Resumen Capítulo V
Resumen Capítulo V
Resumen Capítulo V
De la Reconquista a la Ilustración
Alumno: Jesús Sánchez Balaguer
RESUMEN CAPÍTULO V.- El Gótico en el reino de Murcia
donde la redención o liberación de cautivos era una empresa importante, lucrativa y heroica. En el
exterior de la capilla , apenas perceptible, aparece una figura solitaria del apóstol Santiago.
Este monumento es de un naturalismo absolutamente vivo y palpitante y con la piedra se realiza una
escultura monumental y fantástica. Todos los huecos ciegos, hornacinas y capiteles, y el relieve
central con un Crucificado, son cubiertos en su fondo con flores marinas casi planas. Los relieves de
las ventanas superiores simulan llamas. Quedaron las ménsulas vacías bajo doseletes ( 4 en la triple
portada de acceso y 12 en los parámetros interiores. Hay también una serie de formas vivas
entrelazadas con la decoración vegetal, como los grifos afrontados a ambos lados de una copa, en
los fondos de los nichos de la parte superior o los muchos animalillos que surgen entre los follajes
que enmarcan arcos y puertas. Todo esto pertenece al mundo del último Gótico dc los artistas
flamencos y españoles que trabajaron en la corte de los Reyes Católicos y en los círculos
nobiliarios.
Las parroquias del Gótico
La fuente escrita que describe un sistema vertebrador consistente y el asentamiento del modelo
cristiano es el documento elaborado por el obispo Comontes en el siglo XV: Fundamentum
Ecclesiae Carthaginensis. Los edificios musulmanes existentes se aprovecharon, adaptándolos a los
nuevos fines. Las viejas mezquitas se convertían en modestas parroquias y con el tiempo fueron
sustituidas por iglesias erigidas sobre sus viejos solares.
En este mismo siglo XV se levantaron las grandes parroquias de Santa María de Chinchilla, Santa
María de Lorca, Santiago de Jumilla, de Almansa, la colegial de Orihuela, luego catedral, Santiago
de Orihuela y la renovación del convento murciano de Santa Clara la Real. Predomina el modelo de
nave única, salvo en Santa María de Lorca o en la colegial de Orihuela. Se imponen en los edificios
religiosos las grandes bóvedas, las ménsulas esquinadas, las capillas embutidas en los contrafuertes,
los nervios torsos de perfil aristado, herencia del Gótico levantino, o moldurados a la moda
castellana, se van imponiendo en edificios religiosos y civiles, produciendo una sensación de
simplicidad espacial, clara y luminosa, en armonía con la decoración de las cubiertas. Cuando en el
siglo XVI Jerónimo Quijano introdujo el lenguaje clásico en la arquitectura, la configuración de sus
cabeceras en Chinchilla, Jumilla y Orihuela se nutrió de la diafanidad de las naves surgidas en el
Gótico. La simplicidad de los espacios de las iglesias mudéjares, con nace única, arcos transversales
y cabecera plana contrasta con la complejidad de sus cubiertas y con la necesidad de contar con
maestros adiestrados en su trazado y ejecución. En muchas de aquellas iglesias queda el recuerdo de
su advocación, relacionada con la protección de vidas y cosechas. En época de guerras, epidemias o
inundaciones, la invocación a los santos taumatúrgicos se hizo más intensa. Así, algunas viejas
parroquias o iglesias mudéjares de Lorca, Mula o Yecla quedarían puestas bajo la protección de San
Sebastián, San Roque o San Cristóbal, santos sanadores y talismanes contra la peste. Puede decirse
que cuando en 14507 don Pedro Fajardo finalizó su capilla familiar en la catedral de Murcia el
Gótico alcanzó su auténtica cima. La paz de Granada abrió un nuevo marco de relaciones artísticas.
La escultura Gótica
No hay muchas obras en este período, pero sí un muestrario en el ámbito monumental, como la
decoración de la catedral en sus distintas fases, la ornamentación de la capilla de los Vélez y las
obras de carácter devocional. También se importó desde Inglaterra un alabastro destinado a la
llamada catedral vieja de Cartagena. Las primeras esculturas góticas estuvieron unidas al recuerdo
de la presencia cristiana consolidada tras la reconquista. Ejemplo, la Virgen de la Arrixaca.
Ornamentación y escultura en la catedral
En un lugar eminente del coro frente a la silla episcopal, un obispo yacente representa a Peñaranda
revestido de la dignidad episcopal. El escultor, de la escuela toledana de Ferrán González, siglo
XIV, introdujo el báculo inspirado en Limoges, la heráldica real castellana y un rostro de amable
quietud de una juventud intemporal idealizada. A lo largo del siglo XV se logró la mejor escultura
monumental. Se labraron dos portadas, la de los Apóstoles, iniciada en 1463 en el muro sur, sobre el
solar de la antigua quibla, y otra a poniente, la de la Anunciación, todavía encerrada tras un muro,
en las proximidades del pasadizo del obispo. La puerta de los Apóstoles tiene su homónima en la
catedral de Valencia y se trazó con un único vano, dividido por un parteluz, en torno al que giran
concéntricas arquivoltas con decoración escultórica y voluminosas efigies de los apóstoles Pedro,
Pablo, Andrés y Santiago sobre el zócalo que hace de basamento. Tiene similitudes con la
parroquial de Santa María de Requena, lo que la sitúa entre las obras propias del mundo
mediterráneo y entre las realizaciones monumentales más interesantes de la diócesis de Cartagena.
Las figuras de los apóstoles forman monumentales parejas a modo de guardianes del templo. Los
rostros y expresiones denotan individualización, lo que contrasta con la severidad de los ropajes, de
líneas paralelas y de geométricas incisiones; sin embargo, los doseletes muestran una delicada y
sutil labra. Mayor calidad en los ángeles músicos y los reyes de Judá, dispuestos en el sentido de las
arquivoltas. Un rosetón de cardina afiligranada reproduce fielmente, con una exquisitez cercana a la
orfebrería, los delicados tallos, los arcos trilobulados y los delgados baquetones.
Las paredes del polígono que forman planta y alzado en la capilla de los Vélez son una sinfonía
escultórica. Grandes y recortadas cardinas, elegantes arcos y almenas, quimeras y seres
monstruosos trepan sobre delgados pilares hasta lograr la sensación de tapiz pétreo.
La devoción mariana
Una de las figuras de mayor devoción fue la de la Virgen de la Arrixaca, vinculada a la figura de
Alfonso X el Sabio y sus milagros narrados en las Cantigas. Desde la segunda mitad del siglo XIII
hasta principios del siglo XVI la figura de la Virgen se hizo frecuente, con sus advocaciones
marianas de templos, santuarios y ermitas (Virgen del Rosell en Cartagena, Virgen de las Huertas en
Lorca o la de Aledo). Excepcional y diferente a las anteriores es la de las Mercedes, en Puebla de
Soto, en plena huerta; Virgen de misericordia, que extiende su manto sobre un grupo de fieles que
se acogen a su protección. Por último, citemos a la Virgen del Cuello Tuerto, o de los Remedios del
convento de la Merced en Murcia.
El alabastro de la Catedral Antigua
Existió hasta 1871 un retablo en alabastro de origen inglés, perteneciente a la catedral vieja de
Cartagena, que fue donado por el ayuntamiento de aquella ciudad al Museo Arqueológico Nacional,
donde se conserva. Son siete relieves que representan el Nacimiento de la Virgen, la Presentación de
la Virgen en el Templo, Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, los Desposorios, la Anunciación, la
Adoración de los pastores y la Circuncisión. Asignado al último cuarto del siglo XIV y relacionado
con González Simancas. Conserva restos de policromía y determinados detalles ornamentales.
La pintura Gótica
Debió alcanzar durante el siglo XV un notable grado de desarrollo. Se ha gran cantidad de obras,
habiendo quedado en la actualidad reducida a los dos grandes retablos catedralicios, el de Bernabé
de Módena y el de Puxmarín. Se recuerda la actividad de pintores como Bartolomé Barón, los
maestros Felipe y Juan, Alfonso Santacruz, maestro Diego, Pedro Flores, entre otros. Y se
fabricaron de pincel retablos para San Bartolomé de Murcia, San Jorge de Lorca, San Lorenzo de
Murcia o San Lázaro de Alhama.
Las Cantigas del Rey Sabio
Sólo dos códices contienen miniaturas -el del Escorial y el de Florencia- y en ambos hay expresas
relaciones con Murcia. El primero contiene la Cantiga de la Arrixaca y el segundo ilustra la
creación de la Orden de Santa María del Mar, con sede en Cartagena. Las Cantigas fueron
elaboradas a lo largo de tres decenios y en varios de esos años el monarca residió en Murcia.
Los retablos de Bernabé de Módena
La familia Manuel encargó a este pintor, nacido en 1335, estos retablos que el pintor realizó en
Génova. Son el de la Virgen de la Lecha y el de Santa Lucía. El primero tiene cinco tablas de doble
registro, presididas por la titular que le da nombre, dos escenas (Anunciación y Juicio Final),
flanqueadas por Santa Ana y La Magdalena, y en el registro inferior San Nicolás de Bari y San
Antón en los extremos y Santa Lucía y Santa Clara junto a los donantes. El segundo retablo narra la
vida de Santa Lucía inspirada en la Leyenda Dorada. Ambos retablos ocuparon la capilla Manuel.
El de Santa Lucía es de naturaleza narrativa y ha conservado la crestería, en cuyo centro aparece un
calvario con otros donantes. Los hechos relatados cuentan la historia de la santa, desde la aparición
de Santa Ágata hasta el martirio de Lucía, sus milagros, la profecía del final del reinado de
Diocleciano, la renuncia a contraer matrimonio con el cónsul Pascasio y la última comunión
recibida.
El Políptico de Puixmarín
Es la obra más importante del siglo XV pintada para Murcia con destino a la capilla del deán
catedralicio don Pedro de Puixmarín. El contenido narrativo de este retablo parece estar relacionado
con el ambiente de efervescencia religiosa despertado en la ciudad por las predicaciones de San
Vicente Ferrer. El políptico tiene como centro la monumental figura de San Miguel, sobre el que
aparece un calvario. Es de tres calles, separadas por delicados soportes acabados en pináculos con
cresterías de cardinas, en las que se incluye el blasón del deán. En el remate, a ambos lados, dos
tablas representan la Anunciación. El resto de las pinturas muestran la historia del arcángel en sus
distintos niveles de participación y presencia, permitiendo una lectura de arriba a abajo y de
izquierda a derecha. Las primeras escenas aluden a la epopeya librada durante la rebelión de los
ángeles y su expulsión del Paraíso, en la que San Miguel es el capitán de las milicias celestes. El
santo es presentado como conductor de las almas al Paraíso, cuyas almas pesa en la balanza e
intercede por ellas. El final muestra las apariciones del arcángel a los humanos, especialmente al
pastor del monte Gargano, el milagro de la curación de una flecha clavada en uno de sus ojos y la
solicitud al obispo de Siponto para que, en la altura, levante una iglesia en su honor. Como el
Hermes clásico San Miguel conduce a las almas, es el Psichopompos, que las lleva ante el Juez
Supremo en su condición de enlace entre el mundo físico y el sobrenatural. También está inspirado
en la Leyenda Dorada.
Las artes suntuarias durante el Gótico
Orfebrería y rejería. Por desgracia se han perdido, según los inventarios catedralicios, muchas
piezas dedicadas al culto y vasos sagrados. Plateros y rejeros ubicaron sus talleres en zonas urbanas
identificadas con su actividad artística. Se agruparon bajo la advocación de San Eloy, garante de sus
derechos y deberes y firme defensa contra los fraudes. La platería murciana dependía de la
valenciana, de cuya marca es ejemplo el el cáliz gótico de la catedral, de la segunda mitad del siglo
XV. La cruz de cristal de roca, que combina cristal de roca tallado en facetas engarzado a los
soportes de plata sobredorada, y la custodia, que tiene forma de templete a la moda aragonesa, sobre
pie cuadrilobular con astil de tracería y nudo con torres caladas y pináculos, pertenecen a la fábrica
de Santa María de Lorca y se atribuyen a Mateo Danyo, platero valenciano. El espectacular segundo
cuerpo de esta última está flanqueado por elegantes ángeles de desplegadas alas y una torre que
contiene la figura de un Ecce Homo. En este mismo siglo, gran época del arte gótico en la vieja
diócesis de Cartagena, se crearon suntuosas obras de rejería. El artista más cualificado y gran
representante de la rejería murciana fue Antón de Viveros, que diseñó obras para la catedral de
Murcia, Chinchilla y Orihuela. Las dos que realizó para el presbiterio y el coro de la catedral
murciana estaban destinadas a cubrir los grandes arcos torales abiertos en esos dos ámbitos. Sobre
grandes pantallas transparentes de varales, Viveros introdujo unos seleccionados repertorios
ornamentales en las puertas de ingreso, arcos conopiales de enroscados cardos, dragones de
dentadas y recortadas alas y frisos de cardinas, en consonancia de las realizadas por el taller de
Diego Sánchez de Almazán. En uno de los frisos de la reja puso el rejero su nombre y la fecha de
ejecución, 1497.