Martín Rivas
Martín Rivas
Martín Rivas
Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido
escanearlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo.
Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de
dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es
posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embargo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras
puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir.
Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como
testimonio del largo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted.
Normas de uso
Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles
a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un
trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros
con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas.
Asimismo, le pedimos que:
+ Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares;
como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales.
+ No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a
cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar
de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos
propósitos y seguro que podremos ayudarle.
+ Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto
y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine.
+ Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de
que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de
los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La legislación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no
podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en
nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de
autor puede ser muy grave.
El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de
Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas
audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página http://books.google.com
UC-NRLF
B 3 326 847
LIBRAR
UNIVERS CAYLIFOR
ITY OF NIA
DAVIS
MARTIN RIVAS
RE
CR
DAD EA
TI
IE VA
OC
BIBLIOTECA
UNION Y LEALTH
DE 1237
TOM. I.
1
}
ALBERTO BLEST - GANA
MARTIN RIVAS
Nueva edicion
ΤΟΜΟ Ι
LIBRERÍA DE CH . BOURET
PARIS MÉXICO
1884
Propiedad del editor .
LIBRARY
UNIVERSITY OF CALIFORNIA
DAVIS .
AL SEÑOR DON MANUEL ANTONIO MATTA.
Mi querido Manuel :
preguntado .
Martin sacó del bolsillo de la levita una carta
que puso en manos de don Dámaso con esta
palabras :
Tenga Ud . la bondad de leer esta carta.
- - Ah, es Ud . Martin , esclamó el señor En-
II
III
IV
1
37 --
-¡ Diamela ! ¡ Diamela !
I acompañaba esta amonestacion con lijeros
golpes de cariño , parecidos a los que se dán a
un niño regalon despues que ha hecho alguna
gracia.
Pero Martin se fijó mui poco en la señora i en
las señales de descontento de Diamela, i dejó
tambien de admirar las pretensiosas maneras
del elegante para detener con avidez la vista so-
bre Leonor. La belleza de esta niña produjo en su
alma una admiracion indecible . Lo que esperi-
menta un viajero contemplando la catarata del
Niágara, o un artista delante del grandioso cua-
dro de Rafael « La trasfiguracion » dará , bien
esplicado , una idea de las sensaciones súbita i
estrañas que surjieron del alma de Martin en
presencia de la belleza sublime de Leonor . Ella
vestia una bata blanca con el cinturon suelto
como el de las elegantes romanas , sobre un de-
lantal bordado , en cuya parte baja , llena de ca-
lados primorosos , se veía la franja de valen-
ciennes de una riquísima enagua . El corpiño ,
que hacia un pequeño ángulo de descote , dejaba
ver una garganta de puros contornos i hacia sos-
pechar la majestuosa perfeccion de su seno.
Aquel traje , sencillo en apariencia i de gran va-
lor en realidad, parecia realizar una cosa im-
posible ; la de aumentar la hermosura de Leo-
TOM. I. 3
38
Agustin .
- Pero en el norte todos son opositores , dijo
VI
No.
― Entónces , no habias olvidado a Rafael .
¿Podia olvidarle ? i puedo acaso ahora.
mismo ? contestó Matilde , en cuyos párpados
asomaron dos lágrimas , que ella trató de re-
primir .
- ¿I por qué le abandonaste entónces ?
― Tú conoces la severidad de mi padre .
¡ Ah ! a mí no me obligaria nadie , esclamó
Leonor con orgullo , i ménos amando a otro .
- Si no hubieras amado nunca , como sostie-
nes, no dirias esto último , replicó Matilde .
Es verdad ; nunca he amado , a lo menos ,
segun la idea que tengo del amor . A veces me ha
gustado un jóven ; pero nunca por mucho tiempo .
Ese empeño con que los hombres exijen que se
les corresponda, me fastidia . Encuentro en ello
algo de la superioridad que pretenden tener sobre
nosotras i esta idea hace replegarse mi corazon .
Aun no he encontrado al hombre que tenga bas-
tante altivez para despreciar el prestijio del di-
nero i bastante orgullo para no rendirse ante la
belleza .
- Yo jamas me he hecho reflexiones sobre
Si es la venganza medida
Por mi amor, a tal rigor
El alma siento rendida ;
Porque es mui poco una vida,
Para vengar tanto amor.
Emilio Mendoza .
VII
VIII
hija?
- Oh , está lindísima , dijo Martin con entu-
siasmo .
¡Cuidado! esa respuesta revela una admi-
5.
82 -
IX
XI
elegante Agustin .
Sobre eso no hai duda , señor , le dijo tam-
bien Emilio Mendoza, que habia aprobado hasta
entónces con la cabeza .
Don Dámaso se quedó pensativo . Aquellos
argumentos contra la seguridad de su fortuna,
con que por entonces se trataba de intimidar a
todo rico que se presentaba con tendencias al
liberalismo , le dejó perplejo i taciturno .
- Los hombres de valor como Ud . , le dijo
Emilio , deben aprovechar esta oportunidad para
ofrecer su apoyo al Gobierno .
Claro, repuso don Fidel con su aficion a los
silojismos ; es el deber de todo buen patriota ,
porque la patria está representada por el Gobier-
no, luego apoyándolo es el modo de manifestarse
patriota.
Pero hijo , replicó doña Francisca , tu -pro
posicion es falsa porque ......
-
Ta, ta, ta, interrumpió don Fidel , las mu-
106 --
XII
¡ Agustin !
―― El mismo . Poco tiempo despues de llegar
XIII
Agárrenme la pata
Que se me moja.
1
--- 139 -
XIV
es lujo !
I qué estaban pensando, pues ? replicó el
hijo de doña Bernarda ; aquí se hacen las cosas
en regla.
La bulliciosa jente invadió una pequeña pieza
blanqueada , en la que se habia preparado una
mesa . Cada cual buscó colocacion al lado de la
dama de su preferencia i atrás de ellas quedaron
de pié los que no encontraron asiento alrededor
de la mesa .
- Hijitos, esclamó doña Bernarda , aquí el
142 -
XV
¡ Tanto mejor !
-
¿ Conoces á Leonor ? le preguntó Martin
cada vez mas admirado .
Sí, es lindísima .
Entónces , no te comprendo .
Voi a esplicarme , Supongo que ella te ame .
¡ Oh , jamas lo hará !
Es una suposicion . Me confesarás que un
amor correspondido tiene mil veces mas fuerzas
para aferrarse al corazon que el que vive de
suspiros i sin esperanza . Está dicho : ella te ama .
Has conquistado el mundo entero , i para afianzar
la conquista quieres casarte con ella . Esta es la
vida, i tú bendices al cielo hasta el momento en
que vas a pedirla a los padres . Tu amor i el de
tu ánjel , que te eleva a tus propios ojos a la
altura de un semidios, te ha hecho olvidar que
eres pobre , i la realidad , bajo la forma de los
padres , te pone el dedo en la llaga . ¡ Estás lepro-
so i te arrojan de la casa como un perro ! Esta
historia , querido , no pierde su desgarradora ver- ·
dad por repetirse todos los dias en lo que llama-
mos sociedades civilizadas . ¿ Quieres ser el héroe
de ella . ?
Martin vió que San Luis se habia ido exaltando
hasta concluir aquellas palabras con una risa
sofocada i trabajosa .
-¡Pobre Martin ! repuso San Luis preparando
151
XVI
XVII
XVIII
11.
190 ---
XIX
-
¡ Al fin te decides ! dijo ésta . Con tus vaci-
laciones me estabas haciendo dudar de la since-
ridad de tu amor .
---
¡ Ah ! créemelo Leonor, le amo sobre todo ,
he llorado tanto durante este tiempo , que a veces ,
por volverle a ver, a oir de sus lábios los jura-
mentos que ántes me hacia , me creó con fuerzas
de vencer todos mis temores .
---
Veamos pues lo que se puede hacer, replicó
Leonor.
―
Me confio a tí, no me abandones , dijo Ma-
tilde, besándola con ternura.
Yo creo que debes verle , ya que no te
atreves a escribirle , i para esto Martin , como
dijiste, puede servirnos .
¿Cuál es tu plan?
- Avisarle
que en la alameda puede verse
contigo.
―
¿Cuándo? preguntó Matilde , sin poder ocul-
tar la ansiedad que aquella sola idea la causaba .
--- Mañana
; irás conmigo i Agustin nos acom-
pañará .
- ¡ Dios mio ! murmuró Matilde, a quien la
emocion hacia temblar cual si estuviese ya
en presencia de Rafael , si mi papá llegase a sa-
berlo !
¿ I qué mas ?
--
Que mañana, te pasearás conmigo por la
alameda , cerca de la pila, entre la una i las dos
de la tarde . Que él puede encontrarse allí por
casualidad i acercarse a nosotras si tú le salu-
das.
XX
-
Pues bien, Ud . puede decirselo : una nueva
como esta se recibe de un amigo con doble ale-
gría, segun me parece .
Tendré un placer infinito en dársela, dijo
Martin .
La sinceridad con que el jóven pronunció
aquellas palabras , hizo conocer a Leonor que
Rivas poseia un corazon capaz de abrigar una
amistad verdadera. Esta observacion templó un
tanto el encono con que creia deber mirarle desde
la noche anterior.
Parece que de vuelta a su casa Leonor habia
cambiado un tanto , acerca del plan combinado
con su prima porque hizo ademan de retirarse.
1
209
12.
210 -
XXI
Ud. acompañarme ?
----- Con mucho gusto.
- ¿ Qué le ha parecido Adelaida ?
- Bastante bien, pero no tanto como a Ud . ,
dijo Martin soriéndose .
-¿Le han dicho a Ud . que estoi enamorado
de ella ? preguntó Agustin .
Lo he conocido a primera vista .
213 ――
TOM. I. 13
218 --
XXII
Yo no me pienso matar ,
Por quien por mí no se muere ;
Querer a quien me quisiere
I al que no me quiera , andar !
le preguntó .
Sincero en sus palabras , contestó Edelmira ,
e incapaz de jugar con cosas serias .
Aquella apelacion sencilla a su honradez , tuvo
para el alma delicada i noble de Martin , toda la
fuerza de un amargo reproche . Vió al instante
que iba a tomar un camino indigno de un hombre
honrado , i la historia de Rafael trajo elocuentes ,
a su memoria, los remordimientos que su amigo
le pintaba en conversaciones posteriores a su
primera confidencia .
--
No crea Ud . , dijo , que haya mentido cuanda
la dije que el recuerdo de la conversacion que
tuve con Ud . me daba deseos de volver : es la ver-
dad . El modo como Ud . me pintó el pesar que la
causaba su posicion en el mundo , me inspiró una
viva simpatía, porque encontré cierta analojía
con mi propia situacion .
- Me gusta mas que Ud. me hable de este
modo, repuso Edelmira, que como Ud . habia
principiado.
225
XXIII
¿ I ella te quiere ?
- No faltan pruebas para creerlo .
Leonor habia hecho las preguntas anteriores
para no llamar la atencion de su hermano sobre
esta otra.
-¿Martin..... hace la corte a alguna de
ella's ?
―
No sé precisamente ; pero le he visto con-
versar mucho con una hermana de la mia.
-Entónces. ¿ Quién es ?
Matilde .
-
¡ La primita ! I este es ¿
; el cuántos ? Porque
cuando yo estaba en Europa , supe que tenia
amores con Rafael San Luis , tú me escribiste
que se iba a casar con otro i ahora quiere que la
lleven a la alameda para ver, sin duda , a un ter-
cero. ¡ Fichtre ! Escuse Ud . de lo poco !
- No es para ver a un tercero ; Matilde no ha
¿ I por qué ?
Dicen que porque estaba pobre Rafael .
-
No deja de ser una razon .
Aunque lo fuese , mi padre no debió inter-
venir para causar la desgracia de un jóven
bueno.
--- Es verdad .
--- 241 -
TOM. I. 14
- 242 F
XXIV
TOM. J.
من
- 254 -
XXV
¿ I para qué ?
― Primero, porque estoi pobre , dijo Amador
encendiendo un cigarro i lanzando al aire el fós-
foro con que acababa de prenderlo .
No sé como estés pobre cuando todas las
noches casi le ganas plata , replicó Adelaida , vol-
viendo a su costura.
Harto saco con ganarle : me firma docu-
mentos.
― ¿ I por qué no los cobras ?
-- ¿ Sabes lo que sucede
? Varias ocasiones
ha pasado lo mismo uno le gana al hijo de un
rico i cuando no le quieren pagar , se vá donde el
padre que se pone furioso i lo amenaza a uno con
mandarlo a la cárcel .
✔
¿ I la plata que te pagó Agustin ?
-
Eso es mui poco : una o dos onzas : se me
van entre los dedos .
peor .
Con estas explicaciones se comprenderá ahora
el sentido de la conversacion que , despues de la
salida de Agustin i de Rivas , tuvo lugar entre
doña Bernarda i sus dos hijos mayores, la noche
anterior a la fijada para la cita .
15.
262
XXVI
-
Esta noticia me la agradecerá en el alma ,
dijo Rivas, si Ud . me permite dársela .
Leonor cesó de tocar i abandonó el piano .
Martin , que por falta de esperanza miraba todo
por el lado del pesimismo , pensó que aquella con-
versacion habia sido sostenida por Leonor para
llegar a decirle las últimas palabras, así como en
una carta se pone muchas veces en la posdata el
objeto que la ha dictado .
XXVII
-
Pero ahora es imposible , esclamó desespe-
rado el elegante .
-¡Imposible ! No ves tonta, dijo Amador di-
rijiéndose a su hermana , no ves para lo que éste
te quiere ? para reirse de tí . ¡ Ah , yo conozco a
los de tu calaña ! esclamó mirando a Agustin .
Por última vez ¿; te casas o nó ?
- Le juro a Ud . que mañana ...
Amador no le dejó concluir la frase , porque ,
quitando las sillas que de Agustin le separaban ,
quiso apoderarse del jóven .
Mientras quitaba las sillas , habia dado tiempo
a doña Bernarda de acercarse i ésta sujetó su
brazo , colgándose de él , cuando Amador alzaba
el puñal en el aire.
Agustin, que no vió el movimiento de doña
Bernarda, se arrojó al suelo prometiendo que
consentia en casarse .
-¡Ah, ah ! ¿ consientes , no? le dijo Amador.
Haces bien, porque sin mi madre te habia tras-
pasado el corazon . Vamos a ver ¿ dirás al padre
que yo traiga que quieres casarte ?
- Sí , lo diré .
-Yo veo que lo hace de miedo , Esclamó Ade-
laida, i no quiero casarme así .
― No, no es de miedo , contestó avergonzado
XXVIII
XXIX
¿ Le gusta a Ud . galopar ?
Sí , señorita, contestó Rivas .
- Sígame entónces , repuso Leonor volviendo
su caballo hacia el sur.
Hizo señas al mismo tiempo a Matilde que em-
prendió el galope , mientras que don Dámaso
arreglaba con el naranjero el precio de las na-
ranjas que por causa de él habian ido a parar a
manos de los muchachos que siempre escoltan a
los batallones en sus salidas al llano .
-
Síguelas tú , ya las alcanzo , dijo don Dá-
maso a Agustin , al ver partir a los que con él
estaban, a galope tendido .
Leonor azotaba a su caballo , que iba pasando
del galope a la carrera, animado tambien por el
movimiento del de Martin .
Este corria al lado de Leonor sintiendo en-
sancharse su corazon por primera vez al influjo
de una esperanza . El convite de la niña para que
la siguiese, la naturalidad de sus palabras , la
franca alegría con que ella se entregaba al pla-
cer de la carrera , le parecieron otros tantos feli-
ces presajios de ventura . Bajo la influencia de
- 310
el jóven .
Leonor oyó con placer el acento de aquellas
palabras , que revelaban cierta altanería en el
que las habia pronunciado .
- Ud. se impone demasiadas obligaciones
18.
318 -
XXX
XXXI
XXXII
-- Anoche .
¿ IΙ qué dice de la hacienda?
- El hombre pone sus condiciones para hacer
un nuevo arriendo .
-¿Qué condiciones ?
- Una que es mui dificil se figure Ud .
¿ Qué es mui dura ?
- Segun como Ud . la considere .
Vamos a ver, dígalo compadre : hablando
es como se hacen los negocios .
Don Pedro me ha dicho que desea que su
hijo principie a trabajar .
- I ¿ qué hai con eso ?
-
Que para que su hijo trabaje lo piensa aso-
ciar con su sobrino .
¿ Con Rafael San Luis ?
Sí.
― Hasta ahora no veo lo que tengo que hacer
con eso.
- Que piensa dar en arriendo el Roble a su
hijo i a su sobrino , en caso que Ud . no consienta
en lo que Rafael le ha pedido .
¿ Qué le ha pedido ?
Que solicite para él la mano de Matilde.
Don Fidel no se hallaba preparado para recibir
un ataque semejante . No halló qué decir . Sus
facciones se contrajeron como las de un hombre
que se entrega a una profunda reflexion .
-- 348
-Sí .
-¿Con Matilde?
- Sí .
-A eso vino mi tio Fidel .
-Ah , ah , eso lo sabia, dijo Agustin .
-¿Qué piensas contestar?
-Que no puedo .
-Mi papá espera lo contrario .
-Por lo que yo le contesté hoi, ya lo creo;
pero es que no podia hablar claro , dijo Agustin
mirando a Rivas .
-¡I ahora?
-Es decir , mañana será otra cosa.
-¿Por qué?
-Hermanita, en todo esto hai un secreto , que
no puedo confiarte .
-¿Un secreto?
-Lo único que puedo decirte es que me he en-
contrado en un gran peligro i estaba perdido si
no me hubiese auxiliado Martin .
Leonor miró a aquel jóven , a quien su padre
elojiaba siempre i que aparecia ahora como el
salvador de su hermano.
-Yo sabré este secreto , se dijo al ver la ar-
diente i sumisa mirada con que Martin recibió la
suya .
Siguió por algunos instantes la conversacion ,
alentando a su hermano en la negativa con que
358
Agustin.
Nunca haré lo suficiente considerando mi
agradecimiento hácia su padre de Ud .
Agustin me ha dejado inquieta , dicién-
- 360
TOм. I. 21
362 ----
XXXIII
1158
90
RETURN TO the circulation desk of any
University of California Library
or to the
NORTHERN REGIONAL LIBRARY FACILITY
Bldg . 400, Richmond Field Station
University of California
Richmond, CA 94804-4698
JAN 28 1998
12,000 ( 11/95)
No 524826
PQ8097
Blest Gana , A. B5
Martin Rivas . M3
1884
v.1
LIBRARY
UNIVERSITY OF CALIFORNIA
DAVIS