Ideología y Percepción de La Realidad

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Ideología y percepción de la realidad.

El
caso del 8 de Marzo

Jesús González Requena


(Universidad Complutense de Madrid)
Lorenzo J. Torres Hortelano
(Universidad Rey Juan Carlos)
de esta edición: gonzalezrequena.com, 2021

El presente texto ha sido rechazado por las siguientes revistas


científicas:
Comunicar Revista Científica, Profesional de la Información, Political
Communication, Politics, Journal of Women, Politics & Policy,
Communication & Society, Revista Latina de Comunicación Social.

Motivos aducidos: incumplimiento de las reglas formales, en la mayor


parte de los casos. Falta de rigor científico en algún otro.

Cabe otra posibilidad: la incorrección política de los datos presentados.


(*)

 Resumen

 Las ideologías y lo real

 La no suspensión de los actos públicos del 7 y 8 de marzo

 El posicionamiento a posteriori del Gobierno

 Datos y tiempos vs discurso del Gobierno

 La ideología como pantalla encubridora

 Ideología y distorsión de la percepción de la realidad

 La posición de los medios de comunicación

 De la ideología a la concepción del mundo

 De la concepción del mundo al clan identitario


 Un dudoso escorar del movimiento feminista

 Conclusiones

Resumen

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La semana del 16 al 24 de febrero de 2020 tuvo lugar una reunión


internacional de la misión conjunta OMS-China en cuyo informe final
(2020: 21) se recomendaba, a los países que empezaban a tener
casos de infectados por la Covid-19, la activación de los protocolos de
máxima emergencia sanitaria necesarios para su detección y cura, así
como la información a la población de la gravedad de la situación. Ello
sucedía tres semanas antes del 8 de marzo, fecha en la que habrían
de tener lugar en España las manifestaciones feministas con ocasión
del Día Internacional de la Mujer. (**)

El presente trabajo estudia el contexto informativo en el que el


Gobierno español tomó la decisión de no suspender los actos públicos
masivos convocados para el fin de semana en el que se habría de
celebrar las citadas manifestaciones feministas y sostiene que ciertos
intereses políticos ―del actual Gobierno de España―, así como
ciertos presupuestos ideológicos ―predominantes en las citadas
manifestaciones― pudieron determinar la no suspensión mencionada.
Para justificarlo, se procede en primer lugar a contrastar la información
contenida en las portadas del diario progubernamental El País en las
fechas decisivas de la crisis sanitaria con las declaraciones realizadas
a TVE por el Ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana,
José Luis Ábalos, el día 1 de junio de 2020, contempladas como
ejemplares del discurso construido por el Gobierno para justificar su
demora en la toma de las medidas señaladas en aquel momento. El
resultado de este análisis comparado permite demostrar que el 8 de
marzo de 2020 el Gobierno contaba con la suficiente información que
aconsejaba la suspensión de las manifestaciones feministas, tanto
como las del resto de los grandes actos públicos que tuvieron lugar en
aquel fin de semana.

Todo ello hace del caso uno idóneo para el estudio de la relación entre
la ideología y la percepción de la realidad, por lo que a continuación,
se aborda el análisis de los factores políticos e ideológicos que
demoraron la puesta en práctica de las mencionadas medidas
sanitarias, y se propone la tesis de su relación directa con un tipo de
ideología que es caracterizada como la propia de un clan identitario.

Las ideologías y lo real


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El País, 25/2/2020

De pronto lo real emerge como estallido de lo imprevisto, de lo que,


por inesperado, hiende y quiebra la realidad, en tanto universo de lo
previsible. Pues lo real es, por definición, lo que no se quiere ver. Y,
así, los individuos se defienden aferrándose a la realidad que conocen,
tratando de invisibilizar con ella, con lo que en ella están
acostumbrados a prever, las hendiduras por las que lo real apunta.
En ese ámbito, las ideologías aparecen, por su carácter discursivo y
sistemático, como pantallas a las que es tentador aferrarse para
invisibilizar eso que no se quiere ver.

A este propósito presentamos, en lo que sigue, un estudio de caso.

La no suspensión de los actos públicos del 7 y 8


de marzo
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Todo parece indicar ―en lo que sigue ofreceremos datos precisos


sobre el asunto― que la no suspensión de los actos públicos previstos
en España para el fin de semana del 7 y 8 de marzo de 2020 fue un
grave error que facilitó considerablemente la expansión de la
pandemia en España.

Actos deportivos, culturales, políticos y, sobre todo, las


manifestaciones feministas del 8 de marzo, Día Internacional de la
Mujer, constituyeron eventos masivos que no solo congregaron a
ingentes cantidades de personas en condiciones de apiñamiento, sino
que, a la vez, para hacerlos posibles, provocaron la consiguiente
saturación de los transportes públicos.
El País, 9/3/2020

¿Fue un error evitable o inevitable? ¿Contaba el Gobierno de España,


a la altura de aquel fin de semana, con datos suficientes que pudieran
justificar la toma de tal decisión, medida que habría impedido la
realización de esos eventos de masas y que, de hecho, fue tomada
solo 3 días después ―el 11 de marzo?

El núcleo del debate, tal y como se ha abordado en España desde


entonces, ha residido precisamente en esto: en si fue el interés del
Gobierno en la celebración de las manifestaciones feministas
―manifestaciones que fueron muy activamente animadas por diversos
miembros del gabinete― lo que motivó la no suspensión de los actos
públicos de aquel fin de semana. De ser así, nos encontraríamos ante
un caso casi puro de los efectos que puede llegar a producir una
ideología ―en este caso la feminista― en la percepción de la realidad.

El posicionamiento a posteriori del Gobierno


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Veamos cómo, a posteriori, se ha posicionado el Gobierno español


sobre el asunto. Tomaremos para ello como referencia la
declaraciones realizadas a TVE1 en el programa La Mañana por el
Ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis
Ábalos, el 1 de junio de 2020, en el contexto de la discusión abierta
por la revelación de unas palabras de la Ministra de Igualdad, Irene
Montero, en las que, como resume el entrevistador, ésta reconocía
que hubo menos participación en el 8M por el temor al coronavirus y
añade que eso no iba a reconocerlo en público.

Veamos la respuesta del Ministro Ábalos:


En aquel momento, lo que no sabíamos exactamente era la dimensión del
problema. Lo que teníamos eran unos datos de contagios e incidencia en el
sistema hospitalario. En ese momento pensábamos además que todos las
casos contagiados, por el rastreo que había, eran casos que venían de fuera.
Por lo tanto, no había en aquel momento constancia de que hubiera una
transmisión intracomunitaria. Pero el caso nos merecía, en todo caso, mucha
responsabilidad. De hecho yo recuerdo perfectamente la primera semana de
asumir las responsabilidades ministeriales ya tuvimos siempre, constituimos
un comité dentro del gobierno para abordar el fenómeno del coronavirus que
en ese momento se situaba exclusivamente en China, luego después se
trasladó a Italia…
[Declaraciones de José Luis Ábalos en La Mañana, TVE1, 01/06/2020,
00:47:40.]

Ciertamente, resultaría incongruente tratar de juzgar estas


afirmaciones a la luz de lo que sabemos hoy. Lo apropiado, en
cambio, es contrastarlas con la información de la que se disponía
entonces y que, en lo que sigue, restituiremos utilizando las portadas
del más difundido periódico progubernamental español ―El País. Ello
nos permitirá establecer los datos que ya entonces eran públicos y
que, por tanto, no podía desconocer el Gobierno, máxime cuando
procedían de un diarío amigo.
Datos y tiempos vs discurso del Gobierno
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En aquel momento [podemos fijar los días en los que se decidía mantener la
convocatoria de las manifestaciones en el 6 y 7 de marzo] lo que no sabíamos
exactamente, era la dimensión del problema. Lo que teníamos eran unos
datos de contagios e incidencia en el sistema hospitalario.
[Declaraciones de José Luis Ábalos en La Mañana, TVE1, 01/06/2020]

La vaga expresión del ministro contrasta con la información que El


País publicaba una semana antes, el 28 de febrero, y en la que, en
portada, informaba que la epidemia empieza a desbordar las
emergencias.
El País, 28/2/2020

En ese momento pensábamos además que todos las casos contagiados, por
el rastreo que había, eran casos que venían de fuera.

[Declaraciones de José Luis Ábalos en La Mañana, TVE1, 01/06/2020]

Sin embargo, ocho días antes, el 27 de febrero, El País informaba en


portada de que se había detectado el primer caso de contagio local del
virus en España.
El País, 27/2/2020

Por lo tanto, no había en aquel momento constancia de que hubiera una


transmisión intracomunitaria.

[Declaraciones de José Luis Ábalos en La Mañana, TVE1, 01/06/2020]

Si no había tal constancia, ¿cómo es posible que el 3 de marzo,


cinco días antes de las manifestaciones, El País publicara en
portada la información de que Sanidad estudia limitar actos
públicos en los focos de virus?
El País, 3/3/2020

Evidentemente, si se estudiaba aislar los focos de virus ello indica que


se contaba seriamente con la posibilidad de la transmisión
intracomunitaria.

Y es obligado recordar que el 2 de marzo se sabía que Torrejón de


Ardoz, población muy próxima a Madrid, era uno de los focos del virus
a los que Sanidad concedía una extrema vigilancia.
El País, 2/3/2020

Por lo demás, era del todo previsible que un número considerable de


personas de esa población se desplazaran a la manifestación
convocada en Madrid para el 8 de Marzo.

Pero el caso nos merecía, en todo caso, mucha responsabilidad. De hecho yo


recuerdo perfectamente la primera semana de asumir las responsabilidades
ministeriales ya tuvimos siempre… constituimos dentro del gobierno para
abordar el fenómeno del coronavirus que en ese momento se situaba
exclusivamente en China, luego después se trasladó a Italia…

[Declaraciones de José Luis Ábalos en La Mañana, TVE1, 01/06/2020]


El ministro afirma que su gobierno seguía el desarrollo de la epidemia
primero en China y luego en Italia.

Y bien, porque llegó a Italia antes que a España, y porque ello a su


vez anunciaba, dada la tan acentuada proximidad de toda índole entre
ambas naciones, la llegada previsible de la Covid-19 a nuestro país,
las fechas de las decisiones tomadas allí, puestas en relación con los
índices entonces conocidos del desarrollo de la epidemia en número
de fallecidos y contagiados, debía de haber constituido una referencia
de primer orden para las autoridades españolas.

Dos fueron las medidas más relevantes tomadas contra la pandemia


en aquel periodo: la suspensión de actos públicos y actividad escolar
por una parte y, por otra, el inicio del confinamiento a gran escala.

Pues bien, Italia cerró las escuelas y canceló los actos públicos el 24
de febrero, cuando sabía de la existencia de 3 fallecidos y 152
contagiados.
El País, 24/2/2020

El último balance cifra en 152 las personas contagiadas, contando los dos
turistas chinos que siguen ingresados en un hospital de Roma y que
contrajeron la enfermedad fuer de Italia. Además, ayer falleció una mujer
anciana por el coronavirus en Cremona, en la region de Lombardía. Es la
tercera víctima que se registra en el país.
[Daniel Verdú. El coronavirus paraliza el norte de Italia, El País, 24/0272020,
p. 21.]

Si Italia era la referencia obligada para España, de ello podría


deducirse que las autoridades españolas, atendiendo a la acelerada
expansión de la pandemia allí a pesar de las medidas tomadas,
hubiera debido abreviar los plazos. Pero no lo hizo. Por el contrario,
los demoró considerablemente con respecto a los tiempos de Italia.

Pues si hubiera seguido los plazos transalpinos, habría tomado la


medida de suspensión el 6 de marzo, cuando contábamos ya con 3
fallecidos y 261 contagiados.

El País, 6/3/2020

Hasta la fecha, ninguno de los tres fallecidos en España había sido


diagnosticado previamente del virus […]
Ante el crecimiento de casos -los últimos aportados ayer [2020-03-05] por el
Ministerio de Sanidad los elevaba en Madrid a 90 infectados de los 261 de
toda España […]

[Pablo Linde: Una muerte por coronavirus sin detectar destapa el mayor foco,
El País, 6/3/2020.]

Sin embargo, no lo hizo hasta 5 días más tarde, el 11 de marzo,


cuando se contaba ya con 47 fallecidos y 2002 contagiados.

El País, 11/3/2020
De acuerdo con los últimos datos ofrecidos por el Ministerio de Sanidad, el
número de casos notificados a nivel nacional asciende a 2.002, entre ellos 47
fallecidos.
[https://www.dsn.gob.es/es/actualidad/sala-prensa/coronavirus-covid-19-11-
marzo-2020]

De modo que el retraso en la adopción de la medida es, en este caso,


del todo evidente.

Es obligado reconocer, igualmente, que, por lo que se refiere a la


segunda gran medida, el confinamiento, el Gobierno español sí fue
capaz de anticiparse a los tiempos de Italia.
El País, 9/3/2020

Así, si el gobierno italiano no puso en funcionamiento el confinamiento


general hasta el 9 de marzo, cuando reconocía ya 230 muertos y
6.000 contagiados, el español lo hizo poco después, el 14 de marzo,
cuando contaba con 136 fallecidos y 5.753 contagiados.
El País, 14/3/2020
Adelanto este, el del confinamiento, que sin duda fue acertado, pero
que, como muestran las cifras posteriores de la evolución de la
enfermedad en Italia y España, no logró compensar los efectos del
retraso de la primera medida ―esa precisamente que afecta a nuestra
discusión―, como lo prueba la mayor cifra de muertos y contagiados
sobre el total de la población padecida por España en aquel periodo.

El País, 8/3/2020

Probablemente nada resulta tan apropiado para testar el estado de


información sobre la epidemia entonces como prestar atención a la
portada del diario El País del 8 de marzo, el día mismo de la
manifestación. Portada que, como es lo propio de la prensa escrita,
hubo de ser confeccionada la noche anterior. De modo que esto es lo
que sabía el Gobierno de España: que el virus bloquea el mundo. Que
la expansión del coronavirus desafía a los estados. Pero sobre todo:
que Italia se prepara para aislar en el norte del país a 16 millones de
personas.

Tal es lo que se sabía ese día, por más que el ministro Ábalos
pareciera, a fecha de 1 de junio, haberlo olvidado.

La ideología como pantalla encubridora


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Pensamos que lo hasta aquí señalado confirma que el Gobierno de


España tenía datos suficientes para decidir la suspensión de los actos
públicos de aquel fin de semana, máxime sabiéndose que desde los
últimos años venía produciéndose un crecimiento exponencial de la
participación en la manifestación del 8 de marzo. (1)

Pero no debe entenderse con esto que sostengamos que los


miembros del Gobierno y de su Ministerio de Sanidad, Consumo y
Bienestar Social, los responsables de gestionar la protección pública
ante una pandemia, quisieran que se produjera el incremento de la
enfermedad que se habría evitado si se hubieran tomado a tiempo ―al
menos al tiempo italiano― la medida de suspensión de los actos
públicos. Por supuesto que no. Ciertamente, ellos no lo quisieron.
Pero lo que importa, en cualquier caso, en el mundo de lo real, no es
lo que se quiere o no se quiere, sino lo que finalmente sucede. Y lo
que sucedió entonces fue que, a pesar de los datos con los que el
Gobierno contaba, no fue capaz de verlo venir. Por eso, el asunto que
debe ocuparnos en lo que sigue es el análisis de las pantallas que
facilitron la invisibilización de lo que, a pesar de todo, se manifestabsa
ya como una bien evidente y contundente amenaza.

Ideología y distorsión de la percepción de la


realidad
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Probablemente, la ceguera comienza con la mirada alicorta de los


políticos que solo perciben sus intereses en el corto plazo y que ni
siquiera reconocen que su tarea consiste en gestionar bien la cosa
pública en vez de organizar el aparato de propaganda con el que
ganar las próximas elecciones.

Merecería la pena detenerse en el contexto mental en el que buena


parte de los políticos contemporáneos han venido viviendo su
actividad en tales marcos de cortoplacismo propagandista. Donald
Trump como Pedro Sánchez, o Boris Johnson, pertenecen a una
generación que llevaba mucho tiempo instalada en el nunca pasa
nada. Queremos decir: en esa fantasía, puramente imaginaria, de que
nuestro mundo, con todo el confort que había alcanzado en los últimos
tiempos, estaba garantizado. De modo que ellos podían dedicarse a
sus cálculos propagandísticos con el único riesgo de llegar a perder
las siguientes elecciones. Eran, son, en suma, jugadores de fortuna. Y
lo que mejor distingue a éstos es su capacidad de percibir los temas
que pueden movilizar a los otros. A todos aquellos otros que, no
esperando tanto de la fortuna, necesitan algo en lo que creer. Es aquí
donde la ideología empieza a actuar. Trump y Johnson lo encontraron
en la ideología nacionalista, esa tan pregnante combinación de
afirmación narcisista y de odio al otro. Y Pedro Sánchez en una
peculiar combinación de las ideologías antifranquista y feminista.

De ahí la importancia que el gobierno concedía a la convocatoria del 8


de marzo y su directa involucración en su promoción. El brillo que por
anticipado esperaban obtener de ella constituyó, junto al ya mentado
nunca pasa nada nada, el otro gran componente de la pantalla que
contribuyó a invisibilizar la amenaza real. Así pues, una ideología ―en
este caso la feminista― desempeñó un papel determinante en la
configuración de esa pantalla.

Lo que nos brinda un caso idóneo para el estudio del poder que las
ideologías ―en principio cualquier ideología― pueden llegar a
alcanzar, en determinadas circunstancias, para distorsionar la
percepción de la realidad. Nada lo expresa mejor que una de las
consignas que se exhibieron y gritaron en aquella manifestación. Nos
referimos a la que rezaba

okdiario 3/4/2020
El machismo mata más que el coronavirus.

BBC News 9/3/2020 Ideal 8/3/2020

RTVE 8/3/2020 eldiario.es 8/3/2020

Es este es un enunciado de hecho que, en cuanto tal, puede ser


confrontado con los datos empíricos. Y resulta un hecho indiscutible
que, en ese plano, ha quedado desmentido empíricamente. Es decir:
es un hecho probado que el coronavirus mata más, muchísimo más,
que el machismo, se entienda lo que se entienda por este tan confuso
término. Es un hecho, en suma, la evidente falsedad de tal enunciado.
Lo que hace de él un ejemplo puro de enunciado ideológico capaz de
distorsionar la percepción de la realidad, es decir, de constituir una
pantalla capaz de velar la realidad misma, con los efectos desastrosos
que ese velando puede llegar ―y esta vez llegó― a alcanzar.

La posición de los medios de comunicación


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Pero lo realmente notable es la resistencia de ese velado, su


capacidad de prolongar su presencia a pesar de la contundencia con
la que los hechos han venido a desmentirlo. Y no menos notable es la
participación de tantos medios de comunicación en el mantenimiento
de esa negación por la vía del silenciamiento, pues el asunto de la
demora en la toma de las primeras medidas contra la pandemia ha
quedado convertido para ellos en algo enojoso de lo que, parecen
pensar, es mejor no hablar.

Todo parece indicar, en cualquier caso, que es el prestigio social


adquirido por la ideología feminista en los últimos años el que ha
facilitado la autocensura que tantos profesionales de la comunicación
han llegado a aceptar en este asunto sin ni siquiera confesárselo a sí
mismos.

En lo que, por lo demás, no deja de influir el hecho de que sus medios


participaron activamente en la convocatoria de una manifestación que
había terminado por convertirse en una suerte de manifestación oficial.
El País, 8/3/2020
De la ideología a la concepción del mundo
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Lo más notable sin embargo es el salto ilógico, nada racional, que en


ello se manifiesta, pues, en principio, la valoración de la oportunidad
de mantener o suspender esa convocatoria de la manifestación
respondía a criterios sanitarios que, en principio, en nada afectaban al
debate feminista en sí mismo. Por eso, pensamos que es en ese factor
irracional en el que debe concentrarse el análisis.

Pues es un hecho que, contra toda razón, ese prestigio de la ideología


feminista había llegado a impregnar, hasta distorsionarlo, un debate de
política sanitaria en principio del todo independiente de aquella. El
asunto, entonces, es, ¿cómo explicar tal poder de impregnación, en sí
mismo, como decimos, netamente irracional?

Se detecta, en primer lugar, la conversión de la ideología ―que en sí


misma no es más que un conjunto de ideas y creencias más o menos
compactas y sistemáticas sobre determinado campo de la realidad―
en concepción del mundo, pues es sabido que lo que caracteriza a
una concepción del mundo es su capacidad de impregnar la realidad
entera, reclamándose por esa vía autorizada a afectar a todos y cada
uno de los aspectos de la experiencia del que participa.

Así, la ideología pasa de ser un conjunto de ideas y creencias del que


se participa, a convertirse en algo que confiere identidad. Lo que se
manifiesta bien a las claras por la vía de afirmaciones sustantivas de
identidad del tipo yo soy cristiano, yo soy comunista, yo soy
nacionalista, yo soy feminista, yo soy ecologista… De modo que el ser
entero resulta finalmente afectado por esa determinación de esencia.
De la concepción del mundo al clan identitario
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Pero aún esto es insuficiente para explicar el asunto que nos ocupa,
pues alguien puede afirmar su identidad feminista y a la vez aceptar
un juicio puramente sanitario, tanto más cuando ello puede afectar a la
propia salud. Y seguramente ese podría haber sido el caso de la
mayor parte de los participantes en el evento.

Sin embargo, en el caso que nos ocupa, es un hecho que esa


contaminación tuvo lugar hasta llegar a invisibilizar la amenaza real.
¿Cuál fue la vía que hizo esto posible? Pensamos que actuó en ello un
factor añadido por el cual ciertas concepciones del mundo, lejos de
limitarse a constituir fundamento de identidad ―sobre el modelo yo
soy… x―, pasan a ofrecer simultáneamente a sus partícipes la
integración en lo que creemos oportuno denominar un clan dentitario.
Via por la cual el yo soy x pasa a convertirse en un yo pertenezco a x.
La diferencia gramatical que separa a uno de otro enunciado es
capital, pues en el primero x es el atributo que confiere identidad al yo,
pero sin que ello cuestione, al menos en principio, la autonomía de ese
yo que es. En el segundo, en cambio, el lazo de pertenencia convierte
a x en el factor capaz de determinar, si no de abolir, la autonomía
misma del yo.

Es la diferencia que separa la identidad de lo identitario. El clan


identitario aparece entonces como fundamento del ser, de modo
semejante a como sucedía en las culturas tribales, en las que todavía
no había aparecido el espacio autónomo del individuo como derecho
inalienable del sujeto. Late en ello, sin duda, un sentimiento
poderosamente religioso, pero de una religiosidad arcaica, del todo
diferente a la que conocemos en las religiones modernas.

Y bien, suprimida la autonomía del yo propio, se suprime


inevitablemente la posibilidad de pensar, de concebir incluso, la
autonomía del yo del otro. Con ello, el mundo se simplifica
extraordinariamente. O bien el otro participa de mi clan identitario o
bien se convierte inevitablemente en mi enemigo. Pues el yo
diferenciado al que se ha renunciado en uno mismo resulta
necesariamente intolerable en el otro: ¿quién se ha creído que es ese
otro para no renunciar a lo que yo he renunciado en mi acto sacrificial
por el clan?

Lo que termina por manifestarse en el paradójico rechazo de aquellos


cuyo yo no se deja absorber, por más que fueran en el origen
miembros naturales de la misma comunidad. Ello cobró la forma, en la
manifestación del 8 de marzo, de la expulsión de ésta de grupos de
mujeres pertenecientes a partidos políticos a los que se repudiaba por
no considerardos lo suficientemente feministas.

Tanto más diferente se muestra el otro, tanto más es odiado como


enemigo que amenaza al ser mismo del clan. Con lo que quedan
abiertas las puertas de la que es la forma más primaria de goce: el
odio. Así, al enemigo, se le odia. Y ello dispara un mecanismo
narcisista que deriva, de la intensidad de ese odio, una fantasía de
invulnerabilidad que encuentra su más expresiva manifestación en el
lema El machismo mata más que el coronavirus.

Y, así, es solo cuestión de tiempo que la ideología del clan identitario


termine por poner en peligro al resto de población que no se identifica
con ella. Lo que se atisba entonces en el horizonte es la deriva hacia
esas identidades asesinas descritas por A. Maalouf que reducen la
identidad a la pertenencia a una sola cosa e instalan a los hombres en
una actitud parcial, sectaria, intolerante, dominadora, a veces suicida,
y los transforma a menudo en gentes que matan o en partidarios de
los que lo hacen. (2)

Cabe añadir que, por la vía de tal afirmación narcisista, el pensamiento


mismo termina cesando, siendo considerado innecesario y, a la vez,
peligroso ―dado que podría alejarme de esa fusión con el clan de la
que deriva toda mi fuerza― y pasa a ser sustituido por la adhesión
inquebrantable.

La adhesión amorosa al clan.

Atravesada esa línea, los hechos mismos pasan a ser irrelevantes,


pues no hay ya otra verdad que la identidad misma del clan. Y la
mentira puede, por esta vía, ser concebida como necesaria, como
forma de defensa del clan de pertenencia en el que residiría la única -y
ya metafísica- verdad.

Finalmente, en ese proceso la realidad misma se extingue, o se


confunde con el clan mismo, con lo que todo concluye en un proceso
de absorción propiamente totalitario.

Un dudoso escorar del movimiento feminista


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¿Como es posible que el movimiento feminista, ese que naciera en el
siglo XIX como un movimiento que reclamaba el pleno reconocimiento
de los derechos de las mujeres, en tanto individuos libres, en un plano
de igualdad con los varones, y sin tener que renunciar por ello a su
feminidad, haya podido llegar a tomar este sesgo?

Pues parece un hecho evidente que, a día de hoy, parece haber


perdido el sentido de la feminidad que impregnó a las primeras
sufragistas, dos de cuyos rasgos mayores eran el cuidado y la
delicadeza. Dos tradicionales cualidades de lo femenino que, de haber
estado presentes en la mente de las convocantes de la manifestación
podrían haberse permitido asumir con orgullo su desconvocatoria,
vivida entonces como un acto de cuidado hacia la comunidad. Pero el
hecho es que lo impedía el actual escorado del movimiento feminista
bajo el signo de la rabia
El País, 8/3/2020

y del empoderamiento.

Y, se mire como se mire, empoderamiento no significa otra cosa que


afirmación del propio poder.
El País, 9/3/2020

Solo añadiremos, para concluir este trabajo, que creemos que la


afirmación del poder como la referencia mayor, si no la única, de la
corriente al parecer hoy dominante en el movimiento feminista actual
se encuentra en las antípodas de lo que el primer -y femenino-
feminismo quiso aportar al mundo moderno.

Conclusiones
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Los resultados obtenidos tras el análisis comparado de las portadas


del diario El País del 8 de marzo y de los días previos y de las
declaraciones realizadas por el ministro Ábalos a TVE el 1 de junio
ofrecen datos objetivos que vienen a contradecir de manera evidente
el discurso que el Gobierno de España ha mantenido con posterioridad
sobre la información con la que contaba cuando decidió no suspender
la realización de la manifestación del 8 de mayo.

Así, queda demostrado que el 8 de marzo el gobierno contaba con


suficiente información, proveniente de diversas fuentes, incluidas entre
ellas las que daban cuenta de medidas tomadas esos mismos días
tanto como los precedentes por el gobierno italiano, que aconsejaban
la suspensión de las manifestaciones feministas tanto como del resto
de los grandes actos públicos que tuvieron lugar en aquel fin de
semana.

Pero, más allá de la comprobación de las múltiples contradicciones en


las que ha incurrido y sigue incurriendo el gobierno español a
propósito de esos hechos, nuestro estudio presenta un caso evidente
de distorsión de la percepción de la realidad causado por una
ideología ―en este caso la feminista―, a la vez que permite
establecer que el grado de esa distorsión es considerablemente mayor
cuando la ideología en cuestión se conforma como propia de lo que
hemos propuesto denominar un clan identitario.

NOTAS
(*) En la versión que presentamos a continuación hemos eliminado algunos de los
requisitos correspondientes a esas reglas formales que hoy en día lamentablemente se
consideran como índices de cientificidad. La versión final presentada a esas publicaciones
puede encontrarse aquí. Esa versión, en inglés, ha sido también la enviada a las
publicaciones españolas, dado el habitual desinterés por nuestra lengua imperante en
nuestro mundo académico-editorial.

(**) Los autores de este trabajo forman parte del grupo de investigación de la Universidad
Complutense de Madrid «Análisis del texto audiovisual. Desarrollos teóricos y
metodológicos» y participa del programa de Ayudas Económicas a Grupos UCM
2019/2020.

(1) La evolución de la asistencia creció exponencialmente desde 2017, cuando acudieron


40.000 personas; en 2018, 170.000; y en 2019, 350.000. Fuente: Delegación del Gobierno
en la Comunidad de Madrid. Las cifras reales fueron finalmente más bajas que las
esperadas, pues según la Delegación del Gobierno en la Comunidad de Madrid,
participaron 120.000 (50.000 en Barcelona). El dato es significativo, porque supone una
bajada de un 70 % respecto de la participación de 2019, lo que indica que la sociedad civil
poseía una conciencia de la amenaza de la pandemia mayor -y más realista- que el
Gobierno. [Fuente] Las razones de la bajada en la participación no pueden achacarse a
motivos meteorológicos, pues el 8 de marzo hubo una temperatura máxima de 15.2 ºC y
mínima de 3.5 ºC, acorde con las fechas previas y con la estación y, sobre todo, no llovió,
por lo que la bajada de participantes no se puede achacar en ninguna medida al clima,
[Fuente] (basada en datos AEMET Open Data).

(2) Maalouf, Amin: (1998) Identidades asesinas, ePub r1.0, Alianza Editorial, 2014.

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