25 - Ataduras Tiempo de Liberacion

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TIEMPO DE LIBERACION P.

H M
Ataduras, segunda parte: Esclavos del pecado
Romanos 7:19 dice que, por culpa del pecado,
hacemos el mal que no queremos hacer. Y además
nos impide hacer lo que Dios espera de nosotros.
Los pecados son ataduras que impiden que las
promesas de Dios se conviertan en una realidad en
la vida de las personas. Recordemos que, durante el
éxodo, una generación completa de israelitas se
perdió en el desierto por mantenerse atado a
Egipto mientras caminaban con Dios.
Desafortunadamente esto ocurre con muchos
cristianos y lo que es peor, las ataduras tienen aún
más consecuencias en nuestras vidas, las cuales
detallaremos a continuación.
Una atadura nos mantiene en la pobreza, en todas
sus dimensiones. Las ataduras nos convierten en
pobres emocionales, espirituales y por supuesto
materiales. Todo esto ocurre cuando no
mantenemos un estilo de vida que no agrade a
Dios. Cuando nos resistimos a dejar el pecado, y
aquellos malos hábitos que asimilamos del mundo,
no hay posibilidades de ascender a un nuevo
estatus o nivel superior al que Dios nos quiere
llevar en nuestra vida. En pocas palabras no hay
crecimiento. Las ataduras también juegan un papel
en la mentalidad humana. Cuando asimilamos el
pecado como algo normal, se crean paradigmas
que se interponen a los mandamientos y a la
voluntad de Dios. Nuestra mente y actividades
actúan en función del pecado y finalmente cuando
menos lo esperamos nos hemos convertido en
esclavos del pecado.
Cuando aceptamos a Jesús, él nos perdona de
nuestros pecados; pero seguimos rigiendo el
destino de nuestra vida bajo la ley del pecado. Todo
esto sucede por varias razones en nuestra vida, más
exactamente cinco razones que La Biblia cita como
causantes del régimen del pecado en la vida
humana.
1- (Juan 8:34) Jesús nos enseña que todo aquel que
practica el pecado regularmente se convierte en su
esclavo. Cuando pecamos no solo se ve
comprometido nuestro cuerpo. Nuestra vida
espiritual también se enreda porque el pecado
evita que alcancemos la santidad que Dios exige de
sus hijos.
2- (Romanos 6:16) La desobediencia a Dios,
también nos convierte en esclavos. Cuando
cedemos a los deseos de la carne y a la influencia
del mundo, rechazamos automáticamente la
autoridad del Señor sobre nuestra vida. (Aceptando
por defecto la autoridad de Satanás).
3-(Efesios 4:22) Los vicios, los malos hábitos que el
cristiano adquiere durante su pasado mundano
suelen perpetuarse mucho tiempo después de
nuestra conversión al evangelio. Precisamente la
decisión de aceptar a Jesucristo como salvador
debe implicar la muerte de aquellas cosas que
desagradan a Dios, incluyendo nuestros vicios y
malos hábitos. De lo contrario nuestra vida
cristiana colapsará.
4- (2da de Pedro 2:19) La derrota ante el pecado,
nos convierte en su esclavo. ¿Cuándo perdemos
con el pecado? Simplemente somos derrotados
cuando recurrimos a él frecuentemente para
satisfacer nuestros deseos. El resultado es que nos
hacemos más débiles. Por el contrario, si le damos
un no rotundo al pecado nos haremos más fuertes
para enfrentarlo.
5- (2da de Pedro 2:20) Este es el punto donde
profundizamos más sobre los efectos nocivos de
la influencia del mundo entendiendo por mundo a
todos aquellos elementos del sistema que se
oponen a lo establecido por Dios. Cuando
permitimos que el sistema nos envuelva
totalmente, este nos puede manipular a su gusto.
Las consecuencias pueden ser catastróficas para
nuestra vida espiritual, llegando a terminar en un
peor estado personal y espiritual del que Cristo nos
rescató un día.

Ataduras
La semana pasada hablamos de aquella generación
de israelitas que se quedaron a mitad de camino
tratando de llegar a La Tierra Prometida.
Recordemos que Israel tenía en su corazón a Egipto
como atadura; demostrando que nunca creyeron
realmente en la palabra del El Señor (Hechos 7:39).
Para todos nosotros, Dios tiene grandes promesas.
Pero al igual que en el caso de la generación
israelita del éxodo, todos tenemos una o varias
ataduras que impiden que los planes de Dios para
nuestras vidas se desarrollen plenamente. Pero la
pregunta que nos hacemos es ¿Por qué no
podemos negociar con Dios nuestra salvación con
todo y ataduras? La respuesta es sencilla. Las
ataduras pueden dominar nuestro corazón y por
eso llegan a determinar nuestras acciones. En
pocas palabras, nos hacen pecar.
Si retomamos el caso de Israel nos damos cuenta
que en el corazón de las personas existían cinco
pecados que finalmente acabaron con una
generación casi completa de la nación, a pesar de
todas las señales y maravillas que Dios les había
mostrado. En la primera carta a los Corintios,
capitulo 10 nos describen uno por uno cuales
fueron esos pecados. La codicia (versículo 6), La
idolatría (versículo 7), La fornicación (versículo 8), la
tentación al Señor (versículo 9), y la murmuración
(versículo 10).
Estos pecados y otros pecados están vigentes aún
en nuestro tiempo, igual o incluso en mayor
medida que en los días de Moisés. Y lo más
preocupante es que están en la iglesia, en medio de
la congregación. Como consecuencia seguimos
pecando descaradamente a pesar de caminar al
lado de Dios. Nos pasa lo que dice en Romanos
7:19 “De hecho, no hago el bien que quiero, sino el
mal que no quiero.”
Para comenzar a lucha contra esas ataduras que nos
mantienen oprimidos, es importante identificar el
tipo de atadura a la que nos enfrentamos. En la
Biblia podemos identificar tres tipos de atadura, las
cuales mencionaremos a continuación:
1- Ataduras emocionales: son aquellos sentimientos
y emociones negativas que pueden llevar a las
personas a sentirse oprimidas. Precisamente en
Lucas 4:18 Jesús nos enseña que Él tiene el poder
para liberar a todas las personas que se sientan
oprimidas por este tipo de ataduras.
2- Ataduras espirituales: Lucas 13:16 señala a
Satanás como responsable de ataduras. En
este caso específico, una terrible enfermedad
que aquejó durante años a una mujer.
3- Ataduras físicas: La Biblia nos enseña que las
ataduras también pueden ser físicas. A veces
algunas personas desarrollan ciertas dolencias o
enfermedades cuya única salida va más allá de
la ciencia médica. La única alternativa, recurrir a
El Señor.
Ante el que parece un panorama muy
desalentador, llega el momento de tomar
decisiones. La primera de esas decisiones es pedir
liberación ante Dios. Las personas y en especial los
cristianos necesitamos ser libres de nuestras
ataduras de forma definitiva. Pero debemos tener
en cuenta que el ser libre es una decisión
voluntaria. Dios no obliga a una persona a ser libre,
si esa persona no lo desea.
Ahora ¿Cómo podemos ser libres de nuestras
ataduras? La única manera es entregándole nuestro
corazón a Jesús.
Pastor Hernando Martínez +573144316311

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