Misal de Semana Santa - CICLO B

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MISAL SEMANA

SANTA
CICLO B
MISAL SEMANA SANTA
CICLO B

PUEDE IMPRIMIRSE
Juan Manuel Galaviz H., ssp.

Ob ra de I a S oc i ed a d d e Sa n. P a b 1 o al se r v i c i o d el p u cb 1 o d e D
Actualizado según el nuevo MISAL. ROMANO, edición típica para México (2014),
aprobado por la Conferencia del Episcopado Mexicano
—;MfS,XÍ. £)í- SÍ-NANA SANTA - ClCl.O B

ORDINARIO DE LA MISA
«TOS IMCUL.ES

Canto de Entrada
S i n o h ay c a n £ o d e en t r a d a, s e re c i t a 1 a A n t1 ib n a d e e n t ra d a.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R, Amén.
Saludo
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión
del Espíritu Santo estén con todos ustedes.
R Y con tu espíritu
O bien:
Tiempo de Cuaresma
La gracia y el amor de Jesucristo, que nos llama a la conversión, estén
con todos ustedes.
R Y con tu espíritu
O bien:
Cincuentena Pascual
El Dios de la vida, que ha resucitado a Jesucristo, rompiendo las atadu­
ras de la muerte, esté con todos ustedes.
R.Y con tu espíritu
Acto penitencial
Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reco­
nozcamos nuestros pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mi ante Dios,
nuestro Señor.

Cincuentena pascual
Tú que has destruido el pecado y la muerte con tu resurrección:
Señor, ten piedad. IL Señor, ten piedad.
\5isal pi; SANTA ■ ClGJ.O B

®Tú que has renovado la creación entera con tu resurrección:


Cristo, ten piedad. R, Cristo, ten piedad,
®Tú que das la alegría a los vivos y la vida a los muertos con tu
resurrección: Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.

Gloria
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glori­
ficamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopo­
deroso. Señor, Hijo único, Jesucristo; Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo
del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú
que quitas el pecado del mundo, atiende a nuestra súplica; tú que estás
sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú
eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu San­
to en la gloria de Dios Padre.

Oración Colecta

LITURGIA DE LA PALABRA

Primera Lectura
Los domingos se toma del Antiguo Testamento excepto en el Tiempo pascual
que se toma de los Hechos de los Apóstoles.

Salmo
El. salmo se canta o recita por un/a salmista desde el ambón. La asamblea parti­
cipa con el canto de la “Respuesta" (R).

Segunda Lectura (en los domingos y solemnidades)


Está tomada de una carta escrita por un apóstol (casi siempre por san Pablo)
dirigida a alguna de las comunidades primitivas.

Aclamación antes del Evangelio


Adamamos a Cristo que nos va a hablar ahora en el Evangelio. Durante la Cuaresma el.
Aleluya se reemplaza con una aclamación distinta. El versículo lo canta un/a solista o el coro.

Evangelio
Es la cumbre de la Liturgia de la Palabra. Escuchamos al. Señor que está vivo
entre nosotros y nos habla hoy.

4.
Homilía

Profesión de Fe

Credo de los Apóstoles


Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo
en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, (en las palabras que siguen,
hasta “María Virgen”, todos se inclinan), que fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el
poder de Pondo Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió
a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cie­
los y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí
ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa
Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Credo Niceno-Constantinopolifano
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tie­
rra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Pa­
dre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero
de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del
Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por
nuestra salvación bajó del cielo (en las palabras que siguen, hasta “se hizo
hombre”, todos se indinan) y por obra del Espíritu Santo se encamó de la
Virgen María, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en
tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer
día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del
Padre; y de nuevo vendrá con gloría para juzgar a vivos y muertos, y su
reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del
Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración
y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso
que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resu­
rrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

Oración Universal
LITURGIA EUCARISTICA

Preparación de los Dones


Se lievíi el pan y el vino al. altar. También se recogen los dones para la Iglesia y
para los pobres.

Presentación del pan: Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan,
fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosi­
dad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.
Si no se hace el canto para el ofertorio, el sacerdote puede decir estas palabras en
voz alta; a 1 h nal, el pueblo puede aclamar:
R: Bendito seas por siempre, Señor.

Presentación del vino: Bendito seas, Señor, Dios del universo, por
este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de
tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida
de salvación.
R. Bendito seas, por siempre, Señor.

Sacerdote: En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia,


oremos a Dios, Padre todopoderoso.
R El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

Oración sobre las Ofrendas

Prefacio De la Pasión del Señor


Este prefacio se dice durante la quinta semana de Cuaresma y en las Misas del
lunes, .martes y miércoles de la Semana Santa, misterio de la cruz y de la Pasión
del Señor.
V, El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R Lo tenemos levantado al Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopodero­
so y eterno, por Cristo, Señor nuestro.

6
M i S A l. OI-: Sí■ M A N A S A N TA - ( 4C l ,o i >

El cual, siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue in­
justamente condenado por salvar a los culpables; con su muerte borró
nuestros delitos y, resucitando, conquistó nuestra justificación.
Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con voces
de júbilo, diciendo: Santo...

Santo
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el
cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que
viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

PREFACIO / DE PASCUA
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, glorificar­
te siempre, Señor, pero más que nunca (en esta noche) (en este día)
(en este tiempo), en que Cristo nuestra Pascua, fue inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo:
muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.
Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero se des­
borda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcán­
geles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo...

PLEGARIA EUCARÍSTICA II
Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad; por eso te pe­
dimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu de ma­
nera que se conviertan para'nosotros en el Cuerpo y t la Sangre de
Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, [en esta misma noche] cuando iba ser entregado a su Pasión,
voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo
dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él,


porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias
de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada
Mí S A t. PESE M A N A SA N TA • (IC LO B

por ustedes y por muchos


para ei perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el misterio de la fe.

O bien:
Este es el Sacramento de nuestra fe.
R Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven,
Señor Jesús!

O bien:
Este es el misterio de la fe. Cristo nos redimió.
R: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien:
Este es el misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.
R: Salvador del mundo, silvanos, tú que nos has liberado por tu
cruz y resurrección.

Así, pues, Padre, al celebrar el memorial de la muerte y resurrección


de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te
damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la
unidad a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

[Desde la misa de Vigilia Pascual basta el segundo domingo de Pascua:)


Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra y reuni­
da aquí (en la noche santísima) en el día santísimo de la resurrección
de nuestro Señor Jesucristo; y con el Papa N., con nuestro Obispo NL,
(conmigo, indigno siervo tuyo),
[con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia, conmigo, indigno sier­
vo tuyo),
y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección
por la caridad.

(En las Misas del día de Pascua, de su octava y en la del Bautismo de adultos):
Acuérdate también de nuestros hermanos N. y N. que hoy, por
medio del Bautismo (y de la Confirmación), han entrado a formar
M i S A E. E)!■ S i■: N! A N A SAXEA - ClC U) B —

parte de tu familia; ayúdalos a seguir a Cristo, tu Hijo, con ánimo


generoso y ferviente.

O corno de ordinario:
Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la
esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu
misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro. Ten miseri­
cordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen, Madre de Dios,
su esposo san José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a
través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir
la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad
del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Sigue el rito de la comunión p 10

PLEGARIA EUCARÍSTICA III


Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus creaturas, ya
que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca
en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan
en el cuerpo y t la sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que
nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y
dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:

Tomen y coman todos de él,


porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te
bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada
por ustedes y por muchos

9
M.ISAJ. Pb: SEMANA SANTA - CiC!,O B —-

para el perdón de los pecados.


Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el misterio de la fe.

O bien.:
Este es el Sacramento de nuestra fe.
R Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

O bien:
Este es el misterio de la fe. Cristo nos redimió.
R: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

O bien:
Este es el misterio de la fe. Cristo se entregó por nosotros.
R: Salvador del mundo, sálvanos, tú que nos has liberado por tu
cruz y resurrección.
Así pues, Padre, al celebrar el memorial de la pasión salvadora de tu
Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras es­
peramos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la
Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para,
fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Es­
píritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos
de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre
de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, y todos los
santos, por cuya intercesión, confiamos obtener siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz
y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a
tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro
Obispo Nal orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo
el pueblo redimido por ti. Atiende los deseos y súplicas de esta fami­
lia que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dis­
persos por el mundo. A nuestros hermanos difuntos y a cuantos mu­
rieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar

1O
Misal i>i-. su .mana santa - Ciclo B

juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro,


por quien concedes al mundo todos los bienes.
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la uni­
dad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los
siglos.
R. Amén.

RITO DE LA COMUNIÓN

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina ense­


ñanza, nos atrevemos a decir:

O bien:
Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la
oración que Cristo nos enseñó:

O bien:
Antes de participar en el banquete de la Eucaristía, signo de reconciliación
y vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como
en el cielo. Daños hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras
ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofen­
den; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos de todo mal.
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nues­
tros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre
libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras espera­
mos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
R. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz
les doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
La paz del Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
Dense fraternalmente la paz.

TI
MlsAJ, ni- SUMAN.A SANTA ■ C'H.J.Q B

O bien:
Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.

O bien:
En Cristo, que nos ha hecho hermanos con su cruz, dense la paz como
signo de reconciliación.

O bien:
En el Espíritu de Cristo resucitado, dense fraternalmente la paz.
(En secreto): El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,
unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.
(Todos): Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten
piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de
nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, daños la paz.
(En secreto): Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu
Sangre no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que,
por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como
remedio saludable.
Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dicho­
sos los imitados a la cena del Señor.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una pala­
bra tuya bastará para sanarme.
A1 d a r la C om u n i ón d i ce:
El Cuerpo de Cristo.
R. Amén.

RITO DE CONCLUSIÓN

El Señor esté con ustedes.


R. Y con tu espíritu.
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo t, y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes.
R. Amén.
Pueden ir en paz (durante el tiempo pascual se añade): Aleluya, aleluya.
R. Demos gracias a Dios (Aleluya, aleluya).

12
JDOMINÍ .. DE R AMOS
DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
(ROJO)

1. En este día la Iglesia recuerda la entrada de Cristo nuestro Señor a Jerusalén


para consumar su Misterio Pascual. Por lo tanto, en todas las Misas se conmemora
esta entrada del Señor mediante una procesión o una entrada solemne, antes de la
Misa principal, y por medio de una entrada sencilla antes de las demás Misas. Pero
puede repetirse la entrada solemne (no la procesión, antes de algunas otras Misas
que se celebren con gran asistencia del pueblo).
Conviene que donde no pueda hacerse ni procesión ni entrada solemne, se tenga
una celebración de la Palabra de Dios, sobre la entrada mesiánica y la Pasión del Señor,
ya sea el sábado por la tarde o ya sea el domingo a una hora oportuna.

OOAWWHWOWI 3 M I FWIDA
DEL SEÑOR EN JERUSALÉN

Primera forma: Procesión

2. A la hora señalada, los fieles se reúnen en una iglesia menor o en algún otro
lugar adecuado, fuera de la Iglesia hacia la cual va a dirigirse la procesión. Los
fieles llevan sus ramos en las manos.
3. El sacerdote y el diácono, revestidos con las vestiduras rojas requeridas para
la Misa, acompañados por los ministros, se acercan al lugar donde el pueblo

Domingo de Ramos 13
—Mikal (U: si-mana santa ■ Ciclo B —<

está congregado. El sacerdote, en lugar de casulla, puede usar la capa pluvial,


que dejará después de la procesión, y se pondrá la casulla.
4. Entretanto se canta la siguiente antífona u otro canto adecuado:

ANTÍFONA Mt 219
Hosanna al Hijo de David.
Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel.
Hosanna en el cielo.
5. Enseguida el sacerdote y los fieles se santiguan mientras el sacerdote dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Después el sacerdote
saluda al pueblo de la manera acostumbrada, y hace una breve .monición para
invitar a los fieles a participar activa y conscientemente en la celebración de
este día. Puede hacerlo con éstas o semejantes palabras.
Queridos hermanos: Después de haber preparado nuestros corazo­
nes desde el principio de la Cuaresma con nuestra penitencia y nues­
tras obras de caridad, hoy nos reunimos para iniciar, unidos con toda la
Iglesia, la celebración anual del Misterio Pascual, es decir, de la pasión y
resurrección de nuestro Señor Jesucristo, misterios que empezaron con
su entrada en Jerusalén, su ciudad. Por eso, recordando con toda fe y de­
voción esta entrada salvadora, sigamos al Señor, para que participando
de su cruz, tengamos parte con él en su resurrección y su vida.

6. Después de esta monición el sacerdote, teniendo extendidas las manos, dice


una de las dos oraciones siguientes:
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, santifica con tu bendición t estos ra­
mos, para que, quienes acompañamos jubilosos a Cristo Rey, podamos Ilegal*,
por él, a la Jerusalén del cielo. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

O bien:
Aumenta, Señor Dios, la fe de los que esperan en ti y escucha con
bondad las súplicas de quienes te invocan, para que, al presentar hoy
nuestros ramos a Cristo victorioso, demos para ti en él frutos de bue­
nas obras. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
Y, en silencio, rocía los ramos con agua bendita.
7. Enseguida el diácono, o en su ausencia el sacerdote, proclama del modo
acostumbrado el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, según alguno
de los cuatro evangelistas. Si es oportuno se usa el incienso.

14 Domingo de Ramos
EVANGELIO
t Del santo Evangelio según san Marcos 11 , 1 -10
A: Gloria a ti, Señor
Cuando Jesús y los suyos iban de camino de Jerusalén, al llegar a
Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, les dijo a dos de sus
discípulos: “Vayan al pueblo que ven allí enfrente; al entrar, encon­
trarán un burro que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráigan­
lo. Si alguien es pregunta por qué lo hacen, contéstenle: ‘El Señor lo
necesita y lo devolverá pronto”’.
Fueron y encontraron al burro en la calle, atado junto a una puerta,
y lo desamarraron. Algunos de los que allí estaban les preguntaron:
“¿Por qué sueltan al burro?” Ellos contestaron lo que había dicho
Jesús y ya nadie los molestó.
Llevaron el burro, le echaron encima los mantos y Jesús montó en
él. Muchos extendían su manto en el camino, y los otros lo tapizaban
con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante de Jesús y los
que lo seguían, iban gritando vivas: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene
en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nues­
tro padre David! ¡Hosanna en el cielo!”
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
8. Después del Evangelio, puede tenerse una breve homilía. Al iniciar la pro­
cesión, ei celebrante, el diácono u otro ministro idóneo puede hacer una mo­
nición con estas palabras u otras parecidas:
Queridos hermanos: Imitando a la multitud que aclamaba al Señor,
avancemos en paz.

O bien:
Avancemos en paz.

En este caso responden:


En el nombre de Cristo. Amén.
9. Y se inicia del modo acostumbrado la procesión liada la iglesia en donde
se va a celebrar la Misa. Si se usa el incienso, el turiferario va adelante con el
incensario, en el cual habrá puesto incienso previamente; enseguida, un acó­
lito u otro ministro con la cruz adornada con ramos, según la costumbre del
lugar, y, a su lado, dos ministros con velas encendidas. Sigue luego el diácono
con el Evangeliario, el sacerdote con los ministros y, detrás de ellos, los fieles
con ramos en las manos. Al avanzar la procesión, el coro y el pueblo entonan
los siguientes cánticos u otros apropiados en honor a Cristo Rey:

Domingo de Romos ■ 15
Misal pe semana santa • Ciclo B

ANTÍFONA 1
R. Los niños hebreos, llevando ramos de olivo, / salieron al en­
cuentro del Señor, aclamando: / “Hosanna en el cielo”
Si se cree oportuno, puede alternarse esta antífona con los versículos del siguiente salmo.

Salmo 23
Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, / el orbe todo y los que en
él habitan, / pues él lo edificó sobre los mares, / él fue quien lo asentó
sobre los ríos. R.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor? / ¿Quién podrá entrar en
su recinto santo? / El de corazón limpio y manos puras / y que no jura
en falso. R.
Ése obtendrá la bendición de Dios / y Dios, su salvador, le hará justicia.
Ésta es la clase de hombres que te buscan / y vienen ante ti, Dios
de Jacob. R.
¡Puertas, ábranse de par en par; / agrándense, portones eternos, /
porque va a entrar el rey de la gloria! / Y ¿quién es el rey de la gloria? /
Es el Señor, fuerte y poderoso, el Señor, poderoso en la batalla. R.
¡Puertas, ábranse de par en par; / agrándense, portones eternos,
porque va a entrar el rey de la gloria! R.
Y ¿quién es el rey de la gloria? / El Señor, Dios de los ejércitos, / él
es el rey de la gloria. R.

ANTÍFONA 2
R. Los niños hebreos extendían sus mantos por el camino / y
aclamaban: “Hosanna al Hijo de David, / bendito el que viene en
nombre del Señor”
Si se cree oportuno, puede alternarse esta antífona con los versículos del siguiente salmo.

Salmo 46
Aplaudan, pueblos todos; / aclamen al Señor, de gozo llenos; / que
el Señor, el Altísimo, es terrible / y de toda la tierra, rey supremo. R.
Fue él quien nos puso por encima / de todas las naciones y los pueblos, /
al elegirnos como herencia suya, / orgullo de Jacob, su predilecto. R.
Entre voces de júbilo y trompetas, / Dios, el Señor, asciende hasta
su trono. / Cantemos en honor de nuestro Dios, / al rey honremos y
cantemos todos. R.
Porque Dios es el rey del universo, / cantemos el mejor de nuestros can­
tos. / Reina Dios sobre todas las naciones / desde su trono santo. R.

ia Domingo de Romos
M | S A1. í> !.: SI: M A N A S A N Í A - CICLO B ■*««««-’

Los jefes de los pueblos se han reunido / con el pueblo de Di


Dios de Abraham, / porque de Dios son los grandes de la tierra. /1
encima de todo está Dios. R.

Himno a Cristo Rey


Coro: Gloria, alabanza y honor, a ti Cristo rey, redentor; / a qui
infantil cortejo entonó piadoso Hosanna.
Todos repiten: Gloria, alabanza y honor...
Coro: Tú eres el rey de Israel, prole ínclita de David, / rey bend
que vienes en el nombre del Señor.
lodos repiten: Gloria, alabanza y honor...
Coro: Toda la corte celestial te alaba en las alturas, / y el homl
mortal, con todas las creaturas.
Todos repiten: Gloria, alabanza y honor...
Coro: El pueblo hebreo salió con palmas a tu encuentro; / nosot
con preces, votos e himnos venimos a ti.
Todos repiten: Gloria, alabanza y honor...
Coro: Aquellos cuando ibas a padecer te tributan loores; / nosot
ahora que reinas, te ofrecemos nuestro canto.
Todos repiten: Gloria, alabanza y honor...
Coro: Aquellos te agradaron, que te agrade también nuestra de-’
ción: / ¡Rey bueno, rey clemente, a quien agrada todo lo bueno!
Iodos repiten: Gloria, alabanza y honor...

O bien:
Himno a Cristo Rey
¡Que viva mi Cristo, / que viva mi Rey, / que impere doquier
triunfante su ley! (2)
¡Viva Cristo Rey, / viva Cristo Rey!

1. Mexicanos, un Padre tenemos / que nos dio la Patria, la unión


a ese Padre gozosos cantemos / empuñando con fe su pendón.
2. Demos gracias al Padre que ha hecho / que tengamos de heren
la luz / y podamos vivir en el reino / que su Hijo nos dio por la en
3. Dios le dio el poder, la victoria; / pueblos todos, venid y alaba<
a este Rev de los cielos v tierra / en Guien sólo tenemos la naz.
— M! s a I, D1 ■: $I • M A N A. S A N '!'A C1 C 1.0 B

10. Al. entrar la procesión en la iglesia, se canta el. siguiente responsorio u otro
canto alusivo a la entrada del Señor en Jerusalén:

RESPONSORIO
R, Al entrar el Señor en la ciudad santa, los niños hebreos, anun­
ciando con anticipación la resurrección del Señor de la vida, con
palmas en las manos, aclamaban: Hosanna en el cielo.
V Al enterarse de que Jesús llegaba a Jerusalén, el pueblo salió a su
encuentro.
R. Con palmas en las manos, aclamaban: Hosanna en el cielo.

11- El sacerdote, al llegar ai altar, hace la debida reverencia y, si lo juzga opor­


tuno, lo inciensa. Luego se dirige a la sede donde se quita la capa pluvial, si
la usó, y se pone la casulla y, omitidos los demás ritos iniciales de la Misa,
incluso el Señor, ten piedad. Sí es oportuno, dice la oración colecta y prosigue
de la manera acostumbrada.

Segunda forma: Entrada solemne


12. Donde no se pueda hacer la procesión fuera de la iglesia, la entrada del Señor
se celebra dentro de la iglesia por medio de una entrada solemne, antes de la misa
principal.
13. Los fieles se reúnen ante la puerta de la iglesia, o bien dentro de la misma
iglesia, llevando los ramos en las manos. El sacerdote, los ministros y algunos de
los fieles, van a algún sitio adecuado de la iglesia, fuera del presbiterio, en donde
pueda ser vista fácil mente la ceremonia, al menos por la mayor parte de los fieles.
14. Mientras el sacerdote se dirige al sitio indicado, se canta la antífona Hosanna al
Hijo de David (n. 4), u algún otro canto adecuado. Después se bendicen los ramos
y se lee el Evangelio de la entrada del Señor en Jerusalén, como se indicó en los
nn. 5-7. Después del Evangelio, el sacerdote va solemnemente hacia el presbiterio
a través de la Iglesia, acompañado por los ministros y un pequeño grupo de fieles,
mientras se canta el responsorio Al entrar el Señor (n. 10), u otro canto apropiado.
15. Al llegar al altar, el sacerdote hace la debida reverencia. Enseguida va a la sede
y, omitidos los ritos iniciales de la Misa, incluso el Señor, ten piedad, si es oportu­
no, dice la oración colecta y prosigue la Misa de la manera acostumbrada.

Tercera forma: Entrada sencilla


1 ó • En t o d a s 1 as d e m á s M isas de es t e d o m i n go, en 1 a s q u e n o s e ha ce I a e n t ra -
da solemne, se recuerda la entrada del Señor en. Jerusalén por medio de una
entrada sencilla.

18 ■ Domingo de Ramos
' M1S.U; IJE SEMANA SANTA - CiCLO B

17. Mientras el sacerdote se dirige al altar, se canta la antífona de entrada con su


salmo (n. 18), u otro canto sobre el mismo tema. El sacerdote, al llegar al altar, lo
venera haciendo la debida reverencia, y va a la sede. Después de hacer el signo
de la cruz, saluda al pueblo. Luego sigue la Misa de la manera acostumbrada.

18. ANTÍFONA DE ENTRADA cfr.Jn 121.1203; Sal 23,9-10


Seis días antes de la Pascua, / cuando el Señor entró a la ciudad de
Jerusalén, salieron los niños a su encuentro / y llevando en sus manos
ramos de palmera / aclamaban con fuerte voz:
* Hosanna en el cielo. / Bendito tú, que vienes / lleno de bondad y
de misericordia. / Puertas, ábranse de par en par; / agrándense, porto­
nes eternos, / porque va a entrar el Rey de la gloria. / Y ¿quién es el rey
de la gloria? / El Señor de los ejércitos / es el rey de la gloria.
* Hosanna en el cielo. / Bendito tú, que vienes / lleno de bondad y
de misericordia.

LA MISA
19. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote comienza la
Misa con la Oración colecta.

20. ORACIÓN COLECTA


Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se
hiciera hombre y padeciera en la cruz para dar al género humano
ejemplo de humildad, concédenos, benigno, seguir las enseñanzas de
su pasión y que merezcamos participar de su gloriosa resurrección. Él,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
R. Amén

PRIMERA LECTURA
No aparté mi rostro de los insultos, y sé que no quedaré avergonzado.
Del libro del profeta Isaías 50,4-7
En aquel entonces, dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua
experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.
Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche
yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo
no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tira­
ban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.

Domingo de Romos 19
Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí
mis rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado’’ Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 21
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? / Todos los
que me ven, de mí se burlan; / me hacen gestos y dicen: / “Confiaba
en el Señor, pues que él lo salve; / si de veras lo ama, que lo libre”.
Los malvados me cercan por doquiera / como perros rabiosos. /
Mis manos y mis pies han taladrado / y se pueden contar todos mis
huesos. R.
Reparten entre sí mis vestiduras / y se juegan mi túnica a los dados.
/ Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado. R,
A mis hermanos contaré tu gloria / y en la asamblea alabaré tu nom­
bre. / Que alaben al Señor los que lo temen. / Que el pueblo de Israel
siempre lo adore. R.

SEGUNDA LECTURA.
Cristo se humilló a sí mismo; por eso Dios lo exaltó.
De la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2,6-11
Cristo Jesús, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las pre­
rrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se ano­
nadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante
a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por
obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está
sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en
el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la
muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que
está sobretodo nombre.
R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.

20 ■ Domingo de Romos
- <■- ’ V.!S V Di M «aNa ’kA'* - C lili. b

21. Se lee la historia de la pasión del Señor. No se llevan ciriales ni inciense


se hace al principio el saludo, ni se signa el libro. La lectura la hace un diáa
o, en su defecto, el sacerdote. También puede ser hecha por lectores, reser\
do al-sacerdote, si es posible» la parte correspondiente a Cristo. Solamente
diáconos piden la bendición del celebrante antes del canto de la pasión, cc
se hace antes del Evangelio.

PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MARCOS 14, 1~1B


A: “Gloria a ti señor”
t- Jesús; S= Discípulos, pueblo y otros personajes; C= Cronista.

La forma breve comienza en la p. 24


C. Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Ázirr
Los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando una manera
apresar a Jesús a traición y darle muerte, pero decían:
S. “No durante las fiestas, porque el pueblo podría amotinarse”.
C. Estando Jesús sentado a la mesa, en casa de Simón el leproso, en’
tania, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo pi
quebró el frasco y derramó el perfume en la cabeza de Jesús. Algunos
mentaron indignados:
S. “¿A qué viene este derroche de perfume? Podía haberse vendido ]
más de trecientos denarios para dárselos a los pobres”.
C. Y criticaban a la mujer; pero Jesús replicó:
t “Déjenla. ¿Por qué la molestan? Lo que ha hecho conmigo está bi
porque a los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrei
cuando quieran; pero a mí no me tendrán siempre. Ella ha hecho lo <
podía. Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo
aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el Evan
lio, se recordará también en su honor lo que ella ha hecho conmigo”
C. Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdc
para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero;
andaba buscando una buena ocasión para entregarlo.
El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, cuando se sacrificab
cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos:
S. “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de pascua?”
mis discípulos?" Él les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con
divanes. Prepárenme allí la cena"!
C. Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que
Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Al atardecer, llegó Jesús con los Doce. Estando sentado a la mesa, ce­
nando, les dijo:
t “Yo les aseguro que uno de ustedes, uno que está comiendo conmigo,
me va a entregar""
C. Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro:
S. “¿Soy yo?”
C. Él respondió:
t “Uno de los doce; alguien que moja su pan en el mismo plato que yo.
El Hijo del hombre va a morir, como está escrito; pero, ¡ay del que va a
entregar al Hijo del hombre! ¡Más le valiera no haber nacido!”
C. Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo
partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo:
t “Tomen: esto es mi cuerpo"
C. Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de
gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo:
t “Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo
les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que
beba del vino nuevo en el Reino de Dios"!
C. Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos y
Jesús les dijo:
t “Todos ustedes se van a escandalizar por mi causa, como está escrito:
Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas; pero cuando resucite, iré por
delante de ustedes a Galilea”.
C. Pedro replicó:
S. “Aunque todos se escandalicen, yo no”.
C. Jesús le contestó:
t “Yo te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos
veces, tú me negarás tres”.
C. Pero él insistía:
S. “Aunque tenga que morir contigo, no te negaré”.
C. Y los demás decían lo mismo.
Fueron luego a un huerto, llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos:
t “Siéntense aquí mientras hago oración"! Se llevó a Pedro, a Santiago y
a Juan; empezó a sentir terror y angustia, y les dijo:
f “Tengo el alma llena de una tristeza mortal. Quédense aquí, velando!

22 Domingo de Romos
C Se adelantó un poco, se postró en tierra y pedía que, si era posible, se
alejara de él aquella hora. Decía:
t “Padre, tú lo puedes todo: aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga
lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”.
C. Volvió donde estaban los discípulos, y al encontrarlos dormidos, dijo
a Pedro:
f “Simón, ¿estás dormido? ¿No has podido velar ni una hora? Velen y
oren, para que no caigan en la tentación. El espíritu está pronto, pero la
carne es débil”
C. De nuevo se retiró y se puso a orar, repitiendo las mismas palabras.
Volvió otra vez y los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados
de sueño; por eso no sabían qué contestarle. Él les dijo:
t “Ya pueden dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora. Miren que
el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Leván­
tense! ¡Vamos! Ya está cerca el traidor”.
C. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce,
y con él, gente con espadas y palos, enviada por los sacerdotes, los escribas
y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles:
S. “Al que yo bese, ése es. Deténganlo y llévenselo bien sujeto”.
C. llegó, se acercó y le dijo:
S. “Maestro”,
C. y lo besó. Ellos le echaron mano y lo apresaron. Pero uno de los pre­
sentes desenvainó la espada y de un golpe cortó la oreja a un criado del
sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo:
t “¿Salieron ustedes a apresarme con espadas y palos, como si se tratara
de un bandido? Todos los días he estado entre ustedes, enseñando en el
templo y no me han apresado. Pero así tenía que ser para que se cumplie­
ran las Escrituras”.
C. Todos los abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho,
envuelto nada más con una sábana y lo detuvieron; pero él soltó la sábana
y se les escapó desnudo. Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote y
se reunieron todos los pontífices, los escribas y los ancianos. Pedro lo fue
siguiendo de lejos, hasta el interior del patio del sumo sacerdote y se sentó
con los criados, cerca de la lumbre, para calentarse.
Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno, buscaban una acu­
sación contra Jesús para condenarlo a muerte y no la encontraban.
Pues, aunque muchos presentaban falsas acusaciones contra él, los
testimonios no concordaban. Hubo unos que se pusieron de pie y
dijeron:

Domingo de Romos 23
Misal i>h semana santa - (.jeto B

S. “Nosotros lo hemos oído decir: ‘Yo destruiré este templo, edificado


por los hombres, y en tres días construiré otro, no edificado por hombres”’
G Pero ni aun en esto concordaba su testimonio. Entonces el sumo sa­
cerdote se puso de pie y le preguntó a Jesús:
S. “¿No tienes nada qué responder a estas acusaciones?”
G Pero él no le respondió nada. El sumo sacerdote le volvió a preguntar:
S. “¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?”
C. Jesús contestó:
t Sí lo soy. Y un día verán cómo el Hijo el hombre está sentado a la dere­
cha del Todopoderoso y cómo viene entre las nubes del cielo”.
C. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras exclamando:
S. “¿Qué falta hacen ya más testigos? Ustedes mismos han oído la blas­
femia. ¿Qué les parece?”
G Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle,
y tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:
S. ‘Adivina quien fue”,
C. y los criados también le daban de bofetadas.
Mientras tanto, Pedro estaba abajo, en el patio. Llegó una criada del
sumo sacerdote, y al ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente y le dijo:
S. “Tú también andabas con Jesús Nazareno”.
C. Él lo negó, diciendo:
S. “Ni sé ni entiendo lo que quieres decir”.
G Salió fuera, hacia el zaguán, y cantó un gallo. La criada, al verlo se
puso de nuevo a decir a los presentes:
S. “Ése es uno de ellos”.
G Pero él lo volvió a negar. Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro:
S. “Claro que eres uno de ellos, pues eres galileo”
G Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:
S. “No conozco a ese hombre del que hablan”
G Enseguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro se acordó entonces
de las palabras que le había dicho Jesús: “Antes de que el gallo cante dos
veces, tú me habrás negado tres”, y rompió a llorar.

Principia la forma breve (Me 15,1-39). Si se utiliza, se comienza con las palabras:
“En aquel tiempo’’
C. Luego que amaneció, se reunieron los sumos sacerdotes con los an­
cianos, los escribas y el sanedrín en pleno, para deliberar. Ataron a Jesús,
se lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Éste le preguntó:
S. “¿Eres tú el rey de los judíos?”

24- Domingo de Ramos


- Misal ol skmana santa •• Ciclo B

C. Él le respondió:
t “Sí lo soy”.
C. Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le pregun­
tó de nuevo:
S. “¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan”.
C. Jesús ya no le contestó nada, de modo que Pilato estaba muy extrañado.
Durante la fiesta de Pascua, Pilato solía soltarles al preso que ellos pidie­
ran. Entonces estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que
habían cometido un homicidio en un motín. Vino la gente y empezó a
pedir el indulto como de costumbre. Pilato les dijo:
S. “¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?”
C. Porque sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por
envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente para que pidieran
la libertad de Barrabás. Pilato les volvió a preguntar:
S. “¿Y qué voy a hacer con el que llaman rey de los judíos?”
C. Ellos gritaron:
S. “¡Crucifícalo!”.
C. Pilato les dijo:
S. “Pues, ¿qué mal ha hecho?”
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. “¡Crucifícalo!”
C Pilato, queriendo dar gusto a la multitud, les soltó a Barrabás; y a
Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran.
Los soldados se lo llevaron al interior del palacio, al pretorio, y reunie­
ron a todo el batallón. Lo vistieron con un manto color púrpura, le pusie­
ron una corona de espinas, que habían trenzado y comenzaron a burlarse
de él, dirigiéndole este saludo:
S. “¡ Viva el rey de los judíos!”
C. Le golpeaban la cabeza con una cana, le escupían y doblando las ro­
dillas, se postraban ante él. Terminadas las burlas, le quitaron el manto de
color púrpura, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo. Enton­
ces forzaron a cargar la cruz a un individuo que pasaba por ahí de regreso
del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, y llevaron a
Jesús al Gólgota (que quiere decir “lugar de la Calavera”). Le ofrecieron
vino con mirra, pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus
ropas, echando suertes para ver qué le tocaba a cada uno.
Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación
estaba escrito: “El rey de los judíos”. Crucificaron con él a dos bandidos,
uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que
dice: fue contado entre los malhechores.

Domingo de Ramos 25
Misal de. semana san i a ■■ Ciclo B

Los que pasaban por ahí lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole:


S. “¡Anda! Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sál­
vate a ti mismo y baja de la cruz”
C. Los sumos sacerdotes se burlaban también de él y le decían:
S. “Ha salvado a otros, pero a sí mismo no se puede salvar. Que el Me­
sías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos”.
C. Hasta los que estaban crucificados con él también lo insultaban.
Al llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas hasta las
tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz potente:
t “Eloí, Eloí, ¿lemá sabactaní?”
C. (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?).
Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. “Miren; está llamando a Elias”.
C, Uno corrió a empapar una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo
y se la acercó para que bebiera, diciendo:
S. “Vamos a ver si viene Elias a bajarlo”.
C. Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
Aquí todos se arrodillan y guardan silencio unos instantes.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El oficial
romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo:
S. “De veras este hombre era Hijo de Dios”.

Termina la forma breve.


C. Había también ahí unas mujeres que estaban mirando todo desde le­
jos; entre ellas María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor
y de José) y Salomé; que cuando estaba Jesús en Galilea, lo seguían para
atenderlo; y además de ellas, otras muchas que habían venido con él a
Jerusalén.
Al anochecer, como era el día de la preparación, víspera del sábado,
vino José de Arimatea, miembro distinguido del sanedrín, que también
esperaba el Reino de Dios. Se presentó con valor ante Pilato y le pidió el
cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que ya hubiera muerto, y llamando al
oficial, le preguntó si hada mucho tiempo que había muerto. Informado
por el oficial, concedió el cadáver a José. Éste compró una sábana, bajó el
cadáver, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro excavado en
una roca y tapó con una piedra la entrada del sepulcro. María Magdalena
y María, la madre de José, se fijaron en dónde lo ponían.
Palabra del Señor.
R Gloría a ti, Señor Jesús.
26 Domingo de Romos
MfSAI. DE SEMANA SANTA ClCl.O B

22. Después cíe la lectura de la pasión» puede tenerse, si se cree oportuno, una
breve homilía. También se puede guardar un momento de silencio.
Se dice Credo y se hace la oración universal.

ORACIÓN UNIVERSAL
Monición del sacerdote: En este tiempo de la sagrada pasión, en que
Cristo presentó al Padre súplicas y oraciones con ardientes lágrimas,
roguemos, hermanos, a Dios que por amor a su Hijo se digne también
escuchar benignamente nuestras plegarias.
Digámosle todos con gran confianza: Te rogamos, Señor.
R. Te rogamos, Señor.
1. Por la santa Iglesia, para que la purifique plenamente con la sangre
de Cristo» ruguemos al Señor.
2. Por todos los pueblos del mundo, para que, por medio de la reden­
ción de Cristo, venga a ellos la paz y la salvación, roguemos al Señor.
3. Por todos los que participan de la pasión de Cristo mediante la
enfermedad y la tribulación, para que Dios les dé fortaleza y valor,
roguemos al Señor.
4. Por todos nosotros, para que, por medio de la pasión y muerte de
Jesucristo, lleguemos a la gloria de la resurrección, roguemos al Señor.
Oración: Atiende, Señor, a las súplicas de tu pueblo, para que, lo que
no se atreve a esperar por sus propios méritos, lo alcance por la pasión
de tu Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

23. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Que la pasión de tu Unigénito, Señor, nos atraiga tu perdón, y aunque no
lo merecemos por nuestras obras, por la mediación de este sacrificio úni­
co, lo recibamos de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

24. PREFACIO: La Pasión del Señor


En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopode­
roso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
El cual, siendo inocente, se dignó padecer por los pecadores y fue
injustamente condenado por salvar a los culpables; con su muerte
borró nuestros delitos y, resucitando, conquistó nuestra justificación.
Por eso, te alabamos con todos los ángeles y te aclamamos con
voces de júbilo, diciendo: Santo...

Domingo de Ramos 27
25. ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 26.42
Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este cáliz, hágase tu voluntad.

26. ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Tú que nos has alimentado con esta Eucaristía, y por medio de la
muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos
promete, concédenos, Señor, llegar, por medio de su resurrección, a
la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

27. ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO


Dios y Padre nuestro, mira con bondad a esta familia tuya, por la
cual nuestro Señor Jesucristo no dudó en entregarse a sus verdugos y
padecer el tormento de la cruz. Por Jesucristo, nuestro Señor.

BENDICIÓN SOLEMNE: Pasión del Señor


Que Dios, Padre de misericordia, que en la Pasión de su Hijo les ha
dado ejemplo de amor, les conceda, por su servicio a Dios y a los
hombres, el don inefable de su bendición.
R. Amén.
Que Cristo, por cuya muerte temporal confían verse libres de la
muerte eterna, les obtenga una vida inmortal.
R. Amén.
Que imitando su ejemplo de humildad, participen también un día
de su gloriosa resurrección.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo t, y Espíritu
Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.

LUNES SANTO
(MORADO)

ANTÍFONA DE ENTRADA cfr. Sal 34,1-2; Sal 139,8


Juzga, Señor, a los que me hacen daño, ataca a los que me atacan, toma las
armas y el escudo, levántate y ven en mi ayuda. Señor, mi fuerza de salvación.

ORACIÓN COLECTA
Te rogamos, Dios todopoderoso, que quienes desfallecemos a causa de
nuestra debilidad, nos recuperemos gracias a la pasión de tu Unigéni­

Z8 Lunes sanio
\||SAt OE -.¿MANA SANTA ■ ClCI.O B

to. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.

PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 42,1 -7
Miren a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis
complacencias. En él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la
justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz
en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha
que aún humea. Proclamará la justicia con firmeza, no titubeará ni se
doblegará, hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y hasta
que las islas escuchen su enseñanza.
Esto dice el Señor Dios, el que creó el cielo y lo extendió, el que dio
firmeza a la tierra, con lo que en ella brota; el que dio el aliento a la
gente que habita la tierra y la respiración a cuanto se mueve en ella:
“Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llamé, te tomé de la
mano; te he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de
las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cau­
tivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas”.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 26
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, / ¿a quién voy a tenerle miedo? /
El Señor es la defensa de mi vida, / ¿quién podrá hacerme temblar? R.
Cuando me asaltan los malvados / para devorarme, / ellos, enemi­
gos y adversarios, / tropiezan y caen. R.
Aunque se lance contra mí un ejército, / no temerá mi corazón; / aun
cuando hagan la guerra contra mí, / tendré plena confianza en el Señor. R.
La bondad del Señor espero ver / en esta misma vida. / Ármate de
valor y fortaleza y en el Señor confía. R.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, / sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas.
R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.

Lunes samo - 29
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan 12,111
A: “Gloria a ti, Señor”
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro,
a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una
cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la
mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico,
muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su ca­
bellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume.
Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar
a Jesús, exclamó: “¿Por qué no se ha vendido ese perfume en trecientos
denarios para dárselos a los pobres?” Esto lo dijo, no porque le impor­
taran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la
bolsa, robaba lo que echaban en ella.
Entonces dijo Jesús: “Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi
sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a
mí no siempre me tendrán”.
Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús es­
taba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a
quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacer­
dotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos
judíos se separaban y creían en Jesús. Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Mira con bondad, Señor, los sagrados misterios que estamos celebran­
do y ya que en tu misericordia dispusiste que nos sirvieran para des­
echar nuestros falsos criterios, concédenos que nos ayuden a producir
verdaderos frutos de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN cfr, Sol 1013


No apartes tu rostro de mí. En el día de mi tribulación, inclina a mí tu
oído, y, siempre que te invoque, respóndeme enseguida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Visita, Señor a tu pueblo y protege con tu constante amor a quienes
has santificado por estos misterios, para que recibamos de tu mise-

30 ■ Martes Samo
mhal di-, sí-mana santa - Ciclo B

ricordia y conservemos con tu protección, los auxilios para nuestra


salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (opcional)


Dios y Padre nuestro, que tu protección socorra a los humildes y asista
continuamente a quienes confían en tu misericordia, para que se pre­
paren a celebrar las fiestas pascuales no sólo con acciones corporales,
sino sobre todo con pureza de corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.

MARTES SANTO
(MORADO)

ANTÍFONA DE ENTRADA cfr. Sal 26,12


No me entregues, Señor, al odio de los que me persiguen, pues han
surgido contra mí testigos falsos, que respiran violencia.

ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Dios todopoderoso y eterno, celebrar de tal modo la
pasión del Señor, que nos hagamos dignos de recibir tu perdón. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
R. Amén.

PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 49,1-6
Escúchenme, islas; pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó
desde el vientre de mi madre; cuando aún estaba yo en el seno mater­
no, él pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su
mano, me hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: “Tú
eres mi siervo, Israel; en ti manifestaré mi gloria”. Entonces yo pensé: “En
vano me he cansado, inútilmente he gastado mis fuerzas; en realidad mi
causa estaba en manos del Señor, mi recompensa la tenía mi Dios”.
Ahora habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para
que fuera su servidor, para hacer que Jacob volviera a él y congregar
a Israel en torno suyo -tanto así me honró el Señor y mi Dios fue mi
fuerza—. Ahora, pues, dice el Señor: “Es poco que seas mi siervo sólo
Martes Santo - 31
~~ .Misal pe semana santa - Ciclo B

para restablecer a las tribus de Jacob y reunir a los sobrevivientes de


Israel; te voy a convertir en luz de las naciones, hasta que mi salvación
llegue hasta los últimos rincones de la tierra”. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 70
R. En ti, Señor, he puesto mi esperanza.
Señor, tú eres mi esperanza, / que no quede yo jamás defraudado. /
Tú, que eres justo, ayúdame y defiéndeme, / escucha mi oración y pon-
me a salvo. R.
Sé para mí un refugio, / ciudad fortificada en que me salves. / Y
pues eres mi auxilio y mi defensa, / líbrame, Señor de los malvados. R.
Señor, tú eres mi esperanza; / desde mi juventud en ti confío. /
Desde que estaba en el seno de mi madre, / yo me apoyaba en ti y tú
me sostenías. R.
Yo proclamaré siempre tu justicia / y a todas horas, tu misericordia. /
Me enseñaste a alabarte desde niño / y seguir alabándote es mi orgullo. R.

AC1A/W4C/ÓN ANTES DEL EVANGELIO


R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser llevado
a la cruz como manso cordero al sacrificio.
R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan 13,21.-3336-38
A: “Gloria a ti, Señor”
En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos,
se conmovió profundamente y declaró: “Yo les aseguro que uno de
ustedes me va a entregar”. Los discípulos se miraron perplejos unos a
otros, porque no sabían de quien hablaba. Uno de ellos, al que Jesús
tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo
una seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?” Entonces él, apoyándose
en el pecho de Jesús, le preguntó: “¿Señor, quién es?” Le contestó Jesús:
“Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar”. Mojó el pan
y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró
en él satanás.

32 Maries sanio
Jesús le dijo entonces a Judas: “Lo que tienes que hacer, hazlo pron­
to”. Pero ninguno de los comensales entendió a qué se refería; algunos
supusieron que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había en­
comendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de noche.
Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo
del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado
en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.
Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero
como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora: A donde yo
voy, ustedes no pueden ir”’ Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿a dónde vas?”
Jesús le respondió: “A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; me
seguirás más tarde”. Pedro replicó: “Señor, ¿por qué no puedo seguirte
ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jesús le contestó: “¿Conque darás tu
vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que me
hayas negado tres veces”. Palabra del Señor.
R. Gloria a ti. Señor Jesús

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Mira con bondad, Señor, las ofrendas de esta familia tuya y, ya que la
hiciste partícipe de tus sagrados dones, concédele obtener plenamente
su fruto. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Rom 8.32


Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Alimentados por estos dones de salvación, suplicamos, Señor, tu miseri­
cordia, para que este Sacramento, que nos nutre en nuestra vida temporal,
nos haga partícipes de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R, Amén.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (opcional)


Dios y Padre nuestro, al pueblo que quiere obedecerte, purifícalo de la
antigua maldad por tu misericordia y hazlo capaz de una santa reno­
vación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Miércoles santo 33
■>—’ Misal de semana santa ■■ Ciclo B

MIÉRCOLES S/j O
(MORADO)

ANTÍFONA DE ENTRADA ofr. Flp 2,10.8 J 1


Que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra y
en los abismos, porque el Señor se hizo obediente hasta la muerte, y una
muerte de cruz. Por eso Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre.

ORACIÓN COLECTA
Padre misericordioso, que para librarnos del poder del enemigo, quisiste
que tu Hi jo sufriera por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos alcanzar
la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
R. Amén.

PRIMERA LECTURA
Del libro de? profeta Isaías 50,4-9
En aquel entonces dijo Isaías: “El Señor me ha dado una lengua exper­
ta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.
Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche
yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo
no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tira­
ban de la barba. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos.
Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso
endureció mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado. Cer­
cano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí?
¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El
Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?” Palabra de
Dios.
R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 68
R. Por tu bondad, Señor, socórreme.
Por ti he sufrido injurias / y la vergüenza cubre mi semblante. / Ex­
traño soy y advenedizo, / aun para aquellos de mi propia sangre; / pues
me devora el celo de tu casa, / el odio del que te odia, en mí recae. R.

3A- Miércoles santo


“ MíSaí. Olí Sí-mana santa - Cici.O B ——

La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. / Espero compa­


sión y no la hallo; / consoladores, y no los encuentro. / En mi comi­
da me echaron hiel, / para mi sed me dieron vinagre. R.
En mi cantar exaltaré tu nombre, / proclamaré tu gloria, agrade­
cido. / Se alegrarán al verlo los que sufren, / quienes buscan a Dios
tendrán más ánimo, / porque el Señor jamás desoye al pobre, / ni
olvida al que se encuentra encadenado. R,

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO


R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas.
R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.

O bien:
R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser lleva­
do a la cruz como manso cordero al sacrificio.
R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan 26,14-25
A: “Gloria a ti, Señor’’
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver
a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a
Jesús?” Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde
ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo.
El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se
acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te prepa­
remos la cena de Pascua?” Él respondió: “vayan a la casa de fulano
y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora ya está cerca. Voy a celebrar la
Pascua con mis discípulos en tu casa”. Ellos hicieron lo que Jesús les
había ordenado y prepararon la cena de Pascua.
Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les
dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pu­
sieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: “¿Acaso
soy yo, Señor?” El respondió: “El que moja su pan en el mismo plato
que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir,
como está escrito de él; ¡pero ay de aquel por quien el Hijo del hombre
va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. En-

M^coles saneo 35
\ t ■ sA í. í -E Sf M A NA S A N TA ■ U i C í O B

tonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maes­
tro?” Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”. Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Recibe, Señor, los dones que te presentamos y concédenos que la
pasión de tu Hijo, que celebramos en este sacramento, fructifique
plenamente en nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 20,28


El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, y a dar
la vida por la redención de todos.
R. Amén.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Concédenos, Dios todopoderoso, creer y sentir profundamente que,
por la muerte temporal de tu Hijo, proclamada en estos santos mis­
terios, tú noí has dado la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO (opcional)


Dios y Padre nuestro, concede a tu pueblo frecuentar los sacramentos
pascuales y esperar con vivo deseo los bienes futuros para que, man­
teniéndose fiel a los santos misterios de los que ha renacido, se sienta
impulsado por ellos a una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

JUEVES SANTO DE LA
CENA DEL SEÑOR
(BLANCO)

Misa vespertina
1. En la tarde, a la hora más oportuna, se celebra la Misa de la Cena del Señor,
con 1 a p a r t i. c i p a c i ó n d e to d a I a c o m u n i da d 1 oc a 1 y c o n I a i n te r ve n c i ó n., s eg ú n
su propio oficio, de todos los grupos de sacerdotes y ministros.
2. Todos los sacerdotes que hayan concelebrado en la Misa del Santo Crisma
o hayan, celebrado otra Misa para la utilidad de los fieles, pueden concelebrar
en la Misa vespertina.

36 C.:'-S<vr;’.'OtS-..
M í S A í. I.) !■ $ l,M A N A 5 A N íA - (. j iJ LO H ----------

3. Donde lo pida un motivo pastoral, el Ordinario del lugar puede permitir


que se celebre otra Misa en la tarde en iglesias u oratorios, y en caso de verda­
dera necesidad, aun en la mañana, pero solamente en favor de los fieles que
de ninguna manera puedan asistir a la Misa de la tarde. Téngase cuidado, sin
embargo, de que estas celebraciones no se hagan en provecho de personas
particulares o de pequeños grupos especiales, y de que no sean en perjuicio
de la asistencia a la Misa vespertina.
4. La Sagra d a C o m ti n i ó n p u ed e d i s t r i b u i rs calos fi e les s ó 1 o d e n t ro d e I a M isa;
pero a los enfermos puede llevárseles a cualquier hora del día.
5. Adórnese el altar con flores con la moderación que conviene a la índole
de este día. El sagrario debe estar completamente vacío. Conságrense en esta
Misa suficientes hostias, de modo que alcancen para la comunión del clero y
del pueblo, hoy y mañana.

6. ANTÍFONA DE ENTRADA cfr. Gál ó, 14


Debemos gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, porque
en él está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección, y por
él fuimos salvados y redimidos.

7. Se dice Gloria. Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Termi­
nado el canto, las campanas no vuelven a tocarse hasta el Gloria de ¡a Vigilia
Pas c u al, a no s e r q u e el o b i sp o dio cesan o d isp o n ga o t r a eos a. E n e st e rn i s rn o
tiempo, también puede usarse el órgano y los demás instrumentos musicales,
pero sólo para acompañar el canto.

8. ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, reunidos para celebrar la santísima Cena en la que tu
Hijo unigénito, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el
nuevo y eterno sacrificio, banquete pascual de su amor, concédenos que,
de tan sublime misterio, brote para nosotros la plenitud del amor y de la
vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
R. Amén.

PRIMERA LECTURA
Del libro del Éxodo 1.2,1 -8.1 1-14
En aquellos días, el Señor le dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto:
“Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del
Ml-SAi. PE SEMANA SANTA • Ciclo B

año. Díganle a toda la comunidad de Israel: ‘El día diez de este mes, tomará
cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado
pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero
adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda co­
mer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.
Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comuni­
dad de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre
y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde
vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego;
comerán panes sin levadura y hierbas amargas. Comerán así: con la
cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a
toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.
Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los pri­
mogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados.
Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les
servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la
sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminado-
ra, cuando hiera yo la tierra de Egipto.
Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta
en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta fes­
tividad, como institución perpetua. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 115
R. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? / Levantaré
el cáliz de la salvación / e invocaré el nombre del Señor. R.
A los ojos del Señor es muy penoso / que mueran sus amigos. De la
muerte, Señor, me has librado, / a mí, tu eslavo e hijo de tu esclava R.
Te ofreceré con gratitud un sacrificio / e invocaré tu hombre. / Cum­
pliré mis promesas al Señor / ante todo su pueblo. R.

SEGUNDA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11,23-26
Hermanos: Yo recibí del Señor o mismo que les he transmitido: que
el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus
manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es
mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”.

38 Joa Sanio ía cm oa Si»;


M i s a i. u.l: s r. >•. i a na san' r a • C í c: i .<> 1J

Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: “Este cáliz es


la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria
mía siempre que beban de él”.
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cá­
liz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 13.34


R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos
a los otros, como yo los he amado.
R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan 13,1-15
A. Gloria a ti, Señor
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora
de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que
estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en
el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo,
Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las
cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó
de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego
echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos
y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: “Señor, ¿me vas a lavar
tú a mí los pies?” Jesús le replicó: “Lo que estoy haciendo tú no lo
entiendes ahora, lo comprenderás más tarde”. Pedro le dijo: “Tú no
me lavarás los pies jamás”. Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tendrás
parte conmigo”. Entonces le dijo Simón Pedro: “En ese caso, Señor,
no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza”. Jesús le dijo: “El
que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él
está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos”. Como sabía
quién se lo iba a entregar, por eso dijo: “No todos están limpios”.
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió
a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con uste­
des? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy.
Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, tam-

Jueves Sanio de la cena del Señor • 39


—’--- ... J«,-Vt. P k 5¡: (M A NA SA X i'A •<;(!.<) B

bien ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado
ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes
lo hagan”. Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

9. Después de la proclamación el Evangelio, el sacerdote dice la homilía, en la


cual se exponen los grandes misterios que se recuerdan en esta Misa, es decir,
la institución de la Sagrada Eucaristía y del Orden Sacerdotal y el mandato de
mi es t ro S e ñ o r s ob re el a 11 -i o r fr at c r n o.

Lavatorio de los pies


10. Después de la homilía, donde lo aconseje el bien pastoral, se lleva a cabo
el lavatorio de los pies.
11. Los varones designados van, acompañados por los ministros, a ocupar los
asientos preparados para ellos.. El sacerdote, se quita la casulla si es necesario,
y se acerca a cada una de las personas designadas. Con la ayuda de los minis­
tros, les lava los pies y se los seca.
12. M i en t r a s tan to, s e can t an a Ig u n a s d e 1 a s s i gu i e n t es a n t í fo ii a s o a I gú n ca n. to
apropiado.

ANTÍFONA 1 cfr.Jn 13,4.5.15


El Señor se levantó de la mesa, echó agua en un recipiente y se puso
a lavar los pies a los discípulos, para darles ejemplo.

ANTÍFONA 2 oír. Jn 13,12.13.15


El Señor Jesús, después de haber cenado con sus discípulos, lavó sus pies
y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes, yo, el Señor
y el Maestro? Les he dado ejemplo, para que también ustedes lo hagan”.

ANTÍFONA 3 Jn 13,6.7.8
Señor, ¿pretendes tú lavarme a mí los pies? Jesús le respondió: si no
te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo.
V. Fue Jesús hacia Simón Pedro y éste le dijo: / -Señor, ¿pretendes tú
lavarme a mí los pies?...
V. Lo que estoy haciendo, tú no lo entiendes ahora; lo entenderás
más tarde. / -Señor ¿pretendes tú lavarme a mí los pies?...

ANTÍFONA 4 cfr. Jn 13,14


Si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, ¡con cuán­
ta mayor razón ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros!

40 Jurns Sanio de la cena del Señor


ANTÍFONA 5 Jn 13,35
En esto reconocerán todos ustedes que son mis discípulos: en que se
amen los unos a los otros.
V. Jesús les dice a sus discípulos -En esto reconocerán todos...

ANTÍFONA 6 Jn 13,34
Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros,
como yo los he amado, dice el Señor.

ANTÍFONA 7 ICor 13,13


Que permanezca en ustedes la fe, la esperanza y el amor; pero la
mayor de estas tres virtudes es el amor.
V. Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de
estas tres virtudes es el amor.
-Que permanezca en ustedes la fe, la esperanza y el amor; pero la
mayor de estas tres virtudes es el amor.

13. Después del lavatorio de los pies, el sacerdote lava y seca sus ruanos., se
pone la casulla y regresa a la sede, y desde ahí, dirige la oración universal.
No se dice Credo.

Liturgia eucarística
14. Al comienzo de la liturgia eucarística, puede organizarse la procesión de
los fieles, en la que junto con el pan y el vino se lleven dones para los pobres.
Mientras tanto, se canta el siguiente himno u otro canto apropiado.
Ant. Donde hay caridad y amor, allí está Dios.
V Nos congregó y unió el amor de Cristo.
V Regocijémonos y alegrémonos con él.
V . Temamos y amemos al Dios vivo.
V . Y amémonos con corazón sincero.
Ant. Donde hay caridad y amor, allí está Dios.
V . Pues estamos en un cuerpo congregados.
V . Cuidemos que no se divida nuestro afecto.
V . Cesen las contiendas malignas, cesen los litigios.
V . Y en medio de nosotros esté Cristo Dios.
Ant. Donde hay caridad y amor, allí está Dios.
V . Veamos juntamente con los santos.
V . Tu glorioso rostro, ¡Oh Cristo Dios!
V Éste será gozo inmenso y puro.
V . Por los siglos de los siglos infinitos. Amén.

Jueves Sanio oe la cena del Sboa A'l


15. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédanos, Señor, participar dignamente en estos misterios, por­
que cada vez que se celebra el memorial de este sacrificio, se realiza la
obra de nuestra redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.

16. PREFACIO: El sacrificio y el sacramento de Cristo.


En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gra­
cias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo, Señor nuestro.
El cual, verdadero y eterno Sacerdote, al instituir el sacrificio de la
eterna alianza, se ofreció primero a ti como víctima salvadora, y nos
mandó que lo ofreciéramos como memorial suyo. Cuando comemos su
carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos; y cuando bebe­
mos su sangre, derramada por nosotros, quedamos limpios de nuestros
pecados.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles, con los tronos y dominaciones
y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
17. Si se usan, las Plegarias eu caris tic as II o III, téngase en cuenta la referencia
que se hace de esta Misa en el relato de la institución, pp. 7 y 9 y especial­
mente en el Canon Romano.
18. En la Comunión, en un momento oportuno, el sacerdote, tomando del
altar la Eucaristía, la entrega a los diáconos, acólitos u otros ministros extraor­
dinarios, para que la lleven, a los enfermos en sus casas.

19. ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN 1 Cor 11 f 24-25


Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Este cáliz es la nueva
alianza establecida por mi Sangre; cuantas veces lo beban, háganlo en
memoria mía, dice el Señor.
20. Después de distribuir la Comunión, se deja sobre el. altar un copón con
hostias para la Comunión del día siguiente. El sacerdote, de pie ante la sede,
dice 1.a oración después de la Comunión.

21. ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Concédenos, Dios todopoderoso, que así como somos alimentados en
esta vida con la Cena pascual de tu Hijo, así también merezcamos ser
saciados en el banquete eterno. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R Amén.

A2 Jueves Sanio de i a cena del Señor


Traslado del Santísimo Sacramento
22. Dicha la oración después de la comunión, el sacerdote, de pie, pone incienso
en el incensario, lo bendice y, arrodillado, inciensa tres veces al Santísimo Sa­
cramento. Enseguida recibe el paño de hombros de color blanco, se pone de pie,
toma en sus manos el copón y lo cubre con las extremidades del paño.
23. Se forma entonces la procesión para llevar el Santísimo Sacramento con
ciriales e incienso a través de la iglesia, hasta el sitio donde se le va a guardar,
preparado en alguna parte de la iglesia o en una capilla convenientemente ador ­
nada. Va adelante un ministro laico con la cruz alta en medio de otros dos con
ciriales encendidos. Siguen los demás con velas encendidas. El sacerdote lleva
el Santísimo Sacramento, lo precede el turiferario con el incensario humeante.
Entre tanto se canta el himno Pange liiigua (excepto las dos últimas estrofas), o
algún otro canto eucarístico.
24. Al llegar la procesión al lugar donde va a depositarse el Santísimo Sacra­
mento, el sacerdote, ayudado si es necesario por un diácono, deposita el. copón
en el tabernáculo, que permanece con la puerta abierta. Enseguida, pone de
nuevo el incienso en el incensario, se arrodilla e inciensa el Santísimo Sacra­
mento, mientras se canta el Tantum ergo Sacramentum u otro canto eucarístico.
Después, el diácono o el mismo sacerdote cierra el tabernáculo.
25. Después de unos momentos de adoración en silencio, el sacerdote y los mi­
nistros hacen genuflexión y se retiran a la sacristía.
26. En el momento oportuno se desnuda el altar y, si es posible, se quitan de la
iglesia las cruces. Si algunas no se pueden quitar, es conveniente que queden
cubiertas con un velo.
27. Quienes asistieron a la Misa de la Cena del Señor, no celebran las vísperas.
28. Invítese a los fieles, según las circunstancias y costumbres del lugar, a dedicar
alguna parte de su tiempo, en la noche, a la adoración delante del Santísimo Sa­
cramento. Esta adoración, después de la media noche, hágase sin solemnidad.
29. Si en la misma iglesia no se va a celebrar la .Pasión del Señor el Viernes Santo,
la Misa se concluye como de costumbre y se deposita el Santísimo Sacramento
en el sagrario.
Misal pe semana saki-a • Ciclo B

VIERNES SANTO DE LA
PASIÓN DEL SEÑOR
(ROJO)

1. El día de hoy y el de mañana, por una antiquísima tradición, la Iglesia omite


por completo la celebración de los Sacramentos, excepto el de la Penitencia y
el de la Unción de los enfermos.
2. En este día la Sagrada Comunión se distribuye a los fieles únicamente den­
tro de la Pasión del Señor; pero a los enfermos que no puedan tomar parte en
esta celebración, se les puede llevar a cualquier hora del día.
3. El altar debe estar desnudo por completo; sin cruz, sin candelabros y sin manteles.

Celebración de la Pasión del Señor


4. Después del mediodía, alrededor de las tres de la larde, a no ser que por razón
pastoral se elija una hora más avanzada, se celebra la Pasión, del Señor, que consta
de tres partes: Liturgia de la Palabra, Adoración de la Cruz y Sagrada Comunión.
5. El sacerdote y el diácono, si está presente, revestidos de color rojo como
para la Misa, se dirigen al altar en silencio, y hecha la debida reverencia, se
postran rostro en tierra, o si se juzga conveniente, se arrodillan, y oran en
silencio durante un. espacio de tiempo. Todos los demás se arrodillan.
6. Después el sacerdote con los ministros se dirige a la sede, donde, vuelto
hacia el pueblo, que está de pie, dice, con las manos extendidas, una de las
s i gu i e n t es or a c i o n es, o m. i t i d a 1 a i n vi tac i ó n O re m os.

ORACIÓN
Acuérdate, Señor, de tu gran misericordia, y santifica a tus siervos con tu
constante protección, ya que por ellos Cristo, tu hijo, derramando su sangre,
instituyó el misterio pascual. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

O bien:
Señor Dios, que por la Pasión de nuestro Señor Jesucristo nos libraste
de la muerte heredada del antiguo pecado, concédenos asemejarnos
a tu Hijo y haz que, así como naturalmente llevamos en nosotros la
imagen del hombre terreno, por la gracia de la santificación, llevemos
también la imagen del hombre celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R Amén.
MíSAi. DÍ- SL'MANzX SANTA ■ ClCI.O B <-“««“«-

Primera parte
LITURGIA DE LA PALABRA

Primera Lectura
El fue traspasado por nuestros crímenes
Del libro del profeta Isaías 52,13-53,12
He aquí que mi siervo prosperará, será engrandecido y exaltado, será pues­
to en alto. Muchos se horrorizaron al verlo, porque estaba desfigurado su
semblante, que no tenía ya aspecto de hombre; pero muchos se llenaron
de asombro. Ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca
se les había contado y comprenderán lo que nunca se habían imaginado.
¿Quién habrá de creer lo que hemos anunciado? ¿A quién se le reve­
lará el poder del Señor? Creció en su presencia como planta débil, como
una raíz en el desierto. No tenía gracia ni belleza. No vimos en él ningún
aspecto atrayente; despreciado y rechazado por los hombres, varón de
dolores, habituado al sufrimiento; como uno del cual se aparta la mira­
da, despreciado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros
lo tuvimos por leproso, herido por Dios y humillado, traspasado por
nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Él soportó el casti­
go que nos trae la paz. Por sus llagas hemos sido curados.
Todos andábamos errantes como ovejas, cada uno siguiendo su cami­
no, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Cuando lo mal­
trataban, se humillaba y no abría la boca, como un cordero llevado a de­
gollar; como una oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.
Inicuamente y contra toda justicia se lo llevaron. ¿Quién se preocupó
de su suerte? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron de muer­
te por los pecados de mi pueblo, le dieron sepultura con los malhechores
a la hora de su muerte, aunque no había cometido crímenes, ni hubo
engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento. Cuando
entregue su vida como expiación, verá a sus descendientes, prolongará
sus años y por medio de él prosperarán los designios del Señor. Por las
fatigas de su alma, verá la luz y se saciará; con sus sufrimientos justificará
mi siervo a muchos, cargando con los crímenes de ellos.
Por eso le daré una parte entre los grandes, y con los fuertes repartirá
despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y fue contado entre los
malhechores, cuando tomó sobre sí las culpas de todos e intercedió por
los pecadores. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

santo de * Pasión oa Señor • 4-5


Salmo Responsorial
Del salmo 30
R Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
A ti, Señor, me acojo, / que no quede yo nunca defraudado. / En
tus manos encomiendo mi espíritu / y tú, mi Dios leal, me librarás. R.
Se burlan de mí mis enemigos, / mis vecinos y parientes de mí se es­
pantan, / los que me ven pasar huyen de mí. / Estoy en el olvido, como
un muerto, / como un objeto tirado a la basura. R.
Pero yo, Señor, en ti confío. / Tú eres mi Dios, / y en tus manos está
mi destino. / Líbrame de los enemigos que me persiguen. R.
Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo / y sálvame, por tu misericordia.
/ Sean fuertes y valientes de corazón, / ustedes, los que esperan en el
Señor. R.

Segunda Lectura
Aprendió a obedecer y se convirtió en la causa de la salvación eterna
para todos los que le obedecen.
De la carta a los Hebreos 4,14-16; 5,7-9
Hermanos: Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha
entrado en el cielo. Mantengamos firme la profesión de nuestra fe.
En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de com­
padecerse de nuestros sufrimientos, puesto que él mismo ha pasado
por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado. Acerqué­
monos, por lo tanto, con plena confianza, al trono de la gracia, para
recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento
oportuno.
Precisamente por eso, Cristo, durante su vida mortal, ofreció oraciones
y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la
muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, apren­
dió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección, se convirtió en causa
de la salvación eterna para todos los que lo obedecen. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Fip 2,8-9


R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la
muerte, y una muerte de cruz. Po eso Dios lo exaltó sobre todas las
cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre.
R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.

q-6 SiÑOB
Misaí. l)l;, SKMANA SANTA - CíCLO B

mSIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN 18,1-19,42


A: “Gloria a ti Señor”
T= Jesús; S= Discípulos, pueblo y otros personajes; C= Cronista.

G En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente
Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el
traidor, conocía también aquel sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí
con sus discípulos.
Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos
sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas, antorchas
y armas.
Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo:
t “¿A quién buscan?”
G Le contestaron:
S. “A Jesús, el nazareno”.
C. Les dijo Jesús:
t “Yo soy”
G Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles 'Yo soy’, retroce­
dieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar:
t “¿A quién buscan?”
G Ellos dijeron:
S. “A Jesús, el nazareno”.
G Jesús les contestó:
t “Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan”.
G Así se cumplió lo que Jesús había dicho: “No he perdido a ninguno de
los que me diste”.
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió a un criado
del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado se llamaba Mal­
eo. Dijo entonces Jesús a Pedro:
t “Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi
Padre?”
G El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron a
Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de
Caifás, sumo sacerdote aquel ciño. Caifás era el que había dado a los ju­
díos este consejo: “Conviene que muera un solo hombre por el pueblo”.
Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este discípulo era
conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sa­
cerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Salió el otro
discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e hizo
entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro:

V< z ,a PaSÓN DZ ¿V7


yns.AL ni: sv.mana santa • Qci;ó B

S. “¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?”


C. Él dijo:
S. “No lo soy”
G Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía
frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos, de pie, calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doc­
trina. Jesús le contestó:
T “Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente
en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he
dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que
me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho”.
G Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, di-
ciéndole:
S. “Así contestas al sumo sacerdote?”
C. Jesús le respondió:
t “Si he faltado al hablar, demuestra en qué he faltado; pero si he hablado
como se debe, ¿por qué me pegas?”
G Entonces Anás lo envió a Caifás, el sumo sacerdote.
Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron:
S. “¿No eres tú también uno de sus discípulos?”
G Él lo negó, diciendo:
S. “No lo soy”
G Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien
Pedro le había cortado la oreja, le dijo:
S. “¿Qué no te vi yo con él en el huerto?”
G Pedro volvió a negarlo y enseguida cantó un gallo.
Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana y
ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así
comer la cena de Pascua.
Salió entonces Pilato a donde estaban ellos y les dijo:
S. “¿De qué acusan a este hombre?”
G Le contestaron:
S. “Si este no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído”.
G Pilato les dijo:
S. “Pues llévenselo y júzguenlo según su ley”
G Los judíos le respondieron:
S. “No estamos autorizados para dar muerte a nadie”
C. Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte
iba a morir.
¿48 V'fRNFs sanio :>■ i a PaskSn jR Señor
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. ‘¿Eres tú el rey de los judíos?”
C. Jesús le contestó:
t “¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?”
C. Pilato le respondió:
S. “¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entre­
gado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?
C. Jesús le contestó:
t “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo,
mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los
judíos. Pero mi reino no es de aquí”.
C. Pilato le dijo:
S. “¿Conque tú eres rey?”
C. Jesús le contestó:
t “Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de
la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”.
C. Pilato le dijo:
S. “¿Y qué es la verdad?”
C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:
S. “No encuentro en él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que
por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey
de los judíos?”
C. Pero todos ellos gritaron:
S. “¡No, a ese no! ¡A Barrabás!”
C. (El tal Barrabás era un bandido).
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los soldados trenzaron
una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le echaron encima un
manto color púrpura, y acercándose a él, le decían:
S. “¡Viva el rey de los judíos!”,
C. y le daban de bofetadas.
Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. “Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en él ninguna
culpa”
C. Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color púr­
pura. Pilato les dijo:
S. “Aquí está el hombre”.
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores, gritaron:
S. “¡Crucifícalo, crucifícalo!”
C. Pilato les dijo:

Wrnes SANÍO DE LA Pawn :h S» 49


M! S A!. I >1-: S !■ M A NA S A NTA ClCJ.O B

S. “Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él”


C. Los judíos le contestaron:
S. “Nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir, porque se
ha declarado Hijo de Dios”.
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando otra
vez en el pretorio, dijo a Jesús:
S. “¿De dónde eres tú?”
C. Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces:
S. “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y
autoridad para crucificarte?”
C. Jesús le contestó:
t “No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado
de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor”.
C. Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban.
S. “¡Si sueltas a ése, no eres amigo del César!; porque todo el que preten­
de ser rey es enemigo del César”.
C. Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal, en
el sitio que llaman “el Enlosado” (en hebreo Gábbata). Era el día de la
preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y Pilato dijo a los judíos:
S. “Aquí tienen a su rey”.
C. Ellos gritaron:
S. “¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!”
C. Pilato les dijo:
S. “¿A su rey voy a crucificar?”
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. “No tenemos más rey que el César”.
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.
Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, se dirigió al sitio llamado “la
Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron, y con él
a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús. Pilato mandó escribir un
letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba escrito: “Jesús el nazareno,
el rey de los judíos”. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca
el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego.
Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato:
S. “No escribas: ‘El rey de los judíos", sino: ‘Éste ha dicho: Soy rey de los
judíos”"
C. Pilato les contestó:
S. “Lo escrito, escrito está”
C. Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron

50 VwssantodfiaPastor Señor
cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica
sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Por eso se dijeron:
S. “No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le toca’
C Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi ropa y echaron
a suerte mi túnica. Y eso hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María
la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discí­
pulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre:
t “Mujer, ahí está tu hijo”
C. Luego dijo al discípulo:
t “Ahí está tu madre”
C. Y desde aquella hora el discípulo se la llevó a vivir con él.
Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para
que se cumpliera la Escritura dijo:
t “ Tengo sed”.
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una espon­
ja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca.
Jesús probó el vinagre y dijo:
t “Todo está cumplido”,
C. e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para
que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, por­
que el sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran
las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con
él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las
piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e
inmediatamente salió sangre y agua.
El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe
que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que
se cumpliera la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la
Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero oculto
por miedo a los judíos, pidió a Pilato que lo dejara llevarse el cuerpo de
Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo.
Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas
cien libras de una mezcla de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con esos aromas,
según se acostumbra enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio
donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie ha­
V‘■% U LA pASiÓN DEL S?/’1 51
w,,,™ fc,|[SAI. ¡)í; SEMANA SANTA - CiO.f.) B

bía sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la prepara­
ción de la Pascua y el sepulcro estaba cerca, allí pusieron a Jesús.
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración universal
7. La Liturgia de la palabra se termina con ¡a oración universal, que se hace de
esta manera: el diácono, si está presente o, en su ausencia, un ministro laico,
de pie, en el ambón, dice la invitación, en la cual se expresa la intención por
la que se va a orar. Enseguida oran todos en silencio durante un breve espacio
de t iempo, y luego el. sacerdote, de pie, en la sede o, si se cree oportuno, en el
altar, dice la oración, con las manos extendidas.
Los fieles pueden permanecer arrodillados o de pie, durante todo el tiempo
de la oración..
8. Antes de cada oración del sacerdote pueden utilizarse las invitaciones tradi ­
cionales del diácono: Nos ponemos de rodillas - Nos ponemos de pie, en ese
caso, los fieles se arrodillan en silencio durante la suplica.
Las Conferencias Episcopales pueden proponer otras invitaciones para intro­
ducir la oración del sacerdote.
9. Cuando hay una grave necesidad pública, el obispo diocesano puede per-
rn i t i r o p resc r i b i r q u e se a ñ a d a a 1 gu n a i n teñe i ó n es p ec ia 1.

I. Por la santa Iglesia


La oración se dice en tono simple o, si se hacen las invitaciones: Nos ponemos de
rodillas ~ Nos ponemos de pie, en tono solemne.
Oremos, queridos hermanos, por la santa Iglesia de Dios, para que
nuestro Dios y Señor le conceda la paz y la unidad, se digne protegerla
en toda la tierra y nos conceda glorificarlo, como Dios Padre omnipo­
tente, con una vida pacífica y serena.
Se ora en silencio. Luego prosigue el. sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que en Cristo revelaste tu gloria a todas
las naciones, conserva la obra de tu misericordia, para que tu Igle­
sia, extendida por toda la tierra, persevere con fe inquebrantable en la
confesión de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

II. Por el Papa


Oremos también por nuestro Santo Padre, el Papa N, para que Dios
nuestro Señor, que lo escogió para el orden de los obispos, lo conserve

52 Wíi’eS SANIO Dr SfLíS


Misal pe semana santa ■ (jci.o B

a salvo y sin daño para el bien de su santa Iglesia, a fin de que pueda
gobernar al pueblo santo de Dios.
Se ora en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, cuya sabiduría gobierna el universo,
atiende favorablemente nuestras súplicas y protege con tu amor al
Papa que nos diste, para que el pueblo cristiano, que tú mismo pas­
toreas, progrese bajo su cuidado en la firmeza de su fe. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
R. Amén.

III. Por el pueblo de Dios y sus ministros


Oremos también por nuestro obispo N, por todos los obispos, pres­
bíteros y diáconos de la Iglesia, y por todo el pueblo santo de Dios.
Se ora en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que con tu Espíritu santificas y gobiernas a
toda la Iglesia, escucha nuestras súplicas por tus ministros, para que, con
la ayuda de tu gracia, te sirvan con fidelidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

IV. Por los catecúmenos


Oremos también por los (nuestros) catecúmenos, para que Dios
nuestro Señor abra los oídos de sus corazones y les manifieste su mi­
sericordia, y para que mediante el bautismo, se les perdonen todos sus
pecados y queden incorporados a Cristo, Señor nuestro.
Se ora en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que sin cesar concedes nuevos hijos a
tu Iglesia, acrecienta la fe y el conocimiento a los (nuestros) catecúme­
nos, para que renacidos en la fuente bautismal, los cuentes entre tus
hijos de adopción. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

V. Por la unidad de los cristianos


Oremos también por todos los hermanos que creen en Cristo, para
que Dios nuestro Señor se digne congregar y custodiar en la única
Iglesia a quienes procuran vivir en la verdad.
Se ora en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que reúnes a los que están dispersos
y los mantienes en la unidad, mira benignamente la grey de tu Hijo,
para que, a cuantos están consagrados por el único bautismo, tam­

fes m 53
" Ni ISA!. DI: SEMANA SANTA ■ (.JCi.O B

bién los una la integridad de la fe y los asocie el vínculo de la caridad.


Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

VL Por los judíos


Oremos también por los judíos, para que a quienes Dios nuestro
Señor habló primero, les conceda progresar continuamente en el
amor de su nombre y en la fidelidad a su alianza.
Se ora en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, que confiaste tus promesas a Abra-
ham y a su descendencia, oye compasivo los ruegos de tu Iglesia,
para que el pueblo que adquiriste primero como tuyo, merezca llegar
a la plenitud de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

VIL Por los que no creen en Cristo


Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, ilumi­
nados por el Espíritu Santo, puedan ellos encontrar el camino de la
salvación.
Se ora en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, concede a quienes no creen en Cristo,
que, caminando en tu presencia con sinceridad de corazón, encuen­
tren la verdad; y a nosotros concédenos crecer en el amor mutuo y en
el deseo de comprender mejor los misterios de tu vida, a fin de que
seamos testigos cada vez más auténticos de tu amor en el mundo. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

VIII. Por los que no creen en Dios


Oremos también por los que no conocen a Dios, para que, buscando
con sinceridad lo que es recto, merezcan llegar hasta él.
S e o r a e n si le n c i o. Lu ego p ro s i. gu e e 1 s a ce rd o t e:
Dios todopoderoso y eterno, que creaste a todos los hombres para
que deseándote te busquen, y para que al encontrarte descansen en
ti; concédenos que, en medio de las dificultades de este mundo, al
ver los signos de tu amor y el testimonio de las buenas obras de los
creyentes, todos los hombres se alegren al confesarte como único
Dios verdadero y Padre de todos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

..aPasówi Señor
Misal. í>e semana santa - Ciclo B -

IX. Por los gobernantes


Oremos también por todos los gobernantes de las naciones, para que
Dios nuestro Señor guíe sus mentes y sus corazones según su volun­
tad providente, hacia la paz verdadera y la libertad de todos.
Se ora en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, en cuyas manos están los corazones
de los hombres y los derechos de las naciones, miran con bondad a
nuestros gobernantes, para que, con tu ayuda, se afiance en toda la
tierra un auténtico progreso social, una paz duradera y una verdade­
ra libertad religiosa. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

X. Por los que se encuentran en alguna tribulación


Oremos, hermanos muy queridos, a Dios Padre todopoderoso, para
que libre al mundo de todos sus errores, aleje las enfermedades, ali­
mente a los que tienen hambre, libre a los encarcelados y haga jus­
ticia a los oprimidos, conceda seguridad a los que viajan, un buen
retorno a los que se hallan lejos del hogar, la salud a los enfermos y
la salvación a los moribundos.
Se ora en silencio. Luego prosigue el sacerdote:
Dios todopoderoso y eterno, consuelo de los afligidos y fortaleza
de los que sufren, escucha a los que te invocan en su tribulación, para
que todos experimenten en sus necesidades la alegría de tu miseri­
cordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Segunda parte
ADORACIÓN DE LA SANTA CRUZ

10. Terminada la oración universal, se hace la adoración solemne de la santa


Cruz. De las dos formas que se proponen a continuación para la presentación
de la Cruz, elíjase la que se juzgue más apropiada conforme a las necesidades
pastorales.

Presentación de la Santa Cruz

Primera forma
11. El Diácono, u otro ministro, con los ministros, se dirige a la sacristía, de
donde trae procesional mente la Cruz, cubierta con un velo morado. Se dirige a

WíWC SANTO í)t LA PaOhjN OH SCOA 55


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través de la iglesia hasta el centro del presbiterio» acompañado por dos minis­
tros con velas encendidas.
El sacerdote, de pie ante el altar, de cara al pueblo, recibe la Cruz, descubre un
poco su extremo superior, la eleva y canta: Miren el árbol de la Cruz, ayudado
en el canto por el diácono o, si es necesario, por el coro. Iodos responden: ven­
gan y adoremos. Terminado el canto, todos se arrodillan y adoran en silencio,
durante unos instantes, la Cruz que el sacerdote, de pie, mantiene en alto.
V. Miren el árbol de la Cruz, donde estuvo clavado el Salvador del mundo.
R. Vengan y adoremos.
Miren el árbol de la Cruz,
donde estuvo clavado
el Salvador del mundo.
R. Vengan y adoremos.
Enseguida el sacerdote descubre el brazo derecho de la Cruz y, elevándola de
nuevo, comienza a cantar (con el mismo tono que antes) Miren el árbol de la
Cruz, y se prosigue como la primera vez.
Ei nal mente, descubre por completo la Cruz y, volviéndola a elevar, comienza
por tercera vez Miren el árbol de la cruz, como la primera vez.

Segunda forma
12. El. sacerdote o el diácono, acompañado de dos ministros con velas encen­
didas, lleva la Cruz hasta la entrada del presbiterio o hasta un lugar apto y la
coloca ahí o la entrega a los ministros para que la sostengan, y se colocan las
velas a la derecha y a la izquierda de la Cruz.
13. Para la adoración de la Cruz, se acerca primero el sacerdote celebrante, ha­
biéndose quitado la casulla y el calzado, si es oportuno. Enseguida, se acercan,
a la manera de una procesión, el clero, los ministros laicos y los fieles, y adoran
] a. C r uz, h a c i en d o d el a n.t e d e e 1.1 a u n a gen u 11 ex i ó n s i m p 1 e o a 1 g ú 11 o t ro s ig n o d e
veneración, según la costumbre del lugar, por ejemplo, besando la Cruz.
14 Expóngase solamente una Cruz a la adoración de los fieles. -Si por el gran
número de asistentes no todos pudieran acercarse, el sacerdote, después de que
una parte del clero y de los fieles hayan hecho la adoración, toma la Cruz y de
pie, ante el altar, invita a todo el pueblo con breves palabras a adorar la santa
Cruz. Luego 1.a levanta en alto, por un momento, para que los fieles la adoren
en silencio.
15. Mientras tanto, se canta la antífona Tu. Cruz adoramos, los improperios, el
himno Crux Ficlelis u otros cantos apropiados. Todos, conforme van terminan­
do de adorar la Cruz, regresan a su lugar y se sientan.

56 V'í-te la Pacos df» Site


Mi sai. !>!■ sema?; a san'TzX ■■ Cicu» B -

Cantos para la adoración de la Santa Cruz

ANTÍFONA
Tu Cruz, adoramos, Señor, tu santa resurrección alabamos y glorifica­
mos, pues del árbol de la Cruz ha venido la alegría al mundo entero.
cjr. Sal 66,2
Que el Señor se apiade de nosotros y nos bendiga, que nos muestre
su rostro radiante y misericordioso.

Improperios
L as pa i ■ tes que cor re s p o n el e n a 1 p r i m e r cq r o $ e i n d i c a n con el n ú me ro 1; 1 a s
que corresponden al segundo coro con el número 2; las que deben cantarse
juntamente por los dos coros, con los números I y 2. Algunos versos también
pueden cantarse por dos cantores.

I
1 y 2. Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, / o en qué cosa te he ofen­
dido? Respóndeme.
1. ¿Porque yo te saqué de Egipto, / tú le has preparado una cruz a tu
Salvador?
2. Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, / o en qué cosa te he ofendido?
Respóndeme.
1. Hágios o Theós. 2. Santo Dios.
1. Hágios Ischyrós. 2. Santo fuerte.
1. Hágios Athánatos, eléison himás. 2. Santo inmortal, ten piedad de
nosotros.
1 y 2. ¿Porque yo te guié cuarenta años en el desierto, / te alimenté con
el maná y te introduje en una tierra fértil, / tú le preparaste una cruz a
tu Salvador?
1. Hágios o Theós. 2. Santo Dios.
1. Hágios Ischyrós. 2. Santo fuerte.
1. Hágios Athánatos, eléison himás. 2. Santo inmortal, ten piedad
de nosotros.
1 y 2. ¿Qué más pude hacer, o qué dejé de hacer por ti? / Yo mismo
te elegí y te planté, hermosa viña mía, / pero tú te has vuelto áspera y
amarga conmigo, / porque en mi sed me diste de beber vinagre / y has
plantado una lanza en el costado a tu Salvador.
1. Hágios o Theós. / 2. Santo Dios.
1. Hágios Ischyrós. / 2. Santo fuerte.
1. Hágios Athánatos, eléison himás. 2. Santo inmortal, ten piedad de
nosotros.

VirMS SANTO K LA PáS=ÓN Dtl Señor 57


Mjsaj. dh sí-mana santa - Cuj.o B

II
Cantores: Por ti yo azoté a Egipto y a sus primogénitos, / y tú me has
entregado para que me azoten.
1 y 2. repiten: Pueblo mío, ¿qué mal te he causado, / o en qué cosa te
he ofendido? Respóndeme.
Cantores: Yo te saqué de Egipto y te liberé del faraón en el Mar Rojo, /
y tú me has entregado a los sumos sacerdotes.
i y 2. repiten: Pueblo mío...
Cantores: Yo te abrí camino por el mar, / y tú me has abierto el costado
con tu lanza.
1. y 2. repiten: Pueblo mío...
Cantores: Yo te di a comer maná en el desierto, / y tú me has dado de
bofetadas y azotes.
1 y 2. repiten: Pueblo mío...
Cantores: Yo te di a beber el agua salvadora que brotó de la peña, / y tú
me has dado a beber hiel y vinagre.
1 y 2. repiten: Pueblo mío...
Cantores: Por ti yo herí a los reyes cananeos, / y tú, con una caña, me
has herido en la cabeza.
1 y 2. repiten: Pueblo mío...
Cantores: Yo puse en tus manos un cetro real, / y tú me has puesto en
la cabeza una corona de espinas.
1 y 2. repiten: Pueblo mío...
Cantores: Yo te exalté con mi omnipotencia, / y tú me has hecho subir
a la deshonra de la Cruz.
1 y 2. repiten: Pueblo mío...

Himno
Todos: Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido. /
Ningún árbol fue tan rico, ni en sus frutos ni en su flor. / Dulce
leño, dulces clavos. Dulce fruto que nos dio.
Cantores: Canta, oh lengua jubilosa, el combate singular / en que el
Salvador del mundo inmolado en una cruz, / con su sangre redentora
a los hombres rescató.
Todos: Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido. /
Ningún árbol fue tan rico, ni en sus frutos ni en su flor.
Cantores: Cuando Adán, movido a engaño comió del fruto del Edén.
/ el Creador compadecido, desde entonces decretó / que un árbol nos
devolviera lo que un árbol nos quitó.

58 Viernes santo de la Pasión del Señor


Misal lh: slmana san i a - Ciclo !’>

lodos: Dulce leño, dulces clavos. Dulce fruto que nos dio.
Cantores: Quiso, con sus propias armas, vencer Dios al seductor, / la
sabiduría a la astucia fiero duelo le aceptó, / para hacer surgir la vida
donde la muerte brotó.
Todos: Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido. /
Ningún árbol fue tan rico, ni en sus frutos ni en su flor.
Cantores: Cuando el tiempo hubo llegado, el Eterno nos envió / a su
Hijo desde el cielo, Dios eterno como él, / que en el seno de una Virgen
carne humana revistió.
Todos: Dulce leño, dulces clavos. Dulce fruto que nos dio.
Cantores: Hecho un niño está llorando, de un pesebre en la estrechez. /
En Belén, la Virgen madre en pañales lo envolvió. / he allí al Dios potente,
pobre, débil, párvulo.
Todos: Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido. /
Ningún árbol fue tan rico, ni en sus frutos ni en su flor.
Cantores: Cuando el cuerpo del Dios-Hombre alcanzó su plenitud, / al
tormento, libremente, cual cordero, se entregó, / pues a ello vino al mundo
a morir en una cruz.
I odos: Dulce leño, dulces clavos. Dulce fruto que nos dio.
Cantores: Ya se enfrenta a las injurias, a los golpes y al rencor, / ya la
sangre está brotando de la fuente de salud. / En qué río tan divino se
ha lavado la creación.
Todos: Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido. /
Ningún árbol fue tan rico, ni en sus frutos ni en su flor.
Cantores: Árbol santo, cruz excelsa, tu dureza ablanda ya, / que tus
ramas se dobleguen al morir el Redentor / y en tu trono suavizado, lo
sostenga con piedad.
Todos: Dulce leño, dulces clavos. Dulce fruto que nos dio.
Cantores: Feliz puerto preparaste para el mundo náufrago / y
el rescate presentaste para nuestra redención, / pues la Sangre del
Cordero en tus brazos se ofrendó.
Todos: Cruz amable y redentora, árbol noble, espléndido. /
Ningún árbol fue tan rico, ni en sus frutos ni en su flor.

Condus ión que n unca debe om íti rse:


Todos: Elevemos jubilosos a la augusta Trinidad, / nuestra
gratitud inmensa, por su amor y redención, / al eterno Padre, al
Hijo y al Espíritu de amor. Amén.

Vwá»aí)tiApASóN®.SLÑQí= 59
Según las condiciones el lugar o las tradiciones populares y, según la conve­
lí i.e 11 c i a pas t.o ra 1, pu e d e c a n ta r s e S l ab a t M a te i; d e a c. ue r do a l G rad u a 1 Ro m. a n o,
o algún canto apropiado que recuerde el dolor de la Santísima Virgen María.
16. Terminada 1.a adoración, la Cruz es llevada por el diácono o por algún
ministro a su lugar cerca del altar. Las velas encendidas se colocan cerca, o
sobre e 1 a 1 ta r j u nto a 1 a Cru z.

Tercera parte
SAGRADA COMUNIÓN
17. Se extiende un mantel sobre el altar y se pone sobre él un corporal y el misal.
Entre tanto, el diácono o, en. su ausencia, el mismo sacerdote, habiéndose co­
locado el paño de hombros, trae el Santísimo Sacramento del lugar de la reser­
va directamente al altar, mientras todos permanecen de pie y en silencio. Dos
ministros con candelabros encendidos, acompañan al Santísimo Sacramento y
depositan luego los candelabros junto al altar o sobre él. después de que el diá­
cono, si está presente, ha depositado el Santísimo Sacramento sobre el altar y ha
descubierto el. copón, se acerca el sacerdote al altar y hace genuflexión.
18. A continuación el sacerdote, teniendo las manos juntas, dice con voz. clara:
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina ense­
ñanza, nos atrevemos a decir:

El sacerdote, con las manos extendidas, dice junto con el pueblo:


Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en
el cielo. Daños hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofen­
sas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no
nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

19. El sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo:


Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros
días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres
de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la
gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

Junta las manos.


El pueblo concluye la oración, adamando:
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre Señor.
20. A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto:
Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo no sea para mí un motivo de
juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de
alma y cuerpo y como remedio saludable.

60 WWS SANIO DF LA r í)El Sitó


- Misal de semana santa - Ciclo B

21. Enseguida hace genuflexión, toma una partícula, la mantiene un poco


elevada sobre el copón, y dice con voz clara, de cara al pueblo:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado el mundo. Dichosos
los invitados a la cena del Señor.
Y j u n t ame n te co n e I pueb 1 o, d ice u n a so 1 a vez:
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una sola pala­
bra tuya bastará para sanarme.
22. Y vuelto hacia el altar, comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo, di­
ciendo en secreto: El Cuerpo de Cristo.
23. Después distribuye la comunión a los fieles. Durante la Comunión se pue­
de cantar el Salmo 21, u otro canto apropiado.
24. A c ab a d a 1 a C o.m u n i ó n, e 1 d i á c o n o u o t ro m i n i s t ro i d ó neo l le v a e 1 c o p ó n a
algún lugar especialmente preparado fuera de la iglesia, o bien, si lo exigen las
circunstancias lo reserva en el Sagrario.
25. Después el sacerdote dice: Oremos, y guardando, si lo cree oportuno, un
b re v e s i le n c i o, d ice l a o rae i ó n d esp u és de 1 a C o m u n i ó n:
Dios todopoderoso y eterno, que nos ha redimido con la gloriosa
muerte y resurrección de tu Hijo Jesucristo, prosigue en nosotros la
obra de tu misericordia, para que, mediante nuestra participación en
este misterio, permanezcamos dedicados a tu servicio. Por Jesucristo
nuestro Señor.
R. Amén.
26. Para la despedida el diácono, o en su ausencia, el mismo sacerdote, puede
decir la invitación: Inclinen la cabeza para recibir la bendición. Enseguida el
s a c e rd ote, d e p i e y v u e lío hac i a el p ue b 1 o, e x tend i e n d o 1 as rn a n o s s o b re é 1, d i c e
la siguiente oración sobre el pueblo:
Envía, Señor, sobre este pueblo tuyo, que ha conmemorado la muer­
te de tu Hijo, en espera de su resurrección, la abundancia de tu bendi­
ción; llegue a él tu perdón, reciba tu consuelo, se acreciente su fe santa
y se consolide su eterna redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
27. Y todos, haciendo genuflexión a la Cruz, se retiran en silencio.
28. Después de la celebración se desnuda el altar, dejando, sin embargo, sobre
él la Cruz con dos o cuatro cande!eros.
29. Los que asistieron a esta solemne acción litúrgica de la tarde, no celebran
la hora de las vísperas.
l>li SI-MASA SANTA • CiCl.O B —

(BLANCO)

1’ Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece en ayuno y oración, junto al


sepulcro del Señor, meditando en su pasión y muerte, así como en su descen ­
so al lugar de los muertos, y esperando su resurrección.
2. Manteniendo el altar enteramente desnudo, la Iglesia se abstiene de cele­
brar el. sacrificio de la .Misa hasta que, después de la Vigilia solemne o espera
nocturna de la resurrección se desborda la alegría pascual, cuya exuberancia
inunda los cincuenta días subsiguientes.
3. Este día la sagrada Comunión puede administrarse sólo como viático.

TIEMPO PASCUAL
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA

1 • Según una tradición muy antigua, ésta es una noche de vigilia, en honor del Señor
(Ex 12,42). Los heles, llevando en la mano -según la exhortación evangélica (Le 12,35-
37)— lámparas encendidas, se asemejan a quienes esperan el regreso de su Señor para
que, cuando él vuelva, los encuentre vigilantes, y ios haga sentar a su mesa.
2. La Vigilia de esta noche, la más grande y noble de todas las solemnidades, sea
una sola para cada una de las iglesias. Así esta celebración de la Vigilia se desarro ­
lla de la. siguiente manera: después de la breve liturgia de la luz o “kicernarió” y
del Pregón, pascual (primera parte, de la Vigilia), la santa Iglesia, llena de fe en las
palabras y promesas del Señor, medita los portentos que él obró desde el principio
a favor de su pueblo (segunda parte o liturgia de la palabra), y cuando el día está
por llegar, encontrándose ya acompañada de sus nuevos miembros, renacidos en

62 SABADO SANIO
el Bautismo (tercera parte), es invitada a la mesa que el Señor ha preparado para
su pueblo por medio del memorial de su muerte y resurrección, hasta que vuelva
(cuarta parte).
3. Toda la celebración de la Vigilia Pascual se debe hacer en la noche, de modo que
no se debe comenzar antes del principio de la noche del sábado, ni terminar después
del alba del domingo de Resurrección.
4. La Misa de la Vigilia, aunque se celebre antes de la medianoche, es ya la Misa
pascual del domingo de Resurrección.
5, Quien participa en la Misa cíe la noche, puede comulgar en la Misa del día. Quien
celebra o concelebra en la Misa de la noche, puede celebrar o concelebrar también
en la Misa del día.
La Vigilia Pascual ocupa el lugar del oficio de lectura.
6. El diácono asiste como de costumbre al sacerdote. En su ausencia, su ministerio
lo asumen el sacerdote celebrante o concelebrante, con excepción de lo que se indica
más adelante.
El sacerdote y el diácono se revisten, desde el principio, como para la Misa, con
vestiduras blancas.
7. Prepárense suficientes velas para todos los fieles que participen en la Vigilia. Se
apagan todas las luces de la Iglesia.

Primera parte
SOLEMNE INICIO DE LA VIGILIA, O "LUCERNARIO"

Bendición del fuego y preparación del cirio


8. En un lugar adecuado, hiera de la iglesia, se prepara un Riego que llamee. Con­
gregado ahí el pueblo, llega el sacerdote con los ministros. Uno de los ministros
lleva el cirio pascual. No se usan la cruz ni el procesional, ni los ciriales.
Si las circunstancias no permiten encender el Riego Riera de la iglesia, todo este rito
se desarrolla como se indica en el n. 13.
9. El sacerdote y los fieles se signan, mientras él dice: En el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseguida saluda al pueblo, como de costumbre, le
hace una breve monición sobre la Vigilia de esta noche, con estas palabras u otras
semejantes:
Hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo pasó
de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por
el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Conmemoremos, pues,
juntos, la Pascua del Señor, escuchando su palabra y participando en sus
sacramentos, con la esperanza cierta de participar también en su triunfo
sobre la muerte y de vivir con él para siempre en Dios.

SABADO SANIO 63
10. Enseguida el sacerdote bendice el fuego, diciendo con las manos extendidas:
Oremos. Dios nuestro, que por medio de tu Hijo comunicaste a tus
fieles el fuego de tu luz, santifica t este fuego nuevo y concédenos que,
al celebrar estas fiestas pascuales, se encienda en nosotros el deseo de las
cosa celestiales, para que podamos llegar con un espíritu renovado a las
fiestas de la eterna claridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R Amén.
11. Una vez bendecido el fuego nuevo, uno de los ministros lleva el cirio pascual
ante el celebrante. Este, con un punzón, grava una cruz en el cirio. Después, t raza
sobre él, la letra griega Alfa y, debajo, la letra Orncga; entre los brazos de la cruz
traza los cuatro números del año en curso, mientras dice:
1. Cristo ayer y hoy,
traza la línea vertical;
2. Principio y fin,
(raza la línea horizontal:
3. Alfa,
traza la letra Alfa, arriba de la línea vertical;
4. y Omega.
traza la letra Omega, debajo de la línea vertical;
5. Suyo es el tiempo
traza el primer número del año en curso,
en el ángulo superior izquierdo de la cruz;
6. y la eternidad.
traza el segundo número del año en curso,
en el ángulo superior derecho;
7. A él la gloria y el poder,
traza el tercer número del ano en curso.
en el ángulo inferior izquierdo;
8. por los siglos de los siglos. Amén,
traza el cuarto número el el año en curso.
en el ángulo inferior derecho.

12. Después de haber trazado la cruz y los demás signos el sacerdote puede incrustar
en el cirio cinco granos de incienso, en forma de cruz diciendo al mismo tiempo:
1. Por sus santas llagas
2. gloriosas
3. nos proteja
4. y nos guarde
5. Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

E5Z4 SaBAÍ'C; SANFC


?v! ¡ s ,, i, ¡) £ sE 5 í A N A S A NTA ■■ C i CI .O B

13. Cuando por alguna razón no se puede encender el fuego fuera de la iglesia, el
rito se acomoda a las circunstancias. El pueblo se reúne como de costumbre en la
iglesia. El celebrante, con los ministros, uno de los cuales lleva el cirio pascual, se
dirige a la puerta de entrada. El pueblo, en cuanto sea posible, se vuelve hacia el
sacerdote. Hecho el saludo y la monición como se indica en el número 9, ensegui­
da se bendice el fuego y se prepara el cirio como se indica en los números 10-12.
14. El celebrante enciende el cirio pascual con el fuego nuevo, diciendo:
Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de
nuestro corazón y de nuestro espíritu.
En cuanto a los elementos precedentes, las Conferencias Episcopales pueden
establecer otras formas de hacer los ritos más acomodadas a la idiosincrasia
de cada pueblo.

Procesión
15. Encendido el cirio, uno de los ministros toma del fuego unos carbones ardientes y
los coloca en el incensario, y el sacerdote, en la forma acostumbrada, pone el incien­
so. El diácono o, en su ausencia otro ministro idóneo, recibe de un ministro el cirio
pascual y se dispone la procesión. El turiferario con el incensario humeante se coloca
adelante del diácono o del otro ministro, que lleva el cirio pascual. Siguen el sacer­
dote, los ministros y luego el pueblo, que llevan todos en la mano las velas apagadas.
En la puerta de la iglesia, el diácono se detiene y elevando el cirio, canta:
V. Luz de Cristo
Y todos responden:
R. Demos gracias a Dios.
El sacerdote enciende su vela de la llama del cirio pascual.
16. E n s eg u.i d a e 1 d i á c o n o a van za h a s tala m i ta d de 1 a i gles ia, se de t i e n e y el e -
va n d o e 1 c i r i o, c an t a p or segu n da vez:
Luz de Cristo.
Y todos responden:
Demos gracias a Dios.
Todos encienden su vela de la llama del cirio pascual y avanzan.
17. Al llegar ante el altar, el diácono, vuelto hacia el pueblo, eleva el cirio y
canta por tercera vez:
Luz de Cristo.
Y todos responden:
Demos gracias a Dios.
A continuación el diácono pone el cirio pascual en el candelabro que está prepa ­
rado junto al ambón o, en medio del presbiterio.
Y entonces se encienden las luces de la iglesia, con excepción de las velas del altar.

SABADO SANTO 65
~ M ¡salde se m a n .asan ta - C ICí.o B

Pregón pascual
18. Cuando el sacerdote llega al altar, se dirige a la sede, entrega su vela a un
ministro y bendice el incienso como lo hace en la Misa antes del Evangelio. El
diácono se acerca al sacerdote y diciendo: Padre, dame tu bendición, pide y
recibe la bendición del sacerdote, el cual dice en voz baja:
El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que proclames dig­
namente su Pregón pascual; en el nombre del Padre, y del Hijo t, y del
Espíritu Santo.
Y el diácono responde: Amén.
Esta bendición se omite si el Pregón pascual es proclamado por otro que no
sea el diácono.
19. El diácono, habiendo incensado el libro y el cirio, proclama el Pregón
pascual desde el ambón o desde un atril. Todos permanecen de pie, teniendo
en las manos las velas encendidas.
El pregón puede cantarse también en su forma breve, p. 68

Forma larga del Pregón pascual


Alégrense, por fin los coros de los ángeles, / alégrense las jerarquías
del cielo / y, por la victoria de rey tan poderoso, / que las trompetas
anuncien la salvación.
Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, / y que, radiante
con el fulgor del rey eterno, / se sienta libre de la tiniebla que cubría el
orbe entero.
Alégrese también nuestra madre la Iglesia, / revestida de luz tan bri­
llante; / resuene este recinto con las aclamaciones del pueblo.
Si el que canta el Pregón es un diácono dice esta parte, si no, continúa en: "Por­
que el Señor ha pagado por nosotros...”
(Por eso, queridos hermanos, / que asisten a la admirable claridad de
esta luz santa, / invoquen conmigo la misericordia de Dios omnipoten­
te, / para que aquel que, sin mérito mío, / me agregó al número de los
ministros, / complete mi alabanza a este cirio, / infundiendo el resplan­
dor de su luz).
(El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu).
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

66 SABADO SANTO
Misal í>ií semana santa - Ciclo B

En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces / y con todo


el afecto del corazón, / a Dios invisible, el Padre todopoderoso, / y a su
Elijo único nuestro Señor Jesucristo.
Porque él ha pagado por nosotros / al eterno Padre la deuda de Adán, /
y ha borrado con su sangre inmaculada / la condena del antiguo pecado.
Porque éstas son las fiestas de pascua, / en las que se inmola el verda­
dero Cordero, / cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Ésta es la noche en que sacaste de Egipto / a los israelitas, nuestros
padres, / y los hiciste pasar a pie, sin mojarse, el Mar Rojo.
Ésta es la noche en que la columna de fuego/ esclareció las tinieblas
del pecado.
Ésta es la noche que a todos los que creen en Cristo, / por toda la tierra,
/ los arranca de los vicios del mundo / y de la oscuridad del pecado, / les
restituye la gracia y los agrega a los santos.
Ésta es la noche en que, / rotas las cadenas de la muerte, / Cristo
asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido / si no hubiéramos sido rescatados? /
¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! / ¡Qué incomparable
ternura y caridad! / ¡Para rescatar al esclavo entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán, / que ha sido borrado por la muerte
de Cristo. / ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
¡Qué noche tan dichosa! / Sólo ella conoció el momento / en que
Cristo resucitó del abismo.
Ésta es la noche de la que estaba escrito: / “Será la noche como el día,
/ la noche iluminada por mi gozo”.
Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, / lava las culpas, devuel­
ve la inocencia a los caídos, / la alegría a los tristes, expulsa el odio, /
trae la concordia, doblega a los poderosos.
En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, / el sacrificio vespertino
de alabanza, / que la santa Iglesia te ofrece / en la solemne ofrenda de
este cirio, / obra de las abejas.
Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, / que arde en llama
viva para la gloria de Dios. / Y aunque distribuye su luz, no mengua al
repartirla, / porque se alimenta de cera fundida / que elaboró la abeja
fecunda / para hacer esta lámpara preciosa.
¡Qué noche tan dichosa, / en que se une el cielo con la tierra, / lo
humano con lo divino!
Te rogamos, Señor, / que este cirio consagrado a tu nombre / para
destruir la oscuridad de esta noche, / arda sin apagarse y, aceptado como

SABADO SANTO ■ 67
perfume, / se asocie a las lumbreras del cielo. / Que el lucero matinal lo
encuentre ardiendo, / ese lucero que no conoce ocaso, / Jesucristo, tu
Hijo, / que volviendo del abismo, / brilla sereno para el linaje humano /
y vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Forma breve del Pregón pascual


Alégrense, por fin los coros de los ángeles, / alégrense las jerarquías del
cielo / y, por la victoria de rey tan poderoso, / que las trompetas anuncien
la salvación.
Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, / y que, radiante con el
fulgor del rey eterno, / se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.
Alégrese también nuestra madre la Iglesia, / revestida de luz tan bri­
llante; / resuene este recinto con las aclamaciones del pueblo.
Sí el que canta el Pregón es un diácono dice esta parte., si no, continúa en: “Porque
el Señor ha pagado por nosotros..F
(El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu).
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario / aclamar con nuestras voces / y con
todo el afecto del corazón, / a Dios invisible, el Padre todopoderoso, /ya
su Hijo único nuestro Señor Jesucristo.
Porque él ha pagado por nosotros / al eterno Padre la deuda de Adán, /
y ha borrado con su sangre inmaculada / la condena del antiguo pecado.
Porque éstas son las fiestas de pascua, / en las que se inmola el verdadero
Cordero, / cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Ésta es la noche en que sacaste de Egipto / a los israelitas, nuestros
padres, / y los hiciste pasar a pie, sin mojarse, el Mar Rojo.
Ésta es la noche en que la columna de fuego / esclareció las tinieblas del
pecado.
Ésta es la noche que a todos los que creen en Cristo, / por toda la tierra,
/ los arranca de los vicios del mundo / y de la oscuridad del pecado, / les
restituye la gracia y los agrega a los santos.
Ésta es la noche en que, / rotas las cadenas de la muerte, / Cristo asciende
victorioso del abismo.
¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! / ¡Qué incomparable
ternura y caridad! / ¡Para rescatar al esclavo entregaste al Hijo!

©8 SABADO SANTO
Misal oí- sí-mana santa - Ciclo B ■—»»»•

Necesario fue el pecado de Adán, / que ha sido borrado por la muei


de Cristo. / ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, / lava las culpas, devuel
la inocencia a los caídos, / la alegría a los tristes.
¡Qué noche tan dichosa, / en que se une el cielo con la tierra, / lo humai
con lo divino!
En esta noche de gracia, / acepta, Padre santo, el sacrificio vespertii
de alabanza, / que la santa Iglesia te ofrece / en la solemne ofrenda de es
cirio, obra de las abejas.
Te rogamos, Señor, / que este cirio consagrado a tu nombre / para de
truir la oscuridad de esta noche, / arda sin apagarse y, aceptado con
perfume, / se asocie a las lumbreras del cielo. / Que el lucero matinal
encuentre ardiendo, / ese lucero que no conoce ocaso, / Jesucristo, tu Hij
/ que volviendo del abismo, / brilla sereno para el linaje humano / y vive
reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Segunda parte
LITURGIA DE LA PALABRA
20. En esta Vigilia, “madre: de todas las Vigilias”, se proponen nueve lee tur;
siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo (la Epístola y el Evangelio), q
deben ser leídas todas, siempre que sea posible, para conservar la índole de
Vigilia, la cual exige que dure un tiempo prolongado.
21. Sin embargo, donde lo pidan las circunstancias pastorales verdaderame
te graves, puede reducirse el número de lecturas del Antiguo Téstamenl
pero téngase siempre en cuenta la lectura de la Palabra de Dios, es parte fu
da mental de esta Vigilia Pascual. Deben leerse, por lo menos tres lee tur
del Antiguo Testamento, tomadas de la Ley y de los Profetas, y cántense s
respectivos salmos responso ríales. Nunca se omita la tercera lectura, tornai
del capítulo 14 del Exodo, con su cántico.
22. Todos apagan sus velas y se sientan. Antes de comenzar las lecturas,
sacerdote exhorta a la asamblea con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos, habiendo iniciado solemnemente la Vigilia Pascual, esc


chemos con recogimiento la palabra de Dios. Meditemos cómo, en
antigua alianza, Dios salvó a su pueblo v en la plenitud de los tiempe
Misal pe semana santa - Ciclo B ■■■■■■■■■■■—■■■

23. Siguen luego las lecturas. Un lector va al ambón y proclama la lectura.


Después el salmista o cantor, dice el salmo, alternando con las respuestas del
pueblo. Enseguida todos se levantan, el sacerdote dice: Oremos, y, después de
que todos han orado en silencio durante unos momentos, dice la oración que
corresponde a la lectura.
En lugar del salmo responsorial, se puede guardar un momento de silencio
sagrado. En. este caso se omite la pausa después del Oremos.

LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO


La lectura del Génesis nunca se omite, en dado caso, se usa la forma breve.
L Del libro del Génesis 1,1-2,2
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y
las tinieblas cubrían la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía sobre
la superficie de las aguas.
Dijo Dios: “Que exista la luz”, y la luz existió. Vio Dios que la luz era
buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó a la luz “día” y a las tinieblas,
“noche”. Fue la tarde y la mañana del primer día.
Dijo Dios: “Que haya una bóveda entre las aguas, que separe unas
aguas de otras”. E hizo Dios una bóveda y separó con ella las aguas de
arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios a la bóveda “cielo”.
Fue la tarde y la mañana del segundo día.
Dijo Dios: “Verdee la tierra con plantas que den semilla y árboles que
den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra”. Y así fue. Brotó de
la tierra hierba verde, que producía semilla, según su especie, y los árbo­
les que daban fruto y llevaban semilla, según su especie. Y vio Dios que
era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer día.
Dijo Dios: “Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen
el día de la noche, señalen las estaciones, los días y los años, y luzcan en
la bóveda del cielo para iluminar la tierra”. Y así fue. Hizo Dios las dos
grandes lumbreras: la mayor para regir el día y la menor, para regir la
noche; y también hizo las estrellas. Dios puso las lumbreras en la bó­
veda del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche, y para
separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la
mañana del cuarto día.
Dijo Dios: “Agítense las aguas con un hervidero de seres vivientes y
revoloteen sobre la tierra las aves, bajo la bóveda del cielo”. Creó Dios los
grandes animales marinos y los vivientes que en el agua se deslizan y la
pueblan, según su especie. Creó también el mundo de las aves, según sus
especies. Vio Dios que era bueno y los bendijo, diciendo: “Sean fecun­

~7 O SABADO SANTO
Misa?, de se.mana santa • Ciclo B ——-

dos y multipliqúense; llenen las aguas del mar; que las aves se multipli­
quen en la tierra. Fue la tarde y la mañana de quinto día.
Dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes, según sus especies: animales
domésticos, reptiles y fieras, según sus especies”. Y así fue. Hizo Dios las
fieras, los animales domésticos y los reptiles, cada uno según su especie.
Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que
domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos
y a todo animal que se arrastra sobre la tierra 1
Y creó Dios a su imagen; a imagen suya los creó; hombre y mujer
los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: “Sean fecundos y multipliqúense, llenen
la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a
todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”
Y dijo Dios: “He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que
hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y
semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra,
a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres
que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas”. Y así fue.
Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Fue la tarde
y la mañana del sexto día.
Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos,
y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había
hecho. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

O forma breve:
Del libro del Génesis 1,1.26-31
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. Y dijo Dios: “Hagamos
al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del
mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que
se arrastra sobre la tierra”.
Y creó Dios a su imagen; a imagen suya los creó; hombre y mujer
los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: “Sean fecundo y multipliqúense, llenen
la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo
y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”.
Y dijo Dios: “He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que
hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y
Sabado santo ■ ~71
Misal de semana sania • Ciclo R

semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra,
a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los
seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas’
Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno.
R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 103
R. Bendice al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma mía; / Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
/ Te vistes de belleza y majestad, / la luz te envuelve como un manto. R.
Sobre bases inconmovibles / asentaste la tierra para siempre. / Con un
vestido de mares la cubriste / y las aguas en los montes concentraste. R.
En los valles haces brotar las fuentes, / que van corriendo entre monta­
ñas; /junto al arroyo vienen a vivir las aves, / que cantan entre las ramas. R.
Desde tu cielo riegas los montes / y sacias la tierra del fruto de tus ma­
nos; / haces brotar hierba para los ganados / y pasto para los que sirven al
hombre. R.
¡Qué numerosas son sus obras, Señor / y todas las hiciste con maestría! /
La tierra está llena de tus creaturas. / Bendice al señor, afina mía. R.

O bien:
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 32
R. La tierra está llena de tus bondades.
Sincera es la palabra del Señor / y todas sus acciones son leales. / El
ama la justicia y el derecho, / la tierra está llena de sus bondades. R.
La palabra del Señor hizo los cielos / y su aliento, los astros. / Los
mares encerró como en un odre / y como en una presa, los océanos. R.
Feliz la nación cuyo Dios es el Señor; / dichoso el pueblo que esco­
gió por suyo. / Desde el cielo el Señor, atentamente, / mira a todos los
hombres. R.
En el Señor está nuestra esperanza, / pues él es nuestra ayuda y nues­
tro amparo. / Muéstrate bondadoso con nosotros, / puesto que en ti,
Señor, hemos confiado. R.

ORACIÓN La creación.
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que en todas las obras de tu
amor te muestras admirable, concede a quienes has redimido, com-

~7 2 SABADO SANTO
MiSAl. PI: SEMANA SANTA - ClCl.O B «»«*«»»»

prender que el sacrificio de Cristo, nuestra Pascua, en la plenitud de


los tiempos, es una obra más maravillosa todavía que la misma crea­
ción del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

O bien: Creación del hombre.


Oremos. Dios nuestro, que de modo admirable creaste al hombre
y de modo más admirable aún lo redimiste, concédenos sabiduría de
espíritu, para resistir a los atractivos del pecado y poder llegar así a las
alegrías eternas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
En caso de extrema necesidad, la siguiente es una de las lecturas del Antiguo
Testamento que puede omitirse junto con el salmo y la oración que le sigue.

SEGUNDA LECTURA
Del libro del Génesis 22,1-18
En aquel tiempo Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo: “¡ Abra-
ham, Abraham!” Él respondió: “Aquí estoy”. Y Dios le dijo: “Toma a
tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de Moria y
ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré”.
Abraham madrugó, aparejó su burro, tomó consigo a dos de sus cria­
dos y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar
que Dios le había indicado. Al tercer día divisó a los lejos el lugar. Les
dijo entonces a sus criados: “Quédense aquí con el burro; yo iré con el
muchacho hasta allá, para adorar a Dios y después regresamos”
Abraham tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac
y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.
Isaac dijo a su padre Abraham: “¡Padre!” Él respondió: “¿Qué quieres,
hijo?” El muchacho contestó: “Ya tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde
está el cordero para el sacrificio?” Abraham le contestó: “Dios nos dará
el cordero para el sacrificio, hijo mío”. Y siguieron caminando juntos.
Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levan­
tó un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el
altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo.
Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo: “¡Abraham,
Abraham!” Él contestó: “Aquí estoy”. El ángel le dijo: “No descargues la
mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque
no le has negado a tu hijo único”. Abraham levantó los ojos y vio un
carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y
SaBAOO SANIO - *73
Misal di:. semana santa •• Ciclo B

lo ofreció en sacrificio, en lugar de su hijo. Abraham puso por nombre


a aquel sitio “el Señor provee”, por lo que aun el día de hoy se dice: “el
monte donde el Señor provee”.
El ángel de] Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo y le dijo: “Juro
por mí mismo, dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme nega­
do a tu hijo único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las
estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán las
ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos los pue­
blos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras” Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

O bien la forma breve:


Del libro del Génesis 22,1 -2.9-13.15-18
En aquel tiempo Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo: “¡Abra­
ham, Abraham!”' Él respondió: “Aquí estoy”. Y Dios le dijo: “Toma a tu
hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de Moria y ofréce­
melo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré”.
Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó
un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el altar,
encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo.
Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo: “¡Abraham,
Abraham!” Él contestó: “Aquí estoy”. El ángel le dijo: “No descargues la
mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no
le has negado a tu hijo único”. Abraham levantó los ojos y vio un carnero,
enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció en
sacrificio, en lugar de su hijo.
El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo y le dijo: “Juro
por mí mismo, dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme nega­
do a tu hijo único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las
estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán las
ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos los pue­
blos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras”. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 15
R. Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: / mi vida está en
sus manos. / Tengo siempre presente al Señor / y con él a mi lado,
jamás tropezaré. R.

74 &BAOO SANTO
MfSA!, Di: SEMANA SANTA • CiCf.O B

Por eso se me alegran el corazón y el alma / y mi cuerpo vivirá


tranquilo, / porque tú no me abandonarás a la muerte, / ni dejarás
que sufra yo la corrupción. R.
Enséñame el camino de la vida, / sáciame de gozo en tu presencia
/ y de alegría perpetua junto a ti. R.

ORACIÓN El sacrificio de Abraham


Oremos. Dios nuestro, excelso Padre de los creyentes, que por medio
de la gracia de la adopción y por el misterio pascual sigues cumplien­
do la promesa hecha a Abraham de multiplicar su descendencia por
toda la tierra y de hacerlo el padre de todas las naciones, concede a tu
pueblo responder dignamente a la gracia de tu llamada. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
R. Amén.

Esta lectura nunca debe omitirse.


TERCERA LECTURA
Del libro del Éxodo 14,15-15s l
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: “¿Por qué sigues clamando a mí?
Diles a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu bastón, extien­
de tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en el mar
sin mojarse. Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los
persigan, y me cubriré de gloria a expensas del faraón y de todo su ejército,
de sus carros y jinetes. Cuando me haya cubierto de gloria expensas del
faraón, de sus carros y jinetes, los egipcios sabrán que yo soy el Señor.
El ángel del Señor, que iba al frente de las huestes de Israel, se colocó
tras ellas. Y la columna de nubes que iba adelante, también se despla­
zó y se puso a sus espaldas, entre el campamento de los israelitas y el
campamento de los egipcios. La nube era tinieblas para unos y claridad
para otros, y así los ejércitos no trabaron contacto durante toda la noche.
Moisés extendió la mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante
toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y dividió las
aguas. Los israelitas entraron en el mar y no se mojaban, mientras las
aguas formaban una muralla a su derecha y a su izquierda. Los egipcios
se lanzaron en su persecución y toda la caballería del faraón, sus carros
y jinetes, entraron tras ellos en el mar.
Hacia el amanecer, el Señor miró desde la columna de fuego y humo
al ejército de los egipcios y sembró entre ellos el pánico. Trabó las ruedas

Sasado santo ■ V (d
Misal pe semana san i a - Ciclo B

de sus carros, de suerte que no avanzaban sino pesadamente. Dijeron


entonces los egipcios: “Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su
favor contra Egipto”.
Entonces el Señor le dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar,
para que vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes”. Y
extendió Moisés su mano sobre el mar, y al amanecer, las aguas volvie­
ron a su sitio, de suerte que al huir, los egipcios se encontraron con ellas,
y el Señor los derribó en medio del mar. Volvieron las aguas y cubrieron
los carros, a los jinetes y a todo el ejército del faraón, que se había metido
en el mar para perseguir a Israel. Ni uno solo se salvó.
Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar. Las
aguas les hacían muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor
a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios, muertos en la
orilla del mar. Israel vio la mano fuerte del Señor sobre los egipcios, y el
pueblo temió al Señor y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Enton­
ces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico al Señor:

SALMO RESPONSORIAL
Éxodo 15
R. Alabemos al Señor por su victoria.
Cantemos al Señor, sublime es su victoria: / caballos y jinetes arrojó en el
mar. / Mi fortaleza y mi canto es el Señor, / él es mi salvación; / él es mi
Dios, y yo lo alabaré, / es el Dios de mis padres, y yo le cantaré. R.
El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. / Precipitó en el mal­
los carros del faraón / y a sus guerreros; / ahogó en el mar Rojos a sus
mejores capitanes. R.
Las olas los cubrieron, / cayeron hasta el fondo, como piedras. / Señor,
tu diestra brilla por su fuerza, / tu diestra, Señor, tritura el enemigo. R.
Tú llevas a tu pueblo / para plantarlo en el monte que le diste en he­
rencia, / en el lugar que convertiste en tu morada, / en el santuario que
construyeron tus manos. / Tú, Señor, reinarás para siempre. R.

ORACIÓN El paso del Mar Rojo


Oremos. Señor Dios, cuyos antiguos prodigios los percibimos res­
plandeciendo también en nuestros tiempos, puesto que aquello que
realizó la diestra de tu poder para liberar a un solo pueblo de la es­
clavitud del faraón, lo sigues realizando también ahora, por medio
del agua del bautismo para salvar a todas las naciones, concede que
todos los hombres del mundo lleguen a contarse entre los hijos de

76 Saba o
MiSAÍ. IJlí SEMANA SANTA - CK’1,0 B

Abraham y participen de la dignidad del pueblo elegido. Por Jesu­


cristo, nuestro Señor.
R. Amén.

O bien:
Dios nuestro, que manifestaste a la luz del Nuevo Testamento el
sentido profundo de los prodigios realizados en los tiempos antiguos,
dejándonos ver en el paso del Mar Rojo, una imagen del bautismo y en
el pueblo liberado de la esclavitud, un anuncio de los sacramentos del
pueblo cristiano, haz que todos los hombres, mediante la fe, participen
del privilegio del pueblo elegido y sean regenerados por la acción san-
tificadora de su Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
En caso de extrema necesidad, la siguiente es una de las lecturas de! Antiguo
Testamento que puede omitirse junto con el salmo y la oración que le sigue.

CUARTA LECTURA
Del profeta Isaías 54,5-14
“El que te creó, te tomará por esposa; su nombre es ‘Señor de los ejér­
citos’ Tu redentor es el Santo de Israel; será llamado ‘Dios de la tierral
Como una mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor.
¿Acaso repudia uno a la esposa de su juventud?, dice tu Dios.
Por un instante te abandoné, pero con inmensa misericordia te vol­
veré a tomar. En un arrebato de ira te oculté por un instante mi rostro,
pero con amor eterno me he apiadado de ti, dice el Señor, tu redentor.
Me pasa ahora como en los días de Noé: entonces juré que las aguas
del diluvio no volverían a cubrir la tierra; ahora juro no enojarme ya
contra ti ni volver a amenazarte. Podrán desaparecer los montes y hun­
dirse las colinas, pero mi amor por ti no desaparecerá y mi alianza de
paz quedará firme para siempre. Lo dice el Señor, el que se apiada de ti.
Tú, la afligida, la zarandeada por la tempestad, la no consolada: He
aquí que yo mismo coloco tus piedras sobre piedras finas, tus cimientos
sobre zafiros; te pondré almenas de rubí y puertas de esmeralda y mura­
llas de piedras preciosas.
Todos tus hijos serán discípulos del Señor, y será grande su prosperidad.
Serás consolidada en la justicia. Destierra la angustia, pues ya nada tienes
que temer; olvida tu miedo, porque ya no se acercará a ti”. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

S.A8AOO SANíO / /
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 29
R. Te alabaré, Señor, eternamente.
Te alabaré, Señor, pues no dejaste / que se rieran de mí mis enemigos. /
Tú, Señor, me salvaste de la muerte /ya punto de morir, me reviviste. R.
Alaben al Señor quienes lo aman, / den gracias a su nombre, / por­
que su ira dura solo un instante / y su bondad, toda la vida. / El llanto
nos visita por la tarde; / por la mañana el júbilo. R.
Escúchame, Señor, y compadécete; / Señor, ven en mi ayuda. / Con­
vertiste mi duelo en alegría, / te alabaré por eso eternamente. R.

ORACIÓN La nueva Jerusalén


Oremos. Dios todopoderoso y eterno, multiplica, en honor a tu
nombre, cuanto prometiste a nuestros padres en la fe y acrecienta la
descendencia por ti prometida mediante la santa adopción filial, para
que aquello que los antiguos patriarcas no dudaron que habría de
acontecer, la Iglesia advierta que ya está en gran parte cumplido. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
En caso de extrema necesidad, la siguiente es una de las lecturas del Antiguo
Testamento que puede omitirse junto con el salmo y la oración que le sigue.

QUINTA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 55,1-11
Esto dice el Señor: “Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por
agua; y los que tienen dinero; vengan, tomen trigo y coman; tomen
vino y leche sin pagar. ¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan
y el salario, en lo que no alimenta?
Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos sustan­
ciosos. Préstenme atención, vengan a mí escúchenme y vivirán.
Sellaré con ustedes una alianza perpetua, cumpliré las promesas
que hice a David. Como a él lo puse por testigo ante los pueblos,
como príncipe y soberano de las naciones, así tú reunirás a un pue­
blo desconocido, y las naciones que no te conocían acudirán a ti, por
amor del Señor, tu Dios, por el Santo de Israel, que te ha honrado.
Busquen al Señor mientras lo puedan encontrar, invóquenlo
mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el cri­
minal, sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad; nuestro
Dios, que es rico en perdón.

78 - SABADO SANTO
M i S A i. Di- SEMANA 8 A N 1’A - CIC. I .O B

Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos


no son mis caminos. Porque así como aventajan los cielos a la tierra,
así aventajan mis caminos a los de ustedes y mis pensamientos a sus
pensamientos.
Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino des­
pués de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de
que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que
sale de su boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi volun­
tad y cumplirá su misión”. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Isaías 12
R. El Señor es mi Dios y salvador.
El Señor es mi Dios y salvador: / con él estoy seguro y nada temo. / El
Señor es mi protección y mi fuerza, / y ha sido mi salvación. / Sacarán
agua con gozo / de la fuente de salvación. R.
Den gracias al Señor, / invoquen su nombre, / cuenten a los pueblos
sus hazañas, / proclamen que su nombre es sublime. R.
Alaben al Señor por sus proezas, / anúncienlas a toda la tierra. /
Griten jubilosos, habitantes de Sión, / porque el Dios de Israel / ha sido
grande con ustedes. R.

ORACIÓN La salvación que se ofrece gratuitamente a todos


Oremos. Dios todopoderoso y eterno, única esperanza del mundo, tú
que anunciaste, por voz de los profetas, los misterios que estamos ce­
lebrando esta noche, multiplica en el corazón de tu pueblo los santos
propósitos porque no podría ningún santo anhelo alcanzar crecimien­
to sin el impulso que procede de ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
En caso de extrema necesidad, la siguiente es una de las lecturas del Antiguo
Testamento que puede omitirse junto con el salmo y la oración que le sigue.

SEXTA LECTURA
Del profeta Baruc 3,9-15.32-4,4
Escucha, Israel, los mandatos de vida, presta oído para que adquieras pru­
dencia. ¿A qué se debe, Israel, que estés aún en país enemigo, que enve­
jezcas en tierra extranjera, que te hayas contaminado por el trato con los
muertos, que te veas contado entre los que descienden al abismo?
Misal pi- semana santa Ciclo B

Es que abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido los


senderos de Dios, habitarías en paz eternamente.
Aprende dónde están la prudencia, la inteligencia y la energía, así
aprenderás dónde se encuentra el secreto de vivir larga vida, y dónde
la luz de los ojos y de la paz. ¿Quién es el que halló el lugar de la sabi­
duría y tuvo acceso a sus tesoros? El que todo lo sabe, la conoce; con
su inteligencia la ha escudriñado. El que cimentó la tierra para todos
los tiempos, y la pobló de animales cuadrúpedos; el que envía la luz, y
ella va, la llama, y temblorosa le obedece; llama a los astros, que brillan
jubilosos en sus puestos de guardia, y ellos le responden: “Aquí estamos”,
y refulgen gozosos para aquel que los hizo. Él es nuestro Dios y no hay
otro como Él; Él ha escudriñado los caminos de la sabiduría y se la dio a
Jacob, a Israel, su predilecto. Después de esto, ella apareció en el mundo
y convivió con los hombres.
La sabiduría es el libro de los mandatos de Dios, la ley de validez eterna;
los que la guardan, vivirán, los que la abandonan, morirán. Vuélvete a ella,
Jacob, y abrázala; camina hacia la claridad de su luz; no entregues a otros
tu gloria, ni tu dignidad a un pueblo extranjero. Bienaventurados nosotros,
Israel, porque lo que agrada al Señor nos ha sido revelado. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 18
R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta del todo/ y reconforta el alma; / inmuta­
bles son las palabras del Señor / y hacen sabio al sencillo. R.
En los mandamientos del Señor hay rectitud / y alegría para el co­
razón; / son luz los preceptos del Señor / para alumbrar el camino. R.
La voluntad de Dios es santa / y para siempre estable; / los mandatos
del Señor son verdaderos / y enteramente justos. R.
Más deseables que el oro y las piedras preciosas, / las normas del
Señor, / y más dulces que la miel / de un panal que gotea. R.

ORACIÓN La fuente de la sabiduría


Oremos. Dios nuestro, que haces crecer continuamente a tu Iglesia
con hijos llamados de todos los pueblos, dígnate proteger siempre con
tu gracia a quienes has purificado con el agua del bautismo. Por Jesu­
cristo, nuestro Señor.
R. Amén.
En caso de extrema necesidad, la siguiente es una de las lecturas del
Antiguo Testamento que puede omitirse junto con el salmo y la ora­
ción que le sigue.
80 • SABADO SANTO
I [5A¡ oi- S E M ANA SAN T A - (Ife í .0 B —

SÉPTIMA LECTURA
Del libro del profeta Ezequiel 36,16-28
En aquel tiempo, me fue dirigida la palabra del Señor en estos térmi­
nos: “Hijo de hombre, cuando los de la casa de Israel habitaban en su
tierra, la mancharon con su conducta y con sus obras; como inmundi­
cia fue su proceder ante mis ojos. Entonces descargué mi furor contra
ellos, por la sangre que habían derramado en el país y por haberlo
profanado con sus idolatrías. Los dispersé entre las naciones y andu­
vieron errantes por todas las tierras. Los juzgué según su conducta,
según sus acciones los sentencié. Y en las naciones a las que se fueron,
desacreditaron mi nombre, haciendo que de ellos se dijera: ‘Este es el
pueblo del Señor, y ha tenido que salir de su tierra.
Pero, por mi santo nombre, que la casa de Israel profanó entre las
naciones a donde llegó, me he compadecido. Por eso, dile a la casa de
Israel: ‘Esto dice el Señor: no lo hago por ustedes, casa de Israel. Yo
mismo mostraré la santidad de mi nombre excelso, que ustedes pro­
fanaron entre las naciones. Entonces ellas reconocerán que yo soy el
Señor, cuando, por medio de ustedes les haga ver mi santidad.
Los sacaré a ustedes de entre las naciones, los reuniré de todos los
países y los llevaré a su tierra. Los rociaré con agua pura y quedarán
purificados; los purificaré de todas sus inmundicias e idolatrías.
Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arran­
caré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Les
infundiré mi espíritu y los haré vivir según mis preceptos y guardar y
cumplir mis mandamientos. Habitarán en la tierra que di sus padres;
ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios”. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
De los salmos 41 y 42
R. Estoy sediento del Dios que da la vida.
Como el venado busca / el agua de los ríos, / así, cansada, mi alma /
te busca a ti, Dios mío. R.
Del Dios que la da la vida/ está mi ser sediento. / ¿Cuándo será po­
sible / ver de nuevo su templo? R.
Recuerdo cuando íbamos / a casa del Señor, / cantando jubilosos, /
alabanzas a Dios. R.
Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; / que ellas se conviertan en mi
guía / y hasta tu monte santo me conduzcan, / allí donde tú habitas. R.
Al altar del Señor me acercaré, / al Dios que es mi alegría, /ya mi
Dios, el Señor, le daré gracias / al compás de la cítara. R.

Sabaüo sanio 81
O bien, cuando hay bautizos:
Isaías 12, 2-6
R. El Señor es mi Dios y salvador.
El Señor es mi Dios y salvador, / con él estoy seguro y nada temo. / El
Señor es mi protección y mi fuerza / y ha sido mi salvación. / Sacarán
agua con gozo de la fuente de la salvación. R.
Den gracias al Señor, / invoquen su nombre, cuenten a los pueblos
sus hazañas, / proclamen que su nombre es sublime. R.
Alaben al Señor por sus proezas, / anúncienlas a toda la tierra. /
Griten jubilosos habitantes de Sión, / porque el Dios de Israel / ha sido
grande con ustedes. R.

O bien:
Del salmo 50
R. Crea en mí, Señor, un corazón puro.
Crea en mí, Señor, un corazón puro, / un espíritu nuevo para cum­
plir tus mandamientos. / No me arrojes, Señor, lejos de ti, / ni retires
de mí tu santo espíritu. R.
Devuélveme tu salvación, que regocija, / y mantén en mí un alma generosa.
/ Enseñaré a los descarriados tus caminos / y volverán a ti los pecadores. R.
Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios / y si te ofreciera un
holocausto, no te agradaría. / Un corazón contrito te presento, y a un
corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R.

ORACION El corazón nuevo y el espíritu, nuevo


Oremos. Dios de inmutable poder y eterna luz, mira propicio el admira­
ble misterio de la Iglesia entera y realiza serenamente, en virtud de tu eterno
designio, la obra de la humana salvación; que todo el mundo vea y reconoz­
ca que los caídos se levantan, que se renueva todo lo que había envejecido
y que, por obra de Jesucristo, todas las cosas concurren hacia la unidad que
tuvieron en el origen. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
O bien:
Oremos. Señor Dios, que con las enseñanzas de ambos Testamentos
nos instruyes para celebrar el sacramento de la pascua, haz que com­
prendamos la hondura de tu misericordia, para que los dones que hoy
recibimos afiancen en nosotros la esperanza de los bienes futuros. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

82 ■ Sábado sanio
MíSAl. DE SEMANA SANIA - CíCl.O B

23. Ternuñada la última lectura del Antiguo Testamento, con su salmo res­
pe ns orí al y la oración correspondiente, se encienden las velas del altar, y el
sacerdote entona el himno Gloria a Dios en el cielo, que todos prosiguen,
mientras se tocan las campanas, de acuerdo con la costumbre de cada lugar.
Gloria a Dios en el cielo.
Oremos. Dios nuestro, que haces resplandecer esta noche con la
gloria de la resurrección del Señor, aviva en tu Iglesia el espíritu de
adopción filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entregue­
mos fielmente a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
R. Amén.

24. Enseguida un lector hace la lectura del Apóstol.


25. Leída la Epístola, todos se ponen de pie, y el sacerdote entona solemnemente
tres veces, elevando gradualmente su voz, el Aleluya, que todos repiten. Si hace falta,
un salmista canta el Aleluya. Aleluya.
Luego un salmista o un cantor dice el salmo 1.17, al que el pueblo responde: Aleluya.
26. El sacerdote, como es costumbre, pone incienso y bendice al diácono. Para
el Evangelio no se llevan los ciriales, sino solamente el incienso.
27. Después del Evangelio, no se omita la homilía, aunque breve.

EPÍSTOLA
De la carta del Apóstol san Pablo a ios Romanos 6,3-11
Hermanos: Todos los que hemos sido incorporados a Cristo Jesús
por medio del bautismo, hemos sido incorporados a su muerte. En
efecto, por el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, para
que, así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del
Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva.
Porque, si hemos estado íntimamente unidos a él por una muerte
semejante a la suya, también lo estaremos en su resurrección. Sa­
bemos que nuestro viejo yo fue crucificado con Cristo, para que el
cuerpo del pecado quedara destruido, a fin de que ya no sirvamos al
pecado, pues el que ha muerto queda libre del pecado.
Por lo tanto, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que tam­
bién viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de en­
tre los muertos, ya nunca morirá. La muerte ya no tiene dominio sobre él,
porque al morir, murió al pecado de una vez para siempre; y al resucitar,
vive ahora para Dios. Lo mismo ustedes, considérense muertos al pecado
y vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

SABADO SANTO S3
•- Misal di- semana santa - (’.u.io B

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 117
R Aleluya, aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, / porque tu misericor­
dia es eterna. / Diga la casa de Israel: / “Su misericordia es eterna”. R.
La diestra del Señor es poderosa, / la diestra del Señor es nuestro
orgullo. / No moriré, continuaré viviendo, / para contar lo que el Señor
ha hecho. R.
La piedra que desecharon los constructores, / es ahora la piedra an­
gular. / Esto es obra de la mano del Señor, / es un milagro patente. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 16,1-7
A: “Gloria a ti, Señor”
Transcurrido el sábado, María Magdalena, María (la madre de San­
tiago) y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús.
Muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, se
dirigieron al sepulcro. Por el camino se decían unas a otras: “¿Quién
nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?” Al llegar, vieron que
la piedra ya estaba quitada, a pesar de ser muy grande.
Entraron en el sepulcro y vieron a un joven, vestido con una túnica
blanca, sentado en el lado derecho, y se llenaron de miedo. Pero él les
dijo: “No se espanten. Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucifica­
do. No está aquí; ha resucitado. Miren el sitio donde lo habían puesto.
Ahora vayan a decirles a sus discípulos y a Pedro: 'Él irá delante de
ustedes a Galilea. Allá lo verán, como él les dijo’”. Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Tercera parte
LITURGIA BAUTISMAL
28. Después de la homilía se pasa a la liturgia bautismal. El sacerdote con los ministros
se dirige a la fuente bautismal, si es que ésta se encuentra a la vista de los fieles. De lo
contrario se pone un recipiente con agua en el presbiterio.
29. Si hay catecúmenos, son llamados por su nombre y presentados por los padrinos,
o si son niños, son llevados por sus papas y sus padrinos frente a toda la asamblea.
30. Si tiene lugar la procesión al bautisterio o a la fuente bautismal, se organiza en este
momento. Va delante el ministro con el cirio pascual; lo siguen los bautizandos con
sus padrinos, enseguida los ministros, el diácono y el sacerdote. Durante la procesión
se cantan las letanías. Terminadas las letanías, el sacerdote hace la monición.

&A SABADO SANTO


-Misal í>e semana santa - Ciclo B ——

31. Si, en cambio, se lleva a cabo la liturgia bautismal en el presbiterio, el sacerdote in­
mediatamente hace la monición introductoria con estas palabras u otras semejantes:

Si están presentes los que se van a bautizar:


Hermanos, acompañemos con nuestra oración a quienes anhelan
renacer a una nueva vida en la fuente del bautismo, para que Dios,
nuestro Padre, les otorgue su protección y amor.

Si se bendice la fuente, pero no hay bautismos:


Hermanos, pidamos a Dios todopoderoso, que con su poder santifique
esta fuente bautismal, para que cuantos en el bautismo van a ser regene­
rados en Cristo, sean agregados al número de hijos adoptivos de Dios.
32. Dos cantores entonan las letanías, a las que todos responden, estando de
pie (por razón del Tiempo Pascual).
Si la procesión hasta el bautisterio es larga, se cantan las letanías durante la
procesión; en este caso se llama a los que se van a bautizar, antes de comenzar la
procesión. Se abre la procesión con el cirio pascual, luego siguen los bautizan-
dos con sus padrinos, después los ministros, el diácono y el sacerdote. En este
caso, la monición precedente se hace antes de la bendición del agua.
33. Si no hay bautismos ni bendición de la fuente, omitidas las letanías se pro­
cede inmediatamente a la bendición del agua (p. 87 ).
34. En las letanías se puede añadir algunos nombres de santos, especialmente
los del titular de la iglesia, el de los patronos del lugar y el de los patronos de
quienes serán bautizados.

Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros.


Cristo, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros,
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros,
San Miguel, ruega por nosotros,
Santos ángeles de Dios, rueguen por nosotros,
San Juan Bautista, ruega por nosotros,
San José, ruega por nosotros,
San Pedro y san Pablo, rueguen por nosotros,
San Andrés, ruega por nosotros,
San Juan, ruega por nosotros,
Santa María Magdalena, ruega por nosotros,
San Esteban, ruega por nosotros,
San Ignacio de Antioquía, ruega por nosotros,
San Lorenzo, ruega por nosotros.

Sábado santo 85
MISA!. tí!i SIMANA S,AN TA - CIC LO B

San Felipe de Jesús, ruega por nosotros,


Santos Cristóbal Magallanes y compañeros mártires. rueguen por nosotros,
Santas Perpetua y Felicitas, nieguen por nosotros.
Santa Inés, ruega por nosotros,
San Gregorio, ruega por nosotros,
San Agustín, ruega por nosotros,
San Atanasio, ruega por nosotros,
San Basilio, ruega por nosotros,
San Martín, ruega por nosotros,
San Benito, ruega por nosotros,
San Francisco y santo Domingo, rueguen por nosotros.
San Francisco Javier, ruega por nosotros,
San Juan María Vianney, ruega por nosotros,
San Rafael Guízar y Valencia, ruega por nosotros,
San José María Yermo y Parres, ruega por nosotros,
Santa Catalina de Siena, ruega por nosotros,
Santa Teresa de Jesús, ruega por nosotros,
Santa Teresa del Niño Jesús, ruega por nosotros,
Santa María de Jesús Sacramentado Venegas, ruega por nosotros,
Santa María de Guadalupe García Zavala, ruega por nosotros,
San Juan Diego, ruega por nosotros,
Todos los santos y santas de Dios, rueguen por nosotros.
Muéstrate propicio, líbranos, Señor,
De todo mal, líbranos, Señor,
De todo pecado, líbranos, Señor,
De la muerte eterna, líbranos, Señor,
Por tu encarnación, líbranos, Señor,
Por tu muerte y resurrección, líbranos, Señor,
Por el don el Espíritu Santo, líbranos, Señor,
Nosotros, que somos pecadores, te rogamos, óyenos.

Si hay bautismos:
Para que estos elegidos renazcan a la vida nueva por medio del bau­
tismo, te rogamos, óyenos.

Si no hay bautismos:
Para que santifiques esta fuente bautismal, por la que renacerán rus
hijos a la vida nueva, te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo, te rogamos, óyenos.
Cristo, óyenos. Cristo óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
S i h a y b a u t is m os, el sacerd o t e> co n las m a n os ex te n d id as, d i c e es t a o rae i ón:
Derrama, Señor, tu infinita bondad en este sacramento dei bautismo y envía
tu santo Espíritu, para que haga renacer de la fuente bautismal a estos nue­
vos hijos tuyos, que van a ser santificados por tu gracia, mediante nuestra
humilde colaboración en este ministerio. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Bendición dei agua bautismal


35. La bendición del agua puede ser cantada.
36. La acLunación a la bendición del agua también puede ser cantada.
37. Enseguida el sacerdote bendice el agua bautismal, diciendo, con las manos
ex te n d i d as es t a o r a c i ó n:

Dios nuestro, que con tu poder invisible realizas obras admirables por
medio de los signos sacramentales y has hecho que tu creatura, el agua,
signifique de muchas maneras la gracia del bautismo;
Dios nuestro, cuyo Espíritu aleteaba sobre la superficie de las aguas en
los mismos principios del mundo, para que ya desde entonces el agua re­
cibiera el poder de dar la vida;
Dios nuestro, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefigu­
raste el nuevo nacimiento de los hombres, al hacer de una manera miste­
riosa, un mismo elemento diera fin al pecado y origen a la virtud;
Dios nuestro, que hiciste pasar a pie, sin mojarse, el Mar Rojo a los hijos
de Abraham, a fin de que el pueblo, liberado de la esclavitud del faraón,
prefigurara al pueblo de los bautizados;
Dios nuestro, cuyo Hijo, al ser bautizado por el Precursor en el agua
del Jordán, fue ungido por el Espíritu Santo; suspendido en la cruz,
quiso que brotaran de su costado sangre y agua; y después de su resu­
rrección mandó a sus apóstoles: “vayan y enseñen a todas las naciones,
bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”:
mira ahora a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del bautismo.
Que por la obra del Espíritu Santo esta agua adquiera la gracia de tu
Unigénito, para que el hombre, creado a tu imagen, limpio de su anti­
guo pecado, por el sacramento del bautismo, renazca a la vida nueva
por el agua y el Espíritu Santo.

Si se cree oportuno, introduce el cirio pascual en el agua, una o tres veces, diciendo:
Te pedimos, Señor, que por tu Hijo, descienda sobre el agua de esta
fuente el poder del Espíritu Santo,
Manteniendo el cirio dentro del agua, prosigue:

SABADO SANIO • 87
— Misal dí. sí-mana santa - Ciclo B

para que todos, sepultados con Cristo en su muerte por el bautismo,


resuciten también con él a la vida nueva. Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
R. Amén.
38. Enseguida saca el cirio del agua, y el pueblo dice la siguiente aclamación:
Fuentes del Señor, bendigan al Señor, alábenlo y glorifíquenlo
por los siglos.
39. Concluida la bendición del agua bautismal y dicha la aclamación del pueblo, el
sacerdote, de pie, interroga a los adultos y a los papas o padrinos de los niños, para que
hagan la renuncia, corno está indicado en los respectivos Rituales romanos.
Si. no se ha hecho antes la unción de los adultos con el óleo de los catecúmenos en. los
ritos inmediatamente preparatorios, se hace en este momento.
40. Enseguida, el sacerdote interroga a cada uno de los adultos sobre su fe, y también,
si se trata de los niños, pide la triple profesión de fe a todos los papas y padrinos simul­
táneamente, como se indica en. los respectivos Rituales.
Si son muchos los que se. bautizan puede ordenarse este rito, de tal manera que, inme­
diatamente después de la respuesta de los bautizandos, padrinos y papas, el celebrante
pida y reciba la renovación de las promesas bautismales de todos los presentes.
41. Terminado el interrogatorio, el sacerdote bautiza a los elegidos adultos y niños.
42. Después del bautismo, el sacerdote unge con el crisma a quienes no han llegado
al uso de razón. Y se entrega a todos, sean adultos o niños, la vestidura blanca. Luego,
el sacerdote o el diácono recibe el cirio pascual de mano del ministro y se encienden
las velas de los neófitos. El rito del “Efietá” se omite para quienes no han llegado al uso
de razón.
43. A continuación, si no tuvieron lugar en el presbiterio el baño bautismal y los demás
ritos explicativos, se retorna al presbiterio, organizada la procesión como antes, con los
neófitos o padrinos o papas llevando la vela encendida. Durante la procesión se canta
el cántico bautismal Vidi aquam, u otro canto apropiado (n. 47).
44. Si los bautizados son adultos, el obispo o, en su ausencia, el presbítero que confirió
el bautismo, adminístreles inmediatamente el sacramento de la Confirmación en el
presbiterio, como se indica en el Pontifical o en el Ritual. Romano.

Bendición del agua


45. Si. n o h ay bau t is m os n i t a m p oco se b e n d i ce 1 a fu e nte bau t i s rn a 1, elI. s a c erd o -
te prepara a los fieles para la bendición del agua, diciendo:
Pidamos, queridos hermanos, a Dios nuestro Señor, que se digne
bendecir esta agua, con la cual seremos rociados en memoria de nues­
tro bautismo, y que nos renueve interiormente, para que permanezca­
mos fieles al Espíritu que hemos recibido.

Y después de una breve pausa en silencio, dice la siguiente oración, con las
manos extendidas:
Señor, Dios nuestro, mira con bondad a este pueblo tuyo, que vela
en oración en esta noche santísima, recordando la obra admirable de
88 SABADO SANIO
“« MiSAL DI-, SEMANA SANTA ■ ClCi.O B

nuestra creación y la obra más admirable todavía, de nuestra redención.


Dígnate bendecir t esta agua, que tú creaste para dar fertilidad a la tie­
rra, frescura y limpieza nuestros cuerpos.
Tú, además, convertiste el agua en un instrumento de tu misericordia:
por ella liberaste a tu pueblo de la esclavitud y en el desierto saciaste su
sed; con la imagen del agua viva los profetas anunciaron la nueva alianza
que deseabas establecer con los hombres; por ella, finalmente, santifica­
da por Cristo en el Jordán, renovaste, mediante el bautismo que nos da
la vida nueva, nuestra naturaleza, corrompida por el pecado.
Que esta agua nos recuerde ahora nuestro bautismo y nos haga par­
ticipar en la alegría de nuestros hermanos, que han sido bautizados en
esta Pascua. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Renovación de las promesas bautismales


46. Terminado el rito del Bautismo (y de la Confirmación) o, si no hubo bautis­
mos, después de la bendición del agua, lodos, de pie y teniendo en sus manos las
velas encendidas, hacen la renovación de las promesas del bautismo, junto con
los bautizandos, a no ser que ya se hubieran hecho (cfr. n. 40).

El sacerdote se dirige a los fieles, con estas palabras u otras semejantes:


Hermanos, por medio del bautismo, hemos sido hecho partícipes
del misterio pascual de Cristo; es decir, por medio del bautismo, he­
mos sido sepultados con él en su muerte para resucitar con él a la vida
nueva, por eso, culminando nuestro camino cuaresmal, es muy con­
veniente que renovemos las promesas de nuestro bautismo, con las
cuales un día renunciamos a Satanás y a sus obras en la santa Iglesia
católica. Por consiguiente: ¿Renuncian a Satanás?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus obras?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas sus seducciones?

O bien:
Sacerdote: ¿Renuncian ustedes al pecado,para vivir en la libertad de los
hijos de Dios?
Todos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a todas las seducciones del mal, para que el
pecado no los esclavice?
"lodos: Sí, renuncio.
Sacerdote: ¿Renuncian a Satanás, padre y autor de todo pecado?
Todos: Sí, renuncio.

Basado sankj ■ 89
" MlSAl. !>ir. SEMANA SANTA - CiCLO B

La Conferencia Episcopal, si lo cree conveniente, puede ajustar más a las cir­


cunstancias locales esta segunda fórmula, sobre todo ahí donde entre los cris­
tianos se requiera renunciar a las supersticiones, adivinaciones y artes mágicas.
Prosigue el sacerdote: ¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra?
Todos: Sí, creo.
Sacerdote: ¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que
nació de la Virgen María, padeció y murió por nosotros, resucitó y
está sentado a la derecha del Padre?
■‘Iodos: Sí, creo.
Sacerdote: ¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la
comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección
de los muertos y en la vida eterna?
Todos: Sí, creo.
Y el sacerdote concluye: Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor
Jesucristo, que nos liberó del pecado y nos ha hecho renacer por el
agua y el Espíritu Santo, nos conserve con su gracia unidos a Jesucristo
nuestro Señor, hasta la vida eterna.
Todos: Amén.
47. El sacerdote rocía al pueblo con el agua bendita, mientras todos cantan:

ANTÍFONA
Vi brotar agua del lado derecho del templo, aleluya.
Vi que en todos aquellos que recibían el agua, surgía una vida nueva
y cantaban con gozo: Aleluya, aleluya.
Se puede cantar también algún otro canto de índole bautismal
48. Mientras tanto los neófitos son conducidos a su lugar entre los fieles. Si. la ben­
dición. del agua bautismal no se hizo en el bautisterio, el diácono y los ministros
llevan a la Líente bautismal con toda reverencia, un recipiente con. el agua bendita.
Si no l.iubo bendición de la fuente, el agua bendita se coloca en. un. lugar apropiado.
49. Hecha la aspersión, el sacerdote vuelve a la sede, en donde, omitido el Credo,
dirige la oración universal en la cual toman parte los neófitos por primera vez.

Cuarta parte
LITURGIA EUCARÍSTICA
50. El sacerdote va al. altar y comienza la liturgia eucaríslica en la forma acostumbrada.
51. Es conveniente que el pan y el vino sean presentados por los neófitos o, si
son niños, por sus papas o padrinos.

ORACIÓN UNIVERSAL
Monición del sacerdote: Partícipes de la inmensa misericordia de
Dios, que nos ha renovado con la resurrección de su Hijo, pidamos,

90
MIS A l. i S t; M A N A S A N TA -■ C 1<i .C) í 5 --

hermanos y hermanas, para que todos los hombres y mujeres gocen de


fas bienes del mundo nuevo inaugurado en la Pascua del Señor.
Digámosle confiadamente: Te rogamos, Señor.
R. Te rogamos, Señor.
1. Por la santa Iglesia de Dios, para que con gozo y firmeza dé testi­
monio perseverante de la resurrección de Cristo, roguemos al Señor.
2. Por todos los hombres y mujeres, para que lleguen a gozar de la
paz que Cristo trajo a los apóstoles, roguemos al Señor.
3. Por todos los que sufren, para que su tristeza se vea un día trans­
formada en una alegría que nadie les podrá arrebatar nunca, rogue­
mos al Señor.
4. Por todos nosotros, para que sepamos descubrir y profundizar
cada día más plenamente el significado de nuestro bautismo y nuestra
pertenencia a la Iglesia, roguemos al Señor.
Oración: Padre celestial, que por la muerte de tu Hijo en la cruz
restauraste la antigua dignidad del género humano, concédenos los
bienes que te pedimos para que, así, los que hemos renacido por el
agua y el Espíritu Santo, conservemos siempre la alegría pascual. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

52. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Recibe, Señor, las súplicas de tu pueblo, junto con los dones que te
presentamos para que los misterios de la Pascua que hemos comenza­
do a celebrar, nos obtengan, con tu ayuda, el remedio para conseguir
la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R, Amén.
53. Prelado I de Pascua: El Misterio Pasa tal (en esta noche)
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, glorifi­
carte siempre, Señor, pero más que nunca (en esta noche) (en este día)
(en este tiempo), en que Cristo nuestra Pascua, fue inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo:
muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.
Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero se des­
borda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcán­
geles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo...
54. En la Plegaria cucarística se hace memoria de los bautizados y de los padrinos,
según las fórmulas que se encuentran en cada una de las Plegarias eucarísticas en el
Misal y en Ritual Romano.
55. Antes de decir Éste es el Cordero de Dios, el sacerdote puede exhortar brevemente
a los neófitos sobre la primera Comunión que van a recibir y, sobre el valor de tan gran
misterio, que es el culmen de la iniciación y el centro de toda la vida cristiana.

SABADO SANTO 91
M1SAI !>i- SI-MANA SANTA - C 1(3,0 B

56. Es conveniente que los neófitos reciban la sagrada Comunión bajo las dos espe­
cies, junto con sus padrinos, madrinas, papas y esposos católicos, y con los catequistas
laicos. Es conveniente también, con. el consentimiento del obispo diocesano, donde
las circunstancias lo aconsejen, que todos los fieles reciban la sagrada Comunión bajo
las dos especies.

57. ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN ICor 5,7-8


Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado. Aleluya.
Celebremos, pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es de
sinceridad y de verdad. Aleluya.
Conviene cantar el salmo 117 p. 94.

58. ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que, saciados con
los sacramentos pascuales, vivamos siempre unidos en tu amor. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

59. BENDICIÓN SOLEMNE


Que Dios todopoderoso, los bendiga en este día solemnísimo de la
Pascua y, compadecido de ustedes, los guarde de todo pecado.
R. Amén.
Que les conceda el premio de la inmortalidad aquel que los ha
redimido para la vida eterna con la resurrección de su Unigénito.
R. Amén.
Que ustedes, que una vez terminados los días de la pasión, cele­
bran con gozo la fiesta de la Pascua del Señor, puedan participar, con
su gracia, del júbilo de la Pascua eterna.
R. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo t, y Espíritu
Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.
Puede usarse también la fórmula de bendición final del ritual para el Bautis-
mo de 1 os ad u 1 tos o d e los n i ños, d e ac ue rdo a 1 as ci reu nst a n ci as.
60. Para despedir al pueblo, el diácono o, en su ausencia, el mismo sacerdote
canta o dice:
Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz,
aleluya, aleluya.
o bien:
Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.
Todos responden:
Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
Esta fórmula de despedida se utiliza durante ¡a octava de Pascua.
61. El cirio pascual se enciende en todas las celebraciones litúrgicas más so­
lemnes de este tiempo.
92. SABADO SANTO
(BLANCO)
MISA DEL DÍA

1. ANTÍFONA DE ENTRADA cfr. Sal 138,18.5-6


He resucitado y estoy contigo, aleluya: has puesto tu mano sobre mí,
aleluya; tu sabiduría ha sido maravillosa, aleluya, aleluya.
o bien: Le 24,34; cfr. Ap 1,6
El Señor ha resucitado verdaderamente, aleluya.
A él la gloria y el poder por toda la eternidad, aleluya, aleluya.
Se dice Gloria.

2. ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que por medio de tu Unigénito, vencedor de la muerte,
nos has abierto hoy las puertas de la vida eterna, concede a quienes
celebramos la solemnidad de la resurrección del Señor, resucitar tam­
bién en la luz de la vida eterna, por la acción renovadora de tu Espíritu.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo es Dios por los siglos de los siglos.
R, Amén.

PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los Apóstoles 10,3437-43
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: “Ya saben ustedes lo su­
cedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bau­
tismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu
Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a
todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de cuanto él hizo en Judea y en Jerusalén.
DuMíNGO DE LA RESURRECIÓH DEL SEÑOR 93
•«- Misal bií semana santa - Ciclo B

Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día


y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos
que él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y
bebido con él después de que resucitó de entre los muertos.
Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha
constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es
unánime: que cuantos creen en él reciben, por su medio, el perdón de
los pecados”. Palabra de Dios.
R. Te alabamos. Señor.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 117
R. Este es el día de triunfo del Señor. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, / porque tu misericor­
dia es eterna. / Diga la casa de Israel: / “Su misericordia es eterna’. R.
La diestra del Señor es poderosa, / la diestra del Señor es nuestro
orgullo. / No moriré, continuaré viviendo / para contar lo que el Señor
ha hecho. R,
La piedra que desecharon los constructores, / es ahora la piedra an­
gular. / Esto es obra de la mano del Señor, / es un milagro patente. R.

SEGUNDA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3,1-4
A: Gloria a ti Señor
Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen
los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios.
Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra,
porque han muerto y su vida está con Cristo en Dios. Cuando se ma­
nifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifes­
tarán gloriosos, juntamente con él. Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.

SECUENCIA
Sólo el día de hoy es obligatoria; durante 1.a octava es opcional.
Ofrezcan los cristianos ‘¿Qué has visto de camino, Primicia de los muertos,
ofrendas de alabanza María en la mañana?” sabemos por tu gracia
a gloria de la víctima A mi Señor glorioso, que estás resucitado;
propicia de la Pascua. la tumba abandonada, la muerte en ti no manda.

Cordero sin pecado, los ángeles testigos, Rey vencedor, apiádate


que a las ovejas salva, sudarios y mortaja. de la miseria humana
a Dios y a los culpables ¡Resucitó de veras y da a tus fieles parte
unió con nueva alianza. mi amor y mi esperanza! en tu victoria santa.

Lucharon vida y muerte Venid a Galilea,


en singular batalla, allí el Señor aguarda;
y, muerto el que es la vida, allí veréis los suyos
triunfante se levanta. la gloria de la Pascua”.

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ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO cfr. 1 Cor 5,7-8
R. Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos,
pues, la Pascua.
R, Honor y Gloria a ti, Señor Jesús.

EVANGELIO
Del santo Evangelio según san Juan 20,1 -9
A: "Gloria a ti, Señor”
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María
Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo separaba. Echó
a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo,
a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y
no sabemos dónde lo habrán puesto”.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban
corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y
llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en
el suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró
en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario,
que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos
en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el
otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó,
porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las
cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN UNIVERSAL
Monición del sacerdote: Hermanos y hennanas, pidamos juntos al Señor,
en estos días alegres de la Pascua, la renovación espiritual de los creyentes
y la fe en Cristo resucitado para todos los que aún no lo conocen.
Digámosle con fe: Te rogamos, Señor.
R. Te rogamos, Señor.
1. Por la santa Iglesia de Dios, para que al contemplar asidua­
mente a su Señor que reina en los cielos, no se deje cautivar por los
bienes de la tierra, reguemos al Señor.
2. Por todos los pueblos de la tierra, para que lleguen a conocer a
Jesucristo como salvador de todos los hombres, roguemos al Señor.
3. Por todos los que estamos aquí reunidos, para que el triunfo de
Jesucristo sobre la muerte, nos haga esperar la venida definitiva de
su reino, roguemos al Señor.
4. Por todos nosotros, para que en medio del mundo, demos testi­
monio con nuestra vida, de que el destino del hombre no está en este
mundo, reguemos al Señor.
Oración: Señor Dios, que libraste de la muerte a tu Hijo, nuestro
Señor Jesucristo, escucha con amor las oraciones de la iglesia y lí­
brala de todos los males. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Se dice Credo.

3. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Llenos de júbilo por el gozo pascual te ofrecemos, Señor, este sacrifi­
cio, mediante el cual admirablemente renace y se nutre tu Iglesia. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

4. PREFACIO DE PASCUA
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, glorifi­
carte siempre, Señor, pero más que nunca (en esta noche) (en este día)
(en este tiempo), en que Cristo nuestra Pascua, fue inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo:
muriendo, destruyó nuestra muerte, y resucitando, restauró la vida.
Por eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero se des­
borda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcán­
geles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo...

5. ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN 1 Cor 5,7-8


Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido inmolado. Aleluya.
Celebremos, pues, la Pascua, con el pan sin levadura, que es de sin­
ceridad y verdad. Aleluya.

6. ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Dios de bondad, protege paternalmente con amor incansable a tu
Iglesia, para que, renovada por los misterios pascuales, pueda llegar a
la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.

7. Para despedir al pueblo, se canta o se dice:


Anuncien a todos la alegría del Señor resucitado. Vayan en paz, ale­
luya, aleluya.
o bien:
Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.
Todos responden:
Demos gradas a Dios, aleluya, aleluya.
Esta fórmula de despedida se utiliza durante la octava de Pascua.
"La pasión doloroso del Señor Jesús suscita
necesariamente piedad hasta en los
corazones más duros, ya que es el culmen
de la revelación del amor de Dios por
cada uno de nosotros. Observa san Juan:
«Tanto amó Dios al mundo, que entregó
a su Hijo único, para que no perezca
ninguno de los que creen en Él, sino que
tengan vida eterna» (Jn 3,16). Cristo
murió en la cruz por amor. A lo largo de
los milenios, muchedumbres de hombres
y mujeres han quedado seducidos por
este misterio y le han seguido, haciendo
al mismo tiempo de su vida un don a los
hermanos, como Él y gracias a su ayuda.
Son los santos y los mártires, muchos de los
cuales nos son desconocidos. También en
nuestro tiempo, cuántas personas, en el
silencio de su existencia cotidiana, unen sus
padecimientos a los del Crucificado y se
convierten en apóstoles de una auténtica
renovación espiritual y social. ¿Qué sería
del hombre sin Cristo?”.

Mensaje de SS. Benedicto XVI


al final del Vía Crucis, viernes santo de 2009

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