Prosa Medieval

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04.

Prosa medieval

1. La prosa medieval
La prosa literaria escrita en castellano comienza más tarde que la épica y la lírica, pues los primeros textos en
prosa romance son textos históricos y jurídicos de época del rey Fernando III el Santo, sin carácter literario.

A partir del siglo XIII el romance comienza a sustituir al latín y se va incorporando a las colecciones de cuentos
y los tratados doctrinales y morales, tratados científicos… por la realización de obras originales en castellano o bien
por la vía de la traducción.

En este proceso es fundamental la labor realizada por Alfonso X el Sabio y la Escuela de Traductores de Toledo
que se constituye como punto de colaboración de judíos, musulmanes y cristianos, para la traducción, intercambio
y elaboración de textos de todo tipo. Su trabajo permitió la recuperación y conservación de una gran parte de la
cultura y el saber grecolatino, conservado en los textos árabes y hebreos, desconocido en su mayoría en Europa. En
lo que atañe a la literatura, es especialmente significativa la traducción de colecciones de cuentos de origen árabe
o indio, como Calila e Dimna, El collar de la paloma o Sendebar.

La prosa literaria con el tiempo se consolida dentro del ámbito cortesano, gracias a la obra de autores como el
infante don Juan Manuel o el canciller Pedro López de Ayala.

2. Alfonso X el Sabio
El rey Alfonso X, partiendo de la base puesta por su padre Fernando III, termina de convertir el castellano en
una lengua de cultura al fijar en sus líneas generales una norma lingüística, que se puede concretar en el
establecimiento de un modelo de prosa válido para la narración y la ciencia, el enriquecimiento del léxico y el
perfeccionamiento de la sintaxis.

Su obra se caracteriza sobre todo por dar mucha más importancia al contenido que a la forma, por lo que con
frecuencia resulta un tanto pesada. Gran parte de su obra no es exclusivamente suya, sino de sus colaboradores, a
los que inspira y dirige, muy especialmente en el marco de la Escuela de Traductores.

Su obra, que abarca distintas disciplinas, básicamente es la siguiente:

• Prosa:
a. Históricas: Estoria de España, General Estoria.
b. Jurídicas: Las Siete Partidas.
c. Científicas: Libros del Saber de Astronomía, Tablas alfonsíes, Lapidario (sobre las propiedades de las
piedras).
d. De recreo: Libro del ajedrez, dados y tablas o Libro de los juegos.
• Verso: Cantigas de Santa María (en gallego). Literariamente, son lo mejor de su producción.

3. El infante don Juan Manuel. El Conde Lucanor


El infante don Juan Manuel (1282-1349) vive fundamentalmente en la primera mitad del siglo XIV. Emparentado
con el rey (es nieto de Fernando III el Santo y sobrino de Alfonso X el Sabio) participa activamente en la actividad
política y en los asuntos de Estado, al mismo tiempo que se ocupa de la formación de los jóvenes que le rodean.

Es el primer autor de la literatura española con conciencia plena de escritor: se muestra preocupado por la
conservación y transmisión de su obra, por tener un estilo propio, por el cuidado de la forma, y por dejar su nombre
unido a sus obras.

Literariamente se caracteriza por la planificación del orden y del contenido de sus libros. Buscando llegar a sus
lectores, hacer agradable la enseñanza (docere et delectare), cuida extraordinariamente el estilo, como se ve en:

• La selección del vocabulario o el empleo de variaciones estilísticas.


• Su prosa es culta, cuidada, concisa (emplea el menor número de palabras posible).
• Frecuente uso de la ironía.

Por lo demás, partiendo de la finalidad didáctica-moral de sus obras, se inspira en la moral cristiana y en los
principios y conceptos tradicionales. En ese sentido, hay que recordar que sus obras se dirigen fundamentalmente
a la nobleza, tratando cuestiones que atañen sobre todo al gobierno del Estado y de sus súbditos. Así, los temas son
muy variados, pero se centran en la paz, la guerra, las virtudes, los vicios, la amistad, la honra, la salvación del
alma…). Y ante los distintos problemas propone ejercitar la prudencia y la astucia.

Sus obras se ajustan al modelo del “espejo de príncipes”, es decir, obras que proponen modelos de conducta
para la educación de los hijos de los nobles. Sin contar las obras perdidas en el incendio del castillo de Peñafiel, las
más destacadas son el Libro del caballero et del escudero, el Libro de los estados, el Libro infinido, el Libro de las
armas y, por supuesto, el Libro de los enxiemplos del conde Lucanor et de Patronio, o simplemente El conde Lucanor.

El conde Lucanor
Es la obra más original de don Juan Manuel. Consta de dos prólogos y cinco partes. De esas cinco partes, la más
extensa y conocida es la primera, que consta de 51 relatos o apólogos. Las cuatro partes restantes recogen en
sentencias de origen culto un contenido moral semejante al de los cuentos.

Los cuentos no son originales de don Juan Manuel sino que los toma de la tradición, usando para eso como
fuentes colecciones de cuentos orientales, la Biblia, obras clásicas griegas o latinas…, y consigue hacer sus relatos
verosímiles y cercanos fijándose en la vida diaria, en el contexto geográfico donde él vive, igual que sus lectores,
convirtiendo así el relato en un cuadro vivo de humanidad y gracia literaria.

Los temas, igual que en el resto de su obra, son de carácter moral, es decir, vicios, virtudes, costumbres… que
ha de cuidar o evitar el buen príncipe, especialmente en el gobierno de los que dependen de él.

Todos los cuentos presentan la misma estructura, de modo que el conde plantea a su consejero Patronio un
problema, y Patronio efectivamente le acaba aconsejando por medio del relato del que extrae una enseñanza. Las
partes son las siguientes:

1. El narrador presenta al conde Lucanor y a su consejero Patronio.


a. El conde expone un problema a Patronio y le pide consejo.
b. Para ofrecerle el consejo, Patronio dice que va a narrar un cuento.
2. Patronio narra el cuento.
3. Patronio le da al conde el consejo que se desprende del cuento. Al conde le parece bien el consejo y se
dispone a ponerlo en práctica.
4. El autor (don Juan) indica que le gusta el relato, por lo que lo incluye en su colección y resume la enseñanza
en un dístico con la moraleja.

Con respecto a los personajes, partiendo una vez más del carácter didáctico de la obra y considerando además
que busca entretener, son cercanos, visuales y representativos de la época, con una dimensión psicológica
desconocida en la época. Con frecuencia, los personajes tienen un enfoque humorístico o irónico.

En cualquier caso, hay que distinguir entre los personajes del libro, que aparecen en todos los cuentos, y los de
cada cuento. Así, en todos los relatos del libro aparecen el conde Lucanor, su consejero Patronio y el mismo don
Juan Manuel, quien al final valora el cuento y realiza la moraleja. Por el contrario, en cada uno los cuentos aparecen
personajes diferentes, y ahí entran todos los estamentos sociales: nobles, pobres, campesinos, artesanos…
personajes de toda condición y oficio, incluso personajes históricos o legendarios, de distintas religiones, y animales,
buscando hacer un relato verosímil y cercano al lector.

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