Libreto Teatral Comedia Musical
Libreto Teatral Comedia Musical
Libreto Teatral Comedia Musical
primavera
(Spring Awakening)
Adaptación:
Carpe Diem Producciones
∙ Las Chicas
WENDLA
MARTHA
THEA
ANNA
ADELA
ILSE
∙ Los Chicos
MELCHIOR
MORITZ
HANSCHEN / RUPERT
ERNST / REINHOLD
GEORG
OTTO / DIETER
ESCENA 1
Canción: Madre
WENDLA:
Madre me hiciste
y no supiste
dar formas de afrontar
lo que me hace mal.
Madre me hiciste
y no supiste
dar formas de afrontar
lo que me hace mal.
FRAU BERGMAN:
¿Wendla?
WENDLA:
¡Madre!
FRAU BERGMAN:
Por dios ¡Mírate en ese vestido de niña! No Wendla, las jóvenes respetables como tú no
pueden ser vistas paseándose en ese…
WENDLA:
Madre, déjame usar este, me gusta mucho. Me hace sentir como una princesa.
FRAU BERGMAN:
Pero si ya estás… floreciendo. Y ahora, silencio. Me has hecho olvidar las buenas noticias.
Solo imagínate Wendla, anoche finalmente la cigüeña visitó a tu hermana y le trajo otra
pequeña bebé.
WENDLA:
No puedo esperar para verla madre.
FRAU BERGMAN:
Bueno entonces ponte un vestido adecuado y tu sombrero.
WENDLA:
Madre... ya soy tía por segunda vez y aún no tengo idea de cómo eso sucede.
(Frau Bergman luce sorprendida.)
Por favor madre, si hasta preguntarlo me avergüenza, pero entonces, ¿a quién más podría
preguntárselo si no es a ti?
FRAU BERGMAN:
Wendla no imaginarás que yo podría...
WENDLA:
Y tú no puedes imaginar que yo sigo creyendo en la cigüeña.
FRAU BERGMAN:
Honestamente no sé qué he hecho para merecer este tipo de conversación y en un día como
hoy. Apresúrate niña, y ponte un vestido decente.
WENDLA:
Entonces se lo preguntaré a Gregor, el que limpia nuestra chimenea.
FRAU BERGMAN:
¡No!... Está bien, te lo voy a contar yo, pero no hoy, mañana, pasado mañana te lo contaré todo.
WENDLA:
Hoy, madre.
Por favor
FRAU BERGMAN:
Wendla Bergman, simplemente no puedo
WENDLA:
¡Madre!
FRAU BERGMAN:
¡Me volverás loca!
WENDLA:
¿Por qué? Podría arrodillarme a tus pies, recostarme en tu falda… y así podrás hablar como
si yo no estuviera.
(No hay respuesta.)
Madre...
FRAU BERGMAN:
Está bien, te lo contaré todo.
(Wendla se arrodilla. Visiblemente incómoda, Frau Bergman oculta la cabeza de la niña con
su capa.)
Para que una mujer pueda concebir un hijo... ¿Me entiendes hasta aquí?
WENDLA:
Sí, madre.
FRAU BERGMAN:
Para que una mujer pueda concebir un hijo y llevarlo en su viente, ella debe… amar a su
marido como sólo ella puede hacerlo. Sólo a él… ¡Sólo a él! Ella debe amarlo con... con todo
el corazón. Ahí tienes. Ya lo sabes todo.
WENDLA:
¿Todo?...
FRAU BERGMAN:
Todo. Ahora vámonos
WENDLA:
¡Madre!.
Madre me hiciste,
madre no diste
formas de manejar lo que me hace mal.
(Escuela. Los Chicos sentados cada uno a su pupitre, recitando La Eneida de Virgilio. Se
van parando uno a uno para recitar. Herr Sonnenstich camina rodeándolos, escuchando.)
HERR SONNENSTICH:
Una vez más.
OTTO (Recitado):
... vi superum saevae memorem Iunonis ob iram...
HERR SONNENSTICH:
Mejor, Herr Lammermeier. Continue, Herr Zirschnitz.
GEORG:
... multa quoque et bello passus, dum conderet urbem.
HERR SONNENSTICH:
Herr Rilow. Desde el principio.
HANSCHEN:
Arma virumque cano, Troiae qui primus ab oris…
HERR SONNENSTICH:
Herr Robel. Y…
ERNST:
· .. Italiam, fato profugus, Laviniaque venit litora multum..
HERR SONNENSTICH:
Herr Stiefel.
(Moritz no responde.)
Herr Stiefel.
MORITZ :
¿Señor?
HERR SONNENSTlCH:
Continúe, por favor. (Moritz duda) Herr Stiefel...
MORITZ (Intentando):
... Laviniaque venit...
HERR SONNENSTICH:
¿Sí…?
MORITZ:
· .. Litora... multum enim
HERR SONNENSTICH:
¿"Multum enim"?
HERR SONNENSTICH:
Herr Gabor, no nos encontramos aquí hoy para hacer conjeturas sobre como debe leerse el
texto. El joven cometió un error.
MELCHIOR:
“Multum olim” introduciendo a “multa quoque”. Un paralelismo, señor, entre aquello que
Eneas ya ha sufrido en la guerra y el sufrimiento en tierra y mar por venir.
HERR SONNENSTICH:
Herr Gabor, desde el momento de la muerte de Virgilio se ha contaminado nuestro mundo
con más que suficientes comentarios críticos basados en la conjetura textual...
MELCHIOR:
Con todo respeto, señor, ¿está usted sugiriendo, entonces, que no hay más lugar para el
pensamiento crítico y la interpretación? De ser así, entonces, al menos nosotros...
MELCHIOR:
Sí… Sí, Herr Sonnenstich: “litora multum ille”.
HERR SONNENSTICH:
Muy bien. Todos ustedes junto con Melchior Gabor.
"Laviniaque venit...”
(Los Chicos recitan, y su recitación crece, se hace más alta, más insistente y sirve de
preludio a la canción. Representa la visión mental de Melchior. Canta como un rocker en un
concierto, desde su asiento)
Canción: Lo que sé
CHICOS:
Litora, multum ille et terris iactatus et alto Vi superum saevae memorem Iunonis ob iram;
Multa quoque et bello passus, dum conderet urbem,
Arma virumque cano, Troiae qui primus ab oris
Italiam, fato profugus, Laviniaque venit litora, multum ille et terris iactatus et alto vi superum
saevae memorem Iunonis ob iram; Multa quoque et bello passus, dum conderet urbe
MELCHIOR:
Lo que sé de ciencias y de historia
con horror anclado en mi memoria.
Si dudo, entonces me persiguen,
y lo peor de mí es la sentencia que consiguen.
HERR SONNENSTICH:
Muy bien hecho, señores. Y ahora continúen: “inferretque deos Latio”, las siguientes
siete líneas del viaje del Piadoso Eneas. ¡De memoria!
MELCHIOR:
De nada.
MORITZ:
De todas formas lo siento, no era necesario que…
MELCHIOR:
Piensa en lo que sufrió Aeneas…
MORITZ:
Pero debí haberlo sabido, “multum ille”… Es sólo que no pude dormir en toda la
noche. De hecho, yo sufrí la visita del más horrible y oscuro fantasma…
MELCHIOR:
¿Un sueño?
MORITZ:
Una pesadilla. Piernas femeninas... envueltas en encaje del color del cielo, que
trepaban sobre el podio del profesor.
MELCHIOR:
Ah, ese tipo de sueño.
MORITZ:
¿Alguna vez sufriste esas visiones mortificantes, Melchior?
MELCHIOR:
Por supuesto, Moritz. Todos las hemos tenido. Otto soñó con su madre.
MORITZ:
¡¡¿Qué?¿Realmente?!!
MELCHIOR:
Georg Zirschnitz soñó que lo seducía Fraulein Grossebustenhalter.
MORITZ:
¿Su profesora de piano?
MORITZ:
Dios, ¿a dónde está ese ángel
que me puede ayudar?
Mientras sufro en esta clase,
esta vida no da más.
Atrapado entre mis sueños
sin saber dónde escapar,
su visita me despierta
se que me va a rescatar.
Usaremos el instinto
y la magia explotará.
Te dirán que esto es pecado,
yo te juro no es verdad”
MORITZ Y CHICOS:
Esta puta vida.
OTTO:
Vivir es sufrir.
MORITZ Y CHICOS:
Tus manos nada más.
OTTO:
Es sufrir, ¡sí!
MORITZ Y CHICOS:
Esta puta vida
que no te bancás más.
GEORG:
Por las noches no descanso,
dando vueltas sin dormir:
Mi maestra frente al piano
y sus tetas frente a mí.
CHICOS:
Esta puta vida…
¡Ah, ah, ah, ah!
Todo sigue igual.
Todo sigue igual.
ERNST:
En las duchas del colegio…
HANSCHEN:
Bobby Maler, el mejor.
Me calienta sólo verlo.
ERNST:
Siempre es una tentación.
OTTO:
Quizás Marianna Wheelan
me de bola alguna vez.
HANSCHEN:
Quedás muy bien con todos,
y los cagás después.
TODOS:
¡Ah!
(Melchior se une a la canción.)
MELCHIOR:
Esta puta vida.
CHICOS:
Esta puta vida.
MELCHIOR:
Vivir bajo mi piel.
CHICOS:
En mi piel.
Es sufrir…
MELCHIOR:
Sentir que dios se fue
CHICOS:
Esta puta vida
MELCHIOR:
Mírame,
yo busco…
CHICOS:
Tratando de avanzar…
MELCHIOR:
Se escucha mi grito…
CHICOS:
Esta puta vida
desde que despertás.
Esta puta vida.
Vivo, vivo.
Sufriendo esta verdad.
Esta puta vida.
MELCHIOR:
Sabiendo que no hay más.
CHICOS:
Dios, ¿ya no hay más?
¡No es verdad!
Mierda, nada más.
HERR SONNENSTICH:
Caballeros, entreguen sus versos, y tomen sus efectos personales. Nos veremos
mañana, aquí, a las siete en punto.
OTTO (Saliendo):
Muchachos, yo me voy.
ERNST:
Yo también.
HANSCHEN:
Te acompaño, Ernst.
ERNST (Se detiene y voltea):
¿De verdad?
HANSCHEN (Sugestivamente):
Sí. Nos sumergiremos en Homero. Tal vez en Aquiles y, ¿por qué no un poco de
Patroclo?.
GEORG:
Melchior, Moritz.
MELCHIOR (Bromeando):
¿A practicar Bach?
GEORG:
A la profesora de piano no se la hace esperar.
MORITZ:
Melchior, sesenta líneas de Homero, infinitas ecuaciones cuadráticas… estaré
despierto toda la noche nuevamente, perseguido por otro de esos sueños. Y aún así
no voy a terminar.
MELCHIOR:
Ah, sí, tu sueño.
MORITZ (Horrorizado):
Melchior, ¿Por qué soy perseguido por piernas de mujer? ¿ Y por qué tengo esta
creciente convicción de que una parte oscura de mi destino yace entre ellas?.
MELCHIOR:
¿Aún no lo sabes?... Está bien, te lo contaré todo. Yo lo he sacado de libros, pero
preparate, eso hizo de mí un ateo.
Entonces...
MORITZ:
¡No! ¡No! ¡Aquí no! No puedo hablar de esto...
MELCHIOR:
¡Eres una señorita, eres una señorita, Moritz!
MORITZ:
Hazme un favor, escríbelo. Todo. Escóndelo en mi bolso después de la clase de
gimnasia, mañana... Si quieres, puedes agregar ilustraciones en los márgenes.
MELCHIOR:
¿De principio a fin?
MORITZ:
Todo.
HERR KNOCHENBRUCH:
Inconcebible, Fraulein Knuppeldick.
FRAULEIN KNUPPELDICK:
¿Herr Knochenbruch...?
HERR KNOCHENBRUCH:
Solamente mírelo... Melchior Gabor. Un joven de una capacidad intelectual distinguida.
FRAULEIN KNUPPELDICK:
Complemente distinguida.
HERR KNOCHENBRUCH:
Un joven que podría ser nuestro mejor alumno.
FRAULEIN KNUPPELDICK:
El mejor, Herr Knochenbruch.
HERR KNOCHENBRUCH:
Sin embargo ahí está, contaminándose, brincando por ahí con ese…ese…
FRAULEIN KNUPPELDICK:
¿Imbécil, neurasténico de Moritz Stiefel?
HERR KNOCHENBRUCH:
Gracias al cielo, el año entrante, el curso sólo puede tomar sesenta
(Tarde. Wendla, Martha, Thea, Anna y Adela caminan hacia casa, hablando y jugando
emocionadas.)
THEA:
Chicas, ¿saben qué me voy a poner para la boda de Greta? Un corset de encaje con
un lazo de satén…
ANNA:
Wendla, ¿qué vas a usar en la boda de Greta Brandenburg?
WENDLA:
Mi madre dijo que no podemos ir.
ADELA:
¡¿A la boda de Greta?!
MARTHA:
¿Porque se casa con el guardaparques?
WENDLA:
Mi madre piensa que es algo inapropiado.
ANNA:
¡Si ya están decorando la parroquia con orquídeas y crisantemos…!
WENDLA:
Mamá dijo no.
ANNA:
Yo sólo espero que tu madre apruebe al hombre que se case conmigo.
THEA:
¡Y al que se case conmigo!.
WENDLA:
Ya todas sabemos con quién quiere casarse Thea…
MARTHA:
¡Melchior Gabor!
THEA:
Bueno y sí… ¿quién no?
ANNA:
Es bastante buenmoso...
WENDLA:
Es tan maravilloso.
MARTHA:
Pero no tan maravilloso como el sensible y haragán Moritz Stiefel…
ADELA:
Martha ¿Cómo puedes compararlos, siquiera? Melchi Gabor, es tan rebelde ¿Saben
lo que se comenta?
(Todas las Chicas se juntan, ansiosas por escuchar.)
Que no cree en nada. No cree en Dios. No cree en el cielo. No cree en una sola cosa en este
mundo.
ANNA:
Dicen que es el mejor en todo: en Latín, en Griego, en Trigonometría…
THEA:
Y la mejor parte es que lo sabe, y aún así, no le importa.
Canción: Mi adicción
WENDLA:
En el medio de nada, el vacío total,
lo que más quiero es verte pasar.
MARTHA:
Es como amarte, triste y real.
ADELA:
No es lo mejor, pero es lo que hay.
ANNA:
Soy como tu amante,
o tu sombra quizás.
Voy siempre pensando
dónde estás, dónde irás…
THEA:
Yo quiero dejarlo,
pero pierdo el control.
Sos como una droga,
sos mi adicción.
CHICAS:
Cuando la tormenta ya pasó
el viento te hiela y todo se enfrió.
Pero en tus brazos,
siento calor.
Sos una adicción, mi droga sos vos.
FRAULEIN GROSSEBUSTENHALTER
Muy bien, Georg. Y ahora el preludio en DO menor.
HANSCHEN:
¿Has rezado ya, Desdémona? Tú, hermosa, que sumida en contemplación esperas...
HERR RILOW:
¡Hanschen! ¿Te encuentras bien?
HANSCHEN:
Es mi estómago otra vez, padre... pero estaré bien.
HERR RILOW:
¿Estás seguro?
HANSCHEN:
Sí, estoy seguro.
HERR RILOW:
Está bien.
HANSCHEN:
Oh, hermosa, no creas que tomo tu muerte a la ligera. La verdad es que apenas
puedo pensar en las largas noches que me esperan, y me carcome hasta los huesos
el verte yacer, inmóvil, mirándome tan inocente. Uno de los dos debe partir, ¿serás tú
o seré yo?...
FRAULEIN GROSSEBUSTENHALTER:
¡No, no, Georg! Por favor, una vez más, pero ahora con la mano izquierda.
HANSCHEN:
Muchacha, ¿por qué? ¿Por qué juntas tan fuerte tus rodillas? ¿Por qué, aún entre la
inescrutable eternidad? ¿No ves que es tu terrible castidad la que me lleva...?
HERR RILOW:
¡Hanschen! ¡Ya es suficiente!
HANSCHEN:
¡Sí, señor!
HERR RILOW:
Vete a la cama... ¡hijo!
HANSCHEN:
¡Un minuto más! ¡Por favor!... Un último beso... un beso en tus crueles rodillas...
FRAULEIN GROSSEBUSTENHALTER
Merci, si’l vous plait.
GEORG:
Perdón si no tiene nada que ver.
A mí me calienta si me haces doler.
HANSCHEN:
Si subo la música en mi habitación,
me inyecto de vos y vos sos mi canción.
ADELA:
En mil fantasías, yo me sumergí.
Las vivo, las pienso
y te quiero aquí.
ANNA:
Estoy descuidando
toda obligación.
Sos como una droga,
sos mi adicción.
CHICOS Y CHICAS:
Y te sigo hablando aunque no estás.
Me pierdo en tus brazos, me dejo llevar.
Tu cuerpo en llamas quiero probar.
(Tarde. Estudio de Melchior. Una lámpara en la mesa. Melchior está sentado solo,
escribiendo en su diario.)
MELCHIOR:
Sí, madre.
MELCHIOR:
¿Quién?...
MORITZ:
Perdón por la hora. Corrí como un fantasma para llegar.
MELCHIOR:
¿Dormiste durante todo el día?
MORITZ:
Estoy exhausto, Melchior. Estuve despierto hasta las tres de la madruga leyendo el
ensayo que me diste, hasta que ya no podía ver más.
MELCHIOR:
Siéntate, Moritz, fuma un cigarro.
(Melchior le pasa un cigarro a Moritz)
MORITZ:
Mírame. Estoy temblando. Anoche recé como Cristo en Getsemaní: “Dios, dame
tuberculosis, pero mantén esos sueños pegajosos lejos de mi”:
MELCHIOR:
Si tienes suerte, ignorará esa plegaria.
MORITZ:
Melchior, no puedo concentrarme en nada. Incluso ahora, siento como si… Bueno
puedo ver y oir claramente. Sin embargo, es todo tan extraño...
MELCHIOR:
Pero, Moritz ¿las ilustraciones que te di no ayudaron a iluminar tus sueños?
MORITZ:
¡Sólo multiplicaron todo diez veces! Ahora no solo veo piernas y encaje, no, ahora soy
perseguido por una gran vagina.
(Frau Gabor entra con una bandeja de té, Moritz se queda callado.)
FRAU GABOR:
Bueno, jovencitos, aquí está el té. ¿Cómo está usted, Herr Stiefel?
MORITZ:
Muy bien, gracias, Frau Gabor.
FRAU GABOR (Escéptica):
¿Melchior?
MELCHIOR (Burlándose):
Sólo mira, madre, mi buen amigo Moritz estuvo toda la noche despierto, leyendo,
como un condenado.
MORITZ:
Sí... y conjugando griego.
FRAU GABOR:
Debe cuidarse, Moritz. Seguramente su salud es más importante que el griego
antiguo. (Señalando los libros de Melchior) ¿Qué has estado leyendo,
Melchior?
MELCHIOR:
El Fausto, de Goethe.
FRAU GABOR:
¿El Fausto? ¿A tu edad?
MELCHIOR:
Yo sé que aun no puedo apreciar la totalidad de su hermosura, pero es sumamente
interesante...
MORITZ:
Atrapante.
FRAU GABOR:
Aún así, yo diría que… Supongo que ustedes tienen edad suficiente para saber que
es lo bueno para ustedes y que no, ¿no? (Suspiro) Estaré aquí por si me necesitan.
(Frau Gabor sale.)
MORITZ:
Tu madre es, realmente, extraordinaria.
MELCHIOR:
Sí, hasta que encuentra a su hijo leyendo a Goethe.
MORITZ:
Bueno, creo que se refería a la historia de Gretchen y su hijo ilegítimo.
MELCHIOR:
Exacto. ¿Ves cómo todos están fijados obsesivamente en su historia, Moritz? De
repente, es como si el mundo entero estuviera poseído por penes y vaginas.
MORITZ:
Bueno, yo lo estoy. Y más aun desde que leí tu ensayo. Eso que escribiste sobre la…
mujer... No puedo dejar de pensar en el hecho de... (Saca el ensayo) ¡Esto! ¿Es
cierto?
MELCHIOR:
Absolutamente.
MORITZ:
Pero, ¿cómo puedes comprender eso, Melchior? Lo que la mujer debe sentir...
MELCHIOR:
¿Entregarse a una persona? ¿Defenderte hasta que, finalmente, te rindes y sientes el
cielo que estalla dentro tuyo?
(Moritz asiente.)
Simplemente me pongo en su lugar. Moritz. Lo imagino.
MORITZ;
¡¿Realmente?! (Observando diferentes partes del diagrama.)
¿Imaginar lo que siente... una mujer?
Canción: Tócame
MELCHIOR:
¿Dónde voy, cuando sueño?
Sin recuerdos navegar…
Sólo me dejo llevar.
El viento guía
en su camino al mar…
MORITZ:
¿Dónde voy, cuando sueño?
Sólo puedo escuchar
melodías en tu voz
Me van llevando.
donde quiero llegar…
ERNST:
Tócame… sin pensar.
Así… sigue… hacia abajo.
No dudes, no.
No puedo más
hasta llegar a mi centro.
MORITZ:
Sí. Es realmente intimidante... digo… como saber si todo... mide...
MELCHIOR:
¿Mede lo suficiente?
(Moritz luce horrorizado.)
¿Si todo encaja?
(Aún más horrorizado,)
No, no es que yo haya...
MORITZ:
No estoy diciendo que yo no querría…
MELCHIOR:
¿Qué?
MORITZ:
Que querría que no... que nunca querría...
MELCHIOR:
¿Que nunca querrías...?
MORITZ:
¡Me tengo que ir!
(Moritz abruptamente sale de escena.)
MELCHIOR:
Moritz, espera…
(Pero se ha ido)
(Para sí mismo) Moritz...
FRAU GABOR:
Melchior, ¿qué ocurre?
MELCHIOR:
Nada, madre.
FRAU GABOR:
Pero Moritz se ha ido...
MELCHIOR:
Sí.
FRAU GABOR:
Se lo ve realmente muy pálido, ¿no crees? Me pregunto si, en verdad, el Fausto es lo
mejor para él.
OTTO:
¿Dónde voy, cuando sueño?
No más sombras que ahuyentar.
Con tu beso y nada más
no falta nada
si ya estás por llegar...
GEORG:
¿Dónde voy, cuando sueño? No más llanto,
nunca más.
En tus labios veo nadar deseos rotos
que se arrastran al mar...
CHICOS Y CHICAS:
MELCHIOR: Tócame…No hables
Tócame… sin hablar. Quiero sentir… que me
Y sentir, que me perdonas. perdonarás. Oh, oh.
Toma mi amor Oh, oh.
y mi calor. Vuelo en el viento.
Podrás volar como el viento.
Tócame,
GEORG: no hables, no pares,
Tócame, Sí y sentirte ya.
No hables, Quiero llegar…
no pares, no pares. uh, uh,
uh, uh,
Quiero sentirte, a lo prohibido.
Así llevame hasta llegar a lo Tócame
prohibido. sin pensar
hasta llegar a mi centro.
Oh… Ámame
Oh… sólo por hoy,
Ámame así. y así volar con el viento,
Uh, uh, uh… Con el viento,
Con el viento, Con el viento,
con el viento, Con el viento…
con el viento…
ESCENA 5
WENDLA:
¿Melchior Gabor?
WENDLA:
Mi madre está preparando licor de anís. Pensé que la sorprendería con unas hojas de anís
fresco. ¿Y tú?
MELCHIOR:
Éste es mi lugar favorito. Es mi lugar privado donde me dejo llevar por mis pensamientos.
MELCHIOR:
No, no. Por favor.
(Se detiene.)
Cuentame como has estado.
WENDLA:
Bien. Ha sido una mañana maravillosa. Con los miembros de la parroquia les llevamos
canastos con ropa y comida a los niños de los jornaleros.
MELCHIOR:
Aún recuerdo cuando solíamos hacer eso juntos.
WENDLA:
Deberías de ver como se iluminaron sus caras y les alegramos el día.
MELCHIOR:
De hecho, he estado pensando mucho sobre ese tema.
WENDLA:
¿En los jornaleros?
MELCHIOR:
No, en nuestros pequeños actos de caridad. ¿Qué piensas, Wendla? ¿Crees que nuestras
pequeñas acciones de beneficencia realmente pueden hacer una diferencia?
WENDLA:
Por supuesto. Tienen que hacerla. Sino, ¿qué esperanza le queda a esa pobre gente?
MELCHIOR:
No lo sé exactamente, pero me temo que la industrialización se está imponiendo
rápidamente contra ellos.
WENDLA:
Contra todos nosotros, entonces.
MELCHIOR:
Exacto... gracias.
WENDLA:
Yo creo que lo mejor para cada uno de nosotros, es lo mejor para todos nosotros.
MELCHIOR:
Wendla Bergman, te he conocido durante tantos años y nunca hemos tenido una verdadera
conversación.
WENDLA:
Tenemos tan pocas oportunidades ahora que hemos crecido
MELCHIOR:
En un mundo progresista, hombres y mujeres, todos, podríamos asistir juntos al mismo
colegio. ¿No sería eso sorprendente?
(En este lapsus intelectual, Melchior se ha abalanzado tanto sobre Wendla que ella
inconscientemente ha dado varios pasos para atrás.)
WENDLA:
¿Qué hora es?
MELCHIOR:
Deben ser casi las cuatro.
WENDLA:
Pensé que sería más tarde. Me detuve un momento y me recosté junto al arroyo, y,
simplemente, me dejé llevar por mis sueños… Pensé que sería… más tarde.
MELCHIOR:
¿Puedes quedarte un momento? Si te recuestas bajo esta sombra, y miras al cielo, tus
pensamientos se vuelven hipnóticos…
WENDLA:
Debo regresar antes de las cinco.
MELCHIOR:
Pero cuando estás aquí, una paz tan extraña, pero tan maravillosa se apodera de ti…
WENDLA:
Si... tal vez pueda quedarme un momento.
(Wendla y Melchior se sientan bajo el roble. La luz cambia y los envuelve sugerentemente.)
WENDLA:
Todo es tan irreal.
Busco palabras sin pensar.
MELCHIOR:
Uso teorías para llegar.
WENDLA Y MELCHIOR:
¿Podés oír la voz de tu cuerpo?
MELCHIOR:
No quiero más sentir.
WENDLA:
Rozo su piel casi sin querer…
MELCHIOR:
Busco su mano en mi juego cruel.
WENDLA Y MELCHIOR:
¿Podés oír la voz del deseo?
WENDLA:
Veo su mundo en mi piel.
MELCHIOR:
Verla en mis sueños y fantasear…
WENDLA Y MELCHIOR:
¿Podés escuchar mi deseo?
Sí, vas a lastimarme,
yo te voy a lastimar.
Sí, yo voy a herirte.
Sí, mi herida serás.
WENDLA:
Ya se está poniendo el sol, debo regresar.
ERNST:
¡Encontré a Moritz!
GEORG:
¿Dónde?
ERNST:
En la oficina del director.
OTTO (Señalándolo):
Miren. ¡Ahí viene!
(Moritz aparece.)
HANSCHEN:
No entiendo... ¿entonces te descubrieron?
MORITZ:
No, no, gracias a Dios.
ERNST:
Mírate, ¡estás temblando!
MORITZ:
De alegría. ¡De real y pura alegría! Si no... que me parta un rayo.
(Melchior entra.)
ERNST:
¡Melchior!
MELCHIOR:
Moritz, te he estado buscando.
GEORG:
Se escabulló dentro de la oficina del director.
MELCHIOR:
¿En qué estabas pensando?
MORITZ:
Tuve que hacerlo, Melchior...
MELCHIOR:
¡Moritz!
MORITZ:
¡Tuve que hacerlo! Pero tengo una buena noticia... ¡pasé!
HANSCHEN:
Sí, los exámenes de mitad de año, Moritz, solo eso.
MORITZ:
Bueno, sí, ahora todo se definirá con los exámenes finales. Pero, aun así, ¡sé que pasé! ¡Es
así como debe sentirse el cielo, Melchior!
(Melchior abraza a Moritz. Las luces centran la escena en la oficina de Herr Knochenbruch,
que está con Fraulein Knuppeldick.)
HERR KNOCHENBRUCH:
Bueno, bueno, Fraulein Knuppeldick.
FRAULEIN KNUPPELDICK:
¿Herr Knochenbruch?
HERR KNOCHENBRUCH:
Ahora que el imbécil, irritante, más que retardado...
FRAULEIN KNUPPELDICK:
Moritz Stiefel.
HERR KNOCHENBRUCH:
De alguna manera ha logrado pasar los exámenes de mitad de año, parecería que nos
encontramos frente a un verdadero dilema.
FRAULEIN KNUPPELDICK:
Ah.
HERR KNOCHENBRUCH:
Como ya sabemos, el año entrante el curso solo puede albergar sesenta alumnos. No creo
posible poder promocionar sesenta y uno.
FRAULEIN KNUPPELDICK:
Difícilmente, Herr Knochenbruch. Pero aguardemos los resultados de los exámenes finales
que se acercan.
HERR KNOCHENBRUCH:
¿Sí?...
FRAULEIN KNUPPELDICK:
Recuerde, seré yo quien los corrija.
HERR KNOCHENBRUCH:
Entonces, estoy seguro que el buen nombre de esta escuela estará a salvo.
(Herr Knochenbruch y Fraulein Knuppeldick intercambian una mirada
cómplice.)
ESCENA 7
(Tarde. Día ventoso. Wendla, Martha, Thea, Anna y Adela caminan tomadas del brazo.)
ANNA:
¡Tomemos el atajo!
ADELA:
No. Por el puente.
WENDLA:
¡Hace dos horas que no paramos de caminar!
THEA:
¡Vamos!
ANNA (Bromeando):
Me parece que alguien quiere ver si Melchior Gabor salió a pasear en su bote.
ADELA:
La última en llegar debe tomarse de la mano con Hanschen. (Las
chicas empiezan a correr.)
ANNA:
Ten cuidado, Martha, se ha desatado tu trenza.
MARTHA (Preocupada):
No...
THEA:
¡Dejala!.. ¿No es molesto día y noche? No puedes cortártelo, no puedes usarlo suelto
WENDLA:
¡Mañana traigo unas tijeras!
MARTHA:
¡No, Wendla, mi padre ya me pega lo suficiente!
WENDLA:
¿En serio?
MARTHA:
No, nada. No es nada.
ADELA:
¿Martha…?
ANNA:
Martha, somos tus amigas…
MARTHA:
Bueno, cuando yo no hago lo que él quiere…
ANNA:
¿Qué?
MARTHA:
Algunas noches mi padre se saca furioso el cinturón...
THEA:
Y, pero, ¿dónde está tu mamá?
MARTHA:
“Tenemos reglas en esta casa, y tu padre no será desobedecido”.
La otra noche corrí hacia la puerta. “¿Quieres salir? Me parece bien, ahí es donde vas a
pasar la noche... ¡en la calle!
ADELA:
¡No!
MARTHA:
Hacía demasiado frío...
ANNA:
Dios mío...
WENDLA:
¿Te pega con un cinturón?
MARTHA:
Con cualquier cosa.
WENDLA:
¿Con la hebilla?
ANNA:
¡No!
WENDLA:
Martha esas marcas son terribles.
ANNA:
Tenemos que contárselo a alguien...
MARTHA:
¡No, Anna!
ANNA:
Pero debemos hacer algo...
MARTHA:
¡No, por favor! Me echarían para siempre.
THEA:
Como lo que le sucedió a Ilse.
WENDLA:
¿Lo recuerdan?
ANNA:
Aun así...
MARTHA:
Anna, no. Solo piensen lo que ha sucedido con Ilse. Viviendo... quién sabe dónde y quién
sabe con quién.
WENDLA:
Desearía poder, de alguna forma, ocupar tu lugar.
ADELA:
Mi tío Klaus dice que si uno no disciplina a un niño, es porque no lo ama.
MARTHA:
Así debe ser.
ANNA:
Cuando yo tenga hijos, los dejaré ser libres, y ellos solos crecerán fuertes y sanos.
THEA:
Libres... ¿Cómo sabremos qué hacer si nuestros padres no nos dicen?
(Herr Bessel aparece en la sombra, y las chicas se van yendo una por una en el transcurso
de los primeros versos.)
MARTHA:
Hay una oscura verdad,
que ya no puedo ocultar…
HERR BESSELL: Martha, querida… Ponte el camisón lindo, el de botones azules, el que te
regalé.
MARTHA:
Decís; “Hora de dormir”,
y mamá está ahí,
como si no me viera,
como si no supiera.
ILSE:
Sin gritar, ya sé que está mal.
Sólo hay que jugar,
Sin respirar,
sin respirar.
ILSE Y MARTHA:
Mi dulce cuerpo.
(Las luces cambian, Moritz está en el patio de la escuela, y es convocado por Herr
Knochenbruch y Fraulein Knuppeldick.)
FRAULEIN KNUPPELDICK:
Herr Stiefel, ¿podríamos hablar un momento con usted, por favor?
(Moritz se queda paralizado.)
secreto.)
…un cuerpo unificado, casi militar, donde todo aquel que es débil, debe ser destruido...
WENDLA:
¿Melchior?
WENDLA (Tímida):
Estaba recostada junto al arroyo, pero te vi aquí...
MELCHIOR:
Sí.
(Pausa incómoda)
WENDLA:
Entonces…
MELCHIOR:
Entonces, el arroyo... ¿Soñando nuevamente?
WENDLA:
Algo así.
MELCHIOR:
¿Qué soñabas?
WENDLA:
Es tonto.
MELCHIOR:
No, cuéntame.
WENDLA:
Soñaba que era una niñita torpe y derramaba el café de mi padre. Y cuando veía lo que
había hecho, se quitaba furioso el cinturón y me azotaba.
MELCHIOR:
Wendla, esas cosas ya no ocurren. Sólo suceden en los cuentos.
WENDLA:
Martha es golpeada casi todas las noches. Al día siguiente, puedes verle las marcas de los
golpes. Es terrible. Realmente, te genera odio con solo oirlo.
MELCHIOR:
Alguien debería denunciarlo.
WENDLA:
Últimamente no puedo pensar en otra cosa que no sea eso.
¿Sabes? Nunca me han golpeado. Ni una sola vez... ni siquiera puedo imaginarlo. Debe ser
terrible.
MELCHIOR:
No creo que nadie lo encuentre placentero.
WENDLA:
He tratado de golpearme a mí misma, para saber cómo se siente realmente, por
dentro.
(Wendla ve una rama en el piso y la levanta.)
Esta rama, por ejemplo. Es fina y dura.
(Le ofrece la rama a Melchior y él la prueba al aire.)
MELCHIOR:
Te haría sangrar.
WENDLA:
Quieres decir, ¿si tú me azotaras con ella?…
MELCHIOR:
¿Azotarte?
WENDLA:
Sí.
MELCHIOR:
Wendla, ¿en qué estás pensando?
WENDLA:
Nada.
MELCHIOR:
Yo nunca podría pegarte.
WENDLA:
¿Y si yo te lo permitiera?
MELCHIOR:
Jamás.
WENDLA:
¿Y si yo te lo pidiera?
MELCHIOR:
¿Has perdido la razón?
WENDLA:
Martha me dijo...
MELCHIOR:
¡No puedes envidiar a alguien por ser golpeada!
WENDLA:
Pero es que nunca me han golpeado, en toda mi vida… nunca he sentido…
MELCHIOR:
¿Qué?
WENDLA:
Nada.
(No hay respuesta)
Por favor, Melchior…
(Se pone de espaldas. Él lo considera, y la golpea sólo rozándola
apenas.)
Melchior, no siento nada.
MELCHIOR:
Tal vez no lo sientas por el vestido.
WENDLA:
Prueba en mis piernas, entonces.
MELCHIOR:
¡Wendla!
WENDLA:
Vamos, por favor.
MELCHIOR:
Yo te enseñaré a pedir “Por favor”…
(La toma firmemente del brazo y la golpea fuerte.)
MELCHIOR:
¿Y ahora?
WENDLA:
A Martha le pegan con un cinturón. La hace sangrar.
(Melchior la golpea otra vez y otra vez, cada vez más fuerte.)
MELCHlOR:
¿Y ahora?
WENDLA (Miente):
Nada. No siento nada.
MELCHIOR:
¿Ahora?
WENDLA:
Nada.
MELCHIOR:
¿Y eso?
WENDLA:
Nada.
MELCHIOR:
¿No sientes nada? ¡Te voy a moler a golpes!
(Melchior la golpea, luego arroja la rama al suelo y tira a Wendla al piso, tan violentamente
que ella grita. De repente, se da cuenta de lo que ha hecho. Se va anonadado hacia los
árboles, olvidando el diario en el bosque.)
ESCENA 9
MORITZ:
¿Padre…?
HERR STIEFEL:
Moritz.
(Moritz se queda en silencio.)
¿Sí?
MORITZ:
Bien, yo me preguntaba, hablando hipotéticamente, que sucedería si…
HERR STIEFEL:
¿Sí?
MORITZ:
Si algún día... yo... reprobara. No es que haya...
HERR STIEFEL:
¿Acaso reprobaste?
MORITZ:
¡No, no! Solamente quería saber si...
HERR STIEFEL:
¿Reprobaste, no es así? Puedo verlo en tu cara.
MORITZ:
Padre, ¡no!
(Herr Stiefel abofetea a Moritz.)
Por favor…
HERR STIEFEL:
Bien, finalmente has llegado a esto. No puedo decir que me sorprende.
MORITZ:
Padre…
HERR STIEFEL:
Mi hijo reprobado.
(Moritz llora e intenta abrazarlo, pero su padre lo ignora o incluso
rechaza).
Gracias a Dios mi padre no vivió para ver esto.
ESCENA 10
(Se definen dos espacios simultáneos en escena: el estudio de Frau Gabor mientras ella
escribe una carta y la habitación de Moritz, que lee lo que ella escribe. Se alternarán a
medida que avance la canción.)
MORITZ:
Aja aja aja
Ya está, todo es al pedo al final.
Y todo mal ¿Querías más?
Si nada va a cambiar, ya me pasó.
FRAU GABOR: Espero no malinterprete esta carta como una falta de afecto, Herr Stiefel.
Pero, como madre de Melchior, es mi deber detenerlo ante esta pérdida momentánea.
MORITZ:
Y lo que a mí me jode más
dos lucas y zafé, ya está.
Y nada más me van a dar.
No va a importar si ya me sé el sermón.
FRAU GABOR: Si usted quisiera, podría escribir a sus padres para intentar convencerles
que ha trabajado duro el pasado semestre, y que un castigo muy severo ante esta
adversidad podría traer las consecuencias más graves.
MORITZ:
Querés gritar y no das más,
y nadie quiere contestar.
¿Y a quién le va a importar si explotás?
FRAU GABOR: Sin embargo, algo en su carta me perturbó y es su… ¿cómo llamarlo?
Amenaza encubierta que si no encontrara solución, acabaría con su vida.
MORITZ:
Okey, juguemos el papel
y hagamos que está todo bien.
Llamá a mis viejos si querés…
Ya no hay solución.
FRAU GABOR: Mi querido Moritz, el mundo está lleno de hombres intelectuales, científicos,
hombres de negocios que no han tenido éxito en la escuela escuela, sin embargo, han tenido
carreras brillantes.
MORITZ:
Si mi refugio ya no son,
Jamás lo fueron, menos hoy.
Si quiero escapar,
ya me da igual, ya me da igual.
FRAU GABOR: De todas formas, quiero asegurarle que su actual circunstancia no tendrá
efecto alguno en mi estima hacia usted, o en su relación con Melchior.
HANSCHEN:
Si nada va a cambiar
MORITZ:
Ya me pasó.
MORITZ Y OTTO:
Querés gritar y no das más,
y nadie quiere contestar.
OTTO:
¿Y a quién le va a importar…
MORITZ:
...si explotás?
MORITZ Y ERNST:
Querés gritar, reír, llorar.
Y no hay lugar donde escapar.
GEORG:
Sólo quedarás con tu dolor.
FRAU GABOR: Entonces, frente en alto, Herr Stiefel. Deseando recibir pronto noticias suyas
le escribe afectuosamente, su constante y maternal amiga, Fanny Gabor. (El espacio de
Frau Gabor queda a oscuras y los Chicos quedan en escena).
MORITZ:
Andá a cagar,
ya fue, ya está.
Querés seguir y no aguantás.
Un día de mierda es uno más.
Ya no hay nada más…
MORITZ Y OTTO:
No hay nada más…
(Melchior se revela disgustado por lo que le ha hecho a Wendla. Realiza una coreografía y
los chicos lo acompañan a modo de coro.)
CHICOS:
Enciendo la luz, y nada está mal.
No mirar, no pensar, no sentir, no tocar.
El ángel que estaba en la oscuridad
se metió en el azul de la noche invernal.
MELCHIOR:
No hay donde escapar de este cuerpo sin paz,
Y rotos en mi alma hombre y niño estarán.
Encuentro a mi sombra ahí en soledad.
Yo busco la llave de mi alma y no está...
CHICOS:
Los desechos del miedo que corren en mí
por fin se terminan si enciendo la luz.
Busqué en un instante, no hay más que pensar,
el miedo se pierde y lo malo se va.
MELCHIOR:
Del fantasma en mi mente no puedo escapar.
Y roto por dentro, mi niño estará.
No hay nadie que sepa cómo curar
a mi alma que llora en la oscuridad…
WENDLA:
Con que aquí estabas.
MELCHIOR:
Wendla, vete. Por favor.
WENDLA:
Se acerca una gran tormenta, ¿sabes? No deberías quedarte vagando aquí.
MELCHIOR:
Fuera.
WENDLA:
Todos se encuentran en la parroquia repasando el coral de San Miguel, yo me escapé.
MELCHIOR:
Ah, sí... bien.
WENDLA:
Tu amigo Moritz Stiefel, está ausente. Alguien dijo que ha estado desaparecido todo el día.
MELCHIOR:
Seguro ya ha tenido suficiente coro de San Miguel.
WENDLA:
Tal vez.
¿Sabes? Tengo tu diario.
MELCHIOR:
¿De verdad?
WENDLA:
Lo dejaste aquel día… Confieso que traté de leer algunas partes...
MELCHIOR:
Sólo déjalo... por favor.
WENDLA:
Lamento mucho lo que pasó, Melchior. De verdad, lo lamento. Y entiendo que estés enojado
conmigo. Realmente no quería...
MELCHIOR:
No sigas...
WENDLA:
Pero como no voy a…
MELCHIOR:
Por favor, no sigas.
Estábamos confundidos, simplemente... solo estábamos confundidos...
WENDLA:
No, fue mi culpa…
MELCHIOR:
¡No!. Fui yo... fui solamente yo. Algo en mí se encendió cuando te golpeé.
WENDLA:
¡Algo en mí también!
MELCHIOR:
Pero te lastimé.
WENDLA:
Sí, pero aún así…
MELCHIOR:
No sigas...
WENDLA:
Pero...
MELCHIOR:
¡No sigas! ¡Por favor!
Deberías irte, Wendla.
(Wendla se arrodilla junto a Melchior.)
WENDLA:
¿No quieres ir a la pradera, Melchior? Está oscuro y frío aquí. Podríamos correr bajo la lluvia
y empaparnos sin que nada nos importe…
MELCHIOR:
Perdóname…
WENDLA:
Todo es mi culpa.
(Wendla lo abraza)
MELCHIOR:
Wendla yo puedo escuchar latir tu corazón.
(Melchior intenta besarla. Apoyando su cabeza en su pecho)
Si es de día o de noche, no importa en donde esté, lo escucho.
WENDLA:
Y yo puedo oír el tuyo.
(Melchior se acerca un poco, y la besa)
¡Melchior!
No, espera, no…
MELCHIOR:
Wendla…
WENDL.A:
No, no, no deberíamos...
MELCHIOR:
¿Qué?
(No hay respuesta.)
¿No deberíamos qué? ¿Amar? No lo sé, ¿existe tal cosa? Escucho tus latidos…
Siento tu respiración en donde esté: en la lluvia, en el eno… Por favor, Wendla. Por
favor.
WENDL.A:
¡No, no, es que…!.
MELCHIOR:
¿Qué?
WENDL.A:
Es...
MELCHIOR:
¿Qué? ¿Es pecado?
WENDL.A:
No lo sé...
MELCHIOR:
¿Entonces por qué?.
(Wendla se aleja, luego asiente y lo abraza. Él intenta apretarse más a ella, pero ella lo rechaza
delicadamente.)
(Melchior toma más fuertemente su cintura y quiere introducir sus manos bajo su vestido.
Ella lo rechaza.)
WENDLA: ¡Melchior!
WENDLA: ¡Melchior!
Sólo yo.
ESCENA 1
(Anochecer. La Iglesia. La misma hora, el mismo día que en el final de Acto 1. Representa lo
que sucede en la Iglesia mientras Melchior y Wendla estaban en el granero.)
(La escena cambia, mostrando a Wendla y Melchior durmiendo juntos tras lo sucedido en el
acto anterior mientras el Padre Kaulbach continúa.)
Como bien sabemos, estas palabras pueden sonar anticuadas para nuestro oído moderno,
dudosas y viejas. Y sin embargo, debemos preguntarnos, cada uno de nosotros, dentro de
nuestro oscuro corazón: ¿en qué forma hemos honrado o deshonrado a nuestro padre, a
nuestra madre? ¿En qué forma nos hemos desviado, en cuerpo y alma, de la sabia
enseñanza de nuestros sacerdotes, nuestros maestros?
MELCHIOR:
¿Wendla te encuentras bien?
(Comienza una canción y los chicos y las chicas cumplen la función de coro. Wendla centra
la escena.)
WENDLA:
Algo ha comenzado, nada es igual.
Algo que siempre en la puerta esperó
ahora busca un hogar.
WENDLA:
Despertaré triste y en soledad.
WENDLA:
Esta es la edad de ser libres
Y a nuestros cuerpos se los culpará.
Tocar, nos hace volar,
y sentir que al latir
las almas van a susurrar.
Suspiros en la oscuridad
MELCHIOR:
El pulso se acelera,
todo va a comenzar.
En cada rincón de alguien nuevo que sos
los viejos miedos no están.
MELCHIOR:
Despertaré solo en la oscuridad.
(Los Chicos y las Chicas forman un coro en proscenio y el Padre Kaulbach vuelve a cobrar
importancia, terminando su sermón.)
PADRE KAULBACH:
Ah, pero hijos, hijos, ¿en qué formas hemos ocultado, escondiendo hasta de nosotros
mismos, los pactos secretos que hemos hecho con nuestros propios demonios?
(Un viñedo en la puesta de sol. A la distancia suenan las campanas de la iglesia. Hanschen
y Ernst caminan por el pasto.)
HANSCHEN:
Ven, es por aquí... Ya casi llegamos… Es justo aquí... ¿Y, qué piensas? ¿Te gusta?.
ERNST:
Sí, me gusta.
HANSCHEN:
¿Sabes? A este lugar suelo venir cada vez que quiero estar... solo . (Suenan campanas)
Esas campanas… se oyen tan pacíficas.
ERNST:
Lo sé. A veces, en las tardes como esta, silenciosas, imagino que soy el pastor de una
iglesia de pueblo. Con mi esposa y sus mejillas coloradas, mi biblioteca, mis estudios… Las
niñas y niños del pueblo se toman de mis manos cuando...
HANSCHEN:
No hablas enserio.
Honestamente, Ernst, ¡eres un sentimental! Lo piadoso y sereno de las caras que uno ve en
la iglesia son una gran farsa para esconder la envidia.
(Hanschen se acerca a Ernst.)
Créeme, hay solo tres finales posibles en el hombre. El permitir que el status quo lo venza,
como Moritz. El que quiere agitar la marea, como Melchior. O aquel que puede esperar el
momento oportuno y dejar que el Sistema trabaje para él. Como yo.
(Hanschen se acerca aún más.)
Imagina el futuro como un balde lleno de leche. Hay hombres que sudan y baten la crema
hasta convertirla en manteca, como Otto. Otros se ponen nerviosos, derraman la leche y
lloran todo la noche, como Georg. En cambio, yo, yo no. Yo soy un gatito, que simplemente
bebe la crema.
ERNST:
¿Simplemente bebes la crema?
HANSCHEN:
Exacto.
ERNST:
Pero, entonces ¿qué hay…?
(Hanschen lo mira seductor.) Hanschen... me estás viendo... ¿Qué? ¿Hanschen? (Las luces
cambian y Hanschen se inclina sobre Ernst.)
HANSCHEN:
La crema beberás,
entre mis labios lograrás
ver lo que sólo en tus sueños ves.
¿Podés oír la voz de tu cuerpo?
HANSCHEN: Mmm, Sí, lo sé, lo sé. Cuando miremos hacia atrás dentro de treinta años, esta
noche te parecerá increíblemente bella.
hablaríamos.
ERNST:
Sí, vas a lastimarme.
Yo, te voy a lastimar.
ERNST Y HANSCHEN:
Sí, yo voy a herirte,
sí, mi herida serás.
(Wendla, Melchior, los chicos y chicas aparecen en el coro. Mientras sucede este coral, Ilse
toma una carta de Melchior y se la lleva a Wendla).
MORITZ:
¡Suficiente, suficiente, suficiente!
MORITZ:
Qué placer ser una mosca y volar,
flotando por ahí sin nada en qué pensar.
No creo en la angustia.
Ya cumpli mi parte,
y si miro atrás,
ya no quiero más.
No creo en la angustia,
estuve ahí.
No la quiero,
no está en mí.
(La canción finaliza. Está atardeciendo, hay un río. Moritz está solo y saca una pistola de su
bolsillo. Ilse entra repentinamente y lo reconoce.)
ILSE:
¡Moritz Stiefel!
ILSE:
¿Se te ha perdido algo?
MORITZ:
¿Por qué me asustaste?
¡Maldición!
ILSE:
¿Qué buscas?
MORITZ:
Si sólo yo lo supiera…
ILSE:
Entonces, ¿De qué sirve buscar?
MORITZ:
Ilse... ¿por dónde has andado?
ILSE:
Priapia, ¿conoces? La colonia de artistas.
MORITZ:
Sí.
ILSE:
Ay, son todos unos viejos indeseables, Moritz. Tan… salvajes. Tan bohemios. ¡Todo lo que
quieren hacer es pintarme y disfrazarme todo el tiempo! Ese Johan Fehrendorf, es un
malvado. Siempre termina igual: tirando los atriles y persiguiéndome por todas partes,
dándome pequeños golpes con la punta de su pincel. Pero, claro, así son los hombres: sino
pueden clavarte una cosa, intentarán clavarte cualquier otra. ¡Dios, Moritz, el otro día
terminamos todos tan pero tan ebrios, que me desmayé en la nieve. Y me quedé ahí...
inconsciente... toda la noche. Y, luego, pasé toda una semana con Gustav Baum. Si, de
verdad, toda la semana inhalando ese... éter suyo! Hasta esta mañana, me despertó con una
pistola haciendo presión sobre mi pecho y me dijo: “Te mueves, y es tu fin”. Realmente me
dio escalofríos. ¿Qué cuentas tú, Moritz? ¿Aun en el colegio?
MORITZ:
Sí, termino este semestre.
ILSE:
¿Recuerdas cómo solíamos correr a casa y jugar a los piratas? Wendla, Melchior, tú y
yo.
ILSE:
Brisa suave que el verano trae.
El viento invernal
dibuja su silueta en el maizal.
En las hojas bailará la primavera.
Claro, en otoño
el viento persigue y sólo susurra,
quiere atraparte.
Con su pena, su tristeza
el viento frío llora y se va.
MORITZ:
Será mejor que me vaya.
ILSE:
Caminemos hasta mi casa. Juntos.
Buscaremos nuestros arcos y flechas, y jugaremos juntos, Moritz. Como en los viejos
tiempos.
MORITZ:
Fueron tiempos memorables. Jugando y escondiéndonos entre nuestras carpas indias.
ILSE:
Sí. Peinaré tu pelo y lo rizaré. Te prestaré un pequeño caballito de juguete…
MORITZ:
Desearía poder.
ILSE:
Y entonces, ¿por qué no?
MORITZ (Mintiendo):
Ochenta líneas de Virgilio, dieciséis ecuaciones y un ensayo sobre los
Habsburgo…
Canción: No creo en la angustia/Brisa Suave
MORITZ:
Quizás mejor
ser como un trapo al viento:
te cuelgan a secar, y así te quedaras
Y no importa donde te puedas
secar, si después se olvidarán
que estoy allí
ILSE:
No quieren más de mí.
Brisa suave que el verano trae.
Si yo sé, no creo en la angustia.
No la puedo entender, El viento invernal dibuja su
eso no es parte de mí. silueta en el maizal.
Conmigo no cuenten más.
No creo en la angustia. Brisa suave que el verano trae.
Ya cumpli mi parte, y si miro
atrás, El viento invernal dibuja su
ya no quiero más. silueta en el maizal.
No creo en la angustia,
Estuve ahí. Con las hojas bailará la
No la quiero, primavera
ya lo ves.
MORITZ:
Buenas noches, Ilse.
ILSE:
¿Buenas noches?
MORITZ:
Virgilio, las ecuaciones, ¿recuerdas?
ILSE:
Sólo una hora.
MORITZ:
No puedo.
ILSE:
Bueno, al menos acompáñame hasta mi casa.
MORlTZ:
Honestamente, desearía poder
ILSE:
¿Sabes? Para cuando por fin despiertes, yo estaré tirada sobre algún
montículo de basura
(Ilse sale)
MORITZ:
Por el amor de Dios, lo único que tenía que hacer era decir que sí. (La llama) ¿Ilse? ¿Ilse...?
¿Ilse...? ¿Ilse...?
(Espera. Quisiera correr detrás de ella, pero se ha ido. Se detiene en un punto, y se saca las
medias y zapatos mientras habla.)
Entonces, ¿qué les diré? Les diré, a todos los ángeles, que me embriagué en la nieve, y que
canté...y que jugué a los piratas... Eso les diré... Sí… eso les diré... Estoy listo, ahora. Seré
un ángel.
(Moritz suspira, observa la noche. Saca de su bolsillo la carta de la señora Gabor y la pistola.
A la mitad del parlamento tirará la primera al suelo.)
Hace diez minutos, se podía ver todo el horizonte. Ahora, sólo el crepúsculo. Las primeras
estrellas... tan frías, tan lejanas, tan oscuras... tan oscuras...
(Moritz quita el seguro a la pistola, y la pone en su boca. Apagón.)
ESCENA 4
(Un cementerio bajo la lluvia. El padre de Moritz, Herr Stiefel, está parado estoicamente al
lado de una tumba abierta. Frau Gabor se aproxima para dejar una flor. Mientras lo hace,
vemos a Melchior con luces de canción. Comienza a cantar, verbalizando los pensamientos
de Herr Stiefel.
Uno por uno, los Chicos y las Chicas avanzan para dejar una flor en la tumba de Moritz y
luego se acomodan en proscenio como un coro.)
MELCHlOR:
Sus manos frías apretás,
su ropa acomodás.
Fuiste injusto y cruel,
no supiste escuchar.
MELCHIOR:
Todo lo que no fue
quedó atrás.
Aquello que su madre
quiso para él,
y su padre no pudo expresar.
Oh!.
MELCHIOR:
Todo lo que soñó quedó atrás.
Las cosas que su madre
nunca enseñará
a ese hijo que ya no abrazará.
(Herr Stiefel se acerca para dejar su flor, pero duda. Melchior le pone una mano en el
corazón, y el hombre se quiebra y llora amargamente sobre la tumba de su hijo.)
HERR KNOCHENBRUCH:
Fraulein Knuppeldick.
FRAULEIN KNUPPELDICK:
¿Herr Knochenbruch...?
HERR KNOCHENBRUCH:
Debemos tomar recados inmediatamente si queremos evitar que se nos perciba como una
de esas instituciones afectada por la epidemia de suicidio adolescente.
FRAULEIN KNUPPELDICK:
Efectivamente, señor. Pero esta no será una guerra fácil. No sólo debemos enfrentar la
corrupción moral de nuestra juventud sino también la marcada sensualidad de estos tiempos
liberales.
HERR KNOCHENBRUCH:
No podría estar más de acuerdo con usted. Es una guerra, naturalmente habrá
bajas. Traiga al muchacho.
FRAULEIN KNUPPELDICK:
Por supuesto, Herr Knochenbruch.
HERR KNOCHENBRUCH:
Parecería ser, jovencito, que todos los caminos conducen hacia usted. ¿Sabe a lo que me
refiero?
MELCHIOR:
Me temo que yo…
HERR KNOCHENBRUCH:
…su padre buscó entre sus efectos personales y descubrió cierto escrito depravado y ateo
que dejó realmente clara...
FRAULEIN KNUPPELDICK:
...Realmente clara…
HERR KNOCHENBRUCH:
…la total corrupción moral del joven. Una corrupción que, sin lugar a dudas, empujó al
muchacho hacia su propio fin.
FRAULEIN KNUPPELDICK:
Sin duda, Herr Knochenbruch.
HERR KNOCHENBRUCH:
Me refiero, como usted sabrá, a cierto ensayo de diez páginas finamente titulado “El arte de
dormir con…” acompañado de, ¿cómo decirlo?, vivas ilustraciones.
MELCHIOR:
Herr Knochenbruch, si pudiera…
HERR KNOCHENBRUCH:
¿Comportarse como es debido? Claro. Eso sería un caso completamente diferente.
FRAULEIN KNUPPELDICK:
Completamente.
HERR KNOCHENBRUCH:
Por nuestra parte, hemos realizado una exhaustiva investigación alrededor de la letra de
este escrito obsceno y la hemos comparado con la de cada uno de nuestros alumnos...
MELCHIOR:
Señor, si usted pudiera señalarme, al menos, una sola obscenidad…
HERR KNOCHENBRUCH:
Usted debe responder únicamente las preguntas que se le formulen con un rápido y firme
“Sí” o “No”,
Melchior Gabor, ¿usted escribió este documento?
FRAULEIN KNUPPELDICK:
¿Usted lo escribió?
(Herr Knochenbruch y Fraulein Knuppeldick voltean y lo miran, esperando una respuesta.)
MELCHIOR:
Hay un punto en que sé… cagué.
Todo se acabó… lo destrocé.
Nada más que hacer, se terminó.
Y mi alma huyó, me abandonó.
OTTO:
Y lo que realmente me rompe las pelotas,
es que lo peor todavía no llegó.
Y te preguntás “¿Qué hice mal?”.
Nada. Sos solo una mosca que matan por matar.
GEORG:
Te jodés si no te movés.
No hay tiempo ya para pensar
HANSCHEN:
Y es peor decir que pensás…
CHICOS Y CHICAS:
Y ahora sí cagué,
no va más, ya fue,
de esta mierda no me escaparé.
Me destruirán, ya lo lograrán,
sabes que lo intentarán.
CHICAS Y CHICOS:
Blaa blaa blaa blaa blaa blaa blaa...
MELCHIOR:
Y es verdad, ya sé, quiero zafar.
Y mentir tal vez me pueda ayudar.
MARTHA
Sólo hasta que dejen de atacar.
Sólo hasta que puedas escapar.
Y ahora sí cagué,
no va más, ya fue.
De esta mierda no me escaparé.
Me destruirán, ya lo lograrán,
sabes que lo intentarán.
TODOS:
Blaa blaa bla bla, blaa blaa blaa blaa
Blaa blaa bla bla, blaa
Blaa blaa bla bla, blaa blaa blaa blaa blaa…
Blaa blaa bla bla, blaa blaa blaa blaa
Blaa blaa bla bla, blaa
Blaa blaa bla bla, blaa blaa blaa blaa blaa…
¡Jodido estás!.
ESCENA 6
(Wendla lee una carta de Melchior, mientras él se ubica en otra parte del escenario.
Representa su propia voz en la lectura.)
(Doctor von Brausepulver y Frau Bergman entran. Wendla esconde la carta bajo su manga.
El doctor trae una botella.)
FRAU BERGMAN:
Entonces, esto es todo, doctor, anemia.
FRAU BERGMAN:
¿Y las náuseas?
FRAU BERGMAN:
Por supuesto, doctor.
WENDLA:
¿Madre...?
FRAU BERGMAN:
Wendla, ¿qué has hecho? ¿A ti misma? ¿A mí?
(No hay respuesta.)
¿Wendla?
WENDLA:
Yo… no lo sé.
WENDLA:
El doctor von Brausepulver dice que estoy anémica.
FRAU BERGMAN:
Es muy probable. Vas a tener un hijo.
WENDLA:
¡Un hijo! Pero, ¡si yo no estoy casada!
FRAU BERGMAN:
Precisamente.
¿Qué has hecho, Wendla?
WENDLA:
No lo sé, madre, de verdad, no lo sé...
FRAU BERGMAN:
Yo creo que si lo sabes. Y ahora necesito saber su nombre.
WENDLA:
¿Su nombre? Pero...
(Dándose cuenta de repente)
¿Eso? Pero, ¿cómo pudo eso…? Yo sólo quería abrazarlo, yo solo quería estar cerca de
él…
FRAU BERGMAN:
No sigas, por favor, me estás rompiendo el corazón...
WENDLA:
¡Ay, por Dios!, ¿por qué no me lo dijiste todo?
(Frau Bergman abofetea a Wendla.)
FRAU BERGMAN:
Y ahora tendrás que decirme quién es.
(No hay respuesta.)
Wendla, estoy esperando.
(Wendla sitúa su vista en la distancia.)
¿Georg Zirschnitz?
(No hay respuesta.)
Entonces, ¿quién?
(No hay respuesta.)
¿Hanschen Rilow?
(No hay respuesta.)
¿Moritz Stiefel?
(No hay respuesta.)
¿Melchior Gabor?
(Wendla comienza a llorar silenciosamente.)
Oh, Dios, Wendla, ¿Melchior Gabor?
(No hay respuesta.)
¿Wendla…?
Canción: Susurrar
WENDLA:
Susurrar
de fantasmas que aúllan.
con tristeza bailarán.
Sombras son, ya sin piel.
Escuchar
Almas pobres se quejan.
Torpes pasos en la noche
de un dolor sin final.
FRAU GABOR:
No lo ha hecho.
HERR GABOR:
Escúchame.
FRAU GABOR:
¡Pero si te he escuchado! Melchior escribió un ensayo en el cual cada palabra es cierta. ¿Le
tememos tanto a la verdad que nos uniremos a las filas de tontos y los cobardes? ¿Torciendo
un acto inocente en evidencia en su contra? No enviaré a Melchior a un reformatorio,
colmado de degenerados y genuinos criminales, no.
(Herr Gabor luce dolido, y consternado.)
WENDLA:
A sus padres ves quebrar,
rompe sus corazones.
Y los otros
sin saber murmuran.
La iglesia da sermones.
HERR GABOR:
Ahora deberé romper tu corazón. (Sacando la carta de su bolsillo.) Ésta tarde vino a verme
Frau Bergman. Traía una carta que Melchior escribió a Wendla donde dice no siente ningún
remordimiento por lo que sucedió en el granero.
FRAU GABOR:
¡Imposible!
HERR GABOR:
Que espera encontrar nuevamente esa pequeña muestra de Paraíso.
WENDLA:
La verdad.
El error de una niña.
Arruinando así sus planes.
Ya pecó, sin pensar.
Soledad
en mi hogar en las sombras
de una luna que me juzga
esperando renacer.
HERR GABOR:
Lo horrible del caso es que Melchior sabía perfectamente lo que hacía y, tal como lo
demuestra en su ensayo, sabía el peligro de hacerlo, y aun así, lo hizo. Deshonrándose a si
mismo y a todos. Y casi destruyendo a esa chica.
Dime, Fanny, entonces ¿qué debemos hacer?
WENDLA:
A una niña él encontró,
inocente y adorable.
Y me toca
y lo dejo amarme,
y que esa sea mi historia.
Fantasear
y esperar que algún día
algo nuevo que se escucha
de un susurro llegará.
FRAU GABOR:
Lo que tú creas correcto. Un reformatorio.
(Herr Gabor se pone frente a Frau Gabor. Fija la vista en un punto, destruida. No son
enfocados más.)
ESCENA 7
(Un reformatorio. En una esquina oscura, Melchior abre una carta de Wendla.)
(Un grupo de Chicos del Reformatorio aparece. Melchior rápidamente pone la carta en su
bolsillo.)
DIETER:
Bien, cada uno de ustedes, animales, ponga una moneda.
RUPERT:
Reinhold puede poner por ambos.
REINHOLD:
¿Perdón?
DIETER:
Vamos, cálmense.
DIETER:
Rupert, Ulbrecht, ustedes también.
(Dieter junta todas las monedas y las pone en una pila. Hacen una ronda a su
alrededor.)
Entonces, el que le pega, se las lleva.
(Los chicos arman un círculo).
RUPERT:
Un momento, un momento (A Melchior) ¿Qué estás mirando?
REINHOLD:
¿Quién?
(Melchior se queda quieto.)
RUPERT:
Gabor.
DIETER:
Ah… solo quiere unirse a nuestro “deporte”.
MELCHIOR:
No, gracias.
RUPERT (Irónico):
Ay, no ¿para qué ensuciarse las manos?
DIETER:
Las guarda para cosas mejores.
MELCHIOR:
¿Qué quieren decir?
RUPERT (Irónico):
Era una “buena chica”, ¿no?
DIETER:
Se ve que nadie le enseñó al pobre niño para qué sirven las sirvientas.
RUPERT:
Estaba muy ocupado cogiéndose a su perra.
MELCHIOR:
¡Hijo de puta!
¿A quién perra? Hijo de puta...
(Melchior quiere golpear a Rupert, pero éste saca una navaja de afeitar y la pone contra su
cuello.)
RUPERT:
Tené cuidado, te podés cortar con la navaja.
MELCHIOR:
¡Imbécil!
DIETER (Acercándose):
Revisenle los bolsillos.
REINHOLD:
Capaz tenga dinero.
MELCHIOR:
¡Déjame!
MELCHIOR:
¡Animales!
MELCHIOR:
¡No, hijo de puta!
(Rupert golpea a Melchior y lo calla. La escena cambia. En un extremo del escenario, está Frau
Gabor. En el otro, Schmidt. Hablan a las paredes de sus costados como si estuvieran hablándose
desde dos lados diferentes de una puerta.)
SCHMIDT:
¿Es usted, Frau Bergman?
FRAU BERGMAN:
Sí, gracias por recibirme. Su nombre me lo dio un médico amigo. Mi hija…
SCHMIDT:
Sí, comprendo, comprendo. Escuche, ahora siga atentamente mis indicaciones. El jueves,
después del atardecer, tráigame a la niña, al número once de la Calle Gartenstrasse. En la
puerta que está debajo de la taberna golpee tres veces, tan solo tres veces.
FRAU BERGMAN:
Pero, mi hija… ¿El procedimiento es seguro?
SCHMIDT (Resignación):
Hacemos lo que podemos. Estamos en manos de Dios.
RUPERT (Sigue leyendo la carta, como si leyera un pasaje del Marqués de Sade):
“…En mi cama cada noche, tengo tantos sueños sobre un mundo mejor que construiremos
junto a nuestro hijo…”
MELCHIOR (Sorprendido):
¿¡Hijo!?
RUPERT:
¿Qué no lo sabías?. (A los chicos) Le dejó un cachorrito a la perra y no lo sabía.
DIETER:
Olvídense de las monedas. Esta vez, usaremos la carta.
(Dieter pone la carta en el medio de la ronda).
¡No, agarrenlo!
REINHOLD:
¡Atrápenlo! ¡Vayan por allá, nosotros rodeémoslo!
(Melchior se escapa del reformatorio y es perseguido por los Chicos. La escena cambia y muestra a
Wendla y a Frau Bergman en un callejón.)
WENDLA:
¡Madre! ¿A dónde vamos?
FRAU BERGMAN:
¡No preguntes!
(Frau Bergman la lleva hasta donde Schmidt espera. Le da algunos billetes.)
SCHMIDT:
Muy bien, Frau Bergman. El dinero... vamos, vamos...
WENDLA:
Madre, ¿qué es este lugar?... ¡Madre...!
FRAU BERGMAN:
Estaré contigo en todo momento.
(Cuando Schmidt toma su mano, Frau Bergman la deja ir. Él la toma y la arrastra fuera de
escena.)
WENDLA:
¡Mamá, no me dejes! ¡¡¿¿Mamá??!! ¡¡¡Mamá...!!!
ESCENA 8
ADELA:
Así que él no se ha enterado
MARTHA:
Esperando a Wendla…
THEA:
Pobre Melchior
ANNA:
Pobre Wendla.
ESCENA 9
MELCHIOR:
¿Wendla…? ¿Wendla…? ¡Wendla!
(No hay respuesta. Melchior suspira.)
Que tedioso. Pasas toda tu vida huyendo de la iglesia y mira donde terminas.
(Melchior se aproxima a una tumba, se arrodilla.)
Moritz, mi viejo amigo…
Bueno, a mí no me harán lo mismo. O a Wendla. Yo no lo dejaré. Construiremos un mundo
diferente, para nuestro hijo.
(Las campanas marcan la medianoche. Melchior se levanta y mira alrededor.)
Es medianoche… ¡Wendla! ¡Wendla! (Nadie responde)
Dios, las tumbas tan pequeñas.
(Se detiene, lee un epitafio)
“Aquí descansa con Dios, Wendla Bergman…” Wendla... Bergman... (Se inclina para leer
mejor) “Nació el 8 de… ¡Murió... de anemia! (Melchior se da cuenta de lo que pasó.)
Wendla... ¡Por Dios! ¿Wendla también? ¡No! ¡No! ¡Por favor, no!
(Cae doblegado, destruido. Comienzan a sonar acordes de piano. Moritz aparece.)
Canción: El saber
MORITZ:
El saber
de los que te dejaron…
Quedará
en vos el reencontrarlo.
MORITZ:
Sin ellos tu mundo se oscurece.
Y nada será igual
hasta que dejes que te encuentren.
MELCHIOR: Bueno, tú sí que tuviste la mejor idea, arrojar un poco de tierra y agradecerle a
su Dios.
WENDLA:
Con dolor
aquellos que has golpeado
te dirán que ya estás perdonado.
MELCHIOR: ¿Wendla?
WENDLA:
Y sientes
lo oscuro que amanece,
y todo lo que fuiste entre las sombras permanece.
MORITZ:
Aunque vos WENDLA:
creas que ya no están Y los vientos buenos no borran los
y que sólo hay salida en el final, llantos
sabrás que te acompañarán cuando Junto a vos
escuches su voz sonar. Solo en vos
(Melchior intenta otra vez cortarse con el filo, pero Wendla y Moritz amorosamente se lo
impiden.)
MORITZ Y WENDLA:
El saber de los que te dejaron.
Su canción se seguirá escuchando.
Te llaman como si aquí estuvieran,
y escucharás su voz
entre las brisas de esta niebla.
MELCHIOR:
Solo estoy, y siento su presencia,
y su voz, me negará su ausencia.
Estrellas que anuncian primavera,
y vientos de un verano que ninguno conoció.
MELCHIOR: estarás
Me llaman, en todo MORITZ:
Y como ayer voy a Y aún sabes que hay WENDLA:
seguir mucho más por dar, Y los vientos buenos
Mirame, ya oirás Un sueño más, y otro no borran los llantos.
Mi grito amor tendrás. Si creés
Si sabes creer en tu Estoy yo
verdad,y jamás solo no Junto a vos
(Melchior se acerca a los fantasmas de Moritz y Wendla, los abraza hacia sí.)
MELCHIOR:
Junto a mí estarán,
les daré un hogar,
en mi cuerpo los voy a adoptar.
Sin temer, sin frenar,
sin mirar atrás.
Sus sueños yo voy a contar.
Con ellos iré.
MORITZ Y WENDLA:
Con vos…
MELCHIOR:
Sus nombres diré.
MORITZ Y WENDLA:
Con vos…
MELCHIOR:
Sus gritos se escucharán.
MORITZ Y WENDLA:
Con vos…
MELCHIOR:
Aquí, aquí.
Conmigo estarán,
no los voy a dejar.
No los voy a dejar.
No los quiero dejar.
Mirame,
se escucha un grito…
mi grito que un día escucharán.
ESCENA 10
ILSE:
Una canción lo anunciará
Florecerá en verano
y las almas volarán.
Al cielo van, conocerán
Aquellas maravillas
Que jamás podrás soñar
TODOS:
Las almas sin temor
Se abrazarán al sol
Y así verás la tierra florecer
En su esplendor…
Y así es el gran milagro
Nació el verano.
FIN