombre de Archer estampado en la
espalda era todo lo que llevaba puesto.
Todavía no entendía por qué había aceptado su alocado plan, pero estaba
muy segura que había tenido algo que ver con que esta sesión fotográfica era
para recaudar fondos y eso me había llegado al corazón… y la forma en la cual
los ojos de Archer se habían suavizado cuando me lo pidió por décima vez.
Aunque para entonces, estaba más rogando que pidiendo.
23
Ellos estaban esperándome. Podía decirlo porque había silencio en la
parte principal de la sala, a excepción del sonido metálico del bate de béisbol;
Acher probablemente estaba haciendo ruido con sus tacos. El partido
comenzaba en dos horas, y yo todavía tenía un equipo al que relajar y calentar.
Cerrando mis ojos, me preparé como mejor pude antes de deslizarme al
otro lado de la cortina del vestidor.
Todo el mundo se volteó.
Pero era a Archer a quien estaba mirando fijamente.
Mientras me acercaba a través de la sala, él se volteó para poder
quedarse de frente, negándose a ocultar la expresión de su mirada. Sus ojos
viajaron por todo mi cuerpo, permaneciendo donde el final de su jersey rozaba
contra mis muslos. Cuando se lamió los labios, su mirada inflexible, sentí como
los músculos de mi estómago se tensaban.
—Nunca voy a ser capaz de mirar a ese jersey de la misma manera otra
vez —dijo.
Seguí acercándome, disminuyendo la velocidad cuando estuve a un paso
de él. Mi rostro estaba, afortunadamente, mostrando una expresión sin afecto,
aunque interiormente sentía todo lo contrario.
—Voy a necesitar que me lo devuelvas una vez que te lo quites.
Mis cuerdas vocales se constriñeron, pero no antes de gemir una palabra.
—¿Por qué? —Me aclaré la garganta y lo intenté de nuevo—. Tienes dos
docenas de estas cosas en tu vestuario.
—Sí, pero ninguno de esos han estado alrededor de tu cuerpo. Quiero ese
para el partido de esta noche. —Él agarró la manga del jersey, atrayéndome
más cerca—. Me traerá buena suerte.
Luke Archer estaba jugando conmigo. No sabía por qué, pero lo estaba
haciendo. No sabía sus intenciones, desde dónde se originaba su burla, o qué
tenía en mente desde aquí, pero yo sabía que debería retroceder en lugar de
dejarlo arrastrarme más cerca. Sabía que debería darme la vuelta y regresar a
la forma en la que las cosas eran antes de que Archer hubiera centrado su
atención en mi dirección, pero nadie podría simplemente darse la vuelta y
24 alejarse cuando un hombre como él estaba mirando a una mujer como yo, de la
manera en que lo hacía.
Era un principio universal.
—Si no os importa, realmente tenemos que terminar esta sesión antes de
que el entrenador Beckett entre aquí y rompa otra cámara sobre mi cabeza. —
El fotógrafo se acercó por detrás de mí, dejando caer sus manos sobre mis
hombros, mientras me posicionaba enfrente de Archer.
—Reemplazó la última cámara que te rompió, ¿verdad? —preguntó
Archer, el ahumado destacado en su expresión.
—Sí, claro, pero no puede reemplazar mi sentido de supervivencia tan
fácilmente.
El fotógrafo y Archer intercambiaron una mirada, mientras yo me
quedaba quieta y le permitía posicionarme. El entrenador Beckett era uno de
los mejores de la liga. Él también era uno de los más exaltados.
El fotógrafo me deslizó al lado de Archer, lo suficientemente cerca para
que no estuviera demasiado tapada por su cuerpo, que sin duda aumentaría el
precio de la subasta.
—Sí, está genial.
No sabía lo que ellos necesitaban de mí aquí, Archer se vendía a sí mismo
bastante bien, pero cuando el fotógrafo acunó el bate de Archer en mi espalda,
colocando las manos de Archer en la base y en lo alto de éste, supe que escapar
no era parte del plan. No, con la forma en que Archer estaba atrayéndome más
cerca de él, asegurando el bate más fuerte contra mi espalda.
—¿Por qué no pones tu mano aquí en su pecho, y dejas caer tu cabeza lo
suficiente para que podamos conseguir un perfil de ese maravilloso rostro?
Antes de que la objeción pudiera elevarse por mi garganta, Archer
sacudió su cabeza.
—No, ella no quiere que su rostro se vea.
El fotógrafo hizo una pausa, dándonos una mirada curiosa por un
momento antes de vagar de vuelta a su cámara.
—Bien, bien. Lo que sea con lo que ella se sienta cómoda.
—Gracias —le susurré, todavía sin estar segura de cómo terminé
vistiendo el jersey de Archer y presionada contra su cuerpo, posando para una
25 portada que probablemente se vendería por miles.
—De nada. —Su bate se apretó contra mí un poco más, su toque frío
filtrándose a través del material de su jersey y la calidez de su piel
desprendiéndose de la parte delantera—. Pero estoy muy seguro que nadie va a
ser capaz de reconocer tu mano, así que ponte en posición. —Su mirada vagó
hacia a su pecho rayado.
Mi corazón hizo un ruido sordo contra mi esternón ante la firmeza de su
voz. Ante el brillo de sus ojos.
—Cuando hayamos terminado con esta pose, voy a sugerir una diferente.
Donde consigues “ponerte en posición” al inclinarte y yo pretendo empujarte
este bate en el trasero.
Archer me dio un lento silbido.
—Mierda, Doc. Si hubiera sabido que te pone lo fetichista, habría
encontrado alguna manera de tenerte en mis brazos con nada más que mi
jersey mucho antes.
Cuando el fotógrafo anunció que iba a comenzar la sesión, volví mi
cabeza, concentrándome en el espacio sobre el hombro de Archer.
—Porque sabías que existía antes de esta noche, ¿verdad?
—He sabido de tu existencia desde el primer día que entraste dentro del
campo en la práctica de verano. —Él estaba hablando de nuevo, apenas
moviendo sus labios, arreglándoselas para mostrar su sonrisa sexy como el
infierno, mientras miraba a la cámara.
—¿Y por qué fue la noche pasada la primera vez que me dijiste algo?
Sus ojos se precipitaron hacía mí por un momento.
—Porque no parecías del tipo que estaba abierta a mezclar negocios con
placer, y yo respeto eso.
—¿Es por eso por lo que nos encontramos en la situación actual? —Bajé
mi mirada hacia mí misma, donde su jersey estaba flotando unos buenos treinta
centímetros sobre mis rodillas—. ¿Por qué respetaste mi política sobre ese
tema?
La comisura de su boca se elevó, las luces de la cámara centellearon en
sus ojos.
—Oye, incluso un hombre paciente tiene sus límites. —Con eso, la
26 posición de su bate se movió de modo que el extremo del mismo fue colocado
sobre mi trasero. Lo que significaba que su puño se enroscaba alrededor de mi
trasero también.
Su sonrisa torcida se volvió más pronunciada.
El fotógrafo silbó, supongo que aprobando lo que sea que estaba
consiguiendo detrás de la cámara.
—Cada mujer en América quiere ser tú ahora mismo, cariño.
Archer gruñó, sus nudillos se clavaron un poco más profundo en mi culo.
—Más como todos los hombres en América quieren ser yo ahora mismo.
Hice mi mejor esfuerzo para quedarme quieta y, ya sabes, tratar de no
hiperventilar. El calor de los focos, combinado con el calor que se desprendía de
su cuerpo, era sofocante. Archer con sus zapatillas de tacos puestas y yo
descalza, él parecía mucho más alto. Con mi cuerpo menudo presionado contra
el suyo, su pecho parecía mucho más imponente. Con sus brazos presionados a
mi alrededor, podía sentir la fuerza que él poseía. Era del tipo que estaba
destinado al poder. Del tipo que me decía que él podría hacer conmigo lo que
quisiera y que yo sería incapaz de detenerlo. Era emocionante y al mismo
tiempo aterrador.
Unos pocos minutos después, mi corazón todavía estaba latiendo tan
duro que recé para que él no pudiera escucharlo, la piel entre las cejas de
Archer se frunció.
—¿Cuándo estarán listas las revistas para la subasta?
—En dos meses. No te preocupes, te enviaremos una. —El fotógrafo
continuó tomando foto tras foto.
—Sí, voy a necesitar más que esa.
—¿Cuántas más?
Su entrecejo se hizo más pronunciado. Yo estaba tratando de mantener
mi cabeza alejada de él, pero mis ojos no eran capaces de cumplir esa tarea.
—Eh, ¿treinta? ¿Quizá cuarenta? Solo las suficientes para llenar cada
pared de mi apartamento. No te preocupes, pagaré el precio que reclame la
subasta.
27 Mi frente se frunció.
—¿Cada pared de tu apartamento?
—Me gusta mi nombre en tu espalda.
La forma en que lo dijo, como si debiera haber sido obvio y no requiriera
explicación, me hizo sonreír.
—Como un cavernícola.
—Si fuera un cavernícola te diría dónde preferiría poner mi nombre en ti.
—El puño de Archer se presionó en mi trasero lo suficiente para aplastarme
más cerca de él—. Tatuado en ti para que no pudieras quitártelo o lavártelo.
—Caramba, bien, retracto mi anterior acusación en favor de etiquetarte
como algún neandertal-bárbaro-cavernícola híbrido.
—Antes de que te formes cualquier otra opinión desfavorable sobre mí,
déjame recordarte que soy un jugador de béisbol. —Cuando arqueé una ceja
hacia él, continuó—: Soy bueno con mis manos, sé qué hacer con un palo
grande, y suelo ensuciarme.
Tuve que morderme el labio para no sonreír, no quería que pensara que
había encontrado algo de lo que había dicho adorable, incluso aunque lo había
hecho.
Con mi mano metida detrás de su espalda, pellizqué su costado.
—En el béisbol, solo se considera que alguien es altamente cualificado si
golpea un tercio de las bolas lanzadas en su dirección.
Su expresión cauta cayó cuando me disparó una expresión herida.
—¿Seguro que el Entrenador no te mantiene cerca para mantener mi ego
bajo control?
—¿El ego de un jugador de béisbol profesional? Ninguna cantidad de
insultos podría mantener eso bajo control. —Sentí mi rostro serio vacilar,
mientras él me lanzaba otra mirada herida.
—Triple auch.
—Oh, por favor. Te gusta.
—Sí. —Él inclinó sus caderas hacia mí solo un poco—. Es cierto.
28 Casi salté hasta el techo cuando lo sentí duro contra mí, pero me
recuperé. Por un momento.
—¿Todo bien? —preguntó el fotógrafo, no sonando como si realmente le
importara.
Archer esperó a que yo respondiera.
—Todo está genial —murmuré.
—Gracias, oigo mucho eso. —Los ojos de Archer derramaron diversión.
Refunfuñando por lo bajo, hice todo lo posible para mantenerme
tranquila y serena durante el resto de la sesión. Sin embargo, sentía lo
contrario. De hecho, sentía mi propia excitación mojando mi ropa interior.
Mierda. Mi cuerpo estaba respondiendo al suyo. Por su propia cuenta. Sin mi
permiso. Sentirlo duro y listo contra mí debería haberme hecho querer darme
la vuelta y huir. En cambio, mi cuerpo estaba haciendo lo contrario, darle la
bienvenida e invitarlo a acercarse.
Después de un minuto, Archer debió hacerse dado cuenta de la mirada
frustrada en mi rostro.
—Perdón —susurró.
Incluso escuchar la suavidad de su voz podía conseguirlo; sentir el calor
de su respiración en mi mejilla, hacía que mi cuerpo se debilitara.
—¿Perdón por qué? —pregunté—. ¿Por qué no estoy llevando nada más
que tu jersey? ¿Por qué de alguna manera acabé en esta sesión de foto, cuando
no tenía ni idea de que estaría posando para Sport Anonymous con Luke
Archer? ¿O lo estás sintiendo por tu erección que claramente no puedes
controlar cuando estoy pegada como un sándwich entre tú y el bate de béisbol?
Archer bajó su cabeza para que su boca estuviera junto a mi oído.
—Siento si mi “erección” te hace sentir incómoda.
—Pero no lo sientes por tener una, ¿verdad?
Su cabeza se sacudió lentamente.
—No, no siento eso.
—Por supuesto que no.
Cuando él se encogió de hombros, los músculos de su pecho se movieron
contra mi mano.
29 —Al menos ahora lo sabes.
—¿Al menos ahora sé qué?
—Cómo me siento.
Dejé salir una respiración.
—Sí, tengo realmente una buena idea de cómo te sientes. Gracias por
aclararlo.
Cuanto más luchaba Archer por no mostrar su sonrisa, más pronunciado
se volvía su hoyuelo. El precio de la subasta por estos ejemplares simplemente
aumentaría uno o dos de los grandes. El hospital de niños podría
agradecérmelo más tarde.
—Sabes cómo este juego funciona. Yo sé cómo lo hace. —Se detuvo,
dejando que sus palabras se asentaran entre nosotros—. Solo tienes que decidir
si quieres jugar.
—¿Porque tú lo has decidido?
Su bate se presionó más firmemente en mi espalda, atrayéndome
increíblemente más cerca de su cuerpo. Su excitación se asentó fuertemente a
un lado de mi estómago.
—Doc, ya estoy jugando.
30
Traducido por Lyla y Gigi D
Corregido por Nanis
E
ste partido iba a llegar a la última entrada. Odiaba los juegos
como este. Sin embargo, a los jugadores les encantaban los
juegos como este.
Había tanta adrenalina y testosterona disparándose a través de la caseta
que, estaríamos en problemas si alguien encendiera un fósforo. Esta energía era
así de explosiva.
Para el final de la cuarta entrada, ya se habían refrenado dos peleas, una
39 iniciada por Reynolds cuando afirmó que el campocorto de los Rays le lanzó un
beso en el aire después que Reynolds intentara robarse la tercera, y la segunda
cuando Garfield, el receptor, arrojó al suelo a un jugador que le fue dado la base
por bola pero decidió “accidentalmente” llevar su bate contra el protector de
Garfield.
Archer había corrido desde su posición en la primera base para intentar
separarlos y logró ser derribado cuando unos cuantos jugadores de los Rays se
dispararon desde su caseta, asumiendo que él estaba uniendo fuerzas con
Garfield.
Seríamos afortunados si dejábamos el campo con todos en sus propios
pies en lugar de tumbados en un desfile de camillas.
—Hola. —Archer se deslizó junto a mí en el banquillo después de correr
a la caseta al final de la novena entrada.
—Hola —respondí, intentando ignorar la misma mezcla de sudor y
hombre cerniéndose a mi alrededor, cuando se deslizó más cerca. Junto con
esto, apareció la esencia de hierba y cuero. Debería haber sido ofensivo, pero
era todo lo contrario. Me encantaba este deporte y todo lo que venía con él, los
olores incluidos.
—Entonces, ¿cómo te gusta jugar al fútbol? —pregunté, manteniendo
una expresión seria.
—Por favor, los jugadores de fútbol lo tienen fácil con todo ese relleno y
protección. Mañana voy a parecer que me entrené con una llanta de neumático.
—Giró sus antebrazos, y pude ver algunos moretones salir a la superficie.
—¿Quieres algo para el dolor? —pregunté y busqué mi bolsa de lona.
—¿Alguna vez quiero algo para el dolor?
—Bien. —Guardé la bolsa debajo del banco. Los moretones no estaban
mal, sobreviviría.
—Pero no me importaría un buen masaje profundo más tarde. Digamos a
las diez en punto. Mi habitación. La ropa es opcional. —Mantuvo la voz baja,
sonriendo hacia el campo, mientras los Rays arrojaban algunas bolas de
calentamiento.
—Sin presiones —dije en voz baja.
Su sonrisa se ensanchó.
40 —Sin presiones.
Cuando el entrenador bajó a la caseta junto a nosotros, Archer se movió
casualmente un poco más lejos de mí, su sonrisa desvaneciéndose.
—Vamos uno abajo, chicos. Uno abajo —gruñó el entrenador ante el
marcador, mientras Hernández se colocaba su casco de bateo y daba algunos
swings de práctica en el césped—. Vamos a terminar este juego dos arriba, ¿me
oyen? No vamos a empatar. No vamos a ganar por una carrera. Vamos a ganar
por dos.
Un coro de gruñidos en acuerdo resonó a través de la caseta.
—Recordemos a estos payasos que no tienen derecho a considerarse
jugadores de béisbol. Demostremos a estos malditos maricas de los Rays que
los Shock están formados de dioses y leyendas —gruñó el entrenador hacia el
campo de juego después, como si ver a los Rays lo pusiera violento—. No solo
jugamos a la pelota, muchachos. Nosotros. Ganamos. A. La. Pelota.
Otro eco de gritos se escuchó a mi alrededor, siendo Archer el más
ruidoso. El sonido de él gruñendo y gritando a mi lado, me hacía sentir cosas en
lugares que no debería haber sentido cuando estaba atrapada en una caseta con
un grupo de jugadores de pelota apestosos y enojados.
Cuando Hernández subió al plato, el equipo lo alentó, mientras la
mayoría de la multitud de los Rays comenzaba a abuchearlo.
Garfield estaba en el círculo de espera, y Archer estaba en el hoyo.
—Quiero robarme el plato. —Archer se acercó a mí una vez más, cuando
la atención del entrenador y los otros jugadores estaba en Hernández
acercándose al plato.
—Ya nadie se roba el plato.
—No significa que no se pueda hacer.
Su brazo estaba rozando el mío, jugando con mi cabeza.
—Tampoco significa que deba ser hecho.
—Necesitamos una carrera. Necesitamos una gran jugada. —Él contuvo
la respiración cuando Hernández abanicó el lanzamiento… y falló. Strike uno—.
Si Hernández y Garfield logran una base y yo logro un doble o un triple,
estaremos bien.
—O simplemente podrías golpear uno de esos jonrón de los que estás
41 estableciendo registros. Eso podría funcionar. —Lo miré por el rabillo del ojo.
Él sacudió su cabeza—. ¿Robarse el plato de home? —repetí, dándome cuenta
que hablaba en serio—. Es como algo que se consigue en uno de cada mil
bateos.
—Nunca me digas las probabilidades. Solo me hace tener más ganas de
hacerlo. —Su mandíbula se tensó cuando Hernández apuntó otro swing y falló.
—Juega a lo seguro. Sé que estás forzando tu pierna derecha. —Mi
mirada se posó en su pierna corriendo a lo largo de la mía—. No sé lo que le
hiciste, pero sé que te está doliendo. No te arriesgues a lastimarte más. —
Cuando su mandíbula se endureció un poco, suspiré—. ¿Voy a tener que
decírselo al entrenador?
—Simplemente hice un mal giro. Está bien. Un poco de hielo y descanso y
estaré bien.
—¿Es aquí cuando me dices que vas a bajarle un poco el ritmo?
No estaba afectando mucho su rendimiento, pero él necesitaría velocidad
y suerte para robarse el plato. Por la forma en que estaba forzando su pierna, la
velocidad no estaba en su rincón esta noche.
—No. Es aquí cuando te muestro que voy a bajarle el ritmo.
Inmediatamente después de agregar otro punto a nuestro lado del marcador
cuando me robe la base.
Cuando Shepherd miró hacia el banco, metí la mano en mi bolsa de lona,
para que pareciera que tenía una razón para tener una conversación con el
jugador estrella. En lugar de la verdadera razón por la que estábamos teniendo
una conversación.
—No te robes la base —le dije una vez que la atención de Shepherd
regresó al juego. Cuando Archer suspiró, agregué—: No digo que nunca lo
hagas. Solo espera hasta que llegue el momento adecuado. Cuando sepas que
tendrás éxito.
Parecía listo para discutir cuando el tercer lanzamiento se dirigió a
Hernández y este conectó con la bola, enviando una línea al campo izquierdo.
Hernández encendió los motores y corrió a la primera base, llegando justo
antes de que la pelota chocara con el guante del primera base.
La caseta retumbó con una ronda de silbidos y aplausos.
42 —Voy arriba.
—Buena suerte. —Empujé su pierna con la mía mientras él se ponía de
pie.
—Oye, tengo puesta mi camisa de la suerte. Estoy listo. —Se quitó la
gorra de béisbol y la arrojó a mi regazo.
—Sí, pero la han lavado varias veces desde que te la pusiste. No estoy
segura de cuánta suerte le queda.
—Me siento jodidamente afortunado. —Se pellizcó la camisa antes de
ponerse un casco de bateo en la cabeza—. Pero no te preocupes. Tengo toda la
intención de volver a envolver mi camiseta alrededor de tu cuerpo muy pronto.
Mis ojos vagaron por la caseta. Nadie estaba mirando; estaban
demasiado ocupados conteniendo la respiración mientras Garfield se acercaba
al plato.
—No te robes la base.
—Hazme una oferta mejor, y lo consideraré. —Se detuvo un segundo,
desafiándome con sus ojos. Cuando mis labios se mantuvieron sellados, él subió
los escalones de la caseta—. Será la base.
Archer agarró su bate del estante, bajó a la posición de bateo, y dio un
par de swings de práctica. Incluso por encima del rugido del estadio, podía oír
el aire desplazado por el poder de su swing. Toda pizca de ligereza se había
desvanecido de su expresión, ahora una resolución de hierro tomaba su lugar.
Había dominado un nivel de concentración que la mayoría de los chicos en el
juego aún no se habían acercado.
Mientras todos observaban a Garfield en el plato, yo observaba a Archer.
Examiné la forma en que se desenvolvía, la forma en que movía su cuerpo. Cada
movimiento era intencional. La forma en que ordenaba a su cuerpo en el campo
de béisbol me llevaba a imaginar cómo podría controlarlo en la cama. Era
imposible concluir que sería un amante descuidado y agitado que no podría
complacer a su amante aún si le apuntaran un revólver en la sien.
El crujido de una bola conectando con un bate me sacó de mi ensoñación.
La caseta explotó nuevamente con ruido cuando Garfield aceleró hacia la
primera base. Hernández llegó a la segunda justo antes de que la pelota entrara
en el guante del hombre en base.
—¡Vamos, Archer! —gritó el entrenador cuando Archer se dirigió al plato
43 de home—. ¡Muéstrales lo que tienes, hijo!
Mi garganta se secó. Incluso cuando tragué, no ayudó. La multitud
realmente estaba abucheando ahora que el mejor bateador de la liga estaba
subiendo al plato con dos hombres en base.
Antes de entrar en la caja, realizó su ritual de tocar sus tacos con su bate.
Dos toques en el taco izquierdo. Tres en el derecho. Luego rodó sus hombros un
rato antes de entrar a la caja y bajar a su posición.
El lanzador negó ante la señal que el receptor acababa de mostrarle. Y
asintió a la segunda señal.
Archer llevaba a los lanzadores contra la pared porque no tenía ninguna
debilidad. Él abanicaba cada tipo de lanzamiento. También conectaba con ellos.
Si abanicaba o no, tenía más que ver con lo que le parecía bien cuando esa
pelota se estaba abriendo camino, al menos, eso es lo que le había oído
mencionar en una entrevista al principio de la temporada.
Cuando el lanzador se preparó, todos en la caseta, incluyéndome a mí,
contuvimos el aliento. La bola se movió tan rápido que apenas noté algo blanco
desdibujado en el aire antes de que el chasquido del bate de Archer conectando
con ella retumbara en el estadio. La pelota salió alta y profunda. Todos en la
caseta se levantaron del banco, y justo cuando parecía que la pelota iba a volar
por encima de la valla, chocó contra la parte posterior de la valla y rebotó en el
centro del campo.
Garfield ya estaba rondando la tercera base y Hernández se estaba
acercando al plato antes de que el jardinero central llegara a la bola. Como
testimonio de la velocidad de Archer, incluso con una pierna semi lesionada,
estaba en camino a la tercera antes de que Garfield apenas la hubiera superado.
El entrenador Beckett estaba golpeando el suelo frente a la caseta, y el
resto de los jugadores parecía que estaban listos para cargar hacia el campo.
El entrenador de la tercera base saludó a Archer con la mano, pero fue
una mala decisión. Debería haberlo detenido. Archer solo había llegado a mitad
de camino al plato antes de que la pelota golpeara el guante del receptor.
Archer se lanzó de nuevo a la tercera, pero no antes de que la bala llegara al
hombre de tercera base. Lo atraparon entre dos, tan pronto como se abalanzó
sobre el plato antes de volver a la tercera base.
49 —Por favor. He tenido tantos de estos en los últimos cinco años como
duchas. Soy inmune a ellos.
—Entonces ¿a qué estás esperando?
Sus ojos bajaron.
—No sé lo que te gusta a ti, Doc, pero normalmente no me baño con la
ropa puesta.
—Eso no es ropa.
—No me baño con mi ropa interior puesta. ¿Mejor?
Antes de que pudiera decir algo más, su mano libre tiró de la cinturilla
hacia abajo por sus caderas. Entonces cuando su ropa interior estuvo a sus pies,
dijo:
—Ahí. Mucho mejor —Cuando miró hacia arriba, no se perdió mi
expresión alicaída—. ¿Lo siento? ¿Querías ayudarme con eso?
Mis ojos se elevaron hacia el techo. Principalmente, para evitar que
exploraran el cuerpo expuesto de Archer.
—Ya métete en el baño.
Mantuve mi mirada fija, mientras lo ayudaba a meterse en la bañera,
pero incluso así, era difícil no notarlo en mi visión periférica. Incluso entrando a
una bañera a cero grados de agua y hielo, probablemente con un fuerte dolor
debido al desgarre muscular, todavía estaba duro.
Los músculos al sur de mi ombligo se contrajeron.
No hizo ni una mueca de dolor cuando su otro pie entró, el agua rozando
justo por debajo de sus rodillas. Ni siquiera se le puso la piel de gallina. Tal vez
era inmune a la incomodidad, después de todo.
—Está bien, sigue bajando, despacio y con calma. Sin movimientos
bruscos. Úsame para apoyarte. —Deslicé mi otro brazo por debajo de su axila
para guiarlo hacia abajo, pero apenas estaba poniendo algo de peso sobre mí.
—Gracias, Doc. Ya planeaba usarte para apoyarme más tarde, pero
aprecio la luz verde. —Su sonrisa curva se levantó, mientras el resto de su
cuerpo se hundía en la bañera.
—¿Puedes ser serio por cinco minutos?
Archer apretó la mandíbula cuando esa parte de él desapareció dentro de
50 la bañera, pero no soltó un grito o una mueca como la mayoría de los chicos
haría.
—Estoy siendo serio.
—Bien, entonces ¿puedes no ser tan serio? Tengo trabajo que hacer esta
noche, y no incluye follarte. —Le eché la culpa de mi tosca crudeza al agua fría y
a la sensación de que mis ojos iban a mantenerse enfocados en el techo—.
Además, ¿cómo puedes, si quiera, estar pensando en eso con un desgarrón en la
ingle?
Archer aflojó su mandíbula, mientras hundía el resto de su cuerpo en la
bañera. El agua se derramó por los lados, cuando su cuerpo tomó su lugar, el
hielo tintineando contra la fibra de vidrio.
—Podría estar pensando en eso incluso aunque mi cabeza hubiera sido
amputada de mi cuello.
Sonreí, cuando me volví para tomar una toalla y enrollarla como un
reposacabezas para él.
—Estoy empezando a creer que podrías.
Sus ojos se encontraron con los míos cuando me incliné hacia delante,
para meter la toalla enrollada detrás de su cabeza. Archer no era del tipo que le
gustaban las medidas adicionales de cuidado y comodidad, pero necesitaba
mantener mi mente y mis manos ocupadas. No confiaba en mí misma estando a
su alrededor, y concentrarme en mi trabajo era la única forma de sobrevivir a la
noche sin dejar que Archer tomara mi cuerpo… de la forma en que había pasado
soñando las últimas semanas.
—¿Y? —Su voz era el equivalente verbal de un codazo.
Mi cabeza negó.
—No. No Podemos.
—¿Por qué no?
Esa era la misma pregunta que había estado moliendo a golpes mi mente
desde que la atención de Archer se volvió hacia mí.
—Eres un jugador. Formo parte del personal del equipo. Creo que hay
algo en nuestros acuerdos del convenio que claramente disuade, si es que no lo
prohíbe, las relaciones como la que estás sugiriendo.
51 Volvió su cabeza para mirarme de frente. Sus ojos eran más oscuros de lo
que estaba acostumbrada a verlos, más grises que verdes.
—Nadie tendría que saberlo.
Como una distracción, comprobé de nuevo el agua. Su mano flotó hasta la
superficie y encontró la mía. A pesar del agua congelada, el calor de su piel se
extendió por mi brazo.
—La gente lo averiguaría.
—No, si tenemos cuidado.
Mis dedos se envolvieron alrededor de los suyos por voluntad propia.
Era como un reflejo, cuando Archer alargó su mano hacia la mía, yo también lo
hice.
—La gente siempre lo averigua.
—Tú y yo. Esas son las únicas personas que lo sabrán.
Mis ojos se elevaron hacia los suyos.
—¿Y a dónde ves que irá esta relación?
—A donde queramos. —Cuando su cuerpo se movió más cerca, una ola
de agua sobresalió por encima del borde de la bañera—. No puedo prometerte
romance y un para siempre más de lo que tú puedes prometérmelo a mí. Esta
vida no deja mucho espacio para nada excepto el béisbol, pero puedo
prometerte mi tiempo libre cuando lo tenga. Mi atención cuando sea mía para
dar a algo más que el juego. Mi lealtad y devoción.
Mi mente viajó atrás en el tiempo a un lugar y a un jugador que pensé
que había encarnado esas cualidades. Había estado equivocada.
—¿Lealtad y devoción? ¿Es siquiera un jugador capaz de eso?
—Este lo es.
Cuando su pulgar rozó mi mano y rodeó mi muñeca, sentí una sacudida
bajando por mi espalda. Un simple toque. Uno inocente. Y mi cuerpo ya estaba
calentándose por esta ligera caricia; no podía imaginar cómo iba a sobrevivir a
lo que él tenía en mente.
—Necesito tiempo para decidir. Ambos tenemos mucho que perder. No
puedo simplemente saltar a algo como esto.
52 —¿Cuánto más de tiempo? —Archer tiró de mi mano, acercándome un
poco más—. Porque estoy bastante seguro que mi virilidad estará obsoleta en
unos diez minutos.
Le tiré un poco de agua.
—Para ser un tipo tan duro, te comportas como un niño grande.
Parpadeó para quitarse el agua de sus pestañas.
—¿Sabes cómo de fría está el agua?
—Sí, he jugado. Pasé mi parte justa de tiempo en un baño de hielo.
—¿Y cuánto tiempo ha pasado desde la última vez?
—Hace tiempo —contesté.
—¿En términos cuantitativos?
Hice una pausa lo suficientemente larga como para que una sonrisa ya
estuviera formándose en su rostro para cuando dije algo.
—Hace tiempo es lo suficientemente cuantitativo.
—Bueno, ya he tomado dos esta noche y estoy esperando tomar otros
ocho en las próximas veinticuatro horas. —Se hundió más profundamente en la
bañera, pero no era lo suficientemente grande como para que cupiera su largo
cuerpo. Sus rodillas se salieron por encima de la superficie del agua.
—Tal vez la próxima vez me escuches cuando te diga que te lo tomes con
calma.
—Tomármelo con calma no es mi estrategia hacia nada en la vida.
Especialmente cuando se trata de béisbol.
Mi mirada cayó a donde su mano estaba sosteniendo aún la mía bajo el
agua.
—No me había dado cuenta.
—Bien. Entonces esta siguiente parte no debería ser una sorpresa. —Al
mismo tiempo, su mano tiró de la mía y el otro brazo se inclinó sobre la bañera
para envolverse alrededor de mi espalda.
Antes de darme cuenta que los brazos de Archer estaban a mi alrededor,
estaba siendo arrastrada adentro de la bañera con él. Mientras mi cuerpo caía
sobre el suyo, el agua y el hielo se alzaron repentinamente por los lados,
derramándose por el suelo de baldosas en forma de hielo esparcido por todas
53 partes. Estaba tan sorprendida por lo que acababa de suceder, que me tomó
unos momentos procesar el agua helada.
Archer debe haber notado mi rostro arrugándose en una mueca o sentir
la piel de mis brazos elevarse, porque ahí fue cuando movió sus manos a mi
cintura, haciendo flotar mi cuerpo sobre su regazo.
El agua fría fue olvidada de nuevo.
Sus manos parecían tragarse toda mi cintura, su agarre firme, su toque
insistente. Mi pecho comenzó a moverse más rápido cuando sentí su dura
longitud presionado entre mis piernas.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté.
Sus dedos se enterraron profundamente en mi cuerpo.
—Hacer mi movimiento.
—¿En un baño de hielo?
—En un jodido casquete polar si es necesario.
Bajo mi mano, pude sentir su propio pecho acelerándose… ¿y cómo mi
propia mano había acabado allí? No recordaba haberla puesto allí.
—Necesito más tiempo, Archer. Tú y yo… necesito más tiempo para
decidirme.
Se incorporó más en la bañera de modo que su rostro estuviera casi al
nivel del mío.
—Ya has tomado tu decisión, Doc. Tú lo sabes. Yo lo sé. Es posible que no
estés lista para reconocerlo, pero has tomado tu decisión.
Negué con la cabeza, pero mi otra mano se movió con él, cogiéndole del
hombro.
—¿Qué te hace estar tan seguro?
—Porque todavía estás en esta bañera conmigo.
—Me estás sosteniendo aquí en esta bañera contigo.
Sus manos se apartaron de mi cintura, pero mi cuerpo se quedó flotando
por encima de él, mis manos aún a su alrededor.
—Porque no objetaste cuando dije que quería que tú me atendieras esta
noche.
54 Mientras decía la última parte, sus caderas se flexionaron contra mí de
una manera que ningún baño de hielo podía fluir alrededor de mi cuerpo.
—Es mi trabajo atenderte… —Cuando una de sus cejas se elevó, aclaré—.
Es mi trabajo atender a los jugadores. ¿Cómo se vería si hubiera dicho que no,
cuando le dijiste al entrenador que me querías a mí esta noche?
Estaba diciéndolo todo mal. Todo sonaba como si tuviera doble sentido,
pero su cuerpo bajo el mío hacía que me fuera difícil hablar. Hacía que hablar
lógicamente fuera imposible.
—Habría parecido que no querías estar a solas conmigo. En mi cuarto.
Porque no confiabas en ti misma para estar a solas en mi habitación conmigo.
Probando su punto, sus manos se movieron de nuevo hacia mí. Yo había
dejado pasar mi oportunidad de escapar. Sus dedos liberaron la parte posterior
de mi camisa para sacarla de mis pantalones, su palma abriéndose contra mi
piel recién expuesta. Su mano abrasadoramente caliente, del tipo de calor que
sentía capaz de marcarme.
—No confío en mí misma para estar a solas contigo —dije, su mano
moviéndose más arriba por mi espalda.
—Bien. —Su garganta se movió mientras tragó—. Quiero besarte, Doc.
Ahora. Este sería un buen momento para decirme cómo te sientes acerca de
nosotros dos.
Mi estómago se retorció cuando sus ojos se oscurecieron mientras
recorrían mi boca.
—Tengo una petición.
—Lo que sea. —Sus palabras resonaron en las paredes de azulejos.
—Deja de llamarme Doc. Eso como que arruina mi ánimo.
Se esforzó por no mostrar su sonrisa, mientras su mano se deslizaba por
la parte trasera de mi cuello.
—Está bien. Allie.
Mi cuerpo tembló cuando le escuché decir mi nombre. Se estremeció de
nuevo cuando el calor duro se instaló entre nosotros, presionándose en el
espacio entre mis piernas.
—Quiero besarte. Y después de eso, quiero hacer más. —Su mano en mi
55 cuello me atrajo más cerca, el agua goteaba en sus pestañas cuando su mirada
cayó a mi boca de nuevo—. Allie.
Mi corazón martilleaba en mi pecho, mientras nuestras bocas se
acercaban. Podía sentir el calor de su aliento sobre mis labios cuando le
susurré:
—¿Y si no quiero besarte?
—Entonces no respondas a mi beso.
Su boca cubrió la mía entonces, de manera sucinta silenciando cualquier
objeción que estuviera a punto de declarar. Exitosamente silenciando cualquier
objeción que jamás pudiera ocurrírseme cuando tenía que ver con Archer
besándome.
Luke Archer besaba como jugaba al béisbol: con atención, destreza, y
como si hubiera pasado toda su vida practicando para este momento. Sus labios
saborearon los míos por un momento, probándome, antes de que sintiera su
lengua deslizándose en mi boca, jugando con mi lengua, hasta que la mía se
empujara dentro de su boca.
Un beso. Un minuto. Sabía que, si dejaba que Luke Archer atravesara mis
paredes, me consumiría. Nunca hubiera imaginado que podría ocurrir tan
rápidamente. Tan completamente.
Una probada. Un toque. Y él me poseía.
Nuestras bocas rompieron su ritmo lo suficiente para que Archer sacara
mi camisa mojada sobre mi cabeza. Mi pecho chocó contra el suyo, enviando
más agua y hielo a impulsarse sobre el borde de la bañera.
Sus dedos abrieron mi sujetador y lograron sacarlo sin romper nuestro
beso. Cuando mi pecho desnudo cubrió el suyo, mis pezones tan duros por la
excitación como por el frío, algo se agitó profundamente en su pecho.
—Te necesito.
Respiró contra mi boca, sus dedos trabajando en mis pantalones.
Mi mano se aventuró hacia abajo, vagando en el espacio entre nosotros.
Cuando mis dedos se envolvieron a su alrededor, esa agitación en su pecho
resonó en la habitación.
—También te necesito —dije con voz ronca.
56
—Por fin —suspiró.
—¿Por fin?
—He estado esperando a que dijeras eso.
Mientras bajaba mi cremallera, sus nudillos acariciaron mi ropa interior.
—¿Decir qué? —Me sobresalté cuando presionó uno de sus nudillos en
cierto lugar—. ¿Te necesito? ¿Tómame ahora? Lamento haberme resistido
durante dos semanas completas. Sé que probablemente es el mayor tiempo que
has tenido que esperar para que una chica se decidiera sobre ese asunto.
Sacudió su cabeza, sus ojos nunca dejaron los míos.
—Para que reconozcas que también sientes algo por mí.
Sus brazos se envolvieron alrededor de mi cintura, justo antes de
levantarse de la bañera, llevándome con él.
Por el instante más breve, recordé por qué estaba allí, y no era solamente
para dejar que Luke Archer hiciera lo que quisiera con mi cuerpo.
—Tu pierna. —El pánico llenó mi voz, alzándola una octava más alta—.
Bájame. Ni siquiera deberías de estar de pie por ti mismo en este momento.
—No estoy planeando permanecer vertical por mucho tiempo. No te
preocupes, no… —Se contuvo, aclarando su garganta mientras salía de la
bañera conmigo aún en sus brazos—. Allie.
—Bájame ya, Archer.
—No.
—Maldición.
Su mandíbula se tensó, mientras me sostenía fuertemente, mi lucha por
liberarme era inútil.
—Te voy a bajar cuando esté jodidamente bien y listo para bajarte.
—Se supone que debo ayudar a que tu pierna mejore. No que empeore.
—Me moví contra él, pero su agarré era irrompible. Tenía una ventaja de casi
unos sólidos treinta centímetros de altura y más de veinte kilos de peso sobre
mí. Sin mencionar una sólida tonelada de determinación y decisión—. Bájame
en este segundo, o que Dios me ayude, cambiaré mi postura sobre toda la
situación de necesitarte dentro de mí.
—Puedes cambiar de postura sobre la situación todo lo que quieras. Me
57 gustan todas. —Su mano golpeó mi trasero cuando continué luchando contra él.
Que Dios me ayudara, si se lesionaba aún más, no lo dejaría salir de un baño de
hielo por las próximas cuarenta y ocho horas—. Siempre y cuando tenga mi
polla enterrada profundamente dentro de ti, la postura me preocupa poco.
Sus palabras sucias hicieron que mis piernas se apretaran a su alrededor
a pesar de que todavía estaba intentando alejarme.
—Déjame ir, Archer. —Mis palabras salieron lentamente, eran tanto una
orden como una amenaza.
—Bien —respondió antes de que sus brazos me liberaran, enviándome
sobre el colchón detrás de mí. El colchón sonó, cuando mi cuerpo rebotó sobre
él—. Ahora vamos a quitarte estas bragas tan formales que llevas puestas.
A pesar de que el material estaba pegado a mi piel por el baño, Archer no
tuvo problema quitándome los pantalones con un tirón rápido. Los tiró sobre
su hombro, enviándolos contra la pared detrás de él.
Viéndome extendida sobre su cama debajo de él, una sonrisa torcida
apareció en el rostro de Archer. Algo brilló en sus ojos cuando recorrieron mi
pecho desnudo. Cuando vagaron más abajo, su manzana de Adán se movió.
—Tus bragas. Quítatelas.
Mi corazón estaba a punto de estallar fuera de mi pecho. Lo que residía
entre mis piernas estaba palpitando por la necesidad. El resto de mi cuerpo
estaba ardiendo en llamas, la necesidad avivando el fuego.
Incluso a pesar de todo eso, todavía estaba enojada con él por no
escucharme y arriesgarse a lesionarse aún más.
—No me escuchas. Creo que voy a devolverte el favor.
Mis dedos se cerraron alrededor de una de las almohadas apiladas en su
cama, y se la lancé directa al rostro.
Archer simplemente se deslizó un poco hacia un lado y la almohada pasó
volando junto a él.
—Bien. Déjatelas puestas. Puedo trabajar alrededor de un poco de tela.
No hay problema.
Cuando su mano se dejó caer para acariciarse a sí mismo un par de veces,
mientras miraba fijamente el área entre mis piernas, mis dedos encontraron su
camino a los lados de mis bragas, bajándolas por mis caderas.
58
—Mierda, eso es sexy.
Terminando de quitarme las bragas por mis pies, las arrojé a su rostro
también. Esta vez no se apartó del camino.
—¿Qué es sexy? Esto… —Mi mirada se movió hacia la parte recién
expuesta de mi cuerpo.
Archer se humedeció los labios cuando sus ojos siguieron los míos.
—Es sexy que pueda decirte que hagas algo y lo hagas. Eso es sexy.
Sus manos cayeron sobre mis rodillas dobladas, abriéndolas lentamente
hasta que pudo ubicarse entre ellas. Su mirada nunca dejo el área entre mis
piernas.
—Esto… —la manera en que lo dijo, la manera en que lo estaba mirando,
hacía que cada musculo en mi cuerpo se tensara—… es la vista más
jodidamente exquisita en la que he puesto mis ojos alguna vez. —Cuando mi
ceja se levantó, mientras me recostaba sobre mis codos, agregó—: Incluso
mejor que la vista de ese marcador al final del partido de esta noche, o que el
marcador al final de cualquier partido que haya jugado y ganado.
No dejó de abrir mis piernas hasta que no pudieron ir más lejos.
—No estoy segura de cómo sentirme contigo comparando esa parte de
mi anatomía con un marcador, pero creo que lo quisiste decir como un
cumplido. Así que ¿gracias?
—Maldita sea, sí, lo quise decir como un cumplido. —Archer abrió de un
tirón el cajón de la mesa de noche y buscó dentro… solo para encontrar una
biblia del hotel—. Desde luego esto no es lo que estaba buscando —gimió.
—¿Respuesta condicionada? —dije, tocándome a mí misma, mientras se
apresuraba hacia una de sus maletas junto a la puerta.
—Más como una combinación de ilusión y mi polla consumiendo el
suministro de sangre que generalmente transporta oxígeno a mi cabeza. —
Cuando levanté una ceja hacia él, que ahora arrojaba cosas fuera de su maleta
mientras buscaba algo, se dio un golpecito en la sien—. Esta cabeza.
—Ah, comprendo. ¿Así que guardas condones en tu mesa de noche en
casa y en tu maleta cuando viajas?
—Con suerte —dijo, mientras zapatos y camisas continuaban saliendo
59 disparados fuera de su maleta.
—¿Con suerte?
—Más ilusión. —Su rostro se iluminó cuando sacó de su maleta lo que
parecía ser una bolsa de ducha.
Lo observé, confundida, mientras abría la cremallera y derramaba más
cosas en el suelo, en sus desesperados esfuerzos de búsqueda. No me había
acostado con muchos chicos, pero éstos siempre habían sabido dónde
guardaban sus condones, casi como si ese pequeño cuadrado de plástico fuera
una extensión de su polla. En cierto modo, supongo que lo era. Un chico
fácilmente podría extraviar su paquete real al igual que podría con un condón
cuando estaba buscando tener sexo.
Con los descarados intentos de Archer por “cortejarme”, habría pensado
que tenía una docena guardada en una docena de diferentes lugares, todos al
alcance de su mano en cualquier momento. ¿Por qué estaba actuando como si
no tuviera ni una maldita idea de dónde había un condón?
—Mierda —maldijo por lo bajo.
—¿Qué?
Volcó su bolsa de ducha, sacudiendo los pocos y últimos objetos que
quedaban en el interior. Ningún cuadrado de plástico pequeño cayó de esta.
—Mierda.
Sentándome en la cama, inspeccioné el desastre que él había hecho,
haciendo pedazos su maleta.
—No puedes decir mierda dos veces y no informar a la mujer desnuda
que hay en tu habitación de por qué estás diciendo eso.
Sus manos pasaron por su cabello, mientras giraba en círculo como si
estuviera buscando algo.
—Condones.
—Sí. He escuchado sobre ellos.
Su mirada se posó en mí.
—No tengo ninguno.
Tragué.
—Mierda.
60 —Exactamente lo que dije.
Ahora era yo quien estaba buscando en el cajón de la mesita de noche,
sacudiendo abierta la biblia para asegurarme de que no había uno escondido
entre las páginas. Ya sabes, porque probablemente mucha gente usa un condón
como separador cuando están leyendo las palabras sagradas por la noche.
—¿Estás seguro? Me refiero a que eres Luke Archer. Pensé que tendrías
un programa de recarga automático o algo así. Ya sabes, donde dejan caer
desde el aire una caja de mercancía todos los meses.
Una ceja oscura se alzó hacia mí.
—Estoy seguro. ¿Tienes uno?
—Sí, aquí en mi bolsillo trasero —digo, palmeando mi desnuda parte
trasera—. Oh, espera.
—¿Estás diciéndome que no tienes un condón en esa gigante bolsa
mágica tuya? —Archer se acercó a mi bolsa de lona.
—Algo peculiar, pero ese tipo de protección no está entre mis deberes de
trabajo.
Él gruñó como si mi respuesta le hubiera causado un dolor físico.
—Podría salir corriendo y conseguir una caja.
Negué firmemente con mi cabeza.
—No se supones que vayas a salir corriendo a ninguna parte. Si alguien
del equipo te ve, me colgarían. —Él ni siquiera debería estar de pie ahora,
paseándose por la habitación como un hombre enloquecido, desesperado por
desenterrar algún alijo de condones—. Además, me pongo la inyección, así que
si estás preocupado por dejarme embarazada, estoy cubierta. —Me aclaré la
garganta—. Es caso de que estés preocupado por algo más, estoy bien allí
también.
Las manos de Archer fueron a sus caderas, todavía paseándose por la
habitación.
—Sí, sí, estoy limpio también, pero quiero ser cuidadoso. No debería ser
solo asunto de la mujer ocuparse del control de natalidad.
Me incorporé más recta.
—Vaya. Eres extrañamente progresivo para ser un Neandertal.
61
—Podría llamar a Reynolds. —Ya estaba moviéndose hacia su móvil, que
estaba sobre el escritorio—. Él tiene esas cosas saliéndole de las orejas.
—Sí, porque eso sería una gran idea —profundicé mi voz unas cuantas
notas antes de continuar—: Oye, Reynolds, ¿puedo pedirte prestado un condón
cuando la única mujer que está ahora mismo en mi habitación es la
preparadora deportiva del equipo?
—Eso implicaría que Reynolds tiene la capacidad mental de sumar uno y
uno.
Di a ese pensamiento un momento y luego me encogí de hombros.
—Buen punto. Llámale.
—No, tienes razón. —Archer sacudió su cabeza, dejando caer su cabello
húmedo sobre su frente—. Él sospecharía algo.
Volvió a pasearse en toda su gloriosa desnudez, haciendo que un
frustrado gruñido saliera de mi pecho.
—¿Vas en serio ahora mismo, Archer? ¿Has estado haciendo todo este
numerito de arrastrarte a mis pies para meterme en la cama, y ahora no tienes
condones?
Una mirada de dolor apareció en su rostro cuando contempló la visión de
mí descansando en su cama.
—En realidad, no pensé que estarías de acuerdo.
—Entonces ¿por qué te esforzaste, si no pensaste que eventualmente iría
contra mi mejor juicio y caería en la cama contigo?
Sus ojos aterrizaron en los míos desde el otro lado de la habitación.
—Porque voy tras lo que quiero, no importa la probabilidad o, en tu caso,
la improbabilidad de que suceda.
—Admirable. Incluso un poco romántico. —Incliné mi cabeza hacia él—.
Excepto por la ausencia de planificación y preparación. —Hice un gesto con la
mano entre él y yo, un cuarto entero manteniéndonos apartados gracias a una
pieza pérdida de látex.
De repente, el rostro de Archer cambió como si estuviera recordando
62 algo, y se balanceó a través del cuarto. Sacó su billetera del bolsillo de su
chaqueta y la sacudió. Tarjetas de crédito oscuras y delgadas y tickets de
facturas chocaron contra el suelo justo antes de que su rostro se iluminara.
Sacó algo de un bolsillo pequeño.
—Demonios sí, tengo uno. Lo olvidé por completo. —Su billetera cayó al
suelo, su mano aferrándose al condón como si fuera un artefacto precioso
impulsado por el aire. Un momento después, su frente se arrugó—. Estas cosas
tienen fecha de caducidad, ¿verdad? —Bajó el condón para que estuviera frente
a sus ojos, la piel entre sus cejas frunciéndose.
—Sí —dije lentamente—. Entonces si lo compraste en el periodo
Cretáceo, puede ser que quizás quieras tirarlo.
—Bien, no, estamos bien. —Sus ojos se entrecerraron un poco más,
mientras leía algo en la envoltura—. Al menos durante otro mes.
Al mismo tiempo que mi cuerpo se relajaba con alivio al darse cuenta que
seríamos capaces de tener sexo, se tensó con nerviosismo al darse cuenta de lo
mismo.
—¿Por qué el único condón que Luke Archer tiene con él está a punto de
caducar?
—Ha pasado ya un tiempo. —El envoltorio roto ya estaba en el suelo,
mientras se movía hacia la cama, el condón rodando en su lugar a lo largo de su
dura longitud.
Tuve que tragarme de vuelta las llamas que estaban subiendo por mi
garganta.
—¿Ha pasado ya un tiempo desde qué? ¿De qué tuvieras que
suministrarte tu propia forma de control de natalidad?
Archer se paró en la esquina de la cama otra vez, gentilmente abriendo
mis piernas antes de acomodarse entre ellas.
—Desde que he estado con una mujer.
—¿Cuánto tiempo?
—Un tiempo.
—¿En términos cuantitativos? —Mis ojos se cerraron cuando él bajó
63 sobre mí, presionando mi espalda en el colchón con su amplio pecho.
—Preferiría no confesártelo por miedo a arruinar el momento —susurró,
y entonces besó mi cuello—. ¿Cuánto tiempo ha sido para ti?
Simplemente con sentir su cuerpo desnudo contra el mío, besándome, mi
cuerpo estaba listo para perderse en las agonías del placer, así que fue
suficiente respuesta para esa pregunta.
—Un tiempo.
El brazo de Archer se envolvió a mi alrededor, deslizándome hacia atrás
sobre el colchón hasta que mi cabeza cayó sobre las almohadas. Cada parte de
mi cuerpo estaba conectada a una parte de la suya: nuestras bocas se
exploraban la una a la otra, sus brazos levantaban los míos sobre mi cabeza, sus
dedos se entrelazaban con los míos, sosteniéndome allí. El resto de nuestros
cuerpos estaban presionados juntos, unidos, moviéndose juntos… Luke Archer
estaba en todas partes.
En todas partes, pero no en donde necesitaba que estuviera en ese
momento.
Cuando mis caderas chocaron contra las suyas, presionándome hacia él
cuando lo sentí en el lugar, él gimió contra mi boca, sacudiendo su cabeza.
—Todavía no. —Su lengua se internó dentro de mi boca, acariciando la
mía antes de que su boca abandonara la mía—. Me aseguraré de golpear cada
base antes de deslizarme dentro del home.
Sacudí mi cabeza.
—¿Todavía con las referencias de béisbol?
Sentí su sonrisa curvarse contra mi boca.
—Siempre —susurró, antes de que su boca se moviera más abajo.
Me quedé sin aliento cuando su boca atrapó mi pezón, chupándolo. Su
lengua me provocaba, haciendo círculos sobre la punta unas cuantas veces, de
tal manera que me hacía preguntarme si iba a llegar al orgasmo con Luke
Archer haciendo esto y nada más, antes de que él me liberara.
—Primera base —susurró, su lengua trazando una línea sobre mi pecho
antes de que sus labios se cerraran alrededor de mi otro pecho. A este lo chupó
más fuerte, azotándolo con su lengua hasta que comencé a retorcerme bajo él
en la cama. Lo soltó un minuto después con un pop húmedo—. Segunda base.
Cuando levantó la mirada hacia mí por debajo del cabello que le cubría la
64 frente, la expresión de sus ojos tenía un objetivo directo hacia mi sexo. Gemí
por esa mirada, mi cabeza cayó sobre las almohadas mientras su boca
descendía.
Su lengua pintó una línea húmeda en mi estómago, estimulando cada
nervio, que nunca había sabido que tuviera, haciéndoles salir de su hibernación.
Estimulando cada nervio de la superficie de mi piel donde me estaba tocando.
Mi espalda se arqueaba, mientras él viajaba más abajo, y justo cuando su
lengua alcanzó mi ombligo, su dedo se movió dentro de mí. Mientras su lengua
rodeaba mi ombligo unas cuantas veces, su dedo se movió dentro y fuera,
curvándose dentro de mí cuando no podía ir más profundo, y encontró ese
punto que casi me hizo gritar su nombre.
—No puedo esperar más. Lo siento. Quería tomarme mi tiempo, pero
maldición, estoy a punto de correrme justo ahora, y no hay manera de que
tengamos dos veces la suerte de encontrar un condón. —Besó la zona sensible
que limitaba con la cadera, sacando su dedo antes de gatear sobre mi cuerpo—.
Quiero estar dentro de ti cuando me corra. Necesito estarlo.
Todo lo que podía hacer era asentir, porque había perdido la capacidad
de hablar con el último movimiento de su dedo. Al menos hasta que vi en su
rostro una mueca de dolor, cuando hizo un movimiento repentino para poner
sus piernas entre las mías.
—Necesitas ser cuidadoso —dije, todavía respirando entrecortadamente
debajo de él. Tuve que cerrar mis ojos para concentrarme cuando lo sentí
ponerse en posición—. Nada de movimientos de pierna. Necesitas mantener el
músculo inmóvil. De hecho, debería estar arriba para estar segura que
escuchas.
Los brazos de Archer cayeron en las almohadas a cada lado de mi cabeza,
inmovilizándome bajo él.
—Lo siento. No hay forma de que vaya a quedarme acostado
tranquilamente durante nuestra primera vez.
Cuando él dejó caer sus labios sobre los míos, comenzando a moverse
dentro de mí, mis dedos se clavaron como garras en su espalda.
—¿Nuestra segunda? ¿Tercera? Quizá. Pero en nuestra primera vez,
quiero estar sobre ti y, mi cuerpo presionando el tuyo debajo de mí, mi rostro
cerniéndose sobre el tuyo. —Su rostro se movió sobre el mío entonces, sus ojos
65 sin parpadear—. Quiero que veas cómo te hago correrte. Quiero que me veas
cuando tú me hagas correrme. Quiero ver todo para saber qué te hace cerrar los
ojos, qué hace que tu boca se abra, qué hace que tu rostro se sonroje. Quiero
saberlo para poder darte todo lo que necesites. Cuando lo necesites.
Besó mi boca dulcemente entonces, justo antes de entrar dentro de mí.
Mi gemido de placer enredándose con el suyo, llenando las cuatro paredes de
su habitación de hotel. Su boca descendió hacia mi oreja y comenzó a moverse
dentro de mí, respirando fuerte, mientras nuestros cuerpos comenzaban a
estremecerse juntos en su liberación compartida.
—Quiero saber todo lo que hay que saber sobre ti, Allie Eden.
Traducido por Lyla, Gigi D y LizC
Corregido por Nanis
N
uestra primera vez había sido el mejor sexo de mi vida. Nuestra
primera vez también había sido el sexo más corto de mi vida.
Todo lo que había necesitado era sentirlo moverse
dentro de mí unas cuantas veces antes de que mi cuerpo perdiera el control, y
el poder de mi orgasmo lo llevara a su propia liberación. Nunca me había
corrido tan rápido. Nunca. Era casi como si el cuerpo de Luke hubiera sido
creado para complacer al mío tan rápido y tan poderosamente como fuera
posible. Era casi como si el mío hubiera sido creado de la misma forma para él.
66
El sexo con Luke Archer me hizo cuestionarme qué había estado
haciendo con los hombres antes, porque fuera lo que fuese, no era lo mismo. Ni
siquiera estaba en la misma galaxia.
El único inconveniente de tener ese tipo de sexo era que quería hacerlo
de nuevo. Justo después.
Pero estábamos en una especie de crisis de suministro de preservativos.
Cuando Luke había salido del baño con una toalla atada alrededor de su
cintura, agarró un billete de veinte dólares del suelo, mientras se dirigía a la
puerta para salir a buscar el contrabando que faltaba, y yo apenas había
logrado detenerlo.
Al menos apenas tuve que hacerlo hasta que me dejé caer de rodillas, mi
boca envolviéndose alrededor de él. Se derrumbó contra la puerta, su misión
para encontrar una caja de gomas olvidada durante mucho tiempo.
Nunca había experimentado o dado tanto sexo oral en mi vida, pero los
momentos desesperados requerían medidas desesperadas, y la cabeza de Luke
Archer entre mis piernas no era exactamente un pobre sustituto de su polla.
Esta ronda, él me había apoyado contra una pared, me levantó hasta que
mis piernas se enredaron sobre sus hombros, y bajó su cabeza entre mis
piernas.
—Dios, Luke —gemí, mi espalda chocando contra la pared, mientras él
me atacaba con su boca—. Después de este… necesitas otro… —mis dedos
rasparon su cabello, mientras su lengua revoloteaba contra mí—… hielo y
tratamiento térmico.
Murmuró su respuesta contra mí, haciendo que mi cabeza cayera hacia la
pared.
—¿Estás seguro que no quieres un relajante muscular o… —su dedo se
hundió en mí, otro se unió a él—… o algo?
Su boca me dejó el tiempo suficiente para responder.
—Mi lengua es un músculo. —Dicho músculo estaba haciendo círculos en
una parte muy sensible de mi cuerpo—. ¿Estás segura que quieres que mis
músculos se relajen? —dijo, mientras su lengua volvía a arremeter contra mí,
provocando mi orgasmo desde lo más profundo de mi cuerpo.
67 —Tacha los relajantes musculares —suspiré, mis caderas moviéndose
sobre sus dedos todavía entrando y saliendo de mí—. Simplemente no pares.
Prácticamente pude sentir su sonrisa contra mí, justo antes de chupar mi
clítoris, y eso fue todo lo que necesité. Mi cuerpo se puso rígido en el clímax de
mi orgasmo, justo antes de empujar mis caderas contra él, mientras él
continuaba trabajando mi cuerpo, sin parar hasta que las últimas réplicas de mi
liberación habían terminado hacía tiempo.
—¿Bien? —dijo un minuto después, dejando un rastro de besos en mi
muslo.
—¿Necesitas una confirmación verbal real?
—Soy un chico. Nos gustan las confirmaciones verbales.
Pasé mis dedos por su cabello, le sonreí, mi pecho aun ardiendo mientras
respiraba.
—Entonces, eso fue mucho mejor que bien, no se ha inventado una
palabra para eso, porque muy pocas personas lo han experimentado.
Me guiñó un ojo.
—Ahora eso es una confirmación verbal —dijo, levantándome lo
suficiente como para poder desenredar mis temblorosas piernas de sus
hombros. Luego, lentamente, me deslizó por la pared, manteniendo su agarre
sobre mí cuando mis pies tocaron el suelo, probablemente preocupado de que
me desplomara si me soltaba.
Lo que yo podría hacer.
—Todavía no puedo creer que casi te quedaras sin nada en el
departamento de condones.
Los brazos de Luke se apoyaron a cada lado de mi cabeza, bajando la
cabeza hasta que estuvo al mismo nivel que la mía.
—Exactamente, no estaba esperando lo de la pasada noche.
—¿No lo estabas? —Levanté una dudosa ceja hacia él.
—Deseándolo, siempre deseándolo. —La esquina de su boca se crispó—.
Pero no pensé que te agotaría lo suficiente para eso.
—Así que soy más fácil de lo que parezco —bromeé—. Mis padres
estarían orgullosos.
68
Se rio entre dientes.
—Gracias a Dios por eso, porque me tenías preocupado de que
finalmente lo hiciéramos en mi lecho de muerte cuando finalmente te
decidieras.
—Sí, ese condón escondido en tu billetera, definitivamente habría
excedido su vida útil para entonces.
—Aunque si tuvieras noventa años, creo que tus días de hacer-bebés
habrían terminado.
Hice un sonido de chasquido con mi lengua, pasando mis manos por sus
costados. Su piel estaba tibia, y un brillo de sudor se adhería a él.
—Ah, las ventajas del sexo geriátrico. Quiero decir, seguro que uno se
podría romper una cadera, pero podría montar a pelo sin preocuparse por
embarazar a una abuela.
Luke negó con la cabeza antes de besar mi frente.
—Eres extraña.
—Gracias —respondí, justo antes de que se activara la alarma de mi
teléfono—. Hora de tu baño.
Luke gimió.
—¿Podemos decir simplemente que lo hicimos y no hacerlo?
Mi mano cayó a su pierna derecha, ligeramente curvada alrededor de su
muslo interno. La hinchazón había bajado un poco, pero aún estaba inflamada.
—Definitivamente no. Eres afortunado por no haberte lastimado aún
más con todo el empuje que hiciste anoche. Tal como están las cosas, eres
afortunado de que no te ponga en una rotación de dos horas en lugar de tres
horas. —Me agaché bajo la abrazadera de sus brazos y me dirigí a mi teléfono
para apagar la alarma. Eran las siete de la mañana y el equipo saldría del hotel a
las nueve. Tenía mucho que hacer en dos horas y, desafortunadamente, ya no
tenía tiempo para hacerlo con Luke.
—Creo que tus y mis definiciones de ser afortunado son diferentes.
Riendo, me detuve justo afuera de la puerta del baño para admirarlo.
Todavía estaba apoyado contra la pared en la que él acababa de hacerme llegar
69 al clímax. El sol de la mañana que entraba por la ventana frente a él lo bañaba
con luz dorada, casi haciéndolo brillar, resaltando un cuerpo que insinuaba la
perfección. Cuando su rostro se volvió hacia mí, mi respiración se detuvo en
mis pulmones. Este hombre no podría ser real. Que este hombre pareciera estar
interesado en mí y casi hecho para mí tampoco podía ser real.
Cuando su sonrisa se amplió, acepté que, real o no, iba a permitirme a mí
misma disfrutar de este tiempo con Luke Archer. Sin importar como de breve
fuera, sin importar cómo de cuidadosos teníamos que ser, iba a disfrutarlo
porque la vida no repartía abundancia de este tipo de experiencias.
Estos eran los tipos de recuerdos a los que la gente se aferraba en lugar
de tratar de olvidar.
—Gracias, Luke.
Su cabeza se inclinó.
—¿Por qué?
Mi respuesta se estaba formando cuando un golpeteo sonó en el exterior
de la puerta.
—Servicio de habitaciones —dijo, agarrando sus pantalones de ejercicio
del suelo y deslizándolos en su lugar.
—Genial. Me muero de hambre. —Saqué una de las batas del hotel del
armario y me la puse.
—No puedo imaginar por qué. —Luke me sonrió burlonamente antes de
abrir la puerta.
—Eres tan afortunado de que no sea el entrenador en este momento. —
Una voz que no esperaba, irrumpió en la habitación justo antes de que Reynolds
lo hiciera—. Porque las cabezas rodarían si te viera de pie, empezando por la
tuya.
Recorrí con sigilo los pocos pasos que quedaban para llegar al baño,
cerré la puerta y eché el pestillo. Reynolds no me había visto, pero eso había
estado cerca. A la mierda con dar tanta prioridad a lo de ser cuidadoso.
Tendría que pasar el rato aquí hasta que se fuera, y tendríamos que
implementar una política de revisar por la mirilla antes de abrir la puerta a
cualquiera cuando yo estaba paseándome por la habitación del hotel de Luke,
70 recién follada y llevando puesto solo un albornoz.
—¿Sabe Eden que estás de pie en este momento? Porque yo estaría más
asustado de que me viera ella, que el entrenador.
Mierda. Parecería extraño si Reynolds no me veía haciendo algo que una
preparadora deportiva, quién no se había pasado la mayor parte de la noche
desnuda con el hombre al que estaba atendiendo, debería estar haciendo.
Gracias al cielo había metido mi maleta aquí anoche. Podría salir del baño
con ropa, en lugar de una mullida bata blanca con el emblema del hotel y con la
letra pequeña que diría de forma implícita que Archer y Yo Nos Lo Montamos
Anoche.
Mientras buscaba entre mi maleta un conjunto de ropa limpia, pude
identificar las voces de Reynolds y Luke en el otro cuarto. Sonaba como si
estuvieran hablando del próximo partido, pero tenía demasiada adrenalina
fluyendo por mis venas como para concentrarme en algo además de vestirme
antes de que Reynolds sospechara.
Me había imaginado que si Luke y yo manteníamos este tipo de relación
durante algún tiempo, alguien eventualmente lo descubriría; pero nunca me
hubiera imaginado que sucedería menos de ocho horas después.
Una vez que conseguí ponerme mis típicos pantalones caqui y mi
camiseta polo del equipo que llevaba durante la temporada, me apresuré a ir
hacia la bañera y giré la perilla del agua. Había varias bolsas de hielo fresco
apiladas en el suelo, por lo que comencé a meterlas en la bañera, mientras ésta
se llenaba.
Después de que pasaran un par de minutos y me sintiera lo
suficientemente segura que me había calmado a mí misma y que sería capaz de
convencer a Reynolds de que no había hecho nada más que cumplir con mi rol
de preparadora deportiva anoche, me dirigí a la puerta. Luke y Reynolds
seguían hablando del partido cuando abrí la puerta.
—Hola, Doc. —La mirada de Reynolds se movió inmediatamente hacia
mí, cuando salí del baño—. Buenos días.
—Oh, genial. —Me crucé de brazos e intenté ignorar la mirada de Luke.
Incluso con solo mirarme, él podía afectarme—. ¿Ahora tú también me llamas
Doc?
Reynolds se encogió de hombros.
71 —Todos lo hacen.
—Buenísimo. Shepherd debería amar eso —murmuré, escaneando
casualmente el suelo para descubrir que, de alguna manera, Luke había logrado
esconder toda evidencia de nuestro maratón sexual de una noche, bajo la cama.
Excepto por…
Antes de que mi corazón saltara a mi garganta, Luke se movió hacia el
envoltorio y lo pisó discretamente para ocultarlo de la vista.
—Caramba. —Reynolds arrugó la frente cuando me echó una buena
mirada—. Te ves como si él te hubiera cabalgado duro y dejado empapada.
Disculpa la analogía.
Luke estaba detrás de Reynolds, por lo que podía reírse libremente en
silencio. Yo no tenía ese lujo.
—Perdonado —dije, moviéndome hacia mi bolsa para parecer
ocupada—. Y bien por ti que sabes lo que es una analogía.
—No te hizo pasar un mal rato, ¿verdad? Archer puede ser un verdadero
imbécil cuando se lo propone.
Mis dedos lucharon con el cierre mientras abría mi bolsa. Luke siguió
riéndose internamente desde el otro lado del cuarto.
—Me hizo pasar un mal rato.
—Maldita sea, Archer, ella me agrada. —Reynolds alzó un dedo hacia
Luke—. A todos nos agrada Doc. Si la cagas y ella se va, mis tacos te van a patear
el trasero.
—¿Hay alguna razón por la que estés aquí? ¿Además de para amenazar
con sodomizarme con tu número cuarenta y ocho?
Luke miró el reloj, con una expresión pensativa. Sabía lo que estaba
pensando, pero no, de ninguna manera había tiempo para una ronda más.
—Sí, quería comprobar que tal Doc. Asegurarme de que sobrevivió a la
noche contigo.
—Sobrevivió a la noche. Creo que incluso la ha disfrutado un poco. —Los
ojos de Luke brillaron, mientras se lamía los labios lentamente cuando
Reynolds no lo estaba mirando.
Ignorando los escalofríos que bajaban por mi espalda, le sonreí a
72 Reynolds.
—Quién no disfrutaría dándole a un chico como Archer seis baños de
hielo en una noche, ¿verdad?
Reynolds soltó una risa antes de inclinar su barbilla hacia mí, sacándole
el dedo a Archer, y dirigiéndose hacia la puerta.
—Oye, Reynolds —dijo Archer, mientras éste abría la puerta—, ¿te
importaría si te pidiera prestado… —Arqueó las cejas varias veces hacia mí y
mi corazón se congeló en mi pecho—… un par extra de calcetines?
—Seguro. No hay problema —respondió Reynolds—. Por un momento
me preocupaste. Pensé que ibas a pedirme prestado mi protector de
entrepierna o algo así.
—Oh no. El tuyo no me entraría. —Luke sacudió la cabeza, mirando su
entrepierna—. Tengo que pedir los míos a medida. No los hacen de mi tamaño.
Reynolds gruñó.
—Sí, bueno, eso es lo que pasa cuando usas calzoncillos demasiado
ajustados cuando estás creciendo. Atrofiaste su crecimiento.
Luke hizo una mueca.
—Vamos, Reynolds. Sabes que crecí junto a un reactor nuclear. No me
envidies. La envidia de pene es un problema real y tiene tratamiento. Hay
profesionales con los que puedes hablar sobre tus sentimientos de impotencia y
falta de tamaño.
Luke se ganó esta vez los dos dedos corazón. Reynolds dejó la habitación
con una retahíla de maldiciones y réplicas.
Mis hombros se hundieron cuando cerró la puerta.
—Eso estuvo cerca.
Levantando su pie, Luke se inclinó para recoger el envoltorio de condón,
antes de tirarlo en el cesto que estaba junto al escritorio.
—Sí, lo siento. Realmente creí que sería el desayuno.
—¿Crees que sospecha algo?
—¿Sobre el mal rato que te hice pasar anoche? —Su hoyuelo se hizo
visible cuando sonrió—. No. Reynolds está convencido de que el único juego en
73 el que me concentro es el deportivo.
Cuando volvieron a golpear la puerta, alcé un dedo cuando se dirigió
hacia la puerta.
—Pero si estás vestida. —Se encogió de hombros antes de que su rostro
cayera—. Hablando de eso, ¿qué haces vestida? Aún faltan horas antes de que
tengamos que bajar.
Puse los ojos en blanco.
—Solo comprueba la mirilla, por favor.
Luke se encogió de hombros, pero hizo lo que le pedí. Un segundo
después, juntó sus manos delante de su pecho.
—El desayuno.
Mi estómago gruñó por la promesa de comida.
Una vez que el empleado metió el carrito en la habitación y se volvió para
irse, Luke lo detuvo en la puerta. Incluso aunque estaba de espaldas a mí,
mientras buscaba en su billetera, no se me escapó la propina que Luke le dio al
camarero. De todas formas, aunque no lo hubiera notado, el rostro del hombre
lo habría delatado.
—Te das cuenta que el desayuno no costó ni un cuarto de eso, ¿verdad?
—¿Si me doy cuenta de qué? —Luke me dio una mirada inocente,
mientras volvía a guardar su billetera antes de acercar el carrito a la cama.
—¿Qué pasa con la mesa? —Asentí hacia la mesa con sillas que estaba
junto a la ventana—. No confío en ti desayunando, si estamos sentados en la
misma cama.
La boca de Luke se curvó.
—Desayunar en la cama es mi forma preferida de nutrición.
—¿Acaso eso es en lo único que piensas?
—¿Cuándo te tengo cerca? —Asintió—. Siempre.
—Entonces sin dudas desayunaremos en la mesa, lejos de la cama. No
puedo tenerte malnutrido además de lesionado.
Luke llevó el carrito hacia la mesa, haciendo una mueca.
—Por favor. Estuve toda la noche comiendo. Malnutrido no estoy.
Debería haber estado exhausta y agotada de tanto sexo, pero ante sus
74 palabras y mirada, esa parte de mi cuerpo a la que hacía referencia, comenzó a
palpitar de deseo.
En un intento de ignorarlo, comencé a colocar las bandejas del desayuno
sobre la mesa.
—Estaba demasiado preocupada anoche como para darme cuenta, pero
¿por qué Luke Archer está en una habitación estándar? ¿El mismo tipo de
habitación estándar en la que el equipo pone a trabajadores como yo? Pensé
que pondrían a su preciada posesión en una suite completa con una bolera y
una piscina de entrenamiento.
Luke sirvió dos tazas de café de la jarra de plata, removiendo la leche y el
azúcar en la taza que tenía delante.
—No necesito una gran habitación. No necesito una suite elegante con
boleras, piscinas o máquinas de pinball. O cualquier mierda que haya en ellas.
Solo necesito un lugar para dormir antes de salir al próximo partido. —Mezcló
un poco de azúcar en su taza, luego se sentó frente a mí.
—¿Entonces Luke Archer es de bajo presupuesto?
Su cabeza se sacudió.
—Luke Archer no tiene presupuesto. Quiero decir, sí, tal vez algún día si
todavía estoy haciendo esto cuando tenga una familia, entonces una bolera
sería divertido, pero por ahora, soy solo yo. No necesito mucho.
—Mi experiencia contigo anoche me lleva a otra conclusión.
—El sexo es diferente. Todos necesitan mucho. Necesito mucho más que
mucho. Pensé que estábamos hablando sobre las habitaciones de hotel.
Esforzándome por no sonreír, levanté la cubierta de metal de mi plato
para encontrar panqueques, huevos revueltos y tocino. La piel entre mis cejas
se frunció a medida que observaba el plato frente a mí.
—¿Pasa algo? —preguntó Luke, mientras quitaba la tapa de su plato.
Revisando para ver si él tenía lo mismo, descubrí que no, que tenía una
gran tortilla con una tostada.
—¿Quién ordenó esto?
—Yo lo hice. —Se encogió de hombros, su tono insinuando que debería
haber sido obvio.
S
er discreta era más difícil de lo que había supuesto. Luke estaba
lidiando mejor con ello que yo. Yo seguía encontrándome a mí
misma comprobando la duración de mis miradas o el grado de
mis sonrisas o el contexto de mi contacto cuando cambiaba sus vendas. Pensar
dos veces y controlarme había cambiado la forma de las cosas desde que
salimos del hotel de Florida.
Por todo el esfuerzo, estaba segura que habíamos hecho un trabajo
decente de aparentar no ser nada más que una preparadora y un jugador
79 trabajando juntos. Un par de cejas levantadas por parte de Reynolds que dejé
pasar como espasmos musculares, Reynolds era el tipo de persona que no
notaria una pareja ni siquiera si estaban haciéndolo a pocos metros de él, fue
toda la sospecha que noté hacia nosotros. Por supuesto, una vez que la portada
de Sports Anonymous saliera, veríamos más.
Estábamos en Nueva Orleans, y era día de partido. Después de
registrarnos en el hotel la noche anterior, Luke y yo habíamos ido a nuestras
respectivas habitaciones, aunque no porque él no tratase de cambiar eso. Pero
estaba demasiado preocupada que alguien me viera entrar en su habitación o a
él saliendo a escondidas de la mía. Sin la excusa del tratamiento de rondas de
tiempo, no habría razón aparte de la obvia para que una mujer estuviera en la
habitación de Luke Archer por la noche.
El equipo y el personal se habían ido al vestuario hacia una hora, y yo
había estado ocupada tocando, masajeando y haciendo que los jugadores
estirasen. No había visto a Luke desde que terminó su baño de hielo hacia un
tiempo, pero encontré mi mirada moviéndose por su casillero, con su uniforme
y sus botas, cada pocos minutos, preguntándome a dónde estaba.
—¡Eden! —La voz del entrenador Beckett hizo eco a través de todo el
vestuario—. ¡A mi oficina! —No esperó a que le dijera que sí, ni paró para
localizarme en la sala, simplemente volvió a entrar a la oficina del entrenador.
—Gracias, Doc —dijo Watson, uno de los lanzadores suplentes del
equipo, moviendo su brazo unas cuantas veces después de que hubiera
sucintamente terminado mi masaje.
—De nada. Solo asegúrate de hacer un calentamiento apropiado esta
noche antes de que saltes al montículo y empieces a lanzar bolas rápidas a
ciento sesenta kilómetros por hora, ¿vale? Así es como entrarás en la lista de
necesitar un hombro nuevo antes de tu trigésimo cumpleaños.
Watson lo aceptó con un gruñido, mientras me dirigía hacia la oficina del
entrenador. No tenía ni idea de porqué quería verme el entrenador, pero no era
raro que tuviéramos reuniones con él, si necesitaba ponerse al tanto sobre el
estado de un jugador. Sin embargo, esas estaban programadas, y nunca se
hacían pocas horas antes de un partido.
Cuando di un paso dentro de la oficina, encontré que no era la única a
H
abíamos perdido. Por una carrera.
Algunos de mis colegas, quienes habían estado en la
oficina del entrenador más temprano, no hicieron ningún
intento en disimular sus miradas acusatorias en mi dirección.
Sí, los Shock bien podrían haber ganado si Archer hubiera estado jugando, pero
también podrían haber perdido muchísimo más si él hubiera jugado y se
hubiera lesionado aún peor.
E
l sol no me venció a la mañana siguiente. De hecho, era raro
cuando eso pasaba, especialmente durante la temporada,
cuando no había suficientes horas en el día para cumplir con el
trabajo.
Cuando abrí la puerta de mi hotel para gorronear algo de desayuno,
encontré una sorpresa esperándome. Apoyándose en la pared directamente
frente a mi habitación, Luke estaba de pie con las manos metidas en sus
bolsillos, la expresión en su rostro hacía parecer que me había estado
95 esperando justo en ese momento.
—Buenos días.
En su boca se dibujó una sonrisa cuando me vio.
—¿También madrugador? —dije, tratando de ocultar mi sorpresa de que
Luke estuviera de pie fuera de mi puerta a las cinco de la mañana.
—Sí. El sueño y yo no nos llevamos realmente bien.
—¿Cuánto tiempo has estado aquí esperando? —Miré de arriba abajo por
el pasillo, solo para asegurarme de que nadie estaba mirando. La habitación de
Luke estaba en un piso diferente, y no tenía ninguna razón para estar
esperándome fuera de la puerta de mi habitación… excepto por la razón que
ambos estábamos intentando mantener en secreto.
—Solo diez, quince minutos, creo. —Luke levantó su muñeca para mirar
su reloj—. O media hora. No lo sé.
—¿Has estado esperando aquí tanto tiempo?
Inclinó su cabeza.
—No habría ninguna espera que fuera demasiado larga para ti.
Era muy temprano en la mañana para que mi corazón se disparara así,
pero intentar mantenerlo estable cuando Luke Archer me estaba mirando como
estaba haciéndolo ahora, era imposible.
—La próxima vez puedes tocar, ¿de acuerdo? Llevo un rato despierta.
—No quería tocar —dijo, sacudiendo la cabeza—. Si me invitabas a tu
habitación, no confiaba en que mi plan para esta mañana fuera de acuerdo al
plan.
—Eso implica que te hubiera invitado a mi habitación. —Mi ceja se
elevó—. ¿Y qué plan hay para esta mañana?
—Quiero llevarte a una cita.
—Una cita. —Por mi voz, uno podría pensar que era un concepto extraño
para mí—. Son las cinco en punto de la mañana.
—Es una cita para desayunar.
Archer movió su brazo a través del pasillo hacia los ascensores, pero me
quedé donde estaba.
97 —El resto del equipo se está quedando en este hotel, Luke. Alguien
podría vernos en nuestra “cita”. —Incluso mientras expresaba mi
preocupación, me puse a su lado, mientras se movía hacia los ascensores.
—Y lo que parecería es una preparadora deportiva y un jugador, que han
estado trabajando mucho juntos últimamente, desayunando juntos. Las únicas
personas que sabrán que estamos es una cita somos nosotros dos. —Pulsó el
botón de bajada y se giró para mirarme. Él llevaba puestos unos vaqueros que
le quedaban bien, una prenda térmica que se le pegaba en todos los lugares
correctos, y tenía puesta la gorra de su equipo. No estaba desnudo, no estaba
tocándome, pero mi corazón no parecía reconocer la diferencia.
—¿Y mantendrás tus manos, y otras partes, para ti mismo?
—Si tengo que hacerlo —respondió, cuando entramos en el ascensor.
Estaba vació y eso no era bueno. No cuando las puertas nos iban a
encerrar dentro de un lugar pequeño. Retrocedí hacia la esquina para poner
algo de espacio entre nosotros. Cuando Luke lo notó, una sonrisa comenzó a
aparecer. Entonces se movió a la esquina opuesta como si estuviera probando
algo.
—¿Por qué una cita? —pregunté, maldiciendo al ascensor ya que parecía
arrastrarse lentamente por los pisos—. Después de todo lo que ya hemos
hecho… —Tuve que aclararme la garganta cuando sentí que Luke me lo estaba
haciendo de nuevo con esa mirada—. No es como si tuvieras que cortejarme o
algo así. Es como que ya nos abrimos camino por los pasos normales del
progreso de una relación.
Una sonrisa tonta apareció en su rostro cuando dije abrirnos camino.
—¿Y qué pasa si quiero cortejarte?
—¿Y qué pasa si no soy el tipo de chica que quiere ser cortejada?
—No tienes que estar interesada en joyas o en citas para ir al cine para
ser cortejada. Eres especial. Quiero mostrarte eso. Quiero probarte eso.
Mi cuerpo comenzó a alejarse de la esquina.
—No soy el tipo de chica de joyas y citas para ver películas.
—Lo sé. —Asintió—. Eres el tipo de chica de panqueques de tamaño
tapacubos. El tipo que preferiría un árbol plantado, que una docena de rosas de
tallo largo. El tipo que preferiría ir a hacer boogie-boarding4 en Big Sur, en vez
98 de tener un día de spa. —Se alejó de su esquina moviéndose hacia mí—.
¿Necesitas que continúe?
Mordí mi labio, sacudiendo la cabeza.
—Además, quiero probarte que soy capaz de hacer más que la parte
física de una relación. Tan jodidamente perfectos como tú y yo somos en ese
departamento, quiero probarte que estoy disponible para las otras cosas. Que
estoy abierto a eso y soy capaz de ello.
Las puertas del ascensor no sé pudieron haber abierto en un mejor
momento. Se sentía como si el poco aire que quedara en el interior del pequeño
espacio hubiera sido succionado, y estaba a solo una palabra o mirada más para
arrojarme sobre él. La ráfaga de aire fresco se apoderó de mí, aclarando mi
cabeza mientras entraba al vestíbulo del primer piso.
Aparte de los empleados del hotel, no había nadie más alrededor, y el
restaurante al que me condujo estaba solo a unos pocos pasos de los
ascensores. En realidad, él le había dado más de un solo pensamiento a lo
4 Boogie boarding: también conocido como bodyboarding, forma de montar las olas que puede
practicarse como una actividad casual recreacional o un deporte serio.
llevarme a desayunar, se aseguró de que fuera tranquilo y de que no
tuviéramos que ir lejos, y algo acerca de ver que él se había esforzado tanto
sobre esto, me hizo sentir exactamente lo que me había prometido que iba a
probar: que yo era especial para él.
La anfitriona claramente reconoció a Archer cuando entramos al
restaurante, pero ella probablemente fue advertida de que los Shock estaban en
el edificio por la noche y se le aconsejó que no actuara como una fanática. Se
aclaró la garganta y desvió su mirada.
—¿Dos para desayunar?
El hombro de Luke chocó con el mío.
—Dos para desayunar. ¿Y estaría bien si tuviéramos una mesa que sea un
poco más privada?
La anfitriona dejó caer un par de menús, sus mejillas volviéndose cada
vez más rojas con cada palabra de él. La pobre no podía haber acabado hace
mucho la secundaria.
—Por supuesto, señor Archer —respondió antes de hacer una mueca—.
99 Quiero decir, por supuesto, señor. No tengo ni idea de cuál es su nombre.
En este punto, me estaba empezando a sentir incómoda por ella,
especialmente cuando los menús se deslizaron fuera de sus brazos otra vez
mientras nos llevaba a una de las mesas escondidas de la parte abierta del
comedor. Solo había un par de comensales en el restaurante y, gracias a Dios,
ninguno era de los Shock.
Una vez que nos habíamos deslizado en nuestra cabina, tuve que vigilar
el banco frente a mí cuando Luke empezó a deslizarse junto a mí, la anfitriona
nos entregó nuestros menús con manos temblorosas.
—Tomaré su orden cuando estén listos. —Su voz era tan temblorosa.
—Estamos listos ahora. —Luke puso el menú abajo y se inclinó sobre la
mesa un poco—. ¿Te importa si ordeno para ti? —susurró—. Porque algunas
chicas realmente odian eso, y tú pareces como una de las que podría no
gustarle.
Suspiré internamente. Estaba segura que esta chica deslumbrada era
inofensiva, pero la mayoría de la gente no. Si realmente quería mantenernos en
secreto, iba a tener que averiguar que no podía hacerme ese tipo de preguntas
con ese tipo de miradas cuando otros estaban alrededor.
—No me importa si ordenas por mí esta vez. Siempre y cuando ordenes
correctamente. —Puse mi menú hacia abajo y le indiqué que continuara.
La anfitriona no podía hacer contacto visual con Luke mientras él
ordenaba.
—Quisiéramos dos cafés con leche y azúcar. A ella le gustarían los
panqueques de tapacubos acompañados con huevos revueltos y tocino. —Luke
sacudió las cejas hacia mí como si estuviera esperando que yo lo felicitara o
algo debido a que mi orden estaba bien—. Y yo tomaré la tortilla suroeste con
patatas a lo pobre con cebolla y tostadas de trigo.
Tan pronto como terminó de escribir nuestras órdenes, se escapó,
olvidándose de recoger los menús.
—¿Criatura de hábito también? —le pregunté, dándome cuenta que
había pedido la misma cosa para desayunar hace dos mañanas.
—Cuando encuentras algo que amas y que funciona, ¿por qué cambiarlo?
—¿Ves? Tú lo entiendes. Todos los demás dicen que es aburrido, pero
saber lo que amas no es aburrido. Es un signo de madurez y de no tener miedo
100 a comprometerse. Todas esas personas que siempre están intentando cosas
nuevas son a las que no entiendo. Es como sostener un letrero que dice “No sé
lo que me gusta o lo que quiero porque no sé quién soy”. —Cuando finalmente
me detuve para buscar aire, me di cuenta que le había dado un sermón al
amanecer—. Lo siento.
Lo desestimó con un gesto, luciendo divertido.
—¿Discusión habitual?
—Algo así —murmuré, aliviada cuando nuestros cafés aparecieron.
Las manos de la anfitriona todavía estaban temblando, lo cual era
peligroso cuando sostenía dos tazas de café que se balanceaban sobre platillos,
así que tomé cada taza de ella y las coloqué en la mesa. Ella me lanzó una
mirada aliviada antes de poner la lata de azúcar y la cazuela de leche entre
nosotros y correr de nuevo a la cocina.
—Eres una persona considerada —dijo Archer, tomando el paquete de
azúcar que tendí para él.
—Simplemente no quería tener que preocuparme por el tratamiento de
las ampollas de calor en tu cuerpo, además de lo que ya tengo que tratar.
Archer se rio entre dientes mientras removía el azúcar en su café.
—Entonces, háblame de Allie Eden, la extraordinaria preparadora
deportiva. —Debe haber notado el destello de pánico que me golpeó el rostro—
. No la biografía exhaustiva, solamente el resumen. Por ahora, al menos.
Mezclando mi café, me quedé callada. ¿Cómo podía alguien resumir su
vida en unas pocas frases?
—No lo sé, crecí en un pequeño pueblo en Indiana, obtuve mi grado en el
estado de Michigan, y mi licenciatura en la UCLA. Eso es todo.
Luke inclinó la cabeza, su rostro mostrando una ligera diversión.
—¿Tu familia?
—Oh. —Tragué, tomando un trago de café—. Mi padre y madre aún
viven en Indiana. Se divorciaron cuando yo era pequeña, así que me estuve
moviendo de casa en casa. Voy a casa de vez en cuando, tal vez en acción de
gracias o Navidad para hacer una visita.
—¿Alguna vez vienen a visitarte a tu casa? —preguntó.
103 Lo sé. ¿Qué tal si todas ustedes vuelan para mi partido del próximo fin de
semana en San Diego? Iremos a la playa, compraremos todo el helado que
podamos comer y os llevaré de compras.
Ya no había silencio en el otro extremo. Había chillidos. Que sonaban
como procedentes de múltiples voces. Luke tuvo que retirarse el teléfono de su
oído.
—Haz que Anne sepa sobre el plan, y resolveré los detalles con ella. —
Hizo una pausa hasta que los gritos bajaron algunas notas—. Y no lo olvides,
pequeña, no vale la pena que abandones tus sueños por un hombre, ninguno lo
merece. Si no aprendes nada más de mí, recuerda eso. No dejes que nadie te
quite tus sueños. —Sus ojos se encontraron con los míos, había algo
intencionado en ellos—. ¿Qué estoy haciendo? Estoy en una cita. —Luke se
encogió de hombros—. Sí, a las cinco en punto de la mañana. ¿Hay alguna regla
de citas de la que no tenga conocimiento?
Lo que sea que su hermana le dijera, le hizo poner sus ojos en blanco.
—No, no con alguien que conozcas.
Pausa.
—Sí, con alguien que me gusta. Alguien que está sentado al otro lado de
la mesa frente a mí, escuchando cada palabra de esta llamada telefónica.
Otra pausa.
—Porque llamaste. ¿Cuándo no he respondido cuando una de ustedes ha
llamado? —Sonaba como si estuviese escuchando por un minuto, luego
suspiró—. Sí, prometo tratar de no estropear esto…
Él debe haber sido interrumpido.
—Alexis… —Su mandíbula se tensó—. Gracias por el consejo de
hermana. Ahora si no tienes otros chicos que necesiten una paliza…
No me perdí lo que ella dijo: No en este momento. Te quiero.
—También te quiero. Diles a tus hermanas que las quiero y las veré
después de la escuela. —Terminando la llamada, puso el teléfono en silencio
antes de guardárselo en el bolsillo—. Lo siento por eso. Una gran manera de
comenzar una primera cita, ¿verdad?
—No me importó ni un poco. ¿Problemas de chicos?
107
Traducido por Luisa.20
Corregido por Nanis
L
os Shock estaban de vuelta en San Diego y todo el mundo estaba
emocionado de estar jugando frente a un grupo local de
fanáticos. Todos habíamos llegado tarde la noche anterior y
Archer había regresado a su apartamento para reunirse con sus hermanas,
quienes habían llegado a la ciudad más temprano y estaban esperándole,
mientras yo fui a casa, a mi apartamento vacío. Las visitas familiares me
recordaban por qué amaba estar en carretera demasiado, me hacía olvidar lo
sola que estaba.
108 No era posible para mí ir a su casa con sus hermanas allí. No habría sido
posible incluso si ellas no estuvieran. Mientras él estuviera en territorio de los
Shock, las cámaras lo seguían a todas partes excepto el baño público, y no
pasaría mucho tiempo para que las personas imaginaran que la pequeña rubia
con la que él estaba, era la misma que estaba en su primer año como
preparadora deportiva del equipo donde él jugaba. Estaríamos más seguros en
otras ciudades, no es que esa seguridad fuera una manera correcta de decirlo.
Después de pasar una noche intermitente como un ciclón humano en mi
cama, decidí dirigirme al estadio de los Shock un par de horas más temprano
por falta de algo más en que ocupar mi tiempo.
Abriendo la puerta de mi apartamento, encontré una caja en el pórtico,
envuelta con los colores azul rey y blanco de los Shock, junto a una tarjeta con
mi nombre, bajo el arco. Arrodillándome, abrí la tarjeta. No pude dormir la
noche pasada. Quizá dormiré mejor hoy sabiendo que llevas puesto esto.
Estaba firmada por “Archer”, en letras grandes y en negrita, lo cual
parecía una manera extraña de firmar el nombre de una persona. Revisando
para asegurarme de que no iba a alzar fuera de la caja una pieza de lencería,
enfrente de algún vecino, tiré para liberar la cinta y abrí la caja.
Las mismas y grandes letras en negrita me miraban desde dentro de la
caja, sobre el número once, cosido en un jersey de los Shock. Lencería al estilo
Archer.
Sacándolo, desplegué el jersey frente a mí. Quería ponérmelo ahora.
Quería llevarlo para el partido de hoy, como miles de otros fans que estarían
llevando el número once de Archer en sus espaldas.
Quería lo que no podía tener.
Dejando salir un suspiro, doblé el jersey dentro de la caja y luego la llevé
a mi apartamento antes de cerrar la puerta y dirigirme al estadio. Por ahora,
tendría que dejar a Luke Archer a los fans.
Fui la primera en llegar al vestuario, no es que fuera la primera vez. Sabía
quién sería el segundo en llegar. Luke siempre aparecía antes que el resto de
los jugadores. Él tenía un ritual y una rutina antes de un partido, aunque la
rutina de hoy incluiría otro baño de hielo.
Al momento que sus ojos aterrizaron sobre mí cuando salí de la sala
donde guardábamos los cubitos de hielo, su rostro cayó.
109 —Encantada de verte también —saludé, tratando de ignorar la manera
en que mi estómago estaba lleno de nudos al verlo.
—No llevas puesto mi jersey.
—¿Realmente pensaste que lo haría? ¿O que podría?
—Supongo que no. —Sus hombros se hundieron. Estaba haciendo
pucheros. Luke Archer hacía pucheros.
—Si te hace sentir mejor, me aseguraré de llevarlo puesto en la cama esta
noche.
Sus ojos se oscurecieron.
—¿Sabes qué me haría sentir incluso mejor? —No esperó por mi
respuesta—. Si es todo lo que llevas puesto en la cama esta noche.
Tuve que recordarme a mí misma dónde estaba y quién podría llegar
pronto, la brigada entera de jugadores de los Shock y el personal.
—Hecho —dije, haciendo una señal hacia donde el baño estaba listo para
él—. El baño está listo cuando lo estés. Quince minutos allí y luego te daremos
un tratamiento de calor.
Cuando él dejó caer su bolsa de deportes a los pies de su casillero,
quitándose la gorra antes de sacarse su camiseta, retrocedí unos pocos pasos.
El espacio pareció una buena cosa ahora.
—¿Cómo está tu pierna? —pregunté, desviando mi mirada cuando sus
dedos bajaron a su pantalón.
—Fantástico, gracias por tus cuidados amorosos y tiernos. —Sus
palabras estaban goteando insinuación.
—¿Ningún dolor? —Elevé una ceja, dudosamente. El tipo de tirón que él
había sufrido no desaparecía tan rápido como había sucedido.
—Nada.
—¿Te sientes cómodo al poner tu peso sobre ésta?
—Estoy cómodo poniendo mi peso sobre ella, soportando el peso de
alguien más… —Se aseguró de que estuviera mirando antes de dejar caer sus
pantalones. Y mierda. Estaba totalmente comando. A plena erección. Más
espacio entre nosotros parecía incluso una mejor idea.
110 —¿Cómo están tus hermanas? —Le di una sonrisa inocente y esperé.
Su rostro cayó. Otras partes de su anatomía, no demasiado.
—Eres cruel.
—Y tú tienes una cita con un baño de hielo. Déjame saber cuándo estés
fuera. —Arrancando el portapapeles del exterior de la oficina del entrenador,
simulé estar enfocada en la alineación del día mientras me dirigía a la sala de
suministros.
—Oye, ¿Doc? —Hice una pausa—. ¿Vas a dejarme jugar hoy?
Mis dientes mordieron mi labio por un momento antes de volverme hacia
él. Esta era la razón por lo que había estado preocupada por nosotros. O una de
las cosas por las que me había preocupado. Que dejara que mis sentimientos
por él obstaculizaran mi trabajo. Como Allie, la mujer que estaba en una
relación con él, sabía que él quería jugar y tenía las agallas y la resistencia para
hacerlo. Era un partido en casa después de un largo tramo en la carretera, y sus
hermanas estarían en las gradas, esperando animar a su hermano mayor. Allie
quería que jugara. Allie sabía que podía jugar.
La preparadora deportiva sabía que jugar hoy sería perjudicial. El tipo de
desgarro en el tendón que tenía, generalmente requería más descanso, y el
riesgo de que se lo volviera a dañar y lo pusiera en una situación aún peor era
una posibilidad muy real. La preparadora deportiva se sentía en conflicto. Parte
de ella sentía que no jugar otro partido mitigaría el riesgo, y otra parte sabía
que Luke Archer era capaz de más que cualquier otro jugador.
Estaba en una posición difícil, sabía que estaría enfadado, al igual que el
resto del equipo, si le aconsejaba que se quedara fuera en este también. Estaba
en una situación difícil si le daba la tarjeta verde para jugar y él realmente
arruinaba su pierna.
—Antes de que digas nada, solo quiero que sepas que he estado
pensando sobre lo que me dijiste unos pocos días atrás en la ducha.
—Nosotros no dijimos mucho por lo que recuerdo. —Presioné el
portapapeles contra mi pecho, tratando de ignorar el hecho de que el hombre
que sabía cómo hacer cosas maravillosas en mi cuerpo con el suyo, estaba
desnudo y listo a cuatro metros de mí.
—No, pero lo que dijiste dejó una impresión.
—Es bueno saber que estabas escuchando.
111 Archer dobló su pantalón y lo metió a su casillero.
—Quiero que sepas que respeto que tienes un trabajo que hacer y que no
puedes dejar que nuestra relación se meta en medio. —Movió su dedo entre
nosotros—. Es tu decisión, Doc. No te voy a presionar de ninguna manera, y no
voy a molestarme si le dices al entrenador que me deje en el banquillo. —Él
dejó que sus palabras colgaran entre nosotros por un momento, antes de tomar
una toalla y dirigirse a la bañera—. He dicho lo que tenía que decir. Estaré
convirtiendo mis huevos5 en cubitos de hielo por si me necesitas.
—Gran bebé —murmuré tras él.
Su risa resonó desde la sala privada.
Después de eso, los jugadores y el equipo lentamente llegaron al
vestuario, el alboroto resonando en el aire por la emoción de un partido en
casa. Archer se ocupaba de cronometrarse en el baño y de la compresa de calor
que siguió, dejándome tiempo para atender a algunos de los otros jugadores.
—¡Eden! —La voz profunda del entrenador retumbó a través de
vestuario.
L
os Shock habían dominado toda la noche. Recogiendo, bateando,
corriendo, anotando, habían dominado el partido contra los
Seattle Sharks, demostrando por qué eran los favoritos para
ganar las Series este año.
Después de la derrota ante New Orleans, el equipo necesitaba esta
victoria. La energía en la caseta había sido abrumadora, en gran parte debido a
que el número once estaba eufórico porque había vuelto a jugar el deporte que
amaba.
114
Cuando el entrenador le había dicho a Archer que estaba listo para esta
noche, había dado vueltas alrededor del vestuario, chocando los cinco con todos
los miembros del equipo y el personal. Él me dejo para el final, arreglándoselas
para darme un pequeño apretón a mi mano al pasar.
Estábamos en la parte alta de la novena entrada con solo un out para
ganar el juego, ya que estábamos arriba ocho carreras, y estaba pensando en
finalmente relajarme. Toda la noche había estado observando todos los
movimientos de Archer, buscando signos de que él forzara su pierna derecha,
pero toda la preocupación y la vigilancia habían sido en vano.
Archer se estaba moviendo bien, cortando las bases a su velocidad
habitual, lanzando pelotas sin signos de dolor o lesión. Tomé la decisión
correcta. Él me había dicho que estaba listo, yo había evaluado que lo estaba y
había tomado una buena decisión.
Sabía que no todos los aspectos de mi trabajo tenían garantías y certezas,
pero no podía quitarme la presión.
El bateador de los Sharks acababa de obtener su segundo golpe, y los
muchachos en la caseta estaban aguantando la respiración, listos para celebrar.
El próximo lanzamiento que lanzó Watson, el bateador lo conectó, enviando
una línea justo de frente desde la primera a la segunda.
Desde la caseta, parecía que el defensor derecho tendría que alinearlo,
pero Archer se desdibujó y dio un giro brusco para llegar a él antes de saltar al
aire. La pelota se golpeó en su guante justo antes de que cayera al suelo, una
oleada de polvo estallando a su alrededor.
El juego había terminado, los Shock habían ganado.
No estaba seguro de quién se volvió más salvaje: La multitud o el equipo.
Los jugadores que quedaban en la caseta se precipitaron hacia el campo,
mientras que los Sharks cabizbajos caminaban fuera de él. El cuerpo técnico se
estaba dando palmaditas en la espalda mientras el personal médico dejábamos
salir nuestros suspiros de alivio porque el partido había terminado y todos los
jugadores que entraban al campo eran capaces de salir de él.
Fue entonces cuando mi mirada se desvió hacia la primera base, donde
Archer estaba siendo enderezado por una manada de sus compañeros
jugadores, gritando su “Infiernos, sí” y palmeándolo en el hombro. Nadie más
115 pareció darse cuenta, pero yo lo hice. El sutil destello de dolor le atravesó el
rostro cuando comenzó a caminar fuera del campo con sus compañeros de
equipo. La tensión de su mandíbula cuando él ponía su peso sobre su pierna
derecha con cada paso.
Mierda. Pasando mi bolso sobre mi cuerpo, salí precipitadamente de la
caseta y salí al campo. Los jugadores me pasaron con la celebración en sus
rostros, golpeando suavemente mis hombros cuando los pasaba. Nadie parecía
darse cuenta que uno de sus jugadores estaba sufriendo.
Cuando Archer me vio acercándome a él, sus ojos se lanzaron hacia la
caseta, donde estaba el entrenador. No me perdí el alivio que inundó su rostro
con lo que vio.
Apretándome entre él y Watson, mis ojos se clavaron en los suyos.
—Estoy bien —dijo en voz baja.
—Mentiroso —le susurré, moviéndome para poner mi hombro debajo de
su brazo para ayudarlo a salir del campo.
—No, no lo hagas. —Él sacudió casi indiscretamente su cabeza—. El
entrenador… no quiero que él lo sepa.
—¿Temeroso de que te vaya a gritar? —El ruido era tan fuerte en el
estadio, que tuve que poner mi boca justo en su oído para que me escuchara.
La mandíbula de Archer se tensó un poco más.
—No me importa si me grita, estoy acostumbrado. Aunque no me gusta
la idea de él gritándote a ti.
Solté un bufido, haciendo coincidir cada uno de sus pasos fuera del
campo con uno de los míos.
—Puedo soportarlo.
—Yo no puedo.
Si él pensaba que el entrenador tendría algo por qué gritarme, eso
significaba que se había lastimado la pierna. De nuevo. Por lo que sabía, se
había vuelto a lesionar del todo.
—No —dijo él, en voz baja cuando me moví para soportar algo de su peso
de nuevo.
—Maldición, Luke, este es mi trabajo.
116 —Exactamente, y quiero asegurarme de que todavía tengas uno mañana.
—Inclinó su barbilla lo suficiente mientras nos movimos hacia el entrenador. Él
nos estaba mirando ahora.
—¿Qué tan malo es?
—No está mal. —Cuando comencé a exhalar, él agregó—: En serio.
—¿Es por eso que puedo ver gotas de sudor en tu frente?
La más leve de las sonrisas se deslizó en su lugar.
—Acabo de terminar jugando nueve entradas. El sudor generalmente
viene con el partido.
—¿Son esas nueve entradas la misma razón por la que pareces estar listo
para destrozar algunos molares por la forma en que estás apretando tu
mandíbula?
El entrenador todavía nos estaba mirando, frunció el ceño lo suficiente
como para delatar que sospechaba que algo estaba pasando. Dándose cuenta de
lo mismo, los pasos de Luke se volvieron más fuertes, su andar menos desigual.
—¿Cómo de malo? ¿La verdad? —pregunté.
—No está mal. Solo un poco caliente.
Supuse que estaba mintiendo o al menos retándole importancia. Supuse
que, si él hubiera sido cualquier otra persona, se habría enroscado en una bola
en el suelo, llorando por un analgésico que noquearía a un pura sangre.
Fue entonces cuando su mirada vagó hacia las gradas, centradas en una
de las primeras filas, donde tres chicas agitaban los brazos como si trataran de
tomar un taxi en Nueva York durante la hora punta. Si él no me hubiera dicho
que tenía tres hermanas pequeñas, lo habría averiguado con solo mirarlas. Eran
todas las versiones en mini-chicas de Luke: Cabello castaño claro, grandes ojos
expresivos y las mismas sonrisas.
—¿Club de fans? —le pregunté cuando devolvió el movimiento de
agitación del brazo.
—El sentimiento es mutuo.
Sus hermanas se acercaban a la valla y lo saludaban con la mano,
totalmente engalanadas con su equipo de los Shock, desde los dedos de espuma
hasta los cordones de los zapatos.
—¿Por qué no vas y dices hola y yo preparo tu baño de hielo?
117 Luke gimió, pero no fue muy convincente con la sonrisa en su rostro.
—¿Quieres venir a conocerlas?
Mis pies dejaron de moverse. Se detuvo cuando se dio cuenta que me
había detenido en el borde del campo. Como todavía no sabía cómo definir lo
que éramos, las presentaciones familiares habían estado fuera de mi
pensamiento. Introducir a una persona a la familia de uno significaba que las
cosas eran lo suficientemente serias como para llevar a esa persona a su círculo
interno. ¿Era así como se sentía Luke con respecto a nosotros? ¿O solo estaba
siendo educado?
¿Cómo me sentía yo sobre nosotros?
—Creo que quieren ver a su hermano en este momento —le dije—. No a
una de las preparadoras deportivas del equipo.
Luke levantó el hombro.
—Definitivamente estarían interesadas en conocer a la mujer que estoy
viendo.
—¿Estás seguro que estás listo para esto?
Sus ojos se encontraron con los míos.
—A veces la única forma de saber si estás listo es dando el salto.
118
Traducido por Lyla
Corregido por Nanis
—S
iento si te puse en aprietos de esa manera —dijo Luke
desde el asiento de la segunda fila de su SUV mientras
yo estaba sentada en el asiento del conductor,
sintiendo como si estuviera conduciendo un tanque por la interestatal.
—No me pusiste en aprietos. Me estaban llegando muchas cosas en ese
momento en particular.
—Como yo sugiriéndote presentarte a mis hermanas.
119 Me relajé de alivio cuando señaló la próxima señal de salida. Además de
sentirme como en un autobús en comparación con mi pequeño sedán, el SUV de
Luke no era de conducción fácil. Mi cuerpo probablemente todavía estaría
vibrando mañana por la mañana.
—Me doy cuenta que tomé una mala decisión dejándote jugar esta noche.
—No fue una mala decisión.
Mientras lo decía, lo escuché acomodar la bolsa de hielo que le había
obligado a mantener en su pierna. También insistí en que la mantuviera
elevada durante las siguientes veinticuatro horas, y esa era la razón por la que
estaba en mi condición actual: Sacando rápidamente un tanque fuera de la
interestatal, mientras Luke Archer estaba sentado detrás de mí con el músculo
de su ingle nuevamente lesionado.
—¿Es por eso que no quisiste decirle nada al entrenador sobre eso? —
pregunté.
Nuestros ojos se encontraron a través el espejo retrovisor.
—No quería decirle nada porque no había nada de lo que informar.
—Y esa es la razón por la que tienes una bolsa de hielo en la entrepierna
y estás recostado en el asiento trasero, ¿verdad?
Se inclinó hacia adelante, apoyando sus manos entre los asientos del
pasajero y del conductor. Olía a agua fresca de la ducha, su cabello todavía
húmedo se enroscaba alrededor del borde de su gorra de béisbol.
Distraerse por el modo en que Luke olía no era una gran idea si le daba
prioridad a llevarlo a un destino seguro y de una sola pieza.
—No, tú eres la razón por la que tengo una bolsa de agua helada en la
entrepierna. —Sus dedos se curvaron en mi reposacabezas acariciando mi
mejilla—. Preferiría tener algo más entre ellas en este momento.
—¿Como un tornillo?
Archer se rio entre dientes, señalándome el camino correcto cuando
llegamos al final de la rampa de salida.
—Oye, ¿Allie?
—¿Mm-hmm?
120 —Gracias.
—¿Por qué?
—Por dejarme jugar. Por arriesgarte por mí. Por ser tú. —Su mano se
dejó caer sobre mi hombro y le dio un apretón.
—¿Eso es todo?
—No, no todo, pero resume una buena parte de mi agradecimiento. —
Señaló hacia abajo por la siguiente carretera, y persuadí al tanque a girar.
—En ese caso, de nada. —Traté de no distraerme con él en el espejo
retrovisor. O la forma en que podía sentirlo inclinándose hacia mí. O la forma en
que su mano todavía seguía rozando mi hombro—. ¿Puedo hacerte una
pregunta extraña?
—Estaría decepcionado si me preguntaras una que no fuera rara.
Levanté mi ceja hacia él por el espejo retrovisor.
—El asunto del condón. —Tragué saliva—. Recordando la última vez…
¿Cuál es el asunto? Nunca conocí a un hombre tan preocupado por el control de
la natalidad.
Luke no se veía ni un poco incómodo con el tema cuando revisé el espejo.
—¿No confías en mí, lo que dije sobre estar cubierta? ¿Realmente te
gusta el látex? ¿Tienes miedo de tener un hijo? —Mis ojos se quedaron en el
camino después de eso. Me sentía incómoda al mencionar esto, pero había
estado en mi mente desde esa primera noche. Apreciaba que fuera tan
responsable, pero había una diferencia entre concienzudo y paranoico.
—No, nada de eso. Confío en ti, no estaría contigo si no fuera así. No
siento ningún fetiche por el látex, y no tengo miedo de tener un hijo. —Luke
guardó silencio durante un minuto, así que revisé el espejo: Miraba por la
ventanilla con la expresión pensativa—. Tengo miedo de embarazar a una
mujer que no está segura de quererme en su vida.
Mis cejas se juntaron.
—Pero esa no soy yo. Esa no sería yo si eso sucediera.
Luke señaló un edificio alto adelante, así que me desplacé al carril
derecho.
—Pero hasta que lo supiera, tenía que tener cuidado. Puedes pensar que
conoces a una persona, pero necesitas saber que conoces a una persona.
121 Cuando lo miré en el espejo, esta vez miró hacia otro lado. Fuera lo que
fuera lo que estaba jugando en sus ojos, no quería que yo lo viera.
—¿Por qué? —pregunté.
Su mandíbula se elevó cuando paré frente a su edificio de apartamentos.
—En otra ocasión —dijo por fin, moviéndose en el asiento trasero—. Te
invitaría a subir, pero…
—¿Tienes tres hermanas menores en tu casa? —Puse el tanque en punto
muerto, me retorcí en mi asiento. Su expresión se estaba despejando del tema
que acabábamos de mencionar, pero era obvio que había una historia allí. Tal
vez algún día se sentiría lo suficientemente cómodo como para contármela.
Quizás nunca lo haría. Después de la forma en que Ben me trató, sabía lo que
era tener cicatrices que querías mantener ocultas.
—En realidad… pensé que dirías que no —dijo, haciendo un gesto hacia
las puertas de su edificio.
—Oh.
—¿Estoy equivocado? —Apoyando los codos contra los reposacabezas de
los asientos delanteros, se inclinó hacia adelante.
—No, tienes razón —dije, tratando de ignorar que su rostro no estaba ni
a un centímetro de distancia del mío—. Estoy segura que tus hermanas te
quieren para ellas solas en este momento.
Me dio un minuto para cambiar de opinión, claramente tratando de
cambiarla por la forma en que me estaba mirando, y luego se encogió de
hombros.
—Bueno. Gracias por el aventón.
Mientras se arrastraba por el asiento trasero para abrir la puerta, algo
me golpeó.
—Me acabo de dar cuenta de algo —dije, parpadeando—. No tengo idea
de cómo voy a regresar a mi automóvil para llegar a casa.
La sonrisa de Archer me dijo que esto había pasado por su mente hace un
tiempo.
—Acabas de darte cuenta de eso, ¿eh? Me preguntaba cuánto te tomaría
averiguarlo. Debes haber estado distraída por algo. —Agitando sus cejas,
agregó—: O alguien.
122 —El hombre tendido en el asiento trasero no debería sentirse halagado
en este momento.
Se rio entre dientes como si mi estado de transporte ausente fuera una
diversión como mucho.
—Llévate mi auto a casa —dijo, señalando el volante—. Podemos ir a
buscar tu auto mañana.
—No quiero conducir este tanque otra longitud de acera.
Su boca se abrió.
—¿Estás insultando a mis ruedas?
—Sí, creo que lo hago. —Incluso en punto muerto, la cosa estaba
retumbando como si estuviéramos circulando por algún camino forestal—.
Además, ¿por qué manejas algo que probablemente salió de la línea de
producción cuando estábamos en la escuela secundaria?
—Porque tenemos mucha historia. —Dio unas palmaditas cariñosas en el
asiento del pasajero—. Llevé a este bebé a la universidad en mi primer año. Me
ha llevado a través de muchos buenos momentos. No solo lo abandonas porque
la gente espera que manejes un Range Rover con llantas de veinte pulgadas. —
Hizo una mueca como si prefiriera que lo atraparan conduciendo un auto de
Barbie color rosa intenso—. Además, en esto, voy de incógnito. Como acabas de
demostrar, nadie espera que yo conduzca un Tahoe del 2003.
Tal vez no debería haberme sorprendido de que un tipo que hacía dinero
manejara un auto con un valor de cambio de probablemente cinco mil dólares,
pero aun así me eso hizo sacudir la cabeza.
—Punto hecho.
—Entonces, ¿te veré mañana por la mañana? ¿Alrededor de las ocho? —
Su mano cayó sobre la manija de la puerta trasera.
—¿Para dejar tu auto?
Sus hombros se levantaron.
—Y para ir de compras. ¿Recuerdas? Las chicas y yo. En el centro
comercial todo el día.
Exhalé.
—No lo sé, Luke.
123 —Vamos, será divertido. Además, si esperas que cumpla mi promesa de
mantener mi pierna elevada todo el día, eso significa que estaré en una silla de
ruedas, lo que significa que comprar será espacialmente desafiante.
Le hice una mueca.
—¿Espacialmente desafiante?
—¿Alguna vez has estado en esas tiendas de chicas adolescentes? —
Esperó como si esperara que le diera una respuesta. No pensaba que mi
abundancia de polos de equipo y pantalones kakis requiriera una respuesta a
eso—. Apenas puedo encajar como bípedo. Definitivamente no podré hacerlo
como un cuatriciclo con un apéndice colgando.
—Hablando de apéndices…
Su sonrisa se torció cuando sus ojos se posaron en su entrepierna.
—Pensé que nunca preguntarías.
—¿Cómo está tu pierna? —dije después de suspirar. Luke tenía una
mente de una sola pista que siempre se dirigía en la misma dirección: entre mis
piernas.
—Mejor que mi pene en este momento —murmuró, pareciendo tan
abatido que tuve que morderme la mejilla para no reírme.
Cuando comenzó a empujar la puerta para abrirla, deslizándose por el
asiento para irse, tomé una decisión espontánea. Una de la que esperaba no
arrepentirme.
—¿Luke? —Cuando miró por encima del hombro, le dije—: Te veré
mañana.
Todos los signos de abatimiento desaparecieron al instante.
—¿De verdad?
En lugar de pensar demasiado, escuché lo que mi corazón me estaba
diciendo.
—De verdad.
124
Traducido por Ale Grigori y Gigi D
Corregido por Nanis
P
or los sonidos que podía oír desde el otro lado de la puerta,
sonaba como si una multitud de hermanas de fraternidad se
hubiera apoderado del apartamento de Luke. Alguna canción
sobrevalorada de una banda con poco talento sonaba a todo volumen, un par de
voces femeninas se unieron al coro. El sonido de un secador de cabello se podía
distinguir en el fondo, y escuché a alguien cerca de los niveles de pánico
chillando por el hecho de que le faltaba su tubo de rímel.
Incluso olía como una casa de fraternidad de hermanas, o caminando
125 más allá de la puerta de un Bath and Body Works 6 y siendo embestida por la
variedad de aromas explotando.
Pensar en Luke adentro con tres adolescentes que sonaban y olían como
si estuvieran abrazando por completo su estado de adolescencia me hacía
sonreír. Él era como todo un chico dentro y fuera del campo, así que estar con él
y sus hermanas hoy debería ser una experiencia reveladora.
Esa era parte de la razón por la que había estado de acuerdo: Quería
verlo en un elemento diferente. Quería ver cómo era y quién era con su familia.
¿El hombre que yo conocía era el mismo con quienes más amaba? Si no, ¿quién
era el verdadero Luke Archer, el que yo conocía o al que estaba a punto de
echarle un vistazo?
La otra razón por la que había aceptado era porque sabía que lo
extrañaría. Era demasiado pronto en una relación para estar extrañando a
alguien, pero eso no cambiaba el hecho de que quería estar cerca de él en
nuestros días libres. No era solo la intimidad lo que quería, era su presencia. La
6 Bath & Body Works: marca líder de Estados Unidos en productos de cuidado personal, cremas,
aromas corporales, lociones, productos de baño, anti-bacteriales, velas aromáticas y productos para el
hogar.
energía que emanaba, sus sonrisas relajadas y la forma en que una mirada de él
podía hacerme sentir cosas en cada parte de mi cuerpo.
Arreglándomelas para maniobrar el tanque hacia el garaje esta mañana,
después de esforzarme en volver a mi casa anoche, me dirigí a su apartamento.
Un portero para tocar el timbre a los residentes o visitantes era tan sofisticado
como el edificio. Nunca nadie lo miraría y pensaría que uno de los mejores
jugadores del béisbol vivía aquí. Aunque me encantaba que lo hiciera. Me
encantaba que condujera un vehículo de hace una década y viviera en el tipo de
lugar que atraía a la clase media de la ciudad. Me encantaba eso de Luke, jugar
era sobre el deporte, no el dinero y la fama que venía con eso.
Cuando la canción cambió a una que me provocó escalofríos, escuché el
gemido de protesta de Luke desde el otro lado de la puerta. Era bueno saber
que ninguno de nosotros obligaría al otro a escuchar esta atrocidad.
Me había quedado quieta el tiempo suficiente, así que llamé a la puerta.
Luke había mencionado que se irían alrededor de las nueve, y solo faltaban
unos minutos. Además, tenía que ubicarlo en su modo de transporte durante el
día.
126 Cuando la puerta se abrió, la primera cosa a la que la chica desvió su
mirada fue la silla de ruedas que tenía delante de mí. Luego espetó:
—Por favor, dime que es para Luke. —Saludó, haciéndose a un lado y
diciéndome hola con la mano.
—Es para Luke.
—Y todo está bien en el universo otra vez. —Ella era la versión femenina
de Luke: Ojos impresionantes, cabello largo de color caramelo y una sonrisa
relajada. Tenía un pequeño collar de oro con su nombre colgando de él. Para
una chica a la que le acababan de romper el corazón, parecía que ya estaba
curada. Ojala ser joven de nuevo.
—¿Dónde está el cojo?
—Probablemente escondido en su armario con una almohada alrededor
de su cabeza. —Cerró la puerta detrás de mí y entró a la sala.
También parecía una casa de fraternidad. Las botellas de esmalte de uñas
estaban esparcidas sobre los extremos de la mesa, las almohadas estaban
esparcidas como si una pelea de almohadas acabara de suceder, y las prendas
de vestir colgaban y se dispersaban por todas las superficies inmóviles, incluido
el televisor.
—¡Cameron! —gritó ella por el pasillo—. ¡Baja la música! ¡La
preparadora de Luke está aquí! —Esperó hasta que el volumen bajara—. Lo
siento, soy Alex, y debes ser Allie. —Sus ojos se posaron en la silla de ruedas.
Luke y yo habíamos acordado a través de un texto rápido esta mañana
mantener nuestra relación oculta de las chicas. Para ellas, yo era una
preparadora de su equipo y nada más. Eso era todo. No porque estuviera
preocupada de que ellas lo vociferaran para que todos se enteraran, sino
porque incluir a una persona en su círculo familiar era un gran problema. No
quería que Luke me presentara a sus hermanas como la mujer que estaba
viendo hasta que entendiera lo que estaba sucediendo entre nosotros. Hasta
que pudiera calificar lo que era y determinar si había una fecha de vencimiento
en unas cuantas semanas.
—Encantada de conocerte, Alex. ¿Todo listo para ir de compras?
Levantó un pie, el cual ya tenía con las zapatillas deportivas atadas.
132
Traducido por Smile.8 y Ashtoash
Corregido por Nanis
139 —No se lo digas. —Se llevó el dedo a los labios—. Le gusta pensar que
nosotras tres no tenemos nada más de qué preocuparnos que de qué color
queremos pintar las uñas de nuestros pies y entregar nuestra tarea a tiempo.
—Ni una palabra —prometí.
Mientras se dirigía a los vestidores, esperó a que me acercara.
—¿Así que ustedes se están viendo?
Supuse que mi inhalación larga era toda la respuesta que necesitaba.
—¿Puedo hablar en términos hipotéticos? —preguntó.
—Si yo puedo responder hipotéticamente.
—Lo justo es justo. —Me dio un codazo suave en el brazo—. Si estuvieras
viéndolo, te diría que estás saliendo con el mejor chico en el mundo entero.
—¿Sí? ¿Por qué dirías eso?
No que estuviera discutiendo, pero tenía curiosidad por saber por qué
una adolescente pensaba que su hermano mayor era el mejor chico del mundo.
La mayoría de las chicas de su edad pensaban que algún tipo de portada de
revista con tatuajes y supuesta arrogancia era lo máximo de la especie
masculina.
—Porque es la verdad. Luke se preocupa por las personas. Es leal. Hace
lo correcto. —Entrecerró los ojos como si estuviera tratando concentrarse en
algo—. Algunas veces hasta el extremo.
Asentí.
—Lo tendré en cuenta. Hipotéticamente. ¿Algo más?
Una vendedora estaba ayudando a Alex a entrar al vestidor al lado de sus
hermanas, pero antes de que cerrara la cortina, Alex asomó la cabeza. Esos
mismos ojos color avellana que había visto en su hermano, fijos en los míos.
—Sí, si lo lastimas, tendrás tres hermanas ante las que responder.
140
Traducido por Kalired y Antoniettañ
Corregido por Nanis
A
mbos estábamos agotados. Pasar doce horas en un centro
comercial con tres chicas provocaba eso en dos personas tan
reacias a los centros comerciales como Luke y yo. Así como
tratar de comer tanta comida de centro comercial como el estómago pudiera
soportar sin vomitar. Si nunca volviera a ver otro pretzel salado, otro recipiente
de salsa de queso o un helado, estaría bien.
Acabábamos de dejar a las chicas en el aeropuerto después de empacar y
recoger su equipaje del apartamento de Luke e íbamos de vuelta a su casa,
141 ambos luciendo como si estuviéramos en un estado de conmoción por el centro
comercial y con falta de sueño. Pero tan pronto como llegamos a un kilómetro
de su apartamento, nuestra energía cobró vida.
Él todavía llevaba puesto el atuendo de los Ray, aunque había arrojado la
gorra en el cubo de basura del aeropuerto, alegando que le importaba un carajo
si alguien lo reconocía. Simplemente no podía pasar otro segundo más con eso
en su cabeza.
Nunca estuve tan profundamente consciente de un hombre y de su deseo
por mí vibrando en oleadas hacia mí. Nunca estuve tan consciente de mi propio
deseo por un hombre, hasta el punto de sentirme como si me estuviera
tragando el corazón con cada respiración.
En lugar de detenerme en el frente del edificio como había hecho la
noche anterior cuando lo dejé, entré en el garaje. Me dije a mí misma que era
porque llevarlo de vuelta a su apartamento en silla de ruedas llevaría tiempo,
pero sabía que era porque no tenía prisa por irme. Especialmente ahora que
estábamos solos.
Apagando el motor del vehículo después de entrar en su espacio de
estacionamiento reservado, me quedé sentada ahí, mirando por el parabrisas,
preguntándome si él podía escuchar los latidos de mi corazón.
Por la sonrisa que podía ver por el rabillo del ojo, supuse que podía.
—Entonces cumplí mi promesa del día, y si mi trasero tiene que volver a
sentarse en una de esas cosas otra vez, nunca será demasiado jodidamente
pronto.
Asentí. Se había portado bien al respecto, dejándome sorprendida todo el
día. Por la insinuación de la retribución en su tono, supuse que sabía por qué
había sido tan complaciente.
—¿Y? —Me encogí de hombros como si no supiera a qué se estaba
refiriendo.
—Así que es la hora de que cumplas tu promesa.
Maldita sea. Solo su voz estaba haciendo que me mojara. O tal vez era la
imagen de lo que su voz insinuaba.
—No te hice una promesa.
142
—Solo porque no verbalizaste una, no significa que no la hicieras.
Mis manos estrujaron el volante.
—Te molestaría decirme, exactamente, ¿qué promesa te hice no
verbalmente?
Se inclinó, deslizando mi cabello sobre mi hombro. Sus dedos rozaron mi
piel desnuda, dejando detrás un rastro de piel de gallina.
—La que me hiciste de rodillas esta mañana. —Sus dedos trabajaron
hasta las raíces de mi cabello, dándome un leve tirón.
La respiración entrecortada que eso me provocó no fue tan leve.
—Este es tu lugar, Luke. Tu hogar, no una habitación de hotel
impersonal. ¿Estás seguro que quieres hacer esto, estar juntos, así?
—Quiero estar contigo donde sea que pueda estar. —Sus dedos se
curvaron bajo mi barbilla, inclinándome hacia él—. Pero especialmente quiero
estar contigo esta noche.
Cuando mi cabeza se balanceó, su puerta se abrió de golpe.
—No tan rápido. —Empujé mi puerta, abriendo la compuerta trasera—.
Silla de ruedas.
Su gemido resonó por el garaje del sótano.
—No voy a tener que permanecer en la silla de ruedas para lo que suceda
cuando entremos en mi apartamento, ¿verdad?
—Solo si tienes suerte. —Viniendo por su costado, palmeé el respaldo de
la silla de ruedas y esperé.
—Estoy planeando tener suerte. Toda la noche. —Sus ojos brillaron
mientras se arrastraba fuera de la camioneta y se colocaba en la silla—. ¿Eso
cuenta?
—Cuenta para algo. —Cerrando su camioneta, lo conduje hacia el
ascensor.
No pude evitar la sonrisa que se extendió por mi rostro, el día había sido
increíble. Dejando a un lado los centros comerciales y la comida de ahí, me
encantó el pasar tiempo con Luke de una manera tan normal, conocer a sus
hermanas y ver los roles que desempeñaban en las vidas de los otros. Adoré las
143 miradas robadas, los chistes privados y el sentido de pertenencia que parecía
venir de forma tan natural con los hermanos Archer.
Se rieron de mis bromas, compartieron sus conos de helado, y no
tuvieron reparos en darme el mismo mal rato que se dieron mutuamente. Al
crecer sin hermanos y tener que dividir mi tiempo entre dos padres desde que
era niña, y ahora, no me había dado cuenta de lo mucho que había echado de
menos esa sensación de unidad que tenía una familia sana en su núcleo. Incluso
con los Archer perdiendo a sus padres, los cuatro tenían un fuerte sentimiento
de cohesión que nunca había experimentado con mis familiares o amigos más
cercanos.
—Estás pensando —dijo Luke una vez que las puertas del ascensor se
cerraron.
—¿Por qué dices eso?
—Porque no estás hablando.
—Por lo tanto, ¿debo de estar pensando?
Luke levantó el hombro.
—Por lo general, así es como funciona.
—Estoy pensando que acabo de pasar más tiempo en el centro comercial
hoy con vosotros, que en la suma total de cada visita que he hecho a uno en mi
vida, y ha sido uno de los mejores días de mi vida.
—Estoy pensando que hoy ha sido jodidamente genial, pero está a punto
de volverse incluso mejor.
—Gracias por compartir este día de hoy conmigo, Luke.
Su mano se envolvió alrededor de mi muñeca.
—Gracias por compartir tu vida conmigo.
Mi reacción fue retroceder, y no estaba segura si era porque tenía miedo
de ser herida o de herirlo a él. Pero luché contra mi instinto. Luché hasta que lo
devolví al lugar oscuro y estancado donde residía.
Luché hasta que todo lo que sentí era el lugar donde se unían mi cabeza y
mi corazón, el lugar donde la razón y la lógica vivían en armonía con el capricho
y el sentimiento. Era un lugar que nunca había visitado antes, pero
experimentarlo me hizo querer vivirlo permanentemente.
Sea lo que fuera esto, donde quiera que me llevara, no iba a contenerme.
144 Estaba totalmente involucrada, a cualquier final que nos encontráramos.
Esa sensación era asombrosa. Aceptarla era como liberarme. Pero vivirla
era una nueva definición.
—Sigues pensando —murmuró Luke de buen humor, mirándome.
—Todo listo. Ya he acabado de pensar.
—Bien, porque tan brillante como es esa cabecita tuya, tengo planes
inmediatos que involucran tu igualmente brillante cuerpo. —Su mano se apretó
alrededor de mi muñeca cuando las puertas del ascensor se abrieron en el piso
de su apartamento.
—Antes de meterme tras una puerta cerrada, necesito que accedas a
darme unos minutos antes de arrojarme, inclinarme o extenderme sobre
cualquier superficie que tengas en tu depravada, aunque también brillante,
mente.
Luke sacó su llave cuando nos detuvimos frente a su puerta.
—Te concederé eso. Ya que quiero quitarme esta maldita camiseta y
meterla en la incineradora lo suficientemente rápido. Si necesitas más tiempo
para desnudarte, esperaré más o menos pacientemente. Con mi polla en la
mano. Pensando en mi polla dentro de ti.
El calor se extendió a través de mi cuerpo, originándose en el lugar entre
mis piernas.
—Suena como que tienes toda tu noche planeada.
—Planeo pasar toda mi noche enterrado dentro de ti.
—Te obligaré a cumplirlo.
—Y yo te obligaré a ti, mientras tú me obligas a mí.
—¿Tienes una respuesta para todo lo que digo? —Me reí mientras él
pateó la puerta para abrirla después de desbloquearla.
—Me excitas con todo lo que me dices. ¿Eso cuenta?
—¿Te importaría si dijera que no lo hace?
—No. —Su cabeza se sacudió.
—Ahí está tu respuesta. —Cuando cerré la puerta, la cerradura se deslizó
y resonó en el espacio silencioso. Al mismo tiempo que estaba dejando fuera al
145 resto del mundo, estaba abriendo todo un mundo frente a mí. Antes de que
pudiera cambiar de opinión o Luke pudiera cambiarla por mí, lo empujé hacia
la sala de estar—. ¿Baño?
—¿Quieres que te enseñe dónde está? —Su boca se curvó en un gesto
malicioso.
—Quiero que me digas dónde está. —Tomando la bolsa que colgaba de
los asideros de la silla de ruedas, puse algo de espacio entre nosotros.
—Por ese pasillo. La primera puerta a la derecha. —Luke me observó
alejarme, una tormenta de conflictos cruzando su rostro.
—Vuelvo enseguida. No empieces sin mí —dije, antes de darle la espalda.
La risa de Luke me siguió por el pasillo.
—Demasiado tarde.
Fue entonces cuando sentí la caricia de su jersey rozar mi cuerpo al caer.
Aparentemente hablaba en serio de no poder esperar otro segundo para tener
esa cosa fuera de él.
Una vez que estuve en el baño, mis manos no funcionaban bien. Hurgué
en mi bolsa, derramando el contenido en el suelo de baldosas. Al menos eso
hizo que encontrar lo que tenía en mente fuera mucho más fácil.
Después de eso, mi destreza tomó otro desvío de inhibido a ineficiente.
Tratar de sacar mi vestido sobre mi cabeza resultó ser un reto. Desenganchar
mi sostén fue una maldita hazaña. Mis bragas fueron más fáciles, pero eso
probablemente tuvo algo que ver con la ayuda de la gravedad.
Finalmente, estaba desnuda. A mitad de camino. Bien por mí por escoger
la noche en que sentía como si mis manos hubieran sido atacadas por una
colmena de abejas la noche como aquella para tomarme el tiempo de llevar algo
especial.
Deslizándome en el artículo que había metido en mi bolsa esa mañana,
los botones demostraron ser mi desafío final antes de que estuviera lista para
salir. Como Luke, yo había estado lista por horas, pero estar lista era diferente
de prepararse. Ahora estaba ambos. Gracias a Dios.
Me podría haber tomado un minuto extra para peinar mi cabello o
146 ponerme un poco de brillo labial, pero tampoco duraría. Sin mencionar que mis
dedos estaban todavía en estado de shock.
Abriendo la puerta, salí al pasillo oscuro. El apartamento estaba
tranquilo.
—No te dormiste, ¿verdad?
Cuando le tomó más de un segundo responder, me empecé a preocupar
de que pudiera haberlo hecho.
—No. Definitivamente no estoy dormido. —Él estaba de pie en la oscura
sala de estar, totalmente desnudo, y totalmente listo.
Mis latidos repiqueteaban en mis oídos.
—Bien, porque no me arreglé así para nada. —Mis manos ya no estaban
temblando, mis dedos ya no vacilaban, mientras se movían al botón superior
del jersey para liberarlo.
—Verte así casi compensa lo que me hiciste llevar puesto todo el día. —
Sus ojos hambrientos me exploraron, sus músculos de los hombros temblando
como si estuviera controlándose a sí mismo.
—¿Casi? —Me acerqué más, deslizando mi dedo bajo el dobladillo del
jersey—. Entonces, ¿cómo te lo compensaré?
Luke se restregó el rostro cuando yo continué jugando con el dobladillo
del jersey, deslizándolo un poco más alto cada pocos pasos.
—Tengo algunas ideas.
Tuve que luchar contra la sonrisa que sentía al verlo tan excitado y cada
vez más impaciente con cada segundo que me tomaba para moverme más
cerca. Cuando estuve a solo un par de pasos de distancia, me detuve.
—Yo también.
Levanté una ceja y luego le dio a su pecho duro un empujón. Cayó hacia
atrás en el sofá, aterrizando con una exhalación aguda.
—¿Qué te dije acerca de estar de pie? —Moviéndome entre sus piernas,
lo miré fijamente.
Verlo así robó el aliento de mis pulmones.
En sus ojos se leían un centenar de emociones diferentes, su cuerpo
147 expresando una, deseo.
—¿Parece como si siguiera de pie?
Sacudiendo la cabeza, golpeé juguetonamente sus piernas con mis
rodillas indicándole que las abriera. Se abrieron sin vacilar.
—Me hiciste caer rendido bajo mis pies, junto con el resto de mí. —Las
manos de Luke vinieron por detrás de mis muslos, mientras me miraba
fijamente—. Tampoco quiero nada de ello de vuelta. —Su dedo rozó alrededor
de la parte delantera de mis muslos y se detuvo cuando llegó al botón de abajo.
Lo liberó, nunca alejando su mirada—. Esto me hará sonar como un chico
enfermo de amor, pero me importa una mierda. —Tragó y me acercó más—.
Allie, ¿serás mi novia? Sé que no vamos a decírselo a nadie, pero no me importa.
Yo lo sabré. Tú lo sabrás.
Él me tenía a su alcance, lista y dispuesta para la acción, ¿y me
preguntaba si sería su novia? Incluso cuando pensé que estaba empezando a
descifrarlo, Luke Archer aún me sorprendía como el infierno.
—¿Me estás pidiendo que vayamos en serio?
Sus manos volvieron a mis muslos, desapareciendo debajo del jersey.
—Bueno, ya tenía un flechazo secreto por ti, fingí que no me gustabas,
entonces te entré con la peor línea de ligue, así que mi orgullo ya se ha ido.
Sonreí por el recordatorio, por lo menos hasta que sus dedos alcanzaron
la parte más alta de mis piernas.
—¿Quieres ser mi novia? —Sus nudillos me acariciaron, sus ojos se
oscurecieron cuando sintió lo listo que estaba mi cuerpo para él.
—No lo sé. ¿Esto significa que puedo usar la chaqueta de tu equipo?
Luke apoyó la cabeza sobre la parte de atrás del sofá, mirándome
mientras me tocaba, sin perderse ni el más mínimo suspiro, ni la menor bajada
de mis párpados. Por la forma en que me estaba estudiando, era casi como si
estuviera tomando notas mentales para consultarlas más tarde.
—Significa que puedes usar cualquier parte de mí, tener cualquier
pedazo de mí que quieras.
Dios, ¿qué estaba sucediendo? Luke Archer me estaba pidiendo que fuera
su novia como si fuera un chico de secundaria enfermo de amor al mismo
tiempo que me estaba tocando de formas en las que ningún chico tendría ni
148 idea. Antes de que la parte de mi cerebro que procesaba el pensamiento lógico
se apagara, consideré mi respuesta. ¿Quería ser la novia de Luke? ¿Quería un
término oficial? ¿Un compromiso definido? ¿Quería abrirme a la decepción y al
dolor que se producía con una relación real?
Mi experiencia me dijo que no lo quería. Mi futuro me dijo que sí lo
quería.
—Honestidad —susurré, sellando mis ojos cerrados mientras me
concentraba en lo que necesitaba decir—. La necesito. Todo de ella. La última
relación seria que tuve, me arruinó por la falta de honestidad. Necesito saber
que puedo ser honesta contigo y que tú serás honesto conmigo.
Los dedos de Luke se retiraron lo suficiente para que mi mente
funcionara más sucintamente.
—Lo siento.
—Ya lo he superado.
—¿Estás segura?
Mis ojos se abrieron.
—Por supuesto que estoy segura. ¿Por qué?
La mano de Luke encontró la mía.
—Porque lo estás trayendo a colación. ¿Está tu miedo a ser herida,
traicionada y engañada realmente en el pasado? ¿O está en la misma habitación
con nosotros ahora, a la espera de la oportunidad de meterse entre nosotros?
Mi frente se arrugó mientras consideraba lo que estaba diciendo.
—Lo he superado.
Luke asintió.
—Bien. Porque no quiero pagar por los errores de algún otro idiota.
Aquí estábamos, teniendo conversaciones serias cuando ambos
claramente teníamos sexo en nuestras mentes. Un dios desnudo nunca me
había pedido que definiera una relación, y yo nunca había analizado mis
inseguridades con un hombre que estaba tan desesperado por tener sexo, que
las venas que corrían por su cuello parecían listas para estallar.
Nada acerca de Luke Archer era lo que parecía. Me encantaba eso de él.
También era lo que asustaba de él.
149 Al mismo tiempo sentí que sabía todo lo que necesitaba saber sobre el
hombre delante de mí, me preguntaba si incluso había raspado la superficie.
—Eso es bueno. —Me incliné para extender mis manos por su amplio
pecho—. Porque tampoco quiero pagar por los errores de alguna otra perra.
La risa de Luke surgió baja en su pecho.
—No tendrás que hacerlo. Pero me debes algo. —Sus ojos se lanzaron a
su polla dura como roca—. Y es hora de que pagues.
El calor inundó mi cuerpo, palpitando entre mis piernas.
—Es hora de cumplir mi promesa.
Me arrodillé delante de él, mis manos rozando su pecho. Cuando envolví
una mano a su alrededor, se estremeció.
—Mierda, y ahora estoy a punto de correrme como un chico enfermo de
amor también. —Sus ojos se cerraron cuando deslicé mi mano a lo largo de su
eje un par de veces, gimiendo cuando mi agarre se apretó.
Colocando mi cabello sobre mi hombro, bajé mi cabeza entre sus piernas.
Antes de que mis labios pudieran envolverse a su alrededor, sus manos
volaron a mis hombros, deteniéndome.
—Allie, no me refería a esto… solo me refería a que quería tener sexo
contigo.
Su agarre se tensó cuando soplé un aliento caliente sobre su piel.
—Y estoy a punto de tener sexo contigo. —Mi ceja se levantó hacia él—.
Con mi boca.
Su respiración se aceleró mientras su asimiento en mis hombros se
aflojó. Sus dedos rozaron mis labios.
—Y qué hermosa boca es.
Dejando caer mi cabeza entre sus piernas de nuevo, envolví la mano
alrededor de su base y separé mis labios para llevarlo dentro de mi boca. Un
aliento siseó fuera de su boca cuando me moví debajo de él. Su mano se hizo un
puño con mi cabello dentro, ligeramente masajeando mi cabeza mientras me
movía arriba y abajo a un ritmo lento.
—Tu cabeza entre mis piernas. Mi nombre en tu espalda. Corriéndome
con esta vista —dijo con voz ronca, empezando a bombear sus caderas hacia mi
boca—. Mi vida podría irse a la mierda después de esto, y todavía moriría como
150 un hombre feliz dentro de cincuenta años.
Traducido por Luisa. 20
Corregido por Nanis
H
abía pasado la noche en casa de Luke. Eso fue lo que pensé al
despertarme a la mañana siguiente. La mayor parte de la noche
había estado llena de hacer el amor en vez de realmente
dormir, pero todavía había pasado la noche en su casa. No había hecho eso
desde Ben, el chico que me enseñó lo que era confiar… y lo que no.
Mientras rodaba sobre la cama, no me encontré a Luke en la cama. Nada
más que la forma de su cabeza en su almohada y unas cuantas envolturas de
condones en su mesita de noche me demostraron que había estado allí. Bien, y
151 el ardor de la huella roja que no había podido resistirse a dejarme en el culo
anoche.
Aún no eran las seis, pero me sentía como si me hubiera quedado en la
cama hasta el almuerzo. Mi cuerpo era un desastre agotado. Mis músculos
dolían en lugares que no sabía que podían doler. Mis rodillas ardían por la
quemadura de la alfombra, por muchas razones, y el lugar entre mis piernas
palpitaba de múltiples rondas de sexo vigoroso.
Aunque la noche pasada había sido más que sexo. Nosotros habíamos
definido nuestra relación en términos no cuestionables. Podrías no ser capaces
contarle a alguien más esto, pero lo sabíamos nosotros y para mí, era la cosa
más importante. Podría haber querido pensar que lo nuestro podía ser una
intimidad abierta y un dar y tomar sin compromiso, pero no podía. Al menos no
durante bastante tiempo.
Por supuesto una designación no venía con ninguna garantía respecto a
la duración de nuestra relación. Esto podría durar otro año, o quizá un día más,
pero por hoy, Luke estaba comprometido a mí y yo estaba comprometida a él.
Por hoy, eso era suficiente.
Forzándome a salir de la cama, tomé el jersey abandonado del suelo para
ponérmelo. Había durado una ronda y Luke inclinándome sobre el sofá y
follándome de esa manera inmediatamente después. Porque al instante se
había corrido en ambas ocasiones, sabía que su nombre en mi espalda le
excitaba más a él que una sonrisa malvada.
—¿Luke? —grité mientras me paraba en el pasillo.
—¡Cocina! —respondió.
Mientras pasaba la sala, observé la escena del crimen de la noche
anterior. Parecía como una escena de Animal House, lámparas caídas, ropas
colgando del ventilador del techo, más envolturas de condones ensuciando el
suelo, adecuado, ya que se él había comportado más como un animal que
hombre la mayor parte de la noche.
Cuando llegué a la cocina, me paré en seco cuando observé la imagen. Él
estaba parado detrás de la isla, un lío de cáscaras de huevo y mezcla seca de
panqueques ensuciándolo todo, incluyendo su rostro.
—Mierda, eso es sexy —dijo con un silbido mientras sus ojos me
152 recorrían.
—¿Mi cabello de recién levantada?
—La manera en la que te ves toda recién follada y satisfecha con lo que te
hice anoche. —Sus manos apoyadas sobre el mostrador, su expresión una
presumida.
—La especie masculina realmente nunca evolucionó de sus raíces
cavernícolas, ¿verdad?
—Además de intercambiar los gruñidos por palabras y las ropas por
taparrabos, no, no realmente.
Traté de ocultar la sonrisa en mi boca, recordando la noche anterior —él
se había comunicado mediante rápidos gruñidos y no con palabras— y esta
mañana, no usaba más que su taparrabos. O en traducción del día presente, su
ropa interior. Bien, eso y su gorra de los Shock al revés.
—Te preguntaría si tienes hambre, pero después de lo que hicimos
anoche, ya sé la respuesta.
Él tomó la espátula y volteó unos cuantos panqueques muy calientes
sobre la sartén. Ya había una pila de ellos.
—Luke Archer cocina —dije, tratando de hacer que eso encajara en la
imagen que ya tenía de él.
—Con la motivación adecuada, he sido conocido por ofrecer una comida
decente.
—¿Motivación adecuada?
Luke sostuvo e alto su espátula con un panqueque fresco.
—La comida son calorías. Calorías son energía. —Arrancó un trozo de
panqueque y se lo metió en la boca—. El sexo requiere energía. Así que
cómetelo. —Deslizó un plato por la isla con un guiño.
Panqueques, huevos revueltos y tocino. Mi pecho se tensó. Él había hecho
el desayuno para mí, pero no solo cualquier desayuno. Mi desayuno favorito.
Al ver la comida, mi estómago gruñó lo suficientemente fuerte para que
Luke lo escuchara y dijera:
—Reposta combustible. Vas a necesitarlo para lo que tengo planeado.
Tomando una pieza de tocino de mi plato, lo agité hacia él.
153 —Tienes práctica esta mañana, terapia física esta tarde, un baile de
caridad esta noche. Tu horario ya está lleno, así que tendrás que pasar el día
con la media docena de rondas de la noche anterior.
Luke sonrió mientras yo mordí un trozo de mi tocino.
—Olvidé el baile de caridad de esta noche. Maldición.
—Muy caritativo por tu parte —bromeé.
—Si firmo un gran cheque, ¿crees que dejarán que me lo pierda?
Levanté una ceja a él.
—La razón principal por la que la mayoría de esas personas compraron
boletos de mil dólares fue por el privilegio de mezclarse con los Shock San
Diego. Ya que eres, algo así, como la cara del equipo, no creo que un cheque, del
tamaño que sea, te ayude a salir de eso.
Miró la sartén como si esos panqueques tuvieran la culpa. Entonces su
rostro se iluminó.
—¿Irás conmigo?
—Soy parte del equipo. Ya estaré allí.
Él sacudió su cabeza.
—¿Irás conmigo?
—Oh —dije, alejando la mirada—. Si me muestro contigo y colgada de tu
brazo toda la noche, ¿eso no arruinará de alguna manera nuestro plan de
mantenernos en secreto?
Sus hombros cayeron.
—¿Quizá? —Cuando suspiré, añadió—: Probablemente. Pero no me
importa. Quiero que te muestres conmigo, y quiero que cuelgues de mi brazo
toda la noche. No necesito explicar nada a nadie.
—No tendremos que hacerlo si hacemos eso, Luke —susurré.
—Quiero estar contigo. No solo detrás de una puerta cerrada. No solo en
privado. Quiero estar contigo. Ser visto contigo. Contigo, no sin ti como
tendremos que estar en cada lugar público al que vayamos. —Dejó caer la
espátula, sus manos fueron a sus caderas. Después de un minuto de lo que
pareció ser un pensamiento profundo, suspiró—. Pero te hice una promesa.
Mantendré este en secreto tanto tiempo como quieras. Si eso es lo que es
154 necesario para estar contigo, lo haré. Podría odiar cada minuto de esto, pero lo
haré.
—¿Pensé que tú también querías ser discreto sobre esto?
—Lo quería, al menos hasta que confirmé que la mujer que pensé que
eras es quien realmente eres. Sé quién eres ahora, y sé que te quiero. No hay
nada discreto sobre eso. —Inclinando su cabeza de un lado a otro unas cuantas
veces, volvió a centrarse en la masa de panqueques en la sartén. Por el tamaño
del lote que había hecho, parecía que planeaba mantener mis "niveles de
energía" durante la próxima década.
—Amo que te sientas de esa manera, Luke, realmente lo hago. —Me
incliné sobre el mostrador mientras él continuaba—. Pero nosotros
llegándonos a conocer el uno al otro no fue la única razón para mantener esto
tranquilo.
Su mandíbula se apretó por un momento.
—Lo sé.
—He trabajado duro para estar donde estoy. He aguantado a idiotas que
insinuaban abiertamente que llegué a la cima follándome a alguien, y si sale a la
luz que estoy follándome a Luke Archer, toda la credibilidad por la que he
trabajado se habrá ido. Y nunca podré recuperarla. La gente siempre me verá
como una broma. Como alguien que hace su mejor trabajo sobre su espalda. No
puedo permitir que eso suceda.
Él rodeó el mostrador y me atrajo a sus brazos. No sabía que había
estado tan cerca de llorar hasta que sentí su consuelo.
—Nunca dejaría que eso pasara. —Trazó círculos en mi espalda,
sosteniéndome con una fuerza y gentileza que nunca había conocido—. Lo
siento. Estoy gimoteando. Haciendo pucheros solo porque quiero que las
personas sepan que eres mía. —Besó suavemente mi cabeza—. Es el
cavernícola ancestral que hay en mí.
Me reí tranquilamente contra él, dejándole calmarme por otro minuto.
—Al tenerte tan cerca me acabo de dar cuenta de esa aflicción conocida
como aliento mañanero, y ya que no estaba planeando pasar la noche contigo,
no me traje mi cepillo de dientes. Es posible que desees mantener tu distancia.
—Dándole un último apretón, me aparté de su abrazo.
155 —Por suerte para ti, sucede que tu “novio” tiene una reserva de cepillos
de dientes nuevos.
—¿Una reserva? —Retrocedí unos pasos porque verlo a unos metros
delante de mí llevando nada más que su ropa interior, con esa cara de recién
follado de la que él era tan fanático, estaba provocando ciertos deseos que
debería haber satisfecho a lo largo de la anoche.
—Teniendo en cuenta un apocalipsis zombi. Nunca sabes cuándo podrías
necesitar una docena de cepillos de dientes nuevos.
—¿Por qué a quién le preocupa si una gran cantidad de seres carnívoros
están tratando de comerse el cerebro? Al menos tendrás dientes limpios.
—¿Ves? Me entiendes. —Se rio—. Eso es por lo que compartiré mis
cepillos de dientes contigo.
—Me siento honrada. —Le di unas palmaditas en el pecho cuando me
moví para salir de la cocina—. ¿Dónde puedo encontrar esta reserva de cepillos
de dientes?
—En mi baño. El último cajón a la derecha, al lado del lavabo.
La forma en la que me estaba mirando casi me hizo regresar a él, pero
primero, me recordé a mí misma, aliento fresco.
—Vuelvo enseguida. Guárdame algunos panqueques.
Él volvió a la sartén.
—Eso no será un problema.
Atravesando su habitación, giré hacia el baño. Estaba limpio. Realmente
limpio. La tapa de la taza del baño estaba incluso abajo. Así que era un
cavernícola con inclinación por la limpieza, podía funcionar con eso.
Abriendo el cajón que había mencionado, encontré que realmente tenía
una reserva de cepillos de dientes. Pastas de dientes pequeñas. Y botellas de
tamaño viaje de enjuague bucal. El chico casi tenía su propia tienda de
productos de viaje de higiene bucal. Seleccionando un cepillo azul, le quité el
envoltorio y puse un poco de pasta de dientes del tubo que descansaba en el
lavabo.
Después de darle a mis dientes un cepillado extra, me enjuagué y volví a
su habitación con mi nuevo cepillo de dientes todavía en la mano. Anoche
156 habíamos estado un tanto ocupados y distraídos, y no había notado mucho más
que su cuerpo y mi proximidad. Me tomé un minuto para explorar su habitación
a la luz del día.
Era la habitación de un hombre, los tonos grises y azules recorrían por
todas partes. Pelotas de béisbol firmadas y marcos de madera estaban
apoyados en los estantes, con fotos de leyendas del béisbol esparcidas en la
mezcla. Había una pared entera de fotos de los antiguos equipos de Luke, desde
su equipo de T-Ball hasta los Shock. Era fácil de detectar en cada foto de equipo.
Esa sonrisa no había cambiado desde que tenía cinco años.
Cuando llegué a su tocador en la pared frente a su cama, me detuve. Al
principio pensé que la foto que estaba mirando era una suya de cuando era
bebé. Los mismos grandes ojos color avellana, el mismo cabello color miel, la
misma sonrisa. Era el bebé Luke.
Pero luego noté lo que llevaba puesto el bebé: Un pequeño mameluco de
los Shock. Con el número once cosido en su pecho.
Mi corazón se detuvo por un momento. Los Shock nunca habían tenido
un número once hasta que Luke Archer se unió a sus filas hacía tres años y
quiso mantener el número que tenía estampado en su espalda desde que tenía
nueve años. Había leído el artículo en el periódico hace un tiempo, y aunque
recordaba haber pensado lo tonto que era que un hombre adulto le diera tanta
importancia a su número, sabía que los atletas, especialmente los jugadores de
pelota, eran supersticiosos como una raza.
—Si quieres algo para cambiarte, tengo algunas nuevas ropas en mi
vestidor que deberían quedarte bien. —La voz de Archer hizo eco en el pasillo
antes de que irrumpiera en la habitación—. Oh, ¿ya los encontraste? —
preguntó cuando me vio frente a su vestidor.
—¿Quién es este?
Cuando los ojos de Luke cayeron sobre la foto, la piel sobre sus cejas se
frunció lo suficiente para que lo notara. Él no dijo nada de primeras, dejando la
tormenta de emociones mostrarse a través de su rostro.
—Solo el hijo de un viejo amigo —dijo, alejando la mirada.
—El hijo de un viejo amigo de quien mantienes una fotografía en el
vestidor de tu habitación…
Sus hombros se tensaron.
157 —Si tienes una pregunta que quieras que responda, pregúntala. De otra
manera el desayuno se enfriará y tengo que ir a practicar. —Esperó a que yo
dijera las preguntas que creía que tenía.
Mi cabeza estaba demasiado ocupada girando a mil hora, para formar
cualquiera ellas.
—Estaré en la cocina —dijo tranquilamente, dándose la vuelta para irse.
Después de que Luke abandonara la habitación, me paré otro minuto
estudiando al bebé de la fotografía. No dejaría que mis suposiciones echaran
raíces. Era la imagen de un bebé. El bebé de un viejo amigo. Eso era todo.
Dándome cuenta que todavía estaba sosteniendo mi cepillo de dientes,
fui al baño para dejarlo. Me detuve en el lavabo, sin saber dónde ponerlo. Había
un porta-cepillos de dientes, que parecía ser la elección obvia, pero ya tenía dos
cepillos de dientes. Ignorando el remolino en mi estómago preguntándome por
qué una persona tenía dos cepillos de dientes en el baño, coloqué mi cepillo de
dientes sobre el mostrador, pero tampoco me pareció bien.
Al final, lo dejé caer en la papelera mientras salía de allí.
Traducido por DiaNaZ
Corregido por Nanis
M
i mente había estado corriendo todo el día. Dando vueltas
entre cepillos de dientes y confianza, imágenes de bebés y
confianza. Confianza.
Un tema delicado para la mayoría de las personas… uno volátil para mí.
En el fondo, sabía que confiaba en Luke. Era la capa superficial la que se
preguntaba por qué lo hacía y si debería hacerlo. Estaba en guerra conmigo
misma, y no parecía que fuera a resolver la disputa antes de que volviera a
158 surgir con renovada venganza.
Tal vez debería haber pasado del baile de caridad. Como miembro del
personal de apoyo, mi presencia no era necesaria. Esperada e implícita, sí, pero
yo no era un jugador; nadie había comprado un boleto para codearse con la
preparadora deportiva más nuevo del equipo.
Tan pronto como crucé las puertas del salón de baile, supe que no
debería haber venido. Mi cabeza estaba hecha un desastre, y tener que estar en
la misma habitación que él, sin reconocernos como algo más que conocidos
profesionales, iba a ser un desafío. Para nosotros dos.
La sala ya estaba llena de alboroto. A menos de una hora para que se
iniciara el evento, la gente se arremolinaba en torno a las tranquilas mesas de
subastas, bebían champán y se quedaban alrededor de los jugadores de los
Shocks.
No lo estaba buscando, al menos no exactamente, pero era casi como si
supiera dónde estaba. La multitud de personas agrupadas a su alrededor puede
ser que hubiera ayudado con su ubicación. O tal vez tenía más que ver con la
forma en que él ya me estaba mirando cuando lo encontré.
Nuestros ojos se encontraron, y la habitación desapareció a mi alrededor.
El número once con su uniforme de béisbol al final de un partido difícil de
ganar era la cosa más sexy del mundo, pero Luke Archer con esmoquin era de
cerca la segunda.
Él fue el primero en contener su mirada, pero yo me quedé inmóvil por
otro minuto, tambaleándome. Estaba tratando de no mirarlo, pero no podía
evitarlo. Especialmente con las miradas frecuentes que seguía enviando en mi
dirección. Fuimos unos tontos al pensar que podríamos estar juntos cerca, sin
estar juntos.
En un esfuerzo por aliviar la creciente tensión, me dirigí al otro lado de la
sala, lejos de él. No parecía ayudar con las miradas, pero al menos yo no podía
distinguir su risa o voz desde esta distancia.
Algunos miembros del personal médico me saludaron mientras recorría
la sala en busca de una bebida, pero la mayoría estaba allí con sus esposas o con
otras personas importantes. Unos cuantos días en casa no se desperdiciaban
cuando pasábamos tanto tiempo en la carretera como nosotros. Todos tenían a
alguien, Luke Archer tenía a toda la maldita habitación, excepto a mí.
159 Yo no tenía a nadie. Autocompasión. No era una posición en la que me
gustara encontrarme, y si no podía alejarla con fuerza de voluntad, trataría de
ahuyentarla con algo más fuerte.
La primera copa de champán desapareció en dos tragos. La segunda,
estaba terminándola cuando alguien también se tambaleó hacia el bar junto a
mí. Al notar que mi bebida ya casi estaba acabada, Shepherd alzó dos dedos
hacia el camarero.
—Estoy aquí por el alcohol gratis también. —Shepherd me tendió una
copa, esperando.
—No estoy aquí por el alcohol gratis —respondí, terminando lo que
quedaba de mi segunda copa, antes de aceptar la copa recién servida.
Una sonrisa satisfecha se instaló en su rostro.
—¿No? Entonces, ¿por qué estás aquí? Porque el tío Sam sabe que
ninguno de nosotros gana lo suficiente para dar un anticipo sobre los artículos
que se subastarán esta noche, para beneficiar a algún país que será
renombrado y gobernado por algún otro idiota dentro de un año.
Shepherd no era mi persona favorita para tener cerca. En realidad,
podría haber sido uno de mis menos favoritos, pero a medida que la multitud
en torno a Archer seguía creciendo, la compañía de Shepherd se hizo más
deseable. Prefería estar hablando con él que con nadie.
—Estoy aquí para apoyar al equipo —dije justo antes de que tuviese
hipo. El champán había ido directo a mi cabeza, lo cual era un alivio bienvenido
ya que el alcohol estaba nublando el cubo de Rubik de confusión que era Luke
Archer para mí.
—Y menudo apoyo que haces al equipo. —Shepherd siguió el camino de
mi mirada. A esa misma persona parada en el centro de la habitación,
sosteniendo en su mano a una habitación llena de gente—. Muy, muy bueno.
—¿Qué significa eso? —Mis ojos se estrecharon por su tono o por lo que
estaba aludiendo con su tono.
—Esta es la mejor temporada de Archer. Y no es como si sus tres
temporadas anteriores fueran una mierda, si sabes a qué me refiero.
—Estoy segura que no tengo ni idea.
160 —Todo lo que digo es que, sea lo que sea que estés haciendo, sigue así,
Allie. —Shepherd se deslizó un poco más cerca, su mirada cayendo hacia donde
la V en mi vestido se unía—. Si Archer se mantiene así de hábil, veo un triunfo
en la Serie Mundial en nuestro futuro.
La piel de la nuca empezó a hormiguear. Por lo que estaba diciendo, por
cómo lo estaba diciendo, por la forma en que me estaba mirando. Quería
hacerme la tonta y negar su velada acusación, pero no había alcanzado nada en
la vida haciéndome la tonta y no iba a comenzar con gente como Shepherd.
—Lo que sea que estés tratando de decir, Shepherd, escúpelo como un
demonio. Mi cabeza está nadando en demasiada champaña para descifrar
acertijos crípticos.
Shepherd no dejó de pasar sus ojos sobre mí, y con él cada vez más cerca,
pude ver el brillo en sus ojos. Estaba nadando en más champán que yo.
—Estoy diciendo que de todas las Chicas Incentivas que he visto
arrojarse a Archer, tú eres la que ha exprimido los mejores resultados a nuestro
chico. ¿O debería decir que le ha follado obteniendo los mejores resultados?
Shepherd inclinó la cabeza y su sonrisa se eclipsó en una que me hizo
estremecer.
—Estás borracho.
—Y debes ser tan zorra en la cama, que en realidad podrías tener una
segunda temporada. La mayoría de las chicas que trae el equipo solo duran un
año, pero tú —silbó, sacudiendo la cabeza—, podrías ser la Marilyn de esta
generación.
Dejando la copa en la barra, puse algo de espacio entre nosotros.
—En este punto de tu depravación, creo que es una buena cosa que no
tenga idea de lo que estás hablando.
—Oh, por favor. ¿Marilyn Monroe? ¿Joe DiMaggio? ¿Por qué crees que se
convirtió en la leyenda que es hoy?
—Oh, no sé. ¿Porque era un gran jugador de pelota?
—Fue grandioso porque no podía esperar por el buen pedazo de culo
enterrándose sobre su polla cada noche.
Sus palabras me golpearon como si alguien acabara de abofetearme en la
mejilla. Cualquiera que fueran las políticas de acoso sexual que el equipo había
elaborado, Shepherd estaba rompiendo todas y cada una de ellas.
161
—Eres un imbécil.
—Oh, por favor. Esa mujer no podría actuar para salvar su alma. Pero
atendiendo una polla, podría haberse llevado a casa el Premio de la Academia.
La ira me recorrió, mezclándose con el alcohol. Era una combinación
volátil.
—No te estaba llamando imbécil a causa de que estés acusando a Marilyn
Monroe. Estaba y todavía te llamo imbécil a causa de lo que me estás acusando.
—No importa el hecho de que DiMaggio y Monroe ni siquiera se hubieran
conocido hasta después de que éste se retirase del béisbol. Claramente,
Shepherd no jugaba al trivial de béisbol como yo.
Shepherd cambió su copa vacía por la que yo había dejado sin terminar
en la barra.
—¿Qué? ¿No estás atendiendo la polla de Luke Archer?
Se me revolvió el estómago. ¿Cómo lo supo? ¿Cómo se había enterado?
—No te preocupes, Allie. Tu valiente Archer no te folló ni contó nada de
nada. —Bebió mi copa de un sorbo—. Estaba implícito en tu contrato cuando te
trajeron.
—Fui contratada como preparadora deportiva. Preparadora deportiva.
Exactamente el mismo trabajo que tú tienes.
Cuando me di cuenta que mis manos comenzaban a temblar, las
entrelacé en mi espalda. No quería que me viera temblar. No quería confirmar
sus sospechas.
—Sí, fuiste traída como una “preparadora deportiva” —resopló—. Al
igual que la chica de la temporada pasada fue traída como “fisioterapeuta” y la
anterior como “dietista” y la de la primera temporada de Archer como
“reportera invitada”.
La sala comenzó a cerrarse sobre mí. No tenía ninguna razón para creer
lo que Shepherd me estaba diciendo; al igual que no tenía ninguna razón para
no creer lo que me estaba diciendo. Él podría haber sido un imbécil, pero ahora
estaba borracho y no podría haber sacado todo esto si no fuera cierto. ¿O
162 podría?
Dios, me dolía la cabeza.
—Oh, por favor, no seas tan ingenua. —Shepherd dejó caer su mano
sobre mi hombro y me sacudió un poco como si estuviera tratando de sacarme
de la sorpresa—. ¿Cómo crees que un equipo atrae a un jugador como Archer y
mantiene un jugador como él? Es seguro como la mierda que no es solo con
montones de dinero en efectivo. Pero no es exactamente como si los Shocks
pudieran poner a una prostituta ambulante en la nómina, por lo que han
encontrado formas legales de evitarlo.
Me encogí de hombros por debajo de su mano, mis ojos escaneando la
habitación, buscando a Archer. Él todavía estaba en el mismo lugar, pero me
estaba observando. Cuando notó la expresión de mi rostro, sus cejas se
juntaron. Sus ojos se entrecerraron cuando vio a Shepherd tan cerca.
No era verdad. No podía serlo. De todo lo que sabía o no sabía sobre
Luke, sabía que era una persona decente. Un buen hombre. Alguien así no
aprobaría ni esperaría que el equipo contratara a una mujer nueva todos los
años para que fuera su juguete de viaje personal. Shepherd estaba lleno de
mierda.
—Dios, ¿qué es lo que te pasa? —Apartando mis ojos de Archer, que
parecía a punto de destrozar la habitación para llegar a mí, crucé los brazos
hacia Shepherd—. ¿Te sientes intimidado por mí o algo así? ¿Preocupado de
que vaya a tomar tu posición como jefe de preparadores?
Su cabeza cayó hacia atrás, y una risa se derramó fuera de sus labios.
—Oh sí. Eso es todo. Estoy realmente intimidado por tu habilidad para
usar tu coño. —Mis ojos se abrieron, pero él no se dio cuenta o no le importó—.
Por favor, ¿qué pensaste realmente? ¿Que fuiste contratada porque eras la
mejor candidata para el trabajo? Esto es béisbol. Es un club de hombres. Los
únicos coños permitidos son los que saben cómo abrirse de piernas y
rodearlos.
A mi lado, mi mano tembló. Las ganas de darle una bofetada justo en
mitad de este baile de caridad era tan atractiva, que pude saborearlo, pero Luke
me estaba mirando de nuevo. No podía darle una razón para venir aquí y
confirmar las acusaciones de Shepherd.
—Realmente eres una persona atroz.
164
Traducido por StefaniaVera
Corregido por Nanis
D
espués del baile, me fui a casa y me emborraché como nunca
me había emborrachado antes. Apagué mi teléfono, apagué las
luces, y me bebí toda una linda botella de bourbon.
Parecía una buena idea en ese momento. La mañana siguiente me
pregunté si no fue, de hecho, la peor idea.
Mi teléfono lo mantuve apagado, sabiendo lo que pasaría cuando lo
encendiera de nuevo y encontrara todas sus llamadas perdidas y mensajes de
165 texto. Lo llamaría de vuelta. Le dejaría explicarme lo que Shepherd había dicho.
Dejaría que su explicación nublara mi razón. Me permitiría convertirme en la
persona que tenía miedo de volver a ser: La chica que intercambiaba lo que
quería que fuera verdad por lo que era verdad.
El equipo estaba programado para volar más tarde esa tarde, y temía el
vuelo. No solo porque tendría que ver a Archer, sino que también tendría que
enfrentarme a Shepherd nuevamente. Tendría que enfrentarme a todo el
equipo. ¿Cuántos de ellos pensaban lo mismo que Shepherd, que yo solo era la
nueva chica del número once?
Después de tomar algunas aspirinas y unos pocos litros de agua para
rehidratarme, me deslicé frente a mi computadora portátil y me puse a trabajar.
Mi apartamento tenía buena luz temprano en el día, pero tuve que cerrar las
persianas para evitar que mi cabeza se rajara por la mitad. Además, la
oscuridad se ajustaba a mi estado de ánimo, dado el contenido de mi
investigación.
Escribo el nombre de Luke Archer en un motor de búsqueda y
aparecieron miles de páginas de imágenes y estadísticas relacionadas con el
béisbol. Eso no era lo que estaba buscando. Escribo "intereses amorosos de
Luke Archer" en el mismo motor de búsqueda, y cambia el tono completo de las
imágenes y los artículos.
Desde fotos de bailes de la escuela secundaria hasta instantáneas
tomadas en fiestas universitarias con una chica con la que fue atrapado
hablando, las fotos lo hicieron parecer un playboy que había tenido una chica
diferente por cada noche de su existencia desde la pubertad. La propaganda no
era lo que me interesaba tampoco.
Acotando mi búsqueda, encontré lo que estaba buscando: La reportera
invitada que había seguido a los Shocks hace tres temporadas. Su nombre era
Callie Monahan, y en ese momento, había sido reportera de una gran estación
nacional. Tenía más o menos mi edad, había ido a una buena escuela y parecía
haber estado creciendo en su carrera, pero en los últimos años, no había mucho
sobre ella. Ella no trabajaba para la misma estación nacional, o cualquier otra
estación para lo que importaba.
No pude encontrar ningún vínculo directo entre ella y Luke, al menos, al
principio. No fue hasta que estaba pasando por algunas de las imágenes de
Callie que encontré una que hizo que mi cuerpo se entumeciera. Era una foto
166 que un fanático había tomado en una cena de equipo. Todos, desde el
entrenador hasta los jugadores, el personal de apoyo y la reportera invitada,
habían participado.
Luke y Callie no estaban sentados el uno junto al otro. Ni siquiera
estaban sentados en el mismo lado de la mesa. No fue la proximidad entre ellos
lo que me dijo lo que necesitaba saber, sino lo claramente conscientes que
estaban los dos de dónde estaba el otro. Mientras todos miraban a la cámara,
Luke y Callie se miraban. Probablemente solo había sido una fracción de
segundo, pero se había congelado a tiempo y se había hecho público para que
cualquiera lo viera.
Las ruedas de la silla de computadora rodaron más cerca mientras me
inclinaba para estudiar la foto. Mis oídos estaban sonando como si hubiera sido
golpeada en la cabeza con un ladrillo. No era solo que los dos se miraran el uno
al otro; era la forma en que él la estaba mirando. Era familiar. Terriblemente
familiar. El fruncido de su frente, su sonrisa torcida, la intensidad en sus ojos,
era la forma en que Luke me miraba.
Era la misma forma en que la había mirado.
Los celos estaban echando raíces, pero no los dejé crecer. Luke tenía
derecho a un pasado. Tenía derecho a mirar a otra mujer con afecto e interés. Él
tenía una historia con esta mujer, pero esa no era la razón por la que estaba
pegada a mi computadora portátil cuando podía haber usado la hora extra de
sueño. Las mujeres de su pasado no eran lo que me preocupaba: Era cómo se
habían convertido en parte de su vida.
Necesitaba ver si la historia de Shepherd tenía alguna credibilidad,
porque si lo hacía, ¿qué decía eso acerca de por qué me habían contratado, por
qué Luke había entrado en mi vida y cómo se veía el futuro de mi carrera?
Supuse que sabía lo que iba a decir, simplemente no estaba segura de
estar preparada para escucharlo.
Desplazándome por las últimas imágenes de Callie, no pude encontrar
ninguna de ella y Luke juntos. Habían sido cuidadosos, tal como lo habíamos
sido nosotros. Pero en las últimas imágenes, encontré otro rostro familiar. Este
era familiar debido a la foto colocada en el tocador de Luke.
Era el mismo bebé que estaba en brazos de Callie, tomado
167 aproximadamente al mismo tiempo que la foto de Luke, a juzgar por la edad del
bebé. La leyenda no decía nada más que "Callie Monahan e hijo", pero yo lo
supe.
Él no era solo su hijo. Con esos ojos y esa boca, sabía quién era el padre.
Mi pecho comenzó a agitarse por mi respiración. ¿Por qué no me lo había
dicho? ¿Por qué Luke mantendría oculto algo tan grande a la mujer que estaba
viendo?… a menos que él no tuviera la intención de "verla" pasado el final de la
temporada. A menos que ver fuera una palabra clave para usar. Que novia fuera
una palabra clave para juguete sexual.
Mis dedos se curvaron en los reposabrazos de la silla. Ya había visto
suficiente. Debería dejar que esto se establezca antes de ir más abajo en este
vórtice. Antes de que pudiera controlar lo que estaba sucediendo, escribí algo
más en el motor de búsqueda. Algo sobre la dietista del equipo de los Shock de
hace dos temporadas.
Ese agujero en mi estómago se extendió más. Otra mujer joven que solo
se había quedado una temporada.
Mis dedos volaron por el teclado otra vez. Al escribir equipo de
fisioterapia de los Shock de la temporada del año pasado, me desplacé por las
imágenes hasta que encontré la que estaba buscando. Exactamente lo mismo.
Mujer joven. Una temporada.
Por un momento, solo miré fijamente su fotografía, la sorpresa
manteniéndome inmóvil. Cuando la sorpresa retrocedió lo suficiente como para
permitirme la comprensión, me di cuenta de algo.
Ella tenía cabello rubio, ojos marrones, y era del tipo pequeña. Volviendo
a la dietista del equipo, la misma historia. No necesité volver a las fotos de Callie
para confirmar lo mismo.
Luke Archer tenía un tipo, y parecía que el equipo había estado
satisfaciendo sus preferencias desde que firmó. Él tenía un tipo. Rubia, de ojos
marrones, pequeña, y dispuesta a meterse en la cama con él.
Fue entonces cuando la habitación comenzó a dar vueltas de nuevo,
aunque no era por el alcohol, sino por la dura realidad. Los Shock no me habían
contratado solo por méritos y talento, como había creído. No habían contratado
a ninguna de las tres mujeres antes que yo por nada de eso tampoco.
Me habían traído por una razón y solo por una: Para mantener a Luke
168 Archer feliz y bateando sobre las vallas. La sangre comenzó a hervir en mis
venas, la ira enmascarando el dolor.
Él mismo estaba a punto de obtener una dosis de dura realidad.
Traducido por Lyla
Corregido por Nanis
S
ubir a bordo del avión del equipo esa tarde, requirió cada gramo
de coraje que tenía a mi disposición. Me había convencido de
renunciar a mitad de temporada cien veces ya, y me había
disuadido de ello cientos de veces. A pesar de sentir como una broma el estar
aquí, sabía que levantarme e irme a mitad de la temporada de un equipo se
vería mal. Cualquier esperanza que tuviera de continuar mi carrera en el
deporte profesional se vería frustrada. No quería que una temporada definiera
el resto de mi carrera, así que me dije que me aguantara y terminara la
169 temporada fuerte. Me recordé a mí misma que este tipo de pruebas era lo que
hacía a las personas más fuertes y que para el final de esto, estaría hecha de
acero.
Convencerme de terminar la temporada fue fácil. O, más fácil.
Convencerme de que no tenía sentimientos por Luke Archer no lo era. Debería
haberlo sido. Después de todo lo que había averiguado en las últimas
veinticuatro horas, aceptar que todo lo que tenía o sentía por él se basaba en un
ardid gigante debería haber sido simple.
No lo era, sin embargo. Cuando pensaba en Luke, todavía sentía cosas por
él. Todavía sentía que mi estómago se tensaba cuando pensaba en la forma en
que me miraba. Todavía sentía esa oleada de esperanza de cuando llegaría a
verlo después. Todavía sentía esa sensación de paz y pertenencia cuando
pensaba en él.
Me odiaba a mí misma por todo eso. Me despreciaba por preocuparme
por un hombre que me había mentido y me había traicionado. Aunque estaba
bien, me convencí, porque podía hacer que el odio funcionara. El odio mantenía
encendido el fuego de la ira; habría tenido más problemas si me hubiera
perdonado a mí misma por mi debilidad.
Mientras entraba en la cabina, nunca había sido tan consciente de mi
expresión y me aseguré de que la que había practicado en el espejo antes se
mantuviera en su lugar. La mayoría del equipo ya estaba a bordo, asegurados
en sus asientos con los auriculares puestos. Algunos de ellos ya parecían
dormidos, otros miraban las ventanas y algunos estaban jugando con sus
teléfonos. Pero uno estaba con la mirada levantada, directamente hacia mí.
Mis pulmones se tensaron cuando sentí su mirada sobre mí. Él no sabía
que yo lo sabía. Todavía me estaba mirando como si yo significara algo… como
si yo fuera especial. Era bueno en eso. Supuse que tenía que serlo. Ninguna de
nosotras sabía por qué habíamos sido contratadas, no la verdadera razón. No
era como si pudiera ser un imbécil y le suplicaríamos que nos follara toda la
temporada. Luke tenía que mirarnos así. Tenía que hacernos sentir especiales a
cada una de nosotras. Tenía que hacer eso para que todas le diéramos lo que
quería sin hacer que pareciera un plan cuidadosamente diseñado para
mantener feliz al jugador estrella y que el equipo siguiera sumando victorias.
Le di la mirada más fugaz de la que fui capaz, y seguí moviéndome por su
fila. No me perdí la forma en que me indicó el asiento de la ventana vacío a su
170 lado. No me perdí la maldita caja pequeña con un lazo sobre ella descansando
en el asiento vacío.
Sentí como si alguien estuviera rompiendo mi corazón en pedazos
cuando lo pasé. Pude oírlo retorcerse en su asiento, mirándome. Podía sentir su
mirada mientras avanzaba por el pasillo, poniéndome tan lejos de él como el
avión me permitiera.
Justo cuando estaba a punto de tomar la fila vacía en la parte posterior
del avión, cambié de opinión. Sabiendo que Luke, una vez que el avión estuviera
en el aire, vendría atrás a sentarse conmigo, y no estaba lista para hablar con él.
Tendría que hacerlo pronto, pero todavía no. El aguijón de todo era
demasiado fresco. Sabía que yo diría cosas de las que me arrepentiría.
—¿Te importa si me siento a tu lado? —Me detuve afuera de la fila donde
Reynolds estaba tendido.
Se quitó sus grandes auriculares, la confusión llenando su rostro.
—Adelante, Doc. —Señaló el asiento vacío a su lado y se levantó para
dejarme pasar.
Todo el tiempo, sentí que Archer estaba mirando. Cuando me volví para
sentarme, nuestras miradas se encontraron el tiempo suficiente para que
pudiera ver las mismas líneas de confusión dibujadas en su frente. Para
distraerme, luché con la hebilla, tratando de ajustarla para que me abrazara,
pero estar aturdida y nerviosa dificultaba las cosas básicas.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó Reynolds.
—Lo tengo.
—¿Estás segura de eso? —dijo cuando comencé a golpear los dos
extremos juntos cuando se negaron a engancharse.
Un momento después, logré que cooperaran.
—Lo tengo —dije, hundiéndome en el asiento.
Pasaron unos minutos en silencio, excepto por mi movimiento cada
pocos segundos, tratando de ponerme cómoda. Estaba pasando un momento
difícil para decidir si quería la ventana abierta o cerrada.
Para el momento que estuvimos en el aire y yo todavía era un desastre
movedizo e indecisa, Reynolds se inclinó.
171
—¿Necesitas hablar, Doc?
Finalmente encontré la posición correcta en la que me sentía cómoda,
escogiendo la ventana cerrada.
—No —dije, cerrando los ojos—. Necesito olvidar.
Traducido por Kalired y DiaNaZ
Corregido por Nanis
S
obreviví al avión. Había sobrevivido al camino a través del
aeropuerto, cuando él había tratado de venir a mi lado y deslizar
algo en mi mano, lo esquivé entrando al baño de mujeres antes de
que pudiera poner la pequeña caja en mi poder. Había sobrevivido al viaje al
hotel. Había sobrevivido a los incómodos momentos en los que él había
intentado llamar mi atención y yo había fingido no darme cuenta. Había
sobrevivido al día.
No estaba segura si sobreviviría a la noche. No estaba segura de
172 sobreviviría al hotel.
Tan pronto como el equipo se había registrado, había desaparecido en mi
habitación y no la abandoné. El teléfono comenzó a sonar cinco minutos
después de que me encerrara. Como mi teléfono celular aún estaba apagado,
supuse que se imaginó que intentaría contactarme de esta manera. Después de
que la tercera llamada no fuera respondida, descolgué el teléfono. No estaba
lista.
Volví a encender mi celular porque no podía arriesgarme a perder una
llamada del equipo, pero lo mantuve en silencio para que así sus llamadas, que
llegaban cada quince minutos, no hicieran eco en toda la habitación. Me negué a
mirar la oleada de textos suyos, o los que había perdido.
Como distracción, encendí la televisión para romper el silencio y el tono
de mis pensamientos. No funcionó.
Eran más de las once cuando un suave golpe sonó fuera de mi puerta.
Acababa de dirigirme al baño cuando me congelé. No era el servicio de limpieza
quien estaba al otro lado.
—¿Allie? —Su voz era tranquila, pero parecía resonar por mi habitación
como un grito—. Sé que estás ahí. Te escuché moverte. He estado fuera de tu
habitación durante diez minutos tratando de descubrir qué demonios decir.
Tratando de descubrir qué diablos está pasando. ¿Estás bien? —Un golpe sordo
vino desde el otro lado de la puerta, como si hubiera dejado caer su frente
sobre ella—. ¿Estamos bien?
Cuando no respondí en forma de palabras o abriendo la puerta, lo
escuché suspirar.
—¿Esto es por el baile de caridad de la otra noche? ¿Estás molesta por
algo que hice? ¿Enojada porque no fuimos juntos? Porque sabes lo que siento al
respecto. No me importa si la gente nos ve. No me importa si todos descubren
que estamos juntos. Estoy cansado de fingir.
Sus palabras eran tan sinceras, el dolor en ellas tan crudo. Mi garganta
estaba ardiendo por las emociones que estallaban dentro de mí. Era injusto que
el mundo hubiera creado un hombre que pudiera dominar tal sinceridad
cuando ninguno existía más allá de la fachada.
173 —Por favor háblame. Por favor, tan solo abre la puerta. Grítame.
Abofetéame. Solo haz algo. Este silencio me está matando, Allie. Así no es como
dos personas se comunican. —Otro ruido sordo en el exterior de la puerta—.
Por favor, solo dime por qué estás molesta así tengo la oportunidad de
explicarme o compartir mi versión de la historia. No puedo arreglar esto si no
sé lo que está mal.
Mis brazos se cruzaron como si estuviera tratando de mantenerme a mí
misma unida. No había nada que arreglar, porque no había habido nada entre
nosotros. No puedes arreglar algo que nunca tuviste.
—¿Allie? ¿Por favor? —Su voz era más fuerte ahora, tensa por la
emoción.
Ahí fue cuando casi me derrumbé. Fue entonces cuando mi cuerpo se
inclinó hacia la puerta, mi mano se elevó en su dirección. Fue entonces cuando
me di cuenta de lo débil que me había vuelto por él. Apenas podía controlar mi
propio cuerpo. Era incapaz de controlar mis propios pensamientos, me había
dejado en un estado tan frágil. La fuerza que había conocido me había dejado en
el momento más desesperado, y una parte de mí lo odiaba por eso.
Debería haber sabido que lo que había sentido por él no era algo real.
Debería haber sabido que era falso, porque ¿no se suponía que las personas que
nos importaban nos harían más fuertes en lugar de más débiles? ¿No se suponía
que debían hacernos más firmes en lugar de más debilitadas?
—Estoy deslizando una nota debajo de tu puerta con un lugar y una hora
para mañana. Estaré ahí esperando. Puedes hacer que espere todo el día si
quieres, solo por favor preséntate. Por favor, dime qué pasa para que pueda
arreglar la situación.
Cuando un pedazo de papel doblado se deslizó debajo de mi puerta, me
estremecí, pero no me moví. Todavía estaba esperando afuera de la puerta. Me
preguntaba si esperaría ahí toda la noche.
—Por lo que sea que hice, o por lo que sea que creas que hice, lo siento.
Sus pasos se alejaron de mi puerta, pero no fue hasta que escuché las
puertas del ascensor que me sentí segura para moverme. Podría haber dejado
su nota en la alfombra, pero sabía que no sería capaz de conciliar el sueño
teniéndola a plena vista. Después de agarrarla, corrí al baño y estaba a punto de
174 dejarla caer en el cubo de basura cuando lo pensé dos veces. Si me despertaba
en un momento de debilidad, podía agarrarla y leer lo que había escrito. En otro
momento de debilidad, podría mostrarme donde sea que planeaba estar
mañana. En el peor momento de debilidad posible, podría dejar que
construyera una historia y una explicación que yo me creería hasta que me
recordaran la realidad cuando terminara la temporada, y yo fuera depuesta de
mi empleo con el equipo.
Dirigiéndome hacia el inodoro, dejé caer la nota dentro y tiré de la
cadena antes de que pudiera cambiar de opinión. Traté de no dejar que la ironía
del trayecto de esa nota me golpeara.
L
os Shock perdieron el partido. Un partido en el que eran claros
favoritos, por un amplio margen, para ganar. El mejor equipo de
la nación acababa de recibir una paliza de uno de los equipos con
más baja clasificación en el béisbol profesional.
Esa derrota podría haber tenido mucho que ver con cierto bateador
crítico ponchándose tres veces, recibiendo base por bola dos veces y quedando
fuera antes de llegar a la primera base la única vez que su bate se las arregló
para conectar con la pelota.
180
El número once no había tenido una noche buena: Había tenido el tipo de
noche de la que la gente estaría hablando durante años. Había cometido errores
más veces en este partido que en toda su carrera. Se movía como si acabaran de
reemplazarle la cadera y el cirujano hubiera ido más allá y hubiera
reemplazado su hombro también.
Aunque, Archer no fue el único que había estado pésimo esta noche, todo
el equipo había estado igual. Aunque los Shock no eran solo Luke Archer, en
muchos sentidos, Luke Archer era el espíritu de los Shock. Él lideraba al equipo
a las victorias con el ejemplo, pero esta noche, el único ejemplo que había
establecido era de apatía.
Después de que el entrenador prácticamente se hubiera dejado sus
pulmones después del partido, todos salimos de ese vestuario conmocionados.
¿Qué demonios acababa de pasar?, estaba escrito en todas nuestras expresiones.
Era la misma pregunta que me estaba haciendo cuando subía en el
ascensor a mi habitación de hotel. El equipo estaría listo descansados y
temprano para el siguiente partido, y después del estado de insomnio de la
noche anterior, estaba ansiosa por meterme en la cama y borrar este día de
horrores.
Al igual que antes, elegí tomar un taxi en lugar del autobús del equipo, y
expliqué que tenía que resolver algunas cosas antes de irme. Después de la
charla que tuve con Archer antes del partido, él no me había dicho ni una
palabra. No había mirado en mi dirección, ni siquiera cuando se arrastró de
vuelta a la caseta después de cada ponche y le tendía una botella de agua. Tal
vez lo que dije finalmente había encajado en su sitio. Tal vez ya me había
superado.
Tal vez ya tenía a alguien alineado para su próxima Chica de Incentivos,
ya que la de esta temporada se había acabado temprano. No tenía ni la menor
pista de por qué había pasado de parecer que cruzaría un océano a nado para
no perderme, a actuar como si yo no existiera.
Cuando se abrieron las puertas del ascensor, asomé la cabeza para
asegurarme que no estaba esperando afuera de mi puerta, aunque estaba
medio esperando a la vez que pudiera estar ahí. Cuando sentí una punzada de
desilusión porque no estaba allí, me obligué a recordar lo que Shepherd me
había dicho.
Y la decepción fue un recuerdo lejano cuando abrí la puerta.
181 Mi habitación no estaba como la había dejado. Ni siquiera se parecía a mi
habitación en absoluto. Las bolsas que colgaban sobre mi hombro cayeron al
suelo, mi boca se abrió cuando me fijé en la habitación. En cada superficie que
era sólida o lo suficientemente firme como para sostener un jarrón, un ramo de
flores había llegado hasta allí. Pero no había solo un ramo por superficie; había
tantos como cabían en esa superficie.
Al menos cuatro en cada mesita de noche, una docena en el alféizar de la
ventana, no podía contar cuántos en el escritorio… estaban en todas partes.
Incluso en el baño, descubrí cuando revisé. Los jarrones estaban esparcidos por
el suelo, los pétalos esparcidos por la cama, abrumadores y hermosos por
definirlos de alguna forma.
Un centenar de variedades de flores conformaban los ramos de flores
llenos de color, creando un aroma tan dulce como floral. Era el gesto más
grandioso que alguna vez alguien había hecho por mí. El más grande por
mucho.
No necesitaba abrir la nota apoyada en mi cama para saber quién era el
responsable de esto. No debería hacerlo, porque con flores o sin ellas, nada
cambiaba.
Sin embargo, no pude evitarlo. Al levantar la tarjeta, solo encontré una
frase simple escrita con su letra.
Tú eres más.
Mis ojos siguieron moviéndose sobre las palabras, casi como si
estuvieran intentando convencerse a sí mismos de que había algún otro
mensaje que me estaba perdiendo. Sin embargo, no lo había.
¿Qué significaba eso? ¿“Tú eres más”? ¿Más que qué? ¿Más que una
aventura? ¿Más que las chicas antes que yo? ¿Más de un dolor en el culo? ¿O
más que algo más que aún tenía que descubrir?
Tú eres más.
Esas palabras me persiguieron toda la noche, pero a la mañana siguiente,
me di cuenta que las palabras no eran más que palabras. Fueron las acciones
detrás de ellas las que les daban su significado.
Las acciones de Archer no respaldaban sus palabras. Estas tres en la nota
o aquellas que había pronunciado en la sala de medicina antes del partido de
ayer.
182 Tú eres más. Lo que sea que quiso decir con eso, era solo una estratagema
más para mantenerme bajo su agarre durante los próximos meses. Una medida
de control de daños.
Ya no más. Esa era mi respuesta.
Traducido por StefaniaVera
Corregido por Nanis
O
tra ciudad. Otro partido. Otro desastre.
Estábamos en la parte baja de la novena entrada, y a
menos que una de esas cosas milagrosas decidiera caer del
cielo, los Shock iban a añadir otra derrota a su temporada.
El espíritu del equipo había sido lúgubre desde el principio y solo había
ido a peor desde allí. El entrenador parecía estar a punto de explotar, mientras
se paseaba por la caseta como un león enjaulado, maldiciendo por lo bajo
183 acerca de reemplazar a todos los bebés por algunos jugadores reales.
El equipo no funcionaba sin que todos los jugadores lo diesen todo.
Especialmente cuando ese jugador era Luke Archer. Había estado hecho un
desastre durante el partido en Nueva York; había estado aún peor en éste. Solo
habían pasado un par de días desde nuestra conversación, pero al mirarlo, era
como si hubiera estado abandonado en una isla desierta durante meses. Su
rostro estaba sin afeitar, sus ojos hundidos, su expresión endurecida.
Yo había hecho todo lo posible por evitarlo, pero él había hecho todo lo
posible por frustrar mis planes. Él nunca decía nada, solo fijaba sus ojos en los
míos por un momento, pero eso decía todo lo que estaba tratando de expresar.
Él quería hablar. Pero no había nada de qué hablar. No quería mencionar
lo que había averiguado de Shepherd porque una parte de mí tenía demasiado
orgullo para admitir que esa era la razón por la que yo lo había terminado.
Quería ser la primera chica en dejarlo, antes de que él tuviera la oportunidad.
Quería que pensara que había terminado porque había terminado, no por lo
que había averiguado. Quería alejarme con la mayor dignidad posible, porque
no sentía que me quedara mucha.
Yo le había perdido. Iba a perder mi trabajo. Estaba cerca de perder mi
credibilidad. Ya había perdido lo suficiente sin agregar los últimos restos de mi
orgullo.
—Oye, Allie, ¿qué pasa? —Shepherd se detuvo en frente de donde yo
estaba sentada en el banco—. Archer no se ve bien allí afuera. Puede ser que
necesite una noche. Asegúrate de que esté listo para el próximo partido.
Apenas fue visible, pero no me perdí el guiño que me dio antes de
caminar hasta el otro extremo de la caseta. Mis puños se cerraron con tanta
fuerza que pude sentir mis uñas cerca de hacerme sangre en mis palmas. El
único beneficio de perder mi trabajo soñado al final de la temporada era que ya
no tendría que lidiar con Shepherd.
—¿Cómo estás, Doc? —Reynolds se estrelló en el asiento a mi lado,
dándome un empujoncito no tan a la ligera. Cuando vio la expresión de mi
rostro, resopló—. Lo siento por eso. Es una costumbre. ¿Cómo lo llevas? —
corrigió, tratando de sonar tan elocuente como podría hacerlo un tipo grande
de Alabama.
El autobús del equipo iba silencioso después del partido. Aparte del ruido
del motor y el zumbido del aire acondicionado, la derrota le había arrebatado
las palabras al equipo.
Había logrado evitar a Luke en el vestuario, ocupada atendiendo a otros
jugadores que necesitaban ser vendados y hacer estiramientos, pero de vez en
cuando, sentía le sentía observándome. Era una sensación extraña y una que
nunca había sentido antes. Sentía como si alguien estuviera tocando mi
hombro, tratando de llamar mi atención, pero cuando me daba la vuelta, no
había nadie allí. Como si mi mente se lo hubiera inventado todo, y luego
encontraría a Luke observándome con la misma mirada que había visto un
montón de veces en los últimos días; como si él estuviera tratando de encontrar
una manera de salvar algo que no podía ser salvado.
186 Como era mi nuevo hábito, me había deslizado en el asiento junto a
Reynolds para el viaje de regreso al hotel. Parecía que estaba dormido, así que
no tendría que preocuparme de que me hostigara de nuevo sobre Luke.
El autobús acababa de alejarse del estadio de los Pioneers cuando noté
que alguien venía por el pasillo hacia nosotros. Por la forma en que Luke me
miraba, no era ningún misterio hacia dónde se dirigía.
En un autobús lleno de gente, no era como si pudiera pararse en el pasillo
y hablar conmigo, y afortunadamente tenía a Reynolds ocupando el asiento a mi
lado. Pero tan pronto como Archer se detuvo junto a nuestra fila, Reynolds se
despertó.
—Lo siento, Doc. —Bostezó, estirando sus brazos por encima de su
cabeza.
—Reynolds —siseé por lo bajo, cuando se movió para ponerse de pie. No
iba a tener otra conversación como la primera que tuve con Luke en el autobús
del equipo.
—Ustedes dos tienen alguna mierda que aclarar. No sé de qué se trata, ni
cómo pueden solucionarlo, pero arréglenlo ya. —Reynolds le dio un puñetazo
en el brazo a Archer cuando se levantó, y luego se movió por el pasillo en busca
de un asiento diferente.
Girando en mi asiento, para así estar inclinada hacia la ventana, traté de
ignorar al hombre que estaba parado en el pasillo, observándome. Aunque,
había aprendido hace semanas que ignorar a Luke Archer era imposible.
—¿Te vas a sentar? —espeté por lo bajo cuando él continuó quedándose
parado en el pasillo. Estábamos en la parte trasera del autobús y la mayoría del
equipo estaba más adelante, pero aun así. Este no era exactamente un lugar
privado.
—¿Vas a hablar?
—Ya dije todo lo que tenía que decir.
Luke se deslizó en el asiento junto a mí, su cercanía me tomándome por
sorpresa. Él no debería haber sido capaz de hacerme sentir de esta manera. No
después de todo.
—¿Vas a escuchar entonces?
—Estoy atascada en el asiento junto a ti —le respondí, preguntándome
187 qué pensaba que podría decir que lo explicaría todo.
—¿Qué pasó entre nosotros? —Se giró en su asiento por lo que casi
estaba frente a mí.
—Te lo dije, llegamos a nuestra fecha de vencimiento. Y no hubo un
“nosotros”. Fuimos tú y yo, juntándonos para tener sexo —dije en voz baja,
mirando a mi alrededor para asegurarme de que nadie estuviera sintonizando
nuestra conversación.
—No acepto eso. Esto no era ese tipo de relación.
—No tienes que aceptarlo. No cambia la realidad.
La mano de Luke se curvo alrededor de su reposabrazos, sus nudillos se
volvieron blancos por su agarre. Podía haber sido capaz de mantener la calma
en la superficie, pero no lo estaba por dentro.
—Creo que estás enojada conmigo por algo. Creo que escuchaste algo o
leíste algo o te enteraste de algo que te hizo sentir como si yo te hubiera
traicionado de alguna manera. Me gustaría saber lo que es para que pueda
explicarlo por mí mismo.
Me moví en mi asiento.
—No hay nada que explicar.
—¿Entonces hay algo?
Mis ojos se cerraron. ¿Por qué no lo dejaba ir? ¿Por qué estaba actuando
como si a él realmente le importara? Sabía que todavía quedaban dos meses de
temporada, pero seguramente Luke Archer podría satisfacer sus necesidades
físicas sin escasez de candidatas. Esta candidata ignorante, no obstante cordial,
y elegida había terminado.
—Déjame darte mi explicación ya que claramente llegaste a la tuya. —
Cuando el brazo de Luke chocó suavemente con el mío, el calor se extendió por
mi cuerpo. Debería haber sido calmante, pero mi enojo lo convirtió en lo
opuesto.
Mis ojos se abrieron de golpe.
—¿Qué crees que has hecho, Luke? ¿Qué diablos crees que podrías haber
hecho para fastidiarme y alejarme? —Hice una pausa lo suficiente larga para
que él dejara que eso se arraigara—. Si no aceptarás que estoy terminando con
nosotros solo porque nuestro estado de folla-amigos ha llegado a su tiempo de
188 caducidad, entonces debes tener algo más en mente del por qué lo terminé.
Sus cejas se juntaron mientras inspeccionaba el área a nuestro alrededor
como yo lo había hecho antes. Nadie estaba girándose en sus asientos.
—Sigues preguntándome qué está mal y por qué estoy enojada, así que
seguramente debes haber pensado una lista de razones del porqué. Si me estás
preguntando qué es lo que necesitas arreglar, entonces debes saber que hay
algo que rompiste en primer lugar. —Mis palabras susurradas estaban
haciéndome temblar—. ¿Qué tienes que explicarme, Luke?
Vi que algo se asentaba en sus ojos, las arrugas de confusión
suavizándose mientras llegaba a una conclusión. Cuanto más tiempo me
estudiaba silenciosamente echando chispas por los ojos en el asiento a su lado,
más comprensión se imponía sobre él. Él sabía que yo lo sabía.
Debería haber sentido justificación con eso. Debería haberme sentido
victoriosa de haberlo descubierto, a diferencia de las anteriores. Cuando lo
observé caer de nuevo en su asiento, cerrando los ojos y cerrando la boca, se
sintió más como una derrota.
—¿Ves? Tú tampoco tienes nada que decir.
Cuando me levanté para buscar otro lugar donde sentarme, la mano de
Luke agarró la mía cuando me deslicé junto a él. Cuando sentí que mis dedos
comenzaban a entrelazarse con los suyos, aparté mi mano y me apresuré hacia
el pasillo.
—Si alguna vez me tocas otra vez, les diré a todos en este autobús y a
todos en este maldito mundo acerca de tu pequeño secreto, Luke Archer. —Mi
voz tembló cuando lo miré fijamente—. Nunca vuelvas a poner tus manos sobre
mí.
Algo oscuro brilló sobre su rostro, luego se colocó la gorra sobre la cara y
cerró los ojos. Supuse que había terminado de pelear. Yo había dicho lo que
necesitaba decir para que se diera por vencido. Mi amenaza no me había hecho
sentir orgullosa, sabía la importancia que le daba a la privacidad, pero era todo
lo que me quedaba para cortar la conexión que él se negaba a dejar ir.
—¿Qué tal eso para alejarte?
189
Traducido por Antoniettañ y Gigi D
Corregido por Nanis
E
stábamos de vuelta en San Diego para un partido en casa. Hogar.
Había pasado mucho tiempo pensando sobre lo que sentía como
mi hogar. ¿Era una ciudad? ¿Una casa? ¿Una persona? ¿Un
sentimiento? ¿Una combinación de todo eso?
Hogar. La mayoría de los días se sentía como una fantasía, algo tan
idealista e improbable como un unicornio. Como si tuvieras que robarlo si
realmente lo querías, porque no iba a caer en tu regazo de repente. No era algo
que se diera por hecho; era algo que tenías que tomar.
190
Mientras me sentaba ante la mesita de mi apartamento, sabía que esto no
era un hogar. Era muy tranquilo, pero no del tipo que se sentía pacífico. Si no
del tipo que se sentía solitario. Del tipo que hacía que una persona reflexionara
sobre cosas locas como la definición de hogar.
Justo cuando estaba colando mi bolsita de té, con la esperanza de que la
manzanilla pudiera estar a la altura de permitirme dormir algo esta noche,
hubo un golpe en mi puerta principal. No esperaba a nadie y no había tenido
tiempo para hacer amigos en San Diego que se sentirían lo suficientemente
cómodos como para pasarse a las nueve de la noche.
Cuando miré a través de la mirilla para ver quién era, retuve el aliento.
Después de la forma en que las cosas habían acabado entre Luke y yo, nunca
había esperado oír de sus hermanas de nuevo. Entonces de nuevo, me acordé
de la persona que estaba al otro lado de la puerta y de cuando me advirtió que
si le hacía daño a él, tendría tres hermanas ante las que responder.
Supuse que no necesitaba preguntarme por qué estaba Alex aquí.
Quitando el seguro a la puerta, la empujé hasta abrirla. Ella me devolvió
mi sonrisa convencional, moviéndose como si estuviera incómoda.
—Por favor, no me digas que condujiste todo el camino desde Oceanside
—le dije en voz baja.
Ella negó con la cabeza.
—Mis hermanas y yo nos estamos quedando con Luke este fin de
semana.
Exhalé un suspiro de alivio antes de que mi siguiente pregunta me
viniera a la mente.
—¿Sabe Luke que estás aquí?
Ella se movió otra vez.
—No exactamente.
Exhalé.
—Alex…
—Él no me habría dejado venir si le hubiera dicho a dónde iba. Tomé un
taxi.
—Necesitas decirle donde estás. Enloquecerá si se entera de que te has
191 ido a esta hora de la noche. —Agarrando su brazo, la atraje al interior del
apartamento y cerré la puerta—. Puedes usar mi teléfono.
—Tengo un teléfono cuando esté lista para llamarlo, pero primero,
necesito hablar contigo.
—Alex…
—Luke siempre me ha cuidado. A todas nosotras. Quiero cuidar de él por
una vez.
—¿Y qué tiene que ver que estés aquí conmigo con cuidar de él?
—Porque él se preocupa por ti. —Hizo señas hacia mí—. No sé qué pasó
o por qué ustedes ya no están juntos, pero él se siente miserable y necesito
saber por qué. Ya que él no me va a decir nada, voy a tener que enterarme por
ti.
Me tomé un momento para considerar mis opciones. Podría llamar a
Luke ahora mismo y llevarla de vuelta a su casa, o podía escuchar lo que había
venido a decir y luego llevarla a su casa. A juzgar por la mirada en su rostro,
probablemente tendría que tirarla sobre mi hombro para meterla en mi auto,
antes de que me dijera lo que me tenía que decir.
¿Qué eran cinco minutos?
—Esto suena como que vamos a necesitar chocolate. —Suspiré, vagando
hacia la cocina.
Alex me siguió.
—El chocolate probablemente sería una buena idea.
—Qué bueno que acabe de surtirme —le dije, sacando la reserva de
chocolate para rupturas.
Los ojos de Alex se abrieron de golpe.
—La última vez que vi tanto chocolate fue cuando mi ex rompió conmigo.
—Cuando me dio una mirada de conocimiento, atrapé un Twix de tamaño xl de
la reserva. Se sentó en el taburete frente a mí, tomando un Kiss de chocolate y
caramelo de la bolsa—. Entonces, ¿por qué ya no están juntos?
No respondí hasta que me había terminado mi Twix. Solo para ver si el
chocolate y el azúcar hacían que fuera más fácil la charla.
—Nunca estuvimos realmente juntos para empezar.
192 —Eh, sí, lo estaban —respondió, dándome una mirada.
—Nos has visto juntos una vez, Alex.
Ella se metió el Kiss en la boca y se encogió de hombros.
—Pero conozco a Luke, y si ustedes no estuvieran juntos, él no nos
habría dejado verlos juntos en absoluto. Nunca nos ha presentado a nadie con
quien haya estado excepto a ti. —Ya estaba extendiendo la mano a por su
próxima pieza cuando un lado de su rostro se detuvo—. Bueno, y…
—¿Callie? —Bien, otra pieza de chocolate era lo correcto después de
decir su nombre en voz alta.
—¿Sabes acerca de ella?
—Sí. —Me metí unos cuantos M&M en la boca, tratando de acabar con la
amargura.
—¿Te lo dijo él?
—No.
—¿Es por eso que rompiste con él? —Se mordió el labio, como si
estuviera a punto de soltar una bomba—. Porque si lo fuera, sé por qué no te lo
dijo.
Sacudí la cabeza.
—Esa no fue la razón. Al menos no la principal.
Colocándose su larga trenza alrededor de su hombro, me estudió. Casi de
la misma manera que Luke hizo tantas veces.
—¿Cuál es la principal?
—Eso es entre Luke y yo. —Unos cuantos M&M’s cayeron en mi boca. Mi
plan de embotar el dolor a través del chocolate estaba funcionando. Al menos
un poco.
Alex se quedó callada después de eso. No estaba segura si ella estaba
esperando que yo dijera algo o tratando de averiguar qué decir a continuación.
Me sentía mal porque hubiera venido aquí y yo no pudiera ser sincera con ella
sobre la razón por la que su hermano y yo no habíamos funcionado, pero no
había manera de que pudiera decirle la verdadera razón. No quería empañar su
visión de su hermano mayor.
Después de seleccionar un puñado de Kiss, ella comenzó a hacer una
pequeña pirámide con ellos. Iba por la segunda fila cuando levantó la mirada.
193 —¿Sabes sobre Owen también?
No sabía su nombre, pero por el sonido de su voz, sabía a quién se
refería.
—¿El niño pequeño? Sí, lo averigüé por mi cuenta también.
—Es por eso que no te habló de Callie, debido a Owen. Sé que al final lo
habría hecho, pero no le cuenta a nadie nada acerca de ellos.
Al mismo tiempo que respetaba su decisión de mantenerlos en privado,
dado que su mundo era lo que era, me sentía resentida. Era una reacción
inmadura y lo sabía, pero era el apuro del amante despreciado.
—Puedo entender eso —le dije, tratando de sonar tan convincente como
pude—. Sería difícil crecer siendo conocido como el hijo de Luke Archer. Todos
los medios de comunicación. Lo entiendo.
Alex estaba a punto de poner el Kiss en la parte superior de pirámide
cuando se estremeció. Toda la cosa se estrelló.
—Owen no es el hijo de Luke. —Parpadeó hacia mí—. Al principio, Luke
podría haber pensado que lo era, pero Luke no es su padre.
El paquete de M&M’s se me cayó de la mano.
—¿Qué?
Alex se desplomó en el asiento mientras desenvolvía otro Kiss.
—Lo sé. Es lo peor. Callie se quedó embarazada de Owen cuando Luke y
ella estaban juntos, así que, por supuesto, él asumió que el bebé era suyo. —
Cuando los ojos de Alex se estrecharon mientras decía el nombre de Callie, no
me lo perdí—. Todo el tiempo que estuvo embarazada, incluso las primeras
semanas después de que Owen naciera, Luke pensó que era suyo. No es como si
estuvieran planeando quedarse embarazados, pero él iba a hacer lo que fuera
para cuidar de ellos. Deberías haberlo visto, Allie. —Una sonrisa triste se
mostró en su rostro—. Dios, era un gran padre, ¿sabes? Tan orgulloso, tan
enamorado de ese pequeñín.
Cuando sus ojos se pusieron vidriosos, yo sabía que los míos la seguirían.
Era una gran llorona por simpatía.
—¿Qué pasó? —dije.
Alex hizo bola con sus envolturas vacías, su expresión oscureciéndose.
194 —Un idiota entró en escena antes de que Owen tuviera un mes de edad.
Alegó que él y Callie habían estado teniendo una aventura por un tiempo y
exigió una prueba de paternidad. —Resopló, negando con la cabeza—. Resultó
que el cabrón era el padre. No Luke.
Tuve que apoyarme en el mostrador.
—Oh Dios mío.
—Lo destrozó, Allie —dijo—. ¿Te imaginas pensar que un niño era tuyo,
solo para descubrir que no lo era y que la mujer que amabas había estado con
otro a tus espaldas durante meses?
—No, no me lo puedo imaginar. —Mi mente seguía tambaleándose,
tratando de ponerse al día, pero luego me di cuenta que Luke había sido
expuesto de la misma manera que yo. Excepto que para Luke fue peor—. Pero
sí sé lo que se siente el ser engañado.
Como si pudiera sentir mi dolor inundando mi sistema, ella atrapó otra
barra de Twix y me acercó.
—Ese niñito podría ser el hijo de alguien más, pero Luke se aseguró de
cuidar de él. Owen tiene un buen fondo para la universidad que pagará la mejor
escuela del país. Y la escuela de medicina si quiere. Y después su primera casa.
Mis ojos estaban alcanzando niveles vidriosos máximos antes de que el
derramamiento sobreviniera. Si Alex derramaba una lágrima, yo estaba muerta.
—¿Ve a Owen a menudo?
Ella exhaló.
—Lleva sin verlo más de dos años. Esa mujer y su imbécil eliminaron a
Luke de la foto por completo. Y como no tenía derechos legales sobre Owen, no
había nada que Luke pudiera hacer.
—¿No podría haber hecho algo?
—¿El qué? Ningún juez va a conceder derechos de visita a un tipo que
pensó que era el padre de un niño.
Mis hombros se desplomaron.
—Supongo que no.
195 —Además Luke se dio cuenta que la vida de Owen probablemente sería
más pacífica si él no estuviera en ella. No es como si el chico lo recordara, así
que era realmente solo por el beneficio de Luke el que quisiéramos seguir
viendo a Owen. No por el de Owen.
Giré la barra de Twix en mi mano, mi apetito por el chocolate esfumado.
—¿Él dijo eso?
—Por supuesto que dijo eso. Es Luke. No podría no hacer lo correcto si
alguien amenazara con terminar su carrera de béisbol.
No sabía qué decir. Me había enterado de tantas cosas que no podía
recordar siquiera por qué me encontraba molesta con él en primer lugar.
—Ojalá lo hubiera sabido —susurré—. Eso es algo horrible.
Alex me miró a los ojos, con un destello de esperanza en los suyos.
—¿Entonces le darás otra oportunidad?
Otra oportunidad. Si hubiera sido solo eso lo que se interpuso, seguro. Si
hubiera sido solo esto, probablemente no habría terminado la relación. Él no
podía controlar lo que otros hacían, nadie podía. Ambos habíamos sido
expuestos, y teníamos cicatrices para probarlo.
Los problemas de Luke y míos eran más profundos.
—Esto —Owen, Callie— ellos no fueron el motivo principal por el que no
funcionamos.
Ella gimió.
—¿Entonces qué fue?
—Es complicado.
—Entonces hagámoslo simple porque no he visto a Luke así de feliz en
años. Ni siquiera con Callie antes de que él supiera lo zorra fácil que era.
—Caramba. ¿Veo que no la recuerdas con cariño?
—Luke no sabe que la llamo así. No le gustaría si se enterara. —Arrugó la
nariz.
—Entonces será nuestro secreto —dije, intentando comprender qué
sucedía. Intentando comprender cómo cambiaba las cosas, si siquiera cambiaba
algo—. ¿Así que nunca lo viste así de feliz?
Alex negó.
196 —Jamás.
—¿Y qué hay de las otras mujeres que hubo después de Callie? —Intenté
no pensar en ellas, en su aspecto ni en sus nombres, pero sabía que nunca las
olvidaría.
Arrugó la frente.
—No ha habido otras mujeres después de Callie.
—Que tú sepas.
Parpadeó.
—Lo sé con seguridad.
La miré, intentando expresarme con suavidad.
—Acabas de decir que Luke no le presentaba a sus hermanas a alguien a
no ser que fuera serio. ¿Cómo sabes que no ha tenido una lista de relaciones
casuales?
Hizo una mueca como si se cuestionara que yo hablara en serio.
—Porque Luke no tiene relaciones casuales. Y si las tuviera, me lo habría
dicho. No nos habría presentado, pero me habría dicho que estaba viendo a
alguien.
Alcé una ceja.
—¿Porque los hombres de veinticinco años lo comparten todo sobre sus
vidas románticas con sus hermanitas?
Poniendo los ojos en blanco, se inclinó lo suficiente para sacar su celular
del bolsillo.
—Este lo hace. —Repasando los mensajes con Luke, se detuvo cuando
encontró lo que buscaba—. Léelo tú misma.
Cuando no tomé el teléfono, lo puso en mi mano.
La fecha del primer mensaje era de hacía unos meses.
Alex: ¿Cómo estás?
Luke: Genial.
Alex: ¿Genial? Alex escribió en respuesta, seguido de: ¿Quién es la chica?
197 Luke: ¿Soy tan obvio?
Alex: Sí. ¿Entooonces? ¿Quién es ella?
Luke: Alguien que no sabe que existo.
Sentí un nudo en la garganta cuando leí esa respuesta. Yo sabía que él
existía, simplemente no había sabido que él no sabía que yo lo hacía.
Alex: Eres Luke Archer. Sabe que existes.
Luke: No, ella no.
Alex: Entonces déjale saber que existes.
Luke: ¿Cómo?
Alex: No lo sé. ¿Cómo es ella?
Luke: Increíble.
Y ahora yo sonreía. Seguí leyendo la conversación mientras Alex comía
un par más de chocolatinas.
Alex: ¿Detalles de la chica increíble?
Luke: Ama el béisbol.
Alex: Genial.
Luke: Trabaja aún más duro que yo.
Alex: Imposible.
Luke: Cuando sonríe, no puedo respirar.
Alex: Mejor que arregles eso. No puedo permitir que te desmayes por falta
de oxígeno. No la impresionarás.
Luke: Buen punto.
Alex: Entonces, problemas respiratorios.
Luke: Sí.
Alex: ¿Palpitaciones en el corazón?
Luke: Sí.
Alex: ¿Problemas para dormir?
Luke: Sí.
Alex: ¿Sonríes como un idiota?
198 Luke: Doblemente sí.
Alex: Sí. Estás en problemas.
Luke: No se me ocurre una forma de siquiera saludarla sin parecer un
idiota.
Cuando me reí leyendo sus mensajes, Alex se inclinó para ver cuál estaba
leyendo. Bufó.
—Es bueno que sea tan bueno jugando al béisbol, porque es el único
juego en el que destaca.
Alex: Cuando la saludes, asegúrate de invitarme. Quiero estar presente con
palomitas.
Luke: Es una de las preparadoras deportivas del equipo.
Alex: Ostras.
Luke: Lo sé.
Cuando llegué al último mensaje, Alex buscó un poco más, retorciendo su
cuello hasta que encontró lo que buscaba.
Luke: Creo que lo arruiné.
Alex: Imposible. ¿Pero cómo?
Luke: Mi primera línea. Lo arruiné.
Alex: Oh Dios. ¿Qué le dijiste?
Luke: Qué trasero tengo que patear, Doc.
Alex: Esto lo confirma. Eres un idiota.
Sacudió la cabeza mientras ambas nos reíamos. Entonces bajó hasta casi
el final de los aparentemente interminables mensajes entre ella y Luke.
Señalando la línea que quería que yo leyera, se reclinó en su asiento y esperó.
Alex: Gracias por el viaje. Fue divertido. Todas nosotras aprobamos a Allie.
Luke: Me alegra oírlo.
Alex: Nos gusta.
Luke: Bien. Porque la amo.
—Y en caso de que creas que es complicado, no lo es. En realidad es muy
sencillo. —Alex señaló el teléfono donde su mensaje me miraba
acusatoriamente—. Te ama. Si sientes lo mismo, sea lo que sea, pueden
199 solucionarlo.
No podía dejar de mirar las palabras en la pantalla. No podía dejar de
pensar en lo que significaban.
Si esto era cierto, si lo que Alex decía era verdad, nada de lo que
Shepherd dijo podía ser cierto. ¿En quién confiar? ¿Luke y Alex? ¿Shepherd? Era
una pregunta que no requería mucho pensamiento.
¿Qué había hecho? ¿Por qué lo había creído tan fácilmente?
No me llevó mucho entender el porqué. Creer lo malo era mucho más
fácil que aferrarme a lo bueno. Mi pasado había sacado su fea cabeza y
saboteado una gran relación por culpa de mis fracasos anteriores. Había dejado
que mi miedo alimentara mis inseguridades hasta que todo lo que se necesitó
fue un hombre ebrio de mentiras y sin pelotas para arruinarlo todo.
Hasta este momento, nunca había comprendido qué tan asustada estaba.
De no ser tomada en serio en mi trabajo. De volver a ser engañada. De ser
herida y abandonada de nuevo. De estar sola.
—¿Alex? —Mi voz temblaba por el peso de todas las revelaciones.
—¿Sí?
—Cometí un error. Un enorme, colosal e imperdonable error.
Ella siguió comiendo chocolate.
—¿Y por qué crees que estoy aquí?
—¿Para hacerme pagar por herir a tu hermano?
Me tomó las manos y las apretó.
—Para ayudarte a enmendarlo.
200
Traducido por Kalired y DiaNaZ
Corregido por Nanis
S
i pasaba todo mi tiempo preocupada por encontrar lo peor de una
persona, nunca sería capaz de ver lo mejor. Esa fue una de las cien
cosas que habían estado flotando en mi mente después de dejar a
Alex en el apartamento de Luke. Él no estaba ahí, pero Alex me había dicho
dónde estaría. Donde le gustaba ir cuando tenía asuntos que resolver.
Había estado parada en el aparcamiento y observándole por un rato. Mi
sedán estaba estacionado al lado de su auto, mientras buscaba lo correcto para
decirle. Había un millón de cosas correctas para decirle, un par de cosas que
201 debería, y una cosa que tenía que hacer. Solo esperaba que él estuviera más
receptivo a tener una conversación de lo que yo lo había estado cuando él lo
intentó.
Estaba rondando en el plato home en el que había jugado en la
universidad. Luke había sido uno de los pocos jugadores en ganar un lugar en
los profesionales en la misma ciudad donde había ido a la universidad. Sabía
que tenía que ver con querer estar cerca de su familia.
Es un buen hombre. Esa frase siguió resonando en mi cabeza, un
recordatorio de la cantidad de personas que habían descrito a Luke como tal.
No solo como un buen jugador de béisbol o como un hombre decente, sino
como un buen hombre. Había estado a la altura de ese título una y otra vez. De
hacer lo correcto por sus hermanas después de la muerte de sus padres, con
toda la terrible experiencia con Owen, la forma en que me había manejado,
incluso cuando yo estaba siendo una psicópata.
Uno entre un millón. Estaba parado justo enfrente de mí.
El cubo de pelotas que él estaba golpeando estaba bajando, y yo no podía
perder mi oportunidad. No podía dejar que el miedo arruinara las cosas una vez
más. Pude haber sentido que no estaba segura de qué decir o cómo decirlo,
pero en realidad, lo sabía. Alex tenía razón sobre la vida y el amor siendo
simple. Solo cuando tratábamos de hacer cosas que no eran, y convertirlas en
algo que no podían ser, la vida se complicaba.
Alejándome del parachoques delantero del mismo vehículo que Luke
había conducido cuando había sido estudiante, caminé hacia el campo. El
hombre ganaba millones de dólares al año y todavía manejaba esa cosa, no
porque fuera lo que la gente esperaba de él, sino porque lo hacía feliz. No pude
evitar compararme con eso. Luke podría haber elegido a millones de chicas,
pero me había elegido a mí. No por lo que el público esperaría, sino porque era
lo que lo hacía feliz.
Yo estaba eligiendo también lo que me hacía feliz. No más armas trampas
y guillotinas para sabotear eso.
El aparcamiento estaba muy lejos del campo, así que no podía haberme
visto aparcar. Desde allá, hubiera sido imposible decir que era Luke Archer en
ese campo, golpeando bola tras bola, el golpe del bate haciendo eco en la noche.
Cuando la siguiente bola pasó sobre la valla trasera, aterrizando en un
202 montón, me di cuenta que tal vez no hubiera sido tan difícil descubrir que era
Luke Archer después de todo.
A pesar de un tiempo difícil se había conectado con la pelota durante los
últimos dos partidos, ahora él estaba haciendo añicos los problemas.
Prácticamente cada pelota que lanzaba al aire, su bate la enviaba zumbando
sobre la valla trasera.
Alex me dijo que había pasado mucho tiempo aquí después de que
murieron sus padres, que esta era su forma de resolver los problemas y la ira.
Pude ver por qué. Todas las luces alrededor del campo estaban encendidas,
pero no había nadie en las gradas, ningún locutor estaba hablando en el fondo,
ningún olor a estadio lleno en el aire. Estaba tan silencioso, solo el crujido del
bate de Luke y su agudo gruñido después de cada golpe.
Nunca había estado en un campo de béisbol como este, y de alguna
manera, era aún más mágico que cuando rebosaba de jugadores y fanáticos,
ruidos y olores.
Al llegar a una de las puertas de entrada, me quedé parada. Estaba
cerrada. No estaba segura de cómo Luke había entrado, pero no iba a permitir
que una puerta cerrada me impidiera hacer lo que debía. Había pasado un
tiempo desde que había escalado una valla enrejada, y nunca había sido una tan
alta, pero eran tres metros de metal agujereado. Si no podía hacer frente a esto,
no tenía derecho a pensar que podría abordar todos los otros obstáculos que
vendrían en este tipo de relación.
Me quité los zapatos para facilitar la subida, metí mi camiseta en mis
pantalones cortos y comencé a escalar. El ascenso fue fácil, lo más temible, era
la bajada, pero no intenté convertirlo en algo que no era. Estaba escalando una
valla. Eso era todo. No necesitaba pensar en la posibilidad de caerme, de
romperme el cuello, de pasar el resto de mi vida paralizada, o de cualquier
mierda que me hubiera impedido hacerlo.
El miedo purgaba el amor de la vida. Cuando había una abundancia de
miedo, no había lugar para que creciera el amor.
El miedo ya no tenía lugar en mi vida.
Después de saltar al otro lado de la valla, ahora descalza, corrí por el
laberinto de casetas de concesiones hasta que llegué a las gradas. Caminé hacia
la tercera base. Su espalda estaba frente a mí, su enfoque en nada más que la
203 pelota y la conexión con su bate. Cuando otra bola despejó la valla trasera por
un amplio margen, era imposible no preguntarse si estaba viendo una leyenda
en ciernes, una que sería recordada por generaciones.
Luke vestía sus vaqueros, zapatillas y camiseta estándar, su gorra de los
Shock colocada en su lugar. Verlo, sentirlo cerca, hizo que el dolor empezara a
extenderse dentro de mí. Solo crecía cuanto más cerca me movía.
Yo estaba pasando por la tercera base cuando él se congeló justo cuando
estaba a punto de lanzar otra pelota al aire. No se dio la vuelta; no habló. Solo se
quedó ahí, rígido y de espaldas, esperando.
Di algo, Allie. Pero no solo di algo, di lo que viniste a decir.
Antes de que pudiera pensar demasiado y pensar dos veces qué decir
primero, grité:
—Lo siento, Luke. —Cuando su postura pareció ponerse aún más rígida,
continué. Si él planeaba lidiar con esto de la misma manera que lo había tratado
cuando intentó hablar conmigo, no tenía mucho tiempo para decir lo que
necesitaba—. Lo arruiné. Mucho, muchísimo, y lo siento.
Estaba a medio camino de llegar al plato de home cuando Luke bajó el
bate.
—¿Perdón por qué? Esa lista podría ser bastante larga desde donde estoy
parado.
Había una dureza en sus palabras a las que no estaba acostumbrada, y
aún se negaba a mirarme. Eso estaba bien, pero no me iba a ir de aquí antes de
que supiera.
—Por no comunicarme contigo, para empezar. Debería haberte dicho por
qué estaba tan molesta y darte la oportunidad de explicarte.
Luke golpeó el bate contra la base del plato de home.
—¿Entonces estabas molesta por algo? ¿No era solo porque nuestra vida
útil de folla-amigo expirará?
Mis ojos se cerraron. Lo había jodido al dejar que mi miedo me dominara.
—No, no era por eso. Te hice pagar por los errores de otra persona, tal
como me advertiste que no hiciera. Deje que mis miedos se interpusieran entre
nosotros.
Luke sacudió la cabeza.
212 Luke se humedeció los labios, mirando hacia las gradas. Después de
darles un vistazo superficial, su mirada se dirigió de vuelta hacia mí.
—Quítate la camiseta o de lo contrario… —Sus cejas se juntaron—. O si
no… —Se restregó el rostro, buscando—. O si no algo.
—Lo suficientemente bueno para mí. —Me reí, tirando de mi camiseta
por encima de mi cabeza. La arrojé a su rostro.
Sus ojos color avellana se oscurecieron cuando exploraron mi cuerpo.
—Quítate los pantalones cortos.
Cuando mis dedos cayeron sobre mi botón, esperé.
—O si no algo más.
Reprimiendo una sonrisa, liberé el botón y abrí la cremallera, luego me
meneé fuera de ellos hasta que estuvieron alrededor de mis tobillos.
—Me gusta este juego. —Suspiró Luke, con una sonrisa que se extendía
de una oreja a la otra—. Me gusta mucho este juego.
—Por supuesto que sí. Estamos jugando en un campo de béisbol.
Como si acabara de recordar nuestro entorno, sus ojos volvieron a las
gradas. Estaban vacías.
—Quítate el resto —ordenó cuando terminó su búsqueda.
Mis brazos se enroscaron detrás de mi espalda, esperando.
—O si no te lo arrancaré yo mismo.
—Por muy tentador que sea, este es mi favorito, y uno de mis únicos
conjuntos, de sujetador y ropa interior, así que me ocuparé de quitármelos para
mantener las cosas civilizadas.
—Esa es la única cosa civilizada que tendrás a partir de ahora —gruñó,
ajustándose mientras yo dejaba que mi sujetador cayera por mis brazos y sobre
la hierba.
—Lo espero ansiosamente. —Bajé mi ropa interior mientras me movía
hacia él.
Ahora que estaba completamente desnuda, con solo una cosa en nuestras
mentes, él ya no estaba mirando las gradas. Podrían haberse llenado de repente
y no se habría dado cuenta, a juzgar por la expresión de su rostro.
—Sabes que ya hicimos las paces, ¿verdad? —Agitó su dedo entre
nosotros.
213
—Esto no es sexo de reconciliación. —Negué con la cabeza,
acercándome—. Esto es sexo de lo siento por ser tan loca.
La mitad de su rostro se contrajo.
—Fuiste especialmente loca.
—Y planeo especialmente decir que lo siento por eso.
Luke se movió.
—¿Decir?
Mi sonrisa se inclinó hacia un lado.
—Bueno, expresar cuánto lo siento.
—Estoy aquí para tu preciso placer. —Extendió los brazos y dio una
vuelta.
En el momento en que estaba frente a mí otra vez, salté en sus brazos. Él
me atrapó como si me estuviera esperando, sus labios encontraron los míos.
Luke me besó suavemente por un minuto, como si estuviera tratando de
demostrar que, a pesar de que estaba desnuda en sus brazos y lista para el
resto, estaba feliz con solo ser capaz de besarse. Me hizo girar lentamente, las
luces del estadio parecían guiñarnos un ojo.
—Pensé que te había perdido —susurró, mientras su frente se
presionaba contra la mía.
—No. —Cerré los ojos y aspiré su olor—. Solo tenía que encontrarme a
mí misma primero.
Retrocediendo hasta que estuve a horcajadas sobre él en el plato de
home, sus brazos se apretaron alrededor de mi espalda.
—Te necesito, Allie. —Había tanto significado detrás de esas palabras,
mucho más de lo que cuatro palabras podrían si quiera contener.
—Me tienes —le prometí.
—¿Todo de ti esta vez?
Cuando abrí los ojos, encontré que estaba esperando mi respuesta. La
confianza era tanto como le dabas a una persona mientras se lo ganaban. Luke
se había ganado toda la mía, y finalmente estaba lista para darle toda la que
tenía.
214
—Todo de mí, todo el tiempo.
Mi respuesta apenas había salido antes de que su boca estuviera sobre la
mí de nuevo, pero su contención había desaparecido. Sus manos bajaron por mi
espalda para comenzar a trabajar en soltar sus pantalones, pero la urgencia de
nuestras bocas parecía afectar su coordinación. Retrocedió un paso, pero no fue
capaz de detenerse antes de que aterrizáramos en el suelo con un par de
gruñidos de sorpresa.
—Mierda, ¿estás bien? —Luke sacudió el polvo de mis rodillas, que
todavía estaban alrededor de su regazo, mientras se sentaba.
Mis manos terminaron lo que él había comenzado, bajando la cremallera
lo suficiente para liberarlo. No disminuí la velocidad, ni me tomé tiempo para
estirar el momento. Lo necesitaba, a todo de él, pero a esta parte en particular
en este momento.
Cuando me deslicé hacia abajo sobre él, su cabeza se echó hacia atrás.
—Estoy bien. —Tomé aire, dándome un segundo para disfrutar de la
sensación de unidad. El sexo con Luke había sido muchas cosas, desde
indecente hasta redefinido, pero lo único que siempre había sido era
trascendente.
Alzándome de nuevo, lentamente bajé mi regazo sobre el suyo. Con un
gemido, me hizo caer el resto del camino. Una pequeña nube de polvo estalló
detrás de él. Sus manos se movieron hacia mis caderas, agarrándolas mientras
se movía debajo de mí. Sus caderas se clavaron contra mí, haciendo que mi
cuerpo temblara con cada embestida.
Estaba haciendo el amor con Luke Archer en medio de un campo de
béisbol. ¿Cómo una persona superaba esto? Pero mirándolo al rostro mientras
mi cuerpo se movía sobre el suyo, sabía que no habría fin para este tipo de
experiencias. Con alguien como Luke, todos los días eran una aventura. Era un
viaje que estaba deseando continuar.
—Esta es la mejor cosa que he hecho en mi vida —gruñó Luke justo antes
de darme la vuelta así que yo era la que estaba sobre mi espalda—. Pero quiero
estar aquí mismo… —su rostro bajó hacia el mío, sus caderas meciéndose hacia
mí desde arriba, enviándome más cerca—, mirándote a los ojos mientras siento
que pierdes el control.
215 Curvando su mano detrás de mi costado, agarró un trozo de mi trasero,
cabalgándome más fuerte.
—Quiero estar dentro de ti cuando me corra. —Su otra mano acunó mi
cabeza para evitar que siguiera golpeando el suelo—. ¿Quieres lo mismo?
Mi cabeza se sentía mareada por lo que él estaba haciendo con mi cuerpo,
pero no lo suficiente perdida como para no responder.
—No quiero eso, Luke. —Mis palabras ralentizaron su cuerpo, y negué—.
Necesito eso. Siempre.
Algo bajo resonó en su pecho antes de que se moviera dentro de mí otra
vez. Ninguno de nosotros duró mucho después de eso, su clímax estimulando el
mío. Todo el tiempo, sus ojos permanecieron sobre los míos, inquebrantables.
Solo después de que nuestros gritos habían disminuido y el silencio se
había establecido a nuestro alrededor otra vez, cerró los ojos. Apoyando su
frente contra la mía otra vez, sentí su sudor deslizarse contra mi piel. Se quedó
profundamente dentro de mí, como si separarme de esa manera fuera el
catalizador para despertar del sueño en el que nos encontrábamos.
—He anotado muchas veces en el plato de home, pero esta… —la frente
sudorosa de Luke dejó la mía mientras se cernía sobre mí—, esta es una
primera vez.
Mis manos se enroscaron en su trasero, manteniéndolo en su lugar
cuando trató de cambiar su peso.
—¿Es esta una última?
—Diablos, no. —Luke se inclinó lo suficiente como para mirarme
desnuda y extendida debajo de él—. Este es el comienzo de una gran tradición.
Mis manos se posaron alrededor de su rostro.
—Este es el comienzo de muchas grandes cosas.
216
Traducido por Antoniettañ
Corregido por Nanis
L
os Shock lo habían logrado hasta el gran partido. Había sido una
temporada infernal, y este partido seguía en esa misma línea.
Había llegado a la última entrada, los Shock y los Miners yendo y
viniendo liderando la serie. Nunca había estado tan nerviosa viendo un juego de
pelota, y me preguntaba si al final de esto, me quedaría algún nervio
funcionando.
Éramos el equipo visitante, así que éramos los últimos al bate en el
noveno, y necesitábamos una carrera para empatar. Dos para ganar. Archer era
217 el siguiente con uno en base.
Después de esos dos partidos donde Archer no había sido el número
once que los fans habían llegado a conocer, había vuelto con una venganza. No
había una bola que un lanzador pudiera lanzar que él no pudiera golpear.
Estaba de vuelta, pero eso no era todo. Volvió aún mejor.
Ya había enviado dos bolas sobre la valla en este partido, y realmente
podríamos servir una tercera.
—¿Por qué no corres allí y le das uno de esos grandes besos con esa
mirada en los ojos de las mujeres que dice que habrá más de eso si hace un
jonrón? —Reynolds estaba sentado junto a mí en la caseta, tomando un
descanso de su paseo de un lado a otra.
—Estoy trabajando, Reynolds.
—Lo sé, lo sé. Eres la preparadora deportiva del equipo en primer lugar
en día de partido, la novia de Archer en segundo lugar, pero vamos, Doc. —
Reynolds agitó la mano hacia el marcador gigante que parecía que se asomaba
por encima del campo—. Esta es la última entrada del último partido de la serie
más grande de nuestras vidas. Un poco de motivación no podría hacer daño.
Elogios de tus labios y astucia femenina.
—¿Astucia femenina? —Parpadeé hacia él—. ¿Quién está pasando sus
noches leyendo novelas románticas?
Reynolds resopló.
—La mayor acción que veo durante la temporada está en esas páginas.
Voy a tomar lo que pueda conseguir.
Le di una mirada que sugería que el tiempo de conversación había
terminado, y volví a centrarme en el bate del número once, mientras él tomaba
unos cuantos balanceos de práctica antes de entrar en la caja de bateo. Después
de que ambos nos hubiéramos sentado con el entrenador para revelar nuestra
relación, él básicamente había respondido que mientras no afectara nuestros
trabajos, le importaba una mierda con quién jugábamos a acariciarnos, Luke y
yo éramos públicos. Sabíamos que se haría público en algún momento, y nos
sentíamos más cómodos teniendo que hacerlo público de la forma que nosotros
queríamos en vez de la forma en que la prensa lo contaría.
218 Luke había dado una pequeña conferencia de prensa y había comenzado
mencionando que yo era la mejor preparadora deportiva con la que había
tenido el privilegio de trabajar. Continuó admitiendo que yo era la mejor mujer
de la que había tenido el privilegio de enamorarse. Fue corto y simple, y
después de que el país hubiera cotilleado sobre la embelesada confesión de
Luke Archer, la historia se fue apagando y la vida había vuelto a la normalidad.
Excepto que ahora Luke y yo compartíamos una habitación de hotel cuando
viajábamos, y no teníamos que preocuparnos de estar sentados uno al lado del
otro en una comida de equipo.
Amaba no tener que esconder nuestra relación más. Amaba lo seguro que
había estado él de querer anunciarlo. Lo amaba a él.
Sabía que esta temporada iba a ser un cambio de vida. Simplemente no
sabía que sería porque me enamoraría de un gran hombre que me ayudaría a
guiarme por el campo minado de mis miedos hasta llegar al otro lado.
Algo más había cambiado después de esa noche que pasamos bajo las
luces del estadio: Shepherd había recibido su despido. Lo cual fue irónico ya
que él fue quien me dijo que eso era lo que yo tenía que esperar. El entrenador
se había puesto más loco que un tejón cuando se enteró de lo que había
sucedido, y cuando Luke directamente le dijo al entrenador que no jugaría en el
mismo equipo que ese tipo de hombre, Shepherd se había ido tan rápido que la
mayoría de los jugadores no se dieron cuenta hasta después de unos cuantos
partidos.
La víbora se había ido, y aunque nunca dejaría que nada de lo que alguien
me dijera afectara a mi confianza en Luke otra vez, era un alivio no tener que
compartir el espacio con Shepherd doce horas al día.
—Oye, de casualidad no tendrías ninguna amiga que sea preparadora
deportiva, linda y soltera, ¿verdad? —Reynolds me dio un codazo mientras se
inclinaba hacia adelante—. Necesito una Allie Eden para mí.
Mis piernas empezaron a rebotar.
—Nadie con juicio suficiente para salir contigo, Reynolds.
La profunda carcajada de Reynolds sacudió su cuerpo.
—Si eso fuera un calificador, nunca volvería a marcar otra cita.
—Por favor, Reynolds, sabes que te quiero. —Me limpié las palmas en mi
pantalón—. Pero jodidamente cierra el pico.
219
—Hablo cuando estoy nervioso.
Mi aliento se detuvo cuando Archer se agachó en posición, las tribunas
enteras parecían seguirle.
—Y doy codazos cuando lo estoy.
Reynolds se empujó fuera de la banca, volviendo a pasearse por la caseta
como si estuviera en la segunda mitad del juego.
El primer lanzamiento, y Archer tuvo que saltar fuera de la caja de bateo
para evitar ser golpeado. Saltando de mi asiento, tuve que contener la cadena
de maldiciones que el resto del equipo estaba disparando contra el lanzador,
por disparar a uno de los suyos.
El segundo lanzamiento vino de la misma manera. Los hijos de puta
estaban tratando de darle base por bola tratando de hacerle perder los estribos.
Habían estado tratando de dar base por bola al número once toda la noche,
pero no se había dejado hundir a este nivel todavía.
Cuando Luke volvió a entrar en la caja, no lanzó una mirada en dirección
al pitcher como lo hice yo. No dio indicios de que era el que estaba un poco
nervioso. Él solo volvió a la caja, tomando una posición diferente de lo que
normalmente hacía cuando estaba con el bate, y esperó.
—Ese loco bastardo en realidad va a tratar de golpear a uno de esos
golpes mortales.
Mis piernas seguían rebotando, oraciones silenciosas en mis labios.
Cuando el lanzador se preparó, Archer hizo un último segundo ajuste,
entonces la pelota estaba zumbando hacia él. Era alta e iba al interior de nuevo,
pero de alguna manera Luke logró conectar con ella. Todos en la caseta se
levantaron, viendo la pelota navegar fuera del campo. Chocó con la pared del
campo central.
La caseta se desató cuando Roberts llegó al home, empatando el juego.
Archer llegó a la segunda y asintió hacia nosotros mientras continuábamos
animando como locos delirantes.
Mackey fue el siguiente y golpeó una línea recta conduciéndose
profundamente hacia el campo derecho, llegando con seguridad a la primera y
Archer a la tercera. Había dos en base, mientras Hernández se trasladaba hasta
220 el plato.
Para ese momento, yo estaba de pie con el resto del equipo,
inclinándome sobre la caseta, lista para romperme por la tensión. Desde la
tercera base, Archer miró a la caseta, su mirada deteniéndose en la mía. Por la
inclinación en su sonrisa, solamente yo sabía lo que tenía en mente.
Volví a pensar en esa conversación que tuvimos hace meses, cuando le
dije que no lo hiciera, que era demasiado arriesgado. Esta vez, le di mi
asentimiento de aprobación. Su sonrisa se amplió cuando se inclinó para
susurrar algo al entrenador de la tercera base. Después de un poco de ida y
vuelta, pude ver que Archer había conseguido su camino. Normalmente lo
hacía, en mi experiencia. Un equipo típicamente no aconsejaba al corredor
robar home con corredores en base, pero con sus dos strikes en el tablero y
estando empatados en la parte inferior de la novena, se volvió más atractivo.
Hernández era un gran campocorto, pero no el bateador que querías en este
tipo de situación.
El momento en que el lanzador se preparó, sostuve mi aliento y no lo
dejé ir. Archer comenzó a alejarse de la tercera, cada músculo en su cuerpo
preparado para una ráfaga de adrenalina. Cuando el lanzador notó a Archer
arrastrándose fuera de tercera, Archer se volvió a la tercera, solo lo suficiente
para atraer al pitcher a que intentara sacar out. Tan pronto como el lanzador
lanzó la pelota a la tercera base, Archer arrastró su culo a home.
Todo el estadio se lanzó sobre sus pies, sus gritos bombeando en el
campo. Hernández se alejó del plato, mientras el de tercera base disparaba la
pelota al receptor. Luke se lanzó de nuevo a la tercera, el receptor azotando la
pelota de nuevo a su compañero de equipo. En eso estuvieron por lo que se
sintió como una eternidad, Luke acercándose a home, mientras que el receptor
de los Miners y el de tercera base se acercaban a él.
Había una razón por la que los jugadores ya no robaban el home. Era casi
imposible de hacer. Esa era la razón por la que Luke quería hacerlo con tanto
ahínco. Él no creía en lo imposible. No dejaba que las probabilidades lo
asustaran. No dejaba que el miedo a fallar le impidiera intentarlo.
Vivía la vida de la misma manera que jugaba al béisbol.
Cuando la pelota golpeó en el guante del de tercera base de nuevo,
Archer fue a por ello. Sus piernas un borrón de movimiento, él se impulsó hacia
221 el plato de home, sus codos asestando golpes en el aire detrás de él. Ya nadie
estaba rebotando y gritando en la caseta, todos estaban en silencio.
Archer voló en el aire mientras la pelota se inclinaba de vuelta al
receptor asomando sobre el plato. Iba a estar cerca. El ampáyer estaba en
posición, sin atreverse a pestañear mientras la bola y el cuerpo de Archer
aceleraban hacia el plato de home.
Él se disparó hacia abajo en el home, el polvo en erupción a su alrededor
a medida que su impulso le enviaba disparado contra el receptor, que acababa
de agarrar la pelota y balanceaba su guante en la espalda de Archer.
Todavía estaba sosteniendo esa misma respiración mientras todos
esperaban la llamada que parecía tardar una eternidad en ser gritada.
En el momento en que el ampáyer movió sus brazos a sus lados, comencé
a gritar. Tan fuerte que ni siquiera le oí gritar “quieto”.
Lo había hecho, se había robado el home.
Luke Archer había hecho más que eso, sin embargo. También me robó el
corazón.
Mientras los fans se volvían salvajes, los Shock cargaron hacia el campo.
Normalmente el personal de apoyo no se apresuraba a un campo con el equipo,
pero no había nada típico en lo que acababa de suceder. Zigzagueando en la
mezcla, Reynolds despejó un camino para mí por las escaleras, así que no me
pisotearon. Una vez que llegamos al campo, Reynolds me agarró. De alguna
manera terminé sobre sus hombros mientras él cargaba hacia el enjambre de
cuerpos en el plato de home.
Luke acababa de ser arrojado sobre un par de hombros de sus
compañeros de equipo y estaba lanzando sus manos hacia el estadio, solo
alimentando la emoción de los fans. En algún lugar en medio de todo, había
perdido su casco de bateo, por lo que su cabello húmedo estaba rebotando
mientras los chicos que lo sostenían saltaban debajo de él.
Reynolds y yo estábamos cargando a la línea de tercera base cuando la
cabeza de Luke se volvió. Una docena de emociones jugaban en su rostro, una
docena más iluminando sus ojos, pero solo había una que sentía cuando me
miraba como lo hacía ahora, como si yo fuera la única persona en este estadio
repleto. Como si yo fuera la única persona en todo el mundo.
El estadio estaba rugiendo con ruido, una ráfaga de escenas compitiendo
por llevarse la atención, pero no me perdí lo que gritaba mientras levantaba el
222 brazo y apuntaba en mi dirección. Por ti.
El impresionante tamaño de Reynolds hizo del cortar a través de la
multitud una realidad que nunca podría haber logrado por mi cuenta. De alguna
manera logró atravesar el desorden de jugadores hasta que Luke y yo
estábamos a un brazo de distancia.
Luke me sonreía como si acabara de retar al mundo a un duelo y salido
victorioso. Extendiendo su mano hacia la mía, cuando la coloqué en la suya,
apuñaló nuestras manos combinadas en el aire.
El ruido sacudiendo el estadio se hizo más fuerte mientras lo que
parecían millones de luces parpadeando hacia nosotros desde las gradas
brillaban a nuestro alrededor. Era una vista hermosa, la reacción de miles de
fans a Luke Archer robando el plato de home, para ganar el partido más grande
de la vida de cualquier jugador.
Yo nunca lo olvidaría.
Pero mientras miraba de vuelta hacia Luke, que todavía me miraba
fijamente, supe que la vista frente a mí ahora era la más hermosa que jamás
había visto. La que siempre recordaría. La forma en que el hombre que amaba
me miraba, cuando todos los demás lo estaban mirando.
No solamente veía un futuro cuando observaba a Luke, veía las
explicaciones de mi pasado. Las respuestas al dolor. Me había traído a este
mismo momento, moldeándome en la persona que era hoy, la persona que Luke
Archer amaba.
Su amor valía el precio que había pagado en mi pasado. Su amor valía
cualquier precio.
No tenía precio.
223
Traducido por LizC
Corregido por Nanis
—S
abes lo que me hace sentir el verte con mi jersey
puesto —dijo Luke a modo de saludo, mientras
cerraba la puerta de una patada, con los brazos
cargados de bolsas.
—También llevo pantalones cortos y zapatillas deportivas. —Luché con
una sonrisa a medida que lavaba tomates para las hamburguesas que íbamos
asar esta noche.
224 —¿Y qué? Todo lo que veo es mi nombre en tu espalda y eso me hace
cosas… —Dejando las bolsas en la encimera, rodeó la isla hasta que estuvo
detrás de mí. Sus brazos se enroscaron alrededor de mi cintura, su cuerpo
presionando contra el mío, una cierta parte suya presionando en mi trasero—.
Y dependiendo de tu estado de ánimo, me hace cosas muy buenas o muy malas.
El tomate cayó al fregadero, mi mano derritiéndose bajo su
toque. Intenté luchar contra eso, la sensación de estar total y completamente
bajo su hechizo, pero fallaba cada vez. Luke y yo habíamos estado juntos por un
tiempo, y después de todo este tiempo, todavía me tocaba como si fuera la
primera vez y me daba un beso de buenas noches como si fuera la última.
—Este jersey que te tiene tan caliente también ha sido vomitado más
temprano. —Incliné mi cabeza hacia atrás para mirarlo, entrelazando mis
dedos a través de sus manos—. ¿Aún caliente y excitado?
Su cabeza acarició la mía, sus caderas inmovilizándome contra la
encimera.
—No tienes idea de lo excitante que puede ser el vómito sobre la mujer
que me dio a la bebé más hermosa de todo el maldito mundo.
Mientras reía, comprobé el reloj en la pared. La misma pared en la que
Luke había colgado la portada enmarcada de los dos, en Sports
Anonymous. Gracias a Dios, lo había convencido de que no la colgara en todas
las paredes de la casa. Teníamos diez minutos hasta que se suponía que la gente
empezaría a llegar. Podría haber preferido una ventana de tiempo más grande
para disfrutar del cuerpo de mi esposo, pero sabía por experiencia que
podíamos hacer funcionar esos diez minutos.
—Si puedes hacerlo rápido, cuenta conmigo.
No había terminado mi oración cuando él ya me había girado, sus dedos
ya trabajando en mis pantaloncillos.
—No se roba una base sin ser rápido, señora Archer. Creo que puedo
lograrlo.
Mi mano tenía su camiseta por encima de su cabeza cuando lo
oímos. Luke y yo compartimos un gemido.
—Con radar incorporado —dije, recolocando su camiseta sobre su
cabeza antes de ir a la habitación de la bebé.
225 —Yo me encargo. —Luke agarró mi mano antes de que pudiera llegar
lejos. Dejó un beso en mi frente antes de correr por el pasillo.
—Si crees que te tiene en la palma de esa pequeña mano suya ahora, solo
espera, Luke Archer —grité por el pasillo detrás de él.
Él rio entre dientes a medida que desaparecía en la habitación frente a la
nuestra.
—En su palma, en tu corazón, soy un hombre feliz.
El monitor del bebé estaba apoyado en la encimera frente a mí, pero no
lo apagué. Lo dejé encendido porque me encantaba presenciar estos momentos
privados entre Luke y nuestra hija.
—Buenas tarde, solecito. ¿Tuviste una buena siesta? —Luke apareció a la
vista mientras se inclinaba sobre la cuna, lo que hizo que las pequeñas piernas
de Lily empezaran a patear como locas, su rostro iluminándose al ver a su
papi—. Vamos a levantarte y prepararte para la fiesta. Y santo cielo… —dijo
Luke mientras levantaba a Lily—. Para algo tan dulce, apestas ferozmente. —Se
perdieron de vista, pero aún podía oírlos moverse por la habitación—.
Espera. Tal vez se supone que no debo decir que apestas. Ya sabes, en caso de
que lo recuerdes en algún extraño momento, algún día, y te dé un complejo
porque tu padre dijo que apestabas. —El sonido de la cinta del pañal siendo
rasgado fue seguido por un gruñido de Luke—. Santo… —Su voz sonaba
amortiguada, probablemente tapando su nariz—. Eres una dulce, dulce bebé,
señorita Lily Archer. —La voz amortiguada se había ido, probablemente porque
le preocupaba que la imagen de él pellizcándose la nariz mientras cambiaba el
pañal de su bebé de seis meses le daría algún tipo de cicatriz mental
permanente.
Después de eso, un par de canciones inventadas sobre béisbol, cantadas
con la melodía de “Brilla, brilla estrellita”, fueron acompañadas por la risa tonta
de Lily a medida que terminaban. Volví a limpiar los últimos tomates, sin poder
evitar la felicidad que inundaba mi sistema.
Pensé que mis sueños se habían hecho realidad el día en que los Shock
me contrataron; nunca pensé que podría haber algo mejor que conseguir el
trabajo de mis sueños. Pero así había sido. Había habido muchas cosas mucho
mejores. Como conocer a Luke. Enamorarme de él. Matar a una legión de
demonios en mi viaje al hacerlo. Comprometerme. Estar casada. Tener un bebé.
Justo cuando estaba segura que no podría mejorar, la vida así lo
226 hizo. Todavía venía con sus desafíos, como era la naturaleza de la vida, pero
navegar con la persona que amaba los hacía sentir de alguna manera más
pequeños, no tan imposibles de conquistar. Nuestros horarios seguían siendo
agotadores, y tener un bebé con el entrenamiento de primavera por venir los
haría mucho más. Pero valía la pena. Cualquier cosa valía la pena con ellos a mi
lado.
Luke y Lily iban bailando por el pasillo mientras Luke tarareaba una
melodía clásica de “Llévame al juego de pelota” al estilo vals, cuando sonó el
timbre.
—Cara festiva. —Luke le dio a Lily una expresión seria a medida que se
desviaban hacia la puerta.
Lily lo miró seriamente en respuesta. Aunque solo duró medio segundo
antes de que ella sonriera y agitara sus gorditos brazos.
—Bonita cara festiva, pequeña. Esa es mi chica.
Agarrando una toalla para secarme las manos, fui hasta la puerta
principal con ellos. Sabía quién era antes de dar la vuelta para ver quién había
aparecido primero, solo por el sonido de los chillidos de Lily.
—¡Hermanas! ¡Tías! Bienvenidas, bienvenidas. —Luke abrió la puerta de
par en par, para dejar entrar a sus tres hermanas, tratando de abrazar a la
primera.
Alex lo rodeó con Gaby y Cameron, sacando a Lily de sus brazos.
—Oye. También es genial veros. —La expresión de Luke se hundió,
mientras seguía agitando las manos a las espaldas de las chicas—. ¿Debo
colgarme las bolsas del entrenador y algunas trufas de chocolate para
recuperar el amor otra vez?
Si lo escucharon, no respondieron, ya adulando a Lily.
—Hola, chicas —dije cuando ya se movían a la sala de estar.
—Hola, Allie.
Cameron sonrió y Alex me dio un rápido abrazo cuando pasaron.
Desde la puerta, la boca de Luke colgaba abierta, haciendo que pareciera
aún más abatido.
—Les doy una sobrina y ya no me necesitan nunca más.
227 Tendiendo mi mano hacia él, incliné mi cabeza hacia la cocina.
—Bueno, yo te necesito. Prepara la parrilla.
—Al menos alguien todavía me necesita —dijo lo suficientemente fuerte
como para que retumbara a través de la casa. Aún nada.
—¡Oh Dios mío, Luke! —La cabeza de Cameron se volvió hacia su
hermano.
Él comenzó a sonreír, apaciguado de que alguien lo hubiera reconocido.
—¿En serio? ¿Un enterizo de los Shock? Eso es cruel.
No había notado lo que Luke le había puesto después de su siesta, pero
ahora que lo hacía, sonreí.
—¿Qué? También le puse una de esas cosas de tu-tú con volantes y
una diadema a juego. Se ve adorable. —Arrimándose a donde las chicas estaban
sentándose en el sofá, Luke le hizo un gesto a Lily como si fuera perfecta en
todos los sentidos. Y lo era. Incluyendo su atuendo actual.
—Es una niña. Usando un enterizo de béisbol.
Luke se cruzó de brazos.
—Es una niña cuyo padre juega para el equipo que está enchulando su
enterizo. Es perfecto.
Cuando me miró para pedir mi apoyo, pellizqué la ropa de los Shock que
tenía puesta y estaba “enchulando”.
Como si tuviera que decir algo al respecto. Lily echó un vistazo a lo que
sus tres tías señalaban y se burlaban. Su rostro adoptó esa expresión seria de la
que se podía decir que estaba pensando, mirando el emblema de los Shock
cosido a través de la tela. Luego se dio una palmadita en el estómago, sonriendo
y empujando contra las piernas de Alex como si lo aprobara.
—Esa es mi chica. —Luke golpeó su puño un par de veces con el de Lily
antes de dirigirse a la terraza—. Tengo que preparar mi parrilla antes de que
lleguen el resto de los invitados.
—¿Cuántas personas más vendrán? —preguntó Alex, sin importarle
cuando Lily comenzó a tirar del collar largo que llevaba puesto.
Corrí de vuelta a la cocina solo de pensarlo.
—Oh, solo todo el equipo y sus familias.
228 Las chicas me siguieron.
—¿Por qué todos al mismo tiempo? ¿No hubiera sido más fácil hacer
algunas reuniones más pequeñas?
Alex le tendió a Lily a Cameron para ayudarme a sacar la comida de la
nevera.
—Probablemente, pero Luke quería una fiesta de calentamiento en la
casa, no una “reunión”.
—¿Luke siempre consigue lo que quiere? —Alex comenzó a quitar la
envoltura de las ensaladas que había hecho para acompañar con las
hamburguesas esta noche.
Le sonreí a medida que preparaba los condimentos.
—Solo si puedo evitarlo.
—Espero que sepa cuán afortunado es de tenerte.
Fue entonces cuando él echó un vistazo por las puertas corredizas desde
donde estaba fregando la parrilla. Esa mirada no había cambiado. Aquella que
me hacía sentir que solo estábamos él y yo y múltiples posibilidades infinitas.
—Lo sabe —respondí, dejando que mis ojos se clavaran en los de él por
otro momento—. Y yo sé lo afortunada que soy de tenerlo.
230
Nicole Williams es una esposa, madre y
escritora. Empezó a escribir porque le gustaba
y aún lo hace porque lo ama. Escribe temática
para jóvenes adultos porque todavía cree en el
amor verdadero, las almas gemelas y los finales
felices.
Brindemos por permanecer joven en
nuestros corazones *levanta su copa de
champaña*… ¿quieres unirte?
A Nicole le encanta escuchar de sus
lectores. Puedes contactarla a través de:
nwilliamsbooks@gmail.com
231
Moderadoras
Camila_Andrea18 y Dian26
Traductoras
Ale grigori
Antoniettañ
Ashtoash
DiaNaZ
Gigi D
232 Kalired
LizC
Luisa.20
Lyla
Smile.8
StefaniaVera
Correctora
Nanis
Diseño
JanLove
233